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"10 cuentos para la imaginación"

01- La abuelita Rigoberta

Fernando y Susana eran dos hermanitos que vivían muy felices con su papá, su mamá y la
abuelita Rigoberta.
¡Ah!... y qué lindo era vivir con la abuelita. No todos los chicos tenían esa suerte, pero
Fernando y Susana sí y la disfrutaban mucho porque Rigoberta era una abuela con una
enorme paciencia: narraba viejas historias y cuentos interesantes; sabía las mejores
canciones y los juegos más divertidos; cosía los vestidos de muñecas más lindos y cocinaba
las tortas y los dulces más ricos.
Pero un día, porque sí nomás y sin que nadie supiera por qué, la abuela Rigoberta amaneció
seria y preocupada.
Y no contó sus viejas historias ni cantó canciones, ni jugó con los chicos, ¡ni siquiera cocinó
una torta!
¡Nada!
Toda la familia se asustó: ¿Qué le pasaba a la abuela? ¿Estaría enferma?
A la mañana siguiente, cuando se reunieron para desayunar, se encontraron con que la
abuela ya lo había hecho muy tempranito y estaba sentada en su sillón favorito leyendo el
diario.
Y eso no fue todo. Cuando le preguntaron qué leía y si había alguna noticia importante, la
abuela contestó que sólo estaba buscando trabajo. Sí, tra-ba-jo.
Pero no pudo terminar de hablar, porque el papá, al oírla, se atragantó con la tostada; la
mamá se puso mermelada en los dedos; Susana derramó el café con leche y Fernando se
cayó de la silla.
Y la abuela Rigoberta, sin darse cuenta de los desastres causados, siguió leyendo muy
tranquila.
Finalmente dijo, cerrando el periódico:
-¡Qué barbaridad! No puedo encontrar el trabajo que busco; tendré que poner un aviso
ofreciéndome.
-¿Y cuál es el trabajo que estás buscando, abuelita? -preguntó Fernando.
-Justamente, de eso quiero trabajar, de "abuelita" -contestó Rigoberta y siguió explicando
que había muchos nenes que no tenían abuela y que eso era muy triste.
Entonces había pensado trabajar para esos chicos en su tiempo libre; es decir, cuando
Fernando y Susana estaban en la escuela.
A la familia le pareció una "idea genial", como todas las que se le ocurrían a Rigoberta.
Al día siguiente, el extraño aviso ofreciendo trabajo de abuelita, salió en el periódico y mucha
gente llamó por teléfono. Fueron tantos los pedidos, que era imposible cumplir con todos. Y
esto, por supuesto, preocupó a Rigoberta, que se encerró en su dormitorio a pensar.
Y pensó… y pensó.
Pensó tanto, que ese día no almorzó ni cenó; sólo apareció cuando ya todos habían
terminado de comer el postre.
Entonces anunció muy contenta, que ya tenía la solución del problema: estaba decidida a
fundar la primera "Compañía de Abuelos Voluntarios".
Era, en verdad, una excelente solución porque también había muchos abuelos sin nietos y
eso era tan triste como nietos sin abuelos.
Pero gracias a la abuelita Rigoberta, la "Compañía de Abuelos Voluntarios" fue un éxito y
todos podían conseguir abuelos y nietos adoptivos a gusto.
Y la abuela Rigoberta ya no se preocupó más y se sintió muy feliz.
Y el que quiera un cuento contado por una auténtica abuelita, que llame por teléfono a la
"Compañía de Abuelos Voluntarios".
BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:

Unidad didáctica: "La familia"


Preguntas de motivación:
- ¿Quiénes vivían con la abuela?
- ¿Qué cosas hacía la abuelita Rigoberta para entretener a sus nietos?
- Pero un día... ¿qué le ocurrió a la abuela?
- ¿Dónde publicó su aviso la abuelita?
- ¿Qué pasó con el aviso?
- ¿Qué decidió fundar Rigoberta?
Consignas:
Sala de 4 años: - Dibujar a la abuelita con crayones.
Sala de 5 años: - Humedecer la hoja con un pincel grueso e inmediatamente dibujar con
marcador.

