Tantas veces como sea posible, es preciso que la comprensión de la conducta del bebé
pase por el estudio de su biografía y de sus fantasmas, S Lebovici
Introducción:
El riesgo de sobre diagnóstico es evidente, ya que dicho método de medición resulta absolutamente
arbitrario, si entendemos que el bebe está en momentos de insipiencia y estructuración psíquica. Y que
está comprobado que el desarrollo madurativo, no es lineal ni responde exactamente a leyes temporales y
lógicas y mucho menos a las pre - estandarizadas, sino que en tren de depender, lo hará a las leyes
pulsionales propias de su inconciente y a las del deso de hijo enclavados en el inconciente parental.
Entonces, para concluir, el bebé de la post modernidad es el que sus padres imaginarizan, como un bebé
eficiente y capacitado, que debe acceder pronta y precozmente a sus logros madurativos, para ser
considerado un bebé normal y en condiciones de competir de igual a igual con los otros bebés. Y si es
posible superarlos. Si lo hace ahora, probablemente, lo hará en el futuro con sus próximos competidores.
Y por otro lado, probablemente , la difusión a través de libros de autoayuda, y medios de comunicación o
vía Internet, de las pautas del desarrollo esperables en el bebé, que promueven en padres temerosos e
inseguros, modos de crianza aprehensivos y excesivamente exigentes , pendientes del logro madurativo
de su pequeño bebé.
Guiados por el temor de alguna incapacidad que se les este escapando a la observación, es que acuden a
consultas a pediatras y especialistas por estas presuntas “demoras” en el desarrollo, y según la formación
del profesional, se los contendrá o alarmará aún más.
Y si este fuera el caso, entonces se promoverán más consultas, en busca de alguna intervención eficiente
3
Otras veces los padres consultan por su cuenta a puericultoras o fonoaudiólogas o a estimuladores
precoces, porque el bebé no sonríe o no fija la mirada, o todavía no habla, o tarda en caminar. Y se repite
la misma situación que con el pediatra: de acuerdo a la microcultura imperante en la formación del
profesional, es que se promoverá una derivación a un neurólogo, o se los contendrá para sugerir
“esperar”, sin presionar.
Por otro lado, y para complejizar aun mas la comprensión sobre el panorama de las parentalidades
actuales, los pediatras se suelen quejar, que los padres de hoy, no aceptan sus indicaciones, sobre todo
cuando estas no son lo suficientemente intervencionistas. Señalan que los padres jóvenes de hoy, a
diferencia de generaciones anteriores, no toleran la palabra “espera”. Piden soluciones inmediatas, y
temen permanentemente “estar perdiendo un tiempo” invalorable, si no se interviene precoz y
prontamente.
Este pareciera constituir uno de los mitos post moderno de la parentalidad actual:
- la prevención:
- si prevenimos, no tendremos nada que lamentar
- si prevenimos a tiempo controlamos ilusoriamente el futuro. Adquirimos certezas
-prevenir nos aleja de la incertidumbre sobre el futuro
Pareciera ser que en sintonía con los temores e inseguridades que inauguró la modernidad, así como la
perentoriedad y la eficiencia como modo de combatirla, la parentalidad teme precozmente por las
incompetencias de sus pequeños bebés, tanto como temen por las suyas propias.
Y le exigen tempranamente competencias, que no necesariamente están a la altura de sus capacidades,
generando una “falsa inmadurez” en sus pequeños. Me refiero a que los padres pueden concluir
erróneamente que su bebe es inmaduro, cuando lo que ocurre realmente, es que está siendo sometido a un
“exceso” de expectativas por parte del adulto.
Es decir, lo que resulta inadecuado y excesivo, es la expectativa aprehensiva generada desde los padres.
Esta aprehensión ansiosa parental, funciona como un verdadero aplastamiento psíquico en momentos
incipientes del desarrollo psíquico, provocando el movimiento inverso en el bebé del esperado, esto es
la inhibición del desarrollo.
Esta inhibición si no es debidamente reconocida, puede ser confundida con fracaso de desarrollo,
promoviendo intervenciones inadecuadas.
