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El ensayo según Lukács

S ebastián P ineda B uitrago

Georg Lukács, Esencia y forma del ensayo.


Carta a Leo Popper, trad. de Manuel Sacris­
tán, ed. de Pedro Aullón de Haro, Sequitur,
España, 2015, 128 p.

Decimos ensayo para referirnos a un re­


porte o artículo académico o a una reseña
o al comentario extenso sobre cualquier
temática. A todo escrito de no ficción,
por lo general, lo llamamos ensayo. Es
quizás el género más practicado tanto
en el periodismo como en la academia.
“Voy a escribir un ensayo”, proclama­
mos con la mayor soltura como si se
– tratara de algo bastante fácil. Puede ser
que lo sea. Pero, puestos a definir se­
mejante género tan generalizado, sole­
mos carecer de asa por donde agarrarlo
y de una teoría capaz de explicarnos en
qué consiste su esencia y su forma.
Georg Lukács (Budapest, 1885-1971),
el gran teórico húngaro en lengua ale­
mana, escribió en 1911 Sobre la esencia
y forma del ensayo como pórtico del
volumen El alma y las formas. Se trata
de una de las obras más importantes del
neoplatonismo moderno. Fue traducido
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en 1975 por Manuel Sacristán y en 2015 tienen validez dentro de la Forma (con
ha sido revisado y reeditado de nuevo mayúscula). Se trata, según Lukács, de
por Pedro Aullón de Haro. Esta última los principios básicos que separan las
edición, publicada en Madrid por la edi­ formas unas de otras; se trata del punto
torial Sequitur, es la que me propongo de vista, de la concepción del mundo que
comentar a profundidad. Pedro Aullón de da unidad a todo. De ahí el neoplatonis­
Haro, dicho sea de paso, ha sido uno mo. Como se sabe, Lukács se convirtió
de los pocos estudiosos contemporáneos después al marxismo y participó en la
en escribir una Teoría del ensayo (1992). política soviética, aunque fue duramen­
Él y Liliana Weinberg (profesora argen­ te criticado por proponer en su Teoría de
tino-mexicana de la unam) acaso sean la novela un neo-hegelianismo, lo cual
los teóricos hispánicos sobre el ensayo no dista mucho del neoplatonismo. Para
más importantes de la actualidad. Por los neoplatónicos, en efecto, la forma es
lo demás, el estudio de Lukács y otro de el principio de todo lo existente, la rea­
Theodor Adorno, “Notas sobre el ensa­ lidad suprema de la que surgen todas
yo” (1960), constituyen las teorías más las demás realidades por emanación. El
profundas en torno a este género que primer paso es el Logos, el Verbo, y el
todos practican sin saber muy en qué con­ segundo paso es la Idea, principio del
siste o cómo funciona. movimiento y de la mate­ria. Por con­
La principal definición que Lukács siguiente, la esencia (Logos) y la forma
formula sobre el ensayo es que éste no (Idea), junto con la inteligencia (Alma
es otra cosa que la crítica literaria. El del sujeto ensayista) son, para Lukács,
ensayista habla la mayoría de las veces las tres hipóstasis de la Trinidad neopla­
de imágenes, de libros y de ideas, es de­ tónica que definen al auténtico Ensayo.
cir, comenta o critica algo que ya tiene El punto de vista es aquello que nos
forma, algo ya sido; no parte de la nada hace sujetos en relación con un objeto.
–ex nihilo– sino que ordena de modo nue­ Nuestras experiencias, por lo tanto, no
vo cosas que ya en algún momento han sólo se fundan en las costumbres munda­
sido vivas. Dicho de otro modo: el en­ nas como quieren los empiristas ingleses.
sayo asume el comentario crítico como No son los viajes ni el trato con mucha
obra de arte, como género artístico. Lo gente lo que nos confiere experiencia o
que ha de importar de los ensayos, nos madurez, sino ciertas lecturas: aquellas
dice Lukács, no debería cifrarse tanto que nos revelan otra perspectiva –otros
en la transmisión o reproducción de puntos de vista, otras formas– del mun­
información académica o científica. El do. Este tipo de experiencia, digamos,
ensayo –la crítica– tampoco se trata de intelectual, ansía expresión mediante
finura ni de profundidad; éstas son ca­ el ensayo. Para Lukács, la poesía y la
tegorías valorativas y, por lo tanto, sólo narrativa, a diferencia del ensayo, no
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conocen el preguntar, es decir, no diri­ los escritos de un ensayista-crítico la
gen preguntas a puras cosas, sino sólo a forma, la voz o el tono con la cual dirige
sus conexiones, tal como sucede en los sus preguntas a la vida, es la realidad.
cuentos o en las novelas. En tales géne­ “Olvida tus demostraciones; no escu­
ros cada pregunta se convierte en una cho tu prédica sino tu voz”, reza un
cosa, parecida a la que dio origen. El escolio del filósofo colombiano Nicolás
personaje de un relato, por ejemplo, se Gómez Dávila. Lukács ejemplifica todo
encuentra en la encrucijada o en me­ ello en Platón, “el mayor ensayista que
dio del combate, pero la encrucijada y jamás ha vivido y escrito”. Platón lo ha
el combate no son destinos frente a los arrancado todo a la vida que lo circunda­
cuales quepan preguntas y respuestas, ba inmediatamente y no ha necesitado, a
sino que son simple y literalmente com­ diferencia del poeta o del narrador, nin­