02- El hornero Serafín

El hornero Serafín puso un enorme cartel frente a su nido, que decía: "ARQUITECTO
SERAFÍN", construye su casa de medida.
Enseguida corrió la noticia entre todos los habitantes del bosque y sus alrededores.
Emilia, la nutria que vivía junto al río, fue la primera en encargarle una casa nueva porque ya
estaba cansada de que se le inundara la suya cada vez que crecía el río. Y por eso le pidió a
Serafín que le construyese otra mejor.
Serafín, que era un gran arquitecto, se puso a trabajar: primero hizo muchos cálculos,
después los planos y por último, ¡una casa junto al agua y a prueba de inundaciones!
Emilia estaba requetecontenta con su nuevo hogar: era de madera, sobre cuatro patas y con
una escalera.
Claro, con una vivienda tan alta, por más que creciese el río, ¡nunca podría alcanzarla!
También el puma Matías quiso una casa mejor porque, durante el invierno, la cueva donde
vivía era muy fría y húmeda.
Entonces Serafín le construyó una cabaña de lujo, al pie de las sierras, con paredes de
piedra, resistentes a cualquier tormenta y una estufa de leña con una chimenea, para que las
noches de invierno no fueran tan frías. Matías podría dormir tranquilo, aunque cayera mucha
nieve.
Y Serafín se hizo tan, pero tan famoso, que un día recibió una carta nada menos que, ¡del
Polo Norte! Carolina la foca, le encargaba una casa.
Esta vez, el hornero tuvo que consultar un enorme libro, muy morrocotudo, para saber cómo
se edificaban las viviendas en lugares tan, pero tan requetefríos como el Polo.
Por suerte, la explicación era clara: tenían forma redonda, se hacían con bloques de hielo y
se llamaban "iglúes".
A Serafín le parecía muy extraño. Él había trabajado con ladrillos, piedras, madera y también
adobe, como en su nido, ¡pero nunca con hielo!
A pesar de todo, puso manos a la obra y construyó un bonito "iglú", igualito al de la foto que
mostraba el libro importante y morrocotudo.
También fabricó un cajón muy grande para meter adentro y enviar el iglú al Polo Norte.
Los amigos de Serafín lo acompañaron al puerto y todos juntos despacharon el gran cajón,
con una etiqueta que decida: Sra. Carolina la Foca; de parte de Serafín, el hornero arquitecto.
El viaje fue muuuy largo y el barco pasó por lugares donde hacía muuucho calor. Y fue por
ahí donde el iglú se derritió... y el agua se escurrió entre las maderas del cajón... y el cajón...
¡quedó vacío!
Por, eso, cuando Carolina la foca recibió el cajón vacío, exclamó entusiasmada:
-¡Pero qué moderno! ¡Un iglú cuadrado y de madera! -y muy contenta se instaló adentro.
Todos los pingüinos y focas del Polo, fueron a admirar el raro iglú "último modelo" de la foca
Carolina.
BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:

Unidad didáctica: "¿Dónde vivo?"


Preguntas de motivación:
- ¿A qué se dedicaba Serafín?
- ¿Dónde construyó la casa del castor?
- ¿Cómo la construyó?
- ¿Cómo era la casa del oso Matías?
- ¿Qué le encargó la foca Carolina?
- ¿Cómo era la casa de Carolina?
- ¿Qué le pasó al iglú, dentro del cajón?
- ¿Cómo solucionó Carolina el problema?
Consignas:
Sala de 4 años: - Colocar diarios debajo de la hoja y perforar con un punzón.
Sala de 5 años: - Colocar cola vinílica de colores en distintos recipientes y pintar con pincel
grueso mojado en agua.

