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( 1

LOS PIRATAS EN CAHTAGEN)


,..,·-~--·-~·~--.,
..'

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J 1
SOLEDAD AGOSTA DE SAMPER

LO~ PIRATAS EN CARTAGENA

CRONICAS HISTORICO-NOVELESCAS

Larla al señor Do~lor D~n Rafael Núñez-Contrstarión dd señor Pmiden:e


d~ Colurobia-lntrodoecióo-La venganz11. de un Piloto-El ilmiraw
[orsaril) l"ltnmco Drate-Los filibusteros )' cane!Jo JimPno-EI O~LpJ
Pi '"aluta y el Fili~ustero Morgan-La E1pcdición del Almirante Yet .

Bogotá

nrPllE~TA DE L.l LíZ

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PT'opiecl cul de la ,./-b.7..to7>cf..

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'
J:N D !:CE.

Carta al eñor Doctor Don Rafael Núñez, Presi-


dente de Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . nr
Contestación del señor Presidente de la Repú-
blica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . YII 1
Introducció n................ ................. . IX

Los PIRATAS EX CARTAGESA... . . . . . . . . . . . . . . . 1


La Yengauza de un Piloto. . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
El Almirante-Cors ario F. Drake......... .... li
Sancho J imeno y los Filibustero~>.. . . . . . . . . . . 6.;
EL ÜBI'PO PIXDRA.HITA. Y JUAX MORGA.::\ ...... U!l
L~ EXPEDICIÓX DEL ALlirRA...\"TE YER:::\0:::\ .. . . . . lll~l
Cap. I.-La oreja del Capit(tn Jenkins ... .•.. lit
Cap. II.-La. declaración de guerra ........ .. 1~:1
Cap. !H.-Ataque á Portobelo ........ ...... l!l.i
Cap. IY.-.álbertina de Le)\a .............. 20:,
Cap. 'i'.-En alta mar ................ ...... 2l:i
Cap. \T-En Inglaterra ................ .... 22:
Cap. YII.-Se reúnen las Escuadras para ata-
car á Cartagena.. . . . . . . . . ............... 23: ,
Cap. YIII.-Dentro de las murallas de Car-
tagena ............... ............... ..... 2!1
Cap. IX.-El castillo de San-Lázaro ......... 251
Cap. X.-EI a.."Ulto ................ .......... 2;j:J
Cap. XL-El d~:..,enlnce de toJo............ .. 2137

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C1\RT A DEDICATORI.\.
Al Excclcntísim " -·· : ;·. !J. n:J.lael :'iúiícz, Pre~ Ucnt e de Col•,mL;,,.
Estimado señor y antiguo amig0
¿A quién, sino ¡Í n~ted, podría yo dedicar· esta obri-
ta, fruto de mis veladas de los últimos dos me:<e;o ~
Cartagena ha sido siempre para llli espíl'itn una d,·
las ciudades más interesantes de Colombia, no tan
sólo por su poética belleza, por la amable hospirali-
dad que siempre he recibido en ella las veces c¡ne h
he vh;itado, y por su lleroica hbtoria. -desde el 1l' "-
cubrimiento, :~J empezar el siglo XVI, hastalos,¡ton-
tecimientos ocurridos allí en d año últiruo,-~ill<>
talllbién porque en sus playa Yaga para. mí el recuEr-
ilo de mi padre, á cuyo lado visiti! en la infanci:t
aquellas lllagníacas murallas; aquellas ru\nas a~mn­
brosas de una go:-and("Za que aún no ha muerto. A ?l
oí referir por la vez primera la histúria de Cartagena,
y lo sucedido allí en la ~poca colonial y en el glorio
,.;o sitio de 1 15. E,:tos recuerdos no Scl han borrado
nunca de mi lllente.
Hacía mucho tiempo que yo deseaba escribir ah:o
por extenso acerca de las tragedias hi~t(>ricas ocn-
rridas en Cartagena; pero no había tenido oca~i(n
<le realizar aquella idea, ha."ta qtte, al eneargar!Ul'
clel FIJ'I 1 ; n de La JYa~ión, se me ocurrió que éHe
llebería contener alguna narracione. hLtórico-no w-
lE::;cas de interés en la actualidad, y erup€el- "'Cri-
Lir los cuadros que u~ted lm t.•nido la bonJa !l ¡] p
leer, según entiendo con algún aprecio, n .... por c•l
e~caso mérito que ellos tengan, sino por 1·eferirse ; -'
dudad natal.
Suplico, pue>', : 'l"ted que acepte estadedicatoríi' ,
colllo un pCtblico testimonio del qrantle aprecio y
,-e:r,ladera alllistad que profP.so al l •egenerador de llii
I · tria y nlm1í.s il u...rre de los llijo" J.e Cmtagena.
:lle repito de ustf>d atenta ..;eryidora y allliga,
SoLEDAD .\co::;TA DE S ,LIIPER.

Bo~otá, Enero 24 de lS-.c :J.

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CO~TEST.lCIÓX.

A la señora n.• Soledad Acosta de Samper.

l\Ii dbtingn ida seiwra y antigua amiga.


Soy, desde ai1os atro.~, lector asiduo de cuanto
.-u noble pluma escribe; y los cuadros históric os que
;mhlica La .1.Yaciún, handeb idonatu ralmen te, deuua
mauera especia l, iutere;.a rme.
La dedicat oria que usted se digna hacerm e de la
t•olección de esos cuadros me es, por tanto, doble-
mente grata y honrosa , y la acepto con reconoc il.uien-
to profund o.
Ligado . durante muchos años. it la respeta ule
<:n.a de usted por vínculo político , en la obra ele ..·al-
Yaciún ual'iona l ú., :e u "ted bondad osamen te aluue,
dt>bO ú ustedes una de las mfu; efic•aces coopt>-racione:-.
1:1 enorme conting ente de c11 ilu,..tre e.~poso. el :-ei1or
1, >etor ...,amper e>< demn:siado notorio . La parte P•'r
::-;:mal de usted es meno-, conocid a; pero t6nto ;í mí
me eorlbta, <}ue m(~.S de una rectiticacioín de idea.'
debo á palabra s ><uyas, proferi da· E'n tiempo oportn-
uo. en la ~poca tempe"tuo~a de 1875. en que tu\·o
prineip io ~ :;urame ute la c•oruplicada labor de R ~~­
neraci..Jn. prúxim a yú (L final y feliz de enlace.
Hepito ú n ·ted. eon todo re"peto , la e:xpre~iún de
mi ~ratitud: y aproYe cho la oponun hlad para "u'-
<>ribirme de w.ted ,eguro ~ervidor y IE·al m~-·~~·

RA.FAE L ... -L'.5Ez.

Bo;ot«., 23 de Enero de t.::~ti.

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INTRODUCCION .

•'
. ?
. ""
~ ' A cnviilia, la emulación y el odio qu(
<r el gran poderío de Espafia en el • ~ u~ n)
.'Tundo despertó entre las demás nacion e,_
t:• n·opeas, se había traducido por medio de
ataques y vías de hecho: cosa natural en nu
tiempo recién emancipado de la barbarie ~­
que acababa de salir de la época de transición
llamada de la I:Jad 1Icdia. Aquellos ataque:
injustos contra Espafia se pusieron en planta
por ciertas asociaciones y compafiías de pi -
ratas, corsm·ios, filibusteros, bucaneros y
n\entureros de diferentes nacione8 y parti-
culanncnte I ngleses y Franccs ~s, los cuales,

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Introducción.
------------------ ~

'COn el pretexto de auxiliar á sus Gobiern os y J

Leyes, -casi coutinua~ente en guerra. con-


tra España ,-se dieron á robar los tesoros
que llevaban de las Colonia s á ln. madre r. -
tria, cometie ndo al mismo tiempo inoumc -
·ables desafue ros y cruelísim as accione s en
los puertos hispano -americ anos, como po-
día temerse de malandr ines sin Dios ni Le'>. o/

Esta.blecidas aquellas asociv.ciones de pi-


ratas en varias islas de las Antillas , que habían
logrado tomar por su cuenta, muy en brcyc se
hicie ron poderos os y temibles , y las l~.xpecli­
cioncs que sus .Jefes enviaba n con trn. la.
'J't'Nra- f'inze causaba n el espanto :· el te-
11 or de los colonos, q ne jam:is podían ·ürir
tranquil os y seguros.
~eñalarernos aquí muy de paso los nom-
bres de las Lxpedic iones más importa ntes
qne atacaron las costas de los territori os que
hoy forman la Repúbli ca de Colombia.
Los primero s que arrninar on las recién
fnuclaclas poblacio nes ele Santa -~Iarta r Car-
tagena, en l) t , pertene cían á ln. ~-ación
1

T~rancesa~ y los historia dores espaí1ole.s 1Ia-


man ti su . efe Roberto JJaal ó Balwl. Tras
é~tos Yinieron los tolerado s y cuYindos por
ln. ~ cina Isabel de Inglater ra, al mando
ae los llazckins, padre é hijo los cuales

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hl!'odncc iún. XI

arruinaron :1 N ornbre-cle- Dios y á Itío- ~1c­


Hacha. Después Francisco Dl'ake atacó tÍ
Santa-~Iarta, Cartagena, Portobelo y Cha-
gres,-·entre 1570 y 159G.- GuatC!'al se
apoderó de varios lugares en las cercanías
<le Portobelo, y lo saqueó; Francisco Loloi.~
hizo otro tanto; pero después de haber ro-
hado muchas de las poblaciones del .; tmo,
murió á manos ele los Jnl1ios del Dari~n.
-no de los más audaces filibusteros del
siglo XYli, Juan .Jforgan, no se contentó
con sa.quear :1 Portobelo, sino que entró por
el río Chagres, y atravesando el ls tmo llegó
hasta Panamá, tt la cual atacó, 1obó y com-ir-
tió en cenizas, ayudado por Carlos IIenrirJUI!
..Olerlo: (1 ), que se hallaba en las aguas del
Pacífico con una fragata ingles:t.
En aquel mismo siglo Jnan Spring atacó,¡
Portobelo, en lG70; en lGSO Bartolo,.t.:
¡_'ltmp, Juan Gunrlen ó S wan TYr{{Tcl' y Bat-
tolomé Bolnze1t 1 ~t · cicron el mismo viaje d. tra-
vés del Istmo, en connivencia con los Indio·
del Darién, y, de~pués de muchas a\'enturas,
los que lograron salir cou vida regresaron á
Europa en las naYcs espafiolas que encon-
traron en el Pacífico.

(1) E!>te f u' aj n~ticia<lo uoce aii.o,.; dí'. pul-• cu el


Perú.

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Xll Introd·ucción.

Algunos años adelante, un Jefe enviado


expresamente por la Corte de Francia,-el
Ba'r6n de Pointís,-se unió á los Filibuste-
ros para atacar y tomar á Cartagena.
Al empezar el siglo XVIII, los corsarios
ingleses Tomás Oolb, Guillermo Dampier
y otros cometieron toda suerte de depreda-
ciones á uno y otro lado del Istmo de Pana-
má, y dejaron manchados con sangre sus
nombres en los anales de nuestras costas. A
mediados del siglo XVIII, los puertos de
Porto belo (1) Chagres y Ca.rtagena fueron
atacados por las Escuadras inglesas,al mando
primero del ..ilmirante Hossier, despué&
del _\.lmirante Y crnon, y finalmente, de G¡,:
llermo Kinhiesel, enviado por el Almirantu
Ogle.
Los hechos ejecutados por estos enemigos
de España, y los acontecimientos ocurridos
durante aquellos ataques, todos más 6 menos
dramáticos, dan una idea de lo que eran las
costumbres y los caracteres de aquellos pa-
sados siglos; por lo cual nos hemos propuesto
narrar en los cnad.ros histórico-novelescos
que se leerán á continua~Jión. algunos de los
sucesos más interesantes que hemos hallado,
(1) En siglo y medio, de 1596 á 174-4, Portobelo fuG
invadido y saqueado seis yeces por los Ingleses.

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Introduc ci6n. XIII

particularmente en la historia de Cartagena,


una de las ciudades que más odiaban los
Piratas, y la única que logr6 defenderse con
brío contra. sus enemigos, aunque no siempre
con éxito feliz.

.. .....

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LOS PIRATAS EN CARTAGENA

CUADRO FRU~ERO

LA V.E:::-TC::·ANZA .DE UN PI....,0!' _

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I

({trt.'
/-~)OSCIL''fOS azoe~?
i ,. 1 -H~ lo dije.
-l'ero . . ..
-:Xo me repliqu.:.s.
-Pürmitidm r, 'úuicnie llejincs, deciro., qu 1
l' loto C'S hombre mulo, peligroso, y quo si uo muv
1 de lo:> azote.; ....

-;Qué ha de morir, si es una 1lera LraYía:


-Por lo mismo".t:i qneda YÍIO_. no ducléi' 1h• í u·
e> ven6arñ. . . ~Icjor ::;e>ría mandarle .l,orcr.. '
clrjnrlc> libre> y si u ca~t igo.

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4 Los Piratas en Carta[!e na.

-Xo puedo ni quiero lllatarle .... Su falta h;l


údo gr:rrísin m, pero no tánto que me permita qui-
t<ll'le la Yida .... Le encontr& ¡el miserab le! apo-
rreando ú una. niüa infeliz porque ésta había ¡]e-
fe:mlido una gargant illa de oro que 61 b querí,1
:trranca r .... y como le reprend í fuertem ente, m•
insultó y le mandé preso á la cárcel; de allí bl'
huyó con tres reos m1Í.S, y le encontr aron asaltand o
mw. ca:;a Jnu-a roharla.
-Buen a piez<t: ....
-Ya ns, JJo llliC\lO mandar le ahorcar , ni c·l ~e-
flor ~.ouel'uallor, que me ha Jado sns poderes , lo-
aprobar ía; pero deseo castigar le de nua manc:r;t
'lue no le permita ohitlar su estadía en Cartagc na.
-Bien, · tniente Bejincs, seréis obedeci do; pero
mucho me trmo que os pesará.
-~~o lo creo .... aquel hombre es un miec:·f\· l
y deseo r¡nc salga del puerto apenas haya. purgado
~ns crímene s.
-Y eré cúmo le cmb;trca mos en la primcm na re
•1ne se prctente .
-Yo mi ·m o iré {t presenc iar el castigo; , avísame
cuando ·ca tiempo.
El P11Jto ~nfrió Jos uoscien tos azotes en silencio ,
y ll:lrceín. que más le doliera ln. Yergücn za de su-
frirlo", r1ue el üolor üe recibirlo s. Arroj~tba sobre el
Tcnic>nh• n jíues, que era un g<\llardo mozo, muy
farorito del ( bcromlor llercdia , mirada' tale~ do
otlio iufernnl , qne ~,te no pudo menos que recor-
dar lo que le haiJ¡n. dicho el subalter no, ú quien
1 u:a confLulo el castigo Jcl delincne utc.

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La 'DM[Janza de un Piloto. 5

Pero cuand o supo que el !lilot o había pasad o por


, y
la rnda prueb a sin mayo r deter ioro en su salud
ña,
qne se había emba rcado con rumb o hacia Espa
muy mohí no y cab:z bajo, sintió gran desca nso y
en breve olvidó el incid ente.
Don Pedro de llcrcd ia había regre sado de ;;u
exped ición á Antio •lnia, muy mal ~rccho en famrt
lo
y en hacie nda, pues perdi ó en elln. much o de
r¡ne había ganad o en otras; pero los grand es pre-
parati Yos que hacía para volYer {1 empr ender nue-
de
Yas corre rías, pu ieron en movi mient o la ciuda d
ocupó activ amen te
Carta gena, y Alons o Bcjin es se
y dinero:=,
en ayuda rle á acopi ar homb res, arma s
ns: como toda suert e de bastim entas propi os para
e~ caso.

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II

,~1.·_
r"'~

·; ~Q.CEL siglo fné el de toda especie ele a\cl1tl1-


f · ..· ras, unas crimi nales , otr•ls sanbt s: unos ~1!
prcci pi tallan contr a los seres indef ensos para a
lO·

derar sc de cuant o tenía n; otros volab an á <lmpa rar


y socor rer á los desgraciados y con vcrtir {t los rc-
ciún conqn isbdo s·idó latras ; estos quita ban la vi
h
:í. milla res de homb res, y esotro s ofrem hb:.m su Yi(h
por conqu istar almas para Dios.
En tanto que. 'an Franc isco Jade r reéor ría la~
,;
Inditl s Orien tales J San Luis Beltr án las Inrli.1
Occid en tn les, con el objeto tle prote ger, :tm parar
y

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S La ven.[Janza ele 1m Pilvto.

llar la YÍLla tlcl nl mu ú millare s de in dí "'emts nna


ü '
11ube de piratas recorr ía los mares 11ara robar y
a5csin ar :í cnanto s encont raban <1c:-:apercibidos.
Según D. Jn~to Znragozn, 1 p.'lh~hm r·ratn
Yiene del griego ]>¡'eJ-atcs, r¡ue significn. ladrún r¡ue
mula ?'Obmulv por eluw¡· , y es cruel y despiadadn,
tJWIIÚ!J O det !}éne,·o humano.
'i'cnian los I "JCS tic ac¡nel tiet .po tnn poca itlea
<,e lo qne },oy llamam os honor, qno los sohern nos
de Inglat erra y Franci a no Jwllnbnn incOJn-enicntc
fll pcrmit i1 que en sus puerto s prepar asen
los pi-
ratas mwíos casi públic ament e, con el objeto de ie
ú ntnca:r las colou: as ue otras na;;iones con t¡niene;;
t~taban en guerra . Es cierto r¡uo los Reyes
de Jn-
:::h tcrra y Franci a asegur aban c¡no ellos no prote-
~ían las pirater ías de sus súbdit os; pero en secreto
flábnn lcs licenci a para que enarbo lasen las bandcr ns
t1e sn3 Ilaciones, y con eBas pasase n el mar y ro 1J:>-
&u los 1merto s do la .Améric:t llel • m .
l-n bl Uober to Baal (sin dndü Jc or'gen fiümen-
co. pero súuuit o francé ·), pn'J);nal>u en el puerto
: l IIanc una c:spediciúu do :n-entu ras part\ ata-
wr í las coloni as E·pano lus. Los uescal auros su-
fridos durant e tántos aíios por los ejércit os fran-
f'e~es que comba .íun contra los Espaflo1cs, hal/a

puesto de muy mal humor á Franci sco l . "'~ nsi. ést~
}lOr entonc es no ponía trabas ningnn ns : las expL'-
dicion es il:citas de los oors::.rios enemig os de E -
1ana.
Pirater ías y agre.-iones de var:o, pueblo~ <1 E.u-
rop eu la Arufrica Bpall. ola.

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Los Piratas en Cartar¡ena.
- - - - -- - - - - - - - - -- -
lloberto Rtal llc>aba en sns huques gran n úmcro
de jóvenes á fJ_nienes había engañado, asegurámlo-
les c1nc su intención era fundar una colonia en b
i~h de Sun-Orist6bal, y Ít los cuales daba nna corta
f'an ti dad para e¡ u e comprasen armas y mtmiciones,
:í truequl! de firmar obligaciones qne les conn~r­
tían en esclavos suyos durante br¿os niios, sin
compren<lerlo, sino cuando yá no había remedio.
La flotilla se componía de varios tarcos bien ar-
mados y lripnla!los por gran número <le crimina-
les escapados de todos los presidios de Europa, y
de los mlís robustos e inocentes jóvenes r ue Baal
había podido átrapnr.
Iba yít :í leYnr andas el buque mayor, cuando se
presentó delante !lcl pirata un hombre que pitliú
fJlH'le enrolasen entro los soldados. Quiso hablar
aparte al Jefe.
-Xo os pido nnda, se!lor, dijo á naal, y firmnrG
)o r¡ue mamléis ... :Jie eonstiwiré en vuestro es-
elaro, no por cierto número de niios, sino por toda
b Yidn, con sólo nna oonclición . .. .
- ¿Quién os ha dicho que yo lleYo cschnos: prc-
gnutó Baal.
-Xadie .... Yo sé y conozco á fondo las condi-
eioncr del pacto qnc hacéis con los qne llevitis
como colonos .. , . y conociéndolo me t clhiero t
ello .... 11ero, como os he dicho~ con súlo una con-
tlición ... .
-,:Y cu:U es esa condición?
-Que a.oaJtaréis á Carta gen a de India· . .. ,
ru .. !nz diahú.lica lJ.rill() en 1c.:; oj il üel pira· ••

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La ~enganza de tm Piloto.

qué Ít Oa1·tagen a?
-Porque allí podr éis h:1cer rico botín.
-¿Y qué n1ás? . ..•
- No más ....
- ¿Y qué moti'"o tenéis para eso? ¿No sois acaso
Español?
- Sí.. .. pero qttiero vengarm e de U.ll hombre .....
y de la población entera.
- Oo m prendo .. • • P ero ¿conocéi s la manera de
entrar en ese puerto?
- He sido por muchos a!1os práctico y piloto eu
todos los pnertos de Tierra-F irme.
- Bien .. .. ¿Cómo os llamais?
- Íiligo Orma.echea.
-¿Sois Vascong ado? *-
- í. . . . y por eso nada ol\·ido jamás . ...
- Os tomo á mi costa . . . . Si sois piloto, como
(lecís, en brHe lo veremos d nmu te la na H:gación ;
y si nos llení.is ocultame nte á Oartngeu a de InuiaP,
v tcsb:a parte de presa será igual [t la de nn Oficial,
es decir, igual :í. lo. de och:> solUados . ...
-Repito , Capitán, que yo no piU.o sino una cosa :
que me llevéis CL Oartagen a y me permit.1is hacer
h presa q_ue se me antoje; nó de dinero, sino de
otra. CO"a: lo dcm:í.s no importa . ... Yo no YiYo
sino para yeng<trme; yo no existo sino con esa in-
tención grabaua con letras do fuego en el .fonuo
de mí alma . ...

'Otro dicen que era de origen corso.

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III

;t 1
oÉ ero CerL,gcna en ec¡ucll> época?
'( · · pobre caserío rodeado de espesa mon tafia,
r,,
sin murallas, sin fortalezas, ~in puentes. Boca-
Grande estaba auierta ú la entnllh del mar, y los
navíos más grandes penetraban por allí, de manera
que nada era más fácil ni más frecuente que el \('l'
...,nrgir de repente un barco á las puertas ele Carta-
~ena, sin previo tniso :r sin saberse cómo.
Ln' i:;las adyacentes, y ur¡ucllas cubiertas hoy de
ediflcios, estn.ban una, enojadas de malcz<l · y ele

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12 La venganza de 1tn Piloto.

fJc.rns, y otras in.festac1as tolla da por tribus do in-


dígenas . La P,1pa y 8an-Fcl ipe estaban aún cubier-
tos ele corpule ntos úrbules· los únicos edificios do
c,1l y canto r¡nc había en la cintlatl eran una ])tute
(1c la Catedr,l l (empeza da á etlificar en 15:3 ), el
Hospita l y las casas del Adelant nllo Don Pcuro do
IIcreuia , las cuales abarcab an mucho terreno y tc-
J:inu una puerta que miraba á la bahía y otra Ít la
01 touces callo princi¡M l.

Pero si la població n era poco hermosa , lt\ gente


parecía muy alegro y di>ertid a, y so apro•ec haban
l1c toda fie:>tu ue iglesia para formar bailes en las
casas, y juegos de toros y torneos en las plazas pú-
lJlicns.
La fiesta ele Santiag o .\póstol , Pcttrón de Espa-
iia, el 23 lle Julio de 13-1-1, iba .1 celebrar se eu
Cartage na con grandís imo boato. :El GobcrnaLlor
lit:retlia casaba á su hermann, favorita con un Ca-
l itán :J[osr¡nera, que prometí a hacer Incida carrera
en la Colonia , y escogió el día del Apóstol para
rlnc la ceremon ia se llen1se á cabo con la mayor
¡-Q]L•mniJad posible.
llabían L1c jugarse caíías en la plaza mayor; pre-
parúbas e pl<l:~a de toros en la isln que se llamó des-
pu~ · Gl'tzem aní; la iglesia. Catedra l estaba aüo:-
nndísim a para la fic¿ta religiosa : la damas habían
1 reparad o ri::.tosos "tntjl!s, y los ga.hmcs no las iban
('IJ zaga con re.::pecto l'i vlumnje:o, terciope
los: bor-
dados Llc oro; los cocü1ero· ID¡ts afanH>•los te11ían
encargo do hacer ricos pl, tos rara las me;;a" de los
'cciuos más ;_¡cou:ocl.ados, y la tarde anterior ha-

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Los Pirat as en C'artagrma. . 13

tosos
bían mata uo mnlti tncl de aves, lecho nes apeti
velad: :t
Y otros anim ales qnead erez1 .ron dura nte Lt
para traba jar meno s al día sigui ente.
renrli -
En fin, todos se acost aron nr¡uella noch e
con lo que halJía n rlc
dos Jo cansa ncio y sofía ndo
r en la prc-
lucir , de come r, de diver tirse y lucra
pnral lu fiesta.
luna,
La noch e estab a oscur a, porq ue no lJabía
ulnn iunnm erahl cs
poro en lo alto del ciclo lJrill
perez osa-
estre llas, y sobre la mar se arms tmba
para. el
ment e nmt nebli na qno anun ciaba c,tlor
las olas
tlía si~uiente . La lillar estab a tranq uila;
bntí:t n las playa s con acom pas:u lo murm ullo, y los
bla.IH lamen tc,
úrbul cs ele lo~ conto rnos se mecí an
. haci:t
impe lidos por la brisa que sopla ba de tierra
r] mar.
Las lnccs se había n iJo apag ando nna ú una
en
y por últim o no Fe viú
tollas las casas de la cinlla,c1.
na tlc
mús luz que la r¡ne se filtm ba por nun. Ycnta
ciclan -
la Catoclml, reflejo de la lám·p ara r1ue arclía
te drl Sagra rio.
-Oig o un rnído extra üo del hulo del mar, clijiJ
nno de los n~ciuos, incor porán uose en su hama ca y
llama ndo á sns cri:vlo~ .
- oiíor, le conte staro n, es el >icnt o qnc cm.:--·
___..-'

11ieza 1 lHan tarse y annn cia quizá s un temp oral


para maila na.
1- ·
-P<tr écen .e oír >occs de mand o, grito s nhog·
tlos :; ruítlo de arma s ....
res de
-El yi nt.o snele reme dar trJC1os los rumo
o ~.
la ticrm ,-con testó le uno U.e los rsoi1olientos criarl

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1-! La venganza de un Piloto.

El hidalgo se enyohió en los p1iegt~es de su ha-


maca y todo quedó en •ilencio.
nato deslmés el enfermo y tullido, herman o del
Adelant ado llcredia , Don Alonso, despertó sourc-
saltado.
-llcrmano~ le gritó, llamánd ole.
El G ouernad or, r1uc reposab a en la vecina estan-
cia, de~pertó.
-¿Quú sucede? prrgnot ú.
-Escúc ha, le contestó el otro: todos los perro
del lugar ladran espanta dos; los gallos despiert an
sobresal tados; algo sucede en la ciudad.
-y¡, Yendrá la aurora, repuso el Adelant ado.
Y, levantán dose, se acercó al Yecino balcón. Esta-
)Ja oscurísi mo, como suele suceder poco antes del
amanec er.
En aquel moment o sonaron en diferent es 11artt.~.,
de la ciudad atambor es, aüafilcs y clarines .
- ~crá en honor de la fiesta del ~pústol ~ exelam·í
Alonso.
-~-o tal~ dijo el Gouerna dor: descono zco eso;;
sonidos ....
-Enton ces ¿r¡ué significa ? ....
-Qnc tenemos enemigo s dentro de la ciuuad ,-
dijo Don Pedro, YÍEtiéndosc apresur adamen te y
dando YOecs pura llamar á sns criados.
Poe0· moment os dcspnés h cind.ul es ab::t en lo~
mayon; conflicto s: lo;; piratns france:;c~, capita-
ne:ulos por llobcrto B,ml, hauían penetra• lo por
Doca-G rande.. nprorec hándosc de ln. o.:curilln d de
l:t noche y del de;;cuído de Jo- habitante.::, y, guia-
<os por 1 tr;1iuor ¡,noto Íñigo Ormnce hen, Lnbínn

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Piratas en Cartagena. 15

rodeado la ciudad y se apercibían para saqucl\rla á


sn sabor.
Las esceMs de horror, de espanto y de congoja
fueron muchas; Cartagena no había sido antes
atacada por lJiratas, y nadie se había preparado
para semejante desgracio. Los ricos trataban de
1n:1r á los cercanos montes, llev-ándose sus tesoros,
y lo., }>obres procuraban escaparse para no caer en
manoii1 de los enemigos. Las mujeres gritaban, los
niüos lloraban, los hombres daban v-oces, los mili-
tares buscab::m sus armas, los sacerdotes y los frai-
les pedían (~ Dios misericordia ....
Cuando el sol surgió sobre el horizonte, debió de
sorprenderse al encontrar la c:ndad que había de-
jado tan tranquila la tarde antes, teatro de seme-
jantes escenas.
El Teniente Bejin-:s estaba recién casado, y su
mujer era tan bella cuanto >irtuosa. El túl, apenas
oyó la algazal'a, se lenmtó prontamente, y dejando
ú su mujer en el aposento, bajó á la puerta. de la
calle para preguntar lo que snceuía.
ALriú la puerta cautelosamente , y como Yivía en
una calle ~xcusaua, no oyó ruiJo ninguno en ella,
y sin prccaut:iones sucó el cuerpo afuera .... X o se
oía nada, y la o~curid.aLlno le permda Yer ú dos
)1H"OS UC di ·tan cÍa, CUUnUO UC l'Cl'CDte oyó UD;l YOZ
cstrillen te r1ne decía:
-)lnére, tirano! ... que este pago tolo da el que
drcn ta2 e~
Y al mi~mo tiempo sintió que le hundían en 1.
cspaliln, atmYesándole de parte á parte, nu Lrgo
y ngudbiwo puü, l.

©Biblioteca Nacional de Colombia


lG La tiettganza de ttn Pilolo.

C.1y6 al suelo el desgraciado Teniente, l.Jaüado en


su ~angre; r¡niso hablar, pero no pullo hacerlo;
mas al leYaJÜar los ojos vió, iluminado por los h<l-
choncs que llevaban encen(lidos algunos de los pi-
r:.ta:> que pasaban en a.r¡nel n;omento, LL cruel y
o;engatiya mirada clel Piloto, .~ r1uien hahía man·
datlo azotar un afio antes.
:EstremecJóse el mori bnndo, recordando, sm
duua, la profecía del :::iargcnto, y al tratar de in-
corporarse, quedó muerto ....
-.\.hora, dijo el Piloto, acabaré de >engarme;
.Y entrÓ 11!"CCÍpÜad::uucntc Cll la casa ud <¡UC baUÍlL
a~e,inndo.
)[omcntos uespUÚ' salía de ht casa 1lentn1l0Se (L
la hermosa mujer del des lichado Teniente, á quien
pretendía l!entr ú uno de los nadas cor~ario·,
dutla para c¡ne le dieran rcsca.-<• por ell:t: pero c~1
~n proci pi tación se tropct.ú coutl'il el postrado cncr-
l o de .:;u YÍctima, y para no caer. tn \O que ~ollar sn
prc:>a. E:;to salvó á la viuda de lkjine::;, h cual
logrú huír y ocultarse de m•m·~ra r¡nc d prrnrso
1 o la pUtlo hallar, á pcmr ue las muchas l1csqnisas
qnr hizo p:tra <lar con ella.

Uo3 aii.o' después, día por día. el mahado Íiii;·)


Ormacchca moría sacrifica~ lo por los Ir.llio, e, rib("
de un. tlP las Poqncflas .\.ntil.ns, lo:> cuales se ha·
bíun upotlcratlo de una carabela pirnb rpte ll:mfm-
~ú en ~us costas, robada por el Piloto ú ~n patrúa
lll)bcrto B. al.

©Biblioteca Nacional de Colombia


CUADRO SEGUNDO

EL ALMIRANTE CORSARIO FRANCISCO DRAKE

~ses

©Biblioteca Nacional de Colombia


El/o.~, los riles, de botin sedit nto•,
Cual ca malla de lobo3 hru¡ os,ulu
.ÁCti'CI/l'8e lÍ tu 11/itbl'lll, Cal'a IIWil'ól<a.
R~FA.EL ::\~S.EZ.

.(e )
'
~ .. X 15SG Carbgcna hal.Jía aclclantaclo nota-
¡ "; / blemente. Aunque no estaba enteramente
concluída su Catcdral,- una de las más rica& de h
América del ur en ar¡ncllos tiempos, - ella poseí.\
grandes riquezas; UCSde 155n bahía yá Cull\·ento <le
Santo Domingo, y desde 15':'5los Padres Franei~ca-
1103 tenían el suyo . En ese mismo aüo el Hey Fetr c.
II habb expedido {t Cartagcna el títnlo ele illl'!J ll'.J-

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20 Los Piratas en Cartagena.

lle !J muy leal, y el año anterior le había concedido


llll cscndo de armas (1). Naturalmente babia yá
muchos edificios coustrníclo:; con elegancia y soli-
dez, y familias ricas españolas se empezaban (tes-
tablecer allí Jefinitivarnente, llevando consigo las
comodidades y las costumbres cultas de la madre
Patria.
Alboreaba apenas el día O ue Febrero de 15 G,
cnanc1o l0s habitantrs de Curtagena Yieron llegar
á]¡_¡ bahía, entrando por Doca-O rande,-aún abi~
ta :í la na1egación,-uua peqneíi::~ ca~·abcla, la
cnnl enarboló la bandera española para. que la por-
mi tie~en entrar sin tropiezo.
Casi to<la la ]10bhlción circulaba por las calles y
}lbzas, y entraba en !.ts igltJsias y salía ele clla.s,
)\e\ntH1o sobre b freute la ce11iza, seüal de b hu-
mildad, pues er:t )fiércoles do Ceniza, y los de rotos
Españoles no perdonaban ceremonia religiosa nin-
gnn:l, y cumplían todos, sin excepción, con los pia-
do"os deberes del fiel católico.
"l;n joYen g,t1larJo, aunqnc mny mal truí,]o en
sus >estidos, S<lltó á ticna y habló con el Oficial
qnc s.Llió á rccibil'lc para conducirle Lasta la ca~a
clcl Gubem~Hlor, con r¡uic·11 ('}recién llegado anun-
<:JÚ r¡nr te11'a. r¡nr h<tl1l.n dr rn.rte del GobernaJor
tll' Santo-Domingo. Al ntraYC'!Ii.!r la cindad, lwllú
cr~c c~taba prcparach C{.lno jl<ll'll sufrir nn as11lto:
to1L1s las boca-calles tenían }1Urapctos de tirna, y
(1) Era en campo dor.ldo con dos leones cncarm:dos, , OS·
tcnicnllo amlJos una cruz con corona en la parte superior,
y auornallu con sns lJanderas, festones y follajes.
• ( G<ogr,lf'ía Jh:•tÜrlrrr, E'tadi.,((ra, etc. da la. Pnn:incia de
(itrlagow, por J. J. ~ieto, H:>30).

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El .Almirante co1·sario F. Drake. 21

en alguna s veíans e cn,llones r¡uc las defend ían;


11ero uó en todas, porque Jos callone s enm escasos
y no n,lcanzaban. En alguna s partes el Oficial hizo
110tar al recién desem barcad o que lwbían enterr a-
do flechas envene nadas en el suelo, (t usanza de los
Indios , y muclla s casas tcuían g11arnición dentro
de ellas.
-¿Po r qué son estos ¡Hepar ativos? pregun tó el
jorcn: ¿acaso teníais ya noticia Jeque se ac<.'rca
una expedi ción enemi ga?
-Sí, co11testó el otro: hure alguno s días que et
Gobcr naJor rccil!ió nn:t carta de Sn l\Iajcst .ul el
He y, en la cual le aNisa que había partid o de In-
glater ra el peners o Pirata que tantos males ha can-
saJo y á en las InJi,Ls .... Orco ,1ue se llama Fran-
cisco Drakc.
-Sí, ó el Dr{T!]Ó n . ••• ¡Onán to celebro f)Ue se-
p:í.is J[t esta noticia , lo cual me eYitarú Jar una
llUCYn. tan UCsagrauabJe!
IIablan clo de esta maner a, el joven llegó á 1a casa
<h·l Gober nador y fué introd ucido en la sala prin-
cípu1. Una joYcn r1ne estaba asoma da á uno de lo.;
halcon es qne daban á b callo, entró entonc es y
eulncló al recién liPgaJo.
-¿Bns cauaís á mí padre? pregun tó con amaLl c
sonrisa .
-Yeng o, contes tó el otro, hacíén do1a una respe-
tuosa salutac ión, en busca de Su Señorí a el señor
Don ret1ro Fcrnám lez de Bustos , de parte del
Gobom ador de Santo- Domin go.
-Su merced está aún rn la Catedr al, asistie nJCJ
á la misa mayor , contcs tül:tjo 1·en ....

©Biblioteca Nacional de Colombia


22 Los Pirata s en Cartag rma.

-)Ii comis ión es sumam ente impor tante, repuso


el otro, y si fuera posibl e mand arle a:>isar mi lle-
gada .. ..
-Se hnrú lo que pedís, scfior; pero haccc1me la
merce d do decirm e el nomb re del .Jiens ajero lle1
f~obernador de unto-D oming o.
-Yne stro aenid or, sefíora, IIerná n l\Iejía .Jfi-
r:•bal, Ayud a de campo de la conihm za t1el scnor
G0bern::úlol' de Santo -Dom ingo, el cual me cnTÍÓ
ncelcrnclamente pum que n.1imse el peligr o r1ne co-
rria Carta gcna de un asalto.
-.Agu ítrdem e Tnesa mcrce d un mome nto ar¡ní,
mient ras yoy á llar orden de que preve ngan :í mi
paure de >nesLra llegad a.
~Iomentos despu és n:.'f,'I'Csaba la nifia á.
la sala y
hacía seiias á llcrn( m )lejía para IJ.Ue se sentas e en
un sillón de alto e~paldar que e!!taba á nn ln.Jo d9
la puerta . que condu cía al balcón , mient ras clln
tomabn. otro r1uc se hallab a al frente .
Doüa Clara de Busto s era hija única del rilll1o
Gober nador de Cartage1Jn, y por esto moti> o era
unefia y scfiorn de su ca:a. Criad a :~1 latlo del no-
ble ancian o, qne la. idolat raha, se 'halJía acostn m-
br<ulo tt hacer en todo sn volun wd, 110 obstal-lte lt\
rigide z de las co~tumbres de lo.;; tiempos.
l:n tanto moren a, muy p:ílitla por el calor dd
clima , sus grand e.; ojos nc3"ros llenos lle fuego y
c-xprc ,iún, soml>rc-:l11o.;; por larga.~ y cresp:B pc~tn­
i:Jn~, forma ban contr, :;te con una abund antí.si
ma y
larga cabell era color ca~t ü'o claro, que le caía en
co' anch;IS trenz: F, á l. mori::ctt> y le lh'lj<tbau lrl~i

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2:~
El Alm iran te corsario F. Drake.

colla r de oro L1
hast a lo.; pie<; ~ohre su traje claro . "Cn
as los blan cos
ador naba el cnel lo; braz alete s de perl
o un aban ico,
braz os; lle> aba en su dim inut a man
lle vísto sísim as
hech ura de los Indi os, form allo
calz ado con
plum as, y su pie de andaluza. esta ba
, fabr icaJ. os
zapa titos bord ados , de plum as tamlJi~n
con fir¡ ne y hech os en el país .
auo y .stt-
-Pe nlo ne vues ame rced mi desp edaz
l<t eleg ancin y
cio >estido, dijo el joY en,- nob nrlo
me ,·iue de
lujo de la hija del Gob erna dor; - pero
lo que llen b:t
1mproyiso de San to-D omi ngo , con
o que me deja ron hi
sobre Pl cuer po, que es lo únic
11irat.ts.
aban icar -
-.\h ! excl amó la jo>en deja ndo de
~e, y sin cont esta r {L la prim
era pr.rt e del di~cm3n
lleg¡j el In~lé~
}el reci én llegac.lo: ~es deci r rpze yá
á. San to-D omi ngo ?
ha roba do
-Sí , se!lora~ y desgracitHlamente se
r ince ndia 1o
cuan to poseía.mos, deap u"s de habe
e las i~lc­
los mejo res edificios, derr ibad o en part
sias y Sfl!Jnca:lo nues tros habe res ....
! Sin em-
-Jes ús! Je:;ú:;! ¡r¡né cosa tan horr ible
í. entr ar: ¿no )
barg o, anur1nc aquí llegue no polln
defende1:--el
os pare ce? ~li padr e ha man dado
sum tt babi -
puer to y la ciud ad, segú n dice n, con
lidall . . ..
tcrri ble! ....
-Es >ert lad: pero a<Jnel hom bre es
el le hizo Cab alkr o
La here jota de tnt Hein a Isab
guer ra. tri-
r Baró n, le <lió ,·rin ticin co nayíos de
bres audace~,
¡•ulados con dos mil tresc ient os hom
raza J di'
sang uina rios y enem igos de uue:;h.a

©Biblioteca Nacional de Colombia


r . "2-t I/Js Pirata.) ~:n Cartn!]ena.

111estra santa Religió n .... Xo obstant e sn llega-


dü á lá llipaflo la cnüntlo menos lo esperftb amos,
nos defcntl imos lo mejor po"iblc : pero ¿r¡né hnccr
contra tanta gente fresca, bien armada y siu ley
1li Dios? A•mltar on la cinclau Íl medi:. 11ochc, cn-
iriironl a ú fuego y sangre, y r¡ncma ron todas las ca-
~a- ú don11e pcnotm ban, después de haberla s sa-
l¡l!Cado .... Y al fin fné preciso re-cata r l;\ parte
!le la ciullau c1uc no habían quema11o m¡ucllos mn-
lant1rin es, ofrcciém1oles winbci nco mil dncal1us
en oro.
-¿ t é:;ta CS Ja SUerte l)l1e llúS agnarJ u? exclam ó
Clara sobresaltada.
-Qnizú s nó .... nr¡ní so han hecho prepara ti'Yos
J):lra recibir ú los Piratas .... huy mús gente y ;;e
le::. agnar1lu; llOSOt!'O S e, túbamo s drsaper r.i uicJo::
en tcrame n te ....
-Dios mío! Dios mío! ¿Qné baremo s, sciior C'<t-
}•itúu? dijo la consterna1lt~ nii1a, <h·januo caer el
: bauico para levanta r bs manos al cielo.
l\fejía ;\liraba l leYnntóel ahan_ico ,. y, ul cntrcga r1o
: la hija uel UobermH1or, dij<l:
-¿Qué haremo s_? dice Yncs:Ímcree<l. El .seiior
Gohern::ulor r1ispon<1rá lo que le parezc-a mejor, y
yo con los winte hombre s que Yinieron conmig o
duremo s toua nuestra sangre pura t1cfeuuer ú tan
bellas y nobles damas como Yo.;;, hasta r('m1ir la
'ir1a en la lil1.
1-:n ar¡nel memen to el }lac~tresab <1cl Gobem a-
llor entró ii aYis:.r que sn amo ~C neercalm ~-ú. y
d l'etivnm cntc .::e prl'si'n tú momen to" dc:pu~s Don

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El Al m ircmte corsario F. DrakP. 2ii

algn noa
Pedr o Fern ánrle z do Bust os, segu ido do
empl eado .s
pajes de su serY idnm brc, pues los altos
el boato do los Gran -
de las India s gasbtba.n todo
des do Espaí1a .
ht sola,
.J[irú sorp rend ido iÍ su hija al eneo ntrar
prcg untú la
conY ersan do con el recié n llega do, y
por la dnen a f}He la cuid aba.
ase aquí ,
- ';1lió á mi~a .... y como me r¡ncd
terrible:",
lh•gó el scno r C.tpit.í.n con notic ias tan
(¡ne no he podi do meuo s c¡uo oírle .
ado
Díjole entonces éste lo que antC's l1auía relat
;t po-
ú Clara , y a!1atlió r¡ue la expe dició n del Pirnt
ento á
dría ll<'gar frent e iÍ Cart agen a de un mom
o la noch e antes do ar¡nel
otro, pues C:l h;tbí a salid
11omlrht en
en r¡ue Drak e habí a anun ciado r¡no se
sin mise-
marc ha para aque l puer to, ú saqu earlo
ricor din.
, ¿r¡né (,;
-Per o, seiio r C•tpi tún, preg unt0 Clara
e:oto sn
ese hom bre tan fiero, y por qué so ha propn
as con túnta cruel tlau ;-
lleinr r malt ratar (t eslas Inrli
-Es ciert o, Capi tán, aüad ió el Gouern.lllur:
ÚIL in-
muc ho he oído ha~lar tle ese Drake ó DJ"(tfJ
g'l:~, poro no cé quié n ea.
-.'eg úu oí deci-r en anta -Dom ingo
ú un rn .. l
much as rlc
rlam cnco r¡ue le haLí a acom paíla do en
que hoy cuen ta
cth a>C'nturas, el Franci~co Drak e,
un pobl achú n.
unos cnar enta J cinco ano~, nació cn
declar:H1o
inglé s (1), tle padr e prote stant e, enem igo
ión, el cual ense nó :í sn b:jo
de une tra sant a Hclig
' sfa¡¡ {azo aqné l
. u~ malí sima iul'as. Com o el prole
(1) Tt~Yblock, en el Conll:11lo de Dcvo nshir c.

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26 Los Piratas en Cartar;ena.

era muy pobre, mandó ÍL su hiJO, desde muy niílo,


como grumete i'L un buque mercante holandés.
Entre tanto la santa Ticiua )Jaría Tudor, esposa.
de nuestro muy r1ucrido Rey Felipe II, ca.stig6
duramente al hereje del padre dd Pirata, y éste
jnrú hacer la guerra á los católicos pam yengarle.
-::\fala rar.tt! cxclamú el Gobernador; estirpe de
malaudrinc;:;! ... . Y camos cómo Ita cumplido su
juramento.
-A mcditht que el actual Pirata. iba. creciendo,
creció también sn ambición, y, muy joven todavía,
se YÍÚ dneüo de un buque mercante, en el cual
transportaba negros, que Tendía como esela'"'os en
lo' puertos de las Indias; y como dne!lo de un ntt-
"";"ÍO r¡ne llamaba. el Dragón, tomó parte en aquella
cxpeclición que hizo un tal Ilawkins en las cosw
de }J(.jico, y que fué desbaratada por la marim
<:spafiola.
-Bien me lo acuerdo. dijo Don Pedro }"ernán-
dcz. Aqneila sefalarla •ictoria de nuestra marimt
• contcció hacia l.:íG~ .... Yo estaba recii:·n casado,
y en el mismo aüo naciú mi Clarita U']llÍ prc~ente.
-Después Je aquel desastre, Drake se ensufiú
m(:s y má- contra los E-puíloles, y juró no aban-
donar b pcr&:cu~;iún de mtestras Indias, sino con
la Yi<la. Las cosbs de Y cnezuela. las de }Iújico,
y las Jel Darifu, tuYieron que sufrir muchísimo
con .su· lleprcdacion e:. O~·ó hablar <le su :,tu dacia
y de ,.u fama como corsario la hijtt dé Ana Bokna,
1a perYer:;a Isabel, y le hizo comparecer clclnnte
e ella; gustólc su porte y el odio que tenía ú los

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almira nte co1·sario P. Drake. '27

católico s, y le confío varías empres as en Europa ,


Y despné s una para que fuese á tratar de destrní r
las ricas Colonia s espaflo las en el mar Pacífic o.
Despué s ele atra1es ar el Estrech o de ::Hagallanes
con una e$nn.d m de cinco busque s, salteó y sar¡neó
las costas de Chile y Perú, y auur¡ne no tocó en
Panam ú, siguió por el X orto hasta un pueblo r¡nc
los nnéstro~ llaman do S¡m-Fr ancisco y rll1C (:!
bautizó con el nombre ele _Yucm .1lbión . (1)
-In·olente~ ¿y eso cuánto lw.ce?
- ~nos ocho anos.
- Yi rgen San tí i ma do los Desam parad os! ex-
clamó In. niüa agarran do una mano ele su padre;
y r¡ué mal homlJre es ar¡ u el~ Oontin úe yuesam cr-
ccd ....
-Teme roso prolx blemcn te el Pírab do que ~a­
licsen yá á su encuen tro las Escuad ras espai1olas
r¡ue so aguard aban en el Perú, y reducid o {t un
~,:,Jo hur1ne ,-puest o c¡ne los otros habían se clespe-
llnzodo en las costas del mar PacíJic o,-rc.> ohiú
regresa r á su tierra, cargado <le riquísim o uotÍJ!,
por la ·da ele Filipiu as, Jan y CaLo de Buc>na-
l::~pcranza, moYimien to c1ne C'jecn tó con toda feli-
cidad hasta llegar á lnf!late rra, de~put.s rlc mú:>
de tr('s aüos de ausencia.
-El diablo le H)'LHlaría! exclam ó el Gobern a-
dor, pues t:·~te :uHh -ueho en ~u tierra de..;clc que
ar¡ucl mal lley Enrie¡nc YIII de:oobcdcció • l Papa,
.
!;e diYorciú 1lc uuestra Princc; ,a Catalin a ,. llcYv :
;:n TIC'iuo la, hcn•jías de Lutero .
(1) Hoy California.

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28 Los Piratas w Cartagwa.

-¿Y cómo le acogió sn Rei u a?


-~Ialísimamento ac¡uella >ez, porr¡ne estaba do
paz con Espafia, y pretendía hacer no sé qné tra-
t<tuos con el Rey Fe! ipe. . . . Pero al cabo de poco
la l'abel tu1o nccositlad de un corsario de sn tem-
ple para. qne llevase á cabo las vitnperaL ies baza-
fws que le uistingue n, }'sin parar.;;e en delic:ulezas,
se fné ella rni -m a al barco en rptc estaba el Pi rata,
y -¡ n m(ts ni m(ts le confirió el tí tn lo rlo O:ll>alloro.
-Hija de .\na Bolcna hnbb do se1·! oxchtmú
Don PcüroFcr n:í.ntlcz .... ¿Y t!c~pnés qué hizo
ar1ncl malandrí n?
-Poners e á l:t cal.H:za <le una Escuadra c0mpncs t \
ue n:inticin co barCOS bien armados, llen111UO (t UOl'-
tlo tlos mil rruinicnto.;; hombres, con el oojeto •le iC-
n-ir;;c (testa' Indias, abcarht· , sar¡nearltL", tratar!.
d" t!e:strnír, y n~í hacer la guerra al Rey tle E~ pana.
- .. ennr Gobernad or! cüor GvLcrnad or! excla-
mó l'l )faeslre5 ala. en tralHlo apresura tbmen te: llc·
ga el Cttpitún J.C'l Pnerto á !mular con ruesnmer ccJ
y trae noticias alarmnnt ísimas!
-;Qnc (mtn•! contestó el magnate. micutms
que la niua se <lt·jaba c:u:r, tornblau1lo de miedo,
::: •Lrc nn Lanco.
-:::iciior ,-tlijo un hombre alto, grncso, r(ljo de
c.ra y cun aire marcial: ilJa wstitlo de militar: -
seíior Gobernad or, ncnbo do 'l'cr 'Urrrir sobre el ho-
rizonte diez y nuc•c wlas, cuy:1 · formas me hacen
creer r¡ne son ht:> del maldito Pirata. inno](.s.
-;Diez y Hnr>vo vela.! Coronel Yiqn(•! ...
-Diez y lllH'YC: :;í .• seiíor.

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El Almir antl' conwrio I!. Drake. 2!l

·-¿Xo me clecí ais,-r epuso el Gobe rnado r, uiri-


gién¡lose al Capit :m )fira bal-q nc el Dntk e po3cb
veiuti cinco barco s?
-Efec timm entc esos tenía cuand o llegó á San-
to-Do ming o; pero envió cinco ó seis mnes ú
sn
o
tierra condu ciend o los millo nes que había tomad
allí. ...
-Qu e inme diata ment e se prepa ren las batería&,
el
dijo el Gol>emador; se arise al U<tpitún :J1ign
ros
Gonz ález pura. que prepa re los 500 Indio s fleche
que tiene á su cargo entre los mang lares, y ponga
(m
gente que deficnrla la :J1ed ia-Ln na; que el Capit
res
:Jiart ín Polo con su Compal1ía de cien homb
de h~ Ciéna ga, con el objet o
se plant e en el paso
de qne el enem igo no desem barqu e en la Punt a <le
sus
la ('auo a; la Oomp a!lía de negro s eschwos, con
Capit anes, e situa rá ('11 el puent e ....
-Y á mí, scfior, ¿qné cargo me dai,;? prrgt1 ntó
el recién 1en ido.
-Eleg iréis el puest o r1tHl os plazc a . . . . con-
tc~tó el G obcrn :lllor corte~ men te.
-;, :.\Ic concc oéi, la dcú·N a !ll'l Fnerl eéillu ?
-E:; 111!0 de Jo~ má<: pcligJOSOS. , ...
-,_¡ no ínera así, ~C'üur Don l'cdro no lo de-
gida y0.
-liJe n, Lit·n: t xcJ..n ú c·l Gc,IJt rn:u1or; Yir¡n<'.
afiatl iú: clar[is al {:; '] itúll .:\iiraLal lo que JJrce:;iLc.
s
- Ttn~o Yci11 te ht-lli l>rt::, <1 ijo l.: le, y la:o arma
necc~aria:;.
-\-i'Ji l<', ali: dió Don Pedro , Ynesamerccd pcr-
manrc t·rú (11 la ciuda d con [Jc~cicnto~ h( n.un•:.
de
iJJÍaa tcría y oellcu ta ac c. ualk! Ía.

