INTRODUCCION
Pablo escribe:
Efesios, 6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el
día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 6:14 Estad, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 6:15 y calzados los
pies con el apresto del evangelio de la paz. 6:16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe,
con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 6:17 Y tomad el yelmo
de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
Efesios, 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Queramos o no, estamos en una guerra. Pablo habla de una lucha y esa lucha no es
contra “carne y sangre”, es decir, contra alguien humano, como nosotros, sino contra:
[1] principados;
[2] potestades;
[3] gobernadores de las tinieblas de este siglo; y
[4] huestes espirituales de maldad en las regiones celestes;
2 Corintios, 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas
en Dios para la destrucción de fortalezas, 10:5 derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a
la obediencia a Cristo,
COMENZAMOS
¿Por qué, de todas las cosas de que consta una armadura, Pablo comienza por el
cinturón?. Podría haber empezado por la espada del Espíritu, el escudo de la fe, la
coraza de justicia, por cualquier cosa. Pero no lo hizo. ¿Por qué?
El cinturón tenía un rol primordial en la función de la armadura del soldado. Era el que
sostenía la vaina y sin ella no se podía colocar la espada. Es imposible imaginar a un
soldado listo y preparado para la guerra, pero sin su cinturón y, por lo tanto, sin su
arma. Del cinturón colgaban, ademas, trozos de cuero para proteger la parte inferior
del cuerpo. La palabra “ceñir” significa “asegurar”. El cinturón “ciñe (asegura) todas las
otras piezas de nuestra armadura”. Pablo dice “ceñidos vuestros lomos con la verdad”.
La verdad, entonces, debiera adherirse a nosotros como el cinturón se adhiere al
cuerpo.
¿Qué es la verdad?
2 Timoteo, 3:16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
La expresión griega traducida como “inspirada por Dios” literalmente significa “que
tiene el aliento de Dios”. Él inspiró toda la Biblia para revelarnos su verdad. Todas sus
promesas, mandamientos y palabras son “la verdad”. Si Dios dice algo, no hay fuerza
que lo pueda detener:
Como cristianos, debemos examinar todas las cosas y luego solo retener lo bueno —
la verdad — desechando todo lo demás:
Hechos, 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues
recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver
si estas cosas eran así.
Un cinturón rodea la cintura. ¿Nos rodea nuestra convicción con la verdad?. Como
afirma el anterior pasaje, la verdad debe estar a nuestro alrededor y escrita en
nuestros corazones (nuestra convicción debe ser total).
Lucas, 12:35 Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; 12:36 y
vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las
bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. 12:37 Bienaventurados
aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo
que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.
Cristo nos dijo siempre estar atentos y observar las señales de su regreso.
1 Pedro, 1:13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y
esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea
manifestado;
Pedro usó una interesante analogía: “ceñid los lomos de vuestro entendimiento”. Esto
implica alistar la vestimenta para estar listos y partir cuando sea necesario.
El mundo en el que vivimos nos enseña que la verdad es lo que hacemos, que el bien
y el mal son relativos y que no hay absolutos, solo opiniones igualmente válidas.
Pero la Biblia enseña que la verdad es la Palabra de Dios, que el bien y el mal está
definidos por él y que hay absolutos eternos inamovibles, que no pueden ser
influenciados por las opiniones de nadie.
Pablo escribió a los romanos diciéndoles “no se conformen a este mundo”. En parte,
ello significa no ser partícipes en un sistema de creencias que dice que la verdad
absoluta es un mito. Como cristianos, sabemos que hay verdades y absolutos.
2 Timoteo, 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que
no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Imagine un cinturón al que le falta un pedazo. No importa cuán pequeño sea el trozo
que falte: el cinturón no sirve. Para poder cumplir cabalmente con su función debe ser
de una sola pieza y estar completo.
Tratar de vivir el camino de Dios sin creer totalmente en su validez es como tratar de
sostener la espada en un cinturón que no está completo y es inútil. Nuestra confianza
en Dios y su Palabra deben ser sólidas, sin fracturas, o nos encontraremos sin armas.
No importa cuán efectivo sea el resto de nuestra armadura, sin nuestra espada somos
inútiles. Necesitamos escudriñar correctamente la palabra de verdad, para saber en
qué creemos y por qué.
LA CORAZA DE JUSTICIA
Sin justicia, nos exponemos a una muerte cierta. La justicia - equivalente a una
coraza - contrarresta los letales ataques de nuestros enemigos.
¿Qué es la justicia?
1 Juan, 3:4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el
pecado es infracción de la ley.
Ser justos es hacer lo correcto ante los ojos de Dios. Los mandamientos de
Dios son justicia. Por el contrario, el quebrantamiento de la ley es pecado, y el
pecado es lo opuesto a la justicia. Por lo tanto, ser justos es obedecer las leyes
de amor de Dios.
