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Certamen I – Encuentro Cultural en el Aula

Una visión en retrospectiva a nuestra trayectoria educativa.

Nombre: Natacha Saavedra.


Fecha: 4 de Octubre, 2017.

Introducción.

Al realizar una retrospección en nuestra trayectoria educativa, hemos de ser capaces


de visualizar como distintos factores incidieron en nuestra formación; factores que no se
presentan de manera implícita en dicha trayectoria. En este sentido, nuestra tarea en el
presente ensayo será analizar como ciertos factores influyen en nuestra trayectoria
educativa. En específico, revisaremos la incidencia de la (in)equidad, la relación profesor
alumno y la dialéctica en el aprendizaje, en lo que respecta a nuestra formación educativa;
dichos conceptos están ligados entre sí. Cabe recalcar que para realizar dicho análisis
recurriré a mi propia trayectoria educativa.

La equidad en la formación educativa.

En un estudio de la UNICEF se distingue que “la equidad es entendida en tres


niveles: i) que todos los estudiantes alcancen el nivel considerado básico, ii) que los
resultados escolares no estén sistemáticamente asociados a las condiciones de origen de
los estudiantes, y iii) que las desigualdades de resultados finales entre quienes acumulan
más y menos capital educativo no sean extremadamente amplias” (UNICEF, 2004)Si bien
la distinción del organismo podemos considerarla como correcta, es necesario explicitar
que los factores culturales en lo que respecta a la equidad educativa es fundamental; son
fundamentales en cuanto se refiere a porque se apela a equidad y no a igualdad en el ámbito
educativo. Esto último se explica en que si se otorgaran los mismos recursos a todos los
estudiantes por igual, estos no los desarrollarían de la misma manera.

El concepto de equidad, dado que debe considerar cada circunstancia que


experimentan los estudiantes, está estrechamente ligada a la cultura (y, por ende, al capital
cultural) de dichos estudiantes. Lamentablemente, la inequidad presente en el sistema
educativo chileno se debe a que no se atienden las necesidades educativas específicas de
cada estudiante, en cuanto a su estatus socioeconómico como su capital cultural. El informe
de la Unicef admite que “la dificultad de la labor educativa es inversamente proporcional
al capital económico y cultural de las familias de los alumnos” (UNICEF, 2004) lo cual
demuestra que en nuestro país no se cumplen a cabalidad ninguno de los niveles
distinguidos por el mismo organismo en cuanto a equidad, pues solamente un sector
privilegiado puede obtener resultados satisfactorios de su enseñanza.

La relación profesor – alumno.

No es necesario dar a relucir estudios sobre la educación en Chile para reconocer un


hecho evidente: la relación entre profesores y “alumnos” en nuestro país es de carácter
totalitario. Los profesores son presentados como una autoridad en cuanto a moral como a
conocimiento. En este sentido, los alumnos son simples repositorios que deben seguir las
normas y acatar los conocimientos entregados por su profesor, ignorándose muchas veces
las propias dificultades, necesidades y diferencias que los alumnos poseen. Araya, bajo esta
misma línea de pensamiento, expresa lo siguiente:

“El conocimiento que se entrega en las escuelas tradicionales y el modo en que se


efectúa dicha entrega están enmarcados en el modelo del yo racionalista que todo
lo engulle y posee y, por lo tanto, no admite la diferencia y la alteridad” (Araya,
2010).

De este modo podemos relacionar la relación profesor-alumno con la equidad


educativa: uno de los factores que perpetúan la inequidad en el ámbito de la educación es
justamente la labor docente, debido a que no atiende a las diversas circunstancias que se le
presentan a los alumnos, sino que solo reproduce la establecida por el sistema; ignora
completamente cualquier clase de necesidad particular.

Ante esta perspectiva tradicional de la relación profesor-alumno surge una


alternativa: el reconocimiento del legítimo otro. Este reconocimiento implica que el
profesor ya no considera al alumno como un simple receptor de conocimiento y normas
morales, no lo considera como un mero objeto, sino que como un sujeto particular, con
necesidades y particularidades individuales. En este sentido, una educación bajo esta
perspectiva debería subsanar parte de los problemas que originan la inequidad persistente.

