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UNIVERSIDAD DE PANAMA

FACULTAD DE MEDICINA
LICENCIATURA EN IMAGENEOLOGIA MEDICA

7-7-2016 HISTORIA DE
LA FILOSOFÍA
FORJADORES DE LA FILOSOFÍA

ALAIN LEONEL 9-743-1618


BARRIA YOEL 9-734-1870
BETHANCOURT RONALD 8-501-1001
CASTILLO ALBA 9-728-460
MARCIAGA LUIS 8-842-2158
PROF. LUIS SAAVEDRA
Introducción
Los positivismos y sus precursores son los que realzaron los acontecimientos
filosóficos dándole un sentido a palabras que quizás otras personas sentían
vagas; estos positivistas suponían que para objetar una teoría debía de haber una
ciencia que explicara su veracidad y su falsedad en si en experimentos que lo
demostrasen entre sus precursores están Popper y Lakatos entre otros de los
cuales más adelante en este trabajo se hablaran.
EL POSITIVISMO
El positivismo es un pensamiento filosófico que afirma que el conocimiento
auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede
surgir de la afirmación de las hipótesis a través del método científico.

UBICACIÓN CRONOLÓGICA Y REPRESENTANTES


El término positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo y matemático
francés del siglo XIX Auguste Comte, pero algunos de los conceptos positivistas
se remontan al filósofo británico David Hume, al filósofo francés Saint-Simon, y al
filósofo alemán Immanuel Kant.
Comte eligió la palabra positivismo sobre la base de que señalaba la realidad y
tendencia constructiva que él reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. En
general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de la
humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las
fuerzas naturales. Los dos componentes principales del positivismo, la filosofía y el
Gobierno (o programa de conducta individual y social), fueron más tarde
unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión, en la cual la
humanidad era el objeto de culto. Numerosos discípulos de Comte rechazaron, no
obstante, aceptar este desarrollo religioso de su pensamiento, porque parecía
contradecir la filosofía positivista original. Muchas de las doctrinas de Comte
fueron más tarde adaptadas y desarrolladas por los filósofos sociales británicos
John Stuart Mill y Herbert Spencer así como por el filósofo y físico austriaco Ernst
Mach.
 Comte, Augusto (1798-1857):
Filósofo positivista francés, y uno de los pioneros de la sociología. Nació en
Montpellier el 19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el
catolicismo tradicional y también las doctrinas monárquicas. Logró ingresar en la
Escuela Politécnica de París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por
haber participado en una revuelta estudiantil. Durante algunos años fue secretario
particular del teórico socialista Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon,
cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras. Los últimos años del
pensador francés quedaron marcados por la alienación mental, las crisis de locura
en las que se sumía durante prolongados intervalos de tiempo. Murió en París el 5
de septiembre de 1857.
Para dar una respuesta a la revolución científica, política e industrial de su tiempo,
Comte ofrecía una reorganización intelectual, moral y política del orden social.
Adoptar una actitud científica era la clave, así lo pensaba, de cualquier
reconstrucción.
Afirmaba que, del estudio empírico del proceso histórico, en especial de la
progresión de diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que
denominó de los tres estadios y que rige el desarrollo de la humanidad. Analizó
estos estadios en su voluminosa obra Curso de filosofía positiva (6 vols., 1830-
1842). Dada la naturaleza de la mente humana, decía, cada una de las ciencias o
ramas del saber debe pasar por "tres estadios teoréticos diferentes: el teológico o
estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el científico o
positivo". En el estadio teológico los acontecimientos se explican de un modo muy
elemental apelando a la voluntad de los dioses o de un dios. En el estadio
metafísico los fenómenos se explican invocando categorías filosóficas abstractas.
El último estadio de esta evolución, el científico o positivo, se empeña en explicar
todos los hechos mediante la aclaración material de las causas. Toda la atención
debe centrarse en averiguar cómo se producen los fenómenos con la intención de
llegar a generalizaciones sujetas a su vez a verificaciones observacionales y
comprobables. La obra de Comte es considerada como la expresión clásica de la
actitud positivista, es decir, la actitud de quien afirma que tan sólo las ciencias
empíricas son la adecuada fuente de conocimiento.
Cada uno de estos estadios, afirmaba Comte, tiene su correlato en determinadas
actitudes políticas. El estadio teológico tiene su reflejo en esas nociones que
hablan del Derecho divino de los reyes. El estadio metafísico incluye algunos
conceptos tales como el contrato social, la igualdad de las personas o la soberanía
popular. El estadio positivo se caracteriza por el análisis científico o "sociológico"
(término acuñado por Comte) de la organización política. Bastante crítico con los
procedimientos democráticos, Comte anhelaba una sociedad estable gobernada
por una minoría de doctos que empleara métodos de la ciencia para resolver los
problemas humanos y para imponer las nuevas condiciones sociales.
Aunque rechazaba la creencia en un ser transcendente, reconocía Comte el valor
de la religión, pues contribuía a la estabilidad social. En su obra Sistema de
Política Positiva (1851-1854; 1875-1877), propone una religión de la humanidad
que estimulara una benéfica conducta social. La mayor relevancia de Comte, sin
embargo, se deriva de su influencia en el desarrollo del positivismo.
 La Ley de los tres Estados.
Según Comte, los conocimientos pasan por tres estados teóricos distintos, tanto
en el individuo como en la especie humana. La ley de los tres estados,
fundamento de la filosofía positiva, es, a la vez, una teoría del conocimiento y una
filosofía de la historia. Estos tres estados se llaman:
 Teológico.
 Metafísico.
 Positivo.
 Estado Teológico:
Es ficticio, provisional y preparatorio. En él, la mente busca las causas y los
principios de las cosas, lo más profundo, lejano e inasequible. Hay en él tres fases
distintas:
 Fetichismo: en que se personifican las cosas y se les atribuye un poder
mágico o divino.
 Politeísmo: en que la animación es retirada de las cosas materiales para
trasladarla a una serie de divinidades, cada una de las cuales presenta
un grupo de poderes: las aguas, los ríos, los bosques, etc.
 Monoteísmo: la fase superior, en que todos esos poderes divinos
quedan reunidos y concentrados en uno llamado Dios.
En este estado, predomina la imaginación, y corresponde a la infancia de la
humanidad. Es también, la disposición primaria de la mente, en la que se vuelve a
caer en todas las épocas, y solo una lenta evolución puede hacer que el espíritu
humano de aparte de esta concepción para pasar a otra. El papel histórico del
estado teológico es irremplazable.
 Estado Metafísico:
Llamado también estado abstracto, es esencialmente crítico, y de transición, Es
una etapa intermedia entre el estado teológico y el positivo. En él se siguen
buscando los conocimientos absolutos. La metafísica intenta explicar la naturaleza
de los seres, su esencia, sus causas. Pero para ello no recurren a agentes
sobrenaturales, sino a entidades abstractas que le confieren su nombre de
ontología. Las ideas de principio, causa, sustancia, esencia, designan algo distinto
de las cosas, si bien inherente a ellas, más próximo a ellas; la mente que se
lanzaba tras lo lejano, se va acercando paso a paso a las cosas, y así como en el
estado anterior que los poderes se resumían en el concepto de Dios, aquí es la
naturaleza, la gran entidad general que lo sustituye; pero esta unidad es más
débil, tanto mental como socialmente, y el carácter del estado metafísico, es sobre
todo crítico y negativo, de preparación del paso al estado positivo; una especie de
crisis de pubertad en el espíritu humano, antes de llegar a la adultez.
 Estado Positivo:
Es real, es definitivo. En él la imaginación queda subordinada a la observación. La
mente humana se atiene a las cosas. El positivismo busca sólo hechos y sus
leyes. No causas ni principios de las esencias o sustancias. Todo esto es
inaccesible. El positivismo se atiene a lo positivo, a lo que está puesto o dado: es
la filosofía del dato. La mente, en un largo retroceso, se detiene a al fin ante las
cosas. Renuncia a lo que es vano intentar conocer, y busca sólo las leyes de los
fenómenos.
 EL CARACTER SOCIAL DEL ESPIRITU POSITIVO.
El espíritu positivo tiene que fundar un orden social. La constitución de un saber
positivo es la condición de que haya una autoridad social suficiente, y esto
refuerza el carácter histórico del positivismo.
Comte, fundador de la Sociología, intenta llevar al estado positivo el estudio de la
Humanidad colectiva, es decir, convertirlo en ciencia positiva. En la sociedad rige
también, y principalmente, la ley de los tres estados, y hay otras tantas etapas, de
las cuales, en una domina lo militar.
Comte valora altamente el papel de organización que corresponde a la iglesia
católica; en la época metafísica, corresponde la influencia social a los legistas; es
la época de la irrupción de las clases medias, el paso de la sociedad militar a la
sociedad económica; es un período de transición, crítico y disolvente; el
protestantismo contribuye a esta disolución. Por último, al estado positivo
corresponde la época industrial, regida por los intereses económicos, y en ella se
ha de restablecer el orden social, y este ha de fundarse en un poder mental y
social.
 EL POSITIVISMO Y LA FILOSOFIA.
Es aparentemente, una reflexión sobre la ciencia. Después de agotadas éstas, no
queda un objeto independiente para la filosofía, sino ellas mismas; la filosofía se
convierte en teoría de la ciencia. Así, la ciencia positiva adquiere unidad y
conciencia de sí propia. Pero la filosofía, claro es, desaparece; y esto es lo que
ocurre con el movimiento positivo del siglo XIX, que tiene muy poco que ver con la
filosofía.
Pero en Comte mismo no es así. Aparte de lo que cree hacer hay lo que
efectivamente hace. Y hemos visto que:
 Es una filosofía de la historia (la ley de los tres estados).
 Una teoría metafísica de la realidad, entendida con caracteres tan
originales y tan nuevos como el ser social, histórica y relativa.
 Una disciplina filosófica entera, la ciencia de la sociedad; hasta el punto
de que la sociología, en manos de los sociólogos posteriores, no ha
llegado nunca a la profundidad de visión que alcanzó en su fundador.
 Este es, en definitiva, el aspecto más verdadero e interesante del
positivismo, el que hace que sea realmente, a despecho de todas las
apariencias y aun de todos los positivistas, filosofía.
 EL SENTIDO DEL POSITIVISMO:
Esta ciencia positiva es una disciplina de modestia; y esta es su virtud. El saber
positivo se atiene humildemente a las cosas; se queda ante ellas, sin intervenir, sin
saltar por encima para lanzarse a falaces juegos de ideas; ya no pide causas, sino
sólo leyes. Y gracias a esta austeridad logra esas leyes; y las posee con precisión
y con certeza.
POPPER 1902 – 1994