©Biblioteca Nacional de Colombia


30 Los Piratas en C'artagwa."

Y [t para en tone es se había llenado la casa del


Gobern ador de Oficiales y ele Tocinos .
- A su 1m esto cada cual~ gritó el Gobern ador.
Los que no q •liemu ó no puedan pelear, tomarú n ú
su cargo las mujere s y los niilos con todo lo que
se ha pre>en ido pam el caso, é irútt :í. acampa r en
el alto de La-Pop a, en el monte y en las casas que
se han prepara do para alberga r á los que salgan
de la cindnJ .
Clara, entre tanto, pcrm:m ccía callada y tem-
blorosa, derriba da sobre ln. silla, con los ojos fijos
en su padre con aire aterrad o.
- - Hija, dijo el Gobern ador acercáu tlosele: C-5
:rreei:;o rrue te auime" .i y así como yo debo dar
ejempl o de valor en esta plaza, tú Jo debes dar ú la
poblaci ón que emigra : ¿me entiend es?
Clara se le1antó como impelid a por nn reso'" ,
se limpió los ojos llenos de lúgrima s, hizo un es-
fuerzo suprem o, y, besand o la mano ae Sll paurc
rGspetu o.amcn tc, dijo : .
-. umerced tiene razún ~ . . . . Seré Yt'tl ien te y
animos a como hija de quien soy. Adiús, padre
querido~ ... .
YulYiú.sc al jo1en ~Iimhal, le hizo Ull<t seílal de
dc.spcdida: y ~e alcjú en hnsca de sus c1 indas.

©Biblioteca Nacional de Colombia


II

(.
(- L sol ardiente do los trópicos arrojaba sus ra-
l • yos de fuego sobre los arena]e~ de Carta-
gena; la mar parecía á lo lejo~ un espejo azul con
l'éficjo~ tornasolados, sah-o en las playas,. contra l.1s
cuales ~e estrellaba sua1emcnte, produciendo una
música sorda y monótona; el ciclo no os ten taba una
sola nnhe, y su azul iMtenso varccía reflejar con
rayo.s 1le oro los fuegos del rey dd mundo solar ....
:El calor cm ~ofocante: la Lri~a, f!HC no alcanza )a
á rizar la' onda' marítima:, apenas mecía ;;ua•e-
U1Cnto la~ hojas de los manglarc ·que circundaban
entonces la bahía de Cartagcna en ¡¡u totalidatl. L:
pol1l. ciún m. ">culiua de la ciudad ~e hallaba ~Oh!"C' h

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Piratas en Cartageua.

playa y miraba con a"ombro y terror ht Eocnadrn.


enemiga r¡ue se acercaba, uun'lue lentamente, y se
dirigía hacia. la entrada de lloca-Gmndc, la cu:tl,
como hemos dicho ante , se hallaba, entonces
abierta. á la navegación y defenuiua apenas por
unos fuertes provisionales, hechos ue tierra, cuyn.
ucfensa ora imposible contra los tiros del caf1ón
enemigo.
La:> cumpanas de las iglesias tocaban á rebat0,
y (t cad;t momento se presental.Hm lo:> Yecino al
Gobernador, unos armados con bocas de fuego
malísimas, y otros con machetes y lanzas.
Los bnjelc" enemigos lle;·aban gallardetes y Lan-
deras negras, y se adellmtnban como somLras fat í-
dicas hacia la Pla?.a, llenando de pavor y de coraje
á ctwntos los >cían.
El Obispo Fray Juan de )fontalv-o (1) ~e hallab:t
en medio u e su grey y rodeado del G nardi(lll tle
._au FranciEco, Fray cbastiún de Garilmy. y al-
t;·nnos de. ns Religioso3, del Prior de Kmto-Uo-
min~0, Fray llartolomé tlc la 'ierr:1 , y de otro:>
ClL·rigos y Hcligio o.;:, que estaban, unos, e:;t.d;lc-
cillos <ldiuitivamcntc en Cartagf'JHI. y otro~, r¡ne
-,(' lwhían tletcuido allí. de p:~so, rara ~1 intnior
dd Xnt·,·o Heinl) de GranaLla,<) 1 ara Pan<lTllÚ ó C'l
l'cní. pue' Cart<!t;'Clla era esuda oi,Ji~; da ra:·a
cnunt•J:' IU;tn al ur t1e Amt·rica.

(1 l E m D1 mmicano. Extrcml'ño, cducndo (U el crnn:n·


lo de l'rt:tlitw<~llOrb de ~ultununcu. l!uhíu lle;:ado C. C'mta-
gunt, nt•mlJrm!o OlJi~po en 1570. Era muy 1¡unido de lr•s
ve<:in:h por ~u I.J<:ucvolcncia y caridad. ::>u ll!lll'rte, IH11C·
(·:d. en 1\i:: 7, w~tó muchas J;igrirnas al l'lll Llo e-, rtagct.tm;.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almiran te corsario F. Drala. 3:3

El Obispo dirigía palabras de consuelo á la atri-


bulada pobln.ción, ri1ientrns r¡ue el Goberna dor y
los otros emplead os ei1iles y militare s de alta gra-
d nación procura van a len tarJa, <tsegurú adob r¡ nc
aunrr u e los Ingleses parecían muchos , el Yalor ele
los Espailol es c>rn, proícrb ial, y si Dios les prote-
gía, no había duda. que les rechaza rían .
-Heene rdo,-cle cÍlt ú yarios curiosos que le ro-
de:J.ban, un antiguo poblaüo r y colono cartage-
nero, r¡nc había >iYiuo allí desclc muy niiio,-r e-
cucrdo lo que sucedió el al1o de sesenta. ¡Cutmto
no tuyimos que sufrir entonce s !
-¿Qué hubo, scüor Don Benito, eu· :v¡ncl ticm-
po?-pre gnnlúle un joYen,- pucs yo, aüadió, auu
no había nacido entonce s . ...
-Conta dnos eso, contáun oslo, seilor! c:x:clam<l-
rou Yarios, rodeantl o al ,-icjo.
-.\caba ba. de dc.>embarcar en esta plaza el suce-
sor del muy apostóli co >arún Don Fray Gr0gori J
Batcla, -SLl Seiloría Don Juan ele Simau~as , r¡u13
hauí•• siuo conS•l6ra\1o Obispo en Santafl: ¡wr el
Obi:!po Rlrrios, -cuaJHl o una mallaua. como 0~ta
l!O;; C(><,;iCl'Oil enteram ente UCSpreYC DÍL10s siete lltl-
YÍOS gr< ndes, comandu !los por clos piratas fmncc-
l:e~, 1hm. dos )f::utín Cotú el uno, y al otro, cny ¡
apclli1o no supe nunca. le tih1~a'J:m tollas ai)_'IC-
l;o,~ Iif¡tmdr incs el Capitán Jt:au.
-~Y qué hicicrou?
-Di:llJl uras!
--~Y Yosoho· no procn:·astei3 defende r la PI. z.t?
-El Gob rnatlor se había i1lo á t Feria de l'or-
3

©Biblioteca Nacional de Colombia


3-± Los Piratas en Cartagena.

tobelo; la cim1ml estaba desampnradn , y capitanea-


dos por el .eñor Obi 'PO mismo, hubimos de hnír
al monte .... Los firatus se hicieron dnci\os de
totlo, r¡nemaron el lmnio tle Getzemaní, y del
con ,·ento de los Pildres Franciscano s no qneLló ni
la ceniza
-¿Por cao sería que los Padres se fueron ú esta-
h:ccer entoiiCCS en Tolú? pregnnló un cnrioso.
-.\sí lo hicieron; pero, á instancias l1e toLla la
poulaciún, ~~' ...::rosaron en brew, y labraron el con-
vento r1ne n·is altom, tn.n holgado y rico edificio
como es ....
-.\.1 grano, ul grano, scflor Don Benito!-e:x -
ct mó un militar cvn im})Ueienci a:-decidnos r¡nú
lllÚ:o l1icieron los Franceses.
- ; Qu.é hal>íun de hacer, sil~ o sar1netu· cuau to ha-
llaran :í. mano! Lo que no podían lleYarsc lo qne-
mnb:m, h:tsta que, en una disputa con nu clérigo
de lo-; que llevaban, el :Jfttrtín Coté murió de un
lJt\lazo r¡nc aqnGile dió en el corazón; los suyos le
hicieron nu famo:;o entiorro y le sepultaron en 1:
igle.,ia Catc<lral ....
- ; Los dc.:;wr6onz:LL1os ! exclamó otro de los
oye mes. ¿Y todavía está allí?
-;Xo t(l!; Cuando se fneron lo· Pirata· y volvi-
mos ii la ciudad. el sci1or Obispo mandó ~acnr el
cad.i,·er_. arrojarle á un mu1adar y bendecir la igle-
!'ia dB lllle\"0.
-Ui6a Yncsamcrced, sefiot· Don l3enito,-dij o
co~ altanería el Gobernador, que le hauín e.stac1o
c,cuclmntlo :-y{\ que se entretiene en rcicrir lo sn-

©Biblioteca Nacional de Colombia


El.i.lmirante corsario F. Drake. 35

ced illo en otros ti e m pos para amilanar á Jos que L:


escuchan, ¿por qué no cuenta cómo el v.llo siguien-
te, el de sesenta y uno, estando arruí de Goberna-
dor mi padre Don Juan de Bustos, logró, junto
con el Yisitauor A.rteaga, defender la ciudad con
tan buen éxito, que cie1 tos piratas franceses q:.1e
trataron de entrar en ella fueron rechazallos con
lJérdiJas? .. ..
-Sí, señor,-conte tó el otro, que era ele mal
genio;-si vuesamcrced me manda, contaré también
los disgustos que Don .Jnau tuyo con el Oui>po ::
otros sacerdotes de la Diócesis, y cómo acal.Jó su
>ida en Panamá, en castigo de su atrc;imiento,
arrastrado por una mula.
-Insolente . gritó el airado Gobernador.
Pero en aquel momento le llamaron para que die~e
una orden urgente, y el viejo Benito se metió entre
la multitud, y no se puso delante de Don Pedro Fer-
ni'nH1ez, sino después de muchos días y cuando
ealeuló que los acontecimientos ocurridos lnégo.
deucrian de liaberle hecho ohidar .. ns imprudentes
palabras; que entonces no ern. chanza afr~ntar ¡~
un alto funcionario púlJJico.
Eutre tanto, la Expedición del Pirata se adelan-
tal.Ja con mayot· celeridad: había refrescado el
Yieu to, y soplaba una brim favorable del mar hacia
la tierra.
El OLispo y Jos demás Sacerdotes y Religiosos ~e
habían retirado á sus iglesias y con;ento:::, v ora !.Jan
Y pedían á Dios que librase á Cartagena del azote
que la nmcnaz:1ba. Los de'llás habitantes ma~cn-

©Biblioteca Nacional de Colombia


36 Los Piratas en Cartagena.

linos habí:m tomallo las armas, como lo tenía man-


dado el Gohernarlor, y calla cual se hallaba, en sn
puesto; la playa esbba solí tat·ia, pero la Xatnraleza
parecí a agi t:vla, ~gnanla n do los a con tccim ien tos que
se preparaban. YCL se columbrab:L sobre la cuLiert:l
de 111!' naws que se hnbían ndelantado, la. apiñad:l
mnltitull de guerreros,ab.viadv con vestidos íÍsto-
sos y 1arinüos y aunque llcnban las armas en las
manos y los bur¡ncs tenían gran número de caiío-
ne~, totlo.s gnan1aban un silencio cpulcral, mientras
que los gullanletes de negro tafett'm ondulaban
sobre sus cabezas.
lulel:'intase la nave Capitana, en la cual se cono-
cía que iba el ~\.lmirantc Inglés, pues rodeaban
Yarios Ofieiales, con seDales uc respeto, al r1ne es-
tal.J¡¡ de pie sobre l::l. proa. Era, ésto un homLre J. e
pequeila estatura, elegante de formas, blanco do
color, de ojos azules y penetrante:, l.Jarba entera-
me te rnbia y adem:ín altivo y audaz.
_\lllrgar frente á la entrada de Boca-Grande, el
primer IJajel di~p; r0 un caíionazo soiJre el remedo
dr fuerte •¡u e hnLb allí cntonce-, * tle~bamtando
el terraplén ac tierra que oealtaba :í lo;; pocos ~ol­
d,t lo; que como centinelas :wanzados,no diré Jefcn-
(];, 1 d pnnt , sino que se) esconllían detrás de él.

.E.:tos e ¡, t<.).:t. ron al caiionrozo d isparnudo su:; m.. ;;-


c1nub:s; y vicn .o que el na' ío ceh: ba al, gna uu
b:.rco, pusieron p1e:; rn polvoro~a. y nlr::.>cs.muo L
pl't:Ín~n!. á toJo corr r, :gnieron poi el lugar que

* Cerc. de uonde e hsl~ el pueblo di! Boca-Grande.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirante corsario F. Dral; e. 37

hoy llaman el Limbo y avisaron lo que ocurria,


uniéndose á los que c1efenuían la ciudad.
Dos negros pescadores que no comprendieron el
peligro que les amenazaba, habían quedauo en
ar¡ucl punto recogiendo sus redes. Los Ingleses les
tomaron prisioneros, les llevaron al bajel de Drake
Y les mandaron que diesen noticias circtmstancia-
das do los preparativos que huLie;;en hecho los Car)
tageneros para defenderse. Los Africanos, llenos de
espanto al ver amenazarla su vida, y adrmás, poco
adictos á sus amo:, confesaron que ellos mismos
habían ayudauo :í sembrar ele püas envenenadas
todas las boca-calles de ]a ciudad, y les dieron noti-
cias de la fuerza que existía. allí y de la. m:.lnera
más fácil que había para entrar en la ciudad.
Una vez que oLtuvo todas bs noticias que necesi-
taba, Drakese metió en la.l:mcha con algnnos Ofi-
ciales de su confianza, llevando á su ludo, atados y
maniutnuos, á. los negros prisioneros. El Almiran-
te-corsario lleyaba personalmente la sol1<la en la.
mano, seguido de sus lmqnes, los cuales fueron en-
trando en ]a bahía UllO en [OS de otro.
La situación era solemne .... Las dos galera·
artilladas que había en el puerto, tripuladas con
ciento cincuenta soldados cada una, y mandadas
por el Coronel \'ique, se pusieron en actitud de
defensa y aguardaron á r¡uc 11 a:!ercuse la lancha.
del O.tpitím p. m descargar sobre ella touos sus
fuecio;;. ~\.l frente, eu el punto que hoy se llama
del Pa,-felillo, se encontraba nn Capitán cspniíol,
oculto entre los m:mglare.s, á caLallo y comandando

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3S Los Piratas en Carta[Jena.

á quinientos Indios, que debían disparar sus fle-


chas contra el enemigo en un momento dado .....
La noche se había acercado poco á poco, y
los Espalloles notaron qne dQ repeute se detu-vo la
Expedición, y que -varias lanchas fueron arrojauas
de los buques enemigos, como para consultar ii.
Dmke, el cual, de pie obre sn embarcación, pare-
cía dirigir un discurso á los suyos .... La oscuridad
ocultó lo denüs, y apenas se veían las gmntlcs
sombras de Jos bajeles enmedio <le las tinieblas
de una rioche oscurísima, pues se había cnc:-~po­
tado el cielo; una muy negra nube cubría las es-
trellas, la brisa gemía entre las cuerdas de Jos bu-
ques, y la. -voz del mar se oía á ca<la momento más
ronca, más solemne y amenazallora.

©Biblioteca Nacional de Colombia


III

~~,
~ "J.:~:EA:\lO'- r.hora qné había sido de las pobres
r . ~ mujeres que hnyeron c.a mañana <le la cin-
dar], amedrentadas con la lejana \"Í'ta de los Pirata:!.
Toda la pequeña. serranía, que íormn una especie
de triángulo, cuyos puntos salientes son La-Pop:t
Y el Cerro en r¡ ne despu~s lcnw taron el castillo de
~an-Felipe, y toclo el siti , cercano al mar, rrne
llaman Crespo, era una mou l.aüa <'~l'ICsa. ¡ lad:t
de fieras y frecuentada por Jos Indio· (¡uc • úu no
había tl aceptado la religión y soberanía ele lo 7
Espallolcs .
.E u el !Sitio mi.::mo en q no dc~puf· 1al;raron el

©Biblioteca Nacional de Colombia


40 Los Piratas en Cartagena.

com·ento lle Santa-Cruz <lo la Popa, Yiría un In-


dio joven llamutlo Luis Andrés, c1 cual tenia. sn
casa ó uohío en ese solitario lng;tr, en torno llel
cnnl el Goucrn;Hlur hal.>ía mandado Jeya¡Jtar muy
de prisa nl.~nnos ranchos para albcrgnr ú la poula-
ciún r¡ue llcbb salir liuycnt1o lid arar¡nc do lus
corsarios.
Llevallllo en pos suya lo· enfermos, los anciu 1103
{los 11iüos, bs mnjercs h:tbí:m cmprcndillo mar-
(·ha hacia mellio día, no 1l<.'gant1o al sitio escogido
para ellas, sino yi't caílla Lt tarde.
Clura había hecho un esfuerzo supremo para no
manife tar sn h:rror, y fingía qnc no tenía ningún
recelo ni temor ele que los .Piratas pullieson peue-
trar en Carta~cna; :, sin embargo, tcmulnba
ocu1tamcutc al pensar en el peligro <¡no correría
I!U padre, y el rccuen1o del g¡tlhm1o jonm que l!a-
llía llegaClo en la nl"líiana atntTesaua si:1 cesar 1 or
!!ll mente. La hij:~ 1lel Gobernatlor estal1a, 110 ous-
tante, comprometi1la ti ca":tr>e con un Capitán
cuyo nornl.Jro no apnntan l:ts ClÓnicas: Jespu~s
\eremos el¡'Inoti,·o de este silencio, del cnal es
preciso r¡uc coníc5crno" no 5:C ncorchba la joYcn ab-
solnbtmc>nte. u pallrc hauía njmtuüo el matri-
monio sin consnltarb á ella, s<:>gún las costumbres
de su tiempo; pero Clura no sentía por ~~Capitán
sino la mús completa inuifercncia.
Las c~cbyas habían s \t;:tdo los tWÍos, colgado
l. s h. maca' para ::ns amas, y arre~ lado lo nwjor
po~iLlc Jos tri~ tes nlbergnc · prcpar,ltlú,; pr.m ellas.
Cuanllo llfgú b uot:l!c, formaron una gran fogata

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirante cor·sario F. Drake. 41

en medio del irnproyisado campamento , y los en-


cargados de ello clistribuycro n alimentos á tollo::.
PocaspersoL as, empero, teníün hambre; el su.;lo y
el cansancio les habían quibdo cl:qH:tito, mientras
que por tollas partes se oían los ahogatlos sollozos
de la mujeres que lloraban por los marido' 0 hijos
qno haLbn dcja<lo en Cartagena, los lamentos de
los cu!ormos, r¡ue carecían do cornoclidacles y me-
dicamento~, y los chilli<los llc los niuo3, asn.;taJos
con ur¡ncl repentino camLio do lollas sus costum-
Lrcs ....
Clara, recostada en su hamnca, había. Yisto llegar
la noche, llena do espanto. ¿Qué estaría suec<licndo
entre tanto en la ciudad? ¿Qué harÍ<In los pirabts?
¿Se contentarían tan sólo con sar¡ near é incendiar la
población, ú asc-Ínarían también {t los que habían
11rocurado defenderla? E~tas ic1cas la tenían des-
pie:rta y llena de zozobm, en tanto que las dem[ts
mujeres se habían calmnL1o poco ú poco; el sueno
tranqnilizaln 1 yá á los nillos, y el fresco nspcr-
tino uli,-ialJ<t {\ los enfermos, de mnucra r¡nc fué-
roJ:se callauJo nno ú uno hasta c¡ne todo r¡ncuó c·u
silencio.
De repente la mayor parte de los prófugos ~e
incorporaron sobresaltado s: llegó á sus oídos, pri-
Incro, el rni<lo de algunos tiros ai~ladu'. y do pués
descargas sobre 11l'scnrgns de mosr¡uctcría y de ca-
iión, que ya crecían. ya mcngnutun, llemndo la
consternació n hasta el fondo clel alma de ar¡uellas
<1cs"feutnradas ... _El terror_. que ni principio la;, ha-
bía hecho gritar y llorar, a1 fin las obli~ó á callar, y

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42 Los Pimtas en Cartagena.

todas escuchaban en silencio, pero llenas il.c angus-


tia, aquel rníuo tan pavoroso y ignificatiYo ....
L\ í pasaron algún tiempo; el combate lu.bía dis-
minuíuo, según parecía, porque y:í. los fuegos eran
menos nutridos, cn1ndo de r0pente se oyó el paso
de un C<tballo que caminaba trabajosamente por en
medio de la montaila., cuyas yerecla.s hahíaR de-
jado, de propósito, muy obstrnídas, con el objeto
de r¡ue el enemigo no pudiese b.ull¡¡rel camino qne
habían tomado las prMugas.
-Alguien se acerca! exclamó Cl::tra, arrojá._n uose
de la hauwea y corriendo á la puerta <le la choza
que la habí<m señalado, con sn JnC'ila y sin·ienta.
En ar¡uel momento se desmontaba un militar
en el espacio abierto que formaba una especie de
p);l:r.olcta frente al camparnentu. Clara e le acercó
con otras muchas mnjere , y al reconocerle:
-Cüpitán! exclamó: ;>os ar¡uí! . "' Eutonce~,
todo Jebe de haberse perdido. ¿:lii pudre íÍ re?
-;.Y el mío?
-¿Y mi mari1lo.?
-¿Y mi hijo?
-¿Y mi hermano?
Gritaron las demás, rodeándole.
--~o puedo daros noticia de ninguno, scüoras,
contestó el militar, tratando de alcjaz"e de lus üe-
más mujeres y acercarse ú (;]ara.
Yohiéronse ú oír üc nuc1o muchas descarga~ de
iusilcría y <le ca!'íón, disparada' con tanto brío y
prc.:;rcza, f!Ue se conocía que los comuatientes de-
berían de estar muy cerca los nuos ue los otros.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirante corsa1·io F. Drake. 43

-;Cómo es esto!-exclamó Clara mirando al mi-


litar-se pelea en Oartagena, ¿ y vos os halláis
aquí ?
-Vine en busca vuéstra, señora, para ampara-
ros, repuso el otro.
El que acababa de llegar era el nnio de Clara;
pero ella no manifestó mayor complacencia por ~n
galantería.
-El soldado, contestó ella, no ab~ndona nunca
la ciudad sitiada 11ara atender á asuntos particu-
lares. Pero (t lo monos podríais decirme, ¿qué ha
sucedido y por qué os hall(tis aquí ?
-El enemigo, contestó él, rodeó completamente
la ciudad por el mar y por la bahía, y á pesar de
la oscuridad de la noche, atacó por todos lados (t
los nnéstros, que se defendieron con denuedo.
Como salléis, yo mandaba los r1uiniontos Indios
ilecheros situados entre los manglares, los cuales
(como Indios que son) rehusaron entrar en com-
lJate de noche, y, á pesar de los muchos esfuerzos
r¡ne hice, se t1esbandaron en el momento en r¡ 10
t1na descuuierta enemiga Yenía sobre el punto en
r¡ne so e taLa; hallé me solo, desamparado: pen é ea
que totlo estaba perditlo ; que sería imposible de-
fendernos contra. ar¡nel111 nube de enemigos, r¡nc
parecí n salir á millares de sus uarco', y resohí
entonces venir á ofreceros mis cr·vícíos, ampararos,
~eilora, y ....

-Rna, basta~ seuor Capitán! exclamó ella.


Repito que un militar no dejn. nunca ellngar r1nc
le han cncomcnda1lo defeuuer.

©Biblioteca Nacional de Colombia


44 Los Pimtas en Carta[Jena.

-Pero¿ r1ué podría hacer yo solo contra una nn-


lJe de enemigos?
-¿Preguntáis lo que hace el hombre de honor
delante de Jos enemigos? .... ~Iorir en el puesto
ilefendiéndose, ó ir á unirse á los suyos para lu-
char por su Rey y su Pütria hasta rendir el al-
ma! .... Eso hace nn cabu11ero que prefiere la
muerte á la deshonra!
.A 1 decir estas palabras, Clara le Yolvió la cspaltlu.
y íué á unirse con las dcmús mujeres emigradas.

©Biblioteca Nacional de Colombia


IV

~~
~
l
f~ ·
j
,üEXO
. , e
será qnc 1olmmos ahora a arbgeml;
y >eamos quú haLía sucedido allí durante
U(¡nclla noche terrible.
Los E~pauolcs, cnst>iiailos á gucrrc:-~r con imlí~
gcnn-3, los cuales mrísimt•. vez at.:ca!Jan al enemigo
de noche, no agn:uJalJan que les ac:omeLiesen d r,~
nuüc b ose u ritl:ul, y aur que no ;;e puede decir
1
lllC descuidaran sus poe;ieioucs, no tuvierou la sufi-
ciente vigilancia.
Entre tanto el Corsario iuglés mnnuó IJ.UC ...-arios
bnqnes pn.:ascn de nneío por h(Ealida de Uoca-Gmn-
tle Y arrojasen mil hombres sobre las 11layas d•:! ~lt 1

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46 Los Piratas en Cartayen::r.

mar. mi en trns que muchas l:mchas, cuyos remos ha-


bían cnnlClto en teiu paran o ser sentidos, atra•esa-
ron la bahía y se dirigieron, unas hacia el"pnente, y
otra:; trataron de rle~embarcar en el litoral en que
hoy cstún los billnartes de a u b~-Isabel, Baraou,
y an-Irrnacio . Felizment e, el Teniente Diego
Dnz:t y rl Capitán Peuro }Iarrmla~, qnc cstauan
de guardia en :v¡ncllo puntos, >ieron llegar tt los
rirata~. 'j" Ua!Hlo ,-oces. llamaron n su anxilio á Jos
r1ue defcJHlían el puente. A pesar del nutrido fue-
go r¡ne hacían el Capit(tn :Jiirabal desde el Fuerte-
cilla (6in unda el Reducto actual), y el Ca¡ ilím
~Iigncl Gonúlez de lle la .Jiedia-Luna, los Ingle-
ses alc:wzaron á uesembarc ar en varios ¡1uutos, y
.e tr;tbó el combate enlrc los E~pai1ole' y los Pira-
tas .... Entre tanto, o iluminaua n la bahía y la cin-
da<l con los disparos de artillería que hctcían los
huqnes encmig••:> po:· una parte, y las do' galeras
<:.:paiio]¡,¡,o por otra. I...:\ batalla se habia tral.J:¡ lo f'at -
grienta y furiosa: sin CC;,ar se oía el griro de 1- _·,¡nfia-
!Jo.ciérra I::.pa,ia.' <le los E~JHlfiole.::, y lo' jnramcnto s
ua lo Ingleses: la san;r.: corría á torrentes: yú no
sC' peleaba con arm,\s tle fnego. sino con espa<la y
lanza ; los Ingle-es no atlehmt,lba n un p w ;
t 1 contrario. se les obJ:gaha á pelear en retirad;>

&obre sus botes. cuando de im pro1ii;o llegó ú refor-


zar á éstos nn batallón enemigo r¡ne había <l~>sem­
barc!!.lo en la po.oiciúa qnc ueíeudía con loil Indio'
flecherl'' el Ca¡Ht.Ín de quien haLl:.ímos antes, el
cnal dt'jú descuLiert o aquel sitio. Almi~mo tiempo
ue.::cmbarcaban los mil hombres que lo~ Piratas

©Biblioteca Nacional de Colombia


1 El Almirante corsario F. Drake. 47

habían enviado por la vía del mar, y los Españoles


se encontraron entre dos fuegos . .lunque hasta
entonces los Ingleses habían perdilio mayor número
de soldados que los Cartageneros, aquclnucyo inci-
dente cambió la suerte del combate. Yiéndose
herido de muerte el abanderado Cosme r1e Alas, se
arrojó sol.Jre el enemigo como un león · con el ast:l
de h4 bandera mató á dos Ingleses, y envoh-iéndose
en los pliegues de ella, cayó muerto exclam:mdo :
-¡ Yíva nuestro Rey Felipe II !
El Capitán )lejía )lirnbal, seguido de sus veinte
hombres, los cnalesr á pe ar ele haber combatido
como hirocs, estaban aún ilesos, se arrojó entonces
sobre las lanchas del enemigo para echarlas :í pir¡nc,
:Y estuvo casi á punto de matar ú Drake mismo,
gne estaba en una de ellüs; pero la multitud rle enE-
migos era tánta, que nada pudo hacer, y tuYo r¡nc
lo! ~"er c:arn' y huír hacia el con ,-cuto <le ~ an-Fnm­
ei.sco, mientm· rplC los Inglcs~s l1cscwbarcu1Jan
11 ara per:;eguirle.
La derrota se declaró en todas partes {t un mismo
tiempo: unos se umparuuan en la' iglcsms, otros
~ los com·entos ; pero la mayor parte de los \"en-
c:üos tomaron el camino de la mont.J.ña, en donde
se consitleraba.n más sE>gnros.
El Coronel Yir¡ue, que vió perdida la cindad,
tomó con igo al Capitán )Iirabal y Íl los bombres
<J.lle le r¡ueJaban á éste, y corrió {1 donde c.,taban
las galeras c.:pailolas, con {mimo de quemarla';
para que no enyesen en manos de los enemigos.
Cnanuo llegó ú ellas, encontró que una yú estaLa

©Biblioteca Nacional de Colombia


·JS Los Piratas en Ca rtagena .

ardiend o, pero pu o ruego á la otra, dejanuo 1i brcs


ú los Galeote~ 'rtne las servían , los cu~lles, como es
natnral , conicro n á entrega rse á los Piratas y
tomar scni~io bajo sus bander as.
Dcsamp n.nula la cimlau , entraro n los Piratas en
ella sedicn tos üc sangre para. veng<ll' sus muerto s,
y tle rif}nezas para ellos mismos . Pero, no obstant e
la eonoci lb cruel<lall é inhuma nidad de Drake, los
cronist a· Espaüo les no mencio nan ningun a muerte
alevo~a que hauic<;en cometi do esta Yezlos Conari os
á sn entrada en Oartag ena. Sea que todos los Es-
paüoles lwyesc n hacia b montai' ia, sin qnc\hr nin-
gnno en Oartage na, ósea que los Inglese s se entre -
tu riesen en rolxu· lo que encont raban á numo en
las cnsn"J y no hubiese n buscad o con empeiio tí. los
dneüos tle rlh\s, lo cierto CS que Jurante lo,; Htbsi-
guicute s días los Piratas se ocupar on en enterra r
los rnurrto s y en .sacar de toda' las casas, iglesias
y eonYl'Htcr lo que hallaro n en ello:<, llcY;nH.lo t\
Stb bajeles cuanto pudiera serles ~ti!. Hop .. ~, mue-
ble•. och •ab eanon e·. pertrec hos y toclas Lls c;tm-
pana: de LL cinclad cayeron en sn poder. Pt>ro no
content o;; con ar¡nell , atr:ljQron {t los nrgr<:'s e~cla­
YO' y lC's pn:>ieron en tormcn to pa!':l que confe:>;
tsea
e a c1ólHle ha Lían oc u lt:ulo sus amos los eil cto.; y
\'!llores qne uo pn liC'rvn llcmrsc ú la ru..~utaf¡:J .
?11 Ut' hos JJl'6TOs d jcrou prontam ~ nto y con g 1~t"
todo lo qnc pudiera . 1<\.,timar á ~u:; amos, sin c¡ue
!muiese nccc::idnd ele ponerle s en tormen to; pcrv
nlguno~ pocos procnr, ron uefcnd cr los intert es
do
'll3 unefio.::, y :i. l'.>tOS mandó Drakc I}UC les llc·

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Al~~tirante Cot·sa1'io R Drake. 4.0

Vasen ií. los bajeles para que sirviesen como csch1os


de los esc]ayos que lhrntba yá.
Quiso en segnida perseguir [t los habitantes r1nc
se habían asilado en In. montaila; pero hubo de
desif~tir <le tnl empresa, porque algunos do sus
soldados y marinos ]Jerecieron atravesados por
zactas envenenadas que les dispararon,-no se supo
rglién ni do dónde,-apenas intentaron internano
en el bosque.
Así se pasaron los el íns y las semanas, y ni d
Pirata desocupa.bn. b ciudad, ni los mLeros emi-
grados podían YOl>er á ella. ¡ Qué Cnaresma mn
angustiosn. la. que pasaron ! ¡ Qué de solJreEalto~,
susto~, afanes y osca.seces sufrieron ar1nellas muje-
res delicadas, ar¡_ncllos tlébiles niños y hombre:;
ancianos y enfermos !
Al fin Drako se dió trazas pura que el Goberna-
dor supiese que, antes de partir en busca de aven-
tura;; en otros 1merto.s de las p0scsioncs espaiiol:l.s
de Indias, b, bía. de poner fnC'go ú. la ciudad, de
manera que cuando Yohiesen los colonos i"t Cartn-
gcna no hullasC'n sino hs cenizas de sus casa.s y
telllplos.
SemC'jnnte noticia alarmó mnchbimo ,i. cuan lo~
poseían nl~nJHL propiC'dad : y como el Goberna lor
hubiese enfermado grawmentc, y no pudiese e un-
pi ir con el OC'.::eo de ir á entcndcrEC con d . 1mi-
:t
l'<llltc Inglé:::, el <)bi~po ofreció ir O mismo Jwb~, 1'
con e-l ic~mo5o n.-c•uturero.
Encontróle C'~tablecido en la ca:::t del Gohcm,t-
dol', ,2'ozanllo de oda;: 't s colllodidadcs o que el
4

©Biblioteca Nacional de Colombia


· o~ caree~ ~ una miserable ohoza en el foudo
de la montan a.
A. petar de ser hereje y enemigo declarado de
todo •úbdito del Rey de Espana , Drake le recibió
con~ lo mandó .sentar y le pregun tó en qué
le p9día aervir. ·
-Veng o de parte de Don Pedro Fernáo dez de
Boatoa, G®ernado.r de esta ~a, á ofreceros un
rescate, ai dejáis en pie los edificios de la ciudad;;
puesto -que,-e&lladió el buen Obispo eon triate-
za,-lo que había dentro de las oasus creo que yá
no existo.
-Si me dais cuairooiontos mil pesos ~ oto, me.
iré man~a ~4 sin pediros ~ Jt·l;)lllna mú.
-Cu.koei~n~I ~1 la,.¡
-Pues si uí os parece, soilor Obisw l Bo hable-
mos ~cel as¡mto, y ahora mismo mmda ré pegar
fuego á la ciudad .

.•
El Obispo salió muy triste J d.eaco~ M la
p~ncía del Pira~ 1 se.mé á la Oatedr,t ¡

e~ liD 11
...........
Era Sábado S$,\W. ¡JI. Se~ .~. . . . .~ ;

-....o .ia ~ c..oaa que


(

hacia lloral' de a~ -.1 Mell ~~ El tem-


I lo estaba.sac:¡eado· los malandriaes.habían l'Qbedo
cuanto encontraron ele algún VMor"' 1 la ·• '4e
los ntos sin vestidos, las Santa. 'liamaJ ¡to y del-
l o~iatal de 1us ric~ joyas que 101 ~ lee~Mil:
d nado~ produj erou un a~Jmlo dQlw.-:el ......_
d l BeveroncUaimo aef1or talvo.
Arrojóse al suelo y., puesta las m~ levantó au
espirito al Dios de loa desventurados.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirant e corsario F. JJrake. ríl

-Sefior, Scílor Dios <le los Ejército s!-dccía :-


mirnd con misericon l ia á esta desrlicha da poL!aciún,
y no permitúi s r¡nc los herejes c¡uemen vuestro:>
templos! ::\In.u:ma es Pascua <le llcsnrrec ción: ;, uún-
{h¡ iremos á claros gmcias.. si se han venido abajo
~ i.~lo:>ias al golpe de ar1nellos Lallllidos sin ley ni
Dios?
OrnlJ<t devotnmc nto hinc:vlo el OLi~po, cuanuo
llegarou (L avi:;arle fJllO los Piratas habían inccn-
diatlo algunas C<lS:ts de biJiazún, r¡nc estaban en
las aíncras tle la cint1ad, y rp:c se prcp:uab an pura
f¡ucmar los templos.
Corrió el anciano l'a~tor otra vez á verse con el
Pirata. Encontrú le esw YCZ muy serio y entonado ,
y antes üc r1ne el seilor :JlontalYo lo salud, r;l, e_-_
cbmó cou ecuo feroz .• sac:mtlo un papel del pecho:
-Le<~ vncsamer ccd esa carta que me encontré
en el bufete ucl Goberuad or do esta Plaza; en elLt
vuestro Hcy, Don 1-'elipe de Espafia, uYis~~ ú Doa
l'cflro Fernimde z <le Bustos mi próxima llegada :í.
las lllllias, le manda •]UC se apcn.:iua para r'3ci.Jinnc,
y-afwui ú, mim1Hlo ni Obispo con m, l contutid a
cólera-m e lbma ; Cors •• riu! Corsario Inglé;:; ~ ....
El OLi~po no contcAó.
-::icpa nJCs~nnc;·cctl, niia.liú el Pirata, r¡ue yo
guardmú esta carta rara modrarla [t .~. :JL la UCI-
Wt, mi ~efiora, },ara r¡uc cJl,¡ ha~·• entender all{ty
Fl'lipc II 'luc yo no soy 11:ngún cor~ario. y qu!
tr; uajo en honor de Inglatt:m y rara obe(kccr ,í
mi real ducüa.
-~eiior Drttkc,-c ontc3tó el s ... iíor Mod:1h·r) ::.iu

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Piratag en Cartagena.

altrrarse,- ahora no son del caso esas an'rignacio-


nes. y lo qne nos importa es concertarnos en lo r¡ue
se llcba dar para qnc no se quemen la ciudad· y sus
templn~ . (1)
-Yá os dije antes laeantidad que necesito.
-1\'ro. soli.or ~ cxchmú el Obispo, e:;o será im-
posilJlü! Yos hnbúis rccogillo yá cuanto quedó l'n
h población. ¿De dónde h;.'mos de sacar semejante
smna de dinero?
-I!ccibiré sn cqnin~lentc en pcr1us : otra-
joyas ....
- K o lo tienen los habitantes. annqnc se q •ctlcn
~;in un mar:rrcdí y tleu todas las mujcrc;; cuan o
tengan de mlor.
- Y:í.Io tlije . .. .
dcs(tbasc lo:; cabellos el tlcsn:nturatlo Obi~po, y
se pa~e. ">a con agit.wión de nn:t á otra parte dl' ],
hn~it1ci6n .
F.! Pirata (';;taba ::l!Jmado al balcón.
_-::Jr.or Obi:::po: exclamó al fin: hncedmc el f.~­
Yor de pa~ar nc:1 .
- c·u.mdo el bnen Prdntlo hizo l.:> que e: otro
pedía:
-~Y e:s a ¡u ellos ;10m br.:s_. l)amlos allí cnfr<'U-
f<' :-1: pre:;nntó d In;-1~::' .
-::..~HL ...
-: ~.'>'.;.,;lo ~~·e hnc<'n ~tll:?
-; n' he de ,;:ahC'r: ....
1 .

{l Y(. e Z ¡;nora.- lli,;torb de la Provin la tld Xut 10


lU Lib. IY. Cnn. X,

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirante co1·sario F. J)rake. 53

-Aguardan una. sefia mía para correr á incen-


diar los templos.
-Dios mío! Dios mío! exclamó el Obispo con h~
lllayor agitación, y volviéndose al Pirata añadió:
es preciso que se convenza vuesamerced de que no
quedan en Cartagena cuatrocientos mil pesos en
oro, Jllata y joyas .... ni la mitaJ siquiera, ni la
cuarta parte quizás. ;Os lo juro por Dios!
-Bien .... os creo, seílor Obispo,-dijo enton-
ces Drake, entrando en el salón: arreglemos ami-
gablemente <•ste asunto.
El Obispo se acercó primero al balcón, y vió que
lus hombres quo el Pirata le había sei1nlado per-
lll:.tnccíau en su puesto, y stí. más tranquilo, tomó
asiento frente al Corsario.
Poco rato después el buen Obispo salía apresu-
rauamcnte de la cam del Gobernador, y uwnt::J.do
en una mula que le había prestado el Almirante-
corsario, se dirigía al monte en lHlsCa de los emi-
grados. El Pirata le había hecho jurar que obliga-
ría tí. todos los habitantes de Cnrtagena, c1ne allí
C!Slaban asilados, á que diesen como 1·escate cuanto
poseían en joyas, oro y plata.
Y {t estaba casi oscuro cuando el afligido Pastor
regresó acompaflaclo de algunos ncgms que lleya-
bau el rescate. Los hombre¡,¡, á la yoz de su Pre-
la.lo, habían le entregarlo cuanto llevaron para ocul-
t:ulo en la montana; las pobres mujeres. e quitaron
lus anillos, z, rcillos, 1Jmzaletes y catlenas que te-
llían, y llonmJo los entregaron también.
Avaluáron;;e ar1Hcllus U.cspojo:;, y resultaron Y:l·

©Biblioteca Nacional de Colombia


51 LoR Piratas en C'artagwa .

lcr, por junt., ciento siete mil pesos, en cambio


de lo cual Drake Jió cartas do pago, firmn.ths á 2
uc ~\Lril de 13SG. (1)
Concluído todo, recibido el rescate por una par-
te, y la firma tlel Pinta. inglés por otrn., é-te dijo
al Gnun1i(m del coJn-cnto do Km-Francisco, qno
era uno do los testigos allí presentes :
-Ahora toca á nwsamerecd rescatar su con-
yento ....
-~Ii conYento! ¿Luego no so ha r escatado ht.
ciudnu? .. . .

- _ - La ciudad sí, pero nú lo r1uc c~tá fuera de ella.


(Gctzemaní no estaba entonces pobh do, y sólo
habí« allí el eonyento ue Franciscanos, El-lLüa-
doro y unas pocas casas más. )
- Jesús dulcísimo! exclamó el Gnnn1i{tn . ¿Y
cuánto quiero 1uesamerced por mi pobre conYen -
to, del cual n1cstros compañeros yá sacaron cuan-
to adentro hauía?
- Xecesito, por lo meno~, dos mil pesos!
- )Iil tengo, ~efior, único tesoro que habín. lo-
grado ocultar .. .. Os diríi en dónde se halla, para
que lo mamléis ,n.cnr.
- Eso es muy poco . . ..
- Llevaos las campanas que aún qu edan en h
torre.
Drakc tomó nn papel, diú el recibo par:t que el
Guardián entregase el oro á uno !le sus Edecanes,
T manuÓ que descolgasen las campauas.
· -Ahora, necc.siro saber". dijo el Pirata, quién es
(1) Yéasc el documento número l.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirante corsado F. Drahe. .,
.JJ

el dneílo r1o las ocho casas y El-Jlatn<lero, que nú n


quedan sin rescatar.
-Alonso Bravo IIidalgo, eontestáronle.
-Que lo mantl.Qn entrar, si est(L en In. ciudad, y
i no está, qno metan fuego á todo.
Momentos después so presentaba Bra>o IIidal~o
delante del Corsario, y después do amenazarle con
quemarle sus propiedades y llemrl<J preso en sns
bajeles, le arrancaron cinco mil pesos en oro, q1w
tuvo que entregar uno sobre otro.

©Biblioteca Nacional de Colombia


VI

~
~~ cua, h única campana queDomin•o
LA mufiuno siguiente, de P"'"
había qued:1uo
en la Catedral de Cartagenn (porque estaba rajada,
ora muy grande y poco cómoda para bajarla de h
torre), repicaba alegremen te llamando á los fieles(~
misa.
Cuando l1abía amanecido el día 2 do Abril, los
Cartagene ros Yieron con alegría que los bajele!
corsarios salían uno en pos de otro por Boca-Gran-
de, Y que, impelidos por un >iento favorable, en
bre1e sus velas de apareciero n en el horizonte.
La alegría de Jos vecinos era templada por el es-

©Biblioteca Nacional de Colombia


58 Los Piratas en Cartagena.

pcctácnlo <le su rníua; sin embargo, todos se alen -


taban unos á otros, y con la pro>erbi1tl hospitali-
dad espai1ola, los rp10 hab.ían consern1uo alguna
propiedad, no tenían empacho en repartirla con
sus amigos y >ecinos.
:J!uchos de los negros esclnsos habían desapare-
cido, tmos llevado· por la fuerza en los btH{UCS de
los piratas, y otro que hahían hnhlo en busea de
otros amos, fignrtmtlose qno mejormün de eoudi-
ción. Aquello no sorprendió á nadie, pero sí causó
asombro la. desaparición del Oapitún, cuyo nom -
bre ocultan la crónicas, y que er.t no1io de Clara
de Bn~tos. Desde el momento en que ella le afeó
su conducta y le volvió la espalda con indignación,
na<lic le Yió nunca más, ni -vivo ni muerto. ¿Qnl:
fué de éL? ¿Fué acaso pasto de alguna fiera de las
que abnndalJan en la montana? ¿ lluyó {L alguna
otra colonia con nombre supuesto":';, e hizo pirata y
tomó servicio bajo las b:mc.ler:ts de Drake? .''..qttello
no se supo jamás ni nadie se afligió por ello; Ula-
ra menos qnc ninguna otra person:t, pues había
<lado su corazón al Lmvo 0, pib.n )lejía )firabul,
y pocos días después diólc también su mano de
cspo·a con el beneplácito de su padre.
El matrimonio de Dona Clara de Bustos y del
Capitúu )lejía )firabal fué el último que cele-
bró el bueno y caritatiYo Obispo Fray Juan de
~foutah·o . Los trabajos y angustias que había pasa-
o durante el tiempo eu que estn-vo Drakc en Oar-
t:.gcna; los afanes del último dia, y la pena que le
e: u::ó no poder socorrer ficazmeute á l:\ multitud

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirant e co1·sario F. JJrake. ;j!)

de desgracia dos que habían qnedn.do en la miseria


(pues (·1 hauía dado cuanto tenía para ayudar á.
rescatar la ciudad), minaron su salud á tal pu1tto,
r¡ue cayó á b cama muy enfermo; y no bien ha-
bí::m pasado algunos meses, cuando murió, sentido
Y llorado por toda la JlOlJlación.

©Biblioteca Nacional de Colombia


T:PÍLOIJO,

.
t~

i IEZ afio.s hnn trnsc t:Tido desdo nquelc:n


11
• ' que el ;:-:,mto Obi~_,n J{unblYo unió con el
Ynrro lllatrímoníal ú l:t hi 'a del Gobernador de Car·
tn~cna. Don Pedro Fl'rm{u,~l'Z d¡;J Du:;to.s, con el Ya·
1ien te~ llci!oda!lo C.: a pi tún [e_i Í:l )1 i r:tl.ml. ; Cuántas
ro~;¡, h· bían uco.:d!tlo en Cmta~rna durante aquel
tic•111p ~ Cw.tr..> 1lu:.;no- e, n~cc~ti' os habían goÚer-
llad.) la zre' que con. t.Ílr t~. abnC'!!Ución amparó el
1' ~ . ~
•U>crcndüimo Padre Fr: v <Tnan le Monlnh·o, y
do.., Gobernadorc,sc había~1 uccclido ou el gobierno
· ·.. uno de l .; cnnlc · cmprzo• a' f a bri-
de la· 1) rovmc1 ·
cnr la, murnlh· (qno eh ' rí 1 de endcr c-ta l'ln;m

©Biblioteca Nacional de Colombia


GZ Los Piratas tn Cartagena.

de los atar¡ues do los pirnta-;), y ú cegar ú Eoca-


r;mntle, para impedir qno ontmsrn por allí bajeles
encruigos.
Clar;1 ele Du ·to~, ma,lro ele cuatro hermosos
1:ifios, ...-iría feliz y s,lti;;fccha en I.l ciudad d(}
:.\Iom pox, en doudo estaba cm picado su marido,
:tUIHJllC solía afligirse 0011 las fr..,cnclltcs excnrsio-
liCS r1ne hacía ú;-;tc á Cart.1gena y tt la Peri.\ de Por-
tobclo, en donde se rcuní.m en ciertas épocas del
afio totlas las ri1¡uezas del Perú y los ¡Hoductos dú
Europa r¡uo se enviaban ú la, Colonias.
El día en (¡no ...-o h-emos ú Ycr ú nuestra nn tign:~
amig;l, b. en con tramos cscnchnntlo crnlJclcsatb el
rel.tto t 1ue la hacía su mmido de lo rpte le snccd.iú
en un viajo qne acababa uG hacer [¡ Cartageua y
Pr.nam(!.
-~ Qué mnerte,-le decía él,-te parece r¡uc
1
ocurrió hace algnu, s semanas cerca de Porto Jolo :
-~ ·o atino ....
-La de nuc.::tt·o antiguo enemigo, el f1 Yorito
_\.lmirauto de ISi1hcl de Inglaterra ....
-¿El Drakc :-
-El mi_mo . ...
-¿ Y moriría excomulgad o, como había ri' iuo
<cmprc?
- furiv impcrúcnte corno \h··ó.
-¿ Y 1:0 tmtú tle entrar :tucnuncntc en C. r-
t~ ~cna ?
- úm)llÓ : .... Pero f1í reeh.l7.a1n su E ¡cr~i­
c·Í,IJ cJn ~óh> cincuenta hom 1 re-: y cuatro eur,om
d~-u el fuerte del Pastelillo, recién cdifie:. di),

©Biblioteca Nacional de Colombia


El Almirante corsario F. Drake. G3

como tú sabes .... Fueron tánt:J.s las a>cría qno


sufrieron sus bur1nes, que resolvió pasar uc largo
y salirse uc nueYo ele la bahía.
-¿ Pero en Portobelo, dices, logró entrar;
-L:~ mncrtc se lo impidió .... .:J.. mediados del
ano pa~lvlo, el nrake salió ue Iughtcrr:t con >ein-
tic:inco bajeles armados, y tripulauos con nnu hor·
d~t de mah ndrincs de su casta ; toJo aquello snmi ·
nistraJo por la hij;L <le ~'imt Iwlena, con el objeto
de r¡uo hiciese lo pos¡blo para arruinar ht; colo-
l. ias .Jc Su :Jiajestall Felipe II. E m pczú por a.saltar
l. s hL1s de Pncrto-Uico y Santo-Donúngo: la
primera rechazó á los Piratas con t(tnto IJrío, qnc
uno dt: sn:> Oapituuc-, Juan Uawkins, murió tlo b
rakL al día jguicntc. Ei Drake se dirigió enton-
ces á Tierra-Firme, saqueó y quemó ú Hío-
dc-Ilndm, auuq no sn.:; habivm tes le ofrecieron
treinta y cuatro mil c1ucarlo.s tic l"l:SCate en per-
las, l:ts cuales tomó. y en sc~nilLt ardió la ciu-
dar1. De allí pa-ú :i .:anta-JI<trtcl. en donde hizo lo
mi~mo, y apen:l:i toc:Ú eu Ü rta2"Cllfi. COI110 te dije,
y YÍellUO que 110 }C: C'l'iL f:Lci! entrar allÍ. Se c1 ri~Ó
al río Chagrc:;. por donde enrió una .Expedición á
p, nrun:'i .... Yo e~ taLa allí entonces ....
-; ,Jl' ús, .Jc.,ús! cxclnmú Clara: bien mo lo
fi~nra a yo f¡ue c::tarin:; en peligro ~
-~ o tema~ ~:1: el peli,.ro íuó con~urado .-in
lnUjnr tL'c,lh :. por<¡uc hgrúmo:s rechazar y (]c-
rrotar í lo:s lu..:l ~es, lo• cuaJe:: (es decir, lo.: f.ne
gnedarou 'i ro . que fneron poco ) .::o w;,l 1eron ~~
sus bnjdcs rnoi!Ínos y cabizbajos. Encontraron • l

©Biblioteca Nacional de Colombia


\34 Los Pimtas m Cartagena.

Drake enfermo de fiebres-, las cuales aumentaron


con la ira que le dió el mal é:s.i to de la Expedición;
y como dirigiese los buques hacia Porto be lo, murió
de impwriso, á la. 1isb de la ciudad y á la entrada
de la bahía. Sus compafleros arroj<1ron al mar
su cadáver* el 28 del mes de Enero ele este ano, y
en seguida, aterrados con la pérdida ele sus dos
Jefes, regresaron á Inglaterra, en donde serán
muy mal r¿eibidos por su Reina I abel, puesto que
lle1nn poco botín, {L pesar de lo mucho que han
robado.
-Y .,i han robado tánto, ¿ por qné lle1an poco
botín ?
-Parece que IJerdieron á la salida Je S:mhl-
~Iarta, en las bocas del río }fagdalena, los bur¡ u es
en que llemban sus riquezas: y como en PanamC~
no entraron ni tampoco en Portobelo, no deben de
llcynr gran cosa ....... .

Efectinmcnte, como lo había :muuciado }lir;l.•


bal, los Piratas regre;:;aron fi lnglatcrm á dar cuenta
:í. la Reina de las muertes de IImrkin' y de Drakc,
é Isabel les in~ultó con palabras muy poco ruct1idns,
Ecgún la co::tumbrc de b hija de Enrique YITf.
La muerte de Drakc cau ó nTan co1 sternaciúu
en Inglatcrr:1.; lo' poeh.> cantaron 1:u: lta~afirt.\ y
sn retrato se cncueutra entre los de los ..:\lmir. 1 t(.'"
clo cuyas glorias se jacta la Grau Bretaña.

* En la punta llamada do Drok h. t el dí de llo,r.

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CUADRO TERCERO

LOS FILIBUSTEROS Y SANCHO JIM:ENO

~697

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I

t.>
(ee onnü d afio de lGfl~. E~l)afin ' Franci<~

f 1
C011 tÍ lllltlhan en !"U erra :J IJierta, }a cualJh:-
o
Yaban adc:tmte no sólo en Europa, :!ino eu.\m~rica,
A~ia y .\frica, y Jo.; Eircito - se IJtltían eu tierra, y
las E'ctutdr as namles en Jo· ruare.>. El mu:tllo en-
tero gemía agita!lo por aquellos dos gigantes , r¡uo
procura ban sobrepo nerse e:l uno al otro, y allr¡niri r
c_ac:a cual má- pot!crío y mayor influenc ia en lapo-
lttlca europea . ,'in cmbar::ü , hrrda muchos aflos que.
E
· -Pali¡'l. ib. decayendo y ~perdía batalla tras de L -
talla: en Flandc~. en C. tnluiia, en Itnlia_. en todn~
Pa•t~". lo· Ejército s del euf rmo 'nrlo~ II cr:m
Yellcidü, por lo;; siempre victorio ·os }¡asta cntonc~.s
lie Luis XI\·.

