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La Voz de la Mujer

Periódico Comunista-Anárquico
Universidad Nacional de Quilmes

Rector
Alejandro Villar

Vicerrector
Alfredo Alfonso
La Voz de la Mujer
Periódico Comunista-Anárquico
1896-1897

Prólogo de Dora Barrancos


Nota de María del Carmen Feijoó
Presentación de Maxine Molyneux

Bernal, 2018
La ideología argentina
Colección dirigida por Oscar Terán (1938-2008)

La voz de la mujer: periódico comunista-anárquico: 1896-1897; prefacio


de María del Carmen Feijoó; Maxine Molyneux; prólogo de Dora
Barrancos. - 2a ed. - Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2018.
168 p.; 23 x 15 cm. - (La ideología argentina / Oscar Terán)

ISBN 978-987-558-536-2

1. Historia Argentina. 2. Feminismo. 3. Publicaciones. I. Feijoó, María del


Carmen, pref. II. Molyneux, Maxine, pref. III. Barrancos, Dora, prólog.
CDD 305.42

Primera edición, 1997


Segunda edición, 2018

© Universidad Nacional de Quilmes, 1997

Universidad Nacional de Quilmes


Roque Sáenz Peña 352
(B1876BXD) Bernal, Provincia de Buenos Aires

ISBN: 987-9173-08-2

Queda hecho el depósito que marca la Ley Nº 11.723


Impreso en Argentina
Índice

Prólogo a la segunda edición, por Dora Barrancos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9


Nota editorial, por María del Carmen Feijoó. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Presentación. Ni Dios, ni Patrón, ni Marido. Feminismo anarquista
en la Argentina del siglo xix, por Maxine Molyneux . . . . . . . . . . . . . . . . 17

La Voz de la Mujer
Nº 1, 8 de enero de 1896 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Nº 2, 31 de enero de 1896 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Nº 3, 20 de febrero de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Nº 4, 27 de marzo de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Nº 5, 15 de mayo de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Nº 7, 18 de octubre de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Nº 8, 14 de noviembre de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Nº 9, 1º de enero de 1897 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Prólogo a la segunda edición

Debemos celebrar aquí la reedición del libro La Voz de la Mujer. Periódico


comunista-anárquico por la Editorial de la Universidad Nacional de
Quilmes, que en 1997 se propuso reproducir la totalidad del material
localizado y legible de los nueve números de esta publicación feminista
anarquista. Han pasado más de dos décadas de ese acontecimiento
editorial, y no puede ser más justificada la decisión de este nuevo
lanzamiento. El contexto de efervescencia feminista de los últimos
años, las evidencias múltiples de la adhesión masiva a sentimientos
antipatriarcales por parte de las generaciones más jóvenes –tal como se
ha observado en las movilizaciones recientes a favor de la legalización
del aborto en nuestro país–, la amplitud de la acogida académica de
los estudios acerca de las mujeres, de las relaciones entre los géneros
y la impronta de las disidencias sexo-genéricas han sido estimulantes
decisivos para que vuelva a circular La Voz de la Mujer, el periódico
comunista-anárquico que vio la luz entre 1896 y 1897. No fue la primera
publicación destinada a las mujeres y sostenida en buena medida por
plumas femeninas en la Argentina. Es necesario evocar las primeras
hojas en las que predominó la escritura de mujeres, La Argentina y La
Aljaba –ambas de inicios de la década 1830–. Con relación a La Argentina
ha sido reiterada la adjudicación de su dirección a un varón, Manuel
Irigoyen, pero de acuerdo con el riguroso análisis que César L. Díaz le
ha dedicado,1 debe admitirse que muy probablemente fueran mujeres
quienes estuvieran a su cargo. En el caso de La Aljaba, siempre se ha
sostenido que su editora fue Petrona Rosende de Sierra, pero lo cierto
es que ambas publicaciones se destinaron al público femenino y de
acuerdo con el citado análisis de Díaz, no faltaron tensiones entre estos
pioneros grupos editoriales dedicados a las lectoras mujeres, más allá
de la coincidente sintonía política con el gobierno de Juan Manuel de

1
 La Argentina: 1830-1831, estudio preliminar de César L. Díaz, La Plata, Instituto
Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Dirección Provincial de Patrimonio Cultural,
Archivo Histórico “Dr. Ricardo Levene”, 2011.

9
Rosas. Graciela Batticuore ha destacado que estas publicaciones, aunque
proponían la ilustración de las lectoras, “abogaban por un protagonismo
femenino circunscripto al ámbito de la domesticidad, la familia o la
intervención social por vía indirecta (vale decir, por vía de su ‘influencia’
pacificadora, no de la participación activa en la vida social y política)”.2
Desde mediados a fines del xix hubo sin dudas una ampliación del
número de mujeres que escribían y mantenían publicaciones, como
ocurrió con Juana Manso –notable educadora– y su revista La Redacción.
Álbum de señoritas. Periódico de literatura, modas, bellas artes y teatro, tal
el título completo de aquella empresa editorial surgida en 1854 y que
seguramente quiso ser la continuidad de la hoja que había publicado unos
años antes en Brasil, O Journal das Senhoras. Y más cerca del fin de ese
siglo se destacaron al menos dos editoras mujeres, Juana Manuela Gorriti
–singular novelista e historiadora amateur–, responsable de La Alborada
del Plata, y la peruana, también descollante escritora, Clorinda Matto de
Turner con Búcaro Americano, que casi coincidió con la aparición de La
Voz de la Mujer. Ese fin de siglo resultó muy alterado, la modernidad se
impuso a zancadas, una vorágine de cambios materiales en la sociedad
argentina, y si hubo transformaciones tangibles en los grandes centros
urbanos, en especial Buenos Aires y Rosario, se refieren a la cambiante
demografía con miles y miles de inmigrantes de ultramar que darían
una nueva fisonomía social y cultural al país. Las mujeres letradas, a
pesar del sometimiento formal al cónyuge traído por el flamante Código
Civil –puesto en vigor en 1871–, pudieron acceder a renovadas fuentes
de información. Las lecturas recorrían desde los diarios a las revistas de
información general pero, sobre todo, la avidez por leer se centró –como
un fomento a la imaginería transgresora– en las novelas. Ha sido muy
analizado el formato del folletín que concentrará el deseo consumidor
letrado entre las mujeres –debe recordarse el análisis de Beatriz Sarlo3
en nuestro medio y de Anne-Marie Thiesse4 con relación a Francia–,
género que debe verse como provocador de subjetividades que hasta
pueden conspirar contra la canónica moral patriarcal. Las publicaciones
destinadas a las mujeres en manos de editoras de tanta respetabilidad
literaria como Gorriti y Turner podían ser amenazantes para ciertos
sectores sociales, aunque apenas animaran mohines de disconformidad.

2
 Batticuore, Graciela, Lectoras del siglo xix. Imaginarios y prácticas en la Argentina,
Buenos Aires, Ampersand, 2017, p. 48.
3
 Sarlo, Beatriz, El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Catálogos, 1985.
4
 Thiesse, Anne-Marie, Le Roman du Quotidien, lecteurs et lectures populaires à la Belle
Epoque, París, Seuil, 2000.

10
Si por un lado les sonaba convincente la mayor educación de las mujeres,
por otro no dejaban de perturbarse por la posibilidad de la insurgencia
femenina, de disgustarse con la idea de que se reclamara un límite a las
mandas hogareñas.
La Voz de la Mujer responde a la nueva corriente que se abre paso entre los
fragores de la modernidad productora de un tendal de despojados. Las clases
proletarias constituyen la piedra de toque de las formulaciones doctrinarias
anarco-comunistas, sin duda uno de los cauces de las configuraciones
anarquistas. En estas –que heredan el compromiso de no abdicar jamás de
la soberanía individual, impidiendo cualquier representación vicaria– hay
corrientes que sostienen la primacía de una sociedad igualitaria, de un
régimen absolutamente paritario en el disfrute de los bienes, donde no
haya desigualdades más allá de las diferencias que “por naturaleza” tienen
los individuos. Bakunin y Kropotkin, con sus matices, han abonado la
conquista de un régimen social que elimine la apropiación particular de la
riqueza, el Estado y el orden jurídico que lo sostiene. Desde luego, deben
desparecer otras fuentes sustantivas de poder, como la Iglesia católica
y las instituciones conservadoras. El anarco-comunismo pudo tener
antecedentes nativos en algunas ideaciones socialistas románticas, pero
no escapa que su empinamiento fue obra de las poblaciones inmigrantes,
sobre todo de españoles, italianos y franceses. Las expresiones libertarias
se extendieron notablemente desde la última década del xix y tuvieron
mayor aceptación entre los sectores asalariados de menor calificación.
No es difícil, como alguna vez sostuve, que para las masas desarraigadas
y con evidente exclusión el anarquismo fuera una verdadera ancla, ya
que hacía sentido su apotegma de negatividades: “Ni dios, ni patria, ni
patrón”. El escenario local fue pródigo en la recepción de notables figuras
del anarquismo internacional antes de la virada del siglo, tales los casos
de Ettore Mattei, Pietro Gori y Errico Malatesta, y si durante un cierto
lapso se discutió duramente si se apegaba o no el pensamiento anarquista
a la organización sindical y social, finalmente ganó la posición de quienes
abogaban por la creación de organizaciones para llevar adelante las luchas
proletarias.
Entre las filas libertarias, la cuestión de la mujer tuvo un singular
empinamiento, resultó un término fundamental para la demolición
del orden social burgués y la extinción de la potestad eclesiástica.
Las luchas reivindicativas de las mujeres para conquistar derechos y
emancipación gozaban de expresiva ampliación a fines del xix, momento
en que además se acuñó el término “feminismo” gracias a la destacada
militante francesa Hubertine Auclert. Pero para el anarquismo, desde
luego para las anarquistas, la procura de derechos formales resultaba una

11
contradicción en sus términos dada la piedra angular de la antilegalidad
de su ideario. De modo que la aparición de La Voz de la Mujer,
coincidiendo con el surgimiento del Partido Socialista en nuestro país
–primero en incluir en su programa el derecho al sufragio femenino–,
no puede verse sin más como una contribución al cauce principal del
feminismo argentino, aunque debe admitirse que hay allí un atajo –como
lo hace Maxine Molyneux en el artículo que vuelve a publicarse en esta
edición, y que desde su título mismo expresa la existencia del “feminismo
anarquista”–. Por mi parte, he preferido la coligación temeraria de la
fórmula “el contrafeminismo del feminismo anarquista”5 para dar cuenta
del contraste insalvable con las dos principales dimensiones de la agenda
feminista desde el siglo xix hasta mediados del xx: igualdad jurídica y
sufragio. Pero no hay dudas de que las mujeres anarquistas se empeñaron,
en lo interno de sus propias filas, en acciones por el reconocimiento
de su condición de subalternas, por la revolución doméstica y por el
control de la fecundidad. Este último aspecto concitó la adhesión de la
gran mayoría de los varones anarquistas, y desde fines del xix –y sobre
todo en las primeras décadas del xx– hubo una maciza contribución de
plumas anarquistas destinadas a proclamar la “maternidad consciente”,
a inducir a sus seguidores a limitar los nacimientos, y los orígenes de
estas posiciones deben encontrarse en la adhesión anarquista a las tesis
malthusianas y también a la eugenesia. En efecto, había sido Malthus
el sostenedor de que la población crecía más rápidamente que los
recursos, por lo que había que reprimir (de diferente manera, hasta con
la abstención sexual…) la fecundidad. Y por su parte, las posiciones
seudocientíficas eugenésicas proclamaban que la raza humana estaba en
peligro con la procreación indebida de las personas débiles, enfermas
o “desviadas”. Debe decirse que el anarquismo mantuvo el ideal de la
“eugenesia positiva” pues había que posibilitar condiciones de salud y de
bienestar al proletariado para que la especie humana no se deteriorara.
Como fuere, las militantes anarquistas estuvieron en la primera leva
de las reivindicaciones para controlar la natalidad, sostuvieron que no
había que obligarse a la maternidad, fueron las primeras en alentar la
adopción de técnicas anticonceptivas, sus más entusiastas propagandistas.
Como se puede concluir, una verdadera anticipación de cuestiones que el
feminismo sostendría décadas más adelante.
Las preocupaciones de los varones anarquistas por la condición de
las mujeres tienen un correlato fundamental en la necesidad de hacerlas

5
 Barrancos, Dora, Anarquismo, educación y costumbres en la argentina de principios de
siglo, Buenos Aires, Contrapunto, 1992.

12
partícipes de las luchas emancipatorias, en retirarlas de la influencia
del cura, en hacerlas sostenedoras de los combates de los cónyuges,
para que no se interpusieran vacilaciones ni detenimientos. Pero si esto
es un presupuesto, debe admitirse que en La Voz de la Mujer resulta
hegemonizada, y con mayor radicalidad, la crítica a las costumbres del
matrimonio legalizado, la propaganda de la sustitución de los falsos intereses
y la proclama reiterada del amor libre, única forma amatoria que puede
revocar los acuerdos cuando se extinguen los sentimientos. Esta fórmula
de enfrentamiento a la hipocresía de los vínculos maritales forzados por
la juridicidad será la acostumbrada y casi solitaria semántica anarquista
de la época. Pero como sostienen Maxine Molineux en su abordaje, y
Laura Fernández Cordero,6 sorprenden las expresiones del lenguaje en los
primeros números de la publicación. No hay metáforas para dar cuenta
de fenómenos como el coito y la masturbación. Es cierto que también
hay locuciones que no obvian las concepciones de la moral conforme a la
Naturaleza. Era arquetípica la reverencia a esta última, lo que impregnó
de fórmulas restrictivas a sus propios discursos libertarios, como surge de la
idea de “fraude” con relación a ciertos actos sexuales, seguramente porque
se realizaban “contra natura”. Pero debe insistirse sobre la disrupción que
produce el periódico, de tal manera que termina habiendo una fuerte
repulsa entre los acólitos disgustados por la osadía de las notas. Las/los/les
lectores actuales podrán observar los cambios significativos de tópicos y de
acentos a medida que se editan los nuevos números, por cierto morigerados.
Hubo al menos en tres oportunidades cambios del grupo editor, y quiénes lo
constituyen en cada oportunidad es todavía materia de interrogantes.
¿Quiénes fueron finalmente las/los editores, y quiénes las emisoras
femeninas de La Voz de la Mujer? Si al principio figura Josefa Calvo como
responsable –de la que lamentablemente nada se sabe–, no es posible
identificar a A. Barcla, no hay pistas sobre esta figura que se hace cargo
de la publicación hasta el final, final acelerado que debe atribuirse a las
dificultades económicas para sostenerse, ¿o bien a las diatribas que seguía
provocando? Algunas notas son firmadas por seudónimos femeninos,
como Luisa Violeta, otras por nombres que suenan verdaderos, como
Esther Buscaglia, a quien no hemos encontrado en la vasta producción
de periódicos anarquistas del período. Tampoco aparece en la lista de
deportados por la aplicación de Ley de Residencia,7 con la que el Estado

6
 Fernández Cordero, Laura, Amor y anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y
ejercieron la libertad sexual, Buenos Aires, Siglo XXI, 2017.
7
 La Ley de Residencia Nº 4144 –o Ley Cané– fue sancionada en 1902 y derogada
en 1958. Permitía que el Poder Ejecutivo ordenara “la salida del territorio de la Nación a

13
argentino quiso reprimir las movilizaciones sociales expulsando a pestíferos
agitadores. Unas líneas aparte merece quien se escuda bajo el seudónimo
de Pepita Gherra, ¿qué conjeturas formular? No es posible desentrañar en
el estado actual de las investigaciones la identidad de Pepita… aunque
podemos seguir apostando a que correspondía a un sujeto femenino.
Aunque parezca más arduo, es sin embargo más plausible hacernos una
idea acerca de quiénes leyeron La Voz de la Mujer. María del Carmen
Feijóo y Marcela Nari8 hicieron una incursión tratando de identificar a las
posibles lectoras del periódico –también a los lectores–, y concluyeron que
fueron probablemente trabajadoras, obreras de la confección, “fabriqueras”,
mucamas, pero también muchas debieron ser solo amas de casa en hogares
muy modestos, en los que se encendía la chispa de la contestación
frente a tantas inequidades. Pero las autoras señalan las dificultades de
aproximación efectiva con esas mujeres debido a lo ciertamente abstruso
de las cuestiones en debate y también a las dificultades en la operación
de leer. Debe pensarse que solo la mitad de las habitantes mujeres en la
ciudad de Buenos Aires eran alfabetizadas, y que la enorme mayoría de
las españolas e italianas que ingresaron a nuestro país en ese ciclo que va
desde fines del xix hasta alrededor de 1913 eran analfabetas. Pero no hay
dudas de que la proximidad con el ideario anarquista suscitaba esfuerzos
para saber leer y escribir, y se debe a la corriente una saga singular de
emprendimientos educativos, que alcanzaron a no pocas mujeres.
Volver a las fuentes del pasado, llenas de imprecaciones acerca de la
indigna existencia que resulta de un orden social injusto, y en las que
relampaguean retos al autoritarismo patriarcal, a sus sometimientos,
tiene sentido angular si se interpelan las continuidades en el presente.
Es con los ojos puestos en el tiempo presente como volvemos al
pasado. Redoblamos la apuesta a una sociedad sin patriarcado, sin
discriminaciones ni exclusiones de ninguna índole; al final, una conjura
que estuvo en buena medida asociada a esa empresa irreverente que fue
La Voz de la Mujer.

Dora Barrancos

todo extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros
por crímenes o delitos comunes” (art. 1). También podía determinar “la salida de todo
extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”
(art. 2). Fue reiteradamente empleada contra extranjeros sindicados como peligrosos para
la seguridad nacional.
8
Feijoó, María del Carmen y Marcela Nari, “Imaginando el lector / la lectora de La
Voz de la Mujer”, en Fletcher, Lea (comp.), Mujeres y cultura en el siglo xix, Buenos Aires,
Feminaria, 1994.

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No­ta edi­to­rial

El pe­rió­di­co La Voz de la Mu­jer que hoy edi­ta la Editorial de la Uni­ver­si­dad


Na­cio­nal de Quil­mes tu­vo un des­ti­no com­par­ti­do con bue­na par­te de las
fuen­tes pa­ra el es­tu­dio de la his­to­ria obre­ra, en un país que no ha si­do es­pe­
cial­men­te cui­da­do­so en la con­ser­va­ción de su pa­sa­do y en el que es­ta con­
ser­va­ción de­pen­dió, en mu­chos ca­sos, de los es­fuer­zos ais­la­dos y per­so­na­les
de gru­pos y mi­li­tan­tes dis­per­sos. Pu­bli­ca­do en el año 1897, en el con­tex­to
de la olea­da de li­te­ra­tu­ra so­cia­lis­ta y anar­quis­ta del fin de si­glo, de­sa­pa­re­ció
por com­ple­to de los re­po­si­to­rios na­cio­na­les y de la me­mo­ria co­lec­ti­va. Rea­
pa­re­ce fu­gaz­men­te en la pro­li­ja re­co­pi­la­ción que, en oca­sión del con­cur­so
con­vo­ca­do con mo­ti­vo de cum­plir­se el cin­cuen­te­na­rio de la apa­ri­ción
de La Pro­tes­ta, se rea­li­zó en Bue­nos Ai­res en el año 1927, y que se co­no­
ce co­mo el Cer­ta­men In­ter­na­cio­nal de La Pro­tes­ta. En di­cha pu­bli­ca­ción
es Max Net­tlau quien con­sig­na su exis­ten­cia en la po­nen­cia de­no­mi­na­
da “Con­tri­bu­ción a la bi­blio­gra­fía anar­quis­ta de la Amé­ri­ca La­ti­na has­ta
1914”, in­clu­yén­do­lo en el ci­clo de los pe­rió­di­cos de pro­pa­gan­da ge­ne­ral
apa­re­ci­dos en­tre 1890 y 1904 en la Ar­gen­ti­na. Sin dis­po­ner de los mis­mos
en el mo­men­to de la ela­bo­ra­ción de la no­ta, Net­tlau brin­da un con­se­jo –
aún vá­li­do fren­te a nues­tra or­fan­dad en ma­te­ria de fuen­tes–:

He vis­to y a me­nu­do leí­do, los pe­rió­di­cos de los que voy a dar la lis­ta,
pe­ro ya ha­ce mu­cho tiem­po de es­to, y aun­que con­ser­vo mu­chas im­pre­sio­
nes, és­tas ca­re­cen de fres­cu­ra, son in­com­ple­tas y no va­le la pe­na de re­car­
gar con ellas es­tas lis­tas. Son los mi­li­tan­tes que tie­nen un re­cuer­do vi­vo
de ca­da pe­rió­di­co, los que ha­rán bien –si quie­ren ser­vir a la his­to­ria– en
per­fi­lar en po­cas pa­la­bras la fi­so­no­mía de ca­da pe­rió­di­co y de los de­ta­lles
dig­nos de ser con­ser­va­dos que a ellos se re­fie­ren, y los es­tu­dio­sos de es­pí­
ri­tu crí­ti­co, al ho­jear esas co­lec­cio­nes, sa­ca­rán a la luz las ideas, crí­ti­cas,
des­crip­cio­nes so­cia­les y otros ma­te­ria­les vi­vien­tes que duer­men en los
vie­jos pe­rió­di­cos.

Es sólo en 1978 cuan­do el li­bro de Iaä­cov Oved, El mo­vi­mien­to anar­quis­


ta en la Ar­gen­ti­na, en su bien do­cu­men­ta­do ane­xo, así co­mo en el tex­to,
rei­te­ra la re­fe­ren­cia a La Voz de la Mu­jer, res­guar­da­do en la bi­blio­te­ca del

15
Ins­ti­tu­te of So­cial His­tory de Ams­ter­dam, jun­to con otras tan­tas fuen­tes
in­dis­pen­sa­bles pa­ra la ta­rea de re­cons­truir las vo­ces ol­vi­da­das y es­con­di­
das de los sec­to­res po­pu­la­res. Es­te res­ca­te fa­ci­li­ta la con­so­li­da­ción de una
nue­va ma­ne­ra de abor­dar la his­to­ria, a la luz de nue­vas fuen­tes y tes­ti­mo­
nios que bri­llan por sí mis­mos pe­ro que, a la vez, obli­gan a la re­lec­tu­ra de
lo que ya se co­no­cía. Por ejem­plo, a la bús­que­da de una lec­tu­ra de la his­
to­ria que in­ter­sec­te la con­di­ción de cla­se con la con­di­ción de gé­ne­ro. Por
úl­ti­mo, en el año 1986 el ar­tí­cu­lo de Maxy­ne Moly­neux, tam­bién in­clui­
do en es­ta edi­ción, abor­da sis­te­má­ti­ca­men­te la des­crip­ción y el aná­li­sis
del cor­pus del pe­rió­di­co.
Al pu­bli­car aho­ra la fuen­te, jun­to con el men­cio­na­do ar­tí­cu­lo, se po­ne
al al­can­ce del pú­bli­co in­te­re­sa­do en la his­to­ria fe­mi­nis­ta y en la de los
sec­to­res su­bal­ter­nos un ma­te­rial cu­ya ri­que­za po­drá ex­plo­rar­se en pro­
fun­di­dad, co­mo un tex­to es­pe­cí­fi­co y en tér­mi­nos de sus cru­ces con la
ideo­lo­gía y las prác­ti­cas or­ga­ni­za­ti­vas del pe­río­do. Al pu­bli­car­la, tam­bién,
la Edi­to­rial de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Quil­mes rea­li­za una con­tri­bu­
ción pa­ra la re­cu­pe­ra­ción de la me­mo­ria co­lec­ti­va y, co­mo lo que­ría Max
Net­tlau, cum­ple con el man­da­to de “ser­vir a la his­to­ria”.

Ma­ría del Car­men Fei­joó

16
PresentaciÓn

Ni Dios, ni Pa­trón, ni Ma­ri­do


Fe­mi­nis­mo anar­quis­ta en la Ar­gen­ti­na del si­glo xix
Por Ma­xi­ne Moly­neux*

Es­te ar­tí­cu­lo ana­li­za el fe­mi­nis­mo anar­quis­ta, una ten­den­cia den­tro del


mo­vi­mien­to anar­quis­ta del si­glo xix en la Ar­gen­ti­na, a tra­vés de un
es­tu­dio del con­te­ni­do y el con­tex­to so­cial del pe­rió­di­co La Voz de la
Mu­jer. Hay dos ra­zo­nes prin­ci­pa­les pa­ra es­tu­diar es­te fe­nó­me­no. La pri­
me­ra de ellas es fa­mi­liar a la his­to­rio­gra­fía fe­mi­nis­ta: vol­ver vi­si­ble lo
que, en la fra­se de Shei­la Row­bot­ham (1974), ha per­ma­ne­ci­do “ocul­to
pa­ra la his­to­ria”. La his­to­ria del fe­mi­nis­mo anar­quis­ta en la Ar­gen­ti­na
nun­ca ha si­do es­cri­ta; ni si­quie­ra ha si­do re­co­no­ci­da co­mo una ten­den­
cia dis­tin­ti­va den­tro del mo­vi­mien­to anar­quis­ta o de los mo­vi­mien­tos
la­ti­noa­me­ri­ca­nos de mu­je­res. Los prin­ci­pa­les his­to­ria­do­res del anar­quis­
mo ar­gen­ti­no –Max Net­tlau, Die­go Abad de San­ti­llán e Iaä­cov Oved–
ape­nas si no­tan la exis­ten­cia de La Voz, sin ana­li­zar su con­te­ni­do ni
ex­plo­rar su re­le­van­cia.
Una se­gun­da ra­zón con­cier­ne a las im­pli­ca­cio­nes po­lí­ti­cas de ta­les
fe­nó­me­nos en el in­te­rior del de­ba­te fe­mi­nis­ta, es­pe­cial­men­te en el con­
tex­to del ter­cer mun­do. La Voz de la Mu­jer era un dia­rio es­cri­to por
mu­je­res pa­ra mu­je­res, y sus re­dac­to­ras sos­te­nían que era el pri­me­ro en su
ti­po en La­ti­noa­mé­ri­ca. Aun­que es­to no era cier­to,1 La Voz po­día ale­gar
ori­gi­na­li­dad en su ca­rác­ter de ex­pre­sión in­de­pen­dien­te de una co­rrien­te
ex­plí­ci­ta­men­te fe­mi­nis­ta den­tro de los mo­vi­mien­tos de los tra­ba­ja­do­res
del con­ti­nen­te. Sien­do uno de los pri­me­ros ca­sos re­gis­tra­dos en La­ti­
noa­mé­ri­ca de una fu­sión de ideas fe­mi­nis­tas con una orien­ta­ción re­vo­lu­
cio­na­ria y tra­ba­ja­do­ra, di­fie­re del fe­mi­nis­mo ha­lla­do en otros lu­ga­res de

*
Ma­xi­ne Moly­neux es pro­fe­so­ra de So­cio­lo­gía en el Ins­ti­tu­te of The Ame­ri­cas <www.
ucl.ac.uk/americas>. Correo electrónico: <m.molyneux@uel.ac.uk>. El pre­sen­te ar­tí­cu­lo
apa­re­ció pre­via­men­te en la re­vis­ta La­tin Ame­ri­can Pers­pec­ti­ves, Is­sue 48, vol. 13, Nº 1, 1986,
pp. 119-145. La au­to­ra de­sea agra­de­cer al Ins­ti­tu­to de His­to­ria So­cial en Ams­ter­dam, y a I.
Oved por ha­ber lla­ma­do su aten­ción acer­ca de la exis­ten­cia de La Voz de la Mu­jer.
1
O Jor­nal das Sen­ho­ras, por ejem­plo, apa­re­ció en el Bra­sil en 1852. Es­ta­ba de­di­ca­do a “el
ade­lan­to so­cial y la eman­ci­pa­ción mo­ral de las mu­je­res” (Hah­ner, 1978).

17
La­ti­noa­mé­ri­ca du­ran­te las fa­ses ini­cia­les de in­dus­tria­li­za­ción. Es­te úl­ti­mo
so­lía cen­trar­se en mu­je­res edu­ca­das de cla­se me­dia y re­fle­ja­ba, en cier­to
gra­do, sus preo­cu­pa­cio­nes es­pe­cí­fi­cas. En el con­tex­to la­ti­noa­me­ri­ca­no, en
el cual el fe­mi­nis­mo es fre­cuen­te­men­te des­pre­cia­do por los gru­pos ra­di­ca­
li­za­dos co­mo un fe­nó­me­no “bur­gués” o “re­for­mis­ta”, el ejem­plo de La Voz
cons­ti­tu­ye un cues­tio­na­mien­to a es­te mo­do de ca­rac­te­ri­zar lo esen­cial del
mo­vi­mien­to. Aun­que la in­ves­ti­ga­ción em­pí­ri­ca no pue­de ser el te­rre­no
ex­clu­si­vo pa­ra el de­ba­te acer­ca de la na­tu­ra­le­za y la efec­ti­vi­dad del fe­mi­
nis­mo, una con­si­de­ra­ción de los he­chos pue­de pro­veer in­for­ma­ción a
di­cho de­ba­te.

El con­tex­to

El fe­mi­nis­mo anar­quis­ta sur­gió en Bue­nos Ai­res en la dé­ca­da de 1890 en


un con­tex­to mo­de­la­do por tres fac­to­res que dis­tin­guían a la Ar­gen­ti­na
en­tre los es­ta­dos la­ti­noa­me­ri­ca­nos del si­glo xix: un cre­ci­mien­to eco­nó­
mi­co rá­pi­do, el flu­jo de gran­des nú­me­ros de in­mi­gran­tes eu­ro­peos, y la
for­ma­ción de un mo­vi­mien­to la­bo­ral ac­ti­vo y ra­di­cal. Du­ran­te la se­gun­
da mi­tad del si­glo xix, la eco­no­mía ar­gen­ti­na es­ta­ba pa­san­do por un
mo­men­to de ex­pan­sión es­pec­ta­cu­lar. En el pe­río­do com­pren­di­do en­tre
1860 y 1914, las ta­sas de cre­ci­mien­to real del pbi es­ta­ban en­tre las más
al­tas del mun­do, lo que otor­ga­ba a la Ar­gen­ti­na un li­de­raz­go so­bre el
res­to de La­ti­noa­mé­ri­ca, que iba a ser re­te­ni­do has­ta los años se­sen­ta. La
ba­se de es­ta ex­pan­sión era la ex­plo­ta­ción de las fér­ti­les pam­pas, las in­fi­
ni­tas lla­nu­ras del in­te­rior, las cua­les pro­du­cían tri­go y car­ne ba­ra­tos pa­ra
los mer­ca­dos eu­ro­peos. Co­mo la de­man­da de es­tos pro­duc­tos cre­ció, y la
ca­pa­ci­dad pro­duc­ti­va ar­gen­ti­na se in­cre­men­tó, el área de tie­rra cul­ti­va­da
se ele­vó de aproximadamente 80.000 ha en 1862 a 24 mi­llo­nes en 1914
(Ferns, 1960).
El cre­ci­mien­to de la eco­no­mía in­cre­men­tó la de­man­da de tra­ba­jo, y
és­ta fue sa­tis­fe­cha por la in­mi­gra­ción en gran es­ca­la. Des­de la dé­ca­da
de 1870 en ade­lan­te, se abrie­ron ofi­ci­nas es­pe­cia­les en Ita­lia, Es­pa­ña,
Fran­cia y Ale­ma­nia pa­ra atraer a los in­mi­gran­tes a la Ar­gen­ti­na, con
la pro­me­sa de tie­rras ba­ra­tas, pa­sa­jes y prés­ta­mos. La res­pues­ta en las
áreas de­pri­mi­das de Eu­ro­pa fue ex­traor­di­na­ria­men­te po­si­ti­va, y la ta­sa
de in­mi­gra­ción al­can­za­da no tu­vo com­pa­ra­ción con la de nin­gún otro
lu­gar en el sub­con­ti­nen­te. En to­tal, en­tre 1857 y 1941, mo­men­to en que
la in­mi­gra­ción ha­bía ca­si ce­sa­do, más de 6,5 mi­llo­nes de per­so­nas mi­gra­
ron a la Ar­gen­ti­na, y cer­ca de 3,5 mi­llo­nes per­ma­ne­cie­ron allí. En 1914
la Ar­gen­ti­na era el país con la más al­ta pro­por­ción de in­mi­gran­tes con

18
res­pec­to a la po­bla­ción in­dí­ge­na en el mun­do.2 Des­de 1857 a 1895, la
Ar­gen­ti­na ha­bía re­ci­bi­do 2.117.570 ex­tran­je­ros, de los cua­les 1.484.164
se es­ta­ble­cie­ron. En 1895, és­tos re­pre­sen­ta­ban el 20% de los apro­xi­ma­da­
men­te 4.000.000 de ha­bi­tan­tes de la Ar­gen­ti­na, y el 52% de la po­bla­ción
de Bue­nos Ai­res, la ciu­dad ca­pi­tal (Sol­berg, 1970).
El ma­yor gru­po ét­ni­co es­ta­ba com­pues­to por ita­lia­nos, quie­nes en
1895 re­pre­sen­ta­ban el 52% del nú­me­ro to­tal de in­mi­gran­tes. Los es­pa­
ño­les con­for­ma­ban el se­gun­do gru­po más gran­de, con el 23,2% del to­tal,
y los fran­ce­ses re­pre­sen­ta­ban el 9,6%. Pe­que­ños por­cen­ta­jes de ale­ma­
nes, bri­tá­ni­cos, aus­tría­cos, uru­gua­yos, ára­bes, sui­zos y eu­ro­peos del es­te
in­te­gra­ban el res­to. Fue en­tre es­tas co­mu­ni­da­des de in­mi­gran­tes que el
gru­po que pro­du­jo La Voz de la Mu­jer sur­gió y des­ple­gó su ac­ti­vi­dad. El
anar­quis­mo co­mo ideo­lo­gía po­lí­ti­ca fue ori­gi­nal­men­te im­por­ta­do por los
in­mi­gran­tes pro­ve­nien­tes de los paí­ses eu­ro­peos en los cua­les el mo­vi­
mien­to anar­quis­ta era fuer­te –Ita­lia, Es­pa­ña y Fran­cia–.3 Los gru­pos y las
pu­bli­ca­cio­nes anar­quis­tas, mu­chos de los cua­les fue­ron fun­da­dos por re­fu­
gia­dos po­lí­ti­cos de Eu­ro­pa, emer­gie­ron por pri­me­ra vez en las dé­ca­das de
1860 y 1870.
A pe­sar de los orí­ge­nes fo­rá­neos del anar­quis­mo, no hay du­da de que
las con­di­cio­nes ma­te­ria­les que en­con­tra­ron los in­mi­gran­tes en la Ar­gen­
ti­na pro­ve­ye­ron un te­rre­no fér­til pa­ra el mis­mo. Tras su arri­bo a Bue­nos
Ai­res, apro­xi­ma­da­men­te la mi­tad de los in­mi­gran­tes bus­có ini­cial­men­
te su for­tu­na en la tie­rra, mien­tras que el res­to en­con­tró tra­ba­jo en la
eco­no­mía por­tua­ria en ex­pan­sión y en otros cen­tros ur­ba­nos ta­les co­mo
Ro­sa­rio y La Pla­ta. Se con­vir­tie­ron en jor­na­le­ros, obre­ros, em­plea­dos
do­més­ti­cos y em­plea­dos pú­bli­cos en los pro­yec­tos de cons­truc­ción fi­nan­
cia­dos por el Es­ta­do. Mien­tras que al­gu­nos te­nían ca­pi­tal pa­ra in­ver­tir en
ne­go­cios y en bie­nes raí­ces, la ma­yo­ría eran miem­bros de la cla­se tra­ba­ja­
do­ra ru­ral o ur­ba­na, que ha­bían ve­ni­do a la Ar­gen­ti­na pa­ra es­ca­par de las
pri­va­cio­nes de sus pro­pios paí­ses y lo­grar for­tu­na.
Po­cos in­mi­gran­tes lo­gra­ron al­can­zar la mo­vi­li­dad so­cial a la que as­pi­
ra­ban. La ma­yo­ría con­ti­nua­ron sien­do tra­ba­ja­do­res; apro­xi­ma­da­men­te el
70% de los in­mi­gran­tes se con­cen­tra­ron en la ciu­dad de Bue­nos Ai­res, y

2
En la vís­pe­ra de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, el 30% de la po­bla­ción ar­gen­ti­na era
in­mi­gran­te, en con­tras­te con el 14% de la po­bla­ción de los Es­ta­dos Uni­dos en 1910 (Sol­
berg, 1970).
3
Ha­bía, des­de lue­go, co­rrien­tes anar­quis­tas nativas en la Ar­gen­ti­na –for­mas de re­
sis­ten­cia po­pu­lar es­pon­tá­nea–, pe­ro eran in­ca­pa­ces de al­can­zar una ex­pre­sión or­ga­ni­
za­cio­nal es­ta­ble. Una de ellas, co­no­ci­da co­mo cul­tu­ra gau­ches­ca, se con­vir­tió en te­ma
cen­tral de dra­ma­tur­gos y poe­tas anar­quis­tas des­de 1890 en ade­lan­te (véa­se Fran­co, 1963,
y Yun­que, 1941).

19
de la cla­se tra­ba­ja­do­ra en ge­ne­ral al­re­de­dor del 60% eran ex­tran­je­ros. El
de­seo frus­tra­do de una me­jo­ra en sus me­dios de vi­da fue pro­ba­ble­men­te
una de las cau­sas prin­ci­pa­les del des­con­ten­to de los in­mi­gran­tes (Rock,
1975). Pa­ra mu­chos de es­tos tra­ba­ja­do­res, las con­di­cio­nes eran de­sas­tro­
sas. En Bue­nos Ai­res, don­de la po­bla­ción se du­pli­có en­tre 1869 y 1887,
y nue­va­men­te en­tre 1887 y 1904, la vi­vien­da era es­ca­sa y de ma­la ca­li­
dad. Mu­chos tra­ba­ja­do­res vi­vían en con­ven­ti­llos, en los cua­les la fa­mi­lia
in­mi­gran­te pro­me­dio de cin­co per­so­nas com­par­tía una ha­bi­ta­ción de
12x12 pies (3,6 x 3,6 me­tros, apro­xi­ma­da­men­te) (Sol­berg, 1970). Aun­
que los sa­la­rios no eran ba­jos en com­pa­ra­ción con los de otros paí­ses la­ti­
noa­me­ri­ca­nos, se de­te­rio­ra­ban a cau­sa de las cons­tan­tes de­va­lua­cio­nes.
Los tra­ba­ja­do­res eran es­ta­fa­dos fre­cuen­te­men­te en los tra­tos con sus je­fes,
y las con­di­cio­nes de em­pleo eran du­ras. La nor­ma era una jor­na­da de diez
ho­ras y una se­ma­na la­bo­ral de seis días (Ma­rot­ta, 1960).
Las di­fi­cul­ta­des ma­te­ria­les se com­bi­na­ban con con­di­cio­nes po­lí­ti­cas que
no ali­via­ban en lo más mí­ni­mo la distancia de los in­mi­gran­tes respecto
de la rea­li­dad ar­gen­ti­na, y su insatisfacción ante ella. Aun­que en teo­ría la
Ar­gen­ti­na te­nía un go­bier­no cons­ti­tu­cio­nal en el cual pre­va­le­cía la so­be­
ra­nía po­pu­lar, en la prác­ti­ca exis­tía un sis­te­ma de elec­ción in­di­rec­ta, clien­
te­lis­mo po­lí­ti­co y alian­zas in­for­ma­les con cau­di­llos lo­ca­les. Es­to anu­la­ba
la re­pre­sen­ta­ti­vi­dad po­lí­ti­ca real de la ma­yo­ría de los re­si­den­tes ar­gen­ti­
nos, fue­ran na­ti­vos o in­mi­gran­tes. Cuan­do los in­mi­gran­tes co­men­za­ron a
ha­cer­se oír, y la mi­li­tan­cia de la cla­se tra­ba­ja­do­ra au­men­tó, los in­mi­gran­tes
pa­re­cie­ron ame­na­zar la pros­pe­ri­dad eco­nó­mi­ca que ellos ha­bían ayu­da­do a
cons­truir. Pa­ra au­men­tar el con­trol so­bre ellos, el go­bier­no hi­zo ca­si im­po­
si­ble la na­tu­ra­li­za­ción de los in­mi­gran­tes, aun­que sus hi­jos se con­si­de­ra­ban
ciu­da­da­nos ar­gen­ti­nos por de­re­cho de na­ci­mien­to. No es sor­pren­den­te,
por lo tan­to, que en 1895, de un to­tal de 345.493 ex­tran­je­ros en Bue­nos
Ai­res, só­lo 715 ha­bían ad­qui­ri­do la ciu­da­da­nía (Bour­dé, 1974).
Es­ta po­lí­ti­ca de res­tric­ción de de­re­cho al su­fra­gio per­mi­tió que el
go­bier­no pos­pu­sie­ra al­gu­nas de las con­se­cuen­cias de la in­mi­gra­ción
du­ran­te dos dé­ca­das. La po­bla­ción in­mi­gran­te fue man­te­ni­da en una
si­tua­ción eco­nó­mi­ca y po­lí­ti­ca pre­ca­ria. La do­ble des­ca­li­fi­ca­ción (elec­
to­ral y na­cio­nal) que per­mi­tía una ex­pre­sión po­lí­ti­ca mí­ni­ma de sus as­pi­
ra­cio­nes la alen­tó a ex­pre­sar­se de un mo­do com­ba­ti­vo y, mu­chas ve­ces,
re­vo­lu­cio­na­rio. El des­con­ten­to de los in­mi­gran­tes fue evi­den­te en las
huel­gas de fi­na­les de la dé­ca­da de 1880, y al­can­zó un pi­co en la huel­ga
ge­ne­ral de 1902. Pe­ro el go­bier­no es­ta­ba obli­ga­do a con­ti­nuar crean­do la
fuer­za mis­ma que de­sea­ba con­te­ner.
Las co­mu­ni­da­des in­mi­gran­tes, que in­te­gra­ban la na­cien­te cla­se tra­ba­
ja­do­ra, te­nían un rol pro­mi­nen­te en el mo­de­la­do de sus ideo­lo­gías y del

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ca­rác­ter de sus lu­chas. Ellas tra­je­ron de Eu­ro­pa una cul­tu­ra po­lí­ti­ca que
emer­gió a par­tir de su ex­pe­rien­cia con las or­ga­ni­za­cio­nes y las for­mas de
ac­ción de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, tras­la­dan­do los de­ba­tes acer­ca del anar­
quis­mo, el so­cia­lis­mo y la or­ga­ni­za­ción de los sin­di­ca­tos a las tien­das, los
con­ven­ti­llos y los ca­fés de Bue­nos Ai­res, Ro­sa­rio y La Pla­ta. La pri­me­ra
huel­ga, en 1878, fue or­ga­ni­za­da por el Sin­di­ca­to de Pren­sa, es­ta­ble­ci­do
20 años an­tes por coo­pe­ra­ti­vis­tas es­pa­ño­les. Pa­ra la dé­ca­da de 1880 se
ha­bían ex­ten­di­do las for­mas de or­ga­ni­za­ción y de re­sis­ten­cia de la cla­se
tra­ba­ja­do­ra, y es­te cre­ci­mien­to se ace­le­ró por el ini­cio de una re­ce­sión
se­ve­ra, co­no­ci­da co­mo la cri­sis Ba­ring, que azo­tó a la Ar­gen­ti­na en­tre
1889 y 1891. El co­lap­so eco­nó­mi­co pre­ci­pi­tó una cri­sis gu­ber­na­men­tal,
un le­van­ta­mien­to por par­te de los mi­li­tan­tes del na­cien­te par­ti­do Ra­di­
cal, y la pri­me­ra ola ex­ten­di­da de ac­ción huel­guis­ta, al fi­nal de la cual
ha­bía po­cas ra­mas del em­pleo que hu­bie­ran es­ca­pa­do a los efec­tos del
des­con­ten­to de los tra­ba­ja­do­res.
En es­te cli­ma de cre­cien­te mi­li­tan­cia de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, en las
dé­ca­das de 1880 y 1890, ha­bía gru­pos re­vo­lu­cio­na­rios ac­ti­vos que pro­
du­cían pan­fle­tos y dia­rios, or­ga­ni­za­ban mí­ti­nes ma­si­vos, pre­sen­ta­ban
obras de tea­tro y par­ti­ci­pa­ban en huel­gas y ma­ni­fes­ta­cio­nes. Has­ta la
emer­gen­cia del Par­ti­do So­cia­lis­ta co­mo una fuer­za sig­ni­fi­ca­ti­va a fin de
si­glo, gran par­te de es­tas ac­ti­vi­da­des eran lle­va­das a ca­bo por anar­quis­
tas, mu­chos de los cua­les, co­mo Et­to­re Mat­tei y En­ri­co Ma­la­tes­ta, eran
exi­lia­dos de Eu­ro­pa. Con­ta­ban con un apo­yo importante en la cla­se tra­
ba­ja­do­ra y con­tro­la­ban un nú­me­ro sig­ni­fi­ca­ti­vo de sin­di­ca­tos po­de­ro­sos,
en­tre los cua­les se en­con­tra­ba el de los pa­na­de­ros (or­ga­ni­za­do por Mat­
tei) y el de los al­ba­ñi­les. En las dé­ca­das de 1880 y 1890 lle­ga­ron a exis­
tir has­ta 20 dia­rios anar­quis­tas si­mul­tá­nea­men­te en fran­cés, es­pa­ñol e
ita­lia­no; oca­sio­nal­men­te apa­re­cían ar­tí­cu­los en ca­da uno de esos idio­mas
en el mis­mo dia­rio.
El anar­quis­mo en la Ar­gen­ti­na al­can­zó su pi­co en las pri­me­ras dos
dé­ca­das del si­glo xx, y la his­to­ria an­te­rior de es­te mo­vi­mien­to pue­de ser
vis­ta co­mo un avan­ce len­to y mu­chas ve­ces in­te­rrum­pi­do ha­cia es­te clí­
max. La Voz de la Mu­jer apa­re­ció des­pués de me­dio si­glo de con­ti­nua y
ten­ta­ti­va ac­ti­vi­dad anar­quis­ta, y co­mo una de las pri­me­ras ex­pre­sio­nes de
lo que lle­ga­ría a ser el anar­quis­mo ar­gen­ti­no en su me­jor mo­men­to.
Las fluc­tua­cio­nes del anar­quis­mo y las for­mas de or­ga­ni­za­ción y lu­cha
adop­ta­das se­guían un mo­de­lo si­mi­lar al eu­ro­peo, y por la dé­ca­da de 1890
el anar­quis­mo se en­con­tra­ba, co­mo en cual­quier otro la­do, so­bre to­do
ba­jo la in­fluen­cia del co­mu­nis­mo anar­quis­ta pro­pa­ga­do por Piotr Kro­pot­
kin y Ely­sée Re­clus en Eu­ro­pa, y Em­ma Gold­man y Ale­xan­der Berk­mann
en los Es­ta­dos Uni­dos. És­ta era la ten­den­cia a la que per­te­ne­cía La Voz

21
de la Mu­jer. El co­mu­nis­mo anar­quis­ta era una fu­sión de ideas so­cia­lis­
tas y anar­quis­tas. Es­ta­ba orien­ta­do ha­cia la eli­mi­na­ción vio­len­ta de la
so­cie­dad exis­ten­te y ha­cia la crea­ción de un or­den so­cial nue­vo, jus­to
e igua­li­ta­rio, or­ga­ni­za­do so­bre el prin­ci­pio de: “De ca­da uno, se­gún sus
fuer­zas; a ca­da uno, se­gún su ne­ce­si­dad”. In­ter­na­cio­nal­men­te, el mo­vi­
mien­to es­ta­ba di­vi­di­do en cuan­to a si la re­vo­lu­ción de­bía ocu­rrir a tra­vés
de un le­van­ta­mien­to po­pu­lar, o a tra­vés de una huel­ga ma­si­va. Ha­bía
tam­bién de­sa­cuer­dos acer­ca de la me­di­da en la cual el mo­vi­mien­to anar­
quis­ta mis­mo de­bía es­tar or­ga­ni­za­do, y acer­ca de las for­mas apro­pia­das de
em­plear ac­tos de vio­len­cia in­di­vi­dual en con­tra del Es­ta­do, con pro­pó­si­
tos de pro­pa­gan­da. Tan­to el so­cia­lis­mo co­mo el anar­quis­mo se cen­tra­ban
en la cla­se tra­ba­ja­do­ra, pe­ro tam­bién ex­pre­sa­ban cier­ta sim­pa­tía por el
prin­ci­pio de la eman­ci­pa­ción de la mu­jer. Pa­ra la dé­ca­da de 1880, ha­bía
sur­gi­do una co­rrien­te fe­mi­nis­ta dis­tin­ti­va en el se­no del mo­vi­mien­to
anar­quis­ta eu­ro­peo, re­pre­sen­ta­da por es­cri­to­ras ta­les co­mo “So­le­dad Gus­
ta­vo” (Te­re­sa Ma­ñe) y Te­re­sa Cla­ra­munt, de mo­do si­mi­lar a co­mo en el
mo­vi­mien­to nor­tea­me­ri­ca­no es­tas ideas eran de­sa­rro­lla­das por Vol­tai­ri­ne
de Cley­re, Em­ma Gold­man y otras. Al­gu­nas de es­tas es­cri­to­ras ya es­ta­ban
sien­do pu­bli­ca­das en la Ar­gen­ti­na en la dé­ca­da de 1880, y en las crí­ti­cas
a la fa­mi­lia de la pren­sa anar­quis­ta apa­re­cie­ron jun­to a edi­to­ria­les apo­
yan­do al “fe­mi­nis­mo”, que era un tér­mi­no de uso co­mún en ese mo­men­
to. El ma­yor im­pul­so al fe­mi­nis­mo anar­quis­ta pro­vi­no de los ac­ti­vis­tas
es­pa­ño­les, pe­ro exi­lia­dos ita­lia­nos co­mo Ma­la­tes­ta y Pie­tro Go­ri apo­ya­
ron las ideas fe­mi­nis­tas en sus dia­rios y ar­tí­cu­los.
En las dé­ca­das de 1880 y 1890, una de las prin­ci­pa­les for­mas de la
ac­ti­vi­dad anar­quis­ta era la edi­ción, im­pre­sión y dis­tri­bu­ción de dia­rios,
fo­lle­tos y pan­fle­tos. Más aún, ha­bía apa­ren­te­men­te tan­ta li­te­ra­tu­ra anar­
quis­ta cir­cu­lan­do en Bue­nos Ai­res en los úl­ti­mos años del si­glo co­mo en
el bas­tión anar­quis­ta de Bar­ce­lo­na (Sol­berg, 1970). En los pri­me­ros años,
la ma­yor par­te del con­te­ni­do edi­to­rial de es­tos dia­rios era im­por­ta­do de
Eu­ro­pa, pe­ro a me­di­da que se ga­nó ex­pe­rien­cia los con­te­ni­dos re­fle­ja­ron,
ca­da vez más, un com­pro­mi­so lo­cal.
Se sa­be muy po­co acer­ca acer­ca de có­mo se fi­nan­cia­ban es­tos em­pren­
di­mien­tos edi­to­ria­les, pe­ro se­gún la in­for­ma­ción dis­po­ni­ble pa­re­ce ser
que al­gu­nos fon­dos lle­ga­ban en for­ma de pe­que­ñas do­na­cio­nes re­co­lec­ta­
das en mi­ti­nes y con­fe­ren­cias. Los cos­tos de im­pre­sión eran re­la­ti­va­men­
te ba­jos; de acuer­do con las lis­tas que apa­re­cían al fi­nal de las pu­bli­ca­cio­
nes, el cos­to de pu­bli­ca­ción de las dos mil co­pias de un dia­rio era, en la
re­gión, de $ 45 en 1897 –un po­co más del do­ble del sa­la­rio se­ma­nal–. Las
lis­tas de sus­crip­ción mues­tran que por lo ge­ne­ral las do­na­cio­nes in­di­vi­
dua­les eran de apro­xi­ma­da­men­te 20 cen­ta­vos; tres o cua­tro gru­pos, al­gu­

22
nos en las pro­vin­cias, en­via­ban re­gu­lar­men­te su­mas de has­ta cin­co pe­sos
ca­da uno. Los do­nan­tes eran ge­ne­ral­men­te iden­ti­fi­ca­dos por nom­bres
fal­sos, que evo­ca­ban noms de gue­rres (co­mo “Fir­me en la Bre­cha”, “Me­nos
Pe­dir, Más To­mar”, “Un Ti­ra­bom­bas”), u ofi­cios; los miem­bros de es­te
úl­ti­mo gru­po, el cual in­cluía a los za­pa­te­ros, ba­rren­de­ros, pros­ti­tu­tas,
ca­ma­re­ros y con­duc­to­res, jun­to con las pe­que­ñas su­mas do­na­das, in­di­can
la cla­se so­cial de los lec­to­res.4 Los pan­fle­tos y los dia­rios eran fre­cuen­te­
men­te re­ga­la­dos. De­bi­do a la irre­gu­la­ri­dad con la que apa­re­cían es­tos dia­
rios, y a la pre­ca­rie­dad de su exis­ten­cia, la ins­ti­tu­ción de una sus­crip­ción
re­gu­lar no era efec­ti­va.
La Voz de la Mu­jer era uno de los tí­pi­cos dia­rios pe­que­ños, se­mi­clan­
des­ti­nos y efí­me­ros de la ten­den­cia co­mu­nis­ta-anar­quis­ta, que rei­vin­di­
ca­ba la “pro­pa­gan­da por los hechos”. A pe­sar de es­tar di­ri­gi­do a la cla­se
tra­ba­ja­do­ra, pa­re­cía te­ner po­cos la­zos or­gá­ni­cos con ella, y su ac­ti­tud
an­tirre­for­mis­ta mi­li­tan­te de­bi­li­ta­ba más su ca­pa­ci­dad de in­ter­ven­ción
po­lí­ti­ca en la pro­ble­má­ti­ca con­tem­po­rá­nea. Sin em­bar­go, su fe­mi­nis­mo
de­bió ha­ber pro­vo­ca­do al­gu­na res­pues­ta en­tre las mu­je­res tra­ba­ja­do­ras en
las ciu­da­des de Bue­nos Ai­res, La Pla­ta y Ro­sa­rio, ya que du­ró un año y se
im­pri­mie­ron en­tre mil y dos mil co­pias de ca­da edi­ción –un nú­me­ro res­
pe­ta­ble pa­ra un dia­rio anar­quis­ta en ese mo­men­to.
Fue en­tre las mu­je­res tra­ba­ja­do­ras de los cen­tros ur­ba­nos que La Voz de
la Mu­jer sur­gió y lu­chó por apo­yo. Las re­dac­to­ras sur­gie­ron de las gran­des
co­mu­ni­da­des es­pa­ño­la e ita­lia­na, y se iden­ti­fi­ca­ban a sí mis­mas con las
mu­je­res de la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Ha­bía, se­gu­ra­men­te, un pú­bli­co de mu­je­
res de la cla­se tra­ba­ja­do­ra ur­ba­na en la Ar­gen­ti­na del si­glo xix, y mu­chas
de es­tas mu­je­res eran in­mi­gran­tes. El cen­so de 1895 re­por­tó 368.560
mu­je­res in­mi­gran­tes (un po­co más que la mi­tad del nú­me­ro de hom­bres,
aun­que las mu­je­res cons­ti­tuían la ma­yo­ría de la po­bla­ción na­ti­va), el 37%
de las cua­les es­ta­ban en Bue­nos Ai­res. No sa­be­mos qué por­cen­ta­je de es­te
to­tal eran tra­ba­ja­do­ras, pe­ro las mu­je­res in­mi­gran­tes cons­ti­tuían la ma­yo­
ría de la po­bla­ción eco­nó­mi­ca­men­te ac­ti­va de Bue­nos Ai­res y su­ma­ban
el 40% de los 21.571 em­plea­dos do­més­ti­cos, el 66,1% de las mo­dis­tas, el
56,9% de las cos­tu­re­ras, el 16,9% de las co­ci­ne­ras, el 23% de las maes­
tras, y el 34% de las en­fer­me­ras. En to­tal, las mu­je­res in­mi­gran­tes cons­ti­
tuían apro­xi­ma­da­men­te la mi­tad de las 66.068 mu­je­res re­gis­tra­das co­mo
em­plea­das en la ca­pi­tal, y se con­cen­tra­ban en el ser­vi­cio do­més­ti­co, las
in­dus­trias de la cos­tu­ra y tex­til, y en la co­ci­na (Se­gun­do cen­so, 1898).

4
De­sa­for­tu­na­da­men­te, hay muy po­cas lis­tas co­mo pa­ra di­bu­jar un re­tra­to exac­to. Oved
(1978) ar­gu­men­ta que en la Ar­gen­ti­na, co­mo en otros lu­ga­res, el apo­yo al anar­quis­mo se
en­con­tra­ba en­tre los tra­ba­ja­do­res no ca­li­fi­ca­dos y se­mica­li­fi­ca­dos.

23
Es­ta ta­sa re­la­ti­va­men­te al­ta de par­ti­ci­pa­ción, acom­pa­ña­da con igua­
les opor­tu­ni­da­des pa­ra las ni­ñas en su edu­ca­ción, sig­ni­fi­ca­ba que la
pren­sa ra­di­cal te­nía un gru­po po­ten­cial de lec­to­res que no se con­fi­na­ba
a las cla­ses ba­jas. La Voz de la Mu­jer po­día con­tar tam­bién con la exis­
ten­cia de un nú­me­ro bas­tan­te gran­de de mu­je­res al­fa­be­ti­za­das y con
al me­nos al­gu­na edu­ca­ción en­tre las tra­ba­ja­do­ras a las cua­les di­ri­gía
su pro­pa­gan­da. Las mu­je­res in­mi­gran­tes más po­bres, sin em­bar­go, no
so­lían te­ner edu­ca­ción al­gu­na. Es­tas mu­je­res in­mi­gran­tes es­ta­ban ge­ne­
ral­men­te uni­das, en ca­rác­ter de es­po­sas o ma­dres, a sus es­po­sos y fa­mi­
lias, si bien mu­chas de ellas de­ben ha­ber su­fri­do los pro­ble­mas co­mu­nes
aso­cia­dos con el de­sor­den y la adap­ta­ción a una cul­tu­ra aje­na, aun­que
al­go ali­via­dos por la con­ti­nui­dad en el len­gua­je y los va­lo­res re­li­gio­sos.
Pa­ra las mu­je­res, la mi­gra­ción, sea in­ter­na o in­ter­na­cio­nal, era al mis-
mo tiempo un efec­to co­mo una cau­sa de cam­bios en la fa­mi­lia y en su
po­si­ción en la so­cie­dad. En tan­to la es­truc­tu­ra so­cioe­co­nó­mi­ca del vie­
jo mun­do se des­com­po­nía, se re­de­fi­nían las re­la­cio­nes en el in­te­rior de
la fa­mi­lia y, en al­gu­nos gru­pos, se li­be­ra­li­za­ban. Sin em­bar­go, pa­re­ce­ría
que la ma­yor par­te de las mu­je­res in­mi­gran­tes per­ma­ne­cie­ron en­tram­
pa­das den­tro de sus pro­pias cul­tu­ras co­mu­na­les en lo re­la­ti­vo a las cues­
tio­nes de se­xua­li­dad y fa­mi­lia, y que las tra­di­cio­nes y pre­jui­cios de la
Eu­ro­pa me­ri­dio­nal con­ti­nua­ron ejer­cien­do in­fluen­cia. A pe­sar de las
con­di­cio­nes tu­mul­to­sas de la ca­pi­tal en es­te pe­río­do, las mu­je­res fue­ron
man­te­ni­das en sus ro­les so­cia­les y eco­nó­mi­cos tra­di­cio­na­les y obli­ga­das
a tra­ba­jar ba­jo las es­truc­tu­ras dis­cri­mi­na­to­rias que pre­va­le­cían en otros
pun­tos del mun­do in­dus­tria­li­za­do. La Voz de la Mu­jer, por lo tan­to, sur­
gió en el con­tex­to de la des­com­po­si­ción y re­com­po­si­ción de las di­vi­sio­
nes de rol tra­di­cio­na­les.
Lo dis­tin­ti­vo de La Voz de la Mu­jer co­mo pe­rió­di­co anar­quis­ta ra­di­ca­
ba en su re­co­no­ci­mien­to de la es­pe­ci­fi­ci­dad de la opre­sión de las mu­je­res.
Con­vo­ca­ba a las mu­je­res a mo­vi­li­zar­se con­tra su su­bor­di­na­ción co­mo
mu­je­res, al igual que co­mo tra­ba­ja­do­ras. Su pri­mer edi­to­rial con­sis­tió en
un re­cha­zo apa­sio­na­do del des­ti­no de las mu­je­res:

Com­pa­ñe­ros y Com­pa­ñe­ras ¡Sa­lud!


Y bien: has­tia­das ya de tan­to y tan­to llan­to y mi­se­ria, has­tia­das del
eter­no y des­con­so­la­dor cua­dro que nos ofre­cen nues­tros des­gra­cia­dos
hi­jos, los tier­nos pe­da­zos de nues­tro co­ra­zón, has­tia­das de pe­dir y su­pli­
car, de ser el ju­gue­te, el ob­je­to de los pla­ce­res de nues­tros in­fa­mes ex­plo­
ta­do­res o de vi­les es­po­sos, he­mos de­ci­di­do le­van­tar nues­tra voz en el
con­cier­to so­cial y exi­gir, exi­gir de­ci­mos, nues­tra par­te de pla­ce­res en el
ban­que­te de la vi­da.

24
La apa­ri­ción de es­te nú­me­ro re­ci­bió una res­pues­ta dis­par del res­to del mo­vi­
mien­to anar­quis­ta, que iba des­de el si­len­cio y la hos­ti­li­dad has­ta el elo­gio.
El Opri­mi­do, edi­ta­do por un afa­ble in­glés lla­ma­do Dr. Creag­he,5 ex­ten­dió
una bien­ve­ni­da par­ti­cu­lar­men­te cá­li­da en su nú­me­ro de no­viem­bre de
1895 (?):

Al dar­le es­te nom­bre, un gru­po de mu­je­res mi­li­tan­tes ha des­ple­ga­do la


ban­de­ra ro­ja de la anar­quía y se pro­po­ne pu­bli­car una re­vis­ta pa­ra rea­li­
zar pro­pa­gan­da en­tre aque­llas que son sus ca­ma­ra­das tan­to en el tra­ba­jo
co­mo en la mi­se­ria. Sa­lu­da­mos a las va­lien­tes ini­cia­do­ras de es­te pro­yec­
to, y al mis­mo tiem­po con­vo­ca­mos a nues­tros ca­ma­ra­das a apo­yar­las.

Una par­t e im­p or­t an­t e de la pren­s a anar­q uis­t a sim­p a­t i­z a­b a con los
plan­teos del fe­mi­nis­mo en ese mo­men­to. A me­dia­dos de la dé­ca­da
de 1890 se asis­tía en la Ar­gen­ti­na a una co­ber­tu­ra ca­da vez ma­yor de
te­mas re­la­ti­vos a la igual­dad de las mu­je­res, y en par­ti­cu­lar al ma­tri­
mo­nio, la fa­mi­lia, la pros­ti­tu­ción y la do­mi­na­ción de las mu­je­res por
los hom­bres. Al­gu­nos pe­rió­di­cos in­clu­so pu­bli­ca­ron una se­rie es­pe­
cial de pan­fle­tos de­di­ca­dos a “el pro­ble­ma de la mu­jer”. La Ques­tio­ne
So­cia­le, el pe­rió­di­co en ita­lia­no fun­da­do por Ma­la­tes­ta cuan­do vi­no a
la Ar­gen­ti­na en 1883, pu­bli­có una se­rie de pan­fle­tos “es­pe­cial­men­
te de­di­ca­dos a un aná­li­sis de las cues­tio­nes de la mu­jer”, in­clu­yen­do
es­cri­tos de “So­le­dad Gus­ta­vo” acer­ca de las mu­je­res y la edu­ca­ción, y
de los su­fri­mien­tos de las mu­je­res po­bres y pro­le­ta­rias. Es­tos dos pan­
fle­tos fue­ron lo su­fi­cien­te­men­te bien re­ci­bi­dos co­mo pa­ra ser reim-
presos; el se­gun­do re­qui­rió una edi­ción de 4.000 ejem­pla­res. La Edi­
to­rial Cien­cia y Pro­gre­so, un em­pren­di­mien­to del Dr. Creag­he li­ga­do
a La Ques­tio­ne So­cia­le, tam­bién lan­zó nu­me­ro­sos pan­fle­tos acer­ca de
las mu­je­res, in­clu­yen­do los tex­tos de una se­rie de con­fe­ren­cias dic­ta­
das por el “Dr. Ara­na” en la pro­vin­cia de San­ta Fe. Ellos in­clu­ye­ron
una di­ser­ta­ción de 87 pá­gi­nas ba­sa­da en la obra de Mor­gan lla­ma­da
La Mu­jer y la Fa­mi­lia, pu­bli­ca­da en 1897, y un tra­ba­jo me­nos ex­ten­so
ti­tu­la­do Es­cla­vi­tud An­ti­gua y Mo­der­na, que in­cluía en­tre sus ejem­plos
de es­te úl­ti­mo ti­po de es­cla­vi­tud la ins­ti­tu­ción del ma­tri­mo­nio. Es­tos
pan­fle­tos se im­pri­mie­ron ori­gi­nal­men­te en edi­cio­nes de 500 ejem­pla­

5
Men­cio­na­do en la re­vis­ta li­te­ra­ria Ca­ras y Ca­re­tas, 1901. Se­gún Abad de San­ti­llán
(1930), Creag­he era “muy que­ri­do” por el mo­vi­mien­to anar­quis­ta ar­gen­ti­no. Se­gún pa­re­
ce, an­tes de aban­do­nar Gran Bre­ta­ña ha­bía si­do un miem­bro ac­ti­vo del mo­vi­mien­to de
los tra­ba­ja­do­res de Shef­field, don­de ha­bía pu­bli­ca­do una re­vis­ta lla­ma­da El Anar­quis­ta de
Shef­field.

25
res, pe­ro fue­ron reim­pre­sos tres ve­ces an­tes de fin de si­glo, in­di­can­do
un in­te­rés con­si­de­ra­ble en el te­ma. Ru­vi­ra (1971) no­ta que los pri­
me­ros gru­pos de mu­je­res que emer­gie­ron en 1895 eran ad­he­ren­tes de
La Ques­tio­ne So­cia­le y que fue­ron es­tos gru­pos los que pro­du­je­ron las
“mi­li­tan­tes rea­les”: “Pe­pi­ta Ghe­rra”, Vir­gi­nia Bol­ten, Te­re­sa Mar­chi­
sio, Ir­ma Ci­mi­nag­hi y Ana Ló­pez.
El pe­rió­di­co Ger­mi­nal, que apa­re­ció por pri­me­ra vez en 1897, es­ta­ba,
al igual que El Opri­mi­do, par­ti­cu­lar­men­te preo­cu­pa­do por “el pro­ble­ma
de la mu­jer”; con­te­nía va­rios ar­tí­cu­los en una sec­ción que lle­va­ba por
tí­tu­lo “Fe­mi­nis­mo”, y de­fen­día “el ca­rác­ter ex­tre­ma­da­men­te re­vo­lu­cio­
na­rio y jus­to del fe­mi­nis­mo”, con­tra la acu­sa­ción de que era me­ra­men­te
una crea­ción de “se­ño­ri­tas ele­gan­tes”. Mu­cho, si no to­do, el ma­te­rial
fe­mi­nis­ta de la pren­sa ar­gen­ti­na pa­re­ce ha­ber si­do es­cri­to por mu­je­res,
aun­que es im­po­si­ble ve­ri­fi­car es­to ya que el uso de seu­dó­ni­mos era una
prác­ti­ca co­mún. La Voz de la Mu­jer go­za­ba de cor­dia­les re­la­cio­nes con
al me­nos al­gu­nos de sus con­tem­po­rá­neos, par­ti­cu­lar­men­te aque­llos que
per­te­ne­cían a la ten­den­cia más ex­tre­ma de pro­pa­gan­da-por-los-he­chos,
co­mo El Per­se­gui­do y La Voz de Ra­va­chol. Tam­bién te­nía re­la­cio­nes con
los pe­rió­di­cos es­pa­ño­les El Es­cla­vo, La Voz del Re­bel­de y El Cor­sa­rio, con
el pe­rió­di­co de Nue­va York El Des­per­tar, y con el pe­rió­di­co uru­gua­yo
De­re­cho a la Vi­da.
Sin em­bar­go, es­ta apa­ren­te sim­pa­tía, en prin­ci­pio, por el fe­mi­nis­mo,
fue acom­pa­ña­da por una opo­si­ción sus­tan­cial en la prác­ti­ca. El pri­mer
nú­me­ro de La Voz de la Mu­jer pa­re­ce ha­ber pro­vo­ca­do una hos­ti­li­dad
con­si­de­ra­ble, ya que en el nú­me­ro si­guien­te las re­dac­to­ras ata­ca­ban las
ac­ti­tu­des an­ti­fe­mi­nis­tas pre­do­mi­nan­tes en­tre los hom­bres del mo­vi­mien­
to en tér­mi­nos muy cla­ros. (Da­do que no pa­re­ce ha­ber sig­nos de es­ta
opo­si­ción en el res­to de la pren­sa anar­quis­ta del pe­río­do, es pro­ba­ble que
es­tas crí­ti­cas ha­yan si­do ex­pre­sa­das oral­men­te.)

Cuan­do no­so­tras (des­pre­cia­bles e ig­no­ran­tes mu­je­res) to­ma­mos la ini­cia­


ti­va de pu­bli­car La Voz de la Mu­jer ya lo sos­pe­chá­ba­mos ¡oh mo­der­nos
can­gre­jos! que vo­so­tros re­ci­bi­ríais con vues­tra ma­ca­nís­ti­ca y acos­tum­
bra­da fi­lo­so­fía nues­tra ini­cia­ti­va por­que ha­béis de sa­ber que no­so­tras las
tor­pes mu­je­res tam­bién te­ne­mos ini­cia­ti­va y és­ta es pro­duc­to del pen­sa­
mien­to; ¿sa­béis? tam­bién pen­sa­mos.
Apa­re­ció el pri­mer nú­me­ro de La Voz de la Mu­jer, y cla­ro, ¡allí fue Tro­
ya! “no­so­tras no so­mos dig­nas de tan­to, ¡cá! no se­ñor”, “¿eman­ci­par­se la
mu­jer?” , “¿pa­ra qué?” “¿qué eman­ci­pa­ción fe­me­ni­na ni que ocho rá­ba­
nos?”, “¡la nues­tra!”, “ven­ga la nues­tra pri­me­ro, y lue­go, cuan­do no­so­tros,
los hom­bres, es­te­mos eman­ci­pa­dos y sea­mos li­bres, allá ve­re­mos”.

26
Las re­dac­to­ras lle­ga­ban a la con­clu­sión de que di­fí­cil­men­te po­drían las
mu­je­res apo­yar­se en los hom­bres pa­ra to­mar la ini­cia­ti­va al de­man­dar la
igual­dad pa­ra las mu­je­res, da­do es­te ti­po de ac­ti­tud hos­til.6
El mis­mo nú­me­ro del pe­rió­di­co con­tie­ne un se­gun­do ar­tí­cu­lo so­bre
es­ta cues­tión, ti­tu­la­do “A los escarabajos de la idea”. En él se ad­vier­te a
los hom­bres: “Es preciso [...] que compren­dáis de una vez por to­das que
nues­tra mi­sión no se re­du­ce a criar vues­tros hijos y la­varos la roña, que
no­so­tras tam­bién te­ne­mos de­re­cho a eman­ci­par­nos y a ser li­bres de to­da
clase de tutelaje, ya sea social, económico o ma­ri­tal”.
Po­de­mos, sin em­bar­go, su­po­ner que la po­lé­mi­ca no ce­só, por­que el
edi­to­rial del ter­cer nú­me­ro es­tá di­ri­gi­do “A nues­tros ene­mi­gos” y de­cla­
ra que a pe­sar de la ver­da­de­ra tem­pes­tad que “se ha des­col­ga­do so­bre La
Voz de la Mu­jer”, las re­dac­to­ras, las que apa­ren­te­men­te han si­do lla­ma­das
“fe­ro­ces de len­gua y plu­ma”, es­tán aún “fir­mes en la bre­cha”. Se in­di­ca una
pe­que­ña con­ce­sión, sin em­bar­go, en su preo­cu­pa­ción por en­fa­ti­zar que
no es­ta­ban ata­can­do a los ca­ma­ra­das anar­quis­tas va­ro­nes en ge­ne­ral, si­no
so­la­men­te a aque­llos “fal­sos Anar­quis­tas” que no de­fen­die­ron “la eman­ci­
pa­ción de la mu­jer, uno de los gran­des y be­llos idea­les de la Anar­quía!”
La fu­ria de las re­dac­to­ras es­ta­ba jus­ti­fi­ca­da por cuan­to el anar­quis­mo
abo­ga­ba por la li­ber­tad y la igual­dad de to­da la hu­ma­ni­dad. Las mu­je­res,
co­mo gru­po opri­mi­do, po­dían con de­re­cho re­que­rir el apo­yo de sus com­
pa­ñe­ros anar­quis­tas en su lu­cha por la eman­ci­pa­ción. Pe­ro aun­que los
prin­ci­pios del anar­quis­mo ha­bían atraí­do a mu­chas mu­je­res li­bre­pen­sa­do­
ras a sus fi­las y el mo­vi­mien­to cier­ta­men­te to­ma­ba al fe­mi­nis­mo en se­rio,
ha­bía una cier­ta am­bi­va­len­cia acer­ca del es­ta­tu­to pre­ci­so de la lu­cha por
la eman­ci­pa­ción de la mu­jer en sí mis­ma. Las mu­je­res eran bien­ve­ni­das
co­mo mi­li­tan­tes de “la cau­sa de la anar­quía”, se­gún lo ex­pre­sa­ba El Opri­
mi­do, pe­ro se les da­ba al­go me­nos de apo­yo pa­ra lu­char por las rei­vin­di­ca­
cio­nes del fe­mi­nis­mo, y nin­gún apo­yo pa­ra for­mar gru­pos fe­mi­nis­tas au­tó­
no­mos. La doc­tri­na anar­quis­ta mis­ma era al­go am­bi­va­len­te acer­ca del
fe­mi­nis­mo, y el de­ba­te teó­ri­co acer­ca del te­ma era no­ta­ble­men­te es­ca­so.
Aun­que Ba­ku­nin ha­bía in­clui­do en el pro­gra­ma de su Alian­za In­ter­na­
cio­nal por la De­mo­cra­cia So­cial el fin ex­plí­ci­to de abo­lir la de­si­gual­dad
se­xual jun­to a la de­si­gual­dad de cla­ses, los an­te­ce­den­tes anar­quis­tas
re­la­ti­vos a los de­re­chos de las mu­je­res eran des­pa­re­jos. Los proud­ho­nis­
tas fran­ce­ses se ha­bían opues­to a las exi­gen­cias de las fe­mi­nis­tas de igual
pa­go e igual tra­ba­jo, y pen­sa­ban que el lu­gar na­tu­ral de las mu­je­res es­ta­ba

6
En el con­tex­to de Es­pa­ña has­ta los tiem­pos de la Gue­rra ci­vil, es­ta am­bi­va­len­cia en la
ac­ti­tud del mo­vi­mien­to ha­cia el fe­mi­nis­mo y los triun­fos y fra­ca­sos de las mu­je­res anar­quis­
tas es dis­cu­ti­da por Ka­plan (1971) y Jun­co (1976).

27
en el se­no de la fa­mi­lia (Row­bot­ham, 1974). El prin­ci­pal ins­pi­ra­dor del
anar­quis­mo-co­mu­nis­mo de las dé­ca­das de 1880 y 1890, Kro­pot­kin, alen­
ta­ba el ac­ti­vis­mo fe­me­ni­no den­tro del mo­vi­mien­to pe­ro de­sa­pro­ba­ba el
fe­mi­nis­mo. Veía a la lu­cha de la cla­se tra­ba­ja­do­ra por la li­be­ra­ción co­mo
pri­ma­ria; los in­te­re­ses es­pe­cí­fi­cos de las mu­je­res de­bían ser su­bor­di­na­dos
al lo­gro de es­te ob­je­ti­vo.
En la Ar­gen­ti­na, cuan­do los anar­quis­tas co­men­za­ron a re­co­ger al­gu­nas
de las rei­vin­di­ca­cio­nes prác­ti­cas de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, ha­cia el fin de
si­glo, una de sus cam­pa­ñas más vi­go­ro­sas fue en fa­vor de una le­gis­la­ción
pro­tec­to­ra de las mu­je­res. Cuan­do por pri­me­ra vez se to­mó co­mo con­
sig­na el igual pa­go pa­ra las mu­je­res, lo cual fue apo­ya­do por un nú­me­ro
sig­ni­fi­ca­ti­vo de sin­di­ca­tos de la Fe­de­ra­ción Obre­ra Ar­gen­ti­na, en 1901,
Pie­tro Go­ri, un fa­mo­so mi­li­tan­te anar­quis­ta, plan­teó que “de­be­ría pro­
hi­bir­se que las mu­je­res tra­ba­jen en áreas que po­drían ser pe­li­gro­sas pa­ra
la ma­ter­ni­dad y que po­drían so­ca­var su mo­ral; y de­be­ría pro­hi­bir­se to­tal­
men­te que tra­ba­jen los ni­ños me­no­res de 15 años”. La preo­cu­pa­ción por
la mo­ral de las mu­je­res, y la yux­ta­po­si­ción de las mu­je­res y los ni­ños en
es­ta for­mu­la­ción pa­ter­na­lis­ta, son re­ve­la­do­ras.7 El co­mi­té vo­tó uná­ni­me­
men­te “or­ga­ni­zar a las mu­je­res tra­ba­ja­do­ras pa­ra que pue­dan ele­var sus
con­di­cio­nes mo­ra­les, eco­nó­mi­cas y so­cia­les” (Ma­rot­ta, 1960).
No es di­fí­cil, sin em­bar­go, ver por qué las fe­mi­nis­tas se sin­tie­ron
atraí­das por el anar­quis­mo. Sus pre­cep­tos cen­tra­les acen­tua­ban la lu­cha
con­tra la au­to­ri­dad, y el fe­mi­nis­mo anar­quis­ta cen­tra­ba sus ener­gías
en el po­der ejer­ci­ta­do so­bre las mu­je­res en el ma­tri­mo­nio y la fa­mi­lia,
bus­can­do la li­ber­tad de te­ner re­la­cio­nes fue­ra de es­tas ins­ti­tu­cio­nes. El
én­fa­sis anar­quis­ta en la opre­sión y las re­la­cio­nes de po­der, aun­que no
fue teo­ri­za­do du­ran­te mu­cho tiem­po, abrió un es­pa­cio den­tro del cual las
mu­je­res po­dían ser vis­tas si­mul­tá­nea­men­te co­mo víc­ti­mas de la so­cie­dad
y co­mo víc­ti­mas de la au­to­ri­dad mas­cu­li­na. Co­mo lo ex­pre­sa­ba La Voz de
la Mu­jer en su nú­me­ro 4, “odia­mos a la au­to­ri­dad por­que as­pi­ra­mos a ser
per­so­nas hu­ma­nas y no má­qui­nas au­to­má­ti­cas o di­ri­gi­das por la vo­lun­tad
de ‘un otro’, se lla­me au­to­ri­dad, re­li­gión o con cual­quier otro nom­bre”.
Una de las ad­he­ren­tes de La Voz de la Mu­jer re­for­mu­ló es­te “cual­quier
otro nom­bre” al fir­mar co­mo “Ni Dios, Ni Pa­trón, Ni Ma­ri­do”.

7
A par­tir del 1900, los es­ta­tu­tos de al­gu­nos gru­pos de tra­ba­ja­do­res con fuer­te pre­sen­cia
anar­quis­ta con­tie­nen de­man­das de igual pa­go a las mu­je­res y de abo­li­ción del ma­tri­mo­nio.
Es­ta úl­ti­ma de­man­da apa­re­ció en las pro­pues­tas anar­quis­tas pa­ra los es­ta­tu­tos de la Fe­de­
ra­ción Obre­ra Ar­gen­ti­na, la pri­me­ra fe­de­ra­ción de tra­ba­ja­do­res de la Ar­gen­ti­na, pe­ro fue
re­ti­ra­da de la lis­ta fi­nal de rei­vin­di­ca­cio­nes, pro­ba­ble­men­te a cau­sa de la opo­si­ción so­cia­
lis­ta (Ma­rot­ta, 1960).

28
Así, el anar­quis­mo, más que el so­cia­lis­mo con su én­fa­sis en la ex­plo­
ta­ción eco­nó­mi­ca, fue ca­paz de in­te­grar al­gu­nos as­pec­tos del fe­mi­nis­mo,
pe­ro las ideas fe­mi­nis­tas no en­con­tra­ron una gran acep­ta­ción en sí mis­
mas, sea den­tro o fue­ra del mo­vi­mien­to anar­quis­ta. Es­ta ten­sión en­tre el
mo­vi­mien­to anar­quis­ta co­mo un to­do y las fe­mi­nis­tas que par­ti­ci­pa­ban
en él se re­fle­ja en la tra­yec­to­ria de La Voz de la Mu­jer.
Se­gún sa­be­mos, La Voz de la Mu­jer pu­bli­có so­la­men­te nue­ve nú­me­ros.
El pri­mer nú­me­ro apa­re­ció el 8 de ene­ro de 1896, y el úl­ti­mo ca­si exac­
ta­men­te un año más tar­de, el día de año nue­vo. Es po­si­ble que ha­ya si­do
reeditado en una fe­cha más tar­día. Las fuen­tes ha­bi­tua­les del mo­vi­mien­
to anar­quis­ta de es­te pe­río­do es­ta­ble­cen su exis­ten­cia du­ran­te los años
1896 y 1897 y no nos di­cen ca­si na­da acer­ca de él. Los edi­to­ria­les re­fie­
ren tres cam­bios en los res­pon­sa­bles de la pu­bli­ca­ción, pe­ro no se men­
cio­na nin­gún nom­bre. Sin em­bar­go, en un nú­me­ro de la re­vis­ta Ca­ras
y Ca­re­tas pu­bli­ca­do en 1901 se men­cio­na a las “dos her­mo­sas mu­je­res
que pu­bli­can La Voz de la Mu­jer”. Se alu­de a una ac­triz, de la que no se
da el nom­bre, co­mo una de las co­la­bo­ra­do­ras. Una se­rie de fo­to­gra­fías
que acom­pa­ñan el ar­tí­cu­lo mues­tran a tres mu­je­res, de­no­mi­na­das co­mo
re­dac­to­ras de La Voz: Te­re­sa Mar­chi­sio, Ma­ría Cal­via y Vir­gi­nia Bol­
ten.8 De­sa­for­tu­na­da­men­te, no se arro­ja más luz so­bre es­tas mu­je­res, y nos
que­da­mos con la po­si­bi­li­dad in­tri­gan­te de que La Voz de la Mu­jer ha­ya
si­do re­editada lue­go de su cie­rre en 1897 y fue­ra nue­va­men­te pu­bli­ca­da
du­ran­te 1901. Es im­po­si­ble de­cir si era és­te el mis­mo pe­rió­di­co y si te­nía
los mis­mos re­dac­to­res.
Tam­bién se in­for­ma que otra ver­sión del pe­rió­di­co, con el mis­mo
nom­bre, fue pu­bli­ca­da en la ciu­dad de Ro­sa­rio por Vir­gi­nia Bol­ten.9 Se
de­cía de ella que era una “gran ora­do­ra” y una or­ga­ni­za­do­ra in­fa­ti­ga­ble, y
es la úni­ca mu­jer de la que se sa­be que fue de­por­ta­da en 1902 ba­jo la Ley
de Re­si­den­cia, la cual le dio al go­bier­no el po­der de ex­pul­sar in­mi­gran­tes
ac­ti­vos en or­ga­ni­za­cio­nes po­lí­ti­cas. Tam­bién pa­re­ce que aún otra ver­sión
de La Voz de la Mu­jer se pu­bli­có en Mon­te­vi­deo (Die­go Abad de San­ti­
llán, co­mu­ni­ca­ción per­so­nal), y co­mo és­te es el si­tio en el cual se exi­lió
Vir­gi­nia Bol­ten, es ra­zo­na­ble su­po­ner que ella pue­de ha­ber es­ta­do in­vo­lu­
cra­da en la or­ga­ni­za­ción de la ver­sión uru­gua­ya.

8
Se­gún Ca­ras y Ca­re­tas, Ma­ría Cal­via tam­bién fun­dó un gru­po lla­ma­do “Los Pro­le­ta­rios”.
9
Que­sa­da (1979) re­por­ta que una de las re­dac­to­ras apa­re­ció en Ro­sa­rio en­tre 1900 y
1903. Es­cri­be que los vi­si­tan­tes a la Ca­sa del Pue­blo, re­cien­te­men­te cons­trui­da, in­cluían a
Pie­tro Go­ri, “y mu­chos otros so­lían reu­nir­se allí: la mu­jer Mar­chi­sio, quien jun­to a Vir­gi­nia
Bol­ten fun­dó La Voz de la Mu­jer, pu­bli­ca­ción lla­ma­da ‘la Mi­chel ro­sa­ri­na’ de­bi­do al ar­dor
de su ora­to­ria”. (Se­gún otras fuen­tes, pa­re­ce más pro­ba­ble que fue­ra Bol­ten, y no La Voz de
la Mu­jer, quien fue apo­da­da “la Mi­chel Ro­sa­ri­na”.)

