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Psicoterapia

LOS LIMITES Y LAS NORMAS


(adapt. de Costa, M., 1998)

Una de las características de algunos jóvenes es el enfrentamiento a la norma, el inconformismo


y la tendencia a comportarse de forma contraria a la establecida. En estas condiciones,
mantener las normas domésticas es, sin duda, un trabajo difícil. Hasta ahora, el niño obedecía
porque así se lo mandaban. Ahora, la norma se analiza, se discute, se argumenta y se revisa
desde todos los puntos de vista, y muchas veces se llega a la conclusión de que es injusta, de
que no se tiene en cuenta su situación y de que es mejor resistirse a cumplirla.

Ahora no basta con hacerla cumplir, hay que ser capaz de argumentar la necesidad de que se
cumplan. Ya no basta con tener autoridad, ahora hay que tener además la razón.
Desgraciadamente, tener la razón es importante, pero a veces no es suficiente para convencer
a un joven adolescente.

El por qué y para qué de los límites

Establecer límites a los hijos es una manera de demostrarles nuestro amor y preocupación. Con
ellos, les distinguimos e indicamos que les estamos cuidando, así como que deseamos su
seguridad.. Los limites son como:

- Las barandillas de un puente, que nos proporcionan un sentimiento de seguridad


y control.
- Las señales de tráfico o reguladores del comportamiento, que nos enseñan a actuar
responsablemente con los otros.

Cuando no existen límites, o estos son muy blandos o inconsistentes...

1. Existe el riesgo de que los niños y adolescentes desarrollen desajustes importantes en su


comportamiento. Varios estudios han demostrado que las familias de los niños y
adolescentes agresivos se diferenciaban de los no agresivos en aspectos como los
siguientes:

- Los padres de niños agresivos mostraron una falta de consistencia en la disciplina


con sus hijos.
- Aunque los padres usaron el castigo a menudo, no fue efectivo porque no estuvo
asociado con la transgresión, o porque, cuando el hijo contraatacó, los padres
finalmente le concedieron sus demandas.
- Falta de supervisión o monitorización

2. Los hijos ignoran o están en desacuerdo con las demandas de los padres.
3. Los hijos no se responsabilizan de su comportamiento.
4. No se promueve la competencia social.

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5. El ambiente de aprendizaje y socialización resulta impredecible (no se sabe qué


comportamientos se castigan o premian, ni cuándo).

Limitar los límites

Antes de establecer los limites con nuestros hijos/as, conviene tener en cuenta un par de
consideraciones importantes:

1. No hacer normas por hacer normas. Demasiadas normas pueden abrumar y suscitar
rechazo. Para ser efectivo, hemos de “poner límite a nuestro establecimiento de
límites”, y centramos sólo en aquellas normas que creamos son importantes.
2. Centrarse en límites realmente importantes. La siguiente guía de preguntas puede
resultar de utilidad:

 ¿Es esa norma realmente importante?


 ¿Refleja esta norma un valor importante o refleja más bien un prejuicio o
arbitrariedad?
 ¿es una norma que me afecta directamente, que me preocupa por alguna razón
importante, o simplemente trata de evitar algo que no me gusta?
 ¿Estaré en condiciones de manejar los conflictos derivados de si i hijo no hace
caso del limite?

3. Existen tres tipos de normas:

 FUNDAMENTALES: tienen que ser pocas y extremadamente claras, poco


matizables y de obligado e innegociable cumplimiento (por ejemplo, las
agresiones físicas).
 IMPORTANTES: deben ser poco numerosas y muy claras. Matizables en
función de las circunstancias, si bien, su cumplimiento global debe ser inevitable.
Pueden negociarse (por ejemplo, los horarios).
 ACCESORIAS: regulan aspectos de la vida doméstica. Son circunstanciales y
pueden negociarse (por ejemplo, la habitación).

La limitación de horarios, uno de los conflictos más habituales entre


padres e hijos, ¿una cuestión fundamental, importante, accesoria...?

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ACTIVIDAD

• Enumera algunas normas o límites (al menos dos o tres) que utilices con tu hijo/a. Cuando
lo hayas hecho, utiliza la guía de preguntas que te hemos presentado y trata de responder
a cada una de ellas. Clasifícalas en fundamentales, importantes o accesorias.
• Puesta en común

Los muchachos necesitan —y en el fondo desean— que les fijen límites. Por lo tanto,
establezca reglas y asegúrese de que su hijo las entiende. “Cuando los adolescentes tienen
límites definidos y saben que sus padres los están supervisando, hay menos probabilidades de
que se metan en problemas”, afirma el libro Letting Go With Love and Confidence (Déjelos
volar con amor y confianza). En cambio, los padres que dejan a sus hijos a rienda suelta les
dan la impresión de que no se interesan por ellos. Y esa es la fórmula perfecta para que se
rebelen.

