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27/5/2018 Actualidad del inconsciente y experiencia analítica | Colaboraciones - ElSigma

    

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23/06/2008- Por Graciela Kait - Realizar Consulta
» Psicoanálisis <> Ley
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» Educación

» Arte y Psicoanálisis
El psicoanálisis dio y da que hablar. El debate está tejido por el
» Cine y Psicoanálisis
discurso amo de nuestra época, discurso en el que se entrecruzan la
ciencia moderna con su acumulación de saber que apunta a un saber
» Psicoanálisis<>Filosofía absoluto y el modo de producción capitalista con su acumulación de
capital infinita, en una disputa por el mercado de la llamada Salud
» Psicoanálisis y Ciencias Mental.

» Lecturas
Si bien desde su aparición, las críticas al psicoanálisis no dejaron de hacerse escuchar, en
» Literatura los últimos años dichas críticas vinieron revestidas de un halo de cientificidad imbuido de la
biología acompañada de un importante despliegue de la industria del psicofármaco que
» Historia Viva ofreció una solución química al sufrimiento humano.
Sin ir más lejos, durante el año 2005 apareció en la tapa de una importante revista
» Coleccionables
semanal[1] el rostro de Freud resquebrajado con un titular que anunciaba por enésima vez
» Subjetividad y Medios el fin del psicoanálisis junto a un copete que comentaba que son cada vez más los
psicólogos y pacientes que dejan las terapias “tradicionales”, anunciaba cuáles son las
» Género y Psicoanálisis pastillas que reemplazan al diván sumado al boom de las terapias alternativas y de efectos
rápidos.
» Fenómenos Psicosomáticos
También, en el transcurso de dicho año, un filósofo danés -Mikkel Borch-Jacobsen- nos
» Audio y Video decía desde el diario La Nación[2] que el psicoanálisis va a desaparecer con argumentos
tales como que el mismo fascinó a la gente que quería más libertades sexuales y que en
» Agenda de Eventos los EEUU está completamente tachado de los departamentos de psiquiatría y psicología de
todas las universidades con la curiosidad de que sólo persiste en los departamentos de
Actividades Destacadas
» Noticias
literatura gracias, seguramente, a Lacan y a la admiración que despierta en los medios Fundación Tiempo
» I Congreso elSigma literarios estadounidenses. POSGRADO EN ATENCIÓN
Durante el 2006 y en la misma serie, en el suplemento Enfoques de La Nación[3] - TEMPRANA CON PRÁCTICA
  ASISTENCIAL
dedicado mayormente al 150 aniversario del nacimiento de Freud-, se pudieron leer varias
notas bajo el título “Juicio al diván” abriendo la pregunta por la vigencia del psicoanálisis y Duración: 2 cuatrimestres; puede
cursarse uno solo.
la polémica que ésta despierta habiendo tratamientos que prometen resultados más
Inicio agosto: martes 7, de 18.30 a
rápidos, más económicos y soluciones químicas -como el Prozac- por el avance de la 21.30 hs.
neurobiología. En el citado suplemento, la nieta de Freud, que se definió psicoterapeuta,
confesó no haberse analizado nunca afirmando la desactualidad de las ideas del abuelo. Leer más
Asimismo, en la nota “Juicio al diván”, se planteaba que un gran caudal de psicoanalistas
exigen un aggiornamento citando la opinión de varios, como por ejemplo: la discusión
sobre el psicoanálisis no es fácil por la rigidez dogmática de las grandes escuelas; un Realizar consulta
psicoanálisis libera al paciente conectándolo con las alas de su deseo pero no todos los « »
pacientes están dispuestos a invertir el tiempo y dinero que esto requiere; que fue el
mercado un factor decisivo en el éxodo de pacientes del diván a terapias breves y
focalizadas invalidando al psicoanálisis como instrumento terapéutico universal aplicable a
todas las patologías mentales; que las empresas de salud están ávidas de resultados y que
sin lugar a dudas la polémica está atravesada por cuestiones corporativas y de intereses,
siendo los grandes laboratorios farmacológicos los que impulsarán las terapias que no se
detienen en la causalidad del padecimiento.
