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Laura San Martino de Dromi

LOS SINDICALISTAS
150 AÑOS DE PROTAGONISMO

© Ediciones Ciudad Argentina


Fundación Centro de Estudios Políticos y Administrativos
ISBN 950-9385-12-1

Ediciones Ciudad Argentina


Buenos Aires
1992
CAPITULO I
LOS SINDICALISTAS EN LOS PRIMEROS TIEMPOS
( 1840-1916)

1 - Los pre-sindicatos.

Hacia mediados del siglo XIX aparecen en el país las primeras agrupaciones de trabajadores
con intentos de organización mutualista, local y autónoma. Coinciden históricamente con la
etapa de la Organización Nacional y nacen como asociaciones por oficio, debido a que se está
frente a una economía artesanal, pre-industrial.
El carácter de mutual lo adquieren por ser entidades intermedias de asistencia, de ayuda recí-
proca y socorros mutuos que surgen para protegerse entre los agrupados y para solicitar me -
joras en las condiciones de trabajo. Generalmente, solucionado el problema que la aqueja, la
asociación pierde sus fuerzas y en muchos casos desaparece. Así, las primeras manifestacio -
nes obreras argentinas muestran su carácter débil, transitorio y circunstancial.
Son locales, porque no trasciende su accionar del lugar donde se originan y autónomas,
porque mantienen su independencia de otras asociaciones y hasta de las del mismo oficio.
En este orden, podrían incluirse a los trabajadores de los saladeros y también a los artesanos
urbanos que, durante el segundo gobierno de Rosas –hacia 1840-, adquieren cierta preemi-
nencia. En plena guerra civil e internacional el papel de carpinteros, herreros y curtidores te-
nía su peso aunque no constituyeran un grupo de presión en el sentido moderno. Lograron,
sin embargo, que el gobierno escuchara sus j reclamos y los beneficiara.
Otro tanto sucedía con los panaderos, albañiles, zapateros, pulperos, azogueros y artesanos
en general, quienes conformaban grupos cerrados. En la década siguiente no ha variado el
esquema de estas agrupaciones mutuales, locales y autónomas. Ejemplos de ellas fueron la
Sociedad de Zapateros de San Crispín y la Sociedad Tipográfica Bonaerense, ambas surgidas
en 1857. De vida precaria fue la existencia, alrededor de 1864, de la Sociedad Argentina de
Jornaleros1.

2 - De mutuales a sindicatos.

Dejados atrás los años de la Organización llegamos al período conocido con el nombre de
Consolidación, que institucionalmente significa poner en marcha las ideas plasmadas en la
Constitución de 1853. Será la generación del 80, con el advenimiento de Julio A. Roca, la en-
cargada de materializar en hechos el proyecto nacional que los hombres de la Organización
imaginaron para el país2.
Superados los enfrentamientos civiles, aquietada la antinomia puerto-interior 3, solucionado el
problema

1
Marotta, Sebastián, El movimiento sindical argentino. Su génesis y desarrollo, 1857-1914, t. 1, p. 26, donde repro-
duce expresiones de Roberto J. Payró que calificaba al gremio tipográfico como "la clase más independiente y le-
vantisca que haya existido en nuestra capital..." Para propender al adelanto del arte tipográfico, prestar socorro a los
miembros que se enfermasen o imposibilitasen para cl trabajo, proteger a los que necesitan auxilio justo y conseguir
que los operarios sean siempre bien remunerados, en proporción de sus aptitudes y conocimientos de modo que les
garanta sus existencias, constitúyese en la ciudad de Buceos Aires, el 25 de mayo de 1857, la primera entidad obrera.
Irrumpen los obreros de la imprenta en el escenario social argentino en pleno fragor de las batallas civiles...".
"Entre 1860 y 1880 podemos ubicar algo así como la 'prehistoria' del movimiento obrero argentino. Decimos 'prehis-
toria' porque emergen corrientes ideológicas y políticas sin que todavía se haya formado la clase obrera. Es el pro-
ducto de migraciones de intelectuales revolucionarios que hacen agitación entre los artesanos y pequeños núcleos de
obreros". Godio, Julio, Historia del movimiento obrero latinoamericano, p. 108.
2
López, Mario Justo y otros, La empresa política de la Generación de 1880.
3
Cfr. Scobie, James R., La lucha por la consolidación de 1a nacionalidad. Argentina 1852-1862, ps. 392 - 393, "La
conquista de la unidad fue el acontecimiento culminante de esa década. Dos logros importantes, el uno político y el
otro económico, vinieron con este acontecimiento. En este período surgió la estructura constitucional del gobierno,
modelada en la forma de una fuerte autoridad central por los provincianos en un momento en que creyeron que con -
trolarían el gobierno, sin embargo modificada en el espíritu de la autonomía local por los porteños cuando temieron
perder el control. La victoria porteña de 1862 no cambió esta estructura, pero hizo hincapié en la autoridad y los po-
deres ejercidos por el gobierno nacional.
En el dominio económico, los éxitos porteños indicaban con claridad la forma que tomaría el desarrollo futuro. El pro-
greso argentino estaba destinado a extenderse desde cl puerto al interior.
La lucha para alcanzar la unidad terminó con la victoria de los porteños sobre las provincias. El equilibrio económico
y político del poder se había desplazado hacia la costa y el puerto. Una época había llegado a su fin y otra empezaba.
El vínculo con Europa estaba a punto de ser forjado: una economía pastoril que buscaba los negocios, el capital y la
cultura en el extranjero".
Capital4, incorporados los territorios patagónicos con la Campaña al desierto5, el tendido de
vías férreas6 y la promoción de la inmigración por ley 1.876 7, el país estuvo en condiciones
políticas, económicas y sociales para comenzar su gran transformación.
Económicamente, la Argentina se inserta en el mercado mundial, integrándose al sistema ca-
pitalista de la división internacional del trabajo regido por Gran Bretaña. Así entramos como
proveedores de materias primas frente a los grandes mercados consumidores europeos.
Con esta transformación política de "paz y administración" y económica para cumplir con los
compromisos internacionales, las organizaciones obreras deberán modificar sus estructuras
para acompañar el proceso de modernización 8. Ellas, progresivamente, se irán transformando
de "mutuales" en "sindicales", de asociaciones de servicios y asistencia recíproca en entidades
gremiales especializadas en la lucha por las reivindicaciones obreras.
Con el correr de los tiempos los trabajadores fueron nucleándose en agrupaciones estables.
Se organizan conformando uniones, federaciones y confederaciones con comités, como autori-
dad de administración y con congresos, como autoridad de gobierno y de dirección político-
ideológica, integrados por los delegados sindicales9.
Sobre la base de la Sociedad Tipográfica Bonaerense, se crea en 1877 la Unión Tipográfica,
pero ya con carácter gremial. Aunque su duración es efímera aparece como la primera aso-
ciación de asalariados, formulando entre sus petitorios la fijación de la jornada de trabajo de

4
Ruiz Moreno, Isidoro, La federalización de Buenos Aires, p. 165, dice: "el momento solemne y necesario de designar
la Capital definitiva había llegado, y la Provincia de Buenos Aires no podía negar su ciudad sin desmentir su patrio-
tismo tradicional, porque eso hubiera importado negar a la Nación este recinto eminentemente argentino, donde se
concentran todas las fuerzas vivas de la inteligencia, de la riqueza del crédito y de cuanto es poder en la Nación.
Negar el municipio de Buenos Aires era negar la Capital histórica e indispensable de la Nación, cra retroceder colo-
cándose más allá dtl último período constituyente, era destruir el fruto de inmensos sacrificios, someter a la duda y al
ocaso la unidad de la Patria; y tal vez comprometer la nacionalidad, por cuya existencia tres generaciones habían ago-
tado sus tesoros, su tranquilidad y sus vidas. El patriotismo del pueblo argentino ha evitado ese error y las generacio-
nes futuras bendecirán a sus mayores que supieron consolidar la paz en la libertad, haciendo poderosa y grande la
Nación al constituirla en su forma última y permanente".
Frenkel, Leopoldo, La Capital de 1a Nación, ps. 82 - 92.
5
La Campaña al Desierto concretada en 1879 respondió al plan de Roca que, a su vez, se inspiraba en el plan de Ro-
sas. Ampliar en Palacio, Ernesto, Historia de la Argentina, t. II, ps. 249 - 250.
6
La extensión del ferrocarril alcanzó a 9.254 km. en 1890 y a 33.478 km. en 1913. El 30% del capital británico
radicado en cl país estaba invertido en el ferrocarril.
... las líneas férreas no fueron tendidas con el criterio de equilibrio y unificación nacional... Las líneas fueron trazadas
con un sentido ajeno a las conveniencias nacionales, porque su estudio, planeamiento y financiación fueron ofrecidos
a los extranjeros por razones ajenas a la política ferroviaria y a la capacidad financiara de la República", Scalabrini
Ortiz, Raúl, Historia de los ferrocarriles argentinos, p. l7. Cfr. López (h), Mario Justo, Los ferrocarriles, en La empre-
sa política de la Generación de 1880, p. 232 y ss.
7
"El número de habitantes (en Buenos Aires) se quintuplicó entre las décadas de 1850 y 1890 mientras en cl conjunto
del país se multiplicó por tres. Los protagonistas centrales de este cambio fueron los inmigrantes... Eran en su mayo-
ría hombres jóvenes, que se incorporaron inmediatamente a la actividad económica... En relación a los hombres na-
tivos, cl número de los extranjeros creció con el tiempo", Sábato Hilda y Rornero, Luis Alberto, Los trabajadores de
Buenos Aires, p. 39. "Entre 1850 y 1880 se fueron creando en la provincia de Buenos Aires las condiciones necesarias
para la constitución de un 'mercado' de trabajo. Los inmigrantes, principalmente europeos, trajeron a él la oferta en
aumento incesante de sus brazos; en tanto los patrones de la ciudad y el campo regulaban la demanda, según los rit -
mos de una economía en acelerado desarrollo", Noel, Martín Alberto, Debate inconcluso, comentario al libro de Hilda
Sábato y Luis Alberto Romero, Los trabajadores de Buenos Aires, en La Nación 19/4/92. "La inmigración generó las
condiciones favorables para el proceso de desarrollo económico y social (durante este período surgen los sectores
medios de nuestro país modernizando el sistema de estratificación social). Pero hay que tener en cuenta que como
consecuencia de la misma se acentuaron algunas condiciones desfavorables, como los ya existentes desequilibrios
regionales, y se aceleró una temprana concentración urbana". Ampliar en Camilloni, Camilo C. La inmigración, en La
empresa política de la Generación de 1880, p. 147. Ver también, Maeder, Ernesto, Evolución demográfica argentina
desde 1810 a 1869.
8
"A fines del siglo XIX y principios del XX, estamos en cl período plenamente llamativo de la Argentina moderna. Se
ha dado una coyuntura en la que se combinan desde el triunfo de los 'grupos liberales' con la llamada generación del
80, hasta la 'penetración del capital extranjero' en la formación de los lazos de dependencia financiera a través de las
pautas que fija el nuevo mecanismo de relación imperialista a nivel internacional. A través de todo este proceso corre
cl impacto de una 'inmigración masiva' 'italiana y española esencialmente'; el 'boom de una actividad cerealera' como
característica nueva de una Argentina tradicionalmente saladerista, y la formación industrial, con la aparición de
talleres e industrias nuevas, lo que implica el surgimiento de un proletariado urbano como fenómeno social de nuevo
tipo en la sociedad rioplatense", Bialet Massé, Juan, Las clases obreras argentinas a principios de siglo, p. 7, presen-
tación de Alberto J. Plá.
9
"El sindicato denominado Unión, es aquel que tiene una organización unitaria, es decir que es un sindicato nacional,
que tiene seccionales en las localidades en que se desarrolla esa tarea determinada. Las autoridades son nacionales y
en las filiales los dirigentes cumplen funciones de delegados de las directivas centrales. Otra es la modalidad de la
Federación. Esta está constituida por sindicatos de localidades o región, que eligen sus propias autoridades, y desig -
nan los delegados o miembros de la Federación. En algunos casos, firman sus propios convenios locales o provincia -
les", Campbell, Roberto, El movimiento obrero, p. 17.
10 horas en invierno y 12 horas en verano. La Unión Tipográfica se disuelve en 1879, cons-
tituyéndose luego la Federación Gráfica Bonaerense.
Pero es con las primeras organizaciones de los obreros del riel que surgen las asociaciones
nacionales y centralizadas.
Los conductores, y foguistas ferroviarios crean "La Fraternidad" en 1887. La iniciativa parte
del interés demostrado por los maquinistas del entonces "Ferrocarril Provincial". Los estatu-
tos de la entidad, aprobados en enero de 1889, establecen que la organización será centra-
lizada, con jurisdicción nacional en todo el territorio.
De esta forma, los trabajadores constituyen sus entidades gremiales específicas que ad-
quieren las características del sindicato moderno, primero sectoriales y después integrales;
primero de primer grado y luego de segundo grado; primero regionales y después nacionales,
como modo de hacerse presente en la disputa por sus intereses sectoriales, pero también
como modo de incorporarse e integrarse a la vida nacional.
Estuvo presente tanto en las organizaciones mutuales como en las gremiales el proceso inmi -
gratorio que, pregonado en la Constitución, fue masivo en los años posteriores. La incorpo-
ración al país de grandes contingentes de inmigrantes que traían sus costumbres, hábitos
culturales, idiomas y, específicamente, las ideologías de sus países de origen, dio una identi-
dad particular al incipiente movimiento obrero. Así pues en él se encuentra, primigeniamente,
el elemento humano "extranjero" al que debe sumarse el "nativo", pero este tuvo escasa signi-
ficación cuantitativa en su formación. Por ello no existió en su nacimiento una concepción
ideológica única, sino que las diferentes corrientes que lo inspiraron, dieron lugar a distintas
estrategias políticas en su desenvolvimiento. Entonces el panorama ideológico del movimiento
obrero fluctúa entre el "anarquismo", el "socialismo", el "sindicalismo" y el "comunismo",
donde tiene gran incidencia el pensamiento de los inmigrantes 10.
Lamentablemente, el año 1890 muestra el primer resquebrajamiento del modelo económico
agro-importador al producirse una crisis de importantes consecuencias. Se resiente la activi-
dad productiva, se congela el crédito bancario, se paraliza la obra pública y privada y el go-
bierno se encuentra sin los recursos necesarios para hacer frente a una voluminosa deuda.
El descontento general se personifica en la nueva fuerza política, la Unión Cívica, que será la
autora de la revolución de 1890 11, provocando la dimisión del presidente Juárez Celman y su
reemplazo por Carlos Pellegrini. En 1891 se desprende de la Unión Cívica el grupo que lidera
Alem, al no aceptar la política del "Acuerdo" 12, convirtiéndose en Unión Cívica Radical 13 que
levanta las banderas de la intransigencia y la abstención.
Otro partido político surge en la última década del siglo, el Socialista, como resultado de la
influencia de las organizaciones europeas y de los inmigrantes afiliados a ellas 14.
10
Sobre las tendencias de los grupos inmigrados ver Romero, José Luis, La experiencia argentina y otros ensayos, ps.
166-171; Matsushita, Hiroschi, Movimiento obrero argentino, 1930-1943. Sus proyecciones en los orígenes del pero-
nismo, ps. 21 - 44; Taccone, Juan José, Crisis... Respuesta sindical, ps. 54 - 57 y Zorrilla, Rubén H., Estructura y diná-
mica del sindicalismo argentino, ps. 43 - 44.
11
En 1890 los núcleos obreros no habían permanecido indiferentes ante la crisis política, económica y social en la
que se encontraba cl país. Dos años antes ya se había registrado una serie de huelgas, solicitando aumentos de sala -
rios (cavadores del puerto, carpinteros, bancarios de los Bancos de Italia y de Cavabasa).
Leonardo Paso desarrolla el juicio del movimiento obrero sobre el '90, analizando cómo entiende la revolución a tra-
vés del periódico marxista "El Obrero". El autor sostiene que: "se trató de un movimiento cívico-militar que debe ser
inscripto en las luchas por las libertades democráticas y el respeto constitucional. Más que lucha por su restauración,
se trató de imponerlas, ya que nunca habían realmente existido antes". Más adelante señala que: "No debe olvidarse
que, en 1890, la clase obrera desfilaba ese Primero de Mayo por primera vez... levantando sus propias reivindicacio -
nes. Era un signo de madurez política dentro de lo incipiente de su fuerza numérica y orgánica. El grupo de Alem no
alcanzó a recoger sus reivindicaciones, pero no dejó de expresar la situación en que se encontraba, la cual en cierto
modo aparecía contenida en el mismo manifiesto con que se anunció el levantamiento" (Historia del origen de los par-
tidos políticos en la Argentina, ps. 381 - 386).
Etchepareborda, Roberto, La revolución argentina del '90, p. 7 y ss.
"El movimiento sindical era extraño a la revolución del '90 y a sus inspiradores, aunque algunos obreros participaron
en esa revolución. Los trabajadores organizados de aquel entonces verán en ese hecho un pronunciamiento tí -
picamente militar", López, Alfredo, Historia del movimiento social y la clase obrera argentina, p. 95.
12
Ampliar en Floria, Carlos Alberto y García Belsunce, César A., Historia de los argentinos, t.2, p. 210 y ss.
13
Ampliar en Alem, Leandro N., Discursos... y escritos; Alem, su vida, su obra a través de documentos, discursos y es-
critos; Rojas, Ricardo, El radicalismo de mañana; Gálvez, Manuel, Vida de Hipólito Yrigoyen; Luna, Félix, Yrigoyen;
Cantón, Darío, Elecciones y partidos políticos, ps. 21 - 23, 43 y ss.
14
"Hasta ese momento se llamaba Partido Socialista Obrero Internacional, pues 'internacional' era su propaganda, la
denominación de sus agrupaciones, el idioma que se empleaba en sus debates; la misma redacción de sus documen -
tos denotaba el carácter extranjero de sus autores. Pues bien, desde entonces el partido se denominó Partido So-
cialista Obrero Argentino, su propaganda se orientó definitivamente hacia la solución de los problemas del país, su di -
rección fue cada vez más nacional y hasta,... se impuso la obligatoriedad de la ciudadanía argentina para que los
afiliados pudieran formar parte del Comité Central. Y con cl nuevo título de Partido Socialista Obrero Argentino la
agrupación participó por primera vez de las elecciones nacionales en el país", Oddone, Jacinto, Historia del so-
La clase media y la clase obrera canalizaban sus aspiraciones a través del Radicalismo y del
Socialismo, respectivamente, mientras que la "oligarquía" se consolidaba en el poder.

3 - De sindicatos a federaciones obreras.

En 1882 los inmigrantes alemanes fundan el Club Vorwarts, desde el cual expanden sus ideas
socialistas.
En 1890 el Club designa un Comité para organizar los festejos del 1° de mayo 15. El Comité,
además de la tarea encomendada, se propone también constituir una federación obrera con
los gremios existentes. En enero de 1891 se crea la Federación de los Trabajadores de la
Región Argentina (FTRA), primera central sindical del país. Con ella se inicia un cambio pau-
latino y progresivo, el de la transición de las agrupaciones mutuales a las esencialmente
gremiales. Ya estamos en presencia de los sindicatos propiamente dichos16.
La FTRA promueve la lucha por las reivindicaciones específicas del sector obrero, consiguien-
do con ello la sanción de leyes protectoras del trabajador.
La organización obrera procura un carácter permanente. La Federación de los Trabajadores
de la Región Argentina es su primer intento. Los sindicatos aislados no tienen la fuerza su -
ficiente para luchar por sus reclamos. Es necesaria la unidad de todos. Por ello, por sobre la
organización sindical primaria se unen en federación, como organización secundaria, todos
los sindicatos, aunque fueren de distinto oficio o industria. El principio en el cual se basaba la
central era el de la federación obrera local. Los estatutos establecían que las federaciones lo-
cales estarían compuestas por las sociedades o secciones de oficios e "individuos de una lo-
calidad". En la localidad donde existiera sólo una sociedad adherida, se la consideraría como
federación local. Su gobierno estaba en manos del Comité y la autoridad federativa superior
era el Congreso. El Comité estaba integrado por once miembros elegidos por el Congreso de
Delegados. El Congreso se componía de delegados de todas las secciones de oficios y de las
sociedades adheridas.
La FTRA realizó su primer congreso el 15 de agosto de 1891 17, verificándose en él la división
ideológica entre socialistas y anarquistas18.
Los primeros plantean la lucha política a través del parlamento y consideran que la huelga
puede llegar a convertirse en un instrumento de agitación coercitiva, destructiva y hasta
sangrienta. Sin perder de vista sus objetivos internacionales, luchan por las reivindicaciones
sociales del país.
Para los anarquistas, en cambio, la huelga constituye el mas eficaz elemento de lucha y de ac-
ción colectiva de tipo directo. Consideran la no subordinación ni a estructura, ni a programa
partidario alguno, es decir se caracterizan por el antipoliticismo o antipartidismo político.
Como tercera nota distintiva, creen en la no existencia de fronteras nacionales para la clase
obrera. El anarquismo aparece en el país a partir de 1870, con la llegada de los inmigrantes
españoles e italianos19.

cialismo argentino, t. l, p. 38.


Corbiére, Emilio J., Juan B. Justo. Socialismo e imperialismo; Moreau de Justo, Alicia, Juan B. Justo y el socialismo y
Qué es el socialismo en la Argentina; Vazeilles, José, Los socialistas.
15
El comité se compuso por José Winiger, Guillermo Shulze Jockel, Augusto Kühn y Gustavo Nocke. Este Comité si -
gue los lineamientos del Congreso Obrero Internacional de París del año 1889 para celebrar el 1º de mayo en home-
naje a los mártires de Chicago.
"No puede decirse, sin embargo, que la difusión de la idea de crear una central obrera, la existencia de un grupo de
militantes obstinados en organizarla y la aprobación de una reglamentación, significan por sí mismas la realización de
ese proyecto. La masa de trabajadores permanecía ausente de esas inquietudes", Iscaro, Rubens, Historia del movi-
miento sindical, t.II, ps. 76 - 77.
16
Panettieri, José, Los trabajadores, ps. 1 15 - 116.
17
El Congreso propuso formular un programa análogo al de los partidos obreros europeos; propugnar la jornada de 8
horas de trabajo y un descanso semanal de 36 horas seguidas y abolir la propiedad individual, de conformidad con to -
dos los partidos de todos los países.
18
Cfr. Rotondaro, Rubén, Realidad y cambio en el sindicalismo, p. 38, "en el citado Congreso pudo perfectamente
comprobarse que la tendencia marxista primaba...". Ver también Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1 p. 100.
19
Sin duda es Bakunin (1814 - 1876) el teórico más representativo del pensamiento anarquista del siglo XIX. Baku -
nin, Mijail, Dios y el Estado, p. 97, "... En una palabra, rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia
privilegiadas, patentadas, oficiales y legales, aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán ac-
tuar sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora, contra los intereses de la inmensa mayoría someti -
da. He aquí en qué sentido somos realmente anarquistas".
"La lucha contra las concepciones anarquistas en el seno de la Internacional, donde llevaron a la expulsión de Baku -
nin, llegaba a nuestras incipientes organizaciones. Era una disputa ideológica y política entre las ideas del marxismo
revolucionario y las ideas pequeño burguesas del anarquismo. En nuestro país, si bien el marxismo se había ido afir -
mando en los primeros años por la acción de hombres adentrados en su pensamiento, cl anarquismo fue creciendo en
ese período favorecido fundamentalmente por la presencia de núcleos artesanos, pequeño burgueses, en los que
En 1892 la FTRA organiza su segundo congreso, en el cual propone que se formule un pro-
grama análogo al de los partidos políticos europeos y establece como objetivo la posesión del
poder político. En este aspecto, los planteos iban más allá de los específicamente gremiales 20.
La gravedad de la crisis económica del 90, había obligado a los obreros a emigrar, sobre todo
a Brasil, por lo que las organizaciones sindicales perdieron sus dirigentes.
Pero, la causa fundamental de la disolución de la FTRA fue el enfrentamiento político entre
los socialistas, que gobernaban la entidad y los anarquistas que tenían predominio en los
sindicatos21.
A1 carácter político de los primeros se contrapone el carácter antipolítico de los segundos.
Como consecuencia de todos los factores señalados -crisis económica, emigración obrera y
enfrentamiento entre las dos fracciones- en agosto de 1892 se disuelve la FTRA, primer inten-
to de organización general y centralizada del movimiento obrero argentino.

4 - Alternativas y variantes.

Superada la crisis económica y reactivada la industria, toma nuevamente empuje la acción


sindical. La idea de crear una federación 22 que nucleara a los distintos gremios sigue en pie.
El fracaso de la Federación de Trabajadores de la Región Argentina no ha sido un obstáculo
para que se reincida en el intento. Con tal propósito se reúnen, el 11 de junio , los represen-
tantes de las sociedades de pintores, albañiles, yeseros, talabarteros, escultores y mode-
ladores, herreros y mecánicos.
Días más tarde se aprobaron los estatutos y programas. Finalmente, el 17 de agosto de 1894
quedó constituida formalmente la Federación Obrera Argentina (FOA)23.

La FOA marcó el fin, sin dudas, de la transición de las sociedades mutuales a las esencialmen-
te gremiales. La nueva entidad concretó el acercamiento de las dos posiciones que buscaban
el liderazgo del entonces incipiente movimiento obrero: el anarquismo y el socialismo.
Pero tal acercamiento habría de fracasar, por la misma razón que fracasó la primera
federación. El programa elaborado, con reivindicaciones políticas y económicas, se adecuaba

arraiga fácilmente. La influencia anarquista tuvo mucho que ver con las dificultades originales de nuestro movimiento
obrero y con las relaciones de éste con otros sectores trabajadores de la ciudad y del campo. Basculando entre el ultr -
aísmo y su incorporación individual a la naciente burguesía, el individualismo anarquista contribuyó simultáneamente
al desarrollo del movimiento y a su esterilidad", Paso, Leonardo, ob. cit., p. 447. Ampliar en Oved, Iaácov, El
anarquismo y el movimiento obrero.
20
Ver Campbell, Roberto. ob. cit., ps. 22 - 24.
21
"Los anarquistas y los socialistas se disputaron el predominio en las elecciones obreras , y se enfrascaron en una
enérgica polémica. Las discrepancias se basaban tanto en la valoración de los objetivos como en los métodos y cami-
nos apropiados para alcanzarlos. Pero esta polémica, lejos de realizarse en forma fraternal y con criterio positivo, en
el marco de una consecuente unidad de acción, se entabló desde bandos opuestos, a tal punto, que todos los
esfuerzos de ese período por unificar el movimiento obrero terminaron en sucesivos fracasos...", Iscaro, Rubens, ob.
cit., p. 58.
Ampliar respecto a las causas en Panettieri, José, Los trabajadores, ps. 117 - 118.
"La lucha de tendencias, presente desde los primeros momentos del movimiento sindical, habría de mantenerse por
muchos años insumiendo energías considerables y provocando lamentables fracasos. Pero al mismo tiempo esa lucha
sirvió para clarificar la conciencia de los trabajadores", López, Alfredo, ob. cit., p. 121.
22
Rotondaro, Ruhén, ob. cit., p. 39.
23
Las asociaciones representadas en la nueva entidad son: hojalateros, mayorales, constructores de carruajes, tipó-
grafos, panaderos, fideeros, carpinteros, torneros, toneleros, mecánicos. "Uno y otro hecho –la constitución de la FOA
y el estallido revolucionario de la Unión Cívica de la Juventud-, traducen el cambio que se venía operando en la econo-
mía del país. El primero ha pasado casi desapercibido en tanto que el otro conmueve por mucho tiempo la vida polí -
tica nacional.
En uno y otro caso se exteriorizan dos sistemas de vida, dos métodos de acción, dos aspectos del mismo proceso
llamado a caracterizar más de medio siglo de historia nacional. En el hecho que pasaba casi inadvertido estaba el
hacer permanente, continuo, en la tarea de esclarecer la conciencia bregando, a la par, por la movilización de las
energías de los propios interesados, mediante el mejoramiento mensurable de las condiciones de existencia de las
clases obreras; en cl segundo caso se agitaba la turbulencia confiada en la conspiración y la revuelta. Interpretaba el
primero el sentido orgánico de una transformación que debía operarse desde los cimientos de la sociedad, en tanto
que el otro tendía a rectificar el rumbo político apelando a los aspectos formales de la estructura política sin modifi -
car sus bases. Por eso pudo decirse con toda propiedad que en este país de revueltas el trabajo organizado ha repre -
sentado siempre la fuerza del orden", López, Alfredo, ob. cit., ps. 115 - 116. Recordemos que en 1894 ya era presiden -
te Luis Sáenz Peña quien había sucedido a Carlos Pellegrini. Además había fracasado la revolución radical de 1893.
más a un partido político que a una organización gremial 24. Los anarquistas se opusieron a él.
A fines de 1895 se disuelve la Federación Obrera Argentina.
La situación de los trabajadores, hacia fines del siglo pasado, era precaria. Las organizaciones
recurrieron a la protesta y a la huelga25. Sin embargo, estas medidas no provocaban la
respuesta deseada. Se carecía de una organización obrera superior que condujera la lucha
por las reivindicaciones del sector. Se carecía de unidad ideológica y metodológica. Se carecía
de conciencia de movimiento y de poder.
Entre 1891 y 1893 se suceden ininterrumpidamente las huelgas de ferroviarios, sombrereros,
foguistas, tipógrafos, peluqueros, faroleros, peones municipales, carboneros y cabos de emp-
resas fluviales, tabaqueros y cigarreros, zapateros y yeseros.
En 1894 distintos gremios vuelven a la huelga en reclamo de mejoras salariales y de reduc -
ción de la jornada de trabajo. En 1895 los yeseros son los primeros trabajadores del país que
conquistan la jornada de 8 horas.
En 1896 los obreros de los talleres ferroviarios de todo el país se declaran en huelga. Durará
tres meses y pondrá de manifiesto la necesidad de una organización superior que coordine los
esfuerzos.
Nuevamente las asociaciones de trabajadores intentan agruparse en una central26,, para po-
tenciar el accionar de los sindicatos. Esta nueva Federación, similar a las anteriores, se propo-
ne reunir a las organizaciones que tengan por objeto mejorar y defender las condiciones de
trabajo; promover la organización de los sectores obreros allí donde no existieran y solicitar a
los poderes públicos la sanción de leyes que protejan al trabajo, como la jornada de 8 horas, el
salario mínimo y la igualdad para los obreros de ambos sexos 27.
La Federación mantiene su neutralidad política, religiosa y étnica. No defiende principio eco-
nómica alguno. Sin embargo, hacia fines de 1897 fracasa, por los mismos motivos que las dos
anteriores: político e ideológico.
A principios de 1900, por iniciativa del Partido Socialista, se intenta constituir, una vez más,
otra federación. Algunas organizaciones sindicales aceptan la iniciativa, proponen conformar
la Federación General de Organizaciones Obreras de Buenos Aires (FGOBA) y elaboran un
programa de reivindicaciones, cuyo contenido es similar a los anteriores 28.
Sin que se llegara a materializar este cuarto intento, se fracasa en el objetivo de constituir
una organización sindical superior.
En el lapso que nos ocupa, 1892-1903, se procura con suerte adversa constituir una central
obrera. Los trabajadores tratan de organizarse. El proceso organizacional es complejo, juegan
en él múltiples elementos políticos e ideológicos, que intentan subordinar el movimiento
obrero a su dominio. Los trabajadores de actividades y oficios que carecen de una entidad que
los represente crean las suyas. De esta manera, en la Capital Federal y localidades más po-
bladas surgen las asociaciones de resistencia.
El 1° de enero de 1901 aparece el periódico obrero "La Organización", que más tarde habría
de impulsar la creación de una nueva central. Así pues, en mayo se reúnen en congreso los

24
Oddone, Jacinto, Gremialismo proletario argentino. "Se dan como causas originarias de ese fracaso, no tanto el cli-
ma político o la aguda crisis económica de esa época, como la acción cumplida contra esa organización por los
elementos anarquistas", López, Alfredo, ob. cit., p. 120 y ss.
25
"Las primeras huelgas fueron esporádicas y algo exóticas en un medio que no estaba habituado a ellas. Hubo una
en 1878, y sólo otra en 1887. A partir de este año la protesta obrera, manifestada en movimientos huelguísticos, fue
frecuente. Dos en 1888, tres al año siguiente, cuatro en 1890", Panettieri, José, ob. cit., p. 114.
Un panorama de las huelgas realizadas en el último decenio del siglo XIX, ver en Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1, p.
110 y ss. En p. 111 dice: "Desde el año 1878 –fecha de la primera huelga- hasta 1890 son varias las manifestaciones
de la moderna lucha de clases que le dan segura presencia en el país. Fenómeno característico de toda sociedad
industrial, adquiere formas regulares con el lento desenvolvimiento de la industria nacional a que asiste la Repú -
blica".
Ver también Echagüe, Carlos M., Las grandes huelgas.
"En la década del 80, las huelgas adquirieron carácter crónico, alcanzando especial magnitud en los años finales de la
misma... Es que la crisis económica que precedió a la Revolución del 9l, castigaba especialmente a los trabajadores,
originando su reacción", Recalde, Héctor, La Iglesia y la cuestión social (1874-1910), p. 10. En este trabajo también
puede apreciarse la preocupación de la Iglesia por los conflictos sociales emergentes de la industrialización, la cons-
titución de círculos de obreros y la acción mutualista tanto para paliar la situación de los trabajadores como para salir
al frente de las doctrinas extranjeras. Ampliar en Spalding, Hobart, La clase trabajadora argentina (Documentos para
su historia 1890 -1912), sección G, Movimiento Social Católico, ps. 497 - 507.
26
Se reúnen los delegados de los sindicatos de talabarteros, constructores de carruajes y carros, conductores de trá -
ficos, carpinteros, toneleros, torneros, mecánicos, fideeros, y obreros de Tolosa.
27
Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1, ps. 105 - 110.
28
En dicho programa se solicita al gobierno: a) reglamentación del trabajo de adultos, mujeres y niños; b) instau-
ración del descanso dominical; c) abolición del trabajo a destajo; d) responsabilidad de los patrones por accidentes de
trabajo; e) creación de tribunales arbitrales; f) higienización de las habitaciones obreras; g) concesión de pensiones y
subsidios a los obreros ancianos e inválidos a consecuencia del trabajo.
delegados sindicales de la Capital Federal y del interior, que representan a las distintas
tendencias políticas e ideológicas. El congreso se manifiesta independiente y autónomo' de las
corrientes socialista y anarquista y de cualquier partido político, planteando como objetivo "la
lucha económica por las reivindicaciones obreras".
Las reuniones llevadas a cabo entre el 25 y el 26 de mayo y el 2 de junio dan como resultado
la constitución de la nueva Federación Obrera Argentina (FOA), integrada en su mayoría por
anarquistas, lo que va a provocar posteriormente graves enfrentamientos con la minoría so-
cialista29.
Entre otras resoluciones se pronuncia, después de un amplio debate, por el arbitraje, en de-
terminados casos, para salvar las diferencias entre patrones y obreros; el patrocinio que con-
siste en la defensa legal de los obreros y el derecho de llevar ajuicio a sus patrones sin gasto;
la responsabilidad de los patrones por los accidentes de trabajo; la prohibición del trabajo de
las mujeres y niños menores de 15 años y la huelga como medio de "lucha económica entre
capital y trabajo".
A comienzos del año 1902, el movimiento huelguista se acentúa 30. En enero el periódico "La
Organización" vuelve a insistir sobre la necesidad de una organización federativa de los
sindicatos31.
En abril de 1902 la FOA realiza su segundo congreso. El rechazo de la credencial de un de-
legado, motiva el retiro de varios gremios de tendencia socialista 32. En realidad, la verdadera
causa de este alejamiento se debe a la presencia mayoritaria de los anarquistas en la FOA y a
la no conciliación de ambas posturas.
El 18 de mayo los delegados de los gremios disidentes, deciden su separación definitiva y
constituir el Comité de Propaganda Gremial, organización que luego dará nacimiento a la
Unión General de Trabajadores (UCT). Así la UGT y la FOA disputarán su predominio en los
trabajadores entre 1903 y 1909.
Paralelamente a los desacuerdos entre anarquistas y socialistas, las luchas sociales y las
huelgas se acentuaban. Los marineros, fogoneros de la Capital Federal, fundidores de los
talleres Vasena, panaderos de Pergamino, estibadores de Bahía Blanca, se adhieren a la
huelga general convocada por los peones de Barracas y del Mercado Central de Frutas.
Frente a estos hechos, el gobierno sanciona la ley 4.144, denominada ley de residencia33, fa-
cultando al Poder Ejecutivo a tomar medidas tendientes a neutralizar la actividad sindical.
29
"... Por fin, pues, cuajó la iniciativa de crear la Federación Obrera. A1 iniciarse el presente siglo, justamente el 25
de mayo de 1901 se fundó en Buenos Aires, la FOA. No terminaron por cierto las divisiones. Ellas se sucedieron una y
otra vez. Pero a partir de entonces siempre hubo en el país central obrera. Lo real y objetivo es que la vida conti-
nuada de la organización sindical de los trabajadores en el plano nacional comienza en 1901", López, Alfredo, oh. cit.,
p. 129. Para Ricardo Falcón el proceso constitutivo del movimiento obrero termina hacia fines de la década del noven-
ta y dos hechos marcan su consolidación la constitución de la FOA y la huelga general de 1902 ( Los orígenes del mo-
vimiento obrero, 1857-1899, p. 11).
30
"Iniciada una huelga por los obreros del mercado central de frutas y de las barracas, había abarcado a la mayoría
de los gremios debido a la intervención, siempre inoportuna, de los
elementos anarquistas, extendiéndose por el interior del país. Los más importantes talleres y
fábricas dejaron de trabajar. Se detuvo el tráfico. Se paralizaron los trabajos portuarios. La huelga llegó a ser general
en la Capital Federal y en algunas ciudades de provincia", Oddone, Jacinto, Historia del socialismo argentino, t. 1, p.
81.
31
Esa organización federativa tendrá por fines: "1) Organización de todos los gremios en sociedades de resistencia;
2) federación de éstas,... ; 3) bolsa de trabajo cuando se hallen en condiciones de federarse por lo menos seis gremios
numerosos; 4) federación de cooperativas de producción; 5) cooperativas de consumo...".
32
Los gremios disidentes reunían 1.780 afiliados, que comprendían: ebanistas, conductores de carros y marmoleros,
constructores de carruajes y carros, talabarteros, cepilleros, torneros, pintores, bronceros y aparadores de botas.
33
La ley de residencia 4.144 tiene ya un antecedente en 1896, cuando la Unión Industrial Argentina solicita al Poder
Ejecutivo Nacional el destierro de los "perturbadores del orden social". La denominada ley de residencia fue proyec -
tada en 1899 por el entonces senador Miguel Cané.
Ver Sánchez Viamonte, Carlos, Biografía de una ley antiargentina, p. 11, señala: "La Ley de expulsión de extranjeros,
número 4.144, conocida con el nombre vulgar de ley de residencia, tiene una historia que se identifica con la historia
de nuestro pueblo a lo largo de medio siglo.
A partir de la revolución emancipadora de 1810, se pudo definir el espíritu argentino por un rasgo original que con -
sistía en su liberalidad respecto a los extranjeros. Se puede decir que es una sola la actitud de los gobiernos argen -
tinos y que esa línea se mantiene hasta el año 1902, en que se dictó la ley 4.144".
El texto de la ley 4.144 es el siguiente:
"Artículo 1 ° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación Argentina a todo extranjero, por
crímenes o delitos de derecho común.
Artículo 2° - El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad
nacional o perturbe el orden público.
Artículo 3º - El Poder Ejecutivo podrá impedir la entrada al territorio de la República a todos los extranjeros cuyos
antecedentes autoricen a incluirlos entre aquellos a quienes se refieren los dos artículos anteriores.
Artículo 4° - El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión, tendrá tres días para salir del país, pudiendo
el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del embarco".
Expulsión de obreros, cierre de sindicatos, clausura de periódicos fueron, entre otras, las con-
secuencias derivadas de esta norma. Asimismo se decretó el estado de sitio, como remedio ex-
cepcionalísimo frente a los disturbios sociales.

5 - Entre la "Unión" y la "Federación".

Nacida en 1903, la UGT, como hemos visto de tendencia socialista, realiza su primer congreso
en marzo de ese año. Varios son los temas que se tratan en él.
Sobre la huelga, considera que es un medio de lucha eficaz, siempre que sea la expresión ge-
nuina de los reclamos de los trabajadores, cuando exista una organización capaz de llevarla al
éxito y que no sea utilizada para otros fines ajenos a los intereses obreros.
En torno a la obtención de una legislación laboral de contenido social, se plantean dos es-
trategias sindicales. Por un lado, laque considera que a la lucha gremial debe sumarse la lu-
cha política por la consecución de leyes laborales; para ello se propone apoyar a los partidos
políticos que en sus programas contengan reformas laborales; por otro lado, se propicia la
negociación con el gobierno de leyes que favorezcan al trabajador como por ejemplo: jornada
de ocho horas, reglamentación del trabajo de las mujeres y los niños, creación de una caja de
pensiones, responsabilidad patronal por los accidentes de trabajo, descanso dominical y reco-
nocimiento del 1° de mayo como fiesta oficial.
Ambas propuestas son aprobadas. De esta forma, la UGT aparece auspiciando el acercamien-
to con aquellos partidos políticos que tuvieran en sus programas proyectos sobre legislación
obrera34. En este sentido, su posición es contraria a la de la FOA.
En junio de 1903, esta Federación realiza su tercer congreso. En él se define a la huelga como
un medio, no como un fin, y se decide que es necesario fomentar el espíritu de solidaridad y
acción, que precede al "estallido general". En relación a la lucha económica y política se pro -
nuncia por la organización económica del proletariado, pero rechaza la acción legislativa y
parlamentaria, porque la limita al estrecho espíritu de un partido.
A fines de abril de 1904 se reúne el segundo congreso de la Unión General de Trabajadores.
En general reitera las resoluciones del primero, insistiendo en la necesidad de establecer una
legislación obrera y permitir a los trabajadores federados ejercer sus derechos políticos. Pro-
mueve la naturalización de los obreros extranjeros y rechaza la ley de conversión 35.
Entre el 30 de julio y el 2 de agosto del mismo año se lleva a cabo el cuarto congreso de la
FOA. Se constata allí un incremento de asociaciones afiliadas. Entre los temas tratados se
discute acerca de si las huelgas parciales, sirven de escuela revolucionaria y preparatoria de
la clase obrera y si también preanuncian la huelga general.
Este congreso es de gran importancia por dos razones. En primer lugar, se decide que la enti-
dad pasaría a llamarse Federación Obrera Regional Argentina (FORA)36 y en segundo lugar,
resuelve aprobar la Carta Orgánica - Pacto de Solidaridad 37, cuyo objetivo es la organización y
emancipación total de la clase obrera, propiciando la creación de sociedades de resistencia,

34
Al respecto Alicia Moreau de Justo señala que en lo referente a la legislación obrera se recomendaba, en el primer
congreso de la UGT, "que, independientemente de la lucha gremial, los obreros se preocuparan de la lucha política, y
conquistaran leyes protectoras del trabajo, dando sus votos a los partidos que tuvieran en sus programas reformas
concretas en pro de la legislación obrera (clara alusión al Partido Socialista)". (Qué es el Socialismo en la Argentina,
p. 50).
35
Por ley 3.871 se había creado el 31 de octubre de 1899 la Caja de Conversión, la cual funcionó hasta 1914. El art.
1° de la misma establecía que: "La Nación convertirá toda la emisión fiduciaria actual de billetes de curso legal en
moneda nacional de oro al cambio de un peso moneda en curso legal por 44 centavos de peso moneda nacional de oro
sellado". Ampliar en Ortiz, Ricardo M., Historia económica de la Argentina, ps. 328-329.
En relación a la ley, la UGT declaró que "constituía un beneficio ilícito para la clase capitalista y un despojo irritante
perpetrado por el gobierno en perjuicio del pueblo trabajador" y remarcaba la necesidad de hacer comprender a la
clase obrera la explotación monetaria a que estaba sujeta. Además protestaba contra toda nueva emisión, y propug-
naba iniciar una constante agitación invitando a adherirse a ella a todas las corporaciones que simpatizaran con tal
idea. Panettieri, José, ob. cit., p. 65.
36
"A fin de hacer más efectiva esa lucha, la clase obrera se organizaba en sociedades de oficio, las cuales cons-
tituirán, si fuera posible, las federaciones de oficio, las localidades formarían federaciones locales, las provincias,
federaciones comarcales, las naciones, federaciones regionales y el mundo entero una Federación Internacional", Ro -
tondaro, Rubén, ob. cit., p. 49.
Adopta el término regional, por rechazar la división política del mundo y considerar a la Nación como una región más.
Ampliar en Bilsky, Edgardo J., La FORA y el movimiento obrero/1 (1900 - 1910).
37
"...existía el deseo de no instrumentar una superestructura sino reunir sociedades obreras en un acuerdo solidario
que no comprometiese su libertad de movimiento. De allí la resistencia a llamar "autoridades" a los integrantes del
Consejo Federal, el cual podía ser destituido en cualquier momento, así como el carácter que se le daba al Congreso y
el principio de la autonomía de los sindicatos reunidos" , Rotondaro, Rubén, ob. cit., p. 51.
Ampliar en Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1, p. 222 y ss.
federaciones de oficios afines, federaciones locales y aún sindicatos de oficios varios 38. La
federación regional era el resultado del libre pacto solidario de las sociedades obreras que
conservaban su autonomía dentro de cada una de las etapas de la organización confederal (lo-
cal, comarcal y regional). El pacto de solidaridad "intra" FORA mantiene la independencia de
los sindicatos y de las federaciones locales.
En aquellos días, se debatía en el seno del gobierno el proyecto de ley nacional del trabajo
(Código de Trabajo)39. Había sido elaborado por Joaquín V. González, colaborando en su re-
dacción Manuel Ugarte, José Ingenieros, Enrique del Valle Iberlucea, Leopoldo Lugones,
Bialet Massé, personajes de variada ideología y procedencia político-social. Este proyecto fue
el primer intento del gobierno para solucionar la acuciante situación de los trabajadores, que
iba adquiriendo peligrosas proporciones. Fue rechazado por las dos centrales 40.
Durante 1903 - 1904 continúan las huelgas obreras en todo el país. Es más, la celebración del
1° de mayo de 1904 concluye en un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los traba -
jadores41.
Los obreros de los ingenios azucareros tucumanos realizan la primera huelga en 1904, a la
que le pone fin un convenio suscripto, a instancias de la UGT, entre esta federación que repre-
senta a los obreros y los industriales azucareros, por el que aceptan los consejos de
conciliación para dirimir los conflictos. A dicha huelga se le sumará la de los empleados de
tráfico de los ferrocarriles, que constituyen la Confederación de Ferrocarrileros. Las empre-
sas declaran ilegal y subversiva la huelga y solicitan apoyo al gobierno, quien se lo brinda
para someter a los huelguistas. Estos desisten de su acción sin haber alcanzado sus reclamos.
Durante el mes de noviembre de 1904, en Rosario, los empleados de comercio anuncian una
huelga para reclamar la jornada de trabajo de 8 horas y el descanso dominical. La misma
tendría imprevisibles consecuencias, ya que se extiende a otros gremios, por ejemplo a los pa-
naderos, llegando a la declaración de la huelga general 42, dispuesta por la Federación Obrera
Rosarina, por el término de 48 horas.
La protesta rosarina llevará a la FORA, al Partido Socialista y a la UGT a adherirse a la huelga
general del 1°- y 2 de diciembre.
El año 1905 no ofrecerá variantes en cuanto al activismo sindical. Mostrará un juego pendular
entre trabajadores y gobierno, que se objetivará a través de la huelga y el estado de sitio,
respectivamente.
La FORA y la UGT, pese a sus divergencias ideológicas, concretaban acciones conjuntas cuan-
do se trataba de reivindicar intereses comunes de los trabajadores.

38
Los sindicatos de oficios varios eran aquellos que nucleaban trabajadores de distintos oficios y que, por su escaso
número, no podían constituir un grupo de oficio.
39
Ampliar en Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1, p. 222 y ss.
"A principios de siglo, la evidente injusticia con que se desarrollaban las relaciones obrero-patronales, era fermento
eficaz para la divulgación de las ideas extremistas (o sea, los principios económicos y filosóficos del comunismo
anárquico). En aquella época también la Iglesia, basándose en las enseñanzas del Evangelio y en la Encíclica Rerum
Novarum, condenaba con energía no sólo los abusos del capitalismo inhumano, liberal y ateo, sino también la miseria
a que estaban condenados los esclavos modernos.
Sin embargo, el trabajo se consideraba una 'mercancía' que se ofrecía en cl mercado, ajena a toda regulación que
alterara el libre juego de la oferta y la demanda.
Pero lo cierto es que el proyecto de ley nacional de trabajo fue el primer eslabón y una respuesta a fin de intentar una
solución al problema social...", Rainolter, Milton A., Esquema histórico del desarrollo de la norma laboral en la Argen-
tina, en Tratado de Derecho del Trabajo, p. 68 y ss. Ver Menem, Carlos Saúl, La ley del trabajo, Joaquín V. González y
la ley nacional de empleo, en La Nación 7/12/91.
40
La FOA se pronuncia en contra del proyecto de Código de Trabajo porque considera que sólo "favorecerá a los capi-
talistas, pues las disposiciones serán burladas por éstos, en tanto que a los trabajadores se les exigirá el estricto
cumplimiento de las mismas; que se trata de un ardid para destruir la organización obrera...", López, Alfredo, ob. cit.,
p. 143.
"Por su parte sin entender que la política exige tener en cuenta las realidades, gusten o no, los sectores nucleados en
la Unión Industrial rechazaron el proyecto de J.V. González pues su sanción legislativa "nos colocaría de improviso en
pleno régimen de socialismo de estado", Echagüe, Carlos, ob. cit., p. 24.
"El proyecto enviado al Congreso en 1904, precedido por un fatigoso mensaje del Poder Ejecutivo, no fue aprobado.
Pudo ser porque 'el estadista doctrinario de formación europea' que era González vio impedida su acción política re-
formista dentro del sistema por una 'burguesía capitalista argentina (que) como grupo de presión e invisible gobierno
partido impidió todo intento de cambio estructural dentro del régimen tradicional' o bien, sencillamente, porque el
proyecto era según Pellegrini una 'olla podrida' en la que había de todo, y abrumó incluso a los pocos que terminaron
de leerlo", Floria y García Belsunce, ob. cit., ps. 232 233. Ver también Panettieri, José, Las primeras leyes obreras, ps.
15 24.
41
Alfredo Palacios, diputado socialista, interpeló al Ministro del Interior, por el "atropello policial del 1º de Mayo de
1904". Ver Moreau de Justo, Alicia, Qué es el socialismo, ps. 70 - 71.
42
La huelga general habíase dispuesto en respuesta a la muerte del joven obrero Jesús Pereira. A esta muerte se su-
maron otras acaecidas el día de su entierro.
A1 panorama social, se le suma un hecho político, el movimiento revolucionario cívico-militar
en oposición al gobierno due preside Manuel Quintana43.
Durante este año el Congreso Nacional dicta la ley del descanso dominical, primera norma
laboral sancionada por el gobierno44.
En agosto de 1905 se reúne el tercer congreso de la Unión General de Trabajadores, incorpo-
rándose el grupo sindicalista45. Este surge hacia 1903 como una nueva expresión ideológica
del movimiento obrero argentino. Los puntos principales de su programa son: la acción polí-
tica directa e independiente de los partidos, la consideración del parlamento como el instru-
mento idóneo para la lucha política y el logro de la sanción de leyes sociales que posibiliten la
transformación del orden económico-social. Entiende que la particularidad de la sociedad
argentina radica en la gran movilidad social ascendente de los trabajadores, lo que posibilita
su arraigo político-social.
Hay en el ánimo de los obreros una voluntad común hacia la unidad. Por ello se resuelve con-
cretar un "pacto de solidaridad"46 con la FORA para unificar las fuerzas y la acción de la clase
obrera organizada contra cualquier ley nacional del trabajo, el estado de sitio y la ley de resis-
tencia.
En relación a la huelga general se decide aprobarla como instrumento externo de lucha, mas
no como el único y exclusivo. Los trabajadores pueden recurrir, también, a la lucha política en
el parlamento para conseguir allí el dictado de la legislación protectora del trabajo, a la vez
que se recomienda la formación de cooperativas obreras.
Simultáneamente con la realización del tercer congreso de la UGT se lleva a cabo el quinto de
la FORA, que vuelve sobre la ley de residencia y el proyecto de ley nacional del trabajo.
Acerca de los mismos resuelve que para combatirlos se debe recurrir a todos los medios de lu-
cha: huelga general, boicot y la adopción del label47.
El quinto congreso decide rechazar el pacto de solidaridad con la UGT por considerarlo "inú-
til, ineficaz y contraproducente". Esto es a consecuencia de que la FORA se enrola defini-
tivamente en el anarquismo y así lo expresa en la declaración pertinente "recomendando la
adopción de los principios económicos y filosóficos del comunismo anárquico".

43
El sucesor de Roca en el gobierno fue Manuel Quintana, abogado de una empresa ferroviaria inglesa en la Argenti -
na. En abril de 190~ asume como presidente de la Nación. Completa el binomio Figueroa Alcorta.
La tercera conspiración radical llega a tomar como rehén al vicepresidente Figueroa Alcorta. El movimiento revolu-
cionario de Yrigoyen (Alem ya había muerto) fracasó, "sin embargo era tan eficaz su técnica de conspirador que cada
una de sus misteriosas desapariciones alarmaba y desorientaba al gobierno. Había algo de fantasmagórico en las ac-
tividades de Yrigoyen y de alucinante en los policías que lo vigilaban", Levene, Gustavo Gabriel, La Argentina se hizo
así, p. 258.
Ver la revolución radical de 1905 en Etchepareborda, Roberto, Tres revoluciones 1890 -1893 -1905. A1 respecto; Er-
nesto Palacio señala que: "Si una de las causas del fracaso de la revolución radical de 1905 fue la incógnita que signi -
ficaba todavía la acción de Quintana, ésta habría de despejarse al poco tiempo, justificando la revolución a posteriori
y aumentando, con ello, cl prestigio del radicalismo y de su jefe, a quien el alzamiento frustrado había hecho conocer
en todos los ámbitos del país. Mientras la figura del presidente se achicaba a ojos vista, al exhibirse en estrecha soli-
daridad con los peores elementos del 'roquismo' que había prometido liquidar, se agrandaba la de su adversario..."
(Historia de la Argentina, t. II, p. 314).
44
La norma refleja una reivindicación de la clase trabajadora, pero establecía un régimen distinto para la Capital
Federal y cl interior. Era común que la incipiente legislación obrera de la época estableciera distintos regímenes en cl
interior y en la Capital Federal. Ello se debía a que aún no estaba ordenada ni delimitada la competencia nacional y
local en materia laboral.
45
En este tercer congreso hace su aparición el elemento sindicalista, lo que provoca en el seno de la UGT un choque
entre el nuevo grupo y el que lideraba hasta entonces a esta central obrera. Choque que se va a producir, principal -
mente, por la concepción ideológica y el distinto método de lucha que propician ambos grupos. Ver López, ob. cit., p.
143.
"Fue entonces cuando comenzó a surgir dentro del movimiento obrero argentino la tendencia sindicalista... De acuer -
do con ella los sindicatos debían tener una misión concreta: la defensa de los intereses y derechos de la clase traba -
jadora. Era indispensable, por lo tanto, que las organizaciones no se adhirieran oficialmente a ninguna tendencia polí-
tica, dando libertad a sus afiliados para que, individualmente, integrasen grupos, sectas o partidos de sus pre-
ferencias", Morcau de Justo, Alicia, Qué es el socialismo, ps. 50 - 51.
46
La UGT envía al quinto congreso de la FORA una comunicación en la que le manifiesta la necesidad de concertar
un pacto de solidaridad, para lograr la unidad del movimiento obrero. De esta forma expresaba cl documento: "Esta
Junta Ejecutiva tiene cl agrado de dirigirse a ustedes para comunicarles que el Tercer Congreso de la UGT, recien -
temente realizado en esta capital, interpretando la necesidad impuesta por el actual momento histórico del proleta -
riado argentino de concertar los esfuerzos de todos los trabajadores organizados de este país a los fines de poner una
valla poderosa a la ferocidad reaccionaria de nuestra clase gobernante, ha formulado las bases de un pacto que
servirá para estrechar más fuertemente los vínculos de solidaridad entre las diversas corporaciones obreras de la Re -
pública, comprometiéndolas a obrar de mutuo acuerdo en circunstancias dadas de la lucha". Ver López, Alfredo, ob.
cit., ps. 150 - 153.
47
El label es una forma de boicot, por el cual los obreros no consumen ni utilizan productos que han sido elaborados
por obreros no sindicalizados. Por ello los productos deben llevar un sello que los identifique como realizados por tra -
bajadores organizados gremialmente.
El Congreso se pronuncia, además, contra el servicio militar, el trabajo nocturno, los
alquileres altos y por la derogación de la ley de residencia.
La definición ideológica de la FORA y el rechazo del pacto de solidaridad con la UGT
impedirán la unidad de la clase trabajadora en esta circunstancia histórica 48.
El período 1906-1907 no muestra variantes en torno a la acción sindical. Sería largo enumerar
los conflictos que se sucedieron en aquellos años. Por la singularidad y los resultados obteni-
dos merecen mencionarse los de los constructores de carruajes (1906), que enfrentan el lock
out patronal, consiguiendo que se les reconozca el salario no percibido durante el cierre de
los establecimientos decidido por los patrones; el de los obreros gráficos, divididos en dos aso-
ciaciones: Federación de las Artes Gráficas y Unión Gráfica, que llegan a un convenio colec-
tivo con los industriales del sector; la creación de una comisión paritaria de contralor y
aplicación del convenio y, lo que es más trascendente a los fines organizacionales, la constitu -
ción de una única asociación: Federación Gráfica Bonaerense (3 de mayo de 1907). Es de des-
tacar, también, la primera huelga general de 1907, acaecida corno consecuencia del conflicto
de los conductores de vehículos de Rosario. La FORA y la UGT, en acción conjunta, declararon
la huelga general en apoyo a los trabajadores rosarinos, en enero de 1907. La segunda huelga
general del año, se realiza en agosto, originada a partir del conflicto de los remachadores de
Ingeniero White.
El 14 de marzo de 1907 se crea la Dirección General del Trabajo, presidida por el Dr. José
Nicolás Matienzo, transformada luego en Departamento Nacional de Trabajo. En septiembre
de 1906 se reúne el sexto congreso de la FORA que plantea prioritariamente el tema de la
unidad sindical, para lo cual se propone la realización de un "Congreso de fusión", al cual
concurrirán las dos centrales y los sindicatos independientes.
La UGT realizará, en diciembre de 1906, el cuarto y último congreso, en donde se debate la
propuesta de la FORA, sobre la unificación del movimiento sindical.
Frente a ella surgen dos posturas. Por un lado, aceptar la invitación de la FORA, sin ningún
tipo de condicionamiento, dejando a las organizaciones obreras en total libertad para decidir
sobre la unificación. Esta postura corresponde a la Comisión de Fusión y Asuntos Varios,
constituida en el Congreso a ese efecto. Por el otro, propiciar la fusión de la clase obrera so-
bre la base de dos presupuestos: 1 ) la nueva federación que surja de la fusión no podrá ata -
car al Partido Socialista, a la Agrupación Sindicalista y a los ideales anarquistas y 2) no se de -
berá difamar los métodos de lucha, porque si así se hiciera se atentaría contra la unidad
obrera.
Esta segunda postura pertenece a la Junta Directiva de la UGT, con marcado predominio del
grupo sindicalista. Dadas a conocer las propuestas se genera un amplio debate entre los so-
cialistas y sindicalistas, el cual concluye con la aceptación de la fusión.
El 28 de marzo de 1907, en la Capital Federal, se inician las deliberaciones con los sindicatos
afiliados a la FORA, a la UGT y los independientes del interior y de la Ciudad de Buenos Aires.
El comienzo no es del todo propicio, pues se plantean problemas con las credenciales de algu -
nos delegados49. Superados los inconvenientes se pasa a tratar la .cuestión fundamental para
lo cual ha sido convocado el congreso: la unidad obrera.
La Comisión Organizadora cree conveniente como requisito previo, pronunciarse a favor o en
contra de la fusión. Obvio era, pues para ello se habían reunido. Pero era menester incluir en
el orden del día el referido punto. Por esto las discusiones de los delegados, de distintas
tendencias, se concentran en dos cuestiones: si deben establecerse condiciones previas a la
unificación y si debe realizarse la fusión sin más. Después de un largo debate, triunfa "la fu-
sión" sin más. A continuación se presentan dos mociones: nombrar la comisión que tenga la
tarea de estudiar las bases de la fusión y dar lectura al Pacto de Solidaridad de la FORA,
aquél primero concertado entre sus asociaciones. Se vota la segunda moción.
Realizada la lectura del Pacto de Solidaridad, se debate si debe mantenerse la independencia
política e ideológica o si debe pronunciarse por la postura ideológica que fuera prevaleciente.
Del triunfo de una de las opciones dependerán el carácter de la lucha política y los métodos
de acción a utilizar, teniendo en cuenta que los delegados pertenecen a tres ideologías diver-
sas: socialista, anarquista y sindicalista.
Sobresalen en la discusión dos delegados con posturas antagónicas: Jacinto Oddone, por los
torneros en madera de la Capital y Francisco Jaquet, por los empleados de comercio.

48
"Los sindicalistas... perseverarán en su acción unitaria, tanto porque con la unidad no hacían más que cumplir con
la propia doctrina, que hace del sindicato la piedra angular de toda la filosofía sindicalista, romo por el debilitamiento
en que había caído la UGT, que de 95 filiales y más de 100.000 adherentes en el año 1906, al siguiente bajó a 69 filia -
les y 40.000 cotizantes", López, Alfredo, ob. cit., p. 167.
49
Ampliar en Marotta, Sebastián, ob. cit., t. l, ps. 331 - 334.
Jacinto Oddone propone que la nueva entidad nuclee a todos los obreros, abandonando la
cuestión política, pues la lucha se libra en el terreno económico, por lo que se debe dejar a los
afiliados en total libertad de pensamiento.
Francisco Jaquet sostiene, por el contrario, que la lucha no es sólo económica y que debe ex-
ponerse la finalidad de las organizaciones obreras. Rechaza la lucha política a través del
parlamento, al cual debe combatirse e invita a pronunciarse por el "comunismo anárquico".
Presentadas las propuestas se realiza un agitado debate donde exponen varios delegados. Fi-
nalmente la votación arroja como resultado el rechazo de la moción de Oddone y la inclusión
de la propuesta de Jaquet en el "Pacto de Solidaridad". Se retiran del congreso los sindicatos
independientes, pues sostienen que "la aceptación de la declaración del comunismo anárquico
implica hacer de la organización de clase del proletariado una organización sectaria y
partidista, cuando dentro de la misma debieran estar todos los trabajadores sin distinción de
matices y opiniones".
Nuevamente el intento de unificación se diluye. El congreso fracasó por tratar de subordinar
el interés de los trabajadores a los intereses ideológicos y partidarios 50.
En noviembre de 1907 se promueve una reunión a instancias de la UGT para realizar otra
huelga general, la tercera, contra la ley de residencia.
Ante esta iniciativa el Consejo Federal de la FORA declara que la huelga se efectuaría el 25 de
diciembre. Mientras tanto, el 29 de noviembre representantes de las dos centrales y de los
sindicatos autónomos se reúnen a efectos de considerar la realización de la huelga. Se aprue-
ba la iniciativa de la UGT de constituir un "Comité de Agitación" para promover la toma de
conciencia en los obreros de realizarla contra la ley 4.144.
Paralelamente a las conversaciones se lleva a cabo el séptimo congreso de la FORA, que se
pronuncia por la constitución de una Asociación Internacional del Trabajo y evitar todo trato
con la UGT51. Esto último conduce al fracaso rotundo de la huelga.

6 - Entre la "Confederación" y la "Federación".

Los años 1908 y 1909 muestran un retraimiento del movimiento obrero en general. Persisten
las huelgas aisladas, por sectores y por las reivindicaciones obreras habituales y no hay sig-
nos de unidad. Si la situación social era por demás agitada, el problema político no era me -
nor52.
En agosto de 1908, la Federación Nacional de Obreros Constructores de Rodados invita a los
sindicatos autónomos a designar a un delegado para una reunión preliminar profusión sindical
prevista para el 14 de ese mes, en la sede de la Federación, "con el fin de ver la mejor forma
de realizar estos anhelos proletarios que redundarán en beneficio de nuestra causa". Se
nombra una comisión encargada de redactar las bases para una próxima reunión.
Luego de dilatadas conversaciones, marchas y contramarchas el 25 de febrero de 1909, siete
meses después de planteada la iniciativa, se reúne en la Capital Federal el congreso obrero.
Asisten sólo 16 organizaciones representantes de la FORA, la UGT y los sindicatos autónomos.
Se crea un Comité Pro-Fusión encargado de convocar a un congreso para el mes de junio. La
FORA no nombra delegados para integrar dicho Comité.
Con motivo de la celebración del 1 ° de mayo de 1909 la Federación Obrera Regional Argenti -
na organiza una manifestación popular. La misma concluye con resultados trágicos.
Organizada por los socialistas y anarquistas, compuesta por aproximadamente 30.000 perso-
nas, fue reprimida por las fuerzas policiales al mando del coronel Falcón.
Este enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los obreros provocó los hechos de sang-
re conocidos como "la semana roja". Como consecuencia, las dos centrales y los sindicatos
independientes, se declaran en huelga general53.

50
La actitud del anarquismo es rechazada aún por quienes militan en sus filas, por entender que ha sido un error que
se proyectará con consecuencias adversas para los trabajadores.
51
Es probable, que esta "ruptura" de relaciones entre las dos centrales, ruptura que se venía gestando a partir del
frustrado Congreso de Unificación, haya contribuido al fracaso de la huelga general de 1908.
52
En 1906 había fallecido Quintana. El vicepresidente José Figueroa Alcorta asume la presidencia. La crisis econó -
mica va en aumento. El Banco de la Nación dice en su memoria anual que además del alza de las tasas de interés con -
tribuyeron en esa crisis "muchas otras causas complejas que determinaron una detención en los negocios, una peque-
ña paralización en la circulación y, por consiguiente, una situación de expectativa molesta que, entorpeciendo la sali -
da de nuestra producción, trajo en la plaza un estado de apatía a que no estamos habituados en esta época del año"
(se refiere a 1907). La crisis va a provocar un aumento en el costo de la vida, sobre todo en lo que se refiere a alimen -
tos y artículos de primera necesidad. Esta situación va a llevar a la protesta de los sectores obreros, traduciéndose en
huelgas.
Ver Brailovsky, Antonio Elio, Historia de las crisis argentinas (1880 – l982), p. 82 y ss.
A medida que van pasando los días, la huelga, que comenzó en Buenos Aires, se va extendien-
do y generalizando por las principales ciudades del país. Se nombra una comisión integrada
por un delegado de la FORA, uno de la UGT, uno de las organizaciones autónomas y tres de la
Federación Obreros del Rodado para entrevistarse con el presidente del Senado, Benito Villa-
nueva, con el fin de superar el conflicto.
Los delegados acuden a la entrevista con un memorándum de tres puntos: "1 ) Abolición del
Código de penalidades dictado por la municipalidad. 2) Libertad de todos los presos por causa
de la huelga. 3) Reapertura de los locales obreros". Además se pedía la renuncia del jefe de
Policía54. Conociendo de antemano el contenido de las bases de negociación, el gobierno cedió
ante los reclamos, levantándose la huelga el 10 de mayo. Una semana de paralización total en
la ciudad de Buenos Aires acarreaban demasiados problemas. La inactividad era absoluta:
talleres, fábricas, puerto, ferrocarril, empleados municipales, transporte. El gobierno se sintió
presionado y aceptó los requerimientos de los obreros, excepto la renuncia del jefe de Policía.
La "semana de mayo" o la "semana roja" como se denomina a los acontecimientos de mayo de
1909 calaron muy hondo en el movimiento obrero. Era evidente que con esa situación no iban
a lograrse profundas reivindicaciones; a lo sumo serían soluciones aisladas y esporádicas.
El último intento de unificación había sido en 1907. Ahora, y después de los trágicos hechos
ocurridos en mayo de 1909, se busca la fusión. En esta ocasión, parte la iniciativa de los
sindicalistas.
Nuevamente entran en pugna las distintas corrientes ideológicas que buscan más el "pater-
nalismo" del movimiento obrero, que lograr las reivindicaciones necesarias de la clase traba-
jadora.
Sin embargo, el nuevo Congreso de Unificación se realiza en septiembre de 1909. Asisten, en
su mayoría, organizaciones de la UGT. Luego de sortear una serie de problemas con las
credenciales de algunos delegados, entra a sesionar el Congreso, constituyéndose la
Confederación Obrera Regional Argentina (CORA)55 que tiene como fin "la defensa de los
intereses morales, materiales y profesionales de los trabajadores, a la vez que luchar contra
toda forma de explotación y tiranía, hasta lograr la completa emancipación del proletariado y
la abolición, en consecuencia, del régimen del salario".
El art. 2 de la Carta Orgánica establecía relacionar a todos los organismos obreros de la Repú-
blica, "a fin de obtener una concordancia en sus actos y una cohesión en la lucha que librará
contra el capitalismo y el Estado". Disponía el art. 3° su solidaridad con el proletariado del
mundo entero56. El art. 7° señalaba el carácter "estrictamente económico" de la organi-
zación57.
53
Ver Brailovsky, Antonio, ob. cit., p. 85 quien señala: "El diario 'La Prensa' sostenía respecto a la huelga que: 'nada
hay en discusión, ni se propone fórmula alguna en nombre y beneficio del interés de la familia obrera. En juego no
hay nada más que pasiones ardientes"'.
"En forma coincidente, en el informe del Partido Socialista sobre la huelga se decía que la misma 'ha tenido propósi-
tos de índole esencialmente política, no por razones económicas de clase"'.
"Estas afirmaciones deben relativizarse. Es cierto que la huelga fue declarada por razones políticas. Pero también es
cierto que no hubiera sido acatada por los obreros en otras condiciones económicas... Fueron justamente la crisis y la
inflación imperantes las que crearon las condiciones que posibilitaron los hechos de violencia de mayo de 1909".
El comunicado del Comité Ejecutivo del Partido Socialista convocó el mismo 1º de mayo de 1909 a sesión extraordina-
ria. De ella surge la invitación a la huelga general. Ver Dickman, Enrique, Un 1° de mayo trágico, en Qué es el so-
cialismo, de Alicia Moreau de Justo, ps. 218 - 224.
54
En noviembre de 1909 es asesinado por Simón Radowitzki, quien, según sus propias declaraciones, vengaba así la
matanza del 1º de mayo. Ante este hecho el gobierno implanta nuevamente el estado de sitio, clausura locales
obreros, impide la aparición de diarios obreros, detiene y deporta a varios gremialistas. Ver Rotondaro, ob. cit., ps. 59
61.
55
"Después del Cuarto Congreso, comienza el ocaso de la Unión General de Trabajadores. La intransigencia y el sec-
tarismo de los sindicalistas fueron la causa de que habiendo llegado la institución a tener cerca de 100 sindicatos
adheridos en 1906, con más de 80.000 adherentes afectivos, se disolviera en 1906 contando apenas con 26 socie-
dades y 4.000 adherentes... nominales. La Unión General de Trabajadores, que se había impuesto años antes, por la
seriedad de sus procedimientos y la cordura de sus resoluciones, salvaba sus restos constituyendo con varias socie-
dades autónomas la Confederación Obrera Regional Argentina", Oddone, Jacinto, Historia del socialismo argentino, t.
2, p. 290. Asistieron al Congreso de Unidad 32 Sociedades de la Capital Federal y 16 del interior, no así los gremios
de la FORA; López, Alfredo, ob. cit., p. 70. Cfr. Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1 , p. 398.
56
Art. 4°: La CORA adopta como sistema de organización la forma federativa, a fin de garantizar una completa li -
bertad y autonomía del individuo en el sindicato y del sindicato en la respectiva federación de oficio, local o regional,
para luego extenderla mundialmente como asimismo habrá la más amplia libertad de discusión ideológica.
Art. 5º: Organización de cada gremio y en cada localidad en sociedades de resistencia. La CORA no reconoce más que
una sola organización en cada localidad, pudiendo ellas constituir secciones, según lo aconsejen sus necesidades.
Art. 6°: Organización de estos cuerpos de oficio en federaciones locales y profesionales, de modo que cuando hayan
varias en una localidad, formen la federación local, funcionando ambas por medio de delegados y de sus asambleas".
57
El texto del artículo 7º establecía: "Nuestra organización, puramente económica, es distinta y opuesta a la de todos
los partidos políticos y religiosos, puesto que así como ellos se organizan para la conquista del poder político, noso-
tros nos organizamos para que los Estados políticos y jurídicos actualmente existentes queden reducidos a funciones
Los métodos de lucha serían los convencionales: huelgas, boicot, sabotaje, etcétera.
Después de la discusión de cada uno de los artículos que componían el estatuto de la CORA
queda constituida formalmente la nueva entidad. Aún falta cumplimentar la adhesión de los
diversos sindicatos. Los afiliados a la UGT se pronuncian favorablemente, al igual que los
sindicatos autónomos. Por su parte, los de la FORA no participaban todos de la idea de la fu-
sión. Es por ello, que su Consejo Federal convoca a los delegados para decidir si debían o no
integrar la Confederación.
En esa reunión algunos se pronuncian a favor, mientras otros lo hacen en contra. Así las
cosas, la CORA se ve integrada en su totalidad por sindicatos adheridos a la UGT, los
sindicatos autónomos y algunos de la FORA.
Pese a los esfuerzos, el movimiento obrero no logró la tan deseada unificación pues continua -
ba dividido en dos centrales: la FORA y la CORA. La primera se hallaba debilitada, debido al
alejamiento de algunos de sus gremios más representativos para incorporarse a la CORA.
Esta, por el contrario, integrada por socialistas y sindicalistas, nace fuerte ya que absorbe a la
UGT y a los sindicatos autónomos 58.
Dura tarea le esperaba a la CORA, sobre todo la de despertar nuevamente en los trabajadores
la confianza en la futura acción reivindicatoria.
A comienzos de 1910, diversos gremios, entre ellos los obreros aserradores de la Boca y
Barracas, respaldados por la CORA, se aseguran, tras la lucha, la jornada de 8 horas, la
abolición de las horas extras, el seguro sobre accidentes de trabajo, la atención médica y
farmacéutica, etcétera.
Les siguen en la lucha otros gremios: ebanistas, carpinteros de obra, torneros, yeseros, cons-
tructores de carruajes, textiles, etc.
Del 23 al 25 de abril de 1910, la FORA realiza su octavo congreso. En él se reitera la recomen-
dación de difundir las ideas del comunismo anárquico y se manifiesta en contra del Congreso
de Unificación de 1909. Además, invita a los gremios autónomos y a los adheridos a la CORA a
integrar, a través de sus representantes, tres puestos de su Consejo Federal. A su vez, en-
carga a este último "realizar los trabajos tendientes a obtener el buen éxito" para efectuar un
congreso sudamericano de organizaciones obreras a realizarse en la Ciudad de Montevideo en
enero de 1911.
La CORA, en abril de 1910, dispone llevar a cabo una huelga general en el mes de mayo en
protesta contra la ley de residencia y para exigir la libertad de los detenidos por la huelga
sangrienta del año anterior. Se adhiere la FORA, fijándose para el 18 de mayo el inicio de la
huelga. A medida que se acerca la fecha, el clima de tensión es mayor. El 14, el gobierno de -
creta nuevamente el estado de sitio. Y en ese marco, con garantías constitucionales suspendi-
das, se celebra el centenario del 25 de mayo de 1810 59. Los choques armados, las detenciones,
las clausuras de periódicos gremiales, la paralización de tareas van en aumento, pero la
huelga general fracasa.
A todo esto se suma, en junio, la promulgación de la ley 7.029 de defensa social60. El Congreso
Nacional dictará esta ley en respuesta al atentado realizado en el Teatro Colón.
Calmándose poco a poco la agitación social, se decide levantar el estado de sitio en octubre.
Después de mayo de ese año, los obreros comienzan paulatinamente a despertar del letargo
en que se encontraban. . Diversos gremios emprenden aisladamente las demandas y luchas

puramente económicas, estableciéndose en su lugar una libre federación de libres asociaciones de productores li -
bres".
58
"Después de haber conseguido la hegemonía en la UGT, los sindicalistas la mantuvieron en la CORA, ... en la que
participaban no sólo los sindicalistas sino también algunos anarquistas y los socialistas", Matsushita, Hiroschi, Movi-
miento obrero argentino, 1930 - 1945. Sus proyecciones en los orígenes del peronismo, p. 31.
"En gran parte como consecuencia de la represión del gobierno, los anarquistas perdieron el control del movimiento
obrero en 1910 y durante el cuarto de siglo siguiente el dominio pasó a manos de los sindicalistas...". Cfr. Snow, Pe-
ter, Fuerzas políticas en la Argentina, ps. 127 - 128.
59
"La atmósfera está convulsionada. Los anarquistas han anunciado que boicotearán los festejos del centenario: los
organismos oficiales y los simples particulares se alarman. ¿Cómo es posible boicotear la fiesta nacional más grandio -
sa del calendario? Son antipatriotas y seres incivilizados... La policía utiliza el fervor nacionalista de los jóvenes bien
para que hostiguen a los ácratas. Así los muchachos atacan cl local de la Confederación Obrera Regional; la Aso-
ciación Obrera de Socorros Mutuos; el Sindicato de Panaderos; el barrio judío; la Vanguardia, diario socialista, y La
Protesta, anarquista, donde se destrozan talleres y maquinarias", Sáenz, limena, Entre dos centenarios, 1910 - 1916,
ps. l 1 - 36.
Ampliar en Marotta, Sebastián, ob. cit., t. 1, ps. 421 - 440; en p. 432 señala: "Podrá decirse –con no poca razón- que
hubo de parte de las organizaciones obreras precipitación y de algunas publicaciones excesos de lenguaje; podrá
argüirse que las circunstancias no eran las más propicias para la realización de un movimiento de esta naturaleza.
Nada de esto justifica sin embargo ni la declaración del estado de sitio, ni la serie de tropelías cometidas, que tanta
sombra proyectaron sobre la celebración centenaria"; ver además López, Alfredo, ob. cit., p. 177.
60
Esta ley, derogada en 1922 con la sanción del Código Penal, penaba las "ideas extremistas" y establecía la pena de
muerte.
por mejores salarios, disminución de horas de trabajo, descanso dominical, establecimiento de
salarios mínimos, etcétera.
Recordemos que pendían sobre la cabeza del movimiento obrero dos espadas: las leyes de re-
sidencia y de defensa social.
Es conveniente detenernos un instante y observar la situación político-económica que está vi-
viendo el país.
El año 1910 fue también año de elecciones. En 1908 el presidente Figueroa Alcorta había
ordenado la clausura del Congreso de la Nación al negarse éste a votar las leyes de presu-
puesto. Lo que sucedió con el Congreso fue el reflejo de la lucha de dos adversarios: Roca y
Figueroa Alcorta. El primero creyó que podía subordinar fácilmente al segundo. Pero no re-
sultó así. Es más, Figueroa Alcorta buscó destruir el poder que Roca tenía en el interior, sobre
todo en Córdoba, que fue intervenida. Y Figueroa Alcorta eligió a su sucesor, al ministro
argentino en Roma, Roque Sáenz Peña y adversario de Roca desde siempre 61. La Unión Cívica
Radical se abstuvo62.
Las elecciones, tan fraudulentas como siempre, llevaron a Roque Sáenz Peña a la presidencia
de la Nación. Su compañero de fórmula fue Victorino de la Plaza.
La llegada de Sáenz Peña al gobierno, marca la época de transición que termina con el "Régi -
men" signado por el fraude63.
Una vez en el gobierno, Roque Sáenz Peña se vuelca de lleno a trabajar con su ministro del
Interior, Indalecio Gómez, en la reforma electoral. Se lo había prometido a su amigo Hipólito
Yrigoyen y a sí mismo. En julio de 1911 el Congreso Nacional votaba las leyes de padrón mili-
tar y de enrolamiento general. El primer paso estaba dado. Le siguió en 1912 la ley electoral
de voto secreto y obligatorio64. El Radicalismo levantaría la abstención.
En el campo político se vislumbraba la esperanza. ¿Esta situación iba a cambiar la realidad
económico-social? Desde 1880 la inflación era permanente, influyendo en la vida del traba-
jador, no sólo el de la ciudad sino también el del campo. El sector agroexportador reforzó su
poder económico, mientras que los trabajadores rurales vieron cada vez más alejadas las posi-
bilidades de adquirir sus tierras. Por cierto, éstas estaban en manos de unos pocos y las
condiciones de arrendamiento y trabajo no eran nada propicias65.

61
Para las elecciones de 1892 Roca aliándose con Mitre había elegido candidato a Luis Sáenz Peña, "hombre que
molestaba menos a los epígonos del Régimen". De esta manera había enfrentado al padre con el hijo. Este último de -
bió retirar su candidatura. Sáenz, Jimena, ob. cit., p. 39.
62
La Unión Cívica Radical, en diciembre de 1909, solicitó al presidente la reforma de la ley electoral y la confección
de un nuevo padrón. El presidente se negó y por ello el Radicalismo se abstuvo. Ver Melo, Carlos, Los partidos polí-
ticos argentinos, p. 42.
63
"Desde 18H0, desde hacía treinta años, con las diferencias inevitables que mostraban las distintas personalidades
que ocuparon la Presidencia, el conservadurismo gobernó al país con un régimen que conciliaba el progreso material
y el autocratismo (como lo había hecho igualmente el despotismo ilustrado de algunos soberanos de la Europa del si-
glo XVIII). Nunca se consultaba al pueblo para tomar las decisiones que más le importaban. El pueblo pagaba los
impuestos, se dejaba vacunar, iba a la escuela, ingresaba a los cuarteles y llenaba las calles los días de fiesta. Sin
embargo, el pueblo había cambiado en la Argentina ; en su composición étnica por el aporte inmigratorio, en su
creciente capacitación profesional y organizativa, en su nivel intelectual, en sus gustos. Pero los hombres del con-
servadorismo no advirtieron nada de eso, pues sólo percibían las protestas violentas de las huelgas o de los atentados
anarquistas, ante los cuales reaccionaban con pareja violencia. Las alturas del poder no dialogaban con el horizonte
popular. Y el mérito de Sáenz Peña fue comprender que esto no podía seguir más, que había que hacer algo nuevo",
Levene, Gustavo Gabriel, La Argentina se hizo así, ps. 263 - 264.
64
"La Ley Sáenz Peña ha sido considerada una solución y también una trampa. Pero con ello, en cualquiera de las
posturas, no se termina de aclarar la cuestión. ¿Solución para el conservadurismo o para el radicalismo? ¿Los yrigo-
yenistas levantando la abstención evidenciaron poderío o impotencia? Estas preguntas capitales no encuentran
contestaciones satisfactorias en ninguna de ambas escuelas historiográficas. Los dos coinciden en la importancia de
la modificación comicial como medio eficaz para la aplicación verdadera de la forma representativa de gobierno, pero
se disputan la atribución del mérito que consideran patrimonio exclusivo de cada una de sus figuras centrales", Diaz,
Honorio A., Ley Sáenz Peña: pro y contra, p. 18.
65
"En las postrimerías del siglo XIX se había formado ya una clase chacarera, en conflicto con los grupos tradiciona-
les terratenientes. Los extranjeros llegados al país, integraron las colonias, o adquirieron en alguna oportunidad
tierras en lugares aún incultos. Algunos siguieron trabajando la tierra, pero los más se refugiaron en las ciudades, en
busca de mejores condiciones de trabajo y de vida. Así integraron el incipiente proletariado urbano... Comienza el len-
to proceso de sindicalización urbana, y la actividad de las organizaciones producen algunas ventajas salariales y be -
neficios sociales. Constituyen así los obreros urbano-induatriales una especie de 'aristocracia' del trabajo.
Fuera de esta llamada 'aristocracia' del trabajo, quedaron marginados de toda ventaja, de toda mejora, sin organi-
zaciones capaces de asumir la defensa, de integración en el sistema total del país, la peonada de estancia, los jor-
naleros criollos de las chacras, los trabajadores del interior del país, los artesanos y pequeños productores agrarios
de las provincias. Eran los marginados silenciosos, los grandes ausentes, olvidados siempre en las grandes decisio-
nes, siempre explotados", Luparia, Carlos H., El grito de la tierra. Reforma agraria y sindicalismo, ps. 95 - 96. Ver
además Bialet Massé, Juan, Las clases obreras argentinas a principios de siglo, Cap. 11I Inmigración extranjera,
impuestos internos, latifundios, reglamentación, p. I 13 y ss; Grela, Plácido, El grito de Alcorta, especialmente ps. 91
142; Oddone, Jacinto, La burguesía terrateniente argentina.
A comienzos de agosto de 1902, se había reunido un Congreso Agrícola Regional que proyectó
la reglamentación del trabajo rural e incluso propició la unidad del movimiento obrero en una
sola federación con total prescindencia ideológica.
En junio de 1912 se produce lo que se ha denominado "el grito de Alcorta". Si bien este movi -
miento es llevado a cabo por arrendatarios y agricultores, contó con la adhesión y el apoyo de
los peones y trabajadores rurales. La huelga se inició en Alcorta, localidad de Santa Fe, ex-
tendiéndose rápidamente a otras poblaciones rurales de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y
La Pampa. Se buscaba reivindicar el trabajo del campo. Su consecuencia más inmediata fue la
creación de la Federación Agraria Argentina 66.
El objetivo de la huelga fue rebajar el precio de los arrendamientos en primer lugar, pero
también apuntó al latifundio. Como la huelga se extendía, se aconsejó levantarla en cuanto se
llegase a un acuerdo con los propietarios. En algunos casos se logró hasta un 50% de rebaja
en los arrendamientos.
En agosto prácticamente el movimiento había cesado67.

7 - La opción continúa.

En diciembre de 1912 tiene lugar el tercer congreso obrero para la unidad sindical, en el cual
se designa una comisión para llevar a cabo la ardua tarea. Si bien el congreso manifiesta una
síntesis entre el pensamiento de la FORA a través del Pacto de Solidaridad y el de la CORA
por medio de la Carta Orgánica, la primera de las centrales señaladas, en reunión de de-
legados, vota la siguiente moción: "En vista de que las bases presentadas para la unificación
no son más amplias que el pacto de solidaridad de la FORA, aconseja a las sociedades
federadas que no concurran al congreso y mantengan la FORA" 68.
Nuevamente, el intento para la unidad del movimiento obrero ha fracasado. Aún le resta
sortear varios obstáculos internos y externos que detienen su marcha.
En 191469, la Confederación Obrera Regional Argentina invita a los sindicatos autónomos y
confederados a asistir a un Congreso de Concentración , los días 27 y 28 de junio. Como el
tema fundamental es la unificación del movimiento obrero se pasa de inmediato a tratar dicho
tema. Luego de varias mociones presentadas por los delegados, se aprueba una resolución.
Ella aconseja a las organizaciones confederadas y autónomas, estudiar la forma de la posible
reunión en una de las instituciones federales existentes o, si fuera posible, en otra creada con
una denominación distinta, pero contando con la adhesión previa de los sindicatos regionales.
También propicia la constitución de un comité formado por delegados autónomos y
confederados a fin de someter a la consideración de los sindicatos lo resuelto en ese congreso.
El 26 de septiembre vuelve a reunirse el Congreso de Concentración Obrera. En él, y luego de
prolongados debates, se vota el proyecto sobre la adhesión de la CORA y de los sindicatos au-
tónomos a la FORA.
Este hecho provoca la reacción de varios delegados, los que no pueden explicarse por qué se
ha asumido tal actitud.
¿La CORA sindicalista y socialista adaptada a la FORA anarquista?
Delegados de los gráficos, peluqueros, confiteros y fundidores se retiran de la reunión.
Recordemos que en el octavo congreso la FORA había invitado a la CORA y a los sindicatos
autónomos que enviaran tres representantes para integrar su Consejo Federal. Pues bien, en
este Congreso de concentración se designa dichos delegados.

"Los grandes propietarios no estimaban en modo alguno necesario compartir la riqueza agropecuaria, origen del
prestigio social y motor de la economía, con los recién llegados, así como no mostraron jamás interés en incorpo -
rarlos definitivamente a la comunidad nacional y, por consiguiente, a la sociedad política argentina", Rouquié, Alain,
Poder militar y sociedad política en la Argentina, I hasta 1943, p. 42.
66
La resolución de la constitución de la Federación decía: "Declarar constituida con el nombre de Federación Agraria
Argentina, una asociación de cultivadores de la tierra, cuyo fin es solidarizarse con todos los trabajadores del campo,
para conseguir por todos los medios lícitos una mejora en su situación".
67
Ampliar en Luparia, ob. cit., ps. 114 - 119.
68
"Evidentemente, los sindicalistas habían derrotado a los anarco-comunistas en el planteo de los problemas de tác-
tica y orientación sindical. No otra cosa traduce la declaración forista que a falta de argumentos no quiere la fusión
porque las bases 'no son más amplias que el pacto de solidaridad'. Esas bases eran de factura sindicalista pero inobje -
tables para los anarquistas", López, Alfredo, Historia del movimiento social y la clase obrera argentina, p. 189.
69
En agosto de 1914, ya es presidente de los argentinos Victorino de la Plaza; Roque Sáenz Peña había muerto. El
viejo mundo está envuelto en la primera gran guerra. En Bélgica, el cónsul argentino es asesinado por los alemanes.
Poco después los ingleses apresan un barco argentino. En el movimiento obrero se levantan voces contra la guerra.
La FORA en un manifiesto, hace responsable de los trágicos sucesos europeos al capitalismo.
La Nación va soportando la crisis provocada por la guerra que incide en su comercio. El movimiento obrero ha perdi -
do sus fuerzas debido a la indiferencia y la pasividad dentro de su propio seno y a las leyes 4.144 y 7.029.
El movimiento obrero estaba representado, ahora, por una sola central: la FORA. No faltaron
aquellos detractores de la unión que, a través de sus publicaciones, hicieron hincapié en la
imposibilidad de comunión de las diversas ideologías.
En los primeros días de abril de 1915 la FORA realiza su noveno congreso. Se aprueba un
despacho que establece que "no se pronuncia oficialmente partidaria ni aconseja la adopción
de sistemas filosóficos, ni ideologías determinadas". Se aboca, luego, al tratamiento del pro-
teccionismo a la industria local, trusts, ley de residencia, ley de defensa social.
Parecía que todo iba marchando bien. Pero, inesperadamente, el 5 de abril algunos delegados
desconocen las resoluciones. Se evidencia de esta forma la ruptura del movimiento obrero
otra vez por cuestiones ideológicas: sindicalismo vs. anarquismo.
La resolución de la FORA sobre la neutralidad política evidentemente iba en detrimento de lo
establecido en su quinto congreso, acerca de la difusión del comunismo anárquico.
De esta manera la FORA, a la cual estaban adheridos la CORA y los sindicatos autónomos, por
el Congreso de Concentración, constituyéndose en la única central obrera, vuelve a dividirse.
Así, en 1915 nos encontramos frente a dos federaciones obreras, la FORA del IX ° Congreso
en manos de los sindicalistas70 y los socialistas y la FORA del V ° Congreso, anarquista. Pode-
mos inferir de esta ruptura el paulatino dominio que va adquiriendo el sindicalismo en el mo-
vimiento obrero y a su vez la declinación del anarquismo.

70
"Aunque la CORA se fusionó con la FORA en 1914, los sindicalistas mantuvieron la hegemonía en la misma, de tal
manera que el IX° Congreso de la FORA realizado en 1915, declaró su carácter sindicalista", Matsushita, Hiroschi,
ob. cit., ps. 31 y 33.
... a partir del IX Congreso de la FORA comienza en el país una nueva modalidad sindical. Los dirigentes gremiales
peticionan ante las autoridades, tratan con éstas importantes conflictos de trabajo... Hay otro sentido de la lucha
obrera. Las prácticas orgánicas, las actividades responsables se abren camino rápidamente", López, Alfredo, Historia
del movimiento social y la clase obrera argentina, p. 227.
CAPITULO II
LOS SINDICALISTAS Y EL GOBIERNO RADICAL (1916 - 1930)

8 - La democratización del poder.

El advenimiento del Radicalismo al poder71, en 1916, con la conducción de Hipólito Yrigoyen


marca un nuevo hito en la historia nacional. Con él se logra la democratización del poder y se
posibilita el acceso a la participación y decisión política de sectores sociales que hasta en-
tonces se encontraban excluidos, por ejemplo, pequeños comerciantes, artesanos, etc. 72.
El Radicalismo surge como el movimiento de la "reparación" nacional 73. Significa al mismo
tiempo una nueva concepción modernizada, democratizada, de la axiología constitucional. Se
presenta a la ciudadanía como una síntesis entre lo cristiano-hispánico y las tradiciones na-
tivas criollas. Interpreta, de manera diferente a los liberales, la independencia frente a las
grandes potencias74, la participación popular en la res publica, la distribución equitativa del
bienestar y la movilidad social75.
En su relación con el mundo el país sufre en esta época las consecuencias de la Primera
Guerra Mundial76, que provoca entre nosotros una profunda crisis económica. Crisis que se
proyecta al campo social ocasionando la disminución de los salarios y hasta el desempleo. Es-
tas causas traerán el descontento de esa gran masa de trabajadores a la que el Radicalismo va
a tener que comprender y aportar soluciones.

9 - Los sindicalistas e Yrigoyen.

71
Una vez sancionada la Ley Sáenz Peña, se la pone en práctica en varias provincias. De esta forma el Radicalismo va
ganando poco a poco en aquellos lugares donde se realizan elecciones: Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos. "Ese avance
victorioso les valió a los radicales numerosos aportes regionales de último momento: agrupaciones de reducido cau -
dal vislumbraron la posibilidad de perdurar electoralmente incorporándose al partido ganador ... ", Sáenz, Jimena,
Entre dos centenarios, p. 261.
72
"Una fecunda brotación política de acento social, surgió del seno mismo popular: arduo esfuerzo que ansía expre -
sarse y hallar los dirigentes y realizadores a través de ensayos y contrastes. Va subiendo, a veces multitudinaria y
bravía, la marea social en procura de formas institucionales. Conductor y animador al mismo tiempo influido, Yrigo-
yen supo abarcarla, tanto como la había previsto y deseado; la amparó y encauzó. Nuevos tipos de gobernantes y polí-
ticos, extraños a la modalidad de las oligarquías, van apareciendo aquí y allá", Del Mazo, Gabriel, La primera presi-
dencia de Yrigoyen, t. 1, p. 42.
73
"... por ello pude expresaren el instante mismo del advenimiento: nosotros no venimos a vengar los daños produci -
dos a la Nación, sino a repararlos", Yrigoyen, Hipólito, Mi vida y mi doctrina, p. 52. Ver también Clementi, Hebe, El
radicalismo. Trayectoria política, ps. 26 – 27.
74
Cuando asume Yrigoyen "no dicta un solo decreto de neutralidad" a diferencia de la presidencia anterior. Predica y
practica la política de la paz para la cual ser neutral es sólo un medio de abstencionismo bélico, y así lo ha de explicar
a una delegación estudiantil: 'La paz es el estado normal de las naciones. Todo pueblo, todo grupo de pueblos herma-
nos tiene la obligación de mantener su paz y resguardarla. La desesperación de los gobiernos sin juicio propio por
'declarar' la neutralidad frente a conflictos que a lo nacional no afectan, procede de que desde lo más íntimo los mue -
ve un espíritu de dependencia: un espíritu rendido de antemano, o bien por intereses, o bien por una idea o senti-
miento de inferioridad, frente de un tipo de política sin fe ni principio", Alén Lascano, Luis, Yrigoyen y la gran guerra,
ps. 19 - 20.
La actitud de Yrigoyen frente a la guerra le valió la oposición de la prensa que lo acusaba de debilidad gubernamen -
tal, de los comerciantes, banqueros y financistas "temerosos de perder sus mercados y disgustar a los compradores
ingleses, franceses e italianos". También de los políticos, quienes "temían quedarse solos" y creían al pueblo
embanderado con los aliados, temblando ante la posibilidad de perder votos y aplausos y de los intelectuales que sos -
tenían que esta "caprichosa" actitud de Yrigoyen iba a llevar al país a la ruina (Idem, p.31). Dentro del sector obrero
los socialistas moderados apoyaban a los aliados; los comunistas (marxistas revolucionarios) consideraban que el
conflicto era un enfrentamiento entre "los imperialismos capitalistas, una guerra burguesa, contra la cual se debía le -
vantar las banderas de la paz y del socialismo". Ver López, Alfredo, Historia del movimiento social y la clase obrera
argentina, p. 221. "La gran mayoría del pueblo es partidaria de los aliados. La neutralidad es defendida por las orga -
nizaciones foristas y otros sectores del movimiento obrero". Ampliar en Etchepareborda, Roberto, Yrigoyen/1, ps. 132
- 144.
75
"E1 radicalismo hizo de su gobierno un canto de fe y esperanza en el hombre. El Régimen, en cambio, no había
creído en él: lo tenía por incapaz de autodeterminarse, y por eso había usurpado durante treinta años sus derechos,
proclamándose albacea en vida de sus bienes morales y materiales.
Tenía el radicalismo plena confianza en las posibilidades del hombre como 'artífice de su destino' -lo había dicho
Alem- y como `ser sagrado' lo habría de decir Yrigoyen-. Por eso, en función de gobierno trató de desbrozarle todo lo
que fuera una traba a su auténtico desarrollo... Pero no bastaba para que el hombre argentino pudiera realizarse. Ha-
bía también que crear condiciones objetivas: ámbitos de creación que protegieran su desarrollo, que tornaran perma -
nente esa liberación integral, otorgándole una lúcida conciencia de su nueva dignidad, y defensas espirituales para
custodiarla, para hacer factible de este modo una proyección argentina en el mundo", Luna, Félix, Yrigoyen, p. 225.
76
El 1° de agosto de 1914 se había declarado la guerra entre Alemania y Austria-Hungría, por una parte y Rusia,
Francia y Servia por la otra. El gobierno argentino encabczado por Victorino de la Plaza (1914-1916) decidió declarar
la neutralidad conforme a lo dispuesto en La Haya. Asimismo se tomó una serie de medidas económicas para paliar la
situación, entre ellas: la prohibición de exportar oro, trigo y harina y el cierre de la Caja de Conversión.
La política social de Yrigoyen, tendiente a la liberación del hombre, tuvo dos objetivos: mejo-
rar las condiciones de trabajo y crear la legislación de amparo y previsión, sobre todo a partir
de 191977.
El Radicalismo receptará los reclamos del movimiento obrero de manera distinta a los gobier-
nos del "Régimen".
Yrigoyen intentó, poco a poco, desmantelar el aparato represivo, herencia de las adminis-
traciones anteriores. Pero no lo logró totalmente. En dos oportunidades -en los hechos de la
Semana Trágica y en los de la Patagonia- se evidenció incluso un retroceso. Es más, al no po-
der reprimir los disturbios por medio de las fuerzas policiales buscó, como última alternativa
al Ejército, lo que provocó el rechazo de las Fuerzas Armadas, pues se veían utilizadas por el
presidente, con quien no compartían su política interna 78.
El clima de deterioro social fue contemporáneo a los movimientos revolucionarios que iban su-
cediéndose en el mundo79.
Correspondió a Yrigoyen hacer frente a los conflictos sociales del país, traducidos fundamen-
talmente en el sector obrero con extensión a los centros universitarios 80.

