La Representación Política
“La virtud es el principio de la República”
Abstract
El carácter de los representantes legislativos, es esencial en el régimen democrático de
gobierno, es el poder que puede destituir a los otros dos y en consecuencia el más
importante. Sin embargo el mismo tiene signos de decadencia, debido a que se
encuentra fisuráda la vinculación entre el representante con su representado y con la
Constitución. De ahí la importancia de aclarar el concepto de representación política,
su profundización ontológica y su actualización en este nuestro tiempo.
Siguiendo a Austin, ella busca el significado en sus usos no políticos y considera no solo el
término representación, sino a la familia entera de este término, relacionada con el
mismo. Continuando con Austin este es citado textualmente, sobre cómo deben tenerse en
cuenta las palabras.
Con respecto al concepto, dice sostiene, aristotélicamente, que lo que sabemos es lo que
aprendemos a través de los casos y que el significado se da con el uso ( Pitkin, 1984, 97 y
98).
En este sentido Pitkin se aparta implícitamente de la teoría del pacto social de Hobbes y se
aproxima al jusnaturalísmo implícito en Platón, Aristóteles yexplicado por Cicerón.
La misma autora afirma que Austin no se sentía satisfecho con un término, ni con la
localización de sus sinónimos y antónimos, también buscaba en el sustantivo;
representante; en el adjetivo ; representativo, en los verbos; representar y no
representar y falsear; en lo representativo y lo no representativo, etcsus sinónimos y
antónimos sobre la palabra representación (Pitkin, 1984, 249).
Lenguaje y Ontología
En nuestra visión, a pesar de estas frases, Pitkin pone un énfasis tal en lo lingüístico, que
posterga en parte lo ontológico, el fenómeno y su sustento esencial. Veamos al respecto a
uno de los filósofos citados por Pitkin, Voegelin, quien profundiza más el estudio de la
representación, cuando dice, que se debe distinguir entre conceptos teóricos y los símbolos
que son parte de la realidad, como lo que simbolizaba el Rey de Reyes persa, un símbolo
viviente junto con la realidad trascendental en que creía el pueblo persa y que él
representaba (Voegelin, 1968, 53).
Si tomamos este ejemplo, vemos que Pitkin se queda en el uso que le da Voegelin al
término representación y no profundiza en sus fundamentos ontológicos.
Voegelin en cambio parte de los que denomina, “símbolos que son parte de la realidad”
(Vegelin, 1968, 53)
Los cuales para él no son definibles, pero como dijimos en párrafos anteriores debemos
clarificar con exactitud los criterios empleados. El Describe entonces la representación
desde el Imperio Aqueménida, en el cual Darío I se presenta como el “representante de
una verdad cosmológica”, de Ahuramazda, el Señor divino de la verdad (Voegelin, 1968,
87 a 89). Verdad esta que en cada caso en base a su cultura, los imperios creen representar
y por ende intentan imponer al mundo.
Deducimos que la legitimación y el consenso de los que gozaba Darío I, se basaba en que
él era el representante de la verdad de Ahuramazda. Voegelin considera, que está
representación existía y era existencial porque el pueblo mismo se consideraba a sí mismo
como representante de una verdad trascendente y que el rey como su caudillo era la
representación simbólica de esta (Voegelin, 1968, 119)”.
Esta verdad trascendental que descubren los “filósofos místicos” mencionados es única.
Liderazgos como el de Arístides, Pericles, Temístocles y otros. Estos líderes tenían solo un
voto en la asamblea como todos los otros ciudadanos, punto donde se cifraba la igualdad
política formal. No obstante por ejemplo, la capacidad de Pericles, sus amistades y la
popularidad de que gozaba, le daban mucho mayor poder político real, que el de
cualquier ciudadano.
Estos líderes fueron en parte “representantes simbólicos” (Pitkin, 1976, 19, 92; Pitkin,
1985, 101) de la Polis, debido a la legitimidad que los miembros de la Polis le daban
apoyando sus propuestas, pero además representantes existenciales (Voegelin, 1968, 119).