04- El célebre maquinista Dagoberto y la increíble historia de las vías del tren
Hace muchos, muchos años, los trenes no iban por la vía. Como no existían las vías, los
trenes podían ir por donde querían.
Los maquinistas eran los encargados de manejar las locomotoras que arrastraban a todos los
vagones.
Estos expertos maquinistas sabían muy bien cuál era la ruta a seguir y, continuamente, iban
y venían por el mismo camino. Siempre igual. Día tras día, durante meses y meses y hasta
¡por años!
Pero un día Dagoberto se aburrió de recorrer tantas veces el mismo camino y se fue con su
tren, lleno de pasajeros, a la playa.
Pasaron un día muy lindo y nadie protestó por no haber llegado a destino en el horario
correspondiente.
Ya muy tarde, subieron a los vagones para seguir viaje y, como era una noche sin luna,
estaba muy oscuro y Dagoberto no pudo encontrar el camino y se perdió.
Cuando salió el sol el tren estaba en la punta de una montaña. El paisaje era tan lindo, que
los pasajeros le pidieron a Dagoberto que se detuviese un ratito. Entonces, todos se bajaron
a recoger flores y a correr un poco para estirar las piernas.
Y así fue como ese tren llegó a la estación con, ¡quince días de retraso!
Fue por eso que el maquinista Dagoberto se volvió célebre.
Y también fue por eso que los dueños del ferrocarril inventaron las vías: para que nunca más
un maquinista aburrido se fuese de paseo o se pudiera perder por el camino.
Desde entonces, todos los trenes del mundo van por la vía.
BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:
Unidad didáctica: "Los medios de transporte"
Preguntas de motivación:
- ¿Por dónde iban los trenes antiguamente?
- ¿Qué hacían los maquinistas?
- ¿A dónde fue Dagoberto con su tren?
- ¿Qué les sucedió en el viaje de vuelta?
- ¿Por qué se volvió famoso Dagoberto?
- ¿Qué hicieron los dueños del ferrocarril?
Consignas:
Sala de 4 años: - Cortar papel de diario con tijera y pegar formando un tren.
Sala de 5 años: - Dibujar con lápiz una escena del cuento. Pintar con hisopo de algodón
mojado en anilinas al alcohol, de diferentes colores. Dejar secar y pasar por el contorno de lo
dibujado un marcador negro o tinta china negra con pincel.
Sugerencia: Para preparar las anilinas, colocar una cucharadita del polvo de color en un
recipiente con una cucharada de alcohol. Agregar agua en cantidad deseada.

05- Una foca de La Boca


Caminando sin fortuna
en el barrio de La Boca,
en una noche de luna,
se encontraba una foca.
Viene armada con cepillo,
pasta verde mentolada,
un jabón chico amarillo
y carra de enamorada.
A rayas una toalla,
a lunares un toallón,
protesta y no se calla,
Juan, ¡el pato protestón!
A un diente chico amarillo
Don Sapo lo cepilla,
¡pobre diente amarillo!
se ríe, ¡siente cosquillas!
Siguen llegando animales
para que la limpia foca
los deje a todos iguales
en el barrio de La Boca.
Allá viene el elefante
a que lo bañen todito
¡precisaré un ayudante!
¡prontito, vengan prontito!
Con manguera de bomberos
con cepillos y rastrillos,
allá van todos ligero
a sacarle mucho brillo.
CEBALLOS, Rosario.

Actividades:

Unidad didáctica: "Nuestro cuerpo", "El cuidado de la salud" o "El aseo personal"
Preguntas de motivación:
- ¿Dónde estaba la foca?
- ¿Cuándo paseaba?
- ¿Qué traía?
- ¿Para qué los traía?
- ¿A qué animales ayudó a estar limpios?
Consignas:
Sala de 4 años: - Dibujar con tiza blanca mojada en azúcar y leche sobre una hoja de color
oscuro.
Sala de 5 años: - Pintar la superficie de un vidrio con cola vinílica de color y pincel ancho.
Dibujar sobre la pintura con el cabo del pincel. Presionar el vidrio con fuerza sobre una hoja
de dibujo negra.

