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NUMANCIA ETERNA

2150 aniversario:

la memoria de un símbolo

NUMANCIA

201 7

JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN


Consejería de Cultura y Turismo
2017
1193

LA PANOPUA DE LOS NUMANTINOS

El papel de Numancia en los acontecimientos béli­ que transformarla radicalmente la cultura celtibérica,
cos del siglo JI ae., las llamadas Guerras Celtibéri­ en lo que constituye un o de los principales episodios
cas, es bien conocido a partir de la información de choque , destrucción y absorción del mundo celta
proporcionada por las fuentes literarias grecolatinas. por Roma .
La importancia de la ciudad en el connicto se acre­
Los datos procedentes de Numancia se complemen­
cienta a partir del 154 ae., en lo que se co no ce
tan con la informaCión proporcionada por otros yaci­
como Guerra de Numancia, que culminaría en el
mi entos celtibéricos con los que guarda notables
verano de 133 a.e. cuando fue destruida por el
semejanzas, como las necrópolis de Termes, Uxama
general romano Escipión, después de casi un año de
sitio. Los relatos de las guerras nos describen el o Arcóbriga. Además contamos con el armamento
armamento de los celtíberos y su rol en la sociedad identificado en otros asentamientos, pudiendo desta­
del momento, ofrecen datos sobre sus tácticas mili­ car las recuperadas por B. Taracena sobre todo en
tares y su forma de lucha , que incluye desde golpes Langa de Du ero (Soria), aunque siempre en número
de mano y emboscadas hasta combates multitudi­ muy inferior al obtenido en los cementerios, y como
narios , así como so bre sus sistemas de pactos y sus en el caso de Numancia, sin la posibilidad por lo
rituales guerreros. común de reconstruir equipos personales

Hasta hace unos años, el conocimiento directo de las Otra fuente son las representaciones iconográficas,
armas utilizadas por los numantinos durante el con­ destacando el excepcional repertorio de cerámicas
nicto se limitaba a los hallazgos realizados en las exca­ pintadas, algunas con la representación de guerreros,
vacio nes e n la ciudad desde hace más de un siglo, a veces protagonizando escenas de combate (fig 1.1),
aunque la información resultaba excesivamente frag­ recuperadas en su gran mayorla en el oppidum numan­
mentaria, siendo complejo indivi.dualizar el arma­ tino. Aunque han venido [echándose en época tardía ,
mento utilizado por los defensores, al tiempo que ya del siglo 1 a. e, sigue habiendo de bate sobre su cro­
faltaban las asociaciones que nos permitieran recons­ nología, pues podrian ser anteriores al 133 ae. Ade­
truir las panoplias y poder determinar su posible evo­ más, contamos con algunas piezas de toréutica (como
lución. El descubrimiento en 1993 de la necrópolis las fíbulas de jinete o los llamados signa equitum , entre
\incu lada al oppidum de Numancia ha venido a com­ los que destacan los recuperados en Numancia), o la
pletar la información sobre este trascendental periodo iconografía moneta!.
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La necrópolis de Numancia y El papel destacado del armamento en la sociedad