Pitkin considera a Voegelin entre los teóricos de la teoría de de la “autorización”, que ven
a los representados como responsables por los actos de sus representantes (Pitkin, 1985,
48 a 53), ya que estos son los que mediante el consenso autorizan a su representante. Las
diferencias entre Pitkin y Voegelin se fundan en que Pitkin tiene fundamentos
neopositivitas (Pitkin, 1984, 483, 485), mientras que Voegelin tiene bases filosófico-
teológicas (Voegelin, 1968, 135 a 137). En definitiva ella se detiene en la descripción del
fenómeno, no lo penetra, sino que a partir de lo que se muestra hace su análisis
lingüístico. Voegelin en cambio hizo una ontología haciendo el “logi”, la penetración del
fenómeno de la representación.
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Si se explora el fenómeno y los símbolos que son parte de la realidad (Voegelin, 1968, 52 y
53) no solo los términos relativos a representación, encontraríamos más dimensiones de la
representación política, que las cuatro que enuncia Pitkin, en base a las diferentes
“perspectivas” que encuentra en el uso del término por diferentes politólogos. Voegelin los
encuentra en sus conceptos de representación existencial, representación antropológica y
representación trascendente.
Pitkin, por su parte, denominará , “representación descriptiva”, al espejo que deben ser
los representantes de sus representados, en cuanto a la proporcionalidad de los
representantes (Pitkin, 1976, 65). Ella se está refiriendo a una democracia donde los
ciudadanos eligen a sus representantes que harán las leyes, ejercen directamente su poder
en la elección de sus representantes e indirectamente en la sanción de las leyes, mediante
el concepto de Pitkin de Representación Formal, es decir en base a un contrato
constitucional.
Con respecto al poder Pitkin se opone a las interpretaciones teóricas del poder como una
relación entre personas y señala en base a los usos ordinarios que el poder es una posesión
(Pitkin, 1984, 398). Cosa que es cierto, pero también el poder es una relación, aspecto que
Pitkin no puede ver porque no considera al poder en su realidad ontológica.
Pitkin cae en la contradicción de Hobbes, para quien el poder es relacional, pero una vez
consentido y no es retornable al pueblo. En este sentido Pitkin se contradice con respecto
a su propia perspectiva de la “representación formal” la cual incluye la “accountability”,
combinación en que ella hace una síntesis entre lo sustentado por los teóricos de la
autorización, con los de la responsabilidad (Pitkin, 1985, 41 y subsiguientes). Si hay
“accountability” existe el poder de los electores sobre sus representantes, a los que pueden
no reelegir o en algunas constituciones por procedimientos como el referéndum,
removerlos.
La legitimidad del representante emana del cumplimiento del contrato constitucional por
parte del representante y es de “origen” cuando el representante ha sido elegido
constitucionalmente y de “ejercicio” cuando cumple con el respeto a la constitución
durante su mandato. En este sentido es la única forma de interpretar el concepto de
Voluntad General de Rousseau, que exigía la unanimidad. Solo en cuanto a las normas de
juego se pueden aproximar casi todos los ciudadanos a la unanimidad. .
Si bien Pitkin distingue entre poder para y poder sobre, tiende a considerar el poder
como algo sustantivo, que se posee y usa y si bien es así, en política se tiene poder,
cuando el representante dispone del poder que emana de los representados. Este poder
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es el que puede aplicar el representante sobre otros o sobre sus representados (Friedrich,
1968, 188).
Sin gente que siga las órdenes u orientaciones, el poder político no existe, pero para esto es
fundamental tanto el consenso como la legitimidad y precisamente en ellos se basa la
representación, porque tanto la legitimidad como el consenso descansan sobre la
identificación. Por ende debe haber una identificación entre el representante y el
representado. Esta identificación entre el representado y el representante, fija algo en
común entre ellos, que hace que las medidas tomadas por la autoridad se compartan con
quienes deben seguirlas. La sensación de los representados es que ellos son participes de la
autoridad que gobierna.
Toda la interpretación que hace Pitkin sobre la filosofía lingüística de Wittgenstein, sobre
los límites y las equivocaciones a que nos puede llevar el lenguaje, queda mediada por el
énfasis que pone Wittgenstein, sobre los límites y la mal interpretación de los mismos.
