Un golpe en el golpe
El Tribunal Superior Electoral, como toda la fallida institución judicial y parlamentaria
brasileña, no merece confianza. Llegó al clímax de la deshonestidad al prohibir a Haddad de
exponer en la televisión el criminal apoyo del candidato fascista a la tortura. Y no debe tener el
coraje de hacer nada contra las trampas electorales gravísimas de Bolsonaro. Aunque acobardados,
los nobles jueces y diputados tienden a callarse, para no pasar más vergüenza, frente al descalabro
del poste neoliberal de matiz fascista que se encamina al poder.
El hecho que explicitó la sumisión del Poder Judicial a los militares fue el nombramiento de un
general al gabinete del Supremo Tribunal Federal. El gesto pretende supuestamente evitar que los
espías tengan acceso a los compadrazgos de esta podrida institución; pero como es obvio, se debe
también al acobardamiento del Judiciario ante sus tutores, con quienes mantienen sucias relaciones:
las Fuerzas Armadas.
Y estando abierta la Caja de Pandora autoritaria, y tan expuesta la estafa electoral con que
ilegalmente se está conduciendo un loco al poder, el escenario apunta a la posibilidad de que los
militares, por fin, emprendan el gran golpe final: pateando a los demás golpistas y se quedando
sólos en el mando.