Consideraciones generales
Una droga es cualquier sustancia química, natural o sintética, que una vez ingerida
altera la conducta, la percepción, modifica el estado de ánimo, aumenta o disminuye el
rendimiento físico o psíquico. Su característica más importante es que crean hábitos,
hay un deseo irreprimible de repetir su uso, porque confieren al hombre una sensación
de bienestar.
Los motivos principales de todas las toxomanías son el miedo al dolor y el ansia de bienestar.
Todas las drogas que causan dependencia son nocivas para la salud y conducen a trastornos
que se manifiestan por dolores internos, perdidas del conocimiento y perturbaciones nerviosas
cada vez más graves que terminan en crisis de alucinaciones y delirios, semejantes a los de la
esquizofrenia.
Las bases neurológicas de la dependencia a las drogas están casi comprobadas. Se habla de
una alteración en los niveles de dopamina en determinadas áreas cerebrales como principal
causante de adicción. Las drogas adictivas pueden cambiar el cerebro de modos
fundamentales, dice Leshler (*), al producir ansia y consumo de drogas compulsivos e
incontrolables.
¿Es la adicción a las drogas una enfermedad cerebral? Si es así, ¿Cuál sería un posible
tratamiento? Esto es lo que me propuse investigar para realizar esta monografía. .
* Alan Leshner: director de National Institute on Drug Abuse de Rockville (Maryland, U.S.A)
No hay duda de que hay diferencias individuales en las experiencias de consumo de drogas, y
que no todos se convierten en adictos con la misma facilidad, unos lo hacen con marcada
rapidez, mientras que otros no tan rapidamente. Esto dependerá seguramente de los genes y
de otros factores como el ambiente, el contexto social y de la persona misma.
¿Cuán Central es el rol de la dopamina en las diferentes adicciones? Los científicos están
tratando de averiguarlo. No es accidental, aseguran, que la gente sea taraída por las drogas.
La mayoría de las drogas adictivas mayores, así sean estimulantes como la cocaína o
depresores como la heroína, imitan la estructura de los neurotransmisores. Los
neurotransmisores son las sustancias que subyacen o que “están detrás” de cada
pensamiento, de cada emoción, de los procesos de aprendizaje y de la memoria; ellas elevan
las señales entre todas las células nerviosas del cerebro.
Las neuronas que producen este mensajero molecular son sorprendentemente raras. Estas
neuronas influyen en la actividad neurológica en varias regiones cerebrales, incluyendo el
núcleo accumbens, una primitiva estructura que es una especie de “llave” del centro de placer
cerebral. A nivel bioquímico, todas las experiencias que el ser humano encuentra placenteras
(ya sea escuchar música, comer un chocolate, abrazar a un ser querido) se deben a un
aumento, a una especie de “explosión” de dopamina en el núcleo accumbens.
La dopamina es una amina biógena, es, junto con la noradrenalina y la serotonina, una
catecolamina que se sintetiza primariamente desde el aminoácido tirosina. Hay tres tractos
dopaminergicos importantes en el Sistema Nervioso Central, a saber:
El tracto nigroestrial proyecta desde sus cuerpos celulares en la substancia nigra sobre el
corpus striatum;
el tracto mesolímbico mesocortical proyecta desde sus cuerpos celulares en el área Tegmental
Ventral (ATV), hacia la mayor parte de las áreas de la corteza cerebral y del Sistema Límbico
La idea de que todo puede estar relacionado a una sóla sustancia química ha interesado
profundamente a los científicos y ha cambiado el modo de mirar una amplia gama de
dependencias. La dopamina no es sólo un químico que transmite señales de placer sino que
es también la más importante molécula involucrada en la adicción.
Esto no significa que la dopamina sea la única sustancia química que determina el abuso
crónico de drogas, sabemos que el cerebro es mucho más complejo. Las drogas modulan una
gran variedad de químicos cerebrales cada uno de los cuales interactúa con los demás.
La hipótesios de la dopamina provee un marco de trabajo para entender como una clave
genética (como la tendencia a producir poca dopamina por ejemplo) puede interactuar con el
ambiente y crear una disfunción seria en la conducta.
