2019
INDICE:
I. INTRODUCCIÓN
El presente texto pretende examinar aquellos puntos de coincidencia,
influencia o separación en las posturas que respecto al lenguaje y al
conocimiento mantuvieron dos importantes filósofos del siglo XIX y XX,
Nietzsche y Wittgenstein. En ese sentido se revisa el análisis que Nietzsche
hace de las fuentes del lenguaje y del conocimiento para contrastarlo con la
teoría figurativa o pictórica del lenguaje que desarrollara Wittgenstein unas
décadas después; encontrando, así, en el pensamiento de Nietzsche una
fecunda fuente de aguda crítica a la filosofía del lenguaje que cobrará
relevancia en el ambiente filosófico desde inicios del siglo XX; también se
examina la obra de Nietzsche teniendo en consideración su ferviente postura
anti-metafísica, aspecto que se será punto de contacto con Wittgenstein en
muchos sentidos, es precisamente en este aspecto donde se puede trazar la
influencia de Nietzsche sobre la filosofía analítica, sin dejar de lado sus
diferencias de opinión respecto a lo que le cabe al hombre dentro del ámbito
místico-metafísico.
Con este fin se analizan, principalmente, dos obras de Nietzsche, Sobre verdad
y mentira en sentido extramoral y Crepúsculo de los ídolos, y la emblemática
obra de Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophico. Colocando estos tres
textos en contraste.
Esto se da por la
necesidad de conservación; para sobrevivir en la lucha por la existencia el
hombre desprovisto de otra facultad más que la del intelecto, desarrolla esta
facultad, cuya fuerza principal es el fingir. Pero, en la lucha por sobrevivir surge
otra exigencia igualmente imperiosa, no es suficiente el engaño, le es
necesario vivir en sociedad. En su relación con otros, a los hombres les es
preciso establecer reglas de comunicación, reglas contra el engaño; se
establece, entonces, un tratado de paz (en esta descripción que va del estado
natural a la formación de una “sociedad civil” Nietzsche parece coincidir en
muchos puntos con Hobbes). En este tratado se fija “la verdad”, se establecen
las “correctas” designaciones de las cosas, las palabras, mediante el poder
legislativo del lenguaje. Surge, así, un primer entramado lingüístico uniforme y
obligatorio. Los conceptos del edificio del conocimiento son el resultado de un
proceso sucesivo de metaforización y, finalmente, de olvido de este proceso
Para
la figura debe tener la misma estructura del hecho que representa. Y así como
el hecho que representa es un complejo combinado de objetos, la figura
también es compleja.
A partir de los aforismos 2.161: «En la figura y en lo figurado tiene que haber
algo idéntico en orden a que aquella pueda siquiera ser figura de esto»,2.1514,
2.16, 2.17 en adelante se deduce que para que la figura pueda ser una
representación de la realidad debe: a) Haber correspondencia entre los
elementos de la figura y los objetos del mundo, b)el modo como se combinan
los elementos de la figura (esto es la “estructura de la figura”) debe ser
semejante al modo como se organizan las cosas en un estado de cosas, o
hecho atómico.
También se ha visto que ambos comparten el uso del análisis lingüístico para la
disolución de los problemas filosófico-metafísicos. Mientras que Nietzsche hace
uso de un análisis genealógico, Wittgenstein se sirve de la lógica; pero ambos
comparten su interés por el examen radical del lenguaje, dando así un giro al
modo habitual de hacer filosofía. En ese sentido, se puede decir que Nietzsche
sienta un precedente importante para la posterior filosofía analítica del siglo XX,
un fragmento de las obras de cada uno permiten sostener esta aseveración:
“inventar fábulas acerca de otro mundo distinto de éste no tiene sentido” señala
Nietzsche 7, y en el mismo sentido Wittgenstein cuando dice que los límites del
lenguaje son los límites del mundo.
VI. BIBLIOGRAFÍA:
NIETZSCHE, Frederich. Crepúsculo de los ídolos. Madrid: Alianza Editorial,
2002.
-------------------------- Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
Madrid: Editorial Tecnos, 1996.
RIVARA KAMAJI, Greta. « Nietzsche: crítica de la verdad. El lenguaje y la
interpretación.», en Anuario de Filosofía. Volumen 1, 2007, pp. 83-91.
Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras,
México 2009.
SILVA-PROLL DOZO, Tamara. « La crítica del conocimiento a través del
lenguaje en Nietzsche.», BAJO PALABRA, II Época, Nº 4, pp. 83-91.
WITTGENSTEIN, Ludwig. Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Alianza
Editorial, 2002.
