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LA CONCILIACIÓN LABORAL

Son diferentes las posibilidades que tienen las personas envueltas en un conflicto para
solucionarlo sin la intervención de un juez ni de un proceso judicial, es decir, son una
opción para resolver conflictos de una manera amistosa, expedita, sencilla, ágil, eficiente,
eficaz y con plenos efectos legales. Tales actuaciones que las partes cumplen, voluntaria
u obligatoriamente, antes de comparecer al órgano jurisdiccional en ejercicio del derecho
de acción. Tienen por objeto evitar el proceso, llenar exigencias legales para poder
demandar o anticipar algunos de sus trámites.

El artículo 64 de la ley 446 de 1998, trae consigo uno de esos mecanismos, cual es el
punto central de este ensayo, y que dicho compendio llama Conciliación. Definido como
“un mecanismo de solución de conflictos a través del cual dos o más personas gestionan
por sí mismo la solución de sus diferencias, con la ayuda de un tercero neutral y
calificado, denominado conciliador”.

En el Derecho Colombiano la función de conciliar no es exclusiva de los funcionarios


judiciales. Cuando se ejerce se convierte en una verdadera función pública en donde el
juez más que desarrollar un acto jurisdiccional asume un papel de buen componedor, de
pacificador.

La Constitución de 1991 reconoció la importancia de la figura como medio alternativo de


solución de conflictos al constitucionalizar su existencia en los artículos 53 y 116 como
una facultad de las partes mas no como una obligación.

En la forma en que se encuentra reglada la conciliación, en derecho laboral no solamente


persigue la guarda del orden jurídico sino también la solución del conflicto. Muestra de
lo primero es la obligación del juez de proteger los derechos ciertos así la voluntad
concurrente de las partes sea desconocerlos. Se impone en este caso la voluntad
imperativa de la ley sobre la consensualidad de las partes.

La conciliación fue reglada expresamente en la ley laboral colombiana desde la


expedición del Código Procesal en 1948 como medio de solución de conflictos jurídicos
individuales y colectivos. También rigió para el Derecho Colectivo del Trabajo hasta 1985
cuando la ley 39 de ese año la eliminó no por «una errada concepción de la figura ni a
vicios en su esencia, sino a la distorsión a la que la llevó la práctica mal interpretada de
su filosofía, especialmente porque los contendientes, que para la buena marcha de este
mecanismo debían despojarse de su egoísmo y permitir el manejo del conflicto por parte
de terceros, terminaron recurriendo a personas que representaban sus mismos intereses
y que llevaban al seno de las conversaciones en la etapa de la conciliación, los mismos
fermentos de conflictividad que habían impedido el acuerdo dentro de la etapa del arreglo
directo»1.

Resulta indiscutible el carácter de orden público de la figura si se tiene en cuenta el fin


social de la misma y el interés de la comunidad en que su teleología se cumpla como
medio de conseguir la paz social. Pero además el propio legislador le endilgó
expresamente esa naturaleza en los artículos 14 y 16 del CST.

Tampoco se discute la tesis que trata la conciliación como un acuerdo de voluntades,


como un negocio jurídico bilateral que requiere como elemento de su existencia un
requisito solemne cual es la aprobación que el Estado le imparte a través de un
funcionario competente.

En desarrollo de esta naturaleza requiere la conciliación como elementos de su


existencia y validez los que el artículo 1502 del CC establece para todo negocio jurídico,
esto es la capacidad de las partes, el consentimiento libre de vicios, objeto y causa lícitos.

En ese sentido un acto conciliatorio laboral bien puede anularse por ausencia de uno o
varios de esos requisitos esto es, por vía de ejemplo, por demostrarse error, fuerza o
dolo en el consentimiento de alguna de las partes, o porque recayó sobre un objeto ilícito
como sería conciliar derechos ciertos existiendo renuncia o cesión parcial de ellos por
parte de su titular. La competencia para el conocimiento de estas acciones de nulidad la
tiene la rama laboral de la jurisdicción ordinaria así el acuerdo haya sido aprobado por
un funcionario administrativo como el inspector del trabajo, pues en ningún caso el
acuerdo de voluntades del empleador y el trabajador aprobado por este funcionario
adquiere carácter de acto administrativo ya que en él no hay expresión de la voluntad de
la administración3.

