El acuerdo busca dar cobertura a tres derechos. Esto incluye el derecho del público de
tener acceso a la información ambiental y la obligación de las partes de mantener
sistemas actualizados para entregarla, que estén disponibles de forma progresiva. El
segundo, es el de la participación pública de los procesos de toma de decisiones
ambientales, que garantiza mecanismos de participación en proyectos que puedan tener
impacto negativo sobre el medio ambiente. Eso incluye participación ciudadana directa y
temprana, 18 meses antes de que las empresas presentes sus estudios de impacto
ambiental. Por último, se consagra el acceso a la justicia ambiental, que se refiere al
acceso a instancias judiciales y administrativas para impugnar y recurrir decisiones u
omisiones que puedan afectar el ambiente. Además, establece medidas de protección
para los defensores medioambientales y compromete a los países a desarrollarlas.
Adicionalmente, los países signatarios serán supervisados por la Cepal, a quien deben
emitir informes. Todo lo estipulado en el tratado sería convertido en ley vigente en Chile
luego de firmar la normativa y que esta fuera ratificada por el Congreso Nacional.
Influencia en Chile
La República de Chile fue uno de los Estados más involucrados durante el proceso de
redacción y negociación de este acuerdo, el cual se inició en Santiago durante el año
2014. La delegación chilena fue, junto a Costa Rica, copresidenta de la mesa directiva
que lideró el proceso de negociación (compuesta también por las delegaciones de
Argentina, México, Perú, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago).
Sin embargo, Chile decidió no participar de la firma inicial del Acuerdo. Carolina
Schmidt, ministra del Medio Ambiente, anunció un par de días previo a la ceremonia que
el país pospondría su firma debido a una resolución del Ministerio de Relaciones
Exteriores de dicho país, "se está estudiando los mecanismos de reclamación
internacional que tienen efecto a otros países".
Tendría como fin revisar con mayor detenimiento la posibilidad de que se presenten
demandas ante la Corte Internacional de Justicia en el marco del Pacto de Bogotá. Este
hecho se dio pocos días antes de que la misma corte anunciara el fallo de la demanda
presentada por Bolivia contra Chile respecto a la negociación de una salida al mar.
Sin embargo, la vocera de Gobierno aclaró que actualmente “Chile cuenta y cumple
con los aspectos sustantivos que el propio pacto señala en materia de transparencia,
en materia de los tribunales ambientales que hoy día existen, en materia de los
mecanismos de participación ciudadana, que son múltiples y no solamente radicados
en aspectos medioambientales sino también en otros”.