*
EL OPERADOR ASPECTUAL SE
Elena de Miguel y
Marina Fernández Lagunilla
Universidad Autónoma de Madrid
I. Introducción
––––––––
1
Para la idea de que los eventos están dotados de una estructura interna, subléxica o sub-
eventiva, responsable de sus propiedades aspectuales, véanse Jackendoff (1983, 1990, 1992,
1993, 1996), Tenny (1987, 1994), Pustejovsky (1988, 1991, 1995), Grimshaw (1990), Hale y
Keyser (1993) y Bosque y Masullo (1998).
2
Si consideramos el clítico como un adverbio, en línea con la propuesta de Zago na
(1996), también se asimilaría a estas unidades en cuanto a su naturaleza categorial; no obstan-
te, nótese que sería un adverbio especial, puesto que presenta propiedades que no son las es-
perables en un elemento de esa clase: en concreto, la concordancia en persona y número con
el sujeto de la oración; tales propiedades son quizá las que han determinado que otros estu-
diosos consideren el clítico como un pronombre con valor argumental (Rigau, 1994) o como
la realización de una categoría funcional (de Miguel, 1992; Sanz, 1995; Mendikoetxea, 1999).
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 15
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3
A lo largo de este trabajo usamos terminología habitual en la bibliografía sobre clases
de verbos y sus significados, como «logro», «estado» o «actividad» de Vendler (1967) e «it e-
rativo», «puntual» e «ingresivo» de la gramática tradicional; más adelante, cuando precise-
mos las diferencias entre las clases de verbos cuya existencia proponemos, emplearemos otros
términos más ajustados a nuestra hipótesis.
16 ELENA DE MIGUEL Y MARINA FERNÁNDEZ LAGUNILLA
e e1 ... en P E
evento único, con secuencia de eventos evento complejo que consta de
duración y sin fa- idénticos, con duración un proceso (P) a través del cual
ses: tener y fases: buscar se alcanza un estado (E); estruc-
tura de realizaciones y logros
— en estos últimos no se men-
ciona el proceso desencadenan-
te del cambio —: leer un libro,
llegar, marcar un gol...
(e = variable para cualquier tipo de evento)
Una forma sencilla de ilustrar qué queremos decir al hablar de que los
eventos tienen fases nos la proporcionan los diferentes valores que toma el
prefijo re- del español combinado con las distintas clases de eventos: re-
con verbos estativos o no delimitados —los del esquema (3a-b)— tiene un
valor intensivo; en cambio, con eventos que acaban —los del esquema
(3c)—, re- puede presentar un valor iterativo o de repetición (aparte del in-
tensivo). La repetición puede afectar al evento en su totalidad o sólo al ini-
cio del evento, dependiendo de si el verbo es terminativo o ingresivo. En
(4) se ilustran las distintas posibilidades señaladas:
En (4a) y (4b), con eventos que carecen de fase inicial y fase final, re-
presupone que Juan tiene o busca algo y que lo hace de forma permanente o
de forma especialmente concienzuda. En estos casos, re- incide sobre la
manera en que el evento ocurre. En cambio, en (4c) re- se comporta como
un cuantificador que implica que el evento, alcanzada su fase final, vuelve a
darse, posibilidad negada en los eventos de (4a) y (4b), dado que el evento
en esos casos no acaba. En (4d), por su parte, re- se comporta también co-
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 17
presente admite sólo. En cambio, los eventos descritos por caerse y florecer
en (6b-c) ocurren en un punto: constituyen un logro en la terminología de
Vendler (1967); en concreto, un logro ingresivo. Este tipo de verbo en pre-
sente señala que el evento está a punto de ocurrir pero aún no ha ocurrido y
ésa es la causa de que no pueda aparecer el adverbio sólo.
En efecto, sólo no es compatible con una información expresada por un
evento como los de (6b-c) porque, como adverbio de foco, relaciona el va-
lor de la expresión focalizada (en este caso, el verbo) con un conjunto de al-
ternativas que resultan excluidas — las representadas entre paréntesis en
(6a,d) —. Como se puede deducir fácilmente, un evento que está a punto de
ocurrir no ha ocurrido y, por tanto, no puede excluir la existencia de otros
eventos alternativos. En el caso de (6d), lo que queremos reflejar a través
del signo que encabeza la frase es que la oración es aceptable pero sólo en
el sentido habitual del presente. En cambio, en el sentido de evento único o
puntual, de nuevo es imposible puesto que marearse, como caerse o flore-
cer, expresa en presente un evento que está a punto de ocurrir.
