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Luis Íñigo-Madrigal

Fue Catedrático de Ciencia de la Literatura


(1966-1973) y Profesor de Literatura Chile-
na Colonial y Moderna y de Literatura His-
panoamericana Colonial y Moderna en la
Universidad de Chile y Catedrático de Teo-
ría Literaria en la Universidad de Concep-
ción (Chile) hasta 1973. Desde 1984 hasta
el 2000 fue Catedrático de Literatura His-
panoamericana en la Universidad de Gine-
bra, Suiza, de la que es actualmente Profes-
seur Honoraire. Ha enseñado además, entre
otras, en las Universidades de Odense y Co-
EL HABITANTE Y SU ESPERANZA
penhague (Dinamarca), Leiden (Holanda),
Neuchâtel (Suiza) y de La Laguna, Alcalá
de Henares y Alicante (España). Autor de
Y LA NOVELA DE SU ÉPOCA
más de cien estudios sobre literatura hispa-
noamericana, ha editado la obra de numero-
LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL
sos autores, y proyectó y dirigió la Historia
de la Literatura Hispanoamericana publi-
cada por Cátedra (Madrid).

La materia del mélico no tiene término prescripto, por que assí


como el orador se espacia por toda materia con sus razones pro-
vables, traídas de lugares comunes, assí el lyrico trata qualquier
materia que se le ofrezca.
FRANCISCO CASCALES, Tablas poéticas, Tabla Quinta

MAITRE DE PHILOSOPHIE: Sont-ce des vers que vous lui voulez


écrire?
MONSIEUR JOURDAIN: Non, non, point de vers.
MAITRE DE PHILOSOPHIE: Vous ne voulez que de la prose?
MONSIEUR JOURDAIN: Non, je ne veux ni prose ni vers.
MAITRE DE PHILOSOPHIE: Il faut bien que ce soit l’un, ou l’autre.
MOLIÈRE, Le bourgeois gentilhomme, Acte I, scène 5

1 Parte de la interminable bibliografía críti- del siglo XX. Eso es lo que trataremos de ha-
Pablo Neruda, El habitante y su
esperanza. Novela, Santiago de
ca sobre Neruda está recorrida, si se me per- cer en los párrafos siguientes.
Chile, Nascimento, 1926, 76 pp. mite parafrasear la frase de Borges sobre
El texto de esa primera edición Whitman, por dos incesantes supersticiones: * * *
(por la cual cito) «será reprodu-
la primera supone que Neruda, el poeta, es un Mil novecientos veintiséis, como proba-
cido sin modificaciones significa-
tivas en las posteriores», como ejemplar único que no tiene pares ni antece- blemente cualquier año del siglo pasado2, pue-
indica Hernán Loyola en su edi- sores en la literatura de su mundo; la segunda de recordarse por la aparición de una serie de
ción de Pablo Neruda, Obras
postula que toda la obra de Neruda, el hom- obras que forman parte aún de nuestras refe-
completas, I, Barcelona, Galaxia
Gutenberg, 1999, pág. 1164; bre, forma parte de un proyecto cuyo fin y rencias literarias: es el año en que se publica
por más que, a mi juicio, con- etapas están fijados, más o menos consciente- por primera vez, cierto que de manera póstu-
tenga algunas erratas.
mente, desde la adolescencia y que se cumple ma, El castillo, de Kafka; el año en que apare-
2 sin pasos en falso. cen Al faro, de Virginia Wolf; El gran Gatsby,
Escribo esta frase antes de cono- Las opiniones sobre la única novela de Ne- de F. Scott Fitzgerald, Fiesta, de Ernest He-
cer el libro de Hans Ulrich Gum-
ruda, El habitante y su esperanza, publicada mingway; El barco de la muerte de Bruno
brecht, In 1926: Living at the Ed-
ge of Time, Harvard University en 19261, no siempre han eludido esas creen- Traven; La paga de los soldados, la primera
Press, 1997, que, a pesar de su cias. Esas opiniones son pocas, pero discordes: novela de William Faulkner. El año en que ven
título, la confirma. Hay traduc- difieren sobre el género de la obra, sobre su la luz Tirano Banderas, de Valle Inclán; Don
ción española del libro de Gum-
brecht: En 1926. Viviendo al argumento, sobre sus personajes. Y ninguna la Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes; El ju-
borde del tiempo, México, Uni- inserta en la tradición que, aparentemente, le guete rabioso, de Roberto Arlt.
versidad Iberoamericana, 2004. pertenece; esto es, la de la narrativa chilena En 1926 salen de prensa –sin contar las re-
–hispanoamericana– de las primeras décadas ediciones– veinticinco novelas de autores chi-

El habitante y su esperanza
y la novela de su época
LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL

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lenos3; de las cuales de sólo cuatro, creo, se ha también única novela, es-
conservado memoria. De tres, me temo que cribió Pablo Neruda. Este
exclusivamente en el restringido círculo de los texto, a menudo citado co-
especialistas en literatura chilena4; de la cuar- mo testimonio cuasi-bio-
ta, El habitante y su esperanza, en círculos sin gráfico, dice así:
duda más amplios, aunque quizás no exclusi-
vamente por su superioridad literaria sobre las He escrito este relato a peti-
demás. ción de mi editor. No me in-
Tras la aparente (y verdadera) diversidad de teresa relatar cosa alguna.
los títulos enumerados (que podrían ser mu- Para mí es labor dura, para
chísimos más) hay al menos un rasgo común: todo el que tenga conciencia En el restaurante Hércules de Santiago en 1932.

tienen tras de sí una tradición a la que perte- de lo que es mejor, toda labor
necen, y cuyas características –conocidas o no siempre es difícil. Yo tengo siempre predilecciones por tiburones, Santiago de Chile,
por sus autores– pueden acatar o subvertir. Esa las grandes ideas, y aunque la literatura se me ofrece Lectura Selecta, Nº 6, 1926, 31
pp.; Manuel Rojas, El hombre de
tradición en el caso de las novelas hispanoa- con grandes vacilaciones y dudas, prefiero no hacer los ojos azules, Santiago de Chi-
mericanas –chilenas incluidas– es, señalada- nada a escribir bailables o diversiones. [/] Yo tengo un le, Lectura Selecta, Nº 9, 1926,
mente, la de la novela modernista en sus dis- concepto dramático de la vida, y romántico; no me co- 35 pp.; Manuel Soto Morales,
Marina, Santiago de Chile, Lec-
tintas manifestaciones (aunque también la de la rresponde lo que no llega profundamente a mi sensi- tura Selecta, Nº 16, 1926, 32
novela universal a ellas contemporánea). Por bilidad. [/] Para mí fue muy difícil aliar esta constan- pp.; Manuel Vásquez Órdenes,
ello quizá no esté fuera de lugar comenzar el te de mi espíritu con una expresión más o menos El sueño de una madre, Santia-
go de Chile, Imprenta El Comer-
examen de la novela de Neruda poniéndola en propia. En mi segundo libro, Veinte poemas de amor cio, 1926, 35 pp.; Nathanael
relación con una notable novela modernista. y una canción desesperada, ya tuve algo de trabajo Yáñez Silva, Aquella mujer ex-
triunfante. Esta alegría de bastarse a sí mismo no la traña y pálida, Santiago de Chi-
le, Lectura Selecta, Nº 18, 1926,
* * * pueden conocer los equilibrados imbéciles que forman 44 pp.; ID., La tragedia del arte,
parte de nuestra vida literaria. [/] Como ciudadano, Santiago de Chile, Nascimento,
En 1885, y por entregas, apareció en el 1926, 192 pp.

