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Por Carlos E. Viana *

La Representación Política
“La virtud es el principio de la República”

Charles de Secondat, Barón de Montesquieu

Abstract
El carácter de los representantes legislativos, es esencial en el régimen democrático de
gobierno, es el poder que puede destituir a los otros dos y en consecuencia el más
importante. Sin embargo el mismo tiene signos de decadencia, debido a que se
encuentra fisuráda la vinculación entre el representante con su representado y con la
Constitución. De ahí la importancia de aclarar el concepto de representación política,
su profundización ontológica y su actualización en este nuestro tiempo.

El Concepto de Representación Política


Quizá la politóloga más reconocida respecto a la conceptualización de la
representación política es Hanna Pitkin, a pesar del tiempo transcurrido desde la
publicación de su obra “The Concept of Representation” (1.967).
Partiendo de su concepto revisaremos la relación íntima entre este y los de poder
político, para desembocar en la multidimesión que encuentra la representación
política, con la revolución de los medios de comunicación.
Con respecto a la Teoría Política, Pitkin dice, “… la teoría política se preocupa de
examinar e interrogar sobre los fundamentos, de descubrir conexiones y relaciones
que normalmente permanecen ocultas” (Pitkin, 1984, 431). Anticipando la
deformación del concepto dice Pitkin,“ … el uso masivo y prolongado de la
propaganda, de la jerga y la retórica no provoca la simple sustitución de la verdad
por la mentira, sino que provoca una …. Profunda disociación con respecto a la
realidad” (Pitkin, 1984, XXI).
La mera representación formal no nos asegura que el gobierno electo sea una
democracia representativa. Por esto vamos a profundizar los conceptos de Pitkin,
haciendo una relación con sus fundamentos ontológicos, que son los que nos
permiten observar que un gobierno llamado representativo no sea una cáscara
formal, donde no exista la libertad ni la justicia.
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Los fundamentos en la Filosofía Lingüística de H.F. Pitkin

HannaPitkin, parte de un análisis del significado que a partir de Hobbes se le dio al


término representación. La autora dice que es un libro austiniano.(J. L. Austin,
“Philophical papers”. Oxford, 1961), pero que incorporó las ideas de Wittgenstein durante
el proceso de revisión (Pitkin, 1984, 7 al 9).

Siguiendo a Austin, ella busca el significado en sus usos no políticos y considera no solo el
término representación, sino a la familia entera de este término, relacionada con el
mismo. Continuando con Austin este es citado textualmente, sobre cómo deben tenerse en
cuenta las palabras.

“las diferencias e interrelaciones que los hombres a lo


largo de muchas generaciones han establecido como
útiles y provechosas” (Pitkin, 1984, 21, 24).

En base a esto se considera no solo el significado del diccionario, sino la etimología


(Pitkin, 1984, 25) y del los casos de uso de una palabra (Pitkin, 1984, 113).

El lenguaje no se aprende a través de la memorización de etiquetas, sino que obtenemos el


adiestramiento necesario, en un juego de uso, que es juego porque lo utilizamos en
diferentes situaciones, arriesgando el alcance del significante. (Pitkin, 1984, 241).

Pero el riesgo es que el lenguaje puede crear objetos, independientemente de nuestra


conceptualización (Pitkin, 1984, 158). El sentido que tiene lo dicho se da en las
conexiones del contexto y cambiar este puede también variar el sentido (Pitkin, 1988,
122).

Con respecto al concepto, dice sostiene, aristotélicamente, que lo que sabemos es lo que
aprendemos a través de los casos y que el significado se da con el uso ( Pitkin, 1984, 97 y
98).

En consecuencia la convencionalidad del leguaje no es contractual y los límites que pueda


imponer no son arbitrarios, lo cita a Wittgenstein: “nuestros conceptos … son formas
mediante las que establecemos comparaciones y en las que actuamos” (Pitkin, 1984, 205).
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La falta de contractualidad del lenguaje es un aspecto cultural previo a cualquier


hablante (Pitkin, 1984, 285).

En este sentido Pitkin se aparta implícitamente de la teoría del pacto social de Hobbes y se
aproxima al jusnaturalísmo implícito en Platón, Aristóteles yexplicado por Cicerón.

La misma autora afirma que Austin no se sentía satisfecho con un término, ni con la
localización de sus sinónimos y antónimos, también buscaba en el sustantivo;
representante; en el adjetivo ; representativo, en los verbos; representar y no
representar y falsear; en lo representativo y lo no representativo, etcsus sinónimos y
antónimos sobre la palabra representación (Pitkin, 1984, 249).

Lenguaje y Ontología

“although the book is about words, it is not about


mere words, not merely about words” (Pitkin, 1976,
3).

En nuestra visión, a pesar de estas frases, Pitkin pone un énfasis tal en lo lingüístico, que
posterga en parte lo ontológico, el fenómeno y su sustento esencial. Veamos al respecto a
uno de los filósofos citados por Pitkin, Voegelin, quien profundiza más el estudio de la
representación, cuando dice, que se debe distinguir entre conceptos teóricos y los símbolos
que son parte de la realidad, como lo que simbolizaba el Rey de Reyes persa, un símbolo
viviente junto con la realidad trascendental en que creía el pueblo persa y que él
representaba (Voegelin, 1968, 53).

Si tomamos este ejemplo, vemos que Pitkin se queda en el uso que le da Voegelin al
término representación y no profundiza en sus fundamentos ontológicos.

Hobbes considera a todo gobierno como representativo (Hobbes, 2004, 121 y


subsiguientes), lo mismo que Voegelin. Pitkin, en cambio lo vincula a la idea de
democracia y por ende al de libertad y justicia, que es el usual en la actualidad (Pitkin,
1976, 3).
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Voegelin en cambio parte de los que denomina, “símbolos que son parte de la realidad”
(Vegelin, 1968, 53)

Los cuales para él no son definibles, pero como dijimos en párrafos anteriores debemos
clarificar con exactitud los criterios empleados. El Describe entonces la representación
desde el Imperio Aqueménida, en el cual Darío I se presenta como el “representante de
una verdad cosmológica”, de Ahuramazda, el Señor divino de la verdad (Voegelin, 1968,
87 a 89). Verdad esta que en cada caso en base a su cultura, los imperios creen representar
y por ende intentan imponer al mundo.

Deducimos que la legitimación y el consenso de los que gozaba Darío I, se basaba en que
él era el representante de la verdad de Ahuramazda. Voegelin considera, que está
representación existía y era existencial porque el pueblo mismo se consideraba a sí mismo
como representante de una verdad trascendente y que el rey como su caudillo era la
representación simbólica de esta (Voegelin, 1968, 119)”.

El mismo autor, considera a Platón como el expositor del “principio antropológico”, es


decir que la Polis y el régimen político que imperaba en ella, representaba la realidad del
alma de sus miembros predominantes (Voegelin, 1968, 112, 113) y esta representación de
la autoridad era legitimada por el pueblo, porque el tipo de hombre que detentaba la
autoridad, representaba la misma realidad que representaba el pueblo.

La verdad para Voegelin, como fundamento de la representación, varía entre la “verdad


cosmológica” de los imperios antiguos y la “verdad antropológica” que él la vincula junto
con Jaspers con la verdad única, que descubren en el siglo VI a.C. varios filósofos
contemporáneos enre si, pero en diferentes culturas, citándolos: Heraclito, Buda y
Confucio (Voegelin,1968, 96 y 97).

Esta verdad trascendental que descubren los “filósofos místicos” mencionados es única.

Sigue Voegelin, sosteniendo que la representación que se dio en la democracia ateniense,


es un fenómeno único en la historia, que se dio y desarrollo solo en nuestra cultura, con
una articulación del poder que llega a todos los ciudadanos y a la que Voegelin denomina
representación “antropológica”(Voegelin, 1968, 112 y 113).En la misma, la “Eclesia”. La
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asamblea de ciudadanos, aprobaba las leyes propuestas por el Consejo de la “Boule”,


cuyos miembros duraban solo un año y que eran seleccionados por sorteo entre los
ciudadanos. Con articulación, Voegelin quiere significar, que cada ciudadano se sentía
identificado con el poder político institucionalizado. Cada ciudadano y las instituciones,
representaban una manera de “Ser en el Mundo” (Heidegger) del que el pueblo se sentía
a su vez representante.