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G Los Piratali en Cartagena.

'l'odos los medios parecían buenos al Gobierno


fnmc{~s, con tal de consegui r la yictoria y arruinar
ú }>paila. Así fué que, conocien do que Carlos II
obtenía los mayores recur 'OS de sus colonias .Ame-
ricanüs, y siendo Cartagen a de Indias uno de los
más ricos depósito" del caudal del Rey de E'pai1a,
Luis XI\~ resolvió r1uc aquella Plnzn fuese at:lenda
y :nruinad a por sus Escnaur;t s.
Jnan Bernardo De_jcans , Darún de Pointís, c~·¡t
un marino de notable reputació n, qne hr.bía com-
batiLlo con buen éxito en .\frien y en otras partes .
. "itiHlo él>tr,-qu e contaba yá cincuent a años-
hombre de experien cia y muy re petildo por ¡;us
(;Ompaileros de arma , Lll is XIY le encomenc lú ln
LXped i<:i(m :í las Colonias E ·pniiolas de _\.mé-
rica, con encargo de apoderar se en primer lugar
de Cnrtngen a. Pointís delJía ponerse de acuerdo
con el Gobernad or de las Pose'ion r frauccsil5 en
:-:;auto-D omingo, cuya capital era Pdit-C:o are.
Dicho. Gobemad or era t nubí~n un di 'tinguido
marino, J u n Bautista Dncas.sé, auti,;no ne"Tl'ro
y de gram1e influenci a sobre los FiliLu~teros de lns
isla;;; adynccnt r5.
L'13 ¡. ililJ/Islero.~ eran lo- miembro s Je cierta~
com¡•<lliÍa:> tlc piratas ú bandidos de mar, uno-
l¡;,~)escs, otros Francese s, r¡ue tenían sn.; guarida·
en las I'l'f[UCiH l' ~\.ntillas que los E ·puüolc- no
habían tomado pum sí, y eu donde se·npre't auau
(·:\pcl1icione5 contra !tts Colonias Espanola s. (1}
Ll Escuadra francesa, al manuo del llarón de
"'(1) Lo" jlib•t tiers,ó Filibustero~. palabra <'ompuel'-
tlt de 1, "ingle "}ly, mo:,ca, y boal, bote ó ·ca. bu ¡!le.-

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Los Filibttsteros y Sanr:lw Ji meno. 6!)

Pointís, había llegado {t la Espu!iola á principios


de )Iarzo: co"nstnba. de diez buques de guerra, Íl.
los cnulcs afi:ulió Ducassé dos na ríos grandes con
tropa armada y doce per¡uefio", llenos de n"gros
prófugos, y piratas y filibusteros sin ley ni Dio~,
pertcnQcientcs á todas la naciones del mundo. El
Ejército se componía de cerca de diez mil hombres,
pcrú;ctümentc armados .Y mnnicionaLlos, llevando
adem(t· amplias provisiones de lwcn. roba.la;:, y
torlos :mimados por la pasión del lucro y llenos de
o~arlía y trnehlatl. (1) Ofreció Pointí~ pu~ar ú lo.~
filibusteros mercenarios nn:t suma igual á h que
tocar<L á las tropas del Hcy r¡ne iban en los bu-
CJUCs traídos de Francia,-pago qne había de hacerse
con el IJot.í n r1 no tomnscn en Cartagcna, co~a por
cierto Yergonzosa y c1ue hoy de::,lwnnuía {L un
Gobierno.
To1lo e:;tahtlisto y prepararlo en Pt! it- r:orn·e p:u·a
emprender marcha, y sin embargo, no se dub:tn las
úrrlcnes tle l?mbarr¡ue, porque Dtt('a~sé aguardaba
lno ca. tomaron P"te nombre di:! la,.; embarc~u:ior.e,;
que montaban, ligeras como In." mo,cas lacn,;tre:; qul:!
l"•Ípidas se deslizan por la. :mperlicie del a1;na. Tale,.;
eiulJnrC'acione~ tenían poco calarlo. y f>r:tn muy á pro-
I> ·sito para na ,·egar ~·n los bajos. los liHtres de ese a. o
fourlo y lo,; estero,.;. donde se gnarec·íau cuando eran
perse~uida,.; por buques de mayor IJor lo, que no podía u
nc"r<·íir~eles ~in Yllrar."'
(l'iraterías etc. en llz Am[ricu. E paí"io!a-public.'l-
da~ por I>. J. Za.ra<TOZU).
(ll "Tenían (lo~ Filihu~ter ~ ¡ por co umhre hacer
nl principio de cada crnpre ... a una. e critura <le I'OI.-
truto, en que deterwiw b·m lo 'lll<' de In." prc-:

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70 • Los Pimtas en Cmta;¡ena.

llll mensajero 11ne babía mandado ocn1tamen te (t


Cartagena, ;\ tomar lenguas y averiguar si ¡;oLlía
en tenderse con algnnos de los Oficiales tle la guar-
nición espaliola de la. Plaza, á Yarios de lo cnalcs
t,;onocía pcr'onalmeu te.
Regresó :1l fin ol :Jicnsajero, y cncerróse con Dn-
cassé, con fJUÍcn tu'.·o una larga conferencia, cuy~
rcsnltado no lo supo nadie; ni siquiera clmi:mw
General de las tropas dcllky tlwo conocimient o
L'Xacto de las noticias c¡ne tmjo el cnvia<lo l1d Go-
Lcruador. E'te sólo dijo que tollo andaba bien en
Ctutugcna, y f!UC poJrían tlnrsc {~ la Ycla lo más
pronto posible.
1lebíau dh;frutar cada uno y el Gapitán por sí y por
:-u naxío, y las recompen><ru; que habían de rec-ibir lo,.;
que se inutilizaran en la. jornada .... Estipulában~e
lul!go las recompensas y premios para lo· que fuesen
herido: ó mutilados de algún llliembro .... Aqnello;o.
llombres. ueliucuente:< tan odio.-o><, vhian, sin em-
h. rgo. entre sí en el ordeu más perfecto, y paredan
los hombres mií. · honrauos en las preNts y n~urpacio­
l l .,.. colectiva::, pues de ellas n::ula O<'Uitahan ui di--
tt·aían, llevándolo todo al fondo común; éie tal ~nene,
•¡ue hacían jnrawento ¡;olenme de no e:xtra·viar ni la
menor alhaja, y si sorprendían á alg(w compailero
en intidelidad y faltanuo á lo jurado, era inmediata,
de~ precia ti nt y aummeute de~ pedido dt.> la eon~r~.:a­
ciún. Exbtía eutre ello:> la nHí~ e"'tri<:ta frateruidad,
tan apretaua. como lo fuG "'iempre ellaw del crimen:
i Ú alcuno le falt~ba aJ:::o ue Jo '}llC OtrO tení., ~~te
, 1 punto le haría partí ·ipe de lo que ueee~itnbu, y al
que qnellaba despojauo <1e ~u;:; biene le faYor cían
Jo~ otro;; e: n ro. ament •. E-to e t-ntiE'nde cuando
,raba la. mayoría de ello, eu pro.-periilad, la cual
1u cían efímera ~u· in-eu-at.' liberalidad ~."
( bra citada ant ),

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II

'~
(~

(;
f .
om:u:s AnA. ht ciudad y la pro>iucia de Car-
tagena Don Diego de los Ríos, hombre perc-
zo·o, descuidado y poco acti>o, qne nunca se decidí.~
á dar nn paso, sino dcspné,; de lb.rgas reflexiones , con
lo cual dejoba c;;;capar tod:1 ocasión fa>oralJlc. Te-
nía, atlemá.s, mÍ. gt·a•ísimo defecto, y era el de hi.
envidia. y la mal<\ ,-olnntad r¡ue profesaba con res-
pecto l Ca~tellano de Boca-Chic a, Don . 'ancho
.Jimeuo, el cual poseía muy relm·antcs prendas, nna.
actiyidad a·omhro ·a, nu:1 pericia. sorprcnucn te,
una galla.nlía poco común, r era tan l.licn r¡ui::to
entre las damas, como ol.Jedccitlo y.respctat1o por
n¡; comp fieros de a.rmn-. En u primera jtFCn-
tud fné puje del ·cguudo lJou J unn de .iu:: r!.1

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12 Los Piratas en Cartagena.

(hijo ilegítimo de Felipe IY), y á. la muerte de


e.'!te Príncipe siríió en _las guerras de Flandes.
Como su familia era hidalga pero pobre, Don San-
cho se -rió obligado :í aceptar un destino eu las
lnclius, y estu\o interinamente de Gobernador de
Cnrtugena. Su extraon1i naria bonracle7., llemda
ha5b el mayor grado, le granjeó enemigos entre
lo, demús empleados, que no venían á Indias sino
con la. intención de lucrar, sin pararse en merlio··.
Cuando empieza nuc·tro n;lato, Don Sancho no
habín. cumplido 3" aüos, y cuatro antes se había.
casado con una hermosa Limeiia, hija ue un rico
comerciante del Perú, la cual iba con SLl mmlrc,
Yimb yá, á Espafla, cuando ttwi~ron b desgracia
de caer en manos de unos piratas que las robaron
cuanto llevaban, y mat1ro é hija entraron en Car-
tagena pilliendo limosna. Supo aquel incidente el
liit1a1go Espaííol, y como no podía amparar decoro-
:,amen te á aquellas u os mujeres, no sien1lo pariente
:::nyo, resolYió casarse con lil nifla, r¡uo no contab.
toda ría quince aiio", y i'• quien súlo había visto
dos veces.
Aquella noble acción fné rccompcnsnua por },
rroíillencia, pues TereSil de Gn.zm(tu no sólo cm
lJella como un luccrc~, sino Yirtuosí.:;ima y de c::pí-
ritn tan genero:;o y levantado como el de su e'poso.
Helegatlo :mcho Jimcno á Doc. -Chictl1 en c. li-
dad tle Castellano de la Fortalez , como :::e -.,;e.,e
querido JlOr el pueblo cartagenero. aunque mal
,.¡"to por touos aquellos q nc en ridtau. n sus ,-irtu-
de~J sin por eso tratar de irnitnrlu.5, el E3pafiolr('-

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Los Filibusteros y Sancho Jüneno. 7~

solvió ir lo menos posible ú la ciudad de Cartagena;


así fné que compró un terreno en la 1ccina isla de
Barú, para qne vi riese allí su esposa, y de edl ma-
nera verla frecuentemente, sin abandonar sn puesto
en la fortaleza de San-Fernando, qnc le tenían en-
comenuada.
--Señor, dijo un negro, sin-iente <le confianza
de Sancho Jimeno, entrando una madrugada en su
dormitorio: acaban de Hogar unos marineros eu
los botes que traen sal de Zamba, y éstos dicen c1ne
cuando ellos salieron de aquel lugar entraban en
la ensenrula >eintiJó, bajeles de fililmsteros.
-;De filibusteros!
-. í, sefior; y aiiaden que entre éstos hay gran-
des navíos armados con multitud de cationes y
llenos de soldados.
-Están ú diez leguas de distancia no m{ts de
C:ntagena Jos en omigo~, y nosotros cle~pren:nillo':
exclamó el Castellano, arrojánclose de su hamaca:
Y ri~tiélll1osc apresuratlamcntc buscó pa11el, plnma
Y tinta, y e~criuió una carta r¡ne cerró v .. elló.
' .
- ..inda ahora mismo ú Cartageua, diju al ne-
gro (c1ue aún permanecía. en el aposento), y Jlé-.a
ese papel al ~enor G ubernador Don Diego uc l~
Ríos.
-Xo está en Cartngena, se flor.
-¿~-o e:;Lú en C:u·tagena?
-¿\yer tarde 5e pu.:o en marcha para Turbnco.
con toda su familia.
-:in ari~úrmclo ~irlnicra~ .... rcro e~to mge:
Íll!ua á Tnrbaco con esa r, zóu, y llO te dctcng."'
C'll ningnna parte ha tn no enlrcgnrlc d papel.

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i4 Los Piratas en Cartagena.

Un cuarto de hora desp11é:> el negro, con dos re-


meros embarcado s en una ligerísima enuoa, salía
del Ca tillo de San Fernando y se dirigía {L tierra
firme en busca del camino de Turbaco.
Algunas horas clcspué , el Gobernado r estaba
disfrutand o de la fresca de la tarde en el bonito
pueblo de Turb:lco, en donde poseían ca.. a" Llo re-
croo los ricos Jo Cartagena , cuant~o llegó jadeante
el negro cscla>o del Ca tellano de "an-Fernn ndo.
lié nqni la carta de Sancho Jimcno, fiUC lcyú el
Gobernado r cou euma sorpresa:

''Excelentí simo seitor.-Ah ora. mimo que son las


•eis de la lllllñana de e te ocho del me· de Abril, aca-
bo de tener noticia. de que en ZamlJ.'\ se hallan lllÍ\ ·
de Yeinte bajele · de filibustero" , lo::; cuales yendril.n
-,in duua á atacar á. e·ta Plaza. La. guarniciím de!
Castillo de an-Fernan do no consta !:'ino de ..;e::;enta
y oc:ho negro y e::;cla\·os de las hacienda Yceina . que
he poJiuo alquilu.r, y úlo treinta y cinco soldado·
,-eterllllos. Los primero son ca--i >;ah-ajes y no en-
tienJen el ejercicio ni la dlsciplina. Esta Fortaleza
hn teniüo en todo tiE>mpo una. g-uarnici6n de cerca de
cuatro<'ien tos hombres. Suplieo, pues, á. u Excelencia
que inmellia.ta mente me munllc los soldados que me
hacen folta. que yo de:ode este lllomento maudar-J á
bu.~ca.r lo:; Yí\-eres que se nece::;Üen para un sitio, _¡
aca.~o lo:; Pirata:; nos lo ponen. d.bora tres año· hubo
peli~ro de pirata.-: en Carragena, cuando yo tenía el
•'nrgo de Croberuado r, y con sólo tomar Ia.s pro\·i-
dencia..., del ca~o para tlefender la Plaza, lo. banuido~
lo ~upitron, y no se atr'Yieron á atacarno~.•\.Jwra.
,u<: ·der<í lo rnkmo, si ~u Excelencia. tomn la::. preca.u-
cione~ debid. "·
.. B lo- pie: de su Excelencia .:u lllá." reutlillo ~ r·
Yidor. :-3.\XCllO JDIEXO,
e -telian;,¡ de Bo - hl .'1

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Los Ftliúusteros y Sant:lto Jimerto. i:J

"P. D.-Acabo de saber que :u Excelencia e1>tú en


Turbaco. Como pre;;umo que se Yendrú inwecliara-
weute para Cartagena, e ·pero la. llegada de los !<ol-
dados que necesito á más tardar mai1ana en la tarde.''

-Yaya, vaya ! Si scr[t aprchcn i YO el seüor Cas-


tr.llano de Bocachica !-exclamó el Gobernador.-
y Yohiémlose al negro aüadió: dile á tu amo r1ue
marrana no me iré (t Uartagena, porque tengo que
hacer un rodeo; que á eso Yine, y u o me he de ir in
cumplir con lo que pensé hacer .... Y ai1áde, que
pierutL cuidado; que hace meses que yo tenía no-
ticia llc es¡t expedición de FrancC'.oes y filibLltitero:,
pero rpw no ~~s ú Cürtagena <LII(loULle sed irigen, sino
ft Portoi.Jelo, y allí hallarán la armada. del Conde de
, 'uncedillo, qne les harrr frente.
-¿Xo sería mejor q ne su Excelcnci<l le cscri !.Ji e-
se tollo eso á mi amo; .... Yo puedo ol\'icbr al-
go, y ..... )
-.Escribirle!-excbmó el perezoso Goi.Jemador:--
llo lo pienses .... Yo vine (t <le,c-ansar en Turbacn,
y ni r~c:ulo tle escribir traje. -~ncla. :'ilHla ú. b.l:ic ll'
ú tu amo, y repítc!e lo que te he clicho, •1ne esrJ b
tranr¡nilizarú y me uejar(t en paz y SO~it>[O.
Jtecibiú Don -.ancho Jíuwno el rec:ulo tlel Go-
lJCrnnüor con no n·primid:t ira: enYió inmúcliat:l-
mcnte c~ta.s nolicins :í C.n-t;l~'na, para que se fuc-
¡,en pr paran<lo y aperciLicn•lo: per'J nin~nno (L
lo~ cmpk:ulo' del Gobierno espaflol c¡niso ó pudo
tomar la- ¡n·oyi 1cncins del C<'l'O. y el .1 tell. no >cía
cou de ·c,peraeión que pa.:aban la- hor,¡· y los día
!iltl qncregresase el . obcrnnlor, no ou~t.mtc lo- nl'l-

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7tl Los Piratas en C:artar;<na.

chos mensajes que man<bbn, - pnesto que los men-


snjes proclnjeron lo contrario de lo que aguardaba :
Don Diego, que, como ya sabemos, no r¡ncrb ú Don
Sancho, por llentrle la colltmria, permaneció au-
::en te de Cnrtageua hasta el c1í•• doce, en q ne rc-
gre ·ú. l~~te hizo saber á Don , 'ancho que al <lía
~:iguientc por la tar.le le enviarh la ~narniciún que
pe.lín, y mientras tanto él fué tt Yisib;r los c11stillos
de }Ianz:millo y :Snnta-Cruz, ~itos en la uahía y dis-
tante" ele la ciudad.
Cumo llc•gasc el Gobcrnallor y á oscuro al castillo
rle ::)anbl-Crnz el día duce por la noche, no quiso
regresar ú Oartagena, y pemoctó allí .
Cuando :-e lcmnt'' el día trcct'. viú que tocln la
guamiciún estaLa suure las murallas mim1Hlo lw-
cia el mnr.
- ;,Qué miráis?-pregnntú.
-l'na multitml Je vel;t,; que parecen >cnir ha-
cia ac:'t .
- O., CfJ'limcáis,-rcpu:o el nouC'rnn<lor muy sc-
l'Ío :-c-os tlC'ben tlo ~n lus bajeles lle los filibu~te­
ro · que 'nn ú l'ortobc-lo.
-~E-;t;\is H•,...uro de c~o?-J,regnutú el Coman-
dante llel ca~tillo .
-Lo prc;;umo así . ...
-. ciior Gol.Jcrundor ~ C'xclamó el Comnmlautc
c,on int.li!!'IHlC'iún :-hub~i:O f;¡}t, Jo {t vues ro ucbcr
cuando no npercilJi,tc i;; la Plaza cou tiempo~ \ ' C'Ü
cómo uno de lo;; bu(1nc· mayores ~e diri¡;e hncia el
pnc.no llircctameute.
-(orond Y:llejo:-dijo el Gob ·rn, uor, muy

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Los Filiú~tsteros y Saneho Ji meno. 77

airado :-¿cóm o os atrevéi s ÍL proferi r esas palabra s?


Pase n esa merced arresta do á Cartag ena.
así !-dijo el otro
-A un Coronel no se , le trata.
con rabia, y .. ..
-Calla d, y cumpli d mi orden, porque os puede
costar caro el irrespe to ... .. .
-¿Per o quién queda en mi lugar en este ca tillo?
-X adie. . . . i el enemig o nos ataca seriam ente,
no tenilmos fuerzas suficien tes para guarne cer á
S:<11 b.-Cru z y hemos de abando narlo con tiempo ...
Pero, aütldió, no entrar(L el enemig o en Cm·tage-
na . . . . llace más de cien aüos que ningún pirata,
filibustero ó enemig o, ha osado hacerlo . ¿Y por
qué lo hnn de intenta r ahora?
Dos horas despué s el Gobern ador regresa ba á
Cartag ena, lle•and o consigo toda la guarnic ión da
Santa- Cruz, en el momen to en que un barco
enemig o, con cincue nta bocns de canóu, se ponía
de guardia á la entrada del puerto, (ruedando éste
blor1ueado por mar.
En el entre tanto, éste era el suceso que ocnrría
en él Castillo de, Utl-Fer nando r1e Boca-C hica:
Don Sancho Jimeno había mandad o llamar á su
es¡Josa. pam despedirse do ella.
-.A.di ús,-la decía abraz(m dola tierna mente ,-
adiús, amac~a Teresa . . .. Es po iblo cruo no no:~
Yoln1mos :í. ,·er j;.1más; no me ohides ~u tus oracio-
nes, hija mía.
La nina (<Ipenas había cumpli do diez y ocho
anos), que le tcuía echado s los brazo" al cuello, se
apart~ tcm!Jlnndo pam mirar ÍL SU esp0SO UC Íl ente.

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iS Lo.~ Pirata s en Carla!Jella.

-Don , ancho~-exclamó (ella. nunca habíü po-


do 11am<trle de otro moclo ):-¿qu é dice Yne~amct·­
t(•<1; ¿Pur r¡né h:tbla Lle muert e? ¿E. t(L acaso en-
fL"rnlü. ó un peligr o le ame;naza?
-X o estoy ederm o . .. , pero me amena za nn
gra11clí:>imo peligro ....
-;,Cu úl?
-Se acerca n los Filibu steros á atacar e ta. Plaza :
el Gol>ernarlor no ha r¡ncrido darme los auxilios
que: 11ccc~ito ... . )Iorir é, pues, bajo 1us ruinas de
ar¡nb ta fortale za r¡uc se me ha cncomcnrLulo
....
-¿Y por qné uo pedís auxilio á Don Diego de
Los Tiío;:;? ¿Por r¡né no le l:Xplicúi:; la necesillaLl
uc- ello:
-Lo he u echo rcpetiua~ >ce:c~. . . y no he rc-
e:ilJiuo ningn n;l conte stació n· me resign aré á mo-
rir; pero jamás ;;o juro })OJ' Dios Xucst ro t:flor!
rendir é la bande ra c~puiiola ante ningu na olra dd
muud o.
-.\.ún e~ tiemp o, dijo Teres a con angus tia: per-
mitid me ir yo mi~ma (t ver al Cobem ador ....
-¿Tú~ ;Jam:.í.: ~-o volver é {t humi! larmc
ni {L
pedírlt.l nada ....
-:-:ieilor,. sefwr, gritar on alguna~ Yoces c:e.sdo
h; mural las: se acerca un bajel enemigo con L
bande ra de Trr.nc ia tlcsp\('gada ~
-Lle gó la hora del pdigr o .... Teres a, dclJc.::
p. rtir ....
-Yo partir ! Xunc a má'! CompartirC:.con YOS cJ
1 ligro, y .-i e:; preciso morir, moriremo.:; jnutu:o .
-~ -Ó . llija mra: tu presen cia me quitar
ía d
v lor ....

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Los Fililmstuos ü Sanl'lto Jimeno. 7\l

-Soy tu esposa (dijo la niüa con di~p1idad, tu -


teando á sn marir1o por p r imera vez en sn vida).
- :.\Ii esposa, sí; pero yo soy el Castellano de la
}'ortaleza, qne ha jurado defenderla con h Yiüa : tú
11ada has juratlo: puedes Yi\·ir . .. .
-,'in ti ! P refiero b muerte! . . . .
-Qnizá saldremos \·ictorioso:: ¿por r1ué nó:-
y éte, arn:t<h mía, r1ne me q ni tas el ~·mimo .. ..
-,_ i eres tan bueno, bu nohle, tan granlle,
Sancho mío, que .. ..
-Xó, no trate~ de adularme, repuso él sonrien-
do con tristeza. y oLedécemc . .. .
Ella insistía en queclarse, basta r1ne al fin la dijo
Hl esposo con gravetlilu:
-Yo m anclo en este Castillo; no pueclo tener
l;ocas inútile en él; Teresa, es preciso que te ale -
jes .... Te hago, sin embargo, nna reco ncndación:
si los enemigos penetran en 1a hahía, húye de
aquí, hija mía; no ngn:udes al enemigo, r¡nc pue-
de afrmtarte . . . .. , \"a e Ú \" il\anueYa en ton ce:;,
r1ue nllí cncontrnr.ís á la familia lleras Pautojn,
r1ue es mny amig:. nnéstra, como tú .s.tl>es_. y te
amparará en mt:moria mín .
Con é~t.l3 ó sem"jante~ p 1labt".lS, Don·- mt:lw fué
conYcncicnc1o á su aflÍ6ÍLla esposa de r¡ne ~1cl;Ía
partir, y lledmhla ca. i en brazos husta ln playa,
la .::entó en el harco c¡ne ll.loÍnn aplbt. do para
ella, y rec:omeud: udoln á ln5 neg-r. 5 ~eL Ya- que
la ncompaiinuan, ~al tú á tierra nucYnm ntt>. micn·
ira <¡ n lo.: remeros se dirigían lwcin Jn ccrc. n
costa tlo la i::la de B rú, en donde_. como hemo~ ui-
cho, Don ._nucho Ji meno poscí. s 1 casa de can. o.

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II

:~
;;.1T{J-
(: ·.l. mar estaba algo agitnd,t, y la brisa sopbb:
T de tierm hac.ü nfucra, como si el Yíeu to
mi:;mo fncsc patriota y rcc.:haznsc el ula'luc J t
enemigo.
Como hcmo~ >i::to antes, se hauía scpara1ln <' • i.~
flotilla comauda!la. por el D<U·ún de Poiutt~ y pot
Dnca sé, un uaYÍo tlc guerra 1lc cincncntu cai\otHF,
el cnal. con l: , Yelns dcsplc;:;a.llus al Yicnto y cu:tr-
IJohul:t la lmndem fr:mcc:;:: . ~e a(1clr..11tab\ co11
g-racia y como nu enorme ci:snc lm"Ín Boc~-l'hít.:~t
en tanto r¡uc l0~ rlem;"t~ b.jclcs so dctcnÍ¡nJ lt"jo
de la co.5ta. _\ poco arrcciú el ¡icuto, ol. m¡ncú e
mar, ]o,·antúron.•e la: ol. -s y el bur¡nc ttl\ .J qt .
'·ariar de rumbo ~·navC'gr.r con ~csgado gir~, ¡IJ'

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b2 Los l'iralas en Carta:;ena.

t1o y lJuj:lllllO SOUl'C las lí'JllÍtl:ts colinas r¡-10 tmt1b;tn


rlc impedirle clpasu. Sin embar;;o, el unjcl adelan-
ta 1):t, y los r¡nc lo conternplalJ:lll tlcs•lc lo alto de
Lb murallas del Ca~t¡llo t1 • :);m-FL•rn:11H1o, Y<:Ían
(¡ l'ada m o:u en tu con mayor (;lariJad los colores de
la bnll!lera que l,atí:t el viento con im, Jos soldados
o¡uc· ;.~arnecÍ.lll la e u uit:rLt con el annn al urazo, y
pulieron cuatar las <:iucuenta huc:1s de cafiúu
con que iiJ;t annado .
X o oust:u.t.:- el YÍL'llt0 contrario, y(~ empezaba (¡,
cncr ht tank t•ttatlllo ·l bajcllll·gú álasinmediacio-
llC'.:i de Boca-Chica . 1J u tiro tlo caGón di ·pa~·ntlo de
la fortakz:1 de San-FL'rn:uHlo rozú las ola' i't nn lado
!lc! lmqnc enemigo, y otro, ui~panulo un momento
ÜLspnés, rompió un palo saliente i't ¡n·oa. El navío se
ulejúun poco, c1ispnrú tres cailona.zos consecutivos,
1 ,.'¡,;como nu, sefial que para hnccr <.L üv, y pcrma-
l1Cci6 rrnido en cm uto era posibll', u. ti<lo como
c::tab;~ por hl bú-a. Otro caiionazo d i.-,parauo de
~ u-Fl'rnnmlo le hizo Ycr c¡uc y:í no podía hacerle
dauo ; conté,túle otro tiro, yendo á caer la bnb
sobre b nrcun de b playa, en donde c¡ncdó scpul-
tmhl . •\1 mismo tiempo notúsc que b flotilla que
se nia en lontananza se diviJía : una parte ue los
bajeles 'e dtrigió hacia Doca-Chica, y otro~ se
moderan como 11, ra tomar la vía uc ln ciudad de
Cnrtng<-na.
roco á poco fué c.aycnuo el día, y lrr últimos
nn·os del " 1 poui(;nte ilumit nron con ondns de fuc -
g~ derretido ln· alt s, 1menn, del Ca-tillo <le Sau-
Fcn ando, y dieron un color de sangre ú ln bandera
e~ •. oln que tr_mol • en sn cumbrt~.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibusteros y Sall('ho Jimeno. 83

-Cuando amanezca el día,-pensú Don , ';mcho


Jimcno bajando de sn mirador, despuéa ele halJcr
dado las últimas órdenes al artillero Franc:isco
Yivcs,-cn;lndo amanezca el clía de maüana, Cota-
remos sitiados en terumen te por ngua .... Pediré
por última \·ez anxilio al Gobernador por la ví.t th•
tierra. ·¡no me manda gente, no sé qué pcn;;arú
de él, pues no ¡medo creer c¡ne uu Espnii<Jl sea
trnitlor ú su Hcj hastu ese punto.

©Biblioteca Nacional de Colombia


III

:.~~0
' ;¡
~ 'A noche había cerrado enteramente; h
¡ •, luna, muy nueyo todttvía, arrojó una amor-
tiguada y melancólica luz sobre la mar, que aullab¡~
con ronquísima voz entre las rocas de In. ribera,
sobre los dormidos arenales y los tembladores jun-
cos; plateó lcYemente las copas de los manglares,
se deslizó con. suavidad por las orillas de los muros
de las fortalezas, iluminó tenuemente la cúspide de
las olas, y en seguida fué á morir hundiéndose en
el horizonte.
Dos sombr, s s,üieron de la fortaleza de an-
Fernando y tomaron una yereda que serpenteaba,

©Biblioteca Nacional de Colombia


6 Los Piratas m Cartagena.

ya por la orilla del mar, ya entre las malezas del


interior de la isla de Tierra-Bomba, unas >eces
ocnltúmlose entre dos colinas, otras deslizándose
por entre los manglares Lle la ribera del mar. A'lue-
Jlas clos sombras eran las de los mensajeros r¡ne
en naba por última yez el C;tstellano de la forbleza
<le San-Fernanuo al Gobernador de Cartngena,
a>Íd.Í.ndolc la situación crítica en que se ballalJa.
-e-no de los mensajeros era un negro cscJayo que
Don Sancho había comprado hacía poco tiempo al
Capitán Francisco S:mtarem, militar llegado no
hacia mucho tiempo á Cartagena, el cual se llecía
11ne se hauía criado en Francia entre la sen-idum-
hre de la. Reina :Jiaría Tero a de Austria, y bablab:l
el francés al igual del castt"llano ; el compafiero
del negro era un soldado de la guarnición, veterano
do toda la confianza del Uastcllano, el CUtlllleYttb:t
el men:;nje escrito que enviaba ésto :í. Don Diego
de los Ríos.
-)Ii Cabo, dijo el negro al soldado (en el
momento eu que se acercahm á la pnnb !le Chum-
ha, detrús de la cual iba ltt >ereda r1uc seguían) :
mi Cabo, si esbí. cansauo, puede su merced darme la
pnrtesana, (1) que yo so la llevaré con gusto.
-Tómn, hermano, dijo el Cabo, que me pesa
mucho esta noche el arma, más que otras vece.•.
; Qué calor hace ! El Yiento, en lugar de refrc:scnr,
parece que riniera del infierno !

(1) Especie de alabarda 6 lanza en forma de cuchi-


llo de dos cortes y en el e:drproo una como me-
dia-luna. Era in:;ignia de lo!! cabos de csct1adra tle iu-
fanteda.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibusteros y Sancho Jimt1W. 7

-Yo no siento c;tlor, repuso el Africano, reci-


biendo la partesana con nn anhelo cxtraílo, qnc
despertara so~pechas en el Cabo, si hulJiese vi. tn
brillar uu clialJólico rcEmp:;~go en los ojos del es-
clavo.
-¡ Tú qué vns :í. sentir, si vosotros los negrüs
nacisteis pam aguantar soles y sn Erir edos climas
endemoniados, sin que os hag:tn mell,L!
El negro contestó con una carc,ljada; se detu'o
en seguida, pLtso las manos en bLoca y dió nn
grito particular.
-¿ Qué significa eso? prcgnn tú el Cabo. ¿ Pur
c¡ué haces ese rnído extrafio ?
-¿ E:;tc rt1Íuo qué signirlca? }1rr;;·1nta Tncsa-
mcrcc<l Y:t!o S<llmi dentro de un momento.
El Cabo se tlctuvo.
-D:tmc mi arma, dijo vohiéndoso hacia el lugar
en fJilC acnbaun de Ycr ti sn oscuro compa_ilero. mús
oscuro r¡uc la uochc mi.sma; pero é:;tú halJb dc.s-
aparecido.
-Jnan ~exclamó:¿ rlún clo cstús?
Xadie lo contc~tó. En ese instante le lbmó l L
atención, en medio uelrumor del mar r¡uc ~e rom-
pía en uqncl punto con e<;tr(pito, un ruído com•J
de Yoces hnmanns, y antes de dar.>e cuenta de lu
I]UC le ]Hl5al>:l, se Yió roclt·aclo tle una turba. de hom-
bn>s r¡ne ::e anojarou s !.>re 61. y ain darlü ticmp'
tle defenderse. encontróse atado de pies y manos.
--J nan ~ gritó : ¡ traido!' !
-Silence .' le contl'.stú en francés nuo tle lus cir·

©Biblioteca Nacional de Colombia


.. s Los Piratas en Carta[Jena .

cunstantes, bnndiém1olc un puñal en el pecho has-


ta el mango. Sacóselo después, lo limpió tranqui-
lamente en la ropa de la 1íct.ima, y so puso á
~·acia.rlc Jos bolsillos. Sacó b carta del Gobernador
:: so alejó con sns compañeros.
:Ernpeznba ..t clarear el día, cuanc1o el negro Juan
Jl('gllba á Unrtagena, se dirigía :i la casa del Gober-
nmlor, y allí ammcia ba (¡ne jba con un recado
tlcl Castellano de Boca-Chica.
-:Jli amo, el señor Don Sancho Jimeno mnnth
este papel, dijo el negro con hipócrita humildad,
para r¡ne Sn Señoría se imponga de lo r¡uc dice.
El Gobernador lo abrió.
-Pero ésta no es letra de Don Sancho, dijo mi-
nmdo al negro ; ni tJ ac sn sello.
-:Jii amo se !Jabí u lastimado nna mano, contestó
éste s¡n turbarse, y se lo escribió el artillero Fran-
cit:co YiV"es.
}~l Gobernador leyó lo siguiente, no sin asombro:

•· Excelenti.-;imo sei'tor:
·• Ha resultado fal o el alarma que hemos tenido
l'Oll re><pecto á la Escuadra francesa: yo sé de una
manera e>idente que no tratará de entrar en Carta-
!..'ena, sino que continuará con dirección á Portobelo .
• -o debe ._ u Señoría mandarrne, pues, auxilio nin-
guno .
.. D tl :'n Excelencinl'u más rendido erYidor,
''EL C.ASTELLA:XO DE SA...'í-FEH:X.A:XDO ...

T~argo rato esht>o el Gobernauor mirando e]


¡1. p l t111e tcní:L en l:l mano.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los FiliúwdtJros y Sanclw Jimeno. 89

-Cosa bien rara ! dijo: esta letra me es familiar,


aunc1ue no conozco la de Francisco Vives, ni creía
que ese hombre escribiese tan bien; pero ésta se pare-
ce mucho e~ otra r¡nc he visto últimamente .... Dí-
me, repuso, dirigiéndose al negro~¿ cómo ha sabido
tu amo las intenciones de la Escuadra enemiga?
-K o só, sefior.
-¿X o está desde ayer tanle una fragata blo-
qnenndo la entrada aJ puerto ?
-::lí, sciior; pero cuanuo le dispararon algunos
caüonazos (lcsde l~ Fortaleza, se retiró más lejos ....
Oí decir á mi amo que el enemigo lo r¡uc pretendía
hacer con eso, era impedir que de Cartagcna man-
dasen aviso á la Escuaura del Conde de Sance-
üillo ....
-¿ Qné he dicho yo uesde el principio ? exclamó
el cándit]o Gobernador. Los Filibusteros, ¿yú lo
>ci~? no han pensado en ahwarnos ....
-Mi amo, elijo el negro, uespácheme ;-nes:ll11(>r-
ced, que quiero estar temprano en J3oca-Ch ica
con la. co"!ltestación .... )Ii amo me dijo r¡ue lnl'ta-
ría que Sn Excelencia pusiese sn firma en el mi~­
ruo papel que traje, lo cnul le probaría r¡ ne el scfior
Gobernador lo lJauía recibido.
Alegróse el perezoso Don Diego de los Ríos de
no tener qne e~cribir carta, y, tomando una }>lu-
ma, firmó el papel r1nc haLía llcyauo el negro, se
lo dHohió (\ éste, y pidió su desayuno, mientras
rltH;-{¡ cscla>o regresaba á toda pri·a á bu~car la bar-
c:a r¡ne le había llevado ele Tierra-Bom~Ja; embarcóse
en ella y pnso máno' á los remos. Xadie notó dasdc

©Biblioteca Nacional de Colombia


no Los Pimtas en Cart(lgena.

b plnp que,yenclo y á cerca del otro lmlo Lle la bahí.t,


se dctnYo pnm Tolrer mennclos pedazos b carta de
Don Sancho Ji meno, junto con la firma, del GolJer-
narlor,-com que, si la TÍem é"tc, le habrín. sor -
prenclido mucho.
Iba aún el negro por mitarl uel camino, cnnnüo
cmpezítronse á oír caftonazos, uno tras otro: unos,
del Fuerte de :;:tm-Fcrnan tlo, contra mús tlc doce
bajelc·s enemigos I)Ue se habían acerc'ldo á Boca-
chica; otros. rlc estos na dos, r¡ne atacaban con brío
la Fortaleza. ~Iornentos tle pués arrimiibansc (.;in
preocuparse del fuego qno les hacían de los muros
y almenas del Castillo, con lo cnal mataban {t los
'¡ne sacaban el cuerpo fuera do la. cubierta) tres
pontones llenos de filibustero' armados con bom-
bas y morteros pttt't1. dispararlas. Los 1 ira tas se
arrojaban ú las playas con gr;uHlísimo ric:>go, mn-
rieudo unos en b empresa _; pero b mayor parte
Jleg;uou ha<ta un punto on que las mnrallas mis-
mas ele la Fortaleza les senhn tle parapeto.
La ~ituación lle Don S.tucho Jimeuo cr<\ angns-
tio>í~ima . ¿Cómo tlcféiHlerse de :v¡nol ejército ele
hombres que no temían ú Dios ni al diablo, árluic-
ncs poco importaba morir, ni r1ue mnriemn les dc-
ll!Íts, con sc~enta negros lJozalcs y tn~inta y cuatro
::ohln!1os wtemnos por junto, pues el r¡nc haLía. en-
' iado :í Cartagcna no re;rcsaLa? Pero el poli~ro
en qne se hallaba enardeció el Talor sereno r1o
aquel hombre, que recorría, sin pen1er sn culma,
bs mtu·allas: animando con sn prc.sentia á los arti-
lleros y hasta. chanccúndo: c con los q nc notaba
:.::ustadcs.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Lns Filibusteros y Sanelto Jimeno. !11

'1\cs horas tlcspnés de mctlio día, yá todos los


vcintirlós lmjeles del enemigo (contándo se entre
éstos diez naríos <le gnerra de ochenta y Hove11ta
caíioncs ) rsbtban frente :.í J3oca-Ohic a, los cua-
les se dcsplogaro n en semicírcul o para atacar la
Fortaleza.
Una hora antes de oscurecer, los sitiados 1ieron
r1ue de algunos de los buqnes arrojaban botes con
gente c¡uc rleLería dcsembarc ne en la Pnnta llama-
•la ele El llaneo, la cual, rcsgnarda< la por la forma-
ción del terreno, no podía ser defendida. por el
Castillo.
Sancho Jimcno, dcsprccian tlo el peligro, y (~
l'Ícsgo de ser clcspe•la7.ado por las balas enemiga:<,
sn1iú al sitio nuís alto de la Fortaleza, con ol ol1jc-
to de mirar hacin. Oartngcna , por 1cr si le en viab:m
los socorros que halJía poditlo.
-;,Xo veis venir nada? preguntó al artillero
Fmnei-eo Yives r1nc le acompafla ba.
-~ 'ada, se flor.
- ¡"Jfal•1ito UoLcrnatlo r! oxclumú el Cüstell:mo,
pcrllicllllo por prim era YC7. b paciencia . _'o~ sa-
crificará imlmlablc mcntc á sn de:-:idia y su flema!
Muüana amauccere mos cerc<tdos por mar y por
tierra!
Las balas di:.:par<ttl:ls por Jo Franceses arranea-
Lan, entre tanto, trozo: Jo m a ralla, y al c.;trncntlo
de los cnilonazos se uuí,1 el e::;triJcnlc fragor do l:•
fnsilerí:t .
-Seu0r Oa~tellano! gritó Yjws agaehallllo la
cabeza al ~entir ycnir una hal:t, la ciJa!, pasando

©Biblioteca Nacional de Colombia


!l2 Los Piratas en Ca1·tagena.

por lo alto, fué :1 hundirse dentro del paYimento,


á dos pasos de distancia de Don Sancho, qne ni se
moYió ni pestaüeó siqnieru.-Se!io r mío, añ.adió,
y[unonos de aquí, que nada gunar::!. el Rey con
nuestra muerte, y sí pcnler:í mucho si os mata el
enemigo.
-Efecti1amen te,-contestó Don Sancho, dando
ht última mirada al camino por donde esperaba la
llegacla de la tropa pedida;-es preciso que nos re-
signemo" á defendernos con la poca gen te c1 ue te-
nemos: esta noche el enemigo se har[t clucii.o de
Tierra-Bomba, y maii.ana será inútil aguardar
auxilio. Bajemos ....
La agitación del mm· del día anterior se había
cambiado en una calma completa; ni una hoja se
mo>Ía en los árboles, y ol rumor de las olas era un
sua>e susurro al tocar las playa ; la luna, que lu-
cía apenas un medio disco de phüa sobre un ciclo
azul pálido, se confundía con el brillo intenso de
los luceros qne se mirn.ban en las a~uas mansas del
Océano, semejan te á un inmenso lago. I~os fuegos
haLhm ccsauo con la. noche; pero los buques ene-
migos, semi-ocultos en las sombras, estaban llenos
de lnces, y se notaba en ellos gran molimiento,
como también el ruído que se oía por el lado uc
tierra probaba que hacían preparatiyos para el
¡:j tío de la Fortaleza por ar1uclla parte.
Sancho Jimeno, después de haber pasado la no-
che en yela, prcparúndosc para el formidable ata-
que c1ue i!gnardaba al día sjguicnte, se había que-
dado dormido hacía apenas una hora, cuando le

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibuste1·os y Sancho Jiweno. 93

despertaron para avisarle que acababa de llegar el


negro despachado la noche antes (L Cartagena.
Este se acercó, con los ojos bajos, al sitio en que
estaba el Castellano.
-¿Por qué has tardado tánto? exclamó Don
Sancho al verle.
--El señor Gobernador no me quiso despachar
hasta esta noche, contestó el esclavo embustero.
-¿:\[e manda yú. los auxilios?
-Cuando amanezca eslarán aquí. ¡
-Cuando amanezca no podrán pasar! ¿Cnir ta
gente mandaba? aüadió. {
-No me elijo ....
-¿No me escribió?
-Dijo que no tenía tiempo ....
-¿Y qué más? ....
-Lo que elije: que al aclarar el día despacharía
lo que deseaba el señor Castellano.
-¿Y dónde esUi el Cabo que se fué contigo? A
él comisioná para que trajera la carta, y nó ú ti.
-El Cabo se quedó en el camino .... de ar¡uí
para all(t.
-¿En el camino de aqní para all[t? ... .
-Quiero decir, de allá para acá ... .
Don Sancho Jimeno fljó los ojcs en el negro. y
ést<; se pmo á temblar, in podcr:;e con tener.
-Coutésta, le ,]ijo el Castellano: ¿dónde r1uetlú
el Cabo?
-. e me perllió en la oscuridad de la noche ....
-¿X o se te hauía encomendado r1nc le sei1al!lses
el camino?

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94 Los Piratas en G'artagena.

- Sí, mi amo, pero .. . . J,o supe qué se hizo.


En aquel momento se oyó el estruendo más es-
] antoso: parecía r¡ne el mundo se Tenía. almjo; In.
Fortaleza ciml.Jr;tba, atacad;t por todos cnatro cos-
tados por la artillerb encmigü.
IJon Sancho iomó ~n espada y se arrojó fn01·a
dd np0::cnto, pero nó antes de haber dicho :
-E:sto negro es sospechoso . .. . Qne lo snmnn en
las l.Jóvedus con uu pnr do grillos; ahora no hay
til'mpo para miis .... Es preciso que todo hombre
tome las armas, sin excepción ninguna!
Al salir fuera del aposento, el Ca tclLmo notó qne
d mar se iluminaba tennemente con los primeros
albores tlo la mnüaua, y c¡ue un Ticntecillo fresco
se haLía lenmtado ucl ludo de tierra.

©Biblioteca Nacional de Colombia


IV

·~

~ ,.lCÍ.\. diez horas qne Jos Fr:mccscs y FililJus·
l teros bombardeab an la Fortaleza ele an-
Fcrnando, y cafionc{tbanla con más de mil cafioncE
que lim-aban los naTíos de guerra, y además, bajeles
pre¡Jarudos para el caso. llabían <lcsmontado yú
quince de los caflones que coronaban las baterías,
matado diez de los treinta y cuatro soldados Yeto-
rauos que encerraba el Castillo, y los dem[ts esta -
ban casi todos heridos y fuera de combate.
Poco después de meuio día, los Filibusteros r¡uc
hahlan entrauo en la bahía, entre Tierra-Bom ba,
DarÍl y la iola de Las-Brujas, apresaron dos cm-

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!16 Los Piratas en Ca rta!}ena.

barcuciones qne el Gobernador ('¡ne comprcndín.


al fin toda la gra>eda.u de la situación y sospee;lwlm
que la supuesta carta de Don • 'ancho Ji me\10 de-
oía de haber sido el fruto de alguna traición) eu-
\iaba al sitiado Castellano de Boca-Chica.
La ciudad de Cartagona era presa ele la mayor alar-
ma, y todos se preparaban para defenderse lo mejor
posible; poro la situación augnstiosa de Don San-
cho Jimeno había despertado la simpatía en los
moradores de la ciadnd, los cuales pidieron con el
mayor empello que se enviase algún socorro ú ar1ncl
\aliente. Al fin Don Diego había accedido, man-
daudo á un Religioso de Scm-Jnan-cle-D ios, que cm
además cirujano, á un tambor, que debía de hawr
gnm falta ú, Don Sancho, que carecía de todo, y
>cinte hombres >eteranos. Estos salieron muy
temprano de la Plaza, pasaron la. bahía, entre
claro y oscuro, y se fueron deslizando por la orilht
de las playas de Tierra-Bomba, aunque el estruen-
do medroso del caíioneo les h11hía tenido muy nlar-
mados dnrantc todas aqnellas horas. Como hnLie-
::;cn notado que un pcquefio barco de los Filibmtc-
ros se hallaba en la mitall de In. bahía, como en
acecho, el Religioso snltó Íl tierra con sns compa-
ftcros en la pnntn. de Puiquito. pcmaudo CjUC le
sería fácil continuar por tierrn, hnda la forta!.'í..J.
1\•ro se había ec¡ni\ocado el bueno 11e Fray ~\lvn:,o
ue Yillarreal: lo" Filibusteros le vieron, y en el act.>
echaron dos botes al agua, los cnalc' arrojaron cin-
cncn ta hombres ú tierra, y en lHeYc rodearon y
cogieron dcsprevenidos :í. los Cartagenero.:, (¡llC en
nmo procuraban ocultarse cutre los man~larc.:;,

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibusteros y Sancho Jimmo . 97

Media hora despué s el Religio so compar eció de-


lante de Dncass é; pero como el primer o no supiese
hablar francés , ni el segund o castella no, tuviero n
que entend erse en latín, lengua r1uc el Gobernn.uor
de Pctit-G oaYe había aprend ido en su jnventu cl.
Este, con mal coordinaLlas frases, lo pidió al Reli-
gioilo que fuese á la :Fortaleza, hablase con el Cas-
tellano y le pregun tase, de parte do los Jefes de la.
Escuad ra, si estaba dispues to {\ entrar en negocia -
ciones para el rendim iento del Castillo .
Suspen dieron sus fuegos los enemig os, y respira -
ron los mal traídos sitiado s cuando yieron acer-
carse un Oficial francés y un fraile ele San-Ju an-
ele-Dios con bander u blanca. Con trémnl::L voz el
Religio so pidió que lo llamase n al Castell ano, por-
que tcnb r¡ue hablarl e ele parte de los sitiador es.
Presen tóse soJJI·e uno do los parape tos extcrio reil
Don Sancho Jimeno .
-¿Qué deseáis, Paclrc? pregun tó; y, reconociGn-
dole,aü adió manife stando sorpres a:¿ Su Paterni datl
viene c:~mo parlam entario tlcl enemig o?
-~Ie acabnn de tomar preso .... Yenía con un
piquete de soldado s á traeros socorro . . . . .
-~\.buen tiempo !.... /
-"Uno de Jos Jefes enemig os me mandó aquí
llara que os notificaso c1ne si reudíni s las armas y cn-
tregalx tis el Castillo inmetli atarnen te, os daría cuan-
tas garantí as pi<lie1ais para YOS y para la Gunrn! -
ción; y meüijo que tenía noticia s segnras de que la
guarnic ión tlc la Fortale za era porruís ima, y no po-
dría sostener::e una !¡ora rná.::.
7

©Biblioteca Nacional de Colombia


lh> L os Piratas en Cartaueua.

-Uígale Sll PnterniL1atl al selíor General ue la


Escuaura, contestó J irncno, qne llO ¡)uedo e1üregar
];¡ 1-'urtaleza, porr¡ue no es mía: el llcy me 1:L ha
tl:Hlo á guanlnr, y sólo con una onlen de Su :\Lljes-
t;v1 t y se t1escn brió al decir estas palab-ras ) la po-
l1rÍt\ rendir.
-rero, Sl'fior Don ~ancho ....
- .Aüaua \' ue:trct Patcrnidatl, repuso, que tengo
la gente y la-=; municiones suficientes para dcfen-
rlcr el Ca.slillv (~ umnte todo el hcmpo qne sea ne-
cesario.
Y al rlecir esto bajó del parapeto, y el Capa-
,.J¡o (1) regresó it dar cuenttt de sn comisión al <.lc-
J.cral enemigo.
Cuando el Barón de Pointís l!lnpo el resnltatlo
<1e la conierencia con s~neho Jimeno, se enfureció
sobremanera.
-Insolente Español~ exdamó. ITa de pagar ca-
ro sn presunción! Que no se le tenga yá ninguna
consiLleración, aüadió: yo le enseñaré á respetar
el pubullón francGs .
)landó entonces que desembarcasen toclas sus
tropas y ocho caiionl.!s lle á cuaren tn.libras, que no
había q nerido emplear ll.lsta entonces, por pare-
cerle inútil tanta fuerza . Aqndla tarde empezó el
ataque conlra h Fortaleza, con tál yigor, que
antes de oscurecer y[t habían de~hccho los parapetos
e:dcriore~ que daban á la playa. Continuó el
caüonoo durante gran parte de la noche, y al ama-
( 1) Así llamaban entonces.~ los Religiosos de San-
Juan-de-Dios.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Fil i!Ju:;teros V Sanc ho Jimm o.
r,J
nece r el di<~ diez y seis de .á.l;ril, apar
ecier on en
comp leta ruín a los term plen cs y balu artes
cerca nos
al mar; pero Don Sanc ho Jimc no cont
inua ba de-
fend iénd ose con brío, sin desc ansa r un
mom ento .
y apnn bnrl o con tánta certe za, r¡nc habí
a innti -
lizatl o >ario s bur¡u cs, y dos bnjcl es meno
res de los
rilil; uster os se hal;í an huml irlo, lledm losu
al fu11Ll J
ú much os enem igos con arma s y pertr echo s.
E,te incid ente enfu reció ú tal punt o
al Ibrú n
y ú Duca ssé, fJne mn.n daron f¡ne se arroj
asen sobrL'
el deí'g racim lo Cast illo cuan tus grun ndas
y bomb,t-;
se pnJie se. Los si tiatlo s cm pcza ron
ento nces iL
respi ngar y grnfi ir, n.nnr¡ne el Cast ellan
o proc u-
raba alent arles con la vor. y con el ejem plo,
aseg u-
r[md olcs que pron to le;;; llega rían auxil
ios, si acaso
no se cans aba al fin el enem igo al 1crle
s tan vale-
rosos ; pero los negr os, parti cula rmen te,
iban per-
dirnd o el ánim o, y cacl:t 1cz qne nna grun
:vla des-
pedazal>a un trozo de techo y hería
ú algu no,
los grnfi itlos aum enta ban, l<t disci plina se
alter aba,
y Don S:mc ho no potlín meno~ que comp
rcn,] er
r1ue no ~cría posib le cont inua r la luch a
por much a:;
hora s más.
El artill ,•ro Fran cisco \Tires era casi
el únic o
que acornpaflttiJa en sn cmpe ílo al dcno<
laclo Ca:::-
tella no: sin emua r;;o, comp rJJll1 ía aún
mít~ r¡ne
Don Sanc ho que la G uarn iciún no
sufri ría por
más tic•mpo Fcme jantc ~ituaciún.
Don Sanc ho Ec halla ba dcsca nsanc lo
algu nos
mom entoa de sus fatig as, micn tms el artill
ero tra-
talJa Je repa rar algu nos de los lLílo s
hech os por

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100 Los Pirat as en Ca1·tagena.

las grana Llas, cuando una gran TOcerín. le hizo


yul\·er á acercarse ú las mur,¡Jlas.
-¿ Qaú suced e? pregu ntó.
- Que acaba de perder la cabeza el Sarge nto Nn-
i1o, que so dejó Ycr nu momento por encima de la
muralla; y que nosotros, afladi ó el r1ue hablaba,
más ...
que era nn mula to fomid o, - no resi<>timos y(t
- ¡ Qnú Ycrgü~·t 7.:1: excla mó el Caste llano . ¿Que-
sa
rGis inclin ar nut;:; tro pabel lón, el de la glorio
seme-
EspaD a, an..te el fraue és ?. . . . K o _es posib le

jan tú ignom iLia . ... J..guartlemos á maílana; entre


tanto , rociL in mus auxilios de Ü<trtagena . . . .
- Auxi lios: repus o con insole ncia el mula to:
110 puel1c aecrcar;:;c nadie po1· mar
ni por tierra .
liüco una h'1ra que dos pirag uas r¡nc venía
n Jo
hersc , pcr-
Carta gena con tropa , tnyie ron que tleYo
scgui< h:s por nno de los buques per1neiios ele los
1-'ilil.m.:;tcros .
-!'or o el Cond e dé Smwe dillo, rine ostú en Por-
tobelo con los galeones reales, puede lleg<lr de n n
monH m tu (L otro . ... .:\.gua rdemo s, herm ano.
En n<¡1u:l mom ento se oyó <.le IHlCYO gran
ruítlo
de 'occs , y otro mula to se acerc ó musti o y t~ ­
hlundo :
-}~sb' n ecllm1l1o escala s, seilor, excla mó.
; Esta-
mos perclido3_. pues los enemigos han jnr<Hl o no
dejar uno 1 e nosotros con YiJu !
-:'\o llaLíau tn1..~currido cinco minuto<;, cu, udo
s.
fl cmmi~o suspe ndía sus fncgo s en todas parte
L"na bandera lJiunca tromolaLa sobro!.. cumb re de
1a de~mnDtcl:t,la for nkzn.

