i) Factores metabólicos:
Gasto metabólico basal: Éste disminuye a partir de los sesenta años debido a la
disminución de la masa magra, es decir el musculo. Esto significa que a los 80 años
aproximadamente, el gasto metabólico es casi un 30% menor que a los 20.
La disminución del gasto metabólico total también está influida por la inactividad
propia de los ancianos, así cuando realizan ejercicio el gasto metabólico puede ser
incluso mucho mayor en ancianos que en las personas menores.
De esta manera al planificar la dieta del anciano, la reducción de ingesta calórica debe
en cuenta la reducción del gasto basal, pero si hay alguna actividad física de por medio,
esta debe estar acorde con las necesidades individuales.
ii) Requerimientos proteicos: Los requerimientos proteicos de los ancianos aun están
en estudio, lo que ha dificultado hacer una recomendación sobre ingesta proteica
segura. Campbel et al efectuó un estudio de balance nitrogenado en 12 ancianos sanos
y encontraron requerimientos proteicos mayores que los informados previamente y
mayores que la recomendación para adultos de edad media.
El promedio de todos estos estudios da un requerimiento promedio de 0.91 ± 0.043
g/kg/día. Considerando el coeficiente de variación, la ingesta segura de proteínas para
el 98% de la población de ancianos debiera fijarse en 1.25 g proteínas/kg/día.
Los ancianos pueden caer en balance nitrogenado negativo con facilidad. Cualquier
situación de estrés tal como una infección o enfermedad, puede llevar a los individuos
que estén con aportes marginales de proteínas a caer en balance negativo.
Más aún, cuando los ancianos se adaptan a ingestas marginales de proteínas, lo hacen
reduciendo el intercambio y síntesis proteica, lo que puede ser deletéreo. Esto
refuerza más el concepto que el anciano requiere un aporte mayor de proteínas por
unidad de masa magra que un adulto joven.
Un estudio chileno mostró que la ingesta proteica promedio de ancianos chilenos
pobres era 54 g/día en hombres y 57 g/día en mujeres, valores claramente por debajo
de las recomendaciones mínimas para este grupo etario (ver figura). Esta ingesta
inadecuada de proteínas puede contribuir en parte a la pérdida progresiva de masa
muscular o sarcopenia del anciano.
iii) Intolerancia a hidratos de carbono y contenido de fibra: Las dietas con un alto
índice glicémico y un pobre contenido de fibra aumentan el riesgo de padecer diabetes
mellitus no insulino dependiente. La hiperinsulinemia resultante, es un factor de riesgo
independiente de cardiopatía coronaria.
La intolerancia a glucosa de los ancianos, causada por una resistencia periférica a la
acción de insulina tiene diversas causas. Los cambios en composición corporal, con
acumulación de grasa visceral, se asocian a hiperinsulinemia. Sin embargo, la
reducción en los niveles de dehidroepiandrosterona sulfato, propia de la edad
avanzada, también se asocia con alteraciones en la metabolización de glucosa. Esta
reducción probablemente se deba a la asociación inversa que existe entre los niveles
de la hormona y la cantidad de grasa corporal. Un aporte adecuado de fibra dietaria,
junto con reducciones en el peso y grasa corporal deberían mejorar la acción de
insulina en ancianos.
FONDEF D10/1091
hsanchez@inta.uchile.cl
En la Escuela de Verano de Envejecimiento Poblacional 2015, se presento la
investigación acerca de la influencia geográfica y la estacionalidad, sobre los valores
plasmáticos de Vit. D, en adultos sobre 70 años, de Hugo Sánchez et al,. Consideraron
déficit de vit. D para valores <50nmol/L y definieron estacionalidad para meses de
invierno marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre. Para meses de verano
octubre noviembre, diciembre, enero y febrero. El trabajo analiza asociación entre
zona geográfica, sexo, edad e IMC. Fig 2 y 1
Los resultados apoyan la tesis de la influencia de la zona geográfica en los niveles
plasmáticos. Según ellos, esto plantea desafíos importantes para la salud pública.
