- Compatibilidad entre menos horas de trabajo con el mantenimiento de los
salarios. Al implantar este tipo de opciones en una organización, hay que diferenciar dos puntos de vista. Desde el punto de vista del empresario, la reducción de la jornada laboral, supone un mayor coste para la empresa, por lo que para que dicha opción sea “rentable” en términos económicos para la misma, la organización debe de tener algún tipo de recompensa o contraprestación. La más sencilla, es un aumento de la productividad, ya que eso supone para la organización mayores beneficios, por lo que puede verse compensado el aumento de coste. Ahora bien, ¿cómo se llega a una mayor producción?, porque la lógica nos diría que es incompatible un menor tiempo de trabajo con una mayor producción. El aumento de producción puede deberse a varios factores, por un lado, la motivación de los trabajadores, que ven que sus condiciones laborales “mejoran”, ya que con una menor jornada de trabajo, tienen más tiempo libre para ellos mismos, que pueden dedicar bien a su ocio particular, bien mejorar sus condiciones de conciliación familiar, o bien a cualquier otra actividad social o lúdica. Dicha motivación, hace que el trabajador, sea más “productivo” a lo largo de la jornada laboral, a pesar de trabajar menos tiempo, ya que el tiempo en el que está trabajando lo hace con un mayor rendimiento. Por otro lado, la concentración del trabajador aumenta, ya que al reducirse la jornada, el cansancio es menor, y por tanto el tiempo de trabajo es más “efectivo”, más aún si tenemos en cuenta, que el tiempo que “eliminamos” de su jornada, es precisamente el tiempo en el que el trabajador, después de toda la jornada, acumula más cansancio y por tanto aumenta la posibilidad de que baje considerablemente su productividad. En este punto, podemos introducir otro aspecto, que también haría aumentar la productividad, que es la reducción del número de accidentes, al aumentar la concentración de los trabajadores y reducir su cansancio, físico y psíquico. Menos accidentes suponen mayor tiempo efectivo trabajado y por tanto mayor productividad. Desde el punto de vista del trabajador, sus condiciones laborales mejoran, trabaja menos tiempo manteniendo el mismo salario, con lo cual, para él, todo son “beneficios” en un principio. El trabajador puede percibir dicho cambio, como un mayor compromiso de la organización hacia él mismo, por lo que en consecuencia, debería responder aumentando su compromiso también con la empresa. A corto plazo tiene ventajas como las que hemos nombrado antes, mayor motivación, concentración, etc. pero además a largo plazo, tiene otras ventajas, ya que, al sentirse a gusto en la organización e identificado con la misma, disminuye su intención de cambiar de trabajo, por lo que la empresa también se ve beneficiada, al tener trabajadores con mayor experiencia y una menor rotación de personal, disminuyendo también considerablemente el gasto en formación inicial (según mi propia experiencia, muy a tener en cuenta, ya que en determinadas tareas, el tiempo de formación inicial puede ser bastante prolongado y no se da la suficiente importancia). Además, al tener trabajadores más motivados, comprometidos e identificados, la imagen de la empresa también mejora. Y si todo son ventajas a priori, ¿por qué no se opta por estas soluciones? La clave podría estar en que desde los empresarios, puede existir el pensamiento de que si un trabajador produce en 6 horas, lo correspondiente a 7, en 7 u 8 horas ¿no debería producir lo correspondiente a 8 o 9?, por lo que no vería rentable ese cambio. Desde el punto de vista del trabajador, podría no darse la respuesta esperada en el sentido de “aumentar su rendimiento”, por lo tanto, antes de la implantación de medidas como esta, sería necesarios una concienciación y/o un compromiso tanto de parte de los trabajadores, como de los empresarios, para aunar esfuerzos de cara al éxito de este tipo de medidas.
2.- Conciliación de la vida familiar con un sistema de turnos.