He aquí otro mito post moderno:
-la eficiencia:
-el eficientismo, cuanto más precoz, más nos garantiza el éxito futuro
- mi bebé debe lograr sus pautas madurativas antes que su primito
- si lo logra tiene garantizado su futuro y se achica la incertidumbre
Este mito, tiene una variante, que se mezcla con el temor que nace con la parentalidad misma, y es que el
niño no presente ninguna anomalía y que alcance la madurez esperable.
En padres ansiosos- aprehensivos, este temor universal se transformará en:
- si no lo logra a tiempo, no lo logrará jamás.
Son padres que buscan información sobre las pautas madurativas esperables en cada momento del
desarrollo, y muchas veces comienzan a estimularlo precozmente. Desean asegurar el logro en el
bebé por temor a que este no ocurra.
Y si el bebe lo llegara a demorar, respuesta habitual frente a la excesiva ansiedad parental, entran en
pánico, ante la vivencia que “ya es tarde” y no lo va a lograr jamás.
Lo que se observa también, es que estos mitos, son compartidos por la pediatría moderna, que
influenciada por la neurobiología y por la genética, (más que por el psicoanálisis, como lo fuera 30 años
atrás), reduce , a veces, la comprensión del infante humano a la evaluación de logros madurativos del
desarrollo, generando muchas veces mayor incertidumbre en los padres quienes ven confirmados sus
propios temores.
ES decir , profesionales de la salud, creen estar siendo eficientes en su función, cuando responden a la
demanda intervencionista parental.
Y, de manera paradojal, los padres se sienten inducidos por los profesionales a realizar dichas
intervenciones, para no sentir que fallan en su función.
4
Ambos, padres y profesionales de la salud, se hallan bajo la misma micro cultura imperante: intervenir
dignifica nuestra función, tanto parental como profesional desconociendo el riesgo implícito de
excedernos en la misma.
Igualmente padres y profesionales no detentamos igual responsabilidad.
Los padres, no pueden sino estar inmersos en propias ansiedades e incertidumbres ante las presiones
culturales y desde esa posición es que aceptan intervenciones que resultan desubjetivantes. Los
profesionales, en cambio, aunque no siempre concientemente, somos los promotores y divulgadores de
teorías e intervenciones que pueden ser tanto objetivantes, como desubjetivantes.
Paradigmas en lucha:
Mas arriba, reflexionando sobre las características del bebe post moderno, intenté realizar un brevísimo
pasaje, por sobre las diferentes teorías que se dedicaron a explicar y ahondar en el conocimiento sobre
los mecanismos mentales predominantes en el inicio de la vida.
Dichas teorías, la psicoanalítica, la psicología del desarrollo, la psicología cognitiva y las neurociencias,
detentan propios y singulares paradigmas que muchas veces se intentan armonizar, promoviendo una
suerte de orgullo interdisciplinar, en quienes lo logran.
Y en otros casos, hay otras voces que consideran algunas articulaciones irremediablemente imposibles,
aun a riesgo de la crítica de los más interdisciplinares..
Tal es el caso del psicoanálisis, por ejemplo, en lo que a noción de cuerpo se trate, ya que se ve
teóricamente imposibilitado de aceptar, la primacía del cuerpo biológico, por sobre el libidinal.
O privilegiar al sujeto bio- genético, de las neurociencias, por sobre el sujeto deseante.
O aceptar las investigaciones experimentales con bebés, sin alertar sobre la violencia secundaria
implicada en ellas..
Este sería sólo es un ejemplo de los límites que también implican a la interdisciplina.
Una de las leyes planteadas en el Congreso de la Rabida, indicaba que a partir de la especificidad y la
rigurosidad de la propia disciplina, invitaba a aceptar sin arrogancia, la rigurosidad y especificidad de la
otra. Pero siempre manteniéndose dentro de las fronteras de la propia.
De lo que se trataría entonces, es de abrir fronteras interdisciplinarias, pero sin desconocer los alcances y
fronteras de las mismas y teniendo derecho a “elegir” la que nos parezca que da más cuenta, en este caso,
del proceso de humanización por sobre la que consideramos, que por el contrario promueve procesos
deshumanizantes.
Reconociendo lo delicado y riesgoso de confundir en los comienzos del armado del aparato psíquico, un
proceso de subjetivación dificultoso o simplemente singular con uno anormal, y patógeno,
“interviniendo” precozmente con un diagnóstico estático etiquetante.
