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ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO EN EL SIGLO XX
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PRIMERA PARTE: SE, CREO
NIHIL OBSTAT
Dr. Ramón Canut Benet, censor
Profesor de Teología Dogmática

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¿ CIENCIA LA TEOLOGIA?
M. R. P.- CHENU o. p.

BIPRIMATUR
í Ramón, Obispo de Urgel
Seo de Urge], 27 de agosto de 1959

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La ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO EN EL SIGLO XX


«YO SÉ-YO CREO» reúne el más selecto grupo de escritores
especializados, bajo la dirección de daniel - rops,
de la Academia Francesa.
Título de la obra.ori^nal:
LA THÉOLOGIE ESTRELLE UNE SCIENCE?

Versión española PROLOGO


de
ÁNGEL CALDAS, Pbro.
Algunos tal vez se sorprendan al ver que esta colección, desti
nada a presentar al gran público el contenido de la fe cristiana
en sus principales objetos y en sú Listona, viene encabezada por
un volumen que, de buenas a primeras, plantea el siguiente
problema: ¿Es ciencia la Teología? Problema técnico cierta
mente, problema incluso de escuela, y de hecho discutido por
los teólogos en sus debates profesionales. Pero a nosotros, sim
ples creyentes, nos falta competencia y gusto para meternos en
estas controversias de especialistas, y más bien, tememos que la
mirada de nuestra fe se véa empañada por la influencia indiscreta
de Semejante curiosidad racional. A la postre, el introducir así,
en nuestra docilidad reverente y entusiasta, objetos y métodos"
Depósito legal, B. 11667. —1959
que la razón, llamada científica, habrá elaborado partiendo de la
Palabra de Dios, ¿no equivaldría a contaminar esta misma Pa
labra en su revelación? La shnplicidad del Evangelio es la señal
misma de su divina trascendencia.
Aquí radica precismente el problema, el cual, incluso hoy
en día, no es simplemente asunto de escuela o de iniciado: es el
apetito de los fieles el que lo plantea, en una espontaneidad vital,
EDITORIAL CASAL I VALL-ANDORRA, 1959 que representa, por encima de toda búsqueda técnica, una señal
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS de buena salud. De hecho, en la coyuntura actual no existe indi
cio más estimable del equilibrio espiritual del pueblo cristiano
PRÓLOGO
8 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

que este afán "de cultura teológica, como lo atestiguan, entre


otros, la publicación y el éxito de hútiatton fhéologiqiie (París, ^ ^

1953-1954, 4 vols.). El movimiento bíblico, el movimiento litúr


gico, el movimiento misional, las aspiraciones ecuménicas y el «Yo creo lo que dice mi párroco.» Tiempo hubo en que uno
renacimiento pastoral, son resurgimientos cristianos de primera se atribuía esta regla de fe con cierta complacencia, y con un
magnitud: hubiera podido suceder que, ligados a su objeto y deje de bravata bonachona que hacía suya incluso un hombre
arrastrados por su'fervor, se hubieran cerrado sobre si mismos. de la personalidad de Claudel. Una cierta simplicidad de la fe,
Esto hubiera representado el desequilibrio, sino de los individuos, dentro de una obediencia infantil, confiere a este aserto la parte
al menos de la comunidad eclesial. Es admirable ver cómo esta de verdad que expresa. Pero si uno se descuida, esta simplicidad
curiosidad orgánica de la fe que los teólogos tienen el agradable se convierte pronto en simplismo, esta autoridad en clericalismo
deber de saciar, se desarrolla en el seno de estos resurgimientos, y esta docilidad de los hijos de Dios en infantilismo. La «fe del
sin merma alguna para ellos. A este alto saber la colección-«yo carbonero» puede ser buena para el carbonero, para un carbo
sé - Yo creo querría, modestamente, dar satisfacción. nero del antiguo régimen: ciertamente, no sirve para un hombre
Incluso el llamado gran público va a la caza de los teólogos de 1950, enfrentado a un mundo en el que es preciso ser adulto
para sonsacar sus opiniones acerca de los grandes temas de no sólo para ganarse la vida, sino para creer. Una fe adulta está
actualidad. Sus pareceres se cotizan, se utilizan apasionadamen «equipada» con teología, en una inteligencia interna de la Pa
te, indiscretamente. No es solamente el asunto de los sacerdotes- labra de Dios, que constituye el homenaje más bello que un ser
obreros el que los constituye en vedettes de Varis-Match- o de humano pueda rendir a este Dios que le habla.
France-Soir. Es también el drama del norte de África. Y si dichos Puede haber, en la lectura del Evangelio, un cierto simplismo
teólogos eluden opciones concretas, el público, que rechaza esta que, bajo su encanto, oculta una restricción inconsciente y torpe
forma de clericalismo intelectual, exige de ellos una intervención de la verdad humana encerrada en el diálogo que Dios precisa
más activa o bien los coloca entre los «intelectuales» incorregi mente mantiene con la humanidad desde Abraham, el padre de
bles. Incluso los asuntos internos de la Iglesia — recuérdese la los creyentes, y sobre todo en Cristo, el Hijo de Dios encarnado.
controversia sobre el catecismo progresivo—, en los cuales in- La encarnación de esta Palabra sigue su ruta en mi espíritu: éste,
te^ienen con derecho plenamente propio, provocan la simpática bajo la luz de la fe se dispone a hablar la Palabra de Dios. El
curiosidad-de la gran prensa: Después de varios siglos de dis- impacto que ésta produce en mí, aun siendo una gracia infinita
tanciamiento, ¿el teólogo no volverá, por fin, a encontrarse con mente gratuita, no queda por esto amortiguado: penetra al con
el hombre de la calle? trario todas las fibras de mi inteligencia, y me estimula para cons
truir en mí, según las estructuras racionales de esta inteligencia,
los elementos de esta Palabra. Ciertamente, semejante trabajo
tendrá sus leyes propias, que no se reducirán a lo que el lenguaje
10 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

corriente califica de ciencia: es nuestro intento el afirmarlo aquí;


pero ya empezamos por comprobar la seriedad religiosa de se
mejante labor en sus diferentes grados.
En uno de estos grados nos encontramos con la cuestión téc
nica de una Teología-Ciencia, cuestión incluida en el plantea
miento general del problema de esta inteligencia de la fe. Pero CAPÍTULO PRIMERO
sobrepasaremos expresamente aquí, de acuerdo con la intención
de esta colección, el sector específico de una teología en la que
los profesionales organizan sistemáticamente sus proposiciones y EL PROBLEMA
elaboran sus conclusiones. De hecho, este trabajo técnico se sitúa
dentro de una elaboración más extensa, en la que, desde la lec
¿La teología es en realidad una ciencia? Digamos en segui
tura de la Escritura hasta el comportamiento de mi actividad,
da, para deshacer el equívoco inherente al vocablo, que no ,se
los múltiples recursos del espíritu están puestos en acción para
trata de la ciencia tal como hoy, en el vocabulario umversalmente
una mejor inteligencia del contenido de ía revelación bajo la luz
de la fe. Así, pues, Santo Tomás, después de los Padres, daba a reconocido se entiende, en sus objetos, en sus métodos y en su
constitución. Sin lugar a dudas, el primer rasgo de la civilización
lá Palabra — literalmente «doctrina sagrada» —su sen
tido completo, sin perjuicio de su función formalmente científica llamada moderna radica en el advenimiento de un tipo de saber
que, más allá del conocimiento empírico y más acá del conoci
Dentro de este equilibrio y de acuerdo con esta amplitud de
miras, querríamos contestar a la pregunta formulada, dando así, miento filosófico, incluye un análisis orgánico de experiencias
acerca de los fenómenos de la naturaleza, para después deducir
en buena lógica, un alimento a los cristianos de nuestro tiempo,
sus leyes, y luego descubrir las relaciones existentes entre estos
deseosos, dentro de su fe consciente, de hacer teología.
hechos y estas leyes, a fin de sacar conclusiones, en una teoría
cada vez más universal. En realidad, este progreso admirable
arranca, en Occidente, de las investigaciones empíricas y filosó
ficas de los pensadores griegos, quienes, desde entonces, dieron
al conocimiento del mundo y del hombre su estatuto fundamen
tal. La historia y el progreso de la ciencia demuestran la sinrazón
del positivismo que pretende reducir, en beneficio de la primacía
de la experiencia y de la función práctica de la ciencia, el pa
pel de la razón con su poder de invención y de síntesis.
El caso es que, sin perjuicio de la filosofía, la ciencia ha
adquirido vigor propio en -un grado de inteligibilidad de las co
1. Santo Tomás, Suma Teológica, Primera parte; cu. u. sas que comprende sus métodos, sus leyes y, como decía Meyer?
13
EL PRODLEMA
j2 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
descubierta y construida racionalmente en mi espíritu. Y si esta
son, su ontología natural. De ahí lo que se llama espíritu cien fuente del ser es reconocida como una persona, una persona
tífico, a veces lleno de apasionamiento excesivo, pero también de viviente, más aún. una persona cuyo amor ha creado, como una
verdadera grandeza, y que consiste en el control de todas las emanación, un ser a su imagen con la cual entra en comunión
proposiciones por la experiencia, en el valor objetivo de los cono de conocimiento y de amor, entonces me encuentro ante un mis
cimientos elaborados y controlados, en la crítica de los asenti terio insondable, de cuVa credibilidad tendré que asegurarme,
mientos, con técnicas seguras y eficaces para demostrar y verificar; es cierto, pero en cuya inteligencia mi espíritu podrá igualmente
constituido, en fin, en su aspecto más profundo, por la convicción solazarse. Conocimiento, sí, pero conocimiento que reside en el
de la inteligibilidad de lo real, dentro de una investigación racio interior de una adhesión de un orden completamente especial,
nal de sus relaciones y de sus leyes. Tales son los postulados ya que su objeto desborda infinitamente el campo de la razón
esenciales de este espíritu, incluso cuando son inconscientes. Ex- natural: este misterio de Dios sólo se alcanza por la fe. Yo
■ periencia y razón son, pues,los dos resortes de la ciencia. «creo» lo que Él me revela de sí mismo, en una participación de
Si bien realmente Dios es objeto de un saber humano no vida cuyo primer acto consiste en consentir a,la palabra que Él
puede ser cuesHón de tratar los objetos divinos de la teología me ha dirigido.
de acuerdo con esta curiosidad, esta investigación y estos mé Creencia y no ciencia. La oposición entre los dos términos es
todos de la ciencia tal y como acabamos de definirla. El prmcipio corriente y vale desde el momento que uno da a la palabra cien
mismo de esta ciencia excluye este procedimiento. Si un conoci cia el sentido que hemos expresado. Ciencia y creencia, en este
miento se constituye partiendo de la naturaleza y de las condi grado, no pueden coexistir. Jamás podré pasai; del uno al otro.
ciones de su objeto, es evidente que un conocimiento de la divi No ya imperialismo de una sobre lá otra — lo que sucedería si la
nidad, y más aún de un Dios que se revela al hombre en su ciencia pretendiese ser totalitaria, e igualmente la teología ,
propio misterio, es absolutamente irreductible a un conociimento pero sí búsqueda natural de objetos distintos dentro de dos órde
de los fenómenos de la naturaleza. Por otra parte-y la historia nes irreductibles. Yo puedo rechazar la existencia de Dios o ne
lo demuestra-, la negación de Dios se impone como conclusión gar su revelación: pero si existe, si se revela, no será más que
al que hace de esta ciencia el único modelo de la vida del es- dentro de un conocimiento «científico» en el sentido expresado
más arriba.
^-Pero si la razón humana no está encerrada en el descubri Por otra parte, una observación elemental comprueba la irre-
miento de los fenómenos de la naturaleza, si es capaz de alcanzar, ductibilidad de los caminos y de los medios propios de esos dos
por encima de su categoría empírica, su causa suprema, si, en la conocimientos. La creencia, que tiene por objeto el misterio el
raíz de su ser, percibe la necesidad de una fuente del ser mismo, misterio de Dios creador, más aún, el misterio de un Dios que se
entonces, cualquiera que sea la nomenclatura empleada, me en revela —, es un conocimiento definido y cualificado por una rela
contraré, en el campo de la inteligencia humana con un terreno ción al Ser trascendente, cuya aproximación y penetración son
supracientifico, que tendrá ciertamente sus leyes originales y sus sagradas. El acto religioso tiene una contextura totalmente dis-
métodos, pero que será objeto de verdad, de verdad para ser
EL PROBLEMA 15
14 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
Así, pues, no pocos consideran la teología, qu^ es conoci
tinta de la del acto de ciencia^ incluso del acto, de conocimiento miento organizado, estructurado, como una inoportuna conce
metafísico. Dimana de mi mismo ser, también como un acto de sión a,agesta curiosidad del espíritu que constituye la tentación,
inteligencia, pero con un compromiso, con un engagement, para aquí muy fuera de sitio, de la razón. Tal vez encuentre argumen
usar una expresión moderna, que me aprehende y me empuña tos dentro del misterio, conveniencias y armonías en este encuen
en el origen mismo de mi vida y de mi destino. Implica un don tro divino; pero comprometería mi fe en la medida en que me
más o menos consentido, en el que se mezcla un temor reveren adhiriese a estas razones; ya no sería pura, en su adhesión ingenua
cial ante la grandeza de este Ser, el sentimiento de que mi feli de amor. Grave impertinencia ésta, en el fondo, y en todos los
cidad se puede obtener únicamente en Él, y la convicción de que sentidos de la palabra.
Él es el único absoluto sobre el que se funda cualquier valor. En Por otra parte, los teólójgos, estos creyentes convertidos en
una palabra; al revés de la ciencia, la creencia — y, dentro de la profesores, han manifestado la gravedad de esta impertinencia.
creencia, la fe:cristiana — supone una interioridad que se opone Entre la simplicidad del Evangelio y la complicación de una
tanto a este objetivismo como a este racionalismo que constitu suma de teología, entre la contemplación piadosa del misterio y
yen, tal como hemos dicho, las condiciones críticas de la inves este arsenal de razones en pro y en contra, entre el insondable
tigación de la naturaleza. misterio de las conclusiones indefinidamente lejanas de estos
■ Entonces, ¿cómo podemos pensar que dentro de esta creen silogismos, entre la fraternidad de la fe y este lenguaje de espe
cia, dentro de este conocimiento sagrado y dentro de esta reve cialistas en el que la disputa hace trizas aquello mismo en que
lación de Dios, pueda existir una ciencia? comulgamos, ¿qué podemos encontrar de común? Esta «ciencia»
de la fe sólo puede ser heteróclita, molesta, y tal vez peligrosa.
Los teólogos, ¡ya tienen su sitio y que no se salgan de ahí!
Oposición a una ciencia teológica Esta manera de razonar ha sido muy usada. Periódicamente,
bajo esta forma expeditiva, o bien so capa de una oposición-
De hecho, esta incompatibilidad afecta intimamente al cris complaciente entre «místicos» y «especulativos», vuelve a reapa
tiano en la medida misma de la simplicidad de su fe. Por natu recer. Los maestros de espíritu, sin llegar ya a este exceso, dis
raleza, se resiste a introducir, tanto en su adhesión como en su tinguen, dentro de la fe más fiel, caminos distintos. San Buena
confianza, procedimientos de investigación que pertenecen a la ventura señalaba dos categorías de santos: los que, como, los
esfera de la razón. De acuerdo con la consigna evangélica, se Serafines, disolvían su vida en el amor, entre ellos su padre San
complace en mirar, como miraría un niño, ante su Padre del Francisco, y los que, a semejanza" de los Querubines, se entre
Cielo. Cuando se encontró con Cristo y ante la afirmación des gaban al ejercicio del conocimiento. Tal era su amigo, el domi
concertante de su divinidad encarnada, tal vez le haya exigido sus nico Tomás de Aquino.
credenciales; pero una vez ha consentido en su amor, ya no dis Más aún: los mismos teólogos, de los que estamos hablando,
cute más; simplemente lo «sigue». Se deja enseñar. Se entrega al no acaban de ponerse de acuerdo. Muchos de ellos, de reconocido
testimonio del Espíritu.
16 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? 17
EL PROBLEMA

prestigio, se han negado a atribuir a la teología la cualidad de


ciencia, o si lo hacen, no es más que con rectificaciones que re
ricas de la metáfora. Con esta lectura crítica de la Palabra de
Dios, usted ha hecho teología.
ducen su alcance.
En la lectura de las obras de Santa Teresa, usted encuentra,
^El problema, como se ve, incluye un escalonamiento de cues
además de motivos de fervor contemplativo, un determinado
tiones que va desde los elementos esenciales indiscutibles, hasta
concepto de la unión con Dios, de la estructuración de las virtu
las opciones, completamente libres en la Iglesia, aunque dignas
de una sólida convicción. No extrañemos, pues, que en el si-
des y de los progresos de la gracia. Y mientras usted se entu
guíente análisis, los matices sean la condición misma de sus
siasma con estos conceptos teresianos, la lectura de la Práctica
certidumbres.
de la perfección, del P. Rodríguez, carece pará usted de atracción
y de eficacia. Ciertamente, existe una diferencia entre estas dos
«espiritualidades». Ambas tienen mucha solera en la Iglesia. Por
Teólogos sin saberlo esto usted se ha abstenido de poner en duda su ortodoxia, pero
Hacer teología es algo que uno practica sin darse cuenta. Sí,
experimental y doctrinalmente, usted se inclina por Santa Teresa
y usted el primero, a pesar de estar bien pertrechado de una pura
y, como es costumbre decir, por su escuela. Usted ha hecho
teolo^a.
fe evangélica. Acaba usted de tomar parte en una asamblea euca-
Usted está enrolado en un grupo de Acción Católica, y su
rística; el altar del sacrificio estaba vuelto de cara al pueblo. Esta
actitud está -influenciada por una determinada actitud respecto a
innovación' litúrgica, fundada por otra parte en la tradición, le
la visión cristiana de la salv^ión del mundo. Y esto, no sola
ha sorprendido. Pero pronto ha comprendido el sentido de esta
actitud, e incluso la palabra «participar», que usted emplea
mente movido por su celo apostólico, sino por una percepción
característica de las condiciones de la gracia en Cristo: usted ha
' ahora en vez de «asistir a la misa», revela en usted una iníeli-.
redescubierto el misterio de la Encarnación; la humanidad de
genda del misterio sagrado que indica algo más que un simple
Cristo, dentro de la unidad de su ser divino, le afecta de un-
resurgir de su fervor. A través de esta inteligencia de la fe, usted,
hace teología.
modo especial a lo largo de su meditación y se complace en ali
mentar su fe con la idea del cuerpo místico de Cristo. De esta
Acaba usted de leer el Cantar de los Cantares, este librito
manera, incluso desconociendo las controversias antiguas sobre
admirable sobre los desposorios de Dios con la humanidad. El
la Encarnación, ignorando que los Padres antioquenos profesa
.realismo de las descripciones no lo ha estorbado. Usted ha com
prendido perfectamente que, en:el libro sagrado, el atribuir imá
ban especial afecto por la humanidad de Cristo, mientras los de
Alejandría contemplaban con mayor placer el Verbo en su uni
genes muy terrenas a la realidad de las costumbres divinas es
dad, usted ha seguido, inconsciente pero profundamente, una
algo completamente normal. Usted ha interpretado este pasaje
corriente de teología que ha gozado siempre en la Iglesia de
de acuerdo con las leyes del género literario que, en el caso de
autenticidad, y que tiene la virtud de equilibrar, por vías distin
la parábola, utiliza la comparación, no convirtiendo en alegoría
tas, los datos complejos del misterio de la Encarnación.
cada uno de sus detalles, sino empleando las aplicaciones gené-
Usted quiere enfrentarse con el problema del cristiano en el
EL PROBLEMA 19
18 ¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?
Tal vez esté usted comprometido en los problemas de orga
mundo. Llevado por el afán de dar testimonio en favor de la
nización del trabajo, preocupado por la emancipación económica
justicia y del amor fraterno, se encuentra con el fenómeno social
y política de los pueblos subdesarrollados, destrozado por la
de la apropiación de los bienes materiales por parte de los indi
ambigüedad de los nacionalismos. Entonces, solidario, quiéralo
viduos, fenómeno de un derecho completamente natural, pero
o no, de los no cristianos en las necesidades y en las esperanzas
pronto amenazado por excesos odiosos, y más aún, puesto en
del mundo, reconocerá entre los ateos la presencia de justos des
tela de juicio, en sus formas concretas, por las estructuras de una
cubrimientos de nuevos valores terrenos, y se encontrará perplejo
nueva sociedad en la que la distribución de bienes, si quiere efec sobre los contactos que se puedan consentir y sobre las institu
tuarse con justicia y con amor, debe hacerse a través de las
ciones en las que se pueda colaborar, muy consciente de la irre
intervenciones de los poderes establecidos,.profesionales o polí
ductible separación del cristiano en el mundo y, ar mismo tiempo,
ticos. Esta situación le ha conducido a reflexionar sobre la razón
muy convencido, dentro de su fe, de ser el fermento evangélico
de ser de la propiedad privada, sea que la considere como un
echado en la masa. Entonces, ¿qué hay que hacer? ¿Qué hay que
medio para cada persona de poseer su espacio vital económico, hacer en principio y qué hay qua hacer de hecho? Escuchad esta
sea que usted vea en ella el procedimiento menos ineñcaz' para lección de teología, dada aquí por el Papa Pío XH- en persona,
realizar, de una forma concreta y a través de su distribución, el
en un discurso, en el que usted encontrará la doble luz de una
destino colectivo de las riquezas destinadas al bien común de
enseñanza autorizada del magisterio y un análisis teológico de la
la humanidad. Al enfrentarse con este grave problema, usted
condición humana dentro de un mundo en progreso, una teología,
hará teología, e incluso escogerá entre dos teologías de la pro
digamos, de la naturaleza y de la gi'acia. «....¿Equivale esto a
piedad.
decir que no se puede colaborar, para bien de la comunidad
Los descubrimientos petrolíferos del Sahara mantienen en
mundial, en las instituciones donde Dios no está reconocido
vilo toda una campana de Prensa; el público, en medio de las expresamente como autor y legislador del universo? Interesa aquí
sombrías perspectivas de la economía francesa, se vuelca sobre
distinguir los niveles de cooperación. El cristiano, sin olvidarsCi
esta oportunidad; en una mañana se suscriben cerca de cinco mil en efecto, de que su fin último está en contribuir a la salvación
millones; una compañía efectúa un aumento de capital de catorce
eterna de sus hermanos, recordará que el advenimiento del reino
mil millones, etc. El Estado, con su economía precaria, estudia
de Dios en los corazones y en las instituciones sociales requiere
la posibilidad de vender sus participaciones a los particulares, muy a menudo un mínimo de desarrollo humano, exigencia de la
«desnacionalizar» las sociedades explotadoras. Un diputado cris
simple razón, a la cual normalmente todo hombre se somete,
tiano, ¿deberá votar, en contra de los socialistas, una ley que
incluso si no posee la gracia de la fe,... El cristiano estará, pues,
entrega el control de semejantes riquezas a unos potentes grupos
dispuesto a trabajar para aliviar todas las miserias materiales y
financieros? ¿Acaso la teología moral carece de luz y de impe
para el desarrollo universal de una enseñanza de,base. (Pío XU
rativo frente a un problema de una economía que sale de los hace alusión al programa cultural y educativo de la Unesco para
cauces de la casuística clásica, elaborada para resolver asuntos
los países infradesarroUados, que algunos rechazan a causa de
de pequeño artesano y aquilatar usuras de banquerucho?
i
21
EL PROBLEMA
20 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

SU neutralidad religiosa.) En una palabra: el cristiano estará dis •idiilto es el que, consciente de lo que lleva entre manos, refle
puesto a trabajar en todas las empresas que miren directamente xiona sobre su objeto, mide sus elementos, construye sus recursos,
ai mejoramiento de la situación de los pobres y de los deshere unifica su vida. El teólogo es un cristiano adulto que toma con
dados. En esto, estará seguro de cumplir con un deber de caridad ciencia de su carga, reflexiona sobre eUa, mide el contemdo
colectiva y de preparar el acceso de un mayor número de hom- complejo de su fe, lo construye y lo Unifica.
. bres a una vida personal digna de este nombre... Ya que la sola
razón es bastante para establecer las bases del derecho de gen-- t.j Las objeciones
teS'.., Por lo cual, la cooperación de los católicos es deseable en No queremos minimizar ni. disimular los límites de esta inves
todas aquellas instituciones que respeten, teórica y prácticamente, tigación o-más bien desconocer las condiciones psicológicas, epis
los datos de las leyes naturales»
, La devoción que usted profesa a la Virgen me parece, justa temológicas, espirituales y místicas de una semejante operación
mente, una prueba de la verdad de su fe en la economía de la racional dentro de la fe. Pensar en mi fe, construir en mí la Pa
Encarnación. Instintivamente, usted intenta Uegar a un equlHbrio labra de Dios, encarnar su luz en la trama de mi inteligencia:
sólido, fundamentando esta fe tan llena de delicadeza, sea para
hermoso riesgo, como decía Platón de la contemplación de Dios.
comprender las gracias de esta mujer, .sea para medir sus privi -V I-a primera objeción será la de Santo Tomás, quien, al revés
legios. Y resulta que usted, no por haberlo comprobado, sino de algunos, aplica expresamente a la teología la cualidad de
por el hecho de trabajar en la construcción de su fe, comprende ciencia. Los.misterios de Dios, en su vida propia primero e in
que la última palabra de estas gracias y la medida de estos pri cluso en sus designios, son inaccesibles fuera de la luz mfusa
vilegios radica en la maternidad divina. Usted se beneficia así de la fe; introducir en esta luz un proceso racional, de por sí
de la teología, la cual, desde hacq varios lustros, ha progresad^ heterogéneo, es, por lo menos, perturbar la comunión divina gra
_ no poco incluso en el dogma de la Virgen. tuita y, como dice el objetor de Santo Tomás, San Buenaventura,
Y así sucesivamente.. Los casos son innumei'ables. Cierta mezclar el vino puro del conocimiento de Dios con el agua de
mente. no se ha hecho usted discípulo de una escuela teológica, mis raciocinios humanos, ' ^^
cosa qué seguramente, usted no necesita, pero que debe usted En efecto, no existe, continúa el objetor, una medida común
reconocerlo —puede ser exigido-para obtener un conocimiento entre las diversas operaciones de la ciencia — análisis, definicio
■más orgánico de todos estos elementos de la fe, dentro de una nes, demostraciones —y la luz Uascendente del misterio. Dios,
sociedad que custodia su sagrado depósito. Usted hace teología «Océano sin riberas de la substancia infinita» (bellísima expresión
conío el señor Jourdain, que, sin saberlo, hablaba en prosa. Más de San Juan Damasceno, siglo vii), no puede entrar evidente
,1g valdík que lo supiera. Un hombre se convierte en adulto pre mente en una definición de «género próximo» y «diferencia espe
cisamente porque sabe lo que hace. Así también el cristiano. El cífica». Sus decisiones completamente libres, en la economía de
la salvación-—encarnación de su Hijo, circunstancias del anuncio
evangélico, pasión y muerte de Cristo, resurrección, venida del
1. Pío XH, alocución a la Asamblea de Pax Romana, abril de 1957.
22 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
EL PROBLEMA 23

Espíritu, fundación de una Iglesia, etc., e incluso «episodios»


minado imperativo sobre la sociedad. De hecho, la teolo^a se
notables como la Asunción corpórea de-María—, no pueden estar
sometidos a una demostración cuya validez se apoya sobre los ha extendido en «sistemas» teológicos que diversifican, no su
vínculos necesarios existentes en la naturaleza y las propiedades
ortodoxia, sino sus factores filosóficos; por otra parte, están acor
de las cosas. Los análisis, las distinciones y divisiones por medio des entre sí en que, cómo tales sistemas, no se distinguen por la
de las cuales se elaboran nuestros conceptos, no merman su uni ortodoxia o por la cualidad religiosa de su fe, sino precisamente
por su valor científico. Aceptémoslos como libres controversia
dad suprema; y solamente con profundas modificaciones le pode
entre profesionales, pero no como luz sobrenatural en marcha
mos atribuir nuestros conceptos. En el fondo de todas estas ope
raciones, estos dos componentes del espíritu científico que son el hacia la visión beatífica. Por otia parte, la experiencia pone en
gusto de lo racional y la búsqueda de la evidencia, se estrellan evidencia su relatividad con relación al dogma, partiendo de los
ante las epifanías, internas o externas, de Dios. supuestos filosóficos que los inspiraron. La abstracción aristoté
lica está engarzada con el sistema de Santo Tomás, mientras
De hecho, para quien observa los razonamientos de la teo
logía, se ve claro que evitan un rigor que estaría, en esta ocasión,
que San Buenaventura está completamente inspirado en la psi
cología platónica de Agustín. Y recientemente hemos visto cómo
fuera de lugar; se estructuran a base de semejanzas, sin dejar
la política de Maurras y más tarde la sociología de la Democra
de recordar los coeficientes de desemejanza y de indeterminación.
cia cristiana, utilizaban como fiador'al mismo tomismo, mientras
Ha sido siempre un ensueño el querer reducir la belleza de las
se espera que los «materialistas» aprueben su definición del hom
formas y de las armonías a simples ecuaciones; Platón mismo, con
bre por la unión consubstancial del alma y del cuerpo. No
ser un matemático, recurrió a los mitos para hablar del Bien y
agüemos el vino de la divina sabiduría, como decía San Buena
de su emanación creadora. Dejemos la ciencia a sus objetos, y la
ventura^.
fe a Dios.
Por otra parte, no es solamente el aparato de la ciencia el que
entraría en juego de esta forma, sino incluso su contenido mismo, Si ahora consideramos el problema desde el ángulo opuesto,
que penetraría subrepticiamente en el terreno de la fe. Se pon es decir, desde las exigencias de la ciencia, aparece claro cómo
dría en tela de juicio, por ejemplo, una noción del hombre para
analizar el funcionamiento de la gracia, o una teoría de la inteli
I. «Pésimo milagro, pessimum miraculum — dice Buenaventura—,
gencia, bajo pretexto de describir el mecanismo de la fe, o una se ha cambiado el vino en agua» (en úna serie de conferencias universi
visión del mundo y de su evolución, para definir la creación. tarias en París, año 1273, donde ataca, en algún punto, a Tomás de
Aquino); Collationes ín Hexameron, XIX, núms. 14-15.
Entonces, incongruentemente entraría en la revelación de Dios La alegoría era por otra parte corriente, por razón de su fuerza sig
un coeficiente de relatividad terrena, distinto según que mi filo nificativa; y los partidarios de un «sobrenaturalismo integrista, la usaban
mucho, como el célebre Gautier de Saint-Victor, el cual, en su época
sofía me brindara tal o cual concepto de causalidad, tal o cual (1180), cuando empieza la ciencia teológica, ataca violentamente «los
psicología de la libertad,-tal o cual teoría sobre la unión del cuatro laberintos de Francia» — es decir, los cuatro grandes teólogos que
entonces sentaban cátedra en París —acusados de beber al mismo tiem
alma y del cuerpo, tal o cual definición de felicidad o un deter- po en la copa de Cristo y en la de los demonios, de los filósofos des
creídos.
EL PROBLEMA 25

