Anda di halaman 1dari 7

Documento

Título: Contracción de las asignaciones forzosas. Una reforma urgente al sistema sucesorio chileno
Autor: Rodríguez Pinto, María Sara
Publicado en: Estudios de Derecho Civil , Volúmen 5 , Página 423
Cita Online: CL/DOC/793/2011
Contracción de las asignaciones forzosas. Una reforma urgente al sistema sucesorio chileno
María Sara Rodríguez Pinto
I. Introducción
El objeto de esta intervención es proponer una reforma al sistema sucesorio chileno, para ampliar la libertad
de testar mediante algunas medidas que he llamado "de contracción" de las asignaciones forzosas. En concreto,
propongo lo siguiente: 1º derogar la cuarta de mejoras; 2º transformar la legítima de los ascendientes en una
legítima alimentaria, y 3º revisar la situación del cónyuge sobreviviente para equipararla a la de cualquier otro
legitimario.
Para persuadirlos de la necesidad y urgencia de esta reforma, voy a ordenar mi intervención de la siguiente
forma. En primer lugar (II) voy a recapitular el estado actual de las reglas que ordenan la sucesión forzosa para
demostrar que, luego de las diversas reformas que han sufrido, han llegado a tener un tamaño injustificado y -a
todas luces-exorbitado. En esta parte voy a decir cosas que todos sabemos.
En segundo lugar (III), voy a recapitular la evaluación que han hecho de esta situación distinguidos
comentaristas de las últimas reformas al Código Civil. Voy a terminar proponiendo en concreto (IV) las
reformas que deberían hacerse para aliviar esta carga y aumentar la porción de bienes de que el testador pueda
disponer libremente.
II. Estado de la cuestión
1. Las asignaciones forzosas de lege lata
Las asignaciones forzosas en Chile son los alimentos que se deben por ley a ciertas personas, las legítimas y
la cuarta de mejoras en la sucesión de los descendientes, de los ascendientes y del cónyuge (artículo 1167).
Examinemos brevemente cómo afecta cada una de éstas la libre disposición de bienes.
a) Los alimentos que se deben por ley a ciertas personas. Los alimentos que se deben por ley a ciertas
personas no perturban mayormente la libertad de testar, pues se trata de una asignación que el testador es
obligado a hacer a favor de sus alimentarios, si a su muerte éstos no lo heredan (1). Por tanto, se trataría de
alimentarios que no son legitimarios puesto que, siéndolo, llevan legítima y cesa su estado de necesidad. Podría
ser el caso de un causante que teniendo hijos deba alimentos a sus nietos (artículo 326); o a alguno de sus
ascendientes. Teniendo hijos y cónyuge, éstos excluyen a los otros alimentarios como asignatarios de una
legítima, salvo el caso de incapacidad o indignidad. Si el causante no tiene hijos, los ascendientes y el cónyuge
llevan la legítima. En todos estos casos sólo llevarían alimentos si la legítima no fuere suficiente para su
modesta subsistencia de un modo correspondiente a su posición social (artículo 323) (2).
Puede decirse, por tanto, que hoy son muy pocos los potenciales beneficiarios de esta asignación que no
sean legitimarios; y que, además, es baja general de la herencia (artículo 959). Propongo no tocarla.
b) La legítima. La legítima es la más importante de las asignaciones forzosas que reconoce el Derecho
chileno. Brevemente podemos decir que es la parte o cuota de los legitimarios (artículo 1181). Es decir, la
porción de bienes a que hoy tienen derecho: 1º los hijos, personalmente o representados por su descendencia; 2º
los ascendientes, y 3º el cónyuge sobreviviente (artículo 1182); parte que la ley les reserva "aun con perjuicio de
[...] disposiciones testamentarias expresas" (artículo 1167).
Sabemos que los legitimarios concurren entre sí, son excluidos y representados según el orden y las reglas
de la sucesión intestada (artículo 1183). Por tanto, los hijos o su descendencia excluyen a los ascendientes; y
concurren con el cónyuge sobreviviente (artículo 988). Si no hay descendencia, la legítima se reparte entre los
ascendientes y el cónyuge sobreviviente (artículo 989). Sólo si no hay legitimarios que sobrevivan al testador,
éste ha podido disponer libremente de la totalidad de sus bienes.
Según el artículo 1184, inciso segundo, la legítima es la mitad de los bienes (previas deducciones y
agregaciones legales). Según el inciso segundo del mismo artículo, la otra mitad es "la porción de bienes de que
el difunto ha podido disponer a su arbitrio". Esto es lo que literalmente nos explica la ordenación legal. Hasta
aquí, podríamos decir, "todo bien".
c) La mejora. Lo que introduce desproporciones en el sistema es la última de las asignaciones forzosas: la
cuarta de mejoras. La cuarta de mejoras es la porción de bienes con que el testador ha podido "mejorar" a

