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TÓPICA JURÍDICA N°13

1. ¿Cuál es el alcance jurídico del art. 267 (Reivindicación Marítima) de la


Constitución Política del Estado Plurinacional?

Tito Ibsen aclara que la palabra ‘reivindicación’ significa recuperar un derecho suprimido,
y el hecho de que se diga en el texto sólo “acceso”, se estaría “cercenando” por vía
constitucional la posibilidad de reclamar el territorio que fue boliviano.

La “Reivindicación Marítima” en la propuesta de nueva Constitución Política del Estado


está incorporada en el Título VIII, Capítulo Cuarto, artículos 267 y 268.

El artículo 267 dice en su primer acápite que “El Estado boliviano declara su derecho
irrenunciable e imprescriptible sobre el territorio que le dé acceso al océano Pacífico y su
espacio marítimo.

Mientras que en el segundo menciona que “La solución efectiva al diferendo marítimo a
través de medios pacíficos y el ejercicio pleno de la soberanía sobre dicho territorio
constituyen objetivos permanentes e irrenunciables del Estado boliviano.

Entre tanto, el artículo 268, asegura que “El desarrollo de los intereses marítimos, fluviales
y lacustres, y de marina mercante será prioridad del Estado, y su administración y
protección será ejercida por la Armada Boliviana, de acuerdo con la ley.
Sugerencia respecto al artículo 267

En su criterio, tal como está redactado el artículo 267, transforma el “derecho” de


reivindicación de Bolivia de territorios usurpados y de su mar en simple “aspiración”, que
es el concepto que maneja la política chilena, contradiciendo la realidad histórica y jurídica
del problema.

“El pueblo boliviano demanda que el texto constitucional, declare con precisión la
irrenunciabilidad e imprescriptibilidad del derecho de reivindicación de su territorio y de su
mar despojados, y para ello, debe demandar la vigencia del Tratado de 1904 en los ámbitos
internacionales, reestudiando previamente toda su problemática con la mayor
responsabilidad, acorde al injusto despojo y dominio impuesto a Bolivia por la fuerza, lo
que constituye el mayor atropello que avergüenza a la América”, afirma.

Es en base a lo expuesto que Becerra sugirió el siguiente texto:

Artículo 267. I.- El Estado boliviano proclama su derecho irrenunciable e imprescriptible a


la reivindicación de territorio, puerto y espacio marítimo, de los que fueron despojados con
la guerra de agresión de 1879 o sobre esta base obtenerlos en otra región mediante
negociaciones, compatible con la dignidad y honor nacional.
II.- La solución efectiva para levantar la mediterraneidad boliviana se hará mediante
negociaciones directas con los países involucrados o acudiendo a organismos y/o tribunales
internacionales.

Artículo 268. Las actividades marítimas, fluviales y lacustres y de la marina mercante serán
desarrolladas por la Armada Boliviana y por empresas autárquicas especializadas.

2. ¿Cuál serían los ámbitos internacionales competentes para conocer una posible
controversia o un posible litigio con Chile?

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya es competente para tratar la demanda


de Bolivia contra Chile por lograr un acceso al océano Pacífico, perdido tras una guerra a
finales del siglo XIX.

La CIJ decidió por 14 votos a favor y dos en contra rechazar las objeciones preliminares
presentadas por Chile contra la competencia de esa corte, en el caso de la demanda de
Bolivia.

3. ¿Cuáles serían las normas internacionales que sirvan de base o fundamento para
una posible demanda del Estado Plurinacional, ante tribunales internacionales?

La demanda boliviana está plenamente sustentada en tratados internacionales y actos


unilaterales, que conforme al derecho internacional generan obligaciones jurídicamente
exigibles.

Una demanda ante un tribunal internacional no puede, bajo ninguna circunstancia, ser
considerada como un acto inamistoso u hostil entre Estados.

El arreglo judicial constituye uno de los principales y más efectivos mecanismos de


solución pacífica de controversias previstos por el derecho internacional.

Ante el agotamiento del diálogo entre Bolivia y Chile, así como la afirmación chilena de
que no existen temas pendientes entre ambos países, Bolivia, haciendo uso de los
mecanismos que brinda el derecho internacional, acudió a la Corte Internacional de Justicia.

En el petitorio de su demanda, Bolivia solicita a la Corte Internacional de Justicia que


juzgue y declare que:

a) Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia con el fin de alcanzar un acuerdo
que otorgue a Bolivia un acceso plenamente soberano al océano Pacífico;
b) Chile ha incumplido dicha obligación;
c) Chile debe cumplir dicha obligación de buena fe, pronta y formalmente, en un plazo
razonable y de manera efectiva, a fin de otorgar a Bolivia un acceso plenamente
soberano al océano Pacífico.
PRÁCTICA N°13

CUESTIÓN SOBRE EL TEMA MARÍTIMO BOLIVIANO

1. ¿Qué aspectos debiera contemplar una demanda ante un Tribunal de Justicia


Internacional?