Y es que es la propia Constitución la que limita el objeto de la conciliación al permitirla


únicamente para el caso de los derechos inciertos o discutibles. Dos precisiones impone
esta tesis: (I) lo que es objeto de conciliación son los derechos mas no los hechos, y (II)
todos los derechos no son conciliables sino los que tengan exclusivamente el carácter
de discutibles, pues existiría objeto ilícito en la conciliación de derechos ciertos siempre
y cuando exista renuncia a una parte o a la totalidad de los mismos. En tal sentido los
derechos indiscutibles son conciliables siempre y cuando esa conciliación conlleve el
pago total de los mismos pero en este caso nos encontraremos frente a una forma de
extinguir las obligaciones como es el pago pero no frente a una conciliación propiamente
dicha. “Serán conciliables todos los asuntos susceptibles de transacción, desistimiento y
aquellos que expresamente determine la ley” dispone el artículo 65 de la ley 446 de 1998.
La conciliación por el momento en que se realiza con relación al proceso puede ser de
dos formas:

Extrajudicial.

Cuando no se lleva a cabo dentro del proceso sino por fuera de él. Esta modalidad puede
celebrarse antes de la presentación de la demanda o durante el proceso pero por fuera
de él.

Sea que se realice en una u otra oportunidad la conciliación extraproceso es


eminentemente voluntaria en el sentido de que sólo las partes comprometidas en la
controversia tienen iniciativa en su realización. La ley no la impone. No se debe confundir
esta situación con la circunstancia en la cual la parte citada por el funcionario
administrativo con el fin de intentar la conciliación es objeto de sanción pecuniaria por
hacer caso omiso a su llamado. Lo que aquí se sanciona es el desobedecimiento más
no la negativa a conciliar. Se hace esta advertencia por cuanto, en principio, la referida
sanción puede hacer aparecer ese intento conciliatorio como obligatorio lo cual no es así.

Esta modalidad de conciliación se puede dar a iniciativa de cualquiera de las partes en


controversia o de ambas.

Cuando este acuerdo se celebre ante las autoridades que conforme a la ley precitada
tienen funciones conciliatorias recibe el nombre de conciliación en derecho y, en equidad,
cuando se agote ante conciliadores que obran en conciencia.

La conciliación extrajudicial en derecho puede agotarse ante los inspectores del trabajo,
los delegados regionales o seccionales de la defensoría del pueblo y los agentes del
Ministerio Público en materia laboral. A falta de los anteriores en un determinado
municipio se podrá adelantar esta conciliación ante los personeros y los jueces civiles y
promiscuos municipales. Lo anterior conforme al artículo 28 de la ley 640 de 2001 que
regló en forma específica esta forma de conciliación en materia laboral. Si bien en esa
norma se les asignaba competencia también a los notarios y a los conciliadores de los
centros de conciliación, éstos la perdieron en virtud de lo decidido por la Corte
Constitucional en sentencia C-893 de 2001 bajo el argumento de que los particulares no
pueden administrar justicia en forma permanente. Algunos doctrinantes sostienen con
razonabilidad que los jueces laborales no han perdido esta facultad ya que las normas
que regulan la materia en el CPTSS siguen vigentes.

Esta forma de conciliar se distingue en las siguientes fases:


Solicitud: Puede solicitar la conciliación toda persona que tenga interés de conciliar una
diferencia, esto es el trabajador o el empleador.

Citación: Recibida la solicitud por el conciliador éste debe librar la boleta de citación a la
contraparte, proceso que se omite naturalmente si la petición ha sido elevada en forma
conjunta. La referida boleta u oficio deberá indicar claramente la fecha y hora en que se
celebrará la audiencia, el objeto de la misma a fin de facilitar que el citado comparezca
con el conocimiento debido y logre fundamentar debidamente su posición, y cualquier
otro tópico necesario para la agilidad de la actuación como es el caso de las pruebas
sobre la representación legal cuando una de las partes sea persona jurídica ya que a la
conciliación extraprocesal le son aplicables las reglas generales de capacidad,
legitimación procesal y representación.