F. Nietzsche
Es por eso que sus versos nos aproximan cada vez más a las tensiones vividas
del autor y, sobre todo, a aquellos vislumbramientos que son pasmados
oportunamente en este último escrito cuyos signos surgen en esos últimos
instantes de lucidez antes de que se sumerjan completamente en la locura.
Aquellos versos escritos algún tiempo atrás en su obra cumbre, “Así habló
Zaratustra”, y los demás que fueron agregados y moldeados por él mismo en
los años posteriores. Aunque como sabemos por la correspondencia de su
último período, Nietzsche aún estuvo planeando darle una continuación a su
máxima obra, pero debido a los graves problemas de salud y sus habilidades
intelectuales ya deterioradas no pudo terminarla (nos referimos a La Voluntad
de Poder); y, por tanto, apresuró la producción y edición de estos últimos
poemas los cuales aún esconden planteamientos que podrán ser sólo
examinados desde un horizonte poético-filosófico, pero que no presupone un
reduccionismo de toda su producción literaria a esta última obra, sino que más
bien se percibe nítidamente, en esta obra poética, una propuesta clara y
sincera la cual existe como la consigna de no crear una filosofía sistemática
sino la de romper “la unidad misma” que buscaba toda filosofía tradicional al
intentar crear todo un juego amplio de categorías que expliquen de manera
trascendental el mundo, a diferencia de Nietzsche que siempre intentaba
explicar su filosofía a través de la metáfora la cual abría un gran campo de
múltiples interpretaciones dentro de la vida inmediata de los hombres. En otras
palabras, en esta obra se vislumbra la tensión y conflicto por colocar el cierre
último de su producción filosófica expresada ésta crudamente dentro de esta
última metamorfosis de su propia cosmovisión, siendo subrepticiamente
anunciada en cánticos cuyo ritmo comprende todo su camino de reinvención
del pensamiento y la búsqueda consumada de un adecuado lenguaje fiel a sus
pretensiones; y por ello, esta obra refleja la misma vida de Nietzsche
representada en música y ritmo que mientras nos vamos acercando al final del
último verso se van acrecentando las tensiones hasta llegar a su última
conclusión trágica. Y es que sólo en Nietzsche el acontecimiento de la poesía
no es accidental como algún agregado a la producción de su pensamiento, sino
que está inscrita en sí misma en sus raíces -es su esencia- la cual no
podremos cabalmente comprenderla si en cada momento buscamos inscribir
su pensamiento ligado a algún prejuicio histórico de la tradición filosófica, ya
sea porque estemos acostumbrados a afrontar a un autor desde lo criticado o
planteado por otros.
Pero aún cabe preguntarnos por el asunto medular de la obra como renovación
de las tesis filosóficas de Nietzsche. Podríamos sostener que la importancia
radicaría en que cada poema explicita varios aspectos de lo dionisiaco, y,
además las enseñanzas que conlleva la afirmación de la vida a partir de la
voluntad del súper hombre en lucha contra las fuerzas reactivas del nihilismo
de nuestra sociedad moderna. Esta experiencia dionisíaca de los poemas es
anunciada por Zaratustra el cual no es más que otra máscara que el mismo
Nietzsche se coloca y en la cual se narra a sí mismo y se enfrentará con él
como su propia imagen dentro de este poemario, en la intimidad más profunda
donde puede observar su cuerpo y todo lo que ha conocido hasta entonces;
traduciendo esta imagen del cuerpo de sí mismo bajo el irónico signo de “una
barca que flota” puesto que en este período está siendo machacado y maldito
por los golpes de la enfermedad. Pero ¿qué significado cobra la enfermedad de
Nietzsche para saber qué quiere transmitir en sus versos? Él ya lo había
señalado en Ecce Homo en el capítulo ¿Por qué soy tan sabio? (Nietzsche,
2005): Es esta misma enfermedad la que le ha permitido irónicamente ser el
hombre más sabio de todos, puesto que en virtud de ella ha podido examinar
desde la visión de un enfermo aquellos instintos decadentes que veían la vida
con resentimiento y negación, mientras que desde el estado más saludable
pudo percatarse de las fuerzas y potencialidades de la afirmación, del “sagrado
decir sí” de los espíritus fuertes y cómo de esta misma fuerza emana todas las
potencialidades para la creación artística. En otras palabras, los ditirambos
muestran cómo existe esta experiencia de doble enfermedad, una padecida
realmente por Nietzsche y otra por su personaje Zaratustra los cuales llegan
paralelamente a una resolución. Además, dentro de los ditirambos existe esta
relación de Zaratustra, Ariadna como personaje central, y Dionisio como el
último desenlace y síntesis del desarrollo se convierte, a su vez, en un juego de
las máscaras en donde se descifran la subjetividades más profundas e íntimas
de Nietzsche pues el mismo se concibe como todos los hombres de la historia
como el mismo señala a una carta a Cósima Wagner: “Yo he sido entre indios
Buddha, en Grecia Dioniso, — Alejandro y César son mis encarnaciones, al
igual que el poeta Shakespeare, Lord Bacon. Por último, he sido incluso
Voltaire y Napoleón, quizá hasta Richard Wagner… Pero esta vez vengo como
el victorioso Dioniso que convertirá la tierra en un día de fiesta… No es que
tuviera mucho tiempo… Los cielos se alegran de que esté aquí… He estado
incluso colgado en la cruz…” (Nietzsche, Correspondencia Vl, 2012)
Cesar Urrutia
Bibliografía
Colli, G. (1983). Introducción a Nietzsche. México: Folios Ediciones.