Desde el punto de vista de la conciliación de la vida familiar, la implantación de un sistema de turnos, puede resultar beneficioso en algunos casos y perjudicial en otros. Lo que realmente favorecería dicha conciliación es la flexibilidad en cuanto a horarios y turnos de trabajo, por lo tanto, el sistema de turnos por sí mismo, no resultaría del todo efectivo, sino viene acompañado de una flexibilidad horaria. Eso es comprensible si pensamos por ejemplo, en que un turno de mañana podría favorecer la conciliación, permitiendo organizar la jornada de acuerdo al horario del colegio, guardería, etc. de los niños, nos permitiría realizar tareas por la tarde, cursos, etc. pero sin embargo, un horario de tarde no nos facilitaría tanto ese aspecto, ya que la mayoría de estos centros tienen horario de mañana. De la misma manera, un horario de mañana nos permitiría más tiempo libre por la tarde, que podríamos emplear en la realización de distintas tareas, tareas escolares, ocio, cuidado de personas mayores, etc., pero el turno de tarde volvería a no permitirnos destinar ese tiempo a esas tareas de conciliación. Por otro lado, un sistema de turnos de trabajo, lo que sí que nos permite, sea cual sea el turno, es una mejor organización de la jornada, concentrándola en un turno de mañana o de tarde, minimizando por ejemplo el tiempo “in itinere” (solo tenemos que “ir y volver” al centro de trabajo una vez y no dos). Por lo que en este aspecto, si que la implantación de un sistema de turnos, facilitaría la conciliación familiar. En conclusión, podemos decir que, en líneas generales, un sistema de turnos puede facilitar la conciliación de la vida familiar, aunque también se pueden dar casos en los que esto no sea así, por tanto, habría que estudiar cada caso en particular y ver si esta medida tendría que ir acompañada de otras como la flexibilidad de horarios, para facilitar al trabajador dicha conciliación. 3.- Repercusión en el desempleo (principio de la demanda efectiva). Según el principio de la demanda efectiva, y tal y como se indica en el extracto del artículo, la clave para el éxito de este tipo de iniciativas, viene dada, más que por el hecho en sí de la reducción de la jornada, por el mantenimiento del salario. El mantenimiento del salario, o el aumento del salario hora, tiene varios efectos, por un lado, se puede generar más puestos de empleo, al tener que cubrir el empresario esas horas de menos que genera la reducción de la jornada de algunos trabajadores, dicho empleo se genera además manteniendo las mismas condiciones de salario. Al generar más empleo, se generan más ingresos en la población por lo que se ve aumentado también la capacidad de consumo, no en la misma medida en lo que aumenta el empleo, pero sí que puede aumentar. Por lo tanto cabría pensar que el empresario que ha realizado una “inversión” al contratar más trabajadores, ve de alguna manera compensada dicha “inversión”. Además, aumenta la productividad, por lo que el empresario también genera más ingresos que puede reinvertir, entre otros aspectos, en generar más puestos de empleo. Sin embargo, debe llegar un momento en el la generación de empleo, no se verá compensada suficientemente con un mayor consumo. Según el principio de la demanda efectiva, esto se produce para una determinada cantidad de empleo, que no tiene por qué ser la de pleno empleo, y que viene determinado por el punto en el que coinciden lo que se define como demanda agregada y la oferta agregada.
4.- Consecuencias sociales y de salud para los trabajadores.
En cuanto a las consecuencias de salud y sociales para los trabajadores, la implantación de una jornada laboral de menos horas, manteniendo el mismo salario puede tener muchos aspectos positivos. Tal y como hemos comentado en el punto 1, existen argumentos para pensar que la salud de los trabajadores objeto de esta medida puede mejorar, tienen más tiempo libre para conciliar su vida familiar y/o personal, por lo que puede mejorar tanto su salud física, como la mental (más tiempo para “desconectar”), además, disminuye el riesgo de accidentes laborales, se reduce el cansancio y las horas de trabajo, por lo que hay menos posibilidades. Además, tal y como apunta el escrito, puede aumentar incluso la felicidad de dichos trabajadores, con todo lo que ello implica, tanto para la salud de los mismos, como para el resto de las personas que viven a su alrededor, incluso para su entorno social más cercano. En cuanto a las consecuencias sociales, un aumento de la productividad derivado de medidas como estas, puede llevarnos por un lado a una mejora del mercado local, ya que si aumenta la productividad, cabe pensar que mejoran la economía, puede aumentar el dinero que ingresan las familias y eso podría llevarnos a un aumento del consumo. Además, volviendo a la reflexión anterior, unos trabajadores felices, pueden favorecer una sociedad “feliz” y por tanto una sociedad más dinámica, en la que existan mayor número y variedad de actividades extra laborales, solidarias, deportivas, lúdicas, etc.
A modo de reflexión la jornada laboral de 40 horas, tiene su origen en la revolución
industrial del siglo XVIII, XIX, donde el trabajo era más de tipo físico que en la actualidad. Debido a la evolución del tipo de trabajo que se desarrolla actualmente en la gran mayoría de trabajos, cada vez más intelectual o psíquico, habría que ir reflexionando si dicha jornada de 40 horas, sigue siendo la más adecuada en la actualidad. Experiencias como las indicadas en este escrito, parecen indicar que un cambio podría beneficiar a todas las partes.