No eligió a las letras, ellas lo eligieron a él. Casi como una predestinación, no
recuerda el porqué ni la razón precisa, pero desde chiquito estuvo
“preocupado por el tema”. Por aquel entonces el campo de la tipografía era
totalmente desconocido, se necesitaba del dote del dibujo y el empuje, y
Fontana los tenía. Desde pequeño bosquejó alfabetos, los embelleció, les dio
forma y lectura, y cuando quiso darse cuenta ya formaba parte del
departamento gráfico del Instituto Di Tella junto a los pioneros del diseño
argentino, Juan Carlos Distéfano y Juan Andralis.
Con la idea de la revista surgió hacer una tipografía propia, exclusiva y con
propiedades adecuadas de uso. Así nació Fontana, uno de los mayores
logros de su creador, reconocida por su presencia, carácter y peculiaridad.
Con el pasar del tiempo Fontana, Tipográfica y Rubén se simbiotizaron y
pasaron a ser una sola cosa.