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LEY DE PRIVATIZACIÓN, 24 DE ABRIL DE 1992 – LEY Nº 1330

El Texto Ordenado de la Ley Nº 1330 de Privatización de 24 de abril de 1992, que


presentamos en esta ocasión, es uno de los productos del Programa de
Saneamiento Legislativo emprendido por la Vicepresidencia del Estado
Plurinacional de Bolivia con el apoyo de la Cooperación Técnica Alemana –
Programa de Fortalecimiento a la Concertación y al Estado de Derecho GTZ-
CONCED.

La Ley de Privatización norma el proceso de privatización de las empresas


públicas. En concreto, la citada Ley autoriza, fundamentalmente, a las empresas
del sector público a enajenar los activos, bienes, valores, acciones y derechos de
propiedad de éstas y transferirlos a personas naturales y colectivas nacionales o
extranjeras, o a aportar los mismos a la constitución de nuevas sociedades
anónimas mixtas; y, dispone que la transferencia se efectuará a valor de mercado,
previa la valoración de los peritos independientes, a través de licitaciones, puja
abierta o de la bolsa de valores. Complementariamente, dispone que el Consejo
Nacional de Economía y Planificación (CONEPLAN) normará y fiscalizará los
procesos y definición de las estrategias para la transferencia o disolución de las
empresas públicas y actuará como el único representante de los intereses del
Estado en la venta o disolución de los mismos.

En esencia, la Ley que presentamos si bien tiene vigencia formal; por su contenido
es anacrónica en relación a los mandatos constitucionales vigentes señalados al
final de ésta presentación. Sin embargo, es importante identificar los preceptos de
la Ley N° 1330 para una pronta actuación legislativa que la deje sin efecto
tomando las previsiones necesarias para resguardar los intereses del Estado.

La fase inicial del Programa de Saneamiento Legislativo tuvo por objetivo


identificar las leyes de la República en el período 1825 – 2009 y determinar su
vigencia o no vigencia como parte del ordenamiento jurídico boliviano. El proceso
se llevó adelante en ocho áreas temáticas distintas, de las que una de ellas es la
administrativa a la que pertenece la Ley de Privatización1.

Para lograr el propósito del saneamiento se recopiló toda la legislación temática


relacionada que, para el caso, también incluye Decretos Leyes o Decretos
Supremos elevados a rango de leyes, así como las referencias a Sentencias
Constitucionales que hayan podido tener efecto derogatorio sobre parte o el todo
de una ley específica. Luego de completada la colección física de leyes se
procesó la lectura de las mismas en el afán de establecer las abrogaciones y
derogaciones explícitas, al mismo tiempo de registrar la información general y
particular de las leyes estudiadas en una base de datos especialmente
encomendada por la Dirección del Programa, a cargo de la Dra. Varinia Costas
Herrera, a la unidad informática de la Vicepresidencia del Estado. Particular
esfuerzo representó el entramado legislativo pues los legisladores no
necesariamente se caracterizaron por cubrir los mínimos requerimientos de
técnicas legislativas para integrar las normas al sistema jurídico. Ese aspecto
contribuyó decisivamente a la incertidumbre jurídica que, aún en el colectivo de
profesionales abogados, es difícil de resolver para establecer qué está o no
vigente.

El trabajo realizado por el equipo de consultores del área del derecho


administrativo tuvo especial cuidado en relacionar fielmente el Texto Ordenado
con el texto oficial de la ley estudiada y los de sus reformas, publicados en la
Gaceta Oficial de Bolivia, el que refleja incluso los errores e imprecisiones de las
versiones oficiales.

1
El Texto Ordenado fue elaborado por los integrantes del “Área Administrativa” dirigida por Reynaldo
Irigoyen Castro y conformada por los profesionales Rose Mery Salazar Saat, Giovanna Cornejo Quevedo,
Scarley Valeriano Barroso y Katherine Moreira Guerra durante el periodo septiembre de 2009 a mayo de
2010. En el proceso participó también Marco Arce Irahola, aunque no concluyó su participación con el
conjunto del equipo. Asimismo se contó con la colaboración de los señores Ismael Eduardo Wilson Franco
Gonzales y Ximena Terrazas Sejas, que en su calidad de pasantes participaron en el último mes de la
consultoría.
Por otra parte, el Programa de Saneamiento Legislativo ha coincidido con una
especial etapa política y jurídica en el país. Se han producido importantes cambios
en la organización del Estado, en la administración de sus recursos y, en
consecuencia, en la producción legislativa. En ese contexto, la labor de
saneamiento legislativo resulta por demás importante, pues permitirá al legislador
tomar decisiones apropiadas y seguras en su principal labor, cual es la de
desarrollar a través de leyes los preceptos de la Constitución Política del Estado.