Y sin negar que, en esta época el paradigma del bebé bajo primacía de su carga genética y biológica, es lo
que subyace en el DSM, que es el manual estadístico de enfermedades mentales, que promueve
intervenciones desubjetivantes, en tanto ignora el estatuto de sujeto del mismo.
Creo que este es el riego del que alertaba Andre Green, en su artículo “ Lénfant modele” 3 , a propósito del
debate desatado dentro de la Asociación Psicoanalítica de Paris, sobre el estatuto psicoanalítico de la
Observación directa como método de conocimiento del funcionamiento psíquico. Y cuánto se había
alejado John Bowlby del psicoanálisis a partir de su teoría sobre El apego en infantes, realizada a partir de
este método.
S Lebovici, recoge este debate en su libro ya citado 4 , destacando que este autor ataca vigorosamente “a
las perspectivas evolutivas” por encontrarlas equiparables a criterios médicos y forzosamente
“ortogénicas”, incluso si están animadas con el deseo de curar:
“El psicoanálisis evolutivo, dirá, no ha teorizado al “niño de Freud”, ha hecho su hagiografía ingenua”.
La observación como método, según su criterio, “opone el niño verdadero del psicoanálisis – el niño de su
3
A. Green, “L’enfant modele”, en Nouvelle Revue de Psychanalyse, vol.19, 1979, pags 27-48
4
S Lebovici, Ibid, pag 84
5
verdad histórica construida- al niño real de la psicología”. Deja de lado, continuará, las hipótesis de lo
inobservable, que fundó la teoría psicoanalítica.
Sin pretender reavivar este debate, que estimo se ha superado por la riqueza interdisciplinaria que
promovió y promueve la Observación directa, por ejemplo de las interacciones madre bebe, dando lugar
a teoría fructíferas y profundas como la obra de D. Winnicott.
Simplemente lo tomo, en la vigencia de sus palabras alertadoras sobre lo peligrosamente cerca que se
encuentra el observar a un bebé con volverlo “objetibable”. Y de esta manera aproximarnos más al
paradigma médico que hace de la observación mensurable, su método princeps.
M Utrilla, en un artículo titulado “Interacciones: su complejidad terminológica”, reflexionará sobre el
modo de abordaje propio de las ciencias médicas“…la tendencia a medir, interpretar en números algunos
fenómenos, clasificar y transformar en realidades palpables los procesos, sigue teniendo un impacto
característico, en la ciencia médica, del que le es difícil desprenderse” 5.
Y agregará, que a su entender, el pensamiento médico no solamente impregna las investigaciones de todos
los aspectos de la medicina, sino también de las ciencias psicológicas 6
Y en esta misma línea, Jean Clavreul, en el Orden Medico,7 agregara: “El saber médico es un saber sobre
la enfermedad, no sobre el hombre, que no interesa al médico sino como terreno en el que evoluciona la
enfermedad”.
Contundente aseveración que nos acerca al riego intrínseco que conlleva el hecho que el sufrimiento
psíquico de un bebé, que puede adquirir la forma de detención del desarrollo, se convierta en “objeto” de
“observación” de las ciencia médicas, que van a tender, casi por formación o deformación disciplinar, a
ver allí un desarrollo patógeno; es decir verán enfermedad en lugar de sufrimiento .Y desde allí ocurrirá
la etiqueta precoz patologizante.
Un ejemplo clínico que atestiguaría sobre la existencia de la potencialidad patologizadora de la Ciencia
Medicas, lo es el cuadro de maltrato infantil denominado Síndrome de Munchaussen por poder8.
Este cuadro se caracteriza por la necesidad patológica de una madre de “enfermar “ a su hijo. Lo hace
como una forma de evidenciar el “poder” que tiene sobre su pequeño hijo y manipularlo. Es un cuadro de
disfunción vincular severo con una madre severamente perturbada psíquicamente.
Sin embargo este cuadro se completa con la complicidad involuntaria del médico, quien irá a buscar la
enfermedad implantada por la madre, entrenada como lo está a partir de su formación médica, en la
búsqueda de la enfermedad. Es desde su propio escotoma de formación, donde caerá e la trampa de la
manipulación materna, corriendo el riesgo de ignorar la verdadera causa de la enfermedad del niño, que
es la locura de la madre.