29
Al igual que mu­chos otros pe­rió­di­cos anar­quis­tas de es­te pe­río­do, La
Voz apa­re­ció es­po­rá­di­ca­men­te, lle­van­do en su por­ta­da las pa­la­bras Sa­le
cuan­do pue­de; al prin­ci­pio es­to era apro­xi­ma­da­men­te una vez ca­da tres
se­ma­nas, y lue­go el lap­so en­tre nú­me­ro y nú­me­ro se alar­gó a un pe­río­do
de en­tre seis se­ma­nas y dos me­ses. Se pu­bli­có en for­ma­to de pe­rió­di­co y
te­nía cua­tro pá­gi­nas. De los nú­me­ros uno al cua­tro se pu­bli­ca­ron 1.000
ejemplares, de los nú­me­ros cin­co, sie­te y ocho, 2.000, y del nú­me­ro 9,
1.500.10 Tal co­mo era nor­mal pa­ra es­tos pe­rió­di­cos anar­quis­tas, era fi­nan­
cia­do por sus­crip­ción vo­lun­ta­ria, con una lis­ta de sus­crip­to­res im­pre­sa en
la con­tra­ta­pa de ca­da nú­me­ro. Un in­di­cio del tem­pe­ra­men­to de los lec­to­
res lo ob­te­ne­mos de los si­guien­tes nom­bres de con­tri­bu­yen­tes: “Gru­po las
ven­ga­do­ras”, “Uno que de­sea car­gar un ca­ñón con ca­be­zas de bur­gue­ses”,
“Vi­va la di­na­mi­ta”, “Vi­va el amor li­bre”, “Una fe­mi­nis­ta”, “Una ser­pien­
te pa­ra de­vo­rar bur­gue­ses”, “So­bran­te de Cer­ve­za”, “Un hom­bre que ama
a las mu­je­res”.
Los con­te­ni­dos del pe­rió­di­co eran pre­sen­ta­dos de di­fe­ren­tes for­mas; la
prin­ci­pal era el ar­tí­cu­lo, que va­ria­ba en lon­gi­tud de una o dos co­lum­nas
has­ta una pá­gi­na y me­dia. Ca­da nú­me­ro ge­ne­ral­men­te con­te­nía un edi­
to­rial, un poe­ma11 y una fá­bu­la mo­ral acer­ca de “már­ti­res” de la so­cie­dad
bur­gue­sa (los po­bres, los tra­ba­ja­do­res, las pros­ti­tu­tas) o sus ad­ver­sa­rios
(los jue­ces, los cu­ras, la po­li­cía). Ade­más, se re­pro­du­cían tra­duc­cio­nes y
ar­tí­cu­los del mo­vi­mien­to eu­ro­peo, co­mo lo ha­cía en to­dos la­dos la pren­
sa anar­quis­ta de la épo­ca. Ellos in­cluían los es­cri­tos de “So­le­dad Gus­ta­
vo”, Lau­ren­ti­ne Sauv­rey, Te­re­sa Cla­ra­munt, A. Ma­ría Moz­zo­ni y Ma­ría
Mar­tí­nez. Las re­dac­to­ras de La Voz de la Mu­jer bus­ca­ron ac­ti­va­men­te la
co­la­bo­ra­ción de mu­je­res anar­quis­tas pro­mi­nen­tes y, de acuer­do con una
no­ta en el nú­me­ro 5, le es­cri­bie­ron a Em­ma Gold­man y a Loui­se Mi­chel
en par­ti­cu­lar. La con­tra­ta­pa del pe­rió­di­co con­te­nía una sec­ción lla­ma­da
“Me­sa Re­don­da”, en la cual se dis­cu­tían pe­que­ños ítems re­la­ti­vos a no­ti­
cias de Eu­ro­pa y la Ar­gen­ti­na. Tam­bién aquí apa­re­cían las in­cre­pa­cio­nes
al Par­ti­do So­cia­lis­ta de la Ar­gen­ti­na por sus po­lí­ti­cas re­for­mis­tas –en
re­la­ción con el mo­vi­mien­to de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, no con la cues­tión
de la mu­jer– y se re­por­ta­ban te­mas cen­tra­les re­la­ti­vos a las mu­je­res.
Po­día leer­se, por ejem­plo, acer­ca de la ani­mo­sa in­ter­ven­ción de una

10
El nú­me­ro 6 no ha po­di­do ser ha­lla­do. Los pri­me­ros cua­tro nú­me­ros me­dían 26 cm
x 36 cm, mien­tras que los res­tan­tes eran un po­co más gran­des y de ta­ma­ño va­ria­do, lo que
su­gie­re el uso de di­fe­ren­tes im­pren­tas.
11
Al­gu­nos de los poe­mas eran es­cri­tos pa­ra ser leí­dos en los mi­ti­nes. El nú­me­ro 8 de La
Voz in­clu­ye un poe­ma de 207 lí­neas de “Pe­pi­ta Ghe­rra” des­ti­na­do, se­gún las re­dac­to­ras, a
ser leí­do en las reu­nio­nes de la Unión Obrera Española.

30
jo­ven mu­jer anar­quis­ta en un mi­tin obre­ro a fa­vor de la eman­ci­pa­ción
de la mu­jer.
La ma­yo­ría de los ar­tí­cu­los fir­ma­dos lle­va­ban nom­bres de mu­je­res, y
la ma­yo­ría es­ta­ban es­cri­tos en es­pa­ñol, con al­gu­nos ítems oca­sio­na­les en
ita­lia­no. Aun­que el pe­rió­di­co acep­ta­ba ar­tí­cu­los en cual­quie­ra de las dos
len­guas, los nom­bres de las re­dac­to­ras, co­la­bo­ra­do­res y con­tri­bu­yen­tes
in­di­ca­ban la afi­ni­dad del pe­rió­di­co con el anar­quis­mo es­pa­ñol y con la
co­mu­ni­dad in­mi­gran­te de Es­pa­ña.12 Es­to no es sor­pren­den­te, ya que fue
pri­me­ra­men­te des­de Es­pa­ña desde don­de el fe­mi­nis­mo anar­quis­ta lle­gó a
la Ar­gen­ti­na. In­clu­so el ma­te­rial fe­mi­nis­ta de la pren­sa ita­lia­na era es­cri­
to, en gran me­di­da, por au­to­ras es­pa­ño­las.
La Voz de la Mu­jer se des­cri­bía a sí mis­mo co­mo “de­di­ca­do al avan­
ce del anar­quis­mo co­mu­nis­ta”. Da­do que su po­lí­ti­ca co­rres­pon­día a la
va­rie­dad de anar­quis­mo mi­li­tan­te que de­fen­día los ac­tos de vio­len­cia,
era pu­bli­ca­do de mo­do se­mi­clan­des­ti­no. Se di­ri­gía a un gru­po de lec­to­res
de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, y sus re­dac­to­ras es­cri­bían fre­cuen­te y apa­sio­na­
da­men­te acer­ca de la mi­se­ria y la po­bre­za su­fri­da por las mu­je­res de esa
cla­se, a la cual su­pues­ta­men­te per­te­ne­cían. El es­pí­ri­tu del pe­rió­di­co era
de un ar­dien­te op­ti­mis­mo, tal co­mo lo ejem­pli­fi­ca el si­guien­te ver­so, per­
te­ne­cien­te a un poe­ma ti­tu­la­do “Brin­dis”, por Jo­se­fa M. R. Mar­tí­nez:

¡Sa­lud, Com­pa­ñe­ras! La Anar­quía


Ya tré­mo­la el pen­dón li­ber­ta­dor;
¡Hu­rra, her­ma­nos que­ri­dos, a la lu­cha!
¡Fuer­te el bra­zo, se­re­no el co­ra­zón!

Al igual que el res­to del mo­vi­mien­to anar­quis­ta, las re­dac­to­ras se opo­


nían, de un mo­do mi­li­tan­te, a la au­to­ri­dad de la re­li­gión y del Es­ta­do, y
eran in­tran­si­gen­te­men­te hos­ti­les ha­cia la po­li­cía y otros re­pre­sen­tan­tes
del de­re­cho. Ten­dían a ofre­cer ru­dos con­se­jos a los huel­guis­tas acer­ca de
có­mo ma­ne­jar el aco­so po­li­cial, ur­gién­do­los a “ma­tar al­gu­nos”, pa­ra en­se­
ñar­le una lec­ción a la po­li­cía.
El te­ma cen­tral de La Voz de la Mu­jer, sin em­bar­go, es el de la na­tu­ra­
le­za múl­ti­ple de la opre­sión de las mu­je­res. La tor­men­ta en el mo­vi­mien­
to anar­quis­ta que res­pon­dió a la apa­ri­ción del pe­rió­di­co pa­re­ce ha­ber
si­do cau­sa­da por el fe­mi­nis­mo mi­li­tan­te del pri­mer edi­to­rial, que to­mó la
po­si­ción dis­tin­ti­va y –pa­ra anar­quis­tas y so­cia­lis­tas– he­ré­ti­ca de que las
mu­je­res cons­ti­tuían la par­te más ex­plo­ta­da de la so­cie­dad. Un edi­to­rial

12
Véa­se Jun­co (1976) pa­ra una dis­cu­sión de la fa­mi­lia, el amor li­bre y el fe­mi­nis­mo en
el anar­quis­mo es­pa­ñol.

31
pos­te­rior afir­ma­ba: “cree­mos que en la so­cie­dad ac­tual na­die ni na­da tie­ne
una si­tua­ción más mi­se­ra­ble que las mu­je­res de­sa­for­tu­na­das”. Las mu­je­res,
ellas de­cían, es­ta­ban do­ble­men­te opri­mi­das: por la so­cie­dad bur­gue­sa, y
por los hom­bres.
El de­sa­rro­llo es­pe­cí­fi­ca­men­te fe­mi­nis­ta de la teo­ría anar­quis­ta des­can­
sa­ba en su ata­que al ma­tri­mo­nio y al po­der mas­cu­li­no so­bre las mu­je­res.
El co­mu­nis­mo anar­quis­ta ha­bía to­ma­do de En­gels la crí­ti­ca al ca­sa­mien­
to bur­gués co­mo un me­dio de sal­va­guar­dar la trans­mi­sión ca­pi­ta­lis­ta de
la pro­pie­dad. Tam­bién rei­te­ra­ba su vi­sión de que la fa­mi­lia era el lu­gar
de la su­bor­di­na­ción de la mu­jer. Las es­cri­to­ras de La Voz de la Mu­jer,
al igual que las fe­mi­nis­tas anar­quis­tas de otras la­ti­tu­des, pro­si­guie­ron el
de­sa­rro­llo de un con­cep­to de opre­sión que se cen­tra­ba en la opre­sión de
gé­ne­ro. El ca­sa­mien­to no era tan só­lo una ins­ti­tu­ción bur­gue­sa; tam­bién
res­trin­gía la li­ber­tad de las mu­je­res, in­clu­yen­do su li­ber­tad se­xual. La Voz
de la Mu­jer ata­ca­ba el “ona­nis­mo con­yu­gal” del ma­tri­mo­nio co­mo una
cau­sa cen­tral, jun­to con la opre­sión de cla­se, la mi­se­ria y la de­ses­pe­ra­
ción. Los ma­tri­mo­nios se cons­ti­tuían sin amor, la fi­de­li­dad se man­te­nía
por me­dio del mie­do más que del de­seo y por la opre­sión de las mu­je­res
a ma­nos de hom­bres que odia­ban; to­do es­to era vis­to co­mo sin­to­má­ti­co
de la coer­ción im­pli­ca­da en el con­tra­to de ma­tri­mo­nio. La gen­te no era
li­bre de ha­cer lo que le pla­cie­ra, y me­nos aún por­que has­ta 1897 el di­vor­
cio era ile­gal en la Ar­gen­ti­na. Las fe­mi­nis­tas anar­quis­tas de­plo­ra­ban y
bus­ca­ban re­me­diar es­ta alie­na­ción de la vo­lun­tad in­di­vi­dual, ini­cial­men­
te a tra­vés del amor li­bre y lue­go, y más pro­fun­da­men­te, a tra­vés de la
re­vo­lu­ción so­cial.
La Voz de la Mu­jer fue un en­tu­sias­ta par­ti­da­rio del amor li­bre. Es­te
te­ma ha­bía si­do tra­ta­do tan­to por los mo­vi­mien­tos anar­quis­tas nor­tea­
me­ri­ca­nos co­mo por los es­pa­ño­les, al­re­de­dor de la dé­ca­da de 1890, y
con­ti­nuó sien­do un ideal anar­quis­ta de las dé­ca­das pos­te­rio­res. La de­fen­sa
del amor li­bre y la hos­ti­li­dad al ma­tri­mo­nio fue­ron com­par­ti­das por otros
gru­pos anar­quis­tas y li­ber­ta­rios en La­ti­noa­mé­ri­ca, al­gu­nos de los cua­les
lle­ga­ron más le­jos que La Voz, tan­to en la ela­bo­ra­ción de ideas co­mo en
su prác­ti­ca. En el mo­vi­mien­to, en la Ar­gen­ti­na cir­cu­la­ba li­te­ra­tu­ra acer­
ca de los be­ne­fi­cios de las re­la­cio­nes múl­ti­ples, ade­más de in­for­ma­ción y
pro­pa­gan­da acer­ca de las co­mu­nas de amor li­bre que ha­bían em­pe­za­do a
exis­tir en­tre las co­mu­ni­da­des in­mi­gran­tes de al­gu­nos paí­ses la­ti­noa­me­
ri­ca­nos.13 La Voz de la Mu­jer ofre­ció a sus lec­to­ras po­cas guías prác­ti­cas

13
La Co­lo­nia de San­ta Ce­ci­lia, en el Bra­sil, es el ejem­plo me­jor co­no­ci­do. El Opri­mi­do
es­tu­vo en el cen­tro de un de­ba­te acer­ca de es­ta cues­tión, y apa­ren­te­men­te la pu­bli­ca­ción
ha­bría pa­tro­ci­na­do el pan­fle­to Un epi­so­dio de amor en la Co­lo­nia So­cia­lis­ta “Ce­ci­lia”, que

32
pa­ra vi­vir de acuer­do a su ideal, y no es­tá cla­ro cuá­les eran los arre­glos
so­cia­les pre­vis­tos pa­ra quie­nes prac­ti­ca­ban el amor li­bre o pa­ra su pro­ba­
ble des­cen­den­cia.
Las re­dac­to­ras pa­re­cen ha­ber pen­sa­do en una va­rian­te li­be­ral de una
mo­no­ga­mia he­te­ro­se­xual se­cuen­cial, te­nien­do co­mo ideal a “dos ca­ma­
ra­das li­bre­men­te uni­dos”. En un con­tex­to en el cual la con­tra­cep­ción
era, co­mo mí­ni­mo, muy di­fí­cil de ob­te­ner, las re­dac­to­ras te­nían po­co que
de­cir acer­ca de los ni­ños, y lo que sí de­cían re­pre­sen­ta­ba una va­rie­dad de
pun­tos de vis­ta. Hay una so­la re­fe­ren­cia al con­trol de la na­ta­li­dad, que
la es­cri­to­ra apro­ba­ba con el fun­da­men­to de que de­ma­sia­dos ni­ños in­cre­
men­tan la po­bre­za de los po­bres (una po­si­ción que iba a ga­nar te­rre­no en
Es­pa­ña a fin de si­glo). No hay dis­cu­sión ex­plí­ci­ta en tor­no al abor­to, y las
po­cas re­fe­ren­cias al mis­mo re­ve­lan la am­bi­va­len­cia de las re­dac­to­ras. El
abor­to es men­cio­na­do co­mo al­go que las mon­jas y las mu­je­res bur­gue­sas
lle­van a ca­bo, y co­mo evi­den­cia de su hi­po­cre­sía. No hay cer­te­zas de si es
el ac­to mis­mo el que de­be ser de­plo­ra­do, o so­la­men­te la gen­te que lo rea­
li­za. Las ac­ti­tu­des ha­cia los ni­ños van de un sen­ti­men­ta­lis­mo cur­si a una
de­nun­cia fu­rio­sa del rol de la ma­dre. Las re­dac­to­ras adop­ta­ron la po­si­ción
con­ven­cio­nal anar­quis­ta acer­ca de su ile­gi­ti­mi­dad, re­cha­zán­do­lo co­mo
un pre­jui­cio so­cial irra­cio­nal y ex­pre­san­do sim­pa­tía por sus víc­ti­mas. En
ge­ne­ral, y es­pe­cial­men­te en los nú­me­ros pos­te­rio­res de La Voz, se es­cri­bía
acer­ca de los ni­ños con gran com­pa­sión por sus su­fri­mien­tos, y se en­fa­ti­
za­ba con­si­de­ra­ble­men­te el la­zo emo­cio­nal en­tre la ma­dre y el ni­ño. En un
ar­tí­cu­lo so­bre los ho­rro­res de la gue­rra, el fo­co era el te­mor de la ma­dre
de per­der a su hi­jo en el com­ba­te. Las ma­dres eran sos­te­ni­das co­mo la
prin­ci­pal pro­vi­sión de afec­ti­vi­dad pa­ren­tal. La hos­ti­li­dad de las re­dac­to­
ras a la fa­mi­lia y el ma­tri­mo­nio, en­ton­ces, era atem­pe­ra­da por un res­pe­to
por, al me­nos, al­gu­nas con­ven­cio­nes. El he­cho de que en nin­gún pun­to
pro­pu­sie­ran las for­mas más ob­vias de ali­vio del pro­ble­ma del cui­da­do
in­fan­til, a tra­vés de guar­de­rías o de or­ga­ni­za­ción co­lec­ti­va, es sig­ni­fi­ca­ti­
vo. El cui­da­do in­fan­til de­be ha­ber re­pre­sen­ta­do un pro­ble­ma pa­ra las lec­
to­ras tra­ba­ja­do­ras, y la au­sen­cia de to­da dis­cu­sión del asun­to su­gie­re que
las ac­ti­tu­des tra­di­cio­na­les ha­cia la ma­ter­ni­dad pue­den ha­ber si­do más
fuer­tes que lo que hu­bie­ran que­ri­do las re­dac­to­ras más ra­di­ca­les.
Se guar­da un to­tal si­len­cio, tam­bién, acer­ca de la cues­tión del tra­ba­jo
do­més­ti­co. Aun­que las re­dac­to­ras ata­ca­ban la opre­sión de las mu­je­res y

pre­co­ni­za­ba las re­la­cio­nes múl­ti­ples, la abo­li­ción de la fa­mi­lia y el cui­da­do co­mu­nal de los


ni­ños. Ru­vi­ra (1971) di­ce que es­tas anar­quis­tas ar­gen­ti­nas sí te­nían sus unio­nes li­bres, y
que sus hi­jos apa­re­cían en el re­gis­tro ci­vil ba­jo nom­bres ta­les co­mo Anar­quía, Acra­cia e,
in­clu­so, Li­bre Pro­duc­tor.

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su re­clu­sión en el ho­gar y las la­bo­res, nun­ca pro­pu­sie­ron que los hom­bres
com­par­tieran es­te tra­ba­jo en el ho­gar, ni que el mis­mo fuera re­par­ti­do de
mo­do más equi­ta­ti­vo. Es muy po­si­ble que evi­ta­ran, de­bi­do a su va­rian­
te par­ti­cu­lar de la ideo­lo­gía anar­quis­ta, el pro­po­ner al­gu­na so­lu­ción que
pu­die­ra ha­ber im­pli­ca­do al Es­ta­do o al ca­pi­tal pri­va­do (con las guar­de­
rías, por ejem­plo) o que pu­die­ra ha­ber si­do con­si­de­ra­da co­mo una me­di­da
pu­ra­men­te re­for­mis­ta. Sin em­bar­go, el he­cho de que no ar­gu­men­ta­ran a
fa­vor de una dis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va del tra­ba­jo en re­la­ción con las res­
pon­sa­bi­li­da­des en el ho­gar o la co­mu­ni­dad in­di­ca que no pu­die­ron rom­
per con no­cio­nes im­pe­ran­tes acer­ca del lu­gar de las mu­je­res den­tro de la
di­vi­sión del tra­ba­jo tra­di­cio­nal.
La po­si­ción de La Voz acer­ca del amor li­bre, aun­que era más cau­ta que
la de al­gu­nos de sus con­tem­po­rá­neos, equi­va­lía a un re­cha­zo de la au­to­ri­
dad tra­di­cio­nal del hom­bre so­bre la mu­jer y del con­trol de su se­xua­li­dad.
En el con­tex­to del ma­chis­mo del sur eu­ro­peo, en el cual la vir­gi­ni­dad,
la fi­de­li­dad y la dis­pa­ri­dad de cri­te­rios pa­ra el hom­bre y la mu­jer eran la
mo­ne­da co­rrien­te del pri­vi­le­gio vi­ril, ta­les de­man­das de au­to­no­mía fe­me­
ni­na es­ta­ban des­ti­na­das a pro­vo­car una res­pues­ta hos­til. Un ítem en el
nú­me­ro sie­te de La Voz de la Mu­jer mues­tra que el ideal de las re­dac­to­ras
de una unión y di­so­lu­ción li­bres, con las mu­je­res to­man­do la ini­cia­ti­va,
es­ta­ba le­jos de ser acep­ta­ble pa­ra los hom­bres, in­clu­so den­tro del mis­
mo mo­vi­mien­to anar­quis­ta. El ar­tí­cu­lo con­de­na­ba la ac­ción del ac­ti­vis­ta
anar­quis­ta F. De­nan­bri­de, quien ha­bía dis­pa­ra­do cin­co ve­ces a su aman­te
cuan­do ella in­ten­ta­ba de­jar­lo. (La mu­jer, una co­la­bo­ra­do­ra de La Voz de
la Mu­jer lla­ma­da Ani­ta La­gouar­det­te, ha­bía so­bre­vi­vi­do mi­la­gro­sa­men­
te.) El tra­ta­mien­to de es­te epi­so­dio por par­te del pe­rió­di­co ilus­tra un
quie­bre en su ra­zo­na­mien­to anar­quis­ta fe­mi­nis­ta. Las re­dac­to­ras veían
al amor li­bre co­mo la so­lu­ción al pro­ble­ma de las re­la­cio­nes en­tre se­xos;
cuan­do el ma­tri­mo­nio, la cau­sa de la mi­se­ria y la de­ses­pe­ra­ción, de­sa­
pa­re­cie­ra, la ca­sa se vol­ve­ría “un pa­raí­so de de­li­cias”. Los hom­bres y las
mu­je­res se­rían li­bres de en­trar en re­la­cio­nes con quien ellos eli­gie­ran, y
de di­sol­ver­las a vo­lun­tad, sin los efec­tos co­rro­si­vos del de­re­cho, el Es­ta­
do, y la cos­tum­bre. Es­ta vi­sión ig­no­ra­ba tan­to la su­bor­di­na­ción com­ple­ja
e in­ter­na­li­za­da de las mu­je­res, co­mo los mo­dos de opre­sión y el sen­ti­do
de su­pe­rio­ri­dad in­ter­na­li­za­dos por los hom­bres.
La unión li­bre só­lo po­dría ha­ber si­do una so­lu­ción ade­cua­da si los
in­te­re­ses de am­bas par­tes im­pli­ca­das hu­bie­ran si­do idén­ti­cos, o si la par­te
cu­yos de­seos fue­ran con­tra­di­chos no tu­vie­ra sen­ti­mien­tos. En cual­quier
si­tua­ción en la que los miem­bros de la pa­re­ja en con­flic­to di­fi­rie­ran en
fuer­za, ob­via­men­te el más dé­bil per­de­ría, y en un mun­do en el cual la
gen­te era so­cia­li­za­da ba­jo el cri­te­rio de la de­si­gual­dad va­ro­nes-mu­je­res,

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el más fuer­te, el hom­bre, po­dría usar las con­sig­nas de la “li­ber­tad” pa­ra
im­po­ner su vo­lun­tad so­bre su com­pa­ñe­ra fe­me­ni­na –ya sea de­ján­do­la
cuan­do ella no que­ría ser aban­do­na­da, o for­zán­do­la a per­ma­ne­cer–. Más
aún, en un mun­do en el cual las mu­je­res te­nían po­cas al­ter­na­ti­vas a la
de­pen­den­cia de los hom­bres a tra­vés del ma­tri­mo­nio, la in­vi­ta­ción a la
in­de­pen­den­cia pro­ba­ble­men­te pa­re­cía no só­lo ro­mán­ti­ca si­no tam­bién
una po­si­bi­li­dad más rea­lis­ta pa­ra los hom­bres; por ello, ame­na­za­ba, en vez
de li­be­rar, a las mu­je­res me­nos fa­vo­re­ci­das.
A pe­sar de to­do su ra­di­ca­lis­mo, la con­sig­na a fa­vor del amor li­bre es­ta­
ba aún sua­vi­za­da por las con­ven­cio­nes de la épo­ca, y es­to era es­pe­cial­
men­te ver­da­de­ro en cuan­to a sus im­pli­caciones pa­ra las prác­ti­cas se­xua­
les. La de­man­da de amor li­bre te­nía que ver con la au­to­no­mía per­so­nal.
Aun­que im­pli­ca­ba una me­di­da ma­yor de li­ber­tad se­xual, no sig­ni­fi­ca­ba
un li­ber­ti­na­je se­xual. La pre­cau­ción que ca­rac­te­ri­za­ba a la de­fen­sa del
amor li­bre de las re­dac­to­ras pue­de ser al me­nos par­cial­men­te ex­pli­ca­da
por la am­bi­va­len­cia que ellas ex­pre­sa­ban acer­ca de la se­xua­li­dad. Sus
es­cri­tos so­bre es­te te­ma, co­mo otros pro­du­ci­dos en la Es­pa­ña de la épo­ca,
re­ve­lan una com­bi­na­ción de vul­ga­ri­dad, ra­di­ca­lis­mo y un pu­dor con­mo­
vi­do. Se ata­ca­ba al ma­tri­mo­nio por­que co­rrom­pía a las par­tes im­pli­ca­das
y lle­va­ba a prác­ti­cas se­xua­les de­ge­ne­ra­das. En un pa­sa­je par­ti­cu­lar­men­te
flo­ri­do, se lo de­nun­cia­ba co­mo lle­van­do al “frau­de y las abe­rra­cio­nes en
el coi­to”, con sus co­rres­pon­dien­tes “as­que­ro­sas en­fer­me­da­des, de ahí las
mi­l y mi­l as­que­ro­sas y re­pug­nan­tes prác­ti­cas que con­vier­ten el tá­la­mo
nup­cial en pi­lón de as­que­ro­sas obs­ce­ni­da­des [y de allí] ¡El adul­te­rio!”
(No. 1, p. 3). El se­xo “de­ge­ne­ra­do”, in­clu­yen­do la mas­tur­ba­ción, se aso­
cia­ba con el ene­mi­go, es­pe­cial­men­te los cu­ras y los bur­gue­ses, quie­nes
eran vi­tu­pe­ra­dos por ho­mo­se­xua­les y pe­de­ras­tas. Los lí­mi­tes del ra­di­ca­
lis­mo se­xual de las re­dac­to­ras es­tán cla­ros; ellas no de­fen­dían la per­mi­
si­vi­dad se­xual y no es­ta­ban si­quie­ra se­gu­ras de que el se­xo les gus­ta­ra
de­ma­sia­do. Sus con­sig­nas re­la­ti­vas al amor li­bre ex­pre­sa­ban un de­seo de
li­be­rar­se de cier­tos cons­tre­ñi­mien­tos le­ga­les y per­so­na­les, pe­ro la se­xua­li­
dad de­bía con­fi­nar­se al te­rre­no de la prác­ti­ca nor­ma­ti­va.
Es­to re­fle­ja el con­tex­to cul­tu­ral del cual emer­gie­ron es­tas mu­je­res. Ellas
percibie­ron el prin­ci­pal pro­ble­ma en tér­mi­nos de su pro­pia li­be­ra­ción del
po­der de los hom­bres y cues­tio­na­ron los pri­vi­le­gios de los que los hom­bres
go­za­ban a ex­pen­sas de las mu­je­res. Más aún, da­do el cli­ma mo­ral exis­ten­te
y las re­la­cio­nes de po­der en­tre hom­bres y mu­je­res, es­tas úl­ti­mas fue­ron fre­
cuen­te­men­te víc­ti­mas de una ex­plo­ta­ción se­xual cu­yos cos­tos ellas mis­mas
pa­ga­ban, en tér­mi­nos de re­pu­ta­ción da­ña­da y ni­ños ile­gí­ti­mos. Por lo tan­
to, no es sor­pren­den­te que la ex­plo­ta­ción se­xual sea un te­ma re­cu­rren­te
del fe­mi­nis­mo anar­quis­ta: el se­xo era una ame­na­za pa­ra las mu­je­res.

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La Voz de la Mu­jer com­bi­na va­rios ele­men­tos anar­quis­tas, ta­les co­mo
el odio a la Igle­sia y a la ex­plo­ta­ción de cla­ses, con una crí­ti­ca es­pe­cí­fi­
ca­men­te fe­mi­nis­ta de la ex­plo­ta­ción se­xual de las mu­je­res. Una enér­gi­ca
ilus­tra­ción de es­to, es­cri­ta en un len­gua­je to­tal­men­te ex­plí­ci­to, es­tá pre­
sen­te en el nú­me­ro 3, en el cual la Igle­sia es ata­ca­da con to­do el ve­ne­no
del anar­quis­mo es­pa­ñol por la hi­po­cre­sía de sus fun­cio­na­rios en re­la­ción
con la se­xua­li­dad. “Lui­sa Vio­le­ta” ofre­ce una na­rra­ción su­pues­ta­men­te
au­to­bio­grá­fi­ca de un in­ci­den­te en­tre un cu­ra y ella mis­ma en un con­
fe­sio­na­rio. El cu­ra le re­pro­cha el no asis­tir a mi­sa. Ella ex­pli­ca que su
ma­dre ha es­ta­do en­fer­ma y que ella ha de­bi­do cui­dar­la, pe­ro el cu­ra no
acep­ta es­tas jus­ti­fi­ca­cio­nes. “Pero des­gra­cia­da, ¿no sa­béis que pri­me­ro es
el al­ma y des­pués el cuer­po?” En el cur­so de la con­fe­sión Lui­sa pi­de per­
dón por mas­tur­bar­se, un te­ma que pro­vo­ca un agu­do in­te­rés en el otro
la­do de la gri­lla. El cu­ra quie­re sa­ber exac­ta­men­te qué par­tes de su cuer­
po ella to­ca, y si rea­li­za es­tos ac­tos so­la; lue­go le pre­gun­ta si ha si­do otra
per­so­na quien le ha en­se­ña­do a ha­cer­lo. Ella res­pon­de que ha si­do el cu­ra
mis­mo. En es­te pun­to, él la in­vi­ta a pa­sar al cu­bí­cu­lo e in­ten­ta vio­lar­la.
La in­sis­ten­cia en la de­pra­va­ción de los clé­ri­gos era un te­ma re­cu­rren­te,
jun­to con un ata­que más ge­ne­ral a la inu­ti­li­dad de bus­car en la re­li­gión
una sal­va­ción que só­lo po­dría lle­gar por me­dio de la re­vo­lu­ción so­cial.
Da­do que la vi­sión im­pe­ran­te de las mu­je­res es­ta­ba con­di­cio­na­da por
ex­pec­ta­ti­vas acer­ca de su re­li­gio­si­dad, pie­dad y cas­ti­dad, es­te ti­po de crí­
ti­ca de­be ha­ber si­do par­ti­cu­lar­men­te es­can­da­lo­so en su mo­men­to.
La hos­ti­li­dad a la Igle­sia eclip­sa­ba in­clu­so la sim­pa­tía fra­ter­nal que las
re­dac­to­ras de La Voz de la Mu­jer po­drían ha­ber sen­ti­do por sus her­ma­nas
en­claus­tra­das, las mon­jas. Ori­gi­nal­men­te, es­tas mu­je­res eran tan­to las
víc­ti­mas de la fal­ta de opor­tu­ni­da­des co­mo lo eran las pros­ti­tu­tas, con las
cua­les, en un ar­tí­cu­lo, eran com­pa­ra­das. En el nú­me­ro 4, las mon­jas eran
cri­ti­ca­das áci­da­men­te no tan­to por su rol ideo­ló­gi­co co­mo agen­tes de los
va­lo­res re­li­gio­sos, co­mo por su hi­po­cre­sía y en­ga­ños res­pec­to de la se­xua­
li­dad (“pa­rá­si­tos de la so­cie­dad, que tras sa­tis­fa­cer vues­tros ape­ti­tos car­na­
les con vues­tros san­tos va­ro­nes –los cu­ras– arro­jáis los fru­tos de vues­tras
en­tra­ñas en las ca­lles o los en­te­rráis en los jar­di­nes de vues­tros con­ven­
tos”, La Voz de la Mu­jer, No. 4). No es sor­pren­den­te que es­te ar­tí­cu­lo
ha­ya pro­vo­ca­do la crí­ti­ca de lec­to­res de La Voz de la Mu­jer, lo que lle­vó
a una res­pues­ta en el nú­me­ro 5. La au­to­ra in­sis­tió con que la his­to­ria era
ver­da­de­ra, y ci­tó, en su de­fen­sa, no­ti­cias de los pe­rió­di­cos en las cua­les se
in­for­ma­ba de una ni­ña que ha­bía si­do vio­la­da por un cu­ra, y del aban­do­
no de be­bés no bus­ca­dos por par­te de las mon­jas.
La hi­po­cre­sía, los cri­te­rios am­bi­guos, y la ex­plo­ta­ción so­cial de las
mu­je­res for­ma­ban la ba­se de la sim­pa­tía fe­mi­nis­ta de las re­dac­to­ras

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por las pros­ti­tu­tas. Las pros­ti­tu­tas eran “mu­je­res caí­das”, ino­cen­tes que
ha­bían si­do co­rrom­pi­das, do­ble­men­te trai­cio­na­das en ba­se a su se­xo y a
su cla­se. Un ar­tí­cu­lo firmado por “Pe­pi­ta Ghe­rra” en el nú­me­ro 4 con­
tie­ne es­ta des­crip­ción de la pros­ti­tu­ta ideal-tí­pi­ca: “¡Sí, ya lo sé, po­bre
ni­ña, lo sé, el pa­dre fue amo del tu­yo y el her­ma­no fue quien te com­pró
por cua­tro mo­ne­das! sí, tu pa­dre fue des­pe­di­do, tu ma­dre en­fer­ma y tus
her­ma­ni­tos ago­ni­za­ban de ham­bre; sí, ya lo sé, no di­gas más...” En con­ti­
nui­dad con la tra­di­ción ro­mán­ti­ca del si­glo xix, la pros­ti­tu­ta era con­si­de­
ra­da co­mo “el már­tir de la so­cie­dad”: ella ocu­pa­ba un lu­gar cen­tral en la
con­cep­ción anar­quis­ta de la so­cie­dad co­mo el pro­duc­to de la co­rrup­ción
so­cial. Las re­dac­to­ras sos­te­nían que la pros­ti­tu­ción era for­za­da en las
mu­je­res a tra­vés de la po­bre­za, la ava­ri­cia mas­cu­li­na y la fal­ta de al­ter­na­
ti­vas rea­lis­tas pa­ra ga­nar el sus­ten­to, y era ade­más re­for­za­da por los cri­te­
rios am­bi­guos de la ins­ti­tu­ción del ma­tri­mo­nio, la cual atra­pa­ba a la gen­
te en re­la­cio­nes va­cías e in­sus­tan­cia­les y em­pu­ja­ba a los hom­bres a bus­car
el pla­cer en otro la­do.
A fi­nes del si­glo xix Bue­nos Ai­res ya es­ta­ba en vías de con­ver­tir­se en
la subca­pi­tal de La­ti­noa­mé­ri­ca. Aun­que en el cen­so de 1895 ha­bía me­nos
de 700 pros­ti­tu­tas re­gis­tra­das, es­te nú­me­ro era me­nor a la rea­li­dad, si
es que de­be creer­se en otras fuen­tes. Pa­re­cería, se­gún las ci­fras, que un
gran por­cen­ta­je de las pros­ti­tu­tas ar­gen­ti­nas eran in­mi­gran­tes, y es­to es
con­sis­ten­te con in­for­mes pro­ve­nien­tes de un tra­tan­te de blan­cas de ese
mo­men­to (Rock, 1975). El nú­me­ro 8 de La Voz de la Mu­jer in­clu­ye una
lar­ga dis­cu­sión de un pan­fle­to, apa­ren­te­men­te es­cri­to por mu­je­res que
ha­bían si­do en­via­das a Bue­nos Ai­res por un “em­pre­sa­rio muy bien co­no­
ci­do” en es­te ru­bro, so­li­ci­tan­do la in­ter­ven­ción de la po­li­cía pa­ra im­pe­
dir el trá­fi­co de mu­je­res. La Voz de la Mu­jer apo­ya­ba a las mu­je­res en su
mo­vi­li­za­ción con­tra la prác­ti­ca, pe­ro con­si­de­ra­ba fú­til e in­co­rrec­to pe­dir
la in­ter­ven­ción de la po­li­cía.
Los cam­bios en el gru­po de re­dac­to­ras en los nú­me­ros 5 y 7 es­tán aso­
cia­dos a un cam­bio de én­fa­sis po­lí­ti­co –un re­ti­ro gra­dual del fe­mi­nis­mo
mi­li­tan­te de los pri­me­ros nú­me­ros en fa­vor de preo­cu­pa­cio­nes anar­quis­
tas más or­to­do­xas–. Cuan­do, en sus pri­me­ros nú­me­ros, La Voz de­fen­día
vi­go­ro­sa­men­te una po­si­ción fe­mi­nis­ta con­tra las crí­ti­cas de los hom­bres
del mo­vi­mien­to, te­nía el cui­da­do de se­ña­lar que no es­ta­ba con­tra los
hom­bres si­no con­tra aque­llos que se opo­nían a la idea de la eman­ci­
pa­ción de las mu­je­res. A par­tir del nú­me­ro 3 ya no hay más alu­sio­nes
ex­plí­ci­tas a hom­bres re­cal­ci­tran­tes, y es­to pue­de te­ner al­gu­na re­la­ción
con el sig­ni­fi­ca­ti­vo cam­bio edi­to­rial que tu­vo lu­gar con el nú­me­ro 5. Es­te
nú­me­ro apa­re­ció en un for­ma­to di­fe­ren­te, más gran­de, lo cual era apa­ren­
te­men­te par­te de una cam­pa­ña pa­ra in­cre­men­tar el nú­me­ro de lec­to­res.

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Es­to era ne­ce­sa­rio por­que ha­bía aún “un gran pre­jui­cio con­tra las mu­je­res
y con­tra el gran pro­gre­so he­cho por la pro­pa­gan­da de las mu­je­res”. Se les
da­ba un rol pro­mi­nen­te a los ar­tí­cu­los de “Pe­pi­ta Ghe­rra”, y cada vez más
ar­tí­cu­los ten­dían a ser de te­mas anar­quis­tas ge­ne­ra­les más que de cues­tio­
nes es­pe­cí­fi­cas de las mu­je­res. El to­no era me­nos mi­li­tan­te­men­te fe­mi­
nis­ta, me­nos ana­lí­ti­co y me­nos crí­ti­co de los hom­bres que an­tes. Otro
ín­di­ce sig­ni­fi­ca­ti­vo del ca­rác­ter ca­da vez más de­fen­si­vo de la pu­bli­ca­ción
era su re­fu­ta­ción de que el pe­rió­di­co es­tu­vie­ra en ma­nos del “Gru­pi­to
Amor Li­bre”; y es in­te­re­san­te que, a par­tir de es­te nú­me­ro, no hu­bo más
dis­cu­sio­nes acer­ca del amor li­bre. Sin em­bar­go, en las con­vo­ca­to­rias pro­
gra­má­ti­cas con que ter­mi­na­ban los edi­to­ria­les, la con­sig­na “Vi­va el Amor
Li­bre” con­ti­nuó sien­do in­clui­da, jun­to a “Re­vo­lu­ción So­cial” y “Vi­va
Anar­quía”.
A pe­sar del cam­bio en las re­dac­to­ras, no hu­bo nin­gu­na crí­ti­ca ex­plí­
ci­ta de la lí­nea edi­to­rial pre­via del pe­rió­di­co, y las nue­vas re­dac­to­ras
afir­ma­ron su in­ten­ción de pro­se­guir “la huella de la antigua Redacción,
es decir lucharemos sin des­can­so con­tra la ac­tual so­cie­dad bur­gue­sa; com­
ba­ti­re­mos sin tre­gua to­dos los pre­jui­cios y preo­cu­pa­cio­nes que en la ni­ñez
nos in­cul­ca­ron hom­bres es­tú­pi­dos, mu­je­res fa­ná­ti­cas y otros mi­se­ra­bles
que po­nen su plu­ma a dis­po­si­ción de la ca­na­lla”. Con el sép­ti­mo nú­me­ro
pa­re­ce ha­ber ha­bi­do otro cam­bio edi­to­rial. De acuer­do con un pe­que­ño
anun­cio en la úl­ti­ma pá­gi­na, un nue­vo gru­po se en­car­ga­ba del pe­rió­di­co;
co­mo en el ca­so an­te­rior, no se da­ban ra­zo­nes pa­ra el cam­bio ni ha­bía
crí­ti­cas a la po­lí­ti­ca pre­via. El úni­co in­di­cio de un cam­bio de lí­nea con­
sis­te en el con­te­ni­do mis­mo del pe­rió­di­co; aho­ra era es­cri­to, apa­ren­te­
men­te, ca­si en su to­ta­li­dad por “Pe­pi­ta Ghe­rra”, y los tres úl­ti­mos nú­me­
ros es­ta­ban to­da­vía me­nos com­pro­me­ti­dos con los te­mas fe­mi­nis­tas que
los dos pre­vios. Ellos se ca­rac­te­ri­zan por una preo­cu­pa­ción por los te­mas
anar­quis­tas ge­ne­ra­les, ta­les co­mo el an­ti­pa­trio­tis­mo y el an­ti­cle­ri­ca­lis­mo.
La apa­ri­ción de un pe­di­do de ayu­da en el nú­me­ro 9 in­di­ca que el
pe­rió­di­co ha­bía en­tra­do en cri­sis. La ti­ra­da del ejem­plar ca­yó de 2.000 a
1.500 en es­te nú­me­ro, el cual es­ta­ba do­mi­na­do por una dis­qui­si­ción acer­
ca de la gue­rra cu­ba­no-es­pa­ño­la, pre­ten­di­da­men­te pu­bli­ca­do en La Voz
de la Mu­jer a fal­ta de fon­dos pa­ra pu­bli­car­lo co­mo pan­fle­to. La so­li­ci­tud
de apo­yo que re­vi­sa­ba el de­sa­rro­llo del pe­rió­di­co era la si­guien­te:

A los lec­to­res
Un año ha trans­cu­rri­do des­de que sa­lió a luz el pri­mer nú­me­ro de La
Voz de la Mu­jer.
Un año de lu­chas, de sa­cri­fi­cios, de crue­les al­ter­na­ti­vas, de es­pe­ran­zas
y de caí­das, so­la­men­te ate­nua­das en al­go, por sa­tis­fac­ción de la lu­cha.

38
Dos Re­dac­cio­nes han es­ta­do a car­go de es­ta ho­ja, po­nien­do las dos, su
cor­ta in­te­li­gen­cia y sus ener­gías to­das al ser­vi­cio de la cau­sa que de­fien­
den: La Anar­quía.
En es­te año la vi­da de es­ta ho­ja ha si­do pre­ca­ria y ra­quí­ti­ca, tan­to así, que
con pe­sar con­fe­sa­mos que si los com­pa­ñe­ros no tra­tan (si les agra­da nues­tra
pro­pa­gan­da)(1) de ayu­dar­nos un po­co más efi­caz­men­te, nues­tros es­fuer­zos
se­rán inú­ti­les y ten­dre­mos que ce­sar de pu­bli­car La Voz de la Mu­jer(2) y con
ella la del Único pe­rió­di­co de Amé­ri­ca y tal vez del mun­do en­te­ro que ha­ce
pro­pa­gan­da de nues­tros idea­les por mu­je­res y es­pe­cial­men­te pa­ra ellas.
Lo re­pe­ti­mos com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras, en­tu­sias­mo y vo­lun­tad no nos
fal­tan, pe­ro nues­tras fuer­zas son po­cas, por eso, si no po­de­mos más, nos
re­ti­ra­re­mos has­ta po­der vol­ver de nue­vo a la bre­cha, y así siem­pre has­ta
que la ho­ra del com­ba­te sue­ne en el re­loj de la con­cien­cia hu­ma­na, pa­ra
co­rrer a ven­cer o a mo­rir por la Anar­quía, por­que por ella da­rá su in­te­li­
gen­cia, su bra­zo, y su pos­trer sus­pi­ro.

La Re­dac­ciÓn de La Voz de la Mu­jer

(1) A es­te res­pec­to de­ci­mos: que da­do el es­ta­do de ig­no­ran­cia en que es­tán su­mi­das las
mu­je­res, no­so­tras en­ten­de­mos que nues­tra mi­sión pe­rio­dís­ti­ca es la­brar la in­te­li­gen­cia, otro
pe­rió­di­co o es­te mis­mo más tar­de sem­bra­rá y cul­ti­va­rá el gra­no. Por es­to nues­tra pro­pa­gan­da
es co­mo es, ca­da pe­rió­di­co tie­ne su mi­sión si quie­re.
(2) O en­tre­gar­la a otras com­pa­ñe­ras con más ap­ti­tud y fuer­zas.

A pe­sar de es­ta con­vo­ca­to­ria, con el nú­me­ro 9 La Voz de la Mu­jer pa­re­ce


ha­ber de­ja­do de exis­tir.
Las di­fi­cul­ta­des en­fren­ta­das por se­me­jan­te pe­rió­di­co eran for­mi­da­bles.
Re­co­no­cía sin ro­deos su fra­ca­so en cuan­to a la ge­ne­ra­ción del apo­yo su­fi­
cien­te, y ha­bía una mul­ti­pli­ci­dad de ra­zo­nes pa­ra es­to, tan­to prác­ti­cas
co­mo po­lí­ti­cas. En­tre las di­fi­cul­ta­des prác­ti­cas pue­den lis­tar­se to­das los
pro­ble­mas de pu­bli­car ba­jo con­di­cio­nes clan­des­ti­nas o se­mi­clan­des­ti­
nas. La Voz usa­ba un con­jun­to de im­pren­tas di­fe­ren­tes y pro­ba­ble­men­te
de­pen­die­ra de la co­la­bo­ra­ción de hom­bres so­li­da­rios, quie­nes a su vez for­
za­ron a las re­dac­to­ras a mo­de­rar sus con­cep­cio­nes más ina­cep­ta­bles. Hay
in­di­cios de que el pe­rió­di­co fue dis­tri­bui­do prin­ci­pal­men­te por ac­ti­vis­tas
va­ro­nes, y que esos hom­bres no eran muy di­li­gen­tes al ase­gu­rar­se de que
cir­cu­la­ra, o de que los fon­dos re­co­lec­ta­dos fue­ran en­tre­ga­dos a las re­dac­
to­ras. Es­to plan­tea las ra­zo­nes po­lí­ti­cas más com­ple­jas del oca­so de La Voz
de la Mu­jer: si eran los hom­bres quie­nes lo po­nían en cir­cu­la­ción, en­ton­
ces ha­bía o bien po­cas mu­je­res atraí­das por el anar­quis­mo en la Ar­gen­ti­na
del si­glo xix, o po­cas que sim­pa­ti­za­ran con el pro­yec­to de La Voz.

39
Hay aquí dos te­mas dis­tin­tos pe­ro in­te­rre­la­cio­na­dos, re­la­ti­vos a la
re­cep­ción de las ideas anar­quis­tas y fe­mi­nis­tas. El anar­quis­mo cla­ra­men­
te go­za­ba de una acep­ta­ción bas­tan­te ex­ten­di­da en­tre los tra­ba­ja­do­res
in­mi­gran­tes al fi­nal del si­glo xix y prin­ci­pios del si­glo xx, pe­ro es­te apo­
yo fue ero­sio­na­do gra­dual­men­te por los cam­bios en las co­mu­ni­da­des
in­mi­gran­tes mis­mas. Era po­pu­lar ini­cial­men­te en­tre los in­mi­gran­tes,
es­pe­cial­men­te los me­nos fa­vo­re­ci­dos, por­que su cos­mo­po­li­tis­mo sin ama­
rras, su idea­lis­mo y su opo­si­ción mi­li­tan­te a to­das las for­mas de au­to­ri­dad
ex­pre­sa­ban las frus­tra­cio­nes de una fuer­za ru­ral sudeu­ro­pea des­pla­za­da,
que se en­fren­ta­ba a las rea­li­da­des de la po­bre­za ur­ba­na en una tie­rra
ex­tran­je­ra. Las es­pe­ran­zas frus­tra­das y la au­sen­cia de em­pa­dro­na­mien­to
po­lí­ti­co en­cen­die­ron la mi­li­tan­cia de es­tos in­mi­gran­tes, y ali­men­ta­ron
su fal­ta de com­pro­mi­so con el país que los hos­pe­da­ba. Aque­llos que se
que­da­ron, sea por elec­ción o por cir­cuns­tan­cia, te­nían que so­bre­vi­vir
den­tro de la so­cie­dad ar­gen­ti­na. Al­re­de­dor de la mi­tad de los in­mi­
gran­tes va­ro­nes se ca­sa­ron con mu­je­res ar­gen­ti­nas y es­ta­ble­cie­ron una
re­la­ción me­nos dé­bil con su país adop­ti­vo. Al mis­mo tiem­po, los tra­
ba­ja­do­res ar­gen­ti­nos, tan­to las mu­je­res co­mo los va­ro­nes –ade­más de
al­gu­nos in­mi­gran­tes– es­ta­ban en la dé­ca­da de 1890 com­pro­me­ti­dos con
la lu­cha por re­for­mas prác­ti­cas que me­jo­ra­ran las con­di­cio­nes de la cla­se
tra­ba­ja­do­ra. Al­gu­nos de los gru­pos anar­quis­tas en­tra­ron en es­tas lu­chas y
les die­ron un per­fil mi­li­tan­te. Es­tos gru­pos con­ti­nua­ron sien­do, al me­nos
has­ta las pri­me­ras dé­ca­das del si­glo xx, se­rios ri­va­les del Par­ti­do So­cia­lis­
ta, el cual era ad­mi­ti­da­men­te re­for­mis­ta.
Las co­rrien­tes re­vo­lu­cio­na­rias del anar­quis­mo, ta­les co­mo la de La
Voz, con­ti­nua­ron ais­la­das; mien­tras al­gu­nos sec­to­res de la cla­se tra­ba­ja­
do­ra, tan­to na­cio­na­les co­mo in­mi­gran­tes, de­man­da­ban una jor­na­da de
ocho ho­ras, sa­la­rios más al­tos y me­jo­res con­di­cio­nes, mu­chos anar­quis­tas
des­pre­cia­ban esas lu­chas y con­vo­ca­ban, por su par­te, a la ac­ción di­rec­ta
con­tra el Es­ta­do y sus ins­ti­tu­cio­nes. La pren­sa anar­quis­ta de una dis­po­si­
ción se­me­jan­te a la de La Voz de la Mu­jer es­ta­ba par­ti­cu­lar­men­te de­sa­fec­
ta­da de las lu­chas con­tem­po­rá­neas. Los con­te­ni­dos de los pe­rió­di­cos ca­si
nun­ca men­cio­nan huel­gas o re­pre­sión, rei­vin­di­ca­cio­nes o ac­ción obre­ras.
En lu­gar de es­to, la prin­ci­pal preo­cu­pa­ción fue la de la lu­cha ideo­ló­gi­ca.
Pro­ba­ble­men­te, la ac­ti­tud mi­li­tan­te de La Voz de la Mu­jer en con­tra de
lo que veía co­mo re­for­mis­mo lo mar­gi­na­li­zó en re­la­ción con las mu­je­res tra­
ba­ja­do­ras a las que bus­ca­ba in­fluir. Su na­tu­ra­le­za se­mi­clan­des­ti­na hi­zo di­fi­
cul­to­sas la or­ga­ni­za­ción y las reu­nio­nes pú­bli­cas. El pe­rió­di­co apa­re­cía es­po­
rá­di­ca­men­te y cir­cu­la­ba prin­ci­pal­men­te en­tre los miem­bros ra­di­ca­les de las
di­ver­sas co­mu­ni­da­des in­mi­gran­tes. Así, la ma­yor pro­por­ción del ma­te­rial
im­pre­so en La Voz de la Mu­jer po­dría ha­ber si­do es­cri­ta ca­si en cual­quier

40
país de ha­bla his­pa­na en cual­quier mo­men­to en­tre 1870 y 1930; iró­ni­ca­
men­te, la sec­ción del pe­rió­di­co que da los in­di­cios más ví­vi­dos de la vi­da
en la Ar­gen­ti­na de ese mo­men­to es la lis­ta de sus­crip­to­res, con sus re­fe­ren­
cias pa­sa­je­ras a ofi­cios, con­di­cio­nes de vi­da, re­gio­nes del país y ac­ti­vi­da­des
re­crea­ti­vas. En ge­ne­ral, sus la­zos con las rea­li­da­des de las vi­das de las mu­je­
res in­mi­gran­tes en la Ar­gen­ti­na es­ta­ban ex­tre­ma­da­men­te ate­nua­dos.
In­clu­so en la dé­ca­da de 1890, las rup­tu­ras que se ha­bían de­sa­rro­lla­
do en el mo­vi­mien­to re­fle­ja­ban la di­rec­ción que es­ta­ban to­man­do los
acontecimientos. Las va­rian­tes más mi­li­tan­tes del co­mu­nis­mo anar­quis­
ta, ta­les co­mo La Voz de la Mu­jer y La Voz de Ra­va­chol (así lla­ma­da en
ho­nor a un ti­ra­bom­bas), rá­pi­da­men­te per­die­ron te­rre­no fren­te a las ten­
den­cias que eran más sen­si­bles a la cla­se tra­ba­ja­do­ra y que abra­za­ban sus
lu­chas. El mo­vi­mien­to anar­quis­ta es­tu­vo, de ahí en más, ca­rac­te­ri­za­do
por un cre­cien­te apo­yo a las ideas anar­cosin­di­ca­lis­tas. Es­to re­sul­tó ser, sin
em­bar­go, muy escaso y muy tar­dío, y el anar­quis­mo, in­clu­so en su for­ma
más sin­di­cal, se con­vir­tió en una fuer­za ya con­su­mi­da po­cas dé­ca­das des­
pués. El Par­ti­do So­cia­lis­ta, fun­da­do en 1894, com­pro­me­ti­do co­mo es­ta­ba
con la par­ti­ci­pa­ción elec­to­ral y la re­for­ma la­bo­ral, ha­bía so­bre­pa­sa­do a
los anar­quis­tas en la se­gun­da dé­ca­da del si­glo xx, y am­bos ha­bían si­do
eclip­sa­dos por el po­pu­lis­mo li­be­ral del par­ti­do Ra­di­cal.
La Voz de la Mu­jer ya era, por lo tan­to, una ten­den­cia mi­no­ri­ta­ria
den­tro del mo­vi­mien­to anar­quis­ta co­mo un to­do, mien­tras que el anar­
quis­mo su­fría el de­sa­fío de adap­tar­se tan­to a las ne­ce­si­da­des de los in­mi­
gran­tes que pla­nifica­ban que­dar­se en la Ar­gen­ti­na co­mo a las de la cla­se
tra­ba­ja­do­ra in­di­gen­te. Pe­ro La Voz per­dió dos ve­ces la com­pe­ten­cia. No
só­lo su po­lí­ti­ca la mar­gi­na­li­zó de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, si­no que tam­po­co
ga­nó un apo­yo su­fi­cien­te de las mu­je­res.
En un sen­ti­do, La Voz no es­ta­ba par­ti­cu­lar­men­te preo­cu­pa­da en atraer
mu­chos lec­to­res. El fe­mi­nis­mo anar­quis­ta bus­ca­ba de­sa­rro­llar gru­pos
pe­que­ños de ac­ti­vis­tas de­di­ca­dos, an­tes que un mo­vi­mien­to de ma­sas.
Su po­lí­ti­ca era acep­ta­da­men­te sec­ta­ria y sus sim­pa­tías es­ta­ban re­ser­va­das
ex­clu­si­va­men­te a las mu­je­res de cla­se tra­ba­ja­do­ra y po­bres. Ha­bía po­ca o
nin­gu­na coo­pe­ra­ción con otros gru­pos ra­di­ca­les que com­par­tían el in­te­rés
de La Voz en la cla­se tra­ba­ja­do­ra. El Par­ti­do So­cia­lis­ta era cen­su­ra­do ca­si
en los mis­mos tér­mi­nos que la bur­gue­sía, y su pe­rió­di­co La Van­guar­dia fue
des­cri­to por una es­cri­to­ra, pre­su­mi­ble­men­te a cau­sa de su re­for­mis­mo,
co­mo “co­chi­no so­cia­lís­ti­co-bur­gués”. Aun­que las mu­je­res tra­ba­ja­do­ras a
las cua­les es­ta­ban di­ri­gi­dos sus es­cri­tos te­nían más de una cau­sa de pa­de­
ci­mien­to, el com­pro­mi­so de las re­dac­to­ras con el anar­quis­mo mi­li­tan­te
les hi­zo vir­tual­men­te im­po­si­ble in­vo­lu­crar­se en una dis­cu­sión de los pro­
ble­mas prác­ti­cos a los que se en­fren­ta­ban.

41
Ha­bía, por lo tan­to, una ten­den­cia a evi­tar for­mu­lar es­tra­te­gias pre­ci­
sas de cam­bio y ac­ción, in­clu­so cuan­do po­día ver­se sur­gir cier­tas de­man­
das más prác­ti­cas. Apar­te de la abo­li­ción del ma­tri­mo­nio, las re­dac­to­ras
pe­dían el fin de las opor­tu­ni­da­des de­si­gua­les y res­trin­gi­das pa­ra las mu­je­
res, de la dis­cri­mi­na­ción de las mu­je­res en el tra­ba­jo, de la es­cla­vi­tud
do­més­ti­ca, del ac­ce­so de­si­gual a la edu­ca­ción y de las exi­gen­cias se­xua­les
sin con­trol de los hom­bres pa­ra con las mu­je­res. Pe­ro es­tos te­mas son
me­ra­men­te se­ña­la­dos, con po­ca o nin­gu­na dis­cu­sión de los mis­mos. Da­do
el in­te­rés explícito en las mu­je­res tra­ba­ja­do­ras, hay sor­pren­den­te­men­te
po­cas re­fe­ren­cias a las con­di­cio­nes de em­pleo y de tra­ba­jo im­pe­ran­tes en
la Ar­gen­ti­na de esos días. Por cier­to, La Voz se opo­nía a las huel­gas por
me­jo­res sa­la­rios y con­di­cio­nes. Su úni­ca in­ter­ven­ción en nom­bre de las
mu­je­res tra­ba­ja­do­ras con­sis­tió en se­ña­lar­les a las la­van­de­ras la inu­ti­li­dad
de boi­co­tear las ca­sas de la­va­do, en un in­ten­to de re­ba­jar el pre­cio de la
ad­mi­sión; en lu­gar de es­to, se les re­co­men­da­ba rom­per la ma­qui­na­ria.
In­clu­so cuan­do se des­ti­na­ba un es­pa­cio con­si­de­ra­ble a un te­ma, co­mo en
el ca­so del amor li­bre, las re­dac­to­ras ofre­cían a sus lec­to­ras po­cas re­co­
men­da­cio­nes prác­ti­cas pa­ra rea­li­zar es­te ideal.
A par­tir del fin de si­glo, emer­gió una va­rian­te di­fe­ren­te del fe­mi­nis­mo
que sí se hi­zo car­go de es­tos pro­ble­mas: la del Par­ti­do So­cia­lis­ta. Mu­je­
res co­mo Ce­ci­lia Grier­son, Ali­cia Mo­reau de Jus­to y Jua­na Rou­co Bue­la
lan­za­ron la lu­cha por la igual­dad de de­re­chos, me­jo­res opor­tu­ni­da­des
edu­ca­cio­na­les y la re­for­ma del có­di­go ci­vil, y al ha­cer­lo re­de­fi­nie­ron ra­di­
cal­men­te la po­lí­ti­ca, la es­tra­te­gia y el te­rre­no de la lu­cha fe­mi­nis­ta.14 A
di­fe­ren­cia de La Voz y aque­llos a los que persuadía, el Par­ti­do So­cia­lis­ta
ar­gen­ti­no, in­flui­do por la vi­sión gra­dua­lis­ta de Eduard Berns­tein, es­ta­ba
com­pro­me­ti­do con un pro­gra­ma de rei­vin­di­ca­cio­nes for­mu­la­das prin­ci­pal­
men­te en tér­mi­nos de con­ce­sio­nes que po­dían ser ob­te­ni­das del Es­ta­do.
Aun­que el pro­gra­ma so­cia­lis­ta apun­ta­ba a lo­grar re­sul­ta­dos más tan­gi­
bles que el del anar­quis­mo, ca­re­cía del ra­di­ca­lis­mo fe­mi­nis­ta ar­dien­te que
tan­to ha­bía for­ma­do par­te de la mi­li­tan­cia del anar­quis­mo. Más im­por­tan­
te aún es que en su ten­den­cia a de­ri­var la opre­sión de las mu­je­res pri­ma­ria­
men­te del ca­pi­ta­lis­mo, o a ver­la co­mo me­dia­da por las prác­ti­cas dis­cri­mi­
na­to­rias del Es­ta­do, los so­cia­lis­tas no de­sa­rro­lla­ron, co­mo los anar­quis­tas,
una crí­ti­ca ra­di­cal de la fa­mi­lia, el ma­chis­mo y el au­to­ri­ta­ris­mo en ge­ne­ral.
Tam­po­co la se­xua­li­dad ocu­pó un lu­gar im­por­tan­te den­tro del dis­cur­so
fe­mi­nis­ta so­cia­lis­ta. Las con­sig­nas a fa­vor del amor li­bre del anar­quis­mo

En 1900 Ce­ci­lia Grier­son fun­dó el Con­se­jo Na­cio­nal de la Mu­jer, y cin­co años des­
14

pués se fun­dó un cen­tro fe­mi­nis­ta en el cual se reu­nie­ron las prin­ci­pa­les miem­bros de los
gru­pos a fa­vor del su­fra­gio fe­me­ni­no en la Ar­gen­ti­na.

42
fue­ron reem­pla­za­das por no­cio­nes más tra­di­cio­na­les acer­ca de la su­pe­rio­
ri­dad mo­ral “na­tu­ral” de la mu­jer, con to­das sus con­no­ta­cio­nes re­la­ti­vas al
ho­gar y a la ma­ter­ni­dad vir­tuo­sa (Lit­tle, 1978). Las in­tui­cio­nes de las fe­mi­
nis­tas anar­quis­tas de­bían es­pe­rar me­dio si­glo pa­ra ob­te­ner una sus­tan­cia
teó­ri­ca e in­clu­so más pa­ra for­mar la ba­se de una prác­ti­ca dis­tin­ti­va.
Es­ta es­tam­pa de his­to­ria anar­quis­ta ar­gen­ti­na in­di­ca que hu­bo una
ma­yor di­ver­si­dad de dis­cur­so fe­mi­nis­ta en La­ti­noa­mé­ri­ca de lo que
co­mún­men­te se supone. Tam­bién su­bra­ya la te­sis de que los in­di­vi­duos
que cons­ti­tu­yen un mo­vi­mien­to so­cial en­tran en él a par­tir de di­fe­ren­tes
po­si­cio­nes so­cia­les y por lo tan­to tie­nen, tam­bién, ne­ce­si­da­des es­pe­cí­fi­
cas, así co­mo, en al­gu­nas oca­sio­nes, in­te­re­ses en con­flic­to.15 Las mu­je­res
y los hom­bres anar­quis­tas, aun­que es­ta­ban uni­dos por una cau­sa co­mún,
en­tra­ron en la po­lí­ti­ca a par­tir de po­si­cio­nes di­fe­ren­tes en las di­vi­sio­nes
se­xua­les y so­cia­les del tra­ba­jo, po­si­cio­nes que mo­de­la­ron tan­to su ex­pe­
rien­cia co­mo, en el ca­so de las mu­je­res, sus rei­vin­di­ca­cio­nes es­pe­cí­fi­cas.
La ten­sión en­tre las ne­ce­si­da­des de los hom­bres y las de las mu­je­res en
un mo­vi­mien­to po­lí­ti­co con ob­je­ti­vos uni­ver­sa­les fue cla­ra­men­te ex­pe­ri­
men­ta­da por las re­dac­to­ras de La Voz de la Mu­jer, co­mo lo ha si­do por sus
su­ce­so­ras en di­fe­ren­tes épo­cas y con­tex­tos na­cio­na­les.
A pe­sar de to­do es­to, La Voz no lo­gró uni­ver­sa­li­zar su lla­ma­mien­to
fe­mi­nis­ta. Aun­que hu­bo quie­nes lo apo­ya­ron en­tre las mu­je­res de los
cen­tros ur­ba­nos de la Ar­gen­ti­na, no pu­do sos­te­ner un gru­po de lec­to­res
de al­guna importancia. Es­to no fue, sin em­bar­go, por­que sus blan­cos fue­
ran erra­dos o por­que hubiera “im­por­ta­do” una vi­sión aje­na e ina­pro­pia­
da de Eu­ro­pa. Las mu­je­res su­frían tan­to en la Ar­gen­ti­na co­mo en Es­pa­
ña o en Ita­lia a cau­sa de la ex­plo­ta­ción se­xual, la apli­ca­ción de­si­gual de
cri­te­rios y las si­tua­cio­nes fa­mi­lia­res opre­si­vas, que ex­pre­sa­ban tan­to la
de­si­gual­dad co­mo las re­la­cio­nes de po­der en­tre los se­xos. El pro­ble­ma
residía más bien en que su men­sa­je fue ex­pre­sa­do en tér­mi­nos de­ma­sia­
do co­lé­ri­cos pa­ra la po­bla­ción pro­me­dio. La Ar­gen­ti­na era una so­cie­dad
más se­cu­lar que mu­chas otras en ese mo­men­to, pe­ro la ma­yo­ría de las
mu­je­res, fue­ran na­ti­vas o in­mi­gran­tes, se ha­brían es­can­da­li­za­do por los
ata­ques a la Igle­sia y la fa­mi­lia y por la dis­cu­sión ex­plí­ci­ta de la se­xua­
li­dad.16 Pa­ra mu­chas mu­je­res, la fa­mi­lia era un lugar de opre­sión, pe­ro

15
Pa­ra una dis­cu­sión teó­ri­ca de es­te pro­ble­ma de los “in­te­re­ses” y el fe­mi­nis­mo, véa­se
Moly­neux (1985).
16
Dos es­cri­to­res in­gle­ses de ese pe­río­do, per­te­ne­cien­tes a la con­fe­sión de la Igle­sia An­
gli­ca­na, la­men­tan que en 1891 el 37% de to­dos los ma­tri­monios en Bue­nos Ai­res fue­ran
ce­re­mo­nias ci­vi­les, a par­tir de la le­ga­li­za­ción del ma­tri­mo­nio se­cu­lar en 1887 (Mul­hall y
Mul­hall, 1892).

43
tam­bién de se­gu­ri­dad re­la­ti­va en un mun­do que cam­bia­ba rá­pi­da­men­te
y en el cual te­nían po­cas al­ter­na­ti­vas. La abo­li­ción del ma­tri­mo­nio sin
otros cam­bios ra­di­ca­les en su po­si­ción habría de­ja­do a las mu­je­res aún
más ex­pues­tas, ame­na­zán­do­las no con una li­ber­tad ma­yor si­no con una
po­si­ble pér­di­da de ayu­da fi­nan­cie­ra a los ojos de la co­mu­ni­dad. La Voz,
aun­que re­pre­sen­tó una in­ter­ven­ción en­tu­sias­ta en un te­rre­no im­por­tan­
te, tu­vo una con­vo­ca­to­ria li­mi­ta­da, pri­ma­ria­men­te por ca­re­cer de un
in­te­rés más pro­fun­do en las ne­ce­si­da­des y creen­cias de las mu­je­res a las
que bus­có in­fluir.

Re­fe­ren­cias bibliográficas

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45
La Voz de la Mujer
En esta edición se reproducen los contenidos de
La Voz de la Mujer, periódico Comunista-Anárquico
(Buenos Aires, enero de 1896-enero de 1897),
números 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8 y 9. El número 6 no
ha podido ser hallado.
Año I. BUENOS AIRES, ENERO 8 DE 1896 NÚm. 1

Aparece cuando puede Dirección: J. CALVO, a cualquier periódico


y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Anárquico en curso de publicación

Nues­tros pro­pó­si­tos nos ofre­cía con in­si­nuan­te y ar­te­ra


voz un cam­bio, un ne­go­cio, un bi­lle­te
——— g ——— de ban­co con que ta­par la des­nu­dez de
nues­t ro cuer­p o, sin más obli­g a­c ión
Com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras  ¡sa­lud! que la de pres­tar­les el mis­mo.
Mar­cha­mos más ade­lan­te, siem­pre
Y bien: has­tia­das ya de tan­to y tan­to con­fia­das y con la es­pe­ran­za pues­ta
llan­to y mi­se­ria, has­tia­das del eter­no y en Dios y en los cie­los, y des­pués de
des­con­so­la­dor cua­dro que nos ofre­cen ha­ber tro­pe­za­do y caí­do por no mi­rar
nues­tros des­gra­cia­dos hi­jos, los tier­nos por don­de ca­mi­ná­ba­mos mien­tras fi­já­
pe­da­zos de nues­tro co­ra­zón, has­tia­das ba­mos nues­tra an­he­lan­te mi­ra­da en
de pe­dir y su­pli­car, de ser el ju­gue­te, los cie­los, ¿sa­béis lo que en­con­tra­mos?
el ob­je­to de los pla­ce­res de nues­tros Las­ci­via y bru­tal im­pu­re­za, co­rrup­ción
in­fa­mes ex­plo­ta­do­res o de vi­les es­po­ y cie­no y una nue­va oca­sión de ven­der
sos, he­mos de­ci­di­do le­van­tar nues­tra nues­tros fla­cos y ma­ci­len­tos cuer­pos.
voz en el con­cier­to so­cial y exi­gir, exi­ Vol­vi­mos atrás nues­tros ojos, ¡se­cos sí,
gir de­ci­mos, nues­tra par­te de pla­ce­res muy se­cos ya! y allá, a lo le­jos, en lon­
en el ban­que­te de la vi­da. ta­nan­za, ca­si vi­mos a nues­tros hi­jos,
Lar­gas ve­la­das de tra­ba­jo y pa­de­ pá­li­dos, dé­bi­les y en­fer­mi­zos… y la
ci­mien­tos, ne­gros y ho­rro­ro­sos días bri­sa ca­li­gi­no­sa ya, nos traía la eter­
sin pan han pe­sa­do so­bre no­so­tras, y na me­lo­día del pan. ¡Ma­má, pan por
ha si­do ne­ce­sa­rio que sin­tié­se­mos el Dios! Y en­ton­ces com­pren­di­mos por­
gri­to se­co y des­ga­rran­te de nues­tros qué se cae… porqué se ma­ta y por­qué
ham­brien­tos hi­jos, pa­ra que has­tia­das se ro­ba (léa­se ex­pro­pia).
ya de tan­ta mi­se­ria y pa­de­ci­mien­to, Y fue en­ton­ces tam­bién, que des­
nos de­ci­dié­se­mos a de­jar oír nues­tra co­no­ci­mos a ese Dios y com­pren­di­mos
voz, no ya en for­ma de la­men­to ni cuán fal­sa es su exis­ten­cia; en su­ma,
su­pli­can­te que­re­lla, si­no en vi­bran­te y que no exis­te.
enér­gi­ca de­man­da. To­do es de to­dos. Fue en­ton­ces que com­pa­de­ci­mos
Has­ta ayer he­mos su­pli­ca­do a un a nues­tras caí­das y des­gra­cia­das com­
Dios, a una vir­gen u otro san­to no pa­ñ e­ras. En­t on­c es qui­s i­m os rom­p er
me­nos ima­gi­na­rio el uno que el otro, con to­das las preo­cu­pa­cio­nes y ab­sur­
y cuan­do lle­nas de con­fian­za he­mos das tra­b as, con es­t a ca­d e­n a im­p ía
acu­d i­d o a pe­d ir un men­d ru­g o pa­r a cu­yos es­la­bo­nes son más grue­sos que
nues­tros hi­jos, ¿sa­béis lo que he­mos nues­tros cuer­pos. Com­pren­di­mos que
ha­lla­do? La mi­ra­da las­ci­va y lu­ju­rio­sa te­nía­mos un ene­mi­go po­de­ro­so en la
del que an­he­lan­do cam­biar de con­ti­ so­cie­dad ac­tual y fue en­ton­ces tam­
nuo el ob­je­to de sus im­pu­ros pla­ce­res, bién que mi­ran­do a nues­tro al­re­de­dor,

[49]
Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

vi­mos mu­chos de nues­tros com­pa­ñe­ Se­re­nas, sin te­mor, siem­pre avan­zan­do,


ros lu­chan­do con­tra la tal so­cie­dad; y Siem­pre al­ti­vas mar­cha­mos por
co­mo com­pren­di­mos que ése era tam­ [do­quier,
bién nues­tro ene­mi­go, de­ci­di­mos ir Los es­bi­rros bur­gue­ses arro­llan­do
con ellos en con­tra del co­mún ene­mi­ Des­tro­zan­do las le­yes y el po­der.
go, mas co­mo no que­ría­mos de­pen­der
de na­die, al­za­mos no­so­tras tam­bién ¡Com­pa­ñe­ros! Ca­da cla­ro en nues­tras
un gi­rón del ro­jo es­tan­dar­te; sa­li­mos a [fi­las
la lu­cha… sin Dios y sin je­fe. Con­tes­ta­do ha de ser con la
He aquí, que­ri­das com­pa­ñe­ras, el [ex­plo­sión,
por­qué de nues­tro pe­rió­di­co, no nues­ Y así, cual to­rren­te, ire­mos for­mi­da­ble
tro si­no de to­dos, y he aquí, tam­bién, Pro­cla­man­do So­cial Re­vo­lu­ción.
por­qué nos de­cla­ra­mos comunistas
anÁrquicas pro­cla­man­do el de­re­cho Josefa M. R. MartÍnez
a la vi­da, o sea igual­dad y li­ber­tad.

La RedacciÓn iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
¡OBRE­ROS!
NNNNNNNNNNNNNNN
¿Se­rá po­si­ble, que ja­más os ha­béis de
BRINDIS dar cuen­ta de lo que sois y de­be­ríais ser?
˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜ ¿No ha­béis com­pren­di­do aún, el
¡Sa­lud Com­pa­ñe­ras! La Anar­quía tris­t í­s i­m o y re­p ug­n an­t e pa­p el que
Ya tre­mo­la el pen­dón li­ber­ta­dor; re­p re­s en­t áis cuan­d o acu­d ís, co­m o
¡Hu­rra, her­ma­nos que­ri­dos, a la lucha! mi­se­ra­bles idio­tas, a esas pla­zas, a esas
¡Fuer­te el bra­zo, se­re­no el co­ra­zón! ro­me­rías, a esas pa­ra­das mi­li­ta­res, etc.,
en don­de sois des­pre­cia­dos, y es­car­ne­
Mi­rad­lo  ¡sí! ¿No veis el Ho­ri­zon­te ci­dos de mil ma­ne­ras y mo­dos?
Ra­dian­te luz ilu­mi­nan­do es­tar? ¿No ha­béis ob­ser­va­do, po­bres ilu­
Y en­tre in­men­sos cen­da­les on­dean­do sos, el des­pre­cio con que sois mi­ra­dos,
Nues­tro ro­jo pen­dón.  ¡Hu­rra a lu­char! por los que os ro­ban?
¿No ha­béis vis­to, cual se apar­tan
Que no ha­ya en­tre no­so­tras re­za­ga­das de vo­so­tros, don­de quie­ra que os pre­
Nues­tra lu­cha es a muer­te y sin cuar­tel; sen­téis, aque­llos a quie­nes con vues­tro
¡Hu­rra! her­ma­nas que­ri­das, otro su­d or man­t e­n éis y sos­t e­n éis de mil
[es­fuer­zo, mo­dos, y dais vi­da, co­mo el sol da luz,
Y ¿quién du­da que ha­bre­mos de co­mo el fue­go da ca­lor?
[ven­cer? Id, sí, po­bres gen­tes, co­mo ellos os
lla­man, id a di­ver­tir al ver­du­go, id a
Es­tre­che­mos las fi­las, ca­ma­ra­das ani­mar sus fies­tas, id a ser el ob­je­to de
El ro­ji­zo pen­dón al tre­mo­lar, la ri­sa de nues­tros ex­plo­ta­do­res, id a
¡Anar­quía y Sa­lud!  ¡Y des­tro­za­das re­co­ger las de­ni­gran­tes fra­ses con que
Las fa­lan­ges bur­gue­sas hui­rán! os nom­bran.