24 ¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?


lo mismo debe afirmarse de la teolo^a que proviene de un acto
un conocimiento que tiene su origen y su regla en una fe, es de de fe. Semejante comunión fundamenta su certeza y su contenido
cir fuera de toda evidencia, incluso si razona luego coriectamen sobre un testimonio, testimonio del Espíritu Santo, en último
te 'sobre un objeto, no puede tener la cualidad de ciencia, ya que término, comunicado por y dentro de los testimonios auténticos
una ciencia se construye a base de proposiciones claras y eviden y autenticados de los profetas, luego de la Iglesia con misión
tes. «Creer» en la palabra de alguien, incluso de Dios, pertenece expresa de Cristo. Ahora bien, el testimonio se fundamenta en
a otro orden de cosas, a un orden que contiene sus certezas, d una confianza personal, subjetiva, en la que las razones sólo
acuerdo con la personalidad del que habla y de la confianza que pueden proponerse en el interior de una comunión que decide de
yo le debo; pero a causa misma de este coeficiente Personal, es- su valor. Es lo que se llama «credibilidad», apoyada no sola
mmos fuera de la objetividad de la ciencia, fundamentada toda mente en garantías externas (como el milagro), que es la garan
ella sobre las relaciones descubiertas en la naturalpa de las co- tía de la Palabra de Dios, sino en la calidad interna de Aquel
■sas. independientemente de mis confianzas y de mis afectos. que habla. El teólogo" está pendiente, por entero, del testimonio
Así pues en la comunión con Dios que se revela, la fe está de Dios, afectuosamente y según todo su contenido, dentro de la
hecha¡base de: autoridad. San Pablo habla de la obediencia de verdad. Es éste un camino que no sigue el sabio como tal.
ia fe (Romanos. 1. 5). Pero este apremio interior no tiene nada De allí resulta que el acto de fe es libre. Incluso es ésta su
que ver con el que ejercen sobre mi razón las evidencias, prima cualidad principal, si bien es cierto que está a la base de una
rias o secundarias, de la ciencia. Éstas fuerzan mi mtehgencia, comunión de persona a persona, más allá de todo constreñi
incluso a veces a pesar mío, mientras que mi docilidad a la auto miento intelectual o moral. El teólogo, como creyente, estará
ridad de la Verdad primera constituye en mi una virtud, en la lleno de esta elección inicial, irreductible a cualquier motivo de
que mi voluntad determina mi asentimiento, endulzado a su vez credibilidad «externa», ya que el milagro, o una señal cualquiera
por la confianza de mi amor. Autoridad y razón no pueden co de Dios, no es la razón interna de mi asentimiento, sino el mis
existir: una. pierde lo que la otra gana. La docUidad afectuosa terio en sí mismo, dentro de la Palabra de Dios.
del creyente está en los antípodas de la exigencia racional del El acceso a la fe, su progreso y su plenitud, toman un carác
ter de «iniciación», de penetración mística que un simple adoc
sabio. Verdad por ambos lados, es cierto. Pero una nos llega
como de propina: la otra, en cambio, es fruto de una conquista, trinamiento no puede satisfacer. De hecho, no se transmite como
en una búsqueda cada vez más exigente. Ambas perderían al una ciencia, de la misma manera que se enseña un teorema de
confundirse. geometría o una fórmula de electrónica. Lo que nos trae la Igle
sia de Cristo es un «mensaje».. Sabemos perfectamente que un
catecismo sin catequesis, para emplear el sugestivo juego de pala
bras hoy en boga, traiciona las leyes de transmisión de la fe.
"^Tercera objeción, por fin. La fe, decíamos, no puede existir Digamos que, a más de ser ésta una mala pedagogía, es también
ni definirse, en su adhesión y luego en su contextura, sm el coefl- una mala teología.
Cíente decisivo de una voluntad, de un amor; y, por derivación.
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? EL PROBLEMA 27

Vale la pena tomar en serio estas objeciones: están sacadas, Primeramente, y de un modo elemental, este objeto divino
en efecto, del meollo mismo del problema, de la naturaleza de sólo existe para el hombre dentro de una revelación, dentro de
la fe y de la naturaleza de la ciencia. Sirven para dar su formu un descubrimiento, donde Dios se dice á sí mismo: «lo que Dios
lación técnica y todo su sentido a la repugnancia Instintiva que sólo conoce de sí mismo, y que nos ba comunicado por revela
hemos señalado más arriba, con expresiones más o menos fuertes ción», precisa Santo Tomás iSumci Teólógicci, 1.^ parte, cu. 1,
y que experimenta desde el simple fiel hasta el mismo teólogo art. 6). Es éste un dato que incluso no puedo imaginarme fuera
¿Cómo puede la teología, que es Inteligencia de la fe, ser al de este magisterio divino, determinado y ejercido dentro de su
mismo tiempo una ciencia? Iglesia. Recibir estos objetos de fe, hacer, por así decirlo, su in
ventario, es el primer acto del teólogo. Estos «artículos ,de fe»
¿no son, por ventura, los principios4e su saber?
Teología y fe Adentrándonos más en la fe, veo que me es necesaria para
levantar mi inteligencia al nivel de este., objeto que, por. natura
En ¡ualquler hipótesis-y en el hecho de apoyarse sobre leza, le resulta impenetrable: solamente a este nivel— comunión
esta afirmación estriba la fuerza de las objeciones-la cienma con el pensamiento de Dios —una teolo^a (theo-logia) es no
teológica sólo puede nacer y- construirse dentro de la fe. ¿fc sólo normal, sino incluso posible. En el conocimiento de Dios,
posible una teología sin fe? Algunos Intentaron imaginar un tal como en todos los conocimientos, el objeto conocido no está en
saber. Lo que nosotros vemos ahí es tan sólo una lamentable nosotros como una materia introducida tal cual es, como una
Infiltración, en la metodología teológica, del racionaüsmo que piedra en un organismo; conocer es convertirse en oti'o. Realismo
en el siglo xvni, en el tiempo del «progreso de las luces», exaltó de una homogeneidad (los medievales decían continuitas, conti-
como tipo único de conocimiento el conocimiento racional según matio, traduciendo el lenguaje y la inspiración dél gran Dioni
las estructuras de la Investigación científica (en el sentido mo sio) la cual resulta ser aquí, evidentemente, el efecto de una
derno). A esta Infiltración se añadía además cierto concepto de gracia gratuita. El teólogo piensa y actúa en el interior de esta
la fe misma, reducido a una simple modalidad sobrenatural de divina homogeneidad.
la creencia común. Desde entonces los mismos teólogos han re Una vez sentados los datos de la revelación, un no creyente,
accionado contra esta definición unívoca de la mteligencia, y han sometiéndolos a análisis, a definiciones, a deducciones, ¿llegaría
rehabilitado. Incluso en su terreno, los valores de la creencia a hacer teolo^a? Si, por ejemplo, partiendo del hecho verdadero
del testimonio como caminos aptos para alcanzar ciertas reali de la humanidad de Cristo, demuestra en él la existencia de una
dades humanas. En todo caso, rechazamos una semejante con ciencia humana al lado de su ciencia divina, ¿su razonamiento
taminación del saber teológico por la mentalidad científica. Inde tendrá algún valor? Materialmente sí, pero en la ordenación de
pendientemente de las cualidades que se le quieran atribuir, la las proposiciones, en los términos medios de esta dialéctica, la
teología puede tener sentido y contenido solamente dentro y bajo luz interior que produce la inteligencia real del hecho analizado,
la luz de la fe. no circulará. A esto equivaldría también una lectura meramente
29
EL PROBLEMA
2g ¿ES CIENCIA lA TEOLOGÍA?
critica de los textos de la Escritura,-Palabra de
In .-mim oue se hace es escarbar su corteza (San Gregorio), i^n
Teología y Teodicea

Antes -de observar las condiciones y la extensión de este iiri-


SSS.^.i <i- p««i- » \r-t pulso, podemos ya desde ahora, con esta sola definición nomi
nal, precisar lo que es la teología con relación a lo que, desde
Liebniz y más allá de su sistema, se viene llamando una teodicea.
La semejanza de estas palabras exige una aclaración. Existe en
principio, y ha existido de hecho, una búsqueda, un descubii-
miento y un conocimiento de Dios, al margen de la fe cristiana,
con las solas fuerzas de la razón. Los filósofos paganos no sólo
han esbozado este camino, sino que, algunos de ellos, como Pla
pierde la fe, pierde la teología, ^ conocí- tón y Plotino, han elaborado una verdad magnífica con una
En realidad, la teología es una participación_ en d «.noc irradiación innegable de vida contemplativa. El Banquete, la
miento de Dios a través de sí mismo, <<^dam VI Eneada, serán siempre unas obras maestras de dialéctica e
ns Scientia» (Santo Tomás, Suma Teológica l.v parte, cu. 1, incluso de conocimiento religioso de Dios. En estos maestros de
art 3 mp 2. Por consiguiente, si es una ciencia, no lo setó la antigüedad, como entre muchos filósofos modernos, sin hablar
pÍ; um Luación o por una reducción de la fe, com^;P^^ de los sabios de la India, encontramos no sólo unas vías de acce
Inoeo el creyente, a base de inteligencia, dominara el uusteri . so a la divinidad, unas «pruebas» dé la existencia de Dios, sí
Está bien que, en su afán, mi inteligencia creyente se arme d que también una alta filosofía cuya sabiduría ha sido siempre
técnicas-de penetración que organice sus curiosidades, que tenida en mucha estima por los cristianos. Por otra parte, la
aSe lo que por analogía, podríamos llamar un espíritu cien Iglesia ha declarado que, fuera de la revelación que Dios ha po
tífico; pero esta labor deberá realizarse siempre bajo el impul dido hacer de sí mismo, se puede llegar con certeza a su cono
permanente de luz infusa de la fe.. cimiento por medio de las cosas creadas, a través de la razón
humana. Desde la creación del mundo, en efecto, las invisibles
perfecciones de Dios se reflejan en los seres que ha creado, de
un modo .asequible a la inteligencia humana (Concilio del Vati
cano, sesión m. cap. 2). En realidad, este conocimiento conti
núa siendo, para la mayoría, un conocimiento difícil, lento, frá
"T^Ravcau, imroductiou a m.de de la ihéoloeie. París, 1926, gil y plagado de errores (ibíd,). La historia del espíritu humano.
página 141.
EL PROBLEMA 31
30 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
Él quien intenta entrar en relación con el hombre, en relación
en los grandes hombres como en los más insignificantes, pone de de persona a persona, y, por consiguiente, con su vida íntima
relieve este poder y este'fracaso. propia. Esta religión (re-ligión, re-ligación, vínculo), en cuanto
Este poder y este fracaso manifiestan claramente los caminos es un camino que va a Dios, lo es en un sentido dikmetralmente
y los rasgos de este conocimiento racional de Dios, tanto en su opuesto al de la teodicea antes mencionada: Dios se revela en
percepción más sencffla como en su elaboración metafísica («teo la teología de mi modo gratuito, y solamente dentro de esta «gra
dicea»). El espíritu trabaja partiendo de la realidad cósmica y cia» el hombre entra en esta comunión por un acto de fe.
humana; investiga las causas de esta realidad para comprender De ahí se sigue que la teodicea pertenece al orden"de la es
las mejor, y. más allá de estas cansas, que son objetos de vanas peculación (en el sentido noble de, la palabra). Parte, en efecto,
ciencias, busca la causa de las cansas, causa suprema que cons de las leyes y de los problemas de la naturaleza. En teología,
tituye la razón misma de existir de todo ser. Cualesquiera que en cambio, las iniciativas parten~de Dios y se realizan dentro de
sean los problemas epistemológicos, psicológicos y religiosos una historia; sus encuentros con los hombres se realizan en el
planteados por una dialéctica en la que el tránsito a lo trascen correr de los tiempos. La revelación judaico-cristiana no se pa
dente impüca el uso de la analogía (analogía entis), se trata siem rece en nada a un tratado de Platón o de Aristóteles: se escribe
pre de una búsqueda ascendente, cuya iniciativa está en manos dentro de una historia sagrada, la del «pueblo de Dios», y va
deí hombre y que él pone al servicio de su conocimiento del mun desde Abraham, padre de los creyentes, hasta un hecho luminoso
do de sí mismo y de su destino. Esto equivale a decir que Dios dentro de su misterio, que es el nacimiento de Cristo en Belén,
es aquí, por dos razones, el objeto de un conocimiento no gra «Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob» (Pascal), cuyos libres
tuito; en primer lugar, porque este conocimiento no procede de designios de amor son irreductibles a un sistema de necesidad
su iniciativa personal, y luego porque se la utUiza para fines lógica, como puede serlo, en último término,,la-meditación es
meramente terrenos de expHcación. En definitiva, se trata de peculativa de los atributos de Dios. Diferencia radical ésta que
una investigación científica de la naturaleza, la cual, a pesM de va a ejercer su influencia sobre la teología, no solamente en su"
alcanzar a Dios-el «Dios de los sabios y de los filósofos» (Pas- punto de partida, sino también a lo largo de su construcción, rea
cal) —, pertenece a una «física», en el sentida pleno de la pala- lizada sobre un dato revelado y dentro de la fe.
bra, como lo hacía notar ya San Agustín. Si, como sucede, en Por otra parte, el teólogo, con gran provecho, hará suyos los
esta ascensión metafísica se utilizan los resortes subjetivos de un valores racionales adquiridos por el metafísico en su teodicea:
conocimiento religioso, el enriquecimiento espiritual podrá llegar Agustín se nutre en las ideas de Plotinp y Santo Tomás utiliza a
a ser admirable; esto no obstante, 'el esquema y la cualriad obje Aristóteles. Hermoso trabajo éste "de la fe, que supone, para ser
tiva de esta «contemplación» continúa perteneciendo, incluso en valedero, una cierta homogeneidad de la fe y de la razón con la
el éxtasis de un Plotmo, al orden de la iniciativa y de la dialéctica distinción de las dos vías de conocimiento. Tendremos ocasión de
humanas. , , volver a insistir sobre este punto. Pero esta apropiación de valores
La teología, al contrario, procede de Dios, en el sentido mas racionales en nada la diferencia de principio, de método, de orden
estricto; digamos en el sentido más personal de la palabra. Es
33
EL PRODLEMA
22 ¿ES CIENCIA TEOLOGÍA?
objetivo, entre la revelación de Dios y la contemplación me pete, tanto más la teología, que es inteUgencia de la fe dentro de
la Palabra de Dios, será teología. Como hace un instante para la
sófica.
teodicea, no se trata aquí de una sutileza escolástica, sino de una
verdad de los objetos y de los métodos; cuanto más numerosas
y confiadas sean las relaciones entre las disciplinas del espíritu,
Estas diferencias entre la teología,„y lo que se ha "amad® h cuanto más necesarias sean, más deben afincarse y desarrollarse
«filosofía cristiana, continúan subsistiendo, aunque en unas con dentro de la autonomía de su luz propia, en beneficio de su uni
diciones muy distintas. Entiéndase por «filosofía crtótiana», dad trascendente y de nuestra propia unidad espiritual.
través de las controversias suscitadas por e^ta denominación,
ri el Setivo tiene trazas de absorber .el substantivo, una
filoLa, o las —■ clrrciión
Lme^wTd como sobre un clima ^
ciue la investigación fflosófica del hombre o del mundo, m
menos clemente, se ha hecho permeable a la luz de una
revelación de Dios. Situación racional delicada, q"®
embocar y a menudo lo ha hecho, en unos productos híbridos,
en los aúe la fe y la razón se destruyenmutuamente en unas co
cesÜs Me!; pero situación eficazmente verdadera, en prm-
cinio V dé hecho como la confirma la historia, mientras, en este
- !^e^tfo df^n y fe, los resortes dé la MAX. ,«>

autonomía allí mismo donde esté presente la luz de la segunaa.


SeaTo que fuere (cf. infra). se trata en definitiva de una filo- aula consult.

sofla)^ En ella, la razón es formalmente la regla d® • ColUMC'

tieacióii Y el motivo de los asentimientos, de acuerdo con


■ condición misma de los objetos estudiados;
las reaUdades de la naturaleza y no las presuntas palabras de
Dios. Cuanto más una filosofía cristiana es filosofía, como com-

1. Asimismo para la «filosofía do a sus


LA INTELIGENCIA DE LA FE 35

fe — dice Scheeben — se presenta como un comercio directo,


una unión íntima con la Palabra de Dios, y por lo tanto, con su
vida interior. Y como que esta Palabra interna no existía sola
mente en el momento de su manifestación, sino que subsiste, en
CAPITULO n cuanto palabra eterna de Dios, en un presente eterno, eleva
nuestro espíritu hasta la participación de su Verdad y de su
Vida, y en esta posesión la hace reposar» L
LA INTELIGENCIA DE LA FE Esta comunicación, dentro del misterio y la luz de la fe,
adquiere una densidad humana inaudita, desde el momento en
Quonicun rapimur amore indagandíe veri' que se centra, de un modo más preciso, sobre la iniciativa des
Porque nos arrebata el amor de la verdad concertante que Dios ha tomado, de realizar este diálogo según
que buscamos. ^ ^ . un plan — una «economía», dicen los Padres griegos—/cuyo
S. Agustín, encabezando su De Trmitate. eje lo constituye una encarnación: pára realizar esta comunión,
en efecto. Dios no nos ha hecho subir a su vera en un paraíso
Didácticamente, la fe se expresa en nosotros por una serie supraceleste, sino que es Él quien desciende bajo forma humana.
de proposiciones que constituyen lo que se llama un «símbolo»; Más, concretamente: el Padre, para realizar nuestra adopción
estos «artículos de fe» son enunciados auténticos, bajo forma divina, envía a su propio y único Hijo, en el que encontraremos,
humana, de la Palabra de Dios. Pero la fe no se reduce cierta como al alcance de la mano, una vida divina completamente
mente a una simple grabación conceptual y verbal de unas ver humanada. La comunión se realiza, valga la expresión, de hom
dades aceptadas pasivamente con una docilidad ciega. Dentro bre a hombre. A través del Hijo, Dios hombre nacido de mujer,
y a través de estos enunciados, estamos abocados a la realidad tenemos acceso al Padre. Es precisamente dentro de esta econo
substancial de Dios, comunicada a través de su palabra y de su mía que mi fe encuentra su objeto, que es Dios mismo. Verdad
gracia, con el cual entramos en comunión: participación viva en primera. Y ella también da a luz, en mí, a la teología.
el conocimiento que Dios tiene de sí mismo en su Verbo; la raíz Por lo tanto, es a través de dos caminos, perfectamente ho
de esta participación está en la complacencia amorosa que siente mogéneos, por otra parte, que se realiza esta encarnación-de
Dios al introducimos en su intimidad vital. «La fe —dice San
Pablo es la substancia de los bienes que esperamos, la prueba
de las realidades aún invisibles» (Carta a los Hebreos, XI) «La fe es «la prueba de las' realidades invisibles» porque es «la subs
tancia de los bienes que esperamos»: Esto es: el deseo de la felicidad,
juntamente con la puesta en marcha de su aparato afectivo que conecta
inicialmente con la posesión futura, es lo que determina la adhesión del
1. Comentemos este gran texto, denso y difícU. La fe es «la subs espíritu.
tancia de los bienes que esperamos», porque es «la prueba de las rcali Ver el comentario de Santo Tomás, en este lugar.
dad¿ SvisMes»: esto es. la convicción engendrada en el espn^^^ I. J. ScHEEBa>í, uno de los maestros del Renacimiento de la teolo
creyente (prueba) reaüza en él el pnmer esbozo (substancia) de la bea gía en Alemania en el siglo xix, en su Dogmatik, I, 40, n.? 681.
titud esperada.
LA INTELIGENCIA DE LA FE 37

¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


Este apetito del sujeto, por otra parte ha sido despertado por
D,„ «..«.iín d.1.I>W» "= '«"Jjí " semejante alimento, en las supremas curiosidades de mi espíritu.
le. -piifritnra V Encamación del Jdijo ce i^iuí» cu En efecto, la búsqueda de las causas, y, entre ellas, de la Causa
" rSeza —a.'/a un didlogo consubstancial con la suprema, ¿no constituye, acaso, el acto más significativo y más
humanidad Maravillosa coherencia, que los teologos y los hom profundo de la inteligencia? Mi acto de fe provoca una búsqueda
bres espirituales de la Edad Media^ contemplaban con fruición. insaciable y Eirdiente para discernir y alcanzar esta Causa, para
de 1. d.» -d >• ««"» tener de ella, si me atrevo a decirlo, una ciencia, la ciencia de
Dios en sí mismo y en su economía. Mi fe se constituye, toda
c».! d» B1 y como Im homo. Y '« I" ella, en presa de esta tensión hacia una perspectiva de la cual las
dida en que lo sean dentro de nuestro espíritu, dentro de nu^tr energías divinas aplicadas a engendrar adoptivamente a los hom
!orazdnT como dice la Escritura, la fe se ¿bnvierte. en mi. en bres en la vida interior de Dios, serán totalizadas dentro de esta
■nn poder cuyos recursos vitales están encerrados en una especie divinidad que permanece incomprensible. La es entonces, verda
de apetito biológico que camina hacia su plenitud deramente, el principio de la visión beatífica, la prelibación de la
Í7.m be«S d. » D¡... d. I. ,.d « » ™ contemplación futura.
Todas las leyes internas del conocimiento actuarán de acuer Esta labor, evidentemente, no puede ser una operación anó
«iotro del Obi®,del 'S"-* nima dentro _de una incorporación colectiva en la que Cristo, para
y del hombre-sujeto-, que los filósofos señalan en esta elevada divinizar a las personas, empezaría'por disolverlas; es más bien
operación del espíritu que es un acto de conorer. una relación interna, de persona a persona, tal y como, irremi
Fecundidad del objeto, primeramente. Dentro de una siblemente, lo exige el amor. La comunidad divina de los hom
lación en la que la luz de la fe me sitúa al nivel de semejante bres en Cristo, es una comunidad de personas, por y dentro de
una fe donde la libertad de cada uno no es solamente la con

=:rr,rr;rdoS-^.:;2S
dición elemental del encuentro, sino la ley deleitable de dos
amores.

La fe, ciertamente, y so pena de disolver la materia misma


de esta supercomunión, tiene, denti'o de su condición terrena,
un contenido representativo que le es inmanente; se enuncia
una dilatación del misterio, que me ha sido dado en ata^o en un conjunto de proposiciones predicativas, de «fórmulas dog
Juntamente con una inteligencia de Dios, de su —^f máticas», que la Iglesia, maestra terrena y pedagoga de esta reve
el mundo, sobre la humanidad y sobre mi mismo en el seno lación, proclama y define. Estas fórmulas no son el objeto ter
esta misma humanidad. minal de la fe; pero la intención de la fe anima estas fórmulas,
y, a través de ellas, abre el alma a Dios. Así, pues, es una luz,
-T^paraleUsmo entre el homogénea con la realidad divina.
bra bíblica, que consütuyó su preparación y
eUos un lugar común.
38 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? U INTELIGENCIA DE LA FE 39

La maravilla está encerrada, precisamente, en esta operación: precisa su dimensión teórica: El dogma es una orden para mí
Dios, este objeto a la vez formulado e informulable, es al mismo a través, de un acontecimiento absoluto, y como tal, contiene, en
tiempo el principio interno de una elevación de mi inteligencia potencia una doctrina. Es en este sentido que la Verdad es auto
hasta el nivel del misterio. Elevación enteramente gratuita, rea ridad; autoridad del Verbo, autoridad de] testimonio escriturís-
lizada por un amor que, como todo amor, sueña con una comu üco, autoridad de la predicación fiel, autoridad de la teología ^
nión. De tal manera que, al revés de ciertas clases de conoci ral es el orden de esta conexión.
mientos, hay una homogeneidad, total entre el objeto que se ha Por lo tanto, esta autoridad no se ejerce por una aplicación
de conocer y la luz personal que me capacita para conocerlo. que procede del exterior. Cuando nos adherimos a esta Verdad-
Interioridad radical, que las investigaciones, racionales pueden, Dios cuando luego, en teología, buscamos su inteligencia no
incluso deben, a veces, preparar, en un examen de credibilidad, es solamente porque Dios la haya dicho, sino porque Dios la
pero que no deja de ser pura en sus motivos de adhesión, mien sabe; no solamente porque Dios la sabe, sino porque es el cono
tras me ensimismo con la Palabra de Dios que me ha sido diri cimiento que tiene de sí mismo y con el cual me invita a comuh
gida. «La fe perdería su valor —dice san.Gregorio —si la razón gar. Asi. pues, la fe, y la teología de la fe. toma cuerpo en una
humana le prestara sus inducciones» entrega personal, de espíritu a espíritu, en la que el asentimiento
Tal es, en efecto, la Verdad «primera», según la densidad está provocado, en mí, bajo el influjo de la gracia,.por una vo-
que la metafísica atribuye a este calificativo: Verdad subsistente, luntad de salvación. Si Dios me revelara verdades matemáticas,
Verdad personal. Posee una autoridad, una autoridad irrefraga físicas, históricas, no habría motivo para atribuir este papel a la
ble, y reclama del espíritu una «obediencia», «En teología, la voluntad a la intimidad personal, ya que no existuía este com-
autoridad no es un accidente social sobreañadido: constituye un pronuso de entrega. Los filósofos contemporáneos dirían que se
aspecto fundamental de la Revelación y de la verdad que el cre rata de un conocimiento existencial. Digamos,'en el lenguaje
yente, en ella, reconoce. Los acontecimientos de la Revelación, tradicona, que se trata más bien de la presencia en mí del testi-
son y tienen virtualidad para cambiar mi vida; de ellos también momo del Espíritu: el testimonio exige una creencia, acto irre-
arranca una nueva existencia comunitaria; en este sentido tienen nctiblemente mtimo, de un género distinto al de la adhesión
autoridad sobre mi vida y sobre nuestra comunidad. La palabra personal, objetiva, a, un teorema de matemáticos, o una ley de la
de Dios es, en su sentido, autoridad para mí y para nosotros. naturaleza, o incluso a una demostración filosófica; y esto, a pesar
La autoridad es un fenómeno fundamental de la esfera religiosa: ae que este acto sea fruto de la inteligencia y-no de una dflnsa
Dios quiere algo para mí y para nosotros. Como lo ha demos experiencia senbmental. Con esto,- señalamos por anticipado el
trado Cullman, es éste el sentido primordial del término dogma, Jgar espiri ual que corresponde a la teología, que es inteligencia
más radical y más amplio que el término doctrina, el cual sólo de este objeto de fe, intellectus fidei.

