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ASIGNATURA: Metodología de la Investigación Educacional

CODIGO: EBA-029

SESIÓN Nº 3

I.- Tema: Hacer, Decir, Preguntar (Unidad Temática I).

II.- Objetivos de la sesión:

1.- Introducir una nota antropológica acerca del individuo y su ‘tránsito’ a lo cultural.

III.- Despliegue de Contenidos.

1.- La ruptura entre el individuo y su medio, como antecedente del desfondamiento.

Qué fue lo que ocurrió en la evolución del hombre, que afectó no sólo a su aspecto
físico, sino que también afectó su condición de existencia. Algunas teorías, tratando de
explicar o comprender esta diferencia, indican que la condición existencial del individuo,
del sujeto humano, es la de ser un ser desfondado, debido a que ha perdido su base dada por
naturaleza. Dicha base natural es lo que comúnmente se le ha llamado instinto, que es una
forma de reacción ‘no razonada’ frente a un estímulo externo. Al perder esta base, la cual le
imposibilita de poseer puntos de referencia estables y compartidos dados de manera natural,
es que el hombre ha constituido una cultura, un fondo cultural, el cual le permite orientarse
en la sociedad que le ha tocado vivir. Dicha cultura, evidentemente, le ha antecedido
temporalmente, así cuando un individuo nace, lo hace al interior de una cultura, la cual
establece una serie de puntos de referencias, tales como un determinado lenguaje,
tradiciones, costumbres, instituciones, etc.

Este desfondamiento es lo que produce las culturas, pero, a qué se debe dicho
fenómeno, ¿qué tiene de ‘especial’ o de distintivo el individuo que lo diferencia de otras

1
especies animales y vegetales, en particular con las más emparentadas con él, como son los
mamíferos superiores? Esto es lo primordial, pues, a partir de las diferencias se puede
indicar algunas condiciones fundamentales para que el individuo sea de un modo
determinado, distinto al resto.

En primer lugar el individuo está caracterizado por un HACER particular, no


significa, en ningún caso, que el resto de las especies no tengan, también, su modo de hacer
las cosas, pero en la modalidad humana, y seguramente por componentes evolutivos, se han
especificado algunas formas que tienen que ver con una anatomía particular y con una serie
de funciones -racionales y emotivas- que de ella emanan. Se ha consignado, por ejemplo,
que el dedo pulgar es fundamental en el proceso de evolución, es un dedo prensil que
permite tener una mano que puede manipular, con facilidad, objetos a su alcance para
convertirlos en herramientas para su propia realización. Es decir, la mano humana es una
mano que se proyecta al medio a través de las herramientas que con ella se empiezan a
manipular y luego a construir, con el objetivo de modificar y controlar su medio
circundante, con lo cual se apropia de su contexto y lo utiliza en su favor. Es la mano y el
dedo evolutivo lo que dará las funciones suficientes para desplegar la capacidad ‘racional’
del individuo, en la medida que se puede afectar el medio en el cual el individuo existe, si
se puede además controlarlo, entonces el sujeto estará en condiciones de tomar las
decisiones que piense más apropiadas para que el control de la ‘naturaleza’ se produzca por
la acción humana. Este hacer acompañado de la posición bípeda y erguida, lo cual le da una
visión y una motilidad característica, va a constituir un hacer característico de la condición
humana. Junto con ello, esa misma mano es una mano flexible, capaz de reconocer
contornos y recorrerlos, es decir, de acariciar, y con ello de asentar lo que, tal vez, es lo
primero de la condición humana1, la emoción, el emocionarse, y desde ese emocionar
específico tomar las decisiones racionales que acompañan la vida humana. Un hacer
también característico del individuo es lo que tiene que ver con su sexualidad, pocas
especies mamíferas tienen sexo sólo por placer, la mayoría está constreñida a los períodos
de ‘celo’, fundamentalmente de las hembras (a nivel de mamífero superior), sólo especies
de primates similares a los chimpancés y delfines han mostrado una conducta similar,
sumando, en el caso humano, que el sexo puede ser, además, cara a cara, y en eso es la
única que lo logra, con lo cual se ve, en el acto, el emocionar del otro junto al emocionar
del sí mismo, lo que permite a configura el reconocimiento del otro como legítimo otro en
un emocionar conjunto, lo cual afianza los vínculos humanos, en un hacer específico.
Emoción y razón, ambos productos, en el origen de un hacer distintivo.

En segundo lugar está otra condición primordial de la condición humana, y del


fondo de ésta, se habla acá de un DECIR específico humano, de un lenguaje que lo
caracteriza, no porque el resto de los de las especies no tengan su forma específica también
de hacerlo, observe usted una colonia de hormigas o abejas, o a los perros y gatos, y verá
un complejo sistema de señas y sonidos, de signos, que les permite a estas especies
comunicarse ‘sin problemas’. Qué es lo distinto de la comunicación humana, esto se puede
1
Como lo plantea, por ejemplo, el biólogo chileno Humberto Maturana en varios de sus trabajos sobre la
biología y el emocionar (Emociones y Lenguaje en Educación y Política, 1990, El Sentido de lo Humano,
1991).

2
vislumbrar con los casos de niños ferales, niños que han sido descritos por la literatura
científica y que tienen la particularidad de haber sido criados, desde los primeros días, por
animales. Un caso así consta, con bastante certeza, el cual fue criado por lobos, luego
capturado y analizado en un laboratorio. El niño actuaba como lobo, en sus actos y
comunicaciones, en cautiverio alcanzó a proferir unas pocas palabras y a relacionarlos con
unos pocos colores (como lo haría un chimpancé, por ejemplo), pero no mucho más, si
usted observa con atención, el niño, como tal, era un individuo genéticamente perteneciente
a la especie humana, pero en su comportamiento similar a los lobos, qué había faltado,
fundamentalmente la socialización con su especie y, en específico, el lenguaje humano, en
cualquiera de sus múltiples variaciones. Lo extraordinario que ocurrió cuando el niño, en
las experiencias que se realizaron con él, fue puesto frente a un espejo, es que reaccionó
como lo haría un lobo, es decir, atacó el espejo, atacó su imagen, con lo cual se pudo
concluir que no tenía, precisamente, una imagen de sí mismo, en la medida que no se
reconocía como a sí mismo en el reflejo del espejo. Notemos la relevancia del lenguaje
humano, sin éste no hay comprensión ni reconocimiento del sí mismo, es decir, no hay
existencia humana sin el recurso del lenguaje, de ahí la relevancia de éste en su condición
de crear mundos humanos en su realización.

Luego, y en tercer lugar, el individuo está dotado de un PREGUNTAR, el sujeto


humano, además de un hacer y un decir característico, tiene la facultad de la reflexión, de
volver sobre sí mismo, sobre su ser, sobre de hacer, sobre su decir, y verse a sí mismo
haciendo, diciendo y existiendo. La reflexión, la capacidad de preguntar(se) por su vida, de
preguntarse por sus preguntas, es otra facultad humana, de ahí la conciencia, la
autoconciencia, la memoria activa, la posibilidad de componer mundos cambiantes, de
modificar permanentemente su entorno y con ello modificarse a sí mismo. Cada una de
estas tres condiciones constituye lo humano, todos son necesarias, todas se deben
experimentar para dicha constitución, todas juntas y actuando son el ‘fondo’ reconstituido
de ese desfondamiento fundamental en el cual se postula que el ser humano se constituye.

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