el a.rmamento de los numantinos celtibérica se confirma por la elevada proporción de
tumbas con armas, pues en Numancia se recupera­
La necrópolis numantina ha proporcionado uno de
ron en 74 conjuntos, lo que supone prácticamente
los registros funerarios más destacados del ámbito
el 50% del total, algo por otro lado ya registrado
celtibérico, tanto por el número de sepulturas identi­
entre las necrópolis arévacas, como sería el caso de
ficadas, 155, como por las características del material
La Mercadera (Lonio, 1990; Id. 1994: 229; Id. 2005
recuperado y la calidad de la información obtenida.
144 , 173 Y 315) De ellas , 31 proceden de la zona
El área excavada evidencia una organización de las
central , la más antigua , y 43 de la periferia, aunque
sepulturas en diferentes zonas , con espacios interme­
su representatividad pase de un 53,5 % en la fase ini­
dios con menor densidad o incluso ausencia de
cial al 43,4% respecto al total de la zona en la más
sepulturas. Las tumbas más antiguas, que se han
reciente, dado el mayor número de sepulturas ads­
fechado desde finales del siglo Jll / inicios del¡¡ aC
critas a este momento Oimeno et alii. 2004 235, fig .
hasta quizás mediados de la centuria, ocupan el área
166) Los datos de Numancia podrían relacionarse
central, mientras que otros grupos más modernos ,
con la tendencia a la reducción del armamento a par­
anteriores en cualquier caso al 133 a.C, se disponen tir del siglo JlI a.C que se observa en algunas necró­
a su alrededor, con cambios significativos en las polis celtibéricas. Allí , la fase más reciente del
características de los ajuares , evidencia de las impor­ cementerio evidencia un incremento de la población
tantes transformaciones que afectaron a la sociedad enterrada, al tiempo que una mayor concentración
celtibérica durante el siglo 11 a.C, y que también se de la riqueza en unas pocas tumbas, en las que el
reflejan en los equipos militares. armamento no es ya el elemento de mayor valor sim­
El armamento recuperado confirma en cierta medida bólico Oimeno et al. 2004 346 Y 348) De esta
la continuidad de las panoplias y elementos militares forma, la necrópolis de Numancia se configura como
asociados de la fase más avanzada del celtibérico un escenario excepcional en el que evaluar las trans­
pleno, que cabe fechar entre finales del s. IV y todo el formaciones de la sociedad celtibérica a lo largo de
s. III a.e. En general, durante la fase más antigua de la las 3 ó 4 generaciones durante las que estuvo en uso
necrópolis se registra una mayor presencia de armas y el cementerio, un periodo especialmente convulso
una mayor complejidad de los equipos militares, marcado por las guerras contra Roma üimeno et alii.
pudiendo destacar la presenCIa de espadas de La Tene, 2004 346 ss)
exclusivas de esta fase , y sobre todo de puñales de La costumbre de los celtíberos , común por otro lado
frontón , el tipo mayoritario, aunque también se regis­ a otros pueblos protohistóricos de la Península Ibé­
tre alguno bidiscoidal , además de armas de astil y escu­ rica, de depositar las armas en las sepulturas, hace
dos, individualizándose una mayor variabilidad en las que los cementerios se configuren como espacios pri­
asociaciones de armas, con hasta 9 tipos diferentes (fig. vilegiados para analizar las características de las pano­
12). Por su parte, en la zona periférica, donde como plias y su evolución , pues en la mayor parte de los
hemos señalado se localizan los ajuares más modernos, casos no parece que haya duda de estar ante equipos
se registra una reducción del número de armas y una personales. Existen, no obstante , limitaciones deriva­
simplificación de los equipos, con presencia mayori­ das de la utilización de materiales perecederos para
taria ahora de los puñales bidiscoidales (fig. 21), a la realización de muchas de estas armas, no conser­
veces con ricas decoraciones, y uno solo de frontón, vados por lo común. A esta pérdida contribuiría el
un modelo que se mantendría de forma residual , así ritual funerario más extendido entre los celtíberos,
como de armas de astil, algunos elementos de escudo consistente en la cremación del cadáver, en muchos
y el único casco recuperado en la necrópolis, un ele­ casos Junto a los elementos del ajuar, a veces objeto
mento singular, aunque recuperado en un sepultura de inutilización. A todo ello se añadiría la posterior
que proporcionó un sencillo ajuar (fig. 23) recogida de los restos para su traslado a la sepultura,
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lo que como veremos podria explicar equipos clara­ caídos en combate eran expuestos para ser devorados
mente anóma los , aunque no debemos olvidar el por buitres, considerados aves sagradas. Aunque no
carácter marcadamente simbólico de los conjuntos tengamos constancia de cómo se realizaban estos
funerarios y el todavía limitado conocimiento que rituales, no debemos dejar de tenerlos en considera­
tenemos de la ritualidad que rodea estos espacios. ción, sobre todo cuando, como en el caso de Numan­
De esta forma , el ritual de la cremación implicaba la cia, los cementerios evidencian importantes cambios
destrucción total o parcial de algunas de las armas en las características de los ajuares a lo largo del siglo
que las integraban , como las vainas de material pere­ JI a.C, cambios que afectaron al papel simbólico del
cedero de las espadas latenienses, los elementos de armamento durante esta trascendental etapa, a lo que
madera o cuero de los escudos o los astil es de madera no debió ser ajeno el trasfondo bélico de las Guerras
de las puntas de lanza y jabalina, por citar so lo los Celtibéricas.
ejemplos más extremos.
En la necrópolis de Numancia las espadas o los puña­
les aparecen sistemáticamente plegados, resultando
Las armas ofensivas: espadas, puflales
igualmente afectadas la mayoría de las armas de astil, y armas de astil
lo que también ocurre con el armamento defensivo, Solo se han recuperado 5 espadas Uimeno et al. 2004
como los umbos de escudo o el único casco conser­ 235-237 , fig 167 Y 169), localizadas en la zona cen­
vado, del que solamente se depositó en la tumba un tral del ce menterio , todas ellas pertenecientes al tipo
fragmento que incluía parte de la calota y una cani­ La Tene , caracterizadas por sus largas h ojas rectas de
llera (vid. infra). Estos procesos condicionan nuestro lados paralelos y su espiga de enmangue. Solo dos de
conocimiento del armamento, hasta el punto de que ellas aparecieron com ple tas, presentando la de la
desconocemos las dimensiones reales de los escudos tumba 6 1, de 72 cm de longitud, una sección de cua­
o incluso su forma, o la longitud de las armas arroja­ tro mesas y corte a doble bisel, mientras que la de
dizas, aunque la iconografía numantina O las noticias sepultura 1, que alcanzó los 75,5 cm, ofrece sección
aportadas por las fuentes literarias nos faci liten infor­ lenticular, evide ncia de su mayor modernidad , asimi­
mación complementaria lándose a los tipos B1.2 y B1.3 de García ]iménez
Las ausencias en los aj uares de ciertos elementos son (20 12 11 6-11 7, fig. 236,1111,241,1110,246,1112,
siempre difíciles de determinar, pues atribuir el des­ 25 1,11 09 y 1113), mal fechados en general, pues
cuido en la recogida de los restos de la pira no per­ solo las piezas numantinas ofrecen una datación fia­
mite explicar el olvido de una pieza tan señe ra - iY ble. No aparecieron asociadas a vainas metálicas, algo
además de buen tamaño L como un puñal, por lo que frecuente, 10 que se ha relacionado con el hecho de
deben tenerse en cuanta otras posibles interpretacio­ estar realizadas en ma terial orgánico. Este tip o de
nes que justificaran que nunca llegara a depositarse en espada aparece reproducido en las cerámicas numan­
la sepultura, y posiblemente tampoco en la pira fune­ tinas, aunque con hojas en general fusiformes, des­
raria, aunque sí hubiera una clara voluntad de indicar tacando el 'vaso de los guerreros' (fig. 1.1), donde la
su presencia a través de la colocación de la vaina. En hOja presenta el característico nervio central y la
Numancia resulta significativa además la presencia de empuñadura el remate trebolado Uimeno et al. 2004:
vainas en tumbas con adornos (y sin armas) lo que fig. 168: García 2012 fig.94)
parece evidenciar una acción intencionada.
Como es habitual entre los celtíberos, la espada forma
La certeza de que no todos los miembros de la socie­ parte de ajuares destacados en la necrópolis numan­
dad tenían cabida en los cementerios es corroborada tina, lo que evidencia su rol en la sociedad ce ltibé­
en el caso ce ltibérico , justamente por lo que respecta rica, por lo común asociado a un puña l, como
a los guerreros, ya que según nos relatan las fuentes confirman cuatro de las tumbas (l , 4 , 6 1 y 69) (fig.
literarias y nos confirma la iconografía numantina, los 1.2), aunque en dos de ellas únicamente se registrara
su vaina. La utilización de ambos tipos de armas for­ lado izquierdo, lo que indica diferentes formas de
mando parte de un mismo equipo individual está portarlo. Los anversos con frecuencia presentan una
bien documentada desde el Celtibérico Pleno , algo chapa de hierro, o a veces de bronce, repUjada o tro­
que habría llamado la atención de Polibio (en Diod. quelada (Círculos) , calada (segmentos o medias
5,33), señalando que los celtíberos usaban conjun­ lunas, triángulos, rectángulos o Círculos), incisa (Cír­
tamente espadas de dos filos junto a puñales de un culos , simples o concéntricos, puntos y líneas) o
palmo de longitud, de los que se sirven en los com­ excepcionalmente damasquinada en plata. Hay vainas
bates cuerpo a cuerpo (Lorrio 2005 189) enterizas de hierro (decoradas con calados o repUja­
dos) o bronce , más excepcionales, que decoran los
Mucho más numerosos son los puñales, de los que se
refuerzos, como el superior, con incisiones y granetti,
han documentado 36, recuperados en 34 tumbas, ya
a veces con hilos de plata (tumba 80). Destaca la
que en dos de ellas aparecieron otros tantos ejemplares,
variabilidad de las decoraciones, lo que debe relacio­
algo poco habitual, a lo que deben añadirse 12 vainas
narse con el carácter artesanal de las piezas y el carác­
sin puñal, seguramente depositadas en representación
ter individual de cada una de estas piezas üimeno et
del conjunto, lo que sitúa en un 30% de! total la pro­
alii. 2004: fig. 177)
porción de sepulturas con la presencia de este tipo de
objeto , confinnando su papel emblemático en la socie­ Se trata de modelos bien conocidos en e! mundo cel­
dad celtibérica üimeno et alii. 2004 239-246, figs. tibérico, aunque su dispersión exceda con mucho la
170-177) Resulta significativa la similar presencia de de la Celtiberia de las fuentes clásicas, cuyo origen se
puñales en las diferentes zonas individualizas , aunque remonta a las etapas precedentes (Kavanagh 2008;
proporcionalmente su representatividad se reduzca a Lorrio 2016 245) Los datos aportados por la necró­
la mitad en la periferia. Por lo común , en la mayoría polis de Numancia resultan de gran interés, pues aun­
de los casos se depositaron junto a sus vainas , de las que ambos modelos se documentan en número
que se conservan los restos de su estructura metá­ similar, la gran mayoría de los de frontón proceden
lica, aunque su ausencia plantee la duda sobre si se de la zona central del cementerio , la más antigua,
utilizaban también vainas de material perecedero, sin mientras que los bidiscoidales aparecen tanto en esa
descartar los problemas derivados del ritual, como zona como en la periferia, aunque su número sea
veremos. mayor en la de fecha más reciente , donde solo se ha
identificado un eJemplar del tipo de frontón üimeno
Los tipos responden de forma mayoritaria a dos et aL 2004, figs. 172-173) Estos datos resultan enor­
modelos caracterizados por sus empuñaduras de tri­ memente elocuentes y en gran medida concuerdan
ple chapa, el biglobular, o bidiscoidal, propiamente con lo que sabemos para estas armas a partir de otros
dicho Cfig. 21), Ye! de frontón, que sustituye e! pomo yacimientos celtibélicos (Lonio 2005 179, 180, 183,
por un remate en forma semicircular (fig. 12) A 186 Y 190; Id. 2016 259-262), donde los eJemplares
veces se decoran las láminas exteriores de la empu­ de frontón, el tipo más antiguo, se mantendrán hasta
ñadura con chapado de bronce y, sobre todo los bidis­ finales del siglo ll, cuando serán sustituidos definiti­
coidales , damasquinado de plata. Los de frontón vamente por los ejemplares bidiscoidales, un proceso
tienen un tamaño algo mayor, con longitudes en que en la necrópolis de Numancia parece constatarse
torno a los 29 cm, aunque una pieza alcance los 33 ,5 a partir de un momento que cabe situar quizás hacia
cm, mientras que el tipo biglobular oscila entre 27 y mediados del siglo II a.C Llama la atención, no obs­
28 cm. Todos presentan filos con nervio central , aun­ tante , el elevado número de ejemplares de frontón
que los primeros tienen los lados rectos convergentes recuperados en este cementerio y su mayor represen­
y los segundos tendencia pistiliforme Las vainas, en tatividad frente al modelo bidiscoidal en las fases más
muchos casos de cuero, conservan solo las cantone­ antiguas del cementerio, fechadas a partir de finales
ras laterales y los travesaños de refuerzo, con dos ani­ del s. 111 aC, algo que resulta más frecuente en cro­
llas escalonadas en los lados opuestos o ambas en su nologías anteriores (Filloy 2002 ; Lorrio 2005. 179)
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Quesada, dIbuJo. '.