1. «Pides non habet meritum, cui humana ratio prasbct experimen- I. Hemos sacado expresamente del P. Ricoeitr pttac
tum», Homilía XXVI sobre el Evangelio. rosas. Histoire et vérité, París 1955, págs. 1604 fórmulas vigo-
LA INTELIGENCIA DE LA FE
41

¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


espíritu. Esta «cogitación», como dice Santo Tomás después de
Así pues la fe es, por naturaleza y por la moción espontánea San Agustín\ sea por una fermentación fervorosa, sea por una
de m grS muy rica'en teología. Entiéndase «teología, en su presión sobre los resortes múltiples de mi intelecto, o mejor aún
por ambas cosas a la vez. se desarrolla, por consiguiente, dentra
sentido pleno y según toda su explosión; teología es mteligeu
de Dios, sea que se trate de la penetración completamente sim del asentimiento dado a la Palabra de Dios, en una tensión hacia
ple de una mirada o de una plenitud de la fe que se ha hech la inteligencia de lo que uno cree. El asentimiento no se cierra
sobre una obediencia objetiva, sino que despierta una curiosidad,
adulta con la posesión consciente de su objeto, o bien _
en la que la naturaleza y la gracia, naturaleza de mi inteligencia
humana o, por fin, de una transmisión pastoral del mensaj y gracia de la fe, están en acción. Es un infantilismo el decir:
evangélico No es renunciar al sentido fuerte de la teología Yo creo todo lo que enseña mi párroco, si lo que me enseña no
como ciencia, el que queramos situarlo dentro del s^nUdo gené- lo aprehendo, no sólo a la luz personal de mi fe, sino en una
. rico uno y vario a la vez. qué los anüguos dan a la palabra curiosidad que, según el nivel de cultura que poseo, aplica a su
teoíogía. insistiendoparticularmente,
lato técnico, sobre .su carácter místico más
en Dionisio y susquenumeroso
sobre su enseñanza oficialmente valedera, una investigación clarividente
para construir, en mi pensamiento y en mi conducta, lo que él
dlcípulos de Oriente y de Occidente^ Las diferenciaciones de me lia transmitido.
SL modos específicos del conocimiento divino no rempen su Santo Tomás compara esta proliferación interior de.los ar
tículos de fe. en teología a la de los primeros principios en los
continuidad, objetiva y metodológica. Santo Tomás de Aqum
es por excelencia, en el sentido específico, de la palabra, un teó conocimientos terrenos, o sea de aquellos cuyo contenido es a la
logo; pero incluso el cura d'Ars posee una teología y esto vmje- vez el más elemental en materia de instinto espiritual y el más
cite (yetula. decía Santo Tomás), que desgrana el resano sobre rico en certeza y en fecundidad, como son los prmcipios de iden
-las palabras de Dios, tíene también la suya. Agustm « teolog tidad, de razón suficiente y de finalidad. Es que en los procesos
no sólocomenta
cuando aescribe su profundo DedeTnmtate. teológicos y en sus diversos grados, incluso en sus conclusiones,
cuando su pueblo el Evangelio San Juan.sino tambié la luz de la fe envuelve, penetra y mueve datos que mi inteli
En'esta fecundidad de la fe, por consiguiente, se desarrolla gencia ha construido, no obstante, ella misma, en su investiga
una actividad del espíritu según los varios recursos de su natu ción doctrinal o en su conducta activa ^
raleza,. ya que la luz divina de la fe está como encarnada en este
1. Santo .Tomás, Summa Theologica, II^ q. 2, art. 1: Credere
est cum assensione cogitare.
2. Báñez, el ilustre comentarista de Santo Tomás, expresa con
vigor, en su lenguaje técnico, esta continuidad psicológica y epistemo
clara, más..accesible por • ^ poj. de demostración; de esta lógica de la fe y de la teología: «Verum est quod propter affimtatem
iniciación; el otro es filosófico y °P P, Avoresable Éste persuade y luminis teologici, et subordinationem quam habet ad lumen fidei, solet
de susaserto^quél- a^a^y,^a dici a theologis eamdem rationem formalem e§se assensus fidei et theolo-
gicarum conclusionum, sed diversimode.» Comm. in Printam Partem Sum-
Sirtx'cSarMdl G. «a= con algunas varianles).
42 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA INTELIGENCIA DE LA FE 43

Si esto realmente es así. el acto, contemplativo y especulativo de volver a leer este texto, pero señalemos desde ahora que se
del teólogo, no es solamente una adoración, una devoción o un atribuye esta empresa a la razón humana bajo el influjo de la luz
culto espiritual, actos todos eUos que pertenecen a la virtud de la de la fe. El proceso de este trabajo está llevado a cabo, no por
religión; sino que entra propiamente en el ciclo de la vida teo una luz añadida a mi espíritu, sino por mi mismo-espíritu, pe
logal. construida en nosotros con las tres virtudes de fe. espe netrado, es cierto, de la luz infusa, pero de acuerdo con sus re
ranza y caridad. Dentro de este ciclo las especulaciones del pro cursos y con sus estructuras.

fesor y las acciones del cristiano práctico encuentran su verdad ¿Que esto es una señal de salud y de equilibrio? .Sí, incluso
y su valor- y esto so pena de una degradación que, por desgracia, cuando esta euforia teologal y teológica de la fe desemboca a
nos amenaza. La teología, de^de sus formas rudimentarias nos veces, bajo el impulso de la gracia, en una especie de embriaguez,
inmuniza contra la vacuidad de los conformismos pedagógicos muy explicable por cierto por la presencia arrebatadora del
y sociológicos, incluso sacramentarios. Objeto divino, cuando la comunión con tan altas realidades
ndes qucerem intettectum. la fe en busca de intebgencia: uno provoca en el sujeto un inevitable desequilibrio. El t^go se
ve ahora la densidad y las exigencias de esta expresión, con la pierde en el mar iimenso de la substancia , divina (San Jñañ
cual San Anselmo, gran maestro de teología, ha definido su tra- Damasceno) porque cuanto, más comulga con esta Vida, tanto
baÍQ. No se trata por consiguiente de una labor heteróclita, poco más se da cuenta de que b separa una irreductible desemejanza
halagadora, peligrosa tal vez, sino, valga la expresión, de un que la hace inasequible. «Del creador a la criatura no puede
acto de buena salud, de una fe cuyo apetito, al igtnd que en a haber una semejanza tal que al mismo tiempo no se pueda obser
vida física, es el síntoma más seguro de su equilibrio anténtico y var una mayor desemejanza» (Concilio de Leírán, 1215) 2; de
sano El apetito puede ser no-reflejo, simple instinto biológico, ahí estas distensiones. Sobria ebrieias: la vieja expresión de los
pero si tomo conciencia de él y someto sus impulsos a mi volun filósofos platónicos se realiza aquí al pie de la letra.y en toda su
tad resulta para mi una expresión de vitaUdad antianémica. Asi verdad, humana y divina. Hoy. en que Dios se ha hecho hom
sucede con el apetito de la fe en su actuación teológica. bre y que nosotros hemos sido hijos de Dios en la fraternidad
De este trabajo interno, el conciHo Vaticano nos da esta terrena de su Hijo, la embriaguez de los místicos paganos se con
descripción concisa: «La razón, iluminada por la fe, en su bús vierte en sabiduría. "*
queda atenta, ferviente y sobria, adquiere bajo la influencia de ^ Un viejo maestro- de teología del siglo xii, Ricardo de San
la gracia de Dios, un cierto grado de inteligencia de los misterios, Víctor, en su tratado De Trinltate, capaz de parangonarse con
que es fructífera en extremo; y esto, sea por vía de analogía con el De Trinime de San Agustín, es un buen testigo de esta em
los conocimientos naturales, sea por la conexión de los misterios briaguez que varias veces él mismo manifiesta ingenuamente.
entre sí o con el fin supremo del hombre» b Tendremos ocasion
ed Urbano 1934, pág. 34. Santo Tomás había dicho: «Rdes est 1. Cf. más arriba, pág. 17,
Csi habims Camm. inlib. de Trlnitate, qu. 5, a. 4. ad. 8. 2._ «Inter creatorem et creaturam non potest tanta similitudo notari
quin ínter eos major sit dissimilitudo notanda.» '
1. Concilio del Vaticano, sesión III, cap. 4.
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

A sus oyentes, que se sonneían


Ír:nrrfruto
"¿ÍrSi'de l'erdo en que os sonriáis, si es que
i vuestra CAPÍTULO ni
verdad, son efecto de
TEOLOGÍA Y MISTERIO
« J= »|Me,1» » — „¡ obi...7
aguijoneada en su ^an^Q com-piacencia en segoit Es preciso volver sobre el asunto: la teología nace, se des
eTdoianiento un Wamenio limneuao! peio arrolla, se construye y se perfecciona toda ella en el interior del
ííi e.;Sp.« d. r;s misterio. No sólo porque su objeto es el misterio de Dios y de
sus designios históricos, sino porque su proceso interno, incluso
en sus estructuras más abstractas, está completamente penetrado
por la luz misteriosa de la fe que me capacita, como ya lo.hemos
dicho, para esta comunión con los objetos divinos. La teolo^a
comprende una «iniciación», o, como decía Dionisio en su len
guaje intraducibie para el Occidente, el teólogo es un mistagogo.

El silencio de Dios

Dentro de esta inteligencia de la fe y por razón de la intimi


dad misma que ella" implica, humanizada en alguna .manera en
Cristo, una tentación inconsciente nos amenaza, y es la de per
der el sentido de la absoluta trascendencia de Dios, por una
r:: SiÍ-la arLa. h^ta
razones para esta cogitación y para este amor» .
donde puede, especie de familiaridad racional dentro de la cual su misterio que
daría reducido. Dios es. y debe ser siempre, el impenetrable, so
pena de dejar de ser Dios.
-rVaumo na San Vícma, ri.TnnUa,e, ffl, 1; V Prologus; P. L-, Y es que no se trata, entre Dios y el hombre, incluso una vez
que se haya entablado el diálogo, de un simple desnivel acciden-
^'V^S^'tomás na Aoumo, THeolosio^ n parte, qu. 2,
art. 10.
46 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? TEOLOGÍA Y MISTERIO 47

tal, entre una jerarquía de objetos donde el superobjeto divino cerrado nuestro esfuerzo; y los doctores cristianos lo han compro-
no sería más que el grado máximo de realidades homogéneas ^ bado, ya que sostienen, a la vez, la visión cara a cara, sin inter-
abarcadas por la inteligencia. Dios no entra en ninguna categoría . mediarlos (aspecto sobre el que insisten los doctores latinos que
de ninguna ciencia ni de ninguna filosofía. Los grandes maestros, están dentro de la línea doctrinal de Agustín) y la" irremisible
incluso paganos, han siempre proclamado como ley elemental de mcomprensibilidad (que subrayan más bien los griegos con San
todo conocimiento de Dios, esta exigencia de una trascendencia Juan Crisóstomo y Dionisio). ¿Qué son, éstas, disputas de escue
permanente, de una purificación constante de nuestros modos de la. Bien, pero Igual y más exactamente son una auténtica expre
pensar; incluso manifiestan, en su lenguaje, el rigor de esta exi sión, en dos piezas, del Misterio comunicado, del «Silencio», con
gencia. Y para ello no sólo multiplican los superlativos que signi el cual, no obstante, el hombre habla.
fican trascendencia, sino que, por el hecho de que el superlativo Para mejor comprender este sobrenatural substancial, terreno
pueda parecer aún solidario del término positivo que sobrepasa, propio de la teología, se le puede comparar a otro tipo de ope-
constituyen todo un aparato de negaciones (vía negativa, dicen raciones divinas en las que lo sobrenatural existe solamente en el
ellos, gracias a las cuales evitaban todas las formas de denomi modo de realización. Nos referimos a las intervenciones milá-'
nación positivas. Es lo que Santo Tomás expresa con su carac grosas de Dios. Curar súbitamente a un enfermo, profetizar so
terística sobriedad; «De Dios, no podemos saber lo que es, sino bre el porvenir, hablar una lengua desconocida, son cosas éstas
solamente lo que nos es y qué clase de relación mantiene con Él que sobrepasan las fuerzas de la naturaleza; pero de por sí, en
todo el resto» (Summa contra Gentiles, I, 30; Swmrn tkeol., su terror material, sólo comprenden realidades terrenas: buena
1.^ pars., qu. 3, prol.). Hipostasiando de alguna manem esta ne salud, acontecimiento del mañana, lenguaje humano. Todo per
gación, los neoplatónicos habían denominado a la inaccesible manece en el nivel de nuestra competencia intelectual o eficaz.
divinidad; Silencio. «A Dios nadie lo ha visto jamás», dice San El milagro supone una intervención extraordinaria.de Dios: no
pertenece al orden «Misterio».
Juan (1,18). ■ ^ • • A
Se trata, pues, de un problema de incapacidad subjetiva, de Así, pues, el teólogo deberá prevenirse, no sólo contra el des
bido a nuestra debilidad, individual o colectiva: si el objeto en censo de su saber a una condición mental terrena, sino además
cuestión existe verdaderamente, entonces incluso cuando nos es contra una cierta facilidad — en el lenguaje y en el concepto
dado como participación, impone esta distancia infranqueable, en la cual se afincaría'como en un capital definitivamente adqui
la palabra misma de objeto, en su gravedad filosófica, no se puede rido, completamente calculable, expresable y manejable. Platón
aplicar al pie de la -letra' a este Absoluto. Es literalmente, para desenmascaraba ya a estos parlanchines que incluso'en lo tocante
usar una expresión técnica, sobrenatural en su substancia. De tal a la divinidad, con una irrisoria ligereza de espíritu, se pagan
manera que Dios, incluso cuando esta comunión de amor, que su de palabras.
gracia me otorga, será,plenamente consumada, continuará siendo, El caso clásico de este traspiés es, en Occidente, el de Abe-
en el sentido etimológico de la palabra, incomprensible en su
laido. El caballero andante de la dialéctica, que tuvo el primero
misma visión cara a cara. En esta dialéctica irreductible está en- el mérito de enunciar las leyes del lenguaje conceptual en la ela-
TEOLOGÍA Y MISTERIO 49
¿ES aENCIA lA TEOLOGÍA?

A base de testimonio

ritual para el respeto, par «Si se contaran a un hombre cosas que no hubiera conocido,
ni visto representadas en pintura o de algún otro modo, no las
conocería más que si no le hubieran hablado jamás de ellas. Por
ejemplo, si se le explicara que existe, en una isla, una especie
de animal que nunca había visto y que no se pareciera en nada
a los animales que le son familiares, por muchas cosas que se
le contaran no podría hacerse ninguna idea de él. Así como un
ciego de nacimiento al que se le hiciera una descripción del color
blanco o rojo.» De esta forma describe San Juan de la Cruz'(5w-
bida al Monte Carmelo, U. 3), en términos muy sencillos, esta
sidad de su fe. pero cou una d^n q- j irreductible ausencia del Dios trascendente, ¿Cuál será, pues,
dentro de este misterio, la línea de comunicación que se esta
blece y la clase de conocimiento que la fe fundamenta?
Es un conocimiento por vía de testimonio: creo en la Palabra
de Dios, y es esta palabra la que construye el objeto de la teo
logía. Los mensajeros, los mediadores de esta palabra, han po
. A modo- de comunicamón. de ¿el que los dido cambiar según las etapas de la economía judaico-crístiana.
lado-de Dios que los infunde, ^ de . desde el profeta hasta el magisterio de la Iglesia, pasando por
recibe oratlvua (In Senlentiis, P"^ •' ' '^ j jq je la pala- su mismo Hijo; siempre,será una adhesión a una palabra que
. la adoración, en la devoción, en el!^f°^ de Dios dirige al hombre, no por mediación de las criaturas, sino
de sí mismo, en persona. El teologo está, por definición, a la
escucha de esta revelación.
A la escucha, de la Palabra: por consiguiente, aquí también,
a través de la fe; y por lo tanto, en este fiel convertido en teó
piadosa sentencia, sino como una g logo, ya no habrá simplemente una búsqueda del intelecto, sino
Logia.que pudiera ser verdadera sm ser piadosa, sena algu una atención activa de todo su ser, no ciertamente por razones
na manera una teología monstruosa. de un vago afecto, sino por una asimilación intelectual de la
verdad así revelada. Cuando, por ejemplo, en la entraña de esta
50 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? TEOLOGÍA Y MISTTZRIO 51

portante observar que, en su elaboración del contenido de la


revelación, el teólogo conoce a Cristo muerto y resucitado no se
trata del hecho histórico, pasado que una encuesta exacta ha po Palabra de Dios, el teólogo como tal, sobrepasa en su saber el
acto de fe del simple fiel. Tendremos ocasión de insistir en el
dido comprobar documentahnente; se trata, sm perjuicio, por
otra parte, para esta verdad histórica, de otro género de verdad: capítulo siguiente sobre la diferencia entre la fe y la teología.
una verdad de salvación, «según la cual mi ser personal está Pero desde ahora es preciso hacer notar que, a causa de su ela
ligado a esta muerte y a esta resurrección, a causa de esta apro boración misma, la razón teológica, incluso en el análisis de su
piación que reaUza precisamente en mi la fe. Mi existencia tiene objeto y más aún en su construcción, hace pasar el contenido
de la fe, desde una recepción personal de la Palabra hasta una
un nuevo sentido, que le es dado por la revelación, de tal ma expresión universal, siempre impugnable, claro está, de la fe y
nera que mi convicción procede, no de un descubrimiento racio de sus criterios, pero que constituye, como se dice un. dato
nal sino de la ciencia misma de Dios. En su racionalismo, Lessing «teológico» valedero fuera de mi interioridad, transmisible por
tenía razón de rechazar el tránsito de la prueba histórica de la ■la enseñanza didáctica. Así, pues, diremos que la teología es
resurrección de Cristo a la verdad de fe personal que entraña
una ciencia.
un compromiso b Es precisamente el frac-aso de ,un cierto mte- El caso es que, para asegurar la continuidad entre la fe y la
lectualismo (Benda, Maurras, Valéry), incluso en el plan humano teología, la Palabra de Dios está presente, objetivamente, como
solamente, el de no reconocer más que un tipo de conocmien
verdad recibida, subjetivamente, en mi conocimiento. Por otra
válida y el de. rechazar con desdén la creencia, que M parte, esta Palabra la oigo no solamente en una lectura ai'queo-
miento a través del testimonio, aunque sea en el de Dios sobre lógica de los textos sagrados cada día más alejados en la historia
sí mismo, por considerarla como un conocimiento talado de la pretérita, sino hoy, en el anuncio actual del Evangelio. Dentro de
libertad de asentimiento y de amor. De esta manera, se suprime la Iglesia, que es una comunidad de creyentes según la sucesión
la posibilidad misma de una teología.
apostólica realizada en una sociedad visible, depositaría y dis
No obstante si el testamento se realiza, incluso a través de las pensadora auténtica de la revelación, morada del Espíritu, según
mediaciones auténticas necesarias, de persona a persona, es im- la promesa de Cristo, esta Palabra se me hace presente, tanto
para que la escuche con fe como para que la edifique en un saber
1. Lessing, Ucber den Beweis
teológico. La Iglesia es el ambiente espiritual del teólogo, porque
encuentra en ella su dato y su luz. También esto tendremos que
precisarlo. Lo hemos adelantado para afirmar la presencia del
Evangelio, de la Palabra de Dios, del Espíritu.
naturalmente una de 1^ vE-HnHes v exigirme que yo cambie
orden completamente disünto de verdades y pueda
todas mis ideas metafisicy y rno j hecho de la resurrección
aducir ningún (una transposición
tSSVun\élera"noTir,u^ /ristóleles habrá n»erido 1. Cf. A. Gardeil, Le donné révélé et la théologie, París, 2.o edi
ción, 1932.
decir con esta expresión.»
53
teolooía y misterio

¿ES CIENCIA U TEOLOGÍA?


guas sobre la fecha de la fiesta. O bien que un tratado de dogma
no tenga un apartado sobre la resurrección de Cristo, y solamente
se refiera a la parusía para denunciar el escatologismo de Loisy.
Evangelio y Teología ¡Dolorosa manifestación, en la teología de 1900. de un obscure
cimiento de los hechos originales del misterio cristiano, así como
de todas las categorías bíblicas!
De ahí se sigue que|
la Escritura no P^^el tejao^o un^puro Santo Tomás ilustra la necesidad de este retorno permanente
material previo, anterior y ex en especie de al dato evangélico con una analogía sacada, una vez más, de la
aún .rudimentaria que tendría que l ^var^ , vida del espíritu. Nuestra inteligencia no puede ni debe satisfa
madurez conceptual. El estudio ^ e teoioma* es más bien cerse con un análisis racional donde la realidad esté sometida a
„b.JBO.».=¡»- a..i. to
unas abstracciones sucesivas, necesarias ciertamente y válidas,
,lm. Vlviott y o»P" ,, E,„gen» pero peligrosamente idealistas; a través de una recomposición
=»«.- "- »«l°
ha sido sieinpie una iny
á° lulX» 1. '
solamente impactos
sintética, debe volver a una perfección directa, unificante y una
en sí misma, de la verdad de las cosas abarcadas así en su uni
■estos resurgimientos que pi contemplación teológica dad, unidad fuera de la cual no podrían existir. Ahora bien, aña
apostólicos, sino casiiaKdad el que
de nuestro doctor, la teología, entre todas las disciplinas, debe
r-rsTafrf^ -- proceder principalmente a esta re-solución, a través de un retorno
a su dato inicial, verdadera fuente de luz, sin complacerse torpe
r,-L —"de"» «"» mente en sus «composiciones» anteriores. Se impone un retorno
a la fe evangélica
de San Francisco y de Sant» exigencia reciente- Alguien ha' subrayado, con harta razón, el alcance pastoral
■ • Ésta es la P esté vinculada, de alguna y científica, de esta posición, tanto para la teolo^a como para
mente manifestada de una .g q
manera, a la proclamación evangélica de la te, a ia catequesis. Ambas son, en el sentido fundamental, «bíblicas».
«La Palabra de Dios no está aquí para demostrar unas conside-
meros de la salvación, al la Biblia.
al W. comprender incluso una peda-
La teología ha de ser J ^ ¿e esta pedagogía, 1 Santo Tomás, Comm, in Bcsíium de Trinitate, qu. 6, arl. 1.
gogía escolar; mas para el eq Por esta razón no se debe tolerar una separación entre lo que se Uama
51. .¿Si' -■ «inteligencia de la fe» (}o que sería una teología agusUmana) y una
«ciencia de la fe» (lo que sería una teología escolástica). Hacia esU rup
luego en su forma racional, ^ que alguna encielo- tura se deslizaron los maestros devotos del siglo xv (Imitación de Cristo),
y los que disocian la teología «espiritual» y la teología «especulativa».
ver a ella en alguna maner . «rtículo sobre la Ascensión En su raíz, encontramos aquí una insuficiente mtrepidez de ia le. una
pedia clásica no haya incluido un so . ^ Virgen); filosofía nominalista. Cf. J. Beumer, Theologie ais Glaubensverstandms.
de Cristo (pero si 12 t "troversias anti- Würzburg, 1953.
y que en la palabra «Pascua» solo hable de las
TEOLOGÍA Y MISTBRIO 55
54 ¿ES CIENaA LA TEOLOGÍA?
terio de la Iglesia y como realizada en sus conjuntos sacramen-
raciones teológicas, antes al revés, las rcfleriones tarios.
para penetrar y expresar inteligiblemente la Palabra de Dios reci
bida previamente y por sí misma, en la fe» b La catcquesis, en su acto propio, no es teología. Aquí com
prendemos, por lo menos, cuán verdadera es religiosa e intelec-
De esta continua presencia del dinamismo evangélico en o tualmente la ley tradicional según la cual la liturgia, en su mate-
desarroUo doctrinal, no podemos, no obstante, deducir la au o- ría textual y más aún en su ejercicio, es una fuente de alimento
nomía de una teología Uamada «kerygmáüca», frente a una teo para el teólogo. No se trata de una simple ilustración decorativa,
logía llamada «escolástica». Sería esto un cisma desolador, ate sino de la consecuencia normal de la naturaleza de ún saber
tado por un antiintelectualismo o un pragmatismo apostólico, e que tiene por objeto el misterio divino realizado dentro del sa
los que la densidad de la verdad del mensaje revelado no seria cramento. Así, pues, es un hecho incontestable el que la restau
ración cultural de la vigilia pascual por Pío Xn haya alimentado
'"^Iraalmente torpe sería el proceder del que quisiera superar una teología más clarividente del misterio de la resurrección de
el trabajo de inventario y de anáHsis del contenido de la Palabra Cristo. La Teología es la ciencia de la salvación. Se entra en ella
de Dios en sus diversos lugares (teología «positiva» según la ex a través de una «iniciación», cuya celebración litúrgica ofrece las
presión corriente desde el siglo xvi), de su elaboración con los categorías y la luz. Una vez más, la teología se mantiene en el
Lursos de nuestro espíritu (teología «especulativa»). Funciones interior del misterio. '
éstas no sólo complementarias, sí que también intcrnamen e c - No obstante, entre Evangelio y la teología, media una dis
Sx"s en una interacción permanente, desde el momento en que tancia; la continuidad que hemos reivindicado no se realiza sin
la palabra de Dios nos es dada en una palabra humana. Su sola cierta acomodación mental y religiosa"^. La sola presentación de
lectura, su traducción en mi lengua, llevan ya una carga de ela los textos lo dice bastante claro, no sólo en cuanto a las formas
boración conceptual. ¿Por ventura no se han construido, sobre literarias, sino en cuanto a la contextura de las palabras mismas.
la interpretación de un texto, todos unos sistemas? El vocabulario bíblico lleva en sí un factor irreductible a los con
De este modo volvemos a encontrar la gran preocupación ceptos ulteriormente elaborados por el teólogo, no sólo a causa
que anima hoy en día la teología pastoral-«teología», cierta de las imágenes y"de las metáforas de la lengua sagrada, sino
mente—, que busca las leyes no sólo de su eficacia, smo de 1 porque sus categorías de base, alianza, reino, juicio, gloria, paru-
verdad de la transmisión de la Palabra de Dios, "t®" sía, carne, espíritu, mundo, misión, etc., son la expresión de un
cismo» que a menudo no era más que la vulgarización de una orden de realidades que no pertenecen a la naturaleza y a la
teología encumbrada donde la expresión técmca se resoWia con
una despersonalización, se va ahora hacia una «cateqnesis», qu
es continuidad activa con la Palabra de Dios, presente en el Mis- 1. Los técnicos dicen que la teología, dentro del wpíritu del teó
logo, es un habitus específicamente diferente del habilus de la fé, el cual
es propiamente sobrenatural. Ya se habrá observado que Santo Tomás
califica la teología «quasi habitus fidei» (más arriba, págs. 39 y sigs.
"TTHnz,Théologie eC catéclúse, enNouveUe revue théologique, 87 a. pág. 117).
(1955), págs. 908-909.
56 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

razón. Al comienzo del gran período escolástico, Gregorio IX,


en su carta constitucional de la joven Universidad de París (1231),
ponía en guardia, muy enérgicamente, a ciertos maestros de teo
logía contra la embriaguez de los conceptos de origen y contex
tura filosófica; su amonestación es severa para aquellos -Kteólo-
goss> que se convierten en «teofantes». Es precisamente a causa CAPITULO IV
su arraigamiento' en el lenguaje religioso de la revelación, que
el misterio cristiano ha podido y podrá siempre ser traducido
con las expresiones de la teología, antigua y moderna. La Swna LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
de Santo Tomás ha sido construida de hecho solamente sobre
la base de un comentario de la .Escritura, la cual era, en la Uni
Después de haber sentado irrevocablemente la continuidad
versidad de París y de Nápoles, el libro de texto «ordinario» del metodológica, psicológica, religiosa y mística de la teología y de
maestro dominicano.
la fe en la presencia de la'Palabra de Dios, en la transmisión por
la Iglesia del dato revelado y en el poder del Espíritu Santo pro
metido, es preciso ahora situar con precisión y definkio, dentro
de sus estructuras, de su función y de su valor, el acto propio,
En una alegoría muy sugestiva, Santo Tomás describe sim
específico, del teólogo en la intimidad de las diVersas eficiencias
bólicamente el enfrentamiento de un teólogo con el misterio de
de la fe.
Dios. Recuerda el episodio de la lucha de Jacob con el ángel En su inteligencia de la fe (cf. cap. 2), ¿puede el teólogo lle
(Génesis, cap. 32), y comenta: Durante toda la noche lucharon gar a construir "un saber? ¿Un saber que mereciese, aunque fuese
■ á brazo partido, tensos los músculos, sin que ninguno de los dos necesaria una explicación ulterior, el nombre de ciencia?'La.s res
cediera. De madrugada, el ángel desapareció, cediendo aparente
puestas de los maestros es a la vez una y varia: una, en cuanto
mente-el terreno a su contrincante. Entonces Jacob sintió un do
todos, en su pensamiento y por su oficio mismo, conceden que
lor agudo en el muslo: estaba herido y cojeaba. Así, del mismo el trabajo teológico supone, para ser normal, valedero, fructuoso,
modo el teólogo se enfrenta con el misterio, al nivel del cual Dios una puesta en práctica racional y orgánica de los medios y de
lo ha llevado; tensa sus músculos, se apuntala en sus expresiones los métodos de la inteligencia, de acuerdo con la naturaleza de
humanas, empuña sus objetos con toda su fuerza, incluso da la sus facultades; no coinciden en cuanto a la denominación de la
impresión de que se adueña de ellos; pero entonces acusa una calificación precisa de este trabajo en su densidad «científica».
debilidad dolorosa y deleitable a la vez, ya que su derrota cons Santo Tomás entre los primeros, cuando la cuestión se planteaba
tituye en realidad la prenda de su divino combate. por el hecho del despertar de una teología escolástica, pensó
que, aquilatando bien las cosas, con las precisiones oportunas.
5g ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? la TEOLOGÍA COMO aENCIA 59

la teología podía, con todo derecho, ser caUficada de ciencia o tero —, sino una «virtud», radicada en nosotros como una po
más exactamente, que la «doctrina sagrada», según la palabra tencia lo está en una naturaleza. La fe reside dentro de la razón
tradicional, implicaba, en su campo epistemológico, una función asi capacitada paraeeoXor£ív(theo-Ioguein: hablar de Dios). No
de ciencia Tal es nuestra firme convicción. No se trata aquí e es que. ^te el misterio de Dios, «el hombre viejo» salga de su'
una controversia sutil entre profesionales, sobre opmiones libres, impotencia; pero el teólogo es el hombre «nuevo». Mientras ela
sino, dentro de esta Ubertad de opinión en la Iglesia, de una toma bora racional y científicamente el contenido de su fe. no deja de
de posición de mucho alcance, no sólo en la escuela, sino en la ser este hombre nuevo. Al contrario; lo realiza. La fe. dando ,a
vida espiritual, en la acción apostólica y en la presencia del cris luz a la teología, está dentro de la lógica misma de su perfección.
tiano en el mundo. Incluso el que con San Buenaventura y otros ^ La lógica seguirá, pues, su camino. Dentro de la.percepción
rechaza la posición de Santo Tomás, sacará provecho en ana mística del creyente y en beneficio suyo, con los debidos discer
lizar, con cierto rigor, los. resortes y las estructuras de lo que nimientos y la discreción necesaria, se utilizarán todas las técni-
hemos llamado la inteligencia de la fe, digamos ahora el matiz ■ cas de la razón, distinciones de los conceptos, multiplicidad-de.
está claro —,la razón teológica. los análisis y de los juicios, definiciones y divisiones,'compara
ción^ y clasificaciones, inferencias, razonamientos en busca de
explicación, deducción en fin. deducción sobre todo, diríamos,
La razón teológica porque es la operación característica de la ciencia, el lugar en
que el proceso de racionalización alcanza su eficiencia propia.
El dato revelado ocupa, pues, el primer lugar. No sólo tiene Ya sabemos que éstos son otros tantos signos de debilidad, pero
la primacía dialéctica de un enunciado; pero incluso una presen representan también una intrepidez racional significativa: la «con
cia dentro de la fe y la Iglesia, con el inagotable realismo y- la clusión teológica» encierra este lastre y esta audacia, en la que.
silenciosa insistencia que esta palabra supone,para la mirada de por consiguiente, los beneficios y los riesgos irán de la mano. ■
aquel que le ha dado su consentimiento. Dentro de esta presencia como tendremos ocasión de verlo. Dialéctica de la fe donde su
ahora uno puede «construir». poder triunfa én su..debilidad. La misma ley que. hace un ins
El teólogo es aquel que se atreve a hablar humanamente la tante, nos hacía reclamar una encarnación de la Palabra .de DiOvS
Palabra de Dios. Ha oído esta Palabra, la posee. Mejor dinamos. en las palabras humanas a lo,largo de la historia, nos urge ahora
Ella lo posee a él, de tal modo que pensará por ella y en ella. para que aceptemos hasta el fin el régimen de conocimiento.que
Es más; la pensará a ella misma. El don de Dios es un don que esta encamación implica: la teología es solidaria del misterio
se convierte en propiedad humana: la fe es un luibitus, como dice teándrico de la Palabra de Dios. Verbo hecho carne. Solamente
el intraducibie latín. Nos es un carisma extraordmano que su aquí puede encontrar, en la coherencia de la razón y de la fe
trascendencia mantedría fuera de nuestro modo humano de pen una confianza tan audaz.
sar; es la encamación de la verdad divina en la trama misma de La ciencia teológica no estará compuesta, por consiguiente,
nuestro espíritu, no es una confianza pura —la fiducia de Lu por una colección de opiniones más o menos externas e indife-
61
LA TEOLOGÍA COMO aENCIA

ÍES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


60 gibles según la economía psicológica del sujeto humano, etc. —.
A< Maravilla de luz divina que se posesiona en tal grado de nuestro
,e.es
vez
. dato -elado,^.- ^dd^
espíritu! No. la razón, la «-
espíritu. No estamos frente a la opresión de un fárrago dialéctico,
sino ante una armadura interior que la fe, ella misma, crea para
Cismo de la re y oe
... y,-¿,'•^2rav^rio».,1» «.- , recursos, m- sí, bajo el impulso de su buena salud intelectual, humana y di
vina a la vez; en su comunión con la ciencia de Dios esta fe se
d„ m pod» ¿ jo„pil,do »n P>I«1 0« ■ atreve a buscar las «razones» de las obras de Dios, para así
ri'^TS.d.1 í«— «y '■ 'f°«* obtener una inteligencia de sil misterio. Fides quoerens intellecium.
rrri—d— Si realmente es éste el papel profundo de la razón dentro de
la teología, el pretender reducirlo a una defensa de los dogmas
de la de^Alejandría. un Buenaventura, y colocar sus valores como simples contrafuertes exteriores al
viven y piensan un algunos, para ha- edificio, es minimizar su bellísima función. El siglo xix ha cedido
. un Tomás de Aqumo. un Escoto Es q„i„en ante esta inflación apologética, que.es fruto a menudo de una
cer la historia de Qg^ófia. contaminación platónica pobreza interior de la teología Contra esta valoración única de
purificar a estos maestr _ Volvemos-a encontrar siem- lo extrínseco, nos complacemos en pensar que la razón es fecun
o aristotélica de su pureza eonceptua- da en doctrina sagrada; es más, la fabrica. No es preciso dog
pre el mismo error según el de con- matizar de un modo intempestivo para percibir y apreciar la
lÍíkl^ÍsSatTu vez de'ser. como es. su producto, por la estructura y la cualidad «cristiana» de los conceptos teológicos de
sacramento, de causa instrumental, de persona de generación, de
hábitos, de dones, etc.