77
"Durante este período se inicia tímidamente la legislación social en el país... Después de 1916, el primer presidente
radical aleja al Estado de su posición indiferente o represiva frente a las coaliciones entre capital y trabajo y lleva
adelante un definido intervencionismo estatal en este terreno, conducido por claras inspiraciones de bien público",
Etchepareborda, Roberto, Yrigoyen/2, p. 183.
Con respecto a este tema Alain Rouquié señala "... el presidente radical no responde con la represión sistemática a
las huelgas que estallan en el país entero desde que entró en 1a Casa Rosada. Pretende, según parece, oponer su sen -
sibilidad social de presidente elegido por el pueblo a la brutalidad del poder de clase anterior a 1916. Rehusa seguir
el ejemplo de sus predecesores y encarar los problemas sociales como simples cuestiones policiales. Intenta también
manifestara los trabajadores su simpatía paternal porque teme enajenar las clases populares donde encuentra parte
de su electorado..." (Poder militar y sociedad política en la Argentina I -hasta 1943, p. 141).
Ver Del Mazo, Gabriel, La primera presidencia de Yrigoyen, ps. 104 - 105.
78
"Las intervenciones del gobierno nacional en las provincias utilizaron frecuentemente al Ejército para mantener el
orden, y los críticos señalaron que el empleo de las unidades militares en tareas policiales perjudicaba gravemente el
entrenamiento de los conscriptos. Más aún, el uso de las fuerzas militares para facilitar a los dirigentes provinciales
del Partido Radical la ocupación de los gobiernos de las provincias en desmedro de los grupos políticos rivales segu -
ramente representó un factor de perturbación para los oficiales que concebían su propia misión en términos profesio-
nales", Potash, Robert, El ejército y la política en la Argentina, 1928-1945. De Yrigoyen a Perón, ps. 2f - 27. Miguel
Angel Scenna señala que "no puede decirse que las relaciones entre la Casa Rosada y las instituciones castrenses
transitaran por carriles cordiales". Y esto se debió a varias razones: 1") nombró a dos civiles en las carteras de
Guerra y Marina, Elpidio González y Alvarez de Toledo respectivamente; 2°) reincorporó, aunque en condición de re -
tiro, a los militares quc habían intervenido en las tres revoluciones radicales ( 1890 - 1893 y 1905), sin tener en cuen -
ta las reglamentaciones vigentes; 3°) manejó arbitrariamente las promociones y ascensos dejando de lado los méritos
profesionales; 4°) permitió la "politización" de las fuerzas armadas que fueron las encargadas de reprimir las protes-
tas sociales (Los militares, ps. 135 - 139).
79
Dos hechos ocurridos fuera de nuestro país van a repercutir en el movimiento obrero argentino: la revolución rusa
y la revolución mejicana de 1917. El triunfo del socialismo al derrocar al régimen zarista proyecta y promueve la difu -
sión del "comunismo bolchevique". Por su parte, la reforma agraria mejicana introducida en la Constitución de Queré -
taro hace atemorizar a muchos y esperanzarse a otros tantos.
80
En 1918 se produce en Córdoba un movimiento estudiantil universitario, con proyección, más tarde, en el resto del
país. La universidad como reflejo de la sociedad también receptaba la necesidad de cambios y de transformación de
sus estructuras, para adaptarse a los nuevos tiempos. El movimiento estudiantil proponía una democratización de los
claustros universitarios, actualización de los conocimientos, participación activa en las decisiones y puesta de la uni -
versidad en función de las demandas del medio social.
"Al no intentar sólo la solución de problemas universitarios, de hecho abarcó una cuestión social, una cuestión religio -
sa y una cuestión política...", Martínez Paz, Fernando, El sistema educativo nacional. Formación, Desarrollo, Crisis,
ps. 109 - 1 15. En cuanto al aspecto universitario se sostuvo: investigación científica, docencia libre, ingerencia estu -
diantil, gobierno democrático interno, emancipación del Estado, función social, régimen de concurso.
Como movimiento social "la Reforma se decía llamada a desempeñar una tarea liberadora tanto dc la inteligencia
como de la opresión social, con el fin de transformar el desorden capitalista".
En su aspecto político 1a Reforma se caracterizó por ser antiimperialista, antimilitarista y anticlerical.
"Ser ministro supone, entre otros privilegios, poder decir cualquier excentricidad sin mayores riesgos. Por ejemplo,
afirmar -como lo hizo el titular de Educación, Pedro J. Arrighi, el 9 de setiembre- que la Reforma Universitaria fue un
movimiento bolchevique. En realidad, fue el único movimiento intelectual auténticamente original y renovador que
produjo la Argentina en lo que va del siglo, y sus repercusiones pasaron las fronteras del país...
Por supuesto que su ideario recogía todas las ideas que flotaban en el mundo por aquella época. La revolución bol-
chevique (antes que deviniera en mero stalinismo) pero también el pacifismo del Romain Rolland, la no violencia de
Gandhi, la revolución mexicana, el antiimperialismo y la procuración social formaban, entre otros, el universo ideoló-
gico de los reformistas", Luna, Félix, La reforma universitaria, una concepción original y renovadora, en Conflictos y
Armonías en la Historia Argentina, ps. 135 - 137.
"La Reforma nunca tuvo un programa ni una doctrina específicamente universitaria porque en realidad su finalidad
excedía el ámbito de la Universidad, mejor dicho era específicamente antiuniversitaria", Vocos, Francisco, El pro-
blema universitario y el movimiento reformista, ps. 57 - 103.
Ver también, Del Mazo, Gabriel, Reforma universitaria y cultura nacional.
Entre 1916 y 1921 la protesta obrera creció. Por las características que asumió merecen des-
tacarse las huelgas de los marítimos (1916)81, de los frigoríficos, ferroviarios e inquilinos
(1917)82.
Pero, sin duda, los sucesos obreros más significativos de esa época, por sus consecuencias,
fueron la huelga de los trabajadores de los talleres Vasena (1919) y los hechos de Santa Cruz
(1920 - 1921).

10 - La "Semana Trágica".

Desde diciembre de 1918 los obreros de los Talleres Metalúrgicos Pedro Vasena, en Buenos
Aires, estaban en huelga. Pedían reducción de la jornada de trabajo de 11 a 8 horas, aumento
de sueldo, descanso dominical y reposición de los obreros despedidos al iniciarse el conflicto.
El 7 de enero de 1919, mientras un grupo de empleados de los talleres continuaba trabajando
y conduciendo las chatas que portaban materiales, varios huelguistas, incluyendo mujeres y
niños, trataron de detenerlos, primero en forma verbal, luego arrojándoles piedras. Ante esto,
los policías, que también iban en las chatas, dispararon sus armas contra los manifestantes.
Así se inició la Semana Trágica83.
La situación empeoró a partir del 9 de enero, cuando en el sepelio de las víctimas se produjo
un tiroteo entre la policía y los huelguistas. Recrudecieron los actos de violencia y se llegó,
incluso, al incendio de vehículos y edificios y al saqueo de comercios y armerías. Las dos cen -
trales obreras, UGT y FORA del V° Congreso, llamaron a la huelga general. La policía y otros
grupos civiles iniciaron una despiadada persecución dirigida hacia los que creían rusos o ju-
díos que deseaban implantar un régimen anarquista 84.
Estas organizaciones civiles tenían porobjetivo resistir los petitorios obreros y aplastar todo
estallido social que consideraran "subversivo". Esta misión es la que cumplen la Asociación
del Trabajo y la Liga Patriótica85.
81
Ya en el primer enfrentamiento, la gran huelga portuaria de fines de 1916, puede apreciarse, la diferencia de ac-
titud, con que el gobierno afronta el problema laboral. El Estado juega armoniosamente su papel de árbitro. Etchepa -
reborda, Roberto, Yrigoyen/2, p. 186.
82
"... hizo aplastar por la Infantería de Marina la gran huelga de los frigoríficos", Rouquié, ob. cit, p. 140.
En el caso de la huelga de los ferroviarios, el gobierno auspició un proyecto, aprobado en septiembre de 1917 por la
Cámara de Diputados, pero no logró la aprobación de la Cámara Alta. Ante ese evidente obstruccionismo, el Ejecutivo
dictó en octubre el "Reglamento General del Trabajo del Personal Ferroviario", Etchepareborda, Roberto, Yrigoyen/2,
p. 187.
"La propaganda belicista llegó hasta afirmar que las justas reivindicaciones de los obreros ferroviarios en pro de la
mejora de sus salarios y disminución de horas de trabajo, eran provocadas por los alemanes, para distraer la atención
de la opinión pública...", Etcheparcborda, Roberto, Yrigoyen/1 , p. 139.
83
"La Semana Trágica es quizás el hecho más sangriento que se haya realizado en todo el curso de la historia
sindical argentina", Rotondaro, ob. cit., p. 78.
Ver Babini, Nicolás, La Semana Trágica, en Rev. Todo es Historia, Nº 5, Año 1; Godio, Julio, La Semana Trágica.
La Cámara de Diputados aprobó el estado de sitio, pero el Senado no lo hizo en mérito a que había retornado la
calma. Sobre la actitud de la FORA del Vº Congreso y la FORA del IXº Congreso frente a los sucesos de enero de
1919, ver López, Alfredo, Historia del movimiento social y la clase obrera argentina, ps. 230 - 235.
"La política de Yrigoyen frente a la huelga tenía dos aspectos: por un lado, utilizar la fuerza pública al máximo si los
hechos lo requerían: para ello declaró a la Capital Federal zona militarizada, nombrando,..., al General Dellepiane Co -
mandante Militar, y al Dr. Elpidio González, otro hombre de su confianza, como Jefe de Policía, pero, por otro lado,
intentaba ganar aliados en el propio campo sindical, para llegar a un acuerdo con una parte de los sindicatos, aislan-
do a los anarquistas. Este aliado potencial era la FORA del IXº... El Poder Ejecutivo ofrecía bases de negociación con
la FORA del IX°: estaba dispuesto a presionar sobre la empresa Vasena para que accediese al petitorio obrero y
también a liberar a los presos gremiales, 'sin proceso', tal como lo había adelantado el diputado Oyhanarte.
La misma noche del día 9 se reunió el Dr. González con los dirigentes de la FORA del IXº, encabezados por su secre-
tario Sebastián Marotta. Se sentaron las bases del acuerdo. El Dr. González se comprometió a que en 24 horas la
empresa Vasena aprobase las mejoras exigidas por los obreros y que el Gobierno comenzaría por la mañana del día
siguiente a liberar poco a poco a los detenidos. En esa reunión, el Dr. González precisó a los dirigentes obreros que
entre los presos que se excluían de negociación, es decir, que seguirían encarcelados, estaba Simón Radowitzky..."
Godio, Julio, La Semana Trágica, ps. 36 - 37.
84
"El gobierno quiso justificar esa actitud con el descubrimiento de un supuesto complot entre los inmigrantes rusos
para derribar la República e instaurar un régimen semejante al de Rusia. Desató, al mismo tiempo, una campaña bo -
chornosa para las libertades públicas... Por el solo hecho de ser rusos o judíos, pacíficos ciudadanos fueron
arrancados violentamente de sus hogares, sometiéndolos a toda clase de vejámenes", Rotondaro, ob. cit., p. 78.
"No existió, en estos episodios un plan premeditado de derrocamiento del orden constituido. El 'complot maximalista',
revelado el 12 de enero, con la existencia de un 'gobierno revolucionario' cuyo presidente sería un dirigente socialis -
ta, Pedro Wald, sólo existió en la imaginación arrebatada de esas horas de confusión. El Jefe del "soviet" fue puesto
en libertad, sin pena ni gloria, cl 18 de enero procesado por portación de armas", Etchepareborda, Yrigoyen/2, p. 192.
85
Ver Godio, Julio, ob. cit., ps. 179 - 186.
"... el hecho de tener la Argentina, cuando estalló la semana trágica, un gobierno realmente popular como el de Hipó-
lito Yrigoyen, nos evitó quizás, consecuencias mucho más terribles que las ocurridas en esa luctuosa jornada. Masas
cívicas se lanzaron a la calle en grandes manifestaciones de apoyo al Poder Ejecutivo, e impulsóse una reacción
contra los extremistas fundándose la Liga Patriótica, que presidió mi amigo el bravo y romántico Manuel Carlés",
La primera es una organización patronal que auxilia a las empresas en conflicto laboral, facili -
tándoles rompehuelgas profesionales, con el propósito de impedir que "los empleados fieles
sean molestados en los talleres o en la calle". Fundada en 1918 estaba integrada por la Bolsa
de Comercio, la Sociedad Rural Argentina, el Centro de Exportadores de Cereales, el Centro
de Importadores y Anexos, el Centro de Navegación Transatlántica, las compañías de los
ferrocarriles Central Argentino, del Sud, del Oeste y del Pacífico.
La Liga Patriótica, creada con el nombre de "Defensores del Orden", estaba conformada por
distintas personalidades que ante el peligro de una revolución social ofrecían su colaboración
a la policía. Una vez sofocada la huelga de los Talleres Vasena, los Defensores del Orden pasa -
ron a constituir la Liga Patriótica el 19 de enero.
Volviendo a los acontecimientos de la trágica semana de enero, se tuvo que recurrir al Ejérci-
to para implantar el orden, al hacérsele incontrolable la situación a la policía. Fue el general
Luis Dellepiane quien defendió y dominó la ciudad86.
El presidente Yrigoyen se reúne con los directivos de Vasena para lograr la solución del conf-
licto. Finalmente y tras largas conversaciones entre obreros, patrones y autoridades guber-
namentales, se aceptan las condiciones de los huelguistas: aumento entre el 20% y el 40% de
los salarios; jornada de trabajo de nueve horas; readmisión de todos los huelguistas y reanu -
dación de las tareas.
¿Qué balance puede extraerse de estos acontecimientos? 87.
La situación sigue siendo algo confusa. Se ha descartado por ilusoria y descabellada la idea de
un "complot maximalista". Tal complot no existió. La huelga empezó por reclamos obreros. A
los personajes principales, obreros y directivos de los Talleres Vasena, se les sumó la policía,
los cuerpos para-militares, el Ejército, la oposición política, léase los elementos conservadores
desplazados del poder en 1916.
A la falta de decisión de Yrigoyen para solucionar el conflicto a tiempo y al carácter ambi -
valente de su política social se une el deseo manifiesto de los descontentos de hacer
tambalear el gobierno imperante. De ahí que, en nuestra opinión, queda muy clara la idea del
mal manejo de los acontecimientos concretos que desencadenaron el conflicto social; es decir,
la relación gobierno-patronal y la relación gobierno-obrero.
Todo esto derivó en el abuso de autoridad por parte de la policía durante los hechos, en la
intervención de las "guardias cívicas" ligadas al Comité nacional de la juventud radical y en la
desorientación del Ejército.

Ibarguren, Carlos, La historia que he vivido, p. 461.


"... las bandas organizadas de la 'Liga Patriótica' del Dr. Manuel Carlés incursionaban por los barrios de población ju-
día, efectuando 'pogroms' y desmanes sin cuenta, mientras los crumiros y esquiroles de la `Asociación del Trabajo'
del Dr. Joaquín S. de Anchorena tomaban represalias contra los locales sindicales y sus dirigentes", Luna, Félix, Yri-
yoyen, p.216.
Ver además Rouquié, Alain, I, ps. 144 - 147.

86
"Monseñor de Andrea, refiriéndose a la actuación de este General, dijo años después: A1 frente de Campo de Mayo
se hallaba un patriota, un militar sin tacha y sin miedo. Marchó sobre la Capital con sus tropas. Le fueron concedidos
los poderes necesarios. Se derramó mucha sangre. La semana transcurrida desde el 8 al 17 de enero de 1919 fue
llamada 'la semana trágica'. Pero así se salvaron el gobierno y el honor. Lo que aún no se ha salvado es la omisión de
la gratitud nacional que todavía no ha hecho justicia al hombre cuyas confidencias conservo invioladas en el alma: el
general Luis Dellepiane", Romero Carranza, Ambrosio, Rodríguez Varela, Alberto y Ventura Flores Pirán, Eduardo,
Historia política de la Argentina desde 1862 hasta 1928, t. 3, p. 540. En declaraciones a Noticias Gráficas (1932) el
General Dellepiane señala: "en la semana llamada de enero, el contemplar a Buenos Aires entregada al pillaje por el
auge de elementos maleantes y aumentándose el desorden por gente que lo aprovechaba para dedicarse a la 'casa de
rusos' y a la persecución de obreros pacíficos, me dirigí por propia decisión con las tropas de la Segunda División
bajo mi mando, y, convertido en el Supremo Jefe Militar de la misma, el orden renació en breve. En esa oportunidad,
enemigos del presidente Yrigoyen me pidieron intentara su derrocamiento. Restablecido el orden en la Capital, el
Ejecutivo me ordenó el regreso a Campo de Mayo y acaté como correspondía sus órdenes". Citado por Etcheparebor -
da, Yrigoyen/2, p. 193.
87
"Los cronistas de izquierda han descargado sus andanadas contra Yrigoyen, a quien responsabilizaron de los des -
manes cometidos con los obreros; aquéllos vinculados a los sectores patronales también lo responsabilizaron por no
haber actuado en su momento con más energía; por su parte, la policía atribuyó los disturbios a un plan maximalista
de contornos revolucionarios. Un sentimiento que el autor no se atreve a calificar de honestidad intelectual -pero que
desde luego lo es- le veda emitir un juicio absoluto sobre este episodio, desgraciado y absurdo en todo sentido", Luna,
Félix, Yrigoyen, p. 216.
"Muy pocos son los oponentes que piensan como C. Ibarguren, que la existencia de un gobierno realmente popular
como el de Hipólito Yrigoyen salvó al país de las consecuencias más graves de estas trágicas jornadas. Para la mayo -
ría de los conservadores, por el contrario, la `demagogia' de Yrigoyen es la causa principal de la rebelión obrera de
1919... Muchos de ellos incluso piensan que, por haber aflojado las riendas de la autoridad pública Yrigoyen fue
ampliamente responsable de la oleada de huelgas que sacudió al país desde los años 1916 y 1917", Rouquié, Alain, I,
ob. cit., p. 143. Cfr. Colombo, Ariel H. y Palermo, Vicente, Participación política y pluralismo en la Argentina co-
memporánea, ps. 29 - 30.
11 - La "Patagonia Rebelde".

"Trágica" según algunos, "subversiva" según otros 88, constituye el otro conflicto social que,
durante la primera administración de Yrigoyen, pone en juego el equilibrio de la tríada go-
bierno, ejército, pueblo.
Mucho se ha escrito sobre los acontecimientos ocurridos en la gobernación de Santa Cruz. Es
necesario, entonces, realizar algunas precisiones para que los hechos queden ubicados en sus
justas dimensiones.
La situación de los obreros rurales era en extremo penosa, agravada por la baja del precio de
la lana y por el primer conflicto mundial89.
Hacia 1918, la Sociedad Obrera de Río Gallegos, de corte anarquista, por medio de su órgano
de información "1° de Mayo", instaba a los obreros a luchar por sus reivindicaciones sociales
a través de huelgas, paros y boicots. La situación iba complicándose cada vez más, a tal punto
que se llegó a ocupar estancias y tomar rehenes90.
No se hicieron esperar los enfrentamientos entre el gobernador Edelmiro Correa Falcón y el
comisario, con el juez letrado Ismael Viñas. Incidieron en el conflicto las influencias de José
María Borrero sobre Antonio Soto, secretario de la Sociedad Obrera de Río Gallegos. Agrava-
ron las desavenencias las presiones de la Liga Patriótica, de la Sociedad Rural, de la Liga de
Comercio y la Industria y de la Guardia Ciudadana.
Mucho se ha escrito sobre el tema pero cuanto más se ahonda en él, más se ponen de relieve
las disidencias políticas, las discrepancias privadas y los intereses en pugna.
Los verdaderos protagonistas del drama fueron los obreros, los anarquistas, los que habían
cruzado la cordillera en procura de fuentes de trabajo. Ninguno ganó.
A comienzos de 1921 y ante la situación imperante, el gobierno de Buenos Aires designa a un
nuevo gobernador, Ignacio Angel Izza. Este llega a Santa Cruz acompañado del teniente coro-
nel Héctor B. Varela y algunas tropas. Como el objetivo era restaurar el orden, tanto Izza
como Varela mantuvieron contacto con los obreros 91. Después de largas conversaciones se
llega a un acuerdo: deposición de armas92, liberación de los rehenes e intervención de la
justicia en los actos de violencia que hubieran ocurrido. Varela y el Regimiento 1° regresan a
Buenos Aires, "habiéndose solucionado el conflicto santacruceño sin haber disparado un solo
tiro ni haber encarcelado a nadie"93.
Pero, pese a todo, las cosas no estaban arregladas. En el lejano sur persistían los tres grupos
antagónicos: los estancieros, nucleados por el ex gobernador Correa Falcón; los radicales, al-
rededor de Viñas y Borrero y los trabajadores, agrupados en la Sociedad Obrera de Río
Gallegos con Soto a la cabeza.
Los ánimos exaltados no tardaron en romper esa paz efímera. Los patrones no cumplían con
las condiciones pactadas94 y ya para julio de 1921 la ausencia de Izza y la sustitución por otro
gobernador interino95, hacían tambalear el pacto entre patrones y obreros. La huelga con sus

88
Bayer, Osvaldo, Los vengadores de la Patagonia trágica; Borrero, José María, La patagonia trágica; Romero
Carranza, Ambrosio, Rodríguez Varela, Alberto y Ventura Flores Pirán, Eduardo, Historia política de la Argentina, t.
3, p. 541; Fiorito, Susana, Las huelgas de Santa Cruz (1921 - 1922).
89
"Sometidos a un inaudito régimen de 12 a 15 horas de trabajo, con un salario de 80 pesos mensuales, generalmen-
te abonado en moneda extranjera o en cheques que no podían hacer efectivos y que se veían obligados a cambiar por
mercadería. En realidad el obrero trabaja... y sale del establecimiento tan pobre como entró" (Informe Varela). Etche -
pareborda, Roberto, Yrigoyen/2 , p. 194.
90
"A la lucha intestina entre los representantes del Poder Judicial (el juez letrado del territorio, Ismael Viñas) y del
Poder Ejecutivo (el gobernador interino Correa Falcón), a la que asistían preocupados los estancieros y comerciantes
santacruceños, se agregaba un ambiente latente de rebelión entre los obreros tanto de las pequeñas ciudades como
los rurales", Bayer, Osvaldo, Los vengadores de la Patagonia Trágica, t. I, p.71 y ss. Lo escrito entre paréntesis es
nuestro.
91
"Los estancieros se habían dado cuenta de que Yza, como buen radical se iba a entender antes con radicales que
con ellos. Y por eso escuchará la palabra del juez letrado Viñas... Además, Yza... se dio cuenta de que al único que
obedecían los obreros era al juez. Y será a través del juez que Yza entre en contacto con dos de los dirigentes de la
huelga -amigos de Viñas- ...", Bayer, Los vengadores de la Patagonia Trágica, t. I, ps. 213 - 214.
92
"... las armas no han sido entregadas, se las han llevado el "68", el "Toscano" y el grupo que los ha seguido. Aparte
de un par de viejos rifles y revólveres oxidados, Varela no ha traído otra cosa", Bayer, ob. cit., t. II, ps. 10- 11. En la
polémica Varela-Correa Falcón éste le reprochará a aquél que luego de la primera huelga sólo pudo quitar a los
huelguistas "nueve carabinas máuser, doce carabinas winchester, un fusil remington y un revólver".
93
Romero Carranza, ob. cit., p. 545.
94
"La Sociedad Obrera acusaba abiertamente al secretario gerente de la Sociedad Rural, Correa Falcón, de haber
aconsejado a los hacendados... negarse al cumplimiento del pliego. Las protestas y denuncias de los delegados
obreros en las estancias se amontonaban en el local de la Sociedad Obrera que se veía impotente por la ofensiva
patronal. Lo único que podían hacer era esperar la época de esquila", Bayer, t. II, ob. cit., p. 60.
excesos paralizaba nuevamente todo el sur. La Sociedad Obrera volvía a enfrentarse a la So-
ciedad Rural y a la Liga Patriótica.
La declaración de una huelga general para octubre de 1921 y la situación por demás grave,
obligan a Yrigoyen a enviar por segunda vez a Varela, pero esta vez con importantes fuerzas
militares96. En esta oportunidad Varela actúa con extrema dureza. La situación es distinta:
ahora se trata de una subversión anarquista a la que se le suma el peligro de una intervención
chilena97. Es en enero de 1922 cuando el sur queda tranquilizado. La "campaña militar sang -
rienta de la Patagonia" había llegado a su fin.
Pero ha comenzado aquí el juicio histórico a Varela. Es el tema que se discutió y se seguirá
discutiendo. ¿Actuó por orden de Yrigoyen o por su sola cuenta? 98. ¿Quién fue realmente el
responsable de los fusilamientos: el ejército o el gobierno? ¿Qué pasó? ¿Fueron verdaderos los
informes que recibió Varela al llegar a Santa Cruz?
Una vez pacificado el sur, los hacendados, olvidándose del laudo Izza, rebajaron los sueldos al
personal de las estancias. Se desmanteló la organización de la Sociedad Obrera Rural y costó
mucho tiempo y mucho esfuerzo volver a ponerla en pie. La actuación de Varela fue utilizada
para que unos y otros sacaran rédito político.

12 - Avanzada social I.

Antes de iniciado el gobierno radical, fueron dictadas varias leyes de trabajo que manifiestan
un signo de progreso social y dignificación obrera.
Los logros obtenidos en este campo no sólo se debieron a una mayor preocupación en este
sentido del gobierno de Roque Saenz Peña, sino también a la necesidad, por parte del presi-
dente, de lograr un acercamiento con el Radicalismo. Este venía reclamando, además de la
democratización del poder, nuevas formas de convivencia justa entre patrones y obreros. Es
también indudable la influencia de los dirigentes socialistas y, lógicamente el accionar incan-
sable de los trabajadores en procura de una más honrosa vida. Esto significó una avanzada.
Así el Departamento Nacional de Trabajo, antes denominado Dirección General del Trabajo,
se constituye en órgano desconcentrado, dependiente del Ministerio del Interior. Tendría por
funciones, en el ámbito de la Capital Federal, "preparar la legislación del trabajo, recogiendo,
coordinando y publicando los datos relativos al mismo y organizar la inspección y vigilancia
de las disposiciones legales que dicte el Congreso sobre la materia". En suma, se le confería
competencia en materia de policía laboral (ley 8.999). Es también una avanzada social, la
creación de agencias públicas y gratuitas de colocaciones (ley 9.148); el régimen de
inembargabilidad de los sueldos y los salarios, las jubilaciones y las pensiones (ley 9.51 1 ) y
la reglamentación de las agencias particulares de colocaciones (ley 9.661).
En la misma época se crea la Caja de Jubilaciones y Pensiones para ferroviarios (ley 9.653); se
establecen los procedimientos para la aplicación de multas contra los patrones que no
cumplan con la legislación obrera (ley 9.658); se funda la Comisión Nacional de Casas Baratas
(ley 9.667) y se aprueba la norma sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales
(ley 9.688)99.

95
El gobernador interino es Cefaly Pandolfi que "cumple al pie de la letra la orden que le ha dejado Izza: negociar,
negociar, no tomar ninguna decisión que pueda agravar el estado de cosas, impedir de cualquier manera que se
Ilegue a una nueva huelga obrera", Bayer, t. II, ob. cit., p. 71.
"Desde julio de 1921 el gobernador se halla ausente y su sustituto no actúa con la misma sensibilidad", Etcheparebor -
da, Yrigoyen/2, p. 195.
96
En noviembre de ese año, el Poder Ejecutivo crea el cuerpo de gendarmería de territorios, "... nuevo motivo de re -
sentimiento del Ejército hacia el gobernante radical, ya que la oficialidad criticó severamente la integración de ese
cuerpo con personal proveniente de los comités oficialistas", Etchepareborda, Yrigoyen/2, p. 196.
97
En el mismo sentido, ver Romero Carranza, ob. cit., t. 3, p. 546; Etchepareborda, Yrigoyen/2, ps. 196 - 197. Cfr.
Bayer, ob. cit, t. II, p. 144, "Pese a que escritores, historiadores y políticos... quieren demostrar que las huelgas pata-
gónicas fueron armadas y preparadas por el gobierno chileno, Varela no encontró ningún arma de los carabineros o
del ejército trasandino".
98
"Nos resistimos a creer que haya actuado por su sola cuenta sin tener el respaldo presidencial. Tal vez lo único que
puede admitirse en favor de Yrigoyen es que a Varela se le haya ido la mano", Bayer, ob.cit., t. II, p. 124.
"No nos cabe la menor duda que si los estancieros no se hubieran movido en Buenos Aires, la matanza no habría ocu -
rrido. Pero decir que los culpables fueron solamente los latifundistas que confundieron al gobierno y al ejército es
sostener una incongruencia tan grande como si manifestáramos que la culpa de la matanza de judíos en el Tercer Rei -
ch la tuvieron Krupp y los grandes industriales alemanes, y. laváramos de responsabilidad a Hitler y a toda la organi -
zación represiva nazi", Bayer, ob. cit., t. III p. 23.
"Varela y sus hombres creyeron haber cumplido con su deber. Sólo recibieron las más violentas diatribas y el silencio
presidencial, que luego de prometer un decreto en favor de los expedicionarios se mantuvo en absoluto mutismo. Inc-
luso el intento de algunos capitanes de la expedición por obtener audiencia, resultó vano", Etchepareborda, Yrigoyen/
2, p. 198.
En 1919, ante la necesidad de extender los beneficios a todo el país, el propio presidente Yri-
goyen presenta un proyecto por el cual los obreros de los yerbatales, obrajes y demás estab-
lecimientos industriales del interior de la República, percibirán sus salarios en moneda nacio-
nal, en períodos de tiempo que no excedan de un mes, sin descuentos por ningún concepto.
Esta ley es sancionada en agosto de 1925.
Otro proyecto de 1922 es el Código de Trabajo, el cual resume y amplía la legislación vigente
sobre la materia, tratando, entre otros, los siguientes tópicos: trabajo de menores, de indios, a
domicilio, descanso dominical, jornada de trabajo, accidentes de trabajo, seguridad en el tra-
bajo, trabajo de marinos y del personal de empresas ferroviarias, jubilación de ferroviarios y
de empleados y obreros de empresas particulares, salario y contrato colectivo de trabajo, pe-
nalidades y procedimientos, derecho de huelga, etcétera.

13 - ¿Unidad sindical?

El triunfo del socialismo en Rusia, al derrocarse el régimen zarista, proyecta y promueve la di-
fusión del comunismo100.
Este aparece en la Argentina bajo la denominación de Partido Socialista Internacional. Más
tarde adoptará el nombre definitivo de Partido Comunista. La nueva ideología plantea la nece-
sidad de la unidad e identificación total entre la organización obrera y el partido, como forma
de garantizar el carácter político y la índole revolucionaria de la lucha de clases.
La FORA del IX° Congreso recibe las influencias de esta corriente ideológica cuando convoca
a su siguiente reunión, en diciembre de 1918. La FORA del V° Congreso, de tendencia
anarquista, mantiene una actitud de reserva.
Durante los días 28 y 29 de junio de 1919, la FORA del IX° Congreso convoca a uno de carác-
ter extraordinario integrado por sindicatos federados y autónomos con la finalidad de estudiar
la difícil situación que implicaría el despacho de un proyecto de ley, por intermedio de la Co-
misión de Legislación del Trabajo, tendiente a desagraviar los sucesos de la Semana Trágica.
Así, en esa asamblea se resuelve efectuar una demostración pública, simultánea en todo el
país, a fin de que los obreros exterioricen, directa y libremente, su sentimiento de repudio por
la ley anti-obrera en proyecto. Propone que en caso de ser sancionada la ley, el Consejo
Federal de la FORA convoque de inmediato a un congreso nacional extraordinario para fijar la
actitud a asumir. De ser imposible esa convocatoria se dispone que el Consejo Federal pueda
hacer efectiva la declaración de huelga general en todo el territorio de la República. De pro-
ducirse la huelga general, se incluirá entre las reclamaciones concretas a formularse la
abolición de las leyes de 'residencia' y de 'defensa social'.
En cumplimiento del primer punto de la resolución, se lleva a cabo la concentración pública
en la plaza San Martín. Este hecho más la campaña que le siguió, hizo quedar en el olvido el
proyecto legislativo.
Entre el 29 de enero y el 5 de febrero de 1921 se realiza el onceavo congreso de la FORA del
IX° Congreso. Después de resolver el problema de algunas credenciales, pasa a considerar la
tan mentada unidad. Se propone designar una delegación que, juntamente con la de la FORA
del V° Congreso y la de los sindicatos autónomos, constituyan un comité encargado de prepa-
rar la realización de un Congreso Nacional de Unificación.

99
Las Constituciones de Mendoza y San Juan legislan sobre el trabajo y las condiciones del mismo. La Constitución
de Mendoza de 1916, en su art. 44 señala: "En el territorio de la Provincia, es obligatorio el descanso dominical o
hebdomadario, con las excepciones que la ley establezca por razones de interés público". Art. 45: "La Legislatura dic-
tará una ley de amparo y reglamentaria del trabajo de las mujeres y niños menores de diez y ocho años, en las fá -
bricas, talleres, casas de comercio, y demás establecimientos industriales, asegurando, en general, para el obrero, las
condiciones de salubridad en el trabajo y la habitación.
También se dictará la reglamentación de la jornada de trabajo. Respecto de las obras o servicios públicos en estab-
lecimientos del Estado, queda fijada la jornada de ocho horas, con las excepciones que establezca la ley".
Y la constitución de San Juan de 1927, en su art. 31 establece: "Queda reconocido a todos los habitantes de la pro-
vincia, el derecho de un mínimo de seguridad económica. A este efecto se establecerá por la ley la jornada de trabajo
con relación a las exigencias de la vida higiénica y el estado de desarrollo industrial y agrícola-ganadero; el salario
mínimo con relación del costo de la vida; un régimen de seguros contra la enfermedad, la vejez y la invalidez y de
amparo a la maternidad, la viudez y la niñez desvalida, en el cual podrán fijarse contribuciones obligatorias; el fomen-
to de la construcción de viviendas higiénicas con el aporte del Estado sea en forma de desembolsos directos, de
otorgamiento de créditos en condiciones liberales o de liberación de gravámenes; la reglamentación de los sindicatos;
y el encauzamicnto normal de las relaciones entre el capital y el trabajo, mediante normas legales que atribuyan a la
autoridad las facultades necesarias para hacer efectivas las garantías que consagra este artículo". Ver el debate de
los convencionales en la Segunda Sesión, 25 de enero de 1927, sobre el proyecto de reforma de la Constitución ati-
nente a la Sección I, De los derechos, garantías y declaraciones generales, Capítulo 3. De las garantías para los traba -
jadores y de las medidas de previsión social, en Las Constituciones de San Juan, ps. 457 - 464.
100
Ver Gurian,Wa1demar, Bolchevismo. Introducción al comunismo soviético, p. 21 y ss. y Glezerman, G. y Smenov,
V., Clases y lucha de clases, ps. 133 - 153.
Esta asamblea delibera entre el 6 y el 15 de marzo de 1922 con la participación de 127
sindicatos (autónomos, FORA y FORAC) 101 sobre la siguiente base: "Queda establecido que las
organizaciones que concurran al Congreso, de hecho aceptarán las resoluciones que en el
mismo se tomen".
A lo largo de las diecisiete sesiones se vivió un clima tenso y tumultuoso, producto de las frac-
ciones que allí se encontraban102.
En este Congreso de Unidad un tanto "forzado", la disparidad de ideas, criterios y métodos es
significante. Esta situación favorece la creación de una nueva central: la Unión Sindical
Argentina (USA), con preponderancia del sector sindicalista.
La unidad, "cocida a pinzas", no iba a ser eficaz ni duradera. La endeble USA poco iba a poder
realizar103 y no tardaría en desaparecer.

14 - Los sindicalistas y Alvear.

El 12 de octubre de 1922 Marcelo T. de Alvear asume como presidente de "la Argentina ilusio-
nada". Le toca gobernar en una época de brillo y de bonanza 104. Alvear ha heredado un inci-
piente proceso de industrialización nacional, el control del comercio internacional, la fijación
de precios a los artículos de primera necesidad, la adquisición de barcos para la marina
mercante.
Argentina es un país que promete, pero se hace necesario continuar con el empuje emanci-
pador de Yrigoyen, tratando de cortar los lazos de una dependencia demasiado prolongada
con Gran Bretaña y vigilar cuidadosamente la avasalladora irrupción del capital
norteamericano y la lucha de ambas potencias por el predominio en el país.
Por otra parte se va gestando una crisis dentro del partido gobernante, que llevará irremedia-
blemente a su fisura. Yrigoyen y Alvear tienen diferentes modos de enfocar y solucionar los
problemas. Gobiernan y administran, también, en forma distinta.
En el gobierno de Alvear, si bien se adoptan medidas de previsión social, es justo reconocer
que varias leyes y proyectos sancionados y promulgados durante su presidencia ya habían
sido elaborados por Yrigoyen en su primer mandato 105.
No obstante, son sancionadas varias leyes: 11.202, de prórroga de la ley de alquileres; 11.232,
de jubilación para empleados y obreros bancarios; 11.278, de pago de salarios en moneda
nacional a los trabajadores en obrajes y yerbatales; 11.308, modificatoria del régimen de jubi-
laciones y pensiones para trabajadores ferroviarios; 11.317, de trabajo de menores y mujeres;
11.338, prohibiendo el trabajo nocturno en panaderías; 11.388, de sociedades cooperativas;
11.471, jubilatoria de obreros que trabajan a domicilio para reparticiones del Estado.
Ahora bien, merece especial atención el tratamiento de la ley 11.289 que crea las Cajas de
Previsión Social para un amplio sector de trabajadores: empleados y obreros de la marina
mercante, de establecimientos industriales y mercantiles, del periodismo y artes gráficas. El
proyecto de esta ley ya había sido enviado por Yrigoyen en agosto de 1922.

101
FORAC: la "C" de la sigla corresponde a comunista. Cfr. Rotondaro, Rubén, Realidad y cambio en el sindicalismo,
p. 89, quien señala que el Congreso de Fusión se realizó con la ausencia de la FORA del Vº Congreso.
102
"La división afectaba incluso a todos y cada uno de los núcleos ideológicos, escindidos por la polémica que había
suscitado en el mundo del trabajo la creación de la Tercera Internacional en 1919, y la sindical afecta a la misma, en
el año 1921...
El Congreso no consiguió consolidar la vieja polémica entre estatistas y antiestatistas, entre materialistas e idealistas.
El sindicalismo llamado reformista aparece repudiado por la asamblea. Nadie quiere saber nada con la F.S. Inter -
nacional. La mayoría se expide por la Sindical Soviética. No obstante los partidarios de ésta también están divididos",
López, Alfredo, ob. cit., ps. 249 - 250.
103
"La USA es la reencarnación de la UGT y de la CORA, pero lo cierto es que nada tiene de común con la UGT y muy
poco con la CORA, aquélla esencialmente afecta a la democracia social y ésta de indeleble tono sindicalista puro...
Si pudiéramos objetivar nuestro pensamiento diríamos a modo de síntesis, que la USA es el fruto del espejismo de la
hora. Sus abundantes y ampulosas definiciones -que necesitaron un preámbulo y una declaración de principios y fi -
nalidades para expresarse-, importan un verbalismo reñido con el gran sentido práctico y concreto que debe infundir
a su acción el sindicato obrero y su órgano político, que es la central nacional. Planteábase así un dualismo entre los
modos de hacer impuestos por la realidad nacional y los modos de decir, reflejo de acontecimientos y medios sociales
que no eran los nuestros, además de la cuota que se imponía como concesión casi obligada por la conciencia, a premi -
sas apriorísticas y, por ser tales, no confrontadas por los hechos ni la experiencia", López, Alfredo, ob. cit., ps. 250 -
251. Ver Reinoso, Roberto (compilador), "Bandera Proletaria": selección de textos (1922 - 1930). Este periódico fue
órgano oficial de la USA y además difusor de las ideas del sindicalismo.
104
Ampliar en Alén Lascano, Luis C., La Argentina ilusionada; Alonso, Beatriz, La presidencia de Alvear; Luna, Félix,
Alvear.
105
"... es indudable que a influjos de la mentalidad oligárquica del antipersonalismo, y como reacción a los avances
obreristas y populares del anterior Gobierno -motejado de chusmocracia- hubo una verdadera involución en el espíri -
tu inspirador de muchas leyes sociales", Alén Lascano, ob. cit., p. 89.
En el debate se evidencia la crisis política y la división del Radicalismo, aprovechada por la
oposición conservadora y socialista. Las críticas también provienen del diario "La Nación",
puesto que sostiene que "la ley es mala , porque acostumbraría al trabajador a llevar una vida
monótona, sabiendo que al final de su esfuerzo podría retirarse a gozar de una tranquilidad
que le asegura la renta, que en forma de jubilación la ley le acuerda..." 106.
Todos están en contra de la sanción 107, incluso y aunque resulte paradójico, la USA había
llamado a una huelga general en abril de 1924 en protesta por el aporte obligatorio del 5%
para la jubilación que exigía la ley. La Central Obrera no obtuvo éxito en la convocatoria y los
integrantes de su comisión directiva debieron presentar sus renuncias.

15 - Los años de las tres centrales.

Si bien la USA y la FORA del V° Congreso comienzan a declinar en su actuación, es en esta


época cuando el sindicalismo argentino ofrece ricos matices doctrinarios: la combinación o no
de la lucha gremial con la preocupación política y las reivindicaciones económicas con el des-
eo de cambio social. También se manifiesta en este período, una resistencia a las directivas de
la USA, tal como lo demuestra el fracasado paro convocado por la Central en repudio a la ley
11.289.
Por otra parte, al iniciar su accionar, la USA, siguiendo sus principios ideológicos, había
dispuesto excluir de los organismos de dirección a todo aquel militante que hubiese des-
empeñado funciones públicas. Ante esto un grupo de gremialistas, disconformes con la medi-
da, crean el Comité Pro Cumplimiento de las Leyes Obreras, "tanto para tener un aparato
para operar como para poner en evidencia su discrepancia con la nueva central".
Los dos gremios más organizados, el de La Fraternidad y el de la Federación Obrera Ferro-
carrilera108, no tardaron en alejarse de la USA.
Ambos gremios tenían diferentes modos de asociación (La Fraternidad era centralista y la
FOF federativa) y de conducción, lo que las llevó en varias oportunidades a enfrentamientos y
choques.
Después de las huelgas de 1917 y 1918 advirtieron que era necesario actuar en conjunto y
adoptar el sistema de organización centralista, adquiriendo La Fraternidad un rol pre-
ponderante en la puesta en marcha de tal objetivo. De este modo, la tesis centralista triunfó
en el Congreso de Unidad realizado en 1922, en donde la Unión Ferroviaria 109 juntamente con
La Fraternidad, pasaron a integrar la Confraternidad Ferroviaria110. Esta y un grupo de
sindicatos autónomos crean una nueva central obrera: la Confederación Obrera Argentina
(COA)111, a la que se adhiere también el grupo socialista.
En 1926 el movimiento obrero está representado por tres centrales: la USA (sindicalista), la
COA (socialista) y la FORA (anarquista)112 .
La COA es la que trabaja más intensamente sobre los distintos gremios. Si bien su existencia
es breve, no por ello podemos dejar de reconocer que es la predecesora de la Confederación
General del Trabajo.
106
Citado por Alén Lascano, ob. cit., p. 91.
107
"Resultaba paradojal que la ley fuese atacada desde ambos extremos del espectro social argentino. La Unión
Industrial la impugnaba, el juez Clodomiro Zavalía y la Corte Suprema sentenciaban acerca de su inconstitucionali-
dad", Alén Lascano, ob. cit., p. 92.
"El campo sindical sometido a las influencias del anarco-comunismo por un lado y por el otro a las ilusiones de, un rá -
pido derrumbe del capitalismo, explican la actitud obrera con respecto a esa ley", López, Alfredo, Historia del movi-
miento social y la clase obrera argentina, p. 263.
108
La Fraternidad, fundada el 20 de junio de 1887 nuclea a maquinistas y foguistas. La Federación Obrera Ferro-
carrilera, fundada el 5 de enero de 1912 nuclea al personal de las demás categorías. En 1918 la FOF pasó a denomi-
narse Federación Ferroviaria.
109
En octubre de 1922 se constituyó con los sindicatos de Tráfico y Talleres una sola organización: la Unión Ferrovia -
ria.
110
Ampliar en Rotondaro, Rubén, Realidad y cambio en el sindicalismo, ps. 93 - 94; López, Alfredo, Historia del movi-
miento social y la clase obrera argentina, ps. 257 - 262.
111
"El sindicato bastaba para todo y estar en el sindicato era, para los militantes de esa escuela, hacer sindicalismo.
Por eso no trepidaron los sindicalistas en llegar a la disolución de sus organizaciones para lograr la unidad obrera.
Así lo hicieron con la Confederación Obrera argentina", López, Alfredo, ob. cit., p. 210.
"Después de cinco congresos de fusión, con la creación de la Confederación Obrera Argentina teníamos tres centrales
de trabajadores -comentó socarronamente Jacinto Oddone-: la USA, la FORA del Vº Congreso y la COA, con tres méto-
dos distintos de lucha, tres distintas interpretaciones de los hechos históricos y tres distintas finalidades, para condu -
cir un solo dios verdadero, que era el proletariado argentino", Troncoso, Oscar, Fundadores del gremialismo obrero/
2, p. 160.
112
Las tres centrales en consecuencia con sus ideologías, responden a nivel internacional de manera muy distinta. La
FORA se vincula con la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT); la USA, se liga a la Internacional Sindical
Roja (ISR); la COA es miembro de la Federación Sindical Internacional (FSI).
A1 poco tiempo de fundarse, cursó invitaciones a los sindicatos autónomos para que se
adhirieran. En ella señalaba: "La nueva central nace en un momento difícil para el movimiento
obrero y para el proletariado del país. Sin embargo es un hecho auspicioso que desde su cons-
titución cuente con más de ochenta mil obreros adheridos, cifra todavía no. superada por
ninguna central obrera de la República, aun en sus mejores épocas. La COA es la resultante
lógica de los acuerdos serenos de los organismos más serios y representativos, los cuales con -
sideraron que no podían. ni debían permanecer impasibles frente al caos y la anarquía
imperante en el campo gremial, que no sólo disgregó los núcleos numerosos de respetables
sindicatos, sino que ha sumido en el mayor desprestigio la acción sindical en el orden moral y
material".

16 - La vuelta de Yrigoyen.

En abril de 1928 se realizan las elecciones. Por segunda vez triunfa Hipólito Yrigoyen. La si-
tuación no es la misma que en 1916. El presidente está anciano.
La escisión que sufriera el Radicalismo entre personalistas y antipersonalistas va acentuándo-
se cada vez con mayor intensidad. La oposición hacia Yrigoyen es aguda y por momentos
despiadada. Poco puede gobernar y administrar. En las Cámaras, principalmente en la de
Senadores, todos los proyectos que provienen del presidente son frenados. Así por ejemplo y
desde el aspecto social, la labor parlamentaria se reduce a la sanción de las leyes 11.544 de
jornada legal de trabajo; 11.570 de aplicación de leyes de trabajo y 11.575 de jubilaciones y
pensiones para el personal bancario. Se instituye, además, el 1° de mayo como Día del Traba-
jo.
Las condiciones para un posible golpe están dadas: desgobierno, pérdida de consenso, crisis
económica y política. La "hora de la espada" está próxima y con ella el nacimiento de una nue-
va historia argentina, institucionalmente hablando: la de la alternancia de civiles y militares
en el poder.
Haciendo un balance desde 1916, podemos decir que el movimiento obrero, dividido ideoló-
gicamente, no hallaba el camino que lo condujera a la unidad. Las huelgas y el desempleo, no
podían evitarse. Y muy poco ayudaba la situación económica. Las circunstancias eran inexora-
bles, la unidad sindical definitiva era aún una aspiración, un deseo.
Por su parte, el gobierno radical, a pesar de su preocupación por los trabajadores, no pudo
incorporarlos al programa de gobierno porque su interés estaba dirigido hacia la clase media
y los sindicalistas aún no estaban organizados, ni ideológicamente preparados para entender
lo nacional.
El aplastante triunfo del Radicalismo en 1928 produjo una suerte de inquietud entre los con-
servadores y la clase dirigente tradicional quienes, pese a los esfuerzos realizados, no pu-
dieron impedir el retorno de Hipólito Yrigoyen 113. A la acción de los conservadores, antiperso-
nalistas y socialistas, se sumó la prédica de los diarios porteños 114.

Las fuerzas políticas opositoras, si bien "acuerdan" el derrocamiento del presidente, no coinci-
den en el modo de hacerlo y desean, por encima de todo, mantener la apariencia o ficción de
legalidad115.
113
Ver un interesante análisis del tema en Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, I hasta
1943, p. 181 y ss.
114
Pero quien sobresale en su ataque al gobierno popular es "Crítica" de Natalio Botana, cuya consigna es "el único
cotidiano totalmente comprometido con la defensa del pueblo"."La Capital Federal, sobre todo, era el distrito donde
la oposición tenía mejores perspectivas, porque el antagonismo del radicalismo no era el repudiado conservadorismo
ni el desprestigiado antipersonalismo, sino una fuerza joven, con recursos de propaganda novedosos, capaz de agluti -
nar los esfuerzos de la opinión contraria al gobierno: el partido Socialista Independiente. Varias entidades civiles -ta-
les la Liga Republicana, la Unión Cívica Universitaria, los 'Centros de Cultura Lautaro'- anunciaron su adhesión a los
candidatos socialistas independientes, y los antipersonalistas les dejaron el campo libre, anunciando su abstención. El
diario 'Crítica', estridente e inescrupuloso, les prestó todo cl apoyo de sus gigantescas ediciones; un caricaturista pre-
sentaba al vespertino como una incubadora de donde salían los nuevos 'pollitos' del socialismo independiente", Luna,
Félix, Yrigoyen, ps. 346 - 347.
115
Al respecto Félix Luna comenta: "Estaba por terminar el año y la esterilidad parlamentaria, especialmente la
senaturial, había sido desoladora; ni siquiera se había aprobado el presupuesto para 1930. La proximidad de las elec-
ciones de diputados nacionales en marzo, movilizaba los sectores opositores que realizaban actos diariamente. El par -
tido Socialista Independiente anunció como punto concreto de su plataforma electoral, el juicio político contra Yrigo -
yen, y sus ministros. Por San Juan y Mendoza andaba la Comisión de Negocios Constitucionales del Senado, espigan-
do cuanta denuncia pudiera haber contra las intervenciones. La oposición necesitaba que el ambiente permaneciera
agitado y en inquietud, para que siguiera evolucionando el proceso que iba tramándose. Cualquier cosa servía. A
mediados de diciembre, un conflicto en la Facultad de Derecho motivó la ocupación de la Casa por los estudiantes, y
una huelga general de dos días decretada por la Federación Universitaria Buenos Aires. La cosa terminó pacíficamen -
Los legalistas quieren arrebatar el gobierno de Yrigoyen a través de una escalada electoral;
esa posición es compartida por el núcleo de militares anti-yrigoyenistas que siguen a Agustín
P. Justo. Este, que encabeza al grupo opositor, liberal conservador, no pretende un cambio es-
tructural, solamente desplazar al presidente. No se niega al golpe de Estado, pero siempre
que se funde en razones profesionales y legales. Hace profesión de fe en la Constitución y en
las instituciones republicanas.
Por otra parte, los grupos antidemocráticos116, sostienen que debe producirse, en primer lu-
gar, una "revolución" que modifique la estructura político-social para instaurar un gobierno
"fuerte" que mantenga el orden, la jerarquía y la disciplina, dando lugar, luego, a una "demo-
cracia funcional basada en las fuerzas sociales". El grupo encuentra en el general José F. Uri-
buru a la persona indicada para encabezarlo.
A mediados de 1929 se organiza la Liga Republicana, nucleando a los nacionalistas argen-
tinos, quienes pretenden una sustitución lisa y llana de las formas democráticas por una suer -
te de corporativismo117.
Los nacionalistas comienzan a reclutar seguidores entre los oficiales del Ejército. La situación
en la institución no está totalmente definida, pues no hay una oposición unívoca contra Yrigo-
yen. Por un lado, los legalistas que apoyan la investidura presidencial; por otro, los que
mantienen una actitud neutral, prescindente y, por último, los abiertamente radicales. Por
ello, deben recurrir a los partidos políticos tradicionales. De tal manera la estrategia se uni-
fica para desplazar, el 6 de septiembre de 1930, al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen
de su cargo. Un golpe de Estado, encabezado por el general retirado José F. Uriburu, lo
convierte en el primer presidente de facto. En sentido estricto no puede decirse que es una
intervención militar institucional, pues sólo participan de él algunas unidades, plegándose la
mayoría al nuevo orden. Es de destacar, también, que solamente los civiles acceden a los
cargos gubernativos118.

te, con la posesión del local por Ricardo Rojas, pero los opositores trataron de sacar partido de la algarada estu -
diantil, visitando a los muchachos acantonados, haciendo interpelaciones y pretendiendo darle al asunto una
trascendencia política que no tenía. Otro motivo de alharaca fue la clausura de la Caja de Conversión, decretada con
buen criterio por cl presidente: ante esta medida, los socialistas de ambas fracciones organizaron sendos actos para
criticarla y vapulear aguerridamente al gobierno" (Yrigoyen, p. 344).
116
Estos grupos habían comenzado a tomar organicidad a partir del 1º de diciembre de 1927 con la aparición de La
Nueva República, órgano del nacionalismo argentino. Entre sus redactores podemos mencionar a Julio y Rodolfo
Irazusta, Juan E. Carulla y César E. Pico.
Los nacionalistas de "La Nueva República" veían que "Uriburu encarnaba la posibilidad de hacer concretas sus
aspiraciones a una modificación del régimen político, que sólo veían posible como obra de un gobierno fuerte y
respaldado por las fuerzas armadas, y confiaban en que la revolución no culminaría, como 1a del 90, en un cambio del
presidente, sino que llevaría adelante un plan de reformas en las instituciones del Estado, que debía comenzar por la
del sistema de sufragio", Barbero, María Inés y Devoto, Fernando, Los nacionalistas, p. 149.
117
Proponían la reforma constitucional en el sentido de definir el alcance y calidad del sufragio, convirtiéndolo en
calificado y público. Descreían, además, de los parlamentarios y de los partidos políticos.
Sostiene Roberto Etchepareborda que "nuevas fuerzas que, desprendidas en su mayoría del conservadurismo,
simpatizan con las nuevas corrientes de ideas que se imponen en esos momentos en la Italia fascista y en la España
de Primo de Rivera. Esos elementos sostenían la necesidad de volver, para superar la crisis institucional, a las
tradiciones nacionales. Alegaban que el caos político reinante era debido a la quiebra de la democracia y postulaban
la substitución del legislativo político por el sistema corporativo, y la derogación de la ley electoral vigente, frente a
los excesos de la democracia inorgánica. Valiosos elementos de la juventud intelectual adhirieron a esas tendencias,
repudiando por igual al oficialismo como a sus opositores. Esas ideas encontraron un fecundo campo de acción en las
filas del Ejército, proclive desde hacía años a la formación de logias y al golpe de Estado preconizados ya por 'La
Hora de la espada' , de Leopoldo Lugones" (Aspectos políticos de la crisis de 1930, en La Crisis de 1930, I. Ensayos,
ps. 46 - 48).
Cfr. Zuleta Alvarez, Enrique, El nacionalismo argentino, t. I, p. 238, "La Liga Republicana fue... y a pesar de estar se -
parada del grupo de La Nueva República, un embrión de intento de hacer combinaciones políticas destinadas a po -
tenciar a los Nacionalistas como algo más que un grupo meramente periodístico. Por lo menos en las intenciones de
Rodolfo Irazusta, quien propuso que en las elecciones legislativas de 1928 hubiera una lista encabezada por los nacio -
nalistas que más se habían distinguido en la política opositora. Pero la típica torpeza nacionalista en este tipo de
combinaciones, hizo que primara en la Liga Republicana la idea de ceder sus votos..., al Socialismo Independiente de
Federico Pinedo y Antonio de Tomaso. Esto bastó para que Rodolfo Irazusta se alejara definitivamente de la Liga Re -
publicana". Otro grupo nacionalista, la Legión de Mayo, creada por iniciativa directa de Uriburu, juntamente con la
Liga Republicana actuaron en conjunto los días próximos a la revolución.
118
"Hasta ahora no se sabe que haya existido alguna logia militar en la revolución setembriana que nos ocupa: pero sí
se tiene conocimiento de la actuación decisiva de ex miembros de una asociación secreta y juramentada de jefes y
oficiales del Ejército, creada a fines de 1921 y disuelta por propia determinación a comienzos de 1926", Orona, Juan
V., Una logia poco conocida y la revolución del 6 de setiembre, en Rev. de Historia Nº 3, p. 105. "... una de las carac-
terísticas del Gobierno Provisional fue su esencia civil. Ningún ministro, con excepción de los castrenses, era militar...
No hubo 'premio de puestos' al soldado combatiente. No se reincorporó a ninguno a las filas, porque se habrían
violado las leyes orgánicas... ninguno ascendió, cuando este ascenso requería el acuerdo del Senado, entonces di-
suelto", Sánchez Sorondo, Matías G., 6 de setiembre de 1930, en La Década Infame, ps. 51-64.
CAPITULO III
LOS SINDICALISTAS Y
EL GOBIERNO CONSERVADOR (1930 - 1943)

17 - Nacida el 27 de septiembre de 1930.

En las postrimerías del gobierno radical, los sindicalistas advierten que los desacuerdos entre
las tres centrales obstaculizaban la efectividad en el manejo de los temas gremiales. Es por
eso que la Federación Obrera Poligráfica Argentina (FOPA) 119, en 1927, convoca a la unidad
sindical.
Las tres centrales obreras, USA, FORA y COA, receptan con distintas reacciones la convocato-
ria. La U.S.A. se adhiere, la FORA rechaza el llamado y la COA, sin rechazarlo ni aceptarlo to-
talmente, mantiene una actitud más cautelosa.
A1 año siguiente se reúnen la USA y la COA con la finalidad de conversar sobre la posible uni-
dad. Si bien en la Confederación un grupo de socialistas se opone 120, los gremios adheridos
más fuertes como la Unión Obreros Municipales, La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, apo -
yan la iniciativa de la FOPA. A partir de este primer paso, el proceso hacia la unidad sindical
se acelera favorecido por la grave situación económica que repercute, con su secuela de deso-
cupación, en los obreros.
Finalmente se reúne el Comité Nacional Sindical con representantes de la COA y de la USA, el
27 de septiembre de 1930, naciendo la Confederación General del Trabajo (CGT), con sede en
la calle Independencia 2880. Gremios tan importantes como la Unión Ferroviaria, la Unión
Obreros Municipales, la Federación de Empleados de Comercio, tranviarios, telefónicos y Aso-
ciación Trabajadores del Estado, se incorporan a su seno.
La Central, que se adhiere a los postulados del sindicalismo, exhibe un neto predominio de la
Unión Ferroviaria frente a la escasa representación de los gremios del sector industrial. Ex-
tranjeros y nacionales componen su masa de afiliados 121. La CGT, asume desde un primer mo-
mento una actitud prescindente. Así lo manifiesta en un documento enviado a las organizacio-
nes sindicales autónomas de todo el país, invitándolas a adherirse a ella. En él señala su ab-
soluta prescindencia "en cuestiones políticas, ideológicas y religiosas, único medio posible de
reunir en un solo bloque a todos los trabajadores de la República" .

18 - Los sindicalistas y Uriburu.

Dos hechos importantes para el país ocurren durante septiembre de 1930: el derrocamiento
del gobierno constitucional por un golpe militar y la creación de la CGT. Hay entre los dos
acontecimientos sólo coincidencia temporal.
Los sindicalistas se habían mantenido totalmente ajenos a la conspiración, enfrascados en sus
propias rivalidades y problemas. Tampoco comprendían, dada su postura ideológica, la reali-
dad política del país. No se sentían parte de él, y por eso no podían darse cuenta que lo que
estaba sucediendo también iba a repercutir en los trabajadores.
Sin embargo, a partir de este período, se puede detectar una paulatina y cualitativa
transformación en los obreros122. El viejo obrero calificado, con experiencia sindical y política,
producto de la inmigración, está siendo reemplazado por el joven obrero no calificado, sin ex-
periencia en la lucha sindical y política. Es consecuencia de otra inmigración, la interior. Es el
hombre nacido en el país que se dirige del campo a la ciudad, de las provincias al puerto. El
todavía no entiende que forma parte de esta tierra, no ha tomado conciencia y levanta una
muralla entre sus reivindicaciones y el cambio social que debe producirse.
Es por esto que los obreros no se suman al golpe de 1930123.
119
La FOPA era el resultado de la integración de tres tendencias ideológicas: socialista (Pedro Porcel), sindicalista
(Sebastián Marotta) y comunista (Manuel Punyet Alberti).
120
El Partido Comunista exhibió una permanente actitud de hostigamiento contra la COA y la USA, acusándolas de
"reformismo" y traición a la lucha de clases.
121
Matsushita, Hiroschi, Movimiento obrero argentino 1930 - 1945. Sus proyecciones en los orígenes del peronismo,
p. 68 y ss.
122
Esta apreciación sociológica nos permitirá comprender la llamada "nacionalización del movimiento obrero", que se
consolidará con el advenimiento del peronismo hacia el final del período que estamos analizando.
Germani, Gino, Política y sociedad en una época de transición, p. 186, donde señala que: "... desde mediados de la dé-
cada de los treinta el proceso de urbanización obedeció a las migraciones internas, es decir, a desplazamientos de la
población argentina (y probablemente también inmigrada) residente o nacida en zonas rurales o semirurales".
Ver Murmis, Miguel y Ponantiero, Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo, p. 59 y ss.
123
En relación a la actitud del movimiento obrero frente a la revolución del '30, Rotondaro comenta lo siguiente: "La
caída del gobierno de Yrigoyen fue recibida en los medios sindicales con sentimientos que variaban desde la expecta -
El gobierno de Uriburu quiere alejar el "fantasma del comunismo". A1 mismo tiempo intenta
eliminar los males causados por la "demagogia radical", mediante la "racionalización adminis-
trativa" a nivel nacional y provincial y la rebaja de los sueldos con el objeto de disminuir el ga-
sto estatal.
Sin embargo, lo que persigue con mayor ahinco, es la abolición del régimen electoral 124. Se
busca, sin más, la restricción de la actividad política partidaria. Se demanda la representación
corporativista, el manejo de la cosa pública por una "élite natural" 125. Pero no puede asimilar-
se este "corporativismo" al fascismo de Benito Mussolini, si bien ciertas notas pudieran
asemejarlos, como por ejemplo: nacionalismo, militarismo, anticomunismo y antiliberalismo.
En el argentino está ausente lo que es factor predominante en el italiano: su base y raigambre
popular. Más allá de lo político-institucional, los nacionalistas no muestran ninguna diferencia
con los liberales, ya que su modelo de crecimiento económico es Estados Unidos, industrialis-
ta y proteccionista126.
La situación en el Ejército no había variado. Las divisiones ideológicas en su seno eran las
mismas que antes del golpe militar. Así, se encontraban quienes comulgaban y apoyaban las
ideas de Uriburu. Otros, por el contrario, no mostraban conformidad con el plan de
transformación de los nacionalistas, pues no aceptaban apartarse de la Constitución; eminen-
temente profesionalistas, integraban el círculo del general Agustín P. Justo 127. Además, esta-
ban los oficiales radicales que, desde dentro o desde fuera del Ejército, trabajaban contra el
gobierno.
A finales de 1930 se constituyó la Federación Nacional Democrática 128, integrada por socialis-
tas independientes y conservadores, cuya finalidad era exigir en corto plazo la convocatoria a
elecciones nacionales y provinciales. Ante la presión ejercida, el gobierno las anunció en
diciembre de 1930.
Se llevarían a cabo primero en Buenos Aires y luego en las demás provincias. En Buenos Aires
el resultado dio el triunfo a los radicales Honorio Pueyrredón-Mario M. Guido y el comicio fue
anulado129.

tiva al escepticismo, desde la indiferencia a la prescindencia. Por lo general, puede decirse que hubo una sensación
de alivio cuando la administración radical fue desalojada, al considerarse que su ineficacia hacía necesaria la fórmula
autoritaria del control militar. No todos los actos obreros fueron de esa naturaleza. Se dieron excepciones. Refiere
Santillán que a iniciativa de los dirigentes de la Asociación de Trabajadores del Estado se intentó realizar una resis-
tencia, planteo en el cual estuvo de acuerdo el secretario general de la Federación Obrera Marítima quien ofreció los
fondos de la organización para la empresa. Se realizaron reuniones en la sede de ATE, en la que participaron
miembros de la USA e intelectuales anarquistas como Rodolfo González Pacheco; pero que no contaron con la pre -
sencia de la FORA que se había declarado prescindente. De todos modos, se resolvió decretar una huelga general re -
volucionaria que iba a estar conectada con una conspiración cívico-militar inspirada naturalmente por los radicales.
Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron y la tentativa fue frustrada..." (Realidad y cambio en el sindicalismo,
ps. 130 - 131).
Al respecto Diego Abad de Santillán refería: "La conspiración militar contra la segunda presidencia de Yrigoyen fue
un hecho del que tuvimos informaciones confidenciales. Durante más de un mes insistí en la obligación de resguardar
las libertades conquistadas y en presentar el oscuro horizonte que se abría para el porvenir del país. La FORA me
dejó solo; dijeron que era un asunto político y que en nada debíamos interferir. Yo les replicaba que un golpe militar
no es un asunto puramente político: es una cuestión nacional que compromete a todos. Pero no pude hacer nada; fue
la mayor derrota de mi vida", Troncoso, Oscar, Fundadores del gremialismo obrero/1 , p. 20.
124
Este objetivo había entusiasmado a los nacionalistas, pero no había encontrado eco entre los grupos liberales y
conservadores y menos aún en el Ejército que tan importante papel había cumplido en la sanción de la ley Sáenz Peña
en 1912.
125
"... que la Constitución sea reformada... cuando los representantes del pueblo dejen de ser meramente represen-
tantes de Comités políticos y ocupen las bancas del Congreso obreros, ganaderos, agricultores, profesionales, indus -
triales, etc. la democracia habrá llegado a ser entre nosotros algo más que una bella palabra". Manifiesto de José F.
Uriburu del 1° de octubre de 1930.
126
Cfr. Barbero y Devoto, ob. cit., ps. 158 - 159, quienes señalan que la mayor parte de los grupos nacionalistas se
sintió pronto desilusionada por las medidas del gobierno. Rodolfo Irazusta escribía a su hermano el 1 ° de octubre de
1930 que "el cambio de gobierno operado en el país... ha sido una de las cosas más absurdas que darse puedan. Pre -
parado y efectuado por los reaccionarios, es usufructuado abiertamente por los liberales".
"Los dirigentes políticos consideraban que el gobierno provisional debía limitarse a una gestión breve y convocar rá -
pidamente a elecciones. Se pensaba que en el estado de efervescencia cívica que vivía el país se podía formar un nue -
vo gobierno constitucional con un suficiente respaldo popular... Estas ideas... tropezaban con la influencia de los sec -
tores nacionalistas fascistas sobre Uriburu ...", Azaretto, Roberto, Historia de las fuerzas conservadoras, p. 77.
127
"Agustín P. Justo era Comandante en Jefe del Ejército que había apoyado tácticamente a Uriburu pero no
compartía su postura corporativista. Tampoco van a coincidir sobre el carácter y duración del futuro gobierno provi-
sional luego del golpe de Estado de 1930". Ampliar en Potash, Robert, El Ejército y la política en la Argentina, 1928 -
1945, p. 72 y ss.
128
Entre agosto de 1930 y comienzos de 1931 los conservadores de la Federación Nacional Democrática con la pre-
sencia de los conservadores de todo el país, fundan el Partido Demócrata Nacional. Su programa establece, entre
otros, los siguientes principios: sistema democrático, reforma de la Constitución, defensa de la producción nacional,
proteccionismo agrario e industrial, estabilidad y escalafón del empleado público, etc. Ampliar en Azaretto, ob. cit., p.
81.
Este hecho es decisivo para la caída del gobierno que encabeza Uriburu. Todos los partidos
políticos (demócratas nacionales, socialistas independientes y radicales antipersonalistas)
constituyen un frente, conformando, de esta manera, la Concordancia, para llevar a las elec-
ciones al binomio Agustín P. Justo - Julio A. Roca (h). A éste se opuso Lisandro de La Torre-
Nicolás Repetto, resultado de la Alianza de los partidos demócrata progresista y socialista.
Los radicales personalistas se abstuvieron. El 8 de noviembre de 1931 obtuvo el triunfo la
fórmula de la Concordancia130.
El gobierno inicia la persecución de las organizaciones obreras, especialmente las anarquistas
y comunistas. Muchos de sus dirigentes son deportados. La legislación laboral, vigente duran-
te el yrigoyenismo, deja de ser aplicada a tal punto que la federación patronal solicita la su-
presión del descanso dominical. Se decreta el estado de sitio y la ley marcial. Se encarcela,
tortura y destierra. Hay desocupación y huelgas131.
No obstante, durante el período en que Eduardo F. Maglione estuvo al frente del Departamen-
to Nacional del Trabajo hubo cierta preocupación por la situación de los trabajadores. Su pos-
tura corporativista encierra una concepción de la relación capital-trabajo diferente a la de los
dirigentes liberales conservadores de épocas anteriores.
En abril de 1931 el Comité Central Confederal de la CGT lanza un programa de reclamos . Por
primera vez, pide intervenir en organismos estatales como el Departamento Nacional del Tra-
bajo, el Departamento General de Higiene, la Dirección General de Ferrocarriles, etc.; con-
trolar la aplicación de la legislación laboral; reglamentar las 8 horas de trabajo, el descanso
anual con goce de sueldo, la semana laboral de cinco días, la protección a la maternidad e
infancia.
La política económica del gobierno repercute desfavorablemente en los trabajadores. Los
obreros extranjeros son los más perjudicados, en un intento de favorecer a los nacionales, ya
que se toman medidas para desalentar la incorporación de aquéllos al trabajo. Frente al
nacionalismo económico, los socialistas y sindicalistas levantan las banderas del librecambio,
en el entendimiento de que éste es el único camino para abaratar los productos de consumo
popular.
En cuanto a las relaciones de la CGT con el gobierno, se manejan dos estrategias y criterios
interpretativos que, en el fondo, son actitudes concurrentes: por un lado, un sector del
sindicalismo propicia una alianza con el Estado y grupos de industriales 132; por otro lado, la
organización obrera, en aquél entonces, sólo busca su total independencia frente al gobierno
y a los partidos políticos, sin que esto signifique un obstáculo a la hora de negociar con él 133.
129
Ver Luna, Félix, Alvear, ob. cit. , p. 81.
"Y el 5 de abril de 1931 'las comunas y las chacras bonaerenses' como diría Ricardo Rojas- dieron el triunfo a Puey -
rredón - Guido por una cómoda mayoría, ante la estupefacción de Uriburu y sus asesores.
Como es sabido, los resultados de esta elección fueron anulados posteriormente por el gobierno de facto. El pro-
nunciamiento de Buenos Aires no tuvo consecuencias prácticas. ¿Por qué, entonces, marcamos esta jornada como una
de las que cambió la vida del país? Porque a partir del 5 de abril de 1931, el fraude se hizo inevitable. El radicalismo
había demostrado una increíble capacidad de supervivencia y, en consecuencia, ninguna solución política futura po-
día planearse sobre la base de elecciones limpias. Dicho de otro modo: como estaba decidido no entregar cl poder a
los radicales y no se les podía ganar en comicios correctos, el fraude electoral debía instaurarse como sistema", Luna,
Félix, La elección que precedió al fraude, en Conflictos y armonías en la historia argentina, ps. 153 - 154.
En el mismo sentido Ciria, Alberto, Los partidos políticos durante la restauración conservadora (1930 - 1943), en La
Década Infame, p. 66, en donde señala que el "fraude patriótico, resultaría uno de los métodos predilectos del con -
servadorismo".
130
A1 decir de Alain Rouquié, ob. cit., p. 251, estos son los comicios más fraudulentos en la historia argentina, desde
comienzos de siglo, iniciándose una etapa de democracia restringida.
"La elección presidencial del General Justo, fue así viciada en su origen. Los hombres del Gobierno Provisional no po -
drán decir ya que el pueblo había elegido a su nuevo mandatario, `en la plenitud de sus atribuciones"', Sánchez So-
rondo, ob. cit., p. 59.
131
La Unión Industrial Argentina se moverá más cautelosamente, solicitándole al gobierno la "interpelación y alcance
de aplicación de la legislación obrera". El gobierno prometió mantener el orden y la autoridad en las empresas, ac -
tuando como árbitro en los conflictos.
Cfr. Peter, José, Crónicas proletarias, p. 140 y ss.; Plá, Alberto J., La crisis social: De la restauración oligárquica a la
Argentina de masas, en La Década Infame, ps. 98 - 100.
132
Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo, ps. 73 - 74; Crecimiento
industrial y alianza de clases en 1a Argentina (1930 - 1940), Documento de Trabajo del Centro de Investigaciones So-
ciales del Instituto Di Tella.
133
Matsushita, Hiroschi, Movimiento obrero argentino, p. 90 y ss. La CGT emite un comunicado en el que señala: "La
Confederación General del Trabajo, órgano representativo de las fuerzas sanas del país, convencida de la obra de re-
novación administrativa del gobierno provisional y dispuesta a apoyarla como está en su acción institucional y so-
cial... Convencida esta Confedcración de que el gobierno provisional no mantiene en vigencia la ley marcial sino para
asegurar la tranquilidad pública y para hacer respetar el prestigio y la autoridad del gobierno, aún más entendiendo
que los procedimientos y sentencias se han ajustado en absoluto a las reglas militares". Rotondaro, sostiene que:
"Puede entenderse perfectamente que una declaración de este tipo, se hacía con el exclusivo objeto de no enemistar -
se con el régimen y tener tiempo para consolidar sus cuadros. Pero, de cualquier manera, expresaba un cambio tácti-
19 - Los sindicalistas y Justo.

Todo parece volver a la normalidad. El presidente conformaba las aspiraciones de civiles y


militares antiyrigoyenistas. Se "retornaba" a la Constitución. Pero un factor perturbador se
agitaba en medio de esta situación de "aparente" calma: la depresión económica mundial de
1930 que origina graves consecuencias para el país.
Debido a la crisis económica que afecta el comercio exterior, se implementa un plan de reac -
tivación netamente dirigista. A ello, se suma la firma del pacto Roca-Runciman con Gran Bre-
taña que deja aún más desarticulada nuestra situación económica.
En el afán de asegurar las salidas de las carnes argentinas, en especial, las carnes enfriadas
(chilled beef)134, se otorga un conjunto de vergonzosas concesiones a Inglaterra. Como con-
secuencia del pacto, se da a los ingleses, entre otros privilegios, el monopolio del transporte
de las exportaciones de carne, gastando las divisas obtenidas solamente en el mercado inglés;
tratamiento preferencial a las importaciones inglesas y trato "benévolo" al capital inglés
radicado en el país, especialmente ferrocarriles y tranvías. La Compañía de Tranvías Anglo-
Argentina, también de capital enteramente inglés, propone al gobierno un plan para coordinar
el transporte urbano y para conceder el monopolio de los mismos a la Corporación de
Transportes de la Ciudad de Buenos Aires135.
Se crea en 1935 el Banco Central136, cuyo directorio está integrado en su mayoría por ex-
tranjeros, para regular el crédito y la circulación monetaria argentinos . En 1936 se renueva
las concesiones de servicios eléctricos de Buenos Aires a las compañías extranjeras 137.
Se impone, de esta forma, un modelo económico que, lejos de dar soluciones adecuadas al mo-
mento crucial del país, sólo favorece a un grupo social minoritario, pero poderoso econó-
micamente.
El presidente Agustín P. Justo diagrama una "política militar" basada en tres puntos fun-
damentales: el apoliticismo, para asegurar la libertad a las autoridades constitucionales y
mantener al Ejército alejado de las cuestiones políticas 138; la organización, para preservar la
disciplina, la jerarquía y el orden y el profesionalismo, implementándose un proceso de mo-
dernización139.

co notable que ya introducía el factor gobierno en las relaciones laborales en una dimensión desconocida hasta en-
tonces. Para muchos de los sindicalistas y activistas gremiales perseguidos, encarcelados o deportados, la decla -
ración de la CGT revelaba una falta total de conocimiento de la realidad o quizás más grave aún, de carencia de ho -
nestidad" (Realidad y cambio en el sindicalismo, ps. 131 - 132).
134
Ampliar en Irazusta, Rodolfo y Julio, La Argentina y el imperialismo británico; Drosdoff, Daniel, E1 gobierno de las
vacas (1933-1956); Ortiz, Ricardo, Historia económica argentina, p. 344 y ss; Vedoya, Juan Carlos, Argentina rica con
veda y sin plata. Pacto Roca-Runcimann; Rapoport, Mario, Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes
argentinas 1940 - 1945, p. 29 y ss., "El Pacto aseguraba al gobierno la cuota deseada de exportación de carne, a
cambio de enormes concesiones que favorecían a los exportadores y a los inversores ingleses en el mercado local. Por
ejemplo el sistema de control de cambios implementado por el gobierno después de la crisis de 1930, debía garanti -
zar que hubiese divisas disponibles para hacer frente a las remesas corrientes al Reino Unido, en un volumen casi
igual al monto de libras esterlinas que resultase de la venta de productos argentinos en aquel país. En otros términos,
el resultado de la venta de productos argentinos a Gran Bretaña debía aplicarse preferencialmente al envío de reme -
sas hacia esa nación y a la compra de sus productos. El gobierno argentino se comprometía, además, a tratar con be -
nevolencia las inversiones inglesas, a no gravar con impuestos aduaneros aquellas importaciones británicas que estu -
viesen exentas de ellos y a no incrementar, los ya existentes. Por su parte, Inglaterra concedía una cuota del 15% a
los frigoríficos nacionales para las exportaciones de carne argentina".
135
Ver Páramo, Martha Susana, Un fracaso hecho historia: La Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos
Aires.
La Compañía de Tranvías Anglo-Argcntina había perdido terreno frente a la competencia del transporte automotor,
por lo que desde 1922 - 1923 ya no realizaba ningún tipo de inversiones. Ampliar en Di Tella, Guido y Zymelman, Ma-
nuel, Las etapas del desarrollo económico argentino, ps. 452 y 459. Ver también Conil Paz, Alberto y Ferrari, Gusta-
vo, Política exterior argentina 1930 - 1962, p. 16 y ss.
136
El proyecto pertenecía al director del Banco de Inglaterra, Otto Niemeyer. El Banco Central surgió como una emp-
resa mixta en la cual eran accionistas el Estado y los bancos privados.
137
Ampliar sobre las diversas compañías extranjeras que prestaban sus servicios de electricidad (CADE, CHADE, SO-
FINA, EBASCO, ANSEC) en Schillizzi Moreno, Horacio, Argentina contemporánea. Fraude y entrega 1930 - 1943, t.
II, ps. 25 - 60.
138
Cfr. Potash, Robert, E1 Ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, en p. 122 señala: "El nuevo Presidente se
mostró decidido desde el comienzo a desalentar la participación de los militares en política. Un día después de la
asunción del mando, envió un mensaje a las Fuerzas Armadas destacando la importancia de la disciplina y la ab-
negación. `La Nación', dijo entonces, `exige que sean apartadas en absoluto de toda función ajena a sus misiones y
que rija su vida la más severa disciplina basada en el cumplimiento austero del deber'. Pero esto no va a ocurrir así".
"El ejército en todos sus niveles, prestará riguroso acatamiento a las normas de verticalidad en los mandos y
prescindencia política total. El general Justo, no tiene pues que rendirle cuentas de su gestión... Las Fuerzas Armadas
en su totalidad, le son total y profesionalmente adictas", Schillizzi Moreno, Horacio, Argentina contemporánea. Frau-
de y entrega, t. II, p. 81.
Existe preocupación en el seno de la institución militar por la política económica del gobierno
y por las prácticas viciadas en el procedimiento electoral. La conciencia política se ha
despertado en los oficiales de los cuadros superiores y muchos de ellos se pronuncian por el
ejercicio de la soberanía popular y por las elecciones libres. A dicha posición se adhieren
importantes grupos civiles140.
Hacia 1935 el cuadro político se complica para Justo. La Unión Cívica Radical levanta la abs -
tención electoral, aunque el sector más joven del partido retorna a la intransigencia.
Por otra parte, las fuerzas políticas nacionalistas reaccionan ante la posibilidad de que en el
país se constituya un frente popular con radicales y elementos de la izquierda 141. Para enfren-
tarlo proponen una alineación de las fuerzas nacionalistas. A1 mismo tiempo, se han manifes-
tado en contra de la política de Justo, y adhieren a la concepción de un gobierno fuerte, auto-
ritario y antidemocrático142. Desean la caída del liberalismo político y su expresión económica:
el capitalismo. Por ello buscan consenso en las Fuerzas Armadas, levantando las banderas del
nacionalismo económico frente a la política dependiente de Gran Bretaña, sostenida por el go-
bierno.
Reclaman la industrialización, como base de la independencia económica, frente a aquellos
que creen todavía en las bondades del esquema agro-importador.
Esta es la situación en vísperas de la sucesión presidencial. Agustín P. Justo designa a su su -
cesor. La elección recae en Roberto M. Ortiz143.
La agitación general es la característica de esta época. Negociados, denuncias, huelgas, se su-
ceden por doquier. La legislación social 144, escasamente cumplida por los patrones, ayuda a
paliar la situación de crisis y de desempleo que vive el trabajador. La industria ha comenzado
a destruir al artesanado; el pequeño industrial, incapaz de competir con la gran industria, se
convierte en asalariado. El obrero rural emigra a la ciudad; las villas miserias aparecen en los
suburbios de la Capital. Los agricultores santafecinos y del sur de Córdoba exigen precios
para sus productos y rebajas de fletes; en el Chaco los cultivadores de algodón protestan por
la situación que vive su provincia.
Entre 1932 y 1938 se dictan, entre otras, las siguientes leyes en materia social: 11.591, auto -
rizando al Poder Ejecutivo Nacional para que a través del Ministerio de Trabajo expida en
forma gratuita a obreros y empleados desocupados, pasajes en ferrocarriles estatales o pri-
vados, "cuando lo requieran las ofertas y demandas de trabajo en zonas determinadas". Igual-
mente se autoriza a expedir boletos a aquellos obreros y empleados que se encuentran sin tra-
bajo en la Capital Federal, para volver a sus provincias de origen; 11.640, prohibiendo el tra -
139
El programa que Justo quería llevar a cabo en el Ejército, respondía a la inquietud que primaba, por ese entonces,
entre varios hombres de la institución. Así comentaba el capitán Juan Domingo Perón en carta dirigida a José María
Sarobe: "Creo que al cuadro de oficiales esta revolución le ha hecho un gran mal. Será necesario que los hombres que
vengan a gobernar vuelvan las cosas a su lugar. Esto no tiene otro arreglo que multiplicar las tareas. El año 1932, por
lo menos, debe ser para los oficiales, en general, un ano de extraordinario trabajo de todo orden; sólo así podrá evi -
tarse el mal que produce en el ejército la ociosidad, la murmuración y la política. Será necesario que cada militar esté
ocupado en asuntos de su profesión de diana a retreta. De lo contrario esto irá de mal en peor" (citado por Scenna,
Miguel Angel, Los militares, p. 163).
140
Así el general Ramón Molina, de formación prusiana, que había participado en las guerras balcánicas y que tuvo
un brillante desempeño en la modernización del arma de artillería, se pronunció decididamente por la democracia
"como único remedio para los males del país". Ver Rouquié, Alain, ob. cit., p. 268 y ss.
La Federación Universitaria Argentina (FUA) se entrevistará con el general Ramón Molina manifestándole su solidari-
dad. La Unión Cívica Radical, el Socialismo y personalidades como Marcelo T. de Alvear, Manuel Carlés, Alfredo Pa -
lacios y otros mostrarán simpatía por el general "legalista".
141
Debemos recordar que en el plano internacional habían surgido en España y Francia coaliciones de fuerzas de iz -
quierda, de inspiración marxista, denominadas Frentes Populares. En 1936 se debate en el Congreso el proyecto de
ley sobre represión de actividades comunistas.
142
Indudablemente el contacto internacional favoreció la reagrupación y fortalecimiento de las fuerzas nacionalistas
autoritarias en Argentina. Hechos como los triunfos del nazismo en Alemania ( 1933), el alzamiento franquista en
España (1936), etc., ayudan a vigorizar al movimiento nacionalista.
143
En la campaña electoral de 1937 se presentaron los siguientes candidatos: por la Unión Cívica Radical, Alvear-
Mosca; por el Partido Socialista, Repeuo-Orgaz y por la Concordancia (demócratas nacionales e impersonalistas),
Oniz-Castillo. Ver Melo, Carlos, Los partidos políticos argentinos, ps. 55 - 56.
Roberto Ortiz era radical antiyrigoyenista, abogado de importantes empresas británicas.
Una fundamental semblanza de Ortiz, ver en Luna, Félix, Ortiz. Reportaje a la Argentina opulenta. Su compañero de
fórmula Ramón S. Castillo, era conservador y como se usaba en la época, un hombre del interior. El 20 de febrero de
1938 prestó juramento el binomio de la Concordancia. Ese mismo día se suicidaba Leopoldo Lugones.
144
Cfr. Ciria, Alberto, quien sostiene: "Los autores conservadores insisten en destacar el carácter positivo de la
legislación votada durante los cuatro primeros años del gobierno de Justo. Sin entrar en un análisis minucioso, y te -
niendo en cuenta medidas objetivamente útiles como la red caminera que se amplía notablemente, o la implantación
del sábado inglés, o las mejoras para los empleados de comercio (que después eran cuidadosamente recortadas por
una jurisprudencia poco dispuesta a ampliar sus beneficios a todos los trabajadores por cuenta ajena), no puede
empero dejar de destacarse el carácter antinacional y antipopular de muchas de las leyes fundamentales que un
Parlamento adicto aprobó sin vacilaciones" (Partidos y Poder en 1a Argentina moderna, p. 65).
bajo después de las trece horas del día sábado; la discutida ley 11.729, sobre régimen de
despidos145; 11.837, fijando tanto para la Capital Federal como para los territorios nacionales
el horario de los establecimientos comerciales; 11.868, sobre censo de desocupados; 11.896,
para combatir la desocupación; 11.933, sobre la maternidad.
La controversia entre sindicalistas y socialistas se centra, en la independencia o no de lo
gremial frente a lo político. Los primeros insisten en la independencia. Los segundos inscriben
su accionar dentro de la estrategia del Partido Socialista. Es fundamental, entonces, el trabajo
en el parlamento, con el objetivo de conseguir la sanción de normas protectoras para el traba-
jador. Entienden la lucha gremial como la contracara de la lucha política. Una explica a la
otra y ambas se complementan.
Tal disparidad de criterios se evidencia ante temas candentes, como por ejemplo, el fascismo.
Los socialistas entienden que el fascismo pone en peligro las bases mismas de la democracia,
por lo cual se lo debe combatir con todos los medios legales disponibles. Los sindicalistas con-
sideran que sólo se lo debe enfrentar cuando constituya un peligro para la subsistencia de la
organización sindical y para las condiciones de vida y de trabajo del obrero 146.
A la diversidad ideológica se suma la rivalidad entre ambas tendencias por la hegemonía en el
movimiento obrero.
El enfrentamiento se acentúa, motivo que lleva a la postergación del Congreso de la CGT pre-
visto, en un principio, para octubre de 1934 y diferido para marzo de 1935.
La Comisión redactora del proyecto de estatuto de la CGT, conformada por tres sindicalistas y
dos socialistas, aprueba el despacho de la mayoría sindicalista. El anteproyecto comprende
entre otras pautas, las siguientes: la independencia de la CGT respecto de los partidos polí-
ticos y agrupaciones ideológicas; el principio de incompatibilidad entre los cargos de la CGT y
la función pública y el nucleamiento en la organización obrera de los trabajadores asalariados.
Durante 1934 y 1935 las tensiones internas entre ambas corrientes se agudizan.
Además, los obreros comienzan a reconstruir sus cuadros sindicales luego del paréntesis pro-
vocado por el golpe del 30, dejando a un lado los viejos métodos de lucha e intentando nuevos
sistemas de organización y de acción, frente a los cuales la CGT permanece ajena 147.
A esto se suma la crisis económica que repercute sobre la clase trabajadora, especialmente en
los obreros ferroviarios148.
145
Decimos "discutida" pues la jurisprudencia sostenía diversidad de criterios en cuanto a considerar si los obreros
de la industria estaban incluidos o no en esa disposición legal. Ampliar en Várquez Vialard, Antonio (Director),
Tratado de Derecho del Trabajo, t. 3, ps. 99 - 102.
146
El manifiesto de la CGT del 8/11/1933 es una prueba de la posición sindicalista. Entre sus puntos merecen desta -
carse:
a) La actividad sindical no está molestada salvo rarísimas excepciones. b) La actividad perturbadora de las fuerzas
profascistas no es tan grave como para que la organización obrera entre al campo ajeno (o sea al campo político),
para combatir el fascismo.
c) Los sindicatos deben preocuparse de salarios y condiciones de trabajo. d) En Argentina no existen condiciones para
que triunfe el fascismo. e) El gobierno de Justo ha confirmado su orientación democrática.
147
López, comenta sobre el accionar de la CGT durante el año 1934: "Frente al panorama ofrecido por los traba-
jadores del País, cabe preguntarse con justa razón cuál ha sido el papel desempeñado por el cuerpo que regentea a la
central obrera más importante, y en realidad de verdad la respuesta no puede ser más desconsoladora. Estuvo ese
organismo muy por debajo de las circunstancias, no teniendo más participación en los conflictos producidos entre los
trabajadores, que la que se traduce por la intervención que le cupo en la huelga de sastres al Sindicato de Obreros de
la Industria del Vestido, que muy poco tiene que agradecer a ese cuerpo enfermizante burocrático", (ob. cit., p. 315).
En el mismo sentido, Schillizzi Moreno, Horacio, Argentina contemporánea. Fraude y entrega, t. II, p. 22 sostiene: "...
todavía, para fines del año 1935, los organizadores están en funciones. En ese lapso, la asepsia política de la CGT es
total. Sobre su superficie resbalan los grandes problemas nacionales, y la política de cara a los intereses extranjeros y
de espaldas al país en lo económico amén del fraude en las prácticas internas, son sino ignoradas, cuidadosamente
evitadas en los documentos y definiciones cegetistas. Se vive para los planteos profesionales y aunque el éxito que se
obtenga sea más que mezquino, la conducción no se aparta del sendero trazado. Por otra parte, la lucha por el con -
tralor, infatigable guerrilla de mil y una rencilla doméstica, la falta de coherencia ideológica, la existencia de dirigen -
tes débiles y también venales, todo contribuye a la completa atonía que por fin explota en los sucesos de fines del año
1935". Ver también Di Tella, Torcuato S., Política y clase obrera, ps. 29 - 30.
148
La crisis económica había obligado a las empresas ferroviarias, de propiedad inglesa, a tomar medidas de
contención de gastos, por lo cual se habían practicado disminuciones en los salarios del personal.
Marcelo T. de Alvear en su discurso pronunciado en La Plata el 31 de octubre de 1935 señalaba: "Pero no se puede
dejar de decir, que causa asombro la preocupación con que se mantiene un presupuesto en cifras elevadísimas, en
plena crisis nacional e internacional; la despreocupación con que, día a día, se agrava la situación de la riqueza pri -
vada, inventando y multiplicando las imposiciones fiscales, con el solo objeto de mantener la dudosa holgura del teso-
ro público, en desmedro del 'standard' de vida de toda la población, y particularmente de la población obrera, que
está sufriendo hasta lo inconcebible, desde hace cinco años, de esa inexplicable política económico-financiera de los
gobiernos surgidos del movimiento de setiembre, política que es tan particularmente agresiva bajo el actual minis -
terio de finanzas. El radicalismo, atento a esos hechos, sc dedicará, seguramente como una dc las primeras medidas
que adoptará en cl gobierno, a aflojar cl estrecho círculo fiscal liberando a las clases productoras de las trabas que
están retardando su desarrollo económico. Los trabajadores argentinos saben bien, por otra parte, cuál ha sido
siempre la política del partido a su respecto", Democracia, exégesis sobre la personalidad y la política del Dr. Marcelo
20 - CGT: "Independencia" y "Catamarca".

En 1935 la fracción socialista que domina en la Unión Ferroviaria, juntamente con dirigentes
de La Fraternidad, la Unión Tranviaria, la Confederación General de Empleados de Comercio,
la Asociación de Trabajadores del Estado y la Unión Obreros Municipales, toma la sede de la
CGT149.

Los dirigentes desplazados deben trasladarse a la Federación Obreros y Empleados Telefó-


nicos, ubicada en la calle Catamarca 577, produciéndose la división de la Central Obrera.
Ambas entidades conservan la misma denominación, identificándose cada una con el nombre
de las calles en donde tienen su sede.
A partir de este momento, se revitaliza la acción sindical traducida en la campaña de los
gremios vinculados al Comité Pro-Reforma del Código de Comercio, en la agitación de los
colectiveros en protesta por la ley de "coordinación de los medios de transporte" y en la
sanción de la ley 11.729 de indemnizaciones por causa de despido.
Ambas CGT tienen una composición cuantitativamente diferente 150.
En la CGT Independencia se distinguen tres líneas: el sector de José Domenech, coincidente
con el sindicalismo; el grupo de Francisco Pérez Leirós, dependiente del Partido Socialista y
los gremios comunistas.
Se han profundizado las discrepancias entre los grupos que encabezan Pérez Leirós y Dome-
nech en torno a la participación política. Mientras que el primero entiende que ésta debe ser
amplia, el segundo sostiene la necesidad de circunscribir la acción a lo meramente económico
y sindical. A fin de no comprometer la unidad de los socialistas, la CGT Independencia iija
como pauta la neutralidad político-electoral. No obstante, en ella se iniciarán de inmediato las
luchas intestinas por el predominio de la conducción, luchas en las que participarán Pérez Lei-
rós, Domenech, Angel Borlenghi y otros.
La CGT Independencia acepta la adhesión de los gremios comunistas, como la Federación
Obrera de la Industria de la Carne, la Sociedad de Albañiles y la Federación Obreros de la
Industria Metalúrgica con la condición de que el Partido Comunista no se inmiscuya en su ac-
cionar.
T. de Alvear, p. 151.
149
El episodio y sus antecedentes se encuentran relatados en el libro publicado con motivo del cincuentenario de La
Fraternidad. Dice así la publicación: "La Comisión Directiva de La Fraternidad, al ingresar a la CGT lo hizo dispuesta
a prestar su colaboración en la realización del programa de acción de todos los días defendiendo los intereses de to -
dos los trabajadores argentinos. Pero diversas actitudes del organismo central obligaron a la Comisión Directiva a
adoptar una actitud serena pero seria, en el sentido de que la CGT imprimiera a su acción mayor intensidad con
respecto a la lucha contra el fascismo local. Ello motivó el pedido de reunión extraordinaria por parte de La Fraterni -
dad, el 2 de noviembre de 1933, para tratar los siguientes asuntos: fascismo, Congreso Constitutivo de la CGT, coti-
zaciones de los sindicatos adheridos a esa Central. Este pedido motivó que la CGT lanzara un comunicado que, en
realidad, sorprendió a la masa trabajadora porque en él no se encaraba decididamente el asunto.
Estas alternativas dieron origen a algunos entredichos entre La Fraternidad y la CGT que en todo momento pusieron
de relieve la posición franca de la organización de los ferroviarios en cl asunto, habiendo declarado asimismo La Fra -
ternidad que lo único que le preocupaba era que el proletariado argentino tuviera una entidad central poderosa y
fuerte, aunque para ello era necesario entonces que ese organismo se diera un estatuto y realizara cuanto antes su
Congreso Constituyente.
Esta situación de tirantez, agravada por hechos posteriores, suscitados entre los dirigentes del organismo central y
diversos sindicatos, entre ellos la Unión Ferroviaria, dio origen a que en la fecha 12 de diciembre de 1935 fuera
intervenida la Junta Ejecutiva y destituidos algunos de sus miembros por representantes de las entidades más repre-
sentativas y poderosas del país, es decir, La Fraternidad, Unión Ferroviaria, Unión Obreros Municipales,
Confederación General de Empleados de Comercio, Unión Tranviaria, y en carácter personal una delegación de la
Asociación Trabajadores del Estado quienes entregaron la dirección de la CGT a la mayoría auténtica y obrera hasta
la realización del Congreso Constituyente del organismo, convocado para marzo-abril de 1936. A raíz de estos hechos,
se separó de la CGT un grupo de sindicatos (Federación Obreros y Empleados Telefónicos, marítimos, madereros,
etc.) constituyéndose en cl domicilio de la entidad nombrada en primer término reclamando para sí la auténtica re-
presentación de la CGT hasta que, finalmente, reorganizaron la USA", López, Alfredo, ob.cit., ps. 316-317.
Ver Malsushita, Hiroschi, Movimiento obrero argentino, p. 125 y ss., quien sostiene, refiriéndose al "golpe obrero", de
1935, quc cl principal actor fuc cl sector mayoritario de la Comisión Directiva de la Unión Ferroviaria; pero ello se de -
bió por lo menos a dos motivos: "... el deseo de algunos miembros de la Comisión Directiva de cambiar la orientación
de la CGT y ... el deseo de mantener la autonomía de la UF frente a la CGT, criterio sostenido principalmente por Do-
menech. Conforme a su opinión, la autonomía del gremio entraría prontamente en peligro debido a la negación de la
Junta Ejecutiva de la CGT de acatar la resolución de la Comisión Directiva de la UF y también porque la Junta Ejecu -
tiva había decidido enviar sus delegados al interior del país, por las secciones de los ferroviarios, sin consultar a la
Comisión Directiva de la UF ...".
Ver Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo, ps. 132 - 133.
150
CGT Independencia: La Fraternidad, Unión Tranviarios, Unión Obrera Metalúrgica, Confederación General de
Empleados de Comercio, Federación Obrera del Vestido, Sociedad Obrera de Panaderos, Unión Obrera Textil y FG
Bonaerense; CGT Catamarca: FOET, Unión de Obreros Municipales, Cámara Sindical de Comercio y Pasteleros.
Gremios como ATE y ULMA se negaron a participar.
Aquí conviene detenerse a examinar brevemente la "nueva" postura del Partido Comunista
argentino. La situación internacional, con el advenimiento del fascismo y del nacional so-
cialismo, en Italia y Alemania respectivamente, obligó al comunismo internacional a buscar
aliados para constituir el "frente popular antifascista". En Europa se habían integrado táci-
tamente con los social-demócratas; en la Argentina, abandonaron su postura sectorial, para
propiciar el entendimiento con otros grupos151.
La Junta Ejecutiva de la CGT Independencia realiza entre el 31 de marzo y el 1° y 2 de abril
de 1936, su Congreso Constituyente. Entre los temas tratados se destacan el estatuto de la
CGT; el nombramiento de la Comisión de Poderes y la "prescindencia".
El Estatuto redactado por una comisión encargada a tal efecto, es aprobado. La estructura
adoptada por la Central ubica a la entidad en un plano organizativo diferente al de las centra-
les obreras anteriores a 1930152.
Respecto del segundo tema, resuelve que tendrán voz y voto aquellas delegaciones que reú-
nan los siguientes requisitos:
a) Haber ajustado sus designaciones a las Bases de Unidad, es decir designación por asamb-
lea o voto general.
b) Haber cotizado las organizaciones representadas y que posean una antigüedad de seis mes-
es hasta el mes de diciembre de 1935.
c) Haber cumplido las filiales al 28 de febrero seis meses de antigüedad, siempre que hayan
cotizado hasta ese mes inclusive.
Con relación al tema de la prescindencia, el Congreso Constituyente señala que "intervendrá
constantemente en todos los problemas nacionales que afecten a los trabajadores, defenderá
las libertades individuales, recabará de quienes corresponda leyes que favorezcan a la clase
trabajadora para el acceso a la dirección de la producción" . Acentúan que la prescindencia,
es fórmula necesaria para conseguir, por encima de la diversidad ideológica, la unión de los
trabajadores.
Sin embargo, en la celebración del 1° de mayo de 1936, participan, en reunión pública, algu-
nos partidos políticos y la CGT. Varios oradores toman la palabra. La causa es lograr un frente
popular, una coalición contra el gobierno de Justo. Pero esto es nada más que un intento 153.
151
En 1935 los gremios comunistas, reunidos en Rosario, habían decidido la disolución del Comité de Unidad Sindical
Clasista (constituido en 1929), sugiriendo a sus asociados afiliarse a la CGT, hecho que no se concretó por desave-
nencias entre los comunistas y los sindicalistas.
Con respecto al cambio táctico de los comunistas y su deseo de constituir un "frente popular", ver Iscaro, Rubens,
Historia del movimiento sindical, II, p. 217 y ss.
En tal sentido sostiene Rotondaro que: "La década del '30, con el ascenso del nazismo en Alemania y la consolidación
del fascismo en Italia, llevó a los comunistas a propiciar un cambio táctico de mucho significado y que se denominó el
'frente popular'. La teoría del frente popular establecía la necesidad de trabajar unidos con otros sectores políticos y
gremiales contra las fuerzas combinadas del nazifascismo. En nuestro país, los esfuerzos de los gremialistas de orien -
tación comunista se centraron en torno a la constitución de la CGT, volcando su influencia a través de los sindicatos
de la construcción. El 10 de febrero de 1935 se fundaba cl Sindicato de Obreros Albañiles, bajo el liderazgo de Rubén
Iscaro y Pedro Chiarantti, figuras que encabezarían posteriormente al bloque comunista en la CGT" ( Realidad y
cambio en el sindicalismo, p. 134).
"Esta división de 1935, agregó Marotta, contó con el apoyo de los comunistas que saludaron alborozados el desplaza -
miento de los 'presuntos jefes reaccionarios del movimiento obrero', esperando que ahora la C.G.T. se decidiera a
integrar el 'Frente Nacional' para la lucha 'contra la opresión del capitalismo extranjero y sus aliados internos'",
Troncoso, Fundadores del gremialismo obrero/1, p. 124.
152
Ampliar en Rotondaro, Rubén, Realidad y cambio en el sindicalismo, ps. 136 - 140.
153
"El acto dio una respuesta positiva a este interrogante. Carteles de la UCR, del PS, cl PC, la CGT, el Socorro Rojo
Internacional y la FOM (Federación Obrera Marítima, anarquista) individualizaban a los contingentes que rodeaban
la tribuna...
Una docena de oradores se turnó en el micrófono. El joven abogado Arturo Frondizi proclamó la necesidad de 'un
gran frente popular democrático'. José Domenech y Francisco Pérez Leirós aseguraron que los trabajadores de la
CGT ansiaban la unidad antifascista. Enrique Dickmann, Nicolás Repetto y Mario Bravo certificaron la vocación
frentista del socialismo. Emilio Ravignani y Eduardo Araujo dijeron lo propio del radicalismo. La voz comunista de la
tarde fue Paulino González Alberdi. También estaba en el escenario Lisandro de la Torre. El viejo fue muy concreto:
se limitó a decir que la concentración significaba, ni más ni menos, 'el repudio a la política del gobierno que tiene en -
tregado el país y sus riquezas al capitalismo extranjero'.
Fue un gran acto. Parecía que se inauguraba la táctica adecuada para barrer el justismo. Y bien: la idea del Frente
Popular allí proclamada tuvo en definitiva menos repercusión que la de 'El Capitán Blood', estrenada por aquellos
días... Nadie se esforzó en concretar la iniciativa. Los radicales mantenían su santo horror a mezclarse con otros par -
tidos, aunque cl verdadero motivo del desapego era su esperanza de ganar la elección presidencial de 1937 sin nece-
sidad de compartir el triunfo. De la Torre no pudo vencer su visceral antirradicalismo y era demasiado escéptico para
lanzarse a la aventura de encabezar una unión de fuerzas populares con banderas antiimperialistas. La CGT carecía
de entidad para vertebrar la iniciativa. Los socialistas vivían satisfechos con su habitual botín metropolitano. Y el co -
munismo vernáculo -que desde luego fue el promotor de todo- se atenía demasiado a sus remotas centrales para
seguir una línea coherente por mucho tiempo.
En realidad, nadie quería forrar la lucha contra el justismo porque, al fin y al cabo, el régimen mantenía las formali -
dades institucionales y su alternativa era un fascismo liso y llano. Después de todo (pensaban algunos), Justo cons-
tituía una garantía antifascista en la medida que era amigo de Gran Bretaña. Era el mal menor.. Y al mal menor se lo
Lo importante de destacar es que a partir de los sucesos de diciembre de 1935, otra es la ac -
titud que asumirá esta CGT. El alejamiento de la "política de prescindencia" es notable. Es
frecuente encontrar a sindicalistas hablando en tribuna pública junto a dirigentes políticos so-
bre temas internos y externos del país.
En 1937 la Unión Ferroviaria se separa de la CGT Catamarca y decide incorporarse a la CGT
Independencia. Esto obliga a aquélla a buscar la adhesión de gremios autónomos, a través de
su Comisión de Relaciones Sindicales.
En el Congreso de la CGT Catamarca en mayo de 1937, renace la Unión Sindical Argentina
(USA). La nueva central, que aglutina a los gremios autónomos, no continúa específicamente
la línea de la CGT Catamarca, pues habían sido desplazados Alejandro Silvetti, Sebastián Ma-
rotta, José Negri y Andrés Cabona, representantes de la fracción sindicalista. La nueva USA
decide estatutariamente abandonar la prescindencia política154.