Filósofo austriaco. Estudió filosofía en la Universidad de Viena y ejerció más tarde


la docencia en la de Canterbury (1937-1945) y en la London School of Economics
de Londres (1949-1969). Aunque próximo a la filosofía neopositivista del Círculo
de Viena, llevó a cabo una importante crítica de algunos de sus postulados; así,
acusó de excesivamente dogmática la postura de dividir el conocimiento entre
proposiciones científicas, que serían las únicas propiamente significativas, y
metafísicas, que no serían significativas. Para Popper, bastaría con delimitar
rigurosamente el terreno propio de la ciencia, sin que fuera necesario negar la
eficacia de otros discursos en ámbitos distintos al de la ciencia. También dirigió
sus críticas hacia el verificacionismo que mantenían los miembros del Círculo, y
defendió que la ciencia operaba por falsación, y no por inducción. Ésta es, en
rigor, imposible, pues jamás se podrían verificar
todos los casos sobre los que regiría la ley
científica. La base del control empírico de la ciencia
es la posibilidad de falsar las hipótesis, en un
proceso abierto que conduciría tendencialmente a
la verdad científica.
Popper desarrolló este principio en La lógica de la
investigación científica (1934), donde estableció
también un criterio para deslindar claramente la
ciencia de los demás discursos: para que una
hipótesis sea científica es necesario que se
desprendan de ella enunciados observables y, por
tanto, falsables, de modo que si éstos no se
verifican, la hipótesis pueda ser refutada.
 Teorías
Las ciencias empíricas son sistemas de teorías; y la lógica del conocimiento
científico, por tanto, puede describirse como una teoría de teorías.
Las teorías científicas son enunciados universales; son, como todas las
representaciones, sistemas de signos o símbolos. Por ello, no creo que sirve de
gran cosa expresar la diferencia entre teorías universales y enunciados singulares
diciendo que estosúltimos son “concretos” mientras que las teorías son
meramente fórmulas simbólicas o esquemas simbólicos: pues exactamente lo
mismo puede decirse hasta de los enunciados más “concretos”.
Las teorías son redes que lanzamos para apresar aquello que llamamos “el
mundo”: para racionalizarlo, explicarlo y dominarlo. Y tratamos de que la malla sea
cada vez más fina.
 Causalidad, explicación y deducción de predicciones
Dar una explicación causal de un acontecimiento quiere decir deducir un
enunciado que lo describe a partir de las siguientes premisas deductivas: una o
varias leyes universales y ciertos enunciados singulares las condiciones iniciales.
Por ejemplo, podemos decir que hemos dado una explicación causal de la rotura
de un trozo determinado de hilo si hemos averiguado que éste tenía una
resistencia a la tracción de 1libra y que se le había aplicado un peso de 2libra s.
Cuando analizamos esta aplicación causal encontramos en ella diversas partes
constitutivas. Por un lado, tenemos la hipótesis: “Siempre que se cargue un hilo
con un peso superior al que caracteriza la resistencia a la tracción del mismo, se
romperá”: enunciado cuyo tipo es el de una ley universal de la Naturaleza. Por otra
parte, nos encontramos con enunciados singulares (en este caso, dos) que son
aplicables al acontecimiento determinado que nos ocupa: “La característica del
peso de este hilo es 1libra” y “El peso aplicado a este hilo ha sido de 2 libras”.
Henos aquí, pues, con dos clases diferentes de enunciados; pero tanto una como
otra son ingredientes necesarios de una explicación causal completa. Las dos
clases son:
1) enunciados universales, es decir, hipótesis que tienen el carácter de leyes
naturales.
2) enunciados singulares, que se aplican al acontecimiento concreto de que se
trate, y que llamaré “condiciones iniciales”. Deducim os el enunciado
singular “Este hilo se romperá” de enunciados universales conjuntamente
con condiciones iniciales; y diremos de aquel enunciado que es una
predicción determinada o singular.

 La lógica de la investigación científica.


Las condiciones iniciales describen lo que se suele llamar la “causa” del
acontecimiento en cuestión (así, la “causa” de que se rompiera el hilo fue que se
había aplicado una carga de 2 libras a un hilo que tenía una resistencia a la
tracción de 1libra); y la predicción describe lo que denominamos corrientemente el
“efecto”. Pero evitaré ambos términos. Por regla general, en física se restringe el
uso de la expresión “explicación causal” al caso especial en que las leyes
universales tienen la forma de leyes de “acción por contacto” o, de un modo más
preciso, a la acción a una distancia que tiende a cero, que se formula por medio
de ecuaciones diferenciales. Más no asumiremos aquí tal restricción; y aún más:
no haré ninguna afirmación general sobre la aplicabilidad universal de este método
deductivo de explicación teórica: así, pues, no afirmaré ningún “principio de
casualidad” (o “principio de causación universal”).
El “principio de causalidad” consiste en la afirmación de que todo acontecimiento,
cualquiera que sea, puede explicarse casualmente, o sea, que puede deducirse
casualmente. Según el modo en que se interprete la palabra “puede” de esta
aserción, el principio será tautológico (analítico) o se tratará de una aserción
acerca de la realidad (sintético). Pues si “puede” quiere decir que siempre es
posible lógicamente construir una explicación causal, entonces la afirmación
hecha arriba es tautológica, ya que para una predicción cualquiera podemos
siempre encontrar enunciados universales y condiciones iniciales a partir de los
cuales sea deductible. (Cuestión muy distinta es la de si semejantes enunciados
universales han sido contrastados y corroborados en otros casos, naturalmente.)
Pero si lo que se quiere expresar con “puede” es que el mundo está regido por
leyes estrictas, esto es, que está construido de tal modo que todo acontecimiento
determinado es un ejemplo de una regularidad universal o ley, no cabe duda de
que entonces la aserción a que nos referimos es sintética; y, en este caso, no es
falsable. “Por consiguiente, ni adoptaré ni rechazaré el “principio de causalidad”:
me contentaré simplemente con excluirlo de la esfera de la ciencia, en concepto
de “metafísico.
He de proponer, sin embargo, una regla metodológica que se corresponde tan
exactamente con el “principio de casualidad”, que éste podría considerarse como
la versión metafísica de la primera. Se trata de la simple regla de que no
abandonaremos la búsqueda de leyes universales y de un sistema teórico
coherente, ni cesaremos en nuestros intentos de explicar causalmente todo tipo de
acontecimientos que podamos describir”; esta regla guía al investigador científico
en su tarea. No aceptaremos aquí la opinión de que los últimos descubrimientos
de la física exigen que se renuncie a tal regla, o de que la física ha llegado ahora a
determinar que no va a ninguna parte el continuar buscando leyes, al menos en
cierto campo.
IMRE LAKATOS
(1922 - 1 974)

