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LEYES FINANCIERAS

Ley Orgánica del Banco de Guatemala


Ley Monetaria
Decreto Número 26-2008 (fijación de dibujos principales y color dominante de los
billetes de doscientos, de quinientos y de un mil quetzales)
Acuerdo Número 32-2008 del Congreso de la República de Guatemala
(autorización al Banco de Guatemala para usar, en la fabricación de moneda metálica,
aleaciones de metales diferentes a los señalados en la Ley Monetaria)
Ley de Especies Monetarias Conmemorativas
Ley de Supervisión Financiera
Ley de Bancos y Grupos Financieros
Ley de Sociedades Financieras Privadas
Ley de Bancos de Ahorro y Préstamo para la Vivienda Familiar
Ley de Almacenes Generales de Depósito
Ley de Libre Negociación de Divisas
Ley Contra el Lavado de Dinero u Otros Activos
Ley para Prevenir y Reprimir el Financiamiento del Terrorismo
Ley de la Actividad Aseguradora
Ley de Garantías Mobiliarias
Ley Orgánica del Presupuesto

PRINCIPIOS DEL DERECHO FINANCIERO


I. Valor normativo de los principios constitucionales
El texto constitucional es la norma suprema del ordenamiento jurídico, y, a su vez, forma
parte de ese ordenamiento jurídico. De hecho, según el art. 9 los ciudadanos y los
poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.

Dispone el art. 5.1 de la LOPJ que la Constitución es la norma suprema del ordenamiento
jurídico y vincula a todos los Jueces y Tribunales.

En el plano financiero, de especial significación es el art. 31 CE. El precepto constitucional


sintetiza e incorpora a nuestro ordenamiento, con el máximo nivel normativo, principios
tradicionales: capacidad económica, generalidad, igualdad, progresividad, reserva de ley
en el establecimiento de tributos, al tiempo que plasma principios nuevos, como el de
eficiencia y economía en la programación y ejecución del gasto público.

II. El principio de generalidad

Dispone el art. 31 CE que todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de


acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario.

Este principio cobre especial relevancia durante el constitucionalismo, época en la que


reivindicó en las Cartas Magnas la vigencia del principio de generalidad, destinado a
combatir la arbitrariedad en las dispensas del pago de tributos, tan frecuentes a lo largo
de la historia y debidas, la más de las veces, al capricho regio o al favor del señor feudal.

Con el término “todos”, el Constituyente ha querido referirse no sólo a los ciudadanos


españoles, sino también a los extranjeros, así como a las personas jurídicas, españolas y
extranjeras.
En palabras del Tribunal Supremo, la generalidad, como principio de ordenación de los
tributos, no significa que cada figura impositiva haya de afectar a todos los ciudadanos.
Tal generalidad, característica también del concepto de Ley, es compatible con la
regulación de un sector o de grupos compuestos de personas en idéntica situación. Sus
notas son la abstracción y la impersonalidad: su opuesto, la alusión al iuntuitu persone, a
la persona. La generalidad, pues, se encuentra más cerca del principio de igualdad
y rechaza en consecuencia cualquier discriminación.
III. El principio de igualdad

En la Sentencia de 26 de abril de 1990, el Tribunal Constitucional sintetizo los criterios


que mantiene en relación al principio de igualdad ante la Ley:

a) El principio de igualdad exige que a iguales supuestos de hecho se apliquen iguales


consecuencias jurídicas. Serán iguales dos supuestos de hecho cuando la utilización o
introducción de elementos diferenciadores sea arbitraria o carezca de fundamento
racional.

b) El principio de igualdad no prohíbe al legislador cualquier desigualdad de trato, sino


sólo aquellas desigualdades que resulten artificiosas o injustificadas, por no venir
fundadas en criterios objetivos y suficientemente razonables de acuerdo con criterios o
juicios de valor generalmente aceptados.

c) No toda desigualdad de trato en la ley supone una infracción del art. 14 de la


Constitución, sino que dicha infracción la produce sólo aquella desigualdad que introduce
una diferencia entre situaciones que pueden considerarse iguales y que carece de una
justificación objetiva y razonable.

d) Para que la diferenciación resulte constitucionalmente lícita no basta con que lo sea
el fin que con ella se persigue, sino que es indispensable, además, que las consecuencias
jurídicas que resulten de tal distinción sean adecuadas y proporcionadas a dicho fin.

