Resumen:
A partir del trabajo realizado desde la coordinación de comunicación social de la
Subsecretaría de Salud Comunitaria del Ministerio de Salud de la Nación, se propone
reflexionar sobre las formas de comunicación que ejercen los organismos públicos con
las mujeres de comunidades originarias del norte argentino.
En base al relato de la experiencia de producción de materiales gráficos y radiales sobre
salud de la mujer (salud sexual, salud reproductiva, cuidados en el embarazo, parto y
puerperio, métodos anticonceptivos y prevención de cáncer de cuello de útero)
destinados a comunidades indígenas del noreste y noroeste de nuestro país, se intentará
dar cuenta de las contradicciones, las implicancias y los obstáculos que se pusieron en
juego a la hora de desarrollar una estrategia de comunicación e información que tome
distancia de los modelos hegemónicos de comunicación en salud, sobre todo en lo que
hace a la relación que se establece desde los materiales producidos con ese “otro/a”
llamado/a destinatario/a.
Se incluirán diversos ejes como: paradigmas dominantes de comunicación en salud,
concepciones de comunicación implícitas en las estrategias elaboradas, y formas de
construcción del “otro y otra” en los mensajes.
También se dará cuenta del proceso realizado, de los “atajos” y ajustes que se hicieron a
los planes iniciales. Se destacará el rol de las y los referentes de las organizaciones
sociales comunitarias, la necesidad de construcción de agenda hacia adentro del propio
ministerio de salud, hacia los medios de comunicación hegemónicos y hacia los equipos
de los servicios de salud provinciales y locales.
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Introducción
La Subsecretaría de Salud Comunitaria tiene bajo su órbita la mayoría de los programas
del Ministerio de Salud de la Nación cuya destinataria principal es la mujer en sus
distintas etapas de la vida. Dependen de dicha Subsecretaría: la Dirección Nacional de
Maternidad e Infancia, el programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable, el Programa Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello-Uterino y el
Programa Nacional de Salud Integral en la Adolescencia, entre otros.
A inicios de 2009, se forma el área de comunicación en salud comunitaria y se
comienza a trabajar en la búsqueda de formas de comunicación menos centralistas, que
incorporen la mirada y la voz de aquellos a quienes se busca interpelar y con los que se
intenta dialogar en el espacio público.
Un diagnóstico inicial mostraba que a pesar de un marco de derecho favorable para el
acceso a la salud de la mujer y también de respeto de los derechos de los pueblos
originarios, en las prácticas cotidianas en los servicios de salud las situaciones eran muy
heterogéneas y en numerosos casos estos derechos no estaban garantizados.
A la vez, el desarrollo de la estrategia de comunicación no podía desconocer que las
formas de conceptualización de la salud y la enfermedad, del rol del hombre y la mujer
están sujetos, aunque no de forma definitiva, a las creencias, valores e imaginarios de la
cultura o grupo de pertenencia.
En este marco de permanente tensión, de paradigmas en disputa y significaciones que se
construyen y reconfirman de manera constante, se realizaron un conjunto de acciones de
comunicación para los pueblos originarios que se traducen en una serie de spots
radiales, una campaña gráfica de afiches y folletos, y una guía de comunicación y salud
para los equipos de los servicios de salud que incluye un capítulo de comunicación
intercultural. Cada uno de estos componentes fue realizado en conjunto con diversas
organizaciones sociales que nuclean a comunidades originarias, a la vez que implicaron
una articulación entre diferentes áreas del propio ministerio y con otros organismos
públicos.
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social. La comunicación como proceso de producción, intercambio y negociación de
significados y formas simbólicas, a partir de los cuales los sujetos y las comunidades
pueden reconocerse a sí mismos, dar cuenta de su pasado, de su lugar en la sociedad y
de sus expectativas para el futuro.
Entonces, comunicación tendrá que ver más con poner en común, con hacer algo en
común, que solamente enfocarse en el aspecto técnico de la transmisión de información.
Se trata de entender a las prácticas sociales como experiencias de comunicación,
reconociendo que el espacio de estas prácticas se encuentra atravesado por luchas de
poder en función de las cuales se ponen en juego estrategias y dispositivos de
comunicación.
La mirada comunicacional se ubica en el reconocimiento de las negociaciones de
sentido que suceden en el espacio de las relaciones entre sujetos enmarcados en
contextos sociales, históricos y culturales.
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Se entiende al proceso salud / enfermedad / atención desde una perspectiva relacional
que recupera los procesos históricos y considera que todo campo socio cultural es
heterogéneo (Menéndez, 2004). Se afirma que en el mismo se constituyen relaciones de
hegemonía / subordinación y se llevan a cabo procesos transaccionales que favorecen la
cohesión-integración. En este sentido, la dimensión intercultural permite dar cuenta de
la salud como necesariamente imbrincada en los procesos culturales.
