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C.C.Pagiel Enseñanza para Grupos.

El DIOS QUE ME LIBERA DE


ATADURAS.
INTRODUCCIÓN. Juan 11: 40-45
Todos tenemos una profunda necesidad de libertad. A nadie le gusta sentirse atado.
Podemos ser como Lázaro que resucitó a una nueva vida de libertad para hacer grandes
cosas en el Señor. En la Biblia hay muchos ejemplos sobre liberación de ataduras. La palabra
original que se utiliza en este pasaje de Lázaro es “luo” que se traduce como soltar, liberar y
quitar cadenas.

Seremos liberados de todo flagelo porque el Señor desea nuestro bienestar y gozo.

Debemos liberarnos y liberar a los cautivos. ¡Declara que eres libre de cualquier atadura en
el nombre de Jesús!

Ahora podemos ver 4 ataduras de las cuales Cristo quiere liberarnos.

1. La primera atadura es la culpa. Todos somos agobiados por la culpa en algún


momento. María, la hermana de Lázaro y algunos más, intentaron culpar a Jesús de
su muerte al decirle que si hubiera estado allí, Lázaro no habría muerto. Ahora sucede
lo mismo y muchas personas culpan a Dios de sus desgracias porque han crecido
rodeados de una cultura de culpa. La religiosidad busca culpables pero Dios busca
arrepentidos.
2. La segunda atadura es la muerte. Satanás no puede matarte porque Dios es dador
de vida y mora dentro de ti. Piensa que si pudiera, ya lo habría hecho. Cuídate de no
desear la muerte y abrir puertas que luego será difícil cerrar.

Hechos 2:24 dice: al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era
imposible que fuese retenido por ella.

Agradece y aprovecha cada momento que Dios te regala para compartir con tu
familia, trabajar y ser feliz. La vida es un don maravilloso.
El Salmo 91:16 promete: Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.

La vida no es nada si no está llena del Señor. Sáciate en Su presencia porque Él quiere
bendecirte más allá de lo que puedas imaginar.

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3. La tercera atadura es la enfermedad. Seguramente cuando Lázaro fue resucitado


no se quejó de algún dolor sino que celebró el gran milagro que Jesús obró en él. Si ya
resucitaste a una vida nueva en Cristo no es consecuente que te sientas enfermo. Al
liberarte del pecado y de la muerte también te regala salud para tu cuerpo y espíritu.
No toleres las enfermedades. Dicen que “el muerto pesa más cuando hay muchos
para cargarlo”. Eso significa que consentir los malestares hace que se multipliquen.
Toma autoridad y confiesa salud para tu cuerpo porque Dios te ha hecho perfecto.
No te resignes a una vida de dolencias. La semilla de la sanidad está en ti, lo único
que necesitas es una inyección de fe en “Cristocilina” y Su Palabra.

4. La pobreza es la cuarta atadura. La familia de Lázaro era próspera, tanto que eran
capaces de alimentar siempre al Señor y a todos los que le acompañaban, incluyendo
a los doce discípulos. En su casa siempre había comida. Cuando el Maestro llegó,
María lavó sus pies con un perfume que costaba lo que un hombre ganaba en un año.
Su generosidad fue criticada por Judas pero Jesús lo reprendió diciéndole que la
dejara porque los pobres siempre estarían allí para recibir ayuda, pero Él pronto se
iría. Ábrete a la abundancia y declara que tus mayores bendiciones están por venir.

El Señor nos hizo reyes sobre la tierra, capaces de pelear por nuestros dominios. Sólo
los esclavos ceden sus derechos. No le cedas al demonio derechos sobre tu salud y
prosperidad. Levántate como rey y pelea por tu libertad y por cada preciosa
bendición que Dios ha preparado para ti.

Conclusión. Pídele que te libere de la culpa. Cada día tiene sus afanes y no
lograrás avanzar si además arrastras las preocupaciones del pasado.

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