50
LA VOZ DE LA MUJER

Id a la ca­te­d ral a con­tem­p lar te­mos su­bir a al­can­zar el mi­se­ra­ble pre­


bo­quia­bier­tos, la exu­be­ran­te, la hi­dró­ mio que la re­fi­na­da “ca­ba­lle­ro­si­dad”…
pi­ca vi­ta­li­dad de los chu­pa­do­res de Bur­gue­sa nos ofre­ce.
san­g re obre­ra; id a con­tem­p lar la ¡Ah! ¡te­néis ham­bre! ¡por la ca­ra
hi­pó­cri­ta faz de los que nos lla­man de un Bur­gués!…  ¡ex­pro­piad, ma­tad
bo­rre­gos; id, con ojo avi­zor y aten­to to­d o eso, es bue­n o y na­tu­ral, pe­ro
oí­do, a es­cu­char las mil fra­ses de la ja­más de­be­mos re­nun­ciar a ser hom­
re­fi­na­da hi­po­cre­sía de un frai­le, sea un bres, pa­ra ser mi­cos o fan­to­ches!
puer­co Cas­te­lla­no o un mas­tín Ja­ra. Mi­rad a aquel her­m a­n o, aquel
¡Id a ser el haz­me reír de esa fie­ra com­pa­ñe­ro nues­tro, ¿ved­lo cual for­
in­sa­cia­ble, de esa hie­na ja­más sa­tis­ ce­jea pa­ra su­bir? ¿oís las car­ca­ja­das
fe­cha, de ese roe­dor cán­cer, de ese es­ta­llar vi­bran­tes? ¡Ah! es la fie­ra, es
pon­zo­ño­so rep­til a quien, por de­cir­ la bur­gue­sía que se re­fo­ci­la de ale­gría
lo to­do, se lla­ma “Bur­gue­sía”, pa­la­ cual se re­fo­ci­la el cer­do en­tre el ba­rro,
bra que qui­zá no com­pren­déis, por­que o el juez an­te la vein­te­na de in­fe­li­ces
en sí en­cie­rra to­do lo ini­cuo, to­do lo víc­ti­mas que pien­sa en­viar al ca­dal­
in­fa­me, to­do lo más as­que­ro­sa­men­te so, sí ella, esa fie­ra lla­ma­da bur­gue­sía,
re­pug­nan­te que con­ce­bir pue­da el per­ se re­fo­ci­la al ver­nos, tan bru­tos, tan
ver­ti­do y san­gui­na­rio ce­re­bro de un… tor­pes y pien­sa: Mien­tras ha­ya tan­to
¡hom­bre!  bes­tia, no te­mo a na­da, ni a na­die.
Id, pe­ro al me­n os, daos cuen­ta ¿Ha­béis vis­to u oí­do de­cir, cual se
del tris­te, sí, muy tris­te pa­pel que allí re­vuel­ca tré­mu­la, de­li­ran­te de go­ce, la
de­sem­pe­ñáis. hie­na des­pués de hun­dir ho­ci­co en las
Mi­rad, ¿veis, allí en aque­llas que se en­tra­ñas de la víc­ti­ma, y la con­tem­pla
lla­man Ro­me­rías, aque­llo que tie­ne iner­me y as­pi­ra con an­he­lan­te de­li­cia
tan­tos es­cu­dos y co­lo­res? pues aquél es los va­po­res de la san­gre en tan­to que
el “pal­co ofi­cial”, ¿sa­béis? pues allí no se re­vuel­ca en ella?
te­néis en­tra­da, allí no per­mi­ten que ¿No ha­béis oí­do de­cir cual se aprie­
en­tréis, pues vues­tras tor­p es ma­n e­ ta con las fi­nas ma­nos la exu­be­ran­te
ras, vues­tras ma­n os ca­llo­sas (que a pan­za, el re­ye­zue­lo, pre­sa de con­vul­
ellos sus­ten­tan), no pue­den, ni de­ben si­va ri­sa, y ba­bean­te el “real” la­bio,
(di­cen), es­tre­char la fi­na y en­guan­ mi­rar con el ros­tro des­com­pues­to y
ta­da dies­tra de tan­to y tan­to… Bur­ amo­ra­ta­do aún por la ri­sa el ros­tro
gués (puff), de tan­ta y tan­ta no­ble y com­pun­gi­do del in­fe­liz bu­fón, a quien
em­pe­ri­fo­lla­da… Bur­gue­si­ta: sa­béis, se aca­ba de apli­car un “real” la­ti­ga­zo?
os des­pre­cia y cau­sáis as­co, ¿en­ten­ Pues así, de tal mo­do, y con ta­les
déis? ¡as­co! no­bles pe­sa­res, se ríen de ese in­fe­liz, es
¿Veis aque­llo, mi­rad; aque­llo que se de­cir de no­so­tros.
lla­ma pa­lo ja­bo­na­do?  pues bien, aquel Pe­ro, ve­nid, ¿veis aque­lla cria­tu­ra
pa­lo es­tá pues­to allí pa­ra vo­so­tros, pa­ra que, pá­li­da y de­ma­cra­da, la faz dé­bil
los obre­ros, ¿sa­béis pa­ra qué? pa­ra ellos y en­ju­to el cuer­pe­ci­to, es­tá ti­ra­da, por
po­der­se reír de nues­tra tor­pe con­duc­ta, de­cir­lo así, en­tre una rue­da de es­tú­pi­
sí, pa­ra ver­nos for­ce­jear, cuan­do in­ten­ dos? ¿la veis?, mi­rad, su go­rri­ta pues­ta

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

con re­fi­na­da  “ar­te” de­lan­te de él, ¿veis di­na­mi­ta! ¡cuán­ta pu­dri­dez hay que
có­mo mue­ve sus tier­nas ma­ni­tas agi­ re­mo­ver y ex­tir­par!!!
tan­do sin ce­sar ese ron­co y desa­pa­ci­ble Pe­ro bas­ta. Ven her­ma­no mío, ven
tras­to o acor­deón? ¿oís esa mú­si­ca que com­pa­ñe­ro, ven, va­mos a esa Ca­te­dral
a mu­chos ha­ce reír y a otros aplau­dir? a cu­yas puer­tas tú y otros van a abrir
¿la oís?  pues bien, ¡esa mú­si­ca es la la bo­ca, va­mos y te ex­pli­ca­ré lo que
del ham­b re! Ese gus­to os de­m an­d a en ella pa­sa.
una li­mos­na, y esos de­li­ca­dos y tier­ Lo ves, tú y yo, y con no­so­tros
nos de­di­tos que veis agi­tar­se y opri­mir to­dos, los obre­ros te­ne­mos la en­tra­da
fe­bri­les el te­cla­do de­bie­ran ma­ne­jar pro­h i­b i­d a, no so­m os hom­b res, y es
un lá­piz y ejer­ci­tar­se en al­go más bue­ for­zo­so que­dar­nos a la puer­ta co­mo
no, más ade­cua­do a la edad de la per­ que­dan los ca­ba­llos; ¿y qué? ¿so­mos
so­na que los ma­ne­ja. aca­so pa­ra el bur­gués al­go más que un
Pe­ro, que, ese que veis ni­ño aún ca­ba­llo? no, por vi­da mía, so­mos sí un
(le he­mos vis­to, ten­dría seis o sie­te ob­je­to de ex­plo­ta­ción y de ser­vi­cio,
años) tie­ne pa­dres qui­zá y ellos se ven co­mo un par de bo­tas o un pa­ra­guas,
obli­g a­d os por es­t a so­c ie­d ad (re­p le­ pe­ro me­nos, mu­cho me­nos apre­cia­
ta de vir­tuo­sas da­mas) a en­viar­lo a ble que un ca­ba­llo o un co­che; y si
men­di­gar:  ¡es tan ca­ra la sub­sis­ten­cia! no ob­ser­vad, y ve­réis cuál cui­dan y
¡Ga­nan tan po­co! ta­pan en in­vier­no a los lu­jo­sos tron­
Y ma­ña­na, hom­bre ya, ese que hoy cos, mien­tras tú y yo, y to­dos los obre­
cre­ce co­mo pa­rá­si­ta plan­ta, y vi­ve de ros, va­mos se­mi-des­nu­dos, an­dra­jo­sos,
la pú­bli­ca ca­ri­dad (mal­di­ta sea ella) y ate­ri­dos de frío con el sem­blan­te
le­jos, muy le­jos de las ma­ter­na­les ca­ri­ de­m a­c ra­d o y va­c ío el es­t ó­m a­g o, a
cias, en­tre­ga­do a sí mis­mo, des­pués nues­tras em­bru­te­ce­do­ras ocu­pa­cio­nes.
de ha­ber cru­za­do la pri­me­ra eta­pa de ¿Lo ves? hoy hay fies­ta pa­tria,
la vi­da co­mo mí­se­ro ilo­ta ¿qué ha­rá la pla­za lle­na de in­fe­li­ces hom­bres,
cuan­do se vea sin pan, sin ho­gar, sin que más que ta­les pa­re­cen es­pan­ta­
amor? ¿qué ha­rá? jos, se­gún es­tán de ma­ci­len­tos y fla­
Ma­ta­rá, qui­zás, ¡ah! en­ton­ces, sí, cos, ¿los ves, con esos dis­fra­ces y esos
en­ton­ces la so­cie­dad lan­za­rá­se so­bre ins­tru­men­tos, no de tra­ba­jo, si­no de
él co­mo fu­ria, co­mo ir­ca­na fie­ra, y le muer­te al hom­bro? los ves, ¿con ese
en­via­rá a un hon­do y fé­ti­do ca­la­bo­zo, tra­po de co­lor ata­do a un pa­lo? ¿qué
¡en­ton­ces sí, que es­ta so­cie­dad de­cré­ pa­re­cen? ¿qué se­rán? ¿lo­cos tal vez? no,
pi­ta y co­rrom­pi­da, ten­drá le­yes, jue­ces son hom­bres que la mo­ral y ca­ri­ño­sa
y ver­du­gos, con que ha­cer­se jus­ti­cia y pie­dad bur­gue­sa tie­ne, pa­ra que cuan­
cas­ti­gar! ¿Y quién, pre­gun­to yo, quién do tú pi­das pan te den plo­mo, y pa­ra
cas­ti­ga­rá a ella por ha­ber ro­ba­do al de­fen­der el pro­duc­to del ro­bo he­cho,
pa­dre del ni­ño, y al ni­ño mis­mo los día a día, ¡a ti a mí y a to­dos los obre­
me­dios de sus­ten­to y de edu­ca­ción? ros! ¡Ah! ¡y pen­sar que esos hom­bres
¿quién to­ma­rá en cuen­ta los ac­tos de son nues­tros her­ma­nos! que de­bie­ran
la so­cie­dad pa­ra juz­gar, quién en­tre ver­lo al me­nos, y que son ene­mi­gos a
ella y el ni­ño es más cri­mi­nal? ¡Ah, quie­nes nos ve­re­mos obli­ga­dos a sa­lu­

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LA VOZ DE LA MUJER

dar con la ex­plo­sión! ¡Mal­di­ta seas a sus pies hu­mi­lla­dos, es­car­ne­ci­dos y


so­cie­dad que tan­to nos obli­gas, rue­de ham­brien­tos y por ello se re­go­ci­jan.
pron­to tu mal­di­to ré­gi­men y con él las ¡Ved­los! allí es­tá el obis­po con el
ca­be­zas de tan­to y tan­to in­fa­me ver­du­ ge­ne­ral, el frai­le con el di­pu­ta­do, fe­li­
go de la hu­ma­ni­dad! ci­tán­do­se mu­tua­men­te de su obra, es
Mi­ra her­ma­no mío; ¿ves cual bri­ de­cir de nues­tra es­tu­pi­dez.
lla re­ver­be­ran­do en mil cam­bian­tes la ¡Vá­m o­n os obre­r os, vá­m o­n os, y
pro­fu­sión de las in­nu­me­ra­bles bu­jías? ja­más vol­va­mos a ta­les fies­tas o es­car­
ésas se que­man a tus ex­p en­sas y el nios me­jor di­cho, en las cua­les se nos
ca­lor y la cla­ri­dad que pro­du­cen, fal­ta des­pre­cia y hu­mi­lla has­ta tan­to de lla­
en tu ho­gar, en las tris­tes y frías no­ches mar­nos sus her­ma­nos; vá­mo­nos, pues
del in­vier­no y… pe­ro es­cu­cha ¿oyes pa­ra ellos so­mos la “ple­be” que vie­ne
esa se­ñal? anun­cia que van a sa­lir los al es­pec­tá­cu­lo de las ban­de­ras, de las
en­guan­ta­dos ca­na­llas que pa­ra me­jor mú­si­cas, y de las… por­que­rías!
en­ga­ñar­te han es­ta­do du­ran­te cin­co ¡Vá­mo­nos, y que cuan­do vol­va­mos
mi­nu­tos gol­peán­do­se el pe­cho, pa­ra sea­mos pre­pa­ra­dos, con la di­na­mi­ta
que no­so­tros les imi­te­mos y así co­ger­ en la ma­no pa­ra po­ner­la en ac­ción,
nos des­pre­ve­ni­dos pa­ra sa­ciar en no­so­ y en­ton­ces ve­re­mos huir a to­da esa
tros su sed de san­gre, en nues­tras hi­jas co­bar­de ca­na­lla, cual hu­yen al ful­gu­
su lu­ju­ria y en nues­tros hi­jos su bru­tal rar el nue­vo día, los es­pec­tros, que la
pa­sión de pe­de­ras­tas y so­do­mi­tas! pe­sa­di­lla de un ho­rri­ble sue­ño for­jó
Es­cu­cha, sue­na su se­ñal de sa­li­da y du­ran­te la no­che  !…
to­das esas mo­mias o sol­da­dos, pre­sen­tan La pe­sa­di­lla es la bur­gue­sía. El nue­
las ar­mas, co­mo in­di­can­do que es­tán vo día: la Anar­quía.
dis­pues­tos a ma­tar­nos, por de­fen­der­les ¡¡Hu­rra, pues por ella!!
¿los ves? ahí sa­len, mí­ra­les bien, to­dos ¡Mue­ra la ex­plo­ta­ción!
esos son pa­rá­si­tos, vam­pi­ros, la­dro­nes y ¡¡¡Vi­va el co­mu­nis­mo-anár­qui­co!!!
zán­ga­nos de la so­cial col­me­na. ¡Vi­va la li­bre ini­cia­ti­va!
¿Oyes? es­t án ha­b lan­d o; es­c u­c ha
“¡Her­m a­n o!” ¡te tra­t an de her­m a­ Josefa M. R. MartÍnez
no!… ¡y ellos es­tán re­ple­tos y tú ham­
brien­to!…
…“la glo­r io­s a ban­d e­r a de la
pa­tria…” te ha­blan de pa­tria y aquel LA DON­NA
que allí ves aplau­dien­do con ra­bio­sa NE­LLA SO­CIE­TÁ AT­TUA­LE
fu­ria, irá den­tro de dos ho­ras a exi­gir­ ddd DDD
te el im­por­te del al­qui­ler de tu pie­za, y
guay de ti si no tie­nes con qué pa­gar; La don­na ne­lla So­cie­tá at­tua­le é la
tú, tus hi­jos, tu com­pa­ñe­ra y tus tras­ vit­t i­m a des­t i­n a­t a ai ca­p ric­c i, alle
tos irán a pa­rar a la ca­lle en pa­trió­ti­ca pas­sio­ni, e, de­lle vol­te, alla ti­ran­nia
con­fu­sión… de­ll’uo­mo. Nien­te di piú in­gius­to é la
“…Es­te glo­rio­so día…” Lla­man glo­ di­su­gua­glian­za sta­bi­li­ta ar­ti­fi­cio­sa­men­
rio­so a es­te día por­que nos con­tem­plan te tra l’uo­mo e la don­na. Si co­min­cia

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

col dar­gli un’e­du­ca­zio­ne mol­to li­mi­ta­ ques­ta mi­se­ra si­tua­zio­ne, non gli res­ta
ta; con­ti­nua poi con la vi­ta do­mes­ti­ca, che pros­ti­tuir­si.
do­ve la don­na é des­ti­na­ta al ser­vi­zio Quan­te so­no que­lle che lot­tan­do
de­ll’uo­mo; do­po ne­lla sca­lla so­cia­le, la si­no all’ul­ti­mo, si so­no tol­te la vi­ta?
don­na é con­si­de­ra­ta in­fe­rio­re all’uo­ Mol­te al­tre, ob­bli­ga­te da­ll’am­bien­
mo, in­deg­na di qua­lun­que sia co­sa; te at­tua­le, si so­no ri­ti­ra­te da­lla So­cie­tá
tut­to ques­to per man­te­ne­re la don­na per­ché ab­ban­do­na­te dai pa­ren­ti stes­si,
in uno sta­to di di­pen­den­za eco­no­mi­ca che in­sie­me alla So­cie­tá, la ri­ten­go­no
e mo­ra­le ver­so luo­mo. L’e­du­ca­zio­ne col­pe­vo­li.
im­per­fet­ta e pes­si­ma, la dif­fe­ren­za del E da­v an­t i a ques­t o spet­t a­c o­l o,
la­vo­ro, piú ó me­no de­gra­dan­te, che gli voial­tri borg­he­si, at­tri­bui­te la pros­ti­
é des­ti­na­to, il sa­la­rio piú mi­se­ro e la tu­zio­ne, ori­gi­ne del vi­zio e de­lla co­rru­
pros­ti­tu­zio­ne che l’as­pet­ta quan­do non zio­ne di un cer­to nu­me­ro di in­di­vi­dui
tro­va chi ve­glia su­lla sua esis­ten­za. d’am­bo i ses­si; e af­fer­ma­te che se ques­
ti non fos­se­ro na­ti, la pros­ti­tu­zio­ne
* non esis­te­reb­be.
* * Vi so­no una quan­ti­tá di in­di­vi­dui
che eser­ci­ta­no su­lla pros­ti­tu­zio­ne, ser­
Non esis­te una si­tua­zio­ne piú tra­gi­ca ven­do­si di qua­lun­que sia mez­zo, per
che que­lla di una ra­gaz­za po­ve­ra; le ti­ra­re la vit­ti­ma ne­ll’a­bis­so; es­sen­do
oc­cu­pa­zio­ni che tro­va so­no po­che, e ques­ta spe­cu­la­zio­ne di­ve­nu­ta at­tual­
mol­te vol­te son tra­me te­se per la sua men­te co­me tut­te le al­tre.
per­di­zio­ne. Ma ques­to non é tut­to; Di tut­te le in­dus­trie, ques­ta é la piú
a cu­r ar­s i de­l l’e­s is­t en­z a fi­s i­c a, vie­n e ab­biet­ta, la piú lu­cra­ti­va.
que­lla di ama­re e di es­se­re ama­ta, di Vi so­no ca­se ap­po­si­ta­men­te con­sa­
tro­va­re a chi con­fi­dar­si, di go­de­re le cra­te alla pros­ti­tu­zio­ne, do­ve la ra­gaz­
de­li­zie de­lla vi­ta; ma sem­pli­ce, in­ge­ za o la don­na ver­gog­no­sa, las­cia­no il
nua, fi­da­ta, acet­ta la ma­no del pri­mo lo­ro in­di­riz­zo per es­se­re pron­te alla
che la so­lle­ci­ta, con­sa­cran­do­si in­te­ chia­m a­t a di al­c un av­v en­t o­r e..., un
ra­men­te la vi­ta alla sua fe­li­ci­tá. Pe­ro eser­ci­to di sen­sa­li, di com­mis­sio­nis­ti,
non tro­va al­tro che ingan­no, egois­mo, so­no im­pie­ga­ti in ques­ta ig­no­mi­no­sa
cal­co­lo, per abu­sa­re de­lla sua mi­ni­ma in­dus­tria, por­tan­do se­co la dis­pe­ra­zio­
de­bo­lez­za; e l’uo­mo non tie­ne che iro­ ne e il do­lo­re di tan­te fa­mi­glie, pros­ti­
nia e dis­prez­zo. E la don­na com­bat­tu­ta tuen­do­gli le lo­ro fi­glie.
per la ne­ces­si­tá di ama­re e ri­bas­sa­ta É co­s í, Sig­n o­r i Borg­h e­s i! Non é
la sua dig­ni­tá, per ins­tin­to di con­ser­ il vi­zio o la co­rru­zio­ne l’o­ri­gi­ne de­lla
va­zio­ne, di­ven­ta allo­ra dis­con­fi­da­ta, pros­ti­tu­zio­ne, se non al­tro il vos­tro
as­tu­ta, ipo­cri­ta, dis­si­mu­la e in­gan­na. in­fa­me re­gi­me e le vos­tre ini­qui­tá. Voi
L’in­no­cen­za é spa­ri­ta, og­ni sen­ti­men­ Borg­he­si sie­te la cau­sa! Man­tenen­do
to mo­r a­l e, per­d u­t o; dis­c ac­c ia­t a da la don­na ne­ll’ig­no­ran­za e ne­lla cre­
tut­ti la So­cie­tá gli atri­buis­ce la col­ den­za de­lla sua de­bo­lez­za, det­tan­do
pa; non tro­va al­cu­no che gli re­chi un leg­gi no­ci­ve alla don­na, fa­cen­do cre­
so­lie­vo alle sue pe­ne; co­si lot­tan­do in de­re al po­po­lo in­cos­cien­te che il ses­so

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LA VOZ DE LA MUJER

fem­mi­ni­le é in­fe­rio­re all’uo­mo, per EL AMOR LI­BRE


con­se­guen­za, l’a­ve­te edu­ca­ta se­con­do — dd —
la vos­tra vo­lon­tá e con­ve­nien­za. ¿Por qué lo que­re­mos?
Ah! ques­ta si chia­ma ci­vi­liz­za­zio­ ddddd
ne, o Borg­he­si? Ah! ques­to si chia­ma
pro­gres­so? Creen los ig­no­ran­tes y di­cen los
Men­t i­t e! ques­t o non si chia­m a mal in­ten­cio­na­dos que la idea Anár­
pro­gres­so, ma ben­sí un tem­po bar­ba­ro qui­ca es­tá en pug­na con to­do lo bue­
e re­gres­so! no, lo be­llo, con el ar­te, las cien­cias, y
Oh, don­ne del po­po­lo! non ve­de­te so­bre to­do, con el ho­gar.
in che fan­go vi ha get­ta­to la Borg­he­sia? En efec­t o, muy re­p e­t i­d as ve­c es
Se ave­te cos­cien­za di voi stes­se, he­mos te­ni­do oca­sión de oír de los
ri­be­lla­te­vi con­tra ques­ti pa­ras­si­ti de­lla la­bios de al­gu­nas obre­ras lo si­guien­te:
So­cie­tá at­tua­le e mos­tra­te all’u­ma­ni­tá “¡Oh, bue­na es­tá vues­tra idea Anár­
che sie­te for­ti e non­de­bo­li com­me i qui­ca! ¡vo­so­tras que­réis que to­das las
vos­tri ne­mi­ci vo­glio­no far­lo cre­de­re. mu­j e­res de es­p o­s as, hi­j as, ma­d res y
Lot­t a­t e in­s ie­m e con i desiderati her­ma­nas, nos con­vir­ta­mos en man­
de­lla for­tu­na, con gli ope­rai cons­cien­ ce­bas, ju­gue­tes vi­les de las de­sen­fre­na­
ti, per­ché ques­ti so­no i ve­ri tuoi ami­ci; das pa­sio­nes del hom­bre!”
per­ché un gior­no non lon­ta­no po­te­te A las que tal di­cen y creen nos di­ri­
eman­ci­par­vi di ques­to gio­go che per gi­mos. Vea­mos.
tan­ti se­co­li ave­te sop­por­ta­to, do­vu­ta No­so­tras cree­mos que en la ac­tual
alla vos­tra ig­no­ran­za e alle idee re­li­ so­cie­dad na­da ni na­die es más des­gra­
gio­se che vi han­no in­cul­ca­to i do­mi­ cia­da en su con­di­ción que la in­fe­liz
na­to­ri de­lla vos­tra cos­cien­za la cau­sa mu­jer. Ape­nas lle­ga­das a la pu­ber­tad,
de­lla vos­tra per­di­zio­ne. so­mos blan­co de las mi­ra­das lú­bri­cas
Quan­do vi sa­re­te ri­be­lla­te con­tra y cí­ni­ca­men­te sen­sua­les del se­xo fuer­
ques­ta ipo­cri­ta is­ti­tu­zio­ne, allo­ra sa­re­ te. Ya sea és­te de la cla­se ex­plo­ta­do­ra
te anar­chi­che, e com­pren­de­re­te che o ex­plo­ta­da. Más tar­de, ya “mu­je­res”,
l’A­nar­chia é la vos­tra sal­va­zio­ne, e cae­mos las más de las ve­ces víc­ti­mas
lot­te­re­te con noi per­ché sia pros­si­mo del en­ga­ño en el lo­da­zal de las im­pu­
il gior­no de­lla ris­cos­sa e la ban­die­ra re­zas, o en el des­pre­cio y es­car­nio de
de­ll’av­ve­ni­re bri­lli ne­ll’u­ma­ni­tá in­te­ra la so­cie­dad, que no ve en nues­tra caí­
pian­ta­ta su­lla ba­rri­ca­ta de­lla ri­vo­lu­zio­ da na­da, amor, ideal, na­da ab­so­lu­ta­
ne so­cia­le!... men­te, más que la “fal­ta”.
So­lo allo­ra, la vos­tra schia­vi­tú sa­rá Si rea­li­za­mos lo que al­gu­nas creen
fi­ni­ta, e gri­de­re­te con tut­ta la for­za su di­c ha, es­t o es el ma­t ri­m o­n io,
de­lle vos­tre vis­ce­re: en­ton­ces nues­tra con­di­ción es peor,
Vi­va la nos­tra Eman­ci­pa­zio­ne! mil ve­ces peor. La fal­ta de tra­ba­jo en
Vi­va l’U­nio­ne li­be­ra! el “ma­ri­do”, lo es­ca­so de la re­mu­ne­
Vi­va l’A­nar­chia! ra­ción, las en­fer­me­da­des, etc., ha­cen
que lo que en otra cir­cuns­tan­cia se­ría
Una Sti­ra­tri­ce el col­mo de la di­cha, sea en nues­tra

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

con­di­ción una gra­ve y te­mi­ble car­ sa­ben us­te­des cuán­tos gas­tos oca­sio­
ga, pa­ra los “es­po­sos”. En efec­to na­da na un hi­jo? Par­te­ra, mé­di­co, me­di­
tan be­llo, tan poé­ti­co, tier­no, agra­ ca­men­tos, die­ta, cui­da­dos, y lue­go la
da­ble y sim­pá­ti­co co­mo un ni­ño, un lac­tan­cia; ¿có­mo ha­ría yo que hoy que
hi­jo ¡he ahí el col­mo de la fe­li­ci­dad tra­ba­ja­mos los dos, ape­nas nos es da­do
del ma­tri­mo­nio!; pe­ro ¡ay del po­bre! vi­vir, có­mo ha­ría en­ton­ces, cuan­do
ay del ho­gar en don­d e se cier­n e la los gas­tos au­men­ta­sen y las en­tra­das
mi­se­ria y en don­de hay un pe­que­ño dis­mi­nu­ye­sen? ¡Dé­jen­me de chi­cos, al
ser que ne­c e­s i­t e nues­t ros cui­d a­d os, dia­blo con ellos!
nues­tras ca­ri­cias y aten­cio­nes ¡ay de ¿Qué tal? que­ri­das com­pa­ñe­ras ¿es
aquel ho­gar! no tar­da­rá en pro­du­cir­se es­to amor, ho­gar, ca­ri­ño? ¡As­co da el
en él mil ri­ñas y dis­gus­tos sin cuen­ pen­sar que por tal ten­ga que pa­sar una
to. ¿Sa­béis por qué? aquel nue­vo ser mu­jer; y no obs­tan­te es tan cier­to!…
ne­ce­si­ta mil cui­da­dos que im­pi­den a Aho­ra bien, no­so­tras al pro­cla­mar el
la jo­ven ma­dre de ayu­dar a su com­pa­ amor li­bre, la li­bre unión de los se­xos,
ñe­ro a so­por­tar los gas­tos del ho­gar, cree­mos fir­me­men­te que con ello de­sa­
que por otra par­te au­men­tan con­si­de­ pa­re­cen to­das es­tas re­pug­nan­cias. Uni­
ra­ble­men­te en tan­to que las en­tra­das dos li­bre­men­te y no te­nien­do na­da que
dis­mi­nu­yen, de ahí que lo que de­bie­ra te­mer, pues ten­dría­mos ase­gu­ra­do el
ser an­he­lo y di­cha del ho­gar, sea con­ sus­ten­to pa­ra los se­res que, fru­to de
si­de­ra­do co­mo una car­ga, un es­tor­bo y amor, pro­du­je­ra la unión de aque­llos
un mo­ti­vo de dis­gus­tos y mi­se­rias que que en alas de sus amo­res fun­dían dos
con to­d o cui­d a­d o con­v ie­n e evi­t ar, se­res en uno, na­tu­ral­men­te que se­rían
con el ona­nis­mo con­yu­gal, los frau­des fe­li­ces y li­bres los dos; com­pa­ñe­ros de
y abe­rra­cio­nes en el coi­to, con to­do sus ac­cio­nes res­pec­ti­vas, no ten­drían
su sé­qui­to de as­que­ro­sas en­fer­me­da­ que te­mer na­da el uno del otro.
des, de ahí las mil y mil as­que­ro­sas y Se nos ha di­cho que si el amor, la
re­pug­nan­tes prác­ti­cas que con­vier­ten unión, etc., fue­ran li­bres, co­mo de­sea­
el tá­la­mo nup­cial en pi­lón de as­que­ mos, el hom­bre cam­bia­ría con­ti­nua­
ro­sas obs­ce­ni­da­des, de ahí el has­tío, men­te de mu­jer y la mu­jer de com­pa­
el abu­r ri­m ien­t o, las en­f er­m e­d a­d es ñe­ro, que no te­nien­do na­da que te­mer
y la tan de­can­ta­da “fal­ta” con­tra el de la so­cie­dad ni de la ley, no se­rían
“ho­nor”. ¡El adul­te­rio! fie­les el uno al otro, mien­tras que hoy,
Su­pri­mi­da la cau­sa mue­re el efec­ ya sea por­que la ley cas­ti­ga a la adúl­
to, su­pri­mi­da la mi­se­ria, de­sa­pa­re­cen te­ra o adúl­te­ro, o bien por te­mor a la
ta­les as­que­ro­si­da­des, y el ho­gar, le­jos crí­ti­ca so­cial, los es­po­sos se so­por­tan
de ser lo que hoy es, se­ría un pa­raí­so mu­tua­men­te sus fal­tas y ra­re­zas.
de go­ces y de­li­cias. Na­d a, que­r i­d as com­p a­ñ e­r as, tan
¡Cuán­tas con­fi­den­cias he­mos re­ci­ in­c ier­to co­m o eso. Tan­to en uno
bi­d o de nues­t ras ami­g as, víc­t i­m as co­mo en otro se­xo lo que se bus­ca, no
ex­pia­to­rias de ta­les ac­tos! –¿Y qué? es la sa­tis­fac­ción de un ape­ti­to más o
nos res­pon­día el com­pa­ñe­ro cuan­do me­nos car­nal, no, lo que se bus­ca es la
en ca­ra le echá­ba­mos ta­les ac­tos: ¿No fe­li­ci­dad, la di­cha, tran­qui­la y ho­nes­

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LA VOZ DE LA MUJER

ta, y to­do ser, me­dia­na­men­te edu­ca­ rá­p i­d a­m en­t e en ho­r ri­b les tum­b os y
do, bus­ca la pro­crea­ción y la rea­li­dad caer des­pe­ña­das al abis­mo del vi­cio,
de su ilu­sión, de su en­sue­ño; si hoy la que ca­da vez más ham­brien­to e in­sa­
so­cie­dad es tan ma­te­rial, tan cí­ni­ca­ cia­ble las tra­ga­ba, cu­brién­do­las de cie­
men­te egoís­ta, se de­be a que, sien­do el no y lá­gri­mas, que, ni­ñas ca­si… que
ca­pi­tal el agen­te con el cual se com­ apre­su­ra­ban por sí mis­mas su caí­da,
pran u ob­tie­nen los go­ces y ne­ce­si­da­ pa­ra con ella li­brar­se de la re­chi­fla y
des, de ahí que to­dos pon­gan más o el es­car­nio de sus mis­mos ver­du­gos!…
me­nos em­pe­ño en ad­qui­rir­lo. En es­ta so­cie­dad to­do eso es na­tu­
Por otra par­te, no­so­tros, “la es­co­ria” ral, da­do el gra­do de ig­no­ran­cia en
co­mo nos lla­man, de la so­cie­dad, vi­vien­ que nos en­c on­tra­m os. Co­g ed a un
do co­mo vi­vi­mos des­de nues­tra tem­ ham­brien­to y ofre­ced­le un tro­zo de
pra­na edad, su­je­tas al tra­ba­jo que en pan, por ne­gro que és­te sea y al mis­mo
la for­ma que hoy se prac­ti­ca, no só­lo tiem­po una guz­la, una pin­tu­ra o un
es de­gra­dan­te y mar­ti­ri­za­dor, si­no que poe­ma, aun que és­ta sea una in­mor­tal
es em­bru­te­ce­dor tam­bién, na­tu­ral­men­ crea­ción de Sha­kes­pea­re o Lord By­ron
te que no po­see­mos esa edu­ca­ción que ¿qué co­ge­ría pri­me­ro? ¡el pan! y no
los bur­gue­ses en su afán de mo­no­po­li­ el li­bro o guz­la; cla­ro es­tá, el es­pí­ri­tu
zar­lo to­do, mo­no­po­li­za­ron tam­bién, y ne­ce­si­ta, pa­ra que és­te ten­ga có­mo
por con­si­guien­te no co­no­ce­mos esos mil ma­ni­fes­tar­se, ma­te­ria, y pri­me­ro y más
go­ces que a cual más ele­va­do pro­por­cio­ apre­m ian­t es son las ne­c e­s i­d a­d es de
na és­ta: ta­les son la pin­tu­ra, la mú­si­ca, es­ta úl­ti­ma que las del pri­me­ro.
la poe­sía, la es­cul­tu­ra, etc., etc., y sien­ In­d u­d a­b le es, pues, que en una
do es­to así, es in­du­da­ble que so­mos en so­cie­dad cu­yos miem­bros o com­po­
to­dos los ac­tos de nues­tra mi­se­ra­ble vi­da, nen­tes fue­sen edu­ca­dos en gra­do más
mu­cho más ma­te­ria­lis­tas que de­bié­ra­mos o me­nos per­fec­to, és­tos po­drían unir­se
ser­lo y que se­ría­mos es­tan­do edu­ca­dos li­bre­men­te y sin te­mor de ser por es­to
no co­mo hoy se edu­ca la bur­gue­sía, si­no me­nos fe­li­ces que con la ben­di­ción de
mu­cho me­jor aún. El ar­te ele­va el sen­ti­ un ter­ce­ro.
mien­to, y no po­se­yen­do és­te, ni si­quie­ra La ley, la so­cie­dad, en su afán de
en su mí­ni­ma ex­pre­sión, cla­ro es­tá que go­ber­nar­lo to­do, nos obli­ga a que con­
no po­de­mos ele­var­nos has­ta él. cu­rra­mos a ren­dir­le cie­go ho­me­na­je
No sien­do li­bre la edu­ca­ción y no en tal ac­to. No­so­tras no ne­ce­si­ta­mos
pu­dien­do dis­po­ner de tiem­po su­fi­cien­ ta­les ben­di­cio­nes ni ce­re­mo­nias, y eso
te pa­ra ad­qui­rir­la ¿có­mo va­mos a ser es tal co­mo si to­má­ra­mos dos pe­rros
edu­ca­das? ¿Quién ig­no­ra que des­de que an­du­vie­ran a brin­cos en la ca­lle y
nues­tra más tem­pra­na edad el ta­ller les di­jé­ra­mos al mis­mo tiem­po que los
nos tra­g a y mar­ti­ri­za? En él no es unía­mos uno al otro: “sed fe­li­ces yo os
don­de nos po­de­mos edu­car, muy al lo per­mi­to”, tal ca­so ha­rían co­mo si
con­tra­rio, allí hay de to­do, de to­do, di­jé­se­mos lo con­tra­rio.
me­n os eso… ¡y cien y cien ve­c es En bue­na ho­ra que los bur­gue­ses
he­m os vis­t o víc­t i­m as de la lu­b ri­c i­ que de­ben a su muer­te le­gar el pro­
dad bur­gue­sa las mí­se­ras obre­ras, ba­jar duc­to de sus ro­bos a sus hi­jos, en bue­

57
Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

na ho­ra que ellos va­yan a tal o cual que en­ga­ñe y que sea hi­pó­cri­ta, que
par­te, pues de no ha­cer tal, la ley no se dé, en fin, a aquel o aque­lla a quien
re­co­no­ce­ría a sus hi­jos he­re­de­ros. Eso de­tes­ta. Sien­do es­to así, na­tu­ral es que
es cues­tión de ne­g o­c io, y eso pa­ra no tar­da­rán en pro­du­cir­se en el ho­gar
ellos es­tá an­te to­do. de­sa­ve­nen­cias, dis­gus­tos y mil otras
Pe­ro en una so­c ie­d ad don­d e no co­sas y ca­sos que amar­guen la exis­ten­
ha­brá ta­les “ne­go­cios”, no es pre­ci­so cia de am­bos com­pa­ñe­ros.
tal pa­va­da. El ca­sa­mien­to, co­mo se Si és­tos fue­sen li­bres de sus ac­tos,
di­ce hoy, o más bien la ce­re­mo­nia de no se su­ce­die­ra tal y, por el con­tra­rio,
la ben­di­ción, no sig­ni­fi­ca más que la si po­se­ye­sen el gra­do de cul­tu­ra que
con­for­mi­dad de la so­cie­dad pa­ra tal en nues­tra so­cie­dad fu­tu­ra ha­brá.
ac­to, así, pues, si otra so­cie­dad acep­ Pa­ra el pró­xi­mo nú­me­ro ha­bla­ré
ta­ra co­mo cos­tum­bre la li­bre unión de del di­v or­c io co­m o hoy se prac­t i­c a,
los se­xos cla­ro es que ella que­da­ba con­ ad­vir­tien­do a las com­pa­ñe­ras y com­
for­me con tal prác­ti­ca y asun­to con­ pa­ñ e­r os que sien­d o es­t e pe­r ió­d i­c o
clui­do. Mu­chas y mu­chos no de­ja­rían co­mu­nis­ta-anár­qui­co, es­tá a dis­po­si­
de unir­se li­bre­men­te si no te­mie­sen ción de to­dos, y pi­de a to­dos ayu­den
la crí­ti­ca de los de­más y só­lo es­to los con lo que pue­dan y quie­ran, ya sea
de­tie­ne; de­je­mos pues ha­cer y ha­ga­mos in­te­lec­tual o ma­te­rial­men­te, y cuan­
lo que con nues­tro gus­to es­té y que­rra­ tos más sean los es­fuer­zos que por él se
mos ha­cer sin per­ju­di­car a na­die. ha­gan, más ve­ces se pu­bli­ca­rá.
En cuan­to a que el te­mor al cas­ti­ Sien­do no­so­tras mu­je­res, in­du­da­ble­
go im­pi­da la in­fi­de­li­dad con­yu­gal, no men­te no con­ta­mos con tan­to co­no­
cree­mos que es­te so­fis­ma val­ga si­quie­ra ci­mien­to en­tre los com­pa­ñe­ros, co­mo
el tra­ba­jo de com­ba­tir­lo. Cual­quie­ de­seá­ra­mos; te­nien­do en cuen­ta es­to,
ra re­co­no­ce que és­ta es una “fal­ta” pe­di­mos:
que pue­de, de mil ve­ces, no­ve­cien­tas De ca­da uno se­gún sus fuer­zas.
no­ven­ta y nue­ve po­ner­se en prác­ti­ca ¡Vi­va la Anar­quía! ¡Vi­va la Re­vo­
sin que la au­to­ri­dad, la ley, etc., se den lu­ción So­cial! ¡Vi­va la li­bre ini­cia­ti­va!
cuen­ta, ade­más cree­mos que la per­so­na ¡Vi­va el Amor Li­bre!
que por te­mor al cas­ti­go per­ma­nez­ca
“fiel” a un com­pro­mi­so que pu­do con­ Carmen Lareva
traer en­ga­ña­da, o por otra cau­sa obli­
ga­da a ello, es co­mo si fue­se “in­fiel”, ddddddddddddDDDDDDDDDDDDD
apar­te de que val­dría más que lo fue­se, ————————
es de­cir, que se mar­cha­se, pues­to que N O­T A S iI
iI ————————
si quie­re a otro u otra, es cla­ro que
se­rá por­que no quie­re a la per­so­na con A los co­le­gas
quien la so­cie­dad la obli­ga a com­par­
tir el pan y el te­cho, lo cual si no es ¡Com­pa­ñe­ros sa­lud! Ya lo veis, a pe­sar
pros­ti­tu­ción, po­co, muy po­co dis­ta de de Kier y de sus re­pu­ta­das ma­ca­nas,
ella, pues pa­ra ha­cer tal, es pre­ci­so que a pe­sar de to­do y de to­dos los pe­sa­res
mien­ta amor a quien so­la­men­te odia, exis­ten­tes: uno más.

58
LA VOZ DE LA MUJER

Di­cho es­to só­lo nos res­ta de­ci­ros Com­pa­ñe­ro Pa­la­zo: Ve si pue­des


que nos re­ci­báis en vues­tras fi­las y: ha­cer al­go por no­so­tras y nos con­tes­tas.
¡Ade­lan­te! ¡To­do por la Anar­quía! *
* *
Otro Mar del Pla­ta
Por fal­ta de tiem­po y de prác­ti­ca Com­pa­ñe­ro Cey­tun: Lo mis­mo te
han­se des­li­za­do en es­te nú­me­ro al­gu­ de­ci­mos a ti, pro­cu­ra ha­cer al­go y no ol­vi­
nos erro­res que pro­cu­ra­re­mos evi­tar des la co­rres­pon­den­cia que te pe­di­mos.
en lo po­si­ble a nues­tras fuer­zas, pa­ra Fí­ja­te en el dé­fi­cit y ya sa­bes…
los pró­xi­mos nú­me­ros. ¡Sa­lud!
Si al­g ún com­p a­ñ e­r o en­c uen­t ra
al­go que no es­té con­for­me con la idea Lom­bro­so
Co­mu­nis­ta-Anár­qui­ca, re­cha­ce co­mo He­m os sa­b i­d o que Lom­b ro­s o, el
no­so­tros lo ha­ce­mos des­de ya y tó­me­ nun­c a bien pon­d e­r a­d o, amal­g a­m a­
lo tal por error in­vo­lun­ta­rio y fal­ta de do fra­seo­ló­gi­co y ma­ca­nea­dor ha si­do
prác­ti­ca. con­de­na­do por el tri­bu­nal de Co­mer­
cio de Rouen, al pa­go de 2.500 fran­
Lis­ta 6 y 7 cos de mul­ta.
A los com­p a­ñ e­ros a quie­n es les La cau­sa es que en una obra que
he­mos da­do las lis­tas 6 y 7 pa­ra La Voz úl­ti­ma­men­te sa­có a la luz ti­tu­la­da la
de la Mu­jer, les pe­di­mos nos en­víen “Gra­fo­lo­gía” en vez de ser de su co­se­
lo re­co­lec­ta­do a la bre­ve­dad po­si­ble; o cha, era la de otro es­cri­tor.
nos avi­sen pa­ra man­dar­las bus­car. Ése es uno de los tan­tos ana­te­mi­
za­do­res del anar­quis­mo; ése es el que
Per­ma­nen­te
di­c e so­m os to­d os y to­d as, se­g ún su
Com­pa­ñe­ros: Pa­ra to­do lo re­fe­ren­te
Ma­ca­no­lo­gía, pre­dis­pues­tos al cri­men
a La Voz de la Mu­jer di­ri­gir­se a nom­
por es­to y por lo otro. Se­gu­ra­men­te
bre de Jo­se­fa Cal­vo, a cual­quier pe­rió­
Lom­bro­so de­be tam­bién ser uno de los
di­co Anár­qui­co en cur­so de pu­bli­ca­
tan­tos por eso de que­rer co­mer con lo
ción en Bue­nos Ai­res (R. A.), de los
que otro tra­ba­ja…
cua­les sa­ben nues­tra di­rec­ción y los
que no la se­pan pre­gun­tan a los com­
La Li­ber­tad Bur­gue­sa
pa­ñe­ros del Per­se­gui­do.
* Lee­m os en La Pren­s a del 18 de
* * di­ciem­bre:
La Voz de la Mu­jer da­rá res­pues­ta Sui­ci­dio: La fa­mi­lia de D. Ro­ber­to
de to­do tra­ba­jo que se le en­víe, ya en Pa­ter­son, do­mi­ci­lia­da en la ca­sa ca­lle
pro­sa o ver­so en Es­pa­ñol o Ita­lia­no. Cha­ca­bu­co 1437, ha­bía cria­do y te­nía
Siem­pre que sean úti­les pa­ra la pro­ a su ser­vi­cio a la jo­ven de 18 años
pa­gan­da del Co­mu­nis­mo-Anár­qui­co, Lau­ra del Car­men.
que tal es nues­tro ideal, lo pu­bli­ca­re­ La fa­mi­lia no­tó que en las di­ver­sas
mos, de lo con­tra­rio di­re­mos la cau­sa. oca­s io­n es que man­d a­b an a la ca­l le
* a Lau­ra, és­ta se de­mo­ra­ba más de lo
* * ne­ce­sa­rio en ha­cer los man­da­dos.

59
Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

La fa­mi­lia de Pa­ter­son des­cu­brió 0.20, Un gau­cho 0.05, Leo­nar­do Pe­rey­


que la jo­ven aten­día los ga­lan­teos de ra 0.05, La Voz del Anar­quis­ta 0.10, Un
un ve­ci­no y que las de­mo­ras res­pon­ ra­bio­so 0.10, Ba­rra­cas Gru­po “Los Re­bel­
dían a esos amo­res. des” 1.70, Una ne­gra blan­ca 0.10, Ju­ga­
dos a los da­dos 0.11, Un chi­qui­lín 0.05,
La se­ño­ra de la ca­sa hi­zo ob­ser­va­
Uno que cla­v ó a “La Na­c ión” en dos
cio­nes a Lau­ra so­bre su con­duc­ta, con
me­ses y me­dio 0.05, El mis­mo que cla­vó
mo­ti­vo de ha­ber re­gre­sa­do tar­de en la a “La Na­ción” de la ven­ta del pa­pel de la
no­che an­te­rior. mis­ma 0.35, Ya so­mos tres 0.30, Mar del
La jo­ven que­dó muy afec­ta­da y se Pla­ta Gru­po “Las Ven­ga­do­ras” 1.00, Una
re­ti­ró a su ha­bi­ta­ción. re­vo­lu­cio­na­ria 0.20, L.A. 0.25, Cual­quie­
En la ma­ña­na de ayer cuan­do fue­ ra 0.05.
ron al 2º za­guán de la ca­sa, don­de se Lis­ta: N. 4. – Un pit­to­re 0.20, Un so­cio
alo­ja­ba Lau­ra, vie­ron el ca­dá­ver de és­ta ma­ri­ne­ro 0.10, Uno que de­sea car­gar un
pen­dien­do por el cue­llo de unos cor­de­ ca­ñón con ca­be­zas de bur­gue­ses 0.10, Un
les que ha­bía ata­do en un ti­ran­te. ami­go de Ca­se­río 0.20, Un Már­tir de la
le­si­na 0.15, Un des­he­re­da­do 0.50, Na­ti­
Cree­mos que la tal fa­mi­lia ha de
vi­dad Juan­to 0.30, De la reu­nión del 8
ha­ber llo­ra­do mu­cho cuan­do su­po que
de Di­ciem­bre 1.35, Un he­rre­ro ex­plo­ta­do
Lau­ra se ha­bía da­do muer­te a sí mis­ 0.25, A. Sum­mon­ti 0.02, Dos com­pa­ñe­ros
ma. ¿Y có­mo no? La tal fa­mi­lia aho­ra 0.05, Otro 0.08, Dos lo­cos 0.06, Anar­
cuan­do quie­ra co­mer se ha­rá ella su quis­ta acérrimo 0.20, Un es­c la­vo 0.20,
co­mi­da (ve­ne­no de­bie­ra ser) y si no Cual­q uie­r a 0.40, Pri­m o as­p i­r an­t e 0.50,
ten­drá que pa­gar a quien se la ha­ga. Un ami­go de Ra­va­chol 0.90, “Na­ti­vi­dad”
Qué li­ber­tad ¿eh? La muy… flau­ta 1.75, has­ta el 28 de Di­ciem­bre se ha re­co­
de la tal fa­mi­lia no que­ría que Lau­ra lec­ta­do 13.07.
tu­vie­se amo­res, ¿por qué? Des­pués de esa fe­cha: Con el pu­ñal en
Te­nían mie­do de que la es­cla­va se la ma­no 0.20, Co­mer­cian­te en bur­gue­ses
0.40, Uno que fu­ma sin es­tam­pi­lla 0.40,
fue­se.
Uno que quie­re la igual­d ad 0.20, Vi­v a
No­so­tras nos ofre­ce­mos a ser­vir a
la di­na­mi­ta 0.20, Soy de los re­vo­lu­cio­
la fa­mi­lu­cha, de co­ci­ne­ras so­bre to­do. na­rios 0.20, Un bur­gués 0.20, Uno que
Avi­sen, pues. quie­re bien pa­ra to­d os 0.20, Uno que
con­fun­de su idea 0.10, M. E. 0.20, Uni­
——————————————— dos so­mos fuer­tes 0.30, Un la­va­ti­va 0.20,
dddddddddddddddddddddddddd Ad­mi­ra­dor de Ca­se­río 0.20, Un ca­ne­lo
fuer­te 0.20, Un faul­duo 0.20, Un ex­plo­
S U S­C R I P­C I Ó N ta­do 0.20, Blan­co 0.20, de es­ta lis­ta se ha
re­co­lec­ta­do 4.10.
a fa­vor
E. B. R. 0.50, A. Díaz 0.80, An­to­nia
de “La Voz de la Mu­jer” Gar­cía 0.30, Acra­zia Gar­cía 0.25, Ma­ría
D. 0.10, Una que es­tá en el ca­mi­no de la
——— g ——— Ver­d ad 0.40, So­b ran­tes de co­p as 0.40,
Un ara­g o­n és 0.20, Cual­q uie­ra 0.50, 2
Un bi­lle­te­ro 0.05, Una com­pa­ñe­ra 0.50, ca­j as za­p a­t e­r o jo­d i­d o 0.20, M.G. 0.50,
Bo­r ra­l la 0.05, Cual­q uie­r a 0.20, Quie­r o Un he­rre­ro ex­plo­ta­do 0.20, Un es­cla­vo
bo­t i­n es con cue­r o Vo­l un­t a­r ios a Cu­b a 0.20, Vi­va el amor li­bre 0.50, Reu­nión

60
LA VOZ DE LA MUJER

del 25 de Di­c iem­b re 0.65, íd. 29 1.10, CO­RRES­PON­DEN­CIA AD­MI­NIS­TRA­TI­VA


id. id. 1,52, Juan 0.40, Un hom­bre 0.20, —— h ——
Na­da 0.30, Sin nom­bre 1.20, lo re­cau­da­ El Per­se­gui­do, Ca­pi­tal - La Anar­quía,
do es 9,27. La Pla­ta - La Voz de Ra­va­chol, Ca­pi­tal -
La Li­bre Ini­cia­ti­va, Ro­sa­rio - El Opri­mi­do,
To­tal re­co­lec­ta­do Ca­pi­tal - La Ques­tio­ne So­cia­le, Ca­pi­tal - La
has­ta el 28 de di­ciem­bre $ 13.07 Ver­dad, Ro­sa­rio - El Es­cla­vo, Pam­pa Flo­
Des­pués de esa fe­cha $ 13.37 ri­da - El Des­per­tar, New York - De­re­cho a
———— la Vi­da, Mon­te­vi­deo - La Voz del Re­bel­de,
To­tal $ 26.44 Za­ra­go­za - El Cor­sa­rio, Co­ru­ña - L’Av­ve­ni­
re, Ca­pi­tal y Le Cy­clo­ne, Ca­pi­tal; Os man­
da­mos 5 nú­me­ros, man­dad igual si po­déis.
Gas­tos por mil ejem­pla­res
Céy­tun, Mar del Pla­ta. No te ol­vi­des de
de es­te nú­me­ro $ 30.00
no­so­tras; man­da al­go. Re­to­ca­mos y pu­bli­
Co­rreos y otros $ 5.20 ca­mos “La Don­na en la so­cie­dad ac­tual”
———— pro­cu­ra ha­cer al­go me­jor pa­ra otro nú­me­ro.
To­tal de gas­tos $ 35.20 A los de­más co­le­gas cu­ya di­rec­ción no
Dé­fi­cit $ 8.76 co­no­ce­mos, les pe­di­mos asi­mis­mo el can­je.

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Año I. BUENOS AIRES, ENERO 31 DE 1896 NÚm. 2

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¡APA­RE­CIÓ AQUE­LLO! pues de ta­les te­néis tan­to co­mo no­so­


—— g —— tras de frai­les, es pre­ci­so que se­páis de
(A los es­ca­ra­ba­jos de la idea) una vez que es­ta má­qui­na de vues­tros
—— pla­ce­res, es­te lin­do mol­de que vo­so­
tros co­rrom­péis, és­ta su­fre do­lo­res de
Cuan­d o no­s o­t ras (des­p re­c ia­ hu­ma­ni­dad, es­tá ya has­tia­da de ser un
bles e ig­no­ran­tes mu­je­res) to­ma­mos ce­ro a vues­tro la­do, es pre­ci­so, ¡oh!,
la ini­cia­ti­va de pu­bli­car “La Voz de ¡fal­sos anar­quis­tas! que com­pren­dáis
la Mu­jer”, ya lo sos­pe­chá­ba­mos ¡oh una vez por to­das que nues­tra mi­sión
mo­der­nos can­gre­jos! que vo­so­tros re­ci­ no se re­du­ce a criar vues­tros hi­jos y
bi­ríais con vues­tra ma­ca­nís­ti­ca y acos­ la­va­ros la ro­ña, que no­so­tras tam­bién
tum­bra­da fi­lo­so­fía nues­tra ini­cia­ti­va te­ne­mos de­re­cho a eman­ci­par­nos y ser
por­que ha­béis de sa­ber que no­so­tras li­bres de to­da cla­se de tu­te­la­je, ya sea
las tor­pes mu­je­res tam­bién te­ne­mos so­cial, eco­nó­mi­co o ma­ri­tal.
ini­cia­ti­va y és­ta es pro­duc­to del pen­sa­ Pa­ra vo­so­tros, ¿qué es una mu­jer
mien­to; ¿sa­béis?, tam­bién pen­sa­mos. fea o bo­ni­ta, jo­ven o vie­ja? ¡una sier­
Apa­re­ció el pri­mer nú­me­ro de la va, una fre­go­na!
“La Voz de la Mu­jer”, y cla­ro ¡allí fue Cuan­do vo­so­tros, en la te­rri­ble y
Tro­ya!, “no­so­tras no so­mos dig­nas de de­ses­pe­ra­da lu­cha por la vi­da in­cli­
tan­to, ¡cá! no se­ñor”, “¿eman­ci­par­se náis aba­ti­dos la ca­be­za so­bre el la­ce­
la mu­jer?” , “¿pa­ra qué?” “¿qué eman­ ra­do pe­cho, si os sa­lís a di­si­par vues­tro
ci­pa­ción fe­me­ni­na ni que ocho rá­ba­ mal hu­mor, cuan­do en no­so­tras no lo
nos?” “¡la nues­tra”, “ven­ga la nues­tra ha­céis, ahí que­dan vues­tras hem­bras
pri­me­ro!”, y lue­go, cuan­do no­so­tros (pa­ra vo­so­tros no so­mos otra co­sa),
‘los hom­bres’ es­te­mos eman­ci­pa­dos y ver­tien­do amar­go llo­ro, es­to os de­be
sea­mos li­bres, allá ve­re­mos”. ha­cer com­pren­der que la di­fe­ren­cia de
Con ta­les hu­ma­ni­ta­rias y li­ber­ta­do­ se­xo no nos im­pi­de de sen­tir y pen­sar.
ras ideas fue re­ci­bi­da nues­tra ini­cia­ti­va. Ya sa­bía­mos se­ño­res in­fe­li­ces que
Por allá nos las guar­den, pen­sa­mos pa­ra vo­so­tros una mu­jer no es más que
no­so­tras. un lin­do mue­ble, al­go así co­mo una
Ya te­nía­mos la se­gu­ri­dad de que si co­to­rra que os ha­la­ga, os co­se, os tra­ba­
por no­so­tras mis­mas no to­má­ba­mos la ja, y lo que es más, os obe­de­ce y te­me.
ini­cia­ti­va de nues­tra eman­ci­pa­ción, ¿Ver­d ad se­ñ o­r es ma­r i­d os? ¿no es
ya po­día­mos tor­nar­nos mo­mias o al­go ver­dad que es muy bo­ni­to te­ner una
por el es­ti­lo, an­tes que el lla­ma­do Rey mu­jer a la cual ha­bla­réis de li­ber­tad,
de la tie­rra (hom­bre) lo hi­cie­se. de anar­quía, de igual­dad, de Re­vo­lu­
Pe­ro es pre­ci­so se­ño­res can­gre­jos y ción So­cial, de san­gre, de muer­te, pa­ra
no anar­quis­tas, co­mo mal os lla­máis, que és­ta, cre­yén­doos unos hé­roes os

[63]
Buenos Aires, año i. Núm. 2, 31 de enero de 1896

di­ga en tan­to que te­mien­do por vues­ de pre­sa; lo que sí sois es un com­
tra vi­da (por­que, cla­ro, vo­so­tros os pues­to de ga­lli­nas y can­gre­jos (ex­tra­
fin­gís exal­ta­dí­si­mos) os echa al cue­llo ño com­pues­to ¿eh?, pues tal sois) que
los bra­zos pa­ra re­te­ne­ros y ca­si so­llo­ ha­blan de li­ber­tad y só­lo la quie­ren
zan­do, mur­mu­ra “¡Por Dios, Pe­ri­co!”, pa­ra sí, que ha­blan de anar­quis­mo y
¡Ah! ¡aquí es la vues­tra! Echáis ni si­quie­ra sa­ben… pe­ro de­je­mos eso,
so­bre vues­tra hem­bra una mi­ra­da de que vo­so­tros sa­béis de­ma­sia­do lo que
con­mi­se­ra­ción, de amor pro­pio sa­tis­ sois y no­so­tras tam­bién ¿eh?
fe­c ho de hi­d ró­p i­c a va­n i­d ad [y] lo Ya los sa­béis, pues, vo­so­tros los que
de­cís con tea­tral de­sen­fa­do: “Qui­ta ha­bláis de li­ber­tad y en el ho­gar que­
allá mu­jer, que es ne­ce­sa­rio que yo réis ser unos za­res, y que­réis con­ser­var
va­ya a la reu­nión de tal o cual, de lo de­re­cho de vi­da y muer­te so­bre cuan­
con­tra­rio los com­pa­ñe­ros… va­mos no to os ro­dea, ya lo sa­béis vo­so­tros los
llo­res, que a mí no hay quien se atre­va que os creéis muy por en­ci­ma de nues­
a de­cir­me, ni a ha­cer­me na­da”. tra con­di­ción, ya no os ten­dre­mos más
Y, cla­ro, con es­tas “pa­ra­das” vues­tras mie­d o, ya no os ad­m i­r a­r e­m os más,
po­bres com­pa­ñe­ras os creen unos leo­nes ya no obe­de­ce­re­mos, cie­ga y tí­mi­da­
(pa­ra el pan lo sois) y pien­san que en men­te vues­tras ór­de­nes, ya pron­to os
vues­tras ma­nos es­tá el por­ve­nir so­cial de des­pre­cia­re­mos y si a ello nos obli­
es­te va­lle de… anar­quis­tas de ma­ca­na. gáis os di­re­mos cua­tro ver­da­des de a
Cla­ro que con es­to os dais una pu­ño. Ojo, pues, ma­ca­nea­do­res, ojo
im­p or­t an­c ia que no di­g o na­d a, y can­gre­jos.
co­mo vues­tras in­fe­li­ces com­pa­ñe­ras os Si vo­so­tros que­réis ser li­bres, con
creen unos for­mi­da­bles re­vo­lu­cio­na­ mu­cha más ra­zón no­so­tras; do­ble­men­te
rios, cla­ro que os ad­mi­ran in­te­lec­tual es­cla­vas de la so­cie­dad y del hom­bre,
y fí­si­ca­men­te. ya se aca­bó aque­llo de “Anar­quía y
Es por es­to que cuan­do te­néis al­go li­ber­tad” y las mu­je­res a fre­gar. ¡Sa­lud!
que ha­cer ob­ser­var a vues­tras com­pa­
ñe­ras os bas­ta con fi­jar en ellas vues­ La RedacciÓn
tra fuer­te e irre­sis­ti­ble mi­ra­da, pa­ra
que és­t as aga­c hen tí­m i­d a­m en­t e la SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
ca­be­za y di­gan:
¡Es tan re­vo­lu­cio­na­rio! ´ Amor y Miseria
Educacion,
Por es­to, sí se­ño­res anar­quis­tas can­ MMM mmm
gre­ji­les, es por es­to que no que­réis la – Se­ño­ra ¿por qué cruel,
eman­ci­pa­ción de la mu­jer por­que os De tal mo­do cas­ti­gáis
gus­ta ser te­mi­dos y obe­de­ci­dos, os gus­ A ese ni­ño ino­cen­te?
ta ser ad­mi­ra­dos y ala­ba­dos.
Pe­ro, a pe­sar vues­tro, ya lo ve­réis, – ¿Qué os im­por­ta? ¡Im­per­ti­nen­te!
ha­re­mos que “La Voz de la Mu­jer” se –¿Sois aca­so pa­dre de él?
in­tro­duz­ca en vues­tros ho­ga­res y que
di­g a a vues­t ras com­p a­ñ e­r as que no – Su pa­dre no soy mas di­go
sois ta­l es leo­n es, ni si­q uie­r a pe­r ros No lo de­béis mal­tra­tar.

64
LA VOZ DE LA MUJER

– ¿No le he de cas­ti­gar He­mos prin­ci­pia­do a res­pi­rar al­go de


Sien­do tan mal edu­ca­do? eso que se lla­ma li­ber­tad cuan­do de­se­
chan­do tor­pes y vie­jas preo­cu­pa­cio­nes
– De él la cul­pa no es. nos lan­za­mos a la lu­cha; lu­cha te­rri­ble y
Es de quien mal le edu­có. for­mi­da­ble co­mo los son to­das las de la
li­ber­tad, con­tra la opre­sión, la de la víc­
– ¡Tor­pe sois! ¿No com­pren­déis ti­ma con­tra sus ver­du­gos, la de la ra­zón
Que no he po­di­do, ¡hay de mí! con­tra la fuer­za, las de la ci­vi­li­za­ción
Dar­le edu­ca­ción me­jor? con­tra el obs­cu­ran­tis­mo (léa­se re­li­gión,
pues és­ta, el ger­men es de tal).
– ¿Por qué, pues con tor­pe afán Tal vez es­ta lu­cha sea su­pe­rior a
Le dis­teis la vi­da al ni­ño? nues­tras fuer­zas, pe­ro ¿qué da? ¿qué
¿Fru­to no es de aquel ca­ri­ño…? nos im­por­ta eso? ¡na­da! Si cae­mos se­rá
de­fen­dién­do­nos y con la dul­ce se­gu­
– ¡Ja­más pa­ra mí lo ha ha­bi­do! ri­dad del triun­fo, pues otras ocu­pa­rán
nues­tros pues­tos y la de la ven­gan­za.
– ¿Pues en­ton­ces por qué lo ha si­do? Mu­je­res de de­ci­sión y ha­bi­tua­das a
la ja­más in­te­rrum­pi­da lu­cha con­tra el
– ¡Por un pe­da­zo de pan! ham­bre, que ne­gra, cruel y ven­ga­ti­va
des­de la cu­na nos per­si­gue con en­sa­ña­
Josefa M. R. MartÍnez mien­to fe­roz, ¿qué nos pue­de im­por­tar
la cár­cel? ¿qué las de­ni­gran­tes pa­la­bras
de nues­tros ene­mi­gos? co­mo de ene­
———————————————
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii mi­gos, el más im­pon­de­ra­ble des­pre­cio,
co­mo de hom­bres ¡as­co! nos ins­pi­ran.
LU­C HE­M OS… ¡Lu­c he­m os! sí, ex­c la­m a­m os con
—— a —— ren­c or fie­r o cuan­d o oí­m os el gri­t o
mo­nó­to­no (a fuer­za de oír­lo) ¡pan!
Sí, com­p a­ñ e­r os, ¡lu­c he­m os!, tal es ¡ma­má, pan!
la pa­la­bra que nues­tros la­bios se­cos ¡Lu­c he­m os! ex­c la­m a­m os cuan­d o
y con­t raí­d os pro­n un­c ian ca­d a vez ve­mos caer em­pa­pa­do en san­gre y el
que con la men­te me­di­mos el ca­mi­ cuer­po acri­bi­lla­do de he­ri­das a uno de
no que por an­dar nos fal­ta. ¡Lu­che­ nues­tros com­pa­ñe­ros, ¡lu­che­mos!, sí,
mos! ¡Lu­che­mos! re­pe­ti­mos, ca­da vez ¡que hay un cri­men más que ven­gar!
que fa­ti­ga­das, pe­ro no aba­ti­das, nos ¡Lu­che­mos! re­pe­ti­mos sa­tis­fe­chas
de­te­ne­mos un ins­tan­te pa­ra re­co­brar cuan­do ve­mos ro­dar en­san­gren­ta­do el
alien­to y nue­vos bríos. cuer­po de uno de nues­tros ene­mi­gos.
Y ¡lu­che­mos! tor­na­mos a re­pe­tir a ¿Qué nos im­por­ta mo­rir, si en nues­
ca­da vez que un nue­vo obs­tá­cu­lo se tros pe­chos vi­ve la se­gu­ri­dad del triun­
nos pre­sen­ta, pre­ten­dien­do in­te­rrum­ fo? ¿qué im­por­ta caer?
pir nues­t ra mar­c ha. Sí, ¡lu­c he­m os! ¡Ah, bur­gue­ses, ene­mi­gos del bie­
re­pe­ti­mos con la se­re­na con­vic­ción nes­tar del pue­blo, cons­truid cár­ce­les,
del que no du­da del triun­fo. al­zad gui­llo­ti­nas, fu­si­lad y aga­rro­tad!

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Buenos Aires, año i. Núm. 2, 31 de enero de 1896

¿Qué im­por­ta? ¿no sa­ben que de lo co­sa que su­mir­la en la man­se­dum­bre y


más hon­do de vues­tros ca­la­bo­zos, de re­sig­na­ción de los sier­vos; anu­lan­do su
lo más al­to de vues­tras hor­cas, de lo vo­lun­tad con tor­pes ha­la­gos; em­bru­
en­san­gren­ta­do de vues­tras gui­llo­ti­nas, te­cien­do su en­ten­di­mien­to con vi­les
y de los ne­gros y hu­mean­tes fu­si­les con­ce­sio­nes; em­pe­que­ñe­cien­do su es­pí­
sa­le la fuer­za que nos alien­ta? ri­tu con gro­se­ros ar­ti­fi­cios, lle­van­do
Cae­re­mos tal vez, pe­ro el día de la sus as­pi­ra­cio­nes ha­cia to­do lo mí­se­ro,
for­mi­da­ble re­van­cha ve­réis, si al­gu­no lo va­no, lo inú­til, y ha­cién­dola te­mer
de vo­so­tros que­da, ba­jar con rau­do o des­pre­ciar lo po­si­ti­vo, lo be­ne­fi­cio­
gi­ro es­p e­sa nu­b e de pol­v o que con so; en­tre­gán­do­la al hom­bre no co­mo
im­pon­de­ra­ble go­zo ven­drá a em­pa­par­ su com­pa­ñe­ra, si­no co­mo su hem­bra, y
se en vues­tra san­gre. pa­ra ma­yor es­car­nio re­co­men­dán­do­le
¡Se­rán nues­tros áto­mos los de vues­ la con­si­de­ra­ción ha­cia ella! ¡Có­mo si
tras víc­ti­mas! en un con­cu­bi­na­to, y lo es la unión de
En­tre­tan­to, anar­quis­tas de am­bos dos al­mas de­se­me­jan­tes, pu­die­ra ha­ber
se­xos:  ¡Lu­che­mos! otra co­sa que ti­ra­no y sier­va!
Con­d i­c ión real del al­m a de la
Pe­pi­ta Gue­rra mu­jer en ma­n os de esos séi­d es del
au­to­ri­ta­ris­mo, los cua­les no ce­san en
NNNNNNNNNNNNNNN sus pro­pó­si­tos, has­ta no ren­dir­la su­mi­
sa y dó­cil co­mo tor­pe bes­tia, en una
A LOS CRÍ­TI­COS con­for­mi­dad sin lí­mi­tes, ina­go­ta­ble,
—h— que la en­tre­ga in­de­fen­sa, y lo que es
más ho­rri­ble, sa­tis­fe­cha, al so­ber­bio
Pa­ra que se vea que no só­lo no­so­ amor pro­pio del hom­bre, sin de­jar otro
tras, si­no mu­chas más, com­pren­den el me­dio de ape­la­ción a los ul­tra­jes que
tris­te es­ta­do y pé­si­ma con­di­ción de la re­ci­be, que una as­tu­cia de cu­le­bra, y el
mu­jer in­ser­ta­mos: en­vi­le­ci­mien­to de cier­tas ven­gan­zas!
“¿Có­mo pues sin­tien­do en mí al­go ¡Oh! que no le fue­ra da­d o a mi
de Águi­la ha­bía de pa­sar tan hon­das, vo­lun­tad el po­der de emi­tir una voz
mons­truo­sas y san­grien­tas ini­qui­da­ tan pe­ne­tran­te co­mo di­cen que se­rá la
des, sin hun­dir mis ga­rras en ellas, y de la trom­pe­ta apo­ca­líp­ti­ca, pa­ra que a
sin agi­tar mi vue­lo en de­rre­dor pa­ra sus vo­ces, se le­van­ta­sen los ca­dá­ve­res
que se di­si­pe en lo po­si­ble, el ai­re pes­ de las al­mas fe­me­ni­nas y aun­que fue­ra
ti­len­te que en­ve­ne­na las al­mas de las des­ga­rra­das y co­rrup­tas se al­za­sen en
des­gra­cia­das mu­je­res?” im­po­ten­te mu­che­dum­bre, re­cla­man­do
“De esas mu­je­res bár­ba­ra y mi­se­ra­ jus­ti­cia an­te la con­cien­cia uni­ver­sal.
ble­mente pre­sas por le­yes ar­bi­tra­rias y
cos­tum­bres en pug­na con los prin­ci­pios Ro­sa­rio de Acu­ña
de la pu­ra mo­ral; ins­pi­ra­das y pro­
te­gi­das por sec­tas fa­ri­sai­cas que, Es­tú­die­se es­te ar­tí­cu­lo y re­fle­xió­ne­se y se
nombrán­do­se pom­po­sa­men­te eman­ci­ po­drá for­mar una idea de nues­tra con­di­
pa­do­ras de la mu­jer, no in­ten­tan otra ción so­cial.

66
LA VOZ DE LA MUJER

¿Ame­mos? no ¡Lu­che­mos! ¿Por qué va­c i­las, pues? ¿Qué te


dddddddddd de­tie­ne? Ama, ni­ña, que la exis­ten­cia
te son­ríe.
¿Qué tie­n es, tier­n a e ino­c en­t e Fi­ja tu mi­ra­da en la mi­ra­da de aquel
ni­ña? ¿Por qué el ru­bor cu­bre tus me­ji­ que sin sa­ber­lo te mag­ne­ti­za; ro­déa­le
llas? ¿Por qué es­tás agi­ta­da y ver­gon­zo­ el cue­llo con tus ebúr­neos y re­don­dos
sa? ¿Qué tie­nes? ¿Qué su­fres? bra­zos, apri­sió­na­lo en ellos y al com­pás
¡Ah! no lo di­gas, no, no lo di­gas, ca­den­cio­so del on­du­lar de tu vir­gi­nal
ya he com­pren­di­do cuál es tu si­tua­ se­no que pro­me­te un mar de má­gi­cos
ción, cuál el pe­sar que te aque­ja. Ya sé de­lei­tes, mur­mu­ra que­do, muy que­do,
por qué a ve­ces tus ojos son un rau­dal a su oí­do: ¡Yo te amo !.. dí­se­lo y ve­rás
de lá­gri­mas en vez de ser un fo­co de có­mo cae a tus pies, lo­co, lo­co y ena­je­
ra­dian­te luz. na­do de amor y pla­cer!
Ya sé tam­bién por qué tus me­ji­llas ..............................................................
se cu­bren de pron­to de un vi­vo car­ …Pe­ro no, ni­ña, no se lo di­gas, no
mín. Sí, ni­ña ¡tú amas! se lo di­gas, por­que él cree­rá que eres
¿Y por eso te aver­güen­zas y te mues­ una lo­ca, ¿oyes? ¡una lo­ca! y lo con­ta­
tras tan ape­s a­d um­b ra­d a? ¡Ah! ¿Te rá a sus ami­gos en la ca­lle, en el ta­ller,
han di­cho que es una “fal­ta” de­cir­le al en el ho­gar, en fin, y en­ton­ces ¡ay de
ob­je­to de tu amor que le amas? ti! ni­ña, ¡ay de ti! ¿Adón­de irás que la
¿Qué tú crees que es cier­to que re­chi­fla no te si­ga?
de­bas fin­gir, ser hi­pó­cri­ta? ¿Crees que ¡Ocul­ta pues tu amor, ocúl­ta­lo cual
tu amor te des­hon­ra? ¿Crees que no tie­ una as­que­ro­sa la­cra, ocúl­ta­lo cual si
nes de­re­cho a sen­tir amor has­ta que te fue­se un cri­men!
lo con­fie­sen a ti? Bus­ca en la mas­tur­ba­ción un le­ni­
No lo creas ni­ña, no, te han en­ga­ ti­v o a tus vo­l up­t uo­s as an­s ias. Haz­
ña­do, se bur­la­ron cruel­men­te de tu lo to­do, to­do, me­nos amar has­ta que
cán­di­da ino­cen­cia. Sí, te han en­ga­ te amen, ¿sa­bes? porque no­so­tras no
ña­do, por­que tu amor le­jos de ser un so­mos se­res que pue­dan y de­ban sen­tir
cri­men, es to­do lo con­tra­rio. ¡Amar has­ta que nos lo per­mi­tan, del mis­mo
es vi­vir! mo­do que el ci­ga­rri­llo no pi­de que
¡Amar es la ley de la exis­ten­cia! lo fu­men y es­pe­ra a que su po­see­dor
¡Ama, pues, ni­ña, ama con to­da la quie­ra “usar­lo”.
fuer­za de tu ju­ve­nil y tier­no co­ra­zón! No se lo di­gas, por fa­vor, ni­ña, no
¡Ama! se lo di­gas, que si se lo di­ces y acep­ta
¡Ama! sí, y con tu amor em­be­lle­ las pri­mi­cias de tu cuer­po, gen­til y
ce y lle­na de en­can­to, de di­cha, de es­bel­to cual la ga­llar­da pal­me­ra del
fe­li­ci­dad y de ma­gia la exis­ten­cia del “oa­sis” del de­sier­to, qué ha­rás lue­go
di­cho­so ob­je­to de tu amor. cuan­do la es­tu­pi­dez de tus pa­dres y
Ama, y con tu amor en­d ul­za tu pa­rien­tes te in­sul­te y es­car­nez­ca, por­
exis­ten­cia, y to­do cuan­to te ro­d ea. que cree­rán que tu amor los lle­na de
Ama y sé ama­da. ¡Amar y ser ama­da, ig­no­mi­nia, des­pre­cia­da e in­sul­ta­da por
es ser fe­liz! es­ta so­cie­dad; mo­fa­da por tus ex com­

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Buenos Aires, año i. Núm. 2, 31 de enero de 1896

pa­ñe­ras, que en su ig­no­ran­cia cree­rán No ames pues ni­ña, no, sé hi­pó­


tam­b ién una fal­ta el más gran­d e y cri­ta, ras­tre­ra y vil, acep­ta al pri­me­ro
no­ble de los sen­ti­mien­tos: ¡el Amor! que se pre­sen­te, ¿qué im­por­ta que el
¿Qué ha­rás en­ton­ces de­sam­pa­ra­ tal te re­pug­ne? siem­pre po­drás ha­cer
da y so­la en­tre el in­men­so nú­me­ro lo que las gran­des ma­tro­nas, un ma­ri­
de se­res que te ro­dea­rán? ¿A dó irás, do pa­ra el le­c ho y diez que­ri­d os pa­ra
cuan­do ate­ri­da de frío o des­fa­lle­cien­ to­das par­tes.
te de ca­lor, te ha­lles so­la, muy so­la, Pe­ro an­tes, ni­ña, oye: Si co­mo no­so­
sin pan pa­ra ti, sin le­che pa­ra tu hi­jo tras tie­nes fuer­te el áni­mo y se­re­no el
y sin te­cho en que co­bi­jar­te? Sin una co­ra­zón, ven con no­so­tras, apár­ta­te de
voz que te alien­te, ¿adón­de irás con la ti­nie­bla y va­mos ha­cia don­de el vi­vo
tu hi­ji­to en bra­zos? ¿A men­di­gar? ¿Lo ful­gor de la na­cien­te luz nos anun­cia el
arro­ja­rás a un po­tre­ro? nue­vo día.
¿Lo arro­ja­rás a una ca­sa de esas lla­ ¿No lo ves bri­llar, ya en lon­ta­nan­
ma­das de Ex­pó­si­tos? za? ¿Ves aque­llo que de en­tre las som­
¿Ven­d e­rás tu cuer­p o, que aún bras se des­ta­ca? ¿Ves có­mo irra­dia en
es­bel­to, co­di­cia­rán? tor­no dia­man­ti­na cla­ri­dad?
¡Ah! no ni­ña, ¡no ha­gas eso, ni­ña, ¡Mí­r a­l a! ¡mí­r a­l a! ya se acer­c a a
que no sa­bes con qué sa­ña fe­roz, con pa­sos agi­gan­ta­dos.
qué cruel en­car­ni­za­mien­to te per­se­ ¿La co­no­ces? es la Anar­quía. Sí; es
gui­rá la so­cie­dad re­ple­ta de vir­tuo­sas ella que nos trae paz y li­ber­tad, igual­
y ele­gan­tes da­mas, de re­li­gio­sas y pia­ dad y fe­li­ci­dad pa­ra to­dos.
do­sí­si­mas ma­tro­nas, mu­je­res que son ¡No te­mas, no, por que veas que
qui­zá es­po­sas, hi­jas o ma­dres de aque­ en su iz­quier­da chis­pea una an­tor­cha
llos mis­mos que com­pra­rían tu cuer­po y en su dies­tra blan­de un pu­ñal, si tal
y lo cu­bri­rían de cie­no, de ese cie­no trae, es por­que tie­ne que abrir­se pa­so
ba­bean­te, co­rrup­tor y nau­sea­bun­do, por en­tre ti­nie­blas, y por­que en ellas
que co­rre en for­ma de pe­que­ños arro­ ani­da el cuer­vo, el gra­jo y el vam­pi­ro,
yue­los de­ba­jo del aris­to­crá­ti­co frac y o sea la re­li­gión, la ley y el po­der; la
de la ele­gan­te ves­ti­men­ta de las se­ño­ Bur­gue­sía, en fin!
ras tal y cual! *
¡Ah, si tú ven­die­ses tu cuer­po pa­ra * *
te­ner pan, ya ve­rías a esas ma­tro­nas, ¡Jó­ve­nes, ni­ñas, mu­je­res en ge­ne­
esas mis­m as que pa­ra sí tie­n en un ral, de la pre­sen­te so­cie­dad!
ma­ri­do y diez aman­tes, esas mis­mas Si no que­réis con­ver­ti­ros en pros­ti­
que en los apar­ta­dos y lu­jo­sos ga­bi­ne­ tu­tas, en es­cla­vas sin vo­lun­tad de pen­
tes pa­ter­na­les de la se­ño­rial man­sión sar ni sen­tir, ¡no os ca­séis!
se en­tre­gan con ra­bio­so y eró­ti­co fu­ror Vo­so­tras, las mu­je­res, ¿qué so­mos?
al no­ble y ele­va­do ejer­ci­cio de la mas­ ¡al­go! ¿qué se nos con­si­de­ra? ¡na­da!
tur­ba­ción, es­car­ne­cer­te y con fre­ne­sí Vo­so­tras las que pen­sáis en­con­trar
in­hu­ma­no tra­tar de arro­jar so­bre tu amor y ter­ne­zas en el ho­gar, sa­bed que
cuer­po un po­co del mu­cho pus que en no en­con­tra­réis otra co­sa que un amo,
el de ellas tie­nen! un se­ñor, un rey, un ti­ra­no.

68
LA VOZ DE LA MUJER

El amor no pue­d e ser eter­n o ni Por otra par­te, no creáis que la crí­
in­mu­ta­ble y fi­jo, lue­go si és­te tie­ne un ti­ca me im­por­te, yo no soy de aque­llas
tér­mi­no, ¿qué que­da en esa im­pía ins­ que tie­nen la des­ver­güen­za de que­rer
ti­tu­ción que du­ra lo que la vi­da? ¿qué te­ner ver­güen­za.
que­da­rá, cuan­do el amor ter­mi­ne, de Es por eso que yo no pien­so ja­más
vues­tro ma­tri­mo­nio? fas­ti­dio, te­dio, y en­la­zar­me con na­die, ni tam­po­co (si
co­mo es na­tu­ral la pros­ti­tu­ción. lle­ga el ca­so), aho­gar en mis en­tra­ñas
Sí, la ley na­tu­ral nos im­pe­le a amar pa­ra con­ser­var la ne­gra hon­ri­lla al fru­
con­ti­nua­men­te; no nos im­pe­le igual­ to de mi amor o mo­men­tá­nea unión;
men­te a amar el mis­mo ob­je­to, no, y que­de eso pa­ra “la dis­tin­gui­da” ni­ña
en­ton­ces, ¿por qué per­ma­ne­cer su­je­tas a fu­la­ni­ta que va (en tiem­po de in­vier­
tal o cual hom­bre pa­ra to­da nues­tra vi­da? no) a re­po­ner su apre­cia­ble sa­lud a
Mi­les de ca­sos se ven en que una la es­tan­cia de tal o cual, y que [a] los
in­fe­liz mu­jer hu­ye del ho­gar ma­ri­tal, po­cos me­ses ¡oh pro­di­gio! vuel­ve sa­na
no quie­ro sa­ber por qué cau­sa, sea ella y de­sem­ba­ra­za­da de la pí­ca­ra en­fer­me­
cual­quie­ra, el ca­so es que el ma­ri­do dad que la aque­ja­ba.
acu­de a la au­to­ri­dad y és­ta obli­ga a Es por es­to, que­ri­das com­pa­ñe­ras,
la es­po­sa a ir nue­va­men­te al la­do del que yo di­go y pien­so que a los fal­sos
hom­bre a quien de­tes­ta y odia. anar­q uis­t as que cri­t i­c an la ini­c ia­
¡Más no hi­cie­ra un pas­tor con una ti­v a vues­tra de pro­c la­m ar el amor
ove­ja o una ca­bra! li­bre, qui­sie­ra te­ner­los a mi la­do pa­ra
Yo no di­g o que en la pre­sen­te cuan­d o, des­g a­r ra­d as las en­t ra­ñ as,
so­c ie­d ad pue­d a una mu­j er te­n er el es­tu­vie­ra pró­xi­mo mi pos­trer alien­to,
gra­do de li­ber­tad que an­he­la­mos, pe­ro pa­ra es­cu­pir­les al ros­tro, en­vuel­ta en
sí que en nues­tra fu­tu­ra y pró­x i­m a una ba­b a san­g ui­n o­l en­t a, es­t a fra­s e:
so­cie­dad, don­de na­da fal­ta­rá a na­die, ¡maricas!..
don­de na­die pa­de­ce­rá ham­bre ni mi­se­ Sea lo que quie­ra.
ria, allí sí que que­rre­mos el amor li­bre Ade­lan­te con “La Voz de la Mu­jer”
com­ple­ta­men­te. Es de­cir que la unión y con el amor li­bre.
ter­mi­ne cuan­do ter­mi­ne el amor, y ¡Vi­va la Anar­quía!
que si yo por­que la ga­na me da, no
quie­ro es­tar su­je­ta a nin­gún hom­bre, Pepita Gherra
no se me des­pre­cie, por­que cum­plien­
do y sa­tis­fa­cien­do la ley na­tu­ral y un QQQQQQQQQQQQ
de­seo pro­pio ten­ga un aman­te y críe
dos, cua­tro o los hi­jos que quie­ra. ¡PUER­C OS!
En la so­cie­dad pre­sen­te no lo ha­go, — Hh —
por­que co­mo yo no quie­ro ser la fre­go­na Re­cor­ta­mos del pe­rió­di­co co­chi­no-
de nin­gún hom­bre y no sien­do su­fi­cien­te so­cia­lís­ti­co bur­gués, La Van­guar­dia,
mi sa­la­rio pa­ra man­te­ner­me a mí, me­nos del 12 de ene­ro:
a mis hi­jos, pues yo creo que si los tu­vie­ .............................................................
ra, me ve­ría obli­ga­da por huir de ser la La po­li­cía es­tá a las ór­de­nes de los
hem­bra de uno o ser la de diez más. pa­tro­nes pa­ra con­du­cir pre­so al tra­ba­

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Buenos Aires, año i. Núm. 2, 31 de enero de 1896

ja­dor que ins­ti­gue a sus com­pa­ñe­ros a sas for­tu­nas en po­cos años. Pe­ro aquí,
de­jar el tra­ba­jo, aun­que lo ha­ga por en la Re­p ú­b li­c a Ar­g en­t i­n a don­d e
los me­dios más lí­ci­tos. un obre­ro ga­na 3 pe­sos y pue­de vi­vir
El de­li­to lo in­ven­ta el pa­trón, su có­mo­da­men­te con uno, aho­rran­do de
so­la pa­la­bra lo prue­ba, y la po­li­cía se esa ma­ne­ra 2 pe­sos dia­rios, es in­jus­to,
com­pla­ce en creer­le y en en­car­ce­lar a es in­ca­li­fi­ca­ble y has­ta cri­mi­nal.”
los huel­guis­tas. Pa­ra eso se mo­vi­li­zan ¿Qué les pa­re­ce a Uds.?
es­cua­dro­nes en­te­ros de vi­gi­lan­tes y A no­so­tras… tam­bién.
se los os­ten­ta co­mo una pro­vo­ca­ción Vean Uds. don­de es­te tío vie­ne a
in­so­len­te a los mis­mos que to­dos los con­fe­sar que en Eu­ro­pa se ex­plo­ta los
días pa­gan los im­pues­tos con que se obre­ros.
cos­tean esas fuer­zas. Pues aquí vie­ne a ser igual y si aquí
Un he­cho. les pa­gan has­ta tres pe­sos y allá só­lo
“El de­li­to lo in­ven­ta el pa­trón”… 1,25, la di­fe­ren­cia es­tá en el cos­to de
y vo­s o­t ros, se­ñ o­r es ¿qué ha­c íais en la vi­da.
el em­brión de reu­nión que tu­vís­teis Tan la­dro­nes son unos co­mo los
en Ba­rra­cas en la ca­lle San Pa­tri­cio? otros.
¿Por qué te­níais la po­li­cía a la puer­ta En cuan­to a lo de co­m er, ya no
y man­dá­bais pre­so to­do aquel que no de­ci­mos vi­vir con un 1 ps. Lo ha­rá él
te­nía ca­ra de pa­vo? por­que los pa­pa mos­cas…
Va­mos, ¿a qué tan­tas vuel­tas? pa­ra
ser di­pu­ta­dos no se ne­ce­si­ta em­pe­zar BBBBBBBBBBBBBBB
por ser ci­ri­neos de la bur­gue­sía, pe­ro
ca­lla­mos, ya to­dos sa­be­mos que so­cia­ Dios, Ley y Co­mer­cio
lis­tas y bur­gue­ses sois dos por­que­rías ccc CCC
dis­tin­tas y una so­la ca­la­mi­dad am­bi­ Mil ve­c es he te­n i­d o oca­sión de
cio­sa. ¡Ah, con­gre­si­les! es­c u­c har de los la­b ios de al­g u­n os
ig­no­ran­tes obre­ros, és­tas o pa­re­ci­das
dDdDdDdDdDdDdDdDdDdDdDdDdD
dDdDdDdDdDdDdDdDdDdDdDdDdD pa­la­bras: Sí, pues no, us­te­des di­cen
que to­dos los pa­tro­nes son la­dro­nes,
AGA­RREN ESA MOS­CA POR EL RA­BO… por­que ga­nan más que Uds., pe­ro es
—— por­que no quie­ren Uds. dar­se cuen­ta
Ha­blan­do de las huel­gas, di­ce un de los gas­tos que tie­nen to­das las per­
sa­bio co­la­bo­ra­dor ofi­cio­so del no me­nos so­nas que tie­nen un “ne­go­cio”.
“sa­bio” dia­rio La Tar­de de La Pla­ta : Úl­ti­ma­men­te, y por fal­ta de tiem­
............................................................. po, he de­ja­do pen­dien­te una dis­cu­sión
“En­t en­d e­m os la ra­z ón de es­t as so­bre es­te te­ma con va­rias com­pa­ñe­
huel­g as en paí­ses don­d e el obre­ro ras, y voy a con­tes­tar­les.
ga­na un fran­co, o 1,25 dia­rios, con lo Yo, que­ri­das com­pa­ñe­ras, y con­
que tie­ne que sos­te­ner­se él y su fa­mi­ mi­go to­do anar­quis­ta, sos­te­ne­mos que
lia. Don­d e se ex­p lo­ta el su­d or y la cual­quier ne­go­cian­te, sea pe­que­ño o
sa­lud de es­tos in­fe­li­ces en be­ne­fi­cio gran­de, es un la­drón.
de em­pre­sa­rios que le­van­tan in­men­ Ya he­mos te­ni­do en cuen­ta eso que

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LA VOZ DE LA MUJER

vo­so­tras con vues­tro cri­te­rio mal for­ – “Ton­to, le res­pon­dió és­te, si tú


ma­do lla­máis gas­tos, et­cé­te­ra. an­tes le pa­ga­bas dos por lo que te pro­
Bien sa­be­mos que cual­quier apren­ du­cía a ti ocho, aho­ra pá­ga­le uno y
diz de la­drón, o sea bo­li­che­ro, tie­ne asun­to con­clui­do.”
más gas­tos que no­so­tros: alum­bra­do, Vi­no lue­go la Igle­sia, y sus co­mer­
se­gu­ri­dad pú­bli­ca, et­cé­te­ra. cian­t es, co­n o­c i­d o el jue­g o que al
Bien sa­be­mos no­so­tros que la so­cie­ obre­ro le ha­bían he­cho, pi­die­ron y
dad ac­tual nos obli­ga a ser ex­plo­ta­dos ob­tu­vie­ron tam­bién su par­te del pro­
o ex­plo­ta­do­res y es por eso que nos duc­t o del ro­b o, en­c ar­g án­d o­s e ellos
he­mos re­be­la­do con­tra ella y sus es­tú­ de ha­cer creer que el dios que ellos
pi­dos de­fen­so­res. in­vo­ca­ban pro­me­tía mil y mil go­ces
Vea­mos, cual­quier pa­trón nos ro­ba­ pa­ra la otra vi­da. (“A bu­rro muer­to
rá el pro­duc­to de nues­tro tra­ba­jo, en ce­ba­da al ra­bo”.) Y que aun cuan­do
su ma­yor par­te: si pro­du­ci­mos ocho es­te mun­do es­ta­ba lle­no de in­jus­ti­cias
nos da­rá dos. Bien, co­mo pu­die­ra ser ha­bía que so­por­tar és­tas con re­sig­na­
que al­gún ham­brien­to qui­sie­ra apo­de­ ción y es­pe­rar bue­na ven­tu­ra allá en
rar­se y se apo­de­ra­se de aque­lla par­te el otro mun­do.
que el pa­trón ro­bó al obre­ro, hu­bo Así, con és­tas y otras pam­pli­nas,
ne­ce­si­dad de pe­dir fa­vor al go­bier­no, es­tu­vo en­ga­ña­do el obre­ro por luen­
que es el de­fen­sor de los la­dro­nes, y gos años y sus ex­plo­ta­do­res vi­vien­do
és­te le di­jo: “Bue­no, yo te pres­ta­ré “ho­nes­ta” y “hon­ra­da­men­te” del fru­to
au­xi­lio, yo im­pe­di­ré que tus in­fe­li­ces de sus “ne­go­cios”, o sea ra­pi­ñas. Co­mo
víc­ti­mas tra­ten de sa­car­te lo que tú, es na­tu­ral, los que es­ta­ban en­car­ga­dos
por me­dio del en­ga­ño y va­lién­do­te, y de ve­lar por la se­gu­ri­dad y el or­den
apro­ve­chán­do­te de su ig­no­ran­cia, le so­cial, ma­li­cia­ron la co­sa tam­bién y
has ro­ba­do, yo cui­da­ré y de­fen­de­ré el die­ron en re­zon­gar, y pe­dir una par­te
pro­duc­to de tus ra­pi­ñas, pe­ro con la más en el bo­tín del ro­bo, y hu­bie­ron
con­di­ción de que tú me has de dar una de con­ce­dér­se­la.
par­te de lo que ro­bas”. Pe­ro en­ton­ces su­ce­dió que aper­
Y efec­ti­va­men­te, se es­ta­ble­ció vi­gi­ ci­bi­do el obre­ro de que ha­bía quien
lan­cia por to­das par­tes y es­ta vi­gi­lan­ co­mía y no tra­ba­ja­ba, mien­tras que
cia cos­ta­ba al bur­gués, o sea al la­drón, él tra­ba­ja­ba y no co­mía, pre­gun­tó a
un pe­so, de los seis que ha­bía ro­ba­do. sus ca­ma­ra­das por qué era aque­llo así,
Aper­c i­b i­d o el bur­g ués de que el cuá­les las cau­sas; nin­gu­no hu­bo que le
fru­to de sus ro­bos ha­bía men­gua­do, res­pon­die­ra, y si lo hu­bo sus res­pues­tas
di­jo al go­bier­no: y ex­pli­ca­cio­nes no com­pla­cie­ron al
“Pe­ro hom­bre, así de es­te mo­do tú obre­ro.
sin más tra­ba­jo que ha­ber­lo pen­sa­do, Pe­ro he aquí que, aper­ci­bi­dos los
vie­nes a dis­fru­tar de una par­te de mis co­mer­cian­tes del Dios de la cu­rio­si­
ga­nan­cias y por lo tan­to és­tas dis­mi­ dad del obre­ro, se pre­sen­ta­ron a ellos,
nu­yen en una par­te muy con­si­de­ra­ble, pro­me­tién­do­les sa­tis­fa­cer su cu­rio­si­
lo cual no me con­vie­ne de nin­gu­na dad, y lue­go de es­cu­pir y to­ser va­rias
ma­ne­ra.” ve­ces, en­ca­ra­mán­do­se a un ca­jón lla­

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ma­do púl­pi­to, co­men­za­ron a em­bau­ tó del otro la­do del río el go­bier­no
car­l os por su cuen­t a, co­m er­c ian­d o an­te­rior, que en­vi­dio­so al ver la vi­da
con “Dios”. que se da­b an los que hoy go­b er­n a­
Mien­tras es­to su­ce­día, el go­bier­no ban al obre­ro, se pre­sen­tó, se­g ui­
allí pre­sen­te cu­chi­chea­ba con el bur­ do de los que ha­b ían si­d o guar­d ias
gués y se reían am­bos de la es­tu­pi­dez cuan­d o él era go­b ier­n o, y ade­m ás
del obre­ro. ve­nían con él otros obre­ros de otras
Acon­te­ció que es­tan­do en es­to se par­tes que él ha­bía en­ga­ña­do, di­cién­
pre­sen­tó un nue­vo far­san­te y di­jo: “no do­les que los que es­ta­ban de es­te la­do
obre­ro, no ha­gas ca­so de lo que es­te del río pre­ten­dían es­to y lo otro y que
co­mer­cian­te con ‘Dios’ te es­tá di­cien­ no eran hom­bres cual ellos, porque
do, yo sé la cau­sa de es­ta en­fer­me­dad lle­va­ban el som­bre­ro de es­te mo­do en
y co­noz­co el re­me­dio. Yo te pro­me­to vez de lle­var­lo del otro.
que, si tú quie­res que yo go­b ier­n e, Aper­ci­bi­dos los la­dro­nes del la­do de
yo ha­ré lo que tú di­gas y man­des, y aquí de la pre­sen­cia de los la­dro­nes del
me­dian­te que tú me pa­gas un tan­to yo la­do de allá, pro­rrum­pie­ron en de­sa­fo­
apli­ca­ré el re­me­dio, tu…” ra­dos gri­tos y fe­ro­ces au­lli­dos, di­cien­do
Un te­r ri­b le cla­m o­r eo in­t e­r rum­ que los de allá ve­nían a pro­fa­nar las
pió al em­bau­ca­dor, gri­tos de pro­tes­ta, tum­bas y a echar a “Dios” de los al­ta­
fu­rio­sos ala­ri­dos. Eran los que vi­vían res, etc., y sal­tan­do al me­dio de la ca­lle
“ho­nes­ta y hon­ra­da­men­te” del fru­to un ne­go­cian­te con “Dios” pro­rrum­
del tra­ba­jo del obre­ro, que te­me­ro­sos pió en los gri­tos de ¡la Pa­tria!… ¡la
de que se les es­ca­pa­se el tu­rrón gri­ta­ pa­tria! Na­die en­ten­día lo que él de­cía,
ban y ame­na­za­ban. pe­ro co­mo el ne­go­cian­te con “Dios”
El obre­ro in­dig­na­do to­mó un pa­lo y ha­bía he­cho una se­ña a los di­pu­ta­dos
se dis­pu­so a rom­per­les al­go im­por­tan­te y al go­ber­nan­te, és­tos com­pren­die­ron
a los dos que lo en­ga­ña­ban, al “go­bier­ que era una nue­va for­ma de em­bau­
no” y al la­drón, o sea a los dos la­dro­ car y co­men­za­ron a de­cir mil y mil
nes. Mas co­mo el go­bier­no te­nía a sus bru­ta­li­da­des sin pies ni ca­be­za, so­bre
es­pal­das a aque­lla gen­te que ha­cía de la cues­tión “pa­tria”, que pa­ra ellos era
se­gu­ri­dad pú­bli­ca, tu­vo el obre­ro que cues­tión “pan­za”.
lu­char fuer­te­men­te con am­bos y una Sa­l ió nue­v a­m en­t e el em­b au­c a­
vez ven­ce­dor, dio po­de­res pa­ra que le dor de an­tes y di­jo: la “sa­lud” de la
hi­cie­se le­yes al otro em­bau­ca­dor, y a “pa­tria” y la li­ber­tad “vues­tra” es­tá en
unos otros, que se lla­ma­ron di­pu­ta­dos, pe­li­gro y es ne­ce­sa­rio de­fen­der­la, yo
et­cé­te­ra. y los que os go­ber­na­mos no po­de­mos
Tu­vo el obre­ro que pa­gar­les, dar­ ir a lu­char, por­que si fué­ra­mos que­
les de co­m er y ves­tir­los a los ta­les da­rían nues­tros in­te­re­ses per­ju­di­ca­dos
di­p u­t a­d os y de­m ás chus­m a y és­t os por el aban­do­no y no ten­dríais quién
por su par­t e ha­c ían mil ma­c a­n a­z os os go­ber­na­ra, ni os di­ri­gie­ra; así que
que lla­ma­ron le­yes y con las cua­les aho­ra es ne­ce­sa­rio que me déis tan­to
es­tu­vo el obre­ro lar­go tiem­po en­ga­ pa­ra com­prar ar­mas y tan­to pa­ra man­
ña­d o, has­ta que un día se pre­sen­ da­ros ha­cer unos tra­jes que sean to­dos

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LA VOZ DE LA MUJER

igua­les, pa­ra po­de­ros co­no­cer, y que pro­du­ce, y tan­to val­dría em­pe­ñar­me en


no os ma­téis unos a otros, cre­yen­do di­bu­jar en el agua, o en es­cu­pir al cie­lo,
que sois ene­mi­gos. tra­ba­ja­ría mu­cho y gas­ta­ría mis fuer­zas
A cau­sa de es­to tu­vo la cla­se de y sin em­bar­go si co­mía lo ha­bía ro­ba­do.
obre­ros unos cien­tos de sol­da­dos que Co­mer­ciar es ro­bar.
ha­bién­do­se acos­tum­b ra­d o al pi­l la­j e ¡Vi­va la anar­quía! ¡Aba­jo la ex­plo­
de la gue­rra y ade­más por­que co­mo ta­ción!
el ham­bre que si­gue a to­da gue­rra se
ha­bía ma­ni­fes­ta­do con to­da su des­nu­ Mil­na No­he­mÍ
dez, y mu­chos ham­brien­tos tra­ta­ban (Mar del Pla­ta)
de apo­d e­rar­se de lo que les ha­b ían
an­te­rior­men­te ro­ba­do, el go­bier­no los HHHHHHH hhhhhhh
qui­so te­ner a su la­do pa­ra de­fen­der ————————
a los bur­gue­ses el pro­duc­to del ro­bo, N O­T A S g
G ————————
pa­ra así po­der él se­guir dis­fru­tan­do de
su par­te que en for­ma de suel­do o sa­la­ A los com­pa­ñe­ros
rio le da­ba la bur­gue­sía; y co­mo el pue­
blo se que­ja­ra, el go­bier­no con­tes­tó: Nues­tra di­rec­ción des­de la fe­cha la
“Es­tos hom­bres los ten­go por­que es he­mos fi­ja­do de la si­guien­te ma­ne­ra:
pre­ci­so te­ner­los pre­pa­ra­dos pa­ra el día A. Bar­cla. Ca­si­lla de Co­rreo 1277.
que su­ce­da lo que ayer. Y el go­bier­no Así, pues, pa­ra to­do lo re­fe­ren­te a
dio en ha­c er si­m u­l a­c ros de gue­r ras La Voz de la Mu­jer di­ri­gir­se a la re­fe­ri­da
con los go­bier­nos de las otras al­deas di­rec­ción y no a otra nin­gu­na an­te­rior.
pa­ra te­ner asus­ta­dos a los obre­ros. Y
su­ce­día que cuan­do el pue­blo se que­ En Ba­rra­cas
ja­ba, el go­bier­no de­cla­ra­ba una gue­rra
y los ha­cía ir a que se ma­ta­ran, pa­ra El día 19 del pre­sen­te, en cir­cuns­
li­brar­se de ellos.” tan­cias de es­tar reu­ni­dos unos cien
¿Quién pa­ga to­dos esos gas­tos pa­ra com­pa­ñe­ros, nos di­cen en el lo­cal de
sos­te­ner es­cua­dras, ejér­ci­tos, ge­ne­ra­ la So­cie­dad de Obre­ros Al­ba­ñi­les, se
les, di­pu­ta­dos, frai­les, mi­nis­tros, po­li­cía pre­sen­tó un pe­rro (sin co­llar) a pre­
y de­más chus­ma? El co­mer­cio, di­ce gun­tar­les quié­nes eran, qué ha­cían y
el go­bier­no ¿y el co­mer­cio con qué por qué es­ta­ban allí…
co­mer­cia? con el pro­duc­to del tra­ba­ Pa­re­ce que los com­pa­ñe­ros no lo
jo de los obre­ros, di­go yo, por­que por re­ci­bie­ron muy bien, pues el tal can
mu­cho oro que yo ten­ga, con lle­var­lo pru­den­te y man­sa­men­te se re­ti­ró.
de un la­do pa­ra otro, és­te no pro­du­ce Ter­mi­na­da la reu­nión, los com­pa­
na­da, ni pa­pas si­quie­ra, y por mu­chas ñe­ros di­ri­gié­ron­se a un ca­fé pró­xi­mo
vuel­tas que yo le dé a un ca­jón de en don­de en nú­me­ro de trein­ta más o
arroz, com­prán­do­lo a uno ven­dién­do­lo me­nos fue­ron ro­dea­dos y lle­va­dos pre­
al otro, és­te no au­men­ta y si yo tra­ba­jo sos por unos 80 pe­rros de to­das es­pe­
mu­cho, con el tal ca­jón es lo mis­mo cies (los ha­bía ña­tos, ra­bo­nes, gal­gos,
que si no tra­ba­ja­ra, pues­to que na­da de te­rra­no­va y “chi­nos” so­bre to­do).

