La revista del
Doctorado
˜ 2
ANO
2 Nº 2
Publicación Periódica de la Escuela
de Posgrado de la Facultad de
Humanidades y Artes de la U.N.R.
Dossier
digital
La conformación de la analítica de las relaciones de poder.
Michel Foucault y la genealogía
MARTÍN ARIAS*
Resumen Abstract
El presente artículo se propone efectuar un aná- The aim of this paper is to make a textual analysis
lisis de textos que permita una aproximación a la that allows an approximation to the elaboration
elaboración del método genealógico por parte de of Michel Foucault’s genealogic method. With
Michel Foucault. Para ello comienza con una this in mind, we begin with a reading of The
lectura de El orden del discurso y Nietzsche, la genea- Order of Discourse and Nietzsche, Genealogy, History.
logía, la historia. En estos textos buscamos, en In these works we look for, in the first place, an
primer lugar, una elaboración de las relaciones elaboration of the relationships between
entre discurso y prácticas sociales y, en segundo discourse and social practices and, in the second
lugar, una explicación del concepto nietzscheano place, an explanation of Nietzsche’s concept of
de genealogía. La segunda parte del artículo se genealogy. The second part of this paper deals
dedica a la producción teórica de 1971-1976. En with the theory production of the period 1971-
estas obras –en las que la problemática arqueoló- 1976. In these works –in which the archeologic
gica no es dejada de lado, sino complementada problems are not left behind, but rather
con las nuevas preocupaciones genealógicas– complemented with the new genealogic
aquellos esfuerzos son retomados para delinear concerns– those efforts are reintroduced in order
un método de análisis de las prácticas sociales to formulate a method of analysis of social
enfocado en las características del poder moder- practices focused in the characteristics of modern
no. Este análisis definirá al poder moderno como power. This analysis will define modern power
«biopoder normalizador» y señalará como carác- as «normalizer biopower» and will point out as
ter esencial su dimensión positiva o productiva. an essential character its positive or productive
dimension.
* Licenciado en Filosofía (UNR) y alumno del Doctorado en Humanidades y Artes con Mención en
Filosofía de la UNR. Esta monografía fue realizada en el marco del Seminario: Orientaciones filosóficas
contemporáneas, dictado por el Dr. José Sazbón del 19 al 21 de septiembre y del 21 al 23 de noviembre
de 2005 en la UNR. arias.martin@gmail.com
Argumentos /2 201
Dos textos de 1971 nos permiten efectuar una primera aproximación al procedi-
miento genealógico, tanto en lo que respecta a sus prescripciones metodológicas
como a su lugar en la empresa intelectual de Foucault. Se inscriben en ellos dos
preocupaciones solidarias, cuya sucesiva elaboración las hará confluir en la confor-
mación de una analítica de las relaciones de poder. Tenemos, por un lado, el interés
que manifiesta El orden del discurso por un maridaje metodológico entre arqueología
(«crítica») y genealogía, centrada la primera en los procesos de enrarecimiento y
exclusión propios de las formaciones discursivas, y abocada la segunda a sus reglas
de formación y condiciones externas de posibilidad. En este marco se estudian los
efectos de poder del discurso y la injerencia de las prácticas sociales en las forma-
ciones discursivas. Por otro lado, en Nietzsche, la genealogía, la historia se lleva a cabo
un examen incisivo del concepto nietzscheano de genealogía en el que Dreyfus y
Rabinow no dudan en reconocer «el semillero completo de las obras de Foucault
a lo largo de la década del 70».1 Se definen en este texto los lineamientos
metodológicos de una investigación histórica de las prácticas sociales –discursivas
y no discursivas– que toma por objeto las relaciones de poder que las atraviesan y
hacen presa en el cuerpo de los individuos. Nos proponemos, en primer lugar,
recorrer estas obras en las que –sin dejar de lado la problemática arqueológica,
sino complementándola con un abordaje de los discursos en términos de lucha y
estrategia– se elaboran las primeras herramientas de análisis de un poder coextensivo
al campo social, que se infiltra en sus retículos más recónditos y configura la
corporalidad de los hombres en su praxis cotidiana. Posteriormente examinare-
mos la prosecución de este esfuerzo teórico en la producción de los años 1971-
1976. En esta segunda etapa procuraremos ante todo efectuar un seguimiento del
modo en que la investigación del poder normalizador moderno es posibilitada y
articulada tanto por una analítica que subraya el carácter «positivo» de los efectos
del poder como por la crítica concomitante de las concepciones «negativas» del
mismo, a saber, aquellas que conciben su naturaleza y ejercicio en función del mo-
delo jurídico de la soberanía. Recurriremos a momentos fragmentarios de los
estudios históricos concretos únicamente cuando sea necesario a los fines de escla-
recer las premisas que suponen y el procedimiento que los encauza.
I
En El orden del discurso Foucault se propone, ante todo, formular y desarrollar la
hipótesis de trabajo que guiará sus futuras investigaciones. Semejante suposición
1
DREYFUS, H. L. y RABINOW P., Michel Foucault. Más allá del estructuralismo y la hermenéutica, Nueva Visión,
Bs. As., 2001, p. 135.
202 Martín Arias
consiste en que «en toda sociedad la producción del discurso está a la vez contro-
lada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos que
tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento
aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad».2 Considerar el discurso en
su materialidad de acontecimiento es sin duda un motivo que jugaba un rol funda-
mental en La arqueología del saber; asimismo, muchos de los procedimientos
subsiguientemente delineados habían sido tematizados en la Arqueología y en obras
anteriores. Con todo, cabe notar desde ya un desplazamiento del acento, cuando
no de la perspectiva: la alusión a los «poderes y peligros» del discurso, así como a
la necesidad de control social que de ello se deriva, anuncian que al proyecto ar-
queológico de una «descripción pura de los acontecimientos discursivos»3 se superpone la
tentativa de concebir el discurso como inmerso en los juegos y estrategias de po-
der que rigen y, a la vez, se sustentan en las distintas prácticas sociales.4 Los proce-
dimientos de gestión del discurso enumerados por Foucault son los siguientes:
1) Procedimientos externos de exclusión. Primeramente, los sistemas de prohibición.
Establecen los objetos apropiados del discurso, las circunstancias en que puede ser
pronunciado y las condiciones que debe satisfacer el sujeto que se lo apropia, su
estatuto. En segundo lugar, la separación entre razón y locura. Desde la Edad
Media, y de diversas formas, se define al loco como aquél cuyas palabras tienen un
status diferente de las de los otros, sea que se les niegue toda validez (no pudiendo
testificar ante la justicia, autentificar un contrato, etc.) o se les atribuya el poder de
enunciar una verdad oculta. El armazón de saber médico o psicoanalítico que
permite hoy en día descifrar esas palabras no prueba que la separación haya des-
aparecido, sino que se ha desplazado. Por último, la dicotomía verdadero – falso.
Ciertamente esta oposición no constituye un sistema de exclusión cuando se la
considera en el plano de la proposición, pero de lo que se trata, más bien, es de
abordarla al nivel de la materialidad histórica de los discursos verdaderos. Aquí la
distinción entre verdad y falsedad se muestra como un sistema históricamente
constituido (durante ese período que va de Hesíodo a Platón, cuando el discurso
deja de ser valorado por lo que hace y comienza a ser evaluado por lo que dice) y
sometido a transformaciones; como una voluntad de verdad conformadora de
ámbitos de objetos, de funciones de sujeto y de instrumentales de conocimiento;
2
OD, p. 11 (Ver al final la lista de abreviaturas de las obras de Michel Foucault).
3
AS, p. 43.
4
«...el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino
aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse». OD,
p. 12.
Argumentos /2 203
5
Es hacia este último sistema que desde hace siglos, en Occidente, confluyen los anteriores (a través,
por ejemplo, de la apropiación de la locura por parte del saber psiquiátrico).
6
OD, p. 32.
7
Notemos que el primer grupo de procedimientos, en tanto definido como exterior a los sistemas de
enunciados y destinado a contrarrestar los efectos de poder de la práctica discursiva, representa, a
204 Martín Arias
10
Recordemos que se los definía como exteriores al discurso.
206 Martín Arias
nidades del origen, la idea de que en sus comienzos las cosas se encontraban en un
estado de perfección. Pues, de hecho, en el comienzo está lo bajo, lo irrisorio: el
juego de las pasiones, las pequeñas y las grandes luchas. 3) Para el genealogista el
origen no es el lugar de la verdad. No es ese punto permanentemente retrotraído
y anterior al conocimiento, punto que daría lugar a un saber que se referiría a él y,
a su vez, nunca terminaría de apresarlo. Lejos de ello, la verdad es el resultado de
un encadenamiento de errores; su aparente inmutabilidad se debe a la sedimenta-
ción de su efectividad histórica. No sólo las verdades, sino la verdad misma como
valor, la voluntad de verdad, son el producto de determinadas opciones históricas.
Rechazo por parte del genealogista, en suma, de la identidad de las esencias, la
primacía de lo primigenio y la originariedad de la verdad.
A esta añoranza del origen la genealogía opone la determinación de la Herkunft
y la Entstehung. La Herkunft, entiende Foucault, designa la procedencia de un elemento.
A menudo Nietzsche parece concebirla como el movimiento que establece el sen-
tido de una forma a través de su remisión a una cierta raza o tipo social. Pero, de
hecho, en ella no se trata de identificar una figura (una creencia, un sentimiento, una
costumbre) mediante la atribución de una serie de caracteres generales que com-
partiría con otras, sino, muy por el contrario, de disolver su unidad ficticia desple-
gando la multiplicidad de elementos que la constituyen sobre los diferentes planos
de la dispersión que les es propia. De este modo el presente, lejos de ser legitima-
do por la evolución monótona de una forma que en el fondo ya estaba presente
desde el comienzo, se vuelve extraño a sí mismo al reconocerse en él la exteriori-
dad de los diferentes sucesos que lo produjeron. Por tanto, toda determinación de
la procedencia es necesariamente crítica. «La búsqueda de la procedencia no funda,
al contrario: remueve aquello que se percibía inmóvil, fragmenta lo que se pensaba
unido; muestra la heterogeneidad de aquello que se imaginaba conforme a sí mis-
mo.»11 Por último, la instancia decisiva para la evaluación de la procedencia es el
cuerpo. Y esto en dos sentidos: el cuerpo se presenta como una superficie sobre la
que se inscriben los acontecimientos; está atravesado por todo un entramado de
valoraciones, costumbres y prácticas institucionales. A su vez, estas formas encuen-
tran su punto de emergencia en las discordias y luchas que animan las pasiones
corporales, en el espacio en que las fuerzas de un individuo o un grupo entran en
conflicto. Puede decirse, entonces, que el genealogista se concentra en el punto de
articulación entre la historia y el cuerpo.
La Entstehung, por su parte, debe entenderse como la emergencia de una figura,
esto es, como la ley que rige su eclosión. Mientras que la procedencia impedía ante
11
MP, p. 13.
Argumentos /2 207
12
Un buen ejemplo de ese «no lugar» en que se desenvuelven las luchas, esto es, del hecho de que las
fuerzas en pugna no comparten un espacio homogéneo, sino que están separados por una irreductible
diferencia de perspectiva, nos lo da la célebre genealogía nietzscheana de las oposiciones morales Gut
– Schlecht y Gut – Böse. Cf. NIETZSCHE, Friedrich, Genealogía de la moral, Alianza, Madrid, 1995, I.
13
«…no existe principio más importante para toda especie de ciencia histórica que ese que se ha
conquistado con tanto esfuerzo … a saber, que la causa de la génesis de una cosa y la utilidad final de
ésta, su efectiva utilización e inserción en un sistema de finalidades, son hechos toto coelo separados
entre sí; que algo existente, algo que de algún modo ha llegado a realizarse, es interpretado una y otra
vez, por un poder superior a ello, en dirección a nuevos propósitos, es apropiado de un modo nuevo,
es transformado y adaptado a una nueva utilidad; que todo acontecer en el mundo orgánico es un
subyugar, un enseñorearse, y que, a su vez, todo subyugar y enseñorearse es un reinterpretar, un reajustar,
en los que, por necesidad, el ‘sentido’ anterior y la ‘finalidad’ anterior tienen que quedar oscurecidos
o incluso totalmente borrados». NIETZSCHE, Friedrich, Genealogía de la moral, Alianza, Madrid, 1995, II,
12. Paul Veyne llega a decir que «el método de Foucault ha surgido probablemente de una reflexión»
sobre este parágrafo. VEYNE, Paul, Cómo se escribe la historia. Foucault revoluciona la historia, Alianza, Madrid,
1984, p. 237, n. 11.
208 Martín Arias
concebida para legitimar el presente, la genealogía adopta una estrategia cuyas tres
operaciones fundamentales son las siguientes: 1) reintroducir en el devenir todo lo
que se supone fijo en el hombre. Sus sentimientos y costumbres, su cuerpo mismo,
deben disolverse en la miríada de acontecimientos que les dieron forma; hay que
recuperar el hiato que separa una figura contemporánea de las multiplicidades que
modelaron su rostro. 2) Combatir el hábito de diluir los sucesos en la continuidad
de una serie causal unívoca o un proceso teleológico. Restituir a los acontecimien-
tos su carácter disruptivo inscribiéndolos en el juego azaroso de las luchas. 3) Aban-
donar la pretensión de objetividad especular que acompaña a todo intento de
aprehender la totalidad: saber del genealogista acerca del lugar desde el que escribe
su historia, conciencia de la dinámica de las perspectivas y de su parcialidad. No se
trata, empero, de afirmar la supuesta evidencia de una arbitrariedad general, sino
de tomar conciencia de los recortes, selecciones y omisiones inherentes al oficio del
historiador. Un «elemento», una «forma» sólo adquieren relieve cuando se los re-
fiere a un complejo de fuerzas; el interés del genealogista por destacar un cierto
recorrido de un elemento en particular es el que define el entramado de fuerzas a
considerar; ese entramado, a su vez, remite a una dispersión de entramados que lo
codeterminan.
Además, para el genealogista, se debe abandonar definitivamente el motivo de
un sujeto de conocimiento intemporal que se ocuparía desinteresadamente de la
verdad; el genealogista interpreta toda voluntad de verdad como voluntad de
poder, esto es, como una conformación estrategia que opera en un entramado de
fuerzas y genera efectos de poder: su historia es una historia política de la verdad.
Así, la imbricación y mutua dependencia de las relaciones de poder y las reglas de
formación del discurso que introduce la genealogía no representa una ruptura con
respecto a la preocupación arqueológica por escribir una historia irreductible a la
actividad constituyente de un sujeto trascendental.
Nietzsche, la genealogía, la historia nos ofrece el primer el primer gran esfuerzo
reflexivo de Foucault en torno a la problemática del poder. No queremos afirmar
con esto que la cuestión del poder no estuviera presente, sino que no se la pensaba
de manera explícita. Así, por otra parte, lo declara el mismo Foucault: «Pero lo que
faltaba en mi trabajo, era este problema del ‘régimen discursivo’, de los efectos de
poder propios del juego enunciativo. Lo confundía demasiado con la sistematicidad,
la forma teórica o algo así como el paradigma. En el punto de confluencia entre la
Historia de la locura y Las palabras y las cosas se encontraba, bajo dos aspectos muy
diferentes, ese problema central del poder que yo había por entonces aislado muy
Argumentos /2 209
mal».14 Creemos reconocer en esta mirada retrospectiva los signos de dos muta-
ciones acaecidas en la meditación acerca del poder. Se hace patente, por un lado,
que el tratamiento del vínculo entre el poder y los regímenes discursivos viene
demandado por una incógnita que no se acertaba a despejar en las obras del perío-
do arqueológico, sobre todo en Las palabras y las cosas. La gran hipótesis de este
texto consistía, efectivamente, en que los distintos saberes de una época dependen
en su posibilidad y normatividad interna de un a priori histórico o episteme a cuya
descripción se abocaba el análisis.15 Como más de un crítico lo notó en su momen-
to, una de las dificultades de este planteo reside en que las rupturas, esto es, los
reordenamientos del campo epistémico que dan lugar a un a priori histórico dife-
rente, no son susceptibles de explicación.16 La exégesis histórica daba por resulta-
do una serie discontinua de epistemes tales como las del Renacimiento y la Época
Clásica, dejando sin respuesta los problemas del modo en que una era suplantada
por otra y de los motivos de esta substitución. Lo que la genealogía permite es,
justamente, comprender el surgimiento de nuevas figuras del saber (en los térmi-
nos de la Arqueología, los sistemas de reglas que rigen las posiciones de sujeto, cam-
pos de objetos, dominios asociados y condiciones de repetibilidad de las funcio-
nes enunciativas) a partir de las redistribuciones y los desplazamientos verificados
en la economía de las fuerzas de una sociedad dada. Al propugnar un abordaje del
discurso en términos de estrategia posibilita, asimismo, un enfoque más agudo de
las relaciones entre las prácticas discursivas y las no discursivas: las diferentes pro-
ducciones de la voluntad de verdad quedan referidas al juego variable de las rela-
ciones de poder que regulan las prácticas sociales; más aún, la verdad misma es
poder: los discursos verdaderos actualizan y modifican, a su vez, aquellas relacio-
nes.17 Ahora bien, en la entrevista que citamos más arriba no sólo se habla de Las
palabras y las cosas, sino también de la Historia de la locura. Y es con respecto a esta
última obra que se hace más evidente la segunda rectificación en la metodología de
Foucault. Como él mismo lo estipula, en la Historia de la locura se sirvió, al menos
implícitamente, de una noción «negativa» del poder. Para esta perspectiva el poder
sería lo que reprime, excluye, impide y prohíbe, en suma, lo que meramente dice
14
Entrevista con M. Fontana en rev. L´Arc, nº 70 especial, pp. 16-26. MP, pp. 178-79.
15
Cf. PC, «Prefacio», pp. 1-10.
16
MP, pp. 178.
17
Con respecto a este punto, E. Castro asevera que el método arqueológico, en su afán de desligarse
tanto del estructuralismo como de la fenomenología, debía encaminarse «hacia una pragmática, es
decir, hacia una filosofía de la praxis humana como fundamento de la verdad». CASTRO, E., Pensar a
Foucault. Interrogantes filosóficos de La arqueología del saber, Biblos, Bs. As., 1995, p. 125. Cf. también cap.
VII, «Verdad y discursividad», pp. 215-237.
210 Martín Arias
no.18 Nietzsche, la genealogía, la historia es el hito que señala el paso de esa «hipótesis
represiva» a una concepción positiva del poder, esto es, a la afirmación del carácter
esencialmente productivo de los mecanismos de poder: la genealogía se propone,
precisamente, comprender las distintas prácticas sociales, sean discursivas o no, a
partir de la red de complejos de poder que las regulan y de las estrategias que
definen las transformaciones y los ritmos de tales complejos.19
Concluiremos esta sección señalando las otras dos contribuciones fundamen-
tales del texto. Primeramente, el programa de una modalidad de investigación
histórica que es en sí misma una critica del presente. Al desplegar el cuadro de
conflictos que dieron forma al orden contemporáneo, la genealogía revela su ca-
rácter contingente y pone al descubierto el modo en que los diversos elementos
que lo componen responden a determinadas tácticas y estrategias de domina-
ción.20 En segundo lugar, la postulación del cuerpo como superficie de inscripción
de los acontecimientos. Será retomada en desarrollos subsiguientes la idea de que
18
«Pienso que entonces imaginaba una especie de locura viva, voluble y ansiosa a la que la mecánica del
poder y de la psiquiatría llegarían a reprimir, a reducir al silencio». MP, p. 182. Sin embargo, debe
tenerse en cuenta que lo dicho en MP, p. 154 supone una restricción del alcance de esta afirmación:
«…me había servido esta concepción [negativa del poder] en la Historia de la locura … pues la locura es
un caso privilegiado: durante el período clásico el poder se ejerció sin duda sobre la locura al menos
bajo la forma privilegiada de la exclusión … De tal forma que analizando ese hecho he podido utilizar
sin excesivos problemas una concepción puramente negativa del poder que a partir de un cierto
momento me pareció insuficiente…»
Por otra parte, esta concepción del poder era la que aún operaba en El orden del discurso, tal como lo
demuestra la índole de los procedimientos de administración del discurso que reseñamos en pp. 4-
5. «Pienso que en ese Orden del discurso he mezclado dos concepciones o, mejor dicho, he propuesto
una respuesta inadecuada a una cuestión que creo legítima (la articulación de los hechos del discurso
sobre los mecanismos de poder). Es un texto que he escrito en un momento de transición. Hasta ese
momento me parece que aceptaba la concepción tradicional del poder, el poder como mecanismo
esencialmente jurídico, lo que dice la ley, lo que prohíbe, lo que dice no, con toda una letanía de
efectos negativos: exclusión, rechazo, barrera, negaciones, ocultaciones, etc.» MP, p. 154.
19
«Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que no pesa solamente como una
fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa, produce cosas, induce placer, forma saber, produce
discursos; es preciso considerarlo como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social más
que como una instancia negativa que tiene como función reprimir». MP, p. 182.
20
«El término ‘genealogía’ implica la función política en la cual la historia es ‘la inversión de una
relación de fuerzas’. El historiador puede socavar el orden actual mediante la inversión de sus
imágenes del pasado. El método propiciado por Foucault exige al historiador retroceder en el tiempo
hasta localizar una diferencia, como por ejemplo, la tortura de Damiens, el confesionario pretridentino,
la nave medieval de los locos. Estos discursos/prácticas heterogéneos son analizados a continuación
de tal manera que su negatividad con respecto al presente hace estallar la ‘racionalidad’ de los
fenómenos que se dan por obvios. Cuando la tecnología de poder empleada en el pasado se analiza
en detalle, se socavan las premisas actuales que postulan el pasado como ‘irracional’». POSTER, M.,
Foucault, el marxismo y la historia, Paidós, México D. F., 1991, pp. 127-28.
Argumentos /2 211
el poder –al menos el que se ejerce en las sociedades modernas– se infiltra en las
ramificaciones más finas del espacio social y hace de la corporalidad individual
uno de sus campos de aplicación.
