Personajes.
Narrador
Amigos de Don Rodrigo (2)
Escipión
Tripulación del Bergantín (5)
Don Rodrigo Díaz De Carreras (Tenor, de ser posible)
Nativos de la costa (3) [Genero variado]
Nativos “Come -chingones”(3) [Genero variado]
Nativos del altiplano (3) [Genero variado]
Incas (7) [Genero variado]
Esclavo (Achicoria)
Nativos Colombianos (3) [Genero variado]
Coro (3 tenores y/o barítonos; 3 contraltos)
Soldados (2)
Escenografía
Un balcón
Accesorios de barco
Costa en la que aterrizan
Un pueblo (Puede usarse más de una vez en el transcurso de la obra)
Paisajes varios (Valles, sierras, etc.)[Puede usarse más de una vez en el transcurso de la obra]
Cofre (De las artesanías de Don Rodrigo)
Vestimentas para los nativos y para Don Rodrigo(Puede usarse más de una vez en el
transcurso de la obra
Indumentaria necesaria para cada parte de la obra (cama indígena, tolderías, etc.
Un balcón
Mastropiero era un apasionado de la investigación histórica. Se pasaba largas horas en la
biblioteca de la gran marquesa de Quintanilla, cuyos volúmenes le apasionaban. Así supo
Mastropiero, precisamente allí (en la biblioteca) de la existencia de un misterioso personaje
del siglo XV, El Adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, hijo de Juana Díaz y Domingo de
Carreras. Al principio de su investigación Mastropiero supuso que Don Rodrigo pertenecía a
la misma familia Díaz que las célebres cortesanas Angustias y Dolores Díaz, pero luego
cotejando ciertas fechas comprobó que Angustias y Dolores no provenían de esos días.
1º acto
(Se abre el telón)
Amigos de Don Rodrigo: ¡Date prisa, señor pues al alba despierta su padre!
Rodrigo: Terminaré antes de que amanezca.
Amigos de Don Rodrigo: ¡Date prisa, señor!
Rodrigo: De que amanezca.
Amigos de Don Rodrigo: ¡Date prisa, señor!
Rodrigo: de que amanezca…. ¡Más rápido no puedo!
Amigos de Don Rodrigo: ¡Comienza de una vez!
(Mientras Rodrigo hace la gallina, aparece Escipión, con una gran espada. Los demás
intentan avisar con gestos a Rodrigo)
Rodrigo: Co, co, co, co, co, co, co, co, co, co.
Co, co, co, co, la gallina canta co, co
Co, co, co, co, co, co, co.
Corococó, co, co, co, co
Co, co, co…
¡Ese es el gallo! Kirikikí, ki, ki, ki, ki
La gallina corococó, co, co, co, co.
El gallo le pregunta:” ¿Kirikikí?”
¡Co, co, co, co! Le dice…
Co, co, co…
Y están los pollitos pío, pío, pío.
Y el gallo le pregunta: ¿Kirikikí?
¡Co, co, co, co!
¿No ves que están los pollitos?
Pío, pío.
Corococó, co, co, co, co… ¿Cómo le va?
(Se colocan todos de pie y en fila delante del escenario, con las manos en los cinturones, la
chaqueta abierta y las piernas separadas)
Todos:
Sopla el viento, sopla el viento
como nunca antes sopló.
Y nuestro bergantín
orgulloso avanza y veloz, veloz.
Rodrigo: ¡Recórcholis, como se mueve este cacharro! Haré arriar las velas. ¡Contramaestre!
Aníbal: ¡Va! ¡Va! ¡Va! ¡Va!
(Marcos trata de acercarse a Rodrigo, pero el movimiento del barco se lo impide. Al final lo piensa y
se coloca en un punto estratégico, de tal forma que la siguiente sacudida del barco lo lleve hasta el
capitán)
Todos:
Hola marineros, decidnos qué hacéis,
Por quién lucháis y por quién navegáis.
Todos:
Agradecidos, pero es que antes
Sería muy útil que nos “conozcárais”
Francisco:
Vean tatuado en mi vientre
El continente europeo
Y… no les muestro Italia
Porque quedaría feo
Todos:
Hay en sus ojos rencor y despecho
Miedo provoca su imagen tan ruda
Hombre sin duda… de pelo en pecho,
Lo que se dice ¡una bestia peluda!
Aníbal:
Mi furia tiene motivo
Al mar ya no lo resisto
Ah, porque yo quisiera ser
O bailarín o modisto
Rodrigo: Y estos son los mellizos Reynoso: Julio y Agosto.
Todos:
Cómo se explica
Que siendo mellizos
No se parezcan sus caras,
Sus pintas
Julio: Yo soy delgado
Agosto: Yo soy rollizo
Ambos: Somos mellizos de madres distintas
Todos: ¡Venid con nosotras mellizos!