© Westlaw Thomson Reuters 1


Documento

alguno de los que por ley son sus asignatarios. Después de la reforma de la Ley Nº 19.585, éstos son cualquier
descendiente, ascendiente o el cónyuge (artículo 1184, inciso tercero).
Sobreviviendo al testador cualquier descendiente, cónyuge o ascendiente, "sean o no legitimarios" se forma
cuarta de mejoras. Así se concluye del texto del artículo 1184, inciso tercero: Habiendo tales "descendientes,
cónyuge o ascendientes" la masa de bienes se divide en cuatro partes, dos para el entero de las legítimas, una
para mejoras y otra para libre disposición (artículo 1184). Por tanto, la cuarta de mejoras se saca de "la porción
de bienes de que el difunto ha podido disponer a su arbitrio" (artículo 1184, inciso segundo), reduciendo esta
porción a una cuarta parte del caudal relicto.
Traduzcamos estas reglas a algunos ejemplos. Si hay hijos y cónyuge sobreviviente, éstos llevan la mitad
legitimaria y se forma cuarta de mejoras, con la que el difunto puede favorecer a uno o más de sus
descendientes, ascendientes o cónyuge, sean o no legitimarios. Si el difunto no dispone de esta cuarta, ella
acrece a la mitad legitimaria (artículo 1191) y los legitimarios se reparten tres cuartos del caudal hereditario. El
difunto sólo ha podido disponer libremente de un cuarto de sus bienes.
Otro ejemplo que revela lo paradójico de la situación. Si no hay descendencia ni cónyuge, el o los
ascendientes que sobrevivan al causante llevan enteramente la mitad legitimaria y la cuarta de mejoras, pues no
hay otros asignatarios posibles para esta última. Es decir, llevan tres cuartas partes del caudal hereditario,
repartiéndose la porción entre ellos según las reglas de los artículos 989 y 1184: los ascendientes de grado más
próximo prefieren como asignatarios de legítima a los de grado más lejano; pero estos últimos son asignatarios
de mejora. El difunto sólo ha podido disponer libremente de una cuarta parte de sus bienes.
El único supuesto en que un testador en Chile puede disponer libremente de más de una cuarta parte de sus
bienes es aquel en que muere sin legitimarios. Se aprecia cómo la legítima ha llegado a ser, en verdad, las tres
cuartas partes del acervo hereditario.
2. El desarrollo histórico de esta desproporción
La situación expuesta se forma por tres vías. En primer lugar, por la cuarta de mejoras, introducida
tardíamente en los proyectos de CC, y contra la voluntad de Bello. Esta cuarta se sacó de la parte de libre
disposición y no de la mitad legitimaria. Posteriormente la mejora se ha ido abultando por vía de aumentar sus
potenciales asignatarios, afectando con esto el sabio equilibrio de la mitad legitimaria, a causa de los
acrecimientos que ésta experimenta por efecto del artículo 1191. En segundo lugar por la evolución que ha
sufrido lo que hoy llamamos legítima del cónyuge. Por último, por la institución de los ascendientes como
asignatarios de mejora, en la reforma de la Ley Nº 19.585.
A continuación voy a repasar los factores que influyen en este desarrollo.
a) Evolución de la cuarta de mejoras. Sabemos que Bello era más partidario de la libertad de testar que de
las sucesiones forzosas. "En el corazón de los padres, dejó escrito, tiene el interés de los descendientes una
garantía mucho más eficaz que la protección de la ley"(3). Cediendo a la voluntad de la mayoría de la Comisión
Revisora, Bello admite las legítimas; pero no es del todo partidario de la mejora, "invención peculiar de los
godos", que se presta para enmarañadas discusiones en los autores españoles, según escribe en un artículo de El
Araucano (4).
Es, por tanto, la Comisión Revisora del Proyecto de 1853 la que decide reintroducir la mejora, pero no
sacándola de la porción legitimaria, sino de la de libre disposición. Por eso el inciso 3º del actual artículo 1184
aparece recién en el Proyecto Inédito (artículo 1345, inciso 3º de ese Proyecto). Así se explica el inciso 2º del
artículo 1184, que pertenece al texto original del Código, cuando dice que "la mitad restante es la porción de
bienes de que el difundo ha podido disponer a su arbitrio", texto que no ha experimentado modificaciones en
esta parte (5).
Esto exige que recordemos lo que ocurría en el Derecho castellano con esta institución, a la época del
Código. Después de una compleja evolución (6), la parte de mejoras era de un tercio que se sacaba de las cuatro
quintas partes que se destinaba a pagar las legítimas ("legítima española"), pudiendo el testador disponer de un
quinto de sus bienes para asignaciones de libre disposición. Es decir, la parte de mejoras era una porción de la
legítima que el testador podía asignar a uno o más de sus descendientes legítimos, fueran o no legitimarios. El
testador podía, por ejemplo, favorecer a un nieto con el tercio y el quinto; y así se hablaba de mejorar con tercio
y quinto. Claro Solar cita a pie de página un pasaje del Quijote en que se narra que Sancho Panza "puso su
jumento a las 'mil lindezas', dejándole mejorado en quinto y tercio"(7). No era esto lo que disponían las Partidas,
que fijaban la legítima en un tercio si había cuatro o menos hijos y un medio si había cinco o más hijos, pasando
en silencio la institución de la mejora que no conoció el Derecho Romano (Partida Sexta, Título 1, Ley 17).
El Derecho castellano, en efecto, había modificado severamente las disposiciones romanas. Según nos