Además se dieron siempre en la “Eclesia” liderazgos eminentes, que de acuerdo a una de


las perspectivas que formula Pitkin sería “representación política simbólica” (Pitkin,1985,
101).

Liderazgos como el de Arístides, Pericles, Temístocles y otros. Estos líderes tenían solo un
voto en la asamblea como todos los otros ciudadanos, punto donde se cifraba la igualdad
política formal. No obstante por ejemplo, la capacidad de Pericles, sus amistades y la
popularidad de que gozaba, le daban mucho mayor poder político real, que el de
cualquier ciudadano.

Estos líderes fueron en parte “representantes simbólicos” (Pitkin, 1976, 19, 92; Pitkin,
1985, 101) de la Polis, debido a la legitimidad que los miembros de la Polis le daban
apoyando sus propuestas, pero además representantes existenciales (Voegelin, 1968, 119).

No existía el termino representación en la antigüedad clásica y Pitkin lo reconoce (Pitkin,


1985, 269, 270), pero el fenómeno sí.

Pitkin considera a Voegelin entre los teóricos de la teoría de de la “autorización”, que ven
a los representados como responsables por los actos de sus representantes (Pitkin, 1985,
48 a 53), ya que estos son los que mediante el consenso autorizan a su representante. Las
diferencias entre Pitkin y Voegelin se fundan en que Pitkin tiene fundamentos
neopositivitas (Pitkin, 1984, 483, 485), mientras que Voegelin tiene bases filosófico-
teológicas (Voegelin, 1968, 135 a 137). En definitiva ella se detiene en la descripción del
fenómeno, no lo penetra, sino que a partir de lo que se muestra hace su análisis
lingüístico. Voegelin en cambio hizo una ontología haciendo el “logi”, la penetración del
fenómeno de la representación.
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Si se explora el fenómeno y los símbolos que son parte de la realidad (Voegelin, 1968, 52 y
53) no solo los términos relativos a representación, encontraríamos más dimensiones de la
representación política, que las cuatro que enuncia Pitkin, en base a las diferentes
“perspectivas” que encuentra en el uso del término por diferentes politólogos. Voegelin los
encuentra en sus conceptos de representación existencial, representación antropológica y
representación trascendente.

Pitkin, por su parte, denominará , “representación descriptiva”, al espejo que deben ser
los representantes de sus representados, en cuanto a la proporcionalidad de los
representantes (Pitkin, 1976, 65). Ella se está refiriendo a una democracia donde los
ciudadanos eligen a sus representantes que harán las leyes, ejercen directamente su poder
en la elección de sus representantes e indirectamente en la sanción de las leyes, mediante
el concepto de Pitkin de Representación Formal, es decir en base a un contrato
constitucional.

El Poder y la Representación Política

La ambigüedad, que muestra Pitkin entre el análisis lingüístico y la ontología, la lleva a


no interpretar algunas dimensiones de fenómeno, como el del poder. El análisis del poder
es esencial para la comprensión de la representación, ya que lo que se autoriza y delega
por parte del representado sobre el representante es poder.

La autora lo cita a Hobbes, quien dice,

“authority the right … of doing any act, and than by authority


done by commission” (Pitkin, 1976, 18) ….“representation is
such a relationships of rights and responsabilities” (Pitkin,
1976, 19).

Es decir que siguiéndolo a Wittgenstein y Austin, “athorizathion“ da “Authoriy”, es decir


da poder. Porque en esta interpretación la autoridad es la que detenta el poder sobre
quien se la dio.
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Con respecto al poder Pitkin se opone a las interpretaciones teóricas del poder como una
relación entre personas y señala en base a los usos ordinarios que el poder es una posesión
(Pitkin, 1984, 398). Cosa que es cierto, pero también el poder es una relación, aspecto que
Pitkin no puede ver porque no considera al poder en su realidad ontológica.

Pitkin cae en la contradicción de Hobbes, para quien el poder es relacional, pero una vez
consentido y no es retornable al pueblo. En este sentido Pitkin se contradice con respecto
a su propia perspectiva de la “representación formal” la cual incluye la “accountability”,
combinación en que ella hace una síntesis entre lo sustentado por los teóricos de la
autorización, con los de la responsabilidad (Pitkin, 1985, 41 y subsiguientes). Si hay
“accountability” existe el poder de los electores sobre sus representantes, a los que pueden
no reelegir o en algunas constituciones por procedimientos como el referéndum,
removerlos.

La legitimidad del representante emana del cumplimiento del contrato constitucional por
parte del representante y es de “origen” cuando el representante ha sido elegido
constitucionalmente y de “ejercicio” cuando cumple con el respeto a la constitución
durante su mandato. En este sentido es la única forma de interpretar el concepto de
Voluntad General de Rousseau, que exigía la unanimidad. Solo en cuanto a las normas de
juego se pueden aproximar casi todos los ciudadanos a la unanimidad. .

El consenso se da en el apoyo al representante sea legitimo o no, como al principio de la


Revolución Francesa.

El poder como relación, es uno de los componentes esenciales de la representación, que


tiene a su vez una base existencial (Friedrich, 1968, 33) y por ende una esencia metafísica.
No considerar este aspecto metafísico, es fijar una relación sin un puente que les de
conexión de sentido, la representación sería así, una mera ficción. Al respecto que ya
citamos lo sostenido por Voegelin.

Si bien Pitkin distingue entre poder para y poder sobre, tiende a considerar el poder
como algo sustantivo, que se posee y usa y si bien es así, en política se tiene poder,
cuando el representante dispone del poder que emana de los representados. Este poder
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es el que puede aplicar el representante sobre otros o sobre sus representados (Friedrich,
1968, 188).

Considerando el poder, Bertrand de Jouvenel, lo cita a Necker, señalando que es


un hecho casi misterioso que una mayoría obedezca a una minoría gobernante
(de Jouvenel”, 1974, 23). ¿Como interpretamos esta interpretación de de
Jouvenel?

Los fundamentos ontológicos de la representación

El hecho, a nuestra manera de ver, no es misterioso, sino que el fenómeno político de la


representación, está basado en una identificación que pasamos a explicar.

Sin gente que siga las órdenes u orientaciones, el poder político no existe, pero para esto es
fundamental tanto el consenso como la legitimidad y precisamente en ellos se basa la
representación, porque tanto la legitimidad como el consenso descansan sobre la
identificación. Por ende debe haber una identificación entre el representante y el
representado. Esta identificación entre el representado y el representante, fija algo en
común entre ellos, que hace que las medidas tomadas por la autoridad se compartan con
quienes deben seguirlas. La sensación de los representados es que ellos son participes de la
autoridad que gobierna.

Precisamente la diferencia entre la representación que tiene el Rey Persa y la de la Polis


Ateniense, es que en el primer caso, el rey es no solo representante del pueblo, sino el
representante de Aura Mazda, el Dios. En cambio en el caso de Atenas, el pueblo es quien
representa a los dioses helenos, pero sus líderes no son los representantes de estas
divinidades. En ambos casos los pueblos son representantes de la verdad trascendente. La
diferencia es que el Rey como representante de Dios, tiene una autoridad indiscutible que
no poseían los líderes atenienses. Un mandato divino no se discute, una ley humana sí. En
los fenómenos indicados ya vemos las diferencias entre las culturas que erigen regímenes
autoritarios y las democráticas. Ambas tienen representantes que gobiernan al pueblo,
pero en una el representante tiene además la representación de la divinidad y a veces se la
considera la misma divinidad.
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En ambos casos se da la mediación de la identificación como vinculo de la representación.

Toda la interpretación que hace Pitkin sobre la filosofía lingüística de Wittgenstein, sobre
los límites y las equivocaciones a que nos puede llevar el lenguaje, queda mediada por el
énfasis que pone Wittgenstein, sobre los límites y la mal interpretación de los mismos.
Según esta autora, volviendo a un tema que ya tratamos, debemos poner más atención en
el lenguaje y menos en la ontología (Pitkin, 1984, 40). Sin embargo Pitkin se contradice en
parte, en cuanto al énfasis, cuando refiriéndose a J. L. Austin dice,

“la intención de la filosofía del lenguaje ordinario no


es jamás exclusivamente verbal. Su objetivo último es
tan ontológico como lo era el de la filosofía
tradicional” (Pitkin, 1984, 35).

