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LA PUERTA DEL KADAN

La antigua ciudad amurallada de Jerusalem, tiene una puerta conocida como la “Puerta
Oriental”, la cual tiene una conexión fortísima con el cumplimiento profético.
La famosa guerra de los seis días (del 5 al 10 de junio de 1967), en la que Israel se
enfrentó a una coalición de cuatro países árabes: Egipto, Jordania, Siria e Irak, fue
crucial para la estabilización del reciente conformado estado judío, pues de ahí
empezaron a darse cambios dramáticos, cuando el ejército israelí irrumpió a través de
la Puerta del León y le devolvió el control de la antigua ciudad de Jerusalem al pueblo
judío por primera vez después de 1.897 años.
Una de la tantas noticias que se derivaron ante este hecho fascinante, fue el de un
artículo que declaraba que algunos de los miembros del grupo de asalto israelí había
sugerido tomar por sorpresa a los defensores jordanos de la ciudad, explotando la
sellada Puerta Oriental. Pero, el Jefe Rabino de las Fuerzas de Defensa de Israel,
Shlomo Goren, había protestado vehementemente contra tal idea, declarando
que: “La Puerta Oriental sólo podría abrirse cuando viniera el Mesías”. Esta puerta
Oriental, además de estar sellada es la única puerta de la ciudad que lleva
directamente al monte donde estaba el Templo, y su apertura está ligada con el
regreso del Mesías.
Cuando este judío ortodoxo declaró estas cosas, lo hizo basado en la profecía dada por
Ezequiel, pues lo que el profeta ve es una revelación asombrosa y sobrenatural del
futuro del Templo milenial (Ezequiel 40:1-4).
En el capítulo 43, el profeta Ezequiel describe la visión que él tuvo de la gloria de Dios
entrando en el Templo milenial desde el oriente, a través, de la Puerta Oriental. El
Señor le dice a Ezequiel: “…Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde
posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para
siempre…” (Ezequiel 43:7). Luego el Señor le revela a Ezequiel que la Puerta Oriental
será cerrada y no volverá a ser abierta hasta que el Mesías regrese en gloria (Ezequiel
44:1-3).
“Me hizo volver hacia la puerta exterior del santuario, la cual mira hacia el oriente; y
estaba cerrada. Y me dijo el Señor: Esta puerta estará cerrada; no se abrirá, ni entrará
por ella hombre, porque YAHWEH Dios de Israel entrará por ella, por tanto, estará
cerrada. Solo el Príncipe Exaltado, por ser el Príncipe Exaltado, se sentará allí para
comer pan delante de YAHWEH. Él entrará por el pórtico de la puerta, y por ese mismo
camino saldrá.” (Ezequiel 44:1-3).
Hace casi quinientos años se colocó el escenario profético, cuando los turcos
conquistaron Jerusalem en 1.517, bajo el liderazgo de Suleiman Kanuni, el
Magnífico. Éste ordenó que los antiguos muros de Jerusalem fueran reconstruidos, y
en medio de este proyecto de reconstrucción, ordenó que la Puerta Oriental fuera
sellada con piedras. La razón para que Suleiman diera esta orden fue que mientras
construían los muros, un rumor se esparció por Jerusalem de que el Mesías ya venía.
Suleiman, pues, reunió a algunos de los rabinos judíos y les pidió que le hablaran sobre
el Mesías. Ellos describieron al Mesías como un gran líder militar que sería enviado por
Dios desde el oriente. Él entraría por la Puerta Oriental y liberaría a la ciudad del
control de los extranjeros.
Entonces, Suleiman decidió poner fin a las esperanzas judías ordenando que la Puerta
Oriental fuese sellada. También colocó un cementerio musulmán enfrente de la
Puerta, creyendo que ningún judío se contaminaría a sí mismo caminando a través de
un cementerio musulmán.
La Puerta ha permanecido sellada desde aquella época y el cementerio musulmán
continúa bloqueando la entrada. La antigua ciudad amurallada tiene ocho puertas, y
únicamente la Puerta Oriental se encuentra sellada, tal como está profetizado en
Ezequiel 44.
Indudablemente el mundo llamaría a esto una “sorprendente coincidencia”, lo que
realmente es una “incidencia de Dios”. La Puerta Oriental es una prueba concluyente
de que la Biblia es la Palabra de Dios. El que esta puerta esté sellada es una clara
evidencia que estamos viviendo en los “tiempos postreros” de los que hablaron los
siervos de Dios en la Antigüedad. La Puerta espera el regreso del Mesías. Entonces, y
solo entonces, la puerta será abierta.
La visión de cómo será ese día glorioso, está relacionada con la primera venida del
Señor. Yeshûa repetirá su entrada triunfal a Jerusalem cuando vuelva. Cuando vino la
primera vez, Yeshûa montó un asno desde el Monte de los Olivos hasta el Valle de
Cedrón y luego hasta la Puerta Oriental, de donde entró al Templo del Monte para
pasar sus últimos días de enseñanza. Conforme hizo este viaje, el Valle de Cedrón
estaba lleno de admiradores que habían escuchado de la resurrección de Lázaro y de
los grandes milagros. Movían ramas de palmas y cantaban, “¡Hosanna al Hijo de
David!”. Pero en unos cuantos días esa misma multitud gritaba, “¡Crucifícale!”.
Se nos dice en Apocalipsis 19 que cuando Yeshûa vuelva, regresará como un
conquistador militar victorioso, cabalgando por el aire en un caballo blanco de forma
sobrenatural. Isaías 61, nos dice que Él vendrá del oriente; Zacarías 14, nos dice que
descenderá en el Monte de los Olivos desde el cual ascendió al cielo.
Apocalipsis 19:14, dice que todos los redimidos vendrán con el Señor. O sea; aquellos
que hayamos sido salvados por haberle reconocido como Señor y Mesías, vendremos
con él para ser testigos de su regreso. Zacarías 14, dice que hablará una palabra que
destruirá sobrenaturalmente a todos sus opositores y a sus ejércitos.
Por lo tanto; viviremos una repetición de la entrada triunfante del Señor a Jerusalem.
Con ángeles suspendidos en el aire y millones de redimidos llenando el Valle de
Cedrón, Yeshûa cabalgará hasta la Puerta Oriental en su caballo blanco, y conforme se
acerque a la Puerta, se abrirá sobrenaturalmente. Luego entrará a la Ciudad de David,
y ante los gritos de triunfo de “Hosanna al Hijo de David”, será coronado el “Rey de
reyes y Señor de señores”.
El Salmo 24:7-10, nos da una premisa de este acontecimiento cuando dice:
“Alcen, oh puertas, sus cabezas. Y álcense ustedes, puertas eternas, y entrará el Rey de
gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? El Señor el fuerte y valiente, el Señor el poderoso
en batalla. Alcen, oh puertas, sus cabezas, y álcense ustedes, puertas eternas, Y
entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? El Señor de los ejércitos, Él es el
Rey de la gloria.“
TEMPLOS