Este breve recorrido nos permite adelantar algunas conclusiones: una obvia: que el
psicoanálisis dio y da que hablar; la otra estructural: que el debate está teñido por el
discurso amo de nuestra época, discurso en el que se entrecruzan la ciencia moderna con
su acumulación de saber que cartesianamente apunta al saber absoluto y el modo de
producción capitalista con su acumulación de capital infinita, en una disputa por el
mercado de la llamada Salud Mental.
Interroguemos entonces, los argumentos con los que se pretende dar por muerto al
psicoanálisis. ¿El psicoanálisis es una terapia tradicional? O aun más, ¿es una terapia?; ¿es
lo propio del discurso del analista producir fascinación o dirigirse a liberar la sexualidad?,
¿es la sexualidad aquello de lo que el psicoanálisis se ocupa?, además, ¿a qué se llama
libertad sexual?
Por otra parte, el hecho de que alguien no le suponga al psicoanálisis un saber hacer en el
que encontrar una respuesta a su padecer y por lo tanto no esté dispuesto a dedicar
tiempo y dinero para eso, optando por alguna solución química o de adiestramiento, ¿por Del mismo autor
qué cuestionaría al psicoanálisis?, hay múltiples ofertas, nadie está obligado a elegir la
No hay más artículos de este autor
experiencia psicoanalítica, cada uno es responsable de su elección y de sus consecuencias.
¿Y si ese cuestionamiento por el tiempo fuera, para seguir a Freud en Análisis terminable e Búsquedas relacionadas
interminable[4], un producto de su época que pretendió adaptar el tiempo del análisis a la
prisa de la vida americana y a su prosperidad, es decir, el hombre moderno tomado por la » caputalismo
eficacia de la ciencia y las pretensiones de rendimiento en la civilización apresurada, en » inconsciente
fin, el hombre moderno tomado en la lógica capitalista?
“Implícitamente, el hombre moderno piensa que todo lo que ha sucedido en el universo » experiencia psicoanalítica
desde el origen está destinado a converger hacia esa cosa que piensa, creación de la vida,
» análisis

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ser precioso, único, cumbre de las criaturas, que es él mismo, y en el cual existe un punto
privilegiado llamado conciencia.
Este enfoque conduce a un antropomorfismo tan delirante que primero hay que escapar de
su embeleso para reparar en la ilusión de que se está siendo víctima. La necedad esa del
ateísmo cientifista es algo nuevo en la humanidad. Como en el seno de la ciencia nos
defendemos contra todo lo que pueda parecerse a un recurso al Ser supremo, presas de
vértigo nos precipitamos hacia otra parte, para hacer lo mismo: prosternarnos. Ya no hay
nada que comprender, todo está explicado: la conciencia tiene que aparecer, el mundo, la
historia convergen hacia esa maravilla que es el hombre contemporáneo, ustedes, yo, que
corremos por las calles[5].”
Y aquí hacen su entrada, las empresas de salud que esperan resultados rápidos porque
time is money, porque como toda empresa en este modo de producción debe acumular
plusvalía y el psicoanálisis no es un buen negocio, no es rentable. A propósito de lo cual,
recordamos aquella frase de Marx en El capital[6] donde nos describe la risa cínica del
capitalista cuando descubre su lugar y función en el proceso: ser el que embolsa la
plusvalía. El amo cínico nos ofrece encantarnos, ¿fascinarnos quizás?, con sus pastillas
mágicas que actuarán sobre nuestro cuerpo como sustancias para prolongar nuestro sueño
eterno, ese en el que no somos responsables para nada de nuestro sufrimiento y
garantizarse así, gracias a los avances de la ciencia biológica, su abultado bolsillo. Y
entonces, las masas humanas se instalan definitivamente en la debilidad mental. Así, cito
a Lacan:
“…el capitalismo, la acumulación de capital es la relación del sujeto cartesiano a ese ser
que se afirma allí, que está fundado sobre la acumulación del saber. El saber, a partir de
Descartes, es lo que puede servir para acrecentar el saber. Esto es otra cuestión que la de
la verdad. (…) toda psicología moderna está hecha para explicar cómo un ser humano
puede conducirse en la estructura capitalista (…). Esto es precisamente el estado extremo
que el descubrimiento de Freud trastorna, descubrimiento que quiere decir y que dice que
hay un pensamiento que es saber sin el saber”[7].