© Westlaw Thomson Reuters 2


Documento

explican los romanistas, éstas parecen haber introducido la legítima, más que a través de la cuarta falcidia (40
a.C.), mediante la querella de inoficioso testamento y la bonorum possessio contra tabulas. En el Tribunal de los
Centumviri (s. II a.C?) la querella la tuvieron los parientes más cercanos del testador a quienes no se había
asignado al menos un cuarto de lo que les habría correspondido sucediendo abintestato, para obtener no ese
cuarto, sino su cuota intestada completa. Por otra parte, a partir del Edicto del Pretor (s. I a.C.), se concede al
patrono y al padre que había manumitido a un hijo la bonorum possessio contra tabulas para obtener la mitad
del acervo sucesorio, cuando el liberto o emancipado, que no es sucedido por sus liberi, no les ha asignado esta
cuota en su testamento. Más tardíamente, Justiniano aumenta la cuota legítima a un tercio, o a un medio, si
concurrían más de cuatro hijos (8) . Por tanto, en el Derecho romano que recibe Occidente, la parte que hoy
llamamos "legítima" no pasaba de la mitad de los bienes en que se sucedía al causante. Se comprende que Bello
haya aceptado cuantificar la legítima en la mitad del as, y no en más.
Tal como ocurría en el Derecho castellano vigente en su época, en el Código de 1855 y hasta la reforma de
la Ley Nº 19.585, de 1998, la cuarta de mejoras se formaba sólo en el orden de los descendientes legítimos. En
este mismo orden, el cónyuge sobreviviente concurría por su porción conyugal que equivalía a la legítima
rigorosa de un hijo; siendo incompatible esta porción con bienes propios, gananciales de la sociedad conyugal y
asignaciones testamentarias. No habiendo estos descendientes, la parte de la que el testador podía disponer
libremente seguía siendo la mitad de la herencia y la porción conyugal era una baja general de la herencia. La
situación no cambió demasiado con la Ley Nº 10.271, de 1952, que hizo asignatarios de mejora a los hijos
naturales y a su descendencia legítima. Se mantiene todavía la mejora en el orden de la descendencia legítima (9)
.
Otra reforma de esta ley tiene que ver con la porción conyugal que experimenta grandes cambios, pero sin
afectar todavía la institución de la mejora. En efecto, concurriendo con hijos legítimos, se aumenta la cuantía de
la porción conyugal al doble de la legítima rigorosa de un hijo; y se hace compatible esta porción con
asignaciones testamentarias hechas con cargo a la cuarta de libre disposición. Por otra parte, el cónyuge
sobreviviente comienza a adquirir derechos de heredero, como el derecho a pedir la posesión efectiva de la
herencia, el derecho a pedir la partición y a intervenir en ella por sus derechos.
Esto dura hasta el año 1989, porque mediante la Ley Nº 18.802 se dispone que la porción conyugal se