El hecho de que florecer pueda aparecer modificado por sólo en oracio-
nes como el almendro sólo florece en febrero mientras que el cerezo florece
también en abril o el almendro sólo florece cuando tiene suficiente agua
(ejemplos que agradecemos a José Portolés) no constituye una objeción a
nuestro análisis puesto que, en estos casos, lo focalizado por sólo no es el
evento denotado por florecer sino las expresiones adverbiales en febrero y
cuando tiene suficiente agua respectivamente; de ahí que hayamos mante-
nido el asterisco en (6c).
Por otra parte, el ejemplo (6c) es agramatical en la interpretación espe-
cífica que aquí estamos manejando, pero no lo es en una interpretación ge-
nérica, según la cual de una planta como el cactus el único evento predic a-
ble es florecer, no dar fruto ni ningún otro evento. No se trata, por tanto, de
la interpretación habitual que habíamos señalado para marearse en (6d), se-
gún la cual un sujeto experimenta de manera repetida el mareo; en este úl-
timo caso, las alternativas excluidas por sólo forman parte de un conjunto
restringido de posibilidades que acompañan habitualmente a marearse (co-
mo vomitar, perder el equilibrio ... ), mientras que en el caso de florecer
con la interpretación genérica queda excluido un conjunto infinito de posi-
bilidades (dar fruto y cualquier otro evento imaginable).5
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5
La distinción entre exclusión total y parcial de alternativas nos ha sido sugerida por Juan
Carlos Moreno.
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 19
Los datos de (7) muestran que aún es compatible con verbos como es-
tudiar, que denotan una actividad dotada de fases —como se ve en (7a)— y
es incompatible, en cambio, con los verbos ingresivos cuyo presente expre-
sa que el evento está a punto o en vías de ocurrir. La causa de esta incompa-
tibilidad, ilustrada en (7b), estriba en que aún constituye un operador aspec-
tual que, de acuerdo con nuestra hipótesis, enfoca la fase intermedia de un
evento, de manera que presupone que existe una fase anterior en la que el
evento ya se daba —y probablemente habrá una fase posterior, aunque esto
no está implicado directamente—. Por tanto, aún es compatible con estu-
diar pero no con salir, que, como caerse, florecer y marearse, denota un
evento ingresivo (carente, por tanto, de una fase anterior). En cambio,
cuando el sujeto de la predicación es plural o un nombre no contable y el
evento puede entenderse como iterativo, sí es posible la presencia de aún
con un verbo ingresivo, como se ilustra en (7c-d).
Una vez que hemos mostrado la existencia de fases en el interior de los
eventos y la posibilidad de focalizar esas fases, pasamos a revisar algunos
de los análisis propuestos para el clítico aspectual, antes de presentar nues-
tro análisis de éste como un operador que enfoca determinada fase de la es-
tructura del evento.
Obsérvese, por último, que todos los verbos mencionados más arriba
aceptan sin dificultad un clítico benefactivo, que Rigau consideraría un da-
tivo ético o de interés, como se ve en (9 a-b). Ello supondría también un
problema para este análisis: si los clíticos de (9) son benefactivos y están,
por tanto, relacionados con la perfectividad del predicado, no se explica por
qué en (9a-b) no puede aparecer el clítico aspectual en contraste con lo que
sucede en (9c).
(9) a. La bomba {me/*se} ha estallado en las manos.
b. El niño {me/*se} ha crecido mucho ({me/*se} ha engordado dos
Kgs., {me/*se} ha llegado a casa tardísimo, {me/*se} ha nacido sie-
temesino).
c. El hijo se me fue a Bosnia (se me ha muerto el canario, mis hijas se
me comen un buey si se lo pongo).
Por otra parte, para Sanz el papel fundamental en la legitimación del clítico
corresponde al argumento interno afectado; pero esa condición no es sufi-
ciente para explicar ciertos contrastes —como por ejemplo el de (10)— y
por ello la autora también otorga al sujeto un papel legitimador, siempre
que se pueda interpretar como el agente u originador del evento. Así, para
ella la oración de (10a) sería correcta con el clítico, frente a (10b):
(10) a. Ayer me vi todas las películas de Michael Keaton.
b. He salido al jardín y (*me) he visto a tres niños que salían corriendo.
