Anda di halaman 1dari 4

Alejo Durán, el jornalero con un corazón de acordeón

Tras 25 años de su muerte, se mantiene como uno de los mejores del vallenato

Por: JOSÉ MANUEL PACHECO RICAURTE | Noviembre 18, 2014

Alejo Durán, el jornalero con un corazón de acordeón

Se cumplieron veinticinco años de la muerte de Alejo Durán Díaz, el jornalero que


se hizo juglar desde un pequeño pueblo llamado El Paso (Cesár), el mismo que con
su voz y su acordeón sembró de música el folclor colombiano y abrió la senda para
tantos éxitos que hoy se disfrutan por cantores vallenatos en toda Latinoamérica.
Sin educación formal y sin título académico alguno creó una escuela para la que no
necesitó bancas, tableros ni paredes, y en la que, los que lo conocieron y
escucharon dieron en llamarlo maestro luego de sentir su poderosa voz y disfrutar
de su música auténtica, impregnada de olor a campo, sabor de bosque virgen y la
frescura de los ríos torrentosos que bajan de la sierra.

No es mejor maestro el que más sabe sino el que mejor enseña y Alejo enseñaba
con el ejemplo, cantaba sin aspavientos, sólido en su postura, erguido, gigante en
la anchura de su hombros, el acordeón en el cual él decía llevar el alma,
serpenteaba entre sus manos, los dedos largos y toscos parecían levitar para
acariciar el teclado, cuando lo hacía, el acordeón gemía, lloraba o emocionaba de
alegría. Ver tocar a Alejo era como estar frente al poderoso tronco de un árbol que
afianzado en sus raíces sólo deja oscilar sus ramas para convertir en música el
sonido del viento. Cuando cantaba, su voz grave, profunda, oscura, recorría el alma
y el cuerpo, mientras él concentrado con sus ojos pequeños y brillantes parecía
explorar con su música cada rincón del espíritu para llenarlo con sus notas y
recrearlo desde el alma.

Alejo, el negro sencillo, humilde, orgulloso de su color, que jamás se avergonzó de


su origen ni de su clase, el mismo que hizo del sombrero vueltiao parte de su
identidad, el que le cantó al amor, a la amistad, a su pedazo de acordeón, el que
tocaba y encantaba sin perder la compostura, el que supo anunciar su derrota frente
al público que más lo quería y ante los rivales que más respetaba, el mismo que
hizo universal el lamento por “Alicia adorada” , el que fue capaz de componer una
canción a la “cachucha bacana” y para quien la placa de un carro “Cero Treinta y
Nueve” fue un motivo de inspiración, es el dueño del alma que en el cementerio de
Planeta Rica convoca a peregrinos de toda Colombia quienes no se resignan a
aceptar que el Negro Grande , el Maestro Alejo ameniza ahora las parrandas en el
cielo.

Dicen que Alejo no bebía nunca y algunos explican que dejó de hacerlo cuando
siendo joven en medio de una parranda golpeó con la fuerza de sus poderosos
puños de negro jornalero a su mejor amigo, otros por el contrario creen que si lo
hacía, sólo que reservaba ese placer para hacerlo directamente en los labios
hermosos de las mujeres que amaba.

El legado de Irene Martínez


La historia de la niña Irene, la madre del bullerengue

Por: Jhon Edinson Medina Diaz | Noviembre 05, 2014

El legado de Irene Martínez

En los años 80, la niña Irene con su comadre, también la niña Emilia, recorren
muchas partes del país, “las viejas” como se fueron dando a conocer en toda la
costa caribe, en las fiestas de carnavales, eran insignia, un ingrediente que no podía
faltar a la hora de estas celebraciones. Pasado un tiempo, ellas (Irene y Emilia),
notaron el talento que ambas poseían y la aceptación de la gente con su música
bullerengue, que optaron por separarse y crear su propio grupo, Irene quedó
grabando con Los Soneros de Gamero mientras Emilia formó el de ella.