neoyorquino periódico El Latino Americano 3 Santiago de Chile, Imprenta


Con algún posible error u omi- Universitaria, 1926, 110 pp.; 4
la única novela de José Martí, Amistad funes- sión , y tomando «novela» en Armando Laurent, El cuento del Es el caso, creo, de Bestia dañi-
ta, que el cubano firmó con el pseudónimo de sentido lato, las siguientes: An- abuelo, Santiago de Chile, Im- na, de Marta Brunet; de Un
tonio Acevedo Hernández, La muerto de mal criterio, de Jena-
Adelaida Baralt. Años después Martí decidió prenta La Economía, 1926,
hija de todos, Lectura Selecta 120 pp.; Juan Mackenna y Ey- ro Prieto; y de El hombre de los
publicar la obra en libro, ahora con el título de Nº 19, 1926, 30 pp.; F. Alco- zaquigue, Flores pequeñas, ojos azules, de Manuel Rojas.
Lucía Jerez y con la adición de un prólogo, cer Irigoyen, El oro negro. Es- San José de Costa Rica, Im-
cenas de la vida minera, San- 5
pero el proyecto no vería la luz hasta muchos prenta y Librería Alsina, 1926,
tiago de Chile, Imprenta Artes 275 pp.; Rafael Maluenda, De Adelaida Ral [José Martí],
años después, muerto ya su autor5. Nos inte- y Letras, 1926, 135 pp.; Pas- «Amistad funesta», El Latino
pluma y pelo, Santiago de Chi-
resa ahora ese prólogo; en él Martí comienza cual Brandi Vera, La fogata de le, Lectura Selecta, Nº 4, 1926, Americano, New York, mayo-
diciendo «Quien ha escrito esta noveluca, ja- los hampones, Santiago de 32 pp.; Ruperto Marchant Pe- septiembre 1885. Hay ahora
Chile, Lectura Selecta, Nº 18, reira, Dos meses de vacacio- una edición crítica de la novela,
más había escrito otra antes… ni escribirá 1926, 25 pp.; Tilda Brito Lete- que tiene en cuenta los manus-
nes. 11 de enero a 6 de mar-
probablemente otra después»; para explicar a lier de Donoso [María Monvel, zo de 1781, Santiago de critos originales conservados en
continuación que la ha compuesto por encar- Leucone Grey, pseudónimos], Chile, Imprenta Ramón Brias, la Biblioteca Pública de Nueva
El Marido gringo; El recuerdo 1926, 50 pp.; Augusto Millán York: José Martí, Lucía Jerez, edi-
go6, que ha introducido en ella sus «propias fascinador, Santiago de Chile, ción crítica de Mauricio Núñez
Iriarte, Desarraigados, Novela
observaciones y recuerdos», y, tras pedir ex- Lectura Selecta, Nº 13, 1926, de costumbres chilenas, Im- Rodríguez, La Habana, Letra ne-
cusas por sus «pecados», añade: 31 pp.; Marta Brunet, Bestia prenta Bardi, 1926, 290 pp. gra – Centro de Estudios Martia-
dañina, Santiago de Chile, (2ª ed. en el mismo año); Ar- nos, 2001, 116 pp.
Nascimento, 1926, 94 pp.; mando Moock, Vida y mila-
El autor… sabe bien por dónde va, profunda como Armando Céspedes, El último gros de un primer actor, Bue- 6
un bisturí y útil como un médico, la novela moderna. decadente, Paris, Editions Le nos Aires, Casa editorial «En la novela –agrega– había de
Livre Libre, 1926, 148 pp.; Án- Franco-Iberoamericana, 1926, haber mucho amor; alguna
El género no le place, sin embargo, porque hay mu- muerte; muchas muchachas, nin-
gel Cruchaga Santa María: 255 pp.; Pablo Neruda, El ha-
cho que fingir en él… Menos que todas, tienen dere- Medianoche, Santiago de Chi- bitante y su esperanza, Santia- guna pasión pecaminosa; y na-
cho a la atención novelas como ésta, de puro cuento, le, Lectura Selecta, nº 7, 1926, go de Chile, Nascimento, da que no fuese del mayor agra-
31 pp.; Eduardo Garrido Me- 1926, 76 pp.; Caupolicán do de los padres de familia y de
en las que no es dado tender a nada serio, porque es- los señores sacerdotes. Y había
rino, La estirpe, Santiago de Ponce, Las horas perdidas, Val-
to, a juicio de editores, aburre a la gente lectora… Chile, Lectura Selecta, Nº 3, paraíso, Imprenta Roma, de ser hispanoamericana».
1926, 36 pp.; Berta Lastarria 1926, 205 pp.; Jenaro Prieto,
Cavero, Escaramuzas munda- Un muerto de mal criterio, San-
Nadie, que yo sepa –pero mi ignorancia
nas, Santiago de Chile, Lectu- tiago de Chile, Imprenta La
cubre vastos territorios–, ha puesto en rela- ras Selectas, Nº 20, 1926, 29 Ilustración, 1926, 261 pp.;
El habitante y su esperanza
y la novela de su época
ción el prólogo de Martí con el que, para su pp; Olga Lataste, Heroica, Salvador Reyes, El matador de LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL

