Eugenio Díaz Gonzalez, nos dijo -palabras más, palabras menos- casi como presentación:
lo primero que se le tendría que enseñar a un aspirante a psicólogo es enseñarlo a hablar,
porque los problemas que tienen que solucionar comienzan en el lenguaje, la gente refiere
sus problemas de manera imprecisa y ustedes tienen que hacer la traducción a procesos
psicológicos concretos.
A pesar de la presentación nada ortodoxa del taller (o quizá demasiado ortodoxa para un
ejercicio de corte conductual donde la crítica siempre está presente), cabe un fallo a favor
de la necesidad de claridad conceptual y de constructo como una de las tareas básicas de
todo psicólogo dado que nuestra disciplina (soslayando que para algunos no se puede
hablar de la psicología como disciplina dada la falta de confluencia que le caracteriza) tiene
una larga tradición donde se viene adoptando el llamado “lenguaje natural” para abordar los
hechos definidos como psicológicos; ejemplo de esto es el término Motivación, el cual no
es un tecnicismo sino una palabra del lenguaje común que requiere, en la medida de lo
posible, traducirse a un proceso psicológico (extraer el fenómeno conductual) equivalente
en funciones con lo que comúnmente se sostiene que es la motivación.
DEFINIENDO LA MOTIVACIÓN
Comportamiento
Consecuente
Condiciones Antecedentes
Iniciación del
comportamiento
Privación
Activación selectiva de
respuestas previamente
adquiridas
Ahora bien, si la motivación es una variable intermediaria ¿cómo se puede inferir? Uno de
los métodos es la curva de aprendizaje, dicho de manera simple: si la tarea A se hace de
manera más rápida que B (también se puede utilizar una métrica no de rapidez sino de
precisión) se dice que el sujeto estuvo más motivado para A que para B. Incluso esta es la
lógica que se usa también a nivel del lenguaje común; sin embargo, para el especialista en
psicología aquí comienza el problema porque él deberá responder la pregunta ¿por qué la
ejecución en la tarea A fue más rápida que en la tarea B?, cuando sea capaz de responder
satisfactoriamente (de manera objetiva) a ese por qué habrá identificado la(s) variable(s)
que le permitirá manipular esa conducta en el sujeto observado. Justo así trabaja un
psicólogo científico, el esquema general es: observa un fenómeno de manera objetiva,
identifica las variables psicológicas presentes, establece las relaciones funcionales entre
variables, las manipula para modificar el comportamiento.
La economía de fichas es una técnica de corte ambientalista que trabaja con las condiciones
motivadoras, condiciones que se establecen a manera de sistema y donde no se arguyen
causas internas sino, en dado caso, la conducta dirigida a logros específicos, el goce de
tiempo libre, un tipo de comida, un tipo específico de contacto social. Teniendo con esto
que la motivación es un concepto hipotético que en último caso se relaciona con el
refuerzo.
Ante esto se puede concluir que la economía de fichas no trabaja con la motivación como si
ésta fuera una cosa específica, y tampoco se define las condiciones motivadoras como algo
independiente de las condiciones ambientales. Como ya se dijo, la motivación es una
inferencia de un proceso conductual (Ardila, 2007, p. 81), una variable intermediaria entre
la privación y el refuerzo, entendiendo de manera llana la privación como la carencia de
algo que es requerido por el sujeto (Skinner, 1971, p. 150).
Una vez hecho el esfuerzo por quitar los velos que rodean a la motivación, faltaría expresar
cuál sería el análisis de un conductista típico en los dos ejemplos dados al principio de este
ensayo.
Un aspecto complementario, si cuando tuve éxito en los acercamientos previos usaba cierto
tipo de loción y vestuario, es muy probable que eso (la loción y el vestuario) forme parte de
la morfología de la cadena de respuesta.
Este ejemplo es muy representativo dado que casi todos estarán de acuerdo que en la
depresión hay conducta encubierta (léase si se quiere, cogniciones). Sin embargo, lo que se
sabe es que si no me levanto de la cama en una circunstancia depresiva es porque no hay
los reforzamientos necesarios para hacerlo. A la vez que en la depresión el propio sujeto
reduce sus fuentes de reforzamiento al reducir su contacto con el medio ambiente; por
ejemplo, no salir de casa, tener poca actividad física, no tener trato con personas, pasar
muchas horas durmiendo, entre otros comportamientos típicos en la depresión. El rubro de
la falta de motivación en estados de depresión es típicamente abordado desde la Activación
Conductual no como un fenómeno intrínseco que emerge desde dentro del individuo, sino
como un fenómeno propio de sus formas de comportamiento y las consecuencias que de él
desembocan (Kanter, Busch, Rusch, 2011).
CONCLUSIONES
No hace falta recurrir a causas internas para abordar la motivación, las causas internas casi
siempre lo que generan es imprimir ambigüedad a lo psicológico, presentar de forma
compleja un proceso psicológico que podría explicarse e intervenirse de manera más
sencilla y con resultados óptimos.
En la ciencia psicológica estudiar la motivación como fenómeno estático, como si fuera una
cosa que se puede aislar de todo un proceso -y no como un fenómeno dinámico que es justo
lo que hace el conductismo- sería tanto como si el físico estudiara la velocidad de manera
independiente al movimiento de los objetos. Sería absurdo.
Ahora bien, no se puede pasar por alto que existe un área de investigación conocida como
psicología motivacional y se ubica en la psicología científica, además, cuenta con larga
data. Pero la constante de sus estudios es la dificultad para lograr acuerdos en la forma que
definirán la motivación, recurriendo a la manifestación a nivel conductual del fenómeno
(Palmero, Carpi, Guerrero y Gómez, 2008).