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Escasez de vivienda: se agudiza la

crisis de desahuciados en ciudades de


EE.UU.

Hay derechos humanos en el mundo que se están viendo cada vez más vulnerables
ante los conflictos que enfrenta cada país. La vivienda digna y adecuada es un derecho
humano proclamado por la ONU y es reconocido por el derecho internacional.

Sin embargo, hay situaciones alrededor de todo el planeta en los que este derecho no
se ve respetado e, incluso, muchas personas se ven cada vez más afectadas porque no se
encuentra una solución posible al tema.

Reconocido como un derecho universal en la Declaración Universal de Derechos


Humanos de 1948 y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales de 1966, el acceso a una vivienda digna debe ser prioridad para los diferentes
países y gobiernos. Asimismo, una vivienda digna debe acoplarse a los modos de vida
tradicionales y la cultura de una manera armoniosa.

No obstante, actualmente en Estados Unidos se vive una seria situación con respecto
a esto que debe ser arreglado. Antes de meternos de lleno en el tema, es importante tener
claro a que se refiere la declaración cuando habla de “una vivienda digna y adecuada”.

Una vivienda adecuada según la Organización de las Naciones Unidas

La Declaración Universal de Derechos Humanos surge como una necesidad patente


en el mundo de tener una base sólida en la que los países pudieran llegar a un consenso.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los países estaban completamente destruidos y las
naciones necesitaban, de algún modo, renovar su fe en la humanidad -habida cuenta de que
el proyecto de modernidad y los beneficios de la modernidad de la era industrial sólo
habían traído guerras y movimientos totalitarios.
De ahí parte la ONU, en defensa de los derechos humanos de todos en el planeta.
Como ciudadanos del mundo, tenemos deberes que nos comprometen a considerar al otro y
a no dejarlo solo en medio del caos. Asimismo, también surgen los derechos.

Ahora, especifícamente el derecho a la vivienda se origina por la enorme crisis que se vive
en el mundo tras la cual muchas personas pierden sus casas diariamente. Es una separación
forzosa y obligada, que los hace alejarse completamente de lo que conocen.

En la declaración, por tanto, debe considerarse la vivienda adecuada como “el derecho a
vivir en seguridad, paz y dignidad en alguna parte”. Esto significa que la situación en
Estados Unidos de todas esas personas en condición de calle se agudiza mucho más.

¿Qué está pasando en Estados Unidos?

El problema está en que en Estados Unidos no hay una garantía de que la gente
pueda comprar o alquilar una vivienda. A los ciudadanos se les hace cuesta arriba costearse
un techo digno donde puedan descansar por las noches y hacer su día a día, vivir su
privacidad.

En el 2008, el país sufrió una crisis inmobiliaria que dejó profundamente marcada a
la nación. Desde entonces, es cada vez más complicado para las familias comprar una
vivienda. Sobre todo para aquellas personas de bajos recursos que no tienen una entrada
estable.

Los precios ahora, dadas las fuerzas del mercado; estos son establecidos por el libre
mercado ;la dinámica entre la oferta y la demanda de cada vivienda.

De esta forma, las cifras manejadas por el país son las siguientes: “35 viviendas
asequibles esta disponibles por cada 100 hogares con ingresos muy bajos, lo que representa
una insuficiencia de 3.9 millones de viviendas en todo Estados Unidos, aunque la cantidad
excluye el grupo de alquileres en el presupuesto que son ocupados por hogares de más altos
ingresos” (NLIHC, 2017).
¿Qué está haciendo el Estado por esto?

Lo cierto es que desde los años 80, muchos alcaldes y políticos se han preocupado
por esta situación irregular con las viviendas de los estadounidenses. Sin embargo, en los
últimos seis años, la crisis ha aumentado en 75%.

La situación es altamente preocupante, ya que la cantidad de personas que viven en


las calles y en los refugios de las ciudades ha aumentados en números desorbitantes.
Actualmente, se manejan cifras de 55.000 individuos nada más en la ciudad de Los
Ángeles, comparándolo con las últimas cifras sacadas que arrojaban un total de 32.000.

Lo cierto es que 3 de cada 4 personas que no tienen ningún tipo de hogar o vivienda
en el país deciden dormir en sus carros, o en auto caravanas, en tiendas de acampar y en
cobertizos que deben improvisar para intentar solventar un poco la condición en la que
viven. La ciudad de L.A. tiene la mayor cantidad de desamparados en la nación.

Esto llama mucho la atención. Sobre todo porque no existe una legislación clara que
se encargue de aportar soluciones al respecto y cada vez son más las familias que se ven
afectadas. Muchas de estas personas podrían haber encontrado un hogar provisional en otro
tiempo, en hoteles o viviendas que se encontraran derruidas. Pero, estos edificios han ido
desapareciendo con el auge de la economía.

Asimismo, muchas de estas personas no tienen las mismas oportunidades de trabajo


que otros jóvenes, por sus avanzadas edades y por las enfermedades que han generado vivir
bajo estas condiciones, generando círculos viciosos de pobreza que dan lugar a formas de
pobreza estructural. Por lo tanto, es importante y fundamental que el gobierno se encargue
de plantear una solución al respecto.

Se han intentado muchas medidas pero la mayoría ha fracasado. Es una situación


complicada al que el gobierno sigue dándole muchas vueltas y largas al asunto, y las leyes
del mercado no son suficientes para que el problema desparezca por sí sólo. A este
respecto, cabe resaltar al especialista en desarrollo Dani Rodrik, quien propone que el
Estado y el libre mercado deben trabajar de manera conjunta bajo funciones y atribuciones
muy bien delimitadas. En el caso de la crisis de vivienda, se trata de un problema que de no
resolverse generará consecuencias en el largo plazo.

El gobierno de Trump debe comprometerse a subsanar todo esto y atender las


demandas de los ciudadanos norteamericanos desahuciados a través de políticas públicas
que logren restablecer el equilibrio del mercado, minimizando el daño social. Asimismo,
las alcaldías también deben considerar diferentes soluciones con las cuales llegar a un
acuerdo con el gobierno federal para poder solventar toda la situación.

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