21 - Los sindicalistas y Ortiz.

La fórmula de la Concordancia, integrada por Roberto M. Ortiz y Ramón S. Castillo, resulta


triunfante en la tumultuosa y fraudulenta campaña electoral del año 1937. El 20 de febrero de
1938 Ortiz asume la presidencia de la Nación, iniciándose, así, la última etapa de la llamada
"década infame" o "democracia fraudulenta".
En el ánimo del nuevo presidente se encuentra el deseo de retornar a las prácticas democrá -
ticas honestas y el de restaurar la democracia abandonando el engaño electoral. Hijo del frau-
de se propone purgar ese vicio de origen 155, para posibilitar que el futuro presidente naciera
de comicios técnicamente impecables.
Pero Ortiz se enfrenta al hecho de no poder dominar la maquinaria estatal, en la cual estaban
enquistados los caudillos políticos. Además, no cuenta con las Fuerzas Armadas. Sin éstas es
imposible eliminar el fraude. Para poder obtener la adhesión que necesita, inicia un proceso
de reorganización en el Ejército, de capacitación de sus cuadros y de modernización del equi -
pamiento156. A1 mismo tiempo, designa en puestos claves a oficiales de su total confianza, de-
jando a un lado, a través de paulatinos retiros, a los oficiales adictos a Justo. De esta forma, el
justismo va perdiendo fuerzas en el Ejército y ganando posiciones otros cuadros que quieren
que la institución deje de ser el apoyo a un régimen corrupto y que indirectamente la compro-
mete.
E1 3 de julio de 1940 Ortiz delega temporariamente el mando en Ramón S. Castillo. Mientras
el Partido Radical retorna al dominio de la Cámara de Diputados, el general Justo prepara
pacientemente su reelección y la campaña contra Roberto M. Ortiz se desata 157.
chumba de lejos pero nunca se lo ataca a fondo...", Luna, Félix, 1936: El preludio de la Unión Democrática, en Conf-
lictos y armonías en la historia argentina, ps. 167 - 169.
Ver Iscaro, Rubens, Historia del movimiento sindical, t.II, ps. 236 - 237.
154
La nueva USA marcó su independencia de los partidos políticos y propuso ejercer una mayor presión sobre el go-
bierno. La nueva central contaba con dos sindicatos importantes: la Federación de Obreros Telefónicos y la
Federación Obrera Marítima.
155
Y lo hizo en parte con las elecciones en la Provincia de Buenos Aires. Barceló debía suceder al gobernador Fresco.
Fue tanto el fraude en esas elecciones que el presidente Ortiz, el 7 de marzo de 1940, decretó la intervención a la
Provincia de Buenos Aires. En ese momento a Ortiz se lo comparó con Roque Sáenz Peña. Ver Luna, Félix, La caída
de Fresco, en Conflictos y armonías en la historia argentina, ps. 175 - 177.
Cfr. Azaretto, Roberto, Historia de las fuerzas conservadoras, ps. 108 - 109, quien dice: "Ortiz anuncia una política de
retomo a la pureza comicial, política contradictoria pues el Presidente no pone énfasis en los distritos antipersonalis-
tas, como es el caso de la Provincia de Santa Fe o de Santiago del Estero, pero sí se ensaña con la Provincia de Bue-
nos Aires a la cual manda la intervención pocos días después del triunfo de Alberto Barceló como candidato a gober -
nador. Cabe destacar que Barceló, antes de ser proclamada por el partido Demócrata Nacional de Buenos Aires su
candidatura a gobernador, fue a visitar al Presidente a fin de preguntarle si había reparos a su postulación, el presi-
dente Ortiz lo tranquilizó diciendo que de ninguna manera él podía ver con malos ojos la candidatura del presidente
de Avellaneda, que en los comicios internos se impusiera a Don Antonio Santamarina.
Posiblemente ésta fue una maniobra del presidente de la Nación quien esperaba tener menos conflictos de orden
interno si el afectado por la intervención era Barceló, en lugar de Antonio Santamarina, quien gozaba de un prestigio
tanto en Buenos Aires como en el país, muy difícil de contrarrestar por el presidente Ortiz".
Ampliar en Luna, Félix, Ortiz, Reportaje a la Argentina opulenta, p. 148 y ss.
156
En junio de 1940 se presenta un proyecto de ley al Congreso con cl objeto de obtener "una importante suma de di-
nero -la más alta hasta entonces en la historia argcntina-" para adquirir armamentos.
También se solicitaba la creación de una División General de Fabricaciones Militares. El 16 de octubre de 1941 por
lcy 12.709, se nombra al general Manuel N. Savio director de ese Instituto. Paralelamente a esto se pidió el retiro de
asesores e instructores de los países que estaban en guerra. La marina igualmente recibió el apoyo del presidente
Ortiz. En ese sentido, se creó en 1940 la Comisión Nacional del Antártico con el objetivo de estudiar las posibilidades
de instalar una base en esa zona. Ver Scenna, Miguel Angel, Los militares, p. 179 y ss.
157
Al respecto Potash comenta que: "Tres grupos, en todos los casos combinaciones de figuras militares y políticos ci-
viles, compitieron en esta lucha por el control del ejecutivo y el poder de determinar el curso político... Ellos fueron
encabezados por el Ministro de Guerra, General Carlos Márquez, cl General (R) Juan Bautista Molina, ultranacionalis -
El 22 de agosto el presidente presenta a la Cámara de Diputados su renuncia, como con-
secuencia del affaire de El Palomar158.
Los integrantes de la Concordancia y algunos nacionalistas presionan por su alejamiento; los
radicales, socialistas y demócratas nacionales rechazan la renuncia 159.
No obstante y a pesar de la gran satisfacción que siente Ortiz ante el apoyo, es evidente que
su precaria salud le impide reasumir el cargo. Los miembros de su gabinete presentan la re -
nuncia al vicepresidente. De esta forma Castillo se convierte en el presidente interino de los
argentinos.
En septiembre de 1939 se desata la Segunda Guerra Mundial. Este hecho repercute en la
Argentina, que se declara nación no beligerante; a pesar de ello nuestra política interior no
puede sustraerse a los vaivenes del conflicto. Los nacionalistas y partidarios del Eje presionan
a la diplomacia argentina en un sentido, los anglófilos en otro.
En el Ejército, a primera vista, puede palparse que las simpatías, en general, se vuelcan a to-
mar partido por Alemania, porque frente a ella está un tradicional adversario argentino: el
imperio inglés.
Además la adhesión a Alemania es de carácter profesional, proviniendo de oficiales democrá-
ticos y liberales. Por su parte, ciertas fuerzas políticas deudoras del fraude, asumen las
banderas de los países aliados, manifestándose "defensoras" de las democracias europeas
agredidas por el Eje.
E1 presidente Ortiz, así como manifiesta su preocupación por el fraude en el campo político,
también evidencia una notable, por lo poco común en ese entonces, preocupación social.
Principalmente, en sus discursos y mensajes, hace frecuentes referencias al estado de los tra-
bajadores, a la desnutrición, a la necesidad de una mejor calidad de vida. Es más, las relacio -
nes con los sindicalistas son correctas.
Como dijimos, la Segunda Guerra Mundial repercute desfavorablemente en el ámbito econó-
mico, produciendo de inmediato el alza de los precios de los artículos de primera necesidad,
debido sobre todo a la especulación. Ante ello, y para calmar un poco la situación, se dicta la
ley 12.591, justamente contra la especulación.
Otros efectos son el aumento de la desocupación y la reducción de la jornada con su consi-
guiente merma de salarios. Por su parte, la CGT lanza un programa de catorce puntos, entre
los que figuran la construcción de obras públicas, viviendas populares, desarrollo de las indus-
trias nacionales, intensificación del comercio internacional, disminución de la jornada a 40 ho-
ras semanales y aumento del salario en un 10%.
Ahora bien, no sólo económicamente repercute la guerra en la vida de los trabajadores sino
también ideológicamente160. Para los comunistas, la guerra representa la lucha entre dos
imperialismos; mientras que para los socialistas es la lucha entre la democracia y el fascismo.
La CGT se pronuncia desde un primer momento contra el nazi-fascismo. La diferencia de cri -
terios entre comunistas y socialistas va a afectar la unidad de la CGT Independencia.
En agosto de 1940, la USA propone a la CGT emprender una acción conjunta. Los comunistas
apoyan tal propuesta, puesto que la USA también considera a la guerra como el enfrentamien-
to de dos imperialismos, idea no compartida por la CGT.

ta y germanófilo y cl General Agustín Justo. Cada uno de estos Generales tenían aliados políticos civiles; además,
cada uno de ellos podía contar con la lealtad de algunos oficiales; y según parece, los tres confiaban obtener por lo
menos el apoyo tácito de algunas potencias extranjeras, o tal vez explotar en beneficio propio las tensiones inter -
nacionales del momento" (El ejército y la política en la Argentina, 1928-1945, De Yriyoyen a Perón, ps. 185 - 186).
158
Se echa mano a todo tipo de mecanismo para desprestigiar al gobierno. Entre otros se denuncia el negocio de la
venta de tierras de El Palomar, en la Cámara de Diputados (1940). La mayor responsabilidad cae sobre el ministro de
Guerra general Carlos Márquez, el ex presidente de la Cámara, Kaiser, los diputados Guillot, Bertouo y Godoy, presi -
dente de la Comisión de Presupuesto. Ver Scenna, Miguel Angel, Los militares, p. 180 y ss. "Lo primero era sacar del
medio al General Márquez, y en ello coincidieron la línea de Molina con la de Justo". El general Juan Bautista Molina
era el líder virtual del sector nacionalista.
159
"El 24 de agosto el Congreso, reunido en asamblea, rechazó por 170 votos contra 1 la renuncia de Ortiz -el único
voto negativo perteneció al senador Sánchez Sorondo. El debate anterior a la votación se ajustó a los antecedentes
conocidos; en efecto, los oradores conservadores y socialistas repudiaron la afirmación contenida en la carta de Ortiz
acerca de la existencia de motivos políticos ulteriores, pero de todos modos rechazaron la renuncia.
Por otra parte, los voceros radicales apoyaron sin reservas las afirmaciones del Presidente y nuevamente defendieron
al General Márquez, a quien describieron, en las palabras de Noel, presidente de la Cámara, como un militar digno
que hace honor al Ejército por su aptitud, su pericia y su fidelidad a nuestro sistema de gobierno democrático, conti -
nuando así la característica tradicional del Ejército argentino", Potash, Robert A., El Ejército y la política en la Argen-
tina, 1928 - 1945, p. 204. Ampliar en Luna, Félix, Ortiz, Reportaje a la Argentina opulenta, ps. 204 - 209.

160
Ampliar en Matsushita, Hiroschi, Movimiento obrero argentino, cap. VII, "El movimiento obrero durante la Segun-
da Guerra Mundial", ps. 217 - 230; López, Historia del movimiento social y la clase obrera argentina, p. 351 y ss.
La postura antitotalitaria de la CGT, también se evidencia en el acto de apoyo hacia el presi -
dente Ortiz en el Luna Park161.
No debe extrañar el apoyo de esta Central al presidente conservador y liberal. Ortiz represen-
ta a la democracia y la prioridad en la CGT es la lucha antifascista, la lucha por la democracia.

22 - Los sindicalistas y Castillo.

Ramón S. Castillo asume el interinato presidencial renovando totalmente el gabinete 162. El


presidente provisional se encontraba sin la suficiente libertad de movimiento. Por un lado, la
presencia de Justo manejando desde atrás todos los resortes; por otro, Ortiz con una situación
indefinida en cuanto a su alejamiento. Dadas así las cosas, se sigue desarrollando la lucha en-
tre quienes quieren el retorno a las formas democráticas honestas, con Ortiz a la cabeza y
quienes, por el contrario, desean perpetuarse a través del fraude y las prácticas viciadas, en
general conservadores, con Castillo como impulsor 163. Pero éste no puede imponer aún su
política, pues carece del respaldo del Ejército 164. Al mismo tiempo, la situación económica se
ha agravado considerablemente, como consecuencia de la guerra, hecho que entorpece
también sus planes.
Para revertir la situación, el presidente busca la adhesión del Ejército por medio de un pro-
grama de reformas de planes de estudio, equipamiento, instalaciones, etcétera.
La guerra motiva la necesidad de un proceso de industrialización autónomo que permita no
sólo lograr el equipamiento armado, sino también superar los problemas económicos del país.
La Flota Mercante del Estado y la Dirección General de Fabricaciones Militares son dos jalo-
nes que denotan la voluntad industrialista autónoma de las Fuerzas Armadas 165. Al frente de la
segunda, se designa al entonces coronel Manuel N. Savio, quien da un impulso decisivo a la
creación de la siderurgia nacional, industria básica en todo proceso de desarrollo económico.
A partir de 1942 comienza a ejecutarse la obra de Altos Hornos de Zapla.
Hasta entonces, ningún partido político había previsto en su plataforma el objetivo de la
industrialización. Propician reformas político-institucionales y jurídicas, mas siempre dentro
del esquema económico pastoril. Son las Fuerzas Armadas las que introducen la urgencia de
un desenvolvimiento económico independiente166.
El viraje que se produce en la institución obedece a la inquietud por la situación socio-econó-
mica y por un Poder Ejecutivo débil y aislado, cuyo mandato concluye en 1943, y frente a lo
cual se abre un interrogante. Esto la llevará a convertirse en un actor importante en la escena
política argentina167.

161
El slogan era "el país quiere a Ortiz". Luna, Ortiz, p. 202.
162
El gabinete de "conciliación" reúne, entre otros, al socialista Federico Pinedo, ministro de Hacienda; a Julio A.
Roca (h), ex vicepresidente de la Nación, ministro de Relaciones Exteriores y al general Juan A. Tonazzi, ministro de
Guerra y hombre de Justo.
163
"El deterioro de las prácticas políticas argentinas –reflejado en el retomo a las elecciones provinciales fraudulen-
tas-, la lucha política entre el Presidente interino y la Cámara de Diputados, con la consiguiente paralización de la ac -
tividad legislativa, y la tensión suscitada por la figura del Dr. Ortiz, fueron todos factores que contribuyeron a una at-
mósfera que los elementos nacionalistas intentaron aprovechar. Como había ocurrido en anteriores crisis nacionales
estos elementos militares y civiles consideraron que era la oportunidad de intentar otro de sus golpes. Ahora estaban
gestándose dos movimientos diferentes, uno encabezado por el inveterado conspirador, el general (R) Juan Bautista
Molina, y el olro por el general Benjamín Menendez...", Polash, Robert A., El ejército y la política en la Argentina
1928 - 1945 - De Yrigoyen a Perón, ps. 217 - 218.
164
Cfr. Scenna, Los militares, p.183,"...estaba resuelto (refiriéndose a Castillo) a sostener a machamartillo la neutrali-
dad, en lo que encontraba apoyo en la mayor parte de los oficiales y del pueblo. De allí que la personalidad de Castillo
ganara respeto y consideración en los medios militares, y que algunas de las conjuras que se tramaron tendieran, no
a desplazarlo, sino a consolidarlo en el poder. No eran pocos los jefes y oficiales que veían en Castillo un conductor
civil capaz de llevar a fondo las reformas del Estado".
165
La necesidad de equipamientos y armas demandada por las Fuerzas Armadas, había hecho percibir como si multá -
neamente necesario el que se produjera en el país la autonomía militar dentro de la autonomía económica nacional.
Merecen mencionarse los planes de industrialización elaborados por el general Manuel N. Savio y la propuesta del
capitán Ricardo Marambio sobre "autarquía industrial" que propone la decidida intervención del Estado como empre -
sario y fuerte proteccionismo económico.
"Bajo su primer director, el teniente coronel Manuel Savio, la Escuela Superior Técnica había de convertirse en cen -
tro de estudio de los problemas técnicos relacionados con el desarrollo de la industria pesada, y en promotora de las
doctrinas económicas nacionalistas en el seno del Ejército", Potash, Robert, ob. cit., 1928 - 1945, p. 118.
La Unión Industrial Argentina (UIA) por su parte, ya había lanzado un plan en favor de la industria nacional y del pro -
teccionismo económico.
166
Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, t. I., p. 305 y ss.
167
En una histórica carta de Jauretche dirigida al Dr. Avalos le decía: "... hay dos Argentinas, una conservadora, que
no quiere que ocurra nada, y en la cual está incluido el actual radicalismo. Esa Argentina tiene una apariencia po -
derosa porque maneja las estructuras oficiales de los partidos, cl periodismo, la radiotelefonía, los gobiernos, pero
esa Argentina no tiene vitalidad ninguna, es un edificio caduco, subsiste por inercia porque en ella ya no creen ni los
La Unión Cívica Radical queda sin cabeza, ya que Marcelo T. de Alvear muere en marzo de
1942. En junio de ese año Castillo asume el cargo de presidente, después de la renuncia de
Ortiz, quien fallece en julio. En noviembre, deja de existir el general Justo, con lo cual su inf-
luencia sobre el Ejército queda anulada. Así, el ministro de guerra Tonazzi, presenta su re-
nuncia al presidente y es reemplazado por el general Pedro Pablo Ramírez, antiguo uriburista,
en un intento de contener la insatisfacción del Ejército hacia Castillo. Pero ésta irá en aumen-
to. E1 4 de junio se acerca inexorablemente.
El comercio exterior se ve obstaculizado por la contienda mundial. Las dificultades para la
colocación de nuestros granos y carnes, principalmente, y para la importación de bienes de
uso, de capital e insumos con destino a nuestra incipiente industria, son alarmantes 168. Esta si-
tuación y el engrosamiento de las filas obreras por la continua transferencia de mano de obra
del campo a la ciudad, dan lugar a la desocupación, a la carestía de la vida, a la reducción de
la jornada de trabajo, a los salarios estancados y a la injusta distribución del ingreso neto 169.
El Ejército es consciente de la crisis social y la palpa cada año con la incorporación de los jó-
venes a la conscripción. Se manifiesta la necesidad de una política económico-social, que se
oriente hacia la satisfacción de los trabajadores, la posibilidad de una política económica equi-
distante del liberalismo y del comunismo, con intervención del Estado que equilibre los facto-
res de la producción. El descontento obrero ante la situación económica va en aumento.
Los conflictos gremiales registrados en este período son numerosos, afectando a varios
gremios: obreros de la construcción, textiles, de la alimentación, del calzado, metalúrgicos,
cerveceros, gráficos, petroleros, etc.

23 - Más allá de lo sindical.

Ya vimos que hacia 1930 se podía constatar la creciente presencia inglesa en la Argentina, so -
bre todo en el campo económico. El pacto Roca-Runciman había acentuado esa situación de
privilegio y, por lo tanto, levantado una ola de protestas en determinados sectores sociales 170.
Los representantes de los partidos políticos opositores al gobierno promueven la interpelación
parlamentaria a miembros del gabinete del presidente Justo 171. El movimiento obrero, reaccio-
na.
La CGT Catamarca defenderá, por sobre todo, el interés obrero frente al capital fuera éste ex -
tranjero o nacional. La CGT Independencia muestra una posición crítica
frente al privilegio del capital extranjero. Propone el control del capital financiero internacio-
nal, la lucha contra la política imperialista y la oposición a todo monopolio privado, en
especial al del transporte172.
El gremio de los colectiveros decide ir a la huelga, a modo de expresar su rechazo. Las dos
centrales le prestan un apoyo limitado, aunque cuenta con la adhesión de numerosos gremios,
entre ellos los que pertenecen a la FORA, quienes defienden por medio del movimiento
antimonopolista, los intereses obreros.
El tema del monopolio inglés es el detonante que demuestra que los obreros están defendien -
do por primera vez a la Nación. Es el momento de entenderlos, luchan por intereses más allá
de los sindicales. Así, estamos en presencia del nacimiento de una tenue conciencia de lo

que la forman. Y hay una Argentina subterránea, joven, vigorosa... que se está orientando ya a pesar del desorden
que introducen banderías extrañas en su seno, como el comunismo y el fascismo... El año que viene esa Argentina jo-
ven y vigorosa va a ponerse en marcha, si la bandera que nosotros hemos levantado cuenta con el apoyo de unos po -
cos brazos de prestigio ya consolidado. El Régimen le va a ofrecer al país alternativas repugnantes y cl Comité Nacio -
nal no cuenta ya para el pleito presidencial, como no se resigne a ser furgón de cola. El Ejército no va a apoyar ningu -
na de esas soluciones porque el Régimen ya ha prescindido del Ejército desde que el país se pacificó. El Ejército, ló-
gicamente, no hará nada, pero no será sostén del Régimen si la bandera existe y reúne las dos condiciones que reúne
la bandera de FORJA nacionalista por reivindicación de lo nacional y de conciliación con el pueblo por reivindicación
de lo popular", Scenna, FORJA, p. 518.
168
En el quinquenio 1940 - 1944 las exportaciones reciben el doble impacto de una fuerte caída del volumen físico,
20%, sobre los niveles del quinquenio anterior. El poder de compra de las exportaciones cae en un 40%. Ampliar en
Ferrer, Aldo, La economía argentina, ps. 193 - 194.
169
La remuneración del trabajo es del 43,1% en relación al ingreso neto interno, mientras que la del capital es del
56,9%.
170
La corriente "nacionalista republicana" encabezada por Julio y Rodolfo Irazusta desde principios de la década del
'30, venía luchando por romper la dependencia económica respecto de los británicos. Por su parte, FORJA (Fuerza de
Orientación Radical de la Joven Argentina), desde las páginas de su revista había denunciado, a través de Arturo Jau-
retche, Luis Dellepiane y Raúl Scalabrini Ortiz, entre otros, el avasallamiento inglés. Ampliar en Scenna, Miguel
Angel, FORJA Una aventura argentina (de Yrigoyen a Perón).
171
Lisandro de la Torre, demócrata progresista, senador provincial por Santa Fe, encabezó la comisión investigadora.
172
El proyecto del Poder Ejecutivo sobre la Coordinación de Transportes Nacionales y la creación de la Corporación
de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires, había provocado la reacción de la central obrera contra la posibilidad
de la constitución de este monopolio.
nacional en los trabajadores del país. Esta preocupación por los problemas que los atañen
indirectamente, muestra que su lucha tiene un contexto más amplio: es la lucha de lo nacional
contra lo antinacional.
La otra cuestión que alarmó a los trabajadores y especialmente a los dirigentes sindicalistas,
fue la de la neutralidad.
Aquí también ellos participaron de un tema polémico y que cruzaba el límite de lo estric -
tamente gremial.
El presidente Castillo mantiene su rotunda negativa a variar la posición neutral 173. Ella obe-
dece a razones económicas. Por un lado, la salvaguarda del comercio con Inglaterra y la pro-
tección de los grupos estancieros. Por el otro, la declaración de guerra a Alemania acarrearía
represalias y graves perjuicios al comercio argentino. Los grupos conservadores ideoló-
gicamente se manifiestan contra el Eje, pero económicamente no desean la guerra, pues
perjudicaría sus intereses174.
Los partidos opositores –radicales, demócratas progresistas y socialistas y las organizaciones
obreras socialistas, forman posición por los aliados, "expresión" de la democracia. Junto a
ellos los grupos patricios de la Argentina y el mismo Justo, optan por las democracias euro-
peas y americanas, frente al nazismo.
Así, una clara división se observa en la dirigencia, causada por el compromiso de intereses
con Gran Bretaña o con Estados Unidos.
El debate pasa por la situación internacional. No obstante, Castillo mantiene su postura y se
enfrenta a los partidos políticos, a la prensa y al Congreso.
El descontento en la sociedad militar no nace de posiciones políticas o ideológicas, sino de un
hecho real e incontrastable, la independencia en materia de equipamiento y armamento. El
único en condiciones de proveernos es Estados Unidos, quien se niega a hacerlo hasta tanto
nuestro país no declare la guerra al Eje.
La trascendencia de la guerra impone definiciones y soluciones.
Los socialistas propician la cooperación interamericana, mientras que los comunistas, si bien
al comienzo de la contienda han insistido en la necesidad de la cooperación con Estados Uni-
dos, luego han variado la postura, propugnando el desarrollo de la industria nacional.
El enfrentamiento entre socialistas y comunistas se proyecta en el seno de la Unión Ferrovia-
ria con particulares características. Los socialistas, encabezados por Domenech, se muestran
dispuestos a cooperar con las empresas, en función de las coincidencias de intereses de
ambas partes en el desarrollo de la industria nacional. A su vez, los comunistas se lanzan al
ataque de las empresas británicas ferroviarias, acusándolas de imperialistas. Pero, cuando se
declara la guerra a Alemania, los comunistas adoptan una postura proaliada 175.

173
Cfr. Conil Paz, Alberto y Ferrari, Gustavo, Política exterior argentina, 1930 - 1962, caps. 3, 4 y 5.
174
Rapoport, Mario, Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas 1940 - 1945, ps. 80 - 96, "A los
ingleses les preocupaba, sobre todo, que no se interrumpiera el flujo de productos hacia la metrópoli. Si nuestro país
entraba en el conflicto, el comercio marítimo anglo-argentino quedaría a merced de los ataques de .los submarinos
alemanes, con el consiguiente perjuicio para la economía británica". Más adelante señala el autor: "... esa neutralidad
servía para frenar la penetración de los intereses norteamericanos en nuestro país, preservando para Inglaterra el
mercado argentino de posguerra y la posición privilegiada que sus intereses aún detentaban".
Ver Scenna, Miguel Angel, Los militares, ps. 185-186, "La conversión de Estados Unidos en beligerante complicó
seriamente la posición de Castillo. Era evidente que el gobierno de Washington esperaba que todos los países la-
tinoamericanos se alinearan tras su conducción y rompieran relaciones con el Eje. Inevitablemente, si Castillo desea -
ba persistir en su política de neutralidad, debería enfrentar la hostilidad del gobierno norteamericano. El 15 de enero
de 1942 se reunió en Río de Janeiro la Tercera Conferencia de Cancilleres, que debía considerar la actitud a asumir
frente a las nuevas circunstancias. Allí se concretó el choque entre Buenos Aires y Washington. El canciller argentino
Enrique Ruiz Guiñazú desbarató los propósitos norteamericanos de lograr una ruptura masiva con el Eje, diluyéndola
en una mera 'recomendación'.
Después de esto era previsible que Estados Unidos pondría distancia con el gobierno de Castillo, al tiempo que la co-
misión mixta de las fuerzas armadas argentinas en Washington perdía la última esperanza de conseguir el reequipa -
miento. No sólo eso. Se debió contemplar pasivamente cómo Brasil, tras romper relaciones con Alemania y Japón,
recibía un torrente de armas modernas que desequilibró la situación continental y dejó a la Argentina en un rezago
sin perspectivas de superación. También en Río de Janeiro se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recípro -
ca, TIAR, que dispuso la reunión en Washington de representantes de los ejércitos americanos para convenir los pa -
sos a dar cn resguardo de la defensa continental. De esa forma surgió la Junta Interamericana de Defensa, encargada
de elaborar los planes militares conjuntos.
Empecinado en su política de neutralidad y en busca de apoyo, Castillo menudeó sus entrevistas y almuerzos con je -
fes militares, a los que invitaba dejando de lado al ministro Tonazzi. Lo que más preocupaba a los sectores castrenses
era el insoluble problema del reequipamiento".
175
"Otra consecuencia del viraje del comunismo sobre el movimiento obrero fue la coincidencia evidenciada por los
principales sectores de la CGT, el grupo de Pérez Leirós, cl de Domenech y cl comunista en cl apoyo de la causa
democrática. Debido a ello, la CGT organizó un mitin por la unidad nacional contra el nazi-fascismo en el Luna Park el
16 de agosto de 1941. No sólo la magnitud del acto vale destacar, sino que el mismo fue otra ocasión para identificar
el movimiento obrero con lo nacional. En el acto no había otra bandera que la nacional, se cantó el himno e incluso se
rindió un homenaje a San Martín, en conmemoración del 17 de agosto", Matsushita, Hiroschi, Movimiento obrero
24 - CGT: "N°1" y "N°2".

La crisis nacional envuelve también a la CGT. Las disputas entre socialistas y comunistas, la
presión de los comunistas, las divisiones dentro de los socialistas, las reclamaciones de los
obreros debido a la carestía de la vida, la política del gobierno frente a la guerra, son dema -
siados problemas para la más importante central obrera del país. La crisis no tarda en pro-
nunciarse. El conflicto estalla en las filas socialistas que se dividen en dos bandos: uno enca -
bezado por Domenech, secretario general de la CGT; el otro dirigido por Borlenghi, secretario
general de los empleados de comercio y Pérez Leirós, secretario general de los obreros mu-
nicipales.
El campo propicio para las disputas es el segundo congreso de la CGT celebrado entre el 15 y
el 18 de diciembre de 1942. Es elegido para presidir las reuniones Angel Borlenghi, quien fa-
vorece un acercamiento con los comunistas. Esto impacta. La coalición socialista-comunista se
ha hecho sentir.
Una vez iniciadas las deliberaciones se pasa a tratar importantes temas: se aprueba un pro-
yecto sobre unidad nacional por el cual se condena al gobierno por apartarse de las prácticas
democráticas, "provocando con su actitud neutralista el alejamiento de las demás repúblicas
americanas y de las Naciones Unidas que luchan contra la barbarie nazifascista" 176. Insiste en
la necesidad de romper con el Eje condena igualmente la crisis por laque atraviesan los
obreros, sobre todo debido al cierre de numerosas industrias. Se pronuncia, además, contra la
ley de residencia. Incluso se vota un despacho por el cual se reconoce al diario comunista "La
Hora" como "difusor de las luchas y a causa obrera" 177. Por la diversidad de temas acuciantes
tratados, el congreso es positivo. En apariencia la unidad de la CGT está a salvo, pero no está
dicha aún la última palabra.
El 10 de marzo de 1943 se reúne la CGT para elegir a los miembros de la Comisión Adminis -
trativa y del Secretariado. En esta oportunidad se presentan dos listas: la N° 1 encabezada
por José Domenech y la N° 2 por Francisco Pérez Leirós, candidato de la coalición socialista-
comunista.
La primera fija su posición de independencia respecto de los partidos políticos, especialmente
el Partido Comunista; la segunda, se inclina a relacionar lo gremial con lo político 178.
Votan por la Lista N° 1 la Unión Ferroviaria, la Fraternidad, la Unión Tranviarios Automotor y
la Federación Obreros Cerveceros; por la Lista N° 2 lo hacen la Federación Obrera Nacional
de la Construcción, la Confederación General de Empleados de Comercio, la Confederación de
Obreros y Empleados Municipales, la Unión de Obreros y Empleados del Estado, la
Federación Obrera de la Alimentación, la Unión Obrera Textil, el Sindicato Obrero de la
Industria Metalúrgica y la Federación Gráfica Bonaerense.
A1 surgir un inconveniente con uno de los delegados de la Unión Ferroviaria que ha votado
por la Lista N° 2, en lugar de hacerlo por la Lista N° 1, según su mandato expreso, se le
impugna el voto. De no haber tomado esta determinación hubiera triunfado la Lista N°2.
Así planteada la situación, el resultado final es la división de la CGT, en CGT N° I y CGT N° 2.
La primera continúa funcionando en la calle Independencia; la segunda se instala en el local
de los Obreros y Empleados Municipales. Las posturas son irreconciliables, a tal punto que
ante la crisis política, económica y social que vive el país, sólo la CGT N° 2 invita, el 1" de
mayo de 1943, a una gran manifestación en repudio por la situación que atraviesan los traba-
jadores179.

argentino, 1930 - 1945, p. 324.


176
) Ver Rotondaro, Realidad y cambio en e1 sindicalismo, p. 148.
177
(59) En marzo de 1941, la Comisión Administrativa de la CGT había condenado la "acción confusionista deletérea
que realiza el diario La Hora con su prédica tendenciosa y malintencionada", denunciando al periódico como enemigo
de la clase obrera, en Memoria y Balance. Ejercicio 1939 - 1942, p. 27, citado por Rotondaro, ob. cit. , p. 149.
178
Cfr. Rotondaro, ob. cit., p. 147. Para este autor, el conflicto que se desencadenó en cl seno de la CGT, y que conc-
luyó con la división de la misma no se debe a divergencias entre comunistas y socialistas y en ese sentido señala que:
"Esta vez el problema superó las diferencias ideológicas entre socialistas y comunistas que hasta entonces habían
mantenido, por así decirlo, el esquema funcional de la CGT en una lucha abierta y de competencia permanente. El
conflicto surgió en las filas socialistas que se dividieron en dos bandos antagónicos". En el mismo sentido, Montuschi,
Luisa, El poder económico de los sindicatos, p. 79. Para el dirigente gremial Andrés Cabona la nueva escisión en la
CGT, se debía no a discrepancias en su orientación, "sino por rivalidades y ambiciones personales entre sus dirigen -
tes...", Troncoso, Fundadores del gremialismo obrero/1, ps. 60 - 61. Para Alfredo López (ob. cit., p. 361) "lo exacto es
que en cierto modo, un núcleo ensaya el mantenimiento de una posición superada, cual lo es la prescindencia, en
tanto que enfrente, la ofensiva la lleva un sector dinamizado, que aspira para la CGT, una actitud política definida,
militante, activa".
Ver también, Meléndez, Raquel y Monteagudo, Néstor, Historia del movimiento obrero, ps. 73 - 75.
El hecho inquieta aún más al Ejército, pues el fantasma del frente popular, de corte iz-
quierdista, se agita sobre ellos, y es necesario detenerlo.
El proceso abierto en 1930 a raíz del derrocamiento de Hipólito Yrigoyen llega a su fin. Este
período, con sus consecuencias políticas, económicas y sociales, concluye hacia 1943.
Los sindicalistas han ido abandonando su postura de prescindencia política, asumiendo pau-
latinamente el significado de la participación y la conciencia de su pertenencia a lo nacional y
de su inserción en la historia del país. Pero a pesar de ello, aún le resta la unidad. Y así,
encuentra el 4 de junio de 1943 un movimiento obrero dividido en la CGT N° 1, la CGT N° 2,
la USA, la FORA y los sindicatos autónomos.

179
Refiriéndose a la manifestación Alain Rouquié (Poder militar y sociedad política en la Argentina, t. 1., p. 336) seña -
la que: "El desfile en perfecto orden de miles de manifestantes cantando la Internacional y gritando consignas en
pleno centro de Buenos Aires, impresionó vivamente a algunos de ellos" (oficiales del ejército). Ver también en p. 336
la nota 105.
CAPITULO IV
LOS SINDICALISTAS Y
EL GOBIERNO JUSTICIALISTA (1943 - 1955)

25 - De Perón al peronismo.

La revolución del 4 de junio de 1943 es el resultado de un proceso que se venía gestando a


partir de la muerte de Ricardo M. Ortiz, quien representaba, para el Ejército una garantía
frente al fraude y a la corrupción.
El Ejército irrumpe en la escena política, en un intento por resolver los problemas nacionales.
No participan en ella ni los partidos políticos, ni las organizaciones obreras; es un movimiento
exclusivamente militar.
Además significa la concreción de anteriores intentos fallidos de insurrecciones contra el "Ré-
gimen"180, alentados por civiles y militares, de tendencia radical y nacionalista. Habían fraca -
sado, tal vez por ser demasiado prematuros y no siempre totalmente apoyados.
La revolución de junio, por lo menos, tuvo inicialmente cohesión. Y esa cohesión fue lograda
por la acción del Ejército. Dentro de él nace una logia militar, el GOU, que intenta organizar y
unificar a todos los oficiales181.
Por otra parte, los militares se sienten preocupados en el orden interno por la corrupción, la
politiquería, la formación de frentes y el peligro del comunismo; y en el orden externo, por la
situación de grave tirantez del país con el resto de las naciones de América, debido a la postu -
ra neutralista en la guerra182.
El GOU está integrado por oficiales de los cuadros medios, entre los que se encuentra el coro-
nel Juan Domingo Perón183.
Las elecciones están previstas para el mes de septiembre. En caso de que Castillo cometiera
fraude, el GOU ya tenía planificado el golpe para ese mes. Pero las cosas se precipitan y el
plan debe adelantarse. El hecho detonante que lleva a tomar tal decisión es la candidatura del
conservador Robustiano Patrón Costas, impuesta por Castillo184. Hay que actuar de prisa. Se
entra en conversaciones con dirigentes políticos, jefes militares radicales y con el ministro de
Guerra, el general Ramírez, a quien se le ofrece la presidencia de la Nación, pero con el que
no se puede concretar nada. Entonces, el teniente coronel Enrique P. González, el nervio mo-
tor de esta etapa, vuelca sus esperanzas en el general Arturo Rawson.
La elección casual y por demás espontánea de Rawson obedece a que se necesita un general
para la revolución y la situación no permite más dilaciones.
Enterado Castillo de que el golpe está en las puertas de la Casa Rosada, pide a Ramírez que
hable con los jefes de Campo de Mayo solicitándoles una tregua de veinticuatro horas. Campo
de Mayo rechaza la petición del presidente. El 4 de junio de 1943 el Ejército, con apoyo de la
Marina, marcha hacia Plaza de Mayo.

180
Debemos recordar en una cronología: el movimiento de los hermanos Kennedy de enero de 1932; el del teniente
coronel Atilio Cattáneo de diciembre de 1932; el del coronel Roberio Bosch en Paso de los Libres en 1933; los del co -
ronel Gregorio Pomar de 1931 y 1933; la conspiración de febrero-marzo de 1941 de los generales Molina y Me -
néndez.
181
Ver Díaz Araujo, Enrique, La conspiración de143. El GOU: una experiencia militarista en la Argentina; Potash, Ro-
bert, El ejército y la política en la Argentina 1928 - 1945. De Yrigoyen a Perón, p. 263 y ss. y Perón y el GOU. Los do-
cumentos de una logia secreta; Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, II - 1943 - 1973, ps.
21 - 27; Scenna, Miguel Angel, Los militares, ps. 188 - 193.
182
Potash, Robert, Perón y e1 GOU. Los documentos de una logia secreta, ps. 14 - 16, donde se reproduce un informe
del teniente general Juan Carlos Montes en junio de 1943 al jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra, que brin -
da, según Potash, "una nueva versión de las etapas formativas del GOU ". Ver también en la misma obra, ps. 21 - 42
sobre las bases dcl GOU.
183
Hay diferentes interpretaciones sobre el papel que jugó el entonces coronel Perón en la gestación de esta logia.
Ver Pavón Pereyra Enrique, Vida de Perón, p. 68 y ss., quien afirma que Perón era el nervio inspirador del GOU. Para
Fayt, Carlos S. (La naturaleza del peronismo, p. 45), Perón no estuvo en los inicios del grupo, pero sí se incorporó
después.
.. parece bastante evidente que la idea de la logia partió de Perón". Cfr. Potash, Robert, El ejército y la política en la
Argentina 1928 - 1945, ps. 267 y 268.
184
"El derrocamiento de Castillo fue el fruto de la unión de varios complots. Estaba, por un lado, el GOU, núcleo
cerrado y acaso no muy significativo en ese momento, que alentaba vagas aspiraciones de renovación nacional. Esta -
ba la vieja conjura justista, que había quedado acéfala desde la desaparición de su animador y flotaba a la deriva
esperando quien la encauzase. Estaba el putsch pro-nazi que alentaban prestigiosos hombres de la aviación militar y
que había tenido explosiones parciales en 1941 - 42.
La inminencia de la proclamación de Patrón Costas, la demora de la definición opositora y, sobre todo, la posibilidad
de que el general Ramírez fuera despedido por el presidente Castillo, movilizó a los jefes más activos del GOU que en
una sola tarde, el 3 de junio, consiguieron la adhesión de los cuerpos más importantes de Campo de Mayo...", Luna,
Félix, El 4 de junio del 43, en Conflictos y armonías en la historia argentina, ps. 199 - 200.
Ese mismo día el general Rawson ocupa el cargo de presidente. Vicepresidente es el almiran-
te Sabá H. Sueyro.
Rawson no está consustanciado con los objetivos de la revolución, a punto tal que ofrece a los
conservadores y a los antiguos uriburistas las carteras ministeriales, salvo el Ministerio de
Guerra, donde confirma a Ramírez y el Ministerio de Marina, donde designa al almirante Be -
nito Sueyro. Con excepción de estos dos nombramientos, los demás son resistidos por el
Ejército185. Campo de Mayo le quita el apoyo y por lo tanto, se ve obligado a renunciar. Le su-
cede el general Pedro Pablo Ramírez. El 6 de junio asume la presidencia provisional de la
Nación.
A diferencia del gabinete de Uriburu, el de Ramírez está integrado totalmente por militares.
Se da sólo una excepción, en el Ministerio de Hacienda con el nombramiento de Jorge
Santamarina, ex presidente del Banco de la Nación y dirigente de la Sociedad Rural, lo que
lleva tranquilidad a los sectores económicos. Dos de sus colaboradores militares merecen des-
tacarse: el teniente coronel Enrique González, secretario de la Presidencia y el coronel Juan
D. Perón, secretario del Ministerio de Guerra, cuyo titular es su amigo el general Edelrniro J.
Farrell.
González y Perón no tardan en enfrentarse. El primero domina en la esfera política; el segun-
do en la militar, donde poco a poco va consolidándose al punto de designar en el Comando de
Campo de Mayo a su fiel camarada el coronel Eduardo J. Avalos. Con esta designación se neu-
traliza al jefe de la Policía de la Capital Federal que es adicto a González 186.
En un principio la revolución había sido vista con buenos ojos por los partidos políticos, princi-
palmente por los radicales. La entendieron como un golpe militar provisorio, breve, con el
objeto de imponer el orden y llamar cuanto antes a elecciones. Pero la desilusión y la confu-
sión no tardan en apoderarse de las dirigencias políticas. Ramírez suprime el adjetivo "provi-
sorio" para llamarse sólo "presidente". Continúa con el estado de sitio que había sido
implantado por Castillo en 1941, interviene aquellas provincias que aún siguen bajo el régi -
men anterior y se restringe la actividad gremial, sobre todo, para eliminar la influencia del co-
munismo. Incluso, en diciembre se declara disueltos los partidos políticos en todo el territorio
de la República187. Pero Ramírez debe enfrentar dos problemas íntimamente relacionados: el
de la neutralidad y el del reequipamiento militar.
Se mantiene la posición neutralista, pese a que en el ámbito gubernamental muchos son proc-
lives a romper relaciones con el Eje e impulsar un acercamiento con los Estados Unidos, debi -
do a la presión que ejerce el país del norte sobre nosotros y a la defensa del panamerica-
nismo.
El 5 de agosto de 1943 el ministro de Relaciones Exteriores Storni envía una carta al secreta-
rio de Estado norteamericano Cordell Hull, solicitándole armamento para restablecer el
equilibrio continental. Pedido que fue tajantemente denegado por los Estados Unidos 188. El
fracaso diplomático y las presiones provocan una crisis en el gabinete, con su correspondiente
reorganización. Se designa al general Luis Perlinger en Interior. Al frente del Departamento
Nacional del Trabajo, convertido en Secretaría de Trabajo y Previsión, se encontraba Perón,
desde julio de 1943.
La situación es por demás delicada. A la restricción de las libertades se suma la derrota diplo-
mática; la presión de los Estados Unidos llega al límite de enredar al gobierno de Ramírez en
una revolución boliviana y de amenazar con publicar la misión secreta a Berlín, de un oficial
de la reserva naval argentina, Omar Alberto Helmuth, acusado de espía nazi con el fin de ad -
quirir armas.

185
Cfr. Floria, Carlos Alberto y García Belsunce, César A. Historia de los argentinos, t. 2, p. 364, "La gestión de Raw-
son comenzó y terminó con la discusión de su gabinete".
186
Scenna, Miguel Angel, Los militares, ps. 197 - 198.
187
Ver Melo, Carlos, Los partidos políticos argentinos, ps. 64 - 65, quien señala que los "partidos resistieron la disolu-
ción ordenada y a pesar de la medida mantuvieron sus cuadros".
188
Ampliar en Potash, El ejército y la política en la Argentina 1928 - 1945, ps. 317 - 318.
"Hull replicó en una hiriente nota que los Estados Unidos no tenían nada que ver con la política de equilibrio de poder
en Sudamérica y que consideraría el problema de la ayuda militar y de otro tipo a la Argentina después que el nuevo
régimen hubiera cumplido sus obligaciones, ya vencidas, de colaborar en el esfuerzo bélico contra el Eje", Whitaker,
Arthur P., La Argentina y los Estados Unidos, p. 146.
Estos acontecimientos obligan a Ramírez, el 26 de enero de 1944, a romper relaciones con
Alemania y Japón189 a pesar de la oposición de varios sectores del Ejército. Tal decisión le
valdrá la renuncia el 24 de febrero.

26 - Hacia el 17 de octubre.

El gobierno militar inicia una nueva fase cuando el general Edelmiro Farrell asume la presi -
dencia. Es su vicepresidente el coronel Perón, designado en julio de 1944. De esta forma
Perón reúne en sus manos tres cargos: ministro de Guerra, secretario de Trabajo y Previsión y
vicepresidente, y con ello todo el poder 190. Pero tan grande es la oposición hacia él como el po-
der que detenta.
No obstante, a Perón le preocupa, en el plano internacional, las relaciones con los Estados
Unidos. Hay que negociar a toda costa. La ocasión se presenta con motivo de la Conferencia
Interamericana sobre problemas de la Guerra y la Paz, a realizarse en México en febrero de
1945.
El Departamento de Estado norteamericano invita a nuestro país a participar, con la condición
que si nos adheríamos a lo allí tratado, se reanudarían las relaciones diplomáticas y con ello
se reequiparía a las Fuerzas Armadas. La aceptación implicaba la declaración de guerra al Eje
y así se hizo el 27 de marzo.
En estos momentos el gobierno militar se encuentra en un punto de equilibrio delicado. Por
una parte, la sociedad política, radicales, socialistas, comunistas, exige un cambio en la si-
tuación institucional191 y al mismo tiempo manifiesta una marcada actitud antimilitarista; por
la otra, el agigantamiento de la figura del coronel, ha conseguido la adhesión de la mayoría de
los trabajadores a partir de la labor desarrollada en la Secretaría de Trabajo y Previsión 192.
Los grupos políticos tradicionales solicitan a la Corte Suprema de Justicia hacerse cargo del
gobierno. El poder que detenta Perón si bien disgusta a las autoridades es necesario como
contrapeso a la reacción oligárquica. A mediados de julio se toma la decisión de convocar a
elecciones.
La alianza con determinados sectores del Radicalismo se sella con la designación de Juan
Hortensio Quijano como ministro del Interior, cartera política por excelencia. Asimismo se
incorporan a Juan Isaac Cooke como ministro de Relaciones Exteriores, un ex diputado nacio-
nal, aliadófilo y antifascista y a Armando Antille para ocupar la cartera de Justicia e Instruc-
ción Pública. La estrategia de Perón, en ese sentido, es capitalizar el auspicio del ala yrigoye-
nista intransigente, que se enfrentaba a la conducción alvearista193.
Por su parte, en julio la CGT organiza una concentración en apoyo a Perón.

189
Ver Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, t II, ps. 42 - 43.
El decreto presidencial que daba a conocer la ruptura de las relaciones con Alemania y Japón decía así: "Vistas las
comprobaciones efectuadas por la Policía Federal sobre la existencia de una vasta red de espionaje en perjuicio de
países estrechamente vinculados con la República... Que esta actividad delictuosa es directamente imputable a los go-
biernos del Eje... A partir de la fecha quedan rotas las relaciones diplomáticas actualmente existentes con los gobier-
nos de Alemania y Japón".
190
"La carrera política de Perón entre 1943 - 46 puede sintetizarse así: 1º su trabajo discreto en el seno del gobierno
militar para ganar posiciones eliminando a sus eventuales adversarios (pues, contrariamente a lo que muchos pien -
san, Perón no tuvo desde el principio la totalidad del poder en sus manos); 2° su actividad al frente de la Secretaría
de Trabajo y Previsión y su trabajo con los obreros; 3° las conversaciones que mantuvo no sólo con los partidos polí -
ticos tradicionales sino con sectores representativos de la vida económica y social argentina y 4° la batalla final que
libró contra sus adversarios políticos. Su marcado antiimperialismo -puesto en evidencia sobre todo en el duelo perso -
nal que entabló con el embajador norteamericano Braden- contribuyó a aumentar en gran medida su popularidad",
ver Rapoport, Mario, Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas, p. 197.
191
"Dos circunstancias facilitaban la reaparición de las voces opositoras: la rectificación de la política internacional
del gobierno de facto y los claros síntomas de ablandamiento en cl estilo que hasta entonces lo había caracterizado",
Luna, Félix, El 45, p. 36. Más adelante sostiene que a comienzos de 1945 no cabía la menor duda de que un "proceso
popular estaba en formación", p. 42.
192
"A mediados de 1944 el gobierno militar gozaba aún de ciertas simpatías debido al modo como había resistido a
las presiones norteamericanas. Aunque los resultados de la política reformista de Perón todavía no podían ser
evaluados, hacia fines de ese año la situación política interna del país cambió notablemente, si bien sus con -
secuencias apenas serán percibidas plenamente en 1945. Las medidas adoptadas por Perón en favor de los traba-
jadores provocaban cada vez mayor resistencia en los sectores que dominaban la vida económica del país. La Socie-
dad Rural Argentina, bastión de las élites tradicionales, había reaccionado violentamente contra el Estatuto del Peón,
los industriales comenzaban a mostrarse inquietos y tanto la gran prensa como los partidos políticos criticaban al go -
bierno ya sea con medias palabras o abiertamente. La falta de libertades democráticas y las medidas ultramontanas
adoptadas en el área de la educación y la cultura iban llevando adeptos a las filas de la oposición", Rapoport, Mario,
Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas, ps. 209 - 210.
193
Amadeo Sabattini encabezó la oposición contra la conducción alvearista. Pero pese a los intentos por parte de
Perón por ganar la confianza del dirigente radical éste no se dejó comprometer.
Las fuerzas políticas y ciertos núcleos de oficiales, relacionados con los grupos sociales con-
servadores y oligárquicos, se manifiestan en contra del régimen militar, pero sobre todo, en
contra de Perón. La oposición, con la ayuda inestimable del embajador norteamericano Sp-
ruille Braden194, comienza a estrechar filas en oposición al líder de los trabajadores y al go-
bierno. La injerencia del embajador conmueve el sentido nacional de amplios sectores sociales
y de las Fuerzas Armadas, que ven a través de él la intromisión de los Estados Unidos. El 19
de septiembre los partidos políticos, la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio y los sindicatos
antiperonistas organizan la Marcha de la Constitución y la Libertad para demostrar al go-
bierno su impopularidad y aislamiento.
La oposición moviliza todos los resortes; la Universidad es tomada por los estudiantes; la Ma-
rina lanza un manifiesto el día 24, poniendo en pie de sublevación al arma. En Campo de
Mayo el hostigamiento a que es sometido el gobierno y la inestabilidad en que se encuentra,
preocupa a los altos mandos. E1 9 de octubre las Fuerzas Armadas deciden poner fin a la si-
tuación.
Ese mismo día el coronel Perón renuncia a todos sus cargos. En los trabajadores su alejamien -
to obra como detonante; no van a tolerar que se frustren sus aspiraciones y posterguen sus
derechos.
Llegó así el 17 de octubre de 1945.
A partir de allí todo se precipita. El gabinete de Farrell renuncia y es designado otro homogé-
neamente peronista.
Se decide la convocatoria a elecciones generales para el 24 de febrero de 1946.
Las fuerzas opositoras se coaligan en la Unión Democrática195 proponiendo el binomio Tam-
borini-Mosca, ambos radicales.
Se funda el Partido Laborista196 que lanza 1 a fórmula Juan Domingo Perón-Hortensio B.
Quijano, la que es electa para gobernar al país durante los próximos seis años.

27 - La década peronista.

El Peronismo ejercerá un notable papel transformador en la vida nacional.


Las primeras medidas del nuevo gobierno demuestran autoridad e independencia de todo
compromiso previo. El basamento doctrinario se da a través de la denominada "tercera po-
sición", que suponía en el orden externo la equidistancia de Argentina respecto de los dos
imperialismos: los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en el
interno, asegurar la plena vigencia de la justicia social, requisito indispensable para el logro
de la "paz social"197. Se anuncia la adopción de medidas urgentes para combatir el elevado
194
Luna, Félix, Braden salva su parte en los episodios de 1945, en Conflictos y armonías en la historia argentina, ps.
217 - 222.
La figura de Braden y su apoyo a la Unión Democrática dio a Perón la posibilidad del lema "Braden o Perón" para su
campaña electoral. En cuanto al "Libro Azul", Rapoport señala que: "Braden jugó una última carta contra Perón antes
de las elecciones de 1946 al publicar un extenso documento, basado en la correspondencia diplomática secreta
encontrada en los archivos alemanes después de la guerra, creyendo que las revelaciones que contenía acerca de la
Argentina afectarían el prestigio de Perón y le harían perder las elecciones. Pero ocurrió todo lo contrario: la pub -
licación de ese documento -conocido generalmente por el nombre de Blue Book on Argentina- fue considerada como
una injustificada intervención en los asuntos internos del país y levantó una ola de protestas en Argentina y en
América Latina que ayudaron a Perón a ganar con más facilidad la contienda electoral" ( Gran Bretaña, Estados Uni-
dos y las clases dirigentes argentinas, p. 277).
195
Estaba constituida por radicales, socialistas, comunistas, demócratas progresistas y la apoyaba el partido con-
servador. A esta alianza se negó, dentro del radicalismo, el Movimiento de Intransigencia y Renovación (fundado en
Avellaneda en 1945 en oposición al unionismo). El M IR rechazó la postura opositora del radicalismo contra un movi-
miento popular que tenía por lema la justicia social y todo acuerdo electoral. Exigían dar nuevos contenidos, acordes
con las necesidades socioeconómicas del momento, a los postulados yrigoyenistas. Entre sus dirigentes se destacaron
Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Moisés Lebenshon, Antonio Sobral, Crisólogo Larralde.
196
Cfr. Melo, Carlos, Los partidos políticos argentinos, p. 66 quien señala: "Este movimiento que creció a expensas de
los partidos tradicionales, fue apoyado por núcleos de origen radical agrupados alrededor de lo que se denominó
Junta Renovadora de la Unión Cívica Radical, y por elementos provenientes de las filas conservadoras y socialistas,
que sumándose a grupos de distinta procedencia, a apolíticos y sobre todo a obreros, se congregaron bajo la desig-
nación de Partido Laborista. El movimiento peronista fue facilitado por la necesidad que tuvieron las fuerzas armadas
de salvar la situación equívoca que le había creado tanto la influencia de los directores civiles de ciertos círculos ca -
rentes de influjo popular y de experiencia política como las simpatías por un gobierno dictatorial de determinados
grupos castrenses. Los partidos políticos en vez de favorecer una evolución inteligente, asumieron para con las
fuerzas armadas una actitud de hostilidad manifiesta, ausente de la realidad en que se vivía. La creación de un
laborismo argentino a imitación del laborismo inglés, apareció ante los círculos castrenses como la mejor de las sali -
das ya que evitaba la forzosa opción entre la oligarquía conservadora y la demagogia del radicalismo de origen perso-
nalista".
197
En este orden de ideas, afirmaba Perón ante la Asamblea Legislativa que: "Hasta que proclamamos nuestra doctri-
na, frente a nosotros se' levantaba triunfante el individualismo capitalista y el colectivismo comunista alargando la
sombra de sus alas imperiales por todos los caminos de la humanidad. Ninguno de ellos había realizado ni podía rea -
costo de la vida. Se nombra al gremialista José María Freire secretario de Trabajo y Previsión,
quien tendrá una tarea protagónica en la política social de la administración justicialista.
Con la presencia en el gobierno de José Figuerola, economista y estadígrafo, se elabora un
plan o programa de acción, conocido como Plan Quinquenal. En un orden de prioridades el
plan perfilará las etapas de la industrialización nacional 198, al que se le agregará los proyectos
de ley referidos al régimen de propiedad horizontal, reformas básicas a la enseñanza prima-
ria, secundaria, técnica y universitaria, leyes energéticas y de estímulo a la producción, orga-
nización de los servicios públicos y de la sanidad. Ochenta diagramas, que reseñan las labores
concretas a realizar, sirven para explicar gráficamente el objetivo de los veintisiete proyectos
de leyes sometidos al Parlamento.
También se lleva a cabo, durante la primera presidencia, la institucionalización del movimien-
to peronista, la consolidación de una definitiva personalidad nacional mediante su tesis de la
tercera posición, la declaración de la independencia económica y la paulatina elaboración de
la doctrina peronista.
Las elecciones de noviembre de 1951 le dan nuevamente el triunfo a la fórmula Perón-
Quijano.
Los resultados obtenidos posibilitan al Peronismo inaugurar un nuevo período gubernamental,
conformado con sólido y mayoritario apoyo de ambas Cámaras.
La situación económica ha variado con respecto al primer período y es menester un cambio de
rumbo para profundizar la política iniciada y abandonar algunas metas más próximas para en-
carar una nueva etapa.
Se decide atrasar el desarrollo del ciclo que llevará a la independencia económica para
completar la revolución nacional y optar por un camino de transición que exigirá reducción
del consumo, mayor producción y fomento del ahorro199.
Los más afectados, los trabajadores, responden exitosamente 200; aunque se les pide sacrificio
verán en Perón al hombre que hay que seguir y apoyar en esta crisis, porque les ha mostrado
con hechos que cumple sus promesas de mejoras.

lizar la felicidad del hombre. Por un lado, el individualismo capitalista sometía a los hombres, a los pueblos y a las
naciones a la voluntad omnipotente, fría y egoísta del dinero. Por el otro lado cl colectivismo, detrás de una cortina de
silencio, sometía a los hombres, a los pueblos y a las naciones al poder aplastante y totalitario del Estado... Nuestro
propio pueblo había sido sometido durante varios años por las fuerzas del capitalismo entronizado en el gobierno de
la oligarquía y había sido esquilmado por el capitalismo internacional, que mandaba aquí como en su propia casa por
conducto de venales servidores de la plutocracia. Cansados de servir como animales de yugo de infamante explo-
tación, fermentaba en los hombres de nuestro suelo la reacción anticapitalista que aprovechaban los mandaderos del
comunismo para abrir los caminos de la nueva esclavitud...
El dilema que se nos presentaba era terminante y al parecer definitivo: o seguíamos bajo la sombra del individualismo
occidental o avanzábamos por el nuevo camino colectivista...
Pero ninguna de las dos soluciones había de llevarnos a la conquista de la felicidad que nuestro pueblo merecía. Por
eso decidimos crear las nuevas bases de una tercera posición que nos permitiese ofrecer a nuestro pueblo otro
camino que no lo condujese a la explotación y a la miseria...
Así nació el Justicialismo bajo la suprema aspiración de un alto ideal. El Justicialismo creado por nosotros y para
nuestros hijos, como una tercera posición ideológica tendiente a liberarnos del capitalismo sin caer en las garras op -
resoras del colectivismo", Perón, Juan D., Mensaje a la Asamblea Legislativa, lº de mayo de 1952.
198
Las cuatro etapas del Primer Plan Quinquenal eran: 1) establecer las necesidades previsibles de materias primas
de origen nacional, combustibles, energía eléctrica, maquinarias y transportes; 2) verificación del estado y grado de
eficiencia de los sistemas de producción, explotación y distribución de esos elementos; 3) programa mínimo (5 años)
de las obras e inversiones necesarias para asegurar el suministro de materias primas, combustibles y equipos mecá-
nicos y desarrollar racionalmente la industria y la agricultura nacional; 4) descentralización industrial y formación de
nuevas zonas; diversificación de la producción y emplazamiento de las fuentes naturales de energía, las vías de comu -
nicación, los medios de transporte y los mercados consumidores. Gambini, Hugo, La primera presidencia de Perón,
ps. 83 – 84; Martínez, Pedro Santos, La Nueva Argentina, t.l, ps. 76-80; Rev. "Perón, el hombre del destino", Nº 17,
ps. 22 - 24. Para el cumplimiento exitoso del plan debía concretarse una serie de requisitos previos: la nacionalización
de los depósitos bancarios y del Banco Central, reglamentaciones de los bancos de la Nación, Crédito Industrial e Hi -
potecario, creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) y los de Inversiones Mobiliarias y Re -
aseguros. Paralelamente había que tomar dos medidas, terminar con la deuda externa y nacionalizar los servicios pú -
blicos.
199
"... el trabajo y el sacrificio, creadores de riqueza, son los factores decisivos de toda solución económica", Plan
Económico 1952, Consejo Económico Nacional, p. 8.
200
"El peronismo lograría así atravesar la más dificultosa coyuntura económica de todo su período de gobierno, sin
consecuencias políticas demasiado críticas. No cabe duda que en ello tuvo decisiva importancia la capacidad de
convocatoria del gobierno, en especial sobre los sectores que tuvieron que afrontar el mayor costo social de la crisis,
así como los altos niveles de remuneración y ocupación preexistentes, que actuaron como 'amortiguador del impacto
recesivo' , Maceyra, Horacio, La segunda presidencia de Perón, ps. 55 - 56.
Será el Segundo Plan Quinquenal201, anunciado a fines de 1952 y puesto en vigencia en 1953,
el que abordará los objetivos más ambiciosos orientados hacia la industria pesada y hacia el
sector energético. Habrá que hacer un esfuerzo de capitalización, remozando las vigentes es-
tructuras económicas para desarrollar las nuevas industrias que exigen una elevada densidad
de tecnología e inversión. Esto era necesario para que nuestro país no se sumiera aún más en
su dependencia y despegara concretando su independencia económica, uno de los postulados
de la revolución junto con la soberanía política y la justicia social.

28 - De la independencia a la participación.

Cuatro centrales obreras, CGT N° 1 y CGT N° 2, FORA y USA, más los sindicatos autónomos
fueron los testigos del derrocamiento de Castillo. De las centrales nombradas son importantes
en esta etapa las dos primeras. La USA y la FORA van diluyéndose en la historia sindical, y
terminan por desaparecer.
Los trabajadores no podían presagiar el importante papel que les cabría desempeñar en el pe-
ríodo que se iniciaba en 1943.
La política gremial del gobierno es en principio restrictiva de la acción sindical, advirtiendo a
las organizaciones que deben mantenerse en los límites de lo estrictamente gremial, con total
prescindencia política202.
Más aún, se pretende ejercer un contralor o tutela del movimiento obrero. Para esto dispone
una serie de medidas tendientes a tal finalidad. El gobierno clausura el local de la CGT N° 2,
prohibiendo toda reunión y declarando disuelta prácticamente a esa central. Interviene a las
dos entidades sindicales más importantes de la CGT N° l: La Unión Ferroviaria y La Fraterni-
dad203. La medida es destinada principalmente a desestabilizar a la CGT N° 1, por cuanto sus
secretarios general y adjunto pertenecen a la Unión Ferroviaria. No obstante, la central se
reorganiza en el local de la Unión Tranviarios Automotor.
Pero la rigurosidad inicial de la política gubernamental, se atenúa. Prueba de ello es el
nombramiento de Domingo Mercante, hijo de un dirigente del riel, como interventor en los
gremios ferroviarios, quien se rodeó de asesores con militancia gremial. A su vez, Perón toma
contacto con los trabajadores a raíz del peligro de una huelga general, organizada por la
Federación Obrera de la Industria de la Carne (FOIC) que exige la libertad de unos cuantos
obreros detenidos, entre los que se destaca el dirigente comunista José Peter, encarcelado en
Neuquén. Pero además, se reclama por mejoras salariales y condiciones de trabajo. La huelga
general no se realiza, pero los gremios de la carne efectúan paros en Berisso, Zárate, Avella -
neda, Rosario durante varios meses. Si bien se deja en libertad a los dirigentes, se prosigue

201
Rev. "Mundo Peronista" , N° 35; Maceyra, Horacio, La segunda presidencia de Perón, ps. 80 y 81, el capítulo del
Plan referido a la industria establecía las prioridades en materia económico-social: a) desarrollo y producción energé-
tica; b) mecanización y perfeccionamiento de las actividades agropecuarias; c) exploraciones y explotaciones mineras
y beneficios de minerales; d) mantenimiento y reequipamiento de las instalaciones y elementos productivos existen -
tes; e) industrias vinculadas al plan de transportes y comunicaciones; f) industrias vinculadas a la construcción de vi -
viendas. Respecto de las industrias, el orden de prioridades establecía: 1) siderurgia; 2) metalurgia; 3) aluminio; 4)
química; 5) mecánica; 6) eléctrica; 7) construcción; 8) forestales; 9) textiles y cuero y 10) alimentaria. Ver también
Segundo Plan Quinquenal, ps. 476 -618 y Fernández Pardo, Carlos A., El Segundo Plan Quinquenal: Marco estructu-
ral y metas de crecimiento, en Frenkel, Leopoldo (compilador), El Justicialismo. Su historia, su pensamiento y sus
proyecciones, ps. 213 - 233.
202
Ver Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo, p. 185, quién señala "En un primer momento la actitud del
gobierno fue de naturaleza represiva, reuniendo a los dirigentes sindicales para notificarles que en su acción futura
debían guardar el respeto, buen criterio y raciocinio en sus peticiones; ya que únicamente así se podía atender a sus
reclamos y estudiarlas adecuadamente. Asimismo señalaba que era propósito del gobierno estudiar técnicamente los
hondos problemas del costo de la vida y del abaratamiento de las subsistencias, para lo cual los sindicatos tendrían
que observar absoluta prescindencia en materia política tanto en lo interno como en lo internacional ciñendo su pro-
grama a lo estrictamente gremial. Debían los sindicatos inspirarse en propósitos honestos y reales y no guiarse por fi -
nalidades políticas, ni provocar huelgas fútiles que pudieran causar desconcierto en la opinión pública...". Ver
también, Meléndez, Raquel y Monteagudo, Néstor, Historia del movimiento obrero, p. 81.
203
El decreto de intervención justificaba tal medida, entre otras cosas, por lo siguiente: "En vista de las continuas
quejas sobre la forma irregular en que funcionan dichas entidades, lo cual constituye una violación de los estatutos
sociales y la desviación de sus fines y para iniciar el estudio y consideración de las reformas a introducirse en los
escalafones y régimen de trabajo, era necesaria la intervención de obreros auténticos".
A1 frente de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria se designan los capitanes de fragata Andrés Chelle y Rafael Pujol,
respectivamente. En octubre de 1943 el coronel Domingo Mercante reemplaza a los interventores de ambas organi -
zaciones, dejando sin efecto la resolución sobre su separación de la CGT.
"Perón y Mercante están convencidos de que sólo mediante un intenso proceso de reorganización sindical, empujado
por ellos, se podrá lograr el apoyo popular necesario para intentar una verdadera revolución.
En agosto, luchan por la intervención de La Fraternidad y la Unión Ferroviaria, cargo que Perón quiere para Mercan -
te; el equipo de la Casa Rosada, sin embargo, nombra a otros funcionarios. Sólo dos meses después lograron su pro -
pósito. Es en el sector ferroviario y en otros gremios fuertes, como el de la carne, donde ambos trabajan duro", Rev.
"Perón, el hombre del destino", N° 12, p. 239.
con las huelgas. Paralelamente a la FOIC, se crea el Sindicato Autónomo de Obreros de la
Industria de la Carne y Afines, siendo su principal dirigente Cipriano Reyes. Esto determina la
derrota de los comunistas. La intervención de Mercante y de Perón ayuda a superar el pro-
blema, con la firma de un convenio colectivo de trabajo entre los frigoríficos y el sindicato 204.
Pero, el paso más importante es, sin lugar a dudas, la designación de Perón en el cargo de Di -
rector del Departamento del Trabajo en octubre de 1943, quien lo convierte en Secretaría de
Trabajo y Previsión205.
El 11 de septiembre se constituye el nuevo Comité Central Confederal de la CGT. En no-
viembre, la intervención en los gremios ferroviarios resuelve dejar sin efecto la resolución so-
bre su separación de la Central y nombra representantes para participar en la Comisión Pro
Unidad Sindical. Está integrada por representantes de los dos sectores de la CGT, la Unión
Sindical Argentina y los sindicatos autónomos, y tiene por objeto fortalecer el movimiento
obrero que había perdido fuerzas a partir de junio.
En febrero de 1944 la CGT establece las bases de su accionar: defensa de las libertades
sindicales e individuales de los trabajadores y de los postulados democráticos; independencia
del movimiento sindical de todos los partidos políticos o agrupaciones religiosas y mejora-
miento social y económico de los trabajadores. A su vez, invita a las organizaciones que
comparten los puntos referidos a afiliarse a la Confederación General del Trabajo y faculta a
la Comisión Pro Unidad Sindical a proseguir en sus gestiones.
La intervención en la Unión Ferroviaria presiona a la Comisión Administrativa de la CGT para
que solicite a las autoridades nacionales elevar a rango de ministerio la Secretaría de Trabajo
y Previsión. La CGT se niega. Los gremios ferroviarios retiran su representación de la Comi-
sión Pro Unidad. A su vez, el gobierno deniega a la CGT el permiso para realizar el acto del 1°
de mayo que, con la consigna "Por la democracia. Por la solidaridad americana y por la unidad
obrera", consistía en el Desfile de la Libertad 206. Esto trae importantes consecuencias en la
204
Ver Iscaro, Rubens, Historia del movimiento sindical, ps. 257 259. Respecto de la gestión de Perón en ese pro-
blema, Rotondaro, señala que: "La tarea de Perón fue forzar la resistencia de las empresas, amenazándolas con la
intervención del gobierno, de forma tal que aquéllas debieron arreglar el conflicto aceptando el pliego de condiciones
presentado por el gremio. La importancia de este episodio es doble. Por un lado, se pudo vislumbrar hasta dónde po-
día llegar el gobierno usando todos los resortes de su poder, para influir en los problemas laborales. Por el otro lado,
el contacto con los dirigentes gremiales y la naturaleza de los problemas enfrentados por los trabajadores hacían
comprender hasta dónde llegaba la autenticidad de los dirigentes y cuáles podían ser los caminos para poder conquis -
tar su voluntad..." (Realidad y cambio en el sindicalismo, ps. 187 - 188).
Ampliar en Reyes, Cipriano, Yo hice el 17 de octubre, t. 1, ps. 105 - 126 y t. 2, ps. 127 - 186.
205
"... La creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, señala el punto de partida de la era de política y de justicia
social argentina, dejando atrás para siempre, la época de inestabilidad y de desorden en que estaban sumidas las re -
laciones entre patrones y trabajadores.
De ahora en adelante –dije al asumir mis funciones- las empresas podrán trazar sus previsiones para el futuro des-
arrollo de sus actividades y tendrán la garantía de que, si las retribuciones y el trato que otorgan a su personal
concuerdan con las sanas reglas de convivencia humana, no habrán de encontrar por parte del Estado, sino el recono -
cimiento de su esfuerzo en pro del engrandecimiento de la economía general y, por consiguiente, de la República. Los
obreros, por su parte, tendrán la seguridad de que las normas de trabajo que se establezcan, enumerando derechos y
deberes, habrán de ser exigidas por las autoridades del trabajo con el mayor celo y sancionando con inflexibilidad su
incumplimiento. Unos y otros deberán persuadirse de que ni la astucia ni la violencia podrán ejercerse en la vida del
trabajo, porque una voluntad inquebrantable exigirá por igual el disfrute de los derechos y el cumplimiento de las
obligaciones...
La experiencia intensa de cinco meses de labor, al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión, nos ha demostrado
que la justicia tiene un sentido exacto e indivisible. No existe ningún conflicto social que no pueda tener una solución
justa. Por encima de los preceptos, de las leyes, de las reglamentaciones, de las costumbres y de las conveniencias,
que esta realidad cambiante de cada día y de cada hora puede tornar caducos, están los principios de solidaridad hu -
mana, de colaboración social y el deseo superior de acelerar el progreso de la economía nacional y del bienestar co -
mún...
Reparar la indiferencia suicida del pasado, remediar las iniquidades derivadas de una injustificable inacción guberna -
tiva que nos tocó en herencia, prevenir los males que se incuban con el mantenimiento del desorden en las relaciones
sociales y la falta de protección a los fundamentales derechos de los trabajadores, son, pues, los objetivos inmediatos
de la acción revolucionaria, a cuyas directivas debéis ajustar vuestra acción.
Espero que sabréis cumplirla. Este es mi deseo y es mi orden, una orden cuyo cumplimiento exigiré rigurosamente,
en bien de todos los que labran con su esfuerzo fecundo, la grandeza de la patria". Mensaje de Perón al Personal de la
Secretaría de Trabajo y Previsión, el 3 de mayo de 1944, en Perón, Juan D., El pueblo quiere saber de qué se trata, ps.
55-57.
Al respecto Rodolfo Puiggrós señala: "Ni el gobierno ni la oposición imaginaron que, al asumir la Secretaría de Traba -
jo y Previsión, el coronel Perón recibía las llaves del futuro político del país. Los enemigos militares y políticos que te -
nía en las esferas oficiales creían que su ambición fracasaría en ese 'puesto burocrático', pues no podría resolver los
complicados problemas sociales; los políticos se burlaban del 'advenedizo', cuya 'demagogia' se estrellaría frente al
'espíritu democrático de nuestro pueblo'. La imagen de una Argentina clerical y fascista recorrió el mundo, difundida
a la par por las agencias noticiosas norteamericanas y los aparatos de las izquierdas, mientras las masas trabajadoras
se agrupaban en torno de un nuevo liderato", Rev. "Perón, el hombre del destino" , N° 13, p. 244.

206
Asimismo la declaración de la CGT exhortaba a retomar a la ley y a la Constitución y pedía la normalización de los
sindicatos y la libertad de los presos políticos y gremiales. El gobierno trató de impedir que se concretara prohibien -
CGT. Los representantes de la Unión Tranviarios Automotor, incluyendo al secretario general
de la Central y los de la Unión Obrera Textil, presentan sus renuncias. Entonces, el Comité
Central Confederal nombra secretario general a Alcides Montiel, de los cerveceros.
Con ello, los sindicalistas participacionistas han ganado el control de los organismos
confederales. En julio de 1944, realizan un acto de apoyo a la política de neutralidad del go-
bierno. Los opositores no pueden contrarrestar la influencia que afectaba a sus bases. Por
ello, cuando las entidades ferroviarias, normalizadas en octubre de 1944, proponen a la CGT
la creación de una nueva Comisión de Unidad Sindical, ésta acepta. Ella está integrada por re -
presentantes de la Unión Ferroviaria, La Fraternidad, la Unión Tranviarios Automotor y la
CGT, que hacen suyo el programa de la dirección confederal de febrero del mismo año. Las
relaciones entre los dirigentes independientes y participacionistas no son armónicas, pues es-
tos últimos siguen manteniendo estrechas relaciones con el gobierno.
La Comisión lleva a cabo una importante tarea de organización sindical por el interior del
país, fortaleciendo el frente gremial. Sus integrantes visitan sindicatos, dictan conferencias,
tratando de lograr la afiliación a la CGT. Así, hacia fines de 1944 más de 40 organizaciones se
habían adherido, entre ellas: la Unión Obrera Metalúrgica fundada en 1943; la Unión Obrera
de la Construcción, organizada como sindicato paralelo a la Federación Obrera Nacional de la
Construcción; la Sociedad Obrera de la Industria Vitivinícola de Buenos Aires y la de San
Juan; la Confederación Argentina de Enfermeros y Anexos; el Sindicato de Obreros Fideeros
de la Capital Federal; el Sindicato Obrero del Papel; de Obreros Peleteros; el Sindicato
Obrero de la Industria del Vidrio y la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera.
El proceso de acercamiento al gobierno sigue profundizándose, favorecido por el ingreso de
nuevos sindicatos a la CGT. Pero la posición sindical es ecléctica, ya que, aunque apoya al go-
bierno, no llega a identificarse públicamente con su política para no ser calificada de
colaboracionista207.
De esta manera, nos adentramos en el año 1945. Ante la convocatoria a elecciones realizada
por Farrell, la CGT organiza el 12 de julio un acto en apoyo a Perón, donde se lo proclama
candidato a presidente.
E1 coronel Perón había comprendido que las circunstancias políticas imponían procesos
democráticos, y obligaban a los gobiernos militares a dar paso a la voluntad popular. La
perspectiva electoral comienza a vislumbrarse. La figura y presencia del vicepresidente se
multiplica en distintos ámbitos; y a la vez que cumple sus funciones de gobierno y de militar,
no descuida el ámbito sindical, consciente de que en él se encierra una fundamental porción
de poder. Por ello es que todo su esfuerzo se encamina a conseguir la adhesión de los traba-
jadores, a partir de la ejecución de una política que concrete las reivindicaciones obreras y dé
una nueva organización a este sector208.
El acto cegetista se realiza, además, en respuesta a las fuerzas económicas que se oponen a la
política desarrollada desde la Secretaría 209 y así como logra una gran adhesión, también tiene
fuerte oposición de algunos sectores obreros210.
La CGT, el 28 de julio, debe declarar públicamente que "su acción se ha desenvuelto y conti -
nuará desenvolviéndose dentro de la más absoluta independencia frente a los organismos polí-
ticos y los gobiernos", demostrando una actitud vacilante en cuanto a la postura a adoptar.
La situación se complica con el retira de La Fraternidad, del Sindicato Obrero de la Industria
del Calzado y de la Confederación General de Empleados de Comercio. Tal separación tiene
por finalidad forzar a la Central Obrera para que se defina ante el panorama político-institu-
cional del país.
Pero la CGT, ahora organizada con Silverio Pontieri como secretario general, muestra en oc-
tubre su debilidad, su falta de decisión ante los acontecimientos políticos. No obstante, convo-
do la difusión del documento que igualmente se dio a conocer. El gobierno comprendió que la CGT en esa perspectiva
podría aliarse a las fuerzas políticas desplazadas por la revolución y comprometer su estabilidad futura.
207
Se pueden distinguir dos subperíodos en esta etapa. El primero va desde 1943, culminando cl 17 de octubre de
1945. En este subperíodo se "presencia la reorganización dcl movimiento obrero y la lucha dentro de la CGT entre los
dirigentes tradicionales y sus propuestas de independencia sindical y la nueva corriente de opinión que propugna el
apoyo al gobierno". El otro subperíodo se caracteriza por las "luchas intestinas de un sindicalismo ya abiertamente
oficialista y la acción de unos pocos gremios opositores que actúan en la clandestinidad.. " Montuschi, Luisa, El poder
económico de los sindicatos, p. 83.
208
Dice al respecto Alain Rouquié que Perón había comprobado dos cosas: por un lado, que la clase trabajadora o ca -
recía de organización, en ciertas actividades o se encuadraba en sindicatos dominados por socialistas y comunistas;
por el otro, que se carecía de una legislación social adecuada que permitiera el logro de las reivindicaciones obreras
(Poder militar y sociedad política en la Argentina, t II, p. 50).
209
"Fue la primera señal rotunda de lo que estaba ocurriendo en el movimiento obrcro organizado", Bittel, Deolindo
F., Qué es el peronismo, p. 29.
210
Ampliar en Matsushita, Hiroschi, Movimiento obrero argentino, 1930 -1945. Sus proyecciones en los orígenes del
peronismo, ps. 288 289.
ca a una huelga general para el 18 que tiene por objetivo oponerse a la entrega del poder a la
Corte Suprema de Justicia, defender las conquistas sociales y exigir la firma de los decretos-
leyes enunciados por Perón. Su renuncia y posterior detención obliga a los trabajadores a
marchar sobre la ciudad de Buenos Aires, el 17 de octubre de 1945 211.
Grupos constituidos por obreros, empleados, pequeños comerciantes, jóvenes, mujeres, niños,
hombres de edad, convergen hacia el centro de la Capital para averiguar qué sucede. Van en
busca de respuestas y, sobre todo, van a defender sus derechos largamente postergados que
Perón ha convertido en realidad. Una súbita y espontánea conciencia colectiva se ha adue-
ñado de ellos.
Es una fuerza incontenible, pero no desbordada, entusiasta, pero no incontrolable. Es la más
portentosa manifestación popular que recuerda la historia nacional que va en busca de un
objetivo y de su conductor. Ese hombre que les habló con su mismo lenguaje, que se volvió
para mirarlos de frente, un hombre que descubrió su entidad y les dio su identidad.
Muchas interpretaciones han sido dadas sobre este acontecimiento, pero ninguna ha permi-
tido comprender realmente lo que pasó. Es por ello necesario buscar en las raíces de nuestra
historia, entender a Rosas y su lucha por la soberanía nacional, paso previo a la organización
formal del país, a Yrigoyen y a la intransigencia radical en su batalla contra el régimen del
fraude, el "contubernio" y la corrupción para alcanzar la democracia política, y más, muchos
más hitos que enhebrados constituyen la lucha por conquistar el destino de Nación. En una
palabra, poder distinguir esa sutil y fundamental línea que separa a quienes luchan por el
interés nacional y a quienes, desde siempre y por siempre, se abrazarán a lo antinacional.
El 17 de octubre de 1945 marca el comienzo de la institucionalización del poder real de
Perón, ascendiendo a la más alta investidura de la República 212.
Pero el 17 de octubre, demostró también, que un cambio profundo se había operado en el
ámbito social y político . Un nuevo grupo de poder, con conciencia de protagonismo, ha
emergido en el escenario político después de un largo proceso: los trabajadores, quienes rec-
laman su cuota de participación, ya no sólo a nivel de las reivindicaciones propias, sino en las
decisiones políticas superiores.
A partir de aquí, los gremios adictos al gobierno estructuran el Partido Laborista. No hay
duda, éste surge de la base sindical; de la unidad de los gremios nucleados en la CGT N° 1,
los autónomos, los sindicatos paralelos, los que habían dado vida a la CGT N° 2 y que mante -
nían estrecha vinculación con el comunismo y el socialismo, y también los sindicatos que ha-
bían integrado la USA. El Partido Laborista es el producto de la toma de conciencia del ímpe-
tu del movimiento obrero, es la respuesta a la necesidad de unirse y consolidarse en una
fuerza política nacional213.
La CGT con Pontieri, inicia un programa de reivindicaciones, apoyada por la Secretaría de
Trabajo. No obstante, después del triunfo electoral, insiste en conservar su independencia.
Durante su gestión se logra la incorporación de casi todos los gremios que actuaban al
margen de la CGT, entre ellos, dos muy importantes: mercantiles y telefónicos. A su vez, se

211
Ampliar en Luna, Félix, El 45, p.147, "Concentraciones parciales en Congreso, Plaza San Martín y Monserrat,
avanzaron ordenadamente hacia Diagonal Norte, entre Maipú y Florida, donde se realizaría el acto. Compacta, sólida,
haciendo gala de un entusiasmo enronquecido que no se veía en las calles desde los tiempos de Yrigoyen, la multitud
llevaba algunos cartelones con la inscripción: "Perón Presidente". Eran todavía una curiosidad: los obreros que llega -
ban de Berisso, de Lanús y Avellaneda, de San Martín, no pensaban en el problema presidencial. Simplemente sen -
tían que Perón les había dado lo que no les había dado nadie y venían a gritar su apoyo".
Ampliar en 17 de octubre: el día que cambió la historia, en Rev. Perón, el hombre del destino, N° 15. Ver el discurso
de Perón del 17 de octubre en Perón, Juan D., El pueblo ya sabe de qué se trata, ps. 186 - 187, "Desde esta hora, que
será histórica para la República, que sea el coronel Perón el vínculo de unión que haga indestructible la hermandad
entre el pueblo, el ejército y la policía; que sea esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad
espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del orden; que esa unidad sea indestructible e
infinita para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad, sino también sepa defenderla dignamente. Esa uni-
dad, base de toda felicidad futura, ha de fundarse en un estrato formidable de este pueblo, que al mostrarse hoy en
esta plaza, en número que pasa del medio millón, está indicando al mundo su grandeza espiritual y material".
Ver también Rcyes, Cipriano, Yo hice el l7 de octubre, t. 2, ps. 201 - 243; Perelman, Angel, Cómo hicimos el 17 de oc-
tubre; Ferrero, Roberto, Del fraude a la soberanía popular, 1938 -1946, p. 340, "La idea de volcarse a la plaza histó-
rica para rescatar a Perón debe de haber brotado simultáneamente en miles y miles de hombres, en todos los lugares
de Buenos Aires, porque no hay organización capaz de lanzar a un tiempo a masas enormes sobre un punto determi -
nado, si ellas no sienten el imperativo de hacerlo. El mérito gigante de sus dirigentes consistió en saber escuchar el
latido profundo del pueblo y ponerse a su cabeza...".
212
El 18 de octubre, "The Times", resumía la jornada del 17 de octubre en Buenos Aires en grandes títulos que decían
"Full power to Perón" ("Todo el poder a Perón").
213
Ampliar en Pont, Susana Elena, Partido Laborista: Estado y sindicatos, quien sostiene que el Partido Laborista fue
una organización política autónoma de la clase obrera organizada y su disolución significó el primer paso y el más
decisivo en la quiebra de la autonomía política del movimiento sindical argentino. Cfr. Melo, ob. cit., p. 68 y ss.
van creando sindicatos paralelos, aplicando el nuevo régimen legal de las asociaciones profe-
sionales214. Tal es
el caso, por ejemplo, del Sindicato de Obreros de la Industria del Calzado que es sustituido
por la Unión Obreros de la Industria del Calzado, y la Unión Obrera Textil, por la Asociación
Obrera Textil. Pero ocurre que en los comicios del 46, Pontieri es incluido en las boletas del
Partido Laborista como candidato a ocupar una banca de diputado nacional. Pontieri, leal a un
viejo principio sindicalista, considera incompatible la representación parlamentaria con la
gremial y, por eso, decide renunciar a su cargo215.
Sin Pontieri, el gobierno se dispone a obtener el control político de la Central Obrera. Pero los
sindicalistas se resisten al proceso de verticalización propuesto por Perón, pues la organi-
zación gremial responde al criterio horizontal en cuanto a la distribución de las competencias
y dispersión del poder, con el fin de evitar cualquier subordinación a lo que no fuera su propia
organización. Cuando se plantea la elección del secretario se presentan varios postulantes,
incluyendo a Angel Gabriel Borlenghi como candidato oficial, quien urde una maniobra para
obtener el asiento más importante en el nuevo Comité Central Confederal 216. La derrota de su
candidatura en la primera votación lo fuerza a su retiro, dejando así paso libre para la elec -
ción de Luis F. Gay, del gremio telefónico como secretario general, en noviembre de 1946.
E1 nuevo secretario, ex presidente del Partido Laborista, representa al viejo sindicalismo. Gay
pretende mayor libertad de acción para los gremios, aunque los que se van incorporando al
movimiento consideran que es fundamental para su supervivencia la lealtad absoluta al régi-
men político instaurado en 1946.
Perón ve peligrar la integración de la estructura gremial con la política. Por eso, ofrece incluir
a Gay en el directorio de la Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA), en representación
del Estado217.
La renuncia de Gay a la secretaría general, abre nuevamente la polémica sobre la conducción
de la CGT. El 8 de febrero de 1947 es designado, en su lugar, Aurelio Hernández del gremio
de la sanidad.
Con él la CGT inicia una política de colaboración con el gobierno218, lo que implica su integ-
ración vertical en el aparato estatal a partir de los sindicatos oficiales.
Los sindicalistas, desde 1947, se identifican con el accionar político. Gobierno y sindicalismo
son uno. La unidad del movimiento está dada, aunque persisten aquellos que miran con re-
ticencias esta situación. Poco a poco, como midiendo y evaluando el paso a dar, el gobierno va
convirtiendo a la CGT en un órgano político y lo va demostrando en cada circunstancia.
El 24 de febrero la CGT organiza un festejo en el teatro Colón en conmemoración del triunfo
electoral del año anterior.
En ese mismo acto el presidente entrega a Hernández el original del decálogo de la Decla-
ración de los Derechos del Trabajador, que luego será incorporado a la Constitución de 1949.
Esto prueba la armonía existente entre el gobierno y la CGT y la ejecución por parte de aquél
de planes concretos en materia de política social y laboral.
Con el fin de tratar lo relativo al Primer Plan Quinquenal, la Central Obrera convoca a un
congreso en octubre de 1947; previamente debe vencer cierta resistencia por parte de quie-
nes no quieren relacionarse estrechamente con el gobierno. Las deliberaciones que se inician
el 17 de octubre se desarrollan en medio de una honda tensión.

214
El decreto 2.669/43 y el decreto-ley 23.852/45 constituyen la fuente en materia de asociaciones profesionales.
La ley de asociaciones profesionales, promulgada el 2 de octubre de 1945, establece la existencia de sindicatos por
industria y sólo se otorgaba personería gremial a un solo sindicato por industria. Esto fue "un primer paso para verte-
brar un movimiento obrero unificado, y , por lo tanto, con mayor poder de decisión frente a los problemas políticos y
económicos. Claro que consiguientemente se oficializaba la intromisión estatal en las organizaciones obreras.
La mencionada norma establece una relación de dependencia de los sindicatos con respecto al Estado, a través del
control que este último ejerce sobre los ingresos y gastos de las organizaciones gremiales, y por la facultad del Minis -
terio de Trabajo de otorgar o retirar la personería gremial a las entidades obreras. En los articulados de la ley se
otorgaba posibilidad de participar en actividades políticas a los gremios reconocidos legalmente", Meléndez, Raquel,
y Monteagudo, Néstor, Historia del movimiento obrero, p. 84.
215
Aunque, después relató que su dimisión obedeció a desinteligencias dentro del organismo. Siempre sostuvo que la
Central Obrera debía mantener su línea combativa e independiente, La historia del peronismo, en Rev. "Primera Pla-
na", N° 229, ps. 42 - 43. Rotondaro, ob. cit., ps. 197-200.
216
Recordemos que el gremio mercantil se había distanciado de la conducción cegetista. Después del 17 de octubre
se reincorpora y su secretario Borlenghi se fue acercando poco a poco al movimiento político triunfante, a tal punto
que fue designado Ministro del Interior.
217
Cfr. Rotondaro, ob. cit., ps. 199 - 200; ver además La historia del peronismo, ob. cit., ps. 43 - 44; Lux Wurm,
Pierre, El peronismo, ps. 128 - 129; Gambini, Hugo, La primera presideneia de Perón, ps. 31 - 34.
218
Ampliar en nuestro trabajo de licenciatura El movimiento obrero. La C.G.T. y su influjo político. Primera presi-
dencia de Perón (1946 1952). En igual sentido ver Martínez, Pedro Santos, La Nueva Argentina, 1946 - 1955, t. 1, p.
316 y ss.
El Congreso resuelve la formación de escuelas de capacitación y la creación de una Comisión
de Conciliación y Planificación, con el objeto de estudiar las peticiones presentadas, dándoles
el curso adecuado ante quien pudiera corresponder. La Comisión tendrá las funciones de ase -
soramiento del Ministerio de Trabajo y Previsión y demás organismos estatales conexos; con
esto se quería poner en orden las demandas obreras a fin de ubicarlas dentro del plano de la
gran política nacional. Además recomienda a la CGT fijar normas mínimas para estatutos
sindicales y afianzar el principio de que todo sindicato adherido no puede hacer efectiva una
huelga sin previa comunicación a la Central Obrera. Aprueba también el decálogo de la
CGT219, que resume el "deber de los trabajadores y de la CGT frente al Plan Quinquenal y a las
tareas fijadas por el gobierno".
La CGT prosigue la labor de organización y unificación. Se crean las delegaciones regionales y
las federaciones obreras, fusionando sindicatos autónomos y dándoles la correspondiente ju-
risdicción nacional. Así surge la Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores,
entidad que nuclea a los sindicatos agrarios del país220.
Los objetivos de centralización y de unidad forman parte de la política gremial. Ellos se logra-
rán a través de la intervención 221, la comunicación previa a la CGT de la realización de
huelgas222 y la celebración de convenios de trabajo de alcance nacional.
Con este nuevo giro en la política gremial, la suma de afiliados a la CGT asciende a 3.000.000,
con lo cual asegura su participación en el gobierno, y así lo manifiesta cuando dice que: "en lo
que respecta a la gran política del Estado, colaboró estrechamente con el general Perón y lo

219
Decálogo de la CGT:
1- Frente al Derecho de Trabajar, la obligación de producir.
2- Frente al Derecho de una Retribución Justa, la obligación dc compensar el salario con el rendimiento.
3- Frente al Derecho de la Capacitación, la obligación de aplicar los bienes del conocimiento y de la cultura al perfec -
cionamiento de los métodos de producción.
4- Frente al Derecho a Condiciones Dignas de Trabajo, velar por la conservación de maquinarias e implementos de
labor.
5- Frente al Derecho de Preservación de la Salud, la obligación de ver en el ocio a su peor enemigo.
6- Frente al Derecho del Bienestar, la obligación de comprender que él no ha de descansar en el sacrificio de nadie
sino en el esfuerzo de todos.
7- . Frente al Derecho a la Seguridad Social, la obligación de capitalizar los recursos del mañana con cl aporte del
presente en forma de trabajo consciente y voluntario.
8- Frente al Derecho a la Protección de la Familia, la obligación de comprender que la mejor protección sólo puede
venir de una Nación enriquecida por el trabajo de todos sus hijos.
9- Frente al Derecho al Mejoramiento Económico, la obligación de restituir a la sociedad en forma de trabajo lo que
de ella recibe en forma de bienestar.
10- Frente al Derecho a la Defensa de los Intereses Profesionales, la obligación de no utilizar las armas de defensa
para el ataque cuando éste puede significar el desequilibrio de las fuerzas en que descansa el porvenir de la Repú -
blica y la felicidad de sus hijos.
220
"La organización de los trabajadores rurales se remonta a los primeros momentos del desarrollo sindical argen -
tino, a través de los sindicatos de oficios varios en la campaña. Los obreros rurales estuvieron sometidos a contratos
especiales de trabajo que poco diferían de las prácticas de los señores feudales con la servidumbre. Así, por ejemplo,
el código rural de la provincia de Santa Fe, en 1901, denominaba 'conchabo' al contrato de trabajo rural; facultaba al
despido del peón por 'desobediente, haragán o vicioso' y el peón que abandonaba el trabajo perdía el derecho a la
paga que se le debía y era responsable también de los daños causados. Si se despedía al trabajador sin motivo, tenía
derecho a cobrar toda la suma estipulada en el contrato", Rotondaro, ob. cit., p. 203.
221
Por ejemplo, el caso del Sindicato Obreros y Empleados de la Goodyear, por violación reiterada de los estatutos y
ataques a la actuación del general Juan Perón; el de la Asociación Trabajadores de la Industria del Hielo y Anexos,
por su situación interna; el caso de la intervención a la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos República
Argentina para unificar ambas entidades y ante la actitud "pasiva de la comisión administrativa de la FOETRA frente
al caso del traidor Luis F. Gay"; el de la Asociación Obrera Textil para "restablecer la normalidad y encauzarlos (a los
obreros) por las rutas de conexión sindical que habían abandonado".
222
Entre 1946 y 1952 se produjeron varias huelgas. Entre las más importantes por su intensidad cabe destacar: la de
los frigoríficos (1946); panaderías (1946 y 1948); metalúrgicos (1947); petroleros (1947 y 1948); transportistas
(1947); municipales (1947); alimentación (1947); textil (1947); bancarios (1947); gráficos (1949) y ferroviarios (1951).
En nuestro trabajo El movimiento obrero. La CGT y su influjo político. Primera presidencia de Perón (1946 - 1952),
ps. 43 - 44, señalábamos: "Ya cuando los trabajadores compartían el poder en la persona del Primer Trabajador, ca-
recería absolutamente de sentido 1a prosecución de huelgas, porque ello implicaba contrariar los intereses de los
propios trabajadores. Se aprecia nítidamente esta concepción en el discurso del Secretario General de la CGT, Aure-
lio Hernández, en 1947, 'en apoyo al Plan Quinquenal' donde decía que `Ultimamente, instrumentos de la oligarquía y
del imperialismo foráneo quisieron torcer desde la central obrera los destinos del sindicalismo. Digamos que hemos
reaccionado como corresponde contra las intrigas internacionales, y que la CGT y todos los obreros del país estamos
en el lugar que nos corresponde: de pie al lado de nuestro general... Trabajar y producir y también resolver los li-
tigios del trabajo en un ambiente de conciliación y de concordia. Por eso hemos dicho que las huelgas deben ser des-
terradas en todo lo que sea posible. Si podemos resolver los litigios por vía conciliatoria, mejor. Cuando se recurra a
una huelga, debe hacerse porque se agotaron los trámites correspondientes, y esa huelga contará con todo el apoyo
que la razón y la justicia le brindan... Porque de lo contrario se cumplirá el plan de los agentes foráneos, que quieren
provocar huelgas para trabar la producción intensiva, fomentar luchas para encarecer los productos, producir la inf -
lación y malestar...".
seguirá haciendo, porque del respaldo que la clase obrera ofrezca al líder depende el triunfo
de nuestro movimiento".

29 - Otra rama del peronismo.

Antes de finalizar 1947 Hernández presenta la renuncia 223.


En diciembre José Gerónimo Espejo -del sindicato de la alimentación- es elegido por unanimi-
dad secretario general de la CGT, materializándose con él, de manera definitiva, el
verticalismo político-gremial propuesto por Perón. La CGT le va a ser incondicional. La
llegada de Espejo al secretariado abre, entonces, un nuevo proceso en la Central Obrera: la
era de la colaboración estrechísima con el gobierno 224. Ejemplo de ello fue la construcción del
nuevo edificio de la Central en la esquina de Azopardo e Independencia. La sede anterior -Mo-
reno 2.875- fue destinada para la Escuela de Capacitación Sindical 225.
El presidente se reúne periódicamente con los principales dirigentes sindicales, con quienes
discute la situación política, la marcha de la economía, el cumplimiento del Plan Quinquenal y
otros aspectos relevantes que denotan ineludiblemente el nexo CGT y gobierno 226.
A fines de 1949 la CGT se incorpora al Partido Peronista como una de sus tres ramas. En abril
de 1950 la Central Obrera convoca a un Congreso General Extraordinario para la reforma de
sus estatutos, oportunidad en la que se adhiere a la doctrina peronista 227. En la dirección
cegetista, a José Espejo le sucede Eduardo Vuletich, representante de la Federación de Traba-
jadores de Farmacia.
Entre 1952 y 1955 la CGT incrementará su presencia en el Parlamento nacional y en las cá-
maras legislativas provinciales. En enero de 1954 convoca a un Congreso General Ordinario y
Extraordinario, en el que se renuevan las declaraciones de adhesión incondicional al general
Perón, a su doctrina y al gobierno. De esta manera, la Central Obrera queda subordinada a los
vaivenes de la administración nacional y a las alternativas por las que ésta atraviesa.