calcule sobre la legítima efectiva de un hijo. Además, rompiendo ya radicalmente la institución de la mejora, se
instituye a éste como asignatario de mejora. Todavía son incompatibles estas asignaciones con lo que el
cónyuge lleva por gananciales de la sociedad conyugal, con sus bienes propios y con lo que lleva abintestato
(dependiendo si concurre o no con ascendientes del causante). Esto nos obliga a referirnos brevemente al
gigantesco giro del Derecho sucesorio que hizo la Ley Nº 19.585.
b) Evolución de la legítima del cónyuge. Voy a recapitular, con toda la brevedad posible, lo que sabemos
sobre el desarrollo mediante sucesivas reformas al CC de lo que hoy llamamos legítima del cónyuge. Ya
expusimos los derechos "de heredero" que la Ley Nº 10.271 otorgó al cónyuge sobreviviente, además del
aumento de cuantía que experimentó su asignación en la herencia; como asimismo el nuevo aumento de cuantía
que ésta experimenta mediante la reforma de la Ley Nº 18.802, de 1989. La Ley Nº 19.585 se encuentra, por
tanto, con un cónyuge sobreviviente que ya es un interesado prominente en la herencia del causante. El
siguiente paso es simplemente reconocer lo que de hecho ocurre: el cónyuge es heredero. Por tanto, se acaba la
"porción conyugal" para reconocer al cónyuge, directamente, una legítima en la herencia.
Esto que ahora llamamos directamente "legítima", sin embargo, nuevamente experimenta un aumento en su
cuantía, respecto de lo que antes llamábamos "porción conyugal". El cónyuge lleva el doble de la legítima
rigorosa o efectiva de un hijo (matrimonial o no matrimonial, suyo o ajeno), con un mínimo que no puede bajar
de una cuarta parte de la mitad legitimaria (artículo 988). Por tanto, el cónyuge puede llevar: mitad de
gananciales, cuarta de libre disposición, cuarta de mejoras y cuarta parte de la mitad legitimaria. El cónyuge
además tiene un derecho preferente a pedir la adjudicación de la vivienda que fue residencia principal de la
familia en la partición de la herencia (artículo 1337, regla 10ª).
Un ejemplo nada raro en el día de hoy sirve para ilustrar lo que vengo diciendo. Si concurre con seis hijos de
anteriores matrimonios del causante y ha sido instituido heredero en todas estas porciones, el cónyuge podría
llevar: mitad de gananciales, cuarta de mejoras, cuarta de libre disposición y mitad de la parte de legítimas. Es
decir, hasta tres cuartas partes del acervo hereditario más su mitad de gananciales. Los seis hijos del causante se
reparten por iguales partes un cuarto del acervo hereditario; y no tienen derecho alguno en la herencia del
cónyuge pues no son hijos suyos. Estos son los efectos de una ley que pretendía favorecer a los hijos no
matrimoniales.
c) Institución de los ascendientes como asignatarios de cuarta de mejoras. Si a esto agregamos la