 
Y es a eso justamente, a lo que se llama inconsciente, un saber sin saber que implica un
descentramiento del ser hablante.
Pero entonces, ¿qué se entiende por aggiornamiento del psicoanálisis?, ¿que éste se torne
funcional al amo moderno?, ¿funcional al amo hipermoderno? -para parafrasear a G.
Lipovetsky[8]-, que con su empuje al hiperconsumo en el hipermercado global atiborrado
de sus objetos gadget con los que intenta llenar el agujero del deseo humano, esa falta
que Freud describió como la diferencia entre lo buscado y lo hallado, diferencia
disarmónica en la que el deseo florece, diferencia que instala la pérdida del referente, el
hecho de que no hay el objeto.
Y por último, ¿de dónde sale la idea de que el psicoanálisis es un instrumento terapéutico
universal que se aplica por igual a todas las enfermedades mentales? Y esto es el colmo de
la ignorancia o de la mala fe. Creer que el psicoanálisis es un instrumento que se aplica
por igual…, esto sí es la muerte del psicoanálisis, reducirlo a un instrumento que
habiéndoselo aprendido a aplicar sólo se trataría de aplicarlo universalmente cada vez
según el modo aprehendido, es hacer de él una letra muerta, un dogma a repetir y
cumplir; y por sobre todo, es lo que patentiza que no se ha entendido para nada aquello
de lo que se trata, que es lo contrario a cualquier procedimiento universal como el de la
ciencia que procede por leyes universales y uniformiza un para todos igual tal como se
deja leer en los manuales de diagnóstico de uso actual donde toda singularidad y toda
causalidad están elididas.
Si el surgimiento de la ciencia moderna introduce el para todos igual rechazando a la
manera de una forclusión lo más singular de un ser hablante, el psicoanálisis es la práctica
de un discurso que viene a tomar la posta de ese sujeto de la ciencia silenciado por el
lenguaje objetivado y toma esa posta deteniéndose en su invención más singular, a saber:
su síntoma que… se construye “(…) como si yo no quisiera saber nada”[9].
¿Es que alguna vez Freud o Lacan plantearon las cosas en términos de un para todos
igual? Afirmar que el psicoanálisis aplica un instrumento universal es equivalente además,
a decir que es una aplicación prejuiciosa dado que el practicante no se deja sorprender
cada vez por el inconsciente, es decir, no es un incauto de la experiencia que va a
conducir.
Una manera de abordar al ser humano supone desde ya, una manera de concebir a ese ser
humano a partir del discurso o la práctica desde la que se lo aborda. El cuerpo humano de
la biología no es el cuerpo libidinal, ese que es capaz de ser tomado en la hipocondría sin
ninguna disfunción orgánica. El de la biología y sus avances es el que nos anuncian
titulares como:
“La ciencia ya sabe en qué región del cerebro se manifiesta el amor. Científicos proponen
cómo calmar el estrés de la convivencia. La clave sería la oxitocina «la hormona del
amor». En aerosol calmaría la agresividad. Hallan la zona del cerebro que origina el
sentido del humor. Lavado de cerebro para quitar penas. Un patrón diferente para el
cerebro violento -relacionado con las partes del cerebro asociadas a las «emociones
violentas»-. Identifican la zona del cerebro responsable de la forma como las personas ven
su cuerpo. Amor y sexo en polos opuestos del cerebro. Descifran los misterios del sexo en
el laboratorio. Los genes dictan la compleja danza de la atracción”.
