En
torno al gran proyecto del Hospital
Militar de Santiago
Edición
Francisco José Ocaranza Bosio
Alfredo Gómez Alcorta
Asesoría Académica
Dr. Víctor Rojas Vásquez
Ayudantes de Investigación
Vittorio Sarno Hafemann
Felipe Miranda Valero
Comité Editorial
Dr. Juan Durruty Ortúzar
Dr. Alejandro Mandujano Bronfmann
Dr. Miguel Orriols Winter
GDD (R) Roberto Arancibia Clavel
Coronel (R) Hernán A. Hernández Soto
1
Índice General
Introducción………………………………………………………………………………..4
Antigüedad Mediterránea………………………………………………………………...6
Capítulo IV. La primera etapa del Servicio de Sanidad del Ejército y del Hospital
Militar (1882-1977)……………………………………………………………………….85
2
El Comando de Salud del Ejército (COSALE) en la actualidad……………..…….160
Conclusión…………………………………………………………………………..…..164
Bibliografía………………………………………………………………………………165
I. Fuentes primarias…………………………………………………………………....165
Anexos………………………………………………………………..…………………182
3
Introducción
Con casi 200 páginas de extensión, algo más de 60 imágenes ilustrativas, y un par
de tablas informativas, cada uno de sus cinco capítulos se centra en torno a algún
aspecto relevante a la hora de construir este relato. Tanto el primero como el
segundo tienen por propósito aportar los antecedentes históricos de larga duración
relativos a la evolución de la medicina desde el período de la Antigüedad y la Edad
Media (capítulo 1), hasta el período colonial en América y Chile (capítulo 2). A su
vez, los tres capítulos que les siguen centran su atención en el proceso histórico
del servicio y del hospital, desde el siglo XIX (capítulo 3), a la organización y
fundación de ellos mismos (capítulo 4), hasta llegar a la consolidación en la
actualidad (capítulo 5).
4
los archivos, como en el de la exigente labor de confección de fichas de
información.
5
Capítulo I
Antecedentes históricos de la medicina: Desde la Antigüedad a la
Época Moderna
Antigüedad Mediterránea
Las sociedades agrícolas neolíticas, desarrolladas a las orillas del río Nilo hace
más de cinco mil años, ya poseían un amplio y avanzado conocimiento de la
naturaleza que les permitía disponer de diversos recursos que contribuían a
conservar la salud de la población, así como mantener e incrementar su
alimentación. La práctica médica en el Antiguo Egipto era una síntesis entre el
conocimiento obtenido sistemáticamente con la experimentación de elementos
naturales y un conjunto complejo de creencias mágico-religiosas. Nace el
conocimiento de la anatomía humana refrendado por el hallazgo de papiros de
naturaleza médica. Entre ellos, algunos de éstos describen la importancia
fundamental del corazón en el origen de los sentimientos y los conocimientos, y
muestran importantes nociones de fisiología humana al plantear que éste poseía
treinta y seis canales, denominados met, por los cuales circulaban los fluidos del
cuerpo. Se creía que el corazón hablaba y que los médicos o sun-un o "el hombre
de los que sufren o están enfermos", podían entender sus mensajes. Los médicos
ganaron enorme prestigio dentro de la sociedad y conformaron parte del mundo
sacerdotal consignado en el denominado papiro de Ebers, que explicita la
existencia de tres tipos de médicos, a saber, aquellos que utilizaban pócimas y
medicamentos en el tratamientos de sus pacientes, quienes utilizaban rezos y
sortilegios dentro de la función sacerdotal, y aquellos que manejaban antiguos
conjuros mágicos invocando la voluntad de los dioses para sanar a los enfermos.1
Ya desde el imperio Antiguo existía una jerarquía compleja de médicos de las más
diversas especialidades, desde dentadura, estómago, ojos, órganos sexuales,
etc., incluyendo jefes, inspectores y superintendentes médicos integrantes de una
compleja organización académica-litúrgica que se extendía a todo el territorio.
Aquellos que abrazaban la medicina disciplinaria se integraban a verdaderas
academias denominadas per-ankh o “las Casas de la Vida”, donde se desarrollaba
tanto la medicina experimental como la organización de verdaderas bibliotecas
donde se acopiaba el saber médico.
1
Laín, Pedro. Historia de la Medicina, Barcelona, Salvat Editores, 1978, pp. 16-21.
6
Figura 1. Imagen de curación en el campo de batalla. Según el historiador José María de Mena,
puede representar a Aquiles atendiendo a Patroclo. Copa de Sosias. Siglo V a. C. Museo de Berlín.
Así pues, las sociedades humanas que habitaron la cuenca del Mediterráneo
debieron compartir un bagaje común en materia de conocimientos médicos. Las
más importantes disociaciones de este saber se muestran en torno a sociedades
monoteístas, como la hebrea, y las politeístas, como los egipcios y los griegos,
donde las claves religiosas y los aspectos litúrgicos eran especialmente
gravitantes en el tratamiento de los enfermos. Hacia la época Clásica del mundo
griego se observa una importante taxonomización de la práctica médica, a saber,
la práctica tan extendida como antigua –o tradicional- de una medicina arcaica
religiosa – también llamada medicina teúrgica- y una medicina pseudo científica de
base racionalista. Es posible que estas vertientes del pensamiento médico sean
7
tributarias de la cosmovisión griega de rasgos divergentes en torno a una fuerte
religiosidad popular y una reconocida tradición antropocéntrica y racionalista que
pervive hasta la actualidad y que constituye uno de los fundamentos del mundo
Occidental.
Así las cosas, la medicina pre hipocrática se caracterizó por atribuirle importancia
a la expresión de la voluntad de los dioses sobre el destino de las personas, así
como al poder de encantamientos y hechizos. El dios Apolo encabeza la práctica
del arte de la cura de las enfermedades, en tanto el semidiós Asklepio (llamado
Esculapio por los romanos) representaba una fuerza sanadora, aunque
originalmente se le atribuía el poder de la resurrección al rescatar a los enfermos
del propio Hades y su símbolo fue el báculo con una serpiente enrollada. A este
dios se le atribuyó el poder de enseñar el cuidado de los enfermos, así como el
poder de la sanación, y sus templos se extendieron en toda Grecia, donde los
enfermos y sus familias peregrinaban y realizaban ofrendas en busca de la
sanación. No obstante, la mayoría de los templos terminaban acogiendo a
enfermos y menesterosos que recibían la beneficencia pública, transformándose
en hospicios que, en los momentos más dramáticos de la historia griega, se
transformaron en verdaderos focos de epidemias.
2Grimal, Pierre. Diccionario de Mitología Griega y Romana, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1999,
pp. 55-56.
8
muy simple, llamada cline, desde donde deriva el concepto “clínico”. Quienes
obtenían la cura a sus males, elaboraban modelos del órgano comprometido,
llamados donaría o exvotos, elaborados en arcilla en señal de agradecimiento al
médico tratante, el que actuaba como un receptáculo de la enfermedad y que era
depositado en el templo.3
Figura 2. Higiea, sentada junto a su padre Asclepio, da de comer a una serpiente. Este animal,
emblema del dios, era empleado en los rituales curativos de sus santuarios.
3
Laín, Pedro. Historia de la Medicina, Barcelona, Salvat Editores, 1978, pp. 43-58.
9
heridos por médicos en el campo. Las Asklepias constituyeron el escenario
propicio para el desarrollo de una verdadera filosofía médica con bases científicas
a pesar de las reflexiones de naturaleza especulativas de filósofos como Thales de
Mileto, Animaxandro de Mileto, Jenófanes de Colofón, Heráclito de Efeso,
Anaxágoras de Clazomene, Pitágoras y Anaxímedes de Mileto.
Figura 3. Vasija griega del 480-470 a. C. Representa una intervención quirúrgica. Museo del
Louvre.
El quiebre con la medicina teúrgica fue realizado por Hipócrates (460-377 a. C.),
hijo del médico Herakleides, considerado el padre de la medicina no solo por sus
aportes en los campos de la anatomía y la fisiología humana, y por el quiebre que
representa su interés científico por la salud humana así como el abandono de las
ideas convencionales asociadas a la magia y la religión, negando el origen
sobrenatural de las enfermedades. Junto a las obras que se le atribuyen y que
conforman el corpus hippocraticum, sus aportes y visión se cristalizan en el
Juramento Hipocrático, expresión de un profundo sentido social de su labor, el
cual versa en los siguientes términos: “Juro por Apolo, por Asklepios, Higeia y
Panakeia, y pongo por testigos a todos los dioses y a todas las diosas, cumplir
según mi poder y mi razón este juramento cuyas cláusulas son las siguientes:
estimar igual que a mis padres a aquel que me enseñó este arte, hacer vida
común con él, y si es necesario dividir con él mis bienes. Considerar a sus hijos
como mis propios hermanos, enseñarles este arte sin salario ni contrato escrito.
Comunicar los preceptos, las lecciones y todo lo demás de la enseñanza a mis
hijos, a los de mi maestro, a los discípulos inscritos y obligatorios según los
10
reglamentos de la profesión, pero a nadie más”.4 Tales expresiones no solo
expresan la naturaleza más profunda del pensamiento antropológico y la génesis
de un humanismo primitivo asociado a una idea moral de la ciencia y sienta las
bases de la ética médica.
Figura 4. Mujer enferma atendida por Asklepio e Higiea. Sobrerelive del santuario El Pireo, IV a.C.
4De Mena, José María. Historia de la medicina universal, Bilbao, Ediciones El Mensajero, 1987, p.
757.
11
La enorme experiencia adquirida en la Antigüedad también se encausa en la
cultura Etrusca, en la península Itálica desde el siglo VIII a. C., y constituye el
antecedente fundamental del mundo romano. Los etruscos desarrollaron un vasto
conocimiento de plantas medicinales aplicadas a la farmacología y al uso
cosmético. De importancia fundamental son el desarrollo del alfabeto, su arte
plástico en el ámbito mortuorio, su religión y sus técnicas militares. Algo opacado,
entonces, dentro de sus logros se encuentra la herbología medicinal entrañada en
un conjunto de saberes y prácticas tradicionales que se expresan en la actualidad.
12
La tradición médica de la Edad Antigua encuentra a uno de sus mayores
exponentes en Galeno de Pérgamo, quien en el siglo II sistematizó los saberes
médicos en diversas obras a las que se le ha tribuido su autoría. No solo crea una
verdadera academia en torno a sí mismo, sino que también representa una
expresión del saber médico al servicio del Estado al ser médico de varios
emperadores desde Marco Aurelio a Septimio Severo, transformándose en
protagonista del desarrollo de la medicina y la farmacología.
5
Laín, Pedro. Historia de la Medicina, Barcelona, Salvat Editores, 1978, pp. 59-65.
13
La cultura romana fue escenario, hacia el siglo III a. C. del desarrollo de escuelas
médicas bien definidas, a saber, la escuela dogmática de naturaleza especulativa
y tradicionalista, la escuela empírica de naturaleza experimental, y la escuela
metódica, que abogaba por la búsqueda del origen de las enfermedades desde
métodos pragmáticos y poco nocivos.
Diversas son las personalidades que la historia romana consigna como tributarios
de las artes médicas. Aulio Cornelio Celso (25-50) realiza la primera recopilación
del desarrollo histórico de la medicina dentro de una recopilación enciclopédica de
las artes donde uno de los textos fue titulado De Medicina (o Sobre la medicina),
que comprendió temas como la alimentación, la farmacología y la cirugía,
abarcando las tradiciones de la medicina hipocrática, y tradujo al latín los
conceptos griegos. Cayo Plinio (Plinio el Viejo) redactó su Historia Natural, entre el
23 y el 79, dejando un espacio significativo de su obra al desarrollo terapéutico y
representa la realización de la primera obra pseudo científica al utilizar un sistema
de referencias de obras preexistentes como fuentes bibliográficas. Pedáneo
Dioscórides Anazerbus (40-90) fue cirujano de oficio y se desempeñó como
cirujano militar al servicio del emperador Nerón. Su aporte se define en el campo
del conocimiento (descripción y clasificación) de un amplio herbolario medicinal y
de las patologías que curaban en el tratado de farmacopea denominado De
Materia Médica.6 Su obra es traducida a múltiples idiomas y trasciende en el
tiempo hasta llegar a los tiempos modernos con la traducción del Andrés de
Laguna (1510-1559) a manos de Felipe II e incorporarse a la enseñanza de la
medicina moderna en la academia de Benedictus Textos en la Facultad de
Medicina de París en 1550.
6Watson, Peter. Ideas. Historia intelectual de la humanidad, Barcelona, Editorial Crítica, 2011, pp.
317-345.
14
Figura 7. Curación a Eneas. Pictografía parietal de la Casa del Citarista. Ciudad de Pompeya.
Museo Arqueológico. Nápoles.
15
Figura 8. “Acerca de la materia medicinal y venenos mortíferos”. Obra de Dioscórides. En 1518,
Antonio de Nebrija realizó la primera traducción al latín en la Escuela de Traductores de Toledo,
España. En 1555, en la ciudad de Amberes, el editor Juan Latio (circa 1524-1566) publicó una
traducción del latín al español, realizada por Andrés Laguna, médico del papa Julio III.
7
Ibíd., pp. 341-343.
16
Figura 9. Volumen de la obra de Claudio Galeno editada hacia 1826, demostrando la extendida
difusión de su tradición médica, así como de sus concepciones pseudo-científica de la salud
humana.
17
de Hipócrates. Los cuidados de la madre como del nacimiento de los niños son
parte de los aportes de Sorano, quien sistematizó prácticas como la ligadura del
cordón umbilical, el lavado del recién nacido y la atención post-parto a la mujer
para evitar complicaciones.
Estos conocimientos no solo facilitaron el nacimiento de los niños, sino que dieron
un verdadero sustento disciplinario y técnico a la práctica de las matronas
llamadas obstetrix, nombre por el que se conoció a las parteras romanas.
Cualquiera con suficientes conocimientos, pero debidamente acreditado y deseoso
de hacerse un nombre, podía practicar libremente el oficio. Pero no todo era
bonanza, ya que los médicos de origen griegos eran poco cotizados a pesar de la
fuerza de su tradición médica helenística, por razones étnicas y por el prejuicio
cultural ya que a los griegos se les consideraban parte de una cultura dominada
colonialmente. Los aportes de diversos médicos populares e intelectuales, como
Andrómaco en el área de la farmacología, hicieron que esta imagen fuera
cambiando en el tiempo.
En Roma no obstante, este lugar lo toman los tabernae, pudiendo acceder a ellos
la población que requiriera el apoyo de estos profesionales. Los logros culturales y
la profundidad de los fundamentos de la civilización occidental contribuyen a
apuntalar la herencia de la medicina griega y romana, proyectándola durante los
siglos del medioevo, sobrellevando el cambio cultural y siglos de profundas
transformaciones sociales y lingüísticas. Buena parte de esta herencia se arraigó
en prácticas tradicionales o etnocientíficas que se vertebran en la sabiduría
popular de los pueblos y se incrementan en los procesos de expansión y
18
ocupación territorial. Curanderos y sanadores continuaron proyectando saberes
ancestrales cuyo origen se puede encontrar en el neolítico europeo, y que
trascendieron con éxito y eficiencia a los tiempos históricos, evadiendo el olvido y
la banalización de sus saberes más destacados: la herbolaria como base de una
medicina natural ancestral que compartieron los pueblos de la civilización del
Mediterráneo.
Figura 10. Galeno atendiendo a un paciente. Grabado de Robert Thom, en Bender, George A.
Great moments in medicine: a history of medicine in pictures, Detroit, Parke Davis, 1961.
19
instrumental en agua y el uso de acetum como antiséptico en heridas. Las
campañas de expansión del Imperio y la creación de cuerpos médicos activos
llevaron a que se hiciera popular la nomenclatura medicus para el médico de
combate.
20
Figura 11. Hospital militar o Valenturiana romana, era un edificio de planta cuadrangular que podía
albergar entre 300 y 400 pacientes, correspondientes al 5% de los soldados del contingente. Era
un complejo edificio de madera de abundantes compartimientos con fundaciones de piedra que le
brindaban solidez. Imagen de un modelo de Valenturiana de Vindonissa (Suiza), Siglo I.
La Edad Media (siglos V a XIV) puede entenderse como una amplia etapa en que
la civilización occidental sienta sus fundamentos en medio de una potente
retracción económica y cultural. El abandono de las grandes ciudades romanas, la
destrucción de la unidad imperial y la disolución de la población urbana en un
proceso de ruralización y lenta transformación hacia el predominio de una
economía natural autárquica caracterizan este período. En esta lógica, las
instituciones culturales se transforman y la iglesia toma el rol que antaño el estado
imperial poseía. En los largos siglos del medioevo solo queda el prolongado sueño
21
de la restitución de la unidad imperial, y los retazos de la cultura de la antigüedad
lograra perdurar en donde se cultive la plegaria y el estudio de las lecturas
clásicas. La Edad Media se caracteriza igualmente por el advenimiento de
epidemias, a saber, la peste del período de Justiniano en el siglo VI y la llamada
Peste Negra en el siglo XIV. Pero el deterioro de la vida campesina, las
hambrunas, la imposibilidad de comerciar por la inseguridad en las otrora rutas
comerciales hacen de este período una etapa marcada por la precariedad y la
difusión de enfermedades como la lepra y la sífilis.
Figura 12. Soldado romano herido, atendido en el interior de una Valenturiana. Ilustración de
Agnus McBride.
22
igualmente, ocupó las preocupaciones sacras y mundanas, dejando escaso
espacio al desarrollo de la medicina. La búsqueda de la fe llevó a que se
atribuyera poderes de sanación a reliquias religiosas y amuletos, así como a la
encomienda de la intervención de santos o de la propia voluntad divina. Se
difundió la creencia de la actuación de santos con dones curativos, como los
hermanos Cosme y Damián, quienes fueron torturados, quemados vivos y
decapitados por orden del emperador romano Diocleciano en el año 300. Se
extendió la creencia de que la invocación de la acción sanadora de algunos santos
podía generar la cura de enfermedades, llegando a formulas absurdas que no
hacían más que precipitar la muerte de las personas. Lo que podríamos llamar
como un largo período de oscuridad para la ciencia médica comienza a
transformarse en el siglo XI con las definiciones de San Anselmo y el principio
fides quaerens intellectum, vale decir “la fe que busca al intelecto”, abriendo las
puertas a la búsqueda de las causas de las enfermedades en lo mundano. Si bien
la práctica médica se asocia a diversas profesiones, lo cierto que estaba
abiertamente vedada a los intelectuales de la época: los clérigos. El famoso edicto
del Concilio de Tours, en el año de 1163 prohibió a los religiosos practicar
cirugías, exclusión que se formalizó el año 1215. La prohibición se fundamentaba
en que un religioso que causara la muerte de un hombre no podía seguir en el
ejercicio sacerdotal.8
8Ariés, Philippe. Morir en Occidente desde la Edad Media hasta nuestros días, Buenos Aires,
Grafinor, 2008.
23
en el interior del hospital lugares de alojamiento, bodegas, espacios de atención y
boticas fundadas en la tradición de la herbolaria de la antigüedad.
Figura 13. El Maestro Antonio da Budrio enseñando en la Universidad de Bolonia (siglo XV).
24
multitudes le escuchan y aprenden a amar la virtud. ¡Oh, espectáculo glorioso! La
caña partida vuela sobre el pergamino, dejando la huella de las palabras celestes,
como para reparar la injuria de aquella otra caña que hirió la cabeza del Señor”.9
Los monasterios no solo fueron un escape de la dura vida medieval, sino también
el único espacio para el encuentro y cultivo de la cultura. En los años de crisis
alimentaria y sanitaria de la población, la vida monacal era la forma de evadir el
azote de pestes como la del siglo VI. El ejercicio de la medicina y la
experimentación en el campo de la herbolaria médica comenzó a extenderse
desde Italia. La medicina encontró como cause la labor caritativa, caminos que
bien se habían comprendido dirigían a la santificación y la salvación. Se fue dando
espacio a los hospitales de caridad con el fin de contribuir a evitar el dolor en los
pobres, transformándose la asistencia a los pobres en un principio religioso. Los
hospitales religiosos, muy pronto, comenzaron a ganar su apoyo en esta materia,
adquiriendo el derecho a entierro sin el pago de impuestos, encaminándose una
práctica propia de los primeros lineamientos de una idea de higiene pública en el
tratamiento de los restos de los enfermos.10
9 Casiodoro, Las Instituciones de las Letras Seculares y Divinas, en Pérez de Urbel, Justo. Historia
de la Orden Benedictina, Madrid, Editorial FAX, 1941, p. 40.
10 Rosen, Georges. De la política médica a la medicina social. Ensayos sobre la historia de la
25
vida monástica al introducir las cuestiones carnales dentro de vidas de
observancia religiosa. Pero los hospitales de los monasterios se formalizaron junto
a la vida monástica bajo el ideario de san Benito de Nursia, haciéndose
fundamentales para la concreción de la vida piadosa de los religiosos, alcanzando
un desarrollo superior en infraestructura a aquellos conocidos en el período
romano, como el hospital medieval de Montpellier, que llegó a transformarse en un
centro de convergencia de pobres y peregrinos.
Figura 14. Tratamiento para enfermedades genitales (Sloane MS 1977, f. 7v). Autor: Roger Frugard
(1300-25), Chirurgia magistri Rogeri, Manuscrito. 235 x 160 mm. Museo Británico. Londres.
Catalogue of Additional Manuscripts: Sloane 1900-1993 (London: British Museum unpublished
manuscript of unedited descriptions, no date), N° 1977.
26
para enfermos mentales como los de la Orden de San Alejo. Al distinguirse la
separación de las enfermedades mentales de los males de posesión ya se crearon
los primeros manicomios como el de Bethlem en Londres en 1403 y Valencia en
1409, ad portas del inicio de la época moderna que daría paso al desarrollo
renovado de la ciencia. En el siglo XVI se expanden en Europa los hospitales para
dementes, llegando a fines de la centuria a sumar el de Barcelona creado en
1412, Zaragoza de 1425, Sevilla en 1436 y Toledo en 1483.
27
del paciente. El mismo instrumental debía ser sometido a rigurosos procesos de
limpieza, evitando su utilización en más de un enfermo. Si bien, estas medidas
eran de larga data, ante el desconocimiento de la existencia de agentes patógenos
microscópicos, las medidas de higiene del instrumental quirúrgico resultan
revolucionarias para el período en mención, y un paso en la conservación de la
salud pública al evitar que los propios hospitales fueran centros de difusión de las
enfermedades o de las pestes que afectan con dramática periodicidad las
ciudades europeas.