© Westlaw Thomson Reuters 3


Documento

sorprendente introducción por la Ley Nº 19.585 de unos nuevos asignatarios de cuarta de mejoras, podemos
completar el cuadro que limita extravagantemente la libertad de testar en Chile. En efecto, a partir de la Ley Nº
19.585, los ascendientes son también asignatarios de mejora, sean o no legitimarios (artículo 1184). Como
consecuencia de esto, se forma la cuarta de mejoras si sobrevive al causante al menos un ascendiente; cuarta que
acrece a la mitad legitimaria, limitando severamente también en este supuesto la libertad del testador para
disponer libremente de sus bienes por causa de muerte.
El efecto de todo esto es que la parte de legítimas se ve aumentada en un cuarto, hasta llegar a tres cuartos
del caudal hereditario si a la muerte del testador le sobreviven asignatarios de mejora, aun cuando no haya
dispuesto de esta parte a favor de ellos. Esto es el estado actual de la cuestión.
III. Evaluación crítica (La crítica de la Academia a esta situación)
Ya Claro Solar, en su época, se mostraba reacio a "este sistema mixto de legítimas y mejoras" que, con toda
razón, consideraba que "reduce considerablemente la libertad de testar del testador que en el orden de la
sucesión de los descendientes legítimos queda reducida a la cuarta parte de los bienes"(10). A partir de entonces,
la situación no ha mejorado. No por aumento de la cuantía de esta mixtura de legítima y mejora; sino por un
aumento "subjetivo"; es decir, del número de los asignatarios de mejora.
La situación ha llegado a extremos tal vez indeseados por la Ley Nº 19.585. Dos ilustres profesores de la
Universidad que nos alberga expresan en el Apéndice de su obra sobre Derecho Sucesorio:
"La Ley Nº 19.585 va en contra de lo que debería ser, a nuestro juicio, un nuevo derecho sucesoral, porque
en lugar de ampliar la libertad testamentaria refuerza las asignaciones forzosas, introduciendo por ejemplo al
cónyuge sobreviviente y a los ascendientes como asignatarios forzosos de cuarta de mejoras. Es verdad que la
situación del cónyuge sobreviviente requiere de especial consideración, pero dentro de un nuevo sistema
sucesoral que tenga en cuenta las enormes variaciones que han ocurrido en la sociología y realidad familiar
desde el Código Civil a la época. Tal como se señala en algunas partes de la obra (por ejemplo, Nº 942.2) las
limitaciones a la libertad testamentaria para favorecer al interés familiar se justificaban en un tiempo en que la
esperanza de vida de los padres era reducida y por lo mismo los hijos quedaban privados de auxilio paterno a
temprana edad. Pero en las nuevas realidades sociales, en innumerables casos, la apertura de la sucesión se
produce cuando los hijos están ya en edades tales que se encuentran plenamente formados, con su vida trazada,
sin que las necesidades que fundaron la institución de la legítima -la principal de las asignaciones forzosas-
subsistan. De allí que lo propio sería pensar en un nuevo sistema sucesoral que dé mayor cabida a la libertad
testamentaria y reduzca las asignaciones forzosas a situaciones en que realmente son necesarias. Los autores de
la Ley Nº 19.585 parecen haber ido en sentido contrario a esas ideas"(11).
Pablo Rodríguez, por su parte, también critica la exorbitada cuantía de las legítimas y mejoras.
"La Ley Nº 19.585 en lugar de ampliar la libertad de disposición, la restringió, ya que con antelación sólo se
formaba cuarta de mejoras en la sucesión de los entonces llamados descendientes legítimos; a partir de la
mencionada ley la cuarta de mejoras es una asignación forzosa en la sucesión de los descendientes
(matrimoniales y no matrimoniales) del cónyuge y de los ascendientes. Por lo mismo, lo que antes
calificábamos de 'restricción' en materia sucesoria, hoy habría que calificarlo de 'interdicción'. Lo anterior no se
aviene... con el reconocimiento de los derechos más elementales de la persona humana y revela un 'dirigismo
sucesorial' inaceptable"(12).
Otros autores coinciden en considerar que no se justifica el esquema vigente porque la sociología familiar ha
cambiado; y porque, además, tampoco subsiste el propósito de mantener la unidad del patrimonio o de una
empresa familiar, porque este propósito puede conseguirse por otros mecanismos (13).
IV. Situación de lege ferenda. Las propuestas de reforma
Los autores critican la desproporción del sistema actual pero hay pocas propuestas concretas de
mejoramiento. Las que se proponen a continuación no modifican sustancialmente el sistema sucesorio chileno.
Sin embargo, introducen correcciones que tienden a reconducir el funcionamiento de las instituciones sucesoras
a sus cauces históricos y aumentan la libertad de testar. Al efecto se propone: 1º derogar la cuarta de mejoras; 2º
transformar la legítima de los ascendientes en una legítima alimentaria, y 3º aclarar la situación de imputaciones
que deben hacerse a la legítima del cónyuge, para equilibrar su situación -sin desconocer sus privilegios- con la
de los otros legitimarios.
a) Derogación de la cuarta de mejoras. Derogar la cuarta de mejoras parece una solución audaz. Sin
embargo, esta medida corregiría desproporciones y liberaría la mitad del caudal hereditario para disposiciones
de libre voluntad. Sin cuarta de mejoras, el testador podría igualmente mejorar con la parte de libre disposición
al cónyuge y demás parientes que quiera, incluidos los que ahora son asignatarios de mejora. Además, la parte

