En el año de 1539 tuvo lugar una polémica anatómica acerca del papel de la
sangría en las afecciones neumónicas unilaterales, con objeto de dirimir la
contienda, Nicolás Florena, médico de Carlos V y protector de Vesalio encargó a
este una disección del sistema venoso endotoracico, fruto de ella fue el
descubrimiento de la vena ácigos mayor.