“Los criterios científicos utópicos, o bien crean exposiciones falsas e hipócritas de


la perfección científica o alimentan el punto de vista de que las teorías científicas
no son sino meras creencias enraizadas en intereses inconfesables”.
 Biografía.
Imre Lakatos nació el 9 de noviembre de 1922 en Hungría. Fue bautizado con el
nombre Imre Lipschitz. Debido a su procedencia judía, su vida se vería seriamente
afectada por el ascenso de los Nazis al poder durante la Segunda Guerra Mundial.
Realizó estudios en matemáticas, física y filosofía en la Universidad de Debrecen
y se graduó en 1 944. Cambió su nombre a Imre Molnár con el objetivo de evitar
su deportación. Él sobrevivió a la caza humana, pero su madre y abuela no fueron
tan afortunadas y murieron en Auschwitz. Cuando la guerra acabó, Imre decidió
cambiarse el nombre, otra vez, y escogió un nombre común de la clase obrera
húngara: Lakatos.
Años Logros
1947 Obtuvo un puesto en el Ministerio de
Educación, pero no estaba dispuesto a
seguir las órdenes de los soviéticos
1950 Fue arrestado por problemas políticos y
estuvo en prisión por tres años. Al salir de
la cárcel trabajó traduciendo libros de
matemáticas al húngaro.
1956 Al estallar la revolución, huye a Inglaterra.
Ingresa en la Universidad de Cambridge
con el fin de obtener un doctorado en
filosofía
1960 Obtuvo un puesto en la Escuela de
Economía de Londres y enseñó ahí por
catorce años
1974 Su muerte el 2 de febrero
 El Pensamiento de Imre Lakatos.
El matemático y epistemólogo de origen húngaro Imre Lakatos critica el
falsacionismo popperiano (que él considera ingenuo), sin embargo, su propósito
no es atacarlo para anularlo, sino que su crítica busca despejar sus insuficiencias
para profundizar la heurística positiva emanada de aquél, generando así una
nueva versión del falsacionismo, que denomina sofisticado. Y, al mismo tiempo en
dicha reconstrucción se hace cargo de las refutaciones historiográficas que
Thomas Khun opuso al programa de la epistemología falsacionista.
Lakatos examina las debilidades del
falsacionismo contrastando su
lógica interna con la posible
confirmación empírica que podría
apoyarlo; dicho examen lo
conduce a formular un meta
criterio que guíe la evaluación
del falsacionismo, manteniendo,
para este propósito, una estricta
observancia del criterio
popperiano de la demarcación.
El meta criterio consiste,
entonces, en la auto aplicación
cuasi empírica del criterio
demarca torio falsacionista, en
virtud del cual el racionalismo
crítico distinguía la ciencia de la pseudociencia; y éste será cuasi-empírico
porque el material observable y las respectivas instancias refutadoras son
provistas por la contrastación historiografía en relación al proceder de la
comunidad científica respecto de las teorías tipificadas de inconsistentes
(se imputa inconsistencia a una teoría cuando entra en contradicción con un
enunciado básico y empíricamente crucial, aceptado por la comunidad
científica como legitimo falseador de aquella).
Esto significa que los enunciados que operarán como instancias de falsación se
refieren a juicios de la comunidad científica, emitidos a modo de evaluaciones
referidas a eventos ocurridos en el seno de las teorías declaradas inconsistentes;
en tal perspectiva dichos juicios adquieren la categoría de enunciados básicos de
segundo orden que técnicamente se catalogan como evaluaciones básicas.
Armado del referido metacriterio Lakatos exigirá al falsacionismo que defina sus
instancias falseadoras; es decir: demanda que enuncie explícitamente cuales
serían las consecuencias empíricas que su teoría sería incapaz de resistir y cuya
conjeturable presencia le obligaría a abandonar su criterio de demarcación.
Lakatos reflexiona sobre cuáles podrían ser esas instancias que Popper,
contraviniendo su metodología, no precisó. Sin embargo, considera un servicio de
valor epistemológico dirimir el carácter falseable de la teoría de la ciencia
falsacionista, puesto que tal condición es exigida -por el mismo Popper- para
sostenerse dentro de la racionalidad científica. Lakatos, intentando razonar como
lo haría su maestro y respetando sus premisas, infiere que: “...una teoría de la
racionalidad, o criterio de demarcación, ha de ser rechazada si es inconsistente
con un “juicio de valor” básico y aceptado por la elite científica. Realmente esta
regla metodológica (metafalsacionismo) parece corresponder con la regla
metodológica (falsacionismo) de Popper, según la cual una teoría científica ha de
ser rechazada si es inconsistente con un enunciado básico (“empírico”)
unánimemente aceptado por la comunidad científica. Toda la metodología de
Popper reposa sobre la afirmación de que existen enunciados (relativamente)
singulares sobre cuyos valores de verdad los científicos pueden alcanzar un
acuerdo unánime: sin tal acuerdo se crearía una nueva Babel y el soberbio edificio
de la ciencias pronto se convertiría en ruinas”.
Obviamente, al extender el criterio falsacionista a un segundo nivel
metafalsacionista (que ahora se requiere para poder someter a falsación al
falsacionismo) se necesitan acuerdos de la comunidad científica que van más allá
de la elemental legitimación de los enunciados básicos (cuyo referente es
empírico) y que confrontarían a las teorías en calidad de potenciales falseadores;
ahora, es menester un acuerdo más complejo relacionado con la forma de
discernir la legitimidad de las evaluaciones en uso respecto del progreso de la
ciencia. En dicha metaevaluación la epistemología se ocupará de someter a
escrutinio la racionalidad de los criterios de la demarcación y de progreso
científico, para lo cual debe operar en un segundo nivel de contrastación fáctica
que –como llevamos dicho- ya no es directamente empírico sino sólo cuasi-
empírico, esto es: su base observacional se configura a partir de las evaluaciones
de primer grado de la comunidad científica, estimando por tales los acuerdos que
ésta ha adoptado frente a las teorías que presentaban anomalías.
De tal modo las instancias de falsación ya no serán los enunciados básicos
(propios del primer nivel empírico) sino que ahora son reemplazados por la
instancia cuasi empírica de la evaluación básica, según, históricamente, ha sido
ejecutada por la comunidad científica. Luego, el metacriterio que postula Lakatos
se enunciará así: “sí un criterio de demarcación es inconsistente con las
evaluaciones básicas de la elite científica, debe ser rechazado”.
En consecuencia, la metódica de la metafalsación será historiográfica, porque lo
que ahora corresponde hacer es revisar cómo han funcionado de hecho las
evaluaciones de la comunidad científica con relación a las teorías que reunían
méritos para ser falseadas y, por tanto, debían ser repudiadas por la comunidad
científica; en definitiva, en eso consistirá la prueba básica cuasi-empírica que
usará Lakatos en la evaluación metafalsacionista del racionalismo crítico.
Ahora bien, si la evidencia histórica muestra que la manifiesta insuficiencia de una
teoría condujo a la comunidad científica a declararla falseada y consiguientemente
resultó excluida del corpus del conocimiento científico, entonces –sobre la base de
esa evidencia- debe estimarse que el postulado falsacionista de Popper ha sido
corroborado. Pero, si resulta que las teorías que reunían méritos para rechazarse
continúan vigentes (con el beneplácito de la comunidad científica) y, algunas de
ellas con el transcurso del tiempo, han llegado –incluso- a ser valoradas como
auténtico progreso; entonces, de acuerdo a la confrontación con la evidencia
cuasi-empírica todo indica que debe decretarse la falsación del falsacionismo y,
paralelamente, su marginación de la racionalidad científica.
Lakatos sostiene que el resultado del examen historiográfico permite confirmar
que muchas evaluaciones efectuadas por la comunidad científica valoraron como
importantes progresos del conocimiento y la investigación a programas científicos
que presentaban severas anomalías en sus fundamentos. Popper creía,
ingenuamente, que los grandes científicos están dispuestos a abandonar sus
teorías si estas son refutadas, pero esa creencia se debe a una concepción de la
ciencia fundada en un antihistoricismo militante que no corresponde al desarrollo
de la ciencia real y le impide a Popper aceptar la peculiar racionalidad de muchos
de los aspectos más impresionantes del crecimiento de la ciencia: “Popper desea
reconstruir como racional (según sus términos) la aceptación provisional de