La Corte solo tendrá competencia para conocer de un asunto si los Estados implicados han
aceptado su jurisdicción de alguna de las siguientes maneras:

 en virtud de un acuerdo especial concluido entre los Estados con el propósito de


someter su controversia a la Corte;
 en virtud de una cláusula jurisdiccional. Este es el caso en que los Estados son
partes de un tratado en el que una de sus cláusulas prevé que, en caso de que surja
en el futuro una controversia acerca de la interpretación o la aplicación de dicho
tratado, uno de ellos la someta a la Corte;
 por el efecto recíproco de declaraciones hechas por ellos bajo los términos del
Estatuto, mediante las cuales cada uno de ellos ha aceptado la jurisdicción de la
Corte como obligatoria en caso de controversia con cualquier otro Estado que
acepte la misma obligación. Cierto número de estas declaraciones, que deben
depositarse en poder del Secretario General de las Naciones Unidas, contienen
reservas que excluyen determinadas categorías de controversias.

Los Estados no tendrán representantes permanentes acreditados ante la Corte. Dirigirán sus
comunicaciones al Secretario a través del ministro de Asuntos Exteriores o el embajador
correspondiente en los Países Bajos. Cuando sean partes de un caso ante la Corte, contarán
con la representación de un agente. Los agentes desempeñan la misma labor y tienen los
mismos derechos y deberes que un abogado en un tribunal nacional. Sin embargo, dado que
en este caso se trata de relaciones internacionales, el agente también actuará como si
estuviera al frente de una misión diplomática especial y tendrá poderes para comprometer a
un Estado soberano. Recibirá comunicaciones del Secretario respecto al caso y le enviará a
su vez toda la correspondencia y los alegatos debidamente firmados o certificados. En las
audiencias públicas, el agente presenta los alegatos en nombre del gobierno al que
representa. En general, el agente se encarga de todos los actos formales que tiene que
realizar el gobierno al que representa. A veces recibe la asistencia de coagentes,
viceagentes o subagentes, y siempre dispone de consejeros o abogados, cuyo trabajo
coordina para que le ayuden en la preparación de los alegatos y de la exposición de los
mismos. Dado que no existe ninguna autorización especial para que los abogados participen
en los procesos ante la Corte Internacional de Justicia, los consejeros o abogados no tienen
que cumplir ninguna condición para hacerlo, excepto ser nombrados a tal fin por un
gobierno.

Los procedimientos podrán ser incoados de dos maneras:

 mediante la notificación de un acuerdo especial: este documento, de naturaleza


bilateral, podrá presentarlo a la Corte cualquiera de los Estados partes del
procedimiento o todos. El acuerdo especial indicará el objeto preciso de la
controversia y la identidad de las partes. Dado que no habrá Estado «demandante»,
ni Estado «demandado», sus nombres aparecerán al final del título oficial del caso
separados por una barra en los documentos de la Corte, por ejemplo: Benin/Níger;
 mediante una solicitud: la solicitud, que es de naturaleza unilateral, la presentará el
Estado demandante contra el Estado demandado. Está prevista para notificar a este
último. Además, el Reglamento de la Corte contiene unos requisitos más estrictos
respecto a su contenido. Además del nombre de la parte contra la que se presenta el
alegato y el objeto de la controversia, el Estado demandante deberá, en la medida de
lo posible, indicar brevemente cuáles son los parámetros por los que dicho
procedimiento atañe a la jurisdicción de la Corte (un tratado o una declaración en la
que se acepta la jurisdicción obligatoria), así como, más sucintamente, los hechos y
los motivos en los que basa sus alegatos. En la versión inglesa, al final del título
oficial del caso, los nombres de las dos partes aparecerán separados por la
abreviatura «v.» (del latín versus), como Nicaragua v. Colombia.

2. ¿Los actos de Chile de la época de la guerra contravenían al Derecho Internacional


Consuetudinario de la época? ¿Por qué?

La invocación de las normas del ius cogens, concebidas como normas inexcusables para los
Estados, ha incorporado nuevos elementos que hacen el análisis más complejo. Más
cuando, por ejemplo, Chile no ha ratificado aun la Convención sobre Imprescriptibilidad de
los Crímenes de Guerra y Lesa Humanidad y ella es invocada por los jueces por su carácter
imperativo y obligatorio de manera independiente a la ratificación del tratado que contiene
una norma del ius cogens.

Siguiendo la jerarquía de las fuentes de derecho del artículo 38(1) del Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia, los jueces pueden aplicar en segundo lugar “la costumbre
internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho”.
Obligaciones legales derivadas de la costumbre internacional son mandatorias sobre los
Estados si existe evidencia de ambos elementos

 Actos que constituyen una “práctica generalizada” de los Estados; y


 La “creencia que esta práctica es considerada como obligatoria por la existencia de
una norma legal que así lo requiere” (opinio juris).

3. ¿Qué hechos Bolivia podría aludir como actos chilenos que constituyen violaciones
al derecho internacional de finales del siglo XIX y principios del XX?

Bolivia reclamó ante la Conferencia de Paz de París (1919) y ante la Liga de las Naciones
(1920-1922) una solución a su enclaustramiento. En este último foro, Chile prometió
entablar negociaciones directas con Bolivia.