A esta altura, debemos aclarar que en cuanto a ontología utilizamos la concepción


de Heidegger, que consideraba al ente como un “fainomeno”, “lo que se
manifiesta” y de logos “en el sentido del habla, quiere decir más bien … hacer
patente aquello de lo que se habla” (Heidegger, 1974, 439).

Es decir permitir ver algo en lo que se muestra. En consecuencia ontología sería


ver a través de lo que se manifiesta como ente para buscar el ser. Textualmente
Heidegger la define así,

“es la Fenomenología la ciencia del ser de los entes-


ontología” (Heidegger, 1974, 48).

Es decir que el logos, se da viendo a través del fenómeno, de lo que se muestra. Heidegger
dice al respecto,

“la descripción se queda en los entes. Es “óntica”


(Heidegger, 1974, 76),

y mediante el “logos” atravesamos lo que se muestra para llegar al Ser.


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Debemos aclarar que utilizamos la palabra ontológico, en este caso, porque Heidegger
evita en general el término espíritu, pero hay similitud entre lo que Heidegger denomina
ontológico y a lo que Hegel llama espíritu.

Identificación y representación

No obstante si consideramos que Pitkin parte de los usos de los términos relacionados con
el de representación, es decir que los considera en parte como acciones y si se toma uno de
los usos que ella trata acerca de este término, como iniciativa consciente e intencional
(Pitkin, 1984, 230 a 238), necesariamente esta surge del Ser en el Mundo y del “Ser uno
con otro” (Heidegger, 1974, 139). y en consecuencia tiene una dimensión ontológica.
Partiendo de la acción de representación, mediante un estudio fenomenológico llegamos a
la esencia de la misma, como identificación, entre el representante y el representado. Es
decir la delegación o consentimiento del representado es una forma de Ser en el Mundo
(Heidegger, 1974 ) y este fenómeno se da en una identidad común (Heidegger, 1974, 17, 66,
75, 139).

Hegel sostiene que dos Yo se oponen el uno al otro, como dos libertades que se
enfrentan, y para superar esta “contradicción” dice,

“es preciso que los dos Yo … se reconozcan tal como


son en sí …., no como seres puramente naturales,
sino como seres libres; solamente así es como se
realiza la verdadera libertad, … esta consiste en mi
identidad con mi contrario” (Hegel, 1942, 303).

Manin que es una generación posterior a Pitkin, transcribe a Carl Schmitt, quien dice,
que “la elección puede ser un medio, tanto del principio de representación como de
identidad” y agrega ya Manin, que Schmitt, posiblemente sin apercibirse, considera a la
democracia como un sistema basado en la identidad entre gobernantes y gobernados, pero
para Manin se aproxima a Rousseau, en cuanto considera que , las elecciones tendrían un
componente no democrático, que consiste en la naturaleza aristocrática de la elección, en
la cual el electorado busca algo que distinga a quién es votado, de los demás, a lo cual
denomina “el principio de distinción”. (Manin, 1998, 178, 186). Pero el mismo afirma que
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también la elección tiene un principio democrático, ya que todos tienen igualdad de voto y
derecho a elegir en un sentido universal (Manin, 1988, 119). No obstante este autor
sostiene que si el principio de autoridad procede del consentimiento, este se potencia
cuando es establecido por el principio de elección, que produce un sentimiento de
obligación en el elector (Manin, 1998, 110 a 113), es decir un plus de identificación a
nuestro criterio.

Siguiendo con el tema de la identificación, Sartori, al considerar diferentes intensidades


de apoyo de los representados (Sartori, 1.988) en la medida que esta identificación sea
mayor, crecerá el poder del representante.

A pesar que Pitkin siguiéndolo a Wittgenstein, pone énfasis en los aspectos lingüísticos por
sobre los ontológicos, para llegar a su concepto de representación política, indica que el
fenómeno de la representación, al hacer que alguien que no está en el lugar, pero que está
en la persona del representante, reconoce implicitamente el carácter metafísico de la
representación política (Pitkin, 1967, 7; Pitkin 1984, 40).

Sartori se aproxima a este carácter metafísico de la representación cuando afirma que


existe un uso “existencial del término”, porque expresamos “una idea de … identificaión”
(Sartori, 1978, 1).

Aquí Sartori se refiere a lo que Friedrich denomina aspecto metafísico de la


representación (Friedrich1968, 333) y como vimos Voegelin (Pitkin, 1984, 305; Pitkin,
1985, 42 y 48), también hace incapie en la representación como un fenómeno existencial
(Voegelin, 1968, 110 a 112), que supera la posibilidad de conceptualización (Voegelin,
1968, 52 y 53), y citándolo a Fortescue, afirma que en Inglaterra, surge el “intencio
populi” ;después de la Guerra de los Cien Años; (Voegelin, 1968, 69 a 71, 79), como
constitutivo de la representación de la autoridad política, fundándolo en la identificación
(Voegelin, 1968, 98 y 99 la “itentio”.

Sartori había afirmado anteriormente, remarcando implícitamente la “indimensión”


metafísica de la representación, el problema electoral es una manera de utilizar un
“mecanismo de transmisión del poder, que une muchas y distintas voluntades en una sola
autoridad (Sartori, 1965, 118, 119). Este autor, agrega que el “consensus - aceptación” es
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un compartir que vincula y obliga (Sartori, 1988, 122). Como hemos visto hay
coincidencia en diversos autores, sobre la identificación con la autoridad, como la esencia
de la representación.

Representación y legitimidad

La legitimación se da sobre una comunidad en el sentimiento nacional, (Sharpf, 2004, 14,


15, 17, 18, 22 y 32; Voegelin, 1968, 69 a 74; Leiras, 2000, 33, pero con respecto a la
democracia representativa, la legitimidad, se da en la internalización de las normas de
juego para la elección de representantes, (Budget, 1971, 21 a 26, 233, 234, 235; Sharpf, 16
a 19; Friedrich, 1968, 210). Estas normas de juego e instituciones se construyen sobre un
valor existencial, el de la libertad. El acuerdo sobre los valores y las normas de juego que
se derivan de ellos, en el caso de la democracia es la libertad, que expresamos mejor y más
ampliamente utilizando el existenciario de Heidegger, “Ser en el Mundo” y el de Hegel de
“Ser en Sí” y “Ser Así”, de acuerdo al momento del “Espiritu Subjetivo” o del “Espiritu
Objetivo” y en los casos excepcionales como el de Prometeo Encadenado el Espiritu
Absoluto, donde la deidad helena se enfrenta políticamente a Zeus (Esquilo).

Según Rosales, el sistema representativo introduce una mediación entre el estado y la


sociedad (Rosales, 1998, 164), pero esta mediación se da sobre la identificación en los
valores comunes que la legitiman. Estos valores comunes son los que Voegelin considera
como la expresión de la “verdad cosmológica”, que posteriormente evoluciona hacia la
“verdad antropológica” y culmina con la Revelación en la “verdad trascendente”. Dios
nos ha dado libertad, poder y el Bien, es decir “Ser” a su imagen y semejanza, este don
implica responsabilidad individual y colectiva, en la medida que seamos en nuestros
representantes.

Ya hemos aludido a la identificación como uno de los componentes de la representación,


con El Ser en El Mundo, y “Ser uno con otro”.

La elección de representantes como procedimiento


aristocrático
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La denominación como aristocrática de la elección de autoridades, por parte de Manin,


quien parte de Rousseau, se debe al ambiguo y no comprobado principio de igualdad, en
el cual al adoptarlo el liberalismo racionalista y ateo de la ´segunda etapa de Ilustración
francesa, no se da cuenta que la mencionada igualdad, tiene la tentación de la igualdad
matemática, la cual se contradice con la libertad, porque nos disminuye al mundo
material. Benavente Urbina siguiéndolo a Buchanan dijo que las democracias deben
abordar el viejo dilema entre la igualdad y la libertad, (Benavente Urbina, 1990, 43).