teorías, se ve obligado a ignorar el hecho histórico de que las teorías más
importantes nacen refutadas y que algunas leyes son reelaboradas y no
rechazadas a pesar de los conocidos contra-ejemplos. Tiende a cerrar los ojos
ante todas las anomalías conocidas con anterioridad a aquella que posteriormente
es entronizada como experimento crucial”.
A juicio de Lakatos, en toda investigación científica se encuentran anomalías que
bajo el prisma falsacionista ingenuo serían consideradas refutaciones
incontrarrestables, pero la actitud del científico, normalmente, es pasarlas por alto
concentrándose en las posibilidades que le ofrece la heurística positiva de su
investigación, confiando en que más adelante, a la luz de nuevos descubrimientos,
las incongruencias se aclararan.
Juzgada desde el falsacionismo popperiano esta manera de actuar es una
estrategia censurable, pero, no obstante, es la actitud que la mayoría de los
científicos adoptan frente a las dificultades que les presenta la investigación y,
además, es una práctica tácitamente aceptada por la comunidad científica. Así, ha
ocurrido que programas de investigación que han llegado a ser exitosos
progresaron a través de un océano de anomalías y sobrevivieron recurriendo a
hipótesis ad hoc, hasta que finalmente lograron encontrarse con la esquiva
fertilidad heurística.
 Por eso, aceptando la evidencia histórica, tenemos que reconocer:
a) En sus evaluaciones la comunidad científica no se ciñe a las instrucciones
metodológicas falsacionista y, en consecuencia, el progreso de la ciencia no
es fiduciario de la lógica falsacionista.
b) La presencia de anomalías (potenciales instancias refutadoras) no es
argumento suficiente para excluir una teoría declarándola pseudo científica.
c) La heurística positiva de una teoría puede tardar en tomar fuerza y producir
anticipaciones cruciales, d) la corroboración empírica de las anticipaciones
teóricas puede demorarse en presentarse y, además, nunca es concluyente.
El epistemólogo ilustra sus afirmaciones con abundantes estudios de casos,
además de los ejemplos aportados por Khun y Feyerabend en este mismo sentido,
con quienes sostuvo permanente diálogo y debate. A raíz de estas
comprobaciones concluye Lakatos que es menester construir un modelo de
evaluación de la ciencia que sea compatible con la ciencia real, en tanto los
criterios científicos utópicos, o bien crean exposiciones falsas e hipócritas de la
perfección científica o alimentan el punto de vista de que las teorías científicas no
son sino meras creencias enraizadas en intereses inconfesables”.
A la par, se desprende de esta constatación que debe elaborarse un modelo de
ciencia que:
a) Sea congruente con la practica real de los científicos reales
b) Ofrezca una solución racionalmente coherente al problema de discernir las
cláusulas exigibles a una teoría científica y cuando le es imputable la
condición de pseudociencia
c) Determinar al menos aproximadamente de qué modo se puede establecer,
al interior de la ciencia, que una teoría es mejor que otra.
 La nueva demarcación.
En su intento de dar respuesta a estas cuestiones Lakatos propuso como unidad
de análisis epistemológico el programa de investigación científica que viene a
reemplazar a la teoría científica aislada. En sus términos: “...la unidad descriptiva
típica de los grandes logros científicos no es una hipótesis aislada sino más bien
un programa de investigación”.
Por tal programa entiende una secuencia de teorías que se suceden en el tiempo
y se caracterizan por exhibir cierta continuidad de propósitos que relaciona a sus
miembros y permite identificarlos como versiones modificadas de un plan inicial
común. Dice Lakatos: “...los miembros de tales series de teorías normalmente
están relacionados por una notable continuidad que las agrupa en programas de
investigación. Esta continuidad (reminiscente de la “ciencia normal” de Khun)
juega un papel vital en la historia de la ciencia,
Núcleo firme y cinturón protector de hipótesis auxiliares.
Dicha continuidad se la otorga, principalmente, el núcleo firme del programa (que
es homologable a la noción de paradigma propuesta por Khun) y en torno del cual
las versiones ulteriores van construyendo un cinturón de hipótesis auxiliares, de
modo que el crecimiento del programa se asemeja a las ondas que se irradian a
partir de un centro de emisión cuya expansión podemos imaginárnosla en espiral,
recuperándose así la idea de un moderado crecimiento acumulativo de la ciencia,
que al menos sería discernible al interior de los programas. Tenemos, entonces,
que un programa de investigación consta, primariamente, de dos elementos
esenciales: el núcleo y el cinturón de protección. En este último se ubican las
hipótesis auxiliares que traducen el poder heurístico del programa en predicciones
de hechos nuevos; y en función de aquellas anticipaciones se puede verificar el
progreso o el estancamiento de un programa de investigación.
Del núcleo firme derivan los dos patrones metodológicos fundamentales de todo
programa de investigación que son descritos como heurística negativa y heurística
positiva, cuyo papel es el de orientar la configuración conceptual, metodológica y
empírica del programa científico, en tanto les corresponde delimitar los contenidos
que se someten a prueba y paralelamente definen los postulados que se
considerarán incuestionables y, ambas, suministran el marco conceptual y
generan un lenguaje característico al Programa.
A la heurística negativa le corresponde circunscribir el núcleo del programa
declarándolo irrefutable por simple decisión metodológica. En palabras de
Lakatos: “La heurística negativa del programa impide que apliquemos el Modus
Tollens a este “núcleo firme”. Por el contrario, debemos utilizar nuestra inteligencia
para incorporar e incluso inventar hipótesis auxiliares que formen un cinturón
protector en torno a ese centro, y contra ellas debemos dirigir el “Modus Tollens”.
A su vez la heurística positiva: a) delimita el cinturón de protección; y, b)
proporciona orientaciones acerca de las problemáticas posibles de ser incluidas en
futuras investigaciones y, por lo tanto, estimula el desarrollo de ulteriores versiones
del programa; Lakatos describe la heurística positiva como un conjunto,
parcialmente estructurado, de sugerencias o pistas sobre cómo cambiar y
desarrollar las “versiones refutables” del programa de investigación, sobre como
modificarlas y complicar el cinturón protector refutable”
Tenemos así un componente estático y un componente dinámico; el primero se
refiere al núcleo, donde están contenidas: a) la axiomática y el esquema general
del programa; b) un conjunto de supuestos que sugieren las problemáticas que se
pueden investigar y el modo adecuado de trabajarlas (metodologías posibles y/o
admisibles); c) indica la forma de construir los cinturones protectores; d) sobre el
núcleo está prohibida la falsación.
El segundo elemento (en cuanto dinámico) es más flexible y está conformado por
el cinturón de hipótesis auxiliares que pueden ir cambiando o agregándose en el
transcurso del desarrollo histórico del programa y respecto del cual se aplica el
Modus Tollens. Aquí, los postulados del núcleo se transforman en conjeturas
susceptibles de falsación o corroboración y pueden asumir la forma de teorías
específicas, modelos o hipótesis observables Este es el ámbito del programa
donde se efectúa y desarrolla la investigación.
La metafísica del programa.
Enfrentando los prejuicios positivistas Lakatos sostiene que, en el contexto de la
ciencia empírica, la metafísica siempre ha ocupado un lugar de relevancia; el
epistemólogo asume la expresión metafísica en el sentido técnico precisado por
Popper, según el cual una proposición es metafísica si carece de falseadores
potenciales. En consecuencia el núcleo del programa, que agrupa el conjunto de
sus postulados irrefutables, es de carácter metafísico por decisión metodológica y,
en consecuencia, también constituye un vehículo metafísico la heurística negativa
que prohíbe la falsación de aquél (en cuanto ella tampoco puede ser falseada);
pero de aquí se generan perspectivas y enfoques que instituyen marcos de
referencia epistemológicos que suscitan tradiciones metodológicas y conjeturas
factibles de someterse a prueba, por ejemplo: en las ciencias sociales constituyen
tradiciones de este tipo el funcionalismo, el estructuralismo, el marxismo, el
interaccionismo simbólico, entre otros.