un dolor, un exilio”
F.N.
Dado que como mencionamos Nietzsche, era hijo de un ministro luterano. Y, por
tanto, como padre Ludwig hizo que el pequeño Nietzsche recibiera alguna
instrucción en esta área. El padre de Nietzsche tocaba el órgano y el piano
profesionalmente, fue conocido por su habilidad en la improvisación sobre el
teclado, además cantaba muy bien lo suficiente como para llevar a cabo su deber
como pastor luterano. El joven Nietzsche fue expuesto probablemente a los
tradicionales Himnos luteranos, ocasionales como el “Choral” de Bach y una
razonable cantidad de sagrada música por Handel y Haydn. En su propia lista de
gustos está “la creación” de Haydn, el “Requiem” de Mozart y el “Judas
Maccabeus” de Handel y el “Messias” como siendo presentado en la catedral de
Naumburg.
De hecho, Nietzsche atribuye su primera incursión dentro de la composición
musical la presentación del “Hallelujah Chorus” de Handel. Dentro de poco
después de oír la pieza, a los nueve años, Nietzsche y un amigo fueron
improvisando en el piano y comenzó ordenando los textos bíblicos al estilo de
Handel. Para el momento que él tenía esa edad, Nietzsche era capaz de leer y
realizar anotaciones musicales. Las habilidades de su escucha crítica son
evidentes por los efectos adoptados del estilo de Handel en sus tempranos
trabajos, como fue relatado por el mismo Nietzsche en sus reflexiones
posteriores. Su temprano escrito musical data del año siguiente, cuando él
escribió algunos fragmentos melódicos. Aunque no más de 21 medidas de
tempo, su sistemática exploración de las tríadicas armónicas proporciona ahora
la evidencia suficiente de su adelantada instrucción musical que tenía (Moritz,
2002).
Todo esto ocurre antes de su primera composición de piano a cuatro manos que
no fue titulado, “Allegro con brio”, el cual tenía una obvia influencia de Handel.
Es así que a partir de su encuentro con Krug se fue consolidando su formación
como músico. Y las diversas piezas que compuso en los años posteriores como,
por ejemplo, “Hoch tut euch auf” en 1858 hasta su primero conocimiento de la
pieza wagneriana “Tristan und Isolde” fue todo por medio de la influencia de su
amigo Gustav Krug quien fue el que le recomendó para que pueda presentar el
“Tristan” de Wagner para el grupo Germania cuyos integrantes eran tres:
Nietzsche, el mismo Krug y un mutuo amigo Wilhem Pinder. El grupo formado
alrededor de 1860 tenía estrictas reglas que permitían asegurar su consolidación
y comenzaron con formales ceremonias cerca de las ruinas de un castillo. Cada
miembro debería trabajar y enviar una composición musical cada mes.
Además, cada uno debía pagar una cuota para adquirir libros y artículos
relevantes para los intereses de Germania. En el desarrollo de las actividades
musicales y de discusión intelectuales del grupo manifestaron su temprana
diferencia puesto que tanto Krug como Pinder no compartían los gustos
musicales conservadores de Nietzsche. Al contrario, ellos estaban muy
familiarizados con la música contemporánea que se denominan Zukunftmusik
(Música del futuro) la cual Nietzsche detestaba como señalamos antes. Dado
que Krug era devoto de la música wagneriana y Nietzsche era más devoto de la
música de la era barroca. Es así que estas diferencias desataban siempre los
debate sobre la estética musical que influenciaran al Nietzsche en su época más
madura. Dentro de estos años, que Nietzsche colaboro constantemente dentro
del grupo Germania, se encuentran varios ensayos como el denominado “ Fatum
und Geschichte” (Destino e Historia) . Así como una cantidad relevante de
fragmentos incompletos de composición musical y otras canciones completas
como: “ Herbstieleder”, “Sei still mein Herz” y un trabajo de piano; “ Drei
Ungarrischer Stücke”.Sin embargo por el objetivo de este texto no
profundizaremos más en su biografía, ni en las composición ya que tendrá un
capítulo aparte donde se detallará el análisis de cada pieza musical.