Comparecencia: La parte citada por la autoridad administrativa que no comparezca a la


respectiva audiencia será objeto de sanción pecuniaria. No sucede lo propio cuando la
citación procede de otra autoridad. Esta falta de obligatoriedad de la asistencia es lo que
en gran parte ha hecho que la conciliación extrajudicial no logre los efectos deseados a
plenitud.

Celebración de la audiencia: Se encuentra reglado el tema en el artículo 78 del CPTSS,


reformado por el 54 del decreto 1818 de 1998. Señala el precepto referido que una vez
llegado el día y hora fijado previamente por el funcionario conciliador, éste debe
interrogar a los interesados sobre los hechos que dieron origen a las diferencias con el
fin de tener un conocimiento integral acerca del problema. Debe procurar que el acuerdo
surja espontáneamente de los interesados pudiendo con tal fin realizar audiencia con
cada una de las partes por separado si as´lo considera necesario. En caso de que estas
no logren ningún acuerdo, el juez procederá a proponer fórmulas de arreglo. <Al
funcionario se le pueden presentar en el evento que se analiza, dos situaciones bien
distintas. Una, cuando las partes no están dispuestas a reconocimientos y concesiones
mutuas, y otra, cuando si lo están, es decir, cuando tienen ánimo conciliatorio. En el
primer caso tienen amplia vigencia las normas reguladoras del artículo 20 CPT y al
funcionario le corresponde una labor activa consistente en reducir los puntos de
diferencia sin menoscabo de los derechos y sin desconocimiento, por consiguiente, de
las obligaciones, mediante la proposición de fórmulas de arreglo. En el segundo, la labor
del funcionario es bien distinta, sobre todo cuando las partes se presentan ante él con
una fórmula de solución ya acordada, previamente convenida, más que todo con el
propósito de rodear el acto de las garantías legales. Aquí no hay lugar a la presentación
de fórmulas por parte del juez o del inspector, porque como bien lo dice el recurrente,
«resultaría ridículo en la práctica, que el funcionario se empeñara en procurar un acuerdo
amigable que ya las partes tienen logrado», o en cambiar sus términos con lo que se
llevaría a entrabar, cuando no a ponerlo en peligro, el arreglo convenido por las partes.
Otra cosa es que no lo prohijé si considera que es inconveniente por cuanto que burla
los derechos de una parte mediante el desconocimiento de las obligaciones de la otra.
Pero cuando la solución que los interesados presentan es justa y equitativa, deberá
acogerla y consiguientemente consignará en el acta correspondiente sus términos» 4.

Levantamiento del acta:

El procedimiento de la conciliación concluye:

a) Con la firma de un acta que contenga el acuerdo a que llegaron las partes
especificando con claridad las obligaciones a cargo de cada una de ellas.
b) Con la suscripción de un acta en la cual las partes que hayan asistido y e
conciliador dejen constancia de la imposibilidad de llegar a un acuerdo.

El acta que se levante al finalizar la audiencia debe contener una descripción de


problema y la constancia de que no hubo ánimo conciliatorio o la solución dada c la
controversia la cual puede ser total o parcial. El acuerdo, en el segundo caso debe quedar
redactado de tal forma que contenga una obligación, clara expresa y actualmente exigible
para que pueda prestar merito ejecutivo como lo exige el artículo 100 del C.P.T. Es así
como debe contener una relación pormenorizada y concreta de los derechos conciliados
o no, de los valores acordados y cualquier otra aclaración si la obligación conciliada es
de dar, de hacer o no hacer como por ejemplo el modo de cumplirla y el plazo. El acta
debe estar suscrita por quienes intervinieron en ella, es decir por los actores del conflicto
y por el funcionario conciliador.

Tenemos así que el acta es la prueba ad substanciam actus de la celebración de la


conciliación tal como lo manifestó la Corte Suprema de Justicia5: «Como los artículos 20
y 73 del Código Procesal Laboral, señalan los requisitos necesarios para la validez del
acto conciliatorio, que una vez llevado a efecto tiene fuerza de cosa juzgada y equivale
por tanto a una sentencia, tales requisitos o formalidades están estatuidos procesalmente
ad substaciam actus, pues solamente con aquella acta contentiva de la conciliación
adelantada con las especificaciones determinadas por estos preceptos adjetivos de
obligatorio cumplimiento, puede demostrarse ese acto jurídico; es decir que las
formalidades preceptuadas por los artículos citados, conducen no solamente a la validez
de la conciliación sino a su forma de demostrarla, y la ley no autoriza ningún otro medio
probatorio para esos efectos». Y por último los,
Efectos de la conciliación: Por mandato legal la conciliación celebrada con el lleno de
los requisitos sustanciales y formales que permiten la existencia y validez del referido
negocio jurídico solemne, adquiere fuerza de cosa juzgada y en consecuencia presta
mérito ejecutivo.

