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Universidad Nacional de Colombia – Maestría en Estudios Literarios.

Seminario: Simbolismo.
Relatoría de la sesión N. 3: sobre lo dionisíaco y lo apolíneo
La sesión se inicia con la lectura del anterior protocolo y las ponencias de Juan David
Montoya y Jaime Cortés Fonseca sobre el texto de Nietzsche, El nacimiento de la tragedia.
Ambos textos coinciden en resaltar la relación recíproca entre los instintos apolíneos y los
instintos dionisíacos. Las tensiones y relaciones entre estos dos polos serán el tema central
de discusión durante sesión.

Nietzsche apunta a problematizar los mitos alrededor de Dionisio y Apolo. Tomando partido
por lo dionisíaco, este instinto se revela en contra del racionalismo socrático, la civilización,
y para los fines del seminario, en contra de la apreciación de la obra de arte como fuente de
verdades morales y políticas, adorno o entretenimiento. Por medio de la dimensión estética
se descubre una verdad primordial de la vida: el sin-sentido, el caos. En este momento entran
en acción los instintos apolíneos para transformar, a través de las fuerzas creativas humanas,
esa experiencia doliente de lo dionisíaco y convertirlo en arte.

Como consecuencia de la anterior idea, se plantea el siguiente debate: ¿qué preponderancia


le asigna Nietzsche a las fuerzas dionisíacas y apolíneas en relación a la creación de la obra
de arte? ¿Por qué Nietzsche toma partido por lo dionisíaco? En el debate, algunos
compañeros dicen que los instintos apolíneos ocasionan en el ser humano placer, esta fuerza
se vincula con el mundo onírico y el arte provocado por Apolo se relaciona con el orden (el
arte dórico), la civilización y la razón. Por esta línea, el arte se concibe como placer
interesado, una armonía con objeto estético y que hunde al ser humano en el placer de forma
racional. Nietzsche está en contra de la anterior concepción y por eso su toma de posición
interesada por lo dionisíaco: una fuerza vital que aniquila a individuo y lo pone de frente con
el uno primordial; una visión doliente de la existencia que revela el sin sentido de la vida
humana. El arte entendido a través de lo dionisiaco, arrastra a ser humano, lo embriaga y
hunde con el dolor primordial. El arte no es armónico ni racional.

Nietzsche se da cuenta de lo peligroso que es dejarse llevar exclusivamente por los instintos
dionisíacos dado su poder de embriaguez y dolor. Por eso en su concepción del arte participa
activamente ambas fuerzas de la naturaleza: lo dionisíaco provee el placer destructor de la
vida y lo apolíneo provee el placer intenso de la celebración de la vida. Juntos crean en la
obra de arte (en este caso la tragedia) una sabiduría particular y primordial: la preservación
de la auto-aniquilación del ser humano. La metáfora de las máscaras apolíneas que se
aniquilan (Edipo, Prometeo, Agamenón) permite ver con claridad esta idea.

Este punto sobre la obra del arte conecta a Nietzsche con las ideas de Octavio Paz y las
nociones de los simbolistas: el arte es profundamente humano, es una creación, y la sabiduría
del arte es sagrada (el mito como centro vital de la cultura).

Por último, se plantea una tensión entre el principio metafísico-espiritual y el principio de la


fuerza inmanente de la experiencia mortal del ser humano, como dos polos para pensar en
los poetas simbolistas que se leerán en las próximas sesiones.

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