Según esta autora, volviendo a un tema que ya tratamos, debemos poner más atención en
el lenguaje y menos en la ontología (Pitkin, 1984, 40). Sin embargo Pitkin se contradice en
parte, en cuanto al énfasis, cuando refiriéndose a J. L. Austin dice,
Es decir que el logos, se da viendo a través del fenómeno, de lo que se muestra. Heidegger
dice al respecto,
Debemos aclarar que utilizamos la palabra ontológico, en este caso, porque Heidegger
evita en general el término espíritu, pero hay similitud entre lo que Heidegger denomina
ontológico y a lo que Hegel llama espíritu.
Identificación y representación
No obstante si consideramos que Pitkin parte de los usos de los términos relacionados con
el de representación, es decir que los considera en parte como acciones y si se toma uno de
los usos que ella trata acerca de este término, como iniciativa consciente e intencional
(Pitkin, 1984, 230 a 238), necesariamente esta surge del Ser en el Mundo y del “Ser uno
con otro” (Heidegger, 1974, 139). y en consecuencia tiene una dimensión ontológica.
Partiendo de la acción de representación, mediante un estudio fenomenológico llegamos a
la esencia de la misma, como identificación, entre el representante y el representado. Es
decir la delegación o consentimiento del representado es una forma de Ser en el Mundo
(Heidegger, 1974 ) y este fenómeno se da en una identidad común (Heidegger, 1974, 17, 66,
75, 139).
Hegel sostiene que dos Yo se oponen el uno al otro, como dos libertades que se
enfrentan, y para superar esta “contradicción” dice,
Manin que es una generación posterior a Pitkin, transcribe a Carl Schmitt, quien dice,
que “la elección puede ser un medio, tanto del principio de representación como de
identidad” y agrega ya Manin, que Schmitt, posiblemente sin apercibirse, considera a la
democracia como un sistema basado en la identidad entre gobernantes y gobernados, pero
para Manin se aproxima a Rousseau, en cuanto considera que , las elecciones tendrían un
componente no democrático, que consiste en la naturaleza aristocrática de la elección, en
la cual el electorado busca algo que distinga a quién es votado, de los demás, a lo cual
denomina “el principio de distinción”. (Manin, 1998, 178, 186). Pero el mismo afirma que
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también la elección tiene un principio democrático, ya que todos tienen igualdad de voto y
derecho a elegir en un sentido universal (Manin, 1988, 119). No obstante este autor
sostiene que si el principio de autoridad procede del consentimiento, este se potencia
cuando es establecido por el principio de elección, que produce un sentimiento de
obligación en el elector (Manin, 1998, 110 a 113), es decir un plus de identificación a
nuestro criterio.
A pesar que Pitkin siguiéndolo a Wittgenstein, pone énfasis en los aspectos lingüísticos por
sobre los ontológicos, para llegar a su concepto de representación política, indica que el
fenómeno de la representación, al hacer que alguien que no está en el lugar, pero que está
en la persona del representante, reconoce implicitamente el carácter metafísico de la
representación política (Pitkin, 1967, 7; Pitkin 1984, 40).
un compartir que vincula y obliga (Sartori, 1988, 122). Como hemos visto hay
coincidencia en diversos autores, sobre la identificación con la autoridad, como la esencia
de la representación.
Representación y legitimidad
Desde que la representación política, implica una transmisión de poder, desde el pueblo a
sus representantes (F.Suarez, S.J. “Sobre el Dios Legislador”), los conceptos de,
representación, poder político, autoridad, consenso y legitimidad, están unidos como las
cuatro caras de un tetraedro.
Sin embargo Abal Medina refiriéndose a la democracia helena, afirma, que las formas de
gobierno de las democracias occidentales son un “sistema absolutamente distinto” (Abal
Medina, 2008, 12/13). Se basa este autor, en la diferencia de selección de autoridades.
Mientras en la Hélade fue predominantemente por sorteo, en las democracias occidentales
es por la elección de representantes. Abal Medina pone énfasis en el procedimiento y no
en la esencia de la democracia, que es la libertad (Herodoto, Libro V, Tucídides; Platón,
449; Aristóteles, 2006, 146, 152, 233, 234, 284; Esquilo, 1964, 73 a 92) y el principio de la
mayoría (Manin, 195; Sartori, 117, 139, 218; Dahl, 2008, 26, 27, 30, 48, 87, 89).
