HIPEREMESIS GRAVÍDICA
Las nauseas y vómitos son una situación clínica muy frecuente en el embarazo que afecta al 75-80 % de
las gestantes. El espectro más grave de esta situación clínica conocido como hiperemesis gravídica es
mucho menos frecuente y afecta en realidad al 0,5-2 % de todas las gestaciones. No existe consenso
acerca de la definición de la enfermedad, pero la mayoría de las definiciones incluyen vómitos persistentes
en ausencia de otras patologías que los expliquen con pérdida ponderal importante (superior al 5% del
peso inicial).
Las causas de la hiperemesis gravídica es desconocida, aunque diferentes ha habido varias propuestas:
Niveles elevados de Beta-hCG y estrógenos, embarazos múltiples y factores psicológicos y factores
familiares (mujeres que tienen madres o hermanas que hayan presentado nauseas y vómitos tienen más
probabilidad de presentarlas).
Profilaxis y tratamiento
Existen diferentes estrategias de prevención de las nauseas y los vómitos del embarazo.
1. La toma de complejos multivitamínicos de manera periconcepcional han demostrado disminuir la
incidencia de nauseas y vómitos del embarazo. Así que parece razonable recomendar su
administración sobretodo en aquellas pacientes que han presentado nauseas y vómitos en
gestaciones anteriores.
2. Comidas frecuentes, poco abundantes (repartir la ingesta en un mínimo de 5 comidas de menor
cantidad), sólidas y evitar las comidas muy grasas y picantes.
Las nauseas y vómitos del embarazo son una enfermedad con diferentes espectros de severidad. Es por
ello que debemos añadir los tratamientos de forma escalonada.
• Rehidratación y aporte de vitaminas y minerales (K, Na, Mg, fosfato, bicarbonato, B1).
• Reposo digestivo corto.
• Dieta rica en hidratos de carbono y pobre en grasas.
• Evitar desencadenantes: olores, movimientos, stress, comer c/3-4 hs. o apenas tenga hambre.
• Vit B6
• Metoclopramida o droperidol (según indicación médica)
Como tratamientos no farmacológicos, en pacientes con sintomatología leve de nauseas y vómitos que son
reticentes a los se sugiere el uso de jengibre (Arkocápsulas jengibre®) y acupuntura.
La colestasia intrahepática del embarazo (CIE) es una patología obstétrica que se presenta en la segunda
mitad de la gestación, de preferencia en el tercer trimestre. Se caracteriza por un prurito persistente palmar
y plantar, a veces generalizado, de predominio nocturno y que desaparece en forma espontánea después
del parto. Un 10% de los casos presenta ictericia.
Su frecuencia en Chile y en los países escandinavos varía entre el 3 y el 10% de los embarazos. En otros
países, es una patología raramente reportada.
Causas
Se desconoce cuáles serian las causas, sin embargo, que existen factores predisponentes genéticos,
hormonales y ambientales.
-mayor incidencia en grupos étnicos (mapuches).
1. Predisposición genética:
-predisposición familiar.
-estrógenos
-aparece exclusivamente durante el embarazo
2. Factores hormonales:
-recurrencia en embarazos siguientes (30%)
-más frecuente en gestaciones múltiples
-cambios en alimentación (aceites comestibles)
3. Factores ambientales:
-variaciones estacionales y temporales
Exámenes de laboratorio
Pueden ser de utilidad cuando el cuadro clínico no es claro y se plantea el diagnóstico diferencial con otras
patologías hepáticas o para cuantificar la ictericia. En estos casos son útiles:
- Bilirrubina
- Transaminasa pirúvica
- Transaminasa oxaloacética
- Sales biliares
En la CIE las pruebas hepáticas están normales o discretamente alteradas. El examen más específico de la
enfermedad son las sales biliares; sin embargo, éstas pueden resultar normales, sin descartarse la CIE si la
clínica es característica.
Manejo clínico
Dado que la enfermedad no tiene tratamiento, se debe informar con claridad a la paciente que no hay
tratamiento, dándole el apoyo psicológico necesario. Con este objetivo, es recomendable efectuar controles
semanales en los que se interrogará dirigidamente a la paciente para evaluar los siguientes aspectos:
El prurito puede aliviarse con el uso frecuente de talco mentolado y sedación con diazepán 5 mg. cada 12
horas. Ante la presencia de prurito intenso o invalidante puede usarse fenobarbital en dosis de 100 mg.
cada 12 horas.
