involucra un aprendizaje desde las edades tempranas, para que así las mujeres respondan
fielmente a ello, al nivel de llegar a constituirse en parte de su identidad femenina
(Arroyo, 2010). Robles en De los Santos señala que hombres y mujeres han aprendido
mediante el discurso social, que las mujeres son las que poseen cualidades óptimas para
desempeñarse como cuidadoras "ideales", lo cual se basa en cuatro aspectos: las
"virtudes" femeninas; el rol social que le atribuye y responsabiliza de la familia; estar
"más capacitada" y calificada emocionalmente; y la "abnegación natural", que motivada
por el afecto, anula sus propios intereses (De Los Santos, 2012).
Por otra parte, las desigualdades se observan también en las características del cuidado
que prestan las/os cuidadoras/es, tanto en el tipo de actividades que asumen como en el
tiempo dedicado a cuidar. Las mujeres asumen más 18 frecuentemente los cuidados de
atención personal e instrumentales, y tareas de acompañamiento y vigilancia, es decir, se
ocupan de los cuidados más pesados, y que exigen una mayor dedicación. Ellas asumen,
en general, la coordinación total de la atención (Garcia, 2004). En cambio, los hombres
mayoritariamente, realizan tareas de movilidad física dentro del hogar y cuidados fuera de
este, como visitas al médico, hacer compras, o ayuda a utilizar el transporte público,
instalaciones médicas en el hogar (Garcia, 2014).
De los Santos A, Carmona S. Cuidado informal: una mirada desde la perspectiva de género.
Rev Latinoam Estud Fam. 2012;4:138–46
Se busca conocer y analizar críticamente las representaciones sociales respecto del apego que
tienen los cuidadores.
SENAME define el apego como un lazo emocional entre el niño y sus padres o cuidadores,
podemos interpretar que la palabra lazo indica una conceptualización alejada del vocabulario
técnico utilizado en cuanto al apego,