En síntesis, a través de este breve recorrido de sus primeros años de vida hasta
sus trabajos en Germania, antes que conozca personalmente Wagner, e incluso
antes de que comenzará sus estudios como filólogo en Bonn en 1864 los cuales
tuvieron principalmente una motivación de carácter musical como lo pueden
aseverar su ensayo inacabado “De la naturaleza de la Música”. Podremos
concluir firmemente, que su formación y vocación fue, ante todo, propia de un
músico de su época; antes que de materia filológica o filosófica; y este tipo de
formación determino el destino del joven Nietzsche y sus revolucionarias ideas
en el terreno de la filosofía en su época de madurez. De este modo,
contemplamos la tesis de que si se desconoce esta previa formación genética
musical sería imposible comprender su producción filosófica y su propuesta
metafísica de las palabras y la música que más adelante se expone en un
documento póstumo: “De la palabra y de la música”. En consecuencia, Nietzsche
nos dice al final de su autobiografía en 1888, ECCE HOMO: ¿Se me ha
comprendido? – Y categóricamente podemos responderle que “No”; mientras
sigamos examinándolo como si fuera un filósofo más de la academia, haciendo
sólo interpretaciones unilaterales de su filosofía y de sus tratados ensayístico,
observando superficialmente su producción, yaqué desde ahí es donde se ignora
la mayoría de su producción música. E incluso pasamos por alto que él mismo
se autodenomina desde su vena musical diciendo: «Quizá no haya habido otro
filósofo más musical que yo, con tal grado y fundamento» ( (Nietzsche F. , Ecce
homo, 2005)
Como expresión de esa voluntad que busca abrazar la vida y afirmarla a pesar
de las cosas terribles y el dolor que encierra. Para Nietzsche la música es el
modo más elevado de captar la voluntad, por encima de las demás artes porque
es la voluntad misma. Expresa el en-sí de todo fenómeno. Aunque recogerá la
tesis Schopenhaueriana de que la música representa mejor que nada la esencia
del mundo.
La música, nos dice Hegel, requiere de la atención del sujeto puesto que ella
misma es pura temporalidad. Y su material de trabajo es el sonido el cual se
encuentra en completa autonomía a diferencia de la poesía donde la importa el
contenido-representativo, y ella misma como poesía es la expresión máxima
dentro de su jerarquía de las artes marcando el límite entre el arte y la filosofía.
El sonido solo le sirve a esta última para formular sus representaciones. Mientras
que, en la música, en cambio, al ser completamente autónoma y prescindir de
un contenido representativo, ella expresa, según Hegel, la subjetividad pura. Es
por eso, que la música según Hegel no es un arte mimético como la escultura o
la pintura; sino es un arte que busca la expresión de la interioridad pura; es decir,
de la voluntad como señalará más tarde, Schopenhauer. Y es que la música para
ambos refleja un principio de asemanticidad; es decir, desarrolla un lenguaje que
sólo puede comunicar sin necesidad de representaciones de forma misteriosa la
voluntad directa de los individuos y su completa afectividad.
A pesar de las diferencias que tuvo con Schopenhauer y con Hegel. Existe otra
gran filosofía de la música o mejor dicho el mayor genio musical que influenciado
a la sociedad europea más que ningún otro músico y que por su puesto evidencio
una influencia en Nietzsche desde que este lo conocía a sus 24 años. Estamos
hablando de Richard Wagner. El metafísico musical por excelencia. Wagner fue
aquel músico que creía en la consolidación y unificación de todas las artes dentro
de la idea de la Nación.
En su reciente libro Alain Badiou recorre las diversas críticas sobre la metafísica
musical wagneriana. Badiou señala:
“Wagner creó una nueva situación respecto a la relación entre filosofía y música.
Era un situación nueva porque instituyó un tipo especial de debate filosófico
sobre el propio Wagner que debía, de forma inevitable, acompañarse de una
discusión más amplia en torno a la música, incluso si ello conllevaba un debate
mucho más extenso acerca de la mitología, el teatro y demás.” (Badiou, 2013)
“Una tal interpretación del amor es escasa: ella hace declarar entre miles a una
obra de arte. Pues en promedio los artistas hacen como todo el mundo, e incluso
peor-ellos malentienden el amor. También Wagner lo malentendió” (Nietzsche F.