II
En este parágrafo procuramos brindar una exposición sumaria de la aplicación y
el desarrollo que reciben las formulaciones programáticas de Nietzsche, la genealogía,
la historia en la producción teórica del período 1971-1976.21 Comencemos por
despejar los malentendidos que podrían ocasionar ciertas expresiones de las que
nos hemos servido, tales como «el poder circula» o «se infiltra». Esta manera de
hablar, por lo demás común en los textos de Foucault, no debe hacernos olvidar
que el poder en modo alguno es una sustancia o atributo que fluiría por las arterias
del cuerpo social. El poder no es algo que pueda poseerse ni transmitirse, sino un
modo definido de relación interhumana. Puede definírsela como un modo de ac-
ción que no opera sobre las cosas ni –al menos inmediatamente– sobre los hom-
bres, sino sobre sus acciones. A diferencia de una relación de violencia que sólo
puede actualizarse inmovilizando y cosificando al individuo, el poder presupone
que el sujeto sea en todo momento reconocido como persona que actúa y que,
por tanto, se despliegue ante su ejercicio todo un espacio abierto de respuestas
posibles. Dicho en otras palabras, el poder presupone la libertad. De ahí que su campo
de aplicación por excelencia sean las acciones posibles. El poder «es una estructura
total de acciones dispuestas para producir posibles acciones: incita, induce, seduce,
facilita o dificulta: en un extremo, constriñe o inhibe totalmente; sin embargo, es
siempre una forma de actuar sobre la acción del sujeto, en virtud de su propia
acción o de ser capaz de una acción. Un conjunto de acciones sobre otras accio-
nes.»22 Sólo es lícito, por ende, hablar de «mecanismos» y «tecnologías» de poder
porque en toda sociedad pueden constatarse regularidades en los modos de ges-
tionar el accionar humano y, a partir de la consideración de las dependencias y
relaciones entre los puntos locales de administración de las conductas, reconstruir
estrategias de conjunto.
21
Nos centraremos en Vigilar y castigar (1975) e Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber (1976), así como
en las lecciones que durante esos años dictara Foucault en el Collège de France, recogidas y editadas
póstumamente en Los anormales y Defender la sociedad. Utilizaremos eventualmente algún artículo o
entrevista de fecha más reciente, pero no estudiaremos aquí las reformulaciones efectuadas por
Foucault en los tomos II y III de Historia de la sexualidad.
22
FOUCAULT, Michel, «El sujeto y el poder» en Dreyfus, H. L. y Rabinow, P., Michel Foucault. Más allá del
estructuralismo y la hermenéutica, Nueva Visión, Bs. As., 2001, pp. 241-59, p. 253.
212 Martín Arias
El poder es, entonces, la operación de unas acciones sobre otras acciones, una
relación de fuerzas, el arco tensado entre una fuerza y una resistencia. Su carácter
relacional no implica meramente que a la hora de estudiarlo haya que atender en
primer lugar a los términos en cuestión y procurar seguidamente establecer una
relación entre ambos ni, mucho menos, que se deba partir de un primer término
para luego ensayar una deducción o rastreo empírico del conjunto de relaciones
que irradiarían de semejante centro. Lejos de pretender explicarlo todo a partir de
una instancia única como el modo de producción y la estructura de dominación
que le es inherente, o de reconstruir la génesis ideal de la soberanía y pensar el
ejercicio del poder en función de ella, hay que desentrañar el entramado de relacio-
nes de poder que atraviesan el cuerpo social en su conjunto y comprender los
términos en cuestión a partir de las relaciones mismas. Carácter relacional del po-
der, coextensividad con el campo social y multiplicidad de puntos móviles en los
cuales se ejerce: la concepción foucaultiana del poder toma distancia tanto del
economicismo marxista como de la temática jurídica de la soberanía operante en
el liberalismo político. Un relevamiento de las apreciaciones críticas efectuadas por
Foucault a propósito de estos modos de entender el poder nos ayudará a com-
prender su pensamiento.
Señalemos en primer lugar que el objetivo de Foucault no ha consistido nunca
en elaborar una teoría del poder, esto es, un modelo abstracto deducido a partir
de un conjunto de axiomas y aplicable a una instancia empírica cualquiera. Tampo-
co procura establecer un método general susceptible de aplicarse a un número
indefinido de ámbitos. La originalidad de sus estudios históricos requiere como
paso previo la delimitación de un dominio de investigación, compuesto regular-
mente de elementos heterogéneos tales como discursos científicos, prácticas y re-
glamentos institucionales, decisiones políticas, etc. Sujetas a una revisión perma-
nente, las herramientas de análisis se forjan en función del dominio bajo considera-
ción y con el objeto de descifrar la serie de correlaciones que lo constituyen.23 No
hay, por tanto, ni una teoría ni un método universal, sino una serie de preceptos e
hipótesis que permiten delimitar el ámbito de las relaciones de poder y, más que
definir su esencia, indicar los rasgos generales de su modo de operación. En La
voluntad de saber se llama «analítica» a este procedimiento: «la apuesta de las investi-
gaciones que seguirán consiste en avanzar menos hacia una ‘teoría’ que hacia una
‘analítica’ del poder: quiero decir, hacia la definición del dominio específico que
forman las relaciones de poder y la determinación de los instrumentos que permi-
23
Entrevista con S. Hasumi en Umi, diciembre de 1977, pp. 240-256. Citado en DS, «Situación del curso»,
p. 257.
Argumentos /2 213
24
VS, p. 100. «Si se tratara de construir una teoría del poder, siempre se estará obligado a considerarlo
como surgiendo en un punto y en un momento dado, y se deberá hacer su génesis, después su
deducción. Pero si el poder es en realidad un haz abierto, más o menos coordinado … de relaciones,
entonces el único problema reside en dotarse de una rejilla de análisis que permita una analítica de las
relaciones de poder.» DP, 188.
25
DS, pp. 26-27.
26
DS, p. 27.
214 Martín Arias
económico que reportan; lo que no es lícito es afirmar que las redes de poder
deriven de las relaciones de producción ni que su función esencial sea reproducir-
las. Recurramos a un caso concreto para ilustrar este punto. El prodigioso desarro-
llo de los aparatos productivos a partir del siglo XVIII demandaba una adapta-
ción integral de la mano de obra: docilidad y obediencia de los cuerpos,
maximización de su rendimiento. Una respuesta –entre otras posibles– a esta exi-
gencia la dio el florecimiento de las tecnologías de poder disciplinarias y
normalizadoras tan virtuosamente analizadas en Vigilar y castigar.32 Ahora bien, no
puede interpretarse esta secuencia como una determinación económica «en última
instancia», ya que la puesta en práctica de las disciplinas no obedece únicamente al
aumento de la fuerza corporal en el sentido económico de la utilidad, sino también
a su disminución en el sentido político de la obediencia.33 Asimismo, en modo
alguno estaban esos dispositivos disciplinarios, por así decirlo, prefigurados en las
instancias de producción como su complemento necesario; no tuvieron su origen
en ellas ni son explicables por ellas solas. Esa meticulosa atención a los gestos, esa
imposición permanente de automatismos, esa distribución de los cuerpos en un
espacio reticulado y la composición óptima de sus fuerzas surgió como «una mul-
tiplicidad de procesos con frecuencia menores, de origen diferente, de localización
diseminada, que coinciden, se repiten, o se imitan, se apoyan unos sobre otros, se
distinguen según su dominio de aplicación, entran en convergencia y dibujan poco
a poco el diseño de un método general». Se los ve primeramente en los colegios y
luego en escuelas elementales; invaden lentamente el espacio hospitalario y motivan
más tarde una reorganización de las instituciones militares. Lejos de ser la materia-
lización de un «proyecto» concebido acabadamente desde un principio y que res-
pondería a un «interés de clase», estas disciplinas locales se configuraron las más de
las veces como una respuesta particular a situaciones coyunturales: «aquí una inno-
vación industrial, allá la recrudescencia de ciertas enfermedades epidémicas, en
otro lugar la invención del fusil o las victorias de Prusia».34 La expansión del capi-
talismo industrial y la diseminación del poder disciplinario son, en conclusión, fe-
nómenos que se condicionan mutuamente. Rechazo, entonces, de una dependencia
causal vertical y unívoca en favor de la diagramación de una serie de correlaciones
–cuadro– entre elementos de distintos órdenes.35
32
Cf. «Disciplina», VC, pp. 137-230.
33
Cf. DELEUZE, G., Foucault, Paidós, Bs. As., 1987, pp. 52-53.
34
VC, p. 142.
35
En la «Respuesta a Esprit» se lee, tras una enumeración de la serie de dependencias que se propone
estudiar la arqueología: «yo quisiera sustituir la simplicidad uniforme de las asignaciones de causalidad
Argumentos /2 217
40
VC, pp. 175-82.
41
VC, p. 189.
42
Ibidem.
Argumentos /2 219
43
VC, pp. 189-98.
220 Martín Arias
44
DS, pp. 217-37.
Argumentos /2 221
tica llega a revelar que en algunos casos son los procedimientos del Estado los que
se vieron transformados. Las disciplinas, por ejemplo, son «humildes modalida-
des, procedimientos menores, si se comparan con los rituales majestuosos de la
soberanía o con los grandes aparatos del Estado. Y son ellos precisamente los que
van a invadir poco a poco esas formas mayores, a modificar sus mecanismos y a
imponer sus procedimientos».45
Una de las declaraciones más lucidas que nos ha dejado Foucault acerca del
procedimiento que debe aplicar el análisis para encarar, sin el recurso a una
diagramación previa, estos tejidos de relaciones que circunscriben un elemento la
constituye la temática de la eventualización o acontecimientación. Sin duda hay en ella
algo de «positivismo», «empirismo» y llamada a lo concreto, pero no está de más
recordar que las prácticas que se estudian no suponen el esquema de un sujeto de
conocimiento enfrentado a un objeto real, puesto que son ellas mismas las que
producen una diversidad de posiciones de sujeto, objetos de poder–saber y efec-
tos de verdad y realidad. La eventualización consiste, en primer lugar, en una rup-
tura de la evidencia. A la hora de explicar el surgimiento de una práctica se debe dejar
de lado todo recurso al sentido común y a supuestas constantes históricas o
antropológicas para sacar a luz la singularidad del acontecimiento. De ninguna
manera era evidente, por ejemplo, que la locura tenga que entenderse como «en-
fermedad mental», ni que sea preciso crear instituciones de encierro para tratar a
los locos. Una vez conseguido este efecto de extrañeza, se procede a considerar los
múltiples juegos de fuerza que han hecho que la práctica en cuestión se solidifique
hasta el punto de volverse necesaria y evidente. Este segundo paso se denomina
desmultiplicación causal. Apunta a un desmenuzamiento del acontecimiento, concebi-
do como proceso, en la diversidad de desarrollos que lo constituyen. En el caso de
la emergencia del sistema carcelario –tematizada en Vigilar y castigar– se trataría de
definir el proceso de penalización del encierro, es decir, la progresiva inserción de
las formas precedentes de encierro en el sistema de punición legal; o, a la inversa, el
desarrollo por el cual el encierro se fue convirtiendo en la pieza central de este así
reformado sistema punitivo. El análisis se lleva a cabo mediante la construcción en
torno a este proceso–acontecimiento de lo que Foucault llama un «poliedro de
inteligibilidad». Sus caras no se definen de antemano y, en principio, nunca se lo
puede dar por acabado; el análisis procede por «saturación progresiva y forza-
miento inacabado».46 Este movimiento abierto de saturación tiene la forma de un
doble proceso de descomposición interna del acontecimiento y multiplicación de
45
VC, p. 175.
46
DP, pp. 220-21.
222 Martín Arias
las relaciones externas que lo vuelven inteligible. Esto es, mientras más analice uno
los detalles de la práctica disciplinaria del encierro, más se verá llevado a referirlos
a elementos disímiles tales como la escolaridad basada en un sistema de recom-
pensa y punición, los códigos disciplinarios imperantes en las escuelas militares, la
configuración espacial de los hospitales con el juego diferencial de miradas que
permite, etc. «Descomposición interna del proceso y multiplicación de las ‘salien-
tes’ analíticas van de la mano». Se abre así ante la analítica del poder un dominio
poblado de polimorfismos y heterogeneidades: la constitución de un poliedro de
inteligibilidad conlleva la puesta en juego de elementos, relaciones entre elementos
y escalas de aproximación radicalmente diversos.47
Nada que se parezca menos a este conjunto de prescripciones que un modelo
abstracto indefinidamente aplicable. Pero esto no implica que la analítica se resuel-
va en un simple llamado a lo inmediatamente constatable, puesto que apunta pre-
cisamente a una historia de lo inmediato y evidente; ni que conduzca, por último, a
la mera invocación, frente a la monotonía de las evidencias, de la singularidad
inefable del acontecimiento, pues la discontinuidad que éste manifiesta queda refe-
rida a la multiplicidad de procesos que constituyen sus condiciones de existencia.
Una vez descartada toda posibilidad de fundar la analítica del poder en una serie
de principios, ¿a qué apelar para justificar su racionalidad o su rendimiento? Cree-
mos que lo que Foucault dijera a propósito del estatus de la elaboración
metodológica de La arqueología del saber puede aplicarse en lo esencial a los
lineamientos procedimentales de la genealogía. En la introducción de aquella obra
se afirmaba que la discusión del «método» afinaba y rectificaba los instrumentos
empleados en las investigaciones arqueológicas; pero que, a su vez, eran los resul-
tados a que éstas llegaban los que la volvían posible y marcaban su rumbo.48 Esta
circularidad entre metodología e investigación efectiva se verifica igualmente en la
genealogía, en la medida en que ésta es indisociable de la constatación del naci-
miento, a principios del siglo XVIII, de una tecnología de poder esencialmente
productiva.49 Este rasgo distintivo del poder moderno es el que pone al desnudo
la incongruencia de las interpretaciones «negativas» de sus efectos (lo que, por otro
lado, no implica que la analítica foucaultiana sea aplicable únicamente en nuestras
sociedades).El abordaje del poder moderno es inviable tanto para una teoría pro-
vista de un modelo abstracto como para un análisis fundado en la oposición entre
47
DP, p. 221.
48
AS, p. 26.
49
LA, pp. 58-59.
Argumentos /2 223
50
AS, p. 26.
¿Rescate de la identidad perdida?
Las Congregaciones de los negros y la Compañía de Jesús
en el Río de la Plata. Primera mitad del siglo XVII
MARÍA DEL ROSARIO BARAVALLE*
Resumen Abstract
Este artículo trata de dilucidar el papel que jugó This paper tries to understand the role the Society
la Compañía de Jesús en la evangelización de los of Jesus played in the evangelization of African
esclavos africanos y en qué medida posibilitó la slaves, and to what extent the Order made their
integración de los mismos en las Cofradías, te- integration to the Cofradías possible, bearing in
niendo en cuenta que esta institución, rescatada mind that this institution -rescued and given a
y resignificada por el Concilio de Trento, new meaning by the Council of Trent-
aglutinaba a los grupos étnicos separadamente summoned each ethnical groups separately in
para poder ejercer así, un mejor control sobre order to have them under control.
ellos. Moreover, I will try to trace what possibilities
Por otra parte, trataré de rastrear cuáles fueron the Order gave the African slaves to join these
las posibilidades que la Orden les brindó a los institutions, and how the slaves used them as a
esclavos africanos de congregarse en estas insti- strategy for cultural survival.
tuciones, y cuál fue el uso que los mismos hicie-
ron de ellas como estrategia de supervivencia
cultural.
Introducción
La sociedad americana del siglo XVII estuvo conformada por un extenso mosai-
co de grupos étnicos o de color como consecuencia de la convivencia común de
tres grandes razas básicas, resultado de un mestizaje múltiple muy temprano, estas
fueron: los indios originarios, los blancos conquistadores y los negros africanos
traídos como esclavos por los blancos.
El interés en este trabajo es rastrear cuáles fueron las posibilidades que se le
presentaron a los negros esclavos de agruparse para resguardar, en parte, su iden-
tidad, teniendo en cuenta los escasos momentos de sociabilidad que existían entre
ellos y sabiendo, además, que si bien todos venían de Guinea o de Angola, no
pertenecían a un mismo grupo étnico.
Por otro lado, mi interés se centró en dilucidar el papel que jugó la Compañía
de Jesús en la evangelización de los esclavos y en qué medida posibilitó la integra-
ción de los mismos en las Cofradías, teniendo en cuenta que estas instituciones se
rescataron con vigor después del Concilio de Trento, para, y en especial, aglutinar
a los grupos marginales de la sociedad y poder de este modo ejercer un control
más riguroso sobre los mismos, ya que la Compañía, como hija directa de la
Contrarreforma católica, promovía desde muy temprano estas instituciones en el Río
de la Plata.
1
MORENO FRAGINALS, Manuel La Historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones,
Editorial Crítica, Barcelona, 1983; BOWSER, Frederich El esclavo africano en el Perú (1524-1650), Siglo
XXI, México, 1977; KLEIN, Herbert S. La esclavitud africana en América Latina y el Caribe, Alianza
Editorial, Madrid, 1986.
226 María del Rosario Baraballe
Rescatando la Identidad
El africano, será entonces, insertado en una sociedad del Antiguo Régimen colonial
de manera violenta, se convertirá en un elemento postizo y marginal dentro de una
sociedad racista y jerárquica y ocupará el eslabón más bajo dentro de la estructura
social.
Esta migración forzada estará signada por una multiplicidad étnica. Se trata de
grupos de africanos no homogéneos, de diferentes culturas, que se generalizaron
en los barcos negreros a los que se tratará de desculturizar a través de la pérdida de
su idioma original e imponiéndoles la religión católica.3
Esta situación dio como resultado reacciones de defensa de la propia identi-
dad. Las estrategias elegidas fueron variadas, algunas de tipo individual –como la
conservación de la lengua en los nombres africanos, la recreación clandestina de
sus antiguos ídolos o las marcas físicas en la piel que los distinguía de los demás
individuos-, y otras de tipo grupal, que fue generalmente la huida y la fundación de
2
MOUTOUKIAS, Zacarías Contrabando y control colonial en el siglo XVII, CEAL, Buenos Aires, 1988 Ver
Introducción y Capítulo I, BARAVALLE, María del Rosario – PEÑALBA, Nora “ El tráfico ultramarino
y la ciudad de Santa Fe durante la primera mitad del siglo XVII” ponencia presentada en las Primeras
Jornadas de Estudios Sociales Regionales -CESOR- UNR, Rosario, noviembre, 2000; BARAVALLE,
María del Rosario “’Descaminos’, portugueses y vecinos santafesinos: La introducción de esclavos en
la Gobernación del Río de la Plata. Santa Fe durante las primeras décadas del siglo XVII” ponencia
presentada en VIII Jornadas Inter-Escuelas Departamentos de Historia, Salta, septiembre, 2001;
BARAVALLE, María del Rosario “Vecinos, funcionarios, portugueses. El comercio esclavista en la
región rioplatense durante las primeras décadas del siglo XVII” ponencia presentada en IX Jornadas
Interescuelas/departamentos de Historia. Córdoba, septiembre, 2003; BARAVALLE, María del Rosario
“Los traficantes de la negritud. Comerciantes negreros santafesinos en la primera mitad del siglo XVII,
ponencia presentada en VI Encuentro de Historia Regional Comparada, Siglos XVI a mediados del
XIX, Salta, Junio 2004.
3
MEILLASSOUX, Claude Antropología de la esclavitud. El vientre de hierro y dinero, FCE, México, 1990, 3ª parte,
cap. 1; BARAVALLE, María del Rosario “Introducción a un tema sin historia. Negros esclavos en Santa
Fe, siglo XVII” en Claroscuro nº 1, Revista del Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural, ISSN nº
1666-1842, UNR, Rosario, diciembre 2001, pp. 157-177 (con referato).
Argumentos /2 227
4
Colección Gaspar García Viñas, Tomo 197, doc. 4311, año 1615. Expediente presentado al Consejo de
Indias por el Cap. Juan de Aguinaga procurador de Buenos Aires y Santa Fe, sobre la Ordenanza del
Marqués de Montes Claros.
5
BARAVALLE, María del Rosario, PEÑALBA, Nora, BARRIERA, Darío “Hijos de Dios, vecinos de la
ciudad, hermanos en María. La Cofradía de Ntra. Señora de los Milagros: Santa Fe, siglo XVII”,
ponencia presentada en III Encuentro de Historia Regional Comparada. Siglos XVII a mediados del
XIX, Río Cuarto, 9-10 de marzo 2001; RODRIGUEZ MATEOS, Joaquín “De los esclavos y Margina-
dos: Dios de los blancos y piedad de los negros. La Cofradía de los “morenos” de Sevilla” en Actas del
II Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, España, 1991; MANTECÓN NOVELLÁN, Tomás Contrarreforma
228 María del Rosario Baravalle
y religiosidad popular en Cantabria, Santander, 1990; MENA GARCÍA, Carmen “Las Hermandades de
Sevilla y su proyección americana: estudio comparativo de la Cofradía de Nuestra Señora de los
Ángeles o “de los negritos” de Sevilla y de la Cofradía de Santa Ana de Paraná”, en Estrategias de Poder
en América Latina. VII Encuentro-Debate América Latina ayer y hoy, Barcelona, 2000; FOGELMAN, P.A.
“Una Cofradía Mariana urbana y otra rural en Buenos Aires a fines del período colonial” en Andes,
Antropología e Historia nº 11, 2000, CEPIHA, Facultad de Humanidades, Universidan Nacional de Salta,
pp.179-198.
Argumentos /2 229
corría además con todos los gastos del entierro, las velas, la mortaja, las misas y el
lugar de sepultura. Para hacer frente a estos gastos, la Cofradía debía contar con
ingresos que generalmente eran las cuotas que pagan los mismos cófrades.
En el caso de los negros esclavos, la Cofradía contaba con el aporte de los
amos y tenían licencia para pedir limosnas. En general se aglutinaban al amparo de
los santos con los cuales se sentían identificados étnicamente, como la Virgen negra
de Córdoba, el rey mago Baltasar o San Benito de Palermo.6
Con esto se buscaba forjar un hombre nuevo, ejemplar, que se edificase a sí
mismo y a sus prójimos mediante un modo de vida no conflictivo y participativo
en el ritual religioso que se organizaba colectivamente en hermandad.7 El carácter
propagandístico del ritual católico era público y eficazmente reproducido en estas
instituciones que se integraban dentro de una concepción jerárquica de la Iglesia
tridentina, situándose en una posición intermedia entre la Iglesia y la sociedad.8
Las Cofradías se convirtieron en América en un instrumento que permitía la
convivencia de blancos, negros e indios en una misma estructura ritual, fue esta tal
vez, la única institución que permitió a los esclavos negros asociarse entre ellos de
manera independiente de sus amos. Al ser además asociaciones de tipo étnico,
resultaron un refugio para recrear y conservar la identidad.
Los estudios sobre Cofradías de negros en el Río de la Plata están recién en sus
comienzos habiendo más interés para los siglos XVIII y XIX que para el siglo
XVII, donde no hay trabajos que hablen sobre el tema, posiblemente debido a la
falta de documentación disponible. Se pueden ubicar algunas menciones en alguna
bibliografía o en la documentación sobre Cofradías de blancos o de indios, pero
sobre negros no hemos encontrado ningún trabajo que haga referencia a ellos.
6
DI STEFANO, Roberto – ZANATTA, Loris historia de la Iglesia en Argentina. Desde la Conquista hasta fines
del siglo XX, Grijalbo, Buenos Aires, 2000.
7
MANTECÓN NOVELLÁN, Tomás Contrarreforma... p. 38.