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soy hombre tranquilo, enemigo de leyes, gobiernos e a escribir bailables o diversiones», escribe
instituciones establecidas. Tengo repulsión por el bur- Neruda en el prólogo citado, y ello ha sido
gués, y me gusta la vida de la gente intranquila e in- interpretado, no como un rechazo a la narra-
satisfecha, sean éstos artistas o criminales. tiva en general sino como un rechazo «a la
narrativa de preocupación americanista vi-
Es más que probable que Neruda no co- gente en esos años»9. No estoy seguro. Es
nociese la novela de Martí (ni cualquier otra cierto que al título de muchas de las novelas
obra de Martí), por las fechas en que escribió publicadas en los años en que apareció El ha-
El habitante..., pero entre el prólogo de su no- bitante… podría haberse agregado el subtí-
vela y la del cubano hay algunas coincidencias. tulo de «novela de costumbres chilenas», pe-
Neruda fotografiado por Georges
Ambos declaran que han escrito la obra por ro también es cierto que muchas otras
Sauré.
encargo, ambos manifiestan que el género no hubieran soportado difícilmente ese agrega-
7 les place, ambos dicen conocer las caracterís- do (p.ej. Medianoche, de Ángel Cruchaga
El primero, Enrique Anderson Im- ticas de la novela de su tiempo. Santa María; p. ej. El cazador de tiburones, de
bert, «La prosa poética de José
Martí. A propósito de Amistad fu-
Más: esas novelas menospreciadas por sus Salvador Reyes; p.ej. La tragedia del arte, de
nesta», en sus Estudios sobre es- creadores han tenido una (buena) fortuna se- Nathanael Yáñez Silva, por citar sólo tres de
critores de América, Buenos Ai- mejante. De Amistad funesta se ha dicho que las novelas publicadas en 192610). Puede que
res, Raifal, 1954, pp. 125-165.
es el inicio de la novela modernista7 (y aún de «bailables y diversiones» tuviera, para el po-
8 la novela naturalista8); de El habitante y su es- eta chileno, otro significado. Él mismo, en
Luis Íñigo-Madrigal, «Martí, nove- peranza, que es la primera muestra de la no- una entrevista coetánea a la aparición de El
lista», en Homenaje al Dr. Rodolfo
Oroz. Lengua, literatura, folklore,
vela vanguardista en Hispanoamérica. habitante…, había propuesto una explica-
Santiago de Chile, Universidad de ción de ese prólogo, que –decía– había sido
Chile, 1966, pp. 233-243. * * * escrito contra los poetas que creían hacer
9
«arte nuevo» por cantar cosas de reciente no-
Hernán Loyola, «El habitante y su Dejemos de lado la justeza de esas afirma- vedad, contra los que fingen escribir «por
esperanza, relato de vanguardia», ciones y volvamos a El habitante y su espe- pura diversión», contra los que menospre-
Actas del Simposio Internacional
de Estudios Hispánicos, Akademiai
ranza y su relación con la novela (hispanoa- cian a los bohemios…
Klado, Budapest, 1976; tb. en mericana) de su época.
Cuadernos para Investigación de «No me interesa relatar cosa alguna… Por eso –agrega–, como una reacción contra esta mo-
la Literatura Hispánica, Madrid,
aunque la literatura se me ofrece con grandes da estúpida, escribí mi prólogo de El habitante y su
1980, núm. 2-3, pp. 213-222, por
donde cito; p. 214. vacilaciones y dudas, prefiero no hacer nada esperanza. A mí me cuesta escribir; yo creo que el ar-
te es una cosa seria; no tengo vergüenza de decir que