En estos años se han encontrado mas evidencias que relacionan a la dopamina con la
adicción a las drogas. A saber: las anfetaminas estimulan la producción de dopamina en las
células; la cocaína bloquea una enzima denominada DAT cuya función normal es absorber la
dopamina que descargan las neuronas siendo la consecuencia de este bloqueo un incremento
generalizado de la dopamina en el cerebro; la heroína se une al receptor del neurotransmisor
y estimula directamente los canales de refuezo; la nicotina y el alcohol desencadenan una
compleja “cascada química” que eleva los niveles de dopamina y además hay un químico
desconocido en el cigarrillo que aumenta los niveles de dopamina bloqueando la enzima MAO
B.
La dopamina , como ya mencioné, es más que una molécula de placer, también juega un
extraordinario papel en lo referente al aprendizaje y a la memoria. El grado en que el
aprendizaje y la memoria sostienen, por así decirlo, el proceso adictivo, está siendo estudiado.
Cada vez que un neurotransmisor como la dopamina llega a una sinapsis, los circuitos que
gatillan el pensamiento y la motivación a la acción son disparados y esparcidos por el cerebro.
Además el neurotransmisor que mantiene la adicción es tan potente que las personas,
objetos, situaciones y lugares en que se consumió la droga quedan impresos en la memoria.
Se ha demostrado también que estimulados por el olor a tabaco los fumadores no pueden
controlar la urgencia por prenderse un cigarrillo así como los perros de Pavlov no podían dejar
de salivar.
El cerebro tiene varias formas de asegurar que el acto irracional de tomar drogas, que causa
placer por estar involucrada la dopamina, vaya a ser reparado. Imágenes PET revelan que la
absorbción de la cocaína por las neuronas esta marcadamente reducida en los adictos a esta
sustancia en contraste con sujetos normales. Una posible explicación sería la siguiente: las
neuronas de los adictos, ”asaltadas” por una anormal y elevada cantidad de dopamina
responden defensivamente y reducen el número de receptores de dopamina. En ausencia de
drogas estas neuronas probablemente esperimenten un déficit de dopamina, lo que explica el
porque los drogadictos empiezan tomando drogas para sentirse mejor para luego tener que
consumirlas para evitar la sensación de caimiento y de malestar, como así también el porqué
necesitan cada vez más sustancia para lograr el mismo efecto.
Otros estudios llevados a cabo en cocainómanos han demostrado una marcada inhabilidad
para procesar glucosa (la mayor fuente de energía de trabajo de las neuronas) a nivel
cerebral. Esta inhabilidad se da sobre todo a nivel de la Corteza Prefrontal, un área rica en
dopamina que controla la conducta irracional e impulsiva.
Los adictos por lo tanto, presentan algunos síntomas de los pacientes que han sufrido
isquemias o lesiones en la Corteza Prefrontal. Un daño en esta área del cerebro, como ya dije,
destruiría el compás emocional que controla las conductas que el paciente conoce y sabe
inaceptables.
¿Puede ser que los problemas de adicción a las drogas estén en relación con algun factor
hereditario? ¿Puede ser que una incapacidad para absorver dopamina sea la causa de una
preponderancia al consumo en los sujetos que presentan esta disfunción?
Estas son especulaciones controvertidas, por lo que sugieren que muchas personas estarían o
están genéticamente predispuestas a abusar de drogas. Lo que si no es un tema controvertido
es el costo social del abuso de drogas, que sea lo que sea que lo cause, es enorme: el tabaco
aumenta el riesgo de cáncer y de problemas cardíacos; el alcohol es la principal causa de
violencia doméstica; las agujas utilizadas por los cocainomanos y los heroínomanos para
inyectarse las sustancias aumentan las probabilidades de SIDA.
Los americanos tienden a pensar que la adicción es una falla en el carácter. Pero este
estereotipo esta siendo dejado de lado actualmente para reconocer que la dependencia a las
drogas tiene claras bases biológicas. Muchos científicos se atreven a decir que la adicción es
una enfermedad cerebral que no es diferente de otros tipos de enfermedades mentales.
Podríamos pensar así a la dopamina como una recompensa que el cerebro distribuye a las
redes neuronales para mejorar las opciones de supervivencia.