8
Ibidem p. 80.
9
Hago referencia a los documentos éditos Documentos para la Historia Argentina. Tomo XIX – Iglesia.
Cartas Anuas de las Provincias del Paraguay, Chile y Tucumán de la Compañía de Jesús, 1609-1614 y Tomo XX,
1615-1637, Talleres Peuser, Buenos Aires, 1927.
230 María del Rosario Baraballe
10
Cuarta Carta Anua del P. Diego Torres desde Santiago de Chile, 1612, p. 192 y p. 199.
11
Quinta Carta Anua del P. Diego Torres desde Córdoba, 1613, p. 356.
12
Apéndice. Carta Anua del P. Diego Torres desde Santiago de Chile, 1611, pp. 510-511.
13
Ibidem, p. 543.
14
Tomo XX – Octava Carta Anua del Padre Oñate, 1615. pp. 37 - 38.
15
Ibidem, pp. 41-42 y p. 68.
16
Décima Carta Anua del P. Pedro de Oñate, 1617, p.112 y p. 158.
Argumentos /2 231
17
Undécima Carta Anua del P. Pedro de Oñate desde Córdoba (sin fechas) p. 183 y pp. 197 a 200. Es
posible que la Cofradía a la que hacen referencia haya estado organizada por la Orden Franciscana bajo
la advocación de San Benito de Palermo, cuya imagen se encuentra aún hoy en la Iglesia del Pilar de
la ciudad de Buenos Aires.
18
Duodécima Carta Anua de P. Nicolás Mastrillo Durán, 1626-1627, p. 241 y pp. 248-249; Decimotercera
Carta Anua del P. Francisco Vázquez Trujillo, 1628 –1631. pp 417 a 418, p. 421, p. 430 y p. 489.
232 María del Rosario Baraballe
Otra de las misiones de los jesuitas era tratar de casar a las mujeres negras
congregantes lo más pronto posible, para evitar que sus amos abusaran de ellas.19
19
Decimocuarta Carta Anua, 1635 – 1637 (no se menciona el autor) pp. 509 a 511.
20
Se denomina ladinos a los negros que hablan el idioma español, en contraposición a los bozales, que
son los recién llegados de África y no conocen otro idioma que el propio.
Argumentos /2 233
Resumen Abstract
En este trabajo nos proponemos indagar aquellos The aim of this paper is to research those
conceptos que aportan al estudio de las viviendas concepts that contribute to the study of the and
mercancías y a la caracterización de la sociedad the marketable housings characterization of the
de consumo que hace surgir a dichas viviendas. consumption society that generates them.
Entendiendo a estas viviendas como productos Understanding these housings like complex
complejos de la industria cultural, el trabajo se products of the cultural industry, this essay is
organiza en pares dialécticos que aportan a dicha organized in dialectical pairs that contribute to
construcción y comprensión: lo universal y lo sin- this construction and understanding: the uni-
gular, amos y esclavos, razón y mito, producción y crea- versal and the singular, masters and slaves, reason
ción , polos que se confunden y entretejen en la and myth, production and creation, poles that
trama de nuestras viviendas mercancías que pa- interweave in the plot of our housings goods
recen resumirse en su forma concreta, en elemen- which seem to be summarized in their concrete
tos repetitivos y diferencias que dan cuenta de la form, in repetitive elements and the differences
complejidad requerida en cuanto producto ve- that show the required complexity regarding
nal. venal product.
Como síntesis dialéctica de elementos constantes As dialectical synthesis of constant and varying
y variantes, estas viviendas responden a dos re- elements, these housings respond to two central
querimientos centrales de las mercancías cultura- requirements of the cultural goods. Keeping in
les. Mediante las constantes, dando cuenta de la mind the constant elements, which respond to
necesidad de procurar la repetición: la utilización the necessity of repetition: the use of types, the
de tipos, la racionalización de elementos, la repe- rationalization of elements, the repetition of
tición de estructuras espaciales ya verificadas que space structures already verified that they
suponen un resultado óptimo en economía, etc. suppose a good result in economy, etc. Through
Mediante los elementos variantes, las diferencias the varying elements, the differences solve the
resuelven el carácter particular a cada edificio, peculiar character to each building, making it
haciéndolo propio a un determinado momento, characteristic to a certain moment, place, future
lugar, futuro usuario... user...
Intruducción
“Resultó imprescindible que tratase de integrar
todas las dimensiones – económicas, psicológicas, etc.-
es decir realizar un trabajo multidimensional.”1
En el marco del tema de tesis que me ocupa, referido a las “viviendas mercancía
realizadas en Rosario entre los años 1920 y 1948”, en este trabajo nos proponemos
indagar desde los textos propuestos para el curso, aquellos conceptos que aportan
a la construcción de nuestro objeto de estudio y a la caracterización de la sociedad
de consumo que hace surgir a dichas viviendas.
Entendiendo a las viviendas mercancías como productos que requieren un
análisis“multidimensional” 2, productos complejos de la industria cultural, organizare-
mos el trabajo en pares dialécticos que aportan a dicha construcción y compren-
sión. Cada uno de estos pares (extractados para un mejor desarrollo) interactúan
en la realidad de estos productos culturales y en este sentido conforman aquella
complejidad de la que hablara Morin. De allí, que a pesar de esta separación para
su mejor comprensión, volveremos una y otra vez en cada uno de ellos, sobre las
mismas problemáticas que conectan unos con otros.
“ lo concreto es concreto – dice Marx- porque es la concentración de muchas
determinaciones, o sea, unidad de lo múltiple” 3
Producción y creación
(las técnicas de standarización e individuación)
“La industria cultural tiene la tendencia
a transformarse en un conjunto de protocolos
y justamente por ello en irrefutable
profeta de lo existente.”4
Antes de hablar de producción, y como nuestro objeto de estudio son las vivien-
das mercancías, es necesario aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de ellas,
1
Morin, E. Crisis de los paradigmas según Morin, Ahora las ciencias complejas. Entrevista. Página/12, Sábado 3 de
abril de 1993. pp 2 (suplemento FUTURO).
2
Morin, E. Crisis de los paradigmas según Morin, Ahora las ciencias complejas. Entrevista. Página/12, Sábado 3 de
abril de 1993. pp 2 (suplemento FUTURO).
3
Lukacs, Georg. Historia y conciencia de clase, Sarpe, Madrid, 1985. ver en Díaz de Kóbila, Esther. El
sujeto y la verdad II, Laborde editor, Rosario, 2003. pp 119.
4
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.177.
236 Jimena Paula Cutruneo
y decir, que como lo entiende Marx, no todos los productos realizados por el
hombre y destinados a satisfacer necesidades cuentan con tal calificativo.
Las mercancías, todas ellas incluso las que nos ocupan, poseen un valor dado
por la materialidad del objeto que está destinado a satisfacer necesidades
humanas.“La utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso” 5. Pero esto no basta para
hallarnos frente a una mercancía. Aquello que “aparece como la relación cuantitativa, la
proporción en que se cambian los valores de uso de una clase por valores de uso de otra, relación que
varia constantemente con los lugares y los tiempos” 6: el valor de cambio, es precisamente
aquello que las caracteriza en cuanto tal.
En este sentido Marx dice que si prescindimos del valor de uso las mercancías
solo conservan una cualidad: ser producto del trabajo. Aunque no todos los pro-
ductos del trabajo son mercancías, solo lo son en cuanto el mismo genere “valores
de uso para otros, valores de usos sociales” 7. Debe pasar a manos de otro (del que lo
consume) por un acto de cambio. Los valores de uso resultan entonces combina-
ciones de la materia suministrada por la naturaleza y del trabajo humano.
Si son mercancías es por encerrar un doble significado: son a su vez objetos
útiles y materializaciones de valor. “Las mercancías solo se materializan como valores en
cuanto son expresión de la misma unidad social: trabajo humano...su materialidad es puramente
social, y... solo puede revelarse en la relación social de una mercancías con otras” 8.
La relación de valor entre dos mercancías es la expresión simple de valor. “Es
la expresión de equivalencia de diversas mercancías la que pone de manifiesto el carácter específico
del trabajo como fuente de valor, al reducir a su nota común, la de trabajo humano puro y simple,
los diversos trabajos contenidos en las diversas mercancías”.9
Pero el trabajo se encuentra íntimamente relacionado con la capacidad pro-
ductiva, que depende entre otros factores de la organización social del proceso de
producción y el volumen y eficacia de dichos medios. La capacidad productiva es
inversamente proporcional al tiempo de trabajo necesario. De todo esto, Marx
acordará que la fuerza humana de trabajo forma el valor de la mercancía, pero
este será menor o mayor de acuerdo al desarrollo de los medios de producción.
Pero la producción de las mercancías culturales presenta características particu-
lares bien definidas por Adorno y Morin en su revisión de La industria cultural de
1967. Para ellos hay un modelo de producción común a todos los productos de la
5
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 3.
6
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 4.
7
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 8.
8
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 14-15.
9
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 18.
Argumentos /2 237
sus propias relaciones jurídicas, su propia forma de gobierno, etc. Formas que
para Althusser se encargan de reproducir las relaciones de producción mediante
sus aparatos (represivos e ideológicos). Aquella fuerza de la ideología definida por
Althusser a través de la cultura como aparato ideológico, tiene para Adorno y
Horkheimer expresión canónica en la industria cultural como regresión mítica del
Iluminismo que regula efectos, técnicas de producción y difusión. Así“La industria
cultural tiene la tendencia a transformarse en un conjunto de protocolos y justamente por ello en
irrefutable profeta de lo existente.” 15
En este sentido aquel poder que la clase dominante ejerce de forma no
conciente, según Marx, resurge en la industria cultural y “...pone hasta el último impulso
privado bajo control social, mientras que en apariencia torna inmediatas o vuelve a privatizar las
relaciones entre los hombres en la producción.” 16
Este poder del Estado, que no es más que el poder del capital, se sirve de la
alienación produciendo esta verdadera dialéctica del Iluminismo, entonces donde:
“El animismo había vivificado las cosas; el industrialismo reifica las almas” 17
“El espíritu no puede menos que debilitarse cuando es consolidado como patrimonio cultural y
distribuido con fines de consumo.” 18 Esto que Marx anticipaba diciendo que “En la pro-
ducción la persona se objetiva; en el consumo la cosa se subjetiva.” 19
La reificación funciona como mecanismo de control y reproducción capaz de
conformar “El catálogo explícito e implícito, exotérico y esotérico de lo prohibido y de lo
tolerado, no se limita a circunscribir un sector libre, sino que lo domina y lo controla desde la
superficie hasta el fondo. Incluso los detalles mínimos son modelados según sus normas. La indus-
tria cultural, a través de sus prohibiciones, fija positivamente – al igual que su antítesis, el arte de
vanguardia - un lenguaje suyo, con una sintaxis y un léxico propios. La necesidad permanente de
nuevos efectos, que quedan sin embargo ligados al viejo esquema, no hace más que aumentar, como
regla supletoria, la autoridad de lo ordenado, a la que cada efecto particular querría sustraerse.”20
15
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.177.
16
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.181.
17
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.43-44.
18
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.11.
19
Marx, K. Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, primera mitad. Ed. Arandú, Buenos Aires,
1968. (manuscritos de 1844) pp12.
20
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. s Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania 1947) pp.155.
Argumentos /2 239
El poder del “aparato”cultural modela productos y almas, eso que desde Marx
queda planteado y que Morin denomina una segunda colonización, la colonización
del espíritu, resuelve una nueva dialéctica que pone en cruce quien es el amo y quien
el esclavo si nos valemos de la anécdota de Diógenes trabajada por Hegel.
Mientras que si “una casa que no está habitada no es en realidad una verdadera casa; el
producto, a diferencia del simple objeto de la naturaleza, solo se confirma como producto, solo se
convierte en producto en el consumo. Únicamente el consumo en la medida en que disuelve el produc-
to, le da el finishing stroke; pues el (resultado) de la producción no es el producto en cuanto actividad
objetivada, sino únicamente en cuanto objeto para el sujeto activo.” En este sentido podemos
decir que “Sin necesidad no hay producción. Pero el consumo produce la necesidad.” De modo
que “el objeto no es objeto en general, sino un objeto determinado, que tiene que ser consumido de
una forma determinada, que ha de ser a su vez mediada por la producción misma.” 21
Esto que dice Marx da cuenta de la relación dialéctica que se plantea en la
génesis de las viviendas, como en la de cualquier otro producto de la industria de
la cultura, donde se ve claramente como un objeto que naturalmente surge para
dar respuesta a necesidades básicas (dar cobijo, proteger de las inclemencias climáticas
etc.) llega a complejizarse hasta producir sobre él la aparición de nuevas necesida-
des creadas por el juego del capital. Aquellas falsas necesidades de las que también
hablará Marcuse en el “Hombre unidimensional”. En este sentido la dialéctica es
constante, el objeto hace al sujeto a la vez que el sujeto hace al objeto. Las casas que
nos ocupan también plantearon una manera de ser habitadas y en este sentido
fueron funcionales a los modos de vida que se intentaron establecer en la
modernidad...salubridad, honestidad, etc. Y asimismo reprodujeron aquellos
lineamientos ideológicos que el estado e instituciones se encargaron de reproducir
por sus aparatos.
“El objeto de arte – y lo mismo con cualquier otro producto- crea un público sensible al arte
y capaz de disfrutar de la belleza. La producción produce, por lo tanto, no solo un objeto para el
sujeto, sino también un sujeto para el objeto.” 22 Según Marx hay una dependencia reciproca
de ambos. Y en este sentido“Cuanto más sólidas se tornan las posiciones de la industria
cultural, tanto más brutalmente puede obrar con las necesidades del consumidor, producirlas,
guiarlas, disciplinarlas...” 23. Sin embargo, consideramos que este juego plantea una
paradoja: el consumidor (que podríamos llamar esclavo) se encuentra atado al
21
Marx, K. Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, primera mitad. Ed. Arandú, Buenos Aires,
1968. (manuscritos de 1844) pp14.
22
Marx, K. Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, primera mitad. Ed. Arandú, Buenos Aires,
1968. (manuscritos de 1844) pp15.
23
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.173.
240 Jimena Paula Cutruneo
24
Adorno, T. / Morin, E. La industria cultural. Continuación. Editorial Galerna. 1967. pp.35.
25
Adorno, T. / Morin, E. La industria cultural. Continuación. Editorial Galerna. 1967. pp.19.
26
Hegel, G.W.F. Fenomenología del espíritu. Fondo de cultura económica, México- Buenos Aires, 1966 pp20.
27
Morin, E.- El método III, el conocimiento del conocimiento, libro primero, Antropología del conocimiento,
traducción de Ana Sánchez, cátedra teorema. (Capitulo VIII “El doble pensamiento”)pp168-169.
Argumentos /2 241
28
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.150.
29
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.20.
30
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.25.
31
Morin, E.- El método III, el conocimiento del conocimiento, libro primero, Antropología del conocimiento,
traducción de Ana Sánchez, cátedra teorema. (Capitulo VIII “El doble pensamiento”)pp168-169.
242 Jimena Paula Cutruneo
32
Morin, E.- El método III, el conocimiento del conocimiento, libro primero, Antropología del conocimiento,
traducción de Ana Sánchez, cátedra teorema. (Capitulo VIII “El doble pensamiento”)pp173.
33
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 37.
34
Marx, K. El Capital, Fondo de cultura económica, Tomo I, México, 1966. Pp 38.
35
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.15.
Argumentos /2 243
lugar más que a las leyes, ecuaciones, modelos, formas. Sería quitarles cualquier
valor a las ideas, al quitarles los valores. Sería desustancializar nuestra realidad
y sin duda la realidad misma. Es cierto que todo no es mito y todo no es más que
Mito. Pero bien parece que el mito co-teje, no solo el tejido social, sino también el
tejido de lo que llamamos lo real.” 36
Y si bien Horkheimer y Adorno en su postura pesimista entienden que“La
racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo. Es el carácter forzado de la
sociedad alienada de si misma.” 37 este dominio paradógicamente fue solo posible por
aquello que ellos mismos reconocen como el fracaso del iluminismo: su imposibi-
lidad de huir al mito. Si para Marx la religión es el opio de los pueblos, la razón
(convertida gracias al mito irrenunciable en la religión del iluminismo) es el opio de
la sociedad de consumo. Razón que en cuanto ideología de la industria alaba un
orden abstracto que da cuenta de la “impotencia y falta de fundamento de los contenidos que
transmite” 38, algo similar a las ideologías vacías de las que hablara Althusser al
referir a la “Ideología Alemana” de Marx.39
Esta idea de Adorno, de una ideología que promueve el conformismo, nos
habla de las influencias weberianas en cuanto nos remite a aquella idea de burocra-
cia como máquina inerte y espíritu coagulado que nos atrapa en una jaula de hierro.
ciudad cantan ya... las loas al progreso técnico, invitando a que se los liquide, tras un rápido uso,
como cajas de conserva. Pero los proyectos urbanísticos que deberían perpetuar, en pequeñas
habitaciones higiénicas, al individuo como ser independiente, lo someten aun más radicalmente a su
antítesis, al poder total del capital.” 41
“...Es el triunfo del capital invertido. Imprimir con letras de fue-
go su omnipotencia...” 42 y la misma se juega en la presencia dual de los polos
particular y singular y en tal sentido“su desarrollo progresivo surgía ne-
cesariamente de las leyes generales del capital.”.43
No resulta casual que estos polos se conviertan en herramienta en la produc-
ción capitalista que intenta captar en función del rédito las aspiraciones sociales e
individuales más elementales de los hombres en las que se debaten estos polos.
Mediante ellos se podría analizar cualquier producción cultural en cuanto es moti-
vada por la satisfacción de necesidades del yo, tal como lo expusiera Erving Goffman:
“...sin algo a que pertenecer, el yo carece de estabilidad. Por otro lado, el compromiso total, y la
total adhesión a cualquier unidad social, suponen la anulación relativa del yo. La conciencia de ser
persona, proviene tal vez de la unidad mayor en la que estamos inmersos; la conciencia del yo, quizá
vaya esbozándose a través de las resistencias minúsculas que oponemos a la poderosa atracción de
esa entidad. Si nuestro status se apoya en las más sólidas construcciones del mundo, el sentimiento
de nuestra identidad personal suele, por el contrario, radicarse en sus grietas.” 44
Del mismo modo que entrever las intenciones de una u otra postura artística.
Así, en los clasicismos se buscó representar lo bello mediante la homogeneización,
en la modernidad, la misma fue dada por los estándares y la reproductibilidad de
series tipológicas. Donde “la lógica formal ha sido la gran escuela de la unificación” 45 al
servicio del iluminismo.
Y si lo particular y lo universal pueden dar respuesta a cuestiones psicológicas
como lo planteara Goffman los mismos polos sirven a la industria de la cultura no
solo para satisfacer aquellas demandas sino para jugar con dicho dualismos hasta
que “La unidad visible de macrocosmo y microcosmo ilustra a los hombres sobre el esquema de su
41
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.146.
42
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.151.
43
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.160.
44
Goffman, Erving. Internados. 2º edición, Amorrortu, Bs. As. 1972.
45
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988.
(Alemania 1947) pp.20.
Argumentos /2 245
civilización: la falsa identidad de universal y particular.” 46 que no es otra cosa que una
nueva forma de alineación: todos los hombres son iguales porque son igualados a
las cosas, se les quita la subjetividad.
La sociedad burguesa que para Adorno y Horkheimer “se halla dominada por lo
equivalente.” 47 beneficia a esa industria que debe llegar a millones de personas a
través de la imposición de “métodos de reproducción que a su vez conducen inevitablemente a
que, en innumerables lugares, necesidades iguales sean satisfechas por productos standard.” 48
Conclusión
Repetición y diferencia, dos caras de una misma moneda
“Un tejido presenta en principio un cierto número de características
que permiten definirlo como espacio estriado...está constituido
por dos tipos de elementos paralelos...unos verticales, otros horizontales,
y los dos se entrecruzan... Pues entre los productos sólidos flexibles,
está el fieltro, que procede de forma totalmente distinta...no implica
ninguna separación de los hilos, ningún entrecruzamiento,
sino únicamente un enmarañamiento de fibras... Un conjunto imbricado
de este tipo no es en modo alguno homogéneo: sin embargo es liso...”
Gilles Deleuze / Félix Guattari – Mil mesetas.
Capitalismo y esquizofrenia – 1997
46
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.147.
47
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.25.
48
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.147.
246 Jimena Paula Cutruneo
49
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.26.
Argumentos /2 247
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50
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.149-150.
51
Adorno, Theodor; Horkheimer, Max. Dialéctica del iluminismo. Ed. Sudamericana, Bs As. 1988. (Alemania
1947) pp.150.
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Morin, E. Crisis de los paradigmas según Morin, Ahora las ciencias complejas. Entrevista. Página/
12, Sábado 3 de abril de 1993. (suplemento FUTURO).
El método III, el conocimiento del conocimiento, libro primero, Antropología del cono-
cimiento, traducción de Ana Sánchez, cátedra teorema. S/D.
GRUPO MONDONGO
Simulacro de pintura y de representación. La apoteosis del material
y de las técnicas.
Una indagación sobre los procesos formativos
MARÍA SUSANA ECHEVESTE*
Resumen Abstract
Las obras del grupo Mondongo se destacan, en The Mondongo´s work shows two remarkable
principio, por dos aspectos: son cuadros que son y aspects at least. These pictures may be considered
no son pinturas, y han sido realizados por una rara either paintings or no-paintings. Besides, they were
variedad de materiales extrapictóricos. El inmediato atrac- made of a rare variety of non-pictorial materials.
tivo visual es de tal impacto que consideramos con- The visual shock is so attractive that leads we analyze
veniente analizar aquellas elecciones materiales, those chosen materials, perceptive and stylistic
perceptivas y estilísticas dominantes en las obras, dominant options in order to get a primary plastic
que nos permitirán enriquecer una primaria inter- interpretation. We can say those big pictures pretend
pretación plástica. Puede decirse que estos gran- they are paintings plus a double fiction
des cuadros simulan ser pinturas y redoblan la representation. The object, the landscape or the
ficcionalidad de la representación. El objeto, el paisa- scenes, all are reveled in its whole iconography
je o la escena es revelada en todo su artificio icónico through an hyperbolic materiality.
a través de una hiperbólica materialidad. This text has the propose to enquiry about the
Este texto se propone indagar los procesos formativos making process used in those works that will be
utilizados en la producción de las obras, esto nos able to join and identify coincidences in theory
posibilitará asociar y señalar las coincidencias teó- provided by authors like Fredric Jameson, Omar
ricas brindadas oportunamente por autores como Calabrese and Susan Sontag. The first one lets us
Fredrick Jameson, Omar Calabrese y Susan Sontag. know his ideas about culture and people of post-
El primero nos hace conocer sus ideas sobre los modernity, while the second one proposes to re-
caracteres del sujeto y la cultura posmoderna, que el name post-modernity as “new baroque edge”, and
segundo propone denominar como era neobarroca, the last one draws effective concepts on the “camp”
en tanto que la tercera traza unas efectivas líneas style and taste which provide us some thoughts
sobre el estilo en general y el gusto camp en particu- very interesting for our work goals.
lar que pueden dar cuenta de aspectos que nos
interesan muy especialmente.