Ahora bien, hay que ser equilibrado. Deje que su hijo exprese lo que piensa sobre las reglas
familiares. Si le pide, por ejemplo, que lo deje llegar más tarde, escúchelo mientras expone sus
razones. El joven que se siente escuchado está más dispuesto a respetar las decisiones de sus
padres —sea que esté de acuerdo o no— y a obedecerlos.

Sin embargo, antes de tomar una decisión, recuerde: aunque los adolescentes tienden a pedir
más libertad de la que deben, los padres tienden a dar menos de la que pueden. Así que, analice
bien las peticiones de su hijo.¿Justifican las circunstancias que le conceda lo que pide? Esté
dispuesto a ceder según el caso.

Además de tomar en consideración los sentimientos de su hijo, exprésele sus preocupaciones.


De este modo, le enseñará a no buscar solo su propia conveniencia, sino a pensar también en
los demás.

Por último, tome una decisión y explíquele el porqué. Aun si no queda muy contento, lo más
seguro es que agradezca tener padres que lo escuchan. Recuerde que su hijo está en camino de
ser adulto. Y algo que le ayudará a convertirse en un adulto responsable es que usted establezca
normas razonables y las comente con él.

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Objetivo: Identificar obstáculos en la comunicación

ACTIVIDAD

• Hacer una lluvia de ideas sobre los obstáculos que encontramos a la hora de comunicarnos
con nuestros hijos/as.

ACTIVIDAD

• Leer la LISTA DE “CIERRAOSTRAS” (obstáculos en la comunicación) e identificar al


menos tres obstáculos que encuentran a la hora de comunicarse.
• Discutir y poner en común

LISTA DE “CIERRAOSTRAS” u OBSTÁCULOS EN LA COMUNICACIÓN

1. Objetivos contradictorios
2. Lugar o momento elegido no oportuno
3. Estados emocionales que perturban la atención, comprensión y recuerdo o acuerdo de los
mensajes.
4. Acusaciones, amenazas y/o exigencias ( Mensajes Tú )
5. Preguntas de reproche
6. Declaraciones como “Deberías...”
7. Inconsistencia de los mensajes
8. Cortes de conversación
9. Etiquetas
10. Generalizaciones ( Siempre...)
11. Consejo prematuro y no pedido
12. Utilización de términos vagos
13. Ignorar mensajes importantes de la otra persona
14. Juzgar los mensajes del interlocutor.
15. Interpretar y hacer “diagnósticos de personalidad“ carentes de motivación, como: “Tu
carácter te lleva a...”, “Quizá por la educación recibida te has convertido en...”
16. Discusión sobre diferentes versiones de sucesos pasados
17. Justificación excesiva de las propias posiciones
18. Hablar en un lenguaje difícil de comprender
19. No escuchar
20. Otros obstáculos

Anota aquí los tres obstáculos más importantes con los que te identifiques en tu modo de
comunicarte con tu hijo/a:

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ACTIVIDAD

• Hacer una lluvia de ideas sobre los facilitadores que las personas encontramos en la
comunicación (cosas o modos de abordar la comunicación con nuestros hijos/as que nos hayan
funcionado).

ACTIVIDAD

• Identificar al menos tres abreostras o facilitadores que encuentran a la hora de comunicarse.

LISTA DE “ABREOSTRAS” o FACILITADORES EN LA COMUNICACIÓN

1. El lugar o momento elegido como oportuno


2. Estados emocionales facilitadoes
3. Escuchar activamente
4. Empatizar, ponerme en el lugar del otro.
5. Hacer preguntas abiertas o específicas
6. Pedir opinión a la otra persona: ¿Qué se te ocurre que podríamos hacer?”. Declaración de
deseos, opiniones y sentimientos con “mensajes Yo” ( me gustaría...deseo...me siento...no
deseo...)
7. Mensajes consistentes
8. Aceptación o acuerdo parcial con una crítica, objeción o argumento.
9. Acomodar el contenido a las necesidades de la otra persona
10. Información positiva
11. Ser recompensante
12. Utilización del mismo lenguaje para que sea comprensible.
13. Nombrar conductas y observaciones que sean específicas, concretas...
14. Expresar sentimientos

Anota aquí los tres obstáculos más importantes con los que te identifiques en tu modo de
comunicarte con tu hijo/a:

• Obsérvate a ti mismo durante esta semana.


• Mira cómo es tu comunicación con los demás.
• Recordando la LISTA CIERRAOSTRAS Y LA LISTA ABREOSTRAS
pregúntate, ¿cuáles han sido tus principales obstáculos y qué facilitadores te han ayudado
a que la comunicación sea mejor?