Los inicios del campo de la comunicación para la salud se han centrados en una visión
instrumental de la comunicación, cercana a las ideas del difusionismo. El enfoque de la
“Difusión de Innovaciones” contempla a la comunicación como un factor de la
modernización (desarrollo) de las sociedades atrasadas (Torrico Villanueva, 2004).
Estas ideas se han ido ampliando e incorporando nuevas perspectivas y dimensiones, sin
embargo, se observa que persisten prácticas institucionales donde las acciones
comunicacionales son concebidas como mecanismos simples y unidireccionales,
basados en los modelos “estímulo-respuesta”.
En muchos espacios institucionales, las políticas comunicacionales se definen de
manera centralizada, sin generar mecanismos para la escucha previa y posterior,
situación que impide conocer los saberes y sentidos que circulan en relación al tema a
comunicar en la población a quien se dirigen. Asimismo, son escasas las evaluaciones
de impacto y de resultado de las acciones desarrolladas.
Tanto el sexo como el género influyen de manera diferenciada en los riesgos para la
salud, la búsqueda de asistencia y los resultados sanitarios (y las consecuencias), así
como en el acceso a los sistemas de atención de salud y la respuesta de dichos sistemas
(OMS, 2005). Mujeres y hombres tienen necesidades y problemáticas sanitarias
distintas no sólo por sus diferencias biológicas, sino también en función del papel
específico que les ha asignado la sociedad según los patrones sociales y culturales
hegemónicos.
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La categoría de estereotipos de género hace referencia a las presencia de ideas
simplificadoras, pero fuertemente asumidas, sobre las características de los varones y de
las mujeres, que conciben a las mujeres como sujetos pasivos, cuya función principal es
la de madres y cuidadoras. En este marco, las intervenciones sanitarias serán dirigidas
en estas líneas y posiblemente predominan acciones del tipo asistencialistas, de ayuda
alimentaria y los recursos del sistema se dirigirán a los programas materno-infantiles.
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Los mensajes fueron analizados y modificados por referentes de las distintas
comunidades, y luego traducidos y grabados a las lenguas Wichí, Qom (Toba) y
Guaraní por mujeres de estos pueblos.
Los spots fueron difundidos a través de las radios comunitarias del NEA y NOA de
Argentina, especialmente de las provincias de Jujuy, Chaco y Misiones,y en las radios
de la RCI. Asimismo, fueron puestos a disposición de los equipos de los centros de
salud, de los/as promotore/as de salud y de las propias comunidades.
Con los afiches se realizó un proceso similar, los contenidos, las fotografías y la forma
de distribución fueron modificados a partir del diálogo y trabajo conjunto con lo/as
referentes de las comunidades originarias.
En ambos procesos de realización y producción fue necesario desarrollar e implementar
una estrategia de construcción de agenda hacia el interior del propio ministerio de salud
y los equipos de salud provinciales y locales. Se trabajó internamente en la
visibilización del tema, la construcción de legitimidad e instalación de la demanda.
Entendiendo que el desarrollo de acciones de comunicación dirigidas a mujeres
indígenas no son por sí mismas capaces de generar modelos más democráticos y
pluralistas de comunicación en salud, sino que se trata de un campo de lucha simbólica
donde individuos y colectivos indígenas resisten y reinventan sus discursos culturales
como una forma de hacer frente a una lógica dominante, se considera que la campaña
compuesta por las cuñas radiales y el material gráfico realizados para promover el
ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos en las mujeres indígenas y el respeto
de los mismos en los organismos públicos, ha encontrado su mayor riqueza en poder
conjugar un enfoque dirigido a las mujeres de los pueblos originarios junto con la
decisión de los organismos estatales de revisar sus prácticas de salud y de respeto a los
derechos de estos pueblos.
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como una dimensión separada de lo cultural y lo político, como algo neutro que produce
relaciones transparentes y racionales en el ámbito de los servicios de salud.
La comunicación en salud ocurre en el espacio del conflicto, las contracciones, las
disputas de sentido y las asimetrías en el acceso a los recursos –sean materiales o
simbólicos.
Es necesario seguir buscando y consolidando modelos de comunicación menos sordos y
ciegos, que no están centrados únicamente en el saber médico, sino que generen un
dialogo con aquellos y aquellas a quienes se dirigen las políticas públicas en salud,
entendiendo que en un diálogo hay reglas del juego compartidas y aceptadas, y hay
múltiples actores que se escuchan recíprocamente y se modifican en la conversación.
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