Anda di halaman 1dari 22

1

EL DERECHO PROCESAL PENAL

Cuestiones Previas

1.1. Concepto de Derecho Procesal

Es aquella rama del derecho que estudia la organización de los


tribunales de justicia, señala sus atribuciones y competencias y determina las
normas de procedimiento a que deben someterse tanto los tribunales como los
sujetos que concurren ante ellos planteando pretensiones procesales.

En función de este concepto se suele clasificar el Derecho Procesal en


dos grandes grupos:

El Derecho Procesal Orgánico, que es aquella rama del Derecho


Procesal que comprende el estudio de la organización de los tribunales de justicia,
de sus atribuciones y competencias.

El Derecho Procesal Funcional por su parte, es aquella rama del


Derecho Procesal que estudia las normas de procedimiento a que deben
someterse tanto los tribunales como las personas que concurren ante ellos
planteando pretensiones procesales.

Este último, a su vez, se subdivide en diversos grupos, siendo los más


importantes el Derecho Procesal Civil, que estudia las normas de procedimiento
que deben aplicarse cuando el respectivo conflicto es de naturaleza civil, entendido
este conflicto en un sentido amplio, y el Derecho Procesal Penal, que en general
estudia el proceso y las normas de procedimiento que deben aplicarse cuando el
correspondiente conflicto es de naturaleza criminal.
El proceso penal está constituido por el conjunto de actos realizados
por determinados sujetos (jueces penales, fiscales, defensores, imputados,
querellantes y víctimas), con el fin de comprobar la existencia de un hecho punible
y la participación de una persona, como autor, cómplice y/o encubridor en aquel, y
en su caso, establecer una sanción penal. Si se acepta dicha noción descriptiva –
que insistimos no es la única posible ni la verdadera – el Derecho Procesal Penal
será el conjunto de normas jurídicas que regulan la realización de dichos actos, y
que determinan los derechos, facultades y obligaciones de los sujetos que los
realizan.
2

LA REFORMA PROCESAL PENAL

1.2. Gestación y Desarrollo del Proceso de Reforma Procesal


Penal

A partir de la década de los 80, la gran mayoría de los países de América


latina comenzaron a modificar sus sistemas de enjuiciamiento criminal,
reemplazando un sistema inquisitivo o inquisitivo mixto, que predominó durante 100
años, por uno adversarial o acusatorio.
Por sistema inquisitivo entendemos aquel sistema procesal en el que el
juez procede de oficio, ejerciendo directamente la persecución penal, recolectando
y valorando las pruebas, con una etapa de investigación sumaria que, además de
ser escrita y secreta, es la etapa central del proceso, y donde están limitados
fuertemente los derechos a la contradicción y la defensa; con una segunda etapa
denominada plenario, que culmina con la dictación de la sentencia definitiva
pronunciada por el mismo juez que investigó.
El sistema acusatorio o adversarial en cambio, tiene como característica
central el juicio oral y público; con una separación de funciones entre quien debe
ejercer la persecución penal – el ministerio público, a través de los fiscales - y quien
ejerce la función jurisdiccional, los jueces. Todo esto dentro de un escenario de
reconocimientos de los derechos básicos del debido proceso.
El sistema inquisitivo, que variaba considerablemente en cada país, fue
recogido del período de la colonia y adoptado durante el siglo XIX en los procesos
de independencia, permaneciendo con algunos cambios durante más de un siglo.
Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, básicamente por el
reconocimiento positivo a los derechos humanos en los tratados internacionales,
además de los fuertes problemas de eficacia del sistema procesal penal inquisitivo,
surge un importante proceso de reforma a los sistemas de enjuiciamiento penal.
Con todo, cabe observar que en la mayoría de los países de la región, los procesos
de reforma a los sistemas de justicia criminal -y en esto Chile no constituye una
excepción-, se enmarcan dentro de un proceso todavía más ambicioso, a saber, la
modernización y democratización del Estado.
Nuestro país, como señalábamos, no fue la excepción de este movimiento
de reforma y desde principios de la década del 90, comenzó todo un complejo
proceso de modificación del sistema de justicia criminal que fue llamado por
autoridades, académicos y medios de comunicación del país como “la reforma del
siglo”, con lo cual se ha intentó reflejar que esta reforma, además de ser la
3

modificación legal más importante de los últimos años, ha sido también el intento
más serio en el último siglo de modificar la estructura del Estado.
Al efecto y para situar el contexto de la reforma procesal penal chilena,
debemos, necesariamente, hacer un breve análisis del antiguo sistema procesal
penal chileno y del contexto histórico en que comienzan a surgir las incipientes
voces que abogaban por una reforma al sistema procesal penal. Desde ese punto
de vista, resulta oportuno precisar que el procedimiento inquisitivo chileno, como
sucedió con buena parte de la región, fue instaurado por España durante el período
de la colonia. En él se establecían los pilares de lo que constituye un sistema
inquisitivo ortodoxo, a saber, un proceso donde las facultades de investigar, acusar
y condenar se concentran en un juez, en el contexto de un proceso cuya etapa
central era un sumario escrito y secreto, con escasas posibilidades de ejercer los
derechos del inculpado – hoy imputado -, y con una etapa de juicio o plenario
carente de contradictoriedad, donde se ratifica lo obrado en el sumario. Todo esto
dentro de un complejo sistema recursivo que, entre otras cosas, buscaba que el
superior jerárquico tuviera la posibilidad de revisar lo obrado por el juez del crimen.
A pesar de este hecho, el proceso de independencia y surgimiento de la República
de principios del siglo XIX no tuvo mayor relevancia en este sentido, pues este
proceso penal siguió vigente por casi un siglo, hasta que en 1906 se dictó el nuevo
Código de Procedimiento Penal.
Dicho cuerpo normativo, aun cuando pretendió modificar el sistema procesal
penal vigente hasta la época, mantuvo una estructura fuertemente inquisitiva y ni
siquiera fue suficientemente innovador para adoptar los cambios que ya se estaban
produciendo en Europa, y particularmente en España, manteniendo un modelo
procesal que ya aparecía obsoleto al momento de su dictación. En efecto, el
Código de Procedimiento Penal de 1906, que entró en vigencia en 1907, de alguna
manera nació siendo arcaico. La legislación española, que fue una de las
principales fuentes de inspiración de este cuerpo normativo, se había modificado en
1882 con la Ley de Enjuiciamiento Criminal española estableciendo un sistema
procesal penal que difería sustancialmente del que en definitiva se instauró en
Chile. De hecho, dicha ley hispana adscribía a un sistema procesal penal que, a
partir de la codificación napoleónica, se expandía por toda Europa. Lo interesante
es que el legislador chileno, aun conociendo esto, decidió conscientemente
instaurar un modelo procesal penal que al momento de entrar en vigencia en Chile
ya estaba obsoleto en España. El propio legislador, al momento de dictar el Código
de Procedimiento Penal de 1906 reconoció esta realidad justificándola básicamente
por cuestiones culturales, económicas y geográficas. De hecho, en el mensaje del
Código, el Presidente de la época se refirió a la instauración del juicio oral en
4