06- Los vestidos de Margarita

Como de costumbre, la mamá de margarita estaba cosiendo un hermoso vestido para su hija.
Esta vez era blanco con margaritas bordadas.
Pero, ¡Margarita era tan descuidada con su ropa! Apenas la estrenaba y ya tenía una mancha
o, peor todavía, algún agujero. Y cuando se desvestía, la dejaba toda arrugada, hecha un
bollo y tirada en el suelo.
La pobre mamá estaba siempre muy ocupada cosiendo, lavando, planchando, remendando y
guardando la ropa de Margarita.
Por eso, cuando la mamá bordaba las flores del nuevo vestido blanco, los viejos observaban
con tristeza, desde el placard:
-¡Pobre… tan lindo y tan blanco…! -suspiró el rojo.
-Sí, no sabe lo que le espera -continuó el de cuadritos desde su percha.
-Con una dueña como Margarita, ¡qué poco dura eso de ser "nuevo"! -se quejó el de rayitas.
-Es verdad, después de un día de uso, ya somos "viejos" -se lamentó el de los lunares azules.
-Y si no, mírenme a mí -continuó esta vez el amarillo muy enojado- el primer día, nomás, ya
me enganchó en un clavo. ¡Observen qué feo zurcido me quedó eh la parte de atrás!
Entonces habló una de las prendas más importantes del vestuario de Margarita: el tapado
verde con cuello de piel.
-Yo ya estoy harto de que me arranquen los botones, de que no me cuelgue en la percha y
de todas estas manchas pegajosas de caramelo y chocolate. Creo que deberíamos hacer
algo. Hay que darle una lección a esa niña descuidada.
-Sí, no es justo que ese hermoso vestido blanco sufra todas estas cosas -dijo tímidamente
uno de seda rosa que había estado escuchando desde un rincón y que tenía una horrible
mancha en un costado.
-Estoy de acuerdo, pero, ¿qué podemos hacer? -preguntó el de terciopelo con la manga
descocida.
Y después de un largo rato de discusión, quedó convenido que esa misma noche hablarían
con su dueña.
Y así fue: cuando Margarita se acostó, todos salieron del placard, rodearon su cama y, uno a
uno, se quejaron de de los malos tratos recibidos. Cuando terminaron, volvieron a sus
perchas y Margarita se durmió.
Pero al día siguiente, cuando tomaba el desayuno, Margarita vio el vestido que su mamá
estaba bordando y dijo:
-¡Qué bonito está quedando! ¡Es precioso! Y, ¿sabés una cosa, mamá? A éste lo voy a cuidar
mucho, mucho… A toda mi ropa la voy a cuidar mucho.
La mamá quedó asombrada por la repentina decisión de su hija y, antes de que pudiese
preguntar nada, Margarita siguió diciendo:
-Anoche tuve una pesadilla espantosa, pero ahora no te la puedo contar porque se me hace
tarde para ir a la escuela.
Le dio un beso grandote, grandote, y se fue.
Y si los vestidos saben sonreír, digamos que todos sonrieron aliviados desde sus perchas.
Y la mamá, satisfecha y sonriendo más que todos juntos, se sentó a terminar el bordado de
esas flores que, como su hija, se llamaban "margaritas".

BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:

Unidad didáctica: "Los vestidos"

Preguntas de motivación:

- ¿Qué hacía la mamá de Margarita?


- ¿Qué pensaban, de Margarita, sus vestidos?
- ¿Qué planearon los vestidos?
- ¿Qué dijo Margarita sobre su nuevo vestido?
- ¿Cómo reaccionaron los vestidos de Margarita, ante su decisión?

Consignas:

Sala de 4 años: - Seleccionar material para realizar un collage de diferentes texturas:


lentejuelas, pedacitos de tela, papel, cartón, etc. Dibujar una parte del cuento y pegar los
materiales, con cola vinílica, sobre la escena.
Sala de 5 años: - Dibujar en una hoja trazos con rayones de distintos colores, cubriendo toda
la hoja. Pasar, sobre la misma, tinta china negra. Dejar secar bien y dibujar con la punta de
un clavo o punzón.
Sugerencia: Orientar al niño para que no ejerza demasiada presión sobre la hoja, a fin de no
provocar roturas en la misma. Utilizar hoja gruesa.