Otros especulan afirmando que los helenos tenían libertad política pero no libertades
civiles (Rosales, 1998, 163 y 164; Abal Medina, 2008,20; Respuela, 2009, 272, 273;
Festugiere,1947, 7 a 11, 26, 27; Pitkin, 1988, 306 y 307), pero lo expuesto en la “Iliada”,
“Los Doce Libros de la Historia”, en la “Oración Fúnebre”, “La República”, la “Política”
y “Prometeo Encadenado”, no solo no apoyan para nada esas afirmaciones, sino que
reafirman la identidad existencial representada por el término “Eleutheria”(la etimología
helena es “espacios abiertos”), al cual traducimos por la palabra libertad y que es el mismo
Ser (Viana, 2.012) que los helenos expresan con mayor intensidad al “Ser en el Mundo”.
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Herodoto, contemporáneo y estudioso del tema, dice al respecto que los atenienses sintiéndose
libres al adoptar la democracia, sobresalieron en sus negocios y en la guerra (Herodoto, 1947).
Relata Tucídides que Pericles el gran líder de la democracia ateniense, pronunció estas
palabras en la “Oración Funebre”,
Estas palabras fueron pronunciadas al promediar el Siglo V a.C. Pericles no se refirió solo a
la libertad política sino a su base, las libertades civiles.
Unas páginas después afirma, que no hay democracia sino donde “los hombres son libres”
(Aristóteles, 2003, 144).
En consecuencia si bien había democracia directa en Atenas, en realidad mediada por líderes
como Pericles (representación Simbólica, Pitkin, 1985), su esencia fue la libertad y su
procedimiento la mayoría. La identidad entre la democracia Helena y la Occidental es
precisamente su esencia la libertad. En la primera el procedimiento fue el sorteo y las
mayorías guiadas por líderes, en la Occidental, las elecciones, es decir la mayoría como
procedimeinto, con los límites puestos por una Constitución para garantizar la libertad, ante
la amenaza de la tiranía de una mayoría.
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Como vemos hay un consenso histórico entre los filósofos políticos e intelectuales, en resalta la
libertad como la esencia de la democracia.
Si vamos ahora a Husserl, un filósofo contemporáneo, leemos del mismo, cuando dice que
“el intento de duda universal pertenece al reino de nuestra absoluta libertad” (Husserl,
1949, 22, 70).. En estas vivencias el Yo Puro vive en ellas “como el ente libre que él es”.
Lo expuesto nos muestra que la libertad es la existencia misma del Ser y que su proyección
en el mundo político es la democracia. En consecuencia la identidad de la democracia
Helena y la Occidental se da en la Libertad y Pitkin las asocia tal como la citamos al
principio de este parágrafo con el uso de la expresión “régimen representativo”.
Pitkin señala que mientras en el Parlamento Inglés de 1.628 se exhibía como un deshonor
el Estado Representativo, la Cámara de los Comunes de 1.641reunió como “el cuerpo
representativo de todo el reino”(Pitkin, 1985, 277 y 278).
Siguiendo esta tradición que provenía de Inglaterra, durante las reuniones del Congreso
de Filadelfia en 1787, James Wilson, representante por Pennsylvania, afirmo,
sociedad, mientras que en el continente europeo ha sido el estado liberal el que construyó
la sociedad liberal (Pinto, 2009, 127 y 128).
No obstante las fundamentaciones de Manin y Pitkin (Pitkin, 1985, 270 a 281) sobre los
comienzos de la representación formal, encontramos el principio de mayoría como una
manera de “representación formal”, desde tiempo inmemorial, en las ciudades vascas,
donde anualmente se elegía al “Lendekari”, alcalde, en una asamblea llamada fogueral,
constituida por los jefes de familia de la localidad.