algunos países europeos y justificó su exclusión del proceso penal chileno


sosteniendo que “se comprende fácilmente que el sistema puede ser establecido
en países ricos y poblados. En Chile parece que no ha llegado aún el momento de
dar este paso tan avanzado, y ojalá no esté reservado todavía para un tiempo
demasiado remoto”.
A partir de ahí (1906) el devenir del proceso penal fue básicamente errático,
pues buena parte de las modificaciones parciales que se le hicieron, lejos de
morigerar su orientación inquisitiva, profundizaron su carácter inquisitivo con
modificaciones legales que reforzaron las potestades del juez inquisidor. De hecho,
una de las modificaciones más sustanciales que se le hicieron al Código de
Procedimiento Penal fue la supresión de los promotores fiscales de primera
instancia el año 1927. Esta supresión, como es lógico, profundizó el sistema
inquisitivo al radicar en el juez del crimen toda la tramitación de la primera
instancia, concentrando en él las funciones de investigar, acusar y fallar.
La segunda de las modificaciones más radicales al Código de Procedimiento
Penal, ahora desde la lógica del aumento de las garantías individuales, se produjo
con el advenimiento de la democracia en la década del 90, en los comienzos del
gobierno del ex presidente don Patricio Aylwin. En ese período, se dictaron un
conjunto de modificaciones legales, que hoy se denominan “Leyes Cumplido”, que
buscaron básicamente dos cosas, a saber, introducir cambios importantes a la
administración de la justicia penal y, además, compatibilizar el régimen de
garantías individuales del proceso penal a los estándares de los tratados
internacionales de derechos humanos. Sin perjuicio de los avances que esto
significó para el respeto de los derechos humanos, lo cierto es que estas
modificaciones tampoco importaron un cambio sustancial al proceso penal chileno,
el que continuó con una estructura fuertemente inquisitiva.
Sin embargo, el advenimiento de la democracia, los distintos tratados
internacionales que Chile había suscrito y ratificado sobre derechos humanos, la
constatación de los abusos sistemáticos a los derechos humanos que se habían
producido durante el gobierno militar y las investigaciones que constataban las
arbitrariedades y abusos del sistema de enjuiciamiento criminal, generaron un
nuevo escenario de discusión respecto del sistema procesal penal. Es en ese
contexto, entonces, donde uno debería identificar los inicios del nuevo proceso
penal.
Ahora bien, y como lo señalan los autores Mauricio Duce y Cristian Riego, la
génesis de la reforma procesal penal de Chile debe entenderse como un cambio
social bastante complejo, en el que intervinieron una multiplicidad de actores y
confluyeron un conjunto de factores e intereses, no siempre coincidentes. De
5

hecho, el nuevo proceso penal no debe ser visto como una reforma autónoma del
Estado que culminó con su presentación al Parlamento sino que -y ésta es una de
las particularidades de la experiencia chilena-, como un proceso que comenzó
desde la sociedad civil, con importante colaboración intelectual del extranjero y que
posteriormente fue recogida por el Ejecutivo quien no solo la apoyó, sino que la
asumió como una iniciativa fundamental para el gobierno y la patrocinó en el
legislativo.
En tal sentido, los inicios de la reforma pueden situarse temporalmente a
comienzos de la década del 90, más precisamente a fines del año 1992, con la
realización del Primer Seminario Internacional efectuado en Chile para analizar las
diversas iniciativas de reformas regionales que pretendían sustituir los procesos
predominantemente escritos por juicios orales, evento organizado por la
Corporación de Promoción Universitaria (CPU).
Posteriormente, a comienzos de 1993 y con el impulso de la CPU y la
Fundación Paz Ciudadana se constituyó el Foro integrado por personalidades
provenientes del ámbito académico y de la profesión jurídica, que tuvo por objeto la
realización de un análisis crítico del proceso penal chileno vigente desde 1906 y la
formulación de los lineamientos básicos de una reforma futura en esta área.
A partir de los consensos y lineamientos entregados por el Foro se procedió
a la constitución de una Comisión Técnica integrada por cuatro académicos (Riego,
Bofill, Horwitz y Duce), que tenía como objetivo la redacción de un nuevo cuerpo
normativo que recogiera dichos acuerdos; esta Comisión comenzó a trabajar en
enero de 1994 informando periódicamente al Foro el avance de sus propuestas,
sometiéndolas a su evaluación y discusión. El primer resultado de este trabajo fue
el proyecto del nuevo Código Procesal Penal, que con el aval del gobierno de la
época culminó con la presentación al Congreso Nacional del proyecto en junio del
año 1995, proyecto que tuvo como principales fuentes el Código Procesal Penal
Modelo para Latinoamérica, que a su vez fue producto de un prolongado trabajo
desarrollado por académicos especialistas de la región, vinculados al Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal, también el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos – conocido como Pacto de San José de Costa Rica – publicado
en el Diario Oficial de 27-05.1989 y la Convención Americana de Derechos
Humanos, publicada en el Diario Oficial de 05.01.1991, sin dejar de mencionar
como fuentes algunos códigos extranjeros tales como la Ordenanza Procesal Penal
de Alemania de 1877, el Código Procesal Penal italiano de 1988, el Código
Procesal Penal de la Provincia de Córdova de 1992, el Código Procesal Penal de la
Nación Argentina de 1992 y el Código Procesal Penal peruano de 1991.
6