Obviamente que no se cuestiona el principio de igualdad política de un ciudadano un voto


y que este habilitado todo ciudadano para ocupar cargos públicos, porque es una garantía
de juego limpio y justicia y está comprobado por su éxito práctico en las democracias
occidentales. Tampoco se cuestiona la necesidad moral de eliminar la miseria y los
privilegios. Si nos oponemos a la reducción de todos seres humanos de una comunidad, a
una “ingeniería social” (Stalin) o “igualdad racial aria” sometida a un líder (Hitler), a una
igualdad matemática que contradice la condición y el derecho de todo ser humano de
tener la libertad de ser distinto y que es ontológicamente irreal, no existe.

Quizá la aplicaciónmas aceptable del término igualdad a la política es el que define


Williams, como el sacrifico de de los intereses de algunos ciudadanos a los de otros
(Williams, 1998, 23), pero si analizamos la aplicación del término con los procedimientos
de Austin o Wittgenstein, el término igualdad tal como es utilizado inclusive por Dhal, es
muy impreciso y peligroso, varios de quienes lo utilizaron; como Locke, Montesquieu y los
Padres de la Revolución Norteamericánna; las desvirtuaron con las explicaciones que
dieron sobre sus excepciones, que mas que esto fue la negación del mismo.

Independientemente de la elección, la legitimidad, del poder otorgado y la obediencia al


mismo, como ya vimos anteriormente, la representación se basa en una identificación
entre los otorgantes y el que lo ejerce. Los otorgantes lo dan implícitamente en el
desarrollo normal de sus vidas, pero lo ejercen conscientemente en el régimen
democrático representativo, mediante el voto, que es la dimensión de “representación
formal” (Pitkin, 1976, 41 y 43), entre las cuatro perspectivas de la representación que
realza Pitkin.
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La representación en su sentido moderno y posmoderno, es de hombres libres,


especialmente cuando se legitiman los principios mencionados por Manin, del
consentimiento y la obligación (Manin, 1998 ,110).

Desde que la representación política, implica una transmisión de poder, desde el pueblo a
sus representantes (F.Suarez, S.J. “Sobre el Dios Legislador”), los conceptos de,
representación, poder político, autoridad, consenso y legitimidad, están unidos como las
cuatro caras de un tetraedro.

Libertad, Democracia y Representación Política

Pitkin, asocia al gobierno representativo con la libertad y la democracia. Estas


afirmaciones de Pitkin tienen una amplitud que víncula a la democracia helena con la
Occidental ” (Pitkin, 1985, 2).

Sin embargo Abal Medina refiriéndose a la democracia helena, afirma, que las formas de
gobierno de las democracias occidentales son un “sistema absolutamente distinto” (Abal
Medina, 2008, 12/13). Se basa este autor, en la diferencia de selección de autoridades.
Mientras en la Hélade fue predominantemente por sorteo, en las democracias occidentales
es por la elección de representantes. Abal Medina pone énfasis en el procedimiento y no
en la esencia de la democracia, que es la libertad (Herodoto, Libro V, Tucídides; Platón,
449; Aristóteles, 2006, 146, 152, 233, 234, 284; Esquilo, 1964, 73 a 92) y el principio de la
mayoría (Manin, 195; Sartori, 117, 139, 218; Dahl, 2008, 26, 27, 30, 48, 87, 89).

Otros especulan afirmando que los helenos tenían libertad política pero no libertades
civiles (Rosales, 1998, 163 y 164; Abal Medina, 2008,20; Respuela, 2009, 272, 273;
Festugiere,1947, 7 a 11, 26, 27; Pitkin, 1988, 306 y 307), pero lo expuesto en la “Iliada”,
“Los Doce Libros de la Historia”, en la “Oración Fúnebre”, “La República”, la “Política”
y “Prometeo Encadenado”, no solo no apoyan para nada esas afirmaciones, sino que
reafirman la identidad existencial representada por el término “Eleutheria”(la etimología
helena es “espacios abiertos”), al cual traducimos por la palabra libertad y que es el mismo
Ser (Viana, 2.012) que los helenos expresan con mayor intensidad al “Ser en el Mundo”.
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Herodoto, contemporáneo y estudioso del tema, dice al respecto que los atenienses sintiéndose
libres al adoptar la democracia, sobresalieron en sus negocios y en la guerra (Herodoto, 1947).

Relata Tucídides que Pericles el gran líder de la democracia ateniense, pronunció estas
palabras en la “Oración Funebre”,

“Tenemos por norma respetar la libertad, tanto en los


asuntos públicos como en las rivalidades diarias de
unos con otros” (Tucidides, 1986, 111 a 116).

Estas palabras fueron pronunciadas al promediar el Siglo V a.C. Pericles no se refirió solo a
la libertad política sino a su base, las libertades civiles.

Platón, un enemigo de la democracia afirmó en el Siglo IV a. C., que para el régimen


democrático la libertad “es el más precioso de todos sus bienes” y que solo en ese régimen
“puede vivir dignamente, el hombre que sea libre por naturaleza” (Platon, 1963 ,499).

Una generación después, Aristóteles, quien no consideraba a la democracia como el mejor


gobierno, sino a la Politeia, dijo,

“Es un error grave, aunque muy común, hacer


descansar exclusivamente la democracia en la
soberanía del número” (Aristóteles, 2003, 143)

Unas páginas después afirma, que no hay democracia sino donde “los hombres son libres”
(Aristóteles, 2003, 144).

En consecuencia si bien había democracia directa en Atenas, en realidad mediada por líderes
como Pericles (representación Simbólica, Pitkin, 1985), su esencia fue la libertad y su
procedimiento la mayoría. La identidad entre la democracia Helena y la Occidental es
precisamente su esencia la libertad. En la primera el procedimiento fue el sorteo y las
mayorías guiadas por líderes, en la Occidental, las elecciones, es decir la mayoría como
procedimeinto, con los límites puestos por una Constitución para garantizar la libertad, ante
la amenaza de la tiranía de una mayoría.
16

En nuestro tiempo, Sartori, pone de relieve la necesidad de deliberación y libertad de


prensa, como símbolo de la libertad de expresión, afirmando que “elecciones libres sin
opinión libre, no dicen nada” (Sartori, 1988, 139; Manin, 165,1998; Beetham, 1991, 29;
Dhal, 2008, 26, 27, 30, 48, 86, 89).

Como vemos hay un consenso histórico entre los filósofos políticos e intelectuales, en resalta la
libertad como la esencia de la democracia.

Si vamos ahora a Husserl, un filósofo contemporáneo, leemos del mismo, cuando dice que
“el intento de duda universal pertenece al reino de nuestra absoluta libertad” (Husserl,
1949, 22, 70).. En estas vivencias el Yo Puro vive en ellas “como el ente libre que él es”.

Hegel había afirmado anteriormente,

“En la expresión yo, se encuentra enunciado el principio


de la razón y de la libertad absoluta” (Hegel, 1942, 293,
294).

Lo expuesto nos muestra que la libertad es la existencia misma del Ser y que su proyección
en el mundo político es la democracia. En consecuencia la identidad de la democracia
Helena y la Occidental se da en la Libertad y Pitkin las asocia tal como la citamos al
principio de este parágrafo con el uso de la expresión “régimen representativo”.

En conclusión de acuerdo a esta mostración que hemos hecho, si aplicamos a Voegelin,


podemos decir, un pueblo se siente representante en la Tierra de una verdad trascendente o
de una verdad que si bien no la considera así, si le da un valor inconscientemente mitológico
y a esta verdad la ve reflejada en la autoridad como una representación de sus creencias.
Consecuentemente esta verdad tiene su sustento ontológico en la libertad, que solo puede ser
individual y que todos experimentamos frente al mundo y a con respecto a nuestra propia
personalidad.

Orígenes del gobierno representativo


17

Pitkin señala que mientras en el Parlamento Inglés de 1.628 se exhibía como un deshonor
el Estado Representativo, la Cámara de los Comunes de 1.641reunió como “el cuerpo
representativo de todo el reino”(Pitkin, 1985, 277 y 278).

La primer carta constitucional escrita que establece el sistema representativo, de que


tenemos noticia y que además es un antecedente de la Constitución Norteamericana, sería
“The Fundamental Orders”, que data de 1.639, acordada entre las ciudades de Hartford,
Wethersfield yWindsor, sobre las orillas del Río Connecticut, en la cual crean una junta
de representantes electos libremente por los hombres libres de cada ciudad (Wilson, 1998,
5 y 9).