* Alumna del Doctorado en Humanidades y Artes, Mención Bellas Artes. Trabajo realizado en el marco
del Seminario «Vanguardia, internacionalismo, política y violencia en el arte latinoamericano de
posguerra.» dictado por la Dra. Andrea Giunta. maecheve@sede.unr.edu.ar
250 María Susana Echeveste
2
Ibid, pág. 232.
3
ECO, Umberto. “Los colores del hierro”en La definición del arte. Martinez Roca Edic. Barcelona
1970, pág. 205.
4
FRANQUESA, Xavier. “El dibujo como escritura del material” en Las Lecciones del dibujo. Cátedra.
Madrid 1995, pág. 551.
252 María Susana Echeveste
la importancia de los personajes, los vidrios tiene una leve rugosidad y la pintura “a
la mica” enfatiza una visión reverberante, cuyos planos de color modelado presen-
tan contornos levemente difusos; tensan el límite de la mimesis con la textura cua-
driculada, parecieran remedar la mezcla óptica, aunque regulada ortogonalmente.
Como los grandes cuadros puntillistas de Seurat, deben mirarse a gran distancia.
Pueden asociarse con la técnica del mosaico bizantino, sin la carga simbólica de
estos (Ver detalle).
El gran éxito obtenido por estos retratos los arrojó a los medios masivos de
comunicación, tuvieron múltiples reportajes en diarios, revistas y televisión. Tal vez
por estos deslizamientos propagandísticos, algunas personas llegaron a confundir
los vidrios con “espejitos de colores”, otorgándoles una interpretación equivocada.5
El mismo efecto y criterio constructivo tuvieron la gran ola “Con altura” y el
parto “Grasa” de la 2ª muestra (2mt x 2,30 mt). En cada uno de ellos se nos
informa sobre la cantidad de vidrios consumidos, (64.000 vidrios de 1 x 1) por lo
que no sabemos si admirar la idea de la elección material, la cantidad de horas de
trabajo insumido, o la capacidad para inventariar los vidrios.
Asimismo, el retrato del General San Martín, nos sorprende con su materiali-
dad de papel glacé, lanzándonos a aquella infancia del parquetrí, cuando minuciosa
y obsesivamente pegábamos diminutos papelitos que reproducían las imágenes
del Billiken (ver detalle) Aquí la mezcla óptica de los papeles rasgados produce un
retrato más cercano al puntillismo posimpresionista.
La purpurina, los lápices, las hostias de otros retratos reafirman la preocupa-
ción por las técnicas extrapictóricas, esas que se desplegaron a partir del Pop-art;
en todas estas obras se concentra la pasión experimentalista de las segundas van-
guardias. Son los materiales y el modo o manera de construir la obra lo que domi-
na en estos cuadros. Es la “apoteosis del significante, el énfasis puesto en la
materialidad…bajo la especie de la profusión y la proliferación” 6 Y esa materiali-
dad insólita y desmesurada requiere una manera o modo de relización repetitiva y obse-
siva.
• Retratos
y paisajes de fiambres y quesos resinados
Comparando las dos muestras, podemos señalar que las obras resinadas de la
segunda muestra tenían una mayor transparencia, tal vez un logro técnico, que
5
POWER, Kevin en Catálogo “Esa boca tan Grande” Edit. Nexos . Bs.As. Octubre 2004, s/pág. habla
de espejos. Por Radio Continental agregaron “de colores”, asociándolos a una posible “devolución”
de la estafa provocada por el conquistador español.
6
SANCHEZ ROBAYNA, Andrés “Barroco de la levedad” en Barroco-Neobarroco.Circulo de Bellas
Artes. Visor Dis. Madrid 1993, pág 117.
Argumentos /2 253
permitía ver las sutiles variables texturales de algunos cortes de fiambres. Estos
colores y formas insólitas, cubiertas por una capa transparente de cierto espesor,
dejaba a la vista el artilugio sellador y sus rugosidades superficiales. Alejarse impli-
caba ver la figura en una notable ficcionalidad, el personaje aparecía como una
carne amasada subyacente al brillo cristalino. En el caso del retrato de Lucien
Freud las facciones se tornaban imprecisas y móviles. Si bien la representación se
apartaba del color local, sus evidentes colores cárnicos se relacionaban directa-
mente con el pintor. Sabemos que este artista se encarga de mostrarnos una pintura
de técnica tradicional (óleo), con personajes en escorzos y puntos de vista leve-
mente desplazados, caracterizados por su lograda representación de la piel y la
musculatura realista. Sin duda se lo puede considerar el pintor contemporáneo de
la carne, son famosos sus retratos del actor-travesti Leigh Bowery, muerto por
sobredosis, que los Mondongo presentan en la segunda muestra con un cambio de
escala radical. La imagen de fiambres resinados vibra en una rugosidad en la que
los músculos podrían comenzar a descomponerse. La imagen del actor parece
parodiar la noción de retrato, por lo que aquella representación del sujeto, la bus-
cada mimesis sustentada por la semejanza perceptiva pareciera ahora poner en
“carne viva” un sujeto desollado por el artificio resinado (ver detalle) El título
“Sobredosis” literaliza la obra.
Resulta singular que otro de los retratos de fiambres resinados sea una cita del
cuadro barroco de Rembrandt “Joven bañándose”. Sabemos que los desnudos y
autorretratos del holandés son ostensivamente “carnales”, la rugosidad del queha-
cer pictórico y la luz difusa, envolvente, rica en variaciones, nos revelan una piel
imperfecta, que parece tan natural como nosotros mismos, “el cuerpo del especta-
dor recuerda su propia experiencia interior” John Berger7. Esta topografía del
cuerpo femenino, que el pintor parecía recorrer lenta y morosamente como un
miope queda transformado en “Sola” en una imagen altamente ficcionalizada, em-
balsamada en su propia cristalización plastificada.
Inmediato al ingreso los tres autorretratos de los artistas nos sonríen desde una
cándida pubertad, en una imagen sepia que nos recuerda las viejas fotografías de
principios del s. XX. Son los cuadros más pequeños de la muestra, probablemente
por esta causa parecen los menos artificiosos, los que más se acercan a nuestro
propio espacio corporal. No obstante lo dicho en los párrafos que anteceden,
debe reconocerse que los retratos y paisajes son llamativos, las figuras representa-
das sufren una metamorfosis inevitable, la materia feteada de otros cuerpos asu-
7
BERGER,John “Rembrandt y el cuerpo” en El tamaño de una bolsa. Taurus. Bs.As. 2004, pág.117.
254 María Susana Echeveste
men una función mimética. Pero la semejanza con el referente, el grado de iconicidad
tan caro a nuestros antepasados pintores, se transforma en una parodia, una boutade,
se ironiza sobre la representación de la carne hecha con comida, fiambres exóticos y
quesos de alto costo plastificados para la eternidad. Ironía que pretende ser apolí-
tica, pero se transforma en bofetada cuando en el Canal (á) una de las integrantes
de Mondongo cuenta, sonriente, que una espectadora muy preocupada le dijo:
“decime que son desechos de carne”; es evidente la postura despolitizada de estos
artistas que Sontag define como sensibilidad camp8, y otros denominan como light,
estética que fue muy experimentada y festejada durante los ´90, por lo que no debe
sorprendernos que esta producción haya tenido tanta popularidad.
• Recreación del cuento “Caperucita Roja”, la plastilina repujada
En la primera muestra la cara sonriente de Walt Disney rodeado de algunos de sus
personajes, nos ofrece una superficie de rugosidad acanalada. Los interminables
choricitos de color reproducen el modelado que no se obtiene por mezcla
pigmentaria, sino por acercamiento de líneas (choricitos) que distribuyen las grada-
ciones de color en planos irregulares, al estilo de algunos ejercicios estudiantiles
preparatorios del volumen pictórico.
En la serie Roja posterior, se recrea el cuento de Caperucita Roja, a partir de
fotos con escenas preparadas especialmente. De ello da cuenta el vestido rojo, los
zapatos y la cabeza-máscara real del lobo expuestas en sendas vitrinas. La textura
es llamativa, líneas y puntos corpóreos cubren totalmente el soporte, las líneas
cortas del pasto generan una rugosidad diferente, de gran movilidad; las pequeñas
hojas del follaje y la variedad de formas vegetales nos hacen recordar al detallismo
minucioso de un paisaje flamenco. Sabemos que la representación es un recurso
buscado y avalado por numerosos pintores. También sabemos que esa imagen
donde se re-presenta un ausente sostiene su eficacia cuando se esconde su proceso
formativo. De ello dan cuenta todos los pintores del Renacimiento, del Naturalismo,
del Realismo. La pintura al óleo se estira o se engrosa cubriendo el dibujo, tapando
cualquier esquema regulador para darnos una imagen volumétrica, espacial que
reproduce la experiencia visual normal. En el caso de estas obras de Mondongo, el
modelado y las rugosidades texturales se muestran como un registro topográfico del
claroscuro; no pretenden engañar, la ficción de la representación se hace evidente. Se
nos muestran figuras y escenas, se pretende establecer una narración, y al mismo
tiempo la técnica de la plastilina reduce el efecto ilusionista. La serie conserva la
saturación y contrastes de algunos libros infantiles, de cromaticidad muy atractiva.
8
Véase adelante, pág. 5.
Argumentos /2 255
En uno de los reportajes uno de los integrantes del grupo nos informa que se
debieron comprar muchos kilos de plastilina (una tonelada) para realizar estas se-
ries. Fue fabricada especialmente para el grupo, con siete u ocho colores básicos
que debieron mezclarse para obtener medios tonos y gradaciones. Nuevamente el
despliegue técnico es abrumador, pensemos en los miles de pequeños choricitos,
¿realizados manualmente?, son muy parejos (véase detalle) tal vez los artistas han
usado algún tipo de cartucho, manga o jeringa que homogeiniza el grosor de aque-
llos. El proceso formativo ha debido hacerse como una producción en serie, ima-
ginamos las largas tiras de color, asociadas por tinte y valor, en buena cantidad
porque no debe haber diferencias de rojos entre un cuadro y otro; el dibujo de
contornos en el soporte, las primeras tiras que marcarán bordes de caras, pelo,
ojos, y luego el relleno de la superficie. Probablemente uno de ellos se especialice
en algún sector, entonces la división del trabajo como una fabricación en serie
estaría confirmada. Y la pérdida de la expresión manual individual también.
• Tres obras: “Gris”, Engreído” y “Poder”
Gris: Al fondo de la sala la imagen de un rostro de gran tamaño refleja en su
brillo un entorno cuadriculado, el payaso devuelve la imagen del espectador en el
juego de intercambio y devoluciones entre nuestra mirada y el sentido denotado.
Cientos de espejos cuadrados de diverso tamaño se articulan en un evidente mo-
delo pixelado, toda la superficie es espejeante, Acercarse promete un juego
perceptivo entre fragmentación y unidad. (ver detalle).
Engreído: Un gran panel de plumas de marabú en colores blanco, celeste y grises
se aplican perpendiculares al soporte en manchas irregulares, simulando un cielo
nuboso, móvil, texturado, de pelos tupidos. La relación pluma-liviano-vuelo-cielo se
produce tan rápidamente que al primer golpe de vista hemos consumido la obra.
Sólo nos queda pensar en el dispendio del material, en el tamaño del soporte, en la
obsesiva pegatina de las plumas y en el costo del marabú, destinado usualmente al
uso de las exóticas y sensuales boas de las vedettes.
Poder: Un gran soporte de fondo negro con efecto vibratorio nos muestra una
flor de loto de variados rojos-magenta jerarquizada en su contundente centralidad.
Los 300.000 palitos chinos, incrustados perpendicularmente, generan un espacio
real de casi 20 cm. de espesor. Muy cercanos entre sí, producen un relieve homo-
géneo y tupido. Parecen pinchos surgidos del soporte, pinchos que avanzan agre-
sivamente. La relación entre el título, la flor oriental y los palitos chinos es tan
evidente que resulta trivial otro comentario.
Estas tres obras concentran una diversidad material notable, que nos hace
recordar las experiencias estudiantiles del Taller de Arte Experimental que durante
256 María Susana Echeveste
quince años fue práctica obligada en nuestra Escuela. Las obras son muy llamati-
vas, visualmente efectistas, tal vez adolecen de una relación demasiado lineal entre
los materiales y la imagen que construyen. Es la apoteosis del material, esa extensa
cantidad de palitos y plumas resulta abrumadora.
• Serie Negra
En estas obras el despliegue material es de galletitas, en su mayoría dulces que
rápidamente identificamos ya que las marcas se ven fácilmente porque la cubierta
resinosa es perfectamente transparente. Sabemos que las imágenes fueron copia-
das de fotos pornográficas de Internet. El aspecto general de la representación
está ostensivamente ficcionalizada, es evidente que no se quiere crear la ilusión de
una escena porno, por lo tanto no generan ningún escándalo, el modelado solo es
efectivo en algunos sectores, la descripción del volumen se complica. Es indudable
que las galletitas no tienen una coloración apropiada para representar gradaciones
sutiles, los cuerpos se representan a la manera de un volumen con facetas, y en
algunos cuadros el planismo generalizado domina. (ver detalle). Consideramos
que la característica fundamental de la imagen pornográfica es su ilusionismo, su
efectividad se concentra en su semejanza con el referente, se pueden distorsionar
los cuerpos representados pero hasta un cierto límite, en estos cuadros la masa
azucarada ha logrado desviar la provocación.
Conclusión
Durante los ´90 nuestro país fue empujado a sufrir los embates de la globalización;
las condiciones de la vida cotidiana en algunos sectores de clase media-alta urbana
se transformaron con la proliferación de la tecnología, las comunicaciones satelitales
y los medios masivos de comunicación, provocando una experiencia distinta del
espacio y el tiempo, generando nuevos tipos de consumo con la obsolescencia
planificada y un ritmo acelerado de cambios en la moda y los estilos. Fredrick
Jameson9 describe estas modificaciones del sujeto posmoderno, que podemos
encontrar en muchos jóvenes y en sus manifestaciones culturales como:
• Cambios perceptivos caracterizados por una extrema visualidad fragmenta-
ria y simultánea que provocaría una recurrente invisibilidad.
• El reconocimiento de vivir un espacio comunicacional global irrepresentable.
• La experiencia del flujo temporal como una serie de presentes perpetuos.
9
JAMESON, Fredric. El Giro Cultural, Verso Books. Manantial ,BsAs. 1998.
Argumentos /2 257
•La declinación del sujeto como expresión subjetiva ante el mundo , sustitui-
da por “intensidades nómades”, que permite el vagabundeo por distintas
experiencias heterogéneas, diseminadas y cuasi superficiales.
Estos datos coinciden con los señalados por Omar Calabrese10 cuando plan-
tea que la sociedad actual se caracteriza por el retorno de algunas constantes cultu-
rales del barroco histórico, provocadas por la crisis de los sistemas ordenados, la
pérdida de las certezas y una sensación generalizada de inestabilidad y oscilación
del hombre actual. Este neobarroco define una cultura actual que clausura “todo
modelo normativo y produzca objetos inestables, complejos y polidimensionales”11.
Allí nos propone su concepto del exceso neobarroco 12 que entendemos podemos
aplicar a los Mondongo. Enfrentarse a sus obras es participar de un despliegue
material extraordinario, el tamaño relativo de ellas supera ampliamente la medida
habitual. Y esto constituye el exceso neobarroco, es la desmesura cuantitativa en el
dispendio de materiales utilizados en la representación; y también la diversidad de
materiales extapictóricos, a mitad de camino entre el ensamblado post-pop y la
objetualidad experimental de todos los neos posteriores, que implican un propósito
definitivo: ironizar, parodiar la pintura y la representación.
También se confirma esa “muerte del sujeto” que Fredric Jameson propone13.
Efectivamente, son tres individuos y tres modos de realización subsumidos en un
solo modo de producción, el proceso constructivo se mecaniza y se organiza
como un trabajo en serie en una repetición de gestos interminables, (pensemos en
los retratos: sesenta mil vidrios pintados a mano y pegados según un orden
computarizado). La modalidad productiva seriada de la obra y la necesaria divi-
sión del trabajo durante el proceso formativo niega todo rasgo individual; el gesto
o la impronta del autor desaparece en pos de una homogeinización técnica im-
prescindible. No hay huellas ni rastros que impliquen un devenir somático del
cuerpo individual, subjetivo al pintar, como podemos detectar en V. Van Gogh,
en L .F. Noé, o en C. Gorriarena, contrariamente el grupo festeja su simbiosis
cuando uno de ellos afirma en Canal (á): “desde 1999 nunca más volvimos a
trabajar en obras individuales”.
A fin de delimitar algunos aspectos recordemos que el concepto de estilo, según
O. Calabrese14 es la “forma típica en que se expresan un individuo, un grupo o una
10
CALABRESE, Omar .La era Neobarroca. Cátedra , Madrid ,1994.
11
Ibid, pág. 187.
12
Ibid. pág. 57 ss.
13
Ibid. pág. 20ss.
14
CALABRESE, Omar “Naturaleza muerta”, en Como se lee una obra de arte. Cátedra.
Madrid,1999, pág 17.
258 María Susana Echeveste
15
SONTAG, Susan “Sobre el estilo” en Contra la interpretación. Alfaguara, Argentina, pág. 64 ss.
16
AUMONT, Jacques. “El papel del espectador” en La imagen. Paidos. Barcelona,1992, pág 107.
Argumentos /2 259
Para finalizar podemos afirmar que las obras de Mondongo también propo-
nen un simulacro de pintura, sus obras pretenden pasar como tales, mantienen la
imagen final como un soporte bidimensional, pero los materiales y las imágenes
resultantes parecen anularla. Simbiosis de materiales rígidos o corpóreos con ma-
nipulación digital de la imagen, en una representación altamente artificial que redo-
bla la ficcionalidad, haciendo caer al espectador en una enfática admiración por la
apoteosis del material y la técnica dispendiosa. Y no obstante podemos afirmar que las
obras son llamativas, su sólido impacto visual nos permiten sentir el placer de la
mirada, se nos “empacha” la visión sin exigirnos un gran desarrollo intelectual.
Sólo nos resta esperar que estas obras superen el paso del tiempo, el único que
podrá responder efectivamente sobre su valor estético.
260 María Susana Echeveste
Serie Roja. 100 x 100 cm. Serie Negra. 130 x 130 cm.
Plastilina sobre madera Galletitas dulces sobre madera
Argumentos /2 261
Rey JUAN CARLOS - Detalle Vidrios coloreados Leigh Bbowery - Detalle Fiambres resinados
Resumen Abstract
Este trabajo aborda el estudio de una obra parti- This paper deals with the study of a particularly
cularmente singular producida por el pintor remarkable work produced in 1930 by painter
rosarino Augusto Schiavoni (1893 - 1942). A Augusto Schiavoni born in Rosario (1893 - 1942).
través del análisis de Con los pintores amigos pode- The analysis of the work: “CON LOS PINTO-
mos leer un conjunto de tradiciones del arte oc- RES AMIGOS” reveals a group of traditions in
cidental que el autor visita, resignifica e interpe- western art that the author examines, restates
la. Nos referimos al género del retrato de grupo and interprets. We refer to the group portrait
y del autorretrato, a un selecto conjunto de pin- and self-portrait genre, a select group of paintings
turas que hemos denominado “cuadros acertijo” that we have called “CUADROS ACERTIJO”
y a los cuadros-manifiesto. (“Riddle paintings”) and to the manifesto
Interpretamos que el artista puso en juego allí, al paintings.
menos, una doble operación. Por un lado, la re- We understand that the artist here acted in a
presentación del “lugar” deseado para sí junto a twofold fashion. On the one hand, he
sus pares y amigos ya consagrados en el campo represented the “place” desired for himself
artístico local y nacional. Y por otro, la realiza- together with his peers and friends already famous
ción de un resumen de sus años de pintor, donde in the local and national artistic field. On the
compiló los géneros cultivados por él y donde se other hand, he produced a summary of his years
autorretrató de pie, con pincel en mano, junto a as a painter, where he compiled the genres
sus interlocutors y amigos. cultivated by him and where he made a self-
portrait where he was standing up, with a brush
in his hand, next to his listeners and friends.
* Profesora y Licenciada en Bellas Artes (EBA-UNR) y alumna del Doctorado en Humanidades y Artes,
Mención Bellas Artes.
Argumentos /2 263
Un cuadro acertijo
En 1930 Augusto Schiavoni realizó Con los pintores amigos, un óleo de grandes
dimensiones donde se autorretrató de pie a la izquierda del cuadro, casi saliéndose
del mismo. Se representó vestido de traje mirando de frente al espectador y soste-
niendo un pincel con su mano derecha, cortada por el borde del soporte. Él se
ubicó detrás de su entrañable amigo y colega Manuel Musto, a quién retrató con su
sombrero puesto, portando un sobretodo y zapatos naranjas, sentado en una silla
con las piernas cruzadas y el brazo izquierdo apoyado en una mesa blanca que
ocupa el centro de la composición. Del otro lado de la mesa, a la derecha, se
encuentra Alfredo Guido con su espalda amputada por el filo del cuadro, también
acodado y con la mano sosteniendo el mentón. Guido posa distendido y distante
con su traje azul –es el único personaje que no mira de frente- y tiene sus piernas
cruzadas detrás de las de Musto. Los retratos de Guido y de Musto conforman el
primer plano de la composición, el segundo lo ocupa el de Schiavoni, en el tercero,
detrás de la mesa, aparece representado José Bikandi, sentado, luciendo la boina
distintiva de los vascos, con un vaso de vino en su mano izquierda. Luego, en el
cuarto plano, vemos el reverso de un caballete de pintor, un lienzo aún sin pintar y
un cuadro colgado y enmarcado: el retrato de una mujer. Tanto el caballete como
el retrato están cortados de modo irreverente, por el borde superior del cuadro1.
Nos encontramos ante una obra que nos presenta a un grupo de amigos pin-
tores, tres de ellos están sentados en torno a una mesa bebiendo vino, y el otro de
pie mirando hacia fuera, sin silla y sin vaso a vista. No sabemos claramente si el
espacio representa a un taller de artista, porque si bien aparecen los atributos del
hacer plástico: caballete, lienzo preparado y pincel, el mobiliario nos remite a un
salón de estar de un interior burgués.