En todo caso, resulta absolutamente necesario tener presente que la


Reforma Procesal Penal significó un esfuerzo legislativo inédito en nuestro país,
que no se limitó solamente al nuevo Código Procesal Penal, sino que además
requirió la dictación y/o modificación de un número no menor y complejo de leyes, a
saber:

1.- REFORMA CONSTITUCIONAL QUE CREÓ EL MINISTERIO PÚBLICO, LEY


Nº 19.519, publicada en el Diario Oficial de 16.09.1997, que establece una de las
bases de la nueva justicia, al separar las funciones de juzgar e investigar, creando
para la segunda un nuevo órgano público, de carácter autónomo cuyas funciones
son dirigir en forma exclusiva la investigación de los hechos constitutivos de delito,
los que determinen la participación punible y los que acrediten la inocencia del
imputado y que en su caso, ejercerá la acción penal pública en la forma prevista
por la ley. De igual manera, le corresponderá la adopción de medidas para proteger
a las víctimas y a los testigos, pero que en caso alguno podrá ejercer funciones
jurisdiccionales.

2.- LEY N° 19.640 ORGÁNICA DEL MINISTERIO PÚBLICO, publicada en el Diario


Oficial de 15.10.1999, que establece la organización y planta del nuevo organismo
encargado de la investigación de los delitos.

3.- LEY N° 19.665 QUE CREA LOS TRIBUNALES DE JUICIO ORAL EN LO


PENAL Y JUZGADOS DE GARANTÍA, publicada en el Diario Oficial de
09.03.2000, que modifica el Código Orgánico de Tribunales, creando los nuevos
Juzgados, estableciendo su asiento, competencia y organización.

4.- CÓDIGO PROCESAL PENAL, aprobado mediante la Ley Nº 19.696, publicada


en el Diario Oficial de 12.10.2000, cuerpo esencial que establece la nueva forma de
administrar justicia criminal.

5.- LEY N° 19.718 QUE CREA LA DEFENSORIA PENAL PUBLICA, publicada en


el Diario Oficial de 10.03.2001, que establece un servicio público que tiene por
finalidad proporcionar defensa penal a los imputados o acusados por un crimen,
simple delito o falta que sea de competencia de un juzgado de garantía o de un
tribunal de juicio oral en lo penal y de las respectivas Cortes, en su caso, y que
carezcan de abogado.
7

6.- LEY N° 19.762, (complementada por ley 19.919), publicada en el Diario Oficial
de 13.10.2001 que cambia la gradualidad de la entrada en vigencia de la reforma
procesal penal en el país, la que quedó calendarizada de la siguiente manera:
16 de Diciembre de 2000: IV y IX regiones
16 de Octubre de 2001: II, III y VII regiones
16 de Diciembre de 2002: I, XI y XII regiones
16 de Diciembre de 2003: V, VI, VIII y X regiones
16 de Junio de 2005: Región Metropolitana.

7.- LEY Nº 19.806 que establece normas adecuatorias a diversas leyes,


publicada en el Diario Oficial de 31.05.2002.

1.3. Principios y Garantías en el Nuevo Proceso Penal

El nuevo proceso penal, como ya se ha señalado, modifica


radicalmente el sistema de persecución penal chileno y, como tal, incorpora una
serie de principios que orientan el proceso penal. Siguiendo en este punto al
profesor Julián López Masle,1 distinguiremos los principios por una parte y las
garantías por la otra, advirtiendo que la división es forzada, toda vez que en el
fondo, el reconocimiento de las garantías procesales obedece, en buena medida, a
lo que se ha llamado la “constitucionalización de los principios procesales penales”.
Sin embargo, la distinción es válida, pues no todos los principios que
determinan un sistema procesal penal pueden ser elevados al rango de garantías.
Buena parte de ellos obedece a necesidades de organización del poder de
persecución penal de un Estado y son, por tanto, opciones políticas que no tienen
necesariamente una dimensión garantista.

1.3.1.- Principios de la persecución penal.

a.- Principio de oficialidad.


Se mantiene la idea de persecución penal pública de los delitos, donde el
Estado actúa de oficio, sin consideración de la voluntad del ofendido ni de ninguna
otra persona2. Ello no significa que el ofendido queda excluido de la posibilidad de
promover la persecución, sino sólo que su participación, en general, no es
necesaria ni determinante.

1
En su libro “Derecho Procesal Chileno”, escrito en conjunto con María Inés Horvitz
Lennon, Editorial Jurídica de Chile, Tomo I, pág. 34.
2
Arts 80 A CPR y 1 LOCMP.
8

Según el profesor Julio Maier, en el ámbito penal este principio se funda en


la idea de que los delitos constituyen las formas de comportamiento desviado
(antijurídico) más intolerables socialmente y, por lo tanto, existe en su persecución
un interés público que se superpone y excluye al eventual interés privado
involucrado en la misma.

b.- Principio de investigación oficial.


El principio de investigación oficial, en el nuevo sistema, supone que la
instrucción está a cargo de un órgano estatal llamado Ministerio Público sin
vinculación a los requerimientos y posiciones de los demás intervinientes acerca de
la verdad del hecho, puede y debe producir prueba de oficio.
En todo caso, este monopolio estatal en la realización de la investigación
oficial, no implica una prohibición para el imputado penal y su defensa para la
realización de actos de investigación de carácter privado en procura de elementos
de convicción que sirvan a sus intereses.
Ahora, si miramos la situación desde la perspectiva de los órganos judiciales,
se trata de un sistema donde rige el principio de aportación de parte, en razón de la
pasividad que se les exige en la recopilación de la información relevante y en la
producción de la prueba en juicio. Son los litigantes quienes deben probar sus
proposiciones en el juicio, especialmente el fiscal acusador en razón del principio
de inocencia del imputado.

c.- Principio acusatorio.


Según este principio deben distribuirse los poderes de persecución penal y,
por ello, las funciones asociadas a su ejercicio, esto es, investigación, acusación y
decisión.
El investigador debe ser distinto del juzgador y el acusador debe ser distinto
del juzgador.
Si bien en nuestro sistema se respeta esta separación de funciones, en tanto
órganos diferentes del Estado las asumen, se trata de un principio acusatorio
formal desde que es el ente estatal en definitiva quien está a cargo de todas ellas.
El principio acusatorio está en íntima relación con otros derechos y garantías
procesales como son la imparcialidad del tribunal, el derecho de defensa y la
igualdad procesal en un sistema contradictorio.
9

d.- Principios de legalidad y oportunidad.