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Los Filibuste1·os y Sancho Jimeno . 101

-El Genera l francé s, dijo un nC'gro dirigié ndose


á Don Sancho , pido que el Castel lano ele la Forta-
leza se prescn te para hablar con él.
~.
Púliuo do rabia y de indign ación, el Castel lano
'-../
de Boca- Chica se lanzó sobre el parape to mús CC'r-
cano al campa mento enemig o, y cxcbm ó :
-¡ .Ar¡ní estoy! ¿ Qué se ofrece ?
-~fanda el Barón de Pointí s, Genera l Je
las
Escua dras de· S. :JI. el Rey de Franci a, que le
abráis la puerta cicla Fortal eza, contes tó el in-
térpre te ckl Jefe suprem o de la Expcü ición.
-¿ Y con qné derech o pcrlís eso ? repuso Don
Sanch o.
-La Guarn ición dz la Fortal eza ha pedido buen
cuartel, contestúronlc: vetlla bande ra blanca sobre
vne tra cabeza.
-Si Ja cobard e Guarn ición lo ha hecho :d, dijo
el :E>paüol con wberb ia, yo, r¡ no soy el Ca 'te llano
de esta Fortal eza, juro r¡nc no me rendir é jamás ;
m-rojaré fuera á los miserabl'3s r¡ne se han hnmi-
lLldo, pues totl~n ía quetla n á mi lado mucho s
Yalicntes con honor.
Al decir esto snbió al¡mc~to en r¡ue se hallab a
b: bander a, la at-rnn )Ó, >oh·ióla pedazo s y arrojó
l:stos ul viento .
Los France ses habían estado míraa. Jo las accio-
nes de Don Sanch o Jimen o, sorpren t1idos y at6nr-
tos de Unta altiYer..
-La" escalas ! la- escalas~ gritaro n todo llenos
11e ira: no hahr[t cuarte l ! ¡ ~fuera el in.olcu tc E~·
pafiol ~

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102 Los Piratas e¡¡ Cartageurr.

-)Iisericord ia ! :Jiisericordia ! :\os rcntlimos to-


dos~ cxclttmó la esptt!Jtatb Gnarnición.
-Si así lo queréis, dijo el General fnmcGs,
11cteniendo la furia de los suyos, arrojau las armas
por encima de las murallas.
Los c1c adentro obcL1ccicron.
:Jiicntms tanto Don Sancho se ha1ln.ba delante
(le! pnentc lcnulizo con la espada descnnünnd a.
--~adie sale ú deshünrar la cansa del Rey de
Espaüa ~ gritó con estentórea Yoz.
El Francés agnanló algunos momentos, y al cabo
de ellos mandó :.í un emisario á pedir r¡ue S<' abriese
]a puerta; y como no olJtuíiese contestación , hizo
'JlW se gribse por medio de una bocina, r1ue si le
ublignban á entrar por encima de ]as murallas,
pasaría ú cuchillo hasta al último sér TÍíÍentc qn0
encontrase dentro de la Fortalexa.
Arrojóse Francisco Yiíes de rodilbs t1elante tld
Castellano :
-Seílor, le dijo: no hny remedio: es preci~o
enb·,ogarno.: ; no rtnel1a en pie nn súlo sfJ1rtu1o rlc
honor; estamos en manos de los negros. ; Permitirl
•1ue abran la puerta; os lo suplico por Dios ;
El Castellano, sin contestar nna palabra, rompió
;;:n espada, anoj(> los pe:lnzo", y haciéndose {t nn
iauo, cruzó los brazos y t1ejó r¡uc al>riescn la puerta
y bajasen el puente lenulizo.
Los France5es c¡ui~icron emrar inmediatame nt:-..
pero Poi n tb les de tu YO.
-Deseo ;-c·r al Castellano de la Fc.rtnlna, di ·o,
hablando en francl:~.

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Los FUi!Justeros '!t Sanr:lw Jime no.
10:1

Don Sanc ho atnw esó el puen te leut::


t y mnje~­
tuos ame nte, fijan do sus altim s mira
das sobr e los
enem igos ; al llega r {t la ~tru. extr emid
ad abrió los
braz os y dijo pans adar nent e:
- \T ed ar¡uí al Cast ellan o de la forta leza
de Sau -
Fcrn nndo .... Ni me rind o ni pirlo cuar
tel ; .110 no
entr ego el Cast illo, sino artne stos coba
rdes , e¡ no no
han tenid o ánim o para rend ir la vida en
sn defe nsa.
Esto y desa rmad o: podé is hace r de mí
lo r¡ue á biL'll
teng áis.
El Gen eral encm ig9 se voh· ió á su!!
Oficiales y
les dijo :
-Es te es el hom bre más hero ico qne
he visto cu.
mi vida. Aun que él no lo !}Hiera, h.QD1
0S de saha rlc:
-Scf lor Oastelltmo, dijo el Fran cGs salu
dánd ole
cort esm ente ; ¿'dó nde está. vncs tm 06pa
da? ....
-La he roto .... L n venc ido no ha
men ester
arma s.
El Baró n se desa broc hó la sn;a , y
pre.senbín-
c1oscla, le dijo :
-Ac epta d la mía, -cabat1ero, que :m
hom ure
com o vos no ¡med e deja r de tene rla.
Don Sanc ho hizo un at1emán com o 11ara
rech a-
zarla .
-¿ La rehu sáis, caba llero ? Este es un obse
quio ,
nó del -rcnccdor al •cnciLlo, pues vues
ame rceu no
Ee ha. rcntliLlo, sino de un adm irad or vué~t
ro. ·
Salu dó Jime no al Baró n, y rccib icntl o
la espa da
se la ciíló :
.-)l e honr áis dcm · siado .... dijo; pero
no pudo
aüad ir otra cosa, pues la ib le hací
a ca1lar. !-<u
emb argo , hizo un csüw rzo su prun o:

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10! Los Piratas en Cartagcna.

-Permitid, aí1adió, 1ohiéndose al Francés, que


os haga 1os honores del Oastil1o.
Y al decir esto entró adelante con el sombrero
en la mano.

©Biblioteca Nacional de Colombia


(~i
~~)A triste y humillada Guarnición se ballalm
i ' ·· reunida á la entrada de la l'ortaleza.
-Bien, dijo el General, -arrojando una mirada
solJJ·o unos treinta negros y mulatos y a1gnnos >e-
teranos lwridos que allí aparecían :-llamad, soüor,
al resto de vuestra. tropa .
-Esto qno ve:s, General, es todo lo que hay;
lo.s dcmÍls, - quo no oran mnchos;-ha.l} muerto ....
- ¿ Y con estos pocos homlJres, seflor Castellano,
lto béis resistido tres días con st1s noches á un Ejér-
cito de tliez mil hombres con gruesa artillería y
nrmauos lo mejor que se ha visto ?.... En Yerdad,

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106 J,os Piratas en Cartagen;,¡,,

nílauió, dando una patada en el suelo, que este


atrevim iento es inant1it o!
-So lo con ' idcro atrevim iento, Barón, repuso
Don Sancho con sosiego ; ni creo que era fallar (t
nti dcher como caballer o, tratar de defende r con
un pnfiado de hombre s el Castillo que so me
hahía enúome ndado. ¡ Oh ! a!ladiú, si éstos no fue-
ran tan cobarde s, primero hubiéra mos cvisto íOl-
nrse pol1o estos muros que entrega rnos .... Sin
embargo , i con~illoráis que mi conduct a no ha
s itlo como debería ser, ar¡ní estoy en vuestras ma-
nos: poli réi~> hacer de mí lo que os plazca.
X o respond ió cosa alguna el Francés , sino quo
se apartó con sa Estallo )Iayor ú nn salón interior ,
en donde pasó largo rato conferen ciando á solas •
con sns Oficialús.
Entre tanto Don Sancho se hahía senbdo sobre
m callón en lo alto de un muro, do donde con-
templab a con honda pena los ¡we1·arativos qne hacía.
el enemigo para empren der marcha hacir~ Carta-
!:Cna.. Una >or. rlc-seonociJa para 61 le arrancó de
~u triste metlitac iún.
-Señor Jim no, decía en malísim o easte1lano
nn Coronel frfUJcés que acababa do ser nombra do
110r su Jefe Comand ante del Castillo : ycngo Ct
ped.iros que me entregu éis por in>enta rio los >Íve-
rcs y municio nes que dcb&is de conserv ar en los al-
macenes do la Fortalez a.
-Yo no tengo nada que catregar os, repuso c:l
Español arrugan do el entrecej o.
-Cómo !

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Los FiliúnF;teros y Sant:lw Jimeúo. 107

-Buscad al artillero Francisco Yives, repuso


.Ti meno: fl os t1nrir cueda <le touo eso; él teJJía las
lbws de los almacenes, y yo no ....
Y diciendo esto vohió b esprdua al Coronel,
y siguió contemplando los movimientos tlc la Es-
cm:dm enemiga.
Fnése muy fJllE'joso el Coronel á dr.r cuenta :'t
dlS Jefes dG la m:.mera como Je había recibido el
J~spaííol.
-Ln firme:r.a de carácter t1e este hombre es asom-
brosa ! exclamó el Barón; y si a;;:Í fueran totlos los
Cartageneros, gastnríaruos un si~lo en rendir b
Plaza.
- ¿ Qué pensáis hacer con él ? preguntó el anti -
guo negrero Dncussii. Audtt .ólo por la Fortn.lcz:t,
y si no fuera pQ.rque yo le he puesto centinelas de
Yista ....
-; Le insultáis con eso! exclamó el Oeneral.
}:se hombre es un héroe, y exijo que le dejéis en
l i berlat1 .
-; En libertad! ..... i Ji meno pasa :í la eintlad
•le Cartagena, nos pnct1o lu~ecr muchísimo ,Jarro.
¿ X o sería mejor dejarle en esta. fortalez:~. prisio-
nero ?
-IIaecc\me el faYor de snplicarle que pase ú
h:tblar conmigo.
~Iomentos tle,pnés el Ca tcllano t1e Eoca-Cbica
edraba e1111 sombre¡·o en mano en el salón en
que le agnanlaba el Francés. :f:~tr, al verle, ~e
du;t.;uhrió:
-Caballero, le 1lijo cortc:;m;:nte: deseo h:1ccros
l 11:!. COilciU lta.

©Biblioteca Nacional de Colombia


108 L os Piratas en Cartagena.

- Os escucho.
- ¿ Deseáis vuestra libertad ?
- Soy vuestro prisionero; yo no puedo tener
opinión aceren. de mí mismo; ]JCro es muy natural
desear la libertad.
- Poc1Gis hacer uso de ella .. . .
- Sois generoso . .. ..
- Con una condición, empero .. . .
-~ Ouál?
- Que no iréis á la ciudad de Car tagcna. Esta
fortaleza, que era el puesto que se os había seiínln. -
c) o, ha sncumbi<lo : no tenéis obligación <le ir á de-
fender otra.
- Es >CI·dad ... . pero un súbdito debe monr
<lcfendiendo la propiedad ele su Rey ....
- Entonces¿ rehusáis vuestra libertad ?
- ¿ Para qué engailaros ? . . .. No puedo hacer
uso dP. c1la, sino para combatir <le nuevo hasta
rendir el alma, si es preciso, en la liJ .
- ¿ X o tenéis familia ?
-Sí; una espo;;a it1olatra<la . .. .
- -¿ E,tú acaso en Curtagcna ?
-X ó; deLe de hnl1arse en una estancia que ten-
go nfJ lejos de aqní.
- Comprend&is, señor Don Sancho Jimcuo, dijo
d Francés, que yo sería un imbécil si os permitie-
sc kalir _<le aquí para ir á anlmar á los que quiero
co1nlJabr ....
-Yo tampoco, dijo el otro gravemente, obraría
do ese modo si csttn-icsc en yucstro lugar.
-.:in c·monrgo .. .. yo no quiero drjaros preso

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibustero3 v Sancho Jimeno. 109

ar1ní .... )fe he enamorado de vuestro denuedo y


noble nnimo; me interesáis muchísimo y deseo
nwstro bien. Pero¿ qué hacer en este caso? A:yu-
dadme :i fa>oreceros.
-Os agraclezcó en el alma, Barón; pero ....
-·-Vamos! ablandaos un poco; transijamos la c1i-
ficnHall: en lugar de dejaros encerrado en estos
calabozos, os mando preso ccl'ca de vuestra es-
posa .. . .
-Yo no puedo llevar soldauos á mi casa!
-Ko enviaré sino un centinela) que no os des-
agmdnní.
-¿Cuál?
- y u estro honor. nfc bastará vuestra palabra
de permanecer preso cerca· de vncstra esposa d u-
rante mi })Crmanencia en estas costas, y al mo-
mento mismo os cnYiaré allá) y estaré m[ts tranqui-
lo qne si os tnvicm encerrado en una jaula de
hierro.
El Espu!íol se puso á pascar en silencio de una
punta {t otm del aposento. ·
-Acepto, dijo al fin) con nna condición.
-\-camos cuál cs.
--Que escribiréis las buses de nuestro tratado en
nn papel que firmaremos ambos; no quiero r1ne se
sospeche jamás que he obmdo con poca lealt:td.

Un::t hora después el Castellano de Boca-Chica


m1taba en un bote; y acompañado por nn Oficial
francés, que llevaba un salvo-condncto, y por el
Religioso de San-Juan-de-Dios, l]_ue había supli-

©Biblioteca Nacional de Colombia


110 Los Pirata.~ en Cartagena.

c.a·lo al Barón Je Poi ntís c¡ne le permitiese se~uir al


J.t.lo de Jimeno, dirigió él mismo la embarcucióa
hacia las ncinas playas de Barú.
Cuando Jo lejos descubrieron la casa tle h1. pro-
l'ieclall de Don :-:>ancl1o, el Oficial le dijo:
-"Jli comisión l1n. concluíllo, CJ.lmllero: el Gene-
ral me encargó que os L1ejn~e antes de entrar en
Ynestra ca;:a.
Salmlúle corte-mente Don Sancho Jimeno, y
m;entras r¡ne el Francés Yolda á buscar su erulmr-
c:u:iún. él ~e dirigía á 'U casa.
Todo e:;taba solitario: no se Yeín. un csclaYo en
bs ¡•lant:1ciones 1lc caiia: la C<1Sa de ha1itüción co-
taba ccJTttLb, y no h:1.uía un unim:tl lloméstico en
1.rngnna parte.
-Sin duda Teres:J. se hn, marchado¡'~ Yillanne-
"1":1, como yo le munué, dijo Don Sancho.
-¿ Qué haremos ahora? preguntó el de.>consola-
do P,tdrc, el cual, llespnés de halJer pn allo túutos
sustos, athiabu por llegar á un lugar seguro en
do!lllc poder descansar.
En aquel momento se presentó el ::Unycr.1omo
de hL hacienda: confil'mú lo que había pensauo el
E~paiio1, y les ofreció su casa, r1ne estaba á algnn:J.
distancia.
-Yo no pneuo r¡nedurme ar¡ní_. contestó el Ca:;-
tdlano de San-Fcrnand·o: he sido c·HYiado por el
l.cncral enemigo, uajo mi palabra, al lugar en r¡ne
:it: hnlle :rrü mujer; allí debo permanecer hasta r nc
1
no:! Yeamos libres de los Franccsc;,.
-De~c:lllse >nesamcrec<l en mi c:-~sa ha~ta m;-
1nnu, ,] ijo el ~Iayon1omo.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibu;;teros v Sancho Jimaw. 111

-Xó: no puedo hacerlo hasta no llegar á mi des-


tino; daclme nu gnía. aüadiú, y un caballo en~ilJa­
clo, y ahora mismo seguiré cnmino. Sn P .. tcruirlutl,
ailadió, dirigiénd ose al lleligioso , puede r¡uctlar~c
ar¡ní en pnz, y así clirú al B:trún, si me mnlHh lla-
mar, :í tlóncle he tenillo qne imw: pues yo me con-
siLlero preso aún, autH[\1e no renüiuo.
-Pero yá llega b noche ...
-Por lo mismo, clcbo cmprcncl cr yinje inmedi<t-
tamcnto, pues no he de t1csen.nsar hasta llegar t\
YillanueYa.
El lleligioso le ton1<Í la mano.
-¡Jesús, :Jfaría! exclamó: c;;táis :mlienllo tlo
(:a!cntura .
-lluc:o seis noche r¡ne no 1lnermo, y otros tan-
tos t1ías r1ne no he JllllliJo pasar c.tsi ningún ali-
mento ... . De ahí pro,ict;c la calentur:> .
-~-o lll·garéis, Ecüur, por caminos extr:tYiado,:,
como \nesamc rcnl La de llcnu, sino ha.:ta ma-
finna; mejor serú c¡ne descanséis arp1í hn la mejo-
l'ftl'O'.
-Repito qne si no me dan lo r1ue píuo inmedia -
tamente, me ir{, á pie y ~o lo ....
IInbiel'O n de darle gusto. El )Iayonlo mo mis-
mo le fné á acom paí1ar; y fué bien pensado. por-
que algunas hora, antes de llegar ti Yill:mtteY a,
á pesar de su granJe áuimo, las fnel'zas tle.•alllpa-
raron por completo al Ca. tellano; perdió el mon-
mien Lo y 1a Yoz, y nr• lleg.J al lnd) d :n r-¡ n-a si-
no ~n un"estallo t:íl de postració r•. que por mntl1os
días e,tuvo cutre la ,-ida y la muerte.

©Biblioteca Nacional de Colombia


vi

·~
}~ L Gobernador Don DiC'go ue los Ríos, ucs-
J ,• pués ue h cníua de la furtaleza de Boca-
Chica, cre_yó con\euicnte ab:muonnr todas las for-
talezas y castil os de la Lnhía, y el de San-Felipe
y La-Popa, lnpu·cs qne el enemigo fu& tom:md•)
t1no At,no y cstablcci0nuo:e en ellos, con el ouje:t•J
de prepanm;c A un at:lrp1e serio Jirigitlo ú la ci¡¡.
dwl. La hc·roica. llcfcma del ca~tillo ,Jc ·~•m-Fcr­
nantlo hai ;:l hceho compn'IHlt·r ,i los Fraucc.0 { .-;
f¡llt>, 11() .nte 2n enorme ;¡~·tillcrí y(1:.;ra:tnú-
01('1'0~ .u 133 'lUC llt\ubnu, 110 era tan f:idl, com•l
JÍm ( Jl'a ln, ],\ ¡·cudiciún de ~H¡t;ellt\ I'laza
( ' 1

©Biblioteca Nacional de Colombia


114 Los Piratas en Cartagena .

.Al fin r¡ucclótotlo preparado para el ataque defi-


nitivo, sienclo el día y la hora nn secreto hasta paw
los Oficiales Jc las tropas francesas y los Jefes
mi.;mos do los Filibnstcro;:;, do quienes el Barón
t1e~confhba siempre, por sn faltt\ tlc disciplina y
espíritu revoltoso.
Don Dks-o de los Híos había conccntnulo sns
fuerzas en los lngares nüs peligrosos, y cncargtttlo
¡:n cnstotlia (J los Oficiales de sn mayor confianza.
rno de {~t._ t·:·a el Capitt1n Don Francisco :::ianta-
rem,-el am" d•! ar¡ncl negro infiel de qnicu hemos
haLI:vlo en otro c:-~pítnlo . -li'dJÍasclc cncomemLulo
el babartc llamado de la J[edia-Luua, el cnal
tenÍ;\ nna brecha por donde delkt defclH1er~c
coutr<l l.t tropa r¡nc llegara por la YÍtt do tierra.
La breL"ha encomcnthda tt dicho (';\pitáu no mct1b
m:'t~ tl<! tres >ara;:, ca dotulJ le httbían t.l:Hlo onlcu
tlc ~itn~u· dos caüones. Yal"ins >cecs el Gobcrut1 -
üor había pregnnta<1o ú Santarem si yú tenia arrc-
gbd l el partlpcto, ú lo cnal btc conte~tnlxL que
iumc11ic1tamcntc se pondría á la ol.>rn; pero con
n.rios pretextos se descnitlaba, l1<kauan les día:;
n~i, y él nada hacía.
L:t noche del l. o de .Jfnyo cerró 11 m·iosa y oscu -
rhima: ni nna cstrelb brillaba en el cido, negro
como un m:mto 1le ien:iopelo : recias rúfngas do
>icuto :;acudían la" bautlcrus y rug¡nn entre lo·
múotilcs tlc los naYios cncmi...-os anclados en la
bahía. Los centinelas soln·o las murallas no alcan -
z:t!J m (t ddingnirsc :'i rlu:; -r-ara~ de <li~t:mcin, y el
¡r¡uiín t·it·e .' era continuo en co1•torno de la ciu-
rla !, enteramcn:o sitiada pur los l'r, l,CeEes.
©Biblioteca Nacional de Colombia
Los Filnu stero s v Sancho Ji meno. 115

Serín n las once cie la noch e, cuan do un bote


fné
arroj ado al agua por el lado ele Tierr a-Fir me,
frent e
al baltu trte de la Jfedi a-Lu na, y con
los remo s
ennte ltos eu lienz os par¡¡, que no hicie sen
rnído ;
los cuatr o homb res r¡ue iban en el bote
rema ron
acti rame nte con direc ción al Larri o de Getze
mnní .
Los een ti nelas que se halla ban en Ja pnert
n. del
puen te diero n un e tentú reo ¡r¡uiént'ice.' y
llama -
ron al Cabo do G nanli u. En el mism o mom
ento la
tcuno llm·i a r¡ue había C<lÍdo hasta enttm
ce3, se
conv irtió en nn recio agu:w ero, y los solda
dos, c¡nc
so yiero n cegad os por la lluvi a y por el vient
o, vol-
vieron instin ti mm en te la espnl cla al te mporul.
Cnan do pasó h ráf<1;;<t y dirig ieron las
rniraua.s V
ha::ia el punt o en r¡ne lmbí<m risto una
somh m
llesli zarse sobre el agna , nada Yiero n y(L
... "Gna
por¡ nen bi m:t lnz, como la de un eigan o
<:nce11tl ido
qnc fné arroj atlo al agua , sinió de guía
y seflal
á los del Lote, y 0,tos , en breYes mom
entos ,
anim aron al pie J.d bnlna rte de la Jfe,l
ia-Lu ,w;
arroj áwn lt's de arrib a una escal a c1c cneril
a.::, 1le la
cual nno rlc los cmb:t rc:tdo s ;:;e asió y snlJiú
J¡gcr a-
mcnt c á lo alto de la brech a, mien tras r¡ne
lo,:;
otro,; ataro n el ]Jote, y toLlo Yoll·ió [L
r¡ncll ar c·n
'ilcuc io, .•aho C'l caer de LL llnYi a, que se
uc•!iz aLa
por encim a de l:ls mnr,t !lns y gotea ba deutr
nrrim :lda cmua rcaci ún.
o ue la

~-o haLí:1 sobro aque l balua rte .siuo


un ::úlo hom-
lJre. eunw lto l'll una capa, y un llC'~ro ·¡gazu
pntl!J,
I)Uc era el qne habí:1 nrroj adl) lr.s
cuordu->.
-¿Qu ién Yt? c.·cJn mó el d•J l. en >!, en¡ z :.,,
;a,

©Biblioteca Nacional de Colombia


116 Los Pirata s en Ca1·tagena.

bien que el ruído caumd o por la lluvia imped ía


que se oyese ningú n otro {L corta distan cia.
-Yo . ... Dncas sé ! .... ¿ Hablo con el Ca pi tún
anturc m ? contes tó en francé s y muy paso el re-
cién llegaLlo.
-!\o os equi>ocáis.
-¡ Qué noche tan propic ia pum nuestr o objeto !
¿nó es asi ? repuso el de la. capa en el mismo idioma ,
y tambié n á media \OZ.
-¿ X atlié nos oye ?
-Xad ieabso lutame nte .... Yo ofrecí ú misco m-
pailero s de guarni ción velar ar¡ní con Juan, mien-
tras que ellos apront aban los callone s pam traerlo s
cuand o escam pe la llnyía.
-¿ Y los haréis traer ?
-Sügún lo que cli"pongáis .... Y tí. sabéis cn:íles
son mi condic iones.
-; Pedís demas iado!
-¡ Dcmasia•lo, cuand o os entreg o la llave de 1:1.
ciudat l !
-De todos mot1os hemos de entrar en ella!
-Acon1aos ele lloca-C hica : ar¡ní todos son por
el estilo de ::>:mello Jimen o, y con gusto renclir án
1:. rida por :SL1 ncy ....
-Tarr! lJién hny otros co:no vos: Don .Jo!'é )Lír-
r1ucz, Don Pcllro C'.Lii rde y Don J unn de ll~­
rrío .... lo.s cnale.> so u accesil>l~s e~ rcnt1ir.:e po1·
interés .
,__ utarem dió un paso atr: s y se mon1ió el hbio.
-Tran;;ijamo~, repu ·o el J cíe de los Filibu; ;tc-
ro;; : el tiempo urg~ y tcng qnc íolrerr uc al c.nn-

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Los Filibusteros y Sancho Jimmo. 117

pamcnto .... La lluvia empieza á ceder, y si aclara,


nos pueden ver desde los baluartes inmediatos.
-¿ Qué me ofrecéi:; en resumidas cuentas?
- Dinero nó . . . .
-¿ Dinero nó ? . . ••
-~Iercaucías.
- Bien! las que yo escoja .. . .
-Ko tanto así .... Pero unos cuatrocientos mil
pesos en ropas, cuyo precio fijarán peritos escogi-
dos por mí. . ..
-Y por mí también .... y una balandra (1) en
c1né ll(rvarlas Íllern, de aquí ; pues yo tendré que
dejar la Plaza con yosotros, re1mso Santarem.
-OonYcnido . . . .
- ¿ Tengo vuestra palabra?
- La tenéis . . . . Os juro por mi honor que si
cuando atnr¡uemos la ciudad, este puesto se halla
desamparado, tendréis lo que habGi- pedi<lo.
-¿ Y cómo sabré la hora <lcl ataque?
- Oiréis un tiro primero, y dos mú', nuo ha~
otro, en seguida, aquí enfrente, .al pie clel castillo
de , m-l<'el1pe .... Aguardacl la :;cual quizás antes
del día de mafiana.
Al decir esto y sin despctlirsc, se acercó allJal uar-
te, se deslizó por la escala (le cncrrlas que había que-
dado pendiente, bajó al bote, y los que lo tripula-
han remaron acelcradamcute hacia la opuesta ori -
lla, mientras que el negro quitaba las cuerda· y la~
ocnltttba en un hoyo que cubrió con una. pic·dra.
L;t lluYia había cc.::atlo cnleramcntc, cuando la
(1) Emuarcación que empleaban para el cor:;o.

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118 Los Piratas en Ca rtagena.

Jnna a omó sobre el horizonte plateando torres,


campanarios y muralln.s,y haciendo brillar las armas
do los centinelas r1ne se ]>aseaban sobre los baluar-
tes. Ilacía rato q nc los soldados que estaban á
órdenes de San tare m ha.Líun regresado (L 1:1 mura-
lla, y aYisaí10 :í. éste que todo estaba listo pant trans-
portar los cañones á la Jfedia-Luna.
-Aguardemos el día, dijo él.
A pesar de las precauciones que tomaban los
Franceses para no ser oídos, sentíase por touas
partes cierto rumor extraño, que probabtt que algo
inusitado ocurría en el campamento enemigo.
Santarem se sentó Eobre un parapeto y empe-
zó f1 flUejan.~, clicienrlo que estaba muy enfermo, y
r1ne si coutinuaba así, tendría qne retirarse de las
murallas.
De repente se oyó al pie del castillo de San-Fe-
Ji pe un tiro seguido de otros dos, y reinó dcspué~
el silencio.
Inmediatftmente
¡
arrecióle c1 mal al Capitún
Don Francisco • autarem; pü1i& qne lleva ·en una
silb para r¡ne le transportasen :.í. su casa. r¡uc e::.taba.
al otro ltl1lo de la ciudat1, y sin dar órdenes ni ngu-
llaS con respecto á la uefensa del baluarte, se hizo
lle,ar en la silb, fingiéndose muy enfermo. Bus
soldndos,-qne eran los peores rle la Plaza,-( esco-
gidos a í ex profeso por el traidor Capitán). al \Cl'EC
-in Jefe ~e de bandaron en silencio, y es:l parte de
l,\ muralla qnedó aLandonada.

©Biblioteca Nacional de Colombia


'TII

~
{~lJ+')rPEZAD~\. apenas á clarear el ~.Í,•~ ~.de )[ayo
1 , de lG!J 1, currnclo toJos los .EJel'CJtos fran-
ceses atacaron la ciudad por tierra y por mar.
Yienuo que el baluarte de la. JJCtlia-Luna hah͕L
siuo clesampara!lo por su Capitán y abandonado
por los que le ncompaüabau_. el Jefe de la Plaz:t
orJenó i nn Don Pedro Oaílarete c¡ne corriese á
ocupar ese baluarte con lo.,; ocheub hombres r¡nc
tenía i sus únlenes; pero bte, en lugllr ue obedecer,
se fué á ocultar ul otro lado de la. ciudad. Un
Don J n:m de J3errío dejó solo el baluarte de ...:a n-
Lázaro, cuya defensa le habían encomendad o, '}.

©Biblioteca Nacional de Colombia


120 Los Piratas en Cartagena. ·

aunque otros Cartagene ros hicieron resistencia , los


Franceses se apoderaro n antes de anochecer de
t Juo el bardo dn Getzeman í, y empezaron á arrojar
hom1as sobre la parte do b ciudad do Cnrtagoull
<Luc so sostenía, y en donde se hallaban las casas
más ricas é importante s de olla.
r~a población entera. se llallab[t sumida en la
nHwor
"
eonsternac it>n el día 3 do Mu\o.. Las bom-
lJaS habían arruinado muchas casas, entránuose
Iwsttt el interior de lüs iglesiüs y causado gnwes
llanos, y al mismo tiempo no faltó!J.nien difnuclieso
por la cinuaL1 la especie de qno si no se rendía la
Plaza, los Flibnstcro s a;;esinarían ú cuantos hn.llasen
Yivos en la población, y e¡ u e r.o dejarían pi!!dm sobre
pietlra ..e\. esto se afiauía qne nadie tcnÍ<l. confianza
en la pericia y el 1alor del Gobcrnaüo r, y to,los abri-
gab:m el temor de que muchos Oficiales de la Gnar-
lliciún estuYiescn vendidos (L lo enemigos, y aun so
snsnrr<~bal.l sospechas conh··~ Don Dic>go de los Itíos

- mismo.
A medio día el Gobernado r TÍÓ ascJiada su casa
por una turha de roYolto3o>=, e¡ u e pc.1ían ú gritos
que procetliese á capitu hr. Qne u o habb esperan-
za ni posibilidad de S05tencr e aún, era }a COllTIC-
CÍÚll do todos. Cartngena era cntonce~ nn emporio
lle riqueza, y la rir¡neza lle1a consigo la molicie y
el temor de pcrtler la Yida ; así, pues, pocos ~rnn
}os r¡ne sentían amor ú sn n~y y ti su honor, y no
les importaba l.umillarse ante las huestes enemigns,
i aquello po1lía reportarle s mayores Licues r¡ne
sir ;;i:;tics~n con yalor al Clll•nje de }o;;con:r .rio-·.

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Lns Filibusteros y Sancho Jímeno. 121

V aci !aba el perezoso y dé Lil Gobernado r ante la


imponente voz de los re,·olto~os, cuando se le presen-
tó una, diputación cnviuua por una Compaiiía de
valientes que guanlaba el baluarte de Santo-Do-
mingo, compuesta de comercian tes de San ta.fL de
Bogotá y de Qni~o que estaban establecido s en
Cartagona . Estos pcrlbn con instancia que no se
cejüso ante bs exigencia& <le h plebe; aseguraban
que con la guarnición que existía en la Plaza y los
recursos que poseían, pourían defenderse hasht fas-
tidiar al enemign, que hal>ía tonillo yá muchas
bajas y csbba descontent o. Pero no bien hnbo ha-
blado ltt Comisión do Jos comercian tes de Santo-
Domingo, cuando se presentó otm respebbilí si-
ma: iba rlo parte de los dos Oabilllos, que pedían
se capitnla'c inmediata mente, porque no había
resistencia po~iblc. De~pués de bto llegaron varios
lleli:;io'os , lo:;: cwtlcs, en nombre t1' b Comuni-
da 1 ~religiosas de laeiu:hd, snplicnh::m que no se
derramase sangre inútilmen te, porr¡ue 110 lJ:1-
Lía csperanz<t de rechazar al enemigo .... Ante
c'tns opiniones, á las cinc se an:-tdia la snya pro-
Jiia, el Gobernado r resolrió capitular. ::\landó
enarbola!.' bandera bbnca y ClHió emisarios al Ge-
neral c1c la Armada Francc-::2. ofrccicnuo , IJnjo con-
diciones muy honro~as, entregar la Plaza. Acce-
dió ú to.lo el Baron de Pointí,:, y el día cuatro de
Mayo por la manana mlió la Guarnició n de Oar- t/
tn;c•JJ:I ( dos mil 11om l.m:s) con sus a:· m a~, los cm-
plc:v1os dl'l Gobierno ci til, con una parte tlc su:::
haberes, el Tribunal do la Inrp1iliición, y las )lonja'l

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122 Los Piratas en Oarta,r¡ena.

clel Carmcú y de Santa-Ch m1, qne prefiriero n qne-


lJrantar su c1ausnm más bien que permane cer en
la ciudad en e¡ u e imperaba n los Fil il.Justero~, ií pe-
~<ar de que se h~tl.Jía eslipnlad o que Jos vencedor es
respetarí an las iglesias y los con ven tos.
Tmnquil izáronse un tanto los espíritus cuando
\"ieron que Pointís se <1irigió á b Catedral inmedia-
tamente que entró en la ciudad, y pidió n'spetno-
samente al Provisor, qne le hal.Jín. salido :í. recibir,
so entonase el Te Deum.
K ombró en scgu ida Gobernad or ele la cit11lad al
Goberna! lor do Petit-Gon ;re, Juan Bautista, Dn-
cassé, el cnal dió amplias licencia de hacer SLl gus-
to á los Filibuste ros. Pero los habitante s, r¡ne se
;-cían maltratad os, y robados los templos por aque-
lla horda de bandiuos , acuuiero n á quejarse al Ge-
neral de la Escuadra Francesa , y aunque é::;te se
indignó y quiso arbitrar remedio, Ducas~é no pnclo
ó no quiso poner término á a<¡ue1los abusos, y
crnzitron se entre los Jefes p:1labras muy hiriente~ .
En resumen, los Cürtagcn eros no ol.Jtnvicron las
~ar:m tías que se les hal.Jían ofrecido, y el susto y ht
aprehen;, ión rC'inaron en todos los ánimos, pues
no se sabía hasta. r¡ué punto Jlegal"Ínn las lejacio-
nes de los Fllibnste ros, quienes recorrían las calles
tomando para sí cuanto se les antojaba y n.terraudo
á lo~ pol.Jres vecinos con us amenaza s.
Entre tanto que sucedían estas co~ns, el Capitán
S:mtarem alojaba en su cam (L algunos de los
Francese8,compraba-ytí. sabemos á q Jé precio-u n
cargamen to de mercancí as, expropia das por los

©Biblioteca Nacional de Colombia


Los Filibttsteros v Sanl'ho Jim(;no. 1!?.3

enemigos á sus conciuda danos, las cuales embar-


caba ~u una balamlra de los Filibuste ros; y aun-
c¡ne era mal mirado por los Cartagen eros y despre-
<;iado por los Francese s mismos, él se manifest aba
mny satisfecho con sus mal adquirida s rir¡nczas,
de las cuales fné á disfrutar en Francia muy á su
sabor, y después so radicó en Portugal , de donde
era oriunda su familia.

©Biblioteca Nacional de Colombia


VIII

·~
{')
~,
?
·~ EA:.\IOS aho~·a q.né ha lúa si Jo ue nuestro hé-
~ roe Sancho J¡meno durante tollas las se-
manas en qnc le hemos perdiuo U.e vista.
Cnanclo se vió curado ele la en.fermcclall r¡nc le
hal>ía acometido c1c~pué3 •1c b rcnolición de lleca-
Chica, tuvo Lt pena <le sa!.Jer r¡uc Cartagena se h<~­
lJía rendiüv, no ol.ktan te Jos muchr s recursos qnJ
poseía. Ilallábase, pue~, retirado en \-illannem
al lado de u esposa, cuand se presentó un negro
e¡ 10 le cnvialn el Mayor lomo de 13 hacicu<la que
tenía en Ihrú, el cnnl le tlijo r1ue llcmba una ear·

©Biblioteca Nacional de Colombia


12G Los Piratas en Cartagena.

taque había. escrito el P a.l re de San-J uan-de-Dios


c1ue allí estaba a si lado.
-Dame la. carta, pues, tlijo Jímeno alargando
h mano.
-La carla me le~ lliú el }Iayordomo . . ..
-¿Y qué ltl hid:;tc?
-IIar:ía Ull<l hom r1uc habí¡t mlillo ele la hacien-
da y me preparaba pam pasar el estero, frente al
pueblo de Pata-da-Caballo (1), cunn~lo me cogie-
ron preso unos bhmcos de Cartugena que est(tn
allí cscomliüos, me r¡nibrou la carta, la leyeron, y
me maullaron c¡ue signicrtl mi camino, que ellos
sabrían 'JUé habíun ele hacer con la carla.
- AtrcYiLlo~: exchunú Jimcno . ... Pero tú ú lo
menos debes tle ;:;aber el moti YO 'Jne t n >O el TI el i-
gioso para escribirme.
-Debió de ::er para a>isar al amo c¡ne csbbnn
en la hncienda unos Franceses que iban de J•nrte
de ,;n General, Ct H'r si snmerced estaba lodaYía en
sn C'M:l l1c cam1Jo, como 01 ~e lo había manclado.
- Yuéln~te otra Ycz, llijo, repuso Jimeno, y dí
ú lo::; France~cs c¡uc si no estoy en Darú, es porque
mi mnjcr se hauia >enido par~¡ acú. y c¡ne aqní
como all{t estoy ú sns ÚrL1cnes, como prisionero r¡ ne
su~· de sn GoLernador.
Dos días despu~s Je nr¡uél en r¡ne cdn>o el t)C-
gro ú dar cncnt<\ it m amo uo lo e¡ no liemos .sauitlo.
,fimeno recibió una orden del Gobernudvr Dief!•J
de lo, níos, mauuáudule qne r.ebra~e nn cnrgo
qnc tenía <.;untra l:l el Ihrúu t1c l'uintí..:, el enal le
( l) IIo:- cHa se 11. tna Pasa-Caballos.

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Los Filibusteros y Sancho Jimeno. 127

acusaba de traición, porque los soldados France-


ses qne fueron {t su hacienda tle 13arú habían sjdo
llevados presos nl Gobernador por los al<lc<lnos de
Pata-de-Caúallo, y que no· halJíau apresaLlo al
Oficial r¡ue les mamlah1, port¡ne éste logr·) CS:!d-
párseles y pasar (t avisar all3arón l.L mala pnrticb
flne les h:..lkt jugn<lo Sancho Jimeno.
-¡ Yo hacer traición! exclamó el ex-Castellano
de Boca-Chica. Inmediatamente 11u~aré á Yindi-
carme.
)famló llamar al negro que se hauía dejado qni-
br la carta, lleYv consigo :í Yarios halJitnntes uc
Yillanne\·a, como testigo~ <le r1ue no halJía salitlo
do al! í, y r¡ue los soldados fueron lleva• los pre -
sos al Golwrnador, y se presentó ít Yilltlicarso
delante de los Franceses ducfios rlc Oartn~rna .
Ya no halló en la cindau ::1 Ba1ón de Pvin•b:
inclignndo bte con la eonrlncta rle Dncnssé, ó c]Q -
sco~o t1e hace¡·~e llneiio absoluto d~ Jo3 C:tUd ,Je>:,
decían otros, que halkm toma<lo de la- caja-; rL·alL.3
(de ocho á nneYe millones de fmrico;; ), habíase
emlnrca11o en sus bajeles, de::pnb de tramportue
:í ellos todo el oro, que fué llcYado al puerto, C<lr-
gado en ciento diez mula~.
I'ointís recilJió mn.r uien á Jimcno, y le d'j rpw
jam(u; había dudad:> de sn honoraLilidtu1, y r 1nc le
releYab:t de -u palabra, de manera r¡uc en a ~e'ante
ya no <le be ría comiJerar,e como 1n·isionc-ro Sllyo,
ni le exi~íu nin;;ún re::catP.
-Y·alicnlp.; como YO.<:, rlijt•, son rarí. imo" en r1
mnJHlo, y el molde en r11e ~e fauricnL:m caba.'lcros

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12S Los Pirata s en Cartagena..

de vuestr o te m pie, se h·~ q nebr:ul o, y no se encuen~


tm en nignn<t p:nte de b tierra.
Cuand o Pointí s salió del Puerto en direcc ión [~
Franci a, Sanch o regresó :.í. Cartag cna, en donde
fué muy aplaud iua su conuu cta, y todos r1eseauun
ver b espada que le ilauín. dad. o el Gen eral fran-
cés cuando no rindió el castillo de Boca-C hica.
Era la espada de poquís imo valor; la empnf la-
dnra Jo cobr~, y la hoja, nó de acero toleda no, que
eran las más apreci adas en aquell a época, pero se
la cn>itli<tban todos, y alguno s hubier: :m dado por
merec crb peso en oro.
SLl

Dncas sé, en tanto, con sus Filibu steros acabab a


de recoge r las mercancÍ<lS que m:ís les con>cn ían,
las alhaja s de las igle'ia~, entre otras un soberb io
y riquísi mo sepulc ro de plata maciza , qne era el
orgullo de lo$ Cartag enero' . Pesaba ocho mil pe-
so' 1le plata. y perten ecía al COJHento tle San-
Agust ín, de donde una pim1osa C(Jfrnd b;- qnc lo
h 1uÍ:1. regahu o á la. igle~ia, lo .aeabn . el Yierne s
._:l'llo, en pr0Cc,;iún por las calles da ht ciu<htl .
.:\.r¡uellos piratas desma utehtro n Jos Ca~t·Jl, S .V es-
Ci-\,icrvn los mejore s cañone s para lle>:írs elos, de
m w.:ra r¡nc embar caron ccrc'l dG cien pie.zas de
nrtíl L"rÍa q ne ~a.::aron t1c l:ts F•1;·hlezas. LllS caílo-
1 ,, t 1 ue no pndicr on ú no qai~;"';·0nll nnsc>.
fncron
l · ipitatl sfal m· r; tn.uro n Lle Y()lar L s ·orta-
lLz . , y (1cni ):lr los m uros; y por últi uw, r<.> ·~ ­
rün irst>, á in tancir. s t1c Duca~sé mii'mo , c,t • tr·
lllÍ 1 f PO ar¡ncllos .:ncr,g úmcno s aca Ja~cn
1
;·,...,·,o·
!1 (!U 1, Cll.HlS c,]ificÍ0 3 ([ h;:]J¡, SU
C<?l .J,, :>
p l r:' s etar.
©Biblioteca Nacional de Colombia
h/SJs Filibusteros y Sancho J imeno. 12:!

Los Filibusteros estaban disgustados con Poin-


tís, porque no hahín.distribuído cutre ellos eftnita-
tin.mcnte el botín sacado de Oartngena. Estos de-
cían que había sacado veinte millones de francos en
monedas, barras y efectos, mientras que el General
Francés aseguraua que el botín no valía más de nne-
ve ú rlicz millones, snm<lndolo todo. Dncassé trató
de calmarles, ofreciendo poner su q neja al ne.v de
Franciu, y por último los hi.:w cmharcarse y salir
definitivamente del puerr.o.
¡Cuál M serÍ<l. b alegría de aquella desgraciada
ciudad, cn::mrlo vieron desaparecer en el horizonte
las últimas velas de los lJitjoles de los Filibu;;teros!
El Gobern;ulor que, como !ternos 1iüo, em len ro
en sus rn.ovimieutos, indeciso y enemigo de l:t a~ti­
vidad, ordenó desde ~In.ha.tes, en donde estaba
desde que salió de la <:iudad , que Sancho Jin10n•l
perm:mecicse mnmlanJ.o en la ciudad, como r¡noJ
cm la persona miis queridu. en Cartngcna y la de
su mayor confianza.
Jimeno mandú inm"!di:tbmente :i llamar :'i s~t
mujer, y con ella entraron muchas familias r¡ne
habían huído desde el principio Jd :;;itio de B')cn-
Chica. Los lamentos, los gemidos, bs expresio-
nes de espanto y las escenas de dolor que se represen-
taban !10r tonas las calle', [t medie la t¡nc los míseros
habitante encontrahan su casas sar¡nca·la~, lleea-
ban de imlignaciún á Sancho Jimcno, el cual a~e­
gnraba que si el GoLcrnador le huLicse envin,lo ¡,
guarnición r¡ne le piuió, y si después e ~·•stnYiC'l";t
(!U la Plaza, los Franccies hubieran p:n"tiüo ~¡ n f>n-

©Biblioteca Nacional de Colombia


130 Los Piratas en Cartagena.

trar en la ciudad, pues el Barón mismo le había


dicho qne más gente había perdido por causa del
clima y do las fiebres, que en los combates que
había sostenido; do manera que si atacaron {~
Boc.t-Ohica cerca de diez mil hombres, cinco mil
escasos se embarcaron al partir.
Ocupábase Sancho Jirueno en reunir y armar á
la dispersa tropa, en tapar las brechas de las mu-
rallas, rcmrnuilr las fortalezas y poner orden á
todo, cuanrl o le fueron á ayisar que entraban nue-
vamente por Bocn.-Ohica siete bajeles ae Piratas-
Filibusteros, con banderas negras desplegadus, los
cuales, sin duda, tendrían intención de acabar de
nrrninar la ciudad.
Efectintmcuto, yendo por la mar, algunos Jefes
de los Filibusteros se habían separado de Ducassé,
quien signió para Santo-Domingo , mientras que
aqné:llos regresaron á Cartagenll con las más 11egras
in tencioncs.

©Biblioteca Nacional de Colombia


I:X:

~A
r .. .
ciuda~ esta~n
no en •itnaciónUercsistir;
no habla un canon montado, lll las armas
se hallaban en buen estado, y la mayor parte de
los vecinos permanecían aún fuera .... Era pre-
ciso, pues, manifestarse impávidos y ~guardar de
pie firme, pero sin tratar de defenderse, á la horda
de piratas que se acercaba.
Don Sancho Jimeno aconsejó á las mujeres que
saliesen inmediatam ente de la Plaza, llevándose á
sus uiuos y los pocos haberes que aún consen-aban:
mandó con ellas á muchos de los hombres que de
naua le pourían servir, y él permaneció con unos
pocos en la casa de la Gobcrnll.Ción.

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132 Los Pirat as en Cm·tagena.

era
Annq ne hizo much os esfuerzos para que parti
sú-
sn muje r, ésta se resist ió valie ntem ente t\ sns
plica s y perm aneci ó en su casa.
Emp ezab a á desap arece r el sol tras el horiz onte,
ba en
cuan do un mula tito muy vivo que se halla
ho es-
acecho, entró en el salón en dond e Don Sanc
de sus amig os, y le dijo que
taba con unos pocos
as, y que se diri-
acaba ban ele dt' t·m barcal' los Pirat
gían hacia ar1ncl la1lo.
-Iré :i enco ntrnr les, dijo él calán dose el som-
pi~­
brero , abroc hánd ose la espad a y toma ndo una
temo , añad ió.
tola: r¡nicro mauife¡¡;tarles que no les
á
:Miró á sus ccmp a!icro s como pant invit arles
stó, ni
que le acom palla sen, pero ning uno le conte
sir¡ u iera se movió del sitio en que estaL a.
ba
Don Sanc ho salió solo, bajó la escalera, y llega
os.
al porbl l, cuan do se enco ntró con los Filib uster
aquí otra íez? preg nntú con
-¿Q ué se os ofrece
so iego á. los Jefes .
untár -
--=¿ Qui én sois vos para atrev eros á preg
noslo? conte staro n con insol encia .
.
-El encar gado de la Com anda ncia de la Plaza
n en bs bóYc das!
-¡ Qne lü encad enen y le meta
excla mó el que iLa adela nte.
rle
-Xú , nó, repus o otro: ií. éste debemos trata
Jime no~
con cou iucra cione s: es Sanc ho
Es tan cierto que el m1or se impo ne á todo~!
li<>~le(tronle los Filib uster os con enrio
·itlall.
diri-
-Bie n, pues, repus o el que iba adela nte,
1cnÍt m atrás : le llc-
giénd ose á algun o de los que
~ts,
nréi s ú su casa en Jug:u· de sumi rle en las Lún:J

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Los Filibusteros 11 Sane/¡ o Jimeno. 133

pero le pondréis guardia y me responderéis de él.


Quisieron algunos atarle.
-Atrás! dijo el Espafiol: nadie me toque! .Aquí
están mis armas ... . yo iré solo; no me escaparé.
Los bandidos recibieron la pistola y la cspad~1, y
le dejaron tomar la. cabeza de la escolta, que se di-
r igió á su casa, en donde la do, venturaJa Teresa
le agnardalJa temblando. La escolta. registró todas
las habitaciones, y rohó cuanto había en ollas; en
scgnida encerraron á los dos 'bsposos en un cuarto
y pusieron nn centinela frente á la 1mertn.
Toda In noche los presos estu>ieron oyendo los
gritos de espanto, los clamores de los >ecinos que
pedían auxilio, á quienes saquoab:m y maltmtaban
los Piratas. Don Sancho se paseaba en su aposento,
lleno de angustia al verse impotente para hacer cosa
alguna en fay or do los desgraciados, mientras que
Teresa sollozaba en un rincón.
En las puertas de todas las casas había centine-
las, que no dejaban salir á nadie, en tanto r1ue los
bandidos robaban, y ponían en tormento á los que
no entregaban su dinero,y á. los escla>os y sinicntcs
para que denunciasen á sus amos. Esto se hacía
con método y orden, registrando la ciuda·l man-
zana por manzana y llevando el botín ií una casa
cerca ele! puerto, en donde habían de di tribuírlo
después. Aquella. gente no robaba para sí, sino que
toJos los bienes oran comunes haEta qt~e llegase
la hora de la distribución.
Al aclarar el día siguiente se presentó una es·
colta en la casa de Don Sancho Ji meno.

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134 Los Piratas en Cartagena.

·-\ cnimos á que nos entreguéis cuanto tengáis


en oro, plata y alhajas, dijo el Oficial de la escolta.
- ¿Ko ha estado la casa ú vuestra disposición?
- K o hemos hallailo en toda ella nada de Talor.
- Pues entonces no conseguiréis más, porque
todos los Talores que yo poseía estaban aquí.
-~Ientís! exclamó el Filibustero : nos han dicho
que sois millonario .. ..
Jimeno no contestó una palabra, y se contentó
con sonreír con aire despreciativo.
Eran ellos muy despreci:lbles para que él se re-
sintiese de sus insnltos.
-¿So me contestáis? preguntó el Filibustero,
trn tan do de reportar.:;e, pnes comprendía qne con
nn hombre como U'}nélno valían los insult0s.
- Só, dijo Jimeno; no contesto, por'lue es bien
.,abicJo que no tengo más renta que la. que me pro-
unce mi sueltlo de empJeaÜo, y la de UICa peqnefia
estancia que tengo en Barú.
- )!e entregaréis cien mil pe os, ó vnestra ava-
ricia os co. taní. ]a vida.
- 1\o poseo cien marave<lís .... Haced lo que
(jueráis; y puesto que no me puedo defender, me
mataréis si se os antoja.
- Iréis entonces con los otros condenacJos ú
muerte.
Jimeno se puso el ~ombrero y se dirigió ú b
pllerta, lle"pnés de haber arrojado una mirada de
de,.pedida ú Teresa, c¡ne parecía una e,t·ltna de
mármol: tan púlida y rígida estaba en n:1 rincón
del aposento.