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segundo, a pesar de la presencia de se, tiene un sujeto no obligatoriamente agentivo, por lo
que no admite el pronombre enfático —Juan se dejó el libro en la biblioteca (*él)—. El carácter
no necesariamente agentivo del sujet o de los predicados con el clítico pronominal ha sido seña-
lado por Narbona (1984, págs. 177-178) a propósito, entre otros, del contraste dejar-dejarse.
10
La autora avala esta afirmación con el hecho de que tales verbos con clítico no equiv a-
len a la const rucción inglesa con up, partícula con la que equipara el se aspectual del español.
Así que cuando aparece un me, te, se en estos contextos (como en Me abrí dos latas en medio
segundo) el clítico, según Zagona, ha de ser un benefactivo. Sin embargo, en nuestra hipótesis
el me del ejemplo anterior no tiene por qué no ser aspectual. El hecho de que no coincida su
distribución con la del up del inglés tiene fácil explicación si se acepta, según propondremos
más adelante, que el clítico del español no tiene valo r terminativo, como probablemente sí le
ocurre al up del inglés. Es decir, si se separa el concepto de terminación del de culminación.
Por otra parte, sólo si se considera el me del ejemplo anterior como aspectual se explica su
coaparición con un clítico benefactivo en ejemplos como Mi hijo es muy habilidoso, se me
abre dos latas en medio segundo.
11
Por ejemplo, consideramos gramaticales tanto Juan se bajó del árbol como Juan se ba-
jó al suelo; esta última, en cambio, es inaceptable para Zagona. Por otra parte, Zagona consi-
dera una prueba de que se marca la culminación del evento y que ésta coincide con su terminación
el hecho de que es incompatible con el clítico un adverbio que suspenda el acabamiento del
evento (*El niño se comió la manzana en parte). Sin embargo, nosotras consideramos posi-
bles ejemplos similares (Casi se comió la manzana; se leyó el libro hasta la mitad), que sólo
pueden explicarse si se separan los conceptos de ‘culminación’ y ‘terminación’.
24 ELENA DE MIGUEL Y MARINA FERNÁNDEZ LAGUNILLA
bas que demuestran que un evento puede culminar en un punto y no por ello
acabar; y viceversa, acabar sin haber culminado en un punto en sentido es-
tricto, como mostraremos en el siguiente epígrafe.
Nótese, en cambio, que con los verbos que ocurren en un punto sólo se
acepta el adverbial puntual —como se ve en (14a-b)— mientras que resulta
imposible un adverbial que incida sobre la duración de una fase posterior,
puesto que los eventos denotados por estos verbos son simples, constan de
una sola fase: de ahí la agramaticalidad de (14c-d).
(14) a. Juan llegó {en aquel momento/a las dos}.
b. El niño nació {en un abrir y cerrar de ojos/a las dos}.
c. *Juan llegó un rato.
d. *El niño nació un rato.
e e1 ... en P L
L E
evento simple, secuencia de eventos proceso o actividad que desem-
c o n d u ración y idénticos, con duración boca en un punto seguido de un
sin fases (tener, y fases: evento no de- cambio de estado: evento de-
detestar) limitado (estudiar, na- limitado con duración que cul-
dar,..)16 mina en la fase final (leer un li-
bro, ver la película)17
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15
Véase de Miguel (1999).
16
Al hablar de secuencias de eventos idénticos nos referimos al hecho de que un proceso
implica una sucesión de subeventos cada uno de los cuales representa una ocurrencia del
evento total. Así en Juan estudió dos horas o Juan nadó un rato, lo que se afirma es que en
cualquier punto del intervalo de tiempo a lo largo del cual el evento se desarrolló tuvo lugar
sucesivamente la acción de estudiar o de nadar, de forma que antes de completarse el interva-
lo temporal el evento ya había ocurrido (Juan había estudiado y Juan había nadado).
17
El segundo subevento de una T1 puede ser un logro compuesto, como aparece en el es-
quema (17e), o puede ser un logro simple del tipo L1 en (17d). En ese caso, no será posible la
presencia del clítico. Esto es lo que ocurre con los verbos transitivos puntuales como en las
oraciones Juan (#se) aceptó la propuesta , Raúl (#se) marcó un gol —que sólo son aceptables
en la interpretación reflexiva del clítico— y Juan (*se) recibió dos libros. Aunque pragmáti-
camente se puede entender que existe un cambio de locación o de estado en el objeto, ese
cambio no constituye una fase visible de la estructura del evento en cuestión; de ahí que no
admita un adverbial que modifique la duración del estado resultante como un rato, a diferen-
cia de lo que ocurre con los logros de tipo L2. Desde esta persp ectiva, estos verbos se com-
portan como los logros del tipo L1, que por no manifestar en su estructura una fase de estado,
aunque pragmáticamente implican un cambio, no aceptan el clítico.