¿Qué nos aparta de Dios y nos aleja de su protección?
Las iniquidades y los pecados son acciones y pensamientos que van en contra
de la ley de Dios. Debido a que están en conflicto con el camino de Dios y son
dañinos para nosotros y para los demás, nuestro justo y perfecto Dios no se
relaciona con aquellos que deciden tomar el camino del pecado y la maldad.
Quienes lo hacen, se apartan de Dios y de su protección.
Es interesante destacar que en este mismo capítulo Isaías menciona que Dios
se viste de justicia como si fuese una coraza, ejemplo que inspiró a Pablo a
usar esta analogía:
Isaías, 59:17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de
salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de
celo como de manto,
Isaías, 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y
nuestras maldades nos llevaron como viento.
Jeremías, 23:6 En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este
será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.
Salmos, 23:3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de
su nombre.
1 Tesalonicenses, 5:8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios,
habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de
salvación como yelmo.
Un día, la guerra que estamos librando habrá terminado, y cuando así sea,
veremos el cumplimiento de lo que se nos ha prometido:
Su paso era firme y estaba dispuesto a llevar el evangelio a donde fuera que
Dios lo enviara.
El calzado del soldado romano “con frecuencia tenía clavos o púas, para un
mejor agarre al suelo” (Albert Barnes’ Notes on the Bible [Notas sobre la Biblia
de Albert Barnes]). Cuando permitimos que las buenas noticias prometidas por
Dios nos sirvan de auténtico consuelo, no existe ninguna fuerza externa capaz
de atribular nuestros corazones o darnos alguna razón para temer.
TOMANDO EL ESCUDO DE LA FE
Los tres jóvenes miraban fijamente el lugar donde serían echados para morir.
El edicto había sido promulgado: iban a ser atados y arrojados vivos dentro de
un horno que sería calentado siete veces más de lo acostumbrado. Todos los
que miraban entendían lo que esto implicaba: esto era una ejecución y era lo
que le sucedía a quienes desobedecían al rey.
Un momento antes, a estos tres hombres se les había dado la oportunidad de
evitar este destino fatal. Si hubiesen estado dispuestos a ceder tan solo un
poquito, podrían haber salvado sus vidas, pero se habían rehusado a hacerlo.
¿Por qué?.
Tomando el escudo
El escudo es algo diferente. Pablo nos dice que el escudo es algo que nosotros
debemos sostener y levantar. El solo amarrarlo a nuestro brazo no es
suficiente, es necesario que hagamos el esfuerzo de mantenerlo firmemente
arriba y usarlo.
El escudo romano —el scutum— no era el clásico escudo “tipo medieval” que
se nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra. Era un escudo muy
grande, rectangular y semicurvo, con una pieza de metal cónica y puntiaguda
que se colocaba en la parte central externa (llamada umbo).
¿Qué es la fe?
Pablo escribe:
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios;
Cuando Pablo dice que somos salvos “por gracia”, está diciendo que la gracia
es “la causa” de la salvación (el por qué) y cuando dice “por medio” de la fe,
está diciendo que la fe es, precisamente, “el medio” (no la causa de la
salvación). Que algo sea “por gracia”, significa que es totalmente inmerecido
(no hemos hecho nada para merecerlo). Esto significa que somos salvos
porque Dios así lo quiere, porque “de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más
tenga vida eterna” (Juan, 3:16) y la fe es un medio para “aprovechar esta
gracia”.
Romanos, 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
En Efesios, 2:8 Pablo habla de la gracia (la causa de la salvación) y de la fe (el
medio) e inmediatamente dice “esto no de vosotros, pues es don de Dios”. ¿A
qué se refiere Pablo?. ¿Qué es lo que “no es de nosotros”?. ¿La gracia?. No,
ya sabemos que no es nuestra porque la gracia es de Dios, es decir, es la
voluntad de Dios de que todo hombre sea salvo. ¿Qué es lo que no es de
nosotros?. La fe (el medio) y la salvación.
Gálatas, 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no
hay ley.
1 Corintios, 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros?
2 Timoteo, 1:14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en
nosotros.
Y la fe, como cualquier fruto, aparece en el árbol, primero, como algo pequeño
e incipiente, que va creciendo hasta que madura y está listo para ser usado
(arrancado del árbol).
Romanos, 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Oír, aquí, se relaciona más con “obedecer” que con el mero sentido de la
escucha.
Daniel, 3:17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno
de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 3:18 Y si no, sepas, oh
rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has
levantado.
Ellos pensaron:
“Dios puede librarnos de este destino. No sabemos si lo hará o no, pero eso no
es lo relevante. Él nos entregó sus mandamientos y los vamos a guardar sin
importar las consecuencias. Sabemos que él puede fácilmente salvarnos de la
muerte”.