Desde otras ópticas, Mario Marrone, en su libro sobre La teoría del Apego 9, celebrará las investigaciones
recientes provenientes de la neurobiología: “Estos estudios no solo tienen importancia para la
neurobiología, sino también para el psicoanálisis y la teoría del apego. Muchos de ellos comprueban que
la función y estructura cerebral depende de la interacción con otros cerebros. Tales interacciones
interpersonales cumple, desde la infancia y a lo largo del ciclo vital, una función crucial para la
regulación de los estados emocionales”.
Como se verá, no hay una sola voz, sino se trata de una polifonía de voces que intentan arrojar luz sobre
los complejos procesos que caracterizan el inicio de la vida psíquica.
Y justamente en la aceptación de esta complejidad radica la humildad de reconocer la necesariedad de
compartir y no confrontar con disciplinas afines que buscan atenuar el sufrimiento infantil.
Pero humildad, no significa complacencia y complicidad, cuando nos encontramos frente a prácticas
reduccionistas y simplistas que atentan, en lugar de promover, el acceso al proceso de humanización del
infante humano.
5
M Utrilla, “Interacciones: su complejidad terminológica”, en Interacciones terapéuticas, fronteras psicoanalíticas,
Tecnipublicaciones, 1989, pag 18
6
M Utrlla, Ibid, pag18
7
J Clavreul, El Orden Medico, Ed Argot,1978, pag139
8
S. Morici: Fenómenos intersubjetivos en juego en el Síndrome de Munchaussen por poder, tesis de doctorado en curso
9
M Marrone, La Teoría del Apego, un enfoque actual, Ed Psimática. 2001, pag 68
6
¿Intervenir o interferir?:
Todo este recorrido da cuenta, como dije al principio, del debate sobre la premisa instalada desde el
paradigma médico, sobre la necesidad de intervenir precozmente en primer año de vida, para prevenir
patología severa del desarrollo.
Esta idea, a priori, es compartida e indiscutible, ya que prevenir, por definición , implica intentar evitar
que un desarrollo devenga patógeno.
De lo que se trata es de alertar, que las formas de intervención, están delimitadas por la teoría que se tenga
sobre el desarrollo humano.
Y por ende guiarán la observación y el modo de comprensión del objeto de estudio, en este caso el
advenimiento del sujeto, no ingenuamente sino en dirección de las teorías epocales imperantes
¿Prevenir o predecir?
No quiero dejar de explayarme en este punto, ya que el tema de la prevención precoz, es un tema
imperante entre los profesionales que se ocupan de bebes, impregnado de múltiples equívocos.
Este es un argumento fuertemente sostenido, por profesionales seguidores del DSM, quienes alertan a los
padres sobre los indicadores precoces de patología temprana, para poder prevenirla. Este temprano
etiquetamiento, y la necesidad de prevenir la enfermedad, es lo que justifica intervenciones precoces.
A propósito de esta modalidad proliferante entre neurólogos, psicólogos y psiquiatras infantiles, es que
Bernard Golse le dedica un capítulo en su libro “Los destinos del desarrollo en el niño” 10. Este brillante
especialista francés en el tema, luego de recordar que el desarrollo en el infante humano, es un proceso
polifactorial y complejo, que implica “el entrecruzamiento exacto entre factores endógenos ( bagaje
genético, biológico, psicológico, y cognitivo) y factores exógenos ( su ambiente emocional, cultural,
metabólico, alimentario, ecológico, etc. ), más los efectos impredecibles del encuentro con el Otro
10
Golse, B, Les destins du développement chez l’enfant, Ed. Érès, Paris 2010
7
cultural”, alerta sobre el corrimiento hacia una mirada que tiende a descomplejizar y homologar el
desarrollo al aprendizaje.
El observa como se va dando este deslizamiento riesgoso entre tolerar y sostener la experiencia de vivir
y desarrollarse, como lo señalaba Winnicott, hacia la estimulación para que el bebe “aprenda” pronta y
precozmente.
Y desde esta misma tendencia simplificadora , es que Golse señala como es que, se ha corrido
peligrosamente el concepto de prevención precoz, hacia el de predicción precoz.