Dadas las características metodológicas del Programa de Saneamiento Legislativo


se vio por conveniente, en esta fase primera, efectuar el proceso de depuración
normativa sólo en el rango de leyes, razón por la cual se determinó prescindir de
los Decretos Supremos como fuente normativa para el saneamiento, dado el
volumen que estos representan y el limitado tiempo con el que se contaba para
expresar resultados objetivos de la labor desarrollada.

Asimismo, se determinó que el conjunto de las áreas temáticas del saneamiento


legislativo efectúen su trabajo sin hacer referencia explícita a la Constitución
Política del Estado como mecanismo de derogación o abrogación de leyes
aprobadas antes de su entrada en vigencia; esto con la perspectiva, primero, de
presumir la constitucionalidad de esas leyes pero, también, por la evidente
necesidad de contar con una base legislativa hasta tanto se aprueben nuevas
disposiciones normativas que articulen y hagan realidad el desarrollo legislativo de
la Constitución, con su propia nomenclatura institucional, derechos y garantías,
organización estatal y autonómica, procedimientos y otras condiciones que la
caracterizan y que fueron ampliamente debatidas y conocidas a partir del trabajo
de la Asamblea Constituyente y el Referéndum realizado para la aprobación del
texto constitucional.

En consecuencia, el lector del Texto Ordenado sabrá comprender las limitaciones


anotadas y, si así lo decide, permitirse verificar la fiabilidad de los datos
introducidos, con el propósito de perfeccionar al punto mayor posible el tramado
legislativo.

Sin embargo de la advertencia del que el Texto Ordenado de la Ley N° 1330 no


tomó como elemento de saneamiento legislativo las previsiones de la Constitución
Política del Estado, es pertinente mencionar, a título de presentación, los distintos
aspectos previstos en dicha norma fundamental sobre la materia legislativa en
análisis. El Título I “Organización Económica del Estado” y el Título II “Medio
Ambiente, Recursos Naturales, y Tierra y el Territorio” de la Parte Cuarta
“Estructura y Organización Económica del Estado” de la Constitución Política del
Estado establece preceptos que al normar la organización económica del Estado,
regulan la función del Estado en la economía, las políticas económicas, las
políticas sectoriales, los recursos naturales, los hidrocarburos, la energía, la
minería y la metalurgia. La Constitución, en lo pertinente, dispone que el modelo
económico del Estado, es plural, y que está constituido por las formas de
organización económica comunitaria, estatal, privada y social cooperativa; y, que
el Estado, asumirá el control y la dirección sobre la exploración, explotación,
industrialización, transporte y comercialización de los recursos naturales
estratégicos a través de las entidades públicas, cooperativas o comunitarias, las
que podrán a su vez contratar a empresas privadas y constituir empresas mixtas.
LEY DE CAPITALIZACIÓN, 21 DE MARZO DE 1994 LEY Nº 1544

Varios han sido los ciudadanos que han liderado movimientos para descalificar la
Ley de Capitalización, y el proceso mismo, llegándola a tildar de “ley maldita”,
cabalmente porque no comprendían que la capitalización no significa la
enajenación de empresas estatales. La capitalización no sólo ha dado resultados
en empresas sujetas al proceso, sino que ha permitido al Estado realizar una tarea
que hasta ese momento la mantenía adormilada: la recolección de tributos, y el
ajuste de las altas cotas de evasión tributaria. Lógicamente, es un proceso y como
tal sujeto a perfección. Pero antes de la capitalización era muy fácil para los
gobiernos de turno echar mano de fondos de empresas estatales sin siquiera
fijarse el nivel de tributos que recaudaba, habiendo generado un círculo vicioso
que -como ya se analizó- derivó en la práctica quiebra y auto-inviabilización de las
empresas estatales y a exasperantes niveles de evasión fiscal.

La ley No 1544 sancionada por el Presidente de la República el 21 de marzo de


1994, básicamente otorgó al Poder Ejecutivo el derecho de administrar activos de
las empresas citadas como parte de una sociedad anónima mixta.