07- Una carta para un cartero

Esta es la historia de Tomás el cartero: Tomás era cartero, igual que lo había sido su papá,
su abuelo y su bisabuelo… y quizá también el papá de su bisabuelo.
Todos los días repartía un montón de cartas, ¡una bolsa llena!
Las personas lo esperaban impacientes y cuando lo veían llegar, le preguntaban:
-Tomás, ¿hay algo para mí?
Y cuando recibían buenas noticias, hasta lo convidaban con caramelos.
Pero a Tomás le gustaba llevarle las cartas a doña Eulalia. Su casa quedaba al final del
recorrido, entonces, las suyas eran las últimas que repartía.
Doña Eulalia era una anciana afectuosa que le pedía que se las leyera porque no veía bien.
Y a Tomás le encantaba hacerlo porque se las enviaba un nieto, que era capitán de un barco
y siempre estaba ando la vuelta al mundo. Era tan lindo leerlas...
Tomás se imaginaba que era él quien vivía todas esas aventuras y soñaba con países lejanos.
Pero lo que Tomás realmente deseaba, no era viajar, sino recibir una carta; aunque fuese
una sola, pero con su nombre en el sobre, ¡nunca, en toda su vida, había recibido una! Pero,
¿cómo hacer, si todos sus amigos y parientes vivían cerca?
Cada día se lo veía más abatido y preocupado y la gente comenzó a asustarse cuando lo veía
llegar con esa cara triste. Todos le preguntaban alarmados:
-¿Qué pasa, Tomás? ¿Trae malas noticias?
Y como a nadie le gustaba recibir a un cartero con cara triste y, además, querían mucho a
Tomás, preguntaron y preguntaran hasta enterarse de qué era lo que lo afligía tanto y luego
comentaron:
-¡Qué barbaridad! ¿Vio? Nunca recibió una sola carta... ¡pobre Tomás! con razón estaba tan
triste.
Y por fin alguien dijo:
-¿Y por qué no le escribimos nosotros?
Era una gran idea y a todos les gustó. Entonces escribieron a Tomás las cosas que nunca le
habían dicho antes; es decir, cuánto lo apreciaban, cómo les gustaba verlo llegar, y le daban
las gracias por todo eso.
Al día siguiente, cuando Tomás fue al correo a buscar la correspondencia para repartir,
encontró que su cartera estaba más llena y pesada que de costumbre y; ¡¡¡gran sorpresa!!!
su nombre y dirección estaba en casi todos los sobres.
Sí, eran para él; por fin su sueño se había hecho realidad.
Estaba tan contento y emocionado, que se puso a leerlas todas. Una por una. Y a
contestarlas todas y... leyéndolas y contestándolas, se le hizo tan tarde que cuando terminó
de hacer el reparto ya era de noche. Pero nadie se enojó y otra vez volvió a ser un cartero
alegre y feliz.

BARTHE, Raquel Marta.

Día del cartero: El primer cartero de Buenos Aires se llamaba Bruno Ramírez. Su primer
trabajo fue el 14 de septiembre de 1771. Por eso, el 14 de septiembre es el Día del Cartero.
Fuente: Los libros del caracol 2. - Buenos Aires : Estrada, 1998.

Actividades:

Unidad didáctica: "Los servidores públicos", "¿Cómo nos comunicamos?" o "El cartero".

Preguntas de motivación:

- ¿Qué trabajo hacía Tomás?


- ¿Por qué le gustaba llevarle cartas a Doña Eulalia?
- ¿Qué era lo que más deseaba Tomás?
- ¿Por qué estaba triste?
- ¿Cómo lo ayudó la gente del pueblo?

Consignas:

Sala de 4 años: - Elegir la parte del cuento que más le gustó y dibujarla con crayones.
Sala de 5 años: - Dibujar al personaje del cuento mientras realiza su trabajo. Pintar con
marcadores.