A pesar de lo anterior, y como ya lo dejamos estudiado al hablar sobre la naturaleza


jurídica de la conciliación, por tener el carácter de un acuerdo de voluntades surgido de
la capacidad negocial de las personas bien puede lograrse su invalidez por falta de los
requisitos legales correspondientes.

Desde luego que tal solución, si bien protege los derechos ciertos del trabajador,
irrenunciables por mandato constitucional y legal, atenta contra otros valores como el de
la seguridad jurídica. Tal enfrentamiento de principios de tipo constitucional puede
conciliarse mediante fórmulas que reduzcan al mínimo ese estado de inseguridad tal
como sucede en la legislación española en donde el término de prescripción ordinario de
los derechos laborales (1 año), para este efecto particular de nulitar la conciliación se
reduce a 30 días (art. 67.2 ley procesal expuesta) contados a partir de la fecha de la
celebración de la misma, plazo que de vencerse convalida automáticamente y por
ministerio de la ley los posibles vicios.

De otro lado adentrándonos en la Conciliación Judicial, esta puede asumir dos formas:
obligatoria y voluntaria.

La primera se da en el caso del artículo 11 de la Ley 1149 de 2007 que modificó el 77 del
CPT y de la SS y tiene ocurrencia una vez contestada la demanda.

Sin lugar a discusión esta figura constituye uno de los mayores adelantos que trajo la ley
712 de 2001. Esta estableció en su artículo 39 la “audiencia obligatoria de conciliación,
de decisión de excepciones previas, de saneamiento y fijación del litigio".

Esta figura, en su esencia es conservada en el artículo 11 de la ley 1149 de 2007 que


modificó el 39 de la ley 712 de 2001.

La conciliación judicial, como antes se dijo es un medio alternativo a la resolución del


conflicto, mediante una decisión o fallo. En tal sentido, es una forma especial de poner
fin al proceso, siendo el tercero que dirige esta clase de conciliación el juez de la causa,
quien además de proponer fórmulas de arreglo, homologa o convalida lo acordado por
las partes, otorgándole eficacia de cosa juzgada. En algunos casos, tal conciliación opera
como requisito de procedibilidad.

Para concluir, dependiendo del momento y del escenario, la conciliación puede servir
para poner fin a un proceso, o para evitar que se inicie. En palabras de la H. Corte
Constitucional.

“Las características fundamentales de la conciliación son las siguientes:

1) La conciliación es un mecanismo de acceso a la administración de justicia. Y lo es porque,


como se desprende de sus características propias, el acuerdo al que se llega entre las partes
resuelve de manera definitiva el conflicto que las enfrenta, evitando que las mismas acudan
ante el juez para que éste decida la controversia. Independiente del fracaso o del éxito de la
audiencia, la conciliación permite el acercamiento de las partes en un encuentro que tiende
hacia la realización de la justicia, no como imposición judicial, sino como búsqueda autónoma
de los asociados.

2) La conciliación es un mecanismo alternativo de solución de conflictos que puede realizarse


por fuera del proceso judicial o en el curso del mismo. Puede ser voluntaria, u obligatoria
como requisito para iniciar un proceso. Puede llevarse a cabo por un tercero independiente o
por una institución como un centro de conciliación. Además, puede ser conciliación nacional
o internacional para la solución de conflictos privados entre personas de distinta nacionalidad
o entre Estados e inversionistas de otros Estados, o entre agentes económicos de distintos
Estados. Conciliación hay en las distintas ramas del derecho como civil, comercial, laboral,
contencioso administrativo y en ciertos aspectos del proceso penal.

3) Es una forma de resolver los conflictos con la intervención de un tercero que al obrar como
incitador permite que ambas partes ganen mediante la solución del mismo, evitado los costos
de un proceso judicial.