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Además, se recuperó un puñal "de filos laterales" y guísimos tubos de enmangue (f¡g. 24), algunas,
empuñadura de espiga (De Pablo 2010 368) , un tipO como la de la tumba 10, de más de 45 cm, aunque
derivado al parecer de los puñales bernorianos más su punta presente solo 7 cm, mientras que las meno­
evolucionados, característicos del área vaccea yautri­ res , de vástago cuadrado, ofrecen puntas lanceoladas
gona durante los siglos 1l-1 aC., aunque con ejemplos o triangulares de tan solo 2-3 cm de largo üimeno et
en otros territorios, como la zona berona, la celtibé­ alii. 2004 254-255, figs. 179 y 184) Respecto a las
rica o la vetona (De Pablo 2010: Hg. 3) Se documentó conteras, no siempre son evidencia de la presencia de
en la tumba 60, siendo uno de los dos casos registra­ armas , toda vez que también acompañan a los bácu­
dos en la necrópolis en los que se depositaron dos los o signa equitum Uimeno et a!ii. 2004 254-255,
puñales en una mlsma sepultura. Dado el carácter figs 178 y 183) Por su parte, ciertas piezas de ele­
emblemático que debieron tener los puñales para los mento tubular más estrecho y punzante se han inter­
numantinos, pues constituyen obj etos de prestigio, la pretado como 'picas' o 'acicates', aunque de los 10
presencia de un segundo ejemplar del mismo tipo casos conocidos solo se asocia en uno con otras armas
debe relacionarse con alguna clase de ofrenda, excep­ Uimeno et alii. 2004 356, fig. 185), lo que dificulta
cional por lo infrecuente , sin descartar que se trate de su interpretación militar.
un regalo o que pudiera ser fruto de un botín , sobre
todo si, como ocurre con una de las piezas de la
tumba 60, se trata de un puñal de un tipo ajeno al Las armas defensivas: escudos, cascos
mundo celtibérico. y otros protectores corporales

Las llamadas armas de astil (que incluyen diversos De las armas defensivas es el escudo la mejor docu­
tipos de lanzas y jabalinas) constituyen el elemento mentada entre los celtiberos (Lonio 2005: 148 y
de la panoplia celtibérica más fre cuente (Lorrio 2005 192) Por Posidonio (en Diod 5,33) sabemos que
148). Solo se conservan a menudo las puntas y los algunos celtíberos iban armados con el escudo galo
regatones, que no siempre aparecen asociados en una oblongo y otros llevaban cyrtias redondas. Si valora­
misma tumba. Las puntas pueden corresponder a lan­ mos las frecuentes representaciones iconográficas de
escudos entre los celtíberos vemos que responden al
zas y jabalinas, a veces difíciles de diferenciar solo a
modelo circular (caetra), siendo buena muestra de
partir de la forma y tamaño de la moharra , pues la
ello las producciones pintadas numantinas , que evi­
ausencia de los astiles de madera dificulta la interpre­
dencian escudos de tamaño medio que seguramente
tación de estas piezas, aunque la presencia de armas
irían pintados (Wattenberg 1963: láms. XI,10 y
arrOjadizas quede demostrada a partir de las puntas
XVI,l). Estarían realizados en materiales perecederos,
de pilum Están documentadas en el 71 ,62 % de las
generalmente madera y/o cuero, a los que se añadi­
tumbas numantinas con armamento (53) (figs. 1.2 y
rían toda una serie de elementos metálicos, que inclu­
3), siendo en 9 de ellas la úni ca arma registrada
yen los umbos, las mamilas para su enmangue y/o
üimeno et ah 2004 246) Las mayores miden entre
las anillas para las correas de transporte (te/aman),
29 y 30 cm (9 cm de cubo), con formas de sauce o
que eran fiJ3dos al armazón mediante remaches o
laurel; otro grupo presenta entre 21 y 23 cm (con
roblones, elementos que en la necrópolis numantina
cubos entre 6 y 8 cm), de laurel o triangulares , formas
estarían realizados de hierro. Numancia ha propor­
que se repiten entra las más pequeñas, con entre 15
cionado 15 tumbas que incluían algún elemento
y 16 cm (y una longitud de 5 a 7 cm), tipos 6 y 12 de
metálico perteneciente al escudo üimeno et alii 2004
Quesada (997) y Il, Ila y IV de Sanz (997) (fig
256-260, figs. 187-189) Destacan los umbos circu­
24)
lares (fig. 22) , de los que se conocen 9 ejemplares
La presencia de armas arrojadizas se concreta en cual­ con su centro en forma de casquete esférico y reborde
quier caso en la presencia de pilum o falarica en cinco plano Aparecen golpeados y doblados , una inutili­
tumbas, caracterizados por sus pequeñas puntas y lar- zación intencionada que debe interpretarse como un
'- -- - -- 200 I t\U:-IA:-;CL\ ETER~A