Consideramos que este trabajo se puede pensar desde la noción de los “cuadros
acertijo” definidos por Jonathan Brown y Carmen Garrido como “un selecto
grupo de cuadros, entre los que se encuentran obras tan famosas como El matrimo-
nio Arnolfini de Jan Van Eyck, Las meninas de Velázquez, La familia de Carlos IV de
Goya, Olimpia y Bar del Follies Bergéres de Manet y Las señoritas de Avignon de Picasso”2.
1
Nos detuvimos en la descripción de la posición de las figuras en el plano del soporte porque hemos
detectado, en trabajos anteriores sobre nuestro artista, que una de las claves de sus singulares
resultados visuales reside en el modo de resolver el encuadre pictórico. “Encaja” a las figuras dentro
del lienzo empleando un sistema de encuadre del motivo pictórico que produce una composición
mutilada de corte antiacadémico. Ver: Florio, Sabina, “Augusto Schiavoni: un viaje alrededor de las
formas”, en Separata, Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano, Facultad de
Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, Año 1, Nº 1, marzo de 2001, pp. 2-11.
2
Ver, Brown, Jonathan y Garrido, Carmen, Velásquez. La técnica del genio, Madrid, Encuentro, 1998, p.181.
264 Sabrina D. Florio
Según los autores, estas obras maestras tienen lo que podríamos llamar una com-
posición abierta, es decir, que el final de la narrativa pictórica parece estar fuera del
cuadro y requiere la participación del espectador como implícito convocado.
Podríamos preguntarnos qué es lo que Schiavoni ha dejado allí suspendido
ante nosotros para que completemos a través del acto de lectura. La primera pista
clara que nos ha dado como vía de acceso es la referencia casi explícita a Las
meninas de Velázquez. Sabemos que a nuestro artista le interesaba muy particular-
mente la pintura de Velázquez3 y que Las meninas no es una obra más dentro de un
extenso cuerpo de trabajos, sino que constituye una obra maestra del arte occiden-
tal, que ha sido ampliamente estudiada por un vasto número de investigadores.
Una de sus peculiaridades es el hecho de estar relacionada con la vieja ambición del
artista de alcanzar una posición noble para él y para su arte. Cuestión de suma
importancia en la España del siglo XVII, donde la pintura se consideraba una
3
María Laura Schiavoni manifestó sus preferencias por Velásquez, Gauguin y Cézanne compartidas con
su hermano. Comunicación de Guillermo Fantoni.
Argumentos /2 265
Un cuadro-manifiesto
Podemos suponer que la obra Con los pintores amigos está, al menos desde la dimen-
sión de la pintura, representando lo que el sistema del arte –o su estigma de solita-
rio- le han escamoteado. Ese artista “sin lugar” o mejor aún “fuera de lugar”, -que
se retiró del centro de la ciudad para vivir en el barrio de Saladillo, entregándose
por tiempo completo a la realización de obras que enmarcan la inmovilidad y el
silencio en clave intimista-; intentó insertarse en la historia del arte moderno local
representando su posición como autor en una suerte de cuadro-manifiesto.
4
Pettoruti, Emilio, “Augusto Schiavoni”, en Catálogo exposición Augusto Schiavoni, Buenos Aires,
Signo, jul. 16 - 30, 1932.
5
Cochet, Gustavo, “Augusto Schiavoni”, en La Tierra, Rosario, oct. 19, 1932.
266 Sabrina D. Florio
Como dijimos, se autorretrató de pie, con el pincel en la mano, junto con sus
pares generacionales que en ese momento sí contaban con el prestigio que a él se le
había negado. Aquí podemos enlazar su obra con otro cuerpo de pinturas peculia-
res, aquellas que constituyen lo que podríamos denominar “cuadros-manifiesto”.
Nos referimos a El taller del pintor: alegoría real que resume siete años de la vida del artista
de Gustave Courbet, El taller en Batignolles de Henri Fantin-Latour, Homenaje a Cézanne
de Maurice Denis, Un grupo de artistas: Mueller, Kirchner, Heckel, Schmith-Rottluff de
Kirchner y en la Argentina La noche de los viernes de Mario Canale.
Este conjunto de obras constituyen retratos de grupos de artistas modernos y
revisten características diferentes según cada caso. Nigel Blake y Francis Frascina6,
plantean que en el cuadro de Courbet, el autor elaboró su propuesta sabiendo que
tendría que sortear la censura ejercida por el régimen de Napoleón III. Razón por
la cual recurrió a la alegoría para asegurarse de que su cuadro se pueda leer al
menos de dos formas diferentes. Una, como el registro de tipos procedentes de
distintas clases sociales. Otra, como la confrontación entre dos posiciones distintas,
con Courbet como mediador. Según esta segunda lectura, las figuras representa-
das a la izquierda del autorretrato del pintor, representarían al Emperador, sus
aliados políticos, sus clientes y sus víctimas, y los personajes que aparecen a la
derecha del mismo, serían los intelectuales de izquierda comprometidos con el
socialismo y el anarquismo, con el realismo y la modernidad. Así, el autor repre-
sentó la tensión dialéctica entre las dos partes acudiendo a una composición pictó-
rica bipartita en torno a un eje central ocupado por la figura del artista.
La obra de Henri Fantin-Latour, El taller en Batignolles, es un retrato de grupo
donde aparecen Zola, Bazille, Renoir, Monet y Astruc, entre otros, colocados alre-
dedor de Manet, quien estaba trabajando en su estudio. La reunión de estos perso-
najes aludiría a un conjunto amigos unidos por el desdén al arte oficial. En el
Homenaje a Cézanne de Maurice Denis, nos encontramos con que el protagonista de
la obra no es el artista homenajeado sino una de sus naturalezas muertas, que
ocupa el centro de la escena y que está siendo contemplada y comentada por el
grupo de los Nabis. Para ellos, tras la muerte de Van Gogh y el retiro de Gauguin,
Cézanne representaba el triunfo del arte nuevo. Aquí, el autor de la obra nos mues-
tra lo que su grupo miraba y tomaba como horizonte de referencia. Mario Canale
en su cuadro La noche de los viernes pintó a seis personajes, dos de los cuales se
encuentran sentados en un sofá rojo. Todos están observando un libro que sostie-
ne en la mano uno de ellos. La obra alude al momento de emergencia de la revista
6
Ver: AAVV, La modernidad y lo moderno. La pintura francesa en el siglo XIX, Madrid, Akal, 1998, pp.107-112.
Argumentos /2 267
El grabado, que surgió precisamente en una de las reuniones que se realizaban los
viernes en la casa de Canale.
Observando los cuadros de Fantin-Latour, Denis y Canale vemos que repre-
sentan grupos de artistas nucleados por intereses comunes, donde los personajes
aparecen distendidos y concentrados en su actividad.
En la obra Un grupo de artistas: Mueller, Kirchner, Heckel, Schmith-Rottluff de Kirchner
nos encontramos con una situación diferente.
Según Dietmar Elger7 el tema del cuadro es la discusión ocasionada por la “Cró-
nica del grupo de artistas del Puente”, redactada por Kirchner en 1913, que causó
la disolución del mismo. Así lo que a primera vista aparecería como un homenaje
programático al grupo el Puente se transforma en un intento pictórico retrospec-
tivo de encontrar una justificación para sí por parte del artista. En el cuadro, los
cuatro personajes aparecen de cuerpo entero en una habitación pequeña, tres de
ellos se encuentran de pie y uno sentado. Mueller es el que está sentado en un
banquito a la izquierda del cuadro, en una posición incómoda y contraída, indife-
rente, fumando y mirando hacia el piso. Schmidt-Rottluff aparece en el extremo
7
Ver: Elger, Dietmar, Expresionismo, Colonia, Taschen, 1990, pp. 43-44.
268 Sabrina D. Florio
bles que elaboró a partir de una suerte de diálogo interior. Obras a las que Alfredo
Guido denominó “largos soliloquios en voz alta” 8.
En la práctica del autor, modernidad y tradición conviven y se conflictúan, es
así como se mantuvo dentro de las modalidades y los marcos tradicionales: retra-
tos, autorretratos, naturalezas muertas y paisajes, pero no reproduciendo sus con-
venciones sino forzándolas hasta los límites. Como un artista moderno se debatió
con la función mimética del arte, pero no al modo de los cubistas, ni por las vías
de la estilización de los fauvistas, ni tampoco a través de distorsiones de los
expresionistas. Su opción consistió en elaborar una nueva forma de figuración que
apela al hieratismo, la frontalidad y la simplificación. La radicalidad de los encua-
dres, la eliminación de las sombras arrojadas y la dureza de las formas fueron las
vías que le permitieron romper con el procedimiento tradicional de pintar y, prin-
cipalmente, desarticular y perturbar las percepciones rutinarias9. Tal vez esa sea la
razón de su excentricidad y también de su valor siempre reactualizado.
Si retomamos la pista de la alusión directa a Las meninas, allí nos encontramos
frente al dorso de un enorme cuadro que el pintor está ejecutando ante nosotros.
El rol principal lo protagonizan el artista y el acto de crear. En la pared posterior
de la sala vemos reflejada en un espejo la obra que Velázquez estaba realizando.
Aquí cabe preguntarnos qué es lo que Schiavoni estaba pintando en ese momento.
Observando la obra Con los pintores amigos podemos inferir que en ese momen-
to estaba pintando un jarrón blanco con un ramo de flores naranjas sobre la mesa
blanca anteriormente aludida, que ocupa la zona central del cuadro. Se trata preci-
samente de una de las naturalezas muertas que, dos años más tarde, Gustavo Cochet
aconsejaba ver “con mirada clara y deseos de comprensión”, donde motivos tan
sesillos resultaban ser “una joya del arte pictórico” 10. Serie de naturalezas muertas
donde Schiavoni pudo concentrase tenazmente en los problemas básicos del ofi-
cio. Tales cuadros se convirtieron en el ámbito propicio para su laboratorio pictó-
rico centrado en objetos próximos de la vida cotidiana. En ellos, lo duradero y lo
efímero coexisten como par dialéctico dándole a un breve instante arrebatado al
tiempo huidizo una existencia trascendente. Es el momento donde el autor exhibe
con solidez cómo ha capitalizado su experiencia florentina de la década del ’10, al
8
Guido, Alfredo, en: AAVV, catálogo exposición Augusto Schiavoni. 1893-1942, Buenos Aires, Asociación
Estímulo de Bellas Artes, 1943.
9
Pensamos que la no adecuación del artista a los ismos europeos le obstruyó la posibilidad de ser
incluido en las versiones tradiciones del itinerario del arte moderno. Recién desde las revisiones
historiográficas de finales del SXX se ha propugnado un corte con los esquemas lineales y una
reacción ante los recorridos unidireccionales y exclusivistas.
10
Cochet, Gustavo, “Augusto Schiavoni”, op. cit.
270 Sabrina D. Florio
dar forma precisamente a las sugestiones papinianas sobre Lo trágico cotidiano (1906):
“Estamos acostumbrados a esta existencia y a este mundo, y no sabemos ya ver
sus sombras, enigmas y tragedias, hasta el punto que se necesita tener un espíritu
extraordinario para descubrir los secretos de las cosas ordinarias. Ver el mundo
común de manera no común, tal es el verdadero sueño de la fantasía”11. Del clima
intelectual de ese ambiente, Schiavoni también capturó las estrategias de trabajar la
fijación de la imagen vista de frente y la suspensión del tiempo, de ahí su obsesión
por enmarcar la inmovilidad y el silencio.
Es así como nos encontramos ante un sistema pictórico que se articula en
torno a dos supuestos: el entendimiento del cuadro como un hecho autónomo
con sus leyes, y al mismo tiempo como soporte apto para la interpretación y
expresión de su universo personal. El color con su valor autónomo y al mismo
tiempo con su valor de evocar o sugerir. La autonomía de la luz y del espacio,
entendidos como arquitectura interna de la obra. La recuperación y reestructura-
ción de la realidad visual del Renacimiento temprano, creando un mundo a la vez
real e imaginado, como fruto de una realidad de ensueño.
Los objetos de sus naturalezas muertas: La taza (1923), La jarra blanca (1929),
Rosas (1931), Girasoles (1931), Crisantemos (1931), Duraznos (1931), Canastillo (1933),
Magnolias (1934), aparecen recortados sobre una superficie plana, inmersos en un
11
Ver: Calvesi, Maurizio, La metafísica esclarecida. De de Chirico a Carrá, de Morandi a Savinio, Madrid, Visor,
1990, pp. 26-27.
Argumentos /2 271
tro del repertorio de la pintura rosarina moderna: “la aparición del impresionismo
como fase preparatoria de las modalidades renovadoras y una serie de
reelaboraciones y superaciones individuales del naturalismo”13.
De la biografía de Schiavoni sabemos muy poco, solo disponemos de algunos
testimonios aislados que coinciden en señalar un rasgo particular de su tempera-
mento: el aislamiento. En este sentido podemos citar una expresión de José Carlos
Gallardo “pintor sencillo, trabajador, titán de si mismo, solitario del saladillo”14.
También Pettoruti lo caracterizó en estos términos: “es él y solo él, quien piensa y
obra, sin sugestiones ajenas, influyendo sin duda, la conducta de misántropo que
observa en su pequeña villa de Rosario, donde pasa semanas y semanas sin ver a
nadie”15. Parecería ser que Manuel Musto se encontraba entre las pocas personas
que lo frecuentaban de manera fluida. Suposición que refuerzan los recuerdos de
Luis Ouvrard, quien manifestó que nunca ingresó al lugar donde Schiavoni pinta-
ba, agregando que las veces que fue a visitarlo se encontraban en “un gran portón
delante del jardín” y salían a recorrer Saladillo y los campos cercanos “en el auto de
Musto”16.
Vimos como en 1930 Schiavoni en el cuadro Con los pintores amigos retrató a
Musto sentado con el sobretodo naranja y el sombrero aún puestos. Dos años
antes, en el óleo Retrato del pintor Musto, lo representó de pie, vistiendo un traje
marrón, con los brazos cruzados, empuñando firme y decidido un manojo de
pinceles, tres de distintas gradaciones. Detrás de la figura pintada en un primerísimo
plano, a la derecha del cuadro, colocó la mesa que aparece en muchas de sus obras.
Sobre la misma se encuentra la paleta del pintor, con sus colores dispuestos del
color blanco hacia el rojo, pasando por el naranja, luego el verde y delante de
todos el azul.
En 1932 realizó el Retrato del pintor Manuel Musto, allí lo representó también en
un primerísimo plano, sentado en un sillón con las manos y las piernas cruzadas.
Encajado en el soporte cuadrado, con el filo de la cabeza que choca contra el
borde superior del cuadro y con las piernas cortadas apenas debajo de la rodilla
en: AAVV, catálogo exposición Augusto Schiavoni. 1893-1942, Buenos Aires, Asociación Estímulo de
Bellas Artes, 1943.
13
Fantoni, Guillermo A., “Aproximación a la historia de vidas: conversaciones con Luis Ouvrard”, en
Anuario, Segunda Época, Escuela de Historia, nº 11, 1985, pp. 279-339, p.282.
14
Batlle Planas, Juan; Gallardo, José Carlos y Grela, Juan, Schiavoni, Rosario, Ellena, 1963.
15
Pettoruti, Emilio, “Un artista extraño y sugestivo, Augusto Schiavoni”, artículo sin procedencia,
(archivo Schiavoni, sin paginar).
16
Fantoni, Guillermo A., “Aproximación a la historia de vidas: conversaciones con Luis Ouvrard”, op.
cit., p.292.
Argumentos /2 273
Augusto Schiavoni,
Retrato del pintor Manuel Musto,
1932, óleo sobre lienzo, 1,00 x 1,00 mts.
Augusto Schiavoni,
Retrato del pintor Musto,
1928, óleo sobre tela, 0,78 x 1,28 mts.
Berni desde Juanito Laguna
ANA FLORENCIA FRONTINI*
Resumen Abstract
Analizaremos una obra de Antonio Berni que We will analyze a work of Antonio Berni that
data 1963: Juanito Laguna va a la ciudad, y dates 1963: Juanito Laguna goes to the city. And
desde ella, cómo su práctica artística se va con- from her, how its artistic practice is consolidated
solidando a través de una coherencia en su labor through a coherence in its work and its position
y en su posición frente al arte y a la sociedad. as opposed to the art and the society. In addition
Además de cómo este personaje, su preferido, un to how this personage, his favourite, a boy, ties
niño, se vincula con una cruda realidad que Berni with a crude reality that Berni denotes from
denota desde diferentes técnicas expresivas. El different expresivas techniques. The analysis is
análisis se centra en dos elementos: el personaje y centered in two elements: the personage and his
su ciudad, signos y símbolos recuperados de un city, signs and recovered symbols of an imaginary
imaginario particular del autor, que evoca sus individual of the author, who evokes his
recuerdos, sus vivencias y su memoria. memories, their experiences and their memory.
* Alumna del Doctorado en Humanidades y Artes, Mención Historia. El presente artículo corresponde
al trabajo final presentado por la autora en el seminario de Postgrado “La sociedad y las artes. Un
análisis histórico de sus relaciones.” dictado por el dr. José Emilio Burucúa en la Facultad de
Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario durante los meses de mayo y junio de
2002. anaflorenciafrontini@gmail.com
Argumentos /2 275
Introducción
Analizaremos una obra de Antonio Berni que data 1963: Juanito Laguna va a la
ciudad. Y desde ella, cómo su práctica artística se va consolidando a través de una
coherencia en su labor y en su posición frente al arte y a la sociedad. Además de
cómo este personaje, su preferido, un niño, se vincula con una cruda realidad que
Berni denota desde diferentes técnicas expresivas.
En esta obra hay dos elementos representados que enfatizan una temática que
dará cuerpo a la serie: Juanito como ser social, marginado, desamparado, y la
ciudad como el espacio físico para sus aventuras. Juanito Laguna constituye un
símbolo gestado por las condiciones sociales, marginales que el autor retoma a
partir de su lucha por lo social y los valores humanos.
Intentaremos ver también a través de la proyección que hace el artista de estos
elementos, cómo la ciudad que Juanito vive, recorre, sufre, y descubre, parte de un
imaginario urbano particular que no sólo evoca a las villas marginales de Buenos
Aires, sino que implica además sus recuerdos, a investigaciones anteriores (como
lo son Pichincha y sus prostíbulos, el Puerto, Roldán y su infancia) y recuerdos que
el artista quiere transmitir.
Una vez más los espacios retomados son los suburbios. Se convierte así esa
imagen de ciudad en una imagen icónica de gran carga proyectiva, configurándose
una metrópolis que recupera lo rosarino -de su infancia-, lo argentino y lo latino-
americano de mitad del siglo XX. Imaginarios que colaboran en una visión crítica
y en una toma de posición por parte del artista. Esto nos lleva a reflexionar sobre
la complejidad metodológica y la multiplicidad de significados que se exponen en
sus prácticas.
Condiciones de producción
Hubo un largo camino recorrido desde la primera exposición rosarina de Berni,
que data de 1920, en el salón de Mary y Cía. Tenia 15 años cuando se lanza al
mundo del arte públicamente. Sus diferentes períodos de producción y de adhe-
sión a corrientes estéticas, le han dejado un bagaje importante de recursos y saberes,
entre ellos el nuevo realismo.
En 1952 Berni realiza una muestra en la galería Viau, donde indica que su
posterior desarrollo se realiza dentro de los objetivos del Nuevo Realismo de
1933.
En el catálogo escribe:
“El Nuevo Realismo es un determinado concepto estético y un profundo y
determinado tipo de humanismo. Esta escuela afirma lo humano pero simultá-
Argumentos /2 277
Transmitir
La obra transmite, no comunica. Trasmitir según Debray, es un término regular y
ordenador en razón de un triple alcance: uno material (bienes, ideas), diacrónico
(se transporta en el tiempo, y establece un vínculo entre vivos y muertos, la materia
de las veces e ausencia física de sus emisores) y político (de naturaleza militante e
intencionada). Nuestro alcance material se compone del bagaje de ideas que el
autor configura a través del realismo con el reclamo de Juanito: la justicia social, la
fraternidad, los valores morales.
La transmisión es cargar de misión, de cultura, para Berni el “transmitir” significa
construir un territorio ideológico y personal de ideas, cuestionamientos, actitudes
del artista. El personaje forma parte de esta postura, materializado, idealizado y
representado para poder transmitir esa carga exponencial.
Yo a Juanito Laguna lo veo y lo siento como un arquetipo que es; arquetipo
de una realidad argentina y latinoamericana; lo siento como expresión de todos
los Juanitos Laguna que existen. Para mí no es un individuo, una persona, es un
personaje; y, (…) en él están fundidos muchos chicos y adolescentes que yo he
conocido, que han sido amigos, con los queme he mezclado, con lo que he jugado en
la calle. También es una parte de mi mismo; no me identifico ni puedo identificar-
me totalmente con él, porque yo no fui un niño de las villas miseria; aunque fuera
pobre en mi persona real y concreta (es) un símbolo que yo agito para sacudir la
conciencia de la gente.
Pero también Berni en el drama social de estos niños cirujitas que vagabundean
por Rosario, Buenos Aires y toda Latinoamérica, su propia culpa, se hace visible:
América pobre, con su pueblo nativo transhumante, llegado del fondo de las
provincias interiores y del continente, pupula hoy en los suburbios de las nuevas
280 Ana Florencia Frontini
capitales. In anda propio –salvo la fuerza del trabajo-, escarnecido por el saqueo
y la explotación, construye su refugio miserables transmutando cajones, latas
inservibles y toda otra basura arrojada por el consumo de la ciudad burguesa,
en vivienda, muebles y utensilios de cocina, como únicos bienes disponibles en su
doméstica vida cotidiana. Instintivamente yo represento mi culpa dentro de la
gran culpa social que ha provocado ese espectáculo cuyo lodo salpica ya a las
clases vecinas.
Aquí hay un quiebre en el rol de la obra de arte y su posición frente al campo
artístico y la crítica, ésta ya no sólo se ocupa de la realidad sino que la realidad es
parte misma de la obra. Berni plantea claramente el rol que el artista debe tener
como miembro activo en la conformación de una cultura.
Análisis de la obra
El caldo de cultivo de los 60´ reúne las nuevas técnicas y las nuevas formas expre-
sivas y modalidades del arte, provocando innovaciones radicales. En este campo
está actuando Berni, participando de una renovación en le lenguaje de las artes
pláticas. En Argentina, el Berni de Juanito Laguna se sitúa como un abisagra entre
el final de lo informalista y el despegue de la corriente neofigurativa de Deira
Macció, Noé y de la Vega.
Ya nos referimos al hecho de que en 1958 Berni retoma el tema del grabado,
con nuevos horizontes. Al tratamiento tradicional del aguafuerte y la xilografía le
incorpora el collage, consiguiendo una inusual heterogeneidad y renovación técni-
ca. Va enriqueciendo luego el grabado con el relieve combinando espesores con
colores y efecto de claroscuro. Luego amplía el collage con el ensamblado y obtie-
ne un objeto polimatérico. La palabra xilocollage, para él representan los reciclajes
con los que da vida a sus obras :
En mis colages, el reciclaje de cosas en desuso consiste en tomarlas y ordenar-
las en el cuadro por su forma color y brillo de acuerdo a una estética sublimada
y a una identificación temática.