Sin embargo debemos señalar que, ninguno de los dos poderes mencionados, el de la
Iglesia y el Imperio, quiso suprimir completamente al otro, porque el advenimiento de
Cristo había desacralizado a la autoridad política y creado una base independiente para
la autoridad eclesiástica.
Representación Formal
Los teóricos del órgano u “Organschaft”, se diferencian de Hobbes, porque parten del
grupo y no del individuo aislado. Entre ellos se destaca Max Weber, quien define la
representación como la acción de algunos miembros del grupo que es imputada al resto o
donde se supone y de hecho es así, que el resto considera la acción como legitima y
vinculante entre ellos” (Pitkin, 1985, 42).
Con respecto a los teóricos de la “democracia representativa”, Pitkin dice que consideran
como criterio fundamental de estas a las elecciones, mediante la cual los votantes conceden
autoridad a los elegidos. Entre ellos destaca a Joseph Tussman, quien dice que el
representado, según él, comparte las responsabilidades asumidas por su representante.
La dificultad que les marca Pitkin a estos últimos, es que no consideran la autorización
concedida por un tiempo determinado. (Pitkin, 1985, 45 y 46).
Pitkin aborda después a Eric Voegelin, a quien ya hemos tratado, más extensamente, pero
en resumen ella toma de él la “representación elemental” y la “existencial” (Pitkin, 1985, 48
a 51).
La autora resume a los tipos descriptos como teóricos de la “representación formal”, como
alguien autorizado para actuar contractualmente, incluyendo correctivos y límites a su
acción, lo cual nos permite distinguir las formas representativas democráticas de otras que
ella denomina ilegitimas (Pitkin, 1967, 55).
Representación Descriptiva
Este concepto es reforzado por Andrew Rehtfeld y Rosales (Rehfeld, 2005, 208; Rosales,
1998, 169) cuando el primero se refiere a lo mismo como “mirrorrepresentation”,
mientras que el segundo habla de “espejo” y se acerca a él Sartori con su concepto de
“representación exacta” (Sartori, 1988, 181) y la desviación de los mismos como
“infrarrepresentación” y “sobrerrepresentación” (Sartori, 1978, 1).
Representación Simbólica
Con respecto a las otras tres perspectivas, Formal, Descriptiva y Simbólica, Pitkin, afirma
que ninguna de ellas nos dice sobre cómo actúa el representante a favor de sus
representados, es decir sobre la naturaleza de la actividad misma del representante
(Pitkin, 1985, 124 y 125).
parte del individuo, se debe solo al hecho que contribuye a la seguridad de los seres
humanos (Martínez, 2004, 667). Martínez considera en este caso la misma base de la
teoría de Hobbes (Hobbes, 1991). Vuelve de esta forma a lo que ya tratamos como
representación por autorización, en la que ella, Martinez, destaca siguiéndolo a Hobbes el
mantenimiento de la seguridad como condición esencial para que la autoridad exista.
Este poder transmitido a los representantes, está vinculado según Sartori, a la “intensidad
desigual de las preferencias individuales”, mientras que las reglas de mayoría tienden a
igualar intensidades distintas (Sartori, 1988, 275).
Esta es una prueba más de la desigualdad natural, contra las propuestas de igualdad, en
la que inclusive caen politólogos del nivel de Dahl, cuando dice que la esencia de la
democracia es la igualdad. En realidad la igualdad de voto, es una solución práctica, la
menos mala, frente al problema de las intensidades que plantea Sartori. Pero de ahí en
más presionar por la igualdad, es creer que se trata con tornillos y no con seres humanos,
con diferentes personalidades, preferencias, aptitudes.
A la intensidad de los electores debe unirse otra dimensión, que trata Pitkin. Se trata de
la “sensibilidad” (Pitkin, 1985, 62, 233, 239, 244, 257, 262) que deben tener los
representantes con respecto a los deseos de los representados. Esta sensibilidad es
también parte del aspecto metafísico de la representación, porque es parte de la
identificación entre representante y representado. Al mismo concepto, Sartori lo
denomina “receptividad” (Sartori, 1988, 222), pero denominándolos también
23
“sensibilidad”, aclara sobre los problemas que acarrea para las comunidades, un exceso
de esta por parte de los representantes, lo cual lleva a través del tiempo, a políticas
demagógicas con costos altos para la misma colectividad (Sartori, 1987, 22, 223). Pitkin
busca en cambio un equilibrio entre la sensibilidad y la independencia del representante
(Pitkin, 1985, 257 a 260).
sobre esta base afirma que el representante representa ante todo a la Nación, no solo a sus
votantes o distrito.