acto ritual. Además se han recuperado en cuatro casos 2004 264, fig 192 ,[-g) , observándose diferentes
las anillas móviles y los restos de la pieza de fijación modelos, igualmente , en las representaciones mone­
al escudo, de bronce o hierro, utilizadas para fijar las tales, a veces rematados con botones o con crestas
abrazaderas o las co rreas para su transporte, al tiempo (Guadán 1979 68-69; Lorrio 1995 78-79; Id. 2005
que faltan las manillas metálicas, propias de las fases [ig. 80 ,E)
más antiguas de la cultura celtibérica.
Es poca la información sobre los protectores corpo­
Es poca la información que tenemos sobre los cascos rales durante la etapa más avanzada de la cultura cel­
utilizados por los numantinos, al menos si nos limi­ tibérica , aunque su uso sea conocido por alguna
tamos a los datos proporcionados por la necrópolis, noticia de las fuentes literarias o algunas representa­
pues solo se ha recuperado un ejemplar de bronce ciones iconográficas (Lorrio 2005 196) En la necró­
fragmentado en la tumba 39 Oimeno et alii, 2004 polis numantina no se han encontrado evidencias de
262-264) Pertenece al tipo hispano-calcídico, como este tipo de arma, aunque un disco-coraza fuera
evidencia la forma de las carrilleras, el ribete de recuperado por A. Schulten en CastilleJO, uno de los
refuerzo o las perforaciones para aplicar algún ele­ campamentos romanos del cerco escipioniano de
mento en la calota , sobre las carrilleras (fig. 23), aun­ Numancia, lo que permitiría plantear que estas carac­
que evidencia una clara evolución respecto a los terísticas armas hubiesen seguido en uso en el terri­
grupos precedentes, seguramente por su mayor torio celtibérico hasta el siglo 11 aC, sin descartar que
modernidad, asimilándose al tipo 4 de Graells, Lorrio pudiera tratarse de una pieza de cronología anterior.
y Quesada (2014 262) de la referida serie. Las piezas Tal perduración la sugieren igualmente las fíbulas de
del modelo que ofrecen una fecha similar, solo se caballito con Jinete, que en algunos casos portan
conocen a partir de restos muy fragmentarios, lo que sobre el pecho y la espalda sendos discos unidos por
impide percibir algunas diferencias con los modelos cuatro correas (Graells 2012: 141 , fig. 43; Lorrio
más antiguos del grupo, como podría ser el caso del 2016 263, fig. 30) Es interesante la noticia recogida
fragmento encontrado por Schulten en CastillejO por las fuentes literarias sobre el uso de corazas por
(Graells, Lonio y Pérez 2015) También se conocen los lusitanos , cuyo armamento es comparado a
algunos ejemplares de tipo 'Montefortino' formando menudo con el de los celtíberos, señalándose cómo
parte de depósitos o como hallazgos aislados (Mazzoli "la mayor parte lle van corazas de lino", y "pocos cota
2016) Esta aparente pobreza contrasta con las noti­ de malla" (Str 3,3,6), de la que no se conoce ningún
cias aportadas por las fuentes literarias o la iconogra­ resto.
fía , que evidencian una cierta variedad de modelos
Posidonio señala que los cascos de los celtíberos eran Sobre el uso de grebas debemos de nuevo remitir a
de bronce con crestas de color escarlata, a lo que las fuentes literarias (Diod. 5,33; Str. 3,3,6), pues
añade que los lusitanos utilizarían modelos parecidos de acuerdo con Posidonio se sabe que los celtíberos
a los de los celtíberos (en Diod. 5,33-34) Este dato lle vaba n arrolladas a las piernas grebas de pelo La
tiene un cierto interés, pues por Estrabón sabemos utilización de este tipo de elemento la tenemos
que los lusitanos usaban piezas de tres cimeras y 'cas­ constatada por ciertas representaciones vasculares
cos de nervios' (Str 3,3,6; Si\. Ita\. , Puno 16,59), lo numantinas, como el conocido 'vaso de los guerre­
que pudo ser el caso también de los celtíberos. La ros' ([ig. 11) (Wattenberg 1963 lám . XVI,l) o en
cerámica numantina documenta diversos tipos, que una representación singular, el llamado 'guerrero
en ocasiones se remataban por figuras animales o con de Mosqueruela' (Teruel) , una representación pin­
cuernos, incorporando otros con triple o con alta tada en un abrigo en el que un guerrero aparece
cImera (Wa ttenberg 1963 lám . XI,l , 5, 10 , XVI,l; con diversas armas espada recta, escudo cóncavo
Lorrio 2005 fig. 79) Un casque te portan los jinetes al exterior, grebas y un casco de altas aletas, asimi­
reproducidos en las fíbulas y los estandartes cehibé­ lable con el tipo hispano-calcídico (Lorrio y Royo
ricos, con ejemplos en Numancia Oimeno et alil. 2013)
Los equipos militares numantinos anclajes como único elemento de ajuar, algo por com­
pleto anómalo y que de nuevo nos obliga a valorar fac­
Existe una amplia variabilidad en las panoplias
tores simbólicos para justificar la formación de
numantinas (fig. 3) , a lo que como hemos visto no
algunos equipos. El hallazgo de un único casco en una
sería ajeno el propio ritual funerarío. Solo unos pocos
tumba de la periferia poco aporta sobre el uso de este
conjuntos presentan panoplias completas , que inclu­
tipo de elementos, más frecuente que lo que permite
yen espadas , puñal -en dos casos más de un ejem­
vislumbrar el registro de la necrópolis numantina, por
plar-, y una o varias armas de astil -lanzas y/o
lo que su ausencia debe relacionarse con factores sim­
jabalinas de diferentes tipos-. Más frecuentes son los
bólicos, lo que podría explicar igualmente la ausencia
integrados por puñal y lanza, aunque el más nume­
de otras armas como los prote ctores corporales o,
roso sea el que inclu ye un puñal o una lanza Oimeno
como hemos señalado, incluso la infrarrepresentación
et alii. 2004 337)
de armas tan emblemáticas para los celtíberos como
Pocas son las espadas recuperadas en la necrópolis, las espadas Entre los objetos asociados destacan los
todas de tipo La Tene y todas procedentes de la zona elementos relacionados con el uso del caballo, como
central, donde se asocian a los puñales de frontón , bocados, restos de los arreos o espuelas, evidencia de
prácti camente exclusivos de esta zona. Con indepen­ la importancia de la caballería numantina , con una
dencia del tipo, el puñal se constituye en el arma mayor presencia en la periferia, donde se observa una
principal de los numantinos, hasta el punto de que tendencia a asociarse a una única arma , en su mayoría
en dos sepulturas se depositaron otros tantos puñales una lanza, sin que falten las panoplias más completas,
en cada caso. Los datos contrastan con lo que sabe­ como la reflepda en la tumba 144 Oimeno et alií.
mos de otras necrópolis contemporáneas , como 2004 265-272 Y 337) (fig 3)
Arcóbriga , donde las espadas latenienses resultan fre­ Aunque , como hemos visto, factores de tipo ideoló­
cuentes , o Carratierrnes, donde únicamente se recu­ gico y ritual pueden haber afectado a los equipos
peró un ejemplar del tipo, a pesar de ser mayor el depositados en los cementerios, lo que en el caso
número de tumbas excavadas Posibles prácticas numantino se percibe con nitidez, la incorporación
rituales, factores simbólicos o la preferencia por el uso de los hallazgos de armas en poblados y, sobre todo,
de ciertas armas podrían explicar estas diferencias , y la documentación iconográfica, principalmente de
también otros aspectos como la inutilización de los las cerámicas numantinas, y las fuentes literarias gre­
ajuares , mucho más generalizada en Numancia que colatinas nos permiten aproximarnos a las caracte­
en las restantes necrópolis celtibéricas. Las armas rísticas del armamento de los numantinos y sus
ofensivas más numerosas son , como es norma , las panoplias Escenas como la del 'vaso de los guerreros'
lanzas y los diferentes modelos de jabalinas, sin que (fig 11) nos presentan un combate individual, una
tengamos la seguridad de que las llamadas picas pue­ 'lucha de campeones' sobre la que no informan las
dan integrarse en el grupo de las armas de astil, dadas fuentes literarias (App., Iber: 53; Val. Max., 3, 2,6 Y
sus reducidas dimensiones, sobre todo teniendo en 3,2,21; Floro 1,33,11), en la que los guerreros apa­
cuenta que salvo en un caso, en el que además se recen armados con equipos completos (cascos , espa­
recuperaron puntas de lanza pero no regatones, das , escudos, varias lanzas o jabalinas y grebas),
nunca se vinculan con ninguna otra arma . El escudo pudiendo ser asimilados a la élite social y militar, lo
pudo estar presente en un mayor número de casos que encuentra su correlato en la necrópolis numan­
pues no siempre llevarían umbos metálicos, lo que tina en tumbas como la reproducida en la figura 1.
condiciona su conservación, sobre todo teniendo en Las fuentes nos describen asimismo la participación
cuenta su simplificación estructural, que lleva pareja de los celtíberos en combates colectivos , sin que su
la eliminación de las manillas metálicas. Los escudos armamento como veremos difiera en lo esencial del
suelen acompañarse de lanzas, aunque en dos casos de los romanos , aunque a menudo faltara la disci­
se hayan recuperado piezas fragmentarias de sus plina de éstos, observándose en general una forma
- -------il 202 I NU~I A\CI.·\ ETERNA