© Westlaw Thomson Reuters 4


Documento

de legítimas volvería a su proporción correcta: la mitad del caudal hereditario, como lo previó Bello
originalmente (artículo 1345 del Proyecto de 1853) y como era en el Derecho romano justinianeo.
Para derogar la cuarta de mejoras, habría que eliminar sólo unas pocas disposiciones del Título V del Libro
III del CC. (De las asignaciones forzosas). En concreto: los artículos 1167, número 3 (que establece la mejora
como asignación forzosa); 1184, inciso 3º (que instituye las consabidas cuartas); 1194 (que establece la
preferencia de que goza la mejora para su pago); 1195 (que establece que de la mejora puede hacer el testador la
distribución que quiera); y artículo 1204 (que regula el pacto de no mejorar). En los demás artículos de este
Título y en otras partes del Libro III del CC habría que eliminar la referencia a la mejora.
La derogación del inciso 3º del artículo 1184, además, dirime la controversia acerca de la formación de esta
cuarta fuera del orden de los descendientes (legítimos).
Mi propuesta considera mantener vigente todo el resto del sistema: deducciones y agregaciones para la
formación de los acervos sobre los cuales se calcula la legítima (artículos 1185 a 1189); y las imputaciones para
el pago de la legítima (artículos 1198 y 1203).
Esta propuesta mantiene la legítima en los términos que la contempla el Derecho chileno, sin modificaciones
cualitativas ni cuantitativas (con las excepciones que se proponen a continuación respecto de la legítima de los
ascendientes y de la legítima del cónyuge).
b) Reducción cualitativa de la legítima de los ascendientes. La segunda de mis propuestas apunta a
transformar la calidad de la legítima de los ascendientes. La Partida Sexta, Título 13, Ley 8 fijaba la legítima de
los ascendientes en un tercio del as; pero el Derecho castellano vigente en la época anterior al Código disponía
que la legítima de los ascendientes era de dos tercios. En el Derecho castellano los ascendientes no podían ser
mejorados porque la mejora se destinaba exclusivamente a la descendencia legítima (14). Bello igualó la legítima
de los ascendientes a la de los descendientes porque pensaba que la ley debía resguardar lo que no era el orden
natural de los afectos. "Los padres necesitan de la protección de la ley; los hijos apenas la han menester",
escribía Bello en nota al inciso 2º del artículo 1345 del Proyecto de 1841 (15). Supuesta la eliminación de la
mejora, mi propuesta es mantener esta igualdad legitimaria en un medio. Es decir, mantener la cuantía pero
modificar su calidad.
Al efecto sugiero que esta legítima se asimile a lo que históricamente fue la porción conyugal. Es decir, una
legítima con carácter alimenticio. Esta solución no deja de proteger a los ascendientes, respetando a la vez la
facultad de disponer de un causante sin descendencia, ni cónyuge.
Para conseguir esto los ascendientes deberían ser obligados a imputar a su legítima el valor de su
patrimonio; y no sólo lo que reciben por liberalidad testamentaria en la sucesión. En consecuencia, sólo
llevarían herencia si la cuantía de sus bienes es inferior a lo que les cabe en legítima rigorosa; y, en este caso,
sólo llevarían el complemento.
Al efecto, bastaría con introducir un nuevo artículo en el mismo Título V del Libro III que diga más o
menos lo siguiente:
"Artículo xxxx. Si el o los ascendientes tuvieren bienes, pero no de tanto valor como lo que les corresponde
en la herencia por legítima rigorosa, sólo tendrán derecho al complemento a título de legítima".
Aplicando esta regla, ocurriría que el testador podría disponer libremente de la mitad del acervo hereditario,
también en favor de sus ascendientes. Pero esta porción de bienes de la que podría disponer libremente se vería
aumentada por los valores que se liberen por rebajas que deban practicarse a la legítima de los ascendientes.
Esto ocurriría sólo si la sucesión es testada. Propongo no tocar el segundo orden de sucesión intestado que
asegura a los ascendientes un tercio del haber si concurren con el cónyuge; o la totalidad de éste, si no.
c) Revisión de la legítima del cónyuge para equipararla a la de otros legitimarios que concurren con él. Por
último, está el artículo 996 del CC que exige que los que suceden a la vez por testamento y abintestato, imputen
a lo que reciben por testamento su porción abintestato, sin perjuicio de retener toda la porción testamentaria, si
excediere a la otra; prevaleciendo la voluntad del testador en lo que en derecho corresponda.
Conforme con esta disposición, el cónyuge que es asignatario de la parte de libre disposición (es decir,
eliminada la mejora, de la mitad de la herencia) deberá imputar esta asignación a lo que recibe abintestato, como
legitimario: el doble de la legítima rigorosa o efectiva de cada hijo; o la porción de un hijo, si hay sólo uno; con
un mínimo de una cuarta parte de la herencia o de la mitad legitimaria, en su caso (artículo 988).
Aplicando esta regla, al cónyuge le convendrá retener la porción testamentaria que, a todas luces, será
superior al cuarto de la herencia o de la mitad legitimaria que le garantiza como mínimo la ley (16). Aplicar esta
regla en toda su extensión supone equiparar la situación del cónyuge a la de otros legitimarios que también

