La familia.
La reconocemos, no solo como la célula base de la sociedad, sino como la célula base del Reino de Dios.
En cuanto a organización:
1. para su buen funcionamiento, debe existir “orden y respeto entre las distintas partes que la componen”
2., para que haya orden y respeto, deben existir leyes y normas que regulen el accionar de los miembros que
componen.
3. para que las leyes y normas se ejecuten correctamente, debe haber alguien con autoridad que las enseñe, las
promulgue y las haga cumplir
II. Vivimos tiempos de confusión en relación a la autoridad familiar, producto de varios factores:
1. El machismo y la prepotencia, 2. El feminismo, 3. La autonomía de los hijos, 4. El slogan Vive como quieras… todo
vale… 5. La violencia doméstica, 6. Condiciones culturales
III. La Biblia, nuestra regla de fe y práctica para conducirnos correctamente en todo orden de vida.
(1) Adán y Eva… creados por Dios a su imagen y semejanza, iguales pero distintos en géneros y rol…
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27)
(2) La palabra de Dios hace distinciones entre los roles del hombre y la mujer:
“Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del
varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Cor 11: 7-9)
(4) El pecado rompe el equilibrio matrimonial creado por Dios, dando lugar a otras condiciones…
… el hombre “ pretender lavarse las manos”: “…La mujer que me diste por compañera…” (Gén 3: 9-12)
CONCLUSIÓN:
LA OBEDIENCIA A CRISTO COMO BASE FUNDAMENTAL DE TODA OTRA FORMA DE OBEDIENCIA. (2da.
Corintios 10: 3-5)
“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que
se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2
Cor 10: 3-5)
Definitivamente, si no somos capaces de obedecer al Señor, será imposible poner en práctica cualquier regla de
obediencia entre los seres humanos.