Asociaciones de armas en tumbas de la zona central

Asociaciones de armas en tumbas de la zona periférica

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desordenada de planificar los ataques, centrados en de la panoplia romana que los cODJuntos antes cita­
la ventap que proporcionaria la emboscada o el cono­ dos, entre los que se encuentra el de Numancia. Ense­
cimiento del terreno. guida veremos el porqué. Para el conjunto numantino
contamos, además de con las publicaciones de las
excavaciones de Adolf Schulten (l9l4-3l), con la
lA PANOPUA DE LOS EJÉRCITOS ROMANOS reciente revisión y publicación llevada a cabo por M.
A MEDIADOS DEl S. 11 A. C. Luik (2002). Como base de partida, en la figura 4,
Los datos arqueológicos de Numancia recogemos una tabla-resumen de los principales tipos
de armas hallados en campamentos romanos de
Se cuentan con los dedos de una mano -y sobraría Numancia, incluyendo algún ejemplar de cada tipo
alguno- los contextos arqueológicos de época romana principal
republicana, entre los comienzos de la legión mani­
pular en el s. IV aC y la época de Julio César a media­ Contamos en primer lugar con un número muy con­
dos del s. 1 ae., donde se hayan documentado siderable de pila (44 piezas, casi un 20%), arma
conjuntos de armas romanas numerosos y razonable­ pesada arropdiza característica de los legionarios, en
mente bien contextualizados. De hecho puede decirse sus dos variantes, con enmangue de lengúeta (A) y
con confianza que, en contra de lo que nos dictaría de cubo (8), mal llamados respectivamente 'pesado' y
la intuición, conocemos muchísimas más armas (y 'ligero'. Su equivalente funcional hispano son el soli­
especialmente espadas, lanzas, pbalinas, puñales, ferreum y la falarica (tipológicamente idéntica a
escudos, elementos de coraza, etc.) celtibéricas, ibé­ menudo al pilum italico de cubo). Menos frecuente es
ricas, o galas, que romanas de época republicana, un tipo de punta de unos 15 cm, perforante, con
siendo la única excepción, probablemente, los cascos, punta de sección cuadrada y enmangue de cubo (C,
e incluso éstos aparecen sobre todo en tumbas de D), probablemente portada por la infantería ligera
estos pueblos antes que en contextos romanos. como jabalina (Po libio 6,22 hace una corta pero pre­
cisa descripción). Aunque es frecuente en contextos
La razón es que los romanos de la República no depo­
romanos, es un tipo habitual en el mundo ibérico,
sitaban armas en sus ajuares funerarios, que es el con­ celtibérico, itálico y galo de los siglos 11-] aC, y pudo
texto donde más y mejores armas de la Antigüedad ser empleada habitualmente por tropas de estos varia­
se han conservado, por ejemplo en Iberia, y hay muy dos origenes, incluyendo caballería.
pocos conjuntos de armas romanas en santuarios
comparables a los de Grecia o la Galia. Hay pocas espadas, muy fragmentarias, Junto con
algunos elementos de vaina (E, F, G). La mayoría
De estos pocos contextos romanos a que nos refería­ corresponden a tipos de La Tene, en especial las vai­
mos, la mayoría de ellos son producto de asedios, que nas enterizas metálicas con pontet de suspensión (F).
por su misma naturaleza son los campos de batalla
Aunque solemos asociarlas con el mundo galo (sobre
antiguos más fácilmente localizables e identificables.
todo las vainas enterizas), eran también empleadas
Destacan las armas de los campamentos de asedio de
en el s. II a.e. con profusión por los pueblos penin­
Numancia de c. 133 a.e., el asedio cesariano de Alesia
sulares, en especial en el nordeste y en el curso
(Francia) y de fecha cercana el de Osuna (Sevilla) La
medio del Ebro y Celtiberia, pero también en el
excepción es el conjunto recientemente publicado del
ámbito ibérico, y son el prototipo del gladius hispa­
campo de batalla de Las Albahacas/Baewla (Santo
niensis adoptado por los romanos. No puede pues
Tomé, Jaén) fechable en el 208 a.e. (Bellón et aUí.
determinarse a quién pertenecerían estas espadas. Lo
2015) y por tanto el conjunto más antiguo de todos.
mismo ocurre con los escasos puñales de hoja trian­
A estos cuatro lotes de armas pueden añadirse otros, gular (pistiliforme en algún caso) y empuñadura
menos numerosos pero de cierta importancia, que, bidiscoidal (H, 1) Su origen y tradición es cierta­
sin embargo, dan quizá, sumados, una mejor imagen mente celtibérica, pero no está claro el momento en
-------Il 20+ ¡ Nl1\'IA~CL\ E I1:R\A