, El Caso Wagner. Un problema para Músicos, 2003).Es también que gracias a
la sensibilidad musical de Bizet, Nietzsche es capaz de traducir la lógica de la
pasión, la línea más corta, la dura necesidad; por sobre todo tiene lo que
pertenece las zonas cálidas, la sequedad del aire, la limpieza del aire. Frente a
la atmosfera y a la sensibilidad totalmente decadente, enfermiza, escenificada
musicalmente por Wagner, Nietzsche encuentra que en Bizet se despliega una
atmósfera y una sensibilidad totalmente diferente donde se reconoce un
enseñoramiento de la vida sobre sí misma. La música de Bizet es el remedio
para la enfermedad que significa la música Wagneriana.
En segundo lugar, lo que Nietzsche buscaba con esta comparación era encontrar
en la música contemporánea más allá que la genialidad del estilo era “ el espíritu
sereno, claro, tierno, y ligero de un Mozart, cuya gravedad respira la tranquilidad
y no el terror” (Nietzsche F. , El caminante y su sombra, 2016) .Cuento la
serenidad entre las pruebas de mi filosofía – Escribía Nietzsche en 1888 a Jean
Bourdeau. Asimismo, en el crepúsculos de los ídolos- Prefacio: ¿qué hay más
indispensable que la serenidad? (Nietzsche F. , Filosofando a Martillazos, 2004)
Para terminar, Todas sus obras que él elabora arduamente lo pudo configurar
gracias a su quehacer como músico desde sus tempranos años de vida. Pues
todas responden a su formación como músico. Donde lo que importa es la
tonalidad y la fuerza con lo que se dice más que lo que se pueda obtener de
categórico u objetivo.
Aquel estilo Nietzscheano donde entre fragmentos descansa un breve y
sustancial silencio. Para luego retornarse y plantear alguna idea que luego más
tarde, sea acompañada de una fuerza expresiva, de la temporalidad; él escribe
en el momento de arrebato de inspiración y de fuertes tensiones anímicas. El
escribió tal como vivió, camino y vivencio su dolencia como sus alegrías. El
escribió bajo un estilo fragmento parecido a las sentencias milenarias de los pre-
socráticos los cuales son grandes intuiciones respecto al origen del cosmos. Es
esto uno de los aspectos más destacados de la genialidad del filósofo; donde
sus intuiciones permitirán el surgimiento de otras fuerzas creadoras dentro la
ciencia y el arte. Asimismo, como sentencio Heráclito: “El relámpago lo domina
todo”. Así Nietzsche con tanta verosimilitud se reinventa constantemente en
dentro la misma composición y organicidad de su obra. Ese instante
relampagueante, donde todo el fluir de las ideas se expresan con fuerza tonal
como cuando cae un relámpago y todo retumba temblando a su paso surgiendo,
de este modo, la música como el arte de lo anímico en el tiempo.
Pero no sólo pensó la música e hizo de ella una categoría filosófica fundamental,
sino que él mismo fue compositor musical. La faceta que hoy presentamos, la
del Nietzsche músico, es fundamental para comprender al hombre y al filósofo.
Y así lo consideró él cuando al referirse a su Oración a la vida expresó: "Deseo
que esta pieza musical permanezca como un complemento a la palabra del
filósofo que, en el ámbito de las palabras, tuvo que quedar por fuerza oscuro. El
pathos de mi filosofía encuentra su expresión en este himno". Nietzsche fue
siempre consciente de la oscuridad de su obra, o más bien de lo poco accesible
que ésta resultaba para la mayoría. En una carta a Gersdorff, preguntaba: "¿Son
mis escritos tan oscuros e incomprensibles? Yo pensaba que cuando uno habla
de la angustia, aquellos que sienten la angustia entenderían. Ello es también
verdad: ¿más dónde están aquellos que sienten la angustia?" Si su música
puede ser el ansiado complemento a la palabra es algo discutible, pero sin lugar
a dudas conocerla a fondo y gozar de ella nos acerca más tanto al hombre como
al filósofo.
Referencias
Aristóteles. (1962). Política. Barcelona: Iberia.
Janz, C. P. (1981). Friedrich Nietzsche (Vol. 1). (J. Muñoz, Trad.) Madrid:
Alianza Editorial.
Laercio, D. (1792). Sobre las Vidas, opiniones y sentencias de los filosofos más
ilustres. Madrid.
Paul Janz, C. (1985). Los diez años del filosofo errante. Madrid: Alianza
Editorial.