Lakatos aclara: “Retenemos una teoría sintácticamente metafísica como “centro


firme” de un programa de investigación mientras que la heurística positiva
asociada produzca un cambio progresivo en el “cinturón protector” de hipótesis
auxiliares”. Esto es: en cuanto sus anticipaciones teóricas sean factibles de
confirmación en la historia posterior del programa y, a su vez, den lugar a la
conformación de nuevas anticipaciones, lo cual implica ampliar e introducir
innovaciones en el cinturón protector; siendo éste el mecanismo elemental del
crecimiento acumulativo en la ciencia. Comprobamos así que la metafísica del
programa es la condición fundante de la racionalidad científica.
Lakatos recomienda que “...es mejor separar el núcleo firme de los principios
metafísicos más flexibles, que expresan la heurística positiva.” Al incluir a la
heurística positiva dentro de la metafísica del programa, Lakatos la está
distinguiendo claramente de las hipótesis auxiliares que por definición son
refutables, debemos asumir, entonces, que la heurística positiva es metafísica
debido a su dependencia directa del núcleo (aunque su misión es trascenderlo) y
que, como tal cumple, ante todo, un papel de inspiración para la generación de
hipótesis o conjeturas de carácter empírico. Sin embargo, las hipótesis auxiliares,
en el caso de ser refutadas deben ser eliminadas pero ello no implica la inmediata
eliminación del programa, como debía ocurrir según el falsacionismo ingenuo; en
el enfoque lakatosiano, en cambio, cuando una hipótesis auxiliar es refutada ella
es eliminada, pero, no conlleva desechar la heurística que la inspiró, porque ésta
no se agota en la formulación de una sola conjetura; en efecto, la heurística
positiva puede dar lugar, todavía, a nuevas hipótesis auxiliares más fructíferas. De
este modo, el carácter metafísico del programa se encuentra imbricado con el
intangible poder heurístico que debe poseer todo programa de investigación
científica, siendo descrito éste como un término técnico para caracterizar el poder
que tiene un programa de investigación de anticipar en su crecimiento hechos que
son teóricamente nuevos.
El carácter progresivo o regresivo de un programa dependerá, en importante
medida (aunque no únicamente) del poder heurístico que contenga. Pero, se debe
tener en cuenta que las nuevas hipótesis auxiliares:
a) también se originan a raíz de la confrontación de las conjeturas (hipótesis)
con anomalías, en relación con las cuales se generan ajustes conceptuales.
b) igualmente se originan en los procesos de discusión y defensa contra las
refutaciones que se le formulan por parte de las teorías rivales, produciéndose
un movimiento progresivo al suscitar otras conjeturas en calidad de respuesta
a esas refutaciones (las cuales son legítimas en la medida que emanan de la
lógica interna del programa, en caso contrario son espurias).
Por otra parte, no debemos olvidar que el cinturón protector de hipótesis auxiliares
debe recibir los impactos de las contrastaciones y para defender al núcleo firme,
será ajustado y reajustado e incluso completamente sustituido”. En síntesis: la
identidad de un programa se lo aporta la cualidad metafísica de su núcleo; si ésta
es anulada el programa desaparece. En cambio, aun cuando sean refutadas todas
las hipótesis auxiliares de una determinada versión histórica del programa, si el
núcleo metafísico se sostiene puede generar, en otro momento, un cinturón
renovado de hipótesis que, eventualmente, podrían tener éxito.
Programas progresivos y degenerativos.
Las hipótesis auxiliares que surgen en el cinturón protector pueden producir
versiones modificadas de la teoría original y estas pueden ser mejores o peores
que aquélla. En especial, esto es posible porque en este proceso suelen aparecer,
igualmente, las hipótesis ad hoc que implican un severo estancamiento del
conocimiento científico. Lakatos advierte:
“Se dice que un programa de investigación progresa mientras sucede que su
crecimiento teórico se anticipa a su crecimiento empírico; esto es, mientras
continúe prediciendo hechos nuevos con algún éxito (cambio progresivo de
problemática); un programa está estancado si su crecimiento teórico se retrasa
con respecto al crecimiento empírico; esto es, si sólo ofrece explicaciones post-
hoc de descubrimientos casuales o de hechos anticipados y descubiertos en el
seno de un programa rival (cambio regresivo de problemática)”.
En otras palabras podemos decir que un programa de investigación progresa si, al
examinar una sucesión histórica de variantes teóricas originadas a partir de un
mismo núcleo metafísico original, encontramos que las versiones más recientes
dan cuenta de aquello que las teorías antecedentes explicaban y además
incorpora anticipaciones de hechos nuevos (constituyéndose esto en progreso
teórico) y, luego, si algunos de aquellos hechos predichos por la teoría se
encuentran corroborados empíricamente se evidencia un progreso empírico; es
decir: la evidencia empírica radica en que -en alguna secuencia temporal
posterior- lo pre-anunciado por la teoría se cumple, en el sector de la realidad al
cual alude el programa (sociedad, economía, fisiología, etc.); y, en ese caso: “...lo
único que necesitamos es que, ocasionalmente se aprecie retrospectivamente que
el incremento de contenido ha sido corroborado”.

Hay auténtico progreso en un programa si las teorías recientes ostentan –a la vez-


excedente teórico y empírico con respecto a sus antecesoras, asentando este
criterio Lakatos declara; el carácter empírico (o carácter científico) y el progreso
teórico están inseparablemente relacionados. Aprender acerca de una teoría es
fundamentalmente aprender que hechos nuevos anticipó, realmente para la clase
de empirismo popperiano que defiendo, la única evidencia relevante es la
evidencia anticipada por una teoría”.
Pero, cuando el “descubrimiento” empírico es meramente casual no responde a
ningún desarrollo lógico del programa (sorprendiendo, además, a los propios
científicos) y al intentar racionalizarlo a posteriori los científicos en cuestión están
generando, con esa acción, un procedimiento de justificación ilegitimo y, de hecho,
vacuo para el contexto del programa, porque no lo hace crecer (en la medida que
no aumenta su contenido fáctico ni teórico).
Esto último hace regresivo o degenerativo a un programa en los programas
regresivos las teorías son fabricadas sólo para acomodar los hechos ya
conocidos”. Y, en esa medida. el programa no aumenta su caudal empírico y
tampoco teórico (en cuanto la teoría así traslapada no anticipa hechos)
convirtiéndolo entonces en pseudocientífico. Lakatos sentencia: “Aceptamos los
cambios de problemática como científicos, sólo si, por lo menos, son teóricamente
progresivos; si no lo son, los rechazamos como pseudocientíficos”. Resumiendo:
mientras que un programa en progresión anticipa hechos nuevos y produce
teorías auxiliares nuevas, los programas regresivos utilizan las hipótesis auxiliares
como meras estratagemas lingüísticas en un desesperado intento de postergar su
refutación y consecuente marginación, estas estratagemas son caracterizadas
como hipótesis ad hoc.
Lakatos precisa su noción de hipótesis ad hoc, distinguiendo tres clases:
a) las que no ostentan un exceso de contenido empírico con relación a sus
predecesoras (a las cuales llama: ad hoc1).
b) las que tienen tal exceso de contenido, pero ninguna parte del mismo esta
corroborado (llamadas ad hoc2)
c) aquellas que son espurias por no derivar ni formar parte integral de la
heurística positiva del programa (designadas como ad hoc3).
Las hipótesis ad hoc 3 son espurias porque no responden al legitimo desarrollo de
una genuina historia interna, en tanto no derivan del núcleo del programa;
generalmente se trata de hipótesis incorporadas desde otros programas en una
difundida práctica de irracional eclecticismo que contradice la lógica del progreso
científico e impide una evaluación racional; o bien, las hipótesis ad hoc 3 son
meros encubrimientos de algunos resultados aleatorios que no responden a la
guía de una heurística positiva y son presentados falazmente como
“descubrimientos”; tal situación afecta, particularmente, a las ciencias sociales.
Según Lakatos: “Una parte del crecimiento cancerígeno de las “ciencias” sociales
contemporáneas consiste en una red de tales hipótesis ad hoc 3”.
Sin embargo, hay que tener presente que la degeneratividad de un programa
puede ser sólo circunstancial o episódico y, en consecuencia, su carácter
regresivo no es necesariamente permanente, por lo mismo: “No es deshonesto
aferrarse a un programa en regresión e intentar convertirlo en progresivo”.
Se puede revertir la tendencia degenerativa si se introducen cambios en el
cinturón de protección, sustituyendo las hipótesis auxiliares improductivas por
otras teorías e hipótesis generadoras de predicciones que conduzcan a enriquecer
el contenido empírico corroborado: cuando un programa entra en una fase
regresiva, una pequeña revolución o un cambio creativo de su heurística positiva
puede impulsarlo de nuevo hacia delante”, produciéndose un viraje progresivo;
porque en un programa de investigación podemos vernos frustrados por una larga
serie de “refutaciones” antes de que alguna hipótesis auxiliar ingeniosa,
afortunada y de superior contenido empírico, convierte a una cadena de derrotas
en lo que luego se considerará como una resonante historia de éxitos, bien
mediante la revisión de algunos “hechos” falsos o mediante la adición de nuevas
hipótesis auxiliares”. Por tal motivo -oponiéndose, una vez más, a los preceptos
del falsacionismo ingenuo-, Lakatos sostiene que: aunque exista contraevidencia
acumulada no es lícito descartar, definitivamente, a ningún corpus teórico ni
tampoco es válido declararlo falso, lo recomendable es archivar el programa hasta
nuevo aviso, antes de eliminarlo drásticamente. Nótese que este beneficio es
extensible por lo tanto a las teorías sospechosas de pseudocientificidad.
Por otra parte, para considerar progresivo a un programa científico no es exigible
que solucione, previamente, todas las anomalías que lo aquejan. Siempre es
conveniente recordar que toda investigación científica se desarrolla en un océano
de anomalías. Lakatos entiende por anomalía la contraevidencia empírica que
afronta una hipótesis al ser sometida a prueba y que, en consecuencia, representa
una potencial falsación; sin embargo el epistemólogo sostiene que: “Las meras
“falsaciones” (esto es, las anomalías) deben ser consignadas, pero no es
necesario ocuparse de ellas”.
En breve: el falsacionismo lakatosiano propugna que mientras el poder heurístico
del programa proporcione predicciones de nuevos hechos y algunos de aquellos
sean susceptibles de corroboración, el científico debe concentrarse en ese
aspecto, dejando las anomalías para un examen posterior; esperando que el
desarrollo progresivo del programa (teórico y/o empírico) pueda más adelante dar
cuenta de tales inconsistencias.
Con resonancia khuniana y especificando su propuesta mediante una analogía,
Lakatos vincula las anomalías con los puzzles e indica la forma de encararlas: así
“una anomalía de un programa de investigación es un fenómeno que
consideramos que debe ser explicado en términos del programa. En términos más
generales, podemos hablar siguiendo a Khun de “puzzles”; un “puzzle” de un
programa es un problema que consideramos como un desafío para ese programa
particular. Un puzzle puede resolverse de tres formas: solucionándolo en el seno
del programa original (la anomalía se convierte en un ejemplo); neutralizándolo,
esto es, solucionándolo mediante un programa independiente y distinto (la
anomalía desaparece), o finalmente, solucionándolo mediante un programa rival
(la anomalía se convierte en un contraejemplo).
Sin embargo, es conveniente tener presente lo afirmado por Lakatos respecto de
los programas jóvenes, en el sentido que pueden transcurrir décadas antes de que
despeguen del suelo y se hagan empíricamente progresivos, en especial cuando
deben competir con otros que gozan de mayor credibilidad y exhiben una larga
tradición, haciéndosele exigible en esa eventualidad –a los programas jóvenes- la
prueba de una anticipación crucial para superar su postergación y situarse a la par
de los programas que ostentan tradición y prestigio, lo cuál es muy difícil de lograr.
Además: “Hasta ahora hemos supuesto que resulta muy fácil discernir si una
nueva teoría predice un hecho nuevo o no. Pero frecuentemente la novedad de
una proposición fáctica sólo puede apreciarse cuando ha transcurrido un largo
espacio de tiempo”. (Es decir, se requiere una perspectiva histórica para
comprobar la corroboración o falsación de una anticipación importante y, por eso,
es complicado evaluar con actitud corto placista como regresivo o estancado a un
programa que todavía está en una etapa de despegue inicial.