- e» p«¡i«=.« y pioB-»» y™"." '"S"„„ ;.u,.


„1«»P».yiy d."LCto d. pybdM. Las operacloDies de la razón teológica
El reino de los cielos es semejante o,.. ¿Qué significa estricta
mente este «reino de los cielos», cuyas parábolas sugieren imáge
nes tan dispares?

1. El enfrentamiento de la fe con las ñlosofias y los distintos saberes


humanos, plantea a la teología los problemas que el cristiano encuentra
«en el mundo». Es la función apologética de la teología. Su necesidad
cimiento del régimen sacramentarlo que no^ y su fecundidad no deben conducirnos, no obstante, a considerarla como
un substitutivo con relación a la inteligencia de la fe. Sucede que los
espíritus menos aptos' para apreciar los valores de la vida, se afanan
más en substituirles unas justificaciones indefinidas.
virtudes teologales y los dones del Espmtu i>anro n
g2 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 63

La sangre de la nueva alianza... ¿En qué categoria doctrinal, del misterio y al mismo tiempo despiertan una búsqueda que no
nos abandonará más. Sin saberlo... nos hemos convertido en teó
lústórica, jurídica, mística, se debe colocar esta «aUanza» que. en logos. Las equivalencias, los primeros estudios etimológicos, las
dos etapas, encierra todo él plan de Dios?
Hemos encontrado al Mesías,.. ¿Rey bijo de David. ,Serv descripciones nominales, la asimilación y complicación de imá
genes serán otros tantos modos de penetración de la inteligencia
dor de Yahvé? ¿Ángel del Apocalipsis? ¿Dios salvador? Es d- p^a c^ar en el espesor de las palabras, alrededor de las cuales
fícil saber de qué modo podemos alcanzar una representación mi curiosidad espontánea profundizará, sirviéndose de contextos
unificada de este personaje divino. ¿Cómo la obtendremos. evangélicos y de análisis gramaticales. Ahondad en este trabajo;
El Hijo del Hombre no tiene donde reposar su cabeza... 6 organizad sus resultados y he aquí una modalidad del léxico
bemos tomar esta expresión al pie de la letra? _ teológico que los cristianos.'a lo largo de los siglos, vuelven
María, madre de Jesús es madre de Dios: ¿De que mo continuamente a empezar.
misma palabra encubre una única y doble reaUd^. Por otra^ parte, bajo los conceptos elaborados poquito a poco,
Yo soy el que soy. tal es la defimción que Dios da si mism . es el lenguaje mismo al que uno sornete a crítica. Lp observamos
con una expresión cuyo enigma verbal nos introduce ya en en la más pequeña traducción, y las versiones del original semí
que Dios creador es mrtífex mundh: ¿esta palabra tico han perdido mucho de su densidad religiosa primitiva. Orí
genes no deja de cometer alguna torpeza en las traducciones de
latina es adecuada para hacemos comprender, este acto tan espe- Rufino. Alejandría se querelló con Roma por una palabra tra
cial de la creación? . . _
Trinidad: Agustín observaba ya que est^rmnm es muy ducía demasiado literalmente. (Recuérdese la controversia entre
el Papa Diomsio y su homónimo, el obispo de Alejandría,
abstracto para expresar la vida del Padre, del Hijo del Espíritu. reaccionando contra el vocabulario aparentemente sabefiano de
Sdescernió a los infiernos: ¿Cuál es la realidad encerrada Roma). Los maestros occidentales de la Edad Media intentaron,
""^^"mma^undos los pobres en el reino de Dios: ^ por tres o cuatro veces, la traducción de Dionisio el Aeropagiía
^n llegar a hacerlo aceptar del"todo. La división nefanda entre
los «pobres»?, ¿los económicamente, ascéticamente, misücameu- Oriente y Occidente-empezó con la confusión de los vocabularios,
^¿'^^mildad: es difícil clasificar esta virtud dentro de las ca signos de mentalidades irreductibles. Desde siempre, la expan
sión de la fe fuera de la Cristiandad establecida, planteó proble
tegorías de ios moralistas; ¿no será preciso la ayuda de la par mas delicadísimos de enunciados, a la vez fieles'e inteligibles
'TaÍtcesivamente. Desde la primera lectura del libro sa^ para los pueblos recién llegados; inOluso hoy en día la verdad
evangélica incorporada a los vocablos grecolatinos, continúa
grado y de sus derivados, a flor de texto, antes de siendo prácticamente cerrada para otras civilizaciones, mientras
organizada, henos aquí sumergidos en un primer trabajo que en su primera expresión había representado una ventaja para
razón teológica. No es éste un trabajo vano o demasiado elemen las categorías semíticas. En Occidente mismo, el acceso del pue-
tal Los significados elementales nos sitúan de lleno en la entraña
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 65
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

blo a los textos litúrgicos, vehículo importantísimo de una fe viva, teológicos sin mantenerse bajo la secreta comunicación de la Pa
provoca una labor difícil, la cual, bajo su apariencia filológica, es labra de Dios, y como empuñados por la contemplación. Exi
gencia ésta propicia a las torpezas de un esoterismo que detes
en realidad teológica. l,a teología «escolástica» se presenta pri tan vivamente los verdaderos creyentes, pero también suprema
meramente como un lenguaje, el lenguaje erudito y técnico, frente sensibilidad de una fe que se manifiesta no sólo en el vocabulario
a una teología patrística y monástica que, a causa de su impreci de los místicos sino también en el lenguaje de la predicación, en
sión, no podemos despreciar,. . , ,
No se trata solamente aquí de un afán de exactitud y de orto el análisis del teólogo y en el menor testimonio del fiel. Instinto
doxia, sino, en el fondo, dentro de la vitalidad mtenor de las admirable del Espíritu, el cual la razón, incluso en su formq más
palabras y de las imágenes, se trata de las exigencias de la luz elemental de obrar, debe adaptar sus instrumentos lingüísticos,
de la fe. Si la economía cristiana se.realiza a través de la que la escolástica más técnica tendrá sumo cuidado en respetar.
Palabra de Dios, dentro de una relación que admite la verdad
humana de un diálogo, es completamente normal, incluso nece *
sario que los vocablos se vean arrastrados los primeros dentro
de las condiciones terrenas de este diálogo. Dios contmúa siendo De las definiciones nominales, como dicen los lógicos, pasa
un extranjero en el pueblo cuyo misionero no habla la lengua mos a las definiciones reales; es decir, que en los objetos de la
indígena más que como un viajero que está de paso; y su verdad fe, como en toda realidad de la naturaleza, buscamos siempre,
no puede afincarse en una escuela en la que la gramática y la aunque sea de un modo inconsciente, ir más allá de la perfección
exégesis estén descuidadas. Por esto se comprende el motivo de las apariencias visibles, a fin de alcanzar las causas, tanto en
elemental de la predilección de la Iglesia por las fórmulas dog la interioridad de las cosas como en su génesis. No es preciso ser
máticas. Las palabras, que encaman la fe, constituyen la materia filósofo par ir en busca de definiciones donde estas causas estén
^ prima no sólo del catequista, sino incluso del teólogo profownal. enunciadas orgánicamente. La teología, por consiguiente, de
El teólogo es primeramente un filólogo, valga el atrevimiento, acuerdo con el modo de proceder de la inteligencia, seguirá en
desde el momento en que su creencia quiere aprehenderse a si esto las leyes comunes de todo saber: constantemente intentará
misma y elaborarse. Por otra parte, en la identidad del material definir objetos — incluso intentará definir a Dios, del que se sabe
fonético, se crea una lengua original, ya que la luz divma impreg- que es indefinible—, y definirlos en el sentido general de una
■ nará la trama de las palabras. No se trata del ablandamiento de delimitación de sus contornos, de sus propiedades, de sus estruc
un,sentimentalismo piadoso, como a veces ha sucedido, smo de
turas, incluso si puede, en el sentido técnico de una determinación
una exigencia rigurosa de la inteligencia dentro de una fe que de sus elementos constituyentes.
lleva consigo, incluso en su encamación verbal, esta mutación Jesús es hijo de Dios, de un Dios cuyo nombre propio es el
radical del cristiano en medio de un mundo profano. El lenguaje de Padre. ¿Qué significan estos vocablos tomados de la noción
de la teología debería ser «sagrado». Nada habría tan denigrante humana de «generación»? ¿Nos atreveremos. a definir la vida
e intelectualmente más funesto que,el moverse entre estos textos
66 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 57
incomunicableinente .secreta de Dios? Santo Tomás lo intenta. tarde, los teólogos observaron las lagunas de la definición de
(Por ejemplo, Suma contra los Gentiles, libro caps. 10-11). BoKto aplicada a Dios: definición de filósofo, dijeron, elaborada
El concepto de generación no se encuentra en la Escritura bajo su al margen de la luz de la fe. Intentaron substituirla por otra,
forma abstracta, y las abundantes imágenes realistas sobre el completamente nueva, o introduciendo profundas modificaciones
nacimiento de los hijos de los hombres nos apartarían más bien,
como a los judíos, de la tentación de atiibuir su contenido a la conünúa llegando hasta la sutileza, promovido por una exigeL
vida divina. No obstante, los términos de Padre, Hijo, no pue
normal del apetito racional de la fe; las curiosLes indiscretas
den ser tratados como simples figuras. Están llenos, por otra
parte, de un realismo físico, en la encamación visible del Hijo. labor accidental e Inoportuna de esta
Santo Tomás se entrega entonces a una labor de generalización
Si por otra parte, para determinar el juego de la libertad den
y de determinación, la cual, en tres etapas, lo conduce a «definir» tó üo la gracia, quiero precisar de qué modo la voluntad es y
lo que puede ser en Dios, que es Espíritu puro y Ser absoluta el bajo la noción eficaz de Dios, entonces, en
mente simple, la proliferación interior de un verbo que tenga, clmTn ó^Zde amor la® razón y las razonescomplacencia de una",
hurmiw modo, las propiedades de una persona engendrada. comunión de la Providencia.
El.Padre, el Hijo, el Espíritu, son «personas». Tampoco esta tendré que hacer preceder mi análisis de toda una filosofía del
palabra es escriturista, y su densidad humana, profunda y extensa, hombre y del libre albedrío. Doble misterio de dos libertades'
hacía que San Agustín la usara con tino: decimos persona en
ya sabemos cuántas divergencias dividieron a los teólogos, hasta
Dios por carecer de una palabra más apta y para no quedamos el »c«o de penosas polémicas; pero no se puede decir que se
callados. Pero, ¿es que hay algún fiel que no trate a Cristo como trate de una simpk disputa de escuela, si de hecho el molinismo
a una «persona»? No obstante, el teólogo, en cuanto reflexiona
e San Drancisco de Sales nos sitúa en una «espiritualidad, total
se encuentra metido en el laberinto conceptual de una definición:
mente diferente del evangelismo de San Francisco y de la gratui-
¿Qué es, pues, una persona? ¿El hecho de ser una persona añade llbert d laWteología ha dado a luz, en la Cristiandad,
libertad, definiciones distintas
a unos hu-de
algo a una naturaleza? ¿Qué cosa añade? ¿De qué manera la manismos equívocos.
autonomía existencia! entra a formar parte de este concepto? Y he
aquí que se suceden ininterrumpidamente los análisis metafísicos
y los análisis discordes. Boecio había propuesto, en los confines
de la filosofía y de la fe, una definición muy fundamental: Per
sona est rationalis naturce individua sustantia. (Hna persona es
p cierto que el creyente se adhiere a la Palabra de Dios y
la substancia individuada de una naturaleza dotada de razón.)
profesa su fe sm poseer el conocimiento y el manejo de estas de
Pero cada uno de los términos empleados sólo se comprende, a finiciones científicas, como un niño que usa de las nociones de
su vez, con una definición, y cada definición implica una teoría numero, de igualdad, y de la función sin haber estudiado mate
que sólo puede expresarse con otra serie de definiciones. Más máticas supenores. y como la madre ama a su hijo sin haber
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 69
gg ¿ES ClENaA LA TEOLOGÍA?
dos por la Palabra de Dios. Tamquam ignotus cognoscitur (Santo
estudiado nunca los complejos sentimentales de la ^ectividad. Tomás, después de Dionisio).
Lo que es cierto, sobre todo, es que. al apirear a Dios sem Las leyes, las medidas, las eficiencias de esta ana-logia han
jantes definiciones, no puede hacerse a la ligera: ¿ sido, se adivina, por mucho tiempo discutidas en las escuelas y
racional no queda, por ventura, debiBtado por el respeto al mis los profesionales están lejos de ponerse de acuerdo, tanto respecto
terio. hasta el punto de imponernos, en definitiva, de las soluciones como de las mentalidades:.éste es el precio del
de una irreductible equivocidad. una adoración muda? ®qm misterio que ningún método, por apurado que sea, puede circuns
donde a lo largo'de la historia del pensamiento crisüano. obse cribir. Pero estas divergencias, existentes aún hoy en día entre
vis un!¡ensión entre los que se Haman místicos-te ^ los dos escollos del agnosticismo y del teologismo, no desacredi
más sensibles a la inefabilidad del misterio-.y
escolásticos-teólogos dedicados a fardos objetos^de^ tan ni la labor técnica ni la perfecta sensibilidad espiritual, que
son como el cuerpo y el alma de esta obra maestra de la teología
dentro de las estructuras racionales del espíritu. que es el tratado de los Nombres divinos.
• q^a ve^e! ha podido desembocar por un lado en un agnosti-
cismo peligroso, tal como se insinúa en un Tomás de Kemp
o un Gerson. por ejemplo, que resbalan huma una fflos^b^no -
nalista. y por otro lado, en un teologismo en el que el"o de
la Palabra de Dios estaba envuelto por una trama dialéctica.
substancial, fruto hermoso, a la vez místico y escolástico qu La labor de la razón teológica se desarrolla con la elabora
alcanza mayor grado de madurez ^Mustín ción precisa de las definiciones, y más allá de sus formalidades,
«Los nombres divinos» siguiendo al Aeropagita. De Agustín con los análisis, las clasificaciones, las divisiones, las distinciones
hasta Dionisio, pasando por la critica de un Gdbertoje la Po™ y todas las otras operaciones que tienden a ordenar, no fuera
V la nedagügía de un Pedro Lombardo, poco a poco, en la teo más que de un modo 'descriptivo, el contenido de la Palabra de
íoSaCcddental se ha elaborado un método para «trasladar» Dios y de la vida cristiana que la realiza dentro de la huma
ir;conceptos humanos a la expresión <1®Ja^ nidad..
vina tanto la de su misterio interno como la de su expansión Entre las múltiples parcelas de esta labor, tomemos el ejem
en la economía histórica de la salvación. Vocablos de ongen plo de las virtudes. Estas cualidades, que perfeccionan el alma
bíblico conceptos elaborados racionalmente, ambos fueron tra- humana en todos los planos de sus funciones, de sus facultades
Ü L procedimientos de una*que tenido y de sus acciones, son permeables a la vida de la gracia; perte
en cuenta la diferencia substancial entre lo humano y lo dmno necen, pues, al campo del conocimiento propio y el juicio del
prepara el camino-Wu negativa, via «mmcnúic. jnde se com teólogo, no sólo las que levantan la profundidad del alma hasta
dacen los místicos-de una relación gracias a la cual el espi el nivel de las energías divinas (virtudes teologales), sino que tam-
70 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA yj
bién aquellas que por una transmutación interior capacitan los
recursos humanos para objetos divinos (¡lámanse virtudes mo ¡eí
será el fLr''! ^ imperativos
fundamento de su espiritualidad, en la cual autoritarios
el domkb
rales «infusas»). El teóíogo, partiendo de textos revelados, de las
enseñanzas de la Iglesia y de los ejemplos de los santos, se afana
en observar hasta en sus movimientos más sutiles el juego de
este aparato virtuoso; descubre sus leyes, mide sus criterios, dis
tingue, clasifica, compara, articula, aprovechando, siempre bajo
la luz estimulante y reguladora de su fe, los análisis de la psico
logía profana.
Nuevamente, entre colegas teólogos, los métodos, los objeti
vos y los resultados no estarán acordes. Un Santo Tomás, con
vencido de que la gracia no destruye la naturaleza, sino que se sus conclusiones y su espíritu - '^
la restituye y la empuja hacia su plenitud de acción, conforme a
las leyes de sus estructuras propias, introduce en abundancia, en e. "•'• ■»'»
licas. que realizan lo one • n acciones simbó-
vlda de cadrS'losSe cL'" ^ ^
su teología de la vida de las virtudes cristianas, las consideracio
nes y las conclusiones de los filósofos... Im Imitación de Cristo,
al contrario, posee un capítulo famoso (libro cap. 54), en el ticamente su cuerpo eclesial Cuadro mís-
que se.complace en contraponer de forma dramática, en las arti Primeramente va ~
culaciones de la vida espiritual, las inclinaciones de la naturaleza meas dTrt ^ necesidades ortó- '
y de la gracia. En él trata con una piadosa desenvoltura estos
análisis y estas definiciones: «¿De qué me sirve el conocer la na
turaleza de la compunción si yo no la practico?» Sobrenatura-
lismo seductor, pero que, en su empirismo, peca por exceso de
facilidad.
Por otra parte y a pesar de todo, en esta materia más aún
que en otras, el rehusar religiosamente una filosofía del hombre
es también hacer filosofía; y el concepto que uno tiene, conscien
temente o no, de la naturaleza y del hombre, entra en la trama
de la materia teológica. Para el que sostiene contra toda forma
de individualismo la unión substancial del alma y del cuerpo,
las pasiones son un elemento normal y necesario de la moralidad
humana. Para el que otorga la preeminencia a los factores volun-
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 73
^2 ¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?
tinción formal» según ia cual, dentro de la unidad del sujeto
inteligencia a k vez racional y mística empírica y concreto, existen unas «formalidades» realmente distintas y obje
Misterio de Cristo. Todo esto hace falta para proteger el justo tivamente realizadas; de ahí, precisamente, la importancia capital,
Irio de la religión y la profundidad mística del culto, con- que adquiere en metafísica, y por lo tanto en teología cierto tipo
de análisis y abstracción que los tomistas rechazan.
la liturgia en acción como un lugar privilegiado de la fe. donde Abelardo había sido el patrono de la escolástica particular
los enunciados fluyen de esta misma Iglesia orante. mente en el sentido que había encerrado, en alguna manera, al
teólogo dentro de la obligación de razonar, de distinguir el sen
tido de las palabras y la ambigüedad de las proposiciones en los
textos tradicionales dispuestos en forma de Sic et Non. Dialéctica
escabrosa, como él mismo pudo comprobarlo, por la introducción
del espíritu crítico en el misterio de la fe; pero todo un arte de
No habría ningún motivo para tratar por separado, en el ba pensar teológico arranca de ahí, a lo menos cuando, con la lec
gaje racional -del teólogo, la técnica de las distinciones ya que tura de Aristóteles, se mantuvo esta dialéctica por una verda
son el instrumento habitual del anáUsis bajo todas sus formas y dera ciencia del espíritu. La teología se convertía en «ciencia».
en todos sus terrenos. No obstante, por el hecho de ser un pro En esta situación la distinción no es solamente un proce
cedimiento normal de la razón y la convicción de la precisión dimiento para reducir las incoherencias de los textos escriturísti-
del espíritu, el «distinguo» no deja de ser considerado justainen e cos, patrísticos u otros; revela una filosofía o mejor una menta
como un rasgo característico de la escolástica. De hecho, tanto lidad filosófica determinada. Uno se da cuenta de ello contra
en los grandes maestros como en toda la Escuela, el arto de la poniendo el método escolástico de Santo Tomás, por ejemplo, a
distinción se ha constantemente practicado: muchos artículos de la táctica de San Agustín. Para éste las cosas no son primera
la Sima de Santo Tomás están expresamente construidos sobr^ mente distintas unas de otras, sino ligadas por una complejidad
L Z moda... Alia modo; las respuestas se resuelven casi de relaciones, de ensamblamientos, de analogías, e incluso de
siempre por una distinción que mide el alcance de una solución simbolismos; se atraen mutuamente, como los sonidos; la unidad
propLta en el cuerpo del artículo; por fin. dentro de la trama impera, más que la distinción, la cual, buscada en exceso, diso
de los raciocinios, se precisan los términos o proposiciones ciaría la realidad. Filosofía de la participación, que se fija en los
Este arte tuvo sus excesos, y la baja escolástica se des izó por «grados» de los seres más que en su autonomía, en las razones
una vertiente donde el formalismo substituyó el análisis más sano. ejemplares más que en sus causas internas. La lógica escolástica,
La «sutileza» ha conservado de esta decadencia 'rúa rosonancia en cambio, es una lógica de la determinación y de la identidad;
peyorativa que no entrañaba la palabra latina subühs. Mo y la definición montada a base de distinciones que la preparan y
los discípulos de Escoto lo aplicaban a su maestro, el epitet la constituyen es su obra maestra. Para darse cuenta de esta dife
tenía sentido de elogio; se aplicaba en verdad no sólo a un rencia, basta observar el tratamiento que íos textos de tipo, agus-
mentalidad, sino a un sistema que descansa sobre la famosa «dis-
<74 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA yj
tiniano reciben en la exégesis de Santa Tomás, en beneficio de terreno acotado de los sabios profesores. Recientemente se ha
un pensamiento más purificado y de una caitdad científica, pero reaccionado con firmeza contra este desplazamiento de valor que
en perjuicio de esta aura espiritual e incluso literaria que ensan
chaba su significación inmediata. No se trata solamente de for
mulaciones precisas más acá de las cuales se habría que a o de la teología, el cual hubiera sido formado entonces por conclu
un pensamiento, primitivo aun dentro de su opulencia misma, to^ obtenidas por vía de deducción. No, el Tde laTabor
como a veces parecen decirlo algunos escolásticos no sin cierto ologica por el cual el verdadero teólogo interioriza en alsufia
desdén para Agustín; se trata, al contrario, de una actitud rnen- aimra a más profunda de sus actividades racionales continúa
tal, la cual se ha constituido sus métodos propios para analizar
la realidad. . . ^ ia Vy, en
ML ^™ ^ á conocimiento beatificante de Dios
este mundo ya, la plenitud de la vida de la gracia. '
Así, pues, la reaUdad, frente a la inteligencia, tanto teológica Por consiguiente, el raciocinio es en teología una onenrWn
como profana, será estructurada de un modo muy distinto; la
lev de los objetos formales decidirá sobre la autonomía de tos fS
facilita los
h medios para alcanzar los resortes ínteHgibleslosdeotros"'
las'
saberes dentro de una sabiduría cuyas pretensiones totalitarias
desembocarían, en perjuicio propio, tanto al absolutismo mtelec-
tual como a la teocracia política. El agustinismo ha cedido siem ct una metáfora que traduce el movimiento, la™«carrera»
fitósofo dejudióla
pre ante esta pretensión; y el integrismo contemporáneo es el inteligencia, la cual, estando encarnada bn un cuerpo y sTlidaja
aparato autoritario de un sobrenaturaUsmo que rechazan tanto la entonces del tiempo y del espacio, constituye una ra^Ín"
doctrina como el espíritu de Santo Tomás. El arte de la dis constre«to al discursus. «¿Por qué?»: éL:es la pS'unte
tinción no es ciertamente una sutileza gratuita: es el síntoma y
la consecuencia de un cierto grado de buena salud de la razón lTdt~
teológica.
mujd^o°'hf
mundo ha creadotaalcreado el mundo?
hombre? ¿Porcuriosidad
Con es'ta qué, dentroelemental
de este
se andera del cristiano, de la razón del cristiano, una exigencia
El razonamiento teológico claridad y al mismo tiempo la convicción de un misterio Tal
vez se imagine que un Dios vuelve sobre sus deSTesüo
Era fundamental insistir sobre la amplitud y la variedad de humano, sopeando sus motivos com'o un artesano. Será preciso
estas actividades de la razón, en su busca de la inteligencia de !a
fe Debido a una simplificación provocada por la presentación
de ciertos manuales, se reduce a veces la tarea del teólogo a una
formulación en serie de sUogismos,' que conducen, mas alia de
■ la Sagrada Escritura, a unas «conclusiones teológicas» que son . necesaria. La fe me ensena que el acto creador es libre:
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 77

¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


La doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, una vez fundamentada^
,,0 es esto sol— una -f sobre las grandes coordenadas de la economía tal y como se ha
su construiré, por de- descrito, por ejemplo, en la Epístola a los Efesios, no se cons
luta gratmdad de un , especial del Creador con la truye con una serie de «pruebas» que se enlazan como un prin
cipio a su consecuencia, sino con una especie de enucleación de
su contenido, de sus implicaciones: unidad de cuerpo y diversi--
dad de órganos, gracia personal e influjo colectivos, acciones sa
cramentales y presencia del Espíritu, inserción temporal y pers
ingenua del catecúmeno /ifia encarnación se observa pectiva escatológica, etc.
tomistas y escotistas De este modo obtendré una comprensión de la virtud de la

""■rnfh"
gación no nace mas 40e ^ ^^t,nc Tinos recalcan más
esperanza, no tanto con la deducción a priori de las condiciones
de una bienaventuranza eterna, como por el descubrimiento de
'por otra parte no eontradtetonas de las leyes dinámicas del Reino de Dios, que se realiza, individual
el hecho de la miseria creatura la perfección cum- y colectivamente, dentro de una Iglesia espectante, ansiosa de que

;Sr»iC «alo. P« a-
Cristo vuelva para que lleve este reino a su consumación. La
introducción de categorías racionales sostendrá y construirá esta
divina. inteligencia; las discusiones sobre el' objeto formal de esta espe
ranza (para unos la bondad de Dios; para otros su omnipotencia
auxiliadora; para unos terceros, su fidelidad), han podido caer
en una especulación bastante distante de las nociones concretas
y sugestivas del Evangelio, pero el conjunto de los «raciocinios»
Mientras trabaja ^ sobre el fundamento de la esperanza, sobre su objeto, sobre sus
SUS problemas, el entendimi ^ motivos, así como el análisis psicológico de la esperanza como
pasión, vienen a iluminar válidamente el realismo histórico de la
—rr promesa divina en curso de realización.