223
La historia del peronismo, en Rev. "Primera Plana", Nº 229, ps. 44 - 45; Gambini, Hugo, La primera presidencia de
Perón, p. 36.
224
La historia del peronismo, en Rev. "Primera Plana", N° 229 p. 45; Floria, Carlos Alberto, El peronismo, p. 115,
quien refiriéndose al nuevo secretario de la CGT expresa: "... El hombre indicado para esa nueva etapa fue el sanjua-
nino J osé Gerónimo Espejo. A partir de entonces la C.G.T. transformóse en cl poder sindical, en un miembro nuevo y
pleno del sistema político argentino, en un sindicalismo de encuadramiento cualitativa y cuantitativamente distinto al
de los tiempos pasados".
225
En estas escuelas en estrecha colaboración con cl Consejo Nacional de Oricntación Profesional, se daba desde so-
ciología e historia hasta economía doméstica. Perón las definía de este modo: "Así como la cooperativa proporciona
los medios para alimentar el cuerpo, la escuela sindical da la enseñanza y la orientación para alimentar cl alma social.
Las escuelas sindicales están destinadas a formar el intelecto de la agrupación, a conformar y a consolidar los valores
espirituales y la conciencia social que une al sindicato", en Rev. "Perón, el hombre del destino", N° 18, ps. 43 - 44. Su
primer director fue José R. Liberal. Profesores de la escuela eran cl propio presidente, Atilio Bramuglia, Ramón Cerei-
jo, el Dr. Carlos María Lascano y el teniente coronel Juan Carlos Basso. El plan de estudios incluía materias como:
lenguaje, organización sindical, sindicalismo, legislación del trabajo, medicina del trabajo. Indudablemente en este
primer ensayo la escuela tenía un carácter más bien técnico que luego perdería al acentuarse la orientación política
de la Central.
226
Perón, Juan D., Cómo concibe el peronismo el sindicalismo, ps. 7 - R, discurso pronunciado en el acto de clausura
del Congreso Nacional Extraordinario de la Confederación del Trabajo; Rev. "Perón, el hombre del destino", N° 18,
ps. 40 -45; La historia del peronismo, en Rev. "Primera Plana", Nº 230 p. 36.
227
El preámbulo de la CGT decía: "Que la Doctrina Peronista, magistralmente expuesta por su creador, el General
Juan Perón, define y sintetiza las aspiraciones fundamentales de los trabajadores argentinos y los señala la verdadera
doctrina, con raíz y sentido nacional, cuya amplia y leal aplicación ha de forjar una Patria justa, libre y soberana...".
Más adelante declaraba: "su indeclinable decisión de constituirse en celosa depositaria y fiel ejecutora de los altos
postulados que alientan la Doctrina peronista y en leal custodia de la Constitución de Perón, por cuanto concretan en
su espíritu y en su letra, las aspiraciones eternas de la clase obrera y constituyen las reglas insuperables para orien -
tar a los trabajadores argentinos en el cumplimiento de su irrevocable determinación de forjar una Patria socialmente
justa, económicamente libre y políticamente soberana". Ver la estructura de la CGT en Rotondaro, ob. cit., p. 212 y ss.
En 1955 el enfrentamiento del gobierno con la Iglesia 228 nuclea a la oposición, la que logra pe-
netrar en las Fuerzas Armadas229. La crisis en el gabinete no se hace esperar. Angel Borlenghi
es desplazado como ministro del Interior. En la CGT, Eduardo Vuletich deja su cargo de secre-
tario general, reemplazándolo Hugo Di Pietro.
El gobierno trata de controlar a la oposición pero sin resultado. En agosto, el secretario ge-
neral de la CGT se dirige a todo el país comunicando que el presidente de la Nación está
dispuesto a ofrecer su retiro, si ello fuera garantía de una pacificación. La CGT dijo al respec-
to: "Esta central obrera interpretando el sentir unánime de los trabajadores argentinos, la re-
chaza categóricamente y decreta a partir de este momento un paro general de actividades en
toda la República, excepto los servicios públicos. A su vez la Confederación General del Traba-
jo invita al pueblo de la República a concentrarse desde este momento en la Plaza de Mayo,
de donde no nos retiraremos hasta que nuestro líder retire la nota... Nuestra única consigna
es: Perón se debe quedar".
Concretamente, en este período, la CGT Cumple un rol fundamental en el esquema de poder
con participación directa en la decisión política.
E1 movimiento obrero consolidado, unido, centralizado 230, alejado de las corrientes ideoló-
gicas extrañas a él e identificado como movimiento nacional, irrumpe como poder en la esce-
na política argentina231.
Lo hace comprometiéndose con el Justicialismo, de tal modo que se convierte en su columna
vertebral, produciéndose un claro proceso de verticalización política 232.
228
La Iglesia Católica miró desde un primer momento con simpatía la presencia de Perón en la escena política argen-
tina.
No obstante, con el correr del tiempo y en la medida en que el gobierno iba afianzándose, la Iglesia pasó de la
simpatía a la neutralidad y de ésta a la oposición. Y las desinteligencias entre obispos argentinos y Perón comenzaron
a notarse hacia 1949.
"... lo que gravitó estratégicamente en la quiebra de aquella óptima rclación fue el peso de una figura eclesiástica
internacional abiertamente enrolada en el más recalcitrante antiperonismo... Francis Joseph Spellman, cardenal arzo -
bispo de Nueva York, que se convertirá en una suerte de Braden del catolicismo liberal norteamericano, con mucha
incidencia en la política del Vaticano...
Existen datos de que, en un momento dado el Pontífice aceptó a Juan Perón como el líder cristiano natural de esta
parte del mundo y, por tanto, valla contra el comunismo marxista. Y se establecieron líneas estratégicas entre Buenos
Aires y Roma en ese sentido. Pero monseñor Spellman se encargaría de romper esa alianza, naturalmente con el apo -
yo del Departamento de Estado norteamericano", Bittel, Deolindo F. , ¿Qué es e1 peronismo?, ps. 87 - 101.
229
En septiembre de 1951 el movimiento revolucionario del general Benjamín Menéndez había fracasado.
En junio de 1955, fuerzas navales intentaban un golpe revolucionario que terminó también en el fracaso.
230
El 9 de octubre de 1946 Perón sostenía: "El porvenir y el bienestar de los trabajadores solamente ellos mismos
pueden asegurárselo, y nadie se haga ilusiones que los que no sean trabajadores pueden empeñarse en mejorar las
condiciones de vida de los mismos.
Por eso es que yo me atrevo a aconsejarles que mantengan los sindicatos unidos y fuertes; que la defensa de los
intereses gremiales sea dentro de los sindicatos superior a cualquier otra consideración. La razón de ser un sindicato
es una sola: unirse todos, para defender los intereses de todos. Si los sindicatos se dedican a otras cuestiones que no
sean las de la defensa gremial, va a suceder lo que ocurre a menudo con las cosas que se disponen para dos usos: o
cumplen mal, o no cumplen ninguna de sus funciones. Tal es el caso del sofá-cama, en que uno se sienta mal y duer -
me peor. Por estas razones, es que critico y seguiré criticando a los que quieren introducir la política dentro de los
sindicatos. Porque la política es para los Comités políticos. Cuando entra en un sindicato, comienza por producir rece -
los, luego discusiones, y finalmente, antagonismos entre los compañeros, que terminan luchando entre sí. Es cl
edificio que comienza a agrietarse, que después se abre y que finaliza derrumbándose.
El gobierno necesita sindicatos organizados y necesita una gran central obrera, tan poderosa como sea posible,
porque ése es cl apoyo que ha de tener en el futuro para poder cumplir los grandes destinos de esta Patria, en cuyo
logro estamos empeñados, tanto los trabajadores como el gobierno. Una simple explicación evita que entremos en
mayores comentarios. Una gran central obrera es la mejor garantía para el gobierno que no cuenta con otra fuerza
que la fuerza del trabajo", Perón, Juan D., Doctrina peronista, ps. 276 - 277.
231
Los sindicatos argentinos son poder: "Porque si son fuentes creadoras en la producción y cl trabajo; si tienen que
ver con el país mismo, por cuanto paralizando su labor detienen cl país, SON PODER. Si mueven grandes recursos
económicos por el volumen de sus afiliados y por el aprovechamiento de dicha fuerza traducida en valores econó-
micos y que sirve para efectuar las grandes realizaciones sociales, SON PODER. Si agrupados todos los trabajadores
en una gran central obrera reúnen una cifra muy importante en cuanto a volumen de cantidad de trabajadores y eco-
nómica a la vez, SON PODER. Si con el concurso de dicha central se puede hacer el gran país que merece Argentina y
nada de ello sucederá con la marginación de la misma, porque en la práctica son los trabajadores, ya sea en el nivel
de su actuación, los que realizarán las planificaciones económicas y de desarrollo que se tracen, SON PODER.
Los Sindicatos, el Movimiento Obrero Argentino, no son un factor de presión ni un factor de poder. ¿Por qué? Porque
la palabra factor... es un elemento que contribuye a un efecto y el Movimiento Obrero constituye una definición, no es
un elemento para establecer algo porque ya es ese algo. Es poder... poder significa fuerza, vigor, dominio, mando y el
Movimiento Obrero es eso, puede determinar una cosa, un hecho histórico, etc.; por sí solo, por propia gravitación,
entonces, el Movimiento Obrero Organizado es poder. Como las Fuerzas Armadas constituyen un poder; la Iglesia, un
poder; los empresarios, un poder", Angeleri, Luis Alfredo, Los sindicatos argentinos son poder, ps. 80 - 81.
232
Refiriéndose a la verticalidad, Susana Elena Pont señala que fue aceptada por el movimiento sindical y por el
conjunto de la clase obrera. "... fue admitida como un hecho natural y necesario, como lo más eficaz, más operante
para que se realizara la transformación social, económica y política dcl país y que garantizaría la rápida solución de
sus problemas más urgentes" (ob. cit., p. 60). Ver también, Abós, Alvaro, La columna vertebral. Sindicatos y Pero-
30 - Avanzada social II.

El movimiento obrero, en un primer momento, adopta una actitud expectante frente a la re-
volución de junio del 43. ¿Qué pasaría con sus organizaciones y sus luchas por las rei-
vindicaciones postergadas? La respuesta no tarda en llegar.
El 8 de junio, el Departamento Nacional del Trabajo convoca a los principales dirigentes
sindicales y les comunica las nuevas reglas del juego: debían hacer buena letra para que el
gobierno, por medio de sus órganos adecuados, tratara de satisfacer las justas reclamaciones
gremiales. Entonces, la actitud obrera de expectante se transformó en opositora, oposición
que aumenta cuando las autoridades intervienen gremios, desplazan a las dirigencias discre-
pantes, crean sindicatos paralelos, tratando con esto de frenar el peligro comunista.
Con la transformación del Departamento Nacional del Trabajo en Secretaría de Trabajo y Pre-
visión, con Perón a la cabeza, los obreros manifiestan nuevamente la actitud expectante, pero
se evidencia un mayor acercamiento y tímidamente se inicia una nueva etapa en las relacio -
nes sindicalismo-Estado.
Y así, desde la Secretaría de Trabajo -se alienta la participación de los trabajadores a través
de sus dirigentes sindicales en la elaboración de la legislación laboral y social. De esta forma,
se crean comisiones integradas por sindicalistas y autoridades gubernamentales, las que se
abocan al estudio, enmienda y redacción de proyectos. "Así se abrió las puertas a un nuevo
protagonismo social, cuya columna vertebral fueron los trabajadores" 233.
Este protagonismo social e integrador permite paulatinamente la identificación del movimien-
to obrero con Perón, hecho que se ve favorecido por tres factores: el extrañamiento de las
dirigencias socialistas o comunistas del real proceso político nacional, quienes han pos-
tergado las reivindicaciones obreras por razones de política internacional; los nuevos
contingentes obreros, provenientes del éxodo rural, que buscan una organización eficaz para
defender sus intereses y la actitud de ciertos dirigentes sindicales, que tras un balance comp-
robaron que las luchas obreras habían dejado un saldo muy exiguo de reivindicaciones y
conquistas laborales234.
Por otra parte, el Estado hasta ese momento había manifestado indiferencia ante los pro-
blemas sociales. Si bien la mayoría de las veces actuaba de mediador entre las partes, una vez
resuelto el problema, las cosas volvían a su statu-quo con el consiguiente perjuicio de los tra-
bajadores; las conquistas que se lograban se debían a que los patrones cedían y no por la
intervención del Estado.
Recordemos que el desarrollo del sistema capitalista había puesto de manifiesto la desigual-
dad entre capital y trabajo. Mientras la relación entre patrones y obreros se sujetara a los
principios de la autonomía de la voluntad contractual, la injusticia social, instaurada por este
sistema, no sólo iba a mantenerse, sino, a empeorar la situación.
La regulación bilateral entre obreros y patrones, con exclusión de cualquier intervención es-
tatal, intervención inadmisible para la concepción liberal, era consecuencia de la misma ín-
dole del sistema capitalista.
La intervención del Estado en el campo laboral obedeció a la necesidad de amparar la parte
más débil en la relación de trabajo, a fin de hallar un equilibrio y promover su bienestar. Pero
también obedeció a la necesidad de asegurar el orden social, en tanto éste se encontraba en
crisis, convulsionado a causa de ese desequilibrio. El Estado debía entonces abandonar su ac-
titud abstencionista, de mero mediador y proteger al trabajador para restablecer el orden so-
cial.

nismo.
233
Bittel, Qué es e1 peronismo, p. 66; Pont, Elena Susana, Partido Laborista: Estado y sindicatos, ob. cit., ps. 32 - 33.
234
Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo, p. 118 y ss.
El Estado decide intervenir en vista de la justicia distributiva, para salvaguardar los derechos
económicos235. Y a esta tarea se aboca el coronel Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previ-
sión236.
La Secretaría se crea por el decreto 15.074 del 27 de noviembre de 1943 y quedan incorpo -
rados a ella los siguientes organismos: Departamento Nacional de Trabajo y Previsión, Seccio-
nes de Higiene Industrial y Social y de Leyes de Previsión Social de la Dirección Nacional de
Salud Pública y Asistencia Social, Sección de Accidentes de la Caja Nacional de Previsiones y
Jubilaciones Civiles, Comisión Nacional de Casas Baratas, Cámara de Alquileres, Comisión
Asesora para la Vivienda Popular, Dirección de Inmigración, Tribunal Bancario, Comisión Ho-
noraria de Reducción de Indios y Junta Nacional para combatir la desocupación.
En agosto de 1944 Perón es designado en la Dirección del Consejo Nacional de Postguerra
que tendría por función delinear la política económica y fijar las pautas para el futuro desarro-
llo socio-económico237. Cuatro son los objetivos fundamentales del nuevo organismo: dar ocu-
pación a la totalidad de la mano de obra disponible; crear, promover y estabilizar un sistema
completo de seguro social; mantener la libertad de la economía y delimitar con precisión y
prudencia el campo de acción del Estado en el terreno de lo económico-social 238.
¿Cuáles son los medios para llegar a los objetivos? Diversificar las industrias, coordinándolas
entre sí; reeducar a los artesanos y obreros, preparándolos para los nuevos sistemas y téc-

235
"... los patrones, salvo honrosas excepciones, lejos estaban de compenetrarse de la función social del capital que
las modernas doctrinas económico-sociales y la Iglesia ya reclamaban. Desconectados de la realidad argentina, como
así también del rol preponderante que les cabía, consideraban al país nada más que un medio económico-financiero,
al margen de los valores quc pudieran haberlos acercado a los hombres de trabajo en procura de la solidaridad nacio-
nal", Marini, Jorge Alberto, El justicialismo y la legislación del trabajo, en El Justicialismo. Su historia, su pensamien-
to y sus proyecciones (Leopoldo Frenkel, compilador), p. 149.
"El Estado, custodio de la justicia social y de la honradez como del hombre nacional en su aspecto integral, tiene la
obligación de velar porque no se desvíe el curso verdadero de la justicia distributiva. Por eso la justicia social que
propugnamos, como base de la convivencia armónica de la ciudadanía nacional, tiende sencillamente a dar al César lo
que es del César", Perón, Juan D. El pueblo ya sabe de qué se trata, discurso con motivo de la clausura del Primer
Congreso Panamericano de Telecomunicaciones, 26 de abril de 1945 , p. 96.
236
"Soy uno de los pocos argentinos que pueden elogiar a los gobernantes con la conciencia tranquila. Nadie, salvo
que no me conozca o que sea un perverso, puede creer que lo hago por adulación... Esto establecido, diré que voy a
elogiar entusiastamente al coronel Perón por su obra social. No lo conozco ni siquiera de vista... Mi opinión sobre él y
su obra, que daré con toda serenidad, es la opinión de un ferviente patriota... Las palabras y la obra del coronel Perón
colman mis esperanzas de que ha de organizarse en esta patria un mundo mejor. Sí, no debe haber hombres dema -
siado ricos ni demasiado pobres. Las grandes fortunas son tan injustas como las grandes pobrezas. Todos somos igua-
les ante la muerte y ante Dios, pero también debemos serlo, dentro de lo posible, en las realidades de la vida... todos
los patriotas y todo el pueblo estaremos con este gobierno, que defiende con tanta energía y coraje los fueros de la
soberanía, en el orden externo; y en el interno, la justicia social", Gálvez, Manuel, La obra social que desarrolla el co-
ronel Perón para "El Pueblo", en Perón, Juan D., El pueblo quiere saber de qué se trata, ps. 7 - 9.
"Exigir una producción intensa a quien reciba un salario mezquino, constituye un abuso y una inmoralidad, como lo es
también pretender una estricta moralidad en quienes viven hacinados en vergonzosa promiscuidad, sin que sea
tampoco posible imponer respeto a las normas sociales vigentes, a los trabajadores que se sientan explotados por un
capitalismo codicioso e inhumano y desamparados de verdadera justicia por parte de un Estado que ni siquiera actua -
se de juez imparcial en las luchas, sino de parte interesada en los litigios. En tales condiciones no es de extrañar que
las masas obreras defraudadas secularmente en sus legítimas aspiraciones, se vuelvan indisciplinadas y anárquicas, o
se dejan seducir por el señuelo de organizaciones económicas y sociales que contradicen incluso la esencia humana...
Invertid los términos, poned en la vida de los trabajadores higiene y belleza, comodidad y cultura, y veréis cómo la
oposición de clases se convierte en colaboración fraterna, el odio en amor y la lucha en paz. No creo que mi visión sea
utópica. Es solamente difícil de lograr, pero la grandeza del fin, bien merece la pena de no darse jamás por vencido
en el empeño.
A eso se ha dirigido mi labor desde la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión...", Discurso de Perón del 1° de
mayo de 1948 al Congreso Nacional en Remorino, Jerónimo, La nueva legislación social argentina, ps. 27 - 29.
237
El Consejo Nacional de Postguerra "tiene como finalidad aumentar y afianzar la independencia económica y polí-
tica nacional... obtener... el equilibrio económico nacional y el consiguiente equilibrio político... Asegurar la defensa
nacional". El gobierno tendrá entre sus objetivos "el estímulo a la producción... el fomento de industrias, el estímulo
al capital privado... el pleno empleo". Tratará de lograr "un justo equilibrio entre todos los intereses y factores que
intervienen en la producción... la colaboración entre las organizaciones patronales y de trabajo y de humanizar la
función del capital... y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores".
238
Consejo Nacional de Postguerra - Ordenamiento Económico Social, p. 37 y ss. Ver también Perón, Juan, El Estado
debe afianzar los principios de libertad económica, discurso pronunciado al constituir el Consejo Nacional de Post-
guerra, el 6 de septiembre de 1944, en El pueblo quiere saber de qué se trata, ps. 174 - 182, donde señala que "el
principio de libertad económica... no puede evitar que el Estado realice esta acción tutelar para coordinar las activi -
dades privadas hacia una finalidad colectiva nacional... El principio de libertad económica no se vulnera, ni siquiera
se empaña, cuando el Estado 'dirige la economía', de la misma manera que la libertad de transitar libremente por el
país no queda afectada cuando se encauza o se dirige por determinadas rutas, en vez de permitir que, galopando a
campo traviesa, se causen daños irreparables a terceros, sin conseguir de paso, provecho alguno para el viajero...".
Más adelante Perón agrega: "Perfeccionar los conocimientos técnicos, aumentar el rendimiento individual, mejorar
las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores, fomentar el progreso de la clase media y estimular el capital
privado, son ideas que vengo sosteniendo desde el mismo día que me hice cargo de la Secretaría de Trabajo y Previ -
sión..."
nicas; crear industrias nuevas y proteger a los trabajadores contra los riesgos de enfermedad,
incapacidad, desocupación, vejez, viudez, orfandad, etcétera.
La Secretaría de Trabajo y Previsión y el Consejo Nacional de Postguerra son los dos instru-
mentos de la revolución nacional que Perón inicia, cuyo objetivo es la justicia social a través
de la dignificación del trabajo y la humanización del capital.
Entre 1943 y 1945 la legislación laboral y social reviste carácter de "emergencia", por cuanto
es el Ejecutivo quien sanciona los decretos-leyes, en razón de que el Congreso Nacional se
encontraba disuelto a raíz de la revolución.
La explosión legislativa, a partir de la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión, es de
tal magnitud que se hace imposible enumerar cada decreto o decreto-ley que sobre la materia
se dicta. No obstante, en apretada síntesis, trataremos de mencionar aquéllos que provocan
otra gran avanzada social239.
Una de las primeras medidas tomadas es la regulación del trabajo de los menores (decreto
6.289/43), organizando el aprendizaje de los mismos. Para esto, se crea la Dirección General
de Aprendizaje y Trabajo de Menores. Queda en manos del Estado la vigilancia, control y di-
rección del trabajo y aprendizaje de los adolescentes de 14 a 18 años de edad en todo el país.
Se determinan, además, los beneficios de que gozan los jóvenes, fijando los salarios, las
vacaciones y la obligación del empleador de gestionar la libreta de ahorro, en la cual debe de-
positarse el diez por ciento del salario.
El 24 de enero de 1945 se sanciona el decreto-ley 1.740/45 que regula las vacaciones anuales,
determinando los requisitos para gozar de tal derecho y el período dentro del cual se lo
concede, constituyendo una auténtica reglamentación general.
Por decreto-ley 33.302/45 se dictan disposiciones sobre remuneraciones; suspensión; aumen-
to de la indemnización por despido; sueldo anual complementario, nuevo instituto introducido
por la legislación laboral al igual que el salario mínimo y vital; estabilidad; etcétera.
En cuanto a los estatutos profesionales se sancionan entre otros los siguientes: periodista pro-
fesional; personal administrativo de empresas periodísticas; peón 240; trabajadores rurales
temporarios; trabajadores de la industria del azúcar; personal de compañías de seguros, re-
aseguros, capitalización y ahorro; profesionales del arte de curar;
personal aeronáutico; laudo gastronómico; docentes de establecimientos privados, etc.
Por ley 13.591 se crea la Dirección Nacional del Servicio de Empleo, dependiente del Minis-
terio de Trabajo y Previsión. Se dispone, además, la prohibición del funcionamiento de las
agencias privadas de colocaciones con fines de lucro.
Se establece, también, la reducción de los días feriados y no laborables y el pago de los días
feriados obligatorios, la institucionalización del beneficio de pobreza y el otorgamiento de po-
der sin cargo en las actuaciones administrativas y judiciales, la inclusión de espectáculos
artísticos vivos de variedades en las salas cinematográficas en toda la República.
Dos normas merecen comentario. Ellas son: la creación de Tribunales del Trabajo y el Régi -
men sobre Asociaciones Profesionales.
Por decreto 32.374/44 se crean y se organizan, por primera vez, los Tribunales del Trabajo en
la Capital Federal, basados en los principios procesales de sencillez, celeridad y gratuidad. El
procedimiento es verbal y actuado. El nuevo régimen establece en el art. 1° que la justicia del
trabajo será ejercida por la comisión de conciliación, las comisiones de arbitraje, los jueces de
primera instancia y la Cámara de Apelaciones. De esta manera, se hace realidad la protección
del trabajo y del trabajador a través de la creación de un fuero y procedimiento propios 241.
El 2 de octubre de 1945 se sanciona el decreto - ley 23.852/45 sobre Asociaciones Profesiona-
les de Trabajadores242. Tiene como antecedente el decreto 2.669 del 20 de julio de 1943 que
239
Ampliar sobre cl tema, tanto para las relaciones individuales como colectivas de trabajo en Vázquez Vialard, Anto-
nio (Director), Tratado de Derecho del Trabajo, t.3, ps. 1 19 - 157. Ver también Montuschi, Luisa, El poder económico
de los sindicatos, ps. 88 - 90; Pont, Elena Susana, Partido Laborista: Estado y sindicatos, ps. 33 - 35; Marini, Jorge
Alberto, El Justicialismo y la legislación del trabajo, ps. 159 - 167; Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo,
ps. 252 - 254; Perón, Juan, El pueblo ya sabe de qué se trata, mensaje radial a los trabajadores del país con motivo de
la celebración del 1° de mayo de 1945, donde expone todos los logros sociales, ps. 97 - 102; Remorino, Jerónimo, La
nueva legislación social argentina, p. 162.
240
"El dictado de este Estatuto, escandalizó a los hacendados y terratenientes del país. Así, en distintas asambleas,
sus organismos societarios consideraron el asunto y el resultado de dichas reuniones se condensarían en 'solicitadas'
publicadas en la prensa del país, todas adversas a la aplicabilidad de la flamante normativa", Marini, ob. cit., p. 162.
241
"La creación de los órganos judiciales y el establecimiento de un procedimiento único para la tramitación de las
causas laborales, constituía una necesidad impostergable como forma de hacer desaparecer, en alguna medida, la di -
versidad existente en distintas leyes en cuanto a la competencia, normas procesales, y hasta por los diversos criterios
sustentados por la jurisprudencia al interpretar las prescripciones legales sobre tales puntos", Várquez Vialard, ob.
cit., t. 3, p. 140.
242
El decreto 23.852/45 (ratificado por ley 12.921) sustituyó al anterior régimen legal y estableció una suerte de
combinación "entre los principios de libertad sindical y los de la representación unitaria, al permitir varios sindicatos
establecía la personería gremial, sin cuyo requisito las organizaciones que no la obtuvieran
sólo podían funcionar como asociaciones de hecho no reconocidas.
El decreto-ley autoriza la actividad política de los sindicatos y da protección legal a los mili-
tantes sindicales en el ámbito de la empresa. A su vez, faculta a la Secretaría de Trabajo y
Previsión para retirar, negar o dar la personería gremial, la que "debe condicionarse a la ob -
servancia de esenciales requisitos por parte de las asociaciones, en cuanto a su carácter re-
presentativo y debida satisfacción de las obligaciones impuestas".
Las asociaciones con personería gremial o con "reconocimiento gremial" pueden
intervenir en las
negociaciones colectivas, celebrar y modificar pactos y convenios colectivos.
Dos aspectos importantes introduce esta norma, los derechos sindicales (arts. 49 a 51) y las
llamadas prácticas desleales y contrarias a la ética de las relaciones profesionales del trabajo
por parte de los empleadores 243, cuya jurisdicción está a cargo del Consejo Nacional de Re-
laciones Profesionales.
Por otra parte a finales de 1952, se sanciona la ley 14.295 sobre funcionamiento de las aso-
ciaciones profesionales de empleadores. Se dicta, en 1953, la ley 14.250 que regula el ordena-
miento de la negociación colectiva y de las convenciones colectivas de trabajo, otorgándoles
efectos jurídicos "erga omnes", es decir para todos.

31 - Nuevos derechos del trabajador.

E1 cambio en la concepción política del Estado -del liberalismo a la intervención protectora-


se traduce, también, en un cambio en el contenido del derecho. La Constitución "real" se im-
pone a la Constitución "formal", surgiendo el a constitucionalismo social244.
Históricamente, el constitucionalismo se manifestó en dos etapas: la primera, la del constitu-
cionalismo liberal planteó, básicamente, una libertad abstracta, formal, pues no se plasmó en
la realidad social; la segunda, la del constitucionalismo social, a comienzos del siglo XX,
receptó el cambio que se iba produciendo en la concepción política, concretando en la norma
constitucional, entre otras cosas, la protección del trabajo y del trabajador. Esta protección
adquirió así la jerarquía de un derecho reconocido constitucionalmente.
Así la Constitución de 1949, la Constitución real y social se impone a la Constitución de 1853,
la Constitución formal y racional245.
La Convención Constituyente comienza sus sesiones en enero de 1y49. La reforma busca: res-
taurar el orden natural de la sociedad, fundamentalmente a través de la familia; establecer un
nuevo orden económico fundado en la justicia social; afianzar la conciencia nacional; posibili-
tar el retorno a la tierra protegiendo la población rural; fortalecer la defensa del orden públi-
co democrático; democratizar el procedimiento de elección de presidente, vicepresidente y
senadores nacionales; perfeccionar técnicamente al Poder Judicial y erigir la Corte Suprema
en Tribunal de Casación246.
por actividad pero conceder sólo a uno la `personería gremial' ". Desde el punto de vista político esta concesión de
personería o su cancelación se constituyó en el instrumento clave del "control estatal" de la vida sindical. Para un
análisis detallado del régimen legal mencionado, ver Deveali, Mario, Curso de derecho sindical y de la previsión so-
cial.
243
Fuente de este instituto fue la ley sobre conflictos colectivos de trabajo, aprobada por el Congreso de los Estados
Unidos en 1935, denominada comúnmente "Icy Wagner". Ampliar en Vázquez Vialard, ob. cit., t. 3, ps. 150 - 151.
244
Podemos enunciar los siguientes caracteres del constitucionalismo social: 1) las regulaciones económico-sociales
no implican la negación ni derogación de los derechos individuales; 2) los derechos sociales son compatibles con los
individuales, tanto en su expresión jurídica positiva, como en su concreta aplicación; 3) los derechos sociales constitu -
yen el condicionamiento social de los derechos individuales, en vista del real y general goce de éstos; 4) se admite la
existencia de cuerpos intermedios, reconociéndoseles sus derechos; 5) la vida comunitaria es una realidad pluralista -
en lo económico, social, cultural y político- y debe regulársela con el propósito de integrarla. Ver Dromi, José Roberto,
Constitución, gobierno y control, cap. XII Constitucionalismo y Humanismo, ps. 125 - 131.
Dos corrientes ideológicas contrapuestas expresan al constitucionalismo social: la marxista, que venía a combatir la
"iniquidad capitalista" y a convertirse en "salvadora de las masas obreras" (Constitución rusa de 1918) y la cristiana,
basada en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (Encíclica Rerum Novarum de 1891 de León XIII).
245
"La reforma de la Constitución Nacional es una necesidad impuesta por la época y por las necesidades de una
mayor perfectibilidad orgánico-institucional. Por grande que fuera el sentido de previsión de nuestros constituyentes,
el mundo ha evolucionado de una manera tal que cuanto se estableciera hace un siglo ha debido ser influido por la
fuerza de nuevos y decisivos acontecimientos.
La evolución es para los pueblos un agente de rejuvenecimiento indispensable permanente y si bien la estabilidad
constitucional debe imponer un espíritu de prudencia ante toda reforma es menester también, en favor de la percepti -
bilidad constitucional, no aferrarse o excederse en el mantenimiento de prescripciones arcaicas o inconducentes, por
haber sido sobrepasadas por el tiempo y por los hechos, al solo efecto de mantener un respeto y una prudencia que
pueden ser perjudiciales para el pueblo y para la República", Mensaje del 1 ° de mayo de 1948, en Perón, Juan D.,
Doctrina peronista, p. 77.
246
Del Barco, Ricado, El régimen peronista, p.111.
El 11 de marzo es sancionada la nueva Constitución 247.
Ella reconoce los principios de la democracia social, los grupos sociales que integran el Es-
tado (familia, gremios, escuela) y los derechos de carácter social (trabajo-propiedad). La
Constitución supera el concepto individualista, liberal, y asigna un nuevo rol al Estado en el
proceso económico social248.
En consonancia con la nueva concepción política del Estado, incorpora a su texto los derechos
del trabajador, en base a los principios de solidaridad y justicia social, desplazando de esta
manera la vieja concepción clásica individualista 249.
Los derechos especiales declarados en el art. 37 fueron:
1) Derecho de trabajar. El trabajo es el medio indispensable para satisfacer las necesidades
espirituales y materiales del individuo y de la comunidad, la causa de todas las conquistas de
la civilización y el fundamento de la prosperidad general. De ahí que el derecho de trabajar
debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece y proveyendo
ocupación a quien la necesite:
2) Derecho a una retribución justa. Siendo la riqueza, la renta y el interés del capital frutos
exclusivos del trabajo humano, la comunidad debe organizar y reactivar las fuentes de pro-
ducción en forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material
que satisfaga sus necesidades vitales y sea compensatoria del rendimiento obtenido y del
esfuerzo realizado.
3) Derecho a la capacitación. El mejoramiento de la condición humana y la preeminencia de
los valores del espíritu, imponen la necesidad de propiciar la elevación de la cultura y de la
aptitud profesional, procurando que las inteligencias puedan orientarse hacia todas las direc-
ciones del conocimiento, e incumbe a la sociedad estimular el esfuerzo individual proporcio-
nando los medios para que, en igualdad de oportunidades, todo individuo pueda ejercitar el
derecho a aprender y a perfeccionarse.
4) Derecho a condiciones dignas de trabajo. La consideración debida al ser humano, la
importancia que el trabajo revista como función social y el respeto recíproco entre los facto-
res concurrentes de la producción consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones
dignas y justas para el desarrollo de su actividad y la obligación de la sociedad de velar por la
estricta observancia de los preceptos que la instituyen y reglamentan.
5) Derecho a la preservación de la salud. El cuidado de la salud física y moral de los indivi-
duos debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad, a la que corresponde
velar para que el régimen de trabajo reúna los requisitos adecuados de higiene y seguridad,

247
Ver los antecedentes de la reforma en La Constitución de 1949, comentada por sus autores, ps. 7 y SS.; Luna, Fé-
lix, Constitución: Instrucciones para su reforma, en Conflictos y armonías en la historia argentina, ps. 398 - 399; Del
Barco, Ricardo, El régimen peronista, p. 107 y González Arzac, Alberto, La Constitución Justicialista de 1949, en Rev.
"Todo es Historia", suplemento, N° 41.
248
"... la llamada 'Constitución de 1949' se proponía hacer efectivo el gobierno de los sectores populares, a liberar al
país del imperialismo, estatizando el manejo de los recursos financieros, de los recursos naturales y de los principales
bienes de producción, con la finalidad de ordenarlos planificadamente para conseguir un desarrollo autónomo y
armónico de la economía, que conceda el bienestar moderno a todos y a cada uno de los miembros de la comunidad.
Apuntaba, pues, a consumar en la Argentina la revolución social requerida por el mundo contemporáneo",
Sampay, Arturo Enrique, Constitución y pueblo, ps. 121 - 122. Ver Ramella, Pablo, Derecho constitucional, p. 52, "Se
ha dicho, sin ningún fundamento, que la Constitución de 1949 es `totalitaria'. En su estructura del poder es idéntica a
la Constitución de 1853. Mantiene los tres poderes del Estado y su interdependencia. La única novedad es que estab-
lece la reelección presidencial. A nadie se le ha ocurrido afirmar que la Constitución de Estados Unidos, como otras,
que autorizan la reelección presidencial, sean totalitarias. En cuanto a los derechos de las personas se conservaron
intactos y se incorporaron los derechos sociales y culturales, inspirados en la más pura concepción espiritualista y
cristiana".
249
El convencional Arturo Enrique Sampay, al fundamentar este proyecto, destacó que "... en antitética reacción
contra el liberalismo y la concepción que informa la ley fundamental vigente, la reforma se anima en el concepto de
que el trabajo es la actividad vital de la persona humana, y de que el obrero tiene en esa diaria alienación de lo que
produce, la única fuente económica de sustento para sí y para su familia, con la que debe llevar una vida decorosa y a
cubierto de las inseguridades sociales de toda índole. Que el trabajo sea una actividad personal significa que no es,
simplemente, una función mecánica, como la de un motor, ni un simple esfuerzo muscular, como el del caballo que
arrastra el carruaje, sino un hecho de la inteligencia, de la voluntad, de la libertad, de la conciencia; un hecho... que
se eleva al orden ético.
Ahora bien, el principio del carácter personal del trabajo es título justificativo de los derechos del trabajador, que
pueden compendiarse en uno solo, informador de toda la declaración que se incorpora al texto constitucional: respeto
por la dignidad personal del obrero", en La Constitución de 1949, comentada por sus autores, p. 206.
"En nuestra concepción, el trabajo es un derecho y un deber porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo
que consume.
Los trabajadores constituyen uno de los pilares del proceso de cambio.
En el momento en que teníamos que rescatar a la sociedad argentina de una concepción liberal, los trabajadores
configuraron la columna vertebral del proceso", Perón, Juan, El proyecto nacional. Mi testamento político, discurso
pronunciado el 1° de mayo de 1974 ante la Asamblea Legislativa, p. 130.
no exceda las posibilidades normales del esfuerzo y posibilite la debida oportunidad de recu-
peración por el reposo.
6) Derecho al bienestar. El derecho de los trabajadores al bienestar, cuya expresión mínima
se concreta en la posibilidad de disponer la vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas,
de satisfacer sin angustias sus necesidades y las de su familia en forma que les permita el des-
envolvimiento económico, libres de preocupaciones y gozar mesuradamente de expansiones
espirituales y materiales, impone la necesidad social de elevar el nivel de vida y de trabajo
con los recursos directos e indirectos que permita el desenvolvimiento económico.
7) Derecho a la seguridad social. El derecho de los individuos a ser amparados en los casos de
disminución, suspensión o pérdida de su capacidad para el trabajo, promueve la obligación de
la sociedad de tomar unilateralmente a su cargo las prestaciones correspondientes o de pro-
mover regímenes de ayuda mutua obligatoria destinados, unos y otros, a cubrir o complemen-
tar las insuficiencias o ineptitudes propias de ciertos períodos de la vida o las que resulten de
infortunios provenientes de riesgos eventuales.
8) Derecho a la protección de su familia. La protección de la familia responde a un natural de-
signio del individuo, desde que en ella generan sus más elevados sentimientos afectivos y todo
empeño tendiente a su bienestar debe ser estimulado y favorecido por la comunidad, como el
medio más indicado de propender al mejoramiento del género humano y a la consolidación de
principios espirituales y morales que constituyen la esencia de la convivencia social.
9)Derecho al mejoramiento económico. La capacidad productora y el empeño de superación
hallan un natural incentivo en las posibilidades de mejoramiento económico, por lo que la so-
ciedad debe apoyar y favorecer las iniciativas de los individuos tendientes a ese fin, y estimu-
lar la formación y utilización de capitales, en cuanto constituyan elementos activos de la pro-
ducción y contribuyan a la prosperidad general.
10) Derecho a la defensa de los intereses profesionales. El derecho de agremiarse libremente
y de participar en otras actividades lícitas tendientes a la defensa de los intereses profesiona-
les, constituyen atribuciones esenciales de los trabajadores, que la sociedad debe respetar y
proteger asegurando su libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o
impedirlo.
De esta manera, el proyecto político del gobierno justicialista materializó en medidas concre-
tas su nuevo modelo de país, afianzado en el Plan Quinquenal, como herramienta de desarro-
llo; en la Constitución de 1949, como novel instrumento de garantías que aseguraban los
derechos sociales de toda la comunidad y en la participación social y política de los sindicatos,
comprometidos con las raíces y fines del destino nacional.
CAPITULO V
LOS SINDICALISTAS Y EL GOBIERNO MILITAR (1955-1958)

32 - La "Revolución Libertadora".

A partir de las elecciones de 1954 se profundizan las disidencias entre el gobierno y la opo -
sición. A ello se suman el conflicto con la Iglesia Católica, el desagrado que despertó la firma
de los acuerdos petroleros con la Standard Oil Company de California 250 y las intervenciones
federales a distintas provincias.
La administración justicialista mostraba signos preocupantes de deterioro que presagiaban su
fin. Ese desgaste era el resultado tanto de errores cometidos por el propio gobierno como por
circunstancias ajenas a él.
Los partidos políticos, denominados democráticos, aunaron voluntades frente al Peronismo,
considerado el enemigo común. Así estas fuerzas, ideológicamente disímiles entre sí, fomenta-
ron el descontento civil y al mismo tiempo buscaron el consenso militar para provocar la caída
de Perón.
Antecedente inmediato del golpe de Estado fue el movimiento militar del 16 de junio de 1955,
al mando del contraalmirante Samuel Toranzo Calderón. Si bien el foco insurreccional fraca-
sa, deja un saldo de víctimas mortales y heridos, como consecuencia del bombardeo aéreo lle-
vado a cabo en la Plaza de Mayo.
Posteriormente se inicia una breve etapa de aparente orden y pacificación. Ante informes de
un intento de conspiración contra el gobierno, se rompe la tregua. Perón presenta la renuncia
ante el partido y la CGT, los que no la aceptan. La Central Obrera ofrece apoyo al presidente
con la formación de milicias obreras. Ello, sumado al discurso pronunciado por el jefe de Es-
tado en tono amenazador el 31 de agosto251, aceleran los planes golpistas de las fuerzas oposi-
toras, civiles y militares. Se inicia, de este modo, la llamada "Revolución Libertadora".
Desde la ciudad de Córdoba 252y al mando del general Eduardo Lonardi, con el apoyo de la
Marina, se gesta la revolución. El jefe militar cuenta también con la colaboración de
importantes comandos civiles253. El general Pedro Eugenio Aramburu se dirigió a la ciudad de
Corrientes a fin de sublevarla. Lo propio hizo el general Julio Lagos en las provincias cuyanas.
Frente a estos hechos el gobierno nacional amplió, el 16 de septiembre , a todo el país la vi-
gencia del estado de sitio 254. Además, se declaró el estado de conmoción interna (Plan Co-
nintes) y se estableció el Comando de las Fuerzas de Represión, designándose al ministro se-

250
Ver El Mundo 20/4/55. Ver también DSD, 11/5/55, p. 119. "La pequeña banda de diputados radicales con Arturo
Frondizi a la cabeza, se abalanzó sobre el contrato y acusó a los peronistas de vender las reservas petrolíferas del
país", Page, Joseph, Perón, 2° Parte, p. 35. Ver también La segunda presidencia, en "PrimeraPlana", 10/9/68, p.49 y
Buchrucker, Cristián, Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial (1927-1955), p.365,
donde el autor señala: "Estas concesiones para la explotación del petróleo en la Patagonia tampoco lograron
convencer a la mayoría de los parlamentarios peronistas, y el acuerdo no fue ratificado".
251
En ese discurso (ver El Mundo, 1/9/55), Perón sostuvo: "Hace poco esta Plaza de Mayo ha sido testigo de una
infamia más de los enemigos del pueblo. Doscientos inocentes han pagado con su vida la satisfacción de esa infamia...
Hemos ofrecido la paz. No la han querido. Ahora, hemos de ofrecerles la lucha, y ellos saben que cuando nosotros nos
decidimos a luchar, luchamos hasta el final.
Que cada uno de ustedes recuerde que ahora la palabra es la lucha y la lucha se la vamos a hacer en todas partes y
en todo lugar y también que sepan que esta lucha que iniciamos, no ha de terminar hasta que no los hayamos aniqui -
lado y aplastado.
Y ahora, compañeros, he de decir, por fin, que yo he de retirar la nota que he pasado, pero he de poner al pueblo una
condición: que así como antes no me cansé de reclamar prudencia y de aconsejar calma y tranquilidad, ahora les digo
que cada uno se prepare de la mejor manera para luchar... Este es el último llamado y la última advertencia que hace -
mos a los enemigos del pueblo. Después de hoy han de venir acciones y no palabras".
"Es difícil comprobar si Perón estaba resuelto desde el principio a pronunciar declaraciones tan inflamadas... Lo que
está fuera de dudas es que al provenir de un jefe de Estado que ha jurado cumplir con las leyes, sus palabras suscita -
ron profunda alarma entre sus opositores, a la vez que causaron una creciente preocupación en cuanto a su equilibrio
mental, inclusive entre sus adictos. En las Fuerzas Armadas sus declaraciones provocaron gran conmoción y dieron
nuevos ímpetus a las conspiraciones que ya estaban en camino", Potash, Robert, E1 ejército y la política en la Argen-
tina, 1945 - 1962. De Perón a Frondizi, p. 268.
252
"La decisión de iniciar la revolución en la poderosa guarnición de Córdoba, se debió no sólo a la coparticipación de
muchos de sus integrantes, en especial a la oficialidad joven (capitanes, tenientes, etc.), sino en razón de que el grue -
so de las tropas leales se concentraban en Buenos Aires. De tal manera que se presumía que, iniciándolo en el
interior del país, éste podría extenderse presuroso a otras guarniciones acantonadas en las provincias", Rodríguez
Lamas, Daniel, La Revolución Libertadora, p. 18.
253
"Los jefes de esos grupos acordaron por unanimidad ponerse en contacto con los dirigentes de los partidos demo-
cráticos a fin de organizar fuerzas irregulares que tendrían por misión apoyar con las armas la revolución militar que
consideraban inminente", Orona, Juan V., La revolución del 16 de septiembre, p. 25.
254
El 1° de septiembre de 1955 por ley 14.427, se había declarado el estado de sitio en la Capital Federal, debido a
las acciones violentas que se venían produciendo.
cretario de Estado de Ejército, general Franklin Lucero, comandante en jefe de las mismas. A
su vez, se impuso el toque de queda en toda la Nación.
El 18 de septiembre, el contraalmirante Isaac Rojas elevó un ultimátum al gobierno ame-
nazando destruir las instalaciones de los depósitos de petróleo de Dock Sud y la destilería de
La Plata, hecho que estaba previsto realizar al día siguiente. Ante ello el 19, Franklin Lucero
invitó a los comandos revolucionarios a concurrir al Ministerio de Ejército con el fin de iniciar
tratativas tendientes a solucionar el conflicto. También le correspondió leer un mensaje de
Perón255 en el cual proponía, si era necesario, delegar el mando en el Ejército para evitar un
mayor derramamiento de sangre y alcanzar la pacificación, lo que fue interpretado por el sec -
tor castrense como su renuncia.
Inmediatamente después, mediante un comunicado emitido por las Fuerzas Armadas se dio a
conocer que el Ejército se hacía cargo de la situación y que una junta de generales "de la más
alta graduación designaría una comisión y las bases para iniciar las tratativas de entendimien-
to y pacificación"256. Se nombró, entonces, a los generales Emilio Forcher, Angel J. Mani, José
Sampayo y Oscar Sacheri para dialogar con los representantes del comando revolucionario,
Isaac Rojas y Juan José Uranga.
Las negociaciones entre los dos sectores se extendieron hasta el día 21, fecha en la cual se co-
noció una resolución, mediante la que se aceptaba la renuncia del presidente, del vicepresi-
dente y de todos los miembros de su gabinete.
Además se comunicaba que el jefe de la revolución, general Eduardo Lonardi, asumiría el go-
bierno provisional de la Nación, hecho que ya había consumado en la ciudad de Córdoba. El
23 de septiembre Lonardi se traslada a Buenos Aires y jura como primer magistrado. Los mili-
tares que habían manejado la situación quedan excluidos del gobierno provisional, con la sola
excepción de Isaac Rojas257.
Así el golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 desalojó al Partido Peronista del go-
bierno, sosteniéndose en la proclama revolucionaria, que: "La Armada, la Aeronáutica y el
Ejército de la patria abandonan otra vez sus bases y cuarteles para intervenir en la vida cívica
de la Nación. Lo hacemos impulsados por el imperativo del amor a la libertad y al honor de un
pueblo sojuzgado que quiere vivir de acuerdo con sus tradiciones y que no se resigna a seguir
indefinidamente los caprichos de un dictador que abusa de la fuerza del gobierno para hu-
millar a sus conciudadanos.
Con el pretexto de afianzar los postulados de una justicia social que nadie discute... ha aniqui-
lado los derechos y garantías de la Constitución... Ningún escrúpulo deben abrigar los
miembros de las Fuerzas Armadas por la supuesta legitimidad del mandato que ostenta el dic-
tador... La Revolución no se hace en provecho de partidos, clases o tendencias, sino para res -
tablecer el imperio del derecho"258.
El gobierno, instaurado por las Fuerzas Armadas a partir de septiembre de 1955, justificó su
proceder en los excesos personalistas y en la dictadura totalitaria del llamado "régimen de-
puesto".
De esta manera, una nueva etapa se iniciaba en la historia política del país de los argentinos.
255
"Hace pocos días, intenté alejarme del gobierno, si ello era una solución para los actuales problemas políticos. Las
circunstancias públicas conocidas me lo impidieron, aunque sigo pensando e insisto en mi actitud de ofrecer esta
solución. La decisión del vicepresidente y los legisladores de seguir mi ejemplo con la suya impide en cierta manera
la solución constitucional...
El Ejército puede hacerse cargo de la situación, del orden, del gobierno, para buscar la pacificación de los argentinos
antes que sea demasiado tarde, empleando para ello la forma más adecuada y ecuánime...
Si mi espíritu de luchar me impulsa a la pelea, mi patriotismo y mi amor al pueblo me inducen a todo renunciamiento
personal. Ante la amenaza de bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que
nadie puede dejar de deponer otros intereses o posiciones.
Creo finalmente que ésta debe ser mi conducta y no trepido en seguir ese camino. La historia dirá si había razón de
hacerlo. Buenos Aires, setiembre 19 de 1955". Fdo. Juan Perón. El texto completo de la renuncia puede verse en
Perón y las Fuerzas Armadas, ps. 332 - 333, y Perón, Juan D., La fuerza es el derecho de las bestias, ps. 106 - 107.
256
"Lucero formó una Junta Militar integrada por los 14 generales `de la más alta graduación', presidida por el ge-
neral José Domingo Molina y en la cual había un representante de la Marina y otro de la Aeronáutica", Martínez,
Pedro S., La Nueva Argentina 1946 - 1955, t. 2., p. 284.
257
"El general Emilio Forcher trató infructuosamente de que el general Lonardi hiciera una breve alusión a la Junta
Militar en su discurso inaugural para dar una indicación a la continuidad dentro del Ejército. La negativa de Lonardi
fue considerada por Forcher como una retractación de su anunciado compromiso hacia un política de ni vencedores
ni vencidos. Forcher y los otros generales que integraban la Junta Militar elevaron sus solicitudes por escrito de pase
de retiro para el día en que Lonardi llegara a Buenos Aires y se hiciera cargo del gobierno (entrevistas con cl general
Forcher)", Potash, ob.cit., p. 291, nota 93. Ver también, Lonardi, Luis E., Dios es justo. Lonardi y la revolución.
258
La proclama fue dirigida al pueblo desde la ciudad de Córdoba el 17 de septiembre de 1955 y publicada en el dia -
rio E1 Mundo el 23 de septiembre. Ese mismo día se publicaron también declaraciones del presidente de la Unión Cí -
vica Radical, Arturo Frondizi, quien sostuvo "que su partido apoyará al nuevo gobierno en sus esfuerzos tendientes a
mantener la paz y la tranquilidad del país, confiando en la sinceridad de los propósitos democráticos enunciados en la
proclama del general Lonardi", en La Nación, 23/9/55.
Es durante el gobierno de Aramburu, quien sucede a Lonardi en la presidencia de la Nación,
cuando la revolución se perfila en sus aristas más radicalizadas. Esta actitud se especifica en
las Directivas Básicas de diciembre de 1955, que contienen los fines y objetivos del nuevo
rumbo de "la libertadora"259.
El término "revolución" planteó en la doctrina un amplio debate, al cuestionarse si era en ver-
dad una revolución o sólo un golpe de Estado.
Los que consideran al gobierno provisional como una auténtica revolución sostienen, entre
otros argumentos, que el mismo puso fin a un sistema de gobierno autoritario que concentró
el poder estatal en manos de un solo individuo y privó a los habitantes de la Nación de las ga -
rantías consagradas en la Constitución Nacional260.
La posición contraria sostiene que existe revolución cuando un sistema político-jurídico es
reemplazado por otro distinto. De modo que el gobierno provisional constituye un golpe de Es-
tado, pues "ni sus orígenes, ni la finalidad, ni tampoco sus efectos, le acuerdan más contenido
que el meramente político, de logro inmediato y sin afectación alguna del ordenamiento es-
tatal"261.
Nosotros nos inclinamos por la segunda posición, pues en el análisis jurídico institucional se
observa que el movimiento producido el 16 de septiembre no constituyó de hecho una revolu-
ción. En estricto sentido técnico, no se propuso un cambio de los "usos", sino que se rebeló
contra los "abusos" del poder de quien consideraban un dictador262.
El acceso de los militares se autodefinió "Revolución Libertadora", como reconocimiento al
cambio para el recupero nacional " liberador o libertador" del programa de su gobierno. Así se
proponía enaltecer el prestigio internacional; desarrollar una política que asegurara el orden
y consolidar la paz interior; propender a la recuperación del equilibrio y respeto mutuo de los
distintos grupos sociales; desmantelar las estructuras totalitarias de la sociedad restablecer la
autoridad republicana; afianzar la independencia del Poder Judicial; dignificar la Adminis-
tración Pública; mantener inalterable el respeto a la conciencia religiosa y libertad de cultos;
establecer la libertad sindical; reorganizar la enseñanza con sentido republicano y democráti-
co y dar plena vigencia a la autonomía universitaria; fortalecer el federalismo, las autonomías
comunales y la descentralización administrativa; sanear la economía y reparar toda la estruc -
tura electoral de la Nación mediante padrones auténticos y limpios. Es obvio que el propio go-
bierno tenía conciencia de provisionalidad, de transitoriedad, para retornar al camino anterior
al precedente, en el menor lapso posible. No había afán continuista, sino censor y revisor del
Partido Peronista. Es más, el fin último era que todo siguiera igual que antes del Peronismo,
como si el Peronismo no hubiera existido.
Esto surge categóricamente de las Directivas Básicas en donde se señala que "la finalidad pri -
mera y esencial de la revolución ha sido derrocar el régimen de la dictadura... este gobierno
es un gobierno provisional y sus hombres carecen de toda pretensión de continuismo... el
desquiciamiento total de la Nación producido por el régimen depuesto exige un mínimo de
realizaciones inmediatas... reiteramos el compromiso formal de que ninguno de sus miembros
aceptará cargos electivos a los que pudiere ser propuesto como candidato en los próximos co-
micios".

259
Ver el texto de las Directivas Básicas, en Sampay, Arturo E., Las Constituciones de la Argentina (1810-1972), ps.
556- 558. Fue publicado por la oficina presidencial en forma de folleto, bajo el título Carta Republicana de la Revolu-
ción. Declaraciones de Principios, República Argentina, 1955. Posteriormente fue incorporado como apéndice a la
Proclama del 27 de abril de 1956 que declaraba la vigencia de la Constitución de 1853.
El documento lleva las firmas del presidente Pedro Eugenio Aramburu, del vicepresidente Isaac F. Rojas y de los mi-
nistros.
260
Bidart Campos, Germán J., La Revolución de 1955, el gobierno de facto y el Poder Judicial, en JA., 1958 - III - 210:
"La Revolución no fue un mero golpe de Estado, a la manera de los producidos en 1930 y 1943, porque no se dirigió
exclusivamente contra las personas que' detentaban el poder, sino más bien contra el sistema de gobierno totalitario
que había instaurado y que encarnaban violentamente". Más adelante (p. 211) el autor sostiene que: "Una vez margi -
nadas las estructuras totalitarias y restablecida la vigencia de la Constitución de 1853, no hubo rupturas instituciona -
les que interrumpieran la continuidad política y jurídica del Estado, de sus poderes y de sus funcionarios". Linares
Quintana, Segundo V., Gobierno y administración de la República Argentina, t. I, ps. 144-145: "El hecho de que el mo-
vimiento de 1955 constituyera una verdadera revolución, dio al gobierno provisional el carácter de gobierno revolu-
cionario, con todas las consecuencias jurídicas que de tal circunstancia dimanan".
Ver también Linares Quintana, Segundo V., Naturaleza jurídica y facultades del gobierno provisional. El derecho de
opción de los detenidos a disposición del gobierno provisional durante el estado de sitio para salir fuera del país, en
JA, 1956 - I - 134, secc. doctrina.

261
"Al instalarse, en ningún caso las autoridades de facto manifestaron propósitos de suplir, o al menos alterar, el sis-
tema gubernativo implantado por la Constitución, documento éste que, por otra parte, nunca fue desconocido", Ce-
ballos, Miguel A., Derecho de la revolución y deberes del golpe de Estado, ps. 42 - 43.
262
Ver Ortega y Gasset, José, El tema de nuestro tiempo, p. 107 y ss., Aristóteles, Política, p. 204 y ss.
Finalmente, decimos que lo que ratifica nuestro criterio, es la circunstancia de que al titular
del Poder Ejecutivo, institucionalmente, se lo denominara "Presidente Provisional" (figura que
no se repetirá en las futuras interrupciones militares) y que, además, ejerciera las facultades
legislativas, bajo la forma del "decreto ley" (figura que será sustituida en los próximos golpes
por la denominada "ley"). En otros términos, el orden institucional se interrumpe; existe cierta
discreción formal, pues el presidente es provisional y sus actos legislativos son sólo decretos-
leyes. De todos modos, tal como ocurrió después siempre que accedieron los militares al po-
der, se procuró, al menos en el comienzo, despersonalizar el ejercicio del mando, redistri-
buirlo entre varios, como repartiendo la responsabilidad mancomunada o solidariamente en-
tre diversos jefes, aunque con el decurso del tiempo el poder se personalice, su ejercicio se
concentre y las llamadas "Juntas", "Consejos", etc., vayan perdiendo progresivamente su rol
institucional.
Técnicamente, comparando lo acontecido con las definiciones clásicas de revolución y de
golpe de Estado, en esta intervención militar no se opera un auténtico proceso revolucionario.

33 - Los sindicalistas y Lonardi.

Ante la proximidad del golpe, Hugo Di Pietro, secretario de la CGT emite un comunicado,
como ya vimos, e invita a todos los trabajadores a congregarse en plaza de Mayo, entendiendo
que "Perón se debe quedar"263. No obstante, la precipitación de los acontecimientos llevó al
triunfo a la Revolución Libertadora. El Partido Peronista, presidido por Alejandro Leloir,
convocó a todos sus partidarios para mantener la concordia, la paz y la calma. La CGT tomará
idéntico camino.
La Revolución Libertadora, que pone fin a nueve años de gobierno peronista, garantiza a los
dirigentes sindicales que ni la central obrera, ni los gremios serán intervenidos 264.
Ante la actitud mesurada de Eduardo Lonardi, nuevamente el 21 de septiembre, Di Pietro dec-
lara: "En momentos que ha cesado el fuego entre hermanos y por sobre todo se antepone la
Patria, la Confederación General del Trabajo se dirige una vez más a los compañeros traba-
jadores para significar la necesidad de mantener la más absoluta calma y continuar en sus ta-
reas, recibiendo únicamente directivas de esta central obrera. Cada trabajador en su puesto
por el camino de la armonía para mostrar al mundo que hay en los argentinos un pueblo de
hombres de bien; que sólo en la paz de los espíritus es posible promover la grandeza de la
Nación; que es el modo de afianzar las conquistas sociales. Miremos de frente. Tengamos fe.
Lo demás lo hará la Patria"265.
Las declaraciones del gobierno provisional, en las que se promete la no intervención en los
sindicatos y en las que sólo se desea asegurar una auténtica democracia sindical, provocan
reacciones desde el propio gobierno y desde los grupos sindicales antiperonistas. El sector
"duro" del gobierno exige a Lonardi mejores y más eficaces instrumentos para combatir al
sindicalismo peronista. Por su parte, el "sindicalismo democrático" o sindicalismo antiperonis-
ta, apoyado por comandos civiles, ocupa por la fuerza los locales gremiales y desaloja a sus
autoridades266.
Debido a esto, la dirigencia cegetista solicita a Lonardi poner fin a esas ocupaciones y convo-
car a elecciones. A su vez, las autoridades de la CGT renuncian y dejan el gobierno de la Cen-
tral Obrera a cargo de Luis Natalini, de Luz y Fuerza, y de Andrés Framini de textiles 267.

263
Ver Noticias Gráficas, 6a. edición, 31/8/55.
264
"Después de asumir la presidencia Lonardi se entrevistó con la plana mayor de la CGT, asegurándole que ni la cen -
tral obrera ni los sindicatos serían intervenidos, siendo el propio secretario general de la CGT el encargado de
anunciar la noticia por radiofonía", Cavarozzi, Marcelo, Sindicatos y política en la Argentina, 1955 - 1958, p. 15.
265
Ver La Nación, 22/9/55
266
"Las trincheras de la lucha en contra del intento de Lonardi y de Cerruti Costa de conciliación con la CGT fueron
ocupadas por el sindicalismo 'democrático' (conjunción de ex militantes sindicales de origen socialista, anarquista y
radical y dirigentes sin afiliación partidaria definida desplazados por los peronistas, como en el caso de los gremios
bancarios y maquinistas ferroviarios), los mismos partidos políticos que habían apoyado la insurrección militar y gru-
pos de oficiales de las Fuerzas Armadas, particularmente de la Marina, de ideología militantemente antiperonista... A
pesar de que los protagonistas más activos del finalmente exitoso asalto a las posiciones de los dirigentes peronistas
fueron los sindicalistas 'democráticos' y las facciones más liberales de los partidos políticos y las Fuerzas Armadas,
los procedimientos utilizados tuvieron muy poco de democrático o de liberal... Los primeros embates 'democráticos',
que amenazaron en los últimos días de septiembre, consistieron en una extensa serie de tomas de locales sindicales
que provocaron en casi todos los casos las renuncias forradas de las comisiones directivas de los respectivos gremios
o de sus filiales... El procedimiento utilizado fue en casi todos los casos cl mismo: trabajadores constituidos en Co-
mandos Civiles Revolucionarios (generalmente con la participación de tropas de la Marina) asaltaron, generalmente
en horas nocturnas, las sedes gremiales expulsando a sus ocupantes y designando autoridades provisionales", Cava-
rozzi, ob. cit., ps. 15 - 19.
267
Ver Montuschi, Luisa, El poder económico de los sindicatos, ps. 90 - 91.
Ante esta situación, Lonardi da a conocer el estatuto para la elección de autoridades en los
sindicatos. El gobierno se compromete a asegurar que las autoridades electas, representen
realmente a las mayorías.
El ordenamiento legal tiene como único fin las elecciones. Una vez realizadas, cada organi -
zación fijará su propio estatuto, pero hasta tanto no se lo publique, se establece que las elec -
ciones para designar las autoridades directivas se harán en forma tal de asegurar el voto se-
creto de los afiliados, la representación minoritaria en los organismos directivos y el secreto
de la votación en las asambleas.
Estas medidas fueron acompañadas por la anulación del preámbulo de la Carta Orgánica de la
CGT, que la declaraba consustanciada con la doctrina justicialista y la comunicación de que el
17 de octubre era día laborable.

34 - Los sindicalistas y Aramburu.

El giro que produce la destitución de Lonardi y su reemplazo por Aramburu, echa por tierra el
propósito de la no intervención; de la actitud conciliadora se pasa a la represiva. La CGT
convoca, entonces, a una huelga general para el 14 de noviembre. Dos días después la Central
Obrera es intervenida, así como también, todos los organismos gremiales sometidos a su ju-
risdicción. Se declara la caducidad de todas las autoridades de las asociaciones intervenidas y
se crea una Comisión Investigadora Administrativa Especial 268. Además, muchos sindicalistas
son encarcelados.
En febrero de 1956 el gobierno da a conocer, como medidas de emergencia, la prórroga de
los convenios colectivos269 y un aumento del 10 % sobre los sueldos y salarios que regían al 31
de enero.
Igualmente, se fija una remuneración mínima para "todo trabajador mayor de 22 años de
edad, sin distinción de sexo, que trabaje una jornada diaria no inferior a 8 horas" y para todo
trabajador menor de la edad señalada. Estas remuneraciones mínimas sólo se aplican en la
Capital Federal y en el Gran Buenos Aires; en el resto del país, cada zona las determinará en
forma particular.
A raíz de la revisión de los convenios y la tarea de restructuración de las organizaciones
sindicales, con el objetivo de elegir a los "auténticos" representantes, el gobierno declara
inhabilitados para ejercer cargos directivos o representativos a ex funcionarios públicos y au-
toridades del Partido Peronista y a los que hubiesen ejercido funciones dentro de la actividad
gremial entre el 1° de febrero de 1952 y el 16 de septiembre de 1956. Con ese fin se extreman
todas las "medidas", para no tornar "ineficaz" la tarea a emprender. Las inhabilitaciones se ex-
tenderían hasta la fecha que al efecto fijara el futuro gobierno constitucional y el informe que
diera a conocer la Comisión Investigadora de la CGT.
Iniciado 1958, ante la proliferación de las medidas de fuerza, el gobierno nacional prohibe, a
partir del 27 de enero, las huelgas, los paros y el trabajo a desgano en los servicios públicos,
prestados por organismos o empresas oficiales o privadas, así como en las actividades indus-
triales, comerciales o financieras, que por su índole, afectaran a la economía del país o a la
salud y consumo de la población. La prohibición se extendía por un plazo de 40 días; de esta
manera, se aseguraba la tranquilidad necesaria que debía rodear el acto eleccionario del 23
de febrero.

35 - ¿Democracia sindical?

Para "establecer la libertad sindical de manera que quede asegurado el funcionamiento au-
ténticamente democrático, en un marco de prescindencia de política partidista", el gobierno
dio a conocer el 23 de mayo de 1956 un nuevo régimen de las asociaciones profesionales
(decr. ley 9.270/56).
La norma reconocía a los trabajadores el derecho de constituir libremente sus asociaciones
para la defensa de los propios intereses, sin diferencias, entre sus afiliados, en razón de cre-
268
Más adelante, por decr. ley 2.976 del 20 de febrero de 1956, pasó a denominarse Comisión Investigadora de la
CGT.
269
"Los convenios serán discutidos por primera vez por representantes elegidos libremente a ese efecto por los traba -
jadores.
El gobierno se reserva así la posición equidistante que le corresponde en estas discusiones, como representante de
los intereses generales de la Nación. Su imparcialidad está ya demostrada. La garantiza el hecho mismo de asegurar
la libre discusión de los convenios colectivos de trabajo, sobreponiéndose a las dificultades prácticas debidas a la
reorganización de las instituciones patronales y obreras", del comentario interpretativo que acompañaba al decr. ley
2.739/56, ADLA, XVI - A 163.
dos políticos o religiosos, nacionalidad, raza o sexo. Quedaba establecido expresamente, que
las asociaciones profesionales, federaciones y confederaciones de trabajadores no podían
intervenir en actividades políticas.
Se atomizaba al movimiento obrero, al permitir la creación de sindicatos paralelos, pues el de -
creto eliminaba el régimen de la personería gremial. Con la simple inscripción administrativa,
todas las asociaciones "estaban llamadas a gozar de los mismos derechos" 270.
El régimen de asociaciones sindicales preveía en su art.32 que en caso de existir más de una
organización profesional inscripta para un oficio, profesión, empresa, industria, comercio o
actividad, la representación de los trabajadores sería ejercida por una comisión intersindical.
La constitución, así como, el funcionamiento y las atribuciones de las comisiones intersindica-
les fueron reglamentadas en diciembre de 1957 (decr. 15.938/57). Las comisiones inter-
sindicales debían reconocer el derecho de las minorías. Esto hizo posible la aparición de los
antiguos dirigentes gremiales, de tendencia comunista o socialista e independientes, los que
habían sido desplazados de sus organizaciones durante el gobierno peronista. Así, el espectro
sindical se dividió. Los comunistas reasumieron el control de los sindicatos como los de la
construcción, madera, músicos, químicos y prensa; los peronistas ejercieron su influencia en
los sindicatos industriales y los antiperonistas lo hicieron en los de comercio, ferroviarios, grá-
ficos, transporte271.
Después de realizado el comicio político en febrero de 1958, en el que resultó triunfante el
candidato de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), Arturo Frondizi, no tenía sentido
prolongar la intervención a la CGT, y el gobierno militar así lo entendió.
El 17 de abril se levantó la intervención al considerar que "la etapa de normalidad institucio-
nal próxima a iniciarse debía encontrar a la central obrera en manos de los trabajadores sin
interferencias extrañas".
El cuidado de los bienes, la continuidad de los servicios y funciones y la representación legal y
gremial de la Central Obrera quedaron a cargo de una Comisión Administradora Provisional,
integrada por veinte organizaciones no intervenidas y que contaban con mayor número de
afiliados (decr. ley 4.925/58). Eran miembros titulares de la Comisión, entre otros: Antonio
Scipione (Unión Ferroviaria); Salvador Marcovecchio (Confederación General de Empleados
de Comercio de la República Argentina); Pedro L. Piñero (Unión del Personal Civil de la
Nación); Luis Antonio Carcedo (Federación Obrera de la Industria del Vestido y Afines); Ale-
jandro Silvetti (Asociación Trabajadores del Estado); Francisco Pérez Leirós (Unión Obreros y
Empleados Municipales); Rubens L. Iscaro (Unión Obrera de la Construcción de la República
Argentina); Simón Mercado (Sindicato Trabajadores de Industrias de la Alimentación); Alberto
Lema (Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza); Sebastián Marotta
(Federación Gráfica Argentina); Marcelo Albarado (Federación de Sindicatos Unidos Pe-
troleros del Estado); Héctor O. Andreatta (Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de
la República Argentina); Félix Mendoza (La Fraternidad); Arturo Vázquez (Unión Obreros de
la Industria Maderera de la República Argentina) y Carlos R. Caiado (Federación Obreros y
Empleados Vitivinícolas y Afines)272.
Esta Comisión tenía como misión normalizar las entidades intervenidas y convocar oportu-
namente a un congreso general de las asociaciones afiliadas, para establecer su organización
definitiva y elegir sus autoridades permanentes.
Dos momentos bien definidos se vivieron durante el gobierno de la Revolución Libertadora.
De la etapa conciliadora de Lonardi, sin intervención a los gremios y con democracia sindical,
se giró con Aramburu a la intervención, inhabilitación, represión y encarcelación. A pesar de
todo, en los sindicalistas continuó vigente el liderazgo de Perón.

270
Ver Rainolter, Milton A., Esquema histórico del desarrollo de la norma laboral en la Argentina, en Vázqucz Vialard,
Antonio (dir.), "Tratado de derecho del trabajo", t. 3, p. 181, "creaba un absurdo método de minorías y, lo que es más
grave, alentaba la formación de sindicatos paralelos".
271
Ver Rotondaro, Rubén, Realidad y cambio en el sindicalismo, p. 285. El autor señala que: "Los polos de orientación
eran por un lado las organizaciones peronistas y por el otro las antiperonistas, mientras los comunistas asumían una
posición ecléctica, actuando de acuerdo a las circunstancias". En el mismo sentido, Gallart Folch, Alejandro, El movi-
miento obrero sindical, en Deveali, Mario L. (dir.), "Tratado de derecho del trabajo", t. V, p. 802.
272
"El gobierno de Aramburu, luego del triunfo opositor, entrega la conducción de la CGT a manos de un comité de
militantes antiperonistas", Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo, p. 287.
CAPITULO VI
LOS SINDICALISTAS Y EL GOBIERNO RADICAL INTRANSIGENTE (1958- 1963)

36 - Frondizi con Perón.

Realizada la convocatoria a elecciones para el 23 de febrero de 1958, se suponía que Arambu -


ru mantendría su promesa de permanecer al margen de las campañas proselitistas de los par-
tidos políticos. Pero el peligro que representaba la UCRI de imponerse en los comicios con el
apoyo del voto peronista, hizo que el gobierno volcara sus simpatías por la Unión Cívica
Radical del Pueblo (UCRP).
El triunfo del binomio Arturo Frondizi-Alejandro Gómez cerraba el período del gobierno de
facto de la Revolución Libertadora. Representaban a la UCRI, partido político de reciente
formación y producto de una escisión en el seno del radicalismo.
Aunque despertaba reticencias en las Fuerzas Armadas, la UCRI ganó las elecciones de 1958
por amplia mayoría. Pero este triunfo no fue suficiente para la consolidación del poder real
del gobierno de Frondizi, sobre el que incidió permanentemente la desconfianza de los
hombres de armas273.
El acceso de Frondizi al gobierno fue el resultado del apoyo electoral del peronismo en las
elecciones generales del 23 de febrero. Perón había dado la orden de votar por el candidato
ucrista. Esto ratificó la existencia de un "pacto" previo entre ambos dirigentes.
¿Cuáles fueron las negociaciones que los llevaron a consolidar ese pacto?
Al finalizar agosto de 1957, el delegado de Perón, John W. Cooke, le informó desde Chile, ha-
ber recibido los primeros contactos de los "amigos de Frondizi". Este -aseguraba Cooke- "tie-
ne interés en que yo me entusiasme con sus planes porque desea que sea un intermediario en -
tusiasta"274.
Enterado de la situación, Perón contesta a Cooke que "los pactos políticos entre fracciones ad-
versas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes. En el caso Frondizi, concurre,
además, la circunstancia de que los votos los tenemos nosotros y él cuenta sólo con la cornisa,
de la cual la dictadura puede empujarlo en cualquier momento y hacerlo caer en el vacío.
Cambiar votos por cornisas no creo que sea un buen negocio". No obstante, Perón ordena a su
delegado no apresurarse, pues "no conviene contestar prematuramente que no, sino jugar con
el tiempo en forma de hacer creer en la posibilidad de arreglo, supeditado a mi decisión
ulterior, que usted esperará el tiempo que le sea conveniente" 275.
En Venezuela, a partir de enero de 1958, se llevan a cabo las conversaciones entre el asesor
de mayor confianza de Frondizi, Rogelio Frigerio, Cooke y el líder exiliado, lo que dio origen
al pacto firmado entre Perón, Frondizi y los representantes de ambos276. El documento decía:
273
"Frondizi gozaba, aparentemente, de una posición inconmovible, pero sólo en la ficción jurídica. En realidad,
Aramburu le entregó apenas las insignias formalcs del mando pero las Fuerzas Armadas retuvieron el poder, arrogán-
dose el papel de celosos inspectores del gobierno", Scenna, Miguel A., Los militares, p. 257. En el mismo sentido, ver
Rodríguez Lamas, Daniel, La presidencia de Frondizi, p. 18: "las Fuerzas Armadas si bien respetaron la normalización
institucional sólo traspasaron las insignias formales del mando, arrogándose el rol de legítimas depositarias de un po -
der de contralor, veto y protección sobre el gobierno nacional"
"El error principal que cometí, fue haber asumido el gobierno sabiendo que no tendría cl poder. El poder estaba en
manos de fuerzas militares adversas y de las empresas transnacionales que no aceptarían los planes de
transformación que yo me proponía realizar", carta de Arturo Frondizi, fechada el 7 de abril de 1988, en Rev. "La Se -
mana", 3/8/88, N° 609, p. 24.
274
Carta de Cooke a Perón del 28 de agosto, en Perón - Cooke, Correspondencia, t. I, p. 247.
275
Carta de Perón a Cooke, fechada en Caracas, 1° de septiembre de 1957 en Perón-Cooke, Correspondencia, t. I, ps.
320 - 321.
276
"Alguna vez se negó la existencia del pacto escrito. El mismo fue pasado a máquina en Caracas por el doctor Enri -
que Oliva, hoy distinguido periodista... Lo firmaron Perón, Frondizi, Frigerio y Cooke. Se hicieron dos ejemplares que
viajaron a Buenos Aires para que el doctor Frondizi los refrendara y devolviese una copia. El pacto debía permanecer
secreto hasta agosto de 1958, por cuanto tenía cláusulas que daban un plazo de 90 días para tomar determinadas
medidas. El documento original firmado le llegó a Perón cuando ya se encontraba en Santo Domingo", Bittel, Deolin -
do, Qué es el peronismo, p. 120. Cfr. Frondizi, Qué es el Movimiento de lntegración y Desarrollo, p. 56, quien afirma:
"No firmé documento alguno. Los únicos compromisos que asumimos fueron los que veníamos exponiendo desde
1955 y especialmente a partir del discurso del 1° de mayo de 1956".
Frondizi, Arturo, El Movimiento Nacional. Fundamentos de su estrategia, expresa: "En 1958, el pacto entre el pero-
nismo y la intransigencia radical recompone la alianza de clases y sectores populares" (p.147). Más adelante agrega:
"llegamos a un acuerdo con el general Perón que posibilitó, en febrero de 1958, un demoledor triunfo electoral de la
coalición nacional y popular" (p. 160). Ya siendo gobierno, la UCRI se encarga de negar "haber hecho cualquier pacto
preelectoral". Así lo afirmó el ministro del Interior Alfredo Vítolo, La Prensa, 12/6/59, hacía referencia al tema, "a raíz
de una declaración hecha por adictos al ex dictador. Este, por su parte, sostiene que existió y que ahora lo denuncia".
"Se supone en general que Frigerio llevó una copia de un acuerdo, firmado de antemano por Frondizi, que incluía una
promesa de legalizar el movimiento peronista a cambio del apoyo de dicho grupo en las elecciones de 1958. Frondizi
siempre negó que se hubiera concluido tal acuerdo; sin embargo, poco antes de la elección Perón hizo saber en la
Argentina que todos sus partidarios deberían votar por los candidatos de la UCRI", Snow, Peter G., Fuerzas políticas
"Con el fin de encontrar una salida a la actual situación de la República, promover la convi-
vencia normal de los argentinos, poner fin a la política económica y social llevada a cabo a
partir del 16 de septiembre de 1955, que ha significado un marcado sometimiento de la
Nación y un progresivo empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo, el general Juan
Domingo Perón y el doctor Arturo Frondizi acuerdan el cumplimiento del siguiente plan políti-
co:
I) A1 fijar su posición frente a la elección del 23 de febrero de 1958, el peronismo:
a) Declarará que los partidos neoperonistas que deseen pertenecer al Movimiento deben re-
tirar sus candidatos.
b) Ordenará a los peronistas que hayan aceptado candidaturas que las renuncien, quedando,
en caso contrario, separados del Movimiento.
c) Frente al hecho concreto de la votación, dejará en libertad de acción a la masa peronista a
fin de que sufrague en la forma que mejor exprese su repudio a la dictadura militar y a la polí -
tica seguida por ella en todos los órdenes.
d) Aclarará que lo expresado en el punto c) no implicará, por parte de los peronistas, compro -
miso alguno con los partidos que eligen, para expresar su protesta.
e) El documento contendrá un párrafo en el que se hará la crítica de la política conservadora,
de manera que sea inequívoco que la opción no incluye al Partido Conservador Popular.
Queda aclarado que esta enumeración no limita en forma alguna el derecho del peronismo a
fundamentar su posición frente al acto electoral y a reafirmar las líneas estratégicas del Movi -
miento.
II) De asumir el gobierno, el doctor Arturo Frondizi se compromete a restablecer las conquis-
tas logradas por el pueblo en los órdenes social, económico y político, adoptando entre otras
las siguiente medidas:
1°) Revisión de todas las medidas de carácter económico adoptadas desde el 16 de sep -
tiembre de 1955, lesivas a la soberanía nacional, y de aquellas que determinaron un - empeo-
ramiento de las condiciones de vida del pueblo. Se consideran como de fundamental urgencia
el restablecimiento de la reforma bancaria de 1946, la estructuración de una política econó-
mica de ocupación plena y amplio estímulo a la producción nacional, la elevación del nivel de
vida de las clases populares y el afianzamiento de los regímenes de previsión social.
2°) Anulación de las medidas de toda índole adoptadas por el gobierno provisional desde el 16
de septiembre de 1955 con propósitos de persecución política.
3°) Anulación de todo proceso, cualquiera sea su carácter, iniciado con propósitos de persecu-
ción política.
4°) Levantamiento de las interdicciones y restitución de los bienes a sus legítimos dueños.
5°) Devolución de los bienes de la Fundación Eva Perón.
6°) Levantamiento de las inhabilitaciones gremiales y normalización de los sindicatos y de la
Confederación General del Trabajo. Esto se cumplirá en un plazo máximo de ciento veinte
días. Las elecciones en los sindicatos serán presididas por interventores nombrados de común
acuerdo.
7°) Reconocimiento de la personería del Partido Peronista, devolución de sus bienes y levanta-
miento de las inhabilitaciones políticas. Tanto la personería como los
bienes serán acordados a las autoridades que designe el general Juan Domingo Perón.
8°) Reemplazo de los miembros de la Suprema Corte de Justicia y eliminación de los magis-
trados que han participado en actos de persecución política.
9°) En un plazo máximo de dos años se convocará a una Convención Constituyente para la re -
forma total de la Constitución, que declarará la caducidad de todas las autoridades y llamará
a elecciones generales.
Las medidas consignadas en los puntos 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7° y 8° se adoptarán dentro de un
plazo máximo de noventa días a contar desde la asunción del mando.
Queda a cargo del doctor Arturo Frondizi arbitrar los medios para el cumplimiento de las
cláusulas precedentes. Por otra parte el general Juan Domingo Perón se compromete a inter-
poner sus buenos oficios y su influencia política para lograr el clima pacífico y de colaboración
popular indispensable para poder llevar a cabo los objetivos establecidos en el presente Plan.
Suscriben este plan político, además de los titulares, John William Cooke y Rogelio Frigerio,
en virtud de haber participado en su discusión y elaboración. Los firmantes empeñan su pa-
labra de honor en el sentido de que hasta el primero de agosto de mil novecientos cincuenta y
ocho este Plan permanecerá en reserva y sólo podrá ser divulgado posteriormente por común
acuerdo, salvo el caso de incumplimiento por las partes.

en la Argentina, p. 37. Sobre lo convenido en 1958 entre los dos partidos, ver Prieto, Ramón, El Pacto. Ver también,
Montemayor, Mariano, Claves para entender a un gobierno, p. 117 y ss., cap. 4º, "La danza de los pactos: la victoria
electoral y la entrega del gobierno".
Febrero de mil novecientos cincuenta y ocho"277.
Así, el general Perón, manteniéndose firme en la palabra empeñada, dio la orden de votar por
la fórmula Frondizi Gómez.
A tal efecto Perón envió un mensaje al Comando Táctico Peronista, desde la ciudad de Trujillo,
en la primera semana de febrero de 1958, impartiendo las siguientes directivas:
"1 ) La orden para el Movimiento peronista debe difundirse ampliamente en todo el país, a
costa de cualquier sacrificio.
2) El presente mensaje deber ser puesto en conocimiento de los dirigentes gremiales, polí-
ticos y de la Resistencia, a fin de que orienten a los peronistas en el sentido de votar por el
doctor Arturo Frondizi para la Presidencia de la República"
En el mensaje además explica el porqué del acuerdo, en estos términos: "... la elección del 23
de febrero nos pone en la disyuntiva de favorecer a la tiranía o votar por el candidato que más
garantías ofrece para quebrar la continuidad de las tendencias antipopulares. Hemos adop-
tado esta última actitud porque los intereses del país y del pueblo privan en nuestro espíritu
por sobre toda consideración. Una vez más, el peronismo brindará el ejemplo de su ab -
negación, de su desinterés, de su insobornable vocación combatiente por la causa de la Pa -
tria"278.
El entendimiento entre Perón y Frondizi no fue más allá del pacto. Por él, Perón se comprome-
tía a asegurarle al candidato ucrista el triunfo electoral 279. Frondizi, por su parte, había pro-
metido rectificar la política socioeconómica antinacional, respetar las conquistas del pero-
nismo y levantar la veda política y sindical que el gobierno de facto había impuesto, permi-
tiendo, así, la "libre expresión política y sindical de la masa popular".
De esta manera, el 23 de febrero, el voto se canalizó hacia el candidato de la Unión Cívica
Radical Intransigente280. Una parte del pacto ya se había cumplido.

37 - Perón sin Frondizi.

El 1 ° de mayo de 1958, en el mensaje inaugural leído ante la Asamblea Legislativa, Arturo


Frondizi sostuvo: "mientras dure nuestro gobierno, en la Argentina nadie será perseguido por
sus ideas ni por su actuación política o gremial, ni habrá otras comisiones investigadoras que
aquéllas que se propongan estudiar la inmensas posibilidades de progreso espiritual y
material de la Nación. El Poder Ejecutivo considera que debe ser derogada toda legislación
represiva de las ideas y suprimidos los organismos creados a tal fin. Cualquier ciudadano po-
drá elegir y ser elegido y todos los partidos políticos podrán constituirse y desarrollar li-
bremente su actividad... durante el proceso electoral que culminó en el comicio del 23 de fe -
brero... ha habido inhabilitaciones y proscripciones políticas. Pero una amplia mayoría del
pueblo nos ha votado y asumiremos todas las responsabilidades que corresponden a nuestra
277
El texto del "pacto" está reproducido en Bittel, Qué es el peronismo, ps. 199 - 201 y en Guardo, Ricardo C., Horas
difíciles, ps. 109 - 11 l.
278
Diario secreto de Perón, ps. 145. Ver al respecto Bïttel, Qué es el peronismo, p. 121, donde sostiene que en la pro-
vincia del Chaco "cambiamos la directiva de voto en blanco por la del voto al doctor Frondizi. La orden era terminan-
te: 'A costa de cualquier sacrificio', decía... Pero nuestra misión terminó allí, porque no teníamos compromiso alguno
de participar en el nucvo gobierno".
279
"Esta decisión no implica, en modo alguno, una unión con las fuerzas que respaldan al doctor Frondizi, ni tiene
otro alcance que el de una norma de conducta a seguir en el momento de sufragar: es un acto de táctica política y
una manera de expresar nuestro repudio por dos años y medio de opresión y vasallaje", del Mensaje al Comando Tác -
tico Peronista, en Diario secreto de Perón, p. 145.
"Debemos estar bien en claro que nuestros acuerdos con Frondizi no nos colocan en el oficialismo sino, precisamente,
en una oposición constructiva, que a la larga, nos posibilitará para accionar mejor. Somos opositores, en
colaboración, hasta tanto Frondizi cumpla con el pueblo y con nosotros, entonces habrá llegado el momento de des-
cargarle todo el peso de nuestras posibilidades políticas que serán cada día mayores. Estamos aliados con él contra
los gorilas. Es tarea común la de destruirlos y someter a la oligarquía y a los entregadores, pero es necesario que
Frondizi demuestre que tiene la misma intención que nosotros en los hechos que, hasta ahora, por razones compren -
sibles, no ha demostrado en ningún caso", de la carta de Perón a Cooke fechada en ciudad Trujillo el 26/4/58, ~n
Perón-Cooke, Correspondencia, t. II, p. 54.
280
"El 23 de febrero de 1958 sufraga cl pueblo argentino y de inmediato queda demostrado que la eficiente campaña
de la revista Qué y el pacto Frondizi-Perón -nunca confesado por sus protagonistas, pero del que existen pruebas su -
ficientes para avalar su verosimilitud- logran que tos votos en blanco se canalicen hacia la UCRI", Gallo, Ricardo,
1956- 1958 Balbín–Frondizi y la división del radicalismo, ps. 171 y 177178, nota 65.
"De la victoria del 23 de febrero no tenemos ningún botín que reclamar, nuestra actitud se inspiró en motivaciones
éticas que tenían en vista el interés nacional y no el propósito de conquistar ninguna porción del poder público. No ha
de ser ése el último sacrificio que hagamos en bien de la República... Yo conozco la magnitud del sacrificio que exigí
de los peronistas al pedirles que votaran candidatos ajenos a nuestro Movimiento. Pero cada uno sabe que todas mis
decisiones son dictadas por ese entrañable cariño y responden a una estrategia con la que siempre los he conducido
al triunfo", del mensaje a todos los argentinos, con motivo del nuevo gobierno del doctor Arturo Frondizi, del general
don Juan Domingo Perón, 10/3/58, en Perón y las Fuerzas Armadas, ps. 359-361.
investidura. Garantizaremos la más absoluta libertad y aseguraremos, con total firmeza y
energía, el orden"281.
Pero en realidad esto no ocurrió, pues la antinomia "justicialismo-militarismo" seguía intacta.
Frondizi asumió el "gobierno", pero las Fuerzas Armadas retuvieron el "poder", y los términos
del pacto condicionaron la suerte de la UCRI, en tanto, la "rehabilitación del peronismo" era
una promesa frondicista imposible de cumplir.
Por ello, el presidente en su gestión de gobierno se olvidó o lo obligaron a olvidarse de los
puntos acordados en el pacto firmado con Perón. E1 presidente creía que atrayendo al movi-
miento obrero cumplía con el pacto; así pues, normalizó la CGT y varios de los gremios
intervenidos. Levantó a su vez las inhabilitaciones políticas y dictó una "amplia" ley de amnis-
tía. Pero durante su gobierno no se dejó sin efecto la proscripción del Partido Peronista.
Tampoco se permitió el regreso del general Perón 282 y no se revisaron "todas las medidas de
carácter económico adoptadas desde el 16 de septiembre de 1955, lesivas a la soberanía
nacional y de aquellas que determinaron un empeoramiento de las condiciones de vida del
pueblo".
Es más, el 26 de octubre de 1959 el Ejecutivo dio instrucciones, por intermedio del Ministerio
de Educación y Justicia de la Nación, a los procuradores fiscales para que requirieran ante los
tribunales competentes la disolución y cancelación de la inscripción del Partido Justicialista y
de todo aquél, que así denominado, se individualizara por cualquier aditamento y se opusiera
al otorgamiento de su personería electoral283.
Se prohibió además, en todo el territorio de la República, la actividad del Partido Justicialista,
lo que obligó a proceder a la clausura de sus locales.
Se produjo, entonces, la ruptura del acuerdo. Frondizi no cumplió con el pacto y Perón le re-
tiró su apoyo. Así por ejemplo cuando convocó a elecciones para renovar parcialmente el
Congreso y las legislaturas provinciales, el 27 de marzo de 1960, Perón ordenó el voto en
blanco284. Otros sectores del peronismo prefirieron la abstención o la participación a través de
pequeños partidos provinciales, autodenominados "neoperonistas". Los resultados en las pro-
vincias fueron adversos al frondizismo.

38 - Los sindicalistas divididos.

El sindicalismo, que había mantenido durante el gobierno peronista cohesión y verticalidad,


sufrió la crisis lógica ante la falta de su conductor.
Con la CGT intervenida, durante el gobierno de la Revolución Libertadora, surgieron diferen-
tes agrupaciones sindicales que buscaron la hegemonía en el movimiento obrero. Así, con el
arribo de Frondizi al poder, en mayo de 1958, el espectro sindical se hallaba fragmentado en
cuatro organizaciones obreras: los 32 gremios democráticos, dominados por los socialistas y
algunos radicales; las 62 organizaciones gremiales de alineación peronista; el Movimiento de
Unidad y Coordinación Sindical (MUCS) con predominio de dirigentes comunistas y los
sindicatos independientes285.

39 - Para cumplir con el pacto.

281
Frondizi, Arturo, Mensajes Presidenciales, l958-1962, t. 1, 1° de mayo al 29 de diciembre de 1958, ps. 13 - 16.
282
El propio Perón lo reconocía en una carta enviada desde Ciudad Trujillo, del 30 de septiembre de 1958, a John
Cooke, donde le decía, refiriéndose a Frondizi: "La proscripción del peronismo se ha consolidado por la aprobación
legal de, los decretos leyes de la dictadura gorila...". Más adelante señala: "El incumplimiento de sus compromisos
firmados con nosotros y tácitamente establecidos con el pueblo, en todas sus tribunas preelectorales, lo van llevando
al desprestigio y colocándolo en la más absoluta orfandad, en tanto él intenta formar sus propias fuerzas recurriendo
a procedimientos tan falsos como ineficaces", Diario secreto de Perón, p. 146.
283
En esta temática el Poder Judicial está, desde el punto de vista institucional, "politizado". "Tampoco hay libertad si
el Poder Judicial no está separado del Legislativo ni del Ejecutivo. Si va unido al Poder Legislativo, el poder sobre la
vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez sería al mismo tiempo legislador. Si va unido al Po-
der Ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor", Montesquieu, Del Espíritu de las Leyes, Libro XI, Cap. VI,
p. 151.
284
Respecto de esta elección de marzo de 1960, Perón expresa: "Desde Ciudad Trujillo he fijado una posición frente a
los próximos comicios, y no tengo necesidad de modificarla... el justicialismo votará en blanco, Torremolinos, 9 de
enero de 1960", Diario secreto de Perón, p. 151.
"La proscripción que seguía pesando sobre el peronismo... se manifestó en forma de voto en blanco", Rodríguez
Lamas, La presidencia de Frondizi, p. 100.
285
Sobre las tres fracciones, ver Montuschi, El poder económico de los sindicatos, p. 93, quien afirma que el Movi-
miento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS) formaba con frecuencia "frente común" con los peronistas. Ver
también Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo, p. 286.
Durante la gestión frondizista se dio a conocer una serie de medidas tendientes a solucionar
la situación económico-social del obrero. Las mismas respondían primordialmente al pacto
asumido con Perón286.
Con la finalidad de adecuar los salarios al costo de la vida, se dispuso, a partir del 1 ° de mayo
de 1958, un aumento mínimo de emergencia del 60%, tanto para los trabajadores de la activi-
dad privada como para los de la estatal y de manera uniforme en todo el país.
El Ejecutivo Nacional dejó, asimismo, sin efecto las intervenciones sindicales ordenadas por el
gobierno anterior. En consecuencia, se regularizaron algunos sindicatos como la Federación
Gremial del Personal de la Industria de la Carne, Derivados y Afines; la Unión Obrera Me -
talúrgica; la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad Argentina; la Aso-
ciación Obrera Textil; la Asociación Bancaria y la Unión Tranviarios Automotor.
De esta manera se devolvieron importantes gremios a sus "legítimos dueños", restableciéndo-
se sus antiguas autoridades. La medida respondía a lo que el presidente había expresado en
mayo de 1958: "Los trabajadores deben resolver sus problemas en su propio seno, libres de
cualquier interferencia estatal, partidista o patronal. El movimiento obrero es el único árbitro
de su propio destino; no tiene dueños ni necesita tutores" 287.
En mayo de 1958 fue sancionada la ley de amnistía 14.436. Los beneficios de esta norma
comprendían los actos realizados con propósitos políticos o gremiales. Además, derogaba
toda disposición que implicara inhabilitaciones por razones igualmente políticas o gremiales.
Por ley 14.444, dictada en junio, se anularon los decretos de la Revolución Libertadora sobre
apología del peronismo e inhabilitación política.
Mediante la ley 14.445, quedó sin efecto la vieja ley de residencia 4.144 arbitrándose las
medidas necesarias para posibilitar el regreso de los extranjeros al país 288.
La administración frondizista sostuvo que, en materia sindical, la intervención del Estado de-
bía limitarse al establecimiento de las normas sustanciales e instrumentales, que aseguraran
la autodeterminación de las organizaciones gremiales. En tal sentido se designó como
interventor a Alfredo Avelino Isaurralde, a efectos de elaborar un plan de normalización de la
CGT289.
Ese plan debía ser sometido a consideración del Poder Ejecutivo en el término de 30 días. A
su vez, debía prever que el proceso de institucionalización de la Central Obrera tendría que
hacerse efectivo en un plazo máximo de 90 días.
En marzo de 1961 fue designada una comisión provisoria de la CGT, la Comisión de las 20
Organizaciones290 llamada así porque estaba integrada por 20 de los gremios más importantes
del país, cesando de esta manera la intervención.
El Congreso Nacional sancionó, en agosto de 1958, la ley 14.455 291 de asociaciones profesio-
nales de trabajadores, que establecía un sindicato único por oficio y conducción mayorita-
ria292. La norma reconocía a los trabajadores el derecho de constituir libremente y sin necesi-
dad de autorización previa, asociaciones profesionales, sindicatos o uniones y, asimismo, el de
afiliarse a esas organizaciones.

286
"Todo político argentino importante desde 1955, de origen electoral o militar, o bien ha intentado destruir esas
organizaciones o bien ha tratado de aliarse con ellas", Fems, H. S. , La Argentina, p. 268. Frondizi optó por lo segun-
do y por contraste el movimiento obrero se politiza cada vez más; ver Montuschi, El poder económico de los
sindicatos, p. 99.
287
Ver Frondizi, Mensajes presidenciales, t. 1, ps. 43 - 44.
288
Durante el gobierno de la "Revolución Argentina" se dicta el 30 de mayo de 1969 la ley 18.235 sobre expulsión de
extranjeros residentes permanentes, inspirándose en la ley "antiargentina" 4.144.
289
"El Poder Ejecutivo considera que la existencia de una sola y única central obrera es un factor eficiente de estabili -
dad y de progreso social y económico en todo país adelantado", Frondizi, Mensajes presidenciales, t. 1, p. 44.
290
Según dijo Taccone, Juan J., Crisis... Respuesta sindical, p. 73, "es justo señalar que la 'Comisión de los 20',
cumplió un cometido histórico, a través de ella se logró la recuperación de la CGT durante el gobierno de Frondizi,
asumiendo nuevamente el control de la misma". Cfr. Pan, Luis, Política y gremialización en la era de Frondizi. Ver
también Audi, Rodolfo - Cardozo, Oscar R., Hace veinte años. La CGT a sus dueños, en Rev. "Todo es Historia", abr.
1981, N° 167, ps. 62 - 79.
291
"El debate tuvo fácil trámite en las Cámaras; el proyecto quedó sancionado, en medio de los vaticinios gorilas de
que se estaba frente al instrumento del 'retornismo' y la satisfacción popular", Allende, Historia de una gran ley, p.
73.
292
Ver Díaz Doin, Guillermo, Polémica sobre la ley de asociaciones profesionales, JA, 1960-II-53, secc. doctrina.
El diputado Casella Piñero afirmó, refiriéndose al proyecto de ley: "tiene coincidencias, que siguen una evidente línea
de semejanza y de identificación en capítulos fundamentales con la ley sobre asociaciones profesionales que rigiera
durante el régimen depuesto", DSD, 1958, t. III, p. 1919. Cfr. Rainolter, Esquema histórico del desarrollo de la norma
laboral en la Argentina, en Vázquez Vialard, dir., "Tratado del derecho del trabajo", t. 3, p. 183, la ley "registró lo que
Nápoli llamó 'el antecedente mediato no confesado' del decr. ley 23.852/45, 'por la gran similitud que en líneas ge-
nerales guarda' con la nueva ley". Ampliar en Allende, Historia de una gran ley.
Podía otorgarse personería gremial a otro sindicato de la misma actividad, aunque el número
de afiliados fuera menor, siempre que mediara la conformidad expresa de la asociación profe-
sional que ya gozaba de personería gremial.
Eran considerados derechos esenciales de los trabajadores para salvaguardar la defensa indi-
vidual o colectiva de sus intereses el de peticionar a las autoridades o a sus empleadores por
sí o por intermedio de sus representantes; el de elegir libremente a sus representantes; el de
tomar parte en actividades concertadas a los fines de negociaciones colectivas u otras de ayu-
da mutua o protección; el de negociar colectivamente por intermedio de las asociaciones pro-
fesionales con personalidad gremial y el de reunirse, organizarse y formar parte de una aso-
ciación profesional.
La ley 14.455 establecía, además, que dentro de los 90 días de su vigencia, las asociaciones
profesionales debían renovar, elegir y constituir sus autoridades. Las referidas elecciones se
efectuarían de conformidad al régimen electoral a determinar.
La renovación, elección y constitución de las autoridades gremiales se ajustaron a las dispo-
siciones del decr. 5.822 del 12 de septiembre de 1958. El nuevo régimen electoral garantizaba
la "pureza" del proceso eleccionario mediante el voto directo y secreto de todos los
afiliados293.
El presidente lo había prometido al iniciar su gestión: "Deberá asegurarse a todos los traba-
jadores la más completa libertad para designar a sus representantes, sin que nadie sea pri-
vado del derecho de elegir y ser elegido.
El debate entre los trabajadores se desarrollará sin injerencia alguna del Estado... El Poder
Ejecutivo no reconocerá ningún derecho a la dirección de un sindicato que no nazca de la
voluntad de los afiliados"294.

40 - Los sindicalistas se defienden.

