Mucha gente cree que las personas adultas mayores necesitan dormir menos. Sin
embargo, lo que disminuye con la edad no es la necesidad de dormir, sino la capacidad
de dormir.
Dormir de noche permite que los centros nerviosos se carguen de fluidos vitales
favoreciendo la vida al hacerla más armónica y a la vez longeva porque retarda el
envejecimiento. Los ciclos sueño/ vigilia están controlados por nuestro reloj biológico o
ritmo circadiano y a medida que envejecemos nuestro reloj biológico se adelanta.
Todos estos eventos afectan la calidad de vida, trastornan la relación y pueden alterar
el desempeño de las actividades cotidianas. Por lo tanto, el sueño adecuado por las
noches es una de las principales necesidades del adulto mayor para mantener una vida
activa y saludable.
Dentro de sus repercusiones, la privación del sueño puede provocar varios síntomas y
enfermedades, como pérdida de la memoria a corto plazo, reducción de la capacidad
de atención, concentración, disminución de coordinación motora y la capacidad de
adaptación, irritabilidad, fatiga, intranquilidad, desorientación, confusión, depresión,
apatía y somnolencia.
En el proceso de envejecimiento existen factores que pueden influir en el sueño directa
o indirectamente. Las influencias directas afectan al sistema nervioso y los mecanismos
fisiológicos (ritmo cardiaco) relacionados con: la continuidad, duración y profundidad
del sueño que ocurren en la persona sana.
El insomnio es uno de los trastornos más frecuentes en los adultos mayores, el cual se
define como una disminución sostenida de la cantidad del sueño habitual, usualmente
es de etiología multifactorial y puede verse asociado a cambios en el horario de
acostarse, enfermedades crónicas y enfermedades mentales.
Comer liviano en la noche y a más tardar dos horas antes de acostarse. Evitar
tomar estimulantes como el café, té, alcohol y coca cola.
Evitar ver televisión cerca de la hora de dormir, en especial, programas de
violencia.
Evitar las siestas.
Evitar fumar antes de acostarse o ya en la cama.
Respetar las horas de sueño, mantener un horario para acostarse y para
levantarse.
Si se duerme mal y se despierta con cansancio durante un tiempo, consultar a
un médico para investigar las causas y encontrar soluciones.