El Rey David, tras conquistar la ciudad de Jerusalén a los jebuseos la


fortificó, transformándola en la capital de Israel; además, trajo el Arca de la
Alianza. Este tabernáculo, una tienda que contenía los Diez Mandamientos,
fue colocado en la era de Ornan, sobre el monte Moria, en las afueras de la
ciudad.

Su sucesor, el rey Salomón, conocido como el rey sabio, tuvo el honor de


erigir una morada para el Señor. Como anécdota, destaca el envío, por parte
del rey fenicio, de los famosos cedros del Líbano,así como artesanos
especializados que construyeron el Templo, adornado con oro y decorado con
enormes querubines dorados, tal como lo describe el segundo libro de
Crónicas.

todo lo largo del Antiguo Testamento, el Templo fue el símbolo de la


presencia de Dios en medio de su pueblo; pero también la demostración
clara de un pueblo que pasó del nomadismo a la sedentarización. El Templo
de Salomón se convirtió en la casa de Yahvé.

El Templo de Salomón, cuya construcción se terminó el 995 a. C, se


conservó intacto durante 400 años, hasta la invasión de los babilonios que, al
mando de Nabucodonosor, exiliaron a los judíos y destruyeron el Templo.
Reconstruido cuandolos judíos retornaron al país, el Segundo Templo fue sólo
un a sombra del esplendor del primero.

Alejandro Magno permitió a los judíos profesar su religión. Años más tarde,
cuando Antioco IV Epifanes prohibió la practica del judaísmo e inicio los
sacrificios de cerdos en el Templo, se produjo la rebelión de los Macabeos,
que acabó con la expulsión de los griegos de la ciudad, la purificación del
Templo el inicio de la dinastía Asmonea, que gobernó hasta el 63 a.C, año en
que Pompeyo tomó la ciudad.

TEMPLO DE HERODES

El Templo de Herodes, tal como Jesús lo conoció, constaba de un gran patio -


lo que hoy es la gran explanada- rodeado de suntuosos pórticos de 13,5
metros de anchura sostenidos por columnas de mármol blanco de 11
metros de altura, de una sola pieza, y techo de madera de cedro.
Los pórticos occidental, norte y oriental tenían dos órdenes de columnas;
mientras que el pórtico meridional tenía cuatro órdenes y dos planos
columnados superpuestos.

Dentro del gran patio exterior, llamado Patio de los Gentiles, estaban los tres
patios interiores, de dimensiones mucho más reducidas, en el siguiente orden
de cercanía al santuario: patio de las mujeres, patio de Israel o de los
hombres y el patio de los sacerdotes en torno al Santuario.

Todo esto formaba un mundo aparte rodeado por un muro, donde le


estaba prohibida la entrada, bajo pena de muerte, a todo el que no fuera
judío. La advertencia estaba escrita en los dinteles de las puertas. No está
clara, sin embargola localización o distribución de estos patios interiores, de
ahí la diversidad de hipótesis de reconstrucción. Pero es posible que toda
esta parte reservada a los judíos no ocupase más de lo que es hoy la
plataforma alta de la explanada, donde está la Mezquita de la Roca.