Siguiendo esta tradición que provenía de Inglaterra, durante las reuniones del Congreso
de Filadelfia en 1787, James Wilson, representante por Pennsylvania, afirmo,

”The people will be represented, they outgth therefore to choose the


Representatives” (McLaghlin, 1965, 141),

pero además innovaron en un nuevo tipo de representación, la de los estados en un senado


(McLaghlin, 1965, 138), con bases histórico territoriales y comunitaria.

Volviendo a Manin, este autor cifra el origen de la elección de representantes, en la


tradición germánica medieval y el derecho natural moderno del renacimiento, que valoran
las elecciones; por sobre la designación por sorteo; por los valores que legitima la primera,
el consentimiento y la obligación (Manin, 1998, 115, 116). Agrega este autor que los
principios enunciados de consentimiento y obligación (Manin, 1998, 194), fueron los
fundamentos de las tres grandes revoluciones liberales, la inglesa de 1688, 1689; la
norteamericana de 1776 y la francesa de 1789. Nosotros podemos agregar la mención de
dichos principios en el Cabildos Abierto del 22 de mayo de 1810, enunciados por Juan José
Castelli y Juan José Paso. Ambos fueron influidos por la doctrina de Francisco Suarez S.J.
y las ideas de las revoluciones liberales, ya aludidas.

En general, según Pinto, el régimen democrático representativo se desarrollo en las


naciones anglosajonas como un proceso histórico, que emergió de las demandas de la
18

sociedad, mientras que en el continente europeo ha sido el estado liberal el que construyó
la sociedad liberal (Pinto, 2009, 127 y 128).

No obstante las fundamentaciones de Manin y Pitkin (Pitkin, 1985, 270 a 281) sobre los
comienzos de la representación formal, encontramos el principio de mayoría como una
manera de “representación formal”, desde tiempo inmemorial, en las ciudades vascas,
donde anualmente se elegía al “Lendekari”, alcalde, en una asamblea llamada fogueral,
constituida por los jefes de familia de la localidad.

Ya el Rey Alfonso el Sabio de Navarra, no por casualidad suegro de Ricardo Corazón de


León; a fines del Siglo XII, juraba respetar estos derechos constitucionales vascos
(Ariztimuño, 1942, 195 a 197; Viana, 1974; Viana, 1999). Y es también llamativo que al
hermano de Ricardo, Juan sin Tierra, los barones ingleses le imponen la Carta Magna.

Aun en este fenómeno encontramos sus fundamentos en la valoración de la libertad en la


Cultura Greco-Latina. También lo vemos en la Revelación (Voegelin, 1.968) en la cual
Cristo distingue a Dios del César y claramente explicado por Inckmar en el Siglo IX
(Janet, 1910, 351) y como ya dijimos por Paul Janet, cuando afirma que la libertad casi
no hubiera subsistido en la Edad Media sino se hubiera filtrado entre la lucha de los dos
grandes poderes la Iglesia y el Imperio, a lo que podemos agregar el de múltiples
señoríos feudales. En esta realidad histórica podemos ver el principio de la división de
poderes, enunciado por Inkmar, como lo determinado por la sabiduría de Cristo (Janet,
1910, 343). .

Sin embargo debemos señalar que, ninguno de los dos poderes mencionados, el de la
Iglesia y el Imperio, quiso suprimir completamente al otro, porque el advenimiento de
Cristo había desacralizado a la autoridad política y creado una base independiente para
la autoridad eclesiástica.

Conceptos Fundamentales de Representación

Reiteramos, en resumen, Hanna Ptitkin, dice la misma sobre la representación, tiene un


significado identificable pero variable, dentro de límites, de acuerdo al contexto donde se
aplica (Pitkin, 1967,8 y 9).
19

Ella interpreta el concepto de representación de Hobbes como, concebido en términos de


arreglos formales que preceden a la autorización de dar la autoridad para actuar, sin la
cual los actos son inválidos (Pitkin, 1967, 11 y 17)

Las Cuatro Perspectivas de la Representación de Pitkin

Pitkin establece cuatro perspectivas de la representación, que ella considera relacionadas


entre sí. La Representación Formal, la Descriptiva, la Simbólica y la Sustantiva. Pasamos
a describir una por una.

Representación Formal

A este concepto de Hobbes lo ve distinto, en cuanto a la “accountability”, opuesto al actual,


que ella denomina, “Formal Representation” (Pitkin, 1976, 38 a 43), pero sin embargo,
sostiene que tuvo su origen también en el Siglo XVII. Al respecto dice, que se caracteriza
por un arreglo formal, sostenido por el control contractual de los actos del representante
(Pitkin, 1967, 11). En consecuencia este incluye dos dimensiones, la autorización para
detentar el poder y la responsabilidad de ejercer el mismo.

Según Pitkin, los teóricos de la autorización, denominan representante a alguien que ha


sido autorizado para actuar, proviniendo la autoridad de la “autorización” (Pitkin, 1985,
41). Pitkin distingue cuatro tipos de teóricos de la “autorización”: los de “Organschaft”
(órganos), los de la democracia representativa y los que menciona Voegelin.

Los teóricos del órgano u “Organschaft”, se diferencian de Hobbes, porque parten del
grupo y no del individuo aislado. Entre ellos se destaca Max Weber, quien define la
representación como la acción de algunos miembros del grupo que es imputada al resto o
donde se supone y de hecho es así, que el resto considera la acción como legitima y
vinculante entre ellos” (Pitkin, 1985, 42).

George Jellinek es otro importante teórico de la “autorización”. La dificultad es que estos


teóricos consideran a todos los funcionarios del estado como representantes, lo cual los
confunde con lo que entendemos por representación política del congreso o del poder
ejecutivo (Pitkin, 1985, 43 a 45).
20

Con respecto a los teóricos de la “democracia representativa”, Pitkin dice que consideran
como criterio fundamental de estas a las elecciones, mediante la cual los votantes conceden
autoridad a los elegidos. Entre ellos destaca a Joseph Tussman, quien dice que el
representado, según él, comparte las responsabilidades asumidas por su representante.

La dificultad que les marca Pitkin a estos últimos, es que no consideran la autorización
concedida por un tiempo determinado. (Pitkin, 1985, 45 y 46).

Pitkin aborda después a Eric Voegelin, a quien ya hemos tratado, más extensamente, pero
en resumen ella toma de él la “representación elemental” y la “existencial” (Pitkin, 1985, 48
a 51).

A continuación, según esta autora tendríamos a los teóricos de la “responsabilidad”, que


sostienen que un representante es responsable ante su representado. Entre ellos destaca a
Carl Friedrich, sobre quien ya hemos tratado (Pitkin, 1985, 60). En contraste con los
teóricos de la “representación”, los de la “responsabilidad”, insisten en las elecciones
periódicas como un medio de control de los representados sobre sus representantes (Pitkin,
1985, 60 y 61).

La autora resume a los tipos descriptos como teóricos de la “representación formal”, como
alguien autorizado para actuar contractualmente, incluyendo correctivos y límites a su
acción, lo cual nos permite distinguir las formas representativas democráticas de otras que
ella denomina ilegitimas (Pitkin, 1967, 55).

Más adelante Pitkin agrega, que el mecanismo fundamental de la


representación formal son las elecciones periódicas (Pitkin, 1967, 61)

La “Representación Formal” es necesariamente una forma institucionalizada


(Pitkin, 1985, 262 a 265) y sin ella la representación no existiría (Pitkin, 1985, 265
y 266).

Representación Descriptiva

HannaPitkin dice que un cuerpo representativo se distingue por una correspondencia,


que refleja a quienes representa (Pitkin, 1967, 92.).
21

Este concepto es reforzado por Andrew Rehtfeld y Rosales (Rehfeld, 2005, 208; Rosales,
1998, 169) cuando el primero se refiere a lo mismo como “mirrorrepresentation”,
mientras que el segundo habla de “espejo” y se acerca a él Sartori con su concepto de
“representación exacta” (Sartori, 1988, 181) y la desviación de los mismos como
“infrarrepresentación” y “sobrerrepresentación” (Sartori, 1978, 1).