Permitió que el Estado se quede con el 50 % de las acciones producto de las


empresas sujetas al proceso y el resto del paquete accionario las puso a la venta
a interesados del mundo entero, previa determinación en valor en libros del
patrimonio de las empresas y reestructuración jurídica de las mismas tornándolas
en sociedades de economía mixta con participación accionaria libre, en donde los
propios trabajadores se convirtieron en accionistas (caso concreto de YPFB donde
ex asalariados son accionistas de empresas capitalizadas) hasta el 50 % del
paquete accionario, y la emisión y venta del resto del 50% de las acciones a
inversores cuyas empresas hayan resultado seleccionadas en un proceso de
licitación internacional. Los inversionistas que resultaron adjudicados con el
paquete del 50 % de las acciones de cada una de las empresas estatales pagaron
el capital de las acciones al contado por un valor de casi 1670 millones de dólares
que a ojos de analistas financieros constituyó el mayor flujo de dineros privados al
tesoro nacional en toda la historia de Bolivia.

El proceso de capitalización se completó cuando el 50 % de las acciones


correspondientes al Estado en cada una de las capitalizadas pasó a ser
administrado directamente por un banco internacional de inversiones, el Cititrust
Limited, en tanto duró el plazo de ingreso en Bolivia de las Administradoras de
Fondos de Pensión. Lógicamente los inversionistas internacionales recibieron la
administración gerencial de cada una de las capitalizadas, la garantía de sus
inversiones para evitar que el proceso se distorsione y además el Estado legisló
un sistema de regulación sectorial [SIRESE] creando a ese efecto
superintendencias de regulación normativa en los sectores de telecomunicaciones,
hidrocarburos, electricidad, transportes, agua, recursos naturales y medio
ambiente. Ese paso significativo rompió definitivamente el esquema de
Estado/empresario en Estado estrictamente normador y regulador, garantizando
tanto a inversionistas cuanto a usuarios/ciudadanos que productos/servicios de
empresas capitalizadas sean elaborados bajo la égida de la competitividad y
criterios de calidad total.

La regulación sectorial ha roto los esquemas arcaicos de una frágil


“institucionalidad” gubernamental, logrando -como efecto colateral de la
capitalización- mediante la Ley 1600 de 28 de octubre de 1994 que tanto la
estructura de tarifas en servicios y estándares de los mismos sean decididos con
un nivel de racionalidad técnica, en contraposición al “sistema” de caprichos y
paternalismos que había en época de subvención de tarifas.

Además, por vez primera, el rol del Estado está direccionado a la supervisión
como nuevo elemento que redunde en la confianza de inversores internacionales,
y el relanzamiento del propio Estado por el que empezó a dedicarse a lo que
siempre debió haber hecho: atender a sus ciudadanos. La capitalización incentivó
también a viejas generaciones de bolivianos/as con el pago del bono solidario
[BONOSOL], un monto anual y perpetuo pagaderos a mayores de 65 años, en
cantidad de 220 dólares que en su primer pago alcanzó a cubrir la cantidad de
casi un cuarto de millón de ciudadanos/as. Para la memoria social colectiva no
sólo significó una reivindicación sino un claro efecto de un proceso hasta ese
momento renovador y desconocido.

El modelo de nuevo Estado propiciado por la capitalización ha redundado en el


éxito del proceso mismo. Se ha cumplido un caro objetivo: que inversionistas
extranjeros aporten capital, tecnología y gerencia modernos a un país que sólo
podía ofrecer bienes de capital, en algunos casos obsoletos. En todo caso la
audacia del gobierno de ese momento ha podido hacer atractivas las industrias y
empresas a capitales extranjeros de manera de relanzarlos a un nuevo tiempo de
investigación, desarrollo de nuevos productos y servicios, competitividad y
liderazgo en cada uno de los sectores.

La idea de la capitalización ha dado un alivio a las vacías arcas estatales sin


comprometer patrimonio nacional, re/pensando, redimensionando y
revolucionando el Estado mismo y sus relaciones con la sociedad y con
capitalistas. A partir de la capitalización el Estado paternal/prebendal dio paso al
verdadero Estado moderno: normador, regulador, fiscalizador, supervisor. Se
elevaron los tributos recolectados por el Estado, se formalizaron miles de
“empresarios” evasores, se consolidó una élite de empresarios e inversionistas
nacionales y extranjeros que trabajan como empresas satélite y de servicios al
rededor de las capitalizadas y se dio la mejor oportunidad al país: descubrir su
verdadera vocación productiva de país gasífero, agrícola y de servicios. A partir de
la capitalización nuevos clusters de mercados se abren para el gas, para el agro y
para los productos y servicios con valor agregado.