No se trata, para nosotros, de aceptar o no estos descubrimientos, ni de dirimir quién tiene
razón dado que no hay una razón. Existe la racionalidad de la ciencia y la del psicoanálisis
que es otra, la del inconsciente. Lo importante es no ser inocente respecto de las
consecuencias de estos avances neurobiológicos a la hora de abordar al ser hablante que,
por supuesto, ni siquiera sería responsable de tener el cerebro que tiene. La consecuencia
sería, entonces, que nuestra humanidad queda reducida a nuestro cerebro, a las sinapsis,
a los niveles de hormonas que ascienden o descienden, a los genes que heredamos en
gracia o en desgracia.
Y de este modo, la intervención del profesional es la del que sabe que algo no funciona
como debería y la del que trataría de hacerlo funcionar como corresponde. Es una
intervención desde el discurso del amo que apunta a hacer funcionar las cosas. No ha
lugar a la pregunta, a la implicación, a la posibilidad de inventar otra cosa por parte del
que ubica un problema y pone algo de sí -en el sentido de la apuesta- para pegar un salto
y pasar a otra cosa. Es una práctica basada en el ejercicio de un poder en el que el otro es

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el que sabe y sabe lo que es bueno para mí. Que el otro sepa lo que es bueno para mí es
tanto una versión de la pasión por la ignorancia como del horror al saber.
Y siguiendo al Heidegger[10] de 1936, diremos que este es el estado de las cosas en la
época de la entera incuestionabilidad, época del hechizo y el encantamiento de la técnica y
sus progresos donde el cálculo es la ley fundamental del comportamiento imponiéndose los
modos mecanicista y biológico del pensar al ente con el consecuente abandono del ser.
Época de la desaparición de los espacios de decisión que es solidaria de lo que Lacan llamó
tomándolo de A. Malraux, niño generalizado[11], gente grande que no es responsable de
nada, que es consecuencia además, de la declinación de la imago paterna.
Y ahora nuestros argumentos, esos que Freud y Lacan enseñan a los que desean dejarse
enseñar tal como ellos lo hicieron, dejarse enseñar desprejuiciadamente por los dichos de
quienes les hablaban de su padecer.
El psicoanálisis nace junto al siglo XX; Freud demuestra la existencia del inconsciente y su
estructura de funcionamiento con tres libros contundentes sobre el sueño[12], la
psicopatología de la vida cotidiana[13] y el chiste[14]. Con esta demostración introduce
una novedad en el campo del conocimiento, en el campo del saber, una novedad que ni la
filosofía ni la psiquiatría penetraron porque no se dejaron enseñar por las histéricas, no por
incapacidad sino por posición discursiva.
La filosofía, que según el mismo Freud en “Múltiple interés del psicoanálisis”[15], se había
ocupado del problema del inconsciente como algo místico, indemostrable, inaprensible y
oscuro o identificando lo psíquico con lo conciente y esto porque la filosofía en tanto que
metafísica presupone al sujeto del conocimiento. La psiquiatría clínica que, afirma en la
“Lección XVII, El sentido de los síntomas”[16], prescinde del contenido de los síntomas, es
decir, del hecho que los mismos poseen un sentido que se escapa, que está velado y aun
más, que posee una causa.
Entonces, el psicoanálisis es otra cosa que la metafísica, es otra cosa que el estudio del
ente que olvida y, como dijimos, abandona al ser y también se ocupa de esa otra cosa
para la que la ciencia médica no tenía respuestas: un desmayo histérico, un síntoma
conversivo, un ritual obsesivo repetido incansablemente, un delirio.