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Buenos Aires, año i. Núm. 2, 31 de enero de 1896

Es­t os com­p a­ñ e­r os se en­c uen­t ran ¡Oh! ¡ma­dres, criad hi­jos que la pa­tria
ac­tual­men­te en el de­pó­si­to de con­ se en­car­ga de ellos!
tra­ven­to­res 24 de No­viem­bre y en­tre
ellos dos he­ri­dos. ———————————————
dddddddddddddddddddddddddd
Lo que no­so­tras ex­tra­ña­mos es que
ha­yan re­ci­bi­do tan mal a la po­li­cía
S U S­C R I P­C I Ó N
tan­to en el lo­cal co­mo en el ca­fé, dan­
do lu­gar a que és­ta ten­ga que que­jar­se a fa­vor de “La Voz de la Mu­jer”
de la con­duc­ta de los com­pa­ñe­ros de ——— g ———
Ba­rra­cas. Sí, com­pa­ñe­ros; no de­bis­teis
De la Bo­c a. Un com­p a­ñ e­r o ar­g en­t i­
dar lu­gar a que­jas, y aquí vie­ne a pe­lo
no 1.70, Uno che non si fer­ma 0.30, Un
aque­llo de: “Los muer­tos no ha­blan” ma­la­to 0.40, Un za­p a­te­ro C. 0.30, Un
ni se que­jan, com­pa­ñe­ros… gio­va­ne che vuol di­vi­de­re 0.20, Io at­ten­do
la vit­to­ria C 0.20, Un com­pag­no di ra­pi­ña
El Di­vor­cio 0.50, Vi­va l’u­nio­ne 0.50, Un dis­gra­zia­to
0.35, Vi­va l’e­gua­glian­za 0.50, Plom­man­
A la com­pa­ñe­ra La­re­va le avi­sa­mos ti 0.50, Tes­si­no 0.10, Bac­co 0.40, Ri­be­lli
que he­mos per­di­do el ori­gi­nal de “El 0.60 - To­tal de es­ta lis­ta son ps. 6.55.
Di­vor­cio”, y por tal cau­sa no po­de­mos De Ba­rra­cas. Por con­duc­to de un com­
pu­bli­car­lo. pa­ñe­ro M.V. 0.70, Un he­rre­ro ex­plo­ta­do
0.50, Un prin­ci­pian­te 0.50. To­tal de es­ta
lis­ta son ps. 1.70.
Por la pa­tria
De San Isi­dro. Ha­cha y ve­ne­no 0.20,
Viz­con­de de Bran­ge­lo­ne 0.20, Una ser­
Lee­mos en “La Pren­sa” del 13 del pien­te pa­ra de­vo­rar Bur­gue­ses 0,20. To­tal
pre­sen­te de una co­rres­pon­den­cia de de és­ta son 0.60.
Ita­lia : De la Ca­pi­tal. E. M. 0.50, Mo­des­ta M.
............................................................. Lo­mes 0.20, Do­min­ga Lo­mes 0,20, Pe­dro
“De­trás de los ba­ta­llo­nes en mar­ Ca­r a­b e­l i 0.25, Anar­q uía 0.30, Es­c la­v a
cha co­rrían sin can­san­cio, sin re­pa­rar 0,15, Un pro­pa­gan­dis­ta 1.00. To­tal de es­ta
en obs­tá­cu­los, ven­cien­do to­do im­pe­ lis­ta pe­sos 2.70.
di­men­to mu­chas po­bres mu­je­res, sin Por con­d uc­t o de Cal­v o. A mí, ¿qué?
una lá­gri­ma en los ojos, pe­ro con el 0.10, ¿Qué me im­p or­ta?… 0,10, Gran
co­sa… 0.10. Có­mo no, 0,10, Ba… ba­ba…
más pro­fun­do do­lor es­tam­pa­do en sus
ba… 0.03. To­tal 0,45.
fac­cio­nes. Por con­duc­to de Ca­na­no. Res­to de una
Eran ma­dres que co­rrían has­ta el con­vi­da­da 1.30. Por con­duc­to de Sal­vans
mue­lle pa­ra dar el úl­ti­mo be­so a sus de la reu­nión de 17 de Di­ciem­bre de 1895
hi­jos, y aun­que al­guien qui­so de­te­ner­ 2,30, To­tal ps. 3.60.
las, na­die se atre­vió a re­cha­zar­las. Ba­rra­cas. Gru­po 3 bo­chas 1.50, Tit­ta
Ba­jo la llu­via con­ti­nua co­men­zó el 0,50, Uno que le gus­ta el Pa­ra­guay 0.15,
em­bar­que.” Reu­nión del día 14 de ene­ro 0,88, Gior­no
¿Y có­mo se lla­ma es­to? Des­fi­les de 0,20. To­tal ps. 3.23.
tro­pas ex­pe­di­cio­na­rias di­cen. “Po­bres Chi­vil­coy. L. Arro­yo 0,10, Reu­nión del
mu­je­res” el úl­ti­mo “be­so” de sus hi­jos. 10 de ene­ro re­co­lec­ta­do 0,80, Sin nom­bre

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LA VOZ DE LA MUJER

0.15, Fran­cis­co M. Gar­cía 1.00, Re­co­gi­do Res­to de una con­vi­da­da en un al­ma­cén


en una bar­be­ría de la ca­lle De­fen­sa. Un de la ca­lle San­tia­go del Es­te­ro 0,53. De
arro­ti­no 0.20. To­tal de és­ta ps. 2.65. Mar del Pla­ta por con­duc­to de Pé­rez 1,00.
Re­ci­bi­do por un com­pa­ñe­ro. Un fa­va­bru­ To­tal en­tre­ga­do por Cal­vo 1,53.
to 0.20, Mi­guel Juan 0,25, Sans Cu­lot­tes, Por con­duc­to de Le Cy­clo­ne. Cle­men­ti­
0,20, Un Anar­quis­ta 0,20, So­bran­te de na 0,25. Por con­duc­to de Buj­da Ino­cen­te
cer­ve­za 0,55. To­tal de és­ta 1,35. Nal­da 0,05, Ma­ría Ra­mos 0,05, Sa­ram­pión
Y lo re­ci­bi­do fue 1,55 (so­bran 20). 0,20. To­tal las dos 0,55.
Aya­cu­cho. Uno que quie­re la R. So­cial Por con­duc­to de La Ques­tio­ne So­cia­le.
0,50, Uno que se lla­m a­b a Ro­s off­s en­t e Fran­cis­co Se­rra­no ps. 1,00, Ma­rat 0,40, el
0,50. To­tal de és­ta ps. 1.00. 33 0,25, G. Ch. 1,00, A. Pa­gés 0,15, An­to­
De las lis­tas re­par­ti­das en la reu­nión nio Rues­cas (Ro­sa­rio) 0,50, Un apren­diz
del 16 de ene­ro. 0,15, Juan Pe­lli 0,50. To­tal de és­ta 3,95.
Lis­ta Núm. 2. De­m e­t ria San­t a­m a­r ía
To­tal lo re­co­lec­ta­do es 37,81
0,20, Ob­d u­l ia San­t a­m a­r ía 0,20, Te­r e­s a
Gas­tos:
0,50, Jo­se­fi­na Es­tre­lla 0,50, Mar­ti­na Sáenz
Por 1000 ejem­pla­res
0,20, El­vi­ra Sa­teu­ri 0,20, Mar­ti­na Arrie­ta
de es­te núm. 30.00
Gar­cía 0,20, An­to­nia Gar­cía 0,20, Acra­
Pa­go de la ca­si­lla por 6 me­ses 6,00
cia Gar­cía 0,20, Jo­se­fa 0,45, L. A. 1,00.
Ex­pe­di­ción, pa­pel so­bre y otras 9,05
To­tal de es­ta lis­ta 3,85.
Dé­fi­cit an­te­rior 8,76
Lis­ta Núm. 4. Pep­pa M. 0,50, Gig­gia
———
M. 0,50, Mor­ni M. 0,50, A. M. 0,20, P. M.
To­tal Gas­tos 53,81
0,50, Ju­ri Tauz 0,20, Ma­riut­ta 0,20, Sio­ra
———
Pep­pe 0,05, La fia di pip­pe­ta 0,20, Co­ris­ta
Dé­fi­cit de es­te nú­me­ro 16,00
0,25, Una beg­hi­na 0,15, Il Lam­po 0,20, C.
E. 0,25, A. C. 0,10, Abu­rri­do 0,10, Mar­tí­
No­ta: Por fal­ta de es­pa­cio, no pu­bli­ca­mos
nez 0,10, Viu­da de Sal­va­dor 0,10. To­tal de
la lis­ta de sus­crip­ción pa­ra la hi­ja de Sal­
es­ta lis­ta ps. 4,10.
va­dor y otras com­pa­ñe­ras.
En­t re­g a­d o en nues­t ra re­d ac­c ión por el
com­pa­ñe­ro Cal­vo. La Redacción

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Año I. BUENOS AIRES, FEBRERO 20 DE 1896 NÚm. 3

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y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Casilla Correo 1277 - Capital

Fir­mes en la Bre­cha in­sen­sa­ta los otros y por­que ca­da cual


cccccccccc en uso de su vo­lun­tad nos ha­ya juz­
(A nues­tros ene­mi­gos) ga­do co­mo qui­so ha­bía­mos no­so­tras
de ab­di­car de nues­tras ideas, de nues­
“…Sa­li­mos a la lu­cha… sin Dios tra ma­ne­ra de pen­sar y obrar? Se­ríais
ni je­fe…” vo­s o­t ros más que in­s en­s a­t os si tal
N. 1 de La Voz de la Mu­jer
cre­ye­séis; sin em­bar­go, ten­ta­das es­ta­
mos a creer que así lo ha­béis pen­sa­do
cuan­do os atre­vis­teis a lan­zar pen­sa­
Co­m o lo ha­b ía­m os sos­p e­c ha­d o mien­tos por de­más ab­sur­dos co­mo son
re­sul­tó. Ta­les fue­ron nues­tras pa­la­bras los que a ci­ta­ros va­mos.
cuan­do he­mos no­ta­do la ge­ne­ral pol­ “Es­to no pue­d e ser… És­ta no es
va­re­da le­van­ta­da con mo­ti­vo de nues­ ma­ne­ra de es­cri­bir, no se pue­den to­le­
tro edi­to­rial del N. 2. rar se­me­jan­tes pro­vo­ca­cio­nes de par­te
Ata­c a­d as in­d i­r ec­t a­m en­t e, aun­ de esas mu­je­res.” “Es ne­ce­sa­rio que ese
que sin ra­zón, cuan­do el N. 1 vio la pe­r io­d i­c u­c ho de­s a­p a­r ez­c a”, etc., etc.
luz pú­bli­ca, de­ci­di­mos no de­jar pa­sar Lin­da ma­ne­ra de pen­sar ¿no es cier­to ?
di­chos ata­ques sin res­pon­der­los co­mo ¡Bo­ni­to res­pe­to a la Au­to­no­mía in­di­
era de­bi­do. En efec­to, así lo hi­ci­mos, vi­dual!
pe­ro con tan ma­la suer­te que de­bi­do ¡En nom­bre de la Anar­quía ha­cer
a una con­fu­sión (por fal­ta de am­plia­ la gue­rra a un pe­rió­di­co que al ve­nir a
ción) en la re­dac­ción del es­cri­to, se ha la lu­cha pe­rio­dís­ti­ca, vi­no dis­pues­to a no
des­col­ga­do so­bre La Voz de la Mu­jer tran­si­gir con na­da ni con na­die en
una ver­da­de­ra tem­pes­tad. lo re­fe­ren­te a de­fen­der la eman­ci­pa­
No obs­tan­te es­te pri­mer tro­pie­zo ción de la mu­jer, uno de los gran­des y
no nos in­ti­mi­da­mos. He­mos di­cho al be­llos idea­les de la Anar­quía!
apa­re­cer en el pa­len­que del pe­rio­dis­ Los que ha­béis ha­bla­do, ¿es­tu­dias­teis
mo “mas co­mo no que­ría­mos de­pen­ bien lo que es la Anar­quía? ¿No se­rá ella
der de na­d ie, al­z a­m os no­s o­t ras un quien ase­gu­ra­rá nues­tra más com­ple­ta
gi­rón del ro­jo es­tan­dar­te; y sa­li­mos a li­ber­tad in­di­vi­dual, una vez que haya
la lu­cha… sin Dios y sin je­fe”. triun­fa­do? ¿No se­rá ella la que pon­drá a
Aho­ra bien. ¿Có­mo po­déis creer la mu­jer a la al­tu­ra del hom­bre?
que es­tan­do de­ci­di­das co­mo es­ta­mos, Y si com­pren­déis es­to, co­mo creo
íba­mos a su­je­tar nues­tra lí­nea de con­ lo com­pren­de­réis, ¿por qué os ser­vís de
duc­ta a las opi­nio­nes de Juan, Pe­dro la pa­la­bra Anar­quía pa­ra cor­tar nues­
o Pe­la­yo? ¿Ha­béis creí­do por ven­tu­ra tra li­ber­tad de pen­sa­mien­to y nues­tra
que por­que vo­so­tros ha­yáis ta­cha­do li­ber­tad de ac­ción y en nom­bre de esa
nues­tra ho­ja de in­mo­ral los unos, y de mis­ma Anar­quía nos lan­záis, pa­ra in­ti­

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Buenos Aires, año i. Núm. 3, 20 de febrero de 1896

mi­dar­nos, ame­na­zas por de­más ri­dí­cu­ ra­mos que nos pres­téis la ma­yor ayu­da
las por el so­lo he­cho de ser mu­je­res? po­si­ble pa­ra po­der echar en ca­ra a la
Te­ned­lo bien en­ten­di­do que to­da Ac­tual So­cie­dad Bur­gue­sa to­das sus
vin­di­ca­ción lle­va con­si­go el de­li­to. Es ba­je­zas, to­das sus in­fa­mias, y lan­zar al
cier­to que hay ex­cep­cio­nes, pe­ro és­tas ros­tro de los ti­ra­nos de la Hu­ma­ni­dad
no for­man re­glas. Es por es­to, pues, que el lo­do que nos pre­ten­den arro­jar a los
los fal­sos Anar­quis­tas se han creí­do pro­le­ta­rios y a las pro­le­ta­rias.
ofen­di­dos, pu­sie­ron su gri­to en el cie­lo, Y pa­r a ter­m i­n ar és­t a por de­m ás
co­mo la fie­ra he­ri­da por el ca­za­dor. eno­jo­sa cues­tión di­re­mos que si nues­
De­be­mos ad­ver­tir tam­bién a to­dos tro pe­rió­di­co no pue­de sa­lir ca­da mes,
los com­pa­ñe­ros que al po­ner el es­cri­ sal­drá ca­da dos y si no ca­da tres me­ses,
to de Re­dac­ción de nues­tro nú­me­ro y si por des­gra­cia lle­ga a su­ce­der (que
an­te­rior, no nos im­pul­só el de­seo de cree­mos no su­ce­de­rá) que el nú­me­
cons­ti­tuir­nos en las fe­ro­ces de len­gua ro de nues­t ros ad­v er­s a­r ios lle­g ue a
y plu­m a, co­m o mu­c hos han di­c ho, au­men­tar has­ta el ex­tre­mo que nos
ni tam­po­co nos di­ri­gi­mos a to­dos los obli­g uen a de­s a­p a­r e­c er de la lu­c ha
anar­quis­tas en ge­ne­ral, si­no a al­gu­nos pe­rio­dís­ti­ca, sa­bed que cae­re­mos pe­ro
in­di­vi­duos que ti­tu­lán­do­se re­vo­lu­cio­ sin arriar nues­tra ban­de­ra.
na­r ios han tra­t a­d o de des­v ir­t uar el Ya lo sa­béis, pues. es­ta­mos fir­mes
ob­je­to de es­ta mo­des­ta ho­ja y que no en la bre­cha.
te­nien­do sin du­da ener­gía su­fi­cien­te
pa­ra ata­car­nos de fren­te, nos za­hi­rie­ ———————————————
ron por la es­pal­da.
Que­re­mos la lu­cha fran­ca y leal y G ! A L C O M ­B A ­T E ! g
por eso la he­mos pro­vo­ca­do, al co­no­ dDdDdDdD
cer se nos ata­ca­ba. He aquí to­do.
Pe­ro, a pe­sar de to­da vues­tra gue­ ¡Va­lien­tes ca­ma­ra­das! ¡Al­zaos! ¡ya es
rra, se­gui­re­mos fir­mes en la bre­cha [la ho­ra!
dis­p ues­t as a man­t e­n er bien al­t a la La voz de las ac­cio­nes lla­mán­do­nos es­tá:
ban­de­ra de la in­tran­si­gen­cia pe­se a Del día de la lu­cha se anun­cia ya la au­ro­ra
quien pe­se y dué­la­le a quien le due­la. ¡El día de la ven­gan­za por fin cla­rea ya!
No [ire­mos] ja­más a pe­dir a na­die su
pa­re­cer so­bre nues­tra lí­nea de con­ Las ló­bre­gas ti­nie­blas di­si­pa el nue­vo día
duc­ta, nos man­ten­dre­mos fir­mes en El mun­do ilu­mi­nan­do su luz ma­tu­ti­nal
Mos­trán­do­nos ai­ra­da la tor­pe bur­gue­sía
nues­t ra di­v i­s a, cum­p lien­d o nues­t ra
¡En san­gre obre­ra tin­ta su ma­no cri­mi­nal!
más com­ple­ta au­to­no­mía in­di­vi­dual
den­tro de los idea­les del Co­mu­nis­mo Oíd: por don­de quie­ra los gri­tos de
y la Anar­quía. Es­to se en­tien­de tam­ [ven­gan­za
bién que lo efec­tua­re­mos en lo que la Re­tum­ban es­tri­den­tes  ¿lo oís? “¡Ven­gan­za,
ac­tual so­cie­dad bur­gue­sa nos per­mi­ta. [sí!”…
Aho­ra com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras: Son cor­tos los ins­tan­tes el pla­zo ya se
To­dos aque­llos que es­téis con­for­me [al­can­za
con nues­tra lí­nea de con­duc­ta, es­pe­ ¡Que rue­den mil ca­be­zas y mil y mil y mil!

78
LA VOZ DE LA MUJER

Del an­tro os­cu­ro im­pío do ya­cen los Las ce­rú­leas on­das en cu­yas ca­bri­
[obre­ros llean los pá­li­dos ra­yos de la ar­gen­ta­da
Que már­ti­res han si­do de nues­tra y me­lan­có­li­ca an­tor­cha del es­pa­cio,
[re­den­ción que ras­ga con sus mi­llo­nes de ra­yos las
El eco nos re­pi­te “¡Ya es ho­ra
ló­bre­gas ti­nie­blas noc­tur­na­les, rue­dan
[com­pa­ñe­ros!”
y rue­dan y rue­dan sin ce­sar arru­llan­do
“¡Que atrue­ne los es­pa­cios la voz de
[vues­tra ac­ción!” en sus pro­fun­dos se­nos mis­te­rio­sos, las
in­nú­me­ras po­bla­cio­nes que en ellos se
Y la in­fe­liz obre­ra que con ale­ve ma­no nu­tren al ca­den­cio­so com­pás del su­su­
Ha si­do su­mer­gi­da del vi­cio en el pi­lón rrar rít­mi­co y ar­mó­ni­co de las ne­rei­
Ven­gan­za pi­de, a gri­tos “¡ven­gan­za del das, tri­to­nes, ná­ya­des y al­gas que su
[ti­ra­no”…! man­sión tie­nen en al­cá­za­res de mi­llo­
“¡Ven­gan­za, her­ma­nos míos no ha­ya nes de es­ta­lac­ti­tas cons­trui­dos, cu­yas
[com­pa­sión”!… cú­pu­las ja­más ima­gi­na­das com­po­nen
per­las, ná­ca­res y mi­llo­nes de mi­llo­nes
En hue­sos in­se­pul­tos del már­tir del tra­ba­jo
de bur­bu­jas!
Que de ham­bre ha su­cum­bi­do en el
¡Siem­pre in­mu­ta­ble, siem­pre asom­
[tor­men­to atroz
En nom­bre del de­re­cho que pa­ra vi­vir tra­jo bro­s o en su in­m en­s a y ate­r ra­d o­r a
¡Ven­gan­za pi­de el vien­to al dis­cu­rrir ve­loz! ex­ten­sión, en tan­to que a sus ri­be­
ras, ma­jes­tuo­sos y se­re­nos pa­san los
De mil ham­brien­tos ni­ños las vo­ces bar­dos, a cu­yos la Ca­lio­pea mu­sa del
[que­jum­bro­sas Pin­do, co­mo don su­bli­me con­ce­dió el
¡Ma­tad! ¡Ma­tad! nos di­cen, al dés­po­ta ruin Laúd o la Li­ra de in­mor­ta­les can­tos,
Y al­za­das sus ma­ni­tas se­ña­lan tem­blo­ro­sas que con plec­tro de oro ta­ñen!
La ra­za in­nu­me­ra­ble del Bí­bli­co Caín! ¡Allá va! ¡la plé­ya­de de los Ca­­
moens, Schi­ller, Hu­go, Wag­ner, Ver­di,
¡Va­lien­tes ca­ma­ra­das! si el co­ra­zón os la­te
Go­ya, Mu­ri­llo, Lord By­ron, Mil­ton,
¡Al­cé­mo­nos! Ya es ho­ra ce­se­mos de ge­mir
Ju­ve­nal, Vir­gi­lio, Tas­so, Leo­par­di!
No más llan­to ni que­jas. Co­rra­mos al
[com­ba­te ¡Allá van, los de las in­m or­ta­les
¡Que aun sien­do ven­ci­dos nues­tro es el crea­cio­nes!
[por­ve­nir! ¡Oh! y de allá del Orien­te, los fan­tás­
ti­cos re­cuer­dos de los mus­lí­ni­cos pa­la­
Josefa M. R. MartÍnez cios de sul­ta­nas ga­rri­das pul­san­do con
ní­veas y ró­seas ma­nos la Guz­la de ná­ca­
res in­crus­ta­da y cuer­das de oro, en­to­
¡ A S O M­B RAOS! nan­do con voz só­lo com­pa­ra­ble a la de
—g— las Uries, que en el ex­cel­so tro­no a Alá
Del caos gi­gan­te le­van­tán­do­se en­tre es­tán, mil ga­rri­das can­cio­nes de amor!
in­men­so y bru­mo­sos cen­da­les ful­gu­ ¡Y cuan her­m o­sos, el blan­d o y
ran co­mo an­tor­chas, es­plen­den­tes, las ar­mó­ni­co on­du­lar de la mú­si­ca que
in­mor­ta­les som­bras de los que lle­van­ por cé­l i­c as ma­n os, arran­c a­d a de la
do tras sí las des­com­pues­tas mu­che­ cí­ta­ra, en las mez­qui­tas do re­ci­tan­do,
dum­bres vi­vie­ron. dul­ces ver­sí­cu­los del Al­co­rán, pros­ter­

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Buenos Aires, año i. Núm. 3, 20 de febrero de 1896

na­dos pa­ra me­jor ado­rar a Alá, es­tán ha si­do de­bi­da a la fal­ta de es­pa­cio,
los vi­si­res y va­lies! por­que no se crea que no­so­tras nos
Pues­t o no me en­t ien­d es, ten­m e re­trac­ta­mos de lo que he­mos di­cho,
por sa­bio, asóm­bra­te y adó­ra­me, ¡oh! no; la con­fu­sión es­tá en no ha­b er
¡Pue­blo! am­p lia­d o y ex­p li­c a­d o bien nues­t ra
Pepita Gherra idea.
Ata­das, hi­pó­cri­ta y so­la­pa­da­men­
bbbbbbbbbbbbbbb te, he­mos creí­do de­bía­mos con­tes­tar
y con­tes­ta­mos; pe­ro no que ha­ya­mos
A los compañeros ata­ca­do, no; fui­mos ata­ca­das pri­me­
dddDDD ra­men­te y por cier­tas gen­tes que lla­
Acla­ra­ción del edi­to­rial del núm. 2 mán­do­se anar­quis­tas nos za­hi­rie­ron a
——— su sa­bor y ma­ne­ra.
Cree­mos de to­do pun­to ne­ce­sa­ria Com­p a­ñ e­ro hay que cree a pies
una pe­q ue­ñ a acla­r a­c ión res­p ec­t o a jun­tos que no exis­ten ta­les gen­tes y
nues­tro edi­to­rial del nú­me­ro 2 de La que to­dos son ami­gos de la eman­ci­pa­
Voz de la Mu­jer. ción de la mu­jer. Na­da más in­cier­to.
En efec­to, gran­de muy gran­de fue la Si co­mo no dis­po­ne­mos de es­pa­cio
tor­men­ta que el re­fe­ri­do edi­to­rial pro­ dis­pu­sié­se­mos de él, in­ser­ta­ría­mos tres
du­jo. Es­to muy fue­ra de cui­da­do nos car­tas que con­ser­va­mos de las mu­chas
tie­ne, y muy al con­tra­rio nos fe­li­ci­ta­ que he­mos re­ci­bi­do re­fe­ren­tes a es­te
ría­mos por ello si­no fue­ra que en­tre asun­to, pe­ro ya que no las tres, una sí
los dis­gus­ta­dos hay tam­bién al­gu­nos pu­bli­ca­re­mos pa­ra que se vea que hay
ver­da­de­ros com­pa­ñe­ros que de to­do mal lla­ma­dos anar­quis­tas que nos tie­
co­ra­zón sen­ti­mos ha­yan da­do tan ma­la nen de­cla­ra­da una so­la­pa­da y ras­tre­ra
in­ter­pre­ta­ción a nues­tra idea. gue­rra, sin otra cau­sa que la de ser
Por car­tas que he­mos re­ci­bi­do y por mu­je­res y ser ver­da­de­ras anar­quis­tas
lo que a nues­tros oí­dos lle­gó, he­mos (cree­mos ser­lo). Di­ce la car­ta:
po­di­do com­pren­der que la prin­ci­pal,
si­no úni­ca, cau­sa de tal dis­gus­to, es el Com­pa­ñe­ros de La Voz de la Mu­jer,
que no­so­tras nos ha­ya­mos di­ri­gi­do en Sa­lud.
sen­ti­do ge­ne­ral al re­dac­tar tal de­cla­ra­
ción. Re­ci­bí el Nº 2 del pe­rió­di­co, fe­li­ci­tán­
Aho­ra bien: no­so­tras, al di­ri­gir­nos do­me por ha­ber en­con­tra­do com­pa­ñe­
en sen­ti­do ge­ne­ral, no lo ha­cía­mos a ras que tan di­rec­ta­men­te ata­can a esos
to­dos los anar­quis­tas y sí só­lo a todos mi­s e­r a­b les can­g re­j os que se lla­m an
los escarabajos de la idea, es de­cir, anar­quis­tas con la bo­ca, pe­ro nun­ca
a todos los falsos anarquistas. con sus he­chos. Yo, por mi par­te, lo
Ver­d ad es, y con fran­q ue­za lo he lle­va­do al se­no de al­gu­nos ho­ga­res
de­c la­r a­m os, que he­m os es­t a­d o un don­de ocu­rre lo que vo­so­tras ata­cáis.
tan­t o con­f u­s as en la re­d ac­c ión de Ade­lan­te, com­pa­ñe­ras,
tal es­cri­to, error bien dis­cul­pa­ble en
ver­dad a no­so­tras, y es­ta con­fu­sión Juan Arroyo, Chi­vil­coy

80
LA VOZ DE LA MUJER

Aun cuan­do te­ne­mos otra que es – ¡Qué bar­b a­r i­d ad! ha­b er per­d i­
más cla­ra y ter­mi­nan­te, da­mos pre­fe­ do dos mi­sas, mas val­dría es­tar que­
ren­cia a és­ta por ser me­nos ex­ten­sa, y mán­do­se vi­vo que es­tar aquí sin­tien­do
cree­mos es bas­tan­te lo que di­ce. es­tas in­fa­mias. ¡Per­der dos mi­sas!…
Es­ta acla­ra­ción la pu­bli­ca­mos pa­ra – Pa­dre; mi ma­dre es­ta­ba en­fer­ma,
ha­c er que los bue­n os com­p a­ñ e­r os sin nin­gu­no que la cui­da­se, y yo no
de­sa­rru­guen el ce­ño y vean que no es po­día aban­do­nar­la.
a ellos a quie­nes nos he­mos di­ri­gi­do. – Pe­ro des­gra­cia­da, no sa­béis que
En cuan­to a los otros, a los fal­sos y pri­me­ro es el al­ma y des­pués el cuer­
ton­tos, nues­tro de­pre­cio y bas­ta. Pa­ra po, pe­ro con­ti­nuad. (El pa­dre con­fe­sor
ellos nues­tro edi­to­rial de hoy, pa­ra los tie­ne los ojos en­cen­di­dos.)
de­más es­ta fran­ca y es­pon­tá­nea de­cla­ – Pa­d re, ade­m ás ha­c e al­g u­n as
ra­ción, con la cual cree­mos se de­sa­rru­ no­ches que al acos­tar­me…
ga­rán los ce­ños y se­re­mos lo que fui­mos – Ya veo que os fal­ta el co­ra­je,
y so­mos: las re­bel­des que lu­chan uni­das pe­ro pa­ra ser más fá­cil la con­fe­sión os
con­tra el co­mún ene­mi­go, la bur­gue­sía. in­te­rro­ga­ré. ¿Cuan­do os des­nu­dáis no
Sa­lud, pues. to­cáis con vues­tros de­dos cier­tas par­
La voz de la mujer tes del cuer­po?
– Sí pa­dre (Se po­ne co­lo­ra­da).
———————————————
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiii – ¿Y en­con­tráis pla­cer en ha­cer eso?
– Sí, pa­dre…
Histórico – Y de­c id­m e, ¿en qué par­te del
(Co­la­bo­ra­ción) cuer­po to­cáis con vues­tros de­dos?
– ¡Pa­dre!…
en el confesionario – Hi­ja mía, me lo te­néis que con­
El pa­dre con­fe­sor y una ni­ña de 15 años tar to­do si­no no os doy la ab­so­lu­ción.
¿Os to­cáis aca­so en el cue­llo?
– Pa­d re, aquí ven­g o a que me – No, pa­dre, más aba­jo.
ab­sol­váis de mis pe­ca­dos. – ¿En el se­no tal vez?
– ¿Con­que ha­béis pe­ca­do, hi­ja mía? – Más aba­jo pa­dre.
(Qué bo­ni­ta es.) – ¿En el vien­tre se­rá?
– Sí, pa­dre. – Un po­c o más aba­jo pa­d re (Se
– Bue­no; con­tad­me, con­tad­me vues­ po­ne ro­ja de ver­güen­za).
tras fal­tas. – ¿Os to­cáis por des­gra­cia la…?
– Pa­dre… ten­go ver­güen­za. – Sí, pa­dre. (La ni­ña se po­ne a llo­rar.)
– No de­béis te­ner ver­güen­za, hi­ja – ¿Cuán­tas ve­ces ha­béis he­cho eso?
mía, de un mi­nis­tro de Dios; ha­béis (Si vi­nie­ra en mi cel­da.)
pe­ca­do y por lo tan­to es­táis con­de­ – No lo re­cuer­do pa­dre.
na­da al fue­go eter­no del in­fier­no, y – Pro­cu­rad re­cor­dar.
si que­réis sal­var vues­tra al­ma de­béis – No lo re­c uer­d o por­q ue lo he
de­cír­me­lo to­do. he­cho in­fi­ni­dad de ve­ces.
– Pa­dre, he per­di­do dos mi­sas, por­ – Y de­cid­me. ¿Quién os ha en­se­ña­
que es­ta­ba mi ma­dre en­fer­ma. do a ha­cer eso?

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Buenos Aires, año i. Núm. 3, 20 de febrero de 1896

– Ud. pa­dre. tin­to de con­ser­va­ción abre la puer­ta


– ¡Yo! y hu­ye, y nun­ca ja­más se pre­sen­tó al
– Sí, pa­dre; no os acor­dáis cuan­do con­fe­sio­na­rio ni tam­po­co va a la igle­
yo te­nía 10 años vi­ne aquí a con­fe­sar­ sia por­que se ha con­ven­ci­do de que es
me, y vos me ha­béis pre­gun­ta­do si yo una far­sa que re­pre­sen­tan esos in­fa­
no me po­nía los de­dos en… esa par­te mes. (1)
que vos sa­béis, y yo os con­tes­té que no Pa­dres de fa­mi­lias que te­néis hi­jos,
sa­bía ha­cer eso, y ade­más me ha­béis no los man­déis ja­más a esos an­tros de
di­cho que to­das las ni­ñas ha­cían eso, ig­no­ran­cia y de­pra­va­ción, no man­déis
y que era muy bo­ni­to. En­ton­ces a la a vues­tros hi­jos al con­fe­sio­na­rio por­
no­che qui­se pro­bar, y sin­tien­do pla­cer que esos in­fa­mes bus­ca­rán de co­rrom­
lo se­guí ha­cien­do. per­los y ha­cer­los ser­vir de pas­to pa­ra
– Des­g ra­c ia­d a, es­t áis con­d e­n a­d a sus lú­bri­cas pa­sio­nes.
por to­da la eter­ni­dad. De­cid­me ¿no Po­dría na­rrar mu­chí­si­mos he­chos
ha­céis eso con vues­tras com­pa­ñe­ras? pa­ra de­mos­trar lo que di­go, pe­ro creo
– No, pa­dre. (La ni­ña no lo sa­bía, que vo­so­tros ya lo sa­béis, so­la­men­te
el cu­ra le en­se­ñó eso tam­bién.) me li­mi­ta­ré a con­tar un he­cho que ha
– ¿No tam­po­co le to­cáis el… a los pa­sa­do re­cien­te­men­te en La Pla­ta.
mu­cha­chos? Una fa­m i­lia man­d a­b a a sus dos
– No pa­dre. hi­jas, ni­ñas de cor­tí­si­ma edad, a la
– Le ha­b éis vis­to el… a al­g ún igle­sia de San Pon­cia­no, y el ban­di­do
hom­bre. de so­ta­na un día las to­mó y las lle­vó a
– ¿Pa­dre, qué es eso que vos lla­ una cel­da y allí las vio­ló.
máis… que tie­nen los hom­bres? Las ni­ñ as se en­c on­tra­b an en un
– Hi­ja mía, es una co­sa con la cual es­ta­do gra­ve y se de­ses­pe­ra­ba de sal­
se pue­de ha­cer la fe­li­ci­dad de cual­ var­las, los pa­dres die­ron avi­so a la po­li­
quier per­so­na. cía; no sé si el cu­ra ha si­do arres­ta­do.
– ¿Có­mo se ha­ce eso pa­dre? ¿Qué di­ce de es­to la Voz de la Igle­
– Ve­nid con­mi­go os en­se­ña­ré. (Ya sia? ¿qué di­c e el cle­r o? ¿qué di­c e la
no pue­do más.) so­cie­dad bur­gue­sa? Pues na­da, co­mo si
– Os si­go pa­dre. na­da hu­bie­ra pa­sa­do.
Pa­dres de fa­mi­lia, aler­ta con­tra esos
En la cel­da mer­ca­de­res de car­ne hu­ma­na.
¿No veis que el con­fe­sio­na­rio es el
– Aho­ra ve­réis hi­ja mía có­mo se ce­bo que po­nen pa­ra atraer a las in­cau­
ha­ce la fe­li­ci­dad de una per­so­na. tas y sa­cri­fi­car­las en aras de sus ape­ti­tos
– Va­mos. car­na­les? Ellos las des­hon­ran y co­mo si
El pa­d re con­fe­sor con los ojos
en­cen­di­dos y fue­ra de la ór­bi­ta se des­
nu­da, la ni­ña se aver­güen­za al ver­lo (1) Que­réis una prue­ba de que es his­tó­ri­co
el he­cho que aca­bo de re­la­tar:
co­mo la ma­dre lo echó al mun­do; el
Pues bien, el pa­dre con­fe­sor vi­vía en la igle­
pa­dre con­fe­sor con la ba­ba en la bo­ca sia de la Pie­dad y la ni­ña era yo.
se aba­lan­za so­bre ella, la ni­ña por ins­ Lui­sa Vio­le­ta

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LA VOZ DE LA MUJER

no fue­ra su­fi­cien­te, le aña­den el des­ rran­tes que na­da pro­du­cen y de que


pre­cio y el in­sul­to, ellos que con el to­do dis­fru­tan so­bre nues­tros su­do­res.
ci­nis­mo que los ca­rac­te­ri­za nos ha­blan Ni­ñ as que­r i­d as, gri­t ad con­m i­g o:
de Dios, de per­dón y de tan­tas otras ¡Vi­va la Re­vo­lu­ción so­cial! ¡Vi­va la
far­sas que ellos han in­ven­ta­do pa­ra Anar­quía!
co­me­ter im­pu­ne­men­te sus fe­cho­rías. Luisa Violeta
Pa­dres de fa­mi­lia ¿no veis que sus
ins­tin­tos son más ne­gros que el tra­ ———————————————
ggggggggggggggggggg
je que vis­ten? ¿no veis la más­ca­ra de
la hi­po­cre­sía que lle­van? no os fiéis A TI
nun­ca de esos ban­di­dos, la­dro­nes y QQ
ase­si­nos pro­te­gi­dos por sus her­ma­nos
la Au­to­ri­dad y el Go­bier­no. A ti ¡oh mu­jer que­ri­da, sím­bo­lo de
Y vo­so­tras ni­ñas si no que­réis ser ter­nu­ra y de ca­ri­ño! tú que en el mun­
víc­ti­mas de esos as­que­ro­sos rep­ti­les, do es­tás lla­ma­da de­sem­pe­ñar los más
no tra­téis nun­c a con la gen­te que ar­duos pro­ble­mas de la vi­da y no ejer­
hue­le a so­ta­na y evi­tad la oca­sión, no ces más que un pa­pel se­cun­da­rio.
yen­do ja­más a la igle­sia. A ti ha­blo; a ti que sien­do el ju­gue­
Con que, así, ni­ñas que­ri­das, aler­ te de tus pa­dres cuan­do ni­ña, el ca­pri­
ta, por­que os de­mues­tran con­fian­za cho de tu ma­ri­do cuan­do mu­jer y a
y ca­ri­ño, y es pa­ra que de­po­si­téis la ve­ces, que es lo peor de to­do, el es­car­
vues­tra en ellos y po­der así en­ga­ña­ros nio de los hom­bres.
y ha­ce­ros víc­ti­mas más fá­cil­men­te. El ca­pri­cho de tus pa­dres, és­tos han
Yo tam­bién he si­do ni­ña, y po­dría te­ni­do la des­gra­cia de es­tar su­mi­dos
con­t a­r os al­g u­n as es­c e­n as más del en la ig­no­ran­cia que por me­ro egoís­
con­fe­sio­na­rio y de la igle­sia de que mo lu­cra­ti­vo o por en­ga­ño le en­tre­gan
han si­do víc­ti­mas mis com­pa­ñe­ras de a un hom­bre a quien tu co­ra­zón no
in­fan­cia, pe­ro creo que ten­dréis su­fi­ ama ni ama­rá ja­más y pen­san­do ha­cer
cien­te con lo que aca­bo de re­la­tar. tu di­cha la­bran tu pro­pia des­gra­cia,
Que­ri­das ni­ñ as, es­tu­d iad bien la sien­do el más gran­de sa­cri­fi­cio tu­yo el
cues­tión so­cial y os con­ven­ce­réis que en­tre­gar tu cuer­po al hom­bre a quien
la Anar­quía es la úni­ca idea ver­da­de­ re­pu­dias has­ta de te­ner con él el mí­ni­
ra de la eman­ci­pa­ción pro­le­ta­ria, en mo con­tac­to; y no obs­tan­te, con to­do
don­de de­sa­pa­re­ce­rán to­das las in­jus­ti­ ci­nis­mo le mien­tes un amor que sien­
cias so­cia­les y en don­de em­pe­za­rá una tes y una fi­de­li­dad que tal vez no cum­
nue­va era de paz, ar­mo­nía, li­ber­tad, ples, mien­tras que otro que te ama­ba y
pro­gre­so y amor. tú co­rres­pon­días, ha muer­to pa­ra ti.
Cuan­do os ha­bréis con­ven­ci­do de El ca­p ri­c ho de tu ma­ri­d o si has
es­ta ver­dad, lu­cha­re­m os to­d as uni­ te­n i­d o la des­g ra­c ia de dar con un
das pa­ra pro­vo­car la gran Re­vo­lu­ción hi­pó­cri­ta que en vez de ha­cer­te fe­liz
so­cial, la cual ba­rre­rá cle­ro, go­bier­no, in­cul­can­do en ti cuan­to hay de be­llo
au­to­ri­dad, ca­pi­ta­lis­mo, có­di­gos, le­yes, y bue­no, no­ble y ele­va­do, com­par­tien­
ma­gis­tra­tu­ra y to­da esa fa­lan­ge de ato­ do con­ti­go sus mo­men­tos de di­cha y

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Buenos Aires, año i. Núm. 3, 20 de febrero de 1896

de pe­sar, no ha­ce de ti más que una es­tu­dia cuan­to pue­das, tra­ta de ha­cer­
es­cla­va de ser­vi­cio y com­pa­ñe­ra de te gran­de, igual al hom­bre, pues aun­
le­cho mo­men­tá­nea, has­ta re­ci­bir tus que mu­jer, eres su igual.
fa­vo­res y és­tos si es que no los bus­ca La na­tu­ra­le­za te brin­da los mis­mos
en bra­zos de otra y a ti te de­ja en el pla­ce­res y las mis­mas li­ber­ta­des y el
ol­vi­do, gas­tan­do en or­gías con otras al­can­zar­las só­lo de ti de­pen­de, des­pre­
mu­je­res el tiem­p o y el di­n e­ro que cian­do co­mo yo, le­yes y ca­pi­tal, cu­ras y
só­lo de­be­rían ser pa­ra ti, lo pri­me­ro re­li­gión, bur­gue­sas y bur­gue­ses, pri­me­ro
pa­ra go­zar y lo se­gun­do pa­ra lle­nar por­que la ley só­lo al­can­za a los po­bres y
las ne­ce­si­da­des más apre­mian­tes de des­gra­cia­dos; el ca­pi­tal pa­ra dis­fru­tar­lo
la vi­da; y aun sien­do así no te que­jes, el que lo ro­ba y no­so­tros que to­do lo
pues si lo ha­ces con tu ma­ri­do re­ci­bes pro­du­ci­mos, es­ta­mos su­mi­dos en la más
in­di­fe­ren­cias o pa­los y si te que­jas a es­pan­to­sa mi­se­ria; los cu­ras por ser fal­
tus pa­dres no ha­cen más que com­pa­ sa­rios y ha­ra­ga­nes, que por me­dio de su
de­cer­te y de­cir­te que ten­gas pa­cien­cia, re­fi­na­da as­tu­cia con­tri­bu­yen siem­pre a
pues­to que na­da es du­ra­de­ro y una vez ser tu per­di­ción por me­dio de la con­
muer­tos to­do se aca­bó. Mien­tras tan­to fe­sión; la re­li­gión por­que em­bru­te­ce a
tú si­gues su­frien­do has­ta que can­sa­da to­do al que a ella cree, per­dien­do un
de pa­sar tan­tos ve­já­me­nes bus­cas en tiem­po pre­cio­so que en co­sas de más
bra­zos de otro lo que tu pro­pio ma­ri­do pro­ve­cho po­dría usar­se y qui­tán­do­te
te ha ne­ga­do, y de es­to re­sul­ta que por di­ne­ro que tan ne­ce­sa­rio te se­ría pa­ra
do­quie­ra va­yas eres la es­po­sa adúl­te­ra ma­tar­te el ham­bre y cu­brir tus car­nes;
y cri­mi­nal, se­ña­la­da de to­dos con el bur­gue­sas y bur­gue­ses por ser ellos los
de­do, si es que has te­ni­do la suer­te de que te ex­plo­tan y te tie­nen hu­mi­lla­da.
sus­traer­te a una muer­te ho­rro­ro­sa. Con que no ol­vi­des, que­ri­da mu­jer,
Si es que por co­di­cia al oro y a los que mien­tras exis­tan le­yes y ca­pi­tal,
pla­c e­r es o por ig­n o­r an­c ia tu­y a has bur­g ue­s es y bur­g ue­s as, cu­r as y re­l i­
creí­do a las men­ti­ras de los hom­bres, gión, siem­p re se­r ás des­g ra­c ia­d a; no
és­tos una vez sa­cia­do su ape­ti­to, te ve­rás en tor­no tu­yo más que mi­se­rias
aban­do­nan en bra­zos del des­ti­no, a y de­ses­pe­ra­ción y si cuan­to yo te di­go
ve­ces sin te­cho ni abri­go, ni con qué te con­ven­ce, gri­ta co­mo yo: ¡Vi­va la
po­der apla­car el ham­bre. Tú al prin­ Anar­quía! ¡Mue­ran pa­ra siem­pre los
ci­pio lu­chas con ab­ne­ga­ción, lu­chas vam­pi­ros de la so­cie­dad!
has­ta con la mi­se­ria, pe­ro can­sa­da de
su­frir te aban­do­nas a otro pa­ria, el cual Tu­lio el Bur­gués
tar­de o tem­pra­no ha­ce co­mo el pri­
me­ro, que­dan­do en­te­ra­men­te al azar ———————————————
RRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
de tu suer­te, lle­gan­do de es­ta ma­ne­ra
has­ta la de­frau­da­ción, ven­dién­do­te al Com­pa­ñe­ras de La voz de la mujer
pri­mer mer­ca­der de car­ne hu­ma­na.
Sa­lud:
Es ya tiem­po mu­jer que­ri­da, que
cai­ga esa es­pe­sa ven­da de tus ojos. Si Bue­na aco­gi­da tu­vo en­tre no­so­tros
eres sol­te­ra, cul­ti­va tu in­te­li­gen­cia, vues­tro pri­mer nú­me­ro.

84
LA VOZ DE LA MUJER

Es sa­tis­fac­to­ria ver la cla­se lla­ma­ den­tro de ca­da lo­ca­li­dad, ¡cuán­to más


da más dé­bil de la so­cie­dad, es­ta cla­ be­ne­fi­cio­so se­ría pa­ra la pro­pa­gan­da y
se por to­dos en­car­ni­za­da, abra­zar los cuan­to no ade­lan­ta­rían los idea­les de
an­chos plie­gues de la ban­de­ra anar­ eman­ci­pa­ción so­cial den­tro de la ma­sa
quis­ta y por la vía re­vo­lu­cio­na­ria pro­ po­pu­lar! y es­tá de­más de­cir que mu­cho
cla­mar al­ta­men­te su eman­ci­pa­ción. me­jor se­ría si en vez de uno fue­sen más.
¡Bra­vo com­pa­ñe­ras! Así co­mo la Pe­ro co­mo nues­tras fuer­zas pe­cu­
eman­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res ha nia­rias no son su­fi­cien­tes pa­ra cu­brir
de ser obra de los tra­ba­ja­do­res mis­mos, los gas­t os de pu­b li­c a­c io­n es dia­r ias,
obra de las mu­je­res mis­mas ha de ser te­ne­mos que re­sig­nar­nos a sa­tis­fa­cer
su eman­ci­pa­ción de ellas. nues­t ros an­h e­l an­t es de­s eos cuan­d o
Ra­zón te­néis en vues­tro nú­me­ro nues­tras es­ca­sas fuer­zas lo per­mi­tan, y
dos cuan­do tra­táis de can­gre­jos a cier­ tar­de o tem­pra­no, se pu­bli­can con la
tos ti­pos in­dig­nos de lla­mar­se anar­ unión del pe­que­ño óbo­lo apor­ta­do por
quis­tas; pues no son otra co­sa que unos “ca­da uno se­gún sus fuer­zas”.
de­ma­go­gos ti­rá­ni­cos, sin no­cio­nes de En Bue­nos Ai­res, no pa­re­cen es­tar
lo que es li­ber­tad y con las pre­ten­sio­ uni­dos es­tos pe­que­ños es­fuer­zos y lo
nes de sa­bios; y sa­ben di­fa­mar, in­sul­tar prue­ba el que se es­cri­ben seis o sie­te
y pres­tar con su ma­quia­ve­lis­mo más pe­rió­di­cos anar­quis­tas sin ha­ber nin­
ser­vi­cio a la bur­gue­sía que los mis­mos gu­no que sal­ga se­ma­nal a pe­sar de sus
es­pías asa­la­ria­dos. co­rres­pon­dien­tes dé­fi­cits.
Aho­ra os fe­li­ci­ta­mos, que­ri­das com­ Y no hay du­da, en Bue­nos Ai­res se
pa­ñe­ras y no des­ma­yéis con­ti­nuar en po­dría pu­bli­car un pe­rió­di­co con más
la bre­cha, que si hay co­ra­zo­nes em­pe­ cor­tos in­ter­va­los de un nú­me­ro a otro
der­ni­dos que tie­nen en­vi­dia a to­da que la pau­sa­da apa­ri­ción con que hoy
gran­de ini­cia­ti­va, a to­do ideal ele­va­do to­dos apa­re­cen, unien­do los es­fuer­zos
hay co­ra­zo­nes ge­ne­ro­sos que os tie­nen de to­dos en uno o dos, y de­ci­mos dos,
amor y ca­ri­ño y es­ta­rá siem­pre a vues­ por­que ya que nues­tras com­pa­ñe­ras
tro la­do pa­ra alen­ta­ros en la lu­cha y han ini­cia­do en Bue­nos Ai­res “La Voz
ayu­da­ros a la me­di­da de sus fuer­zas. de la Mu­jer” de­be­mos de es­for­zar­nos y
Sí, com­pa­ñe­ras y com­pa­ñe­ros, ayu­ ayu­dar­le pa­ra que si­ga su cir­cu­la­ción,
de­mos a la Voz de la Mu­jer que su eman­ pues es muy ne­ce­sa­rio su exis­ten­cia.
ci­pa­ción ha de ser un gran fac­tor pa­ra el
buen éxi­to de la re­vo­lu­ción so­cial. Dos Anar­quis­tas
Ade­lan­te y ¡vi­va el Co­mu­nis­mo y
la Anar­quía! ——
Pol­vo­rÍn
———————————————
aaaaaAAAAAAAAAAA Te­n e­m os va­r ias ra­z o­n es pa­r a no
acep­tar par­te de lo que “Dos Anar­
Al­go so­bre pe­rió­di­cos anar­quis­tas quis­tas” di­cen.
——— He­mos no­ta­do, sí, que hoy día la
Si fue­ra po­si­ble pu­bli­car dia­ria­men­te pro­pa­gan­da no res­pon­de a los es­fuer­
un pe­rió­di­co anar­quis­ta por lo me­nos zos que los com­pa­ñe­ros ha­cen, pe­ro

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Buenos Aires, año i. Núm. 3, 20 de febrero de 1896

no cree­mos que es­to se re­me­dia­se con los pa­la­cios, y ano­na­dó las fá­bri­cas y
un pe­rió­di­co Anar­quis­ta dia­rio, ni dos, se­pul­tó en sus es­com­bros al pue­blo.
ni lo cree­mos con­ve­nien­te. Nin­gu­no sal­vó. Obre­ros, ar­te­sa­nos,
Es­pe­ra­mos que al­guien res­pon­de­rá la­bra­do­res, etc., etc., to­dos pe­re­cie­ron
a “Dos Anar­quis­tas”, no pu­dién­do­lo víc­ti­mas del fu­ror de la for­mi­da­ble y
ha­cer no­so­tros por fal­ta de tiem­po y ho­rro­ro­sa tem­pes­tad.
es­pa­cio. Só­lo sal­va­ron del ex­ter­mi­nio los
gran­des, los po­de­ro­sos, los car­ga­dos
——————————————— de oro.
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
Y los días pa­sa­ban, el sol con sus
L A E T E R­N A P L E­B E do­ra­dos ra­yos co­rrom­pió los ca­dá­ve­res
—— H h —— y re­cal­cu­tó la tie­rra.
La at­m ós­f e­r a tor­n ó­s e pes­t i­l en­t e;
El pue­blo dor­mía. aque­llo era in­so­por­ta­ble.
–¡Es­cla­vi­cé­mos­le! –di­jo el ti­ra­no; y Los gran­des se mo­rían de ham­bre,
cu­brió su cuer­po de pe­sa­das ca­de­nas. ro­dea­dos de oro.
– ¡Fa­n a­t i­c é­m os­l e! –ex­c la­m ó el An­d a­b an mu­g rien­t os por­q ue no
sa­cer­do­te; e inun­dó su ce­re­bro de som­ sa­bían ni que­rían la­var sus ro­pas.
bras de dio­ses y vír­ge­nes. Los gra­ne­ros va­cíos o des­trui­dos les
– ¡Opri­m á­m os­l e! –gri­t a­r on los eran in­ser­vi­bles; los cam­pos, mus­tios
pa­rá­si­tos; e im­pu­sie­ron a su es­fuer­zo y yer­mos, los es­pan­ta­ban; pron­to la
tra­bas, cu­brién­do­le de le­yes. pes­te y el ham­bre los obli­gó a sa­lir de
Y los no­bles, los gue­rre­ros, los sa­cer­ sus al­cá­ce­res y a re­co­ger los ca­dá­ve­res
do­tes, los mer­ca­de­res, los pa­rá­si­tos, des­ pa­ra en­te­rrar­los, a fin de li­brar­se de las
pués de mar­ti­ri­zar y ex­plo­tar al pue­blo, mias­mas fé­ti­das que des­pe­dían.
hi­cie­ron más: lo mal­di­je­ron por los Des­pués…
si­glos de los si­glos. Des­pués, los mag­ní­fi­cos, los po­de­ro­
Los no­bles le azo­ta­ron el ros­tro con sos, los so­ber­bios, los in­do­ma­bles, cul­
sus per­ga­mi­nos, los gue­rre­ros con su ti­va­ban la tie­rra, tra­ba­ja­ban la ma­de­ra
es­pa­da, los sa­cer­do­tes con la cruz. Los y el hie­rro, cul­ti­va­ban las ar­tes.
pa­rá­si­tos lo apos­tro­fa­ron y de­ni­gra­ron Ha­bían te­ni­do que ha­cer­se pue­blo
in­sul­tán­do­los. pa­ra vi­vir.
De pron­to, so­b re el va­lle, pa­só Imi­ta­ción de Car­los Ch­ris­tian.
de­so­la­do­ra y te­rri­ble la tem­pes­tad.
El ra­yo bri­lló en el al­to cie­lo, cual Pe­pi­ta Ghe­rra
in­men­sa sier­pe de lla­mas.
ddddddddddddDDDDDDDDDDDDDD
Ge­mi­dor, el vien­to anun­ció con la
————————
voz del ex­ter­mi­nio los ho­rro­res de la
te­rri­ble tem­pes­tad. N O­T A S iI
iI ————————
Cru­jie­ron los pa­la­cios y des­plo­má­
ron­se sus in­men­sas mo­les con for­mi­da­ He­mos re­ci­bi­do la vi­si­ta de:
ble es­tré­pi­to. To­do des­tru­yó la tem­pes­ El Opri­m i­d o, El Per­s e­g ui­d o, La
tad. De­rri­bó los tem­plos, y pul­ve­ri­zó Luz, L’Av­v e­n i­r e, La Li­b re Ini­c ia­t i­v a

86
LA VOZ DE LA MUJER

y el pri­mer nú­me­ro de Ca­se­río, con ta­cu­li­ce la sa­li­da del pe­rió­di­co, pe­di­


quien es­ta­ble­ce­mos gus­to­sas el can­je. mos a to­dos su óbo­lo.
La di­rec­ción de es­te co­le­ga es: H.W. La Redacción
Hauf­man Ca­si­lla Co­rreo Nº 1120.
———————————————
La Re­vo­lu­ción So­cial es el tí­tu­lo de ggggggggggggggggggg
un nue­vo cam­peón co­mu­nis­ta-anár­
qui­c o, cu­y o pri­m er nú­m e­r o re­c i­b i­ CO­RRES­PON­DEN­CIA
mos. Su di­rec­ción M. Re­que­ra Ca­si­lla —— b ——
Co­rreo Nº 15. Avi­sa­mos a los que nos han re­cla­
Re­tri­bui­mos sa­lu­do a am­bos y es­ta­ ma­do sus­crip­cio­nes, que és­tas no han
ble­ce­mos can­je. lle­ga­do a no­so­tras.
*
* * Lui­sa Vio­le­ta - Pu­bli­ca­mos y es­pe­
ravachol ra­mos lo de­más.
Se nos in­for­ma ha­ber­se for­ma­do Anó­ni­mo - Co­mo tu car­ta es un
con es­te tí­tu­lo (en Chi­vil­coy) un nue­ ídem no he­mos po­di­do res­pon­der­te.
vo gru­po de pro­pa­gan­da. Nos gus­ta tu crí­ti­ca. ¿Quie­res ha­cer
Sa­lu­da­mos a los com­pa­ñe­ros del una de ca­da nú­me­ro que sal­ga?
gru­po “Ra­va­chol” y le ofre­ce­mos pa­ra Sa­b o­n a­r o­l a ¿Quie­r e ser nos­t ro
to­do lo que po­da­mos. co­rres­pon­sal?
Bus­ca­glia - Irá nú­me­ro pró­xi­mo.
* Gru­po “La Chis­pa” - Man­da­mos
* * co­mo de­cís. ¿In­dis­pen­sa­ble pu­bli­car
Avi­s a­m os que he­m os re­c i­b i­d o lis­ta com­ple­ta o has­ta el to­tal? re­ci­bi­
1 pe­so y 50 c. pa­ra las com­pa­ñe­ras mos 16 pe­sos y su­ma 16.70.
Ra­gac­ci­ni y Li­ber­tad. Arro­yo - Man­da­mos, co­mo di­ces,
Pue­den esas com­pa­ñe­ras avi­sar a avi­sa a me­di­da va­yas re­ci­bien­do.
dón­de de­be­mos en­viár­se­lo. C. Gi­no - ¿A dón­de man­da­mos el
res­to de los 6 pe­sos?
* Céy­tum Mar del Pla­ta - Céy­tum del
* * dia­blo ¿por qué no es­cri­bes? ¡Sa­lud!
importante “La Luz” - ¿No has re­ci­bi­do car­ta?
Avi­sa­mos a to­dos cuan­tos les man­ ¿por qué no es­cri­bes ? y ¿La Luz?
da­mos “La Voz de la Mu­jer” que los Mi­sco­si - Re­ci­bi­mos las dos lis­tas
que an­tes del pró­xi­mo nú­me­ro no nos que su­man 9 pe­sos.
ha­yan avi­sa­do si lo re­ci­ben o no, les
sus­pen­de­re­mos el en­vío. ———————————————
SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Lo ha­re­m os así en vis­ta de que
en­via­mos mu­chos pa­que­tes que ig­no­ SUS­CRIP­CIÓN
ra­mos si lle­gan a su des­ti­no.
Avi­sa­mos tam­bién que sien­do ex­ce­ A FA­VOR DE LA VOZ DE LA MU­JER
si­vo el nú­me­ro de pe­di­dos que te­ne­mos, —— i ——
ten­dre­mos que au­men­tar el nú­me­ro Por con­duc­to de “La Ques­tio­ne So­cia­le”
de ejem­pla­res, y pa­ra que es­to no obs­ Ca­pi­tal.

87
Buenos Aires, año i. Núm. 3, 20 de febrero de 1896

Fu­mo sin es­tam­pi­llas 0.50, H. Ve­ne­no man­das no más 1.00, Jo­sé To­ci­no 2.00,
0.20, F. Se­rra­no 0.75, Car­los Ber­vo­ni 0.15, Un vas­qui­to que le gus­ta la idea 1.00, Por
Un so­cio 0.05, Eu­ge­nio De­viot­ti 0.10, La echar unos cla­vos 0.20, La se­ño­ri­ta 0.50,
ver­dad Des­mien­to 0.20, Schias­si Be­nia­mi­ Pe­dro 0.25, Un ami­go de las mu­je­res 0.50,
no 0.20, Un zio de la re­li­gión 0.20, Uno de Li­ber­tad y pro­gre­so 0.50, Pa­ra “La Voz de la
la idea 0.20, Gaz­zi­ni Ba­tis­ta 0.10, Mi­se­ra­ble Mu­jer” 0.50, Pa­ra la pro­pa­gan­da 1.00, Un
0,10, L. N. 0.20, F. Ba­rre­ra 0.20, Au­gus­to ami­go 0.30, Co­mo quie­ras 0.20, Pa­ra los
Mas­co 0.30, Un Ge­ren­te 1.00, A. F. 0.30, Opri­mi­dos 0.50, Pa­ra la anar­quía 0.50.
Ban­ca­la­ri 0.50, Un cons­cri­to 0.20. La Ma­drid:
Gru­po “Las de­ci­di­das de Al­ma­gro” Gru­po “La Chis­pa” 16.00 pa­ra “La Voz
Una que pien­sa li­bre 0.40, Un ca­pri­ de la Mu­jer” y pa­ra “La Li­bre Ini­cia­ti­va”
cho 0.20, Ma­ría 0.10, R. M. 0.10, Car­men 6.00.
0.20, ¿D? si 0.30, Isa­bel S. 0.20, Un ca­ñón Por con­duc­to de un com­pa­ñe­ro
0.25, M. A. 0.50, Ma­ría 0.10, Car­m en Sta. M. Gue­rra 0.50, Sta. P. Gue­
0.20, M. D. 0.20, Una que pien­sa li­bre rra 0.50, Sta. Ani­ta sin no­vio 0.30, Sta.
0.50, Una anar­quis­ta 0.20. An­to­nie­ta Ca­ssociva 0.10, Sta. Pio­set­ta
En­tre­ga­do a no­so­tras por el com­pa­ñe­ro Ca­pri­cio­sa 0.50, Sta. Libertad Oller 0.50.
Cal­vo: La Pla­ta, Sa­be Na­da 0.20, Eliseter Bus-
Reu­nión del 1º de Fe­bre­ro 1.40, Otra la caglia 0.10.
mis­ma no­che 2.80, Bai­gor­nia 0.50, Na­da
0.20, Dos que quie­ren cri­so­les pa­ra fun­dir To­tal re­ci­bi­dos: 66.00
bur­gue­ses 2.00, Gi­no y Ame­lia Cio­lli 0.10, gastados
Un can­di­da­to a bur­gués 0.10, Dos com­pa­ Por 1000 ejem­pla­res
ñe­ros 0.20, Ge­lo­na 0.30, Pe­pi­ta Ge­rra (Mar de es­te nú­me­ro 30.00
del Pla­ta) 0.30, I. M. R. Mar­tí­nez (Mar del Pa­ra en­tre­gar a
Pla­ta) 0.20, Car­men La­re­va 0.30, Un Anó­ “La Li­bre Ini­cia­ti­va” 6.00
ni­mo 1.00, Un mal­fat­to­re 0.90, Ro­ba­do a Co­rreo y otros 8.80
An­to­nio 0.10, Ro­ba­dos a M. 0.10. Dé­fi­cit an­te­rior 16.00
Ba­rra­cas: ———
Vit­ta 1.00, Dos ami­gos 1,00, La pól­vo­ To­tal gas­tos 60.80
ra 1.50, Sas­tre ex­plo­ta­do 0.15. ———
Tém­per­ley: Que­dan pa­ra el pró­xi­mo
¡Aba­jo los cam­ba­la­che­ros de la Anar­ nú­me­ro 5.20
quía! 5.00
Mon­te­vi­deo:
———————————————
Mes­si­na Maes­tri­ni m/n ar­gen­ti­na 0.40. eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Chi­vil­coy, por con­duc­to de Or­si­ni:
Ni Dios, ni pa­trón, ni ma­ri­do 0.30, Un LA SO­CIE­DAD FU­TU­RA
amor li­bre 0.30, Mis­co­si 0.40, Fran­cio 0. por
50, La­gra­ve 0.70, Se­gur­buorn 1.00, Uno JUAN GRA­VE
que se pa­ga en la ver­da­de­ra mo­ral 0.80, NNNN
Idem por con­duc­to de Mis­co­si M. Mar­tí­nez
1.00, Me­sa 0.50, Se­gur­bourn 1.00, On­drio
la B. 0.50, Uno que pien­sa bien 1.00, Uno Ad­ver­ti­mos a los com­pa­ñe­ros que la
que quie­re el amor li­bre 1.00, Idem por Im­pren­ta El­ze­vi­ria­na de P. To­ni­ni, Pie­
con­duc­to de J. Arro­yo, re­co­lec­ta­do en el dad 1200, es­tá por edi­tar la úl­ti­ma obra
gru­po “Ra­va­chol” Juan Arro­yo 1.00, Los de J. Gra­ve: la soc ­ ied
­ ad fut ­ a.
­ ur

88
LA VOZ DE LA MUJER

Co­mo es­te li­bro es im­por­tan­te y in­ter­me­dio re­co­ger sus­crip­to­res, los


vo­l u­m i­n o­s o y la edi­c ión cas­t e­l la­n a que ob­ten­d rán di­c ha obra por dos
de la Bi­blio­te­ca de la Ju­ris­pru­den­cia, pe­s os m/ n, de­b ien­d o és­t os, pa­r a ser
Fi­lo­so­fía e His­to­ria de Ma­drid cues­ta 8 con­si­de­ra­dos co­mo ta­les, re­mi­tir, con­
pe­sos, di­cha im­pren­ta se com­pro­me­te tra re­ci­bo co­rres­pon­dien­te, la mi­tad
pro­por­cio­nar a los es­tu­dio­sos de cien­ del im­por­te ($ 1 m/n) an­ti­ci­pa­da­men­te
cias so­cia­les tan es­plén­di­do tra­ba­jo, al edi­tor, y la otra mi­tad se­rá abo­na­da
de unas 350 pá­gi­nas, por la su­ma de a la en­tre­ga de la obra.
tres pe­s os m/ n en el tér­m i­n o de un Las ad­he­sio­nes se re­ci­ben úni­ca­
mes y me­dio. men­te en la Im­p ren­t a El­z e­v i­r ia­n a,
Pa­ra fa­ci­li­tar su di­fu­sión, la ca­sa Pie­dad 1200, Bue­nos Ai­res, per­so­
edi­to­ra ha re­suel­to tam­bién en es­te nal­men­te o por car­ta.

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Año I. BUENOS AIRES, MARZO 27 DE 1896 NÚm. 4

Aparece cuando puede Dirección: A. BARCLA


y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Casilla Correo 1277 - Capital

AC­T UA­L I­D A D za, par­te pa­ra los cam­pos de Cu­ba a


o de­fen­der en nom­bre de la in­te­gri­dad de
Cua­dros Lú­gu­bres la pa­tria y del ho­nor de la ban­de­ra, los
HH hh in­te­re­ses de sus ver­du­gos que se ven
Tris­tes, bien tris­tes son las no­ti­cias ame­na­za­dos por la Re­vo­lu­ción.
que día a día nos co­mu­ni­ca el te­lé­gra­fo. Y mien­tras ellos en los cam­pos de
¡Pa­re­ce que un vér­ti­go de san­gre se Cu­b a, ba­j o aquel mor­t í­f e­r o cli­m a,
haya apo­de­ra­do de la vie­ja Eu­ro­pa! lu­chan de­ses­pe­ra­da­men­te, sus ver­du­
¡Lu­cha, des­truc­ción, ham­bre y rui­ gos siem­pre ávi­dos de di­ne­ro y de­seo­
na! He aquí el pun­to que de le­jos se sos siem­pre de ver­ter san­gre obre­ra,
ob­ser­va en los acon­te­ci­mien­tos que re­car­gan con im­pues­tos al ya opri­mi­do
to­dos los días lee­mos. pue­blo, pa­ra ob­te­ner el di­ne­ro ne­ce­sa­
Ma­dres sin hi­jos, hi­jos sin pa­dre, rio pa­ra sos­te­ner esa gue­rra fra­tri­ci­da.
her­ma­nas que llo­ran sus her­ma­nos, Ve­réis tam­bién la mi­se­ria im­pla­
pa­rien­tes que llo­ran la muer­te o la ca­ble, te­rri­ble, ame­na­za­do­ra, in­va­dir
inu­ti­li­dad de los su­yos, la mi­se­ria en­se­ los tu­gu­rios del po­bre pro­le­ta­rio; los
ño­reán­do­se por do­quier. hi­ji­tos des­nu­dos y con el ros­tro de­ma­
Las fá­bri­cas sin obre­ros, los cam­pos cra­do pi­dien­do con las­ti­me­ra y an­ge­
sin per­so­nal su­fi­cien­te pa­ra el sem­ li­cal voz ¡pan! ¡ma­má da­me pan, que
bra­dío y la co­se­cha; el mo­vi­mien­to ten­go mu­cha ham­bre! des­ga­rran­do de
fa­bril e in­dus­trial pa­ra­li­za­do, mi­lla­res es­ta ma­ne­ra el co­ra­zón de las ma­dres
de hom­bres, mu­je­res y ni­ños que a voz que ya llo­ran a sus es­po­sos, her­ma­nos
en gri­to ex­cla­man ¡Pan y tra­ba­jo! o pa­rien­tes, que hom­bres in­fa­mes y
Ten­ded vues­tra vis­ta por to­das par­ de ne­gros sen­ti­mien­tos, en nom­bre de
tes ¿qué veis? una ley ini­cua, arran­can de sus ho­ga­
Ve­réis allá en Cu­ba que los in­ge­nios res pa­ra que va­yan a des­tro­zar­se en los
en que po­co ha cre­cía la ca­ña, el ta­ba­co cam­pos de ba­ta­lla.
y otras plan­tas, se ha­llan he­chos rui­ ¡Qué cua­dros tan con­mo­ve­do­res!
nas; los cam­pos arra­sa­dos por la tea del Y si ten­déis la vis­ta ha­cia Orien­te
in­cen­dio, se­pul­tu­ras a ca­da ins­tan­te, en ¿qué veis?
las cua­les ya­cen mul­ti­tud de ca­dá­ve­res; La lu­cha de­sas­tro­sa que se de­sa­rro­
ve­réis ate­rra­da la gen­te huir de los cam­ lla en Tur­quía, en­tre mu­sul­ma­nes y
pos, en con­fu­so tro­pel, es­ca­pan­do de las cris­tia­nos.
ba­las y de la mi­se­ria, mul­ti­tud de cuer­ Ciu­d a­d es en­t e­r as des­t rui­d as; sus
pos que caen pe­sa­da­men­te de­bi­do a las ha­bi­tan­tes pa­sa­dos a de­güe­llo; an­cia­
am­bi­cio­nes de los unos y de los otros. nos, jó­v e­n es y ni­ñ as, vio­l a­d as ora
Ve­réis tam­bién aque­lla ju­ven­tud por la sol­da­des­ca, ora por la ene­mi­ga
es­pa­ño­la (?) que, obli­ga­da por la fuer­ mu­che­dum­bre o in­mo­la­das fe­roz­men­

[91]
Buenos Aires, año i. Núm. 4, 27 de marzo de 1896

te en aras de sus ri­va­li­da­des; el ham­ a la in­fa­me con­duc­ta de un Cris­pi,


bre y las en­fer­me­da­des ori­gi­na­das por que no sa­bien­do có­mo sos­te­ner­se en
esa he­ca­tom­be sien­tan sus rea­les en el po­der alien­ta el pa­trio­tis­mo del pue­
to­da la re­gión de la Ar­me­nia. blo ita­lia­no pa­ra que va­ya a mo­rir ba­jo
Más de 20.000 per­so­nas en­tre hom­ los ar­dien­tes ra­yos del sol afri­ca­no en
bres, mu­je­res y ni­ños han caí­do re­gan­ de­fen­sa de mez­qui­nas am­bi­cio­nes.
do con su san­gre los fér­ti­les cam­pos de 1.500 sol­da­dos de una vez, 10.000
la Tur­quía. de otra, sin con­tar los de Do­g a­li y
To­do ¿por qué? Por­que unos lla­ Sa­ha­ti, ya­cen se­pul­ta­dos en aque­llos
man a esa di­v i­n i­d ad to­d o­p o­d e­r o­s a, cam­pos y cuan­do el pue­blo can­sa­do
Dios, los otros le lla­man Alá; por­que de de­san­grar­se de tan cruel ma­ne­ra,
los unos le rin­den cul­to de una ma­ne­ or­ga­ni­za ma­ni­fes­ta­cio­nes pro­tes­tan­do
ra y los otros de otra; por­que los unos con­tra esa ini­cua gue­rra, man­dan los
creen que su re­li­gión es la me­jor y los sol­da­dos, los hi­jos del pue­blo, que car­
otros creen que es la de ellos. Y mien­ guen con­tra los pro­le­ta­rios, y un in­fa­
tras tan­to am­bos ban­dos se des­pe­da­zan me que se ti­tu­la gran­de, un Um­ber­to
mu­tua­men­te, esas fal­sas di­vi­ni­da­des que vi­ve de la san­gre del pue­blo, un
no dan se­ña­les de vi­da. mi­se­ra­ble cre­ti­no que no sir­ve más
Si los hom­bres hu­bie­sen com­pren­ que pa­ra au­to­ri­zar im­pues­tos one­ro­sos,
di­do que esas re­li­gio­nes no sir­ven más ro­bos es­can­da­lo­sos, pe­ga una so­lem­ne
que pa­ra su­mir más y más en la ig­no­ bo­fe­ta­da a 27 mi­llo­nes (no con­ta­mos
ran­cia a los pue­blos, no se des­tro­za­ la bur­gue­sía) de se­res que a voz en gri­
rían en­tre sí de esa ma­ne­ra sal­va­je, en to pi­den el ce­se de esa cruen­ta gue­rra,
esa in­hu­ma­na lu­cha que ellos tra­tan di­cien­do en un arran­que de or­gu­llo
de alen­tar pa­ra que los pue­b los no sin lí­mi­tes, que preferirÍa abdicar
abran sus ojos y lu­chen, sí, ¡pe­ro pa­ra la corona antes que abandonar
re­con­quis­tar sus de­re­chos que por la la campaña de África.
fuer­za le han si­do qui­ta­dos! ¡Qué in­fa­mia!
¡To­do es llan­to, mi­se­ria, des­truc­ Vo­s o­t ras ma­d res de fa­m i­l ia no
ción y rui­na! po­déis com­pren­der to­do lo ho­rro­ro­
Ved el Áfri­ca que es­tá su­frien­do so que es una gue­rra; no po­déis, no,
las mis­mas con­se­cuen­cias que la vie­ja com­pren­der­lo por­que siem­pre ha­béis
Eu­ro­pa. si­do es­cla­vas y no se os ha per­mi­ti­
Los ci­vi­li­za­do­res ita­lia­nos ba­jo pre­ do ins­trui­ros, no se os ha de­ja­do otra
tex­to de de­sa­rro­llar las cien­cias y las li­ber­tad que la de ir a em­bru­te­ce­ros
ar­tes, de­vas­tan los cam­pos, in­cen­dian y pros­ti­tui­ros den­tro de esos ver­da­
las al­deas, y la san­gre de los in­fe­li­ces de­ros fo­cos de co­rrup­ción lla­ma­dos
sol­da­dos ita­lia­nos, hi­jos del pue­blo, ma­la­men­te san­tua­rios de de­vo­ción;
y abi­si­nios, rie­ga los fér­ti­les cam­pos es por eso que­ri­das com­pa­ñe­ras que
de la Abi­si­nia; aque­llos cam­pos que es­t áis sir­v ien­d o, aun­q ue cie­g a­m en­
an­t es es­t a­b an cu­b ier­t os de do­r a­d as te, de ins­tru­men­tos a esa in­fa­me ca­na­lla
mie­ses, don­de los bue­yes los atra­ve­sa­ de so­ta­na que se apro­ve­cha de vues­
ban tra­ba­ján­do­los, se ven hoy, de­bi­do tra ig­no­ran­cia pa­ra arran­ca­ros uno a

92
LA VOZ DE LA MUJER

uno los se­cre­tos que te­néis en lo más qui­zá no vol­ver a ver más; allá en la
re­cón­di­to de vues­tro pe­cho. fu­nes­ta cam­pa­ña en me­dio de aza­res y
Vo­so­tras que su­frís los do­lo­res de fa­ti­gas, el po­bre sol­da­do es­ta­rá pen­san­
en­g en­d ro y del par­t o; vo­s o­t ras que do en los que por él es­ta­rán llo­ran­do y
du­r an­t e la lac­t an­c ia y la den­t i­c ión en me­dio de los sin­sa­bo­res que allí pa­sa,
pa­sáis lar­gas ho­ras de in­som­nio y de en­via­rá qui­zá an­tes de en­trar en com­
des­ve­los; vo­so­tras que ayu­dáis a vues­ ba­te, un ca­ri­ño­so re­cuer­do o de­rra­ma­rá
tros com­pa­ñe­ros a criar los hi­jos, no amar­gas lá­gri­mas de des­pe­di­da.
te­néis la ine­fa­ble di­cha de po­de­ros ¡Ah! ¡Qué ho­rri­ble cua­dro re­pre­sen­
acom­pa­ñar del fru­to de vues­tras en­tra­ ta la gue­rra! pier­nas por aquí, bra­zos por
ñas, por­que una ra­za im­pla­ca­ble apo­de­ allá, cuer­pos sin ca­be­za, los crá­neos des­
rán­do­se de lo que a to­dos nos per­te­ne­ tro­za­dos, los ayes de los he­ri­dos, los ecos
ce, ha dic­ta­do le­yes que nos pri­van de que­jum­bro­sos de los mo­ri­bun­dos… la
lo ne­ce­sa­rio a la vi­da, que nos arran­can san­gre re­gan­do en abun­dan­cia los cam­
a los hi­jos de nues­tro la­do cuan­do pue­ pos de ba­ta­lla; y mien­tras tan­to los in­fa­
den ser­nos úti­les, lle­ván­do­los al ser­ mes go­ber­nan­tes sen­ta­dos en mue­lles
vi­cio mi­li­tar, don­de no re­co­no­ce más bu­ta­cas, den­tro de es­plén­di­das ha­bi­
pa­dre ni más ma­dres ni otros pa­rien­ ta­cio­nes, re­ci­ben con in­di­fe­ren­cia los
tes, que la in­fa­me or­de­nan­za que los par­tes de la gue­rra.
obli­ga a ma­tar a sus pa­dres, her­ma­ ¡Has­ta ex­tra­ño pa­re­ce que en nues­
nos y ami­gos, si es­to es ne­ce­sa­rio pa­ra tra era de ade­lan­tos y de ci­vi­li­za­ción,
con­ser­var los pri­vi­le­gios que sus ver­ ha­ya­mos de pre­sen­ciar esos ho­rri­bles
du­gos ven ame­na­za­dos por el po­pu­ cua­dros de des­truc­ción y de mi­se­rias!
la­cho. ¡Cuán­tos hay que en re­vuel­tas ¡Com­pa­ñe­ras! Es­tu­die­mos sin des­
po­pu­la­res ma­ta­ron a aque­llas que tan­ can­s o, y una vez co­n o­c e­d o­r as del
to ama­ban y con quie­nes iban a unir­se Co­m u­n is­m o Anár­q ui­c o, lu­c he­m os
den­tro de po­co tiem­po! fuer­te­men­te pa­ra con­se­guir im­plan­tar­
Cuan­do no los lle­van al ser­vi­cio, lo, pues él aca­ba­rá pa­ra siem­pre con
es por­que ellos tra­tan de emi­grar an­tes es­tos “Cua­dros Lú­gu­bres”, ha­cién­do­
que ves­tir la li­brea del es­cla­vo. nos igua­les, o sea li­bres.
Si por ca­sua­li­dad acon­te­ce al­gún
La Re­dac­ción
con­flic­to que pro­vo­que una gue­rra,
en­ton­ces el po­bre pro­le­ta­rio, el hi­jo
———————————————
del pue­blo mar­cha a de­fen­der el ho­nor kKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKkKk
de la ban­de­ra.
Allá va, con el sem­blan­te pá­li­do, CAN­C IÓN
des­co­lo­ri­do, pa­re­ce la muer­te an­dan­do; ——
n ——
se ríe, se… sí pa­ra que los su­yos no se Yo soy un po­bre obre­ro que cru­za por el
en­tris­tez­can; las ma­dres que­dan llo­ran­ [mun­do
do en sus mí­se­ros ho­ga­res, los pa­dres co­mo ju­dío erran­te, se­gui­do por el mal;
in­cli­nan la ca­be­za pen­san­do tal vez en ja­más de los pla­ce­res li­bé la dul­ce co­pa;
la des­gra­cia que cae so­bre su fa­mi­lia por la una brin­da el ha­do con pe­nas na­da más.
mar­cha de un hi­jo ado­ra­do que pien­sa ——

93
Buenos Aires, año i. Núm. 4, 27 de marzo de 1896

Se ele­van a mi vis­ta mag­ní­fi­cos pa­la­cios, no má­qui­nas au­to­má­ti­cas o di­ri­gi­das


y só­lo una ca­ba­ña yo ten­go por man­sión por la vo­lun­tad de “un otro”, se lla­me
don­de la hi­gie­ne nun­ca lle­gó a mos­trar au­to­ri­dad, re­li­gión, o con cual­quier
[su in­flu­jo otro nom­bre.
y adon­de aso­ma ape­nas la cla­ra luz del sol.
As­p i­r a­m os a de­m o­l er por to­d os
—— los me­dios a nues­tro al­can­ce la ac­tual
Pre­sén­ta­se a mi pa­so sur­ti­dos abun­dan­tes
so­cie­dad, no por­que odie­mos, co­mo se
de te­las vis­to­sí­si­mas que in­vi­tan a ves­tir,
y yo en mi ves­ti­men­ta tan só­lo lle­vo nos quie­re ha­cer creer, a to­do el gé­ne­ro
[ha­ra­pos hu­ma­no, no, lo que no­so­tras odia­mos y
man­cha­dos con la prin­gue que to­co en mi com­ba­ti­re­mos con to­das nues­tras fuer­
[tra­jín. zas, es to­do gé­ne­ro de in­fa­mias.
—— As­pi­ra­mos a edu­car­nos en la co­ti­
Veo man­ja­res ri­cos que el ape­ti­to ex­ci­tan dia­na lu­cha por la con­quis­ta de nues­
con su ad­mi­ra­ble as­pec­to y su fra­gan­te olor, tros de­re­chos.
y a mí de pan re­ga­do con lá­gri­mas amar­gas Al­gu­nas de no­so­tras ja­más he­mos
ape­nas me ali­men­ta la mí­se­ra ra­ción. to­ma­do una plu­ma, ni aun pa­ra po­ner
—— nues­tros nom­bres, y no obs­tan­te nos
Yo creo esas ri­que­zas que veis por to­das he­mos de­ci­di­do a po­ner nues­tras fuer­
[par­tes;
zas al ser­vi­cio de la tan an­sia­da Re­vo­
tra­ba­jo so­la­men­te pa­ra el aje­no bien,
lu­ción So­cial.
y sin em­bar­go, veo que siem­pre soy mi­ra­do
lo mis­mo que un le­pro­so por el fe­roz Que­r e­m os ha­c er com­p ren­d er a
[bur­gués. nues­tras com­pa­ñe­ras que no so­mos tan
—— dé­bi­les e inú­ti­les cual creen o nos quie­
En to­das par­tes so­bran pro­duc­tos de la ren ha­cer creer los que co­mer­cian con
[in­dus­tria nues­tros tra­ba­jos y nues­tros cuer­pos.
que son (por ex­ce­den­tes), inú­ti­les al fin, Que­re­mos li­ber­tar­nos, rom­pien­do,
y a mí no me con­ce­den mis sór­di­dos des­ha­cien­do y des­tro­zan­do, no só­lo
[ver­du­gos nues­tras ca­de­nas, sino tam­bién al ver­
ni lo que me ha­ce fal­ta pa­ra po­der vi­vir. du­go que nos las ci­ñó.
—— He­mos re­suel­to arro­jar el tra­po con
Yo soy un po­bre es­cla­vo que cru­za por la que a gui­sa de pa­ñue­lo en­ju­gá­ba­mos
[tie­rra
nues­tro llan­to y em­pu­ñar la pi­que­ta
co­mo ju­dío erran­te, su­frien­do na­da más;
pa­ra des­truir la im­po­nen­te y do­ra­da
pa­ra cu­rar mis pe­nas es­pe­ro so­la­men­te
el triun­fo de la an­sia­da Re­vo­lu­ción So­cial. man­sión del que es­tan­do re­ple­to no
quie­re creer que ha­ya ham­brien­tos.
Esther Buscaglia Ayer su­p li­c á­b a­m os, ro­g á­b a­m os,
mas hoy to­ma­re­mos lo que fal­ta nos
iIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiI
——————————————— ha­g a, cuan­d o y en don­d e po­d a­m os
to­mar­lo.
NO­SO­TRAS A VO­SO­TRAS Las no­ches de lar­go y ham­brien­
——— to in­som­nio las sus­ti­tui­re­mos por las
Odia­m os a la au­t o­r i­d ad por­q ue he­ca­tom­bes de san­gre de ca­na­llas.
as­pi­ra­mos a ser per­so­nas hu­ma­nas y No te­ne­mos Dios ni ley.