10 Mercurio, Santiago de Chile, 10 clo de Conferencias, «El Madrid soy escritor, y prefiero a los hombres insatisfechos,
Agreguemos que la novela epó- de octubre de 1926; reproduci- de Alfonso XIII»), y «Colecciones
nima del «americanismo» chile- aun cuando se hallen entre los criminales…11
do en Pablo Neruda, Obras literarias» Capítulo XII de Histo-
no, Zurzulita, de Mariano Latorre completas, ed. cit., V, pp. 1047- ria de la Edición en España
(a quien Neruda profesaba cier- 1053; la cita en p. 1052. (1836-1936), ed. Jesús Martí- Esa confusa explicación que entremezcla a
ta animadversión), se publica el nez Martín (ed.). Madrid Mar-
mismo año que Alsino la novela futuristas, sablistas y gente seria, quizás en-
12 cial Pons, 2001.
poemática de Pedro Prado (a Es decir, a El Cuento Semanal cierra parte de la verdad, pero no toda la ver-
quien Neruda profesaba amistad (1907-1912), que dirigió 13 dad. Hacia 1920 (años antes, años después) se
cierta), esto es, en 1920. Cfr. Pa- Eduardo Zamacois; La novela El cuento ilustrado, 1918; La
blo Neruda, «Mariano Latorre, publican en diversos países de América colec-
corta (1916-1925), dirigida por novela de hoy, 1918; La nove-
Pedro Prado y mi propia som- José de Urquía; La Novela Se- la del día, 1918-1924; La no- ciones de novelas cortas, cuyas características
bra», en Pablo Neruda y Nica- manal (1921-1925), publicada vela para todos, 1918-1919; editoriales eran semejantes a las de las colec-
nor Parra, Discursos [de incorpo- por Prensa Gráfica; La Novela La novela de la juventud, 1920-
ración de Pablo Neruda a la ciones homólogas españolas de aquella época
de hoy (1922-1932) dirigida 1922; La novela nacional,
Facultad de Filosofía y Educación por Artemio Precioso o La No- 1920-1922; La novela univer- (escaso número de páginas, grandes tiradas,
de la Universidad de Chile, en vela Mundial (1926-1928), con sitaria, 1921-1922; La novela precio reducido)12. Así sucede en Argentina
calidad de Miembro Académico, José García Mercadal por di- porteña, 1922-1923; La mejor
y de recepción de Nicanor Pa-
con La novela semanal (1917-1926), creada
rector; etc. etc. El CSIC tiene en novela, 1928-1929, etc. etc.; v.
rra], Santiago de Chile, Nasci- marcha un proceso de catalogi- Beatriz Sarlo, El imperio de los
por el editor español Miguel Sans, y otras mu-
mento, 1962. zación de la «Literatura breve» sentimientos. Narraciones de chas colecciones (El cuento ilustrado, 1918; La
española de la primera mitad circulación periódica en la Ar- novela de hoy, 1918; La novela del día, 1918-
11 del siglo XX, bajo la dirección gentina (1917-1927), Catálo-
Raúl Silva Castro, «Una hora de de Alberto Sánchez Álvarez-In- gos Editora, 1985; ID. «La na-
1924; La novela para todos, 1918-1919; La no-
charla con Pablo Neruda», El súa; v. de este autor Las Colec- rrativa sentimental: el género y vela de la juventud, 1920-1922; La novela na-
ciones Literarias en el Madrid de la lectura desde la perspectiva cional, 1920-1922; La novela universitaria,
Alfonso XIII, Madrid, 1997. sociocultural», Diálogos de la
El habitante y su esperanza
y la novela de su época Ayuntamiento de Madrid/Insti- comunicación, Nº 30, Lima, ju-
1921-1922); La novela porteña, 1922-1923; La
LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL tuto de Estudios Madrileños, (Ci- lio de 1991. mejor novela, 1928-192913) de las cuales, en