Las primeras universidades del siglo XI como Bolonia (1088), París (1110), y en el
siglo siguiente la de Oxford (1167) desarrollaron cátedras de medicina inspiradas
originalmente por la experiencia de religiosos. Consta que en la Universidad de
Bolonia se realizó la primera disección de un cadáver humano en forma
sistemática, aunque ella no se realizó formalmente motivada por intereses
puramente científicos, ya que fue encomendada por un juez a causa de un crimen,
representando la primera autopsia legal realizada en 1302. Consecuentemente
con estos eventos, se realizó la obra Anathomia por Mondito de Luzzi en 1316,
también en Bolonia, introduciendo una innovación tan extraordinaria como
alucinante, ya que incorporó al estudio de la medicina una dimensión didáctica-
empírica, al establecer el método de la disección como parte fundamental del
estudio y práctica de la anatomía. Este modelo de trabajo experimental impone un
28
modelo didáctico plenamente vigente que se extendió rápidamente en todas las
universidades europeas no sin controversias.11
Figura 15. El cirujano. Jan Sanders van Hemessen 1550.Museo del Prado, Madrid.
29
humanista. Uno de los precursores de este desarrollo es el denominado Doctor
Universalis, el bávaro Alberto Magno, quien establece un modelo intelectual al
hombre religioso y desarrolla a lo largo de su vida, pródiga en estudios y
austeridad, una obra de dimensiones enciclopédicas que buscó el acopio y
progreso del conocimiento científico. El avance de su pensamiento y sensibilidad
generó un interregno para la mejora de la química y la práctica pedagógica de
disecciones, las que fueron autorizadas hacia 1478. Tras una canonización fallida,
el modelo intelectual de San Alberto es prolífico y lo transforma en patrono de los
estudiantes abocados a la comprensión de las ciencias naturales, la química y las
matemáticas. Su figura supone el fin del divorcio entre ciencia y fe que caracterizó
a la Edad Media en un tono más formal que en la práctica consuetudinaria de la
vida pía de clérigos y sacerdotes.
30
Figura 16. Gerrit Dou (1613-1675). El Médico (1653). Detalle Kunsthistorisches Museum. Viena
31
universal del Quattrocento italiano y que representan los antecedentes esenciales
del humanismo.12
32
conservación de la salud de la población, ya que en 1576 había llegado a perder
50.000 almas. Hacia 1630, un nuevo azote de la peste hizo tomar medidas de
control público, obligando desde 1468 que los comerciantes permanecieran 40
días en la isla del Lazzaretto Nuovo, en espera de la manifestación de algún
síntoma de la enfermedad, tras lo cual se les daba acceso a la ciudad. El cuerpo
médico del ayuntamiento había tomado una medida de control sanitario
descubriendo el período de latencia e incubación de la enfermedad, y
comprendiendo que el aislamiento contribuiría a salvar vidas.
Figura 17. “La lección de anatomía del Dr.Tulp”. Rembrand 1632 Mauritshuis, La Haya. Primer
retrato encargo por el gremio de los cirujanos de Ámsterdam, entre los cuales el Dr. Nicolaes Tulp
oficiaba como representante. El cadáver pertenece al criminal Aris Kindt de 41 años, ajusticiado
por la horca.
33
mercantil contribuyó a ampliar las fronteras geográficas, y los límites intelectuales
de este hombre ávido de aventuras y con un impetuoso espíritu empresarial que
contravenían la obediencia y resignación del periodo medieval. El fin de la Edad
Media puede establecer en la destrucción de los vestigios del Imperio Romano de
Oriente a manos de los turcos en 1453 y la caída de Constantinopla. La huida de
intelectuales y artistas, como consecuencia, iluminó los primeros pasos de los
humanistas en ciudades como Florencia.
34
la reproducción humana que se separó abismalmente de sus antecedentes
medievales.13
Figura 18. Los dibujos de Leonardo Da Vinci representan en forma realista y detallada órganos
como el cerebro o el corazón; la estructura músculoesquelética,mostrando proyecciones de la
disección de un cráneo y del sistema reproductor masculino y femenino. La figura “El feto en el
útero” (1511), es la primera representa realista y anatómica de un feto humano, presumiblemente
fallecido por las dificultades al nacer por su posición podálica.
13 Basta con recordar los rasgos de las miniaturas que acompañan el tratado medieval de cirugía
Practica chirurgiae de Ruggero Frugardi (1170), y su característica ingenuidad y escaso apego a la
realidad.
35
la Universidad de Basilea, doctorándose en la Universidad de Ferrara. Se
desempeñó como cirujano militar al servicio de Venecia, por lo que adquirió un
notable acervo de experiencia práctica en materia de traumas por golpes y heridas
por armas de fuego que lo hicieron establecer la disciplina del tratamiento poco
invasivo, a fin de dejar actuar al organismo en su recuperación natural. En este
recuento destaca la figura histórica de Andrés Vesalio (1514-1564), de origen
belga, quien engrosa la lista de médicos modernos que ampliaron las fronteras de
la medicina y la cirugía, estudió en París, para arribar a Padua, como explicator
chirurgiae, dirigiendo la cátedra de cirugía y anatomía. Entre sus obras podemos
mencionar De Humani Corporis Fabrica (1534)14 y Tabulae Anatomicae Sex
(1538), constituyendo un referente por siglos de la cirugía y la anatomía humana,
junto con ser uno de los más conocedores de la obra de Galeno.15 En palabras
del mismo Vesalio, su obra se propone decir “algunas palabras sobre el arte
instituido en pro de la salud de los hombres, siendo éste, de todos los demás que
ha creado el ingenio del hombre, lejos el más beneficioso, necesario, difícil y
laborioso”.16
14 Tenenti, Alberto. La Edad Moderna: XVI-XVIII, Barcelona, Editorial Crítica, 2011, pp. 17-18.
15 Ver Watson, Peter. Ideas. Historia intelectual de la humanidad, Barcelona, Editorial Crítica, 2011,
pp. 751-784.
16 Vesalio. Humani Corpis Fabrica, en Chuaqui, Claudia; y Benedicto Chuaqui. Prefacio a De
Humani Corpis Fabrica, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2003, pp. 91-92.
36
Figura 19. Juan Valverde, oleo de la Galería Walters, Baltimore. De la obra de Valverde destacan
su trabajo gráfico, grabados de proyecciones anatómicas de los cuerpos humanos desprovistos
piel y que se asemejan a interpretaciones artísticas de la imagen de San Bartolomé en El Juicio
Final de Miguel Ángel.
Figura 20. Grabados de anatomía humana. Historia de la composición del cuerpo humano de Juan
Valverde de Amusco, 1556, (Roma), Grabado de Nicolas Beatrizet basado en el
dibujo atribuido a Gaspar Becerra.
37
A los avances inaugurados por Valverde se pueden sumar los aportes de Antonio
Pérez en su obra Summa y Examen de Chirurgia (1568), inspirada en los
planteamiendos de Hipócrates y Galeno, y una de las obras más importantes
impresas en Madrid con fines pedagógicos; Luis Mercado (1525-1606) cirujano
autor de la obra Institutiones Chirurgicae, médico de cámara de Felipe II y de
Felipe III, además de catedrático en Valladolid; Juan Fragoso (1530-1597), quien
estudió en la Universidad de Alcalá de Henares obteniendo el grado de bachiller
en Medicina en 1552, para dedicarse a la labor médica en Sevilla, hasta
transformarse en Cirujano Real en 1570 en Madrid; y Bartolomé Hidalgo de
Agüero (1530-1597), sevillano que se desempeñó en su terruño como profesor de
Cirugía y médico del Hospital del cardenal, donde ordenó los procedimientos
quirúrgicos en busca del bienestar de sus pacientes y la optimización de sus
cuidados traumatológicos.
El siglo XVII supone un período de mayor inmersión dentro del devenir histórico de
la verdadera revolución científica que vive la sociedad occidental. Los estudios
naturalistas y el creciente carácter experimental de las ciencias naturales impulsan
con renovada fuerza la expansión de las bases del pensamiento científico, el cual
es el hipotético-deductivo en desmedro del razonamiento especulativo con base
en la intuición.
Los aportes de este nuevo siglo son tan abundantes como complejos, destacando
la creciente complejización y especialización de la labor médica. Aportes como los
de William Croone (1633–1684) en la comprensión de la estructura muscular y
de Thomas Willis (1621-1675), en las causas de movimiento muscular, utilizando
38
el método científico; William Harvey (1578-1657), a quien se le atribuye tanto la
descripción sistemática como una adecuada interpretación del sistema circulatorio.
Figura 21. William Harvey (1578-1657) fue un médico inglés a quien se le atribuye describir
correctamente la circulación y las propiedades del corazón y de la sangre humana.
En los Países Bajos, la figura de Hendrik van Deventer (1651-1724) destacó por la
publicación de su obra Operationes Chirurgicae, proyectando su trabajo en la
comprensión del procedimiento quirúrgico ortopédico y el cuidado de los
pacientes. Destacó en este período Nicholas Andry de Boisregard (1658-1759),
doctor en medicina, y profesor de la Facultad de París, quien utilizó el concepto
ortopedia en su obra Orthopaedia: o el Arte de Corregir y Prevenir Deformidades
en Niños por métodos que pueden ser fácilmente aplicados por los mismos padres
y los encargados de la educación de los niños (1741), proyectándole una
dimensión social a la labor médica de Andry, al colocar a los niños en la
centralidad del trabajo médico.
Figura 22. Nicholas Andry de Boisregard (1658-1759), médico y parasitólogo francés, atendió con
renovado interés las afecciones de niños como una verdadera especialización médica y proyectó
los primeros pasos del tratamiento ortopédico.
39
Capítulo II
Los cuidados de la salud en América Hispana y Chile durante el
período colonial (siglos XVI-XVIII)
Hacia el siglo XVI España inició el período en que viviría una época de oro en su
proceso de consolidación y modernización (en fase temprana) del Estado-nación,
bajo los reinados de los monarcas Carlos V y particularmente con Felipe II,
quienes impulsaron la conquista de suelo americano por contingentes integrados
por soldados acompañados por sacerdotes y médicos que también oficiaban de
cirujanos ante la complejidad del esfuerzo de colonización de las nuevas tierras.
Hacia la primera mitad del siglo XVI, la medicina hispana entraba en una etapa de
apogeo, mostrando entre sus representantes a Luis Mercado, Francisco Valles
como médico de cámara de Felipe II, Francisco de Arceo y Dionisio Daza
especialista en cirugía, y a Juan Valverde primer anatomista español cuya obra se
transformará en la primera obra de anatomía humana moderna titulada Historia de
la composición del cuerpo humano. Esta reactualización del pensamiento
hipocrático y de la abundante obra de Galeno le dio consistencia y base teórico-
metodológica al desarrollo renovado de la medicina en universidades como la de
Salamanca. Si bien, en un comienzo la medicina y el trabajo de los médicos con
ciertas especializaciones podían ser solventadas por los más privilegiados de la
sociedad hispana, a saber, su aristocracia, el Estado Monárquico fue tomando
conciencia de la necesidad de conservar la “salud pública” del reino. Los años del
renacimiento europeo fueron un período de resurgimiento del pensamiento
humanista y del interés por el estudio de la dimensión biológica del ser humano.
La reactualización del pensamiento antropológico hizo que los clásicos griegos y
romanos ocuparan su sitial como referentes del conocimiento médico. Galeno y el
pensamiento de los clásicos griegos como Aristóteles y Sócrates se utilizaron en el
proceso de refundación de las académicas de medicina en Europa.
40
territorios, en la implementación de hospitales atendidos originalmente por los
religiosos de las iglesias aledañas. En primera instancia, la atención de estos
recintos fue entendida como una dimensión de la vida piadosa de los religiosos, y
con los años se fue profesionalizando. En 1541 el rey Carlos V estableció que los
procesos fundacionales comprendieran la implementación de entidades públicas
que sirvieran a la mantención de la salud de la comunidad, proyectándose
hospitales que, en primera instancia en el siglo XVI, sirvieron como recintos para
recibir a los enfermos que buscaban un cobijo para el “buen morir”. Los hospitales
no eran comprendidos como lugares en que se proveía de salud, sino más bien de
los cuidados necesarios para la contención de las enfermedades a fin de que el
resto de la comunidad no se viera afectadas por ellas.17 La organización civil que
se fue dando en el Nuevo Mundo del proceso de colonización y,
consecuentemente, el de urbanización, hizo que los hospitales quedaran bajo los
auspicios de los cabildos de cada una de las ciudades, siempre asistidos por
religiosos de diversas congregaciones.18
Figura 23. Diego Almagro y Francisco Pizarro, en Felipe Guamán Poma de Ayala. Nueva Corónica
y Buen Gobierno. Desde los inicios de la conquista, la hueste indiana fue muestra de un
contingente de gran versatilidad y capacidad de coordinación, incluyendo el servicio a los enfermos
y heridos mediante las acciones de religiosos, indígenas con conocimientos de herbolaria y las
mujeres que acompañaban a los soldados.
17 Sagredo, Rafael; y Cristián Gazmuri. Historia de la Vida Privada en Chile. El Chile Tradicional de
la Conquista a 1840, Santiago, Editorial Taurus, 2005.
18 Izquierdo, Gonzalo. Historia de Chile, Volumen1, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1989.
41
El “encuentro de dos mundos” fue portentoso en logros culturales, pero también
abundante en términos de sufrimientos y muerte, dado que la unión de indígenas y
españoles en las poblaciones generó consecuencias impensadas tanto a nivel
demográfico como sanitario. La difusión de varias enfermedades infecciosas
desconocidas en suelo americano en una población sin anticuerpos hizo que la
catástrofe demográfica sobreviniera en el siglo XVI en forma vertiginosa.
42
criar animales y sembrar.20 El 12 de Febrero de 1541 decretó don Pedro de
Valdivia la fundación de la ciudad, que recibió el nombre de Santiago del Nuevo
Extremo.
Figura 24. Inés de Suárez (1507-1580) en defensa de Santiago. Óleo de José Mercedes Ortega.
Museo Histórico Nacional. El primer ataque indígena sobre la ciudad de Santiago (1541) y su
consecuente destrucción impuso la necesidad de proyectar un hospital para los enfermos y heridos
de la ciudad
43
En este período Valdivia cuenta con Gonzalo Bazán, quien oficia como primer
médico que entra al territorio atendiendo a las fuerzas del conquistador. El estado
fundacional de las ciudades, cabe decir, su consecuente estado provisional al ser
poco más de campamentos militares formados por rancherías y empalizadas, no
dio espacio para la formalización de hospitales en forma como el Imperio Español
venía sugiriendo. Recién en 1552 Pedro de Valdivia toma los recaudos necesarios
para iniciar las primeras acciones tendientes a fundar el hospital de Santiago en
honor de la Virgen del Socorro.21 En ese año, se hace una formal solicitud ante el
Cabildo, por el Licenciado Hernando de Castro, para practicar medicina en la
ciudad de Santiago, coronándose este esfuerzo inicial con la construcción de
boticas.22
Figura 25. Pedro de Valdivia (1500-1554). Óleo de Francisco Mandiola. Biblioteca Nacional de
Chile. Siendo Gobernador de Chile inician los oficios de los primeros dos médicos en Chile.
Igualmente ordenó la construcción del Primer Hospital de la Virgen del Socorro, que pasó a
llamarse Hospital Real de San Juan de Dios.
21 Barros Arana, Diego. Historia General de Chile, 16 volúmenes, Santiago, Editorial Universitaria,
2000.
22 Cruz-Coke, Ricardo. Historia de la Medicina Chilena, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1995.
44
Ya en 1568, el Cabildo de la ciudad de Santiago mandaba: “Que se le dé un
mandamiento a Pero Martín Alguacil, para que desembarace la plaza de la
Merced. Este dicho día, en este dicho Cabildo, se acordó que se le dé un
mandamiento formado de todo el Cabildo á Pero Martín Alguacil, para que vaya a
la plaza que está frontero de la Merced, y la desembarace de todos los bouhíos
que tiene la dicha plaza y demás cosas y embarazos que en ella hay, para que
quede libre y desembarazada toda […]. El Cabildo comisionó al alguacil Pero
Martín para que quite los bohíos cercanos a la Plaza de la Merced”.23 Y de este
modo se ordenaba quitar el poblamiento espontáneo de indígenas en los espacios
destinados a las plazas, en cuidado de la higiene pública. De igual forma, los
antecedentes documentales muestran que el Cabildo de la ciudad se ocupaba
permanentemente del servicio y la infraestructura del Hospital Real,24 ya que en
1636 consta que éste se ocupa de los “adobes para el hospital. Este día, de
pedimento del hermano mayor del Hospital Real de esta ciudad, se le dio licencia
para que en la placeta de junto al río y molino del hospital, para reformarlo y
hacerlo de nuevo el dicho molino, hagan la cantidad necesaria de adobes para
ello, sin pagar tercio y, con que sean sin perjuicio del daño que el río puede
hacer”.25
La construcción de los hospitales también estuvo a cargo del gobierno civil del
Cabildo en los primeros siglos coloniales, como consta en sus registros, en razón
de los daños generados por el terremoto de 1647 en Santiago, se dispuso que:
“En la noble y muy leal ciudad arruinada de Santiago de Chile, después de
diferentes juntas que el cabildo de esta ciudad y particularmente de ella han fecho
en la plaza de esta ciudad, por no haber donde juntarse, por haberla arruinado
toda el terremoto pasado, en la dicha plaza se juntó este día la justicia y
regimiento de esta ciudad que abajo firmarán sus nombres, en catorce días del
mes de junio de mil y seiscientos y cuarenta y siete , donde el capitán don
Francisco de Urbina y Quiroga, procurador general de ella, propuso lo siguiente.
Cuánto importaba que Su Señoría los más días de la semana se juntasen a
cabildo los capitulares de él para tratar de el bien de la república, vecinos y
moradores de ella y de las religiones, hospital y cárcel, como extrajudicialmente se
ha hecho, y para la reedificación de la cárcel, casa de cabildo y molinos, y demás
efectos que conviene, para saber los mantenimientos y cosas que han quedado y
que en todo tiempo haya claridad, y de los papeles y recaudos de esta ciudad, y
que en todo y otras cosas que propuso, Su Señoría ordene lo que más convenga
23 Sesión de 2 de julio de 1568, Actas del Cabildo, Tomo XVII, vol. II, p. 234.
24 De Ramón, Armando. Santiago de Chile (1541-1991). Historia de una sociedad urbana.
Santiago, Editorial Sudamericana, 2000.
25 Cabildo de 19 de febrero de 1636, Actas del Cabildo, Tomo XXXI, vol. XI, p. 165
45
al bien de la república; y que sobre los censos de la ciudad, casas de cabildo y
tiendas se vea lo que se puede reedificar y reparar […]”.26
Gracias a las mensuras que Gines de Lillo realizó en las estancias y chácaras
próximas a la ciudad, en los años 1603 y siguientes, tenemos conocimiento de la
de los terrenos pertenecientes al Hospital del Socorro, predecesora del Real
Hospital de San Juan de Dios, realizada en 1604. Debido al extravío de los títulos
del hospital sobre sus terrenos, se vuelven a medir, deslindar y amojonar, dándole
un nuevo título. En esta mensura se hace mención de “que después que los
españoles desta ciudad, entraron en esta ciudad y la poblaron está el dicho
hospital en quieta y pacifica posesión de la chácara y tierras donde está fundada
la casa y viña y ranchería de yanaconas del dicho hospital”, está ubicada entre la
heredad y chácara de Andrés de Torquemada, que poseen los padres de la
Compañía de Jesús, hacia el este, y por el monasterio de San Francisco, por el
oeste. Posee un frente de 160 varas de 25 pies, y se sabe que el fondo llegaba
hasta el actual Zanjón de la Aguada.27
26Cabildo de 14 de junio de 1647, Actas del Cabildo, Tomo XXXIII, vol. XIII, p.190-191.
27
Prado B. Claudia Mario Henríquez U. Julio Sanhueza T. y Verónica Reyes A. “Ocupaciones
históricas en “La Pampilla”: antecedentes arqueológicos y documentales (Santiago, Región
Metropolitana)” En: Gómez, Alfredo; Francisco Ocaranza Bosio, (editores). Reflexiones históricas
para el bicentenario: 1810-2010. Universidad Bernardo O’Higgins. LOM Ediciones, Santiago, 2010.
46
necesite la cal y ladrillo, que es a la boca de la cañada, y esto dio por su repuesta
y que siente no tener otro empeño”.28
Es sabido por las gestiones realizadas por el Cabildo en 1758, que los restos de
infraestructura del mercado de abasto de la ciudad era destinado al auxilio de los
enfermos del Hospital Real, de forma que el cabildo menciona en sus registros
que: “Igualmente acordaron los dichos señores que atento a que los toldos que
servían a los abastecedores de la plaza se hallan del todo inservibles y
despreciables, y que están embarazando ociosamente un cuarto sin esperanzas
de que se puedan vender por estar todas las jergas podridas, que se le entreguen
al señor Procurador General para que apartando aquello que le pareciere
necesario para los pobres enfermos de la cárcel, lo demás los mande remitir al
Hospital Real del Señor San Juan de Dios, para que el reverendo Padre Prior les
de la aplicación que fuere de su agrado para alivio de aquellos pobres
enfermos”.29
El llamado Hospital Real del Señor San Juan de Dios atendió indistintamente a
enfermos civiles como militares en los siglos coloniales. El cuidado del recinto
estaba en manos de los religiosos de la orden de San Juan de Dios,30 -que
frecuentemente es confundida con la franciscana-, pero su manutención estuvo a
cargo del erario público administrado por el Cabildo de Santiago. Si bien no fue
una prioridad, el Cabildo tomó cartas en la administración de problemas públicos
como la higiene de calles y acequias,31 el control de plagas de enfermedades y
animales, así como de la circulación del ganado dentro de los lindes de la ciudad y
el asentamiento espontaneo de población indígena en ramadas o bohíos que eran
28 Cabildo de 25 de octubre de 1664, Actas del Cabildo, Tomo XXXVI, vol. XVI, p. 412-413.
29 Cabildo de 9 de junio de 1758, Actas del Cabildo, Tomo LV, vol. XXXII, pp. 203-204.
30 Sánchez, Marcial. Historia de la Iglesia en Chile, Tomo 1, Santiago, Editorial Universitaria, 2009.
31 Mellafe, Rolando. Historia Social de Chile y América, Santiago, Editorial Universitaria, 1995.
47
vistos como espacios de “mal vivir” y centros de propagación de enfermedades.
También abogó por la distribución de la alimentación, y de su obtención en
períodos de carestía y enfermedad.
32 Villalobos, Sergio; et. al. Historia de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 2006.
33 Jara, Álvaro. Guerra y Sociedad en Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 1990.
48
Figura 26. Lautaro, (1535-1557), Obras Ilustradas. Colección: Biblioteca Nacional de Chile. El
mundo indígena aportó con un amplio repertorio de saberes etnobotánicos que contribuyeron al
desarrollo de la herbolaria médica nacional, como un ejemplo de síntesis colonial de los saberes
etnocientíficos y la disciplina médica hispana.