El Xilo-collage-relieve, ya utilizado desde 1962, es una desviación de la impre-
sión plana, llegando a tener sus trabajos grandes dimensiones como en Juanito
Laguna con perro, de 149x200cm. Atento siempre a los cambios estéticos del
mundo del arte contemporáneo, y al observar el mundo, lo lleva a generar un arte
donde el creador se involucra con la cotidianeidad del mundo que le toca vivir.
Es una filosofía, a veces callejera si se quiere, peor una filosofía al fin. Que
me ha ido enriqueciendo y he tratado de que todo eso vaya manifestándose en mi
Argumentos /2 281
Juanito y la ciudad
Esta innovación en la técnica hace que Juanito afiance su identidad, dándole rasgos
firmes, y precisos, que ya se iba configurando desde sus primeros bocetos.
Juanito Laguna logró atravesar la barrera de la plástica y pasó a ser, de alguna
manera, un referente de su tiempo. En Buenos Aires aparecen canciones y mensa-
jes sobre él y Ramona. Llegaron a ser un sinónimo de lo popular, componiéndose
canciones que fueron registradas en discos.
Los personajes de Berni no solo se muestran físicamente, uno conoce de ellos
parte de su vida, de su personalidad, de sus angustias y temores, de sus sueños
282 Ana Florencia Frontini
A su vez las estructuras se fabrican desde el trabajo del artista plástico, a partir
de los elementos simples, formas complejas, combinando, componiendo. En la
estructuración de la obra, la pincelada y el collage son sus componentes funda-
mentales. Esto tiene que ver con lo que generalmente llamamos el aspecto
compositivo de la obra. Confiere a atributos de marco, se pretende que la com-
posición sea ante todo distribución, armonía en las partes, en arte de las proporciones.
La percepción del espacio representado, del personaje, de la ciudad y los
otros elementos que lo componen, descubre el límite entre dos espacialidades y
dos temporalidades diferentes, las que conciernen a la obra y al sujeto. Trabajando
sobre analogías, es posible discernir cada una de las cualidades intrínsecas en los
objetos que componen la obra.
La distancia psíquica entre el sujeto espectador y la imagen, es otra característi-
ca del dispositivo de la imagen plástica. Primeramente es necesario tener en cuenta
el salto que marca el espacio pictórico y el espacio espectatorial ya que Berni busca
quebrar este salto introduciendo el movimiento y la invasión tridimensional de
cuadro al espacio y tiempo del espectador.
Otra de las características de la percepción de esta obra es el tamaño particular
de la imagen. Evidentemente la impresión de la imagen tomada del cuadro Juanito
va a la ciudad para este trabajo no tiene marco de comparación con un especta-
dor que se sitúa frente al objeto, (Un cuado de 330 x 200 cm). La relación dialéc-
tica que se concreta entre ambos siempre es íntima e irrepetible. La superficie y la
materia se escapan del plano que lo sustenta y un Juanito de tamaño casi real, para
un chico de su edad, camina entre la basura, distorsionando los límites de la reali-
dad pictórica.
El tamaño también genera una forma particular de situarse frente a la obra de
arte. El cuerpo del sujeto espectador debe acomodarse, desplazarse, acercarse,
detenerse y volver atrás para recomponer la totalidad del cuadro. Esto conforma
un ritual de cambios físicos a medida que se lo contempla y que va más allá del
scanning del ojo al que muchas veces estamos acostumbrados.
Según Aumont la imagen realista no es forzosamente lo que produce la ilusión
de la realidad: “el realismo refiere a la información transmitida por la imagen, y,
por lo tanto, a la comprensión, a la intelección.”1 Berni plantea al nuevo realismo
como un movimiento donde se introducen también las reacciones sensibles pro-
vocadas por la realidad que se observa. Entonces entra en juego lo subjetivo, las
propias ideas, los sentimientos que el artista deja filtrar en esta noción de realidad,
que de ninguna manera significa imitación de la realidad.
1
Aumont, Jacques.La imagen. Editorial Paidós. Barcelona. 1992.
Argumentos /2 285
2
Michael Paine en su Diccionario de teoría crítica y estudios culturales se refiere a símbolo como un
vehículo comunicacional que en arte, requiere de una simbolización muy elaborada y son capaces de
generar respuestas subconscientes. Pag 589.
286 Ana Florencia Frontini
ros collages de Berni En 1958 Berni expone Villa Piolín y Negra y blanca o La
casa de la modista, que profundizan el tema de las villas marginales.
En 1960 El carnaval de Juanito Laguna en la Galería H de Buenos Aires,
presenta la serie de La cocina popular.
En 1961 hacia fin de año Berni presenta La conspiración del mundo de
Juanito Laguna trastorna el sueño de los injustos, y los collages Retrato de
Juanito Laguna, El cosmonauta saluda a Juanito a su paso sobre el bañado
de Flores, Juanito Laguna prende a leer, La familia de Juanito Laguna,
Juanito laguna y los Cosmonautas, Astros sobre Villa Cartón entre otros.
El premio de la Bienal de Venecia en 1962 significó no solo la presentación de
Juanito al mundo, sino un reconocimiento al arte argentino. Berni sostiene que en
premio fue otorgado a toda la pintura Argentina, considerando que el autor galar-
donado no trabaja como isla sino inserto en un campo artístico donde se están
produciendo cambios y renovaciones importantes:
Porque si ellos vieron lo innovador de mi propuesta, porque vieron las justas
equivalencias estéticas entre el tema y su realización; la identificación ajustada
entre el mundo de la miseria que representa el personaje, y los míseros materiales
de desperdicio extraídos de ese mundo y empelados con todo el rigor y todas las
reglas del arte. Porque si es verdad que Juanito es producto de un determinado
medio social, también es cierto que yo lo vi y lo representé con autenticidad y con
recursos de buena raza. Porque yo me metí en la realidad de Juanito Laguna, me
identifiqué con ella, pero no me metí como sociólogo o como político. Me metí como
artista que soy, en mi funcionalidad específica del artista.
Aunque Juanito va a la ciudad pertenece actualmente a una colección priva-
da, Jorge y Marión Helft, es posible encontrarlo en alguna muestra o retrospectiva
del autor.
Juanito Laguna y Ramona Montiel son los estandartes que llevan a Berni a ser
el artista más popular en Argentina. Romero Brest le organiza la primera gran
retrospectiva en 1965 a dos años de aparecer la obra analizada, en el Centro de
Artes Visuales del Instituto Torcuatto Di Tella, exhibiéndose luego en los museos
provinciales de Bellas Artes de Córdoba y Santa Fe entre otros.
Pero Juanito Laguna ha tenido otras aplicaciones en nuestro medio. La obra de
Berni, ha sido objeto en estos últimos años de una nueva modalidad de exposi-
ción. En el año 2000 y en el marco de políticas de cultura de nuestra ciudad, se
montó Berni para niños, (las infancias que vio Berni), una exposición interactiva. Se
realizó en el Centro de Expresiones Contemporáneas con una gran oferta consis-
tente con un área de información, juegos interactivos, talleres y espectáculos, que
Argumentos /2 287
3
Berni, segmento de ponencia en el Encuentro Iberoamericano de Críticos y Artistas plásticos, Cara-
cas, Venezuela, 1978.
288 Ana Florencia Frontini
Sus reflexiones señalan cómo el artista crea arte con su pensamiento y sensibi-
lidad y cómo la crítica y la filosofía con los encargados de descubrir sus valores
significativos y la articulación que tiene la obra total del campo artístico. Pero una
crítica legítima y auténtica, no involucrada en los procesos comerciales y los intere-
ses capitalistas y mercantilistas de los circuitos de las obras de arte.
Reconoce su arte dentro del campo latinoamericano, un arte valioso de restos
perennes, un arte plagado de riquezas y tradiciones que muchas veces es degrada-
do y despreciado por sus propios intelectuales al poner en valor unívocamente
modelos y estéticas internacionales. Esta postura, americanista si se quiere por par-
te de Berni, va a ser compartida por muchos otros, especialmente en esta década
(consideremos los movimientos latinoamericanistas desarrollados en la música
popular en estos años). La politización de la cultura es otro factor que se descubre
tanto en las obras figurativas como no figurativas, pero sin embargo muchas veces
reconoces en sus declaraciones
En arte, la exigencia de fidelidad a la identidad pasó desde lo “nacional” a “lo
latinoamericano” después de los ´50. Procesos de diverso origen incidieron en esa
transferencia, aceptada y promovida por los críticos e historiadores del arte más
influyentes y/o combativos en Latinoamérica. Se ha concebido en estos últimos
tiempos a la ciudad no solo como el ejercicio de políticas y planificaciones, sino
también de confluencias y todas las prácticas de consumo, interacción y usos de los
espacios y flujos urbanos. La ciudad es matriz y sostén físico de las expresiones
culturales de una sociedad a la cual cobija. Es el espacio físico y social donde se
vivencian, perciben, y generan las diferentes manifestaciones artísticas. Esta relación
biunívoca entre ciudad y campo cultural influye en la conciencia de identidad y de
pertenencia de una comunidad. Identidad cultural, e identidad social son términos
conformados de las formas de vida, las asociaciones, las raíces, los imaginarios, los
símbolos e íconos, las tradiciones y la historia.
Consideremos la identidad local como construcción de un referente colectivo,
es un referente simbólico no solo por sus semejanzas con el pasado sino por lo
que comunica. La historia y el pasado fundamentan esta identidad local .La preser-
vación del lugar y sus tradiciones si bien buscan recrear el pasado, son manifesta-
ciones contemporáneas de representaciones y prácticas de una comunidad. Berni
intenta desde esta perspectiva generar un arte libre, pero comprometido social-
mente, constructivo, que reconozca nuestros orígenes y nuestro presente híbrido.
Argumentos /2 289
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
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Burucúa, José Emilio. Nueva Historia Argentina. Arte, sociedad y política. Tomo II. Editorial
Sudamericana. Buenos Aires.1999.
Fantoni, Guillermo. Perspectivas Argentinas: modernos y vanguardistas en el Arte de Rosario. Cua-
dernos del CIESAL, UNR año II nº2,3, 1º y 2º Semestre 1994.
Vanguardia artística y política radicalizada en los años ´30: Berni, el nuevo realis-
mo y las estrategias de la Mutualidad. Causas y Azares. Año 4, nº5, Buenos Aires, otoño de 1997.
Berni y los primeros manifiestos de la mutualidad. Arte Moderno e izquierda
política en los años ´30. Cuadernos del CIESAL, UNR año IV, nº5 Segundo Semestre, Rosario
1999.
Berni y el Subrrealismo: imágenes del viaje, visiones de la ciudad. Avances del
CESOR, UNR año II nº2, Rosario.1999
Haber Abraham, Buccellatto Laura, Feldhamer Lidia, Fèvre Fermín. La pintura argentina. Pue-
blos, hombres y formas en el arte. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1975
Pacheco Marcelo (edit.) Berni. Escritos y papeles privados. Tema Grupo Editorial. Buenos
Aires 1999
Paine Michael. Diccionario de teoría crítica y estudio culturales. Editorial Paidós. Buenos Aires
2002
Ravera, María Rosa. Berni. Pintores del Siglo XX. II Centro Editor de América Latina. Buenos
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Sendra, Rafael. El joven Berni y la mutualidad popular de estudiantes y artistas plásticos de Rosario.
UNR Editoria. Rosario .1993
290 Ana Florencia Frontini
Ilustraciones
Estas imágenes son algunas de las que referencian al mundo del personaje, antes de
que apareciera Juanito Laguna va a la ciudad, constituyendo sus referentes, y
luego de ésta, continuando la serie.
Resumen Abstract
Este trabajo intenta comprobar la incidencia de This work tries to corroborate the effect of the
la narrativa en la construcción del yo, en prota- narrative in the construction of me, in some
gonistas de tres novelas (Zama, El Silenciero, Los protagonists of three novels (Zama, The Silenciero,
suicidas) de Antonio Di Benedetto (1922-1986). The suicides) of Antonio Di Benedetto (1922-
Si bien se trabaja en el terreno de la ficción lite- 1986). There is a focus on the profile of his
raria, se aborda el perfil de sus personajes con la prominent characters to demonstrate the effects
intención de demostrar los efectos de la fuerza of the narrative force in his configuration.
narrativa en la configuración de dichos sujetos, a Therefore, it is observed:
partir de las orientaciones asignadas por un mis- - The construction of the speech to catch the
mo autor en distintos textos. attention of the reader and converts him/her
Para ello se busca observar: in an accomplice.
- de qué modo se entreteje el entramado - The effects of the reading for the internal
discursivo con la intención de captar la aten- coherence of the statement and the logic of
ción del lector y hacerlo cómplice. its characters.
- los efectos de lectura, producto de la coheren- - Its effect in the construction of me, according
cia interna del relato y la lógica de sus persona- to Jerome Bruner.
jes (que finalmente son los que promueven With this purpose the treatment of the language
una determinada posición respecto de dichos in the organization of the statement, the perfor-
textos). mance of the characters and the universe of the
- su incidencia en la construcción del yo, según affections are worked.
los aportes de Jerome Bruner.
Con esa finalidad se trabaja el tratamiento del
lenguaje en la organización del relato, la actua-
ción de los personajes y el universo de los afec-
tos, hasta comprobar la incidencia de la narrati-
va en la creación del yo en personajes ficcionales.-
* Profesora y Licenciada en Letras (Universidad Nacional del Litoral–Universidad Católica de Santa Fe),
Especialista en Lengua y Literatura Española (ICI, Madrid), Master en Lengua y Literatura (Universidad
Nacional de Rosario) y alumna del Doctorado en Humanidades y Artes con Mención en LITERATURA.
El presente trabajo fue realizado en el marco del Seminario «Jerome Bruner: psicología, cultura y educación»
dictado por el Dr. Félix Temporetti. mlmiretti@gigared.com
298 María Luisa Miretti
1
BRUNER, J. (2002): La fábrica de historias, p. 91. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires 2003.
(*)
Zama (1956). Círculo de Lectores. Barcelona 1972; El Silenciero (1964). Ediciones Orión. Buenos
Aires 1984; Los suicidas (1969). Adriana Hidalgo editores. Buenos Aires 1999.
2
BRUNER, J.: Op. cit.
Argumentos /2 299
tes, intentando dar con aquellos caracteres (Bruner, 2002)3 que permitan compro-
bar de qué modo opera la narrativa en la construcción del yo.
Zama
‘Salí de la ciudad, ribera abajo, al encuentro solitario del barco que aguar-
daba, sin saber cuándo vendría.
Llegué hasta el muelle viejo, esa construcción inexplicable, puesto que la
ciudad y su puerto siempre estuvieron donde están, un cuarto de legua arriba.’ 5
De este modo preciso y sin rodeos ni eufemismos ingresamos al universo
narrativo de Zama, novela dedicada a las ‘víctimas de la espera’. Apenas una alusión
temporal como encabezado (año 1790), nos ubica en un contexto lejano para
luego introducirnos con un estillo llano y directo en la problemática del protago-
nista, eje y motivo de la novela.
Don Diego de Zama espera un barco que lo regrese a su tierra con los suyos,
advirtiendo desde el comienzo que la misma será dura y penosa. A nivel de la
historia, aparenta ser la afanosa búsqueda de rehabilitación ante la Corona Espa-
ñola, pero a poco transitar las primeras líneas, notamos el clima de oprobio y de
asfixia que vive y soporta su protagonista. Esa búsqueda de rehabilitación –similar
al héroe español medieval-, no es más que la excusa paródica para justificar una
verdad más profunda: la soledad del hombre, su exilio interior.
Esa soledad e incomunicación (reiterada más tarde en El Silenciero y Los suicidas)
están bien delineadas en torno al protagonista que lucha y se debate entre cavilacio-
nes y reflexiones personales por lo que pudo haber sido (remisiones y reminiscen-
3
BRUNER, J.: Op. Cit.
4
BRUNER, J.: Op. cit. p. 122.
5
Zama, op. cit., p. 7.
300 María Luisa Miretti
cias del pasado) y lo que era, desde un presente objetivo cargado de mirada sub-
jetiva, que ahonda las distancias irrecuperables subsumiéndolo en una profunda
nostalgia y melancolía, devenidas luego en angustia irreversible.
El lenguaje
‘Nuestras historias creadoras del yo se acumulan, envejecen.
Los mismos recuerdos se vuelven víctimas
de nuestras historias creadoras del yo.
Seguimos construyéndonos a nosotros mismos
por medio de narraciones.’
6
J. Bruner
6
BRUNER, J.: op. cit., p. 122.
7
Ibíd., p. 7.
8
Ibíd., p. 7.
Argumentos /2 301
9
Ibíd., p. 8.
10
Ibíd., p. 37.
302 María Luisa Miretti
11
Ibíd., p. 66.
12
Ibíd., p. 61.
13
Ibíd., p. 71.
Argumentos /2 303
El silenciero
‘Yo abro la cancel y encuentro el ruido’. Desde el comienzo la voz narrativa sitúa a su
protagonista en una encrucijada que, como un símil imaginario a la duda ontológica
(casi hamletiana) entre el ruido y el no ruido, anticipa el espacio de contradicciones
destinado para un personaje que poco a poco, con fuerza gradual y por reiteración
sucesiva, será víctima de su propio acorralamiento (interior y exterior).
Más allá de la historia que gira en torno a la imposibilidad del sujeto por
aislarse de los ruidos, es importante subrayar la serie de intentos, rechazos, avances
y retrocesos que lo impulsan a concretar una serie de acciones que de manera
compulsiva lo llevan a repetir situaciones que, lejos de aliviar, agravan el clima
asfixiante que el propio personaje va creando en su entorno hasta devenir en un
espacio simbólico que lo devora.
El ruido externo que lo acosa es el pretexto que oficia como dispositivo para
justificar esas actitudes, ante su imposibilidad para mantener relaciones estables
con los otros y su inestabilidad emocional con los amigos, con su amante. Demos-
traciones que comienzan siendo sutiles e indirectas, luego se transforman en verda-
deras agresiones manifiestas (hacia fuera y hacia adentro).
14
Ibíd., p. 16.
15
Ibíd., p. 17.
16
Ibíd.
17
Ibíd.
304 María Luisa Miretti
El lenguaje
El uso de la 1ª persona singular alterna con agudas observaciones sobre una reali-
dad que lo aterra por los ruidos con que se anuncia y con menudas intervenciones
de los demás que asisten pasmados a sus descargas coléricas y a reflexiones que
van dando cuenta de su creciente obsesión por los ruidos.
El mismo sujeto –en ocasiones- toma conciencia de esos desbordes y ante
cada estallido intenta remediarlo en vano:
‘En el silencio de los tres, ordeno las razones con que él podría moderarme:
Yo descargo sobre él mi agresividad y mi cólera y al hacerlo me equivoco de sujeto
y me pongo injusto con torpeza; no acato la posibilidad de que el ruido de repente
se apague y no regrese, me encarnizo en la suposición de que el problema se ha
posesionado del futuro y ya nunca nos dará un respiro; descuido atender que lo
normal de un ómnibus es circular por ahí o por allá, siempre afuera, y que un
motor en marcha, si el coche no anda, es antieconómico y está sometido, nada
más, a una prueba transitoria.’ 18
El acento colocado en los verbos directivos, apoyado en formas pronominales
personales, dan cuenta de un avance ilimitado de su estado interior, que contrasta
con la irrupción del ruido en el silencio donde se refugia: ordeno – yo descargo – me
equivoco – me pongo – no acato – me encarnizo – descuido. Esta sucesión gradual de su
estallido intenta frenarse al confrontar –con cierto dejo de lucidez- la escena fami-
liar que estaba provocando, tratando de menguar la sorpresa de los otros, para
rápidamente desdecirse:
‘... sobre esas mismas palabras me arrepiento, porque es como adquirir el
compromiso de entablar una oscura batalla para la cual no me hallo bien dis-
puesto: denuncias, no sé a quién; comprobación, pruebas, alegatos; la sanción
para los otros; para mí, la hostilidad de los culpables, aún innominados.’ 19
El detalle fóbico se retroalimenta desde una obsesión que se torna incontrola-
ble, dejando al descubierto –además- una tremenda soledad, imposible de
categorizar, aún con los matices sadomasoquistas que se atribuye, hasta el extremo
de calificarse en el rubro de los ‘culpables, aún innominados’. Las marcas textuales
explicitan ese desgarramiento que requiere de su atenta vigilia para no caer preso
de la realidad (recreada por él mismo) de la que escapa:
18
El Silenciero, op. cit. p. 10.
19
Ibíd., p. 11.
Argumentos /2 305
‘No llamaré rutina a esto de ahora: la rutina habitúa y adormece los senti-
dos. Y este ómnibus, cada mañana y cada noche, puntea de sobresaltos nuestra
vida.’ 20
A lo largo del texto, vemos que todas las situaciones que va creando el perso-
naje, si bien responden a la lógica interna del relato (coherencia), atentan contra su
integridad.
La organización (del relato) permanece inalterable a nivel discursivo, mientras
las actitudes del personaje van lesionando y violentando su propia narrativa inte-
rior que comienza a enrarecerse por las reiteradas contradicciones que lo impulsan
a contradecirse, negándose en rutinas y hábitos cotidianos hasta cercar su propio
mundo afectivo.
Oraciones breves, precisas, contundentes, con una puntuación pocas veces
observada, cobran categoría de procedimientos retóricos que organizan la narra-
tiva acorde con el conflicto que se desea plantear. Ese tipo de expresiones –tan
cortantes- frenan y repliegan pero no clausuran, como si estuvieran representando
permanentemente los devaneos y cavilaciones de quien las instrumenta y que a
nivel semántico connotan la soledad profunda de quien las imagina y traduce en
escritura (el autor).
20
Ibíd., p. 12.
306 María Luisa Miretti
saciones que lo perturban: ‘... porque yo soy indirecto (como que amo a Leila y hablo a
Nina).’ 21
Es su forma, su metodología –como él mismo se encarga de aclarar- comple-
tando la idea de que nada tiene que ver con cuestiones morales, pues su honesti-
dad permanece inalterable. De tal modo, vemos que esa metodología -instrumentada
y reconocida por él mismo-, es una manera estratégica de no enfrentar aquello que
desea (no se atreve), intentándolo bordear a través de desvíos que –obviamente-
nunca llegan a ninguna parte.
En los diálogos que entabla con Nina al regreso del trabajo es posible obser-
var ese juego de antinomias entre lo que dice y lo que siente, verdadero divorcio
entre lo que piensa y lo que manifiesta, porque cada pregunta (o respuesta) remite
a un imperativo reflexivo que no condice con lo que textualiza, quedando asenta-
do en su profundo interior para beneficio (e impotencia) del lector, que asiste a ese
juego de contradicciones.