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Los Filibuste ros y Sancho Jimeno. 135

- Sancho! exclamó ella: lle•adme también!


Este miró al Oficial como para consultarle.
- ¿Es vnestra mujer? preguntó el bandido.
-Es mi esposa ....
- Puede seguir con :r.osotros.
·- Vén, Teresa, dijo Ji men-o, tomándola de la.
mano : mejor estarás á mi hulo, indudablemente,
aüadió.
Condujeron á los clos esposos á. la Catedral, en
dourle se hallahn.n reunidos gran nílmero de pri-
sioneros, cutre otros el Provisor, el Guardián de
Sa.n-Francisco y varios Dominicanos, y muchas se-
lloras y unos pocos vecinos de los mús acomodados
de Carbtgen:t.
-0 entregáis el dinero, dijo el Pimta á Jime-
no, ó podéis escoger confesor entre todos estos se-
ñores, aüadió mostrando á. los sacerdotes, porque
vais á morir.
Por toda contestación, Don Sancho se arrojó á
los pies del Provisor y le pidió que le confesara.
Algunos momentos después se puso en pie y dijo
trauqui lamente:
- Estoy listo.
- ¿Y vuestra mujer? preguntó el .Filibustero
como para probar su fortaleza.
-A ella b dejaréis la vida, puesto que yo >OJ 1í.
morir.
Teresa no oyó esto, porque conversaba en un rin-
cón ele la igle~ia con algnnas cfíoms amigas .. nya~.
-¿Xo os clc~peclís de elb?
-;Para. r¡ué cansarb esa pena! Pobrecilla~- II:t-

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1313 Los Piratas en Carta[Jena.

cedmc el f<tyor de ocultarla mí muerte. por ahora,


añadió en YOZ baja.
-Yenill, pnes, á Ynestra casa: qui'zá allí me di-
réis eii clóude esconc1Heis 1nestros tesoros .... en
cambio de vuestra 1ida.
Jimcno salió nuemmeute del templo con su es-
colta> sin mirar á Teresa, r¡ne aún no había caído
en la cuenta de lo. que sucedía.
Apenas hubo saliuo Ji meno, cuando los Filibus-
teros pusieron en ]n, puerta. al Provisor, ú los Reli -
giosos y á los Yeciuos que estaban allí presos; unos
l1abían entregado cuanto tenían, y los Piratas se
habían persuadido de qnc los demás no poseían
nada, ó no podrían obligarles á hablar, á pesar clel
tormento qnc les bab:.·m dauo,
Quedáronse, pues, solas las muJeres con Jos Fili -
};nsteros. Cuando éstas se Yieron encerradas en
ar¡ucl recinto sin ningnno de sns protectores, su
e:>ranto subió de pnn to, y abrazántlose unas á otras,
pcrmaneciero~1 largo mto calladas, ngnan]anuo sn
suerte, sin atreYerso {l Jespimr siquiera y temblan-
do de miedo.
Los Corsarios habhu·on bre->c rato entre sí en
francés, lengua que ellas no C'ntendían, y pusié-
l'Onse :i. hacer regneros de póhom en üos filas, por
('} con tro de la iglesia.
- eiloras,dijo uno de los Filibn,tcros, fingiendo
hablarlas con c-ortesía: ¿coufesar&is en dóm1e ha-
b(·is ocultado vuestro ·1 iucro?
Kingnn:~ contestó, pOl'ftUC en rettlicl. t1 nqnell:J.s
dc~~rnciadns no tenían qnú dcnnncial',

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Los Filibusteros y Sand1o Jimeno. 131

i no poseéis nada propio, repuso el Corsario~


ú lo menos debéis saber quiénes son los propietarios
ricos r¡ne hay en esta Plaza, y en dónde pueden ha-
ber ocultado su dinero.
Las pobres mujeres Be miraron unas á otras, y,
como si estu>icscn animauas de un mismo espíritu,
dijeron los nombres de nrios Yecinos ricos, pero
qne ellas sabían estañan tn~ra de la, ciudad.
-Estú bien, r1ijo el que sen-ía de intérprete.
Dignaos situaros nna. tras otra. entre estos regue-
ros de pó!Yora; mandaremos bt~scar á los ricos que
lwbéis menciomtdo; y si éstos no se hallaren en
Cartagcna, se incendianí. la pólYora y pereceréis
todas quemadas.
Algunas se pusieron á :tlorar A gritos; otras em-
pezaron á temular de susto; nnas pocas quLicron
hablar, pero los Corsarios las mandaron callar; y
. una joven se espantó túnto, que se desmayó, de-
j (mJose caer largo á largo entre los regueros de
pú!Yora.
A cada rato entraba alguno l1C lus emisarios f]Ue
los Piratas habhm manJado t\ averiguar por el pa-
rndero de los ricos que mencionaron las des\·entnra-
das pri~ioneras, ~n·isaudo f!nc ya uno, ya otro, habí:l
dc•jado á Cartagena, y no se le cncontrabn. en nin-
guna parte.
Los crueles bandidos amenazaban entonces á las
míseras mnjeres con pegar fuego á la pólYora con
el botafnego de los artilleros que habían llevado
consigo, y á cada momcmto at¡ueUas mala>entura-
da- pensaban que llegaba el último de su vida.

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138 Los Piratas en Carta[Jena.

Tere>1a pensaba en su noble y heroico esposo, á


quien habían sacado fuera del templo; ella no sabía
con qué objeto, porque, como hemos dicho antes,
no alcanzó á oir las frases que se cruzaron entre él
y sus perseguidores, y no supo que le habian saca-
do para llevarle al suplicio. Recordaba las horas
de su pasada dicha, ó invocaba fervorosamente la
protección de la Virgen do los Desamparados.
Hinc[ uosc levantó las manos al cielo y empezó
::í. pellir misericordia, nombrando uno á uno á to-
do.,; los ,,autos de su devoción . Las clcmás mujeres
la imitaron, y cada nna de ellas su pu ~o á rezar (t
,-oz en cuello, con bu sentidas frases, que hubie-
ran ablandado los corazones de las fieras; pero no
alJI.mdaron los ele aquellos c1 uros piratas, aleccio-
nados en toda suerte de crímenes y enseñados yú.
ú oír lústimas sin compadecerlas jam:í.s.
Pero dújemos, entre tanto, á e tas infelices, y sí-
gamos fuera del templo i Sancho Jímeno. Condu-
cido de nue1o á sn casa, los que le llevaban le me-
tieron dentro, cenaron la puerta y lo notillcaron
que era llegada su última hora, si no entregaba
inmediatamente por lo monos cien mil pesos lle
lo mucho qne tenía. allí enterrado.
-:Jiatadme do una 1ez! exclamó él, que y á me
fastidiáis con tantas idas y vouil1a ; como nada
tengo, nad;t os puedo dar, .,egúu tantas veces os lo
he mhertitlo ... . Pero como croo r¡uo so1s católico~,
y nó herejes, llamadme á uu sacenlote para que
me ayude á bien morir, r¡ne será lo menos r¡nc po -
u
dréi.: hacer en fa1or el alma quemo vais á armucar.

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Los Filibusteros'!! Sancho Jim l! no. 13()

Encerráronl e entonces los bandidos en un Dpo-


scnto, y no volvieron sino cuando empezaba á oscu-
recer el día. Con ellos llegaron el Prorisor, un
dominicano y un clérigo llamado Don Tomás Bel-
trán, muy amigo de Sancho.
-Despachao s breYemente, -dijo uno de los ban-
didos, -qne vamos á conclnír la comedia: 6 confe-
sáis en dónde habéis eacondido el dinero, ú os ven-
daremos los ojos para achbar ele una yez . ...
Sancho se acercó al Pro>isor, y pidió que le re-
conciliase y rezara con él algunas oraciones de los
agonizantes.
Suplicó entonce:S el Doctor Beltrán que le deja-
sen salir, que él trataría ele recoger alguna suma
para rescatar la >ida ele aquel hombre heroico.
-Está bien, dijeron los Piratas; pero si dentro
de media hora no estáis aquí ele ntelta, encontra-
réis su cadáYer ....
Sancho Jimeno seguía conversando con el Pro-
Yisor y el Padre dominicano, recomendán doles en-
carecidamen te que amparasen ú su pobre mujer,
que quedaba ·duda, siendo tan jo>en y bella.
-·e ha pa ado la media hora! exlamó de repente
el Jefe de la escolta: como no Yiene -vuestro amigo,
se hará lo dicho .
El Pro"l'isor y el Dominicano empezaron á supli-
car que agnarda~en un rato más: decíanles ctne era
una inaudita crueldad despachar para la otra ·vida
ú nn hombre tan n1ieutc, etc. cte.
Fatigado- al fin los bandidos con 1on ruegos de
los ~ac01·uotes, les mandaron c¡ue se saliesen, y to-

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U.O Los Piratas en Cartagena.

mando un lienzo >cndáronle los ojos al cx-Oastc-


ll;mo do Bo-:!a-Ohica.
Este, entro tanto, no había atravesatlo palabra en
\OZ alta, y decía apenas algunas por lo bajo, in;o-
cando la misericordia del cielo para su alma, pero
sin manifestar tribulación ninguntt exterior.
Arrimáronle, después de ;cndado, contra una
puerta y pn:;icron al frente á cuatro soldados con
sus armas.
Estando en esto llegó otro do los Piratas i decir
que, de orden del Jefe de todos ellos, llensen
al prisionero 3.la Oatedml, en donde iban :í. fusilar
{t algunos otros, y querían hacerlo al mi~mo tiem·
po y á la Yista de las mujeres que estaban allí.
- - Quitáronle la wnrln á la >Íctimn, y cuando lo
notificaron que lo llm·aban á sacrificarlo delante do
sn mujer, por primera 1ez palideció é inpmtóse
Don Sancho. Él no temblaba por sí mismo, sino
que le dolía en el alma pensar cómo sufriría su
Teresa con semejante espectáculo.
Pidió entonces como un fa1or, como la merced
más grande que lo pudieran conceder, que lema-
tasen allí mismo y al momento, pero que no llenl-
sen la inhumanidad hasta hacer padecer tan horri-
blemente á una pobre mujer.
Riéronsc de él los Piratas y le mandaron que
saliese del aposento.
-Agnardarl! aguardad, por Dios~ gritó en aquel
momento la jar1eante -roz del Doctor Beltrán, el
cual llegaba corriendo, con un negro cargado con
nna cnja llena ele plata labratla,que nlía,poco más
ú meno3, unos mil prs>s. Em todo lo qu ctenía el

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Los Filibusteros y Sancho J immo. lH

lJObre clérigo, y acababa de desenterra rla para ir á


r escatar á su amigo.
Aunque los Piratas gruñeron y se c¡nejaron del
poco valor que tenía aquello, al fin consintiero n en
soltar al atormenta do Español, y recibicro·n en cam-
bio la plata labrada.
Corrió Don Sancho al momento á buscar á sn
mujer en la Catedral, la cual había sido puesta en
libertad con las demás mujeres, cuando m·oycron
10s bandidos que ellas no tenían nada que poderles
quitar. Confesaro n artnéllos entonces que nunca
h:~bían pensado matar á Sancho Jimeno, sino que,
suponiénd ole realmente muy rico, se habían pro-
puesto ohlig:ule :í entreg;u· una crecida. suma. por sn
r escate.
Cansados aquellos hombros de robar, reunieron
todo eu nna sola parte, é ibr.u :í pegarle fuego ÍL
la ciudad, cuanuo un barco filibustero entró en el
puerto y avisó que se dirigía hacia Cartageua t1na
flotilla de Ingleses y llolandese s reunidos, los cua-
les indudable mente les rp1Ítarían el botín qne
habían hecho, É'i no dejaban inmediata mente el
puerto. Sin embargo, antes do darse á la vela repar-
tieron el oro, ln. plata y las pieuras preciosa~, y tocó
:í. ca<la uno de los solcbclos cerca de mil escudos. Re-
sen-aran hs mercancÍ<l' y los eschtros negros para
hacer una última partición, después de valuarlo
todo ec¡uitatir:u ueute, en ln, isln. Jo , auto-Do-
mingo, en donde no tcuían rie~go de encontrar
enemigos; y ohi<lando poner fuego á b cindnd,
como lo hn bían ofrecirlo, se alejaron d,\ las costas
de C'art:JgCll:J, CSta YC'Z yá Jcfinitirnm ente.