La evaluación de los programas de investigación.


En la evaluación de los programas hay dos momentos principales, el primero
consiste en la evaluación de la historia interna de un programa que incluye:
a) una reconstrucción racional de aquél indagando en sus fases, variaciones y
logros.
b) exige al mismo programa una revisión de sus teorías más recientes que
debe contrastar con sus predecesoras, para determinar si las últimas
contienen exceso de contenido, esto es: si acaso predicen hechos nuevos;
si esto puede demostrarse, entonces, se determina que el programa es
progresivo; pero hay, también, un segundo momento evaluativo que supone
la confrontación de dichas teorías con sus competidoras históricas externas
al programa, de ese modo la dialéctica de los programas de investigación
no queda limitada a una serie alternante de conjeturas especulativas y
refutaciones empíricas, sino que, además, se amplía a una estructura de
relaciones múltiples, confrontando teorías rivales y comparando el relativo
crecimiento empírico, de cada una de ellas.

En consecuencia, la historia interna de la ciencia, observada en su conjunto “ha


sido y debe ser una historia de programas de investigación que compiten (o si se
prefiere de paradigmas) pero no ha sido ni debe convertirse en una sucesión de
períodos de ciencia normal; cuanto antes comience la competencia tanto mejor
para el progreso”.
De tal modo la falsación adquiere un carácter histórico y los programas son
susceptibles de evaluación incluso después de haber sido archivados, por cuanto
–retrospectivamente- se puede juzgar el poder heurístico que tuvieron, para ello es
necesario responderse preguntas del siguiente tenor ¿Cuántos hechos
produjeron? o ¿Cuán grande era su capacidad para explicar sus propias
refutaciones en el curso de su crecimiento? Y otras parecidas.
En congruencia con lo anterior, los programas de investigación son concebidos
como sistemas de enunciados que se verifican en torno de problemáticas
específicas que son susceptibles de corroboración, de acuerdo a percepciones de
la realidad comunes a toda la comunidad científica (pero que -sin duda- no son las
formas khunianas de un percibir autárquico y autoexcluyente): “Nunca se debe
permitir que un programa de investigación se convierta en una Weltanschaaung,
en un canon del rigor científico, que se erige en arbitro entre la explicación y la no-
explicación, del mismo modo que el rigor matemático se erige como árbitro entre
la prueba y la no-prueba”.
La cita precedente, obviamente, es una advertencia contra Khun y su metodología
de la inconmensurabilidad paradigmática pero también se puede considerar
ilustrativo de la heurística lakatosiana y entenderse como un argumento contra el
monismo metodológico de sesgo cuantitativo-positivista. De hecho, el núcleo firme
de su propuesta plantea que carece de sentido y de realismo epistemológico
insistir en la obsecuencia a un canon estricto y uniforme de método científico, que
supuestamente debería ser común y obligatorio para todos los programas de
investigación, tal como lo sostenía la epistemología tradicional de corte positivista
(al calificar cualquier criterio normativo en la obligatoriedad de asunción de un
método ya predeterminado que estimaba la única vía válida para aportar
soluciones); en la propuesta de Lakatos, en cambio: ”El término “normativo” ya no
significa reglas para obtener soluciones, sino simplemente instrucciones para
evaluar las soluciones existentes”.
En cada programa hay criterios y técnicas de investigación que son coherentes
con su núcleo metafísico, en tanto aquél inspira una peculiar heurística positiva de
la que se desprende su especifica lógica del descubrimiento y justificación
científica; pero no existe un manual de procedimientos que ostente indubitabilidad
y universalidad tal, que lo haga merecedor de ser impuesto con carácter de
necesario y exclusivo. Despejando mitos el epistemólogo insiste en que “...cada
reconstrucción racional produce un patrón característico del crecimiento racional
del conocimiento científico”.

