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Pacto de Escazú

Es un documento de carácter ambiental redactado el 5 de mayo del 2015 hasta el 4 de


marzo del 2018.

El Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el


Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, más conocido
como Acuerdo de Escazú, es un tratado internacional firmado por 14 países de América
Latina y el Caribe respecto a protocolos para la protección del medio ambiente.
El acuerdo se origina como resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Desarrollo Sostenible, realizada en 2012, y la Decisión de Santiago adoptada en 2014 por
24 países. Desde ese momento se realizó un proceso de negociación entre los 24 países
interesados, a través de una comisión copresidida por las delegaciones de Chile y Costa
Rica. Tras cuatro años de negociaciones, el Acuerdo Regional fue adoptado el 4 de marzo
de 2018 en la ciudad costarricense de Escazú.
Este acuerdo fue el primero realizado por la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (Cepal), una agencia de la Organización de las Naciones Unidas. El acuerdo fue
firmado finalmente por 14 países el 27 de septiembre de 2018 en el marco de la reunión
anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y está a la espera del proceso de
ratificación respectivo por cada Estado firmante.
Su principal función:
“Garantizar la implementación plena y efectiva en América Latina y el Caribe de los derechos de
acceso a la información ambiental, participación pública en los procesos de toma de decisiones
ambientales y acceso a la justicia en asuntos ambientales, así como la creación y el fortalecimiento
de las capacidades y la cooperación, contribuyendo a la protección del derecho de cada persona,
de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un medio ambiente sano y al desarrollo
sostenible.”

El acuerdo busca dar cobertura a tres derechos. Esto incluye el derecho del público de
tener acceso a la información ambiental y la obligación de las partes de mantener
sistemas actualizados para entregarla, que estén disponibles de forma progresiva. El
segundo, es el de la participación pública de los procesos de toma de decisiones
ambientales, que garantiza mecanismos de participación en proyectos que puedan tener
impacto negativo sobre el medio ambiente. Eso incluye participación ciudadana directa y
temprana, 18 meses antes de que las empresas presentes sus estudios de impacto
ambiental. Por último, se consagra el acceso a la justicia ambiental, que se refiere al
acceso a instancias judiciales y administrativas para impugnar y recurrir decisiones u
omisiones que puedan afectar el ambiente. Además, establece medidas de protección
para los defensores medioambientales y compromete a los países a desarrollarlas.
Adicionalmente, los países signatarios serán supervisados por la Cepal, a quien deben
emitir informes. Todo lo estipulado en el tratado sería convertido en ley vigente en Chile
luego de firmar la normativa y que esta fuera ratificada por el Congreso Nacional.
Influencia en Chile

La República de Chile fue uno de los Estados más involucrados durante el proceso de
redacción y negociación de este acuerdo, el cual se inició en Santiago durante el año
2014. La delegación chilena fue, junto a Costa Rica, copresidenta de la mesa directiva
que lideró el proceso de negociación (compuesta también por las delegaciones de
Argentina, México, Perú, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago).

Sin embargo, Chile decidió no participar de la firma inicial del Acuerdo. Carolina
Schmidt, ministra del Medio Ambiente, anunció un par de días previo a la ceremonia que
el país pospondría su firma debido a una resolución del Ministerio de Relaciones
Exteriores de dicho país, "se está estudiando los mecanismos de reclamación
internacional que tienen efecto a otros países".

Tendría como fin revisar con mayor detenimiento la posibilidad de que se presenten
demandas ante la Corte Internacional de Justicia en el marco del Pacto de Bogotá. Este
hecho se dio pocos días antes de que la misma corte anunciara el fallo de la demanda
presentada por Bolivia contra Chile respecto a la negociación de una salida al mar.

Sin embargo, la vocera de Gobierno aclaró que actualmente “Chile cuenta y cumple
con los aspectos sustantivos que el propio pacto señala en materia de transparencia,
en materia de los tribunales ambientales que hoy día existen, en materia de los
mecanismos de participación ciudadana, que son múltiples y no solamente radicados
en aspectos medioambientales sino también en otros”.

De acuerdo a lo publicado, Pérez aclaró que no firmar durante la Asamblea de


Naciones Unidas no inhabilita al país de hacerlo con posterioridad. “Tiene una
duración de más tiempo para poder finalmente dar cuenta de la suscripción de este
pacto”, agregó.

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