Posteriormente (1923), el Canciller chileno Luis Izquierdo expresó solemnemente que su


país estaba dispuesto a celebrar un nuevo pacto, sin modificar el Tratado de Paz de 1904.
Tras varios años de negociación, el Embajador de Bolivia Alberto Ostria Gutiérrez y el
Canciller chileno Horacio Walker Larraín acordaron, mediante canje de notas de 1 y 20 de
junio de 1950, negociar una salida soberana de Bolivia al océano Pacífico, sin
compensación territorial e independiente del Tratado de 1904.

Reunidos en Charaña el año 1975, los Presidentes de Bolivia, Hugo Banzer, y de Chile,
Augusto Pinochet, acordaron encontrar soluciones al enclaustramiento que afecta a Bolivia.
Con esta base, Chile ofreció a Bolivia la cesión de una costa marítima soberana ubicada al
norte de Anca unida al territorio boliviano a través de un corredor soberano.

El Secretario de Estado norteamericano, Frank B. Kellogg, propuso a los Gobiernos de


Chile y Perú transferir las provincias de Tacna y Arica a Bolivia. Chile aceptó considerar la
propuesta a través de un memorándum de su Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge
Matte.

Chile, por intermedio de su Embajador en La Paz, Manuel Trucco, presentó un


memorándum (1961) proponiendo iniciar negociaciones en el marco del acuerdo de 1950,
lo cual fue aceptado por Bolivia (1962). De esta manera, Chile reafirmó el compromiso
asumido en 1950.

La IX Asamblea General de la OEA aprobó la Resolución No. 426, declarando que el


problema marítimo boliviano es asunto de interés hemisférico permanente y recomendando
que se inicien negociaciones entre Chile y Bolivia para otorgar a esta una conexión
territorial libre y soberana al océano Pacífico.

Los Cancilleres de Bolivia y Chile llevaron adelante el proceso de negociación conocido


como "Enfoque Fresco", en cuyo marco Bolivia propuso la cesión de un corredor y
alternativamente de un enclave (1987). Luego de conocer la propuesta, Chile la rechazó.

La XIII Asamblea General de la OEA aprobó la Resolución No. 686 que exhorta a Bolivia
y Chile a encontrar una fórmula para dar a Bolivia una salida soberana al mar. Esta
resolución contó con el voto favorable de Chile.

Los Ministros de Relaciones Exteriores de Bolivia y Chile, reunidos en Algarve (Portugal),


establecieron una agenda de trabajo sin exclusiones, contemplando el tema marítimo.

4. ¿Qué hechos Bolivia podría aludir como actos chilenos que constituyen violaciones
al derecho internacional de la segunda mitad del siglo XX?

Bolivia solicita a la Corte que juzgue y declare que:

Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia con el fin de alcanzar un acuerdo que
otorgue a Bolivia un acceso plenamente soberano al océano Pacífico.

Chile ha incumplido dicha obligación


Chile debe cumplir dicha obligación de buena fe, pronta y formalmente, en un plazo
razonable y de manera efectiva, a fin de otorgar a Bolivia un acceso plenamente soberano al
océano Pacífico.

La objeción de Chile no está comprendida en el artículo VI del Pacto de Bogotá

Según versa el documento entregado por Bolivia a La Haya, la objeción preliminar de Chile
no está comprendida en el artículo VI del Pacto de Bogotá.

Esto, debido a que el objeto del reclamo de Bolivia no es la revisión o anulación del
Tratado de 1904, sino que se refiere a la existencia y la violación de una obligación de
negociar el acceso soberano al mar, algo que a su juicio no está regido por el Tratado de
1904.

Chile niega sus compromisos con Bolivia

La demanda boliviana afirma que Chile se ha comprometido, a través de acuerdos y actos


unilaterales, a negociar un acceso soberano al mar para Bolivia.

Entre ellos destacan los tratados de 1895; declaraciones del Presidente Arturo Alessandri
Palma en 1922; notas y propuestas de cancilleres y de distintas autoridades chilenas hasta
1961; la negociación de Charaña entre 1975-1978; compromisos de Chile en la OEA;
conversaciones entre Carlos Mesa y Ricardo LaAgos; la Agenda de los 13 puntos, entre
otros.

La demanda de Bolivia no se sustenta en el Tratado de 1904

A diferencia de los argumentos de Chile, que se centran el Tratado de 1904, la postura


boliviana indica que “desde finales del siglo XIX se produjeron diversos acercamientos y
gestiones para buscar una solución al enclaustramiento boliviano, lo cual evidencia que
existe un problema pendiente entre ambos países”.

La demanda boliviana se basa en los numerosos compromisos asumidos por Chile,


mediante actos unilaterales y convencionales formulados por Presidentes, Ministros de
Relaciones Exteriores y representantes diplomáticos de ese país, de negociar un acceso
soberano al mar con Bolivia, independientemente del Tratado de 1904″, dice el gobierno de
Evo Morales.