08- Raimundo, el bombero más valiente del mundo

Lo llamaban así simplemente porque "mundo" rima con "Raimundo", pero no porque fuese
tan valiente. Más bien era tímido y pequeñito y de ninguna manera parecía uno de esos
héroes, intrépidos, valientes y audaces.
Sin embargo, Raimundo sabía cumplir muy bien con su deber y era el primero en vestirse y
subir al camión de bomberos cuando sonaba la alarma.
Todos creen que los bomberos sólo apagan los incendios, pero no es así: también los llaman
para resolver otro tipo de problemas.
Por ejemplo, los llamaron cuando el pero del Sr. González corrió al gato de doña Etelvina y el
animal se asustó tanto que se trepó al árbol más alto del vecindario. Después no se pudo
bajar y se pasó toda la noche maullando allá arriba. Y fue Raimundo quien lo rescató.
Cuando el hijo de doña Ágata metió la cabeza entre los barrotes del balcón y se quedó allí
atorado, también llamaron a los bomberos y hubo que desarmar medio balcón para sacar al
travieso.
Y aquella vez que se rompió un caño en la casa de doña Eduviges y se inundó el sótano, ¿a
quienes llamaron? Sí, a los bomberos y fueron ellos quienes lo desagotaron.
Lo mismo sucedió cuando el Sr. Galimbertti quedó atrapado en el ascensor, entre el noveno y
el décimo piso... por supuesto fueron los bomberos los que solucionaron el problema y lo
rescataron, ¡siempre los bomberos!
Raimundo, era un bombero cumplidor y servicial, siempre dispuesto a socorrer a quien lo
necesitara y no le gustaba que se rieran de él llamándolo "Raimundo, el bombero más
valiente del mundo". Era una burla porque después de todo no es necesario ser un gigantón
lleno de músculos para ser valiente. Y Raimundo esperaba poder demostrarlo algún día.
Y ese día llegó sin que nadie lo esperase.
En el cuartel de bomberos recibieron una llamada urgente: ¡el circo se estaba incendiando!
Era una situación realmente grave, las llamas eran enormes y todos trabajaban para
apagarlas y, para salvar a los animales, alguien les había abierto las jaulas. Las fieras sueltas
se habían escapado y andaban por toda la ciudad.
Alguien tenía que atraparlas, pero todos tenían miedo de hacerlo. Finalmente, el capitán
ordenó a Raimundo que se ocupara del asunto.
El momento de demostrar que era valiente de verdad, ¡había llegado! ¡Por fin una situación
bien difícil que necesitaba audacia y valentía!
Raimundo recordó haber oído que "la música amansa a las fieras" y corrió a su casa en busca
de su violín. Su única preocupación era que entre tantas fieras hubiese alguna sorda, pero
por suerte todas tenían buen oído.
Raimundo recorrió las calles tocando el violín y las fieras comenzaron a seguirlo para
escuchar su música.
Así llegó hasta el circo, cuando ya estaba apagado el incendio y pudieron hacer entrar a cada
animal en su jaula.
Al día siguiente la foto de "Raimundo, el bombero más valiente del mundo" estaba en la
televisión, los diarios y, ¡hasta en Internet!

BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:

Unidad didáctica: "Profesiones y oficios", "Servidores públicos" o "Los bomberos"

Preguntas de motivación:

- ¿Dónde trabajaba Raimundo?


- ¿Cuándo lo llamaban?
- ¿Cuenta algún problema que haya resuelto Raimundo?
- ¿Cómo demostró ser el más valiente?

Consignas:

Sala de 4 años: - Dibujar al bombero Raimundo con marcadores de cualquier color.


Sala de 5 años: - Dibujar la parte que más le gustó del cuento sobre papel de diario. Luego,
recortarlo, pegarlo y pintar con marcadores.