94
LA VOZ DE LA MUJER

El fru­to de nues­tros amo­res no ten­ Ya no ire­mos más a vues­tros con­fe­


drá pa­tria, por­que cuan­do és­ta le quie­ sio­na­rios se­ño­res y re­ve­ren­dos y Cas­
ra lla­mar, ire­mos no­so­tras a dar bue­na tro Ro­drí­guez, no, no ire­mos más.
cuen­ta de los que de la pa­tria vi­ven.
*
Que­re­mos ex­tir­par del mun­do to­do
* *
lo po­dri­do, lo as­que­ro­so y, jun­to con
él, el ac­tual chi­que­ro y la col­me­na Y vo­so­tras, in­fe­li­ces com­pa­ñe­ras
pa­ra le­van­tar una vez re­mo­vi­da la tie­ nues­tras que os ma­táis to­do un día pa­ra
rra un nue­vo edi­fi­cio, pe­ro so­bre ba­ses ha­cer una do­ce­na o dos de ca­mi­se­tas,
más sa­nas, más só­li­das, más jus­tas, más por las cua­les se os pa­ga la vein­té­si­
du­ra­de­ras. ma par­te de lo que lue­go ellos co­bran,
Es­ta­mos can­sa­das de la eter­na far­ ¿creéis que eso es jus­to? Si re­cla­máis no
sa, que­re­mos luz y no os­cu­ri­dad, que­ os aten­de­rán y lo que es más pro­ba­ble os
re­mos de­re­cho y no tan­tos de­be­res, des­pe­di­rán, no os da­rán más tra­ba­jo, si
que­re­mos pan y no le­yes. os de­cla­ráis en huel­ga, la per­de­réis, y si
Es­ta­mos has­tia­das de men­di­gar, ya la ga­náis, no tar­da­réis en es­tar en peo­
no que­re­mos li­mos­nas, asi­los, hos­pi­ta­ res con­di­cio­nes, por­que la evo­lu­ción
les ni igle­sias. de los de­más gre­mios ha­rá nu­lo vues­tro
A las as­que­ro­sí­si­mas e hi­po­cri­to­ triun­fo, no, no ha­réis na­da si nos os
nas da­mas de las di­fe­ren­tes so­cie­da­des, re­be­láis con­tra los la­dro­nes.
de las Vi­cen­tes y Pe­dros de Paul, o de Des­t ru­y en­d o es co­m o se pue­d e
Kooch, las des­pre­cia­mos y les di­re­mos de­rrum­bar el mun­do de la ex­plo­ta­ción.
que no que­re­mos su ca­ri­dad, he­cha a Imi­tad nues­tro ejem­plo. Re­be­láos
ex­pen­sas de lo que sus ma­ri­dos ro­ba­ abier­ta y fran­ca­men­te, sin am­bages,
ron a nues­tros com­pa­ñe­ros. sin tér­mi­nos me­dios.
Odia­mos la ca­ri­dad por­que ella nos
*
de­ni­gra, nos ul­tra­ja, y es un ho­rren­do
* *
sar­cas­mo. ¡Ca­ri­dad! ¿Qué es ello? El
in­fa­man­te men­dru­go que dan o ti­ran Y tú, ni­ño in­fe­liz e ino­cen­te, már­tir
aque­llos a quie­nes les so­bra, a los que in­de­fen­so de la so­cie­dad ac­tual, ¿por
les fal­ta. qué tiem­b las y llo­ras? ¿por qué vas
No, gran­dí­si­mas… ma­tro­nas; no, sin za­pa­tos? ¿por qué tan an­dra­jo­so y
no que­re­mos vues­tro men­dru­go, to­ma­ ate­ri­do? ¡Ah! tie­nes un pa­trón que te
re­mos lo que nos ha­ga fal­ta. mal­tra­ta… so­mos con­ti­go, tú eres de
Y te­ned en­ten­di­do que si se nos los nues­tros y en tu de­fen­sa es­ta­mos.
des­pre­cia y odia, odia­mos, si se nos per­
*
si­gue, nos ven­ga­re­mos y si se nos ma­ta,
* *
nos ven­ga­rán.
Ya no que­re­mos igle­sias por­que ellas Y tú, po­bre ma­dre ¿qué tie­nes, que
son cau­sa de que se ha­ya pros­ti­tui­do tan­to te de­ses­pe­ras, y tan pro­fun­dos
a nues­tras hi­jas, co­rrom­pi­do nues­tros ge­mi­dos ex­ha­las?
hi­jos y su­mi­do en la más cra­sa ig­no­ran­ ¡Ah! no tie­nes pan pa­ra tus tier­
cia y es­pan­to­sa mi­se­ria a unos y otros. nos hi­j os. Sí, lo com­p ren­d e­m os,

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Buenos Aires, año i. Núm. 4, 27 de marzo de 1896

es­tán en­fer­mos y no tie­nes con qué bien, ése es el mis­mo que ex­plo­tó tu
cu­rar­los. ¡Ah! po­bre ma­dre, pa­ra ti tra­ba­jo, pros­ti­tu­yó tus hi­jas e hi­zo ser
no exis­ten los ade­lan­tos de la cien­ adúl­te­ra a tu com­pa­ñe­ra.
cia, pa­ra ti no hay los efi­ca­ces re­me­ Le­v an­t a pues tu aba­t i­d a fren­t e,
dios, ni sa­bios Doc­to­res, tú no tie­nes le­jos de ti esas tor­pes preo­cu­pa­cio­nes
di­ne­ro y por lo tan­to pa­ra ti no hay que te ano­na­dan, ál­za­te y rom­pe tus
na­da; es­tás so­la, com­ple­ta­men­te so­la ca­de­nas.
y ais­la­da en el mun­do. ¡Ah! ven, sí, ¡Fa­lan­ge de opri­mi­dos! ¡pre­pa­ráos!
ven tú tam­bién con no­so­tras y jun­tas el por­ve­nir no le­ja­no nos ofre­ce un
lu­cha­re­mos… es­plén­di­do pa­no­ra­ma y en él los mil
y mil go­ces que la igual­dad so­cial nos
*
pro­por­cio­na­rá.
* *
¡Al­záos pro­le­ta­rios! y es­ta­llen vues­
Y tú, ¡oh in­fe­liz don­ce­lla que ya­ces tras iras con pu­jan­te e in­dó­mi­ta ex­plo­
su­mi­da en el te­ne­bro­so re­cin­to del sión.
pros­tí­bu­lo! Ce­sa de llo­rar y de­ses­pe­ ¡Des­di­cha­dos, per­se­gui­dos, es­cla­
rar­te, no in­vo­ques, no, no in­vo­ques ya vos, ham­brien­tos, to­dos en fin cuan­tos
más a ese Dios que no exis­te, y por lo su­frís el yu­go con que la ruin ac­tual
tan­to no te oye; tu Dios es la so­cie­dad, so­cie­dad nos es­cla­vi­za; ve­nid a no­so­
y ésa te se­ña­la con el en­guan­ta­do de­do. tros y jun­tos for­me­mos el for­mi­da­ble
Sí, ¿la ves? ¿allí de­trás de aque­lla jo­ven ejér­ci­to de los des­con­ten­tos!
y pá­li­da ni­ña, aque­lla que es ca­si tan ¡Ve­nid to­dos!, enar­bo­le­mos el ro­jo
her­mo­sa cual tú lo eras? pues bien, allí pen­dón Anar­quis­ta, y cual to­rren­te
de­trás es­tán su pa­dre y su her­ma­no. aso­la­dor la­ncé­mo­nos al com­ba­te, al
¡Sí, ya lo sé, po­bre ni­ña, lo sé, el gri­to de:
pa­dre fue amo del tu­yo y el her­ma­no ¡Anar­quía por do­quier!
fue quien te com­pró por cua­tro mo­ne­
das! sí, tu pa­dre fue des­pe­di­do, tu ma­dre Pe­pi­ta Ghe­rra
en­fer­ma y tus her­ma­ni­tos ago­ni­za­ban
de ham­bre; sí, ya lo sé, no di­gas más… eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
———————————————
¡Ven tam­bién con no­so­tras, ven
po­bre ni­ña, ven y se­re­mos uno más! La más gran­de de las con­quis­tas
Tú tam­b ién, mí­s e­r o jor­n a­l e­ —— b ——
ro, que sin luz, sin amor, sin ami­
gos, te en­cuen­tras tris­te y aba­ti­do en La ci­vi­li­za­ción en me­dio de los pro­
ese hú­m e­d o y es­t re­c ho ca­l a­b o­z o… gre­sos que ha ve­ri­fi­ca­do, ha fa­bri­ca­do,
al­za ya tu fren­te ru­g o­sa, ¿ves?, vie­ con­quis­ta tras con­quis­ta, la idea del
ne a ver­te tu ex amo, el mis­mo que de­re­cho, de la li­ber­tad.
te ex­plo­tó a ti y a mil otros, lo ves, Con­ven­ci­dos los hom­bres de que
ha pros­pe­ra­do, vis­te el aris­to­crá­ti­co la ti­ra­nía tan­to es obra de los que la
ya­quet, el blan­co cha­le­co y cal­za fi­na su­fren co­mo de los que la im­po­nen,
y ajus­ta­da bo­ta de cha­rol, ¡ah! lo ves, los ve­mos mo­ver­se, agi­tar­se, lu­char
te se­ña­la con el de­do, se son­ríe, pues con­tra la es­cla­vi­tud de las le­yes y del

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LA VOZ DE LA MUJER

sa­la­rio, del fa­na­tis­mo y la cien­cia, de ese vi­cio­so mo­do de obrar, no po­dían


las cos­tum­bres y las ne­ce­si­da­des y más dar al pro­gre­so, que co­mo di­ría el doc­
po­dría con­te­ner­se el cur­so de los más tor Le­ta­men­di, ser to­do ello un ger­men
gran­des ríos, que no el cur­so de es­ta de en­fer­me­dad y de muer­te pre­ma­tu­ra,
fue­te po­de­ro­sa que do­mi­nan los sen­ti­ por­que no hay que du­dar­lo, ni hay
mien­tos de dig­ni­dad y li­ber­tad que el que ob­je­tar otras con­di­cio­nes; sin la
hom­bre as­pi­ra a con­quis­tar. mu­jer li­bre, sin la mu­jer eman­ci­pa­da,
Pe­ro en me­d io de esas agi­ta­c io­ el pro­gre­so ge­ne­ral no se­rá más que
nes, de esos mo­vi­mien­tos que ame­ una su­ma de pro­gre­sos in­di­vi­dua­les,
na­z an des­t ruir to­d o un pe­d es­t al de hi­jos de pe­no­sa in­tui­ción.
des­po­tis­mos y es­cla­vi­tu­des que ele­ ¿Qué es lo que de­b ie­ra ha­c er el
va­ron ge­ne­ra­cio­nes pa­sa­das, fal­ta un hom­bre que tra­ba­ja, se agi­ta, lu­cha,
com­ba­tien­te, el que con ma­yor se­gu­ pa­ra al­can­zar su eman­ci­pa­ción? Con­
ri­dad acer­ta­ría el blan­co, el que sin quis­tar an­te to­do a la mu­jer, que vi­ve
ar­mas ma­te­ria­les lle­ga­ría a rom­per el com­p le­t a­m en­t e se­p a­r a­d a de él, lla­
ce­tro de cual­quier ti­ra­no, el que da­ría mar­la en to­das sus re­la­cio­nes de so­cie­
oca­sión al hom­bre a ve­ri­fi­car la más dad pa­ra que no vi­va en la ig­no­ran­cia
esen­cial, la más glo­rio­sa de sus con­ y en el pa­ra­si­tis­mo, sus­traer­la de la
quis­tas, al­can­zar su com­ple­ta eman­ per­ni­cio­sa com­pa­ñía del je­sui­tis­mo,
ci­pa­ción; fal­ta la mu­jer. que se va­le del po­der que tie­ne ella
¿Por qué, por qué –pre­g un­ta­rá so­bre el hom­bre pa­ra do­me­ñar a la
al­guien– sien­do un ser qui­zás “el más so­cie­dad, ador­me­cer las ge­ne­ra­cio­nes
es­cla­vo de to­dos”, se man­tie­ne en la y en­t or­p e­c er la mar­c ha del pro­g re­
ig­no­ran­cia de sus de­re­chos y de los so y ha­cer­la prác­ti­ca­men­te igual y…
de­re­chos de los de­más, vi­ve en la in­di­ en­ton­ces, en el se­no de la con­fian­za
fe­ren­cia, ol­vi­da que ella es hi­ja, es­po­sa y la des­preo­cu­pa­ción, sua­vi­za­dos los
y ma­dre de los que mue­ren com­ba­ ri­go­res del pe­río­do mi­li­tan­te del mal
tien­do a los ti­ra­nos? obrar del hom­bre, ro­tas las ca­de­nas de
El can­ci­ller Mau­peón, que ha ne­ga­ la ser­vi­dum­bre po­lí­ti­ca, her­ma­na­dos
do ro­tun­da­men­te la ap­ti­tud del be­llo to­dos por el atri­bu­ti­vo de de­re­chos
se­xo pa­ra cier­tas ma­te­rias, di­cien­do que ema­nan de una or­ga­ni­za­ción li­bre
que “las mu­je­res no en­tien­d en res­ y per­fec­ta, arre­gla­da a las ne­ce­si­da­des
pec­to a aque­llo más que los gan­sos”, hu­m a­n as, el hom­b re al al­c an­z ar la
y aquel du­q ue de Wur­tem­b erg que li­ber­tad de la mu­jer, ha­bría con­quis­
con­tes­tó a los con­se­jos que se atreviÓ ta­do su eman­ci­pa­ción, ha­bría pues­to
a dar­le su mu­jer so­bre si de­bía o no fre­no a la ti­rá­ni­ca bru­ta­li­dad del dés­
em­pe­ñar­se una gue­rra con la Sua­via: po­ta y ha­bría, pues, de­rro­ca­do to­das
“Se­ño­ra, he­mos to­ma­do a Ud. pa­ra las es­cla­vi­tu­des.
te­ner hi­jos y no pa­ra dar con­se­jos”, No hay que du­dar­lo; la más gran­de
for­ma­ron per­fec­to diag­nós­ti­co de la de las con­quis­tas del hom­bre es edu­car
do­l en­c ia que pa­d e­c ía la so­c ie­d ad, y eman­ci­par a la mu­jer.
se­ña­lan­do co­mo con­se­cuen­cia fa­tal
que ese mo­do de pen­sar del hom­bre y So­le­dad Gus­ta­vo

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Buenos Aires, año i. Núm. 4, 27 de marzo de 1896

LA MU­JER CAÍ­DA 1871 * 18 DE MAR­ZO * 1896


jJjJjJjJ —— d ——

Ja­más ul­tra­jéis a la mu­jer caí­da. Pa­ra con­me­mo­rar es­ta fe­cha, que


Cuan­d o pa­sa por mi la­d o no pue­d o re­c uer­d a una gran epo­p e­y a en los
me­nos que lle­var la ma­no a mi pe­cho y, ana­les de la his­to­ria del pro­le­ta­ria­do,
ha­cién­do­me a un la­do, ad­mi­rar­la: ella es la los com­pa­ñe­ros re­sol­vie­ron ce­le­brar
már­tir de la so­cie­dad. una reu­nión en el lo­cal de la so­cie­dad
¡Po­bre mu­jer! “San Mar­tín”, Ro­drí­guez Pe­ña 334.
Yo me la ima­gi­no ni­ña aún, allá en la En efec­to, el 18 del co­rrien­te tu­vo
mo­des­ta pe­ro lim­pia cu­ni­ta, aso­mar por lu­gar la anun­cia­da con­me­mo­ra­ción de
en­tre los lien­zos de la mis­ma, su son­ro­sa­da la Co­mun­ne de Pa­rís.
y an­ge­li­cal ca­ri­ta. La con­cu­rren­cia era nu­me­ro­sa; los
A su la­do su jo­ven y tier­na ma­dre, que dis­cur­sos, a pe­sar de ser im­pro­vi­sa­dos
ca­ri­ño­sa y com­pla­cien­te, ve­la, lle­na de y de ser pro­n un­c ia­d os por nues­tros
amor, por aquel bo­tón de ro­sa, por aque­lla com­pa­ñe­ros, los cua­les no han te­ni­do
pri­me­ra ma­ni­fes­ta­ción de sus amo­res. más es­tu­dio ni más uni­ver­si­dad que el
¡Cuán be­llas am­bas! ta­ller, en­ce­rra­ban una ló­gi­ca pro­fun­
—— da, esa fi­lo­so­fía po­pu­lar que la bur­gue­
Pa­sa­ron años. La veía de ni­ña, con­tem­ sía, en­ce­ne­ga­da en el vi­cio y do­mi­na­
plo ya una jo­ven y es­bel­ta mu­jer. da por la am­bi­ción siem­pre cre­cien­te
La ma­dre ya no es­tá a su la­do. de las ri­que­zas, no ha lle­ga­do aún a
Es­tá so­la. com­pren­der y con­tra la cual se han de
No obs­tan­te a su la­do, a su al­re­de­dor es­tre­llar to­dos los es­fuer­zos que ha­gan
to­do le son­ríe, to­do la ha­la­ga y atrae, y pa­ra so­fo­car­la.
allá en lon­ta­nan­za hay al­go que la lla­ma, El en­tu­sias­m o que allí rei­n ó es
con voz dul­ce y mis­te­rio­sa. in­d es­c rip­t i­b le, pe­r o lle­g ó al col­m o
¡Es el amor! Es la voz de la na­tu­ra­le­ cuan­do una jo­ven com­pa­ñe­ra su­bió
za que la lla­ma, es la ley de afi­ni­dad, que so­bre el ban­co que ser­vía de tri­bu­na
la atrae y la in­ci­ta a gus­tar de la co­pa del y con un ele­gan­te y sen­ci­llo aná­li­sis
amor! de­mos­tró a los tra­ba­ja­do­res que era
—— ne­ce­sa­ria una pron­ta trans­for­ma­ción,
Más tar­de fue ma­dre. ¡Cuán be­llo es acon­s e­j an­d o tam­b ién a las mu­j e­r es
ser­lo! ¡qué de ine­fa­bles pla­ce­res! ¡qué de que se re­be­len con­tra el yu­go ma­tri­
mis­te­rio­sos en­can­tos hay en ellos! mo­nial y con­tra la bur­gue­sía, que no
Pe­ro ¡ay! só­lo en­con­tró el des­pre­cio y ha creí­do ver en la mu­jer más que una
es­car­­nio. má­qui­na de pla­cer, a la que se la ha­ce
¡La so­cie­dad lan­zó con­tra ella un ful­ mo­ver en mu­chas oca­sio­nes con un
mi­n an­t e ana­t e­m a y con­t ra su hi­j o una re­sor­te lla­ma­do oro.
fe­roz ma­le­di­cen­cia! De­s ea­r ía­m os que to­d as nues­t ras
¡Y ella fue la sin ho­nor y él el bas­tar­do! com­pa­ñe­ras si­guie­ran el ejem­plo de
es­ta jo­v en que, de­jan­d o a un la­d o
(Con­ti­nua­rá) preo­c u­p a­c io­n es so­c ia­l es, se pre­s en­

98
LA VOZ DE LA MUJER

ta an­te un pú­bli­co acon­se­jan­do a las chez au vo­leur… ata­chez au vo­leur…


mu­j e­r es que lu­c hen ar­d ien­t e­m en­ ata­jen al la­drón… ata­jen al la­drón…
te por su li­ber­tad, ayu­dan­do de es­ta Ahí es­ta­ban dos es­bi­rros, que siem­
ma­ne­ra a los com­pa­ñe­ros a ace­le­rar el pre se ha­llan aler­ta pa­ra es­tas co­sas,
día tan de­sea­do y por el que siem­pre se le pu­sie­ron al fren­te, cual si fue­ran
lu­cha­mos: el día en que la Re­vo­lu­ción ti­gres que se lan­zan so­bre sus pre­sas, le
So­cial se­rá un he­cho. co­lo­ca­ron las es­po­sas, apre­tán­do­le las
mu­ñe­cas con una ex­traor­di­na­ria fuer­
La Voz de la Mu­jer za; co­mo sen­tía el mu­cha­cho que las
es­po­sas pues­tas de ese mo­do le las­ti­
———————————————
aaaaaaaaaaaaaaaa ma­ban de un mo­do atroz, gri­tó: ¡in­fa­
mes y mi­se­ra­bles bur­gue­ses!; en es­to
Sin co­men­ta­rios una mul­ti­tud gri­tó, da­le… da­le que es
———— un anar­quis­ta. Aque­lla in­fa­me chus­ma
alen­tó de esa ma­ne­ra un po­co más los
Una nue­va ar­bi­tra­rie­dad vie­ne a ins­tin­tos sal­va­jes de los es­bi­rros, que
au­m en­t ar el nú­m e­r o ya cre­c i­d o de re­do­bla­ron los mar­ti­rios, apre­tan­do
nues­tros már­ti­res; una vez más los ins­ más las es­po­sas.
tin­tos sal­va­jes de las au­to­ri­da­des fran­ Nues­tro com­pa­ñe­ro, jo­ven im­ber­be,
ce­sas se han re­v e­la­d o con un ac­to pues ape­nas cuen­ta 16 años de edad,
de una re­fi­na­da in­fa­mia, dig­na de los en el ex­tre­mo de sus do­lo­res, se pu­so
tiem­pos me­mo­ra­bles de la In­qui­si­ción. a gri­tar fuer­te­men­te, ¡Mue­ra la Bur­
Ni­za 1º de fe­bre­ro de 1896. gue­sía! ¡Vi­va la Anar­quía! Es­tos gri­tos
Nues­tro apre­cia­ble com­pa­ñe­ro Jo­sé lan­za­dos en me­dio de la de­ses­pe­ra­ción
Crot­to de Ales­san­dría (Ita­lia) lle­gó a que le cau­sa­ban los do­lo­res, le va­lió un
Ni­za el 3 de ene­ro des­pués de ha­ber nue­vo apre­tón de las es­po­sas. ¡Po­bre
ca­m i­n a­d o a pie des­d e San Re­m o a már­tir! ¡Cuan­do lo lle­va­ron de­lan­te
Ni­za(1) sin co­mer. Lle­ga­do a es­te pun­ del tri­bu­nal, ma­nia­ta­do co­mo un fe­roz
to en­tró a una pa­na­de­ría en la cual cri­mi­nal, se le veían las mu­ñe­cas ro­tas,
pi­dió por li­mos­na un pe­da­zo de pan. por la opre­sión de las es­po­sas!
¡Ya veis, co­mo una li­mos­na, des­pués En el tri­bu­nal de jus­ti­cia le pre­
de es­tar can­sa­do de pro­du­cir!; la due­ña gun­tan:
del ne­go­cio se lo ne­gó, di­cién­do­le que – ¿Es Ud. anar­quis­ta?
es un ato­rran­te y que va­ya a tra­ba­jar si – Has­ta la muer­te.
quie­re co­mer; pues bien, él no con­for­ ¿Sa­béis qué pe­na le han pues­to a
me con ha­ber­lo pe­di­do y vien­do que se nues­tro com­pa­ñe­ro?
lo ne­ga­ban, se vol­vió so­bre sus pa­sos, Pues la con­de­na fue de tres me­ses
to­mó un pan y echó a co­rrer, co­mién­ de pri­sión.
do­lo; la due­ña, que ob­ser­vó es­to, em­pe­ La sen­ten­cia fue oí­da con mu­cha
zó a gri­tar co­mo un de­ses­pe­ra­do: ata­ cal­m a y no res­p on­d ió más que las
si­guien­tes pa­la­bras:
(1) De San Re­mo a Ni­za ha­brá co­mo 48 Mi­se­ra­ble po­bla­ción de Ni­za, lle­vo
ho­ras de ca­mi­no. de vo­so­tros un eter­no re­cuer­do, pe­ro

99
Buenos Aires, año i. Núm. 4, 27 de marzo de 1896

no ol­vi­déis que soy anar­quis­ta, pia­ *


mon­tés y pai­sa­no de San­to Ca­se­rio. * *
Est­her E. Bus­ca­glia De­sean­do ha­cer una ale­go­ría, con
el tí­tu­lo de to­dos los pe­rió­di­cos an­ti­
Has­ta aquí la car­ta. guos y ac­tua­les, que de­fien­dan y ha­yan
Aho­ra, ma­dres de fa­mi­lia, de­cid­ de­fen­di­do la idea anár­qui­ca, pa­ra sa­car
nos; ¿de qué os va­le ha­ber tra­ba­ja­do co­pias fo­to­grá­fi­cas, se rue­ga a to­dos
tan­t í­s i­m os años pa­r a criar vues­t ros los gru­pos, Re­dac­ción y com­pa­ñe­ros,
hi­jos, si esa mi­se­ra­ble ca­na­lla os los re­mi­tan un ejem­plar de ca­da pe­rió­di­
en­cie­rra en vi­les pri­sio­nes, u os los co a G. R. a la di­rec­ción de “La Voz de
en­vía a mo­rir en los cam­pos de Cu­ba la Mu­jer” A. Bar­cla, Ca­si­lla de Co­rreo
o la Abi­si­nia? 1277 B. Ai­res.
Es­tu­diad, mu­je­res, y ayu­dad­nos a Se rue­ga la re­pro­duc­ción de es­te
no­s o­t ras en es­t a lu­c ha em­p ren­d i­d a suel­to a la pren­sa Anár­qui­ca de Eu­ro­
con­tra la bur­gue­sía y las preo­cu­pa­cio­ pa y Amé­ri­ca.
nes so­cia­les.
*
Cuan­tas más sea­mos, más pron­to
* *
ven­ce­re­mos.
Lu­che­mos, por­que en la lu­cha es­tá Lee­mos en “La Na­ción” del 18 del
nues­tra vi­da, con la inac­ción de­mos­ pre­sen­te:
tra­mos nues­tra muer­te. …El Dr. Oli­v a se con­v ier­te en
Lu­che­mos, pues. abo­ga­do de “los pa­tro­nes”, con­tra los
“La Voz de la Mu­jer” “peo­nes ma­tri­cu­la­dos”.
Es­tos in­di­vi­duos, di­ce, “no se per­
te­ne­cen”, “no pue­den aban­do­nar el
—————————— ser­vi­cio por su pro­pia vo­lun­tad”.
X N O­T A S X ¿Sa­be el lec­tor lo que le pa­sa a un
——————————
con­cha­ba­do que aban­do­na su pa­trón?
El 22 del mes pró­xi­mo pa­sa­do ha El juez Oli­va nos lo ex­pli­ca: “cae ba­jo
fa­l le­c i­d o en el Hos­p i­t al In­g lés de la ac­ción de la po­li­cía, que lo bus­ca y lo
Mon­te­vi­deo nues­tro apre­cia­ble com­ en­tre­ga a su pa­trón, obli­gán­do­lo a ser­vir”.
pa­ñe­ro Pe­dro Fer­nán­dez. To­do el tex­to del do­cu­men­to que
Di­c ho com­p a­ñ e­r o ha­b ía or­g a­n i­ nos ocu­pa –el te­le­gra­ma que va más
za­do una com­par­sa ti­tu­l a­d a “Pro­l e­ aba­jo del juez nom­bra­do al mi­nis­tro
ta­rios y Bur­gue­ses”. Re­c o­rrien­d o la de cul­to– res­pi­ra el más pro­fun­do des­
ca­lle Gua­ra­ní el Mar­tes de Car­na­val, pre­cio ha­cia esa cas­ta de sier­vos que
ca­yó de uno de los ca­rros en que iba la la ley de con­cha­bos ha crea­do en la
com­par­sa, te­nien­do la des­gra­cia de ser so­cie­dad tu­cu­ma­na. Es im­po­si­ble pe­dir
apre­ta­do por uno de ellos. un ol­vi­do más ab­so­lu­to de los res­pe­tos
La idea anár­qui­ca per­dió en Mon­ hu­ma­nos… ¡qué res­pe­tos! –de los sen­
te­vi­deo uno de sus ar­dien­tes de­fen­so­ ti­mien­tos de con­mi­se­ra­ción que ins­
res, mas ¡no im­por­ta! otros ocu­pa­rán pi­ra el úl­ti­mo hom­bre cuan­do se lo ve
su lu­gar. ul­tra­ja­do en su dig­ni­dad de tal.

100
LA VOZ DE LA MUJER

Si el juez Oli­va ha que­ri­do ha­cer­se *


él mis­mo es­cla­vo de la ley pa­ra apre­tar * *
la ca­de­na a los con­cha­ba­dos, po­día
Re­ci­bi­mos y pu­bli­ca­mos:
ha­ber sal­va­do si­quie­ra su pro­tes­ta de
La Pla­ta, 19 de fe­bre­ro.
hom­bre li­bre. No lo ha in­ten­ta­do, en
Com­p a­ñ e­r as de “La Voz de la
su afán por de­fen­der los in­te­re­ses de
Mu­jer”:
los due­ños de in­ge­nios y li­brar­los de
A las mu­chas pla­gas so­cia­les que
que sus peo­nes los “es­ta­fen”.
abru­man a las des­gra­cia­das obre­ras de
Ya sa­ben los peo­nes tu­cu­ma­nos lo
es­ta ciu­dad, de­be­mos agre­gar una más,
que pue­den es­pe­rar de una jus­ti­cia que
los Fray-Li­be­ra­les. La bur­gue­sía pla­
de tal suer­te vo­ci­fe­ra sus creen­cias.
ten­se ha da­do el gri­to de ¡aler­ta! en
Di­ga­mos aquí, pa­ra con­cluir, que
con­tra del os­cu­ran­tis­mo cle­ri­cal, dis­
los agi­ta­do­res del mo­vi­mien­to obre­
po­nién­do­se a com­ba­tir co­mo siem­pre
ro, que bre­gan por la jor­na­da de ocho
los efec­tos, de­jan­do in­tac­tas las cau­
ho­ras, pi­den ver­da­de­ras go­lle­rías, al
sas; di­cen les han de qui­tar su apo­yo
la­do de la suer­te que ca­be al in­fe­liz
mo­ral y ma­te­rial a la Re­li­gión, lle­van­
jor­na­le­ro de Tu­cu­mán, ahe­rro­ja­do por
do a bau­ti­zar sus hi­jos, a al­gu­no que
la ley y vi­li­pen­dia­do por los jue­ces.
otro ca­s a­m ien­t o y unas do­c e­n as de
¡Ven­g a la cor­t e su­p re­m a cuan­t o
fu­ne­ra­les por el al­ma de sus ami­gos o
an­tes y su­pri­ma tan­ta ver­güen­za!
pa­rien­te fa­lle­ci­dos, y los frai­les, co­mo
Los co­men­ta­rios de­ja­mos que los
siem­pre, son­ríen al con­si­de­rar la efi­ca­
ha­gan nues­tros lec­to­res.
cia de ta­les pro­ce­di­mien­tos.
*
* * *
* *
Te­ne­mos a dis­po­si­ción de los com­
pa­ñe­ros los fo­lle­tos: El ad­m i­n is­t ra­d or del in­s u­p e­r a­b le
“La Re­li­gión y la Cues­tión So­cial”, Lom­b ro­s o, el im­b é­c il Juan Fe­r ra­r i,
“La Anar­quía”, “El Es­ta­do”, “Có­mo aca­ba de dar­nos una mues­tra de su
nos Diez­man”, y al­gu­nos otros. co­l o­s al en­t en­d i­m ien­t o con los ini­
mi­ta­bles ra­zo­na­mien­tos que en car­ta
* pu­bli­ca­da el 23 de Ene­ro p. p. y di­ri­gi­
* *
da al Pre­si­den­te del Club Li­be­ral nos
Pe­rió­di­cos re­ci­bi­dos: “La Ques­tio­ ob­se­quia. Leed la mues­tra. Di­ce:
ne So­c ia­l e”, “El Opri­m i­d o”, “El Per­ “El obre­ro tie­ne de­re­cho a for­mar par­
se­g ui­d o”, “El Cor­s a­r io”, “Les Temps te de la nue­va ador­mi­de­ra, pe­ro en cam­
Nou­veaux”, “La Dé­bà­cle So­cia­le”, “La bio no lo tie­ne a su com­ple­ta eman­ci­
Anar­q uía…”, “El Car­p in­t e­r o”, “El pa­ción; por con­si­guien­te des­pre­cio las
Ti­pó­gra­fo”, “La Luz”, “La Re­vo­lu­ción teo­rías de Kro­pot­ki­ne y Re­cius.”
So­cial”. Aho­ra di­go yo: cual­quier Fe­rra­ri
Tam­bién los nue­vos co­le­gas : “La más o me­nos Juan, tie­ne de­re­cho a
Ex­pan­sión In­di­vi­dual…” y “Ni Dios ni asir­se de los fal­do­nes de la le­vi­ta de
Amo…”, les sa­l u­d a­m os y de­s ea­m os cual­quier pre­si­den­te pa­ra as­pi­rar a la
lar­ga vi­da. ba­zo­fia de cual­quier club.

101
Buenos Aires, año i. Núm. 4, 27 de marzo de 1896

Juan­ci­to, des­de ayer y de más an­tes sio­na­das por nues­tro edi­to­rial del N.
aún, te co­no­cía­mos co­mo un mis­ti­fi­ 2 cree­mos con­ve­nien­te no pu­bli­car
ca­dor. la tu­ya.
Has­ta otra, com­pa­ñe­ras. No obs­tan­te es­pe­ra­mos ayu­des lo
Sa­vo­na­ro­la que pue­das pa­ra po­der lle­var ade­lan­te
nues­tra lu­cha y ha­cer que el gri­to de
*
gue­rra lan­za­do a es­ta as­que­ro­sa so­cie­
* *
dad re­per­cu­ta en to­dos los ám­bi­tos de
A pe­s ar del avi­s o pu­b li­c a­d o en la tie­rra.
nues­tro nú­me­ro an­te­rior y el cual, de El Cor­s a­r io Co­r u­ñ a. Man­d ad las
pa­so sea di­cho, pu­bli­ca­mos cre­yen­do obras pe­d i­d as por Fé­lix Mén­d ez a
ha­cer un bien a la pro­pa­gan­da, pues la di­rec­ción que ya obra en vues­tro
co­m o no­s o­t ras ha­b ía­m os con­s ul­t a­ po­der. Man­dad, si po­déis, 2 ejem­pla­
do con va­rios com­pa­ñe­ros, los cua­les res más del can­je a nues­tra di­rec­ción.
eran de opi­nión de que pa­ra pu­bli­car Idea Li­bre: Ma­drid. Lo mis­mo os
la obra “La So­c ie­d ad Fu­tu­ra” de J. de­ci­mos. Man­dad can­je.
Gra­ve son ne­ce­sa­rios 1000 a 1300 $ Re­vo­lu­ción So­cial. Opri­mi­do. L’Av­
y cre­yen­do que pa­ra re­co­lec­tar es­to ve­ni­re: Man­dad si es que os sea po­si­ble
se­r ía ne­c e­s a­r io tra­b a­j ar du­r an­t e un 10 ejem­pla­res de ca­da nú­me­ro. Ques­
pe­río­do de tiem­po más o me­nos lar­go, tio­ne So­cia­le, man­dad 5 en vez de 2.
creía­mos que pu­dien­do los com­pa­ñe­ ¿Os es po­si­ble?
ros ad­qui­rir­la den­tro de po­cos días, no J. Mo­li­na y Ve­dia. Bel­gra­no: Es­tá
de­ja­ría de ser­les be­ne­fi­cio­sa. bien. Lu­che­mos, lo de­más es se­cun­
Mas no obs­tan­te es­to, los com­pa­ da­rio.
ñe­ros del gru­po “Los Re­bel­des” de La J. Ca­be­llo. Lo­bos: Es muy flo­ji­to. Si
Pla­ta se ha­llan com­ple­ta­men­te de­ci­ tie­ne al­go me­jor…
di­dos a lle­var a ca­bo su ini­cia­ti­va de (Céy­tum) M. del Pla­ta: ¿Ba­jas o
pu­bli­car di­cha obra pa­ra cu­yo efec­to su­bo?
la es­tá tra­du­cien­do un com­pa­ñe­ro. M. Go­go. Idem. ¿Re­ci­bes “La Voz”?
Se­ría de de­sear que los com­pa­ñe­ros Lui­sa Vio­le­ta. Ca­pi­tal: Y… ¿en qué
coad­yu­va­sen con to­da dis­po­si­ción a que­da­mos? ¿Vie­ne o no tu co­la­bo­ra­
esa ini­cia­ti­va, pa­ra ro­bus­te­cer la pro­ ción?
pa­gan­da con una obra de tan­ta va­lía. H. A. Ca­pi­tal: El de los “ge­nie­ci­
Nos ad­he­ri­mos a la ini­cia­ti­va de nues­ llos” de­sea sa­ber qué te pa­só.
tros com­pa­ñe­ros, abrien­do una lis­ta de F. M. Gar­cía. Idem: ¿Por qué no
sus­crip­ción a su fa­vor. con­tes­tas? A ti ya te con­tes­ta­ron.
J. Arro­yo. Chi­vil­coy: Ex­tra­ña­mos
———————————————
JJJJJJJJJJJJJJJJJJJJ no ha­yas es­cri­to.
CO­RRES­PON­DEN­CIA “Opri­mi­do” Lu­ján: Te­ne­mos 1,00
oo $ pa­ra ti. ¿En­tre­ga­mos a al­guien por
aquí?
Sa­vo­na­ro­la: Ha­bien­do ter­mi­na­do
por nues­tra par­te las di­fe­ren­cias oca­ ———————————————
JJJJJJJJJJJJJJJJJJJJ

102
LA VOZ DE LA MUJER

SUS­CRIP­CIÓN Mar del Pla­ta:


Vi­va Sal­va­dor 0.20.
A FA­VOR DE LA VOZ DE LA MU­JER To­lo­sa:
Un ho­ja­la­te­ro 0.20.
—— SSSS ——
San Isi­dro:
Ha­cha y ve­ne­no 0.40. Viz­con­de Bra­ge­
Ca­pi­tal lo­ne 0.40, Ser­pien­te pa­ra de­vo­rar bur­gue­ses
Un pin­tor sin pin­tu­ras 0.50, Uno 0.40, Me­dia bo­te­lla 0.40.
que ex­pro­pió 15 $ a un bur­gués 0.50, Un Mon­te­vi­deo:
aman­te de la li­ber­tad de la mu­jer 0.50, Mes­si­na Maes­tri­ni 1.00.
Mon­ta­ña 0.80, 2º Tit­ta 0.30, Saf­tio 0.20, Ba­rra­cas:
Pa­pel 0.15, Otro 0.20. Una li­bre­ría 9.25, Sa­ta­nás con­tra to­do
Por con­duc­to de “Ca­se­rio” lo exis­ten­te y con su ca­pi­tal 0.30, Una
Au­gus­to Ma­rre 0.30, Re­vo­lu­ción 1.00, ga­lle­ga 1.00, So­bran­te de co­pas 1.60.
La com­pa­ñe­ra del Ti­gre de aba­jo los sau­ Re­ci­bi­do a úl­ti­ma ho­ra, re­co­lec­ta­do en
ces 0.50, Ol­vi­da­dos 0.20, Pros­ti­tu­ta 0.20, “La Ma­ta­do­ra”
Co­ra­zón de León 0.40, Na­ti­vi­dad Juan­to San Pe­dro 0.10, El ña­to 0.10, El Se­ne­gal
0.50, Uno que de­sea ha­cer sal­chi­chas de 0.10, Re­cuer­do a Pe­pi­ta Gue­rra 0.10, Un
car­n e bur­g ue­s a 0.10, Mar­t í­n ez Cam­p os clé­ri­go 0.10, Un ra­yo me par­ta 0.10, Yo so­lo
en­fu­re­ci­do 0.20, Uno que bus­ca com­pa­ñe­ 0.20, Yo re­cién 0.20, Yo mis­mo 0.10, Un
ra 0.20, La­mar­mo­ra 0.20, Mot­rreau 0.50, cie­go 0.20, Es­pe­jo 0.10, Un cu­ria­na 0.10,
“Des­t ruc­c ión” 0.20, Un anar­q uis­t a que Fi­nes­te­rre 0.50. Res­to de una con­vi­da­da
quie­re una com­pa­ñe­ra ídem 0.10, Un Tie­ 1.00
bo­lo y un Ce­ro­te 2.00, Ma­n uel Cos­tas Por con­duc­to de “La Ques­tio­ne So­cia­le”:
0.50, Un mo­zo de cuar­tel 0.50. Un pe­l o­t a­r io 0.10, Una com­p a­ñ e­r a
Por con­duc­to de “El Per­se­gui­do” 0.50, Fu­mo sin es­tam­pi­lla 0.30, F. N. La
Un ex­p lo­t a­d o 0.20, So­b ran­t e de un Pla­ta 1.00.
ca­fé 0.15, Uno que los ha­ce y no los co­bra resumen
1.00, Cin­c o Ga­l le­t ea­d os 3.50, De­c oud Re­co­lec­ta­do 29.85
0.25, Vi­va Lui­sa Mi­chel 0.25, Un li­tó­gra­fo So­bran­te del Nº 3 5.20
ex­plo­ta­do 0.50, Un gru­po de mi­se­ra­bles ———
1.20. To­tal 35.05
Ro­sa­rio: gastado
Una que no pre­ci­sa cu­ras ni jue­ces pa­ra Por 1.000 ejem­pla­res de
ca­sar­se cuan­do lo ten­ga por con­ve­nien­te es­te nú­me­ro, ex­pe­di­ción,
0.20, Otro que de­sea ver col­ga­dos a to­dos pa­pel y otros 39.95
los cu­ras y jue­ces, 0.20, Ve­ne­no a los bur­ ———
gue­ses 0.10, A Rues­cas 0.50. Dé­fi­cit 4.90

103
Año I. BUENOS AIRES, MAYO 15 DE 1896 NÚm. 5

Aparece cuando puede Dirección: A. BARCLA


y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Casilla Correo 1277 - Capital

A los Compañeros ¡A la obra, pues! La so­li­da­ri­dad es


y Compañeras uno de los más be­llos prin­ci­pios del
—— S —— Co­mu­nis­mo Anár­qui­co: ésa es la que
os pe­di­mos, se­gu­ras de que nos se­gui­
Al ha­cer­nos car­go de la Re­dac­ción réis apo­yan­do to­do lo que os sea po­si­
y Ad­mi­nis­tra­ción del pe­rió­di­co, no ble pa­ra man­te­ner in­có­lu­me la lu­cha
ig­no­ra­mos las res­pon­sa­bi­li­da­des que sos­te­ni­da con­tra los mi­se­ra­bles que se
pe­san so­bre no­so­tras. obs­ti­nan en de­fen­der los sal­va­jes ins­
No obs­t an­t e se­g ui­r e­m os la hue­ tin­tos de la fie­ra se­dien­ta de san­gre
lla de la an­ti­gua Re­dac­ción, es de­cir lla­ma­da bur­gue­sía y de los ca­na­llas
lu­c ha­r e­m os sin des­c an­s o con­t ra la re­pre­sen­tan­tes de la ti­ra­nía.
ac­tual so­cie­dad bur­gue­sa; com­ba­ti­re­ Os sa­lu­da al gri­to de
mos sin tre­gua to­dos los pre­jui­cios y ¡Vi­va el Amor Li­bre!
preo­cu­pa­cio­nes que en la ni­ñez nos ¡Vi­va la Re­vo­lu­ción So­cial!
in­cul­ca­ron hom­bres es­tú­pi­dos, mu­je­ ¡Vi­va la Anar­quía!
res fa­ná­ti­cas y otros mi­se­ra­bles que
po­nen su plu­ma a dis­po­si­ción de la La Re­dac­ción
ca­na­lla, por un pu­ña­do de de­gra­dan­te
oro que de­po­si­tan en sus ma­nos. NNNNNNNNNNNNNNN
Sien­do gran­de la preo­cu­pa­ción que
to­da­vía exis­te en la hu­ma­ni­dad con A las jó­ve­nes pro­le­ta­rias
res­pec­to a la mu­jer, de­bien­do des­truir ———
los pre­jui­cios y preo­cu­pa­cio­nes que por andorinha
to­da­vía la cie­gan, la nue­va Re­dac­ción ———
ha creí­do con­ve­nien­te au­men­tar el A los 18 años aún no ha­béis des­
for­ma­to y el ti­ra­je del pe­rió­di­co pa­ra per­ta­do al cla­mo­reo de los se­cre­tos de
ha­cer más ex­ten­si­vas nues­tras ideas la vi­da y cuán di­fe­ren­te os re­sul­ta­rá el
en­tre los es­car­ne­ci­dos y siem­pre vi­li­ sue­ño de la in­fan­cia, rea­li­za­do en la
pen­dia­dos obre­ros y obre­ras. edad ape­lli­da­da de la ino­cen­cia. A esa
Com­p a­ñ e­r os y com­p a­ñ e­r as: La edad, la vi­da pa­ra vo­so­tras es un sue­ño
pro­p a­g an­d a en­t re las mu­j e­r es es­t á efec­tua­do en el le­cho de ha­la­güe­ñas
ha­cien­do rá­pi­dos pro­gre­sos;  mul­ti­tud ilu­sio­nes que con­si­go trae la ju­ven­tud.
de jó­v e­n es em­p ie­z an a des­c o­rrer el Vues­tro ideal es­tá lle­no de en­can­tos;
tu­pi­do ve­lo que te­nían en sus ojos y vi­vís en­vuel­tas en la dul­ce es­pe­ran­za;
vie­nen a nues­tro cam­po a de­fen­der su vues­tros co­ra­zo­nes ex­ta­sían­se al pen­
li­ber­tad, su de­re­cho a la vi­da, se­gu­ras sar en fu­tu­ras di­chas.
de que lu­chan­do por ellas, lu­chan por Mas, ¡ah! to­do cuan­to idea­li­zas­teis
sus com­pa­ñe­ros e hi­jos. lo hi­cis­teis en va­no, por­que el ca­mi­no

[105]
Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

de la vi­da es es­ca­bro­so, a pe­sar de los ¡Po­bres flo­re­ci­llas! Sin am­pa­ro y sin


im­pul­sos de vues­tra al­ma. A esa edad amor, vi­vís en­tre al­mas in­hu­ma­nas,
vues­tra men­te se ha­lla su­mer­gi­da en en­tre mi­lla­res de bui­tres, que cons­ti­
el pro­fun­do océa­no de la es­pe­ran­za. tu­yen la ac­tual so­cie­dad. Vi­vís en­tre
Os juz­gáis fe­li­ces ¡po­bre­ci­tas! mas as­que­ro­sos rep­ti­les, pa­rá­si­tos ti­ra­nos,
no di­v i­sáis a lo le­jos, en­tre opa­c as en­tre hom­bres sin sen­ti­mien­tos, sin dig­
lu­ces, sur­gir, en­vuel­to en ne­gro man­ ni­dad, sin pu­dor; en­tre una ra­za mal­di­ta,
to, el es­pec­tro ho­rro­ro­so del ham­bre azo­te de la hu­ma­ni­dad, es­co­ria in­mun­da
que so­bre vues­tros hom­bros vie­ne a de la ra­za hu­ma­na, que se ali­men­ta con
des­car­gar su pá­li­da y de­ma­cra­da ma­no. vues­tras car­nes, que go­za con vues­tras
No veis los abis­mos que se abren a lá­gri­mas y que acu­mu­la fa­bu­lo­sas for­tu­
vues­tros pies, pues­to que vues­tros ojos nas con las go­tas de su­dor que vo­so­tras
aún no es­tán del to­do abier­tos pa­ra de­rra­máis. Ha­béis de vi­vir en­tre se­res
con­tem­plar al mun­do. que son el sus­ten­tá­cu­lo de to­das las in­fa­
Sois co­mo la flor, que na­ci­da en­tre mias pa­sa­das y pre­sen­tes; que hi­cie­ron
lo­do y re­ga­da con aguas pú­tri­das, al su­cum­bir a los vues­tros ba­jo el pe­so abo­
que­rer abrir­se caén­le los pé­ta­los por mi­na­ble de la ser­vi­dum­bre.
la sim­ple ra­zón de en­tre el lo­do ha­ber Vo­so­tras, lin­das mu­cha­chas, pa­sáis
na­ci­do. Tam­bién a vo­so­tras, a pe­sar de lo me­jor de vues­tra vi­da en hi­lar, en
to­das vues­tras ilu­sio­nes, la po­dre­dum­ te­jer, en co­ser las pre­cio­sas se­das que
bre os tie­ne ro­dea­das, y más tar­de si ellos han de re­ga­lar a sus aman­tes, a
no te­néis una fuer­za de vo­lun­tad su­pe­ sus mu­je­res y a sus hi­jas, pa­ra que lu­ju­
rior a la fí­si­ca que po­seéis, os lan­za­rá rio­sas soi­res sean la ad­mi­ra­ción de los
en las ga­rras del lu­pa­nar. Y aun­que con­cu­rren­tes, al pa­so que vues­tro fla­co
ha­yáis tra­ba­ja­do has­ta gas­tar vues­tras cuer­po de­bi­lí­ta­se más ca­da día, ca­da
fuer­zas, es­táis con­de­na­das a mo­rir de ins­tan­te, sin que una lá­gri­ma sal­te a
ane­mia en mi­se­ra­ble jer­gón. los ojos de aqué­llos, ni una pa­la­bra de
Las pri­va­cio­nes y el ham­bre, aun­ con­mi­se­ra­ción pro­nun­cien sus la­bios.
que jó­ve­nes y be­llas co­mo es­tre­llas Vues­tra vi­da, que­ri­das, es así y no
res­p lan­d e­c ien­t es de cla­r a lu­n a, en co­mo la ima­gi­ná­bais; tie­ne los ho­rro­
vues­t ro ros­t ro, en vues­t ra an­g é­l i­c a res que os des­cri­bo y no los en­can­tos
fren­te han de fo­to­gra­fiar los ves­ti­gios que os ha­bías ima­gi­na­do. Si no que­
de un do­lo­ro­so y cons­tan­te mar­ti­rio. réis creer­me, ob­ser­vad, ha­ced com­pa­
Vues­tra vi­da es un su­pli­cio lle­gan­ ra­cio­nes más de­sa­pa­sio­na­da­men­te, y
do a ve­ces has­ta a ha­ce­ros mal­de­cir des­pués con­ven­dréis que de mi la­do
el vien­tre ma­ter­no que os abri­gó y los se ha­lla la ra­zón. Sen­ti­réis en­ton­ces la
pe­chos que os ama­man­ta­ron. ne­ce­si­dad de sa­ber el ori­gen de tan­ta
¿Y to­do por qué? de­si­gual­dad en­tre los hom­bres y que­
Por­que cree­réis que los be­llos sue­ rréis sa­ber, es­tu­diar, ana­li­zar.
ños que un día os hi­cis­teis se di­si­pa­ Pa­ra es­to sa­ber, ha­bréis de re­cu­rrir
ron y que tan­to los vues­tros, co­mo ne­ce­sa­ria­men­te a la li­te­ra­tu­ra anar­
vo­so­tras mis­mas, es­táis ro­dea­das de quis­ta. Des­pués sen­ti­réis en vues­tras
ini­qui­da­des. ve­n as her­v ir la san­g re con ar­d or y

106
LA VOZ DE LA MUJER

os re­co­no­ce­réis con fuer­zas su­fi­cien­ mien­to hu­ma­ni­ta­rio ha­cia sus se­me­


tes pa­ra la lu­cha, com­pren­de­réis que jan­tes, en­se­ñad­les que por ese vil me­tal
no hay fuer­za ma­yor que la ra­zón, ni se co­me­ten to­da cla­se de in­fa­mias y
na­da en es­ta so­cie­dad que no irri­te ba­je­zas, que por ese as­que­ro­so di­ne­ro se
los áni­mos. Sen­ti­réis la ne­ce­si­dad de ven­de al pa­dre, a la ma­dre, al ami­go y
po­ner tér­mi­no a to­das las cruel­da­des al her­ma­no; que por el di­ne­ro los tra­ba­
y a to­das las de­si­gual­da­des de cla­se; ja­do­res se ven con­ver­ti­dos en ani­ma­les
sen­ti­réis el de­seo de rom­per lo que nos de car­ga y en má­qui­nas au­to­má­ti­cas
opri­me y de efec­tuar aque­lla fe­li­ci­dad que se mue­ven a im­pul­so de los que las
que ha­bíais so­ña­do. di­ri­gen y, en fin, en­se­ñad­les que por el
mal­di­to di­ne­ro su­fri­mos ham­bre, mi­se­
QQQQQ ria y to­da cla­se de pri­va­cio­nes.
¡Ma­dres, edu­cad bien No les en­se­ñéis a creer en Dios;
a vues­tros hi­jos! en­se­ñad­les que la re­li­gión es la atro­
—— fia de la men­te, tan­to de los hom­bres
Sí, edu­cad­los bien si que­réis que co­mo de las mu­je­res y por lo tan­to es la
sean hom­bres li­bres, de no­bles sen­ti­ que im­pi­de el de­sa­rro­llo del pro­gre­so;
mien­tos; pa­ra que lu­chen pa­ra ob­te­ de­mos­trad­les que la re­li­gión es con­tra­
ner su com­ple­ta li­ber­tad y no ten­gan ria a las le­yes na­tu­ra­les, que ella es el
que lu­char por la exis­ten­cia. sím­bo­lo de la ig­no­ran­cia y de la de­pra­
Pe­ro de­béis dar­le una edu­ca­ción va­ción, y, por fin, que la re­li­gión es
sa­n a y no la lla­m a­d a edu­c a­c ión o una far­sa que han in­ven­ta­do pa­ra que
mo­ral bur­gue­sa, por­que la mo­ral bur­ no vié­ra­mos más allá de nues­tra na­ri­
gue­sa es una mo­ral co­rrom­pi­da y fal­sa, ces y pa­ra que nos en­tre­gue­mos ata­dos
y ade­más es la que con­tri­bu­ye a te­ner de pies y ma­nos, cual man­sos cor­de­ros,
su­je­tos a vues­tros hi­jos a la ca­de­na de a nues­tros ex­plo­ta­do­res y ti­ra­nos.
la es­cla­vi­tud. No les in­cul­quéis ja­más los sen­ti­
No de­b éis en­s e­ñ ar­l es nun­c a la mien­tos de la pa­tria; ha­ced­les com­
de­si­gual­dad de cla­ses; en­se­ñad­les que pren­d er que la na­t u­r a­l e­z a no hi­z o
so­mos hi­jos de la na­tu­ra­le­za, que to­dos fron­te­ra y que por tan­to to­dos so­mos
ve­ni­mos al mun­do con los mis­mos pri­ her­ma­nos; en­se­ñad­les que no tie­ne
vi­le­gios, es de­cir que to­dos te­ne­mos ra­zón de ser el odio que pro­fe­san en­tre
de­re­cho a go­zar de lo que la Ma­dre sí los se­res ra­cio­na­les que ha­bi­tan el
Na­tu­ra­le­za nos brin­da. pla­ne­ta Tie­rra; no por­que uno ha­ya
No de­béis en­se­ñar­les a co­no­cer la na­ci­do en Orien­te y otros en Oc­ci­
am­bi­ción o la co­di­cia, en­se­ñad­les a den­te se van a odiar los unos a los
des­pre­ciar el di­ne­ro, ha­ced­les com­pren­ otros, pues esas lí­neas que de­no­tan la
der que el di­ne­ro es la cau­sa prin­ci­ se­pa­ra­ción de un país del otro y a las
pal de to­dos los ma­les que afli­gen a que se dio en lla­mar fron­te­ras, han
la so­cie­dad: en­se­ñad­les que el di­ne­ro si­do tra­za­das por nues­tros ex­plo­ta­do­res
es la co­rrup­ción del Uni­ver­so; en­se­ y ver­du­gos pa­ra que con­fun­dié­ra­mos
ñad­les que el di­ne­ro es el que apa­ga a nues­tros ene­mi­gos, to­man­do co­mo
en el hom­bre y la mu­jer to­do sen­ti­ ta­les a los que hu­bie­ran na­ci­do al otro

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Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

la­do de nues­tra fron­te­ra; en­se­ñad­les No­so­tros te­ne­mos ra­cio­ci­nio, co­no­


que pa­ra el hom­bre li­bre no de­be exis­ ce­mos las cien­cias (aun­que no sea más
tir fron­te­ra, en fin en­se­ñad­les que la que de nom­bre, por­que en rea­li­dad…),
pa­tria es el sím­bo­lo de la ex­plo­ta­ción del ha­bla­mos de edu­ca­ción y de mo­ral,
hom­bre por el hom­bre, o co­mo de­cía el pe­ro en cam­bio no te­ne­mos li­ber­tad,
com­pa­ñe­ro Spies “La pa­tria es el últi­ es­ta­mos di­vi­di­dos en dos cla­ses com­
mo re­fu­gio de los mal­va­dos”. ple­ta­men­te an­ta­gó­ni­cas y nos des­tro­
No le en­se­ñ éis a re­b a­jar­se, ni a za­mos (co­sa que no ha­cen en­tre sí los
humi­llar­se, y me­n os so­m e­ter­se a la ani­ma­les de una mis­ma es­pe­cie) peor
vo­lun­tad de otro, por­q ue des­d e el que las fie­r as; nos mar­t i­r i­z a­m os los
mo­men­to que to­dos te­ne­mos los mis­ unos a los otros, en fin, que a pe­sar de
mos de­re­chos, nin­gu­no pue­de con­si­ te­ner uso de ra­zón nos co­lo­ca­mos no­so­
de­rar­se su­pe­rior a otros: por­que des­de tros mis­mos en una si­tua­ción peor que
el mo­m en­to que to­d os so­m os unos la de los mis­mos ani­ma­les a quie­nes
o sea igua­les, ca­da uno es li­bre de su da­mos el nom­bre de fie­ras (¿ ?).
vo­lun­tad y por tan­to es li­bre de ha­cer Aho­ra bien: si vo­so­tras ¡oh ma­dres!
lo que él crea más con­ve­nien­te. es­táis con­for­mes con las teo­rías aquí
En­se­ñad­les a des­pre­ciar y a no aca­ de­s a­r ro­l la­d as (que creo lo es­t a­r éis,
tar la autoridad de nin­gún in­di­vi­ por­que esa épo­ca se­ría el rei­na­do de
duo; sea és­ta con cual­quier nom­bre o la ar­mo­nía y del bie­nes­tar ge­ne­ral)
ba­jo cual­quier for­ma que se pre­sen­ en­se­ñad a vues­tros hi­jos los re­den­to­
te, por­que don­de hay una au­to­ri­dad, res idea­les del Co­mu­nis­mo Anár­qui­co
don­de ha­ya uno o más in­di­vi­duos que que es el que nos ha de pro­por­cio­nar
ejer­zan do­mi­nio o man­do, tie­ne for­zo­ la ver­da­de­ra Li­ber­tad, Igual­dad y
sa­men­te que ha­ber es­cla­vos y don­de Fra­ter­ni­dad.
rei­n a la es­c la­v i­t ud no pue­d e ha­b er En­se­ñad­les a lu­char por la eman­ci­
li­ber­tad. pa­ción y por el bie­nes­tar hu­ma­no pa­ra
Por úl­ti­mo en­se­ñad­les que de­be­mos lle­gar de es­ta ma­ne­ra a ser li­bres (que
ser li­bres, co­mo li­bres son los ani­ma­ hoy por hoy no lo so­m os) y po­d er
les que en el mun­do ha­bi­tan. Las aves hom­bres y mu­je­res dar­nos un abra­
re­vo­lo­tean in­ce­san­te­men­te en el es­pa­ zo fra­ter­nal, en se­ñal de paz y ar­mo­
cio in­fi­ni­to, las fie­ras es­ta­ble­cen su nía, sin preo­cu­par­nos de na­da ni pa­ra
re­si­den­cia en los bos­ques y ma­dre­sel­ na­da de la as­que­ro­sa edu­ca­ción y de la
vas, los pe­ces re­co­rren li­bre­men­te su co­rrom­pi­da mo­ral bur­gue­sa.
ca­mi­no en las pro­fun­di­da­des del mar. En­s e­ñ ad­l es que el Co­m u­n is­m o
Ellos no tie­n en ra­c io­c i­n io, pe­r o Anár­qui­co es la paz y la fe­li­ci­dad uni­
tie­n en ins­t in­t o de con­s er­v a­c ión ver­sal, la idea de la nue­va ge­ne­ra­ción.
y li­ber­tad; no co­no­cen las cien­cias, ¡Ma­dres! En­se­ñad to­das es­tas ver­
pe­ro tie­nen ap­ti­tu­des pa­ra cons­truir da­des a vues­tros hi­jos, por­que te­ned
sus ni­dos y gua­ri­das; no tie­nen mo­ral, en­ten­di­do que los ni­ños de hoy se­rán
edu­c a­c ión, en fin, ca­re­c en de esas los hom­b res del ma­ñ a­n a. Y es­ta
cua­li­da­des que cons­ti­tu­yen la su­pe­rio­ ju­ven­tud que se de­sa­rro­lla ba­jo tan
ri­dad de los ani­ma­les ra­cio­na­les. su­bli­mes aus­pi­cios se­rá la que en día

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LA VOZ DE LA MUJER

no le­j a­n o eje­c u­t a­r á to­d os los ac­t os pron­to la de­sea­da Re­vo­lu­ción So­cial,
que es­cri­tos es­tán en el li­bro del Por­ a los gri­tos de
ve­nir. En­ton­ces, com­pa­ñe­ras, en­ton­ ¡Atrás los ti­ra­nos! ¡Pa­so al Pro­gre­so!
ces mu­je­res que ja­más os ha­béis preo­ ¡Vi­va la Paz Uni­ver­sal!
cu­pa­do de vues­tra li­ber­tad, en­ton­ces, ¡Vi­va la Anar­quía !
re­pi­to, le­van­ta­rá el gri­to de pro­tes­ta
y acor­dán­do­se de las ideas y de los Lui­sa Vio­le­ta
sen­ti­mien­tos que le in­cul­ca­ron en su
ni­ñez, le di­rá a los ti­ra­nos del mun­do —— AAAAA ——
en­te­ro: Ya ha lle­ga­do la ho­ra de que
aca­ben nues­tras preo­cu­pa­cio­nes por lo LA IN­MUN­DA CLOA­CA CLE­RI­CAL
tan­to os de­ci­mos que ¡nues­tro Dios ——
es la Hu­ma­ni­dad! ¡Nues­tra pa­tria
el uni­ver­so! ¡Nues­tro go­bier­no es Com­p a­ñ e­r as de La Voz de la
nues­tra pro­pia vo­lun­tad! Mu­jer, Sa­lud:
En­ton­ces, mu­je­res, ya no ten­dréis Al na­rrar el aten­ta­do (1) de que
que llo­rar la par­ti­da de vues­tros es­po­ es­tu­ve a pun­to de ser víc­ti­ma de­cía,
sos, la des­hon­ra de vues­tras hi­jas, la en­tre otras co­sas, que po­d ía na­rrar
muer­te de vues­tros hi­jos en los cam­ mu­chos ca­sos aná­lo­gos de los cua­les
pos de ba­ta­lla y vo­so­tras ¡oh, jó­ve­nes! han si­do víc­ti­mas al­gu­nas de mis com­
no ten­dréis que te­mer ab­so­lu­ta­men­te pa­ñe­ras de in­fan­cia.
na­da, si por ca­sua­li­dad dais sa­tis­fac­ Aho­ra bien, mu­chos al leer el re­la­
ción a esa ley ine­lu­di­ble de la na­tu­ to de la Con­fe­sión ha­brán creí­do que
ra­le­za que os con­du­ce a efec­tuar ese es una far­sa in­ven­ta­da por mí pa­ra
le­ma de “Cre­ced y mul­ti­pli­caos”. da­ñar la bue­na re­pu­ta­ción de esos no
No ten­dréis na­da que te­mer por­ me­nos bue­nos se­ño­res.
que na­die po­drá ti­tu­la­ros adúl­te­ras ni Pe­ro, pa­ra que vean que no son far­
pros­ti­tu­tas, por­que no se re­co­no­ce­rá sas, y sí co­sas rea­les que a dia­rio acon­
en el hom­bre y la mu­jer más que unos te­cen, trans­cri­bi­ré una pe­que­ña no­ta
tan­tos se­res hu­ma­nos que ne­ce­si­tan el pu­bli­ca­da no ha­ce mu­cho tiem­po por
go­ce mu­tuo pa­ra el de­sa­rro­llo y con­ el dia­rio “Gior­da­no Bru­no”, que se
ser­va­ción de sus cuer­pos. pu­bli­ca­ba en es­ta ca­pi­tal.
Só­lo en­ton­ces, com­pa­ñe­ras, rei­na­rá Ha­bla el dia­rio… y Uds. es­cu­chen:
la di­cha, el bie­nes­tar, y ese amor o afi­
ni­dad en­tre hom­bre y mu­jer se­rá qui­zás asuntos pendientes
más du­ra­de­ro por­que ella se­rá des­po­ja­
da de to­da cla­se de con­ven­cio­na­lis­mos. “Fran­c is­c o Pon­z a, vio­l a­d or de
Por lo tan­to, com­pa­ñe­ras, lu­che­ Ca­t a­l i­n a To­n i­n et­t i en la Co­l o­n ia
mos sin des­can­so pa­ra des­truir es­ta Tré­bol, con­ti­núa im­pu­ne. ¿No ha­brá
or­ga­ni­za­ción bur­gue­sa que nos ani­ al­gún lec­tor que se­pa dón­de an­da?
qui­la y nos con­du­ce len­ta y gra­dual­
men­te a los ex­tre­mos más de­gra­dan­ (1) Ti­tu­la­do He­cho His­tó­ri­co, núm. 3 de “La
tes y tra­te­m os de le­v an­tar lo más Voz de la Mu­jer”.