El principio de legalidad implica que el Ministerio Público está obligado a
iniciar y sostener la persecución penal de todo delito que llegue a su conocimiento,
sin que pueda suspenderla, interrumpirla o hacerla cesar a su mero arbitrio3.
Su fundamento actual es la vigencia del principio de igualdad ante la ley, se
pretende que la persecución penal no quede sujeta al arbitrio de un órgano estatal,
cuya decisión de perseguir o no un delito y la forma de hacerlo podría ser
discriminatoria. El principio de legalidad impone así al Estado la obligación de
perseguir por igual todos los delitos que se cometen en una sociedad determinada,
sin permitirle seleccionar entre ellos de manera alguna.
La desacreditación del principio de legalidad, la hipertrofia del derecho penal
sustantivo, unida a la incapacidad inherente de todo sistema procesal penal para
perseguir la totalidad de los delitos de un modo eficiente, ha dado origen al principio
de oportunidad.
En virtud del principio de oportunidad el Ministerio Público, ante la noticia de
un hecho punible o, inclusive, ante la existencia de prueba seria de la perpetración
de un delito, está autorizado para no iniciar, suspender, interrumpir o hacer cesar el
curso de la persecución penal, cuando así lo aconsejen motivos de utilidad social o
razones político-criminales.
Se busca descongestionar el sistema procesal penal para hacerlo más
eficiente, racionalizando de este modo el uso de los recursos escasos asignados a
este fin.
Manifestación de este principio son las llamadas desestimaciones o
mecanismos de descongestión, como son el archivo provisional, la facultad de no
iniciar la investigación y el principio de oportunidad en sentido estricto y la facultad
de no perseverar.

1.3.2.- Garantías individuales ante la persecución penal.

a.- Garantías de la organización judicial.

a.1.- Derecho al Juez Independiente.


El Juez debe ser independiente desde la perspectiva institucional, esto es, la
independencia del Poder Judicial frente a los demás poderes del Estado 4, como
también debe serlo desde el punto de vista personal, que al decir de Binder 5 es “la
primera y genuina independencia de los jueces”. La independencia personal del

3
Maier citado por López Masle, ob cit., pág. 46.
4
Art. 73 CPR.
5
Citado por López Masle, ob cit, pág. 53.
10

Juez tiene, a su vez, dos dimensiones: la independencia externa, que exige que el
Juez no dependa de ninguna otra autoridad del Estado, y la independencia interna,
respecto de todo organismo superior dentro del Poder Judicial.
Este último aspecto se ha visto fortalecido en el nuevo sistema procesal por la
disminución del régimen de recursos y la eliminación del trámite de la consulta; y en lo
administrativo, se sientan bases para un sistema que separa con claridad el ejercicio
de la jurisdicción con la administración de los órganos jurisdiccionales, permitiéndole a
los Jueces dedicarse a lo que es su función natural.

a.2.- Derecho al Juez Imparcial.


Es derecho de toda persona imputada ser juzgada por un tribunal
previamente establecido por la ley, independiente e imparcial, dentro del contexto
de un debido proceso6.
De acuerdo al diccionario de la Lengua Española la imparcialidad es la falta
de designio anticipado o de prevención a favor o en contra de alguien o algo, que
permite juzgar o proceder con rectitud.
De la misma fuente (significado 5) se entiende por parcialidad el designio
anticipado o prevención a favor o en contra de alguien, que da como resultado la
falta de neutralidad o insegura rectitud en el modo de juzgar o de proceder.
Tradicionalmente se ha sostenido en el ámbito jurídico que juez imparcial es
aquel que no tiene interés en los resultados del juicio, independiente de las partes,
que no se ve constreñido por ningún tipo de consideraciones a favorecer a una en
desmedro de la otra.
Además, se requiere que el tribunal no albergue ningún tipo de prejuicio en
cuanto al fondo del asunto sometido a su decisión. Existe prejuzgamiento cuando
un juez es llamado a juzgar nuevamente acerca de una imputación, sobre la cual
haya juzgado.

a.3.- Derecho al Juez Natural.


Este derecho se encuentra consagrado en los artículos 10 de la DUDH, 14.1
del PIDCP y 8.1 de la CADH. Además, el artículo 19 Nº 3, inciso cuarto, de la CPR
prescribe que “Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal
que le señale la ley y que se halle establecido con anterioridad por ésta”.
Por su parte el artículo 2 del CPP precisa que la anterioridad a que se refiere la
Constitución es la relativa “a la perpetración del hecho”.

6
Artículos 10 de la DUDH; 14.1 del PIDCP; 8.1. de la CADH; 5 inciso 2° de la CPR; y 1
del CPP.
11

Según el profesor Alberto Binder,7 la denominación derecho al juez natural


tiene su origen en el sistema feudal, donde, siendo la costumbre la principal fuente
del derecho, se hacía imprescindible que el juez y los jurados conocieran la vida
local y las costumbres del lugar. En otras palabras, debía tratarse de un juez
respetado por la comunidad, que conociera la vida, características y costumbres de
ese pueblo.
Modernamente, sin embargo, el concepto dice relación con la
pretederminación legal del juez, que tiene por objeto asegurar, como garantía para
el justiciable, la imposibilidad de influir indebidamente en la designación del tribunal
competente para el enjuiciamiento.

b.- Garantías generales del procedimiento.

b.1.- Derecho al juicio previo.


