En esencia, la Ley que presentamos si bien tiene vigencia formal; por su contenido
es anacrónica en relación a los mandatos constitucionales vigentes señalados al
final de ésta presentación. Sin embargo, es importante identificar los preceptos de
la Ley N° 1330 para una pronta actuación legislativa que la deje sin efecto
tomando las previsiones necesarias para resguardar los intereses del Estado.
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El Texto Ordenado fue elaborado por los integrantes del “Área Administrativa” dirigida por Reynaldo
Irigoyen Castro y conformada por los profesionales Rose Mery Salazar Saat, Giovanna Cornejo Quevedo,
Scarley Valeriano Barroso y Katherine Moreira Guerra durante el periodo septiembre de 2009 a mayo de
2010. En el proceso participó también Marco Arce Irahola, aunque no concluyó su participación con el
conjunto del equipo. Asimismo se contó con la colaboración de los señores Ismael Eduardo Wilson Franco
Gonzales y Ximena Terrazas Sejas, que en su calidad de pasantes participaron en el último mes de la
consultoría.
Por otra parte, el Programa de Saneamiento Legislativo ha coincidido con una
especial etapa política y jurídica en el país. Se han producido importantes cambios
en la organización del Estado, en la administración de sus recursos y, en
consecuencia, en la producción legislativa. En ese contexto, la labor de
saneamiento legislativo resulta por demás importante, pues permitirá al legislador
tomar decisiones apropiadas y seguras en su principal labor, cual es la de
desarrollar a través de leyes los preceptos de la Constitución Política del Estado.
Varios han sido los ciudadanos que han liderado movimientos para descalificar la
Ley de Capitalización, y el proceso mismo, llegándola a tildar de “ley maldita”,
cabalmente porque no comprendían que la capitalización no significa la
enajenación de empresas estatales. La capitalización no sólo ha dado resultados
en empresas sujetas al proceso, sino que ha permitido al Estado realizar una tarea
que hasta ese momento la mantenía adormilada: la recolección de tributos, y el
ajuste de las altas cotas de evasión tributaria. Lógicamente, es un proceso y como
tal sujeto a perfección. Pero antes de la capitalización era muy fácil para los
gobiernos de turno echar mano de fondos de empresas estatales sin siquiera
fijarse el nivel de tributos que recaudaba, habiendo generado un círculo vicioso
que -como ya se analizó- derivó en la práctica quiebra y auto-inviabilización de las
empresas estatales y a exasperantes niveles de evasión fiscal.
Además, por vez primera, el rol del Estado está direccionado a la supervisión
como nuevo elemento que redunde en la confianza de inversores internacionales,
y el relanzamiento del propio Estado por el que empezó a dedicarse a lo que
siempre debió haber hecho: atender a sus ciudadanos. La capitalización incentivó
también a viejas generaciones de bolivianos/as con el pago del bono solidario
[BONOSOL], un monto anual y perpetuo pagaderos a mayores de 65 años, en
cantidad de 220 dólares que en su primer pago alcanzó a cubrir la cantidad de
casi un cuarto de millón de ciudadanos/as. Para la memoria social colectiva no
sólo significó una reivindicación sino un claro efecto de un proceso hasta ese
momento renovador y desconocido.
El SIRESE fue creado mediante Ley Nº 1600, con el objetivo de regular, controlar
y supervisar las actividades de los sectores de telecomunicaciones, electricidad,
hidrocarburos, transportes, aguas y las de otros sectores que sean incorporados al
sistema, conforme a las respectivas normas legales sectoriales; asegurando que
operen eficientemente, contribuyan al desarrollo de la economía nacional, tiendan
a que todos los habitantes del país puedan acceder a los servicios y que los
intereses de los usuarios, empresas y del Estado sean protegidos en forma
efectiva.