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Del cu­ra Ras­so­re de La Pla­ta, vio­ For­maos una idea ¡oh, mu­je­res! de
la­dor de dos ni­ñas, no se sa­be na­da y to­dos es­tos crí­me­nes y mu­chos más
su asun­to si­gue en­car­pe­ta­do. que que­dan ig­no­ra­dos, y de­cid­me des­
Los fe­tos de Puen­te Al­si­na… bien pués si no hay ra­zón pa­ra odiar­los.
de sa­lud. Las dig­n as ma­d res… tan
*
tran­qui­las en su ca­sa.
* *
El pres­bí­te­ro Igle­sias, vio­la­dor de
una ni­ña de diez años en la Co­lo­nia El dia­rio en cues­tión, en uno de
San Jus­to, con­ti­núa di­cien­do mi­sa en el sus nú­m e­ro pe­d ía el cas­ti­g o de los
Con­ven­to de San Fran­cis­co, en San­ta cul­pa­bles.
Fe (sic). ¿Ig­no­ran aca­so los in­di­vi­duos que
El je­fe que en el Ro­sa­rio or­de­nó los es­cri­ben ese dia­rio que el pe­dir cas­
200 azo­tes al sol­da­do Net­to y el ca­pi­ ti­go de los cul­pa­bles es pe­dir pe­ras
tán que hi­rió a Fe­li­pe Guz­mán con­ al ol­mo? ¿No sa­ben que ellos son los
ti­núan sin no­ve­dad en su im­por­tan­te se­ño­res de hor­ca y cu­chi­llo y de­re­cho
sa­lud. de per­na­da, de la so­cie­dad ac­tual, que
Esas mon­jas Ca­ta­li­nas pro­si­guen el do­mi­nan en to­das par­tes y que sus pri­
sis­te­ma de las pa­li­zas con sus po­bres me­ros pro­tec­to­res son la au­to­ri­dad y
de­men­tes, y a pe­sar de nues­tras de­nun­ el go­bier­no?
cias na­da se ha he­cho pa­ra evi­tar que Y aun su­po­nien­do que sean cas­ti­
si­ga rea­li­zán­do­se es­te mé­to­do de cu­ra­ ga­dos esos sá­ti­ros, na­da se re­me­dia­ría,
ción.” por­que de­ben sa­ber esos in­di­vi­duos
Y bien, ¿qué os pa­re­ce to­do es­to, que el cas­ti­g ar­los no se­ría más que
com­pa­ñe­ras? ¿son fal­sas por ven­tu­ra aten­der a los efec­tos, de­jan­do in­tac­tas
es­tas co­sas? No, por­que de lo con­tra­ las cau­sas; ven­dría a ser lo mis­mo que
rio los se­ño­res cle­ri­ca­les ya ha­brían si no­so­tros ma­tá­ra­mos una hor­mi­ga
pues­to el gri­to en el cie­lo, di­cien­do que vi­nie­ra a da­ñar­nos una plan­ta,
que los que tal co­sa es­cri­ben son unos por­q ue mien­t ras no des­t ru­y a­m os el
ca­lum­nia­do­res, ase­si­nos, após­ta­tas, y hor­mi­gue­ro se­rá inú­til pre­ten­der aca­
otras tan­tas lin­de­zas es­cri­tas en es­ti­lo bar con las hor­mi­gas.
pu­ra­men­te cle­ri­cal; ya hu­bie­ran ges­ Pues bien, lo mis­mo su­ce­de con es­ta
tio­na­do y pues­to en mo­vi­mien­to to­do cá­fi­la de in­fa­mes y co­bar­des; mien­tras
el per­so­nal de la in­mun­da cloa­ca pa­ra cas­ti­gue­mos los efec­tos y de­je­mos sub­
pe­dir an­te las au­to­ri­da­des el cas­ti­go de sis­ten­tes las cau­sas, siem­pre vio­la­rán
los cul­pa­bles. ni­ñas de diez años de edad, es de­cir que
Pe­ro no, ellos ca­llan y bien sa­brán mien­tras no des­tru­ya­mos el hor­mi­gue­
el por­qué, ellos no di­cen una pa­la­bra ro (léa­se igle­sias, con­ven­tos, etc.) se­rá
so­bre los he­chos de­nun­cia­dos, ni tan inú­til pre­ten­der aca­bar con esas hor­mi­
si­quie­ra los des­mien­ten. ¿Sa­béis com­ gas da­ñi­nas (cu­ras, frai­les, etcétera).
pa­ñe­ros que des­de el tiem­po de San ¿No sa­b en esos in­d i­v i­d uos que
Pe­d ro has­ta hoy que ocu­p a la si­lla so­la­men­te hay un me­dio pa­ra aca­bar
pa­pal León XIII, siem­pre es­tu­vie­ron con esa cua­dri­lla de la­dro­nes, ase­si­
me­tien­do las ma­nos en el fan­go? nos, ex­plo­ta­do­res en nom­bre de Dios,

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LA VOZ DE LA MUJER

de hi­pó­cri­tas, cu­yo je­fe tie­ne su re­si­ ape­ti­tos car­na­les en com­pa­ñía de… los
den­cia en Ro­ma? Sí, la­dro­nes y ase­ san­tos va­ro­nes, o sea los cu­ras, arro­jan
si­nos y si no acor­daos del cu­ra San­ta el fru­to de sus en­tra­ñas en las ca­lles (y
Cruz en la gue­rra ci­vil del 70 al 75 en si no los fe­tos ha­lla­dos en Puen­te Al­si­
Es­pa­ña, de San Vi­cen­te Fe­rrer en la na, que sa­lie­ron de un con­ven­to que
Cru­za­das con­tra los mo­ros, del cu­ra de hay en las in­me­dia­cio­nes) o los en­tie­
Ola­va­rría Cas­tro Ro­drí­guez, ase­si­no rran en el jar­dín del con­ven­to.
de su mu­jer e hi­ja, etc., et­cé­te­ra. Pa­r a que to­d a es­t a co­r rup­c ión
Pues bien, ¿sa­béis có­mo lo­gra­re­ (es­car­nio de un pue­blo que se di­ce
mos des­truir­los? Os lo voy a de­cir: ellos ci­vi­li­za­do) de­sa­pa­rez­ca, es ne­ce­sa­rio
em­plea­ron la hi­po­cre­sía, el fue­go, el que os unáis a no­so­tras y cuan­do ten­
pu­ñal y el ve­ne­no pa­ra apo­de­rar­se de gáis con­vic­ción del por­qué lu­cháis,
los bie­nes de los unos, sa­car a otros de en­t on­c es de acuer­d o con nues­t ros
en me­dio por­que les es­tor­ba­ban; por el com­pa­ñe­ros, tra­te­mos de pro­vo­car la
fue­go, el pu­ñal y el ve­ne­no con­si­guie­ gran Re­vo­lu­ción So­cial.
ron em­bru­te­cer y ani­qui­lar la Hu­ma­
ni­dad, y si­no re­cor­dad a Ge­ró­ni­mo de *
Pra­ga y a Gior­da­no Bru­no que­ma­dos * *
por or­den de la san­ta ma­dre igle­sia, a
Ga­l i­l eo pre­s o en in­m un­d as pri­s io­ Los in­di­vi­duos que es­cri­ben el dia­rio
nes por la mis­ma or­den, a Gan­ga­ne­lli an­tes men­cio­na­do creo que de­ben com­
(pa­pa), en­ve­ne­na­do por or­den de los pren­der que no se des­tru­yen las cau­
car­de­na­les, por­que no es­ta­ba con­for­me sas cas­ti­gan­do sim­ple­men­te los efec­tos.
con sus la­tro­ci­nios; la ma­tan­za de los Ellos com­pren­den que na­da se con­si­gue
hu­go­no­tes, la no­che de San Bar­to­lo­mé, y si no lo ma­ni­fies­tan pú­bli­ca­men­te,
en Fran­cia, etc., etc.; pues, las ar­mas es por­que se­ría dar­nos ra­zón a no­so­tros
de que se han va­li­do pa­ra ani­qui­lar y y no les con­vie­ne dar alien­to a nues­
em­bru­te­cer la Hu­ma­ni­dad, em­pleé­ tras avan­za­das ideas; es por­que sa­ben
mos­las no­so­tros pa­ra des­truir­los a ellos que pa­ra des­truir cau­sas y efec­tos, nues­
y pa­ra li­ber­tar al gé­ne­ro hu­ma­no del tra di­vi­sa es: ¡No más ex­plo­ta­ción! ¡no
omi­no­so yu­go que lo tie­ne su­je­to. más fa­na­tis­mo! ¡no más go­ber­nan­tes ni
Só­lo de es­ta ma­ne­ra aca­ba­re­mos go­ber­na­dos, ni ri­cos ni po­bres!
con igle­sias y con­ven­tos, ver­da­de­ras A ellos no les con­vie­ne na­da de es­to
ca­sas de pros­ti­tu­ción don­de se co­me­ por­que les gus­ta me­jor pa­sar la vi­da de
ten to­da cla­se de in­fa­mias, co­mo las pa­seo y en es­cri­bir mu­chos ar­tí­cu­los
de apa­lear a in­fe­li­ces de­men­tes, in­fa­ que no tie­nen más ob­je­to que em­bru­te­
mia, sí, por­que los in­fe­li­ces de­men­tes cer a los in­cau­tos que los crean.
ne­ce­si­tan de la ayu­da de la cien­cia y Pe­ro por des­gra­cia ya se os co­no­
no las pa­li­zas que les pro­pi­nan esas ce bien ¡ca­na­llas mis­ti­fi­ca­do­res! ya
hi­pó­cri­tas pros­ti­tu­tas que se ocul­tan no en­c on­t ra­r éis te­r re­n o pro­p i­c io
ba­jo el nom­bre de mon­jas. pa­ra sem­brar vues­tras fal­sas ideas. Ya
Sí, esas pros­ti­tu­tas pa­rá­si­tas de la he­mos vis­to lo que es la de­mo­cra­cia de
so­cie­dad, que des­pués de sa­tis­fa­cer sus la cual mu­cho he­mos es­pe­ra­do y na­da

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Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

con­se­gui­mos; ya sa­be­mos por ex­pe­ Una vez des­trui­do to­do es­to, im­plan­
rien­cia pro­pia que don­de hay au­to­ri­ ta­re­mos el rei­na­do de la ver­da­de­ra
dad no pue­de ha­ber li­ber­tad y por lo Li­ber­tad, Igual­dad, Fra­ter­ni­dad; en­ton­
tan­to to­da cla­se de go­bier­no sig­ni­fi­ca ces se­rá un he­cho la ar­mo­nía, la paz, la
opre­sión, ti­ra­nía. tran­qui­li­dad, en fin, en­ton­ces plan­tea­
En cuan­to a la de­can­ta­da se­pa­ra­ción re­mos el Co­mu­nis­mo Anár­qui­co.
de la Igle­sia y del Es­ta­do, no es más Mien­t ras tan­t o no lle­g ue­m os a
que va­na pa­la­bre­ría, pues ya sa­béis que es­tas su­pre­mas as­pi­ra­cio­nes, lu­che­mos
el go­bier­no y el ca­pi­tal pre­ci­san: un y fus­ti­gue­mos sin des­can­so a los la­dro­
frai­le que con la cruz em­bru­tez­ca a las nes de so­ta­na y de guan­te y le­vi­ta.
ma­sas, un juez que cas­ti­gue y un mi­li­ ¡Vi­va la Anar­quía!
tar que ase­si­ne cuan­do no­ten sín­to­mas ¡Vi­va la eman­ci­pa­ción so­cial!
de agi­ta­ción en el pue­blo; es tam­bién ¡Aba­j o los cle­r i­c a­l es del mun­d o
un di­que que pre­ten­déis opo­ner a las en­te­ro!
ma­sas po­pu­la­res jus­ta­men­te re­sen­ti­das Vues­tra com­pa­ñe­ra
con­tras los ase­si­nos de la Hu­ma­ni­dad,
son pa­lia­ti­vos que que­réis apli­car pa­ra Lui­sa Vio­le­ta
de­te­ner el ma­jes­tuo­so avan­ce de ese
gran olea­je que de­sig­n a­m os con el ——— g ———
nom­bre de Re­vo­lu­ción So­cial.
Pe­ro, lo re­pe­ti­mos, os co­no­ce­mos Con­tes­ta­ción de dos Anar­quis­tas
de­ma­sia­do pa­ra que po­dáis en­ga­ñar­nos ——
de nue­vo, y tra­ta­re­mos de pre­sen­ta­ros Cul­pa no es nues­tra y sí de la ac­tual
an­te el pue­blo, tal co­mo sois, es­to es so­cie­dad, que nues­tra po­bre in­te­li­gen­cia
am­bi­cio­sos que que­réis aga­rrar la sar­tén nos con­duz­ca a co­me­ter erro­res en cier­
por el man­go y de­seos de vi­vir en il dol­ce tas apre­cia­cio­nes, y mu­cho más en és­tas,
far nien­te. que por per­te­ne­cer a in­te­rés ge­ne­ral,
Nos ha­b láis de se­p a­ra­c ión de la son pa­ra no­so­tros más di­fí­ci­les de ana­
Igle­sia y del Es­ta­do, de mo­ral ad­mi­ li­zar con to­da la cla­ri­dad que re­quie­re
nis­tra­ti­va, etc., per­fec­ta­men­te, pe­ro y que pu­die­ra ha­cer­lo una in­te­li­gen­cia
no­so­tros cons­cien­tes de lo que so­mos me­dia­na­men­te cul­ti­va­da. Y és­ta es la
y de lo que de­sea­mos, os de­ci­mos: no ra­zón de que no­so­tros con­ce­bi­mos una
la se­pa­ra­ción de esas dos ca­la­mi­da­des, idea y no po­de­mos de­sa­rro­llar­la; si nos
que re­pre­sen­tan la una el em­bru­te­ci­ arries­ga­mos a ma­ni­fes­tar­la, lo ha­ce­mos,
mien­to y la pros­ti­tu­ción y el otro la ade­más de in­co­rrec­ta­men­te, de­jan­do
ti­ra­nía, si­no la abo­li­ción. siem­pre al­gu­nos pun­tos que den lu­gar a
Pe­ro no hay cui­da­do, pues ya sa­be­ ma­las in­ter­pre­ta­cio­nes, co­mo nos su­ce­
mos el re­me­dio: sí, ése se­rá la Re­vo­lu­ de en es­ta oca­sión a “dos Anar­quis­tas”.
ción So­cial que ba­rre­rá de una vez por “Va­rios com­pa­ñe­ros” en La Re­vo­
to­das, to­dos esos pre­jui­cios de Pa­tria, lu­ción So­cial no se han fi­ja­do más que
re­li­gión, bur­gue­sía, ca­pi­ta­lis­mo, ma­gis­ en don­de di­ce: “unien­do los es­fuer­zos
tra­tu­ra, en fin, de to­das es­tas mias­mas de to­dos en uno o dos” pa­ra con­tes­tar
co­rrup­to­ras que de­so­lan la Hu­ma­ni­dad. a “Al­go so­bre pe­rió­di­cos anar­quis­tas”;

112
LA VOZ DE LA MUJER

y lo que se des­pren­de de “Una opi­nión” Tres ve­ces, tres, la mal­di­ción ur­di­mos


es que “dos Anar­quis­tas” es­tán con­ Ade­lan­te, ade­lan­te el te­je­dor.
for­mes con cen­tra­li­zar la pro­pa­gan­da, ——
Mal­di­to el fal­so Dios, que im­plo­ra en va­no.
sien­do to­do lo con­tra­rio; pe­ro ¿pa­ra qué
En in­vier­no ti­ra­no
va­mos a re­pe­tir lo que ya he­mos di­cho
Muer­to de ham­bre el ja­yán en su obra­dor
en el núm. 3 de La Voz de la Mu­jer? En va­no fue la que­ja y la es­pe­ran­za
Los mis­mos com­pa­ñe­ros que nos Al Dios que nos bur­ló gue­rra y ven­gan­za
con­tes­tan di­cen en su ar­tí­cu­lo que: Ade­lan­te, ade­lan­te el te­je­dor.
“hay que fi­jar­se en la uti­li­d ad que ——
re­por­ta el dis­po­ner de va­rios me­dios Mal­di­to el fal­so Rey, el po­de­ro­so
de pro­pa­gan­da, aun sien­do a fuer­za Cu­yo pe­cho or­gu­llo­so,
de cruen­tos sa­cri­fi­cios” que es la par­te Nues­tra an­gus­tia mor­tal no con­mo­vió
prin­ci­pal que ata­ñe a la pro­pa­gan­da, y El úl­ti­mo do­blón nos arre­ba­ta
Y co­mo a pe­rros lue­go el Rey nos ma­ta
a los pro­pa­gan­dis­tas –La cues­tión eco­
Ade­lan­te, ade­lan­te el te­je­dor.
nó­mi­ca. Es­to es lo que no­so­tros, mí­se­ ——
ros pro­pa­gan­dis­tas de la idea, cree­mos Mal­di­to el fal­so es­ta­do en que flo­re­ce
de­be to­mar­se en cuen­ta, por ser lo Y co­mo ye­dra cre­ce
más po­si­ble en­tre no­so­tros, a no ser Vas­to y sin ta­sa el pú­bli­co bal­dón
que nos mue­van ren­ci­llas per­so­na­les o Don­de la tem­pes­tad la flor avien­ta
co­sas por el es­ti­lo, lo cual a na­da útil y Y el gu­sa­no con po­dre se sus­ten­ta
pro­ve­cho­so con­du­ce. Ade­lan­te, ade­lan­te el te­je­dor.
¿Tie­n en o te­n e­m os afi­n i­d a­d es ——
Co­rre, co­rre sin mie­do te­la mía
los com­p a­ñ e­r os de Bue­n os Ai­r es?,
Co­rre bien, no­che y día
si és­t as exis­t en, ha­g a­m os un ar­m a
Tie­rra mal­di­ta, tie­rra sin ho­nor
de ba­ta­lla que com­ba­ta a la pren­sa Ge­ma­nia vie­ja tu ca­puz zur­ci­mos
asa­la­ria­da y a la bur­gue­sía ex­plo­ta­ Tres ve­ces, tres la mal­di­ción ur­di­mos
do­ra, ya sea dia­ria, se­ma­nal o quin­ Ade­lan­te, ade­lan­te el te­je­dor.
ce­nal­men­te, pe­ro que se cuen­te con E. Hei­ne
ella; y des­pués ven­gan ini­cia­ti­vas a
mi­lla­res que to­das son bue­nas cuan­do —————————————————
QQQQQQQQQQ
és­tas vie­nen de bue­na fe. Así es que
no po­de­mos por me­nos que con­cluir
Un po­co de to­do
——
es­tas lí­neas co­mo con­clu­yen las su­yas
Se avi­sa a los lec­to­res de es­te pe­rió­
“Va­rios com­pa­ñe­ros”.
di­co que su vi­da de­pen­de de la ayu­da
¡Vi­va la ini­cia­ti­va li­bre!
mo­ral y ma­te­rial que se le pres­te, por
——— h ——— lo tan­to es­pe­ra­mos el apo­yo ne­ce­sa­rio
Las tres mal­di­cio­nes pa­ra pu­bli­car­lo con to­da re­gu­la­ri­dad.
———— Al mis­m o tiem­p o pe­d i­m os a los
com­pa­ñe­ros que tra­ten de ha­cer­lo cir­
Con ojos se­cos, lú­gu­bres, ar­dien­tes cu­lar en­tre las mu­je­res, ya sea en las
Re­chi­nan­do los dien­tes
ca­sas de ve­cin­dad o en los ta­lle­res.
Se sien­ta en su te­lar el te­je­dor
Ger­ma­nia vie­ja, tu ca­puz zur­ci­mos g

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Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

En un ma­ni­fies­to pu­bli­ca­do por F. de las cos­tum­bres, que co­rres­pon­de a


De­nam­bri­de se ha­cen car­gos con­tra la que en Es­pa­ña se lla­ma del ‘ra­mo de
la Re­dac­ción de La Voz de la Mu­jer hi­gie­ne’. Apar­te de lo del nom­bre, no
que no cree­mos pru­den­te de­jar pa­sar hay nin­gu­na di­fe­ren­cia en­tre am­bas,
en si­len­cio. pues si la es­pa­ño­la co­me­te abu­sos, no
Ni el pe­rió­di­co es­tá en ma­nos del co­me­te me­no­res la fran­ce­sa. Ayer, sin
Gru­pi­to Amor Li­bre, ni me­nos ha si­do ir más le­jos, dos de esos agen­tes, que
re­cha­za­da la car­ta de la com­pa­ñe­ra de­be­rían lla­mar­se de las ma­las cos­
La­gouar­det­te, aun cuan­do ha­ya in­di­vi­ tum­bres, se echa­ron en­ci­ma de una
duos que pre­ten­dan ase­gu­rar lo con­tra­rio. po­bre jo­ven que aca­ba­ba de sa­lir de
Ha­ce­mos es­ta de­cla­ra­ción por lo ca­sa de sus pa­dres pa­ra com­prar al­gu­
que pu­die­ra su­ce­der y no por re­no­var nos co­mes­ti­bles, y em­plea­ron con ella
cues­tio­nes per­so­na­les, pues és­tas nos to­do ese vo­ca­bu­la­rio soez que só­lo se
dan as­co tra­tar­las. oye en los bur­de­les, lle­ván­do­la por
fin al cuar­te­lil­llo de po­li­cía, don­de
g
la in­fe­liz pu­do jus­ti­fi­car que era una
El día 4 de abril ha fa­lle­ci­do nues­ mu­cha­cha hon­ra­da.
tro apre­cia­ble com­pa­ñe­ro Fe­li­pe Váz­ ¿No se­ría pre­fe­ri­ble que to­das las
quez (a) Ca­na­rio. mu­j e­r es per­d i­d as an­d u­v ie­r an li­b re­
Aun­que no ora­dor ni es­cri­tor, el men­te por la ca­lle, an­tes que dar­se el
com­pa­ñe­ro Váz­quez ha pres­ta­do por ca­so de atro­pe­llar tan bru­tal­men­te a
su ac­ti­vi­dad im­por­tantes ser­vi­cios a la una in­f e­l iz que vi­v e hon­r a­d a­m en­t e
cau­sa que de­fen­de­mos. con su fa­mi­lia?”
Aho­ra re­co­men­da­mos al se­ñor je­fe Es­te suel­to re­pro­du­ci­do por El Cor­
de po­li­cía que pue­de re­ti­rar el re­tra­to sa­rio del cual lo he­mos to­ma­do, nos
de nues­tro com­pa­ñe­ro, pues la muer­ de­m ues­t ra cla­r a­m en­t e la se­g u­r i­d ad
te en­car­gó­se de inu­ti­li­zar­lo; y ten­gan in­di­vi­dual que rei­na en la de­mo­crá­ti­
en­ten­di­do to­dos los que to­man esas ca re­pú­bli­ca fran­ce­sa.
pre­cau­cio­nes que de na­da les va­len Aho­ra bien, des­pués de leer es­to
cuan­d o un hom­b re es­t á de­c i­d i­d o a ¿quién es que no se su­ble­va? Só­lo los
co­me­ter cual­quier aten­ta­do. ca­na­llas pue­den per­ma­ne­cer in­di­fe­
ren­tes a es­tos he­chos.
g
La so­cie­dad bur­gue­sa nos em­pu­ja
Nue­v o Cam­p e ón. Con el tí­tu­lo al vi­cio y quie­ren des­pués cas­ti­gar los
de “An­ti­vaktng” (Des­per­tar) se va a efec­tos de su pro­pia obra.
pu­bli­car un pe­rió­di­co co­mu­nis­ta-anár­ ¡Ah ca­n a­l las! Nues­t ra ven­g an­z a
qui­co en Am­be­res. se­rá te­rri­ble.
Su di­rec­ción es Mr. Vic­tor Res­se­ler
g
Haaus­jes­lei 119, Am­be­res, Bél­gi­ca.
De El Li­be­ral:
g
Za­ra­g o­za (24-11.15 a.m.) - Dos
Di­ce un pe­rió­di­co: sol­da­dos de los re­gi­mien­tos de Cá­diz
“Hay en Pa­rís una po­li­cía lla­ma­da y Al­fon­so XIII lle­ga­ron en­fer­mos a

114
LA VOZ DE LA MUJER

Cá­diz. Allí les die­ron los pa­ses pa­ra pa­gas tan mal las ple­ga­rias de tus fie­les
Hues­ca, pe­ro sin re­cur­so al­gu­no. ado­ra­do­res?
Com­p a­d e­c i­d os los via­j e­r os que ¿Dón­de es­tá tu po­der? ya se ve es­tás
ve­nían en el tren con di­chos sol­da­dos, tan vie­jo que no sa­bes lo que ha­ces;
les vi­n ie­r on dan­d o de co­m er has­t a de­bía­mos lle­var­te al de­pó­si­to de tras­
Ma­drid, donde Se­g un­d o Ro­d rí­g uez, tos vie­jos.
obre­ro, hi­jo de Za­ra­go­za, les pa­gó el
g
via­je has­ta es­ta ca­pi­tal.
Aquí han ins­pi­ra­do ver­da­de­ra lás­ Los se­ño­res so­cia­lis­tas han vis­to
ti­ma, so­co­rrién­do­los va­rias per­so­nas y “co­ro­na­dos sus es­fuer­zos” en el mee­
la So­cie­dad El Rui­do. ting del do­min­go 19 del pa­sa­do.
Se la­men­ta to­do el mun­do de la In­men­sa con­cu­rren­cia se es­pe­ra­ba
con­duc­ta se­gui­da con los de­fen­so­res asis­ti­ría a oír los au­lli­dos de los Exc­mos.
de la pa­tria, y se elo­gia en cam­bio el se­ño­res Pay­ró y Pa­tro­ni.
pro­ce­der del obre­ro Ro­drí­guez. Da­río Pe­ro ¡oh de­cep­ción! el pue­blo no
¡Bra­vo! ¡Muy bien! sa­be apre­ciar lo que va­len esos se­ño­res
Así pa­ga la pa­tria a los im­bé­ci­les y por lo tan­to en­con­tró pru­den­te en­ce­
que se pres­tan a ser­vir de ins­tru­men­to rrar­se en su ca­sa o pa­sear­se a sus an­chas.
a los que vi­ven a cos­ta de ellas. Es­to no obs­tan­te no im­pi­dió el que
¡Lás­ti­ma de pe­se­bres y bo­za­les! un com­pa­ñe­ro can­sa­do de es­cu­char
los au­lli­dos de di­chos as­pi­ran­tes a la
g
olla (di­p u­t a­c ión) qui­s ie­r a co­r rer­l os
Lee­mos en El Cor­sa­rio: un po­co por lo cual los de­más miem­
“Ha fa­lle­ci­do en Vi­ñue­las (Má­la­ bros in­fa­li­bles de la jau­ría em­pe­za­ron
ga) una jo­ven de die­cio­cho años por a la­drar has­ta que in­ter­vi­nie­ron sus
la cau­sa si­guien­te: her­ma­ni­tos los pe­rros, que tie­nen por
La no­che del Jue­ves San­to de 1894 di­vi­sa un ga­llo… que a nues­tro pa­re­
lle­vó­la su ma­dre a la igle­sia, don­de cer na­da ven, los cua­les pren­die­ron a
per­ma­ne­cie­ron to­da la no­che, pre­vio tres de nues­tros com­pa­ñe­ros.
el per­mi­so del cu­ra.
g
Hú­me­da la igle­sia, la no­che fría, la
jo­ven lle­na de mie­do, dos her­ma­ni­tos Los com­p a­ñ e­r os de Opor­t o nos
su­yos llo­ran­do a la puer­ta por no po­der co­mu­ni­can que en el trans­cur­so de
en­trar, to­do es­to con­tri­bu­yó a que le es­te mes que­da­rá lis­ta “La con­quis­ta
aco­me­tie­ra una fuer­te ca­len­tu­ra, que del pan”, tra­du­ci­da al por­tu­gués.
se le re­pi­tió has­ta de­ge­ne­rar en ti­sis. Los com­pa­ñe­ros que co­noz­can es­te
A es­tos y otros ca­sos por el es­ti­lo idio­ma pue­den so­li­ci­tar­la a los com­pa­
es pre­ci­sa­men­te a los que con­du­ce ese ñe­ros de “O Li­ber­ta­rio”, Rua da Pe­na,
bár­ba­ro fa­na­tis­mo des­gra­cia­da­men­te Ven­to­sa 5, 2º Por­to (Por­tu­gal).
tan arrai­ga­do en mu­chas per­so­nas.
g
El ca­so an­te­rior ¿ser­vi­ra­les de es­car­
mien­to a esas sen­ci­llas gen­tes? Con el nom­bre de “Ar­mo­nía” que­
¿Pe­ro Se­ñ or Dios có­m o es que dó cons­ti­tui­da en és­ta un gru­po que

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Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

se pro­po­ne en­sa­yar y dar fun­cio­nes pe­rió­di­co (1) una pa­ten­te de ho­nor y


dra­má­ti­cas. de anar­quía?
Las obras que pien­san po­n er en El pro­ce­der de ese in­di­vi­duo no es
es­ce­na los com­pa­ñe­ros de es­te gru­ de anar­quis­ta, es de un ver­da­de­ro bur­
po son las que res­pon­den a las ideas gués dis­fra­za­do, pe­ro bur­gués des­pó­ti­
mo­der­nas, ta­les co­mo Los Apa­re­ci­dos co y ti­ra­no.
y Un Ene­mi­go del Pue­blo, de Ib­sen, Si hom­bres de es­ta es­pe­cie pue­den
Mag­d a de Sun­d er­m an, El pan del lla­mar­se anar­quis­tas y con­si­de­rar­se co­mo
Po­bre, Los Te­je­do­res, etcétera. ta­les ¿por qué no con­si­de­ran tam­bién
Pa­ra co­mu­ni­car­se con el gru­po di­ri­ co­mo ta­les a los bur­gue­ses y a los in­cons­
gir­se a cual­quier pe­rió­di­co en cur­so de cien­tes que obran de idén­ti­co mo­do?
pu­bli­ca­ción en nom­bre de J. M. ¡Qué ver­güen­za!
La Voz de la Mu­jer co­mo de­fen­so­ra
HHHHHHH hhhhhhh de los idea­les del Co­mu­nis­mo-Anár­
qui­co y, por lo tan­to, de la li­ber­tad
ÚL­TI­MA HO­RA de la mu­jer, no tie­ne por me­nos de
JJ jj es­tig­ma­ti­zar el co­bar­de aten­ta­do del
A LOS DE­FEN­SO­RES DE día 11 con­tra la li­ber­tad y la vi­da de
FRAN­CIS­CO DE­NAM­BRI­DE una com­pa­ñe­ra. És­tas, pues, no son
—— cues­tio­nes per­so­na­les si­no cau­sas que
Es­t an­d o nues­t ro pe­r ió­d i­c o en per­ju­di­can la idea.
má­qui­na, tu­vi­mos co­no­ci­mien­to que En el pró­x i­m o nú­m e­r o tra­t a­r e­
la com­pa­ñe­ra Ani­ta La­gouar­det­te pre­ mos de ana­li­zar to­dos es­tos ac­tos que
sen­tó­se, acom­pa­ña­da de otros com­pa­ mu­chos […]* per­so­na­les ba­jo el pun­to
ñe­ros, en ca­sa de F. De­nam­bri­de (su de vis­ta de los per­jui­cios a las ideas.
es­po­so) pa­ra pe­dir­le que le en­tre­ga­se La Re­dac­ciÓn
sus ro­pas, pues ha­bien­do ter­mi­na­do su
afi­ni­dad con él, se re­ti­ra­ba. hhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Pues bien, el pre­ten­di­do anár­qui­
co Denam­bri­de so­li­ci­tó de los acom­ SO­LI­DA­RI­DAD
pa­ñan­tes se re­ti­ra­sen pues te­nía que HH hh
ha­b lar par­t i­c u­l ar­m en­t e con ella; No te­nien­do ni ad­mi­tien­do los anar­
di­chos com­pa­ñe­ros se re­ti­ra­ron a la quis­tas so­cie­da­des de so­co­rros mu­tuos,
puer­ta de ca­lle, en­se­gui­da cin­co de­to­ tie­nen for­zo­sa­men­te que ayu­dar­se por
na­cio­nes de re­vól­ver ve­nían a de­mos­ ese mu­tuo prin­ci­pio de So­li­da­ri­dad.
trar­nos có­mo res­pe­ta di­cho se­ñor la De­ci­mos es­to por ver que “El Per­
li­ber­tad in­di­vi­dual. se­gui­do” tie­ne ini­cia­da, ha­ce mu­cho
Por for­tu­na, de los cin­co dis­pa­ros tiem­po, una sus­crip­ción a fa­vor de un
só­lo dos pu­die­ron ha­cer al­go aun­que com­pa­ñe­ro pre­so, y sin em­bar­go los
po­ca co­sa, pues las he­ri­das son le­ves.
¿Qué con­tes­tan aquel o aque­llos 1) No ata­ca­mos al pe­rió­di­co si­no a los au­to­
in­d i­v i­d uos que cons­t i­t u­y én­d o­s e en res del suelto.
jue­ces se han pro­p or­c io­n a­d o en un * Se señalará […] el texto ilegible [N. del E.].

116
LA VOZ DE LA MUJER

re­sul­ta­dos no son efi­ca­ces, y no­so­tras que se que­dó con las ga­nas 0.90, Un hi­jo de
ha­rá tres me­ses que le­van­ta­mos una, la Anar­quía 0.25, vuel­to de una con­vi­da­da
pa­ra la hi­ja del com­pa­ñe­ro Sal­va­dor en el ca­fé Ro­ma­no 0.90, A. Lan­fran­co­ni
y ya pue­den ver los re­sul­ta­dos que da. 0.50, so­bran­te de co­pas 0.35, el hom­bre
que no pro­tes­ta con­tra las in­fa­mias de su
Se­ría de de­sear que los com­pa­ñe­ros
pa­trón es un bes­tia 0.50, que ca­pen del pri­
hi­cie­sen más ge­ne­ral es­te prin­ci­pio
mer mo­na­gui­llo al Pa­pa 0.50, Fe­rra­ri 0.15,
libre de ayu­da mu­tua, pues si no­so­tros Otro 0.05, Ra­gaz­zi­ni 1.75, Uno 0.15, Uno
no lo ha­ce­mos, no se­rá cier­ta­men­te que de­sea em­pe­zar a de­go­llar bur­gue­ses,
nues­tra irre­con­ci­lia­ble ene­mi­ga la bur­ bur­gue­sas y bur­gue­si­llos 0.20.
gue­sía quien lo ha­rá. –Por con­d uc­t o de “La Re­v o­l u­c ión
So­cial”:
La Re­dac­ción Lis­ta ex­tra­via­da 1.80.
Gru­po “El Bie­n es­tar pa­ra
QQQQQQ
to­dos”
Sus­crip­ción a fa­vor de Uno que se ha uni­do li­bre­men­te con
una com­pa­ñe­ra 0.50, Es­cla­vos imi­té­mos­le
la ni­ña Li­ber­tad
0.25, aba­jo las ins­ti­tu­cio­nes re­li­gio­sas y
MM mm
ci­vi­les 0.50, ¡Vi­va el amor li­bre! 0.10.
Cey­tun 1.00, Ni ga­pa 1.00, Ber­nar­do
– Por con­duc­to de Case­rio:
Bur­gos 2.00, Anó­ni­mo 0.50, Ba­rí­to­no 0.30,
Pi­ca­pe­dre­ro 0.20, Re­vo­lu­ción 1.00.
Un sas­tre ex­plo­ta­do 0.40, Vi­no Bar­be­ra
– Por me­dio de “La Li­bre Ini­cia­ti­va”:
0.30, Yo 0.50, Pie­tro 0.50, Ro­ma 1.00, Bes­
De una sus­c rip­c ión le­v an­t a­d a en la
te­lli 0.40, Bi­cho feo 0.40, Bom­ba 0.45.
Bo­ca pa­ra los pre­sos y des­ti­na­da a la pro­
To­tal pe­sos 8,65.
pa­gan­da 1.00.
A de­du­cir 1.75 co­rres­pon­dien­tes a la
– Por con­d uc­to de “La Ques­t io­n e
fa­mi­lia Ra­gaz­zi­ni y des­ti­na­dos por és­te a
So­cia­le”:
La Voz de la Mu­jer.
Fu­mo sin es­tam­pi­lla 0.40, un en­car­
Que­dan pa­ra la ni­ña Li­ber­tad 6.90.
to­na­do 0.20, Tor­pe­do 0.20, un ex­plo­ta­do
Con­ti­núa abier­ta la sus­crip­ción.
0.20, un dra­má­ti­co 0.30, Ca­co­co­ba 0.10,
San Pe­d ro 0.25, ad­m i­r a­d or de Ca­s e­r io
0.20, Se­ra­fín Me­la­ni 0.30, Es­toy can­sa­do
———————————————
SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
de fu­mar con es­tam­pi­lla 0.20, fu­mo un je­fe
Suscripción voluntaria bo­rra­chón 0.20, Ras Al La 0.20, Ba­ra­tie­
a favor de ri 0.20, de ca­da cu­ra, dos 0.20, San Pa­blo
“LA VOZ DE LA MU­JER” 0.20, Un tris­te afi­cio­na­do 0.20, Un an­ti-
—— i —— anar­quis­ta se­rá col­ga­do 0.20, Re­par­to de la
sus­crip­ción de Ba­rra­cas pa­ra los pre­sos 1.00.
Capital – Por con­duc­to de Lui­sa Vio­le­ta:
J. R. 0.25, M.M. 0.10, De­ses­p e­ra­d o Lis­ta ex­tra­via­da 0.70, una plan­cha­do­ra
0.20, Orien­tal al­ba­ñil 0.20, Un mi­se­ra­ble 0.30, una que ca­pó un frai­le 0.50.
0.05, Ni­ña Li­ber­tad 0.20, Una mu­jer re­bel­ – Sus­c rip­c ión pa­r a la pro­p a­g an­d a
de 0.20, Cual­quie­ra 0.20, Cual­quier co­sa le­van­ta­da en Ba­rra­cas:
0.50, Cham­pu­rria­do 0.50, Bur­gués ga­lle­go Uno que no tie­ne na­riz 1.00, uno que
1.00, Fun­di­dor as­tu­ria­no 0.50, Ra­gaz­zi­ni se ti­ñ e el pe­lo 0.20, un bel­ga 0.20, un
0.15, Un sas­tre ex­plo­ta­do 0.20, Vi­cen­te po­b re dia­b lo 0.20, un orien­t al al­b a­ñ il
1.00, re­co­lec­ta­do en la Ma­ta­do­ra 1.70, Uno 0.50, Ven­ga pron­to la Anar­quía 0.50, un

117
Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

bra­si­le­ro que quie­re la ven­gan­za de San To­t al re­c o­l ec­t a­d o 56.40. Gas­t os del
Pa­blo 0.50, uno de Ba­rra­cas al Sud 0.20, pre­sen­te nú­me­ro: por im­pre­sión de 2.000
so­bran­te del bo­te 0.30. To­tal 3.60. ejem­pla­res 55. En­tre­ga­do lo que se adeu­da­
Re­par­ti­do: ba a “La Li­bre Ini­cia­ti­va” 1.00. Dé­fi­cit an­te­
0.85 pa­ra “El Per­se­gui­do”; 0.85 pa­ra “El rior 4.50. Ex­pe­di­ción y otros 8.50. Dé­fi­cit
Opri­mi­do”, 0.85 pa­ra “La Cí­clo­pe” y 0.85 ac­tual ps 13.10.
pa­ra “La Voz de la Mu­jer”. No­ta: Se rue­ga a los com­pa­ñe­ros tra­
Re­co­lec­ta­do el 26 de abril en la Bo­ca ten de acor­tar los seu­dó­ni­mos de la lis­
pe­sos 9.45, So­la­nich 0.20, Vi­va el amor ta de sus­crip­ción, pues nos ro­ban mu­cho
li­bre 0.20, N. A. 0.80, Bur­gués ga­lle­go es­pa­cio que po­dría ser de­di­ca­do a co­sas de
1.00, Vi­c ho 0.50, bien por Mos­q ue­rón más uti­li­dad.
0.15, Bai­go­rria 0.20, vuel­to de co­pas 0.70,
una pis­to­la pa­ra le­van­tar la ta­pa de los aaaaaaaaaaaaaaaa
se­sos a los bur­gue­ses 0.50.
CO­RRES­PON­DEN­CIA
Interior ——
Chi­vil­coy: “Gru­po Re­va­chol”- Don­de Co­ru­ña - “El Cor­sa­rio”. Re­ci­bi­mos
vas con man­tón de Ma­ni­la 0.50, Or­si­ni “Pro­ce­sos” pe­ro no las obras dra­má­ti­
Vi­dal 0.50, una com­pa­ñe­ra 0.30, un ra­di­cal cas pe­di­das. Aten­de­mos los pe­di­dos
fal­si­fi­ca­do 0.40, Or­si­ni Vi­dal 0.50, un ma­ri­ que ha­céis.
ne­ro sin bar­co 0.40.
Ma­drid - “La Idea Li­bre” ¿Os ha­béis
Co­ro­nel Ze­la­ya-Fé­lix Con­tre­ras 0.50
Sar­mien­to-E. Me­di­na 0.40.
muer­to?
Mar del Pla­ta: El que ro­ba por há­bi­to es So­l e­d ad Gus­t a­v o, Lui­s a Mi­c he­l ,
un bur­gués al me­nu­deo 0.80, el que ro­ba Em­ma Gold­man, Ro­sa­rio de Acu­ña:
di­ne­ro de la pro­pa­gan­da es la de­pra­va­ os he­mos es­cri­to, ¿ha­béis re­ci­bi­do las
ción per­so­ni­fi­ca­da 0.50. Sien­do la­drón del car­tas?
di­ne­ro de la pro­pa­gan­da co­mu­nis­ta-anár­ Broo­klin- Gru­po El Ideal. Man­dad
qui­ca es lo que po­de­mos lla­mar un po­bre al­gu­nos Men­sa­jes, si es que te­néis.
hom­bre 0.75, el que ro­ba a un po­bre es un El Es­cla­vo, La So­cia­le, La Dé­ba­cle
vil 0.50. So­cia­le, Nou­ve­lle Hu­ma­ni­té, L’a­mí
– Por con­duc­to de “La Anar­quía” La des Ouv­riers. ¿Ha­béis re­ci­bi­do el pe­rió­
Pla­ta-Vir­gi­lio Ol­gin­te 1.25, Juan el co­che­
di­co?
ro 0.50, V. O. 0.50.
Pa­ta­go­nes- C G. 5, C.V. 2, B. V. 2.
Bar­c e­l o­n a- “Cien­c ia So­c ial”
San Isi­dro- Por con­duc­to del Za­pa­te­ro: ¿Po­d rías re­m i­t ir­n os un ejem­p lar de
De va­rios com­pa­ñe­ros 1.00, Por me­dio de ca­da nú­me­ro atra­sa­do?
Ba­rri 1.00. Bar­ce­lo­na- J. Su­ñé­. Man­da fo­lle­tos,
–Por con­duc­to de “El Per­se­gui­do”: De si pue­des.
cam­pa­na 1.00. Rens - I Mé­di­co. Lo mis­mo te de­ci­mos.

118
LA VOZ DE LA MUJER

Apén­di­ce de “La Voz de la Mu­jer” Lu­c ía: –¿Ami­g as? No, no pue­
do creer que pue­d an exis­tir ami­g as
EMI­LIA Y LU­CÍA en una so­cie­dad ba­sa­da en el vi­cio
más de­sen­fre­na­do, en­cu­bier­to ba­jo la
por hi­pó­cri­ta más­ca­ra de una mo­ral que
nos tie­ne su­je­tas co­mo la ca­de­na su­je­
F. M. M. ta al pe­rro.
Emi­lia: –¿Có­mo? ¿Aca­so no eras
Gg tú mi com­pa­ñe­ra en los jue­gos de la
in­fa­cia, la que ve­nía acom­pa­ñán­do­me
buenos aires
cuan­do iba a la es­cue­la don­de apren­día
——
las pri­me­ras le­tras? ¿No eras tú la que
1896
me de­cías que ja­más rom­pe­ría­mos los
dddddddddddddddddddddd la­zos que vin­cu­la­ban nues­tra amis­tad?
Te he es­cu­cha­do y me pa­re­ce ex­tra­
AL LEC­TOR
ño que seas tú la que ha­blas, tú que
Cuan­d o me he pro­p ues­to dar tan­to ca­ri­ño me ha­bías de­mos­tra­do.
co­mien­zo a es­te pe­que­ño tra­ba­jo, no Lu­cía: –Sí, fui tu com­pa­ñe­ra en los
me im­p ul­s a­r on ideas mez­q ui­n as, ni jue­gos de la in­fan­cia, es cier­to que iba
al­ber­gué en mi pe­cho la es­pe­ran­za de siem­pre con­ti­go a la es­cue­la y tam­
tor­pes aplau­sos. El úni­co mó­vil que bién lo es que en mi ni­ñez o, me­jor
me im­pul­só a to­mar es­ta de­ci­sión fue di­cho, cuan­do to­da­vía no com­pren­día
el de coad­yu­var con mi gra­no de are­ lo que es el mun­do, te ha­bía ju­ra­do
na a la cons­truc­ción de ese gran edi­fi­ amis­tad per­pe­tua; pe­ro des­de aque­lla
cio lla­ma­do Co­mu­nis­mo Anár­qui­co. épo­ca las co­sas han va­ria­do no­ta­ble­
No en­con­tra­réis en el trans­cur­so men­te. He­mos se­gui­do, por des­gra­cia,
del pre­sen­te opús­cu­lo, pe­río­dos li­te­ra­ dos ca­mi­nos muy opues­tos: yo en pro
rios que ha­la­guen el sen­ti­do ni me­nos de la más com­ple­ta li­ber­tad de to­dos
esa gran ló­gi­ca y re­tó­ri­ca que ca­rac­te­ los se­res hu­ma­nos y tú por el ca­mi­no
ri­za las obras de los gran­des fi­ló­so­fos. del os­cu­ran­tis­mo. Es por es­te mo­ti­vo
Así pues, he­cha es­ta ad­ver­ten­cia, que no po­de­mos ser ami­gas y te­ne­mos
só­lo me res­ta de­ci­ros que ten­dría una for­zo­sa­men­te que ser ri­va­les. ¿Pue­des
gran sa­tis­fac­ción en ha­ber con­se­gui­do creer que pue­da ha­ber amis­tad en­tre
el ob­je­to que se pro­po­ne. no­s o­t ras des­d e el mo­m en­t o que tú
El Au­tor ado­ras a un Dios, res­pe­tas y pro­pa­gas
la re­li­gión por do­quier y aca­tas to­da
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX cla­se de ac­tos de nues­tros ti­ra­nos que
nos ro­b an im­p u­n e­m en­t e, que obli­
EMI­LIA Y LU­CÍA gan a nues­tros es­po­sos e hi­jos a lle­
—— var una vi­da erran­te y mi­se­ra­ble y a
Emi­lia: –Se­ño­ra Lu­cía ¿dón­de va no­so­tras a bu­cear en la pros­ti­tu­ción
tan apu­ra­da que no pue­de aten­der el el pan pa­ra no­so­tras y nues­tras tier­
lla­ma­do de sus ami­gas? nas cria­tu­ras, mien­tras que yo pro­pa­go

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Buenos Aires, año i. Núm. 5, 15 de mayo de 1896

por to­das par­tes don­de me ha­llo la zan al ros­tro la pre­ten­di­da des­hon­ra de


más com­ple­ta li­ber­tad pa­ra to­dos; en nues­tras ma­dres, her­ma­nos e hi­jos, lle­
fin, pa­ra con­cluir con dos pa­la­bras, van­do su cruel­dad has­ta el ex­tre­mo de
que bus­co los más al­tos co­no­ci­mien­ se­ña­lar­las unos a los otros, cuan­do por
tos cien­tí­fi­cos y pro­fe­sio­na­les pa­ra el ca­sua­li­dad los tro­pie­zan en su ca­mi­no.
gé­ne­ro hu­ma­no y que sea una rea­li­dad Fue des­pués de ob­ser­var to­do es­to
la ar­mo­nía uni­ver­sal? que mis sen­ti­mien­tos me im­pul­sa­ron
No, Emi­lia, no; tiem­po es que com­ los idea­les de los pre­ten­di­dos lo­cos,
pren­das que yo no pue­do ser tu ami­ga, ase­si­nos, ilu­sos y otros tan­tos nom­bres
te bas­ta sa­ber que per­te­nez­co a esa con que de­sig­nan a los pro­pa­gan­dis­tas
sec­ta de lo­cos, de ilu­sos, de utó­pi­cos, de la Re­vo­lu­ción So­cial. Fue, re­pi­to,
que soy, en fin, par­ti­da­ria de los idea­ des­pués de un ma­du­ro exa­men que me
les del Co­mu­nis­mo Anár­qui­co. de­ci­dí a afron­tar los pe­li­gros que una
He lle­va­do lar­go tiem­po es­tu­dian­do vi­da erran­te y aza­ro­sa po­día aca­rrear­me
y ra­zo­nan­do so­bre las cues­tio­nes po­lí­ y por úl­ti­mo el re­cuer­do de otras mu­je­
ti­cas y so­cia­les, re­li­gio­sas y ateas, con­ res que ya an­da­ban mez­cla­das en la
ser­va­do­ras y re­vo­lu­cio­na­rias. He es­tu­ lu­cha me de­ci­dió a to­mar mi pues­to de
dia­do teó­ri­ca y prác­ti­ca­men­te la vi­da com­ba­te en las fi­las de los au­tó­no­mos
del ho­gar: he vis­to hom­bres y mu­je­res, sol­da­dos del Co­mu­nis­mo Anár­qui­co.
ni­ños y an­cia­nos, ham­brien­tos y ha­ra­ És­ta es, Emi­lia, en pe­que­ños ras­
po­sos, va­gar de un la­do al otro de la gos, la his­to­ria de mi cam­bio de idea­
ciu­d ad, pi­dien­do tra­ba­jo los unos y les, pues no de­bes ig­no­rar que en mis
re­co­gien­do los des­per­di­cios de los ca­jo­ tiem­pos fui tan re­li­gio­sa co­mo tú.
nes de la ba­su­ra los otros; he pe­ne­tra­do Emi­lia: –Te he es­cu­cha­do y con­fie­
en esos mu­la­da­res lla­ma­dos por irri­sión so fran­ca­men­te que el cam­bio que en
Ca­sas de Mi­se­ri­cor­dia, asi­los de men­di­ ti se ha ope­ra­do ha si­do muy gran­dio­so.
ci­dad, etc., y ob­ser­vé aque­llas mu­je­res Ob­ser­vo tu ros­tro ani­mar­se en el trans­
de há­bi­to azul unas y ne­gro otras, en cur­so de la dis­cu­sión: veo en ti que no
las cua­les los sen­ti­mien­tos de hu­ma­ni­ eres aque­lla gen­til y ga­llar­da ni­ña de
dad son le­tras muer­tas y que son ca­pa­ no­ble es­tir­pe, que sa­lías tan tran­qui­la­
ces de lle­gar has­ta el cri­men en aras de men­te de tu ca­sa y con pa­so cor­to pe­ro
su fa­na­tis­mo y por úl­ti­mo he vis­to a li­ge­ro te di­ri­gías a San Mar­tín a ele­var
nues­tras des­gra­cia­das com­pa­ñe­ras sa­lir tus ple­ga­rias al Om­ni­po­ten­te y re­gre­
tris­tes y me­di­ta­bun­das con lá­gri­mas sa­bas po­co des­pués ufa­na y sa­tis­fe­cha
en los ojos y en­ro­je­ci­do sem­blan­te, de de ha­ber cum­pli­do con la obli­ga­ción,
las ca­sas en las cua­les ha­bían en­tra­do a po­nién­do­te des­pués a bor­dar cual­quier
ser­vir, por­que ha­la­ga­das por fal­sas pro­ pren­da que se te en­tre­ga­ba.
me­sas, se­du­ci­das con her­mo­sas pa­la­ ¿Re­cuer­das aquel her­mo­so cua­dro
bras, ha­bían en­tre­ga­do su cuer­po a esos que hi­c is­t e re­p re­s en­t an­d o al ge­n io
in­fa­mes ex­plo­ta­do­res. di­vi­no des­tro­zan­do al ge­nio in­cré­du­
Y no con­ten­tos to­da­vía con ro­bar al lo? ¿Y aquel otro que bor­das­te, cuan­
am­pa­ro de la ley a nues­tros pa­dres, her­ do tu pri­me­ra co­mu­nión que te va­lió
ma­nos o es­po­sos en sus ta­lle­res, les lan­ el apre­cio de pro­pios y ex­tra­ños? ¿No

120
LA VOZ DE LA MUJER

eras tú aca­so lla­ma­da la Vir­gen de la ana­te­ma­ti­zan­do el or­den ac­tual de las


Al­dea por tus obras pia­do­sas pa­ra con co­sas; com­ba­tes la sa­gra­da ins­ti­tu­ción
los po­bres? ¡Ah, Lu­cía! ¡Cuán­to has del ma­tri­mo­nio, en fin que has va­ria­
va­ria­do en tus cos­tum­bres! do no­ta­ble­men­te.
Hoy no vas a mi­sa; no das una tris­ ¿Sin go­bier­no qué se­rá de no­so­tros?
te li­mos­na a los po­bres; te me­tes en Los hom­bres nos mal­tra­ta­rían, que­
to­das par­tes pro­pa­gan­do esas he­ré­ti­ rrían […]*
cas doc­tri­nas, sin res­pe­tar ni la mo­ral
ni las le­yes; tú no hay si­tio don­de se * El texto se interrumpe abruptamente [N.
lla­me a los po­bres que no te pre­sen­tes del E.].

121
Año I. BUENOS AIRES, OCTUBRE 18 DE 1896 NÚm. 7

Aparece cuando puede Dirección: A. BARCLA


y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Casilla Correo 1277 - Capital

SI­LUE­TAS le ve­réis aba­ti­do o llo­ro­so, por­que su


JJJ jjj co­ra­zón se­re­no y fuer­te, for­ja­do en el
yun­que del do­lor, y los pa­de­ci­mien­tos
És­ta es la pri­me­ra de una se­rie fí­si­co-in­te­lec­tua­les, se avie­ne más con
que nos pro­po­ne­mos pu­bli­car la lu­cha que con el la­men­to, es­to es
fi­gu­ran­do en­tre ellas: el Juez,
tra­tán­do­se de sí pro­pio. Por eso ha­brés
el Frai­le, el mi­li­tar, et­cé­te­ra.
oí­do de­cir de él que es san­gui­na­rio,
MMmm cruel, lo cual es men­ti­ra. Él es al­ti­vo y
¡Se tra­ta ni más ni me­n os que re­bel­de, sí, pe­ro no cruel ni des­pia­da­do.
de mi unión! ¿Que­réis sa­ber con Él no sa­be ro­gar ni im­plo­rar, por
quién? Es­cu­chad pues. eso cuan­do se sien­te he­ri­do se re­be­la y
MMmm su­ble­va, re­pe­le con vio­len­tos es­ta­lli­dos
Al­t i­v o, sin pe­d an­t e­r ía ri­d í­c u­ de có­le­ra la agre­sión de que se lo hi­zo
la, ca­ri­ño­so y no­ble en su pro­ce­der, víc­ti­ma. ¿Qué hay de ma­lo en ello? ¿Si
des­pren­di­do y ge­ne­ro­so, cuan­to sus os pe­gan no de­fen­de­réis aca­so?
me­dios de vi­da se lo per­mi­tan, pe­ro Sin­tien­do co­mo sien­te los do­lo­res
sin va­ni­dad ni hi­po­cre­sía; fran­co, sin aje­nos tan­to co­mo los pro­pios, ja­más
exa­ge­ra­cio­nes, es ce­lo­so de­fen­sor de de­ja­rá de ali­viar los pri­me­ros si sus
su dig­ni­dad de per­so­na, de su li­bre fuer­zas se lo per­mi­ten, sin que por ello
al­be­drío e in­de­pen­dien­te in­di­vi­dua­ se crea con de­re­cho a agra­de­ci­mien­
li­dad, así co­mo tam­bién de la de sus to al­gu­no ni tam­po­co más dig­no que
ca­m a­r a­d as y com­p a­ñ e­r os a quie­n es an­tes de vues­tra amis­tad o apre­cio;
ama sin in­te­rés, ni egoís­mo al­gu­no. por­que di­ce que ayu­dar al caí­do es una
Sen­ci­llo en sus mo­da­les, y en su ne­ce­si­dad de to­dos los co­ra­zo­nes no
con­ver­sa­ción, que siem­pre se os ha­ce co­rrup­tos.
agra­da­ble y atra­yen­te, es de­cir, sim­pá­ Tén­ga­se en­ten­di­do que es­ta ayu­
ti­ca, por sus ideas de fra­ter­ni­dad, de da mu­tua no es ca­ri­dad en for­ma de
paz, amor y de pro­gre­so so­cial, y por la so­co­rro, pues la ca­ri­dad la prac­ti­can
no­ble y leal fran­que­za con que os las aque­llos a quie­nes so­bran me­dios de
ex­pli­ca y da a co­no­cer; sien­te vues­tros vi­da y es­to es hu­mi­llan­te pa­ra el que
ma­les y do­lo­res ca­si tan­to co­mo vo­so­ la re­ci­be y es una ruin­dad por par­te de
tros mis­mos; com­pa­si­vo y aman­te de la quien la ha­ce.
hu­ma­ni­dad, le oi­réis fus­ti­gar sin pie­dad Com­pa­si­vo y tier­no, su co­ra­zón no
y con fo­go­sa ve­he­men­cia la cau­sa de guar­da ren­cor pa­ra los que por ig­no­
los ma­les que afli­gen a la hu­ma­ni­dad. ran­cia o […] ofen­den o des­pre­cian;
Su co­ra­zón ar­dien­te y ge­ne­ro­so pal­ pe­ro es im­pla­ca­ble pa­ra con sus eter­
pi­ta al uní­so­no del de to­dos los que nos e irre­con­ci­lia­bles ene­mi­gos, que
su­fren y llo­ran, pe­ro a él po­cas ve­ces lo son los de la cla­se pa­rá­si­ta y opre­

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so­ra, pa­ra los cua­les no tie­ne pie­dad sin pie­dad los per­jui­cios y ruin­da­des
ni com­pa­sión, por re­co­no­cer que son so­cia­les, que ba­jar­se de una tri­bu­na
ellos quie­nes lo obli­gan a una vi­da de y per­der­se en­tre sus com­pa­ñe­ros, sin
do­lor y mi­se­ria, ha­cién­do­le por es­ta va­n i­d ad, sin or­g u­l lo, sin afec­t a­d a
cau­sa es­tar en per­pe­tua lu­cha y de­cla­ mo­des­tia.
ra­da gue­rra; lu­cha y gue­rra sin tre­gua El aplau­so de los que lo oyen ni lo
ni cuar­tel, en la que ellos em­plean se­du­ce ni ha­la­gan, y por el con­tra­rio,
to­dos los me­dios, des­de el más in­fa­me di­c e que esos aplau­sos no son pa­ra
al más ho­rro­ro­so, en­tre ellos la cár­ él, si­no pa­ra sus ideas, por­que és­tas
cel, la fal­sía, el error y la men­ti­ra, los son las mis­m as de los que lo oyen,
ca­ño­nes y el pa­tí­bu­lo, an­te cu­yas ame­ los cua­les al aplau­dir­le só­lo lo ha­cen
na­zas y gol­pes él, le­jos de ame­dren­tar­ pa­r a ma­n i­f es­t ar­l e su con­f or­m i­d ad,
se o ren­dir­se, con­ti­núa fir­me y se­re­no, pe­ro ja­más pa­ra mos­trar­le ad­mi­ra­ción.
dan­do de vez en cuan­do for­mi­da­bles Di­ce, y con ra­zón, que no hay lu­gar
gol­pes a su con­tra­rio. por ele­va­do y hon­ro­so que sea, en el
Un día yo le pre­g un­té por qué cual él no de­ba es­tar, pues se cree tan
sien­do tan ca­ri­ño­so, tan com­pa­si­vo y dig­no y con tan­to de­re­cho co­mo el
no­ble­men­te tier­no pro­pa­ga­ba la des­ que más, sin pen­sar por es­to que na­die
truc­ción y des­plo­me de cier­tas cla­ses sea me­nos que él, es de­cir, con­si­de­ra
so­cia­les. per­fec­ta­men­te igua­les en de­re­chos y
¿No ves –me di­jo– que son ellos los ne­ce­si­da­des a to­da la ra­za hu­ma­na.
que me obli­gan a ello? En su per­so­na es cui­da­do­so y lim­
Mi co­ra­zón no as­pi­ra más que odio, pio, tan­to cuan­to sus me­dios y ocu­pa­
do­quier que voy hay in­jus­ti­cias, hay ción se lo per­mi­tan.
do­lo­res y mi­se­rias, por do­quier llan­to Su por­te es su­ma­men­te sen­ci­llo,
y due­lo, in­fa­mias y vi­le­zas, ¿qué quie­ de­m os­t ran­d o ca­s i siem­p re po­b re­z a,
res que ha­ga pues? pe­ro ja­más ve­réis en su per­so­na los
¡Oh –pro­si­guió con do­lo­ri­da ve­he­ sig­nos ex­te­rio­res de la de­ja­dez, pe­re­za
men­cia– mi ar­dien­te co­ra­zón no pue­ o ha­ra­ga­ne­ría. Aman­te de la hi­gie­
de tan­to, es pre­ci­so pues que yo lu­che, ne, ha­ce pa­ra con­ser­var­la ver­da­de­ros
que me re­v uel­v a aira­d o con­tra los sa­cri­fi­cios y la fal­ta de ella en su per­
cau­san­tes de tan­ta y tan­ta ini­qui­dad, so­na u ho­gar es una de las ra­zo­nes que
no ha­cer­lo así se­ría ser cóm­pli­ce de in­vo­ca, cuan­do os pro­pa­ga sus idea­les,
esas in­fa­mias! di­cien­do que una so­cie­dad que no le
No ata­ca ja­más ni cri­ti­ca los efec­tos, per­mi­te la sa­tis­fac­ción de es­ta ne­ce­
sin an­tes ha­ber ana­li­za­do las cau­sas. si­dad y mu­chas otras, ta­les co­mo la
Mo­d es­t o y sen­c i­l lo, ja­m ás en su lec­tu­ra, a que es su­ma­men­te afec­to,
pe­cho tie­ne ca­bi­d a el or­g u­l lo ni la es una ma­la y cri­mi­nal so­cie­dad, pues
es­tú­pi­da va­ni­dad, y lo mis­mo le veis tien­de a per­pe­tuar la ig­no­ran­cia y el
su­bir a una si­lla o ban­co pa­ra des­de em­bru­te­ci­mien­to de los pue­blos.
allí ma­ni­fes­tar a sus com­pa­ñe­ros sus No creáis por es­to que él des­pre­cie
opi­nio­nes o bien con fra­ses de ar­dien­te o con­si­de­re en me­nos al ig­no­ran­te o
ve­he­men­cia, ana­te­ma­ti­zar y fus­ti­gar al que no es lim­pio en su per­so­na, no,

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LA VOZ DE LA MUJER

él sa­be per­fec­ta­men­te que por re­gla Lu­cha­d or in­f a­t i­g a­b le y de­c i­d i­d o,
ge­ne­ral es su­cio quien no pue­de ser es un pro­pa­gan­dis­ta ac­ti­ví­si­mo de sus
lim­pio o quien des­co­no­ce las ven­ta­jas teo­rías, ya sea por la pa­la­bra o por la
de la hi­gie­ne, y que quien des­co­no­ plu­ma, no des­per­di­cian­do oca­sión que
ce esas ven­ta­jas y ne­ce­si­da­des es un se le pre­sen­te, ya en el ta­ller, ya en el
ig­no­ran­te, y ¿quién quie­re ser ig­no­ ho­gar.
ran­te?, ¿quién de­sea ser­lo?, ¿quién tie­ Ex­pli­ca sus ideas con cuan­ta cla­ri­
ne la cul­pa, quién es cau­sa de la ig­no­ dad se lo per­mi­ten sus co­no­ci­mien­tos,
ran­cia y mi­se­ria del pue­blo tra­ba­ja­dor? po­co pro­fun­dos, pe­ro bas­tan­te ex­ten­
¡La cla­se ex­plo­ra­do­ra, esa cla­se que sos si se tie­n e en cuen­ta la ma­la y
él odia y de­tes­ta con to­do co­ra­zón! po­ca edu­ca­ción re­ci­bi­da.
Por otra par­te nun­ca lo ve­réis ador­ Cuan­d o pro­p a­g a sus idea­l es, lo
na­do con pren­das ri­dí­cu­las ni apa­ra­to­ ha­c e con fran­q ue­z a y leal­t ad, pe­r o
sas, ni lle­var en sus de­dos di­jes más o sin ul­tra­jar ni in­sul­tar, pues con­si­de­
me­nos re­lu­cien­tes, y por el con­tra­rio, ra mu­cho el me­dio am­bien­te en que
es ene­mi­go de la os­ten­ta­ción y de un se vi­ve, pe­ro no creáis que por es­to
lu­jo que, se­gún él, es cri­mi­nal, pues es ocul­ta o mis­ti­fi­ca sus ideas, no, las
te­ner ruin co­ra­zón el arro­jar a la ca­lle pre­sen­ta tal cual son, de pro­gre­so, de
lo que otros ne­ce­si­tan. paz y de amor e igual­dad, ex­pli­can­do
Su­m a­m en­t e afec­t o a la lec­t u­r a, las cau­sas que pro­du­cen los vio­len­tos
ana­li­za mu­cho to­do cuan­to lee, sin es­ta­lli­dos de su có­le­ra jus­ti­cie­ra.
que ja­más se de­je sor­pren­der por pom­ Na­d a le im­p or­t a el con­c ep­t o en
po­sas pro­me­sas ni men­ti­das des­crip­ que sus ene­mi­gos o los in­cons­cien­
cio­nes. tes le pue­dan te­ner, pues no aca­ta ni
En ex­tre­mo afec­to a la dis­cu­sión, se re­co­no­ce más juez que su se­ve­ra ra­zón
ex­pre­sa en ella con su­ma sen­ci­llez no y co­ra­zón, fran­co al­ti­vo y leal.
fin­gi­da, aun cuan­do sí con en­tu­sias­mo Es­to es en su faz ex­te­rior.
y ca­lor, pe­ro so­bre to­do con fran­que­za.
*
Ra­ras ve­ces sus dis­cu­sio­nes de­ge­
* *
ne­r an en dis­p u­t as, dán­d o­s e el ca­s o
en que a pe­sar de te­ner de su par­te En el ho­gar es su­ma­men­te tier­no y
la fuer­za y la ra­zón, des­de­ñe las in­si­ ca­ri­ño­so pa­ra con los ni­ños y la mu­jer,
nua­cio­nes de una lu­cha a que se lo no por creer­se su pro­tec­tor si­no sim­
pro­vo­ca y que él con­si­de­ra es­tú­pi­da e ple­men­te por ca­ri­ño.
im­pro­ce­den­te, ex­cep­to de tra­tar­se de Ama y tra­ta con dul­zu­ra a su es­po­
uno de sus irre­con­ci­lia­bles ene­mi­gos, sa, a quien lla­ma “com­pa­ñe­ra”, fra­
pues en tal ca­so no va­ci­la­rá en acep­tar se cu­yo sig­ni­fi­ca­do di­ce por sí so­lo
y has­ta en ata­car, pues sa­be que és­tos, que en su ho­gar hay un amor dul­ce y
por el con­tra­rio de los obre­ros, dis­cu­ se­re­no, pu­ro y cons­tan­te afec­to, que
ten y ul­tra­jan por ma­la fe, por egoís­ có­di­gos, le­yes, cu­rias ni re­gis­tros no
mo y por mal­dad. pue­den dar ja­más.
“Es más ene­mi­go su­yo quien es más Si ha­lla fal­tas en su com­pa­ñe­ra se
au­to­ri­ta­rio.” las ha­ce no­tar con dul­zu­ra, tra­tan­do

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Buenos Aires, año i. Núm. 7, 18 de octubre de 1896

de evi­tar­las y com­ba­tir­las con ejem­ que el mu­tuo con­sen­ti­mien­to, se­lla­do


plos y ca­ri­ño­sos con­se­jos, sin ha­cer por un ós­cu­lo de ca­ri­ño­so y pu­ro afec­
va­ler una au­to­ri­dad, pre­pon­de­ran­cia o to, que él ha im­pre­so con amo­ro­sa e
su­pe­rio­ri­dad que él nie­ga te­ner, y si se in­fi­ni­ta ter­nu­ra en mi mar­chi­ta y pá­li­
die­ra el ca­so po­co pro­ba­ble de que ella da fren­te.
no aten­die­ra o no fue­ra po­si­ble, ya Vo­so­tras lo co­no­céis, ¿sa­béis quién es?
por cier­ta cla­se de ca­rác­ter, o bien por ¡El Anar­quis­ta!
tem­pe­ra­men­to, a sus con­se­jos, él se De­cid­me aho­ra, obre­ras y obre­ros
se­pa­ra­ría de ella, pe­ro nun­ca la ul­tra­ to­d os, ¿creéis que yo sea una ma­la
ja­ría ni de he­cho ni de pa­la­bra. mu­jer por unir­me así, sin cu­ras ni jue­
Cla­ro es que a su la­do su com­pa­ñe­ ces, con un hom­bre co­mo el que aca­
ra go­za de to­da cuan­ta li­ber­tad pue­de bo de des­cri­bi­ros?
go­zar­se en es­ta so­cie­dad y es su­fi­cien­te ¿Creéis que me­rez­co que arro­jéis
que ella de­mues­tre de­seo de se­pa­rar­se lo­do a mi fren­te por­que con­fia­da y
de él pa­ra que sin otra ce­re­mo­nia lo ca­ri­ño­sa to­do lo arras­tro por el ca­ri­ño
ha­g an, que­d an­d o tan ami­g os co­m o y fe­li­ci­dad del que amo y me ama?
an­tes de unir­se, y no se­ría de ex­tra­ñar ¿Cuál es la co­sa me­jor de la exis­
que des­pués de una se­pa­ra­ción más o ten­cia?
me­nos lar­ga, vol­vie­ran a unir­se. Amar, ¿ver­dad? Y ¿qué es me­jor,
En so­cie­dad, en la ca­lle, ja­más fas­ amar por de­ber, por obli­ga­ción o por
ti­dia a sus com­pa­ñe­ros con cuen­tos ni sim­pa­tía y atrac­ción?
bo­ta­ra­ta­das in­sul­sas, ni con gro­se­rías
ton­tas ni car­go­sas, sien­do por lo ge­ne­ Pe­pi­ta Ghe­rra
ral se­rio y for­mal en su con­ver­sa­ción.
En sus re­la­cio­nes de amis­tad con —— ggg ——
las com­pa­ñe­ras de sus ca­ma­ra­das, o
con las hi­jas de los mis­mos, nun­ca las LOS RE­YES
mo­les­ta­rá con arru­mia­cas ni di­cha­ra­ ——
chos, pues él con­si­de­ra (y tal creo yo Nin­gu­no con su par­te se con­ten­ta:
tam­bién) que las mu­je­res no ne­ce­si­ Si al uno nom­bran Rey to­dos los otros
ta­mos al­mi­ba­ra­dos y ton­tos ga­lan­teos, Me­jor de­re­cho que el nom­bra­do ale­gan.
pues te­nien­do co­mo te­ne­mos ce­re­bro Pro­me­te ca­da cual me­jo­res le­yes
Al pue­blo y en edén tor­nar su tie­rra:
y co­ra­zón, bien po­de­mos ha­cer lo que
Cree el pue­blo sus pa­la­bras, se le­van­ta.
ha­cen los hom­bres, que cier­ta­men­te Y me­jo­rar cre­yen­do, se de­güe­lla.
no aguar­dan pa­ra sen­tir amor y pen­ Ven­ce y que­da uno so­lo; su­be al tro­no.
sar, a que no­so­tras les arras­tre­mos el Pe­ro po­bre de gen­tes y de ren­tas.
ala, y en cuan­to a la di­fe­ren­c ia de Vuel­va a pe­dir al pue­blo oro y sol­da­dos.
se­xo, la con­si­de­ra un sim­ple de­ta­lle, Pa­ra po­der cum­plir­le sus pro­me­sas.
ne­ce­sa­rio a la per­pe­tua­ción y me­jo­ra­ Vuel­ve el pue­blo a do­blar sus do­na­ti­vos
mien­to de las ra­zas hu­ma­nas. Cuan­to más da oro y san­gre, más se mer­ma.
Tal es, mis que­ri­d os ami­g os, el No pue­de el Rey cum­plir, mue­re y sus
com­pa­ñe­ro que sin ne­ce­si­dad de ter­ [pue­blos
ce­ros, he ele­gi­do, sin otra ce­re­mo­nia Vuel­ven a me­jo­rar a la pe­lea.

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LA VOZ DE LA MUJER

Es la his­to­ria de pue­blos y de Re­yes tan­to cie­n o y tien­d e a ele­v ar­se a


Des­de Adán has­ta hoy: tras ca­da gue­rra re­gio­nes al­go más pu­ras, más gra­tas.
Que­dan siem­pre peor los po­bres pue­blos. El pen­sa­mien­to no ha­llan­do ex­pan­
Y a pe­sar de to­do no es­car­mien­tan. sión ni vue­lo en­tre el fá­rra­go in­creí­ble
de lo que se lla­ma con­ve­nien­cias, que
¿Hay re­me­dio ? No sé; si lo hay, no to­ca
no son otra co­sa que preo­cu­pa­cio­nes,
Bus­car­le y se­ña­lar­le a los poe­tas.
Que en la his­to­ria de pue­blos y de Re­yes bus­ca tam­bién más am­plios ho­ri­zon­tes,
No ha­ce­mos más q’ can­tar lo que otros es­pa­cios y pers­pec­ti­vas más en con­cor­
[cuen­tan. dan­cia con las afec­cio­nes que to­da per­
so­na no co­rrup­ta al­ber­ga en su co­ra­zón.
Los poe­tas son áto­mos so­no­ros Hoy en es­ta so­cie­dad se ven, se pre­
Que con el vien­to de su si­glo rue­dan: sen­cian es­ce­nas, he­chos, cua­dros que
Más a la edad fu­tu­ra de su si­glo hie­ren de una ma­ne­ra fuer­te e im­bo­rra­
La que­ja y el can­tar es­cri­tas le­gan. ble nues­tra men­te, im­pre­sio­nán­do­nos
iI tan fuer­te­men­te que nos obli­gan a pe­sar
nues­tro a re­fle­xio­nar, a me­di­tar so­bre
Es una co­sa me­nos te­rri­ble ser mor­ ellas, y de ahí ese es­ta­do es­pe­cial de
di­do por un en­de­mo­nia­do que sen­tir nues­tro áni­mo, esa es­pe­cie de dis­gus­to y
el agui­jón de la po­bre­za: un mor­dis­ des­con­ten­to que se apo­de­ra de nues­tra
co es pa­sa­je­ro, se cu­ra; en tan­to que hu­ma­ni­dad psí­qui­ca o pen­san­te.
la po­bre­za, más cruel que una bes­tia Si la preo­cu­pa­ción es muy gran­de,
fe­roz, más ar­dien­te que el fue­go, os ven­ce la es­tu­pi­dez, si por el con­tra­rio
des­ga­rra y abra­sa sin ce­sar. Ved ahí es ma­yor, la fuer­za de ra­zón; en­ton­ces
el con­cep­to que uno de­be for­mar­se su­ce­de lo que en el ca­so de la com­
de los ri­cos y de los ava­ros. Ellos son pa­ñe­ra que nos es­cri­be, se lu­cha, se
la­dro­nes, sal­tea­do­res de ca­mi­nos que ven­ce y se sur­ge a luz una nue­va vi­da,
ro­ban a los via­je­ros y ha­cen de sus en ella se en­cuen­tran más pu­ras sen­
ha­bi­ta­cio­nes ca­ver­nas don­de en­tie­ sa­cio­nes, más, más am­plias mi­ra­jes y
rran los bie­nes ro­ba­dos… me­jo­res pers­pec­ti­vas.
J. C.
He aquí la car­ta:
Se­ño­ras re­dac­to­ras de LA Voz de la
jJjJ TT jJjJ Mu­jer
Se­ñ o­r as mías: He leí­d o va­r ios
¡BIEN­VE­NI­DA! nú­me­ros de vues­tro pe­rió­di­co, y sin­
—— tién­do­me su­ma­men­te con­mo­vi­da por
La car­ta que va a leer­se da a co­no­ vues­tra de­ci­sión y arro­jo, y or­gu­llo­sa a
cer cla­ra­men­te que a pe­sar de to­do la vez, con mi ma­ne­ra de pen­sar, pues
aún hay se­res que si bien vi­ven ro­dea­ ya veo que no soy so­la, de­seo me man­
dos de in­f luen­c ias per­n i­c io­s as, no den el pe­rió­di­co a la di­rec­ción aba­jo
es­tán del to­do con­ta­mi­na­dos por ellas. in­d i­c a­d a, y con­tar des­d e ya con lo
El al­m a (lla­m a­m os al­m a al con­ po­co que mi hu­mil­de y aún jo­ven per­
jun­to de sen­ti­mien­tos) se aho­ga en­tre so­na pue­da se­ros útil.

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Buenos Aires, año i. Núm. 7, 18 de octubre de 1896

Na­d a sé, con­c re­t a­m en­t e, de los obre­ra de to­do el glo­bo, la cual vio
idea­les re­den­to­res que pro­pa­gáis en (se­gún el uso y cos­tum­bre des­de que
vues­tra fran­ca pu­bli­ca­ción; pe­ro due­ hay go­bier­no) au­men­tar­se sus im­pues­
ña yo de una ima­gi­na­ción por de­más tos, las con­tri­bu­cio­nes, el nú­me­ro de
pen­san­te y an­sio­sa de ana­li­zar las cau­ se­na­do­res y di­pu­ta­dos (los cua­les se
sas que pro­du­cen los ma­los efec­tos de mul­ti­pli­can co­mo la hier­ba ma­la) y
que es­tá in­fec­ta­do el mun­do, en­tre­veo por en­de la mi­se­ria, el ham­bre y los
en vues­tros es­cri­tos, los mis­mos pen­sa­ pa­de­ci­mien­tos y tam­bién el ejér­ci­to y
mien­tos que em­bar­gan mi de­so­rien­ta­da la es­cua­dra.
men­te, y los cua­les siem­pre han que­da­ Era la ho­ra del ama­ne­cer. El as­tro
do por so­lu­cio­nar, has­ta que des­pués de Rey, que, co­mo tal, es pe­re­zo­so, ca­mi­
leer vues­tro pe­rió­di­co, he po­di­do con­ na­ba ese día con so­bra­da len­ti­tud, a
se­guir en par­te lo que tan­tos ra­tos de cau­sa tal vez de lo frío y des­tem­pla­do
sue­ño me ha qui­ta­do y em­bar­ga­do mi de la ma­ña­na, pues era de ésas que
men­te en los ra­tos de so­le­dad. po­nen en es­ta­do la­men­ta­ble la na­riz
Dis­pen­sad­me, que­ri­das se­ño­ras, por y ore­jas de los que sin ca­pa, guan­tes y
lo tos­co e in­con­ve­nien­te de mi es­ti­lo, otros ex­ce­sos se ven obli­ga­dos por la
pe­ro no pue­do por me­nos que de­mos­ ne­ce­si­dad a an­dar por esas ca­lles de…
tra­ros mi eter­na sim­pa­tía. Que no se pie­dra.
ol­vi­den man­dar el pe­rió­di­co a Car­ Con to­do de ser aque­lla ma­ña­na de
men Díaz, pa­ra en­tre­gar a Ma­ría Vi­lla, las más frías que he pa­sa­do, ha­bía­me
Rua do Liv­ra­men­to núm. 110, en Río yo sa­li­do a dis­traer mi lán­gui­da tris­te­
de Ja­nei­ro. za, o me­jor di­cho a au­men­tar­la, pues
Ad­jun­to y re­mi­to un pe­so pa­ra ayu­ tal fue lo que con­se­guí, aun cuan­do
dar al pe­rió­di­co y se des­pi­de de Uds., no era ése mi pro­p ó­s i­t o; pa­s ean­d o
de­seán­do­les lar­ga vi­da pa­ra bien de la se­g ún acos­t um­b ro cuan­d o es­t oy de
hu­ma­ni­dad su S. S. mal hu­mor, que es ca­si siem­pre.
Con pa­so len­to y ma­q ui­n al me
Ma­ria Vi­lla di­ri­gía no sé por qué ca­lle ha­cia no
re­cuer­do qué si­tio (de­ta­lles exac­tos),
Rio Ja­nei­ro, se­tiem­bre-96 pen­sa­ti­va y ca­biz­ba­ja, se­mi-pe­ga­da a
la pa­red, con el so­lo ob­je­to de evi­
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX tar en­cuen­tros y di­cha­ra­chos, lo cual
no con­se­guía, pues pa­re­ce ser que los
¡JI­RO­NES!... se­ño­res del se­xo bar­bu­do no se creen
—— ta­les si no di­cen al pa­sar al la­do de
una mu­jer al­gu­na de esas fra­ses es­tú­
Fi­n a­l i­z a­b a el mes de di­c iem­b re pi­das que cons­ti­tu­yen el ma­no­sea­do
y con él el año 1880; año que cual re­per­to­rio (vo­ca­bu­la­rio di­ría Ga­lli­ni)
to­dos los que hu­bo an­tes y des­pués, ca­lle­je­ro, del ar­te de… pa­vear.
fue fe­cun­do en mi­se­rias y des­gra­cia­dos Ca­mi­na­ba co­mo di­go al azar y sin
acon­te­ci­mien­tos, no pa­ra la po­lí­ti­ca rum­bo fi­jo, cuan­do de pron­to lla­mó
o cier­tas pa­trias, mas sí pa­ra la cla­se mi aten­ción un en­vol­to­rio, al­go así

128
LA VOZ DE LA MUJER

co­mo un pa­que­te de ro­pas, que ya­cía cer­se! ¡Ay de mí! la sor­da tem­pes­tad de
en el um­bral de una ca­sa de lu­jo­sa mis do­lo­res ¿cuán­do ten­drá fin?…
apa­rien­cia y se­ño­rial as­pec­to.
*
In­c li­n é­m e con pres­t e­z a, ar­d ien­
* *
do en de­seos de sa­ber qué era lo que
aquel pa­que­te o en­vol­to­rio con­te­nía, Al de­sen­vol­ver las ro­pas de aquel
y fi­gu­raos cuál se­ría mi sor­pre­sa cuan­ ser, tro­zo de car­ne hu­ma­na pal­pi­tan­te,
do al des­cu­brir un fi­no lien­zo que lo mo­de­la­do con las lí­neas más pu­ras de
cu­bría, me ha­llé con una ca­ri­ta fría y la be­lle­za fe­me­ni­na, ha­llé una car­ta
amo­ra­ta­da. que en­tre otras co­sas de­cía:
¡Era un re­cién na­ci­do! …“sin em­b ar­g o, sin va­l or pa­r a
¡Hi­jo de mi al­ma! –ex­cla­mé–, sin so­por­tar el es­car­nio, los in­sul­tos y la
po­der con­te­ner mi emo­ción, có­mo es re­chi­fla del mun­do, véo­me obli­ga­da
po­si­ble que ha­ya se­res tan des­na­tu­ra­ a aban­d o­n ar­l a, ¡po­b re hi­j a mía! al
li­za­dos que… mas no, me in­te­rrum­ azar del mun­do im­pío, mas se­pa quien
pí, ca­lle la tor­pe len­gua, ¿quién sa­be re­c o­j a es­t e ha­r a­p o de car­n e ti­b ia y
con cuán­to do­lor, con qué an­gus­tio­so son­ro­sa­da, que no es hi­ja del vi­cio ni
pe­sar se de­ter­mi­nó la ma­dre de es­te de la co­rrup­ción”.
ni­ño a aban­do­nar­lo de tal mo­do?… ”No, hi­ja mía, hi­ja del amor más
Pal­pi­tan­te de emo­ción, con el co­ra­ pu­ro y no­ble, más in­men­so y gran­de,
zón hen­chi­do de tris­te dul­zu­ra arro­ qui­so tu suer­te des­di­cha­da pri­var­te
pé con­tra mi se­no a aquel ino­cen­te an­tes de na­cer del que te aco­ge­ría co­mo
pe­que­ñue­lo y lo lle­vé a mi des­man­te­ hi­ja, y si yo te aban­do­no es por­que el
la­do ho­gar. Una vez en él lo de­sen­vol­ mun­do me nie­ga el de­re­cho de sen­tir­me
ví y al ha­cer­lo pu­de ver que era una or­gu­llo­sa de ser tu ma­dre ¿por qué? por­
ni­ña, ¡po­bre ser!, su bo­qui­ta en­trea­ que mis amo­res no es­ta­ban le­ga­li­za­dos”,
bier­ta bus­ca­ba con afán una fuen­te de ¡co­mo si el amor pre­ci­sa­ra más san­ción
vi­da en que nu­trir­se y al no ha­llar­la, que la del co­ra­zón de los que se aman!
pro­rrum­pió en las­ti­mo­so llan­to. ”Mis pa­dres, an­cia­nos ya, mo­ri­rían
¡Ay! aquel llan­to re­sue­n a aún a de ver­güen­za y mo­ri­rían mal­di­cién­
tra­vés de die­ci­séis años sin ce­sar en do­me si su­pie­ran que yo, yo su úni­ca
mis oí­dos y cons­ti­tu­ye uno de mis más y que­ri­da hi­ja, los ha­bía des­hon­ra­do y
tris­tes y do­lo­ro­sos re­cuer­dos. an­tes que tal su­ce­da pre­fie­ro su­frir yo
¡Ima­gen de aque­lla ni­ña, huér­fa­na so­la, aun­que mi co­ra­zón se ras­gue en
del ca­ri­ño de sus pa­dres y sin un ser que ji­ro­nes.”
se in­te­re­sa­se por su suer­te, es mi már­tir …des­pués de es­tos pá­rra­fos ha­cía
co­ra­zón que so­lo, ais­la­do y sin con­sue­ to­d a cla­s e de re­c o­m en­d a­c io­n es,
lo, arros­tró en­tre la te­ne­bro­sa os­cu­ri­ ro­gan­do a la per­so­na que re­co­gie­ra a
dad de la no­che de mis días, huér­fa­no su hi­ja que le pu­sie­ra el nom­bre de
del ca­ri­ño y del pla­cer co­mo na­ve, que Mi­riam y que la cui­d a­ra y qui­sie­ra
com­ba­ti­da sin ce­sar por el de­sa­ta­do y co­mo a hi­ja pro­pia.
vio­len­to ven­da­val, de­sar­bo­la­da y sin *
ti­món, no ha­lla puer­to en que gua­re­ * *

129
Buenos Aires, año i. Núm. 7, 18 de octubre de 1896

Die­ci­séis años es­tu­vo a mi la­do, yo que hoy me aban­do­na lo ha­ce así, es


la ama­ba co­mo ama­ra a una hi­ja, si la in­du­da­ble que lo ha­ce por­que ya no
tu­vie­ra. me ama, y si es­to es así, es mil ve­ces
Des­gra­cia­da­men­te yo no era aún pre­fe­ri­ble no ha­ber­se ca­sa­do, por­que
Anar­quis­ta, así que te­mien­do fue­ra ima­gí­na­te cuál se­ría el tor­men­to de
víc­ti­ma de un en­ga­ño, era ex­ce­si­va­ mi vi­da al ver­me su­je­ta y uni­da pa­ra
men­te ri­gu­ro­sa con ella en lo que se siem­pre a un hom­bre que no me ama­
re­f e­r ía a re­l a­c io­n es amo­r o­s as, ri­g or ra y al cual, co­mo es ló­gi­co su­po­ner,
que dio por re­sul­ta­do pre­ci­sa­men­te lo tam­bién de­ja­ría de amar yo más tar­de
que más te­mía, es­to es, fue ma­dre sin o más tem­p ra­n o, pues­to que quien
ser es­po­sa. ama pi­de ter­nu­ras y arru­llos y quien
Se­d u­c i­d a por un ca­p a­t az de una no ama da dis­gus­tos y pa­los mu­chas
fá­bri­ca que aún hoy exis­te, pues de ve­c es, da­d o que vi­v e dis­g us­t a­d o y
es­to ape­nas ha­ce 10 me­ses, fue aban­ con­tra su vo­lun­tad. Por to­do lo cual
do­na­da por él cuan­do es­ta­ba pró­xi­ma pre­fie­ro no ser ca­sa­da y ser li­bre.
a ser ma­dre, y pa­ra huir de mi có­le­ra ”A ti, que­ri­da ma­dre te ex­tra­ña­rá
fue a ocul­tar su fal­ta en un hos­pi­tal y sin du­da la ló­gi­ca gla­cial de mis pa­la­
cuan­do pa­sa­do el pe­río­do de la con­va­ bras, pe­ro de­ja­rán ellas de ex­tra­ñar­te
le­cen­cia bus­có tra­ba­jo y se con­ven­ció al de­cir­te que es­to me lo en­se­ñó una
de que en nin­gu­na par­te ob­ten­dría lo com­pa­ñe­ra de ca­ma en el hos­pi­tal (a
su­fi­cien­te pa­ra pa­gar la lac­tan­cia de que fui a dar a luz).
su ni­ña (pues era una ni­ña, se­gún me ”Si no me pre­sen­to a ti es por
lo di­jo en su úl­ti­ma car­ta) y cu­brir sus te­m or a tus jus­t as re­c on­v en­c io­n es,
ne­ce­si­da­des, no ha­lló más ca­mi­no que pues a pe­sar de to­do, tú cree­rás que he
el de la pros­ti­tu­ción. des­hon­ra­do tus ca­nas y en­lo­da­do tu
He aquí la car­ta en que me ma­ni­ ho­nor, y más que to­do por evi­tar­te la
fes­ta­ba su re­so­lu­ción, di­ce así: ver­güen­za que las mur­mu­ra­cio­nes res­
“Que­ri­da ma­dre: (1) pec­to de mi con­duc­ta te oca­sio­na­ría.
”Ol­vi­da pa­ra siem­pre, ¡oh, ma­dre Sin mi pre­sen­cia po­drás evi­tar­la.
mía! que tie­nes en el mun­do una hi­ja; ”Ma­dre que­ri­da, ten­go una ni­ña,
haz de cuen­ta que no exis­te ya, que ha una hi­ja, ¿com­pren­des? a la que amo
muer­to. co­mo tú me ama­bas a mí, co­mo aman
”Ama­ba y era ama­da, sí, era ama­ las ma­dres y con­ven­ci­da que con mi
da, y es por es­to que a pe­sar de tu tra­ba­jo ja­más po­dría ga­nar lo su­fi­cien­
vi­gi­lan­cia, a pe­sar de tus cui­da­dos me te pa­ra criar­la y aten­der a mis ne­ce­
en­tre­gué en bra­zos del ob­je­to de mi si­d a­d es; a cau­sa de lo mez­q ui­n o de
amor. No era ca­sa­da, bien lo sa­bía, los sa­la­rios, he to­ma­do la re­so­lu­ción
mas yo ig­no­ra­ba que sin ese re­qui­si­ de ven­der mi cuer­po… no mal­di­gas
to no se po­día amar. Ade­más, si el ma­dre mía al sa­ber que el cuer­po de
tu hi­ja, es­te cuer­po que tú has cui­da­do
con tan­to es­me­ro, no se­rá de hoy en
(1) Con­vie­ne ad­ver­tir que ella ig­no­ra­ba las ade­lan­te otra co­sa que car­ne que se
cir­cuns­tan­cias de su na­ci­mien­to. ven­de al pe­so… y si hay al­go que pue­

130
LA VOZ DE LA MUJER

da ha­cer que me per­do­nes, sea el sa­ber zón, ni qué me­jor ins­crip­ción que mi
que si yo me pros­ti­tu­yo, lo ha­go por me­mo­ria?
no aban­do­nar a mi hi­ja, a quien amo En pu­ri­dad jó­ve­nes, hom­bres, to­dos
tan­to, que por ella no re­tro­ce­do an­te cuan­tos in­sul­táis a la ra­me­ra, cuál fue
na­da, ni na­da me ate­rra. más no­ble de las dos ma­dres, la que
”Ma­dre, mis la­bios aún no han si­do aban­do­nó a su hi­ja pa­ra sal­var­se, o la
man­c ha­d os con con­t ac­t os im­p u­r os, que por sal­var a su hi­ja su­cum­bió.
an­tes que tal su­ce­da, re­ci­be de ellos Y vo­so­tras, que­ri­das ni­ñas que sen­
un be­so de amor, de ve­ne­ra­ción y paz tís as­co y des­pre­cio por esas in­fe­li­ces
de tu des­gra­cia­da mu­je­res, ¿ha­béis com­pren­di­do por qué
Hi­ja” se cae?
¡Oh, te­ned co­ra­zón! no in­sul­téis
A pe­sar de es­ta car­ta (cu­yo va­lor a la mu­jer caí­da, ¡ella es la már­tir de
mo­r al re­c ién hoy com­p ren­d o, que es­ta so­cie­dad!
yo ras­gué bu­llen­te en ira), yo mal­ ¿Qué se­rá de la hi­ja de Mi­riam? ¡tal
di­je mil y mil ve­c es aque­lla jo­v en vez ma­ña­na se­rá car­ne que se ven­da
in­fe­liz. al pe­so!
Un mes más tar­de su­pe que víc­ti­ Cuan­do tal pien­so no pue­do me­nos
ma del cie­no del to­rren­te y con­su­mi­da de mal­d e­c ir­m e a mí y mal­d e­c ir la
por la ti­sis, ha­bía fa­lle­ci­do en el du­ro so­cie­dad y el mun­do en el cual los
le­cho del hos­pi­tal de mu­je­res, a los no­bles y pu­ros co­ra­zo­nes son cons­tre­
po­cos días de su caí­da y mal­di­cien­do ñi­dos y arro­ja­dos al fan­go del to­rren­te
sin ce­sar la suer­te im­pía a que la so­cie­ por la ini­cua mal­dad de la ca­na­lla del
dad le ha­bía arro­ja­do. guan­te y la le­vi­ta.
En cuan­to a su hi­ja, ja­m ás su­p e ¿A qué ad­mi­rar­se, pues, que co­ra­
na­da de ella. zo­nes ar­dien­tes y ge­ne­ro­sos tra­ten de
To­do cuan­to pu­de sa­ber fue el lu­gar de­rrum­bar por cual­quier me­dio y a to­da
do re­po­san los res­tos de aque­lla már­tir cos­ta tan per­ni­cio­sas ins­ti­tu­cio­nes?
y que des­tro­za­dos por el bis­tu­rí del Fran­ca­men­te os di­go que se pre­ci­sa
ana­tó­mi­co, fue­ron la mo­fa y el ob­je­to ser un mal­va­do pa­ra es­tar con­for­me
de las ri­so­ta­das de los prac­ti­can­tes que con las ba­ses an­ti-na­tu­ra­les de es­ta
ro­dea­ban la me­sa en que se ve­ri­fi­có la co­rrup­ta y mal­sa­na so­cie­dad.
au­top­sia. El cau­te­rio por el fue­go es el tem­
Aque­llos res­tos tan sin com­p a­ pe­ra­men­to a se­guir con un miem­bro
sión des­tro­za­dos, re­po­san en un lu­gar gan­gre­na­do.
apar­t a­d o, en la ne­c ró­p o­l is lla­m a­d a Cau­te­ri­ce­mos, pues.
Cha­ca­ri­ta, y en una mo­des­ta y sen­ci­ Vues­tra
lla tum­ba a don­de los hi­ce tras­la­dar,
y al bor­de de la cual voy siem­pre que Pe­pi­ta Ghe­rra
pue­do, a lle­var la ca­ri­ño­sa ofren­da de
fres­cas flo­res con que la rie­go, tum­ba
que no tie­ne lo­za ni ins­crip­ción al­gu­ Mar­zo 30 de 1896.
na, pues ¿qué más lo­za que mi co­ra­

131
Buenos Aires, año i. Núm. 7, 18 de octubre de 1896

Me­sa re­vuel­ta años, y a sus hi­jos, Ar­te­mio y Ma­nue­la,


SSSSS de 7 y 3 años, res­pec­ti­va­men­te.
Cau­sa del cri­men. La vi­da in­so­por­
Lee­mos en “La Van­guar­dia”: ta­ble que Cu­tie­llos da­ba a su es­po­sa.
Pro­gra­ma anÁr­qui­co  - Es muy di­fí­ Co­m en­t a­r ios de La Pren­s a: Que
cil dar con el anar­quis­mo-ti­no [sic], por­ cai­ga to­do el ri­gor de la ley con­tra esa
que ca­da anar­quis­ta guar­da en su pe­que­ es­po­sa in­fa­me y ma­dre sin en­tra­ñas.
ño ca­cu­men un plan de so­cie­dad fu­tu­ra
y ve y apre­cia las co­sas de una ma­ne­ra A las com­p a­ñ e­ras que nos han
pro­pia y di­fe­ren­te a la de los de­más. en­via­do tra­ba­jos pa­ra pu­bli­car pe­di­mos
Pe­ro, ¡aho­ra sí que lo en­con­tra­mos! dis­cul­pa has­ta el nú­me­ro pró­xi­mo.
En for­ma de pro­gra­ma aca­ban de dar­lo
a luz los pe­rio­di­qui­tos cos­tea­dos, se­gún iIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiI
ellos mis­mos, por bo­rra­chos, idio­tas,
ase­si­nos y frai­les y bur­gue­ses. AVI­S O
Hay en el nue­vo cre­do anár­qui­co
ar­tí­cu­lo co­mo és­te: Po­ne­mos en co­no­ci­mien­to de los com­
“Nos pro­po­ne­mos sus­ti­tuir la ac­tual pa­ñe­ros en ge­ne­ral que la Re­dac­ción y
or­g a­n i­z a­c ión del Es­t a­d o au­t o­r i­t a­r io Ad­mi­nis­tra­ción de es­te pe­rió­di­co a con­tar
por las re­la­cio­nes ad­mi­nis­tra­ti­vas de del pre­sen­te nú­me­ro, es­tá a car­go de un
nue­vo gru­po, el cual se pro­po­ne no omi­tir
los tra­ba­ja­do­res, fe­d e­ra­d os por li­b re
es­fuer­zo al­gu­no pa­ra la bue­na mar­cha de
pac­to y en li­bres aso­cia­cio­nes so­bre la La Voz de la Mu­jer.
ba­se de la pro­duc­ción del cam­bio y Avi­s a­m os tam­b ién que el es­t a­d o de
del con­su­mo, es­to es, la Anar­quía.” la Ad­mi­nis­tra­ción al re­ci­bir no­so­tras el
De anár­qui­co só­lo tie­ne es­to al­gu­ pe­rió­di­co era:
nas pa­la­bras hue­cas y fra­ses de do­ble
sen­ti­do que no pue­den os­cu­re­cer su Dé­fi­cit de núm. 6 $ 10.47
fon­do ne­ta­men­te so­cia­lis­ta. Deu­da a “La Re­vo­lu­ción so­cial” $ 1.50
¿Qué les pa­re­ce a los com­pa­ñe­ros? ———
¿En dón­de ha­brán leí­do esos im­bé­ci­ Su­ma $ 11.97
les eso?
Pa­ra cu­brir es­te dé­fi­cit nos fue en­tre­ga­
Si se­rán al­cor­no­ques, lla­mar pro­
da una lis­ta que pu­bli­ca­mos ba­jo el ru­bro
gra­m a anár­q ui­c o a al­g u­n as pa­l a­b ras Lis­ta A, cu­yo im­por­te su­ma $ 8.80
hue­cas y fra­ses de do­ble sen­ti­do, cu­yo los que des­con­ta­dos de los 11 pe­sos
fon­do es ne­ta­men­te so­cia­lis­ta. 97 cts. de­jan un dé­fi­cit to­tal de $ 3.17
¿Có­mo pue­de ser pro­gra­ma anár­ Tal era el es­ta­do ad­mi­nis­tra­ti­vo de La
qui­co lo que es idea so­cia­lis­ta? Voz de la Mu­jer al ha­cer­nos car­go de ella.
¡Cuan­to sie­te ca­ne ca­ro pa­tro­ni! Os sa­lu­da fra­ter­nal­men­te.
—— La Re­dac­ciÓn y Ad­mi­nis­tra­ciÓn
Lee­m os en “La Pren­s a” - En el
De­par­ta­men­to 9 de La Pam­pa, la mu­jer Se­gún pue­de ver­se exa­mi­nan­do la lis­ta
Ma­nue­la Ber­mú­dez ase­si­nó ale­vo­sa­ del núm. 6 el dé­fi­cit que por error se di­jo
men­te a su es­po­so, Juan Cu­tie­llos de 45 ser de 5.17, era de 10.17.

