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1.

- Compatibilidad entre menos horas de trabajo con el mantenimiento de los


salarios.
Al implantar este tipo de opciones en una organización, hay que diferenciar dos puntos
de vista.
Desde el punto de vista del empresario, la reducción de la jornada laboral, supone un
mayor coste para la empresa, por lo que para que dicha opción sea “rentable” en
términos económicos para la misma, la organización debe de tener algún tipo de
recompensa o contraprestación. La más sencilla, es un aumento de la productividad, ya
que eso supone para la organización mayores beneficios, por lo que puede verse
compensado el aumento de coste. Ahora bien, ¿cómo se llega a una mayor producción?,
porque la lógica nos diría que es incompatible un menor tiempo de trabajo con una
mayor producción.
El aumento de producción puede deberse a varios factores, por un lado, la motivación
de los trabajadores, que ven que sus condiciones laborales “mejoran”, ya que con una
menor jornada de trabajo, tienen más tiempo libre para ellos mismos, que pueden
dedicar bien a su ocio particular, bien mejorar sus condiciones de conciliación familiar,
o bien a cualquier otra actividad social o lúdica. Dicha motivación, hace que el
trabajador, sea más “productivo” a lo largo de la jornada laboral, a pesar de trabajar
menos tiempo, ya que el tiempo en el que está trabajando lo hace con un mayor
rendimiento.
Por otro lado, la concentración del trabajador aumenta, ya que al reducirse la jornada,
el cansancio es menor, y por tanto el tiempo de trabajo es más “efectivo”, más aún si
tenemos en cuenta, que el tiempo que “eliminamos” de su jornada, es precisamente el
tiempo en el que el trabajador, después de toda la jornada, acumula más cansancio y
por tanto aumenta la posibilidad de que baje considerablemente su productividad. En
este punto, podemos introducir otro aspecto, que también haría aumentar la
productividad, que es la reducción del número de accidentes, al aumentar la
concentración de los trabajadores y reducir su cansancio, físico y psíquico. Menos
accidentes suponen mayor tiempo efectivo trabajado y por tanto mayor productividad.
Desde el punto de vista del trabajador, sus condiciones laborales mejoran, trabaja
menos tiempo manteniendo el mismo salario, con lo cual, para él, todo son “beneficios”
en un principio. El trabajador puede percibir dicho cambio, como un mayor compromiso
de la organización hacia él mismo, por lo que en consecuencia, debería responder
aumentando su compromiso también con la empresa. A corto plazo tiene ventajas como
las que hemos nombrado antes, mayor motivación, concentración, etc. pero además a
largo plazo, tiene otras ventajas, ya que, al sentirse a gusto en la organización e
identificado con la misma, disminuye su intención de cambiar de trabajo, por lo que la
empresa también se ve beneficiada, al tener trabajadores con mayor experiencia y una
menor rotación de personal, disminuyendo también considerablemente el gasto en
formación inicial (según mi propia experiencia, muy a tener en cuenta, ya que en
determinadas tareas, el tiempo de formación inicial puede ser bastante prolongado y no
se da la suficiente importancia). Además, al tener trabajadores más motivados,
comprometidos e identificados, la imagen de la empresa también mejora.
Y si todo son ventajas a priori, ¿por qué no se opta por estas soluciones? La clave podría
estar en que desde los empresarios, puede existir el pensamiento de que si un
trabajador produce en 6 horas, lo correspondiente a 7, en 7 u 8 horas ¿no debería
producir lo correspondiente a 8 o 9?, por lo que no vería rentable ese cambio. Desde el
punto de vista del trabajador, podría no darse la respuesta esperada en el sentido de
“aumentar su rendimiento”, por lo tanto, antes de la implantación de medidas como
esta, sería necesarios una concienciación y/o un compromiso tanto de parte de los
trabajadores, como de los empresarios, para aunar esfuerzos de cara al éxito de este
tipo de medidas.

2.- Conciliación de la vida familiar con un sistema de turnos.