Toda persona goza del derecho a ser juzgada criminalmente en un juicio oral y
público, de modo que la decisión de absolución o condena sea el necesario resultado
de ese juicio previo.8
El derecho al juicio es una consecuencia de la prohibición general de autotutela
en materia penal y del monopolio que se reconoce al Estado en materia de
persecución penal.
Este juicio, oral y público, “proceso previo legalmente tramitado”,9 no es otro
que el establecido y reglamentado en el Código Procesal Penal. Debe tratarse de un
proceso con todas las garantías, o, en otras palabras, de un debido proceso.
El debido proceso es la principal garantía procesal, cuyo contenido normativo
es genérico y aún indeterminado, por lo que corresponderá que los actores del
sistema sean los que especifiquen su sustancia y esfera de aplicación en cada caso.
La fórmula descrita en la Constitución no nos dice nada acerca de las
características que debe tener ese procedimiento que ha de conducir a la sentencia.
Estas características se derivan como exigencias de numerosas otras garantías
contenidas en los tratados internacionales y en la misma Constitución, agrupadas bajo
esta noción del derecho al debido proceso.
En variados debates hemos podido observar cómo la defensa de los
imputados, sea pública o privada, argumentan acerca del carácter de juicio oral con
todas las garantías que presenta el juicio simplificado, de modo que la definición del
persecutor penal de ir hacia este procedimiento especial o la decisión de los
tribunales de alzada de dirimir cuestiones y conflictos de competencia a favor del

7
López Masle, Julián (con Horvitz Lennon, María Inés) Derecho Procesal Penal...., cit, p.62
8
Art. 1° CPP.
9
Art 19 N° 3 inciso 5° CPR
12

Juez de Garantía, en razón de su pretensión punitiva (cuantía), no afecta este


derecho de los intervinientes de ir a un juicio oral. Evidentemente, si el requerido
decide admitir responsabilidad no habrá juicio y el juez procederá a decidir de
inmediato, en virtud de la renuncia informada y advertida del imputado penal.

En consecuencia el derecho a un juicio oral y público es una prerrogativa


renunciable, tal como lo demuestran claramente los procedimientos abreviado y
simplificado.
A continuación procederemos al análisis de aquellas garantías que
tradicionalmente han sido asociadas a la noción de debido proceso.

b.2.- Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.


También conocido como derecho a un proceso sin dilaciones indebidas.10
Los procesos judiciales deben iniciarse y completarse en un plazo razonable.11
Este derecho obliga entonces a las autoridades a garantizar que todas las
etapas del proceso, incluidas las diligencias preliminares y el juicio, así como los
recursos y apelaciones, se completen, y los fallos se dicten, dentro de un plazo
prudente.
La obligación del Estado de acelerar los procedimientos es más apremiante
cuando el imputado se encuentra sujeto a medidas cautelares personales,
especialmente si se trata de la prisión preventiva.
La garantía de un juicio sin dilaciones, entonces, está vinculada al derecho a la
libertad personal, la presunción de inocencia y el derecho de defensa. Se pretende
asegurar que la incertidumbre que enfrenta el imputado y el estigma que entraña ser
acusado de un delito, pese a la presunción de inocencia, no se prolonguen.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos12 ha declarado sobre este
particular que “se deben tomar en cuenta tres elementos para determinar la
razonabilidad del plazo en el cual se desarrolla el proceso: a) la complejidad del
asunto; b) la actividad procesal del interesado; y c) la conducta de las autoridades
judiciales”.
Evidentemente, la calificación de un plazo como razonable depende de las
circunstancias del caso, debiendo considerar si el imputado se encuentra sujeto a
medidas cautelares, la intensidad de estas medidas, la complejidad del asunto
(naturaleza y gravedad del delito cometido, número de imputaciones, tipo de
investigación, número de personas involucradas y número de testigos), la conducta

10
Art 14.3c PIDCP.
11
Art. 8.1 CADH.
12
Caso Genie Lacayo, sentencia del 29 de enero de 1997, Serie C N° 30, parrs. 77-81.
13

del imputado (por ejemplo si intenta sustraerse de la acción de la justicia o no


coopera) y el proceder de las autoridades (diligencia y eficacia).
El derecho en análisis tiene una clara consagración positiva:
El artículo 247 del CPP contempla un plazo máximo para declarar cerrada la
investigación que es de dos años, contados desde la formalización de la
investigación. Si el fiscal no declara cerrada la investigación dentro del plazo
señalado, cualquiera de los intervinientes puede pedir al juez de garantía que
aperciba al fiscal para que la decrete.
El artículo 234 del mismo Código dispone que el juez de garantía, de oficio, o a
petición de alguno de los intervinientes, y oyendo al Ministerio Público, podrá reducir
este plazo y fijar uno menor para que se declare cerrada la investigación cuando sus
características lo permitieren y con ello se cautelen las garantías de los intervinientes.
Por otra parte, y aunque en principio la instrucción no está sujeta a plazo
antes de la formalización, la ley faculta a cualquier persona que se sienta afectada
por una investigación no formalizada para solicitarle al juez de garantía que fije al
fiscal un plazo para que la formalice.13
La audiencia de preparación del juicio oral y la de juicio oral propiamente tal
están sometidas a plazos breves para su realización, lo mismo ocurre con la
decisión y su comunicación.

b.3.- Derecho de defensa.


Consiste básicamente en la necesidad de que los intervinientes sean oídos,
puedan alegar y probar para conformar la resolución judicial, y de que conozcan y
puedan rebatir todos los materiales de hecho y de derecho que puedan influir en la
resolución judicial.
Constituye una de las facetas del principio de contradicción.
De acuerdo a nuestra Carta Fundamental toda persona tiene derecho a
defensa jurídica en la forma que la ley señale.14 Ninguna autoridad o individuo podrá
impedir, restringir o perturbar la debida intervención del letrado, si hubiere sido
requerida y que la ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y defensa
jurídica a quienes no puedan procurárselos por sí mismos.
El derecho que nos ocupa abarca dos aspectos: a) La defensa material, que
incluye la autodefensa por parte del imputado; y b) la defensa técnica letrada.
En cuanto a la defensa material el artículo 8.1 de la CADH señala que
cualquier interviniente en un proceso criminal tiene derecho a ser oído, a formular sus
alegaciones y a intervenir en el proceso por sí o por abogado.