28 ELENA DE MIGUEL Y MARINA FERNÁNDEZ LAGUNILLA
l L E L P
evento delimita- evento delimitado que evento delimitado que culmina
do que ocurre en culmina en un punto (la en un punto (la fase inicial) y
un punto (explo- fase inicial) y va seguido va seguido de un proceso (her-
tar, llegar, n a- de un estado (marearse, vir, florecer, ver la costa).
cer). ocultarse, sentarse).
L L P (L)
L (P) L (E)
evento delimitado que implica una transi- eventos de acabamiento gra-
ción entre dos puntos de culminación; tanto dual (adelgazar, engordar, en-
el subevento inicial como el final pueden a canecer, envejecer).
su vez descomponerse en dos fases (apare-
cer(se), bajar(se), caer(se), ir(se), morir(se),
subir(se), venir(se), volver(se)).
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18
La posibilidad de que aparezca un me, te, se en oraciones semejantes a la del ejemplo
de Sanz (como en Salí a la calle y me vi a mi novio abrazando a otra) no debe interpretarse
como un contraejemplo a nuestra propuesta, puesto que en este caso el me (te, se ...) es un clí-
tico benefactivo compatible con un verbo cuya estructura eventiva no reúne los requisitos
exigidos por el clítico aspectual. Una prueba del carácter benefactivo del me del ejemplo ante-
rior es el efecto extraño que produce su aparición en contextos en los que no se espera la im-
plicación del sujeto: #Salí a la calle y me vi a su profesor abrazando a otra .
19
Oraciones del tipo Me vi la costa entera no serían una objeción a nuestro análisis pue s-
to que, como el adjetivo entera indica, la fase en que culmina el evento denotado por el verbo
ver en este ejemplo no es la inicial (a la que sigue un proceso), sino una fase de logro final
seguido de un cambio de estado (aquel en que toda la costa pasa a estar vista). Por tanto, es-
tamos ante un caso idéntico al de Me vi la película en un par de horas en (8a).
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 31
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21
Para otra propuesta sobre la estructura semántica de los eventos distinta a la de Pust e-
jovsky, aunque también inspirada en ella, véase Moreno (1997).
32 ELENA DE MIGUEL Y MARINA FERNÁNDEZ LAGUNILLA
un cambio de estado; por eso, estos verbos aceptan se y por eso, en su ver-
sión con clítico, aceptan el adverbial durativo (se subió al tejado durante un
rato), con la excepción de morirse y caerse. Es importante señalar que el P
del primer subevento puede durar, y que va precedido de un L puntual in-
dependiente: la primera locación o estado ya se ha abandonado. De ahí que
estos verbos se comporten como los de L3 respecto de la pruebas con aún y
la perífrasis de gerundio (aún sube, sigue subiendo), aunque en su versión
con clítico aspectual se comporten como los de L2 con respecto de las men-
cionadas pruebas (#aún se sube, #aún se sigue subiendo, sólo aceptables en
sentido habitual).
Nótese que los dos subeventos que componen la estructura de una
Transición (T2) son a su vez ingresivos, como eventos delimitados que
culminan en la fase inicial. Esto explica que el imperfecto de tales verbos
sea compatible con ya en la interpretación de conato, tanto en su versión
con clítico como sin él (véase a este respecto Fernández Lagunilla y de
Miguel, 1999). Las únicas excepciones, entre los verbos a los que hemos
atribuido esta estructura, como ya hemos adelantado, son caer y morir,
que se comportan de un modo singular, en cuanto que no aceptan, en su
versión sin se, el imperfecto de conato, y, en su versión con se, los adver-
biales durativos como un rato, durante unos minutos, etc. (*se cayó du-
rante un rato, *se murió un rato). Este comportamiento podría deberse,
de acuerdo con la estructura de fases propuesta en el esquema (17g), al
hecho de que la fase de estado en que se descompone el segundo logro en
cierto nivel de la proyección deja de ser visible o relevante desde un pun-
to de vista sintáctico: nótese que esto no constituye una objeción a nuestra
propuesta de que la aparición de se está condicionada por la existencia de
un logro seguido de un cambio de estado, porque, en realidad, sí existe un
estado que sigue al logro de caerse y morirse (el de «estar en el suelo» y
el de «estar muerto»). La novedad estriba en que ese estado es especial
por alguna razón que impide su modificación con un adverbial durativo.