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Durante los años de la adolescencia, la comunicación entre padres e hijos se hace más difícil,
incluso en aquellas familias en las que existía una buena relación durante la infancia. Son
frecuentes las quejas de padres y madres por la dificultad que tienen para dialogar con sus hijos.
Esta mayor dificultad en la comunicación es debida a la aparición de una serie de barreras de
las que son responsables tanto los padres como los hijos. Por una parte, las reservas del
adolescente para hablar con sus padres son debidas a su necesidad de mantener la privacidad
sobre sus asuntos personales. Además, el deseo de mantener unas relaciones familiares más
simétricas e igualitarias, va a llevarle a discutir las ideas de los padres, a interrumpirles con
más frecuencia, a no estar de acuerdo con ellos.... Por su parte los padres querrán seguir
manteniendo con sus hijos el mismo tipo de relación que tuvieron durante la infancia, es decir,
unos intercambios comunicativos más basados sermonear o en dar órdenes que en un proceso
real de comunicación en el que la escucha juega un papel tan importante como la propia
expresión de ideas.

Con demasiada frecuencia, los mensajes de los padres están cargados de críticas y continuas
referencias a los errores cometidos por sus hijos, aspectos que hay que intentar evitar para
conseguir una comunicación más positiva. Por otro lado, aunque son muchos los temas que
interesan y preocupan a los adolescentes, precisamente son estos temas los que suelen pasar a
un segundo plano en la comunicación familiar, más centrada en cuestiones como las tareas del
hogar, el mundo académico o la forma de vestir del joven, que a menudo pueden acabar en
discusiones y conflictos.

En resumen, es fundamental que madres y padres sean conscientes de los obstáculos que
dificultan la buena comunicación y que intenten superarlos, ya que los diálogos frecuentes y la
comunicación en positivo son elementos fundamentales para la satisfacción familiar y para el
bienestar del joven. Además, aunque madres y padres puedan llegar a dudarlo, siguen siendo
un contexto fundamental de influencia para el desarrollo de sus hijos e hijas –en algunos temas
bastante por delante de amigos y amigas-, por lo que es imprescindible seguir creando un clima
de apoyo, comunicación y confianza que facilite la seguridad y el ajuste del hijo en crecimiento.

Padres y madres deben hacer un esfuerzo por fomentar la comunicación con sus hijos. Si bien
durante la infancia chicos y chicas podían hablar con ellos espontáneamente, durante la
juventud los padres deben esforzarse más por mantener una buena comunicación.

Algunos consejos prácticos para mejorar el afecto y la comunicación

1. Escucha lo que dice tu hijo o hija, déjale terminar: Dejar que tu hijo hable, que diga lo que
piensa o siente, es muy beneficioso para el buen funcionamiento de la familia y para su
bienestar. Si no dejas que termine lo que quiere decirte y lo interrumpes porque piensas “ya sé
lo que me va a decir”, nunca sabrás qué ideas tiene ni cómo se siente.

2. No critiques, no juzgues, no culpabilices: No eres un juez. Si te dedicas a sancionar su


conducta de forma constante estás poniendo una barrera entre tu hijo y tú. Si está enfadado y
te grita, puedes corregir su comportamiento con algo como: “ya veo que estás enfadado y me
parece normal, pero si no me gritas me enteraré mejor. Cuando te calmes podremos seguir
hablando”.

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3. No des lecciones: Tendemos a decir a nuestros hijos lo que deben hacer. Es mucho más útil
y beneficioso que les enseñes a buscar soluciones, que razones con tus hijos las ventajas e
inconvenientes de cada posibilidad.

4. Dale importancia a lo que te dice: A veces lo vemos preocupado por un asunto que para
nosotros no tiene la menor importancia y podemos pensar:“no son más que tonterías, cuando
sea grande se dará cuenta ...”. Si cuenta contigo para hablar de sus cosas, valóralo. Si no le das
importancia a lo que quiere contarte, puede que en el futuro deje de hablarte de ello.

5. Enséñale a comunicar sus sentimientos: No es suficiente preguntarle qué ha hecho sino


también cómo se ha sentido. Puedes ayudarle a que entienda qué siente preguntándole “¿estás
enfadado o triste?” o diciéndole “yo estoy orgulloso ¿y tú?”. Todos tenemos que aprender a
expresar nuestros sentimientos y tú puedes ayudar a tu hijo a ello.

6. Controla tus impulsos: Puede ocurrir que te cuente que ha hecho cosas que no te gustan (por
ejemplo, que ha faltado a una hora de clase porque no tenía ganas de ir). En esos casos no te
dejes llevar por los nervios; si reaccionas de forma impulsiva y no razonas con él, puede que
la próxima vez no confíe en ti y no te lo cuente. Evita los gritos, las amenazas, ordenarle lo que
tiene que hacer. Cuando estés más sereno habla con él y explícale qué es lo que no te gusta.

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