Pitkin fundamenta a esta dimensión afirmando que una legislatura es un sustituto de la


democracia directa y que debe en consecuencia ajustarse en lo posible al cuerpo de
ciudadanos que representa (Pitkin, 1976, 86). La representación es necesaria porque es
imposible que el pueblo actúe colectivamente (Pitkin, 1976, 86).

Representación Simbólica

De esta perspectiva lo que nos resulta útil es en cuanto a la simbolización, que el


electorado hace de un líder, también aplicamos el concepto de Pitkin sobre “simbolic
representation”, al considerar esto como “stand for”, con un sentimiento del electorado
sintiéndose representado por su representante que actúa por él (Pitkin, 1985, 101).
Esquilo, se refiere a este fenómeno sin denominarlo al decir,

“Es que alcanza gran fuerza la fama popular” (Esquilo,


2004, 155).

Representación Sustantiva o Actuar Por

A la “representación la sustantiva”, Pitkin la define como “act for”, es decir la basa en la


actuación real del representante a favor del representado (Pitkin, 1976, 112; Pitkin, 1985,
123).

Con respecto a las otras tres perspectivas, Formal, Descriptiva y Simbólica, Pitkin, afirma
que ninguna de ellas nos dice sobre cómo actúa el representante a favor de sus
representados, es decir sobre la naturaleza de la actividad misma del representante
(Pitkin, 1985, 124 y 125).

María Antonia Martinez, interpretándola a Pitkin, separa la representación por


autorización como una quinta perspectiva al decir que la aceptación de una autoridad por
22

parte del individuo, se debe solo al hecho que contribuye a la seguridad de los seres
humanos (Martínez, 2004, 667). Martínez considera en este caso la misma base de la
teoría de Hobbes (Hobbes, 1991). Vuelve de esta forma a lo que ya tratamos como
representación por autorización, en la que ella, Martinez, destaca siguiéndolo a Hobbes el
mantenimiento de la seguridad como condición esencial para que la autoridad exista.

También asevera esta autora un defecto de la representación, al afirmar que algunos


sistemas generan disfunciones al apartarse de la dimensión descriptiva de la representación
(M. A. Martinez, 2004, 668), como podría ser la sobrerrepresentación, tanto de partidos
políticos como regional. Un ejemplo de esto es la Provincia de Santa Fe, Argentina, donde
las regiones Centro y Norte, teniendo menos habitantes y menor riqueza, poseen más
representantes de los que les correspondería formalmente en la Cámara baja y mayoría
en el Senado mediante una gran sobrerrepresentación, que les permite manejar la
distribución del Presupuesto Provincial (Viana, 2.015)

Sensibilidad e Independencia del Representante

Este poder transmitido a los representantes, está vinculado según Sartori, a la “intensidad
desigual de las preferencias individuales”, mientras que las reglas de mayoría tienden a
igualar intensidades distintas (Sartori, 1988, 275).

Esta es una prueba más de la desigualdad natural, contra las propuestas de igualdad, en
la que inclusive caen politólogos del nivel de Dahl, cuando dice que la esencia de la
democracia es la igualdad. En realidad la igualdad de voto, es una solución práctica, la
menos mala, frente al problema de las intensidades que plantea Sartori. Pero de ahí en
más presionar por la igualdad, es creer que se trata con tornillos y no con seres humanos,
con diferentes personalidades, preferencias, aptitudes.

A la intensidad de los electores debe unirse otra dimensión, que trata Pitkin. Se trata de
la “sensibilidad” (Pitkin, 1985, 62, 233, 239, 244, 257, 262) que deben tener los
representantes con respecto a los deseos de los representados. Esta sensibilidad es
también parte del aspecto metafísico de la representación, porque es parte de la
identificación entre representante y representado. Al mismo concepto, Sartori lo
denomina “receptividad” (Sartori, 1988, 222), pero denominándolos también
23

“sensibilidad”, aclara sobre los problemas que acarrea para las comunidades, un exceso
de esta por parte de los representantes, lo cual lleva a través del tiempo, a políticas
demagógicas con costos altos para la misma colectividad (Sartori, 1987, 22, 223). Pitkin
busca en cambio un equilibrio entre la sensibilidad y la independencia del representante
(Pitkin, 1985, 257 a 260).

En este razonamiento estriba el debate sobre la independencia de los representantes o


sobre su consideración como meros comisionados de los electores, con mandatos
específicos. Al respecto Manin alega el origen de la independencia de los representantes,
ya en la Edad Media con el principio QOT ( lo que a todos afecta, debe ser tratado y
aprobado por todos). En este sentido las asambleas convocadas por los monarcas, exigían
un mandato “plenipontentiari”, que los representantes podían acordar sin consultar a los
representados (Manin, 1998, 112 a 116).

Edmund Burke, fundamenta la independencia del representante, sobre la base que


este se encuentra ante el deber de juzgar la acción correcta a favor de su
representado, que tiene por lo general un mejor conocimiento de la situación en la
cual debe actuar como representante y que obrando dentro de la Constitución y las
leyes, es responsable solo ante la Providencia por sus accionesiones´porque conoce
mas que sus representados (Burke, 1774).

Esto es coherente con otra afirmación posterior suya,

“ … de state … becomes a parnetship not only between those


who are living, bur between those who are living, are dead and
those who are to be born” (Burke, 1969, 194, 195),

sobre esta base afirma que el representante representa ante todo a la Nación, no solo a sus
votantes o distrito.

Burke considera así, en parte, tanto la independencia como una responsabilidad del
representante para la Nación, por encima de los deseos del representado, pero sí a favor
de los intereses de estos.
24

Sieyes refuerza este concepto durante la Revolución Francesa, traduciéndose el mismo en


las Constituciones de 1789 y 1791. Para este autor; que sigue a Rousseau salvo en esto; la
“voluntad general”, debe ser la de los representantes, que representan a la Nación. Y estos
deben ser electos en elecciones indirectas y también reafirma la independencia del
representante (Rosales, 1998, 174 Y 175).

El Segundo Triunvirato en la convocatoria para las elecciones de diputados a la Asamblea


del Año XIII, estableció también el sistema electoral indirecto y la independencia de los
representantes (Fernández, Castagnino, 1963, 18 a 20).

Representatividad

Continuando con los dos conceptos, el de intensidad de los votantes y la sensibilidad de los
representantes, los mismos nos llevan a otro, el de “representatividad”, es decir en qué
medida el representante ofrece la gobernabilidad por el principio de mayoría, pero
aumenta la representatividad, por el sistema proporcional, que establece una
“representación descriptiva” superior y “exacta” (Duverger, 116 a 119; Sartori, 1988, 53,
57). Los alemanes han elegido un sistema mixto, que combina la proporcionalidad, y la
otra mitad es electa por el sistema uninominal. A este aspecto lo trata Ptkin como hemos
visto en su perspectiva de “representación descriptiva”.

La crisis actual del régimen representativo de gobierno, esta justamente en la baja


intensidad de la relación representantes/ representados (Sartori, 1988, 161, 275; Miranda,
2002, 65 a 78), que se refleja especialmente en la “representación sustantiva” (Pitkin,
1976, 112) y que ella también la llama como “representation as acting for” (Pitkin, 1976,
112). Es decir que los representantes no actúan lo suficiente por sus representados.
Fenómeno que se reflejaría especialmente en el sistema electoral de lista cerrada,
denominada en su aplicación en Argentina como “lista sábana” ((Venesia, Borello, Cullen,
1996, 57, 98).Este fenómeno es influido por la baja identificación del representante con su
identificado.

La representatividad esta mediada por tres aspectos, el sistema electoral, los partidos
políticos (Martinez, 2004, 664; Pitkin, 1985, 244 y 249) y los medios de comunicación
pública (Sartori, 1998, 161; Abal Medina, 2008 ,109 a 113; Viana, 1992, 2006).
25

El Sistema Electoral

Los sistemas electorales pueden dividirse, entre los que favorecen la gobernabilidad
mediante el principio de mayoría y los que lo hacen con la representatividad mediante la
representación proporcional (Duverger, 1962, 104).

