Solución a todo
Los viajes de Ubico, por ejemplo, se caracterizaron por llevar siempre a un grupo de
auditores, los que tenían la orden de revisar los libros de cuentas. Pero, además, tenía
por costumbre, al arribar a cualquier localidad, resolver problemas, desde disputas de
tierras hasta conflictos familiares. "Cuando llegaba a los pueblos solucionaba todo con
juicios salomónicos", apunta Carlos Samayoa Chinchilla, en su libro El dictador y yo.
"Una vez discutiendo con el licenciado Rivas, su secretario y erudito legalista, sobre
asuntos de justicia o más bien defendiendo su personal idea al respecto, —Ubico—
declaró en rotundo corolario: ¡Mi justicia es la de Dios!", asegura Samayoa Chinchilla,
quien fue secretario del dictador.
Una de sus obsesiones era recorrer el país para supervisar la obra pública. En su
mensaje a la Asamblea Nacional Legislativa, del 1 de marzo de 1943, dijo: "En los primeros meses de este año llegué
nuevamente a los departamentos para enterarme de sus condiciones y necesidades, y me complazco en poder asegurar
que los lugares situados en los 3 mil 253 kilómetros de mi trayecto revelan... la
acción de las autoridades..."