Ése es el motivo por el cual en el segundo logro de (17g) aparece entre
paréntesis la E de «estado».
Por lo que respecta a la fase de proceso contenida en el primer logro del
mismo esquema, la P también aparece entre paréntesis porque, al menos en
el caso de morir, tampoco acepta adverbiales durativos ni adverbiales de
grado (*murió un rato, *murió bastante). En este sentido, morir equivale en
su primera fase a un verbo de logro puntual, como llegar o nacer, cuya es-
tructura se recoge en (17d). La diferencia estriba en que para morir, como
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 33
Este comportamiento de caer y morir frente a la pasiva, singular respecto al del resto de
los inacusativos del japonés, parece confirmar no sólo que son transitivos sino que poseen una
estructura eventiva exclusiva. Asimismo, de acuerdo con la propuesta de Moreno (1997, pág.
167), inspirada a su vez en la de Pustejovsky (1991), caerse y morirse se distinguen por ser
procesos «innovativos», frente a los «modificativos». Habrá, pues, que profundizar en las di-
ferencias que comparten caer y morir.
23
Para la cuestión de la pertinencia de la clase de los logros, véanse Mittwoch (1991),
Verkuyl (1993), Tenny (1994) y de Miguel (1999).
xxx, 1.— 2
34 ELENA DE MIGUEL Y MARINA FERNÁNDEZ LAGUNILLA
gro (L), porque en ese caso no sería una T. Por el contrario, los verbos de
acabamiento gradual, aunque no alcancen la fase L, han ocurrido: así, mien-
tras que la interrupción del evento de construir una casa supone que dicho
evento no ha ocurrido, la interrupción del evento de adelgazar no supone
que dicho evento no haya ocurrido; por ello, y dada la estructura interna
propuesta, se deduce también que estos verbos no acepten se.
En definitiva, se es posible allí donde el evento tenga una determinada
estructura de fases: en concreto, un logro seguido de un estado, en algún es-
tadio de su estructura interna. Si tenemos en cuenta que un logro no puntual
se puede descomponer en un L + E , finalmente disponemos de una expli-
cación uniforme para los distintos eventos compatibles con se: todos
ellos han de implicar un cambio de estado, en la medida en que se se com-
porta como un adverbio de fase excluyente («antes no, a partir de este punto
sí»).
Nótese que enfermizo es un predicado que denota una propiedad del in-
dividuo, y no del estado en que se encuentra el individuo. De ahí que sea
incompatible con se, que enfoca el punto culminante que va seguido de un
cambio de estado, como se ve en (22a). Esa posibilidad no está excluida
con el verbo ir sin se, como en (22b), porque en ese caso la fase a la que se
refiere el predicado secundario es la inicial, y se menciona una propiedad
que tenía el sujeto en esa fase 25 .
En cambio, enfermo, que denota un estado, sí es un predicado compati-
ble con se, como se ve en (22c).
Asimismo, un contraste interesante que avala nuestra hipótesis es la dis-
tribución complementaria entre adjetivos y adverbios que se ilustra en (23):
(23) a. Juan se murió {en silencio, silenciosamente}.
b. Juan (*se) murió silencioso.
––––––––
24
Dato que debemos a Ana Ardid (c.p.).
25
Nótese, en cambio, que tanto en la versión con se como en la versión sin se son posi-
bles los gerundios predicativos del sujeto, como muestra la oración Juan (se) fue a París llo-
rando. Para el distinto comportamiento que muestran los gerundios, frente a participios y ad-
jetivos en predicación secundaria, con respecto a su aparición en los predicados con se, véase
Fernández Lagunilla (1999).