Los factores que interfieren con la capacidad del cuerpo para formar vitamina D
abarcan desde tener muy poca exposición a la luz solar (factores geográficos), Días de
luz solar más cortos (estacionalidad)
Niebla contaminada (smog)
Usar protector solar muy fuerte (exceso de cuidados)
En este momento según el Dr. Bunout, el hecho de implementar que los adultos
mayores tomen sol diariamente en sus extremidades, se puede considerar como
terapia para prevenir el déficit de vit. D.
Vitamina B1 o tiamina: Las recomendaciones de vitaminas del complejo B no han
cambiado, sin embargo una proporción importante de ancianos tiene niveles
circulantes bajos de estas vitaminas, debido probablemente por baja ingesta. Destaca
la importancia de la tiamina en funciones cognitivas.
La enfermedad de Wernicke, causada por deficiencia de tiamina y comúnmente sub
diagnosticada en clínica, puede presentarse en ancianos enfermos que permanecen en
ayunas o con dietas claramente marginales por algunos días. Esta situación puede
confundirse con la pérdida de función cognitiva propia de esta enfermedad. Otro
factor que contribuye a la enfermedad de Wernicke es el consumo de alcohol,
frecuente en ancianos.
También se ha observado que los niveles de tiamina pirofosfato están disminuidos en
cerebros de ancianos que mueren con enfermedad de Alzheimer. Este hallazgo tiene
cierta importancia, considerando que algunos experimentos muy preliminares han
mostrado que la tiamina podría mejorar la transmisión colinérgica a nivel de sistema
nervioso central.
Ácido fólico y vitamina B12: El ácido fólico y su relación con niveles de homocisteína
(factor de riesgo cardiovascular) merecen comentario especial.
La deficiencia de folato significa que se tiene en la sangre una cantidad de ácido fólico,
un tipo de vitamina B, menor a la normal.
El ácido fólico trabaja con la vitamina B12 y la vitamina C para ayudar al cuerpo a
descomponer, usar y crear nuevas proteínas.
Entre las causas de deficiencia de folato están:
Celiaquía o la enfermedad de Crohn donde el ácido fólico no se absorbe bien en
el aparato digestivo.
Consumo excesivo de alcohol.
Consumo de verduras demasiado cocidas.
Anemia hemolítica.
Ciertos medicamentos, como fenitoína, sulfasalacina o trimetoprim con
sulfametoxazol.
Consumir una alimentación que no incluya suficientes frutas y verduras.
e.- Aislamiento social. El anciano que vive solo, reduce notablemente el interés por
alimentarse correctamente. El aislamiento puede ser manejado teniendo centros
comunitarios donde los ancianos puedan reunirse y se incentive su interés por nutrirse
y vivir.
Impedimentos físicos: Este factor se asocia estrechamente al enunciado
anteriormente. Los estudios epidemiológicos muestran que casi el 50% de la población
mayor de 70 años tiene algún impedimento físico que limita su capacidad de procurar
los alimentos o prepararlos. Es conocido que los ancianos con osteoartritis u otros
impedimentos tienen un estado nutritivo más deteriorado que aquellos que son auto
valentes.
f.- Alteraciones cognitivas: Las alteraciones cognitivas en los ancianos son frecuentes y
obviamente limitan la selección de una dieta balanceada.
Como corolario del concepto que los problemas económicos y sociales son las
principales causas de malnutrición en el anciano, se han intentado diversas estrategias
para dar suplementos nutricionales a ancianos que viven en la comunidad sin mucho
éxito en Estados Unidos y Holanda
En Chile, desde 1999, los ancianos pobres están recibiendo un producto nutricional
llamado “Años Dorados” destinado a aportar 400 calorías y 13 gramos de proteínas al
día. Sin embargo este programa hasta el momento no ha sido exitoso, si bien se logran
mejorías en una serie de parámetros nutricionales no son resultados concluyentes,
además se ha estudiado que muchos ancianos pobres venden este producto.
