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La psicopolítica y el emprendedor de sí

mismo
Fecha:abril 01, 2018

http://www.radiografica.org.ar/2018/04/01/la-psicopolitica-y-el-emprendedurismo/

en:Opinion

Por Agustín Montenegro (*)

Pensar en el neoliberalismo como un modelo económico o


pensarlo como una forma que moldea sujetos, prácticas, deseos
y expectativas. De eso se trata Psicopolítica, del surcoreano
Byung Chul Han (Seúl, 1959), libro que sigue la segunda de
estas líneas. Pensarlo como un paquete de leyes estables que
van en conjunto y que se aplican o desaplican según las
decisiones del poder de turno (o según los consensos
democrático-republicanos lo habiliten), o pensarlo, como
proponía Michel Foucault a fines de los años setenta, como una
racionalidad, que organiza no solo a los que gobiernan a través de dicha razón, sino
también a aquellos que sufren sus consecuencias.
Chul-Han recorre esta posibilidad a partir de frases fuertes, ideas grandes y máximas
preocupantes. Una de esas es la que da título al libro. Si el capitalismo, desde el siglo XVII,
dominó a través de la biopolítica, preocupada por la gestión y el control de los cuerpos
(recordemos el panóptico), la dominación neoliberal opera a través del control de la
psiquis. El sujeto se convierte en un empresario de sí mismo, y pasa de la explotación por
parte del patrón a una suerte de autoexplotación material y espiritual. No solo se explota,
dice Han, el tiempo de trabajo, sino toda la persona, su atención, su ocio, su vida entera.
El empresario de sí mismo es tanto el emprendedor fogoneado desde la publicidad y el
propio gobierno argentino, como también la imagen del trabajador que “gestiona” su
propio tiempo, que vive o vivirá en la flexibilidad, que trabaja desde casa, que tiene un
rato para ir al gimnasio. El neoliberalismo necesita de sujetos que busquen la optimización
completa de sí mismos.
A través de técnicas que se filtran capilarmente en nuestras conductas, la racionalidad
neoliberal indica imperativos y modelos de vida, y genera curiosas actitudes en los
sujetos. Por ejemplo, nuestra obstinada costumbre de continuar utilizando las redes
sociales a pesar de que conocemos a ciencia cierta la utilización de datos concretos para
su utilización en e-commerce o, incluso, con fines de otra clase de gravedad (el reciente
affaire de Facebook lo demuestra). La obsesión por la sanidad, la mixtura entre meditación
budista y objetivos occidentales (herramienta de trabajo del equipo de gobierno, entre
otras), o nuestra férrea disposición al “Me gusta” son también algunos elementos
disciplinadores de la razón neoliberal según Chul-Han.
Como lo explica la socióloga Verónica Gago, son dos paradigmas: uno, la comodidad de
pensar que el neoliberalismo lo aplican los otros, de arriba hacia abajo, que lo sufrimos
únicamente como un modelo económico. El otro paradigma requiere de una reflexión aún
mayor, que nos sumerge en el riesgo, y sostiene que la razón neoliberal se impregna en
nuestras conductas, nuestras formas de interactuar en la sociedad, con la tecnología, con
nuestro trabajo. Que no es una estructura aplicada para nuestra desgracia, sino que opera
caóticamente incluso en contextos y situaciones que no imaginábamos y que están muy
lejos de las realidades del equipo de CEOs que acelera en su fuerza desreguladora y
liberal. ¿Qué cantidad de individuos han formalizado sus relaciones laborales a través de la
Ley de Emprendedores? ¿Qué imagen de sí mismos tienen ellos, y cómo se articula esa
imagen con la sociedad? ¿Qué tienen en común Andy Freire, el CEO de “Preguntados”, una
PyME que comienza sus primeros pasos, una cooperativa de trabajo, y un emprendimiento
artesanal? Esas son las preguntas que nos haríamos con el libro de Chul-Han en la mano
en la Argentina de hoy, englobadas en una idea macro: hasta dónde la libertad del
emprendedorismo es para unos pocos, mientras el peso de convertirse en emprendedores
de sí mismos comienza a minar poco a poco la psiquis de los trabajadores que día a día
deben refrendar su disposición a ser felices para evitar volverse locos (o como una forma
de locura).
Más allá de que cada uno adscriba a una visión más o menos rígida sobre cómo
interactúan las condiciones estructurales con las condiciones superestructurales de la
sociedad, creo que trabajos como el de Byung Chul-Han nos tienen que recordar que
hemos aprendido los costos de sobreestimar la capacidad de un discurso para articular
con los valores y creencias de los sujetos. Con las críticas pertinentes que se le pueden
realizar al surcoreano, situadas en América Latina y en nuestro país, sería prudente
abandonar momentáneamente nuestra seguridad, confianza y certeza para decir que los
neoliberales son los otros, y reflexionar, con algo más de humildad, cuando sacamos una
selfie, participamos de un hashtag o le damos “Me gusta” a la foto de una rica y saludable
palta.

(*) Escritor, conductor de Las Lecturas por Radio Gráfica.

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