34 Cruz-Coke, Ricardo. Historia de la Medicina Chilena, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1995, p.
104.
35 Laval, Enrique. Noticias sobre los médicos en Chile en los siglos XVI, XVII y XVIII, Santiago,
Universitaria, 1935.
50
Figura 27. Don García Hurtado de Mendoza, Gobernador de Chile entre 1557 y 1561. Pintura
anónima del siglo XVII. Galería de los Virreyes del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e
Historia de Lima, Perú.
51
médicos y cirujanos, así como aportar a su financiamiento. El siglo XVIII llegaron a
Chile médicos y cirujanos franceses, ingleses, italianos, alemanes, judíos,
lusitanos y españoles,37 representando su aporte una mejoría ostensible en la
calidad de vida de la población colonial.
Figura 28. El Hospital San Juan de Dios. El primer Hospital de llamado Hospital del Socorro, que
en los inicios del siglo XVII pasó a llamarse Hospital San Juan de Dios por la orden que tomó su
administración. Imagen de calle Alameda de Santiago, c. 1930
37 Laval, Enrique. Noticias sobre los médicos en Chile en los siglos XVI, XVII y XVIII, Santiago,
Universidad de Chile, 1958.
38 Thayer Ojeda, Tomás. “Santiago durante el siglo XVI: Constitución de la propiedad urbana i
52
mendicante y hospitalaria,39 de San Juan de Dios, se estableció en Chile en 1616
y –como lo hemos adelantado- se hizo cargo del hospital de la ciudad sin mayores
reparos. Este aparente retraso se debió al escaso conocimiento que poseía el
común de la gente y particularmente, los cabildantes, quedando muy al margen de
las acciones de gobierno quienes poseían conocimientos en estas materias.
Las pestes y epidemias eran problemas cotidianos con los que debía combatir el
Cabildo. Sus medidas de mitigación eran, regularmente, infructíferas, debido a que
su naturaleza no se separaba de la mentalidad de la época, así como de las
primeras causas a las que el vulgo atribuía los eventos como pestes o catástrofes.
Ellas comprometían severamente la salud pública, como la que consta en sesión
de Cabildo santiaguino de febrero de 1652 sobre los ratas, comentando: “Este día
se trató del grave daño que los ratones hacen a las cementeras y viñas y lo mucho
que amenaza la inundación que hay de ellos y la peste en los ganados, y
acordaron que se suplique al señor ilustrísimo sea servido de que se hagan
rogativas y maldigan, en conformidad a lo dispuesto, y que el señor procurador
general haga en razón de ello todos los pedimentos que convenga, y que el señor
maestre de campo Don Gaspar de Ahumada y el señor procurador general hablen
al señor Obispo para que se haga lo que su señoría acordare”.40
39 Muriel, Josefina. Hospitales de la Nueva España. Tomo II. Fundaciones de los siglos XVII y XVIII,
México, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México,
1991.
40 Cabildo de 15 de febrero de 1652, Actas del Cabildo, Tomo XXXIV, vol. XIV, p. 213.
41 Barros Arana, Diego. Historia General de Chile, 16 volúmenes, Santiago, Editorial Universitaria,
2000. Ver: De Ramón, Armando. Santiago de Chile (1541-1991). Historia de una sociedad urbana.
Santiago, Editorial Sudamericana, 2000.
53
Mundo. Este historial de calamidades continúa con la plaga de langostas de 1665
y la peste de chavalongo (fiebre tifoidea) desarrollada entre los años 1669 y 1677.
El corolario de los desastres los encontramos en terremotos e inundaciones que
asolan las ciudades, como la destrucción de los tajamares del Mapocho en 1687 y
1688, el terremoto de Santiago del año 1690.
42 Romano, Ruggiero. Coyunturas Opuestas. La Crisis del Siglo XVII en Europa e Hispanoamérica,
México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
43 De Tezanos, Sergio. Breve historia de la medicina en Chile, Valparaíso, Editorial Universidad de
Valparaíso, 1995.
44 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
54
sanitaria. Las inundaciones de Santiago de 1722, 1743, 1744, 1745 y 1764,
sumados a los terremotos de 1722 y 1790, y la sequía de los años 1790 y 1799
contribuyen para contextualizar la precariedad de la vida colonial y las dificultades
que sobrellevaron sus habitantes; no obstante, todo ello fructificaron y su esfuerzo
y tenacidad junto a la valentía y la perseverancia son nuestras mejores herencias
ante la fisonomía de un territorio con riesgos climáticos ambientales siempre
presentes.
45 Laval, Enrique; Ignacio Duarte. “Enseñanza de la medicina en Chile colonial durante el siglo
XVIII: El catedrático Domingo Nevin y su alumno Pedro Manuel Chaparro”, en Revista Chilena de
Infectología, 33 (5), 2016, pp. 565-569.
46 Medina, José Toribio. La medicina y los médicos en la Real Universidad de San Felipe (capítulo
y bibliografías): desde el descubrimiento y conquista de Chile, en 1535, hasta nuestros días, Talca,
Imprenta Talca de J. Martín Garrido, 1904.
48 Laval, M.E. Vida y obra de Fray Pedro Manuel Chaparro, médico chileno del siglo XVIII, Discurso
buen gobierno de un espacio de acogida, Informe de Seminario de Grado para optar al grado de
Licenciado en Historia, Santiago, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile,
2016.
55
Figura 29. Dr. Domingo Nevin, en Laval E M. Historia del
Hospital San Juan de Dios de Santiago, Santiago, Asociación Chilena de Asistencia Social,
1949, p. 112.
Los estragos que sufrió la población general también afectaron a los contingentes
armados del reino. En 1773 se realizó la primera autopsia para conocer la causa
de muerte de un soldado muerto por disentería, por los cirujanos militares Don
Dionisio Roquant, Esteban Justa y Juan Ribera.50 Con avances y retrocesos, la
práctica de la medicina tenía una sanción social dada la mentalidad religiosa de la
época, y prueba de ello es que en 1778 Carlos III “había prohibido que en sus
reinos los médicos fuesen rectores de universidades, y el Virrey Abascal, desde
Lima en 1809, intentó clausurar la instrucción médica en nuestra Universidad de
San Felipe”.51 El pago de los médicos, controlado por el Cabildo de la ciudad, fue
evolucionando en la medida en que su importancia social se hizo incuestionable.
La consolidación de la vida urbana y el aumento demográfico de la población,
junto con los avances de la ciencia médica permitieron tal validación social en el
transcurso del siglo XVIII.52
56
Figura 30. Plan de la ville de Santiago capitale du Chili. Autor: Jacques Nicolas Bellin. Mapa de
1764. Bibliothèque Nationale de France. En el costado de la Cañada constan los terrenos
destinados al edificio del Hospital San Juan de Dios.
53 Laval, Enrique. Historia del Hospital San Juan de Dios de Santiago, Asociación Chilena de
Asistencia Social, Santiago, 1949.
54 Antecedentes del cementerio del Hospital San Juan de Dios que funcionó durante los años
postreros de la Colonia los encontramos en los textos de Vicuña Mackenna; León Echaíz; Peña
Otaegui; De Ramón; Zañartu; y Thayer Ojeda, referenciados en la Bibliografía de este trabajo.
57
Alameda Bernardo O’Higgins, fue reedificado por los constantes daños generados
por los sismos del período, y los oficios de Don José de Santiago Concha su
Ministro Protector, quien buscó “el formal arreglo de un hospital consiste en la
buena administración y empleo de sus rentas y en la más exacta curación de sus
enfermos”, para lo cual elabora el Reglamento del Hospital San Juan de Dios en
1802,55 mencionando a la vez la creación y uso del cementerio: “por quanto hemos
dado cumplimiento a lo mandado por Su Magestad y por esta Real Audiencia
Governadora en auto de 1° de Octubre de 1801. Sobre que se dispusiere un
Campo Santo para que a el sean llevados a enterrar los cadaberes de los
enfermos que muriesen en el Hospital, haviendose concluido en efecto con su
capilla y demas aderentes en el sitio llamado Combentillo distante siete quadras
de la Cañada en despoblado y onze de la Plaza consiguiendose mediante esta tan
util y necesaria Providencia el asegurar la salud Publica desterrando la infestación
del Ayre que se causaria por la diaria humacion de los cadaveres en el recinto del
propio Hospital que se halla al viento reinante de la ciudad y casi dentro de ella por
la mucha población que lo circunda”.56 Fue designado como un cementerio de
pobres, ya que no solo estaba asegurada la sepultación de los pacientes que
fallecían en el hospital, sino también de los pobres que fallecían dentro de los
lindes de la ciudad y a los ajusticiados o muertos por enfermedades epidémicas.
Imprenta Victoria, 1890. Además, ver Barros Arana, Diego. “El entierro de los muertos en la Época
Colonial”, en Obras Completas, tomo X, Estudios Histórico – Bibliográficos, Santiago, Imprenta
Cervantes, 1911, pp. 227-253
58
siendo destinado el terreno al entierro según la legislación vigente,58
correspondiente al reglamento para el traslado de los muertos desde el Hospital;
de los entierros, que se realizarán por un sacerdote; y de la existencia de un
osario para depositar los huesos.
Hacia la primera mitad del siglo XIX la ciudad de Santiago comenzó a evidenciar
un proceso de urbanización que socio demográficamente estuvo refrendado por
un aumento de la migración campo–ciudad producto de la evolución de la
población mestiza y la lenta transformación social del agro. Durante las primeras
décadas del siglo XIX Santiago experimenta un acentuado crecimiento en el radio
urbano y en el crecimiento de una población flotante que se cuadriplica con
relación a los doce mil habitantes de fines del siglo XVII. 59 Aunque fue un
problema recurrente en los siglos anteriores, la ciudad mostró derroteros con una
nueva fisonomía social ante el surgimiento de rancherías en sus áreas periféricas,
configurándose un escenario de gran riqueza social en que se encontraban
mestizos, peones cesantes, gente sin oficios, vagabundos y “mal entretenidos”,
además de desertores del ejército.60 En este panorama social se encuentran
madres solteras que conforman una nueva realidad social familiar, con hijos
ilegítimos de poblaciones tanto blancas como mestizas,61 que engrosaban las
listas de los menesteroso de la ciudad, un calificativo negativamente adjetivado
dado a que los vagabundos, ociosos y viciosos no solo son criminalizados sino
que representan a una porción significativa de la población colonial también
denominada “bajo pueblo”.62
58 Prado, Claudia; Mario Henríquez; Julio Sanhueza; y Verónica Reyes. “Ocupaciones históricas en
‘La Pampilla’: Antecedentes arqueológicos y documentales (Santiago, Región Metropolitana)”, en
Gómez, Alfredo y Francisco Ocaranza (editores). Reflexiones históricas para el Bicentenario: 1810-
2010, Santiago, Universidad Bernardo O’Higgins, 2010.
59 Muñoz, Francisca. Sociabilidad popular durante la primera mitad del siglo XIX. Santiago desde la
mirada de la elite. Tesis para optar al grado de Magister en Estudios Latinoamericanos. Facultad
de Filosofía y Humanidades, Departamento de Estudios Latinoamericanos. Universidad de Chile.
2003
60 León, Leonardo. “Reclutas forzados y desertores de la patria: el bajo pueblo chileno en la guerra
59
población negras y españoles criollos pobres, estigmatizada como viciosa y
delincuencial por vivir asociada a medios informales o ilegítimos para ganarse la
vida como la venta de contrabando o el robo, que el historiador Mario Góngora 63
caracteriza como una nueva subjetividad historiográfica o “sujetos históricos”
relacionados con el proceso de desarrollo urbano e industrial, así como la
evolución tecnológica en el escenario agrícola de mediados del siglo XVIII hasta
inicios del XIX, en que emergen como protagonistas de la historia moderna,
siempre caracterizados por problemas sociales, violencia, enfermedad y
alcoholismo, que sobrellevó la vida colonial en medio de pobres condiciones de
salubridad e higiene junto a una carencia casi absoluta de vacunas y de
antibióticos que redundó en una altísima mortalidad y una acentuada fragilidad
biológica de la población infantil por el estrés alimentario. Acceder a los servicios
de un médico debió representar un verdadero dilema, no obstante el marcado
compromiso ético social de los médicos del período colonial.
63Góngora, Mario. “Estratificación social urbana en Chile Colonial”, en Revista Cruz del Sur (1988).
También del mismo autor, Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile (siglos XVII a XIX), texto
mimeografiado, 1966.
60
Figura 31. Hallazgos de osamentas humanas del campo santo colindante al antiguo edificio de la
Catedral de Santiago (Siglo XVIII). El colapso del subsuelo del Templo Mayor demandó la
búsqueda de un Nuevo Campo Santo para la ciudad. El cementerio de “La Pampilla” fue una salida
provisoria por 24 años, tras lo cual se debió buscar un nuevo recinto para la inhumación de los
muertos de la ciudad. Gentileza: Claudia Prado Berlien, arqueóloga.
61
Sobre la vida santiaguina de fines de siglo podemos agregar que la vida tenía sus
sobresaltos por los embates de la naturaleza, las pestes y los problemas propios
de un espacio urbano consagrado como el centro de poder real y simbólico del
orden colonial. La liturgia del poder se desenvolvió con gran desarrollo escénico y
la arquitectura contribuía poderosamente en esto. El estado colonial debía
canalizar todos los requerimientos de la sociedad, así la necesidad de policía en la
ciudad y mano de obra en trabajos públicos redundaba en una férrea coerción
sobre el bajo pueblo. En este sentido el gobernador Ambrosio O’Higgins “dispuso
que los alcaldes de barrio que acababa de constituir por un bando sobre arreglo
de la policía, pasasen lista de los casados en otros domicilios, para que fuesen
expulsados, comisión que dio al oidor don Juan Suárez Trespalacios. Dispuso
igualmente, que para minorar el gran número de mendigos, los alcaldes se
pusieran todos de acuerdo á fin de que en días señalados se les reclutase en sus
casas, se informasen sobre su método de vida y les incitasen á obtener cédula de
permiso. Además de los jueces del Cabildo, con motivo de este bando, instituyó
encargados especiales de su cumplimiento, ya para rondar de noche los portales y
plazas, ya para estorbar ciertos mercados”.64
Figura 32. Botellas de vidrio de medicamentos, siglos XVIII y XIX. Excavaciones arqueológicas en
Plaza Santa Ana, Santiago (Gómez y Prado, 2012).
64Medina, José Toribio. Cosas de la Colonia. Apuntes Para la Crónica del Siglo XVIII en Chile,
Santiago, Imprenta Cervantes, 1910, pp. 13-14.
62
Capítulo III
La medicina y la sanidad militar en el Chile decimonónico
Tres años después, en el verano de 1817, durante el cruce de los Andes, gesta de
unión americanista en pos de la liberación del continente, el Ejército Libertador
contó con un servicio sanitario liderado por el cirujano inglés Diego Paroissien y
por el médico chileno Juan Isidro Zapata, además de los cirujanos graduado en la
Universidad de San Felipe, Candia, Mendoza y Tello, los que con la mayor
diligencia posible organizaban a los enfermeros de guerra, a las ambulancias,
administraban medicamentos, botiquines y servicios en general a la tropa. Con
posterioridad a la batalla de Chacabuco se integran al servicio sanitario del
Ejército los doctores Juan Green, José Delgado y Juan de la Rueda, asimilados
con el grado de Capitán, mientras que el doctor Paroissien lo fue con el de
Teniente Coronel.
65 Cruz-Coke, Ricardo. Historia de la medicina chilena, Santiago, Editorial Andrés Bello, 1995, p.
271.
66 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
63
Por ese tiempo se fundó el Hospital Militar San Rafael, bajo la administración de
Bernardo O’Higgins (en el año 1817). El 7 de marzo de ese año, Paroissien eleva
al Jefe del Estado Mayor “la relación de las especies que se necesitan para el
Hospital Militar”. La descripción es explícita y pragmática, referida al
apertrechamiento básico de una sala de atención básica para los enfermos. La
nómina en mención comprende 300 colchones, 600 camisas, 600 pares de
sábanas, 600 almohadas, 600 frazadas, 600 gorros o pañuelos, 600 pares de
pantalones. Igualmente termina enfatizando que para la atención de: “el número
de 20 oficiales enfermos”, requiere de 40 camisas, 40 pares de calzoncillos, 40
almohadas, 40 colchones, 40 frazadas y 20 colchas. El mencionado oficio termina
en los siguientes términos: “y advierto a V.S. que he estado en la dolorosa
precisión de echar a la calle varios enfermos por no tener camas en que
acomodarlos”.67
En un nuevo oficio del doctor Paroissien que consta con fecha de fecha 20 de
marzo de 1817, dirigida al Director Supremo O’Higgins, expone: “los clamores de
los infelices heridos y enfermos por ropas con que taparse, me hace otra vez en
cumplimiento de mi deber y a pesar de saber lo preciosos que son los momentos
que tiene V.E. dedicados a otros muchos importantísimos objetos, reclamar de
nuevo a V.E. por los efectos que se necesitan para el mejor servicio del hospital
cuya nota tuve el honor de remitir a V.E. el día 6 del que corre; pues hasta ahora
no se me ha entregado sino noventa colchones sin sábanas, frazadas ni demás
necesario para dicho fin”.68
64
tiempo; pero, señor, mientras deliberan cuál es el más aparente, se mueren los
soldado”.69
Las condiciones del Ejército en el sur, en el mes de mayo de 1817, fueron dadas a
conocer por el mismo doctor Paroissien, a la sazón apostado en Concepción,
quien en carta a O’Higgins le da a conocer “la lista de las personas que han
mandado camas para este hospital; en lugar de cien (y tenemos cerca de 200
enfermos), no hay sino cincuenta, y éstas generalmente muy malas; y en lugar de
dos sábanas para cada una, de tres varas de largo y dos de ancho, nos han
mandado dos cortes de rebozo, insuficientes para hacer una sábana regular.
Tenemos muchos enfermos de reumatismo, y según la estación del tiempo, si V.E.
no me facilita como cuidar mejor a los enfermos y heridos prontamente, no tendrá
la Patria quien defienda, a lo menos en el Ejército de Sud”.71
Hacia fines de 1817 el Jefe del Estado Mayor, General Brayer daba a conocer la
composición de un germinal Servicio de Sanidad del Ejército, en el cual los
doctores Paroissien y Green actuaban como cirujanos mayores, Delgado y De la
Rueda como cirujanos, Fray Antonio de Saint Albert, los Subtenientes Manuel
Molina y Juan Briceño como ayudantes de cirujanos, el Teniente Juan Mendoza
como boticario mayor, y Tomás Cruz como practicante mayor.
65
presentándonos el contraste de la abundancia de su suelo, la benignidad de su
clima y la bondad de sus hijos, con sus hospitales desaseados, mal administrados
y careciendo los pacientes de las cosas más necesarias aun para los que gozan
de perfecta salud. Al aproximarse percibimos un ambiente fétido; y al entrar en
ellos vemos sufrir bajo el peso de la desnudez y frío aquellos seres afligidos por la
naturaleza y atormentados por las necesidades”.72
En 1818 una sala correspondiente al Hospital San Borja, se unió al hospital militar
fundado el año anterior, gracias al cual se pudo atender con algo de mayor
dedicación a los soldados heridos tras la Batalla de Maipú, decisiva dentro del
proceso. Más tarde, en 1821 se fundó un hospital militar en Concepción, a la vez
que “se habían dispuesto ambulancias regularmente montadas, provistas de un
72 El Argos, 1818.
66
considerable depósito de medicinas y dotadas de siete cirujanos y doce
enfermeros”.73
Decretos.
77 Decreto llamado Distintivos de los cirujanos y boticarios del Ejército, de 24 de julio de 1827, en
67
los hospitales, tres pesos mensuales por individuos, que son los mismos que
descuentan para el rancho los respectivos cuerpos”.78
Figura 33. Retrato del Capitán General Bernardo O’Higgins Riquelme [1820]. Óleo sobre tela, 210
x 135 cm. José Gil de Castro. Museo Histórico Nacional.
68
primero para así recaudar), y las dificultades para ser reconocidos en el concierto
internacional como una nación independiente, se decide finalizar con el trabajo del
hospital de Santiago, pero mantener el de Concepción. Esta última decisión no
constituye un mero antojo sino que se justifica si se tiene en cuenta que hasta
1826 la zona estuvo amenazada por las fuerzas leales al rey de España,
especialmente en la isla de Chiloé, lo que hacía de aquel espacio una zona de
guerra, condiciéndose en este sentido la existencia y conservación de un hospital
militar con el motivo primigenio de los mismos.
Poco más de quince años después de los sucesos de 1810, Chile se vio inmerso
en una nueva guerra. Esta vez contra las fuerzas de las Confederación Perú-
Boliviana entre 1836 y 1839. Si bien el resultado de ésta fue favorable para los
chilenos, la cantidad de bajas y de heridos reflotó la problemática de la sanidad
militar, la necesidad de contar con espacios especialmente dedicados a la
atención de las heridas y laceraciones propias de la guerra, así como a los
asuntos de higiene asociados a esto mismos. El mutismo casi total del Estado a
este respecto puede deberse a la gran cantidad de energías que se estaban
dedicando a la conformación y afianzamiento de la República, a la implementación
de los preceptos e ideas contenidas en la Constitución Política de 1833, y a llevar
a cabo el ideario instalado por el Ministro Diego Portales. Cabe agregar que
durante este episodio bélico destaca el papel jugado por las mujeres, en especial
de las llamadas cantineras, es decir las que manejaban una “cantina” o botiquín en
lenguaje actual, recordándose hasta hoy la figura de la “cantinera Candelaria
Pérez, que además de luchar codo a codo con los soldados, actuaba como
abnegada enfermera de guerra. Estas patriotas servidoras no contaban con
uniforme reglamentario, y sencillamente lucían la tenida que mejor les parecía y
que en cierto modo presentaba cierta similitud con el uniforme militar y llevaban
una cantina como símbolo distintivo de su labor en combate. Ellas debían socorrer
a los heridos y manejar la provisión de víveres”.79 Hacia el final de la guerra, en
1839, la Ordenanza General del Ejército, en su título XXVII, regulaba con algo de
minuciosidad la labor de los cirujanos, incluido lo referido a su vestimenta. Tal
meticulosidad, meramente preceptiva, no se condecía con la precaria realidad
material, lo que limitaba profundamente su labor bienhechora.
69
Figura 34. Irene Morales Infante (1865-1890), de oficio de costurera y luego de enviudar, se
disfrazó de hombre para reclutarse en el batallón del 3º de línea, destacándose como soldado en la
batalla de Dolores, además de las campañas de Tacna, Chorrillos y Miraflores. El General Manuel
Baquedano la nombró oficialmente cantinera del regimiento.