©Biblioteca Nacional de Colombia


EJ?J:LOGO.

~~~ODAS
=..
<:>
~
las campanas de las iglesias de C.r-
,¡¡ tageua eran echadas á ruelo, y sus habi-
tantes, >estidos de gala, circulaban gozosos por las
calles de la ciudad antigua y por el barrio de Get-
zemaní.
Como Cn.rtagena careciera de Obispo desde 1G91
(y careció de Prelado hasta 1713), el Provisor y los
altos Dignatarios de la Iglesia que había en la ciu-
dad salieron bajo >ara de palio basta el puerto, á
recibir con toda solemnidad el Santo Sepulcro de
plata que habían robado los Piratas aflos antes, el
cual era dcntelto por Luis XIV. Cuando hizo las

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144 Los Pirata s en Car·tagena..

paces con Es pafia, despué s del Tratad o de Riswic k,


el Rey de Franci a, para congra ciarse con el Mo-
narca Esp¡tfiol, mandó q:uc se devolv iesen á sus due-
ños el sepulc ro y alguna s otras joyas robada s á las
iglesia s dnmnt c aquell a é¡)OC::t.
Entre los más conten tos que hubo en Oartag ena
ar¡uel día de fiesta, se11nhtb:m :1 Don Sanch o Ji meno
y á su esposa, los cuales eran siemp1·e muy felices ,
y no tuviero n jamás otra pena que la de carece r de
sucesió n. Dolíal e particu larmen te á Teresa que .;;u
m:¡,rido no dejase hijos que hereda sen su valor y su
noblez a de caráct er, y á él le pesaba que sn bella.
esposa no tuviese hijas qne se pareci esen á su ma-
clrc en prenda s físicas y morale s.
Digam os de paso, --entr e ttmto e¡ u e llega la proce-
sión á la Qatedr a], en meuio de Jos VÍY<1S del pue-
blo y del incien so J los cohet es,-qu é había sncc-
diuo á los Pirata s cuando saliC;ron de Oartag cna,
despué s de haberl a saque,t do. Encon tr:íron se en alta
mar con la Escua dra, compu esta de na.-es inglesa s y
holand esas, de la cual iban huyen do. Estas nacion es
estaba n entonc es aliadas á Espa11a,y como yáhn bicse
corrid o la. noticia por las Antilla s de lo qne habiu.
suceclido en Oartag cnn, los Alia;lo s iban en per~e­
cución ue los Fililm steros _; uiérou les caza, y logra·
ron apresa r á dos de los l.Jajelcs, qne lloraba n una
gran parte del botí u, y obliga ron á otros uos {\
naufra gar en las cosbuo ue Jamaic a.
Los Ingles es etni:u ou entonc es á Oartng ena 1,1
tripula ción dolos buque s apresar los, }):ll'll (¡nc, en
caliua d ue galcotc1!, ayudas en (t reedifi car las for-
tificaciones qne habían ucrrib:tdo.

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Los Filibu:;teros y Sancho JimP.no. J.J5

Lo que no dice la Historia es, si á mús de la tri-


pulación de vol rieron los Ingleses el botín Lomru1o
á los Filibt1steros.
Unando los Jefes de los Piratns que se sallaron
se rennieron en Santo-Do mingo con Duca~sé, sn-
plíearon ít é-ste qne pusiese pleito ante los tribnna-
les franceses contra el Barbn de Poinlís, porr¡ue
no había repartirlo eqnitativ a.mentc, entre todos,
lo tomado por él en Cartagcnn.. Después tle un
largo litigio, qnc costó un dineral, al fin los Filibus-
teros ohtuviero n una orden de los tribunale s pam
qne so les de>oh·icsc nn millón y cuatrocie ntos mil
francos. Sin cmb:lrgo, los gastos del pleito, qnc
duró ];trgos anos, y dolos agentes pngados ee Fran-
cia para que se ocupasen en el asunto, ausorhicr on
casi toda. aquella suma, y muy J10Cos de los Piratas
percibier on algo de e1!a.
Entre tanto habían enviado de Espaíia. rcquisi=-
torias contra el Gobernad or Don Diego de los Ríos,
por haber dejado perder tí. OartagGua, cnando hu-
biera podi<lo defcndcrl :t con buen éxito.
Don Sancho Jimcno en1ió una relación circuns-
tanciada de todos ar¡n'3llos acoutocim ientos, corro~
boraoa por m u eh os testigos que firmaron en el
expedien te. El Gobernad or fué llamado á. Espaiia
para ser juzgaoo: un amigo suyo, Don José Jiúr-
qnez, que co.1-1 otros había salido de Cartagen n con
la Escuadra enC'mign, fné encarcela do en 2\{aurid,
con~otros má«, complicado~ en ar¡nellos a:>nnto::.
Ucmo en E'paii.a los juicios eran inucabau ts
entonces , y á y e ces se cm pezaba á ~cguir alguna
10

©Biblioteca Nacional de Colombia


146 Los Piratas en Cartagena.

c;msn. ú un joven, el cual llegaba. á viejo y moría sin


que lo hubiesen sentencia do, nunca se supo en d
:Kucvo Reino de GrutHida en qué paró la cansa
contra Don Diego de los Ríos, y si al fin fné <le-
clurado culpado, y castigado por su pereza y su
<lescuído, ó si se le encontró roo de un delito más
grave.
Ducn.s:;(: fué llamado tí Frn.neia, en tlonde con-
tirmó sirvieujo como Jefe de cscnadru en la :Jla-
rina re.11; ~:e halló en las guerras do Sucesión de
}\:Ji pe \-, y después de haber tomado parte en el
bloc¡ neo !le l3arcclon:1, murió en 1715.
Poiutís regre~ó ú Francia, y escribió una relación
üe lo ~ucedido en Carbgcn a. En las guerras de
Sucesión fuú á scnir en Espail:o bajo Felipe Y;
tu'l'o mal éxito en Gibraltar , y murió mny honrado
por el Hey de aqnrl})aÍ s en 1707.
T<m de di,·erso modo juzga el mundo los hechos
de los hombre.;;; que los mismos 6. quienes unos lla-
man malandrina~ y bandi!los, otros les considera n
como caballero s ú carta cabal!
LtJ r1uc no hemos podiuo averigua r es qué hacía
l¡t E.scuadra de Don Diego ele Zaldí mr, Conde de
~:m-::edilh, que se dice se nallaba en la feria de
Portobcl o durante todo aquel tiempo. ¿Cómo no
pudo auxiliar ú. Cartageu a,-llUO está dos ó tres
dh1.;; apenas di6b.nte de Portobel o,-dcsde los pri-
meros uías de Abril hasta loa primeros de Junio
en que partieron definitiy amcnte los Filibuste ros?
Según el ..:ü·isa IIislórico de Don Dionisio ..\.lcello
y Herrera1 quien trató de leynntar do la ruína ú

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Los Filibusteros v Sancho Jimeno. 147

Cartagena, después de aquellas desventuras, fué el


Virrey del Perú Don Melchor Portocarrero I~asso de
la V cga, llamado vulgarmente Bmeo de Plata, por
tener de ese metal el brazo derecho, que había per-
dido en una batalla. Este, apenas supo lo que había
sucedido, mandó socorrer la Plaza por la vía del
Istmo y por la de Quito y el ~Iagdalena.
Mandó desde el Perú una guarnición de infan-
tería, víveres y pertrechos, y envió como Goberna-
dor de la desmantelada Plaza .fuerte al ~Iaestrc
de Campo Don Juan Díaz Pimienta, gentil hom-
bre de nobilísima familia, el cual llegó :1 Carta-
gana, y al momento se ocupó en fortificarla de
nue~o y con más acierto que antes del sitio de los
Filibusteros. El mismo autor dice que el Marqués
de Villa-Hermosa (1) reedificó las murallas de la
JJJeclia-Luna; que el Brigadier D. Antonio Salas
aumentó y levantó el lienzo del mmo de la playa

(1) Parécennos interesantes las siguientes noticias que de


e-tos Gobernadores de Cartngena encontramos en una nota
de la obra intitulada ''Piraterías en la América E pe.ñola . "
por Don J. Zaragoza:
"Don Juan José de Andía, Marqués de Villa-Hermosa,
1llariscal de Campo, nombrado por muerte de su antece~or,
Don Lui de A ponte, entró en Cartagena el año de 1 72.'i. y
golJernó hasta el de 1731, que pasó promovido á la Pre,i
dencia de Panamá."
•·D .m A.ntonio de Snlas, Coronel que hnlJía sido del Re!!i-
miento de · lloya, sucedió al .:llltrqués de Yilla-llerm¿-~a
en 1-;111 y gobernó hAsta su muer: e, ocurnda en 1i:J;). L~
siguió D. Pedro Fidalgc, Brigadier y Capitán de rcJle~
Guardias Esp, ñolas, que se encargó de aquel G<1uieroo en
173G. y murió en 1739. "-{Diccwn~tl'iQ GeogrtíjicQ-llt~t(m(o
de Alcedo).

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14 Los Piratas en Oartagena.

marítima, y el Brigaclier Don Pedro Fidalgo acabó


de fortificar In. ciudad con particular esmero. (1)
Esta vez-es decir, en 1697,- fué la última en
que los piratas se hicieron duefios de Cartagena.
Los sitios qne ha sufrido después han siuo poco·,
y solamente una vez entró el enemigo dentro de sus
muros, aunque no puede decirse que la Plaza se hu-
biese rendido, puesto que los patriotas la abandona-
ron, pero no la entregaron, hoy hace setenta años!

Bogot:í., Diciembre 5 de 1885.

(1) Para escribir este cuadro hemos consultado,-fuera


de otras obras,-particularmente la IJ¡:!I<JTirt Edesüistfc<¿
y Oitil del señor José M. Groot; Ghrono/..ogie lli:<wrique de
l' ..ln,ériq•le, por el Doctor B. Warden y el :llarqués de For-
tín; P:raterías en la América Espaflolo, por D. Justo Za-
r .goza, etc. etc.

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LOS PIRATAS EN SANTA-MARTA

CUADRO CUARTO

EL OBISPO PIEDRAHITA YEL FILIBUSTERO MORGAN

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I

~UKDO
~:
el20 de Jnu;o de 1525 Don llo<ldgo
de Bastidas entraba en la bahía c1ue llamó
de , anta-)Iarta, y fundó aquella ciud:J.d, - una de
las mús notables de nuestras costas atl:lnticas,- iba
en su compaiiía un jo>en llamado J nan ~Iuiioz de
Collautc, natural de Grauadn. y, según parece, de
hidalga cuna. Éste eru tun amante á las a>entnras,
que úendo qne en Santa-)Iarta no hallaba las
suficicn tes para ~u gusto, sí cm pre á la busca de
nneías escenas, se fué con Pi zurro y tomó parl:.e eu
las coiHFlL tas del Perú, y con Belulcúzar en las de
Quito, llegando con fste al • -neío Rrino de Gra-

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Lo!i Piratas en Santa-Jlarta._

llaclt, en donde a1 fin se radicó; pero no por eso


descansó, ponjHC en segui<b interrino mny nctiYa-
mentc en las expediciones m{ts artlua.s, siendo de;,;-
C~1 bridor y com1ni~tador de gran parte de los terri-
torios CJUC hoy dí.1 componen la llepública Colom-
lJi,tnn.
~in embargo, af}uello no fLlé lo que le diera
mayor lustre~ sn mérito princi1nll consistió en
ser el bi:sabuelo <le UilO ilo los hombres uüs uota-
ul~s que registran nuestros anales, tanto porque
:faé un Pl·elarlo Jiguo hijo de los Apóstoles deJe-
sucristo, como por ser un histori.dor notabilisimo.
llnulamos de D . Lucas Fernández Piedrahit<t.
lJescendía éste del co.1qu i::>tador )Iu üoz Collautc,
por la lfnca materna; crn de familia rica de Sn.nta-
rc ele Bogotá, nacido en los primm·os aíios del
siglo XYII. Cuando abrazó la carrera cclcsi:í.stita,
null(pte amante üc las letras y poeta, pase sn
juYentnd sirdendo los curatos de Fnsngasngá y
1\tipa. En 1G5± fué nombrado lbcioncro ele la
I;:t•sia ~Ictropo1ituna; á. poco snbiú (L C,múnigo, y
en seguida á ProYisor y G-ol>cn <1dor ele l<l Arr¡ui -
diócesis, por estar racante el cargo Llc Arzobispo.
En lGGl entregó el At·zobispado al sucesor del fa-
moso y beuGfico Fray Cristóbal de Torres, el scfior
Argniz1ao. Empero, sus relcnntes dotes llenaron
ce cm·idin. ú. muchos, y lo granjearon enemigos,
los cnnlcs le acusaron ante el Consrjo de Inr1ia~.
no se sabe por qué motiYo. El Doctor Piet1rnbita
pasú inmrdiatamcntc á Espafla] aHí no solam~nto
EC lo decl:lró inocente-~ sino c1ne,.paro d.sn~mYi:\rh~

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Bl Obispo Piedra!tii'a y el Filio. • Margan. . 1:>3

de bn injusto car[¡o, le promo vieron al Obispa do


de ::;,tn ta-~Iarta. Comag róle el Prelad o de Oa,:·ta-
gena en lGúO, y pasó á tomar posesión de su empla\>
en el mismo año.
A pesar de su amor al estudio , el Obispo tenía el
geuiu c1el mision ero y la inspira ción que guía ú los
Apósto les. Sn mayor pbct:r consistí<t en visitar á
los Ind!os ele sn Diócesis y hacer infinit os esfuer -
zos para catequ izarlcs , eu lu cual emplea ba gran
parte de su tiempo y to,lo cuanto percib ía y lo
cbban los 1ecino s para sus gastos particu lares. Sn
espírit u concili ador, sus gmnde s virtud es, su con-
versac ión -amena y jo,·ial y sn elocue ncia en el
púlpit o, llamar on túnto 1rL atenci ón de sus feli~re­
ses, y nació en ellos tal afecto hacia su Pastor , que
poLres y ricos le seguía n por toilas partes , y estaba n
pendie ntes de sus labio~.
Sunta -)Iarta prospe raba :.í ojos vistas; el se!ior
Piedra hita se ocnpalm en reedifi car la Catcdm l -y·
f'll mejora r los edificios, iglesia s y con1cn
Los de
aquell a ciudad , cuando recibió orJen de pasar pro-
movid o al Obispa do Je Panam á.:)(' ·
se
Xaturu lmente SclS feligreses a'll.igieron mucho ,
y procur aban que se alargas e el mayor tiempo po-
sible su perma nencia en Santa- :Jiartu ., cuand o
ocurri ó 1111a terribl e calami dad, que sumió en b
mi eria y la. const2 rnació n á todos los habita ntes
de la ciudad .
El pirata inglés J uau IIenriq ne :Jforgan se pre-
paraba para atacar la ciudad de Portob elo, centro
de b famosa Feria ud-Am erican o, en donue :e

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154 Lo1 Piratas e1~ Santa-Marta.

reunían las riquezas de Europa y los minerales del


Perú, Nuevo Reino do Granada y C~ntro-.América;
pero múmtras reunía en la isla de la Providencia,
capital y centro de su gobierno, los bajeles y mu-
niciones suficientes p~ra lle>ar á. cabo empresa
tan importn,nte, mand-ó á algunos 1ie sus Capitanes
ú q11e merodeasen en las costas de Tiernt-Firme y
no perdie.sen el tiempo desocupado!!.
Untt mañana, pues, y cuando menos lo agnarda-
ban los Samarios, viero11 surgir en sn puerto dos
buques corsarios, al mando de los piratas Cos y
Duncan,-cl uno Francés y el otro Inglés,-con-
fcclerados para el robo y en viudos por M:organ, como
hemos >isto, á. cumplir con el encargo de no per-
der el tiempo, hacerse las manos y ejercitarse en
su oficio.
Mientras una parte ele la población huía á
los montes, el bueno del Obispo permunecía tran-
quilamente en s11 cas'l, aguardando el resultado de
la itwasión.
De repente oyó gran ruído en la puerta, y como
sus criados no se atreviesen á abrir, él en persona
lo hizo.
-¡Llamadme al Obispo! gritaron los Piratas.
-Le tenéis delante! contestó él.
-Yos un Obispo! exclamaron los in1asores,
contemplando los pobres •estidbs del Prelado, los
cuales eu unas partes estaban remendados, y en
otras tan rotos, que se le traslucía la ropa in tcrior,
y mirando sn faü 1cnerable y humilde al mismo
tiempo, que no se había inmutado ni espantado.

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El Obispo Pied1·ahita y el Filib . o Margan. 155

- ¡Vos el ObispoPiedrahita! repitieron los Cor-


sarios.
-;1\fe habéis nombrado! ¿En qué os puedo ser-
Tir, hijos míos?
Los Franceses se descubrieron cou aparente res-
peto; los Ingleses se rieron con mofa.
-¿En qué podéis servirnos? preguntaro n estos
últimos: Jtada menos que en darnos lo quo tengáis.
-Registra d mi casa: lo que halléis en ella os lo
doy con buena voluntad.
Mientras que unos se apoderaban de la casa,
otros se llevaron al Prelado á la iglesia Catedral
-¿En dónde están las alhajas de la iglesia? le
preguntaro n.
El seflor Piedrahita se hincó delante del Sagra-
rio, en silencio, orando fervorosamente.
-Allí debe de estar lo que más aprecian estos
hijos de Roma,-ro puso uno, levantando una cara-
bina y disparándol~ contra el Sagrario, cuyas puer-
tas se vinieron abajo con la custodia, derramán-
dose las Sagradas Formas al pie del altar.
El Obispo dió un doloroso gemido, é inclinúndo-
se, púsose á consumir las IIostias apresuradamcn e,
antes de que los herejes cometiesen otros de.s-
a.fueros.
Los Franceses so habían hincado también, y rehu-
saban poner las manos en los vasos sagrados; ellos
bien sabían que, como la propiedad era común en-
tre todos cuando se repartiese el botín, á ellos
tocaría su parte de todas manera!:.
Los Ingleses daban 1oces, alanceaban los Santos,

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156 Los Piratas en Santa-Marta.

}lOnían las manos en cuanto encontraban de 1alor,


y como uno de éstos viese al Obispo aún hincado,
que lloraba al ver las profanaciones de aquellos
energúmenos, le dió un golpe en la espalda con
un alfanje, '~ que le hizo caer de brnces contra el
suelo.
Levantóse entonces el santo >arón, y alzando los
ojos al eielo,exclamó,imitan do á su Di>ino llhcstro :
- ¡ Perdónalos, Sefíor, que no saben lo 11 ne hacen!
Llcvúronle en seguida, con los brazos atados á
la espalda, :1 sn casa, y allí le dijeron:
-Nada encontramos aquí de valor: nos ·mis {i
confesar en dónde habéis guardado vuestro dinero
y >neatras alhajas.
-Jamás me alcanza lo qno tengo para dar á
tántos pobres. ¿En dónde be de tener cosa alguna
guardada?
-Eso no es cierto, le contestaron: nosotros sa-
bemos muy bien cuán ricos sois -vosotros los Obis-
}J OS <le Indias.
Llenron en ton ces cuerdas y le dieron tormento,
en medio del en al confesó q ne tenía sólo una joya,
que apreciaba muchísimo, por ser la Esposa que le
habían dado cuando le consagraron Obispo.
-Sacadla! le dijeron soltándole.
El pobre anciano entonces fné al quicio de una
puerta, levantó una losa y ¡;acó nn anillo con un
rubí, lo besó afligido y lo entregó á los ladrones.
Y:í para entonces los Piratas habían recorrido
toüa la ciudad y saqueado cuanto había en ella;'!)

* Espada ancha y corta que usaban los :lloros.


.

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El Obispo Piedrah ita y el Filib. o Aforgan. 157

como temiesen que llegase socorro de Oart!lgena,


enviaro n preso al Obispo i uno de sus bajeles, sin
duda para q Lle les sirviese de rehenes en caso apu-
rado.
Al mismo tiempo los Piratas mandaro n á un
Padre dominicano, Frn,y Luis Bnitrag o, á Oarb-
gena, para que recogiese allí treinta mil pesos que
aquellos bandidos pedían á trueque de no incen-
diar la cindad.
Alborotósc Oartagena con aquella noticia, y el
Gobernador mandó dos buques con un General
Antonio ele Quintan a y tropas por el Magdalena
para que arremet iesen á los invasores por tierra.
Comprendieron los Corsarios lo que los iba á
pasar, y metienn o en uno de sus bajeles no sólo al
Obispo, sino también al Gobernador de Santa-
Marta, -D. Vicente Sebastiá n )!estre, -desapa re-
cieron de la noche á la mafl.::ma del puerto, y en
tanto que el General Quintan a aguarda La á alguna
distancia de la bahía que amaneciese el día para
atacar á los Piratas, éstos yá iban lejos.

©Biblioteca Nacional de Colombia


II

~
~
~)
... ":¡

'.\.. Isla de la Providencia era, como hemos


j . dicho antes, la guarida principal que 1Ior-
gan con~iderabn. como su capit~1l, en donde se reu-
nían los piratas que ten:a bajo sus 0rdenes.
La Proviuencia no está separada ::le 1n. i.>la de
Santa-Catalina , sino por un canal tan angos.t o,
qne en un tiemvo so pasaba de la una ú la otra
por un puente. Allí tenían los Piratas un castillo,
en donde encerraban á los prisioneros por los cua-
les podían exigí r creeillos rescates, y un sul.Jterrii-
neo en donde gn, ruaban sus robados tesoros.
Como ar1ucllas i:;las están rodeadas de escollos,

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160 Los Pimtas en Santa-Jiarta.

no podían entrar en el único puerto r¡nc tim1c la


de la ProYiclencia, sino !lomudo un piloto, por l•)
cual los Corsarios se consic1erauan segnros en ella.
Al Jleg~r delante do su C·tpit:in los invasores llc
San ta-::\Iarta, preso u taron los tesoros que habían
Sl1CaUO do a]lí, J le UYÍSaron que lleval.Jan prisiODO·
ro al Obispo Piodrahita. Preguntando ~forgan lit
manera como habían apresa<lo al Obispo, los que
le hauí::m maltratauo se jact~ron do ello, haciendo
mofa do la santidad do ::v¡uel hombre.
-Silencio! gritó ~forgan de repente, interrum-
piendo á los que hablaban; y aiiadió, dirigiéndose
ú sus Edecanes: encerraréis :1 estos hombres en
Jos calabozos mis seguros, é iréis á traer {t mi casa.
al santo Obispo.
:.\Iiráronse asombi·ados los Corsarios, poro obede-
cieron {t una y otra orden sin replicar. :Jlorgan no
era hombre que se compadeciese jamás, y no com-
prendían lo que aquello ~igni:ficaba.
-Heverendísim o ú ilustre so!lor Obispo, üijo
el Capitán Corsario, saliendo á recibir al sel1or
Picdrahita hasta la puerta del aposento: me yeis
aquí, aüauió, avergonzado y confuso ....
-¡Vos avcrgonzmlo y confuso! exclamó el Obis-
po con sorpresa, pues conocía, por haberlos oído
rd..:rir repetidas Yecos, los crueles hechos de ar¡uel
pi mta, y aguardaba algfUl nnoYo insulto, cn:mdo
fué llamado á ht presencia del C,tpi táu.
-Sí, seilor; estoy lleno Lle pon.~ por In. conüucb1
que con Yos obsormron mis Oficiu.les y sol..Ja•los en
, anln. ~Iarb,--cs decir, con respecto á >os; r¡ue los
ucmás no merecían las mismas consideraciones.

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Hl Obispo Piedr ahita y el Filib. • ~lJiorgan. 1G1

Le hizo senta r en la mejor silln.; despt tés le man-


dó servir en plato s de oro, que eran los que él
usa·
ba con gran boato , lo mejor qne lwbía en la
Isla;
le cedió su propi o apose nto, y le elijo que apena
s
pudie ra le clevoheríct á su Dióce sis ele Santa -)ftut
:t
sin exigir le ningú n rescat e.
-Seíl or, dijo al fin el sorpr endid o Obis po,-q uc
no creía lo que sus ojos 'eían y sus oí:lo.; oían,
-y:~
que nwsa merc ed me hace Pstos f::tvores ....
-J nstici a sólo~ i nterrn mpió eliGiendo el Corsn.rio
y hnciú ndole una cortes ía.
-Le suplic o, siguió el Obisp o, que vuesa mer-
cc<l no me ma,nd e á Santa -)fart a..
-¿Y eso por qné?
-Yo estoy nomb rado Obisp o do Pana má; pero
mis feligr eses me había n cobra do táuto é inmer
eci-
do cnri fío, que 110 me aeja ban partir , y [t mí
q nc
tarnlJ iún les amab a, me costaba. mnch o traba jo
sc-
parn.rme de ellos. Puest o que aquel lo yá se ha
Ycri-
ficado. no me bngái s pasar de nuevo por el dolor
L1C despe dirme de mis qnerid.os Sama
rios.
-2i os place , señor Obisp o, podéi s decir me
.t
tl.~~uüc os debo envia r. ~ · ·
-A Carta ger;a .... Deseo \Cl' a.l scilor o:Jisp
o
~anz Lozan o (1), que me com:a grú: y
como y~ r~­
toy yá muy ancia no, C[llizá no. le Yolrc ré ú h'r
en
-este mund o.
-Se har[t como maneJéis, repn' o el Cor:::nin~ J
le acom pafió en scgniJ.:t ú. nn dorm itorio cr1c
h'
había n prepa rado con toda t;J¡tse de comochbtiO
:>
y regalos.
(1 Dcspu~::; .\.rzo!Ji,po ue S:mtaíé de Bogot:í.. l t

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162 Los Pirata s en Santa- Marta .

-Qniz fi, dijo e] Capitá n filibus tero untes do


separa rse de su huéspe d, qniz(\ Y nestru. Señorí a no
aguad aba qU:e yo le recibie se con las consiu era-
ciones debitlüs; pero quiero deciros cuál ha sido
('] motivo ....
-¿Lue go ha1ía l1U motiío ? exclam ó el Obispo.
Yo creía que esta vuestr a condu cta cm hija tau
~;ólo del buen comzó n, y me clecí, para mí
mi:mo :
este Ca1•itá n ~Iorga n, qno
¡ Cúmo han cnln muiaclo á
llabíun pin ta•lll tan enemig o de los Espali olcs, tan
recio y tan ünro con ellos! Yo ]e he en contra lto
mús sna.>e que un guante de sella, mús amabl e
que una <lama, Ínús cortés que el caballe ro más-
galant e ele la Crisii. tndad! K o me digáis, Capitú n,
que teníais un motiyo para tratarm e como á nu~.s
tro amigo . . . . Dejad me partir agrade cido de vos,
y hasta a.mánuoos como á mi Lijo. .
-Seiio r, dijo )Iorga n, hi nc;mdo una rodilla en
ticna; bcm1ecidmc_. s!, bendec illmc, pues aunqu e
hoy me lhlman hHe>je, no siempr e lo he sido ... .
-Oh! sí; lo harú con toda el alma,- exclar nó el
Obispo, bendic iendo al Capitá n, mny conmo vido:-
no dig[tis que sois hereje todaví a, puesto quepo -
url:i.,; dejar ue serlo cuand o qnerúi3:
-Xó, nó: _yú. eso es imposible! Pero os uiré el
moti ro que tenítJ, ~Ii madre era Id ndesa cató!ic..,
la ennl, robada. por un corsari o llama<lo niansf ield,
éasú cou mi p;ulre, que era mitad corsario, mitarl
Jabriego y contra bandis ta ucl¡m ís de Gales, y que
JlCrtenccía ÍL b religió n reform ada: y como la m, l-
trntut~l cnand o se decía e·ttúlica, ella resol1ió o~.;ul-
r pero no oh id: r su r.:ligiún.

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El Oldspo Pied rahi ta y el Filib . o Morgan.
163

-P obre cilla ! excl amó el Obispo.


-:Jie hizo baut izar por un sace rdote
cató lico, }
cuan do nifto me ense nó á reza r las orac
ione s r¡ue
saLía, cont inuó dicie ndo el Pira ta: pero desd
e niuo
me man dó mi padre á een- ir :í :Jinnsfiel
d, y olTidí·
cuan to me ense!ló mi mad re ....
-; Poro podr íais reco n]arl o! (lijo el Obis
po: mm-
ca es tard e para íOlT er al bnen cam ino.
- Repi to, cont estó el Cors ario con impa
cien cia.
que lo c1no pasó, pa ó .. .. y no haul emo
s más ....
El moti¡-o que tenía , pues , para trata ros
corno (
a:. igo y veng ar las afre ntas que os hicie
ron, es el
1 ecne nlo de mi mad re, de
mi pobr e mad re, e¡ u
mur iú do pesa dum bre, pesa dum bres en
gran part e
e:r.nsadas por mí!
IIJ:. {L E:>lir, cuan do lo llam 6 el Obispo.
- ;,Qué nfro ntas, dij o, son la> qne nti~
[¡ wn-
gar: .... Y o no recu erdo 11 ingu n:l y :1..
....
-; "úm o! ¿Ha béis ohiJ ado á los '1nc
os ntarcJ'l
las man os y os ator men taro n: á los
que os gul-
pe.lr on y traje ron pres o y co11tut
nle;, tm YO·
L·nt ad hast a aquí ?
-Sí , Cap itán, sí; todo lo he ohid auo,
y le he
1 criionatlo desd e el fond o del alma .
-¡ Les habé is perd onad o porq ue ~ois
un santo~
Pero yo c1ue no lo soy, les he de casti gar.
-;Pe rdon adle s! ¡per dona dles por Dios
~ por Ll
mem oria de Ynes tm mrrdre~ e-xclamó
el OlJi po
junt!:mdo las man os.
-En nom bre Je mi m<ttlre, repu so el
otrv , f;
en uom br de ella .... .

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164 Los Pi1·atas en Santa-Marta.

Y al decir esto se alejó á pasos precipitados.


-¿Les perdonará ó no les perdon ará? exclamó
en alta voz el Obispo, midiendo con sus pasos el
aposento.
Al cabo Je un rato quiso salir á buscar á .\Ior-
gan, pero encontró todas las puertas trancadas por
fnera, y hubo de acostarse á descansar, que bien lo
necesitaban sus debilitadas fuerzas.

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III

~·~ O bien la luz del sol había empezado á arro-


o
~
f' "'., ''
jar sobre la tierra sus primeros albores,
cuando Morgan entró en el aposento del Obispo, y
le halló yá levantado y de rodilla , delante de un
crucifijo que siempre llevaba consigo. Detúvosc
!'espetuosamente en el umbral de la puerta, y
aguardó á que él concluyese sus oraciones .
En breve se levantó Don Lucas Fernánde z Pie-
drahita, y dió los buenos días á su huésped.
- Yed, le dijo éste, extendiendo á su vista varios
ornamentos de iglesia y un lujoso Pontifical: os
hago estos pequefios obsequios, para que os acorJt:is
de mí.

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1 '6 Los Piratas en Santa._Marta.

Acercóse el Obispo á los rÍGOS regalos con algu-


na desconfianza.
-Pero, dijo, estos objetos no pueden ser vués-
tros: ¿ en dónde los tomasteis ?
-Los saqué de Panamá el afio de setenta y uno,
contestó sonriendo el Corsario; así pues, yo no ha-
go sino restitnír al Obispo lo que es suyo. lile los
adjudicaron en la repartición que se hizo del botín,
y Jos tenía guardttdos hasta que se presentase oca-
sión de disponer de ellos.
El Obispo suspiró y dió las gracias al Corsario,
el cual mandó que encerrasen los ornamentos en
nua caja que debían embarcar con el señor Pie-
drahiw en un bajel, mandado preparar 1)ara en-
,-i.arlc á Cartngena.
Como es sabido, el Obispo Piedrahita era un
hombre sumamente instrnído, estudioso, y había
escrito y á la Historia ele las Conquistas del ~Yuevo
Rci,zo dff Granada (aunqug no se dió :í 1i1 estampa
sino en el mismo afio en que murió): sn elocuencia
era grande y su caridad pro>erbial. Entre tanto
IJUe se preparaba la embarcación qne le debía lle-
Yar á Cartagena, se entretuvo conversando fami-
liarmente con el Capitán :Jiorgau (qne habla.1n
castellano muy uien), y en darle couséjos que éste
recibía en silencio, pero que seguramente le apro-
Teclw.ron, como veremos después.
Al fin, por la tarde del dia siguiente a>isaron :í
lllorgan que el bajel preparado para el Obispo es-
taba yá li topara darse á la vela. Salió el Corsario
;l -acompa!lar al Obispo hasta el puerto; poro en el

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El Obispo Piedrahitay el Filib. • ]largan. 167

momento en que dejaban el castillo, el Prelado le-


vantó los ojos hacia las almenas y quedóse quieto,
con los ojos espantaclos, fijos en cuatro cadáveres
qu.c tambaleaban, impelidos por el viento, pendicn.-
tes d~ unos maderos.
-Jesús! exclamó el buen Obispo: ¿qué ,-eo allí?
-Son los cuerpos d.e los que os airentaron en
Santa-"jfarta,-cont estó fríamente .Morgun. Ano-
che les hice nhorcar en castigG.
-¿Xo os había rogado que les perdonaseis?
-Sí, pero yá estaban condenados á muerte.
Ilincóse el Obisi>o de .rodillas en el suelo, y con
los ojos arrasados de lágrimas y vueltos hacia los
cadáveres, oró gran rato por aquellos dcsd.ichados.
LemntGse en s~guida, y dirigiéndose nl Corsario
dijo:
-Oh! me haMis hecho sufrir m11cho, y no me
consolaré sino cuando sepa que habéis abandonado
esta carrera. de crímenes. Ojalá que aquellas mncr-
tcs fner:m las últimas que hubieseis hecho!
Cuando hubo partido .el bajel qne llcnba :ti
Obispo á C.urtageua, 1Iorgan "e estuvo paseando
solo y callado sobre la murclla de la Fortalew,
hasta que la noch.e cubrió de ·oscuridad el mar y él
perdió de vista. las "'elas del barco en que ihn. el
sefior Piedrahita.
El santo Obispo fné recib:llO en Cartugena con
grandes regocijos, y de aUí pasó á Panamá, en
donde se ocupó en tratar ele borrar las huellas que
habían dejado los Pirata- dos anos antes, y en fu-
b.ricar las i rrJesias J mon:!steúes en 1~ nuem ciudad,

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lGS Lo$Pira tas e¡¡ Santa-Marta.

(;dificach ou otro sitio mcJ'ord espues tle la in>asióu


üc )Iorgan .
Dos años de~puts de haber llegado á Panamá el
Obispo, recibió una carta del corsario 1Iorga n,-no
supo jamás enyiada por qué condL1 cto,-en la cual
le tlccía~
"llu,<tr[/ii,ng se:ilor :-Esta es para a~rt·sar á J '¡'
Beíloría r¡ue>, des¡mé~> de haber r~(luionado madnm -
~,zente en las palabras q:te me dijisteis antes de
~·ue:stra partida , resold abandonar para siemp¡·e
la carrera militar. Empecé por pcrwad ir lÍ mis
comparieros rpw n() com:enía que atat:ásemos tZ Por-
tobelu, y despui:>, temienrlo !JlM> 1W '»M pe1·mííiesen
d~ja rles, Au i ww noche con al!Junos de mis más
culictos y pasé á Jamaica, en donde me he radica-
do> al an~paro del GobernadJr ele la l"la, después dg
casanr;e con wuJ ,?e sus J¿(ias . .Acabo de recibir el
nombran~iente de C'omi::;ario dsl Almirantaz!JO e11
Jamaica, y el titulo ele Oalxdlerf>. r¡ue me eni'Ía S.
JI. el Rey ele Irl!Jlalerra Carlos JI. Oomo esta jJO-
i>ición la debo a vuedros buenos con.·cjos, me apre-
~·uro cé da ro:> pctrte ele eZW, y- enviaros la expre:siún
tle mi a!)raileciuzienio.
JU.A:X HEXRII; tUE ::llORG.AN. ,,

-Benn ito sea Dios ! exclamó el Obispo, uanclo


seuales de nna grande aleg1 ía; á lo menos se logró
sacar esta alma del camino de una irremed iable
)•erclición. ¿ Habrá espemnz as de salvarla ? Sólo
Dios podrú ~aberlo en su miserico rdia infinita~

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1A ~XP~DI~mN DH ALMIHANT~ V~HN~M

CUADRO QUINTO

l.73S

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C~l.PITu'lO I.

L.i. OREJ~ DEL CAPlT.\:X JE:XKI:XS.

decir que no corremos ningún riesgo?


-Así lo creo.
-Pero aunque lo~ GuurJa-co stas sean ligilan-
tes y actiyoc:, nuestro bajel es pequeüo, y si se en-
contrara con barcos contraband istas, pereceríamo:>
antes de que acudie. e socorro. ·
-Xo necesitamos socorro; nuestro Capitán es
un león, y repetidas 1eccs se ha batido con fuerza:;
triples .... Por otra parte, nosotros no seremos los
agrcd:dos: (L los Ingleses no les couYielle atacar;
necesitan que les consilleren inocentes para conti-
tinuar su tráfico ilíeito.
El anterior diálogo se sostení..1 sobre la cubivrbl

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172 La Expedición del Almirante nrnon.

de un bUCJ.lle de guerra espafiol, entre el segundo


de La Isabel (que así se llamaba el barco) y nn
empleado peninsular que se dirigía con su hija
única,-nifla de quince a!los,- á la ciudad de
Portobelo, pam donde le habían concedido un
empleo.
-Pero, dijo el Chapetón, no siempre las costas
<le Indias han sido guardadas por e ta Policía de
mar : he oído decir que en otros tiempos los pira·
tas y corsarios hacían dificilísimo el viaje de
Espa!la á Indias.
-Efectivamente. Hace apenas quince años r¡ue
Su Serenísima Majestad Don Felipe V (y al decir
e:sto se descubrió) tu yo á bien escuchar las reite-
radas quejas del Comercio de la 1'eria de Portobe-
lo y l de Audalucí<1, y mandó armar los primeros
Guar~a-costas á cargo del Conde Clavijo (1), los
cuales, costeados por el Comercio de Tierra-Fir-
me," son vigilados por los Comandan tea Generales
do la Provincia de Cartagena.
-Los Ingleses se quejan mucho de la vigilancia
de los Espai1oles en las Colonia , dijo el empleado
de Portobelo,-qne se llamaba Don Jo é de Ley-
Ya,-y dicen que son partidarios de la libertad de
11avegación.
-·Pero en país ajeno y nó en el propio! exclamó
el Teniente Loyzaga. Cuando algún bajel de los
nubtros l!ega á Jamaica, por ejemplo, sea t'n bus-

(1) Este caballero murió en Cartugena el 9 de ,Junio de


1i±l, de., puf- de prc lar scn-icios importantes en aquella
Provincia.

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La o1·eja del Capitán Jenkins. 173

ca de víveres, de agua, ó por otro accidente, en·dau


á su bordo algún Oficial inglés con guardia, el
cual permanece vigilando, y no se permite vender
allí la menor cantidad de tabaco, ni conservas, ni
velas de sebo, que es lo que suelen llevar parn tra-
ficar con ello nuestros buques mercantes (1). Así,
yi >e usted cómo entienden estos Ingleses la liber-
t:td de navegación !
-¿Y hacen mucho contrabando , :1 pesar de los
Guarda-cost as?
-)Iuchísim o! Como tienen casas de comercio
en Portobelo, Cartagena, el Perú y Buenos-Ai-
res, :1 su sombra introducen enormes cantidades de
mercancías, en cambio de palo de campeche, añil,
cacao, plata y oro en barras, perlas y otras joyas....
La prueba de esto se la. da.ré á usted. En los pasados
siglos, los extranjeros iban [t comerciar con Sevilla,
en donde se les vendían aquellas mercaucías por
una suma que uo bajaba de doce millones de pesos
anuales, mientras que hoy no pasa. de cien mil pesos
lo que los extranjeros compran en Andalucía.
-;Y esto cou Guarda-cost as y tánta vigilancia!
;, Cómo sería si no hubiese esta policírt? repnao el
otro.
-..i pesar de todo, nuestro com<:'rcio está penliclo,
y caüa día e encarecen nüs los efectos que se sacan
de España, y se abaratan los ingle es.
-Yea usted ! y se quejan éstos, y YiYen nmena-
zCLndonos con la. ira de sn Gobierno; porque trata-
mos lle defendernos.
tl) ..:!riso Ilü.t}ri.:o de Don Dionisio Alcl!do Ilcrrcr .

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17-í La E.xpedici6n del Almirante Vernon.

En aquel momento se YÍÓ en el horizonte la Yela.


d'3 un buque mcrcrmte, el cual al principio intentó
huír; pero notando que el español,-qn e había
izado su bandera,-e ra mús velero que 61, echó al
viento sus colores, que resnltaron Eer Jos de Ingla-
terra, y agnardó la llegada del !Juque de guerra.
Cna hora después se aYistuban los dos bajeles.
El inglés iba al mando de un Capitán J enkins,
Escocf~, con permiso del Gobierno español para
llcnu cierto número de cargas L1e mercancías :.í
una casa do comercio de Cartagena. •
Sin embargo, ann cuando sus papeles estaban
en regla y con todos los requisitos del caso, el
Capitán Espaüol fné personalmen te á examinar
hs bodegas del buque mercante; encontrólas corno
debían e:>br, y los bultos no pasaban del número
qnc. hnl;ía apuntado en sus papeles.
El Escocés, en tanto, se manifcs aba. fnrios con
d E'pauol, y trataba de hacerle cuanto3 uesairt:s
1 odía en su buqnc. Esto hizo entrnr en sospechas
al Capitán: le preguntó que j jnralm lJajo su
palabra do honor que no llevaba cutre itqnéllas
1 ingnnns mercandas de contrabanrlo .
-¿So ha registrado usted mi buque como se le
hu antojado? preguntó el otro cou imolcncin.
-E:o no es lo r¡uc le pregunto, contestó ( l
C:1pitán Espaüol. Y entienda ustell qne yo ten¿
crden de ._u ~ Injc~tall para examinar todos los
Lnc¡nes mercantes que encuentre r. mi pnso. R"¡d
ú nst(!í1: ¿Lleva usted mercancí. de contralJ, ncl":
-Puede mtcd corh rmc l1 3 ore 'a: d cnc::cntr<l

©Biblioteca Nacional de Colombia


La oreJa del Capit&n J enkir.J. 1;:·

nlgo más ele lo que tengo apuntado! repuso el


Escocés.
El Espaliol notó que _los Oficiales del buqno
cxtranje~:o se miraron sonriendo. Aquello despert'
aún más sns sospechas, y pidió de nuevo las llaYes
de Jas bodegas, y bajó á ellas con varios de lo~
"uyos, midió su concavidad y vió que efectiva-
mc:n te parecían del tamaño que debían tener.
Iban en pos de los Españoles el Capüún Jonkius
V. algunos de sus Oficiales, murmurand o por lo bajn
y hablando entre sí, cou mal repr imida ira.
Salía el Capitán de la bodega, cuando se enredó
Nl una tabla mal clavada y fué á dar nl suelo COl.
('.,trépito, zafándose otra con el golpe. Lo~ Ingleses
fingieron que se les habían apagado las r..ntorcha;;
que lle,·aban en las manos; pero el Teniente Lov-
znga, fllle acompaíl:J.ba :1 ¡;:u Capitán, pudo rcs~uar­
ll.u· la luz fJUO lle:>aba en la mano, y al respland01
de 0Eta vió brillar alguna cosa debajo de la ·Lbl.\
f¡ue se hauía zafado y que Jenkins procaraLa
'oln,•r ú ajustar.
-4\guarde usted! exclamó Loyzaga, poniéndole
la mano sobre el hombro.
-¿Por qné? preguntó el Escoc&s.
-Capit{m ~ exclamó el Teuiente: debajo de este
entabtulo huv mercancías. J
-Jiiente usted, imolen(.e! gritó el Capitán Jcn-
kin,', poniendo el pie sobre la Zl\fada tabl . . . ~'l
1 ennito, aiiatlió, que nacliemodes baratemi buqt e!
1~ 'to lo dijo porqne Loyzaga y otros dos J<>pniio
]c., em¡ czuhan ú arrancar precipita(bm cn e lu

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76 La.Expedició1~ del .Almirante íernon.

tablas, descubriendo una tenda.da. de peqnciios líos


cnYncltos <m papeles.
Los Ingleses trataron de impedirlo: lostmos saca-
ron puñal, los otros pistolas; se apagaron las luces y
seempefló en la oscuridad nn refl.ido combate, acom-
pailado ele exclamaciones proínnas y juramentos.
Entro tanto, el Capitán de la Isabel, que ÜH\ siem-
pre prevenido para casos como aquél, gritó á sm
compaUcros:
-Subid por la escalera do escotilla y dejad en·
cerrados á los contrabandistas.
Al decir esto se dirigió él mismo á donde decí¡,
y por dondE: entraba la luz· allí dió un prolongauo
silbido, que era la sella! para que acudiesen á sn
defensa los treinta soldados armatlos que habítt
llemdo consigo y dejado sobre cubierta.
l"nos y otros combatientes so calmaron al ,·cr
bnj<lr por la escalera á los sohlaclos armaLlos y
con antorchas encendida~. Felizmente las heri-
das qnc so habían hecho unos Ct otros con lo~.
puüales, fueron insignificantes, en tanto r¡ne hLS
halas ue las pistolas se hubian b nndido en el
enmaderado, en donde queJaron empat<Hhs.
Apresados el Capit,;in Jenkins y sus Ofic:ialcs, y
lkY:Hlos <l las bodegas del bajel Espaüol. se acndiú
ú rcgistr<ll" el oculto cargamento r¡ue llcYaha el
l~sc:océs. Componía,e de una fTan cantiuil l ,]<'
hilo de oro y plata (que ~e consumía muchbimo
entonces en las Colonias para bord;.¡r ornamentos
de iglesia, y \alía á. cinco pesos la. onza). lo cnal
podía fúcilmento ocultar-e entre tabla y tabl:l 1lo

©Biblioteca Nacional de Colombia


La orr:ja del Capitú n Jenldns. li7

la bodega. "Uno de aquellos paquetes se había roto


con la. prcsíón,y por ese motivo Jo ptH.lo \Cr el
'l'cnícnte Loyzaga. A m;{s de ésto, el buque ll evaba
entre el lustre una porción de planchas ue estaño y
plomo (1) , que pensaban vender á alto precio en
Cartugcna.
El Capitán de la l~auel ordenó f¡ue amontonasen
sobre lü cubierta del buque de Jenkins todo el
rico cargamento de contrabando, y en ¡wesencia tic
sns d ueílus, de los sul.larlos y d.e to<1a la tripnlaciótl
de ::u;nbos lJarcos, lo ll1<llH1ó arrojar al ma::.
-;Qué lá~lima del hilo de oro ! exclamó un;\
dulce Yoz Ícmcnintt detrás del furioso Ca pi tCm
.Jenkins.
La qne hablaba era Albertina de Lcyya, la hija
del cmplc.~rlo de PortolJclo á. r1uieu al!tes oímos
couYcrsar con el Tenienfc I.~oyzng<l .
- ; Cnúutos mautos para h \-ir~cn S[lntísima ~e
podrí-an lJonlar con e:sus hilos, en lu,;nr de que
ahont.ni los r.csc:tdos se aprovecharán de cllos,-
niíndió Lt ¡,ífht .
El Escocé~ no pivlo menos qnc mirar á h u!¡ ~
y p. rccerlc lJcllí.im:l.
Era morenita y púli•la: tenítt nn par de ojo;;
r¡ne uríl!auaa COLIO clJUCl'l'O H'']H?rtÍnO, bajo llll:IS
}·C'i'hfl:: crespas como su mclcnn. 11.:-gm y s~tlo~a:
su,; laLios rojos se abrían como una fmta m1.dun

{l) "I::,t:> rrn 11c mucho C()IJ<;ww rn C'urtn!!'ena par;\'


r:1anufR ·ttthl d le tejare~ y f:torica rlC' 1.1 l'>Zl vidria-l.
1\c ~ aba•tcc n los pnc.blo inmediato:; é i las dt.: I! r
loH.nto."-Ar"w lli •vr."c? notes citado.
lt -

©Biblioteca Nacional de Colombia


li~ La E.Lpediciún cTelAlmirante Vernon.

}•ara dejar ver dos sartales de perlas finas que


Jlentba á manera ele dientes.
Sm embargo, el Capitán del buque inglés apartó
en bre1e ln mirada de la bella y fresca Espafiola,
:para fijarlos en los restos de su abogado cargamen-
to, parte c.Iel cnd nadaba sobre el lomo de las olas,
<1ejando nn largo rastro detrás del barco.
-)Ialditos E>4pafioles~ gritó lleno de ira, lenn-
tantlo ]os pniio cPrrados al ciclo con imrotente
rabi:t. ¡lié ahí lJerclido el trabajo de toda mi vida~
En esas mercancías ha1)Ía empleado yo todo lo
ganado en diez afios de esfnerzrs asiduos!
-;Pobre hombre! <lijo .Albcrtina, hablando con
una de sus criadas: me da compasiórr verle tan afii-
giüo!
-Ye:t sumerccd, repuso ésta, cómo el her(>je
tiene orejas tan grandes, gruesas y colorachs como
dos tomates se>illanos.
Sonriów ligeramente In. ni ñu al notar r1ne ln
comparación era. jnstn. El Capitán 1iú la sonrisa,
y en parte comprendió el moth·o: en sn ciega e•~­
lern, dió un paso udl'laute con la mano lc>antada,
· quiso castigar Íl las dos mujeres, r¡ne creyó se
Inofabnn uc él y do su tle:;_;racia. Pero encontró
que alguien lo agarraba fuertemente del brazo por
detrú ~: y que el Teniente L•>yzag.l le (lecía:
-Dútente, Yillano, mal e, b::-tllero! ¿Cómo te
atreYes á 1cnmtar la mano contrn unn dam:.t?
El C...tpiL.ín de La J·abel, qua llnbía prcscncia<lo
nr1uelh c:::ccna, ~e adelantó CJ touces, y dijo ú Jcn-
}, iw, con acento de bnrl. :

©Biblioteca Nacional de Colombia


La o1·eja del Capitán Jenki ns. liO

- IIa olvidado usted , Capit án, una cosa que aún


me falta cobrarle ....
- ¿Qué más quier e usted robar me?
-¿~o juró usted por sus orejas que
noten íaen
su barco mercancías de con traba ndo?
E l Escocés no conte stó; pero una ola de sang1~
subió por su faz y á. rubic uuda, y se fijó en su grue-
sa nariz y en sns largas orejas .
- Pues, conti nnó el Espnllol, si usted oh·idó
ese juramento, sin duda por los muchos que ha
hecho en vano, á mí no me ha sucedido lo mismo,
y pienso obliga rle á que no vuelva jamás á olvid
ar
nuest ro encue ntro en estos mares .
El Escocés conti nuó callado; pero á medi da que
el otro hablaba, había ido perdi endo su color arre-
bolado, como si yú comp rendi era lo q ne le iba
ú
suceder.
- Que me llamen al barbe ro del barco, añadi ú el
Capit án de la Isabel.
Y cuand o éste estur o presente añadi ó:
-Am uéla una navaj a de Larba de mane ra r¡nc
puedas afeita r al seílor Oapititn, sin que aquello le
canse desagrado.
En tanto que el barbero negro iba á cump lir con
la orden, Jeuki ns, que empezó á creer que ar1nel
lo
se conve rtiría en una farsa y nada más, dijo, diri-
giéndose al Capit án en castellml(l, lengu a que sa-
bía muy bien:
-Gra cias, Capit án: no necesito afeita rme; e:::
usted muy utcnt o, pero . . ..
- --O se le ya á afeita r, como usted piens
a, con-

©Biblioteca Nacional de Colombia


on.
SO La Exp edlc l6n del Alm iran te Vern
no teng o emp efio
tésl ó el Esp afio l. Pie rJa cuiu atlo :
a que tú.uto le
en quit ar tí. uste d esa herm osa barb
emb elle ce.
carc ajad a ge-
Af¡ucl chis te fué acog ido con nna
illa rala , desi gua l
nera l: el Esco cés pose ía una barb
ntal es orej as,
y roja , la. en al, junt o con sus mon ume
era. lo más feo que tení a.
com o rató n
El pob re Ctlp itún Esco cés, qne se 1eía
r, snua ba y se lim-
en tram pa. y sin pod erse clefcnue
hast a que voh ió
piab a la fren te con un pafm elo,
el Larbcro (t prc:>entarse.
o una sena Í1.
-A hora, dijo el Cap itán , haci end
los pies del seño r
<1os mar iner os, aten las mac.o.;; y
Jenk ins.
tih1 tl, con-
Hec ho esto con sum a dest reza y pron
tinu ó hab land o así:
-"~pesar de que el sci1or Cup
itún juró por sus
de con trab and o
Jos orej as que no tení a mer canc ías
to, y teni end o
en su bureo, sien do falso el jura men
orej as, le haré el
dere cho de qtw<larmc con amb as
su pue sto; pero
dón de una de ellas, <jUC que dará er..
á su muy ll.matlo
com o he pen~ado env iar la otra
se la cort ar oí,
He y, Don J or6c II, el barb ero
110 duJ o !lUC el
y mct iénd oltt en este cajoncillo_.
fnYor de llcYar!u
sefior Capitún mi~mo ncs lu.r:t el
ir ú su rcul amo
cniclados:ltnc·ntc :Í Ingh ttcrr ;l, y <1ec
::mo s lu mi::mo
<¡ae si ~o pr.~entar, la ocasión_. harí
<.:011 él. (1)

de In;;latcrra, por
(l) VGasl: la contiunaci6n de la Ilk-tnria
~0-~ ~ola .-ll t~wn '<t ck Ir.~[r¡t._1'1'Y.l
Hum e-11 1 Yol., 1•ág.
por '\\'hllc, púg. G9; etc. ltc.

©Biblioteca Nacional de Colombia


La oreja del Capitán Jenkins. 181

Como no pudiese defenderse de otro modo el


mísero contrabandista, empezó á proferir los insnl·
tos más espantosos contra el Rey de España y con-
tra toda la nación es11afíola. Viendo aquello el Ca-
11itán de la üauel, le mandó poner una mordaza, y
así atado, maniatado y con mordaza, sin acertar 5.
moverse, el barbero le cortó una oreja, la metió en
un frasco con alcohol, y éste en un cajoncillo bien
ucuñado, que llevaron junto con su Capitán al bar-
co del Escocés, y allí le dejaron en manos de sus
compañeros. Mientras que éstos proferían mil in-
sultos y amenrzns/ de ítmganza en j nglés y caste-
llano, reíanse(á carcaja<las en el bajel español, el
cual se alejaba poco i poco del lado de su enemigo,
hasta que se perdieron de 'ista, di Yididos por las
olas del mar.
Poco se figuraron nnoa y otros las consecuencias
que la cortada de la oreja de J enkin¡, iba á tener
en la política del mundo, como adelante yercmos.

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C~l.PIT"CLO II.

LA DECLA-RACIÓN DE Gt'ERRA.

tm
~·~1l EIN.\.BA
1739.

en Inglaterra Jorge II, el se. gundo


? también ile la familia de llano1er, que fué
soberano de la Gran Bretaña. Xada queriuo por su
padre, el primer J org'e, que le conocía como á un
mal hombre, fné á stt yez mal pa<lrc: tenía nn ca-
rácter tau frío, que docía sn Ministro lralpole ele
él "que hablar allley de compasión, de conside-
ración por scn-icios prestados, de caridad, de f;CilC -
rosidacl, era como si se le hablase en un iJiomt\ des-
conocido para él.·· K o sabía qué era benc>olcn cia,
y jamás hizo ni u gúu bien por :'\l gn. to, sino forza!J.o.
X nuca i.nvo lástima ele nadie. ni protegió :í unrlie,
sino cu.ando era preciso para fine· políticos. La Tiei-

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1SJ La E.rpedirJiún del Almirant e rernon.

u
nn, Carolina e Brandenl mrgo, tenía grande inilnen-
cin. sobre el espíritu del Rey. Elht había rehmado la.
mano del Rey de F.spailn, por no hacerse católica,
y prefirió la de Jorge II de Inglaterr a, ele quien
fné nn:t H'nlader a m:htir, y fingía .ser sn humilde
eschYa con tal de ganar influenci a y contenta r sn
ambición de m:m<1o, r¡uc era ilimilluln. en elln, ann -
qne la ocultaba. Este par de Soberano s eran pa-
t1rcs de un hijo digno en todo de su estirpe. ~fl.q11Cl
Príncipe de G~les, ílUC no reinó nnnéa, porr¡ne
murió untes qne sn pudre, era, dice el historiad or
IIerrey, falso, débil, uYariento en cnn11to EC tra.-
bba de algo bueno, y gastador en todo Jo malo; al
mismo tiempo se mostraba despilfar rado y codi -
cioso; generoso con lo ajeno y nada liberal con lo
propio, era apretado sin ser económic o; narlie que
le conocía le aprccial•a ni lll qaería. 1rentía desea-
r. damentc cuando pretendía ser franco, y uccía
YCrrhr1c,; atroces ~ dcswrgon z:u1as cuando r¡nería
manifc"ta r5e famíli,u·. _~o comprend ía. la jnstici:l,
1li la integrida d, ni la sincerida d, Ili era const.ln te en
SUS fifectos, ni tenia uignidarl en SHS COEtnmbrcs, y
mm carecía de sentido común en sus conYcrsa cioncs.
El Rey le aborrecía tánto, qne por un moti>o oala<1í
le desterró de la Corte. y no le permitió siq:liera Yer
ú su ma<lre en el lecho de muerte.
_fíen tras que los mi~mbros de la familia real se
ocupnb:m en .sus negocios particula re· y en Tiajcs
á n.uwver , gobernab a el Reino m primer ~finis­
tro, Roberto Walpole, el cnnl Jlrofcsaba (de prin-
cipio corrupto r: todo hon2bre tiene su far¡ja,· y por

©Biblioteca Nacional de Colombia


La oreJa del Capitán Jenkins. 18 ¡

ese medio gobernaba el país. Sin embargo, era uu


hombre que conocía su época y los hombres de sn
.tiempo; cm. prudente, afable, y cnidó siempre de
la honra de sn pn,ís dentro y fuern. de él.
Sucede en muchas monarquías qne el pre-
sunto heredero de In. coronn. generalment e se opone
al Gobierno del soberano reina:r:.te. Como Walpole
ora el Jefe del partido 1r:lti!), el Príncipe de Gales
era el Jefe ele los tories, y sus partitltlrios tenían
animados debates en las Cámaras.
Es cosa sabida que el comercio inglés era muy
diferente entonces de lo que es actualmente : no
era nnnca :l:ranco y honorable-, sino que bn~cnbn la
ganancia por 'iereclas que hoy día, se consi<lerarían
deshonrosas, y no tenían empacho los negociantes
en hacer el contrabando en las Colonias E~paílolas,
con el pretexto d~ que abogaban en fttvor u e h1 li-
bertatl del comt::rcio. L~ >igilancia <le la ::\Iarina
espaflola y la de los Guanla-cost as impedía en
mucho los malos manejos de los comerciante s in-
gleses. E~tos se r¡ucjaban amargament e, y ele1abnn
sin cesar memoriales á su Gobierno, en los r¡ue pe-
dían lo que ellos llamaban justicia. Sin embar¡;o
de qne el Parlamento atenuia. con gusto i los
reiterados lamentos de los comerciante a, el :'\[inis-
tro Walpole, 'lne conocía á fonuo la cuestión, no
hacía caso de las injustas quejas del comercio in-
glés, y entorpecía adrede aquellas cuestiones cuan-
do lle.:;abnn :1 manos del Gobierno. Por otra parte,
veía que no convenía ñ Inglaterra interrumpir la
paz europea: temía que las dos familias de In estir-

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1 6 La Expedición del Almiránte íernon.

pe de Borbón que <lcupaban los tronos ele Espaiía


y JFrancia, se uniesen contra la Gran Bretaña, y
no estaba preparado para hacer frente á fllerzas
tan formidables. La política de 1\alpole era pro-
tegida por la Reina Carolina; pero á la muerte de
ésta, el .Jiinistro perdió su influencia en el espíritu
del Rey, á pesar del estado floreeiente en que es-
taba Inglaterra, merced de una paz de doce aílos,
que difícilmente Walpole había logrado guardar
con sus íecinos.
El Parlamento, secretamente pagado por Wal-
pole para que le conservase en el poder, se hizo tan
exigente, que al fin no pudo él contentarle, y íÍÓ
que no solamente perdía terreno en favor del
Rey y en el del Parlamento, sino que cada día se
hltcía mús impopular entre el Pueblo Inglés, azu-
zado por los comuciantes, que pretendían hacerse
ricos en las Colonias Españolas y deseaban que se
declarase la guerra á E-pafia, con el objeto de
apoderarse por entero de las codiciadas riquezas
¡Unericana~.
Llegó (¡_ t l grado la eferrescencia en Inglaterra
eontra Espafl:l, que Walpole hubo de prometer
que(e pediría cuenta :í Felipe V de los sufrimien-
tos ele los comerciantes ingleses en las Colonias
--i?simií.olas. Después de alguno' mese· en que el
Gobierno inglé::; hizo lo posible para entretener In.
opinión pública con otros asunto·, Jorge II. al fin,
anunció, al abrir la esiones del Parlamento en
Febrero de 1 ~ 3 ", que se había celebrado una Con-
\""encióu entre el lley de E~pniía y sn Gobierno,

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La orlf)a clel Capitán Jenkins. 187

}JOr la cual Felipe V se había comprome tido á pa-


gar ciert11 indemniza ción (1), por las pérdidas su-
fridas en el mar por el comercio inglés durante
cierto tiempo en que había tenido que suspender
sus negocios con las Colonias Americana s. Aque-
lla era una concesión inmensa que hacía Espaüa,
y sin embargo, los Ingleses no se contentaro n con
ella: pretcnd ían qt1e los comerciml tes ingleses
traficasen en las Colonias sin examen ni pesquisa
alguna, do manera que pudiesen circular los bn-
qnes mercantes de Inglaterra de puerto á puerto,
especuland o á su gusto y sin p.1gar nada al Go-
bierno Espa!1ol.
Un grito inmenso de disgusto se levantó en In-
glaterra contra el _jlinistcrio que había ratificalio el
Com-enio firmado en el P<lhJCio de El Pardo. y los
Jefes de los partidario s de h1 guPrra con E~pa!b
recorriero n ciudades y aldeas, enardecien do el odio
contra los que así olYiJaban los deseos y la volun-
tad del Pueblo IngléH y el bien de sn comercio.
Los partidario s de ln guerra con Espaiia, y los
enemigos !le ella, lu>bí:m reunido todas ~ns fuerzas
para luchar, unos en f<r>or, otros en contra del Con-
venio de El Pardo. en una sesión de la Cámara de
los Comunes, que debía tener lugar el .s do ::\Iarzo
de 173!).
1\alpole pidió c¡ne se ratificase ·el ConYenio con
Espaí1u, hablando en su favor Tarios mionbro;;
di,;tinguid os del Parlament o, en tanto que el Prín-
cipe de Gale· y ..us parti<larit>:; y paniagnad os azn-
(1) ().j,OOO lilirns cslcrlinus..

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188 La Expedición del .Almirante T"ernon.

zab:m {L los miembros de la Oposición para que


hablasen en contra del Tratado. ·
Lo& miembros <le uno y otro partido se acalom-
ban cada momento más en la cuestión, hasta que
uno üe los más adictos partidarios üel Príncipe ele
Gales anunció c¡no podía prcEentar á la >ista de
los miembros de la Cámara una de las muchas YÍC-
timas <le la barbarie española: un honrado Capitán
de un buque mercante inglés, que había sido muti-
hHlo por un Guarda-costa espaüol.
-Que so prc<>ente. gritaron los y{t aleccionados
en.emigos ue Espana, que sabían su papel.
Inmediatamente hicieron entrar y situarse de-
lante de una mesa á nuestro antiguo conocido el
Capitán Jenkius, el cual, al quitarse el sombrero,
puso de manifiesto IJUO le faltaba una oreja.
-DeciJ, le dijeron, quién os mutiló así, y por
qué moti1o.
Uefirió entonce~, con aire cándiuo y modesto,
que, yell!lo tranquilamente por el mar de las Anti-
llas, había sido atacado, registrauo sn buque, sin
motiYo ninguno, por nn Guanla-costa español; y,
nñatlió que, como los Espafloles no encontrasen en
sn barco ninguna mercancía. ue contrabando, le
habían maltratado cruelmente, amenazado matar-
le, y por último corUuole una oreja .....
Aquella relación causó la sensación deseada por
los enemigos de Esp:1fla; un rumor de indignación
corrió por toJo el ;,u]óu.
-Hé ar¡uí mi oreja: exclamó la Yídima; y aque-
llos crueles pa1ústae, aíladió, al deroh·érmela entro

©Biblioteca Nacional de Colombia


La oreja rlel Capitún .Jenkins. 189

esta. caja, me notificaron qne me presentase (t mi


Rey, y le dijese que así tratarían á su Real Persona
si se ofreciera la occtsión.
Y al decir esto, leYtmtó la oreja en alto para qué
]a íÍCSC;n todos los circunstan tes.
La indignació n subió de punto; 1os gritos de
odio á España, de amor á Jorge U, de afecto :í. la
familia real, se hicieron genemlcs, y Jos mi3mos
qne lHtl;ían esbtlo en con tm de b guerra con Es-
paña, tn1ieron que manifestar se tamuién inüignn.-
clos para no pasar por Jeslcales.
- ¿ Y qué pensasteis, Capitán, en el momento
en que nfl_ncllos bárbaros cometían esa. crue1üad?
preguntó nn miembro del Parlament o en un mo-
mento en que s~ calmó un tanto la tempestad .
-Lcmnté mi alma :í Dios, contestó el hipócrita
Escocé·, para pedirle misericord ia, y j nré 1)cdir
wnganza. ú mi patria. (l)
Aquello llenó Jn. meüitb: inmediata mente sepa-
só á tratar seriamente de ln. ücclarator ia ele b gue-
rra. Los üiscnr,;;o:;, las proposicio nes p:ltriótica ·y
agrcsiyas á Espaí1a menudearo n; los qne habían
apoy¡tt1o h::1.~ta en ton ces al Jii nistcrio y ~us acto~,
YÍent1o por dónde ~oplub::J. el aura popuhr, como
el Dur¡ ne de . \rg-y le y otros, se Yohierou cou tr.~
\\"al pole, y de :ni nci.tron l!ll' acto- como ourn de
persona tr.titlora (t s~1 patt·ia, d~:::trnctora üe ln di.s--
nitl¡ d l.Jritúnica, y otros iml>ropcrios por e.!o tenor.
El l\Iindcrio fné dcfentiiüo eon edor por lv"" pocos

(1) '\~e JI~t,r:' d J¡¡~({l.tt:J"r,¡ por T. Smolclt.-l rMt ,


lli&tvrJ of E,lfllr.l • l (k.

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190 La Expedici6~¡ del Almirante Venzon.

que lo fueron fieles; pero la mayoría resultó siem-


pre contrn. el ConYenio de El Pardo. Entre los que
Yotaron co11tra el Con1enio, hnllábase la firma del
Príncipe de Gales, tle seis Duques, cuarenta y dos
~ontlcs y la mayor parte de la alta nobleza de la
Gran Drelaila., coaligmla con los comerciantes.