que fueron adoptados, inicialmente como botín o Uno de los lotes más numerosos es el de armas de
armas compradas privadamente, por los legionarios astil de uso mixto, como lanzas empuñadas o arroja­
romanos. Solo mucho más tarde, en época augustea­ dizas, las más características de las tropas no legiona­
republicana final, fueron elemento estándar de la rias y de los triarios entre los legionarios (Polibio
panoplia legionaria. 6,23,16) Las moharras son en general pequeñas ,
menores de 25 cm de longitud total y de unos 15 cm
De los diversos elementos de posible panoplia defen­
de hoja, 10 que en el contexto celtibérico de los siglos
si va sugeridos por Luik, los fragmentos de posible
\/- [!I equivaldría casi a considerarlas puntas de jaba­
casco, umbo de escudo y anillas de bronce presentan
lina, pero en el s. [1 las moharras habían disminuido
muchas dificultades. Es en cambio probable que la
mucho de tamaño y de calidad de manufactura. Entre
pieza identificada por Luik (2002 69 Y Abb. 179)
las puntas hay algunas de hOja ancha similares a
como borde de un escudo pertenezca a un umbo
modelos de La Tene, pero también características del
bivalvo de escudo oval, más probablemente hispano
ámbito catalán y de la zona entre el Alto Ebro /
que romano (García 2012238; Luik 2002 Abb. 179,
Pisuerga (N ); puede haber sido un arma de auxiliar.
123). La única pieza segura de armamento defensivo
En cambio, las puntas más comunes (M) no tienen
es un disco coraza de bronce repujado 0), con el
una fácil caracterización étnica. Finalmente , hay pro­
arranque de las piezas para fijación al torso, tipo de
ductos de baja calidad de manufactura, en especial
anna que aparece en torno al s. VII a.e y que en Iberia
en la ausencia de nervio y el legado del cubo (L), más
es característico sobre todo de los siglos VI- V ae.,
propios de una actividad cinegética que de la guerra ,
aunque cada vez hay más indicios arqueológicos
pero aptos para ella en caso necesario. Aparecen tam­
(básicamente iconográficos) de su perduración en
bién los necesarios regatones (O, P) , aunque algunos
Iberia hasta fechas mucho más tardías. El paralelo más
especialmente grandes y pesados debieron emplearse
cercano para el disco de Numancia/CastilleJo es itá­
para tiendas de campaña o elementos similares (por
lico , y del s. v a e. (Luik 2002 69-70 ; Graells 2012
ejemplo , Luik 2002 Abb.88, n. 164, de CastilleJO,
228-231), pero su existencia enlaza bien con la des­
con un diámetro de astil de caSl 3 cm).
cripción de Polibio (6,23) sobre el hardiophylcc( o
pectoral que protegü a la mayoría de los legionarios Sin duda , el conjunto más numeroso (en torno a
del s. II a.e. La condición de pertenencia a un con­ sesenta piezas) está fonnado por puntas de flecha de
texto más antiguo de la zona de CastilleJO, o la de con­ diferentes tipos Uno de los más característicos del
temporánea -quizá como arma ya arcaica pero periodo es el de las puntas fusiformes, sobre cuya
funCIonal conservada- al asedio de Numancia de este identificación como tales puntas de flecha se ha dis­
disco sigue abierta a debate, aunque nos inclinamos cutido, hasta que recientes estudios sobre Baecula
por la segunda opción (Quesada, et al. 2015) y ejemplos de la Galia han
decantado la cuestión. De hecho, se ha propuesto
Sorprende en cierta medida la abundancia de espue­
denominar el tipo como 'Numancia', 10 cual no deja
las Cal menos una decena) localIzadas, cuando apenas
de ser un problema , porque se documenta desde un
hay bocados de caballo o elementos de arreo. Es indi­
siglo antes y en muchos otros lugares, lo que aleja su
cio de la facilidad con que estas piezas , fijadas por
clasificación como un tipo africano (númida), o his­
una fina correa al tobillo y SUjetas por un pequeño
pano, y nos remite al mundo romano .
orificio o finestra que se parte con facilidad, podían
p erderse El tipo ilustrado (figura 4K) es caracterís­ Otros tipos de punta de flecha son más fácilmente
tico del mundo romano en los ss. ll-I a.e. (tipo lla­ reconocibles, incluyendo algunos de tradición griega
mado Kobarid o Numancia por los lugares de helenística (tipo Olinto DI) (S, T), las más diagnós­
aparición), pero muchos de los otros ejemplares pue­ ticas (Luik 2002 Abb 89 ), y el muy característico
den atribuirse tanto a contingentes romanos, de socii tipo piramidal trilobulado (U), que perdura a comien­
itálicos o celtíberosliberos aliados. zos del principado con variantes más anchas y que
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sin embargo no aparece en el contexto de Baewla ni 92), entre las centurias, lo que llamó la atención de
en el de La Palma, por lo que pudiera ser un tipo de Frontino (Estratagemas 4,7 ,2 7) como una novedad
aparición posterior. relevante.
Finalmente , en Numancia se documentan algunas El panorama global del armamento hallado en las
puntas de pequeño tamaño, cubo ancho y punta obras del cerco de Numancia es pues, y según se
piramidal cuadrada corta (V), variante de pequeño aprecia con un simple vistazo, bastante pobre, ya que
tamaño de modelos similares pero mucho mayores incluye sobre todo Cfig. 4) una amplia variedad de
que consideramos proyectiles de artillería (V), que armas propulsadas propias de la infantería ligera
además sabemos por Apiano (Iber 92 ) que abun­ (puntas de flecha de diversos tipos, pro yectiles de
daba entre las fortificaciones romanas. Es a veces difí­ honda), armas de astil arrojadizas (pila o jabalinas pesa­
cil distinguir entre los modelos empleados para das, y puntas de venablo pequeñas y livianas), además
catapultas oxibeles, lanzadoras de dardos, y puntas de alguna punta de lanza suelta. Las armas de vaina
de flecha (que ocasionalmente podrian emplearse en (espadas y puñales) son escasas, y la panoplia defensiva
las máquinas más pequeñas), pero el criterio más efi­ brilla por su ausencia, y hay que deducir su existencia,
caz parece ser el diámetro del cubo. Cualquier cubo muy ocasional, a partir de pequeños fragmentos de ele­
preparado para un astil de en torno a 1 cm de diáme­ mentos tales como remates de vainas.
tro o más debe pertenecer a un arma de catapulta , por
Por tanto, de hecho, puede decirse que arqueológi­
su peso .
camente estamos mejor informados de la variedad de
Aunque Schulten y Luik recogen pocos glandes de armas empleadas por los celtíberos en general, y por
honda en plomo (Q), hay también otros en barro, los numantinos en particular, gracias a las armas de
tanto en el oppidum como en los campamentos, estos sus necrópolis, que abarcan una mayor y mejor varie­
últimos bicónicos, lo que, junto con su peso de entre dad de armas ofensivas de vaina (espadas, puñales) y
24 y 30 g, asegura su función como proyectiles (e! armas defensivas (elementos de cascos y corazas),
Luik 2002 85-86 y Abb 165) además de lanzas, jabalinas, etc.
Un lote de excepcional importancia, ya conocido e Además, si juzgáramos solo por los elementos detec­
identificado por Schulten (1931248 YTaL 3423) y tados arqueológicamente, habríamos de pensar que
recientemente estudiado en detalle por Gómez Pan­ los asaltantes eran tropas ligeras armadas sobre todo
toja y Morales (2008) , es el de una decena de piezas con armas arrojadizas a distancia, frente a unos ase­
de plomo con la inscripción griega AITO!\ON, que diados en conjunto mejor armados.
documenta la presencia de honderos griegos erolios
entre los sitiadores. Aunque pueda ser sorprendente,
no es tan raro , dado que las unidades de honderos en Otras fuentes de informad6n
los ejércitos romanos estaban formadas por contin­
En consecuencia, los datos arqueológicos de Numancia
gentes especializados de todo el Mediterráneo, siendo
nos proporcionan un cuadro complejO que incluye
los baleares unos de los más famosos, pero no los úni­
sobre todo las armas propias de las tropas más 'invi­
cos. La autopsia realizada por estos autores es con­
sibles' de un ejército romano: sus auxiliares y tropas
vincente, y parece más probable que estos honderos
ligeras, incluyendo entre ellos ese 20/30% de veli­
pertenezcan al asedio del 133 a.C, y no a los campa­
tes, -1200 a 1500 hombres- y los 300 jinetes que,
mentos de época sertoriana medio siglo posteriores ,
según Polibio (6,20-21) , formaban parte integral de
o a los de Nobilior veinte años anteriores. Aunque
cada legión , además de tropas indígenas (Apiano Iber.
Apiano solo menciona por su etnia honderos númi­
92)
das (Iber. 89 ), cabe pensar que entre los contingentes
especializados hubiera tropas de otras procedencias, Para comprender la panoplia real que empleaba el
que fueron distribuidas entre los fuertes (Apiano Iber. núcleo del ejército romano tenemos pues que recurrir
¿ otras fuentes de información. Ya hemos dicho al intentar 'complementarla' en exceso con otras fuentes
omienzo que en otros yacimientos las fuentes posteriores, más fragmentarias , incompletas y menos
arqueológicas siguen estando muy sesgadas. Por ello fiables.
nuestra fuente más completa , coherente y fiable es
En la figura 5 se resume y compara la panoplia de las
Po ]¡bio, autor contemporáneo al asedio, muy pró­
diferentes categorías de legionarios romanos, ya que
ximo a la familia de los Escipiones (en realidad for­
los socii itálicos iban armados de modo similar (eso
maba parte de su 'casa'), y con experiencia militar.
se deduce de Pollbio 6,26 y de múltiples relatos de
uele ser co nsiderado una de las mejores fuentes anti­
batallas) y se comparan esas ca tegorías con las equi­
guas sobre temas militares técnicos, y su descripción
valentes de guerreros celtibéricos.
del ejército romano, que parece ser aplicable al
periodo que va desde la l1 Guerra Púnica hasta las últi­ La panoplia romana básica , además de homogénea ,
mas décadas del s. lJ aC, sigue siendo la más com­ es completa, e incluye toda la serie de elementos que
pleta y coherente de las conocidas, y sería error caracterizan a los legionarios y no son reflejados por