Ambos: ¡Con mucho gusto, señoras!
Todos: ¿Y qué hacemos los demás?
Todos: Vosotros también
Todos: ¡Es un placer!
Todos: No demoréis…
Todos: ¡A vuestros pies!
Todos: ¡Chulos!
Todos: ¡Guapas!
Todos: ¡Majos!
Agosto: ¡Capitaaaán!
(El final ha sido un poco desordenado, con todos corriendo de un lado a otro del escenario
para seguir el diálogo entre marineros y forajidas. Marcos, más listo que el resto, al final se
queda en medio del escenario mirando de un lado a otro mientras los demás corren.
Cuando Carlos Núñez grita, se detienen y recuperan el aliento)
(Rodrigo vuelve a apartar a francisco de un empujón y se agacha para coger la botella y leer el
mensaje)
Agosto: ¡Tengo una idea, capitán! ¿Qué tal si vamos disfrazados de prisioneras? Y una vez a
bordo… ¡zas! ¡Les atacamos!
Rodrigo: No, no, no, no. Imagínate lo que nos harían si se dieran cuenta de que no somos mujeres…
(Agosto reflexiona y asiente, indicando por gestos que les cortarían la cabeza)
Agosto: ¡Ya está, capitán! ¡Ja, ja! Entonces, vayamos disfrazados… de hombres.
Rodrigo: Pues nada, no hay nada que hacer.
Francisco: ¿Cómo que no hay nada que hacer?
Rodrigo: Habrá que entregar a las prisioneras.
Francisco: ¡No!
Agosto: ¡No, eso sí que no!
Aníbal: ¡Resistamos! ¡Resistamos!
Rodrigo: ¡Que no! No sabría cómo ofrecer resistencia, por lo tanto hay que entregarlas.
Francisco: Es inútil
Aníbal: Sí, pero… es el capitán.
Rodrigo: ¡Hala, marchaos! ¡Tomad el esquife! ¡Idos con el pirata Raúl!
3º acto
(Se abre el telón y el narrador va a un lado de donde se realiza la obra)
Narrador: Termina Rodrigo dura travesía. Se acerca a la costa su fiel bergantín después de seis
meses sin ver tierra. Desciende orgulloso y galante. Ya clava su espada en la tierra soñada, la tierra
del oro y de la aventura (Mientras el narrador habla, Don Rodrigo hace las mímicas)
Narrador: Oro por baratijas. ¡Que abuso! ¡Qué trueque tan desigual! Después del canje Don Rodrigo
guardó en un enorme cofre todo lo que había obtenido. ¡Montañas de baratijas!
Nativos de la costa y coro: ¡Minga!, ¡minga! (Que se entienda que están negando)
Don Rodrigo: Rescatemos nuestro oro, mis valientes. Con coraje, con la espada... (Don Rodrigo no
puede sacar la espada de la vaina y desanimado dice) con los dientes. ¡Mi honra está en juego y
de aquí no me muevo!
Narrador: ¡Firme ante el enemigo! ¡Firme, con valor, firme Don Rodrigo! Y Don Rodrigo...firmó la
rendición.
Echa a andar Don Rodrigo leguas y más leguas hacia el norte. Le siguen sus tropas en el heroico
viaje a través de montes, de valles, de sierras... mas, destino cruel, encuentra nativos que al cantar
auguran los dolores que le esperarían.
Don Rodrigo: No conseguiréis asustarme tras tan larga travesía. He venido a conquistarles (y a
vender artesanías). ¡Mi honra está en juego y de aquí no me muevo!
Nativos “Come -chingones” y coro: (grito de guerra) [Algo así como “uluhluhluhluhluhluh”]
Narrador: Y huye Don Rodrigo otra vez al norte. Triste, sin su tropa huye solitario. Descarga del
hombro su pesado cofre y haciendo un alto anota en su diario:
Don Rodrigo: Ayer dimos con un grupo de nativos y fuimos atacados... con todo éxito. He debido
seguir solo esta marcha pues los nativos prefirieron quedarse a comer con los soldados... digo… a los
soldados
Narrador: Y en varias jornadas de marcha muy dura llega a una meseta de increíble altura.
Don Rodrigo: Llegué a tierras altiplanas arrastrando con empeño mi cofre de artesanías, pobre
fortuna. Allí encontré indios buenos que al ver mi pinta ruinosa me cantaron una hermosa canción
de puna... (La P de Puna debe venir acentuada para darle más importancia al juego de palabras)
Narrador: Diez horas duró este arrullo puneño (Igual debe estar acentuado). Rodrigo agotado por
tal “cortesía” prosigue su viaje en busca del sueño... El sueño de gloria que alienta sus días: Descubrir
poblados, conquistar reinados... y vender si puede las artesanías.