13
Art. 186 CPP.
14
Art. 19 N° 3 inciso 2° CPR.
14

Por su parte el inciso 2° del artículo 8 del CPP establece que el imputado
tendrá derecho a formular los planteamientos y alegaciones que considere oportunos,
así como a intervenir en todas las actuaciones judiciales y en las demás del
procedimiento, salvas las excepciones expresamente previstas en el Código.
En consecuencia, la defensa material se encuentra integrada por los derechos
de información, de intervención en el procedimiento y los derechos que imponen un
deber de abstención a las autoridades de persecución penal pública, el imputado es
un sujeto de derechos y no el objeto de la persecución.
Con respecto a la defensa técnica letrada el mismo artículo 8 dispone que el
imputado debe ser defendido por un letrado desde la primera actuación del
procedimiento dirigido en su contra.
En síntesis, son manifestaciones del derecho de defensa en nuestro sistema
procesal penal las siguientes:
a) El derecho del imputado de intervenir en el procedimiento desde que se inicia
la persecución penal y hasta su completa extinción;15
b) El derecho del imputado a conocer el contenido de la imputación, desde el acto
que da inicio al proceso, sólo así sabrá de qué y cómo defenderse;16
c) El derecho del imputado a contradecir las alegaciones de la acusación,
formular alegaciones y presentar pruebas, como un reflejo del principio
adversarial, que tiene su máxima expresión en las audiencias orales de la
instrucción y etapa intermedia, especialmente en el juicio17. Este derecho
impone al tribunal la obligación de analizar la admisibilidad de las alegaciones
y pruebas ofrecidas, permitir la práctica de aquellas que sean admitidas y
valorarlas en su oportunidad;
d) El derecho del imputado de autodefenderse, prescindiendo de abogado y
actuando personalmente, lo que podrá hacer si el tribunal lo autoriza y ello no
perjudique la eficacia de la defensa, si la afectare de manera negativa el juez le
designará un defensor letrado;18 mas, como ya se dijo, el imputado siempre
podrá formular planteamientos y alegaciones por sí mismo, primando éstos por
sobre lo expuesto por el defensor letrado, debiendo en ese caso el tribunal
hacerse cargo en la sentencia de la versión o teoría del caso planteada por el
imputado;
e) El derecho del imputado al defensor técnico desde la primera actuación del
procedimiento y hasta la completa ejecución de la sentencia,19 ya sea un

15
Art. 8 CPP.
16
Arts. 93 letra a), 94 letra a), 135 y 194 CPP; 8 CADH; 9.2 y 14 N° 3 PIDCP.
17
Arts 8, 93 letras c), d) y f), 98, 184, 263, 268 y 326 CPP.
18
Art 102, inciso final, CPP.
19
Arts. 19 N° 2 inciso 2° CPR; 8 inciso 1°, 93 letra b), 102, 103 y 286 CPP.
15

defensor de confianza o un defensor penal público, que puede ser gratuito.


Esta prerrogativa no implica la necesaria e ineludible asistencia del defensor a
todos y cada uno de los actos de la instrucción, sólo en algunos casos
específicos la ley exige esta condición. En los demás actos procesales y con
independencia que se haya de proveer de abogado al imputado privado de
libertad y de que el abogado defensor pueda libremente participar en las
diligencias de la instrucción, la intervención del defensor no deviene obligatoria
hasta el punto que hayan de estimarse nulas, por infracción del derecho de
defensa diligencias a las que no ha asistido.
f) El derecho del imputado privado de libertad a entrevistarse privadamente
con su abogado.20
g) El derecho del imputado a disponer del tiempo y de los medios adecuados
para preparar la defensa.21

b.4.- La presunción de inocencia.


Según Maier22 el derecho a la presunción de inocencia es una de las banderas
de lucha de la reforma liberal al sistema inquisitivo y aparece por primera vez en la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Dicha declaración
estableció en Francia que debía presumirse inocente “a todo hombre hasta que haya
sido declarado culpable”.
El artículo 19 Nº 3, inciso sexto, de la CPR, se limitó a disponer que la ley no
podrá presumir de derecho la responsabilidad penal, pero no estableció la presunción
de inocencia mencionada.
Este derecho, en cambio, se encuentra consagrado en el artículo 11 párrafo I
de la DUDH: “Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y al juicio público
en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”; en el
mismo sentido se pronuncia el artículo 14.2 del PIDCP. Igualmente, se halla
establecido en el Art.8.2 de la CADH, que expresa: “Toda persona inculpada de delito
tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente
su culpabilidad”.
Por su parte el artículo 4 del CPP dispone que ninguna persona será considerada
culpable ni tratada como tal en tanto no fuere condenada por una sentencia firme.
Más que un derecho procesal, se trata de un principio que inspira todo el nuevo
procedimiento penal, como se desprende de la lectura atenta de muchas de sus

20
Art 94 letra f) CPP
21
Arts 14.3b del PIDCP; 260, 262, 263, 268, 278 y 281 inciso final CPP.
22
Citado por López Masle, Julián (con Horvitz Lennon, María Inés) Derecho Procesal
Penal...., cit, p. 78.
16

disposiciones, especialmente las relativas a las medidas cautelares personales. Impone


a los Jueces, Fiscales y demás Intervinientes, la obligación de considerar y tratar
como inocente al imputado en todos los actos de investigación y de procedimiento, en
tanto no fuere condenado por sentencia firme.
De acuerdo con lo que se ha señalado, si los fiscales del Ministerio Público
estiman que el imputado es culpable de un hecho delictivo determinado, se
encuentran en la necesidad de demostrar que así lo es, debe destruir esta verdadera
presunción legal que lo ampara, encaminando la investigación hacia ese objetivo.

b.5.- Derecho a no incriminarse y a guardar silencio.