Rara vez la CIE requerirá hospitalización. Esta se reserva para casos de prurito invalidante en que el
tratamiento hospitalario pudiera resultar más eficaz o cuando hay asociación con otra patología que
requiera manejo intrahospitalario.
La tocolisis (medicamentos para inhibir o disminuir la contractilidad uterina) profiláctica no está indicada. Se
usa tocolisis en forma terapéutica en los casos de amenaza de parto prematuro en gestaciones menores de
36 semanas de gestación.
Bacteriuria Asintomática (BA): se define como bacteriuria asintomática cuando la paciente cuando la
paciente presenta dos exámenes de urocultivo positivos consecutivos, en ausencia de sintomatología. Su
incidencia es 3 a 10% de las mujeres embarazadas. Alrededor del 40% de las pacientes con BA no tratada
desarrollan pielonefritis aguda. BA se relaciona, además, con riesgo significativamente aumentado de
prematurez y RN de bajo peso de nacimiento.
Cistitis Aguda (CA): llamada también infección urinaria baja, se caracteriza por sintomatología de
polaquiuria (necesidad de orinar con más frecuencia de lo que es normal), disuria (dolor al orinar), en
Pielonefritis Aguda (PA): La pielonefritis aguda, o infección urinaria alta, es la forma más grave de
presentación de la infección del tracto urinario. El cuadro clínico se caracteriza por fiebre, que puede llegar
a ser muy elevada (sobre 39ºC), calofríos intensos, y, en 85% de los casos, dolor en región costolumbar.
La bacteriuria es siempre significativa, y en el 7-10% de las pacientes se produce bacteremia. El hecho
más significativo es que 2-3% de ellas desarrollará shock séptico, con la consiguiente gravedad para madre
y feto.
Muchas pacientes con esta infección experimentan contracciones uterinas frecuentes e intensas que
pueden desencadenar el trabajo de parto.
Manejo y tratamiento
Si se sospecha infección urinaria en cualquiera de sus formas el examen de sedimento de orina y urocultivo
son fundamentales para certificar el diagnóstico.
El objetivo del tratamiento de la ITU es dejar las vías urinarias libres de gérmenes y, para lograrlo, se deben
utilizar antibióticos que sean efectivos contra los microorganismos que se observan con más frecuencia en
estas infecciones (E. Coli, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis y enterobacter sp), y, que además, sean
inocuos para el feto (cefalosporinas de primera generación, nitrofurantoína, gentamicina, cotrimoxazol y
ampicilina).
ANEMIA Y EMBARAZO
Es la disminición de la masa de hemoglobina durante el período grávido puerperal. Se considera anemia una Hb <11 gr % en el
primer y tercer trimestre y <10,5 gr % en el segundo trimestre.
Síntomas:
En el grado leve se produce fatigabilidad, palpitaciones y somnolencia, síntomas por lo demás comunes de
las embarazadas.
Tratamiento:
1. Dieta: Los alimentos que permiten la mayor absorción de fierro son la carne de vacuno, pescado
y pollo, interiores: hígado, riñones y embutidos de sangre. La absorción disminuye notoriamente con
la ingesta de té y café, cereales y leche.
2. Profilaxis: Se realiza con 60 mg/día de fierro elemental en los dos últimos trimestres. El efecto
colateral es constipación, diarrea, náusea, malestar abdominal, cambio del color de la deposición.
No ingerirlos con leche, té o café.
3. Terapia: En caso de anemia leve a severa se administra fierro oral, doblando la dosis profiláctica
por un período de 6 semanas. Se evalúa la respuesta con hematocrito y hemoglobina (Hb/Hcto). En
caso de no haber mejoría buscar otra causa de anemia. La anemia severa requiere hospitalización
para estudio de la cinética de hierro e investigación de hemorragia continua.