La dialéctica en el aprendizaje.

En lo que respecta a la formación de los estudiantes es importante considerar el


hecho de que el desarrollo de la persona implica aprendizajes que, al ser confrontados con
otros posibles de aprender, establecen una relación dialéctica entre éstos. Dicho
sencillamente, lo aprendido se relaciona dialécticamente con lo que es posible aprender.

En esta nueva arista se hace presente nuevamente la cultura del estudiante (en cuanto
este es sujeto de aprendizaje). Castro distingue que “el aprendizaje sistemático de conductas
extremas como el uso de la violencia como forma de lograr un objetivo institucional
determinado indican, que no todos las personas las aprenden o están dispuestos a
aprenderlas y, que en casos de obligación desertan a pesar de posibles penalidades” (Castro).
Esto último es importante, pues distingue que no solo existe una relación “positiva” entre
aprendizaje aprendido y por aprender, sino que como en el caso anterior, un aprendizaje puede
ser rechazado. En este sentido, Castro distingue tres formas de interacción dialéctica en el
aprendizaje:

- Complementario. Lo por aprender tiene un significado directo para la persona en


cuanto a importancia para su desarrollo o resolver un problema específico.
- Contradictorio. Lo por aprender no es percibido como necesario de adquirirlo a
pesar que lo pueda ser o generar resistencia por ser algo muy distinto a los
referente ya aprendidos.
- Contradictorio antagónico. Lo por aprender está en directa contraposición con lo
aprendido y el cómo ser resuelve esa situación puede implicar una crisis de menor
o gran magnitud dependiendo de la contradicción y el arraigo de los aprendizajes
anteriores y como se fuercen los nuevos aprendizajes sobre el individuo. (Castro)
La relación de la cultura, y la desatención de ella en el ámbito educativo, afecta
negativamente al estudiante, pues rechaza el conocimiento entregado por la institución,
siendo calificando de mala manera.

Análisis caso personal.

En mi caso particular, al estudiar en colegios particulares subvencionados vivencie


el problema de la inequidad, pues muchos compañeros y compañeras no tenían una buena
situación socioeconómica, pero principalmente carecían de capital cultural. Esto radicaba
en que muchas veces el aprendizaje no era significativo para ellos, pues simplemente no les
interesaba (esto va independiente de los resultados obtenidos en las evaluaciones). Además,
los profesores no estaban interesados en la situación que vivían los estudiantes,
simplemente se preocupan de cursar los contenidos. En lo que respecta a mí, considero
haber tenido capital cultural suficiente como para que se complementase con lo cursado en
el colegio.

En cuanto a la relación profesor-alumno, distinguí anteriormente que en Chile esta


relación era generalmente de carácter totalitario, en cuanto los estudiantes son considerados
como meros receptores de información. A pesar de eso, conocí profesores que se
preocupaban de las particularidades que tenían los estudiantes, en cuanto que
“transformaba” el contenido de modo que fuese significativo para ellos. Lo negativo es que
esto no era prioridad para los colegios en los que estuve, por ende muchas veces estos
profesores eran despedidos o simplemente se adaptaban para no perder su empleo.

Dado lo que acabo de explicar, puedo afirmar que el aprendizaje que se daba en los
colegios a los que asistí era de carácter contradictorio y en algunos casos es contradictorio
antagónico. En cambio, considero que en mi caso particular se dio de carácter
complementario, pues los aprendizajes que obtuve en el colegio (a pesar de todos los
factores negativos que mencione anteriormente) fui capaces de asimilarlos con los que
adquiría por mi propia cuenta y en mi hogar. En este sentido, el colegio no me significo un
retroceso. Considero que esto se debe a lo que cite al principio de este ensayo,
específicamente, lo que la labor docente es inversamente proporcional al capital cultural y
socioeconómico. Debido a que poseía ambos factores “solventados” mi educación no
presento los problemas mencionados.

Bibliografía
Araya, B. (2010). La alteridad como punto de partida de una práctica transformadora de la
educación. Santiago, Chile.

Castro, A. (s.f.). Cognición y profesión docente. Concepción: Universidad de Concepción.

UNICEF. (2004). Equidad Educativa en Chile: un debate abierto. Santiago, Chile.

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