En definitiva, siguiendo al Tribunal Constitucional, el principio de igualdad en Lay,


reconocido por el art. 14 CE, por una parte, impone al legislador el deber de dispensar un
mismo trato a quienes se encuentran en situaciones jurídicas iguales, y, a su vez, prohíbe
toda desigualdad que, desde el punto de vista de la finalidad de la norma cuestionada,
carezca de justificación objetiva y razonable o resulte desproporcionada en relación con
dicha justificación.

 La modulación del principio de igualdad en el ámbito tributario

En el ámbito tributario, es frecuente considerar que el principio de igualdad se traduce en


forma de capacidad contributiva, en el sentido de que situaciones económicamente
iguales sean tratadas de la misma manera. Es decir, generalmente, la presunta
vulneración del principio de igualdad se fundamente en el diferente tratamiento, que
desde la perspectiva del deber de contribuir, atribuye el legislador a idénticas
manifestaciones de riqueza.

Sin embargo, el principio de igualdad no únicamente puede estar concebido en una


dimensión de capacidad económica, entre otros motivos porque, como señalo el TC, las
discriminaciones no son arbitrarias cuando se establecen en función de otro principio
constitucional amparado por el ordenamiento.
 El principio de igualdad en el gasto público

Debe tenerse en cuenta que el principio de igualdad, tal como aparece concebido en el
art. 31 CE, no se predica solo del sistema tributario, sino que también del gasto público, al
disponer el art. 31, en su apartado segundo, que el gasto público realizará una asignación
equitativa de los recursos públicos.

 La dimensión territorial del principio de igualdad

El Tribunal Constitucional en Sentencia 14/1998 afirmó que si como consecuencia del


ejercicio de las competencias de las Comunidades Autónomas surgen desigualdades en
la posición jurídica de los ciudadanos residentes en las distintas Comunidades Autónoma,
no por ello automáticamente resultarán infringidos los arts. 14, 139.1 o 149.1.1ª de la
Constitución, ya que dichos preceptos no exigen un tratamiento jurídico uniforme de los
derechos y deberes de los ciudadanos en todas las materias y en todo el territorio del
Estado. En definitiva, la igualdad de derecho y obligaciones en su aspecto interterritorial
no puede ser entendida en término tales que resulte incompatible con el principio de
descentralización política del Estado.

 Conclusiones sobre el principio de igualdad

– El principio de igualdad en el ámbito tributario se traduce en el respeto al principio


de capacidad económica, de forma que situaciones económicamente iguales deben ser
tratadas de la misma manera.

– El principio de igualdad no veda cualquier desigualdad, sino sólo aquella que


pueda reputarse como discriminatoria, por carecer de justificación objetiva y razonable, y
desplegar consecuencias no proporcionadas.

– El principio de igualdad no sólo exige la igualdad ante la ley, sino también la


igualdad en la aplicación de la ley.

– El principio de igualdad no ampara el derecho a imponer o exigir diferencias de


trato en situaciones o supuestos desiguales.

– El principio de igualdad debe interpretarse en conexión con las exigencias


derivadas de otros principios constitucionales.

– La igualdad en el marco del sistema tributario debe complementarse con la


igualdad en el ordenamiento del gasto público, lo que se traduce en la necesidad de
asignar equitativamente los recursos públicos.
IV. El principio de progresividad y la no confiscación

Martín Delgado ha definido el principio de progresividad como aquella característica de un


sistema tributario según la cual a medida que aumenta la riqueza de los sujetos pasivos,
aumenta la contribución en proporción superior al incremento de riqueza.

La progresividad, por imperativo constitucional, tiene un límite infranqueable en la no


confiscatoriedad.
El principio de no confiscatoriedad supone, como ha señalado Lasarte, un límite extremo
que dimana del reconocimiento del derecho de propiedad. Su finalidad es impedir una
posible conducta patológica de las prestaciones patrimoniales coactivas, una radical
aplicación de la progresividad que atentara contra la capacidad económica que la
sustenta.