El fierro parenteral está indicado en casos de enfermedad de Crohn, nutrición parenteral total central y en
los casos de intolerancia digestiva que impiden una terapia oral efectiva. La vía de admisitración puede ser
intramuscular, que provoca reacciones locales en el sitio de inyección, o endovenoso, que implica tener un
equipo de reanimación para manejar una eventual reacción anafiláctica. Las recciones al hierro
La pérdida aguda de sangre puede provocar una anemia importante. Las principales causas (durente el
embarazo, parto y puerperio) de pérdida de sangre son:
Tratamiento: Detener el sangrado según causa. Ante una anemia moderada, en una mujer sana, sin
sintomatología al deambular, sin fiebre ni perspectivas de nuevos sangrados, es aconsejable fierro oral en
dosis terapéutias hasta corregir los valores de Hb/Hcto. En una hemorragia masiva, o inestable
hemodinámicamente: administración inmediata de sangre total o glóbulos rojos más expansores
plasmáticos simultáneamente a los esfuerzos para detener el sangrado.
DIABETES GESTACIONAL
Causas
Las hormonas del embarazo pueden bloquear el trabajo que hace la insulina. Cuando esto sucede, los
niveles de glucosa se pueden incrementar en la sangre de una mujer embarazada.
Se está en mayor riesgo de padecer diabetes gestacional si:
Síntomas
En la mayoría de los casos no se presentan síntomas. El diagnóstico se realiza durante un estudio prenatal
de rutina. En casos en los que se presentan síntomas, estos pueden incluir:
Visión borrosa
Fatiga
Infecciones frecuentes, entre ellas las de vejiga, vagina y piel
Aumento de la sed
Incremento de la micción
Náuseas y vómitos
Tratamiento
Los objetivos del tratamiento son mantener los niveles de azúcar en la sangre (glucosa) dentro de los
límites normales durante el embarazo y asegurarse de que el feto esté saludable.
Dieta y ejercicio
La mejor manera de mejorar la alimentación es consumir una variedad de alimentos saludables.
La mayoría de las mujeres que presentan diabetes gestacional no necesitarán medicamentos ni insulina
para esta enfermedad, pero algunas sí.
Las mujeres embarazadas que padecen diabetes gestacional tienden a tener recién nacidos macrosómicos
(con más de 4 kilos al nacer). Esto puede aumentar la probabilidad de problemas en el momento del parto,
como lesiones (traumatismo) al nacer debido al gran tamaño del bebé o parto por cesárea. Por otro lado, el
recién nacido hijo de madre diabética es más propenso a tener períodos de nivel bajo de azúcar en la
sangre (hipoglucemia) durante los primeros días de vida.
Tras el parto los niveles altos glicemia en la mujer suelen volver a la normalidad y se debe cuidar a la
puérpera para buscar signos de diabetes. La mujer que ha tenido diebetes gestacional tiene más riesgo de
padecer diabetes al cabo de 5 a 10 años después del parto.
La enfermedad hipertensiva es una de las complicaciones médicas más frecuentes del embarazo, y ha
compartido, con aborto séptico, el primer lugar entre las causas de mortalidad materna en nuestro país. Su
b) eclampsia (E): es la forma más severa de PE, en la que la magnitud del alza tensional y del
daño endotelial provoca una encefalopatía hipertensiva capaz de producir un cuadro convulsivo y/o
coma en ausencia de patología neurológica previa. Se presenta en aproximadamente el 0,3% de los
partos, habiéndose observado una disminución de su frecuencia a raíz del mejor manejo de la PE.
Esquemas de tratamiento eficaces y aplicados precozmente han logrado evitar la elevada
mortalidad materna y alcanzar una sobrevida fetal de 90% si el feto está vivo al momento del
ingreso de la paciente.
2) Hipertensión crónica:
Es la elevación tensional detectada antes del embarazo o antes de las 20 semanas de gestación y
que persiste en el postparto alejado. Predomina en mujeres sobre los 30 años, habitualmente
multíparas, con antecedentes familiares de hipertensión.
Historia familiar: las madres, hermanas e hijas de pacientes que han presentado PE o eclampsia,
tienen una incidencia significativamente mayor de la enfermedad, lo que apunta a factores genéticos
predisponentes, probablemente relacionados con los sistemas reguladores de presión arterial.