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1923, circulaban semanalmente medio millón Jaime Concha, siempre brillante, ha ilus-
de ejemplares; en Colombia con La novela se- trado los rasgos de ese sentimiento, descri-
manal (1923-1925), fundada por Luis Enrique biendo la situación del joven Neruda en el
Osorio (cuyo primer número incluía la nove- exacto año en que escribe El habitante y su es-
la de Emilio Cuervo Márquez, Lilí 14); en Pe- peranza:
rú con La novela peruana (inaugurada en
1923 con Mors ex vita, de Clemente Palma); Ha dejado de ser estudiante, no ha llegado a ser pro-
en Venezuela con La novela semanal, funda- fesor. Su actividad, la de escribir, es un penoso entu-
da en 1922 por José Rafael Pocaterra y Ró- siasmo que no le aporta rentas periódicas ni lo some-
mulo Gallegos. Y en Chile con Lecturas Se- te, día tras día, a un horario fijo de obligaciones. No
lectas (dedicada no sólo a la novela) que es un oficio ni es un trabajo; ni siquiera una clase de
dirigieron Luis Enrique Délano y Amanda cesantía. Es, a lo sumo, un ocio inaceptable que esta- José Asunción Silva.
Labarca; con Las novelas cortas y La novela tuye el extrañamiento social del poeta. He aquí la pri-
nueva (colecciones estas últimas de que sólo mera antinomia de su experiencia: en cada momento lladas pertenecen a Hernán Lo-
yola, Pablo Neruda, Obras com-
tengo datos fragmentarios); sin contar la tar- vive su libertad, en cada momento respira su esclavi- pletas, ed. cit., I, pág. 1164.
día Narraciones Zig-Zag, creada en 1933. tud. Libre, distribuye el tiempo a su capricho; escla-
Nascimento mismo parece haber querido ins- vo, depende para todo del tiempo social de que está 16
Jaime Concha, Neruda (1904-
taurar su propia colección de novelas cortas, excluido16. 1936), Santiago de Chile, Uni-
según se puede seguir de la aparición, entre el versitaria, 1972, p. 219.
26 y el 28 de varias obras de extensión similar * * *
17
a El habitante y su esperanza en ese sello edi- Neruda utiliza la misma locución
torial. Ahora bien, el «extrañamiento social» dis- en dos poemas de la primera Re-
Más allá de los dicterios que la literatura de tingue no solamente al ciudadano Neruda, al sidencia, en ambas ocasiones
con su valor de conexiva: «Aho-
algunas de estas colecciones mereció en su poeta Neruda, sino también al narrador y pro- ra bien, de qué está hecho ese
época («literatura barata», «literatura indus- tagonista de El habitante y su esperanza y esto surgir de palomas / que hay en-
trial», literatura «pornográfica, ñoña, cursi»), ocurre premeditadamente. La locución conjun- tre la noche y el tiempo» («Galo-
pe muerto»); «Ahora bien, en lo
en general justificados, es indiscutible que ta- tiva «Ahora bien» (i.e., «Esto supuesto o senta-
largo y largo, / de olvido a olvi-
les colecciones surgieron como respuesta a do», para reproducir la definición del DRAE) con do residen conmigo» («Madrigal
una situación en que nuevas condiciones so- que comienza el texto de la novela no puede escrito en invierno»). Reparemos
en que ambos poemas son coe-
ciales favorecían la incorporación de nuevos interpretarse como una de las anomalías sintác-
táneos de El habitante…: «Galo-
sectores de la población a la lectura. Para ticas de Neruda analizadas por Amado Alon- pe muerto» fue escrito, según
aprovechar la existencia de ese nuevo público so17, sino como nexo entre el prólogo de la obra Hernán Loyola, «en los primeros
meses de 1926», en tanto «Ma-
lector, de recursos limitados, se crearon pro- (y específicamente, entre la última frase de éste)
drigal escrito en invierno» es an-
bablemente las colecciones literarias mencio- y el texto de ella; como si no existiera entre terior, pues su primera versión es
nadas. El rechazo provocado por ellas en al- ambos solución de continuidad: de 1925.
gunos círculos intelectuales era, en muchos
18
casos, producto del elitismo. Como ciudadano, soy hombre tranquilo, enemigo de Es cierto que entre esas dos fra-
El prólogo del joven Neruda parece res- leyes, gobiernos e instituciones establecidas. Tengo re- ses está el nombre del poeta; y
ponder a esa posición15, que se matiza en otra pulsión por el burgués, y me gusta la vida de la gente en la edición princeps y en algu-
nas otras, «Prólogo» y novela es-
de sus frases: intranquila e insatisfecha, sean éstos artistas o crimi- tán claramente diferenciados, no
nales… Ahora bien, mi casa es la última de Cantalao, sólo por el tipo de letra, sino por-
Como ciudadano, soy hombre tranquilo, enemigo de y está frente al mar estrepitoso, encajonada contra los que el título de El habitante y su
esperanza está después del «Pró-
leyes, gobiernos e instituciones establecidas. Tengo re- cerros [etc., etc.]18. logo» y su firma y antes del tex-
pulsión por el burgués, y me gusta la vida de la gente to de la obra, pero esas peculia-
intranquila e insatisfecha, sean éstos artistas o crimi- De esta manera el narrador de El habitante ridades tipográficas lejos de
disipar, refuerzan, en algún sen-
nales. y su esperanza aparece revestido con las carac- tido, la continuidad entre prólo-
terísticas que el prólogo asigna a la figura que go y texto.
Tal declaración no hace sino explicitar un
sentimiento cuya vigencia excede, hacia atrás
14 15
y hacia delante, los años veinte del siglo pasa- Vid., Jimena Montaña Cuéllar, Esto es, más a «la distinción
do y traspasa las fronteras chilenas y america- «La novela semanal de Luis En- entre alta y baja cultura», que
nas: la auto comprensión de escritores y artis- rique Osorio», Boletín Cultural a «la asunción personal de una
y Bibliográfico, nº 35, vol. XXXI, visión democrático-revolucio-
tas en la sociedad burguesa, hecha de atracción Caracas, Banco de la Repúbli- naria del mundo y de la histo-
El habitante y su esperanza
y la novela de su época
y de rechazo. ca, 1994, [1995]. ria»; las dos frases entrecomi- LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL

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lo firma. Artista y criminal a la vez, este perso- garo del 18 de septiembre de 1886 abogó por
naje bifronte convierte la obra, sesgadamente, una novela fundada en la visión subjetiva de lo
en una especie de «novela de artista». Este sub- real, cuyo interés estuviera centrado en algu-
género, como se sabe, nació en la Alemania ro- na aventura interior, enmarcada en un decora-
mántica, y en él la figura del narrador-artista do o escenario que, más que descrito, queda-
«encarna al individuo en objeto central del ra sugerido. El programa de Moréas no dio
mundo novelado [lo que explica] la generaliza- ocasión a obras memorables, pero muestra la
da adopción de la perspectiva singular». poligénesis de un proyecto que, en nuestra
América, produciría varias «novelas poemáti-
La novela de artistas constituirá el marco narrativo en cas» entre los modernistas, y cuyo esquema
que más explícitamente se condense y manifieste el puede reconocerse también en algunas nove-
desasosiego que caracterizó la relación conflictiva y las de «vanguardia»22.
José Martí. ambigua del artista con la sociedad burguesa moder- Entre las primeras conviene no olvidar la
19
na,19 obra del chileno Pedro Prado (1886-1952) Al-
Dolores Phillipps-López, La nove- sino, publicada en 1920, a la que su autor lla-
la hispanoamericana del moder- y por ello el subgénero atraviesa un largo mó «poema novelesco»23. Neruda sostuvo una
nismo, Genève, Editions Slatkine,
1996, pág. 174.
período de la historia de la literatura, desde el constante amistad con Prado y, en una carta
romanticismo en adelante. que le dirige en enero de 1923, escribe:
20 En nuestra América la más famosa novela
José Asunción Silva, De sobre-
mesa, Bogotá, Cromos, 1925.
de artistas es, sin duda, De sobremesa, del Estoy ya, desde hace tiempo, en Temuco. Llueve,
poeta modernista colombiano José Asunción llueve. Debiera haberle escrito antes pero me da ver-
21 Silva (1865-1896), publicada póstumamente güenza no poder decirle casi nada de Alsino, que aca-
Hernán Loyola supone que José
en 192520, aunque de ella hubieran aparecido bo de leer. Por qué diablos me pasa esto? Me gusta
Silva hace referencia a Álvaro Hi-
nojosa, (amigo de Neruda y com- con anterioridad numerosos fragmentos en extrañamente, volveré a leerlo en estos días, y no sé
pañero suyo en su primer viaje a periódicos y revistas. La obra reviste la forma decir qué es lo que me gusta. Sin embargo creo ser un
Oriente), basándose en el «pseu-
de Diario de un viaje a Europa del desmesu- lector inteligente. Debe ser el temor a decir vulgari-
dónimo» de Hinojosa, Álvaro de
Silva; pero ese pseudónimo –o rado y psicótico millonario hispanoamericano dades o algo parecido. Además de los cantos del Al-
quizás nombre legal– es posterior José Fernández, que éste lee a sus amigos ya sino, me parecen incomparablemente bellos los capí-
a El habitante y su esperanza. Así
de vuelta a su patria. tulos «Una mañana de primavera» y «En el verano
lo muestra el retrato de Hinojosa
hecho por Neruda en Confieso Es poco probable que Neruda conociese la silencioso».
que he vivido (texto invocado por obra de Silva (por más que ésta tuviera una se-
Loyola), y otras muchas fuentes, gunda edición en el mismo año de 1925 y que La novela de Pedro Prado tiene un marco
entre ellas el libro de memorias de
Homero Arce, Los Libros y Los el chileno mostrase en varias ocasiones su ad- escénico campestre, y las descripciones de la
Viajes, Recuerdos de Pablo Neru- miración por el colombiano), pero entre las naturaleza –que guardan semejanza con las
da, Editorial Nascimento, 1980, dos novelas hay al menos un sorprendente de El habitante y su esperanza– ocupan en
en cuyo prólogo la viuda de Ar-
ce, Laura Arrué escribe: «Conocí punto de contacto: el protagonista y narrador ella un lugar importante; pero tiene también
personalmente a Homero Arce de De sobremesa se llama JOSÉ Fernández una serie de otras características que forma-
Cabrera en el año 1928. Antes (exagerado alter ego del propio JOSÉ Asunción rían parte de la llamada «novela mundono-
sabía de él por referencias de sus
amigos, principalmente de Pablo,
SILVA) y un personaje de la obra, amigo poco vista». Esas características fueron enumera-
además de Rubén Azócar, Orlan- querido a quién José Fernández pone los das por Francisco Contreras (escritor chileno
do Oyarzún, Álvaro Hinojosa cuernos en uno de los episodios más signifi- que fue el primero en emplear el vocablo
(hoy Álvaro de Silva) …».
cativos de la obra, Paco RIVAS; en El habitan- «mundonovismo» para denominar las nuevas
22 te y su esperanza el narrador protagonista se formas del criollismo hispanoamericano), en
Las líneas anteriores resumen uno llama JOSÉ SILVA y su antagonista Florencio el prólogo de su novela El pueblo maravillo-
de los apartados del ya citado li-
bro de Dolores Phillipps-López,
RIVAS21. so, que apareció en francés en 1924 y que, en
La novela hispanoamericana del versión española, vio la luz en 1927. Allí
modernismo, Genève, Editions * * * Contreras sostiene la identidad esencial de
Slatkine, 1996.
todos los países de América española, mani-
23 Ahora bien, la novela de Neruda es sólo festada en la comunidad de costumbres, tra-
Pedro Prado, Alsino, Santiago de sesgadamente una «novela de artista»; es, diciones y en la «intuición muy despierta de
Chile, Minerva, 1920.
cumplidamente, una novela artística, una no- lo maravilloso» y propugna, para expresarlas
vela lírica, poemática. una «Novela Integral y Lírica» que, al inter-
El habitante y su esperanza
y la novela de su época
El poeta francés Jean Moréas en un artícu- pretar al hombre, no olvide «los fenómenos
LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL lo publicado en el suplemento literario del Fi- de la subconciencia o de lo inconsciente» y