Reconocer que la adicción a las drogas es una enfermedad cerebral puede ser un factor clave
para poner el problema del abuso de sustancias bajo control. Se necesita ver al adicto como
alguien cuya mente (léase: cerebro) ha sido fundamentalmente alterada por las drogas. Si
entonces podemos reconocer a la adicción como un desorden cerebral crónico se establece el
foco de atención en el tratamiento medico. Desde que las drogas realizan cambios en los
procesos cerebrales, el principal objetivo de tratamiento debe ser revertir y compensar dichas
modificaciones. Una terapia con medicamentos y de comportamiento podrá compensar ewl
ciclo de la adicción que si se mantiene sin tratamiento, puede perjudicar a los afectados de por
vida.
La heroína es un opioide que actúa sobre los receptores cerebrales del mismo nombre.
Es una droga derivada de la morfina, la cual se obtiene de la flor de opio. Se conoce con los
nombres de “Azúcar Negra”, “Smack”, “Horse”, “Big H”, entre otros.
Es un polvo de color blanco a marrón oscuro o sustancia parecida al alquitrán. Su aspecto
puede variar de acuerdo a los procesos de purificación a los que se haya sometido.
La diacetilmorfina o heroína puede ser ingerida en forma de comprimidos, o secante con unas
gotas, aspirada por la nariz, hasta 3 o 4 gramos diarios, fumada (llegando al cerebro en
aproximadamente 7 segundos). Su forma de administración más frecuente es la inyectada, ya
sea intravenosa o subcutánea. Si se inyecta a la vena o a un músculo, su efecto llega al
cerebro entre 15 o 30 segundos.
Los efectos de la heroína son básicamente los mismos que los de la morfina pero más graves:
náuseas
estornudos, tos
hemorragia nasal
fatiga
falta de coordinación
desorientación
comportamiento violento
inconsciencia
sofocación
muerte
Elimina la sensación y la percepción, es un depresor del S.N.C. Crea fuerte dependencia física
y psíquica, al igual que rápida tolerancia, en función de la potencia o riqueza de la heroína.
Marcas en venas, Brazos y piernas. Se desarrollan llagas, ulceras y heridas por perforación de
las zonas en que se practican las inyecciones.
El heroinómano debe consumir el bloqueante por vía oral para que, en el caso de volver a
inyectarse la droga, no sienta efecto alguno.
Lo que se consigue con este procedimiento es que el enfermo no sienta la mayor parte de los
trastornos físicos que la abstinencia a opiáceos suele provocar. Después, la forma de
mantener al adicto insensible a los efectos de una nueva dosis de heroína se consigue
mediante la colocación debajo de la piel de un sistema que libere de forma sostenida
naloxona. Con este tratamiento se mantienen permanentemente bloqueados los receptores
cerebrales de opiáceos y la persona no siente los efectos placenteros que una nueva recaída
en la droga le proporcionaría.
Esta terapia tiene bases conductista ya que se espera que bloqueando los efectos agonistas
opiáceos es probable que las personas con dependencia a la heroína u a otros opiáceos
(morfina por ejemplo) pierda el interés por estas sustancias y se descondicione este
comportamiento de ir en busca de ellas.
No obstante, con el tiempo, lo que parecía tener tanto futuro ha ido convirtiéndose en blanco
de las critica. Expertos que en algún momento creían en el se han puesto enteramente en
contra de su utilización.
El 70% de las personas que usaban con frecuencia la heroína redujo de una manera drástica
el uso de esta droga gracias a una terapia en la que la metadona jugaba un papel
fundamental. Asimismo, tanto el ingreso prolongado en instituciones dedicadas a tratar la
adicción, como el internamiento en estas instituciones, pero en períodos más cortos, fueron
eficaces a la hora de controlar un porcentaje alto del problema.
Cualquiera, por lo tanto, que pretenda encarar la heroinomanía con la ciencia en la mano tiene
que ser consciente de que el mejor aliado para conseguir de momento este propósito es la
metadona administrada por vía oral.
La metadona fue descubierta por los científicos durante la segunda guerra mundial, es un
estupefaciente sintético con los que se ha tratado de eliminar los riesgos tóxicos de la morfina
y la heroína.