4) La función del conciliador es la de administrar justicia de manera transitoria, mediante


habilitación de las partes, en los términos que determine la Ley. A propósito de esta
disposición, que es la contenida en el artículo 116 constitucional, debe decirse que la
habilitación que las partes hacen de los conciliadores no ofrecidos por un centro de
conciliación, es una habilitación expresa, en la medida en que el particular es conocido por
las partes, quienes le confieren inequívocamente la facultad de administrar justicia en el caso
concreto.

5) Existe también la habilitación que procede cuando las partes deciden solicitar el
nombramiento de un conciliador, de la lista ofrecida por un determinado centro de conciliación.
En principio, esta habilitación supone la aquiescencia de las partes respecto del conciliador
nominado por el centro, pero también implica la voluntad que conservan las mismas para
recusar al conciliador, si consideran que no les ofrece la garantía de imparcialidad o
independencia para intervenir en la audiencia.

6) En este sentido, puede decirse que las figuras del impedimento y la recusación son
esenciales a la conciliación, y son parte de su carácter eminentemente voluntario. Además,
en esta materia se siguen las normas del Código de Procedimiento Civil.
7) Es un acto jurisdiccional, porque la decisión final, que el conciliador avala mediante un acta
de conciliación, tiene la fuerza vinculante de una sentencia judicial (rei iudicata) y presta
mérito ejecutivo (art. 66, Ley 446 de 1998).

8) La conciliación es un mecanismo excepcional, porque dependiendo de la naturaleza


jurídica del interés afectado, sólo algunos de los asuntos que podrían ser sometidos a una
decisión jurisdiccional, pueden llevarse ante una audiencia de conciliación. En general, son
susceptibles de conciliación los conflictos jurídicos que surgen en relación con derechos
disponibles y por parte de sujetos capaces de disponer.

A la conciliación le caben los mismos argumentos expuestos por la Corte en relación con el
arbitramento, en lo que tiene que ver con las materias susceptibles de transacción. Así debe
decirse que están excluidos de ser conciliables asuntos relativos al estado civil o a los
derechos de incapaces, o derechos sobre los cuales la ley prohíba a su titular disponer. 1 Del
mismo modo, puede decirse que a conciliación no pueden ser sometidos asuntos que
involucren el orden público, la soberanía nacional o el orden constitucional 2, o materias
relacionadas con la legalidad de los actos administrativos. 3

9) Finalmente, por definición la conciliación es un sistema voluntario, privado y bilateral de


resolución de conflictos, mediante el cual las partes acuerdan espontáneamente la
designación de un conciliador que las invita a que expongan sus puntos de vista y diriman su
controversia. La intervención incitante del tercero conciliador no altera la naturaleza
consensual de la composición que las partes voluntariamente concluyen, sino que la facilita y
la estimula.4”

Realizado por:
Juliana Andrea Hernández Barrera

1
“ Cfr. Sentencia C-294/95”.
2
“Cfr. Sentencia C-330 de 2000. M. P. Carlos Gaviria Díaz”.
3
“Sentencia C-1436 de 2000. El citado fallo señala: ‘Esta doctrina del Consejo de Estado aún hoy, después de la
expedición de la Constitución de 1991, y la inclusión en ella, del artículo 116, está plenamente vigente, pues no existe
presupuesto constitucional alguno que permita afirmar que la decisión sobre la legalidad de los actos administrativos,
y, específicamente, de aquellos que dicta la administración en uso de sus facultades excepcionales, esté librada al
arbitrio de los particulares’.”
4
“Autores clásicos del derecho rechazaron la intervención del Estado con el fin de hacer obligatoria la conciliación
de los intereses privados, al entender que nadie debe ser más amante de la paz, del orden y de su patrimonio que su
dueño mismo. Apoyado en este concepto BENTHAM reprobaba al Estado el entrometimiento en buscar la avenencia
entre los particulares, porque en su parecer la conciliación envuelve para uno de los que transigen, una renuncia de
parte de su derecho a favor de otro, y como el Estado no debe procurar transacciones en materia de justicia, sino que
esta se cumpla en toda su extensión y sin sacrificio alguno, no puede prohijar un acto por el cual, si resulta
conciliación, necesariamente ha de haber sacrificio de justicia por parte de uno de los litigantes.”

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