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ENSAYO SOBRE LA RELACIÓN ENTRE FE Y RAZÓN

ANA MARIA PÉREZ CELIS


OCTUBRE 2018

ASPAEN COLEGIO EL ROSARIO


BARRANCABERMEJA, SANTANDER
FILOSOFÍA
Podemos decir que la razón es la capacidad de cuestionarse buscando un
fundamento lógico y científico capaz de responder a nuestras interrogantes
objetivamente y, por consiguiente, es antropocéntrica, es decir, sitúa al hombre
en su centro. A diferencia de lo anterior, la fe basa sus respuestas en fuerzas
superiores que influyen sobre nosotros y lo que nos rodea y por esto, es
teocéntrica, es decir, sitúa a Dios en su centro. Sin embargo, tanto la fe como la
razón son necesarias en la vida y cada una juega un papel importante en la toma
de decisiones y en nuestra forma de actuar.

La relación entre fe y razón es un poquito más compleja de lo que a veces


suponemos y es mucho más importante sobre todo cuando vemos aumentar una
intolerancia en algunos sectores racionalistas o cientificistas y no me estoy
refiriendo a los científicos porque la ciencia es buena pero el cientificismo es una
ideología la cual se basa en que la ciencia es la única “forma de saber” confiable.
El cientificismo quiere posicionar a la ciencia como un saber trascendente,
imitando en cierto sentido a la fe. La diferencia es que las clases por las que
actúa la fe si le dan un carácter auténticamente trascendente, porque es la
esencia de la fe que hace que así sea. La ciencia posee un carácter casual, de
acuerdo al momento histórico. La fe, por el contrario, posee con carácter
aleatorio solo en cuanto a la interpretación de aquello que se considera
trascendente.

En estos momentos se agrede mucho la visión de la fe como una visión no


racional y que no tiene nada que hacer en el campo de la razón. Entre las
verdades de la fe y entre las verdades de la razón, no existe una contradicción y
que toda contradicción que existe es aparente. Los cientificistas y los
racionalistas afirman que no puede existir una relación entre la fe y la razón
porque la fe es absolutamente irracional, es decir, en contra a la razón.

Muchas veces la ciencia pretende obtener explicaciones que niegan verdades


desde la fe y hasta ahora históricamente todas esas “verdades científicas” que
supuestamente demuestran las falsedades de la fe, han ido siendo corregidas
por posteriores y en consecuencia no se ha ido más que reafirmando aquello
que señalaba el Papa Juan Pablo II en esa importantísima encíclica “Fides et
ratio” (Fe y Razón) que la verdad no se puede oponer a la verdad y como
resultado si la ciencia busca la verdad entonces jamás se va a oponer a la fe que
también busca la verdad. Se van a encontrar puntos de desacuerdo temporales.
Pero, si la ciencia sigue actuando de buena manera va a llegar a conclusiones
en las que no se va a oponer a las verdades de la fe, y en efecto, los católicos
no solamente tendrán que reconocer que pueden convivir pensando como seres
racionales y creyendo como seres católicos sino que las verdades de la fe
iluminarán muchas de las realidades científicas y es ahí donde encontraremos
afirmaciones que son contrarias a la religión las cuales no son científicas, son
ideológicas y algunas de ellas requieren mucha más fe y hasta credulidad mayor
que la que tiene un cristiano cuando cree que Dios existe.

Una de las consecuencias es que la razón científica no es ya un oponente para


la fe, porque ha renunciado a interesarse por las últimas verdades y definitivas
de la existencia, limitando su espacio a los conocimientos experimentables e
hipotéticos. De ese modo, se saca del ámbito racional todo lo que no entra en
las capacidades de control de la razón científica y, por tanto, se abre
objetivamente el camino a una nueva forma de fideísmo, según la cual solamente
a través de la fe y la revelación divina es posible conocer los principios religiosos.
Si el único tipo de "razón" es el de la razón científica, se quita a la fe de toda
forma de racionalidad y comprensibilidad. Por otra parte, si la razón se encuentra
en una situación débil, se resulta una visión cultural del hombre y del mundo de
carácter relativista, donde "todo se reduce a opinión".

El mensaje de la encíclica es una reacción ante esa situación cultural, y vuelve


a proponer con fuerza y convicción la capacidad de la razón para conocer a Dios
y, de acuerdo con la naturaleza limitada del hombre, las verdades fundamentales
de la existencia: la espiritualidad e inmortalidad del alma, la capacidad de hacer
el bien y de seguir la ley moral natural, la posibilidad de formular juicios
verdaderos, la afirmación de la libertad del hombre, etc. Al mismo tiempo,
reafirma que tal capacidad de la razón es un dato necesario para la fe, de modo
que un concepto de fe que pretendiera desarrollarse al margen o en alternativa
a la razón sería deficiente incluso como fe. Es evidente que, para sostener la
capacidad de la razón para conocer la verdad de Dios, de nosotros mismos y del
mundo, es necesaria una filosofía que esté en condición de comprender
conceptualmente la dimensión de la realidad. Es necesaria, en definitiva, una
filosofía abierta a los interrogantes fundamentales de la existencia.

El ser humano siempre ha deseado saber todo, y la verdad, es el objeto propio


de ese deseo. El hombre, con su razón, que siempre pregunta y sobre todas las
cosas, tiene la posibilidad de alcanzar la verdad sobre su existencia, una verdad
que por su naturaleza es “universal”, es decir, válida para todos y para siempre,
y es “absoluta”, es decir, definitiva.

La razón, privada de la contribución de la revelación, ha recorrido caminos


secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe
por su parte, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia,
corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal.

Como conclusión, ambas son fuentes de conocimiento verdadero, aunque son


diferentes, no se oponen, si no que se ayudan y se complementan. La fe y la
razón no pueden contradecirse, porque la realidad es una y el autor de los dos
caminos para conocerla es Dios. La fe es impulsada por la gracia divina que
además purifica y orienta la inteligencia, y la conduce al conocimiento de las
cosas inteligibles: mundo de las ideas. La razón ayuda a profundizar en el
contenido de la fe y proclama su credibilidad.

Fuentes bibliográficas:
http://es.catholic.net/op/articulos/1736/cat/230/fides-et-ratio.html#modal
https://www.religionenlibertad.com/blog/40396/razon-o-fe-filosofia-o-teologia.html

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