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abandone «la veleidad de las pretendidas len- Elitismo; rechazo de la sociedad burguesa
guas regionales»24. y extrañamiento social; encarnación del indi-
Alsino prefiguraba el desideratum de Fran- viduo como objeto central del mundo novela-
cisco Contreras, aunque éste quizá no la hu- do; difuminación de los límites entre lírica y
biera leído. El habitante y su esperanza se ins- épica; nueva visión del «nacionalismo» litera-
cribía, también, en ese proyecto, si bien lo rio; recursos destinados a provocar la aliena-
volcaba en una llamativa prosa vanguardista. ción... Todos esos rasgos –cuya fuente prime-
ra, en la literatura hispanoamericana, acaso
* * * haya que buscar en «esa gran libertad que se
llamó modernismo»– coexisten en la novela Pedro Prado, 1921.
Podría decirse que la prosa vanguardista hispanoamericana de las primeras décadas del
es aquella que opta, preferentemente, por los siglo pasado, y pueden encontrarse (o suponer
recursos de la alienación. Para la antigua re- que se encuentran) en obras anteriores a El cera persona, como su título lo
tórica el discurso puede moverse entre un habitante y su esperanza. indica, mientras que El habitante
y su esperanza lo está en prime-
grado máximo de claridad y un grado máxi- Pues la literatura es como un caleidosco- ra; aparte de eso, pocos elemen-
mo de obscuridad. El vicio de la claridad con- pio, en el que unos pocos elementos –al refle- tos comunes hay entre las dos. En
siste en que, extremada, provoca el aburri- jarse en el doble espejos de los poetas y de la cuanto a Los cuadernos de Mal-
te Laurids Brigge, de Rilke (Die
miento; los recursos de la alienación son los lengua– se combinan y forman figuras de apa- Aufzeichnungen des Malte Lau-
destinados a evitar el aburrimiento, y se pue- riencia muy diversa. Pero los lentos dedos de rids Brigge) que fueron publica-
den aplicar a res y verba; pero su abuso pro- la Historia giran el caleidoscopio lentamente, dos en su lengua original en
1910, se sabe que Neruda, tra-
voca la ininteligibilidad. En el relato van- y los colores y formas que ahora vemos re- dujo del francés fragmentos de la
guardista los recursos de la alienación se cuerdan las que hemos visto hace un instante obra y los publicó en la revista
manifiestan en la inventio, la dispositio y la y anuncian las que vendrán en seguida. Claridad, de la Federación de
Estudiantes (nº 135, 1926); pero
elocutio del discurso; alcanzan a los aconteci- la primera traducción francesa
mientos, a los espacios, a los personajes de la Las Matas – Alicante, abril del 2004 (Les Cahiers de Malte Laure Brig-
novela; tiñen la ortografía y la tipografía del ge, traducción de Maurice Betz,
Paris, Stock, 1923, 122 pp.), só-
texto impreso. lo comprende alrededor de un
Buena muestra de ello es el que algunos cuarto del original, cuya versión
tienen por primer relato vanguardista hispa- 24 1976; reprod. en Cuadernos
completa aparecería en francés
en el año 1926, sin tiempo para
noamericano: La señorita etcétera, del mexi- Francisco Contreras, La Ville para Investigación de la Litera-
influir en El habitante y su espe-
Merveilleuse, Paris, Renaissan- tura Hispánica, 2-3 (Madrid,
cano Arqueles Vela, cofundador y represen- ce du Livre, 1924; ID. El pueblo ranza, que fue escrita entre
1980): 213-222); y de El Océ-
tante del «estridentismo», aparecido en 1922. maravilloso. Novela, Paris, ano de Leonidas Andreiev (Vo-
1925 y comienzos de mismo
1926; sin embargo es indiscuti-
Esa breve narración, según su autor en entre- Agencia Mundial de Librería, lodia Teitelboim, El corazón
1927, 272 pp.; cito por el ble que entre esa obra de Rilke y
escrito. Una lectura latinoame-
vista con Roberto Bolaño, «Proemio» de esta última edi- la novela de Neruda se puede
ricana de la literatura rusa y
ción, passim. establecer algunas similitudes. Fi-
soviética, Moscú, Ráduga,
nalmente, en cuanto a Andreiev,
...fue la primera novela que viola la estructura tradi- 1986); como es natural tales
25 no se puede discutir la admira-
cional en nuestras latitudes hispanoamericanas... [en influencias no pueden dese-
Roberto Bolaños, «Arqueles ción que Neruda sintió por el es-
charse sin más, pero a mi jui-
ella se] viola los conceptos de tiempo y de espacio y Vela», La Palabra y el Hombre, cio, de existir, no bastan a ex-
critor ruso (sobre todo por su no-
vela Sachka Yegulev, título que
[se] elimina los personajes [pues es] una novela en Universidad Veracruzana, oc- plicar la obra del chileno. Mon
tubre-diciembre 1981, pp. 85- llegó a utilizar como pseudóni-
donde el Yo es el determinante, y es el Yo, lo subje- frère Yves, de Pierre Loti (Paris,
89. mo), testimoniada en múltiples
Calmann Lévy, 1883; 1ª trad.
tivo, lo que convierte en personajes a los transeúntes, española : Mi hermano Yves,
ocasiones por el poeta chileno;
a la idea que se tiene acerca del hombre, de la mujer 26 pero El Océano (que en su ver-
traducción de Antolín San Pe-
Se ha indicado, también, la in- sión original es un drama en sie-
[e] inclusive al paisaje [por lo que se la denonima] no- dro, Madrid, Imprenta de Enri-
fluencia de algunas obras no- te cuadros, estrenado en 1911 y
que Rubiños, 1888); como in-
vela poética25, hispánicas sobre El habitante y dica Loyola (loc. cit.) el El
que Neruda podría haber leído
su esperanza. Señaladamente en español, como novela (Leoni-
habitante y su esperanza tiene
la de de Mon frère Yves, de das Andreiev, traducción de A.
En La señorita etcétera encontramos todos en el capítulo XIV un epígrafe
Ruste, Madrid, Variorum, 1921,
Pierre Loti (Hernán Loyola en de esa obra, en español –«Pe-
los recursos de la alienación que se encuentran su edición de las Obras com- ro, por desgracia, habíase
223 pags.), tiene poco que ver
en El habitante y su esperanza, pero (como la pletas, de Neruda, ya citada: I, –por su argumento y por su esti-
metido entonces en un mal
pág. 1164); de Los cuadernos lo– con El habitante y su espe-
novela de Neruda) hay en ella elementos que negocio»–, extremadamente
ranza.
de Malte Laure Brigge, de Rai- general (tanto como para que
remiten al resto de las formas novelescas vi- ner María Rilke (Hernán Loyo- me sea imposible encontrar de
gentes en las primeras décadas del siglo XX, la, «El habitante y su esperan- qué lugar de la obra de Loti
en Hispanoamérica26. za, relato de vanguardia», proviene), que marca en todo
Actas del Simposio Internacio- caso una diferencia fundamen- El habitante y su esperanza
nal de Estudios Hispanicos, tal entre las dos novelas: Mon y la novela de su época
* * * Akademiai Klado, Budapest, frère Yves está narrada en ter- LUIS ÍÑIGO-MADRIGAL

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