La reconstrucción racional.
Imre Lakatos entiende por reconstrucción racional un análisis de la historia del
programa (prioritariamente interna) a partir del cual se pretende reorganizar y
categorizar la secuencia de problemáticas y sus soluciones teóricas (su poder
heurístico), en correlación a la corroboración empírica que estas soluciones han
conseguido en el devenir de la investigación, que se ha ejecutado a través del
tiempo, siguiendo un cierto plan original qué le da coherencia; de modo que se
puede determinar el crecimiento o degeneración del programa comparando las
distintas versiones; en referencia, básicamente, a su probable exceso teórico y
empírico. Por lo tanto la reconstrucción racional es, al mismo tiempo, un
diagnóstico histórico y un acto de teorización.
Para efectuar una reconstrucción racional es necesario considerar también la
historia externa del programa, sin embargo la historia interna tiene primacía. La
historia interna reconstruye el desenvolvimiento del programa, en el transcurso del
tiempo: a) detectando la serie de teorías e hipótesis auxiliares que se han
desprendido del núcleo metafísico primigenio; b) siguiendo con atención sus
correspondientes variaciones y transformaciones de problemáticas; c) escrutando
las corroboraciones empíricas que las avalan. En resumen: la reconstrucción de la
historia interna busca precisar las vicisitudes de los cambios progresivos y
degenerativos que lo han afectado para obtener así una explicación racional del
crecimiento del conocimiento científico. Esta reconstrucción racional debe ser
complementada con una historia externa y, luego, contrastar ambas con la historia
real.
La historia externa es un suplemento de la reconstrucción racional que ayuda a
fijar y explicitar aquellos elementos no racionales (sociales, políticos, económicos,
psicológicos) que no están incorporados en la historia interna pero aportan una
localización del contexto; en palabras de Lakatos: “La historia externa o bien
suministra explicaciones no racionales del ritmo, localización, selectividad, etc. de
los acontecimientos históricos interpretados en términos de la historia interna, o
bien suministra (cuando la historia difiere de la reconstrucción racional) una
explicación empírica de tal divergencia. Pero el aspecto racional del crecimiento
científico queda enteramente explicado por la lógica de la investigación científica
de cada uno.”
Podemos apreciar que la reconstrucción racional de un programa esta dado en
dos ámbitos: su historia interna y su historia externa, en tanto que la historia real
es la base empírica de confrontación. La historia externa es, sin embargo,
funcional a la lógica del programa y ello la diferencia de la historia real; la historia
externa tendrá por objetivo justificar algunas descoordinaciones de la historia
interna con respecto a la historia real explicando el desfase en razón de
circunstancias políticas, ideológicas, económicas etc.
Un ejemplo del rol de la historia externa en la reconstrucción racional de un
programa lo constituyen las diversas explicaciones acerca de los problemas que
Galileo tuvo con la Iglesia y las condiciones de aceptabilidad –en un especifico
ambiente sociocultural- de los nuevos instrumentos técnico-artesanales de medida
y observación, en cuanto argumentos válidos o inválidos en el ámbito de la
discusión científica, según era concebida ésta en la época de Galileo (el
telescopio, por ejemplo, era considerado –en cuanto artesanal- un argumento
extracientífico por el colegio cardenalicio). No obstante, Lakatos deja abierto un
tema polémico que él mismo no resuelve, relativo a las condiciones de posibilidad
que permitirían disponer de una imparcial historia real, ajena a cualquiera
reconstrucción racional, que sirva de piedra de toque para todas las
reconstrucciones posibles.
 Corroboración y verosimilitud.

Un punto de suma importancia en la evaluación de los programas de investigación


es el papel de la corroboración que, en el falsacionismo sofisticado de Lakatos,
tiene una acepción diferente al que originalmente tuvo en el falsacionismo de
Popper. En principio, una corroboración sólo indica que una hipótesis ha pasado la
prueba de la falsación pero no autoriza a adscribirle el carácter de confirmación o
verificación; en ese respecto la corroboración significa por ausencia, esto es:
certifica que -por el momento- una hipótesis ostenta ausencia de falsación.
Sin embargo, Lakatos sostiene una controvertida concepción que tiene el
propósito de restituir una significación inductivista a la corroboración, en tal
perspectiva: son los casos corroboradores (bastante escasos) del exceso de
información los que resultan cruciales y reciben toda la atención. Ya no estamos
interesados en los miles de casos triviales de verificación ni en los cientos de
anomalías claramente disponibles: lo decisivo son los pocos y cruciales casos de
verificación del exceso”.
Mientras que, en la epistemología de Popper, las anomalías eran el punto de
interés y sobre ellas se practicaban los experimentos cruciales (que buscaban
falsear la teoría); lo que ahora se considera crucial en el nuevo modelo
falsacionista es la capacidad para predecir hechos nuevos e inesperados.
Entonces, aunque Lakatos sigue llamándose falsacionista la falsación es aceptada
sólo por el peso lógico que la respalda, pero no es la característica más relevante
de su programa, en tanto a su juicio- no constituye el motor del progreso científico.
A su entender lo que en la ciencia real mantiene en marcha a los programas es
una suerte de inducción débil radicada en las anticipaciones; ahora bien, para
sostener racionalmente dicha postura: “Es necesario postular algún principio
inductivo extrametodológico para poner en relación (aunque sólo sea de forma
tenue) el juego científico de aceptaciones y rechazos pragmáticos con la
verosimilitud”.
En verdad, Lakatos sustentará dicho principio extrametodológico no en la lógica
(que no lo respalda) sino en una cierta secuela de confianza psicológica que se
deriva de la corroboración, en la cual dice percibir una brizna de inductivismo: “El
valor del exceso de corroboración es que indica que los científicos pueden estar
acercándose a la verdad, del mismo modo que el valor de los pájaros que
revoloteaban sobre el barco de Colón era que indicaban que los descubridores
podían estar aproximándose a tierra firme“.

Esta interpretación inductivista de la


corroboración dice Lakatos habría sido
asumida, en algún momento, por el
mismo Popper como una solución
plausible para fundamentar un indicio de
la verosimilitud de las teorías,
constituyéndose desde entonces, según
la interpretación lakatosiana, en una
restitución moderada del razonamiento
inductivo. Reparemos, no obstante, que
dicha lakatosiana restitución de un
inductivismo débil involucra introducir un
ingrediente extrametodológico, o sea,
extraño al ámbito de la historia interna
del programa evaluativo falsacionista y,
por ende, su aceptación implica
incorporar un elemento irracional en el
eminentemente racional proceso
generador del conocimiento científico.
Empero, Lakatos refuerza su posición citando un addenum incluido en la tercera
edición de la “Logik der Forschung” (“Lógica de la investigación científica”, 1969)
donde Popper comenta este problema, allí dice el maestro: “El problema lógico
metodológico de la inducción no es irrevocable, pero en mi libro ha sido
solucionado de modo negativo: a) solución negativa. No podemos justificar
nuestras teorías como verdaderas o probables. Esta solución es compatible con la
siguiente: b) solución positiva. Podemos justificar la elección de ciertas teorías en
razón de su corroboración, esto es, teniendo en cuenta el estado actual de la
discusión racional sobre las teorías rivales desde el punto de vista de su
verosimilitud”.
Esta declaración alegra a Lakatos pero no lo satisface porque, a su juicio, Popper
no extrae las consecuencias de fondo que están implicadas en su aceptación, en
particular: que la solución positiva supone asumir la validez de un principio
inductivo sintético implícito pero vigente en la corroboración. Popper al contrario
sigue sosteniendo la idea de una corroboración puramente analítica, con lo cual su
postura se vuelve inconsistente. De acuerdo a la disquisición de Lakatos: si bien
no se puede probar la verdad de las teorías, la corroboración interpretada
inductivamente (en el sentido de exceso de corroboración), al menos puede
aportar un indicio de verosimilitud.
El término verosimilitud es el sucedáneo del antiguo y complejo ideal, perseguido
históricamente por la ciencia, expresado en la aspiración a una aproximación
progresiva a la verdad; Popper usó la expresión verosimilitud en un sentido
técnico, concibiéndola como una ecuación referida al contenido de verdad menos
el contenido de falsedad de una teoría. Esta proposición involucra, sin embargo,
cuestiones metafísica que escapan al ámbito de competencia de la ciencia tales
como la suposición que la verdad admite grados y, paralelamente, una
ontologización de la misma (si el científico se puede acercar a la verdad ello
supone la creencia en una verdad-reificada que se encuentra espacialmente
situada).
No obstante, a pesar de sus muchas dificultades, Lakatos opina que el postulado
de una ciencia verosímil sustentada en la inducción débil es una idea prometedora
por cuanto rescata la posibilidad de concebir un moderado crecimiento
acumulativo y, así se puede justificar la noción de progreso del conocimiento
científico. Sin pretender zanjar el punto, reflexiona y sugiere: “Verosimilitud tiene
dos significados distintos que no deben ser confundidos. En primer lugar puede
utilizarse significando plausibilidad intuitiva de la teoría; en este sentido, y según
mi punto de vista, todas las teorías científicas creadas por la mente humana son
igualmente inverosímiles y misteriosas. En segundo lugar puede utilizarse en el
sentido de una medida cuasi-teórica de la diferencia entre las consecuencias
verdaderas y falsas de una teoría que nunca puede ser conocida pero que
ciertamente podemos conjeturar”. En síntesis, la verosimilitud (y la corroboración
como inducción débil) formarán parte del núcleo firme de la propuesta lakatosiana
y quedan incluidas en la metafísica de la metodología de los programas de
investigación científica.
Para concluir, diremos que el concepto lakatosiano de progreso de la ciencia nos
parece interesante porque revela un esfuerzo de síntesis y decantación de la
discusión epistemológica que se ha desarrollado en los últimos decenios entre las
corrientes logicistas e historicistas. Observamos los siguientes aspectos: a)
resumiendo todas las criticas históricas respecto del positivismo nos advierte
contra su versión hipócrita de la perfección científica; b) ejecuta una particular
“triangulación” donde los vértices son Popper, Khun y Feyerabend; i) así, al tiempo
que rechaza la inconmensurabilidad de raigambre khuniana (irónicamente
caracterizada como weltanschaaung) adapta, sin embargo, su noción de
paradigma a la idea de un núcleo firme de un programa de investigación y, aunque
reduce su importancia, asume la injerencia del contexto social y cultural en el
desarrollo de la ciencia, llamándola historia externa. Por otra parte la influencia del
enfoque khuniano se percibe también en la caracterización de la lógica interna de
la ciencia como historia interna de un programa; adopta la tesis de Feyerabend
generada en la discusión con Lakatos relativa a la proliferación de teorías
sometidas a mutua e implacable falsación; mantiene la confianza popperiana en la
posibilidad de dialogo racional entre los distintos programas de investigación
sustentado en ciertas reglas generales de lógica formal y en los acuerdos
metodológicos (en sentido amplio) de la comunidad científica; c) finalmente, sus
criterios epistemológicos son susceptibles de operacionalizar y admiten la
construcción de instrumentos que permitirían evaluar el desarrollo de cuerpos
teóricos en ciencias sociales, siempre que previamente se acepten sus supuestos
y sus argumentos.
CARL GUSTAV HEMPEL
(Oranienburg, 1905 - Princeton Township, Nueva Jersey, 1997) Filósofo alemán
nacionalizado estadounidense. Destacado representante del círculo de Berlín (El
concepto de tipo a la luz de la nueva lógica, en colaboración con P. Oppenheim,
1936), emigró en 1939 a Estados Unidos, donde ejercería como profesor en
diversas universidades. Es autor también de Fronteras de la ciencia y la filosofía
(1963), La explicación científica (1965) y Mente y cosmos (en colaboración con
otros autores, 1966). Su último título fue Fundamentos de la formación de
conceptos en ciencia empírica (1988).