Frondizi entendió que con el dictado de estas medidas cumplía con el pacto. Pero en verdad el
sindicalismo, que se sabía artífice de su triunfo, comprobó que ellas no resolvían todos los
problemas. Los gremialistas entonces decidieron retomar su único y válido medio de lucha
para hacer respetar sus derechos: la huelga.
Esta situación se agravó con la firma de contratos petroleros, la radicación de capitales ex-
tranjeros, el ~ nombramiento de Alvaro Alsogaray como ministro de Economía, la no revisión
de las medidas económicas adoptadas desde 1955, lesivas al interés nacional, la prórroga de
los convenios colectivos de trabajo y el deseo del gobierno de reglamentar el derecho de
huelga que provocaron una constante y permanente oposición sindical ante el juego pendular
y contradictorio del propio presidente.
Médicos, bancarios, telepostales, ferroviarios, obreros de la carne, metalúrgicos, petroleros y
muchos más, no vacilaron en apelar a medidas de fuerza que incluían la toma de fábricas y lu-
gares de trabajo. Las respuestas, por parte del gobierno, se tradujeron en la represión
policial, la intervención a los gremios, la detención de sindicalistas y obreros, la aplicación del
Plan Conintes, el estado de sitio y el empleo de las fuerzas militares para la protección de lu -
gares considerados esenciales para la seguridad nacional295.
Si bien las relaciones entre los sindicalistas y Frondizi no fueron óptimas, cuando se produce
el golpe que derroca al presidente, el 29 de marzo de 1962 296, la CGT en permanente vigilia de
los principios republicanos da a conocer un documento titulado "Por el respeto a la voluntad
popular y a la Constitución" . En él se decía:
"La Comisión Provisoria de la Confederación General del Trabajo ante los acontecimientos
que conmueven al país traducidos en el brutal desconocimiento de un pronunciamiento co-
293
De los considerandos del decr. 5.822/58 de normas para la elección de las autoridades directivas de las asociacio -
nes profesionales de trabajadores: "dada la importancia fundamental que esta normalización institucional reviste para
asegurar el orden y la paz social, es menester garantizar que el proceso eleccionario sea de una total pureza para que
sus resultados reflejen verdaderamente la libre voluntad de los trabajadores sindicalizados".
294
Frondizi, Mensajes presidenciales, t. 1, p. 43.
295
Ampliar en Calello, Osvaldo - Parcero, Daniel, De Vandor a Ubaldini/1 , ps. 13 - 24; Allende, Historia de una gran
ley, ps. R6 - 101; Echagüe, Carlos M., Las grandes huelgas, señala que durante 1959, "año de grandes huelgas", se
produjeron cuatro huelgas generales con 12 millones de participantes; Odena, Libertadores y desarrollistas, p. 247 y
ss., quien explica la huelga insurreccional del Frigorífico Lisandro de la Torre, iniciada en enero de 1959, la de los
trabajadores del riel, en noviembre de 1958.
Los conflictos obreros ocurrieron también en el campo, surgidos a partir de la "creciente mecanización" y la con -
secuente desocupación que trajo aparejada. Ver Mascali, Humberto, Desocupación y conflictos laborales en el campo
argentino (1940 - 1965), p. 74 y ss.
A raíz del plan de lucha declarado por la CGT, se ocuparon once mil establecimientos. Ampliar en Peralta Ramos, Mó-
nica, Etapas de acumulación y alianzas de clases en la Argentina (1930 - 1970), p. 166.
296
Ampliar en San Martino de Dromi, María Laura, Historia política argentina, t. 1, ps. 128-131.
micial de intachable desarrollo, vulnerando la esencia del régimen democrático; la amenaza
ya cierta de la completa subversión del orden constitucional y la destrucción de las institucio-
nes básicas de nuestro sistema republicano y democrático de gobierno para sustituirlo por un
poder militar dictatorial; la destrucción de las organizaciones sindicales para que en el país
impere como única norma de relación entre el capital y trabajo la voluntad de los sectores ca -
pitalistas más reaccionarios; la amenaza que sobre todas las instituciones populares y par-
tidos políticos se va cerniendo", declara su decisión firme de mantener unidos a los traba-
jadores cualquiera sean los acontecimientos que deba afrontar; que la política que se intenta
imponer al país tiene como objetivo fundamental defender los intereses de los sectores más
privilegiados; que ese intento puede tener graves consecuencias para la Nación pues el pue-
blo se verá despojado de sus derechos más vitales.
La Comisión Provisoria de la CGT "unida como nunca frente a estos acontecimientos" convoca
a todos los trabajadores y a la ciudadanía para que estén dispuestos a la defensa activa de sus
derechos.
Asimismo reclama de todos los partidos políticos, entidades culturales y estudiantiles e ins-
tituciones representativas de los distintos sectores que conforman la economía y el trabajo un
pronunciamiento inmediato y categórico sobre estos problemas297.
Después de este documento, la reacción contra José María Guido, quien había suplantado a
Frondizi en la primera magistratura, se acentuó, sobre todo a partir de la derogación de la ley
de asociaciones sindicales.
El factor más importante que coadyuvó al triunfo de Frondizi había sido, sin duda, el voto
peronista. Los sindicalistas esperaban que cumpliera con lo prometido en la campaña electo-
ral. Pero su gobierno adoptó demasiadas actitudes contradictorias, que obligarían al movi-
miento obrero a crear un clima de conflictos, en defensa de sus derechos. Conflictos que se
acentuaron con el golpe de Estado de marzo de 1962, producido a raíz del triunfo electoral
del peronismo en las elecciones del 18 de ese mes.

297
El documento firmado por la Comisión Provisoria de la CGT, integrada por Riego Ribas, Augusto Vandor, Arturo
Staffolani, Juan Carlos Loholaberry, y fechado el 20 de marzo de 1962, puede verse en Senén González, El
sindicalismo después de Perón, ps. 44 - 45.
CAPITULO VII
LOS SINDICALISTAS Y
EL GOBIERNO RADICAL DEL PUEBLO (1963 -1966)

41 - El Radicalismo continúa.

La presencia de un gobierno de facto en manos de un civil, bajo la tutela militar le imprimió a


los acontecimientos históricos del país un sello muy particular. Era la primera vez desde 1930
que un presidente provisional del Senado, en este caso José María Guido, asumía el Ejecutivo
a raíz de un golpe militar. Esta situación atípica tenía sólo una salida: la urgente convocatoria
a elecciones generales. Estas se realizaron el 7 de julio de 1963 y le dieron el triunfo a la
Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). El Radicalismo, en cierta forma, continuaba en el go-
bierno.
Esta vez se trataba del Radicalismo tradicional, liderado por Ricardo Balbín y representado
por Arturo Illia. Con él se reinstauraba la democracia, nacida con proscripciones, pero demo-
cracia al fin298. Se volvía por los fueros del Estado de derecho y al resguardo de la legalidad
para un nuevo proyecto de "reparación nacional".
E1 12 de octubre de 1963 el doctor Arturo Umberto Illia asumió el Poder Ejecutivo Nacional
por un período de seis años. Recibió los atributos presidenciales de manos de José María Gui -
do.
Illia, médico de la localidad cordobesa de Cruz del Eje 299, pertenecía a la llamada Línea Córdo-
ba300. Balbín no había querido arriesgar su imagen en unas elecciones que consideraba perdi-
das301.
Después de prestar juramento, el presidente Illia dio lectura al mensaje inaugural 302.
El presidente aseguró que se resguardaría "celosamente" la división de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial, creados por la Constitución Nacional y afirmó "que cualquier
emergencia que pueda producirse acerca de la conveniencia, oportunidad o justicia de toda
iniciativa o acto de gobierno del Poder Ejecutivo", no sería motivo de "discordia política", sino
que determinaría la leal colaboración y preocupación del Poder Legislativo.
Prometió que se respetaría al Poder Judicial, "cuya jurisdicción e independencia asegurare-
mos con todos los recursos a nuestro alcance" y agregó que "la libertad de juicio e imparciali-
dad de la justicia constituyen la última y fundamental garantía de nuestro orden institucio-
nal".
Illia confesó su vocación federalista y consideró que "el avance de la Nación sobre la esfera de
los derechos que oportunamente se reservan las provincias, no solamente ha importado la de-
legación o cercenamiento de facultades que han contribuido a crear un poder central tan fuer-
te, que lo hace proclive a caer en lo dictatorial, sino que al convertir a los estados provinciales
en dependientes en lo económico, en lo cultural, en lo político, en lo social, ha ido poco a poco
aniquilando la posibilidad de armónico desarrollo nacional".
Luego de señalar que la economía argentina "atraviesa por una de las épocas más difíciles de
su historia", dio a conocer dos objetivos básicos e íntimamente ligados, que ayudarían a des -
arrollar la actividad económica: "la posibilitación y mantenimiento de un proceso continuo de
crecimiento económico y la participación activa del pueblo trabajador en una más justa distri-
bución de la riqueza, que le permita su completo desarrollo cultural y espiritual".

298
Así lo expresaba Marcelo T. de Alvear, en cl acto de la proclamación en Gualeguaychú, 1 1 de julio de 1937: "No
puede existir democracia si no se apoya sobre la base del sufragio libre.
Porque la democracia se sustenta en la voluntad soberana del pueblo, amplia, total o limitada: pero debe ser la au -
téntica voluntad popular", en Acción Democrática, discursos pronunciados en la campaña de renovación presidencial,
p. 169.
299
Su figura "noble y austera", acreditaba "virtudes cívicas sin dobleces y prestigio moral sin claudicaciones", Laíño,
Félix H., De Yrigoyen a Alfonsín. Relato de un testigo del drama argentino, p. 108.
300
Intransigencia Nacional de Córdoba, a partir de la "declinación de la influencia" de Sabattini, comenzó a ser cono -
cida como Línea Córdoba. Ampliar en Acuña, Marcelo L., De Frondizi a Alfonsín: la tradición política del radicalismo/
2, ps. 145-146; el autor señala que Intransigencia Nacional de Córdoba era de "corte popular", democrática, progre -
sista y nacionalista que seguía considerando al partido como un movimiento nacional destinado a promover los postu -
lados de sus históricos líderes".
301
Ver Acuña, De Frondizi a Alfonsín, p.146; en cl mismo sentido Alfonsín, Qué es el radicalismo, p. 194, donde cita a
Ramiro de Casasbellas quien señala: '...apartados Balbín y sus hombres de la lucha por la candidatura máxima, debili -
tado al extremo el unionismo, sólo Córdoba está en condiciones de alcanzar esa posición y, dentro de Córdoba, sólo
Illia, a quien el decreto del 23 de abril despojara de la gobernación. No en vano ante las primeras noticias sobre elec-
ciones nacionales, una asamblea de afiliados cordobeses lanzó, en el invierno de 1962, la candidatura presidencial de
Illia". Ver también Primera Plana, 26/1/65, ps. 10-14.
302
Ver texto completo del mensaje en La Nación, 13/10/63.
A lo largo del discurso, hizo referencia al programa político del gobierno en materia gremial,
educacional y al rol que debían cumplir las Fuerzas Armadas en el proceso de la "recu-
peración nacional".
Finalizó el mensaje diciendo: "Somos conscientes de la responsabilidad que importa el honor
con que el pueblo y los partidos políticos generosamente nos han honrado, así como también
de la multiplicidad y complejidad de los problemas que debemos afrontar; pero tenemos la fir -
me convicción de que con la ayuda de la Divina Providencia y de todos los sectores de la
nacionalidad el país podrá ver " concretado un porvenir venturoso de paz y justicia".
De las palabras pronunciadas, sobresalen conceptos claros que responden a la filosofía polí-
tica de vieja tradición radical. El presidente habla de "democracia" y de "reparación nacio-
nal"303, dos términos muy caros al Radicalismo. En Illia había cierto "parentesco raigal con Hi-
pólito Yrigoyen por el sentido ético de su lucha" 304.
En las elecciones del 7 de julio, la UCRP se impuso en doce provincias: Buenos Aires, Entre
Ríos, Chubut, Misiones, Santiago del Estero, La Rioja, Santa Fe, Formosa, Córdoba,
Catamarca, Santa Cruz y Río Negro. En Mendoza ganó el Partido Demócrata. La UCRI en Co-
rrientes, La Pampa, Jujuy y Tucumán. El Movimiento Popular Neuquino en Neuquén, el Jus-
ticialismo en el Chaco, la UCR Bloquista en San Juan, el Demócrata Liberal en San Luis y la
Unión Provincial Democrática en Salta.
La proscripción del Peronismo en las elecciones llevó al poder a un gobierno que carecía de
legitimidad de origen305.
No obstante, la administración Illia se desenvolvió dentro del marco constitucional. Las pro-
vincias gozaron efectivamente de sus autonomías, disponiéndose sólo la intervención a Jujuy,
por ley del Congreso Nacional. Así, salvo el caso de la provincia norteña, se puede asegurar
que las autonomías locales gobernaron armónicamente con el Estado Federal.
En suma, el país vivió en el período 1963-1966, sin estado de sitio, sin intervenciones federa-
les, sin plan Conintes. De ahí que por su profunda vocación republicana, la gestión presi-
dencial de lllia fuera legítima en su ejercicio306.

42 - Los sindicalistas e Illia.

El programa previsto por Illia en materia sindical abarcaba ld sanción de un Código de Traba -
jo y Seguridad Social, que asegurara la participación activa de los trabajadores, su integridad
moral y material y un sistema previsional justo.
Apuntaba a la unidad del sindicalismo argentino, preservado de la intromisión del Estado y de
su instrumentación política.
Abogaba por la concreción de un pacto social para comprometer en el esfuerzo a trabajadores
y empresarios. Reconocía que el país contaba con sindicalistas inteligentes y responsables y
con empresarios modernos e informados.
Convocaba a ambos sectores a" aceptar el compromiso que tienen frente a la Nación de re-
solver pacíficamente sus diferencias y ser uno de los sostenes principales de un orgulloso sen-
timiento nacional... para vencer las dificultades que la República enfrenta" 307.

303
"Mi pensamiento no fue jamás gobernar al país, sino el de la concepción de un plan reparatorio fundamental, al
que, según mi juicio, debí inmolar el desempeño de todos los poderes especiales", del texto de la nota firmada por Hi -
pólito Yrigoyen y enviada a la Convención Partidaria, fechada en Buenos Aires, diciembre de 1915, renunciando a la
candidatura para la presidencia (Documentos de Hipólito Yrigoyen, p. 115, la bastardilla es nuestra).
"La idea de la reparación es la primera clave. Es la matriz generadora de la acción, que se orienta hacia la restau -
ración de un pasado áureo, impreciso pero originario, que será la piedra de toque para la interpretación de la historia
que hace el radicalismo y que lo investirá de esa cualidad pretendida de 'partido nacional histórico', otorgándole esa
áurea de inmanencia y superior trascendencia", Clementi, Hebe, El radicalismo como doctrina, en Yrigoyen, Hipólito,
"Mi vida y mi doctrina", p. 23.
304
Así lo señala Laíño, De Yrigoyen a Alfonsín, p. 108. Ver también Alvarez Guerrero, O., E1 radicalismo y la ética so-
cial. Yrigoyen y e1 Krausismo, p. 20, "El pensamiento y la acción política de Irigoyen (y posteriormente en sus segui-
dores, dirigentes y gobernantes más importantes como Sabattini, Balbín y Arturo Illia) responden a una concepción
global de la realidad de un modo muy directo a un sistema guía para la omnicomprensión del mundo".
305
"Es necesario asentar con firmeza el hecho que la ilegitimidad insanable del gobierno radical no era mayor que la
de otros gobiernos civiles o militares que ocuparon cl poder, ya que el fracaso del sistema había conducido a este fi -
nal. El régimen electoralista político partidista, no daba para más", Verone, Mario A., La caída de Illia, p. 55. "El pro-
ceso de proscripción política provoca la disfuncionalidad de la mediación política; dicha disfuncionalidad, una crisis
de legitimidad en el sistema político vigente, y dicha crisis, el proceso de desestabilización política", Krause, Hernán
A., La transición política, p. 128.
306
"Las libertades democráticas y las normas de honestidad administrativa son respetadas, y el país vive por un corto
tiempo un clima de seguridad y confianza", Kaplán, 50 años de historia argentina (1925-1975): El laberinto de la frus-
tración, en "América Latina. Historia de medio siglo", p. 59.
307
Ver La Prensa, 13/10/63, p. 5.
Las relaciones entre el sindicalismo y el gobierno radical fueron, desde un comienzo, hostiles.
El sindicalismo no vio con buenos ojos la presencia de los radicales del pueblo en el poder. Es
más, existía entre ambos un rechazo irritativo, imposible de superar.
Tal actitud por parte de los sindicalistas tenía su origen precisamente en los comicios del 7 de
julio de 1963, a los que consideraban fraudulentos. Por eso, no reconocían al gobierno como
legítimo. Máxime cuando en la Asamblea de la Civilidad convocada por la UCRP en marzo de
1963, se había comprometido a no participaren los comicios si el Peronismo era proscripto.
Una razón más para que la UCRP no fuera confiable.
Aun antes de asumir, Illia ya podía prever la lucha que enfrentaría el nuevo gobierno con los
sindicalistas peronistas308.
El 5 de diciembre de 1963, la dirigencia cegetista, encabezada por su secretario general, José
Alonso309, presentó al presidente Illia un petitorio310 que, con características de un programa
económico, contenía los siguientes reclamos: anulación de toda la legislación represiva y ple-
na vigencia de la Constitución Nacional; ajuste de sueldos y salarios en función de las va-
riaciones del costo del nivel de vida; eliminación de la desocupación y el desempleo; elevación
del poder adquisitivo de la población; control de los precios de los artículos de primera necesi-
dad; reactivación general de la economía; nacionalización de los depósitos bancarios y estab-
lecimiento de una política selectiva del crédito; fijación de un sistema de control de cambios;
restablecimiento del principio de que las fuentes energéticas son propiedad inalienable e imp-
rescriptible de la Nación; creación de un organismo para la promoción y defensa del comercio
exterior; establecimiento del contralor de fondos, especialmente divisas; ruptura de las re-
laciones con el FMI, para que los argentinos sean los únicos árbitros de su economía; plani -
ficación del desarrollo económico, con sentido nacional, ajustada a modernos métodos téc-
nicos de programación; participación activa de los trabajadores en la administración y direc-
ción de las empresas estatales y privadas, convirtiéndolas en organismos de la comunidad que
actúen en función social; reforma de las políticas monetaria y fiscal para ajustarlas a los obje -
tivos de los planes de desarrollo económico; realización de cambios estructurales en la
agricultura, industria, comercio y servicios generales; realización de un plan de "vivienda so-
cial" tendiente a eliminar el actual déficit mediante una reforma urbana y reforma integral de
los sistemas educacional, de salubridad y de seguridad social. Solicitaban también el escla -
recimiento del caso Vallese311.
El gobierno no atendió a los reclamos, salvo el referido al tema jubilatorio.
El 4 de febrero de 1964 la CGT convocó a las distintas fuerzas políticas con el fin de
informarles el Plan de lucha, elaborado el año anterior, y que estaba dispuesta a aplicar. Asis-
tieron a la reunión la Unión Popular, el Partido Demócrata Cristiano, la UCRI alendista, la
UCRI frentista, el Partido Conservador Popular, el Demócrata Progresista, el Socialista Argen-
tino, UDELPA, el Partido Bloquista y los comunistas. Se abstuvieron la Federación Nacional
de Partidos de Centro, el Socialista Democrático y por supuesto la UCRP. Esta última le envió
a la CGT un documento detallando la labor del gobierno desde su asunción 312.
Dos meses más tarde la adrninistración radical creaba el Departamento de Verificación
Contable, encargado de investigar el manejo de los fondos sindicales 313. Ello implicaba un
intervencionismo estatal, que sumado a la crisis económica inflacionaria existente y al desco-
308
En agosto de 1963 la 62 Organizaciones dan a conocer un documento que "constituía una clara advertencia de que
el peronismo no habría de pasar por alto los dos aspectos sustanciales que habían dado origen al nuevo régimen
radical. El primero de ellos, la naturaleza proscriptiva de la convocatoria electoral... El segundo... la complicidad de
los dirigentes de la UCRP que habían faltado a la palabra dada en la Asamblea de la Civilidad de no participar en las
elecciones si cl peronismo era proscripto", Calello-Parcero, De Vandor a Ubaldini/1 , ps. 69-70.
309
La nueva conducción de la Confederación General del Trabajo fue electa en enero de 1963. Además del secretario
general Alonso, integraban el máximo organismo Riego Ribas (secretario general adjunto); Arturo C. Staffolani (se-
cretario de hacienda); Juan N. Racchini (prosecretario de hacienda); Avelino Fernández (secretario gremial e
interior); Jorge F. Elías (pro-secretario gremial e interior); Luis Angeleri (secretario de prensa, cultura, propaganda y
actas) y Marcos Almozny (secretario de previsión social). Ver Senén González, E1 sindicalismo después de Perón, ps.
48-49.
310
El documento puede verse en Clarín, 6/12/63 y en Zorrilla, Rubén H., El liderazgo sindical argentino. Desde sus
orígenes hasta 1975, ps. 160-161.
311
El obrero metalúrgico Felipe Vallese había desaparecido en circunstancias poco claras, presumiéndose haber sido
víctima de la violencia policial en agosto de 1962. Ver Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo, ps. 292-293.
312
"El documento... enumeraba los actos de la administración Illia en materia de libertades públicas, medidas de ca -
rácter económico y social, de defensa del patrimonio y la dignidad nacional..., 'para cuya adopción y ejecución tanto
el gobierno como el comité nacional de la UCRP, descuentan la colaboración indispensable de la CGT' ", Sánchcz., La
presidencia de Illia, p. 27.
313
El Departamento de Verificación Contable tenía por misión ejercer a través del cuerpo de inspectores contables el
"contralor contable del movimiento económico-financiero de las asociaciones profesionales con personería gremial
otorgada por el régimen de la ley 14.455 incluidas las actividades económicas y cualquier otra afín a cargo de las
mismas", según expresa el decr. 2.437/64.
nocimiento del petitorio de diciembre del año anterior llevaron a la CGT a aplicar su Plan de
lucha, a partir de mayo314.
Comenzaron así las movilizaciones, tomas de fábricas 315, realizaciones de cabildos abiertos,
exigiendo mediante ellos, no sólo medidas económicas, sino también reivindicaciones polí-
ticas.
En reiteradas oportunidades se pidió al presidente que implantara el estado de sitio, a lo que
él siempre se mostró contrario, expresando : "He vivido muchos años en la República y he vis -
to muchas cosas y siempre he sido amigo de la libertad, de la convivencia y del respeto mu -
tuo. No creo que pueda tomar medidas de esa naturaleza... La Constitución y las leyes son ba -
stante amplias y sabias, de manera que aplicándolas vamos a tener el recurso normal para dar
las soluciones que sean necesarias"316.
En octubre de 1965 se dispuso expresamente sanciones a las asociaciones profesionales de
trabajadores que participaran o colaboraran en actividades políticas partidistas (decr.
9.080/65), facultando al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social a proceder a la aplicación
de ellas.
El decreto iba dirigido a los sindicatos peronistas, debido "a la actitud que han venido asu-
miendo ciertas asociaciones profesionales de trabajadores caracterizada por una manifiesta,
activa y reiterada colaboración con un determinado partido político".

43 - Salario garantizado.

Las reiteradas presiones de los sindicalistas sobre el gobierno para evitar el deterioro de los
salarios ante los constantes vaivenes de la economía, llevó a que las autoridades tomaran
conciencia de la situación y se dispusieran a atenuar sus efectos.
El Ejecutivo, con el apoyo de legisladores como Alfredo Palacios, presentó un proyecto sobre
salario vital mínimo y móvil que comenzó a tratarse en la Cámara de Diputados, a fines de
mayo.
Considerado en Senadores, fue sancionado el 7 de junio, mediante ley 16.459. El 10 de junio
fue observada por el presidente. Con las modificaciones aceptadas por ambas Cámaras, lllia
promulgó la norma el 12 de junio (decr. 4.398/ 64).
Así, la ley 16.459 dispuso que toda persona que trabajara en relación de dependencia debía
percibir una remuneración no inferior al salario vital mínimo que se estableciese317. Dicho
salario debía asegurar al trabajador y a su familia una adecuada alimentación, vivienda digna,
vestuario, educación de los hijos, asistencia sanitaria, transporte, vacaciones, esparcimiento y
seguro y previsión.
Se creó, además, un Consejo Nacional de Salario Vital, Mínimo y Móvil, que debía fijar perió-
dicamente el monto. El Consejo, estaría integrado por cuatro representantes

314
"En 1964 había ya en la Argentina casi medio millón de desocupados y cl déficit fiscal marcaba una cifra pavorosa:
200.000 millones de pesos", Luna, Félix, Argentina de Perón a Lanusse, 1943-1973, p. 176.
315
El siguiente cuadro ha sido tomado de Rotondaro, ob. cit., p. 307.

Cfr. Echagüe, Las grandes huelgas, ps. 102-103, quien señala que: "el 21 de mayo son ocupados 1.200 estalecimien-
tos en todo el país, simultáneamente, y el 18 de junio participan de las mismas 850 mil trabajadores. Objetivamente,
ello significó un rudo golpe para el 'sagrado principio de la propiedad privada'". Ampliar en Castello, La democracia
inestable, t. 2, ps. 90-100; Peralta Ramos, etapas de acumulación y alianza de clases en la Argentina, p. 166, quien
sostiene que según estimaciones hechas por la CGT, muchos de los trabajadores que participaban del plan de lucha
no estaban afiliados y sólo eran "actores sumados espontáneamente al movimiento de reivindicaciones".
316
Citado por Castello, La democracia inestable, t.2, p. 95.jadores. Objetivamente, ello significó un rudo golpe para el
'sagrado principio de la propiedad privada"'. Ampliar en Castello, La democracia inestable, t. 2, ps. 90-100; Peralta
Ramos, Etapas de acumulación y alianzas de clases en la Argentina, p. 166, quien sostiene que según estimaciones
hechas por la CGT, muchos de los trabajadores que participaban del plan de lucha no estaban afiliados y sólo eran
"actores sumados espontáneamente al movimiento de reivindicaciones".
317
Sobre el tema, ampliar en Deveali, Mario L., La nueva ley sobre salario mínimo vital y móvil, DT, 1964-327; Raino-
ller, Esquema histórico del desarrollo de la norma laboral en la Argentina, en Vázquez Vialard, dir., "Tratado de dere-
cho del trabajo", t. 3, p. 176.
estatales, dos por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y dos por el Ministerio de Eco-
nomía, cuatro representantes de los trabajadores y cuatro de los empleadores.
El Organismo tendría por facultades: nombrar comisiones de estudio con la participación de
los sectores interesados; requerir asesoramiento e información de las reparticiones y organis-
mos nacionales, provinciales, municipales o privados; realizar encuestas y estudios relativos a
la situación económica y condiciones de vida de los trabajadores en las distintas zonas del
país y publicar anualmente un informe económico y social con referencia a la evolución de los
salarios, precios, costos y ganancias; contratar, previo concurso, personal administrativo y
técnico; y formular su presupuesto de gastos.
Le competía, además, la determinación anual, para cada zona, del salario vital mínimo para la
familia tipo, para lo cual debía tener en cuenta las variaciones de los índices de costo de vida
elaborados por la Dirección Nacional de Estadísticas y Censos.
Quedaban excluidas del régimen de la ley las remuneraciones del servicio doméstico y las de
los agentes de las administraciones provinciales y los de sus municipalidades, organismos
descentralizados y autárquicos provinciales y municipales. El Poder Ejecutivo Nacional gestio-
naría ante los gobiernos provinciales la sanción de normas concordantes, en beneficio del per-
sonal anteriormente mencionado.
No obstante, en diciembre la CGT convocó a un paro general para el 17 y 18, "como último
intento de hallar soluciones", ante la grave situación de miseria, desocupación, retroceso
cultural, crisis financiera y económica e hipoteca internacional.
Ante éstos y los anteriores reclamos, el gobierno sólo respondía con indefiniciones, buscaba
disminuir el poder de la Central Obrera, fomentando las divisiones en el seno de la CGT y
tratando de crear un organismo paralelo; por lo menos así eran las intenciones de la principa-
les figuras del Ministerio de Trabajo, el ministro Fernando Solá y el subsecretario Germán Ló -
pez 318.

44 - Contrato de trabajo: ley a medias.

La Comisión de Legislación del Trabajo presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de


ley de contrato de trabajo, el que fue considerado y aprobado en octubre de 1965. De allí pasó
a la Cámara de Senadores que lo admitió con modificaciones. Vuelto a Diputados se aceptaron
parcialmente las reformas. Si bien el Senado insistió en la sanción del proyecto tal como lo ha-
bía elevado, Diputados sólo aceptó la modificación introducida a un artículo. Finalmente, la
ley fue sancionada en la sesión del 29 de abril con el N° 16.881, y promulgada parcialmente
por el Ejecutivo el 18 de mayo (decr. 3.643/66). Por el decreto se observaban los arts. 1° al 38
y 41 al 61.
Esta promulgación parcial abrió un debate sobre la constitucionalidad o no del procedimiento
llevado a cabo por el Poder Ejecutivo. Se trataba, entonces, de considerar que las partes no
vetadas pudieran entenderse como aprobadas y vigentes, independientemente del destino fi-
nal del proyecto.
E1 art. 72 de la Const. Nacional, que establece el derecho de veto, en su primera parte seña-
la: "Desechado en el todo o en parte un proyecto por el Poder Ejecutivo, vuelve con sus
objeciones a la Cámara de origen".
De la norma se desprende que todo el proyecto, lo aprobado y lo objetado retorna a la Cámara
de origen, por ello es inconstitucional promulgar parcialmente la parte no vetada y devolver
la vetada319.
El Poder Ejecutivo ejerce las facultades colegislativas de acuerdo con el inc. 4°- del art. 86 de
la Const. Nacional, pues "participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución".
Pero, sin duda, es el Congreso quien tiene plenamente la facultad legislativa a través de la po-
sibilidad de insistir y convertir en ley un proyecto.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la invalidez de la promulgación de sólo
cuatro de los 62 artículos de la ley sancionada320. Así la norma que constituía un todo orgánico
reglando el contrato de trabajo quedó, después del veto y de la promulgación parciales, referi-
da sólo a las causas y formas de extinción del contrato y las indemnizaciones correspondien-
tes. Era una ley "a medias".
318
Ver Calello-Parcero, De Vandor a Ubaldini/1, p 86.
319
"No dice el precepto constitucional que, si las observaciones fueran parciales, la Cámara de origen deba o pueda
discutir el proyecto tan sólo en la parte observada... el Congreso tendrá que pronunciarse sobre todo el proyecto,
pues es éste y no la parte objetada el que vuelve con sus objeciones a la Cámara de origen", Vásquez, Ramón F., Po-
der de veto, p. 30. Cfr. CSJN, 28/3/41, LL, 22-54.
320
"La ley 16.881 tenía por objeto reglar de malo general el contrato de trabajo y no solamente actualizar los montos
indemnizatorios fijados en la ley 11.729 y sus reformas", Femández Madrid, Juan C., Extinción del contrato de traba-
jo. Ley 16.881, en ADLA XXVI-A-4.
En tal sentido, la Corte señaló: "para que un proyecto se convierta en ley nuestra Constitución
exige, no sólo que se sancione por el Congreso, sino también que lo promulgue el presidente
de la República. Si esto último no ocurre, porque la promulgación falta en absoluto o porque
la promulgación es inválida, no existe ley, y en tal caso claro está que nadie podría fundar
derechos en una ley inexistente" (consid. 6° ). El Supremo Tribunal agregaba: "que el proyec-
to sancionado por el Congreso Nacional constituía un todo inescindible, de modo que las
normas no promulgadas no han podido separarse del texto total sin detrimento de la unidad
de éste. Como regla, las disposiciones que componen una ley están vinculadas entre sí.
No cabe asegurar, pues que el Congreso hubiera sancionado el proyecto en caso de excluirse
alguna de sus normas capitales. De ahí que el Poder Ejecutivo no pudo, en su momento, pro-
ceder como procedió, sin invadir atribuciones propias del Congreso Nacional y sin asumir, en
la especie, la calidad de legislador" (consid. 7°).
"De lo expuesto se desprende que, habiendo el Congreso dictado las normas aludidas como
componente de un cuerpo orgánico destinado a reglar el contrato de trabajo, el Poder Ejecu-
tivo las arrancó de ese cuerpo a cuya aplicación integral las vinculaba el Poder Legislativo ,
promulgándolas separadamente, con absoluta prescindencia de las que definen el contrato y
determinan su ámbito de aplicación" (consid. 9º) .
La Corte concluyó que la promulgación parcial en cuestión no era válida, pues se hallaba
viciada por una irregularidad esencial y en tal sentido "faltando promulgación, la pretendida
ley no es tal y no puede obligar a la parte demandada"321.

45 - ¿Reglamento vs. ley?

En febrero de 1966 , por decr. 969/66, el gobierno reglamentó la ley 14.455 de asociaciones
profesionales de trabajadores, dictada durante la presidencia de Frondizi. La reglamentación
perseguía cotno objetivos fundamentales "hacer efectiva la democracia interna en las aso-
ciaciones profesionales, adecuar su estructura a nuestro federalismo institucional, garantizar
la libertad de afiliación y asegurar la administración ordenada de los fondos sindicales" 322.
La administración radical entendía que la defensa de los intereses de los trabajadores reque -
ría una reglamentación que, a la par de vigorizar al movimiento sindical, posibilitara el des -
arrollo de una "auténtica actividad profesional" e hiciera posible la participación efectiva de
los sindicatos de base y sus afiliados. Se consideraba así que las asociaciones profesionales de
trabajadores con personería gremial debían ejercitar sus actividades específicas "con exclu-
sión de todo acto de proselitismo o difusión ideológica y de sostén económico o ayuda
material a organizaciones políticas".
Igualmente se dispuso que toda adopción de medidas de acción directa debía ser re -
suelta por el voto personal y secreto de los afiliados, en asamblea especialmente
convocada al efecto.
Se creaba en jurisdicción del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social el Tribunal de Cuentas
Sindicales, encargado de controlar el movimiento económico-financiero de los gremios. En
caso de comprobar irregularidades que configuraran violación de las normas penales, debía
formular la denuncia ante la autoridad jurisdiccional competente.
321
CSJN 9/8/67 "Calellia, Ciriaco c/Febre y Basset, SA y/u otra sobre despido", LL, 127-665, con nota de Robrero,
Alberto, Promulgación parcial de las leyes. Su inconstitucionalidad, quien sostiene que con la sentencia de la Corte se
decidieron dos importantes cuestiones: I) la justiciabilidad de la situación que provocó la intervención del tribunal y
2) la inconstitucionalidad de la ley 16.881 (p. 666); más adelante cl autor señala que: "La Constitución Nacional esta-
blece una serie de requisitos para la sanción de las leyes. Estos pasos que la Constitución prevé son, ni más ni menos,
que garantías constitucionales, y su violación anula cl acto" (p. 667). Ver también Valiente Noailles, Carlos , Manual
de jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, t.l., ps. l012.
322
De los considerados del decr. rcglamentario 969/66. Según Ceballos, Ernesto, Historia política del movimiento
obrero argentino 194" 1985, p. 54: "En los considerandos del decreto, cuya redacción se atribuye a quien era subse-
cretario de Trabajo, el doctor Germán López, hay cuatro ideas básicas: I) los sindicatos deben ser democratizados, es
decir, federalizados, en concreto disgregados a nivel provincial; 2) el movimiento obrero deber ser apolítico... mien-
tras el peronismo sea mayoría en la clase trabajadora; 3) es necesario estrangulara los sindicatos por vía financiera,
estableciendo un rígido control sobre los fondos que manejan. Hay que volver, al sindicato de los años de la
oligarquía, que funcionaba en un altillo y no tenía para pagar la luz; 4) la unicidad gremial para toda la rama profesio -
nal es un privilegio totalitario, hay que restablecer la libertad de afiliación, en una palabra, eliminarla personería
gremial única".
Respecto de este tema ver Vanossi, El gobierno "de facto" de Guido y la presidencia de Illia, en "Evolución de la orga-
nización político constitucional en América Latina", II, p. 387, donde afirma que: Cuando el enfrentamiento sindical
adquirió contornos políticos, el gobierno procedió a reglamentar la ley de asociaciones profesionales con mira a regu -
lar aspectos electorales y financieros de la vida de los sindicatos: era un intento de encuadrar el comportamiento de
estas entidades en su función específica".
Ver la opinión de Romero, José Luis, Breve historia de la Argentina, p. 218, quien señala que el gobierno trató de hos-
tilizar a los sindicalistas peronistas, que habían asumido la conducción de la CGT sobre todo mediante la reglamen -
tación de la ley de asociaciones profesionales.
El dictado de este reglamento, "obra del Ministerio de Trabajo, convertido en bastión antio -
brero"323, fue objeto de un arduo cuestionamiento, pues en "alguna medida aparecía excedien-
do el texto legal"324. Se cuestionó igualmente el ejercicio irrazonable de la facultad de reg-
lamentar del presidente más allá de lo previsto en el art. 86, inc. 2º, de la Const. Nacional 325.
El Ejecutivo, en el deseo de encuadrar la actividad de las asociaciones sindicales, rebasó el
marco de la ley pues el reglamento preveía cuestiones que la norma no contemplaba.
Esto irritó a los sindicalistas y contribuyó a profundizar la brecha entre ellos y el gobierno.

46 - Dos tendencias.

Entre el 18 y el 20 de enero de 1965 sesionó un nuevo Congreso de la CGT, designándose a


las autoridades que conducirían el organismo durante el período 1965-1967. José Alonso fue
reelegido secretario general de la entidad.
Pronto, la conducción de la CGT sería disputada por dos tendencias. Una de ellas estaba enca -
bezada por el dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, que representaba la indeperi-
dencia frente a las directivas de Perón . El consenso que había adquirido al poner en marcha
el Plan de Lucha, sumado a su habilidad política, lo llevaron a tomar la decisión de reorgani-
zar el Peronismo sin Perón, a través de las 62 Organizaciones326.
La otra tendencia estaba en manos de los ortodoxos, quienes constituyeron en 1965 la organi-
zación "62 de Pie", fieles a Perón 327. Este grupo estaba encabezado por el dirigente del vestido
José Alonso, desplazado de la conducción cegetista.
El intento del gobierno de Illia por encuadrarla actividad de los gremialistas a lo estrictamen-
te sindical, evitando de esa manera que ella adquiriera perfiles políticos, se tradujo en la
norma que preveía sanciones para aquellas asociaciones gremiales que apoyaran tareas
partidistas. Se negaba sistemáticamente a reconocer que la mayoría de los sindicalistas eran
peronistas, con Perón o sin él.

323
Ver Ceballos, Historia política del movimiento obrero, p 54.
324
(27) En tal sentido ver Vázquez Vialard, Antonio, Reglamentación de la ley de asociaciones profesionales, DT,
1966-I; Ferro, Horacio, La reglamentación y la Constitución Nacional.
325
El art. 86, inc. 2°, señala que el presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones: "Expide las instrucciones
y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con
excepciones reglamentarias". Ampliar sobre el tema en Barra, Rodolfo C., La potestad reglamentaria de la adminis-
tración pública en el derecho argentino, en "La Contraloría General de la República. 50 años de vida institucional,
1927-1977",p.75. Ver también, Prieto, Ramón, Treinta años de vida argentina 1945-1975, p. 233: "La reforma de la
ley de asociaciones profesionales pasó sin pena ni gloria mediante decreto sin que se produjera un solo escalofrío en
los grupos vocingleros de la reacción; reformar la ley por decreto no les hería la sensibilidad jurídica".
326
Eran intenciones de Vandor "institucionalizar al peronismo, centralizando todas las siglas, bajo un comando único
y nacional. Contaba para esta tarea con el decidido apoyo del neoperonismo, quien hace ya largo tiempo viene aca -
riciando la idea de montar un peronismo sin Perón", Cairo, Angel, El peronismo: sus luchas y sus crisis 1955-1968, en
"El peronismo", p. 98. Ver Montuschi, El poder económico de los sindicatos, p. 97.
327
El 18 de enero de 1966 se dio a conocer una solicitada que llevaba por título "De pie junto a Juan Perón", donde se
señalaba: 1) acatamiento incondicional a Juan D. Perón y a sus directivas; 2) reconocimiento como única delegada
suya en el país a María Estela Martínez de Perón; 3) acatar el Comando Superior Delegado como órgano principal de
la acción partidaria y 4) desautorizar a los que desde la Mesa Coordinadora de las 62 Organizaciones se han le-
vantado contra Perón. Ver documento en Rotondaro, ob. cit., p. 314.
CAPITULO VIII
LOS SINDICALISTAS Y EL GOBIERNO MILITAR
(1966-1973)

47 - La "Revolución Argentina".

A comienzos de 1966 la estructura institucional del país se resquebrajaba aceleradamente 328.


Poco a poco, el presidente se quedaba solo y los rumores de un complot contra su gobierno se
multiplicaban. La prensa contribuyó ostensiblemente a ello 329. Se auguraba un vacío de poder.
La estabilidad institucional se veía amenazada por militares divididos en "azules" y "colo-
rados" y por civiles divididos en peronistas y antiperonistas.
En un primer momento todos se apresuraron a declarar su respaldo al orden republicano y
federal, ante cualquier "intento perturbador", y a manifestar preocupación por "la situación
económica, las huelgas y la incertidumbre electoral". Los resultados comiciales de 1965 ha-
bían llenado de temor al gobierno y a un vasto sector de civiles y militares, ya que preanuncia-
ban el éxito del peronismo en las elecciones parciales de 1967 y 1969 y su retorno al poder.
A la lentitud del Ejecutivo para dar respuestas efectivas a los requerimientos más
importantes, se le sumaba la debilidad del Legislativo 330. El partido oficialista se limitaba sólo
a aprobar, sin discusión, los proyectos emanados del Poder Ejecutivo, mientras que los par-
tidos de la oposición realizaban precisamente todo lo contrario. La actitud de la oposición y
del oficialismo, en el Congreso, fue una constante que desgastó el sistema democrático. Sólo
la Federación Nacional de Partidos de Centro y el Partido Socialista Democrático mantuvieron
una postura de oposición solidaria.
La proliferación de huelgas y la ocupación pacífica de fábricas, la infiltración comunista, el
agravamiento de las relaciones del gobierno con el sindicalismo y con las Fuerzas Armadas,
los planteos de los estudiantes universitarios, la crisis de la partidocracia, todo contribuyó a
acorralar al partido gobernante, aislándolo hasta el punto de no saber qué hacer, salvo aguar-
dar la pronta revolución que, por cierto, no se hizo esperar.
Las actitudes de las distintas fuerzas sociales respecto del inminente golpe no eran homogé-
neas.
(por el temor al triunfo electoral del peronismo) y la falta de eficacia de la administración
radical", Vanossi, E1 gobierno "de facto" de Guido y la presidencia de Illia, en "Evolución de la
organización político-constitucional en América Latina (1950 - 1975)", t. II, p. 389.
"Con más de un año de antelación ese golpe de Estado había sido promovido, alentado y hasta
programado abiertamente por los más diversos sectores de la ciudadanía. La pasividad o no
adopción de oportunas y eficaces medidas por parte de las autoridades competentes, en
particular el Poder Ejecutivo, me llevan a dudar aun hoy de su real decisión de cumplir con su
obligación de `hacer observar fielmente la Constitución Nacional'. Pero esto no explica ni mu-
cho menos justifica mi proceder", Carta de Alejandro Agustín Lanusse, fechada el 22 de mayo
de 1988. Ver La Nación, 26/7/88 y La Semana, 3/8/88.

En el sindicalismo podían observarse dos tendencias. Mientras unos gremios, como la Frater-
nidad, la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte y Luz y Fuerza, se mostra-
ban contrarios al golpe; otros, especialmente aquellos que comulgaban con el dirigente Van-
dor, mantenían contactos con los militares golpistas.
El empresariado bregaba por una pronta solución revolucionaria. Tenía la convicción de que
sólo se lograría el orden bajo un régimen militar.
Por su parte, los partidos políticos, excepto el MID, la UCRI y el conservadorismo popular, no
apoyaban la salida golpista.

328
"El proceso de disolución no era la obra de un hombre ni de un grupo de hombres. No tenía un artífice. De un
modo u otro, más allá del epifenómeno de las huelgas, los planes de lucha, la gimnasia de la subversión, el obstruccio -
nismo parlamentario, estaba en juego la existencia del sistema y su esencia. Los esfuerzos gubernamentales no se
concentraban en logros y la persistencia de las causas las convertían en motivos, clausurando toda otra vía que no
fuera la del colapso o la destrucción", Fayt, E1 político armado, p. 11.
329
"En la preparación psicológica del golpe que derrocaría al gobierno radical tuvieron especial y preponderante
intervención la prensa frentista y los órganos de información estrechamente ligados al desarrollismo, además de
otros vinculados al empresariado tradicional. Dos revistas de información general, con un estilo muy norteamericano,
fundadas por Jacobo Timerman, Primera Plana (13 de noviembre de 1963) y Confirmado (mayo de 1965), realizaron
una acción de primera línea en esta campaña", Castello, La democracia inestable, t. 2, p. 297.
330
"Con pasos seguros y ciertos, los sectores golpistas y los que inconscientemente secundaban sus planes, fueron
irradiando la imagen de un gobierno lento e ineficiente. Las dos grandes razones que se invocaron para derribar al
doctor Illia fueron la falta de una salida política
Cuando el 29 de mayo de 1966 el general Pascual Pistarini pronunció el discurso con motivo
del Día del Ejército, considerado como una proclama revolucionaria, el golpe era ya un he-
cho331.
La Fuerza Aérea colaboraba con el clima de inestabilidad que reinaba, afirmando que "la auto-
ridad del gobierno y la situación política, económica y social están seriamente deterioradas. Si
el gobierno no toma medidas que aseguren soluciones reales y efectivas, que resuelvan los
problemas fundamentales que han provocado este deterioro, las Fuerzas Armadas deben pres-
tar todo el apoyo necesario para preservar el orden constitucional. Empero, no se descarta la
posibilidad de que como consecuencia de un evidente empeoramiento de la situación actual,
se haga necesaria la intervención del gobierno por las Fuerzas Armadas" 332.
El 9 de junio el presidente, como último recurso para proteger el orden constitucional, reunió
a sus ministros con el propósito de intensificar los contactos con las organizaciones políticas,
gremiales, empresarias y universitarias, con el fin de lograr la solución a los diversos pro-
blemas que afligían a la República y consolidar la unión nacional. Pero el intento fue en vano.
A su vez, el 13 de junio se reunieron en la Secretaría de Guerra los generales de división,
quienes elaboraron un documento, con características de ultimátum, que elevaron al secreta-
rio de Guerra general Eduardo Castro Sánchez. En el mismo exigían inmediatas soluciones
ante la infiltración marxista, el inmovilismo oficial y la situación político-económica general
del país.
El 24 de junio, los tres comandantes en jefe, teniente general Pascual Pistarini, almirante Be -
nigno Varela y brigadier mayor Teodoro Alvarez se reunieron con el ministro de Defensa,
Leopoldo Suárez, para tratar los temas que expondrían al presidente Illia: plan político, comu-
nismo y medidas para asegurar el orden y el imperio de la ley.
Mientras tanto, tomó estado público una reunión realizada entre el secretario de Guerra, el
comandante del II Cuerpo de Ejército Carlos A. Caro y figuras políticas. Esta situación llevó al
teniente general Pistarini a considerar como necesaria y urgente la destitución del secretario
de Guerra, el relevo del general Caro, la restitución de los cuadros y el derrocamiento del go-
bierno. El 27 de junio el Comando en Jefe del Ejército comunicó públicamente qué había re-
suelto.
A esa altura de los acontecimientos, el gobierno de Illia tenía las manos atadas. No obstante,
el presidente convocó a los comandantes en Jefe a la Casa Rosada. Pistarini no acudió. El
intercambio de comunicados provenientes de la Casa Rosada y del Comando en Jefe del
Ejército comenzaron a confundir a la ciudadanía en la madrugada del 28 de junio. A mediano-
che el presidente se dirigió al pueblo. Entre otras consideraciones dijo: "en mi calidad de co -
mandante en jefe de las Fuerzas Armadas, consciente de mi responsabilidad ante el país, he
dispuesto el relevo de su cargo del general Pistarini, lo que ha sido comunicado a las Fuerzas
Armadas, con el fin de que se defienda al orden constitucional". Este comunicado fue res-
pondido por otro del Comando en Jefe del Ejército que señalaba: "El comunicado de la Presi-
dencia de la Nación, anunciando la destitución del comandante en jefe del Ejército, general
Pistarini, carece de valor".
Los gobiernos provinciales ya se encontraban bajo el control militar. Las tres fuerzas invita-
ban al gobierno nacional a alejarse.
Ante la resistencia de Illia de dimitir, Pistarini emitió otro comunicado que finalizaba dicien-
do: "El Comando en Jefe del Ejército informa que a las 21 de ayer (junio 27), el presidente Illia
ante los comandantes en jefe Varela y Alvarez, ofreció su renuncia del cargo, novedad que
fue comunicada a este Comando en Jefe del Ejército. Actitudes posteriores del doctor Illia,
contradictorias, han determinado la adopción de medidas militares".
No obstante lo anunciado, la negativa de Illia de abandonar la Casa Rosada continuaba. En-
tonces se encargó al comandante del Cuerpo I, Julio Alsogaray, acompañado por otros oficia-
les de menor rango, entrar en la Casa de Gobierno. A las siete y media del 28 de junio de
1966, Illia abandonaba la Casa Rosada. Un pelotón de la guardia de infantería de la Policía
Federal lo desalojaba del despacho presidencial, "en donde con innegable derecho, tercamen-
te, persistía en permanecer"333. De esta manera un nuevo presidente constitucional quedaba

331
"El presidente, que se contuvo durante el discurso del comandante en jefe, a tal punto que no cedió al impulso de
abandonar el palco presidencial, aceptó el hecho consumado como un medio para asegurar el mantenimiento del
orden constitucional. A su juicio, la democracia debía ser combatiente y abrigaba el convencimiento de que las ins -
tituciones serían defendidas por todos los sectores de la vida nacional. Estaba, evidentemente, en un trágico error",
Fayt, El político armado, p. 28.
332
Fayt, ob. cit., ps. 36 - 37.
333
"Era la primera vez en la historia del país que un presidente se veía obligado a abandonar su despacho bajo la pre -
sión de un pelotón policial, pero no era la primera vez que un presidente salía de la Casa de Gobierno por imposición
de los altos mandos de las Fuerzas Armadas", Pellet Lastra, El Estado y la realidad histórica, ps. 220 - 221.
derrocado por un movimiento militar que, no necesitó disparar un solo tiro, ni derramar una
sola gota de sangre.

48 - Los sindicalistas ante el golpe.

Tal como ocurrió con la sociedad argentina en general, el golpe del 28 de junio de 1966
despertó expectativas en los sindicalistas. Algunos sectores simpatizaron con él y muchos lo
apoyaron334. Por eso, en la ceremonia de asunción del presidente, general Juan Carlos Onga-
nía, pudo verse a Augusto Timoteo Vandor, de la UOM, a José Alonso, del Vestido, a Francisco
Prado, entonces secretario de la CGT335 y a Juan José Taccone, de Luz y Fuerza.
No obstante, la CGT adoptó una postura cautelosa. A1 día siguiente de producido el golpe, dio
a conocer una declaración en la que señalaba:
"La Confederación General del Trabajo, que no puede constreñirse al papel de mera espec -
tadora de los procesos sociales, políticos y económicos de nuestro país, lo que significaría elu-
dir la responsabilidad que su representatividad le confiere, ante un nuevo hecho que altera
sustancialmente el estado de cosas imperante hasta el día lunes 27 ppdo., considera ineludi-
ble asumir y ejercer el derecho de emitir su opinión al respecto ante la clase trabajadora y
ante la Nación.
En tal sentido, dos aspectos tienen que ser debidamente considerados y evaluados a fin de
emitir responsablemente la opinión de esta central obrera: primero, por qué se produjo la cri-
sis que suplantó al gobierno en la noche del 27 del corriente, y luego, qué espera nuestro mo -
vimiento de esta nueva instancia de nuestra coyuntura nacional.
En el primer aspecto, bastaría con reproducir literalmente las reiteradas y expresas ad-
vertencias que públicamente formulara esta central a los poderes públicos, que ejercían el go-
bierno nacional; ello de por sí pondría en evidencia que el estado caótico en lo social, político
y económico, engendraban día a día la falencia del poder constituido, la falta de autoridad y la
carencia total de representatividad.
Una vez más, el caos fagocitaba a sus responsables. Una vez más un gobierno fue víctima de
sus propios actos. La Confederación General del Trabajo no se regocija por esto. No es res-
ponsable de lo acontecido. Opinó cuantas veces fue necesario; peticionó y exigió las solucio-
nes mínimas e indispensables para los trabajadores y el país; luchó por esas soluciones en las
calles y allí dejó el testimonio doloroso de las víctimas inocentes abatidas por un sistema que
negó soluciones humanas e ineludibles; no colaboró en el ascenso al poder de ese gobierno.
Además, cree esta central que ya no es hora de lamentos ni de absolución de posiciones. Lo
que se ha dicho en estos años, nadie puede negarlo; de todo eso es menester sacar conclusio-
nes y afrontar esta nueva instancia histórica con clara y objetiva disposición.
El movimiento militar que el 27 de junio tomó el poder, constituye un hecho nuevo e histó-
ricamente asume una gran responsabilidad, ante la atenta expectativa que indiscutiblemente
ha concitado en el país. ¿Qué se espera de esta nueva etapa de la vida nacional? La
Confederación General del Trabajo, en representación del movimiento obrero, le plantea obje-
tivamente sus puntos de vista al respecto.
En primer lugar, sostenemos la necesidad impostergable de rehacer la unidad nacional, des-
truyendo para siempre el concepto antihistórico de réprobos y elegidos: la eminente condición
humanista y de fuerte contenido nacional de nuestro movimiento, exige una clara y leal ac -
titud positiva que, desterrando el odio sembrado por los ideólogos de la desunión, reivindique
la dignidad de los argentinos en la comunión de los superiores intereses nacionales, dentro de
un ámbito de libertad y justicia social.
Exigimos, como tan reiteradamente lo hemos demandado, el respeto a la legislación laboral
que es el verdadero patrimonio del movimiento obrero argentino y que se ha pretendido vul -
nerar con fines destructivos, que ni sirven al país ni ayudan a su progreso. Fundamentalmen-
te, en el caso de las leyes 14.455 y 1 1.729, la primera reglamentada inconstitucionalmente y
la segunda arbitrariamente vetada, deben restituirse a la estructura original, tal como las rec-
lama y necesita el pueblo argentino.

334
Ver en tal sentido Freijo, Lecciones de nuestra historia reciente, p. 239 - 240, donde el autor señala: "Estas dos
presencias (refiriéndose a Vandor y a Alonso) garantizaban por sí solas al gobierno un margen de acción mucho más
amplio que cualquiera que hubiese tenido otro gobierno post peronista. La ortodoxia dirigida desde Madrid y el
neoperonismo vandorista, aseguraban a las nuevas autoridades que, si bien no se otorgaría un apoyo cálido y entusia-
sta, estaban dispuestas a participar protagónicamente en el proceso que se iniciaba siempre y cuando en él se tuviera
en cuenta la opinión de las fuerzas trabajadoras".
335
El 19 de mayo de 1966 el Comité Central Confederal de la CGT había elegido una comisión directiva "provisional",
que tenía mandato de 90 días para normalizar a la entidad. Francisco Prado había sido elegido secretario general.
La plena ocupación y el incremento racional y humano de los salarios, cuyo nivel adquisitivo
debe asegurarse, son objetivos decisivos de la acción de gobierno y su concreción, ayudará a
disipar las tensiones y asegurará un clima de paz y convivencia social.
Como argentinos y trabajadores, nos preocupa el estado general del país; la defensa y promo-
ción de nuestra industria nacional, tan injustamente castigada y deteriorada por una ineficaz
política económica; la vigorización de un fuerte mercado interno de consumo, capaz de ab-
sorber mayores y mejores servicios de toda índole; la promoción en la construcción de vivien-
das dignas y decorosas. El cumplimiento de las leyes de previsión, como asimismo la rea-
lización de un vasto y necesario plan de obras públicas; una acción intensa y múltiple en la
política extractiva de nuestras riquezas naturales; la mecanización y electrificación del sector
agropecuario; la defensa de nuestros productos en los mercados internacionales y la promo-
ción de la exportación manufacturada nacional; la relevancia de nuestra política exterior, ha-
sta restablecer los niveles que tradicionalmente marcaron el prestigio internacional de nues-
tro país.
En momentos de indudable expectativa nacional frente a la asunción del poder por un nuevo
gobierno, esta central obrera no elude su responsabilidad institucional y emite su opinión, así
como ratifica una vez más que la participación de las fuerzas dinámicas en la conducción ge -
neral del país, como instituciones genuinas y representativas del esfuerzo nacional, acelerará
el despegue de la Nación y asegurará el progreso de todos sus habitantes.
En definitiva, al filo de la partida de una nueva etapa histórica nacional, la CGT, consciente de
su responsabilidad propone soluciones y demanda la participación que le corresponde en un
verdadero proceso de progreso argentino. La expectativa general intuye que es menester
arrancar de esta hora cero hacia el futuro que todos ambicionamos.
Dejamos planteadas nuestras inquietudes y esperamos y deseamos hechos positivos" 336.
En julio el gobierno de Onganía devolvió la personería gremial a la Asociación de Empleados
de Farmacia, la Unión de Trabajadores del Calzado, la Confederación de Obreros y Empleados
Municipales, la Federación Obrera del Caucho, la Federación Obrera Nacional de la Industria
del Vestido y el Sindicato de Obreros de la Industria del Vestido de Buenos Aires. Además se
dejaba sin efecto la suspensión de la personería gremial a la Unión de Recibidores de Granos.
En agosto, el presidente suspendió por el término de 120 días la vigencia del decr. regl.
969/66, tal como lo había solicitado la CGT en el documento del 29 de junio. Ya iniciado 1967
el decreto seguía suspendido, pero a partir de la huelga del 1° de marzo fue puesto nue -
vamente en vigencia337.

49 - Limitaciones a la huelga.

El 26 de agosto de 1966 el sindicalismo sufre un golpe bajo e inesperado cuando Onganía


firma la ley 16.936 sobre arbitraje obligatorio en los conflictos colectivos laborales.
Se dispone que la autoridad nacional de aplicación, es decir el Ministerio de Economía y Tra -
bajo o la persona que éste designe, quede facultada para conocer y decidir sobre los conflictos
laborales cuando sucedan: en lugares sometidos a jurisdicción nacional; cuando por sus carac-
terísticas excedan el ámbito jurisdiccional de una provincia y cuando, por su índole, afecten a
la actividad económica, la productividad, el desarrollo, el progreso, la seguridad y el bienestar
de la comunidad.
En los casos de conflictos colectivos de intereses, el laudo arbitral tiene los efectos de la
convención colectiva de trabajo y un plazo mínimo de vigencia de un año. Respecto de los
conflictos colectivos de derecho las partes pueden, previo cumplimiento del laudo, accionar
judicialmente para la revisión de aquél338.
La ley tiene vigencia hasta el 31 de diciembre de 1967, plazo que luego se ampliará 339.
336
El documento fechado el 29 de junio lleva la firma del secretario de Prensa, Cultura, y Actas de la CGT, Rogelio Co-
ria. Ver el texto completo del comunicado en Senén González, El sindicalismo después de Perón, ps. 95 - 98.
337
El decr. regl. 969/66 fue luego modificado por los decrs. 2.477/ 70 y 4.339/72. Sobre este tema se puede ampliar
en Vázquez Vialard, Antonio, El sindicato en el derecho argentino, p. 121 y notas 20 y 21 en la misma página.
Refiriéndose al decr. 2.477/70, Zorrilla (El liderazgo sindical argentino. Desde sus orígenes hasta 1975, p. 165) seña-
la: "Este decreto constituyó... un esfuerzo desesperado del presidente Onganía para consolidar el 'participacionismo',
en un momento en que la agitación laboral parecía particularmente violenta... y en que el apoyo militar estaba defini -
tivamente quebrado... El decreto... elimina casi todos los elementos molestos del decr. 969/66, que Onganía había
conservado como amenaza para la dirigencia peronista que ahora procuraba halagar". Ampliar en Deveali, Mario L.,
Modificaciones de la reglamentación de la ley sindical, D.T, 1970 - 423.
338
Ampliar en Déveali, Mario L., Conflictos colectivos de trabajo y arbitraje obligatorio, DT, 1966 -483; Tissembaum,
Mariano R., El nuevo régimen legal para 1a solución de conflictos colectivos de trabajo, DT, 1966 - 433; Vázquez Via-
lard, Antonio, Conflictos inter e intrasindicales, DT, 1963 - 63.
339
A partir del 31 de diciembre de 1967 1a ley fue objeto de sucesivas prórrogas "establecidas en leyes sancionadas
con las finalidades más dispares". Tal fue cl caso de las leyes 17.131 (1967); 18.016 (1969); 18.337 ( 1969); 18.887
Con la ley 16.936 se deja prácticamente sin efecto el derecho de huelga. El no acatamiento a
la intimación del cese de las medidas de fuerza o el incumplimiento del laudo, hacen pasible al
empleador de una multa por trabajador afectado, sin perjuicio del derecho de éste al cobro de
las respectivas remuneraciones y a considerarse despedido sin causa. A su vez, el obrero que
no acata la intimación o no cumple las disposiciones del laudo puede sufrir el despido jus-
tificado.
La CGT emite un documento a raíz de la sanción de esta ley, en el que declara que la medida
adoptada anula los derechos de huelga y de contrato colectivo de trabajo.
Con respecto al derecho de huelga sostiene que "lejos de entorpecer las buenas relaciones
empresario-laborales, las coloca en pie de igualdad, puesto que a la coerción que representa
el respaldo del Estado al sector empresario, corresponde la resistencia justa del movimiento
obrero. "Y agrega que este derecho, consagrado constitucionalmente significa "la defensa del
trabajo y la lucha contra la carestía de la vida. Por lo tanto dada la situación en que se cierran
continuamente fuentes de trabajo y aumenta progresivamente la carestía de la vida la clase
trabajadora quedaría sin defensas una vez coartado este derecho fundamental".
En relación al arbitraje obligatorio, reconoce que los obreros, organizados sindicalmente, han
recurrido muchas veces a un laudo, con el objeto de solucionar un conflicto determinado, pero
que dadas las condiciones de la crítica economía nacional con la secuela de "fuentes de traba-
jo cerradas, cuando no se advierten perspectivas ni medidas conducentes a la reapertura de
esas fuentes y a la apertura de otras nuevas, la imposición obligatoria del arbitraje viene a
consagrar en los hechos esta desgraciada situación".
Finaliza el comunicado admitiendo que "para impedir el estallido de conflictos laborales, es
preciso, en primer lugar, poner remedio a la fuente natural de esos conflictos, que es el sub-
desarrollo, la paralización, el desempleo, la caída del valor real de los salarios, la carestía de
la vida"340. La Central Obrera posterga, momentáneamente su opinión sobre el aspecto jurídi-
co-constitucional de la norma en cuestión.
En febrero de 1967, el gobierno militar dicta la ley 17.183, por la que se faculta a las empre-
sas y organismos del Estado que prestan servicios públicos a intimar a su personal a cesar las
medidas dispuestas. Obliga a normalizar o regularizar la prestación del servicio dentro de las
24 horas de intimación y determina las sanciones administrativas y pecuniarias del caso 341.
A raíz de la medida de fuerza dispuesta para el 1° de julio de 1969, el gobierno extrema las
precauciones con el dictado del decreto 3.540, sobre prevención de alteraciones o daños a
personas, lugares y vehículos afectados al servicio público.
Ese día el Estado garantizaría la seguridad en los transportes en todo el territorio de la Repú -
blica, prestando por intermedio de las fuerzas de seguridad la colaboración necesaria.

50 - Sindicalistas vs. gobierno.

Las relaciones entre el movimiento obrero y el gobierno militar habían cambiado sustancial-
mente, sobre todo por parte de algunos sindicalistas que, desorientados al inicio del golpe, op-
taron luego por asumir una actitud hostil. La respuesta por parte del gobierno no se hizo
esperar. Comenzaron las intervenciones a los sindicatos, fundamentándolas en la violación a
las normas legales y estatutarias que regulaban sus actuaciones; en las irregularidades admi-
nistrativas; y en la realización de actividades al margen de las específicamente gremiales.
La designación de Adalbert Krieger Vasena en la cartera de Economía, a comienzos de 1967,
produjo más recelos en el sector gremial 342. Por ello, el Comité Central Confederal de la CGT

( 1971). Posteriormente en enero de 1974 se dictó la ley 20.638 restableciendo la vigencia de la ley 16.936 con retro-
actividad al 1° de enero de 1974. Ampliar en Rainolter, Esquema histórico del desarrollo de 1a norma laboral en la
Argentina, en Vázquez Vialard, dir., "Tratado de derecho del Trabajo", t. 3, p. 233.
340
El texto completo puede verse en Senén González, El sindicalismo después de Perón, ps. 101 - 102.
341
Respecto de la ley, la Cámara Nacional Federal, Sala I Contencioso-administrativo, l3/6/73, señaló que: "El art. 1°
de la ley 17.183 establece una limitación razonable al derecho de huelga consagrado por el art. 14 bis de la Const.
Nacional, creando una excepción al principio constitucional en aras de la prestación normal de los servicios públicos,
para que en su carácter de tales no admitan interrupción. Dicho artículo es aplicable en el caso del personal de la Di-
rección General de Vialidad, porque además de la construcción de obras viales se ocupa de la conservación de los
caminos y la interrupción de este servicio es susceptible de causar perjuicios a los usuarios de los mismos y gravitar
negativamente también en la economía nacional, con lo que quedan comprometidos el orden y el interés públicos,
como dice el mensaje que acompañó al proyecto de ley". Ver también Bolla, Mario E., Notas sobre la huelga con
especial referencia a los servicios públicos, en ED, 54 667, donde indica: "Su finalidad es la protección del interés del
usuario por la vía de la regular y continua prestación del servicio, canalizando los conflictos por las vías legales que
paralelamente permiten la prosecución de su desarrollo.
342
Taccone, Crisis... respuesta sindical, sostiene: "El doctor Krieger Vasena fue el ejecutor visible de [la] política anti-
nacional, el apoyo que recibía se basaba en la imagen externa que le brindaban los círculos internacionales, fi -
nanciadores del desarrollo dependiente, únicos beneficiarios de la política practicada" (p. 99).
resolvió en febrero adoptar el denominado Plan de acción que exigía, por parte del gobierno,
la solución a los problemas laborales, incluyendo la reapertura inmediata de las fábricas, la
aplicación de una política antiinflacionaria y la participación de los trabajadores, a través de
la Central Obrera, en la formulación y puesta en marcha de una política económica al servicio
del desarrollo nacional. A su vez decretó un paro para el 1° de marzo 343.
El gobierno, por medio del Consejo Nacional de Seguridad (CoNaSe), consideró el plan de ac -
ción como extragremial, resolviendo prohibir toda movilización o manifestación e interrumpir
el diálogo con la CGT, mientras ésta continuara con su postura de enfrentamiento.
A la vez retiró la personería gremial a varios sindicatos, entre ellos, la UOM, suspendió la
aplicación de la ley 14.250 sobre convenciones colectivas de trabajo hasta el 31 de diciembre
de 1968, dio a conocer la ley 17.183 y reimplantó el decr. 969/66.
El Plan de acción de los sindicalistas, en respuesta a la grave situación social, conmueve "los
cimientos de sustentación del presidente Onganía que finalmente debe ser reemplazado por
las Fuerzas Armadas en junio de 1970"344.

51 - Retoques al derecho laboral.

A partir de 1967, el gobierno de la Revolución Argentina puso en marcha una serie de medi -
das para atenuar la ríspida relación que tenía con los sindicatos. Algunas disposiciones no tu-
vieron carácter permanente ni todas produjeron efectos positivos.
Así se creó, en enero de 1967, la Comisión Técnica Asesora de Política Salarial con el objetivo
de establecer una política coordinada y armónica con los organismos de la administración pú-
blica centralizada y descentralizada y con las empresas privadas de servicios públicos de ju-
risdicción nacional.
La norma preveía la vigencia de la ley 16.936 hasta el 31 de diciembre de 1968.
Otra decisión gubernamental fue la de establecer el pago del sueldo anual complementario en
dos cuotas: la primera en junio y la segunda en diciembre de cada año (ley 17.620).
En el mensaje que acompañaba al proyecto de ley se indicaba: "La innovación encuentra fun-
damento serio en dos finalidades: satisfacer los intereses individuales de los beneficiarios y
los de la comunidad.:. además por la actual coyuntura económica, el pago en dos cuotas se
convierte en factor correctivo salarial, lo que permitirá solventar necesidades de consumo,
inversión o ahorro"345.
En mayo de 1969 se estableció por ley 18.204 un régimen de descanso semanal uniforme con
vigencia para todo el país. Esta unificación tendía a corregir la distorsión provocada por la
existencia de leyes provinciales sobre el tema346.
Se prohibía, desde las 13 horas del sábado hasta las 24 del domingo , el trabajo material por
cuenta ajena y el que se efectuara por cuenta propia en actividades, explotaciones, estableci-
mientos o sitios de trabajo públicos o privados, aunque no persiguieran fines de lucro. Con
esto no se reducían las 48 horas de trabajo semanal, sino que se distribuían entre los días
laborales de la semana.
La sanción de la ley produjo graves reacciones en los sectores sindicales. En Córdoba la
legislación provincial establecía una reducción de las horas trabajadas, respecto de las 48 ho-
ras semanales que preveía la ley 11.544, con la obligación por parte del empleador, de pagar
las horas no trabajadas. Cuando se dictó la ley 18.204, la UOM de esa provincia estaba en
conflicto con los patrones porque éstos no cumplían las disposiciones de la Secretaría de Tra-
bajo referidas al descanso y las quitas zonales.
Los patrones, por su parte, argumentaban que el cumplimiento de las normas provinciales en
esta materia los colocaba en desventaja frente a los centros productivos de Buenos Aires.
Ante ello, la Secretaría de Trabajo consideró legítima la supresión de las quitas zonales para

"Onganía ponía en descubierto así, que sus ideas eran en lo político autocráticas y monárquicas, pero por lógica con-
secuencia en lo económico liberales" (p. 98).
343
"Pero en realidad lo que tos sindicalistas se proponían era ensayar la más firme de las presiones para ver hasta
qué punto era resistente la intransigencia gubernamental. En este sentido el paro tenía como objetivo número uno
provocar cl debilitamiento del ministro Krieger Vasena, pero en los cálculos más ambiciosos flotaba la perspectiva de
un golpe palaciego que lo desplazara a Onganía o, al menos, le obligara a rectificar el rumbo", Calello - Parcero, De
Vandor a Ubaldini/1 , p. 106.
344
Ver Rotondaro, Realidad y cambio en el sindicalismo, p. 319.
345
Ver Rainolter, ob. cit., t. 3, p. 204 y nota 324.
346
En la nota que acompañaba al proyecto de ley, se afirmaba que:
"A fin de evitar vacíos legislativos y reafirmar la facultad reglamentaria de la autoridad nacional, el proyecto mantie-
ne transitoriamente vigentes normas provinciales de este carácter hasta tanto aquélla ejercite la atribución que le es
propia, y con respecto a las disposiciones que no se opongan a las establecidas por el mismo".
la remuneración de los obreros metalúrgicos y derogó la ley provincial de descanso que estab-
lecía el pago de las cuatro horas del "sábado inglés".
Lo que fue una solución para la UOM de Córdoba, se convirtió en una protesta de los otros
gremios que se sintieron afectados. El 15 de mayo, organizado por la filial Córdoba del
Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor, se llevó a cabo un multitudinario
acto de repudio, que culminó al día siguiente con un paro general, la adhesión de otros
sindicatos y de las dos centrales. A la oposición obrera se unió la agitación estudiantil 347.
Esta situación desencadenará el "Cordobazo"348.
El 1" de enero de 1969 los sueldos y salarios básicos establecidos en las convenciones colec-
tivas de trabajo y estatutos especiales se incrementaron en un 8%, reajuste que regiría hasta
el 31 de diciembre (ley 18.016).
En agosto el gobierno dictó el decr. 4.686/69, que ordenaba la renovación de las convenciones
colectivas. Precisaba que las empresas no podían trasladar a los precios los mayores costos
laborales que resultaren de esas convenciones (ley 18.836).
Al mismo tiempo, se fijaba el plazo de vigencia de esas convenciones hasta el 31 de diciembre
de 1970; la prórroga automática de las vigentes por falta de denuncia y el plazo máximo de 30
días para la negociación; se facultaba a la Secretaría de Trabajo para decidir sobre el alcance
de la representatividad de los empleados, siendo irrecurribles las resoluciones que dictara
(ley 18.337).
Posteriormente, el 9 de octubre se otorgó otro incremento de emergencia, con vigencia a
partir del 1° de noviembre de 1969. Independientemente del adicional de emergencia, los
sueldos y salarios básicos determinados por las convenciones colectivas y estatutos fueron in-
crementados un 7~10, desde el 1° de marzo de 1970.
Por decr. 4.919, el Ejecutivo creó el Consejo Nacional Asesor de Precios y Salarios en sep-
tiembre de 1969. Era su función elevar anualmente al Ministerio de Economía y Trabajo un
informe sobre el análisis y las perspectivas de la evolución de precios y salarios con anteriori-
dad al 31 de agosto de cada año.
El organismo estaría integrado por un representante de las Secretarías de Estado de Industria
y Comercio Interior, Trabajo, Hacienda y Comercio Exterior y por cuatro representantes del
sector laboral y cuatro del empresariado.
La política del gobierno en materia de incrementos salariales y de celebración de convenios
colectivos acompañó todo este proceso militar, tratando de paliar la pérdida de la capacidad
adquisitiva de las remuneraciones.
No hubo, en realidad, un programa global sino soluciones coyunturales que se cumplieron con
matemática reiteración.

52 – CGT: "Paseo Colón" y "Azopardo".

Cuando se produce el golpe, la CGT se encontraba dividida en dos fracciones: una agrupación,
liderada por Augusto Vandor y la otra conducida por José Alonso.
En mayo de 1966, el Comité Central Confederal, bajo la influencia de Vandor, había elegido
una "comisión provisoria", cuyo objetivo era normalizar la Central Obrera. El grupo de Alonso
quedó marginado. La comisión provisoria tenía mandato por 90 días para cumplir con el co-
metido349.

347
Ampliar en Rotondaro, ob. cit., ps. 346 - 347. "El 16 se realiza un paro general en Córdoba. Se trató de un paro to -
tal, unánime, cuyo éxito impulsó a los obreros a agitar la necesidad de un paro nacional para el 30 de mayo. Esta exi-
gencia fue recogida en todo el país", Echagüe, Las grandes huelgas, p. 106.
348
"Evidentemente, el 'Cordobazo' no fue un fenómeno exclusivo ni específicamente gremial, si bien los sindicatos
radicalizados fueron su base. Córdoba era una ciudad de 8(~ mil habitantes que en los últimos veinte años había asi-
milado un rapidísimo y notable crecimiento industrial, lo que originó grandes concentraciones obreras de organi-
zación reciente. A1 mismo tiempo, peronistas y radicales, que dividen en dos al electorado, se hallaban excluidos del
poder y absolutamente marginados por el gobierno militar. Finalmente, hay en esa ciudad una universidad compara -
tivamente enorme, cuyas actividades habían sido notablemente afectadas por la política educacional del mismo go -
bierno. A mi juicio, esos son los datos fundamentales de los que hay que partir para derivar de ellos una explicación
del 'Cordobazo' ", Zorrilla, Estructura y dinámica del sindicalismo argentino, ps. 120 - 121, nota 27.
"En el terreno organizativo [los obreros y empleados de la industria automotriz] indujeron a un proceso de regiona -
lización de los sindicatos, que hasta ese momento tendían a ser subsumidos por las directivas de los grandes
sindicatos nacionales. La aparición de la regional Córdoba del SMATA se constituyó en el eje impulsor de las
tendencias a la regionalización de los sindicatos, en la década del '60 y principios de la del '70, que se sumaron al de -
sarrollo de sindicatos de empresa...
En el terreno social impulsaron la protesta obrera, articulada con el movimiento estudiantil y otros sectores de la
pequeña burguesía, a punto tal de desencadenar el 'Cordobazo"', Palomino, Héctor, Cambios ocupacionales y sociales
en Argentina. 1947 - 1985, p. 98.
Tres posturas tácticas se gestaron en torno a la Revolución Argentina: una de colaboración o
participación, la otra de diálogo sin compromisos y la tercera de oposición .
En la postura de colaboración con el gobierno se encontraba Augusto Vandor; en la segunda,
los gremios independientes y en la tercera, los sindicatos intervenidos, las 62 Organizaciones
de Pie, nucleadas entorno a Raimundo Ongaro, del gremio de los gráficos 350.
En el Congreso Ordinario de octubre, con la ausencia del grupo de las 62 Organizaciones de
Pie, se designó un nuevo Consejo Directivo, integrado por los representantes de los sectores
independientes y de las 62 Organizaciones lideradas por Vandor.
La conducción cegetista quedó constituida por Francisco Prado (secretario general); Osvaldo
Vigna (secretario general adjunto); Antonio Scipione (secretario de hacienda); Maximiano Ca-
stillo (prosecretario de hacienda); Roque Azzolina (secretario gremial e interior); Mario Mu-
ñoz (prosecretario gremial e interior); Eleuterio Cardozo (secretario de prensa, cultura y ac -
tas); Francisco Racicky (secretario de previsión social); doce sindicalistas actuaban como vo-
cales: Tomás Uncal; Alfredo Morales; José María Pomares; Ramón Elorza; Saturnino Soto; V
icente Héctor Di Leo; EligioGarcía; Orfelio Rubén Andrade; AlbertoDamiani; Eduardo Rojas;
Pedro Raúl Flucha y Antonio Baldassini.
Los roces internos y las políticas regresivas del gobierno, como la creación de la Comisión
Técnica Asesora de Política Salarial; la intervención a sindicatos; el arbitraje obligatorio; la
desjerarquización del Ministerio de Trabajo; la restricción del derecho de huelga, obligaron a
la CGT, a instancias de Vandor, a crear una Comisión Delegada o Provisoria - "las 20" - con el
objetivo de asumir la conducción de la Central Obrera por el término de 180 días. No obstan-
te, la Secretaría de Trabajo, a cargo de Rubens San Sebastián, no daba su reconocimiento a la
nueva autoridad cegetista.
La actuación de la Comisión Delegada fue muy pobre y no tardaron en aparecer las tres
tendencias a las que se hizo referencia al comienzo, cuando se convocó a los congresos ordi-
nario y extraordinario para marzo de 1968, al vencer el mandato de dicha comisión.
Las tres posturas se enfrentaron en el congreso de la CGT el 26 de marzo, cuya consecuencia
fue la división sindical en dos centrales que reclamaban cada una para sí la representación
del movimiento obrero. A1 no aceptarse la designación de Ongaro como secretario general, se
produjo la escisión. Los que sostuvieron su oposición al gobierno, liderados por Ongaro, cons-
tituyeron la CGT de los Argentinos351 o CGT Paseo Colón, por tener su sede en la Federación
Gráfica Bonaerense, situada en Paseo Colón 731. El otro agrupamiento, el de los participacio-
nistas, liderado por Vandor, conformaron la "CGT Azopardo", sede de la CGT, la cual había lo-
grado conservar, a pesar de los intentos de Ongaro por ocuparla 352.

349
"La composición de la CGT ofrecía en el momento el siguiente panorama general: '62 leales o vandoristas' con 20
organizaciones y 408 mil afiliados; '62' (peronistas 'neutrales' en el conflicto) con 13 organizaciones y 98 mil afiliados;
'No Alineados' e 'Independientes' (filoperonistas, radicales, `apolíticos') con 32 organizaciones y 882 mil afiliados y fi -
nalmente el MLTCS (comunistas) con 2 organizaciones y 18 mil afiliados. Las '62 de Pie Junto a Perón' agrupaban a
21 organizaciones con 417 mil afiliados", Fernández, Arturo, Ideologías de los grupos dirigentes sindicales/2 1966 -
1973, p. 10.
350
En el mismo sentido Rotondaro, ob. cit., ps. 335 - 345.
351
"Esta central obrera fue la más radicalizada que haya conocido el movimiento obrero argentino desde 1930. Estaba
muy influida por intelectuales y estudiantes universitarios de orientación marxista-cristiana. No obstante las condicio-
nes generales excepcionalmente favorables en las que surgió (deterioro del dominio político gubernamental en las
áreas gremiales, estudiantil y política, como lo demostrarían poco tiempo después los hechos de Corrientes, Rosario,
Córdoba y otros lugares del interior del país) su vigencia fue efímera: hacia enero de 1969 ya prácticamente no conta-
ba en la política sindical", Zorrilla, ob. cit., ps. 76 - 77, nota 55.
352
"Poco después se desprende del sector vandorista un nuevo núcleo... decidido a entablar un diálogo abierto con el
gobierno; esta tendencia se designará con el nombre de participacionista", Peralla Ramos, Etapas de acumulación y
alianzas de clases en 1a Argentina, p. 178.
Otros autores señalan qut el grupo participacionista, luego autodenominado Nueva Corriente de Opinión, liderado en
un principio por el gremio de Luz y Fuerza conducido por Juan José Taccone, surge en 1967. En mayo de 1969, Luz y
Fuerza abandona esta corriente, que pasa a orientarla, entre otros, Rogelio Coria (construcción); Angel Peralta (vitivi -
nícolas); José Alonso (vestido); Héctor B. Spinelli (espectáculo público) e Isaac Rafael Negrete (cuero). Senén
González, ob. cit., p. 94.
"Los participacionistas quedaron dentro de la CGT de Azopardo aunque no integraron la dirección. Luz y Fuerza en
cambio se mantuvo equidistante de ambos bloques", Calello - Parcero, ob. cit., p. 109. Cfr. Fems, La Argentina, p.
317, quien sostiene: "Algunos dirigentes sindicales comenzaban a adoptar un enfoque más refinado de sus activi -
dades que el que supone una nueva ideología de lucha de clases traducida a términos operativos tales como deman -
das salariales -huelgas- concesiones por parte del gobierno impuestas a los patrones. Comenzaban a comprender que
los dirigentes sindicales y su personal administrativo, que manejaban organizaciones en gran escala, dueñas y admi -
nistradoras de muy cuantiosas propiedades..., eran ellos mismos parte de la élite de la sociedad, y que podían resultar
víctimas de los desórdenes revolucionarios... Esta tendencia estaba bien ejemplificada por el sindicato de traba -
jadores de la electricidad, Luz y Fuerza".
A partir de ese momento cada una de las centrales obreras comenzó a luchar por lograr la
preeminencia en los gremios y también se dio inicio a la "experiencia obrero-estudiantil" 353.

53 - El "Cordobazo".

El 26 de mayo de 1969 el barrio "Clínicas" de la ciudad de Córdoba fue ocupado por los estu-
diantes universitarios, que se enfrentaron con la policía , sin que ésta lograra controlar total-
mente la situación. Cortes de luz, barricadas y vehículos incendiados quedaron como prea-
nuncio de lo que habría de suceder.
En el campo sindical, los trabajadores mecánicos habían convocado el 14 de mayo a una
asamblea, para discutir las medidas a tomar con respecto a la ley nacional que imponía el "sá-
bado inglés". Esta asamblea fue reprimida por la policía, representando este hecho el primer
conato violento en la provincia. Un nuevo intento de asamblea terminaría en otro enfrenta-
miento obrero-policial.
Los hechos producidos en Córdoba a raíz de la sanción de la ley 18.204 llevaron a la CGT
Azopardo a solidarizarse y a convocar a un paro general, para el día 30. El mismo camino si -
guió la CGT Paseo Colón, pero las regionales cordobesas adelantaron la medida para el 29, a
partir de las 11 horas, con movilización.
El 29 de mayo se detuvo al secretario general de la CGT Paseo Colón, Raimundo Ongaro, que
había llegado a Córdoba en ese momento. Pocos días antes le había sucedido lo mismo a Agus-
tín Tosco, dirigente sindical lucifuercista de primera línea.
A1 promediar la mañana, columnas obreras comenzaron a dirigirse desde distintos puntos,
hacia el centro de la ciudad. A1 mismo tiempo los comercios cerraron sus puertas en señal de
apoyo a la huelga y grupos de estudiantes se sumaron a los trabajadores.
Mediante el paro que contó con la adhesión de los más importantes sindicatos, se protestaba
por el aumento del costo de vida, la represión y la ley 18.204.
A1 mediodía logra entrar en la ciudad la columna de los obreros de la planta Santa Isabel de
IKA-RENAULT, compuesta por 3.000 trabajadores, que hacen retroceder a la policía que
intentaba detenerlos. Para ese momento, el gobernador Carlos J. Caballero había solicitado al
comandante del III Cuerpo de Ejército la colaboración de las fuerzas militares 354. Dadas las
circunstancias, el Ejército no quiso intervenir para evitar un enfrentamiento que podría deri-
var en gravísimas consecuencias355.
Alrededor de las 13, cae de un balazo, herido de muerte, el obrero Máximo Mena de SMATA;
pocos instantes después el estudiante Daniel O. Castellanos. El conocimiento de estas
muertes, por parte de los manifestantes, enardece aún más los caldeados ánimos. La policía
iba retrocediendo a sus cuarteles, sin poder controlar la situación 356.
Los activistas se concentraron en el barrio "Clínicas" y hasta bien entrada la noche continua -
ron los enfrentamientos, decreciendo paulatinamente con el transcurso de las horas. La resis-
tencia era llevada a cabo por estudiantes en su mayoría357.
Durante el día 30, hubo algunos incidentes pero ya fueron mucho menores, limitándose a he-
chos esporádicos sin la participación popular que caracterizó los acontecimientos del 29 358.
A partir de entonces comenzó en el país una ola de violencia de izquierda y de derecha difícil
de frenar. Así sucedieron las muertes de los gremialistas Augusto Vandor, José Alonso, Dirck
Kloosterman; militares como el general Pedro Eugenio Aramburu, el teniente Mario Asúa y el

353
En los disturbios producidos en las ciudades de Corrientes, Córdoba, La Plata, Tucumán, Mendoza, Salta, entre
otras, se manifestó una actitud de solidaridad entre obreros y estudiantes universitarios, solidaridad evidenciada en
las acciones conjuntas que llevaron a cabo ambos sectores en manifiesta oposición a la política autoritaria de Onga -
nía.
354
"A las 10 de la mañana, las columnas de SMATA y Luz y Fuerza com ienzan a marchar hac ia el centro, logran su -
mar rápidamente empleados y estudiantes y la policía es desbordada. El gobernador Caballero pide auxilio al jefe del
Tercer Cuerpo de Ejército... Entre tanto la policía apenas controla el perímetro que rodea el edificio del cuerpo. La
gente domina las calles, charla, bromea, mientras el Ejército todavía no entra a la ciudad. Córdoba es una Fiesta",
Horowicz, Los cuatro peronismos, p. 203.
355
"S i hubiéramos salido antes, el Ejército provocaba una masacre", Lanusse, Mi testimonio, p. 12.
356
"Las tropas policiales son rebasadas, mientras en otros lugares de la capital los disturbios van tomando proporcio-
nes de alarma. Los exaltados se lanzan a romper vidrieras, quemar negocios al parecer previamente indicados,
incendiar automotores y toda clase de depredaciones", Bischoff, Historia de Córdoba, p. 646.
357
"A media tarde los vecinos que participaban en las destrucciones empiezan a desaparecer: se han asustado. La si -
tuación queda en manos de activistas estudiantiles y sindicales. No ha habido saqueos, sólo destrucciones... Recién al
otro día las fuerzas militares y policiales logran expurgar trabajosamente el barrio 'Clínicas' y restablecer cierto
orden", Luna, Argentina de Perón a Lanusse, p. 203.
358
Para una versión popular del "Cordobazo", ver V il lar, Daniel, El Cordobazo. Ver también Agustín Tosco. Escritos y
Discursos, seleccionados por Jorge O. Lannot, Adriana Amantea y Eduardo Sguiglia, ps. 52-55.
general Juan Carlos Sánchez; empresarios como Oberdan Sallustro; jóvenes militantes polí-
ticos; delegados de fábricas y policías359.

54 - Intervención a la CGT.

A partir del asesinato de Augusto Vandor el gobierno decretó el estado de sitio y se arrestaron
numerosos dirigentes gremiales, entre ellos a Raimundo Ongaro.
El 14 de julio, el Poder Ejecutivo Nacional promulgó la ley 18.281. Se designaba allí a un de-
legado del gobierno para la normalización y regularización institucional de la Confederación
General del Trabajo, acordándose las mismas atribuciones que el organismo le asignaba a sus
órganos de dirección y administración. La tarea del interventor nacional no sería fácil ante el
clima de agitación social.
El Consejo Directivo de la CGT Azopardo ofrece su renuncia y una comisión de 14 gremios
(Luz y Fuerza, Sanidad, ATE, FOECYT, FOETRA, La Fraternidad, entre otros) convoca a una
reunión para el 10 de julio. En ese plenario se acepta la renuncia de la Comisión Directiva de
la CGT Azopardo y se nombra una Comisión integrada por veinte asociaciones profesionales 360
que se harían cargo de la conducción de la CGT sin aditamentos. El 14 de julio era el día que
se fijaba para la entrega del mando a esta nueva Comisión provisoria, pero a su vez era la fe -
cha en la que el gobierno había dispuesto la designación del interventor en la Central.
La cri sis económica, la desorientación del movimiento obrero, la intervención estatal en la
CGT, llevaron a que un grupo de la Comisión de los 20 entrevistara al presidente Onganía a
fin de plantearle la situación y comunicarle la realización de un paro el 1° de octubre.
Como el gobierno dispuso reprimir la medida de fuerza, la Comisión de los 20 optó por
suspenderla para evitar consecuencias más graves.

55 - Ahora, la CGT unificada.

El 20 de noviembre de 1969 y después de sortear un sinnúmero de dificultades se constituyó


una comisión de 25 organizaciones adheridas a la CGT, integrada por diez representantes de
las 62 Organizaciones, diez de los participacionistas y cinco de los independientes 361. Se
conformó así la Comisión Nacional Reorganizadora y Normalizadora que fue reconocida por el
gobierno como "órgano de conducción provisoria".
La Comisión también denominada Comisión de los 25, ejercía la representación de la CGT y
tenía a su cargo la administración de los bienes de dicha entidad. Quedaba, por lo tanto, fina-
lizada la tarea encomendada al interventor.
En julio de 1970 el Congreso convocado por la Comisión Nacional Reorganizadora elegía nue-
vas autoridades: secretario general, José Rucci (Unión Obrera Metalúrgica); secretario ge-
neral adjunto, Adelino Romero (Asociación Obrera Textil); secretario de hacienda, Vicente Ro-
qué (Unión Obrera Molinera); prosecretario de hacienda, Patricio Datarmini (Unión Obreros
Municipales); secretario gremial e interior, Ramón Elorza (Unión Trabajadores Gastronó-
micos); prosecretario gremial e interior, Alberto Damiani (Federación de Trabajadores de la
Industria de la Alimentación); secretario de prensa, propaganda y actas, Hugo Barrionuevo
(Federación Fideera); secretario de previsión social, José Rodríguez (Sindicato de Mecánicos y
Afines del Transporte Automotor); prosecretario de previsión social, Abelardo Arce (Aso-
ciación Industrial Lechera); vocales: 1°-) José O. Sabatini (Unión Ferroviaria); 2°) Maximiano
Castillo (Sindicato Empleados de la Industria del Vidrio); 3°) Juan Ezquerra (Asociación Ban-
caria); 4°-) Genaro Ayala (Sindicato Unidos Petroleros del Estado); 5°) Constantino Zorila
(Federación Gremial de la Carne); 6°) Florencio Carranza (Confederación Empleados de Co-
mercio); 7º) Otto Galace (Federación de Trabajadores de la Sanidad Argentina); ~°) Antonio
Baldassini (Federación .Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones); 9°) Héctor
López (Unión Personal Civil de la Nación); 10°-) Adalberto Wimer (Federación de Empleados
de Luz y Fuerza); 11°-) José Timpanaro (Federación Obrera Nacional de la Industria del Ves -
tido y Afines); y 12°) Alberto Jorge Triaca (Unión Obreros y Empleados de Plásticos).

359
Ampliar en Alonso Piñeiro, Armando, Crónica de la subversión en la Argentina; Díaz Bessone, Ramón G., Guerra
revolucionaria en la Argentina (1959 - 1978).
360
Los gremios representados en esa Comisión correspondían a los marítimos, correos, minoridad y educación, gas-
tronómicos, seguros, calzado, lucifuercista, ferroviarios, sanidad, vidrios, aguas gaseosas, molineros, estatales, telefó-
nicos, alimentación, rurales, turf, comercio, metalúrgicos y mecánicos.
361
Según Peralta Ramos, Mónica (Acumulación del capital y crisis política en Argentina (1930 - 1974), p. 144), el
"vandorismo" después de la muerte de Vandor se fusiona prácticamente con la tendencia oficialista. "Esa fusión
culmina con la entrega del edificio de Azopardo" (o "normalización de la CGT") a la Comisión de los 25, en que los
vandoristas y colaboracionistas se reparten los puestos por partes iguales.
No obstante que la dirigencia sindical sufriera fracturas internas y adoptara criterios diferen-
tes frente al gobierno de la Revolución Argentina, intuye cuándo superar las desinteligencias
y unificar sus posturas ante situaciones extremas.
La CGT "unificada" será protagonista de la salida política de la Revolución Argentina.
CAPITULO IX
LOS SINDICALISTAS Y
EL GOBIERNO JUSTICIALISTA (1973-1976)

56 - Perón vuelve.