“Más aun, la demanda boliviana no tiene por objeto cuestionar el Tratado de 1904 ni los
límites establecidos en él, sino crear un espacio de diálogo en el que ambos países de
manera conjunta y velando por sus respectivos intereses puedan encontrar una solución al
problema del enclaustramiento boliviano que durante más de 100 años ha constituido un
obstáculo en sus relaciones”.
La demanda boliviana está sustentada en el derecho internacional

Según la postura de Bolivia, la demanda marítima está plenamente sustentada en tratados


internacionales y actos unilaterales, que conforme al derecho internacional generan
obligaciones jurídicamente exigibles.

“Una demanda ante un tribunal internacional no puede, bajo ninguna circunstancia, ser
considerada como un acto inamistoso u hostil entre Estados. El arreglo judicial constituye
uno de los principales y más efectivos mecanismos de solución pacífica de controversias
previstos por el derecho internacional”, señalan los documentos bolivianos.

La demanda boliviana no amenaza a los tratados ni a las fronteras internacionales

De acuerdo a la postura de Bolivia, la demanda no busca alterar el orden internacional de


los límites y fronteras, como tampoco amenazar los tratados internacionales. “Al contrario,
Bolivia invoca el derecho internacional y sus principios para resolver, de manera
concertada y de buena fe, su acceso soberano al océano Pacífico”.

En esta línea, asegura que Bolivia intenta resolver la controversia con Chile por medios
pacíficos.

La Constitución de 2009

Bolivia asegura que las presentaciones de Chile sobre la base de la Constitución boliviana
de 2009 son irrelevantes. Según Bolivia, el reclamo marítimo es anterior a dicha Carta
Fundamental.

Además, asegura que en la Constitución de 2009 no se pide la revisión o anulación del


Tratado de 1904. Lo que sostiene es que se cumpla la aplicación de los acuerdos suscritos
por Chile y Bolivia para negociar un acceso soberano al mar.

5. Analiza si el principio Pacta Sunt Servanda fue respetado por parte de Bolivia y
Chile.

Los diferentes y constantes ofrecimientos chilenos de negociar una salida soberana al mar
para Bolivia muestran la disposición para encontrar alguna modalidad de satisfacer la
aspiración boliviana y que no asuma la forma de reivindicación marítima.

En todas las promesas formuladas por Chile hacia Bolivia, el país vecino se compromete
solamente a negociar y no ofrece de forma directa una solución al encierro geográfico de
Bolivia. Negociación que deberá contemplar tres precondiciones: a) deberá ser
independiente del Tratado de 1904; b) deberá contemplar compensaciones, y c) consultar el
acuerdo previo con Perú, según lo establecido en el Tratado de 1929.
En el último tiempo Chile ha fundamentado su negativa a toda iniciativa de negociación
argumentando que se pretende revisar un Tratado válidamente convenido, que según el
derecho de los tratados cuando éstos fijan fronteras son irrevisables a fin de salvaguardar la
estabilidad en los límites territoriales del Estado. Por ello, Bolivia ha sido claro en que es
un país respetuoso del Derecho Internacional, que no busca la anulación o terminación del
Tratado de 1904; se trata de una nueva negociación.

En tal sentido, para que una negociación tenga el potencial de ser efectiva debe proponer
una fórmula autónoma y definitiva en relación a los antecedentes históricos y no debe
contemplar su revisión. Para ello, la posición boliviana parte del principio de derecho que
dice: “lo que se pacta se cumple y lo que se promete también se cumple”.

Asimismo, en la evolución del tratamiento bilateral de la cuestión marítima se observa que


Chile ofrecía negociaciones directas con Bolivia a fin de evitar su consideración en
organismos internacionales. Sin embargo, en los últimos años, Chile ha modificado su
conducta, ante la presión internacional que pueda hacer Bolivia, así ya no ofrece
negociaciones bilaterales, sino mejoras al régimen de libre tránsito. Lo que Bolivia requiere
es soberanía política para proyectarse como un país ribereño de la Cuenca del Pacífico.

Como respuesta al reclamo boliviano por su reintegración marítima, las autoridades del
Gobierno de Chile han repetido insistentemente el argumento de que este asunto estaría
plenamente resuelto por el Tratado de 1904, por lo que no hay nada pendiente por discutir,
es más, se indica que dicha “aspiración” boliviana sería contraria al Derecho Internacional,
porque estaría violando el principio del pacta sunt servanda, que expresa: “Todo tratado en
vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe”; es decir, lo que pactan
los Estados obligatoriamente deben cumplir.

Como ha señalado la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas en sus


trabajos de codificación, “así como el principio pacta sunt servanda ha sido la base de la
naturaleza obligatoria de los tratados internacionales, un principio paralelo puede ser
encontrado en el carácter obligatorio de los actos unilaterales de promesa, como es
promissio est servanda”. Entonces, así como lo que se pacta se cumple, también lo que se
promete debe ser obligatoriamente cumplido.