132
LA VOZ DE LA MUJER

Los com­pa­ñe­ros que ten­gan al­go que gi­nia la mo­dis­ta 0.20, Gui­do el de­ser­tor
re­cla­mar pue­den di­ri­gir­se a no­so­tras. Ca­si­ 0.20, Juan C. di­ce que es un des­gra­cia­
lla de co­rreo núm. 1277. do 0.20, Una ni­ña que es­tu­dia 0.20, Un
jo­ven ena­mo­ra­do de Cle­men­ti­na E. 0.20,
Isa­bel le gus­tan los jó­ve­nes anar­quis­tas
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV 0.10, Bus­co a Úr­su­la y no la en­cuen­tro
0.10, Te­re­si­ta la ru­bia ena­mo­ra­da 0.10,
SUS­CRIP­CIÓN El jo­ven Eleo­do­ro Val­dés ena­mo­ra­do de
la se­ño­ri­ta Ma­ría C. 0.20, Un lus­tra­dor
para
que quie­r e lus­t rar con san­g re bur­g ue­s a
LA VOZ DE LA MU­JER 0.20, Un mer­ce­ro que por fiar es­tá de­ses­
—— pe­ra­do 0.20, Una jo­ven que pron­to se va a
ma­tar con la pe­sa­da ca­de­na del ma­tri­mo­
Lis­ta A - Un Man­che­lli 0.40, Un anar­ nio 0.10, ¡Ay ! qué día di­cho­so fue cuan­do
quis­ta cé­le­bre 0.50, Una mu­jer que es des­ por pri­me­ra vez mis ojos se en­con­tra­ron
gra­cia­da por cau­sa de la hon­ra 0.30, Un con una jo­v en ves­ti­d a con tra­je ne­g ro
avi­sa­do 0.10, Un gar­ban­zo 0.10, Va­rios 0.20, Un mer­can­te de bu­rros bur­gue­ses
ti­pó­gra­fos 0.90, Des­gra­cia­do 0.20, Otro 0.20, Soy un po­bre in­fe­liz 0.10, La fu­ga de
0.20, Un gru­po de Anar­quis­tas 2.50, Nun­ Ame­lia mu­chos anar­quis­tas han llo­ra­do
ca la hu­ma­ni­dad go­za­rá 0.40, de fra­ter­ni­dad 0.50, Adiós mi pa­tria 0.03.
ni ar­mo­nía 0.40, mien­tras no lle­gue­mos a Su­ma 4.25
im­plan­tar 0.40, el li­bre es­ta­do de anar­quía
0.40, au­to­ri­dad y li­ber­tad son con­tra­rias De va­rios - Lla­mé 0.20, N. N. 0.20,
0.30, va­le más un ca­ba­llo do­ma­do que un Pe­pi­ta Gue­rra 0.30, Gru­po Ju­ven­tud Uni­
hom­bre por ins­truir 0.30, Amor li­bre 0.50, da 1.20, Uno por Ra­va­chol 0.25, por con­
Li­ber­tad pa­ra to­dos 0.20. - Su­ma 8.80. duc­to de “La Ques­tio­ne So­cia­le”: Un
No­ta - Es­ta lis­ta que nos fue en­tre­ga­da des­c al­z o 0.10, Uno que quie­r e jus­t i­c ia
por la ad­mi­nis­tra­ción an­te­rior no tie­ne 0.10, Jo­sé Car­va­na­les 0.50, Au­gus­to Mas­se
na­da que ver con las que a con­ti­nua­ción 0.25, A. D. Bel­gra­no 0.50 - Su­ma 3.70.
pu­bli­ca­mos.
De Vi­lla Cons­ti­tu­ción: LIS­TA Nº 8 - Fue­go y ex­ter­mi­nio 0.50,
Un Man­c he­g o 0.50, Ca­ñ o­n es 1.00, B. O. 0.20, Ma­nuel B. 0.20, Luis Cos­ta
Rom­pe ca­be­zas 0.40, Una jo­ven que ya no se 0.20, Po­sa­dios 0.40, T. H. 0.20, El pa­trón
po­ne pol­vos 0.20, Un bar­be­ro 0.20, So­bran­ de un des­pa­cho de be­bi­das 0.50, Res­to de
te de mu­chas ru­ti­nas 1.00 - Su­ma 3.00 una con­vi­da­da 0.10, So­bran­te de tran­way
0.10, So­bra­ron 0.20, M. Cris­tó­bal Uri­be
LIS­TA Nº 7 - Uno que no M 0.20, No 1.00, de la Lis­ta núm. 3: 0.05. Su­ma 1.75.
pon­ga na­da 0.10, Soy des­gra­cia­do 0.50,
Un ci­ga­rre­ro po­bre 0.10, No pon­gas na­da LIS­TA Nº 4 - M. 0.10, C. 0.10, T.
0.10, Uno que no tie­n e más 0.10, Un 0.10, A. 0.10, Gru­po Ju­ven­tud Uni­da 0.50.
ci­ga­rre­ro re­vo­lu­cio­na­rio 0.30, Un ci­ga­rre­
ro 0.10, Uno que na­da 0.20, Gru­po Ju­ven­ LIS­TA Nº 5 - Una com­pa­ñe­ra re­vo­
tud Uni­da 2.75 - Su­ma pe­sos 4.35. lu­cio­na­ria blan­ca 0.30, Un em­plea­do del
Por con­duc­to de la com­pa­ñe­ra Lui­sa go­bier­no que se re­be­la 0.30, Un em­plea­do
Pria­ni - Ma­ría C. 0.60, Ma­ri­no C. 0.30, de la adua­na 0.30, Fa­ra­hon 0.50. LIS­TA 22
Ade­la T. 0.05, Jua­n a la her­m o­sa 0.10, so­bran­tes de co­pas 0.50, Un ci­ga­rre­ro sin
Ig­na­cio el lo­co 0.50, Una tris­te 0.20, Vir­ ci­ga­rros 0.20, már­mol por un za­pa­te­ro 0.50

133
Buenos Aires, año i. Núm. 7, 18 de octubre de 1896

+ 0.10. LIS­TA Nº 27: E. D. L. 0.20, un Ruh To­tal re­co­lec­ta­do 30.00


0.10, so­bran­te de una con­vi­da­da 0.05, I. C. Gas­tos: por 2.000 ejem­pla­res
0.05, I. M. 0.50, Mi Ma­dre 0.20. Su­ma 4.70. de núm. 7 40.00
Gas­tos de co­rreo 8.85
GRU­PO “LOS ÁCRA­TAS” - Pie­tro Dé­fi­cit del núm. 6 3.17
0.50, Un sas­tre ex­plo­ta­do 0.50, Ser­via­go
———
0.50, Un ten­de­ro 1.00, B. Ores­te 0.20, ex
Su­ma 52.02
Frai­le 0.20, Un za­pa­te­ro 0.20, Un re­bel­de
0.20, Gue­rra y ex­ter­mi­nio 0.30, Un in­tan­gi­ Dé­fi­cit de es­te nú­me­ro 22.00
ble 0.20, Un Ven­geur 0.20, Mez­za Anar­chia
0.20, Rip­po­so 0.20, G. A. 59 0.50, Um­ber­to Nota: Ro­ga­mos a las com­pa­ñe­ras que
rey de los otros ani­ma­les 0.30, Yo 0.05. nos re­mi­tan an­tes de 15 días las lis­tas de
Su­ma 5.20 sus­crip­ción.

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Año I. BUENOS AIRES, NOVIEMBRE 14 DE 1896 NÚm. 8

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y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Casilla Correo 1277 - Capital

Re­súr­jam… Ya ve­réis co­m o aho­ra el go­b ier­


CCCccc no in­ter­ven­drá ¿sa­béis pa­ra qué? pues
muy sen­c i­l lo: pa­r a co­b rar un de­r e­
He­mos si­do agra­da­ble­men­te sor­ cho por po­ner un le­tre­ro o cha­pa con
pren­di­das por la lec­tu­ra de un ma­ni­ el nom­bre de la so­cie­dad. Es de­cir,
fies­to ti­tu­la­do “La es­cla­vi­tud en Bue­ pa­ra en­tor­pe­cer y po­ner cor­ta­pi­sas a la
nos Ai­res y Mon­te­vi­deo” y so­bre el ac­ción de la aso­cia­ción.
cual no po­de­mos me­nos de ha­cer al­gu­ Va­mos por par­tes.
nas re­fle­xio­nes. Di­ce el ma­ni­fies­to: “La es­cla­vi­tud
Hay en el alu­di­do ma­ni­fies­to pá­rra­ de Bue­nos Ai­res y Mon­te­vi­deo”.
fos tan ex­pre­si­vos co­mo és­tos: De­ci­mos no­so­tras: ¿Creen las aso­
cia­das y de­fen­so­ras de esas in­fe­li­ces
“Don­d e no pu­d o al­c an­z ar nin­g u­n a que so­la­men­te aquí y en Mon­te­vi­deo
au­to­ri­dad pa­ra re­pri­mir la es­cla­vi­tud de exis­te esa y otras es­cla­vi­tu­des?
mu­je­res, muy bien lo pue­d en unas 150 ¡Oh, no, no creáis eso, com­pa­ñe­ras!
in­fe­li­ces, que por mu­chos años vi­vie­ron Des­de allá del an­cho Tí­ber, al tur­
es­cla­vi­za­das, que fue­ron ex­plo­ta­das en el
bu­len­to Pla­ta, de allá de las gi­gan­tes
mo­do más bár­ba­ro y echa­das a la ca­lle
cum­bres del le­gen­da­rio Cáu­ca­so has­ta
co­mo se echan las co­sas in­ser­vi­bles.
”Son 150 ex es­cla­vas que hoy se coa­ las co­lo­sa­les ci­mas del An­des ate­rra­
li­gan pa­ra de­sen­mas­ca­rar a sus ver­du­gos; dor; del uno al otro Po­lo, por la an­cha
pa­ra acu­sar­los an­te el Su­pre­mo Tri­bu­nal de faz del mun­do, due­ña y se­ño­ra de la
la con­cien­cia pú­bli­ca; pa­ra ha­cer­los abo­ ra­za in­fe­liz obre­ra rei­na la es­cla­vi­tud.
rre­cer y mal­de­cir de to­da per­so­na que com­ ¡Es­cla­vi­tud más ne­gra, más in­fa­man­te
pren­da ser una ig­no­mi­nia sin igual, de­jar y du­ra, ho­rren­da es­cla­vi­tud que nos
que se es­cla­vi­cen tan­tas cria­tu­ras hu­ma­nas tor­tu­ra, que nos des­ga­rra el cuer­po,
a la fin de un si­glo co­mo el ac­tual.” que nos opri­me el al­ma, la es­cla­vi­tud
de­gra­dan­te del sa­la­rio!
¿Qué tal? ¿qué de­cís de es­to los que No­ches de due­lo, lá­gri­mas de san­
os asus­táis cuan­do os de­ci­mos que no gre abra­sa­do­ras; vi­sión fa­tal, no­ches
ha­ce fal­ta go­bier­no al­gu­no? de in­som­nio, ne­gras, ¡ay! muy ne­gras
Es una be­lla y sen­ci­lla lec­ción. pu­sié­ron­me a las puer­tas siem­pre abier­
Las au­to­ri­da­des y el go­bier­no na­da tas de esa man­sión de lá­gri­mas y due­lo,
pu­die­ron ni se preo­cu­pa­rían de ha­cer re­cin­to de pla­cer pa­ra el po­ten­te!
aun­que pu­die­ran. Pe­ro lo que ellos no Mi ma­dre, la no­ble már­tir del tra­
pu­die­ron ha­cer lo ha­ce la “li­bre ini­ ba­jo, en ca­ma, en el tris­te le­cho del
cia­ti­va” de 150 mu­je­res, que pu­die­ran do­lor; mi pa­dre, sin ocu­pa­ción; mis
ser me­nos o más se­gún la obra que se tier­nos her­ma­ni­tos  : ¡pan, Pe­pi­ta, pan!
pro­pu­sie­ran lle­var a ca­bo. ¿por qué no nos das pan? ¿No ves qué

[135]
Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

bue­nos so­mos? ¡Pan!.. bu­llen­te en ira, güen­za en de­ci­ros com­pa­ñe­ras, cual


her­ma­nos míos, ¡pan!.. gri­ta­ba yo con se ba­ja… ¡de­jad que lo guar­de aquí en
an­sia lo­ca. ¿En dón­de ha­llar­lo? En la mi pe­cho y que llo­re a ver si eso me
pa­na­de­ría, Pe­pi­ta, sí que hay, si yo lo cal­ma!
he vis­to, ¿quie­res que va­ya? Sí, ve­rás Si­ga­mos re­cor­tan­do:
que ven­go pron­to, que no tar­do, que
no me que­do a ju­gar, ¡no, te lo ju­ro! “Si la po­li­cía de Mon­te­vi­deo si­guie­
Así de­cían. Y yo, lí­vi­do el ros­tro, la ra el no­ble ejem­plo de la de es­ta ca­pi­tal,
mi­ra­da in­cier­ta, opri­mi­do el co­ra­zón ¡oh!, en­ton­ces los Ca­ftens se ve­rían ce­rra­
con an­sia lo­ca, mis sie­nes gol­pean­do, das to­das las puer­tas por don­de in­tro­du­
cen aquí su mer­ca­de­ría; mas se­gún pa­re­ce
sa­lí con un mar de de­li­rios en la fren­
a las au­to­ri­da­des po­li­cia­les de Mon­te­vi­
te, la muer­te en los ojos y en el al­ma deo po­co les im­por­ta que se in­tro­duz­can
¿quién sa­be que lle­va­ba yo en el al­ma? allá mu­je­res pa­ra mer­ca­dear­las, pues has­ta
Te­nía quin­ce años, era es­bel­ta, aca­ hoy las so­li­ci­tu­des que en­via­mos a aque­lla
so un tan­to her­mo­sa ¡ca­ba­lle­ro, por Je­fa­tu­ra en el sen­ti­do de apo­yar nues­tra
Dios, una li­mos­na!.. mi­sión, han que­da­do en letra muer­ta.
– Her­mo­sa chi­ca a fe, va­le la pe­na. ”Una vez que las mu­je­res im­por­ta­das lle­
– ¡Va­ya si la va­le!.. gan a de­sem­bar­car en Mon­te­vi­deo y pa­sar
– ¡Por Dios, no, que­ri­da, pues yo en los De­pó­si­tos, es su­ma­men­te di­fí­cil sa­ber
la co­noz­co, ni ver­la ni ha­blar­le pue­ de cuál par­te lle­ga­rán a Bue­nos Ai­res, por­
do; mas no im­por­ta, por ti te la da­ré, a que pa­ra rea­li­zar es­to, los si­tios y los mo­dos
son mu­chos y di­fe­ren­tes.
quien por cier­to mi­ro y te con­fie­so que
”Cié­rre­se a los es­cla­vi­za­do­res el puer­to
te en­cuen­tro be­lla!… de Mon­te­vi­deo, co­mo aquí se les ce­rró
Im­pu­ro be­so so­ñó… sen­tí un zar­ la Dár­se­na y en­ton­ces si quie­ren im­por­
pa­zo… un ¡ay! des­ga­rra­dor rom­pió el tar mu­je­res en la Amé­ri­ca del Sur no les
si­len­cio de la no­che um­bría, que sa­lió que­da­rá otro mo­do que ser­vir­se de glo­bos
de mi gar­gan­ta en­ron­que­ci­da… lue­go ae­ros­tá­ti­cos.”
una es­tri­den­te car­ca­ja­da, pa­sos des­
pués… y lue­go na­da. ¡Lla­máis no­ble al pro­ce­der de la
Co­rrí des­pa­vo­ri­da, des­com­pues­ta la po­l i­c ía de Bue­n os Ai­r es! Si su­p ie­
faz, de­sen­ca­ja­da… rais que ella sa­bía ha­ce mu­cho lo que
– No traes pan, me di­jo el ma­yor­ pa­sa­ba… Si su­pie­rais que ella com­par­
ci­to. tía con los in­fa­mes “Caf­tens” la ruin
– No la ha­b ía, mi bien, has­ta ga­nan­cia del co­mer­cio de esa car­ne
ma­ña­na, di­je pro­cu­ran­do se­re­nar­me hu­ma­na!
y en voz al­ta y lue­go a su oí­do. No ¿Ol­vi­dáis aca­so las li­bre­tas y otros
lo pi­das, por Dios, que no hay di… co­bros im­pues­tos que mi plu­ma se re­sis­te
ne… ro, di­je pro­rrum­pien­do en llo­ro, a es­cri­bir? Mal­ha­ya la ra­za ruin de co­mer­
ba­ñan­do mi fren­te con mis lá­gri­mas. cian­tes de nues­tra car­ne, her­ma­nas…
– ¿Te acuer­das, ma­dre ama­da, y tú, En cuan­to a la po­li­cía de Mon­te­vi­
mi ga­llar­do Raúl, te acuer­das? ¿Ver­dad deo, ¿qué le im­por­ta a ella? ¿Le da­ríais
que sí? ¡Te­nías ya diez años!… vo­so­tros la ga­nan­cia que de esas in­fe­
Des­p ués… des­p ués… ten­g o ver­ li­ces sa­can?

136
LA VOZ DE LA MUJER

La de aquí (no os asom­bréis) pro­se­ tras es­táis dis­pues­tas a ven­der vues­tras


gui­rá sa­cán­do­la. ro­pas pa­ra sal­var de la es­cla­vi­tud, de
¡Ce­rrar el puer­to de Mon­te­vi­deo y la pros­ti­tu­ción a vues­tras com­pa­ñe­ras,
las Dár­se­nas de Bue­nos Ai­res!… ella guar­da por do­quier y en to­das par­
Ce­rrad la mi­se­ria, com­pa­ñe­ras, y tes en­ce­rra­das, des­lum­bran­tes y es­plén­
ha­brán­se ce­rra­do de do­quier las pla­yas. di­das ri­que­zas, te­so­ros de va­lor in­cal­
Pe­ro en­tre­tan­to, ¡ay de la ra­za in­fe­ cu­la­ble, y su je­fe, el san­to pa­dre tre­ce,
liz de obre­ras! ¡ay de las po­bres pro­le­ ¡on­ce mil ha­bi­ta­cio­nes tie­ne pa­ra só­lo
ta­rias! su re­ga­lo en el pa­la­cio en Ro­ma!
En su­ma: Una aso­cia­ción de bra­vas, ¡En nom­bre de una re­li­gión que os
pe­ro aún no bien cons­cien­tes com­ di­ce, no os aca­ri­ciéis, oh jó­ve­nes que
pa­ñe­ras que por li­bre y es­pon­tÁ­nea amáis, sin an­tes ca­sa­ros, ni os ca­sa­ré si
ini­cia­ti­va sa­le a lu­char en de­fen­sa de no pa­gáis!
las víc­ti­mas de una cla­se de es­cla­vi­tud. ¡En nom­bre de una re­li­gión que des­
¡Ay! ¡exis­ten tan­tas! pre­cia a la mu­jer caí­da, y que en Ro­ma,
Pe­ro al fin es mo­ver­se, es lu­char y la ciu­dad de sus afa­nes, co­mer­cia­ba tam­
eso es vi­da, es te­ner un pen­sa­mien­to, bién con vues­tros cuer­p os, pues cua­
un ideal y cuan­do ve­mos tan­tas que tro­c ien­t os pros­t í­b u­l os ofi­c ia­l es, de los
vi­ven sin pen­sar en na­da. cua­les el re­li­gio­so pa­dre san­to sa­ca­ba un
Otros pá­rra­fos: be­ne­fi­cio lí­qui­do de tres­cien­tas mil li­ras
anua­les!!
“Es­ta­mos dis­pues­tas a ha­cer cual­quier ¡Oh, no di­gáis tal, que tiem­bla el
sa­cri­fi­cio pa­ra se­guir re­suel­tas y lle­nas de la­bio, la­te el co­ra­zón apre­su­ra­do y tré­
en­tu­sias­m o en la san­ta mi­sión que nos mu­la la ma­no se le­van­ta, bus­can­do un
im­pu­si­mos. Nin­gún obs­tá­cu­lo nos de­ten­ san­to ros­tro en que des­car­gar la des­
drá en nues­tro es­ca­bro­so ca­mi­no. Si nos
bor­dan­te ira de nues­tros co­ra­zo­nes!
ha­rán fal­ta las fuer­zas cae­re­mos he­roi­ca­
men­te co­mo sol­da­do so­bre el cam­po de
Pa­ra ter­mi­nar, co­pia­mos la car­ta
ba­ta­lla, si nos ha­rán fal­ta los re­cur­sos des­ que una vez en­te­ra­das del ma­ni­fies­to
pués de ha­ber ven­di­do has­ta el úl­ti­mo tra­ alu­di­do en­via­mos, di­ce:
po, ire­mos pi­dien­do li­mos­na en nom­bre de
la hu­ma­ni­dad y de la Re­li­gión ul­tra­ja­das!” Bue­nos Ai­res, no­viem­bre 1896.
Mu­ c ho nos gus­ t a ese áni­ m o, A la So­cie­dad Deuts­cher Frauen Ve­rein
mu­cho, pe­ro ya lo veis, ten­dréis que ¡Sa­lud y li­ber­tad!
ven­der has­ta el úl­ti­mo tra­po, y quién Que­ri­das her­ma­nas:
sa­be si aún así ga­náis. He­mos si­do agra­da­ble­men­te sor­
Ven­der los tra­pos, ¡her­ma­nas que­ pren­di­das por vues­tro Bo­le­tín Nº 1, es
ri­das! de­cir sor­pren­di­das por la ini­cia­ti­va que
¿Y de­cís que lu­cháis en nom­bre de ha­béis to­ma­do, por­que en cuan­to a la
la Re­li­gión ul­tra­ja­da? Cra­so error, que­ es­cla­vi­tud ya sa­bía­mos que exis­tía.
ri­das, en nom­bre de vues­tros co­ra­zo­ Co­mo quie­ra que no­so­tras tam­bién
nes ge­ne­ro­sos sí, pe­ro ja­más en el de lu­cha­mos por la li­ber­tad, no só­lo de
esa re­li­gión que en tan­to que vo­so­ nues­tras de­fen­di­das, si­no de to­da la cla­

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Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

se obre­ra, no só­lo en de­fen­sa de las que os au­men­ta el pre­cio de la ca­sa u os


co­mo car­ne de ma­ta­de­ro son traí­das a ven­de más ca­ro el pan, mer­man­do de
es­tas pla­yas por una cla­se de ex­plo­ta­do­ tal mo­do los pro­duc­tos y el sa­la­rio del
res, si­no en de­fen­sa de no­so­tras mis­mas tra­ba­ja­dor, que obli­ga a és­tos a per­mi­
y de to­dos los es­cla­vos y en lu­cha con­ tir que sus jó­ve­nes y her­mo­sas hi­jas
tra to­da cla­se de opre­so­res, he­mos re­ci­ aban­do­nen sus pa­ter­nos la­res y ven­gan
bi­do con sim­pa­tía vues­tra idea. o va­yan al pros­tí­bu­lo. Lue­go te­ne­mos
El fin que os pro­po­néis es no­ble, a cau­sa de la pros­ti­tu­ción: la mi­se­ria;
no du­dar­lo, mas ca­da cual se­gún sus cau­sa de la mi­se­ria, la ex­plo­ta­ción, y
ne­c e­s i­d a­d es; no­s o­t ras mi­r a­m os más es­to no só­lo su­ce­de en la se­cu­lar Eu­ro­
le­jos, no nos con­cre­ta­mos a com­ba­tir pa, en to­das par­tes pa­sa.
a una so­la cla­se de es­cla­vi­tud; es­ta­mos Aquí en la cul­ta Bue­n os Ai­res,
con­tra to­das. co­mo la lla­máis vo­so­tras, su­cum­ben
Con­si­de­ra­mos que los efec­tos tie­ mi­les de jó­ve­nes, unas en el ta­ller,
nen sus cau­sas y que es a es­tas úl­ti­mas otras en su ho­gar, por ex­ce­so de tra­
a quien hay que ata­c ar cuan­d o los ba­jo y fal­ta de ali­men­to, y otras en los
efec­tos son ma­los. pros­tí­bu­los, y en los hos­pi­ta­les mi­les.
¿Cuál es la cau­sa de que nues­tras Y es­to su­ce­de con pro­le­ta­rias na­ci­
in­f e­l i­c es pro­t e­g i­d as lle­g uen a es­t as das en la mis­ma cul­ta Bue­nos Ai­res,
pla­yas pa­ra ser su­mi­das en el ho­rren­do por­q ue ha­b éis de sa­b er que pa­ra el
re­cin­to del pros­tí­bu­lo? obre­ro no hay más pa­tria ni más glo­ria
¿Por qué aban­do­na­rán sus ho­ga­res, ni más na­da que el ta­ller, el pros­tí­bu­lo
sus pa­dres, sus ami­gas, sus her­ma­nas y o la cár­cel.
su amor aca­so? Cuan­do una per­so­na es­tá obli­ga­da
Por la mi­se­ria, sin du­da, pues si tu­vie­ a ven­der sus fuer­zas o su cuer­po a un
ran lo su­fi­cien­te pa­ra vi­vir en su país pa­trón, no es li­bre en mo­do al­gu­no, no
na­tal es in­du­da­ble que no lo aban­do­na­ ser li­bre es ser es­cla­vo; por li­brar­nos de
rían pa­ra ve­nir a es­tas apar­ta­das re­gio­nes to­da cla­se de es­cla­vi­tud lu­cha­re­mos.
en de­man­da de pan ¡Tris­te pi­tan­za! Vo­so­tras lo ha­céis só­lo por una.
Lue­go, pues, la mi­se­ria es cau­sa de Mas no im­por­ta, os aplau­di­mos.
su des­gra­cia.
Vea­mos aho­ra cuál es la cau­sa de la Eso de­cía la car­ta y que os de­sea
mi­se­ria, no de ellas só­lo, si­no de to­dos eman­ci­pa­ción y ca­ri­ño di­ce
los obre­ros del mun­do en­te­ro.
Pe­pi­ta Ghe­rra
¿Que­réis que se lo pre­gun­te­mos a
los que po­se­yen­do mi­les de mi­llo­nes nnnnnnnnnnnnnnn
———————————————
tie­nen a bien tra­fi­car con el ham­bre,
el tra­ba­jo y la san­gre del obre­ro? 11 de no­viem­bre de 1887
Te­ned en cuen­ta, her­ma­nas, que ————
los ago­bian­tes im­pues­tos y la des­pia­
da­da sed de oro de los aca­pa­ra­do­res de Fe­cha que ha­ce nue­ve años que­dó
la tie­rra y los co­mer­cian­tes en ge­ne­ral, gra­ba­da en el co­ra­zón de to­dos los que
tan­to el que por vi­vir él có­mo­da­men­te as­pi­ran a me­jo­rar la tris­te con­di­ción

138
LA VOZ DE LA MUJER

del es­c la­v o mo­d er­n o, en que es­t án do y pro­fun­do ha­cia to­do cuan­to nos
su­mi­dos to­dos los obre­ros. es­cla­vi­za y hu­mi­lla, por vo­so­tros crea­
El cri­men ju­rí­di­co lle­va­do a ca­bo do. Es lo que nos ha­béis en­se­ña­do: un
en Chi­ca­go el día 11 de noviembre ca­mi­no de lu­to y san­gre pa­ra no sa­ber
de 1887 por la san­gui­na­ria bur­gue­sía más que odia­ros cuan­do re­cor­da­mos a
nor­tea­me­ri­ca­na, de acuer­do con las los he­roi­cos már­ti­res del tra­ba­jo, de la
teo­rías de la de to­dos los de­más paí­ses, gui­llo­ti­na y del ta­bla­do.
no se bo­rra­rá ja­más de nues­tra men­te. M.
Ni se bo­rra­rá tam­po­co el de la bur­
gue­sía es­pa­ño­la, que no que­rien­do ser SSSSSSSSS
me­nos cruel, la si­guió des­pués le­van­
tan­do por se­gun­da vez el pa­tí­bu­lo en A las ma­dres
Je­rez. Mo­nar­quía es­pa­ño­la, Re­pú­bli­ca ————
(mo­de­lo) ame­ri­ca­na: di­fe­ren­tes nom­ … Y a ti prin­ci­pal­men­te, ma­dre mía.
bres e idén­t i­c os pro­c e­d i­m ien­t os. Y
es­to es to­do. Dis­cul­pad­me que­ri­das lec­to­ras, si só­lo
Pe­ro no im­por­ta; los már­ti­res que sé de­cir co­sas tris­tes hoy; mas ¿qué que­
su­cum­ben no mue­ren pa­ra la pos­te­ réis?; veo an­te mí co­sas tan tris­tes, su­fre
ri­dad; que si en la cruz se ad­mi­ra la tan­to mi co­ra­zón, son tan do­lo­ro­sos mis
ab­ne­ga­ción del már­tir del Gól­go­ta, pen­sa­mien­tos, que has­ta las vi­bra­cio­nes
bien pue­de ser el ca­dal­so sím­bo­lo de de mis sen­sa­cio­nes son tris­tes.
re­den­ción. Tal vez que la ma­yo­ría de vo­so­tras
Y no por es­to creas bes­tial bur­ son­rei­réis com­pa­si­va­men­te al leer es­tas
gue­sía que nos re­sig­na­mos a ser los lí­neas y, no obs­tan­te, creed­lo, mien­
már­ti­res de siem­pre, no; que nues­tro tras las es­t oy tra­z an­d o apre­s u­r a­d a­
más an­he­lan­te de­seo es ace­le­rar el día men­te ha­go es­fuer­zos por con­te­ner las
de las ven­gan­zas, pa­ra re­cor­da­ros por lá­gri­mas re­bel­des que pug­nan por sa­lir
úl­ti­ma vez las víc­ti­mas pro­pi­cia­to­rias de mis hin­cha­dos pár­pa­dos…
de vues­tros crí­me­nes y mal­da­des. ¿Sa­béis por qué? por­que es­toy pen­
Creís­teis dar fin de una idea re­den­ san­do en vues­tros ino­cen­tes pe­que­
to­ra ase­si­nan­do a sus pro­pa­gan­dis­tas, ñue­los, en vues­tros que­ri­dos ni­ños.
y ya lo veis, de las ce­ni­zas de los muer­ ¿Cuán­to los amáis, ver­dad? ¡Cuán
tos se le­van­tan mi­lla­res que la pro­pa­ ino­cen­tes y her­mo­sos son! ¡Qué de
gan y que os mal­di­cen. ine­fa­bles go­ces os pro­du­cen sus ca­ri­
¡Se­g uid, se­g uid ex­t er­m i­n an­d o a cias, sus be­sos e in­fan­ti­les gra­cias!
hom­bres de ideas li­ber­ta­rias, que la ¡Qué di­c ha es ser ma­d re! ¡Qué
mis­m a hu­m a­n i­d ad se en­c ar­g a­r á de in­men­sa ven­tu­ra hay en po­der es­tre­
dar­les vi­da en los que na­cen! char con­tra nues­tro se­no a ese pe­que­
Só­lo con­se­gui­réis con vues­tros ins­ ño ser a quien por no te­ner en nues­tro
tin­tos fe­ro­ces que no­so­tros, los de la idio­ma mez­qui­no fra­se más ex­pre­si­va,
ple­be ig­no­ran­te y ba­ja, va­ya­mos acu­ lla­ma­mos hi­jo!
mu­lan­do día por día en nues­tros la­ce­ ¡Flo­res, pá­ja­ros y ni­ños, po­see­ros y
ra­dos co­ra­zo­nes el odio re­con­cen­tra­ po­seer el dul­ce e inol­vi­da­ble ob­je­to de

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Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

un per­di­do e inol­vi­da­ble amor, he ahí ca­mi­se­ta cu­yo va­lor era de un pe­so y


to­da cuan­ta fe­li­ci­dad bus­ca­ra yo en el vein­te, im­por­te que se me des­con­tó de
mun­do! mi sa­la­rio, que era de no­ven­ta cen­ta­
Dul­ce y tris­te es pa­ra mí el ver la vos dia­rios. ¡Una ci­ca­triz de una he­ri­da
ju­ven­tud na­cien­te, es de­cir la in­fan­ por la cual ma­nó abun­dan­te­men­te la
cia. La vis­ta de un ni­ño re­go­ci­ja mi san­gre, co­mo si to­do el oro, co­mo si
co­ra­zón por un mo­men­to, por­que amo to­das las ri­que­zas del mun­do va­lie­ran
la ni­ñez, mas no pue­do tam­po­co ver una so­la go­ta de san­gre obre­ra!
un ni­ño sin que mi co­ra­zón se opri­ ¡Te­mo tam­bién que el ex­ce­so de tra­
ma y lo sien­ta do­lo­ri­do, hin­cha­do de ba­jo, lo mal­sa­no de los ta­lle­res, lo po­co
amar­gu­ra. nu­tri­ti­vo del ali­men­to, ha­gan pa­li­de­cer,
Cuan­do lo mi­ro ri­sue­ño y son­ro­sa­ pri­me­ro las me­ji­llas, hoy son­ro­sa­das, de
do ve­nir a mi re­ga­zo, lo be­so y col­mo vues­tros hi­jos y des­pués lan­gui­de­cer,
de ca­ri­cias y to­do cuan­to pue­do ha­cer en­fla­que­cer y tor­nar ané­mi­cos, en­ju­tos
pa­ra ha­cer­le reír y go­zar me pa­re­ce y tal vez tí­si­cos los cuer­pe­ci­tos de esos
po­co, por­que veo en­fren­te a él un por­ lin­dos pe­que­ñue­los!
ve­nir no se­gu­ro y cier­to, no ri­sue­ño y Des­pués te­mo, si son to­dos va­ro­
son­ro­sa­do, si­no os­cu­ro, muy os­cu­ro; nes, que la pa­tria los man­de a lu­char,
in­cier­to, muy in­cier­to; lle­no de pa­de­ a ex­p o­n er sus vi­d as, a mo­rir qui­zá
ci­mien­tos, de lu­chas, de mi­se­rias, de des­tro­za­dos por un fe­roz ba­la­zo en su
tris­te­zas y de do­lo­ro­sos pe­sa­res. ¡Tiem­ ru­bia ca­be­lle­ra, cu­ya fren­te ter­sa som­
blo por su suer­te! brea hoy los re­vuel­tos bu­cles de su
Si se en­fer­ma ¡ay! su po­bre ma­dre ca­be­llo; o que con las car­nes des­ga­
no po­d rá pro­p or­c io­n ar­l es un buen rra­das, cu­bier­to de lo­do san­grien­to y
mé­di­co; ¡co­bran tan ca­ro! ¡so­mos tan pi­so­tea­do aca­so por los he­rra­dos cas­
po­bres los po­bres! cos de los cor­ce­les del ene­mi­go, ex­ha­
Cuan­do ten­ga la edad de co­men­zar le el pos­trer sus­pi­ro, so­lo y aban­do­na­
a es­tu­diar, ¿po­drá ha­cer­lo? quién sa­be, do en un cam­po de ba­ta­lla, le­jos, muy
¡son tan es­ca­sos los sa­la­rios! tal vez le­jos de vo­so­tras, ¡oh, ma­dres!
ten­drá que co­men­zar a tra­ba­jar pa­ra Tam­bién te­mo que un día ca­rez­ca
ayu­dar con sus pe­que­ños bra­ci­tos a de pan, de ho­gar, de amor y de ami­
sos­te­ner las ne­ce­si­da­des del ho­gar. gos; que en va­no bus­que tra­ba­jo y no
Irá a una fá­bri­ca, a un ta­ller ¡cuán­ lo ha­lle en par­te al­gu­na… ¡Qué se­rá
to lo te­m o! ¡los ca­p a­ta­c es son tan de él en­ton­ces! ¡Ah! ¡no me lo pre­
du­ros de co­ra­zón! ¡son tan po­co com­ gun­téis, no quie­ro, no, no quie­ro pen­
pa­si­vos! ¡abu­san tan­to de los ni­ños! A sar­lo, ten­go mie­do de ha­cer­lo!…
mí me pe­ga­ban mu­cho cuan­do sien­do Si es ni­ña, ¡oh! en­ton­ces, mi te­mor
ni­ña (no te­nía aún 12 años) tra­ba­ja­ba se tor­na en an­gus­tia, mi tris­te­za en
en una pe­que­ña cár­cel, en don­de se ho­rri­ble in­quie­tud, la fá­bri­ca, el ta­ller,
fa­bri­ca­ban ca­mi­se­tas. el ca­pa­taz, las in­si­nua­cio­nes ar­te­ras
Con­ser­vo aún en la ca­ra la ci­ca­triz del due­ño o amo, la ame­na­za de las
de un gol­pe que se me apli­có por­que en des­pe­di­das si no se ac­ce­de a cier­tas
un des­cui­do que­mé una man­ga de una vi­le­zas, y allá en lon­ta­nan­za, don­de el

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LA VOZ DE LA MUJER

ai­re se ha­ce más es­pe­so, la at­mós­fe­ra El gri­to de la ple­be


más in­sa­lu­bre, el pan más ne­gro, la aa AA
no­che más os­cu­ra, la vi­da más pe­sa­da (Es­ta com­po­si­ción se­rá re­ci­ta­da en la
y las lá­gri­mas más amar­gas, ¡la té­tri­ca ve­la­da que se ce­le­bra­rá el 15 del co­rrien­
man­sión de las caí­das! te en la “Unión Obre­ra Es­p a­ñ o­la”,
Des­pués la cár­cel, el hos­pi­tal, el asi­ Cha­ca­bu­co 661.)
lo, el an­fi­tea­tro, la in­fa­man­te au­top­
sia, las car­ca­ja­das soe­ces, las ri­so­ta­das ¡He­nos aquí por fin! ¡Por fin lle­ga­mos!
im­pu­ras de los prac­ti­can­tes y lue­go la ¿Sa­béis quién so­mos?
tum­ba, la na­da y so­bre ella, la eter­na ¡La inú­me­ra fa­lan­ge de pros­crip­tos!…
y es­tri­den­te car­ca­ja­da de los sa­tis­fe­ Que lle­ga con fú­ne­bre ala­ri­do
chos, el lú­gu­bre ta­ñir de las cam­pa­nas, A pa­ga­ros la cuen­ta de de­li­tos
En que la ha­béis su­mi­do,
el lú­gu­bre re­do­ble del tam­bor, el se­co
Sin otro cri­men ni pe­ca­dos,
ba­tir del pa­ño de la pa­si­va ban­de­ra
Que aquel de ha­ber na­ci­do
que el vien­to agi­ta, el ro­dar pre­su­ro­so En cho­za ruin des­he­re­da­dos!…
de los lu­jo­sos ca­rrua­jes del se­ñor, y el ¡He­nos aquí por fin! ¡oh ra­za en­vi­le­ci­da!
eco im­pu­ro de la im­pu­ra or­gía de los De vues­tro al­cá­zar en las puer­tas gol­pean­do:
im­pu­ros re­ye­zue­los del tra­ba­jo… ¿Sa­béis quién so­mos? ¡La ple­be mal­de­ci­da!
¡Cuán­ta in­fa­mia! Por eso el me­cer La que pa­só llo­ran­do
de la cu­na de los ni­ños, sus ale­gres Has­ta hoy, los días de su amar­ga vi­da.
son­ri­sas, sus in­fan­ti­les pal­mo­teos, sus ¡La in­mun­da y ba­ja ple­be! que arro­ja­da
tier­nas e ino­cen­tes ca­ri­cias, lle­nan mi Del mun­do to­do, y por to­do es­car­ne­ci­da,
pen­sa­mien­to de amar­gu­ra, em­bar­gan Ya de ge­mir y de llo­rar has­tia­da
De Caín a la ra­za en­ca­na­lla­da
mi co­r a­z ón de tris­t e­z a, inun­d an de
¡Vie­ne a sal­dar la cuen­ta pro­me­ti­da!…
lá­gri­mas mis ojos.
Los hi­jos so­mos del tra­ba­jo in­gra­to
Vo­so­tras ¡oh, ma­dres! que amáis Que va­gan­do sin pan y sin ho­ga­res…
a vues­t ros pe­q ue­ñ ue­l os, ¿no ha­b éis Y sin pa­ter­nos la­res…
ja­más pen­sa­do en el in­cier­to por­ve­nir Y sin amor… sin na­da…
que les aguar­da? Amar­go llan­to a ma­res
Es muy tris­te creer­lo, y, sin em­bar­ Tris­te y sin con­sue­lo de­rra­ma­ba.
go, ese por­ve­nir po­dría ser ri­sue­ño y Has­ta que atro­nan­do
be­llo si vo­so­tras los qui­sie­rais co­mo Los mon­tes y la sie­rra
los quie­ro yo. De go­zo pal­pi­tan­do
Me­d i­tad en el me­d io me­jor de Cual eco del aver­no
Oí­mos el cla­rín, ron­co de gue­rra
ha­c er más ri­s ue­ñ o el por­v e­n ir de
Con que nos fue lla­man­do
nues­tros ni­ños. No pen­séis más co­mo Y los odios re­cor­dan­do
an­tes en “eso es­tá muy le­jos” “yo no lo De los caí­nes de la tie­rra
he de ver”. Abor­tos del in­fier­no
¿Y vues­tros hi­jos? ¡Oh ma­dres!… Allá de­trás los ma­res
¿Y vues­tras ni­ñas?.. La voz de las ven­gan­zas se­cu­la­res…
¡Amad­los! ¡no seáis egoís­tas! Oí­do ha­be­mos co­mo ham­brien­ta flo­ra
¡te­ned co­ra­zón! Que lle­gar mi­ra la pre­sa que ace­cha­ba
Pe­pi­ta Ghe­rra La se­ñal que anun­cia­ba

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Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

Que lle­ga­do era. De vues­tra ne­gra afren­ta!…


Y co­gien­do el pu­ñal de las ven­gan­zas ¡Mi­rad nues­tras mu­je­res,
Y la hu­mean­te tea: Cual las lla­máis vo­so­tros!
He­nos aquí, que a co­brar ve­ni­mos ¡Mi­rad­las! Traen ro­tos
Go­ta por go­ta la san­gre que ver­ti­mos. De la pu­re­za los cen­da­les to­dos,
¡Sa­bed, pues! ¡sa­bed a qué ve­ni­mos! Que blan­cos cual ar­mi­ño
A sa­ca­ros la san­gre de las ve­nas Y be­llos cual de un ni­ño
Pa­ra la­var con ella aques­tos sig­nos La son­ri­sa pri­me­ra
Se­ña­les de ca­de­nas Man­chas­teis con el lo­do
Que aho­ra con pe­sar ce­ñi­mos. Con que en vues­tros pla­ce­res
¡De nues­tro mal y due­lo ¡Lo sal­pi­ca­bais to­do!…
De si­glos os de­be­mos lar­ga cuen­ta! Mi­rad es­ta ra­me­ra
Mas … ¡ale­graos! que al fin per­mi­te el cie­lo Que mal­di­jis­teis un día,
Pa­ga­ros una a una tan­ta afren­ta. Con­tra ella del des­pre­cio
Cuan­do la voz del ex­ter­mi­nio oí­mos Lan­zan­do el rí­gi­do ana­te­ma
Re­tum­bar por los ám­bi­tos del mun­do De flor per­fu­ma­da que an­tes era
¿Sa­béis dón­de es­tá­ba­mos? De fuer­za y amor vi­vien­te em­ble­ma,
¡Del lu­pa­nar en el re­cin­to in­mun­do De vil pi­tan­za el pre­cio
Al­gu­nos llo­rá­ba­mos!  Le dis­teis en la or­gía
En ho­rren­das pri­sio­nes a mi­lla­res Pa­ra de­jar­la en el si­guien­te día
Y de mi­les a cien­tos en des­tie­rro Del lu­pa­nar in­mun­do
Arras­tran­do por aje­no ye­rro En los ne­gros din­te­les arro­ja­da,
La ca­de­na de odios se­cu­la­res! Acom­pa­ñan­do su do­lor pro­fun­do
Hi­cis­teis de no­so­tros, Con tor­pe car­ca­ja­da.
Por­que a vues­tra mal­dad así le plu­go, Mi­rad nues­tras her­ma­nas
Ya el reo, ya el ver­du­go, Que a igual de nues­tras hi­jas
Ya el la­drón, ya el sui­ci­da, De pu­ras, gen­ti­les y he­chi­ce­ras,
¡Pa­rias sem­pi­ter­nos de la vi­da! To­mas­teis en li­via­nas
¡En va­no fue im­plo­rar, Co­rrup­tas y lú­bri­cas ra­me­ras
Ge­mir en va­no! E ini­cuas y vi­les cor­te­sa­nas.
¡Cuán ca­ro ha de pa­gar ¡Nues­tros hi­jos mi­rad, pá­li­dos, dé­bi­les!
Su ini­cuo pro­ce­der el vil ti­ra­no!. Mi­na­dos por la le­pra can­ce­ro­sa
Ya más el llan­to a ma­res De in­fa­man­te y co­rrup­ta po­dre­dum­bre
No de­rra­ma­mos tris­tes, Ad­qui­ri­da en pre­si­dios o cuar­te­les
Ya más an­te el se­ñor nos hu­mi­lla­mos A don­de, crue­les
Ya más no le im­plo­ra­mos Los lle­vas­teis a in­fa­me ser­vi­dum­bre,
Ya más no so­mos lo que otra vez fui­mos, ¡Ra­za im­pu­ra, odio­sa, ra­za mal­di­ta!
¡Y si en son de ven­gan­za nos ve­ni­mos, ¡Ved en sus fren­tes pá­li­das es­cri­ta
Vo­so­tros lo qui­sis­teis! La hue­lla sin igual del so­do­mi­ta!
Es­ta, es­ta he­ri­da, ¡mi­rad! ¡To­do es­to os lo de­be­mos!…
Qué ne­gra san­gre aún bro­ta, ¡No­ches de do­lor, ma­les sin ta­sa…
¡Mi­rad! Trae­mos ro­ta Tan­tos ¡ay! que la me­mo­ria es­ca­sa
Y cu­bier­ta con pol­vo del ca­mi­no A to­dos re­cor­dar ya no po­de­mos!…
La bur­da ves­ti­men­ta Va­no es el la­men­to y va­no el rue­go,
Del pa­ria pe­re­gri­no Pues nues­tro mal al re­cor­dar pro­li­jos,
Pros­crip­to de la vi­da Ju­ra­do he­mos por Luz­bel que el mis­mo
E im­pre­so en nues­tra fren­te el ne­gro si­no [fue­go

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LA VOZ DE LA MUJER

Abra­sa­rá a los pa­dres y a los hi­jos… Nues­tro sue­ño a arru­llar de ven­ce­do­res,


¿Por qué llo­ráis? ¡Mi­se­ra­bles! ¿Os ate­rra Y con vo­ces que a la mú­si­ca re­me­dan,
Del co­ra­zón nues­tro la du­re­za im­pía? La can­ción a en­to­nar de los amo­res.
Acor­daos ¡oh fie­ras! que en fra­ter­nal gue­rra, ¿Creéis que no? Tam­bién amar
A ser así nos en­se­ñas­teis un día… [sa­be­mos
Tal siem­pre nos ha­béis tra­ta­do, Y go­zar, y be­ber ar­dien­tes en la or­gía
Ya veis, pues que no he­mos des­pre­cia­do Del de­lei­te la má­gi­ca am­bro­sía
La en­se­ñan­za ruin que pro­di­ga­do Y be­sar en el al­ma si que­re­mos.
Nos ha­béis en asi­los y cuar­te­les. Tam­bién amar sa­be­mos y sen­tir.
¿Qué más que­réis? ¿No so­mos cual vo­so­tros Tam­bién no­so­tros he­mos
Mal­va­dos y crue­les Ilu­sio­nes for­ja­do de oro y ro­sa,
De al­ma y co­ra­zón po­dri­dos, ro­tos? De ná­car y za­fir…
No llo­réis, pues, que es vil quien se ¡Ea! ¡Bue­nas mo­zas! no pá­li­das se tor­nen
[aco­bar­da Con mie­do tor­pe las ró­seas fac­cio­nes.
De sus ac­cio­nes al ver el re­sul­ta­do; En­ju­gad ese llan­to,
Des­pués de tan­tos cual ha­béis ma­ta­do, Que te­ne­mos aquí har­tos llo­ro­nes,
No es tan ma­la la suer­te que os aguar­do. Per­mu­tad por las ri­sas ese llo­ro
No de ho­rren­do ca­dal­so en el ta­bla­do… Y en­to­nad al amor dul­ces can­cio­nes…
San­grien­to mo­ri­réis: No imi­téis ¡vi­ve Dios! a esos va­ro­nes
Ni del lú­gu­bre tam­bor el des­tem­pla­do… Que mi­ráis de ro­di­llas
Par­che ba­ti­rán En­to­nan­do pre­ces y ora­cio­nes
Ni las aves ago­re­ras del pe­ca­do… Cual dé­bi­les chi­qui­llas…
Sus can­tos al­za­rán. Sed vo­so­tras fuer­tes y ani­mo­sas
No ten­dréis de los pe­sa­dos gri­llos… Si cau­ti­var que­réis nues­tro al­be­drío,
El pe­so que arros­trar. Que no sien­ta bien, creed­lo, a las her­mo­sas
Ni ten­dréis que pa­sar Sus ojos con­ver­tir en fuen­te o río.
La pos­tre­ra no­che en la ago­nía… No llo­réis pues: Vo­so­tras sois ar­dien­tes
¡No por vi­da mía ! Y hom­bres pre­ci­sáis, no za­hu­me­rios;
Y re­pa­rad que es suer­te hom­bres va­ro­ni­les y po­ten­tes
Te­ner co­mo ten­dréis en vues­tra muer­te… Que os den de pla­cer un­do­sos ríos.
Mil ro­jas lla­ma­ra­das ¡Tam­bién!… ¡Tam­bién en an­ta­ño!
Y en vez de tris­te llo­ro Nues­tros pa­dres tris­tí­si­mos llo­ra­ban,
Un nu­me­ro­so co­ro Ma­nan­do san­gre el co­ra­zón he­ri­do
De ar­gen­ti­nas y ale­gres car­ca­ja­das… Y su llan­to y su do­lor bur­la­ban,
¡No ten­dréis de sol­da­dos ni jue­ces Sus ge­mi­dos do­lien­tes des­pre­cian­do.
La ca­ter­va san­gui­na­ria y du­ra Tam­bién ayer nues­tras es­po­sas
Que os ha­ga apu­rar has­ta las he­ces, A vues­tros pies gi­mien­do se arras­tra­ban
El cá­liz de amar­gu­ra! Y de sus ayes de pie­dad bur­la­ban
Con qué pla­cer pi­sa­mos Las no­tas que­jum­bro­sas.
De vues­tro al­cá­zar do­ra­do los din­te­les Tam­bién de nues­tras hi­jas
¡Abrid­nos! ¡vo­to al dia­blo! ¡u os abra­sa­mos De sus pe­nas que­ján­do­se pro­li­jas,
Cual ha­cías ayer con los in­fie­les! A vo­so­tras lle­gó el la­men­to tris­te
No tiem­bles ¡oh ra­za de caí­nes! Pi­dien­do com­pa­sión que no tu­vis­te.
Mo­rid co­mo ma­ta­bais en an­ta­ño ¡Va­ya! ¡Ca­ma­ra­das! Se ha­ce tar­de,
Y no co­mo re­ba­ño Ya cla­rea la au­ro­ra en el orien­te,
De ave­jue­las rui­nes. ¿No la veis? ¡Mi­rad! ¡pa­re­ce que ar­de
¿Vues­tras hem­bras? ¡No! Ésas se que­dan El tro­no de al­gún Dios Om­ni­po­ten­te!

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Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

Ce­rrad las puer­tas y apli­cad la lla­ma de­ja­rán aso­mar una son­ri­sa de des­dén
a ver de ha­cer de mo­do… a sus la­bios; les pa­re­ce­rá lo que di­go
¿Eh? ¿quién lla­ma? un ab­sur­do o sim­ple­men­te una bro­ma;
¡Si vues­tros hi­jos tam­bién, mu­je­res to­do! mas si ellas se de­tie­nen a re­fle­xio­nar­
¡Ya no más pie­dad, va­no es el rue­go;
lo, en­ten­de­rán que lo que les di­go no
Ya de to­mar la ven­gan­za la ho­ra tar­da!
es nin­gu­na ilu­sión mía, si­no el re­fle­jo
¡Dos teas apli­que­mos! ¡to­do ar­da!
¡Y al que ten­ga pie­dad! ¡ése va al fue­go! de lo que pa­sa en la so­cie­dad.
Que­de­mos al­gu­nos en la en­tra­da Tam­bién sé que a la pu­dien­te se­ño­
Nues­tro triun­fo a mi­rar ale­gre­men­te. ra que va al tea­tro de la Ópe­ra es­to
¡Uff! ¡en mar­cha los de­más! que ya se sien­te le cau­sa­rá ri­sa; es na­tu­ral, ella aun­que
El he­dor de la car­ne cal­ci­na­da. ten­ga que ocul­tar­se, sa­tis­fa­ce to­dos sus
de­seos; tam­po­co le im­por­ta a la hon­ra­
Pe­pi­ta Ghe­rra da ma­tro­na es­po­sa del doc­tor tal o cual,
por­que ella mien­tras que apa­ren­ta que
—— Gg Gg Gg —— va a ha­cer una obra de ca­ri­dad, apro­
ve­cha ese tiem­po pa­ra ha­cer lo que la
A LA MU­JER es­tú­pi­da so­cie­dad bur­gue­sa pro­hí­be.
—— Si una de no­so­tras pro­le­ta­rias se
A vo­so­tras, com­pa­ñe­ras de tra­ba­jo en­tre­ga a un hom­bre que ama, es al
e in­for­tu­nios, me di­ri­jo, a vo­so­tras que pun­to con­si­de­ra­da co­mo una pros­ti­tu­
su­frís co­mo yo la do­ble es­cla­vi­tud del ta y des­pre­cia­da has­ta por sus mis­mas
ca­pi­tal y del hom­bre. com­pa­ñe­ras, co­mo si se hu­bie­ra de­gra­
Al­gu­nas de no­so­tras he­mos abra­ dado, cuan­do no ha he­cho más que
za­do el be­llo ideal anar­quis­ta por­que se­guir los im­pul­sos de su co­ra­zón.
com­pren­de­mos que só­lo con la am­plia En cam­bio, si un hom­bre fue­se vir­
li­ber­tad que és­ta pro­cla­ma, po­de­mos gen al tá­la­mo nup­cial se­ría des­pre­cia­
ser fe­li­ces. do y ser­vi­ría de ri­sa a sus ami­gos y a la
Los hom­bres to­dos, pro­le­ta­rios lo mis­ma que con­si­de­ra­ría des­hon­ra no
mis­mo que bur­gue­ses, y to­das las cla­ ser tan vir­gen ella.
ses do­mi­nan­tes, siem­pre han te­ni­do a Has­ta es­te ex­tre­mo ha lle­ga­do la
la mu­jer en la ma­yor ig­no­ran­cia pa­ra es­tu­pi­dez hu­ma­na; has­ta con­si­de­rar jus­
po­der así con más fa­ci­li­dad do­mi­nar­la, ta, acep­ta­ble y bue­na la ley del em­bu­do.
ha pro­cu­ra­do man­te­ner­la siem­pre en la Nos ha­cen creer en un Dios To­do­
es­cla­vi­tud, y pa­ra im­pe­dir­le que sa­lie­ra po­d e­ro­so pa­ra que por te­m or a un
de es­ta tris­te con­di­ción la ha ro­dea­do de cas­t i­g o ima­g i­n a­r io no pro­c u­r e­m os
preo­cu­pa­cio­nes ne­cias; ha me­nos­pre­cia­ cam­biar de vi­da; nos di­cen que to­dos
do su tra­ba­jo; su in­fluen­cia en la so­cie­ so­mos hi­jos de Dios, y sin em­bar­go
dad y la ha anu­la­do; en la fa­mi­lia la ha ve­mos que ese Dios de­be ser un pa­dre
pos­ter­ga­do al se­gun­do lu­gar; ha crea­do muy in­jus­to cuan­do tie­ne a la in­men­
el ho­nor pa­ra que a la que no quie­ra ser sa ma­yo­ría de sus hi­jos en la mi­se­ria y
es­cla­va la so­cie­dad la des­pre­cie. obli­ga­dos a tra­ba­jar pa­ra sa­tis­fa­cer los
Es­toy se­gu­ra de que mu­chas de mis gus­tos y los ca­pri­chos de los que de­be­
com­pa­ñe­ras de in­for­tu­nio al leer es­to rían ser sus her­ma­nos; nos di­cen que

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LA VOZ DE LA MUJER

Dios cas­ti­ga el adul­te­rio, y sin em­bar­ no­so­tras tam­bién te­ne­mos un co­ra­zón


go no­so­tras sa­be­mos que las se­ño­ras ca­paz de sen­tir ge­ne­ro­sos im­pul­sos y
más en­co­pe­ta­das que co­mo más ins­ una in­te­li­gen­cia que pue­de con­ce­bir y
trui­das de­be­rían co­no­cer más a Dios, asi­mi­lar ideas cien­tí­fi­cas y no­bles.
son con po­c as ex­c ep­c io­n es las que A la de­li­ca­da se­ño­ri­ta que no tie­
más en­ga­ñan a sus ma­ri­dos, y lo que es ne que ga­nar­se el pan que lle­va a la
más gra­cio­so, los cu­ras, esos hu­mil­des bo­ca se la apri­sio­na dul­ce­men­te en
mi­nis­tros de Dios, son los que ellas una do­ra­da jau­la. A no­so­tras bru­tal­
eli­gen pa­ra sa­tis­fa­cer sus ne­ce­si­da­des men­te se nos obli­ga a se­guir la vo­lun­
se­x ua­l es. No creáis que­r i­d as com­ tad de otro…
pa­ñe­ras que exa­ge­ro en lo que es­toy La es­po­sa del bur­gués pue­de go­zar
di­cien­do, si os es po­si­ble, ave­ri­guad de las ca­ri­cias del amor. La del tra­ba­
lo que el se­ñor del Ca­rril hi­zo con el ja­dor ape­nas si tie­ne tiem­po de es­cu­
cu­ra de Bel­gra­no cuan­do lo en­con­tró char los soe­ces in­sul­tos que és­te en su
con su es­po­sa. Ha­ce po­co tiem­po fue de­ses­pe­ra­ción le di­ri­ge.
lle­va­do pre­so otro cu­ra (tam­bién en La ma­dre bur­gue­sa vi­ve tran­qui­la
Bel­gra­no) por­que es­ta­ba cum­plien­do por­que sa­be que su hi­jo tie­ne un bri­
con los pre­cep­tos de la ley de Dios. llan­te por­ve­nir y no lo ma­ta­rán en
To­dos los hom­bres: los ri­cos, los la gue­rra. La tra­ba­ja­do­ra, en cam­bio,
po­bres, la se­ño­ri­ta high li­fe y la res­pe­ pue­de es­tar sa­tis­fe­cha por­que des­pués
ta­ble ma­tro­na ha­cen en cues­tión de de mu­chos tra­ba­jos y pri­va­cio­nes pa­ra
amor lo que quie­ren, to­do es­tá per­ criar a su hi­jo, és­te se­rá un de­fen­sor
mi­ti­do pa­ra ellos y na­die osa ata­car de la pa­tria… o vi­vi­rá co­mo ha vi­vi­do
los de­re­chos ad­qui­ri­dos. Só­lo la mu­jer ella: en la mi­se­ria, en la ig­no­ran­cia y
pro­le­ta­ria es la que es­tá obli­ga­da o con la ale­gre pers­pec­ti­va de mo­rir en
de­be te­mer las con­se­c uen­c ia de un un hos­pi­tal o en una pri­sión. Ten­drá
des­liz, por­que pa­ra ella no ha­brá per­ el ine­fa­ble con­sue­lo de que si su hi­jo
dón; ella de­be ca­llar y su­frir; ella de­be es sol­da­do y su es­po­so es­tá en huel­
ir a la fá­bri­ca o a la tien­da y es­cu­ ga, ha­g a fue­g o so­b re él; en cam­b io
char con agra­do las es­tu­pi­de­ces que el po­drá pa­ra com­pen­sar es­tos be­ne­fi­
go­mo­so y pre­su­mi­do due­ño o de­pen­ cios mo­rir­se de ham­bre sin mal­de­cir a
dien­te le di­ga; si quie­re ser hon­ra­da los cau­san­tes de su des­gra­cia, por­que
tie­ne que con­for­mar­se con con­traer en­ton­ces se­ría una ma­la pa­trio­ta.
cier­tas en­fer­me­da­des que da­ñan ho­rri­ Com­p a­ñ e­r as: pues­t o que to­d os
ble­m en­t e su or­g a­n is­m o, tie­n e que van con­tra no­so­tras, pues­to que so­bre
re­be­lar­se con­tra la na­tu­ra­le­za, por­que no­so­tras quie­ren de­sa­ho­gar to­dos sus
le han qui­ta­do el va­lor pa­ra re­be­lar­se iras y ha­cer­nos blan­co de sus in­fa­mias,
con­tra la men­ti­ra y el cri­men. re­b e­l é­m o­n os, pe­r o re­b e­l é­m o­n os de
A no­so­tras no se nos quie­re más una ma­ne­ra enér­gi­ca, que no dé pá­bu­
que por el pro­ve­cho que po­de­mos dar, lo a que nos si­gan con­si­de­ran­do co­mo
ora sa­tis­fa­cien­do los ape­ti­tos de los se­res dé­bi­les e in­ca­pa­ces. No be­se­mos
hom­bres, ora pa­ra que tra­ba­je­mos sin más la ma­no que nos abo­fe­tea; no sea­
des­can­so, sin acor­dar­se ja­más de que mos por más tiem­po rui­nes y co­bar­des;

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Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

si­ga­mos el ejem­plo de esos com­pa­ñe­ ¿Em­pleáis, pues, vues­tro di­ne­ro, de


ros que su­pie­ron arros­trar la muer­te ma­la ma­ne­ra aca­so? ¡Ay, no! Vues­tras
por una cau­sa jus­ta. di­ver­sio­nes son muy es­ca­sas, al tea­tro
ca­si nun­ca, pa­seos muy es­ca­sos y ésos
Ma­rÍa Mu­ñoz a pie, lu­jo nin­gu­no, li­bros, ¡ay de mí!
has­ta ni ese pe­que­ño pla­cer de la lec­
—— dddd —— tu­ra po­déis dis­fru­tar, por­que cues­tan
muy ca­ros los li­bros. ¿A qué se de­be
A las pro­le­ta­rias en­ton­ces que tra­ba­jan­do tan­to dis­fru­
——— téis tan po­co y de tan es­ca­sos pla­ce­res?
¿Lo sa­béis aca­so? Tal vez sí, y tal
Ni­ñas que­ri­das, vo­so­tras que tra­ vez no, pe­ro de cual­q uier mo­d o es
ba­jáis tan­to un día y otro día, sin más me­jor que yo os dé mi pa­re­cer.
re­po­so que el es­tric­ta­men­te ne­ce­sa­rio Yo creo que se de­be sim­ple­men­te
pa­ra no su­cum­bir a la fa­ti­ga, vo­so­tras a que os pa­gan muy po­co por vues­tro
que amáis a vues­tros her­ma­ni­tos, y, tra­ba­jo y a que os co­bran mu­cho por
sin em­bar­go, no po­déis dar­le lo que to­do cuan­to ne­ce­si­táis pa­ra vi­vir. ¿Por
les ha­ce tan­ta fal­ta: edu­ca­ción, buen qué así? Sim­ple­men­te tam­bién por­que
ali­men­to, buen ves­ti­do, bue­na ro­pa, hay quien os qui­ta una par­te, la ma­yor,
ex­pan­sión, luz, ai­re, etc. Vo­so­tras que no lo du­déis, del pro­duc­to de vues­tro
amáis tan­to a vues­tros pa­dres y que no tra­ba­jo; ¿quién es el que así os ro­ba,
obs­tan­te los veis que ca­re­cen de tan­tas o, me­jor di­cho, nos ro­ba, por­que yo
co­sas, vo­so­tras que que­réis a vues­tras tam­bién soy obre­ra y no hay obre­ro ni
ami­gas y no obs­tan­te, no po­déis ayu­ obre­ra que no sea ro­ba­do y ro­ba­da?
dar­las cuan­to y cuan­do lo ne­ce­si­tan, Los que vi­ven sin tra­ba­jar, es de­cir,
por qué no pa­rar un ins­tan­te vues­tras los pa­tro­nes.
la­bo­res y me­di­tar en vues­tra si­tua­ción. ¡Los pa­tro­nes! ¡los que na­da ha­cen,
Vo­so­tras ha­béis tra­ba­ja­do siem­pre los que no tra­ba­jan! ¡y ellos no obs­
¿no es ver­dad? tan­te dis­fru­tan de to­das cuan­tas co­mo­
Vues­tros pa­dres tam­bién, vues­tros di­da­des pue­den pro­por­cio­nar la ci­vi­li­
her­m a­n os igual­m en­t e, y de­c id­m e: za­ción y el pro­gre­so mo­der­no! ¡Qué
¿des­pués de tan­to tra­ba­jar te­néis lo in­jus­ti­cia!…
que os ha­ce fal­ta, po­seéis y dis­fru­táis
de lo que de­sea­rías? No. ¿Ver­dad? *
No, por­que vues­tras ro­pas no son * *
tan abri­ga­das ni de tan bue­na cla­se
co­mo las ne­ce­si­ta­ríais, vues­tros bo­ti­ Yo bien sé que vo­so­tras di­réis que
nes tie­nen qui­zás más uso del con­ve­ los pa­tro­nes tra­ba­jan, que sa­can cuen­
nien­te, vues­tra ha­bi­ta­ción no es tan tas, que cui­dan los ta­lle­res, que dan
có­mo­da co­mo es de de­sear, vues­tras ór­d e­n es, que lle­v an los li­b ros, que
co­mi­das no son tan sa­nas, tan nu­tri­ vi­gi­lan sus ope­ra­rios, et­cé­te­ra.
ti­vas y tam­po­co tan abun­dan­tes co­mo Pe­ro de­cid­me, ¿si vo­so­tras os po­néis
es pre­ci­so. por ejem­plo a sa­car mu­chas cuen­tas en

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LA VOZ DE LA MUJER

vues­tra ca­sa, a dar mu­chas ór­de­nes y a em­pre­sa po­lí­ti­ca, es­ta pro­vi­den­cia de


vi­gi­lar mu­cho a vues­tros her­ma­nos, al los obre­ros les re­te­nía par­te de sus sa­la­
fin del día qué pro­duc­to ha­bréis pre­ rios pa­ra for­mar un fon­do que ser­vía a
sen­ta­do an­te la vis­ta de los de­más, de ir pro­cu­ran­do man­da­tos elec­to­ra­les a
vues­tro tra­ba­jo? Nin­gu­no, unos cuan­ unos cuan­tos pro­te­gi­dos por el su­mo
tos ga­ra­ba­tos en un pa­pel y es­to es pon­tí­fi­ce de la aso­cia­ción, a en­viar
to­do, las ór­de­nes se ha­brán per­di­do en fon­dos a Ho­lan­da pa­ra sos­te­ner huel­
el ai­re, en cuan­to a la vi­gi­lan­cia, ésa gas, y a otros fi­nes igual­men­te úti­les y
hay que to­mar­la de una pa­ta pa­ra que pro­ve­cho­sos pa­ra los obre­ros de Gan­te.
no es­ca­pe. Tal vez vues­tros pe­que­ños ”Por las re­ve­la­cio­nes del ciu­da­da­
her­ma­nos ha­brán tra­ba­ja­do más, pe­ro no De Wit­te he­m os sa­b i­d o que las
lo que es vo­so­tras ¿qué ha­béis he­cho? obre­ras que con­fec­cio­nan las ca­mi­sas
Na­da, sim­ple­men­te. pa­ra la so­cie­dad coo­pe­ra­ti­va, su­fren
(Con­ti­nua­rá) un des­cuen­to de 5 cén­ti­mos so­bre los
23 cén­ti­mos de fran­co que per­ci­ben
———————————————
SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS por ca­da ca­mi­sa.
”So­bre es­tos 5 cén­ti­mos, que re­pre­
¡A TI! sen­tan cer­ca del 25%, se apli­can 3
—— cén­ti­m os al ma­te­rial y 2 a la ca­ja
lla­ma­da de re­sis­ten­cia, es de­cir que
¡Oh mi dul­ce y tier­no ama­do! ¡Oh una bue­na obre­ra, ca­paz de ha­cer por
mi sin par Pa­tro­ni, luz y ale­gría en ejem­plo cua­tro ca­mi­sas por día, no
es­tas re­gio­nes! ¡De mi he­ri­do pe­cho la ga­na en to­do si­no frs. 0.92, so­bre cu­yo
tris­te que­ja es­cu­cha, y di des­pués si es mi­se­ra­ble sa­la­rio, ade­más del des­cuen­
po­co el mal que me ha­be­des fe­cho tú to por ma­te­rial (12 cén­ti­mos), se le
y los tu­yos con las vue­sas en­tuer­tas!,.. des­cuen­ta cer­ca del 10% pa­ra ali­men­
Es­cu­cha: tar la ca­ja de los ciu­da­da­nos que se
“Es el ca­so que en Gan­te exis­te de­d i­c an a la po­l í­t i­c a, que­d an­d o su
des­de ha­ce mu­chos años una po­de­ro­sa sa­la­rio re­du­ci­do a la ri­dí­cu­la su­ma de
or­ga­ni­za­ción coo­pe­ra­ti­va del par­ti­do 72 cén­ti­mos de fran­co!
obre­ro, ti­tu­la­da Voo­ruit (en cas­te­lla­no ”En Gan­te ha te­ni­do lu­gar una reu­
ade­lan­te) con un pe­rió­d i­c o que lle­ nión ge­ne­ral de la so­cie­dad, don­de se
va el mis­mo tí­tu­lo, ór­ga­no prin­ci­pal han dis­c u­t i­d o aca­l o­r a­d a­m en­t e esos
del par­ti­do so­cia­lis­ta bel­ga, fun­da­do he­chos, se han oí­do las que­jas de los
y di­ri­gi­do to­do por el se­ñor An­see­le, obre­ros, y la de­fen­sa de An­see­le, quien,
ac­tual­men­te di­pu­ta­do so­cia­lis­ta en el pa­ra imi­tar en to­do a esos vam­pi­ros de
par­la­men­to bel­ga. pa­tro­nes, ha re­hu­sa­do ter­mi­nan­te­men­
“Pe­ro los re­ge­ne­ra­do­res de la so­cie­ te co­mu­ni­car a los so­cios los li­bros de
dad han ido to­da­vía más le­jos de lo la so­cie­dad, a fin de que na­die co­noz­ca
que iría cual­quier abo­rre­ci­do pa­trón el em­pleo de los fon­dos so­cia­les.
en el ca­mi­no de la ini­qui­dad. Co­mo ”Co­mo se ve, pa­ra una vez que los
el Voo­ruit ade­más de ser una em­pre­sa so­cia­lis­tas se me­ten a in­dus­tria­les, lo
in­dus­trial coo­pe­ra­ti­va es tam­bién una ha­cen ca­si tan bien co­mo esos mons­

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truos de in­dus­tria­les que se usan en la de sa­lir un tan­to mal pa­ra­das (sin cul­
po­dri­da so­cie­dad en que vi­vi­mos. pa nues­tra por cier­to) a cau­sa de que
”¡Qué di­go tan bien! mu­cho me­jor en la im­pren­ta su­pri­mie­ran, sin avi­
se han con­du­ci­do se­gún las de­cla­ra­ sar­nos, par­te de las no­tas por ex­ce­so
cio­nes que las obre­ras han he­cho, pues de ma­te­rial, se­gún se nos di­jo cuan­do
una de ellas, la pro­pia hi­ja del mis­mí­ ya el pe­rió­di­co es­ta­ba im­pre­so.
si­mo edi­tor del Voo­ruit, ha de­cla­ra­ Por tal cau­sa una crí­ti­ca que ha­cía­
do que allí rei­na un des­po­tis­mo in­to­ mos de la es­tu­pi­dez de las “van-gar­des”,
le­ra­ble, y cuen­ta una es­ce­na en que más que tal pa­re­ció ser to­do lo con­tra­rio.
An­see­le, di­ri­gién­do­se a un gru­po de En fin, que nues­tra “Me­sa Re­vuel­
mu­cha­chas en que ella se en­con­tra­ ta”, fue “Me­sa Ma­ca­na”.
ba, las in­sul­tó en tér­mi­nos tan gro­se­ Dis­cul­pen los com­pa­ñe­ros.
ros que no pue­den tra­du­cir­se en las dDdD
co­lum­nas de un pe­rió­di­co de­cen­te. El do­min­go 15 del co­rrien­te a las
”És­tas y otras mu­chas co­sas por el 8 y me­dia de la no­che ten­drá lu­gar la
es­ti­lo ha di­cho el ciu­da­da­no De Wit­ ve­la­da que ce­le­bra­rá la So­cie­dad “Li­bre
te en otro pe­rió­di­co so­cia­lis­ta ti­tu­la­do de De­cla­ma­ción” con el si­guien­te
Recht voor Allen (de­re­chos pa­ra to­dos),
PRO­GRA­MA
en don­de se ha­ce cons­tar que las obre­ras
del Voo­ruit sal­drían gus­to­sí­si­mas de allí, Pri­m e­r a Par­t e - Iº Vi­s io­n e,
si en­con­tra­ran tra­ba­jo en otra par­te. mo­nó­lo­go de F.V. - 2º Le step­pe de­lla
”Hay más to­d a­v ía; uno de los Si­be­ria, poe­sía de Ma­ra­di.
miem­bros del co­mi­té in­ves­ti­ga­dor ha Se­g un­d a Par­t e - 3º Mag­g io,
pro­tes­ta­do en un pe­rió­di­co de que se bo­ce­to de P. Go­ri.
ha­ya pues­to su fir­ma en el in­for­me Ter­ce­ra Par­te - 4º L’E­mi­gran­te
pre­sen­ta­do por és­ta, aña­dien­do que él e la Pa­tria, poe­sía de L. Ta­va­ni. - 5º
no ha in­ter­ve­ni­do en na­da y no tie­ne El Gri­to de la Ple­be, mo­nó­lo­go de
co­no­ci­mien­to de na­da.” (La Na­ción). Pe­pi­ta Gue­rra.
¡Oh mo­der­nos ca­ta­plas­má­ti­cos re­ge­ Cuar­t a Par­t e - 6º Mo­r a­l is­m o,
ne­ra­do­res, qué bien lo ha­céis! ¡Ri­sue­ diá­lo­go de F. V. - 7º Il can­to de­lla
ñas es­pe­ran­zas nos dais, oh po­li­ti­cas­tros fa­me, poe­sía de F. Vez­za­ni. 8º L’In­no
tras­no­cha­dos! ¡Oh con­gre­si­les de des­ dei la­vo­ra­to­ri.
ho­ra! ¡Oh le­chu­zo­nes de la R. S.! Quin­ta Par­te - 9º Con­fe­ren­za
Dios sea con vo­so­tras, y la san­ En­tra­da con asien­to 50 cen­ta­vos.
tí­si­ma Vir­gen Ma­ría os ten­ga de su dDdD
ma­no. ¡Amén! Per­fec­ta­men­te con­ven­ci­dos de que
ade­más de los mu­chos pa­que­tes que
iIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiI
se nos han de­vuel­to, mu­chos otros se
ME­SA RE­VUEL­TA ex­tra­via­rán, pe­di­mos a to­dos cuan­
————— tos quie­ran re­ci­bir nues­tra ho­ja, nos
en­v íen su di­r ec­c ión, in­d i­c an­d o el
Acla­r a­c ión- En nues­t ro nú­m e­r o nú­me­ro de ejem­pla­res que ne­ce­si­ten.
pa­sa­do y en la Sec­ción No­tas hu­bi­mos dDdD

148
LA VOZ DE LA MUJER

Se­g ún car­t a que he­m os re­c i­b i­d o cas, se nos co­mu­ni­ca que tie­nen ini­
de Lis­boa, los com­pa­ñe­ros del Bra­sil cia­da una sus­crip­ción vo­lun­ta­ria pa­ra
que han si­do de­por­ta­dos, ya lle­ga­ron ha­cer im­pri­mir el fo­lle­to de pro­pa­
al lu­gar que los ver­du­gos de aque­lla gan­da anár­qui­ca “En­tre Cam­pe­si­nos”,
jo­ven re­pú­bli­ca les des­ti­na­ron. ¡Áni­mo lo que po­ne­mos en co­no­ci­mien­to de
ca­ma­ra­das! los com­p a­ñ e­r os pa­r a que apo­y en a
dDdD di­cho gru­po, los que sim­pa­ti­cen con
He­m os re­c i­b i­d o el fo­l le­t o “A os di­cha ini­cia­ti­va. Di­ri­gir­se a la ca­si­lla
Jo­vens” de nues­tro ca­ma­ra­da Kro­pot­ de co­rreo 1277, La Voz de la Mu­jer.
ki­ne. Es­tá tra­du­ci­do al idio­ma por­tu­ dDdD
gués y fue pu­bli­ca­do por la “Bi­blio­te­ca Nues­t ro que­r i­d o co­l e­g a “El Pro­
Li­te­ra­ria” de Por­to (Por­tu­gal). duc­tor” nos ha en­via­do un pa­que­te de
Tam­bién he­mos re­ci­bi­do y lo po­ne­ “So­cio­lo­gías”, “En­tre cam­pe­si­nos” y
mos a dis­po­si­ción de los com­pa­ñe­ros “Con­se­cuen­cias”
“La Nue­va Es­cla­vi­tud” por John Da­vis, El pro­duc­to que den es­tos fo­lle­tos
miem­bro del Con­gre­so de los E. Uni­ lo des­ti­na­mos a “El Pro­duc­tor”. Que­
dos, pu­bli­ca­do por el gru­po “Cen­tro de dan, pues, a dis­po­si­ción de los com­
Pro­pa­gan­da Obre­ra” de Tam­pa (Flo­ri­ pa­ñ e­r os “So­c io­l o­g ía Anar­q uis­t a” al
da). Es muy in­te­re­san­te y me­re­ce leer­ pre­cio de 50 cts., “En­tre Cam­pe­si­nos”
se. Pre­cio: Ca­da cual sus fuer­zas. a 20 y “Con­se­cuen­cias” a 5.
dDdD Que­dan avi­sa­dos los com­pa­ñe­ros.
Se nos co­mu­ni­ca: Un gru­po có­mi­co-
dra­má­ti­co de­no­mi­na­do “Jo­sé Zo­rri­lla” ttttttttttttttttttttttt
———————————————
es­tá en­sa­yan­do el no­ta­ble dra­ma li­te­
ra­rio “El Pan del Po­bre”. Sus­crip­ción vo­lun­ta­ria
Los com­pa­ñe­ros que quie­ran coo­ PA­RA EL NÚM. 8 DE
pe­rar al buen re­sul­ta­do de es­ta ini­ LA VOZ DE LA MU­JER
cia­ti­va, pue­den di­ri­gir­se a A. Bar­cla, —————
ca­si­lla de co­rreo núm. 1277.
Buen éxi­to les de­sea­mos no­so­tras. Capital
dDdD Lis­ta núm. 54 - Gru­p o An­t or­c ha del
Al com­p a­ñ e­r o So­c ra­t i­d ión: Dis­ Pro­gre­so
cul­pa com­pa­ñe­ro que no pu­bli­que­mos Vai­llant 0.50 pe­sos, Me he ol­vi­da­do
la tu­ya, pues a cau­sa del re­tra­so en dar­do 0.15, Un opri­mi­do A. J. 0.15, Un
la sa­li­da del pe­rió­di­co, ha per­di­do su aman­te de la vi­da 0.20, Uno que ha es­ta­
opor­tu­ni­dad. Es­pe­ra­mos no te dis­gus­ do un mes sin pa­gar al­qui­ler 0.20, Que­rer
ta­rás y que se­gui­rás en­vián­do­nos otras. es po­der 1, Acra­cia Gar­cía 0.60, Un bu­rro
0.10, R. S. 0.20, Un com­pa­ñe­ro 0.20, N. A.
dDdD
0.50 - To­tal 3.80 - Pa­ra La Anar­quía 1.65
Al Pro­duc­tor: Re­ci­bi­mos fo­lle­tos, - Que­dan pa­ra La Voz de la Mu­jer 2.15.
en­víos. Si po­déis en­viad más “So­cio­ Lis­ta Núm. 9 - G. C. 0.10 pe­sos, Un
lo­gías”. En­via­re­mos el pro­duc­to en­se­ ca­rre­ro 0.20, Gre­co 0.20, “Ze­na” 0.20, Mag­
gui­da que lo re­co­ja­mos. da­le­na 0.20, J. M. Rey 0.10, Un des­gra­ciat­to
Del gru­po “Los Ácra­tas” de Ba­rra­ 0.50, Amor li­bre 0.20, Hi­jo de la Anar­quía

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Buenos Aires, año i. Núm. 8, 14 de noviembre de 1896

0.10, Ro­si­ta 0.10, Ex­pul­sión del Ge­fe 0.10, Pe­dro Ro­ca 0.10, Dos ci­ga­rre­ros 0.20, Un
So­bran­te de co­pas 0.40 - To­tal 2.40. so­cia­lis­ta 0.10, Un gi­ro­ne­de­la 0.50, L. G.
Lis­ta núm. 58 - A. C. 0.20, S. G. 0.40, 0.20, Na­da 0.10, Cla­ro 0.50, La­cour 8,
A. J. 0.10 - To­tal 0.70. Una mu­jer 2, Pe­pi­ta 3, J. M. 0.50, Tú 0.10
Lis­ta núm. 68 - Fue­go y ex­ter­mi­n io - To­tal 15.40.
0.25, Mar­tí­nez Cam­pos 0.50 - To­tal 0.75.
Lis­ta núm. 60 - Bra­zo ro­to por pa­tria Interior
0.20, J. Es­pi­no­sa 0.50, ¡Aba­jo los pa­trio­ De Mar del Pla­ta - Por con­duc­to de La
tas! 0.25, Un fu­le­ro X 0.10 - To­tal 1.05. Re­vo­lu­ción So­cial - Un idea­lis­ta 0.30.
Lis­ta núm. 6 - D. G. 0.60 pe­sos, Un De Vi­lla Cons­ti­tu­ción: Lis­ta núm. 16.
co­che­ro 0.15, Un ému­lo de Va­le­ro 0.10, Can­de­la­rio 0.20, Una an­da­lu­za 0.10,
Un ému­lo de Vi­c o 0.10 - To­tal 0.95 - Una jo­ven que pen­sa­ba que los anar­quis­tas
(Es­ta lis­ta es del núm. 7 de La Voz de la eran otra co­sa 0.20, Una lo­ca 0.15, Otra
Mu­jer y no se pu­bli­có por ol­vi­do.) que vi­ve a dis­gus­to 0.25, Un anar­quis­
Lis­ta núm. 25 - Uno des­de la ca­ma 0.02, ta 0.10, Uno que le fal­ta un ca­pi­tal pa­ra
Un Yan­kee 0.05, Cual­quier co­sa 0.10, Un sa­lir el más cé­le­bre del mun­do 0.50, El que
ci­ga­rre­ro re­vo­lu­cio­na­rio 0.20, Cual­quie­ra es­cri­be 0.50. Por con­duc­to de A. - Muer­te
0.05, Un ci­ga­rre­ro re­vo­lu­cio­na­rio 0.08, a Pa­tro­ni 0.50, Uno que man­ja ca­ña 0.25,
Una co­che­ri­ta 0.25 - To­tal 0.75 Vi­va la li­ber­tad 0.25. To­tal 4.39.
Gru­po Ju­ven­tud Uni­da
Pa­pa in Ro­ma 0.10 pe­sos, Un anar­ Exterior
quis­ta nue­vo 0.30, Jo­sé Bru­ne­ti 0.10, Luis De Rio Ja­nei­ro - Ma­ría Vi­lla pe­sos 1.
XV 0.30, Un orien­tal ga­lle­go 0.50, Una De Mon­te­vi­deo - Un pa­na­de­ro ca­ta­lán
apa­ra­do­ra in­tran­si­gen­te 0.15, Juan Jo­sé y un com­pa­ñe­ro 4 pe­sos, Me­si­na Maes­tri­ni
0.10, Pa­qui­ta 0.20, So­bran­te de una dis­cu­ 1, Una Aus­tría­ca 1 -
sión de So­cia­lis­mo 0.30, Jo­se­fa la cos­tu­re­ra To­tal mo­ne­da ar­gen­ti­na 7 pe­sos
0.10, Pe­pi­ta Gó­mez 0.10, Pe­pi­ta la mo­dis­ta
0.10, Jua­na la ga­lle­ga 0.10, Un ra­yo 0.10, resumen
Un za­pa­te­ro des­calz­co 0.10, Un pai­sa­no Re­ci­bi­do: De la Ca­pi­tal $ 34.60
de Pa­llás 0.10, Un anar­quis­ta 0.20, San­gre In­te­rior $ 4.30
y ex­ter­mi­nio 0.10, Una que es­cu­pe san­gre Ex­te­rior $ 7.00
0.10, T. H. 0.20, An­to­nia Mén­dez 0.20, ————
An­drea 0.10, Una apa­ra­do­ra 0.10, Una To­tal $ 45.90
es­co­ba de Bur­gue­ses 0.10, Qué im­por­ta ————
0.10, Un za­pa­te­ro des­cal­zo 0.10, F. G. 0.45, Gas­tos : Por 2000 ejemp.
Ca­ta­li­na 0.10, Inés al fa­ro 0.20, Ade­lan­te de es­te núm. $ 40.00
con la lu­cha 0.30, Es­tu­dio­so 0.25, Vi­va la De Co­rreo $ 8.00
Anar­quía 0.15, T. H. 0.50 - To­tal 6. Dé­fi­cit an­te­rior $ 21.98
Lis­ta núm. 55 - Gru­po Los Ácra­tas ————
Del cue­ro de pe­rro 0.10 pe­sos, Un To­tal $ 69.98
huel­guis­ta 0.05, Un aman­te de la ver­dad ————
1, Li­ber­tad 0.40, Lo que re­cla­mó Ca­be­llo Dé­fi­cit ac­tual $ 24.08
2, Una des­he­re­da­da 0.25, J. A. 0.25, Un
fon­dis­ta 0.25, A. J. 0.20, Un ato­rran­te Se rue­ga a los com­pa­ñe­ros de­vol­ver las
0.10, De los al­par­ga­te­ros 1, Del tran­way lis­tas an­tes de los 15 días.
0.05 - To­tal 5.45.
Va­rios - No pon­gas na­da 0.40 pe­sos, La Re­dac­ción

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Año II. BUENOS AIRES, ENERO 1º DE 1897 NÚm. 9

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¡AN­TE EL CA­DAL­SO…! pue­blo, ima­gi­nó un me­dio por el cual


QQQQ apa­re­cie­ra obran­do con ra­zón y con
de­re­cho, y he aquí cuál fue ese me­dio:
¡Sí, an­te el ca­d al­so, en que los Con uno de sus es­bi­rros se­cre­tos man­
eu­nu­cos de las fie­ras en­cum­bra­das van dó arro­jar una bom­ba en la ca­lle Cam­
a ser­vir­les con su le­gen­da­ria man­se­ bios Nue­v os (en Bar­c e­lo­n a), en el
dum­bre la san­grien­ta ra­ción de car­ne mo­men­to en que pa­sa­ba una pro­ce­sión
hu­ma­na, ve­ni­mos a al­zar nues­tra voz re­li­gio­sa y el re­sul­ta­do fue per­fec­to.
de pro­tes­ta, no­so­tros los mal­di­tos de la El po­bre pue­blo cree, por­que ellos
vi­da, no­so­tros los pros­cri­tos del pla­cer, se cui­dan de ha­cér­se­lo creer así, que
no­so­tros los re­bel­des sem­pi­ter­nos! los anar­quis­tas tie­nen por úni­co ideal
La san­gui­na­ria bur­gue­sía de Es­pa­ña la ex­plo­sión, el in­cen­dio y el de­güe­llo;
ha que­ri­do de­mos­trar al mun­do en­te­ así que no le cos­tó tra­ba­jo creer que
ro lo que va­len pa­ra ellos las li­ber­ta­des los anar­quis­tas eran los que ha­bían
de los pue­blos, y he aquí có­mo lo ha he­cho aque­llo.
he­cho. His­to­rie­mos: so­mos ene­mi­gos Sir­vién­do­les la bom­ba de pre­tex­
de las gue­rras, por­que com­pren­de­mos to, se pren­dió en mon­tón a los que
que la úni­ca víc­ti­ma de ellas es el pue­ se pu­do, y los que no fue­ron pre­sos,
blo. ¡Siem­pre el pue­blo! Por eso cuan­ hu­ye­ron.
do en Es­pa­ña se anun­ció que iba a ser Se los so­me­tió a tri­bu­na­les mi­li­
en­via­da a Cu­ba una re­me­sa de (50.000) ta­res por­que no te­nían con­fian­za en
cin­cuen­ta mil obre­ros (usan­do la li­ber­ los ci­vi­les e hi­cie­ron que los de­ba­tes
tad de pen­sa­mien­to) nos pre­pa­rá­ba­mos del pro­ce­so fue­ran se­cre­tos, por­que
por me­dio de pe­rió­di­cos, de reu­nio­nes te­mían que el pue­blo sos­pe­cha­ra el
y fo­lle­tos, a ha­cer pro­pa­gan­da en­tre el pas­te­leo. En­tre tan­to sa­lió la ex­pe­di­
pue­blo pa­ra que és­te se ne­ga­ra a ir a ción de los sol­da­dos.
Cu­ba a mo­rir co­mo los pe­rros. Del pro­ce­so sa­lie­ron con­de­na­dos
Com­pren­dió el go­bier­no que si nos vein­tio­cho anar­quis­tas a muer­te, y los
de­ja­ba li­bres pa­ra ha­cer tal pro­pa­gan­ de­más has­ta lle­gar a cien­to, se los con­
da, nin­gún sol­da­do iría, da­do lo can­ de­nó al pre­si­dio y a tra­ba­jos for­za­dos
sa­do que es­ta­ba el pue­blo, que em­pie­ a per­pe­tuo. ¡Y ahí tie­nen los obre­ros
za a com­pren­der al fin que só­lo tie­ne sa­t is­f e­c ho al go­b ier­n o! Re­s ul­t ó sin
pa­tria cuan­do se tra­ta de mo­rir por em­bar­go que el pue­blo de Bar­ce­lo­na y
ella; y en­ton­ces el go­bier­no bus­có el el de Es­pa­ña en­te­ro se en­con­tra­ba dis­
me­dio de im­pe­dir nues­tro de­seo. gus­ta­do con aque­lla ma­sa­cre de anar­
No atre­vién­do­se a pren­der­nos sin quis­tas, y en­ton­ces se ape­ló al con­sa­bi­
nin­gún pre­tex­to, por el mal efec­to que do me­dio: se arro­jó otra bom­ba en uno
el co­no­ci­mien­to de la ver­dad ha­ría al de los ba­rrios más cén­tri­cos y, es cla­ro,

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Buenos Aires, año ii. Núm. 9, 1º de enero de 1897

re­na­ció la in­dig­na­ción del pue­blo y des­de el más ton­to so­cia­lis­ta has­ta el


juz­gó que aque­lla ma­sa­cre era jus­ta y más en­cum­bra­do bur­gués, to­dos nos
vol­vió to­do a la cal­ma; y pa­ra mos­trar odian, ¿qué he­mos de ha­cer pues, si­no
que era mag­ná­ni­mo el go­bier­no, en vez odiar? Y no obs­tan­te no odia­mos, bien
de vein­tio­cho se con­for­mó con ma­sa­ cla­ro lo di­cen los pe­rió­di­cos, fo­lle­tos,
crar a ocho, con­de­nan­do a los de­más a etc., que a cos­ta de mi­les sa­cri­fi­cios
pre­si­dio per­pe­tuo. És­ta es la his­to­ria de es­t a­m os edi­t an­d o con­t i­n ua­m en­t e y
los he­chos. Pe­ro aun su­po­nien­do que con pe­li­gro de nues­tra li­ber­tad y has­
fue­ra obra de los anar­quis­tas la bom­ba ta de nues­tra vi­da, pues esos mis­mos
arro­ja­da en Cam­bios Nue­vos ¿creen obre­r os a quie­n es de­d i­c a­m os nues­
por ven­tu­ra los obre­ros que se pre­ci­sa tros es­fuer­zos son los pri­me­ros que nos
pa­ra arro­jar­la ochen­ta y sie­te de nues­ trai­c io­n an cuan­d o pue­d en, da­d a su
tros com­pa­ñe­ros? Huel­ga la con­tes­ta­ es­tú­pi­da ce­gue­ra. No obs­tan­te no­so­
ción. Lo que hay es que se te­me a nues­ tros no por eso los odia­mos, los com­
tras ideas y es a ellas a quien se quie­re pa­de­ce­mos y si al­gu­no cae ba­jo los
des­truir. No se nos odia por nues­tros gol­pes de nues­tra có­le­ra ven­ga­do­ra,
he­chos, si­no por nues­tras teo­rías. lo re­pe­ti­mos, so­mos los pri­me­ros en
Ja­más he­mos ne­ga­do la pa­ter­ni­dad sen­tir­lo, mas no por eso va­mos a sa­cri­
de nues­tros he­chos, ni tam­po­co que­ fi­car por ellos nues­tra vi­da.
re­mos ne­gar que es­ta­mos con­for­mes Por otra par­te, los bur­g ue­ses no
con las bom­bas y con otros pro­ce­di­ ven­gan, al ma­tar­nos, la vi­da de esos
mien­tos, por­que com­pren­de­mos que que caen, por­que si así fue­ra ¿quién
la re­be­lión de he­chos es la que pue­de ma­ta­rá al juez que ba­sán­do­se en su
co­mo en to­dos tiem­pos en la lu­cha [...] creen­c ia y en su có­d i­g o con­d e­n a a
[una y] mil ve­ces, odia­mos a muer­te a muer­te a un se­me­jan­te? No­so­tros tam­
los ti­ra­nos y pa­ra com­ba­tir­los [to­dos bién nos ba­sa­mos en nues­tras creen­
los me­dios­] nos pa­re­cen bue­nos y más cias. ¿Quién juz­g a­rá al ge­n e­ral que
des­de que ve­mos los que con no­so­tros sa­cri­fi­ca mi­les de hom­bres en un día
usan ellos. Ni li­ber­tad de pen­sar ni de en un cam­po de ba­ta­lla? ¿Y al go­bier­no
es­cri­bir, ni de ha­blar ni de reu­nir­se, de que man­da a esos ge­ne­ra­les? ¡Es fuer­
na­da en fin, nin­gu­na nos quie­ren con­ za que es­to con­clu­ya y ha de con­cluir,
ce­der; bien ha­yan pues las ex­plo­sio­nes no­so­tros lo que­re­mos y se­rá! Cons­te,
pa­ra ha­cer com­pren­der a los ti­ra­nos y no obs­tan­te, que a no­so­tros los anar­
a sus sos­te­ne­do­res que no es­ta­mos dis­ quis­tas se nos odia más por nues­tras
pues­tos a ce­jar en nues­tro em­pe­ño. ideas que por nues­tros he­chos.
Y a aque­llos que nos acu­san de Sí, nues­tra idea de paz, to­do ar­mo­
que tam­bién ma­ta­mos ino­cen­tes con nía; esa idea de amor, to­do ca­ri­ño que
nues­tras ex­plo­sio­nes, con­tes­ta­mos: lo re­c ha­z a to­d o lo ma­l o y lo po­d ri­d o;
sen­ti­mos; no es sin do­lor que pro­ce­ sí, esa idea, sím­bo­lo de li­ber­tad y de
de­mos así, mas la ley de Dar­win se igual­d ad ama­d a, esa be­l la anar­q uía
im­p o­n e, so­m os los mal­d i­t os; des­d e li­son­je­ra, es­pe­ran­za del que su­fre, ésa
el úl­t i­m o po­l i­z on­t e has­t a el obre­r o es la que te­men y odian, la que quie­
es­tú­pi­do, to­dos son con­tra no­so­tros; ren des­truir.