© Westlaw Thomson Reuters 5


Documento

deben imputar lo que reciben por legado a su legítima (artículo 1198). Es decir, todas las disposiciones
testamentarias hechas con cargo a la parte de libre disposición a un legitimario (también el cónyuge) se imputan
a la legítima, salvo que el testador haya dispuesto expresamente otra cosa.
Esto supondría reducir en parte los beneficios del cónyuge como legitimario, equiparando su situación a la
de cualquier otro legitimario que concurre con él (hijos del causante), los cuales deben imputar a su legítima
todo lo que han recibido o reciben por asignación testamentaria. A la vez, esto supondría mejorar en parte la
situación de los hijos.
V. Conclusiones
Después de la reforma de la Ley Nº 19.585, las asignaciones forzosas han adquirido una cuantía
desproporcionada, mermándose todavía más la libertad de testar en Chile. Esto ha sido criticado por la doctrina
que considera que la tendencia en el régimen sucesorio debería ser la de ampliar la facultad del causante de
disponer de sus bienes por actos de última voluntad.
Históricamente, la cuarta de mejoras se tomaba de la parte de legítimas; pero la Comisión Revisora del
Proyecto de 1853 la sacó de la parte de libre disposición, que en el Proyecto de Bello era la mitad del as
hereditario. A consecuencia de esto, se formaba cuarta de mejoras siempre que sobrevivieran al causante
descendientes legítimos, fueran o no legitimarios; y éste podía repartir esta parte entre sus descendientes en la
forma que quiera. Con esto, las tres cuartas partes de su herencia pasaban a su descendencia; y sólo podía
disponer libremente de un cuarto de sus bienes. Esto ya se consideraba excesivo.
Sin embargo, la evolución posterior sólo aumentó la gravedad de esta situación; especialmente a partir de la
Ley Nº 18.802 que agregó al cónyuge como asignatario de la cuarta de mejoras; y de la Ley Nº 19.585 que
sumó a todos éstos, los ascendientes. De manera que hoy, si una persona no tiene descendencia ni cónyuge, y
aunque sólo la suceda -como he dicho anteriormente- una sola abuela anciana y rica, ésta lleva forzosamente las
tres cuartas partes del acervo hereditario y el difunto sólo ha podido disponer libremente de un cuarto de sus
bienes.
Para remediar esta situación propongo la derogación de la cuarta de mejoras. Esto liberaría la mitad de la
herencia para mejoras y disposiciones de libre voluntad; devolviendo a la legítima su proporción clásica de la
mitad de la herencia. Propongo asimismo la transformación de la legítima de los ascendientes en una legítima
alimenticia; y la equiparación del cónyuge a los demás legitimarios que concurren con él en cuanto a las
imputaciones que deben hacerse a lo que lleva en la herencia, igual como sucede con los demás legitimarios.
Se contraen así las asignaciones forzosas a proporciones razonables atendida la organización actual de la
familia.