Aquí no se trata de afectar la vigencia y cumplimiento del Tratado de Paz y Amistad de


1904, lo que Bolivia debe buscar es iniciar una nueva negociación jurídica internacional
para acordar una salida libre y soberana a las costas del Pacífico, tal como Chile ha ofrecido
de manera expresa y formal en 1895, 1920, 1923, 1926, 1950, 1953, 1961, 1975, 1987 y
2006, la voluntad de negociar la cesión de una franja territorial que dé a Bolivia un acceso
soberano al Pacífico.

Así como el Tratado de 1904 es cumplido por Bolivia, los repetidos ofrecimientos Chilenos
de negociar una salida al mar para nuestro territorio deben ser cumplidos, no pueden ser
evadidos, retractados ni revocados, por cuanto deben producir una negociación aceptable y
conveniente para ambas partes.
Y esta negociación debe ser efectiva, ya que –como ha establecido la Corte Internacional de
Justicia en su Sentencia de 20 de febrero de 1969– “las partes están obligadas a entablar
una negociación con miras a alcanzar un acuerdo y tienen la obligación de comportarse de

tal manera que la negociación tenga sentido, lo que no ocurre cuando una de ellas insiste en
su propia posición sin contemplar modificación alguna”.

Así, la Corte Internacional de Justicia deberá pronunciarse sobre si Chile y Bolivia tienen
pendiente una negociación y ese, y no otro, es el sentido de la demanda boliviana.

6. Los actos unilaterales; ¿conllevan obligaciones para el Estado que los comete?:
¿Chile cometió estos actos en favor de Bolivia? Menciona los cinco más relevantes.

1. TRATADO DE 1895. Tras el Tratado de Ancón entre Chile y Perú, Bolivia junto a
Chile suscriben un protocolo complementario (Tratado de Transferencia de Territorios) que
muestra la actitud del Estado chileno de no dejar a Bolivia enclaustrada. El documento de
Ancon preveía un plebiscito en que se decidiría si Tacna y Arica pertenecerían al Perú o a
Chile. Si Chile ganaba la consulta debía transferir esos territorios “a la República de
Bolivia en la misma forma i con la misma estension que los adquiera” (sic). En ese caso,
Bolivia debía abonar como indemnización por la transferencia cinco millones de pesos de
plata, “de veinticinco gramos de peso i nueve décimos de fino, quedando especialmente
afecto para responder a este pago el cuarenta por ciento (40%) del rendimiento bruto de la
Aduana de Arica” (sic).En caso contrario, si Perú ganaba el plebiscito, entonces Chile se
comprometía “a ceder a Bolivia la caleta de Vítor, hasta la quebrada de Camarones, u otra
análoga, i ademas la suma de cinco millones de pesos de plata de veinticinco gramos de
peso i nueve décimos de fino” (sic).Por supuesto que la presentación de este documento
como parte de la demanda no pretende en absoluto Tacna o Arica para Bolivia, sino mostrar
una actitud pasada del Estado chileno con la que no ha sido consecuente de modo
sistemático.

2. ACTA PROTOCOLIZADA. En 1920, Chile y Bolivia firman un acta protocolizada de


relevancia porque Chile —reafirmando su posición ya manifiesta en el Tratado de
Transferencia de Territorios de 1895— expresa que quiere terminar con el enclaustramiento
de Bolivia y habla de una salida soberana para el país, más allá del Tratado de Paz y
Amistad de 1904.

“Existe de parte del Gobierno de Chile el mejor deseo de propiciar una política de sincero y
más estrecho acercamiento con Bolivia; que a este objeto reproduce las bases que en líneas
generales sometió al Honorable señor don Darío Gutiérrez (diplomático Boliviano) en
Septiembre último para procurar un acuerdo que permita a Bolivia satisfacer su aspiración
de obtener una salida propia al Pacífico, independientemente de la situación definitiva
creada por las estipulaciones del Tratado de Paz y Amistad de 20 de Octubre de 1904”, dice
el acta firmada por el diplomático boliviano Carlos Gutiérrez y el chileno Emilio Bello, este
último también firmante del Tratado de 1904 en representación de Chile.
Además, la propuesta chilena establece una zona más o menos concreta en el parágrafo
IV: “La situación creada por el Tratado de 1904, los intereses radicados en esa zona y la
seguridad de su frontera norte, imponen a Chile la necesidad de conservar la costa marítima
que le es indispensable; pero, con el propósito de cimentar sobre sólidas bases la unión
futura de los países, Chile está dispuesto a procurar que Bolivia adquiera una salida propia
al mar, cediéndole una parte importante de esa zona al norte de Arica y de la línea del
ferrocarril que se halla dentro de los territorios sometidos al plebiscito estipulado en el
Tratado de Ancón”.

Este documento tiene la importancia de contradecir lo que los últimos años vienen
repitiendo los diferentes gobiernos de Chile —desde mediados de los 80— en el sentido de
que ese país no tendría nada pendiente con Bolivia bajo el supuesto de que el Tratado de
1904 habría saldado todo. Bello, además, como Ihlen del caso de Groenlandia, es una
autoridad competente en el tema que se trata —Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de la República de Chile— por lo que se está ante otro acto unilateral del
Estado chileno.