pies desarxoUos qne son las f J q^e sUo-


L un silogismo de pura exp— .ue
gismo es. en ^ estd entonces no
se c^- Algunos razonamientos se presentan más a menudo como un
análisis constructivo que termina en unos resultados que sobre
pujan el dato inicial, cuyos enunciados, muy copiosos, no podían
78 ¿ES QENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
79

poner al descubierto sus exigencias previstas. Uno de los casos estos carismas. Hubo tiempo en que el individualismo penetraba
más interesantes, lo encontramos en la teología de los dones del
las mentalidades rehgiosas y profanas y entonces pareció que
Espíritu Santo. Durante mucho tiempo la fe en la gracia en cuanto estas manifestaciones eran consideradas como algo accesorio,
es una participación de la vida divina se había explicitado en el incluso sospechoso. No ha mucho se creía que podía desaparecer
doble enunciado doctrinal de virtudes teologales necesarias y de
sin arrancar de la Iglesia ningún órgano, indispensable. La expe
una presencia del Espíritu Santo en el alma. Teología, ésta, de por riencia de la Iglesia, cada día en expansión, el despertar del sen
sí muy profunda. Pero la observación más atenta de la expe
tido comunitario, el resurgimiento de la grande teología de los
riencia de los santos, incluso de los simples fieles; y un análisis
maestros, y cierto profetismo apostólico en este mundo en mo
sutil de la flexibilidad que acompaña al señorío del espíritu
vimiento, devuelven hoy a nuestra fe la inteligencia de estos
(hasta en el plano de la naturaleza, y Aristóteles suministra en
dones: no tanto aquellos que contienen algún fenómeno mila
groso, sino los que realizan funciones vitales en el desarrollo
esto a Santo Tomás notables conocimientos), condujeron a los
teólogos a descubrir, más allá de la estricta necesidad de las vir
del Cuerpo Místico de Cristo (cf. la encíclica Mystici corpoñs
tudes teologales para elevamos hasta el nivel del fin sobrenatural,
Christi), o los que, entre los individuos reflejan el aspecto mís
unos recursos específicos, necesarios también por otro concepto;
tico de la plenitud moral de la gracia (estas notaciones están den
tro de la línea de Santo Tomás).
existe, en efecto, un distanciamiento entre las virtudes teologales
y la espontaneidad réquerida por la vida divina participada. No
es que las virtudes teologales sean insuficientes, pero resulta que
no podemos explotar al máximo su uso sino a través de las «mo
ciones» del Espíritu. Son éstas altas filigranas, libertades ágiles Ciertos razonamientos, en fin, siguiendo una.línea deductiva,
que el ejercicio estricto de las virtudes sobre la tierra no lleva y en principio apodictica, implican el descubrimiento de un
consigo. Demostración bastante laboriosa en sus aspectos lógicos; térmmo medio para la elaboración del dato revelado. Para esto
pero que, dentro de la interiorización inteligente de una expe se puede partir de una definición para llegar luego a la existencia
riencia, es una manifestación armónica y justa de las leyes de la de una propiedad necesaria (la eucaristía es un sacramento- por
perfección de la gracia. lo tanto supone una'materia sensible); o bien partir de una ver
Encontraríamos otro ejemplo análogo en la manera con que dad de fe para llegar a una definición (por ejemplo, el concepto
la teología distinguió, poco a poco, incluso en el vocabulario de persona que. rectificando la definición de lós filósofos, satis
macizo de la Escritura, el papel y las propiedades de los «caris- faga nuestra fe en el Padre;-el Hijo y el Espíritu).
mas», que son gracias dadas a ciertas personas, no en orden a En la medida en que actúe con plenitud, la introducción de
su propia santificación, sino para bien de la comunidad eclesial. un termino medio estructura una demostración propiamente di
Constantemente en. la historia de la Iglesia, y no solamente en el cha, donde una tercera verdad fluye realmente de dos verdades
período extraordinario de su fundación, se observa como un previas: operación creadora de este saber cualificado en el cual
becho esencial a su constitución y a su acción la presencia de
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 81
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
ticlas a la presencia y a la regulación suprema de su personalidad
la inteligencia descnbre las relaciones necesarias en la namraleza divina: el misterio de su agonía es impenetrable a nuestros racio
de las cosas, y obtiene una explicación total de sus propiedades. cinios. Cristo como hombre tuvo ciertamente una conciencia^hu
Es de suponer, claro está, que este ideal tan alto, donde enco mana, pero es preciso entender bien esto, y situar esta conciencia
tramos todo el racionalismo griego, no se realiza en cada articulo a la altura de su persona; unas controversias recientes demues
de la Suma de Santo Tomás: ni los objetos lo permiten m la vida tran la sutileza del problema. Digamos, en términos de lógico,
lo requiere. Incluso si la forma deductiva del raciocinio es ob que el término medio racional deberá ser controlado y en cierto
servada, estamos- lejos de encontrarnos cada vez con este sdo- modo trasmudado por dentro, para tener valor dentro del co
msmo de lo necesario que crea la ciencia. Los hay, no obstante, nocimiento sagrado, más allá dé su ambiente de origen. He aquí
que podemos clasificar en dos categorías; los argumentos que se un enunciado: Dios se ha hecho hombre. Yo no podré subsu-
refieren al conocimiento de Dios, en los qne,..una vez admitida su mirle las propiedades del hombre, y sacar las consecuencias si no
existencia, podemos deducir los. atributos necesariamente inclui es bajo este control, dentro de esta «transubstanciación». No apli
dos en su ser, tales como la imidad, la bondad, la caré al concepto de sacramento todos los atributos del simbo
da, etc., y los argumentos que tienen por objeto as realidades lismo sí no es dentro del concepto dogmático de sacramento y
contingentes de la economía de la salvación, como la humanidad conforme a las propiedades exigentes de la analogía de la fe.
de Cristo, los sacramentos, la Iglesia-sociedad. Aquí entran, en Frente a las nociones que emplea, el teólogo ejerce un «derecho
la deducción teológica, unas proposiciones históncas que enuncian divino», que lo hace libre ante sus instrumentos racionales en el
unos hechos contingentes. El argumento no será, pues, según el instante .mismo en que los utiliza. Vkilosophia ancilla theologix.
rigor del lenguaje aristotélico, una demostración, sino que, una En suma, tanto dentro del realismo teologal de la fe como
vez dados los hechos, su realidad poseerá un contenido cuya dentro del absoluto de la realidad de Dios con el cual está en
necesidad interna fuerza la convicción. Si Cristo es realmente un comunión, el teólogo no se, mantiene, como el filósofo con sus
■ hombre, podré demostrar qne tenía un alma humana, que poseía silogismos, en la región de las abstracciones. Pasa de lo abs
una ciencia humana adquirida y que experimentaba pasionco tracto a lo concreto, aunque le parezca al lógico que el término
Por otra parte, con esta mera enumeración, uno puede darse medio, que enlaza la mayor con la menor, pierde su identidad.
cuenta de la delicadeza de tales demostraciones, no solamente En la mayor se trata de una abstracción determinada y pobre
porque, de hecho, en la historia del pensamiento cristiano, no cuya definición, según se cree, agota el contenido; por ejemplo,
fueron, adquiridas sin dificultad ni sin error (ellas motivaron «substancia individual de naturaleza racional» define a la per
todas las herejías), sino porque de derecho, cada una de esta sona, es decir, determina el conjunto de los caracteres que se
verdades así conquistadas, debe integrarse en e conjun o e atribuyen a la palabra persona. En la menor, el término medio
misterio, en el cual no actúa como en la realidad comente, al representa toda la riqueza de una realidad captada dentro de la
igual que un caso particular de una regla general. Cristo tuvo fe, enunciada en un lenguaje común de la Escritura o del dogma;
pasiones: deseo, tristeza y esperanza; pero incluso en la auto así, pues, cuando se afirma, en la menor, que el Padre o el Hijo
nomía h-mana de SU actuación estas emociones estaban some-
82 ¿ES CIENGA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 33
es persona, se saca de la Escritura o de la tradición, es decir, de
una lengua humana corriente y viva, una noción completa, hecha
que el alma se ha desligado de la imagen sensible de las cosas
de representaciones asociadas y sublimadas, rica en experiencia, materiales, se encuentra bajo esta luz pura y simple... ya que esta
nutrida de afectividad, referida a las cualidades de las personas
luz esta siempre dispuesta a difundirse en el alma; pero las imá-
que vemos y que amamos. Indudablemente, la imagen concreta,
antropomórfica, encierra de un modo eminente el concepto abs tárll, '.I removidos» ^ Así núes '="='ndo
tracto que el intelecto deduce; no obstante, una y otra no son
táculos han sido snc rirvitodos,
• los obs-
-i
sística^: p1 L ' , ' deduccioncs silo-
idénticas: hay «analogía» — conexión capital que gobierna todo
un método — entre dos conceptos desigualmente abstractos. Ahí
K
te. ™ H.
® definiciones
arranca de r racionales
=®tiuuameute la savia
abstractas, viva demrla
entonces
está el rasgo distintivo del silogismo teológico; se parece a un n ennqu^imiento de determinaciones empíricas, llega a la for-
silogismo geométrico, que, partiendo de figuras perfectas, rígidas
mulación de conceptos mdividuales y concretas; si al contrario
y vacías que el movimiento de puntos y rayas describe en el es su deducci n desemboca en conceptos aparent;ménfe r^Í
pacio homogéneo, pasara, de un brinco, al mundo de las formas
cactos, la luz de la fe. los ñumina,-como sucede en los objetos'
ae la oración contemplativa. ,
plenas, coloreadas, movidas, heterogéneas, con las cuales los
objetos llenan la extensión real. Y dentro del dispositivo silogís
tico contrario, en el que la definición abstracta generalizada es
el producto de la deducción, el concepto nuevamente construido
se llena, por la acción del creyente-teólogo, de un contenido real. ^ Por lo tanto, en la uniformidad aparente y árida de los ra
Cuando, en un tratado de teología vemos definir el objeto de la
esperanza por «la felicidad eterna en la posesión del fin supre ^ de su forma y de su densidad. Es preciso distinguir baio
mo», no descansamos sobre estos términos abstractos, por racio
ñas estmcturas unívocas, y contra la tentación de desvalorizar
nales y luminosos que sean; los aprehendemos dentro de unas
nociones concretas y sugestivas de nuestra fe escriturística en el te "te'tep"
Reino de Dios en ruta terrena, conforme a la promesa divina
distinLn , ° razonamiento, conforme á la
lorzi
efectos La demostración'r ''™«ndela alma
de la inmortalidad travésbude
realizada por Cristo.
Así, pues, los conceptos purificados con los cuales significa
mana no tiene ni la misma estructura ni el mismo ont nit
mos las cosas divinas, recuperan, en pura luz inteligible, lo que
perdían para nosotros en determinaciones empíricas. Es precisa substancial del alma y del cuerpo Oa razón de esto estriba!que
mente lo que afirman los autores espirituales: en cuanto el alma
obn.n en sentido inverso en el dinamismo original del aristote-
se ha liberado de las representaciones de la imaginación, las no
ciones de la fe, lejos de ser para ella abstracciones vacías, cons
tituyen un principio inagotable de conocimiento: «En seguida
página 8rReragemo"aq™S pífdfhl^T'í
taclo por G. Rabeaü, ¡
'«i Maillard.
paginas 220-222. ^e/ude de la íheologie,isxh, 1^26,
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I"
-.1.:

a
85
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA?

lismo que impera en la segunda, pero obstaculiza la primera).


La dialéctica de la beatitud, raras veces
Tomás (Contra Gentiles, n. 25-48; Suinma theol. 1. l. qu. 2. Entre los raciocinios existe un tipo distinto de actividad dis
a 1-8) se desarroUa sobre unos puntos de apoyo y ™ cursiva al cual su estructura interna, al revés de la demostración,
oilncias muy distintas de las confiere un lugar muy especial en teología más que en las otras
disciplinas. La demostración se construye dentro de una deductio,
por la cual se extrae analíticamente un predicado contenido en
un sujeto, porque este predicado forma parte del sujeto; de modo
inverso, del contenido de un sujeto uno puede remontarse a sus
presupuestos necesarios, a sus condiciones de inteligibilidad, por
medio de una reductío, la cual descubre implicaciones comple
tamente distintas: es una resólutio — en el sentido estrictamente
técnico —con la cual el pensamiento, en posesión de lo complejo,
reencuentra lo simple, hasta la contemplación misma del ser.
Esta dialéctica, situada en el vértice de una metafísica'de la
hecho, en su basamento, suponen una concesión del ujntu. u participación, puede ciertamente expresarse bajo la forma de un
Ltido del obrar humano, del que la mayor recibe su luz más silogismo; en realidad, la labor del espíritu es más simple y más
profunda, pero que siguen impermeables a los concentrada; hemos llegado aquí a un punto donde la inteligéiícia
el no pararse con gusto ante estos r^ursos subyacenms funciona formalmente como naturaleza propiamente trascenden
-.es condenarse a no penetrar más que la superficie de su luz inte- te, no como razón sola.
El caso importante, en filosofía y en teología, resulta ser evi
ó:» ->. "O"—?,f„;- dentemente el caso de los trascendentales, hasta cuya noción nos
..d. M a™bn«¡»B de le.«»• prop...•f"J ^ conduce esta «reducción» y para cuya búsqueda nos proporciona
el instrumento propio de análisis: dialéctica del ser y de lo uno,
implicación de lo verdadero y de lo bueno, etc. Los teófógos de
fpZ ; temperamento platónico desarrollan con gusto los recursos, no
pocas veces difíciles de esta metafísica reflexiva. Es el caso del
de ta obl.o. .«edledo., y maestro Eckhart, cuya obra, por esto, se ha calificado de mística
sea por. simple yuxtaposición, sea por convergencia, entonces es especulativa; pero no deja de estar presente, ni mucho menos,
ureciso asegurar al mismo tiempo el valor autónomo de los argu- en un Tomás de Aquino o en un Buenaventura.
S:"fLle.e.1. por ..dio de-de»-— er.e. hsi dialéctica de la acción humana se ilumina gracias a este
de su punto de partida.
86 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENaA
87

Vía tomista hacia el Ipsum Esse subsitens, cuya presencia se re


mismo procedimiento de resolución, en lo más hondo del querer vela en la definición misma del ser de las cosas. La intelectualista
humano: la voluntad persigue el fin inmediato de sus actos por
la eficacia de un fin último, de tal manera que sus bienes par
resolutio implica un acto religioso que todo el tinglado racional
ticulares adquiren valor dentro de este querer universal, el cual,
no debe nunca desfigurar; en ella, dialéctica y contemplación per-
a través de ellos, nos conduce a la felicidad; la más pequeña
manxen afectuosamente conjugados en una altísima experiencia.
acción, con su bien particular, está llena inteligiblemente y real Incluso la actuación psicológica del espíritu en esta reduxión
mente de esta misma voluntad que nos lleva al absoluto, y es
favorece el estilo interior y el perpetuo inacabamiento de la con
ésta la medida de su tono moral. La complacencia del amor de
templación. «Este trabajo se distingue por otro aspxto: es una
ruta sin fin, un objetivo cuya realización no es nunca total. Es
un bien particular — que el jansenismo condena como una cupí- prxiso volver a empezar siempre y nunca es tan verdaderamente
ditas porque separa este amor del querer universal encuentra lo que debe ser como cuando crea en nosotros la convicción de
su legitimidad, su fuerza y su pureza, en esta reduxión interna, . su nxesidad y de su inevitable imperfxción. Es un ponerse en
en este movimiento de ahondamiento más allá de su determina c^mo que no alcanzará nunca, en la tierra, el descanso de la
ción concreta. La referencia que acabamos de hacer al jansenis plena posesión»\ No se puede expresar mejor esta realidad, ni
mo, para contraponerle a la moral tomista^, demuestra que este uno puede insistir demasiado sobre el carácter de esta labor ra
problema, que inicialmente es un problema filosófico, adquiere cional en el interior del misterio.
pronto una dimensión religiosa; y una vez más, bajo unos ins La historia, la historia del pensamiento griego y también la
trumentos teóricos, se ocultan opciones espirituales. La teología de la teología occidental, revela de qué manera el sistema de la
manda.
re,oluüc> o bien reducth está ligado al neoplatonismo y a sus
La aplicación más importante del an^sis reductivo es la de formas más categóncas, las menos aceptables por parte de la
las cinco vías con las que Santo Tomás demuestra la existencia doctema cristiana. Escoto Erigeno, el maestro neoplatónlco de
de Dios, remontándose de un «hecho metafísico» como el deve cadente (f 875), que la usaba como una operación tan esen-
nir, el orden de las eficiencias, la contingencia, etc., a sus presu cial como la definición, fué siempre sospechoso. Santo Tomás
puestos necesarios, y en definitiva, al Ser puro. Toda la dialéc censura el uso generalizado de la «vía resolutoria» por el filó
tica de la esencia y de la existencia, distintos en la creatura (y en sofo judio Ibn Gebirol. Eckliart, acusado erróneamente de pan
esto radica su deficiencia ontológica), y una en Dios, que es el teísmo por parte de aquellos que no lo comprendían.' abusa, no
Ipsum Esse, se desarrolla conforme a la técnica y a la atmósfera obstante, de esta vía hasta el punto de construir una teología
de la resolutio. Se comprende ahora la gran diferencia, técnica metafísica en la cual Cristo no ocupa ya el lugar debido. A causa
y espiritual, existente entre el Dios de Aristóteles y el Dios de de su suntuosidad misma, el método del retorno al Uno absoluto
Santo Tomás, porque difieren, en efecto, la prueba aristotélica
del primer motor, ausente ontológicamente de todo el resto, y la
y

1. Cf. A. Forest, Consentement eí création, París, 1948, págs. 140-83.


LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 89
gg • . ¿ES «ENCIA LA TEOLOGÍA?
hizo prever el alcance y el valor de inteligibilidad. Estos axiomas
no trata debidamente las contingencias ni las simplicidades evan sostienen y (animan, a veces, en los maestros, tanto sus textos
gélicas. Una vez más, no obstante, observamos que los sistemas más importantes como sus perspectivas sistemáticas. He aquí
no pueden acaparar los tesoros que explotan, incluso m sus mis algunos ejemplos, entre los más abstractos: «en una serie dada,
mos métodos: la resdufio, alma y técnica del retorno a Dios, o el primero del género es la causa de todos los otros del mismo
si se quiere, de la búsqueda de lo absoluto, no está ligada a la género» (Primus in unoquoque genere est causa ommum illius
dialéctica de las Ideas; es el-método mismo de la reflexión tras generis); «El orden de los agentes responde al orden de los fines».
cendental. incluso dentro de una filosofía realista donde el sen (Ordo agenthim respondet ordini finium.)
tido de lo concreto sirve de base a la más alta contemplación, Estas proposiciones, enunciadas indistintamente, oscilan en
porque en ella los trascendentales son cognoscibles en el devemr tre el teorema absoluto solidario de la coherencia interna de un
y en el tiempo. Ni Plotino ni Aristóteles podrán lograr lo que sistema de pensamiento, y el lugar común, cargado de más den
Santo Tomás, el cual la convertirá en una de las piezas mas per- sidad verbal que de eficacia científica. «Todo lo que es recibido
sonales de su metodología. en un ser es recibido según las modalidades del sujeto que recibe»
En todo caso, en virtud de su objeto y de su método es a (Quidquicl recipitur ad modum recipientis recipitur): dentro del
resolución no puede dejar de ser un procedmnento-tipo de la neoplatonismo fué ésta una ley fundamental de la participación,
ciencia divina revelada. La teología como ciencia es discursiva. en la explicación del devenir cósmico; pero también puede ser
pero más que todas las otras ciencias, tiende a la inteligencia. un vago enunciado del sentido común, aplicable a cualquier reci
toando como punto de partida la fe. en cuanto » mte igencia piente. El tratamiento de un axioma es, pues, una operación
de Dios, no conoce descanso hasta que vuelve a eUa. llevando delicada, tanto más que se debe precisar su sentido no sólo a
consigo todo lo que ha abrazado y elaborado. Es la resoluüo modo de un término que hay que definir, sino a modo de un jui
gobernada y garantizada por esta comunión que opera la fe en cio: la significación de un término se establece con referencias a
" su mismo punto de partida, y que. dentro ^ otros términos gracias a los cuales se le puede determinar, luego
«la substancia de lo que esperamos» (San Pablo). La teología denominar, teniendo en cuenta la parte convencional inherente a
sólo es ciencia de sus conclusiones para ser mejor mtehgencia de un vocabulario; una proposición expresa un acto de juicio en el
SUS principios. , . . que se compromete- la inteligencia; este compromiso puede ser
«Observamos que los teólogos hacen uso de axiomas con el aceptado bajo la hipótesis de una necesidad, porque tal proposi
mismo .gusto y en el mismo estilo platónico. Si-es cierto que la ción es necesaria para llevar a cabo tal o cual demostración (éste
densidad intelectual de un argumento tiene su origen en la mayor es el sentido moderno de la palabra axioma, o bien el caso de
o a lo menos en el principio al cual hace referencia en todo mo los argumentos «ex suppositione» como se dice en la Escuela);
mento. entonces estos juicios serán totalmente impera^ os y en mas puede ser categórico, a pesar de la indemostrabilidad de la
vueltos por proposiciones en las cuales se enuncian juicios muy proposición y entonces será en virtud de un complejo de per
generales, indemostrables en última instancia, y aceptados por fecciones que imperan un conjunto sistemático.
su luminosidad intrínseca, cuya fórmula abstracta e imperativa
90 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? U TEOLOGÍA COMO CIENCIA

«La gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona»


(Gratia non tollit naturam, sed perficit): famoso aforismo de San por lo^raMoT ^
to Tomás; el cual en ningún sitio intenta' demostrar su verdad;
pero esta inducción generalizada y convertida en principio, es
al fa aso. Pero al menos manifestó, como en el hLetismo grie-
indudablemente el enunciado que impera las más profundas y go del que se mostró solidaria, una conjunción significativa de
•singulares determinaciones de su pensamiento. Lo emplea a pro
la más racional abstracción y de la sensibilidad místil
pósito, ya lo hemos visto, para fundamentar, dentro de la con
fianza en la razón, la capacidad de la fe para construir una teo
logía donde la distinción de la naturaleza y.de la gracia no rom
pa la homogeneidad religiosa de este saber. En todos los raciocinios presentados hasta el momento se ha
Muchos de estos axiomas, en la teología medieval, tienen cla
ramente un color, un origen platónico. Normalmente se utilizan
h^ho constimte referencia a la lógica y a la apistemoja grí
dentro de la perspectiva del sistema, por ejemplo el de Dionisio. de ¿Lié
1 hecho fué a la razón griega y a sus métodos
o a®la que recurrió
sucedáneosr
Es cierto que su empleo vale también fuera de esta perspectiva,
pero entonces, para no ser ambiguo, deben señalarse los motivos lazón de su trascendencia dentro de la Palabra de Dios no está
del imperativo bajo el cual se presentan y determinar los puntos circunsMim al uso de estos métodos. Al contrario, en sus fuentes
sobre los cuales debe influir. Es el caso de algunos artículos de
Santo Tomás entre los más acabados o varias articulaciones del muv con unos géneros literarios de un tipo
líinerarium mentís de San Buenaventura.
Estas formas axiomáticas ejercieron y continúan ejerciendo
Tas tT' procedimientofy
sobre los espíritus de temple matemático una extraña seducción. Ofrecían enormes ventajas. M. Massignon ha puesto de relieve la
Si se dedican a la teología, e intentan organizar el conjunto del
dato revelado en una serie de proposiciones rigurosamente liga
das, como si fuesen teoremas, donde la concisión misma parece
Tr' yf sin pensar
metañsica biblira a la filosofía griega, podemos el2rqueunala
favorecer una misteriosa inteli^bilidad. «Dios es una esfera inte
t as^ndencia divina, la creación, el tiempo humano, no eLuen
ligible, cuyo centro está en todos los sitios y cuya circunferencia las categorías helénicas una expresión tan homogénea v
tan espontánea como en la Escritura.
no está en ninguno (Deus est spkera intelligibilis, cujus centrum
ubique, circumferenth, nusquam): esta fórmula que Pascal hará fundirá y universal en susqueintenciones
todamentales; pero lleva consigo unas plasticidades la cultu
célebre es una de las más felices de una compilación de veinti
cuatro aforismos, compuesta en el siglo xii, en un intento de
a .^^olatina, en sus formas y en sus métodos, sTnldaLo L
agotado, y que podrán ser esclarecidas por otros caminos -No
describir la divinidad, Alain de Lille (t 1204) la hizo suya en el
intento más acabado que jamás hubo de construir more geome-
ha descrito Dionisio la contemplación con ténnino~m2

1 Ííil
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 93
^2 ¿ES aENCIA LA TEOLOaÍA?
En tales argumentos, mientras la epistemología aristotélica
mientos rectilíneos, circulares, en forma de denuncia un fracaso para la inteligibilidad ideal deseable, y no
nación desborda los esquemas de la lógica se resigna a estos conocimientos «probables», el teólogo, al con
observado recientemente los resortes espirituales de la mteUgenc a trario, ve en ellos, en esta conjunción del misterio y de la razón
"neblos bantúes; y nadie pone en tela de 3^10 q desde donde mira el éxito más esplendente de su programa, así
mentalidad hindú pueda un día ofrecer a la expresión de laj^ como una operación típica de su devota y afectuosa penetración
unos procedimientos inusitados en la cultura , del misterio. Los hechos y los gestos de Dios escapan a las cate
ejemplar de la t¿ología en la escolástica occidental no le unpone gorías lógicas. ¿Por qué, por ejemplo, el Verbo de Dios no se
que se cierre, en adelante, sobre sí misma: la trascendencia de encarnó inmediatamente después del pecado? Porque la revela
te vuelve a encontrarse con la infinitud del espíritu para mant ción, como otra pedagogía humana cualquiera, debía realizarse
nerla abierta en su luz divina. progresivamente: el orden natural de las cosas y del espíritu va
desde lo imperfecto a lo perfecto; Cristo vendrá después de una
larga preparación del pueblo de Dios. Este principio tiene valor
El argumento de conveniencia en un sentido que la realización de un plan supone la preparación
previa de sus elementos; pero la aplicación a unos datos crono
Si el teólogo, dentro de la coherencia de la fe y la razón lógicos no es evidente: Dios tiene poder, si quiere, de realzar en
consiente, no sin nn pudor extremo, a llevar ^ un instante laLadaptación a su proyecto de elementos imperfectos.
demostración la inteligencia de ciertas La aplicación del principio puede ciertamente justificarse luego
misterio no deja de ser verdad que este misterio, en «us dato por la historia cuyos hechos regulan mi creencia. Pero esta prue
primeros no se presta, en lo tocante a las imciativas de Dios, a ba, tal y como el teólogo la convierte en argumento, es tan sólo
una seméjante.elaboración. Que Dios, para restaurar su "mage una prueba dialéctica, la cuál, de una manera abstracta, no for
■ en el hombre, haya tomado el camino de una encamación, q zaría el asentimiento.
Intes d^este misLio haya creado el mundo, y, dentro de este He aquí otros ejemplos: era de suma conveniencia que la
mundo una criatura a su imagen, son decisiones éstas qu p madre de Dios-hecho-hombre estuviera exenta de la tára del
manecén irreductibles a una determinación demostrable, sea la pecado. Convenía en'grado máximo que su cuerpo maternal no
que fuere Pertenecen únicamente al amor y a sus irracionales estuviera sometido a la corrupción de la muerte y que su carne
feesos Lo mejor que puede hacer la razón, ha,o la revekción se beneficiara con anterioridad de la resurrección obtenida por
S es complacerse en esta feliz armonía de estos designios su hijo. Estos argumentos famosos, cuya fuerza creciente a lo
ahora revelados. Ciertamente, ella largo de los siglos es tan significativa de las leyes internas del
lo hará despojando la estructura de su raciocinio de todo maüz desarrollo de la fe, nos demuestran la eficacia de estas «conve
de obUgatoriedad. Los teólogos emplean una expresión caracte- niencias», en las que el creyente piadoso (en el sentido profundo
de la palabra) encuentra su complacencia: en adelante estos argu-
niencia».
94 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENaA 95
meutos presupondrán unas verdades dogmáticas, durante largo éstas, claro está, que debemos usar con tino, pero que contienen
tiempo en acción en el seno de la Iglesia. No se ha llegado basta un hermoso opümismo que revela a los teólogos de casta
aquí por la fuerza de los argumentos; mas éstos dieron una ex
presión llena de contenido a una auténtica inteligencia del de V aMsff."""" conveniencia, una última
signio de Dios y de los caminos de su realización. Son éstos, dentro del grupo arquitectomco adoptado para construir su sin
indudablemente, casos extraordinarios; otros muchos ilustran la táis, «Suma», como decían en la Edad Media. Si, para elaborar'
historia de la teología, los cuales, sin acercarse en modo alguno
a una ratificación dogmática, ofrecen un gran valor nutritivo
para la verdad y para la piedad. En su tratado de la Encarnación dSodf y habrébagoobtenido,
divmo todas las otras verdades, dependerevidentemente,
de este acto
iSanto Tomás se dedica ampliamente a una lectura «teológica» una vnsiún tnuy distmta de la de Santo Tomás. Éste, en efecto
del Evangelio y de la vida de Cristo: cada episodio está ilumi organiza su Suma sobre el esquema neoplatónico de la emanacióti
nado con'una «conveniencia» que en modo alguno pretende de ■ y del retorno de los seres, donde el hecho histórico de la Encar-
mostrar, pero sí manifestar ló que se podría llamar la interioridad nacmn es tan sólo un medio escogido pata realizar^ en.Cristo el
divina de los hechos. Es lamentable que un cierto positivismo in-
tel^tualista haya sido causa a veces de la negligencia manifestada por Thech'^ri ^'delantado
el hecho de disponer las cosas así o deninguna demostración
otra manera- y los
por estos procedimientos sabrosos de los teólogos antiguos.
Los dogmas fundamentales son la materia directa de esta na^dad de uyistema teológico,decisivos
n^daL no pertenecen
que seanen para
modolaalguno
origi-
búsqueda de conveniencias. Que Dios vivo sea, en su unidad, a un. dopia de fe. La fe continúa siendo la misma en la siste-
Padre, Hijo. Espíritu, en tres personas, sólo puedo conocerlo
a través de la fe, y los presentimientos de esta verdad que se a" o de un Escoto; pero
un Tomás de Aqumo de un
estaBuenaventura, de
ortodoxia única
podrán encontrar incluso entre los filósofos paganos no son más deja rienda suelta a las decisiones personales del teólogo para
que el efecto de lejanas y vagas analogías; «el ser perfecto es
fecundo», o bien «la vida total exige intercambios personales», sTT ° es emanación—-dn
suma. La teología, que de la fe, es,racionaf dfL
no obstante
o incluso, según la mística de los números, «Tres es el número
perfecto y sagrado». Pero estas insinuaciones adquieren, poste sTeirí/^'^ -ste conexión nece:
riormente al consentimiento de la fe, una extraña verificación, y
un valor inteligible que el filósofo no podía sospechar. Santo
p^rel teólogo' afectuosamente adoptadas
Tomás llega incluso a decir que en esta ratificación posterior
alcEmzamos «la raíz de la verdad» {Suina, 1.^ parte, cu. 32, art. 1, Funciones y ¡recursos no-mcionales
rep. 2); San Anselmo hablaba de «razones necesarias» y Ricardo A pesar del cuidado que hemos puesto en observar, dentro
de San Víctor manifestaba la exaltación de su espíritu «demos de su variedad y hasta su último límite, los procedimientos usa
trando» que, en su plenitud, el amor es fecundo. Expresiones dos por la razón- en la elaboración del contenido de la fe, no
u TEOLOGÍA COMO CIENCIA 97

¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?


sólo en orden a su fervor estético y popular, sino también en su
nodemos dejar de experimentar el sentimiento de que en el cam- calidad de perfección. La inteligencia humana, encarnada dentro
m de la teología se utUizan unos recursos no racionales del espi- ^ de una sensibilidad y ligada a las perfecciones imaginativas, no ■
rtu o por lo menos irreductibles, en parte a las formas mentj^ rechaza, después de haberlas conceptualizado, las figuras y las
metáforas sobre las que ha profundizado; encuentra en ellas un .
de ñuesma razón. Si extendemos en efecto, como procede, la his terreno abonado permanente, que ya tiene valor por sí mismo.
toria de la teología hasta las zonas de la cogitacion de fe que n
deTenÍen directamente de id enseñanza, eatequesis o teología Así sucede con la fe en su esfuerzo de comprensión.
SrLs unas superficies de pensamiento en las que existen Igualmente es preciso considerar bajo una perspectiva aná
loga ciertos hechos que, dentro de la Iglesia en marcha, no sólo
perfecciones de origen y tono imaginativos, las cuales alimentan
totruyen, y no sin profundidad, los datos de la fe. S han tenido una eficacia institucional, si no que estaban plenos
pueden convertir estos temas en «razones»,'mas conservan ^tM de inteligencia, repletos de ideas como diríamos en lenguaje pla
tónico: la conversión de San Bernardo, de un San Francisco o
V después unos valores de expresión que sena inoportuno echar de un San Ignacio, determinó, dentro de la Iglesia juntamente
L olvido'Ejemplo: de un extremo a otro de la teología mediev^ con instituciones que la edificaron, unas posibilidades de inteli
se ha desarrollado y mantenido, aunque sea difícilmente reducibl
a téLt^de escLla, el tema del espejo: la naturaleza es nn gencia que las escuelas y las coaientes espirituales de la Cris
tiandad pondrán en acción. En su desarrollo mismo la economía
espejo en el cual puedo ver a Dios, mmd, '
liber et pictura. mbb est et speculum. decía ^lam de L Iiistórica del misterio cristiano nos ofrece, de este fenómeno, una
preciosa y segura enseñanza. Estos caminos y estos medios en
ísido ra)- el alma es un espejo en el cual ,de una manera mas
X» * .ra-c—» Xó .
lum mentís» y Vicente de Beauvais, en el siglo xra, ledacta bajo
la elaboración humana de nuestra, fe no nos sorprenderán:. el
mismo principio que hace un momento nos explicaba el método
-.es"lo üL triple enciclopedia, natural, histórica y mori^^. racional en teología, sigue actuando en este caso. Decíamos con
Santo Tomás que las realidades, incluso las divinas, penetran en
Mientras otras imágenes han podido ser peradas Y constoda un sujeto conocedor conforme a las leyes y a las escrituras psico
por la razón, como la imagen, también bíblica, de las huella , lógicas de este sujeto, y no según su naturaleza propia. Por con
de los vestigios de Dios en la crcatura, el tema del espejo ha pe siguiente, al no querer definir el conocimiento exclusivamente por
manecido en su nivel de simple metáfora, pero de una metáfora
TTsuglva no sólo para la piedad afectiva, sino incluso las condiciones de su objeto, salvaguarda la espontaneidad del
sujeto y su función esencial en el arte de conocer^. Ahora bien:
'"p"Í asi una lista de metáforas, de analogjs el hombre, en su intento de conocimiento, posee una inteligencia
caracterizada por dos rasgos esenciales y por otra parte conver-
imaginativas, las cuales incluso cuando
ñor la conceptualización. guardaron en su nivel origm
Lténtico valor de inteligencia. Es en este senüdo particularmente 1. Unas recientes controversias (asunto del catecismo) han demos
aÍkpoeÍa y más comúnmente las artes, las artes figuradas trado que algunos tienden a definir exclusivamente el conocimiento, in-
Lbre todo, constituyeron y constituyen el alimento de la fe, n
98 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 1,99.
gentes: es como primeramente racional y no intuitiva; conoce a ntu humano, el símbolo es incluso por su pesadez sensible "a
través del análisis de la composición; por último se desarrolla veces tosca, un elemento más apto para expresar el misterio, que
solamente por y dentro los recursos de los conocimientos sensi el concepto racional que se presta a la ilusión idealista
bles. Este recurrir a los datos sensibles e imaginativos no es algo En la economia cristiana, toda una zona comprende como'
accidental e interino; es un recurso esencial de la idea, como es eleinento esencial el símbolo, no sólo el símbolo hablado, sino el
esencial del alma el existir dentro de un cuerpo. Los ■ recursos símbolo de acción: es el conjunto de representaciones y acciones
infrarracionales del espíritu entran de consiguiente en sus empre sacramentales; primeramente de los siete sacramentos de base
sas, sin perjuicio de las operaciones propiamente racionales. pero también mas allá de éstos, de toda la red de operaciones
El caso más importante cuyo especial alcance en materia de culturales, de «celebraciones»,..constituye la trama de la liturria
conocimiento religioso debemos prever, es el de los símbolos, en su expresión Individual o colectiva del misterio.,cristiano:
metáforas cuyo poder de expresión se ensancha y profundiza ^ íisteno y sacramentos se corresponden; las dos palabras son
con su desarrollo orgánico. Psicólogos y sociólogos de todos los .incluso a veces smónimas; llamamos a la Cena Eucarístlca una
tiempos y de todas las civBizaciones, han observado los límites, celebración de los «Santos Misterios». La significación de este "
los riesgos y también la fecundidad individual y colectiva de los procedirmento por el cual damos a los gestos extemos un sentido
símbolos. Hoy en día, cuando parecería que la racionalización no s o sagrado, sino cristiano. Los sacramentos son esencial-
de la vida, incluso la más elemental, ha desvirtuado el lado sim mente signos; y no solamente signos teóricos y abstractos, sino
bólico de la reflexión, incontestable que bajo diversas formas, los signos sensibles, materiales (un baño de agua, una comida, etc.);
símbolos desempeñan un papel importante en las representaciones para usar el térnnno de los teólogos orientales digamos que son
y en las promociones de grupos humanos. Nos equivocaríamos, unos símbolos que tienen un poder especial de representación.
humana y cristianamente, al tratar estas riquezas espirituales del Los católicos tuvieron que defender contra Lutero la eficacia la
hombre como cosas atrasadas, hoy infantiles. Algunos sectores realidad de la gracia que el sacramento significa, pero una vez
de la teola^a se prestarán a la explotación psicológica e incluso asegurada esta verdad dogmática.no deja de ser verdad que el
doctrinal de estos procedimientos no racionales; allí precisamente sacramento es una representación slmbóUca de lo que .rignifr, y
donde la impotencia de la razón está más acusada, por tratarse de lo que reahza. La riqueza de una liturgia comprende, pues la
de una zona en la que los enunciados racionales lindan con el plena actuación de los símbolos que.pone en movimiento, gestos
misterio. Los místicos lo saben perfectamente, y por esto recurren y palabras; la condición de su eficacia —lo observamos boy en
a las «imágenes», incluso a la poesía. Dionisio, que es una vez dra en el actual resurgir, como. por.ejemplo, en la renovación
más su maestro, sostiene que de las dos enfermedades del espl- de la vigilia pascual _ estriba en una mayor finura de una sensi-
bibdad espiritual educada gradas a la expresión de los conjuntos
cluso el religioso, por las condiciones de su objeto. «Santo Tomás, al smbohcos conforme a su ley original y a la aptitud de los parti
contrario, insiste en salvaguardar la .^pontaneidad del sujeto Y su paprí
esencial en el acto de conocer.» A. Heyen, S. I., Lintentionnel dans la
cipantes. Si. por otra parte, recordamos .que la liturgia es una
philosophie de Saint Thomas, Bruselas, 1942, pág. 208. de Ids fuentes vivas de la teología, uno de sus «lugares», como se
'T

LA TEOLOGIA COMO CIENCIA 101


100 ¿ES CIENDA LA TEOLOGÍA?

dice, caeremos en la cuenta de que en ella las expresiones sacra teología el valor y la eficacia del método simbólico, es que alre
mentales'y simbólicas del dato revelado nutren en gran manera dedor suyo se había desarrollado el curioso intento de construir
desde dentro la perfección de la fe. una teología partiendo de procedimientos simbólicos. Hugo de
San Víctor (t 1141) había elaborado un amplio plan de trabajo
que sus discípulos habían querido realizar y según el cual, des
pués de un inventario de los datos de la revelación, se buscaría
s'u inteligencia por los caminos y por los medios de la razón,
«Existe otro sector de la fe cristiana que hace uso, aunque desde la razón gramatical e histórica, en la exégesis dé la letra
de la Escritura, hasta la estructuración sistemática de argumen
de modo muy distinto, de las representaciones por vía de sím
bolo: la economía del plan de Dios en la Iñstoria de la salvación, tos. Pero esta labor no era más que preparar el terreno de la
se desarrolla no sólo en una serie de acontecimientos, desde la Palabra de Dios, sobre el cual se construiría ahora un edificio,
vocación de Abraham hasta ía resurrección de Cristo, desde la no ya con «razones», sino con la intervención de símbolos orga
venida del Espíritu hasta el retorno del mismo Cristo, sino en nizados en forma de alegoría. En efecto, la alegoría, en su con
una conexión «tipológica» de etapas en las cuales los hechos y los texto tradicional cumplía precisamente la función doctrinal de
gestos, sin perjuicio de su realidad propia, poseen un valor de interpretación de la Escritura. Merced a esto el fiel penetraba
representación del porvenir. Jerusalén era la ciudad santa del en la interioridad espiritual del texto sagrado. Y de la -misma
pueblo judío: también era la figura de la Iglesia, por fin era tipo manera que debemos utilizar la letra como fundamento, hemos
de la Ciudad cele.stial. El maná fué el alimento santo del pueblo de emplear la alegoría para alimentar y construir nuestra fe.
de Dios; pero si conserva un interés teológico, es más bien como «La letra enseña los hechos, la alegoría el contenido de la fe.»
figura de la Eucaristía, o incluso del banquete celeste. Y así suce- Uttera gesta docet, quid credos allegoria, rezaba el axioma me
• sivameñte! La historia-de:.la teolo^a está llena de la de estas ela todológico admitido. Así, de un modo sistemático, la historia y
boraciones simbolistas, en la trama misma del dato revelada la fe se completan: esta dando la inteligencia de los «misterios»
Los Padres, tanto en sus tratados'como en su enseñanza pastoral, de la historia, aquélla disponiendo la materia de las revelacio
nes. Hugo de San Víctor intentó construir de esta mariera,. for
los constituyen en alimento permanente de su intellectus fidei.
Los grandes maestros de la Escuela, tan enamorados de los va mando un sistema, la Palabra de Dios. Así, el Templo, del que
lores conceptuales y «científicos», conservan y explotan este mé la literatura bíblica nos da a conocer la arquitectura y las funcio
todo tradicional. Santo Tomás —vamos a verlo más adelante — nes, se convierte, por la lectura «teológica», en la figura — figura
la excluye de la función científica de la teología, pero recurre a inagotable de inteligencia, y no sólo de devoción — de la Iglesia,
a ella abiertamente en larguísimos artículos de su Suma, donde luego del aíma, por fifi de la ciudad celestial. Triple alegorización,
hace laTeología de la Ley antigua, como también allí donde re que organiza la materia escriturística, en contra del fárrago ima
curre a los textos litúrgicos. ginativo de algunos piadosos intérpretes. Así, pues, el Éxodo,
Si Santo Tomás rechaza, dentro de la función científica de la desbordando el límite restringido de un'episodio primitivo, se
102 ¿ES CIENCIA U TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 203
constituye en un gran tema espiritual: en realidad, la entrada &es últimos. De hecho, cada vez que en la Iglesia se produce un
en la Tierra prometida a través del desierto, y su celebración en
los ritos de la Pascua, continúa siendo típicamente la institución y apostólicas, como podemos apreciarlo hoy en dia uno de los
del pueblo de Dios; la Pascua de Cristo y del cristiano encuentra
en ella no sólo su contexto arqueológico dentro de una liturgia ntual de la Esentura, sm perjuiciorevalorización
rituaTde'irF'"T"'^''' de su letra histórica
del sentidoy coL
espi-
obscura, sino la imagen primera que ilumina a la vez su génesis testmomo de la presencia activa de la Palabra de Dios La ale-
y su naturaleza, representando al mismo tiempo el sacrificio, la gona, en el sentido paulino de la palabra (Gál IV 24) es la
resurrección, la eucaristía y, definitivamente, la Tierra prometida clave de esta inteligencia. ' '■ ®
del paraíso. Lo mismo se diga de la inmolación del Cordero pas _ Pero ia alegoría tiene sus leyes, que no son las leyes del aná-
SIS conceptual y de la constíucción racional. Dionisio había va'
distinguido expresamente estas dos vias de conocimiemo ej «so
cual, del Sábado y todo el resto. Sin ir más lejos reconocemos
aquí los temas constantes de la catequésis de la pastoral cris
tiana. ¿Podría el teólogo echarlos en olvido? I método aristotehco hacía más sóhda aún la distinción: las
Como dice Hugo, éste es el camino de una lectura inteligente,
iter-legendi, si realmente es cierto que la ÍBscritura no es una a lamiciones,
pohsemilas
a denociones,
los símbollosos,argumentos
de su tenornoimaginativ^r^S
pueden acomodarse"
sus
nexiones sentimentales. Querer construir un saber teológico y
serie de narraciones y de proposiciones, sino un pensamiento di
esgrimir argumentos mtelectualizando los símbolos y los tipos de
vino estructurado. La elaboración propiamente racional del dato
la E,scritura. seria mezclar los géneros; es más. reprLntSa la
(lo que hoy en día llamaríamos teolo^a especulativa), trátase
vez una corrupción del trabajo de la razón teológica y de la fun
aquí como una labor previa, en contacto estrecho con la lectura
gramatical del texto. De hecho, Hugo compuso una «suma»; ion del Símbolo. Los míseros pmductos de la ategorizLlón
pero esta suma, pedagógica y metológicamente se concebía como
una preparación para el estilo «alegórico», construcción suprema
de lasTccfo^TT'™ 'a. explicación
las acciones rituales, más que un abuso de su manejo revelan
una desviación del simbolismo, irreductible, por naturales a una
del teólogo, lugar de la inteligencia mística propiamente dicha.
tal mtelectualización. Ciertamente; los símbolos for
El intento de Victorino, a lo menos en su propósito original,
no llegaría a precisarse ni a tener éxito. No obstante, es alta
mM parte de las expresiones del dato revelado; pero la teología
mente significativo, y no solamente por erudición lo hemos sa
fruccion. Tal es el sentido de la decisión de Santo Tomás; el teó-
cado a relucir. Hugo tenía razón al sostener como esenciales
para una inteligencia de la economía de la salvación los planos g puede sacar argumentos solamente del sentido literal de la
tipológicos de la Historia Sagrada. Por otra parte, so pena de estas aclaraciones para deshacer algunas confusiones existentes
convertir esta economía en un sistema abstracto y de vaciarla
de su materia histórica, el teólogo debe integrar en la doctrina
en los fervores de hoy día, situando cada uno de los Sodo!
sacra el dinamismo divino que, en beneficio del presente, vincula empleados en su justo lugar. métodos
la memoria de los acontecimientos pasados a los proyectos de los
^Q4 ¿ES CIENCIA LÁ TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 105

organismo del saber nos impone una adaptación de estos prin-,|


cipios, distinta según las diversas disciplinas. La verdad es una,'
Ciencia «sagrada» pero existen diversos sistemas de verdades, los cuales la cons
truyen en nuestro espíritu, y no hay necesidad alguna de poseer,
Del método racional, Uevado al extremo de caUficar de ciencia en cada grado de conocimiento, la evidencia última de las últimas
esta inteligencia de la fe. Santo Tomás ha presentado una j^asü- iniciativas del espíritu: cada sistema, cada nivel, se integra en el
ficaclón. A pesar de su rigor técnico, será de gran provecho el sistema superior, al igual que los objetos misrrios cuyo análisis
exponerla. Indudablemente, otros grandes teólogos (incluso to epistemológico revela diversos grados de inteligibilidad sucesi
mistas). pertenecientes a otras escuelas, no han aceptado, ya o vamente empalmados. Hay unas evidencias que imperan en cada
hemos dicho, ni esta justificación, ni la cualidad de «ciencia» sistema, lo llenan de luz y le confieren una autonomía, pero son
Pero la libertad de opiniones no nos exime de profundizar en el éstas evidencias en un campa dado; el espíritu, a menos que erija
problema, cuyo punto álgido radica en esta cuestión. La ciencia en ciencia suprema su saber presente (pecado típico del «espe
teológica es sólo «ciencia» en cuanto representa una contmuidad cialista»), se reserva de alguna manera unas insatisfacciones, y
mistica con la Palabra de Dios: tal es su situación epistemo- si algún día, buscando ulteriores luces es condescendiente con
ellas, será sin perjuicio de la originalidad y la- especificidad de
'^Ta teología es ciencia de Dios. Lo es en el sentido general las disciplinas subalternas a las cuales venía dedicándose. El físico
de que la fe nos hace partícipes del conocimiento que Dios üe- explota la inteligibilidad de su objeto con unos principios, unas
ne de sí mismo. En un sentido más estricto, lo es porque este evidencias que le presta el matemático; ciertamente, puede remon
conocimiento participado se construye, en nosotros, como una tarse hasta los teoremas aritméticos o geométricos de los que
ciencia Y esto es verdad, afirma Santo Tomás, a pesar de esta hace depender su trabajo propio, pero si se mantiene en su nivel,
oposición directa a la -noción de ciencia: la teología, emanación recibirá del matemático, sin perjuicio de su espíritu ni de su
de la fe. se constituye solamente en la docUidad a la Palabra de objeto, las conclusiones de su colega sobre los números, las su
Dios ■ en la adhesión a su misterio, en la obediencia al dogma, y perficies y los volúmenes, las cuales, aplicadas a su plan físico,
por lo tanto, sin poseer, en su punto de partida, ninguna evi le iluminarán convenientemente y serán «principios de verdadero
dencia de los principios. Pero esta-carencia de evidencia inicial saber». El físico «cree» estos principios, pero su evidencia, por
constituye precisamente la razón por la cual no se puede concebir el hecho de ser prestada, no deja de ser auténtica. El aceptar la
consistencia científica alguna sin una continuidad orgámca con jerarquía de estas evidencias es propio de una disciplina del espí
la luz.de Dios. . . , ritu, porque es reconocer en estos grados del saber los autén
Y no se diga que esto representa, para una ciencia, una d ticos grados del inteligibilidad de los seres. Flexibilidad meto
viación.-Ciertamente, toda ciencia requiere, en su_ punto de par dológica ésta, muy propia de la noticia de Aristóteles y que se
tida. una evidencia; pero esta autonomía del espíritu, en el sabm funda, en él, no sólo en una epistemología clarividente, sino en
no copstituye un absoluto sin variantes ni grados, y el complejo una metafísica del ser; la teoría de la analogía del ser constituye
106 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA J07

el fundamento de esta concepción del saber, distinto en sus auto


nomías sucesivas, a pesar de la unidad del espíritu. La conexión ornar h fe~como punto de partida, a colgarse de la fe. ya que esa
1=^ teología
de estas inteligibilidades se realiza por medio de «creencias», a
través de las cuales las ciencias se subordinan una a otra; es lo
aalternante)
erÍamet® con la ciencia teológica (subalternada). Dios» (sub
Consiguien-
que se llama, usando la expresión latina más técnica, la subalter-
nación de la ciencia.
se^le ™
La «docilidad» del teólogo que «cree» sus principios sin tener
letítLa
leg tuna Proposiciones aceptadas aporDios
«obediencia» intelectual vía que
de autoridad,
se levcla, por
sinouna
de
evidencia de ellos es, por lo tanto, un caso particular del régimen una continuidad orgánica psicológica y religiosa, según lá cual la
normal de las ciencias. La fe que le procura su luz, su atmósfera luz de la fe, emanación de la luz divina en el espíritu del hom
espiritual, tiene una función análoga a las coordenadas espiri bre, constituye el lugar indispensable para el conocimiento de las
tuales que señalan al sabio su campo de trabajo. Y así como el proposiciones reveladas.
físico, estimulado en su saber, tiende a elevarse hasta el nivel
de inteligibilidad del matemático, más allá de sus propios prin- verdadero conocimiento religioso a tina rehusa considerar como
dialéctica racional que
'cipios, así también el teólogo, movido por el apetito de su fe, e apoye en una adhesión no-creyente a los artículos dé la fe se
tiende a la visión clara de las verdades divinas que hasta entonces
n&ma en esta ley de la subalternación de la ciencia segúii la
«creía». Su ciencia se constituye en dependencia de la ciencia de
Dios o de aquellos que «ven» a Dios, y a pesar de su afán tor
i
tuyen: -''-^tea^íás
la convicción de su valer y de su vitalidad. Aquello consÍ
mismo
turador que le impulsa a ver, cree, sin ningún titubeo, las verda que hace que la teología sea ciencia, hace también que sea «sa-
des recibidas, a las que constituye en «principios de Teología».
^ada», por no decir, de buena gana, «mística», ya que esta pa-
Lo que llama la atención, en esta solución de la antinomia
evidencia-fe, no es tanto la habilidad técnica de la respuesta
mt q lÍr 1 subalternación no'es
como su inserción en la trama misma del problema planteado; teológico eagencia estructural del saber
está sacada de sus causas propias, y no constituye solamente una
Asi, pues, al final de esta justificación, volvemos a encontrar-
prolongación interna de una tesis originariamente inadaptada a uos con ima expresión a la cual restituímos su equilibrio y que
un objeto imprevisto, sino una valoración de la noción misma
de ciencia que provocaba esta antinomia y que, una vez anali- cdaa ir
alguna, en ^ta contmuidad "
de''ten
luz, enpermanecer sin consisten-
esta comunión de vida
lizada en su estructura y en sus condiciones de ejercicio, revela e teologo oye la Palabra de Dios; la habla, dialoga con Dios y
ahora un secreto de acuerdo con esta disciplina, inaudita en Aris
este diálogo, dentro del compromiso que supone la fe, confier¡ a
SU teología su «existencia divina».
tóteles, y que es la teolo^a. Lo que parecía ser la ruptura de todo
contacto consolida, al contrario, las coherencias normales..La doc
trina aristotélica de la ciencia no es otra que ésta.
Por consiguiente y de un modo simultáneo, la exigencia téc-

I ii'.t
109
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA
108 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
nente, original, específico, cuya reducción a la medida común
solamente puede realizarse bajo el amparo de la analogía, dentro
de una impregnación y una estricta regulación de la fe, de tal
manera que el raciocinio no aparezca como la aplicación de unas
Por lo tanto, debemos atribuir a una grave desviación de la nociones filosóficas a un dato heterogéneo. No siempre se ha
ciencia teológica el. que, durante algún tiempo, bajo la influencia evitado el peligro «de considerar el papel de la fe en teología,
del racionalismo de Wolff,-algunos, más o menos consciente únicamente como una función previa, necesaria para tener un
mente. despojaran el saber teológico de este baño de luz de la punto de partida, pero en el fondo como una función solamente
fe, y dieran a sus pesquisas racionales una consistencia propia, preliminar y extrínseca; según esta concepción, el trabajo teo
como si, sin la fe, sin su continuidad y sin la comunión-con la lógico se llevaría a cabo, luego, con la simple aplicación de la
Palabra de Dios los argumentos, las conveniencias, las deduccio metafísica a este dato admitido como verdadero. En este caso,
nes' y las demostraciones tuviesen algún valor. Dentro de este al mismo tiempo que se construye una interpretación racional,
optimismo de pedagogo, que constituía el clima propio del ¿cómo será posible no despojar el dato cristiano de su especi
AufklOrung, y de la filosofía de las luces, dentro de este cientis- ficidad y de su carácter de todo y de realidad original?»
mo teológico, el uso de la dialéctica era correcto, pero esta co La teología, de un extremo a otro, en su trama única, es doc-
rrección estaba al margen del potencia contemplativo y de la ge trina sacra. Implica, es cierto, varios niveles de inteligibilidad,
nerosidad especulativa que animaban al teólogo medieval denü-o y es preciso distinguir expresamente, dentro de esta unidad sagra
de su fe ingenua, fuente permanente e inagotable de intelegibili- da, el objeto propio de la ciencia teológica, el revelado «virtual»
dad. La teodicea de los deístas es tan sólb un sistema de pruebas como dice la Escuela, distinto de la revelación misma, la cual
■ sin trascendencia ni espiritualidad, sin calidad religiosa. Es la es objeto de la fe. Pero esta distinción no supone ninguna sepa
religión de. Voltaire. El resurgimiento actual de la teología nos ración. Al final de su téoría de la subalternación, Santo Tomás
aparta de esta escolástica decadente. puede afirmar; en un lenguaje que no nos es dado traducir, que
Los misterios de Dios no se presentan, dentro de la acción la fe es quasi habitas theologiic Qn Bostium de Trinitate, cu.-5,
del raciocinio teológico, como casos particulares de una regla art. 4, rep. 8).
general, como si fuesen la menor de un silogismo cuya mayor
racional estuviese constituida por un principio universal. No po
demos-decir simplemente: el sacrificio es... (definición sacada de El ejemplo medieval
la filosofía de la religión); es así que Cristo se ba ofrecido en De este alto concepto del.saber teologal y teológico, encon
sacrificio..., por lo tanto... Como tampoco podemos decir: el tramos un ejemplo en acto, dentro de la libertad medieval, en
sacerdocio se define,...; es así que Cristo es sacerdote; por consi el siglo xin, en la edad clásica de la teología y con una fórmula
guiente... En Cristo, las realidades de sacrificio, de sacerdocio,
y en general, todo el hecho cristiano (cristológico, antropológico, I. M. J. CONGAR, Artículo Théologie, en 'el Dict. de théol. cath.,
sacramental, eclesial), han de ser tratados como un caso emi- col. 480.
110 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA ' jjj
explícita: este concepto fluye a la perfección, no sólo de los tex
tos, sino también de las instituciones mismas y del aparato esco
lar de la enseñanza. su coherencia con los conteyfnc Uf.. • : cuestión sobre
En la Edad Media, la en.señanza de la teología se fundamen que pronto llenaba a la enf ^ ^ doctrinales o cuestión
taba en tres operaciones distintas y conexas a la vez. Distintas eu un pLdpff,uto TT E^POotáneo
hasta tal punto que el progreso pedagógico provocara su sepa este sisL T '"T ^
ración en los programas, y conexas en el sentido que esta sepa dico, es decir uue^ Trl f Prontamente metó-
ración deberá respetar su estrecha interdependencia en la espe- sidad de la fé estimula tT 1"°" que la curió-
cialización de sus tareas. Sus denominaciones latinas, a fin de taliza. el Íct.Sl'ent"Ir'f
conservarles su tecnicidad, han de referirse a la última fase de ■ sobre cada una de las ron '■ ■ plantea cuestiones
una evolución activa. Estas tres operaciones se llamaban: Lectio, puntos imJoZlIrrSTr? °
Qmstio, Di^-putatio. Lectio: La enseñanza, en teolo^a, como en • la escolástica, tanto en. su f =°"stitutivo de
otras asignaturas, se hacía a base de textos, que «se leían», que portamiento redaccional n \ ^ en su com-^
se comentaban en las clases, con una penetración progresiva que iovon nac aTv rí, ~
iba desde la letra gramatical y lógica hasta el sentido, desentra-
nado a través de una primera elaboración conceptual; luego se expresado) lo que hasta ahn ° sentido arriba
llegaba a la doctrina (sententia) alcanzada más allá del texto, la edad adulta de h 'f pasivamente. Estamos en
gracias a una búsqueda de las relaciones internas del pensamiento adelante el profesor no es A TnÍxi^fT
y de sus conceptos implícitos. En teología, la Biblia era eviden
temente el libro de texto que se «leía», en todos los grados, de i?:íasSrH
acuerdo con las circunstancias y las etapas de un programa pro
gresivo que iba desde una lectura rápida hasta una verdadera
obediencia y de ÍcS de'
que «determina» los problemas ^
después de la
^®<='a, sino
teología bíblica. Era esto lo más importante, algo esencial en la al espíritu la raíz de ircoirTa «
enseñanza de la teología: siempre y en todo lugar conservaba la (Quodlibet, IV, art. 18). enguaje de Santo Tomás.
primacía, no sólo en dignidad, sino incluso en cuanto al método.
La teología era, literalmente, bíblica; el texto básico del maestro
en teología, era la Biblia. Santo Tomás, en su curso magistral,
razónase imrotÍ%ren?'"T,""^
comentaba la Biblia. Segunda operación: La qucestio. Por suges
tiva que sea, no se puede contar la historia de este ejercicio uni en cuestión. Vtrum Lserá «cuestión», una puesta
versitario; enseña que la Qucestio es el resultado perfecto de esta la intensificación de ¿s cuestiones^re i V
pedagogía. Sobre el texto leído y comprendido, se hacía una pie fortalecimiento y la normaíf?.!"
pregunta; una cuestión, en el sentido de «poner sobre el tapete»;

