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Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD.

Seminario de Autor: Filosofía Contemporánea.


ECSAH.

De la virtud que hace regalos: el sentido terrenal del hombre para con su superación. Una
aproximación a la desmoralización nietzscheana.

Por: Meza Luna, Carmelo Enrique.


Grupo: 401217_8. E-mail: mezalunac@gmail.com
2019, marzo.

«y sólo cuando todos hayáis renegado de mí,


volveré entre vosotros. En verdad, con otros
ojos, hermanos míos, buscaré yo entonces a
mis perdidos; con un amor distinto os amaré
entonces.» (Nietzsche. 2,004; Pp., 47).

La perspectiva filosófico espiritual de «ser fiel a la tierra», es expresada en varias obras del periodo
de desarrollo medio de Nietzsche, como lo son «El caminante y su sombra.» (), donde reside o el
autor indicaría el verdadero quehacer moral y espiritual del sujeto: hacer de lado el fundamento ético
que este tiene, logrando por medio de cierta afirmación el sentido de volver a ser de la tierra. También,
se contextualiza el texto «Así hablaba Zarathustra» (1,883), donde cuales 1.
rasgos de esa expresión nietzscheano-terrenal contraponen el fervor discursivo de quienes competen
una realidad idealista y de fe. Contrario a esto, uno de los ejemplos más seguros de ese tipo de
fidelidad vendría siendo el pueblo greco-occidental dentro de su heroica época, conceptualización
que Nietzsche visualiza en mente desde sus iniciales escritos como «El nacimiento de la tragedia, la
filosofía en la época trágica de los griegos.» (1,872). Aun mejor, se presenta un gran y primer quiebre
de ese «ser fiel a la tierra» en Grecia con la figura de Sócrates y su minusvaloración del sentido de la
vida conexo con el superior orden de la verdad. Nietzsche, en síntesis y filosofías, proclama la
«revisión de los valores»; es decir, negaba la cultura desarrollada por la humanidad, de igual forma
normas de moral y justicia.

«De la virtud que hace regalos» (Nietzsche. 2,004; Pp., 44-47), forma parte de una primera sección,
pieza clave del entendimiento moralistico y humano. En este caso, García (2,015) citando a Ans
Pearson, expone que «en su artículo «Fiel a la tierra: El cuidado de sí mismo y el mundo epicúreo
según Nietzsche», plantea que Nietzsche propondría una cierta ética epicureísta en la etapa media de
su pensamiento. Esta propuesta se basaría en la aceptación (o afirmación) por parte de Epicuro de lo
dado por la vida: tanto los grandes o pequeños placeres, como los grandes o pequeños sufrimientos.”
(García. 2,015; Pp., 02). Nietzsche-Zarathustra quiere que el hombre renuncie a la humildad que le
hace ponerse de rodillas ante Dios; que se exija a si mismo su propia elevación, en vez de suplicar la
gracia de Dios, como limosna para su miseria; que salve su vida, su vida de ser vivo y terrestre, entre
seres vivos y terrestres, entre leones y palomas, en vez de aspirar a salvarse de «esta» vida en «otra»,
soñada, en un «más allá irreal», para hacerle ponerse en pie, para redimirle, Nietzsche proclama la
«muerte de Dios».