3. LAS NOTAS DE 1950. Del 1 al 20 de junio de 1950 se intercambian dos notas


diplomáticas de las cancillerías boliviana y chilena.La nota boliviana —haciendo referencia
a las declaraciones y compromisos ya mencionados y otros que no figuran en la solicitud de
Bolivia en el juicio en La Haya como la del delegado de Chile a la Sociedad de Naciones en
1920, Agustín Edwards; del presidente de Chile, Arturo Alessandri, en su mensaje al
Congreso chileno en 1922; la nota del canciller chileno Luis Izquierdo en 1923; además de
otras declaraciones y negociaciones de ese mismo nivel— pide “que los Gobiernos de
Bolivia y Chile ingresen formalmente a una negociación directa para satisfacer la
fundamental necesidad Boliviana de obtener una salida propia y soberana al océano
Pacífico”.

La respuesta chilena es positiva y figura en su Nota 9 del Ministerio de Relaciones


Exteriores de Chile del 20 de junio de 1950. Su quinto párrafo ratifica la conducta
demostrada por Chile en los casos de 1895 y 1920: “En la presente oportunidad, tengo el
honor de expresar a Vuestra Excelencia que mi Gobierno será consecuente con esa posición
y que, animado de un espíritu de fraternal amistad hacia Bolivia, está llano a entrar
formalmente en una negociación directa destinada a buscar la fórmula que pueda hacer
posible dar a Bolivia una salida propia y soberana al océano Pacífico, y a Chile obtener las
compensaciones que no tengan carácter territorial y que consulten efectivamente sus
intereses”, escribe el canciller chileno Horacio Walker Larraín.

Es de notar acá que Chile ese momento no pretendía una compensación territorial, como sí
sucederá después durante las negociaciones de Charaña en los setenta.

Más de una década después, en 1962, el embajador Manuel Trucco ratifica la Nota 9 ya
citada.

4. CHARAÑA. La negociación de Charaña —iniciada hace cuarenta años, en febrero de


1975, como hace notar el diplomático Ramiro Prudencio en su columna del 25 de este
mes— es posiblemente la más importante que se haya abordado, pues si en el acta notariada
de 1920 Chile habló de una salida al norte de Arica, en Charaña (1975) se habla de manera
aún más precisa.

El 8 de febrero de 1975, Augusto Pinochet y Hugo Banzer firman un acta que menciona en
su punto cuarto: “Ambos mandatarios, con ese espíritu de mutua comprensión y ánimo
constructivo, han resuelto se continúe el diálogo a diversos niveles, para buscar fórmulas de
solución a los asuntos vitales que ambos países confrontan, como el relativo a la situación
de mediterraneidad que afecta a Bolivia, dentro de recíprocas conveniencias y atendiendo a
las aspiraciones de los pueblos Boliviano y Chileno”.

Meses después, en diciembre de ese año, Chile contesta con la Nota 686: “Chile estaría
dispuesto a negociar con Bolivia la cesión de una franja de territorio al norte de Arica hasta
la Línea de la Concordia en base a las siguientes delimitaciones: Límite norte: el actual
límite de Chile con Perú. Límite sur: la quebrada de Gallinazos y el borde norte superior de
la quebrada del río Lluta, (en forma de que la carretera A-15 de Arica a Tambo Quemado
quede en su totalidad en territorio Chileno) hasta un punto al sur de la Estación Puquios y
luego una línea aproximada recta que pase por la costa 5370 del Cerro Nasahuento y se
prolongue hasta el actual límite internacional de Chile con Bolivia. Superficie: la cesión
incluiría el territorio terrestre ya descrito y el territorio marítimo comprendido entre los
paralelos de puntos extremos de la costa que se cedería (mar territorial, zona económica y
plataforma submarina)”.

A cambio de esto “Chile recibiría contemporáneamente a cambio de lo que entrega, una


superficie compensatoria equivalente como mínimo al área de tierra y mar cedida a
Bolivia”.

Las negociaciones se rompieron así como la relación diplomática que se había restituido;
sin embargo, queda una propuesta clara de parte de Chile para solucionar el
enclaustramiento de Bolivia; si bien no fue bien visto en Bolivia que el país tenga que ceder
territorio, cosa que en una hipotética negociación futura deberá ser al menos debatido con
contrapropuestas.

De esa ruptura en adelante, las respuestas chilenas a las propuestas bolivianas conducentes
a solucionar el tema pendiente del mar han recibido portazos. Su negativa a partir de
mediados de los años 80 no es consecuente con el comportamiento que demostró el Estado
chileno en estos cuatro casos que figuran en la demanda boliviana ante la CIJ y tampoco
con otros que no figuran en ella, como el inicio de negociaciones entre los gobiernos de
Salvador Allende y Juan José Torres (ver nota de Jorge Magasich Airola, en esta misma
edición).

Muy posiblemente la Memoria boliviana —un documento que es confidencial hasta el


inicio de los alegatos orales— presente aún más actos unilaterales de Chile que no son
honrados por las autoridades de ese país, pues es claro que existen aún más ofrecimientos
directos de ese país de una solución con soberanía al enclaustramiento boliviano; sin
embargo, al ser la Solicitud para instaurar procedimientos ante la Corte Internacional de
Justicia un documento (público) que debe ser preciso y corto solo figuran los cuatro
mencionados en este texto.
7. ¿Cuál es la importancia del principio de buena fe para el DI?