La representación por circunscripción uninominal favorece la independencia del


representante ante su partido político, mientras que lo vincula más a los electores de su
circunscripción, en cambio la proporcional hace más dependiente al representante de su
partido político (Duverger, 1962, 105). No obstante en Gran Bretaña, a pesar que tiene el
sistema de circunscripción uninominal, predomina su tradición de verticalidad del jefe
del partido, Primer Ministro, sobre sus representantes. En cambio en Estados Unidos el
representante depende más de los electores de su circunscripción. En resumen la tradición
política supera en el caso de Gran Bretaña (Duverger, 1962, 118) a la independencia que
puede darle el sistema de representación uninominal, pero inclusive así el partido debe
tener en cuenta a la hora de designar candidato por una circunscripción, la popularidad
que puede tener este en ella.

El sistema de lista bloqueada, o cerrada (lista sábana) que acompaña generalmente a la


representación proporcional, genera la llamada “lista sábana”, donde el elector llega a
conocer solo a los 2 o 3 primeros candidatos de la lista” (Castagno, 1994, 56).

Los Partidos Políticos

Los partidos políticos, comunidades de políticos y seguidores, esenciales para la


organización electoral, generan en esta misma, la verticalidad de la organización, lo cual
resulta en la formación de oligarquías dominantes en su seno, (Michel, 1969; Sartori,
1988, 192; Rosales, 180, 181; Martinez, 2004, 695) y esto conduce a una “partidocrazia”
que producen representantes alejados de sus representados y desacreditados ante ellos
por la baja identificación..

Con respecto a la controversia sobre si el legislador es representante de sus electores o de


su partido político, se nota que los legisladores tienden a mantener la disciplina
26

partidaria, lo que significa que el representante se ve como representante de su propio


partido, es decir de la oligarquía dominante en el mismo (Castagno, 1994, 54).

Sin embargo los partidos cumplen una función esencial para el régimen democrático
representativo de “articulación de intereses”, actuando no solo como representantes de
estos sino como amortiguadores del conflicto entre los mismos (Almond, 1972, 90 a 95,
103; Voegelin, 1968, 59 a 61).

Mario Justo López, cita otras funciones esenciales de los partidos políticos, como
encauzar la “caótica voluntad popular”, hacer de conexión entre la opinión del público y
el gobierno y seleccionar la elite que debe conducirlos y eventualmente hacerlo con el país
(López, 1990, 15).

La representación de los Medios de Comunicación Pública

Las tablas sobre las que actúan las elites políticas se han
`sobreiluminado` las voces de los `actores`se `ultramplifican`.
Las clases políticas sufrieron el primer gran golpe con la
aparición de la imprenta, el segundo con la prensa escrita,
ahora con la revolución de las comunicaciones electrónicas
(Viana, 1993).

Como consecuencia el periodismo ha pasado a ser la mayor oposición que tiene un


gobierno, simplemente por el mero hecho de publicar los actos y `sobreiluminar ` la
escena del poder, donde invariablemente se producen abusos que cada vez se pueden
disimular menos (Viana, 2006, 21).

Últimamente, Internet, manejada especialmente por los jóvenes, a puesto en crisis al


fundamentalismo musulmán, provocando la "Primavera árabe”. "Internet permitió a los
jóvenes hacer escuchar su voz”. (Keyrouz, 2001; Yves González-Quijano, 2011). De ahí
que se ha reforzado en las democracias otro tipo de representación la representación
mediática, mediante la radio, la televisión y las redes sociales. El periodista o el hombre
público mantienen otro tipo de representación en parte “simbólica” (Pitkin), con respecto
a sus audiencias, que los hace más conocidos e influyentes que muchos legisladores y
27

ministros. Esta representación mediática es uno de los motivos de las crisis de los
representantes políticos y de los partidos políticos. Más que nunca adquieren fuerza, las
frases de Walter Lipman, “la primer condición de un político es ser conocido”. Debido a
esto es que la carrera política de los honores dentro de un partido, tiende a ser superada
por periodistas, deportistas, científicos populares y toda persona sobre la que adquiera
conocimiento el público. No obstante su superioridad como influyente en el público, la
representación mediática es muy variable y depende de las preferencias del público,
carece de formalidad y a veces de los intereses de los medios.”

En síntesis el escenario político está cada vez más “sobreiluminado, por estos
representantes.

Representación como Mediación

Otro concepto interesante que los medios de comunicación pública aumentan, es el de


mediación. El mismo es desarrollado por Melissa Williams, quien adhiere a los conceptos
de Pitkin. Comienza esta autora con una pregunta, “What constitues fair political
representation? ”. Y decide que es tratar a los ciudadanos como iguales. (Williams, 1998,
23). Esto de iguales ya nos crea dudas, pero Williams no solo menciona el concepto, sino
que lo define. La igualdad paraWilliams, consistiría en el respeto de los intereses legítimos
de cada uno.

Sobre la base de obtener lo expuesto, Williams pasa a definir la representación política,


como mediación, entre individuos y la acción gubernamental. Concluye que una teoría de
representación justa, debe considerar como la igualdad política es servida por los
diferentes aspectos de la mediación entre representantes y representados. Ella considera a
la mediación, como las instituciones y prácticas que sirven para transmitir los intereses y
deseos de los ciudadanos a los representantes. En este sentido se aproxima a la
“representación Formal” de Pitkin.

Continúa diciendo que la mediación se basa en tres instituciones o procesos:

1ro: la naturaleza de la relación entre legislador y ciudadano.

2do: El proceso de toma decisiones legislativas.


28

3ro: El criterio para identificar grupos políticamente relevantes. (Williams, 1998, 24).

Al primer requisito, comienza explicándolo en base al concepto general de Pitkin sobre la


representación (Pitkin, 1976, 8 y 9), que ya hemos considerado. Esto requiere un
reconocimiento de los intereses y valores del representado por parte del representante.

En el segundo punto el representante debe poner la atención en la mediación ente él y sus


representados, y no solo en el proceso mediatório dentro de la legislatura.

Pone Williams, posteriormente énfasis en que la representación, es la representación de


grupos, pero en este caso parece que considera grupo a aquel conglomerado de personas
que tienen intereses similares, cuando en general se considera grupo si existe una
identificación, que crea una comunidad entre los miembros. No obstante le llamemos
grupo, sector o estrato, nos resulta útil para analizar las personas que habitan una
región, siempre que no consideremos como necesario para que se constituya en esta, un
sentido de comunidad. Es decir como dice Williams, un territorio habitado por
ciudadanos. (Williams, 1998, 26). Estos ciudadanos de un territorio, están conformado
por sectores con diferentes intereses, que deben ser “agregados” en la representación.

En cuanto a la naturaleza de la relación entre el representante y los


representados”(Williams, 1998, 25), se pueden aplicar las cuatro dimensiones de Pitkin.
En lo que respecta al proceso de “toma de decisiones legislativas”, Williams se aproxima a
la perspectiva de “representación sustantiva” de Pitkin.

El Populismo como Representación

Las últimas ideas sobresalientes favorables al populismo, fueron elaboradas por un


argentino, Ernesto Laclau: “Una vez que nos movemos mas allá de cierto punto …pasan a
ser exigencias … contra el orden institucional … mas allá de cierto límite comenzamos a
tener al pueblo del populismo” (Laclau, 2011). El mismo reconoce que es un fenómeno
difícil de definir, por la falta de límites y en esto tiene algo de razón, es complicado
conceptualizar lo confuso. No fue el primero que utilizó este término para explicar un
fenómeno político, sobre el que se ha opinado mucho y tan ampliamente, que se
confunden en esta palabra, populismo, regímenes y acciones políticas colectivas muy
29

diferentes. Por ejemplo se los tilda de populistas a Donald Trump, Juan Domingo
Perón, , , Adolfo Hitler, etc. . En realidad estos líderes tan diferentes en sus ideas políticas,
tuvieron qalgo en común, fueron populares, pero no populistas.

Tratemos de conceptualizar con mayor precisión el concepto de populismo y para ello


volvamos a la fuente , explicando brevemente la postura de Laclau.