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LA VOZ DE LA MUJER

No por dar tor­pe ex­pan­sión a nues­ Nues­tra idea es el rau­d al tran­


tro odio ni por la­men­tar con va­nas qui­lo, que ser­pen­tean­do por el bos­
que­jas las in­fa­mias que so­bre no­so­ que en­ma­ra­ña­do de la vi­da atra­vie­sa
tros pe­san, es que ve­ni­mos a pro­tes­tar; va­lles y co­li­nas pa­ra ir a, cual arro­yue­
ve­ni­mos pa­ra afian­zar una vez más an­te lo pla­tea­do, a fe­cun­dar la yer­ma pra­
los so­ber­bios po­ten­ta­dos de la al­tu­ra de­ra. ¡Opo­ned­le obs­tá­cu­los y va­llas y
que ni te­me­mos sus in­fa­mias, ni sus en to­rren­te aso­la­dor se true­ca!
ven­gan­zas nos ate­rran. Es pa­ra es­to que Ha­b éis cha­p u­c ea­d o el lím­p i­d o
ve­ni­mos a al­zar nues­tra voz de pro­tes­ta. rau­dal de nues­tra se­cu­lar pa­cien­cia y
Ve­ni­mos pa­ra de­cir­les que la tem­pes­tad hoy os dis­gus­ta el ver que re­vuel­to se
que la en­cum­bra­da ca­na­lla eu­ro­pea des­ des­li­za.
car­gó de nues­tros her­ma­nos en las ca­be­ Nues­tra vie­ja es­tu­pi­dez mo­fas­teis,
zas al­ta­ne­ras ¡ni nos in­ti­mi­da ni aco­bar­ in­sul­tan­do a vues­tro an­to­jo la do­lien­
da, ni do­blar ha­ce las nues­tras! ¡Que te que­ja de nues­tro due­lo y de nues­tra
si co­mo san­grien­to guan­te de pe­lea mi­se­ria: ¡bus­ca­do ha­béis con tor­pe y
nos arro­ja ocho ca­be­zas de anar­quis­tas, bru­tal ma­no el blan­co cen­dal de nues­
no­so­tros, la ca­na­lla des­pre­cia­ble, cual tros ino­cen­tes sen­ti­mien­tos, nos hi­cis­
nos ape­lli­dan ellos, el guan­te pre­su­ro­sos teis su­frir lo in­de­ci­ble, nues­tro co­ra­
re­co­ge­mos pa­ra ir pron­to al de­sa­fío! zón ha­béis obs­cu­re­ci­do en­tre­gán­do­nos
Sí, an­te el ca­dal­so lo re­pe­ti­mos. al tur­bu­len­to mar de la mi­se­ria, don­de
¡Cual siem­pre en la bre­cha, se­gui­re­ in­cier­tos va­gá­ba­mos sin hoy y sin ma­ña­
mos sien­do in­do­ma­bles lu­cha­do­res a na, sin pan y sin amor, sin na­da!…
quien na­da de­tie­ne, a quien na­die in­ti­ Nos ha­blas­teis de la ley del fuer­te
mi­da! ¡Sí , se­gui­re­mos cual siem­pre y hoy que la acep­ta­mos os es­pan­táis
sien­do la bé­li­ca fa­lan­ge arro­lla­do­ra, ¡co­bar­des!…
que no en le­ja­no día, em­pu­ja­da por la Hoy que la mu­che­dum­bre de los
fuer­za in­con­tras­ta­ble de los he­chos y ham­brien­ta­dos en la ne­gra ti­nie­bla se
por la ley del pro­gre­so po­de­ro­so, tras­ pre­pa­ra, azu­zan­do sus odios ven­ga­do­
pa­san­do las lí­neas del ca­dal­so, ven­drá res, a lan­zar con­tra vo­so­tros las bé­li­cas
a ex­ter­mi­nar­te, ¡oh, bur­gue­sía! en tus fa­lan­ges de sus in­nu­me­ra­bles le­gio­
pro­pias ma­dri­gue­ras, en tus ba­luar­tes! nes, os es­pan­táis ¡oh vi­les! ¡Hu­ma­
¡Hi­jos del do­lor y la mi­se­ria, la ni­ci­das co­bar­des que es­gri­mien­do de
mi­se­ria y el do­lor han de em­pu­jar­nos! un có­di­go in­fer­nal la ley ti­ra­na, obs­
¡Que­réis so­fo­car nues­tras ideas! ¡Inú­ cu­re­c éis con los va­p o­res de la san­
til pre­ten­der el que os afa­na! gre pro­le­ta­ria los lim­pios arre­bo­les del
La anar­quía por ley na­tu­ral sur­gió ma­ña­na! ¡Mas no im­por­ta, pro­se­guid
al mun­do y por ley na­tu­ral si­gue en co­mo que­ráis; no es­tá le­ja­no el día en
su cur­so. En la mo­der­na cien­cia, en la que sur­gien­do del fon­do del abis­mo
fi­lo­so­fía, ha­lló su cu­na y la cien­cia y el de mi­se­rias en que le ha­béis su­mi­do,
pro­gre­so son su ayu­da y la mi­se­ria, el des­bor­den con ho­rren­do pa­ro­xis­mo
“ya es­ta­ba es­cri­to” que la ayu­da. ¡De­rra­ las le­gio­nes de es­cla­vos de la tie­rra y
mad nues­tra san­gre cuan­to po­dáis, mas se­me­jan­do a fan­tas­mas del in­fier­no,
cui­dad no os aho­guéis en ella! abor­tos de im­pie­dad, ebrios de odio,

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Buenos Aires, año ii. Núm. 9, 1º de enero de 1897

re­vol­vien­do en las ór­bi­tas hun­di­das que te­néis un co­ra­zón que la­te, que
san­guí­nea la pu­pi­la de abra­san­te mi­ra­ sien­te y que pal­pi­ta al uní­so­no de lo
da, ar­dien­do en sed de san­gre y de que es jus­to y gran­de y no­ble; vo­so­
ma­tan­za, ham­brien­tos, tras­pa­sa­rán las tros los que lu­cháis in­fa­ti­ga­bles pa­ra
lin­d es del ca­d al­so, y cual si fue­ran dar a los pue­blos de la tie­rra y a las
ru­gien­tes aqui­lo­nes que la es­pan­to­sa ra­zas hu­ma­nas to­das nue­vos y me­jo­res
tem­pes­tad traía con su cru­jien­te lá­ti­go de­rro­te­ros y más am­plios y es­plén­di­
hos­ti­ga­ra, agi­tan­do allá en lo al­to los dos mi­ra­jes; vo­so­tros los que sen­tís en
des­ga­rra­dos gi­ro­nes de su ro­jo es­tan­ vues­tras fren­tes la lla­ma abra­sa­do­ra de
dar­te de pe­lea, re­co­rrien­do co­mo ava­ la luz prís­ti­na y es­plen­den­te del ma­ña­
lan­cha for­mi­da­ble la faz in­men­sa del na; vo­so­tros los que cual yo amáis a la
pla­ne­ta Tie­rra, arra­sa­rán los tem­plos hu­ma­ni­dad y nos os li­mi­táis al cír­cu­
y pa­la­cios, lim­pian­do de ti­ra­nos y de lo es­tre­cho y vil de la fa­mi­lia; vo­so­
jue­ces, de frai­les y ca­na­llas y de to­dos tros los que for­jáis en vues­tras men­tes
los in­fa­mes que hoy la pue­blan! con mi­les de ara­bes­cos des­lum­bran­tes,
En­ton­ces, ésos que hoy son vues­tro gi­gan­tes­cas y bri­llan­tes pro­yec­cio­nes
ba­luar­te, san­grien­ta fuer­za de vues­tra del fúl­gi­do es­plen­dor de la prís­ti­na
fuer­za ¡oh bur­gue­sía! pa­ga­rán con cre­ au­ro­ra ya cer­ca­na, au­ro­ra de nues­tra
ces es­ta deu­da. La pa­ga­réis ¡oh po­li­ re­den­ción de la ig­no­mi­nio­sa es­cla­vi­
cías, frai­les y jue­ces! ¡La pa­ga­réis en la tud ti­ra­na; vo­so­tros los que al­záis en
oca­sión pri­me­ra! ¿No oís de to­dos los el con­cier­to hu­ma­no vues­tra voz de
ho­ga­res del tra­ba­ja­dor que en la mi­se­ria pro­tes­ta atro­na­do­ra; vo­so­tros, en fin,
vi­ve, al­zar­se la pro­tes­ta de la pró­xi­ma los que po­néis vues­tros bra­zos, vues­tra
tor­men­ta pre­cur­so­ra? Pues bien: ese sor­ ener­gía, vues­tra in­te­li­gen­cia y vues­
do cla­mor del opri­mi­do, más te­rri­ble en tra vi­da to­da al ser­vi­cio de la cau­sa
su apa­ren­te cal­ma os anun­cia ¡vam­pi­ros que creéis jus­ta; anar­quis­tas en fin del
in­sa­cia­bles! que se acer­ca la ho­ra de mun­do en­te­ro, ¡yo os sa­lu­do!
jus­ti­cia. En­ton­ces ¡ay! de vo­so­tros, cuál Sí, yo os sa­lu­d o y des­d e lo más
se­rán va­nos vues­tros có­di­gos, vues­tros re­cón­di­to de mi co­ra­zón, que os quie­
ver­du­gos y jue­ces va­nos. Y… des­pués re y que os ama, os en­vío los ar­dien­tes
por las am­plias vías del pro­gre­so vi­vi­rán vo­tos de mi eter­na sim­pa­tía.
cual an­he­la­mos los hom­bres, sin fron­ Yo os sa­lu­do in­do­ma­bles y al­ta­ne­
te­ras, co­mo her­ma­nos, sin te­ner bal­dón ros por­ta­vo­ces de la re­be­lión hu­ma­na,
mu­grien­to de re­yes y sin te­ner más le­yes yo os sa­lu­do.
que el amor y la equi­dad. Es­to es lo que No os im­por­te que hoy las in­cons­
te­nían que de­cir “Los anar­quis­tas”. cien­tes mu­che­dum­bres os des­pre­cien o
que en­co­gién­do­se de hom­bros con iró­
———————————————
aaaaaaaaaaaaaaaa ni­ca in­di­fe­ren­cia os vuel­van la es­pal­
da, no os im­por­te; esa mis­ma mul­ti­tud
¡Es­tri­den­tes! ma­ña­na os lla­ma­rá her­ma­nos, cuan­do
——— ha­ya com­pren­di­do vues­tras ideas, no
Obre­r os de mi si­g lo, gla­d ia­d o­r es lo du­déis anar­quis­tas, no lo du­déis,
in­can­sa­bles del tra­ba­jo, vo­so­tros los por­que vo­so­tros lle­va­réis el amor y la

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LA VOZ DE LA MUJER

es­pe­ran­za en vues­tros la­bios, en vues­ de la in­cons­cien­te mul­ti­tud em­bra­ve­


tros co­ra­zo­nes y ¿có­mo no en­gen­drar ci­da por có­di­gos in­fa­mes, por ab­sur­das
el amor y el ca­ri­ño al ca­lor de vues­tras le­yes, por tor­pes fa­na­tis­mos, por es­tú­
no­bles y jus­tas as­pi­ra­cio­nes? pi­das preo­cu­pa­cio­nes? ¡De esa mis­ma
No ce­jéis, no ce­jéis en vues­tra mul­ti­tud que fal­ta de ener­gía y es­ca­sa
obra, en vues­tra ta­rea de­mo­le­do­ra de de va­lor y de osa­día, gi­me des­con­so­
ab­sur­dos, de in­fa­mias y de preo­cu­pa­ la­da, de­rra­man­do ar­dien­te llo­ro so­bre
cio­nes, esa mul­ti­tud que hoy os mi­ra las ca­de­nas que la opri­men o al pie
in­di­fe­ren­te u os des­pre­cia; ha lar­gos de la tum­ba de los su­yos, muer­tos de
si­glos que vi­ve huér­fa­na del amor y de ham­bres y de frío, en me­dio de las des­
[…] el lá­ti­go y la ca­de­na del es­cla­vo, y lum­bran­tes es­plen­di­de­ces de las ur­nas!
es por eso que se ríe y que en­cuen­tra ¿No creéis que va­le más uno so­lo
ex­tra­ño que le ha­bléis de li­ber­tad y de de esos dia­man­ti­nos en­sue­ños que lle­
ca­ri­ño. Mas no im­por­ta, ya lle­ga­rá un váis en vues­tra men­te que to­do el oro­
día que os com­pren­da y que os ame, y pel del mun­do en­te­ro?
el día de la lu­cha, no lo du­déis, anar­ No ce­jéis en vues­tra obra ¡oh anar­
quis­tas, es­ta­rá a vues­tro la­do. quis­tas! ¡Yo bien sé que vo­so­tros se­réis
Sed no­bles cuan­to po­dáis con ellos, los náu­fra­gos per­di­dos en los pro­ce­
ex­pli­cad­les con amor vues­tras ideas, lo­sos ma­res de la vi­da, que de las tor­
tra­tad­les co­mo a los ni­ños, con ca­ri­ men­tas por el ra­yo he­ri­dos: en de­sier­
ño, que al fin os en­ten­de­rán. to pe­ñón el mar los ba­te, don­de los
—— ne­gros bui­tres los de­vo­ran cuan­do han
¡Ah! yo sé que hoy va­gáis co­mo muer­to!
es­p ec­t ros mal­d e­c i­d os, sin pan, sin Mas a pe­sar de to­do, mien­tras que­
amor y sin ca­ri­cias, sin ho­gar y sin de en nues­tras ve­nas una so­la go­ta
ter­ne­zas, de ésas que tan­to el co­ra­zón de es­ta san­gre ar­dien­te y ge­ne­ro­sa de
an­sía, arro­ja­dos, per­se­gui­dos co­mo fie­ obre­r os cons­c ien­t es y re­b el­d es que
ras; mas que eso no lle­gue a aba­ti­ros, lle­v an en sus pá­l i­d as y pen­s a­d o­r as
vues­tra obra es la obra de los gran­des, fren­tes pro­yec­cio­nes de la luz ra­dian­te
de los bue­nos, de los in­can­sa­bles, y en del sol del por­ve­nir; ¡al ai­re nues­tro
ella, ya lo sa­béis, nin­gún lau­rel pa­ga­ ro­jo es­tan­dar­te de pe­lea!, e ir­guien­
rá vues­tros es­fuer­zos, nin­gu­na ma­no do al­ti­vas nues­tras fren­tes, pá­li­das sí,
ami­ga ven­drá a le­van­ta­ros si caéis, ni pe­ro al­ta­ne­ras: ¡gue­rra a la men­ti­ra
tam­po­co a ce­rrar vues­tros ojos vi­dria­ y a la in­fa­mia! ¡gue­rra a la in­fa­man­
dos el día en que la muer­te ven­ga trai­ te ex­plo­ta­ción ini­cua y a la opre­sión
do­ra a sor­pren­de­ros en la mi­tad de la en­vi­le­cien­te! ¡gue­rra!
jor­na­da… Al­c e­m os, sí, con va­l or nues­t ro
Mas ¿qué im­por­ta her­ma­nos míos? es­tan­dar­te, ba­jo cu­yos plie­gues gi­gan­
¿No va­le más un so­lo la­ti­do de vues­ tes­cos ca­ben to­dos los que tra­ba­jan,
tros bra­vos y se­re­nos co­ra­zo­nes, una los que aman, la ra­za to­da hu­ma­na de
so­la son­ri­sa de afec­to, de las que co­mo la tie­rra y … ¡muer­te a la opre­sión!
yo con to­do co­ra­zón os aman, que to­da sea nues­tro gri­to de pe­lea.
la men­ti­da gran­de­za y el va­no aplau­so ——

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Buenos Aires, año ii. Núm. 9, 1º de enero de 1897

¡No más ge­mir ya, her­ma­nos míos! to­do cru­je y se des­plo­ma, co­mo esos
Bas­ta de cal­ma. in­m en­s os tém­p a­n os de hie­l o cuan­
¡A las ar­mas, com­pa­ñe­ros! ¡A com­ do el sol abra­sa­dor los hie­re con sus
ba­tir o a triun­far o a mo­rir! ¡Vo­le­mos! ar­dien­tes ra­yos, no tan fuer­tes co­mo la
¡Co­r ra­m os, sí, co­r ra­m os! ¡Mi­r ad irre­fu­ta­ble ló­gi­ca de nues­tras igua­la­do­
que el mi­no­tau­ro bur­gúes se pre­pa­ra ras ideas, se­re­ni­dad y va­lor her­ma­nos
a aba­tir nues­tra en­te­re­za, mi­rad que míos, fir­me­za en el pul­so com­pa­ñe­ros
quie­re de­vo­rar­nos! y gue­rra por do­quie­ra a los po­ten­tes y
¡Anar­quis­tas! ¡Anar­quis­tas! ¡Oíd has­ta a la mis­ma gue­rra ¡gue­rra!
mi voz que el en­t u­s ias­m o in­f la­m a, ——
sa­cu­da­mos her­ma­nos el ma­ras­mo que ¡Anar­q uis­t as del mun­d o en­t e­r o!
tie­ne en­tu­me­ci­dos nues­tros miem­bros, Oíd: los po­ten­tes del mun­do to­do, des­
des­per­tad de la apa­tía, obre­ros, mi­rad de el Ja­pón, ebrio de or­gu­llo por san­
que el ra­se­ro de la ini­qui­dad ame­na­za grien­tas y re­cien­tes vic­to­rias, has­ta la
se­gar nues­tras ca­be­zas! car­ni­ce­ra bur­gue­sía de la Eu­ro­pa en­te­
¡Des­per­tad! ¡Des­per­tad! ra y has­ta la mis­ma de la se­mi-sal­va­je
¡Ten­d ed la vis­ta por do­q uier! Tur­quía, pre­ten­den ex­ter­mi­nar­nos, y
Es­pa­ña, Fran­cia, Ita­lia, Ru­sia, Tur­ Es­pa­ña da la prue­ba; des­de el au­tó­cra­ta
quía, Cu­ba, Amé­ri­ca; do­quier san­gre, zar de la ne­bu­lo­sa Ru­sia, re­co­rrien­do la
do­q uier lu­t o, muer­t e y ex­t er­m i­n io. lar­ga es­ca­la has­ta los em­bau­ca­do­res
¿Quié­nes son los que mue­ren? ¿Quié­ so­cia­lis­tas, to­dos, to­dos sin de­jar uno,
nes, quié­n es son las víc­ti­m as? ¡Los son y es­tán con­tra no­so­tros.
obre­ros siem­pre! ¡Siem­pre el in­cons­ Pues bien, ya que to­dos ellos amon­
cien­te pue­blo! to­nan y api­ñan fan­tás­ti­cos nu­bla­dos
¡Bar­ce­lo­na allá! ¡Ho­rror de ho­rro­ so­bre nues­tras ca­be­zas al­ta­ne­ras, y pre­
res, san­gre! ¡Cri­men tras cri­men! ten­den aplas­tar­nos con la fuer­za de su
—— fuer­za ¿creéis que de­be­mos li­mi­tar­nos
¡Vi­vir es lu­char, her­ma­nos míos! a ser, en es­te mar bra­vío y pro­ce­lo­
En es­tos ins­tan­tes su­pre­mos en que so, el abrup­to pe­ñón que fir­me en su
to­do se des­plo­ma, en que to­do nau­fra­ asien­to in­con­mo­vi­ble, de­sa­fía la fu­ria
ga y cae, en que to­do va a pe­re­cer, en em­bra­ve­ci­da de las olas y las hu­ra­ca­
es­tos mo­men­tos de es­pan­to­sa prue­ba na­das rá­fa­gas de la azo­tan­te tem­pes­tad
en que lo vie­jo, lo ma­lo, lo po­dri­do aso­la­do­ra?
sa­ca fuer­zas de los mis­mos es­ter­to­res ¡No, vo­to a Luz­bel! ¡Muer­te a la
de su ago­nía, y que en un for­mi­da­ muer­te!
ble es­fuer­zo pre­ten­de ani­qui­lar­nos; en ——
es­tos mo­men­tos en que las re­li­gio­nes ¡Obre­ros to­dos! Nues­tras ideas son
ba­jan a la tum­ba del ol­vi­do, cu­bier­tas de paz, son de ca­ri­ño, son de fra­ter­
con el fú­ne­bre su­da­rio del pol­vo de ni­dad y de ar­mo­nía, mas ya que así
los años […] en que las vie­jas ins­ti­tu­ se nos tra­ta, y así se nos aco­sa, oíd­lo,
cio­nes sien­ten cru­jir las [as­ti­llas] de su bien, que al­to lo de­ci­mos: Ya que el
apo­li­lla­do y car­co­mi­do ma­de­ra­men: mun­do en­te­ro nos de­cla­ra au­daz, san­
en es­tos su­pre­mos ins­tan­tes en que grien­ta gue­rra, no­so­tros la acep­ta­mos

156
LA VOZ DE LA MUJER

y des­pre­cia­mos al mun­do en­te­ro, ¡sí, co­mo si fue­rais es­pec­tros in­fer­na­les;


lo des­pre­cia­mos, no le te­me­mos! pe­ro siem­pre se­re­nos, siem­pre al­ti­vos,
¡Pue­de, pues, arro­jar­nos el guan­te yo os sa­lu­do y en­tre los fer­vien­tes vo­tos
de pe­lea! de mi fra­ter­nal sim­pa­tía, os en­vío mis
Que cons­te, pues: Los ti­ra­nos quie­ be­sos co­mo her­ma­na y co­mo mu­jer,
ren ce­b ar­se en nues­tras car­n es con las vi­bra­cio­nes de mi se­re­no co­ra­zón
fu­ror, pre­ña­dos de or­gu­llo, de odio, al­ti­vo.
de ci­nis­mo, de mal­dad y de am­bi­ción, ¿Cuán­do se­rá el día de es­tre­cha­ros
pues bien: no­so­tros aba­ti­re­mos su mal­ las ma­nos du­ran­te la pe­lea?
dad, su or­gu­llo, su ci­nis­mo, su va­lor ¡Acor­daos de Bar­ce­lo­na y de Mont­
(?) y su am­bi­ción. juich, her­ma­nos míos!
Anar­quis­tas, her­ma­nas mías: ¡Tiem­
bla mi la­bio y fe­bril por el pa­pel vue­la Pe­pi­ta Ghe­rra
mi plu­ma!; yo qui­sie­ra ha­bla­ros de la
idea de amor, de pro­pa­gan­da y de ca­ri­ XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
ño, mas no pue­do, no, no pue­do co­mo
tam­po­co pue­do llo­rar y lo qui­sie­ra; mas A LOS OBRE­ROS
¿qué mu­cho, que es­to así su­ce­da? ———
He te­ni­do días sin pan y de amar­gu­
ra in­fi­ni­ta, no­ches de in­som­nial tris­te­ ¡Sí­si­fos del tra­ba­jo, sa­lud!
za, en que ma­nan­do san­gre el co­ra­zón Vo­so­tros, los que du­ran­te el año
he­ri­do, las sie­nes ar­dien­tes me la­tían trans­cu­rri­do ni un mo­men­to os ha­béis
y yo me con­te­nía y opri­mía­las y me de­te­ni­do en la ru­da y dia­ria la­bor vues­
opri­mía el pe­cho, y en­ton­ces re­vol­cán­ tra, pa­rad un mo­men­to la fae­na y es­cu­
do­me con in­fer­nal e im­po­ten­te ra­bia, chad la voz de la ra­zón que os ha­bla.
na­da de ren­cor y de ven­gan­za an­sio­sa, Pa­raos pa­ra re­co­ger an­tes de pro­se­
so­ña­ba co­mo hoy sue­ño, con mon­ta­ guir vues­tra cru­da fa­ti­ga las lec­cio­nes
ñas de es­com­bros hu­mean­tes y arro­yos que el pa­sa­do cor­to pe­ro fe­cun­do de
de san­gre de opre­so­res. Y en­ton­c es los tres­c ien­t os se­s en­t a y cin­c o días
gol­pea­ba mis sie­nes, cla­va­ba fre­bri­cen­ trans­cu­rri­dos des­de el año pa­sa­do nos
te las uñas en mi se­no y des­ga­rra­ba mis ofre­cen.
car­nes y res­pi­ra­ba ren­cor, odio y ven­ Sí, pa­raos, re­fle­xio­nad en vues­tro
gan­za, y me es­pan­ta­ba de mí mis­ma; pre­sen­te y sa­cad con­se­cuen­cias pa­ra el
mas hoy, ¡oh, her­ma­nas mías, des­pués por­ve­nir.
de lo he­cho en Bar­ce­lo­na, ya na­da, ¿Cuál fue vues­tro pa­sa­do?
na­da me es­pan­ta, yo os lo ju­ro! Tra­b a­j os, es­c a­s e­c es, pri­v a­c io­n es,
¿Cuán­d o se cum­p li­r án nues­t ros mi­se­rias, due­lo y lá­gri­mas.
sue­ños de ven­gan­za? El de vues­tros pa­dres, el de vues­
Her­ma­nos anar­quis­tas, vo­so­tros los tros abue­los ha­bía si­do igual.
que ya ha­céis lú­gu­bres pri­sio­nes en los ¿Cuál es vues­tro pre­sen­te?
ho­rren­dos y ne­gros ca­dal­sos, los que ¡Ah! el año de pa­de­ci­mien­tos, el
in­cier­tos va­gáis años tras años, atra­ año de mi­se­rias, de ver­gon­zan­tes mi­se­
ve­san­do ma­res y mon­ta­ñas de­sier­tos, rias, os lo di­cen.

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Buenos Aires, año ii. Núm. 9, 1º de enero de 1897

Sí, ese año que pa­sa, de­ján­doos co­mo ¡Y siem­pre así, lo mis­mo hoy que
úni­ca ca­ri­cia, co­mo re­cuer­do úni­co, las ma­ña­na, has­ta que es­to “cam­bie”, que
hue­llas de las no­ches de in­som­nio, de no cam­b ia­r á se­g u­r a­m en­t e mien­t ras
los días sin pan, sin tra­ba­jo y ca­ri­ño. si­gáis sien­do co­mo has­ta hoy tor­pes,
La des­g a­r ra­d o­r a le­t a­n ía del que­ tí­mi­dos e in­di­fe­ren­tes!
ji­do de vues­tros ni­ños en­fer­mos, del No cam­b ia­rá, no, si los obre­ros
¡ay! des­con­so­la­dor de vues­tras es­po­sas si­guen ha­cien­do huel­gas co­mo la de
dé­bi­les y aba­ti­das por los in­ce­san­tes los me­cá­ni­cos de los ta­lle­res de So­la,
pa­de­ci­mien­tos y las pal­pi­tan­tes hue­ co­mo la de los im­bé­ci­les y pre­su­mi­dos
llas gra­ba­das en vues­tros pul­mo­nes, en te­le­fo­nis­tas, co­mo la de los pa­na­de­ros,
vues­tras pá­li­das y aba­ti­das fren­tes por co­mo la de… co­mo to­das, en fin, las
los ex­ce­sos de un tra­ba­jo in­ce­san­te, que has­ta hoy se han he­cho.
em­bru­te­ce­dor y mal re­mu­ne­ra­do. No cam­bia­rá si si­guen sien­do los
He ahí vues­tro pa­sa­do y vues­tro obre­ros cre­yen­tes de un buen fu­tu­ro,
pre­sen­te igual al de otros años, en pa­trio­tas em­bru­te­ci­dos por ab­sur­das
que al ter­mi­nar la pos­tre­ra jor­na­da de creen­cias, fa­na­ti­za­dos por cu­ras y por
tra­ba­jo, te­níais, tan­to co­mo cuan­do go­bier­nos, por re­li­gio­nes y le­yes inú­ti­
em­pe­zas­teis la pri­me­ra, el pri­mer día, les, em­bru­te­ce­do­ras y an­ti-na­tu­ra­les.
es­to es: ¡Na­da! No cam­b ia­r á mien­t ras las mu­j e­
Y siem­pre así, igual fue­ron vues­tros res si­gan sien­do in­di­fe­ren­tes a cuan­to
pa­dres, igual vues­tros abue­los e igual de­bie­ra in­te­re­sar­les y mien­tras si­gan
les pa­sa­rá a vues­tros hi­jos si no tra­táis ado­ran­do tro­zos de ma­de­ras, en­gor­dan­
de po­ner re­me­dio con ma­no fir­me a do cu­ras, pro­ve­yen­do igle­sias, et­cé­te­ra.
vues­tros ma­les. No cam­bia­rá se­gu­ra­men­te mien­tras
Vues­tras ar­cas no pre­ci­san pa­sar ha­ya lo­bos y man­sos cor­de­ros, in­ca­pa­
por otro ba­lan­c e, no te­n e­m os más ces de pen­sar y obrar por sí mis­mos;
De­be ni más Ha­ber que tra­ba­jar y más no cam­bia­rá mien­tras los obre­ros no
tra­ba­jar pa­ra el por­ve­nir. com­p ren­d an que es pre­c i­so, que es
¡Cuán ne­g ro es to­d o es­to, cuán im­pres­cin­di­ble que cam­bie.
ne­gro! tan­to más ne­gro y ho­rri­pi­lan­ Pa­ra que el cam­bio se ve­ri­fi­que tra­
te, cuan­to más te­ne­mos la se­gu­ri­dad ba­ja­mos no­so­tras y con no­so­tras to­da
es­pan­to­sa de su ver­dad in­ne­ga­ble. per­so­na de co­ra­zón no­ble.
En­tre tan­to, ellos, los no­bles, los ¿Cuán­do se ve­ri­fi­ca­rá el cam­bio?
po­ten­tes, los en­cum­bra­dos, los amos y Cuan­do los pue­blos com­pren­dan lo
dio­ses de to­do y de to­das, tal día co­mo que es la Anar­quía.
hoy cuen­tan con in­ten­sa y pro­fun­da En­tre tan­to, no­so­tras, no pu­dien­do
sa­tis­fac­ción el oro acu­mu­la­do en los ma­ni­fes­tar de otro mo­do la in­dig­na­
do­ce me­ses trans­cu­rri­dos, ese oro que ción y el do­lor que nos em­bar­ga el día
tan­tas fa­ti­gas, tan­tos do­lo­res os cos­tó de hoy, en que to­dos cuen­tan sus ale­
ga­nar a vo­so­tros. Ese oro em­pa­pa­do grías, sus triun­fos y el fru­to del tra­ba­jo
en vues­tra san­gre y en las lá­gri­mas del pue­blo obre­ro, no pu­dien­do ma­ni­
de vues­tros po­bres ni­ños, de vues­tras fes­tar de otro mo­do nues­tra dis­con­for­
in­fe­li­ces com­pa­ñe­ras. mi­dad, con to­da esa tur­ba de mi­se­ra­

158
LA VOZ DE LA MUJER

bles sin co­ra­zón, pro­tes­ta­mos en es­te po­co más efi­caz­men­te, nues­tros es­fuer­
nú­me­ro de La Voz de la Mu­jer por­ zos se­rán inú­ti­les y ten­dre­mos que ce­sar
que ella no pue­de es­tar y no es­tá con­ de pu­bli­car La Voz de la Mu­jer (2)
for­me con el ré­gi­men so­cial que nos y con ella la del ÚNI­CO pe­rió­di­co de
abru­ma. Y an­tes de pro­se­guir nues­tra Amé­ri­ca y tal vez del mun­do en­te­ro que
mar­cha, an­tes de em­pe­zar la pri­me­ra ha­ce pro­pa­gan­da de nues­tros idea­les por
jor­na­da de tra­ba­jo del año que co­mien­ mu­je­res y es­pe­cial­men­te pa­ra ellas.
za y que, co­mo to­dos, só­lo mi­se­ria nos Lo re­pe­ti­mos com­pa­ñe­ros y com­pa­
pro­me­te, no po­de­mos me­nos que de­cir ñe­ras, en­tu­sias­mo y vo­lun­tad no nos
a los po­ten­tes que no se va­na­glo­rien fal­tan, pe­ro nues­tras fuer­zas son po­cas;
por­que muy pron­to los dé­bi­les, sa­can­do por eso, si no po­de­mos más, nos re­ti­
fuer­za de su apa­ren­te de­bi­li­dad, al­zan­do ra­re­mos has­ta po­der vol­ver de nue­vo
[…] su vo­lun­tad con las […] a la bre­cha, y así siem­pre has­ta que
la ho­ra del com­ba­te sue­ne en el re­loj
[…] LA Re­dac­ciÓn de la con­cien­cia hu­ma­na, pa­ra co­rrer
a ven­cer o a mo­rir por la Anar­quía,
nnnnnnnnnnnn por­que por ella da­rá su in­te­li­gen­cia, su
A los lec­to­res bra­zo y su pos­trer sus­pi­ro
———
Un año ha trans­cu­rri­do des­de que La Re­dac­ción de la Voz de la Mu­jer
sa­lió a luz el pri­mer nú­me­ro de La  
Voz de la Mu­jer. ddddddddddddddddddddddddd
———————————————
Un año de lu­chas, de sa­cri­fi­cios,
de crue­les al­ter­na­ti­vas, de es­pe­ran­zas SI­L UE­T A 5ª
y de caí­das, so­la­men­te ate­nua­das en ————
al­go, por sa­tis­fac­ción de la lu­cha.
Dos Re­dac­cio­nes han es­ta­do a car­ En­ju­to y se­co de car­nes, lo es más de
go de es­ta ho­ja, po­nien­do las dos su ca­ra, en la cual una se­rie­dad fría, pa­re­
cor­ta in­te­li­gen­cia y sus ener­gías to­das ci­da a la del bú­ho, se ha es­te­reo­ti­pa­do.
al ser­vi­cio de la cau­sa que de­fien­den: Ce­ji­jun­to y gra­ve pe­ro de una gra­
La Anar­quía. ve­dad ve­ne­no­sa, an­te él la más pu­ra
En es­te año la vi­da de es­ta ho­ja ha son­ri­sa se hie­la, la ale­gría más bu­lli­
si­do pre­ca­ria y ra­quí­ti­ca, tan­to así, que cio­sa, más pu­ra e in­fan­til, se true­ca en
con pe­sar con­fe­sa­mos que si los com­ te­rror, só­lo com­pa­ra­ble al que se sien­
pa­ñe­ros no tra­tan (si les agra­da nues­ te cuan­do os pa­san es­tan­do des­cui­da­
tra pro­pa­gan­da) (1) de ayu­dar­nos un dos el fi­lo de un pu­ñal por la gar­gan­ta.
De sus ojos se­mio­cul­tos en las ór­bi­tas
(1) A es­te res­pec­to de­ci­mos: que da­do el y cu­bier­tos por los in­se­pa­ra­bles len­tes
es­ta­do de ig­no­ran­cia en que es­tán su­mi­das las sa­le una mi­ra­da que ha­ce da­ño, una
mu­j e­r es, no­s o­t ras en­t en­d e­m os que nues­t ra mi­ra­da que pa­ra­li­za la cir­cu­la­ción de
mi­sión pe­rio­dís­ti­ca es la­brar la in­te­li­gen­cia, otro
pe­rió­di­co o es­te mis­mo más tar­de sem­bra­rá y cul­
ti­va­rá el gra­no. Por es­to nues­tra pro­pa­gan­da es (2) O en­tre­gar­la a otras com­pa­ñe­ras con
co­mo es, ca­da pe­rió­di­co tie­ne su mi­sión si quie­re. más ap­ti­tud y fuer­zas. N. de la R.

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Buenos Aires, año ii. Núm. 9, 1º de enero de 1897

vues­tra san­gre y que hie­la el co­ra­zón, no De­rra­m ar san­g re por­q ue sí y sin


pre­ci­sa­men­te por­que se le ten­ga mie­do, sa­b er por qué, pues de su ce­re­b ro
no, si­no por­que… es fa­tí­di­ca, da­ñi­na; em­bo­ta­do no sa­le ni un so­lo pen­sa­
es, en fin, una mi­ra­da de ava­ro, que tal mien­to, ni una so­la idea, he aquí su
es él a su ma­ne­ra, por­que lo es de in­fa­ ins­tin­to.
mias a juz­gar por el afán con que día por Cuan­do es jo­ven, cuan­do aún no es
día las va amon­to­nan­do una tras otra. más un apren­diz de pan­te­ra hay en él
En su pre­sen­cia os sen­ti­réis in­quie­ al­go nau­sea­bun­do, al­go que su ju­ven­tud
tos a la fuer­za, y sin sa­ber por qué; tal no es ca­paz de ha­cer de­sa­pa­re­cer, se di­ría
vez por in­tui­ción, pues pa­ra ese hom­ que hue­le mal, que tras­cien­de a ver­du­go,
bre la me­nor ac­ción es un ac­to pu­ni­ a ca­dal­so, al­go in­fi­ni­ta­men­te lú­gu­bre.
ble, el me­nor ges­to una de­la­ción y la Fi­gu­raos un ato­lon­dra­do ca­la­ve­ra,
más in­sig­ni­fi­can­te equi­vo­ca­ción se­ñal que a las diez o más de la ma­ña­na se
de cul­pa­bi­li­dad. le­van­ta del le­cho de su que­ri­da, y des­
Sus la­bios se­cos y con­traí­dos por pués del de­sa­yu­no, co­ge su va­ri­ta y
cau­sa de su hi­pó­cri­ta y eter­na gra­ve­ ha­cién­do­la gi­rar en­tres sus de­dos se
dad cau­san in­quie­tud. di­ri­ge ale­gre y sa­tis­fe­cho a su des­pa­cho.
Sus mo­vi­mien­tos son acom­pa­sa­dos, Lle­ga y con la son­ri­sa en los la­bios
len­tos, gra­ves y su voz hue­ca, se­ca y sa­lu­da, en­tra, se sien­ta, pre­gun­ta qué
bre­ve. no­ve­da­des hay y lue­go con dos o tres
Ca­da ade­mán su­yo es una si­nies­tra plu­ma­zos, fa­lla y más fa­lla, re­par­tien­
y fa­tal mal­di­ción que se cum­pli­rá de do sin ton ni son años y años de do­lor
fi­jo y que cos­ta­rá a la per­so­na con­ y de ti­nie­blas.
tra quien sea di­ri­gi­da días y más días, Si su ca­be­za no es­tá aún bien des­
me­ses y aun años de su­fri­mien­tos atro­ pe­ja­da de los va­po­res del al­co­hol que
ces, de crue­les pa­de­ci­mien­tos. be­bió en la or­gía de la no­che an­te­rior,
Ca­d a pa­l a­b ra su­y a es una te­r ri­ lo mis­mo os apli­ca­rá vein­te años de
ble acu­sa­ción de la que a pe­sar de ser cár­c el que os da­rá la li­b er­tad, por­
ino­cen­te, di­fí­cil­men­te lo­gra­réis sa­lir que es así, un im­bé­cil ato­lon­dra­do,
in­có­lu­mes, acu­sa­ción en que mu­chas un pro­vee­dor del ver­du­go que aún no
ve­ces va en­vuel­ta una sen­ten­cia tal to­mó gus­to al ofi­cio.
que po­n e en pe­l i­g ro vues­t ra vi­d a, Des­pués de lo cual to­ma­rá el som­
vues­tro ho­nor, el pan, el re­po­so, el bre­ro e irá a pa­sar la tar­de a tal o cual
amor de vues­tra es­po­sa, acu­sa­ción que ca­sa, sin acor­dar­se pa­ra na­da del pa­dre
él pro­nun­cia con una in­di­fe­ren­cia tan que aca­b a de ma­t ar ci­v il­m en­t e, ni
gla­cial, con una des­preo­cu­pa­ción tal, de los ni­ños a quie­nes de un plu­ma­
que hie­la, es­pan­ta, ate­rra. zo aca­ba de su­mir en la ma­yor y más
[No es] un hom­bre, es una hie­na, es­pan­to­sa mi­se­ria pa­ra siem­pre.
pe­ro una hie­na […] e in­men­sa­men­te Pe­ro des­pués de to­do es un ca­cho­
san­gui­na­ria. rro de lo­bo car­ni­ce­ro, y, co­mo tal, no
Cree­ríais que ha­ce el mal por pla­ ate­rra tan­to, no es tan re­pul­si­vo.
cer y no es tal, lo ha­ce só­lo por ins­tin­ Veá­mos­le cuan­do ya la tie­rra de­sa­
to de im­bé­cil, de idio­ta. rro­lló sus ins­tin­tos, cuan­do ya la­me

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LA VOZ DE LA MUJER

con cier­ta in­di­fe­ren­cia la san­gre de ne­n a el co­ra­zón, pu­d re la vi­d a, su


sus víc­ti­mas que cho­rrea de sus fau­ces ma­no man­cha, sí, man­cha.
en­trea­bier­tas. Su so­lo pa­so por vues­tro ho­gar de­ja­
Su­po­ned que por cual­quier cau­sa os rá un re­gue­ro de lá­gri­mas y de due­los,
lle­van a pre­sen­cia de esa hie­na. to­do lo pu­dre, to­do lo en­ne­gre­ce.
En cuan­to que lle­g áis, os cla­v a ¡Ah, yo qui­sie­ra que lo vie­rais
su mi­r a­d a fe­l i­n a y pe­n e­t ran­t e y da cuan­do des­pués de ha­ber con­de­na­do
co­mien­zo a su ta­rea de ur­dir men­ti­ras, a muer­te a un se­me­jan­te ba­sán­do­se en
da co­mien­zo a su tác­ti­ca de vie­jo lo­bo no sé qué co­sas que di­cen no sé qué
car­ni­ce­ro, tra­tan­do de sor­pren­der con li­bro­tes, que otros de co­ra­zón tan du­ro
su per­fi­dia y su prác­ti­ca de vie­jo la co­mo el su­yo y de ce­re­bro y ra­zón tan
me­nor se­ñal de in­quie­tud de que deis em­bo­ta­dos co­mo la su­ya tam­bién han
mues­tra. es­cri­to, va a su ho­gar, al se­no de su
Os aco­sa­rá de pre­gun­tas, sin da­ros fa­mi­lia (las hie­nas y los ti­gres tam­bién
un ins­tan­te de re­po­so, has­ta tan­to no tie­nen su pro­le), y con la mis­ma tran­
lo­gre con­ven­ce­ros de que sois cul­pa­ble. qui­li­dad, con la mis­ma in­di­fe­ren­cia
Sor­p ren­d e­r á vues­t ro sue­ñ o, os que el obre­ro que aca­ba de lle­gar de
es­pia­rá, os ago­bia­rá po­nien­do en jue­ su ago­bia­dor tra­ba­jo dia­rio, se po­ne a
go to­da su ma­li­cia y su per­fi­dia, os co­mer, pues a él nun­ca le fal­tan ali­
bus­ca­rá, en fin, la vuel­ta co­mo se di­ce men­tos co­mo a no­so­tros.
de un ca­na­lla, pa­ra ha­ce­ros caer en Yo qui­sie­ra que le vie­rais, que le
la tram­pa, y cuan­do lo con­si­ga, una oye­rais le­yen­do una sen­ten­cia, con
im­per­cep­ti­ble son­ri­sa de sa­tis­fac­ción su voz mo­nó­to­na y se­ca, cuan­do va
se di­bu­ja­rá ape­nas en sus la­bios y un amon­to­nan­do ne­ce­dad, men­ti­ra tras
si­nies­tro re­lám­pa­go de pla­cer bri­lla­rá men­ti­ra pa­ra con­cluir pi­dién­doos que
en sus fe­li­nos ojos. le deis vues­tra con­for­mi­dad pa­ra que
¡Oh creed­me! es re­pug­nan­te y has­ to­do aquel te­ji­do de in­fa­mias se lle­ve
ta da náu­seas al co­ra­zón el ver­le em­pe­ a ca­bo.
ña­do en su si­nies­tra ta­rea. Ob­ser­vad­le y ve­réis que el día que
El me­n or ges­to, la me­n or va­c i­ la sen­t en­c ia in­f a­m e se cum­p la irá
la­ción y sois per­di­dos pa­ra siem­pre, ro­dea­do de sus ayu­dan­tes (los vi­gi­lan­
hun­di­dos en la na­da de un ca­la­bo­zo tes, sol­da­dos y de­más), a en­tre­gar la
que os ago­bia­rá, que os es­tre­cha, os per­so­na del in­fe­liz reo en ma­nos del
opri­m e, que os ma­ta, en fin, le­jos, ver­du­go, y más tar­de irá a la­mer la san­
muy le­jos de los que os aman, de los gre que des­ti­lan las ta­blas del ca­dal­so.
que os po­drían pres­tar al­gún con­sue­lo, Y no obs­tan­te, es­te ne­gro per­so­na­je
al­gún ali­vio. no quie­re co­dear­se con el ver­du­go y a
La per­so­na de ese cha­cal en for­ma fe ha­ce bien, por­que lo man­cha­ría y el
hu­ma­na tras­cien­de a tum­ba, hue­le a des­hon­ra­do se­ría es­te úl­ti­mo.
muer­te, de su mi­ra­da ocul­ta tras los Es­te en­gen­dro de ne­gru­ras no quie­
vi­drios de sus an­teo­jos pa­re­cen sa­lir re a na­die, no tie­ne afec­to al­gu­no, no
fue­gos fa­tuos de esos que de no­che quie­re ni a sus ami­gos, ni a sus hi­jos,
sa­len de las tum­bas, su alien­to en­ve­ ni es­po­sa, ni a sus pa­dres, por­que pa­ra

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él to­dos son cri­mi­na­les po­si­bles, pa­sa­ los la­va­de­ros, se au­men­ta­ra el im­pues­


dos o fu­tu­ros. to que se co­b ra a las la­v an­d e­ras al
Ja­más se ríe ni se ale­gra, de su co­ra­ do­ble de lo de hoy, co­sa con la que de
zón se­co y arru­ga­do ja­más ob­ten­dréis nin­gún mo­do es­tán con­for­mes ellas, y
una ex­pan­sión. Ver­da­de­ro es­pe­jo de sí de la que en­se­gui­da pro­tes­ta­ron.
mis­mo, to­do lo ve co­lor san­gre, to­do es El tal Ad­mi­nis­tra­dor, al sa­ber que
de­lin­cuen­cia, to­do son in­fa­mias pa­ra él. las la­van­de­ras pro­tes­ta­ban de su pro­
¡Ver­da­de­ro cuer­vo, se sus­ten­ta con los ce­der, las ame­na­zó con man­dar­las a la
des­po­jos de la dia­ria ba­ta­lla de la vi­da! cár­cel, con pro­hi­bir­les la­var y por fin
con co­rrer­las a ba­la­zos si no pa­ga­ban
(Con­clui­rá) lo que él que­ría. En­tre tan­to las la­van­
de­ras se pre­sen­ta­ron al Con­ce­jo De­li­
iIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiIiI
——————————————— be­ran­te, en el cual es muy po­si­ble no
las atien­dan, por­que, co­mo ya di­jo él,
ME­SA RE­VUEL­TA el Ad­mi­nis­tra­dor dis­fru­ta de gran con­
JjJjJj fian­za en las es­fe­ras del Con­ce­jo.
Aho­ra bien, no­so­tras que te­ne­mos
En car­ta que he­mos re­ci­bi­do se nos un po­co más de prác­ti­ca que ellas en
co­mu­ni­ca es­to  : es­tas co­sas acon­se­ja­mos a las la­van­
… Ha­b ien­d o anun­c ia­d o que los de­r as rom­p er­l e al­g o im­p or­t an­t e al
la­va­de­ros mu­ni­ci­pa­les se­rían en­tre­ tal es­ta­fa­dor (pues fue una es­ta­fa con
ga­d os a una em­p re­s a par­t i­c u­l ar, en­ga­ño) la que les ha he­cho.
el Ad­m i­n is­t ra­d or del que lle­v a el Di­cen las que nos es­cri­ben que son
nú­m e­r o 4, si­t ua­d o Bal­c ar­c e en­t re cer­ca de 200 las que pro­tes­tan; pues
San Juan y Co­mer­cio, te­mien­do que­ bien, a ese ti­po que tan des­ca­ra­da­men­
dar­se sin su em­pleo, o por lo me­nos te abu­só de la bue­na fe e ig­no­ran­cia
ver­se pri­v a­d o de guar­d ar pa­ra sí la de ellas, al tal (Man­co) que fir­mó por
ter­ce­ra par­te de lo que las la­van­de­ras va­rias sin su con­sen­ti­mien­to de ellas,
pa­gan por el de­re­cho de la­var, ima­ la me­jor jus­ti­cia, la me­jor que­ja, ya lo
gi­nó una tre­ta tan ruin y tan in­fa­me, he­mos di­cho, es par­tir­le el crá­neo.
que bas­ta ella pa­ra po­ner de re­lie­ve En cuan­to a lo de la pri­sión y los
lo mi­se­ra­ble de los sen­ti­mien­tos del ba­l a­z os, di­r e­m os: Don Ma­n uel, es
tal Ad­mi­nis­tra­dor. us­ted un mi­co que ni man­da pre­so ni
Les hi­z o fir­m ar una so­l i­c i­t ud pe­ga ba­la­zos ni ha­ce ná, por­que no,
di­cién­do­les que en ella se pe­día que por­que no sir­ve Ud., por­que Ud. no es
los la­va­de­ros no pa­sa­ran a ma­nos par­ chi­cha ni li­mo­ná.
ti­cu­la­res, y co­mo la ma­yo­ría de las Pe­ro des­pués de to­do co­no­ce­mos
la­van­de­ras no sa­ben leer, él les leía su do­m i­c i­l io (Ca­s e­r os en­t re Pe­r ú y
lo que le pa­re­cía, ocul­tan­do lo de­más. Cha­ca­bu­co) y co­mo lle­gue a nues­tros
Las 8 o 10 que fir­m a­ron, co­m o las oí­dos que Ud. ha­ce el más mí­ni­mo
de­más por quie­nes él fir­mó sin con­ ac­to de ven­g an­z a con­t ra las la­v an­
sen­ti­mien­to de ellas, ig­no­ra­ban que la de­ras va­mos a su po­cil­ga y ni ra­to­nes
so­li­ci­tud pe­día que en vez de tras­la­dar que­dan ¿oye?, ¡so ma­ri­ca!

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LA VOZ DE LA MUJER

Com­p a­ñ e­r as la­v an­d e­r as: lo que pe­ro no se crea por es­to que tra­ba­
ha­béis de ha­cer es qui­tar a ese so­plón jan gra­tis ¡qué es­pe­ran­za! re­ci­ben una
lo que de hom­bre pue­da te­ner y las es­plén­di­da re­mu­ne­ra­ción (pa­ga) en
bar­b as y los ojos y to­d o lo que os azo­tes, pa­los, ca­che­tes y ayu­nos for­za­
pa­rez­ca qui­ta­ble. dos ¡oh ci­vi­li­za­ción!
Y si se os ofre­ce al­go, con­tad con El dis­tin­gui­do ca­ba­lle­ro y pun­do­no­
no­so­tras y con las co­lum­n as de La ro­so ofi­cial del cuer­po de Bom­be­ros
Voz de Mu­jer. de es­ta ca­pi­tal, Sr. Fos­sa, es uno de
dDdD los mu­chos (hay que con­fe­sar­lo, son
Allá por el año 1880, si mal no mu­chos) que con­ti­núan a tra­vés de
re­c or­d a­m os, el ci­v i­l i­z a­d or go­b ier­n o los 16 años trans­cu­rri­dos la in­gra­ta
ar­gen­ti­no en­vió par­te de su ejér­ci­to ta­rea de ci­vi­li­zar a es­tos tes­ta­ru­dos de
en mi­sión ci­vi­li­za­do­ra tam­bién, a la in­dios, que son bru­tos a más no po­der.
con­quis­ta del de­sier­to. ¡Fi­gú­ren­se nues­tras que­ri­das lec­to­ras
Co­mo la ci­vi­li­za­ción iba en las pun­ que el ca­ba­lle­ro Fos­sa es­tá ci­vi­li­zan­
tas ace­ra­das de las lan­zas y ba­yo­ne­tas do a una in­dia, mu­jer de edad ya, la
del tal ejér­ci­to, cla­ro es­tá que la co­sa cual (co­sa in­creí­ble y que has­ta pa­re­ce
pro­du­jo óp­ti­mos re­sul­ta­dos y la ci­vi­li­ men­ti­ra) a pe­sar de los 16 que lle­va de
za­do­ra co­se­cha fue es­plén­di­da. es­tu­diar en la… ti­na de la­var la mu­gre
Se ca­za­ron, que­re­mos de­cir se ci­vi­li­ del ca­ba­lle­ro Fos­sa no ha apren­di­do ni
za­ron a me­dias unos 800 in­dios, amén la O por lar­ga!!
de los que se ci­vi­li­za­ron del to­do, que ¿Ver­dad que des­pués de 16 años de
de esos no co­no­ce­mos el nú­me­ro, por­ la­var pa­tios y ro­pa, de ce­bar ma­te y
que los ci­vi­li­za­do­res no di­je­ron a cuán­ chan­chos, de co­ci­nar, de pa­sar ham­
to al­can­za­ba el nú­me­ro de muer­tos. bre, y de lle­v ar ca­c he­t a­d as (pa­r e­c e
Los in­dios a quie­nes só­lo a me­dias men­ti­ra) no pue­da un in­dio apren­der
se con­s i­g uió ci­v i­l i­z ar fue­r on traí­d os la O?
a és­t a y dis­t ri­b ui­d os (de la ma­n e­r a Pe­ro aún hay más, la in­dia de Fos­sa
más ci­vi­li­za­do­ra po­si­ble) los va­ro­nes en (la sir­vien­ta, no la es­po­sa) tie­ne una
el ejér­ci­to per­ma­nen­te y las hem­bras hi­ja a la cual los ni­ños ¡po­bre­ci­tos!
en­tre las dis­tin­gui­das y de­cen­tí­si­mas en­se­ñan a mul­ti­pli­car… en pa­go de lo
ma­tro­nas que to­dos los días se con­fie­ cual su vi­da de ella en la ca­sa del pun­
san, que to­dos los días van a mi­sa, que do­no­ro­so Fos­sa es al­go peor.
to­dos los días des­pre­cian a la ple­be Los pa­los, ni se di­ga: ham­bre pa­ra
(vul­go pro­le­ta­ria­do) (que se­gún ellas y man­te­ner un re­gi­mien­to, y pa­ra me­jor
su Dios es her­ma­no su­yo), y que to­dos tan­to es el ca­ri­ño que le tie­nen, que le
los días tam­bién pe­ga­ban de la ma­ne­ pro­hí­ben lla­mar ma­dre a la au­to­ra de
ra más ca­ri­ño­sa­men­te ci­vi­li­za­do­ra po­si­ sus días. Per co­sa? Non si sá.
ble a aque­llas in­fe­li­ces, al­gu­nas de las No­ta - El se­ñ or Fos­sa no co­b ra
cua­les es­tán aún (co­mo se ve­rá más na­da a esas dos in­dias por te­ner­las en
aba­jo) con­ti­nuan­do su apren­di­za­je de su ca­sa, ni tam­po­co por ci­vi­li­zar­las.
ci­vi­li­za­ción, ape­nas in­te­rrum­pi­do por Otra - Nos han con­ta­do las ha­das
las fae­nas de mu­ca­ma, co­ci­ne­ra, etc., del bos­que que Vi­llal­ba, el in­fe­liz sol­

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da­do muer­to a pa­los por los dis­tin­ ra­da cam­bian­do las au­to­ri­da­des, en el
gui­dos ofi­cia­les del 11 de In­fan­te­ría, cual cam­bio to­có en el re­par­to el pues­
re­pi­tió a ca­da uno de los 2.500 (dos to de co­mi­sa­rio al an­te­di­cho Ne­gri.
mil qui­n ien­tos) que le pe­g a­ron lo Con lo an­tes di­cho que­re­mos de­cir
si­guien­te  : “Her­mo­so sol de li­ber­tad que esos jó­ve­nes y otros co­mo ellos, y
el que hoy lu­ce”. ¿Quie­ran los elec­ co­mo ellos po­bres, ha­bían en­cum­bra­
to­res ha­cer­me el fa­vor de creer que do al tal Ne­gri, y que a és­te, igual que
los in­dios que es­tán hoy to­da­vía en al an­te­rior, un co­mi­no le im­por­ta­ba
el ejér­ci­to per­ma­nen­te y las in­dias en que los que lo ha­b ían en­c um­b ra­d o
po­der de las fa­mi­lias de­cen­tes re­pi­ten tu­vie­ran o no ham­bre.
lo mis­mo? El ca­so es que el tal Ne­gri, ape­nas
¡Si se­rán de­sa­gra­de­ci­dos esos pí­ca­ros! re­c i­b i­d a la de­n un­c ia, pro­c e­d ió a la
dDdD pri­sión y de­sar­me de los jó­ve­nes en
Si al­gu­no du­da de que los par­ti­dos cues­tión, y des­pués de en­gri­llar­los y
po­lí­ti­cos quie­ren el bien del pue­blo, ma­nia­tar­los, los abo­fe­teó de­lan­te de
que lea es­to y ha­bla­re­mos. las tro­p as-ciu­d a­d a­n as (co­s a que no
Cuan­do el fa­mo­so Par­ti­do Ra­di­cal ha­ría si hu­bie­ran es­ta­do li­bres y so­los)
hi­zo la no me­nos fa­mo­sa re­vo­lu­ción y des­pués de po­ner­les un car­tel en el
del año ‘93, las pro­cla­mas y pro­me­sas pe­cho y otro en la es­pal­da, los pu­so a
eran lo de me­nos. la ex­pec­ta­ción pú­bli­ca y con cen­ti­ne­
“To­do pa­ra y por el pue­blo”, y así las de vis­ta.
se ha­cía. El abo­fe­tea­mien­to tu­vo lu­gar en las
En­tre los que for­ma­ron en las fi­las ca­lles San Mar­tín y del Pla­ta, fren­te a
de los em­bau­ca­do­res ra­di­ca­les, ha­bía la Mu­ni­ci­pa­li­dad del ya ci­ta­do pue­blo.
tres jó­ve­nes que, aco­sa­dos por la ne­ce­ El su­ce­so en sí es ni­mio, mas en sí
si­dad, qui­ta­ron a un vas­co, pro­pie­ta­rio trae lo gran­de, y su mo­ra­le­ja es és­ta:
y acau­da­la­do ve­ci­no de Do­lo­res, lu­gar “No se de­be en­cum­brar a na­die.”
don­de su­ce­dió lo que na­rra­mos, una Tras­la­d o a los que de bue­n a fe
su­ma de di­ne­ro cu­yo mon­to no re­cor­ creen en la bon­dad de los di­pu­ta­dos
da­mos. so­cia­le­ros.
El tal vas­co dio par­te a la au­to­ri­ Trae a más las con­s i­d e­r a­c io­n es
dad, co­mo es na­tu­ral, ya que és­ta no si­guien­tes:
tie­ne otra mi­sión que de­fen­der a los No­so­tros los pro­le­ta­rios de am­bos
ri­cos, las au­to­ri­da­des del pue­blo eran se­xos al lu­char por nues­tra li­ber­tad
to­das com­pues­tas de ra­d i­c a­l es, y la de­be­mos ha­cer­lo por el sus­ten­to, por­
que re­ci­bió la de­nun­cia del vas­co la que los que co­mo no­so­tros ca­re­cen
repre­sen­ta­ba el la­drón ho­no­ra­bi­lí­si­ de pan no pue­d en ser li­b res, pues
mo por sus pe­sos D. Do­min­go Ne­gri, pa­r a te­n er­l o, se ve­r án obli­g a­d os a
co­mi­sa­rio del pue­blo de Do­lo­res. em­plear­se, es­to quie­re de­cir que nos
Aho­ra bien, los jó­ve­nes en cues­ po­ne­mos me­dian­te un suel­do men­
tión ha­bían pe­lea­do y ex­pues­to sus sual o se­ma­nal a la com­ple­ta vo­lun­tad
vi­d as por con­q uis­t ar su li­b er­t ad, y del que nos pa­g a, el cual por en­d e
co­mo eran ton­tos, la cre­ye­ron ase­gu­ nos go­bier­na a su ca­pri­cho o an­to­jo

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LA VOZ DE LA MUJER

¿so­mos li­bres en tal ca­so? No, pues­to G. - Tu her­ma­no di­ce que no es­cri­bes.
que he­mos ven­di­do nues­tra vo­lun­tad. ¿Re­ci­bis­te car­ta?
Se me di­rá que se pue­de cam­biar de - Lí­nea de la Con­cep­ción: Gru­po
pa­trón, pe­ro yo con­tes­ta­ré que go­biér­ los De­ci­di­dos - Re­ci­bi­mos car­ta y con­
ne­me un Azul o un Ne­gro, un Chi­no tes­ta­mos.
o un Es­pa­ñol, pa­ra mí es igual, soy - He­mos re­ci­bi­do “El Per­se­gui­do”,
man­da­do. “La Re­vo­lu­ción So­cial”, “El Opri­mi­do”,
Se me di­rá que los par­ti­dos po­lí­ti­ “L’Av­ve­ni­re”, “La Anar­quía”, “La Nue­
cos, lo que pro­me­ten es li­ber­tad po­lí­ va Hu­ma­ni­dad”, “Le Li­ber­tai­re”, “La
ti­ca y no eco­nó­mi­ca… Mas yo res­ Nou­ve­lle Hu­ma­ni­té”, “Les Temps Nou­
pon­do, la li­ber­tad es una, una so­la y veaux”, “La Ques­tio­ne So­cia­le” (Pa­ter­
mien­tras ha­ya una so­la fa­cul­tad que son), “El Es­cla­vo”, “El Des­per­tar”, “El
no sea li­bre, no hay li­ber­tad. Pro­d uc­t or” y su ho­ja ma­n i­fies­to “O
Ade­m ás, ¿qué se en­tien­d e por Tra­b al­h a­d or”, y “A Obra”; tam­b ién
li­ber­tad po­lí­ti­ca? la de vo­tar, reu­nir­ he­m os re­c i­b i­d o el Al­m a­n a­q ue de
se, etc., pa­ra ello es pre­ci­so ser igua­les “La Ques­tio­ne So­cia­le” edi­ta­do por la
an­te la ley. Li­bre­ría So­cio­ló­gi­ca, cues­ta 50 cen­ta­
Pe­ro la ley es co­sa he­cha y por lo vos. Co­rrien­tes 2039. A to­dos gra­cias,
tan­to fac­ti­ble de ser erró­nea, no ca­be sa­lud y pro­pa­gan­da.
du­da de que el hom­bre ven­de su li­ber­ - Tam­b ién he­m os re­c i­b i­d o dos
tad, y de que el oro com­pra la ley tam­ ho­jas suel­tas, una fir­ma­da por Men­ga­
po­co ca­be du­da. no de Tal y otra por Un com­pa­ñe­ro.
Que los que ha­cen y apli­can la ley Es­pe­ra­mos ver las obras que pro­me­
son ri­cos, [no cabe] du­da, que nos com­ ten es­cri­bir, pa­ra ha­cer al res­pec­to de
pra­rán nues­tra li­ber­tad y que no po­de­ ellas al­gu­nas con­si­de­ra­cio­nes.
mos com­prar­les su ley ¿quién lo ig­no­ra? dDdD
De qué sir­ve la li­ber­tad po­lí­ti­ca si Im­por­tan­te:
ten­dre­mos que ven­der­la (ven­dien­do No ha­b ien­d o po­d i­d o reu­n ir lo
el vo­to, ven­der­la pa­ra con­ser­var el ne­ce­sa­rio pa­ra pu­bli­car el ma­ni­fies­to
em­pleo, etc.) Yo en­tien­do por li­ber­tad “An­te el Ca­dal­so” lo pu­bli­ca­mos en
el ser due­ño de sus ac­cio­nes, sin más La Voz de la Mu­jer y des­ti­na­mos lo
res­trin­ti­vo que su sa­ber. re­co­lec­ta­do al pe­rió­di­co.
Ins­tru­yá­mo­nos pues, y pro­cu­re­mos Los que no es­tán con­for­mes re­cla­
ser li­bres, pe­ro li­bres en to­do el sen­ men y les de­vol­ve­re­mos el di­ne­ro.
ti­do de la pa­la­bra, no li­bres de vo­tar y
no de co­mer. ————————————
SSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
dDdD Sus­crip­ción Vo­lun­ta­ria
“Pro­duc­tor” - (Co­ru­ña) Re­ci­bi­mos PA­RA EL NÚM. 9 DE
car­ta y con­tes­ta­mos, sa­lud. “LA VOZ DE LA MU­JER”
- H. Tisby. Re­ci­bi­mos car­ta. No ————
po­de­mos tra­du­cir. Con­tes­ta­re­mos por Capital
car­ta. Un anar­quis­ta 0.10, Li­ber­tad 0.10, ¡Ay
- Lí­nea de la Con­cep­ción, I. M. qué di­cho­so cuan­do una be­lla mo­za se fi­jó

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Buenos Aires, año ii. Núm. 9, 1º de enero de 1897

en un jo­ven que ves­tía con tra­je ne­gro! Gru­po de Es­ti­va­do­res:


0.30. To­tal 0.50 Un an­da­luz 0.05, Otro 0.05, Un gue­rre­
Lis­ta núm. 52 - Ácra­ta 0.20, Sal­va­dor ro 0.20, Ni­co­lás Orien­tal 0.10, Mi tío Pa­llás
Mon­te 0.10, I. Mu­ñiz 0.10. To­tal 0.40 0.05, Me 0.07, Bom­ba Or­si­ni, 0.10, Un
Lis­ta núm 75 - M. M. Yo F. E. 1.00 be­li­nun 0.10, Un co­ru­ñés 0.10, Un har­to de
(pa­ra los pre­sos de Bar­ce­lo­na), Com­pa­ñe­ su­frir 0.10, Fran­cis­co Ci­ca­ri 0.50, “El erran­
ra de El Iris 0.50, Ex­pro­pia­ción 0.50, Otra te” 0.08, Ro­sa Ru­bi­nal 0.10. To­tal 1.60.
com­pa­ñe­ra 0.50 - To­tal pa­ra La Voz de Lis­ta núm. 101 - I. A. 0.20, Un fal­si­fi­
la Mu­jer 1.50. ca­dor 0.25, Sin­fo­ria­no Ló­pez 0.20, Yo mis­
Lis­ta núm. 17 - (Del nú­me­ro 8 de La mo 0.20, Un fun­di­dor as­tu­ria­no 0.20, Un
Voz). So­bran­te de una con­vi­da­da 0,20, mor­di­do por un mo­no 0.20, Mo­no sa­bio
So­bran­te de un ca­fé 0.25. To­tal 0.45. 0.30, Mo­no lo­co 0.10, D. L. Sa­ta­nás 0.10,
Por con­duc­to de La Ques­tio­ne So­cia­le, Un col­cho­ne­ro 0.10, Un ca­rre­ro 0.20, Un
Lean­dro Kra­ta 1.00, Fe­liz Q. Rue­da 0.50, fa, fi, fe 0.20, Un aler­ta 0.15. To­tal 2.40.
M. E. F. 0.55. To­tal 2.05 Lis­ta núm. 51 - So­bran­te de ca­ña 0.25,
Lis­ta núm. 11 - (Co­rres­pon­de al nú­me­ B. L. 0.20, Som­bre­ro 0.05. To­tal 0.50.
ro 8 de la La Voz) por con­duc­to del Gru­ Lis­ta núm. 15 - Ca­ta­li­na Gra­ja­les 0.50,
po Ju­ven­tud Uni­da - Un mar­mo­le­ro 0.50, Uno que no es­tá con­for­me con los pa­dri­
Un de­ci­di­do 0.20, Na­ti­vi­dad Juan­to 0.20, nos del due­lo 0.20, Na­ti­vi­dad Juan­to 0.20,
Su com­p a­ñ e­ro 0.20, Su hi­jo 0.10, Un G. M. 0.50, Juan Spau­do­na­ri 0.40, Ber­
im­bé­cil 0.25, Una ju­ga­da 0.25, Fran­cis­co nar­da Ma­ñet­to 0.20, Ma­nue­la Pei­ró 0.50,
Be­rri 0.20, Su com­pa­ñe­ra 0.10, So­bran­te To­tal 2.50.
de un via­je a San Isi­dro 0.20- To­tal 2.20. De la Bo­ca: lis­ta núm. 33 - Su­pa-no-sta
Lis­ta núm. 26 - Por E. B. ¿Qué quie­res 0.10, Cam­pa­na 0.10. To­tal 0.20.
que te pon­ga? 0.10, Un ex­plo­ta­do 0.10, Lis­ta núm 23 - C. B. 0.10, Di­na­mi­te­ro
Pa­ra lo que quie­ras 0.20, Uno que no tie­ 0.20, Un cu­ra 0.50, A. Ca­na­ve­ri 0.20, Un
ne más 0.10, Lui­sa Pria­ni 0.10, Un re­ga­lo Riem 0.10- To­tal 1.10.
a La Voz de la Mu­jer 0.50, Un ci­ga­rre­ro Re­co­lec­ta­do por el gru­po Ju­ven­tud Uni­da:
0.10. To­tal 1.20. […] Ade­la 0.20, Ro­sa 0.20, […] Ma­ría
Lis­tas núms. 26 y 46 - Va­rios com­pa­ñe­ 0.20, Fer­mi­na 0.20, Un pai­sa­no de Pa­llás
ros de Guar­dia Na­cio­nal 0.30, Un so­cia­ 0.10, Otro Pa­llás 0.10, Águi­la 0.20, Fran­
lis­ta re­vo­lu­cio­na­rio 0.30, Sa­ta­nás 0.40. cis­ca 0.50, Jo­se­fa 0.05, Teo­do­ra 0.10, Lui­sa
To­tal 1.00. 0.20, Án­ge­la 0.20, Inés 0.10, Car­men 0.10,
Lis­ta Núm. 120 - Amor li­bre 0.20, Una Ca­mie­ta 0.20, Ca­me­lia 0.20, Ru­bia 0.20,
cos­tu­re­ra 0.10, Una de la idea 0.10, Un Ter­tu­lia 0.20, An­to­nia 0.05. To­tal 4.70.
con­ven­ci­do 0.10, Una plan­cha­do­ra, 0.10, Gru­po Los Co­che­ros:
La anar­quía es un ideal su­bli­me 0.20, G. Una co­che­ra 0.50, Un tun­go re­ven­ta­
F. 0.20, Eduar­do Cas­tro 0.20, Uno que no do 0.25, Pe­ri­ce Ju­lia 0.10, De­lia Gi­rar­di­no
quie­re cuer­nos 0.20, Al que no quie­re cal­ 0.20, Fe­l i­c e Le­r a 0.14 Mi­c he­l e Luia­n o
do se le de­be dar dos ta­zas 0.05. To­tal 1.45. 0.10. To­tal 1.29.
Gru­po Za­pa­te­ros des­cal­zos: Fue­g o y ex­ter­m i­n io 0.25, Uno que
Jua­na sin pa­tria, 0.10, Ni­co­lás Pe­ri­ta em­pie­za a pen­sar 0.50, Un anar­quis­ta de
0.20, Jo­sé Ra­bio­so 0.15, Juez 0.15, Dos co­ra­zón 0.25, Un te­me­ra­rio as­tu­ria­no 0.50,
cen­ta­vos 0.20, Cual­quier nom­bre 0.10, Cer­via­go 0.20, As­ti­gia­rio 0.10. To­tal 1.80.
Un en­car­ga­do za­pa­te­ro 0.20, V. V. 0.20, Por con­duc­to de la Ques­tio­ne So­cia­le:
So­bran­te de un pal­co en­tre com­pa­ñe­ros Mis­do­ris 0.10, Ma­ceo mu­rió si o no 0.50,
1.50, El tu­yo 0.05. To­tal 2.85. O Miar­ca­ni (Aya­cu­cho) 0.50. To­tal 1.10.

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LA VOZ DE LA MUJER

Des­ti­na­do al ma­ni­fies­to: Un ren­go ácra­ta De Cór­d o­b a: Lis­ta núm. 62: Pa­ra El
0.20, Cual­quier co­sa 0.20, Lo que ven­ga Per­se­gui­do 1.00. Que­dan pa­ra La Voz de
0.20, Lo que quie­ra 0.10, Un des­gra­cia­ la Mu­jer 1.00, Sa­bo­na­ro­la 0.20- To­tal
do 0.20, Un pes­ca­do asa­do 0.50, Ras­ca 8.70
Bu­c hes 0.20, El pul­p o ase­si­n o 0.20, D.
Ti­si­fi­lo 0.20, Lla­me Jo­sé 0.50, Del Gru­po Exterior
Ju­ven­tud Uni­da 2.00. To­tal 4.50. De Fran­cia - H. Zis­liy 0.25.
Vi­lla 1.50, Un col­cho­ne­ro 0.15, Gru­po
de la Pa­na­de­ría Ti­zo­ni 2.00, Vi­va el pue­blo resumen
li­bre 0.50, Un ex­plo­ta­dor 0.20, Li­ber­tad Re­co­lec­ta­do: De la Ca­pi­tal $ 46.81
0.50, Un ga­lle­go pa­na­de­ro 0.10, Fue­go In­te­rior $ 8.70
y ex­ter­mi­nio 0.50, Sar­mien­to 0.50, Una Ex­te­rior $ 0.25
co­che­ri­ta 0.30, Gru­po Los Ácra­tas 0.72, Un ————
col­cho­ne­ro 0.60, Sar­mien­to 0.50, Ur­qui­za To­tal $ 55.76
0.30, Cual­quie­ra 0.40, Es­ca­ño 0.20, Por no
co­brar un ca­fé 0.15, T. H. 0.50, So­bran­te Gas­to: Por 1.500 ejemp.
de co­pas 1.30 + 0.20 - To­tal 11.12. de es­te núm. $ 35.00
De Co­rreo $ 8.00
Interior Por pa­go de seis me­ses
De Vi­lla Cons­ti­tu­ción: Lis­ta núm. 50: de ca­si­lla $ 6.00
Can­de­la­rio 1.00, El que sus­cri­be 2.00, Una Dé­fi­cit an­te­rior $ 24.08
de la Co­ru­ña 2.00. To­tal 5.00. ————
(Es­ta lis­ta per­te­ne­ce al nú­me­ro pa­sa­do.) To­tal $ 73.08
De Mar del Pla­ta - Eu­ge­nio C. R. 1.00. ————
De Cór­do­ba: Lis­ta núm. 72 - 1.50. Dé­fi­cit ac­tual $ 17.32

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