Todos estamos de acuerdo en la necesidad de prevenir sufrimientos y enfermedades en un niño, pero no
por ello estamos en condiciones de predecir el futuro de ese desarrollo.
Ya que, como dijimos antes, el desarrollo en un niño depende de infinidad de factores, que no pueden ser
abarcados por una sola disciplina y en menor medida, hacer futurología.
No existen elementos dentro de las ciencias psicológicas, médicas y neurocognitivas, que por sí solos,
permitan predecir como va a desarrollarse un niño.
Podemos ver indicadores que algo anda mal, y podemos encontrar las causas y observar el intrincado
entramado vincular en juego, pero predecir cuál va ser la evolución de ese niño en estructuración, sólo
da cuenta de la arrogancia del paradigma que se pretende como un saber absoluto.
A modo de conclusión:
La intención de esta comunicación en el marco del IV Simposio sobre Patologización de la Infancia:
Intervenciones posibles, es la de alertar, recordar, o más bien impedir que se olvide, que el bebé es un
sujeto desde el inicio.
Que aún no haya adquirido las habilidades cognitivas, intelectuales y motoras que caracterizan la madurez
en el desarrollo, no lo convierte en un NO sujeto. Simplemente es uno que aún no ha adquirido todas esas
habilidades que posee en forma de potencialidades.
Que aún no pueda expresarse por medio del lenguaje, no lo convierte en un analfabeto de sus emociones.
Por el contrario, cualquier adulto con una mirada atenta y empática, sin necesidad de una instrucción
particular, sabrá descifrar en sus llantos, expresiones somáticas, motoras y gestuales, sus estados de ánimo
prevalentes.
Cualquier adulto sensible y en posición amorosa con su bebé, sabrá leer su sufrimiento y evitará toda
accionar que lo violente y lastime.
Todos sabemos, con un saber espontáneo, que a los bebés hay que quererlos y cuidarlos, ya que ellos
“sienten”, tienen una sensiblidad superior al adulto.
Las investigaciones recientes desde distintas disciplinas, simplemente vienen a comprobar lo que el saber
intuitivo supo desde siempre: los bebés sienten desde la gestación y son extremadamente sensibles a las
relaciones y ambiente exterior y necesitan del otro para sobrevivir.
Es decir, no podemos ampararnos en la ignorancia para justificar, como profesionales de la salud,
intervenciones precoces que borran el estatuto de sujeto del bebé, objetivándolo como un puro conjunto
neuronal.
Es una excusa insalvable.
Aun así, ante el riesgo que el desconocimiento de esta obvia verdad nos invada, recordemos que:
8
En todo caso de lo que se trata , es de no olvidar , que , el bebé es un sujeto en estructuración y que
cualquier intervención externa que no contemple con el debido respeto esta condición, corre riesgos
de traumatizar precozmente en lugar de prevenir y de interferir en el desarrollo en lugar de
promoverlo.
Seamos concientes de ello
Bibliografía:
Freud, Sigmund: Introducción al Narcisismo ( 1914),Obras Completas, TOMO XIV, Amorrotu Editores. Bs. AS., 1976
Lebovici, S., Weil – Halern, F, La psicopatología del bebé, Siglo XXI, Editores. Madrid, 1995
Lebovici, S.: El lactante, su madre y el psicoanalista, Ed. Amorrortu, Bs. As., 1983.
Lebovici, S., M Utrilla: Interacciones terapéuticas, fronteras psicoanalíticas, Tecnipublicaciones, Madrid 1989
Clavreul, J, El orden Medico, Ed Argot, Madrid, 1997
Marrone, M, La teoría del Apego, un enfoque actual, Ed Psimática, Madrid, 2001
Green, A., Nouvelle Revue de Psychanalyse, vol 19, Francia. 1979
Golse, B, Les destins du développement chez l’enfant, Ediciones érès, Paris, Fr., 2010
Wettengel, I, Untoilich, G y col, Patologías actuales en la infancia, Ed Noveduc, Bs As, 2009
Winnicott, D, Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Editorial Paidos, Bs. As., 1996
Exploraciones Psicoanalíticas I y II, Ed. Paidos, Bs.As, 1991