Farmacocinética: Buena absorción tras su administración oral. Inicio de su acción tras dosis
oral, 30-60 minutos y a los 10-20 minutos tras su administración parenteral. La duración de su
acción es mayor cuando se administra por vía oral (6-8 horas, pudiendo prolongarse hasta 22-
48 horas en opiáceo-dependientes y en aquellos que reciben dosis repetitivas de etadona).
Los efectos depresores por sobredosificación pueden persistir 36-48 horas. Vida media oscila
entre 13-47 horas. Los efectos acumulativos y su eliminación prolongada se explican por su
elevada unión a los tejidos.
Las ventajas de su utilización son básicamente tres: reduce el riesgo del contagio del virus HIV
ya que libera a la persona de la heroína inyectable; raramente produce euforia depresión o
somnolencia cuando se la administra por periodos prolongados; y por ultimo permite al
paciente reintegrarse a la sociedad ya que no necesita realizar actos criminales para
conseguir la heroína. Aunque sus ventajas son considerables, el paciente sigue dependiendo
de un narcótico
El competidor de la metadona
Los adictos a la heroína puede que sean capaces de reducir su consumo de la droga en un
90% con una medicación cuyos efectos son más duraderos que los proporcionados por la
metadona. Esta es la conclusión de un trabajo realizado con el medicamento LAAM
(hidrocloruro de acetato levometadil) que ha sido publicado en el Jornal of the American
Medical Association.
El estudio confirma que los pacientes sólo necesitaron tomar el producto tres veces a la
semana para desengancharse de la heroína. Por el contrario, la metadona, el tratamiento más
extendido contra este tipo de adicción, tiene que administrarse como ya se dijo, a diario. El
trabajo realizado por los investigadores de la Unidad de Investigación del Comportamiento
Farmacológico de la Universidad de Medicina Johns Hopkins, en Balmitore, EEUU, demuestra
que la ingesta de LAAM puede reducir el consumo de la heroína cuando se administra tres
veces a la semana tanto en dosis bajas, medias o altas. Sin embargo, su efectividad aumenta
con niveles más elevados. En el trabajo participaron 180 voluntarios (70 mujeres y 110
varones) adictos a la heroína. Ninguno había estado incluido en un programa de
desintoxicación.
Antes de recibir el producto, los pacientes tuvieron un consumo medio de heroína de 29 días
en los últimos 30 días. Tras 17 semanas de terapia con las dosis más altas del producto, el
consumo se redujo a 2,5 días en los últimos 30 días.- En el grupo que recibió dosis medias, el
consumo de heroína descendió a 4,1 días; y a 6,3 en los pacientes con dosis más bajas de
LAAM. El estudio determina que entre los adictos que tomaron dosis más altas de LAAM se
demostró una capacidad dos veces mayor para mantener la abstinencia completa durante
cuatro semanas, en comparación con los que tomaron dosis bajas.
Conclusiones
Las drogas adictivas pueden cambiar el cerebro de modos fundamentales. Hay que separar el
consumo inicial de la droga de la adicción. Si bien la adicción es el resultado del consumo
voluntario de drogas, la misma ya no es un comportamiento voluntario, es un comportamiento
incontrolable. De modo que el consumo y la adicción a las drogas no son parte de un solo
proceso continuo. Uno procede del otro, pero el individuo pasa en realidad a un estado
cualitativamente diferente. En algún punto del patrón de drogadependencia se dispara un
switch neurológico. Cuando esto ocurre el individuo se mueve al estrato de la adicción.
Con esto no quiero decir que debemos poner a los drogadependientes en alguna institucion
cerrada como se hacia con los esquizofrénicos a principio de siglo, sino que al igual que ellos
los drogadictos necesitan de tratamiento médico que acompañe la terapia para que el proceso
de recuperación se lleve a cabo satisfactoriamente.
bibliografía
Entrevista con el doctor Leshner: “La adicción a las drogas es una enfermedad cerebral”
Julio de 1997
1 de Mayo de 1997
18 de Diciembre de 1997
27 de Noviembre de 1997
26 de Junio de 1997
22 de enero de 1998
The Harvard Medical School Mental health letter: “Drug Abuse and Dependence”
The Harvard Mental Health Letter: “Treatment of drug Abuse and adicction”