Y en definitiva, ni la ciencia médica ni la filosofía se asomaron al inconsciente freudiano
porque al no tener el deseo de Freud, no se asomaron al vacío de lo real. De modo tal que,
una diferencia a destacar es que las psicoterapias intervienen desde el discurso del amo
agregando sentido cuando el psicoanálisis opera desde el deseo del analista que se dirige
hacia el sinsentido.
El psicoanálisis no es una experiencia de acumulación de saber ni de capital, sino por el
contrario, la experiencia de aquello que se está dispuesto perder, a ceder. Decir que no es
una experiencia de acumulación ya lo pone a contrapelo de ciencia y capitalismo y es por
eso que el discurso del analista es la salida del capitalismo porque, entendemos, le hace
lugar a la pérdida, al resto lo que hace de ella una práctica no segregativa.
Cuando en “Análisis terminable…”[17], texto en el que Freud se disculpa varias veces por
haber descuidado el punto de vista económico, interroga a la experiencia respecto de los
obstáculos que surgen en su camino, se retrotrae a la etiología de la neurosis relevando
tres factores determinantes: el accidente traumático, la intensidad de la pulsión y la
alteración del yo que surge como defensa de lo pulsional sirviéndose de la represión. Si la
alteración es producto de la defensa, lo que se espera de un psicoanalista es que con su
saber hacer, perturbe, moleste la defensa[18] en la medida en que la solución sintomática
es fallida.
El accidente traumático y la intensidad de la pulsión son la misma cosa dado que el trauma
que acontece en la inermidad más radical, allí donde la función sujeto no opera, debe ser
pensado como un encuentro contingente con lo real entendido como una primera irrupción
de goce que acontece en el encuentro del hombre con el lenguaje, encuentro por el que el
viviente incorpora lo simbólico. De allí que lo que se necesita para gozar es un cuerpo -
propio o ajeno- para ser llevado en su descenso a los infiernos en tanto que el goce es lo
que en la vida prefiere la muerte.
Así, el despertar de lo pulsional sensibiliza, angustia y atormenta el cuerpo volviéndolo un
cuerpo de goce afectado por el real que anida en el lenguaje, cuerpo extraño freudiano
que Lacan resumió en su formulación: no hay relación sexual que no quiere decir que no
hay encuentro entre los sexos sino que no hay relación entre lo real y lo simbólico, que
hay algo que irrumpe porque no hace cadena y que por lo tanto, requiere de un
tratamiento que va más allá de los efectos de significación, del sentido que responde a la
función del Nombre del Padre. Se trata, entonces, de lo que hay que inventar para anudar
lo real con lo simbólico.
Esa primera irrupción de goce se traduce en una cifra, letra insensata que da la posición de
goce que anida en el sufrimiento sintomático anclado en la fijación asociando por lo tanto,
el rasgo, S1 a un objeto pulsional, a. Modalidad de goce que es consecuencia de una
posición ante la pulsión que Freud caracteriza también en “Análisis terminable…”[19] como
una decisión inadecuada, tempranamente tomada, responsabilizando así a quien la haya
tomado y esto nos evoca a Lacan cuando afirma en “La ciencia y la verdad”[20] que: “De
nuestra posición de sujeto somos siempre responsables”[21] y si de esto somos
responsables, dependerá también de nosotros tomar otra decisión.
Entonces: “El modo en el que cada uno sufre de su relación al goce…He ahí al
síntoma”[22] que encierra un goce autoerótico que busca satisfacerse y entonces, el
cuerpo como el ser que habla, es respuesta de lo real dado que la pulsión es un saber
acéfalo.
El síntoma es la insistencia repetitiva de esa satisfacción más allá del principio del placer
que es goce, un exceso en el que se repite el rasgo permanente del ser -caracterizado así
por Freud en “Más allá del principio del placer”[23]-. Satisfacción con la que el ser
hablante se hace ser un objeto en el fantasma para positivizar una pérdida que es de
estructura dado que todo objeto de la pulsión va al lugar del objeto perdido freudiano que
Lacan escribe con la letra a minúscula: oral, anal, escópico, invocante.