Grupos de edad extremos: la mayor parte de los estudios muestra una incidencia mayor antes de
los 20 años y después de los 35 años.
Diabetes Mellitus: existe una mayor incidencia de PE-E en embarazadas diabéticas con
inadecuado control metabólico y con nefropatía diabética.
Durante los controles obstétricos ambulatorios la presión arterial (PA) se mide con la paciente en posición
sentada, con el manguito colocado a la altura del corazón, después de un período de reposo de 5 minutos.
De encontrar una cifra elevada se repiten las mediciones en 3 oportunidades separadas por 1 minuto.
Una sola cifra de 160/110 mm Hg o más, o hipertensión en rango menor asociada a proteinuria,
hacen el diagnóstico de síndrome hipertensivo establecido y no requiere de mediciones repetidas,
separadas en el tiempo.
Anamnesis: cuando se ha comprobado una HTA establecida hay que evaluar si la paciente posee
antecedentes familiares de hipertensión o de PE y si ha tenido HTA antes del embarazo actual. Si la
tuvo, debe consignarse si la presentó en relación a gestaciones previas, cuál fue la conducta
adoptada y si se comprometió el peso del recién nacido (RN). La detección de cifras tensionales
elevadas antes de las 24 semanas de gestación, apoya la hipótesis de que se trata de una HTA
crónica y no de una PE. Las diferencias pueden ser escasas en cuanto al manejo de la paciente,
pero tienen importancia en cuanto al riesgo materno y fetal, mayor en la PE.
Laboratorio:
o Hemograma
o Examen de orina: evalúa el compromiso renal agudo o previo.
o Uricemia: un valor sobre 5 mg/dl es característico de PE.
o Proteinuria: La magnitud de la proteinuria reviste importancia para evaluar la severidad y
progresión de la PE.
o Clearance de creatinina: es el mejor parámetro para evaluar la función renal.
o Electrocardiograma: la presencia de hipertrofia ventricular indica hipertensión previa al
embarazo.
o Enzimas hepáticas.
Su evaluación permite precisar las posibilidades de prolongar el embarazo y decidir la vía de parto.
Examen obstétrico: evalúa la vitalidad y crecimiento fetal así como su relación con la edad
gestacional mediante altura uterina y estimación de peso fetal. Es necesario, además, precisar la
presentación fetal y el grado de madurez del cuello uterino para decidir la vía del parto.
Movimientos fetales: en la práctica clínica se solicita a las pacientes que registren los movimientos
fetales durante 1 hora, una vez al día. Si registra menos de 6 movimientos fetales en ese período,
se realiza monitorización electrónica de la frecuencia cardíaca fetal (FCF).
Monitorización electrónica de la FCF: a través del registro basal no estresante y/o del test de
tolerancia a las contracciones uterinas.
Amniocentesis: el estudio del líquido amniótico (LA), permite verificar la madurez pulmonar fetal
antes de la interrupción del embarazo. La presencia de meconio en el LA constituye un signo de
alerta, ya que se asocia a Apgar bajo y mayor mortalidad perinatal.
La interrupción del embarazo es la única medida que revierte las alteraciones características de la
enfermedad. En la práctica clínica es inconveniente interrumpir la gestación en un gran número de casos,
ya que se hace necesario prolongar la estadía del feto in útero para permitir una madurez que asegure su
viabilidad. Por esto, cuando hablamos de "tratamiento" nos referimos a medidas destinadas a:
prevenir la eclampsia
prolongar, con el menor riesgo posible, la estadía fetal in útero con el fin de evitar las
complicaciones propias del prematuro
Hospitalización
Control de signos vitales maternos [presión arterial (PA), frecuencia de pulso (FC), reflejos
osteotendíneos (ROT) y frecuencia respiratoria] y LCF cada 4 horas entre 7 y 23 horas
Control de signos vitales maternos (PA, FC, ROT y frecuencia respiratoria) y LCF cada 3-4 horas
entre 7 y 23 horas; cada 1-2 horas en cuadros graves
Sulfato de magnesio.
Uso de antihipertensivos
Resolución del parto (interrupción del embarazo): una vez controlado el cuadro convulsivo y
recuperada la conciencia. La vía de parto debe ser preferentemente vaginal y debe intentarse, por
tanto, la inducción ocitócica. Las pacientes eclámpticas parecen ser especialmente sensibles a la
estimulación ocitócica.