El tiempo pasó y no será sino hasta la década del sesenta del siglo XIX, en que se
decreta la organización de un recinto de salud militar al interior del Hospital San
Borja, decisión que a la larga se vería refrendada por los eventos bélicos en los
cuales el país se ve inmerso hacia mediado del mismo decenio, al enfrentarse,
esta vez del mismo lado que el Perú, contra los españoles, quienes aún no
renunciaban definitivamente a la idea de volver a controlar el continente. Es en
este sentido que las conversaciones en torno a la construcción o instalación de un
recinto de características estables es retomada con algo de fuerza, toda vez que
70
se conoce a través de algunos testimonios de época, que la sanidad militar siguió
deambulando de lugar en lugar sin encontrar aún un espacio definitivo. De hecho,
el joven Constancio Silva, estudiante de la carrera de medicina da cuenta de que
el hospital militar desarrollaba sus funciones hacia la década del setenta, en las
salas de un simple, incómodo y oscuro convento, en condiciones bastante poco
favorables para el desarrollo de la actividad médica, la atención de los pacientes, y
la recuperación de los mismos.80 En este sentido puede afirmarse que durante
este período: “La medicina militar aún no había iniciado su despegue y el servicio
de Sanidad en el Ejército no tomaba forma, limitándose exclusivamente a
considerar médicos para la atención de su personal, pero sin una organización ni
una planificación orientadora para el servicio”.81
Figura 35. Servicios Logísticos. Medios de acarreo. Año 1861. Fuente: “Historia del Ejército de
Chile”. Tomo IV. “Consolidación del Profesionalismo Militar Fin de la Guerra de Arauco 1840-1883.”
Ejército de Chile. EMGE, 1980, p. 241.
71
llevarla a cabo, que hacia fines de la década del setenta, cuando Chile se ve
envuelto en el que es, probablemente, su máximo desafío bélico, la Guerra del
Pacífico, la cual se extiende entre los años 1879 y 1883, encontrándose por
segunda vez a los mismos adversarios a los que había hecho frente hacía poco
más de treinta años, debió afrontarse sin un servicio de sanidad militar que
contara con el mínimo de condiciones aceptables y necesarias como para
enfrentar el desafío. De hecho, se decía que la autoridad gubernamental habría
manifestado que durante los eventos de Loncomilla, acaecidos durante la
Revolución de 1851, aún sin servicio sanitario, se había salido adelante,
desconociéndose la evolución de la medicina de guerra. Junto a esto hay que
agregar que, al despuntar la guerra, el Ejército solo contaba con un maltrecho
hospital apostado en la localidad sureña de Angol, y otras instalaciones en sus
alrededores. Es así como en “marzo de 1879, el Ejército no tenía más que una
ambulancia, para seis mil hombres. Era algo así como un hospital de campaña,
con capacidad para 50 camas, a cargo del Dr. Teodosio Martínez -único cirujano -,
junto con cuatro practicantes”.82
Figura 36. Álbum gráfico militar de Chile: campaña del Pacífico (1879-1884). Universo. Santiago
1909.
82Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 28.
72
Rojas, quien ofreció al gobierno recursos, su saber y su presencia. Vale en este
sentido recordar sus palabras, las que quedarán en lo más alto de la historia de
Chile: “El que suscribe, profesor de cirugía de la Universidad, tiene el honor de
ofrecer al Supremo gobierno, para la ayuda de los gastos de la guerra, la
asignación de $ 800 de que goza por la asistencia clínica de los hospitales.
También pongo a su disposición los pequeños trabajos que ofrecí al Ministro de
Guerra y que creo de gran utilidad, pues en ellos trato de la organización del
Servicio Sanitario en Campaña y sobre Higiene Militar. Además de estas
pequeñas ofrendas, creo de mi deber, prestar gratuitamente mis servicios en
cualquier puesto que se señale en el Ejército del norte, o en otra parte, ya sea
como médico o como ciudadano”.83 La iniciativa del Dr. Rojas fue seguida
valientemente por el claustro de la Escuela de Medicina de la Universidad de
Chile, el cual manifestó que se encontraban dispuestos a acudir al campo de
batalla junto a los soldados, “y mientras las bayonetas defienden a la patria,
defenderemos nosotros ese Ejército de sus enemigos naturales y contrarrestemos
la naturaleza en su beneficio. Y por fin, si fuera necesario, tomemos el fusil y
empuñemos la espada en defensa de la Patria”.84
servían de aislador de frío y del calor; tenían formas de tijeras firmemente adosadas al suelo, a fin
de resistir el viento y sus dimensiones aproximadas eras de 20 metros de largo, 3 de ancho y 3 de
alto. Cada carpa contaba con una capacidad de 20 camas, cada una con equipamiento de 2
73
Figura 37. Personal sanitario de la ambulancia Valparaíso N° 1 en Antofagasta. 1979. Fuente: “La
medicina y el Servicio de Sanidad Militar 1520-2004”. Ejército de Chile. 2004, p. 73.
frazadas, 2 sabanas y dos camisas”. Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar.
1520-2004, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2004, p. 61.
87 “Guía del soldado en campaña”, en Ríos, Conrado. El Servicio Sanitario Militar en Chile. Su
historia, su organización; lo que es i lo que debe ser, Santiago, Imprenta Mejía, 1896, p. 245.
88 Estado Mayor General del Ejército. Historia del Ejército de Chile. Tomo V. El Ejército en la
Guerra del Pacífico. Ocupación de Antofagasta y Campaña de Tarapacá: 1879, Santiago, Impresos
Vicuña, 1981, p. 354.
74
Cirujano Jefe del Ejército que se encontraba a su cargo, le planteó que el
contingente médico “no se encuentra en aptitud de prestar el servicio a que se le
destina”, y que esto se debe a que “no hay cirujano, farmacéuticos y practicantes
necesarios”, y que en consecuencia han debido “emplear a soldados para la cura
de heridas, que se descomponen y gangrenan por la falta de atención debida”.
Además del problema humano o relativo al personal, hacía hincapié en la falta de
insumos (“medicinas, instrumentos y provisiones”) e infraestructura, ya que a este
último respecto “no se han establecido aún los hospitales fijos, ni preparado los
elementos para los hospitales de campaña”, para luego solicitar se envíen
urgentemente “instrumentos, medicinas, […] mantas, capotes y frazadas”, además
de “10 cirujanos de primera clase, 20 cirujanos de segunda clase, 10
farmacéuticos, 40 contralores o ecónomos y 40 practicantes”. La misiva finalizaba
recalcando que “las necesidades que se menciona en ella, son tan notorias como
urgentes y si no se les proveyera pronto y favorablemente, la salud del Ejército se
pondría al paso que va, en serio peligro”.89
Figura 38. Hospital de Antofagasta. Álbum Gráfico Militar de Chile. Campaña del Pacífico: (1879-
1884), del historiador chileno Juan Antonio Bisama Cuevas.
75
Figura 39. Hospital de campaña en Antofagasta. Álbum Gráfico Militar de Chile. Campaña del
Pacífico: (1879-1884), del historiador chileno Juan Antonio Bisama Cuevas.
Figura 35. Compañía sanitaria con sus carros para transportar heridos. Fuente: “Historia del
Hospital Militar de Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia
1932-2009. Ejército de Chile. 2009.
76
Conforme la guerra avanzaba, crecía también la cifra de muertos, heridos y
enfermos, pero no solo a consecuencia de los eventos bélicos, sino que existía
también otro motivo, nos referimos a la transmisión de enfermedades venéreas,
asunto que no distingue entre la guerra y la paz. En este sentido, el jefe de la
Comisión Sanitaria del Ejército en Campaña, planteaba que se encontraban al
tanto “de que las enfermedades venéreas se han propagado en el Ejército del
norte de una manera lamentable y cree de absoluta necesidad para contener su
desarrollo progresivo y los males consiguientes. Asimismo, juzgaba “de suma
importancia se hagan observar las disposiciones de la ordenanza del Ejército en
esta materia, para que no se hagan enganches de personas enfermas, ni se
embarquen tropas para el norte sin previo reconocimiento de su estado sanitario.
Cualquier principio de enfermedad venérea, tiene por necesidad que tomar un
desarrollo considerable con el temperamento del norte y, según todos los informes
que tengo, ese mal ha sido inoculado de aquí. Me permito, pues recomendar a Ud.
el que se tomen desde luego todas las medidas preventivas que aconseja la
prudencia para evitar el desarrollo de un mal que puede tomar proporciones
considerables”.90
77
debe llevar para su marcha, para 4 días de ella, 4 libras de charqui, 4 libras de
galletas, 1 libra de harina tostada, 4 cebollas y 8 ajíes”, 92 alimentos claramente
insuficientes para aportar la cantidad de energía necesaria al soldado puesto en el
contexto de la guerra en el desierto.93
conocer, sino que dentro de la década del treinta del siglo XX. Al respecto puede consultarse:
Pérez, [Mayor] Aliro. “El problema de la alimentación en el Ejército”, en Memorial del Ejército de
Chile, noviembre-diciembre 1937, pp. 1049-1061; Meza, [Coronel] Flaviano. “La alimentación en el
Ejército”, en Memorial del Ejército de Chile, septiembre-octubre 1942, pp. 1773-1781; Rojas,
[Mayor] Huberto. “Importancia de la alimentación y necesidad de crear la escuela de cocineros en
el Ejército”, Memorial del Ejército de Chile, julio-agosto 1950. Pp. 81-90; “Foro sobre alimentación
en el Ejército”, en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1960, pp. 115-126; Larraín,
[Capitán] Arturo. “Ecos del primer congreso nacional de nutrición, bromatología y toxicología.
Ventajas de una organización estandarizada en los servicios de alimentación colectiva”, en
Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1963, pp. 84-99.
94 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
De Ramón. Biografías de chilenos. Miembros de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. 1876-
1973, Volumen I, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1999, p. 62.
78
primer momento estimuló con ejemplo i con la actividad incansable de su espíritu
superior, a sus subordindos i colegas”.96
Figura 40. Doctor Ramón Allende Padín (1845-1884). Integrante de la 2° Cia de Bomberos
“Esmeralda” de Santiago presidente de la Sociedad Médica de Santiago. Jefe del Servicio de
Ambulancias en 1879 y jefe del Servicio Sanitario en Campaña (1880), Superintendente Servicio
Sanitario en Campaña y fundador del Comando de Sanidad del Ejército de Chile.
79
Sin perjuicio de los denodados esfuerzos realizados por los médicos durante la
campaña, la organización del servicio aun dejaba bastante que desear, y no cabe
dudad de que se encontraba en estado germinal, en constante prueba de ensayo
y error, respecto del modo en que se articulaba (si de un modo más o menos
independiente de la autoridad central del Ejército). En este sentido, son elocuentes
las palabras del General Patricio Lynch, quien planteó que: “El Servicio Sanitario
es el único que adolece de graves defectos y se encuentra en mal estado, debido
a la independencia que se le ha dado del cuartel general, y que no permite adoptar
medidas que pongan término a ellos. Sus gastos son excesivos, sus atribuciones
muy amplias y su régimen y servicio deja mucho que desear. Si circunstancias
especiales muy poderosas pudieran aconsejar en un tiempo la organización de
este servicio en una forma independiente, esos motivos personales han
desaparecido y debe volver al camino normal de todos los otros que componen la
administración civil y militar de este territorio”.97
80
1880, plantea que: “El servicio médico está aquí [en Ica, Perú], perfectamente
establecido”.99
Figura 41. Imagen y ficha médica del soldado Tránsito Díaz, con indicaciones del comité de
cirujanos para el uso de prótesis, c. 1882.
99Ibarra, Patricio. “Documento: Un cirujano en la Guerra del Pacífico: Carta de Juan Manuel
Salamanca (Ica, diciembre de 1880)”, en Autoctonía (I) 1, enero 2017, p. 192.
81
Hacia el penúltimo año de la guerra y debido a los estragos que ésta causaba en
los combatientes, se organizó una comisión de cirujanos (presidida por el doctor
Allende Padín), que se encargaría de estudiar la situación de los mutilados, y de
establecer condiciones y métodos que permitieran relacionarse con aquellos
interesados en fabricar aparatos de ortopedia. En este sentido, es pertinente
mencionar que recién en 1910 el país establecerá cuatro clases de incapacidad,
como consecuencia de la guerra, con el fin de poder determinar el tipo de
asistencia a recibir. La primera de éstas era la invalidez temporal (incapacidad
transitoria que no impedía ejercer el trabajo), la segunda, la invalidez relativa
(dotados de capacidad de trabajar pero afectado de forma periódica o
permanente), luego la invalidez semiabsoluta, y finalmente la absoluta (que
privaba la realización de cualquier forma de trabajo).100 Quienes se encontraban
en esta última condición obtuvieron del Estado el derecho a recibir aparatos
ortopédicos con el fin de suplir el miembro mutilado, consecuencia de lo cual se
debieron gastar $ 1.200.000,00, en razón de que cada aparato ha de haber
costado $ 60,00 en promedio, para un total de dos mil beneficiarios. 101 En términos
específicos, el valor de una mano ortopédica ascendía a $ 49,52 (el valor
promedio del tratamiento o individual), un brazo $ 69,21, un pie $ 84,35, un
antebrazo $ 47,15, un muslo $ 104,50, y una pierna o un brazo $ 95,87.102
100 Méndez, Carlos. Desierto de esperanzas. De la gloria al abandono: Los veteranos chilenos y
peruanos de la Guerra del 79, Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2009, pp. 80-81.
101 Ibíd., p. 82.
102 Méndez, Carlos. Héroes del silencio. Los veteranos de la Guerra del Pacífico (1884-1924),
Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2004, p. 61. Un listado pormenorizado de los lisiados
puede encontrarse entre las páginas 102 y 110, con descripción de su nombre, lesión, y lugar de
ocurrencia de la misma.
82
Figura 42. Tiendas cónicas de la Cruz Roja, para Jefes, Oficiales y soldados. Fuente: Tratado de
Higiene Militar” por el Dr. Pedro Mallo. Tomo Segundo. Buenos Aires. 1883. Pág. 210 .
83
ser reelecto para el periodo 1888-1891.103 Sus memorias consignan en forma
vívida el arrojo con el que el equipo de médicos y practicantes debía enfrentar los
avatares del conflicto, así como el esfuerzo para brindarle apoyo eficaz a los
heridos en combate en condiciones de desempeño de máxima vulnerabilidad ante
las fuerzas enemigas.
Figura 43. Victor Körner Anwandter (1856-1946). Bachiller en Medicina en la Universidad de Chile
e interrumpió sus estudios para ingresar al servicio de Sanidad del Ejército en la Guerra del
Pacífico. Se desempeñó como cirujano 2° del Ejército Expedicionario en las campañas contra el
Perú, 1879-1880. Se tituló de médico cirujano y estudió ginecología en Europa, para
desempeñarse en la administración del Hospital Barros Luco, Hospital San Vicente de Paul y del
Hospital San Francisco de Borja.
103De Ramón, Armando. Biografías de chilenos. Miembros de los poderes Ejecutivo, Legislativo y
Judicial. 1876-1973, Volumen II, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1999, pp. 258-
259.
84
Capítulo IV
La primera etapa del Servicio de Sanidad del Ejército y del
Hospital Militar (1882-1977)
Seis años después, en 1888, el recién nacido Servicio Sanitario del Ejército daba
un paso adelante en pos de su afianzamiento administrativo y funcional, toda vez
que el Ministerio de Guerra presentaba ante el Congreso Nacional una serie de
requerimientos considerados pertinentes y esenciales para el debido cumplimiento
de esta tarea, una que tan costoso había salido al país durante la última guerra
librada hacía solo unos años atrás. Es así como se plantea que
administrativamente: “La intendencia General que tan cerca ha intervenido en la
administración de este servicio, observando atentamente el régimen a que ha
obedecido en su marcha, considera que su organización debe basarse en la
creación de un departamento o sección que, dependiendo de la intendencia
General, sin embarazarlo en su acción facultativa, ejerza la dirección técnica y
profesional del ramo, tanto en el Ejército como en la Armada, reservando la
Intendencia General la parte económica administrativa, como privativa de su
cargo”. Del mismo modo, en relación a los pertrechos propios del servicio se
establece la creación de “un parque sanitario destinado a preparar, conservar y
destinar todos los efectos que constituyen el consumo y el material sanitario del
Ejército y de la Armada en sus diversas dependencias”, para luego determinar que
durante la “campaña, la dirección técnica del Servicio Sanitario se confía al
Cirujano en jefe del Ejército, asistido de un Consejo consultivo reservado, como en
el caso de la dirección, la administración económica y disciplinaria a la intendencia
General”.105 En esta lógica es pertinente afirmar que el recuerdo fresco de la
85
guerra hacía “ver con claridad la necesidad de mantener organizaciones de
sanidad durante la paz, para encontrarse en condiciones de servir al elemento
combatiente con prontitud y oportunidad”.106
Pocos años más tarde, por medio del Decreto N° 1.112 de 10 de junio de 1889 se
crea la Dirección del Servicio Sanitario del Ejército, la que queda integrada por un
cirujano mayor, un cirujano, un secretario, un guardalmacén, un farmacéutico, un
escribiente y un portero, y que hasta 1891 fue dirigida por el doctor Patiño Luna.
Además, se dotó al servicio de otros quince cirujanos de cuerpos, de dos cirujanos
auxiliares, de un sargento enfermero por batallón, de un soldado enfermero por
compañía y, también de algunos músicos, pertenecientes a diversos cuerpos, los
cuales fueron designados para cumplir la labor de camilleros. Junto a lo anterior, al
“Director del Servicio se le asignó el grado de Coronel y el de Teniente Coronel al
cirujano secretario y los médicos de cuerpo tuvieron el rango de Capitán. De esta
manera el personal de sanidad entraba a formar parte del escalafón militar y los
empleados civiles que trabajaban en la Dirección de Sanidad quedaban sujetos a
las disposiciones de la Ordenanza General del Ejército”.107 Con posterioridad, en
1906, la distribución de los grados variará, analogándose a los cirujanos mayores
con el de Teniente Coronel, y los cirujanos de cuerpo como Mayores. Por medio
de la Ley N° 2.644 de 22 de febrero de 1912, estos cirujanos pasaron a ser
reconocidos como Oficiales de Sanidad, haciéndose beneficiarios de los mismos
derechos y prerrogativas que un Oficial de Ejército.
106 Estado Mayor General del Ejército. Historia del Ejército de Chile. Tomo VI. El Ejército en la
Guerra del Pacífico. Campañas de Moquegua. Tacna y Arica, Lima, la Sierra, Arequipa y término
de la guerra, Santiago, Impresos Vicuña, 1982, p. 403.
107 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
86
Figura 44. Camilla o angarilla sobre ruedas, sistema prusiano. Fuente: Tratado de Higiene Militar”
por el Dr. Pedro Mallo. Tomo Segundo. Buenos Aires. 1883. Pág. 389.
Figura 45. Teniente Coronel Leoncio Tagle, del Batallón Movilizado Lontué y personal
de ambulancia, emplazados en Lima, 1882. Fuente: Historia del Hospital Militar de
Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009, p. 29.
Junto con el desarrollo orgánico del servicio, en los últimos años del siglo XIX
comienza a desarrollarse un pequeño corpus ilustrado de obras relativas a la
materia. Es así como en 1896 ve la luz un texto señero en la historia de la sanidad
militar de Chile. Nos referimos a El Servicio Sanitario Militar en Chile. Su historia,
su organización; lo que es i lo que debe ser, obra de Conrado Ríos Venegas, la
87
que en sus casi 500 páginas da cuenta de la historia y proyección de la sanidad
militar chilena en tiempos de paz (primera parte, comprendida entre el capítulo 1 y
6), y de guerra (segunda parte, entre el capítulo 7 y 14). Dada la gran cantidad de
información citada y referenciada (fuentes primarias como leyes, reglamentos y
cartas, así como experiencias comparadas, en especial de Argentina y Francia),
no nos cabe duda de que este trabajo constituyó un pilar esencial en el desarrollo
de lo que hacia fines del siglo XIX era la sanidad militar.
Al año siguiente, Enrique Moore expone en la escena nacional que los servicios de
salud eran considerados como una parte esencial de los ejércitos más civilizados y
una responsabilidad estratégica que había de emprenderse en tiempos de paz.
Inició sus estudios de medicina en la Universidad de Chile, en 1882, y se tituló
como médico cirujano en 1888, luego de haber servido como médico en el
lazareto de Llay Llay en el año de 1886. También se desempeñó como cirujano
primero en la Guerra Civil de 1891. En su obra Cirugía de la Guerra comentó que
su trabajo se realizó bajo el convencimiento de que su obra aportaría eficazmente
a la organización estratégica del ejército, sobrellevando la falta de recursos y
preparación, adquiriendo en contrasentido la capacidad de adaptación e
improvisación creativa, comentado: “no se crea que la improvisación quirúrgica es
un asunto de imaginación de los cirujanos y que se puede fabricar un aparato de
fractura con cualesquier elemento o improvizar un aparato de transporte siguiendo
las ideas de tracción vulgar: muy al contrario, la improvisación es una rama de la
cirugía de la guerra absolutamente científica, que como otros capítulos de ella
posee sus reglas y está basada sobre principios que debe el cirujano militar
conocer de antemano: se improvisa pero no se inventa. Se improvisa en la
evacuación de heridos, como se improvisa el material sanitario desde el bisturí
hasta el carro de transporte, desde la cocina de la ambulancia hasta la mesa de
operación; pero repetimos: todo ello es siguiendo principios previamente
adquiridos. La improvisación científica deberá adquirir un lugar preferente entre los
estudios de nuestros cirujanos militares, porque ellos tendrán mil veces que luchar
contra la escasez de elementos: nuestro país desgraciadamente no solamente
carece de las benéficas instituciones de la Cruz Roja repartidas hasta en los
pueblos menos civilizados, sino que nuestro parque sanitario no existe, parque
que para prestar servicios en la guerra debe ser confeccionado en tiempo de
paz”.108
108 Moore, Eduardo. Cirugía de la Guerra, Leipzig, F.A. Brockhaus. 1897, p. 311.
88
instancia la “cirugía de los hospitales militares”, tratamiento de las afecciones
médicas y el servicio sanitario en campaña. La finalidad declarada de Moore fue
crear una obra “destinada a ser consultada no solo en los momentos de duda
profesional y en los hospitales militares, sino también puede ser un guía en las
ambulancias, en la posta de socorro, es decir, bajo el fuego mismo, cuando no se
encuentran colegas a quien consultar, ni se puede abandonar al enfermo. Se ha
hecho lo posible para que pueda ser entendida por la tropa sanitaria y por los
profanos. Lo que urge consultar son los procedimientos operatorios: a menudo
basta conocer la línea de incisión señalada en una figura clara, para que el
cirujano pueda ejecutar la operación. Este requisito está salvando por medio de
las láminas explicativas intercaladas en el texto y que van acompañadas de una
pequeña indicación sobre la manera de operar. Hemos expuesto el tratamiento de
las afecciones quirúrgicas y de las más generales de la medicina interna,
convencidos de que en los hospitales de campaña el cirujano tendrá que echar
mano a su libro, y para completar esta necesidad hemos agregado una tabla con
las dosis máximas y mínimas de los medicamentos. Al tratar de las formaciones
sanitarias hemos dado a conocer los deberes del personal sanitario desde el
angarillero hasta el jefe del servicio, de una manera muy sucinta, tanto respecto a
los quehaceres del médico, como a los que les crea la Convención de Ginebra,
porque esas disposiciones corresponden más bien a los reglamentos sanitarios.