Después de siete años de dictadura militar se llevaron a cabo las elecciones nacionales. Hubo
gran entusiasmo en toda la población argentina, el que se manifestó tanto durante la campaña
preelectoral, como el mismo 11 de marzo de 1973, día del acto eleccionario 362.
La Argentina quería retornar a la democracia; esta actitud se observó en el alto porcentaje de
asistencia a las urnas, que osciló entre el 85 y 90%.
Así, las elecciones del 1 1 de marzo de 1973 arrojaron los siguientes resultados 363:
- Frente justicialista de Liberación ( FreJuLi): Héctor J. Cámpora - Vicente Solano Lima, votos
5.908.414; porcentaje 49,56 %.
- Unión Cívica Radical: Ricardo Balbín - Eduardo Gamond, votos 2.537.605; porcentaje 21,29
%.
- Alianza Popular Federalista: Francisco G. Manrique Rafael J. Martínez Raymonda, votos
1.775.867; porcentaje 14,90 %.
- Alianza Popular Revolucionarla: Oscar E. Alende Horacio J. Sueldo, votos 885.201; porcenta-
je 7,43 %.
- Alianza Republicana Federal: Ezequiel Martínez-Leopoldo Bravo, votos 347.215; porcentaje
2,91 %.
- Nueva Fuerza: Julio R. Chamizo - Raúl A. Ondarts, votos 235.188; porcentaje 1,97 %.
- Partido Socialista Democrático: Américo Ghioldi - René Balestra, votos 109.068; porcentaje
0,91 %.
- Partido Sociahsta de los Trabajadores: Juan Carlos Coral - Nora E. Ciapponi, votos 73.796;
porcentaje 0,62 %.
- Frente de Izquierda Popular: Jorge A. Ramos - José E. Silvetti, votos 48.571; porcentaje 0,41
%.
Votos en blanco 205.982; porcentaje 1,69 %.
Total de votos válidos: 11.920.925; porcentaje 100 %.
La fórmula triunfante, Héctor José Cámpora - Vicente Solano Lima, no alcanzó el porcentaje
de más del 50 % de los votos válidos que exigía la ley 19.862 de doble vuelta o ballottage. Co-
rrespondía pues realizar una segunda vuelta con los candidatos del FreJuLi y de la UCR. Sin
embargo, el Comité Nacional de la UCR, el 30 de marzo, declaró que reconocía el triunfo de la
fórmula Cámpora-Solano Lima y que la consideraba electa sin necesidad de recurrir a una
segunda vuelta electoral.
La Junta de Comandantes se allanó ante la voluntad de la UCR de no concurrir a la segunda
vuelta, por cuanto si ésta se llevaba a cabo, la primera minoría no tenía la seguridad de que el
electorado independiente y de derecha votara la fórmula Balbín-Gamond, evitando con ello el
triunfo peronista. Ante esta duda y el probable resultado de una victoria rotunda del Pero -
nismo, que le diera una mayoría absoluta en el Congreso, tanto la UCR como la Junta de Co -
mandantes no quisieron correr el riesgo. Así, el ballottage quedó excluido en la definición pre-
sidencial.
En ocho provincias, la segunda vuelta también quedó descartada, porque el FreJuLi había ob-
tenido la mayoría absoluta en Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Jujuy, La Rioja, Salta, Santa
Cruz y Tucumán.
En las catorce provincias restantes el FreJuLi debió disputar una segunda vuelta el 15 de abril
de 1973 con el partido que había obtenido la segunda minoría. En la Capital Federal se enf-
rentó con la UCR, imponiéndose esta última; en Corrientes con el Pacto Autonomista Liberal;
en Chubut con la Acción Chubutense; en Córdoba con la UCR al igual que en Entre Ríos, For-
mosa y Misiones; en La Pampa con el Movimiento Federal Pampeano; en Mendoza con el Par-
tido Demócrata; en San Juan con el Bloquismo; en San Luis con el Movimiento Popular Pro-
vincial y en Santa Fe con la Alianza Popular Federalista. En todas estas provincias se impuso
el Peronismo por amplia mayoría 364. No ocurrió lo mismo en la provincia del Neuquén, donde

362
"El día 11 el país conoció la prueba de las pruebas, la prueba de carne y hueso, como diría Vélez Sársfield. En efec -
to, los votos del día 11 mostraron que las sutilezas jurídicas 'condicionan' pero no 'deciden' el instinto electoral del
pueblo", Mooney, Alfredo E., La ley de "ballottage" a la luz de las elecciones del 11 de marzo y la realidad política, LL,
150-1025.
363
Fuente: Ministerio del Interior, Departamento Electoral.
364
"Tras las cifras se recorta una realidad contundente: las preferencias electorales se articulan en una constelación
donde el FREJULI hace figura de centro hegemónico, sobre el que se vierte un masivo voto de apoyo. El resto de los
si bien ganó la fórmula presidencial Cámpora-Solano Lima, fue el Movimiento Popular Neu-
quino, liderado por Felipe Sapag, que ganó en la primera ronda y confirmó su triunfo el 15 de
abril.
En Santiago del Estero, los peronistas disidentes, coaligados con la Alianza Popular Revolucio-
naria, triunfaron en la segunda vuelta para senadores nacionales 365.
Las condiciones impuestas por las Fuerzas Armadas a la convocatoria electoral de 1973 bus -
caban la derrota del Justicialismo 366. Perón no podía ser candidato en estas elecciones, debido
a que estaba inhabilitado electoralmente. El Estatuto de la Revolución Argentina había previs-
to que no podrían aspirar a cargo alguno aquellos que no residieran permanentemente en el
país desde el 25 de agosto de 1972 hasta la realización del acto comicial. Al proscribir a Perón
mediante esta cláusula de residencia, se pensó que con su ausencia en la fórmula presidencial
mermarían considerablemente los votos, o que eventualmente el jefe peronista ordenaría,
como ya lo había hecho en otras oportunidades, el voto en blanco o la abstención.
Idéntico propósito persiguió la incorporación al sistema electoral del ballottage, pensando que
el Peronismo no superaría el 40% de los votos con lo que en una segunda vuelta, las restantes
fuerzas políticas, reeditando una especie de "Unión Democrática", superarían al Justicialismo.
Ni una ni otra medida lograron el objetivo.
La realidad se encargó de demostrar que estas barreras no sirvieron de nada, pues la fórmula
justicialista triunfó y obtuvo el gobierno, aunque el poder político quedara en manos de
Perón367.
Héctor José Cámpora y Vicente Solano Lima asumieron el 25 de mayo de 1973. Entre las per -
sonalidades invitadas a la ceremonia de asunción se encontraban Osvaldo Dorticós, presiden-
te de Cuba, Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, Juan M. Bordaberry, presidente de
Uruguay y Willams Roger, secretario de Estado de los Estados Unidos.
Desde las últimas horas del 24 de mayo grandes contingentes provenientes de distintos
puntos del país circulaban por las calles céntricas de Buenos Aires, concentrándose en la
Plaza de Mayo368.
A las 8 horas del 25 de mayo, Héctor Cámpora y Solano Lima juraron ante la Asamblea
Legislativa. En su discurso el presidente expresó entre otros conceptos: "Durante toda mi vida
política, no he sido otra cosa más que un modesto soldado de la causa nacional y peronista.
Pretendo seguir siéndolo en el futuro durante el ejercicio del gobierno y después que concluya
el mandato para el que he sido convocado... Abrigo la esperanza de dar término a mis funcio-
nes acompañado por el afecto de mis compañeros y de mis amigos y el respeto de mis adver-
sarios...
A1 anunciar las propuestas laborales dijo: "Promoveremos la sanción de una ley sobre con-
trato de trabajo que contemple todos los aspectos del mismo... Pondremos el más decidido
empeño en el fortalecimiento de las asociaciones profesionales de trabajadores... El despido,
la suspensión o modificación de las condiciones de trabajo de los representantes sindicales se
considerarán por la ley injustificados, sin admitir prueba en contrario...".
Las discrepancias existentes entre los distintos sectores del Peronismo, surgidas durante los
dieciocho años de proscripción, hicieron eclosión al consolidarse nuevamente en el poder.
Ante el avance, en diferentes sectores del gobierno, de la llamada "Tendencia Revolucionaria"
–grupo interno hegemonizado por "Montoneros"-, diversos grupos peronistas opuestos a éstos,

partidos se ubica en una franja que se achica según el tamaño de la brecha electoral que, en la primera vuelta trazó
el FREJULI con su inmediato perseguidor.
El 15 de abril cayeron en la derrota dos tradicionales partidos conservadores: Partido Demócrata de Mendoza y el
Pacto Autonomista Liberal de Corrientes, literalmente aplastados por una espectacular avalancha de votos. Es eviden-
te que el FREJULI es capaz de morder sufragios en el electorado no peronista para, de ese modo, aumentar su cau -
dal. Si no, reflexione el lector sobre el destino del voto radical en Mendoza. Tampoco la Alianza Manriquista pudo ca-
pitalizar el voto independiente para remontar el primer puesto", Botana - Braun - Floria, El régimen militar 1966 -
1973, ps. 231 - 232.
365
Ver Bidart Campos, Germán J., El "ballottage" en Santiago del Estero y los problemas constitucionales conexos, LL,
150 - 426.
366
"Todo el interregno de Lanusse estuvo signado por tres hechos fundamentales: la acción de la guerrilla, cada vez
más intensa, la lucha del gobierno militar por impedir el triunfo del peronismo en las futuras elecciones y la habilidad
del estratego político consumado que era Perón para evitar una a una las trampas tendidas, y desde el exilio conducir
el movimiento nacional al triunfo... Todo lo intentó Lanusse; la seducción, la amenaza, el artificio legal, el llamado a la
unidad", Sonego, Las dos Argentinas, t. 2, p. 126.
367
"Que el poder (político), o al menos la cuota más significativa, reside en Perón, es indiscutible... Ni siquiera cabía
que residiera en un hombre leal, como Cámpora, porque, por más subordinación que haya a la voluntad de un
tercero, en política también se da el principio lógico de identidad: todo hombre es igual a sí mismo (y distinto de los
demás). Cámpora era mejor representante de Perón que cualquier otro, pero no era Perón", Terragno, Rodolfo, De
Cámpora a Videla, ps. 20 - 21.
368
Ver Clarín, 26/5/73.
se agruparon en torno a la figura del ministro de Bienestar Social José López Rega, el mayor
opositor al gobierno de Cámpora.
Estas contradicciones internas, en constante ascenso, alcanzaron su punto máximo el 20 de
junio de 1973, fecha del retorno definitivo de Perón a la Argentina. Por tal motivo se preparó
un acto de bienvenida que se llevaría a cabo sobre los campos linderos al Aeropuerto Inter -
nacional de Ezeiza.
La fiesta popular más grande de la historia argentina, que congregó a más de dos millones de
personas369, concluyó sin llegar a concretarse el tan ansiado reencuentro de Perón con su pue-
blo.
Un profuso tiroteo entre "dos aparatos rivales" que luchaban por "copar" el Movimiento Jus-
ticialista se desarrolló en las cercanías del palco y en el palco mismo, que estaba dispuesto
para que Perón se dirigiera a la multitud.
Hombres armados que respondían a las órdenes del ministro de Bienestar Social, impidieron,
a balazos, que las columnas identificadas con la organización Montoneros se acercaran al lu-
gar central del acto370. Ello llevó a un enfrentamiento armado de una gravedad inusitada que
provocó gran cantidad de muertos y heridos371.
Ante ello, el avión que conducía a Perón y su comitiva debió aterrizar en la VII Brigada Aérea
de Morón, donde lo aguardaban el vicepresidente de la Nación, el jefe de la Base Aérea,
miembros del gabinete y los tres comandantes en jefe: teniente general Jorge Raúl Carcagno,
almirante Carlos Alvarez Rivero y brigadier Héctor Luis Fautario.
Los acontecimientos de Ezeiza agudizaron la crisis que sobrellevaba el gobierno de Cámpora,
criticado ya entonces, por amplios sectores del Justicialismo.
A partir de este suceso, comenzaron a desarrollarse de manera precipitada los hechos que lle-
varían a Cámpora a presentar su renuncia.
Se formó así un "frente opositor" encabezado por el sector lopezrreguista y un aliado circuns-
tancial, los sindicatos peronistas con la anuencia del general Perón.
Perón también elevó sus críticas, cuando al día siguiente de los incidentes de Ezeiza, en un
discurso pronunciado a todo el país, señaló: "Hay que volver al orden legal y constitucional
como única garantía de libertad y justicia. En la función pública no ha de haber cotos
cerrados de ninguna clase y el que acepte la responsabilidad, ha de exigir la autoridad que
necesita para defenderla dignamente. Cuando el deber está de por medio los hombres no
cuentan, sino en la medida que sirven mejor a ese deber. La responsabilidad no puede ser pa-
trimonio de los amanuenses... El gobierno tiene la insoslayable obligación de asegurarlo.
Quien altere este principio de la convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común
que debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer ni en la anarquía que la de-
bilidad provoca o en la lucha que la intolerancia desata"372.
El 13 de julio el presidente Cámpora y el vicepresidente Lima presentaron su dimisión
incondicional ante el Congreso 373. En la nota de renuncia Cámpora expresaba que: "el anhelo
profundo y enraizado en el alma del pueblo argentino no era ni es otro que el de restituir al
general Perón el mandato que le otorgara años atrás y del que fue injustamente desposeído...
Ahora que el general Perón está definitivamente en el suelo patrio ese deseo del pueblo debe
tener ocasión de manifestarse sin vallas, ni limitaciones de ninguna especie". Más adelante se-
ñalaba que renunciaba "para posibilitar el reencauzamiento de un proceso que fue distorsio-
nado por la incomprensión cuando el Frente Justicialista de Liberación se vio privado de pos-

369
"Como una aproximación bastante acertada, puede aceptarse la cifra de tres millones de personas. Para un movi -
miento basado 'en la demagogia', como dijera el general Videla, no era poca gente... Podría agregarse que no hay mu -
chos antecedentes de una manifestación similar en otras partes del mundo, ni siquiera en la gigantesca China de Mao
Tse Tung", Vicens, Loperreguismo y justicialismo, p. 73.
370
"Desde anteayer, cerca de mil civiles armados, algunos con metralletas, ocuparon posiciones cerca del palco. S u
consigna era impedir que se acercaran al palco columnas con carteles de la Juventud Peronista, la Juventud Universi-
taria Peronista, la Juventud Trabajadora Peronista, las FAR, los Montoneros, Guardia de Hierro, Frente Estudiantil
Nacional y el Encuadramiento", Clarín, 24/6/73.
371
"Sucedió lo que sucedió: un número indeterminado pero alto de peronistas, murió ametrallado por disparos cru-
zados entre los dos bandos, sin que el grueso participara del enfrentamiento", Horowicz, Los cuatro peronismos,
p.226.
"Y e120 dejunio regresa definitivamente ala Argentina. Un verdadero combate entre las tendencias enemigas que
procuran la explotación política del peronismo histórico, ocurre en Ezeiza", en El peronismo gobernante y la guerra
interna (1973-1976), editoriales de la Rev. "Criterio", en "1943-1982, Historia política argentina", p. 108. Ver también
Abós, Alvaro, El posperonismo, "Ezeiza: una tragedia argentina", ps. 55 - 62. Cfr. Verbitsky, Horacio, Ezeiza.
372
Ver La Nación, 22/6/73.
373
La renuncia es una de las causales de acefalía contemplada en el art. 75 de la Const. Nacional.
tular como candidato a la primera magistratura de la Patria al general Perón, voluntad irre-
batible de todo el pueblo argentino"374.
Producidas las vacancias presidencial y vicepresidencial se aplicaron el art. 75 de la Const.
Nacional y la ley de acefalía 252. De acuerdo con el art. 1° de esta última norma, en caso de
acefalía, por falta de presidente y vicepresidente, el Poder Ejecutivo sería desempeñado en
primer lugar por el presidente provisorio del Senado. Pero este funcionario, doctor Alejandro
Díaz Bialet, había presentado su renuncia el día 13 de julio, al tiempo que viajaba en una mi -
sión "urgente" al exterior. De modo que, legalmente correspondía desempeñar el cargo vacan-
te al presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri.
Según lo prescripto en la ley 252, Lastiri convocó a elecciones presidenciales, fijándose el do-
mingo 23 de septiembre la fecha de su realización.
Por primera vez, desde el año 1952 se llamaba a elecciones sin ningún tipo de proscripción.
La campaña electoral se desarrolló en un clima de cordialidad, sin que ningún acto de
violencia la empañara375.
En esta oportunidad, a diferencia de la elección de marzo, participaron sólo cinco agrupacio -
nes políticas, a saber:
- FreJuLi: Juan Domingo Perón - María Estela Martínez de Perón. Votos 6.469.412; 54,38%.
- UCR: Ricardo Balbín - Fernando de la Rúa. Votos:
2.905.719; 24,42%
Alianza Popular Federalista: Francisco Manrique-Rafael Martínez Raymonda. Votos:
1.450.996; 12,19%.
Frente de Izquierda Popular: Perón - Perón. Votos: 889.727; 7,48%.
-Socialista de los Trabajadores: Juan Carlos Coral José Páez. Votos: 181.474; 1,52% 376.
El 12 de octubre el teniente general Juan Domingo Perón asumía por tercera vez la presi-
dencia de la Nación. Hacía dieciocho años que un golpe de Estado lo había
desalojado del gobierno, degradado y hasta prohibido su nombre. Ahora retornaba al poder
respaldado por la voluntad popular y con el apoyo implícito de la oposición política y demás
sectores del país377.

57- El Pacto Social.

Objetivo de la gestión justicialista es superar las diferencias existentes entre los grupos socia -
les, a través de una política de ingresos más equitativa. Esa política de ingresos asume la
forma de un acuerdo tripartito, mediante la concertación de los sectores obrero y empresario
con la intervención del ministro de Economía 378. El acuerdo, denominado Compromiso Nacio-

374
Ver La Nación, 14/7/73.
"La experiencia de Cámpora estaba condenada desde el principio mismo, puesto que sólo representaba las opiniones
e intereses de una porción minoritaria del movimiento, que había tenido m uy poca influencia en el pasado y, según
se demostró después, contaba con apoyo electoral bastante escaso", Di Tella, Guido, Perón - Perón, 1973 - 1976, ps.
106 - 107.
375
Mariano Grondona, en La Opinión, 25/9/73, afirmó que la campaña electoral fue la "más civilizada de que se tenga
memoria. Fue una elección en medio de la convivencia y no, como otras veces, el anticipo de la confrontación. La
violencia queda, sino eliminada, ilegitimada, moralmente anonadada frente a la vasta convergencia de voluntades que
se manifiesta no sólo en la impresionante mayoría del vencedor sino también en Ia evidente cordialidad que preside
la relación peronista-radical".
376
Fuente: Congreso de la Nación. Información Parlamentaria.
377
"De todos los sectores sociales, de todas las posiciones políticas, de todos los grupos económicos, se desp -
rendieron varios núcleos que se sumaron a las fuerzas que tradicionalmente apoyaban al exiliado caudillo. Cada uno
esperó de él lo que deseaba... pero todos ellos coincidieron en una abdicación no sólo democrática sino también re -
publicana. La voz de orden -o mejor el grito- fue: 'Todo el poder a Perón'... La jerga popular expresó ese sentimiento
mediante una increíble reflexión entre única y esperanzada: 'El viejo sabe"', Romero, José L., El caso argentino, p.
521.
"Todo el mundo, incluyendo al bloque de enemigos del anciano caudillo, reconoce que las posibilidades de recu -
peración que pueden asistir al país, están ligadas a Perón. S i el gobierno no reside en él, que es depositario del po -
der se habrán recreado las condiciones de inestabilidad", Terragno, De Cámpora a Videla, p. 20.
Ampliar en San Martino de Dromi, María Laura, Historia política argentina, (1955 - 1988), t. 2, ps. 1 - 21.
378
Ver Curia, Luis Eduardo, La concertación: filosofía y práctica, en Frenkel, Leopoldo, comp., "El justicialismo", ps.
246 - 248, VI, "Reflexiones finales". En ese punto el autor, a modo de reflexión, señala: "a) la concertación es un com -
ponente de la filosofía económica del justicialismo, la que, a su vez, integra su visión de filosofía social y política; b) la
concertación, se vincula de manera especial, aunque no exclusiva, con los valores económicos de participación orgá-
nica y razonabilidad (razonabilidad 'anticipada'). Lo que confluye en el concepto de planificación concertada. Res-
ponde, también, a los cambios producidos en las formas de mercado y a la quiebra de la idea liberal; c) la
concertación perfila una dinámica que compromete al Estado y a los agentes privados. La concertación no releva de
la responsabilidad de implantar una estrategia de transformación estructural de la economía. La concertación es para
esa transformación; es la concertación para el desarrollo. A1 Estado, como máxima expresión política de la comuni-
dad, le cabe orientar y conducir la dinámica de concertación;... e) la concertación, como un proceso que se explana en
nal para la Reconstrucción, la Liberación Nacional y la Justicia Social, más conocido como
"Pacto Social" se suscribe el 30 de mayo de 1973, y es elevado a la Asamblea Legislativa el 8
de junio379.
El Pacto Social apunta a "implantar como sistema de política salarial todas las medidas desti-
nadas a una justa distribución del ingreso cuya finalidad superior determine la conformación
de salarios con creciente poder adquisitivo; eliminar la marginalidad social mediante la acción
efectiva del Estado en materia de vivienda, educación, salud y asistencia, absorber en forma
total y absoluta la desocupación y el desempleo de los trabajadores argentinos; mejorar en
forma irreversible la asignación regional del ingreso y terminar con el descontrolado proceso
inflacionario y la fuga de capitales".
Se persigue, con la puesta en marcha del plan, objetivos antiinflacionarios, mediante un
congelamiento de precios y salarios.
El congelamiento de precios incluye una reducción de los mismos, por un período de dos años,
luego de un incremento que equivaldrá a un 20% del salario mínimo, y un porcentaje menor
para los salarios más elevados. De esta forma se acortará la brecha existente entre los sala-
rios y se obtendrá una distribución más equitativa y un aumento del poder adquisitivo 380.
También se prevé la estabilidad de precios de mercaderías y servicios y la creación de la Co-
misión Nacional de Precios, Ingresos y Nivel de Vida.
El 14 de enero de 1974 el presidente Perón dirige un mensaje al país expresando: "Los planes
de nuestro gobierno se han asentado en el Pacto Social, que ha permitido establecer las bases
indispensables para un lanzamiento coherente y racional. Se ha tratado de un convenio colec-
tivo de alto nivel en el que se han comprometido las fuerzas del trabajo, los empresarios y el
Estado. Su estabilidad representa el equilibrio indispensable para dominar el flagelo mo-
derno, la inflación, provocada por un desacuerdo permanente que ocasiona una carrera des-
enfrenada entre precios y salarios, en la que los primeros suben por el ascensor y los salarios
por la escalera... El Pacto Social ha querido precisamente evitar esta funesta carrera en la
que sólo gana un pequeño sector de aprovechados, en directo perjuicio de los demás" 381.
No obstante y a pesar de las buenas intenciones, a menos de transcurrido un año de firmado
el Pacto Social, éste fue debilitándose por el accionar del mercado negro, el contrabando, el
desabastecimiento, los reclamos salariales, la disminución en la inversión y el aumento des-
medido de los precios382.

58 - Contrato de trabajo: ley completa.

El 11 de septiembre de 1974 fue sancionada la ley 20.744 de contrato de trabajo383.

el tiempo, debe articular en proporciones adecuadas las dos formas mencionadas de implementación. En la ex-
periencia 1973/1976, la concertación como `política de ingreso (estática)' desbalanceó este necesario ajuste en detri-
mento de la concertación como palanca del desarrollo. Y, en rigor, es esta última modalidad la que traduce con mayor
fidelidad la idea de concertación en su última faz doctrinal".
379
"Desde el punto de vista del derecho positivo el Acta de Compromiso Nacional no es formalmente una ley, ni un
acuerdo colectivo de trabajo, ni un perfecto contrato de derecho común... No podemos decir que constituya derecho
positivo nacional, toda vez que no integra ninguna de las formas como el mismo se materializa (ya en el art. 31 de la
Const. Nacional o como contrato privado)... Ninguno de estos aspectos reviste el acuerdo... Pero si no constituye
fuente formal de derecho puede válidamente considerarse fuente material por expresar claramente la vocación de los
naturales representantes en la relación colectiva de las partes, avalado por cargas que asume y suscribe el Estado...
Por lo demás, el acuerdo fue leído en solemne sesión a la Asamblea Legislativa en pleno por el presidente de la Repú-
blica. No puede ser así despreciable su fuerza como fuente cuasi-material que, a su vez, motivará las decisiones que
sobre los aspectos allí contenidos enmarquen las decisiones legislativas (leyes), reglamentarias (decretos y resolucio -
nes) y para-legislativas sectoriales (convenciones colectivas de trabajo)", Kreimer, Carlos A., Acta de Compromiso
Nacional (Pacto Social): orígenes y fundamentos, forma y contenido, DT, 1973-733.
380
Ampliar en Torre, Juan Carlos, Los sindicatos en el gobierno, 1973 - 1976, ps. 95 - 100.
381
Del mensaje dirigido por la cadena nacional de radio y televisión, en Perón, Mensajes de enero a marzo de 1974,
ps. 19 - 20.
382
"A la idea del aumento paulatino de salarios y el incremento del consumo debido a un esperado aumento de la pro-
ducción de bienes, se le antepondrá la no inversión que impide se efectivice la meta prevista. Es así como la no inver -
sión en el sector productivo por una denunciada falta de rentabilidad por parte de los empresarios, provoca un au-
mento desmedido de los precios dada la oferta insuficiente, mientras aquéllos 'distraen' sus ingresos en la especu -
lación con divisas extranjeras", Calello - Parcero, De Vandor a Ubaldini/2, ps. 144 - 145.
383
"Era, tal como fue aprobada por la legislatura argentina en 1974, la culminación del derecho laboral argentino. Si
alguna filosofía jurídica caracterizaba a esta ley, era el realismo... Fue una ley ordenadora. Sistematizó materiales de
origen diverso: legislación dispersa, fórmulas ya adoptadas en los convenios colectivos, criterios jurisprudenciales,
recomendaciones o convenios de la OIT, aportes de la doctrina o de legislaciones extranjeras", Abós, Alvaro, La
columna vertebral. Sindicatos y peronismo, p. 132. "La LCT cumplió una función unificadora de diversas instituciones
del derecho del trabajo, que hasta la puesta en vigencia de este régimen, se encontraban dispersas, admitiendo que
pudieran proponerse diversas soluciones (emergentes de normas dispares), para un mismo caso", Rainolter, Esquema
histórico del desarrollo de la norma laboral en la Argentina, en Vázquez Vialard, dir., "Tratado de Derecho del Traba-
El Ministerio de Trabajo sería la autoridad de aplicación de la norma. Las infracciones a sus
disposiciones serían sancionadas por la ley 18.694, hasta tanto fuera dictada otra que la
reemplazare.
El nuevo instrumento legal, de 300 artículos, hacía prevalecer el principio de la norma más fa-
vorable para el trabajador en caso de duda sobre la aplicación o interpretación de la ley; esta-
blecía los requisitos esenciales y formales del contrato de trabajo y los derechos y deberes de
las partes; protegía el trabajo de las mujeres y menores, al igual que la maternidad; perfeccio-
naba la regulación de la jornada de trabajo, al disponer la obligatoriedad de un lapso mínimo
de 12 horas entre el fin de una jornada y el comienzo de la siguiente.
También se protegía la estabilidad en el empleo aunque no plenamente-, ampliándose los
plazos de preaviso y aumentándose, de manera moderada, los montos de las indemnizaciones
por despido. Además se incrementaba el descanso anual y se disponía, por parte del
empleador, el financiamiento de las vacaciones. En cuanto a las enfermedades del trabajador,
se establecía un mecanismo por el cual se aseguraba al empleador controlar el diagnóstico.
En efecto, se le daba libertad al empleado para hacerse atender por su propio médico o el de
la obra social. En caso de discrepancia o duda, una autoridad médica de la Administración Pú-
blica, decidía si el trabajador estaba o no enfermo.
En síntesis, la ley introducía importantes innovaciones en relación con el derecho de los traba-
jadores, impidiendo prácticas fraudulentas y abusos que pudieran cometerse en la relación
laboral.

59 - Prerrogativas sindicales.

Fue durante el gobierno de Perón, que el Congreso Nacional sancionó una nueva ley de aso-
ciaciones profesionales, la 20.615384. La nueva norma seguía los lineamientos del decr. ley
23.852/45385.
Reconocía a los trabajadores los derechos de constituir libremente y sin necesidad de autori-
zación previa, asociaciones profesionales, sindicatos o uniones, como el de afiliarse a ellos.
Se consideraban asociaciones profesionales a aquéllas que los obreros crearan con carácter
permanente, para la defensa de sus intereses. Eran las constituidas por trabajadores que se
desempeñaran en una misma actividad o en actividades que revistieran carácter afín por co-
munidad de intereses y las que agrupaban a trabajadores del mismo oficio, profesión o ca -
tegoría, aunque ejercieran actividades distintas. Con esto se tendía a impedir la atomización
sindical, permitiendo la constitución de un gremio por rama de industria 386.
La asociación profesional de trabajadores más representativa de la actividad de que se tratara
tenía derecho a gozar de personería gremial siempre que sus estatutos se ajustaran a las
disposiciones de la ley; poseyera el mayor número de afiliados con capacidad suficiente para
representar la actividad o la categoría en la zona en que se circunscribiera su actuación y que
tuviera una antigüedad mayor de seis meses en el ejercicio de su función gremial.
La ley reconocía el fuero sindical, es decir las garantías sobre la estabilidad en sus empleos, a
los trabajadores que: ocuparan cargos electivos o representativos y fueran delegados o subde-
legados del personal, delegados de sección, miembros de comisiones internas o actuaran en
cargos representativos similares. También gozarían de esa prerrogativa los que representaran
a las asociaciones profesionales en organismos creados por normas legales o convencionales
colectivas o pactos colectivos y en las paritarias, que tuvieran a cargo la concertación o
interpretación de convenciones colectivas de trabajo, así como los que participaran como
candidatos en una elección sindical aun cuando no fueran electos.
A través del fuero sindical los trabajadores antes mencionados entrarían en uso de licencia en
forma automática, debiendo el empleador reservarles el empleo.

jo", t. 3, ps. 236 - 237.

384
Después de las elecciones de 1973, la Confederación General del Trabajo encomendó a un grupo de iuslaboristas
la preparación de una ley modificatoria de la 14.455. El anteproyecto elaborado fue remitido al Poder Ejecutivo, el
que, con algunas modificaciones, lo presentó como proyecto de ley al Congreso. Ver Rainolter, ob. cit., p. 245.
385
Sobre las reformas introducidas, ver Vázquez Vialard, Antonio, Análisis de las reformas al régimen de asociaciones
profesionales, ALJA, 1973 - B-1330; Monzón, Máximo D., El régimen de las asociaciones profesionales de traba-
jadores según la ley 20.615, DT, 1974 - 321.
386
"Hay dos preocupaciones fundamentales: impedir la disgregación, la atomización, el surgimiento de sindicatos au-
tónomos o de empresa que al quedar fuera del marco nacional del gremialismo pueden ser utilizados por patronales
poderosos. Por otro lado se trata de impedir el estrangulamiento financiero u organizativo de los grandes organismos
por el federalismo sindical", Ceballos, Historia política del movimiento obrero, p. 60.
Se creaba también el fuero sindical especial que implicaba que los miembros de las comisio-
nes directivas o de los consejos directivos no podían ser procesados en sede penal, sin que
previamente se hubiera pronunciado el Tribunal Nacional de Relaciones Profesionales.
Se disponía, además que no podían ser arrestados sin que mediara decisión del juez compe-
tente, salvo que fueran sorprendidos in fraganti en la ejecución de un delito sancionado con
pena de reclusión o prisión.
A su vez, ninguna autoridad policial podía allanar, requisar o inspeccionar los locales perte -
necientes a una asociación profesional con personería gremial, cualquiera que fuera su grado,
si no mediara orden de juez competente, fundada en la existencia de la semiplena prueba de
un delito que mereciera pena de reclusión o prisión.
De esta manera, los jueces no darían curso a una querella que persiguiera sanciones, sin que
previamente se hubiera pronunciado el Tribunal Nacional de Relaciones Profesionales,
suspendiendo al acusado en el goce de la protección antes acordada.
En síntesis, el fuero sindical especial establecía dos prerrogativas: a los miembros de las co-
misiones directivas y a los locales gremiales.
La doctrina y la jurisprudencia consideran esta norma inconstitucional, pues lesiona el princi-
pio de igualdad ante la ley o jurisdicción de los jueces que veían reducido el ejercicio de su
atribución constitucional, a la decisión de un organismo de carácter administrativo 387: el Tri-
bunal Nacional de Relaciones Profesionales 388.
Las asociaciones sindicales con personería gremial gozaban del derecho a fijar su posición en
materia política; dar su apoyo a partidos políticos o candidatos a cargos electorales y pro-
piciar a personas determinadas para que partidos políticos les atribuyeran carácter de candi -
datos389. Se admitía, de esta forma, la participación sindical en la política partidista.
El decretol. 045/74, reglamentario de la ley 390, establecía que el Ministerio de Trabajo ejerce-
ría el contralor de los recursos económico financieros de los sindicatos, a través de inspeccio-
nes y pedidos de informes. No obstante la ley 20.615 indicaba en su art. 18 que el "poder ad -
ministrador no podrá intervenir en la dirección y administración de las asociaciones profesio -
nales... y en especial restringir el manejo de los fondos sindicales".
Además, el decreto reglamentario limitaba el fuero sindical especial refiriéndolo a los hechos
presuntivamente delictivos cometidos en ejercicio de la función gremial, reduciéndose el
ámbito del privilegio391.
Como ya había sucedido, hubo en esta ocasión un "doble discurso" entre el espíritu de la ley y
el de su decreto reglamentario, ya que éste limitó las prerrogativas sindicales otorgadas por
aquélla.

60 - Obreros y empresarios en huelga.

A1 mes siguiente de instalado el gobierno de Cámpora comenzaron a producirse conflictos


laborales, registrándose hasta septiembre más de un centenar. La mayoría de ellos ocurrió en
empresas privadas, a raíz de demoras en el pago de los salarios y de los aumentos 392.

387
Rainolter, ob. cit., p. 253, nota 398, donde cita jurisprodencia y doctrina que considera a la norma inconstitucio -
nal.
Ver también Bidart Campos, Tratado elemental de derecho constitucional argentino, ps. 425 - 426 donde sostiene
que: "Sujetar la promoción del proceso penal contra los representantes gremiales a una especie de 'antejuicio' a
tramitarse ante un organismo administrativo, es inconstitucional por varias razones: a) violación de la igualdad ante
la ley y ante la jurisdicción, al conceder privilegios; b) violación a la zona de reserva del Poder Judicial, al cohibir la
plenitud de su jurisdicción en la esfera de la administración de justicia penal; c) violación de la división de poderes,
porque la ley no puede condicionar con ese alcance la jurisdicción del Poder Judicial".
388
El Tribunal Nacional de Relaciones Profesionales, integrado por dos representantes de los empleadores, dos de los
trabajadores y tres del Estado, entendía en lo concerniente a las prácticas desleales, además del fuero sindical
especial. Este tribunal tenía su sede en la Capital Federal y su competencia territorial abarcaba todo el ámbito de la
Nación.
389
"Reducir el ámbito de intervención de los trabajadores y por lo tanto de sus respectivas asociaciones a lo económi-
co y dentro de ello a lo salarial... y fijación de las condiciones de trabajo, constituye... un error de apreciación acerca
del papel que deben representar las distintas instituciones sociales", Vázquez Vialard, E1 sindicato en el derecho
argentino, p. 52. Ver también Deveali, Mario, Sobre participación sindical en actividades políticas, DT, 1965-495 y
Katz, Ernesto R., ¿Debe prohibirse a1 sindicato la actividad política?, LL, 82-990; Torre, ob. cit., p. 19.
390
Sobre el tema, ver López, Justo, E1 decreto reglamentario de la ley 20.615, TSS, I-480 y siguientes.
391
"Si bien dentro de lo exagerado, la norma reglamentaria era más prudente: parecería ser que el Poder Ejecu tivo
hubiera excedido el campo de sus atribuciones ya que la ley era clara al respecto", Rainolter, ob. cit., p. 252.
392
Los conflictos laborales tuvieron por escena distintas empresas: Philips, General Motors, Terrabusi, Molinos Río
de la Plata, Acindar, Astarsa. Ver Torre, ob. cit., ps. 83 - 88.
En el sector público, durante este período, también hubo protestas, especialmente en el
interior donde se reclamaba la equiparación de los sueldos de los empleados provinciales con
las escalas salariales de los nacionales.
Cuando asume Perón la presidencia se evidencia el intento del líder justicialista por poner
bajo su control a las movilizaciones obreras.
Pero a comienzos de 1974 se origina en Córdoba un conflicto laboral con connotaciones polí-
ticas. La Unión Tranviarios Automotor de la Ciudad de Córdoba dispone la concreción de un
paro, dejando a la ciudad sin transporte durante cuatro días. El vicegobernador Atilio López,
miembro de la Comisión Directiva de la UTA es acusado por el intendente municipal, Juan
Carlos Avalos, de alentar desde la Casa de Gobierno la huelga y solicita al ministro del
Interior la intervención federal.
Aunque el conflicto laboral se soluciona, se piensa en pedir la renuncia al vicegobernador 393.
Posteriormente se produce el cese de actividades en diferentes gremios del interior del
país394.
Pese al Pacto Social, la escalada de los precios acompañada del avance del mercado negro
preocupaba a la dirigencia sindical, al sentirse presionada por las huelgas y paros en pos de
aumentos.
La muerte de Perón en julio de 1974 hace rever a los sindicalistas las medidas de fuerza, que
son dejadas sin efecto, momentáneamente. A1 poco tiempo se suceden, sin solución de conti-
nuidad, ocupaciones de fábricas, abandono de tareas, paros alternados y sorpresivos, quite de
colaboración, etcétera.
A comienzos de 1976 la Confederación General Económica, presidida por Julio Broner,
mediante una solicitada le hacía saber al gobierno su preocupación por la falta de recursos
crediticios, las elevadas tasas de interés y el abuso de las cargas impositivas.
El 2 de febrero se realizó una asamblea de entidades adheridas a la CGE en la que se resolvió
declarar al empresariado en estado de emergencia y movilización. El documento emitido por
la entidad decía: "El empresariado ha llevado al ámbito oficial en reiteradas ocasiones sus de-
mandas de cambio en la política económica aplicada que, como se demuestra en sus re-
sultados, es determinante de la grave situación económica del país... la movilización tiene por
objeto acentuar demandas que no van solamente dirigidas a la defensa de nuestros intereses
sectoriales sino que buscan salvar el aparato productivo del país al tiempo que servirán como
factor de disuasión a quienes están buscando soluciones extrañas" 395.
Finalmente se anunció el lock-out para el 16 de febrero. Entre los firmantes figuraban César
Polledo, de la Cámara de la Construcción, Jorge Sabaté, de la Unión Comercial, Jorge Aguado,
de Confederaciones Rurales y Celedonio Pereda, de la Sociedad Rural.
En algunos sectores, como el de la industria manufacturera, el paro no tuvo éxito, pues mu-
chos industriales, aun cuando siguieran las directivas de la CGE, preferían mantener distancia
de la A samblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias (APEGE).
El lock-out de febrero contribuyó aún más al clima de deterioro, de caos y de desgobierno 396.

61 - Policía del trabajo.

La ley de ministerios 20.524 facultaba a la cartera de Trabajo para el ejercicio del poder de
policía en todo lo inherente al cumplimiento de la legislación laboral, es decir a su fisca-
lización en todo el territorio nacional.
Basándose en ello, el Poder Ejecutivo sancionó el decr. 1.111/73 por el cual se transferían los
organismos provinciales con competencia laboral, sus bienes y personal afectado, a la esfera
nacional.
La transferencia arrolló principios constitucionales aplicables en la materia. Además de las
observaciones de prudencia política que la medida puede merecer, en cuanto a la imposibili-

393
Ampliar en Senén González, Santiago, Diez años de sindicalismo argentino. De Perón al Proceso, ps. 21 - 22.
394
Ver Torre, ob. cit., p. 63 y ss. y Peralta Ramos, Acumulación del capital y crisis política en Argentina, ps. 441 - 449,
donde elabora un listado de conflictos por mes, a partir de marzo, en el que indica la empresa, la razón del conflicto y
el tipo o duración del mismo.
395
El documento puede verse en Deheza, Isabel Perón: ¿inocente o culpable?, p. 125.
396
"A partir de mediados de 1975 dicha imagen fue fomentada deliberadamente por los dos actores que, desde la polí -
tica y la economía respectivamente, fueron constituyéndose en los censores severos y extremos no sólo del gobierno
sino también de toda una manera de organización de la sociedad argentina; es decir, las Fuerzas Armadas y la cúpula
empresarial liberal que reaparece espectacular y exitosamente con la creación de la APEGE... En efecto, unos y otros
formularon críticas cada vez más demoledoras que, en principio, denunciaron a un gobierno incapaz de `poner orden'
tanto por su supuesta ineficacia en la represión como por su imposibilidad de regular los comportamientos de los dis -
tintos sectores sociales, incluso de aquellos que habían constituido su soporte social", Cavarozzi, Autoritarismo y
democracia, (1955 - 1983), p. 59.
dad de fiscalizar la autoridad nacional toda la actividad laboral, debe señalarse que las pro -
vincias no han abdicado de cometidos constitucionales reservados (art. 104, Const. Nacional).
Por otra parte, los poderes ejecutivos provinciales habían dispuesto, mediante convenio, el
traspaso a su órbita de bienes, funciones y competencias que las mismas leyes y normas cons -
titucionales locales les permitían397.
En octubre de 1973 se procedió a modificar la legislación dictada durante el gobierno de fac-
to. Así, por leyes 20.554, 20.555 y 20.556 se sustituyeron artículos de las normas 18.694 y
18.695 sobre sanciones e infracciones a las leyes laborales, tanto nacionales como provincia-
les, como también los procedimientos de inspección, comprobación, aplicación e impugnación
de ellas398.
Las modificaciones disponían que las infracciones a las normas de trabajo, de carácter nacio-
nal o provincial, se rigieran de acuerdo con lo que la propia ley fijaba y que la comprobación y
juzgamiento de las infracciones a las normas de ordenamiento y regulación de la prestación
de trabajo, se realizarían en todo el país.
La superposición de medidas sobre la fijación de salarios o su reajuste, que a su vez aparecían
establecidas en las convenciones colectivas de trabajo y en la normatividad legal, provocaba
una regulación discriminatoria entre los trabajadores, incidiendo acuciantemente en su si-
tuación particular y repercutiendo gravemente en el estado socioeconómico del país. A tal
efecto y a fin de evitar tanta anarquía normativa, se propuso a los ministerios de Trabajo y
Economía que elevasen al Poder Ejecutivo Nacional, un proyecto de ley sobre el Instituto
Nacional de las Remuneraciones, de la Productividad y de la Participación (decr. 2.720/75).
En los considerandos del decreto, el Poder Ejecutivo señalaba la necesidad de "auspiciar la
creación de un sistema que institucionalice la actualización de los salarios durante la vigencia
de las convenciones colectivas de trabajo, a fin de mantener el poder adquisitivo de los mis-
mos.
Que a través de la regularización normativa decidida, no sólo va a obtenerse certeza y seguri-
dad jurídicas, sino que también, y esto es lo importante, logros ciertos y permanentes para to-
dos los trabajadores, cumpliéndose así con una de las exigencias, la de la generalidad,
requerida por la justicia social, sin desmedro para nadie y con beneficio para todos".
El Instituto debía cumplir importantes funciones. Entre ellas proponer trimestralmente al
Ejecutivo el monto del salario mínimo vital; informar acerca de la disminución del salario real,
con el fin de establecer los pertinentes reajustes y realizar los estudios necesarios para efec-
tivizar niveles de productividad crecientes y para aplicar sistemas de participación de los tra-
bajadores.
El organismo estaría integrado por representantes de los ministerios de Trabajo y Economía,
de la Confederación General del Trabajo y de organizaciones empresariales.

62 - Los sindicalistas y el gobierno.

La cuestión de las candidaturas presidenciales para marzo de 1973, desembocó en nego-


ciaciones a nivel nacional y provincial entre las ramas política, sindical y juvenil del Partido
Justicialista. Los sindicalistas aspiraban a tener su representación del 33%.
A nivel provincial, tuvieron acceso al poder político, a través de las vicegobernaciones. Tal lo
sucedido en Mendoza, Buenos Aires, Santa Fe, San Luis, Salta, Corrientes y Córdoba.
Los vicegobernadores sindicalistas presionaron a los jefes de los ejecutivos locales a fin de
modificar los gabinetes y en general cambiar las orientaciones que les estaban imponiendo a
sus administraciones, por entender que existía una preocupante "infiltración comunista" en
los gobiernos provinciales. Esas desavenencias entre gobernadores y vicegobernadores, fruto
de las divisiones imperantes dentro del Movimiento Peronista, llevaron a la destitución de los
mandatarios, a las intervenciones provinciales y a una consolidación del poder sindical en el
ámbito del poder político.
A nivel nacional, la designación de Cámpora para la presidencia provocó rechazo en los
sindicalistas, sobre todo los de la rama política del movimiento obrero, congregados en las 62
Organizaciones al mando de Rogelio Coria y Lorenzo Miguel. Entendían que debía ser Perón
el candidato a cubrir el primer término de la fórmula.

397
Puede ampliarse en Vázquez Vialard, Antonio, Competencia administrativa nacional en materia de trabajo y segu -
ridad social, TSS, I-8l; Control administrativo laboral de las relaciones individuales del trabajo. Competencia federal y
local, JA, Doctrina 1973 - 187, Rainolter, ob. cit., ps. 242 - 244; Dromi, José Roberto, Policía del Trabajo. Procedimien-
to y proceso administrativo laboral, ED, 58 - 761.
398
Infracción, sanción, inspección, comprobación, aplicación e impugnación de la sanción, constituyen el contenido
propio de la llamada "policía administrativa del trabajo".
Finalmente, los sindicalistas aceptan el binomio Héctor Cámpora - Vicente Solano Lima, con
excepción de Rogelio Coria. Este empecinamiento de Coria, que le valió el alejamiento de las
62 Organizaciones399, fue observado por Perón, quien en declaraciones efectuadas el 14 de
enero de 1973, afirmaba:
"En la acción sindical hay mucha burocracia. Por otra parte, nadie tiene una experiencia más
dolorosa que yo sobre eso. Porque yo los he visto defeccionar a muchos en el momento más
decisivo de toda nuestra historia política, los he visto defeccionar a ellos, dirigentes sindica-
les. Por eso, cuando organicé el movimiento, lo organicé sobre tres patas; no sobre una ni so-
bre dos. Nosotros manejamos la acción popular a través de la línea política, y la manejamos
en la línea política por el lado masculino y femenino. ¿Por qué hice yo eso así? Porque lo que
se maneja por la línea sindical y por la política es la misma gente. Sólo que los dirigentes
sindicales tienen la ilusión de que manejan, y no es así. Porque el manejo es político, no
sindical; el manejo sindical es solamente para la defensa de los intereses profesionales; no da
para tnás. Ahora, políticamente... políticamente pueden manejar muy pocos... ¡Qué va a mane-
jar Coria! El manejo sindical está en la CGT y allí estamos seguros; porque lo tenemos a Ruc-
ci, que hace lo que debe hacer... El gobierno se equivoca dándoles plata a los dirigentes de las
62... ¡Qué les va a dar Coria a ellos!" 400.
Estas circunstancias provocaron la carencia de entusiasmo y apoyo necesario por parte de las
62 Organizaciones para la campaña proselitista previa a marzo de 1973 401. Sin embargo ca-
bría preguntarse si el triunfo justicialista significaría el comienzo nuevamente de la etapa de
gestión del sindicalismo dentro del Estado, es decir su continuidad como "columna vertebral"
dentro del movimiento o sería desplazado por los grupos juveniles más radicalizados, como lo
eran la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y la Juventud Sindical Peronista (JSP). El primer
agrupamiento proclamaba el "trasvasamiento sindical para el socialismo nacional" y el segun-
do declaraba su apoyo al gobierno peronista porque "él restablecerá la liberación nacional" 402.
Desde el primer instante que Cámpora asume la presidencia, la CGT no abandona la idea de
que Perón debe regresar y así ocurre el 20 de junio.
Cuando se anunció la candidatura de Perón a las elecciones de septiembre de 1973, candi-
datura que había sido sostenida por los sindicalistas desde el inicio de la salida política de la
"Revolución Argentina", la presencia y respaldo de éstos en los actos preelectorales contrastó
considerablemente con lo que había ocurrido con Cámpora.
Dos días después de las elecciones, el 25 de septiembre el secretario de la CGT, Ignacio Ruc -
ci, era asesinado403. El asesinato del dirigente cegetista fue el puntapié inicial de la lucha en-
tre los sectores denominados "patria sindical" y "patria socialista" 404.

399
"Rogelio Coria -quien en 1966 se había acercado al gobierno de Onganía acaudillando un sector de las 62 denomi-
nado participacionista- pretendía tal vez en 1973 arribar de alguna manera a un peronismo sin Perón, por medio de
una alianza militar-sindical. Para ello propiciaba una fórmula presidencial encabezada por Perón, sabiendo de ante -
mano que tal temperamento resultaba imposible de aceptar porque el gobierno militar había condicionado al futuro
poder constitucional no sólo en la candidatura imposible sino en cinco puntos que firmaron todos los generales en ac-
tividad, salvo uno (Ibérico Saint Jean) quien por eso pasó a retiro", Senén González, Diez años de sindicalismo argen-
tino, p. 10.
400
Mayoría del 14/1/73, cit. por Cavarozzi, Autoritarismo y democracia , (1955 - 1983), ps. 120 - 121.
401
"A1 asumir Héctor J. Cámpora la presidencia el 25 de mayo de 1973, los líderes estaban lejos de participar del en -
tusiasmo popular que rodeó la vuelta del peronismo al gobierno.
Razones para estar insatisfechos no les faltaban. En el desarrollo de la operación política que culminó con el triunfo
electoral del 1 1 de marzo su participación había sido marginal. En lugar de montar el que sería su retorno al poder
sobre el movimiento obrero organizado, Perón había preferido hacerlo sobre los viejos cuadros políticos y los nuevos
contingentes juveniles del peronismo", Torre, ob. cit., p. 43.
"Esa actitud de marginamiento se fue observando a lo largo de todo el proceso electoral. Aunque, según muchos pro-
tagonistas de entonces, los líderes gremiales no dejaban de advertir el inusitado despliegue de los grupos juveniles",
García, Patria sindical versus Patria socialista, p. 35.
402
Ver Senén González, Diez años de sindicalismo argentino, p. 11.
403
Ampliar en San Martino de Dromi, Historia política argentina (1955-1988), t. 2 , p. 55, nota 91 y p. 118, nota 184.
404
"La muerte de Rucci trajo aparejadas una serie de movidas del gremialismo por cercar y exterminar a los grupos
combativos. En esa parte del proceso, lograron el consentimiento de Perón. Fue justamente en su presencia, en una
reunión de gobernadores -el 1° de octubre de 1973- cuando se leyó una 'orden reservada' que llamaba, entre otros
conceptos a la 'guerra contra los grupos marxistas', estableciendo luego con particularidad que 'todo grupo que se
titulase peronista debía definirse públicamente contra el marxismo y participar de modo activo en la lucha"', García,
Patria sindical versus patria socialista, p. 40. El mismo autor reproduce declaraciones de Roberto Santucho, cabecilla
del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), desde Marsella (Francia), en marzo de 1976, afirmando: "Una de las
razones por las cuales no pudimos efectuar acciones de masa se debió fundamentalmente a las dificultades que tuvi -
mos para penetrar la estructura sindical, ya que la burocracia dirigente se constituyó en una valla. En otros sectores,
en cambio, hasta en organismos de seguridad, no tuvimos problemas para penetrarlos" (p.l ). Ver la orden reservada
impartida por el general Perón en Itzcovitz, Estilo de gobierno y crisis política, 1973-1976, p. 99 y La Opinión, 2/5/
73.
A raíz de la muerte de Rucci, Perón afirmó: "El asesinato del secretario de la Confederación
General del Trabajo no es sino la culminación de una descomposición política, que los hechos
han venido acumulando a lo largo de una enconada lucha que influyó sobre algunos sectores
de nuestra juventud, quizás en momentos justificada, pero que hoy amenaza con tomar cami-
nos que divergen totalmente de los intereses esenciales de la República, por los cuales noso-
tros hemos de luchar a la altura de la responsabilidad que tenemos" 405.
A Rucci le sucedió en el cargo Adelino Romero, quien duró poco tiempo al frente de la conduc-
ción obrera, pues el 15 de julio de 1974 moría de un infarto.
La presencia de Perón en el gobierno le permitió al movimiento obrero un diálogo más fluido.
Se produjo así el "reencuentro" de los jefes sindicales posteriores a 1955 con su conductor
natural406. Pero esta etapa, que representaba una seguridad para el sindicalismo fue muy bre-
ve, duró apenas diez meses.
Esto no va a impedir un agudizamiento de la lucha "peronismo radicalizado-peronismo ortodo-
xo". El 1 ° de mayo el presidente, desde los balcones de la Casa Rosada, les decía a los traba -
jadores allí reunidos: "Compañeros: Hace hoy veinte años que en este mismo balcón y con un
día luminoso como éste, hablé por última vez a los trabajadores argentinos. Fue entonces
cuando les recomendé, que ajustasen sus organizaciones, porque venían días difíciles. No me
equivoqué ni en la apreciación de los días que venían ni en la calidad de la organización
sindical, que se mantuvo a través de veinte años, pese a estos estúpidos que gritan.
Decía que a través de estos veinte años, las organizaciones sindicales se han mantenido
inconmovibles, y hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más méritos que los que
lucharon durante veinte años.
Por eso, compañeros, quiero que esta primera reunión del Día del Trabajador sea para rendir
homenaje a esas organizaciones y a esos dirigentes sabios y prudentes que han mantenido su
fuerza orgánica, y han visto caer a sus dirigentes asesinados, sin que todavía haya sonado el
escarmiento.
Compañeros: Nos hemos reunido durante nueve años en esta misma plaza, y en esta misma
plaza hemos estado todos de acuerdo en la lucha que hemos realizado por las reivindicaciones
del pueblo argentino. Ahora resulta que, después de veinte años, hay algunos que todavía no
están conformes de todo lo que hemos hecho.
Compañeros: Anhelamos que nuestro movimiento sepa ponerse a tono con el momento que vi-
vimos. La clase trabajadora argentina, como columna vertebral de nuestro movimiento, es la
que ha de llevar adelante los estandartes de nuestra lucha. Por eso, compañeros, esta reu-
nión, en esta plaza, como en los buenos tiempos, debe afirmar la decisión absoluta para que
en el futuro cada uno ocupe el lugar que corresponde en la lucha que, si los malvados no ce-
jan, hemos de iniciar.
Compañeros: Deseo que antes de terminar estas palabras lleven a toda la clase trabajadora
argentina el agradecimiento del gobierno por haber sostenido un pacto social que será
salvador para la República"407.
A partir de este mensaje se produce la ruptura entre esa juventud radicalizada y Perón y, a su
vez, el apoyo y reconocimiento del líder a las organizaciones sindicales.
Un mes y medio más tarde Perón volvía a encontrarse con los trabajadores. El 12 de junio en
horas de la mañana, el presidente dirigió un discurso al país, en el que atacó a "irresponsables
sindicalistas y empresarios que violan el Acta de Compromiso [Pacto Social] y algunos diarios
oligarcas [Clarín] que están insistiendo en el problema de la escasez y el mercado negro".
La CGT decretó un paro y movilización para esa tarde. Los manifestantes que concurrieron a
Plaza de Mayo en apoyo del viejo líder escucharon de éste su último discurso. Allí Perón cri -
ticó a los propios partidarios "que no hacen nada para asegurar la paz, transformándose en
compañeros de ruta de la desorganización". Al finalizar su alocución agradeció la asistencia
de los concurrentes: "Esta concentración popular me da el respaldo y la contestación a cuanto
dije esta mañana... Llevaré grabado en mi retina este maravilloso espectáculo en que el pue-
blo trabajador de la ciudad y la provincia de Buenos Aires me trae el mensaje que yo necesi -
to... Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo.
Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argen-
tino".
El 1 ° de julio Perón moría.

405
Parte del discurso pronunciado en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno ante los gobernadores provinciales, el
1/10/73; ver Perón, Mensajes de junio a octubre de 1973, p. 105.
406
Ampliar en Torre, ob. cit., p. 71.
407
Ver Deheza, Isabel Perón: ¿inocente o culpable?, p. 36.Ver también Torre, ob. cit., p. 100.
Con María Estela Martínez de Perón a cargo del Ejecutivo, se produjo un abandono del plan
de Perón en todos los órdenes del quehacer nacional. El sindicalismo no fue ajeno a este viraje
político.
Así pues se intentó la adhesión y sometimiento de los dirigentes sindicales, designando nue-
vos líderes que obedecieran a esta nueva política. Varios sindicatos independientes o disiden-
tes fueron eliminados, como ocurrió, por ejemplo, con la Federación Gráfica Bonaerense diri-
gida por Raimundo Ongaro, que fue reemplazada por el Sindicato Gráfico Argentino, otorgán-
dosele personería gremial en diciembre de 1974.
Fue también en el mes de julio que se reunió el Congreso de la CGT a efectos de renovar auto -
ridades. A sugerencia de la presidente no se introdujeron cambios en la cúpula. Adelino Ro-
mero fue reelegido, a pesar de que su salud estaba seriamente quebrantada y se designó se-
cretario adjunto a Segundo Bienvenido Palma, hombre de las 62 Organizaciones y sucesor de
Romero cuando éste falleciera.
En el Congreso se evidenció la influencia de las "62". Partidarios del sindicalismo de presión,
acusaron al grupo liderado por Adelino Romero de apoyar pasivamente la política económica
trazada por José B.Gelbard. El Congreso finalizó con el triunfo de Lorenzo Miguel. A partir de
aquí, la CGT comenzará a actuar monolíticamente, en base a las estrategias planeadas por las
62 Organizaciones408.
En agosto, el Comité Confederal de la Central Obrera designó secretario adjunto a Casildo
Herreras, tesorero de la Asociación Obrera Textil y miembro de la mesa directiva de las 62
Organizaciones, en reemplazo de Palma quien asumía a su vez el cargo de secretario general
al morir Romero. De esta forma la CGT lograba un mayor espacio político.
A comienzos de 1975, Palma solicita licencia por razones de enfermedad, ocupando Casildo
Herreras la dirección cegetista, en un primer momento de manera provisoria y luego, con la
renuncia de Palma, en forma definitiva.
A partir de este hecho, la CGT y las "62" prestaron un "apoyo parcial" a la presidente, que
algunos consideraron que no pasaba más allá de las meras declaraciones. En julio, la CGT,
ante la caótica situación económica,
preparó un paro de 48 horas, con el objetivo de presionar a la presidente para la homolo -
gación de los convenios. Se estaba cumpliendo el día del paro y el gobierno cedió. Celestino
Rodrigo y López Rega debieron renunciar y abandonar el país409.
El grave deterioro salarial y las peligrosas consecuencias de la escalada inflacionaria, su-
mados a la crisis política provocaron una ola de protestas de las bases que presionaron a la
CGT. En tal sentido la Central Obrera solicita del ministro Pedro Bonanni declarar al país en
estado de emergencia económica, frenar la ola de despidos y reprimir la especulación 410.
En agosto se habla de desavenencias entre Lorenzo Miguel y Casildo Herreras a punto tal que
este último presenta su renuncia, la que no es aceptada por el Consejo Directivo de la CGT.
Ambos dirigentes son designados, poco tiempo después, en el Consejo Superior del Movimien-
to Nacional Justicialista, adquiriendo así mayor peso político del que gozaban y contando, so-
bre todo Lorenzo Miguel, con el apoyo de María Estela Martínez de Perón. En contraposición
estaba representado el antiverticalismo en el grupo de los 8, liderado por Victorio Calabró,
también de la UOM, acompañado por otros gremios: molineros, trabajadores navales, de la
carne, etcétera.
En ocasión de encontrarse la presidente en uso de licencia, Calabró manifestó públicamente
la necesidad de que el ex ministro de Bienestar Social regresara al país para "rendir cuentas"
y acusó al gobierno de provocar un "vacío político", "renovando sus diatribas" contra la figura
presidencial411.
Aunque Lorenzo Miguel sostenía que esas declaraciones eran formuladas por el gobernador
de la provincia de Buenos Aires, Victorio Calabró a título personal, varias seccionales de la

408
"Resulta inocultable que a partir de ese momento adquiere mayor preeminencià el grupo de las 62 y en particular,
el núcleo íntimamente ligado a Miguel", Senén González, Diez años de sindicalismo argentino, p. 26.
409
"La importancia de esta victoria reside en que la camarilla de López Rega sufrió un golpe demoledor y que su plan
económico quedó descalabrado. Pero más importante que esto es que los obreros a través de gigantescas movilizacio -
nes y verdaderas acciones de masa (huelgas, concentraciones, ocupaciones) han medido fuerzas contra sus viejos y
nuevos enemigos, y han comprobado que su sola presencia en el escenario de la lucha es capaz de pesar decidi-
damente sobre cualquier situación", Calello - Parcero, De Vandor a Ubaldini/2, p. 160 (la bastardilla es nuestra).
410
Senén González, Diez años de sindicalismo argentino, p. 45.
411
"Cuando advierto la sordera y la ceguera y la sordidez de quienes traicionando los ideales del teniente general
Perón están sirviendo a sus intereses personales destrozando la unidad de nuestro Movimiento Justicialista, cuya
premisa fundamental es estar al servicio de la Patria. Cuando advierto que prostituyen el honor de servirla trayendo
la incredulidad en las instituciones republicanas, en los gobernantes sinceros y fatiga moral en los espíritus", mensaje
del gobernador Calabró difundido por Radio Provincia, citado por Deheza, Isabel Perón: ¿inocente o culpable?, p. 104.
UOM adhirieron a la misma y censuraron al dirigente metalúrgico 412. La pugna entre Miguel y
Calabró llevará a la expulsión de éste del gremio y a la ruptura dentro del seno de la UOM,
pues varias filiales continuaron respondiendo a Calabró.
La reestructuración ministerial llevada a cabo por el gobierno preocupaba a los sindicalistas,
quienes reunidos en Mar del Plata, sostuvieron, a través de Casildo Herreras, que: "La CGT y
las 62 Organizaciones pidieron siempre que las consideren como una realidad política sólida.
No pretenden bajo ningún concepto impugnar o imponer a la presidente de la Nación tal o
cual candidato; antes bien, siempre sostuvimos los sindicalistas que es ella quien debe
hacerlo; pero lo que pedimos es que también se nos consulte como realidad política que so-
mos y que se elija entre aquellas personas que surjan de realidades políticas sólidas, pero que
esas designaciones, bajo ningún concepto, las digite o las imponga quien no tiene nada tras de
él. Tal es el caso del diputado Lastiri, quien es bajo nuestra óptica el yerno del señor López
Rega y no tiene a nadie más atrás. Para nosotros lo que se produce con esta 'lastirización' del
gabinete nacional, retrotrae la situación política al mes de junio del año pasado, cuando era el
ministro de Bienestar Social José López Rega, quien detrás de la presidente de la Nación inf-
luía en sus decisiones y la rodeaba de un muro que no le permitía ver más allá de lo que él
quería; a lo cual la CGT y las 62 Organizaciones no podían acceder. Recuérdese lo que se pro-
dujo en junio pasado y piénsese por que renunció López Rega y cómo se fue. Ahora se inicia
un proceso similar y el enfrentamiento se va a producir el miércoles cuando regresen los diri-
gentes gremiales de Mar del Plata y no me aventuro mucho si les digo que el 27 de este mes
tenemos una movilización y una concentración de trabajadores en apoyo a la presidente como
el 27 dejunio de 1975, para que los que ahora intentan volver a rodearla y a las prácticas de
López Rega se vayan como él, porque Lastiri es López Rega. Ahora hay que reconocer que en
el país sigue teniendo vigencia"413.
Para marzo de 1976, el clima de tensión era insoportable, el golpe deja de ser rumor para irse
convirtiendo en una irreversible realidad. Miguel declara que no hay golpe ni ultimátum y en-
tiende que, en el caso de que existiera, habrá que salir en apoyo de María Estela Martínez de
Perón; Casildo Herreras viaja sorpresivamente el 22 a Montevideo. Las 62 Organizaciones y
la CGT reafirman la defensa del orden institucional, pero se niegan a movilizar a los obreros.
Durante esta etapa, el sindicalismo, después de casi veinte años, se reencuentra con Perón.
Hasta ahora, ha podido sobrevivir y mantenerse frente a los embates que le ha tocado afro-
ntar. Con la llegada del Justicialismo nuevamente al gobierno, se profundiza, ya sea en pro o
ya sea en contra, la participación de la dirigencia gremial en los críticos momentos que le toca
vivir a la Nación. Con espíritu pragmático se la ve al lado de López Rega, es la "patria
sindical" que busca el distanciamiento de la "patria socialista" y una vez logrado el objetivo,
gira y presiona, alcanzando la expulsión del loperreguismo del gobierno.

412
La declaración es firmada por Luis Rubeo, Juan Racchini, Enrique Osella Muñoz y Ricardo de Luca; ver Senén
González, Diez años de sindicalismo argentino, p. 48.
413
La Nación, 18/1/75.
CAPITULO X
LOS SINDICALISTAS Y EL GOBIERNO MILITAR (1976 - 1983)

63 - El "Proceso de Reorganización Nacional".

Con la conducción del general Perón el gobierno demostró una actitud flexible y dispuesta al
diálogo. A partir de su muerte predominó una política de clara orientación autoritaria, y de
absoluta incapacidad de rectificación414.
El cambio sucesivo de autoridades y la falta de conductas ejemplificadoras de los funcionarios
públicos, llevaron al desprestigio generalizado del elenco gubernamental. Esto contribuía a
acentuar, aún más, la crisis.
El clima político, social y económico se volvió por momentos intolerable. La dura oposición
política, la escasa cohesión interna del partido gobernante, la conmocíón provocada por los
actos de violencia, la lucha por el poder de las distintas corrientes peronistas, el enfrenta -
miento con los sindicatos, desembocaron en un vacío de poder. El tercer gobierno peronista
llegaba a su fin.
El 23 de marzo de 1976 se hablaba de "golpe" minuto a minuto, a pesar de que los hombres
del gobierno aseguraban lo contrario.
Esa misma noche, la presidente cerraba un día más de trabajo y, sin saberlo, el último en la
Casa Rosada.
El helicóptero que la trasladaría desde allí hasta la residencia de Olivos recibió órdenes del
Comando General de la Fuerza Aérea de aterrizar en Aeroparque. A las 0.45 del 24 la señora
de Perón fue detenida junto a su secretario personal Julio González.
María Estela Martínez de Perón fue trasladada a la residencia "El Messidor", ubicada en Villa
La Angostura, provincia del Neuquén, donde quedó bajo la vigilancia de las Fuerzas Armadas.
La marcha "Ituzaingó" indicaba que los militares habían accedido nuevamente al poder.
A las 3.32 las fuerzas castrenses emitieron su primer comunicado, dando a conocer a la po -
blación que el país se encontraba, a partir de ese momento, bajo "el control operacional de la
Junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas". Inmediatamente los tres coman-
dantes generales, teniente general Jorge Rafael Videla, almirante Emilio Eduardo Massera y
brigadier Orlando Ramón Agosti asumieron el gobierno de la República Argentina.
El golpe "cantado" por el general Videla el 24 de diciembre de 1975, que daba un plazo de 90
días al gobierno para la rectificación de su rumbo, se cumplió inexorablemente. Ni un día
antes, ni un día después.
Ante el fracaso del gobierno de María Estela Martínez de Perón, que también arrastró al Par-
tido Justicialista en particular, y al sistema democrático en general, una gran parte de la po-
blación recibió con cierta esperanza la nueva irrupción militar.
El Justicialismo como partido, no pudo o no quiso separar su imagen del deteriorado gobierno
y tampoco se animó a buscar una solución institucional (renuncia, juicio político) para salvar
al país. Al no constituir la oposición una salida viable 415, todo el sistema se vio empujado hacia
el mismo final.
En Montevideo, Casildo Herreras, secretario general de la CGT, ante la requisitoria periodís-
tica respondía: "Yo no sé nada, me borré". El día 23 La Razón , en grandes letras, titulaba: "Es
inminente el final, todo está dicho".
El 24 de marzo los comandantes generales dieron a conocer al país la Proclama, el Acta fijan -
do el propósito y los Objetivos Básicos para el Proceso de Reorganización Nacional, el Acta
para el Proceso de Reorganización Nacional, las Bases para la Intervención de las Fuerzas
Armadas en el Proceso Nacional y el Estatuto 416. Los cinco documentos llevaban las firmas de
los comandantes generales.

414
"Ahí está el Congreso de la República, en su primer año de legislación brillante. Cuando estaban conformadas las
formas de la convivencia, de la concertación. Luego, el Parlamento que no funciona por la ausencia de los responsab -
les de la mayoría. No es un cargo, es una realidad. No es una imputación, es la exhibición de una realidad del país
que se tocaron la mano, que todos la vemos", Balbín, Discursos políticos parlamentarios, p. 45.
415
"El radicalismo, ...ha carecido de imaginación y de vigor en su tarea. Ha basado su estrategia en el apoyo circuns -
tancial a corrientes internas del peronismo encarnadas por hombres que no respondieron a sus expectativas... En un
régimen democrático la oposición se ejerce no sólo en los recintos legislativos y a través de declaraciones, sino
también a través de la movilización y canalización de la protesta social.
Esta apatía del principal partido opositor es lo que hace pensar a muchos que no existe una alternativa válida dentro
del sistema, y que el único remedio posible es un gobierno o un régimen militar", ver El peronismo gobernante y la
guerra interna (1973-1976), editoriales de Rev. Criterio, en "1943-1982 Historia política argentina", ps. 144-145.
416
Ver los documentos mencionados en Proceso de Reorganización Nacional.
64 - Los sindicalistas ante otro golpe.

Las primeras medidas tomadas contra el sindicalismo417 recayeron en las asociaciones de tra-
bajadores, suspendiéndose transitoriamente las actividades gremiales, excepto las corres-
pondientes a la administración interna de las mismas y a la de sus obras sociales. Esta
suspensión fue acompañada de la intervención y congelamiento de las cuentas bancarias de
los gremios (decr. 7/76).
También fue prohibida la actuación de las "62 Organizaciones" al considerarse que no cons-
tituía una agrupación de trabajadores en los términos y alcances de la ley de asociaciones pro-
fesionales. Paralelamente fue impartida la orden de captura de su principal dirigente, Lorenzo
Miguel.
El mismo 24 de marzo se dispuso la intervención del Consejo Directivo de la Confederación
General del Trabajo, bloqueándose sus fondos, cuentas bancarias y bienes patrimoniales. Se
designó interventor en la Central Obrera al coronel Emilio Alfredo Fabrizzi. El nuevo interven-
tor gozaría de las mismas facultades que el estatuto de la CGT preveía para su secretario, inc-
luso podía dejar sin efecto el bloqueo anteriormente mencionado. El 28 de abril se designó un
nuevo interventor, el coronel Juan A. Pita, secuestrado el 30 de mayo en las proximidades de
La Plata418. A raíz de este suceso se hizo cargo de la intervención , de manera interina, el co-
modoro Julio César Porcile.
En concordancia con lo dispuesto en el Acta para el Proceso de Reorganización Nacional, se
suspendió la realización de actos eleccionarios y la celebración de asambleas o congresos
ordinarios o extraordinarios en asociaciones de empleados y asociaciones profesionales de
trabajadores.
Las asambleas y actos estaban permitidos sólo cuando se trataban temas referidos a la admi-
nistración interna de la asociación y a la de sus obras sociales.
A raíz de ello, el ministro de Trabajo estaba facultado, mientras durara la suspensión, a pro -
rrogar la vigencia de los mandatos de los representantes gremiales o al restablecimiento de
los que hubieran vencido, con anterioridad a esta disposición.
A partir del 31 de marzo, el Ministerio de Trabajo dispuso, la intervención a distintos gremios:
Federación de Obreros y Empleados Telefónicos; Unión Obrera Metalúrgica; Unión Obreros
de la Construcción; Federación Argentina de Trabajadores de Prensa 419; Federación de
Sindicatos Unidos Petroleros del Estado; Asociación Obrera Textil; Federación Gremial del
Personal de la Industria de la Carne y Derivados; Federación de Vendedores de Diarios y Re-
vistas; Federación de Estibadores Portuarios Argentinos, Sindicato de Mecánicos y Afines del
Transporte Automotor, Sindicato de Talleres y Astilleros Navales, Sindicato de Obreros y
Empleados Petroquímicos Unidos de San Lorenzo (Santa Fe); Unión Docentes Argentinos;
Federación Nacional de Vialidad Nacional; Sindicato de Obreros Empacadores de Fruta de
Río Negro y Neuquén; Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza; Sindicato
Conductores de Taxis (Córdoba); Asociación de Trabajadores de la Sanidad (Mendoza);
Sindicato de Telefónicos (Río Cuarto); Asociación Regional Músicos y Afines del Sur (Bahía
Blanca); Sindicato Unión Portuarios Argentinos (Santa Fe); Unión Obreros de la Industria
Maderera de Tartagal (Salta); Sindicato de Empleados de Comercio Avellaneda-Lanús, etcé-
tera.
Esta medida se fundamentaba en "la necesidad de regularizar las anomalías", que se observa-
ban en esas organizaciones.

65 - De nuevo, leyes laborales nuevas.

417
"La reacción antisindical, explicable por la corrupción, politización y desorden en que se sumieron las organizacio-
nes obreras hasta 1976, generó desde el principio un estado de ánimo adverso al examen desapasionado y sereno del
problema. Como ocurre con harta frecuencia, las reacciones llevan al extremo opuesto de aquel que les dio origen.
Por eso es que los primeros tiempos de un nuevo gobierno son poco aptos para adoptar resoluciones de prolongada -
se pretende definitiva- aplicación.
En lugar de proyectar formas nuevas y superiores a las anteriores, se reduce a adoptar posturas antitéticas –'anti'-
que son en definitiva reactivas y parasitarias y, por ello, básicamente infecundas", Puiggrós, Oscar R., Reflexiones so-
bre la ley de asociaciones profesionales, en "Problemas argentinos y sus soluciones II", p. 153.
418
E1 7 de diciembre de 1976, el coronel Pita pudo fugarse de la finca donde se encontraba secuestrado, al noroeste
de la ciudad de La Plata.
419
"En el organigrama de ocupación militar de las organizaciones sindicales, figuraba el gremio de prensa. En la
madrugada del 25 de marzo... una tanqueta operada por efectivos de la Armada Argentina, irrumpe violentamente en
la sede del Sindicato de Prensa Capital Federal y de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa... Derribada
la puerta de acceso, los militares sólo encontraron al asustado sereno... El 'arsenal' de armas que supuestamente
guardaba el edificio nunca fue hallado, pero se iniciaba de esta forma, como en tantas otras organizaciones sindica -
les, la intervención militar", Carazo-Audi, Siete años de lucha contra la dictadura, p. 21.
Por ley 21.261 se suspendió "transitoriamente" el derecho de huelga y el de cualquier otra
medida de fuerza que pudiera afectar la productividad. Posteriormente se complementaron
estas disposiciones, mediante la ley 21.400. Esta constituía un régimen de excepción, por
cuanto sólo sería de aplicación para los supuestos de emergencia que en el mismo se
contemplaban.
Se disponía así que en circunstancias de alteración del orden público o de emergencia econó-
mica o social, o cuando se hubiera declarado el estado de sitio, el Ejecutivo podía suspender,
en todo el territorio nacional o en la parte del mismo donde existiera la perturbación, la rea -
lización de medidas de acción directa de empleadores y trabajadores que significara un obstá-
culo para la producción.
La ley preveía, también, las sanciones. Se penaba con prisión de 1 a 6 años e incluso se podía
llegar a perder el derecho a percibir las remuneraciones correspondientes al período de ce-
sación del trabajo. No obstante la prohibición, hubo huelgas y jornadas de protesta durante el
Proceso420.
El 5 de octubre de 1976 los trabajadores de Luz y Fuerza de la Capital Federal iniciaron un
paro en protesta por el despido de casi 265 empleados de Segba, la mayoría dirigentes
gremiales, entre ellos Oscar Smith, Andrés Mancuso y Alberto Delfico 421. A raíz del conflicto,
el Comando de la Zona I del Primer Cuerpo de Ejército y los directivos de la empresa conmi-
naron a los huelguistas a volver a sus tareas.
A1 persistir el conflicto se comunicó que los trabajadores que no cumplieran con las tareas ,
serían detenidos y puestos a disposición del Comando Militar de la Zona I. El 14 de octubre el
gobierno asumió la responsabilidad de solucionar el problema en forma definitiva, intimando a
los trabajadores "a la cesación inmediata de las medidas de fuerza". A partir de allí el servicio
eléctrico quedó normalizado al reintegrarse el personal al trabajo.
El último trimestre del año fue testigo de dos conflictos laborales, pero que no adquirieron la
envergadura del de Luz y Fuerza. Uno de ellos fue el de los portuarios, que recurrieron al
"trabajo a desgano" en protesta por los aumentos salariales considerados insuficientes. El otro
fue el de los empleados de las plantas automotrices de Fiat, ubicadas en El Palomar y Ca -
seros, igualmente por reclamos salariales.
Ya iniciado 1977, Luz y Fuerza volvió a dar preocupaciones al gobierno militar. Este había dic-
tado en diciembre la ley 21.476 por la que se dejaba sin efecto las cláusulas de privilegio de
las convenciones colectivas de trabajo. Ante la nueva norma, los empleados de la Italo y de
Segba realizaron "trabajo a tristeza". El 11 de febrero fue denunciada a la policía la desapa-
rición del ex secretario de Luz y Fuerza, Oscar Smith 422. A partir de este hecho las medidas de
los trabajadores lucifuercistas se profundizaron.
Paralelamente hubo paros de petroleros y de trabajadores de aguas gaseosas. El último tri-
mestre de 1977 fue testigo de medidas de fuerza en los sectores textil, mecánico, bancario.
Si bien durante el "proceso" no hubo huelgas generales, debido quizás a las divisiones existen-
tes en la cúpula gremial, hubo medidas de fuerza sectorizadas, en apoyo de todo tipo de de-
mandas laborales.
Se produjo, así, una ola de conflictos provenientes desde distintos sectores y puntos del
país423.
A partir de 1981, el reacomodamiento de la estructura de la CGT Brasil permitió el paulatino
retorno hacia la unidad y los movimientos de protesta que hasta ese momento habían sido
particulares se convirtieron en generales. El resultado fue la jornada del 22 de julio, la Mar-
cha del Trabajo del 7 de noviembre, ambas en 1981 y el Plan de Movilización Pacífica a co-
mienzos de 1982.
El 30 de marzo la Confederación General del Trabajo Brasil convocó a una movilización ge-
neral que bajo el lema "Paz, Pan y Trabajo" debía concentrarse en Plaza de Mayo. Lo propio
420
"El golpe militar logró su objetivo: rebajar los salarios reales casi a la mitad, romper la organización central, elimi -
nar las direcciones que podían encabezar la resistencia. Esta, sin embargo, se enraizó en las fábricas, se hundió en
las profundidades de la clase obrera. Aunque los delegados fueron reprimidos, suprimidos, eliminados y en las
grandes fábricas prácticamente desaparecieron, ello no quiere decir que no existan 'delegados' clandestinos, dirigen-
tes naturales reconocidos por todos, menos por los patrones, y desconocidos por los organismos de vigilancia. Cente -
nares de paros parciales y aun fabriles han sido centralizados y coordinados sin cabeza visible desde abajo, pues la
unidad y la conciencia de la unificación sindical forman parte de la educación de los trabajadores argentinos desde
hace casi 40 años y, en los obreros y trabajadores actuales, son todavía parte fundamental de su bagaje cultural y
político", Almeyra, Guillermo, La clase obrera en la Argentina actual, en "La década trágica. Ocho ensayos sobre la
crisis argentina 1973-1983", ps. 29-30.
421
Ampliar en Dimas, Leonardo, La política gubernamental 1976-1981 y su impacto en los sindicatos, en Rev. CIAS,
Bs. As. abr. 1981, n° 301.
422
Ver Baizán, Mario- Mercado, Silvia, Oscar Smith: el sindicalismo peronista ante sus límites, ps. 195-215.
423
Puede verse un cuadro comparativo de los conflictos laborales entre 1976-1980 en Fernández, Arturo, Las prác-
ticas sociales del sindicalismo, 1976-1982, ps. 140-141.
hicieron las delegaciones de la central obrera en las distintas ciudades. La manifestación fue
dispersada por las
fuerzas de seguridad en Buenos Aires, adquiriendo gravedad en Mendoza, donde efectivos de
Gendarmería Nacional reprimieron la manifestación pacífica con tiros de ametralladoras,
hiriendo a varios obreros y dando muerte a uno de ellos.
El 16 de septiembre de ese año, la Multipartidaria convocó a una manifestación en Plaza de
Mayo; fue la marcha de la civilidad, que bajo el lema "Marcha del pueblo por la democracia y
la reconstrucción nacional" , contó con la adhesión y la presencia de las dos centrales obreras,
CGT Brasil y CGT Azopardo.
El 3 de junio de 1983, el gobierno militar dejó sin efecto la suspensión "transitoria" del dere -
cho de huelga al derogar las leyes que la habían impuesto, mediante la 22.825.
Después de la intervención a la CGT y el dictado de la ley que prohibía la huelga, al gobierno
le quedaba otro problema a solucionar. Era el del contrato de trabajo. El ministro de Trabajo,
Tomás Liendo, se oponía a su derogación. Esta propuesta provenía del titular de la cartera de
Economía, Alfredo Martínez de Hoz. Finalmente triunfó la postura de Liendo y la ley 20.744
fue modificada por la 21.297.
En el mensaje que acompañaba al nuevo proyecto se aseguraba que éste tendía a resguardar
el principio de equidad. En consecuencia se derogaban o modificaban todas aquellas normas
que se consideraban violatorias de ese principio y que llevaban "inexorablemente al deterioro
de las relaciones en el campo empresario-laboral, con su secuela inevitable de merma de las
fuentes de trabajo y de la producción de bienes, con la consecuente afectación del interés ge -
neral de la comunidad".

Se indicaba que con la nueva ley se proponía evitar arbitrariedades en los mecanismos de
contratación de las agencias de colocaciones; suprimir disposiciones de prevalencia de los
usos y costumbres sobre las prescripciones legales o las de las convenciones colectivas de tra -
bajo; eliminar innecesarios procedimientos de contralore implantar un eficaz régimen discipli-
nario. Asimismo procuraba eliminar disposiciones sobre aumento automático y proporcional
de salarios de convenio en caso de modificarse el salario vital mínimo y móvil y sustituir
normas que impidieran el justo y equitativo amparo del trabajo de la mujer, para superar la
resistencia a la contratación de trabajo femenino.
También el proyecto apuntaba a suprimir el certificado de justificación de inasistencias por
enfermedad dado por el médico del empleado a anular el control de los médicos oficiales, para
remitir la dilucidación del caso controvertido a la decisión judicial y a volver al régimen de los
plazos de preaviso.
Las reformas propuestas fueron aceptadas y el 23 de abril de 1976 se contaba ya con una nue-
va ley de contrato de trabajo424, tendiente a corregir los excesos y vicios y a reconstruir la
armonía en el campo laboral.
En diciembre fue sancionada la ley 21.476 que disponía que las condiciones de trabajo, estab-
lecidas en las convenciones colectivas y en los laudos, mantendrían su vigencia, con las limi-
taciones previstas por esa ley. Se dejaban sin efecto normas legales, reglamentarias, estatuta-
rias y convencionales cuyo contenido se enumeraba taxativamente.
Se aplicaba a las empresas del Estado, empresas de economía mixta o de propiedad del Es-
tado o en las que éste tuviera mayoría accionaria, y a las empresas privadas prestatarias de
servicios públicos siempre que se rigieran por las normas derogadas por la ley 21.476.
A raíz de la presión inflacionaria, el gobierno militar dispuso que sólo el Poder Ejecutivo
Nacional estaba facultado para fijar el salario mínimo vital. Por ello se suspendió la vigencia
de las cláusulas de todas las convenciones colectivas de trabajo.
Esta disposición tenía por objeto desalentar todo intento de aumento salarial.
También disponía el pago fraccionado del sueldo anual complementario, correspondiente al
primer semestre de ese año y con carácter transitorio 425.
A su vez eliminó el término "móvil", ya que la modificación del salario no era automática ni
periódica, "pues estaba a cargo del Ejecutivo su fijación"426.

424
Ampliar en Rainolter, Esquema histórico del desarrollo de la norma laboral en la Argentina, en Vázquez Vialard,
dir., "Tratado de derecho del trabajo", t. 3, ps. 260-263, donde analiza en líneas generales las modificaciones introdu-
cidas. Ver también Rodríguez Mancini, Jorge, Modificaciones a 1a ley de contrato de trabajo, LT XXIV-394 y Vázquez
Vialard, Antonio, La ley de contrato de trabajo, en Rev. CIAS, Bs. As., jun. de 1976.
425
Cfr. Deveali, Mario L., Proyecciones prácticas y doctrinarias de la ley 21.307, TSS III-632.
426
En tal sentido, Rainolter, ob. cit., p. 271, nota 425, considera que la eliminación es correcta, por cuanto la modi -
ficación del salario, está sólo a cargo del Poder Ejecutivo.
El 15 de noviembre de 1979 fue promulgada una nueva ley de asociaciones profesionales, la
22.105, que derogaba el régimen anterior y que acentuaba el intervencionismo estatal 427.
La legislación se inspiraba en los objetivos generales del Proceso de Reorganización Nacional
y tenía por propósito fundamental fijar el marco necesario para el funcionamiento de las aso-
ciaciones, a fin de que pudieran desempeñar eficazmente su cometido de protección y repre-
sentación de las legítimas aspiraciones de los trabajadores, propendiendo, además, a las
armónicas relaciones entre el Estado, el capital y el trabajo.
La ley 22.105 trazaba objetivos opuestos a la anterior legislación 428. Prohibía a las asociacio-
nes la participación en actividades políticas y el apoyo directo o indirecto a partidos y a candi-
datos políticos. Igualmente señalaba que no serían destinatarias de los recursos provenientes
de las obras sociales, ni intervendrían en la conducción y administración de las mismas 429. Se
disponía que la zona de actuación de los sindicatos podía abarcar la Capital Federal o cada
una de las provincias o el entonces Terrítorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas
del Atlántico Sur, previa autorización de la autoridad de aplicación, con lo cual se fijaba límite
legal al encuadramíento terrítorial, no respetándose la autonomía sindical.
Si bien no se prohibía las asociaciones de tercer grado, una disposición transitoria expre-
samente señalaba: "Las asociaciones gremiales de trabajadores de tercer grado actualmente
existentes cesarán en su personería gremial y jurídica y se disolverán a partir de la vigencia
de la presente ley... El Estado nacional preservará el patrimonio de las referidas asociaciones
y por ley especial dispondrá sobre el modo, destino y condiciones en que será adjudicado" 430.
Esto significaba sin más la disolución de la CGT.
Las asociaciones no podían recibir, ni directa ni indirectamente, subsidios ni ayuda económica
de empleadores, asociaciones gremiales de empleadores, asociaciones gremiales extranjeras
u organismos políticos nacionales o extranjeros.
El delicado tema de las asociaciones gremiales de tercer grado, resistido por el movimiento
obrero, fue corregido por una posterior modificación a esta ley. Así, el 24 de junio de 1983, se
dictó la ley 22.839 por la que se viabilizaba el reconocimiento a las asociaciones gremiales de
tercer grado, fijándose las pautas para su funcionamiento.
En el mensaje acompañando al proyecto se sostenía: "El temperamento que se propicia reco-
ge las observaciones formuladas por la Organización Internacional del Trabajo a través de la
Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones, del Comité de Libertad
Sindical del Consejo de Administración de la misma y las resultantes del procedimiento de
contactos directos mantenidos entre el gobierno argentino y dicha organización, en cumpli-
miento del compromiso internacional asumido por nuestro país en su calidad de Estado
miembro y particularmente por la ratificación del convenio internacional 87, efectuada por ley
14.932".
En tal sentido, los militares debieron modificar el criterio de regulación de las asociaciones de
tercer grado, disponer el funcionamiento de las mismas y , en consecuencia, derogar el art. 75
de la ley 22.105. A su vez, se regularizaría la cuestión patrimonial perteneciente a esas orga-
nizaciones. De igual modo, se ordenaba la suspensión, por un plazo determinado, de la
iniciación de juicios, la tramitación de los ya iniciados, las medidas cautelares y la ejecución

427
La ley presenta las siguientes características: a) atomización del movimiento obrero organizado; b) avasallamiento
de la democracia sindical; c) cercenamiento del rol del sindicato y d) subordinación al Poder Administrador. Ampliar
en Robledo, Angel F. y otros, Pensando para el país, ps. 248-251.
428
" Se puede afirmar que el propósito de la ley 20.615 fue la intensificación y concentración en grandes organizacio -
nes del llamado `Poder Sindical', mientras que opuestamente, el de la ley 22.105 es el de, sino 'atomizar', como se
dice con alguna exageración, sí el de disminuirlo limitándolo y desconcentrándolo en cierta medida", López, Justo, El
nuevo régimen de asociaciones profesionales de trabajadores, ADLA XXXIXD-3660.
429
"Sólo la solidaridad del pueblo con sus organizaciones permitió que el sindicalismo sobreviviera a este golpe feroz.
Los trabajadores no se desafiliaron, siguieron aportando. Algunas obras sociales siguieron de hecho funcionando. El
comportamiento de los administradores militares de las obras sociales no fue homogéneo, se registraron numerosos
casos de desmantelamiento, saqueo, defraudaciones por parte de estos interventores que acomodaron como personal
rentado en sus sindicatos a sus protegidos. Otros interventores toleraron de hecho la obra mutualista", Ceballos, His-
toria política del movimiento obrero , p. 63.
430
"No es fácil entender cómo ello pueda ser compatible con el genérico derecho de asociación del art. 14 de la
Const. Nacional, ni con el específico 'artículo nuevo' o 14 bis, ni con el respeto a la garantía al derecho de propiedad
(art. 17 de 1a Const. Nacional); tampoco con lo que dicen los arcs. 4° (`las organizaciones de trabajadores y
empleadores no están sujetas a disolución o suspensión por vía administrativa') y 8°, párr. 2° ('la legislación nacional
no menoscabará ni será aplicada de suerte que menoscabe las garantías previstas por el presente convenio') del
Convenio 87 de la OIT", López, Justo, El nuevo régimen de asociaciones profesionales de trabajadores, ADLA XXXIX-
D-3671.
"En principio, no hay inconveniente para que, de acuerdo con lo que establece el art. 14 de la Const. Nacional, tales
asociaciones puedan constituirse y funcionar de conformidad con las normas que al efecto establece la ley común
(arts. 33, 45 y concs., Cód. Civíl)", Vázquez Vialard, El sindicato en el derecho argentino, p. 143.
de sentencias, relativos a la disolución de estas asociaciones para asegurar su regulación sin
otra injerencia oficial que la imprescindible para sentar las bases de la normalización.
Otro tema pendiente en la agenda laboral era el de las obras sociales, solucionado el 30 de ju-
lio de 1980 cuando se sancionó la ley 22.269.
Estaban obligatoriamente comprendidos en el nuevo sistema los trabajadores que prestaran
servicios en relación de dependencia y sus grupos familiares primarios; los jubilados y pensio-
nados y sus respectivos grupos familiares primarios; los beneficiarios de prestaciones no con-
tributivas nacionales y sus respectivos grupos familiares primarios y los trabajadores autóno-
mos y sus respectivos grupos familiares primarios.
Estaban expresamente excluidos el personal militar y civil activo y pasivo de las Fuerzas
Armadas y fuerzas de seguridad; los agentes de la administración pública provincial y munici-
pal y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y los pensionados y los jubilados de
esos ámbitos.
La ley creaba el Instituto Nacional de Obras Sociales (INOS), que tenía la misión de promo-
ver, coordinar e integrar las actividades de las obras sociales, así como controlarlas en sus
aspectos técnico, administrativo, financiero y contable431.
El sistema se financiaba con una contribución a cargo del empleador equivalente al 4,5 % y un
aporte a cargo de los trabajadores que prestaran servicios en relación de dependencia equi-
valente al 3 %; este aporte se incrementaría en un 1 % por cada beneficiario a cargo del titu -
lar.
Además de las normas más significativas ya indicadas, el gobierno militar, a lo largo de los
siete años que permaneció en el poder, introdujo otros cambios en el campo del derecho indi-
vidual y colectivo del trabajo432.
Así declaró la prescindibilidad de los empleados públicos (ley 21.274); eliminó el fuero
sindical (ley 21.263); aprobó el reglamento provisorio del trabajo portuario (ley 21.429) y reg-
lamentó la ley 19.587 sobre higiene y seguridad del trabajo (decr. 351/79) 433.
También creó el Registro de Asociaciones Gremiales de Empleadores en jurisdicción del Mi-
nisterio de Trabajo con el objeto de facilitarle a éste "la reunión de elementos de juicio para
apreciar el alcance de la representatividad que invoquen los solicitantes, cuando actúen en el
ámbito laboral" (decr. 2.562/79).
Aprobó el régimen nacional del trabajo agrario (ley 22.248 y decr. regl. 563/81 ); sancionó un
nuevo régimen legal de trabajo para el personal de la industria de la construcción (ley
22.250); dejó sin efecto la prohibición del trabajo nocturno en panaderías (leyes 22.299 y
22.300); suprimió el laudo gastronómico lo que implicó que los salarios del personal dejarían
de estar a cargo de la clientela y pasarían a integrar los costos del empresario como ocurría
en las otras actividades (ley 22.310) e instituyó un beneficio social temporario para traba-
jadores en relación de dependencia que durante 1982 hubieran perdido su trabajo permanen -
te por razones que no hubieran sido el despido por justa causa y hubieran mantenido su
condición de desocupados hasta la puesta en vigencia de esta iniciativa (ley 22.752). Se estab-
leció, asimismo, el procedimiento para solicitar el subsidio por desocupación mediante decr.
553/83.

66 - La interna sindical.

Con la CGT e importantes gremios intervenidos, las 62 Organizaciones prohibidas, varios diri-
gentes sindicales detenidos, secuestrados o desaparecidos434 y la actividad gremial suspendi-
da, el sindicalismo, como en anteriores golpes militares, fue presa, aunque no fácil, de las di -
visiones y el desmembramiento.
Y también, como ha sucedido en otros gobiernos de facto, surgieron a partir del 24 de marzo
de 1976 grupos, tendencias, alas o sectores que propiciaban unos el acercamiento hacia los
militares y otros que marcaban un perfil decididamente opositor a los hombres del Proceso 435.

431
López, Justo, La nueva ley de obras sociales, ADLA XL-C2.546/2.547, señala que la nueva ley consiste en la estati-
zación isa y llana de las obras sociales, desapareciendo la distinción que hacía la anterior ley, la 18.610, "entre obras
sociales estatales, paraestatales o de administración mixta y sindicales; todas serán estatales. El principio de subsi-
diariedad retrocede, al respecto, se puede decir, en forma total. Según la nueva ley el servicio de obra social será
prestado exclusivamente por entes estatales, administrados por el Estado y 'conducido' por el Instituto Nacional de
Obras Sociales".
432
Ver Rainolter, ob. cit., ps. 259-294.
433
Ampliar en Livellara, Carlos A., Infortunios del trabajador. Seguridad e higiene, p. 95 y ss. El decr. 351 de febrero
de 1979 reglamentaba la ley 19.587 de abril de 1972 (como ley básica de la higiene y seguridad del trabajo en el país)
y sustituía al decr. 4.160/73.
434
"La represión del Proceso contra el movimiento obrero no fue un
En mayo de 1976 comenzaron las reuniones preliminares para asistir a la 61a Conferencia de
la OIT a realizarse en junio en Ginebra. Por ello, Tomás Liendo mantuvo conversaciones con
los secretarios generales de más de cien gremios no intervenidos. De las deliberaciones
surgió la comisión que representaría a nuestro país en el foro internacional: Ramón Antonio
Baldassini (telepostales); Hugo Barrionuevo (fideeros); Juan Horvath (estatales); Ramón

conjunto de acciones aisladas, sino un sistemático intento de disciplinarlo, dividirlo, reducirlo,


domesticarlo", Fernández, Las prácticas sociales del sindicalismo, p. 59. Ver en la misma obra
el Apéndice 2, donde el autor da un listado de los dirigentes sindicales detenidos y secues-
trados (ps. 113-114). Señala asimismo que de 7.785 casos de secuestro-desaparición produci-
dos entre 1975 y 1982, el 48,6% correspondió a obreros y empleados, es decir 3.784 perso-
nas, según estadísticas del Comité de Defensa de Derechos Humanos en el Cono Sur
(CLAMOR), San Pablo, Brasil.
(22) "También la organización sindical estaba dividida entre una tendencia de `leales' quc
caían con la administración derrocada y otra de 'críticos' que oscilaban entre quienes habían
conversado su situación previamente con jefes militares y quienes preferían 'borrarse'. Los

Elorza (gastronómicos); Demetrio Lorenzo (alimentación); Rafael Valle (químicos); Ramón


Valle (seguros) y Ricardo Pérez (camioneros)436.
Del encuentro de Ginebra renacieron las dos tendencias de los sindicalistas: la de los partici-
pacionistas o moderados y la de los confrontacionistas o duros.

67 - Oposición y crítica.

El 5 de enero de 1977, 68 sindicatos emitieron un documento, el primer documento obrero


desde el 24 de marzo de 1976. Estaba dirigido "A1 Gobierno Nacional" y "A1 pueblo de la
Nación Argentina".
Como en otras ocasiones, en esta lucha por conservar el protagonismo, los sindicalistas su-
man a las protestas una serie de propuestas para hacer realidad la constitución de una comu-
nidad organizada. De allí que convocan a la unidad nacional de todos los sectores sociales
como entidades trascendentes y representativas de la vida del país. Consideran que superan-
do contradicciones se logrará
la construcción de esa comunidad organizada basada en el entendimiento y la comprensión
recíproca de los sectores económicos, laborales, el empresariado nacional, los políticos, las
fuerzas armadas y la Iglesia.
Reiteran que el proyecto de una Argentina destacada en el concierto de las naciones sólo será
posible respetando como objetivo final la felicidad del pueblo y la grandeza de le Nación.
Ese objetivo final debe estar basado "en la incuestionable presencia de la justicia social, en
una sociedad que anhele incorporarse al mundo moderno en base del mantenimiento de su so-
beranía política y económica".
De ahí que propone al gobierno la devolución al trabajador del poder adquisitivo del salario,
que debe materializarse con un sustancial incremento, "por cuanto los pisos salariales fijados
para el año 1977 son insuficientes, generando una situación generalmente crítica".
Asimismo rescata la participación de los trabajadores en la fijación de su salario, el cese de la
supresión de la actividad sindical, la libertad de los presos gremiales sin causa, la definición
de aquellos que estén sometidos a la justicia y la publicación de la lista de detenidos y el lugar
en donde se encuentran.
Solicitan también la derogación de la ley de prescindibilidad que se aplica por razones ideoló-
gicas y la de convenciones colectivas pues consideran que anula, en algunos casos, condicio-
nes laborales y sociales con más de treinta años de vigencia.
Reclaman, por último, un sustancial cambio en la política económica reemplazándola por otra
que se fundamente en la justicia social437.

435
primeros se nuclearon desde las primeras horas de la mañana, convocados por el titular de la cartera Miguel
Unamuno, en el Ministerio de Trabajo, para ser impuestos del trajinar de las negociaciones con los golpistas. Los
segundos en cambio, se concentraron en la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT) en la calle Azopardo,
en tanto algunos dirigentes ya se habían ido del país", Carazo-Audi, Siete años de lucha contra la dictadura, ps. 18-
19.
436
" Al término de las deliberaciones se percibe satisfacción tanto en las esferas gubernamentales como en las
sindicales por los resultados de la conferencia. Los dirigentes remarcaron el `buen entendimiento' con el ministro y
éste, por su parte, destacó la 'inobjetable legitimidad' exhibida por la delegación argentina", Senén Gonzalez, Diez
años de sindicalismo argentino, p. 61.
437
El documento puede verse en Troncoso, El Proceso de Reorganización Nacional, ps. 144 - 145.
En marzo de 1977 se constituyó la Comisión Nacional de las 25 Organizaciones, que reconocía
como únicas y legítimas a las autoridades gremiales electas antes del golpe de marzo de 1976.
Esta organización nucleaba a los gremios más pequeños, que no estaban intervenidos. La "Co-
misión de los 25" no cesó de exigir la liberación de los presos sindicales sin proceso, la de -
volución de los sindicatos intervenidos y soluciones a la angustiante situación económica.

68 - CGT: "Brasil" y "Azopardo".

A partir de 1978, los dos sectores, el "participacionista" y el "confrontacionista" se definieron.


Del primero surgió la Comisión Nacional del Trabajo (CNT); del segundo, el Movimiento
Sindical Peronista. A pesar de sus marcadas diferencias, ambos grupos se unieron ante la
emergencia, dando nacimiento a la Conducción Unificada de los Trabajadores Argentinos
(CUTA), en septiembre de 1979.
Una pequeña fracción denominada los "20" , proveniente de grupos participacionistas y no ali-
neados no se integró a la CUTA. Los "20" estaban encabezados por Jorge Luján (vidrio) y
Hugo Barrionuevo (fideeros), entre otros. Era objetivo prioritario de la CUTA luchar contra la
sanción de la ley de asociaciones gremiales, pero no obstante su resistencia, la ley fue dic-
tada.
La tarea de la CUTA resultó efímera y estéril, por cuanto los dos sectores que la constituían
no lograron ni conciliar sus actitudes frente al gobierno, ni aunar criterios sobre los métodos
de lucha. Debido a esto, la CUTA desapareció y cada una de las dos tendencias retomó el
camino iniciado.
Los confrontacionistas reconstituyeron la CGT, pese a la prohibición militar, designando en
diciembre de 1980 a Saúl Ubaldini (cerveceros) secretario general 438. La nueva organización,
que pasó a denominarse CGT Brasil por tener su sede en esa calle, mantuvo contacto perma-
nente con los partidos políticos y lanzó un plan de rnovilización pacífica que culminó el 30 de
marzo de 1982 con la marcha hacia Plaza de Mayo. Esta manifestación contó con el apoyo de
todos los sindicatos y de las delegaciones provinciales de la Central Obrera, adheridos a ella.
El otro sector, el participacionista, pasó a constituir, el 9 de abril de 1981, la Intersectorial
CNT-20439. En 1982 esta agrupación dará origen a la CGT Azopardo, que no participará de los
actos y movilizaciones programados por la CGT Brasil, aunque también mantuvo contactos
con los políticos.
La CGT Azopardo fue dirigida por un "cuadrunvirato" liderado por Jorge Triaca (del grupo
Gestión y Trabajo); Ramón Antonio Baldassini (del grupo independiente); Jorge Luján y Luis
Etchezar (ambos de la Comisión de los 20). Esta central creó, a su vez, otras 62 Organizacio -
nes encabezadas por el dirigente textil Délfor Giménez.
La CGT Brasil estaba también integrada por dos cornentes: la de los "25" o "duros" y la de los
"miguelistas", más dispuesta al diálogo. No obstante, Saúl Ubaldini trató de mantenerse al
margen de ambos sectores. En febrero de 1983 la CGT Brasil pasó a llamarse CGT de la Repú-
blica Argentina con la incorporación de los "No Alineados" . Saúl Ubaldini continuó siendo su
secretario general y el dirigente papelero Fernando Donaires, secretario adjunto.
En mayo de 1983, paralelamente a la polémica Alfonsín- Lorenzo Miguel, en la que aquél de-
nunciaba la existencia de un pacto sindical-militar440, surgió una nueva corriente obrera: el
Movimiento Nacional de Renovación Sindical (MNRS). Este minúsculo grupo, de escasa repre-
sentación en el movimiento obrero, estaba orientado por el dirigente radical alfonsinista
Norberto Fernández, de Gas del Estado y contaba con la adhesión de la mayoría de los
gremíos de servicios.
A los pocos días de la salida electoral del Proceso la CGT-RA y la CGT Azopardo sellaron una
vez más su unidad "monolítica y total".

438
En la recomposición de la CGT, la CNT "queda excluida y la conforman los 25, el verticalismo disidente y un sector
de los 20. Saúl Ubaldini, cervecero identificado con la línea verticalista moderada de los 25 es elegido secretario ge -
neral... En su declaración de principios se proclama independiente de la transitoriedad de un gobierno y anuncia que
dialogará con los partidos políticos, con la Iglesia y con la fuerzas empresarias... La reaparición en la escena de la
CGT se ve completada por la reinstauración de las 62 Organizaciones 'como reaseguro ideológico del accionar del
movimiento obrero argentino' ", Senén González, Diez años de sindicalismo argentino, ps.142-143.
439
Integran la conducción de la Intersectorial, Jorge Triaca, Otto Galace, Enrique Venturini, Ramón Baldassini, Rubén
Marcos y Juan Horvath por la CNT y Luis Etchezar, Ramón Valle, Juan Racchini, Emilio Salvia, Hugo Barrionuevo y
Jorge Luján por los "20".
440
"De ninguna manera existió un pacto que involucrara al movimiento obrero. Pudieron existir algunos diálogos con
los militares, como parte de las actitudes personales de ciertos gremialistas corruptos", entrevista a Carlos Saúl Me -
nem en Béliz, Gustavo, Menem. Argentina hacia el año 2.000, p. 232.
Esta fue una etapa particularmente dura para el sindicalismo. El preciso objetivo del gobierno
de fragmentar al movimiento obrero, se tradujo en la extrema limitación a los derechos
gremiales, en las intervenciones a la Central Obrera y a las más importantes asociaciones de
trabajadores, en persecuciones, desapariciones, cárceles, inhabilitaciones. También se mani-
festó en el control de los fondos y en prohibir la actividad política de los sindicatos, que era,
en definitiva, privarles del derecho de participar en los temas nacionales. No obstante, se ma -
nifestó cierta permisividad para algunos sectores sindicales.
CAPITULO XI
LOS SINDICALISTAS Y
EL GOBIERNO RADICAL (1983 - 1989)

69 - La vuelta de los radicales.

El domingo 30 de octubre de 1983, 17.929.650 ciudadanos tuvieron la oportunidad de concu-


rrir a las urnas. Trece fórmulas presidenciales correspondientes a once partidos y a dos
alianzas participaron en las elecciones.
Los comicios arrojaron el siguiente resultado441:
- Unión Cívica Radical: Raúl Alfonsín - Víctor Martínez. Votos: 7.725.173; 51,74 %.
- Partido Justicialista: Italo Argentino Luder Deolindo Felipe Bittel. Votos: 5.994.406; 40,15 %.
- Partido Intransigente: OscarAlende-LisandroViale. Votos: 338.460; 2,4 %.
- Movimiento de Integración y Desarrollo: Rogelio Frigerio - Antonio Salonia. Votos: 170.878;
1,2 %.
- Alianza Federal: Francisco Guillermo Manrique Guillermo Belgrano Rawson. Votos: 55.309.
- Unión del Centro Democrático: Alvaro Alsogaray Jorge Oría. Votos: 51.691.
- Partido Demócrata Cristiano: Francisco Cerro Arturo Ponsati. Votos: 44.579.
- Movimiento al Socialismo: Luis Zamora - Silvia Susana Díaz. Votos: 41.772.
- Alianza Demócrata Socialista: Rafael Martínez Raymonda - René Balestra. Votos: 40.553.
- Partido Socialista Popular: Guillermo Estévez Boero - Edgardo Rossi. Votos: 20.871.
- Frente de Izguierda Popular: Abelardo Ramos - Elisa Colombo. Votos: 13.672.
- Partido Obrero: Gregorio Flores-CatalinaGuagnini. Votos: 13.409.
- Partido Comunista: Italo Luder - Deolindo Bittel.
El Radicalismo resultó vencedor. Una nueva etapa se viviría en el país.
Si bien hubo un considerable número de partidos políticos que se presentaron a las eleccio-
nes, las alternativas ofrecidas por esas agrupaciones, con excepción del Radicalismo y del Jus -
ticialismo, no tuvieron eco.
La polarización entre los dos partidos más representativos fue una realidad: los candidatos
mayoritarios reunieron, casi, el 92% de los votos. Fuera de ellos dos, los restantes partidos
obtuvieron sólo el 8%, superando el 1 % de sufragios el PI y el MID.
El 28 de noviembre, el Colegio Electoral designó, a través de la reunión de las juntas electora-
les en todo el país, a la fórmula radical, representada por Raúl Alfonsín y Víctor Martínez 442.
Así, la UCR fue elegida para el período 1983-1989.
El 10 de diciembre asumiría el 45° presidente de la Nación Argentina. Estaban presentes en
el acto de asunción mandatarios de varias repúblicas latinoamericanas: Osvaldo Hurtado
Larrea de Ecuador, Belisario Betancourt de Colombia, Luis Alberto Monge Alvarez de Costa
Rica, Daniel Ortega Saavedra de Nicaragua, Hernán Siles Zuazo de Bolivia, Fernando Be-
laúnde Terry de Perú, Oscar Mejías Victores de Guatemala.
Habían arribado, además, los jefes de los gobiernos español, francés e italiano, Felipe
González, Pierre Mouroy y Bettino Craxi, y los vicepresidentes de los Estados Unidos y de
Cuba, George Bush y Carlos Rafael Rodríguez, respectivamente.
Dos ex presidentes constitucionales, que habían sido desalojados del gobierno por golpes mili-
tares, presenciaron la ceremonia desde un lugar de privilegio en el Congreso de la Nación.
Arturo Frondizi y María Estela Martínez de Perón eran el recuerdo y la prueba de lo que no
debía volver a suceder en el país.
Y es en ese recinto, lugar de debate, de representación política del pueblo, donde el presiden-
te Alfonsín decía: "Nuestro gobierno no se cansará de ofrecer gestos de reconciliación
indispensables desde el punto de vista ético. Sin la conciencia de la unión nacional será impo-
sible la consolidación de la democracia. El país está enfermo de soberbia y no está ausente del
recuerdo colectivo la existencia de falsos diálogos que, aun con la buena fe de muchos prota-
gonistas, no sirvieron para recibir ideas ajenas y modificar las propias.