La contribución a la teoría de la Buena Fe por parte de los publicitas del siglo XVII Y
XVIII, fue separar dicho principio de las premisas Teológicas. Según GROTIUS, señaló:
“la buena fe tenía que ser separada, entre otras razones, a fines de que la esperanza de la
Paz no pueda disiparse, incluso la guerra debería ser conducida dentro de los marcos de la
ley y la buena fe”.

El profesor O’ CONNOR menciona que, “la buena fe pertenece a los principios jurídicos
básicos internacionales”. Este autor coloca a la buena fe como un principio fundamental del
D.I.

La relación de la buena fe con el pacta sunt servanda es una cuestión vital. Ante esto el
profesor OSCAR MAURTUA DE ROMAÑA se pregunta: ¿cómo se puede explicar uno de
estos principios en función del otro? La tesis de O’Conner sobre la relación del pacta sunt
servanda con la buena fe se resume en que la primera es una norma derivada de la segunda
y no a la inversa. En la medida en que las normas evolucionan, terminan asociándose con
buena fe, es decir, cuanto más avanzado es un sistema legal, menos necesidad tendrá de
invocar la buena fe.

La buena fe es un principio que demuestra su importancia práctica cuando no se encuentra


una norma concreta, cuando hay un conflicto de derechos o cuando esté en juego conceptos
contradictorios como por ejemplo el Pacta Sunt Servanda contra el Rebus Sic Stantibus.
Mientras que el primero – pacta sunt servanda- hace una clara mención que los pactos
deben cumplirse, el segundo principio – rebus sic stantibus-, para el Derecho Internacional
significa “mientras las cosas sigan así”. En otras palabras, dicho principio se encuentra
regulado por la Convención de Viena de 1969 en su artículo 62 que, según él, si se
produjera un cambio fundamental en las circunstancias preponderantes en el momento de la
celebración del Tratado y ese cambio conlleva a un cambio radical de las obligaciones que
en virtud del tratado todavía quedan por cumplir, la parte perjudicada puede alegar el
cambio para desvincularse del tratado o suspenderlo. Del mismo modo, la Corte
Internacional de Justicia considera que el artículo 62 de la Convención de Viena representa
un Derecho Consuetudinario, es decir que este artículo de la Convención también tiene
vigor para los Estados no partes de la Convención de Viena de 1969.

Para O’CONNER: “el principio de la buena fe es fundamental en el Derecho Internacional,


a partir del cual se han derivado otros preceptos legales directamente relacionados con la
honestidad y la justicia” La buena fe está específicamente establecida en el art. 2, inc. 2 de
la Carta de la ONU (1945).

Finalmente, cabe señalar que no caen dentro de esta esfera jurídica los acuerdos entre
Estados que no están sujetos al Derecho Internacional sino al Derecho Privado, como por
ejemplo los Convenios del Estado con otras instituciones. Cualquier organismo
especializado de la ONU puede adoptar decisiones que comprometen a los Estados, como
también acuerdos entre Estados y O.I. que deben cumplirse a pesar de que la Convención
de Viena no se aplique a ellos. Del mismo modo, los Estados pueden invocar invalidez de
un Tratado si su consentimiento ha caído en cualquiera de las figuras estipuladas en la
Convención de Viena de 1969 en su título sobre Nulidad de los Tratados.

En definitiva, la única garantía que tienen los Estados para desarrollarse, vivir y convivir en
paz y armonía será respetando sus pactos.

8. Analiza si existió violación del principio de buena fe por parte de Bolivia o Chile
respecto. Analiza los mecanismos del arbitraje y del juicio internacional como formas
probables de resolución jurídica al problema.

Son tantas las veces que el Estado chileno se comprometió a negociar un acceso soberano
al mar

La buena fe y la obligación de negociar son los dos principales fundamentos jurídicos de la


demanda que Bolivia presentó ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para recuperar
una salida soberana al mar, ya que dicha demanda solicita que la Corte falle y declare que
Chile tiene la obligación de negociar de buena fe un acuerdo que le devuelva a nuestro país
un acceso soberano al Océano Pacífico

La buena fe es uno de los principios generales más básicos y esenciales del Derecho
Internacional. Según la CIJ, es un principio que “obliga a las partes a aplicarlo en forma
razonable y de tal manera que su propósito se pueda realizar” y también reconoce que “uno
de los principios básicos que rigen la creación y el cumplimiento de las obligaciones
legales, sea cual sea su origen, es el principio de la buena fe”