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 37
––––––––
27
Otros adverbios, como bruscamente, precipitadamente, rápidamente, cuentan también
con dos posibles interpretaciones, aunque en este caso no sean las mismas que hemos pro-
puesto para tranquilamente. Así, en Juan (se) salió precipitadamente de la fiesta , el adverbio
puede referirse al modo (precipitado) en que se produjo el evento de salir o —y aquí reside la
singularidad con respecto del ejemplo de (25d)— al hecho de que fue precipitado el que se
alcanzase el punto en que culmina el evento, con independencia de como transcurrió el sub-
evento que sigue a ese punto culminante. De ahí que no resulte imposible una oración como
precipitadamente Juan se salió de la fiesta con gran parsimonia (cuando nadie esperaba que
se fuera). Estos efectos no se observan en difícilmente (véase (25c)) ni en arriesgadamente,
torpemente o perfectamente (como puede verse en Juan (*se) subió arriesgadamente a la ci-
ma, Juan (*se) salió torpemente de la fiesta o Juan (*se) vio la película perfectamente), pues-
to que arriesgadamente, torpemente, perfectamente no pueden denotar ni el estado en que el
sujeto se encuentra ni el modo en que se alcanzó el punto inicial o final del evento de subirse,
salirse, verse la película; sólo señalan el modo en que el evento transcurrió.
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 39
Pues bien, nuestra hipótesis permite predecir que los adverbios de grado
sólo pueden aparecer con aquellos verbos para los que hemos propuesto una
estructura compleja cuya primera fase contiene un proceso, siempre y
cuando éste no vaya seguido de la fase cuya culminación implica un cambio
de estado —véase (17)—, esto es, si no se cumple precisamente el requisito
para que aparezca se, según se observa en (27):
(27) a. El submarinista bajó mucho.
b. *El submarinista se bajó mucho.
c. Los precios cayeron mucho.
d. #Juan se cayó mucho.
f. El alpinista ha subido bastante.
g. *El alpinista se ha subido bastante.
El empleo del símbolo que precede al ejemplo (27d) indica que la frase
es agramatical sólo en la interpretación en que el adverbio mucho es un
cuantificador de grado, que es la que aquí nos interesa; en cambio, la frase
es aceptable si lo interpretamos de un modo iterativo o habitual, en el senti-
do de «Juan, de pequeño, se caía a menudo» (para esta cuestión, véase Bos-
que y Masullo, 1998).
Otro argumento a favor del análisis que proponemos nos lo ofrece el
hecho de que el operador aspectual manifieste restricciones de coaparición
con otros clíticos de naturaleza argumental (fuente, meta, benefactivo, etc.).
Así, por ejemplo, el clítico benefactivo, cuya aparición requiere la presencia
de se con los verbos de transición del tipo T2, como en (28a-d), puede apa-
recer, en cambio, con los logros de tipo L1, en los que la presencia de se no
es posible, como se ve en (28e-f):
(28) a. *(Se) me cayó el jarrón de las manos.
b. *(Se) me fue el hijo a Bosnia.
c. *(Se) me murió el canario.
d. *(Se) le vino la hija a la ciudad.
e. (*Se) me llegan invitados.
f. (*Se) me nació el niño con poco peso.
––––––––
28
Observación que agradecemos a Ana Álvarez (c.p.).
29
Aún, por ejemplo, es incompatible con las formas verbales perfectas (aún estudia/*aún
ha estudiado), puesto que en éstas la fase intermedia del evento queda oculta al considerar el
evento como un todo acabado. Otro ejemplo de cómo la flexión verbal puede volver opaca la
estructura de fases de un evento es el caso de marearse que, en presente, es incompatible con
sólo, como ya vimos en (6d), porque implica un evento que no ha comenzado y no puede por
tanto excluir otros eventos y, en cambio, en perfecto sí es posible: sólo se ha mareado (no ha
vomitado); esto es, como evento que ya ha ocurrido, puede excluir que se hayan dado otros
eventos alternativos.
EL OPERADOR ASPECTUAL SE 41
una fase (inicial, intermedia o final), sino sólo en si hay una fase que impli-
que un punto culminante seguido de un cambio de estado:
(30) Me {estudio/estudiaba/ estudié/estudiaré...} la lección.
VI. Conclusión
Referencias
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americanos, ed. crítica de Ramón Trujillo, Tenerife, Aula de Cultura de Tenerife.
Bertinetto, Pier Marco y Mario Squartini (1995), «An Attempt at Defining the Class
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vol. 1, págs. 11-26.
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la, cap. 53, Madrid, Espasa-Calpe.
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y la sintaxis: adverbios de foco y delimitadores aspectuales» Verba, vol. 26,
págs. 97-128.
Fernández Ramírez, Salvador (1986), Gramática española: el verbo y la oración,
vol. 4 (ordenado y completado por I. Bosque), Madrid, Arco/Libros.
42 ELENA DE MIGUEL Y MARINA FERNÁNDEZ LAGUNILLA