Burke considera así, en parte, tanto la independencia como una responsabilidad del
representante para la Nación, por encima de los deseos del representado, pero sí a favor
de los intereses de estos.
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Representatividad
Continuando con los dos conceptos, el de intensidad de los votantes y la sensibilidad de los
representantes, los mismos nos llevan a otro, el de “representatividad”, es decir en qué
medida el representante ofrece la gobernabilidad por el principio de mayoría, pero
aumenta la representatividad, por el sistema proporcional, que establece una
“representación descriptiva” superior y “exacta” (Duverger, 116 a 119; Sartori, 1988, 53,
57). Los alemanes han elegido un sistema mixto, que combina la proporcionalidad, y la
otra mitad es electa por el sistema uninominal. A este aspecto lo trata Ptkin como hemos
visto en su perspectiva de “representación descriptiva”.
La representatividad esta mediada por tres aspectos, el sistema electoral, los partidos
políticos (Martinez, 2004, 664; Pitkin, 1985, 244 y 249) y los medios de comunicación
pública (Sartori, 1998, 161; Abal Medina, 2008 ,109 a 113; Viana, 1992, 2006).
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El Sistema Electoral
Los sistemas electorales pueden dividirse, entre los que favorecen la gobernabilidad
mediante el principio de mayoría y los que lo hacen con la representatividad mediante la
representación proporcional (Duverger, 1962, 104).
Sin embargo los partidos cumplen una función esencial para el régimen democrático
representativo de “articulación de intereses”, actuando no solo como representantes de
estos sino como amortiguadores del conflicto entre los mismos (Almond, 1972, 90 a 95,
103; Voegelin, 1968, 59 a 61).
Mario Justo López, cita otras funciones esenciales de los partidos políticos, como
encauzar la “caótica voluntad popular”, hacer de conexión entre la opinión del público y
el gobierno y seleccionar la elite que debe conducirlos y eventualmente hacerlo con el país
(López, 1990, 15).
Las tablas sobre las que actúan las elites políticas se han
`sobreiluminado` las voces de los `actores`se `ultramplifican`.
Las clases políticas sufrieron el primer gran golpe con la
aparición de la imprenta, el segundo con la prensa escrita,
ahora con la revolución de las comunicaciones electrónicas
(Viana, 1993).
ministros. Esta representación mediática es uno de los motivos de las crisis de los
representantes políticos y de los partidos políticos. Más que nunca adquieren fuerza, las
frases de Walter Lipman, “la primer condición de un político es ser conocido”. Debido a
esto es que la carrera política de los honores dentro de un partido, tiende a ser superada
por periodistas, deportistas, científicos populares y toda persona sobre la que adquiera
conocimiento el público. No obstante su superioridad como influyente en el público, la
representación mediática es muy variable y depende de las preferencias del público,
carece de formalidad y a veces de los intereses de los medios.”
En síntesis el escenario político está cada vez más “sobreiluminado, por estos
representantes.
3ro: El criterio para identificar grupos políticamente relevantes. (Williams, 1998, 24).
diferentes. Por ejemplo se los tilda de populistas a Donald Trump, Juan Domingo
Perón, , , Adolfo Hitler, etc. . En realidad estos líderes tan diferentes en sus ideas políticas,
tuvieron qalgo en común, fueron populares, pero no populistas.
Laclau cuestiona el pronóstico de Marx, que la lucha de social se polarizaría entre dos
clases sociales. Para él el conflicto se da en múltiples relaciones de grupos . En cualquiera
de ellos se produce un enfrentamiento entre Dominadores y dominados. El conflicto,
entonces es múltiple. Tenemos un ejemplo de que la visión multidimensional llego al
marxismo. Precisamente el populismo es confuso porque parte del concepto de multiples
fuentes de conflicto en muchos campos sociales. En esto Laclau supera la concepción
bidimensional del conflicto del marxismo original y lo amplia con una visión
multidimensional a cualquier grupo o sector social.
