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La Declaración de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos

en 1789

En 1789, el pueblo de Francia causó la abolición de una monarquía


absoluta y creó la plataforma para el establecimiento de la primera
República Francesa. Sólo seis semanas después del ataque súbito a la
Bastilla, y apenas tres semanas después de la abolición del feudalismo,
la Asamblea Nacional Constituyente adoptó la Declaración de los
Derechos del Hombre y de los Ciudadanos como el primer paso para
escribir la constitución de la Republica de Francia.

La Declaración proclama que a todos los ciudadanos se les deben


garantizar los derechos de “libertad de propiedad, seguridad y
resistencia a la opresión”. Argumenta que la necesidad de la ley se
deriva del hecho de que “…el ejercicio de los derechos naturales de cada
hombre, tiene sólo aquellos límites que aseguran a los demás miembros
de la misma sociedad el goce de estos mismos derechos”. Por lo tanto,
la Declaración ve a la ley como “una expresión de la voluntad general”,
destinada a promocionar esta equidad de derechos y prohibir “sólo
acciones dañinas para la sociedad”.

Los representantes del pueblo francés, que han formado una Asamblea
Nacional, considerando que la ignorancia, la negligencia o el desprecio de
los derechos humanos son las únicas causas de calamidades públicas y de
la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer en una declaración
solemne estos derechos naturales, imprescriptibles e inalienables; para que,
estando esta declaración continuamente presente en la mente de los
miembros de la corporación social, puedan mostrarse siempre atentos a sus
derechos y a sus deberes

En 1792 Proclamación De La República Francesa el 21 de septiembre. Empezó


oficialmente el día que los diputados de la Convención Nacional aprobaron la
abolición de la monarquía, confirmando así la destitución del rey Luis XVI que
había sido suspendido en el transcurso de la Jornada del 10 de agosto de 1792.
Duró un total de doce años, hasta el establecimiento del Primer Imperio
francés por Napoleón Bonaparte en mayo de 1804.
1795. Una nueva Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano que
pretendía evitar la posibilidad de instauración de una democracia social.
Condenaba la esclavitud y confirmaba la libertad económica.

10 de mayo- 25 de junio de 1940. Se inició la Batalla de Francia tras el ataque


de fuerzas armadas alemanas al territorio francés y acabó con la rendición de
Francia y la ocupación alemana del noroeste de Francia, incluido París.

Después de la Segunda Guerra Mundial y la creación de las Naciones Unidas, la


comunidad internacional se comprometió a no permitir nunca más atrocidades
como las sucedidas en ese conflicto. Los líderes del mundo decidieron
complementar la Carta de las Naciones unidas (firmada el 26 de junio de 1945 en
San Francisco) con una hoja de ruta para garantizar los derechos de todas las
personas en cualquier lugar y en todo momento. Este documento más tarde sería
la Declaración Universal De Derechos Humanos.

10 de diciembre de 1948. La Asamblea General de la ONU, reunida en parís,


aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos con ninguna nación en
contra, aunque 8 se abstuvieron de votar. Y además la asamblea adoptó una
resolución que exigía al Consejo Económico Y Social examinar con carácter
urgente el pacto y los convenios internacionales necesarios para la aplicación
efectiva de los términos de la declaración.

2004-2005. Francia refuerza su propia legislación en materia de derechos


humanos: ley de 2004 contra el antisemitismo y el racismo, creación en 2005 de la
Alta Autoridad para la Lucha contra las Discriminaciones y por la Igualdad
(HALDE), a la que pueden acceder directamente las víctimas de la discriminación.

Hoy, Francia desempeña un papel activo en el seno del Consejo de los Derechos
Humanos de la ONU, con sede en Ginebra. Apoya, junto a sus socios europeos,
resoluciones que conciernen a regiones o países donde se violan grave y
sistemáticamente los derechos humanos, así como resoluciones sobre temas
como la pobreza extrema, los niños soldados o las desapariciones forzadas.

Milita, asimismo, a favor de la ratificación universal de las convenciones


protectoras de los derechos humanos, por ejemplo la que estableció en 2002 el
Tribunal Penal Internacional para juzgar los crímenes de guerra, los crímenes
contra la humanidad o el genocidio. Lucha contra la impunidad apoyando, por
ejemplo, el Tribunal internacional para el juicio de los jemeres rojos en Camboya.

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