09- La granja de Sebastián

La granja de Sebastián era una granja como todas las granjas; es decir, muy normal.
Pero un día todo cambió porque a Sebastián se 1e ocurrió tomar un ayudante.
La idea no era mala, ya que en la granja había mucho trabajo y Sebastián se sentía un poco
cansado.
El ayudante se llamaba Juanito y parecía muy bueno y trabajador; pero... como siempre
había vivido en la ciudad, era algo torpe a pesar de su buena voluntad.
El día que Juanito llegó a la granja, Sebastián le recomendó que se fuera a dormir temprano
porque tenía que levantarse a la madrugada, junto con el sol, cuando cantaba el gallo.
"¡Vaya despertador más raro!", pensó Juanito mientras iba en busca del gallo para ponerlo
sobre su mesa de luz.
Y eso no fue nada... ¡lo peor fue cuando intentó darle cuerda! Tuvo que correrlo por todo el
dormitorio porque el gallo no se dejaba retorcer la cola.
"Este debe ser un gallo automático, de ésos que tienen pilas", pensó y, cansado de correrlo,
se acostó.
El pobre gallo, que no entendía lo que sucedía, se quedó dormido junto a Juanito y, como la
cama era muy cómoda, los dos durmieron y durmieron hasta que el sol estuvo muy alto.
El problema fue que como el gallo no cantó, todos en la granja se quedaron dormidos.
El primero en despertarse fue el ternero y como tenía mucha hambre despertó a su mamá, la
vaca, para que le diera la leche.
Después de alimentar a su hijito, mamá vaca esperó y esperó que Sebastián le llevara su
comida. Entonces, muy hambrienta, se metió en la cocina de la casa y se tomó todo el café
que encontró.
Los cerdos, que ya se habían despertado y también tenían hambre, vieron entrar a la vaca en
la cocina y decidieron imitarla. Pero por el camino pasaron por el gallinero y despertaron a las
gallinas para invitarlas a desayunar con ellos en la cocina de Sebastián.
Para entonces, ya no se podía decir que la granja de Sebastián fuera como todas las
granjas... porque de normal, ¡no le quedaba nada!
Tanto alboroto en la cocina, despertó por fin a Sebastián que, al mirar su reloj, comprobó
desesperado que ya eran... ¡como las diez de la mañana!
Se puso las botas y fue al dormitorio de Juanito y, cuando entró, no pudo creer lo que estaba
viendo: ¡Juanito y el gallo dormían plácidamente, uno junto al otro!
Sebastián corrió escaleras abajo y, al entrar en la cocina, se encontró con que los animales
de la granja se habían comido todo lo que encontraron.
El desorden era increíble y Sebastián pensó que trataba de una pesadilla y que aún no se
había despertado.
A pesar de la ayuda de Juanito, a Sebastián le llevó todo el día poner en orden la granja
hasta lograr que pareciera normal otra vez
Pero al día siguiente, cuando Sebastián ordeñó la vaca, ¡llenó un tarro entero con café con
leche!
Cuando Juanito vio esto dijo:
-¡Qué lástima que ayer la vaca se tomara el café en lugar de comerse el chocolate...!
Pero lo que Juanito no sabía, era que el chocolate se lo habían comido las gallinas que, en
ese momento, estaban poniendo ¡"Huevos de Pascua"!

BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:

Unidad didáctica: "Los animales de la granja"

Preguntas de motivación:

- ¿Cuándo comenzaron a cambiar las cosas, en la granja de Sebastián?


- ¿Cómo se llamaba el ayudante?
- ¿Qué sucedió con el gallo?
- ¿Qué hizo la vaca?
- ¿Qué pasó cuando Sebastián se despertó?
- ¿Cuál fue la sorpresa que le dio la vaca?
- ¿Cuál fue la sorpresa que le dio la gallina?
Consignas:

Sala de 4 años: - Mojar corchos en témpera espesa. Estampar en la hoja, formando el animal
de la granja que le interesa más.
Sugerencia: Practicar la técnica en otra hoja, previamente a la interpretación del cuento.
Sala de 5 años: -Pintar algunos animales de la granja con hisopos mojados en témpera
espesa.