Entonces, el psicoanálisis es el tratamiento de ese exceso en el cuerpo y en el
pensamiento tal como se deja leer en “Televisión”[24]: “La cura es una demanda que
parte de la voz del sufriente, de alguien que sufre de su cuerpo o de su pensamiento”[25].
Y la experiencia analítica es eso, la oportunidad que tiene alguien de tomar otra decisión
porque su ser fue conmocionado, la oportunidad de inventar otra cosa que haga la vida
posible.

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Por lo tanto, el asunto del psicoanálisis no es en absoluto la sexualidad, es el de la pulsión
entendida como la deriva del goce y si se quiere, para aggiornarlo a la época y a cómo
ésta incide en la subjetividad, es el problema de la impulsión. Eso que corre
desenfrenadamente sin tope hacia la propia destrucción tan bien ejemplificado en las
toxicomanías. La posición sexuada, masculina y femenina es un punto de llegada que
resulta de una elección que conlleva una distribución de los goces y entonces, dicha
posición también depende de lo pulsional, más precisamente, depende de la castración
entendida como pérdida de goce.
Entonces, si la posición sexuada es un punto de llegada, en el psicoanálisis la pregunta
será por la sexuación y no por la sexualidad, por cómo un ser hablante decide sexuarse
hombre o mujer.
Si el síntoma es lo que del inconsciente se traduce por una letra, S1, el inconsciente se
define por la función de lo escrito y el saber hacer en transferencia implica la operación de
lectura por parte del analista dado que el significante es lo que se escucha y la letra es lo
que se lee; por lo tanto: “En el discurso analítico ustedes suponen que el sujeto del
inconsciente sabe leer. (…) suponen también que puede aprender a leer”[26]. Aprender a
leer no es descubrir algo escondido, es sirviéndose de los dichos, ser incauto del saber que
en el lenguaje se desliza; es además, inventar el saber dado que, como dijimos, lo real
escapa a lo simbólico, a los efectos de simbolización. Inventar el saber es un manera de
nombrar lo real, de acceder a lo real para a partir de la contabilización de goce producir
artificios, semblantes que suplan la ausencia de relación en la medida en que el semblante
es lo que viene al lugar de lo que no hay.
Justamente por esto, nos resultó más que interesante el comentario malicioso de M. Borch
Jacobsen respecto de que el psicoanálisis en los EEUU está fuera de los circuitos científicos
y circula por lo departamentos de Literatura. La gente de letras debe tener un
presentimiento de aquello de lo que se trata, un presentimiento del psicoanálisis a la
manera en la que Lacan dijo que en Heidegger había un presentimiento tal. Quizás hayan
sido permeables a las primeras caracterizaciones de Lacan sobre el síntoma como escrito
sobre la arena de la carne[27] o que el síntoma puede leerse porque está inscrito en un
proceso de escritura[28].
Dice Freud en “Análisis profano”[29]:
“No creemos deseable, en efecto, que el psicoanálisis sea devorado por la Medicina y
encuentre su última morada en los textos de la Psiquiatría, capítulo sobre la terapia, y
entre métodos tales como la sugestión hipnótica, la autosugestión y la persuasión, que
extraídos de nuestra ignorancia, deben sus efectos, poco duraderos, a la pereza y la
cobardía de las masas humanas. Merece mejor suerte y hemos de esperar que la
logre”[30].
Entonces, ¿el psicoanálisis tiene que aggiornarse a la pereza y a la cobardía de las masas
humanas? El analista en tanto que función en un discurso que se sostiene por su deseo, el
de la diferencia absoluta, ¿estará o no a la altura de las circunstancias?, al hecho de que el
porvenir del psicoanálisis depende de que lo real reviente tal como se constata hoy en día
en la práctica, una clínica que no responde al Nombre del Padre sino a su caída dejando al
ser hablante a la deriva, en el goce desenfrenado, de pánicos, anorexias, en la ruptura del
lazo social, en la clínica del estrago.