Esta separación trajo consigo muchos enfrentamientos, como quien dice; “partieron
los pollos”, se desmembró un dúo sensacional que se erigió en muchas partes de
la región con la música folclórica y de doble sentido, generando así el inicio de una
batalla campal entre las comadres y amigas de antaño por la autoría de varias
canciones. La canción “Se vá, se vá”, fue la manzana de la discordia, en la cual
hasta las disqueras intervinieron. Dicha disputa, en muchos casos para la opinión
pública era producto de iniciativa del señor Wady Bedran, el cual fungía como el
directo de la orquesta Los Soneros de Gamero con el fin de crear publicidad para
posteriormente adquirir más ganancias. Para este personaje Irene Martinez
significó, lo mismo que representó el descubrimiento de América a los españoles.
Irene siendo una mujer de casta campesina, iletrada, eso lo constata el
desconocimiento de la fecha de su nacimiento por parte de ella, pero se cree que
su nacimiento fue en la segunda década del inicio del siglo XX, acostumbrada a
fumar, lo que hacía como comer las tres comidas al día. Viviendo con todos los
rigores de la humildad y la sencillez que caracteriza a las provincias, se aparta de
lo modesto y se enfila a la carrera como artista, a muchos viajes y giras Irene se
sometió.

Irene por no saber escribir tampoco leer, le dio el poder de sus contratos a su
manager y director, Wady Bedran, que la sometió a una agenda complicada de
compromisos, incluso se cree que no se le pagaba lo justo, en su familia
desconocían sobre el tema de la orquesta, no sabían mucho respecto al tema del
salario que le correspondía a la sexagenaria artista; para defender sus derechos. A
Irene le tocaba atender muchas veces, extensas y extenuantes jornadas de trabajo,
Wady Bedran, constantemente en la gira le daba licor en todo instante.

Este método se utilizaba para “animar a la vieja” a que cantara más y mostrara
mucho furor bailando y “se espelucara”, con eso alegrar al público -se comentaba-.
Los excesos de alcohol acompañaban a Irene en su carrera de cantante. Como fue
a finales del mes de Octubre del año 1987(Aproximadamente) en una caseta en ese
entonces conocida con el nombre “la estación” en el municipio de Arjona, Irene
estaba cantando borracha, ” prendía” con una enorme “juma”(embriagada) que
termino defecándose en la tarima, pues su cuerpo no se pertenecía de la cantidad
de ron que le proporcionaban para “animarla”. Ser artista a Irene no le cambio tanto
la vida, solo se le vio que su “rancho” se le hizo una mejora. En otros aspectos no
se notó. En los viajes se transportaba hasta en tractores y la tenían en condiciones
no favorables con su profesión, sin olvidar los varios congos de oro que recibió en
la ciudad de Barranquilla como mejor cantante que le dieron un suspiro a su
destacable labor. Se rumoraba -la romería- que Wady Bedran, fue el que más salió
beneficiado con “el descubrimiento” del talento de Irene en la parte lucrativa – se
especula-.

Irene dejó de cantar un año antes de su muerte. Cuando se le detecto cáncer de


garganta, fue internada en la clínica del club de leones en Cartagena de aquí, por
decisión propia solicita a sus hijos llevarla aún con vida a su pueblo natal Gamero y
morir en él, en su casa y con su gente, era su último deseo. Allí finalmente falleció,
el día 22 de Agosto de 1993, y se le dio el último adiós al día siguiente, en el
cementerio principal de la población de Gamero, donde todavía reposan sus restos
mortales. Quizás en una tumba olvidada, con un borroso epitafio, que las nuevas
con el tiempo no recordaran. Se apagó la rosa de Gamero, madre del bulleregue,
siendo inmortal sus canciones y que siempre la harán recordar con su estirpe alegre,
dejando así un gran legado que todos los años se recuerda a propósito de las fiestas
novembrinas y los carnavales de la ciudad de Barranquilla. Fue la prócer del
nacimiento de una generación, más bien una identidad, Una inspiración del canto
popular de esencia sencilla y significado ambiguo.

Anda mungkin juga menyukai