[Así] hemos preferido ocuparnos ligeramente de la composición militar de un
ejército, porque de su constitución depende la del servicio sanitario, Ha sido una
constante preocupación de nuestra parte la cirugía de urgencia, es decir, los
primeros socorros suministrados a los malheridos en el campo — que
consideramos el asunto de mayor importancia. Es la parte dedicada al cuidado
que debe suministrarse a los heridos de cualquier especie durante y después del
combate, señalando para cada caso los medios que la ciencia pone a nuestro
alcance”.109 Su organización en forma de manual la transformaron en un texto
imprescindible para el aprendizaje de la medicina militar y la réplica de
procedimientos de higiene y salubridad en contextos de campaña.
89
Figura 46. Eduardo Moore Bravo (1865-1941), se desempeñó como médico y cirujano del Ejército,
para más tarde ser comisionado a Europa por la Universidad de Chile. En su obra intelectual
destaca su desempeño como Director del Museo Nacional de Historia Natural entre 1910 y 1927.
Dos años después, en 1889, el Cirujano Jefe doctor Cornelio Guzmán organizó el
Servicio Dental, el cual se instaló inicialmente en la Escuela Militar, destacándose
en esta primera etapa de su historia, la labor realizada por el Mayor Luis de la
Barra Lastarria. Luego, en 1912, y según lo dispuesto por el Decreto N° 2.644 de
22 de febrero del mismo año, se crea el Servicio de Dentística. Lamentablemente
en 1914, debido a estrecheces financieras, éste es suprimido y los profesionales
pasan a desempeñarse como empleados civiles, para que casi veinte años
después, en 1937 se volviera a completar la planta mediante la incorporación de
veintitrés Subtenientes Dentistas.
90
Suboficiales, y a los empleados de los hospitales y salas militares, suprimiéndose
la atención a las familias de los mismos. A pesar de ello, dos años después el
servicio crece, mediante la creación de una Sub Sección Experimental de Higiene,
consistente en una estación bacteriológica, una red radiológica, y seis
esterilizadores, para lo cual se aumentó el contingente en un Sargento Primero, un
Vice Sargento Primero, ocho Sargentos Segundos, y ocho Soldados Contratados.
91
Figura 47. Compañía sanitaria con sus carros para transportar heridos. Fuente: Historia del
Hospital Militar de Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia
1932-2009, p. 115.
112Primer Congreso de Medicina y Cirugía Militar y Naval de Chile. Santiago, Imprenta Kromos,
1928, p. 2.
92
Figura 48. Rutina de ejercicios. Escuela Militar. Fuente: “Álbum gráfico del Ejército:
centenario de la Independencia de Chile: 1810-1910”. Santiago de Chile: Sociedad
Imprenta y Litografía Universo, 1910.
93
comprender que un soldado o conscripto afectado de una crisis dentaria, pues, las
periodontitis, las pulpitis, las neuralgias dentales, que suelen provocar los dolores
más violentos que puede soportar el hombre, no permite al enfermo que los sufre,
la menor actividad ni el más mínimo esfuerzo de atención ni de reflexión”.115
El mismo Mayor González publicó en 1935 y 1936, dos trabajos acerca del
servicio dental y su papel en las campañas,116 así como otro relativo a la creación
del hospital dental del Ejército, en el cual, de acuerdo a sus planteamientos, “será
atendido el personal militar, como asimismo, los padres, esposas e hijos de éstos
que sufran de enfermedades, accidentes, anormalidades o deficiencias dentales y
que no hayan podido ser tratados por el profesional de la Unidad a que
pertenecen, por falta de elementos u otros motivos. Quedarán hospitalizados
solamente aquellos que, por la gravedad de su lesión u otra causa, se vean
obligados a guardar cama. El Hospital Dental funcionará con su personal propio de
dentistas, médicos, ayudantes, enfermeras y estadísticos, etc., y los servicios
serán independientes, unos de los otros, tanto por lo que respecta a su personal,
como en lo referente a local e instrumental”.117 Además de estos trabajos, el
Subteniente Juan Fuentes,118 y luego el doctor Enrique Del Campo,119 publicaron
obras referidas a la importancia de la ficha dental en cuanto medio de
identificación y fiscalización, y diez años, después, hay que destacar la síntesis
histórica que el Teniente Juan Cordaro realiza del trabajo de los dentistas militares
en el Ejército de Chile.120 Sin duda todas estas obras, correspondientes al período
histórico de los treinta y los cuarenta, contribuyeron a la profesionalización y
fortalecimiento del servicio de salud dental de la institución.
115 González, [Mayor] Alberto. “Importancia del servicio dental en el Ejército”, en Memorial del
Ejército de Chile, mayo-junio de 1935, p. 512.
116 González, [Mayor] Alberto. “Servicio dental en campaña”, en Memorial del Ejército de Chile,
noviembre-diciembre 1935, pp. 1127-1133; “El Servicio de Sanidad en Campaña en relación con el
Servicio Dental en el primer escalón”, en Memorial del Ejército de Chile, mayo-junio de 1936, pp.
427-438.
117 González, [Mayor] Alberto. “Creación del Hospital Dental en el Servicio Sanitario del Ejército. Su
fiscalización del Servicio”, en Memorial del Ejército de Chile, septiembre-octubre 1936, pp. 779-
782.
120 Cordaro, [Teniente Dentista] Juan. “Síntesis histórica de la profesión dental en Chile y en el
94
desarrollar una primera noble vocación, la medicina, atendía al cumplimiento de un
segundo llamado tan elevado como el anterior, servir en el camino de las armas.
Nos atrevemos a plantear que es probable que tal sentido del cumplimiento del
deber, sumado a los talentos culturales y técnicos ampliamente reconocidos en un
médico, hayan significado el primer impulso en el desarrollo del servicio, a la
espera de la tecnificación del mismo en materia formativa especializada. De todas
formas, valga decir que el mismo Hospital Militar organiza los primeros cursos
relativos a la formación sanitaria y a la atención de heridos y enfermos como
producto del combate, y la Academia de Guerra hacía lo propio en materia de
organización y despliegue del servicio en campaña.
121 “El Servicio de Sanidad en el Chaco”, en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1936, pp.
263-270; Abente, Fernando. “La recloruración precoz de los heridos graves del cráneo”. Revista de
Sanidad Militar del Paraguay, en Memorial del Ejército de Chile, mayo-junio de 1936, pp. 447-451;
Vasconsellos, Dr. Cándido. “Sanidad del Ejército en campaña durante la Guerra del Chaco Boreal”.
De la "Revista Militar y Naval", Montevideo, 1944, en Memorial del Ejército de Chile, julio-agosto
1945, pp. 109-117; “Al margen del conflicto ítalo-etíope. La aviación sanitaria italiana en la batalla”.
Traducido de la Revista Francesa L'Air, en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1936, pp.
99-102; Casanueva, [Teniente] Manuel. “La medicina va a la guerra nuevamente”. Traducción de la
Conferencia del Coronel-Cirujano H.W. Jones, del Ejército de EE.UU. en 1942, en Memorial del
Ejército de Chile, julio-agosto 1945, pp. 117-127; Casanueva, [Teniente] Manuel. “La medicina va a
la guerra nuevamente” (conclusión). Traducción de la Conferencia del Coronel-Cirujano H.W.
Jones, del Ejército de EE.UU. en 1942, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre
1945, pp. 90-97; Webster, [Teniente Coronel] P.A. “Labor de la sanidad militar en la campaña de
Birmania”, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1945, pp. 77-79.
122 Sainz, Pedro; y Manuel Bermúdez. “Depuración de las aguas en los diversos escalones del
frente, desde la línea de fuego hasta el comienzo de la zona de etapas”. Tomado de la Revista de
Sanidad Militar Española, en Memorial del Ejército de Chile, mayo-junio de 1936, pp. 441-445;
Sainz, Pedro; y Manuel Bermúdez. “Depuración de las aguas en los diversos escalones del frente,
desde la línea de fuego hasta el comienzo de la zona de etapas” (continuación). Tomado de la
Revista de Sanidad Militar Española, en Memorial del Ejército de Chile, julio-agosto 1936, pp. 639-
654; Vedia, Enrique. “La profilaxis de la sífilis en el Ejército”. Tomado de la Revista Militar de
Sanidad Argentina, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1936, pp. 981-1000.
123 Ontaneda, Luis; Ernesto A. Rottjer; y Rodolfo Q. Pasqualini. “Las formas clínicas de la
tuberculosis en el soldado argentino”, en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1935, pp. 291-
292; “Ficha de salud para Cadetes del Colegio Militar”. Tomado de la Revista Argentina, Memorial
del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1936, pp. 1001-1005; Mazza, Dr. Miguel Ángel. “Servicio
95
Sin duda que, durante este período de la historia, la tan temida y mortal
tuberculosis, enfermedad que azotaba al mundo sin excepciones, movilizó a las
fuerzas de sanidad a tomar medidas. Es así como el 30 de abril de 1942 fue
inaugurada la denominada Casa de la Salud de Guayacán, dirigida al cuidado de
los oficiales, y para lo cual se adquirió un equipo de rayos X móvil, gracias al cual
pudo realizarse por primera vez el examen de Abreu a todo el personal. En esta
lógica es que el mismo año se conformó la Comisión de Medicina Preventiva del
Ejército. Poco después, el 2 de marzo de 1946 comienza a construirse el
Sanatorio Militar, en los terrenos del fundo Quiayal, ubicado en la comuna de San
José de Maipo, con el fin de brindar los cuidados debidos y recuperar la salud del
contingente perteneciente a la institución y que se encontrara afectado de esta
enfermedad. En noviembre de 1948 la casa de Guayacán pasa a llamarse
Sanatorio Militar "Franklin D. Roosevelt”, el cual fue erigido por el Departamento
Cooperativo Interamericano de Obras de Salubridad, como parte “del programa de
salubridad y saneamiento que realiza el Departamento Cooperativo con fondos
cedidos por los gobiernos de Chile y de Estados Unidos, por medio de su Instituto
de Asuntos Interamericanos”,124 y tenía como principal propósito el brindar reposo,
tratamiento y control de la tuberculosis. Junto con ello cabe considerar los estudios
realizados por el Dr. Arturo Rodríguez, quien entre los años 1943 y 1946, publicó
en el Memorial del Ejército de Chile, dos trabajos relativos a la materia
(tuberculosis), dando cuenta de la preocupación existente al respecto dentro de la
institución.125
Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1943, pp. 17-30; “La tuberculosis en el Ejército y la
Ley de Medicina Preventiva”, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1946, pp. 80-
90.
96
Figura 49. Sala de enfermería del Regimiento de Artillería N° 1. “Tacna”. Fuente: “Álbum gráfico
del Ejército: centenario de la Independencia de Chile: 1810-1910”. Santiago de Chile: Sociedad
Imprenta y Litografía Universo, 1910.
97
aparatos ortopédicos prescritos por médicos del Ejército y cuya compra se efectúe
por intermedio de la farmacia del Hospital”.127 Y finaliza recalcando el especial
espíritu que anima, dentro de la historia del Ejército, una medida como ésta, al
decir que “no olvidemos que nuestra Institución tiene una tradición de
compañerismo jamás desmentida y que nunca mejor que en el caso de una
enfermedad, se presenta la ocasión de llevarla a la práctica. La ‘Ayuda Colectiva’
proporciona los medios para que este compañerismo sea algo efectivo”.128
98
como en tal espacio de tiempo se dieron a conocer artículos referidos a tópicos tan
variados, como interesantes, tales como la respiración,132 la guerra química,133 la
geografía médica,134 la previsión social,135 la psiquiatría militar,136 la biotipología
militar,137 el papel de la educación física,138 el contacto con servicios de sanidad
de países diversos,139 algunas necrologías alusivas a antiguos camaradas de
armas y del servicio, en justo reconocimiento a la abnegada labor realizada,140 e
incluso la reconstrucción de una historia relativa a un episodio vivido por un
médico en plena Guerra de Secesión norteamericana en 1844.141
En términos orgánicos, los últimos años de la década del cincuenta y los primeros
del sesenta constituyen un momento clave en la conformación y denominación del
servicio. El 13 de febrero de 1957, según lo dispuesto por el Decreto Supremo N°
51, se dispone que el Servicio de Sanidad pase a llamarse Departamento de
Sanidad e Higiene,142 denominación que tendrá muy corta duración en el tiempo,
132 Del Fierro, [Capitán] Jorge. “La respiración y los ejercicios respiratorios”, en Memorial del
Ejército de Chile, enero-febrero 1943, pp. 31- 50.
133 Terraza, [Capitán] Julio. “Guerra química”. Traducción del Manual Sanitario del Ejército Italiano,
Ejército de Chile, septiembre-octubre 1939, pp. 679-684. Pereda, [Capitán] Electo. “Cultura Física
en el Ejército. Sus proyecciones sociales”, en Memorial del Ejército de Chile, septiembre-octubre
1940, pp. 661-664.
139 Concha, [Teniente] Miguel. “Sobre visita a los servicios de sanidad del Ejército del Brasil”, en
Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1950, pp. 57- 65; “La décimo tercera sesión de la
Oficina Internacional de Documentación de Medicina Militar”, en Memorial del Ejército de Chile,
enero-febrero 1951, pp. 21-26; Rabdil, [Capitán] Alejandro. “Algunos organismos del servicio
médico de los Estados Unidos de Norteamérica”, en Memorial del Ejército de Chile, julio-agosto
1954, pp. 101-130.
140 “Necrología: El General de Sanidad Sr. Eduardo J. Ostornol Varas”, en Memorial del Ejército de
Chile, julio-agosto 1942, pp. 1641-1642; “Necrología. El Coronel de Sanidad (R) Dn. Marcos
Donoso”, en Memorial del Ejército de Chile, septiembre-octubre 1948, p. 187; “Necrología: El
Mayor de Sanidad don José S. Salas”, en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1956, pp.
122-124
141 Folch, Dr. Mario. "Mi General: Un médico desea hablar con Ud.”, en Memorial del Ejército de
distribuido en dos volúmenes consecutivos del Memorial, acerca del tema de la higiene militar.
Larraín, [Teniente Cirujano] Dr. Arturo. “Aspectos modernos de la higiene militar”, en Memorial del
99
ya que a través del Decreto Supremo N° 17, de 20 de enero de 1961 se dispone
que pase llamarse Dirección de Sanidad del Ejército, dependiente del Ministerio de
Guerra. Pocos días después, el Decreto Supremo N° 51, de 8 de marzo de 1961,
crea el Departamento Odontológico, y con posterioridad, el Decreto Supremo N°
181, de 4 de julio de 1962, crea la Central Odontológica del Ejército, bajo
dependencia del Departamento Odontológico, con lo cual dejaba de depender del
servicio dental de Hospital Militar.143
Ejército de Chile, mayo-junio 1957, pp. 98-122; “Aspectos modernos de la higiene militar”, en
Memorial del Ejército de Chile, julio-agosto 1957, pp. 78-104.
143 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
100
Figura 50. Sala de enfermos. Fuente: La medicina y el Servicio… 1520-2004, p. 103.
La victoria en la Guerra del Pacífico, así como sus consecuencias más nefastas
(muertos y heridos por doquier) constituyeron el gran impulso, en la mente de los
hombres de Estado, en orden a construir un recinto hospitalario de carácter
especializado en materia de sanidad militar. Es así como la Ley N° 2.408 de 1898
dispuso la creación de un hospital militar dependiente de la Dirección del Servicio
Sanitario Militar. Al mismo tiempo se encomendó a un grupo de profesionales de la
medicina formar un comité especializado con el propósito de decidir en torno a
todo aquello que tuviera que ver con la instalación y organización del naciente
hospital. El grupo estuvo integrado por el Decano de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Chile, Dr. Ventura Carvallo, por los doctores Gregorio Amunátegui,
Daniel Rioseco, Waldo Silva, por el Director del Servicio Sanitario, Dr. Ramón E.
Vega, y por los cirujanos militares, Cornelio Guzmán y Eduardo Moore.145
145 Cubillos, Lorenzo. “Los cirujanos en la historia de tres Facultades de Medicina tradicionales”, en
Revista Chilena de Cirugía (56), febrero 2004, pp. 74-89. El Decreto disponía que: “Una comisión
compuesta del Jefe del Estado Mayor General, que la presidirá: del decano de la Facultad de
Medicina, el doctor don Ventura Carvallo E.; del Jefe de la segunda Zona Militar, General de
Brigada don Fernando Lopetegui; del Intendente General del Ejército, don Domingo de Toro H.; del
Director del Servicio Sanitario, doctor Cornelio Guzmán; del Capellán Mayor del Ejército, presbítero
don Francisco Lisboa, y del Cirujano Jefe del Servicio Sanitario de la Segunda Zona, doctor Waldo
Silva P., que hará de Secretario, se encargará de hacer los estudios necesarios para la mejor
instalación del referido hospital, proponiendo al gobierno por conducto del Ministerio de Guerra, el
101
Sin perjuicio de esta buena disposición producto de los eventos del pasado
reciente (la guerra y sus consecuencias), de lo mandatado por la ley (argumento
importante dado el carácter legalista de la sociedad chilena), y de la conformación
del comité de expertos, aún faltarían poco más de tres décadas para que el
Hospital Militar de Santiago se constituyera como un hecho tangible.
A inicios del siglo XX el tan anhelado proyecto de contar con un hospital militar
seguía siendo más un sueño que una realidad. Con el fin de matizar las profundas
necesidades que esta situación generaba es que en 1900 el Hospital San Vicente
de Paul permitió acoger una sala militar en su interior. El clamor por contar con un
centro especializado se dejaba sentir, tanto por parte de las autoridades civiles
como militares. El General Elías Yáñez, Comandante General de Armas de
Santiago146 ofició ante el Ministerio de Guerra manifestando la necesidad de
contar con un hospital militar, mientras que el titular de la cartera, don Wenceslao
Bulnes lo transmitió al Congreso Nacional.
Del mismo modo, en el recordado año de 1914, cuando los cañones de la Primera
Guerra Mundial ya asolaban la aparente paz vivida en Europa, y bajo el gobierno
de Ramón Barros Luco, se determinó mediante un Decreto,147 la creación de un
comité de búsqueda y recolección de recursos destinados a la construcción de un
hospital militar. Ésta funcionaría bajo la supervigilancia y dependencia del
Ministerio de Guerra, que por ese entonces estaba encabezado por el Dr. Ramón
Corbalán Melgarejo. Se planteaba que: “La atención medica de los enfermos
graves del Ejercito se ha hecho hasta el presente en condiciones que no
corresponden a sus verdaderas necesidades i conveniencia, debido a la falta de
local en que debe instalarse, el personal, los instrumentos, medicinas, útiles, y, en general los
artículos que sean necesarios para su funcionamiento”.
146 El Mercurio, 30 de septiembre de 1910.
147 Decreto del Ministerio de Guerra, de 1° de agosto de 1914, en Boletín Oficial del Ministerio de
Guerra (29 de agosto de 1914), citado en Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago
del “General Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2009, p. 42.
102
un establecimiento adecuado a este objeto”.148 Al mismo tiempo, que el
presupuesto del Ministerio de Guerra no contemplaba la glosa relativa a la
mantención de salas especialmente asignadas a personal militar en el Hospital
San Vicente de Paul, y se reconocía abiertamente que “el retardo inmotivado de
curación de los individuos del Ejército ocasiona grave perjuicio, sustrayéndolos del
servicio de la filas”, y que tales daños podrían verse resueltos mediante la
“creación de un Hospital Militar, el que al mismo tiempo serviría para preparar
convenientemente el personal de practicantes i enfermeros militares, que carecen
de establecimiento apropiado para su instrucción”. Además, se esperaba que éste
cumpliera también funciones complementarias a lo antes mencionado, por medio
de la “fundación de un laboratorio destinado a exámenes técnicos en caso de
simulación de enfermedades, como para los Cirujanos del Ejército, completaran
sus conocimientos, especializándose en los estudios médicos militares”.
Finalmente se disponía que la mentada comisión estaría compuesta por el Jefe del
Estado Mayor, General Arístides Pinto Concha, el Subsecterario del Ministerio de
Guerra, Francisco Donoso Carvallo, el Director de la Escuela Militar, Coronel
Roberto Dávila, el Vicario General Castrense, Rafael Edwards, el Cirujano Jefe del
Servicio, Luis Ábalos, el Comandante del Regimiento Cazadores, Teniente
Coronel Rafael Toledo, y el Cirujano 1° José Salas, quien haría las veces de
secretario.
148 Ministerio de Guerra. Decreto A.I. N° 1.058, 7 de junio de 1915, citado en Historia del Hospital
Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009,
Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 42.
103
Figura 51. Frontis del Hospital Militar de Santiago. C. 1980.
149Figueroa, Virgilio. Diccionario Histórico, Biográfico y Bibliográfico de Chile, Tomo II, Santiago,
Establecimientos Gráficos Balcells y Compañía, 1928, p. 261.
104
atención y curación de los miembros del Ejército, hizo que en 1915 la autoridad del
Estado los facultara para ser atendidos en cualquiera de los hospitales que se
encontrara en la misma localidad que la unidad de los militares150. Si bien es cierto
que esta decisión implicaba un beneficio a la vez que una solución al problema,
estaba claro de que era solo temporal, ya que no se consideraban la cobertura de
las necesidades específicas que un militar pudiera presentar como consecuencia
del ejercicio de su deber profesional.