441
La Nación, 29/11/83.
442
"Desde 1955 las Fuerzas Armadas, a través de sucesivas intervenciones en el proceso político, habían intentado
evitar erróneamente el retorno del peronismo al poder. No lo logró Aramburu en 1958 ni lo concretó Lanusse en
1973. Tampoco lo pudieron realizar los dirigentes radicales que participaron desde encumbrados cargos en esas ad -
ministraciones militares. Por eso, como la política se explica 'políticamente', sólo en 1983, con la aparición de un nue-
vo liderazgo de la dimensión del que encarna Raúl Alfonsín, los militares cumplen con un objetivo que se propusieron
lograr nada menos que tres décadas antes.
Eso explica el sentimiento de alivio y la confianza que reinó en los ámbitos castrenses al conocerse los resultados de
las elecciones del 30 de octubre de 1983", Bravo, Leopoldo, El motín de Pascuas y la reconciliación nacional, en La
Nación, 8/5/87. Ver también Luna, Félix, Fuerzas hegemónicas y partidos políticos, p. 137.
Y hemos entendido que hay fuerzas poderosas que no quieren la democracia en la Argentina.
Sabemos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir
y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, plantea una lucha por
el poder en la que no podemos ni debemos bajar los brazos, una lucha que vamos a dar y en la
que vamos a triunfar.
Tenemos una meta, la vida, la justicia y la libertad para todos los que habitan este suelo. Te-
nemos un método: la democracia para la Argentina.
Tenemos un combate: vencer a quienes desde adentro y desde afuera quieren impedir esta
democracia.
Tenemos una tarea: gobernar para todos los argentinos, sacando al país de la crisis que nos
agobia".
En doce provincias, Santa Fe, La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Chaco,
Formosa, Jujuy, Salta, San Luis, La Pampa y Santa Cruz ganó el Justicialismo los comicios lo-
cales. En Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Entre Ríos, Misiones, Río Negro, Chubut y Tierra
del Fuego triunfó el Radicalismo.
En seis provincias donde el Radicalismo perdió a nivel local, ganó a nivel nacional
(Catamarca, La Pampa, San Juan, San Luis, Santa Fe y Corrientes).
En Corrientes se impuso el Pacto Autonomista Liberal; en Neuquén el Movimiento Popular
Neuquino y en San Juan el Partido Bloquista.
La Unión Cívica Radical obtuvo mayoría en la Cámara de Diputados con 129 bancas, mientras
que al Partido Justicialista le correspondieron 111.

70 - El llamado "reordenamiento sindical".

Coherente con el anuncio hecho durante la campaña electoral sobre el dictado de una nueva
ley de asociaciones profesionales, que asegurara sindicatos democráticos, el presidente Alfon-
sín envió al Congreso un proyecto de ley de reordenamiento sindical443.
El proyecto buscaba, en realidad, lograr, a través de la convocatoria a elecciones en los
gremios, el desalojo de la conducción peronista de los mismos y la incorporación de la minoría
en la conducción del sindicato444. En general el proyecto de reordenamiento sindical tendía a
la intervención estatal en la vida interna de los gremios, esto es en lo referente a las eleccio-
nes de delegados, comisiones internas y cuerpos orgánicos, avasallando incluso las decisiones
de las asambleas sindicales y desconociendo los estatutos gremiales.
También sorprendió que el apresuramiento del gobierno por la normalización de los
sindicatos no fuera acompañado de una convocatoria a discusiones paritarias. Y causó mayor
sorpresa aún, que los propios interesados no hubiesen sido consultados 445.
El proyecto pasó con media sanción de Diputados a Senadores. En este recinto la discusión
fue más ríspida, al carecer el gobierno de mayoría.
Por 24 a 22 votos el proyecto de reordenamiento no fue aprobado por el Senado en marzo de
1984. Votaron en contra el Justicialismo, el Movimiento Popular Neuquino y el MID. Lo
hicieron a favor el Partido Radical, el Autonomista Liberal de Corrientes y el Bloquista.
Sin duda ello significó un duro golpe y el primero que recibió el gobierno radical.

71 - La normalización gremial.

443
"El proyecto resumía una serie de puntos fundamentales de la plataforma de la Unión Cívica Radical.
La propuesta oficial para una ley de elecciones sindicales buscaba incidir sobre la democratización del movimiento
obrero. El proyecto constaba de 48 artículos, pero hubo uno, el octavo, que se transformó, al menos en la superficie,
en la piedra de la discordia entre sindicatos y el oficialismo", Portantiero, Juan Carlos, La concertación que no fue: de
la ley Mucci al Plan Austral, en "Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina", p. 151.
444
"En los fundamentos al rechazo del proyecto de ley, el senador por el Movimiento de Integración y Desarrollo, Ma -
nuel Vidal, hizo una comparación con el decr. ley 9.270 dictado por el gobierno de facto de 1955. Al respecto el
senador sostuvo: "Aquel decreto insertaba el pluralismo sindical e introducía el principio de las minorías en la direc-
ción de los gremios. Justamente el mismo principio que se pretende reimplantar con la sanción del proyecto que hoy
ocupa la atención de este Honorable Congreso", El Nacional, 10/4/84.
445
"Llama la atención esta premura 'normalizadora' que no se compadece con la mora que registra la convocatoria a
discusiones paritarias de salarios y condiciones de labor, en el marco de una perentoria puesta en vigencia de la ley
14.250 de Convenciones Colectivas de Trabajo... El llamado 'reordenamiento', antes que una imposición oficial, que
conlleva siempre un grado mayor o menor de intromisión indebida, debió articularse como autonormalización llevada
a cabo dentro de vías jerárquicas y legales, bajo control y no intervención del Estado, acordada con sentido integ -
rador y democrático, sin desmedro de la participación protagónica de los interesados que inexplicablemente fueron
marginados de la elaboración del mecanismo... El proyecto de reordenamiento sindical lleva consigo, como el fruto a
la semilla, los elementos de la destrucción de la cohesión y la unidad del movimiento obrero... A1 privilegiar la
formalidad, en detrimento de la verdadera democracia, patentiza una concepción demoliberal de las instituciones", El
Nacional, 10/4/84.
El 7 de junio de 1984 se dictó el decr. 1.696 sobre normalización sindical. Por ese decreto se
aprobaba la gestión del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social con distintos sectores repre-
sentativos de los trabajadores, los que acordaron las pautas para la normalización.
Debemos recordar que todavía existían numerosos sindicatos carentes de autoridades legí-
timamente electas. Muchos permanecían aún a cargo de interventores y comisiones transito-
rias designadas por la cartera de Trabajo, o en manos de dirigentes cuyos mandatos habían
sido prorrogados por el gobierno de facto. En el anexo del decreto se establecía que las auto-
ridades gremiales convocarían a elecciones generales en todo el país, aplicando el régimen
electoral contemplado en los estatutos de cada entidad con las modificaciones que introducía
esta norma. El acto electoral sería controlado por la Justicia Nacional Electoral o el Ministerio
de Trabajo, a opción de la asociación profesional.
Se disponía de un plazo no mayor de sesenta días para realizar la convocatoria a elecciones
de autoridades que integrarían las comisiones directivas de las entidades de primer grado.
Una vez efectuadas, en un término no mayor de treinta días, las autoridades de las asociacio-
nes profesionales de segundo grado procederían a convocar a elecciones para constituir las
comisiones y cuerpos de dichas organizaciones. En ambos casos, si no se hubiese llamado a
elecciones sin causa justificada, el Ministerio debía realizarlas, si así fuera requerido por los
trabajadores afiliados a la entidad.
El decreto establecía, además, el voto directo, secreto y obligatorio para todos los afiliados,
salvo caso de fuerza mayor debidamente justificada. La omisión de votar implicaba las sancio-
nes previstas a ese efecto por los estatutos.
Las personas propuestas para integrar el órgano directivo debían ser mayores de edad y no
registrar condenas por la comisión de delitos dolosos. El cargo máximo debía ser cubierto por
un argentino o naturalizado. Los que por primera vez eran candidatos debían acreditar, en
principio, su desempeño en la actividad, por lo menos durante dos años continuos. Igualmen-
te, debían justificar una antigüedad de dos años como afiliados a la entidad gremial de la ac-
tividad de que se tratara.
La mesa receptora de votos estaría presidida por la persona designada por la Junta Electoral y
cada lista oficializada debía designar un fiscal. A su vez, el Ministerio de Trabajo o la Justicia
Nacional Electoral podrían nombrar un veedor, si se consideraba necesario.
La convocatoria debía ser suficientemente publicada en los medios de comunicación y en
especial en los lugares de trabajo y en la sede sindical, con una antelación no menor de sesen-
ta días a la fecha del comicio.
La norma preveía que en el plazo de sesenta días, a partir de la toma de posesión de sus
cargos, los dirigentes sindicales electos debían proponer al Ministerio de Trabajo las necesa-
rias reformas estatutarias para establecer la representación de las minorías en los cuerpos de-
liberativos de la entidad gremial, ya fueran congresos, asambleas, plenarios. Se exceptuaba
de lo dispuesto aquellos casos en que los estatutos vigentes conferían la misma o mayor
intervención a las minorías en el manejo de la organización.
El decr. 1.696/84 establecía, además; que el Congreso debía estudiar y sancionar las pautas
agregadas a ese decreto como Anexo I.
Así, el proyecto del Poder Ejecutivo fue considerado y aprobado con modificaciones por la Cá-
mara de Diputados en la sesión del 28 y 29 de junio. Posteriormente pasó a la Cámara de
Senadores, siendo tratado el asunto en la sesión del 4 de julio. A raíz de ello, se sancionó en
esa fecha la ley 23.071 mediante la cual se regulaba el régimen de elecciones para las aso-
ciaciones profesionales de trabajadores que figuraban como anexo I del decreto con las modi-
ficaciones apuntadas por la ley. Entre los cambios, propiciaba que después de estas eleccio-
nes debía procederse a normalizar de inmediato la Confederación General del Trabajo.
A su vez se disponía que en aquellas entidades de primer grado, uniones, asociaciones y
sindicatos nacionales, el voto sería directo, secreto y obligatorio446.
Dictada las normas, las autoridades de los sindicatos comenzaron a convocar a los afiliados
para elegir las nuevas autoridades.
Evidentemente el mapa electoral gremial creó lógicas expectativas porque se preveía que con
esta normalización la dirigencia peronista iba a ser desplazada por una nueva que no lo fuera.
De allí la presencia de candidatos del Movimiento de Renovación Sindical, de tendencia
oficialista.

446
"El contenido del reglamento electoral aprobado por el Congreso en junio de 1984 constituyó una implícita re -
nuncia a muchos de los objetivos que se había fijado el gobierno al principio de su gestión. Así, el oficialismo resigna -
ba su intención original de refundar el movimiento obrero. De todos modos, el presupuesto político del nuevo marco
legal fue propiciar los mínimos requisitos del juego democrático sin perjuicio del reconocimiento de la autonomía de
las organizaciones sindicales", Gaudio, Ricardo y Thompson, Andrés, Sindicalismo peronista/ gobierno radical, p. 65.
A modo de ejemplo veamos en el siguiente cuadro los resultados electorales 447:
Nº EMPADRO- Nº VO-
ORGANIZACIÓN LISTAS
NADOS TANTES
Asoc. Trabajadores del 85.297 47.581 2
Estado 142.345 57.196 3
Unión Ferroviaria 46.304 33.441 1
Unión Obrera Me- 77.039 46.665 5
talúrgica 53.976 42.506 3
Asociación Bancaria 73.645 54.235 1
SMATA 138.660 78.929 1
Asociación Obrera Textil 58.946 33.047 3
UPCN 18.450 17.558 5
Unión Tranviarios Auto- 18.890 8.808 3
motor
Luz y Fuerza Capital
Federación Gráfica Bo-
naerense

En ocho de estos diez gremios triunfaron listas encabezadas por sindicalistas peronistas.
Paulatinamente, las entidades volvieron a estar representadas por sus naturales dirigentes y a
implementar sus planes de lucha ante el incremento de la inflación, la desinversión creciente,
el deterioro salarial, el aumento del desempleo y la ausencia, por parte del gobierno, de solu-
ciones rápidas y concretas.

72 - El "paquete" de leyes laborales.

La presión del sindicalismo por contar con nuevas herramientas jurídicas y derogar la
legislación de facto que regulaba las relaciones individuales y colectivas de trabajo, exigió al
gobierno de Alfonsín el estudio de un paquete de leyes laborales. Los empresarios reclamaron
su presencia en el debate de los proyectos y la crítica a los mismos.
En mayo de 1987, el ministro de Trabajo, Carlos Alderete, dio a conocer el `paquete' que
comprendía: la introducción de modificaciones a la ley 14.250 de convenciones colectivas de
trabajo; los procedimientos de negociación colectiva; la ley de asociaciones sindicales; el sa-
neamiento patrimonial de la CGT; la ley de obras sociales; el sistema nacional de salud y la ra -
tificación del convenio 154 de la OIT, adoptado el 19 de junio de 1981 sobre convenciones
colectivas de trabajadores estatales. Como puede apreciarse, la tarea iba a insumir muchas
conversaciones y también discusiones448.
El secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, en su discurso ante la Organización Inter -
nacional del Trabajo había manifestado, el 18 de junio de 1986, que el Movimiento Obrero
Argentino no aceptaría discriminación alguna entre los trabajadores, fueran ellos privados o
estatales, activos o pasivos. Es por eso que solicita la ratificación del convenio 154 para la ac -
tividad pública.
Agrega que, frente a la extrema situación de pobreza de la clase pasiva, se compromete a re-
doblar sus esfuerzos, hasta su legítima reivindicación.
Sostiene, además, ante esa Asamblea su compromiso de "afirmar, profundizar y extender la
democracia con la inserción plena de la justicia social, y a mantener irrestricta la lucha que
históricamente ha sostenido el Movimiento Obrero Argentino por la plena vigencia de los
derechos humanos".
Denuncia la marginación a que se ha visto sometido el sindicalismo argentino por el gobierno
de Alfonsín y la vigencia de la legislación anti-obrera, dictada durante el Proceso. Señala que
rige todavía la ley de asociaciones profesionales de la administración militar; se mantiene la
ley que despojó a los sindicatos de la conducción y administración de sus obras sociales y
algunas aún permanecen intervenidas por el gobierno; siguen sin efecto todas las conquistas
sociales obtenidas a través de leyes y convenios laborales que fueron abolidas por el gobierno
militar y los salarios no son fijados por convenciones colectivas sino por disposiciones uni-
laterales del Ejecutivo que los mantiene por debajo de los índices de inflación 449.
447
Tomado de La Razón, 30/6/87.
448
"La iniciativa de Alderete logró el apoyo de la CGT. Pero el gobiemo se encontró súbitamente frente a la oposición
de la UIA al paquele de leyes. La organización empresaria lo considera demasiado favorable a los intereses de los tra-
bajadores", Godio, Julio, El movimiento obrero argentino (1955-1990). De la resistencia a la encrucijada menemista,
ps.423-424.
449
El discurso completo puede verse en el Boletín Semanal de Documentos Económicos, 23/6/86, ps. 251-253.
Con referencia al paquete de leyes laborales, Julio J. Martínez Vivot (Elementos del derecho del trabaje y de la seguri-
dad social, p. 27) señala: "Las expectativas puestas en el régimen constitucional, que asumió en diciembre de 1983,
Un año después la Cámara de Diputados, trataba el proyecto de ley del Ejecutivo sobre las
convenciones colectivas de trabajo. En la sesión del 21 de diciembre el Senado lo aprobó con
modificaciones y Diputados le dio sanción definitiva al día siguiente. Así, nació la ley 23.545
que introdujo modificaciones a la 14.250, cuyo texto fue ordenado por decreto 108/88.
Ese mismo 22 de diciembre el Congreso Nacional dictó la ley 23.546, derogando la 21.307. La
nueva normativa regla el procedimiento para la negociación colectiva, permitiendo la reunión
de las comisiones paritarias.
Una tercera ley fue sancionada en esa fecha, la 23.544 que ratificaba el convenio 154 sobre el
fomento de la negociación colectiva, adoptado por la OIT en junio de 1981.
E1 convenio es de aplicación en el ámbito de la Administración pública, quedando excluidos
de él, los integrantes de las Fuerzas Armadas y de seguridad 450.
A esta legislación le sucede la sanción de la ley 23.551 de asociaciones sindicales, en marzo
de 1988. En base a un proyecto del senador Oraldo Britos de 1985, la Comisión de Trabajo y
Previsión Social, presenta otro que es tratado y aprobado sin modificaciones por la Cámara de
Senadores en las sesiones del 9 y 10 de marzo de 1988. La Cámara de Diputados lo discute el
23 dándole sanción definitiva. El 14 de abril es promulgada por el Poder Ejecutivo Nacional 451.
La ley fue reglamentada por el decreto 467/88.
La ley de asociaciones gremiales, estructurada en XIV Títulos y uno Preliminar y 67 artículos,
deroga la ley de facto 22.105. Ella reitera ideas de normativas anteriores, aunque mejor sis-
tematizadas.
En el título preliminar sobre la tutela de la libertad sindical 452, la normativa dispone que aqué-
lla "será garantizada por todas las normas que se refieren a la organización y acción de las so -
ciedades sindicales".
Le reconoce a los trabajadores los derechos de constituir libremente y sin necesidad de auto-
rización previa, asociaciones sindicales; afiliarse a las ya constituidas, no afiliarse o desafiliar-
se; reunirse y desarrollar actividades sindicales; peticionar ante las autoridades y los
empleadores y participar en la vida interna de las asociaciones sindicales, elegir libremente a
sus representantes, ser elegidos y postular candidatos.
En su artículo 25 reconoce personería gremial a la entidad que sea más representativa, con lo
cual ratifica el monopolio del sindicato con personería gremial. A la vez impulsa la democrati-
zación de la vida interna del mismo, al eliminar requisitos para ser elegido dirigente sindical y
por otra parte da relevancia a los órganos deliberativos y exige que las minorías tengan repre-
sentación en los mismos.
Se dispone que la autoridad administrativa del trabajo no podrá intervenir en la dirección y
administración de las asociaciones sindicales y en especial restringir el manejo de los fondos,
con excepción de las situaciones previstas en el art. 56 de la ley.
En la sesión del 31 de agosto de 1988 fue aprobado por el Senado el proyecto que introducía
modificaciones a la ley 9.688 de accidentes de trabajo.
La Cámara de Diputados lo haría en la reunión del 28 de septiembre, quedando sancionada la
ley 23.643. Ella fue promulgada tácitamente el 24 de octubre. La norma introduce entre las
modificaciones, las referidas al concepto de enfermedad profesional453.
El 29 de diciembre el Congreso Nacional sancionó las leyes 23.660 de Obras Sociales y 23.661
de creación del Sistema Nacional del Seguro de Salud454.
En el nuevo régimen de Obras Sociales quedan comprendidas las sindicales, las de la Adminis-
tración central, organismos descentralizados y entes autárquicos, las del Poder Judicial y Uni-
han sido limitadamente cumplidas".
450
Ampliar en Vázquez Vialard, Antonio, Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, t. 2, ps. 273-274.
451
"Las presiones para lograr el veto del Poder Ejecutivo y el malestar ante la promulgación desnudan el sub-
consciente autoritario argentino y la consideración, alimentada por doctrinarios tradicionales, que las facultades
empresariales derivan de la propiedad de los medios de producción, como si el 'gobierno de los hombres' surgiera de
la 'propiedad de las cosas"', Capón Filas, Rodolfo, El nuevo derecho sindical argentino, p. 146. Ver también Clarín ,
19/4/88.
452
Martínez Vivot sostiene que: "Bastará... leer la ley a partir del art. 16, relativo al contenido de los estatutos, para
advertir que no se garantiza aquella libertad, sino que se la afecta, como también ocurre con la autonomía sindical"
(ob. cit., ps. 421- 422).
453
Ampliar en Vázquez Vialard, ob. cit., t. 2, ps. 524 y ss.
454
Ver el análisis de Carlos Echezarreta de los proyectos de salud y de obras sociales en La Nación, 23 y 24/5/87. Al
respecto el autor de esa nota señala: "Ambos proyectos merecen un tratamiento en conjunto porque pretenden
conformar un sistema como partes en un todo, a tal extremo que podríamos comenzar criticando una división en dos
cuerpos legales de una normativa que debería haberse considerado en una sola unidad. Quizás esa separación deja
entrever que la negación entre los interlocutores... no ha dejado una absoluta claridad en sus términos, causa por la
cual se podría haber optado por dar a luz un proyecto que se inclina en favor de los sindicatos y otro (el del Seguro
Nacional de Salud) que permite alguna rentabilidad a las aspiraciones del gobierno... La presencia de dos sectores y
la ausencia de los otros, da la impresión de que el intercambio de intereses políticos ha prevalecido respecto de las
necesidades médico-asistenciales de la población".
versidades Nacionales, las de las empresas y sociedades del Estado, las del personal de direc-
ción y de las asociaciones profesionales de empresarios, las del personal civil y militar de las
Fuerzas Armadas, de seguridad, Policía Federal Argentina, etcétera.
En lo que a este tema atañe importa destacar que las obras sociales sindicales, correspondien-
tes a las asociaciones gremiales de trabajadores con personería gremial, funcionarían con
individualidad administrativa, contable y financiera y tendrían el carácter de sujeto de dere-
cho, según lo establece el Código Civil en su art. 33, inc. 2°455.
El art.12 prevé que las obras sociales sindicales son patrimonio de los trabajadores. Serán
conducidas por un órgano colegiado de no más de cinco integrantes, elegidos por la aso-
ciación sindical con personería gremial.
Con respecto al Sistema Nacional del Seguro de Salud quedaban incluidos en él todos los be-
neficiarios comprendidos en la ley de obras sociales. La autoridad de aplicación sería la Secre-
taría de Salud de la Nación, en cuyo ámbito funcionaría la Administración Nacional del Segu-
ro de Salud (ANSSAL). Este organismo tendría un directorio, integrado por un presidente y 14
directores. Los directores serían siete en representación del Estado Nacional, cuatro por los
trabajadores organizados en la Confederación General del Trabajo, uno por los jubilados y
pensionados, uno por los empleadores y uno en representación del Consejo Federal de Salud.
Este último sería el encargado de presentar dos informes anuales sobre la gestión del Seguro
y la administración del Fondo Solidario de Redistribución.
Una vez más, el 12 de junio de 1988, Saúl Ubaldini antes de partir hacia Ginebra para partici -
par de la Asamblea Anual de la Organización Internacional del Trabajo, señalaba a la prensa
que: "Nosotros vamos a defender la legislación que el Parlamento aprobó casi en su totalidad
y también la situación de los trabajadores en este momento... todavía quedan pendientes la re-
forma de la ley del salario mínimo vital y móvil, que prácticamente está truncada en sus tres
cuartas partes, la ley de Contrato de Trabajo, que desgraciadamente hasta el momento no ha
sido tratada en el Parlamento..." 456.

73 - Los 13 paros generales.

Una serie de conflictos comenzaron a desatarse casi desde el inicio de la gestión de Alfonsín,
motivados todos ellos en reivindicaciones salariales.
Los sucesivos movimientos de protesta, que muy poco favorecían la imagen del gobierno,
fueron atacados por el mismo, a punto tal de rotular la cuestión presentando una falsa dicoto -
mía: paro o democracia. Quien se plegaba al paro, a cualquier paro, era desestabilizador,
golpista, antidemocrático; quien se ponía en la otra vereda, afianzaba "supuestamente" a la
democracia .
A partir de abril de 1985 la CGT puso en marcha su plan de lucha457. Así, convocó a un paro
total de actividades para el 23 de mayo, con el objeto de reclamar reivindicaciones salariales y
la reactivación de la economía. La manifestación frente a la Casa Rosada congregó, además
de los sindicatos, a la mayoría de los partidos políticos opositores, a los defensores de los
derechos humanos y a algunos grupos empresariales como la Cámara Argentina de la Cons-
trucción, la Sociedad Rural y un sector de la Unión Industrial Argentina.
Ante el anuncio gubernamental del Plan Austral, la CGT brindó una tregua a la espera de los
primeros resultados. Pero esos resultados no satisficieron las expectativas de los traba-
jadores, máxime cuando el congelamiento de salarios y precios no se compadecía con el
congelamiento tarifario. Los aumentos de las tarifas, que oscilaron entre un 15% y un 20 °l ,
se dieron a conocer el mismo día en que se anunciaba el Plan Austral. Los obreros decidieron,
entonces, retornar al plan de lucha458.

455
Código Civil art. 33: "Las personas jurídicas pueden ser de carácter público o privado... Tienen carácter privado...
2° Las sociedades civiles y comerciales o entidades que conforme a la ley tengan capacidad para adquirir derechos y
contraer obligaciones, aunque no requieran autorización expresa del Estado para funcionar".
456
Clarín, 13/6/88.
457
"Los trabajadores debían enfrentar al mismo tiempo un aparato represivo intacto, patronales dispuestas a sacarse
de encima a los empleados más conscientes y a abaratar cada vez más la mano de obra, un Ministerio de Trabajo con -
trolado por funcionarios impuestos por las mismas compañías y una conducción burocrática que se negaba sis-
temáticamente a organizar las luchas", Fernández, La claudicación de Alfonsín, p. 105.
458
Una de las manifestaciones del Plan de lucha fue el lanzamiento del documento denominado "Los 26 Puntos" en ju-
lio de 1985. Este documento fue presentado a la Nación como un programa alternativo para salir de la crisis. Hacía
referencia a la deuda externa, al reordenamiento financiero, a la nacionalización de los depósitos bancarios, a la re-
forma tributaria, a la movilización productiva, a la vivienda, a las exportaciones, al federalismo económico, a la pro -
moción de la inversión privada, al ordenamiento constitucional, a la reforma del sistema previsional, a la educación y
cultura, a la defensa y recuperación industrial, a la inversión pública reactivadora. El documento puede verse en Bé-
liz, Gustavo, C.G.T., el otro poder, ps. 228-233.
El 29 de agosto se produjo la segunda huelga general. La dirigencia sindical convocaba a una
reunión en la avenida 9 de Julio. En esa oportunidad, el secretario general de la CGT, Saúl
Ubaldini, afirmaba que "únicamente rompiendo con las imposiciones de la usura internacional
y del Fondo Monetario Internacional se puede conseguir la independencia económica y la so-
beranía política".
A su vez, numerosas plantas industriales entraron en conflicto: Volcán, Atma, Philco, Ford,
Epsilon, para nombrar sólo algunas.
Los reclamos obreros continuaron, sumándose a ello el problema de la desocupación, sobre
todo a partir del segundo año del gobierno democrático. En tal sentido, la Unión Obrera de la
Construcción denunció el despido de 30.000 albañiles durante los meses de junio y julio de
1985.
E1 intento de reeditar un pacto social por medio de la Conferencia Económica y Social,
también fracasó. A principios de enero de 1985 en la mesa de negociaciones nadie se puso de
acuerdo, ni la CGT, ni los empresarios, ni el gobierno.
Antes de retirarse, la CGT resumió sus reclamos en varios puntos, a saber: la devolución de
las obras sociales; la reactivación del mercado interno; la convocatoria a convenciones colec-
tivas de trabajo y el pago puntual de los sueldos y salarios de la administración pública.
La política de enfrentamiento de la Central Obrera continuó. A fines de enero de 1987 convo-
caba a otro paro general, ante la negativa del gobierno de cambiar el rumbo económico.
Es en ese momento, a raíz de la visita de su S.S. Juan Pablo II a la Argentina, que la CGT
solicita a la jerarquía de la Iglesia Católica que interceda ante el gobierno para lograr un pro-
nto diálogo entre las partes. En respuesta, uno de los emisarios del Equipo de Pastoral Social
le comunica a Ubaldini que no habrá mediación ni arbitraje. "Encararemos una misión de bue-
nos oficios, para tratar de acercar las partes y pacificar los espíritus, reconociendo la justicia
de los reclamos del mundo del trabajo"459.
Esta posible solución al problema tampoco prosperó y persistió la actitud dura del secretario
general de la CGT, aun cuando existió un compás de espera por la llegada del Papa.
Ubaldini fue invitado a hablar ante el Santo Padre en la reunión de trabajadores que se llevó a
cabo el 10 de abril de 1987 en el Mercado Central. En esa oportunidad S.S. Juan Pablo II
decía a los allí reunidos: "Sois conscientes de que cuando el mundo socioeconómico se organi-
za en función exclusiva de la ganancia, las dimensiones propiamente humanas sufren detri-
mento. Ello puede llevar al desinterés por la calidad del trabajo, y perjudica la tan deseada
cohesión y solidaridad entre los trabajadores. Algunos pretenden que el único móvil de vues-
tra vida sea el dinero y el consumo, si os dejáis polarizar exclusivamente por esta motivación,
os incapacitáis para descubrir el gran contenido de realización personal y de servicio que
encierra vuestra labor profesional. Por eso, os insisto en que no podéis conformaros con unos
objetivos de corto alcance, cuya única finalidad se reduzca a la concertación colectiva de las
remuneraciones y a la disminución de las horas laborales. Ante los problemas de la sociedad
moderna, tampoco podéis aceptar que los mayores esfuerzos del asociacionismo laboral se es-
terilicen en inoperantes litigios políticos, que en ocasiones instrumentalizan vuestros anhelos
con el fin de alcanzar posiciones ventajosas. Es justo que exista una noble contienda sindical,
pero encaminada a conseguir los objetivos propios del mundo laboral, dirigida a fortalecer la
solidaridad y elevar el nivel de vida material y espiritual de los trabajadores. Es cierto que la
íntima relación existente entre el mundo laboral y la vida política -el llamado 'empresario indi-
recto'- exige un constante contacto y diálogo entre trabajadores y políticos. Debe ser siempre
un diálogo constructivo, que no mire sólo a intereses de parte, sino al bien de toda la gran
familia argentina, en perspectiva latinoamericana e incluso mundial.
Vuestro país, vuestra sociedad, goza de un fuerte y dinámico asociacionismo laboral que,
como sabéis, constituye un 'elemento indispensable de la vida social'. Pero tal elemento, aun
siendo indispensable, no puede ser identificado con la lucha de clases sociales; tal concepción
es ideológica e históricamente errónea, y sus peores consecuencias terminan por recaer sobre
los hombres y mujeres del mundo laboral... La gran meta del sindicato ha de ser el desarrollo
del
hombre, de todos los hombres que trabajan, y para ello: 'Son siempre necesarios nuevos movi-
mientos de solidaridad de los hombres del trabajo'...
El servicio que vuestra fuerza asociativa puede prestar al hombre -y con él a la comunidad-
requiere de cada uno de vosotros un compromiso exigente que os lleve a decir ¡basta! a todo
lo que sea una clara violación de la dignidad del trabajador.
Basta, a un conformismo reductor que no se proponga más objetivos para el asociacionismo
laboral que la remuneración monetaria y la ampliación del tiempo libre, silenciando todo
diálogo cuya cuestión central sea la persona y dignidad en la vida y en la profesión.
459
Ver Rev. "Somos", 11/2/87.
Basta, a unas situaciones en las que los derechos del trabajo estén férreamente subordinados
a sistemas económicos que busquen exclusivamente el máximo beneficio sin reparar en la
cualidad moral de los medios que emplean para obtenerlo.
Basta, a un sistema laboral que obligue a las madres de familia a trabajar muchas horas fuera
de casa y al descuido de sus funciones en el hogar; que no valore suficientemente la labor ag-
rícola; que margine a las personas minusválidas; que discrimine a los inmigrantes.
Basta, a que el derecho a trabajar quede al arbitrio de transitorias circunstancias económicas
o financieras, las cuales no tengan en cuenta que el pleno empleo de las fuerzas laborales
debe ser objetivo prioritario de toda organización social...
Basta, también, a la insolidaria distribución de alimentos en el mundo; a la falta de reconoci-
miento sistemático del asociacionismo laboral en no pocos países de la Tierra, y, en este año
internacional de los 'sin techo', basta, también, a la clamorosa situación de indignidad en la vi-
vienda de los trabajadores en tantos suburbios de las grandes ciudades...".
El 4 de noviembre en una nueva concentración en Plaza de Mayo, Ubaldini, acompañado por
el gobernador de La Rioja, Carlos Menem, no sólo reclama la renuncia de todo el equipo eco-
nómico sino también exige del gobierno, el cumplimiento de las recurrentes reivindicaciones y
la declaración de una moratoria frente al pago de la deuda externa.
Comentan los periódicos de la época que en las cercanías del palco principal podían verse las
banderas, pancartas y carteles del SUPE, UOM, SMATA, Bancarios, Luz y Fuerza, Plásticos,
Mercantiles, Unión Ferroviaria, etc.460.
La continuidad del plan de lucha se manifestó nuevamente el 8 y 9 de diciembre. La Central
Obrera calificó los dos días de "jornadas gloriosas", mientras que el ministro de Trabajo, Ide -
ler Tonelli consideró que la movilización fue un "fracaso notorio" 461.
En síntesis, la CGT llevó a cabo un plan de protestas contra el gobierno de Alfonsín, cana-
lizado a través de 13 paros generales. En el del 9 de septiembre de 1988, también en Plaza de
Mayo, la concentración se opacó con la presencia de agitadores que cometieron desmanes
contra el edificio de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y comercios aledaños. Se
calculó la presencia de alrededor de 15.000 personas y el candidato del Justicialismo, Carlos
Menem, al igual que los gremios más fuertes estuvieron ausentes de la reunión. A partir de
este momento comenzarán los cuestionamientos a Ubaldini.
El dirigente cervecero justificaba su actitud señalando: "La huelga no la hace Ubaldini, la
huelga la hace la necesidad que traen los compañeros secretarios generales al plenario... si
nosotros hubiéramos estado hasta este momento sin haber realizado ninguna medida de pro-
testa, estaríamos peor, no habría ánimo de cambiar nada" 462.
No obstante, una fracción del sindicalismo denominada los "15" y, principalmente Luis Barno-
nuevo de la Mesa Sindical Menem Presidente, se oponían a la actitud de Ubaldini. Barrionue-
vo consideraba que cada conflicto debía ser tratado individualmente, para evitar generalizar
la huelga, pues de este modo "le damos elementos al gobierno para hacer su campaña electo-
ral. Ubaldini declara un paro y el gobierno dice que es político... que se trata de un paro parti-
dario"463.
Se abrían así dos alternativas: una, continuar con el plan de lucha -postura planteada por el
Comité Central Confederal-; la otra, abrir una espera hasta las elecciones y canalizar la pro-
testa a través de las urnas. Se resolvió por esta última, juzgada como la más conveniente para
el Justicialismo.

(22)

74 - ¿Concertación radical-sindical?

El 31 de marzo de 1987, Carlos Alderete, secretario general de la Federación de Trabajadores


de Luz y Fuerza, fue designado nuevo ministro de Trabajo y Seguridad Social. Era el cuarto en
esa cartera desde la asunción de Alfonsín.
Ya habían ocupado el mismo puesto los gremialistas Antonio Mucci, sostenido por la cortiente
interna radical liderada por Germán López; el ex delegado personal de Alfonsín, Hugo Barrio-
nuevo y el diputado oficialista Juan Manuel Casella quien precisamente había resignado su
banca por el nombramiento.
El presidente estaba decidido a un cambio de rumbo después de la derrota en el Congreso del
proyecto de ley de reordenamiento sindical. Ello, según versiones, presagiaba un pronto aleja-
460
Clarín, 5/11/87 y La Nación, 5/11/87.
461
Clarín, 9 y 11/12/87.
462
Ambito Financiero, 15/4/88.
463
Rev. "Siete Días", 28/10/88.
miento de Mucci del Ministerio. El llamado al dirigente fideero Hugo Barrionuevo tuvo por
objetivo, entonces, suavizar las aristas en la relación gobierno-movimiento obrero, convirtién-
dose en el delegado personal del presidente para la normalización sindical.
Su tarea era tender un puente con la dirigencia gremial peronista para arribar velozmente a
las elecciones sindicales. Su designación despertó suspicacias por cuanto importaba, para
algunos, relegar la figura del ministro Mucci. No obstante, Barrionuevo se encargó de señalar
que "no hay reemplazos, no hay vedetismos, no hay superposición, no hay celos".
El giro en la estrategia radical se coronó con el nombramiento de Casella para suceder a Muc-
ci, a fines de abril de 1984. El dirigente condicionó su aceptación a contar con todo el control
de la política sindical, para poder cumplir con los objetivos previstos: la normalización sindical
y la concertación gobierno-sindicatos-empresarios.
El diálogo Casella-dirigencia gremial fue más fructífero y demostraba por ambas partes una
mayor voluntad de entendimiento. La normalización de las asociaciones de trabajadores fue
una muestra de ello464.
La breve gestión de Casella llegaba a su fin. El 3 de septiembre de ese año, la CGT realiza su
primer paro general contra el gobierno 465. En octubre el ministro "normalizador" cede su
puesto al otrora delegado personal de Alfonsín, Hugo Barrionuevo, reelegido en su gremio de
conformidad a la ley 22.105, y militante de la CGT-Azopardo hasta su fusión con la CGT-RA.
"No soy peronista, ni soy radical. Tampoco soy socialista ni comunista", había manifestado en
más de una oportunidad.
Después de casi tres años, caracterizados por la discrepancia y la confrontación, el presidente
Alfonsín decide cambiar de ministro. Dos nombres se mencionaron para ocupar la cartera:
José Rodríguez, secretario general de SMATA y entonces diputado justicialista y Carlos
Alderete, de Luz y Fuerza.
Dirigentes del peronismo renovador, entre ellos Antonio Cafiero y los integrantes de la comi-
sión directiva de SMATA, se opusieron a que su titular aceptase el ofrecimiento 466.
El rechazo de Rodríguez, permitió que el Grupo de los 15 lanzara el nombre de Alderete. Esta
corriente interna del sindicalismo había comenzado a dialogar con Enrique Nosiglia y César
Jaroslawsky tras el objetivo de un acercamiento entre los gremios peronistas y el gobierno
para poner fin a la etapa de confrontaciones.
Esto, como es lógico, repercutió en el seno de la CGT, donde el ubaldinismo y la Comisión de
los 25 manifestaron su malestar por la posible designación del dirigente lucifuercista.
Mientras tanto, Alderete, que se encontraba en Roma, manifestó a la prensa que se había co -
municado telefónicamente con el secretario general de la CGT, Saúl Ubaldini, "quien respaldó
su aceptación, en principio, del cargo, aunque explicó que la decisión final estaba en manos
de los cuerpos orgánicos de su sindicato y de la central obrera"467.
No obstante, la CGT condicionará el respaldo al nuevo ministro. Así, el secretario de la organi-
zación obrera declaraba en un reportaje que la CGT "esperará el informe sobre posibles solu-
ciones a los requerimientos que venimos realizando y que haya planteado el compañero
Alderete en procura de arribar al mejoramiento de la situación de un sector tan importante
como somos los trabajadores, tanto activos como pasivos. Nosotros pedimos: terminar con la
legislación laboral de la dictadura militar, aplicando leyes en el basamento fundamental de las
que fueron homologadas a través de parlamentos constituidos democráticamente; el estudio y
solución de los desfasajes existentes en los salarios con respecto al costo de vida del año 1986
y lo que va del ' 87; que se contemple la situación de los compañeros jubilados y pensionados;
la reapertura y funcionamiento de las delegaciones regionales del Ministerio de Trabajo; una
reactivación para crear fuentes de trabajo; los convenios colectivos del servicio doméstico y
de los trabajadores rurales; el respeto a lo ya prometido por el presidente de la República
respecto del convenio 154 de la OIT para los trabajadores estatales; la participación de los
trabajadores, a través de la CGTen todos los entes que por derecho propio les corresponde
(PAMI, INOS., Banco Hipotecario, por ejemplo).
Cuando se le preguntó sobre las disidencias internas del sindicalismo, reflotadas a raíz de la
designación de Alderete en el Ministerio de Trabajo, Ubaldini respondió: "Las disidencias su-

464
"A pesar de que Alfonsín respaldaba tácitamente la posición negociadora, se produjeron una serie de fricciones en
la interna radical. La mira de ataque estaba puesta precisamente en el ministro Casella, quien desde varios sectores
de la UCR fue acusado de `conciliador y proclive a las concesiones'; crítica que se asociaba a 'haber traicionado el
programa defendido por el radicalismo durante la campaña electoral"', Gaudio y Thompson, ob. cit., p. 92.
465
"Desde esa fecha, la CGT comienza a jugar un doble rol: como entidad representativa de los trabajadores y como
'sustituto' del desarticulado y en crisis Partido Justicialista", Godio, Julio, El movimiento obrero argentino (1955-
1990). De la resistencia a la encrucijada menemista, p. 402.
466
Ver Béliz, Gustavo, C.G.T. E1 otro poder, p. 13 y ss. Ver también La Nación, 26/3/87.
467
Ver Clarín, 27/3/87.
ponen un estado de democracia sindical que vive la CGT a través de sus cuerpos orgánicos.
Todo integrante del consejo directivo puede vertir su pensamiento, pero la única palabra
oficial de la Confederación General del Trabajo es la de su secretario general y la que emana
de los comunicados, donde luego del debate todos cumplimos con la disciplina y ética que co-
rresponden en defensa de lo que hemos aprobado"468.
La Central Obrera dio su aval y el último día del mes de marzo de 1987, Carlos Elvio Alderete
juró como ministro de Trabajo y Seguridad Social. Su gestión estuvo marcada por la necesi-
dad de lograr "compatibilizar criterios entre los distintos sectores representativos del mundo
del trabajo" e "implementar un acuerdo social que incluya a trabajadores, empresarios y al Es-
tado", lo que proporcionaría "una necesaria y duradera paz" y "la única salida a la crisis". El
ministro aseguraba que nadie solucionaría la crisis por sí solo 469.
El titular de la cartera laboral desplegó una tarea difícil. Incluso se le reprochó ser "represen -
tante de la CGT ante el gabinete más que un representante del gobierno frente a los gremios".
Ante esto él respondía: "Yo soy la inserción del pensamiento del movimiento obrero en una ta-
rea de gobierno. Esto, no quiere decir que yo sea el representante de Ubaldini... Yo he tenido
si se quiere, más reuniones con los empresarios que con los dirigentes sindicales, porque yo
soy representante de ambos sectores, y quiero que coincidan en la meta de aumentar la pro-
ducción. Claro, yo soy un hombre del movimiento obrero, pero el movimiento obrero no tiene,
en su filosofía, ideas opuestas a las del gobierno, aunque pueda haber instrumentaciones di-
ferentes. De modo que, como actúo con sinceridad no me ofendo por las críticas. Mi trabajo
está a la vista; si se ha conseguido que la CGT saliera del sendero de la confrontación, eso es
un logro que le hace bien al país, al gobierno" 470.
A su vez, un sector de la dirigencia gremial lo acusaba de traidor y de quinta columna del go -
bierno. Los frentes eran muchos. Debió, además, compartir más de una pulseada con su
colega de Economía. Y llegó a confesar que las "estructuras del poder económico no coinci-
den, a veces, con las propuestas sociales" y que "el Ministerio de Economía estuvo en la antí-
poda del Ministerio de Trabajo, ya que mientras quise ser la conciencia social del Gobierno,
aquel Ministerio mantuvo la intransigencia aritmética de una función contable" 471. Hizo una
declaración explosiva cuando afirmó que el Ministerio de Economía y el de Trabajo eran
"enemigos estructurales".
Paralelamente, Alderete impulsaba y defendía el paquete de leyes laborales que se había
enviado al Congreso y acusaba a los empresarios de presionar a los legisladores para demorar
su sanción, por cuanto de suceder esto, implicaría quitar estímulo a la inversión nacional y ex-
tranjera y con ello un mayor decrecimiento económico. Alderete insistía que "quienes están en
esa actitud son los que hacen lobby para presionar a la legislatura y que se han enriquecido, y
siguen haciéndolo, con la especulación financiera, las altas tasas de interés y las mesas de di-
nero. Es inadmisible que sean ellos quienes se rasguen las vestiduras por un tema tan de-
licado como la inversión, cuando han preferido especular a invertir. En cambio, los pequeños
y medianos industriales, que están ahogados por las tremendas tasas de interés que están pa-
gando por los créditos que necesitan, tienen una actitud muy distinta frente a la legislación
que nosotros proponemos"472.
El momento político que se vivía era bastante difícil por la campaña electoral que se avecina-
ba. El gobierno había convocado a comicios para el 6 de septiembre, que permitirían elegir
127 diputados, 21 gobernadores, 150 senadores provinciales y 618 diputados provinciales.
Con el triunfo del Justicialismo en esas elecciones, el ministro presentó su renuncia. Señaló
que se alejaba del gobierno con la "conciencia tranquila por el deber cumplido en tan poco
tiempo... Me fui por lealtad al movimiento obrero", pues estimó que su presencia en esa
cartera era "incompatible e inviable" con la continuación de la política económica implemen-
tada por el Radicalismo473.
Aun cuando el paquete de leyes laborales continuaba siendo una "asignatura pendiente" del
Congreso, durante los seis meses de gestión de Alderete no hubo ninguna huelga. El ya ex mi-
nistro reconocía que no habían sucedido paros "porque puse en práctica... conceptos jus-
ticialistas... Le hice ver al Gobierno que el movimiento obrero es el pilar sustantivo de la so-
ciedad. Que no se trata de una confrontación permanente, de una desestabilización social,
sino de diálogo y entendimiento. Y nosotros trajimos ese concepto al Ministerio. Buscábamos

468
Ampliar en Clarín, 29/3/87.
469
La Razón, 13/4/87.
470
Extraido de un reportaje en El Observador, 17/6/87.
471
Rev. "Extra", septiembre de 1987.
472
Rev. "Somos", 26/8/87.
473
Clarín, 16/9/87.
ser la cartera del crecimiento, de la reactivación. No queríamos convertirnos en los adminis-
tradores de conflictos"474.
Era el fin de otra etapa. El cargo vacante fue ocupado por Ideler Tonelli.

75 - Una sola CGT.

El 29 de marzo de 1983, Saúl Ubaldini y Jorge Triaca declaraban a una radio porteña sobre la
necesidad de unificar las dos centrales en una CGT. El secretario de la CGT Brasil manifesta-
ba, entonces, que "somos argentinos, trabajadores, dirigentes, cómo no vamos a conversar,
cómo no vamos a llegar a este gran acuerdo que puede ser quizás el lanzamiento... de esa
gran unidad nacional que verdaderamente necesitamos los argentinos". S u par de la CGT
Azopardo decía: "... el gran problema que tiene la dirigencia sindical son siete años de prohi-
bición... Aquí no es el problema de Ubaldini y de Triaca... sino de toda la dirigencia... va a ha-
ber una sola CGT, que tal vez no sea de Ubaldini ni de Triaca, una conducción que represente
el fervor y el sentimiento de todos los trabajadores argentinos..." 475. Pasaría casi un año para
lograrse la unificación.
Las dos centrales obreras, se reunieron en enero de 1984, quedando la conducción del máxi-
mo organismo gremial en manos de Saúl Ubaldini, Osvaldo Borda, Jorge Triaca y Ramón Bal-
dassini.
Además de estos cuatro secretarios generales, el Consejo Directivo estaba integrado por 35
dirigentes: 18 de ellos eran azopardistas y 17 provenían de la CGT Brasil, orientada por el mi-
guelismo y los "25".
Posteriormente, en noviembre de 1986, Ubaldini será ratificado en su cargo y elegido secreta-
rio de la Central Obrera, abandonándose así la administración colegiada. El resto de los
cargos "se repartió proporcionalmente entre sus allegados, las 62 y los 25" 476.
La nueva conducción de la CGT unificada quedaba representada de la siguiente manera: Se-
cretario general: Saúl Ubaldini, Federación Obrera Cerveceros y Afines de la República
Argentina (FOCA); secretario general adjunto: Hugo Curto, Unión Obrera Metalúrgica (UOM).
Secretario gremial e interior: José Pedraza, Unión Ferroviaria (UF); prosecretario gremial e
interior: Virgilio Núñez, Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF).
Secretario de hacienda: Alejo Farías, Unión Obrera de la Construcción (UOCRA); prosecreta-
rio: Hernán Prado, Asociación Argentina de Telegrafistas; Radiotelegrafistas y Afines
(AATRA).
Secretario de Prensa: Güerino Andreoni, Confederación de Empleados de Comercio (CEC); se-
cretario de acción social: Pedro Goyeneche, Asociación Obrera Textil (AOT).
Vocales: Miguel Candore, Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN); Raúl Amín, Sindicato
de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA); Juan Reyes, Unión de Traba-
jadores Gastronómicos (UTGRA); Luis Morán, Federación de Trabajadores de la Industria de
la Alimentación; Víctor de Gennaro, Asociación de Trabajadores del Estado (ATE); Omar
Peombara, Sindicato Unido de Petroleros del Estado (SUPE); Rubén Pereyra, Federación
Argentina de Trabajadores de Obras Sanitarias (FENTOS); Carlos Cabrera, Asociación Obrera
Minera Argentina; Juan Molinas, Federación Argentina de Trabajadores de la Sanidad (FAT-
SA); Juan Palacios, Unión Tranviarios Automotor (UTA); Ricardo Pérez, Sindicato de Choferes,
Camioneros y Afines; Lesio Romero, Federación Gremial del Personal de la Industria de la
Carne, Derivados y Aimes; Gerónimo Izzeta, Confederación Empleados Municipales.
Revisores de cuentas: Guillermo Díaz Oliveri, Asociación de Supervisores de la Industria Me-
talúrgica (ASIMRA); Jorge Sansat, Unión del Personal de Aeronavegación de Entes Privados;
Ramón Valle, Sindicato del Seguro; Cayo Ayala, Sindicato Argentino de Obreros Navales; José
Santamaría, Sindicato Unico Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (SUTERH).
Además se eligió representante en el Consejo de Administración de la OIT a Ramón Baldassi -
ni, Federación Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (FOECYT) y delegado a
la Central Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) a Saúl Ubaldini.
Ubaldini resaltó que "hemos demostrado y lo vamos a seguir demostrando que más allá de los
matices políticos que nos diferencian estamos unificados tras la defensa de los derechos de
los trabajadores que es la prioridad absoluta de la CGT" 477. El dirigente cervecero ubicó siete
hombres:

474
Rev. "La Semana", 23/9/87.
475
Ver Tiempo Argentino, 30/3/83.
476
Ver Godio, Julio - Palomino, Héctor - Wachendorfer, Achim, El movimiento sindical argentino (1880-1987), ps. 87-
93.
477
Clarín, 8/11/86.
Farías, Goyeneche, Candore, Morán, Pereyra, Palacios y Prado; este último "a pesar de ser
radical era un virtual ubaldinista" 478. Siete eran del peronismo ortodoxo: Curto, Núñez, Reyes,
Peombara, Molinas, Romero e Izzeta. Seis pertenecían a los "25": Pedraza, Andreoni, Amín,
De Gennaro, Cabrera y Pérez.
El 12 de febrero de 1987 concluyó la etapa de normalización de la máxima entidad gremial al
serle restituida la función de administrador de sus bienes.
La oposición permanente manifestada por la CGT obligó al gobierno a crear una cuña para di -
vidir el movimiento479. La idea del "divide y reinarás" se concretó con la aparición en la escena
sindical del grupo de los "15", en diálogo constante con el gobierno. Constituían el nuevo
agrupamiento, Juan José Zanola de los bancarios, José Rodríguez de SMATA, Armando Ca-
valieri del Sindicato Empleados de Comercio de Capital, Julio Guillán de los telefónicos, Diego
Ibáñez del SUPE, Jorge Triaca de los plásticos, Carlos Alderete de Luz y Fuerza, Oscar
Lescano de Luz y Fuerza de la Capital, Délfor Giménez de la Asociación Obrera Textil, Julio
Miranda, secretario general de la Federación de Petroleros Privados, César Loza de los esti-
badores, Juan Manuel Palacios del Sindicato de Choferes de Omnibus, Ramón Valle del
Sindicato de Empleados de Compañías de Seguros, Luis Barrionuevo de los gastronómicos y
Carlos West Ocampo de sanidad. Ellos eran el grupo de los "15", también llamados los Capita-
nes del Sindicalismo o La Niña Bonita.
Sus lemas eran varios: "es hora de que la democracia le devuelva al movimiento obrero las le-
yes que le sacó la dictadura", decía Cavalieri; "hay que ayudar a Ubaldini a salir de la confro -
ntación", exclamaba Lescano; "transformar al capitalismo argentino en un sistema eficiente",
señalaba Triaca o "concertar la privatización de las empresas del Estado", manifestaba
Guillán480.
El 9 de julio de 1988 se realizaron las elecciones internas del Partido Justicialista, para pro-
clamar a los candidatos presidenciales para 1989. Dos listas se presentaron: Carlos Menem-
Eduardo Duhalde y Antonio Cafiero-Juan Manuel De la Sota. El sindicalismo dejó en libertad a
sus afiliados para que votaran laque creyesen más representativa.
Fraga, Rosendo, La cuestión sindical, p. 38, "Como conclusiones . puede señalarse: a) El gru-
po de los Quince reunía el 30% del total de afiliados representados en la CGT, lo que implica-
ba el 27% del Congreso y el 14 % del Comité Central Confederal. b) Sectorialmente, predomi -
naban los gremios privados, con una fuerte presencia de organizaciones del sector industrial.
c) También se observaba una fuerte presencia relativa de organizaciones sindicales "grandes".
d) Políticamente, había un claro predominio de sindicatos peronistas provenientes de las 62

La fórmula Menem-Duhalde se impuso a la de Cafiero-De la Sota. "La mejor lección de la elec -


ción interna es haber demostrado que nadie es propietario de nada en el Justicialismo", afirmó
Lorenzo Miguel, no obstante que el grupo de los "15" fuera el nervio motor del sindicalismo
menemista481.
Ya siendo Menem el presidenciable del Justicialismo para 1989, el movimiento sindical debe
discutir, de ahora en más, la estrategia a seguir, lo que implica, de hecho, el accionar de la
CGT y su máximo dirigente Ubaldini, la interna sindical y el resurgimiento de las 62 Organi-
zaciones, el brazo político del movimiento obrero. De allí, la necesidad de los contactos y de
los reacomodamientos482.
Con diferentes matices y sin remarcadas discordancias están los ubaldinistas, los "15", los
"25", las "62". A ellos debemos sumar la Mesa Sindical "Menem Presidente" (MSMP), liderada
por Luis Barrionuevo y por la que se canaliza el trabajo en pro de la campaña de Menem.
Convertida en vocero político de los sindicatos peronistas, compite con las 62, recelando a Mi-
guel.

478
Béliz, Gustavo, ob. cit., p. 126.
479
Cfr. Fernández, La claudicación de Alfonsín, p. 116.
480
Ampliar en Rev. "Gente", 2 /4/87, Informe Mario Baizán: "Alguien los definió, tajante: `Es una corriente interna del
sindicalismo'. Lo negaron. Pero mientras negaban empezaron a hablar con Enrique Coti Nosiglia y con César Ja-
roslawsky. Objetivo: cercamiento entre los gremios peronistas y el Gobierno 'para poner fin a la etapa de las confro -
ntaciones'…".
481
Organizaciones, aunque de sus distintas fracciones internas".
Ver Clarín, 10/7/88 y 11/7/88 con respecto a las internas.
Miguel señalaba en relación a ellas: "Usted habrá notado que tanto la CGT como las 62 dejamos en plena libertad a
las representaciones para que adhirieran al candidato que más les gustara. Y nosotros hicimos lo mismo: La Unión
Obrera Metalúrgica dejó en libertad a las 66 seccionales para que cada una votara a los candidatos que consideraran
más representativos", Rev. "La Semana", 27/7/88.
482
"Miguel y 'los 15' difieren acerca de las riendas con las cuales sujetar a Ubaldini, pero comparten un mismo pro-
nóstico sobre el ocaso del jefe cegetista si el peronismo regresa al poder: ambos están convencidos de que Menem
necesitará una CGT distinta para gobernar", Roa, Ricardo, El difícil retorno a las fuentes, en Clarín 19/9/88.
Esta es, en breve pantallazo, la situación de la interna sindical hacia fines de 1988.
¿Tenía el gobierno constitucional de 1983 la idea de terminar con el sindicalismo peronista?
Es cierto que éste no era el mismo de 1973 y se encontraba dividido. La división entre dialo-
guistas y confrontacionistas, que se perfila desde 1966 había adquirido contornos más nítidos
durante estos años.
CAPITULO XII
LOS SINDICALISTAS Y
EL GOBIERNO JUSTICIALISTA (1989 - 1992)

76 - Ahora, los peronistas.

El 12 de octubre de 1988 el presidente Raúl Alfonsín convocó a elecciones generales para el


14 de mayo del año siguiente. En esta fecha debían elegirse presidente y vicepresidente de la
Nación y los diputados nacionales que reemplazarían a sus pares, cuyos mandatos vencían el
10 de diciembre de 1989483. En un ambiente particularmente complicado y dificultoso, veinte
millones de electores se aprestaron a votar. Los comicios generales arrojaron los siguientes
resultados:
- Frente Justicialista de Unidad Popular (FreJuPo): integrado por el Partido Justicialista, la
Democracia Cristiana, el Movimiento de Integración y Desarrollo, el Partido del Trabajo y del
Pueblo y el Movimiento Patriótico de Liberación: Carlos Menem - Eduardo Duhalde, votos
7.953.301; 47,49%.
- Unión Cívi caRadical: Eduardo Angeloz - Juan Manuel Casella, votos 5.433.369; 32,45%.
- Alianza de Centro: integrada por la Unión de Centro Democrática y la Democracia Progresis-
ta: Alvaro AlsogarayAlberto Natale, votos 1.150.603; 6,87%.
- Confederación Federalista Independiente: Eduardo Angeloz - María Cristina Guzmán, votos
768.128; 4,59%.
- Alianza Izquierda Unida: Néstor Vicente – Luis Zamora, votos 409.751; 2,45%.
- Alianza Unidad Socialista: integrada por los Partidos Socialista Democrático y Socialista
Popular: Guillermo Estévez Boero - Alfredo Bravo, votos 218.785; 1,31%.
- Partido Obrero: Jorge Altamira - Gregorio Flores, votos 45.762; 0,27%.
- FrenteHumanista-Verde: Luis Amman - Luis Méndez, votos 42.319; 25%.
El Acuerdo Popular que sólo se presentó en algunos distritos, integrado por el Movimiento
Democrático Popular Anti-imperialista obtuvo 4.783 votos. Llevaba como candidato a Angel
Bustelo.
De los 127 cargos para la renovación de diputados nacionales, el FreJuPo logró 67 escaños,
seguido de la UCR con 42, la Alianza de Centro con 9, la Confederación Federalista Inde-
pendiente con 3. La Izquierda Unida obtuvo un diputado484.
Participó de este acto político el 85,34% de los votantes.

77 - La transición.

Repasar los acontecimientos anteriores al 14 de mayo de 1989 era vivir desencuentros, des-
erciones, fuertes debates, duras críticas entre la dirigencia política, sindical, empresarial. Por
otro lado, era vivir el drama de una población en permanente vigilia y zozobra.
La crónica periodística recogía las noticias de saqueos en Córdoba, Mendoza, Tucumán, Gran
Buenos Aires. El país estaba al borde de los estallidos sociales. Los reclamos por mejoras sala-
riales de docentes, médicos municipales, trabajadores judiciales, petroleros, demostraban una
verdadera explosión de conflictos laborales que proyectaban una sombra de dudas ante un
proceso hiperinflacionario imposible de detener.
El 2 de mayo de 1989, después de una reunión del Consejo Directivo de la CGT, Saúl Ubaldini
insistía en rechazar las medidas económicas pues "sólo generarán más hambre, desocupación
y necesidad, produciendo más sufrimiento y mayor inquietud social sobre los hogares argen-
tinos, cuyas derivaciones pueden tornarse imprevisibles... sólo con medidas coherentes se
puede gobernar adecuadamente para superar la crisis de la magnitud de la que hoy agobia a
la Nación y de la que hay un solo responsable: el Gobierno". En esa reunión estuvo presente el
presidente del bloque de diputados justicialistas, José Luis Manzano quien declaró: "estuvimos
evaluando las medidas económicas que afectaban directamente a los trabajadores, creando
una situación de angustia que sólo tendrá como válvula de escape el 14 de mayo... Le transmi-
timos a la CGT la opinión del bloque de diputados justicialistas y decidimos quedar en contac -
to permanente para hacer frente a un programa ortodoxo y netamente recesivo que va a pro-
vocar un deterioro mayor del salario real"485.

483
El anuncio se realizó mediante decreto 1.447/88. De la misma fecha es el decr. 1.448/88 por el que se convocaba al
electorado de la ciudad de Buenos Aires para elegir sus autoridades.
484
Fuente: Ministerio del Interior. Dirección Nacional Electoral. Departamento Estadísticas.
485
Clarín, 3/5/89 y La Nación, 3/5/89.
Para superar la crisis económica, la CGT y la UIA concretaron una tregua hasta el 15 de junio
para evitar despidos y suspensiones 486. Las bases del pacto entre ambos sectores fueron acor-
dadas en reuniones previas a la firma del mismo en las que estuvieron presentes los asesores
de la UIA Daniel Funes de Rioja y Darío Hermida Martínez y por la CGT Saúl Ubaldini, José
Pedraza y los abogados de la central gremial Enrique Rodríguez y Héctor Recalde.
El acuerdo se efectuó el 9 de mayo, con la presencia de la máxima conducción industrial:
Gilberto Montagna, Héctor Massuh, Israel Malher, Arnaldo Etchart y por la CGT Ubaldini,
Pedraza, Recalde y Rodríguez. El documento manifestaba acordar el mantenimiento de las
fuentes del trabajo y de la producción hasta el 15 de junio de ese año.
Durante ese plazo el gobierno, los partidos políticos, los candidatos electos, la CGT, y las enti-
dades empresarias deberían poner en ejecución las propuestas concretas para impulsar la
reactivación económica y mejorar las condiciones de vida del trabajador.
La CGT y la UIA se comprometían mutuamente a evitar despidos por causas económicas o
productivas y suspensiones de jornadas de trabajo por las mismas razones. Se disponía que
los proyectos legislativos en materia de trabajo y seguridad social fueran concertados con
antelación por ambos sectores para que, a la vez que sirvieran de protección al trabajador,
fueran un aliciente a la inversión y al crecimiento productivo.
Este acuerdo no pasa de la buenas intenciones. Realizadas las elecciones del 14 de mayo, los
industriales le comunican al gobierno radical "que cerrarán sus puertas por falta de insumos;
otras... dejarán de producir por la explosión en sus costos y un tercer grupo -como el de la
construcción sufre una creciente parálisis porque el Estado no puede pagar sus cuentas y
frena las obras públicas"487.
La situación precipitaba la entrega del poder, puesto que "si no hay soluciones, se debe dar
paso a los que las tienen" había señalado el dirigente cervecero. Pocos días después, el Comi-
té Central Confederal de la CGT pedía a Menem que asumiera la presidencia antes del 10 de
diciembre, comprometiéndose a no impulsar medidas de fuerza.
A su vez, la Mesa de Enlace Sindical, sucesora de la Mesa Sindical "Menem Presidente",
integrada por todas las vertientes del gremialismo peronista, se constituyó al solo efecto de
acompañar a Menem en la campaña electoral. Realizado el escrutinio con el resultado del
triunfo del gobernador riojano, la Mesa Sindical, liderada por el grupo de los "15", fue restab -
lecida con el objeto de neutralizar a Ubaldini. Se convirtió así en el portavoz político del
gremialismo, por lo que Lorenzo Miguel decidió, por el momento, no revitalizar a las 62 Orga-
nizaciones.
Esta breve exposición explicaría la reunión que mantuvieron el 29 de mayo, en la sede de la
Federación de Luz y Fuerza los gremialistas Jorge Triaca, Carlos West Ocampo, Délfor Gimé-
nez, Juan Zanola, Oscar Lescano, Guillermo Marconi y Ramón Valle (los "15"); Luis Barrionue -
vo y Roberto Fernández (menemismo); Aníbal Martínez, Lisandro Zapata, Carlos Alderete y
Juan Carlos Crespi (miguelismo); Güerino Andreoni y Roberto Digón (renovadores); Andrés
Rodríguez, José Luis Lingeri y Gerardo Martínez (ubaldinismo); Manuel Diz Rey y Rodolfo
Ponce (grupo unidad) y Jorge Luján, Rodolfo Soberano y Juan Rachini (los "20").
En ella se dispuso mantener en vigencia la Mesa de Enlace hasta la normalización de las 62
Organizaciones; reiterar el apoyo al presidente y vice presidente electos: Carlos Menem y
Eduardo Duhalde; solicitar al gobierno la inmediata transferencia del poder; convenir que la
solución a los problemas actuales es "política" y no se resuelve con paros; expresar la seria
preocupación por la crisis y elaborar las propuestas necesarias para revertir esa situación 488.

78 - El traspaso de la "antorcha".

486
"... las fuentes consultadas recordaron que un hecho fundamental que permitió este acuerdo fue la reunión que el
candidato peronista Carlos Menem concretó con el titular de la UIA Gilberto Montagna el pasado sábado por la noche
en la ciudad entrerriana de Paraná, para tratar la crisis socioeconómica", Clarín, 10/5/89.
487
Roa, Ricardo, A paso redoblado, en Clarín, 22/5/1989.
488
Clarín, 30/5/89. A1 respecto señala Roa (Menem entró en escena en Clarín 30/5/89) que "Por primera vez la Mesa
de Enlace le marcó ayer a Ubaldini el camino por donde debe transitar la CGT y que se orienta en una dirección con-
traria a la que -aparentemente- proyectaba recorrer. Pero esa orientación, aunque precisa, no fue imperativa: para
evitar asperezas, cinco dirigentes, de diferentes tendencias, se encargaron de tomar contacto con él para transmitirle
el mensaje pacificador, compartido por todas las alas del gremialismo peronista... Ubaldini podrá, ahora, adaptarse o
rechazar esas exigencias, que imponen límites a la autonomía de la CGT, pero que parecen, también, revelar otro fe -
nómeno: la construcción de una nueva estructura de poder en el sindicalismo peronista.
"Es que la Mesa de Enlace quedó entronizada ayer como órgano político de los sindicatos peronistas. Y le confirieron
ese carácter todas las corrientes internas del gremialismo, incluida la que menos contacto tiene con ella y que lidera
la Unión Obrera Metalúrgica.
El cemento que unirá a este incipiente bloque es el que proporciona el encumbramiento de Menem en el peronismo:
la distribución de las áreas de poder del futuro gobierno".
El 8 de julio de 1989 asumió Carlos Menem la presidencia de la Nación. El Justicialismo era
nuevamente gobierno. Se había adelantado la transferencia del poder.
La respuesta al interrogante del por qué del traspaso anticipado de la "antorcha" democrática
del radicalismo al peronismo, está en las circunstancias por demás críticas que vivía nuestro
país.
La crisis, resultado de la inflación, el déficit fiscal, la pulverización del salario, el desabasteci-
miento, los saqueos, la inseguridad social, había dañado coyuntural y estructuralmente a to-
dos los sectores de la sociedad.
El déficit doblegaba gran parte de la industra y obligaba al cierre de las fábricas, al apagado
de las chimeneas y a la desocupación. Aumentaban la especulación financiera y la hiperinf -
lación.
Las prioridades nacionales eran el plazo fijo, la renta automática y la inversión sin riesgo. En
suma, la especulación y la desinversión.
La soberanía de esta realidad obligó al presidente Alfonsín a reconocer en un mensaje dirigido
al pueblo de la República el 12 de junio que: "El espacio para la acción del gobierno en funcio-
nes se encuentra demasiado agotado para enfrentar con probabilidades de éxito problemas en
los que cualquier demora acarreará mayores padecimientos para todos".
El día de la asunción del presidente justicialista el país presenciaba, casi sin darse cuenta de
su importancia, un hecho inédito en la historia argentina. Era la primera vez, desde 1930, que
se realizaba la transmisión del mando entre dos gobiernos constitucionales de distinto signo,
sin que mediara gobierno de facto alguno.
Circunstancias similares se habían vivido después del dictado de la ley Sáenz Peña, cuando el
traspaso del poder, dentro de la continuidad democrática, fue intrapartidario. Nos referimos a
las presidencias de Yrigoyen - Alvear Yrigoyen.
En 1989 por primera vez se entrega la "antorcha" democrática de un partido de 100 años de
vida a otro de 50 años de existencia.
La realidad superaba las disposiciones constitucionales (art. 77 Const. Nac.) y legales (ley de
acefalía 20.972). La Constitución "real" se imponía a la Constitución "formal". Al reconoci-
miento del propio presidente Alfonsín de la necesidad de acortar su mandato, se sumaba el
reclamo de todos los sectores sociales para que así ocurriera. Además, se contaba con un pre -
sidente y un vicepresidente ya electos que asumirían el 10 de diciembre. De este modo, para
respetar el orden político y la voluntad del pueblo se tomó la decisión de adelantar el man-
dato, aún cuando faltaban casi seis meses. Así el gobierno radical redujo su duración en el po-
der, mientras que el justicialista se estrenaba en él, antes de lo previsto.
Se convino, entonces, el 8 de julio de 1989, el día del traspaso de la "antorcha" radical-pero-
nista.
En el texto de su renuncia, Alfonsín explicaba: "Mi conciencia exige que intente atemperar los
sacrificios del pueblo mediante el mío personal, sin provocar demoras que puedan entorpecer
la transición entre dos gobiernos igualmente democráticos.
Por el lo, ejerciendo la suprema responsabilidad política de anteponer el bienestar del país a
cualquier otra consideración, he decidido resignar, el 8 de julio de 1989; el cargo de presiden-
te de la Nación con que el pueblo argentino me honrara desde el 10 de diciembre de 1983".
Tras prestar el juramento ante la Asamblea Legislativa y recibir los atributos del mando, el
presidente Menem dirigió un mensaje, en el que expresó, entre otros, los siguientes concep-
tos:
"Para nosotros, la justicia social pasa hoy por la eliminación de todo tipo de privilegio. Del pri-
vilegio de la impunidad, del privilegio de las prebendas estatales, del privilegio de la buro-
cracia, del privilegio de la especulación, del privilegio de la falta de competencia.
Así como no puede existir Nación sin esperanza, tampoco puede existir verdadera democracia
con exclusiones. Los marginados del saber, de la dignidad, de la cultura, del trabajo, de la vi-
vienda, de la salud y del bienestar, nos están marcando nuestra primera y gran responsabili-
dad. La de conjugar a esta democracia con la libertad y la justicia, con el pan y la paz, con las
obras y la producción.
La justicia social pasa por no distribuir pobreza. Por no igualar hacia abajo. La justicia social
pasa por no perpetuar nuestra declinación. La revolución productiva que hemos proclamado a
lo largo y a lo ancho de todo el país, tiene un corazón, una idea central, una esencia: terminar
con una Argentina a la cual le está prohibido trabajar".
El presidente llamaba a un cambio que exigía el esfuerzo de todos, con el objetivo de salir
adelante ante la crisis terminal, como la calificara Menem, por la que atravesaba la Nación. El
sindicalismo no era ajeno a esa convocatoria. Casi era obligada su participación en las
grandes decisiones que habrían de tomarse. Ello implicaba un reacomodamiento. Algunos así
lo entendieron y se sentaron a discutir y a dialogar, otros, en cambio, optaron por confrontar.
En éstos merodeaba el peligro de no crecer.

79 - CGT: "San Martín" y "Azopardo".

Tres territorios del poder gremial serían objeto de las disputas internas del sindicalismo: el
Ministerio de Trabajo, la CGT y la conducción de las obras sociales. La crisis va a explotar a
raíz de la distribución de las áreas de este poder dentro del Estado.
Aunque había tres candidatos a ocupar la cartera de Trabajo, Luis Barrionuevo, José Ro-
dríguez y Jorge Triaca, el presidente Menem se volcó por este último. Del grupo de los "15" y
con buenas relaciones con los empresarios, tal vez esto último fue un elemento clave que inf-
luyó en la decisión del presidente. Sobre la base de tres puntos giraría la gestión del ministro
Triaca: el pacto obrero-empresario-gobierno, para asegurar una tregua de cuatro meses con
el propósito de estabilizar la situación económica; el funcionamiento armónico de las nego-
ciaciones salariales y la solución , cuanto antes, de la situación de los dos millones y medio de
carenciados.
Triaca aclaraba constantemente que él era "ministro de Menem y no de la CGT", haciendo
recordar las palabras de Alderete.
El otro refugio del poder sindical era lograr el control de las obras sociales a través de la Ad -
ministración Nacional del Seguro de Salud (ANSSAL). El cargo fue ocupado por Luis Barrio-
nuevo, el referente gremial del ahora presidente Menem durante su campaña electoral 489.
El nombramiento de Triaca al frente del Ministerio de Trabajo y la designación de Barrionue -
vo a la cabeza de la ANSSAL llevarían, de inmediato, a la fractura de la CGT.
La conducción de Ubaldini frente a la CGT fue provocando, día a día, mayores discusiones
dentro de la interna sindical.
La división de la CGT se produjo en el controvertido congreso ordinario de la Central Obrera,
en el Centro Municipal General San Martín realizado el 11 de octubre de 1989. Allí los pre -
sentes eligieron a Güerino Andreoni como nuevo secretario general. El ubaldinismo impugnó
la elección.
El dirigente cervecero mantuvo su posición intransigente y llegó a decir que: "El secretario
general de la CGT sigo siendo yo y no he presentado la renuncia". Hugo Curto, por su parte,
cuestionó también la votación del Congreso al decir que "los sufragios reales de la Mesa
fueron 689 contra 644".
El conteo de dicha votación fue de 719 votos contra 644, con 92 abstenciones, cifra que fue
ratificada por el propio Ubaldini quien, sin embargo, acusó a los dirigentes de la Mesa de
Enlace de haber cometido el atropello de engaño en la elección 490.
Ubaldini acompañó la resistencia a la nueva conducción obrera, ocupando el edificio de la
calle Azopardo. "De aquí no nos vamos a ir, nosotros somos la CGT", repetía insistentemen-
te491.
Andreoni debió buscar una nueva sede, liderando la CGT bautizada San Martín.
Detrás de cada una de las CGT se realizaron los lineamientos sindicales. Apoyando a Ubaldini
se encontraban los gremios de alimentación, camioneros, docentes, empleados del Estado,
metalúrgicos, telegrafistas, tranviarios, marítimos, trabajadores de Obras Sanitarias, de
farmacias y de las universidades nacionales, químicos, prensa, viajantes, La Fraternidad,
madereros, judiciales, petroleros privados.
Enrolados en la CGT San Martín se hallaban los sindicatos de comercio, carne, construcción,
gastronómicos, mecánicos, plásticos, telefónicos, textiles, sanidad, Unión Ferroviaria, vitiviní-
colas, azucareros, del vidrio, supervisores metalúrgicos, choferes de taxi, aguas gaseosas,
obreros del caucho, molineros, personal civil de la Nación, calzado, mineros, obreros y
empleados de maestranza, seguros.
Se ubicaban como independientes la Asociación Bancaria, Luz y Fuerza y Correos y Telecomu-
nicaciones. El espectro gremial se completaba con aquellos sindicatos cuyos integrantes no

489
Según Godio , Julio, E1 movimiento obrero argentino (1955-1990), p. 449 "...L.uis Barrionuevo, pasaba a controlar
el Sistema estatal de Obras Sociales (ANSSAL), contando con enormes recursos para beneficiar a los sindicatos
'oficialistas' y castigar a los sindicatos rebeldes ubaldinistas".
490
Ver Ambito Financiero, 12/10/89.
491
"Entre los que lo escuchaban se encontraba el gráfico Raimundo Ongaro, con la cabeza inclinada,... Acaso estu-
viera recordando los días turbulentos de fines de los '70 cuando, como ahora parecía volver a suceder, también había
`dos CGT'. Desde el momento en que la embestida menemista contra Ubaldini hizo presumible una ruptura, Ongaro
se empeñó en desempolvar frecuentemente ante el dirigente cervecero su propia experiencia y aconsejarle que
hiciera lo imposible para evitar el cisma", Simeoni, Héctor, El crepúsculo de Saúl, en Rev. "Somos", 18/ 10/89.
votaron de manera unánime: pasteleros, panaderos, seguridad comercial, trabajadores rurales
y municipales de la Provincia de Buenos Aires492.
A su vez, los ubaldinistas se dividían en tres grupos: los miguelistas (UOM, viajantes y SUPE),
los ubaldinistas propiamente dichos (alimentación, UTA y OSN), y un sector más radicalizado
(ATE, CTERA y prensa). La CGT de Andreoni también presentaba matices: los "15" (mecá-
nicos,
sanidad y plásticos), los menemistas ortodoxos (gastronómicos) y los andreonistas (UOCRA,
carne y comercio).

80 - Los sindicalistas y las privatizaciones.

Para dar fin a los males que afectaban a la Administración Pública descentralizada y en con-
secuencia a toda la sociedad, el gobierno nacional se ocupó, desde el inicio, de la reestructu-
ración de las empresas del Estado.
La política de reformarlo propuesta con energía por el presidente Menem tuvo su brazo ejecu-
tor en el ministro de Obras y Servicios Públicos José Roberto Dromi, quien participó ac-
tivamente con los legisladores durante el tratamiento del proyecto de ley de reforma adminis-
trativa. El proyecto se convirtió en la ley 23.696 de reestructuración de empresas públicas,
que los hombres de prensa bautizaron: "ley Dromi".
En los fundamentos del proyecto de reforma administrativa estatal enviado al Congreso, el 14
de julio de 1989, por el Poder Ejecutivo se decía: "Las empresas públicas, mal administradas,
presentan cuadros económico-financieros graves, acusan déficit acumulados y crecientes, y
prestan servicios ineficientes que agobian al que debe ser considerado verdadero destinatario
de las mismas: el usuario.
El Estado no está en condiciones de incorporar nuevas tecnologías a los servicios públicos, ni
de aumentar las ofertas a nuevos usuarios que carecen de servicios esenciales. En con-
secuencia, no cumplen con uno de sus objetivos primordiales, que es el de asegurar el bienes-
tar general.
Tampoco se cuenta con recursos para acrecentar la infraestructura básica imprescindible...
necesaria para llevar adelante la Revolución Productiva que proponemos y consecuentemente
la dinamización de la economía para crear nuevos puestos de trabajo...
Es por ello, que el proceso de privatización y la participación del capital privado en los
servicios públicos, que se inicia con el presente proyecto de ley, no debiera dar lugar a de-
bates ideológicos, sino por el contrario, con todo pragmatismo, debemos asumir entre todos la
gravedad de esta emergencia nacional... Es entonces necesario producir una profunda rees-
tructuración del papel del Estado y de las empresas públicas, con el objeto de hacer una
Nación donde se afirme la justicia, la independencia y la soberanía... Dentro de los procedi-
mientos de participación privada en los servicios públicos se propone la creación del sistema
de 'propiedad participada' ...
Porque como expresé ante Vuestra Honorabilidad: 'en esta auténtica cruzada que inauguro
hoy, en pos de la reconquista del sector estatal, quiero convocar muy especialmente a los tra-
bajadores. Deseo que sepan que estas reformas son antes que nada en favor de los humildes.
De sus mejores oportunidades de trabajo. De su dignidad personal y realización de su prota-
gonismo en la vida del país'...".
El proyecto de ley "permitirá encarar la Transformación del Estado, porque como señalamos
hace pocos días: 'El país nos está pidiendo a gritos que nutramos esta democracia de eficacia',
y es por ello: 'Que vamos a refundar un Estado para el servicio del pueblo y no para el servicio
de las burocracias que siempre encuentran un problema para evitar una solución.
No vamos a administrar la decadencia. Vamos a pulverizar esta crisis. No vamos a transar
con la mediocridad. Vamos a hacer un culto de la excelencia". Insiste el presidente al afirmar
que: "La Revolución Productiva que hemos proclamado a lo largo y ancho de todo el país, tie-
ne un corazón, tiene una idea central, una esencia: terminar con una Argentina a la cual le
está prohibido trabajar"493.
En el debate, del proyecto de ley en la Cámara de Diputados, el legislador de extracción
sindical, Lorenzo Pepe, manifestaba: "... me había propuesto no intervenir en este debate por
razones que la mayoría de los señores diputados suponen y que tienen que ver con mi comp-
romiso permanente con un Estado nacional que, en alguna época -y no hace tanto- sirvió bien
y mucho a la República y a su gente...

492
Ver La Nación, 16/10/89.
493
El documento completo puede verse en Dromi, José Roberto, Reforma del Estado y privatizaciones, T.1 Legislación
y Jurisprudencia, ps. 53-62.
Quiero hoy revalidar la función del Estado porque no tengo ninguna garantía de que lo pri-
vado sea eficiente. Provengo de una empresa del Estado [se refiere a Ferrocarriles Argen-
tinos] que sirvió para que el país se conectara, se complementara económica y culturalmente
y acercara a los pueblos...
¿Ustedes creen que a muchos de nosotros nos gusta ver a los liberales -dicho esto con respe-
to- señalando políticas en áreas que para nosotros son fundamentales? No nos gusta. No obs-
tante, permítanme decir que los hombres que hacemos política somos producto de las circuns-
tancias y en estas que estamos viviendo no existe posiblidad alguna de ir a pedir plata a los
grandes bolsones de pobreza, que es precisamente donde nosotros tenemos los votos. Hay
que ir a pedírsela a los que la tienen y, si es posible, sacársela, para luego distribuirla entre la
gente pobre!...
El señor presidente Menem tiene en este momento lo que no pudieron tener los radicales, ni
siquiera a principios del año 1984: la aquiescencia de más del ochenta por ciento de la
voluntad del pueblo argentino. Es el momento de hacer la transformación. Si se pretende un
Estado eficiente, debemos entonces otorgar las herramientas que posibiliten lograr este obje-
tivo... comprometemos nuestra acción futura para una política común, convencidos de que es-
tamos al borde del abismo y de que sólo el esfuerzo del conjunto de la sociedad política argen-
tina -en la que incluyo también a los liberales podrá hacernos saltar por sobre él" 494.
Sancionada la ley 23.696 se escucharon expresiones de repudio por parte de algunos sectores
sindicales estatales y de aprobación por parte de gremios estatales y privados, quienes
acompañaron, a través de una participación activa, los procesos de privatización.
Por resolución del 4 de octubre de 1989 del ministro de Obras y Servicios Públicos, quien era
la autoridad de aplicación de la ley, por cuanto en su ámbito se encontraban las empresas
prestatarias de servicios públicos a privatizar, se propuso la participación de entidades
sindicales y empresarias, a través de sus genuinos representantes.
En los considerandos se preveía la creación de un Consejo Consultivo con la idea de efectivi -
zar el Pacto Social a través de la participación y el compromiso concertado entre los traba-
jadores, los empresarios y el Estado. El nuevo organismo permitiría el diseño, legitimación y
control de la política y acordaría los compromisos para precisar metas y conductas.
El Consejo Consultivo, estaría integrado por seis sindicalistas y seis empresarios y presidido
por el ministro. Entre las atribuciones merece destacarse la de "dictaminar sobre las políticas
de protección del empleo y situación laboral, amparo de instituciones legales, convencionales
y administrativas del derecho de trabajo, encuadramiento sindical, derechos y obligaciones en
materia previsional y de Obra Social, conforme lo dispuesto en los artículos 41 y siguientes de
la Ley 23.696".
Una resolución posterior, designaba a los representantes del sector sindical: Anthony Robson
(vialidad), Ramón Antonio Baldassini (correos y telecomunicaciones), José Luis Lingeri (Obras
Sanitarias), Antonio Cassia (petróleo), Oscar A. Lescano (Luz y Fuerza) y José Pedraza (ferro-
carril).
Sin embargo, diversas marchas organizadas por los gremios estatales repudiaron la política
salarial del gobierno y las privatizaciones. Una de ellas fue llevada a cabo el 21 de marzo de
1990, en donde el secretario general de la CGT Azopardo, Saúl Ubaldini, anticipaba la posi -
bilidad de un paro general al subrayar que la movilización de los gremios estatales "es la pri -
mera etapa de un plan de lucha". En dicha oportunidad el líder sindical manifestó: "Los traba -
jadores jamás vamos a permitir que nuestra patria sea una colonia... preferimos morir de pie
antes que vivir de rodillas". También remarcó que "hoy hay algunos que se olvidan que la
industria nacional se fortaleció gracias a la fortaleza del Estado" 495.
El titular de la Asociación de Trabajadores del Estado, Víctor De Gennaro, también se opuso
tenazmente a la reforma del Estado al sostener que "lo único que se privatizan son las ga -
nancias y se estatizan las pérdidas". Así los gremios estatales, el 1 1 de diciembre de 1989
lanzaron una campaña contra el plan de privatizaciones del gobierno bajo la consigna "volver
al Estado nacional que garantice la eficiencia"496.
A medida que se iban concretando los pasos en torno a la reforma del Estado el número de
trabajadores que la apoyaba era cada vez mayor.
Hacia fines de 1990, el personal de Somisa de la planta siderúrgica de San Nicolás, una de las
más grandes de América del Sur, votó mayoritariamente en favor de la privatización de la
empresa. El hecho revelaba la transición operada en la opinión de los trabajadores, para quie -
nes era prioritario mantener la fuente de trabajo y alcanzar estabilidad y un salario digno. Al -
rededor de 6.000 operarios, es decir el 70% del personal concurrió a la convocatoria efec-
494
DSD, 16 y 17 de agosto de 1989, ps. 2467-2468.
495
La Prensa, 22/3/90.
496
Ambito Financiero, 12/12/89.
tuada por la UOM para apoyar o rechazar el proyecto del gobierno que tenía como objetivo
abrir la empresa a capitales privados. Este paso demostró, de manera fehaciente, en qué sen-
tido se inclinaban las opiniones de quienes podían ser protagonistas del cambio: el 75% de los
que votaron lo hicieron por la privatización.
La opción por el plebiscito "excede el marco de los métodos gremiales". Así, los obreros
mediante el voto secreto pudieron elegir entre las dos listas que se presentaron. Por un lado,
la lista blanca, con el apoyo de Naldo Brunelli, secretario de prensa de la UOM, tenía por
lema "negociación con
participación"; por el otro, la lista amarilla con la propuesta "oposición con movilización", era
respaldada por delegados y activistas del Partido Comunista y del Movimiento al Socialismo.
A su vez votaron 352 afiliados de la Asociación de Supervisores de la Industria Metalmecánica
(ASIMRA) obteniéndose el 82% a favor de la "negociación con privatización" . Del mismo
modo, pero "sin urnas de por medio", votó la Asociación del Personal Superior de la Si-
derurgia Argentina, quien en nombre de los 600 afiliados, avaló la propuesta de Lorenzo Mi-
guel.
El secretario de los metalúrgicos de San Nicolás, Miguel Guardia señalaba: "Se votó normal-
mente, con toda civilidad y todo estuvo controlado por una junta con representantes de los
dos sectores. Ahora, lo primero es lograr ese lugar que pedimos en la mesa de negociación" 497.
Otro tanto había ocurrido con los trabajadores de Altos Hornos de Zapla, quienes solicitaron
al presidente Menem que esa acería de Fabricaciones Militares fuese incluida en el plan de
privatizaciones.
En una solicitada del sindicato de Luz y Fuerza Capital Federal, los trabajadores manifestaban
su apoyo público a la transformación y a la privatización del sector eléctrico, particularmente
de SEGBA.
"Conocemos a fondo la situación de la Empresa decían-: sus indisponibilidades en el parque
de generación, las falencias en la red de distribución, su actual inviabilidad económico-fi-
nanciera con una proporción elevada de energía entregada a la red y no facturada, más allá
de toda razonabilidad técnica".
A su vez aseguraban defender el interés de los usuarios y los derechos y expectativas de sus
compañeros de trabajo que buscaban un horizonte laboral y social mejor y más seguro. Es por
esto que los sindicalistas de Luz y Fuerza defendieron y defienden la privatización "porque po-
sibilitará a la población un servicio de mejor calidad que el Estado, en su actual crisis, no está
en condiciones de brindarle.
Recordaban que cuando la ley 23.696 posibilitó la privatización del área de Distribución, el
sindicato evaluó que ello resultaba insuficiente, pues "también el parque de Generación de
SEGBA necesitaba urgentemente una inyección de capitales privados de riesgo, que ni el Te-
soro estaba en condiciones de suministrarle ni la Empresa en condiciones de
autogenerarlo...".
Concluyen afirmando que "la privatización de SEGBA es impostergable, ahora o nunca,
porque la necesidad de inversiones que rehabiliten el parque de generación y la red de distri-
bución, con una gestión comercial eficiente que permite tarifas adecuadas, es una exigencia
del país, de los usuarios y de los trabajadores comprometidos con la SEGBA actual y futu -
ra"498.
La imaginación sindical de la Federación del SUPE en la reforma del Estado llevó a idear un
mecanismo para evitar el costo social que provocaría la reconversión petrolera. En tal sentido,
el SUPE creó una sociedad anónima que tendría por accionistas a todos los desvinculados de
YPF, que decidieran integrarla.
Los operarios, ingenieros y obreros especializados, ahora empresarios, se dedicarían a la re-
paración de pozos, limpieza de instalaciones, mantenimiento de destilerías.
El secretario gremial, Antonio Cassia, explicaba: "El sindicato y los trabajadores aportarán el
capital; si alguno prefiere no participar como accionista sino como empleado, podrá hacerlo y
mantendrá el mismo salario y condiciones de trabajo que tenía en YPF".
El auxilio sindical se "prestará también a los afiliados que deseen formar cooperativas en lu -
gar de participar de nuestra sociedad anónima". Pero el "objetivo es exclusivamente preservar
las fuentes de trabajo, esa es la tarea que nos corresponde en esta etapa".

497
La Nación, 8/12/90.
... desde que a fines del año pasado el personal de la empresa manifestó en un plebiscito (inédito en la historia
sindical argentina) que se plegaba a esa decisión" [refiriéndose a la privatización], Ambito Financiero, 16/5/91.
"Allí se comprometieron a respaldar el proceso a cambio del mantenimiento del empleo y una mejora sensible del
salario real hasta que sea transferida a manos privadas y el mantenimiento de la unidad productiva de la empresa",
Báez, Omar, Vender como salida, en Clarín, 8/12/90.
498
Clarín, 12/11/91.
"Ojalá que las autoridades de YPF no nos pongan trabas para que podamos evitar el costo so -
cial del proceso de privatización"499.
El giro estructural planeado por el presidente Menem, provocó resistencias en algunos secto-
res. Las causas fueron diversas. Unos seguían aferrados al pasado; otros, por el simple temor
a lo desconocido; algunos, por miedo a perder las fuentes de trabajo. También hubo otros que
contemplaron recelosos y escépticos el cambio porque, en su fuero íntimo, pensaron que nada
cambiaría. Y aún otros que supusieron que los trabajadores, a través de sus dirigentes, no
tendrían participación activa en la generación de la transformación.
En suma, en el espectro sindical hubo opositores, rebeldes, intransigentes, renuentes, descreí-
dos y desconfiados. Sin embargo, un amplio sector gremial, acompañando la voluntad del pre-
sidente y el sentir de la sociedad, respaldó la reforma del Estado. Los sindicalistas participa-
ron en ella brindando apoyo, confrontando ideas, acercando propuestas e imaginando solucio-
nes, pero siempre comprometidos con los trabajadores de la actividad del sector a privatizar.
Pero la reforma del Estado no sólo se limita a la privatización de las empresas públicas;
abarca mucho más. Un paso paralelo para derrotar la situación de emergencia social se dio
con la elaboración de las Bases para un nuevo consenso económico y social en mayo de 1990.
Así se llevó a cabo una concertación que comprometía al Estado y a los agentes privados,
ejecutada conforme a la filosofía del Justicialismo.
La concertación es una herramienta especialmente apta en situaciones de emergencia como
la que vivió el país al iniciar su gestión el presidente Menem. Ella ofrece la posibilidad de
encontrar el equilibrio entre los legítimos intereses individuales de las partes intervinientes y
los del conjunto de la comunidad.
Así, los representantes del movimiento obrero organizado, asumieron el compromiso de
participar en la etapa de transformación nacional para sentar las bases de una Argentina en
pleno crecimiento, con auténtica libertad y real justicia social.
Esta participación se materializó en la formación del Consejo Asesor para la Transformación
Nacional; el Consejo para la Defensa de la Competencia y la Protección al Consumidor y el
Consejo para el Mejoramiento del Gasto Público Social.
Finalmente el documento ratificaba "el compromiso y la participación sindical en la tarea
impostergable de la reconversión del Estado Nacional, hito clave para superar el atraso y la
decadencia argentina".
Los representantes del movimiento obrero organizado dieron su consentimiento para poner
en marcha estas iniciativas del gobierno nacional, con ejecución inmediata, una vez efec-
tuadas las consultas de los demás participantes.
Estas "Bases" fueron suscriptas por los ministros del Poder Ejecutivo, los secretarios de la
Presidencia y entre otros por los siguientes sindicalistas: Saúl Ubaldini, Güerino Andreoni,
Víctor De Gennaro, José A. Pedraza, Jorge Triaca, Lesio Romero, Oscar Lescano, Diego Ibá-
ñez, Carlos West Ocampo500.

81 - De proletarios a propietarios.

Los programas de propiedad participada en las privatizaciones constituyen un modelo jurídi-


co-político creador de una verdadera síntesis de eficiencia: trabajo y empresa. La propiedad
participada es el instrumento para el tránsito de "proletarios a propietarios" .
En el nuevo concepto de "propiedad", con un alcance, un contenido y un destino diferentes, se
basa el programa de propiedad participada.
Ayer el alcance del dominio, se limitaba a la antinomia propiedad individual vs. Propiedad so-
cial; hoy esta antinomia ha sido superada.
En cuanto al contenido, como lo indica S.S. Juan Pablo II, la propiedad no se limita a la de la
tierra, sino que abarca la propiedad del conocimiento, del saber, de la técnica. Es por ello váli-
do el reproche a las carencias humanas del capitalismo (Centesimus Annus, & 33), dado que
el solo dominio de las cosas resulta insuficiente para los sumidos en la pobreza, que a la falta
de bienes materiales le añaden la falta de los bienes del conocimiento que los mantiene en es-
tado de humillante dependencia.
Por todo esto la propiedad tiene señalado, ahora, un destino universal no sólo un mero des-
tino singular. Por destino universal entendemos una afectación de los bienes comprometida
con la plenitud de la realización humana. Por ello es legítimo el derecho a participar en los
bienes de la humanidad para un orden justo basado en el trabajo y el respeto a la libre subje -
tividad del hombre.

499
Clarín, 6/1/92 y Ambito Financiero, 16/12/91.
500
Informe sobre el Consejo para el Consenso Económico Social, Secretaría de Planificación (folleto s/f).
El trabajo es cultura, civilización y progreso. Es el camino necesario para el bien personal y
comunitario. La cultura del trabajo debe sustituir a la cultura de la especulación y el capital
debe destinarse a la producción.
La ganancia, razón de existencia del comercio y la empresa, no tiene como único objetivo el
incremento del capital, sino también la mejora del salario, los servicios sociales, la capaci -
tación técnica, la investigación y la promoción cultural. El capital se humaniza por el sendero
de la justicia distributiva.
Según este nuevo concepto de propiedad y lo que él encierra, la ley de Reforma del Estado,
contempla el programa de propiedad participada. Por él, el trabajador participa en y de la
propiedad de la empresa privatizada, en una síntesis armoniosa entre capital y trabajo.
Esta herramienta social permite obtener mejores oportunidades y resultados laborales en una
economía que privilegia la producción por sobre el rentismo financiero.
El programa de propiedad participada asigna a los trabajadores un papel protagónico traduci-
do en la participación en la programación del trabajo, en la decisiones sobre la política de la
empresa y en el acceso a la propiedad parcial de sus fuentes de trabajo. No es sólo una téc -
nica de co-gestión o de participación en las ganancias. Es eso y mucho más. Es el reconoci -
miento a los trabajadores de su calidad de propietarios parciales de la empresa, al permitírs-
eles adquirir parte del paquete accionario de ella.
De este modo, se convierten en accionistas con los derechos y obligaciones que les corres-
ponden. Su participación se ve garantizada según el caso con reglas de protección jurídica so-
cietaria, como por ejemplo las "acciones por categoría", "la intangibilidad del porcentaje de
participación", "la distribución obligatoria de utilidades en el porcentual de participación", "la
ecuación antigüedad, tarea, salario, responsabilidad como componentes en la fórmula partici-
pativa de cada obrero".
El Programa de Propiedad Participada previsto en la ley 23.696 encuentra su reglamentación
en los decretos-planes, marcos regulatorios de las diversas privatizaciones. Así, el decreto
666/89, establecía que: "El estatuto podrá prever una categoría de acciones para el personal
que reviste en relación de dependencia de Ferrocarriles Argentinos, a la fecha de la adju-
dicación de cada licitación, en la línea o sector de la red sujeta a concesión, dentro del Pro-
grama de Propiedad Participada (Capítulo III de la ley 23.696) y en las condiciones que la Au-
toridad de Aplicación considere conveniente".
Por su parte, el decreto 731/89, decía: "... Se reservará el diez por ciento (10%) de la acciones
de las sociedades licenciatarias para los empleados de ENTeI que pasen a desempeñarse en
las mismas y en las sociedades prestadoras del servicio internacional y de servicios en
condiciones de libre competencia...".
En el decreto 1.591/89 sobre la empresa estatal Aerolíneas Argentinas se determinaba que los
oferentes debían proponer los estatutos de la nueva sociedad, con todas las cláusulas particu-
lares necesarias para su administración, entre las que debían incluirse: la división del capital
social en clases de acciones, una de las cuales debía pertenecer a los participantes en el Pro-
grama de Propiedad Participada y la estructura que tendría este Programa, con indicación de
la cantidad de acciones y/o bonos de participación que se preveía entregar a los empleados de
la sociedad con arreglo al art. 230 de la ley 19.550 (t.o. 1984) y sus modificaciones.
En el Pliego de Bases y Condiciones del Corredor Rosario-Bahía Blanca, se estableció que los
estatutos debían agregar cláusulas que determinaran: "La estructura que tendrá el programa
de participación del personal en el capital accionario, con la indicación de la cantidad de ac-
ciones y/o bonos de participación que se prevé entregar a los empleados de la nueva
empresa ..." (art. 28). Idéntico criterio fue adoptado en el Pliego del Corredor General Urqui -
za.
Por su parte en el de ENTeI quedó establecido en el Cap. XIV, que: "La participación acciona-
ria del diez por ciento (10%) del personal de ENTeI, que pase a desempeñarse en las Socie -
dades Licenciatarias, la SSEC y la SPSI, prevista en el art. 9° del decr. 731/89 no es objeto del
Concurso. ENTeI entregará estas acciones en usufructo a un fondo especial a constituir por
este personal. Las acciones pasarán a ser propiedad del personal cuando sean abonadas en su
totalidad ...".
Por último, en el pliego de Aerolíneas Argentinas, Cap. II, se establece que cada oferta deberá
proponer "... un Programa de Propiedad Participada mediante el cual el personal de la Nueva
Empresa adquiera el diez por ciento (10%) del capital accionario. El mismo deberá beneficiar
económicamente al personal y permitir su participación en el Directorio como cualquier otro
grupo de accionistas, a través de una representación unificada ...".
En síntesis, más de 60.000 trabajadores argentinos, son obreros propietarios del 10% del
paquete accionario de Aerolíneas Argentinas S.A., de Telefónica de Argentina y de Telecom
Argentina y de un 4% del ferrocarril cerealero que une Rosario con Bahía Blanca.
Por medio del Programa de Propiedad Participada, el gobierno ha hecho realidad el precepto
contenido en el art. 14 bis de la Const. Nacional, que dice: "El trabajo en sus diversas formas
gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: ... participación en las
ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección ..." .
El Estado ha dado el primer paso, ahora es el turno del empresariado de imitar esa conducta y
permitir a los trabajadores de la actividad privada el acceso al Programa de Propiedad Partici-
pada.

82 - Las leyes laborales del último tiempo.