Don Rodrigo: Con mis fuerzas casi extintas a vasto imperio llegué. Puse pie en tierra de incas, o sea,
hice inca-pié. (Todos los juegos de palabras deben ir acentuados para que destaquen)
Narrador: Y llega Rodrigo en día de fiesta. Ve galas, pendones, banderas, y cintas. Y una
muchedumbre que hasta temor daba, que colma el camino real de los incas, que los nativos
llamaban Avenida...de los de acá.
Don Rodrigo: Y vi pompa y gala como no jamás vi en nuestras cortes. Sacerdotes, oficiantes,
nobles, jefes, consejeros. Más de tres mil guerreros que de poder daban muestras. Esclavos y
servidores... y como diez mil extras.
Narrador: La gala imponente del musculoso indio recuerda a Rodrigo su sueño glorioso, el noble (o
no) designio que al viaje dio origen. Y encarando al inca anuncia gozoso:
Don Rodrigo: ¡Artesanías, vasijas de barro, ponchos, mates, boleadores, todo a mitad de precio
debería usted comprar...!
Narrador: Rodrigo es aprehendido por doce nativos mas lucha, se zafa y proclama altivo:
Don Rodrigo: ¡Deteneos, ignorantes, atrasados! Desde hoy quedáis todos conquistados. ¡Mi honra
está en juego y de aquí no me muevo!
Narrador: Quinientas leguas al norte; Rodrigo, un tanto agitado, triste nota que los incas el cofre
han inca-utado. El cofre que en la huida fue olvidado, descuidado, digamos que fue en verdad
tontamente abandonado...
Narrador: Rodrigo vehemente injuria a los incas pues le han privado de sus propiedades.
Don Rodrigo: No hablo de los incas, me refiero a algunos que gozan contando mis intimidades… y
encima me insultan.
Don Rodrigo: La rima es lo que me inspira. Yo he dicho aficionades en lugar de aficionados porque
usted dijo verdades.
Esclavo: ¡Haya paz! ¡Haya paz! Don Rodrigo, relator, que la calma no se pierda, que si seguís
discutiendo os vais a ir a la... ¡Haya paz!
Narrador: Quinientas leguas al norte, prosigo, en un bosque Rodrigo encuentra nativos que bailan y
cantan con dulces sonidos.
Don Rodrigo: Colombia, Colombia, Colón... ¿Es que ya ha pasado por aquí Don Cristóbal? Pues
nada, de aquí en adelante este país se llamará... ¡Rodrigombia! Decidme nativos, ¿dónde están los
tesoros?, ¿dónde están las minas de plata y de oro?
Don Rodrigo: ¿Tenéis por aquí piedrecillas brillantes, zafiros, rubíes, topacios, diamantes?
Narrador: Al ver Don Rodrigo que nada consigue, con rumbo noreste su viaje prosigue.
Don Rodrigo: Al llegar cerca del mar rogué que no se extinguieran mis fuerzas que entonces eran
por demás flacas. Me inspiré tomando el nombre de los indios del lugar y en aquel hermoso lugar
fundé ¡Caracas!
Narrador: Acerté a fundarla... Acertó a fundarla. Y tanto acertó que la fundó en pleno centro de
Caracas, que ya estaba fundada y él no la vio...
Don Rodrigo: Y bueno, hombre, con el apuro...
Narrador: Los guardias, perplejos y algunos paseantes intentan prenderlo y en cárcel ponerlo.
Rodrigo protesta fiero, desafiante...
Don Rodrigo: (Se corta la mano intentando sacar la espada de su vaina) Ahhhhhhhh! ¡Mi
honra está en juego y de aquí no me muevo!
(Voz de un Juez): Por ante este tribunal se condena a Don Rodrigo Díaz de Carreras a la pena de
destierro en la isla de Puerto Rico por los delitos de: portación de armas y fundación ilícita.
Archívese... lo... bien... a él.
Don Rodrigo: Estando en el barco, al llegar a donde cumpliré mi pena; oigo un cantar de esclavos
que a negro destino suena:
Esclavo:
Solangangaina eimo
Solangangaina eimo
Samanga lenguelengón
Sabango engo
Samanga lenguenguelón
Samanga lenguelón
Maia senguelá
Achicoria
Aie
Sabai metengá
Achicoria!
Obá, obaiasa
Achicoria
Aiá yo
Acá tú
Aiá yo y tú
Acá achicoria
¡Achicoria!
¡Ay ay ay ay ay ay!
¡Uay ay ay ay ay!
Acatocábayo...
Don Rodrigo: Mas ni bien llegué a tierra firme fui de pronto conmovido por los ojos renegritos de una
morena. Y revivieron mis sueños de viejo conquistador, sed de guerra... del amor que el alma llena...
Ya vendrá otra gente a conquistar las Indias, yo me quedo aquí a conquistar... ¡Mi negra!
Esclavo: ¡Achicoria!
Todos:
Fin