TABlA COMPARATIVA DE lAS PA l OPLlAS ROMANA-REPUBLlCA. A (fin s. lIl- lI a c. ) y CE LTIBÉRI CA

Legionario Legionario Guerrero Veles Guerrero Romana Celtibérica


(l1astatus (Lr!clIius) celtibérico celtibérico
/pri nceps)
Pila (x2) Hasta Soliferreum jabalinas jabalinas Lanza jabalinas
l/)
o pilwn, y/o lanza empuñada.
~ y lanza jabalinas
Vi
Z Gladius Gladius Espada recta Espada (Honda) Espada Espada
f.LJ
w... (xiphos o his­ (xiphos o his­ o gladius hispo
O
l/)
paniensis) paniensis) y/o puñal
~
~
<r:: ¿Pugio Puñal ¿Puñal?
adoptad0 7
SCUtLln1 oval Scutum oval Caetra o scu- Parma Caetra Escudo Escudo
en teja en teja tum plano circular circular circular circular
l/)

;;: Casco bronce Casco bronce Casco de Capacete


(pnikaphalos)
Casco bronce
(iconogr.)
·7
¿.
Vi bronce o
Z orgánico
l.Ll
u... ·7
l.Ll Pectoral Cota de Coraza Cota de ¿.
O metálico malla (solo orgánica. malla
l/)

~
los más algunos , (iconogr.) .
~
pudientes) cotas

Greba Greba Grebas
metálica (1) metálica (l) textiles
Fuentes literarias principales + iconografía
Polibio (6, 2-25) Estrabón (3,4,15 y 3,6);
Diodoro Sículo (5,33)
- - - - - - - " 208 l ~L-\~C1A E11::R'-. \

GRUPOS DE ARMAS
Cerro de las Albahacas Numancia
,,\ rIllOS A l rntls
tu IOjerdl"as
IJropublldru dtru til PiI.
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I ~ 'l
P I..;n:=l
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p:lnophas romano­ escudo .


1." § 1
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ldllh~n";l

los hallazgos en las líneas de asedio, en particular una por su carácter propagandístico en los jinetes y los
completa panoplia defensiva escudo oval de gran infantes mejor armados, de ahí que la cota de malla
tamaño en forma de teja (scutum) , casco metálico (el sea generalizada. Por otro lado, la mayoría de estos
tipo Montefortino era el más habitual aunque no el monumentos son de época posterior a las guerras
único), coraza metálica (un pequeño gllardacuore o numantinas y de relevancia relativa para el 134/133
pectoral rectangular de un palmo de lado era lo más aC
habitual, aunque los más pudientes se permitían una
cota de malla o larica hamaca) Aunque Delbrück con­
sideraba imposible la presencia del pectoral como Análisis de unfen6meno desconcertante,..
única protección, y creía que era solo un refuerzo en apariencia
para una coraza más completa de lino o cuero, hay El panorama arqueológico que hemos analizado, pro­
suficiente evidencia iconográfica para aceptar lo que cedente de los campamentos numantinos , muestra
Po libio nos dice. Por otro lado, y aunque suele asu­ pues un abrumador predominio de armamento arro­
mirse que las cotas de malla estaban reservadas a los jadizo, propio de tropas ligeras, que no solemos aso­
seiscientos triarios de cada legión (los hombres de
ciar a los ejércitos romanos. De hecho , sabemos por
mayor edad, libres de cienos servicios y que solían la detallada descripción de Polibio (6,19-42) que en
estar en reserva, cL Polibio 6 ,21 y 6,33,8-12), en rea­ principio las legiones del s. IJ a.C no contaban con
lidad lo que Polibio dice es que llevaban cota quienes arqueros y honderos en su estructura orgánica habi­
tenían una renta de 10.000 dracmas, una cantidad tual. ¿Qué es entonces lo que ocurre' En Numancia,
muy importante .
si creyéramos (utilizando los datos recopilados por
Finalmente , otra [uente de información fundamental M. Luik) que un 8,4% de espadas y puñales y un
es la iconografía , aunque ésta es en realidad muy 19,4% de pila frente a un 43,2 % de Jabalinas, glandes
escasa para los siglos 111 -11 a .C La base del monu­ de honda y puntas de flecha, fueran una representa­
mento de Emilio Paulo en Delfos , el altar llamado de Ción ajustada de la realidad armamentística del eJér­
Domic io Ahenobarbo, los conjuntos de Osuna y cito asediador, deberíamos pensar en un ejército
Estepa en Hispania, y algunas monedas están entre la basado sobre todo en tropas ligeras que combatirían
escasa muestra de imágenes que, en general, insiste a distancia. Evidentemente , sabemos que esto no era
Lb 1',\;\LI'LLb ;-iUL\N 111", '-. ) RL~:'IA:--;AS I 209 I