Desde el punto de vista de la conciliación de la vida familiar, la implantación de un
sistema de turnos, puede resultar beneficioso en algunos casos y perjudicial en otros. Lo
que realmente favorecería dicha conciliación es la flexibilidad en cuanto a horarios y
turnos de trabajo, por lo tanto, el sistema de turnos por sí mismo, no resultaría del todo
efectivo, sino viene acompañado de una flexibilidad horaria.
Eso es comprensible si pensamos por ejemplo, en que un turno de mañana podría
favorecer la conciliación, permitiendo organizar la jornada de acuerdo al horario del
colegio, guardería, etc. de los niños, nos permitiría realizar tareas por la tarde, cursos,
etc. pero sin embargo, un horario de tarde no nos facilitaría tanto ese aspecto, ya que
la mayoría de estos centros tienen horario de mañana. De la misma manera, un horario
de mañana nos permitiría más tiempo libre por la tarde, que podríamos emplear en la
realización de distintas tareas, tareas escolares, ocio, cuidado de personas mayores,
etc., pero el turno de tarde volvería a no permitirnos destinar ese tiempo a esas tareas
de conciliación.
Por otro lado, un sistema de turnos de trabajo, lo que sí que nos permite, sea cual sea
el turno, es una mejor organización de la jornada, concentrándola en un turno de
mañana o de tarde, minimizando por ejemplo el tiempo “in itinere” (solo tenemos que
“ir y volver” al centro de trabajo una vez y no dos). Por lo que en este aspecto, si que la
implantación de un sistema de turnos, facilitaría la conciliación familiar.
En conclusión, podemos decir que, en líneas generales, un sistema de turnos puede
facilitar la conciliación de la vida familiar, aunque también se pueden dar casos en los
que esto no sea así, por tanto, habría que estudiar cada caso en particular y ver si esta
medida tendría que ir acompañada de otras como la flexibilidad de horarios, para
facilitar al trabajador dicha conciliación.
3.- Repercusión en el desempleo (principio de la demanda efectiva).
Según el principio de la demanda efectiva, y tal y como se indica en el extracto del
artículo, la clave para el éxito de este tipo de iniciativas, viene dada, más que por el
hecho en sí de la reducción de la jornada, por el mantenimiento del salario.
El mantenimiento del salario, o el aumento del salario hora, tiene varios efectos, por un
lado, se puede generar más puestos de empleo, al tener que cubrir el empresario esas
horas de menos que genera la reducción de la jornada de algunos trabajadores, dicho
empleo se genera además manteniendo las mismas condiciones de salario. Al generar
más empleo, se generan más ingresos en la población por lo que se ve aumentado
también la capacidad de consumo, no en la misma medida en lo que aumenta el empleo,
pero sí que puede aumentar. Por lo tanto cabría pensar que el empresario que ha
realizado una “inversión” al contratar más trabajadores, ve de alguna manera
compensada dicha “inversión”.
Además, aumenta la productividad, por lo que el empresario también genera más
ingresos que puede reinvertir, entre otros aspectos, en generar más puestos de empleo.
Sin embargo, debe llegar un momento en el la generación de empleo, no se verá
compensada suficientemente con un mayor consumo. Según el principio de la demanda
efectiva, esto se produce para una determinada cantidad de empleo, que no tiene por
qué ser la de pleno empleo, y que viene determinado por el punto en el que coinciden
lo que se define como demanda agregada y la oferta agregada.

4.- Consecuencias sociales y de salud para los trabajadores.


En cuanto a las consecuencias de salud y sociales para los trabajadores, la implantación
de una jornada laboral de menos horas, manteniendo el mismo salario puede tener
muchos aspectos positivos.
Tal y como hemos comentado en el punto 1, existen argumentos para pensar que la
salud de los trabajadores objeto de esta medida puede mejorar, tienen más tiempo libre
para conciliar su vida familiar y/o personal, por lo que puede mejorar tanto su salud
física, como la mental (más tiempo para “desconectar”), además, disminuye el riesgo de
accidentes laborales, se reduce el cansancio y las horas de trabajo, por lo que hay menos
posibilidades. Además, tal y como apunta el escrito, puede aumentar incluso la felicidad
de dichos trabajadores, con todo lo que ello implica, tanto para la salud de los mismos,
como para el resto de las personas que viven a su alrededor, incluso para su entorno
social más cercano.
En cuanto a las consecuencias sociales, un aumento de la productividad derivado de
medidas como estas, puede llevarnos por un lado a una mejora del mercado local, ya
que si aumenta la productividad, cabe pensar que mejoran la economía, puede
aumentar el dinero que ingresan las familias y eso podría llevarnos a un aumento del
consumo. Además, volviendo a la reflexión anterior, unos trabajadores felices, pueden
favorecer una sociedad “feliz” y por tanto una sociedad más dinámica, en la que existan
mayor número y variedad de actividades extra laborales, solidarias, deportivas, lúdicas,
etc.

A modo de reflexión la jornada laboral de 40 horas, tiene su origen en la revolución


industrial del siglo XVIII, XIX, donde el trabajo era más de tipo físico que en la actualidad.
Debido a la evolución del tipo de trabajo que se desarrolla actualmente en la gran
mayoría de trabajos, cada vez más intelectual o psíquico, habría que ir reflexionando si
dicha jornada de 40 horas, sigue siendo la más adecuada en la actualidad.
Experiencias como las indicadas en este escrito, parecen indicar que un cambio podría
beneficiar a todas las partes.

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