Claro que el psicoanálisis no es para todos. Es una experiencia disponible para aquellos
que eligen transitarla, para aquellos que hacen esa apuesta y deciden también hasta
dónde. Nadie está obligado, se está dispuesto o no, no es ni mejor ni peor, es diferente. Es
la posibilidad de “… un decir menos tonto…” -para retomar el Epílogo[31] del Seminario
11- contando con ese nuevo discurso que es el del analista.
Referencias

[1] Revista Noticias del 13 de agosto de 2005, Bs. As.


[2] Diario La Nación del domingo 14 de septiembre de 2005, Bs. As.
[3] Diario La Nación del domingo 7 de mayo de 2006, Bs. As.
[4] Freud, S.: “Análisis terminable e interminable” en O. C. Editorial Biblioteca Nueva.
Madrid, 1973.
[5] Lacan, J.: Seminario 2 El yo en la teoría de Freud… Editorial Paidós. Bs. As. 1984;
pág. 78.
[6] Marx, K.: El capital. Editorial Siglo XXI. Bs. As., 2003.
[7] Lacan, J.: Seminario 12 Problemas cruciales. Inédito. Clase 17 del 10-6-65.
[8] Lipovetsky, G.: Los tiempos hipermodernos. Editorial Anagrama. Barcelona, 2006.
[9] Op. cit. Clase 17 del 10-6-65.
[10] Heidegger, M.: Acerca del evento. Editorial Biblos. Bs. As., 2003.
[11] Lacan, J.: “Discurso de clausura de las Jornadas sobre las psicosis en el niño”.
Analiticón Nº 3. Editorial Correo/Paradiso. Barcelona, 1987.
[12] Freud, S.: “La interpretación de los sueños” en O. C. Editorial Biblioteca Nueva.
Madrid, 1973.
[13] Freud, S.: “Psicopatología de la vida cotidiana” en O. C. Editorial Biblioteca Nueva.
Madrid, 1973.
[14] Freud, S.: “El chiste…” en O. C. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[15] Freud, S.: “Múltiple interés…” en O. C. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[16] Freud, S.: “Lección XVII El sentido de los síntomas” en O. C. Editorial Biblioteca
Nueva. Madrid, 1973.
[17] Op. cit.
[18] Lacan, J.: Seminario 24 L’insu… Inédito. Clase 4 del 11-1-77.
[19] Op. cit.
[20] Lacan, J.: “La ciencia y la verdad” en Escritos 2 Editorial Siglo XXI. Bs. As., 1987.
[21] Op. cit.; pág. 301.
[22] Lacan, J.: Seminario 16 De un Otro al otro. Inédito.
[23] Freud, S.: “Más allá del principio del placer” en O. C. Editorial Biblioteca Nueva.
Madrid, 1973.
[24] Lacan, J.: “Televisión” en Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Editorial Anagrama.
Barcelona, 1977.
[25] Op. cit.
[26] Lacan, J.: Seminario 20 Aun. Editorial Paidós. Bs. As., 1985; pág. 20.
[27] Lacan, J.: “Función y campo de la palabra…” en Escritos 1. Editorial Siglo XXI. Bs. As.,
1988.

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[28] Lacan, J.: “El psicoanálisis y su enseñanza” en Escritos 2. Editorial Siglo XXI. Bs. As.,
1987
[29] Freud, S.: “Análisis profano (psicoanálisis y medicina)” en O. C. Editorial Biblioteca
Nueva. Madrid, 1973.
[30] Op. cit.; pág. 2952.
[31] Lacan, J.: Seminario XI Los cuatro conceptos… Editorial Paidós. Bs. As., 1987; pág.
290.

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