(*) Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid. Master of Laws por Northwestern
University. Licenciada en Derecho por la Universidad Católica de Chile. Profesora de Derecho Civil en la
Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes.
(1) Véase, especialmente en este punto, Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil chileno y
comparado (Santiago, Editorial Jurídica de Chile, edición facsímil, s/f), XIII, n. 184.
(2) Para las condiciones en que estos alimentarios llevan alimentos como asignación forzosa, me remito al
tratamiento general de los manuales. Por todos, después de la reforma de la Ley Nº 19.585, Elorriaga de Bonis,
Fabián, Derecho Sucesorio (Santiago, LexisNexis, 2003), pp. 381-387.
(3) Bello, Andrés, Obras completas, II, p. 80.
(4) Bello, Andrés, Obras..., cit. (n. 3), VII, p. 358. Para un estudio moderno y completo del desarrollo
histórico y vigencia actual de la mejora en el Derecho español, ver Albaladejo García, Manuel, La mejora
(Madrid, Colegio de Registradores de la Propiedad, 2003), 510 pp.
(5) Cf. Así, Claro Solar, Explicaciones, cit. (n. 1), XV, n. 1539.
(6) Cf. Claro Solar, Explicaciones, cit. (n. 1), XV, n. 1540.
(7) Cf. Nota 93, al pie del n. 1540, Claro Solar, Explicaciones, cit. (n. 1), XV, n. 1540.
(8) Guzmán Brito, Alejandro, Derecho Privado Romano (Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2004), II, p.
480; Samper, Francisco, Derecho Romano (Santander, Imprenta Guzmán, 1984) nn. 128-132. Esto coincide con
la legítima de las Partidas: un medio (Partida Sexta, Título I, Ley 17).
(9) A partir de la Ley Nº 10.271, de 1952, la doctrina chilena discutió si se formaba cuarta de mejoras en
presencia de hijos naturales, o si sólo se formaba en presencia de hijos legítimos, aunque los primeros fueran

© Westlaw Thomson Reuters 6


Documento

asignatarios de mejora. Alessandri, Arturo, Reformas introducidas al Código Civil por la Ley Nº 10.271
(Santiago, Ediar Editores, 1955), n. 49, opina que del tenor literal del inciso segundo del artículo 1184, el
espíritu de la reforma y su concordancia con numerosas otras disposiciones permite concluir que se forma cuarta
de mejoras aunque sólo haya hijos naturales o descendientes legítimos de éstos, sin que existan además,
descendientes legítimos el causante. En el mismo sentido, Somarriva, Manuel, Evolución del Código Civil
chileno (Santiago, Editorial Nascimento, 1955) n. 267. Refleja la opinión contraria, por ejemplo, Rodríguez
Grez, Pablo, Instituciones de Derecho Sucesorio (Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2002) Vol. 2, p. 302.
(10) Claro Solar, Explicaciones, cit. (n. 1) XV, n. 1347. De hecho, los únicos países del mundo que
mantienen esta herencia española de la mejora son Chile, Colombia, y Argentina; pero todos ellos la mantienen
sólo en el orden de los descendientes.
(11) Domínguez Benavente, Ramón - Domínguez Águila, Ramón, Derecho Sucesorio (Santiago, Editorial
Jurídica de Chile, 1998), Apéndice. Modificación al contenido de la obra, p. 21.
(12) Rodríguez Grez, Pablo, Instituciones de Derecho Sucesorio (Santiago, Editorial Jurídica de Chile,
2002) Vol. 2, p. 302.
(13) Saavedra, Ricardo, Autonomía de la voluntad y protección de la familia frente a la actual realidad
sucesoria, en Estudios de Derecho Civil I (Santiago, Editorial LexisNexis, 2005) p. 113.
(14) Así, Claro Solar, Explicaciones, cit. (n. 1) XV, n. 1445.
(15) Bello, Obras completas, cit. (n. 3), II, p. 81.
(16) Así Elorriaga, Fabián, Derecho Sucesorio, cit. (n. 2) n. 150; y autores citados por él: Court Murasso,
E., Nueva ley de filiación (Santiago, 2000), p. 224; y Pardo de Carvallo, Inés, La reforma del Derecho sucesorio
por la Ley Nº 19.585 en Revista de Derecho Universidad Católica de Valparaíso, XX (1999 ), p. 114.

© Westlaw Thomson Reuters 7

Anda mungkin juga menyukai