En lo social, la capitalización, ha reivindicado a la sociedad, generando una


reforma estructural en sistemas de pensiones, pagando un bono solidario a
ciudadanos de la tercera edad, incrementos en recolección de tributos
consolidando así una mayor acción del Estado en inversiones sociales y
finalmente la responsabilidad de haber logrado dinero para Bolivia en un momento
fundacional, catapultando a las nuevas generaciones a un futuro más promisorio.
LEY Nº 1600 – SIRESE

El SIRESE fue creado mediante Ley Nº 1600, con el objetivo de regular, controlar
y supervisar las actividades de los sectores de telecomunicaciones, electricidad,
hidrocarburos, transportes, aguas y las de otros sectores que sean incorporados al
sistema, conforme a las respectivas normas legales sectoriales; asegurando que
operen eficientemente, contribuyan al desarrollo de la economía nacional, tiendan
a que todos los habitantes del país puedan acceder a los servicios y que los
intereses de los usuarios, empresas y del Estado sean protegidos en forma
efectiva.

Uno de los principales objetivos del SIRESE se refería a la protección de la


competencia y buscaba ante todo que las empresas y las demás entidades que
realizan actividades en los sectores regulados, lo hagan siempre garantizando la
libre competencia.

El sistema de regulación sectorial (SIRESE), asegura que:

 Las actividades bajo su jurisdicción operen eficientemente, contribuyan al


desarrollo de la economía nacional y tiendan a que todos los habitantes de
la república puedan acceder a los servicios.

 Tanto los intereses de los usuarios, las empresas y demás entidades


reguladas cualesquiera fuera su forma y lugar de organización o
constitución, como los del Estado, gocen de la protección prevista por ley
en forma efectiva.

 La potestad de regulación estatal se ejerza estrictamente de acuerdo con la


ley.
 Las actividades de los órganos del SIRESE se financiarán mediante tasas y
otros recursos que se establecerán en las normas legales sectoriales
respectivas.

Entre las funciones vitales del SIRESE se tiene lo siguiente:

 Conocer y resolver, de manera fundamentada, los recursos jerárquicos


contralas resoluciones de los Superintendentes Sectoriales de acuerdo a la
presente ley, las normas legales sectoriales y las normas procesales
aplicables.

 Fiscalizar y emitir opinión sobre la eficiencia y eficacia de la gestión de los


Superintendentes Sectoriales, y del adecuado control de las personas
naturales o jurídicas que realicen actividades reguladas de acuerdo a la
presente ley y las normas legales sectoriales.

 Conocer y resolver aquellos asuntos que sean puestos en su conocimiento


por los Superintendentes Sectoriales, no pudiendo conocer otros asuntos,
de oficio ni a solicitud de parte interesada presentada en forma directa.

 Adoptar las medidas administrativas y disciplinarias que sean necesarias


para que los Superintendentes Sectoriales cumplan sus funciones de
acuerdo con esta ley, las normas legales sectoriales y la legislación general
que les sean aplicables, libres de influencias indebidas, de cualquier origen.

 Considerar y aprobar los proyectos de normas internas de la


Superintendencia General y de las Superintendencias Sectoriales.

 Considerar y aprobar las políticas salariales y de recursos humanos del


SIRESE, así como la estructura general administrativa de cada
Superintendencia Sectorial en base a las propuestas elevadas por las
mismas.

 Considerar y aprobar o modificar, de manera fundamentada, los


presupuestos elaborados por las Superintendencias Sectoriales, para su
incorporación al presupuesto del SIRESE.

 Elaborar el presupuesto consolidado del SIRESE y presentarlo al


Poder Ejecutivo, para su consideración e incorporación al proyecto de
presupuesto General de la Nación, que deberá ser presentado a
consideración del Poder Legislativo.

 Dirimir y resolver los conflictos de competencias que se susciten entre los


Superintendentes Sectoriales.

 Realizar los actos que sean necesarios para el cumplimiento de sus


responsabilidades.

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