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La filosofía de Nietzsche es sin duda el vitalismo, el cual es la regeneración propia del ser humano
en la que desglosa la idea de la voluntad; esta es la razón de ser de la humanidad sujeta a la realización
de los hechos. Sin embargo, Savater (2,013) expone que «el término vitalismo puede relacionarse con
la ética de dos maneras diferentes: en el primer caso, se hablará de un tipo especial de ética llamada
vitalista (…), caracterizada por conceder a los valores que conservan, refuerzan y ensanchan la
vitalidad primacía sobre todos los demás (…); en el segundo caso, se afirma que el vitalismo (…) es
de hecho el fundamento de todas las éticas y que todos los valores morales provienen del ansia de
autoafirmación vital.» (Savater. 2,013; Pp., 298). Ahora la pregunta es ¿cómo por parte de una teoría
practica del vitalismo se ejecuta la noción o sentido de volver a la tierra en el sentido humano y
social?, y ¿en qué consiste ese tipo de fidelidad y el sacrificio de Dios? Después de decirles,
Zarathustra, que el hombre ha de ser superado y alejado de cierto arquetipo de humano sumiso, el
autor convence que el sacrificio es la muerte negativa tanto de Dios como de hombre.
En la tesis principal que aparece en «De la virtud que hace regalos», la cual reza: «¡hermanos míos,
permaneced fieles a la tierra, con las fuerzas todas de nuestra virtud! Vuestro amor dadivoso y vuestro
conocimiento sirvan al sentido de la tierra. ¡Así os lo ruego, y a ello os conjuro!» (Nietzsche. 2,004;
Pp., 45), se ha podido entender nocionalmente la perspectiva de Reginster (2,006), el cual nota que
«la afirmación de la vida ya no requiere que evitemos lo que en «El nacimiento de la tragedia» (1,872)
es caracterizado como el mirar dentro de la horrible verdad. Ahora somos capaces de contemplar esta
verdad sin ser llevados por ella a la desesperación nihilista, pues la revaloración que hace posible la
doctrina de la voluntad de poder nos permite darle la bienvenida y afirmarla.» (Reginster. 2,006; 248‐
249). Él trata a la vida como a una criatura humana, pero supone que no se logra hablar más romántica
y seductoramente con esta cuando se logra desenvolver un papel de des-alienación. Con Nietzsche y
después de este la vida llegó a tener un nuevo y singular encanto: la voluntad de vivir es la voluntad 2.
de poder, y en su incremente reside el sentido de nuestra cultura entera; aún más, de nuestra existencia
en general.
En el Zarathustra de Nietzsche, el hombre se muestra como un sector en batalla, como un campo de
decisiones, razón y moral; también como un sujeto que padece enfermedades sociales, como un
individuo transitorio y agotado. Nunca este entenderá de las posibles fuerzas que lo llevan más allá a
la banalidad del hombre, aun sin desprender la verdad sobre sí: su materia, su cuerpo. Es aquí donde
se libran las disputas sobre su sentido en la tierra, sobre las transformaciones que este pueda
desarrollar para ser más humano. Pero el hombre, a pesar de su espíritu vigoroso y sufrido, debe saber
querer por encima de sí, sin desprenderse de sus deseos, de sus limitaciones. Entonces, se da a
entender que los pesos más formidables son los que llevan el sentido más humano del hombre: la
libertad.
Nietzsche es el voluntarismo de la filosofía: contrapone a la razón la voluntad, la voluntad de vivir o
el sentido humano. Considera que la fuerza motriz universal del desarrollo es la “lucha por la
existencia”, que se convierte en voluntad de poder. Para el autor, los valores tradicionales, trasegados
por el cristianismo representan la sumisión y la esclavitad en su máximo esplendor, dando así a
conocer la «moral del esclavo», y por ende uno de los argumentos que ostentan tal caso es el siguiente:
«¡vuestro espíritu y vuestra virtud sirvan al sentido de la tierra, hermanos míos! ¡y quede renovado
por nosotros el valor de todas las cosas! ¡para ello debéis ser luchadores, para ello debéis ser
creadores!» (Nietzsche. 2,004; Pp., 46).
En palabras de Nietzsche (1,877), «los que no han sido fieles a la tierra son los que han valorado
cosas que no tienen que ver propiamente con la vida (ideas, mundos eternos), en lugar de aquello que
compone nuestras vidas: comer, refugiarnos, vestirnos. La fidelidad a la tierra consistiría, entonces,
en encontrar el modo de valorar esas realidades más cercanas.». En ese sentido, fue un des-naturalista