10- Una calesita

Don Teodoro acababa de jubilarse. Ya estaba demasiado viejo para seguir viajando de pueblo
en pueblo con el circo. Durante más de cuarenta años había trabajado como payaso,
haciendo reír a chicos y grandes y ahora extrañaba mucho todo aquello; sobre todo a los
chicos... Entonces, don Teodoro resolvió comprar e instalar en el jardín de su casa, ¡una
calesita!
Trabajar de calesitero era más descansado que trabajar de payaso. Ni siquiera tendría que
moverse de su casa y estaría otra vez rodeado de chicos.
Buscó todos sus ahorros y salió en busca de una calesita, pero desgraciadamente, no había
ninguna en venta.
Volvió muy triste y desalentado y contó a su mujer lo sucedido.
Por suerte, doña Arcadia era una señora con mucha imaginación y que no se achicaba ante
ningún contratiempo y, muy decididamente, dijo:
-Si no podemos comprarla hecha, entonces la construiremos nosotros.
Y como era una buena idea, don Teodoro salió nuevamente, esta vez, a comprar los
materiales.
A1 día siguiente, un camión descargó en el jardín un montón de madera, hierros y latas de
pintura de todos colores.
Y don Teodoro, ayudado por doña Arcadia, trabajó, trabajó y trabajó... hasta que finalmente
la calesita quedó terminada.
Era la más hermosa que jamás se haya visto, a pesar de que le faltaban algunos detalles
tales como la música... y también el motor.
Claro que, según decía doña Arcadia, eran sólo "pequeños detalles sin importancia".
Don Teodoro sabía tocar muy bien el saxofón; lo había tocado durante años en sus funciones
de payaso de circo y también cuando Arcadia hacía su acto en el trapecio, antes de jubilarse,
entonces, ¿por qué no podía hacerlo ahora?
El único inconveniente era que, mientras don Teodoro tocaba el saxofón, no podría dar 1a
sortija... pero de eso se encargaría doña Arcadia y entonces sólo quedaba por solucionar el
problema del motor.
Por suerte, un vecino le regaló un motor viejo de heladera, que tenía arrumbado en el
gallinero. Y don Teodoro, muy contento, lo limpió, lo arregló y lo conectó.
A1 principio todo parecía funcionar muy bien, hasta que surgió el primer contratiempo: sí, el
motor hacía dar vueltas la calesita, pero también producía frío y los chicos se resfriaban y
estornudaban tanto, que no podían sacar la sortija.
Una mañana, pasó un botellero llevando en su carrito una motocicleta toda desarmada y se la
cambió a don Teodoro por el motor de la heladera.
Don Teodoro, con mucha paciencia, le sacó el motor a la motocicleta, lo limpió, lo arregló y lo
colocó en lugar del anterior. El nuevo motor no producía frío, pero giraba tan rápido que
parecía de carrera y, por eso, los chicos tenían que usar cinturón de seguridad y algunos
hasta se mareaban. Además, con tanta velocidad, era imposible sacar la sortija y, como si
todo eso fuera poco, hacía tanto ruido, que no se podía escuchar la música del saxofón.
Sin embargo, todo tuvo un final feliz, porque don Teodoro pudo conseguir finalmente un
motor adecuado y la calesita fue la más linda del barrio.
Estaba siempre tan llena de chicos, que había que hacer cola para poder dar una vueltita.

BARTHE, Raquel Marta.

Actividades:
Unidad didáctica: "Salidas y paseos"

Preguntas de motivación:

- ¿Cuándo decidió, Don Teodoro, instalar una calesita?


- ¿Dónde la instaló?
- ¿Qué solución dio Doña Arcadia?
- ¿Cómo construyeron la calesita?
- ¿Qué contratiempos trajo el motor?
- ¿Qué pasó cuando Don Teodoro lo cambió?

Consignas:

Sala de 4 años: - Dibujar la calesita de Don Teodoro con crayones de colores. Luego, colocar
otra hoja encima y planchar (la maestra). Separar las hojas.
Sala de 5 años: - Dibujar con lápiz la escena. Cortar una goma de borrar lápiz y untar la
superficie con témpera espesa. Estampar sobre el dibujo.

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