Como manifestación privilegiada del derecho de defenderse encontramos el
derecho a declarar, es decir, a introducir válidamente al proceso la información que el
imputado considera adecuada.
De este modo, concebida la declaración del imputado como un mecanismo de
defensa, se comprende que nadie puede ser obligado a declarar en su contra.
En nuestro sistema el imputado no tiene el deber de declarar la verdad, como
ocurre con los testigos, de manera que él tiene el poder de decisión sobre su propia
declaración, sólo él determinará lo que quiere o lo que no le interesa declarar.
Así las cosas del silencio del imputado no se pueden extraer argumentos
contrario sensu y puede el imputado declarar cuantas veces quiera. La confesión no
puede ser inducida por el Estado de ningún modo, no se pueden usar medios
violentos, tampoco mecanismos que menoscaben la voluntad del imputado, no se le
puede amenazar, ni realizar preguntas capciosas o sugestivas.
La garantía se extiende a la información que el propio imputado puede
introducir voluntariamente, mas no respecto de otras actuaciones que dependen de
terceros, por ejemplo reconocimiento por testigos, donde la información ingresa al
juicio de boca del testigo y no del imputado, en cuyo caso la prueba es admisible
independientemente de la decisión del imputado de declarar o guardar silencio.
La garantía en estudio rige todas las etapas del proceso, tanto en los actos
iniciales como en el desarrollo de las etapas preparatorias, en las etapas intermedias
y, por supuesto, adquiere su mayor relevancia en la etapa del juicio, que es donde se
produce la actividad probatoria por excelencia.
En nuestro ordenamiento el artículo 19, Nº 7, párrafo f), de la CPR dispone
que “En las causas criminales no se podrá obligar al inculpado a que declare bajo
juramento sobre hecho propio...”. Además, el artículo 98 del CPP prescribe que la
declaración del imputado no podrá recibirse bajo juramento. El Juez o el Presidente
del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal se limitarán a exhortarlo a que diga la verdad.
Por su parte, la letra g) del artículo 93 del CPP previene que el imputado tiene
17

derecho a guardar silencio, o en caso de consentir en prestar declaración, a no


hacerlo bajo juramento.23
No obstante lo señalado, el artículo 194 inciso 2° del CPP establece que, en
todo caso el imputado no podrá negarse a proporcionar al Ministerio Público su
completa identidad, debiendo responder las preguntas que se le dirigieren con
respecto a su identificación.
La policía autónomamente, es decir, sin previa autorización del Fiscal, sólo
podrá tomar declaraciones al imputado en presencia de su defensor. En ausencia de
este último, si el imputado se allana a prestar declaración debe ser conducido de
inmediato ante el Fiscal. Si el Fiscal no puede recibir la declaración, la policía podrá
tomarla bajo la responsabilidad y con la autorización del Fiscal,24 en cuyo caso no
constituirá prueba para el juicio oral sino un mero acto de investigación.

b.6.- Inadmisibilidad de la persecución penal múltiple.


La persecución penal única también es un derecho consagrado en nuestro
ordenamiento jurídico específicamente en el artículo 1° inciso 2° del CPP al señalar
que la persona condenada, absuelta o sobreseída definitivamente por sentencia
ejecutoriada, no podrá ser sometida a un nuevo procedimiento penal por el mismo
hecho (principio de non bis in idem).25
A través de esta garantía se busca proteger al imputado del riesgo de una
nueva persecución penal, simultánea o sucesiva por los mismos hechos atribuidos en
una persecución penal anterior dirigida en su contra.
En general, se afirma que existe identidad cuando concurren copulativamente
las siguientes condiciones: a) Que se trate de la misma persona (identidad física); b)
Que el objeto (núcleo fáctico) sea el mismo, prescindiendo de su valoración jurídica; y
c) Que coincida el motivo de persecución (identidad de causa), que se refiere a la
pretensión punitiva, de tal manera que no existirá infracción al principio si la
pretensión de uno de los procesos no es la aplicación de una sanción penal, sino una
reparación civil o una sanción disciplinaria administrativa, por ejemplo.

c.- Garantías del juicio.

c.1.- Derecho al juicio público.


Siguiendo a Roxin podemos decir que el fundamento de la publicidad es
triple: “Su significado esencial reside en consolidar la confianza pública en la
administración de justicia, fomentar la responsabilidad de los órganos de la

23
También deben considerarse los arts 8 CADH y 14 PIDCP.
24
Art. 91 CPP.
25
Arts. 14.7 PIDCP y 8.4 CADH.
18

administración de justicia y evitar la posibilidad de que circunstancias ajenas a la


causa influyan en el tribunal y, con ello, en la sentencia”.26
Desde la visión el ciudadano, el principio de la publicidad procesal permite que
los gobernados conozcan en forma directa cómo se tramitan los juicios y ejerzan un
escrutinio mucho más amplio sobre los juzgadores, quienes son responsables ante la
sociedad del debido ejercicio de sus atribuciones.
El principio de publicidad está consagrado en los artículos 8.5 de la CADH,
14.1 del PIDCP y 1 del CPP. Concreta la garantía el artículo 374 letra d) del CPP al
considerar motivo absoluto de nulidad del juicio y la sentencia la violación de las
disposiciones sobre publicidad.
En todo caso, debemos tener presente que este principio no rige
ilimitadamente, pues, por un lado, un juicio público sólo puede realizarse en el
marco de las posibilidades de espacio existentes, debiendo el tribunal efectuar una
elección imparcial de los asistentes. Enseguida, en casos particulares, la publicidad
puede ser excluida por completo, así el tribunal puede disponer, a petición de parte
y por resolución fundada, medidas para proteger la intimidad, el honor o la
seguridad de cualquiera persona que debiere tomar parte en el juicio o para evitar
la divulgación de un secreto protegido por la ley.27
Las medidas que puede adoptar la sala son: a) Impedir el acceso u ordenar la
salida de personas determinadas de la sala donde se efectuare la audiencia; b)
Impedir el acceso del público en general u ordenar su salida para la práctica de
pruebas específicas, y c) Prohibir al Fiscal, a los demás intervinientes y a sus
abogados que entreguen información o formulen declaraciones a los medios de
comunicación social durante el desarrollo del juicio.
Los medios de comunicación social pueden fotografiar, filmar o transmitir
alguna parte de la audiencia que el tribunal determine, salvo que las partes se
opongan a ello. Si sólo alguno de los intervinientes se opone, el tribunal decide. 28

26
Claus Roxin en su obra “Derecho Procesal Penal”, Editores del Puerto, año 2000, pág.
407.
27
En los casos de víctimas de delitos sexuales menores de edad, se les ha protegido
haciéndolos declarar en dependencias separadas de la sala de audiencia y conectadas para el
tribunal mediante circuito cerrado de televisión.
28
El artículo 10 de la DUDH establece que “Toda persona tiene derecho, en condiciones de
plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e
imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de
cualquier acusación contra ella en materia penal”. Y el artículo 14.1 del PIDCP dispone que
“..La prensa y el público podrán ser excluidos de la totalidad o parte de los juicios por
consideraciones de moral, orden público o seguridad nacional en una sociedad democrática,
o cuando lo exija el interés de la vida privada de las partes o, en la medida estrictamente
necesaria en opinión del tribunal, cuando por circunstancias especiales del asunto la
publicidad pudiere perjudicar a los intereses de la justicia; pero toda sentencia en materia
penal...será pública...”.
19

c.2.- Derecho al juicio oral.