La concreción del tan ansiado recinto hospitalario comienza a ver la luz a partir del
año 1924, tras la fundación del Instituto Militar de Higiene Social. Fue gracias a la
filántropa Martina Barros, quien donó al Ejército unos amplios terrenos ubicados
en la plazuela Los Leones, que el Instituto pudo instalarse y comenzar a cumplir
con su cometido. Las características de aquel espacio, su ubicación y
accesibilidad, contribuyeron a convencer a los interesados en la construcción de
un hospital militar, que constituía el lugar ideal para la concreción del tan
postergado sueño.152
Dos años después, en 1926 Francisco Javier Díaz, quien ejercía como Arquitecto
Jefe del Ministerio de Guerra, comenzó a elaborar los planos del hospital militar
que se instalaría en los terrenos antes mencionados, comenzándose la
construcción en 1927. Solo la obra gruesa tuvo un costo de superior a los
$350.000, monto que era administrado por el Comité Pro-Hospital Militar.
150 Ministerio de Guerra. Decreto A.I. N° 1.058, 7 de junio de 1915, citado en Ejército de Chile.
Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de
Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p.42.
151 Huneeus, Teresa. Cuidad, hospital y cuerpo: arquitectura higienista para recuperar la salud: el
Hospital del Salvador en Santiago de Chile (1870-1910). Tesis para optar el gado de Licenciada en
Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Instituto de Historia, 2006. Inédita.
152 Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
105
Los desafíos no cesaban, y las emergencias y requerimientos tampoco. Es por ello
que durante aquel tiempo se envió a un grupo de cirujanos militares en misión a
Francia, específicamente al Hospital Militar Val-de-Grace, en París, con el fin de
capacitarse en materias propias de su quehacer, así como para también adquirir
insumos para la institución.153 En buena hora el Ejército demostraba su capacidad
y altura de miras en orden a potenciar y mantener su servicio de sanidad, cuando
lo inesperado ocurrió. En las primeras horas del 7 de julio de 1927 el tren que
transportaba a una delegación de la Escuela Militar con rumbo a Buenos Aires,
descarriló tras colisionar con un convoy a la altura de la estación de Alpatacal,
Argentina. El saldo fue de 12 muertos y 31 heridos, una delegación de jóvenes
militares chilenos diezmados mas no vencidos, quienes tras el accidente
continuaron hasta la capital argentina, y en medio de los vítores de la ciudadanía
fueron ovacionados como los héroes que verdaderamente eran.154 Pero por otro
lado hubo que avocarse a la atención de los heridos, tarea para la cual se
organizó un hospital de carácter militar en las dependencias del Hospital del
Salvador. El peso de la tragedia que conmovió no solo a un país, sino que a dos, y
sensibilizó a las autoridades de aquel hospital, quienes autorizaron la instalación
provisional de un hospital militar en el Pabellón Cousiño, el cual funcionó hasta
agosto de 1932, siendo sus directores los Tenientes Coroneles Manuel Torres
(1927-1928), José María Lorca (septiembre de 1928), Arístides González
(diciembre de 1928 a marzo de 1932), y el Mayor Flaviano Meza (marzo a agosto
de 1932).155
Aún sin haberse inaugurado el Hospital Militar, desde un cierto punto de vista éste
crecía al alero de los avances que experimentaba el Instituto Militar de Higiene
Social, el cual en 1928 incorporó tres servicios clave para su gestión. Se trataba
de un laboratorio clínico, un servicio de urología, y otro de radiodiagnóstico, los
cuales constituirían pilares fundamentales en el devenir del futuro hospital militar
de Los Leones.
106
la obra gruesa, con lo cual el hospital se transformaba en una realidad cada vez
más real y tangible.156
septiembre de 1932, p. 1014, citado en Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago
del “General Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2009, p. 56.
107
Figura 52. Luis Felipe Brieba Arán (1870-1945) (General de División) Primer Director del Hospital
Militar de Santiago, nombrado en 30 de agosto de 1932. Fuente: Historia del Hospital Militar de
Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009, p. 56.
El General Brieba Arán estuvo al frente del hospital por un breve período. De
hecho, el 16 de octubre de 1933 renunció a su cargo. Sin perjuicio de esto su labor
fue ardua y fructífera, ya que bajo su gestión se inauguraron las salas Ramón
Allende Padín, Candelaria Pérez, y Pensionados, además de empezar a funcionar
los servicios de cirugía menor, otorrinolaringología, oftalmología, medicina interna,
neurología, y electroterapia, y establecerse un servicio de ambulancia para el
traslado de enfermos a los diversos hospitales de la capital, e incluso fuera del
radio urbano. En relación a este último servicio, no cabe duda de que abrigaba un
doble propósito: servir y recaudar. Se sabe que: “Las tarifas variarían según grado
militar y destino. Dentro del radio urbano, los oficiales pagarían $ 15; y la tropa, $
5. Fuera del radio urbano, el costo mínimo sería de $ 20 y $ 10, respectivamente,
con un recargo de $ 0,50 por kilómetro recorrido. El servicio sería extensivo a los
miembros inmediatos de las familias de todo el personal del Ejército. Los fondos
108
recaudados se destinarían a la adquisición de combustible, repuestos y gastos
relacionados”.159
Figura 53. Dr. Manuel Mella en la sala de radioterapia. Fuente: Historia del Hospital Militar de
Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009.
159Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 61. No
puede dudarse de la importancia atribuida al servicio de ambulancias. En febrero de 1934 se
adquirió una ambulancia Dodge, en 1935 una Studebaker, y en 1940 una Ford.
109
gracias al alza de los precios cobrados por cada servicio y se desarrolló bajo la
dirección del Teniente Coronel de Sanidad Enrique Pacheco (quien había asumido
en su cargo el 11 de julio de 1935). Para el caso de todos los efectivos que se
encontraran entre Sargento 2° y Soldado, la medida alcista solo se mantuvo por
un año, puesto que ella afectaba notoriamente su presupuesto personal, dañando
gravemente su calidad de vida y las de sus familias, consecuencia nefasta y poco
aceptable para una institución cuyo propósito esencial es el de servir, motivo por el
cual se les liberó del pago correspondiente a la atención médica en el policlínico.
Figura 54. Sala de Cirugía. Fuente: Historia del Hospital Militar de Santiago del General Luis Felipe
Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009, p. 56.
Entre los años 1938 y 1939 el hospital cubrió la atención de 1.595 pacientes
hospitalizados y de 15.302 personas que recurrieron a éste en materias vinculadas
al uso de laboratorios, botica y policlínico,160 debiendo tomarse en cuenta que
ambas cifras cubren a los heridos tras el devastador terremoto ocurrido en Chillán
en enero de 1939.161
La vida del hospital continuó desarrollándose con normalidad hasta 1942, año en
que se proyectó su primera ampliación, dadas las crecientes necesidades que el
160 Memoria de Guerra, 1938-1939, citado en Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de
Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago,
Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 65.
161 A.H.L.F.B.A., Min. De Defensa Nac., Sec. De Guerra, S. 1. N°235. Exp. 1828, Santiago 8 de
marzo de 1939. Fdo. A. Cabero, citado en Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago
del “General Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2009, p. 64.
110
servicio requería (incluso en 1941 se inauguró un policlínico especializado en el
tratamiento de alergias). Es así como bajo la dirección del Coronel Víctor Labbé
(asumido el 26 de julio de 1940), se expropiaron algunos terrenos contiguos al de
Los Leones con el fin de construir nuevos edificios que no verían la luz sino hasta
un par de años después. Junto con las legítimas pretensiones de crecer, en 1941
el Ejército se encontraba preocupado por el mejoramiento de la cobertura, para lo
cual se fijó un nuevo sistema tarifario transitorio, además de organizarse una
colecta interna con el fin de recaudar fondos dirigidos a costear los gastos en que
incurrieran los pacientes de más limitados recursos económicos.
Figura 55. Pasillo del ala central del antiguo Hospital Militar de Santiago y Central de Esterilización.
Años 30 Fuente: Historia del Hospital Militar de Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la
comuna de Providencia 1932-2009, p. 63.
162La información que sigue está tomada de Estado Mayor General del Ejército. Galería de
hombres de armas de Chile. Tomo III. Períodos de las influencias alemana y norteamericana:
1885-1952, Santiago, Impresores Barcelona, 1987, pp. 97-98.
111
Santiago, y entre los años 1883 y 1886, en la Escuela Militar. En 1891 se vio en
medio de la Guerra Civil, organizando la compañía del Batallón Navales de
Pisagua, luego de lo cual fue tomado prisionero y sometido a un tribunal militar en
Iquique. A fines del mismo año fue ascendido al grado de Sargento Mayor,
sirviendo en el Batallón de Infantería N° 3, y años más tarde, en 1901, ascendió a
Teniente Coronel, para comandar los Regimientos Carampangue en Concepción,
el Valdivia en Tacna y el Buin en Santiago. Luego, en 1905, y tras ser Jefe del
Estado Mayor de la II División por un lapso de dos años, fue designado agregado
militar en la Legación de Chile en Francia. Coincidente con el Centenario de la
Independencia, en 1910, es ascendido al grado de Coronel y Comandante de la
Cuarta Brigada de Infantería, correspondiente a la guarnición de Valparaíso. Tan
solo dos años después fue designado Director de la Academia de Guerra, cargo
en el que se mantuvo por los siguientes cinco años, para luego de ascender al
grado de General de Brigada, y partir a España con el objeto de liderar la
incorporación de oficiales que viajaban a incorporare a institutos técnicos. Antes
de ascender a General de División en 1921, le correspondió ejercer como
Comandante de la II División del Ejército y como Jefe del Estado Mayor General
de la Institución, instancia en la cual le cupo proponer al Gobierno los principios
para reformar el Ejército. A fines de 1924, el Presidente Arturo Alessandri Palma lo
nomina como su Ministro de Guerra y Marina. Tras una larga y fructífera carrera
militar, el General Brieba Arán falleció un 21 de mayo de 1945, pero su nombre
forma parte innegable de la historia del Ejército de Chile, la Sanidad Militar y del
Hospital Militar de Santiago.
Figura 56. Bautizo de ambulancia Ford, en 1940. Fuente: Historia del Hospital Militar de Santiago
del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009, p. 56.
112
La segunda mitad de la década del 40 significó un gran impulso en el desarrollo
del hospital, en especial en lo que tuvo que ver con el aumento en los servicios
ofrecidos a sus pacientes.163 Es así como bajo la dirección del Coronel Aníbal
González (1946-1953) se organizó un pabellón odontológico en el cual se llevaron
a cabo servicios de cirugías, conductoterapias, odontopediatrías, ortodoncias,
parodoncias, prótesis dental, prótesis maxilofacial, traumatología dental, rayos X y
atención general en el policlínico.
163 Para esta época se habían publicado trabajos relativos a variadas enfermedades, tales como el
tétanos, la sífilis y la gripe, con lo cual tendemos a pensar que el personal médico del hospital se
encontraba en un permanente estado de atención y preparación. Al respecto pueden consultarse
los siguientes: Del Campo, Dr. Enrique. “El Tétanos”, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-
diciembre 1936, pp. 1007-1008; Dorr, Otto. “Estado actual del tratamiento de la sífilis y su
aplicación en el Ejército”, en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1945, pp. 197-201;
Donoso, [Teniente Coronel] Rodrigo. “Consideraciones sobre la epidemia de gripe en Antofagasta”,
en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1946, pp. 56-68.
164 De Cervantes, Cecilia. “¿A qué se llama Laboratorio Fenwal?”, en Memorial del Ejército de
113
Figura 57. Personal trabajando en el Laboratorio Fenwal. Fuente: Historia del Hospital Militar de
Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009, p. 74.
En esta misma lógica, un par de meses antes, el mismo Memorial, afirmaba que
“lo que representa el mayor adelanto y que ha colocado al Hospital Militar a tono
con las mejores Clínicas de Chile y de América, es el reemplazo que se ha hecho
de los tubos con fluidos para uso parenteral por frascos especiales con
dispositivos adecuados, en los que se cuida desde la calidad del vidrio, que debe
ser neutro, el lavado, que se hace por medio de detergentes y la preparación de
las soluciones, que se hace en forma totalmente automática. No existe peligro
alguno de shock por pirógenos, los que son secuela de las aguas añejas
contaminadas y con materia orgánica, ni existe peligro por reacciones secundarias
debidas a impurezas de las materias primas, por cuanto éstas son
cuidadosamente seleccionadas y sometidas previamente a los ensayos de
identidad y de pureza que determinan las Farmacopeas Chilenas III Edición y de
los EE. UU., XI Edición”.165 En la tabla que sigue puede observarse el detalle de la
producción del laboratorio hacia el año 1950.
165“Una obra de progreso y de beneficio”, en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1949, pp.
145-146.
114
Tabla N° 1: Producción detallada entre enero y diciembre de 1950
Elaboración Unidades
Suero Fenwal 1.000 c.c. 1.859
Vitaminas C, B1, B6 11.537
Solución Tzanck 635
Soluciones inyectables varias 39.728
Envases de Unidades
Sulfatiazol (tubos) 98
Sulfadiazina (tubos) 640
Aceite de Bacalao (frascos) 169
Colonia (frasco) 710
Fuente: Ejército de Chile (2009). Historia del Hospital Militar de Santiago del “General
Luis Felipe Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009, p.74.
115
En el área de neurología y neurocirugía del hospital son recordados los nombres
de los doctores Eduardo Fuentes, quien pocos años después (en 1954) fundó el
Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar de Santiago, y el de Sergio Ferrer,
quien luego de realizar estudios de especialidad en Francia, asume como jefe de
la sección de neurología y electroencefalografía. Solo un año antes de la
inauguración del servicio de neurocirugía, el doctor Fuentes había publicado en el
Memorial del Ejército de Chile correspondiente a 1949, un trabajo titulado
“Neurocirugía Militar”, el cual era descrito por su propio autor como el “primero de
una serie de publicaciones de difusión científica, referentes a la especialidad de
Neurocirugía”166, basada en la descripción pormenorizada de las lesiones y
procedimientos cráneo-cerebrales sufridos por los soldados durante la Primera y la
Segunda Guerra Mundial, tal y como se expresa por medio de la imagen que sigue
a continuación.
116
Los enormes avances que experimentaba el hospital hacia la segunda mitad de
los años cuarenta, invitaron a pensar en la necesidad de construir un nuevo
inmueble capaz de sostener la creciente demanda de servicios, así como su
natural y esperable expansión y complejización. En 1948 el Coronel González, su
director, manifestaba que con apenas 136 camas el hospital era incapaz de
atender adecuadamente las “las justas solicitaciones del personal”,167 haciéndose
necesario adquirir nuevos terrenos dotados de las condiciones apropiadas para la
comisión de la labor curativa que correspondía a éste. En sus palabras, lo mejor
sería comprar “cinco o seis hectáreas de terreno, a buena distancia de los barrios
industriales o fabriles, lejos del bullicio de la ciudad, con facilidades de acceso y,
dentro de lo posible, con una hermosa perspectiva panorámica”. 168 De hecho en
1949 se planteaba que: “El Hospital Militar fue concebido y edificado hace ya más
de veinte años. La técnica de su construcción, su emplazamiento, su capacidad,
etc., correspondieron seguramente al criterio y a las necesidades de la época. El
tiempo, en su marcha incesante hacia el progreso, ha cambiado substancialmente
los términos del problema [refiriéndose en tal sentido al presente del hospital]”.169
A pesar de lo coherente del plan, éste fue desechado por un comité creado para el
estudio de su factibilidad. En consecuencia, diez años después, en 1958, se
decidió ampliar y mejorar el edificio del hospital en Los Leones.
167 Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 87.
168 Ibíd., p. 88
169 Dirección del Hospital Militar. “El problema del Hospital Militar”, en Memorial del Ejército de
117
Figura 59. Sala Cornelio Guzmán a mediados de los años 30. Fuente: Historia del Hospital Militar
de Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009.
La pretensión por mejorar no cesaba y fue así como durante la segunda mitad de
los sesenta se encomendó al TCL. (OSS), Dr. Patricio Silva, quien ejercía la
función de residente jefe, organizar un servicio que estuviera a disposición de los
pacientes las 24 horas del día, ya que hasta ese momento la labor del hospital se
circunscribía a un muy restringido horario: después del almuerzo y por las tardes,
además de que los servicios de rayos, anestesia, y transfusiones lo hacían solo
durante las horas de trabajo, así como un “servicio de urgencia débil”.172 Del
mismo modo, se diseñó una ampliación del hospital, mediante la construcción de
170 Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 83.
171 Ibíd., p.89
172 Ibíd., p. 90.
118
un pensionado, el cual se erigiría en paralelo a la calle Holanda. Para este trabajo
el TCL. (OSS) Silva se hizo acompañar de los doctores Atilio Piera, subdirector
médico, y Raúl Campusano, más tarde director del hospital entre los años 1960 y
1966.
Así como el hospital crecía por un lado, también se empequeñecía por el otro. En
1969 un fatídico incendio destruyó el segundo piso de la casona original,
perdiéndose una cantidad importante de documentación relativa a la vida del
hospital, pero su primer piso siguió albergando los policlínicos, y las dependencias
de medicina interna y farmacia hasta 1975. Para hacer frente a la pérdida de
espacio, varias dependencias debieron ser trasladadas al ala sur, entre ellas la
dirección del hospital, el departamento de finanzas, la ayudantía general, el
auditorio, informática, las subdirecciones de administración y médica, y la oficina
de las máquinas de contabilidad.174
173Ibíd., p. 92.
174Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 94.
119
como fiscalizar el avance y cumplimiento de los diversos trabajos 175. De esta
forma el hospital estuvo casi listo en 1973, momento en que se suspendió un
crédito ofrecido al país por la Alemania Oriental, el que más tarde fue asumido por
la Alemania Federal, a lo cual se sumaron los aportes que hizo el mismo Ejército,
gracias a lo cual, hacia 1976, pudo concluirse el trabajo. Los avances en materia
de infraestructura no fueron los únicos que destacaron al Hospital Militar durante
esta época, sino que también lo hizo la incorporación de médicos militares y civiles
que, al paso del tiempo, tendrían una destacada carrera profesional, tales como:
Cap. (OSS) Juan Hepp, Cap. (OSS) Luis Fernando Coz, May. (OSS) Alejandro
Mandujano, y los Dres. Arturo Salas, Domingo Videla, Leopoldo Suárez, Horacio
Ríos, Sergio Gajardo, Eduardo Wainsteins, Agustín Espejo, Wilfredo Calderón,
Humberto Del Fávero, Domingo Godoy y Julio Rodríguez, entre otros.
Figura 60. Vista del Hospital Militar de Santiago por Avenida Providencia, década de 1930. Fuente:
Historia del Hospital Militar de Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de
Providencia 1932-2009, p. 57.
120
Capítulo V
La modernización del Hospital y del Servicio (1978-2018)
Junto a los avances en hemodinamia, el año 1978 marcó otro hito en la historia del
Hospital Militar, ya que en el mes de mayo la Dra. Pilar Gazmuri logró detectar el
primer caso de cáncer de mama a través de medios no invasivos ni palpables,
sino que gracias a “un aparato para oído que estaba para la baja”,176 el cual
adaptó, junto a la tecnóloga Jefe de Rayos, Sonia Capetillo, para así lograr su
cometido.
176Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 104.
121
sido posible su desarrollo, ni el hecho de que su primer paciente (un voluntario)
hubiera recuperado la audición tras haberla perdido luego de padecer una
meningitis.
Figura 61. Hospital Militar de Santiago. Ala sur (2008). Fuente: Historia del Hospital Militar de
Santiago del General Luis Felipe Brieba Arán” de la comuna de Providencia 1932-2009, p. 92.
Los grandes avances llevados a cabo durante ese año no se detuvieron ahí, ya
que se realizó la primera operación a corazón abierto, a cargo del Mayor (OSS)
Domingo Godoy Ibáñez, quien en ese entonces se desempeñaba como parte del
122
equipo de cirugía cardíaca del Hospital del Tórax,178 además de inaugurarse la
maternidad del hospital. Y en un verdadero espiral de desarrollo, al año siguiente
(1983) se inauguró la torre quirúrgica, edificio de siete pisos y once pabellones, un
helipuerto, gimnasios para rehabilitación, zócalo y subterráneo, con lo cual el
hospital continuaba creciendo materialmente, haciéndose capaz de albergar una
mayor cantidad de servicios y prestaciones de alta calidad y complejidad en
materia de prevención, curación y rehabilitación. Esto último se vio confirmado con
la adquisición del primer tomógrafo axial computarizado (TAC) en el mes de julio,
luego de que el año anterior (1982) el departamento de imagenología fuera dotado
de un ecotomógrafo. Estos grandes avances se vieron coronados con la
inauguración del servicio de urgencia pediátrica, bautizado con el nombre de la
Sargento Segundo Cantinera Irene Pérez, el 3 de septiembre de 1984.
En este sentido, habiendo transcurrido solo dos años del primer intento, en 1987
se realizó un segundo trasplante, esta vez a una mujer aquejada de una grave
enfermedad, presentándose complicaciones durante el postoperatorio, lo que más
tarde la llevaría a la muerte. Sin perjuicio de estos reveses, el hospital continuó en
la senda trazada en esta materia, realizándose en 1989 un tercer procedimiento,
ahora a un hombre que padecía hepatitis clase B, quien sobrevivió cuatro años a
la operación, y fallece a consecuencia de una reinfección en el órgano
trasplantado. Ese mismo año se realizó una cuarta operación. La beneficiaria,
178Los autores agradecen la información brindada para efectos de la escritura de este libro al GDB
(R) Ricardo Felipe Imperatore, Jefe de Sanidad del Ejército entre los años 2000 y 2004.
Comentarios y aportes al proyecto de Historia de Medicina Militar, Santiago, Documento, 2018.
123
padecía hepatitis clase C, y tuvo una sobrevida de 19 años, falleciendo en febrero
de 2008. Como puede verse, en menos de diez años, el hospital había conseguido
altos niveles de eficiencia y eficacia en el desarrollo de este tipo de
procedimientos, transformándose en un puntal a nivel nacional y continental en
ésta compleja cirugía.
124
convirtió en la primera enfermera oncológica, tras recibir capacitación en el ámbito
de las quimioterapias. Gracias a todo esto, en 1988 el hospital comenzó a realizar
los primeros trasplantes de médula ósea, los que a la fecha ascienden casi a
doscientos.
183 Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009, p. 130.
184 Para el año 2010 la proporción de atenciones de este servicio era de un 70% relacionado a
paciente con dolor no oncológico y de un 30% oncológico. Velasco, Maritza. “Servicio de Dolor
Hospital Militar: A 20 años del comienzo”, en Revista El Dolor (53), 2010, p. 58.
125
del desarrollo conseguido por el hospital en el ámbito de la innovación en salud y
de la formación continua.
126
forma esporádica y con muy pocos alumnos. Sin embargo, esta situación comenzó
a revertirse a partir del año 2000”.186 De esta forma, y bajo la dirección del ya
mencionado Crl. Mandujano el hospital abre sus puertas a la formación de
estudiantes pertenecientes a diversas carreras del rubro de la salud,
pertenecientes a la Pontificia Universidad Católica de Chile, a la Universidad de
Concepción, a la de Santiago, de Valparaíso, Mayor, de los Andes (400 alumnos e
internos, y 30 becados hacia el 2008), y recientemente, de la Universidad
Bernardo O’Higgins.