En una dimensión descriptiva el TC declaró que la imposición puede llegar a tener


alcance confiscatorio cuando, a raíz de la aplicación de los diferentes tributos vigentes, se
llegue a privar al sujeto pasivo de sus rentas y propiedades.
V. El principio de capacidad económica

El art. 31 CE dispone que todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de


acuerdo con su capacidad económica.

Tradicionalmente el principio de capacidad económica ha tenido una proyección exclusiva


en el ámbito tributario; en el sentido que sólo podían establecerse tributos cuando se
producía un acto, hecho o negocio jurídico indicativo de capacidad económica.

Teniendo ello presente, el legislador debía configurar los distintos hechos imponibles de
los tributos de forma que fueran manifestaciones de capacidad económica.

Como presupuesto de la imposición, el principio de capacidad económica establecido en


el art. 31.1 CE impide que el legislador establezca tributos cuya objeto imponible no
constituya una manifestación de riqueza real o potencia, esto es, no le autoriza a gravar
riquezas meramente virtuales o ficticias y, en consecuencia, inexpresivas de capacidad
económica.

Giardina formuló el denominado principio de normalidad, según el cual el legislador,


cuando configura una determinada situación como hecho imponible, está atendiendo a un
supuesto que, normalmente, es indicativo de capacidad económica.
Berliri se preguntaba, por ejemplo, cuál es la capacidad económica de quien, agobiada
por la necesidad, se ve obligado a vender su casa. Efectivamente en tal supuesto no
existe capacidad económica y, sin embargo, en todos los sistemas tributarios la venta de
un inmueble está configurada como hecho imponible generador de deudas tributarias. En
aquellos casos en que un hecho aparezca configurado como hecho imponible y, sin
embargo, no sea indicativo de capacidad económica en ese supuesto concreto, la
solución deberá venir por vía de las exenciones o bonificaciones, no por vía de la
exclusión a priori de la norma general.
Existe la llamada exención del mínimo vital, entendiéndose por tal la existencia de una
cantidad que no puede ser objeto de gravamen, ya que la misma está destinada a
satisfacer las mínimas necesidades vitales de su titular. Existe capacidad económica, pero
no capacidad contributiva.
El Tribunal Constitucional ha determinado que la exigencia de capacidad económica
aparece referida y concebido como predicable de todo el sistema financiero. Será ese
ordenamiento, globalmente considerado, el que deberá ser indicativo de capacidad
económica. En la configuración de las singulares figuras tributarias que integran ese
ordenamiento la capacidad económica estará también presente, aunque de manera
distinta y con intensidad diferente según cada figura tributaria.
VI. Los criterios de eficiencia y economía en la programación y ejecución del gasto
público
Dispone el art. 31.2 CE que el gasto público realizará una asignación equitativa de los
recursos públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia
y economía.
El primer inciso introduce un juicio de valor en la bondad o no de los fines a cuya
consecución se van a destinar los ingresos públicos. El segundo, de carácter técnico,
rememora la necesidad de aplicar procedimientos eficaces en la gestión del gasto y
conseguir una óptima asignación de esos recursos.
VII. El principio de reserva de ley
El principio de reserva de ley en el establecimiento de los tributos aparece previsto en los
arts. 31.3 y 133.1 y 2 CE, extendiéndose también al establecimiento de beneficios fiscales
que afecten a los tributos del Estado en el art. 133.3 CE.
Artículo 31

1. Sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter


público con arreglo a la Ley.
Artículo 133
1. La potestad originaria para establecer los tributos corresponde exclusivamente al
Estado, mediante Ley.

1. Las Comunidades Autónomas y las Corporaciones locales podrán establecer y


exigir tributos, de acuerdo con la Constitución y las Leyes.