Iniciado el gobierno de Menem, éste sin demora envió al Congreso de la Nación dos proyectos
de leyes que contemplaban la emergencia administrativa y la emergencia económica. Apro-
bados sin dilaciones por el Parlamento dieron lugar a las leyes 23.696 y 23.697.
La primera, sancionada el 17 de agosto de 1989, si bien declara el estado de emergencia en el
área de la Administración Pública nacional y prevé la privatización y la participación del capi-
tal privado en las empresas estatales, dedica tres capítulos a la dimensión laboral.
En el Capítulo 111 (arts. 21 a 40) la filosofía de la ley introduce una revalorización del trabajo,
mediante el Programa de Propiedad Participada, del que ya hemos hablado.
El CapítuloIV (arts.41 a 45) está referido a la protección del trabajador, en cuanto a su empleo
y situación laboral. Se dispone que en los procesos de privatización, el empleado seguirá
amparado por todas las instituciones legales, convencionales y administrativas del derecho
del trabajo. Se asegura también que no se producirán "alteraciones o modificaciones en la si -
tuación, encuadramiento y afiliación en materia sindical", y que los trabajadores mantendrán,
además, sus derechos y obligaciones previsionales y de obra social. Las obligaciones patrona-
les pasarán a la empresa privatizada o ente transferido.
El Capítulo IX (art. 59) autoriza al Ejecutivo a establecer un Plan de Emergencia del Empleo.
El consistirá "en la afectación de fondos para encarar obras públicas de mano de obra intensi-
va, que sustituya cualquier tipo de trabajo por medio mecánico... Dichas obras deberán ser
licitadas y contratadas por las municipalidades, previos convenios a celebrarse con las autori-
dades provinciales...". Ellas deberán llevarse a cabo "preferentemente, en centros que exhi-
ban los mayores índices de desocupación y subocupación...".
El 1 ° de septiembre de ese año se sancionó la ley 23.697 de emergencia económica que sus -
tituye el art. 245 del régimen de Contrato de Trabajo (ley 20.744 t.o. 1976) sobre indemni -
zación por antigüedad o despido.
En tal sentido se dispone que en los casos de despido dispuesto por el empleador sin justa
causa, habiendo o no mediado preaviso, éste deberá abonar al trabajador una indemnización
equivalente a un mes de sueldo por cada año de servicio o fracción mayor de tres meses, to-
mando como base la mejor remuneración mensual normal y habitual percibida durante el
último año o durante el plazo de prestación de servicio.
El importe de esta indemnización en ningún caso podrá ser inferior a dos meses de sueldo
calculados en base al sistema del párrafo anterior.
Posteriormente, el art. 48 fue derogado por la ley de empleo del 13 noviembre de 1991, dán -
dole un contenido más riguroso.
A su vez, la ley de emergencia económica en su Capítulo XVIII (arts. 42 a 47) sobre el empleo
en la Administración Pública, empresas y sociedades prevé la no contratación de personal de
entes estatales por un tiempo determinado, faculta al Poder Ejecutivo Nacional a disponer en
el ámbito del sector público medidas que aseguren eficiencia y productividad y modifica los
regímenes de empleo de políticas salariales e indemnizatorias del sector público.
Por último el Capítulo XXIII (arts. 52 a 55) dispone la creación de una Comisión de Sanea-
miento de Obras Sociales, integrada por un representante del Ministerio de Salud y Acción
Social, uno del Ministerio de Economía, uno de la ANSSAL y uno de las obras sociales pro-
vinciales.
En febrero de 1990, el presidente firmó los decretos 358 y 359 reglamentarios de las leyes de
obras sociales y del Sistema Nacional de Seguro de Salud, respectivamente, las que fueron
dictadas durante el gobierno de Alfonsín.
Paralelamente y con el propósito de acompañar 1a Reforma del Estado se dictaron, entre
otros, los decretos 435/ 90, 1.757/90 y 1.930/90 que adoptaban una serie de medidas tendien-
tes a racionalizar la Administración y contener el gasto público. Se estableció que su personal
debía acogerse al sistema de jubilación anticipada; se previó el congelamiento de vacantes y
promociones; se suprimieron las horas extra; se introdujo modificaciones en la reglamen-
tación del régimen jurídico básico de la función pública.
En mayo de 1990 comenzó a estudiarse la posihilidad de reglamentar el derecho de huelga. El
ministro de Trabajo, Jorge Triaca anunciaba a la prensa que el proyecto "no era un cercena-
miento autoritario". Aseguraba que lo que se proponía era que ese derecho "no fuera utilizado
por quienes expresan su oposición a la política de cambios que hoy encarna el presidente
Carlos Menem"501.
El 17 de octubre el gobierno dio a conocer el decr. 2.184/90 que reglamenta el derecho de
huelga, con el propósito de "fijar normas y procedimientos que contemplen simultáneamente,
el interés laboral afectado y las garantías mínimas de prestación de servicios indispensables".
La norma considera servicios esenciales, aquéllos cuya interrupción total o parcial pueda po-
ner en peligro la vida, la salud, la libertad o la seguridad, de parte de la población o de las
personas. Señala en particular los servicios sanitarios y hospitalarios; el transporte, la produc-
ción y distribución de agua potable, energía eléctrica, gas y otros combustibles; los servicios
de telecomunicaciones; la educación primaria, secundaria; terciaria y universitaria y la admi-
nistración de justicia, a requerimiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El decr. 2.284/91 del 31 de octubre sobre desregulación económica crea en el Cap. V1 (arts.
85 a 103) el Sistema Unico de la Seguridad Social (SUSS), dependiente del Ministerio de Tra-
bajo. El "... tendrá a su cargo todas las funciones y objetivos que hasta hoy competen a la Caja
de subsidios familiares para Empleados de Comercio, a la caja de subsidios familiares para
Personal de la Industria, a la caja de Asignaciones Familiares para el Personal de la Estiba,
Actividades Marítimas Fluviales y de la Industria Naval, y al Instituto Nacional de Previsión
Social, así como el sistema de prestaciones que se pudiera establecer para los trabajadores
desempleados". De ahí que se disuelven las mencionadas Cajas y el Instituto Nacional de Pre-
visión Social.
Por su parte el Capítulo VII (arts. 104 a 105) establece que la cartera de Trabajo constituirá la
comisión negociadora de los convenios colectivos. Además prevé que las partes signatarias,
podrán elegir el nivel de negociación más conveniente, de acuerdo con la siguiente tipología:
por actividad; por uno o varios sectores o ramas de actividad; por oficio o profesión; por emp-
resa y por empresa del Estado, sociedad del Estado, sociedad anónima con participación es-
tatal mayoritaria, entidad financiera estatal o mixta comprendida en la ley de entidades fi-
nancieras.
Las partes no están obligadas a mantener el ámbito de aplicación del convenio colectivo
anterior, pudiendo modificar el nivel de negociación al momento de su renovación a petición
individual de cualquiera de ellas.
El contenido del decreto en materia sindical desconcertó a los gremialistas. Así el titular del
gremio de la carne, Lesio Romero, lo definió como "una barbaridad y una anarquía total" y
manifestó que lo que se está buscando es "la atomización del movimiento obrero organizado".
Por su parte Roberto Fernández, secretario adjunto de la UTA, señalaba: "Como legislador me
siento preocupado por el 'decretazo' del gobierno. El Ejecutivo exhibe una permanente vo-
cación de competir con el Congreso en atribuciones que son propias del Poder Legislativo".
En cuanto a las medidas tomadas indicó que: "impedirán la competencia de la pequeñas y
medianas empresas -sobre todo de origen nacional en detrimento de empresas multinaciona-
les- y empequeñecerá aún más la posibilidad de la gente por conseguir trabajo...". Puntualizó
que "se deja a cada empresa que haga lo que quiera, como si ellas no fueran responsables de
la evasión de aportes jubilatorios y de las obras sociales a quienes buscan imperiosamente in-
serción en el mercado laboral.
De la misma forma que no se discutió el costo social de la Reforma del Estado , tampoco se
tiene en cuenta la imperiosa necesidad de crear fuentes de trabajo. El control del Estado es
necesario, a diferencia de lo que piensa el Presidente de la Nación, porque impide los abusos
a los que son sometidos los obreros por parte de empresarios insensibles" 502.
Asimismo, el nuevo ministro de Trabajo, Rodolfo Díaz, aclaraba: "Los aportes a las obras so -
ciales no integrarán ningún fondo del Ministerio de Trabajo para que nosotros después lo
vayamos a repartir. Con el decreto, el Ministerio no interfiere ni tiene posibilidad de quedarse
con ese dinero. Además, la norma no nos da ninguna autorización para que podamos hacer
una cosa de esa naturaleza503.
Ahora bien, sin duda, la legislación más importante, en materia laboral, dictada en estos años
de gobierno justicialista fueron las leyes de empleo y de accidentes de trabajo.

501
La Nación, 2/5/90.
502
Más declaraciones de la dirigencia sindical pueden verse en El Cronista, 1/11/91 y Clarín, 1/11/91.
503
Clarín, 2/11/91.
Hacia fines de agosto de 1989 el ministro Triaca, consultado sobre la posibilidad de dictar una
norma de flexibilización laboral, se mostró partidario de que ella fuera el resultado de los
acuerdos entre trabajadores y empresarios incorporados a sus convenios colectivos 504.
El vicepresidente de la Nación Eduardo Duhalde, señaló que "he sido durante mucho tiempo
dirigente gremial y tengo ciertos prejuicios sobre no darles estabilidad a los trabajadores" 505.
A su vez, Roberto Digón, subsecretario de la cartera de Trabajo, se manifestó en contra del
proyecto impulsado por el titular del palacio de Hacienda, Néstor Rapanelli.
En octubre de ese año, Triaca anunció el proyecto de ley nacional del empleo, con muchos
ingredientes de la mencionada "flexibilización laboral". Ante más de 200 personas, en su
mayoría empresarios, en Las Leñas, provincia de Mendoza, manifestaba que su cartera
enviaría al Poder Ejecutivo un proyecto de ley. Entre los puntos principales de la iniciativa,
que fue muy bien recibida, se destacaban la creación de un "contrato de práctica laboral para
jóvenes", el establecimiento de un "sistema integral de prestaciones por desempleo" y la
fijación de un límite a la indemnización por antigüedad. Según el ministro, el objetivo de las
medidas era revertir la situación de "exclusión" en la que se encontraban los desocupados
"que quedan confinados a un espacio extrasocietal donde no llegan los productos del sistema
social (salud, educación, vivienda) ni los productos del sistema cultural (valores, normas, ac-
titudes)"506.
Sostuvo que de los casi 33 millones de habitantes que tiene la Argentina, 12.109.000 son su
población económicamente activa. Entre los 871.000 desocupados urbanos plenos; 500.000
desocupados ocultos; 550.000 subocupados rurales y 1.593.000 cuentapropistas, son casi
3.514.000 los argentinos que están fuera o casi fuera del sistema de relaciones laborales 507.
Finalmente, el ministro aseveraba: "La ley nacional de empleo no tiene como propuesta flexi-
bilizar normas vigentes del régimen de contrato de trabajo, sino formular nuevas proposicio-
nes que atiendan fundamentalmente a la creación de nuevos empleos impidiendo con su reg-
lamentación las distintas formas de fraude laboral que se pueden intentar en el régimen vi -
gente y quita fundamentalmente todo argumento a quienes tienen que crear nuevos puestos
de trabajo"508.
Amenazado desde los frentes sindical y empresarial el proyecto fracasó, al igual que el pre -
sentado tiempo después por el senador Oraldo Britos.
Un tercer proyecto ingresó al Senado en febrero de 1990. La resistencia de los senadores y
los empresarios obligó al ministro de Trabajo, Rodolfo Díaz, a modificar el texto inicial, siendo
finalmente aprobado por la Cámara Alta en abril de 1991. Pasó a Diputados y tras una serie
de nuevas negociaciones y cambios en los que participaron la CGT y la UIA, obtuvo despacho
de la Comisión de Legislación Laboral y el 2 de octubre fue aprobado por la Cámara Baja. De
allí pasó nuevamente al Senado.
Con el voto favorable de los partidos Justicialista, Bloquista, Movimiento Popular Neuquino y
Autonomista Liberal de Corrientes se sancionó, el 13 de noviembre de 1991, la ley nacional de
empleo 24.013. La bancada radical votó por la negativa.
Las más salientes características del nuevo sistema a implementar son: el trabajo temporal,
por plazos no inferiores a seis meses y no superiores a dieciocho, dos de ellos para adultos y
dos para jóvenes; la creación de un Código Unico de Identificación Laboral (CUIL); la creación
de un sistema único de registro laboral donde deberán constar las inscripciones de los
empleadores y la afiliación de los trabajadores al Instituto de Previsión Social, cajas de subsi-
dios y obra social correspondiente; el blanqueo de los empleadores que declaren espontá-
neamente a sus empleados no registrados; la creación de un seguro de desempleo; la fijación
de un tope indemnizatorio por despido no justificado equivalente a tres veces el importe men-
sual del promedio de todas las remuneraciones previstas en el convenio colectivo de trabajo,
exceptuando la antigüedad; y la constitución del Consejo Nacional del Empleo, la Productivi-
dad y el Salario Mínimo Vital y Móvil.
La ley consta de 160 artículos distribuidos en doce títulos.
El 14 de noviembre el Congreso sancionó la nueva ley de accidentes de trabajo 24.028 sobre
la base del proyecto que el Ejecutivo envió y que estuvo demorado su tratamiento por varios
meses. Al igual que lo sucedido con la ley de empleo, la de accidentes de trabajo fue aprobada
por el Justicialismo y los partidos provinciales, mientras que el Radicalismo se opuso.
504
Clarín, 31/8/89.
505
Clarín, 31/8/89.
506
Página/12, 20/10/89.
507
Ver Rev. "Somos", 29/4/91, que presenta el siguiente cuadro sobre la situación del empleo en la Argentina:

(* ) Activos que ya no buscan trabajo (Fuente: Encuesta Permanente de Hogares -Indec


508
La Prensa, 27/10/89.
Esta ley que deroga la 9.688, establece, entre otras disposiciones, la responsabilidad del
empleador por los daños psicofísicos sufridos por sus trabajadores; el monto por indemni-
zación por muerte no superior a 55.000 dólares estadounidenses y la incapacidad laboral
temporaria indemnizable con una suma igual al 100°7o del salario diario, que se abonará por
cada día hábil transcurrido desde la primera manifestación invalidente. Transcurrido el año,
la incapacidad se considerará permanente.
La norma consta de 21 artículos, correspondientes a los siguientes ítems: ámbito de
aplicación, presupuestos de responsabilidad, accidente "in itinere", subcontratación e inter-
mediación, acción contra terceros, asegurabilidad, eximentes de responsabilidad, indemni-
zaciones, salario diario, asistencia médica y farmacéutica, forma de pago, protección del cré-
dito del trabajador, fondo de garantía, actuación administrativa voluntaria, opción, costas ju-
diciales, normas generales y transitorias y servicio de carga pública.
Hasta tanto no se dictara el decreto reglamentario correspondiente, se mantendría la vigencia
de las normas reglamentarias y complementarias de la ley 9.688, en cuanto resultaran
compatibles con la nueva norma509.
La llegada del año 1992, viene acompañada por la intención del gobierno de sancionar un
nuevo régimen para las obras sociales, es decir otro sistema de salud.
A esto debemos agregar la instrucción del presidente de la Nación a su ministro de Trabajo de
democratizar los gremios a través de la reforma a la ley sindical.
La puesta en marcha del Sistema Unico de la Seguridad Social (SUSS), contemplado, como ya
adelantáramos, en la ley nacional del empleo, significará la desregulación de las obras socia-
les.
El tema de las obras sociales se ha convertido en una suerte de "botín de guerra" para el go -
bierno y los sindicalistas. El primero intenta privatizar los fondos de la previsión social; los
sindicalistas están obstinados en mantener las cosas sin cambios. Más allá de quien sea el
vencedor en esta pulseada interesa destacar que solucionar el tema de la salud es un requisi -
to primordial, para terminar con la deuda que, tanto el gobierno como los sindicalistas, tienen
con la sociedad.
Los encargados de elaborar el nuevo régimen de obras sociales son los titulares de las
carteras de Salud y Acción Social y de Economía, Julio César Aráoz y Domingo Cavallo,
respectivamente510.
En un documento dado a conocer el 10 de febrero de 1992, del plenario de secretarios ge-
nerales del movimiento obrero, ellos sostienen que: "Los trabajadores hemos aceptado el de-
safío que significa la transformación del Estado, redimensionarlo, constituyéndolo en un ins-
trumento apto al servicio del desarrollo y la producción en escala, ello en un marco de franca
competitividad... frente al embate que sufren nuestras obras sociales y los proyectos no claros
de reforma que dejan al trabajador y su familia en manos de un medicina mercantilizada, cá-
benos señalar que los servicios médicos de la población trabajadora en la Argentina son una
creación sindical" .
A su vez reconocen que "las obras sociales -saqueadas por años de intervenciones y vili-
pendiadas por los comunicadores sociales- se construyeron sobre la base del esfuerzo y del
aporte material de los trabajadores, siendo la respuesta solidaria a la ineficiencia del Estado.
Fueron los trabajadores, con sus salarios, quienes libremente optaron por esta forma de
atender a las necesidades de salud..."511 y requieren la "participación genuina en la reconver-
sión del sistema de obras sociales, sobre la base del mantenimiento del principio de solidari -
dad social, participación de los beneficiarios y redefinición del modelo prestador, ello previo
al redimensionamiento y saneamiento de sus pasivos" y la "reformulación del sistema de
recaudación de impuesto por el derecho de desregulación a través del SUSS, por cuanto
509
"La Ley de Accidentes de Trabajo, en primer lugar, sólo exhibe una serie de reformas de corte estrictamente
`cosméticos'. Los reclamos judiciales de mayor volumen económico y de resultado impredecible, son los fundados en
el Código Civil, con montos que han legado a u$s 700.000. En esta materia no se realiza ninguna reforma sustancial,
cambiando sólo la competencia de la Justicia Laboral a la Civil, y fijando nuevas pautas para los honorarios. El
legislador no advirtió inclusive, que estas dos modificaciones sólo tienen vigencia en la Capital Federal (ámbito nacio-
nal), y que las provincias han reservado para sí la facultad de legislar sobre procedimientos y honorarios profesiona -
les", De Diego, Julián, La nueva ley de empleo: otra frustración, en Ambito Financiero, 18/12/91.
510
"Aráoz reivindicó para su cartera el control de la futura desregulación de las obras sociales: 'Tengo el mandato del
presidente Carlos Menem para que sea yo quien maneje este tema y no otros', dijo el ministro en un tiro por elevación
a los proyectos alternativos que se manejan en el ministerio de Economía y en otros despachos oficiales", Clarín,
10/1/92.
511
El presidente Menem dijo: "con los interventores o sin ellos, le han costado al país 400 millones de dólares... el 92
por ciento está de acuerdo con este proyecto... qué obligación tiene el resto de la comunidad que no está afiliada a las
obras sociales de tener que estar subvencionando la ineficiencia y muchas veces la incapacidad de algunos de los ad-
ministradores... la gente, el pueblo quiere la libertad para elegir la obra social que más le convenga a sus intereses",
en declaraciones en la ciudad de Mendoza, Clarín, 8/2/92.
desquicia el sistema financiero de las Obras Sociales, impidiendo toda verificación y control
de ingresos, poniendo en peligro el plan de convertibilidad, ya que ante la no recaudación
obligará al Tesoro de la Nación a hacer frente a la falta de la misma" 512.
¿En qué consisten los cambios en el régimen de obras sociales? Se iija un plazo de aproxi -
madamente nueve meses para competir por la libre elección de los afiliados. Durante ese lap-
so deberán también, saldar sus deudas y mejorar los servicios que ofrecen. Se programa,
también, la distribución de los fondos entre las obras sociales. Esto es así, cada obra social
recauda sus propios fondos. Una vez estrenado el decreto de desregulación económica, todos
los aportes de los empresarios y de los trabajadores serán recaudados en una sola cuenta del
Estado, quien luego los distribuirá a cada obra social. Aún cuando todavía esto no ha sucedi-
do, el nuevo proyecto prevé que cada obra social recibirá no la suma de los aportes de los
patrones y empleados de su actividad, sino una fijada entre 20 y 24 dólares multiplicada por
la cantidad de afiliados que posee, derogándose los aportes especiales.
Los trabajadores afiliados tendrán el derecho a elegir su obra social. Esta tendrá la obligación
de incorporar a quien lo solicite. Los afiliados podrán, incluso, optar por obras sociales pri-
vadas o pre-pagas. El proyecto incluye la eliminación de ANSSAL.
Frente a la propuesta oficial, los diputados radicales han presentado otras dos, lo que ha pro-
vocado una polémica en el seno de la UCR.
Con la firma del titular del bloque, Fernando de la Rúa, el proyecto denominado "Sistema Li-
bre y Salario de Salud", contempla, además de la libre asociación en las obras sociales, la
descentralización y autarquía del hospital público, mediante un aporte obligatorio. Por su par-
te la otra iniciativa legislativa de los diputados Alejandro Armendáriz, Leopoldo Moreau y
otros considera que la salud debe regularse, pues el Estado no puede delegar esa respon-
sabilidad. De ahí que la libre elección sea la excepción y no la regla.
Lo cierto es que, por el momento, el proyecto del Ejecutivo sobre las obras sociales aún no ha
sido consensuado por los sindicalistas, ni siquiera por aquellos más cercanos al gobierno.
Dos nuevos temas, el de las asociaciones profesionales y el de las convenciones colectivas de
trabajo, realimentan las discrepancias entre las autoridades nacionales y los sindicalistas.
Esta reforma sindical, que se completará con un tercer proyecto referido a la solución de conf-
lictos, suscitados por eventuales desacuerdos salariales entre patrones y trabajadores, cons-
tituye, según expresiones del ministro de Trabajo y Seguridad Social, Rodolfo Díaz, "los linea-
mientos... para un país que ha cambiado también su modelo económico, porque el anterior es-
taba agotado"513.
Para la reforma a las leyes gremiales y de paritarias, tanto el gobierno, como los sindicalistas,
estuvieron de acuerdo en convocar a una misión de la Organización Internacional del Trabajo,
para colaborar y asesorar sobre los contenidos de las reformas. La misión de la OIT está
integrada por Oscar Hermida Uriarte, Alberto Odero de Dios y Julio Godio.
Las modificaciones a la ley de asociaciones sindicales, que fuera sancionada en 1987, apuntan
a democratizarlas y permitir la participación de las minorías en los gremios, teniendo en cuen-
ta que durante este año 1992, aproximadamente dos millones de trabajadores elegirán a sus
nuevas autoridades en más de 300 sindicatos514.
¿Cuáles son las refomas más significativas en el proyecto de las asociaciones profesionales?:
no se requerirán avales para presentar listas opositoras; se exigirá, para ser candidato, tener
un año de antigüedad en la actividad y de afiliación; no podrán los estatutos de cada sindicato
establecer mayores disposiciones que las previstas en la futura ley; los sindicatos locales y
seccionales gozarán de mayorautonomía, incluso en el manejo de los fondos; existirá total li-
bertad para la constitución de sindicatos, facilitando la obtención de la inscripción y la perso -
nería; se podrán constituir tantas centrales obreras, como sindicatos soliciten conformarlas;
512
El documento completo puede verse en Clarín, 10/2/92.
513
Clarín, 19/2/92.
514
Ver Ríos, Ricardo, El año del voto sindical, en Clarín, 26/1/92. "La ley de Asociaciones Profesionales (23.5 51 ) dic-
tada por el gobierno radical de Raúl Alfonsín en 1988 mantiene el espíritu de democracia sindical. Establece las reg -
las de juego concretas para las elecciones que se deben realizar en los gremios. 'Es el modo de que todos los traba-
jadores puedan participar en el fuluro de su sindicato sin limitaciones de ninguna naturaleza', dijo un conspicuo diri -
gente político. En ese análisis coinciden tanto el ex ministro de Trabajo, el gremialista fideero Hugo Barrionuevo,
como el actual secretario del área de la administración de Carlos Menem, Enrique Rodríguez, quien se reserva, sin
embargo, la posibilidad de que se le hagan algunas modificaciones para que la norma legal 'tenga una mayor autono-
mía del Estado'. ¿Para qué entonces plantearse el interrogante de la nota? El propio Barrionuevo dio una aproxi-
mación casi exacta a la conflictiva cuestión. 'Lo que pasa es que el ministro que me sucedió (se refirió sin mencio-
narlo a Ideler Tonelli, también durante el gobierno radical) dictó el decreto reglamentario 467/88, que lc quitó toda la
autonomía a la ley y, en cambio, le consagró todas las facultades a los estatutos del sindicato, que entonces pueden
condicionar candidatos y hacer todas las trampas habidas y por haber. Entonces, cierta dirigencia sindical puede con -
sagrarse perpetuamente con elecciones condicionadas sin que ello deje de ser legal', puntualizó", Laugé, Luis, ¿ Exis-
te la democracia en el sindicalismo argentino?, en E1 Cronista, 25/11/91.
se crearán sindicatos por empresa y se mantendrá el principio de una sola personería gremial
para los sindicatos más representativos, por rama de actividad y federaciones , con el derecho
exclusivo de negociar convenios colectivos515.
La otra reforma pensada por el gobierno, la nueva ley de convenios colectivos: eliminará el
arbitraje obligatorio, salvo en los servicios esenciales; mantendrá el principio de homolo-
gación de un convenio; comprenderá en los convenios colectivos a todos los trabajadores,. con
excepción de los del sector público; permitirá que un nuevo convenio modifique a uno
anterior; establecerá el mecanismo de mediadores o árbitros a libre elección de las partes;
permitirá la modulación del tiempo de trabajo en materia de jornada laboral, descansos y
licencias e introducirá el principio de "articulación" de la negociación colectiva, por diversas
categorías: intersectorial, por una o varias ramas de actividad, oficio o profesión, por empresa
y aún por establecimiento516.
El 14 de febrero el ministro de Trabajo, junto con el anuncio de las modificaciones a las leyes
laborales, convocaba a la dirigencia gremial y empresarial a participar de un "período de con -
sultas". Paralelamente, visitaba el bloque de diputados justicialistas, algunos de ellos de ex-
tracción gremial, para discutir ambos borradores, con la promesa de que "no hay proyecto y el
tema está abierto a la participación".

83 - Huelgas, disenso y consenso.

Durante este período los conflictos gremiales no estuvieron ausentes. A los pocos meses de
iniciar su gestión, Carlos Menem debió afrontar una serie de huelgas que tenía por objetivo
oponerse a la política económica y social, encarada por el presidente.
En diciembre de 1989 se produjo un paro en el sector ferroviario por cuestiones salariales. La
huelga fue declarada ilegal y después de acatar la conciliación obligatoria, se llegó a un
acuerdo salarial con el gobierno. A su vez, fueron reincorporados 300 conductores que habían
sido suspendidos.
La primera protesta encabezada por Ubaldini fue la marcha de un sector de los estatales, la li -
derada por Víctor De Gennaro, contra la reforma del Estado. El acto se realizó el 21 de marzo
de 1990. El periodismo calculó la presencia de 20.000 personas, la policía 25.000, mientras
que los organizadores de la protesta estimaron 60.000 manifestantes 517.
En abril nuevamente los ferroviarios pararon por 72 horas, provocándole al país una pérdida
de 1.700 millones de australes por día, además de lo que habitualmente se pierde en el
servicio.
En julio, demandas por recomposición salarial llevan adelante varios gremios por ejemplo
recibidores de granos, empleados de la Dirección General Impositiva, químicos y petroquí-
micos, canalizando los reclamos a través de paros parciales, paros sorpresivos o paros con
asistencia a los lugares de trabajo518.
Desde los últimos días de agosto FOETRA-Capital estaba en huelga solicitando la vigencia de
un convenio acordado con ENTeI, pero que el Ministerio de Economía no homologaba. Al no
acatarel gremio la conciliación obligatoria, fue declarado ilegal. La intervención de ENTeI co-
menzó a despedirlos empleados que participaban en la huelga, llegando a 480 los ce-
santeados. Finalmente levantaron la medida de fuerza. De inmediato los representantes del
gremio telefónico, de la empresa y del Ministerio de Trabajo iniciaron las conversaciones para
incorporar a los despedidos519.
A una jornada de protesta convocó la CGT-Azopardo para el 15 de noviembre. Este hecho pro-
vocará el alejamiento de Lorenzo Miguel y el debilitamiento de la figura de Ubaldini. Según el
informe del Ministerio del Interior el acto sólo contó con 10.000 personas.
En el discurso Ubaldini se opuso a la modificación de los convenios colectivos, rechazó la reg-
lamentación del derecho de huelga y el proyecto de la ley de flexibilización laboral. Intimó al
gobierno a cambiar el rumbo económico, porque, de lo contrario, "seguirá el hambre y la de -
socupación"520.
El año 1991 presenció las recurrentes huelgas de docentes, de judiciales, las protestas de los
jubilados y los conflictos en las empresas ACINDAR, HIPASAM y SOMISA.

515
Ver Página/12, 15/2/92 y Clarín, 15/2/92.
516
Ver Página/12, 15/2/92 y Clarín, 15/2/92.
517
La Prensa, 22/3/90.
518
Ver el cuadro de conflictos gremiales en Clarín, 22/7/90.
519
Clarín, 8/9/90 y 15/9/90.
520
Clarín, 16/11/90.
La planta siderúrgica de ACINDAR en Villa Constitución (Santa Fe) quedó paralizada en abril
de 1991 como consecuencia de la decisión empresaria de cesantear a 3.600 operarios.
Este conflicto finalizó con un acuerdo entre los sectores empresarial y gremial, con concesio-
nes mutuas, entre la que se destacó la reincorporación del personal en forma progresiva y ro-
tativa521.
El yacimiento minero de Hierro Patagónico Sierra Crande (HIPASAM), estuvo inactivo por
más de 4 meses.
Los trabajadores se movilizaron hacia la Capital Federal, denunciando la grave situación por
la que atravesaban. El gobierno y los representantes gremiales finalmente lograron un acuer-
do que implicó el pago de los sueldos caídos, un estudio de racionalización de la empresa es-
tatal, la apertura de una lista de retiros voluntarios y la puesta en funcionamiento del yaci-
miento, el 7 de octubre.
El tercer conflicto, el de SOMISA, se destacó como consecuencia de los 3.100 retiros compul-
sivos y selectivos que dispuso la intervención de la empresa, para acelerar su privatización.
Ha sido, hasta el momento, la más dura y prolongada "batalla" con la cual se ha tenido que
enfrentar el gobierno. Ante la política de racionalización implementada, los empleados de la
acería de S an Nicolás decidieron incrementar el plan de lucha y la primera manifestación del
mismo fue el cierre de la ruta 9522.
El 15 de octubre se llevó a cabo la concentración frente a la Casa Rosada, pero fue firme la
actitud gubernamental frente al conflicto. El presidente Menem expresó que "la privatización
es irreversible"523.
Finalmente, luego de 27 días de conflicto, se resolvió en una asamblea de los trabajadores de
la planta retomar las tareas. Naldo Brunelli, secretario general de la UOM de San Nicolás,
planteó la oferta empresarial ante los allí reunidos. La misma consistía en la rotación entre los
3.100 suspendidos y los 5.500 obreros que quedarían en la fábrica, además de un subsidio de
300 dólares mensuales para los cesanteados, hasta tanto consiguieran un nuevo empleo. "De-
bemos ahora sentarnos a negociar entre todos porque si no la empresa desaparece" 524. En SO-
MISA votaron volver a trabajar.
A diferencia de lo que ocurrió durante la presidencia de Alfonsín, en lo que va de este go-
bierno las huelgas no han tenido el carácter de generales, sino sectoriales, y por consiguiente
con menor movilización.
También es necesario destacar que las actuales protestas se han fundamentado en diferentes
motivaciones. Algunas, se produjeron por reclamos salariales, por reajustes adeudados; otras,
en cambio, han sido por los modos o procedimientos en que se llevaron a cabo algunos proce-
sos de privatización. En este sentido, por ejemplo, los trabajadores de SOMISA votaron en una
asamblea la privatización de la empresa, con participación en la metodología. Sin embargo, el
camino a la privatización se inició con el reajuste del personal, sin utilizar la herramienta del
Programa de Propiedad Participada, lo que generó distanciamiento de los trabajadores y de
sus legítimos representantes, los sindicalistas.
Por el momento, los trabajadores han dejado de recurrir a las medidas de fuerza de carácter
general. Los gremialistas han interpretado en este nuevo tiempo sindical las necesidades de
sus representados. De allí que entienden que no deben ser intransigentes a ultranza, ni conf-
rontacionistas al extremo, aceptando que los trabajadores se opongan a las huelgas por temor
a ver reducidos sus salarios, al perder premios a la producción, al presentismo.
Aunque exista consenso en el motivo del reclamo, hay disenso en la manera de canalizarlo, op-
tando la mayoría de ellos por el diálogo.

84 - ¿Dos veredas?

"... la posición más fácil sería ubicarse en la vereda de enfrente exigiendo soluciones in-
mediatas a un gobierno que nada tiene para distribuir. Nosotros elegimos la vereda de la
integración a un proyecto de país sólido, ordenado y estable, que nos va a permitir en un
tiempo no muy lejano una mayor justicia social en la distribución de la riqueza que hoy no te -
nemos.
Por eso ratificamos nuestra decisión de consolidar definitivamente la CGT NACIONAL, surgi-
da del Congreso del Teatro Nacional San Martín, plenamente consustanciada con la política

521
El Cronista, 23/4/91.
522
Ver Clarín, 1/10/91.
523
Ver La Nación, 16/10/1991.
524
El Cronista, 27/10/91; Clarín, 27/10/91.
general, que lleva adelante el presidente de todos los argentinos, compañero Carlos Saúl Me-
nem...", declaraba el documento político de la Juventud Gastronómica Peronista 525.
Dos veredas, dos CGT, la Azopardo, encabezada por Ubaldini, abiertamente opuesta a la polí-
tica oficial; la San Martín, liderada por Andreoni, acompañaba la gestión del presidente Me-
nem. Ante los conflictos gremiales esta última se mantuvo dentro de la línea de su documento
fundacional que afirmaba que "en el marco de la crisis, y ante un gobierno peronista el movi-
miento sindical ha de procurar la concertación y no la confrontación".
Una apoyando y la otra confrontando con la reforma del Estado, las privatizaciones y hasta
con los indultos a los ex-comandantes, caminaron durante el primer año 526.
Pero no siempre fue así; por ejemplo en junio de 1991, tanto la CGT "oficialista", ahora li-
derada por Raúl Amín (SMATA), como la CGT "opositora", emitieron cada una por separado
importantes documentos en los que se criticaba abiertamente el paquete laboral que el go-
bierno planeaba enviar al Congreso. Así, la CGT Azopardo, informaba que el proyecto cons -
tituía un peligro para la libertad, la protección y la seguridad de los trabajadores. "Llamar li-
bertad sindical al debilitamiento de la protección de los trabajadores fue un error que paga-
ron caro los ideólogos de la dictadura"
, añadiendo que la iniciativa corresponde a una "mentalidad antiobrera".
En tanto la CGT San Martín manifestaba su intención de rechazar "absolutamente cualquier
proyecto tendiente a debilitar las estructuras del movimiento obrero argentino, apuntando a
la atomización del mismo... el mundo desarrollado se encuentra abocado a fortalecer las orga-
nizaciones sindicales, por lo que no es posible admitir que en nuestro país se intente destruir"
a la clase trabajadora "que es tomada como modelo en el exterior" 527. También los dirigentes
gremiales, en más de una ocasión, se han cruzado de "vereda", o han optado por abandonar
ambas. De este modo, cuando Lorenzo Miguel, Luis Barrionuevo y Saúl Ubaldini decidieron
reflotar las 62 Organizaciones, constituyendo lo que se denominó el BUM, Barrionuevo se
convirtió de menemista a ultranza en opositor gubernamental.
El BUM duró poco tiempo y Barrionuevo retornó a su discurso de defensa al gobierno.
Una demostración de alejamiento de las dos veredas, si las hay, la Ilevó a cabo Lorenzo Mi-
guel, cuando en noviembre de 1990 abandonó la CGT Azopardo.
A partir de la fractura de la Central Obrera, en octubre de 1989, se habló mucho y en diversas
ocasiones de la posibilidad de una reunificación. Pero lo cierto fue que ningún dirigente
sindical, por el momento, estuvo dispuesto a modificar su posición, transigir en sus ideas o re-
signar su protagonismo, en pos de esa unidad.
Hacia mediados de noviembre de 1990, la Unión Obrera Metalúrgica renunció a la CGT
Azopardo, fundamentando la decisión en desacuerdos con Ubaldini por la marcha de protesta
que éste había organizado para el 15 de noviembre. Lorenzo Miguel consideró que ese acto
constituía "un golpe bajo contra el Presidente Menem" y agregó "no puede ser que nosotros,
los mismos que le damos tiempo a los empresarios para que contesten nuestros reclamos, no
se lo demos al Señor Presidente, y más, bajo un gobierno peronista". El dirigente metalúrgico
aseguró que "el gobierno respondió al 70% de nuestros pedidos de participación por lo cual
no es responsable seguir adelante en este tipo de medidas de fuerza" 528.
Un mes antes ya se había alejado de Ubaldini, el gremio petrolero liderado por Diego Ibáñez.
Siguieron el camino de Lorenzo Miguel la Unión Personal Civil de la Nación, la Unión Obrera
de la Construcción, Obras Sanitarias, La Fraternidad, los azucareros tucumanos. Ubaldini
quedaba, entonces, más solo y debilitado.
Finalizando el año, el panorama gremial presentaba cinco internas: menemistas, ubaldinistas,
miguelistas, independientes y no alineados529.
Integraban el menemismo, ex-renovadores tales como Güerino Andreoni (comercio); José
Pedraza (Unión Ferroviaria); Roberto García (taxistas); Carlos Cabrera (mineros); José Luis
Castillo (conductores navales) y José Santamaría (encargados de edificios); ex-ubaldinistas,
Miguel Candore y Andrés Rodríguez (UPCN); Julio Villavicencio (azucareros tucumanos);
Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias); ex-miguelistas, Lesio Ro-
mero (carne); Amadeo Genta (municipales) y Guillermo Díaz Oliveri (supervisores me-
525
Documento político de la Juventud Gastronómica Peronista, s/ f. distribuido en la reunión del Partido Justicialista
realizada en Mar del Plata, en mayo de 1990.
526
"El jefe de la CGT Azopardo se rodeó de todos los disconformes con el Gobierno. Los menemistas atrajeron a todos
los que discrepan con la política de confrontación de Ubaldini. La pulseada tampoco... se ha definido y las chances de
uno y otro parecen aumentar según como le vaya a la administración. Cuando la crisis se agudiza, el platillo se inclina
hacia Ubaldíni. Lo contrario ocurre si la estabilidad permite un alivio", Kirschbaum, Ricardo, Menem. Un año de po-
der. E1 primer balance, en Clarín 8/7/90.
527
Ver El Cronista, 27/6/91.
528
El Cronista, 14/11/90.
529
La Nación, 28/11/90.
talúrgicos); ex-grupo de los I5, Carlos West Ocampo (sanidad); Pedro Goyeneche y Délfor Gi-
ménez (textiles); Ramón Valle (seguro); José Rodríguez (mecánicos); Rogelio Rodríguez (FOE-
TRA) y Vicente Mastrocola (plásticos); ex-grupo de los 20, Juan Racchini (aguas gaseosas);
Jorge Luján (obreros del vidrio) y Alfonso Millán (empleados del vidrio); y finalmente los
barrionuevistas Juan Reyes (gastronómicos); Guillermo Marconi (enseñanza privada); César
Loza (portuarios) y Domingo Solimano (UDA).
En el ubaldinismo se alínean: los ubaldinistas puros: Luis Morán (alimentación); María Vicen-
ta (Mary) Sánchez (CETERA); Juan Palacios (UTA); Nelson Farina (universitarios no docen-
tes); Pablo García (Gas del Estado); Francisco Villani (personal aeronáutico) y Roberto Amono
(empleados textiles); los ex-renovadores: VíctorDe Gennaro (ATE); Ricardo Pérez (camio-
neros); Alfredo Carazo (prensa); Cayo Ayala (obreros navales); Domingo Moreyra (ceramis-
tas), Elido Veschi (jerárquicos ferroviarios), Eduardo Fernández Novoa (j udiciales bonaeren-
ses) y Horacio Mujica (farmacia); miguelistas, inmóviles pese a la decisión de su jefe en el
exilio: Carlos Sueyro (aduana); Manuel Diz Rey (viajantes de comercio); Domingo Petracca
(cementerios) y Pedro Zambeletti (pintura) y autónomos, sin alineación con el resto de sus
colegas del sector. Se destacan Ramón Baldassini (telepostales), Tomás Guerrero (La Frater-
nidad) y Enrique Terny (fideeros).
El miguelismo representado, lógicamente, por la UOM y el SUPE.
Los independientes aun cuando respaldaban la figura política del presidente Menem, discre-
paban con la orientación económica de su gobierno. Ellos son Juan José Zanola (bancarios),
Armando Cavalieri (comercio) y OscarLescano (Luz y Fuerza).
Por último, los no alineados, quienes reafirman su pertenencia a las 62 Organizaciones, por el
momento mantienen una postura equidistante de las otras fracciones: Rubén Pereyra (Obras
Sanitarias), Juan Carlos Carabajal (Sutaca)y Rodolfo Ponce (recibidores de granos).
Las piezas de este tablero fueron reacomodándose y reubicándose a lo largo de 1991.
En marzo de ese año, Luis Barrionuevo es reemplazado en la dirección de la Administración
Nacional del Seguro de Salud por Güerino Andreoni. A partir de ese momento, toma distancia
de la CGT oficialista y alienta la candidatura de Carlos Brown, intendente de San Martín,
como gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Por su parte la CGT dirigida por Amín decidió en junio constituir la Mesa Política del
Sindicalismo Peronista, apoyando la aspiración del vicepresidente de la Nación, Eduardo
Duhalde, a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. La nueva agrupación estaba
apadrinada por José Rodríguez, Carlos West Ocampo y José Pedraza 530.
El interés de Lorenzo Miguel por renacer las 62 Organizaciones lo llevó a reunirse con Barrio-
nuevo, quedando en principio un esbozo de entendimiento para constituir un núcleo político-
sindical que congregara a los gremios de mayor peso. A renglón seguido, el metalúrgico invitó
a los gremios independientes, a sectores del menemismo y al líder de la CGT Azopardo a una
reunión, donde se tratarían las medidas a tomar.
La aceptación de Ubaldini, en junio, llevó a la representante de la CTERA, Mary Sánchez, a
renunciar a su cargo en el Consejo Directivo de la CGT-Azopardo. Su dimisión se basó en la
oposición al alineamiento con Miguel y Barrionuevo. La dirigente de la CTERA, junto a Víctor
De Gennaro (ATE) y Juan Palacios (UTA) ya habían conformado el Encuentro Sindical para el
Proyecto Nacional (EnSiProN)con el objetivo de alejar a Saúl Ubaldini del Partido Justicialista
y armar un frente político con el Grupo de los Ocho y sectores de centro-izquierda. El propósi -
to era alcanzar la gobernación de la provincia de Buenos Aires 531.
El "BUM" como se bautizó el acuerdo Barrionuevo Ubaldini, Miguel y al que el presidente Me -
nem consideró que "se encuentran en la vereda de enfrente", fue efímero. Miguel apoyaba a
Duhalde; Barnonuevo a Brown y Ubaldini estaba dispuesto a alejarse del Partido Justicialista.
La unidad era sólo una ilusión.
Pasadas las elecciones, la atomización sindical continuaba. Al fracaso electoral de Ubaldini, se
le sumó el retiro de la CGT Azopardo, de uno de los gremios más fuertes con que ella contaba:
la Federación de Trabajadores de la Alimentación (FTIA), encabezada por Luis Morán. "Existe
la necesidad de conseguir la unidad a través de una sola CGT", indicaba el texto del aleja-
miento532.
El 5 de noviembre, el Ministerio de Trabajo reconoció, a través de una resolución, a la CGT
San Martín como la única con el derecho a utilizar la sigla, a ocupar el edificio de Azopardo y
a ejercer las atribuciones que derivan de su personería gremial. Raúl Amín manifestó "no

530
Ver Clarín, 1/7/91.
531
El Cronista, 1/7/91.
532
Clarín, 4/10/91.
queremos iniciar ninguna acción ante la justicia sin primero conversar con el compañero
Ubaldini, que ha cumplido una etapa muy importante dentro del movimiento obrero" 533.
La respuesta del dirigente cervecero decía: "Haremos valer los derechos de los trabajadores
por las vías legítimas en todo caso y cualesquiera fueran las circunstancias" 534.
El nuevo mapa sindical a fines de 1991 marcaba tres grupos: el de la CGT San Martín que nu-
cleaba a SMATA, UPCN, textiles, Unión Ferroviaria y Sanidad; el de la CGT Azopardo integ-
rada por cerveceros, ATE, CTERA, UTA y obreros navales y los independientes, equidistantes
de ambas centrales: UOM, SUPE, Comercio, Luz y Fuerza y Asociación Bancaria.
Unos señalaban que "de ninguna manera el gobierno quiere quebrar al sindicalismo y que el
Ejecutivo ha dado muestras de que quiere un sindicalismo participativo y moderno" 535. Otros
insistían en que "el gobierno busca la atomización del sindicalismo" y reconocen que en la
postulación de Ubaldini "fuimos partícipes convencidos de que él debía representarnos", pues
"se lo merecía porque representó dignamente a los trabajadores. Pero una vez que la gente le
dijo 'NO', se equivocó. No debía haber vuelto a conducir la CGT-Azopardo, empezar de nuevo,
hacer militancia, porque la respuesta de la gente fue inexorable" 536.
¿Será este el ocaso de una dirigencia que no pudo o no supo mudar sus estilos ante la crisis?

85 - Siempre protagonistas.

Osvaldo Borda, diputado nacional y dirigente de los obreros del caucho, opinaba, refiriéndose
a la aspiración de los sindicalistas a ocupar cargos políticos, de la siguiente manera: "Si hay
algo legítimo, es la participación del movimiento obrero en el Parlamento argentino. Porque
de hecho, como parte integrante de una organización libre del pueblo, por derecho propio le
corresponde estar en el Congreso. Esto nació a partir del gobierno de Juan Domingo Perón,
que posibilitó que el dirigente gremial no sólo estuviese en condiciones de discutir salarios,
sino que también le dio inserción en la política nacional" 537.
Como señalábamos, la presencia sindical en el Congreso Nacional y en las legislaturas pro-
vinciales comenzó a partir de la incorporación de la CGT al Partido Justicialista como una de
sus tres ramas. La intervención de los gremialistas en la vida política se fue intensificando.
Basándose en que no es difícil hacer política y sindicalismo, muchos dirigentes han ocupado
cargos electivos: gobernadores, vicegobernadores, legisladores.
Así encontramos gobernadores, como Andrés Framini de Buenos Aires "el mejor candidato en
la emergencia"538, pero quien no pudo asumir a raíz de la anulación de las elecciones de
marzo de 1962; vicegobernadores como Atilio López de Córdoba, Victorio Calabró de B uenos
Aires, Carlos Mendoza de Mendoza, electos en 1973; diputados como José Luis Castillo
(conductores navales); Roberto Fernández (UTA); Roberto García (taxistas); Lorenzo Pepe
(Unión Ferroviaria); Carlos Beltrán (viales); Roque Gómez (personal de la carne); Roberto
Monteverde (metalúrgico); Hugo Curto (UOM); Antonio Cassia (SUPE); Germán Abdala (ATE),
Dante Caamaño (gastronómicos); Abel Hernández (peluqueros); Fernando Paz (prensa);
Gerardo Cabrera (personal de la carne); Osvaldo Borda (obreros del caucho), sólo para indicar
los más cercanos en el tiempo.
También ha habido ministros de Trabajo de extracción gremialista: Ricardo Otero, Antonio
Mucci, Hugo Barrionuevo, Carlos Alderete, Jorge Triaca.
En las elecciones del 8 de septiembre de 1991, se presentaron "gremialistas-candidatos en
busca de votos". Saúl Ubaldini decidió postularse como candidato a
gobernador por la Provincia de Buenos Aires, y como primer diputado por la Acción Popular
para la Liberación, optando así por su separación del Partido Justicialista 539.
Un día antes de la elección señalaba: "aún no se finalizó mi trayectoria gremial, pero es muy
difícil hacer política y sindicalismo a la vez".
El dirigente cervecero encabezó un heterogéneo conglomerado de agrupaciones y en su lista
había una módica participación gremial: el telefónico Héctor Esqnivel (FOETRA Buenos Aires)
y el camionero Hugo Moyano.

533
El Cronista, 6/11/91.
534
Clarín, 6/11/91.
535
Declaraciones de Raúl Amín en El Cronista, 12/11/91.
536
Declaraciones de Juan Palacios para El Cronista, 12/11/91.
537
El Cronista, 3° Sección, 28/6/91.
538
Ver San Martino de Dromi, María Laura, Historia Política Argentina (1955-1988), t. I , p. 118.
539
Clarín, 2/9/91.
Los resultados electorales lo ubicaron en el octavo lugar después de Eduardo Duhalde, Juan
Carlos Pugliese, Aldo Rico, Alberto Albamonte, Oscar Alende, Santiago de Estrada y Luis
Zamora. Obtuvo 124.816 votos, lo que representó el 2,19% del electorado.
Luego de las elecciones comentaba: "Lo que buscábamos era un piso. Sabíamos que era muy
difícil alcanzarlo sin la organización de un partido, pero hubiese sido mucho peor haber acep-
tado un cargo de diputado en la lista oficialista cuando todos saben que he estado en contra
de muchas cosas que hizo este gobierno"540.
Otro gremialista candidato a diputado fue Ramón Baldassini, que lo hizo por el desarrollismo,
presentando por lema "la opción diferente". El Movimiento al Socialismo llevó también como
aspirante a diputado por la Capital, a la gremialista Vilma Ripoli de sanidad y Cayo Ayala, de
obreros navales, se postuló porel FreJuSo (Frente de Justicia Social), liderado por Oscar
Alende.
En la lista de diputadosdel FreJuFe (Frente Justicialista Federal) que llevó la fórmula Duhalde-
Romá, figuraban José Rodríguez de SMATA, Luis Guerrero de la UOM y José Luis Castillo de
los conductores navales. Los tres ya tienen su banca en diputados. A ello se sumaba el abo -
gado Carlos Sueiro, secretario general del sindicato que nuclea al personal de Aduanas (SU-
PARA)541.
La participación política partidaria de los sindicalistas es de vieja data.
Lo hicieron antes del '55 cuando formaban parte del gobierno; lo hicieron después del '55 a
pesar de la proscripción; se incrementó después de la muerte de Perón en 1974 y la continua-
ron ejerciendo luego de la derrota del Justicialismo en el '83.
A partir de 1989 las cosas cambian. Por un lado, el presidente Menem ha tratado de quebrar
la identidad entre la estructura política del peronismo y el sindicalismo. Por el otro, en princi -
pio, algunos sindicalistas en el deseo de reeditar viejos tiempos, esperaron que se produjera
la simbiosis partido-gobierno-sindicatos.
Otros sindicalistas, en cambio, interpretan los nuevos requerimientos de los tiempos actuales
que vive el país. Esto no significa que deban ser apolíticos, porque la mayoría de ellos
seguirán conservando su identidad peronista. Ello no obsta a que deban aceptar las nuevas
reglas de juego que reclama la sociedad en este tiempo. Los gremialistas deberán fortalecer
su autonomía frente al Estado y frente a los otros sectores políticos y sociales, para poder des-
empeñar el rol activo que les exigen los trabajadores, sus representados, en los grandes
temas nacionales.

86 - Los sindicatos y la "Centesimus Annus".

No es casual que el 1° de mayo de 1991, festividad de San José Obrero y día internacional del
trabajo, su Santidad Juan Pablo II haya dado a conocer su Encíclica "Centesimus Annus".
A "cien años" de la Encíclica Rerum Novarum, el Papa asume la responsabilidad de actualizar
la enseñanza de la Iglesia, "en orden a la solución obrera". Invita además a repasar las "cosas
nuevas " del último decenio del siglo pasado, a pensar las "cosas nuevas" que nos rodean y a
imaginar y a crear las "cosas nuevas" del futuro.
El Magisterio de la Iglesia se ha manifestado en numerosas oportunidades sobre cuestiones
sociales. Los principales documentos son, además, de la Rerum Novarum de León XIII, la
Singulari Quadam (1908) y la Quadragesimo Anno de Pío XI (1931); numerosos discursos y
radiomensajes de Pío XII durante todo su pontificado; la Mater et Magistra, de Juan XXIII
(1961); la constitución pastoral Gaudium et Spes (1965), uno de los documentos claves del
Concilio Vaticano II. También la Populorum Progressio de Paulo VI (1967), autor a su vez de la
Carta Apostólica Octogesima Adveniens (1971).
Su Santidad Juan Pablo II ha escrito y hablado mucho sobre el tema. Tres son las encíclicas
que más se destacan de su pontificado con respecto al mismo: la Laborem Exercens (1981) so-
bre el trabajo humano; la Sollicitudo Rei Socialis (1987), con motivo de cumplirse los veinte
años de la Populorum Progressio y la Centesimus Annus.
En la doctrina social cristiana542 el reconocimiento de los cuerpos intermedios entre los indivi-
duos y el Estado es de fundamental importancia.
El Papa que, en la época moderna, planteó la doctrina que debía orientar la acción del cristia-
no con respecto al sindicalismo fue León XIII en la encíclica Rerum Novarum de 1891. La pri-

540
Rev. "Noticias", 15 de septiembre de 1991.
541
Ampliar en Vázquez, Luis, La participación sindical en las campañas electorales, en El Cronista, 3ª Sección,
28/6/91; Ríos, Ricardo, Los gremialistas que buscan votos, en Clarín, 2/9/91.
542
Hoffner, Cardenal, Manual de Doctrina Social Cri.rtiana; Millán Puelles, A., Doctrina Social Cristiana, en GER, t. 8;
Diez Cuervo, J., Sindicalismo-Doctrina Social de la Iglesia, en GER, t. 21; Palumbo, Carmelo, Guía para un estudio sis-
temático de la Doctrina Social de la Iglesia.
mera enseñanza oficial de la Iglesia al respecto es la imprescindible libertad de asociación
que deben tener todos aquellos que trabajan para defender sus justos intereses.
Fue sumamente importante la reivindicación de este derecho natural, porque tanto la Revolu-
ción Francesa como el liberalismo lo habían negado.
Conviene aclarar, desde ya, que el Magisterio de la Iglesia al ocuparse de las cuestiones so-
ciales lo hace tomando como base el Evangelio y dando los lineamientos generales desde el
punto de vista moral. No se ocupa de los aspectos técnicos de la implementación de los mis-
mos. Campo éste que queda reservado a los ciudadanos.
La idea central de la doctrina social cristiana con respecto al sindicalismo es la concepción del
hombre como creatura racional que está llamada a un fin sobrenatural, que debe vivir en so -
ciedad y utilizar los bienes materiales. Por este motivo es muy útil que, en algunas oportuni-
dades, se asocie con otras personas. Presta así un servicio a otras sociedades como pueden
ser la familia, la Iglesia o la Nación.
La asociación sindical si bien es de orden económico-social -y por ende muy técnico- por re-
ferirse al hombre está subordinada a la moral y a la religión. De aquí que toda acción moral
esté orientada al bien común, inspirada en la justicia y en la solidaridad, y organizada en base
al respeto a las personas y a la convivencia humana.
Con respecto a la estructura sindical cuatro son los principios que deben tenerse en cuenta: la
representatividad, la autonomía, la participación y la libertad de actuación. Por supuesto que
estos principios deben desarrollarse en fórmulas concretas, pero esto ya no forma parte de la
competencia de la Iglesia.
De todos modos, para su aplicación ha de tenerse en cuenta que el derecho de asociación es
un derecho natural y no una concesión del Estado o de la sociedad. Por otra parte, no es un
derecho absoluto, sino limitado y subordinado a las exigencias del bien común. Por su parte,
el Estado, como gestor del bien común, tiene el deber y el derecho de regular su ejercicio,
pero, para ello debe tener en cuenta las opiniones y deseos de los miembros del sindicato y de
la sociedad, ya que el bien común no es el bien público, sino el bien de toda la comunidad.
La estructura sindical, pues, debe gozar de autonomía con la subordinación al bien común del
que el Estado es responsable. Debe ser verdaderamente representativa en todos sus grados.
Su autoridad no debe coartar la libre actividad ejercida a través de las asociaciones. Ninguna
de ellas debe quedar en inferioridad de condiciones con respecto a las otras. En los casos de
conflictos debe utilizar todos los medios eficaces para hallar soluciones justas que aseguren la
defensa de los derechos legítimos. En este sentido el diálogo, la negociación y el arbitraje son,
entre otros, modalidades que no deben descuidarse. La huelga será válida cuando se hayan
agotado todas las vías tendientes a solucionar el conflicto, y mientras no se la emplee como
elemento de presión política.
Es interesante señalar, con respecto a la Laborem Exercens, la influencia que tuvo el
sindicalismo argentino. Apenas se conoció, se constituyeron grupos de estudio y se formó una
asociación que tuvo por objetivo difundir la palabra del Papa en el mundo de los trabajadores.
Con ese propósito, se publicó una edición del documento con una tirada de un millón de
ejemplares que fue costeada por los sindicalistas y que se distribuyó en forma gratuita entre
los trabajadores. Como muestra de la preocupación de los obreros y dirigentes sindicales por
la cuestión social, se le entregó, en Roma, un ejemplar al Santo Padre.
En su última encíclica, Centesimus Annus, el Papa, además de rendir homenaje a León XIII,
demuestra la fecundidad de los principios expresados por su ilustre antecesor. Así nos señala
Juan Pablo II que "Con el propósito de esclarecer el conflicto que se había creado entre capi-
tal y trabajo, León XIII defendía los derechos fundamentales de los trabajadores. De ahí que la
clave de lectura del texto leoniano sea la dignidad del trabajador en cuanto tal y, por esto
mismo, la dignidad del trabajo, definido como 'la actividad ordenada a proveer a las necesi-
dades de la vida, y en concreto a su conservación'. El Pontífice califica el trabajo como 'perso-
nal', ya que 'la fuerza activa es inherente a la persona y totalmente propia de quien la desarro-
lla y en cuyo beneficio ha sido dada'. El trabajo pertenece, por tanto, a la vocación de toda
persona; es más, el hombre se expresa y se realiza mediante su actividad laboral. A1 mismo
tiempo, el trabajo tiene una dimensión social, por su íntima relación bien sea con la familia,
bien sea con el bien común, 'porque se puede afirmar con verdad que el trabajo de los obreros
es el que produce la riqueza de los Estados"' [6].
La Encíclica de León XIII destaca el "derecho natural del hombre" a formar asociaciones pri-
vadas; lo cual significa ante todo el derecho a crear asociaciones profesionales de empresa-
rios y obreros, o de obreros solamente.
"Esta es la razón por la cual la Iglesia defiende y aprueba la creación de los llamados
sindicatos, no ciertamente por prejuicios ideológicos, ni tampoco por ceder a una mentalidad
de clase, sino porque se trata precisamente de un 'derecho natural' del ser humano y por con-
siguiente, anterior a su integración en la sociedad política. En efecto, el 'Estado no puede
prohibir su formación' porque el Estado debe tutelar los derechos naturales, no distribuirlos.
Prohibiendo tales asociaciones se contradiría a sí mismo" [7].
Más adelante se señala el valioso papel de los "sindicatos no sólo como instrumentos de nego-
ciación, sino también como 'lugares' donde se expresa la personalidad de los trabajadores: sus
servicios contribuyen al desarrollo de una auténtica cultura del trabajo y ayudan a participar
de manera plenamente humana en la vida de la empresa" [15].
Las conquistas laborales fueron el resultado del accionar permanente del movimiento obrero.
"Nacido como reacción de la conciencia moral contra situaciones de injusticia y de daño, des-
arrolló una vasta actividad sindical, reformista, lejos de las nieblas de la ideología y más
cercana a las necesidades diarias de los trabajadores. En este ámbito, sus esfuerzos se suma-
ron con frecuencia a los de los cristianos para conseguir mejores condiciones de vida para los
trabajadores. Después, este Movimiento estuvo dominado, en cierto modo, precisamente por
la ideología marxista
contra la que se dirigía la Rerum novarum" [16].
Centesimus Annus plantea, además, la necesidad "de evitar que los mecanismos de mercado
sean el único punto de referencia de la vida social y tienden a someterlos a un control público
que haga valer el principio del destino común de los bienes de la tierra. Una cierta abun-
dancia de ofertas de trabajo, un sólido sistema de seguridad social y de capacitación profesio -
nal, la libertad de asociación y la acción incisiva del sindicato, la previsión social en caso de
desempleo, los instrumentos de participación democrática en la vida social, dentro de este
contexto deberían preservar el trabajo de la condición de 'mercancía' y garantizar la posibili-
dad de realizarlo dignamente" [19].
Y agrega"... la Iglesia ofrece, como orientación ideal e indispensable, la propia doctrina social,
la cual... reconoce la positividad del mercado y de la empresa, pero al mismo tiempo indica
que éstos han de estar orientados hacia el bien común. Esta doctrina reconoce también la
legitimidad de los esfuerzos de los trabajadores por conseguir el pleno respeto de su dignidad
y espacios más amplios de participación en la vida de la empresa, de manera que, aún traba-
jando juntamente con otros y bajo la dirección de otros, puedan considerar en cierto sentido
que 'trabajan en algo propio', al ejercitar su inteligencia y libertad" [43].
Al concluir el capítulo IV señala: "La obligación de ganar el pan con el sudor de la propia fren-
te supone, al mismo tiempo, un derecho. Una sociedad en la que este derecho se niegue sis-
temáticamente y las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar
niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz
social. Así como la persona se realiza plenamente en la libre donación de sí misma, así
también la propiedad se justifica moralmente cuando crea, en los debidos modos y circuns-
tancias, oportunidades de trabajo y crecimiento humano para todos" [43].

87 - Una historia de "encuentros".

Una frase premonitoria de Lorenzo Miguel a fines de 1991 decía: "que 1992 nos encuentre
unidos para que no figuremos como desaparecidos"543.
El primer paso para lograr la unidad fue la conformación del Consejo Nacional del Empleo, la
Productividad y el Salario Mínimo, creado por la ley nacional de empleo.
Las negociaciones tenían como protagonistas a los sindicalistas de la Central Obrera oficial, a
los independientes, a los miguelistas y a algunos representantes del ubaldinismo. Sin
embargo, quedaron excluidos de estas negociaciones Saúl Ubaldini, Luis Barnonuevo y Raúl
Amín.
Dieciséis gremialistas integrarían el Consejo del Salario y representarían a los mayores
gremios industriales, a los de servicios y a los estatales 544. Ellos son: Rubén Pereyra (OSN),
José Rodríguez (SMATA), José Pedraza (ferroviarios), Pedro Goyeneche (textiles), Gerardo
Martínez (construcción), Carlos West Ocampo (sanidad), Andrés Rodríguez (UPCN), Rogelio
Rodríguez (FOETRA), Alberto Atanasoff (municipales), Ramón Valle (seguro) y Juan Rachini
(aguas gaseosas).
El mercantil Armando Cavalieri, el bancario Juan Zanola y el lucifuercista Oscar Lescano esta-
rán porel lado de los independientes, mientras el miguelismo coloca al petrolero Diego Ibañez.
El ubaldinismo, en cambio, se anota con el camionero Ricardo Pérez 545.

543
Lupa, Daniel, Miguel presiona para la unidad cegetista, en La Prensa, 16/12/91.
544
Ver La Nación, 22/12/91 y Clarín, 23/12/91
545
Ver Clarín, 26/12/9.
Una vez dado el primer paso, los sindicalistas nuevamente se unieron para oponerse a los pro-
yectos de leyes de obras sociales, de asociaciones profesionales y de convenios colectivos de
trabajo, reclamando diálogo y participación en las decisiones para defender los intereses de
los trabajadores. En tal sentido, en un plenario realizado el 5 de febrero de 1992, con la pre -
sencia de los secretarios generales de distintos gremios, se creó la Comisión del Movimiento
Obrero, llamada Grupo Encuentro, con la finalidad de "coordinar y fijar la posición del movi -
miento obrero surgida del encuentro para exponerla ante los distintos estamentos nacionales
"546.
Esta Comisión tendría a su vez la delicada tarea de convocar a un Congreso para lograr la
unificación de la CGT, dividida desde 1989.
Presidieron la reunión el líder de la CGT San Martín, Raúl Amín, el metalúrgico Lorenzo Mi -
guel y el lucifuercista Oscar Lescano.
Participaron también Saúl Ubaldini titular de la CGT Azopardo, Gerardo Martínez (UOCRA),
Pedro Goyeneche (textiles), José Pedraza (ferroviarios), Carlos West Ocampo (sanidad), Blas
Alari (papeleros), José Luis Lingeri (OSN), Lesio Romero (carne), Juan Zanola (bancarios), Ar-
mando Cavalieri (mercantiles), Ricardo Peréz (camioneros), Juan Manuel Palacios (UTA), Juan
Reyes (gastronómicos), Andrés Rodríguez (UPCN), Reinaldo Hermoso (químicos), Agustín
Amiconi (calzado), Rodolfo Daer (alimentación) y Oscar Silva (vendedores ambulantes) 547.
Asimismo el plenario aprobó un aval al plan de convertibilidad y al proceso de transformación
del Estado. El secretario general de la CGT San Martín al respecto manifestó que: "apoyamos
al presidente, apoyamos las privatizaciones y la desregulación, confiamos en el Plan de
Convertibilidad y acompañamos el proceso de cambio de la economía, pero algunos
confundieron eso con la creencia de que el sindicalismo argentino está preparado para recibir
el tiro de gracia con estos nuevos proyectos. Se equivocan, no estamos domesticados" 548.
El Grupo Encuentro invitó a todas las organizaciones gremiales a un Congreso Extraordinario
para elegir una sola conducción cegetista. El Congreso incluiría la modificación del actual Es-
tatuto de la CGT previéndose, debate de por medio, una conducción colegiada.
Bajo el lema "Unidad Sindical para la Transformación con Justicia Social" se convoca a dicho
congreso extraordinario para la unificación del movimiento obrero organizado.
La reunión se realiza el 26 de marzo de 1992 en la sede deportiva Parque Norte del Centro de
Empleados de Comercio.
Con la presencia de 1507 delegados de 115 gremios se inician las deliberaciones sobre temas
de desigual significación. Está en el orden del día la acreditación de delegados, la renuncia de
la conducción de la CGT San Martín, la elección de la comisión de poderes, la designación de
cuatro dirigentes gremiales para presidir las deliberaciones, el informe económico-imanciero
del período 1989-1990, la reforma del estatuto, la votación para designar los integrantes del
Consejo Directivo y el debate sobre la política y el rol del movimiento obrero argentino.
Los temas fundamentales del nuevo estatuto contemplan la presencia de un consejo directivo
con mandato de tres años. Este Consejo estará integrado por ocho secretarías de cinco
miembros cada una, un secretario general y cuatro alternos que rotarán en sus cargos cada
seis meses.
Los nuevos cuerpos orgánicos serán el congreso nacional, el comité central confederal, el con-
sejo directivo, el secretariado nacional y el plenario de secretarios generales. Estarán repre-
sentados en el Congreso Nacional todos aquellos gremios que cuenten con un mínimo de 300
afiliados.
Para la realización de una huelga general el estatuto prevé que debe ser aprobado por los 2/3
del Comité Central Confederal y dispone que, en situaciones extraordinarias, el consejo direc-
tivo está facultado para convocarla549.
La carta de nacimiento de la nueva CGT reemplaza el secretariado general unipersonal por un
cuerpo colegiado.
Estarán representados cuarenta gremios en ocho grupos de cinco organizaciones. Además de
los cinco miembros de la Secretaría General, los treinta y cinco restantes ocuparán la Secre-
taría Gremial e Interior, Relaciones Internacionales, Prensa, Relaciones Intersectoriales, Re-
laciones Políticas e Institucionales, Relaciones Parlamentarias y Acción Social 550.
546
Ver La Nación, 6/2/92.
547
Ver La Nación 6/2/1992 y Clarín, 6/2/92.
548
Página/12, 6/2/92.
549
Ver La Nación, 26/3/92.
550
Ver Clarín, 27/3/92.
Fueron intensos los conciliábulos que precedieron a la reunión del 26 de marzo. El objetivo
era preciso: la unidad con representación de todos los sectores del sindicalismo. Pero no fue
fácil lograr el propósito.
La cúpula de la CGT quedó asociada a los gremios más poderosos de cada una de las diferen-
tes internas.
Por el menemismo fueron designados José Rodríguez de SMATA y José Pedraza de los ferro-
viarios. Por los independientes accedió Oscar Lescano de Luz y Fuerza de Capital. De la co-
rriente crítica del menemismo surgió "el delfín" de Lorenzo Miguel, el metalúrgico Aníbal
Martínez. El quinto lugar estaba reservado para un representante de la CGT Azopardo, Juan
Manuel Palacios de la UTA, hombre de Saúl Ubaldini.
Palacios intenta resignar su candidatura en favor del dirigente cervecero, pero la respuesta es
negativa.
Tal vez su fidelidad a Ubaldini o su desilusión con respecto a Menem que, según él, no había
cumplido con los compromisos contraidos con los trabajadores durante la campaña electoral,
hacen fracasar su cargo en el Secretariado General 551. En resumen: ni Ubaldini, ni Palacios. A
ese puesto accede, un poco por obra del azar, el telepostal Ramón Baldassini, que encarna el
ala moderada del ubaldinismo. Ubaldini ocupará la vicepresidencia de la Confederación Inter-
nacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL). Este dirigente se resiste a asumir una
confrontación llana cuando se le sugiere mantener una CGT paralela 552.
El grupo más radicalizado y combativo, integrado principalmente por VíctorDe Gennaro de
ATE, Mary Sánchez de CETERA y Cayo Ayala del Sindicato de Obreros Navales reiteraron su
oposición a integrar la nueva CGT al no encontrar una postura más crítica a la política del go-
bierno. Ubaldinistas y barrionuevistas no tuvieron el espacio pretendido en la nueva estructu-
ra.
Al acto de Parque Norte, a diferencia de cualquier otro acto realizado por la CGT para unifi -
carse a lo largo de su historia, asistió el presidente Menem y miembros de su gabinete. Por
algo hubo quien dijera que "el acto fue tenso y riesgoso" 553.
Según las crónicas periodísticas "el principal responsable del desembarco del presidente en el
Congreso Unificado, fue el Secretario General de la PresidenciaEduardo Bauzá" 554.
La presencia, sobre todo, del ministro de Trabajo Rodolfo Díaz provocó irritación en la asamb -
lea y no faltaron voces disonantes que acompañaron al titular de la cartera mientras se aleja-
ba del lugar.
Antes de la llegada del presidente se leyó el documento de unificación emanado del Congreso.
Bajo el título "Unidad para la transformación con Justicia Social" la CGT emitió una decla-
ración de tipo político cuyos alcances fueron más allá de lo estrictamente sindical. En general
estaban de acuerdo todos los sectores, incluso el ubaldinista, aún cuando estos últimos no lo-
graron que se incluyera claramente la autonomía de la CGT respecto del Estado y de los par-
tidos políticos555.

551
El Cronista, 27/3/92.
552
Alfieri, Guillermo, E1 fin del ciclo Ubaldini, en Página/12, 27/ 3/92: "Dicen que a Ubaldini le prometieron una re-
presentación de la CGT en el extranjero y dicen también que ese era su sueño desde que fracasó estrepitosamente
como candidato a gobernador bonaerense en las últimas elecciones. Es, de cualquier modo, un broche demasiado
opaco para un dirigente que se mantuvo encaramado en la conducción sindical durante casi 13 años".
553
Pagni, Carlos, Nació la nueva CGT en un tenso acto, en Ambito Financiero, 27/3/92.
554
Ríos, Ricardo, Diferencias de última hora por la CGT, en Clarín, 26/3/92.
Eduardo van der Kooy dice en La tregua de Menem y Cavallo ,en Clarín, 29/3/92 que: "Es cierto que la estructura
sindical pasea hoy una imagen ajada y parece sin la solidez necesaria para una pelea de largo aliento, pero nadie
desconoce sus reflejos para poner aún en pie de lucha a amplios bolsones de la sociedad que padecen los efectos del
ajuste.
Ese criterio prevaleció finalmente entre los hombres del poder que persuadieron a Menem de la inconveniencia de un
portazo, y lo ubicaron sin riesgo de cara a un auditorio hostil en Parque Norte".
555
(73) Ver Página/12, 27/3/92.
El texto se inicia con la convocatoria a los trabajadores para que, unidos y organizados, asu-
man el puesto de lucha que les corresponde a fin de garantizar en esta difícil etapa del país el
desarrollo integral con justicia social.
Reconocen que el de nuestros días es un mundo en constante transformación "donde los sis-
temas puros no parecen sobrevivir, en el cual los liberales estatizan cuando hace falta, los co-
munistas incorporan reglas de libre mercado y los socialistas por razones de interés general
privatizan".
Manifiestan que, gracias al esfuerzo de ellos, es que se ha logrado la estabilidad tan deseada,
pues de ella depende la posibilidad de crecimiento y la consolidación de la democracia. Y
agregan que "el esfuerzo y sacrificio brindado no pueden agotarse solamente en la estabili-
dad, es imprescindible el afianzamiento de un sistema regido por los valores de la justicia y la
solidaridad...
"Sabemos -reiteran- que no hay destino para los trabajadores en un país sin destino, pero es al
movimiento obrero al que le compete erradicar la explotación y lograr que los sacrificios del
conjunto reditúen al todo social y no a una minoría privilegiada ...
Estamos dispuestos a concertar y no confrontar, pero ello no implica que concedamos lo inde-
bido ni que seamos cómplices de intereses opuestos a los propios.
No claudicaremos no declinaremos ningún principio, no aceptaremos la concertación cuando
ésta se plantea entre el poder y la necesidad".
Comprenden la urgencia de aliviar el pesado e ineficiente andamiaje estatal, pero son
concientes de que ello no significa que el Estado no cumpla "la transcendente misión de seña -
lar los recursos en función de desarrollo productivo, de indicador de la economía en atención
del interés general y de garante de la justicia social.
La redefinición del Estado, debe realizarse preservando que la estrategia no quede librada al
interés particular en detrimento del pueblo.
Queremos un Estado que se ocupe de la cuestiones esenciales como salud, educación, defen-
sa, seguridad, justicia y acción social, que no sea indiferente ante las desigualdades sociales,
sin corazón frente a los que sufren y necesitan protección. Queremos que se complemente el
estado de derecho con el estado de justicia".
Se expiden, asimismo, sobre el desarrollo del mercado interno, la equidad distributiva del ing-
reso, la libertad en las negociaciones colectivas, el capital productivo de riesgo y competitivo,
las herramientas imprescindibles de la capacitación y la educación, las garantías previsionales
de la vejez y la salud de la población.
Emplean, para reforzar su discurso, las palabras del S.S. Juan Pablo II cuando advierte que los
planes de ajuste deben tener como límite la protección de los sectores más carenciados.
Concluyen el documento reiterando el compromiso de que la CGT "será un factor protagónico
en el acontecer nacional, [que] juegue un papel decisivo y positivo, capaz de promover el
crecimiento real del salario y de la producción, el restablecimiento cierto de la protección
normativa del trabajador y una cultura del trabajo que enaltezca su dignidad, expresando con
seriedad los intereses y puntos de vista del sector social que representa".
En dicho marco -finaliza el documento- hemos comenzado a debatir entre nosotros el mejor
modo de contribuir a lograr el objetivo de transformación con justicia social 556.
El Congreso es clausurado con un mensaje del presidente de la Nación en el que exhorta a la
CGT a sumarse a su acción de gobierno y garantiza que "no voy a negociar ni traicionar, ni de -
feccionar con la revolución productiva". Solicita "un esfuerzo de imaginación y creatividad
para volver a situar al movimiento obrero organizado en el rol que merece la Argentina". Les
manifiesta a los allí presentes que deben evitarse dos tentaciones, que son desdibujadas ver-
siones del gremialismo: "La primera consiste en la tentación de quien pretende quedarse pe-
trificado en el tiempo, recitando posturas cavernícolas, sin ser capaz de evolucionar hacia el
futuro. La segunda consiste en olvidarnos de pronto de todas nuestras enseñanzas y actuar
movidos por la tentación de la superficialidad"557.
Se ha tratado de descubrir si en la presencia de Menem en el Congreso de la CGT hubo una
doble intencionalidad. Más aún cuando las relaciones entre el gobierno y los sindicalistas en
general no estaban pasando por el mejor momento. Es sintomático que, mientras se realiza -
ban los preparativos para la reunión, el Ejecutivo demoró el envío al Parlamento de la inicia-
tiva de Obras Sociales e introdujo sindicalistas de por medio- sustanciales reformas a los pro-
yectos de asociaciones profesionales y convenios colectivos.
Desde su fundación en 1930, la CGT, a excepción del periodo 1946-195~, vivió recurrentes
desuniones y uniones. Con gobiernos conservadores, radicales, militares y aún peronistas los
sindicalistas, según las circunstancias históricas, optaron por el diálogo, la participación, la
556
El texto completo puede verse en Clarín, 29/3/92.
557
Ver El Cronista, 27/3/92 y La Nación, 27/3/92.
anuencia, la propuesta, o por la confrontación, el alejamiento, el silencio, la oposición, la pro-
testa.
En esta historia de encuentros y desencuentros intersindicalistas y extra-sindicalistas, hacia
adentro y hacia afuera, los gremialistas han vivido momentos de encrucijada que los han
obligado a adoptar posiciones frente a los gobiernos de turno. Es la misma encrucijada que
han vivido todos los actores políticos y sociales del país y por qué no toda la ciudadanía. Los
sindicalistas, entonces, no han sido más que el espejo del consenso o del disenso de los traba -
jadores.
De allí la presencia en el mapa sindical argentino de la CGT Independencia y de la CGT
Catamarca (1935), de la CGT N° 1 y de la CGT N° 2 (1943), de la CGT Paseo Colón y de la
CGT Azopardo (1968), de la CGT Brasil y de la CGT Azopardo (1980), de la CGT San Martín y
de la CGT Azopardo (1989).
Las rupturas entre los sindicalistas no han sido irreparables, pues fueron más los años de
sindicalismo unido que de sindicalismo dividido.
Nos preguntamos si estos divorcios y reconciliaciones han respondido a una táctica política
para mantener a los gobiernos en expectativa frente a ellos. La respuesta será un resorte de
la historia.
REFLEXIONES

I. Historia social e historia sindical.

Inscribimos el estudio histórico de los sindicalistas argentinos en la más amplia acepción de


historia social, advirtiendo que los aspectos sociales del hombre no pueden ser separados de
otras manifestaciones de su ser sin riesgo de una trivialización. En ese sentido entendemos
que no es lícito escindir en la historia las formas en que los hombres se ganan la vida, o cons-
truyen su medio ambiente, o se asocian con fines útiles, de sus ideas.
Sin ir en detrimento de la cosmovisión histórica del hombre, la historia social es, en realidad,
la historia de las formas, de las circunstancias. Es tanto la historia de las unidades sociales
específicas, la de la gente concreta, como la de sus ideas. Es la historia del hombre relacio-
nado por objetivos comunes, todos los cuales se articulan e insertan en el contexto en el que
se desenvuelven, según su tiempo y su espacio.
No por ser historiadores estamos en el capricho de interpretar antojadizamente que "todo es
historia". Pero sin duda el estudio de la acción de los sindicalistas en la realidad temporal
argentina es historia y es parte de la historia argentina.
Esto ha pretendido ser Los Sindicalistas, cuyos protagonistas durante casi un siglo y medio,
han contribuido a moldear, también, el pasado y el presente de los argentinos.
Hemos privilegiado el estudio de ese grupo social proyectando su historia "parcial" en un
contexto político más amplio y general. Es imposible separar la historia de los sindicalistas de
la historia nacional. Máxime cuando ellos representan a los trabajadores que constituyen par-
te del basamento sobre el cual se ha edificado la Nación. Por eso pusimos el acento en los
sindicalistas y en el sindicalismo, más que en los sindicatos. Pusimos el acento en el trabajo y
en las ideas más que en la organización. Nos interesaron, para la historia de este tiempo, los
hombres y el movimiento, más que su estructura sindical.

II. Sindicalismo y otros "ismos".

En la Argentina el sindicalismo se impuso al anarquismo, al socialismo y al comunismo. La lu-


cha de estas corrientes, presente desde los inicios del movimiento obrero, habría de perma-
necer por muchos años insumiendo considerables energías. La disputa por ideologizar de una
u otra manera al movimiento obrero sirvió para clarificar y consolidar la conciencia nacional
de los trabajadores. El obrero argentino se inscribió predominantemente en la corriente
sindicalista, que era la que más se identificaba con su idiosincrasia y mejor captaba la reali -
dad porque interpretaba el sentido orgánico de una transformación que debía operarse desde
los cimientos de la sociedad.
El sindicalismo nació con una misión concreta: la defensa de los intereses y de los derechos
de los trabajadores. No planteaba la lucha de clases, no buscaba adhesión a partido político
alguno, no perseguía la internacionalización del movimiento y no pretendía arrasar el sistema.
A las prácticas convencionales de reclamos, como puede ser la huelga, los sindicalistas le
fueron sumando, con el correr de los años, una nueva modalidad de operar: la reclamación di-
recta al gobierno para la solución de los conflictos laborales. Esto le dio otro sentido a la lu -
cha obrera. Demostró que los sindicalistas fueron adquiriendo poder y representatividad que
les confirió una nueva identidad.

III. La argentinización fel sindicalismo.

Con el correr del tiempo, la mentalidad de los trabajadores evolucionó hacia un pensamiento
nacional, surgiendo, de esta manera, el fenómeno que hemos denominado la argentinización
del sindicalismo.
Esto fue posible gracias a que el viejo inmigrante, el obrero calificado, con experiencia
gremial y política de su país de origen, fue reemplazado, a partir de 1930, por eljoven obrero
nativo no calificado y sin experiencia gremial ni política. Este fue el semillero ideal para el
afianzamiento de la corriente sindical, para la concreción de la unidad definitiva y para la
toma de conciencia de su pertenencia a la Nación.
Esta argentinización sindical se vio consolidada con el advenimiento del peronismo.
Más allá de su particular actuación en los distintos períodos de la historia argentina, los
sindicalistas han signado la vida política del país por su estilo conciliador. No internaciona-
lizaron el movimiento ni adhirieron a posturas extremistas sino que, en más de una ocasión,
fueron una valla de contención de los estallidos sociales porque han estado comprometidos
con los más altos intereses del trabajo y de la Nación.
IV. La unidad sindical.

Paralelamente al arduo bregar por la consecución de la solidaridad y la cooperación entre


ellos y del equilibrio en la relación trabajo-capital, los dirigentes gremiales tomaron
conciencia de la fortaleza que representaba la unidad sindical.
Obstinados por lograrla ensayaron diversos modelos de organización a través de federaciones,
confederaciones y uniones. Y así se creó la Federación de los Trabajadores de la Región
Argentina, en 1891. A ésta le siguió en 1894 la Federación Obrera Argentina, en 1903 la
Unión General de Trabajadores, en 1904 la Federación Obrera Regional Argentina, en 1909 la
Confederación Obrera Regional Argentina, en 19221a Unión Sindical Argentina y la
Confederación Obrera Argentina.
A raíz de sus influencias ideológicas, estas entidades mostraron discrepancias en los objetivos
y en los métodos para alcanzarlos y esto se convirtió en un obstáculo continuado para la uni -
ficación del movimiento obrero.
Fue recién en 1930 cuando se llegó a la unidad sindical definitiva con la creación de la
Confederación General del Trabajo (CGT).
Esta institución persiste hasta la actualidad. Las desinteligencias que han surgido y surgen,
aún hoy, en su seno se deben más a cuestiones formales que de fondo. Se han producido divi-
siones, pero siempre en el marco de la asociación obrera nacional, a punto tal que cuando
ellas se producen mantienen el nombre de CGT.
Esos transitorios distanciamientos no han obedecido a diferencias ideológicas ni filosóficas,
sino que han respondido, más bien, a distintos modos prácticos para encarar y resolver los
problemas a los que se enfrentaba el movimiento obrero argentino. De allí que surgieran la
CGT Independencia y la CGT Catamarca en 1935, la CGT N° 1 y la CGT N° 2 en 1943; la CGT
Paseo Colón y la CGT Azopardo en 1968, la CGT Brasil y la CGT Azopardo en 1980, la CGT
San Martín y la CGT Azopardo en 1989. El sólo y simple aditamento de una calle o un número
nos demuestra que la desinteligencia no iba más allá de Ia metodología a aplicar. La prueba
está que en 1992 se vuelve a unificar la Central Obrera con unidad de conducción.

V. Sindicalismo-gobierno.

Superado el tema de la unidad, los sindicalistas luego se plantearon la relación sindicatos-go-


bierno. La cuestión fue la independencia o no de lo gremial frente a lo político. Aquí demostra-
ron una forma de actuar esencialmente pragmática.
Por un lado, a veces, propiciaron y aceptaron alianzas con el gobierno. En otras ocasiones sólo
buscaron su total independencia del Ejecutivo y de los partidos políticos, sin que ello signífica -
ra un obstáculo a la hora de negociar. Por último, también supieron elegir el camino de la
confrontación lisa y llana.
Estos comportamientos no han sido excluyentes ni correlativos. A veces han sido simultáneos,
dándose hasta en un mismo gobierno. De la suerte de la relación sindicalistas - gobierno de-
pendió la suerte de la unidad o diversidad de la CGT.
Así pues la relación de los sindicalistas con los regímenes conservadores tuvo que encauzarse
a través de la legalidad. Can ello queremos significar que las reivindicaciones surgieron a
pedido de los dirigentes gremiales, por medio de leyes emanadas del Congreso de la Nación.
Como liberales que eran, las administraciones conservadoras solamente se encargaban de los
temas referidos a la seguridad, a la moralidad y a la salubridad. Y era prestadora de aquellos
servicios públicos considerados esenciales y fundamentales. Lo demás quedaba en manos del
sector privado. De allí que todo lo que hiciera a la relación trabajo-capital no entrara dentro
de la órbita del Estado.
Por eso creemos que fue un gran logro por parte de los sindicalistas argentinos el canalizar
sus aspiraciones a través de una legislación laboral. Fueron tan perseverantes en sus deman -
das que al gobierno no le quedó otra opción que el dictado de una legislación del trabajo.
Frente a los gobiernos radicales la actitud generalizada de los sindicalistas fue la de la confro -
ntación. Así sucedió durante los dos gobiernos de Yrigoyen, el de Alvear, el de Frondizi y el de
Illia. Alfonsín, si bien fue menos condescendiente con la dirigencia sindical, a la que trató de
"reordenar" y ésta le retribuyó con trece paros generales hizo, no obstante, un claro intento
de acercamiento cuando designó a un dirigente gremial de extracción peronista en el Minis-
terio de Trabajo. Es más, se llegó a hablar a raíz de este hecho circunstancial, de un "pacto
sindical-radical". Pero el reordenamiento sindical que se propuso desde el oficialismo y los
trece paros generales de respuesta sellaron las distancias entre sindicalistas y gobierno.
Con los gobiernos militares los gremialistas mostraron perfiles más nítidos. Era el diálogo y la
participación o la oposición y la confrontación. Algunos sindicalistas conseguían, con actitu-
des pacíficas y aperturistas, lo que otros reclamaban con métodos hostiles. En el fondo era la
misma demanda con diferente tramitación.
Ante el justicialismo el comportamiento sindical evolucionó desde la independencia a la
participación. En un primer momento la posición de los sindicalistas es ecléctica, pues aunque
apoyan al gobierno, no llegan a identificarse públicamente con su administración.
Es a partir de 1947 cuando se inicia una política de colaboración que implica la integración
vertical de la CGT en el Estado a partir de los sindicatos oiicialistas. Desde 1949 la Central
Obrera se incorpora al Partido Peronista como una de sus tres ramas.
Cuando el justicialismo es por tercera vez gobierno, el sindicalismo adopta una actitud prag-
mática. No es el justicialismo de 1946. A éste se le habían sumado nuevos ingredientes que
abarcaban todo el espectro ideológico, desde un extremo al otro.
A partir de la muerte de Perón en 1974 el gremialismo organizado advierte el peligro de esos
extremos. Es el primero en reaccionar asumiendo la "patria sindical" frente a la "patria so-
cialista".
Por eso pudo Mario Roberto Santucho, máximo dirigente del Ejército Revolucionario del Pue-
blo, declarar en Marsella en 1976 que: "Una de las razones por las cuales no pudimos efec-
tuar acciones de masa se debió fundamentalmente a las dificultades que tuvimos para pene-
trar la estructura sindical, ya que la burocracia dirigente se constituyó en una valla. En otros
sectores, en cambio, hasta en organismos de seguridad, no tuvimos problemas para pene-
trarlos".
Curiosamente, en el actual gobierno justicialista se han dado en el sindicalismo, a la vez, las
tres posturas a que hicimos alusión: la confrontación, la participación y la independencia pero
con diálogo. No podemos aventurar el desenlace.

VI. La estrategia sindical.

Debemos ahora preguntarnos ¿qué estrategias han empleado los sindicalistas para hacer oír
sus reclamos?.
A lo largo de estos ciento cincuenta años los hemos visto recurrir a métodos convencionales
llamados de acción directa, como por ejemplo: las huelgas, los paros generales, los paros
parciales, el trabajo a reglamento, el de "brazos caídos", y hasta el "trabajo a tristeza".
También han recurrido a planes de lucha como la toma de fábricas o de lugares de trabajo.
En otras ocasiones han apelado a las marchas y concentraciones pacíficas, a la publicación de
documentos críticos a la política instrumentada por los gobiernos y a la participación, desde
dentro y desde afuera del Congreso de la Nación, en la discusión de proyectos legislativos que
atañen al sector que representan.
Este permanente "batallar" permitió a los sindicalistas y a los trabajadores en general, luchar
no sólo por las reivindicaciones del sector, sino por los problemas globales del país, demos -
trando la identificación del movimiento obrero con lo nacional.
En otros momentos la división y la unificación de la CGT ha sido empleada como estrategia
política. La fractura ha dado por resultado dos CGT; nunca más de dos. Cabría sospechar,
frente a esta realidad, que han sido divorcios consensuados, "de mutuo acuerdo" entre los
dirigentes sindicales para potenciar su accionar y extraer mayores réditos.

VII. El personalismo sindical

Si bien no nos ocupamos específicamente de la organización de la CGT hay una característica


que merece resaltarse porque trasciende lo gremial: es la tendencia a la personalización polí-
tica del poder. Decimos esto porque la autoridad máxima de la CGT fue, hasta este momento,
unipersonal: el Secretario General.
Del último Congreso realizado en marzo de 1992 bajo el lema "Unidad Sindical para la
Transformación con Justicia Social" ha surgido una conducción colegiada. La dirección de la
CGT está, ahora, en manos de cinco Secretarios Generales que se rotarán cada seis meses en
el cargo. La nueva composición del "ejecutivo" ha sido posible porque la remozada institución,
"refundada" con vistas a la transformación nacional tiene una nueva "Constitución", es decir
un nuevo estatuto. ¿Será esta una actitud ejemplificadora de que para que la Nación entre de
lleno en la Revolución Productiva, con mayúsculas, sea indispensable reformar la Constitución
Argentina?.
La CGT ha comprendido que la unidad es un imperativa de la hora actual para acompañar la
mudanza con Justicia Social.
No podemos asegurar cuán larga será la vida de esta CGT. Es una incógnita.
Sí podemos conjeturar que esta unión es resultado más de la necesidad, que de las coinci-
dencias de los distintos sectores del gremialismo argentino.
También podemos afirmar que de este congreso ha surgido una CGT menos oficialista que la
San Martín y menas opositora que la Azopardo. No sabemos si este nuevo estilo atenuado le
permitirá tener independencia frente al gobierno.
Por ahora, la unidad les ha devuelto a los sindicalistas el protagonismo que aparecía debili -
tado y les ha ampliado su competencia operativa.
Resta saber cómo actuarán los dirigentes sindicales para aproximar posiciones en una CGT
acostumbrada al verticalismo y que ahora deberá acercarla opinión de cuarenta miembros de
sectores opuestos.
Confiamos en que aquí no se dé la lección de nuestra historia que ha debido resignar, en la
etapa fundacional, ejecutivos colegiados para dar paso aejecutivos unipersonales. Ya ha su-
cedido una vez en la historia sindical: en enero de 1984, al unificarse la CGT Brasil y la CGT
Azopardo, la conducción del máximo organismo quedó en manos de cuatro secretarios ge-
nerales, y un consejo directivo integrado por treinta y cinco dirigentes representantes de las
internas gremiales. Esta conformación de la CGT perduró hasta noviembre de 1986.
La suerte de la CGT colegiada, nacida en marzo de 1992, presumimos que, como en otras
oportunidades, no será ajena a la constante histórica de la personalización y la verticalización
del poder sindical. Más aún cuando los cuerpos colegiados son de una dirección rotativa, plu-
ral y continuada. Ello es sustento para pensar que el modelo de administración sindical de la
última CGT es una respuesta coyuntural y, por lo tanto, transitoria. Esta reflexión procede de
un análisis de la realidad de nuestro tiempo y de los antecedentes históricos específicos del
sindicalismo argentino.
VIII. Sindicalismo y mucho más.
Mas allá de la estructura que se dé en el gremialismo argentino, siempre habrá sindicalistas
que representen los intereses del sector del trabajo. Lo contrario equivaldría a suponer un re-
troceso, impensable por sus consecuencias, en la relación capital-trabajo.
Son múltiples las manifestaciones del arte argentino, tanto pictórico como literario, que des-
criben las penurias y las aflicciones de los obreros de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
No es fácil imaginar lo que han debido luchar los trabajadores y los dirigentes sindicales de
entonces para conseguir condiciones dignas de trabajo.
De allí que sean invalorables los logros obtenidos en este campo. Por ejemplo, en el orden
sindical podemos mencionar el pago de salarios en moneda nacional, las condiciones higié-
nicas en los lugares de trabajo, la igualdad para los obreros de ambos sexos, la reglamen-
tación del trabajo de mujeres y niños, la jornada laboral de 8 horas, la protección a la materni-
dad, el derecho a llevar ajuicio a los patrones sin gasto, el salario mínimo, el descanso domi -
nical, la abolición del trabajo a destajo.
Estos avances sociales ya forman parte del patrimonio natural del trabajador.
Pero se avanzó aún más, pues esto era insuficiente. Modernamente los requerimientos fueron
mayores para el logro de un justo equilibrio en la relación trabajo-capital: sueldo anual
complementario, régimen de inembargabilidad del sueldo anual complementario, indemni-
zación por despido, prohibición del trabajo después de las 13 hs. del día sábado, descanso
anual con goce de sueldo, responsabilidad de los patrones por accidentes de trabajo y enfer-
medades profesionales, participación de los obreros en organismos estatales laborales.
Cuando el Estado reconoció a los sindicatos como asociaciones intermedias, los dirigentes
gremiales buscaron un mayor espacio y lo obtuvieron con el dictado de la ley de asociaciones
profesionales, la de contrato de trabajo, la de obras sociales, el derecho de huelga, el estatuto
sindical por actividad, los convenios colectivos, el régimen previsional y el programa de pro-
piedad participada.
Su accionar estuvo también encaminado a lograr una mejor calidad de vida para el trabajador
y su familia. Y así los sindicalistas se preocuparon por la vivienda, el turismo social, las colo-
nias de vacaciones, las bibliotecas, las becas de estudio, las proveedurías y farmacias sindica-
les, las cooperativas obreras, los cursos de capacitación laboral, el deporte y la recreación.
El derecho de trabajar contemplado en el art. 14 de la Constitución Nacional de 1853, fue
completado con la reforma de 1957, que incluyó el art. 14 bis, donde se explicita que el traba-
jo en sus distintas formas gozará de la protección de las leyes que al efecto se dicten. Este art.
14 bis, que tiene como antecedente la reforma constitucional de 1949, condensa todo el arduo
batallar, durante años, de los trabajadores y sus dirigentes sindicales.
La labor del sindicalismo argentino se proyectó más allá de lo estrictamente laboral. En este
aspecto, no ahorró esfuerzos en reclamar por temas que preocupaban a la mayoría de la so-
ciedad y no sólo a los trabajadores.
Por eso se lo vio discutiendo, proponiendo, denunciando y solicitando medidas de carácter
económico, social y político. Por ejemplo, prórroga de la ley de alquileres, rechazo de la ley de
conversión de 1899, presión ante el pacto Roca-Runciman, posición frente a la segunda
guerra mundial, convocatoria a los distintos partidos políticos, pronunciamientos de la CGT
ante las interrupciones militares, pedidos de renuncias de algunos funcionarios, denuncias de
anormalidades institucionales, como la anulación de elecciones, controles de precios, ruptura
de relaciones con el Fondo Monetario, realización de un plan de viviendas sociales, defensa de
los productos argentinos en los mercados internacionales, creación de fuentes de trabajo, vi-
gorización de un fuerte mercado interno de consumo, realización de cambios estructurales en
la agricultura, industria, comercio y servicios generales, presencia en los proyectos de
transformación del Estado.

IX. El protagonismo sindical.

La intervención constante de los sindicalistas en todos los problemas nacionales que afectaron
a los trabajadores los convirtió en actores de primera línea, en protagonistas de la vida argen-
tina.
Ellos no han podido ni han querido constreñirse al papel de meros espectadores de los proce-
sos políticas, sociales y económicos de la Nación.
Si así hubiera sucedida hubiese significado eludir la responsabilidad que su representatividad
les había conferido. De allí que consideraran inexcusable asumir y ejercer
el derecho de emitir su opinión en cuestiones relacionadas con el quehacer nacional. Esto ex-
plica el porqué de su protagonismo.
El simple hecho de serlo los llevó constantemente a convertirse en blanco de críticas, vili-
pendios, castigos y muy pocos reconocimientos por su innegable aporte a la justicia, a la paz y
a la unidad nacional.
Tanto en los gobiernos democráticos como en gobiernos de facto, y sobre todo en estos últi-
mos, los sindicalistas y los delegados de fábricas fueron blanco fácil de persecuciones, arres-
tos, exilios, muertes y desapariciones.
Desde el surgimiento mismo de la actividad gremial los sindicalistas fueron víctimas de repre-
siones con el intento de disciplinarlos, acallarlos, dividirlos, neutralizarlos, domesticarlos.
Esto no sólo no los desanimó, no amedrentó su espíritu sino, por el contrario, los retempló y
fortaleció para no cejar en las reivindicaciones laborales.
En esta historia, a veces incruenta pero en muchas ocasiones cruenta, los sindicalistas en
particular y los trabajadores en general vieron cercenados sus derechos, por ejemplo, con la
expulsión de obreros, con el cierre e intervención de sindicatos, con la eliminación de direc-
ciones que pudieran encabezar la resistencia, con el congelamiento de fondos y cuentas ban-
carias de los gremios y de la central obrera, con la prohibición del derecho de huelga, con la
clausura de periódicos obreros, con la inhabilitación para ocupar cargos directivos o repre-
sentativos, con la instalación y desmantelamiento de las obras sociales, con la prohibición de
la realización de congresos ordinarios y extraordinarios y de reuniones públicas. En síntesis,
la supresión lisa y llana de toda actividad gremial.
A pesar de todo esto el sindicalismo argentino nunca se llamó a silencio y contribuyó ac -
tivamente en todos los intentos de reforma del país. Ellos han sido los primeros en
ajustarse conforme al cambio y compartir con miles de afiliados la responsabilidad por el éxito
de la transformación nacional.

X. El sindicalismo como movimiento.

Para finalizar, una última reflexión. ¿Cuáles son los secretos de la permanencia, de la conti-
nuidad, estabilidad y perdurabilidad del sindicalismo en la Argentina?: hay tres secretos.
Uno, es la unidad y su derivado la verticalidad.
El otro, es la argentinidad o nacionalización y su derivado la desinternacionalización ideoló -
gica. A la unidad y la nacionalización ya nos hemos referido.
El tercero es el movimientismo. Adviértase que siempre se está convocando, desde la estruc-
tura sindical al movimiento obrero organizado con el propósito de que la dinámica laboral no
deje a trabajador alguno fuera del sistema. El movimiento es para el sindicalismo la energía
vital de su impulso y conservación. Es la fuerza que lo mantiene vigente.
El sindicalismo argentino, en efecto, es un movimiento porque representa los intereses de to-
dos los trabajadores, porque responde a la exigencia de participación y solidaridad, porque
actúa como elemento aglutinante de las distintas tendencias sindicales que lo componen,
porque es global, dinámico, movilizador, actualizador e integrador.
Pero ese movimiento tiene un orden, una organización que se lo da la CGT. Es por ello que
esta institución compatibiliza, canaliza y promueve la acción de todos esos sectores que
convergen en el movimiento. Si no fuera así, la estructura que no representa al movimiento,
carecería de razón de ser y el movimiento sin estructura carecería de destino.
En síntesis, los sindicalistas argentinos han sido protagonistas de la transformación y del pro -
greso social y, seguramente, continuarán siéndolo en el futuro.
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