La oralidad implica que el fundamento de la sentencia sólo puede provenir
de un debate oral, público e inmediato.
La audiencia del juicio debe desarrollarse en forma oral, tanto en lo relativo a
las alegaciones y argumentaciones de las partes como a las declaraciones del
acusado, a la recepción de las pruebas y, en general, a toda intervención de
quienes participaren en ella. Las resoluciones serán dictadas y fundamentadas
verbalmente por el tribunal y se entenderán notificadas desde el momento de su
pronunciamiento, debiendo constar en el registro del juicio.29
El tribunal no debe admitir la presentación de argumentaciones o peticiones
por escrito, a menos que se trate de personas que no puedan hablar.
Este principio se reafirma en numerosas disposiciones legales: como aquella
que prohíbe sustituir las declaraciones de peritos y testigos por la lectura de
registros u otros documentos,30 en especial la de los policías;31 y la prohibición de
incorporar o invocar como medios de prueba ni dar lectura durante el juicio oral, a
los registros y demás documentos que dieren cuenta de diligencias o actuaciones
realizadas por la policía o el Ministerio Público.32

c.3.- La inmediación.
El principio de inmediación impone al tribunal la obligación de decidir de
acuerdo con las impresiones personales que obtenga del acusado y de los medios
de prueba rendidos en el juicio.
No se encuentra reconocido autónomamente como garantía, pero opera
como tal en cuanto aparece asociado al derecho a un juicio oral.
La audiencia de juicio oral es el momento en que se efectúa el test de
prueba de la confiabilidad de la información aportada por el acusador y en este
examen el control directo e inmediato de los jueces es fundamental.
Según el profesor Claus Roxin,33 el principio de inmediación implica dos
cosas distintas:
1. El tribunal que dicta la sentencia debe observar por sí mismo la recepción
de la prueba (inmediación formal); y
2. El tribunal debe extraer los hechos de la fuente, por sí mismo, sin utilizar
equivalente probatorio alguno (inmediación material).

29
Art. 291 CPP.
30
Art. 329 inciso 1° CPP.
31
Art. 228 inciso final CPP.
32
Art. 334 CPP.
33
En su obra “Derecho Procesal Penal”, Editores del Puerto, página 394.
20

En cuanto a la inmediación formal nuestro Código la garantiza exigiendo la


presencia ininterrumpida de los jueces durante la audiencia, bajo pena de nulidad. 34

Respecto a la inmediación material, la ley procesal ordena que la prueba que


debe servir de base a la sentencia es la que se rinde durante la audiencia del
juicio,35 no permite incorporar o invocar como medios de prueba, ni dar lectura en el
juicio a los registros y demás documentos que dieren cuenta de diligencias o
actuaciones realizadas por la policía o el ministerio público durante la instrucción, 36
exige que los testigos y peritos sean interrogados personalmente 37 y que la
convicción del tribunal se forme sobre la base de la prueba producida durante el
juicio oral.38

c.4.- Continuidad.
Este principio busca asegurar la unidad del juicio.
El principio de continuidad se refiere a la exigencia de que el debate no
sea interrumpido, que la audiencia se desarrolle en forma continua, pudiendo
prolongarse en sesiones sucesivas hasta su conclusión. Incluso la ley define lo que
debe entenderse por “sesiones sucesivas”, esto es aquellas que tienen lugar en el
día siguiente o subsiguiente de funcionamiento ordinario del tribunal.39
En razón de lo señalado, se entienden autorizados los recesos de la
audiencia que el juez presidente de la sala determine. Los recesos no constituyen
suspensión de la audiencia.
La violación de las disposiciones relativas a la continuidad del juicio es
motivo absoluto de nulidad.40

c.5.- Derecho a deducir recursos.


El artículo 14.5 del PIDCP señala que toda persona declarada culpable de un
delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto
sean sometidos a un tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley.
En el mismo sentido el artículo 8.2 h de la CADH contempla el derecho de
recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
El Comité de Derechos Humanos ha establecido que este derecho no obliga a
los Estados a proporcionar más de una instancia de apelación, pero si la legislación

34
Arts. 284 y 374 letra b) CPP.
35
Art. 296 CPP.
36
Art. 334 CPP.
37
Art. 329 inciso 1° CPP.
38
Art. 340 inciso 2° CPP.
39
Art. 282 del CPP.
40
Art. 374 letra d) CPP.
21

nacional dispone de más de una instancia de apelación en el enjuiciamiento de


delitos, la persona declarada culpable debe gozar de un acceso efectivo a cada una
de las instancias de apelación.
Nuestro sistema procesal penal sólo contempla el recurso de apelación para la
sentencia definitiva dictada en un procedimiento abreviado, mas no para los fallos
pronunciados en el juicio oral y procedimiento simplificado. Sin embargo, en contra de
estas últimas se puede recurrir de nulidad.
22

PRINCIPIOS DE LA PERSECUCIÓN PENAL

1.- Oficialidad.

2.- Investigación oficial.

3.- Acusatorio.

4.- Legalidad y oportunidad.


GARANTIAS INDIVIDUALES ANTE LA PERSECUCION PENAL

GARANTIAS DE LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL:

1.- Derecho a un juez independiente.

2.- Derecho a un juez imparcial.

GARANTIAS GENERALES DEL PROCEDIMIENTO:

1.- Derecho al juicio previo.

2.- Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.

3.-
3.- Derecho
Derecho de defensa.
a un juez natural.

4.- Derecho a la presunción de inocencia.

5.- Derecho a no incriminarse; a declarar o guardar silencio.


GARANTIAS DEL JUICIO:
6.- Inadmisibilidad de la persecución penal múltiple.
1.- Derecho al juicio público.

2.- Derecho al juicio oral.

3.- La inmediación.

4.- La continuidad y concentración.

5.- Derecho a deducir recursos.

Anda mungkin juga menyukai