‘- Usted, me parece, ya no estudia. ¿Trabaja?
Caminamos. Ella ¿se deja acompañar o me sigue? Acata, apagadita:
- Sí, trabajo –y me sonríe.
Me detengo; andando no puedo dar fuego al cigarrillo. Nina me espera.
Ella menciona a Leila: las dos persiguieron juntas el bachillerato; Leila
continúa.
Comprendo por qué estoy con Nina: porque es amiga de Leila.’ 22
Y sigue. Cada intervención y cada réplica va acompañada de una reflexión perso-
nal que, en silencio, marca el extremo de aquello que desea y que reprime, con
observaciones que se contradicen con la realidad que manifiesta y con agregados
que permiten inferir cavilaciones interiores incesantes, cuya finalidad pareciera in-
tentar desentrañar el mundo del otro sin percatarse de la pérdida del propio.
Las reiteradas invitaciones (e insinuaciones) de Nina y su (también reiterada)
negativa casi gozosa, lo ubican en un ámbito sinuoso, ya que mientras disfruta
rechazarla, cavila sobre las consecuencias que le arrojará a la ¡pobre Nina! (sic) que
‘permanece allí, mirándome mirar a Leila’ 23, acusando su desplante ‘Nina, yo amo a otra
muchacha’ 24, hasta que más tarde implosiona ‘Me casaré con Nina. Es lo más fácil, sí,
21
Ibíd., p. 23.
22
Ibíd., p. 21.
23
Ibíd., p. 28.
24
Ibíd., p. 41.
Argumentos /2 307
mucho más fácil que todo lo demás’ 25 (sin aclarar la naturaleza del peso de ‘todo lo
demás’) para luego desdecirse ante ella ‘No puedo estar seguro de casarme. Nina se
diluye...’ 26 y sorprendernos rápidamente con el anuncio ‘Tomo esposa’ 27 y toda la
hermenéutica posible de inferir de tan atípica aseveración (conclusiva).
Mientras todo esto acontece, las distintas manifestaciones del ruido se van
presentificando en variedad de cosas, hechos, objetos y situaciones que, lejos de
amortiguar la preocupación inicial, se va filtrando subterráneamente hasta eclosionar
en una forma de vida errante y nómade (de pensión en pensión escapando al
ruido) a modo de fuga, para finalmente deternerse ante la advertencia materna:
‘Hijo, hasta aquí hemos llegado; pero ya no podemos seguirte.’ 28
El humor
La tensión interna del relato organiza los hechos y nos ubica en sus diferentes
escenarios frente a un protagonista que –siempre acechado y al acecho- comienza
a resquebrajarse.
Hay momentos en los que se siente retroceder, negándose la posibilidad de
elaborar la realidad (objetiva) del presente, para remitirse a las bondades del pasa-
do, que no le requerían mayores esfuerzos. Esto es posible registrar tanto en el
tratamiento que tiene con los demás a quienes se dirige con una forma apelativa
específica que sintetiza la fórmula de cortesía ‘Ud.’ (incluido su amigo Besarión)
pero que no es más que la excusa o mascarada para poner distancia en torno a los
territorios personales, evitando ser invadido.
A partir de esa decisión (supuesta), sin duda le cuesta romper ciertos climas
para imbuirlos de dobles mensajes que puedan resultar jocosos e interpretables
para los demás. A tal punto, que él mismo autoevalúa el escaso poder de sus
bromas, ya que nadie las acusa como tales, atribuyéndose esa falta con un fuerte
matiz atributivo: ‘oh, esta paradoja que soy’ 29 descolocando una vez a quien sigue su
derrotero.
‘Curioso efecto de mis bromas: no son para ser reídas al momento, hay que
celebrarlas unas diez horas más tarde.’ 30
25
Ibíd., p. 66.
26
Ibíd., p. 70.
27
Ibíd., p. 81.
28
Ibíd., p. 84.
29
Ibíd., p. 61.
30
Ibíd., p. 45.
308 María Luisa Miretti
El ruido y el silencio
‘El ruido es un tam-tam’ 31 que repica convocando al más ruido. Sensaciones y
atribulaciones que no sólo lo cercan anímicamente sino que además comienzan a
manifestarse con alteraciones orgánicas: su cerebro que estalla, su circulación que se
atropella; un malestar que conjuga las consecuencias de ese avance pero que a su
vez, choca con el temor que le produce el silencio, ubicándolo en una escena de
enorme desnudez y desamparo, totalmente perdido y desorientado.
‘El silencio es de los muertos. Sí...’ 32
‘La noche fue silencio.
Precedió el silencio a la Creación.
Silencio era lo increado y nosotros los creados venimos del silencio.
Al claustro materno, ¿tenían acceso los sonidos?’ 33
Desde esa ‘paradoja’ con que se autodefine nos encontramos con paradojas
mayores que nos sorprenden como cuando explicita su aversión al silencio: ‘Sólo
una cosa me intimida: ese silencio.’ 34 Ese temor al silencio en contraposición a su fobia
por los ruidos deja al descubierto su terror a la muerte, o sea, a la vida.
‘Considero al hombre como hacedor de ruidos.
Sus ruidos son diferentes de los ruidos cósmicos y los ruidos de la natura-
leza.’ 35
Poco a poco se desvela su mirada inquisidora hacia afuera, lo exterior, como
buscando en los demás la culpa de su estado, pero que tampoco alcanza a definir:
‘Hay un ruido... material.
Y hay otro ruido que es ... ¿cómo es?
Viene de las personas mismas, o de las condiciones que crean las personas, o
la convivencia.
A veces se percibe como un bloqueo, como una onda o infiltración sonora o un
susurro opresivo y deprimente.
Tampoco es así. No es posible oírlo. Esas características hay que suponerlas
o adivinarlas.’ 36
31
Ibíd., p. 87.
32
Ibíd., p. 87.
33
Ibíd., p. 104.
34
Ibíd., p. 43.
35
Ibíd., p. 107.
36
Ibíd.
Argumentos /2 309
El libro
Planifica en todo momento alternar lo cotidiano con la escritura de un libro al que
llamará El techo, quizás aludiendo al refugio que busca y se le escapa.
Cuando piensa en los temas, elucubra entre el ensayo y el policial, gestando
miles de ideas en un borrador mental, al que le asigna distintos finales. Esto lo
distrae al pensar en el rol a adjudicarse, tentándose por el de homicida, pues le
permitiría estudiarlo y ‘estudiarse’ a fin de encontrar las mejores pistas y el mejor
perfil para su concreción.
Las alegorías y las alusiones bíblicas o religiosas revolotean en su mente y siem-
pre busca correspondencias para encontrar el mensaje celestial que lo salve, mar-
cando de tal modo, la sensación de culpa y la necesidad de redimirse. Culpa y
expiación que no logra resolver ni siquiera en las figuras o historias que intenta
crear en la ficción, provocando un verdadero quiebre con el verosímil que se le
resiste ante la realidad apabullante que no logra revertir.
La duda metafísica
Nuevamente entramos en el escenario de los contrastes, cuando en la búsqueda
externa intenta acercarse a sí mismo:
‘Besarión intenta ser, finge ser, para no ser. ¿No ser qué? ¿No ser quién? Él
mismo. Besarión tiende decididamente a no ser.
Y yo, ¿tiendo a no ser? ... No, tiendo a ser. No me dejan. Estoy interferido,
bloqueado. Sólo podré ser en ciertas condiciones. Cuáles, no sé. Apenas las pre-
siento.
Como la condición de estar conmigo. ¿Eso es la soledad? Quizá podría lla-
marse la soledad profunda.’ 38
Como podemos apreciar, siente, percibe ese resquebrajamiento, al notar que
empieza a dividirse:
37
Ibíd., p. 108.
38
Ibíd., p. 112.
310 María Luisa Miretti
‘... si estoy conmigo, estoy acompañado. Ya que si estoy conmigo no soy yo solo,
somos dos. ‘Estar con’ indica ‘alguien o algo junto a’, no el mismo.
Si somos dos, constituimos uno y el otro. ¿Cuál de ellos soy? Digo: yo y el que
está conmigo. Luego el que está conmigo es el otro (.).
Debí decir: ‘estar en mí’ y no me hubiera enmarañado el pensamiento.’ 39
Para finalmente deducir que ha caído preso de la seducción de las palabras:
‘Empezaron a confundirme y se me iba formando el miedo de ser dos.’40
Planes abortados como consecuencia de sus dudas, desviaciones por temor a
enfrentarse a lo deseado, son todos indicios que van perfilando su imposibilidad
de concretar un pensamiento, un objetivo, un fin. No sólo no puede colmar su
deseo sino, y esto es lo más notable, no se permite un sesgo de satisfacción placen-
tero en nada ni con nadie. No hay gozo personal que le permita sentir o ver la vida
de otra manera. Todo lo asocia al caos, a la muerte, al sinsentido (de las palabras
alemanas aprendidas, la única que logra registrar es ‘lücke’: vacío). Esa tendencia
dominante a no ser, aumenta desde la misma narrativa que lo enmaraña y obtura
impidiéndole la construcción del relato por acciones siempre coartadas en sus
fines.
‘Estar en mí / estar conmigo’ (op. cit.) terminan siendo juegos de palabras que lo
enredan en una actitud esquizoide que, además, lo impulsa a ‘tachar’ el nexo ‘en’
ante el riesgo de ingresar en el interior de otro. Desdoblamientos que lo llevan a
nuevas preguntas sin respuestas, como si cada vez ingresara en la zona más pro-
funda de su laberinto interior, sin posibilidad de encontrar una salida. Expresiones
que van conformando el esqueleto del relato y que sostienen una narrativa que lo
perturba aún más y lo pierde en una maraña de brumas:
‘Qué trivialidades trillo. Odiosas odiseas de las palabras, ¡oh, dioses! 41
aunque no cesa de interrogarse ‘¿Qué es lo que me extravía, lo que me turba: mi personali-
dad o mi persona?’ 42
Esta ‘aparente’ trivialidad sin embargo, lo afecta orgánicamente cuando nueva-
mente vuelve al caos de la realidad (ruidos), en la que –ante un nuevo escenario (la
promoción de un baile en el vecindario)- debe enfrentarse con aquello que repele:
‘la música’ como sinónimo de más ruido, pero que al mismo tiempo connota su
39
Ibíd., p.113.
40
Ibíd..
41
Ibíd., p. 113.
42
Ibíd., p. 114.
Argumentos /2 311
43
Ibíd., p. 126.
44
Ibíd., p. 135.
45
Ibíd., p. 136.
46
Ibíd., p. 137.
47
Ibíd., p. 142.
48
Ibíd., p. 144.
49
Ibíd.
312 María Luisa Miretti
Los suicidas
Aunque se adscribe más a la crónica periodística (o policial) por la investigación de
una serie de suicidios, resume la impotencia y orfandad del hombre, que lo lleva a
su propia destrucción suicida.
La novela se estructura en tres partes: Los días cargados de muerte; Interludio con
animales y Las ordalías y el pacto, relacionadas en torno a la investigación de una serie de
suicidios.
El protagonista es un periodista de 33 años (cuyo padre se suicidó a esa edad),
que tiene la tarea de reconstruir –a partir de unas fotos muy significativas-, la
misión encomendada en el periódico. Fotos (imágenes estáticas) que permitirán la
reconstrucción del pasado a través de la escritura para dotarlo de sentido. En ese
contexto, surgen los acompañantes: la madre, su hermano Mauricio, su cuñada,
Julia con quien está vinculado y Marcela, la periodista que lo acompañará en la
faena. Bibi, la traductora, apelando a su memoria, le aporta los datos necesarios
para ir armando el rompecabezas y el resto de ayudantes que colaboran desde
distintos ángulos.
De todos ellos, se destacan los suicidas Adriana Pizarro –una maestra cuaren-
tona que apeló al revólver- y Juan Tiflis, a quien se le descubre en las fotografías
una mirada de espanto junto a un gesto (mueca) de placer.
En las entrevistas que realizan –semejante a la crónica policial- van reordenando
y reconstruyendo una historia que muchas veces se les escamotea hasta que logran
armarla. En el segundo caso (Tiflis), descubren que estaba ligado a una asociación
espiritualista que alimentaba el culto contra la muerte.
50
Ibíd.
51
Ibíd., p. 148.
Argumentos /2 313
El lenguaje
Oraciones cortas, precisas, contundentes, en las que alterna la primera persona con
extensos soliloquios y monólogos interiores habitados por contradicciones, pre-
guntas y respuestas posibles o alternativas. Diálogos breves, que presuponen que
todos se conocen con todos y que no necesitan mayores explicaciones para tratar
los temas, aunque no es garantía de la comunicación deseada. Y las referencias
52
Ibíd., p. 17.
53
Ibíd.
314 María Luisa Miretti
54
Ibíd., p. 196.
55
SAER, J. J. (1999): Prólogo de El silenciero. Adriana Hidalgo. Buenos Aires.
Argumentos /2 315
Todos éstos configuran los móviles que remiten siempre a una infancia añorada,
interpelada en sueños y delirios, traducida en reiteradas ansias de retorno al seno
materno, al centro, único refugio posible, garantía del afecto vedado y de protec-
ción. Las posibilidades por encontrar el lugar, el sitio anhelado, moviliza a los
distintos actores quienes rápidamente, al ver frustradas sus intenciones, se bloquean
y se aíslan. El objeto del deseo se esfuma, se pervierte o se desvía, paralizando
todo intento de búsqueda.
El uso de la 1ª persona permite un estilo directo que se traduce en oraciones
breves. Hay una atípica puntuación que refrenda esa disposición, logrando un for-
mato que reafirma la intención por la acertada relación obtenida entre enunciado y
enunciación, consiguiendo de tal modo, un recorte preciso, contundente que, sin
artificios retóricos, enfatiza aquello que se desea expresar.
La escritura, muchas veces fragmentaria, es especular, refractaria, logrando re-
presentar con fidelidad la soledad y la impotencia, lo cual se condice con el grado
de despojamiento obtenido entre lo que se pretende y lo que traduce.
Las figuras y las acciones antinómicas son las que permiten una mejor resolu-
ción para enfatizar las dualidades (indecisión ontológica):
‘... ahí estaba él, por irse y no, y ahí estábamos’ Zama
‘Ahí estábamos, por irnos y no’.56
‘... tiendo una mirada hacia donde pudo estar, El silenciero
y no está, Leila.’ 57
‘... amo a leila y hablo a Nina.’ 58
‘Recurro: Mejor sería Pedro, preferiría trabajar Los suicidas
con un hombre. Manda: No, Marcela.’59
‘Como preciso aislarme, me pierdo entre la
muchedumbre de las veredas del centro.’ 60
Conjeturas finales
Las tres novelas seleccionadas conforman una especial trilogía unidas por un tópi-
co común que las aglutina: el exilio.
De Zama, novela de la espera y de la soledad, pasamos a la incomunicación de
El silenciero y a la desnudez existencial extrema de Los suicidas. Cada una de
ellas marca el aislamiento progresivo de sus protagonistas, hacia su propio retiro o
exilio interior, que se torna en exilio perpetuo.
De ese universo autónomo que hemos destacado como logro de la narrativa
benedittiana, descubrimos una estética particular, no contaminada por el contexto,
que se diferencia de sus contemporáneos y que al mismo tiempo lo trasciende,
porque trata una temática de valor universal: la imposibilidad del hombre por
encontrar un nexo que le permita asumir la realidad y el sentido de la vida.
En cada relato hemos podido apreciar cómo cada uno se construye y recons-
truye a partir de las indecisiones y de las reflexiones de sus protagonistas, junto a la
representación simbólica de sus fobias y obsesiones. La nostalgia y la añoranza del
pasado como etapa idealizada (perdida) alimentó a cada personaje para mantener-
lo vivo, pero al mismo tiempo lo replegó, impidiéndole avanzar hacia un futuro,
en una síntesis conjuntiva en la que se aunaron el miedo a la muerte como sinóni-
mo de temor a la vida.
A partir de la lectura de estas novelas podemos concluir que la búsqueda en
Antonio Di Benedetto remite a un desesperado nexo referencial con el mundo
para encontrarle sentido a la vida. Historias y personajes diferentes que encarnan y
traducen idénticos fines: el deseo de amar y ser amados.
‘Hablar de nosotros a nosotros mismos
es como inventar un relato acerca de quién
y qué somos, qué sucedió y por qué hacemos
lo que estamos haciendo.’ 61
61
BRUNER, J.: op. cit., p. 93.
318 María Luisa Miretti
Datos biográficos
Antonio Di Benedetto (Mendoza 1922 – Buenos Aires 1986).
Periodista (Los Andes, Mendoza), guionista de cine y escritor reconocido mundialmente con
una serie de premios y condecoraciones; de su vasta producción literaria, muchos de sus libros fueron
traducidos a otros idiomas.
Detenido por la dictadura militar en 1976, fue encarcelado y torturado. A
pedido de otras figuras del mundo intelectual fue puesto en libertad y, luego de
algunos meses de permanencia en Argentina, se exilió en Francia y España.
Murió de un derrame cerebral –secuela de las torturas padecidas durante su
encierro-, al poco tiempo de su regreso del exterior.
Entre sus obras: Mundo animal (1953); El pentágono (1954) reeditado más tarde
como Anabella; Zama (1956); Grot (1957) reeditado como Cuentos claros; Declinación
y ángel (1958); El cariño de los tontos (1961); El Silenciero (1964); Los suicidas
(1969); Absurdos (1978); Sombras nada más (1984).
Bibliografía
De Antonio Di Benedetto
DI BENEDETTO, A. (1956) Zama. Alianza. Madrid 1985.
(1964) El silenciero. Orión. Buenos Aires 1984.
(1969) Los suicidas. Adriana Hidalgo. Buenos Aires 1999.
General
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320 María Luisa Miretti
Resumen Abstract
El objeto de este artículo es una indagación pre- The purpose of this paper is to make a
liminar de la contribución habermasiana al desa- preliminary inquiry into the contribution made
rrollo de la Teoría Crítica de la Sociedad en su by Habermas to the development of the Critical
vertiente frankfurteana. Como miembro de la Theory of Society from a School of Frankfurt
segunda generación de la Escuela de Frankfurt, perspective. Bearing in mind that he was a
nuestro objetivo es explorar qué connotaciones member of the second generation of that School,
subyacen en su producción intelectual para que our aim is to explore which connotations underlie
podamos adscribirlo a la Teoría Crítica y analizar his intellectual production so that we can ascribe
qué rupturas y continuidades existen en su obra him to the Critical Theory and analyze which
con respecto a quienes lo han precedido. En este breaks and continuities are present in his work
sentido, entendemos que es importante rescatar with respect to those that preceded him. In this
las contribuciones más relevantes de los princi- sense, we understand it is important to recover
pales exponentes de la Escuela de Frankfurt para the most relevant contributions of the main
luego analizar cómo continúa la trayectoria de la advocates of the School of Frankfurt in order
Teoría Crítica con la contribución de Habermas to analyze how the development of the Critical
y vislumbrar qué resignificaciones hace, qué crí- Theory unfolds with Habermas’ contribution and
ticas y qué aportaciones nuevas realiza a los pro- to perceive which new significations he provides
blemas planteados por sus fundadores. and which criticism he makes to the problems
posed by the School’s founders.
* Lic. en Trabajo Social, Facultad de Ciencia Política y RRII, UNR; Master en Sociología, UNICAMP/
Brasil; Doctoranda en Humanidades y Artes, Mención Historia, UNR. Docente e Investigadora en la
UNR. Trabajo presentado en el Doctorado en Humanidades y Artes, Mención Historia, en el marco
del Seminario denominado «Orientaciones Filosóficas Contemporáneas. Filosofía y Ciencias Sociales»,
a cargo del Prof. Dr. José Sazbón, dictado durante el segundo semestre de 2002.
322 Ruth Sosa
1
FREITAG, Barbara. A teoría crítica ontem e hoje. Brasilense. San Pablo, 1990.
Cf. FREITAG, Barbara y ROUANET, Sérgio. Habermas. Atica. San Pablo, 1993.1 CHACON, Vamireh. «A
tragédia de Frankfurt: da sociologia à filosofía da cultura, numa sociedade massificada», en: Humanismo
y Comunicaçao de massa. Tempo Brasileiro, Rio de Janeiro, 1970; p. 15.
2
CHACON, Vamireh. «A tragédia de Frankfurt: da sociologia à filosofía da cultura, numa sociedade
massificada», en: Humanismo y Comunicaçao de massa. Tempo Brasileiro, Rio de Janeiro, 1970; p. 15.
Argumentos /2 323
4
HABERMAS, Jürgen. «Dialéctica de la racionalización». En: Ensayos Políticos. Península, 1994; pp. 141-142.
326 Ruth Sosa
5
En El Discurso Filosófico de la Modernidad, Habermas va a señalar que a partir de investigaciones sobre la
modernidad en los años 50 y 60 se comienza a usar el término «pos-modernidad» pasando a ser
corriente también entre los especialistas de las ciencias sociales. Al mismo tiempo, el autor, va a
diferenciar dos concepciones de posmodernidad. Por un lado, dirá Habermas, hay una posmodernidad
neo-conservadora que rechaza la modernidad cultural y que se apoya en la modernidad social y, por
otro lado, hay una posmodernidad «anarquista» que rechaza la modernidad social y cultural; Cf.
HABERMAS, J. O discurso filosófico da modernidade. Don Quixote. Lisboa, 1989; pp. 15 y ss.
Cf. BERNSTEIN, Richard (Comp.) Habermas y la modernidad. Cátedra. Madrid, 1988.
6
HABERMAS, J. «Dialéctica de la racionalización»; Op. Cit.., p. 140.
Argumentos /2 327
7
FREITAG, B. A teoría crítica ontem e hoje; Op. Cit.
8
BENJAMIN, Walter; HABERMAS, Jürgen; ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Textos Escolhidos
(Os Pensadores) Victor Civita. San Pablo, 1983.
Cf. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. La sociedad. Prometeo. Buenos Aires, 1984.
328 Ruth Sosa
9
Ibídem.
Argumentos /2 329
10
HORKHEIMER, M. Sociedad en transición. Estudios de filosofia social. Planeta agostini. Buenos Aires, 1986.
11
HORKHEIMER, M. «Autoridade e Familia». En: Teoria Critica I. Perspectiva/Edusp. San Pablo, 1990.