J enkius fué aclamauo como héroe en las calles
de Londres; le dieron una alta colocación en la
marina de la Compañía ele las Indias Orientales, y
en br01e se hizo rico y renombrado.
"Cna fuerte Escuadra se mandó preparar ca
Spithcad; pero, á pesar de touos estos preparutivos,
no se declaró la guerra á Espaila de una mancm
fr,mca y dccísíYa, y el ~Iinistro üe Inglaterra en
::\Intlritl aseguró á la Corte Espailoln que aunque el
I~ey l!e la Gran Drctana estaba muy in1l ignac1o con
la conducta de los serridores espaüolcs en ) .. mérí ·
en, no interrumpiría tolla\Í;.t la pnz qne reinaba
entre las dos Cortes, y aguanlaba. que su ~Iaje~taLl
Católica diera las sati.,facciones que w le pc(lían.
Felipe Y contestó con üignídtl(l, que quien pedía
Eati"faecionl's era él, y que si no so las Llab:lll muy
amplia.:, confiaba en Dios y en sus armas para sos-
tener la jmticia quo 1lcú: ndía.
Inglatcn'<l bnbía enYiado al mar do las Antilln.'l
una :Escuadra, á ór-"Pncs del Almir:mte Ho.:icr,
rara que ,-i~iLs3 Jo- Luques mercantes inglrses y
les hie:e.:e ju~ticia en todo C<EO: C.3 decir, que saC•l~e
con bien á los snyos, aun atacando á los E..;parwlo_.
Qnejó:::c repetidas 'eccs el Gobiemo E,paiiol de
aqn·~l abu:;o; pero el Ing16s contc.:.tuba COl rccrimi-

©Biblioteca Nacional de Colombia


La oreja del Capitán Jenkins. l!ll

naciones casi insultantes, que pro1ocaban á guerra


sin declarmh .1. las claras.
A pesar do la efcrresccncia que cundía en Ingla-
terra, y ele los preparativos que se hacían para m·ma1·
esc:1adras y preparar ejércitos, Espafia, con su
11atmal inercia, no supo ponerse ú. la defcnsi1a
como debiera, y fué dejando tomar cuerpo al ene-
migo, sin adoptar medidas en las Colonias para
defeuderlas de las llamadas Represalias, que habían
u celara do lícitas los Ingleses.
Y ú los Ingleses se habían apoderauo de buques
espaüoles en alta mar, haciendo uso de lo que lle-
vaban, como presa de guerra, cuando e12:3 de Oetn-
lJre de 1;:3Q Jorge ll, apremiado vimmcntc por la
11ohlczn, el comercio y la ~ación entera, ueclaró
formalmente la guerra á Espa!la.
Pero anlcs de que 11e dcelamse tnrlh'l.da la paz,
ni pudiesen tener noticin. en .Amúrica de lo que
sncctlí<l en Enropr:., yá el Gobierno inglés halJía
despachaJo una EscuaJra [~ órdenes dul Almiran-
te Yrrnon, con el encargo de que nsaltasc las ciu-
cl. des de Portobelo y Chagres. Y camo:; quién era
este ~Jmirante.
Etlnardo \-crnon se había uistingnitlo desde muy
jóYcll c11 la Marina inglc ··a, de manera que á lo.:
YLiu icuatro aílos era Contra-Almirante, y d('S-
}lUé;;, como miembro del l'<lrlameuto, se huLía llC-
dw notar por su palabra ngresiYa y audaz 'f por l.
encmi:;ülll que manifestaba al Mini,;b-o W< lp le.
Dur. nte los debates contra el ConYenio de L'l I'm-
fl,,, Yernon, cada TCZ mús violento contra E· a::n,

©Biblioteca Nacional de Colombia


1~12 La Ea:pedieión del .Almimnte rernon.

había dicho >arias íeces que él se consideraba ca-


paz de apollerarse de las for talezas de Portobelo
con una reducirltl Escuadra.. Como 1\'alpole no
por1ía. sufrir la jactancia y las palabras insultantes
de ar1nelmarino , á quien encontraba en su camino
por todas partes, le hizo p reguntas en són de mofa,
y como pum probarle, sobre si se consideraba ca-
paz de tomar fi Portobelo con seis buques de gue -
rra, r¡ue era lo único que le poüín. ofrecer por
en ton ces.
- "Si me los entregan y los ponen (t mi dis-

posición, - contestó elmarino,- respondo del buen


f::xito de la empresa."
·walpole le m~müó dar l os seis bnr¡nes de gnerrn.
y la onl~n para que se hicie'e :í. ln. Tela inmediata-
mente . • Inchos cunsüh~ra ron que el )finistro ha -
bítt con Gallo á Y ernon nnn. empresa. t:u< arriesg••-
da, nó p: m que b lleíase (~ cabo con felicidau,
¡:ino <•ou el objeto de rplC l'e clit>se una de 1ncith
por lo menos, ó quizú p¡H;l. pcnlule por completo.
Los comerciante s ingleses levantaron hasta hls
nubes el n.lor y hl audacia de Yen:ou ; su populu-
ridud no tnvo límites. Di,rigiéroule cartns lauda-
toria;:, mnuifest<lCÍtlllC' e11tn ·iaslt de c~timució•J, y
lL llamn~·on un ~ •gun 1 Drak.: (1) y el futuro 5<11 -
,·ador de L1 digni 1.tt1 del comerei•> inglé_.
e 1l tan fdic·~" auspicios, ll~no de entusiasmo y
do de o ardiente de ac:<bar de ganar~ b vopnl.t-
ridad de que gnz. ba y:\, c1 ~\.lmír:mtC' 'rernon se
him ii ln. yda con sn E~cutalr.l, en <1h·ec.::i\ln (L

©Biblioteca Nacional de Colombia


La d6claraci6n de u·uerra. 193

Portobclo, antes de l:.t declaratoria ele guerra,


puesto que llegó á este lugar el 21 de xo,iembre
de aquel año. (1)
(1) IIb'toria de las Antiguas CVwnias, por ::lliguel Lol.Jo,
primer tomo, página 222.

----~---

©Biblioteca Nacional de Colombia


CAPITULO III.

EL AT~\QCE Á PORTOBELO .

~!O •

~'j1;~
(i" ~·A insalubre ciudad de Portobelo, fundada
r en una de las bahías más hermosas del mun-
do, circundada de una exuberante .-egetación iro-
pical, - sita en el Istmo de P11narnii por ellauo del
mar de las Autillas,-se hallaba el 21 de Xoviem-
bre del año do 173!) dormidn. y aletargada unjo lo~
flllemantes rayos del ol de medio día. Las agua..;
de la bahía parecían un inrnen.,;o lago, dentro del
cual se miraban el cielo azul y los tupidos úrboles
del contorno. Xi una sob hoja so molÍa, ni un sér
YiYiente ui insecto alguno hacían ruítlo; el calor cm
tan fnerte, r¡uc se aguardaba e 1sí >cr salir las ll, m a.,
de los objetos r1ue se miraban; es decir, si alguien

©Biblioteca Nacional de Colombia


l!JG La Expediciún del Almirante íemon.

Jmbiese abierto Jos ojos ú medio día en aquel lugar


en una hora tan bochornosa. llastn. los tiburones
tlentro del agua y las piedras en la orilla dd mar
parcc1an tomar la siesta y uormir el sueño de la
muerte, produciuo por la sofocación .
Portobelo era entonces una ciudad considerable,
ú la cual acudían en época de Feria los comercian-
te' mú;:; ricos del mundo entero. Poseía dos espa-
r~osas plazas: una al frente de la. ~\.tlnana,-magní­
lko edificio ele mampcstcría,-y otm uelante de la
".;lcsia parroquial; los com-entos de la :Jicrced y
de San-Jnan-de-Dios, aunC)ue pequeños, eran ricos
y t(•Dí:tn un numeroso personal Je lleligíoscs que
<e ocupaban, los primeros, en hacer misiones dentro
dl' b ciudad y en los pueulos Yecinos, y los otros,
en cuidar el hospital anexo á su cor.. Yento. El her-
moso cuartel llamado de auinea tenía espacio pura
nna "T~m gnarnición; el Castillo llamalo de Sw-
Felipe. construído enteramente de hi('rro, el de
, 'an-.Tr:ránimo y el de •"-'antia!]O-rle-la-Gloria, eran
obras maestras t'll su gl:ncro. E~tos habían sido
c·m,;truídos, sin reparar en ;;a ·tos, por un céld>rc
inf:"cnil'ro y por orden de Felipe II, ú fines del siglo
.'\Yl (1).
A pesar de sn posición, de su riqueza y del aprc-
Lio que le t('nÍa Espaí:hl, la m:ulre Patria había si el o
dcscuitlada con Portobelo_: y así. c·ta ciudad snfriú,
::nm después de lu bérselu mandado f0rtificar, nU'ics

(1) La- .;'\"i;tidas. c1 dtl8 de l'lloa, y otras obra~ de aqucll


[pocn, han sido con~ultadns pnrn l!nccr €stn corta dcscrlp·
civn de PortoiJélo.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El ataque ú Portobelo. 197

asaltos serios do lus Piratas y Filibustero s. Drakc,


Morgan, Spring y otros, la hauían allanado y ro-
bado repetidas ocasiones, y casi siempre por inuü-
\ertencia y desidia de sus Gobernado res.
El sol estaba en su cenit, como decíamos poco
hít, y qnemaba como ardiente fuego lit ensenada,
los castillos y la población de Portobelo, cuando (L
deshoras, y sin ser scntitlos, fueron entran<lo en b
bahía, uno h·as otro, los seis buques que componía n
la Escuadm del jactancioso Almirante Yernon.
'I'odo rlormía en aquel lugar, y hubiérase creído
l}lle era aquella una ciudad encantada ó muerta ....
La Guarnició n de las } o~·talezas se ha Lía acos-
tado toda á dormir b siesta; no había un hombre
de centinela en parte alguna, y así entraron los
buques tranquilam ente por delante de la. punta del
Korte, pasando sin tropiezo alguno por frente al
fuerte de San-Felip e, cuyos fuegos-si los hubiera
h:llJido,--n o habrían permitido la entrada en el puer-
to. Inclinándo se hacia el lado Xorte, siempre hujo
lo' apagauo.s fuegos de. :ln-Felipe ,-para no cuer
en los arrecifes qne <rnarnecen la ensenada al ltu1o
<:ontmrio ,-continna :·on su marcha. los na\Íos, des-
plcguna. al aire la bandera inglesa, atm>esaro n por
delante de la Fortaleza de Santiago tle la Gloria, y
fueron íÍ. fondear á poca distancia ae la población,
frente :í la Fortaleza. de . an-Jeróni mo. Eran la'
dos de la tarde, y aún dormían to<los lo' hahitan-
it de Portobelo ~ Imagen de b E::;pafia de aquelh
(,poca: üta. dormía tr<~n1uilamentc el .sueno de la
ptrrza,ruie ntras que otras naciones que no conocían

©Biblioteca Nacional de Colombia


l!JS La E;rpedici6n del Almiran te íernon .

]a costnm bre de dormir la siesta, adeln.n taba u por


el camino de l1 ciúliz:tc iún y del progreso , conspi-
rando para tratar de arranca rle sus propied ades y
apro.-ec harse del letargo crimina l en que yacía.
Pero, tlirá el lector, ¿ es posible tal abandon o ?
:, X o tenía acuso ar¡ueltt cindacl un Gobcruaclor y
una Guarnic ión militar?
Su Goberm dor, Don B~rnan1o Gutiérre z de
Bocancgrn., acusado ante la Audienc ia de Panamú .
por ciertos delitos, se hallaba en n.quella ciudad des-
curgúnd oso de ellos, y había d"jauo encome ndatb.
la plaza do Portobe lo {\ un Don Francisc o JaYiCl'
)Iartine z de la Yega Retes. Este tenía, para uefen-
uer las tres Fortalez as, ciento ciucuentn. homl.Jres,
mulatos y tercero u es ele Panamú , ( 1) tlc los etutles
poco más tlc treinta estaban sanos, mientra s que
Jos lem(ls se hallaban enfermo s en el hospital y en
casas p::u tienlare s.
El Goberna dor interino_, )lurtíuc z de la Ycg:~
Jtetcs, era un boml.Jre anciano , inútil, inepto y
llescui<lado, el cnal ro h:d.Ha querido remedia r la:;
cskascccs c¡nJ sentía P •rtoheb en punto á arma~,
uJuuicio nc' y Guarnic ión militar. Yá >arias >ecc;;
le haUían ayisado qnc Inglater ra se prepara ba para
tomar las armas contr:1 Espaiia ; qne lo· comerci an-
tes ingleses en Portobe lo habían Yenllillo sos mer-
cancías y sw negro~ á U[ljo precio, y partido para
Jamaica , lo que probaba qne ellos tenían ottCws
t1c que se hal.Jía de tnrbar la paz cutre Ingl:de rm y
(1) .cYot'cia,< k''rl·:ta ele América, por Don JorgeJm m y
J . .Antonio de rnoa.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El ataqne á Portobelo. 199

Espafla. El Gobernador, sin embargo, rehusó pre-


venirse para el caso de un ataque, y todo quedó
en el mayor desgi·eilo y abandono.
Acababan de fondear las embarcaciones del Almi-
rante Vernon frente al Castillo de San-J eró ni m o,
cuando al fin despertaron de su letargo los defen-
sores de las Fortalezas, y empezaron á disparar
algunos cailonazos tan certeros, que mataron é
hirieron á varios de los tripulantes de los barcos
ingleses, y éstos tuvieron que alejarse de la orilla
á la cual se habí:.m acercado. Rcuniéronse enton-
ces los seis navíos para atacar la Fortaleza de San-
Felipe; ést:1 trató de defenderse; pero dentro de
ella había sólo unos pocos hombres, los cuales,
aunque procuraron hacer frente al enemigo, halla-
ron que los cafiones carecían de cnrefia , y sólo
})Udieron poner nue<e en estado de servicio ; pero
entonces vieron q ne la pólvora esta.ha mojada y las
balas no alcanzaban ú. los enemigos, mientras que
la mal arreglada Fortaleza recibía de lleno los fue-
gos de los Ingleses. Viéndose desarmada, se puede
decir, la Guarnición no aguardó el último asalto
del enemigo, sino que, poniendo escalas por la parte
de atrás, huyeron todos por la monta.fía, capitanea-
dos por su Jefe.
Abandonado el Ca,;tíllo de. an-Felipe, 1lamauo
el Todo-Fierro, los Ingleses lo tomaron, é izaron en
la cumbre la bandera blanca y roja de la Gran
Brctana.
Entre tanto el Gobernador aunndonó la población,
se meLiú en la Fo1talcza ue .'an iago de la Gloria, y

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200 La Expedición di!l Almirante re?'non.

mandó unos pocos artilleros á la de an-J erónimo,


de donde defenuían la entrada ele la ciudad.
La noche del Tcintiuno· al .-c.intidós de Xoviem-
b!'e se pasó sin combate ninguno. Dneíioslos Ingle-
ses ele San-Ffrlipe, lo:~ dc PortolJclo no podrían
Tecil>ir socorro de fuera; así, pues, Vernon prepara-
ha tollo pam emprender el sitio de los otros dos
'astillas, los enoJes él sabía q>1e podrian hacerle
perder muchos días, semanas y mm meses, si la
población lo deseaba así, puesto r1ne, aunque no re-
e:ibiesen socorros por la TÍa del mar, sí los podrían
C\btener por tierra.
Una junta de. \ecinos con los pocos militares
r¡ue qnedalmn, se había reunido, y en ella habían
ncorclaJo, los que conocían al Gobernador como
]•ombre inepto y }msilúnime, que se le e:s:igirín.
defendiese las dos Fortalezas con brío, y que no se
entregase sino después de un combate reíí.ido. Él
• cceclió á todo; pero cuando aclaró el día, los indig-
1 ULlos y sorprenu idos Tocinos Yieron una banllern
blanca sobre el Castillo de la Glorin., y supieron
rlue )Iartínez de la Yega Retes había mandado
proponer ¡,l enemigo la entrega de los Castillos,
eon tan ridículns conilíciones, r¡ne, compadecido
\ ·l'rnon tl~ la población de Porto be lo, concedió ma-
yores g:mmtías de lns r¡ue petlb .m Gobernador. ( 1)
\"ernon entró en Portobelo con banderas despie-
g:adas; y aunque había ooncedido al Gobernauor
que saliese con Jos honore~ de la guerra, éste no
(1) Lén~e C<lrla de Jnnn José Rohin '.-~~ota 13 dú la
lii [(lria cftJ la (Jo!onias Dpanol<r•, ante· citada.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El ataqtte (Í Portobelo. 201

terro r
inpo }1acerlo con digni dad. Presa de un
Ingle ses, aban donó ·
pánic o al ver dese m barca1· á los
nzosa mcn te
pron turnen te los Castillos, y huyó •ergo
c1
hacia la mont a fin., dejan do la población á la mcrce
qno
del •ence<lor, si •cnce u2r puede llama rse a.l
se ha rendi uo sin comb atü·.
entra en una plaza que

··-··

©Biblioteca Nacional de Colombia


C_l.PIT"L"LO IY .

.A.LDERTIXJ. DE LEYí.A .

...
.
-

:,

¡j ~ LORAD~\.
amargamente una sirvicn ta e~pa-
l ilola en nna casa de Portobelo, en tanto
que procuraba reYiYir el inanimado cuerpo de una
hermosa niüa que yacía tenuida sobre unos coji·
nrs, al pie tle uu e3tra•1o.
Los lamentos de ar1uclln mujer llamaron la aten-
ción de un juwn militar inglés que [e h S<tzón pa-
saua por frente á la car,a; y como bta permnuecic-
~e abierta, no tuyo embarazo en entrar á an:riguar
lo que sucetlía.
- ;Se muere mi ama! decí::J.ln criada: se muere
sin que nadie nos socorra~
- ¿Qué sucede? cxvlamó entr:mdo el Inglés; é

©Biblioteca Nacional de Colombia


204 La E.~·pediciún del Almira nte Vemon .

incliná ndose sobre el postra do cuerpo ue la nifia,


la tomó el pulso.
-Xo ha muerto , repuso ; pero la. <lebilidau est(t
matan do {t esta infeliz ....
-Esta ba con>alecicndo de nr.a enferm edad mny
grn>e>, conte>stó la critltla, cuando ocurrió la llegad a
t1e los Ingle- es; esto alarmó tánto (L mi sefiorita,
~u e desde el primer cañona zo no ha hecl10
sin 1
tembla r, no ha ])US<tdo un bocado, y por último , se
me neaha !le desma yar como lo ve sum!)rced, sólo
rorr¡nc 1iú alguno s Ingles es unifor mados , por la
calle.
-Es raro, dijo el Inglés : permí tame usted tomar-
la el pulso de nncío .... ~unr¡ne soy Capitán: de nn
buque de guerra , csludi é para médico, y lle>o aquí
un conlia l qne puede rc>i \·ir quid :í. esta dama.
Ayntlauo de la si rYienta, in trouuj o entre los apre-
tados diente s Je la niüa alguna s gotas de licor de
nn pomo que llemb a en el bolsillo. Pa,;aclos unos
momento;;:, .\.lber tiua tle Leyra, pues era ella, em-
11ezú ií. reYirir. Temió el jon~u 1m1sta.rla. con su
}l!Cscncia, y salió t!el aposento, dejúu doh sola
con la criada .
En tanto r¡ne la jo>en recobr a bien sus sentid o!,
digam os r¡nién era el milita r inglés, el cual, t:ea
diebo de pa~o, hablab a el cnstcllanoperfect<lmente.
y por eso ¡mtlo com-crsar con la sirrien ta do ~\.1-
bertin a, como hcmo' Yisto.
IIijo de un In~ll:a que había ürido mucho tiem-
po en Españ a, aprend ió desde su nifiez el itlioma
ca .tcllauo. Educa(1o para métlico, abando nó ar¡ne-

©Biblioteca Nacional de Colombia


Albertina de Leyw. 205

!la carrera por dedicarse á la :.\Iarina, en la cual


se distinguió táuto por su anuacia y felices golpes
ue fortuna, que el Almirante Yernon le protegió
particularmente, y le fué concediendo ascensos,
hasta nombrarle Capit{tu do un buque rle guerra uc
<liJUClla Expcuición contra las Inuias Espaflolas .
.ArJientc como el clima en c1ne había pasado sus
primeros aflos, Roberto Keith había tenido nume-
rosas arenturas ~tierra y ñiür, y las rlamas r1ne le
uonocían le.aumiraban y temían, le bnscab<lll y le
huían . Era uno de aque1los hombres c¡uo no po-
dían ser indiferentes nunca: ó era 01liudo á muer-
te, ó an:;uuo cntrauublemcnte. Alto, rubio, de ojos
negros, <le retorcido bigote, de porte elegante, de
palabra ficil y elocuente, rara vez dejaba de hacer
la conquista de la mujer qno galanteara; y ¡cosa
rar<t: las galan toadas, aunq no tu viesen r¡ne r1ucjarse
de él después, casi nunc<t dejttban ue pen1ouarle.
La belleZ<L uc ~\.lbertina y sn porté seflori! llama-
ron la atención del Gapitt'lll, el cual rcsoh·ió entre-
tenerse en Purtobc1o hacicnllo aquella conr¡uism.
Peligroso encnentro, por cierto, habb hecho
Albertina. de Lcyn, en su soleda1l y lejos Jc sn
padre, el cual, habicm1o partido para Cartagena.
11ocos llías ante~ de la llegatb. tlc Ycrnon, no po-
día regre.:ar para ampm-;w ú sn hij:1 á tiempo.
Pero si nuestra Espaflola no tenía ú sn padre cerca,
la protegía sn propio cor•lZ~n. Amarla y amando ul
'l'c:uieute Loyzaga, (lue Yinu con <:11.1. .í. Indias en la
I aocl, como vimos en el Capítulo ~- c. de esto
1·ch to 1 c~t 1J:1. en Yb}lCl". s do e:! .u-::e con (·1, y do

©Biblioteca Nacional de Colombia


206 LaE;rpedi ción clel Almirante íernon.

establecers e en Cartagena , pues el insalubre clima


de Portobelo había probado mal i la hija de Don
José de Ley m.
:MerceJ de los medicame ntos auministra dos por
~1 Capitán Keith, Albertina se acabó de curar de
las fiebres que sufría y habían aniqnilaJo sus fner-
zas hasta el punto en que la vimos. El Inglés se
captó en breYe la buena voluntad de Dolores, la
criada, y aunque su ama. 1nocnraba manifestar se
serit~ y retraída y trataba de negarse (t 1erle, Keith
la >isitaba diariamen te, con diYersos pretextos y á
despecho de la nilla.
Al fin, 1iendo que su criada era cómplice y pro-
tectora llel Inglés, á quien contra sn >olnntad
introducía á su presenci~, Albcrtina resolvió hablar
directame nte y á las claras con él.
-Capitán , le dijo, bien .,abe usted cuán agra-
decida estoy con motiyo del bien que me ha hecho
con sus medicame ntos.
-Pero esto no es del caso, ~mosa A_lbertina ...
-~í es del caso ... , Quiero que nsteJ epa que
yo uo soy tlesagntdecicla; pero .. . . le suplico r¡he
no frecuente mi c:1sa: e5toy sola; mi padre se ha-
lL ausente ....
-Por lo mismo~ .... Yo soy méJico y mis en·i-
cios ....
-Agnn.r,1e nste r¡nc acabe de decirle .... Corno
mi pallre est:í ausente, no qniN·o que las malas
lenguas pueJ.an heril· mi reputación : y á estoy cu-
tenlmcutc repuesta: me han vi to en la igle~ia: no
hay motiro, purs, para 'lUC u:;teü YCDtia á yi~itar­
me con frt>cncneia.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Albe-rtina de Ley7Ja. 207

-¡:~re despide usted de su casa! dijo Keith con


aire Jc despecho. ¿Acaso la he faltado al respeto? .. .
A pesar de las muchas ocasiones que he tenido .. .
-Nó, sefior Capüán! exclamó Albertina con
dignidad: no me ha faltado usted al respeto, ni
eso lo hubiera permitido jamás una mujer de mi
estirpe y calidad! Pero, repito á usted, no me con·
viene que le vean á usteJ en mi casa. Los
ncinos ....
-¿Qué la pueden importar á usted los vecinos
de este luga1·? Gente pobre é infeliz os la única que
ha quedado: la mayor parte de las casas buenas
están vacías. Por otra parte, añadió, si eso es lo
qne la arredra, yendré á horas en que nadie pueda
verme ....
-Caballero! .... me insulta usted .... Repito á
usted que no me convienen sus visitas ií. ninguna
~lora.
-¡Qnú ingrata es usted! .... Cuando yo no YÍ>o
sino con la esperanza Je verla, me destierra de su
presencia. Pero no la creo. . • . ni la. obedecdré ...
Seguiré riniendo á risitarla, aunque me haga mal
semulante.
-Como me ve sola y rlesamparada, se apro>e-
char<Í. usted de mi posicióu!
Y al decir esto se cubrió ella la cara con las ma-
nos y r-ompió á llorar.
Inmediatamente se arrojó el Capitán :l. los pies
Jc la niüa; snplicóla en scntidí::;imas palabras que
le perdonase_; y antes de que ella pndie,;c contes-
tarle, salió del aposento y :le la ca~a, confiauuo en

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208 La Expedici6n del Almirante 1Temon.

<[Ue dejaba una buena impresión en el ánimo d.e


Albertina.
Yarias Yecos se repitieroa semejantes escenas
entre Keith y Albertina, en una Lle las cuales ella
le confesó que tenía novio, el cual podría. enfadarse
al tener noticia. de las visitas J. el Inglés.
-¡No>io! exclamó él muy picado. ¡Ya me lo
tiguml.m! .. .. Y pen~ó: esta esquh·ez no era natu-
ral, y he de conquistarla á pesar del novio, ó nús
bien, 110r causa de él.
-¿Y por qué se lo figural.m? preguntó ella.
-~Y quién es ese dichoso mortal? uijo él sin
00ntestar :í la 11regnnta.
-un jo1en, Capitán de una balandra del Go-
bierno español.
-Su nombre! su nomln·e ! exclamó Keith con
impaciencíu.
-¿Y qué le importa á usted snnombrc?
-Eíecti;-amente, no me i.mportr. sn nombre: me
basta sn bcr e¡ ue existe .. . .
Salió el Capitán ingli:·s de la presencia de Á\.lbcr-
úna,mny pensatiyo y cabizbajo, y se fné á su buque.
~\.llí tuYo noticitl. de que el Almirante \·ernon nc-
ccsit<l.ba conferenciar con él cu su navío, el ·~·tra­
fortl. Encoutróle e~cribiendo.
-Kcith, le dijo el Almirante: necesito manJar
á In~laterra á una persona ue tou:. mi confianza
pn.ra dar noticia circnnstanciaua de lo ocurrido
:lf!UÍ: triunfo que deseo e celebre con toda solem·
nidtul en Loullrc,, para que Wal}10lc ent!cnd1\
qclién ~oy yo, y u.i$ amigos se alegr n ele uua glo·

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.Albertina de Leyva. 209

rin. que produ cirá inmen sa resona ncia en toda.


Europa.
- ¿Y á quién ha escogido U sí a. para llevar esa.
misión a] Rey?
- ¿:Jle lo pregu nta usted?
- Lo hago con todo respeto ....
-¿á. quién h,tbía de encom endar esto, sino á nn;t
person a en quien tengo comp leta confianza? ; .\.l
señor Capit:ín Keith !
- ¿á mí? prcgn n tó éste con expresión do poca
alegrí a.
Yerno n lo miró sorpre ndido.
- Pensé dar á usted una notici a agratiable; pero
veo que me equiv-oqué . ... ¿Qué significa? .. . .
- Agradezco en el alma esta distin ción, poro ...
-¿Pe ro qué;
- :Jiuchos de los marin os de mi buque estúa
enferm os.
- Por lo mismo, será mejor sacarles de aquí.
- Con los pocos sanos que conservo no se alcanza
á mane jar el George. ·
- Se le darán marinos sacados ele los otros lm-
ques, para ayuda r.
- Yo deseaba, por otra parte, acornpafiar i"t
C sía en la expeuición á Panam á.
-llc resuel to aband onar esa empre sa . ... Scrii.
preciso tomar los puerto s y forta.lezas ue lo~ Espa-
fiolc · en c;,to lado del mar, antes tle atacar lo~
puerto s y castillos fuerte s en el Pacíflco. De otr;t
manc m, ~rriosgaríamos perde rlo toJo.
li.eith perma neció callado un mome nto.

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210 La E:vpPdic:ión del Almirante v,wnon.

-¿Y cuándo deberé partir? preguntó nl notar


que Yernon continuaba escribiendo, sin afiadir
cosa alguna.
-Al clarear el día de mafiana .... Yá se ha
mandado preparar lo preciso para el viaje.
-¡Dentro de doce horas! exclamó Keith.
¿Qué le pasa t\ usted? preguntó el Almirante.
Le desconozco ent~;ramcntc.
-Nada, sefior ....
-¿Estará acaso enfermo? .... Y afl.adió son-
riendo: ¿ó los bellos ojos de alguna Espallola le
tienen preso en Portobelo? ....
-Nó, scfíor .... Iré inmediatamente á prepa-
rarlo todo.
Y despidiéndose, salió de la presencia del Almi-
rante, pasó á su buque, dió allí las órdenes más
precisa", y empezaba á oscurecer, cuando saltó á
tierra y se dirigió á casa de Albertina. Dolores le
abrió la puerta.
-¿Podré ver á tu 8efiora? preguntó.
-}fe ha prohibido absolutamente que le deje
á usted entrn.r.
- \ cngo á despedirme.
-¡A despedirse! .... ¿Párte usted?
-Antes de amanecer .... Dile eso á la hermosa
Albertina.
La criada entró en la sala en que estaba su sefl.o-
ra, y detrás de ella, sin aguardar á que le dieNen
licencia, siguió el Capitú:l inglés.
Empezaba á oscurecer, como dijimos antes, y
Albertina, cerca del balcón abierto, de pie y vestida
de blanco, parecía una sombra afrca.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Albe1·tina de Ley1>a. 211

-Scfl orita, dijo Keith : perdo ne usted mi atre>í-


mient o; pero mi excusa es que vengo á decirla qne
parto para Inglat erra.
-¿Se va la Escua dra inglesa? exclamó Alber tina
con acQnto de alegría.
-:Me voy yo sólo con mi buque ...•
-¿Y viene usted á despedirse?
-Ven go á avisárselo á usted .. .. N o quiero des-
pedirm e ni dejarla.
-¿Có mo así?
-¿Me perdo nará usted si la hago una proposi-
ción?
-Segú H sea ella .. ..
-No sé cómo decirle á usted lo que quiero, de
mane ra que no se ofenda .... ¡ Tiene usted unas
ideas tan exageradas!
-No diga. nada; así será mejor. Y alargándole
la mano afladió : hasta otra Tista, Capit án: no
quiero deten erle ú. usted, pues tendr á mucho qne
hacer.
Keith la tomó la mano, y sin soltársela, con acen-
to tierno :
-Albe rtina , dijo: ¿me dejará usted partir así
con tánta indife rencia r
Ella pugnó por zafar su mano de la del Inglés ,
pero no con testó n::ltla.
-Escú chem e usted, ingrat a, repuso él : yo no
puedo vivir y á sin su presencia ....
Alber tina hizo un esfuerzo y se alejó del lado
del Capitán.
-Yá he dicho á usted, dijo con dignid ad, r¡ne

©Biblioteca Nacional de Colombia


212 La Expedició n del Almimnte Vernon.

no gusto de esta clase de conversaci ón; qne ni


quiero, ni debo oírle ft. usted .... Yiene usted á
dcspeuirso : le deseo toda clase do felicidades lejos
Jo Portobelo.
-¿Rehusa ría u ted acompaña rme ?
-¡ Yo acompa!la rle 1 ¿En calidncl de qué ? ...•
-De mi muy amaua .... esposa.
-; Yo esposa de usted ! .... 1:steq se burla ....
-De usted, jamás! .... Yo no pueuo irme y tlc-
jurla, y ¡)l'efiero casarme con usted ....
-¿Aqn1, antes ele maüana?
-Quizá no se podría tan pronto .... Pero á nues-
tra llegada á Inglaterra . . ..
-Dolores ! exclamó Albcrtina. con acento irri-
tado (la cria•Ja siempre estaba presente dtuan~e
l.ts Yisitas del Capitán): este C1tb<tllero, aüatliú, no
sabe lo que dice: muéstrale la puerta de la calle.
Al decir esto entró en sn aposento y se cnccrr<Í.
Qncdúse pamdo en la mit:Hl de la s:tla el frns-
tnulo C:~pitán. La criada había encendido un >el<Ín
ele sebo y puéstolo sobre una me''.\, pues y:í habb
cerrado hl. noche por completo . ..1 la amortigua tla
é incierta luz de ar¡nel >elón, el Capitán y Doloreg
se miraron durante algunos momentos ; él la hizo
una :-:eila, y salieron juntos h:tsb la calle; allí ha-
uluron en \OZ b:tja. y el Ca;>itán, después ue ponerla
en b mano una pe ~aaa bol~a llena de dobla~ de
oro se alejó á pasos precipitado~ con clirecci0n
i't ~u na>Ío, mi entra, e¡ u e Dolorc;; entra bil en 1:• casa
tl \CI'"e con su ~cüora. ·
)!edit1.horu después golpe:~ ha á la puerta, d una

©Biblioteca Nacional de Colombia


.Albertina. de Leyva. 213

habí a despa-
man era part icul ar, un grum ete que
Kei th. Dolores
chad o desde su navío el Cap itán
un pomo.
bajó á. abri r y recibió y guar dó en el seno
a cuan do
-¿Q uién toca ba? preg untó Alb ertin
Yohió á subi r la criada.
la puer ta,
-!\o habí a nadi e cuan do lleg ué á
cont estó ésta entr ando en la cocina.
la cena y
Momentos desp ués llevaba á su ama
una espu mau te jíca ra de chocolate.
ertin a pro-
-Ti ene un ex.trní1o sabor, dijo Alb
band o aque lla bebida.
res: tóm e-
-¿Q ué sabor ha de tene r? repu so Dolo
sía muy débi l, y tlijo
se lo sum ercc d, que está toda
que se alim en-
el Cap itán Ingl és que era preciso
tase bien.
Gracias á
-Xo me hables de ese Ingl és! ....
Dios que y:.í salímos de él.X
a el choco-
-Xo me calla ré, seí1ora, si no se tom
late ; que la hace daiio no comer.
la jíca ra:
Alb ertin a, por dar gusto, se tom ó toda
, cayó para
pero apenas hub o acabado de apur arla
und ame nte
atrá s sobre los cojines de su estra uo, prof
dorm ida.
ó, y ·viendo
Dolores se acercó á su ama : la llam
á la pue rta de la
que no cont esta ba, bajó de nuevo
ete ingl és;
calle, en don de aún laag nan laba el grum
y como éste no ente ndía espanol,
no le habl ó, sino
o, que poco
que en silencio le de-volrió el pomo vac1
El muc hach o lo
ante s le halJía entr egad o liL' IlO.
puso á corr er
tomó, y sin uccir nada tamp oco, se
con dire cció n al puer to.

©Biblioteca Nacional de Colombia


CA PIT l:J LO V .

EN ALT A YAR ..

~ L buq ue gemia, tra~ueaba ¡m tod a. partes,


j i; : ~" se mcu día, tem blab a y tam bale
aba , como
énm edio de las
un hom bre ebrio, al atra resa r por
bab a entr e los pa-
enc resp ada s olas. El rien to zum
ar las cue rdas ,
los desnudos de •ela s, y hac ía son
plado •iol ín; la
como si fuer an las de nn dcs~em
hasta. los huesos
llu; ia. lo emp apa ba todo, y moja.ba
o ene rgú men os de
á los mar inos , que corr ían com
la voz del Cap i-
una par te á otra , obe dec iend o á
med io de una
tán , que grit aba sus órd ene s por
boc ina.
fond o del me-
Ten diJa sobre uno s cojines, en el
yaeía, cub ierm la
jor cam arot e de ar¡uel nár ío,

©Biblioteca Nacional de Colombia


216 La Expedición del Almirant~ Vernon.

cara con las manos, la desdichada Albertina do


Le~·•a.
-~li señora querida, decía la sirvienta, - cuando
con el lector penetrámos en aquel recinto,-por el
amor de Dios, no se desconsuele así . ...
-Cállate, contestó b nii1a con apagado acento;
cúllate . ... X o me digas nada, que no quiero oír
tn YOZ .
- Sefiorita ele mi alma, contestó humildemente
Ja otra: mi culpa no es tan grande como lo parece.
Escúcheme su merced . . ..
-Repito que no quiero oír nada do lo que táu-
tas 1eccs me has Tepct.ido. . . . Bústame saber que
süy la mujer más desdichada del mundo, y que
1)erdidas están para siempre mi reputación y mi
existencia.
- X o túuto, señora, no tCmto! El Capitán es más
jo>en, m:ís gallardo y más rico que cuantos gala-
nes he Yi'to en mi >i<la . . . . ""Lí. he dicho ú snmer-
cet1, que si él so la s~1có d& Portobelo, privada <lo
sc>utido, aquella madrugada , ha ido con sanas in -
tenciones de casarse con snmerced, a1wnas llegue-
mos {i. Inglaterra. Yá ha Yisto cuú.n respetuoso ha
sido desde que nos h·ajo, pues no me he separado
de sumerced un palmo, desde que bajámos á este
camarote, hace ocho días, y . . . .
-Ocho días! exclamó Albcrtina; ocho días hace
que yo era Ja no da u e Loyzaga . ... y la mujer
más feliz .... y hoy, ¡Dios mío~ ahora ¿qué soy?
Y al decir esto, tornó ú. llorar y á gemir con
<1esconsuelo.

©Biblioteca Nacional de Colombia


En alta mar. 217

mos elementos
-Pa rec e, ailadió, como si los mis
otros: desde qpe
se hubiesen con jura do con tra nos
me acometió, no
salí del prolongado desmayo que
salida del Cap itán
sé por qné, poco después de la
enc ont ré en esto-
Kei th, aquella aciaga tard e, y me
hor a de calm a;
odioso lug ar, no ha habirlo una
sin treg ua el ven-
si u cesar ha soplado el viento;
....
daval nos ha batido día y noche
En aquel momento el barco,
que hab ía subido
se arro jó de pun -
á la cum bre de una altí sim a ola,
tiempo lo lade ó
ta á un yalle líqu ido , y al mismo
to d9 sum erg irlo .
un golpe ilel mar,r¡ue estuvo á pun
ecía como que
Al Slmtir ar¡uel descenso, que par
pués el golpe qt1e
se fuese al fondo del mar, y des
erti na creyó que
recibió el bajel sobre el costado, Alb
, y dió una. larg a
hab ía llegado su últi mo momento
resonar has ta los
y estri<lente >oz, la cual vino (L
. en lo alto de la
oídos del Cap itán , que se hallttba
te.
escalerilla que con duc ía al camaro
aga rnín <lose de la ate-
- 'eüor! decía Alb erti na
Gracias os doy si
rrad a Dolores. ¡ ~liEericordia!
) mu ndo que yt":_ .--
me sacáis de este mu nJo , aüa di6
erte será. una bmí-
no quiero ni apetezco. La mu
dición!
ento Je vacila-
Sin embargo, después de un mom
do aún , y sigu ió
ción, el bujel se enderezó tem blan
m{~s tranr¡nilo, sub iend
o y baja ndo fáci lme nte por
y encrespadas; la
cim a de las olas, y:í. menos alta s
o á. poco el mo-
fue rza del viru to se debilitó, y poc
os agitado.
Yimiento del builne se hizo men
gló los cojinc
Dolores se le·mntó del suelo; arre

©Biblioteca Nacional de Colombia


218 La Expedic i6n del Almiran te T'Únon.

en torno de su ama, la cual no había querido to-


mar otra postura desde que se encontr ó en el bajel
comand ado por Keitb, y pasó á otro camarot e,
en donde encontr ó al Mayordomo, á quien pidió
algún refriger io para su ama, que nada había que-
rido tomar ese día. El }fayord omo, que hablaba
algo de espaflol, la dijo que tenía recomen dación
del Capitán para que la advirtie se que él necesita -
ba hablar algunas palabras con su ama.
-Ella no consent irá, contestó Dolores, como
hasta ahora no lo ha querido consent ir desde que
salímos de Portobe lo.
-Aguár deme un moment o, repuso el ::\fayor-
domo: avisaré al Capitán . Usted sabe que en su
buque nadie puede desobedecerle.
El Capitán no quiso aceptar la nega.tiva de A.l-
bertína, y UD. moment o después se presenta ba á la
puerta del camarot e que ocupaba su prisione ra.
-Perdó neme usted, sef'íora, dijo, pero es pre-
ciso que yo la hable.
Ella, agazapa da en un rincón, no contestó
palabra.
-Yengo á decirla que si yo hubiera pensado que
usted me odiaba tánto-h asta desear la muerte ,-
de ninguna ma.nera la hubiera sacado de su casa
para traerla conmigo.
Alberti na continu aba callada.
-Mi amor es vet·dadero, continu ó él al cabo de
un mom~nto; y así, p1·efiero darla gusto más bien,
que con cnarla en mi poder contra su yolunta J.
La niña no dijo nada.

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En alta mar. 219

-Vam os y á llegando á Jama ica. . . . Si usted


quiere, la puedo recomendar al Capi tán de algún
r
buqu e de nació n neutr al, el cual la pued e lleva
usted lo
de nueí o á Portobelo, ó á Cartagena, si
prefiere, y entre garla á su padr e ....
-¡A mi padre! exclamó Albe rtina cou doloroso
acento.
-Ó á su novio, dijo Keit h con amar gura.
mi
-¡Jam ás! ¡oh! jamá s me pond ré delar.te de
padr eó de ....
Y al decir esto, Albe rtina se fué á arroj ar de ro-
dillas delan te del Capi tán.
-¡Má teme usted , seflor, máte me!. ... exclamó.
ería
Yo no puedo hacerlo por mi mano, porq ue perd
pued e hace r
mi alma! Pero como una carid ad lo
esta
usted! Dios le recompensará, créamelo, por
buen a obra!
-¡Bu ena obra! dijo el Inglés. No desbarre us-
ted, Albe rtiua : leván tese! . ... Y muy conmovido
ió.
la hizo levantarse. Hablemos con calma, allad
La hizo senta r, y entonces la dijo:
-¿E s decir que no quier e usted volver á
su
casa?
-¿N o ve usted que mi hono r está perdi do; que
los
nunc a, jamá s, podr é prese ntarm e delan te de
he perdi do al mism o
que me han conocido, y que
tiemp o á mi padre , á mis parie ntes, á todos ?
yo
-¿Q ué quier e usterl entonces? .... Aunq ue
odia;
la amo á usted con todo mi corazón, usted me
me lo h<~ dicho much as veces ....
:
-¿Q ué deseo yo? me preg unta; yá se lo he dicho

©Biblioteca Nacional de Colombia


220 La Expedic i6n del Almi1·ante Ve1'1ton.

que me haga. matar. ¿Qué debe hacer usted, si es


un caballero? ... Eso lo sabe usted mejor que yo.
-Lo que yo deseo es ofrecerla mi mano de es-
poso, contestó él: lo que estoy obligado á hac8r, es
eso mismo. ¿Pero lo admitir ía usted?
-¿Y qué otra cosa puedo hacer para salvar mi
honor? contestó ella.
-Pero .... y si usted me odia, ¿no seríamos des-
graciados ambos?
-Procu raré, dijo ella, mientra s que las lágri-
mas rodaban por sus mejillas una á una, procura ré
cumplir con mis deber€s mientra s viva .... Quizá
Dios so apiadar á de mí pronto.
- Gracias, amada Albertiu a! exclamó el Capitán ,
tománd ola una mano que besó respetuosamente.
La he de hacer tan feliz, una vez que sea mía, r¡ue
aprende rá á amarme.
-Le hago una súplica ,-dijo ella, tratando de
ocultar la amargu ra que sentía en el fondo de sn
alma,- una súplica encarecida.
-¿Cuál ?
-Que procure no hablarm e más antes lle que
arribemos á Inglater ra, y mientra s no llegue la
hora de celebrar el matrimo nio.
-¿Por qué tánta cruelJad ?
-Así lo exigen las conreni encias .... Yo sé muy
bien que usted, como caballero, no se negará á
concede rme este fa1or.
-¿Qué me pedirá usted que yo la niegue, aun-
c,ue sea ú costa mía?
.:-Empi ece yá, pues, á cumplir su promesa ....

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En alta mar. 221

En Ingla.terra nos >oremos! repuso ella despidi én-


dole con un ademán .
Apenas hubo salido el Capitá n de su prcEencia,
cuando Alberti ua rompió ú llorar con gran descon -
suelo. Tranqu i lizóse, al fin, por medio de la ora-
ción, y por primer a vez durmió aquella noche, des-
pués de su salida de Portob elo; la suerte estaba
echada : sería, contra su volunta d, la esposa de un
Inglés, ele un enemigo decln.rado de Espalla . .. :
Ella, pensaba, hubiera poJido e>itar esa desgracia,
y sin embarg o, ca i se lo había exigido al Capitá n.
Era preQiao olvichr tí. Loyznga, que en adelant e la
miraría mal y la aborrec ería como ú mujer incons-
tante y voluble. ¿Cómo hacerle saber, y sobre todo
hacerle creer que había sido robada por el Inglés,
dnrant e un desmayo del cual ella no se daba cuen-
ta, pu'esto rrue Dolores no la había confesado que
recibió de parte ele Keith ur. pomo, cuyo con~e­
u ido, mezclado con el chocolate, produjo en ella tal
fenómeno? A pesar de todo aquello, -veía altln su
honor rescatado, aunque á costa do su dicha, y
eso la b:~stuba para consolarla un tanto.

©Biblioteca Nacional de Colombia


CAPITUL O VI.

ES ISOLAT"ERR~.

• ¡

~ L 13 de 'Marzo de 1740 llegó á Inglaterra la


i · 1noticia de la toma de Portobelo; noticia
que fné recibida con loco entusiasmo por los In-
gleses, que pensaron que aquel b·innfo significaba
mucho más de lo que fué en rcalidaJ.
El P.ulamento felicitó solemnemente al Rey por
nna >ictoria tan seflalada sobre Espafia, y cnanJo
la familia real se presentalla en alguna parte, era
nclamaua por el pueblo con aplausos, é insultada l1.1
N ación E'pafiola en todos los tonos. So mandó ele-
Tar el ejército de tierra á veinte mil hombres, y seis
mil el de mar, para atacar á E'pafia en América,
y se decretaron cuatro millones de libras esterlinas
para los gastos de la guerra.

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224 La Expedición del Almirante Vernon.

Kcith cumplió con su palabra al pie de la letra.


K o bien hubo desembarcad o, cuando buscó un clé-
rigo irlanués, que vi1ía oculto en Londres, el cual
no tuvo inconvenien te en casarle con la triste Al-
bertina de Leyva. Esta comprendió que era preciso
hacer un supremo esfuerzo para no manifestar &
su marido todo el uolor que abrigaba en su cora-
zón, y procuraba tratarle con un cariíio que abso-
lutamente no sentía. Él la trataba con muchísimas
consideracio nes; pero cuando quiso presentarla á
algunos de sus parientes, éstos rcchaz:uon con ouio
manifiesto á la papista e.paílolo; dos defectos que
no podían pcnlonar los Ingleses ue aquella época.
Aunque no comprendía el idioma inglés, Albertina
entendió que yá no la qneclaba en e~te mundo nin-
guna persona r1ue la amase y estimase, sino su
marido, el cual, pewaba ella, al fin se cansaría de la
frialdad que ella no podría encubrir y quizás hasta
la ab:tndonaria . La desgraciada pa ·üm la mayor
1)m·te ele su 1ida sola, pues Keith estaba muy ocu-
pado preparando el at·mamento, y ayudando, como
hombre r¡ue y á tenía conocimicn to de lo que se
nece,;itaba en cimérica, en lo" prcparati1os que so
hncí:m pum enYiar una EscuaJra tí. Yernon, con la,
cual delJería atacar, tomar y ani-.¡nilar la Colonias
E:;paiiolas en l. ~ ~\.n tillas y Tiernt-Firm e. mi en-
tra, que se le ha!Jía encomendatl o al Comotloro
A n-on que atacase :i lo' E-paiiolcs en Buenos-~\.ircs,
Chile y Perú, ha;:;tn el Istmo de Panamá, del cual
debería apo lcrar:ie en combin, ción con Y crnon.
E:;tas noticias llenaban de I•csndumbre y de ao-

©Biblioteca Nacional de Colombia


En Ingla tetra. 225

zobra á la Espallola, cuyo patrio tismo se enardecía,


por lo mismo que se veía entre enemigos de su
r
nació n; y hubie ra dado su vida por poder envia
á decir á su paU.re lo que sucedía, pam que se pre-
parasen á resist.ir al enemigo en Cartagenn., lugar
que ella sabía sería atacado en prime r lugar .
Aunq ue Albe rtina salía muy rara vez de su casa,
Dolores, que se quejaba sin cesar de la vida en In-
glate rra, solía pasar al Parqu e del Regc nte,- qne
estab a cerc a,-á respir ar el aire, y casi si~mprc
!·egrcsaba al lado de su se.fíora más quejosa y dis-
gusta da con aquellos lterejes desalmados, como ella
llamaba á. los Ingleses.
-¡ .Mi seí1ora !-exc lamó la criad a un día, en-
h·ando como un >endaval en el enart o de su ama ,-
acabo de encon trarm e con unos comp atriot as !
-¿De ;-er!l s?-co ntest ú Albe rtina .-¿Y cómo los
reconocí te? pues deben de esbu· ocultos en Lon-
dr~s, á riesgo de ser m~ltratados por
esto puebl o
que Utn to nos detesta.
-Les oí habla r detrá s de un bosquecillo algn·
nas palabras en castellano, y sin poderme conte ner,
me les ac<W}tté y les pregu nté si oran Espafioles.
En bre\e entabhí.mos con>ersación: ellos están dis-
fr:v;a \los de Italianos~ y, según les enten dí, han
'"en ido como espías, mandados por el Rey para rp1c
indag uen :v111Í lo quo.sncetle.
-;,Y habr h descubierto algo?
-)fe dijero n que poco .... ~o han porlitlo ob·
tener todas las noticir.s que uesean, y, sin embargo,
deben embarcarse U.c ;-uelta á. Espal la pasado ma·
¡-
OAU~

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226 La E~pedición del Almira nte Vernon.

-Yo les daré cnanta s noticia s sé!. ... ¡Cu:í.nto


me alegro! dijo A lbcrtin a. Pero, añadió , yo sé
todo esto, porque Keith no descon fía de mí. ¿~~o
sería una felonía aprove charme de ello para repe-
tir lo que me ha dicho ou secreto ?
-Felon ía, señora ! ¿Y no está. sumorcecl aquí
contra sn volunta d, robada por el Ingl~s?
- · í: pero tengo que agradec erle que haya re-
l)arn.do sn m;tl:t acción ca ándose conmig o ....
-Eso no i ml'itle á snmcrc ed que,an tes de ser mu-
jer del Capitán , fuese en primer lugar Espaiio la.
-Tien es razón .... Aunqu e poco sé cscrib ir,-puc s
mi padre no quiso que aprend iera sino á firmar mi
nombr e,-hn.r é los gamba tos que puCtla en un pa-
JWl para u>isar lo que he logrado averigu ar acerca
de lo,; prepara tivos que se hacen ac1ní. .... Pero,
a.üadió, ¿tú voherú s á Yer á los Espailo les?
-· í; m;tñau a les encont raré en el Parque ....
Y o le· ofrecí llemr todas las noticia s que pudier a
r coger de ar¡uí á mañana .
-E;:;tá bien. Entre ta.nto, yo prepar aré el pa-
pel. ...
Con mil dificult ades logró al fin Alberti na apun-
tar cuanto sabía de los preparati>o~ que se hacían
en Inglate rra contra las colonia s americ anas. Cuan-
do u marido llegó á comer, la encont ró mny colo-
rada> por los e:;fnerzo ·inaud itos que había hecho
pum élabora r una página de mal coonlinad< ~ y peor
redactt uaa noticia - ;-faen a que co:;tú m á· tra-
bajo tí la pobre A.lbert ina1 qnu <l otro escribi r un
yoJume n.

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En Inglaterra. 227

Para ocultar lo que la preocu paba, la Españo la


se manife stó más amable que de costum bre, y púso-
se á pregun tar á Keith mil pormen ores acerca de los
prepara tivos bélicos que se hacían en Inglate rra.
-Acáb ase de saber que tres naves de guerra
nuéstra s, dijo Keith, despué s de un obstina do
combat e en la bahía de lliscaya , se apoder aron de
un buque de guerra españo l, el cual se sacrific ó,
según dijo su Capitá n, para d;.¡· tiempo á que
huyese n los buques que llevaba n á Espa!la lo~
tesoros enviado s de Améric a.
-Tres buques contra uno sólo, no es Yictoria
honros a! exclam ó Alberti na. Pero, afladió , ¿en
qué estado están los prepara tivos que me había di-
cho usted se hacían con tánto boato?
-Se están concluy endo yá, y pronto nos dare-
mos á la rel.t .... El Almira nte liucldo ck ha per-
mitido que varia:, flotillas espa!lo las salgan de Cá-
diz y del Ferrol, sin interru pci(n¡ alguna , de lo en al
~e queja con razó!l el Almira nte Yeruon , el r¡ne h:t
c.:;tado diez meses en Jamaic a agmud ando rectn3o .;;
para atacar á Cartag ena, sin haber recibid o ning 1-
no hasta el oía de hoy.
-Y mientr as tanto, ~lijo .A.lbertina, ¿fluÍ' ha he-
cho el Rey de Franci a? ¿~o ayuda 2. Et:paüa ?
- í: hace püco IJUC salió <le Dnnki rk una Escnn-
<lrn. que Hl en auxilio ele la Posesio nes Espaüo las.
-;Grac ia, á Dios! dijo Alberti na, sin poderse
cou tener.
-¿Y se al~'grn. ustccl lle 1ue se aumen ten mi
enemig o·? pregun tó Kcith.

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228 La E:t:pedición del Almira nte Vernon.

-¡Sus enemigos!
-Sí, puesto que partiré dentro ele breves días
en la flota de Sir Chalon er Ogle, que se está aca-
bando ele armar en Spithea d.
-¿Y cuánta s naYes son las de esa flota? pregun -
tó Alberti na.
-X o menos de ciento setenta .... Ko hay duda
ningun a de que venceremos.
-¡Dios es muy grande !-dijo Albert ina,-y no
jemprc resulta n exactas las pre>isiones de los
hombres.
-Desp ués de lo sucedido en Portobelo con seis
buques no más, repuso Keitb, creo segura nuestra
Tictoria.
-Porto belo, dijo Alberti na, estaba á cargo de
cobnrucs: esto no >oherú. ú. snccclcr; tanto más,
cun.nto y:í Espafla ha tenido una lección, y
mandará. á ~\.mérica quien sepa defend er sus pb-
zas fuertes.
-Lo3 Espaüoles, contest ó él, son muy hmtos en
sus movimientos, y con segttridad no habrán hecho
nada pam 1)repararse .... Por otra parte, nuestro s
armam entos se han hecho muy en secreto, y en
España no se tiene idea de lo formid able que senl.
el atar¡ne.
_\lbcrtin:.l se sonriú con aire malicioso, sonrim
r¡ne el Capitá n Kcith no compre ndió, pero r1nc le
c.:hocó como agresiva y burlona .
-T, n ·cguros cstamo , dijo, sacando una cajita
---¡}Ct::tfilcte del bolsillo, de r¡uc gar1aremos sin falta,
y de que tomaremos á c,u·tngena, que se han m:m-

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En lnglaterm. 229

dado acuil.ar medallas con memora ti vas para pre-


miar :1 los Jefes, Oficiales é individuos de la tropa
y de la Uarina Real, que se distingan más en el
ataque de aquella Plaza. Jlfiírelas usted, ailadió,
abriendo la cajita y sacando las medallas.
Albertina se acercó {t la mesa sobre la cual Keith
había puesto lo que decía, y tomando una medalla
de bronce en la mano, dijo:
-¿Esto qué significa? Un Oficial con la rodilla
en tierra presentando á otro su espada, y cou una
leyenda en inglés en torno .....
-La leyenda, contestó Keith, quiere decir: El
oryullo espaiw? abatido por el Almirante Femon. (1}
Y 1olviendo la medalht, añadió: y en la. opuesta
cara Yea usted seis buques detmte de un puerto de
mar y estas palabras: Quien lomó á Podobelo co¡¿
sólo seis nat·e.~. (2)
Palideció de cólera Albertina, pero supo domi-
narse al decir:
-¿Y quién es ese Oficial que tan humilde se
manifiesta?
-Xadn menos que Don Blas de Lezo, Jefe de
la Escuadra E"paiíola apostada en Cartagena de
India . ¿Aca~o usted le conoce?
-En la medalla no se le parece, por cierto; y
apostaría mi existencia á que jamá.s los Ingle"es, ó
ninguna otr,\ nación, le •crán en esa postuJ"a!
-E-o lo Yeremos,-contestó Keith,-y tomanJo

(1) Diograíía de Lczo, publicada en el Almanaque de Dl


Tl u.,trrzciliu&<¡ullin/tl y ~1merit"tlii•L, aiio de 1..' 1.
C.?) JI/Jt;m& &lt:iti.Utti:a y Viril de Groot, p¡ígina :JG9.

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230 La E:1:pedici6n del Alm iran te rem on.

una. med alla de p1at:1. la mos tró, dicie


ntlo : Eit é~ttl
hay una leye nda toda vía más sign ifica
tim.
-¿Q ué dice ?
-Lo s héroes britcínicos tomaron lt Cart
agena en
Abr il de 1'1-11
-¿C onq ue tien en com plet a scgn riua
d, dijo Al-
bert ina, de entr ar en Oart agen a dent
ro de seis me-
ses? .... Es tent ar á la Prov illeu cia,
por ciE>rto,
el man ifes tar sem ejan te sobe rbia !
-Cu and o la sobe rbia est<Í fund arla en
una fnerz:t
como la r¡ne tenemos, no es ten tarJa.
-Ye rem os, Cap itán Kei th, cont estó
Alb ertin a
con una sonr isa forz ada. ¿Qu iere uste
d hace r un:l
upues ta?
-¿C on mot ivo de qué ?
-Ap ues to lo que uste d f]Uiem Ct que
los Ingh 'ses
no entr an en Cart agen a; y si acaso
entr aren -qu e
Dios no lo pcrm itirá ,-ja más Don
Bias de Lezo
entr egar á la espatla: yo le conozco ....
-¿Y quú extr aorl lmar ios mér itos tien e
ese Ofi-
cial? .... ¿Es jove n? preg nnt. J Kei
th con ciert :t
inr¡u ietnd celosa.
-Es amig o >iejo de mi padr e, y tenr lrá
su edad:
entr e cinc uent a y sese nta años. Es natu
ral de Pa-
sajes, en la ProYincia giiip nzco ana.
Se cducG en
Fran cia y sini ó en las guer ras fJ
u e ocur riero n
en la época de la coro naci ón de nues
tro actn al Uey.
En un com bate pcnl ió una pier na que
le llc\·ó un<~.
uola de C:Ji1Ón. EstuYO en ffill('hísimas
bata llas na-
nllc s, en dond e yari a' veces fué heri
do. Conclnida.
lr. gue rra de uccsiúu, cont inuó en
b Arm arla Hcal
Esp añol a. Era Cap itán de XaYío, y
tn'o el hon orl

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En Inglaterm. 2:it

como se lo he oído repetir varias >eces, de presen-


ciar la reconquista de )Iallorca; le hicieron des-
pués Jefe de una Esc11adra. en Indias, con la cual
perseguía á. los piratas y corsarios ingleses y ho-
landeses C[Ue frecuentabatl esos mares; drspués le
mandaron al Mediterráneo, en donde íué el terror
de los piratas argelinos. Ihr(t tres aüos qne S.
~f. el Rey le confió el mando de la Escuadra que
escolta los Galeones del Nuev-o ~Iundo á Espaüa,
en lo cual se ha distinguido por su gallardía y
valor :í toda prueba .... ¿Y piensa usted que un
hombre de este temple entregará su espada á los
Ingleses?
-¿Qué sabemos? ...• Los Espaüoles no son los
únicos valientes del mundo.
- Yolliendo á nuestra apuesta, repuso Albe¡·ti-
na: ¿me dará usted esas medallas en depúsito has-
ta que se sepa cuil ha sitio el resultado <lel sitio <le
Cartagena?
-Qué me ¡Jlace .... Gn¡í.I:delas usted, que éstas
me las regalaron ~, mí.
-Pero no me las volverá á pedir hasta el fin de
la guerra: ¿lo promete usteu? preguntó Albertina.
-~-o se las pediré, por cierto.

Al día siguiente Dolores se veía con sus compa-


triota~, y lea entregaba el papel escrito por Alberti-
na y lag medallas de que lw.l.Jlámos arriba, las cuales
fueron llem1las á. :'lfudrid por los espías espalloles,
y pueden verse tod:wía en un :Jiu 'CO de :'l[adriu,
en donde Felipe Y las lllilndó guardar como una.
curiosidad.

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CAPITULO "VII.

SE REID.'ENLAS ESCUADRAS FARA ATACAR A CAGí.~~

~~·""ARÜUSE
f .
en Ingfalc>:. dos ro,mida-
~ bies expediciones para atacar t\ la América
Espafiola, como lo sabe el lector. Haremos- aqn~
una corta resella de la Expedición enviada al Océa-
no Pacífico, para deEpués contraernos más á es-
pacio á la que tocó á V crnon eomandarpor la parte
Norte de Sur-América.
A Jorge Anson, Barón de Soberton-marino de
gran renombre en l~ts a:rmadas inglcsas,-fhé en-
comenrladn. la invasión de Jas Costas de Chile y
Perú, hasta el istmo de Panamá, como yá dijimos
:Jntes, en combinación con la del Almirante Yer-
non por el Oriente. El Comodoro Anson salió ae

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23-l La Exped ición del Almir ante Venw n.

Ingla terra con seis fraga tas de guerr a en Septiem-


bre de 1'740, ·y se dirigió al mar del Sur; atravesó el
estrecho de :Jiaire con un malísimo tiempo, y más
lejoa peruió Yarios de los buqn es que lle1aba. Su-
biendo por las costas de Chile siguió á las del
Perú, con una azarosísima navegación, y no hizo
mús hazañ a que robar y qnem ar el puert o de Pai-
ta, apoderarse Je cinco na>es pertenecientes al
comercio del Perú, y ele unn. fraga ta cspa ñola,
-
~Yuestra Sel7orct il..e Cova dong a,-pr
o\·eniente de
:Jianiht. in logra r acercarse á Panam á, uno
de
sus mayores deseos, y al fin, desba ratad a y arrui na-
da la Expe dició n por los temporales y hurac anes,
resoh iú regre sar á Euro pa en un sólo buque que le
quedaba, toman do la ruta del golfo de Beng ala
y
cabo de Buen a-Esp eranz a. Después de cerca ue
cuatr o años do un \iaje suma ment e peligroso,
y
~in haber obten ido nada de lo que
so había pro-
puest o, A.nsou entró enel puert o de Spith ead, en
.Junio ue 1 i4±, cargado de botí~ es cierto, pero sin
gloria ningu na. A pesar ue tollo, el Gobierno In-
gil:.:; lo prem ió ron un graJo su perir>r en la }larin
a.
En l'l.:> , después de haber tenid o varios combates
Jlllnl es con lo~ Franceses, & cruienes batió, fué
nomb mdo prime r Lord del Almirantazgo, y murió
cuatr o años ucspués, á los sesenta y cinco de
edad. Publi có la Historia de u L'ioje en torno del
filUttd o, y dejó un inmen so cauda l,
pro>eniente, en
parte , de la Íl'agt t:t espaOola, .:.Yueslra ;_'e¡Jora da
Cot·adonga,que lle\'aba un te~oro r¡ue ,-alía trescien-
tas treint a mil libras esterlinas, de lo cual se a pro~

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Se 1·e1~nen las Escuadras etc. 235

pió para sí mismo, sin participar nada de esto al


Gobierno, que había hecLo el gasto de la Expedi-
ción. (1)
Entre tanto, el Almirante Vernon con la Escua-
dra que tenía en las Antillas, después de la toma.
de Portobelo, quiso apoderarse de Cartagena con
siete bu~jues de guerra y otras embarcaciones de
menor fuerza; pero encontró la plaza defendida,
por Don :\[elchor ele X avarrete, el cual no dejó
arrimar al enellligo. Este rechazo le obligó á re-
gresar á Jamaica y 11edir con instancias los recnr-:
sos necesarios para poder atacar á Oartagena,ci mlad
mucho miís fuerte que Portobelo, de mayor impor-
tancia, y ú la cual Vernon tenía malísima voluntad.
Yá hemos >isto que en Inglaterra se hacían
grandes preparati>os para en>iar una pouerosa
Escuadra en auxilio del Almirante Y crnon, la cual
salió de Inglaterra al fin del afio de l't40. Dicha
Escuadra iba á cargo de Sir Ohaloncr úgle y de
Lord Uathcart, el cual mandaba. el ejército de des-
embarco . ..iunque salieron de Spithead ciento se-
tcnb naves,-nna de las cuales mandaba nuestro
amigo Keith,-gran número de ellas fueron deslm-
ratadas y perdidas por un temporal e~pantoso que
acometió á la E-cuadra frente ú la bahía de Bizca-
ya. Los Luc¡ues que quedaron sanos continuaron
su Yiajc á .\mérica (otros regresaron (t rehacerse
ea Inglaterra), y en el mes de Dicieml.Jre tu>ieron
r¡ue detener&c en una i la neutr¡¡,l-la Domü:ica,-
(1) Yéa~c Ilutory of Eng/,rnd, por T. Smolctt.-T. VI,
púg. 1-12, y .dritv llistóricc, <le D. Dionisia de ;Uccdo.

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236 La Exped ición del Almira nte Vernon.

en busca de agua y leña. Mientr as que se retard a-


ban allí, enferm ó de disent er;a Lord Cathca rt, y
murió en pocos días, dejand o el mando de las fuer-
zas de línea al Genera l Wentw orth, hombr~ de poca
experi encia, de escasa autori dad y sin ningún ta-
lento milita r, según se dijo, pero pl.l.triota y consa-
grado á sus deberes.
El 9 de Enero de 174:1 llegó la maltre cha Escua-
dra al fondea dero de Port-R oyal, en Jamaic a. En-
contra ron al Gober nador de la isla, Trelaw ney, y
al Almir ante Verno n aguard ando reíuerz os con mu-
cha ansied ad, pues corrían rumor es de que se ha-
bían unido las fuerza s navales de Espafi a y Frunc ía
para atacarl es. Pocos días antes habían recibid o
hopas frescas de Norte- Améri ca, las cuales, uni-
das á las llegad as de Inglat erra y á las qnl? coman -
daba Yen10n, forma ron un conjun to de fuerza s
tan formid able como nunca lo hubies e visto el
Kuevo :Mundo, reunid o en un ~ólo lugar.
El Almir ante Yorno n, que se encon traba á la
cabeza de la armad a, inYestido de faculta des om-
nímod as, era, sin embar go, hombr e de poca ini-
ciativa , y _parece que, ~pesar del tiempo r¡ue había¡
permaneCido en Jamaica. oc upudo tan ólo en esttr-
d.iar la situaci ón rle las Colonias Espai:íola , no tenía
plan ningun o formad o de las opera0iones que ha-
lúa de empre nder para hostilizarla8.
Pocos días despué s Je llegad<t las fuet•zas de In-
glaterr a, se celebr ó una Junta ó Con'ej o de guerra ,
compuc~:oto del Brigad ier Gener al \Yentw orth,
el
Gober nador de Jamai ca y los Oficiales ~nperioros