1. Todo beneficio fiscal que afecte a los tributos del Estado deberá establecerse en
virtud de Ley.

Con el advenimiento del Estado constitucional, el principio de reserva de ley cumple


básicamente una doble finalidad:

– Garantiza el respeto al denominado principio de autoimposición, de forma que los


ciudadanos no pagan más tributos que aquellos a los que sus legítimos representantes
han otorgado su aquiescencia.

– Cumple una finalidad claramente garantista del derecho de propiedad.

Tanto el Tribunal Constitucional como el Tribunal Supremo han declarado el carácter


relativo de la reserva y la necesidad de ley para regular los elementos esenciales del
tributo, así:

STC 102/2005 de 20 de Abril: La reserva de ley en materia tributaria no afecta por igual a
todos los elementos integrantes del tributo, sino que el grado de concreción exigible a la
ley es máximo cuando regula el hecho imponible, y es menor cuando se trata de regular
otros elementos como el tipo imponible o la determinación de la base imponible.

STC 179/1985 de 19 de Diciembre: Si bien la reserva de ley en materia tributaria ha sido


establecida por la Constitución de manera flexible, tal reserva cubre los criterios o
principios con arreglo a los cuales se ha de regir la materia tributaria y concretamente la
creación ex novo del tributo y la determinación de los elementos esenciales o
configuradores del mismo.
IMPUESTO
Son los tributos más importantes, a través de los cuales, se obtiene la mayoría de los
ingresos públicos. Con ellos, el Estado obtiene los recursos suficientes para llevar a cabo
sus actuaciones, como, por ejemplo, la administración, infraestructuras o prestación de
servicios

TRIBUTO
Son ingresos de derecho público que consisten en prestaciones pecuniarias obligatorias,
impuestas unilateralmente por el Estado, exigidas por una administración pública como
consecuencia de la realización del hecho imponible al que la ley vincule en el deber de
contribuir. Su fin primordial es el de obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento
del gasto público, sin perjuicio de su posibilidad de vinculación a otros fines.

ARBITRIOS
Son las tasas que se paga por la prestación o mantenimiento de un servicio público de
Limpieza Pública, Áreas Verdes, y Seguridad Ciudadana. El costo de las tasas dependerá
del servicio público involucrado, entre otros criterios que resulten válidos para la
distribución: el uso, tamaño y ubicación del predio del contribuyente.
TASA MUNICIPAL
Son una contraprestación por la prestación de un servicio público por parte de las
Municipalidades, es decir, son aquellas tasas que se pagan por la prestación,
mantenimiento del servicio público, individualizado en el contribuyente.
RENTAS
Es la utilidad o el beneficio que rinde algo o lo que de ello se cobra. El término, que
procede del latín reddĭta, puede utilizarse como sinónimo de ingreso en algunas
circunstancias.
CONTRIBUCIONES ESPECIALES
Son los tributos cuyo hecho imponible consiste en la obtención por el obligado tributario
de un beneficio o de un aumento de valor de sus bienes como consecuencia de la
realización de obras públicas o del establecimiento o ampliación de servicios
comunitarios.

Su importancia en el montante global de los ingresos públicos es marginal, aunque llama


la atención de los estudiosos por el hecho de que se sustituye el principio de la capacidad
económica por el del beneficio. Esto es, no paga más el que más tiene, sino que paga
más el que más se beneficia por la obra o servicio en cuestión.
CONTRIBUCIONES POR MEJORAS
Es un tributo basado en el principio del beneficio. Tal principio nos dice: Si un individuo
(persona física o ideal) se beneficia, en forma privada, con una actividad del Estado, éste
puede cobrarle una cierta cantidad de dinero por esa razón.
IMPUESTOS ORDINARIOS
Son aquellos impuestos que han sido incorporados al sistema tributario de un país en
forma permanente, es decir, sin establecer con precisión la fecha de suspensión de los
mismos.
IMPUESTOS EXTRAORDINARIOS
Cuando se sube un impuesto o cualquier otra figura tributaria es difícil luego bajarlo, la
subida tiende a consolidarse. Por ello, si la motivación del incremento impositivo es de
índole transitoria, como por ejemplo la reducción del abultado déficit público, la norma por
la que se incrementa la carga tributaria debe tener efectos temporales y no indefinidos.

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