127
Bajo la dirección del CRL. Antonio Cordero (2000-2004), el 2002 se inauguró el
pensionado de pediatría, y el 2003 la Dra. Josefina Jofré dio inicio, tanto en Chile
como en Sudamérica, al trabajo con imágenes moleculares, gracias a la
adquisición de la llamada cámara de PET (tomografía por emisión de positrones),
revolucionando el trabajo de diagnóstico, etapificación, medición de recurrencias y
evaluación de tratamientos de enfermedades altamente complejas, en especial del
cáncer. La implementación de esta última innovación requirió realizar ingentes
esfuerzos de coordinación con la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN),
responsable de implementar un ciclotrón mediante el cual producir los
radioisótopos necesarios para la cámara PET (F18-FDG).
128
de melanoma intraocular por medio del uso de la placa de yodo 125 y de la
termoterapia transpupilar.
129
más profundas que inspiran el quehacer del hospital. Esto se ve refrendado en las
palabras del Dr. Rodrigo Santelices, quien planteaba: “lo más relevante es el
enfermo a quien hay que darle todas las opciones, con una intervención: eficiente,
oportuna y segura. Para ello, es necesario la comunicación y el trabajo en
conjunto de las distintas especialidades médicas, quirúrgicas y de apoyo”.192
192 Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 2009., p. 154.
193 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
130
tenía por misión brindar tratamiento médico, fisiátrico, y psiconeurológico a
menores pertenecientes a la familia militar y que así lo requiriesen.
131
mismo año, se realiza un convenio con las Isapres, con lo cual se aumentan los
recursos captables por el sistema de salud.197
La ejecución del proyecto, que queda en las manos del Mayor General Juan Emilio
Cheyre Espinosa, se divide a su vez en catorce sub proyectos específicos, a
saber: reglamentación y doctrina del servicio de sanidad; personal; sanidad de
campaña; difusión y comunicación del Sistema de Salud del Ejército (SISAE);
medidas remediales; medidas preventivas; desarrollo del primer nivel de atención;
desarrollo del segundo nivel de atención; convenios de salud; atención
odontológica; instalaciones de salud de la Región Metropolitana; edificio
corporativo del Comando de Salud; Hospital Militar de La Reina; y remodelación
del Hospital Militar del Norte.
132
Como consecuencia, y con el fin de organizar y llevar adelante la propuesta de
modernización general, es que en marzo de 1999 se crea el Comando de Salud
del Ejército (COSALE), el que a través de una organización departamental
multidisciplinaria, cumple la función de “clarificar” y “asesorar” en todos los
aspectos propios de la “ejecución y gestión de la acción sanitaria y de todas
aquellas funciones que la complementan”.200 Asumió como primer Comandante
del COSALE el General Eduardo Arriagada Rehren, quien a su vez ejercía como
Jefe de Sanidad, y tuvo a su cargo a oficiales de sanidad, de sanidad dental, de
Estado Mayor, Ingenieros Politécnicos Militares, de Armas y de los Servicios, y a
personal civil capacitado en las áreas propias de la gestión de salud. Bajo
dependencia del COSALE se creó el Fondo de Salud Previsional del Ejército
(FOSAPRE), con el objetivo de mejorar el manejo administrativo de los recursos
financieros.
200 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2004, p. 154.
201 Ibíd., pp. 146-147.
202 Ibíd., p. 171.
133
carpas, estantes de fierro, mesas e instrumental quirúrgico obsoleto, además de
un grupo electrógeno que funcionaba muy bien. Todo bajo la custodia de la
asesoría de sanidad de la II División de Ejército. Lo precario de estos elementos,
sumado a la iniciativa de la Dirección de Sanidad del Ejército concordantes con las
políticas sociales de colaboración a la ciudadanía, más el irrestricto apoyo del
entonces Comandante en Jefe del Ejército Ricardo Izurieta Caffarena y sus
sucesores, dio pie para evaluar la adquisición en el país o el extranjero, de un
moderno hospital de campaña, con capacidad para resolver patologías propias del
trauma en combate, es decir, resolutividad quirúrgica a menos de una hora de
evacuación (hora dorada).
Por último, en el año 2006 se agrega un módulo dental y otro pabellón quirúrgico
también de procedencia alemana (DREHTAINER).
Como misión brinda apoyo sanitario integral a una Unidad de Armas Combinadas,
participa en Operaciones de Paz, apoya a la población civil en situaciones de
134
desastre-catástrofe, y mantiene alistamiento operacional de Enfermeros Militares
de Combate, a nivel nacional.
Desde sus inicios del 2001 y bajo la Dirección del entonces General de Brigada
Ricardo Felip Imperatore, más el importante apoyo del HMS, facilitando el recurso
humano especialista, el HMCE ha venido desarrollando durante 18 años intensa
actividad asistencial y de colaboración social, participando en 36 despliegues
operativos médico quirúrgicos, que buscan apoyar a los distintos servicios de
salud a lo largo de Chile, desde Arica hasta Punta Arenas, interviniendo en la
disminución de listas de espera de patologías quirúrgicas prevalentes de la
población, como por ejemplo: cálculos a la vesícula, hernias, cataratas y cirugías
traumatológicas menores. Sus primeros despliegues fueron en Santiago a cargo
del Mayor (OSS) Germán Pacheco Chávez, quien lideró su primera salida fuera de
la guarnición, acompañado de la (ECP) EU Berta Oliveros Venegas quien se
desempeñó por 17 años como enfermera coordinadora. Mención especial del
Mayor (OSS) Néstor Gho Barba quien tuvo la difícil misión de trasladarlo hasta
Punta Arenas, poniendo a prueba la logística en la combinación del transporte
terrestre-marítimo. Durante el período 2005-2007 bajo la dirección del Mayor
(OSS) Jaime González Fuentealba se realizaron diez despliegues entre Arica por
el norte y Lonquimay por el sur, consolidando a esta instalación como una opción
válida de resolución quirúrgica. Posteriormente entre los años 2008 y 2010 le
corresponde al MAY (OSS) Marco Schulz Santibañes desplegar el hospital en la
compleja situación de catástrofe que significó el 27F/2010. Entre el 2011 y el 2015,
a cargo del MAY (OSS) Francisco Matamala Pérez participó en diferentes
operativos, destacando el apoyo a la comunidad en el terremoto del 2014 en la
guarnición de Iquique. Su director desde el año 2016 en adelante es el TCL
(OSS) Iván Larrazábal López quien le da énfasis a la atención traumatológica.
135
se reconoce que en ella radica “en esencia, lo fundamental en la medicina
militar”.203 Cabe mencionar que ésta cuenta con dos áreas: una de protección y
otra de atención de la fuerza. Mientras la primera abarca la promoción y
prevención en la salud, la segunda incluye el rescate, estabilización, recuperación,
evacuación y rehabilitación.204
136
directamente en la Escuela de Suboficiales, en la cual los alumnos después de un
año común, elegían la especialidad de enfermero de hombres.
137
Los Cursos Regulares para Enfermeros se diferenciaban con los Cursos
Especiales por el sistema de postulación, duración, malla curricular y destino que
tendrán una vez egresados como Cabos Enfermeros; ya que los primeros tienen
que realizar un período básico de 6 meses en la Escuela de Suboficiales,
contaban con una carga horaria de 2.674 horas, en su malla curricular estaba
considerado: los contenidos de los Curso de Auxiliar de Enfermería, entrenamiento
en Manejo Básico del Trauma y Emergencias Médicas, módulo de Administración
de Sanidad Militar, que los capacitaría para efectuar una atención adecuada y pre
hospitalaria de heridos y enfermos además de cumplir sus labores administrativas
en las Enfermerías Regimentarias, siendo su principal destino las diferentes
Unidades de Combate del Ejército.
Una vez aprobada todas las asignaturas teóricas y sus experiencias clínicas, los
alumnos se presentaban a dar un examen ante una Comisión del Ministerio de
Salud. El examen constaba de una fase teórica y una experiencia clínica, que
debe ser aprobada en forma independiente cada una de ellas para optar al título
de Auxiliar de Enfermería que otorgaba el Ministerio de Salud.
138
adecuadamente en los tres niveles de atención que posee la Institución, así como
contar con las competencias en el ámbito de la atención del trauma
prehospitalario, se considera incorporar en la malla curricular el módulo de trauma
para los cursos Regulares de II Año de Asp a Enfermeros Militares y de Aplicación
para SG2 de Sanidad. Además, paralelamente se comienzan a efectuar cursos de
nivelación en trauma para aquellos Enfermeros Militares tanto en Santiago como
en regiones.
El año 2005 otra vía de ingreso a la Escuela: la admisión de jóvenes que poseen
Título Técnico en nivel superior, y a partir del 2006 se reformuló el proyecto
educativo desde un modelo curricular por competencias. En la actualidad la
Escuela de Suboficiales continúa creciendo en infraestructura y aspectos
educativos que se proyectan para aportar al futuro Cuadro Permanente del
Ejército de Chile.
A partir del año 2008 se realiza el primer Curso de Aspirante a Clase Técnico
Profesional Especializado de Sanidad (Enfermero Militar de Combate), el que se
realiza durante 3 meses (1 mes y medio en la ESCSOF y 1 mes y medio en la
ESCSERV en donde se le entregan las competencias en trauma prehospitalario y
Sanidad Militar).
En el año 2011 y por una iniciativa del entonces SESAN, MAY. (OSS) Guillermo
Figueroa, se implementa un gabinete de trauma, que permitirá a los alumnos
interactuar y practicar con pacientes virtuales casos clínicos, preparando al
alumno para cuando se encuentre con una situación real o bien para poder
observar como un colectivo se enfrenta a un caso clínico, para poder sacar
conclusiones de si se está actuando correctamente, siguiendo el protocolo de
actuación establecido.
139
En agosto del 2011, se realiza en la Guarnición de Arica, el primer Curso CITREC
(Curso Itinerante de Trauma y Estrés de Combate), efectuándose posteriormente
en Iquique y Antofagasta. Curso que está orientado a preparar al personal
sanitario a desempeñarse en el primer y segundo nivel de atención en campaña.
Esta acreditación permite contar con una importante capacidad de formación para
el personal sanitario y para la totalidad de la Fuerza Terrestre entregando
competencias actualizadas por instructores acreditados por la NAEMT para
incrementar la sobrevida y reducir las bajas, tanto en el desarrollo de operaciones
militares como de apoyo a la civilidad en situaciones de catástrofes.
140
A partir del año 2019, la Escuela de Suboficiales recibirá solo postulantes con el
título de Técnico de Enfermería de Nivel Superior (TENS), ya que poseen las
competencias técnicas para integrarse al equipo de salud, colaborando con los
profesionales del área en la ejecución de procedimientos y en acciones de
promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud. Podrán postular
hombres y mujeres. Este curso tendrá la duración de 1 año ( 6 meses en la
Esc.Sof. y 6 en la Escuela de los Servicios), entregándoles las competencias que
potenciaran las ya recibidas en los Institutos Profesionales a lo largo del país, tales
como Cuidado Táctico del Herido, PHTLS, Trauma, Sanidad Militar; preparación
que les permitirá en primer lugar, desempeñarse en cualquier de los 3 niveles de
atención de salud institucional, tanto hospitalario como en el ámbito pre
hospitalario y situaciones de catástrofes.
206 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2004, pp. 148-152.
207 La presencia del Ejército durante los primeros años en Haití puede revisarse en el trabajo de
Vargas, Rodrigo. “Participación de las fuerzas chilenas en misiones de paz en Haití”, en Memorial
del Ejército de Chile (481), diciembre 2008, pp. 49-68. También puede consultarse Goñi, Paula; y
Raúl Placencia. “Nueva visión para la MINUSTAH”, en Memorial del Ejército de Chile (487),
diciembre 2011, pp. 15-33.
208 Los autores agradecen especialmente la precisa información brindada a ellos por parte del
141
Finalmente, cabe describir el trabajo realizado por el COSALE y la Jefatura de
Sanidad, durante la emergencia que significó el terremoto ocurrido en la zona
centro-sur de Chile, la madrugada del sábado 27 de febrero de 2010, cuando
buena parte del país se encontraba disfrutando del verano, y a las puertas de
iniciarse los festejos (que durarían todo ese año) del Bicentenario de la
Independencia. Casi inmediatamente, el día 28 se desplegó el Puesto de Atención
Médico Especializado (PAME) hacia la ciudad de Talca, una de las más afectadas
por el sismo, siendo la avanzada para la posterior instalación, al tercer día, del
Hospital Modular de Campaña del Ejército (con una capacidad de 20 camas de
hospitalización, 4 camas UCI, sala de operaciones, rayos, laboratorio y
esterilización). Este hospital tiene la capacidad de trabajar de modo autónomo, y
es capaz de realizar cirugías, atenciones de urgencia y hospitalizaciones en su
interior.210. Asimismo. En la tabla que sigue se muestra el despliegue de las
diversas instalaciones sanitarias, en algunas ciudades del sur del país, operación
que estuvo coordinada por el GDB. Oscar Boettiger, Director de Sanidad, y su
Cuartel General dirigido por el MAY. (OSS) Francisco Silva.
En estas cinco unidades sanitarias se desplegó una total de 107 camas, de 135
efectivos del personal militar, y se realizaron 5.358 hospitalizaciones, de acuerdo
al detalle que puede cotejarse en la tabla que sigue.
210 Cuartel General de la Autoridad Militar Institucional de Apoyo Humanitario (AMIAH). “El Ejército
y la Reconstrucción”, en Memorial del Ejército de Chile (485), diciembre 2010, p. 126
142
Para mayor detalle del trabajo realizado por la sanidad militar en el desastre de
2010, puede mencionarse que en ello se contabiliza un total de 16.638 días cama
ocupada, que se practicaron 2.969 cirugías, se atendieron 204 partos, y se
llevaron a cabo 7.035 atenciones ambulatorias. El desglose de esta información
puede consultarse en la tabla que sigue a continuación.
Al trabajo realizado por la sanidad del Ejército se unió el noble esfuerzo efectuado
por países amigos, los que también aportaron con la instalación de servicios
móviles. Tal fue el caso de Rusia, Perú, España, Cuba, Brasil, Argentina, y de
Estados Unidos e Italia, quienes pusieron sus hospitales de campaña a
disposición del personal de sanidad chileno, el cual los gestionó en las ciudades
de Angol y Talca respectivamente. Puede afirmarse que el “Ejército y en especial
el servicio de Sanidad, cumplió satisfactoriamente con las tareas que le fueron
encomendadas producto de una de las catástrofes, más grandes vividas por el
país, su rápido accionar permitió llegar en forma oportuna a aquellos lugares más
afectados por la catástrofe, incluso antes que se dispusiera la movilización de las
tropas terrestres”.211
143
“Alcázar”, dispuesto por el entonces Comandante en Jefe de la institución, General
Ricardo Izurieta Caffarena, y a partir del cual surge el denominado Proyecto
Integral de Modernización del Sistema de Salud del Ejército (PIMSSE), cuya
implementación recayó en el General Juan Emilio Cheyre Espinosa, y de aquél el
Subproyecto de Instalaciones de Salud de la Región Metropolitana (ISREM), a
partir del que surge el Proyecto Hospital Militar en La Reina (PHM).
Las nuevas instalaciones, que cuentan con 85.154 metros cuadrados construidos,
están conformadas por tres edificios interconectados mediante un eje diagonal que
une con el acceso principal, y están dotados de alta tecnología, como el sistema
de aisladores sísmicos que permiten darle continuidad a su funcionamiento aún
cuando esté ocurriendo un movimiento telúrico, tendiente a poder enfrentar con
solvencia y eficacia los requerimientos de atención de salud a escala humana que
el mundo actual exige. El llamado edificio denominado Plaza Técnica cuenta con
cinco niveles además de un piso mecánico en 41.000 metros cuadrados, y acoge
once pabellones quirúrgicos, dos pabellones de gineco-obstetricia, tres salas de
procedimientos especiales (hemodinamia, electrofisiología, y litotricia), 72 salas de
procedimientos, 117 boxes médicos, 40 camas UCI-UTI, y 24 camas de
recuperación, albergando los servicios de diagnóstico por imágenes, medicina
nuclear, radioterapia, urgencias (pediátrica, de adultos y gineco-obstétrica), el
laboratorio clínico, el banco de sangre, kinesiterapia y otras especialidades,
además de las oficinas de tipo administrativas. El segundo edificio es el de
144
Hospitalización, cuenta con siete niveles y 16.818 metros cuadrados, 225
habitaciones de una o dos camas, con lo cual suma 357 camas, que le permiten
acoger las salas de pensionado y semipensionado, orientadas hacia la cordillera
de los Andes. Finalmente, el tercer edificio es el Académico, el cual cuenta con
dos niveles y 1.450 metros cuadrados, destinados al desarrollo de las relevantes
actividades académicas que se llevan a cabo en el hospital, y que en consonancia
con esto, cuenta con una biblioteca, un auditorio para 159 personas, varias salas
de clases y un anfiteatro al aire libre.212 Además, de estos el hospital cuenta con
un helipuerto y 25.886 metros cuadrados de estacionamientos subterráneos a los
que en 2013 se sumarían 270 estacionamientos exclusivos para el personal que
labora en el hospital.213 En términos arquitectónicos cabe destacar que al interior
del primer edificio se diseñó una gran plaza central de casi 1.300 metros
cuadrados, que permite la distribución, integración y orientación, y que por su
luminosidad, amplitud y la calidad de sus materiales, ha sido pensado como el
espacio “que quedará en la retina del visitante”.214
212 Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2008-2009, pp. 57-58
213 Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2013, p. 19 y 23.
214 Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2008-2009, p. 58
215 Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe Brieba Arán”
145
gargantas apretadas, se despedían para siempre de un pedazo de la historia, y
posaban sus ojos y esperanzas sobre el imponente macizo de los Andes. A los
cinco días, el lunes 22 de abril, el edificio de La Reina abrió sus puertas para
pacientes que requirieran de atención ambulatoria, hospitalizados, cinco
pabellones, laboratorio, para una semana después, completar su capacidad con la
UTI, UCI, UCO y los servicios de Urgencias.
Es así como se informaba que entre los “servicios del nuevo Hospital Militar”,216 en
el ámbito de la cardiología, se encontraban los estudios vasculares, vasculares
periféricos, el tratamiento y detección de fibrilación auricular y de taquicardia
ventricular; en la de imagenología digital, los estudios de estructura ósea, de
tejidos con alta absorción fotoeléctrica, y alta densidad de masas, estudios de
tejidos blandos con predominancia de hidrógeno, estudios mamográficos
complejos, y gestión de imágenes en forma digital en todo el hospital; en relación
al procedimiento de litotricia, el tratamiento no invasivo en base a ondas de sonido
para la disolución de cálculos; en el área de unidades críticas (UCIs y UTI),
cuidado intermedio e intensivo de pacientes con sistemas de monitoreo
centralizado remoto; en el de medicina nuclear, detección precoz y tratamiento
efectivo de pacientes oncológicos; en el de medicina física, diagnóstico y
tratamiento de rehabilitación física; y en relación a los pabellones inteligentes, el
funcionamiento de espacios capaces de soportar procesos quirúrgicos básicos
hasta los de alta complejidad, conectados al sistema de de administración de
imágenes médicas, al sistema informático de laboratorio y a la ficha electrónica
digital. Como queda de manifiesto, durante el año 2009, se destacaban
especialmente un conjunto de servicios médicos que ponían a la institución en la
vanguardia del quehacer hospitalario a nivel nacional.
146
indispensable en todo recinto asistencial, transformándose en un pilar fundamental
en la gestión clínica de nuestros pacientes.217
En el año 2009, el Laboratorio Clínico del HMS, cumplió el gran objetivo planteado
en una lejana planificación estratégica realizada en el año 2003. Esta planificación,
se llevó a cabo reuniendo al grupo de profesionales y técnicos de este Servicio de
Apoyo Clínico, fijándose como tarea principal, la incorporación de la Biotecnología
a nuestros procesos. La implementación del LAB CELL, en mayo del 2009, al
llegar a este nuevo hospital, nos permitió el acceso definitivo a una Plataforma de
Automatización Total (PAT) proporcionado por la empresa Siemens, dando así
inicio al Lab Core como Laboratorio del Futuro.
147
Figura 62. Edificio actual del Hospital Militar de Santiago en la comuna de La Reina. Fachada
principal.
Durante los años 2008 y 2009 el hospital presentó 25.790 egresos hospitalarios,
realizó 16.970 intervenciones quirúrgicas y 1.062 partos, atendió a 148.911
consultas de urgencia, y a 512.822 consultas médicas, cifras que pueden
consultarse de modo desagregado en la tabla que sigue a continuación.
148
beneficiarios del Sistema de Salud del Ejército, que padecen problemas en salud
mental”,219 gracias a lo cual se verán beneficiados niños y jóvenes de entre 7 y 16
años de edad. Junto a este centro fue inaugurada también la sala cuna
“Hosmilandia”, la cual brinda atención a los hijos de los funcionarios del hospital,
que tengan entre uno y dos años de edad, dando cuenta el hospital de su
preocupación constante por el mejoramiento de las condiciones laborales y
familiares de su propio personal.
149
coordinación entre especialistas, y se transforma en el elemento central para la
gestión del sistema de salud.220
220 Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2010-2011, pp. 32-37. La Memoria
COSALE 2012 vuelve a informar acerca de los avances del sistema HIS en sus páginas 24 a 26.
221 Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2012, p. 61.
222 O’Ryan, Guillermo. “La responsabilidad social como eje de acción institucional”, en Memorial del
150
Tabla N° 7: Prestaciones realizadas en 2010-2011
Egresos Intervenciones Servicio de Exámenes de
hospitalarios quirúrgicas urgencia laboratorio
clínico
2010 12.760 7.326 82.389 910.681
2011 12.104 6.958 79.867 913.115
Fuente: Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2010-2011, pp. 70-73.
225 Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2012, pp. 26-27.
151
En agosto de 2013 comenzó a operar en el hospital un moderno mamógrafo, el
cual gracias a sus características permite un considerable ahorro de espacio. El
aparato cuenta con una unidad de mamografía de 350 kilogramos, una estación
de adquisición con mampara de rayos X, consola de operador con regulación de
altura y teclado de control.
152
Tabla N° 8: Prestaciones realizadas en 2012-2013
Cirugías y Hospitalizaciones Diagnóstico Servicio Laboratorio
procedimientos por de clínico
de pabellón imágenes urgencia
2012 6.662 10.064 104.421 67.662 563.545
2013 6.064 10.993 99.646 72.287 565.516
Fuente: Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2012, pp. 63-67;
Ejército de Chile. Comando de Salud. Memoria COSALE 2013, pp. 52-55.