.ly,
ij


•íii-r
LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA 113
J12 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
la primacía, y como acto principal que es del intéllectus fidei,
mismo de la curiosidad y de la labor del teólogo; no ya curiosidad constituye, en la Suma, el esquema del artículo en cuanto es uni
textual a la sola luz de la fe. pero si problema extraescrituns- dad de trabajo.
tico, especulativo, del cual la Escritura era sólo el soporte, y La originalidad de esta técnica teológica será más manifiesta
cuyas estructuras nada tenían que ver con la exégesis, sus ley^ si la comparamos a las ordenaciones más corrientes de los ma
gramaticales y hasta dialécticas. De la sacra página se pasa a la nuales modernos. El esquema se presenta de un modo muy dis
sacra doctrina. La sentencia se convertía en la conclusión de un tinto; no ya en forma de cuestiones, sino de tesis. Éstas se apo
raciocinio. . yan en distmtas series de pruebas, éscripturísticas, patrísticas, ra
■ Disputatio, ¿de qué manera debía llevarse a cabo una tal cionales; en estas pruebas la función científica de la teoIo^a
operación sin d^pertar el conflicto de laS opiniones, la mterfe- está puesta al lado de las exégesis; la Biblia no se trata por sí
rencia de los presupuestos metodológicos ©'sistemáticos, la diver- misma en una lectura de fe, y la exégesis es solamente una disci
gencia de análisis, en una palabra, sin desarrollar el tratamiento plina auxiliar del raciocinio teológico. Lectio, qucestio, disputatio:
de la cuestión en la forma de una «disputa»? Disputa que tiene el esquema tripartito de la escolástica medieval respetaba mucho
sus leyes, sus procediinientos y sus esquemas oficiales: la «cues más tanto la unidad de la teología como la diversidad de sus
tión disputada» se convierte en un ejercicio escolar donde el funciones.
maestro recoge los argumentos en pro y en contra, introduce sus
principios de solución, los aplica a los distintos elementos descu
biertos en la controversia o en una más profunda,penetración de El papel del maestro en teología
la lectura del dato textual, por fin «determina», como se dice,
cierra el debate dando su sentencia autorizada. La cuestión dispu En la Universidad medieval la licencia—Ucentia docendi —
tada, por su ampHtud,. por su dificultad y por su origmahdad sobrepujaba el mérito'de un examen: confería, en efecto, a su
se convertía en la operación propia de un maestro en teología. titular un derecho y un título oficial para la enseñanza. En teo
Rogelio Bacón se lamentaba de que, ya en su tiempo, en las logía, su titular estaba encargado de enseñar la Palabra de
prácticas de los teólogos y en la preferencia del público, la cues Dios, y la Iglesia calificaba su enseñanza sin que por esto entrara
tión disputada tuviera más relieve que la lectura del texto, que a formar parte de la lglesia docente.
la teología bíblica. Sea lo que fuere,..es evidente, en principio, Cuando, tal como hemos visto, la pedagogía escolár se des
que Xa:disputa mgistral contiene un gran poder de mteiigibilidad arrolló y la cuestión vino a sobreañadirse a la lectura del texto,
y ofrece un instrumento homogéneo a las leyes del espíritu. Por la función oficial del teólogo se desdobló en cierta manera en
lo menos a ciertas leyes y en determinadas maneras de pensar. dos tareas: la interpretación de los textos sagrados y su elabo
La qucestio escolástica es distinta de la interrogación socrática, ración especulativa y sistemática. Significaba el advenimiento de
de la reducción platónica, de la duda cartesiana y de la dialéc los «maestros» en las categorías sociológicas de una Iglesia maes
tica hegeliana: inciuso en la Edad Media dejaba subsistir otros tra de fe y de doctrina. Su.magisterio encontraba en ellos no sólo
caminos, inductivos y deductivos. No obstante, ella tiene siempre
114 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
U TEOLOGÍA COMO CIENCIA
a unos expertos y a unos consejeros en los asuntos de impor
tancia, en sus concilios, sino también en la enseñanza ordinaria,
una expresión cualificada de la fe. No tenían, claro está, catego
ría de «autoridades» (padres, doctores, canonizados, liturgias,
consentimiento general del pueblo cristiano, etc.), pero en el plano eminenry L muchTsXa recientemente un teólogo
de una elaboración razonada de la fe y dentro de la ortodoxia,
presentaban sus misterios en sus implicaciones racionales y en
■ caída en desuso "zadl1701'"
sus aplicaciones. Inteligencia de la fe, no sólo en cuanto estaba
de acuerdo con el dato revelado, sino en cuanto miraba a la
coherencia racional de las proposiciones sacadas de una filosofía
de la naturaleza y del hombre, y utilizadas, por estos teólogos,
como la menor de un silogismo. Más tarde, en la calificación de
Piel"? « ^°í™ente «un profesor»
los asertos teológicos, se llamará a esto opinión; pero esta pala
bra no respeta ni las certezas de la ciencia teológica ni el papel
de esclarecimiento positivo que, dentro de la comunión de la
Iglesia, desempeña el «maestro en teología». Es también suponer
implícitamente que la fe, como obediencia pura, sin razones,
en la
consideraría las razones que la elaboran en forma de teología,
solamente como curiosidades adventicias, bastante inoportunas
en el fondo para una fidelidad íntegra y monolítica. Santo Tomás
no ha sido más que teólogo, pero ha sido teólogo: la Iglesia lo ha
única Palabra de Dios El J Tf '=°''"enc¡a dentro de la
señalado como tal en la jerarquía de los «lugares» y de las fuen
tes de su pensamiento.
La Iglesia, además, en los siglos pasados, ha recurrido perió
dicamente a sus teólogos, no sólo individualmente, sino en con
sultas colectivas. Las intervenciones de la Universidad de París,
en la Edad Media; de los doctores de la Sorbona, en el antiguo
régimen, y de los teólogos de Salamanca, se han hecho famosas. l^eluterelTm^mnSrÍ^Ílebo Pal
La «Unión de Friburgo», en tiempo de León XIII, como se sabe,
preparó la materia de la Encíclica Rerum novarum. Las «Con
«p.™.. í, «6. de t pWS.L~'S:
versaciones de Malinas» han elaborado los primeros documentos y

del movimiento ecuménico. El «Código Social», elaborado por


I- R.P. D'OuiNCE, 1.a Croix, 31.de juUo de 1957.
116 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

gesis, la dogmática y la predicación son solidarias entre sí^


El estatuto eclesial del teólogo es, en el terreno de las perso
nas, el estatuto mismo de la ciencia teológica en el plano institu
cional, dentro de una Iglesia habilitada por Cristo para conser
var, transmitir y desarrollar el depósito de la fe. La teología, la
ciencia teológica, los teólogos, son necesarios para una Iglesia,
CAPITULO V
cuya autoridad, -lejos de verse perturbada por su trabajo espe
cífico, encuentra en ellos uno de sus «lugares» nutritivos y uno
de sus terrenos privilegiados. Fides quierens intellectum: llevar LOS SISTEMAS TEOLOGICOS
esta búsqueda, este apetito de la fe hasta dentro de las técnicas
racionales es procurar a los fieles una inteligencia gracias a la cual,
dentro de la más plena docilidad a la Palabra de Dios y a sus Entre la mayor parte de los grandes teólogos se aprecia un
órganos cualificados, .estos mismos fieles podrán nutrirse de ra rasgo que nos conduce a situar y a justipreciar un último efecto
zones(Santo Tomás, Quodlibet,IV, art. 18). de su ciencia; esta ciencia, en efecto, ha desembocado en un
«sistema», o sea en un conjunto lógicamente estructurado, según
un plan donde los distintos elementos se diversifican como par
tiendo de unos principios que rigen más o menos explícitamente
los puntos claves de la construcción y sus dispositivos.
La sistematización es la consecuencia normal y bienhechora
de esta inteligencia de la fe, la cual consume en esto su esfuerzo
racional, conforme a la exigencia del espíritu humano, que tiende
siempre a la unidad. Creemos oportuno, no obstante, tratar en
un capítulo especial, más allá de la «ciencia» teológica, esta
última tarea del teólogo. Observemos, en efecto, que varios doc
tores de la fe no han llevado su elaboración, por otra parte pro
funda y autorizada, hasta las formas de un sistema; su tempe
ramento, su genio, su manera de creer misma, no los inclinaban
a una tal construcción de su inteligencia de la fe. Agustín no ha
construido ninguna Suma teológica; Anselmo, por racional que
fuese, tampoco se expresa en esta forma. Otros, permaneciendo
1. Así^algunos maestros del siglo xiii (Enrique de Gand), conscien
tes de la conexión de la fe-ciencia teológica, se preguntaban hasta qué más cerca del dato revelado, lo han profundizado por vía de me
punto la teología es susceptible de ser transmitida por mera enseñanza. diación; otros en fin, se han expresado en elevaciones a través
iNoble pregunta!
118 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS jjp
de las cuales, por el hecho de contener una hermosa densidad vias. bastante mal definidas. Una teología será distinta segtin
doctrinal, se extienden casi hasta el limite de la poesía. vea en los sacramentos, un remedio para el pecado, como as-
Una segunda razdn más específica nos lleva de la mano a
distinguir en teología entre ciencia y sistema. Es ciertamente L'Ta
de la TT!' T' en estas teologías,
fe mantenida perfectamente La ortodoxia
no inter-
arbitrario, en la trama de las Sumas de teología, el separar lo vtene en la solución de estas diferencias, por oL pal muy
que sería propio de la elaboración sistemática de lo que se le so profundas, tanto en su espíritu como en sus consecuencias El
breañadiría con la construcción sistemática. Al contrario: es a par ndicio mas significativo de esta diferencia entre fe y sistema es
tir de sus opciones sistemáticas que su ciencia teológica adquiere la distinción tradicional practicada por los pastores que por'su
calidad. Nos empeñamos en pensar que la razón teológica es cesión apostobca tienen mandato dentro de la Iglesia entre su
un resultado feliz del poder contemplativo de la fe. Cuando nsenan^ Oficial como testigos auténticos de la pflabilde Dios
Santo Tomás fija su plan muy original de la Suma, no es ésta y as opiniones personales que pueden sostener en .virtud de sú
una operación secundaria, puramente dispositiva, sino más bien
el fruto de una visión total de la economía y todos los porme " TZ
o pja su disciplma apostólica está distinción docilidad
garantiza,deljunta
fii
nores de su obra está influidos por esta perspectiva inicial. mente con la unidad de la fe. la verdad de los objetos CS
Si distinguimos entre ciencia y sistema, es con referencia a conductas en cuestión. ^
los criterios epistemológicos, según los cuales señalamos, por una
parte, las conclusiones adquiridas por la razón teológica, con su explicado por las circunstancias, pero que no dejó de ser una
certeza propia, admisible para todos, y por otra parte las deci grave debilidad, tanto en su motivación racional como en sus
siones que, en lo más íntimo de una reflexión personal no pue resultados. Mudablemente, el exceso de polémicas entre las es
den ser racionalmente objetivadas hasta el extremo de que entren cuelas nvales acabó por influir en las tareas primeras de la fe
a formar parte del capital común de una ciencia adquirida para en su objeto directo; los teólogos nos invitan a comprender su
la comunidad de los fieles. Los sistemas empiezan en realidad propio sistema, cuando de hecho el sistema está construido para
desde la definición de los términos, como algo previo en cierta
manera a las certezas construidas: una teología será distinta según aM el siglo xvm el ardor teológico se haya consumido L la
el sentido que dé a la palabra libertad, al concepto de causa, a la redamon de centenares de in-folios con motivo de la controversia
noción de hombre, al papel de la analogía. Una teología será uxciis, mientras veía la luz, sin ninguna presencia de la fe
igualmente distinta según que escoja como pieza clave, en la
Cristología, la unidad de la persona o la dualidad de las natura
lezas; y consiguientemente, según que tome, en eclesiología, la filec V ^deT
fflosofia las?
luces'y sus secuelas del siglo xix,racionalismo de la
se ha experimen
trascendencia del misterio de la Iglesia o su compromiso normal tado los limites de la razón frente al misterio, al mismrZ.no
en la historia. Las controversias actuales sobre la Acción Cató
lica están provocadas, en el fondo, por estas inclinaciones pre- sSs nZ"™"'
soficas. Desde ^ categorías
este punto de vista, el renacimiento Z-
de la teología
121
120 ¿ES aENCIA LA TEOLOGÍA? LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS

de la escuela de Tubinga, tanto en doctrina como en pastoral, . hipótesis gratuita; dos mentalidades, y más allá, dos espíritus
los grandes tratados de Scbeeben (t 1888), y por otra parte, el nacen de así, si es que no son ya sus promotores. Bs éste un
retomo a las obras y al genio propio de los Padres, han saneado trabajo bien acabado, un trabajo de sólida verdad.;El que re
la atmósfera y vigorizado, en la investigación teológica, el sentido chace y mantenga una desconfianza generalizada en contra de
del misterio que corría el riesgo de ser reducido por una siste los sistemas se parecería a aquel que proclama que no quiere
matización buscada por sí misma.^y que. por otra parte, en hacer política: hace política sin saberlo, que es la peor manera
cuentra su afirmación en la lectura del Evangelio. de hacerla, ya que, inconscientemente, viene determinada por
Una vez experimentado este riesgo y admitidos estos excesos, opciones que no se han someitido al razonamiento y a la crítica.
es preciso sostener la necesidad y la verdad de los sistemas de Por otra parte, no es solamente los instrumentos explicativos
teología. Desde el momento que se acepta^el trabajo de la razón, los que distinguen los sistemas; más allá de ellos, como lo hemos
entra en la lógica de su proceder —tanto de su éxito como de sus dicho, hay que tener en cuenta toda una visión previa, propia
limitaciones —el construir, en este punto, el dato revelado. Más para crear en el espíritu una sensibilidad más viva para deter
aún, es la misma verdad que, por su trascendencia, reclama una minados aspectos de las cosas, una confianza en la manera de
cierta multiplicidad de los ángulos de visión. Lo experimentamos aprehenderla, una lógica interna al servicio de la cual se ponen
ya en las disciplinas filosóficas; es normal, pues, que se den tam de un modo espontáneo los aparatos técnicos, la predilexión a
bién dentro de esta inadecuación radical de nuestro espíritu para veces inconfesada que guardamos para una verdad parcial sos
con la revelación de Dios. Es cierto que la verdad es una, y que tenida apasionadamente. El sistema, por consiguiente, no es úni
la diversidad de los sistemas representa una debilidad; por esto,, camente el resultado de la dialéctica de las tesis y de las deduc
el sistema, en su rigor mismo, debe tender a sobrepasarse a sí ciones; es el producto de un fenómeno de condensación, fruto
mismo, no por el camino de una acomodación liberal al sistema de lo más íntimo del espíritu. So pena de reducir la tensión
vecino, no sólo para-salvaguardar la caridad de la controversia, interna del sistema a una dialéctica de sic et non (expresión feliz
sino a través de la convicción de la profunda simplicidad de-la- de esta tensión), deberemos alcanzar, al llegar a ciertos puntos
fe. Distinguir entre ciencia y sistema es, en buena metodología, clave, la coherencia de una doble intuición. Tal es el caso, en la
situarse en el punto justo de equilibrio donde se revela la discre entraña del problema de la creación, de la independencia- sobe
ción del- teólogo, en la conjunción de sus dos convicciones y de rana de Dios y del valor metafísico de la realidad; o bien, en la
sus dos fervores: primacía del dato y construcción especulativa. concepción del hombre, la concordancia entre la libertad del
• :"'Por otra parte, la labor del teólogo es siempre labor de cre espíritu y de su actuación en el universo. La inteligencia se sitúa
yente y este trabajo posee una alta cualificación de inteligencia más allá de la razón raciocinante. «Es algo esencial del tomismo
religiosa: el dar explicación de la eficacia de los sacramentos con — dice M. Maritain — el exigir que todo lo que pertenece a la
una teoría de la causalidad instrumental, no es un juego vano; construcción y al aparato instrumental esté rigurosamente subor
no se intenta organizar todo el dato teológico alrededor de la dinado a lo que es propio de la actividad inmanente y del mo
noción de ser o de la noción de bien según el capricho de una vimiento vital de la intelección: El tomismo no es «un sistema»,
122 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS J23
un aríefactimí; es un organismo vital. Su trabazón interna está estas descalificaciones sistemáticas: no obstante, en su irradiación
constituida por conexiones vitales donde cada parte existe de la humana, se consolida solamente en la medida misma del sistema
existencia del todo. Las partes principales no son en él partes que pretende expresarla. ' ^
iniciales, sino más bien partes dominantes o centrales, cada una
de las cuales constituye ya virtualmente el todo» La prueba de
este éxito la tenemos cuando las partes más racionales del sistema Los diversos sistemas teológicos
encuentran su luz definitiva en el retorno de las intuiciones pri
meras, dentro de una «resolución» (como dicen los platónicos) ralidÍ
ralidad de los sistemas teológicos. Al referirnosmanifiesta-
a ellos enla La
plu
a los principios, que son en realidad los que, en el fondo, mar casión, pondremos más en evidencia la trascendencia de la fe
can la pauta. a la par que la verdad de las teologías.
Por lo tanto, frente al rigor de un sistema, lejos de dejarnos El caso más notable, por desgracia demasiado olvidado por
influir por un complejo vergonzante o querer ser liberales ca una especie de consentimiento tácito:en la separación, humLa
yendo en un concordismo benévolo, pensamos que es más verda y ligiosa, airanca de la geografía espiritual de la Cristiandad-
dero y más eficaz, tanto en la verdad de la razón como en la Ja-situación de Oriente y de Ocidente. Después de variSos
verdad de la fe, el mantener-la integridad de los sistemas teoló de historia, y gracias a un mejor conocimiento de los Padres
gicos, incluso allí donde, dentro de la ortodoxia, reconocemos su gtiegos experimentamos profundamente las divergencias de sus
relativismo respecto al absoluto de la fe. dos teologías; que son motivo de dolor si consideLÓs en eLs
Detestamos más aún, so pretexto de reconocer este relati
vismo, el caer dentro del eclectismo, y ver solamente, en la riva de complacencia, si, dentro de la, ortodoxia y la unidad de la fe
lidad de las «escuelas teológicas», una salvaguarda, un tanto sabemos ver en ellas dos esfuerzos complementarios para dominar
hosca, de opiniones libres que se corrigen mutuamente en bene m pr el misterio, para estar mejor poseídos por la verdad Únl
ficio del dogma que los supera. Nosotros creemos en la razón y total, de los místenos reveladds. Conocemos las tensiones due
teológica; el eclecticismo, al contrario, constituye su derrota. La se han desarrollado, más acá de las herejías, entre una teolorfa
relatividad de los sistemas se traduce precisamente por su des
igual valor de inteligibilidad, y por consiguiente de verdad, sea partir de la fe directa en el Padre, en el Hijo, en el Espíritu V
que coordinen menos bien el conjunto del dato, sea que su cons una sistematización donde la unidad de Dios domina una bús^
trucción sea menos orgánica, sea que la persigan pariiendo de qurfa sobre las relaciones internas de la esencia divina Por otra
percepciones limitadas o mal esbozadas. De ahí, otros tantos parte, al Igual que en estas grandes controversias, se enfrentan
«errores» teológicos, y no solamente opiniones menos probables. ^as acritudes mentales respecto del Misterio Cristiano. Ireneo los
La verdad divina de la fe no puede verse comprometida por ej^drmos, los doctores orientales «consideran la redención del
mundo como su úmco misterio indivisible, un solo e idéntico
1. J. Maritain, Les degrés dii savoir, París, 1932, pág. yCV. drama humano-divino, que engloba al mismo tiempo toda la hu-
LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS 125
124 , ¿ES CIENCIA lÁ TEOLOGÍA"/

inanidad juntamente con el cosmos, y dentro del cual la resu empapado las zonas elementales de la piedad del pueblo cristia
rrección a la vida inmortal constituye la catarsis divina. Esta no. Uno puede imaginarse al mismo tiempo la repercusión per
concepción, por lo tanto, hace hincapié, dentro de la obra reden manente sobre la posición misma de estos problemas teóricos:
tora, sobre la divinización que ha empezado ya; todavía hoy en la visión unitaria y dinámica de los orientales traslada a un se
día la sostienen las Iglesias orientales, especialmente en su noche gundo plano, con el dualismo de la naturaleza de la gracia, la
pascual, tan conmovedora."En Occidente, al contrario, antes de división de una teología en dos compartimentos, en los que la
la restauración de esta santa vigilia, parecía a menudo que la divinización se sobreañade a una naturaleza previa; para ellos
celebración del misterio de Cristo redentor del mundo tuviera su la gracia es una realidad ontológica más que una medicina; la
centro en la cruz. Algunos creían que eta esto el resultado de re-creación no se realiza con una reforrmtio que conduzca el
una división excesiva y de una tendencia unilateral; otros, en hombre hasta un estado más elevado que el de Adán, sino por
cambio, veían en lo mismo una característica admirable, que con un retorno al régimen paradisíaco, estado ideal y verdadera
firmaba una liberación de las categorías neoplatónicas, una más «naturaleza» del hombre, punto de partida del movimiento cós
pura conformidad con la Escritura y un contacto más estrecho mico tanto como lugar del pecado primitivo, etc.
con las realidades humanas, como si la herida de la criatura no Hay un hecho, y es que cada vez que en nosotros se produ
tuviera que curar un día, como si no pudiéramos olvidarnos, cen infiltraciones de esta teología oriental, pronto se manifiesta
siquiera un instante, de esta enfermedad de nuestia condición una cierta reserva que Uega a veces a ser una condenación. Este
actual, para soñar en la aimonía del mundo futuro, como si el optimismo cósmico y cristológico hiere la mentalidad occidental,
apóstol Pablo no contemplara la creación y el cosmos arrastra dominada toda ella por la visión agustiniana del universo y del
dos tras la gloria de Cristo resucitado. Existe un hecho: a con hombre pecador. Verdad doble y única a la vez, que el teólogo
secuencia de las teorías medievales sobre la esencia de redención, mantiene a duras penas en un total equilibrio. El éxito de los
pero más aún por razón del carácter patético de la conmemora textos orientales recientemente pubKcados en la colección Sources
ción de la Pasión, que se desarrolló alrededor de la reliquia de civ'éíiennes, no ha dejado de provocar alguna reticencia. El opti
la símta cruz en Jerusalén, luego en los monasterios de la Edad mismo de varias corrientes teológicas topa con un pesimismo
Media, la Cruz domina desde lo alto el sepulcro radiante, y su sobrenaturalista,, presente hasta en las tesis de los manuales de
recuerdo, aquí o allá, ha parecido desplazar el de la glorifi teología.
cación»
En este análisis perfecto se observará la acción de las litur
gias, de las corrientes espirituales, de las insistencias escriturís- En Occidente mismo, esta vez según el correr de la historia,
ticas, las cuales, desde el subsuelo de las disputas teóricas, han dos formas de pensamiento se han desarrollado sucesivamente
en teología: la teología monástica, según una denominación hoy
en día muy en boga, y la teología escolástica. Las categorías ha
1. F. Van der Meer, Saint Augiistin pastear d'ámes, París, 1955, bituales, Edad Antigua, Edad Media, Renacimiento, demasiado
tomo H, pág. 31.
126 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS j27
esquemáticas ya en historia de la cultura, han introducido dentro La próxima celebración del 9 2 centenaria /í- c a t
del cristianismo una pésima distribución de valores, y particu una ocasión feliz para proclLrr ^^
larmente, en la sensibilidad teológica, han provocado lamentables
confusiones: existe ciertamente, por el hecho de que la historia
penetra el alma religiosa, una teología de Renacimiento, como
reacción contra una teología medieval; pero esta división poste
rior, sacada de un cierto concepto de la cultura europea, trata
con poca consideración una distribución mucho más objetiva,
que proviene de la actitud religiosa misma y de sus variaciones
tros'Sf
a todas las generacionp ■ ^
^ extensivo
normales. Llámase justamente monástica a una de estas teologías
porque sus maesti'os fueron generalmente monjes, porque, calan
tonraron conLc™ o"Sdad*1™ ^ 1-
do más adentro, esta teología está ligada a una determinada vi
sión del mundo y de la economía cristiana, de la economía cris ficado, como nostduX valor ,atrasado, desda;-:
tiana en el mundo. Pero tiene un alcance que sobrepasa en mu
cho una mera coyuntura histórica y un éxito ocasional que per
por al qne aigunostrU^brrenlZo <^8 A'^Jandro de
Jumiéges, Expresa-al igual que el oJ
derían actualidad por el hecho de la evolución de la Iglesia: sería
un hermoso edificio arqueológico, de donde se sacarían materiales unosvaloresdelglesiaydeljanidad.iír~
para demostrar la continuidad de la Tradición, pero no se po
dría llamar, hoy, una teología aceptable, después de los siglos
fe comrS!°clVto qulíti!^ escritura,^ adoración
sentido del misterio que San
el valor absoluto de la
silenciosa; el
de teolo^a escolástica y de controversias modernas. Solamente a través de sus exce'sos conta^!™, ' '¡«tode,
sería, en suma, siguiendo una denominación inoportuna y falsa, escarnio de la dialéctic¡ desde el" Abelardo; el
una «pre-escolástica». en sí misma, la prtSa ^ lí ^ 88»Place '
Hemos ponderado bastante la teología como ciencia y junta como en saber, resnecto de fnd ■ ' inteligencia
mente con ella, su instrumentación escolástica para poder situar seria del «Teólogo» cuando no 1 sagrada, la mi-
ahora en el sitio que le corresponde y en su permanente valor,
a la teología llamada monástica. Entre los muchos beneficios que
se deben a los trabajos de Dom. J. Leclercq, no será el menor
-ÍSnirS-rm^arer^^^^
el que haya sacado del terreno acotado de la erudición, al capital
monástico, y de haber proclamado su consistencia permanente ^
tópico,dentro
Untas que expíesa
la unidad de la fe ¿ d método
T escolástico;
teologías este
dis
1. J. Leclercq, L'amour des letires et le désir de Dieu. Initialion aux neas y doctrmales,.que queremní íIpc conclusiones, hisíó
auíeurs monastiques du mayen age, París, 1957. Pennilir Ies ™
LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS 129
128 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
dé temibles sospechas y de una condenación por parte de una
de esta fe, dentro de un humanismo que, por desgracia, el método de las más encumbradas entidades doctrinales.
escolástico dejará perder. Jumiéges, al igual que los otros cen Los hay, como antaño los doctores de Antioquía, que con
tros monásticos, permanece fiel a la tradición. Y el nombre de templan, en Cristo, y consiguientemente en su Cuerpo eclesial,
Guillermo de Jumiéges.es -bastante para honrar, en este resurgi la dualidad de las naturalezas. Hoy día el jocista se conmueve
miento de la historia, al de la abadía, la cual, frente a todas las pensando en la humanidad de Cristo; y el sacerdote de la Misión
escolásticas que perderán un día, juntamente con el sentido del de Francia siente la preocupación por el realismo de la Encar
misterio, el sentido de la historia, e ineluso la de la economía nación y de sus compromisos temporales. Otros, como los ale
terrena del Reino de Dios, continúa siendo una gloria monástica V jandrinos, van hasta el límite de un monofisismo místico y teo
del siglo xii» crático.
Algunos han intentado integrar los valores del humanismo
del Renacimiento a fin de que se salvaguarde la libertad en la
edificación de la gracia; otros no creen que la libertad humana
Dentro de estas variantes notables, abundan las ocasiones y y sus autonomías sean minimizadas por el absoluto de la Provi
los motivos de la pluralidad de teologías. Los hay, como Santo dencia divina. Unos organizan la vida moral sobre los imperati
Tomás, que consideran con optimismo los valores de la natura vos de una prudencia cuyo juicio racional concentra la mirada
leza, del hombre, de la razón, incluso de las cosas divinas; toman del espíritu y la experiencia concreta; otros, en cambio, colocan
como axioma que «la gracia perfecciona la naturaleza y no la en las resoluciones de la voluntad y, socialmente, en la obediencia
disminuye». Otros, siguiendo a San Agustín, o mejor por la in a la autoridad, las decisiones y los criterios de la perfección. Los
fluencia casi constante de varios agustinismos, desde San Ber hay que, pendientes de los valores supremos de la «vida inte
nardo hasta la Imitación de Jesucristo, se complacen en observar rior», piensan primeramente en la salvación de las personas, y
«la corrupción de la naturaleza y la eficacia de la gracia» {Imi confían en la transformación de las mentalidades para el pro
tación de J.-C., lib. m,cap. 54-55); insisten sobre el absoluto de greso de la sociedad; otros, sensibles a los fenómenos colectivos
la gracia,.más allá de toda implantación en el sujeto humano y y a la preeminencia del «bien común», se preocupan mayormente
dentro lo teniporal de la historia. Sabemos que fué en estas dispu de edificar comunidades, espirituales y temporales, dignas de los
tas donde Santo Tomás, en el apogeo de la teología escolástiea. individuos, y para esto, trabajan en la forma de las estructuras.
arriesgó, en dura y difícil lid, el prestigio de su pensamiento, Y así sucesivamente. La historia de las escuelas es en cierta
cuyas decisiones teológicas, y no sólo aristotélicas, sumieron a los manera algo interior a la teología misma; es preciso prescindir
contemporáneos en el desconcierto: frente a unas adhesiones apa de su lado enojoso para comprobar mejor el poder, los límites y
sionadas, dentro de un mundo en expansión, soportó el tormento los criterios del saber teológico.
Añadamos que en un tiempo en que la expansión demográfica
y política de los pueblos pone sobre el tapete los complejos de la
1. D. Chenu, Culture et théolagie á Jumiéges aprés ¡'ere féodale, en
Jumiéges. Congrés du XIIl^ centenalre, Rouen, 1955, pág. 781.
130 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

civilización occidental, las verdades adquiridas, definitivamente, LOS SISTEMAS TEOLÓGICOS jjj
adquiridas, por el Occidente cristiano, no deben impedirnos la
comprensión del" genio, humano de otras civilizaciones. No es
hacía autoridad. En el siglo xix, León XHI promueve eon insis
pecar de optimismo si se piensa que la teología, y no sólo la
tencia su prestigio, más por su eficacia apologética que, directa
santidad, encontrará, para la inteligencia de la fe, recursos inédi-,
mente, por sus posiciones teológicas. Esta autoridad hoy en día
tos, entre los modos de pensar convenientemente desarrollados,
'

le
es^ confirmada por el derecho oficial de la Iglesia,'en d ^ue ,e
por las culturas autóctonas, en las Indias, en Extremo Oriente, en
África negra. Filones preciosos, decía Pío XII, que hacen augu
Su
non 1 366), que la enseñanza debe dárseles «segúnClérigos (Ca
el método
rar una nueva irradiación evangélica, y no solamente una coloni
V la doctrina y ios prmcipios del doctor angélico».
zación espiritual. La Iglesia, en este punto,- tiene luces y espe
í'
Las interpretaciones y las aplicaciones de estas determina
ranza que sorprenden a los mismos políticos.
Clones legislativas difieren tanto en el alcance como en la expre-
«V (1920)
api,'"-las confirma, e introduce una fórmula oué