Pablo escribe:
Efesios, 6:16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar
todos los dardos de fuego del maligno.
Un escudo desvía cualquier ataque. Satanás siempre nos está arrojando sus
ardientes dardos de miedo, duda y preocupación, pero la única vez que pueden
alcanzarnos es cuando bajamos nuestro escudo de la fe, es decir, cuando
dejamos de creer que Dios tiene el control, en lugar de pensar que es Dios, en
realidad, el que está permitiendo que las cosas sucedan por nuestro bien, que
sea cual sea el resultado, siempre es para mejor, aunque, en lo inmediato, no
parezca ser así.
Mateo, 14:28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que
yo vaya a ti sobre las aguas. 14:29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la
barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 14:30 Pero al ver el fuerte
viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor,
sálvame! 14:31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le
dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?.
El ejército romano poseía una táctica muy efectiva y original en el uso de sus
escudos. Cuando los enemigos lanzaban flechas u otro tipo de proyectiles, los
soldados cerraban filas en formación rectangular, llamada testudo o “tortuga”:
aquellos que estaban en los bordes de la formación usaban sus escudos para
crear una muralla alrededor. Quienes se encontraban en el medio sostenían
sus escudos sobre sus cabezas, y de esta manera protegían a todo el grupo de
los misiles aéreos. El resultado era un formidable tanque humano, que solo
podía ser detenido mediante un tremendo esfuerzo.
“Las autoridades dijeron que esta muerte pudo haberse evitado. El 18 de junio,
en el Parque de Patinaje Ranney, Paul Maxim, que no tenía puesto un casco,
sufrió una fractura craneana y otras lesiones que posteriormente le provocaron
la muerte”.
“Un simple casco le hubiera salvado la vida”, declaró Steve Mazurek, vocero
del departamento de bomberos de Lansing.
“Savannah Haworth, de solo 11 años, fue atropellada. El auto pasó por sobre
su brazo y parte de su casco; sin embargo, solo resultó con lesiones leves en
su brazo y su cara. Sus padres dicen que ella habría muerto si no hubiera sido
por el casco, y urgen a todos los ciclistas a que usen un casco”.
Tomando el yelmo
Isaías, 59:17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de
salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de
celo como de manto,
El yelmo romano, al igual que los cascos modernos, protegía la cabeza de los
golpes. En el caso del yelmo romano, protegía a su usuario del enemigo. Cierta
evidencia histórica sugiere que los romanos tenían yelmos ceremoniales
especiales, que se usaban en los desfiles e indicaban rango y posición.
¿Cuál es la relación entre la salvación y el yelmo?
1 Tesalonicenses, 5:8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios,
habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de
salvación como yelmo.
1 Pedro, 5:8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como
león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 5:9 al cual resistid
firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo.
Romanos, 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente
no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse.
Entendemos que no importa lo que nos pase ahora, ni las pruebas que
enfrentemos, porque tenemos la certeza de que al final del camino nos espera
el Reino de Dios y toda una eternidad bajo su gobierno perfecto.
LA ESPADA DEL ESPIRITU
La espada es el único elemento mencionado por Pablo que sirve para atacar.
De hecho, si todo el resto de nuestra armadura se encuentra en perfectas
condiciones, pero no tenemos espada, nos convertimos simplemente en un
blanco móvil muy bien protegido.
La espada romana, o gladius, llegó a ser conocida como “la espada que
conquistó al mundo”. Adaptada de un diseño español, sus características en el
combate cuerpo a cuerpo la convirtieron en un arma muy temida en la mano de
un hábil soldado romano. Su hoja de doble filo causaba estragos entre los
enemigos desprotegidos y su punta cónica podía atravesar incluso armaduras
de metal.
La Palabra de Dios es como una fuente de luz: nos ilumina, revelando lo bueno
y lo malo, la sabiduría y la ignorancia. Es una herramienta insuperable para que
aprendamos a llevar la mejor vida posible, sin tropezar en la oscuridad.
Juan, 17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Oseas, 4:6 Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto
desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la
ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
Lucas, 11:28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios,
y la guardan.
Hebreos, 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que
toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.
2 Corintios, 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 10:5 derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
Mateo, 4:4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Mateo, 4:7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
Mateo, 4:10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Santiago, 1:2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en
diversas pruebas, 1:3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce
paciencia. 1:4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Si nos detenemos a pensar, nos daremos cuenta de que sin pruebas no hay
crecimiento, y sin crecimiento no podremos entrar al Reino de Dios. Por lo
tanto, aunque las pruebas sean difíciles, son esenciales en nuestra vida como
cristianos. Después de todo, promesas como las de Apocalipsis 2:7 (Al que
venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso
de Dios), son dadas “al que venciere” y (ya sabemos) no hay vencedor sin
lucha.