El Santuario estaba dividido en dos partes: el Santo, en el que estaba la mesa


de los panes de la proposición, el candelabro de los siete brazos y el altar de
los perfumes que un sacerdote incensaba dos veces al día. A
continuación, separado por un gran velo y, en lo más recóndito del
Santuario, estaba el Santo de los Santos, un lugar oscuro ocupado en otro
tiempo por el Arca de la Alianza.

La distribución del conjunto estaba en consonancia con la idea de santidad


y lejanía de Dios del Antiguo Testamento, presente de alguna manera en
el Santo de los Santos. El único que tenía acceso a este lugar era el sumo
sacerdote, pero sólo una vez al año y después de una larga purificación con
ayunos y oraciones. Lo hacía el día del Perdón, la fecha más santa del
judaísmo. A partir de ese concepto de santidad ritual se establecía un orden
de mayor a menor pureza hasta terminar en los gentiles, quienes por carecer
de pureza legal no podían pasar del primero de los patios.

TEMPLO DE EZEQUIEL
Una de las discusiones continuas entre los Cristianos evangélicos es el templo glorioso
descrito en Ezequiel 40-47. Crecí en círculos dispensacionalistas y se me enseñó que
esta templo sería erigido en algún momento en el futuro y que funcionaría durante el
reinado de Cristo de mil años en Jerusalén. Los premilenialistas creen que este será un
templo de piedra literal debido a las medidas precisas expuestas en la visión de
Ezequiel. Sin duda la visión de Ezequiel tenía el propósito, por parte de Dios, de llevar
el pensamiento de los Judíos de regreso al templo de Salomón. Ese templo había sido
destruido por los Babilonios debido a la continua desobediencia de Israel hacia Dios. La
gloria de Israel (el templo de Dios) había sido dejado en ruinas en el polvo de
Jerusalén. Sin embargo, como tan a menudo ocurre en las Escrituras del Antiguo
Testamento, Dios estaba confortando a Su pueblo con una promesa de las bendiciones
que Él iba a derramar en el futuro. Algunas de estas bendiciones iban a comenzar en el
tiempo de Ezequiel. Nótese la promesa de Dios en Ezequiel 39:25-29 (que establece la
plataforma para los capítulos 40 y siguientes). “»Por tanto, así ha dicho Jehová, el
Señor: Ahora voy a hacer que vuelvan los cautivos de Jacob. Tendré misericordia de
toda la casa de Israel y me mostraré celoso por mi santo nombre. Ellos sentirán su
vergüenza por toda su rebelión con que se rebelaron contra mí, cuando habiten en su
tierra con seguridad y no haya quien los espante (Dios había sido fiel a Sus promesas
de pacto para con Israel. Él no se merecía la infidelidad que Israel le había devuelto);
cuando los saque de entre los pueblos (los cautivos de Asiria y Babilonia)y los reúna de
la tierra de sus enemigos, y sea santificado en ellos ante los ojos de muchas naciones. Y
sabrán que yo soy Jehová, su Dios, cuando, después de haberlos llevado al cautiverio
entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos (el decreto
de Ciro permitió que cualquier Judío que DESEARA regresar a la tierra de Israel tuviera
la libertad de hacerlo – II Crónicas 36:23; Esd. 1:3. Todos los Judíos cuyos corazones
fueron movidos por Dios regresaron – Esd. 1:5). No esconderé más de ellos mi rostro;
porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová, el Señor”».
El decreto de Ciro se fecha generalmente alrededor del 539 A.C. El propósito principal
del decreto era reedificar el templo en Jerusalén. Esto se cumplió a lo largo de un
período de casi 24 años. La terminación del templo llegó en medio de un avivamiento
bajo la predicación de Hageo y Zacarías. ¿Era este templo reedificado el cumplimiento
de la visión de Ezequiel? Fue solamente un cumplimiento parcial. Había un aspecto
“ya, pero todavía no” de la profecía de Ezequiel. Vemos esto muy claramente a partir
de la promesa de Dios dada por medio de Hageo en el tiempo de la terminación del
segundo templo: “¿Quién queda entre vosotros que haya visto esta Casa (el templo
reedificado en Jerusalén) en su antiguo esplendor? ¿Cómo la veis ahora? ¿No es ella
como nada ante vuestros ojos? (Los Judíos que retornaron del exilio no fueron capaces
de proveer el monto de oro y plata en el templo reedificado que Salomón había
colocado en el templo original. Sin embargo, según el Diccionario de la Biblia de Unger,
este templo reedificado era casi un 33% más grande que el templo original de
Salomón)... Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los
cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; (¿Qué quiere decir Dios con esto? Sigue la
explicación) haré temblar a todas las naciones; vendrá lo deseado (la riqueza) de todas
las naciones y llenaré de gloria esta Casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. La gloria de
esta segunda Casa será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y
daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos» (Hageo 2:3-9).

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