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Se reünen las Escuadras etc. 237

de todas las tropas allí reunidas , y presidido por el


Almiran te Vernon.
l:Jna vez que éste hubo hecho una corta relación
de la situación en que se hallaban , en la cual hizo
uso de ciertas palabras hirientes con respecto al
sr¡,cesor de Lord Oathcart ,cuya muerte fingía sentir
mucho, el General Weutwo rth tomó la palabra
para pregunta r al Almirant e Vernon cuáles eran
las fnerzus de los enemigos en las principal es plazas
fuertes de las Colonias.
-~o he podido saberlo 5. punto fijo, contestó
con altanería V cmon, y creo es inutil semejant e
averiguac ión .
-No creo que sea inútil, contestó Sir Chaloner
Ogle; pero si y¡í. no tiene remedio en lo pasado,
tratarem os de aseriguar lo antes de emprend er
operaciones.
-Lo creo in9ficioso, insistió Yernon . A pesar
de totlo, yo había mandado un peqneiío buque con
el objeto de pedir informes secretos acerca de las
guarnicio nes que existen en la llabana, Cartn.geua
y las Colonias Francesa s; pero á poco se a>criú y
tn>o c¡ne >oh·erse á Jamaica.
-¡Lo que Ee userió no fué el buque . exclamó
\YenbYorth, de mny mal humor .
-¿Qué quiere usted decir? preguntó Yernon
con yoz destempl ada.
Pero Sir Chaloner se interpuso para (}Yitar una
molestia perjndici al p:-tra la causa que defendía n.
- oy de opinión, elijo, hablando recio, que se
deben mandar varias de las íragata.s más >eleras,

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238 La Expedición del Almirante Vernon.

con los marinos más experimentados en estos ma-


res, :í tomar lenguas, de manera que pneclan re-
gresar con las noticias que necesitamos de aquí Ct
poco5 día .
-)le niego á ello, repuso Yernon . U·ted, seilor,
acaba de llegar de Inglaterra, y carece natnr~tl ­
Bwnte de hL experienci,\ que yo tengo . . . . Dígame
usted, ailadiú : ¿cree ustetl que yg necesité saber
t¡ué guarnición tenía la. plaza fuerte ele Portobelo
cuando la tomé, con seis buques no más?
- La guamición no senía para nada, - dijo Went-
worth,-y según me he dejado clecir, sobraron
cinco buques en aquel ataque .... pues con uno
sólo so hubiera podido tomar. ¡lla sido más el
ruido que las nueces en M¡nol a ·unto ~
\crnon, que fundaba sn orgullo en la toma de
Portobclo, se lewntú furio-o, y empezaba. á tli ri -
girse al General par:1. pedirle razón de sus palabra;;,
cuando los demás Olicia les le rodearon, su plicá ntlole
que ::e reportase, qne primero e-tallan los intereses
y la gloriil de su Rey que los asuntos particulares.
Wentworth. que comprendió qne se h; bía propa-
s. tlo en sus palabras, las retiró y Yohiú á reinar la
paz en el Con-ejo; ¡1ero era. una. paz ficticia . De
allí para adelante los do' Jefes se hwieron gran -
u i:,ima mala Yolnn tad, y ,;iempre procuraron llevar-
• e la contraria en cuantas Ol'Cracioncs proponía d
li!IO ú el otro.
- : cgún los deseos del Gobierno de lllglatcrra,
dijo. ir h. loner Ú6le.-diri,..iémlo.sc ú Y cruon. -
y como h. lmí 1isto .:u Excelencia en la.: cart,, da

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fJe 1·eúnen las Escua dms etc. 231)

sus amigos, se considera. con>elliente atacar pr:-


mero á la llaban a ....
-¿Qu é pueden saber los qne se encue ntran en
Inglat erra, acerca de los asunto s de Améri ca? ex-
clamó Vcrnon. Yo opino por e¡ no se debe rendir á
C~rtagena en prime r lugar.
-Pero quizá apuran do la salicla ele h Escua dra,
ulc:wzaríamos antes de los meses de huraca nes
ú rendir á la IIabaDa y en seguid a pasar á Carta-
gena.
-Repi to, que las person as que no tienen expe-
riencia de lo r¡ue sucede en el X u evo Mundo , no
}llle1len compr ender mucha s cosas r¡nc no se nos
oculta n á las que hemos pasal1o aííos por estos ma-
res. Es preciso, en prime r lngar, manife star ú lo:!
r¡ne defienden la plaza de Carta~ena, que no en
n.no les hemos amenazado, y que cuando ahora
me~es tuvimo s r¡ue rctir;u nos sin haber podiclo
en-
trar en l.1 ciudau ,no fuú jactan cia mía el jurar r1ue
despué s yo]vería á tomarl a.
En nmo procur ó Ogle dobleg ar la volunt ad de
Y crnon: su opinió n prevaleció en el Consejo; y
como todos ubían que tenía amplia s y discreciona-
les faculta des para obrar, no quisier on di:;gm bule,
y por unanim idad se resohi ó dirigir se á las costas
de Tierra -Firm e .
...\.. meJiaclos de Enero corrió la noticia en Jamai -
ca de CJHC la Escuar lra francesa, hambr eada, y diez-
mada sn trop:1 por el clima de los trbpico s.regrc sa-
ría en ]¡roYO á Franci a. Esto alentó nl Almir ante
en su prop1í ito de tomar {t C:ntag cn:\ en prime r
lngur: di\ iuicí su::; fucrz.ls en tres Divisiones; y como

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240 La Exped ioi6n -del Almi1'<l1Úe Vernon.

inese estrech a la entrad a del puerto , mandó que


cada División saliese en diferen te día, siendo la úl-
tima la que llevaba las tropas de desembarco. El
punto de reunió n de toda la flota deberí a ser el Ca-
bo Tiburó n, en la isla de Santo- Domin go.
La Escua dra consta ba de_29 navíos :le línea, otro
tanto de fragata s y sesenta y cuatro buque s menores..
El Almir ante Yerno n coman daba directa mente la
prime ra División, Sir Chalon er Ogle la segund a,
y el Comodoro Lestoc k la tercera. Hasta el 28 de
Enero no se reunie ron en el punto dicho todos los
buque s que compo nían la Escua dra. Ell2 de Fe-
brero llegó la Escuadra. á la isla de Vaca, y de allí
pasó al puerto San-L uis, en donde supo el regreso
á Franci a de la Escua dra francesa, y tomó lella y
{lgua. El 25 de Febrer o se pasó revista á la Armad a,
y se celebró un nuHo Consejo de guerra . Se com-i-
no eu él en destac ar dos naves para que fuesen
á tomar la costa inmed iata á Cartag ena, y que a;-i-
sasen cuál era el mejor sitio para que fonde au la
Escua dra. Encon traron el sitio adecuado en la Pla-
ya-Gra nde, entre la ciudad de Cartag ena y Punta -
de-Ca noa, en donde surgió la Escua dra al caer la
t arde del 4 de ~Iarzo de 1741. (1)
{1) liemos con ultado, para. escribir este c::pítulo,
TM na1~1l and milift1 ry memoir~ of Grerr t Britm"n frm,¡ lí~i
t u 17~3. por Tiobert Bcatzo n-Obra citada en el
2. o tomo U.c
la IIi ·torti1 Genera l de z,r.• .1 ntig'"l· Coluniax Ilixpm, o-.1mr·
,.irann , por Don :'IIi~ucl Lobo. Se halla í: ta á b venta en
la
L iilrer!a C lomui na U.e c,,mach o Holdún y Taru ·o-Dil-
g o : ..

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T.lG EX A..
DE~GRO DE LAS 11L"R.I.LLAS Dr; CAR

-=-
..
~
o
:: fines de 1~ 3~) habío. arrib ado ú Car b-
1 E::> DE
o de
¡;:, · gcua el uuc1o Yirr ey del X ne1o Uein
dies e r¡ue pe-
Gra nada , (1) el cual , como com pren
perm anec iend o en .~
dría sen. ir mejo r al Rey
inns ión extr':m-
Uosta, en üond c lmbía ric:::go <le
otrog el ~eñor Gro 1t,
(1) Y arios autore<; nncio naies -ent re
e.. cñor J. ;\!. Vcrg nra, en ~u
en suJH,toriu Eri<Btií.,fi(n,
WgiCI'I, etf'. ctc., -tlic en que E;olaba arrib ú:
('aad r9 Crriii'J
Pero , seg1í n <la · re·
Cartn gena el 24 de .A.l.Jril de 1710.
s con,n ltn<l o, entre o ros d que rla D n
dent es 11Ue hemo te de Pa
,or dll Presi ll<.'n
Dion Uo .\!ce do, t¡Ue fu·. d snce
su~ ohrn s en ar¡ue ll. o!poC !l, E lnh . ';_)
11am:'i, ~- c.;cribiv
c4nl la en C:u·a cl ..a
clt'l Pcrr•ol el Hl de Octul.>re de 1 1:3'1, Y
(:H:mdo ocur riú la tcm:1 (le Portc Jb~lo , ú lleg-ó iume di ', •·
1nente dc~puo!s de :u¡ucl suceso. 1!i

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212 La EJ.pediciún del Almi1·ante T'"ernon .

jera, resohi ó quedar se allí todo el tiempo •1ne


fuese nece.sario.
_~ombrado como gobern ante suceso r del Presi
-
llentc Don }'ranci sco Gonz:.í lez :Uanri qne, Don
SeLast ián de Eslava tenía vara alta en la Corte,
en domle h:tLÍtl ejerciu o el cargo de Ayo del Iufant c
Don Felipe , y era Comen dador de Cttlatr am y Te -
nicnt~ Gcner d. Como homLr e de gnm valer,
de
}•Cricia y tlu mérito , se le haLb encom encbuo la
tcinsta laciún tlcl Yirrei nato, suspen dido desde
1 ; 2·1 por la inepci a é ignora ncia del prime r Yirrey ,
1 on J or2:e Yi llalong::t.
Ilall[tu ase EslaLu en Curbg ena cuand o ocurri ó
b sorpre sa lle Portou clo. (t fines del aíio de 17:3!.1,
y rn :of'gnida la ten taliya que hizo \ ' ernon para
entrar en el Puerto de C'artag ena. Aquell o le obligó
ú qnedar.::e aHí, para anima r con su presen cia á los
.
uefcus ons de In. Plaza, así como para aguard ar
t1 coutc, tación ú !.u; reprcs cntaci one' f{lle hizo
con -
H•cut inmcn te á la Corte, en qne pedía encur~citla­
ml:'nto y con urgenc ia socorro s para Portob elo y Cha-
grc~, que baLían sido nrrnin atlos por los Ingle.;;
cs.
:Suplic aba tambié n qne cambia ::.en al Tenien te Ge-
neral tic PortoL do, Don Dionis io ~Iartíncz de. la
\-c-¿a, el cual yá se habia inutili z, clo por motiYo
de :::u e ad y enfcrm e!ladc s. Pedía que manda se!
<'11 sn lu~ar un emple ado import autC', pues
aquell os
~ ; t;o,; UCUÍ3U COU::~n· r::;e de maner a que los
cne-
!ll .~O~ no pudiesen volYer á a poder. rso de ello~. ( 1)
(1) Eotoncc•. dice Al<.edo y Herrera, fué él nomurado
e· el !u;- r ue artíoez de la Yrg;¡.

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Dentro de las murallas de Cartagena. 243

Además de esto, pidió que le mandase n de España


]a tropa, municion es y pertrecho s do guerra que
consideralJa. indispens ables para defender ar1nelhl
ci nc1ad, asegnram lo que si le enviaban lo que nc-
ce~itahan él y el Teniente General Don 13Jas de
Lezo, respondí an ambos con sus cabezas de la ccn-
senaciún U.e Oartagen a.
Por esta vez se manifest ó el Gobierno Espafiol
ncti,-o y enicbdos o: despachó inmediat amente ít
Cartagen a tres segundos batallone s con banderas
y Ofieiales ue los Regimien tos de E.,paí'ia, A ra:;ón
· y Ura,uula, y grande acopio de armamml tofl, IJer-
trechos y cn:lllto podía necesitar la Plaza. Entre
tanto, Don Bl..1s de Lezo había hecho trincberu s
formidable~, y .n-uarnecíuolas con muchos caflones
de :;upcrior calibre, de á 24 y <.le á 1 . (1) El Go-
l¡crnatlor de la Plaza, Don :\Iclchor de XaYarrat e,
hal.ía tenido cnidauo de preparar con tiempo, en-
I'Cíiúudolcs s11s tldJcres con la mayor actirida<l, [L
lv~ mil cien soldados espafloles , quiniento s criollos
y :::cispien tus Iutlios de trabajo que tenía Ct su cargo.
junuJ con la,; seis nn>es ue guerra, tripulada s con
cuatrocie ntos wltlados y seisciento s marinos, que
:e hallab;m en el1merto .
Pero ~i bs Ingles s haiJÍan sitlo tan dcscuitl:u los,
r¡ne Jh> ·e tomaron el trabajo de a \·crigunr con
cerlezn cuál era la guarnició n do las Plazas cspa-
ftob . Dun B!a, t1e Lezo, al contrario , había logra <.lo
intrmluc ir do,; c'píns en la armada tlc \-crnon, lo'
nalcs. no Licn hn !Jo ~urgido la E.:cuadra en (•Jaya-
{11 l'rori&nd..u¡ dJ EY}JU§;•1, por D. D. Alcedo y IIc.rr rn.

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2H La Expedic i6n del Almiran te Vernon.

Granlle, cuando, apro>ec hándosc de nna noche


oscnra y lluviosa , lograron alejarse de las naves
üel enemigo , y desemb arcar en la Pnnta-d e-la-Oa -
noa, y de allí, por •m·edas recóndi tas y excusad as,
entrar en Oartuge na y prescntn.rsc al bravo Don
J3las, qne Jcs aguarda ba con la mayor ansiedad .
-Xo hemos podido, dijo m~o de los espías,
:rrcrigu ar cut.les son las intencio nes de los Ingleses
con respecto {t la manera como atacar:'m la Plaza.
-¿Y :'; quó os mandó entonce s? exclamó el Te-
n Ít!n te General.
-A que avcriguáscmo- ]n, fuerza c.xacta que tic-
llC el enemigo, y lo dcmús r1nc pudiésemos des-
(;nurir.
-Es Yerdad. ¿Y lograste is esto?
-Cump límos enteram ente con la primen1. parte
!le nue;;tm comisión, yen el papel que tenemos uqní
ltalbrú .:::n Excelen cia apuntad o el número ele na-
YC3 rp1e po3ec c1 enenugo con sus c:lii.ones y los nom-
bres de sns Comand antes y Capitan es. - demás l1e
eso, supimos . Je una manera c:s::lOt:l, r¡ne traen
Jlnc,-e mil hombre s de desemba rco: clo::; mil negros
cic trabajo tomndo:> en Jama~ca y armatlos con ex-
celentes mac:hctcs, fuera deJas tri pulac ·o u es üe to~
l'U> íos; el ser>icio de ho.;pitttl,, qne viene en mm
1•a>e , pan'ja1b p ra el caso, y no>ctlta buques ele
r.. ns~rtcs. ltOS 1Jon1 mrdcra-: y otm~ ernlMrcacionc
tl' menor fuerz:l. con un soberbio trdl de a tillc-
l Í:l üc primer orden. (1)

(1 lié aquÍ 1 " nnmures UC lOS !lllYÍO" de ~ucrrn, etc ,


r "u h q·tc puulicó el s~üor J. J .• -icto, en ;:,u GeO[¡rCI{W
e', Ct rta e1.a;

©Biblioteca Nacional de Colombia


D-entro de las murallas de Cm·tagena. 245

Leyó Don Blas de Low el papel que lo entrega-


ron los espías, y al cabo de un momento dijo:
-Así, pues, nosotros por todo no alcanzamos á.
contar con tres mil combatientes: ellos nos &taca-
r:ín con mucho más de doce mil hombres por jun-
CAÑONES. COMANDANTEa
Capitán Nonis; á su bonlo
Et Russcl. ............ 80.. { Sir Cb.aloner Oglc, CQntra-
Alnüraute de la Escuadra.
El Torbay.......... 80.. Capitán Ga coyne.
El Cumbcrland... .. 80.. Capitán Stuart.
El Boyme ........ . SO.. .fefe de Escm.dra Lestock.
La Princesa Amalitt. SO. • Jefe Hermiugtou.
El Chiclmter ...... . 80.. Capitán Roberto Trevor.
El .Xorfolk ......... . 80.. Capitán Graves.
El Shrcwisbery .... SO. • Capitán Townshend.
La Princesa Carolina. bO.. Capitán Griffith.
El Suffolk ......... . ';\('_ C,lpit:ín Da>ies.
J::l B•1king-ham..... . 70.. Capitán )Iitchel.
El OsJord.......... 'iO.. Lord Fitzroy.
El Príncipe Fed.erico. 70. . Lord A. n._auclcrc.
El Prínc·ipe Omn;;e.. 70.. Capitán Oshornc.
El Lyón .......... . 6Q:-:- Capitán Cotteril.
El Weymoulll ..... . 60.. Capttán Knoll·les..
El Soberbio ........ . 60.. Capitán Har>ey.
El .:\Iontague ...... . 60.. Capit'Ín Chalmers.
El Deptfnrd ........ . 60. . Capitán Mostyn.
El .Jersey .......... . 60.. Capitán Laurence.
El ~\.ugusto ...... _.. 60.. Capitú.n Dennison..
El Dunkcrke ...... . 6(}. . Capitán Coopcr.
El Ripon .......... . 60.. Capitán Joliff.
El Y"'rk ........... . GO. • Ca pi tá!: Coats.
El Litcl!ficld ....... . 50.. Cleavel.and.
Total. .... 1, i2ü
m: 'LOTES.
El Oet nn. El Phncton. La Llama.
El Firebrant.l.. El Yc.;uvío. El Vulcuno.

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246 La E.vpediei6n del Almirante l~ernon.

to . ... Pero eso no importa. J uro á Dios que, con


la protección, que no dudo nos dispensa.r:í. ÉL,
y la intervención de su '-.:antísima )ladre, hemos
de rechazar á los Ingleses y levantar en alto el es-
tandarte que nos ha confiado N u estro Señor el
Rey de 'España!
- Traen unas medallas, dijo uno de los ,espías,
con las cuales pretenden recompensar á los más
ya]ientes de los suyos, en las que dicen que han
representado :.í. Usía entregan<lo las llaYcs de la
plaza de Cartagena y con rodilla en tierra.
-¡Los mal m Jos !-exclamó Lezo, palideciendo
de rabi u. -¡ Primero me verán muerto qne cobarde!
Si Dios me concede la victoria, estoy listo (t entre -
gar la >iila en la demanda, pero nó antes de haber
yisto hnír >crgonzosamen to Je estas playas al jac-
tancioso y soberbio enemigo!
La Pro>idencia aceptó aquel voto del valiente
General, como después >cromos.
K o bien había clareado el día cinco de :llarzo,
cuando los Cartageneros >ieron una nube de na-
yes peqneí.hs Jel enemigo, fon(leantlo en líne.1 lo
más cerca po ible de la. playa, sin linda. para ue-
fenuer y proteger el deseml~<uco de ht3 trop,ts so-
lJre la Playa-Grande.
El General español mandó inmediatament e c¡ue
-e atrincherase un;~ gran parte de las tropas por
nquellado. Pero en l>re>e ~ >ÍÓ que aquélla era
nna estratagema del enemigo pam dar tiempo á
yarios Oficiales marinos é Ingenieros i que reco~
uocicsen el Puerto y la Plaz.a, y buscasen uu sitio

©Biblioteca Nacional de Colombia


])entro de las muralla& de Cartagena. 247

propio para. el desemba rco de las tropas, así como


también sondear las costas para reconoc er ~
qué punto podrían acercars e las naves grandes do
guerra.
Varios días gastaron los Ingleses en aquellas
averigua ciones, sin que los de adentro pudiese n
impedir lo. Al amanec er del día nuevo do }Iarzo,
Sir Cbalone r Ogle, en Stl buque- el Jersey, -enar-
bolada la bandera ingle a y la insignia do su rango,
lle"nmdo á su bordo al General 1fentwort b, se-
guiJo de o.tro nado de alto lJordo en que iba el
Almiran te, y con mucha tropa de desemba rco en
ambos na dos, se encamin ó hacia la boca uel puer-
to, á batir los fuertes de Santiago y San-Fel ipe, en
Boca-C hica (1), y tratar de apodera rse de la peque-
fia fortalez a de 011 umba. El Comodoro Lestock ,
con la terceraD i.-isión, trató,cn tro ta,nto,lle ui.-idir
la atención de los que defentlí an la Plaza, mientra s
gue ott·os buque~, el ~Yo,fol!.:, ül Sltrewsbury y el
Russel, iban á r~forzar á los Jefes que atacaban
los castillos de Sttn-Fe lipe y Santing o. En la for-
taleza de Clwmba se encontraba una. 1J8<ll1efia
guarnic ión, la cual trató de abrir furgo sobre los
buf]_ues á. su paso por delante ; pero entonce s el
Capitán Jc la Prince. a ..111zaliu, naYío de SO callo-
nes, la atacó con tau to brío, crne los Español es no
pudiero n defende rse, por no haber artillado con
tiempo 13s baterías de f<1ginas, y sus fuegos fue-
ron apaga~1os.

(1) Uno de esto~ fuerte;; ha desaparecido; el otro es el


lhmado hoy S.m-.fl:rn audo.

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2±8 La Exper:Uc:iú1~ t1el Almirante Vernon.

:Entre tanto, los Ingleses hab1nn atacado los


cnstillos de San-Felipe y Santiago,con una fuerza
~un superior á Ja que había adentro, que no sólo
apagaron sus fuegos en el espacio de una hora., sino
que desmantelaron y abrieron enormes b1·ecbas á
ltis fortalezas, las cuales fueron abandonadas por
Jos Españoles. Pero si los lngleses eran dueí1os
ue los dos castillos ue la isla de Tierra-Bomba, los
Españoles conservaban los de Scm-Luis y San-
José, el primero en el extremo de la isla. de Bnrú,
y el otro en nn islote del mismo lado. Los Iuge-
uieros de los enemigos pRsaron ntrios días dispo-
llÍcndo las baterías que deberían defender ~'\ los
(1ne fuesen {1, atacar aquellos dos castillos.
Al fin, el Hl de :llarzo, resoh·ieron atacar una ele
ttquellas baterías, la cnal, annque defendida con
hrío ,no pudo resistir al gran número de los que
la embestían, y los·Espaüoles la ab:_¡,ndonaron. Des-
de aquel dí<1 hasta el 23, en c¡na el enemigo atacó
~imulbíneamente con todas sns fuerzas de mar y
tierra y de artillería la. fo1·talcza de Srm-Luis, el
fuego no cesaba por ambas partes día y noche.
Allí fueron desbaratados dos buques ingleses,
muerto el Comandante de uno de ellos, el Jefe Je
Inrrenieros .r ya.r-ios Oficiales; gran número de su-
Lalternos quedaron fuera uc combate. Los E'pa-
fioles perdieron un uul}ne que les llevaba auxilios
· municiones, y de;;pués tres navíos Je gnerra, y
quedaron t1csmante1atlns y arrninnuas las forta-
ezas durante el ataque Jel tlía 24.
Era imposible yá defender aquellos fuertes, y el

©Biblioteca Nacional de Colombia


.Dentro de las mw·a llas de Cartagena. 2-1()

Gobernador de, an-L uis l'esoh i6 echa.r bande ra


-
blanc a y tocar Humada de capitu lación . El Almi
rante Yern on, que iba en uno de los buqu es que
m:ís se había n acercado á las fortalezas, excla

con yenga tiva Ü'a:
-¡X o hay cuart elt ¡A ellos~
Así fué qne los Ingleses respondieron á aqueHtl
seflr,l do rendi mien to con todo el fuego de sus bt'l-
teríu , á tiempo q ne se vió que sus tropa s en tie-
rra facía n adem án de acercarse, aunq ne no Io
ejecL,taron inme diata ment e. Entre tanto , el Gober-
nador de San- Lnis mand ó tocar retira da, y con
las prime ras sombras de la noche SOl' e-mbarcó con
el mayor orden y seren idad en !anch as y botes que
tenía prepa rados para el caso el Virre y Eslabn,
~
que había previsto aquel tranc e, y esta guarnición
así como la del fuerte inme diato de San-José, se
incorporó sin el menor dcsorJ.eu á las tropa s de- la
Plaza, á la cual lograron retira rse duran te la no-
che. A la madr ugada los Ingleses toma ron pose-
sión de la entra da del puert o y de los castil los
adyacentes.
Fuera de habe r percrido la. tropa enemiga. algo
más de quini entos hombres en aquella empr esa,
los Espalloles tuYieron la sati~.faeción de íer com-
i-
I>letnmente de;'trnídos á callonazos, y casi inserv
bles, nuios nnv1os de guerr a, y en~re ohos el
famoso navio u'ltrctcsoury, que tuvo I)Ue retira rse
.
ú una playa cercana, yá enter amen te destrozado.
Los Ingle"es eran dnciíos de Boca -Chic a y de 1.
entra da de la bahía de C:nta gena; pero nqnel

©Biblioteca Nacional de Colombia


250 La Ea.')Jedición del Almi1·ante T"ernon.

triunfo les fué fatal. Como desembarcasen las


tropas en las cercanas playas malsanas, expuestas
á ardentísimos .soles, careciendo de agua y d€'1
abrigo nece. ario en aquellos climas, al cabo de po-
cos días habían muerto muchísimos Ir:!gleses de fie-
bre, sin poderse defender absolutamente de aquel
contagio, que atacaba á Oficiales y soldauos.
Habían encomf'ndado á. los Ingenieros ciertos
trabajos preparatorios para atacar la plaza de
Ca.rtagena; y como éstos tardasen mucho en aque-
llns operaciones, Yernon se enfureció, buscó al
General 1\entworth, que na.ua tenía qne respon-
der de la morosidad del Ingcnieró, y le dijo pala-
bras tan recias é in ultantes, que 1\entworth se
resintió, hizo pro¡Jósito de m:nca mús -;ol>er :í.
tratar con Y ernon, J resoh·ieron U:mbos hacerse nnt\
-
guerra cruda, cadv, uno para que se desluciese el
otro. La Yerdad era que ambos .comprendían,
aunque tarde, que el Yalor de los Espalioles y las
intemp~ries del clima, que diezmaba á los ~olclarlos
y marino~. les producirían má pérdidas que ganan-
cias, y que la toma r1e la plaza de Cartagena, si
acaso la llevaban á cabo, costaría mtis caro de lo
que habían pensado. Entonces, para sincerarse de
l s cargos que indudablement e les harían en In-
glaterra, ambos resol rieron echar cada cual la culpa
de tollo á su compañero y cofrade en el mando de
la EXJJCdiciún~

©Biblioteca Nacional de Colombia


CAP ITUL O IX.

EL CAST ILLO DE S.A.X -LÁZ ARO,

~·"'
1
hnscu nido quince di"' desde nqucl e"
que los Ingleses, despu és de destrn ír los
fuerte s que defen dían á Boca- Chica , había n pe-
netrad o en la bahía de Carta gena; y despu és de re-
llidísimos combates y grand es pérdid as de >ida-',
tanto con las balas espaüolas como con las fiebre¡;;
rl0spués de tomar los fuerte s r¡ur. se hallab an en
Manzanillo y cu la punta de Crnz- Gran de,-a ban-
l1ouados por los .Espaüole~ para. hacer:::c fuerte s
dentro de Jos muros de la ciuda d de Carta gcna; -
d<'spués de una camp aña pcligr oJúm a, en la cual,
cn.<la Ycz rpw daban un pa~o arlelaute, era :í. costa
de enormes sacrificios; de-pu és de dc~embarcar

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2:52 La E:rpeclü:ión clel Almira nte rernon.

algo más de cuatro mil hombre s en el Tejar- de-


G rucia el día 5 de Abril (1), al fin los Ingleses
tomaro n tierra y acampa ron en la isla de :Jlanza-
nillo, y se encont raron en peor predica mento que
nunca: cachl día, cada hora ocurría una muerte ; y
no sólo les faltaba n abrigo, comodi dades y alimen -
tos frescos, sino que escaseaba el agua misma, y el
descon tento era general .
Entre tanto, ¿qué hacían los dos Jefes princip a-
h;s para aliviar á su tropa? Reñir entre sí sin cesar,
y manda rse recados, á. cual mis altaner o. El Al-
mirant e Yernon procur aba econom izar sns marino s
lo más posible, y pretend ía que fuesen los soldados
de línea los que hiciesen todas las operacio-
nes contrn. los Espalloles; el Genera l \\'entw orth,
por su lado, naJa quería empren der sin el auxilio
do los buqnes, y preferí a perman ecer inacti ,-o ....
Entre tanto, los desgraciados Inglese s morían como
moscas, ~e pasaba el tiemp0 y empeza ba la estació n
más malsan a en aquella s costas, sin que en realiuacl
hubiese n lle>ado á cabo cosa muy sorpren dente,
milit:~rmente hablmlllo.
Tomad o el con>e11to de Lar-Popa, W entwor th
>ió desde allí que naua adelan taría sin hacerse
dueiio del fuerte de o.;'an-Lá zaro (cuyas ruína- se
1laman hoy lus de ·,m-Fel ipe de llarajns ); y en un
Consejo de Gncrra. reunido el 7 de Abril, se acorllú
lenuwi l· una batería en tierra firme, lo cuul, ayn-
d, da por un navío y alguna s bombar deras r1ue e
(1) El señor Groot (Hu.toria l:..'daiJ.~tica) dice equin>Ca·
damcntc que fué ellG ue dicho me<.

©Biblioteca Nacional de Colombia


253
JJ,'l Castillo de San-Lcízaro.

a-G rand e y una


situa sen entr e la pení nsul a de Boc
que atac aran el .
leng ua de tierr a, auxi liase n á los
hall a y de don -
fuer te, esca land o el cerr o en que se
cent es cam piña s.
de se dom inan la cind ad y las adya
non la noti -
Cna ndo lleva ron al Alm iran te Yer
sejo üe Gue rra
cia de lo que habíu. disp uest o el Con
rth, sonr ióse el
pres idid o por el Gen eral Wen two
, y excl amó , volv ién-
mar ino con aire d<.'spreciatiro
uosc á Jos que le rode aban :
n ustecles
- ¡ \-<ty.t un Con sejo de sabios! .... Vea
inep tos! Te-
si Wen two rth y sus com pañe ros son
tan desp recia ble (1) com o es
men .ttac ar nn fner te
una bate ría que el
ar1nél, y pret ende n fübr icar
inau a ante s de
enem igo no agna rdar ú :í. ver term
aban don ar el pues to.
cia á lo del
-¿Y qué cont esta ción da Su Exc elen
es, en com bina ción con) el
Lom bard eo por los buqu
uno de los :.\Iensajm -:ts.
ataq ue terre stre ?-pr cgu n tó
o fabr ica su fa-
-:.\I ient ras que el hábi l Inge nier
aeen to irón ico,
mos a bate ría, resp ondi ó Yer non con
er á la peti ción qnc se
yo tem1ré tiem po ele resp ond
me ha hech o.
-Pe ro ....
erio el .\1-
-;H e cnJJ testa do: excl amó con imp
que he tlieho.
mira nte: pued en uste des repe tir lo
lo.-; mo-
Heti;-,íronsc los EnYiarlo;;;. indigna<loi:l con
.\lm iran tc, y é-.tc .;:e
¡Ja]e: .:Jecc.: y alt:t ncro s del
mni ;o K~:it h, al
(¡nedú sitio c0n nues tro anti guo
tHlonado.
cual por tant o tiempo habíamo-> fiUa
buqu~.:s que
Xom brad o Cap itán tlc uno de lOti
(!) P. labras tcxtu.'\lcs de Ycrnon.

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251 La E.vpeclición del Alm,irante T~ernon.

mwfragaron en la bahía de 13iscaya, se había que-


darlo sin colocación; pero á la. llegada de la Es-
cuadra de Sir Chaloncr Ogle á Jamaica, el Almi-
rante Yernot! le hnuía. dado el destino de Jefe de
En Estado ::\Iayor, en el cual senía actinlmente,
aunr!l¡e no dcjüLa de sufrir mucho con el mal
carácter de sn Jefe.
-Sn Excelencia, dijo Keith, dirigiéndose al Al-
miran te, desprecia errónea roen te la fortaleza de
au-L(Lzaro: sé de una manera positiYa que las
guarniciones que se han retirado tic otros puntos,
han sido euYiallas (L aquel ca tillo, en donde sin
cesar e trabaja en reforzarlo y montar gran nú-
mero de caGones.
-Lo s.J, contestó el Almirante; pero á pesar de
todo eso, e;;toy ~cgnro ue r1ne no hay !Jada más
f:tcil qne tomarlo con los cuatro mil hombres c¡ne
t!ene lrentworth ....
-Pero tJÚ sin el auxilio de las bombanleras, rp1C
:Su Exce!.:ncia no debe negar al General.
--~ Pre~ume n ·tetl darme consejos; t1 ijo el ll.lmi-
r:mt('. miran1lo con enojo) al Capitán.
-Yo nada prc~umo; pero ....
-;Puede usted dC'jurmc solo~ repuso Y ernon con
nlti rcz.
-_\.;;í lv haré_. contestó el otro, reprimiéndose
COil Uificult, l; }' ;,; Jiú Ínmcdiat~mentc ÜCI C!lllllll'O-
tc Jel A lmirnntc, ciego de ir,\ y re nclto á u o con-
tinu. r á sn lado. 'e había colm tlo ht mediua do
sn pacicncitl, ~ preferiría truncar su carrera, ~i
fue-e prcci, . mú,; bien que 1crsc continuamente
humill: tlo por su Jefe.

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El Castmo de San-Lázaro. 255

l,;na hora después, Vernon recibió una petición


fi rmada por Keith, en h cual le decía que, f atigado
con la iuacción en que forzosamente se encontra-
rían los marinos en adchmte, y descoso de señalar-
se de alguna mancm en la toma del castillo de San-
Lázaro, suplicaba al Al mí rante le diese licen-
cia püm tomar el mando que le ofrecían, de un
Batallón, cuyo Jefe había nmerto la noche ante3,
y no había quien le reemplazara. El Regimiento li
que pertenecía el Batallón era de Americanos, é
iba á SGr desomuarcado para cn,iarlo al General
\ rcntworth.
El Almirante accedió á la petición sin dificultad,
y Keith se tr:1.slarló á tierra, sin dcsp~dirsc del Al-
mirante, y. sin pensar que jamás se >olverían á Yer
en este m un<lo. Cuando Kei th llegó al campamen-
to ele \Yentworth, cncontrúle preparándose para el
prúximo ataque uel castillo de , an-Lúzaro. IIu-
lJíase reconocido que serb. imposible lenmtar nna
bater.Í:J. útil en aquel punto, sin despej;tr primero
el bosque y los matorrales r¡ue cnbríau el terreno;
esos trabajos, en la estación de scr1nedad que em-
pezaba, serían impracticables, y morirbn en ellos
todos lo' trabajadores que lo intcnu -en 7 pnes c3-
ca:;eaba el agua U.c las cisternas, y era JHCciso yá
reembarcar la tropa, si no qucrí. n perJerl:l. toda, ó
hacer nu último c~fuerzo para apoderarse <lo an-
Lúznro primero, y después de la cinda.l.
Empezaba á c:wr la tarde uel día do Abril,
cnaud d Genc1. 1 Wcntl;·orth reunió por última
Yez_. antes del n:alto, un Con jo de Guerra, com-

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256 La E:cpedlci6n del Almirante Verno~t.

puesto de todos los altos Oficiales, entre los cuales


se hallaba Keith, que acababa de desembarcar con
su Batallón.
-Senor~,dijo el General: ltts noticiasqnehere-
cibido de los desertores, así como de dos,prisioneros
que acabamos de hacer, me han hecho considerar
que no debemos perder una hora en la empresa de
nsaltar el ca.~til~ de au-Lázaro; noticias confir-
madas por algunos espías que envié hasta las cer-
canías del fuerte. U nos y otros me han asegurado,
por una parte, que cada día se fortalece más el Cas-
tillo, y por otra, que no hay foso al pie de las mu-
rallas, como se decía, y que éstas son mucho me-
nos altas de )Q que creíamos, y pueden fácilmente
ser asaltadas con nuestras escalas. Tiene la pala-
bra el senor Moore, que, disfrazado para escapar del
peligro, estuvo hoy mismo rodeando el fuerte:
él podrá. daros, sellores, todos los pormenorE"s que
necesitéis.
-Efectivamente, dijo éste {que E"ra un joven
pequeno y lampillo, pero de aspecto vivo é inteli-
gente); efectivamente, según lo quo pnde ver, hay
un camino por la derecha del fuerte, que es ancho
y cómodo, y nos puede llevar, in sE"rcasi i!entidos,
hasta el pie dQ Jas muralla ; á la izquier~ por
donde no pude ir, me aseguró nn desertor que
tengo en mi poder, f¡ue se encuentra una puerta
do madera, mal defen<l ida casi siempre y que Utcil-
mcnte so p<x1rá forzar, á la cual llicho de!K'rtor 1t
ofrootdo conducirnos con seguridad, á rie go du
perder la vida, si no anda derecho.
nas hubo concluí do de hablar el joven lloore,

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El Castillo de San-Lázaro. 257

lo hizo otro Inglés, que también había reconocido


la Fortaleza ht noche anterior; pero éste no pnclo
<lar pormenores saliohctorios de lo que halJb YiBto.
Llamaron en f:egn idtt á los pri~ioneros y {t Jos de-
sertores, y les hit;ieron mucha:> pregunta~, r¡ne tam-
poco fueren muy 1ld gtJ~to (lü todo· los Utkialcs,
los que no podían menos qne desconfLtr de gcates
<lo qnieurs los unos decían se huuíau escapar1o de la
Fortaleza en que se halhtlJan sus compttriota:".pam
ir ú buscar á lo:; enemig-o~. y los otros, q ne, e habían
ido á pascnr por las inmcd;acione:; del c.unpamento
de los Ingle·e::, y clcj;í.uose coger pri~iorwr<>~ sin
muclm dii.icult.trl. IIahía, ptH~', mncltu riesgo r1c
que ar¡ucllas ~ente:; fuesen ern·iarlas como c.,;pía:>
al campamento pam pcrd~'r iL los Inglesc,:.
Dos de los Oficiales mús importante- del Ejérci-
to protestaron contm el plan c¡ne se les propuso do
atacar ac¡uclb Fortuleza de noche, y guiado;; po1·
desertare~ y prisionero': pero el Gcuera! \\"en tworth
se Clllf•CfiÚ en ello: no había pr~ra la Ex:pmliü:,n,
dijo, otro remedio ni probabilidutl de obtener al-
gn na >ictorü con tralos E~paiiole:>. si no rc,:gnanl (m-
<lo:>e en el corazón de sus fortificaciones, que pare·
cían inexpugnables. XecesitaiJ<t le>antar el ánimo
<1e las tropa-;, que estaban no ~ólo uterradns con los
ob.st{u;nlo:> r¡ ue le' ofrecían h; m u ros de ln cin laü,
muchísimo má;;: rlifícil<:s de forzat· r¡ne los ca~tillo·
de la bahía. sino que Ll:> c:pant.dJn ct cont:1gio rle
la licure que lwbia diezma lo el Ejt:rcito.: · di'Ocn-
ti<, ,. concertó, pnc•, el plan de ntar¡ue parar-a mn-
dru.rmda: plan que fni• comnnicrulo inmc lintamel'Ho
por lo:; )I,l] ore' del Ejército á lo..: Jefe_ y O ti 'i le~.

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CAPIT ULO :X.

EL ASALTO.

t:p:?
~ +r+:A noche, que había empezado sumament e
! • oscura, se despejó de las doce para adelante,
merced de ciertas ráfagas de liento que limpiaron
el cielo y pusieron al descubierto las estrellas.
A.. las Jos en punto <le la. maüana <le ar!uel día.
nueye de Abril, que tan aciago fné para los Ingle-
ses, las tropas se hallaban desplegadas y formaua~
sobre b playa, al lado opuesto del estero que di>iue
la i:;la de )fanzanill o de la Tierra-Fir me.
Debía e asaltar la Fortaleza por dos lados al
mismo ticmpo,:confiando en que, á una seüal dada,
hH bombarueras pedidas al Almirante cumplirían
con su deber desde la b. hía. El Brigadier General

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260 La E.vpedici6 n del Almirante l""ernon.

Guise era el Comandan te del asalto, y debía tomar


el camino ue la derecha del Castillo, mientras r1uo
el (J(lronel Grant tomaría la. ,·ía de la izquicrc1ü y
forzaría la puerta de madera do <lue había. hablado
<:1 ücsertor. Al General ~rentworth tocaba. que-
darse abajo con la. reserva, la cual en tmría en
batalla, si no alcanzaban la Yictoria. ·
Las estrellas titilaban en el ciclo, y algunos In-
ceros btillaban t:ínto, que <laban una lnz C;lSÍ tan
TÍnt como la. Jnna~ cuando el Ejéreito rompió
marcha en silencio y se dirigió hacia el ca ·tillo
que o c1istingnb en la cumbre del cerro, negro,
se Yero é imponen te.
U::>mpieron b marcha lt>s Granadero s por el btlo
derecho, scgnitlos por el Batallón ~\.mcricano qno
interinam ente mandaba el CapiU\n Krith. Uomo d
clima r¡uihba las fuerzas (\los Granadero s, so les
r¡niso ali>iar del pe"o de los morralC's en que car-
:;abau las :;rana<las de mano, los cuales fncron con-
fhulos :í nn destacame nto tlcl Batallón ~\.mcricano,
CJUC llc'ntba la3 escala.;;, para que en el mome11to del
atar¡ n•J les '1c,·o1 des en los morrales con las ~Tan a-
das, y ellos echasen las ~~calus al muro, srgún so
lf;; mand. se.
Pero no bil'!l cm11ezó b marcha, cuando comenzó
[ 1 L'llC:.lpohr~c el cielo, el cual se fuG poni~.:nllo (J.

e.llla momento m (~s o:cnro. hasta qne totlo~ que-


llaron ~umergil1o · en profundas tinicbl s. ~ ·ath
.;e Ycía y:t; y como era prohib. do llrmHtr ni hacer
ruido alguno, unos y otros se guiaban ~úlo por el
rumor que h cía la tropa al morchar y el brillo
fugitivo de las arma¡¡ al movcnc.

©Biblioteca Nacional de Colombia


El asalto. 261

Se:1 que el guía que debía señalar la marcha por


la. derecha del FL1erte, les hiciese voluntaria trai-
ción, ó que eqni>ocase el camino, con moti1o
de la extraordinar ia y repentina oscnridad de la
noche, lo cierto es que en lugar de llevarles por la
lmena YÍt:t, ]es hizo tomar una, vereua por el
frente mi'mo del Castillo, vereda escarpadísim a,
dese u biCI b y á la 1ista de los centinelas que allí ve-
laban . K o bien estuvo ht tropa inglesa á una cua-
dra de distancia del Castillo, cuando corrió la voz
de alarma en el interior de sns muros, y recibie-
ron de repente los que avanzabfl.n adelante una
descarga ele artillería,qn e dejó sobre el campo mu-
chos muertos, mnt.ilados y heridos; pero no obstan-
te esto, los enemigos continuaron a.-anzanc1o in tré-
pidamente hasta el pie mismo de los muros. Allí
a:altaron las primaras trinehcr<1s cspaíiolas, en
donde se trauó un e'pantoso y morr~tl comiJatr.
Entre tanto, el Coronel Grant llegaba á la. puerta.
de madera, guiado por un desertor portugués. J
Este se adel.mtó ~úlo, dejando á los denliÍs a(rás.
-¿Quién ri>e? le gritaron desde adentro.
-E:.;paüa. y Felipe Y. contestó (:1.
-Haga alto~ le contestaron.
El otro se paró.
- Yengo á hablar con el Capitán Perol, dijo el
desertor.
-¿ Qnifn e~ usted? le preguntaron .
-)ligu<!l Continbo, que {_jlle,ló fuera de los mu-
tos por equirocaciú•~, ayel' de maíí:ma.
-E· m~ drscrtor! gritó nno adentro; y un trai-
dor~ afiadíó, pues veo mucha· somuras más lejos .


©Biblioteca Nacional de Colombia
262 La Expedición del Almirante f"ernon.

-¡Enemigos! exclamó un centinela.


-Apunten! Fuego! se oyó que dijo el CapiUin
Perol, y una descarga cerrada barrió la vangnar·
uia del enemigo. Entre éstos murió el desertor
portugués, á pesar de que había tratado de huír
al verse reconocido por los de mlentro.
El Coronel Grant nsanr.ó entonces, para no
dar tiempo á que volviese 5. cargar el enemigo, y
lanzándose sobre la puerta ele madera, mandó po·
ner las escalüs que llevaban prevenidas; pero re-
sultaron demasiado cortas. Entre tanto, el fuego
continuaba empeñ.ado entre los asaltadores y los
defensores, con brío singular.
Yiendo aquello el Coronel Grant, quiso tomar
otra vía y atacar la Fortaleza por otro lauo, 1mes
en aquel sitio sus soldados sufrían la muerte sin
}Joder hacer chño alguno {\ los E'pafíole", que so
defendían con una sorprendente acti >iuad, sin
uejar de hacer fuego un momento; pero no supo
qué hacer al pie de rnúrns desconocidos y sin quien
le con:1 aje se á otra parte. y resolvió, lleno de co-
raje y de.sc'pcración, >oh-cr á embestir la cerrada
puerta, llevando t\ ello todo el regimiento qne
comandaba.
-A ellos! gritó con una voz estentórea que se
oyó clara en medio de la estridente fusilería y los
ronco' cni:íonazo.::. ; ~lucran los E,-paüoles ~ aüadiú
con la espada de:;CJlYnin. da, arroj(mdose ul as, lto
por encima de lo, cad: vcrc~ tendido· , 1 pie de las
fortificacione_. Per('l ll'}llel YUlC'r y Jenucdo fueron
iuu ilcs: no bien hubo cbdo algunos pa3os, ou, ndo

©Biblioteca Nacional de Colombia


El asalto. 263

cayó mortalmente herido, y los que le acompafiaban


retrocedieron espantados. Entonces el Oficial que
le sucedía en el mando, no sabiendo qué hacer en
semejante conflicto, tocó retirada, y los que habían
quedado sanos se foeron á situar detrás de un
Jlliegue del terreno, en donde se ocultaron m:en-
tras que se numdnha a1isar al Generul Guise la
desgracia I]Ue había ocurrido.
Este continuaba,entre tanto,el asalto i las trin-
cheras espailolas; las amenazas, las 1oces de manrl.o
por una parte y otra, los toques de corneta, el re-
doble de los tambores, el estrépito de In. fusilería,
el estruendo de los cañonazos,los gritos de dolor y
de rabia. que se oían, helaran por cierto la sangre
:í otros menos valientes y menos tenaces. Al fin
los Espalloles hnhieron ue 11lmndonar las trinche-
ra~ y retirarse detrás do las primeras fortificaciones
avanzadas, defendidas por grue-os muros. Los
Ingleses se apoderaron de las trincheras, dando
gritos de triunfo, y llegaron hasta el l)Íe de las
murallas. Gui~e dió una gran 1oz.
-Capitán Keith, dijo: que los .Americanos arro-
jen las escalas sobre los muros!
-Las escalas! gritó éste, íOlviéndose á los suyos:
las escalas!
'l'odos se miraron espantados. ;Xo parecían las
escala ! \Jgnnos de lo.s cncarg: dos ue ellas, en
medio de la confn,iúu y la. o curid::ul de la marcha,
l. s habían arrojado 1mra apoderar:.e Je algnnos fu-
siles, con lo..; cuales pele ron sobre las trincheras que
acababan Je tomar, sin acordar e de su cometido.

©Biblioteca Nacional de Colombia


264 LaE.r·pedü.dón del Alnd rant e rerno n.

r1ne le
En aque l mom ento Guis e recib ía el parte
enco meu-
mnm laba el Com :mtla nle de la Colu mna
lle éste y b an-
d:uh ú UI'¡mt; y supo la mue rte
gustio~a situa ción en qne se lwll1
ban los r¡ne de-
el cami no
],íau hnbe r forza do y[~ In. puer ta }lOr
el Gcnc ml r¡ue á b
de la 1lcrcdLl. Com prcm li{)
del dht, cnyns !neos yá. empez~.b •m {t teñir
.enil ltt
c~tos
cJ ciclo por el Lenm lo, to<1os pcrcccrínn,expu
los Espa iiole s, que no habí an
ú los ccrtC>ros tiros !le
id::td ,
cesad o tle haccl'les fueg o, ~- :í pesa r de la
oscnr
tlc mata rles ged e incesantcn:e-:1tr.
ria~
-"Gn esfue rzo mús para consc3"uir la victo
do ú su- tropa s,
gritó cnto ncrs el Gen eral: y uu iman
llas. Con
Yolvieron de nuev o al ataq ne de las mura
hota d.t'
unas poca~ escal as r¡ue h~lbí::m enco nlral lo
m nro ... . .
p0r el :molo, proc uraro n escal ar el cerca no
Koit h. logra ron
Algu nos, y el prim ero de toclos
r1uc la luz
snbi r por las escalas, en el mom t:nto en
y seren a por el lado Lle Orie n-
del día asom aba clara
se dejó oír .::obre bs
te. 'Cn inmen:,o grito de rabia
enem igo a.nm -
murü llas tlcl Ca:;tillo al nota r que el
rzo hero ico
zaba sin cesar y que prep arab a nn c:;fuc
q tiem -
1•ara toma r la Plaz a por a'alt o. Yi6s c al rn:sm
refue rzo
po a\·an zar por los cami nos de la playa nn
el Gene ral Wcu t-
de 300 hom bre· m~t~,que mnndnlJa
wort h para que apoyn.~en el ntnq ne 1le .ui~c.
or del
-¿'\. ello:>~ á l. b. youct• : gritó el Gobcrnn1l
spaii oles de impr o,··:- o por
l'ue rlc.- y .-;uliendo los1~
la artil l I'Í. sitna -
d!ft•reutcs puer t .:;, apoy ndos por 1
cnpm igo.-;
llu sobre lo.' muro:.:. ear(" aron .,obre }o~
túnto ímpetu_. qnc les forzurou á Tolr cr la
e.s-
con
p. Ida y hnír.
©Biblioteca Nacional de Colombia
El asalt13. 265

Guise entonces, para cubrir la vergüenza. do la


fuga, mandó tocar retirada, la cual se ejecutó con
algún orden, apoyada, por b columna r¡ne habÍt\
enviado \\' entworth á anxiliarle. Los Espaíloles no
quisieron perseguir ú los enemigos que huían, y
después de recoger á lo.;, heridos y rezagados que
ltn.Líau quedado al píe do las mumllas, entraron
nuevamente en la Fortaleza,mtlnd aron tocar alegres
diana,; sobre las murallas, para que oyesen, por una
parte el venaülo enemigo, y por otra !n. ciuclml clo
Cartagena, que había e·taclo escuchando, sin saber
el rc,;ultado del terrible combate, cuya dnruci6n
fné de tres horas, con una furia medrosa y conti-
nua por uno y otro lado.
No hay couconlancia entre los historiadores es-
pni1ole2 é ingleses accrct~ de los muertos., heridos y
prisioneros r¡ue rc,;ultaron de ur¡ucl combate. Sin
embargo, visto·· los estragos causarlos por un asalto
como ucbió ser ar¡nél, no ponemos nncstn1 con-
fianza ni en los partes de los Ingleses, q.ue tením
interés en r¡ne no aparecieran túntus pérdidas, ni
en los de los E:paflolcs. r¡ne naturalmente r¡ni.,ie-
ron exngenn lCJs fm tos obtenidos por ellos con aque-
lla victoria: el lector juzgará de ello lo qne lo-
parezca, ¡me- le prescutmcrnos los documentos
de unos y otros.
Lo, parte. ingleses dicen c¡uo en aquel asalto
tuvieron 1, Omuerto--entre Oficia] -y .soldado:.-
4;.n herido.-;, mtwhos de ello,; mortal u ente, y 1 >
¡n·isionero:-.
Los E~ p. !lolcs dijeron que los Ingleses habían

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!66 La Expedición del Almirante Vernon.

perdiio 800 muertos y 200 prisioneros, éstos casi


todos mal heridos, en tanto que de los que defen-
dían la Fortaleza no hubo mú.s bajas que las de 200
hombres, entre muertos y heridos.
Convíuose por ambas partes en suspender las
hostilidades durante algunas horas, para recoger
los heridos y dar sepultura á los cadáveres. Oon-
clníllo este deber, ellO de Abril se embarcaron los
heridos ingleses, los cuales murieron c::\si en su
totaliuad; y mientras se hacía esto, coutin~1arou
nrrojando tiros los morteros que habían montado
los iunsores frente al castillo de San-Lázaro, y
t!stc, contestando con brío, hacía bastante da:üo en
el campamento enemigo.
Es preciso ahora que volntmos á buooar al Capi-
tán Keith, á quien dejámos en situación muy crí-
tica, escalando los muros de la Fortaleza,en el mo-
mento en que la cbridad del dia bañaba con serena
luz el campo de batalla, sembrado de cadáveres y
cubierto de sang1·e.

©Biblioteca Nacional de Colombia


G.A.PIT1JLO XI.

EL DESEXLACE DE TODO.

~~
r
mn se habia lan,do sobre la pdmem es-
calu que fné puesta contra la nmrnlh ex-
terior del castillo de San-Lázaro. y con toda la
agilidad de un marino, había subido por ella con
l:l. espuela descn>ainada y alentando con sus >oce:;
i'L los solclados que le seguían.
Pero no Líen hubo dado el salto sobre el parape-
to, cuando recibió mm descarga cerrada, que le
atn.l.>e:ó ambas piernas, y cayendo tle rc<londo,
largo á. tu·go, quecló allí ~in scntido,ha~tn que con-
cluyó el comba!A', y lo~ Espaííolcs fucrou á hacer
la rontb:; ,obre las runrallas.
-Otro cadCn·er! exc1. m~ uno. y parece ser el de
un Oficial de alta graduación, aiiadiú h\ voz.

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La E.l'fle dici6n del Almir ante l~ernon.
268

-}~s el de un marin o, Capit án de un naTÍO de


guerr a por lo menos. Y ea usted , sellor Don José
de L~ym, los galones que llen1., repuso otro.
Al decir esto, Yolrió sobre el costado al supue sto
muer to.
-¡¿\y ! exr:lamó Kei th, vohienclo en llÍ.
-¡Xo ha muer to! uijo el bueno de Don José; y
aíiacl ió, dirigi énuos e á los rp1e le ar:ompa!iaban: es
l n gallar ao jo Yen! Que traiga n mut camilht para
llenu ·le al hospi tal milit ar: quizá podre mos nl-
nnle.
U na pálid a sonrisa se dibuj ó sobre los labios del
herid o. y murm uró entre dient es:
-¡Gr acia !
-¡Ila blrt espaiíol! dijo el otro: as! es m<'jor,
~nos podre mos enten der f.icilm
<'JÜe.
En d mom ento en c¡ne iban á lemn br al herid o,
é~te llumú al que le h:l.l.lÍa arnpttrado,
y hacie ndo
un esfuerzo, dijo con Yoz ckiJil itada:
-Le he oído llarnJ r á usted Don José de Le)'a .
¿E~e es su nomb re de usted ?
- í: pero ....
-Ten go que h<lblarlc antes de morir : no me
ab, n1lone usted ....
A pe:::ar de los cuidado" con que trans porta ron
al herid o al ho-pi tal milita r, el dolor agudo que
el
le e~nn) el moyimien o le hizo perde r de nnCYo
sentido.
-:-:er á prcci.<o ampnt:nrlc ambas piern ns, dijo 0l
.
ciruja no. <1c-pnés de xamiml!'le cuidado'anHmtc
-; Pobrc cillo! -repn so Don .Jo~é de Ley m, d

©Biblioteca Nacional de Colombia


El desenlace de todo. 26:J

cual andaba vestillo de militar, pues hn,bía tomaüo


las armas pam defender los muros do Cartagena,
apenas so acercaron los enemigos; pero aquel db
lo había pasaüo casi íntegro al lado del herido in-
glés, que pareeín, haberle cobrado súbito c~triüo.
-¿Qné hart't así mutilado? aiíaLlió C'Jll acento
de compasión.
Keith hauÍtt recobrado su conocimiento; pero
cshtba muy débil, y casi no podía articular ralaurn.
Sin cmbtngo, algunas cucharadas de caldo fJlle le
admi uisb·ttrou (1) le -volvieron el á ni mo.
-Prefiero la muerte, dijo al cirujano que le
ponía los últimos -vendajes, después de un minu-
cioso examen . ¿Xo hay esperanza de salnrmc de
otro modo?
-En e.:. te clima no la hay .... Y aun así la
operación podr[t costar! e la Yida: mi <leucr es ad-
vcrtíroelo . Y cnr1ré dentro ele dos horas, á saber
cu[tl es su resoluciún dcfinitiYn.
-Yo no temo la muerte, repuso Keith; y tanto
menos, cuanto he tenido el gn.>to de encontrat'me
con el scfior Don José <le Le_ym.
E~te le miró sorpremlido.
-Xo entiendo, dijo; y luce doce horas r¡ne me
devano el cntemlimiento para comprendet' cuál (',::;
el ittt..>rt•s que n~tc,l mo ha mnnife.:::t:1do.
{1) Lo ln.:::lc-cs confic: n ('U todn- ;;m !Ji torin• ~· doe.J ·
mento ofidnlcs, que los pri,ioucro- fueron trntnd; por lo~
L<pnuolc, con b mayor humanidad. El Yirrcy mnn!lv
que tratn«cn ú lns prbionero' herí los ni igtutl tlc los Eopa·
ftolc ; y lo <)IIC quedaron viYOS, c11 el momento en r¡uc
p. rtió la Expcclicivn, fueron llcvuc!tos ul Almirnnte.

©Biblioteca Nacional de Colombia


2i0 La Expediei6n del Almirante Vernon.

-Mi nombre es Roberto Keith ...•


-Sí será; pero ....
-¿Es decir que usted nunca recibió una carta
que ttwe el honor ele dirigirle ahora algunos meses?
-una carta de usted á mí! ¿Y con qué objeto?
-Esta le explicad á usted el misterio, contestó
Keith, sacando un papel cerrauo de un bolsillo
secreto de sn chaqueta de marino, que aun conser-
yaha puesta.
-;Está dirigida :1 mí y fechada en Londres! ....
-Efectiyament c.
-¿ Qnién me puede escribir de Inglaterra?
-Y ca usted la firma.
-; Albertin3 ele Leyía,-csposa de Keith !......
gritó el otro, mirando al herido con asombro.
-)Ii esposa, sí, se1lor.
-¿ "Gstcu fné quien me arrebató mi hija de Por-
tobclo? ;Usted! ....
Y al decir esto, se acercaba con aire amenazante
al herido.
-Lea usted primero la carta de Albertina, con-
testó el Capitán, y en seguida le duré todas las ex-
plicaciones que exija, pues yo ....
K o pudo hablar más, por ser extremada su
debilidad.
Acercóse LeJía á un mechero que ardía en un
rincón del aposento,-pue s yá era de noche,-
y nó sin dificultad leyó una larga carta que Stl
hijn. le había escrito, para el caso de que Kcith se
encontrase con su padre en Ca¡:bgena, 110r alguna
casualidad. CuanllO el Espafiol hubo condnído la

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El desenlace ae toao. 2i1

lectura, se acercó de nuevo al Capitán , y sin des-


arrugar el entrecej o, le dijo:
- ¿Y quién me garantiz a que usted no engafió á
esa desgraciada, y que su matrimo nio no sea una
farsa p..'ua acallar sus escrúpulos?
- Mi palabra de honor, contestó el herido, y
estos documentos que, con el objeto de satisfacer á
usted, he traído ele Londres .
.Al decir esto, le alargó un paquete de papeles.
Don José de Leyva los estuvo mirando largo
rato, y al fin dijo:
-Yo no entiend o inglés.
- ¿Y 110 ha hrá quien le explique á usted lo que
a 1Jí es tú escrito?
-En Cartngena quizás . . . . Iré ú. pedir licencia
para pasar á la ciudad, con un destacam ento que
debe ir íi tomar órdenes del Yirrey dentro de un
rato.
Y sin mirar al herido, salió desalado del hospi-
tal, y rato después bajaba del Castillo con un pique-
te de so1dac1os, con dirección á Cartage na.
Don José de Ley m permaneció ausente toda la
noche; y no regrasó al castillo de S::tn- Lázaro,
:sino al romper el alba, y en el moment o en que el
Capitán Keith estaba agonizando. t
El Cimjan o no se había atTendo á hacerle la
amputac ión, y entre tanto, se le gangren aron las
heridas. Sin embargo, Keith reconoció á su suegro,
le alargó la mano, se la apretó, y al entrega rle un
papel, le dijo, antes de espirar:
- Pida perdón {~ Albertin a en mí nombre. Si In

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272 LaE xped ici6 n de.l Alm iran te re1·non.

deja libre otra


hice desg raci ada . . .. mi mue rte la
qniz ús lo con-
Yez : mi deseo era hace rla feliz ; otro
segu í rá .
I;ey m era
El pape l que entr eg0 á Don José ele
a. hech o en Lon -
la copi a del testa men to que habí
ba todos sus
dres ante s de pnrt ir, y por el cual deja
bien es á su -viuda .
• ••••• o • •••••• • •
••• o • • • o
o o • •• • • o •• •
• • • • • •

·wen two rth,


Yolv amo s ahor a al cüm pam cnto de
ués del frus -
y -veamos qué habí a suce dido allí desp
nro. .Aquello
trad o asal to al cast illo de San -Lñz
eses qne serí:t
habí a hech o com pren der á los Ingl
a de la pla7.a de
ente ram ente imp ract icab le la tom
en, acab ar de
Cart agen a, é inút il, y bast a nn crim
able s mur os
hace r mor ir, dela nte de los inex pugn
'lncdaclo sana s.
de la ciud ad, las trop as <1ue habí an
las enfe rme dade s, y
De hora en hom aum enb btm
todo s no cm
el páni co que se habí a apod er:ul o do
fiebres y de -
de las bala s del enem igo, sino do las
icos no sabí an
más enfe rme dade s, que sus méd
las dos terc eras
cura r y que habí an mat ado yC\ casi
Por otra part e,
part es del Ejér cito y ele los mar inos .
\~ernon y el
la mala >olu ntad entr o el ~\.lmirante
r: el prim ero
Gen eral Wen two rth, crec ía sin cesa
lacio nes sir-
no perm itía. que los bnq ue• y sus tripu
y el at11qnc de
Yie::en en cosa algnnn p:na el :Ff:llio
te la ttop a :oó!l\
la I'lnz•t. y el se;;nnclo :u:•gnmha q
al~n no .
no pod ría jnmú~ outencr tt·iUJ,fu
la Forb .kzf l
De"['nés de varios déLile.'> atar ¡urs :'!
arte s a rau-
de :-i:m-Lázaro : (t algu nos de los balu
Z<Hlos de la ciud ad, al fin se re.:;o
hió abanclollar

©Biblioteca Nacional de Colombia


El desenlace de todo. 273

definitivamente la empresa. El 16 de Abril se le-


vantaron las tiendas de campaña; la tropa se for-
mó sobre la playa, y fué embarcándose con todo
orden en los botes enviados para el caso, sin que
los Españoles la hostilizasen en cosa alguna en su
retirada.
La tropa y la marinería se ocuparon después en
destruír los fuertes y castillos de la bahía, prender
fuego á los buques de guerra que habían tomado á
los Españoles cerca de Boca-Chica, y hacer todos
los dafl.os posibles en los lugares del contorno. 1'1Iás
de un mes gastaron en aquella obra de destruc-
ción y en los preparativos para abandonar el ase-
dio de la Plaza. Entre tanto, continuab a la mor-
tandad entre la tropa y los marinos, y no se oían
sino los ayes de los moribundos y las imprecacio-
nes de los enfermos y ele los que temían estarlo.
Al tiempo de abandonar la bahía de Cartagena,
la Escuadra de Yernon dejaba sepultados en sus
playas á más de nueve mil hombres, que perecie-
ron, unos de resultas de los combates, pero lama·
yor parte víctimas de las enfermedades que les ha-
bían acometido. Dícese que murieron allí siete
Coronales, tres Tenientes-Coroneles, catorce Ca-
pitanes y diez y ocho Tenientes. Algunos historia-
dores r.seguran que la pérdida de los Ingleses no
bajó de diez y ocho mil hombres; pero aquel con-
cepto parece exagerado .
. . . . . •· .. , .. .......................... •" ..
;.

Era ytí el 20 de ~layo, cuando los sitiados carta-


generos tuvieron b satí::.'facción de ver dcsapnre-
cer la última 1cla enemiga. 1"

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274 La E:rpe diciún del Almir ante Trernon.

El \~irrey Eslav a se había mane jado con tanto


valor personal, .que aun recibió una heriu a, aun-
que le1e;. y en cuant o á sn pericia y actividat1, los
histor iador es no cesan de encomiarle. Ayud ábale
en todas aquellas faenas, sin descansar día ni no-
chr, el Jefe de Escua dra Don Bias de Lezo, lí. quien
hemos yisto que hín ta ojeriza tenía el Almi rante
Vern on, el cual tuyo que Tolyerse á lleyar las
Í<lmosas medallas, con las qtte de antem ano había
prete ndiuo humi llarle .
Deseosísimo Don José de Ley-va de recup erar á
su hija, qne no podrí a induu ablem ente 1ivir con-
·
tenta en Londres, lejos de su padre y de sus coro-
patrio tas, pidió permiso r.l Comouoro Ogle para
embarcarse en un buqu e que éste iba á despa char
a
para Ingla terra, con el objeto de irse ú reuni r
Albe rtina y lle1arla la notic ia de la muer te de
Keith .
Por haber partiu o con la. Escu adra ingle~<t, Don
José de Leyva no estuvo prese nte en la magnífica
fiesta de iglesia que el Virre y mand ó celehrar con
gran pomp a, en acción de gracias por el felicísimo
triun fo obten iuo sobre los Ingleses.
El \~irrey E;;laba fné ])remiado en Espurra. por
el lley, que le concedió un título más alto de no-
bleza, {L úl y :í. sn liijo mayor, y á su regre"o á
la
m .lro Patri:1. le dió el )Iinis terio de la Guer ra.
De:ilgraciadamente Don Bias de Lezo, fatiga do
con los muchos trab 1jos que tu >o en el sitio do
Oarta gan , sucumbió ol 4 de Septi embr e de aquel
mismo aüo, y -us huesos se con~ernm en la Ciu-
d, Ilcroi ca. Como no hubiese tiempo de prem iar-
©Biblioteca Nacional de Colombia
El desenlace de todo. 275

le, el Rey de Espafí.a agració á sn primogénito con


el título de Marqués de Ovieco, y le hizo otras mer-
cedes.
En cuanto á A.lbertina de Leyva, no hemos po-
dido averignar qué fué de ella después de su
regreso á Cartagena con su pn.dre, á Llonde llegó
un mes después de la muerte de Don Bias de Lezo,
y desembarcó en el momento en que se celebraban
en la Catedral de Cartagena unas sunhwsas hon-
ras por el descanso de su alma.

Hasta aquí el lector nos ha acompauaclo á tra-


-vés de los siglos, desde la primera expedición de
piratas sobre Cartagena, encabezada por Roberto
Baal, en 15-±J, hasta. la frustrada tentativa clel A.l-
m!raote Yernon, dos siglos después. Quisiéramos
describir también el más heroico de los sitios que
ha snfríüo Cartagena: el del Paficic~dor Morillo
en 1815 .... Pero preferimos no disentir aquellos
hechos dolorosísimos de la epopeya de nuestra In-
dependencia, en la cual los descendientes de los
mi-mos que combatieron juntos para rechazar al
extranjero, se hacían entre sí tan ruda guerra ....
Corramos un velo sobre aquellos acontecimiento s;
y por ahora no recordemos sino que la~ glorias de
:E5paíi:> fueron también las nué'tras durante tres
siglo" en áméricn, así como las habían celebrado
nue tros mayores desde la época de X umancia has-
ta la de Zaragoza, bajo una misma bandera.

Bogotá, 12 de Enero de 1Sd3.

n.-.

©Biblioteca Nacional de Colombia

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