Laclau cuestiona el pronóstico de Marx, que la lucha de social se polarizaría entre dos
clases sociales. Para él el conflicto se da en múltiples relaciones de grupos . En cualquiera
de ellos se produce un enfrentamiento entre Dominadores y dominados. El conflicto,
entonces es múltiple. Tenemos un ejemplo de que la visión multidimensional llego al
marxismo. Precisamente el populismo es confuso porque parte del concepto de multiples
fuentes de conflicto en muchos campos sociales. En esto Laclau supera la concepción
bidimensional del conflicto del marxismo original y lo amplia con una visión
multidimensional a cualquier grupo o sector social.

No debemos confundir lo popular con lo populista. Winston Churchill, Ronald Regan o


Charles De Gaulle fueron líderes populares, pero es difícil declararlos populistas, cuando
invariablemente respetaron las libertades civiles y el orden de las instituciones
democráticas.

Con respecto a una oposición populista, ya no estamos hablando de un régimen, sino de


quien se vale de ciertos medios para intentar tomar el poder político institucionalizado,
sin tomar en cuenta las instituciones, pero partiendo de la protesta de múltiples sectores
populares..

Intentaremos aclarar en lo posible este tema, partiendo del significado que se le ha dado a
esta palabra, tan mencionada en los círculos políticos y periodísticos, buscando el
significado en relación a los hechos, mirados en ejemplos donde se considera que se da el
fenómeno populista.que se le atribuye con gran imprecisión y vaguedad a este término.

Para precisar lo que comúnmente en la actualidad se menciona como populismo,


situémoslo primeramente en un fenómeno político, en el que al menos hay un sector
importante que lo denomina así, incluyendo a periodistas, políticos, filósofos como Laclau.
30

Siguiéndolo al filósofo lingüistaLudwig Wittgenstein, deberíamos extraer su significado


del uso popular y académico del término. Este uso se encuentra asociado a
manifestaciones populares de muchos grupos pobres, sin suficiente poder individual, salvo
el de la unión que se da particularmente en cada uno de ellos y de la actividad fuera de lo
legal con la cual se expresan estos sectores. Estas manifestaciones se exteriorizarían por
fuera de los límites institucionales, según ellos porque es la única manera de ser
representados ante el Estado. De ahí su vinculación con la representación política.

Mientras que quienes como Laclau, ven al populismo asociado a lo popular y a la lucha
por la justicia de los oprimidos, hay otros que piensan que la ruptura de las instituciones
que resguardan las libertades y derechos de todos, es una represión contra quienes no
piensan y sienten de la misma manera y en última instancia favorables a oligarquías
dominantes o que pretenden transformarse en esto. Sin embargo continuamos en la
confusión.

Las notas específicas del fenómeno populista

La otra manera de distinguir un significado más preciso del populismo, es describir el


fenómeno observando ejemplos concretos, en lo cual hay acuerdo al menos en llamarlos
populistas, ya se esté a favor o en contra.

Para esto tomemos un ejemplo, con respecto al cual la opinión predominante, es llamarlo
populista. En este sentido hasta el mismo Laclau le llamó populista al gobierno de Hugo
Chavez en en Venezuela.

En medio de un desorden y una inseguridad creadas de ex profeso por el gobierno, Laclau


propone crear al enemigo. Entonces el gobierno se aprovecha de la inseguridad y el
desorden, para organizar sus propios grupos descentralizados, a los que utiliza para
presionar o reprimir a sus enemigos políticos. En otras palabras se establece una
dictadura indirecta que mantiene las formalidades constitucionales. No obstante los
grupos, que se manifiestan, pertenezcan al gobierno o no, son representantes de estos
sectores. Su característica es que lo hacen por afuera de las instituciones, ilegalmente,
cuestionando la legitimidad del régimen y sobre todo pretendiendo representar al pueblo,
31

cuando pasan a lo que Laclau llamó una ampliación “universal” de los intereses
particulares de cada grupo.

La pretensión de representantes “universales” del pueblo no es así, sino no necesitarían


del desorden. En esto se distinguen de una dictadura popular, ya que esta no necesita del
populismo y quiere establecer el orden.

Sin embargo este tipo de representación populista, por su mismo origen es inestable y sin
uniformidad. Sus representantes son líderes de poca extensión popular.

Estas acciones grupales suelen ser violentas y por lo general ilegales. Teniendo en cuenta
el ejemplo adoptado, conducen a una dictadura. En consecuencia si bien representa
distintos sectores y obtiene algunos objetivos para ellos, esta representación tiene variable
intensidad y provoca graves conflictos con otros múltiples grupos que siguen el camino
institucional. La representatividad de estos grupos termina no solo por su variación e
informalidad, sino por el interés del gobierno en afirmar su autoridad, cuando consigue
suficiente consenso para instalar una dictadura..

Conclusiones

1.-En conclusión el concepto multidimensional de representación política de Ptkin, nos


permite analizar las relaciones entre la “Representación Formal”, la “Descriptiva” y la
“Simbólica” con respecto a la “Representación Sustantiva”. Pudiendo observar de esta
manera la “infrarrepresentación” y la “sobrerrepresentación” (Sartori, 1978, 1), el
alejamiento de la “representación exacta” (Sartori, 1988, 181) y sus resultados en la
representación como acción, que Pitkin vincula a la “sensibilidad” del representante, es
decir con que intensidad el representante se identifica con sus representados. Esta falta de
identidad entre ellos es lo que ha desacreditado al régimen representativo democrático.Lo
cual en parte se debe a factores morales, es decir culturales. En la medida en que el
representante no se siente identificado con sus representados, no solo no los interpreta
sino que se desvía de la defensa de los intereses de estos y usa su libertad para favorecer
sus propios intereses. Esta situación genera la disminución de representatividad del
representante. La identificación del representado con el representante es baja.
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2.-Además, el sistema electoral colabora en este divorcio, cuando, en los distritos grandes,
el representado elije sin conocer a su representante sobre listas con muchos candidatos
que son desconocidos, en su conjunto, hasta por los dirigentes partidarios. Esto debilita la
“accountability” y aumenta la representación de las oligarquías partidarias en detrimento
de los representados.

3.-Volviendo a los motivos morales y por ende culturales, cuando el representante no tiene
internalizada la Constitución, especialmente en su espíritu es decir sus valores, rompe con
la “voluntad general”. Esto es en parte producto de la ausencia de los valores
fundamentales del espíritu de la Constitución, en el pueblo que lo elige y que no ejerce su
“accountability”

4.-Por otra parte los representantes legislativos han sido sobrepasados por los medios de
comunicación, que en sus demandas se identifican más con las necesidades del pueblo y de
sus sectores y de estos con ellos..

La representación mediática y las redes sociales han dejado de lado a los debates
parlamentarios, la exposición de los políticos se da ante los medios, pero no todos
concurren a los mismos, queda una zona obscura de diputados y senadores que al no
exponerse a los mismos, pueden ignorar la identificación que les corresponde con sus
representados y con la Constitución que juraron respetar. La representación mediatica es
muy fluida, es decir variable y la representación formal es reemplazada por el interés e
identificación con los valores de la audiencia.

5.-No obstante este control mediático que sobreilumina el escenario político, debilita la
llamada “Ley de Hierro de la Oligarquía” (Michels, 1.969). Oligarquía que tienden a
formar los representantes tanto legislativos como del ejecutivo. Como dijo Montesquieu
en el Espíritu de las Leyes, solo el poder controla al poder y el Poder Representativo es
controlado por el poder de medios plurales y asu vez representativos.

6.-La representación populista, tiene como carácter la confusión de la cual un gobierno


saca partido para instalar una dictadura indirecta, que culmina como en el caso tratado,
en una dictadura abierta.
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7.-En cuanto al régimen representativo democrático, fundamentalmente debe existir una


moral en el pueblo, base de la república (Montesquieu) y una internalización en este, no
de toda la Constitución, pero sí de sus valores esenciales, como el respeto a la
nacionalidad, las normas y fundamentalmente a la libertad de los habitantes.De no existir
este cimiento moral, la sobreiluminación de los medios sobre los representantes, se ve
debilitada. Como dijo Montesquieu en el Espíritu de las Leyes, la República se basa en la
virtud y la de los representantes políticos depende de la moral de sus representados.

Dr.. Carlos E. Viana, Profesor de Teoría Política I e Introducción a la Ciencia Política en la Universidad
Abierta Interamericana y miembo del Centro de Estudios Políticos y Estratégicos de la Universidad del
Museo Social Argentino.

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