Recomendaciones postparto
Toda paciente hipertensa durante el embarazo debe evaluarse en el postparto. El obstetra está en una
posición de privilegio para detectar predisposición a HTA o HTA crónica en etapas iniciales.
En la PE pura los parámetros clínicos y de laboratorio se normalizan habitualmente en los primeros 10 días
del postparto. Estas pacientes pueden hacer una vida completamente normal, con una baja posibilidad de
recurrencia en embarazos posteriores y de HTA crónica a futuro. Las pacientes deben ser instruidas para
ser controladas regularmente, reducir la ingesta de sal, evitar el sobrepeso y el uso de anticonceptivos
orales.
La vaginosis bacteriana es la infección vaginal más común que presentan las mujeres en edad fértil. Es
ocasionada por un desequilibrio en las bacterias que viven en la vagina. Aproximadamente una de cada
cinco mujeres padecen de esta infección en algún momento del embarazo, aunque las estimaciones varían
ampliamente.
Las “bacterias buenas”, llamadas lactobacilos, normalmente prevalecen sobre las demás bacterias,
manteniéndolas bajo control. Cuando hay muy pocos lactobacilos, las otras bacterias crecen
desmedidamente ocasionando vaginosis bacteriana. No se sabe con certeza qué es lo que hace que se
produzca esta alteración del equilibrio en las bacterias.
Las investigaciones demuestran que la vaginosis bacteriana durante el embarazo se vincula con un riesgo
más elevado de parto prematuro, bajo peso al nacer, ruptura prematura de las membranas e infección
uterina después del parto. Algunos estudios indican que existe una relación entre la vaginosis bacteriana y
los abortos espontáneos, durante el segundo trimestre. Dicho esto, la mayoría de las mujeres con vaginosis
bacteriana llevan adelante embarazos totalmente normales. Y hasta la mitad de los casos de dicha
infección en mujeres embarazadas se resuelven por sí solos.
Tener vaginosis bacteriana genera mayor propensión a ciertas enfermedades de transmisión sexual, tales
como la clamidia, la gonorrea y el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), en caso de exposición a estas
infecciones.
Por lo menos la mitad de las mujeres que desarrollan vaginosis bacteriana no tienen ningún síntoma. Pero
entre los posibles síntomas podrías notar flujo vaginal blanco o grisáceo no muy espeso que huele muy feo
o a pescado. También podrías tener ardor al orinar o irritación en la zona genital, aunque no es habitual.
Tratamiento
Las opciones terapéuticas para la vaginosis están basadas en antibióticos los cuales incluyen metronidazol
oral y vaginal, ampicilina y clindamicina, siendo eficaz cuando se diagnostica correctamente. La pareja no
debe ser tratada pues como infección endógena no contagia ni se debe a ningún contagio externo.
Prevención
Dado que se desconoce qué es lo que produce este desequilibrio entre las bacterias, no hay nada en
concreto que puedas hacer para prevenir la vaginosis bacteriana. Sin embargo, hay algunas maneras de
reducir el riesgo de contraer esa infección:
Evitar tener múltiples parejas sexuales o usar protección durante el acto sexual.
Evitar el consumo de cigarrillo: el tabaco aumenta el riesgo de vaginosis bacteriana.
Evitar realizar duchas vaginales, sprays de higiene femenina o jabones perfumados para la higiene
de los genitales. Estos productos pueden perturbar el delicado equilibrio de las bacterias de la
vagina.
Bibliografía
http://www.bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol20_4_04/mgi03404.htm
http://www.binasss.sa.cr/revistas/rmcc/599/art10.pdf
http://escuela.med.puc.cl/paginas/departamentos/obstetricia/altoriesgo/CIE.html
http://escuela.med.puc.cl/paginas/departamentos/obstetricia/altoriesgo/itu.html
http://escuela.med.puc.cl/paginas/departamentos/obstetricia/altoriesgo/SHE.html
Donoso E, Oyarzún E, Juez G: Colestasia intrahepática del embarazo. Alto riesgo fetal? Rev Chil Obstet
Ginecol 1986; 51: 318-24