330 Ruth Sosa
les y políticos, sino como un sistema que determina, a priori, tanto el producto del
aparato como las operaciones de su manutención y ampliación. En esa sociedad,
el aparato productivo tiende a tornarse totalitario en la medida en que determina
las necesidades y aspiraciones individuales. La tecnología sirve para instituir formas
nuevas, más eficaces y más agradables de control social y de cohesión social,
creando similitudes, al mismo tiempo, en el desarrollo del capitalismo y del comu-
nismo. Frente a las particularidades totalitarias de esta sociedad, la noción tradicio-
nal de «neutralidad» de la tecnología no puede más ser sustentada. La tecnología
no puede como tal, ser aislada del uso que le es dado; la sociedad tecnológica es un
sistema de dominación que ya operaen el concepto y en la elaboración de las
técnicas.
Para Marcuse, esas «nuevas formas de control» traen como consecuencia el fin
de la libertad y de la autonomía por un tipo de «libertad» productiva y racional lo
que conllevaria a una crisis del pensamiento crítico en la crítica al status quo.
Según Marcurse, los procesos tecnológicos de mecanización y padronización
podrían liberar energía individual para un dominio de la libertad todavía descono-
cido más allá de la necesidad. El individuo sería liberado de la imposición por el
mundo del trabajo, de necesidades y posibilidades ajenas a éste quedándole posibi-
lidades de ejercer su autonomía. Si el aparato productivo pudiese ser organizado
y orientado para la satisfacción de las necesidades vitales, su control podría ser
centralizado; tal control no impediría la autonomía individual sino la realizaría.
Paradójicamente, de acuerdo al autor, opera una tendencia opuesta: el aparato
impone sus exigencias económicas y políticas para la defensa y la expansión al
tiempo de trabajo y al tiempo libre, a la cultura intelectual y moral. En virtud del
modo por el cual su propia base tecnológica, la sociedad industrial contemporá-
nea tiende a tornarse totalitaria. Totalitaria, no apenas en el sentido de una coor-
dinación política terrorista de la sociedad, sino también una coordinación técnico-
económica no-terrorista que opera, a través de la manipulación de las necesidades
por intereses adquiridos, y neutraliza el surgimiento de una oposición eficaz al
todo. Para Marcuse, el totalitarismo puede estar encubierto en el sentido que aquel
no implica apenas una forma específica de gobierno o dirección partidaria sino
también que totalitarismo puede presentarse como un sistema específico de pro-
ducción y distribución que bien puede ser compatible con el «pluralismo».
La intensidad, la satisfacción y hasta el carácter de las necesidades humanas,
encima de nivel biológico, siempre fueron condicionadas. Tales necesidades tienen
un contenido y una función sociales determinados por fuerzas externas sobre las
cuales el individuo no tiene ningún control; el desarrollo y la satisfacción de esas
necesidades son, así, heterónomos.
Argumentos /2 331
12
MARCUSE, Herbert. La sociedad carnívora. Eco contemporáneo. Buenos Aires, 1975.
A Ideologia da Sociedade Industrial. Zahar. Rio de Janeiro, 1967.
13
Cf. McCARTHY, Thomas. La Teoría Crítica de Jürgen Habermas. Tecnos. Madrid, 1992.
332 Ruth Sosa
14
FREITAG, B. y ROUANET, S., Op. Cit. analizan la obra de Habermas desde tres perspectivas de análisis
en cuanto a sus diferentes momentos de mediación entre teoría y práctica: desde una perspectiva
epistemológica, desde una perspectiva política cultural y desde la perspectiva que implica la teoría de
la competencia comunicativa. Para el abordaje que aquí nos ocupa, entendemos que son dos las
grandes dimensiones de la obra habermasiana, la epistemológica y la político-cultural ya que en el
abordaje de la Teoría de la Acción Comunicativa estas dos perspectivas están imbricadas, o, para
utilizar otros términos, son ejes analíticos transversales.
334 Ruth Sosa
15
HABERMAS, J. «Conhecimento e interesse»; en BENJAMIN, HABERMAS, ADORNO Y
HORKHEIMER: Textos Escolhidos (Os Pensadores), Op. Cit.
16
FREITAG, B. y ROUANET, S. Habermas; Op. Cit.; p. 13.
Argumentos /2 335
17
Ibídem.
18
HABERMAS, J. Historia y crítica de la opinión pública. Gili. México, 1986.
336 Ruth Sosa
19
KEANE, John. «Transformaciones estructurales en la esfera pública», en Estudios Sociológicos. Enero-
Abril, 1997.
Argumentos /2 337
20
Ibídem.
338 Ruth Sosa
sable del moderno Estado capitalista. Los conflictos de clase, las luchas políticas
para modificar el orden social y político son silenciados en nombre del buen fun-
cionamiento de la economía que promueve, a través del Estado - el bienestar de
todos. En la medida en que la economía prospera y produce, garantiza el empleo
y un relativo bienestar material, ésta no solamente se autolegitima, como legitima
también el sistema político que le asegura estabilidad y continuidad, disfrazando el
malestar real generado por las condiciones de unidimensionalización y confun-
diendo las conciencias, incapaces de evaluar el proceso. En la medida en que la
ciencia y la técnica - manifestaciones concretas de la razón instrumental - esté obte-
niendo «éxitos» en la economía, éstas legitiman la usurpación del poder por las
elites. Estas son aceptadas por los dominados, en nombre de la competencia con
que el proceso económico está siendo generado, dispensándose así, cualquier ne-
cesidad de justificación.
La ideología tecnocrática, además de impedir la problematización del poder
existente, niega la acción comunicativa asimilándola a acción instrumental. Las
decisiones prácticas que afectan a la colectividad toda, son transformadas en pro-
blemas técnicos. Se impone, así, un proceso de despolitización de las masas21.
La contribución de Habermas en su
teoría de la acción comunicativa
En su afanosa tarea de contribuir a establecer nuevos códigos que tornen a la
modernidad un proyecto de emancipación, Habermas se focalizará en un
emprendimiento intelectual que propicie nuevas formas de sociabilidad en el mun-
do contemporáneo caracterizado, fundamentalmente, por la racionalidad de las
sociedades de masas.
En lo que respecta a su teoría de la acción comunicativa, el esfuerzo de Habermas
está centrado en la reconstitución de las condiciones universales para la producción
de enunciados, es decir, no unidades lingüisticas sino acciones lingüisticas. En la
circunstancia en que dos interlocutores hablan, Ego solo consigue comunicarse con
Alter sobre contenidos específicos en el momento en que crea, concomitantemente,
a través del uso de determinados verbos, una intersubjetividad específica, en cuyo
marco esos contenidos son transmitidos y comprendidos.
Habermas entiende por acción comunicativa una interacción mediatizada sim-
bólicamente. Ésta se rige por normas que valen obligatoriamente, que definen las
expectativas de comportamiento recíprocas y que precisan ser comprendidas y
21
HABERMAS, J. «Técnica e ciência enquanto ideologia». En: BENJAMIN, HABERMAS, ADORNO y
HORKHEIMER; Op. Cit.
Argumentos /2 339
reconocidas por, al menos, dos sujetos agentes. Las normas sociales son fortaleci-
das por sanciones y su sentido se objetiva en la comunicación mediatizada por el
lenguaje corriente.
Habermas incluye en su Teoría de la acción comunicativa la elaboración de un nuevo
concepto de razón, que nada tiene en común con la visión instrumental que la
modernidad le adjudicó, pero que también trasciende la visión kantiana asimilado
por Horkheimer y Adorno, esto es, de una razón subjetiva, autónoma, capaz de
conocer el mundo y de dirigir el destino de los seres humanos y de la humanidad.
La concepción de una razón comunicativa implica un cambio radical de paradig-
ma, en que la razón pasa a ser implementada socialmente en el proceso de interacción
dialógica de los actores involucrados en una misma situación 22. La razón
comunicativa se constituye socialmente en las interacciones espontáneas, pero ad-
quiere mayor rigor a través de lo que Habermas llama de discurso. En la acción
comunicativa cada interlocutor suscita una pretensión de validez cuando se refiere
a hechos, normas, vivencias, y existe una expectativa que su interlocutor pueda, si
así lo desea, contestar esa pretensión de validez de una manera fundada, es decir,
con argumentos. Es en esto que consiste la racionalidad para Habermas: no una
facultad abstracta, inherente al individuo aislado, sino un procedimiento
argumentativo por el cual dos o más sujetos se ponen de acuerdo sobre cuestiones
relacionadas con la verdad, la justicia y la autenticidad.
La razón comunicativa refleja la transparencia de las relaciones sociales y la
intersubjetividad posible a cada uno de los actores en ésta involucrados. La razón
comunicativa se encuentra en el punto de intersección de tres mundos: el mundo
objetivo de las cosas, el mundo social de las normas y el mundo subjetivo de los
afectos. Por esto mismo, ésta es más abarcativa y menos autoritaria que las demás
formas de manifestación de la razón.
La racionalidad comunicativa es, en palabras de Habermas, el intento de «elabo-
rar el contenido normativo de la idea del entendimiento implícito en los lenguajes y en las comuni-
caciones. Ello conduce a un concepto complejo que no solamente implica que entendemos el significa-
do de actos de habla, sino que también significa que es posible establecer acuerdos entre participan-
tes en la comunicación sobre hechos, normas y experiencias (a los que cada uno tiene un acceso
privilegiado y que solamente por la via de la autorrepresentación pueden manifestarse ante los ojos
de un público de modo que éste pueda contarlo entre sus propias vivencias). Con ello hemos tocado
las tres dimensiones que contiene el concepto de racionalidad comunicativa: la relación del sujeto
cognoscente frente a un mundo de acontecimientos y de hechos; la relación práctica del sujeto de
interacciones con otros sujetos actuantes en un mundo de sociabilidad; y, finalmente, las relaciones
22
Cf. HABERMAS, J. La inclusión del otro. Taurus. Madrid, 1998.
340 Ruth Sosa
del sujeto sufriente y apasionado en el sentido de Feuerbach con su propia naturaleza interna, con
sus subjetividad y con la subjetividad de los demás. Tales son las tres dimensiones que saltan a la
vista cuando se analizan los procesos de comunicación desde la perspectiva de los participantes. A
ello pertenece también el mundo vital, esto es, lo que los participantes en la comunicación tienen ya
a la espalda, aquello mediante lo que resuelven los problemas de entendimiento»23.
Al conceptualizar la sociedad, Habermas procura integrar dos ópticas: la
sistémica y la del mundo vivido. La sistémica coincide con la del observador
externo. Fue la óptica adoptada por Parsons y Luhmann. Se trata de aquel aspecto
de la realidad social en que actúa la razón instrumental y técnica. La esfera sistémica,
es, a su vez, dividida en dos subsistemas: el económico, regido por el medio
dinero, y el político, regido por el medio poder. La racionalidad técnica es conse-
cuencia de la organización de las fuerzas productivas y objetiva generar el máximo
de productividad para garantizar la sobrevivencia material de los seres humanos
que viven en sociedad. La visión sistémica excluye el diálogo, necesario en una
sociedad cuya forma de codificación de las relaciones sociales encontró en el dine-
ro un lenguaje universal. La validez de este lenguaje no precisa ser cuestionada, ya
que el sistema funciona en la base de imperativos automáticos que jamás fueron
objeto de discusión de los interesados. Esta reglamentación automática es deno-
minada por Habermas de «integración sistémica». Los complejos de acción inte-
grados sistémicamente imponen su lógica (la razón instrumental) a las otras esferas
de la sociedad, pasando, de esta forma, a «canalizarlas». Esas otras esferas constitu-
yen otra dimensión de la sociedad, llamada de «mundo vivido». Se trata aqui, de la
perspectiva subjetiva de los actores, insertos en situaciones concretas de vida. Esa
visión dentro de la sociedad permite comprenderla a partir del cotidiano de sus
actores, de sus vivencias y experiencias compartidas. La objetividad de las relacio-
nes sociales es dada cuando hay «integración social», o sea, cuando un número
dado de actores tuvo vivencias y experiencias comunes que constituyen su memo-
ria y su historia colectiva. Según Habermas, la modernidad se caracteriza por ha-
ber creado una disjunción, entre el mundo vivido y el sistema. La perspectiva
sistémica y la perspectiva del mundo vivido no están, a su vez, integradas: la inte-
gración sistémica no coincide con la integración social. Sistema y mundo vivido
entran en choque. El mundo vivido, regido por la razón comunicativa, está ame-
nazado en su sobrevivencia por la interferencia de la razón instrumental. Ocurre
una «anexación» del mundo vivido por parte del sistema, desactivando las esferas
23
HABERMAS, J. «La crisis del Estado de bienestar y el agotamiento de las energías utópicas». En:
Ensayos Políticos. Península, 1994; p. 154.
Cf. HABERMAS, J. Teoría de la acción comunicativa. 2 Vols. Taurus. Madrid, 1989.
Argumentos /2 341
24
HABERMAS, J. «Técnica e ciência enquanto ideología»; Op. Cit.
342 Ruth Sosa
Consideraciones finales
Como integrante de la segunda generación de la Teoría Crítica de la Escuela de
Frankfurt, es indudable de que Jürgen Habermas toma las contribuciones de los
teóricos críticos que lo precedieron y resignifica aspectos de tales teoría desde una
óptica crítica otorgándole, muchas veces, sentidos diferentes a los problemas plan-
teados con antelación.
El eje vertebrador desde el cual Jürgen Habermas abordará estas dimensiones
será a través del ideario del proyecto de la modernidad.
Lo que Habermas va a entender como «proyecto de modernidad» será la
racionalidad societaria que se inaugura en el siglo XVIII. Tal proyecto guardaba la
promesa de la emancipación humana en la medida en que suponía un extraordina-
rio esfuerzo intelectual de los pensadores iluministas para desarrollar la ciencia
objetiva, la moralidad y la ley universales y el arte autónomo. El dominio científico
de la naturaleza prometía libertad de la necesidad y de la arbitrariedad de las cala-
midades naturales. El desarrollo de formas racionales de organización social y de
25
Ibídem.
Argumentos /2 343
26
HABERMAS, J. «La modernidad: un proyecto inacabado», en Ensayos Políticos. Península. Barcelona, 1988.
344 Ruth Sosa
27
FREITAG, B. y ROUANET, S.; Op. Cit.
Argumentos /2 345
28
HABERMAS, J. Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Barcelona, 1986.
Pensamiento crítico y crítica del discurso:
Una mirada desde la lingüistica
MG. MARÍA BEATRIZ TABOADA*
Resumen Abstract
El presente trabajo propone el abordaje de los The present work proposes the boarding of
conceptos dialéctica y sujeto, considerados fun- concepts of dialectics and subject, considered
damentales dentro del pensamiento crítico mo- fundamental concepts inside the modern critical
derno, para centrar posteriormente la mirada en thought, to later center the look on the ideology
la noción de ideología, pensada desde un enfo- notion, thought from a discursive focus.
que discursivo. In this way, it tries to link notions of the critical-
De este modo, intenta vincular nociones de la dialectical epistemology with characteristic
epistemología crítico-dialéctica con elementos elements from Linguistics, considering three
propios de la Lingüística, deteniéndose en tres authors that have analyzed the actual relationship
autores que han analizado la relación existente between discourses and ideology, representative,
entre discursos e ideología, representativos a su in turn, of three critical theoretical lines: Michel
vez de tres líneas teóricas críticas: Michel Pêcheux, belonging to the French School of
Pêcheux, perteneciente a la Escuela Francesa de Discourse Analysis; Teun A. Dijk, representative
Análisis del Discurso; Teun A. van Dijk, repre- of the sociopsychologic slope of the Critical
sentante de la vertiente sociopsicológica del Aná- Discourse Analysis and Ruth Wodak, creator of
lisis Crítico del Discurso y Ruth Wodak, creado- the historical focus of the Discourse Analysis.
ra del enfoque histórico del análisis del discurso. Finally, it proposes the review of
Finalmente propone la revisión de conceptualizations, characteristic of a theoretical
conceptualizaciones propias de un enfoque teó- and methodological focus of the critical
rico y metodológico de la lingüística crítica si- Linguistics located clearly inside the limits of
tuado claramente dentro de los lineamientos de what has been called the critical thought: the
lo que se ha dado en llamar el pensamiento críti- Critical Discourse Analysis (CDA).
co: el Análisis Crítico del Discurso (ACD).
* Alumna del Doctorado en Humanidades y Artes, Mención Lingüística UADER / UNER / CONICET
El presente trabajo fue presentado como evaluación final del Seminario «Epistemología crítico-
dialéctica. Su posición en el espacio de la complejidad», dictado por la Dra. Esther Díaz de Kóbila
durante el ciclo lectivo 2005. mb_taboada@yahoo.com.ar
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1
Citado por Wodak, 2003: 17.
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2
El análisis del discurso (AD) es “un instrumento que permite entender las prácticas discursivas que se
producen en todas las esferas de la vida social en las que el uso de la palabra –oral y escrita- forma
parte de las actividades que en ellas se desarrollan” (Calsamiglia y Tusón, 2002: 26).
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3
Conjunto discursivo o conjunto de unidades discursivas con las que un discurso entra en relación.
4
“El análisis del discurso es, simultáneamente, un análisis cognitivo, social y político, aunque se centra
sobre todo en el papel que desempeñan los discursos, tanto en el plano local como en el global, tanto
en la sociedad como en sus estructuras” (van Dijk, 2003: 175).
5
La noción corresponde a Moscovici (1981) quien la define como una masa de conceptos, opiniones,
actitudes, valoraciones producto de la vida cotidiana y sustentada en la comunicación. Estas represen-
taciones se constituyen en elementos nucleares de la identidad social de los individuos, al ser
compartidas por los integrantes de un grupo social.
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6
“Los discursos, en tanto que práctica sociales lingüísticas, pueden considerarse como elementos que
constituyen prácticas sociales discursivas y no discursivas, y, al mismo tiempo, como elementos
constituidos por ellas” (Wodak, 2003: 105).
7
“El enfoque histórico del discurso, vinculado al ACD, sigue la orientación sociofilosófica de la teoría
crítica” (Wodak, 2003: 103).
8
La autora propone considerar “discurso” a un conjunto complejo de actos lingüísticos interrelacionados
que se manifiestan en ámbitos sociales de acción, muchas veces como “textos”; entendidos éstos
como productos materialmente duraderos de las acciones lingüísticas.
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9
Wodak, Ruth y Bernd Matouschek, “‘Se trata de gente que con sólo mirarla se adivina su origen´:
análisis crítico del discurso y el estudio del neo-racismo en la Austria contemporánea”, en: Martín
Rojo, Luisa y Rachel Whittaker (eds.), Poder-Decir o el poder de los discursos, U.A.M. Ediciones, Madrid, 1998,
p. 58.
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10
Menéndez, Martín, “Los límites y los métodos: el caso del análisis crítico del discurso”, en Discurso y
Sociedad, Vol. 4 (1), Gedisa, Barcelona, 2002, p. 3.
11
Como red de estudiosos el ACD surge a principios de los años noventa, a partir de un simposio
celebrado en Ámsterdam en 1991.
12
“El ACD es más bien una perspectiva, crítica, sobre la realización del saber: es, por así decirlo, un
análisis del discurso efectuado ´con un actitud´” (van Dijk, 2003: 144).
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13
Considerada como una ruptura de las convenciones y prácticas discursivas estables.
14
En 1970, Halliday llamaba la atención sobre las relaciones entre sistema gramatical y las necesidades
sociales y personales que el lenguaje ha de satisfacer, distinguiendo tres metafunciones del lenguaje:
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ideadora (el lenguaje confiere estructura a la experiencia mediante una relación dialéctica con la
estructura social), interpersonal (establece relaciones entre los participantes) y textual (brinda cohe-
rencia y cohesión a los textos).
15
Por oposición a la idea de Habermas de una situación discursiva ideal en la que el discurso no
ideológico se haría posible.
16
“Las estructuras dominantes estabilizan las convenciones y las convierten en algo natural, es decir, los
efectos del poder y de la ideología en la producción de sentido quedan oscurecidos y adquieren
formas estables y naturales: se los considera como algo ´dado´” (Wodak, 2003: 20).
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17
Fairclough, Norman, “Propuestas para un nuevo programa de investigación en el análisis crítico del
discurso”, en: Martín Rojo, Luisa y Rachel Whittaker (eds.), Poder-Decir o el poder de los discursos, U.A.M.
Ediciones, Madrid, 1998, p. 38.
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5. A modo de cierre
Como mencionábamos previamente, la noción de “crítica” que corresponde al
ACD es comprendida de muchos modos diferentes: “unos adhieren a la escuela
de Francfort, otros a una noción de crítica literaria y aún otros a las nociones
planteadas por Marx” (Wodak, 2003: 29). Fundamentalmente refiere a la toma de
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distancia respecto de los datos que deben ser enmarcados en lo social, a la adop-
ción de una postura política y al ejercicio de la autocrítica.
Asimismo, el concepto de “ideología” juega un papel central en el ACD, debi-
do a su rol activo en los procesos de establecimiento y conservación de relaciones
desiguales de poder: “los textos son con frecuencia arenas de combate que mues-
tran las huellas de los discursos y de las ideologías encontradas que contendieron y
pugnaron por el predominio” (Wodak, 2003: 31).
Indudablemente las contribuciones realizadas por la teoría crítica al ACD son
fundamentales para comprender este enfoque y una lectura seria de sus presupues-
tos no es posible sin localizarlo en el marco de una epistemología crítica que lo
sustente.
Recuperando los conceptos de crítica e ideología que pretendimos constituir
en ejes vertebradores de este trabajo, y recordando la frase de van Dijk que utiliza-
mos como epígrafe inicial, podríamos concluir afirmando que los objetivos del
ACD no se apartan de las preocupaciones manifestadas por otros pensadores
críticos que desde diferentes disciplinas buscan convertir sus prácticas en una for-
ma de acción social liberadora, de compromiso social:
Los investigadores en ACD no sólo conciben el discurso como una práctica
social, sino que consideran que su propia tarea (...) constituye una forma de
oposición y de acción social con la que se trata de despertar una actitud crítica en
los hablantes, especialmente en aquellos que se enfrentan más a menudo a estas
formas discursivas de dominación. (Martín Rojo et al., 1998: 10).
Dado que elegimos abrir estas consideraciones mencionando un autor ubica-
do en las filas del ACD, proponemos como cierre una cita tomada de uno de los
intelectuales exponentes del pensamiento crítico que consideramos encuadra con
claridad no solo los lineamientos teóricos de la lingüística crítica, sino también la
totalidad de reflexiones que presentamos en este breve recorrido:
A la mayoría de los intelectuales le gustaría encontrar modos de unirse a la
lucha de los débiles contra los fuertes. Por lo tanto, esperan que sus talentos y
competencias puedan resultar relevantes para esa lucha. La expresión más co-
múnmente utilizada en las últimas décadas para expresar esa esperanza es
“crítica de la ideología”. La idea es que los filósofos, críticos literarios, abogados,
historiadores, otros que son hábiles para hacer distinciones, redescribir y
recontextualizar, puedan aplicar esos talentos en la “exposición” o
“desmitificación” de las prácticas sociales presentes. (Rorty, 2003: 253)
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