bates y encrucijadas. Lukács llega a una gún vehículo mediador, porque pudo
conclusión muy parecida a la de Nietzs­ enlazar sus preguntas –las más profun­
che en el Origen de la tragedia: que das que jamás se han formulado– a la
Sócrates –Platón, para el caso– renun­ vida misma. “Vivió –nos dice Lukács–
ció a la tragedia en pos de crear la teoría con la energía vital más inmediata los
y la crítica, es decir, el ensayo. Para conceptos en los que estaba inserta la
Lukács, el ensayo tiene que oponerse vida, y el resto era para él sólo parábola
por naturaleza al sentido de finalidad y de aquella única realidad, sólo valioso
a la simetría del comienzo, nudo y des­ como medio de expresión de aquellas
enlace, que toda poemario, tragedia o vivencias”. “Ya ves”, le dice Lukács a
novela lleva consigo. En un escrito pos­ Max Bense (el amigo a quien va dirigido
terior, “Platón, poesía y las formas”, el texto), “hasta Platón fue un crítico,
Lukács aclaró que la forma del neopla­ aunque la crítica fuera para él –como
tónico es el análisis, es decir, la prosa todo lo demás– sólo pretexto y medio
ensayística. El platónico, cuando quie­ de expresión irónica”. En conclusión,
re hablar de sí mismo, ha de hacerlo nos dice Lukács, el ensayo se ha hecho
a través del destino de otros sujetos, y demasiado rico e independiente para
precisamente de aquellos en quienes ponerse incondicionalmente al servicio
lo dado, lo ya configurado de la vida, lo de algo, pero es demasiado intelectual
eterno inmutable es lo suficientemente y poliforme para cobrar forma por sí
rico como para llegar a las más profun­ mismo. Dicho de otro modo: sólo es­
das intimidades de su propia alma. cribirá crítica profunda y verdadera el
En tal sentido, el ensayo –la crítica– crítico que, “con ocasión” de algo ya
asume el comentario sobre literatura o creado, revele su Idea o su Forma. El
arte o incluso sobre ciencia como su ensayo es una crítica, un juicio, pero lo
realidad, como su forma, con lo cual en esencial en él, lo que decide su valor,
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no es la sentencia, sino el proceso mis- platonism (1893), el dominicano Pedro
mo de juzgar o criticar. Henríquez Ureña organizó el Ateneo de
Semejantes definiciones filosóficas del la Juventud. Una obra mexicana de neo­
ensayo, sin embargo, carecieron de eco platonismo moderno, contemporánea a
por mucho tiempo. La “barbarie forma­ la de Lukács, es la de Alfonso Reyes,
lista” procedente del más “rancio estruc­ Cuestiones estéticas (1911), aunque en su
turalismo”, a juicio de Pedro Aullón de posterior teoría literaria, El deslinde (1944),
Haro, arrasó con el concepto de historia Reyes terminara inclinándose por el aris­
y con el concepto de idea. La Forma, para totelismo y el neokantismo. Neoplató­
Lukács, es un sinónimo de Idea y por lo nico toda su vida fue José Vasconcelos,
tanto una superación del sentimentalis­ quien siendo secretario de Educación
mo. La forma es el juez supremo, la no­ hizo editar varios libros de Plotino para
ción de algo ético y de ella se deriva un las escuelas públicas. En un artículo
juicio de valor. Aullón de Haro también para El Universal del 30 de abril de 1928,
se pregunta si hay leyes para producir siendo candidato presidencial, Vascon­
un ensayista o un crítico literario. No celos dijo: “nos destruimos al expresar­
tanto, como no sea la ley de que el crí­ nos”. Y en su Tratado de metafísica (1929)
tico-ensayista sea satírico, irónico, cínico, va a decir: “¡Ah! ¡Si en vez de este pobre
escéptico, razonador y hasta caricatu­ lenguaje disperso en tantos idiomas ab­
resco. Porque la crítica –el ensayo– es surdos hubiese un aparato como la reti­
un ars combinatoria. El ensayista es un na humana cuando capta el paisaje; un
combinador, un productor de configu­ aparato capaz de contener la emoción
raciones sobre un objeto determinado. iluminada y transmitirla y conservarla!”
En síntesis, señala Aullón en su ilumi­ Como Lukács, Vasconcelos, Reyes y Pe­
nadora introducción, “el Ensayo es la dro Henríquez Ureña también se enfren­
forma de la categoría crítica de nuestro taron, ya no contra la barbarie formalista
espíritu”. del estructuralismo, sino contra las re­
Por último, me gustaría señalar una voluciones violentas de un mundo que
coincidencia del orden de la historia pretendía, mediante el fascismo, qui­
de las ideas y de la literatura compa­ tarle importancia a la idea como forma,
rada. Cuando el joven Lukács escribía para así convertirla en vulgar praxis. Si
su Esencia y forma del ensayo en 1911, el origen de la lengua es turbio, como
al otro lado del Atlántico, en México, indican la estilística y el posestructura­
también otro grupo de jóvenes se había lismo, en el ensayista está el aclararla
volcado a renovar en lengua española mediante la práctica y la directa adap­
el ensayo –la crítica literaria– desde el tación con el objeto, es decir, en escri­
punto de vista neoplatónico. Al calor de bir constantemente, en no renunciar a la
la lectura de Walter Pater, Plato and Idea como Forma. Lo profundo de estas
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cuestiones estéticas, en el plano políti­
co, exige un ensayo aparte.

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