La evaluación del programa de alimentación complementaria del adulto mayor
(PACAM) ha mostrado que tiene más impacto en la adherencia relacionada a la
necesidad de acudir al consultorio para recibir este alimento, este hecho por si solo
logra un beneficioso control médico de estas personas.
i. Sarcopenia
ii. Alteraciones inmunitarias
iii. Estados confusionales o Delirium
i.- Sarcopenia
A partir de los 50 años la masa muscular declina entre un 1 y un 2 % (Hughes VA, et al
2002), pero la fuerza muscular disminuye un 1,5 % anualmente y hasta un 3 % a partir
de los 60 años. Estos porcentajes son más altos en personas sedentarias y dos veces
más en los hombres que en las mujeres.
Definida como la pérdida involuntaria de músculo y fuerza que ocurre con la edad, se
sabe que es consecuencia del daño peroxidativo de las fibras musculares con el
envejecimiento, aunque la ingesta sub óptima de proteínas también juega un rol
importante. La pérdida de músculo es de aproximadamente 0.3 kg por año, a partir de
los 70 años.
Es importante destacar que la pérdida de masa muscular del anciano (masa magra) no
va acompañada de una reducción concomitante de peso, ya que el músculo es
reemplazado por grasa, manteniéndose el peso constante. Este hecho debe tenerse en
cuenta al momento de evaluar el estado nutritivo del anciano, ya que la pérdida de
peso será un indicador muy poco sensible de problemas nutricionales.
Las consecuencias funcionales de la sarcopenia son una reducción de la movilidad, una
mayor incidencia de caídas y una mayor dificultad para recuperarse de enfermedades
La forma más fisiológica para prevenir la sarcopenia en el anciano es la combinación de
un aporte proteico adecuado y el entrenamiento físico de resistencia. El aporte
proteico se puede lograr mediante suplementos como el alimento Años Dorados, que
entrega 13 gramos extra de proteínas de alto valor biológico al día.
El entrenamiento de resistencia se logra mediante ejercicios que estimulen la
generación de fuerza por los músculos. Ejemplos de estos ejercicios son el subir
escaleras, levantarse y sentarse de una silla, hacer flexiones. Su seguridad y beneficios
han sido ampliamente demostrados y es importante recalcar que son pocos los
ancianos en los cuales está contraindicado este tipo de entrenamiento.
El estándar de oro para medir gasto energético total es el agua doblemente marcada,
pero es una determinación de alto costo y requiere de un equipo de espectrometría de
masas para efectuar las determinaciones.
Una manera más económica de medir nivel de actividad física es el uso de actigrafía.
Esta es una técnica no invasiva que se utiliza para registrar los movimientos. Consta de
un sensor con un velocímetro que se coloca generalmente en el brazo del paciente. Se
puede efectuar la medición hasta en 20 días según el dispositivo que se use. Tiene
buena concordancia con gasto energético por actividad medido con calorimetría
indirecta.
Por otra parte los componentes del gasto energético total comprenden
Gasto energético en reposo
Gasto energético por actividad
Efecto térmico de los alimentos
Estado nutritivo de adultos mayores. Los estudios que analizaron a un grupo de 301
Adultos Mayores Sanos demostraron que la mayoría estaba en el rango de 25 a 29,9 de
IMC (Índice De Masa Corporal) es decir, estaban “un poco gorditos”. Se observo
además que este grupo de pacientes tenía más densidad ósea tanto hombres como
mujeres. VER Figura 4.
Sarcopenia. Entre las posibles causas de la pérdida de masa magra se citan:
Sedentarismo progresivo
Daño peroxidativo de fibras musculares
El daño oxidativo puede afectar al DNA mitocondrial y alterar el metabolismo
energético muscular.
Acumulación de AGES
Acumulación de grasa intramiocelular
Envejecimiento vascular
Deficiencia de vitamina D
Figura 4
Figura 5
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