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y se le clasifica a la vez como un existencialista des-moral que no opinaba que las cosas tenían un
sentido inseparable para con el humano. Básicamente, su gestión se convierte en crear un moderno y
distinguido significado para las cosas, lo cual él entendía que se podía concebir por medio de la
representación artística, filológica, cultural, etc.
A todo esto, la verdadera conciencia moral pretende realizar sus ideales en la tierra; es por esto que
tal proyecto es de tipo histórico en donde el hombre debe arriesgarse a ser libre, debe luchar para que
sus ideales morales se hagan una realidad terrenal. Y así, por ejemplo, Kant, en su “Metafísica de las
costumbres” (1,785), dice que la libertad es un «ejercicio de la voluntad, que es una facultad para
elegir solamente aquello que la razón, independientemente de la inclinación, entiende prácticamente
como necesario, es decir, como bueno.» (Kant. 1,785).
Seguidamente, el filosófico vitalista expone lo siguiente: «conducid de nuevo a la tierra, según yo
hago, esa virtud que se ha perdido volando. ¡Sí, conducidla de nuevo al cuerpo y a la tierra, para que
sea esta su sentido, un sentido humano!» (Nietzsche. 2,004; Pp., 46). Es aquí donde se libran las
disputas sobre su sentido en la tierra, sobre las transformaciones que este pueda desarrollar para ser
más humano. Pero el hombre, a pesar de su espíritu vigoroso y sufrido, debe saber querer por encima
de sí, sin desprenderse de sus deseos, de sus limitaciones. Entonces, se da a entender que los pesos
más formidables son los que llevan el sentido más humano del hombre: la libertad.
Por último, «el gran mediodía es la hora en que el hombre se halla a mitad de su camino, entre la
bestia y el superhombre, y canta como a su nuevo camino el sendero hacia el atardecer, como su más
alta esperanza: el camino hacia la nueva aurora.» (Nietzsche. 2,004; Pp., 47). De acuerdo con
Nietzsche, las masas están adaptadas a una especie de tradición, mientras el superhombre utópico es
de forma segura, individualista y muy independista. Este último se siente con intensidad, pero sus
3.
fundamentos están frenados por la moral y razón. De todos los aspectos de la cultura sometidos a la
crítica, el problema de la moral se vuelve fundamental. Al entender la moral como el sometimiento
de la vida a los valores pretendidamente trascendentes, el filósofo alemán ve en ella la raíz de todos
los perjuicios religiosos y metafísicos. No obstante, se orienta al hombre en su acción. Es quizás esta
la máxima filosófica del autor, pero ese «mediodía» no es ni un inicio ni un fin, sino una transición
por la cual el ser humano se «desarrolla» como superhombre.

Nietzsche se presenta como un salvador de la persona y como un renovador de las teorías morales
que han trillado al ser humano según la concepción del desarrollo tanto social como individual.
Nietzsche es una crítica abierta al sistema filosófico occidental y a la fundamentación teológica; y
todo esto nace con la preocupación de lo que puede significar el ser humano hasta para consigo
mismo: ¿puede, independientemente de la razón y el sistema moral universal, el hombre
autoconstruirse con un sentido totalmente terrenal? Situacionalmente la perspectiva nietzscheana a la
vez de ser ontológica, también le es de tipo cognoscitivo ya que se propone contextualizar al sujeto
según su propia identificación, y esto hace que se pregunte sobre sí mismo. Hay que aclarar algo: al
afirmar que Dios ha muerto, últimamente una parte del ser humano ha desaparecido o fallecido, lo
cual lo convierte en un ente incompleto, pero ¿es el superhombre la estrategia de «llenar» o vitalizar
al humano con una fuerza motivacional totalmente restauradora de su realidad? A la par, la filosofía
del poder se sintetiza en el conocimiento del mundo y de la interacción que se tenga para con este, lo
cual hace críticamente la autodeterminación individual.

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Referencias bibliográficas.
Friedrich Nietzsche (1,877). Fragmente IV. Notizbücher – Juli 1879 (31). In: Sämtliche Werke,
Kritische Studienausgabe Band 8, hg. von G. Colli und M. Montinari, München 1999, S.
588.
García, I. (2,015). Nietzsche y la fidelidad a la tierra. Departamento de filosofía. Corporación
Universitaria Minuto de Dios. Colombia. ISSN 2250-7388. Recuperado de:
http://coloquiointernacionalceh.fahce.unlp.edu.ar
Nietzsche, F. (2,004). De la virtud que hace regalos. En Así habló Zaratustra. Un libro para todos y
para nadie. Santa Fe: El cid editor. pp. 41-45. Recuperado de:
http://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2077/lib/unadsp/reader.action?ppg=6&docID=100
49250&tm=1489441994214

Pedro M. Rosario Barbosa (2,007). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. San Juan –
Puerto Rico. Recuperado de:
https://pmrb.net/books/kantfund/fund_metaf_costumbres_vD.pdf

Reginster, B. (2,006). The Affirmation of Life: Nietzsche on Overcoming Nihilism, Cambridge.


Savater, Fernando (2,013). Concepciones de la ética. Madrid: Editorial Académica Española. Versión
digital. ISBN: 978-84-87699-48-1. Recuperado de:
http://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2077/lib/unadsp/reader.action?ppg=30&docID=10
4.
721504&tm=1479257593203

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