■ doTres
r Parte,-varias interl.'
El sistema tomista
00 ores, ni
no ;, los apontífices
solamente elogianenabiertamente
Agustín, hasta a otros
las ambigüedádes de
• Por el hecho de poseer una fe que trasciende la cualidad y
L l"??- ti
los valores secundarios de los sistemas teológicos, ¿podremos
permanecer indiferentes a todos ellos? La Iglesia, ciertamente, ha
idml^ T' lo qoe fuere, todo el mundo
sostenido siempre lo que se podría llamar las libertades de las
SanTo tI; de
escuelas teológicas desde el momento en que laboran dentro de
la ortodoxia; y prohibe a los teólogos, en sus controversias, que
está^^oSt
e tó confoime ^ con su poder de preferencias. Estoquenoentra
enseñanza, sino solamente
en el
sospechen de la fe de sus hermanos a causa de sus divergencias
ICIO de verdad rdigiosa que hemos visto debe ser ejercido sobre
sistemas teologices. Las causas por las cuales la Iglesia señala
de pensamiento. No obstante, dentro de este régimen, fundamen
tado sobre la trascendencia de la fe, poquito a poco, en Occi
^ta preferencia por eLsistema de Tomás de Aquino son diversas
dente, se ha afianzado una preferencia por la teología de uno de
La prinaera de ellas sin duda está en que, con este sistema la
sus. doctores, cuya canonización cincuenta años después de su sólo de la fe en sr misma, sino de la fe con todo su bagaje hu
muerte, en 1323, estaba motivada, de un modo expreso, por la
cualidad de su doctrina. Después de Juan XXII, promotor de
mano, a través del cual a veces se introdujeron sino la hLfe
esta canonización, los pontífices se han complacido en exaltar la. ÍueTed 7^' hablando,peligrosas.
que pedagógicamente También
la enseñanza de lasestá cíalo
verdades li b
teología de Santo Tomás. En el período crítico de la Reforma, en
reveladas, especialmente para los jóvenes clérigos encardo!I
el Concilio de Trento, una simple referencia a. Santo Tomás
rnansmihrlas encuentra en el doctor angélico Im ZXZta
ble donde el equilibrio de la razón confiere a la expresióide la
{■ 3

S
132 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

fe, dentro de su objetivación social, la seguridad oportuna, tanto


en método como en contenido.
Indudablemente, en esta búsqueda de los motivos de esta
preferencia es preciso ir más lejos, y llegar hasta el contenido
mismo. No se trata de imponer, como sucedáneo de la fe, las
CAPÍTULO VI
«opiniones» de Santo Tomás; pero la' predilección de la Iglesia
arranca de la coherencia, secularmente probada, de un sistema
que en el flujo inestable de las filosofías y de los fenómenos re POSITIVA, ESCOLÁSTSGA,ESPIRITUAL,PASTORAL
ligiosos, es el más apto para recomponer unas verdades fácil
mente deformadas por su misma seducción, sea en la procla
mación apasionada del Evangelio, sea en el descubrimiento de la unidad de la Teología
las potencias de la razón. Lx)s equilibrios prudenciales constitu
yen la garantía de un espíritu abierto. Al lector no iniciado que abra un tratado de teología, la con
Por fin, última razón: los sistemas, como tales, en esto mis textura de los capítulos y la repartición de las materias aparece
mo que son sistemáticos, tienden a la singularidad de sus prin de buenas a primei;as muy desordenada, aun allí donde cada
cipios y de sus intuiciones. El sistema de Santo Tomás, es el uno de los elementos conserva su valor propio. Se recurre pri
menos «sistemático», el más universal, el más apto para integrar mero a las autoridades; a su regulación.sucede una argumenta
las dimensiones progresivamente descubiertas del universo de la ción propia de la lógica racional; una investigación histórica se
gracia y de la naturaleza. Tanta nobleza obliga. Y la historia, mezcla con una elaboración especulativa; a unos ejercicios crí
en esto,.está llena de lecciones que la Iglesia no ha desoído. ticos se sobreañade una elevación mística; encontramos recetas
casuísticas ora al lado de las exégesis arqueológicas, ora cerca
de las grandes visiones del mundo. ¿Cómo ensamblar toda esta
articulación de hechos y de deducciones?
Ea impresión se-acentúa si se observa que esta teología se
ha dividido y pronto desmenuzado en parcelas cada vez más
repartidas entre especialistas, dentro de unas obras distintas y
mal ajustadas entre sí, dentro de las enseñanzas autónomas sin
una pedagogía común. Dos grandes sectores, explotados según
dos métodos irreductibles, no tienen de común más que sus fron
teras: la teología llamada «positiva» y la teología escolástica. El
profesor de dogma no usa los mismos .procedimientos qüe el
profesor de moral, a pesar de que la repartición que hacen de
134
POSITIVA, ESCOUSTICA, ESPIRITUAL. PASTORAL 135
¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
de corolarios anejos a unas tesis escolásticas, sino que se cons
materias comunes no se hace sin protestas. Por un lado se hace
una historia de los dogmas, y por otro una historia de la espi
ritualidad. Tal autor estructura un tratado de la perfección en
dos compartimientos; teología ascética y teología mística. Y he a°í,°'S"'5 T «P»-.-
aquí que hoy en día, con una organización renovada y unos titu f ^ especialización, se querría alcanzar la
lares prestigiosos, aparecen, enseñanzas llamadas de teología pas
toral, sobre cuya definición los teólogos no están acordes. La
■ teología casuística; puesta en foiina desde hace tres siglos, pa
rece al contrario haber-perdido algo de su estimación. ¿Qué de
bemos pensar de estas divisiones y de estos métodos?
Aceptemos primeramente que la multiplicación de los méto
dos y de los objetos dentro de una disciplina está en la línea de
su progreso, por cuanto que el análisis cada más sutil descubre rentarse con captar su contenido solamente por piezas sepa-
aspectos formalmente distintos dentro de una realidad material-
menté una. Esta ley, propia de todo saber, actúa formal y feliz La teología es una, con una unidad a la cual los saberes hu
mente en teología. Indudablemente, algunas de las particiones
mencionadas más arriba implican, más o menos consciente
manos no pueden pretender. La historia de la iilo^^ffcolma"
mente, unas posiciones sobre la naturaleza o los principios de la teóL^v"? considerado, el conocimiento
teología: la división entre ascética y mística supone una deter
minada concepción de la vida moral y de la gracia; la separa Por otÍa parte, cada
ror otra cari cualf' 'a experimentar en su vida oue el
puede
ción pedagógica entre el dogma y la moral implica un abandono
de la construcción de Santo Tomás. No obstante, la especializa- W ddoraso rf y noL el
ción reporta beneficios: en el hecho que el estudio de las fuentes deÍtfherTr ® exento
de la fe se haya desarrollado en una teología «positiva», obser dos No de los mo.
vamos una operación legítima, no sólo respecto de los que, en la
edad crítica de la Reforma, por ejemplo, negaban la autenticidad
que efife S T. ^e la vida»
rendas v con M ^ reabsorber estas
«»no eminenteniente difb-y
teórico
de la enseñanza de la Iglesia' sino por lo que se refiere al ahon Ptóctico Se puede disentir sobre las densidades y las articula
damiento documental y nutritivo del dato revelado. Que alguien I'"
i'¡.
trate por separado, de acuerdo con su competencia, la historia encía de la salvación, es primeramente una ciencia «prácticSl
de las doctrinas espirituales, y deje'para otro la historia de los el fundamento de toda la construcción es único; tal e TcS '•i'ii!
l.íd

dogmas; sólo puede en principio facilitar la calidad de la inves dtvina en la cual el pensar y el obrar no están
tigación. Que la teología pastoral no se reduzca ya a una serie IV:'
136 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? POSITIVA, ESCOLÁSTICA, ESPIRITUAL, PASTORAL 137

ideal, por inaccesible que sea de hecho, no deja de influir en la familias, profesiones, etc.), y, de un modo decisivo, en la gran
entraña misma del conocimiento teologal y teológico. comunidad de la Iglesia, Qierpo de Cristo, instituida por sucesión
En este sentido una separación entre la enseñanza del dog apostólica, y viviendo en el mundo donde se mezcla con las rea
ma y la enseñanza de la moral ofrece un flanco a la crítica;- lidades profanas. Después de haber sucumbido al individualismo,
y más aún el cisma, bastante antiguo, y conservado aún en cier los teólogos perciben con una viva clarividencia los condiciona
tos catecismos; verdades que hay que creer, mandamientos que mientos sociológicos de la fe, de su transmisión, del amor fra
hay que practicar .y sacramentos que se deben recibir. División terno, de la vida sacramental. La socialización en aumento de
toda ella material y que, con su inevitable pesadez, llega a falsear zonas enteras de la vida humana,impone esta renovación. El des
las cosas, sean verdades o costumbres. pertar de la teología pastoral, la fundaeión, en las facultades y
en los seminarios de cátedras especiales, las publicaciones sobre
Las subdivisiones de la teología moral parecen haber sido sociolo^a religiosa, el discernimiento concreto de zonas de pas-
víctimas, más aún, de unos presupuestos torpes o discutibles, toración, son otras tantas señales admirables de este remozarse
hasta el extremo que la misma denominación de teología moral de la teología misma, la cual ha encontrado siempre verdad y
ha perdido consistencia, como si, siendo la ciencia de los deberes vida a ser la expresión, esclarecida y estructurada, de la Iglesia en
que se han de practicar, no fuera más que la suficiencia mediocre . el acto J-, El sector pastoral constituye indudablemente el lugar
de una vida cuya labor de perfección formase parte de la teo más atractivo de los progresos actuales del saber teológico, siem
logía espiritual. El vocabulario- acusa torpemente una de las debi pre y cuando no se cultive por separado, en un empirismo cuyo
lidades que tanto han perjudicado a la enseñanza y a la cali fervor no podría disimular las limitaciones; debe permanecer
dad de la teología. saturado de doctrina, de inteligencia y de contemplación.
Dentro de esta misma debilidad, y partiendo de una deter
minada concepción"de la gracia, cuyos estados superiores serían
del orden de intervenciones extraordinarias de Dios, se ha distin
guido entre ascética y mística. Las controversias recientes han
casi purificado este cisma inoportuno, al mismo tiempo que han La división entre teología positiva y teología escolástica arran
hecho suyos los beneficios que una distinción psicológica aportó ca de otros principios y plantea otros problemas. A lo menos en
a los análisis de los fenómenos espirituales. su forma categórica actual vió la luz a consecuencia de las contro
Dentro la unidad del saber teológico, la teología pastoral versias con los protestantes, a causa de las necesidades urgentes
viene determinada' por la cualidad práctica de este saber. La
acción es entonces estudiada no sólo en las leyes de la vida cris 1. Recientemente un teólogo analizaba algunos puntos de la doctrina
tiana personal, sino también en las constantes teóricas y prácticas que una tensión apostólica remozaba, no sólo en el sentido de su actua
lidad, sino en cuanto a su inteligencia interna: la dimensión escatológica
de la vida de comunidad, en las pequeñas comunidades (parro y comunitaria de la esperanza, la explicación de la información de todas
quias geográficas, o cualquier otra agrupación, Acción Católica, las virtudes por la caridad, la llamada a la libertad cristiana contenida
en la nueva ley.
POSITIVA, ESCOUSTICA, ESPIRITUAL, PASTORAL I39
138 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

de un retomo a las fuentes vivas de la fe, de un inventario pre


ciso de su contenido, de una posesión inteligente del dato reve
lado bajo todas sus formas. Las ediciones críticas de los textos hace paitícipes de esta economía y de la cieS"D—''
antiguos, Escritura, Padres, maestros espiritúales, fueron la con La historia V 1q ^ ® de Dios mismo ^
dición técnica de esta tarea, inípugnada a veces por algunos que tos creyentes! en la "dT^cLTrn
las curiosidades del Renacimiento y los excesos de los reforma mente, luego en la vida de cada fipi ^Posíohca primera-
dores atemorizaban. Ásí, pues, desde el comienzo, una extraña tripa tradicional de Santn Tn - participa en ella. Doc-
y triste animosidad enfrentó los escolásticos tradicionales a estos
teólogos positivos. El mal sabor de esta situación duró hasta el tivamente —allí donde nn^ c ^ ^ positiva y especula-
siglo XX. La formación de un «método histórico» encontró en están foimalmente revelad reveladas; en cuanto
tonces oposición á un seudo-dogmatismo, y el error modernista 'principios
enturbió la búsqueda sana de una justa articulación entre el esta naturaleza de la ípninírÍQ i j n la ley primera, a la
blecimiento del dato revelado y su elaboración doctrinal. Histo- Dios; porque Dios b¿tí^'h la. Palabra de"
ricismo y teologismo, excesos opuestos, fueron el pésimo resul del mlLl ticot
tado de este cisma entre teología positiva y teología especulativa. heclio carne. lue es el Verbo
Hoy en día la crisis está superada y la diversidad consentida
de los métodos viene reglamentada no solamente por el sentido
exacto"de las exigencias de la ortodoxia, sino por la articulación
de la fe y de la razón, de los hechos de la historia sagrada y de
la inteligencia racional de la economía revelada.
A problema bien planteado, solución patente. La especiñca-
ción de las competencias, las tendencias personales y las oportuni
dades pueden requerir la distinción de una positiva y de una una cabJsJiSi:««contraposición a la palabra «ciencia».
especulativa: su conexión está definida y realizada en la unidad
funcional de una teología, que es ciencia de la Palabra de Dios.
Ciertamente historia y especulación son, de por sí, metodológica
mente inconmensurables; por más que se acumulen los hechos &
históricos y se desarrollen las deducciones que se apoyan sobre
estos hechos, las deducciones continuarán siendo externas a los
hechos; la escolástica no será historia y la historia no será una
escolástica; y la teología, simple yuxtaposición de ambas, dejará
de ser teología. En verdad, la teología es porque es más que his-

ii
140 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA? POSITIVA, ESCOLASTICA, ESPIRITUAL, PASTORAL 141

percspciones. San Agustín ha hecho del dualismo ciencia-sabi Entonces, bajo la jurisdicción espiritual de la fe, lo temporal
duría la expresión no sólo de la psicología neoplatóníca, sino de y lo eterno no son ya objetos dispares: Dios y la criatura, mis
su concepción del conocimiento religioso: la teología es sabiduría terio escondido en el Padre o historia bíblica. Verbo eterno o
y no ciencia. Verbo hecho carne, especulación contemplativa o normas de
El análisis ulterior nos condujo a distinguir, sin, no obs vida moral, simbolismo sacramentarlo y comunidad de los san
tante, oponerlos, dos modos de desarrollo de la sabiduría de la tos, instrumento dialéctico o percepción sabrosa: todas estas rea
fe: o bien se adquiere doctrinalmente, por la instrucción y el lidades dependen simplemente del mismo principio de conoci
estudio, buscando la verdad de los juicios, o bien es el fruto sa miento, del mismo motivo formal de asentimiento. En el mismo
broso de una inclinación vital, en el vértice de una connaturali campo de inteligibilidad, creado por la luz de la fe en obra de
ciencia.
dad afectiva con el objeto conocido y amádo, incluso si no se
tienen los medios para estudiarlo: una madre conoce a su hijo Asimismo, la ciencia de .la Escritura puede ser asumida por
en esta comunión, más allá de todo estudio pedagógico. En el la sabiduría. Desde los primeros siglos se han codificado las
campo de la doctrina cristiana, esta sabiduría es, dentro de la leyes de la exégesis bíblica en una propedéutica científica. Nada
fe. el resultado -propio de un don muy alto del Espíritu Santo, se pierde, ni nada debe perderse de este servicio hermenéutíco;
mientras aquélla es expresamente la «teología» en el sentido pero, una vez admitida la diversidad de las funciones, particular
específico de la palabra. ¡Ay de aquel que separa estos dos mo mente en las técnicas literarias e históricas de la exégesis, la sa
dos de conocimiento de Dios!: obstaculiza gravemente a la uni biduría teológica se nutrirá de la meditación de la Escritura,
dad de la vida y de la gracia. Esto no obstante, estos dos modos fuente permanente de objeto y de luz, hacia la cual hará conver
pertenecen a dos principios y a dos disciplinas distintas. ger siempre sus más altas especulaciones. La doctrina sacra;
Pero la teología, en su nivel mismo, es sabiduría: debe asu dentro de su unidad irá, ya lo hemos dicho, desde el más pe
mir en una unidad superior, las distintas funciones de la «cien queño versículo del Génesis hasta la más sutil deducción de la
cia», desde su instrumentación técnica hasta su función regula escuela. Teología positiva, teología especulativa: sabiduría tínica.
dora, en moral y en pastoral: la autonomía de los métodos orga De hecho, esta profunda visión cuya letra y cuyo espíritu
niza el trabajo y la acción al servicio de una visión total, dentro sacamos de Santo Tomás, implica una determinada concepción
de un progreso permanente de cada una de las partes. La teología del hombre de su inteligencia. Para la mayoría de los teólogos,
en cuanto sabiduría recoge así y unifica objetos humanamente influenciados por San Agustín, Tomás de Aquino sostiene que
dispares; ■ unos son verdades eternas; otros, sumergidos en las no existen dos zonas en la vida del espíritu: una de ellas, vuelta
contingencias del tiempo y de las libertades; unos, poseídos en hacia Dios, sería totalmente espiritual, apta de consiguiente para
la contemplación; otros, pertenecientes a la acción, conforme a una contemplación pura, dentro de una sabiduría intemporal;
esta división de funciones que señalan, dentro de las instituciones la otra estaría ligada, en su ejercicio, a las reaUdades visibles
y, por desgracia, dentro de los comportamientos, las calificacio y sensibles; sería racional en su modo, limitada a la ciencia, a
nes de «teólogo» y de «apóstol». los objetos temporales y a los métodos de las ciencias. Santo
142 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?

Tomás ataca incluso en sus formas más sutiles este dualismo,


dentro del cual la vida del espíritu tendría que evadirse de las
sombras y de la dispersión del mundo, como si lo temporal fuese
en el fondo una especie de mancha para la verdad. Contra este
eternismo, cuyas consecuencias, en doctrina espiritual, se adi
vinan, Santo Tomás sostiene que, dentro del alma encarnada, la
contemplación no se consuma en un éxtasis; la sabiduría, para
usar nuevamente nuestro vocabulario, no se adquiere más que
con una evicción de los distintos saberes terrenos.
Tal es la razón profunda por la cual, en el respeto de las fun
CAPITULO vn
ciones específicas que implica, desde la encuesta positiva sobre
el dato revelado, hasta la ciencia escolástica, la teología puede y
debe ser, dentro de la luz de la fe, interior a la contemplación,
a una sabiduría que sea la participación en la ciencia divina, que
Dios posee sobre sí mismo y sobre el mundo. En el momento mismo en que Tomás de Aquino maestro
de la Universidad de París, era combatido por la Lyona dTS
teologos. y se veía comprometido en una condenación de Aristó-
Ies por sus métodos racionales y sus posiciones «naturatast
tad TfT profesoral de la Facul-
h™t?'
homenaje a'
su prestigio, y. despuésCiencias, rendian-un
de su muerte pSÍoh
suplicaron
gracia de poseer su cuerpo y de disponer de sus ¿bÍenS
de redacción (1270-1274). "
^ Significativo en extremo. Sabios y letrados al
'eolosí° ^ siendo ciencia
i-eologia que. doctrinal, apreciaban
de Dios v por lola tanto
calidadi-, de• una•
suprema en la jerarquía de las disciplinas del éspiritu. consfr
y una garantía para la verdad racional de las disciplinas v de
Z
La rrt'
adhesión a la~ -^brt^expresar
doctrina de Santo Tomás, Snacen ones
ellos
i
teíor
logia '"f
entonces mal. de lay que
™ roflejo
temíandesobremanera
defensa frentela domi
a una I
ͧ !i
nación teocrática en los límites de la razón y de la fe.
TEOLOGÍA Y CULTURA 145
144 ¿ES CIENCIA LA TEOLOGÍA?
con cristianos que humanamente poseen mucha cultura, pero que
El problema de las relaciones de la teología y de la cultura ■ se han estancado en una fe infantil. Ninguna observancia cultual,
es, efectivamente, en el plano de la organización intelectual y pe ningún conformismo sociológico, ninguna docilidad piadosa pue
dagógica de las disciplinas del espíritu, la proyección del problema den compensar este desequilibrio mortal.
general de las relaciones entre la razón y la fe. Varios volúmenes En el orden de las colectividades, una Iglesia que no diese a
de esta colección tratan de este problema general; aquí, al final sus teólogos misión y prestigio para llevar orgánicamente su fe
de nuestro análisis, y dentro de la línea de una investigación que en los contextos culturales de la humanidad dentro de la cual
ha determinado el estatuto de un saber teológico organizado, debe dar testimonio, sería una Iglesia en estado de anemia men
una última reflexión se presenta: para poder desempeñar su papel, tal; y cuando decimos contextos culturales queremos significar
no sólo en tal o cual individuo, sino sociológicamente dentro de no sólo su- confrontación con la filosofía y las artes, pero tam
un ciclo de civilización, ¿debe la fe desarrollarse en teología?, bién con las reacciones económicosociales del bajo pueblo. En
¿y de qué manera, entonces, la teología preside de un modo verdad, cuando, en tiempo de San Luis, los maestros de París
activo y conforme a la dignidad de su objeto, el desarrollo de su dialogaban y colaboraban con Tomás de Aquino, todo el am
cultura humana? biente de aquel tiempo constituía el campo de sus deliberacio
Evidentemente, una exigencia tan sólo se presenta allí donde nes, llegando incluso a veces a enfrentaraientos bastante ás
la fe y su gracia existen en el espíritu de los hombres, o a lo peros. Juan de Meung, autor del segundo Román de la Rose,
menos dentro de una col^tividad en la que poseen en algún que vivía a doscientos metros del convento y colegio universita
modo una presencia social. En un universo donde la Palabra rio de Saint Jacques, se deslizaba en su filosofía hacia un natu
de Dios no ha penetrado, una filosofía completa implica ya la ralismo que no sentaba muy bien a, los discípulos de Santo To
posición y la definición de la relación del hombre con la divi más, y no siempre quedó unido con ellos por la amistad literaria;
nidad; éste fué el caso de la filosofía antigua o de la civilización- pero se consideró muy honrado de poseer su sepultura en su
hindú. En una humanidad,cristiana, la expresión interior y pú Iglesia. Los rectores de las corporaciones de la Commune se
blica de la fe implica, entre otras necesidades, la de construirse, contaban entre su clientela religiosa e intelectual; y el rey Luis
ya lo.hemos dicho, en una disciplina científica. Por consiguiente, no se desentendía de la teología en sus problemas políticos. En
sería inoportuno, y de hecho gravemente desordenado, que, fren un tiempo en que la .difusión de la cultura y ¡a intensidad de
te a unas ciencias humanas' estructuradas por una razón adulta, los complejos sociales, incluso en los países llamados subdesarro-
la fe permaneciese en un estado de luminosidad depauperado, llados, determinan los espíritus bajo el impulso de presiones a
iiicluso poseyendo una plena densidad evangélica. La teología la vez exaltantes y ambigíias, la fe solamente no puede mantener
es necesaria para la comunidad cristiana. Psicológicamente, y en su consistencia y llevar su testimonio si, por la teología — teolo
la medida de las vocaciones personales, la teoIogía_^es necesaria gía especializada de las escuelas y teología de alta cultura—,
al cristiano humanamente cultivado. Es necesaria aunque sólo sabe mantenerse al nivel de las grandes obras científicas y artís
fuera para saciar el apetito de un espíritu no satisfecho y llenar ticas de la humanidad.
su vacío. Es doloroso y por desgracia frecuente el encontrarse 10
146 ¿ES CIENaA LA TEOLOGÍA?

Compete a la Iglesia, dentro de su magisterio y de su pasto- TEOLOGÍA Y CULTURA


147
ración, el sostener, promover, promulgar y enseñar la Palabra de
Dios de la que guarda- el depósito: el teólogo, en esto, es tan
sólo un fiel de la Iglesia, por lo que se refiere a la ortodoxia pro- San Luis y de Santo Tomás nn * -t en tiempo de
posicional, e incluso por lo que mira a la luz interior y a la deci
sión pastoral Pero esta fidelidad, mientras engendra ¡«la inteli
gencia de la fe» (cf. más arriba), confiere al teólogo una función
específica, cuyos marcos y métodos, cuya libertad y alcance po
seen, bajo la luz de la fe y en el seno de la Iglesia, su estatuto,
con una eficacia insustituible. La Cristiandad medieval, ya lo
hemos visto, nos ofrece un ejemplo, que sería infantil copiar,
pero que, más que nunca, es oportuno que sigamos. Después
de la definición que hemos dado de la teología, se comprende
que no se trata de un retroceso hacia la sobrcnaíuralidad de la
gracia, un medio racionalismp sin confianza en el instinto del
Espíritu, una reserva en la obediencia a la autoridad reguladora.
Es al contrario una inteligencia que, dentro de la continuidad
espiritual y epistemológica con la Palabra de Dios, procura a la
fe, en toda la comunidad cristiana, la estabilidad mental y cultu
ral necesaria a su testimonio, no sólo para su eficacia, sino tam
bién para su verdad.
En cuanto a la posición exacta de esta teología en el universo
de la cultura, en cuanto a la manera según la cual esta sabiduría
— para usar en término tradicional — preside la asamblea de las
ciencias y de las artes, y por lo que respecta al papel, por consi
guiente, y a los métodos del crístiano en la vida intelectual de la
Ciudad, en los organismos culturales de la humanidad, es inevi
table y normal que en todo esto se registren las repercusiones
provocadas por las inspiraciones, los sistemas y las mentalidades
de las distintas teologías. Las controversias recientes sobre la
evangelización y de la civilización, son, en el siglo xx, el testi-
150 BIBLIOGRAFÍA

Cerf, 1957, describe de una manera afectuosa y con profundidad los


i.%
recursos de la «teología monástica».
te
Sobre la posición que ocupa Santo Tomás en la Iglesia, A. Hayen,
Saint Thomas d'Aquin et la vie de l'ÉgUse, Louvain, 1952.
Th. Soiron, La condition dic théologien, introducción y adaptación fran
cesa por Y. Becker y J. R. Hennion, París, Plon, 1953.
U. VON Balthasar, Théologie et sainteté, en Dieu vivaní, cuaderno 12
(1948), págs. 17-32.
P. Hitz, Théologie et catéchése, en Nouvellé revue théologique, 1955,
páginas 897-923.

INDICE

Pág.

Prólogo 7

Capítulo primero. problema 11


Oposición a una ciencia teológica, 14. — Teólogos sin
saberlo, 16. — Las objeciones, 21. — Teología y fe, 26.
Teología y Teodicea, 29.

Capítulo IT. — La inteligencia de la fe 34

Capítulo in. — Teóloga y misterio 45


El silencio de Dios, 45. — A base de testimonio, 49.
Evangelio y Teología, 52.

Capítulo IV. — La Teología como ciencia 57


La razón teológica, 58. — Las operaciones de la ra
zón teológica, 61. — El razonamiento teológico, 74.
El argumento de conveniencia, 92. — Funciones y re
cursos no-racionales, 95. — Ciencia «sagrada», 104.
El ejemplo medieval, 109.—El papel del maestro en
teología, 113.
152 ÍNDICE

Pág.

Capítulo V.—Los sistemas teológicos 117


Los diversos sistemas teológicos, 123. — El sistema
tomista, 130.

Capítulo VI. — Positiva, escolástica, espiritual, pastoral . 133


La unidad de la Teología, 133.

Capítulo VH. — Teología y cultura 143

Bibliografía, 149.

ENCICLOPEDIA DEL CATÓLICO


EN EL SIGLO XX

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