La obligación de negociar, por otra parte, es una noción jurídica menos desarrollada y por
tanto, menos entendida. No obstante, existen algunos casos en los que la CIJ dictaminó que
la obligación de negociar debe aplicarse de buena fe. Como la disputa Nicaragua v.
Honduras, en el cual, la Corte determinó que “las partes deben negociar de buena fe con
vistas a acordar el trazado de la línea de delimitación…”, o el caso Hungría v. Eslovaquia,
en el que la Corte falló que las partes “deben negociar de buena fe teniendo en cuenta la
situación existente y adoptar todas las medidas necesarias para garantizar el logro de los
objetivos del Tratado de 16 de septiembre de 1977” ). En este último caso, el Tribunal
también dictaminó que “las partes tienen la obligación jurídica, durante las negociaciones
que han de celebrar en virtud del artículo 5 del acuerdo especial, de considerar, en el
contexto del Tratado de 1977, en qué medida pueden cumplirse del mejor modo posible los
múltiples objetivos del Tratado, teniendo en cuenta que deben cumplirse todos ellos”

Por tanto, más allá de que efectivamente la Corte no puede predeterminar el resultado de
una eventual negociación, cualquier fallo que determine una obligación de negociar, debe
ser cumplido de buena fe, es decir, honrando y respetando lo acordado, ofrecido y/o
promedito en relación al objeto de la disputa. Al respecto, cabe recordar que según el fallo
de la CIJ sobre la objeción preliminar chilena, el objeto de la disputa consta de dos partes:
“1) si Chile está obligado a negociar de buena fe un acceso soberano de Bolivia al mar, y 2)
si Chile ha incumplido esa obligación”

Ahora bien, considerando que la carga de la prueba recae en el Estado demandante, Bolivia
deberá probar que Chile adquirió dicha obligación de negociar y que luego no la cumplió.
Lo cual, aunque parezca un exceso de confianza decirlo, no resultará tan difícil.

En efecto, en primer lugar, son tantas las veces que el Estado chileno ofreció, prometió o se
comprometió a negociar un acceso soberano al mar para Bolivia, que es poco probable que
la Corte falle que Chile no tiene obligación de negociar.

Después de suscribir el Tratado de 1904, Chile ofreció negociaciones a Bolivia para darle
una salida soberana al mar en 1920, mediante el Acta suscrita por su Ministro en La Paz,
Emilio Bello; en 1921, a través de las declaraciones su Delegado ante la Liga de las
Naciones, Agustín Edwards; en 1923, mediante las cartas que su Canciller, Luis Izquierdo,
remitió al Ministro boliviano Jaimes Freyre; en 1950, a través de la nota que su Ministro de
exteriores, Horacio Walker, envió al Embajador boliviano, Alberto Ostria; en 1961,
mediante el Memorándum de su Embajador en Bolivia, Manuel Trucco, a la Cancillería
paceña; en 1975, a través del Acta firmada por su presidente, Augusto Pinochet, y el
presidente boliviano, Hugo Banzer, en Charaña; y ese mismo año, a través de la nota de su
Canciller, Patricio Carvajal, al Embajador boliviano, Guillermo Gutiérrez. Asimismo, en
1926, el Canciller chileno Beltrán Mathieu declaró en una Circular a todas sus legaciones
en el extranjero: “aceptamos sacrificar en interés de Bolivia, una parte del departamento de
Arica”; ese mismo año, el Canciller Jorge Matte, accedió a considerar la Propuesta Kellogg
que sugería transferir a Bolivia las provincias de Tacna y Arica; en 1983, Chile votó a favor
de la Resolución 686 de la OEA, que exhorta a los dos países a iniciar un proceso de
acercamiento “…que haga posible dar a Bolivia una salida soberana al Océano Pacífico…”;
y en 2006, el gobierno de Michel Bachelet aceptó incluir en la Agenda bilateral de
negociaciones el tema marítimo.

En cuanto al cumplimiento de la obligación de negociar, también es posible demostrar que


no hubo buena fe de parte Chile. Al respecto, si bien no alcanzaremos a referirnos a todas
las ocasiones citadas por falta de espacio, sí podemos mencionar a una de ellas, la
negociación de Charaña, que fue la más importante del siglo XX. En aquella ocasión,
además de que el fracaso de las conversaciones se produjo principalmente porque Chile
rechazó de plano la contrapropuesta del Perú, y le endosó a nuestro gobierno la
responsabilidad de obtener el asentimiento peruano para la cesión de territorios ariqueños
de acuerdo al Protocolo Complementario de 1929; se evidencia que no hubo buena fe de
parte de Chile porque luego de ofrecer un corredor al norte de Arica a Bolivia, a cambio de
ingentes compensaciones territoriales (por tierra y mar de 200 millas marinas); exigió a
nuestro gobierno que defina los territorios de canje sin haber recabado el acuerdo previo del
Perú, tal como establece el citado Protocolo de 1929.
En otras palabras, Chile ofrecía un corredor y quería conocer qué territorios incorporaría a
su dominio (incluso solicitó inspeccionarlos); sin tener los títulos saneados para realizar tal
transacción…

En conclusión, nos encontramos al inicio de un proceso judicial que nuestro país puede
ganar sin mayores sobresaltos si todo se hace bien, como hasta ahora, y en ese caso, Chile
se verá obligado a negociar de buena fe un acceso soberano al mar para Bolivia.
Bibliografía

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Coordinadores, Oscar Alba S., Marianela Salazar V.

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