La filosofía de Carl Gustav Hempel se halló en sus orígenes estrechamente


vinculada al neopositivismo o positivismo lógico, corriente que desde principios del
siglo XX trató de identificar y reducir la actividad filosófica a la cuestión de la
epistemología (filosofía de la ciencia) y constituir de esta forma una metaciencia.
Tal tendencia partía, como heredera del positivismo, de los presupuestos
filosóficos del empirismo (de hecho, se la denomina también empirismo lógico): se
considera al lenguaje como una convención, y se plantea entre los objetivos
principales el análisis del proceso metódico a través del cual se descubren las
leyes (principios generales) que explican científicamente
los fenómenos naturales y sociales.
Sobre esta corriente de pensamiento influyeron de forma
notable las ciencias formales: la lógica, las matemáticas y
las aportaciones de la física moderna, en particular la
teoría de la relatividad y el principio de la indeterminación
de Heisenberg. De ahí deriva la importancia adquirida por
el "logicismo" y la búsqueda de un lenguaje científico y
formalizado, tal como se manifestó en la obra de Bertrand
Russell y Alfred North Whitehead. El neopositivismo lo
desarrollaron ampliamente los autores del Círculo de
Viena, como Rudolf Carnap, a quien Hempel conoció en 1929 en el primer
congreso de filosofía de la ciencia; el interés suscitado movió a Hempel a residir
algunos años en Viena, donde participó en las reuniones del Círculo. Gracias a
Carnap consiguió en 1937 un puesto de profesor asociado en la Universidad de
Chicago, y, ante el auge del nazismo, emigró definitivamente a los Estados Unidos
en 1939.
Carl G. Hempel es un claro exponente de la evolución del neopositivismo al tomar
contacto con los autores estadounidenses del positivismo y del pragmatismo. Sus
investigaciones se centraron inicialmente en el concepto de explicación científica,
de la cual analizó la estructura lógica (el explanandum, o fenómeno que se quiere
explicar, se deduce de un explanans, que consta a su vez de una serie de
condiciones y leyes generales) y los requisitos que permiten afirmar su coherencia
y confirmar su veracidad. En sus últimos años tendió a alejarse de muchos
presupuestos del positivismo lógico y extendió su reflexión en el campo del
lenguaje desde las cuestiones formales a las relacionadas con la significatividad.
RUDOLF CARNAP
(Alemania, 1891-1970)

Filósofo alemán (nacionalizado estadounidense), destacada figura del movimiento


filosófico denominado positivismo o empirismo lógico. Nació el 18 de mayo de
1891 en Ronsdorf (en la actualidad integrada en la ciudad renana de Wuppertal).
Cursó estudios superiores de matemáticas, física y filosofía en las universidades
de Jena (donde fue alumno del matemático alemán Gottlob Frege) y Friburgo.
Además de las tesis de Frege, las aportaciones del filósofo británico Bertrand
Russell y del austriaco Ludwig Wittgenstein fueron las que más determinaron su
propio pensamiento. Profesor en la Universidad de Viena desde 1926 hasta 1931,
durante este periodo se convirtió en uno de los más significados exponentes del
positivismo lógico, corriente surgida en torno al asimismo denominado Círculo de
Viena, que representaría un hito en la historia de la filosofía analítica.
Posteriormente continuó su actividad docente en la Universidad de Praga, centro
en el que permaneció desde 1931 hasta 1935. Este último año, huyendo del
nacionalsocialismo alemán, emigró a Estados Unidos, país cuya nacionalidad
adoptó. A partir de ese momento fue profesor en la Universidad de Chicago (1938-
1952), en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (1952-1954) y en la
Universidad de California en Los Ángeles (1954-1962). Durante su estancia en
América también participó en la redacción de la inacabada International
Encyclopedia of Unified Science (amplio proyecto enciclopédico cuyo objetivo era
la unificación del conocimiento científico humano). Rudolf Carnap falleció el 14 de
septiembre de 1970 en Santa Mónica (California). Carnap interpretó la filosofía
como un proceso de análisis lógico. Se interesó sobre todo por el análisis del
lenguaje de la ciencia ya que consideró que las afirmaciones empíricas de esta
última eran las únicas en verdad significativas. De esta concepción global,
resumida en que los problemas de la filosofía se pueden reducir a los problemas
del lenguaje, dan
testimonio dos de sus
principales trabajos
teóricos: La estructura
lógica del mundo. Ensayo
de una teoría de la
constitución de los
conceptos (1928), donde
intentó reducir todas las
demandas del
conocimiento al lenguaje de
los datos; y Sintaxis lógica
del lenguaje (1934), donde
mostró su preferencia por
el lenguaje que describe la
conducta (lenguaje
fisicalista). El principio de
tolerancia de Carnap, o la convencionalidad de las formas del lenguaje, afectó a la
libertad y variedad en la construcción del lenguaje. Estaba interesado de una
forma muy acusada por las construcciones de sistemas formales, lógicos. También
llevó a cabo un trabajo significativo en el campo de la probabilidad, distinguiendo
entre estadística y lógica en su obra Fundamentos lógicos de la probabilidad
(1950). Otras importantes obras suyas fueron: El espacio. Contribución a la teoría
de la ciencia (1922), Conceptuación fisicalista (1926), Compendio de logística
(1929), La superación de la metafísica por medio del análisis lógico del lenguaje
(1931) y La tarea de la lógica de la ciencia (1934).
ANEXOS
POPPER

LAKATOS
POSITIVISTAS
CONCLUSION

Popper argumenta que el conocimiento humano es limitado. La realidad está muy


por encima y es desconocida. Para tratar de arrojar luz sobre ella se deben
elaborar conjeturas (que deben ser creativas y aventuradas). Éstas pueden ser
corroboradas o falsadas.

En este sentido Popper se basa en Kant, ya que las conjeturas son a priori. La
gran diferencia con éste es que son abiertas y desestructuradas. Es importante
tener en cuenta que una idea o teoría que sea corroborada no significa que
siempre permanecerá así. Puede que en un futuro sea falsable, con lo que se
deberá cambiar.

En conclusión se podría decir que Lakatos tiene una clara afinidad hacia el
paradigma de la complejidad y el pensamiento sistémico, ya que plantea que todo
programa de investigación tiene un gran conjunto complejo de teorías que
interactúan entre sí (heurística positiva) entorno a una teoría central (heurística
negativa).
Finalmente, creemos que el Positivismo consiste en la base que señala la realidad
y la tendencia constructiva para el aspecto teórico de la doctrina, el positivismo es
el culto de la humanidad como ser total y simple o singular, las cuales tiene un
objeto o componente principal, que es la filosofía y el gobierno de una sociedad.
Bibliografía

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