Intentaremos aclarar en lo posible este tema, partiendo del significado que se le ha dado a
esta palabra, tan mencionada en los círculos políticos y periodísticos, buscando el
significado en relación a los hechos, mirados en ejemplos donde se considera que se da el
fenómeno populista.que se le atribuye con gran imprecisión y vaguedad a este término.
Mientras que quienes como Laclau, ven al populismo asociado a lo popular y a la lucha
por la justicia de los oprimidos, hay otros que piensan que la ruptura de las instituciones
que resguardan las libertades y derechos de todos, es una represión contra quienes no
piensan y sienten de la misma manera y en última instancia favorables a oligarquías
dominantes o que pretenden transformarse en esto. Sin embargo continuamos en la
confusión.
Para esto tomemos un ejemplo, con respecto al cual la opinión predominante, es llamarlo
populista. En este sentido hasta el mismo Laclau le llamó populista al gobierno de Hugo
Chavez en en Venezuela.
cuando pasan a lo que Laclau llamó una ampliación “universal” de los intereses
particulares de cada grupo.
Sin embargo este tipo de representación populista, por su mismo origen es inestable y sin
uniformidad. Sus representantes son líderes de poca extensión popular.
Estas acciones grupales suelen ser violentas y por lo general ilegales. Teniendo en cuenta
el ejemplo adoptado, conducen a una dictadura. En consecuencia si bien representa
distintos sectores y obtiene algunos objetivos para ellos, esta representación tiene variable
intensidad y provoca graves conflictos con otros múltiples grupos que siguen el camino
institucional. La representatividad de estos grupos termina no solo por su variación e
informalidad, sino por el interés del gobierno en afirmar su autoridad, cuando consigue
suficiente consenso para instalar una dictadura..
Conclusiones
2.-Además, el sistema electoral colabora en este divorcio, cuando, en los distritos grandes,
el representado elije sin conocer a su representante sobre listas con muchos candidatos
que son desconocidos, en su conjunto, hasta por los dirigentes partidarios. Esto debilita la
“accountability” y aumenta la representación de las oligarquías partidarias en detrimento
de los representados.
3.-Volviendo a los motivos morales y por ende culturales, cuando el representante no tiene
internalizada la Constitución, especialmente en su espíritu es decir sus valores, rompe con
la “voluntad general”. Esto es en parte producto de la ausencia de los valores
fundamentales del espíritu de la Constitución, en el pueblo que lo elige y que no ejerce su
“accountability”
4.-Por otra parte los representantes legislativos han sido sobrepasados por los medios de
comunicación, que en sus demandas se identifican más con las necesidades del pueblo y de
sus sectores y de estos con ellos..
La representación mediática y las redes sociales han dejado de lado a los debates
parlamentarios, la exposición de los políticos se da ante los medios, pero no todos
concurren a los mismos, queda una zona obscura de diputados y senadores que al no
exponerse a los mismos, pueden ignorar la identificación que les corresponde con sus
representados y con la Constitución que juraron respetar. La representación mediatica es
muy fluida, es decir variable y la representación formal es reemplazada por el interés e
identificación con los valores de la audiencia.
5.-No obstante este control mediático que sobreilumina el escenario político, debilita la
llamada “Ley de Hierro de la Oligarquía” (Michels, 1.969). Oligarquía que tienden a
formar los representantes tanto legislativos como del ejecutivo. Como dijo Montesquieu
en el Espíritu de las Leyes, solo el poder controla al poder y el Poder Representativo es
controlado por el poder de medios plurales y asu vez representativos.
Dr.. Carlos E. Viana, Profesor de Teoría Política I e Introducción a la Ciencia Política en la Universidad
Abierta Interamericana y miembo del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos de la Universidad del
Museo Social Argentino.
Bibliografía
ABAL MEDINA, Juan. Muerte y Resurrección de la Representación Política.
Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2008.
HERODOTO, Los Nueve Libros de la Historia, Joaquín Gil Editor, Buenos Aires,
1.947.