así. La razón de las diferencias entre el patrón de tipos cuentas de Apiano debamos incluir miles de sirvientes,
funcionales de armas de Las Albahacas y Numancia , calones no combatientes , pero por mucho que nos
y de su esencial similitud funcional , radica en los esforcemos no podemos obviar un hecho había un
patrones deposicionales y postdeposicionales de las mínimo de 20 .000 hispanos , númidas y otros entre los
armas de un campo de batalla (Quesada et alii. asediadores. Por tanto , muchas de las armas halladas
2015:312) En breve síntesis, se trata en esencia de la deben corresponder a tropas celtibéricas, no romanas,
recogida inmediata de las armas costosas y más ela­ y así se deduce de la explicación antes aportada.
oradas (escudos, corazas y cascos, espadas y puña­
les) por parte de los vencedores, seguida del saqueo
por los habitantes locales en las semanas y años pos­ Panoplias comparadas. Compatibilidad
t riores a la batalla, y finalmente por la acción de y reutilización
depredadores clandestinos. En Numancia lo que Queda por tanto por plantear una cuestión ¿a qué
quedó abandonado tras la retirada del ejército de contingentes de asediadores corresponde cada cate­
Escipión fueron sobre todo armas rotas e inservibles goría de armas? La respuesta corta es que no es posi­
y otras de escaso valor (sobre todo puntas de flecha) ble saberlo. Es muy difícil precisar la pertenencia de
que no merecía la pena recoger. la mayoría de estas armas a tropas romanas o a los
.\dicionalmente, la escasez de las armas 'legionarias' aliados hispanos de Roma en el asedio o a otros tipos
por excelencia debe recordarnos que los asediadores de tropas auxiliares documentadas por las fuentes
com ponían un ejército más complejo y más organi­ (númidas), o la arqueología (honderos etolios) La
:ado que los numantinos , y en conjunto mejor razón es que en circunstancias de campaña, y como
armado, con un gran núcleo formado por unidades ya hemos argumentado en detalle en otro lugar (Que­
de infantería de línea (mal llamada 'pesada') organi­ sada 2006a) , los romanos empleaban todos los tipos
2adas y armadas para el combate cuerpo a cuerpo, de armas hispanas que podían necesitar, sobre todo
formadas por legionarios y auxiliares itálicos (e l porque sus formas de combate eran compatibles. Ya
núcleo del ejército de Escipión). A ellas se unían la la inversa , los hispanos podían incluso emplear, si era
caballería legionaria y auxiliar itálica y local, tropas necesario , armas tan 'romanas' como el pilum, según
aliadas de las más diversas procedencias, incluyendo se ha documentado en yacimientos como Castellruf.
tropas ligeras griegas (honderos etolios) y númidas
La figura 6 muestra cómo en esencia no hay una dife­
110rteafricanos, además de, sin duda, importantes
rencia fundamental de panoplia y combate individual
ontingentes de tropas hispanas tomadas como alia­
entre un romano y un hispano del s. II a.e (Quesada
os o auxiliares más o menos voluntarios de pueblos
2006b) Un hispano (centro) armado con escudo oval
tradicionalme nte rivales de los numantinos.
plano y un casco de bronce, bien del tipo hispano­
Sabemos pues por las fuentes que Escipión mandaba calcídico (Graells, Lorrio, Quesada 2014) bien de tipo
un ejército consular. Pero además, y esto es muy Montefortino capturado (Mazzoli 2016), portando
importante, Apiano menciona expresamente en dos una lanza, un soliferreum/jabalina y una espada recta
ocasiones (Iber 97 y 92) que el ejército de Escipión evolución del tipo La Tene 1 y quizá protegido con
staba compuesto por 60.000 hombres , y especifica un disco-coraza, está tan bien armado como un has­
que "el ejército estaba integrado por sesenta mil hombres, tatus o un princeps legionario (izquierda). Incluso un
incluyendo las fuerzas indígenas' Esto quiere decir que celtíbero más típico (derecha) con escudo circular de
al menos treinta y cinco o cuarenta mil hombres eran dos pies de diámetro (unos 65 cm) no está en des­
etolios (pocos), númidas, y sobre todo iberos y celtí­ ventaja esencial por su armamento. La desventaJa no
beros aliados más o menos vo luntarios, algunos quizá es en armas, ni en el combate individual, sino en el
enemigos tradicionales de los numantinos , otros for­ nivel de unidades , en la estructura orgánica y en la
zados por las circunstancias. Puede incluso que en las organización.
- -­ ---l[ 210 I NUMA\;OA ETERNA

Las armas y formas de combate de hispanos y roma­ nalidad idéntica aunque distinta morfología (e.g soli­
nos eran tan similares que a veces la descripción de un ferreum/pilum, v. supra), que los romanos, siempre
combate adopta formas simétricas, como en Livio dispuestos a adoptar armas útiles del enemigo (Poli­
(23,12; 28,2; 34,14,10) Además, parece claro que las bio 6,25,11), pudieron copiar con facilidad armas
formaciones romanas de la época no eran rígidos rec­ hispanas como el glaclius hispaniensis o el pugio, que
tángulos de tropas alineadas en filas e hileras, sino con­ bien se adaptaban a su form a de combatir Otras
juntos mucho más elásticos y en apariencia menos muchas, como todo tipo de lanzas , serían utilizadas
'ordenados' (Sabin 2000 17; Lendon 2005: 17 ss.; sin mayor problema por unos y otros. A la inversa , a
Quesada 2006b 247-249; Kavanagh 2014-15) Ya la menudo los hispanos se armaban con los despojos
inversa, como hemos mostrado en otro lugar, los cel­ de los romanos derrotados , como en 195 a.e (Livio
tíberos tendían a combatir en batalla abierta, campal, 39.30, quorum se spoliis hostes armanmt)
con formaciones reconocibles (vid. Quesada 2006c
De modo que de nuevo vemos cómo las tácticas de
160-167) , y en el caso de Numancia fue Escipión
pequeñas unidades de ambos bandos, romanos y cel­
quien rechazó repetidamente la batalla campal que le
tíberos, eran, como la panoplia, más similares de lo
ofrecían los numantinos, y no al revés (Apiano Iber.
que solemos asumir, contra lo que creía Schulten
90; Floro Epit., 1,34,12-13, etc.).
desde su visión romántica del primitivismo celtibé­
Es precisamente por esta esencial compatibilidad en rico (Schulten 1945 en Wulff 200431; ibidem. Lxxi
las formas de combate, basadas en armas de funcio­ ss) Pero esa es otra historia ..

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