153
profesionalmente en ella, así como fortalecer su compromiso con la atención a los
pacientes.
A partir del año 2012, con el objeto de preparar al personal de la fuerza terrestre,
para actuar en operaciones militares, se han llevado a efecto diferentes Cursos de
Tripulaciones Aero-Sanitarias (TAS), alcanzando a la fecha 5 versiones. Éstos,
son dirigidos a médicos, enfermeros militares, enfermeras, y paramédicos, de las
diversas unidades militares desplegadas de Arica a Linares, además de
profesionales pertenecientes a centros médicos del orden civil, tales como la
Clínica las Condes, la Clínica Alemana, la Clínica de la Universidad de los Andes,
y las Ambulancias Aéreas Los Cedros y Aerocardal.230 Con el fin de aumentar las
posibilidades del sistema es que durante el 2013 se capacitó a un total de 55
alumnos, entre ellos oficiales de sanidad, sanidad dental, enfermeros militares y
enfermeras universitarias, mientras que al año siguiente se capacitó a 34 alumnos.
El curso tiene por objetivo “preparar, capacitar y entregar competencias
específicas a estos profesionales en el manejo de pacientes ante una evacuación
aéro-médica, con conocimientos como fisiología, medioambiente y emergencias
durante el vuelo, efectos fisiológicos de la altura en el cuerpo humano,
planificación de la evacuación aéro-médica y evacuación aéro-médica militar entre
otros temas”.231
154
crónica o transitoria que les impide asistir a su establecimiento educacional
habitual. El colegio hospitalario del HMS en alianza con la fundación Carolina
Labra Riquelme ha atendido a la fecha más de mil alumnos. En este sentido, la
labor realizada por el hospital queda graficada en la opinión vertida por uno de los
alumnos de la misma, un joven de 16 de años, que producto del acoso (bullying)
sufrido en su colegio de origen, ha recibido tratamiento a raíz de un cuadro de
depresión severa. De acuerdo a su testimonio: “En este colegio me he sentido
mejor, es muy diferente a otros, hay más libertad, nos enseñan según nuestras
capacidades. Acá he estado mucho más feliz y he cursado Segundo y Tercero
Medio. Aquí todo es agradable y vivimos momentos especiales con nuestros
compañeros y profesoras”.233
En 2016 vio la luz la nueva unidad de trasplante de médula ósea con el propósito
de tratar a pacientes aquejados de leucemia, mielodisplasia y linfoma, los cuales
son remitidos a salas de aislamiento y atendidos bajo los cuidados más delicados
debido a su situación de extrema debilidad a lo largo del tratamiento. Las
dependencias se bautizaron en honor al médico que en 1988 realizó el primer
trasplante de médula, Dr. Humberto del Fávero, quien aún cumple funciones como
jefe de servicio en este hospital.234
Otro de los grandes hitos médicos se vivió en 2016, cuando al paciente, Sargento
Primero (R) Luis López, le fue insertado un dispositivo mecánico de asistencia
ventricular, el cual suple las funciones dañadas del corazón, en este caso del
ventrículo izquierdo. La operación la llevó a cabo el equipo del Hospital Militar en
las dependencias de la Clínica Alemana, gracias a un convenio existente entre
ambas instituciones.
155
los donantes y brindar paz y contención a los familiares de todos los involucrados
en este acto de amor y entrega.
En el plano de las atenciones generales entre los años 2014 y 2016 se llevaron a
cabo 25.208 cirugías y procedimientos de pabellón, 35.698 hospitalizaciones, dos
millones 742.149 exámenes, 263.604 atenciones de urgencia, y 598.194
atenciones ambulatorias, las que se desglosan por cada uno de los tres años
comprendidos en el arco de tiempo mencionado, en la tabla que sigue a
continuación.
156
diálogo técnico que impera en el hospital. En palabras del Director General del
Hospital Militar de Santiago, “el valor de este tipo de actividades radica en el papel
que desempeñan las componentes de las Fuerzas Armadas en las diferentes
misiones de paz en el mundo, las que, insertas en la política actual de defensa
implican una acabada preparación para cualquier escenario, y para lo cual, el
aspecto sanitario es fundamental en el logro de cada uno de los objetivos que la
fuerza empleada persigue en su quehacer diario”.237
Figura 63. Autoridades en el Curso Militar de Enfermedades Tropicales para las FF.AA. De
izquierda a derecha, Brigadier Miguel Orriols, General de Brigada René Palavecino, General
de División Luis Chamorro, Mayor Reynaldo Rosas, Contralmirante Julio Lagos y General de
Brigada Juan Durruty Ortúzar.
157
Siguiendo lo que ya constituye una larga e interesante tradición, han sido varios
los profesionales de la sanidad militar que han participado en calidad de
expositores especialistas, en instancias de tipo internacional. Es así que, el año
2003 se realiza el Congreso Panamericano de Medicina Militar, con sede en
Santiago y en cual se desempeñó como Presidente el GDB. Ricardo Felip. La
participación de estos profesionales se encuentra en la lógica del desarrollo
profesional en una doble lógica: médico y militar, sin perjuicio de que en ello
también concurren factores de legítimo crecimiento personal. En este sentido, no
cabe duda de que este equipo hace gala de todo lo que tiene que ver con la
investigación militar y el desarrollo de la misma.239
239 Neira, Alfonso. “La investigación militar, un real valor agregado en los procesos de
modernización del Ejército”, en Memorial del Ejército de Chile (478), diciembre 2006, pp. 145-157.
240 Durruty, GDB Juan. Discurso del DGHMS con motivo del octogésimo sexto aniversario del
158
especialidades médicas, además de estar en posición de aportar al nivel primario
institucional de las macrozonas, con telemedicina en las áreas de psiquiatría y
dermatología, y conexión las 24 horas del día, los siete días de la semana, por
medio del servicio de urgencia con la mayor parte de las enfermerías de las
unidades de la fuerza terrestre ubicadas entre Putre y la Antártica.
El Hospital Militar de Santiago es hoy en día un “hospital seguro”, vale decir uno
“cuyos servicios permanecen accesibles y funcionando en su máxima capacidad
instalada, inmediatamente después de un fenómeno destructivo de origen natural,
sin daño de su infraestructura y equipamiento, gracias al sistema antisísmico y su
capacidad de reserva de agua y producción de electricidad propia”.243 Además,
aspira a ser reconocido como un “hospital verde”, mediante la obtención de una
certificación voluntaria con el IDIEM de la Universidad de Chile. Es también una
institución abierta a la comunidad, con independencia del régimen previsional de
que se posea (ISAPRES y FONASA), lo cual se suma a la existencia de otros
convenios, tales como el Seguro Escolar de la Clínica Las Condes, y el de la
Santa María, Dipreca, el IST, Oncovida, entre otros.
Valga reconocer que la exitosa gestión del hospital se sostiene en gran medida
gracias al apoyo, orientación y preocupación permanente del Comandante en Jefe
del Ejército, del Comandante General del Personal y del Comandante de Salud, lo
242 Ibíd., p. 8.
243 Ibíd., p. 13.
159
que no sólo se concreta en recursos humanos, económicos y tecnológicos, sino en
un permanente respaldo.244
Figura 64. Emprendiendo el proyecto de esta obra por el equipo de historia de la Universidad
Bernardo O´Higgins (2015) -Desde la derecha- General de Brigada, Dr. Juan Durruty Ortúzar,
Director General Hospital Militar de Santiago; Ana Olga Arellano, Decana Facultad de Educación,
UBO; Francisco Ocaranza Bosio, Director de la Escuela de Historia y Geografía, UBO; Alfredo
Gómez Alcorta, Docente UBO; Coronel (R) Hernán A. Hernández Soto, Periodista Jefe del
Departamento de Comunicaciones Corporativas del Hospital Militar.
Hoy día el Comando de Salud del Ejército (COSALE), que tiene por Comandante
al GDB. Ernesto Tejos, se encuentra bajo la dependencia del Comando General
del Personal (cuyo Comandante es el GDD, René Palavecino) y de él dependen, a
su vez, la Red de Salud que se encuentra constituida por los diversos Centros
Clínicos Militares ubicados a lo largo de todo el país, desde Arica a la austral
Punta Arenas, los Centros Médicos Militares instalados en la Región
Metropolitana, la Central Odontológica del Ejército, el Centro de Rehabilitación
Infantil del Ejército, y los Hospitales Militares del Norte en Antofagasta y de
Santiago. Su Misión consiste en: “Proveer ‘atención de salud’ en forma integral,
oportuna y de calidad al Ejército, beneficiarios y usuarios en general, mediante
una gestión eficiente, en un entorno seguro, con un sistema sustentable y sujeto al
marco regulatorio vigente”, mientras que su Visión consiste en “Alcanzar un alto
nivel de atención de salud para nuestros usuarios, con una organización moderna,
sustentable y adaptable a los cambios, sobre la base de un sistema en red con
óptimos estándares de calidad y seguridad”.245
160
Su estructura es altamente sofisticada y se encuentra bien articulada, en razón de
la misma complejidad que implica el logro de su cometido. El diagrama que sigue,
informado a través del sitio web del Comando, da cuenta de lo antes mencionado.
161
nivel especial de atención.246 Los desafíos en torno a la mantención y mejora de la
atención en salud, llevaron a que durante el año 2016 el COSALE levantara un
Censo en la materia, con el objeto de mejorar la “planificación y gestión del
sistema”,247 el cual estuvo dirigido a todos los beneficiarios del SISAE (miembros
activos y pasivos de la institución, además de sus respectivas cargas familiares), y
poder de tal forma contar con la información necesaria para construir nuevos y
actuales objetivos estratégicos de futuro, en materia de planificación, gestión y
ejecución.
246 Ejército de Chile. La medicina y el servicio de sanidad militar. 1520-2004, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2004, p. 165.
247 Hospital Militar de Santiago. Noticias: http://www.hms.cl/?p=2726 (revisada el 20/04/2018).
248 Comando de Salud del Ejército de Chile (COSALE). Noticias: http://www.cosale.cl/cosale-firma-
162
A principios de 2018, el Comandante de Salud, GDB. Ernesto Tejos, expuso ante
un nutrido público integrado por personal perteneciente a los Comandos de Salud,
Bienestar y Personal, acerca del “Plan de Salud del Ejército y Nuevo Modelo de
Salud Institucional”, en el cual se proyecta su funcionamiento y desafíos hacia el
año 2026, y que actualmente se encuentra en ejecución, en pos de conseguir un
servicio más eficiente y efectivo, tendiente a brindar la mejor prestación de salud
posible a sus beneficiarios a lo largo de todo el ciclo vital. En sus palabras: “El
Plan de Salud, llegará a todas las UACs y a los Comandos, por lo cual tenemos
que comprometernos con llevar a cabo las iniciativas que ahí se encuentran
incorporadas y hacer el seguimiento para su cumplimiento”.249
163
Conclusión
164
Bibliografía
I. Fuentes primarias
Actas del Cabildo de Santiago, Tomos XVII, XXXI, XXXIII, XXXIV, XXXVI, LV.
El Argos, 1818.
El Mercurio, 1910-1990.
165
Memorias de Ministro de Guerra, presentada al Congreso Nacional en 1888.
Abente, Fernando. “La recloruración precoz de los heridos graves del cráneo”.
Revista de Sanidad Militar del Paraguay, en Memorial del Ejército de Chile, mayo-
junio de 1936, pp. 447.451.
Ariés, Philippe. Morir en Occidente desde la Edad Media hasta nuestros días,
Buenos Aires, Grafinor, 2008.
166
Babdil, Teniente Alejandro. “La influencia de la táctica sobre él Servicio Sanitario
de Montaña”, en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1941, pp. 31-42.
Barros Arana, Diego. “El entierro de los muertos en la Época Colonial”, en Obras
Completas, tomo X, Estudios Histórico – Bibliográficos, Santiago, Imprenta
Cervantes, 1911.
Camus, Dr. Daniel. “Contaminación del aire”, en Memorial del Ejército de Chile,
segundo cuatrimestre 1987, pp. 38-50.
Camus, Dr. Daniel. “Higiene y salud”, en Memorial del Ejército de Chile, tercer
cuatrimestre 1987, pp. 46-52.
167
Ejército de EE.UU. en 1942, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-
diciembre 1945, pp. 90-97.
Casiodoro. Las Instituciones de las Letras Seculares y Divinas, cit. en: Pérez de
Urbel, J., Historia de la Orden Benedictina, Ed. FAX, 1941, Madrid, p. 40.
Castro, [Mayor] Eduardo. “Servicio dental del Hospital Militar”, en Memorial del
Ejército de Chile, mayo-junio 1949, pp. 81-82.
Concha, [Teniente] Miguel. “Sobre visita a los servicios de sanidad del Ejército del
Brasil”, en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1950, pp. 57- 65.
Cortés, Carlos; Enrique Pacheco; y otros. Archivos Médicos del Servicio Sanitario
del Ejército VI (1-2), septiembre-octubre 1939, Santiago, Departamento de
Sanidad Militar.
168
De Mena, José María. Historia de la medicina universal, Bilbao, Ediciones El
Mensajero, 1987.
Del Campo, Dr. Enrique. “El Tétanos”, en Memorial del Ejército de Chile,
noviembre-diciembre 1936, pp. 1007-1008.
Del Campo, Dr. Enrique. “La ficha dental colectiva e individual como medio de
identificación y fiscalización del Servicio”, en Memorial del Ejército de Chile,
septiembre-octubre 1936, pp. 779- 782.
Dirección del Hospital Militar. “El problema del Hospital Militar”, Memorial del
Ejército de Chile, mayo-junio 1949, Pp. 53-56.
169
Dorr, Otto. “Estado actual del tratamiento de la sífilis y su aplicación en el Ejército”,
en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1945, pp. 197-201.
Ejército de Chile. “El Hospital Militar”, en Memorial del Ejército de Chile, julio 1921,
pp. 47-49.
170
Ejército de Chile. Historia del Hospital Militar de Santiago del “General Luis Felipe
Brieba Arán” en la comuna de Providencia. 1932-2009, Santiago, Instituto
Geográfico Militar, 2009.
Estado Mayor General del Ejército. Galería de hombres de armas de Chile. Tomo
III. Períodos de las influencias alemana y norteamericana: 1885-1952, Santiago,
Impresores Barcelona, 1987.
“Ficha de salud para Cadetes del Colegio Militar”. Tomado de la Revista Argentina,
Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1936, pp. 1001-1005.
171
Folch, Dr. Mario. "Mi General: Un médico desea hablar con Ud.”, en Memorial del
Ejército de Chile, marzo-abril 1949, Pp. 11-14.
172
González, [Mayor] Alberto. “Servicio dental en campaña”, en Memorial del Ejército
de Chile, noviembre-diciembre 1935, pp. 1127-1133
Goñi, Paula; y Raúl Placencia. “Nueva visión para la MINUSTAH”, en Memorial del
Ejército de Chile (487), diciembre 2011, pp. 15-33.
173
Laín, Pedro. Historia de la Medicina, Barcelona, Salvat Editores, 1978, pp. 192-
209.
Laval, Enrique. Historia del Hospital San Juan de Dios de Santiago (Apuntes),
Santiago, Asociación Chilena de Asistencia Social, 1949.
Laval, Enrique. Noticias sobre los médicos en Chile en los siglos XVI, XVII y XVIII,
Santiago, Universidad de Chile, 1958.
Laval, M.E. Vida y obra de Fray Pedro Manuel Chaparro, médico chileno del siglo
XVIII, Discurso de incorporación a la Academia Chilena de la Historia, leído en
junta pública el 16 de mayo de 1957.
174
León, Leonardo. “Reclutas forzados y desertores de la patria: el bajo pueblo
chileno en la guerra de la independencia, 1810-1814”, en Historia (35), 2002, pp.
251-297.
León Echaíz, René. Historia de Santiago, Tomo II, Santiago Imprenta Ricardo
Neupert., 1974.
Lombardi Borgoglio, Juan; Patricio Silva Garín; Jorge Castro Avaria. Hospital
Militar. Santiago, Chile. 1931-1977, Santiago, Dirección General de Logística,
Dirección de Sanidad del Ejército, Hospital Militar, 1977.
Mallo, Pedro. Tratado de Higiene Militar, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1883.
Mallo, Pedro. “Entradas y salidas en los hospitales militares de la división del sud,
en el mes de julio de 1817”, en Archivo de don Bernardo O’Higgins, Tomo XXI,
Santiago, Ediciones de la Universidad Católica, 1960.
Mazza, Dr. Miguel Ángel. “Servicio sanitario de, montaña. Transporte de heridos”.
Tomado de la "Revista de Sanidad Militar Argentina", en Memorial del Ejército de
Chile, noviembre-diciembre 1940, pp. 951-959.
Medina, José Toribio. Cosas de la Colonia. Apuntes Para la Crónica del Siglo XVIII
en Chile, Santiago, Imprenta Cervantes, 1910,
175
Méndez, Carlos. Desierto de esperanzas. De la gloria al abandono: Los veteranos
chilenos y peruanos de la Guerra del 79, Santiago, Centro de Estudios
Bicentenario, 2009.
Méndez, Carlos. Héroes del silencio. Los veteranos de la Guerra del Pacífico
(1884-1924), Santiago, Centro de Estudios Bicentenario, 2004.
Muñoz, Francisca. Sociabilidad popular durante la primera mitad del siglo XIX.
Santiago desde la mirada de la elite. Tesis para optar al grado de Magister en
Estudios Latinoamericanos. Facultad de Filosofía y Humanidades, Departamento
de Estudios Latinoamericanos. Universidad de Chile. 2003.
Neira, Alfonso. “La investigación militar, un real valor agregado en los procesos de
modernización del Ejército”, en Memorial del Ejército de Chile (478), diciembre
2006, pp. 145-157.
176
Ontaneda, Luis; Ernesto A. Rottjer; y Rodolfo Q. Pasqualini. “Las formas clínicas
de la tuberculosis en el soldado argentino”, Tomado de la Revista de Sanidad
Militar argentina, en Memorial del Ejército de Chile, marzo-abril 1935, pp. 291-
292.
Panatt, Leopoldo. “Breve reseña sobre la utilidad del Servicio Dental en el Ejército,
en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1935, pp. 100-105)
Peña Otaegui, Carlos. Santiago de Siglo en Siglo, Santiago, Empresa Editora Zig-
Zag, 1944
Polanco, [Teniente Coronel] Santiago. “Labor del Ejército con ocasión de los
sismos del sur del país”, en Memorial del Ejército de Chile, julio-agosto 1960, pp.
99-110.
177
Quiróz Carlos [Coronel] “Reestructurando nuestro sistema de salud”, en Armas y
Servicios N°1 (agosto de 2014), pp. 20-22.
178
Sagredo, Rafael; y Cristián Gazmuri, (2005). Historia de la Vida Privada en Chile.
El Chile Tradicional de la Conquista a 1840, Santiago, Editorial Taurus, 2005.
Schoihet, Dr. Simón. “Las lesiones químicas por sofocantes”, en Memorial del
Ejército de Chile, segundo cuatrimestre 1990, pp. 107-111.
Terraza, [Capitán] Julio. “Guerra química”. Traducción del Manual Sanitario del
Ejército Italiano, en Memorial del Ejército de Chile, enero-febrero 1944, pp. 155-
216.
179
“Una obra de progreso y de beneficio”, en Memorial del Ejército de Chile, marzo-
abril 1949, Pp. 145-147.
Valdés Puga, Enrique; Julio Gonzales y Virgilio Espinoza Palma. Las Fuerzas
Armadas de Chile. Álbum Histórico, Santiago, Editorial Atenas, 1928.
Villalobos, Sergio; et. al. Historia de Chile, Santiago, Editorial Universitaria, 2006.
180
Webster, [Teniente Coronel] P.A. “Labor de la sanidad militar en la campaña de
Birmania”, en Memorial del Ejército de Chile, noviembre-diciembre 1945, pp. 77-
79.
181
Anexos
Anexo N° 1
Decreto N° 874 del 8 de abril de 1932. Organización del Hospital Militar.
Considerando:
a) Que el Hospital Militar debe prestar atención médica no sólo al personal del
Ejército, sino también al de la Armada Nacional, Aviación y Carabineros, en
servicio activo y en retiro, y a sus familias;
b) Que dicho Hospital cuenta con entradas propias para su mantenimiento;
c) Que para llenar la misión que le corresponde y a fin de que pueda desarrollar
debidamente su labor técnica y social, es indispensable darle autonomía,
independizándolo del Departamento de Sanidad, y
d) Visto lo propuesto por el Comandante en Jefe del Ejército,
Decreto:
1) El Hospital Militar, constituído por el Hospital propiamente dicho y el Instituto de
Higiene Social, como anexo, dependerá directamente del Ministerio de Guerra.
2) El Hospital Militar tendrá la siguiente dotación:
Personal:
1 General o Coronel de armas en retiro, Jefe.
1 Oficial superior de Sanidad, subjefe.
1 Teniente o Subteniente de Sanidad, ayudante.
1 Oficial de Administración, a cargo de la administración de caja.
1 Subteniente farmacéutico.
9 Oficiales de Sanidad:
2 Médicos residentes.
2 Jefes de servicio, uno de medicina interna y otro de cirugía general.
2 Médicos de sala.
1 Jefe de clínica en el Instituto de Higiene Social.
1 Jefe de bacteriología.
1 Jefe de Rayos X.
Estos 9 médicos podrán ser de los de la planta o contratados.
5 Sargentos 1°s:
1 De armas a cargo del personal de tropa y del edificio.
4 De sanidad, 1 de ellos guarda-almacén.
5 Vicesargentos 1°s. de sanidad.
9 Sargentos 2°s. de sanidad, 1 de ellos dactilógrafo.
1 Sargento 2° mecánico-electricista.
5 Cabos 1°s. de sanidad.
9 Cabos 2°s. de sanidad:
182
6 De sanidad.
1 Enfermera-jefe.
1 Matrona-jefe.
1 Chofer.
10 Soldados 1°s. enfermeros, 2 de ellos mujeres.
12 Soldados 2°s. enfermeros.
Carruajes
1 Automóvil de pasajeros; jefatura.
1 Camión automóvil ambulancia.
1 Camión automóvil de trasporte.
1 Motocicleta con side-car.
3) Los médicos contratados a que se refiere el presente decreto deberán ser
profesionales que no hayan recibido desahucio ni goce de pensión de retiro fiscal
o semi-fiscal.
4) El Reglamento Orgánico del Hospital Militar determinará las disposiciones
necesarias para regular su funcionamiento.
183
Anexo N° 2
Directores y Jefes del Servicio de Sanidad del Ejército
184
Anexo N° 3
Comandantes del Comando de Salud del Ejército
Anexo N° 4
Directores del Hospital Militar de Santiago
186